Entre demonios... [Amaimon x Rin] [Ao no exorcist]

¿Qué hubiera pasado si Rin fuera el que pudiera ver a los demonios desde nacimiento en lugar de Yukio?

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  1. Dark Shadows
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    Cada que suba un nuevo one-shot amairin compartiré el link :3

    Regresando a lo de Amaimon, como siempre me pasa, escribo un buen numero de hojas y luego los borro...porque no me gusta como va quedando o me va a descuadrar o limitar la historia más adelante. No voy a negar que se me hizo tentador hacer que atacara al grigori, pero eso ocasionaría multiples problemas que no podía cubrir de manera satisfactoria. Además, el grigori no mecere morir, el que merece morir es alguien que supongo ya deducen quien <_<

    Había avanzado hasta el capítulo 19, pero ¿Dónde acababa el romance? Parecía más bien frienship y meter un lemon después de esos capítulos...quedaba hecho todo una mierda -.-U

    Así que, con todo el dolor de mi kokoro (nah, más bien de mis dedos por teclear) borré del capítulo 13 al 19 y los estoy volviendo a escribir. Ahora trabajo en el capítulo 16 y, según estimo y espero que así sea, probablemente superemos los 30 capítulos ^w^U
     
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  2. Dark Shadows
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    Ya sé, ya sé, aún no es lunes. Pero no pude resistirme a subir el próximo cap :3 Este lunes regreso a la escuela NOOOOO T^T la primera semana será relajado, así que tengo ese lapso de tiempo para escribir todo lo que pueda :D (ojo, escribir todo lo que pueda no significa que escriba a lo loco, sino me gusta como va quedando lo borraré y escribiré cuantas veces sea necesario ;3)

    Estoy trabajando en un Amairin, sin embargo, un Shiro x Mephisto se escribió por sí solo (ya merecían su dosis de cariño, no? <3) Aquí les dejo el link:



    Además, actualizar hoy me sirve para ahogar mis penas T^T empecé a leer el manga y me había quedado en el capítulo 32, pero por un error de tecla me abrió una página del capítulo 88 y me he hecho un spoiler enorme que no les voy a decir por ahora debido a que no quiero hacerles spoiler también.

    ¡¡¡AVISO SUPER IMPORTANTE AL FINAL!!!


    ******************************************************************************************

    Capítulo catorce: Convivencia.


    — ¿Puedo contar con qué puedo dejarlos solos sin que hagan nada estúpido ni imprudente? — escucharon la voz de Samael.

    — Sí, sí, ahora ve a tu cita con mi padre — respondió Rin mientras leía un manga.

    — ¿Cita…? — Mephisto enrojeció.

    — Según leí, eso hacen las parejas humanas — comentó Amaimon.

    — Sí, por eso, ya vete a tu cita — agregó Rin.

    — ¡No voy a eso! — se quejó Mephisto — ¡Ambos lo saben bien!

    Esta vez no contestaron, Rin se mantenía ocupado leyendo el tomo de manga y Amaimon se entretenía intentando comprender algunas expresiones humanas que salían en este. Con resignación, el mayor de los demonios suspiro, e hizo aparecer su sombrilla. No había pasado ni una hora desde que habían abandonado el Vaticano, y una vez ahí, el sermón del siglo les fue dado por Mephisto.

    — Ahora que lo pienso, tú y el viejo dan casi los mismos sermones — dijo Rin de pronto — Se nota que son novios~

    Ante eso, Mephisto volvió a enrojecer, silenciosamente contó hasta tres y desapareció en una nube de humo rosado. No podía refutar eso. Realmente era pareja de Shiro, sin embargo, como había dicho él prefería no mezclar asuntos privados con los laborales. Por eso se mantenía a distancia con sus conocidos, más con aquellos que significarían pérdida a su diversión, o eran preciados para él. En especial por los demonios.

    — Hihihi — Rin formó una amplia sonrisa — Se mordió la lengua.

    — ¿Morder la lengua? — cuestionó Amaimon, mientras imaginaba algo así.

    — No hablo tan a lo literal — dijo Rin, sudando la gota gorda.

    **********************

    Apareció en el monasterio, o por lo menos, los restos de la iglesia que había en este. Miró a ver hacia todos lados, aunque las personas comunes no pudiesen verlo, yacían ahí los cadáveres de varios demonios. Estos eran removidos por los Doctor, los cuales eran ayudados por los Aria, tenían bastante trabajo que hacer. Siguió caminando, mientras buscaba con la mirada, al parecer él no estaba ahí.

    Rin Okumura, el menor de sus hermanos, era un niño rebelde e irrespetuoso. ¡Oh, por todos los demonios! Aún recordaba a ese mismo mocoso burlón cuando este era un crío. Vaya que había una enorme diferencia. Antes era muy mono y un niño agradable, ahora, parecería que sería su dolor de muelas de por vida. ¿Cómo Shiro podía tener tanta paciencia hacia Rin?

    — Vaya, vaya — dijo apareciendo en un cementerio — Tal parece que tuvieron una reñida pelea con Astaroth.

    Había tenido que recorrer las calles, saltando de techo en techo, para ubicar a Shiro. No le importaba ser visto en público, claro, por las pocas personas que tuvieran una vista “especial” y aún se encontraban recorriendo las calles a esas horas de la madrugada. En esos momentos, debido a su presencia en la audiencia, portaba su uniforme de exorcista. Si le veían, los demás sabrían identificarle, aún más al traer consigo su sombrilla.

    — Más de lo que te imaginas — contestó Shiro, estirándose — Ya estoy algo viejo para estar protegiendo críos.

    Mephisto se ladeó un poco para ver el tiradero que había hecho Astaroth. Cadáveres humanos regados por aquí y por allá, por eso fue al cementerio, para tener cuerpos a la disposición de sus esbirros. Paseó la vista, hasta dar con el cuerpo inconsciente de un joven, quien era purificado por Nagamoto y Kyodo. Más atrás, en una vasija, se encontraba Astaroth siendo custodiado por los otros dos exorcistas.

    — No imaginé que te llevara tanto tiempo controlar a Astaroth, Señor Paladín de la Orden — dijo con aire burlón el peli-morado.

    — Bueno, no es fácil impedir que sus esbirros vayan tras de Rin — dijo el aludido, mientras se estiraba de nuevo — Tomó alrededor de todo un día entero. Dios, quiero echarme una buena siesta, no he dormido nada.

    — ¿No irás a ver a Rin primero? — cuestionó alzando una ceja.

    — Estará bien, cuento con que lo estarás cuidando — enfatizó con una sonrisa.

    Literalmente, Mephisto se mordió la lengua, ¿Cuidarlo? ¡Un poco más y lo ejecutaban en el Vaticano! Regresó la sonrisa, sin decir ni una sola palabra sobre eso, intentarle mentir a Fujimoto era una de las pocas misiones imposibles para él. Por eso, se alegraba de haberle hecho aquella pregunta al Grigori, era mejor si Shiro no sabía del tema. En silencio, acompañó a los exorcistas de vuelta al monasterio, estos se veían agotados.

    En especial Shiro, quien se sobaba de vez en cuando la parte posterior del cuello, algunas veces hacía esto con su tabique nasal. Falta de sueño y fatiga. Nagamoto, Kyodo, Izumi y Maruta estaban igual, de hecho, el más joven ya comenzaba a dormirse de pie. La única razón de que siguiese despierto, era porque Maruta se lo impedía.

    — ¿Seguros que pueden solos con esto? — preguntó Shiro al cuarteto.

    — Vamos, Shiro-san — comenzó Maruta — Sólo es papeleo.

    — Usted vaya a descansar — recomendó Izumi, haciendo sus mejores esfuerzos por mantenerse despierto.

    — Nosotros nos encargamos — comentó Kyodo.

    Tras ver a Nagamoto, y que este asintiese, Shiro procedió a hacerles caso. Dios, mantener a raya a todos esos demonios para impedir que fueran detrás de Rin, fue demasiado agotador. Izumi había quedado encargado de perseguir y neutralizar a los que se colaban de la defensa principal, los cuales intentaban entrar al pasillo subterráneo, manteniendo así a salvo al muchacho.

    Por su parte, él y los demás tuvieron que perseguir a Astaroth. Kyodo, Maruta y Nagamoto se encargaban de los esbirros de este, mientras que él se enfrentaba al Rey de la Putrefacción. La cosa se complicó bastante cuando Astaroth huyó al cementerio, en el cual después de romper un sinfín de lapidas, llamó a más de sus siervos. Eso generó un completo desastre.

    — Por cierto, ¿Por qué vienes vestido así? — preguntó Shiro, señalándolo.

    — Yo también soy un exorcista — respondió con simpleza — Tengo el cargo de Caballero Honorario, así que quiera o no, debo respetar las reglas que me da el Vaticano.

    — Oh~, ¿Lo dice la persona que se supone no debe abandonar la Ciudad Cruz Verdadera sin una orden especial? — se burló el Paladín — Hablando en serio, ¿Qué haces vestido así?

    Mierda, mierda, y mil veces mierda. Suspiró con resignación, ¿Por qué? ¿Por qué aquel simple humano era capaz de ver más allá de sus mentiras? ¡Oh, vamos! Era capaz de mentirle al mismísimo Papa en la cara, con todo el descaro del mundo, ¿Pero no a él? Simplemente absurdo. Si alguien, unos 33 años atrás, le hubiese dicho que le ocurriría algo así lo hubiese tachado de loco.

    Sin embargo, ahí estaba, pensando en que responder. ¿Siempre que estaba con Fujimoto debía quedarse con la mente en blanco? Hasta que un rayo de luz le iluminó el cerebro, claro ¿Por qué no se le ocurrió eso en primer lugar? Ah sí, porque cuando estaba con Shiro quedaba casi idiotizado, realmente increíble. ¿Podía ocultarle cosas a su padre con facilidad, pero no a aquel exorcista?

    — Al parecer la falta de sueño te afecta más de lo que parece — respondió con una expresión aburrida y levemente irritada — ¿Recuerdas a quién acogí el día de ayer?

    Shiro pareció pensarlo un poco, hasta que soltó un suave “Oh”. Samael tenía razón, el sueño le estaba afectando. Supuso que estaba así vestido para recibir a Rin, y este no se extrañara por la usual vestimenta del Caballero Honorario, lo cual era lo común. Sin embargo, eso no le contestaba porque Mephisto seguía vestido así, sabía lo mucho que odiaba ese uniforme.

    — Le di un pequeño recorrido a Rin tras haber hecho los papeleos necesarios para que ingrese a la academia — dijo adivinando la duda de Shiro — Ahora que ha pasado lo de Astaroth, no puede salir de la ciudad y no puede estar sin supervisión.

    — Y debido a ello ya no puede dejar la escuela y meterse a trabajar — mencionó Shiro, completando aquel comentario.

    — Correcto — en eso, colocó su mano en el hombro del Paladín.

    Con esta acción, estando fuera de la mira de los exorcistas, Mephisto los hizo desaparecer en una nube de humo rosa. Cuando esta se disipó, ellos se encontraban ahora en la mansión de Samael, en una habitación previamente preparada. Como todo en aquel lugar, estaba lujosamente amueblado, cualquiera tendría envidia del estilo de vida del demonio peli-morado.

    — Ahora, ¿Por qué no-…?

    Antes de que Samael pudiese completar su frase, Shiro se dejó caer boca abajo sobre la cama, quedando profundamente dormido casi al instante. Un suspiró fue dado por el segundo Rey de Gehena, era predecible. Los humanos, al contrario que sus congéneres y él, necesitaban dormir. Para un demonio, dormir no era vital, sino una opción. Y él, tras convivir con Shiro, adquirió aquel hábito.

    Miró unos cuantos segundos al de cabello gris, rememorando todos los recuerdos que tenía con él, ¿Shiro le odiaría si supiese lo que pasó en el Vaticano? Estaba casi seguro que la respuesta era sí. Poco a poco, esos dos niños se habían hecho un lugar muy importante en la vida de Shiro, en especial Rin. Así que, si algo llegase a pasarle a alguno de los gemelos, en especial al mayor… Fujimoto jamás se lo perdonaría, ni siquiera a él, que era su pareja incluso antes de que esos críos existieran.

    — No soy un maldito peluche — susurró con una venita de enojo en la sien.

    Mientras lo observaba, y recordaba, en un descuido Shiro terminó abrazándolo. Y no era un abrazo cualquiera, era un abrazo de oso, el paladín lo usaba como peluche. Quiso quejarse, pero era inútil dado que el contrario estaba dormido, así que suspiró. No tenía pensado forcejear, al hacer eso, despertaría al agotado Paladín. Era una de las cosas que menos quería.

    Así que se acomodó, tendría que esperar a que Shiro despertase, y luego le reclamaría. Al pensar en su futuro reclamo, como si de una cachetada se tratase, un hecho importante le dejó avergonzado. ¿Qué no bastaba con desaparecerse de ahí contando hasta tres? Joder con eso. Se planteó hacerlo, pero…estaba cómodo así, además que el innecesario hábito de dormir le venció. Igual él había tenido un día atareado.

    ~El mismo día, en la tarde~

    — ¡Rin! — de una patada, Shiro abrió la puerta de una habitación.

    — ¡Viejo! — de un salto, Rin se puso de pie — ¿¡Qué no eras tú el que decía que primero se debe tocar antes de-…!?

    — ¡Me alegra que te encuentres bien! — interrumpiendo su queja, fue abrazado por el mayor.

    Bien, aquello le fue sorpresivo. Apenas Mephisto los dejó a él y Amaimon solos, terminó de leer el tomo del manga y después de cenar, se había ido a dormir. Por primera vez en su vida, pudo dormir junto al demonio peli-verde, lo cual sumado a su comodidad y el estrés que recién experimentó ocasionó que durmiese hasta casi medio día. Tras despertar, había comido algo y desempacado la mayoría de sus cosas.

    Conversaba amenamente con Amaimon, hasta que este sacó su llave infinita y repentinamente abandonó la habitación. A Rin apenas le alcanzó el tiempo para esconder su cola. Debió esperar que su padre viniese a verle tarde o temprano, no iba a estar lidiando con Astaroth por toda la eternidad.

    — ¿Qué le pasa a todo mundo? — cuestionó, tras separarse de Shiro — Todos están actuando extraño.

    — Mephisto me comentó que te llevó a ver la ciudad — Fujimoto fingió demencia.

    — ¡Oye! No desvíes el tema — se quejó el muchacho — “Ese payaso…aunque fue una buena excusa”

    — Por cierto, ¿Has ido ya a ver a Yukio? — cuestionó el mayor fingiendo no haberle oído.

    — No, ni siquiera sé en que dormitorio está — respondió de forma quejumbrosa, accediendo a dejar el tema de lado por ahora.

    — Se encuentra en el dormitorio 3, habitación 504 — dijo Shiro ante la queja de Rin — ¿Qué te parece si vamos a verle de una vez?

    No hizo falta que respondiera, cogió la katana y bajó las escaleras en compañía de su padre. Se sentía nervioso por eso. ¿Descubrirían que ya sabía sobre su descendencia demoniaca? Realmente eso no le preocupaba tanto como debería, llevaba ocultándoles eso por una década, mantener el teatro un tiempo más no era problema. ¿Qué supiesen de lo que pasó en el Vaticano? ¡Bingo!

    — ¿Hermano? — Yukio mostró sorpresa al verle — “Así que está bien” ¿Qué hacen aquí ambos? — cuestionó al notar a su padre.

    — Bueno, decidí mudarme a la Ciudad y como Rin todavía es menor de edad tuve que traerlo conmigo — respondió Shiro, sonriendo.

    — Entonces, ¿Rin también estudiará aquí o intentará buscar trabajo? — cuestionó Yukio, sabiendo de antemano la respuesta.

    — Dudo que consiga trabajo pronto — se burló el de cabello gris — Conseguí que presentara un examen de admisión en la Academia Cruz Verdadera, y tal como había dicho Maruta, logro ingresar.

    — Me alegra saber que iré a la misma academia que mi hermano — expresó Yukio.

    Rin se sentía ajeno a la conversación. Puede que le molestara, pero también apreciaba que lo que él conocía como su familia intentara protegerle y dejarle al margen del peligro, aunque ahora ya fuese en vano. Se rascó la nuca, ¿Tendría que seguir estudiando? Mephisto le había dicho que sí cuando puso un pie en la Ciudad, pero tenía la esperanza que tras lo del Grigori, ya no tuviese que hacerlo.

    — ¿En qué dormitorio te estás alojando? — preguntó Yukio — “Seguramente que Fausto-san le habrá puesto en uno de los antiguos”

    — En el dormitorio 8 — respondió ante la cuestión — En el piso y habitación…no recuerdo que número.

    — Típico de ti — rió el menor de los gemelos.

    — ¿¡Qué dijiste cuatro ojos!? — chilló el mayor.

    — Compórtate, Rin. ¿Acaso tienes cinco años? — dijo Shiro.

    — ¡Claro que no! Ya soy un adulto.

    — ¿Un adulto? ¿Cuál adulto? No veo a ningún adulto además de mi — comentó lo último en un alto tono burlesco.

    — ¡Oye! — replicó el joven, ofendido por eso.

    Internamente, cada uno de los tres se relajó. Por su parte, Shiro y Yukio se alegraban que Rin estuviese bien a pesar del ataque de Astaroth. Y, Rin, se alegraba que su relación con su padre y su gemelo siguiesen intactos. Estaba determinados a evitar que se preocuparan de más por él, así que se ganaría la confianza del Vaticano, para ahorrarles los malos tragos a esos dos.

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    AVISO SUPER IMPORTANTE: Como todo fanfic, "Entre demonios..." también tendrá sus spoilers. Este es principalmente para los que aún no se hayan visto la segunda temporada de Ao no exorcist. Desde el próximo capítulo empezarán los spoilers PERO tranquilos, iré tratandolos poco a poco para que puedan comprender bien :3 Igual a mi, como lector, me ha tocado leer fanfic que tienen spoiler y aunque esté bueno siempre termino con mis dudas ya que no abarcaron una explicación T^T

    Bueno, espero que el capítulo de hoy les haya gustado :3 Y de ser posible, me sería de mucha utilidad que se pasaran por el one-shot del link (sus comentarios me ayudan a saber si voy por buen o mal camino ^w^)

    Próximo - Capítulo quince: Clases de exorcismo

     
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  3. Dark Shadows
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    ¡Y llegó el lunes! :3 He venido a traer la actualización. Acabo justamente de salir de la escuela, y muero de calor >w< Pero bueno, no los distraigo con mis problemas. ¡Estoy súper feliz! Tenemos más de 700 vistas :D ¡Esto amerita celebración! Así que traje un regalito :3, vagué por google y de ahí saqué unos gif hermosos y jugando con photoshop hice esto :3 (PD: créditos a los autores originales de cada imagen).

    QUOTE

    pro3


    Espero que les guste ;3 Y sin más les dejo con el cap (repito, desde este cap comienzan los spoiler :3)

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    Capítulo quince: Clases de exorcismo.

    “Debía cumplir las misiones al pie de la letra…”



    Se preguntaba qué demonios hacía ahí, mientras tenía un tic en la ceja e inspeccionaba a los demás. Había un total de ocho estudiantes, incluyéndolo a él, los cuales estaban formados por grupitos. Estos hablaban amenamente, a excepción de él, que se encontraba apartado de los demás. Aquello tenía que ser una jodida broma…

    — Ese maldito payaso — masculló Rin.

    — * Por lo menos Aniue te solucionó en parte tu misión * — comentó Amaimon.

    — Supongo que tienes razón…— susurró tratando de calmarse.

    Ese primer día infernal para él, Amaimon le acompañaba, y con suerte podría acompañarlo las siguientes clases de preparación. ¿Cómo es que se encontraba ahí? Por una metida de pata. ¿Cómo es que Amaimon le acompañaba? Fácil, se había transformado en un curioso hámster verde, pasando desapercibido para todos los presentes. O bueno, para casi todos a excepción de 2…

    ~~~~~~~~~ FLASH BACK ~~~~~~~~~~~



    Era amaneciendo el día antes de ir a orientación académica, y como siempre, bajó al comedor. Una vez ahí, procedió a desayunar, degustando aquella rica comida. Mientras tanto, Amaimon comía una tarta de fresas, que igual había aparecido junto a su desayuno en una de las tantas mesas del lugar. Cuando terminó, acomodó los cuencos en la charola dejándola en la barra de la cocina, y se dispuso a ir de nuevo a su habitación cuando…

    — Momento — antes de retirarse de ahí, reparó en algo.

    — ¿Pasa algo malo? — cuestionó Amaimon.

    — Si estamos viviendo únicamente nosotros dos aquí, dado que Yukio está en otro dormitorio y mi padre se está quedando en un apartamento en la ciudad…— dijo en tono pensativo — ¿Quién prepara el desayuno?

    — Yo no sé cocinar — dijo Amaimon señalándose.

    — Y yo no he cocinado desde que llegué aquí…

    El rostro del Okumura palideció, ¿Y si alguien se había colado al dormitorio, envenenándolo con la comida sin que él se diese cuenta? No, imposible, de ser así Amaimon había pillado a esa persona en cuestión desde el primer instante. Así que, ¿Quién sería? Ver aquella expresión bastó para el peli-verde.

    — Quizá fue Ukobach — respondió mordiéndose la uña.

    — ¿El demonio cocinero? — cuestionó Rin.

    — Sí — asintió el mayor — Es uno de los familiares de Aniue.

    — Ya veo…— miró de reojo la obscura cocina.

    Decidió regresar a su habitación. Durante esos días, habían ocurrido unas cuantas cosillas. En primera, se enteró de que Nagamoto, Kyodo, Maruta e Izumi se quedaron en el monasterio para atenderlo y así permitir que Shiro se quedase en la ciudad. En la noche, solía ir al apartamento de su padre junto con Yukio, que era donde cenaban. Mientras él estaba fuera, Amaimon solía aburrirse bastante.

    En segundo lugar, dos días atrás, Mephisto le había citado en su mansión. Cuando llegó, el peli-morado le recalcó la gravedad de su situación actual, sermoneándolo de nuevo prácticamente. Le habían entregado su uniforme como exorcista, daba gracias que fuera opcional portarlo en misiones, aunque ante una audiencia o algo así era obligatorio. Aparte…

    — ¿Materiales de exorcistas? — dijo Amaimon — ¿Para que quieres eso?

    — Si alguna vez me toca hacer una misión en grupo, tengo que usar las herramientas de un exorcista y evitar usar mis llamas — respondió el de cabellos obscuros.

    — Ya veo — Amaimon se mantenía flotando de cabeza en el aire — Quizá Aniue sepa, él lleva viviendo en Asshia por más de 200 años.

    Eso llamó la atención de Rin, Amaimon tenía razón, Mephisto era igual un exorcista. Así que debía saber dónde conseguir aquellos materiales, o por lo menos, tener una idea de dónde obtenerlos. Más que seguro era que no podía preguntarle a su gemelo, mucho menos a su padre, y Amaimon no sabía. Samael era su única opción.

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    — ¿Dónde conseguir materiales para exorcista?

    — Eso mismo.

    A fin de cuentas, cuando dieron las 3 de la tarde, se decantó por ir a ver a Samael. Fue caminando, por el sendero que quedaba oculto a vista de los curiosos, para poder ir acompañado parcialmente por Amaimon. Dado un momento, el peli-verde regresó al dormitorio, no sabía si Shiro Fujimoto estaría ahí. Era mejor prevenir que lamentarse después.

    Así que, apenas llegó ahí, fue a buscar a Samael. Lo encontró en la enorme sala de estar, la misma dónde lo recibió la primera vez, mientras tomaba una taza de té. La sorpresa que mostró el peli-morado no fue mucha, pero bastaba para hacerle saber que no lo esperaba ahí, había sido algo sorpresivo. Sin embargo, no era una visita desagradable.

    — Como comprenderás yo no utilizo esas cosas debido a que soy uno de los Reyes Demonio — respondió ante la cuestión.

    — Entonces venir aquí-…

    — Pero — le interrumpió, dando un sorbo a su té — La sabiduría nutre el alma, además de que soy un Caballero Honorario, no saber algo así sería lamentable para mi

    — ¿Sabes o no? — Rin frunció el ceño.

    — Que grosero — murmuró Mephisto — Claro que sé.

    El silencio se hizo presente, lo único que se escuchaba era el tic-tac del reloj de la habitación. Rin se mantenía callado, y Mephisto se mantenía observándolo. Transcurrió un rato así, mientras Mephisto tranquilamente sorbía de su té con morosidad, fue entonces, cuando una venita saltó en la frente de Rin.

    — ¡Dímelo entonces! — fue su límite.

    — Que impaciente — volvió a quejarse Samael — El lugar al que tienes que ir es a la tienda de exorcistas Futsuyama.

    — Ya veo — Rin sonrió, aparentemente, apenado de su diatriba anterior — ¿Y cómo se supone que llegó ahí?

    Mephisto suspiró con cansancio, pudiese que Rin quedase como un exorcista que completó su examen con honores, pero seguía sin comprender muchas cosas. Cosas que eran básicas aprender, claro, a menos que quisiese quedar en ridículo o que Shiro les pillase antes de tiempo. En una de sus manos hizo aparecer una llave, la cual era muy especial.

    — ¿Una llave?

    — No es una llave ordinaria — respondió Mephisto y se la arrojó — Es una llave de Yohinten, otorgadas solamente a exorcistas calificados, es un objeto muy valioso así que debes cuidar muy bien de él. No pienso estar reponiéndote las llaves, además…

    — Si la pierdo y alguien la encuentra será peligroso, ¿Cierto?

    — Estás en lo correcto.

    De nuevo se formó ese silencio. Mephisto, de sorbo en sorbo, se acabó su té mientras Rin le observaba. Por su parte, el demonio mayor no tenía idea de porqué Rin seguía ahí, ya le había dicho lo que quería. Así que, ¿Qué razón tendría el menor de sus hermanos para permanecer ahí? Sí, el al igual que Amaimon, excluían a Yukio debido a que este podría considerarse “humano”

    Habiendo decidido decirle de una vez evitando llamarlo después vio cómo, tras chasquear los dedos, Mephisto apareció un sobre. Dicho sobre, se le fue entregado. Miró a ver este con detalle, siendo de color obscuro, con una etiqueta blanca que revelaba que el mismo Grigori se lo había enviado. Al parecer, iba muy en serio lo de “Asunto extremadamente confidencial”.

    — Es tu primera misión — Mephisto le respondió con antelación.

    Abrió el sobre, curioso de su contenido, ¿Qué le tocaría hacer? ¿Acabar con un demonio? Esperaba que no fuese una trampa que lo mandara directo a su perdición o algo así. Sacó la hoja del sobre, viendo que en una de sus esquinas tenía un sello complejo de color azul, supuso que sería el sello oficial del Grigori. Leyó rápidamente lo que tendría que hacer.

    — ¿Es en serio?

    — No todas las misiones son “divertidas” — enfatizó Mephisto — Y, desde luego, no será la única que te llegue.

    .
    .

    — ¡Que bien sabe!

    — ¡Por supuesto! Lo cociné yo después de todo — Rin sonaba orgulloso.

    — Lástima que sólo seas bueno en la cocina.

    — ¡Atrévete a repetir eso, Viejo! — chilló ante el comentario de Shiro.

    Tras hablar con Samael, había vuelto al dormitorio y conversado con Amaimon. Tendrían que tener bastante cuidado a partir de ahora, en especial por la primera misión de Rin, quien aún no sabía cómo llevarla a cabo. Lo que le pedían hacer no era su fuerte, corría el riesgo de arruinar su misión, aquello traería graves problemas si pasaba.

    Mientras se comía el cerebro pensando en aquello, decidió darle uso a la cocina principal, mientras que Amaimon fue a buscar el listado de plantas que le pidió. Esa misma noche, su padre y gemelo vendrían a cenar, usando ese pretexto para ver cómo estaba sin hacerle enojar. Puesto que, de lo contrario, probablemente se enfadaría porque lo tratasen como a un niño.

    — ¿Ya te has adaptado al lugar? — preguntó su padre, viéndolo fijamente.

    — Supongo — contestó indeciso — Aún no conozco bien la ciudad, ni siquiera sabía que existía.

    — Típico de ti hermano — contestó Yukio — “Era imposible que conocieses la Ciudad Vera Cruz, sitio especial para exorcistas…”

    — ¿¡Qué dijiste cuatro ojos!?

    — Ya, cálmense ambos — pidió Shiro.

    Cuando se hizo entrada la noche, su padre volvió a su departamento y Yukio a su dormitorio. Quedándose él sólo con Amaimon. Se dispuso a levantar lo que quedó en el refrigerador, dejándolo listo para el desayuno de mañana, en lo personal odiaba desperdiciar las cosas. Aún más si se trataba de comida, seguido se fue a dormir. Amaimon terminó imitándole, total, no tenía nada que hacer. Ahí estaban seguros…

    — ¿¡Qué sucedió!?

    El grito de Rin por la mañana, forzó a Amaimon a abrir los ojos, teniendo el cabello todo revuelto. Bajó hasta la cocina principal, viendo que Rin tenía en manos los trastes, en los cuales dejó listo su desayuno. No podía culpar a Amaimon, este usualmente todo lo que comía eran dulces, además que un demonio completo no necesitaba comer. Y dudaba ser sonámbulo, así que…

    — ¡Así que fuiste tú…! — acusó Rin, tras oír un bowl metálico caer al piso.

    El acusado hizo acto de aparición, tras colocar el utensilio en su lugar, mirando fijamente a Rin. Aquel demonio poseía una apariencia tierna, no le llegaba ni a la cintura, de hecho, no le sobrepasaba por mucho la rodilla. Sus ojos eran amarillos y sus pupilas negras. Se veía enojado, casi ofendido, lo cual extraño al Okumura en primer instante.

    — ¡Ukobach! — en ese momento Rin le señaló.

    — * ¡Tú tuviste la culpa! * — respondió Ukobach.

    — ¿¡Ah!? — se quejó Rin.

    — Ya veo — mencionó Amaimon — Como interrumpiste en su territorio, la cocina, sin su permiso…

    — ¿Te sientes ofendido? — completó Rin.

    — * La cocina es lo más preciado para mí * — dijo el pequeño demonio — * Ver una sonrisa en la gente que prueba mi comida me hace feliz *

    — Comprendo lo que sientes.

    — * ¿¡ENTONCES PORQUE LO HICISTE!? * — reclamó enojado — * ¿Acaso tú…? *

    — ¡SÍ, ACEPTO!

    Las siguientes dos horas, fue un intenso duelo de cocina, el cual Amaimon presenció en primera fila. Lamentablemente, cuando tocaron el tema de postres, el quedó en medio de esa disputa. Quería que terminaran lo antes posible, aunque eso significó que, dado un momento, uno de los hornos explotó. Estaba seguro que llamaría la atención. Así que en cuando oyó pasos en el lugar, se retiró momentáneamente de ahí, se armaría un desastre si se quedaba.

    — Tu comida estuvo deliciosa — comentó Rin, tendiendo la mano a Ukobach.

    — * Tus acompañamientos no estuvieron nada mal * — Ukobach estrechó su mano, y fue cuando empezaron a limpiar.

    — ¿Necesitas ayuda con eso? — cuestionó el joven, al ver que Ukobach llevaba una alta montaña de platos.

    — ¡Rin! — escuchó la voz de Shiro a sus espaldas — ¿Acaso puedes verlo?

    — Yo…— le habían pillado.

    — Al parecer le causó una herida espiritual — Mephisto, para su fortuna, salió al rescate

    Rin maldijo mil veces en su mente, ¿Por qué a él tenían que pasarle todas esas cosas? Supuso que la promesa de evitarle los malos tragos a su padre y hermano, acababa de irse por el caño. Bien, por lo menos no descubrieron a Amaimon, eso ya era ganancia. Si lo pensaba bien, no podía ser tan malo, así sería un peso menos el que supieran que podía ver a los demonios. Aunque era claro que mantendría en secreto que ya había desvainado la Koumaken.

    — ¿Una herida espiritual? — preguntó tras lo que dijo Mephisto — ¿Qué es eso?

    Realmente que era buen actor, o eso pensó Mephisto, las reacciones de Rin eran bastante convincentes. Una vez terminaron, se sentaron en una de las mesas, Shiro y Samael se mantenían en un lado y Rin en el otro. Por extraño que pareciese, parecían dos padres a punto de reñir a su revoltoso hijo, aquello provocó escalofríos en el adolescente. Les retuvo las miradas que le dirigían, el contacto visual se prolongó, hasta que ellos decidieron romper el silencio.

    — Ah, esto es bastante difícil — se quejó Shiro — Bueno, básicamente, una herida espiritual es causada por una herida o enfermedad producida por un demonio. Una vez la obtienes te vuelves capaz de verlos — dijo viendo a Ukobach.

    — ¿Ya vas a empezar otra vez con los demonios? — masculló Rin.

    — Ukobach.

    Con el sólo hecho de que Mephisto pronunciara su nombre, el pequeño demonio comprendió, no era complicado saber qué quería. De pronto, repentinamente, su apariencia física cambió. Ya no era pequeño, su cuerpo era musculoso y sobrepasaba la altura de los presentes. De hecho, un poco más, y su cabeza toparía con el techo del lugar.

    — ¿¡Qué rayos…!? — la sorpresa que mostró Rin fue convincente — ¿¡Es en serio!? Entonces… ¿Por eso no me dejaste quedar en el monasterio?

    — Exacto — asintió Shiro, luego se masajeó el tabique nasal — Quería evitar que te involucrarás en esto, pero…no conté con que el familiar de cierta persona terminara por hacerte una herida espiritual — recalcó algo irritado.

    — No contaba con que él terminara retando a mi familiar — se defendió Mephisto, refiriéndose al desastre en la cocina.

    — Como sea — suspiró Shiro — Quizá tenga que recurrir a “esa” opción…

    — ¿Qué opción? — cuestionó Rin, esa vez, la sorpresa era real.

    .
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    La mañana siguiente, había ido a su orientación en la academia, la cual era previa debido a que las clases comenzaban la próxima semana. No contaba con que Yukio sería el que daría el discurso de bienvenida de los de primer año, aunque debió imaginárselo, su hermano era muy estudioso. Así que, en parte, era bastante predecible.

    — “¿Un perro?” — pensó cuando bajó al primer piso — ¿Mephisto?

    El dichoso can no dijo nada, sólo le miró y se echó a correr. Como sabiendo por dónde iba la cosa, Rin le dio alcance, hasta salir del edificio y quedar un poco alejado de los demás. Una vez lo hizo, vio a su padre esperándolo, al parecer acababa de llegar. El can albino se trepó a una de las linternas de noche del camino, con algo de dificultad, para desvanecerse en una nube de humo rosa.

    — Disculpa por eso, pero el director no puede simplemente andar caminando por el campus — mencionó Samael.

    — ¿¡Mephisto!? — parpadeó varias veces — ¡No sabía que los exorcistas podían transformarse! — chilló señalándolo, volteando a ver a su padre.

    — No pueden — respondió Mephisto.

    — Mephisto es…un exorcista especial — respondió indeciso Shiro.

    Sí, realmente que era especial, después de todo era un Rey Demonio. Por palabras de Amaimon, sabía que algunos demonios de clase alta, podían transformarse. Aunque le costase admitirlo, aquello era increíble, al punto de plantearse el pedirle al demonio peli-morado que le enseñase a hacerlo. Bueno, suponía que era capaz, a pesar de sólo ser mitad demonio.

    — Con esta llave podrás ir a tus clases de Preparación desde cualquier puerta — dijo Samael, entregándole una llave — Estás preparado, ¿Cierto?

    — Por supuesto — respondió Rin.

    Después de que Mephisto saltara del lugar de donde estaba, revelando que en los cimientos de los caminos había una puerta de metal, le indicó a Rin que la abriera. Este hizo caso de inmediato, mientras lo hizo sintió algo removerse en su mochila, a su lado caminaban su padre y Mephisto, este último le volteaba a ver de reojo con disimulo. Casi diciéndole “No lo vayas a arruinar en tu primer día”

    — Las clases de primer año son en el salón 1106 — mencionó Mephisto, deteniéndose frente a una de las puertas, indicando que ya habían llegado
    — ¿Acaso estás nervioso?

    — ¡Por supuesto que no! — se quejó.

    — Rin — su padre colocó una mano en su hombro — Si te sientes incómodo o pasa algo, tienes permitido retirarte de clases, no te sobre esfuerces.

    — Estaré bien, viejo — mencionó el joven — Lo tendré muy en cuenta.

    Aquello último bastó para relajar por el momento al Paladín, quien tras verlo de reojo una vez más, procedió a retirarse junto a Samael. Le preocupaba Rin, de ser posible, hubiese preferido que jamás pusiese un pie en la Escuela de Preparación para Exorcista. ¿Por qué Ukobach había tenido que hacerle una herida espiritual? Rin sí que era experto en meterse en líos.

    Por su parte, el joven medio demonio les vio irse, seguido suspiró y decidió ingresar de una vez al salón. Apenas lo hizo, vio el estado del aula, lo cual lo tomó por sorpresa. Era una escuela enorme, pero por eso mismo, al parecer tenía varios salones que no se utilizaban debido a la falta de personal. ¿Qué tan antigua sería? Por la decoración, o era antigua, o de plano Samael tenía pésimo gusto.

    — “Está muy sucia” — pensó de inmediato el joven — Soy Okumura Rin, es un placer conocerlos.

    Aquello lo había dicho, dado que no estaba solo. Caminó hasta una de los bancos, un poco alejado de los demás, para evitar relacionarse innecesariamente con ellos. Una vez lo hizo, miró a cada uno. Había dos jovencitas en la parte de adelante, tres jóvenes en la parte opuesta a ellas, y dos más sentados hasta el fondo del aula. ¿Por qué tuvo que acabar en ese lugar?

    ~~~~~~~~~~ END FLASH BACK ~~~~~~~~~~~~~



    Todos se encontraban ahí por una cosa en común: Querían ser exorcistas. Aunque él, junto otros dos, era la excepción ¿Por qué? Porque ellos ya eran exorcistas. Reparando en algo, miró a ver a Amaimon, mientras no sabía si palidecer o sonrojarse. ¿De dónde había aparecido su hermano? No, es más ¿Su padre no le habría detectado debido a lo cerca que estaba?

    — A propósito, ¿Cómo llegaste aquí? — cuestionó Rin a la vez que sacaba de su mochila una galleta y se la daba.

    — * Me colé en tu mochila * — respondió mientras roía la galleta.

    Con esa escueta respuesta, inició un rápido escrutinio visual. Las dos jovencitas se trataban de una chica castaña, y otra de pelo morado con cejas pequeñas, a la cual supo identificar bien. Dirigió luego la vista al trío de jóvenes: Uno pelirosa que reconoció, al igual al chico de la cresta teñida, aunque no conocía al joven de lentes y pelo rapado.

    Después, miró de reojo a los 2 de atrás: Uno que portaba una sudadera gris y otro que parecía no abrir nunca los ojos. Sabía quiénes eran. El de la sudadera dejó de jugar su portable y el otro dejó de hacer ventriloquia con su títere, dando un disimulado asentimiento de cabeza y luego proseguir con lo que hacían antes de hacer contacto con él.

    — “Así que ellos son los otros dos… ¿Eh?” — pensó Rin.

    “Su primera misión, será mantener vigilado a un objetivo, debido a un asunto de extrema delicadeza. El objetivo se trata de Suguro Ryuji, un prospecto a exorcista, el cual entrará a clases de preparación este año. Pertenece al primer grado. La razón de mantenerlo vigilado, es porque existe revuelo en la orden Myoda, sospechamos que un traidor pudiera estar confabulando contra la Orden de la Verdadera Cruz.

    En la misma aula que el objetivo, están infiltrados dos exorcistas de Rango Alto 1° Clase, los cuales están cumpliendo su propia misión. Es preciso que se mantenga alerta con respecto a Shima Renzo y Kamiki Izumo, los cuales están bajo vigilancia por una razón similar a Suguro Ryuji. Tus aliados, aquellos que se encuentra infiltrados…”

    — “Son Shura Kirigakure y Nemu Takara” — recordó el joven — “Estoy vigilando a alguien mientras yo igual soy vigilado, vaya ironía”

    De pronto la puerta se abrió, dejando pasar al maestro, Rin volteó a verle. Bien, decir que estaba sorprendido sería mentir, ya estaba enterado de eso. Su propio padre le había mencionado lo que pasaría. Vio como el profesor dejó su maletín sobre su escritorio, y con una sonrisa miró a ver a sus estudiantes, preparado con antelación para dar su clase.

    — Buenos días, mi nombre es Okumura Yukio y desde hoy seré su maestro en Farmacología Anti-demonio-…— de pronto, al mirar a su clase, calló
    — ¿¡Nii-san!? ¿¡Qué estás haciendo aquí!?

    — ¿Qué más? ¡Estudiando! — respondió Rin, sonriente.

    Él portaba una sonrisa de oreja a oreja, mientras Yukio le señalaba estando en shock tras verle ahí, al parecer al castaño no le informaron. ¿Cómo hacerlo? Ingresarlo a las clases de preparación había sido una radical decisión de último momento, tanto para los demás maestros exorcistas como para el propio Okumura. A Yukio dejaron que fuese una sorpresa.

    — ¿Quién de ustedes no ha recibido una herida espiritual? — comentó tras aclararse la garganta.

    Los demás estudiantes, sí que se habían sorprendido ante la reacción del joven maestro, aunque trataron de no ser obvios. Con su pregunta Suguro, la chica castaña y Yamada, quien realmente era Shura, alzaron la mano. Por lo que veía, si Yukio no sabía que estaría ahí, tampoco debía conocer que Takara y Shura igual estaban entre el alumnado como observadores.

    — Son tres…— mencionó tras contarlos rápidamente — Entonces comencemos la primera clase con la ceremonia de la herida espiritual.

    — “¿Ceremonia de la herida espiritual?” — pensó Rin, extrañado.

    Amaimon igual puso atención, realmente ninguno sabía con exactitud que tanto hacía un exorcista, así que era mejor estar alertas. Si Rin había podido aprobar el examen, era porque Amaimon le enseñó todo lo que sabía, de hecho, aún le faltaban más cosas por enseñarle. Aunque estás tenían que ver mucho con Gehena. La razón de ver también el tema de Recitación de Versos Fatales se debía a que pudiese defenderse sin dejar en descubierto que era medio demonio.

    — La verdad es que usualmente este salón está vacío, por lo que se ha convertido en un nido de duendes — explicó Yukio.

    — “¿Duendes?” — Rin comenzó a interesarse de verdad por aquello.

    — ¿Vamos a estar bien? — comentó la joven junto a Izumo, llamada Paku.

    — No se preocupen, los duendes son demonios de clase baja sin ningún poder en particular — respondió el Okumura menor, haciendo que Amaimon le picara el orgullo pues sus sirvientes característicos eran los duendes — Si ellos huelen la sangre de un animal descompuesto se excitarán y se volverán salvajes.

    Los demonios son malignos, o al menos, lo son en apariencia. Los duendes no eran tan malos cuando los conocías, en realidad, parecían mascotas una vez aprendías a convivir con ellos. A excepción de los demonios con los que de plano uno no podía razonar, detestaba que hablasen de ellos como si fuesen seres estúpidos o los menospreciaban.

    Vio como Yukio procedió a invocar a unos cuantos goblin, usando una gota de sangre del animal podrido diluida al 10% en leche, los cuales Paku y Suguro no podían ver. Yamada, y esos dos, pasaron hacia el frente del salón. Vio como sumo cuidado, el menor de los gemelos procedió a celebrar la ceremonia, manteniendo a raya a los goblin. La expresión de Paku y Suguro al ver estos fue invaluable. Aunque…

    — ¡Rayos!

    La voz de Yukio lo sacó de su ensimismamiento. Paku, por la sorpresa, había botado del escritorio la probeta donde estaba guardada la sangre podrida. Con esto, ocasionó que los hasta ahora mansos goblin, enloquecieran. La única reacción, normal en un exorcista, que tuvo Yukio fue deshacerse de los goblin. Sacó ambas pistolas, portadas por ser un Dragon, y con maestría fue liquidando a los duendes.

    — * ¡Amo, ayúdennos por favor! * — había chillado el goblin más pequeño, desesperado, antes de ser impactado por una bala bendita.

    Rin se quedó atónito ante eso, casi se había levantado de su asiento al oír esa súplica, pero se detuvo en seco al ver a la criatura desaparecer. ¿Por qué? ¿Por qué los había matado? Los goblin no tuvieron la culpa de alterarse, pudo haberlos tranquilizado, ¡No tenía porque matarlos! Yukio no había dudado en exterminarlos, los mató con facilidad a sangre fría…

    Amaimon vio la escena, sin inmutarse mucho, para él era costumbre matar y ver morir a tus camaradas. De hecho, en Gehena, se la pasaba asesinando demonios para divertirse. Claro que eso fue ya hace varios años, antes de conocer a Rin, puesto que desde ese día no había vuelto a poner un pie en el mundo demoniaco. Y, siendo sincero, al igual que Samael dudaba volver ahí.

    — “¿Por qué…?” — pensó el joven.

    Yukio prosiguió con su clase, claro, después de tranquilizar a Paku. Rin no prestaba mucha atención, esas lecciones las tenía aprendido de memoria, además que su mente no daba para eso. Ese día, al ser el primero, Farmacología Anti-demonios sería la única clase que tendrían. Eran nuevos después de todo, así que, no podían ni debían exagerar con lo que les exigían.

    Una vez la clase llegó a su fin, los alumnos abandonaron el aula, Rin fue uno de los primeros. Yukio intentó apresurarse arreglando sus cosas para darle alcance a su gemelo, pero fue inútil, Rin ya no se encontraba ahí. El muchacho se retiró, con dirección hacia su dormitorio, sin hacer ninguna escala. Apenas llegó, al pasar por la cocina principal, no pudo evitar darle un puñetazo a una de las columnas, dejando una marca del golpe.

    — Vaya, aparece que alguien no tuvo un buen primer día — comentó Mephisto, al ver que el chico llegó cabizbajo y callado, recalcando la reciente diatriba.

    — ¡No tenía porque matarlos! — gritó el joven, sabía de sobra que sólo Mephisto estaba ahí, su padre estaría atendiendo algún asunto.

    — Rin…— susurró Amaimon después de salir de la mochila y tomar su forma original.

    — Los exorcistas son capaces de asesinar a sangre fría…— susurró, mientras apretaba la mandíbula al igual que los puños — ¿¡ENTONCES QUÉ LOS DIFERENCIA DE LOS DEMONIOS!?

    Ante ese chillido, Mephisto se quedó callado, al igual que Amaimon. Ninguno de los dos era el indicado para responder, después de todo, sus manos estaban manchadas. Puede que no recientemente, pero, de antaño solían mancharlas de sangre con mucha regularidad. Ya fuese un humano o uno de sus congéneres, debido a que, para ambas razas era lo mismo…

    — Nada — habló Samael.

    Era asesinar o ser asesinado. Así había sido, desde tiempos remotos, y así seguiría siendo mientras esa antigua guerra continuara. No podría existir una paz verdadera, todo porque ninguna de las dos partes quería ceder, no mientras se negasen a convivir de manera pacífica…

    “…por más desalmada que fuera”



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    Espero que tanto el cap de hoy como el regalo les haya gustado :3 Si tienen alguna pregunta o duda ¡Diganlas! Encantado trataré de responderles lo mejor posible :3
     
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  4. Alex Garcia4
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    Cony conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty conty (es lo unico que puedo pensar en este momento😬😆) contyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
    Ho el giff estaba hermoso 😌😋😍
    Me dolio esa ultima parte pobre duendesitoo :(
    Ho desearia ser buena actora como rin XD


    Ame este regalito ojala dieras mas 😄😄 ok naaa tendre k esperar 😆
     
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  5. Dark Shadows
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    Ya sé, hasta el jueves subo el cap que debí subir este lunes que pasó, gomen. La escuela me tiene atareado, y hoy pasó algo muy...inusual. Nos retiraron temprano puesto que hoy en la madrugada, el director actual, bueno...se murió -.-U Así como leen, murió, creo que de causa naturales puesto que ya estaba entrado en años. Después, fui a hacer una maqueta que se entrega mañana.

    Pues bueno, les pido que me tengan paciencia :3 Intentaré no atrasarme con las actualizaciones, pero Tarea-chan no quiere cooperar comigo :v

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    Capítulo dieciséis: Perspectiva de un demonio.



    “Los humanos son extraños…”



    Un peli-verde se encontraba de cuclillas en la azotea de un edificio. Alternaba entre ver el libro que estaba leyendo, y mirar a los transeúntes de la zona en la cual estaba. Actualmente, se encontraban en invierno, a mediados del mes de noviembre. La ciudad parecía una maqueta de navidad, con tanta escarcha adornando sus calles, todo en general.

    — Tienen un comportamiento demasiado complejo…— murmuró mordiéndose la uña del pulgar.

    Guardó el libro que llevaba consigo, comenzando a saltar de techo en techo, ya se estaba aburriendo de estar en Asshia. La única razón por la que había ido, era por un comentario que hizo Samael, “ya no eres el más pequeño de nosotros”. Eso le había picado la curiosidad de sobremanera, eso quería decir…que tenía un hermano. Había indagado en el tema, lo que descubrió, lo dejó en un completo shock: Era parte humano.

    Sabía bien que aquella humana, Yuri Egin, había parido gemelos. Sin embargo, no aceptaría al otro niño como su hermano, parecía…tan humano. Diría que completamente humano. En cambio, el mayor de los dos, desprendía un poder demoniaco reprimido. Había obtenido algunos cuantos detalles al respecto, cortesía de Samael, lo cual lo único que causó fue que se indignara: Rin no sabía nada sobre su linaje.

    “…preocuparse por el qué dirán…”



    Por más que quisiera contarle lo que era, quizá convivir con él enseñándole a ser un demonio hecho y derecho, no podía. Samael le había dejado muy en claro que no quería que ni él ni algún otro demonio se le acercara al menor, cosa que lo dejó bastante desconcertado. Pero, ¿Qué podría hacer él? Su hermano mayor fácilmente podría asesinarlo de quererlo así.

    Únicamente había visto a Rin Okumura, como se llamaba el medio demonio, en algunas fotografías que Samael le permitió ver. Acrecentó su curiosidad, de manera exponencial, lo cual generó que pasara a hacerle una visita. Pese a conseguir la dirección, era imposible ingresar, o al menos ingresar sin armar un alboroto. ¿Por qué su hermano permitía que el menor viviese en un monasterio y fuese criado por exorcistas? Saber que celebraban su cumpleaños en noche buena…causó que se sintiese enfermo por todo ese día.

    “…los humanos son repulsivos…”



    — “Todos los días es lo mismo…” — pensó estando parado en la azotea de un edificio.

    Aquel lugar, a simple vista, era un parvulario. Vio como el encargado de criar a Rin, Shiro Fujimoto, dejaba al niño en aquel lugar y poco después de retiraba: cosa que pasaba casi a diario desde que empezó a observarle. Otra cosa que le inquietaba, era que Samael pasara tanto tiempo con ese exorcista, desde hace bastante tiempo atrás se había vuelto apegado al de cabello gris… ¿Acaso le apreciaba? Era confuso.

    Los sentimientos y comportamiento humano era algo demasiado complicado como para poder entenderlo a la primera. De hecho, ni siquiera se comprendía así mismo en ocasiones, buen ejemplo era ese momento. ¿Por qué razón estaba leyendo últimamente aquel tipo de libros? “La familia debe cuidar a la familia…” Era algo que, en Gehena, evidentemente de decirlo te tratarían de loco. Aunque, levemente, llegaba a comprender algunas cosas con respecto a las personas.

    — Creo que le pediré a Aniue que me devuelva a Gehena, solamente vine para conocer a mi hermanito, pero…— murmuró bajando a un callejón sin salida.

    Miró a ver al cielo, el cual tenía tonos naranja-rojizo, claro indicio que faltaba escaso tiempo para que anocheciera. Exhaló, viendo como un pequeño vaho salía de sus labios, los humanos eran bastante susceptibles al frío. En comparación, los demonios eran mucho más resistentes a cosas como esas, realmente ni siquiera les prestaba mucho caso a cosas como el clima. Movió de lado a lado un par de veces la piruleta que traía en la boca.

    “…aunque hay excepciones…”



    De pronto, de manera repentina, algo chocó contra él. Era un niño, quien cayó de sentón al piso, mirando a su alrededor estando aturdido por el golpe. Un momento, si se fijaba bien, ¿Qué no era Rin? Miró como este vio hacia enfrente, fijándose contra lo que se estrelló al estar huyendo, la sorpresa se mostró en su rostro infantil: Claramente no esperaba toparse con alguien.

    Unos gruñidos fueron audibles. Un par de goblins aparecieron al doblar la esquina, con la baba cayéndoles de la boca y dando pequeños saltos en su lugar de manera inquieta. Tenían sus ojos negros clavados en el niño, o así era, hasta que repararon en la otra figura a un lado de este. El peli-verde se fijó que, desde la aparición de los duendes, Rin estaba aterrado…

    Tras reparar en su presencia, sintiendo su mirada sobre ellos, los demonios dejaron de saltar y se tranquilizaron. Vio como se removieron un poco nerviosos ante su presencia, hicieron lo más parecido a una reverencia que pudieron, y se quedaron un par de instantes quietos. Él simplemente sacó de su boca la piruleta que comía, y movió los labios para que pudieran leer estos, su mensaje fue tan claro que los duendes lo captaron a la primera: “Son una molestia”. Inmediatamente, sudaron frío, procediendo a alejarse de ahí.

    Parpadeó con curiosidad cuando Rin abrió los ojos sorprendido al ver que esas criaturas se marchaban. Cuando le vio, sus ojos reflejaron cierto brillo, su mirada era de sincera… ¿Admiración? ¿Hacia él? Si aún no se conocían en persona… Se percató de que Rin estaba asombrado de que los goblin se hubiesen marchado al verle por ahí.

    — ¿Quién eres? — le escuchó decir al pequeño.

    — ¿Quién soy? Ah sí, mi nombre es Amaimon — dijo mientras pasaba la piruleta a un lado para poder hablar bien — El rey de la tierra, supongo que soy algo así como un hermano mayor para ti.

    — ¿Mi hermano mayor?

    — Sí, tenemos el mismo padre — respondió con un asentimiento de cabeza.

    — ¿El mismo padre? — cuestionó parpadeando perplejo — Oye, ¿Cómo es que esos monstruos se fueron? ¿No te dieron miedo?

    ¿Monstruos? Bueno, vivía ajeno a su linaje, por lo tanto, vivía ajeno a la existencia de sus congéneres que provenían de Gehena. Ese hecho le molestaba, ¿Por qué tenían que negarle el conocimiento a lo que era? Por ese entonces, ignoraba que, en un futuro, desearía que Rin no hubiese tenido que toparse con una horda de demonios queriéndolo arrastrar a Gehena.

    — No son monstruos, son demonios — le corrigió, ignoraría por ahora la primera pregunta — No, no me dan miedo. Al contrario, yo les doy miedo, y no serían tan estúpidos como para atacarme.

    — ¿Por qué?

    — Porque soy el Rey de la tierra, esos demonios son duendes, y son sirvientes míos así que me obedecen en lo que yo les diga — respondió poniéndose de cuclillas para estar a la misma altura.

    Claramente que la curiosidad del pequeño, hizo que este, le realizara muchas más preguntas con respecto a eso. No tardó para que el crío comenzara a hacerle un sinfín de cuestionamientos, con respecto a las dudas que tuviese, y Amaimon le fuera respondiendo de forma que pudieran entenderle con facilidad.

    — Mi nombre es Rin Okumura — le dijo tras un rato.

    — Lo sé — respondió Amaimon, tomando la pequeña mano que le habían tendido.

    “…Rin es la viva muestra de ello”



    — Yo, Amaimon, renunció a mi título de Rey de la Tierra — y se había quitando los broches de su vestimenta.

    Había sido capaz de acceder a renunciar a su título, el cual le constó incontables sacrificios y esfuerzos, con tal de ayudar a Rin, con tan de que estuviese bien… ¿Por qué? Era simple, aquel joven hibrido de demonio y humano, se había vuelto muy importante para él ¿Qué tanto? Demasiado, Rin era muy especial…

    “Todo esto, es bastante confuso para mi…”



    Salió de su ensimismamiento al ver como Rin se dirigía a su cuarto. Se veía estresado y…triste. Cualquiera con dos dedos de frente sabría apreciar la mella que había dejado en el muchacho ver aquel pequeño exterminio. Para él era normal, para Samael igual, pero para Rin… Quitarle la vida así a alguien, ya sea humano o demonio, era imperdonable. Justo en ese momento, suspiró resignado al caer en cuenta, en definitiva…

    — Rin… ¿Estás bien? — preguntó al bulto bajo las sábanas.

    Algo estaba mal con él. Estar junto con Rin, aunque él no lo notara al principio, era sumamente reconfortante. Se sentía bien consigo mismo, tal como si hubiese llenado un vacío, era algo agradable de sentir. Sin embargo, ver al joven así, hacía que un sentimiento inquietante lo embargara. Odiaba sentirse así…

    — Rin — insistió.

    — Lo siento… ¿Puedes dejarme solo? — pidió con voz apagada.

    No le agradaba para nada ese sentimiento…de impotencia. Amaimon frunció el ceño, si quería levantarle el ánimo al joven, primero necesitaba que saliese de debajo de las mantas. Sin previo aviso, flotó sobre el adolescente, y comenzó su ataque secreto y “letal”, obligándolo a salir de su escondrijo de tela.

    — ¡No! ¡Para, para! ¡Ya salgo! ¡Basta, jajaja! — las risas fueron instantáneas.

    Había aprendido que tratar de razonar con Rin cuando estaba deprimido, era mucho más difícil que lidiar con él enfadado, eso le quedó claro tras un par de años. Cuando se enfadaba, sólo tenía que tranquilizarlo, cuando se deprimía…era como hablarle a la pared. O, más bien, cuando intentaba platicar con Samael justo cuando este se ponía a leer algún manga: le ignoraban completamente.

    Estar divagando no era muy bueno, en primera, porque cosas realmente inesperadas podían suscitarse. Las tornas se invirtieron de manera repentina, en un movimiento rápido, Rin tomó desprevenido al demonio peli-verde y lo tumbó sobre la cama. Se incorporó en esta, y con un rostro malicioso, respondió el ataque con la misma moneda. Sin embargo…declararle la guerra, aunque sea en una pelea de cosquillas, al anterior demonio de la tierra tampoco era algo bueno del todo.

    — ¡Para! ¡Para! ¡Ten misericordia de mí! — pidió entre risas — ¡Lo digo en serio! ¡Jajaja! ¡Basta o me voy…a orinar! ¡AJAJAJA!

    Rodaron por la cama, tratando de tener el control en la situación, por lo cual terminaron cayendo de esta. Justo en ese momento, Amaimon se posicionó sobre Rin, haciéndole cosquillas a diestra y siniestra, debía admitir que para él igual era divertido hacer ese tipo de cosas. Vio como Rin se removía violentamente en el piso a causa de la risa, y como gracias a esta, tenía lagrimillas en los ojos.

    — Hace un tiempo que no me reía así — comentó Rin tras suspirar aliviado, recuperándose del “ataque”.

    — Antes de venir aquí — añadió Amaimon.

    “Los humanos definitivamente son extraños, pero…”



    Al parecer, con eso, Rin recordó el porqué estaba metido debajo de las sábanas. Una sonrisa triste adornó su rostro, cosa que no le agradó para nada al oji-azul mayor, parecía estarse resignando a algún hecho inminente que no se había atrevido a contarle. Rin jamás le ocultaba las cosas, de hecho, podía presumir que era con quién el joven tenía más confianza.

    “Si un humano puede comportarse como un demonio…”



    — Supongo que siendo un exorcista…tendré que acostumbrarme a ese tipo de cosas… ¿Verdad? — comentó recordando los goblin acribillados.

    — Es lo normal — murmuró el peli-verde.

    — Así que supuse bien, tenía…la esperanza de equivocarme — comentó con la mirada al piso, con esa sonrisa falsa, en un intento de no preocuparlo.

    Que Rin hiciera eso, provocaba el efecto contrario, le era obvio que algo no iba bien con el joven. Después de 10 años de convivencia, había conocido facetas del adolescente que ninguna otra persona habría visto antes, aprendió a identificar cuando estaba emocionado, enojado, indeciso, aterrorizado…triste…

    “¿Un demonio puede comportarse como un humano?”



    Fue capaz de percatarse que, en algún momento que el desconocía, había pasado de simplemente preocuparse por Rin como un hermano…a algo más complicado. ¿Estaría bien sentir esa clase de cosas por el menor? Hm, ¿Qué cosas estaba pensando? Pensar tanto tiempo en el Okumura le hacía olvidar su realidad, entre ellas, lo que era. Un demonio, estuviese bien o mal, no le ponía importancia a ese tipo de detalles.

    — Oye, Rin…

    — ¿Sí?

    — ¿Quieres ir a esquiar?

    — ¿Eh…?

    Eso descolocó totalmente a Rin, ¿Esquiar? ¡Si ahí no había nieve! Todo lo contrario, a diferencia del lugar donde vivió hasta hace pocas semanas, en la Ciudad Cruz Verdadera había una temperatura que llegaba a lo sofocante. Era como tener un permanente día de verano a todo su esplendor en lo que duraba tanto la primavera como el propio verano.

    Rin miró con duda a Amaimon, cosa que este notó, conocía bien al joven después de todo. ¿Por qué precisamente en ese momento le proponía una salida así? Además, ¿Cómo irían a salir de la ciudad? Sería imposible hacerlo sin que las barreras que tenía puesto Samael les impidiera marcharse. Además, ¿Qué haría con su padre? Armaría un escándalo si no lo hallaba de inmediato. El peli-verde simplemente sonrió ligeramente.

    — Si te preocupa Shiro Fujimoto y Aniue…podemos ir cuando te asignen alguna misión que tomé un poco de tiempo — sugirió mordiéndose la uña.

    Al ver como Rin asintió, un poco desconcertado y pensativo ante la propuesta recién hecha, se relajó. Por lo menos, el menor tendría en que pensar por un rato, olvidándose de lo que pasó hace unas horas atrás. Supuso que, una de las cosas que más le dolían al medio demonio pese a ignorar ese detalle, era que el goblin más pequeño…era hijo de Behemoth.

    — Iré a preparar algo para cenar… Voy a la cocina — dijo Rin, un poco mejor en cuanto a ánimo que momentos atrás.

    — Sí.

    El mayor vio como el menor se iba del cuarto, con rumbo a la cocina principal, en la cual seguramente cocinaría junto a Ukobach. Apenas se hubo quedado solo en la habitación, clavó la mirada al techo. ¿Por qué justamente con Rin? ¿Por qué tenía que sentir aquella calidez en el pecho cuando estaba a su lado y un vacío cuando permanecía lejos de él? Simplemente extraño. En ese instante, antes de ir a alcanzar al menor, Amaimon recordó lo que cierto demonio le dijo una vez…

    — “Hay cosas que no pueden entenderse hasta que las experimentas…” — pensó citando aquella frase — “¿Cierto…padre?”

    ******************************************************************

    Espero que el cap de hoy les haya gustado :3 Siendo sincero me muero de sueño, mañana me toca hacer...más tarea -.-U
     
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  6. Alex Garcia4
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    Ho estuvo kaaawwwaaaiiii 😆😆😆😆 auque me puse triste😢😢😢
    Pero igual estuvo lindo 😭😭😭😭pense por un momento que ya no subirias contys😢😢😆😆
     
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  7. Dark Shadows
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    La escuela me mantiene ocupado, pero, lo más seguro es que hoy actualice "Entre demonios..." y mañana "Las llamas del amor... ¿Son azules?" ^w^
     
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  8. Dark Shadows
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    Ya sé, me he atrasado demasiado...de nuevo. Esta vez se me ha formateado la lap y...tenía el respaldo del fic, pero no recordaba mi contraseña (la tenía guardado la pagina de por si) Eso me pasa por no apuntarla :v Pero bueno, he venido a traer la conty :3
    SPOILER (click to view)
    Entre otras cosas, debido a una sugerencia, me hice una cuenta en Wattpad y demás. A parte, en mi fb iré subiendo la fecha de actualización de cada fic y avisos que aquí no puedo dar...si quieren revisarlo:
    www.facebook.com/KuroNekoShadows/


    Trataré que mis deberes escolares no atrasen mucho las actualizaciones, lamento tanta demora y gracias por tenerme tanta paciencia T^T

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    Capítulo diecisiete: Sentimiento inconfesable.



    — Rin, despierta~.

    — Cinco minutos más…

    — No, tienes que levantarte.

    — Las clases comienzan la próxima semana…

    — Aniue pidió que fueras a su mansión, ¡Levántate~! — con eso, abrió las cortinas de la ventana.

    Debido a la ubicación de la cama, al hacer esto, los rayos del sol le dieron directo en la cara al menor. Este frunció el ceño, soltando un gruñido, por lo que se dio la vuelta y ocultó el rostro entre la almohada. No quería levantarse, quería seguir durmiendo, ¡Ni siquiera tenía clases esa semana! Las clases de…exorcista, empezaban hasta las 2 de la tarde.

    Amaimon se quedó viendo a Rin fijamente, cerró los ojos unos instantes y luego se le acercó. Intentó hacerle cosquillas para que saliese de ahí, pero no funcionó, cuando Rin dormía parecía un tronco. Se rascó la nuca unos instantes, antes tomar al menor de los tobillos y tirar de él. Inmediatamente Rin se sujetó al respaldo de la cama.

    — ¡Rin, levántate!

    — ¡No!

    Aquel tira y afloja duró muy poco, por lo pronto, Amaimon tenía mucha más fuerza que Rin debido a ser un demonio completo. El menor ya no pudo sostenerse más tiempo por lo que, al soltarse, tanto él como el peli-verde salieron despedidos hasta el suelo. La mayor parte del golpe se la llevó el oji-azul mayor, quien abrazó a Rin contra sí, para evitar que se lastimara. ¿Innecesario? Un golpe así lo haría nada.

    — ¡Amaimon-nii! — Rin se puso de pie — ¿Estás bien?

    — Lo estoy — de un salto, también se puso de pie — Aniue quiere hablar contigo.

    — ¿A las 6 de la mañana? — se quejó visiblemente molesto.

    — Shiro Fujimoto salió de la Ciudad, se le haría sospechoso si Aniue te citara a hablar con él e indagaría.

    El menor simplemente suspiró resignado y se dispuso a cambiarse. Traía el cabello totalmente revuelto, una camisa blanca y un short azul como pijama, y una cara adormilada. La noche anterior le costó un poco conciliar el sueño, ¿Razón? Debido a lo que pasó en su primer día en el curso de exorcismo. Tras haberse puesto el uniforme escolar y desayunar algo, se dispuso a ir a la mansión de Samael.

    — ¿Qué quieres hablar conmigo a esta hora? — cuestionó de malhumor una vez llegó.

    — Qué falta de modales — ironizó Samael — Te llegó una misión.

    — ¿Otra? — parpadeó perplejo — Apenas hace dos días me asignaron la primera.

    — Te advertí que no sería la única que te llegaría — sonrió divertido.

    Un resoplido de parte del más joven no se hizo esperar, ¿Por qué? Se suponía que el Vaticano aún no confiaba en él, así que ¿Por qué parecía que le mandarían misión tras misión? Pasaron unos cuantos instantes antes de que lo recapacitara, era exactamente por eso, lo estarían poniendo a prueba. Después de todo, el examen de exorcista que hizo, fue poco común. Sumándole la mentira que dijo Samael…

    — ¿Qué tengo que hacer? — cuestionó con rostro irritado.

    — Ten — Samael le dio un sobre que recién sacó de su chistera.

    .
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    — ¡Okumura! — le llamó el maestro de Demoniología.

    Después de haber tomado el sobre que Samael le entregó, regresando al dormitorio de una vez, había tenido que esperar a que dieran las 2 de la tarde para dirigirse hacia la escuela de exorcismo. Sobraba decir que, por más infantil que sonase, se la pasó unos largos diez minutos mirando la llave y de reojo la puerta ¿Realmente tenía que ir? La respuesta le fue más que obvia.

    Llegó al salón designado, yendo a una de las bancas intermedias, ocupando un lugar en solitario. O bueno, para la mayoría de los presentes, así sería. La verdad, era que, como el día anterior, Amaimon le acompañaba estando escondido en su mochila. Puso un brazo sobre la banca, apoyando su rostro en esta, al haberse levantado tan temprano ese día y no tener una buena noche de sueño, comenzó a quedarse dormido sin importar que la clase ya hubiese comenzado.

    — ¿Cuál es el nombre del demonio de más bajo nivel relacionado con el rey de la putrefacción, Astaroth? — el maestro ya se había presentado, como su maestro en Demoniología, al ver que Rin dormitaba frunció el ceño — ¡Okumura!

    — ¿Eh? — por poco y comenzaba a babear — Es Alquitrán de Hulla, uno está volando…por aquí — después de responder comenzó a dormitar de nuevo.

    — Correcto — suspiró el maestro en derrota — ¡Pero no se quede dormido en mi clase!

    — Sí…— murmuró perezosamente.

    ¿Por qué? Aquello ya se lo sabía de sobra. Algo que, si le pondría un poco en aprietos, era que indagara sobre los familiares relacionados con Lucifer, ¿Cuáles eran sus familiares? Era algo que contados demonios que permanecían en Asshia y podían comunicarse con palabras podría presumir de saber. Amaimon simplemente salió de la mochila, suspirando al ver que Rin se quedó dormido, sin más sacó una galleta del bulto y comenzó a roerla.

    — La hechicería se manifiesta principalmente por medio de un contrato con Satán y el estudio de sus métodos y reglas ha sido compilados en Grimorios — habló su siguiente maestro de Aprendizaje de Grimorio — Estos tienen una larga historia con… ¡Okumura!

    — ¿Qué? — abrió los ojos al oír su nombre.

    — ¿Podrías responderme con quién tienen una larga historia? — cuestionó escéptico de que pudiese.

    — Con William, el obispo de Auvergne, él publicó un folleto en demoniología a inicios del siglo XIII…— acomodó ambos brazos sobre la banca y hundió el rostro en este.

    Tras un suspiro en resignación del profesor, este siguió su clase, bueno ¿Qué podría hacer? Le habían sabido responder correctamente. Por ahora, si Okumura seguía de ese modo, no podría refutarle nada. Le ponía atención, ¿No? Mientras que pusiera atención a su clase, parecía no importar mucho si se quedaba dormido.

    — “Está mal…” — pensó Rin.

    Las clases continuaban, mientras él parecía dormir, aunque en realidad hacía algo muy parecido a meditar. Estaba mal. ¿Dormirse en clase? Nah, siempre lo hacía en la secundaria, y dado que sus calificaciones eran las mejores nadie podía reclamarle nada…claro, a excepción de su temperamental comportamiento.

    Entonces, ¿Qué estaba mal? Bueno, creía que estaba mal…estar enamorado de su hermano. ¿Yukio? ¡Por favor! Ese llorón, pese a ser su hermanito y estimarlo bastante, jamás podría gustarle. ¿Amaimon? ¡Bingo! Lo que sentía por el demonio de cabello verde no había aparecido de la noche a la mañana, aquellos sentimientos habían estado cultivándose por años, simplemente hacía poco se había dado cuenta.

    ~ Tercer año de secundaria, poco antes de la graduación ~



    Y de nuevo se encontraba suspirando viendo hacia la ventana. Fijó la vista sobre el reloj de pared que yacía sobre la pizarra, en la cual el profesor escribía, y resopló con molestia. Apenas era el tercer módulo, estando ansioso de que las clases acabaran de una vez, pero las manecillas del maldito reloj parecían ir muy lentas. Quería irse ya a casa.

    ¿Por qué? Bueno, desde hace unos meses dado que dentro de poco terminaría la secundaria, se había puesto a buscar trabajo. ¿Por qué en lugar no seguía estudiando como lo haría Yukio? Eso era debido a que cada día aguantaba menos lejos de su hermano, el día le parecía muy aburrido y largo, no podía acompañarlo durante clases gracias a que siempre había alguien con una herida espiritual…

    En cambio, en un trabajo, aunque alguien pudiese ver a Amaimon pensarían que simplemente era un joven haciendo algún tipo de cosplay. Podría estar más tiempo con él, ya no tendría que aguantar a los chismosos de clase ni a los mimados o descerebrados, léase a Shiratori y su banda de delincuentes. Lo bueno que no acabaron en el mismo salón.

    — Okumura-kun, ¿Podrías poner atención a clase? — el maestro tenía el ceño fruncido, el aula permanecía callada — Okumura-kun, dime el resultado de la ecuación — pidió al ver que Rin seguía con la mirada en la ventana.

    — X=10 y Y=3 — respondió tras ver de reojo la pizarra, respondiendo correctamente, ese comportamiento venía de los últimos días — Le estoy prestando atención, ¿Qué más quiere?

    — Téngame más respeto, soy su profesor, sino lo saco del salón es porque-…

    — Porque necesitan que participe en la competencia de Inter-escolar — mencionó Rin en tono aburrido.

    Buenas calificaciones, comportamiento rebelde, ¿Qué da? Un alumno brillante e inteligente, pero por desgracia, bastante impulsivo y temperamental. El profesor simplemente volvió al frente de la pizarra, prosiguiendo su clase, sin tomar importancia a la reciente escena. Los siguientes módulos iban transcurriendo muy lentos, cuando sonó el timbre de salida, el primero en abandonar el aula fue Rin.
    — ¿Amaimon? — había salido del colegio a máxima velocidad, por lo que estaba un tanto despeinado, más que de costumbre.

    — Estoy aquí — se escuchó la voz del peli-verde sobre la barda — ¿Cómo te fue hoy, Rin?

    — Hola — saludó sonriente, estando junto a él se sentía…no entendía del todo — Me fue-…

    — ¡Nii-san!

    Rin maldijo por lo bajo, cuando vio que Amaimon abandonaba el sitio, mientras su gemelo le daba alcance. Forzó una alegre sonrisa, a pesar que quería golpear a Yukio por aparecerse justo en ese momento, a lo que el castaño también le sonrió. Sin más, comenzaron a caminar hacia el monasterio, Rin no le hacía mucho caso a Yukio y en vez miraba frecuentemente hacia atrás…

    — Hace mucho que no íbamos juntos a casa.

    — Sí…— murmuró distraídamente.

    Joder, ¿Por qué se sentía tan ansioso? No sabía en que instante, durante clases, había comenzado a desesperarse porque sonase el timbre que anunciaba el final del colegio de aquel día y poder estar un rato tan siquiera con Amaimon. Era un poco extraño. Últimamente sentía que el tiempo que pasaban juntos se hacía cada vez más reducido.

    — ¿Cómo les fue hoy? — cuestionó Shiro durante la cena.

    — A mí me ha ido bien — comentó Yukio — Ahora tengo más seguro que estudiaré para médico. ¿Qué hay de ti, Nii-san?

    — ¿Rin? — le llamó Maruta, al ver que el joven no hacía caso.

    — Rin, deja de pensar en tu amor platónico y responde — dijo Shiro, con un tono burlón y bromista.

    — ¿¡Ah!? — fue en ese momento cuando hizo caso — “¿A-Amor platónico? ¿Amaimon-nii y yo…?” — un fuerte sonrojo invadió su rostro — ¡D…Deja de decir estupideces…maldito viejo!

    — Incluso tartamudeó — se rió Izumi.

    — ¡Cállense! — chilló el chico sonrojado cual tomate maduro.

    ~ Fin del flash back ~



    No pasó mucho para que ese tema comenzara a carcomerle la cabeza. Una lluvia de complejos le invadieron, estresándolo y haciéndolo distraerse con facilidad, aunque claramente no afectaron su calificación ni su destreza en los torneos inter-escolares que se celebraron. Tanto él como Yukio hicieron quedar a la escuela en un buen lugar.

    — “¿Está mal?” — esa pregunta volvía a torturarle psicológicamente — “Maldición, si tan sólo...alguien me aconsejara” — pensó un tanto fastidiado.

    .
    .

    — * ¿Rin? * — le llamó Amaimon de manera discreta, para no ser descubierto.

    Se sentía ajeno a la escena. Apenas habían terminado las clases de ese día, Yukio le había pedido que lo acompañara a una sala, en la cual se sorprendió al divisar a su padre en él. Debido a una próxima clase demostrativa que haría Yukio, y a que él estaba en el curso de exorcismo, le había tocado acompañarlos hasta la tienda de exorcistas Futsuyama. Fue bueno ir, así, podría comprar las cosas que necesitaría por si acaso durante la misión que le tocaría hacer entrada la noche…

    — Las raíces han desaparecido — comentó Yukio al examinar a una chica rubia.

    La hija de la encargada del lugar, había estado “enferma de las piernas”, aunque en realidad se trataba de un malestar causado por un demonio. Había caído presa de un Dokkälfar, sin embargo, estando tanto Yukio como Shiro ahí fue un juego de niños controlar la situación. Ver desaparecer al Dokkälfar…en esta ocasión no sintió lastima. A diferencia de los goblins que fueron acribillados, ese Dokkälfar era perverso.

    Había demasiadas cosas en su cabeza: El juicio, las clases de exorcismo, lo que sentía por su hermano… Era demasiado para un adolescente, ¿Saben? Miró a ver de reojo a la jovencita, quien se tallaba un poco los ojos, ¿Acaso la vista se le nublaba a uno cuando empezaba a ver a los demonios? Quién sabe, dado que él podía verlos desde siempre, por ahora sería un tabú preguntar puesto que se suponía que Ukobach le había hecho una herida espiritual.

    — ¿Qué tal? — habló Shiro, quien sonrió cuando Shiemi se puso de pie y comenzó a caminar como si nunca se hubiese debilitado por el Dokkälfar.

    — ¡Shiemi! — la madre de la chica hizo acto de aparición — Tenía razón, este jardín maldito te estaba lastimando.

    — ¡No le digas jardín maldito! — se quejó la rubia — ¡Eres muy cruel mamá!

    Rin vio el rostro levemente deprimido de la encargada, frunció el ceño y una pregunta le martilleó la consciencia ¿Acaso Shiemi estaba tan cegada como para ver que su madre estaba preocupada por ella? Por un momento, se imaginó a sí mismo reclamándole a su padre, justo el día del ataque de Astaroth. De haberlo hecho, ¿Qué habría pasado? Su padre necesitaba mantener sus escudos mentales, todo el tiempo, para impedir que Satán lo poseyera. Si él no le hubiera hecho caso…

    — ¡Ya deja de preocupar a tu madre y discúlpate con ella! — Rin se animó a reñirle mientras le daba un zape en la nuca — Te arrepentirás sino lo haces.

    — ¿Sabes Shiemi? Yo igual traté de buscarlo hace ya muchos años, traté de buscar el jardín de Amahara — dijo la madre de la chica — ¡Eres una niña tonta! ¡Me tenías preocupada! — la abrazó protectoramente, empezando a llorar.

    Era algo conmovedor, Yukio y Shiro veían la escena con una sonrisa, pero a Rin le comenzaba a incomodar. Así que tras una sutil despedida se retiraron de ahí. Supuso que sería mejor si demoraban un poco en hacer una próxima visita a la tienda de exorcistas Futsuyama. Se alegraba por Shiemi, Rin no podía imaginar ni de chiste estar disgustado con su padre y sin hablarse. Si él no le hubiera hecho caso…

    — Eso fue agotador — le oyó decir a Shiro, tras haber dejado a Yukio en su dormitorio y a él en el suyo haciendo uso de una llave.

    ¿Su padre seguiría vivo?

    *********************************************************
    Lamentablemente nosotros sabemos que pasó T^T ¡Shiroooooo! Bueno, espero que les gustara la actualización de hoy ^w^ Y dejen comentarios, criticas o amenazas de muerte XD
     
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  9. Alex Garcia4
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    Siii al fin actualizas 😆😆
    Yo leyendo recien y ase una semana k actualisa (sinseramente pense k ya no abria mas contis)
    Hoy tuve un mal dia asi k tu fic me alegro mushisimo!!! 😄 en verdad espero k subas la conty muy pronto,muyyy prontoo !!!!👀🔪🔪🔪🔪🔪
     
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  10. Dark Shadows
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    Léanlo todo, por favor



    Ha pasado practicamente un año (faltan pocos días para que se cumplan esos 12 meses) desde que subí la última actualización. Sé que los que leen esta historia se preguntarán que pasó conmigo, por qué no actualizo y si planeo seguir esta historia. Pues sí, sí planeo seguirla, pero lamento informar que no será de aquí. Pues por ciertos motivos me voy del foro.

    Como antes mencioné, por una sugerencia me hice una cuenta en Wattpad, no conté con que ese sería mi vía para continuar publicando. Muestra fiel de que el fanfic "Entre demonios..." sí continúa, en esa plataforma ya tengo publicado hasta el capítulo 34 (realmente superamos los 30 capítulos, wow).

    Nuevamente lo siento, y saludos.
     
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    Wowww me encantó! Cual es tu cuenta de wattpad? Lo digo para seguirte
     
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