Roto, UsaMex RusMex fanfic [Original]

Estados Unidos cambia radicalmente su forma de ser con Alejandro con quien tenía ya, años de ser una pareja ¿Qué le estará sucediendo? Advertencias: No, quizá haya lemmon después 7w7r

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    Que intenso, me gusto la perspectiva que le diste al "fin del mundo" y ame las referencias a las dioses y faces de soles <3

    Ojala y continúes pronto ;u;
     
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  2. Graci FernandeZz
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    Holaaa! :D ¿Cómo están? espero que muy bien. Disculpen que haya tardado tanto para escribir la conty del fic T-T pero bueno, espero poder ir actualizandolo más seguido. DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El de OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor. Ahora si, que comience el fic! :)

    En el desierto.






    Alfred se encontraba de pie en un lugar totalmente desierto. Tenía ya, tiempo de estar caminando en línea recta según él; con una camisa amarrada a la cabeza, un brazo tapando la luz del sol de su línea de visión y los labios secos. Miraba al horizonte en busca de alguna carretera, una señalización o algún animal domesticado que le ayudara a encontrar el camino hacia su hogar. Resignado, bajó el brazo de golpe y siguió caminando, no tenía de otra de todas formas.

    ¿Cómo había llegado hasta ese punto?

    Recordaba haber estado en una avioneta camino hacia México, también recordaba haber llegado a una planta de electricidad y estaba seguro de haber hablado con Alejandro, éste se reusó su ayuda, él lloró y se dio la vuelta hacia su hogar. Pero había algo que no le quedaba muy claro… Al regresar a dónde el agente le esperaba con la avioneta, no vio absolutamente a nadie. No traía ni celular, ni dinero, tampoco conocía nadie ahí aparte de Alejandro y su jefe. De todas formas era algo tonto pensar que podría conseguir que alguien lo llevara en alguna camioneta o tráiler si, ahora, no había combustible si quiera para mover una motocicleta.

    El sol abrazador caía en picada sobre él, sudaba demasiado, tenía mucha sed y también hambre. Ya hace un buen rato se había acabado las botellas de agua y la manzana de la bolsa blanca. No tenía nada que hacer más que seguir caminando, con la esperanza de encontrar por lo menos un pequeño poblado donde refugiarse y pasar la noche, pues, por lo visto no podría llegar a la frontera en un día. Sus pies dolían cada vez más, no encontraba ningún lugar con sombra, sólo unos cuantos cactus, rocas, matorrales y una que otra lagartija tomando el sol.

    Su estómago rugió fuertemente, fue entonces que cayó en cuenta que no podría seguir más su camino sino comía algo pronto ¿Pero qué comer? No había nada comestible aparentemente, hasta que…

    De pronto se había acordado que una vez vio a Alejandro comer un tipo de cactus asado con sal, éste no se veía tan apetitoso, pero era comida ¿No? Pero ahora surgía otro problema. No tenía con qué cortarlo, la mayoría de los cactus tenían espinas muy pequeñas, como pelusa. Miró un buen rato alrededor hasta encontrarse con un pequeño cactus en forma de bola creciendo de la tierra árida; éste tenía un color poco brillante, sus espinas eran largas y grandes como las garras de un animal. Parecía ser que su salvación se figuraba en frente de sus ojos. Se levantó por el cactus, primero le quitó las espinas para poder arrancarlo del suelo, después, con un poco de ramitas secas de un matorral hizo una pequeña fogata, tal y como lo aprendió de un programa de supervivencia, con el aumento de sus lentes y el abrazador sol.

    Cuando estuvo listo, con sus manos, la fuerza bruta que poseía, partió el pequeño cactus a la mitad, echando ambas partes al fuego, no sin antes ponerles una varita atravesada para poder tomarlos después. El color del cactus pasaba a ser más oscuro y sus orillas se doblaban, señal de que se estaba cocinando a la perfección.

    Empezó a comer, y aunque el sabor no era muy agradable a su paladar, lo terminó entero, ni siquiera dejó la flor del cactus.

    Ya con el estómago lleno podía seguir caminando sin ninguna molestia. Pronto pasaron una hora, dos, tres. El cielo oscurecía rápidamente… O al menos eso creía.

    El camino comenzaba a verse borroso, no podía ver más allá de su nariz. Por eso de la segunda hora pensaba que alcanzó a ver la silueta de una señalización para autobuses, corrió hacia ella y cuando estaba por alcanzarla ésta despareció. No entendía, estaba confundido, se tambaleaba al caminar. Por eso de la tercera hora, le pareció ver a Alejandro en frente, moviendo la mano para que lo viera y lo alcanzara, justo cuando iba a tomar su mano se esfumó cual humo.

    ¿Qué estaba pasando?

    De repente, se sintió como despertando de un mal sueño. Estaba en las vegas, como todos sus cumpleaños; vestido en un traje de lujo, rodeado por hermosas chicas en traje de conejitas que le servían whisky en las rocas mientras jugaba a los dados con muchos espectadores alrededor. Lanzaba chistes y reía estridentemente. Y así como apareció en ese lugar, pronto todo se esfumó, al igual que Alejandro hace poco.

    Lo trajo a la realidad el tacto de las rocas frías sobre su rostro y manos, estaba en el suelo frío. Se volteó con lentitud, pero no se levantó, se sentía muy cansado. Vio directo al cielo plagado de estrellas, sonrió entonces sintiendo que podía alcanzarlas al estirar su mano. De un momento al otro, los astros tomaban vida, se movían de lugar, formaban cosas sin sentido ¿Eso era normal? Frunció el entrecejo.

    ¿Harvir? ¿Qué haces aquí? — Escuchó una voz muy lejana, que gradualmente se acercaba hasta sentirla arriba de él.

    — Eh ¿Qué? — Contestó, volteando hacia arriba con los ojos entreabiertos. Se sobresaltó al ver a un hombre moreno de ojos rojos mirándolo desde alto. Rápidamente se paró listo para correr, pero sólo dio tres pasos hacia atrás, entonces pudo verlo mejor; el hombre era alto, fornido pero no tosco, moreno brillante y liso, sus ojos eran rasgados, rojos. Su vestimenta se veía escaza a pesar de tener una gruesa capa de piel a la espalda. Parecía ser uno de ‘los suyos’ pero nunca lo había visto antes — ¿Qui-quién es usted? — le dijo con miedo notorio en su voz.

    ¡Vaya, si que no eres él! Nunca pensé que conocería al hijo de Harvir.

    — ¿Hijo de quién? — El raro desconocido parecía conocer perfectamente a Alfred, tenía su mirada pegada a su rostro, pero le daba miedo.

    Cierto. Eras muy pequeño cuando... cuando eso sucedió. Pero eres en efecto el hijo de Harvir — El hombre alto hizo una mueca de repente, parecía disgustado. Alfred se puso en guardia —. Lástima que sólo tus manos se parezcan a las de él. Era un gran agricultor ¿Por qué no haces lo mismo? Tus manos son perfectas para eso.

    El extraño le tomó las manos temblorosas. Alfred apartó sus manos con brusquedad, no estaba disgustado, no, estaba muerto de miedo.

    — ¿Qui-quién eres? Si-si no me lo dices mandaré a mis fuerzas armadas a tu territorio — el extraño se rió profundamente. Alfred se ofendió.

    Fui el imperio más fuerte de Mesoamérica. Ni siquiera podrías tocarme, cara pálida.

    — Usted es…

    Fui el imperio Azteca, mocoso. Y bien, no creo que haga falta presentarte a mi heredero… Lo conoces ‘muy’ bien, para mi gusto.

    — ¿Alejandro?

    Que carajos es eso de ‘Alejandro’ ¡Su verdadero nombre es Totahtzin!

    — Di-disculpe, señor. Me refería a Totah…

    Totahtzin.

    —Sí, claro, él… Lo siento, pensé que sería mejor para mi gente que — El imperio Azteca lo miró directo a los ojos con enojo, tanto era que sus orbes despedían luz roja oscura.

    ¡Lo lastimaste! Nadie tiene derecho a ver a mi hijo llorar, pero tú… No pensé que el hijo de Harvir heredara el corazón frío de aquel cara pálida y no el alma cálida de quien lo engendró —. Alfred dio un paso para atrás cuando le dijo todo aquello. Pero eso no era lo peor. Sentía que su corazón se quebraba, ni siquiera sabía que su padre se había llamado Harvir y eran muchas emociones juntas —. No me mires así, cara pálida. Sé todo lo que ha ocurrido estos últimos meses, ha sido un verdadero caos y ninguno de tus ‘iguales’ ha sabido arreglárselas solos. Por lo menos mis hijos están pasándolo por su cuenta… Pero, está bien. No es eso a lo que he venido. Harvir fue un gran compañero de vida, y aunque no quiera admitirlo llevas su sangre, sólo espero no equivocarme.

    Al igual que lo anterior, hizo un movimiento envolviéndose a sí mismo con la capa, desapareciendo en el instante.

    Alfred cayó de rodillas muy confundido ¿A qué se refería con sólo espero no equivocarme? Además, ahora quería preguntarle varias cosas a Inglaterra, demasiadas. Si bien él mismo recordaba vagamente la voz de su padre, Arthur debía tener una perfecta memoria para contarle todo lo que supiera sobre Harvir… Era tan raro tener un nombre que poner a la voz que siempre oía en sueños. Mirando a las estrellas, su mente se puso totalmente en negro.
     
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    Wuuu se viene lo bueno (? supongo aun asi, me encanto el detalle de que Al pudiera recordar a su "papa" normalmente no recordaria casi nada de el.
    Por favor actualizaaaaaaaaaaaa :3
     
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  4. Graci FernandeZz
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    Hola queridos habitantes de Andrómeda! :D Como había casi prometido, les traigo la conty lo más pronto posible :) Espero que lo disfruten tanto como yo disfruté escribirlo. DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. Ahora si,
    que venga el fic!!

    Recuerdos y una vieja deuda





    Alejandro estaba compartiendo con Iván una pequeña casa que había rentado por el tiempo que el proyecto de las antenas eólicas se desarrollaba y daba frutos. Dicha casa no era tan grande, era modesta; sólo había en ella una habitación sencilla, un baño con regadera, una sala-comedor y una muy pequeña cocina. Por lo menos era lo suficientemente cómoda, mucho más ahora siendo invierno porque, estando cerca de la costa, el clima llegaba a ser tan cálido que hasta en las noches era difícil dormir.

    De noche, desde la ventana de la pequeña habitación podía observarse las estrellas, así hasta el horizonte confundiéndose el océano con el cielo oscurecido y las estrellas parecían hundirse en el.

    Las cortinas estaban siendo deslizadas de lado por Alejandro, que después de un largo día de trabajo buscaba paz interior, sobre todo después de aquella charla tan particular que tuvo con Alfred. Con aire melancólico miraba hacia el paisaje frente a él; sus pensamientos eran vagos, no constituían una idea clara y de cierto modo eran inútiles.

    Acostado sobre la cama, Iván miraba en dirección de Alejandro. Podía ver también el hermoso paisaje, pero más hermoso que eso era el mismo Alejandro: tan guapo, poco delicado, estúpidamente sensible a veces, fiero cuando necesitaba defenderse a sí mismo o a lo que él más ama, solidario, generoso, testarudo, un poco vago y vicioso. Pero sus defectos no opacaban para nada sus virtudes, aunque si las escondían superficialmente hablando. Iván bien sabía que los demás no caían a sus pies por la simple razón de que no escarbaban más a fondo en su persona, no lo conocían bien, sólo por la superficie.

    — ¿Aún sigues triste por el capitalista? — le soltó Iván de repente a Alejandro haciendo que éste regresara al mundo real. Su voz le pareció muy triste en el silencio de la noche. El moreno se movió lentamente entre la oscuridad de la habitación corrompida solamente con el tenue brillar de una vela en el buró. Después se oyó el sonido de la tela al sentarse al lado del rubio platinado, estiró su mano hasta su rostro frío cual hielo y acariciándolo negó con la cabeza.

    — No— respondió después de un rato de silencio. Iván se incorporó, le miró a los ojos; lo conocía casi perfectamente bien como para descifrar sus sentimientos a través de sus orbes marón rojizo.

    — No te creo — le dijo ya con su voz de siempre, dulce y amable. Alejandro bajó la mirada, tenía vergüenza de sí mismo en ese instante.

    — Por favor, acostémonos solamente. Estoy muy cansado ya — le respondió casi en un susurro. En verdad que no quería hablar de ello. Le era demasiado difícil ignorar a su conciencia, algo muy dentro de él si deseaba ayudar al oxigenado cuando éste vino pidiéndolo y se desgarró cuando su orgullo rechazó su parte solidaria.

    — Estoy aquí para ti. No te quedes callado — Iván estaba muy seguro que Alejandro estaba sintiéndose mal por Alfred, podía leerlo fácilmente. Cuando Alejandro apoyó su cabeza sobre su hombro pasó su brazo alrededor de él.

    La habitación se quedó casi en silencio, sólo sus respiraciones calmadas resonaban en las paredes. Alejandro se acurrucó en aquel confortante abrazo. Justo así, eso era lo que necesitaba. Deslizó una mano hasta tocar la de Iván, después, ambos entrelazaron sus dedos, el rubio movía su pulgar en círculos acariciando su cálida y suave piel.

    — Nunca había sido así con nadie… Nunca había sido tan cruel con alguien, aunque la persona se lo mereciera.

    Iván no dijo nada, sólo besó su cabello con ternura. Pensó que Alfred debió haberlo herido profundamente como para que su querido mexicano se encontrara tan consternado por sus mismas reacciones. Pensó que quizá había cavado muy profundo en el corazón del moreno, porque si sentía tan devastado es porque en algún momento su amor hacia Alfred había sido demasiado. Obviamente le dolía, claro que le dolía; era horrible saber que ese amor le había pertenecido a otra persona a parte de él. Pero le quedaba una esperanza, y es que nadie conocía a Alejandro como él, nadie podía descifrarlo por sus ojos, nadie se mostraba con sinceridad ante el moreno más que él.

    — Está bien. Mejor durmamos. Da? — Por fin, Iván levantó las cobijas para que Alejandro pudiera cubrirse. Al deslizarse debajo de las sábanas, sintió el choque electrizante de la fría piel de Iván con la de él. Pronto sintió acostumbrarse al frió e Iván a su calor.

    — Gracias, Iván — le dijo bajito, seguido de ello le dio un suave beso sobre los labios. Iván le correspondió el beso como diciendo No tienes que agradecer.

    La noche pasó muy lenta. Alejandro e Iván dormían plácidamente uno en los brazos del otro. Pero como extrañas veces, a decirse específicamente el día de muertos, Alejandro se despertó al percibir un olor muy familiar, uno que sólo él conocía. Chocolate e incienso. Abrió sus ojos lentamente.

    — ¿Tata? — Alejandro se levantó demasiado tranquilo, no era algo raro para él una visita de su madre o de su padre. Cuando percibía ese olor sabía que uno de ellos dos le visitaba.

    Totahtzin, hijo, necesito que hablemos. No puedo quedarme mucho tiempo — le respondió Yoltic, su padre, arrodillándose a su lado de la cama. Alejandro se movió cuidadosamente para no despertar a Iván, cuando se hubo librado de su abrazo se incorporó lentamente.

    — Claro ‘apá ¿Qué pasa? — Alejandro se veía muy somnoliento. El imperio sonrió con ternura, después con sus pulgares limpió las lagañas a Alejandro como cuando era pequeño. Alejandro no ‘repeló’ como cuando era un chamaco porque estaba tan adormilado que no tenía fuerza para eso. Yoltic bajó sus brazos, entonces se puso serio.

    Necesito que ayudes al cara pálida, ese. El chillón con lentes extrañas en los ojos.

    — ¿Alfred?

    Sí. Perdona por pedirte eso a ti. No tenía alternativa.

    — ¿Sabes lo que pasó, no ‘apá? ¿Por qué debería ayudarlo? — Alejandro sintió de repente, enojo hacia Alfred y hacia sí mismo. Yoltic, recordando antiguas historias se puso melancólico, eso obviamente Alejandro lo notó —. ¿Tiene… tiene algo que ver contigo?

    Su padre, más bien. Se trata de una vieja deuda que debo saldar… Te contaré en otro momento. Por lo mientras te pido que tengas paciencia y lo busques en el desierto, está a cinco horas de aquí hacia el norte.

    — No te prometo nada pa’ aún… aún me cuesta trabajo verlo a los ojos. Sé que soy un tonto por haberlo querido tanto, eso no es digno de la sangre que me heredaste. Lo siento ‘apá, te fallé — sus ojos se humedecieron. Por supuesto que su padre sabía todo lo que había pasado entre Alfred y él, y era vergonzoso por supuesto. No hacía falta decir que el oxigenado nunca le agradó a Yoltic, que se enojó en algún momento por la mala elección de compañero que hizo su hijo.

    No, claro que no, Totahtzin. Yo siempre estaré orgulloso de ti, hijo. Del corazón que tienes — le respondió con una sonrisa apuntando hacia su corazón, haciendo que de su pecho emanara una luz radiante y blanca. Alejandro sintió una calidez confortante en su ser, después se abalanzó hacia su padre en un abrazo casi sofocante.

    — Muchas gracias. Cuenta conmigo pa’ — le dijo después de un rato de estar colgado del cuello de Yoltic. En ese momento supo que su padre tenía razón. Los dioses fueron generosos con él por darle el corazón que tenía, uno que era sensible y solidario y que nunca dejaría a cualquier ser a su suerte. No dejaría que un simple mal rato cambiara su forma de ser.

    Cuando se separó de aquel abrazo tan lleno de sentimientos, Yoltic se desvaneció en humo, dejando el mismo aroma con el que llegó.
     
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    Ay que sad ;-; espero Alfed no haga ninguna tonteria, ademas que hermoso me encanto el reencuentro de familia, ojala y Ivan lo cuide mucho <3
     
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  6. Graci FernandeZz
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    Hola! Quiero agradecerles por sus visitas a este pequeño fic .3./ besos y abrazos para ustedes. Espero que disfruten el capítulo. DISCLAIMER:
    Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor.

    Un corazón amable





    Los rayos del sol quemaban sobre su piel. Apenas se despertó notó que alguien estaba a su lado tirándole algo de agua de una botella en la frente.

    —¡Hasta que despiertas, oxigenado! — Alejandro estaba sobre sus rodillas al lado del rubio. Alfred se incorporó con lentitud hasta que dar sentado, entonces volteó a ver a todos lados acostumbrándose.

    Where am I? [¿Dónde estoy?] — dijo aún confundido. Su cabeza daba vueltas y se sentía lento hasta para procesar información. Alejandro sólo se rió al ver a Alfred de esa manera, estaba peor que cuando tenía resaca ¡Pero vaya que era obvio! Si a cinco metros de ellos se hallaban los restos de la fogata que hizo el día anterior y las espinas del peyote*.

    — Te metiste un buen peyotazo. Por eso no sabes ni dónde estás — le respondió entre risas —. Nos encontramos en mi territorio todavía. No te preocupes, estamos a cinco horas de la planta eléctrica.

    — ¿Alex? — volteó a verlo al fin con ojos cansados. El moreno volvió a reírse de él.

    — Sí, soy yo ¿Escuchaste algo de lo que te dije?

    — Creo que si — apenas duras podía hablar con claridad. Pero por dentro estaba lo suficientemente consciente. Trató de levantarse tambaleándose un poco, después empezó a caminar hacia un caballo que Alejandro tenía atado a una piedra, lo acarició —. ¿Es Pedro? — el caballo tenía, a parte de la silla de montar, unos morrales a los constados.

    — Si, será nuestro medio de transporte por hoy — Alejandro sonrió de medio lado al caballo y también acarició su cuello. Después de cruzar miradas con Alfred montó al caballo y le tendió la mano al rubio —. Espabila ya, que no voy a estar esperándote todo el día, eh.

    Alfred pensó de momento que Alejandro se veía de muy buen humor. Tomó su mano para subir al caballo, después de todo no estaba acostumbrado. El moreno se aseguró que no callera de la silla de montar.

    — Agarra el morral y saca lo que necesites — Alfred estaba volviendo a la realidad poco a poco, podía decirse que estaba ya por completo despierto. Alargó el brazo hasta el morral; dentro de él había varias frutas, un par de tortas en una bolsa y montones de botellas de agua. Tenía algo de nauseas, entonces sólo tomó una pera.

    Thank you [Gracias] — le contestó. Alejandro palmeó el estómago del animal para que empezara a andar. Con el movimiento, Alfred se dio cuenta que su cuerpo estaba muy cerca del de Alejandro. Era algo incómodo que la pelvis de Alejandro estuviera pegada a su cuerpo porque la silla era demasiado estrecha —. A-alex ¿No sientes que estás muy cerca? — se sonrojó, obviamente, Alejandro no podía verlo desde atrás, pero lo que si vió fue su nuca enrojecida. De momento rió.

    — Tranquilo que no se me va a parar, te lo prometo — Alzó la mano derecha en señal de promesa casi carcajeándose.

    Wh-what?! [¡¿Qu-qué?!] — Alfred volteó a verlo demasiado ‘indignado’. Estaba muy avergonzado, claramente.

    — Oh, lo digo en serio. Palabra de honor. Sino me voy caminando — El semblante del moreno aún era relajado, pero por lo menos ya no reía como hace unos segundos.

    Alejandro palmeó de nuevo al caballo y éste comenzó a trotar. Alfred mientras, pensaba en qué había hecho cambiar de opinión al moreno, no era una conducta que haya visto en él desde que lo conocía. Además, tenía razón al no querer ayudarlo, tenía que admitir que fue de lo peor con él y no se merecía su bondad.

    — Alex.

    — ¿Si?

    — ¿Por qué viniste a buscarme? Pensé que ya no querías verme… — Alfred estaba cabizbajo, como si estuviera preguntado algo que definitivamente no debería.

    — Es difícil de explicar, güero. Alguien muy importante me pidió que te ayudara y aquí estamos — Alfred no tuvo que preguntarse quién sería esa persona tan importante para Alejandro. Quizá fuera efecto del raro cactus que comió, pero estaba seguro de haber visto al papá de su querido Alex y haber hablado con él.

    — ¿Te refieres al Imperio Azteca? — soltó como si nada. Alejandro se sorprendió, paró el caballo.

    — ¿Cómo sabes de eso?

    — Ayer lo vi. Vino a mí en medio de la noche, me regañó, me dijo el nombre de mi padre y después desapareció… Tu papá da mucho miedo — le respondió volteándose —. Pero creo que le agradezco por eso. I can’t remember too much of my father. So, how I told you, I’m thankful to him. [No puedo recordar mucho de mi padre. Así que, como te dije, estoy agradecido con él]
    Alejandro no sabía que decir, después de todo nunca se había mostrado ante nadie más que él. Alfred siguió —. Me gustaría darle las gracias personalmente. Do you think I can see him again? [¿Crees que pueda verlo de nuevo?]

    — No estoy seguro güero. Pero ya que insistes, podrías venir el día de muertos. Aunque, como te dije, no estoy seguro de que lo veas — Alejandro volvió a palmear al animal para que siguiera en trote hacia la planta eléctrica. No tenían nada más que decir.


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    NOTA: *Peyote: Es una cactásea endémica de los desiertos de México. Al consumir el centro o botón (que contiene mescalina) produce efectos de alucinación como el LSD.
     
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  7. Random Girl
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    woah, tenía un buen tiempo sin pasar por este foro; que memorias, uno de los lugares en los que pase muy buenos ratos. Hoy buscando algun buen fic de UsaMex, me tope con esta belleza. Me encanta el cuidado que pones en los detalles de nuestra bella cultura Mexicana, como de las otras naciones. La verdad, que la historia ha sido muy buena; el incluir los aspectos energeticos, y los datos de muchas de las alternativas energeticas que, en efecto, se han estado desarrollando, me ha emocionado mucho, mucho.

    Hermosa historia, espero actualices pronto :)
     
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    xico

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    Esto es hermoso, deos.

    Espero lo puedas continuar 💖
     
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  9. Graci FernandeZz
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    Holaaaaa! :D Me da mucho gusto leernos de nuevo :) Espero que hayan pasado una feliz Navidad y un Año Nuevo extraordinario .3. ¡Que todos sus deseos y metas se cumplan! Quiero agradecerles por sus comentarios y por haber seguido este pequeño fic. DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor.

    La nahuala




    Cerca de la planta de electricidad, Iván se encontraba dentro de la casa que Alejandro había alquilado. Al despertar encontró sobre la almohada de Alejandro una nota.


    Iván.

    Voy a buscar al oxigenado al desierto, apuesto a que ya sufrió lo suficiente. Si necesitas comida hay en el refrigerador.

    Te quiero.

    Alejandro.


    Iván se sentía intranquilo. El sólo pensar que Alejandro podía volver a querer al capitalista le enojaba, él no lo merecía. Pero por dentro, como un mantra se repetía que debía tener confianza en Alejandro, que después de todo no habían formalizado nada y Alejandro debía tener libertad de elegir, que debía tener confianza en sí mismo y sus sentimientos.

    Después de desayunar los nervios no le permitían mucho y por ello estaba a punto de salir de la casa para buscar al mexicano, quizá le había sucedido algo.

    — ¡Iván! ¡Ábreme por favor, que no traigo llaves! — rápidamente giró el pomo de la puerta y suspiró al ver a Alejandro frente a él.

    — Pensé que te había pasado algo, no regresabas — le dijo Iván.

    He-hello — Alfred apareció detrás a Alejandro saludando con mucha incomodidad al ruso, después de todo había pensado que el mexicano estaba viviendo sólo. Tenía planeado estar a solas para poder hablar a profundidad con el moreno, pedirle disculpas como era debido y si la suerte estaba de su lado volver a como estaban antes de todo el desastre.

    — I-iván, oye… sólo se quedará por ahorita ¿Si? — Alejandro casi podía oler el tenso ambiente, por ello se acercó a Iván poniéndole una mano sobre el hombro para que se calmara un poco. Si bien la molestia del ruso no se hacía presente a simple vista, Alejandro lo conocía bastante bien como para saber que la presencia de Alfred le desagradaba demasiado.

    — Está bien — le contestó resignado y dejó que ambos pasaran. Por el bien de su querido moreno, al menos, sólo por esta vez, haría las paces con el capitalista.

    Alejandro pasó hasta la cocina y ahí se sentó a la mesa sin no antes señalar el asiento de enfrente para que Alfred se sentara también. Iván, para no incomodarlos, se dirigió hacia la habitación.

    — Ahora sí, a lo que nos truje chencha. Vamos a hablar de frente. Dime que es lo que necesitas y veré entonces si puedo hacer algo — Alejandro dijo demasiado serio. Alfred no pudo evitar mirar hacia abajo como perro regañado, le daba mucha pena pedir ayuda después de cómo se había comportado con el moreno, pero por el bien de su población debía aguantarse la vergüenza que esto causaba.

    — El invierno se acerca y en la mayoría de mi territorio sufrimos tormentas de nieve. Ahora, sin calefacción ni suficiente leña o mantas va a ser casi imposible para mis ciudadanos mantenerse sanos o por lo menos con vida. Aunque, eso ya lo sabes. Creo que ya has de haber visto a toda mi población tratando de pasar la frontera hacia aquí. Pensé que quizá, sólo durante el invierno, podrías abrir la frontera y dejar que mis ciudadanos se resguarden — Alfred aún miraba hacia sus pies. Alejandro se sorprendió de verlo así, nunca pensó que algún día el gran y ‘heróico’ Estados Unidos de Norteamérica pudiera tragarse su orgullo.

    Alejandro se llevó una mano a la nuca mientras hacía una mueca. Pensaba mil y una formas de poder ayudar hasta casi lo imposible, era difícil controlar una situación de tal magnitud y no estaba en posición de poder ayudar aún, pero su padre le pidió un favor especial, no podía negarse.

    — Tengo una idea de qué podría hacer, pero debo hablar primero con el jefe ¿Entiendes? Vas a acompañarme y no quiero que abras la boca delante de él. De por sí está pendejo el pobre, lo vas a aturdir más si tratas de hablarle.

    So. Are you going to help me? [Entonces ¿Me vas a ayudarme?] — miró al moreno con felicidad.

    — Sólo en medida de lo que pueda. Espera aquí, voy a avisar — Alejandro subió rápidamente las escaleras hacia la habitación donde vio a Iván acostado en la cama lanzando una pelota al aire para matar el tiempo.

    — ¿Iván? Escucha, me iré por hoy a la capital y regresaré pronto ¿Si?

    — ¿Te irás de nuevo? Alejandro, yo — Iván se levantó para ver a su querido mexicano al rostro. Sus ojos violeta desprendían tristeza, no quería quedarse sólo y más que eso, no quería que Alejandro pasara mucho tiempo con Alfred ¿Qué tal si se reconciliaban? Definitivamente no quería perderlo, desde hace mucho no sentía la calidez del afecto de otra persona como para que se lo robaran en un abrir y cerrar de ojos — ¿Puedo acompañarte? — preguntó con inseguridad, cosa rara en él. Quizá frente al moreno podía portarse un poco infantil.

    — No te preocupes por el oxigenado ese — dijo Alejandro al tomar el rostro del rubio platinado entre sus manos —. Confía en mí. No caeré por él de nuevo… Además, ya tengo a alguien que me ama y yo igual lo amo — al terminar de decir aquellas palabras tan vergonzosas se acercó al rostro de Iván, con sumo cuidado juntó sus labios a los de él en un beso un tanto apasionado. Los corazones de ambos estaban por estallar. Iván rodeo la cintura de Alejandro para acercarlo más a su cuerpo y sentir sus latidos a través de su pecho, lo ama hasta la locura, eso puede asegurarlo.

    — Debemos parar — Alejandro dijo entre risitas, después se soltó del abrazo de Iván —. Cuando regrese continuaremos con esto ¿Si? Te dejo a cargo de la planta eléctrica. Nos vemos, Iván.

    — Da. Nos vemos — Iván sonaba un poco más animado. Antes de salir de la habitación, Alejandro se asomó por la puerta.

    — Te amo — después, el moreno salió como alma que lleva el diablo de ahí. Después, salió de la casa con Alfred detrás para montar el caballo e ir lo más pronto posible a la capital.

    El camino se veía un poco menos desierto que en cualquier otro país. Parecía como si hubieran retrocedido doscientos años en el tiempo; había carretas siendo movidas por animales de carga, personas llevando carretillas llenas de cosas para vender, algunos otros que utilizaban un caballo para transportarse al igual que lo estaban haciendo Alejandro y Alfred, a excepción de una que otra motocicleta que utilizaba sólo electricidad y algunas bicicletas.

    — Parece más animado aquí. En mi casa apenas se mueven con bicicletas y unos pocos automóviles eléctricos. Parece como si nada hubiera pasado en este lugar. Tu gente luce tan despreocupada…

    — Saben salir a delante, eso es lo que pasa — Alejandro mencionó con un ligero suspiro —. Sólo espero que sigan así.

    Humans are impressive. Aren’t they? [Los humanos son impresionantes ¿No lo son?]

    — Sobre todo los míos — respondió Alejandro con su respectiva sonrisa altanera.

    Mine are too! [¡Los míos también!] — dijo Alfred indignado volteando su rostro para ver al moreno de reojo. Alejandro entonces se dio cuenta que Alfred ya no estaba encorvado como cuando lo recogió del desierto, sino que ahora estaba recto y le costaba un poco ver.

    — Oye ¿Sabes montar? — preguntó el mexicano de repente.

    Wh-why? [¿Por qué?] — Alfred sólo sabía montar como los cowboys de las películas y recordaba haberse caído muchas veces… Además, esta silla de montar era muy incómoda conforme a las que solía usar. También, cierto caballo llamado Pedro era de Alejandro y sabía muy bien que es de suma importancia el vínculo caballo-jinete.

    — Porque tu inmensa espaldota no me deja ver el camino — su voz se oía un poco malhumorada. Alfred se indignó aún más.

    — ¡Mi espalda no es tan grande, es del tamaño correcto! It’s cuz’ you’re a dwarf! [¡Es porque tú eres un enano!]

    — Y tú un cabeza hueca — dijo aguantando todo lo posible su mal humor. Paró al caballo y bajó de él —. Haste pa’ tras’ que vo’a sentarme adelante.

    Ok, ok, as you want [Está bien, está bien, como gustes] — siempre que los ojos de Alejandro se tornaban un poco más rojizos de lo que en verdad eran Alfred se sentía intimidado, por ello rápidamente se movió tanto como pudo hacia atrás. Alejandro se subió enfrente y tomó la soga.

    — Como es obvio que no sabes montar tendré que hacerlo yo. Pero agárrate bien que atrás es muy fácil caerse — tan pronto el caballo comenzó a moverse Alfred casi se cae de espaldas —. Te lo dije — sonrió el moreno. Alfred se agarró del arzón* haciendo que su pelvis quedara pegada a Alejandro — ¡No me arrimes el camarón, carajo!

    — ¡Me voy a caer!

    Alrededor toda persona que pasaba los miraba extraño, no sólo por ver un extranjero por esos lugares ya no existiendo el turismo como lo conocían, sino por la acalorada discusión que mantenían. Alejandro se sonrojó al notar que todo mundo los veía, mejor se bajó.

    Now what’s going on? [¿Ahora qué pasa?] — preguntó Alfred algo sorprendido.

    —Vamos a ir rotando ¿Está bien?

    — ¿Por qué no montas primero? Es tu caballo.

    — Tú no estás acostumbrado a caminar tanto como yo — Alfred se quedó mirando los rizos de Alejandro mientras éste dirigía al caballo. Sintió de nuevo su pecho arder en calor y su corazón acelerarse. Aún cuando ya no eran pareja seguía comportándose como siempre; Alejandro seguía siendo una persona bondadosa, amable, solidaria y seguía siendo un caballero, un hombre que veía por su bien, que le aguantaba sus niñerías y que le seguía haciendo sentir muchas cosas. También notó que a pesar de todo lo que había pasado se veía difícil de derrumbar, seguro, valiente. Pero, a diferencia de otros momentos que había pasado junto a él, no lo besaba, no le decía ‘güerito’ no había volteado a verlo a los ojos como antes lo hacía.

    Antes de darse cuenta ya estaban a un cuarto del camino en otro poblado y Alejandro aún seguía caminando. A los lados de las carreteras llenos de vegetación se extendían puestos y puestos de comida, artesanías y ropa.

    — Aquí vamos a parar — Alejandro paró el caballo frente a uno de los puestos de comida que tenía un pequeño árbol al lado. Después de amarrar a Pedro a una de las ramas del árbol le extendió una mano a Alfred para que bajara con cuidado.

    Thank you.

    Fueron a sentarse a una de las mesas de plástico que tenía igual sillas de plástico. Una señora un poco gordita con maquillaje de labios rojo fue a atenderlos.

    — ¡Alejandrito, que sorpresa! — La mujer lo estrechó fuertemente, sólo como las tías saben hacerlo. Alejandro sólo tenía una expresión de estarse sofocando.

    — A-a mí también me alegra verla Doña Dolores — Alfred la veía muy extrañado, nunca pensó que ella conociera al moreno. Cuando ella volteó con una sonrisa a verlo se sintió algo intimidado.

    — ¿Y este gringito quién es? ¿Es cuate tuyo, Alejandro? — Doña Dolores tomó las mejillas de Alfred y las apretó haciendo que se vieran rojas — ¡Que cachetes tan bonitos!

    Ma’am!** Please! [¡Señora, por favor!] — Alejandro se llevó la carcajada de la vida con eso.

    — Ya deje al princeso doña Dolo’

    — Oh, disculpen — la señora se apartó de Alfred algo apenada.

    — Su nombre es Alfred, sólo vino de visita. Vamos hacia la capital.

    — ¡Pero si es un engorro ir hasta allá! ¿Te parece si se quedan en mi casa a descansar hasta mañana? Tengo espacio también para Pedrito.

    — Se lo agradecería mucho Doña Dolo’ — Alfred aún miraba extrañado la escena — ¿Si tendrá un pozole verde y agua de naranja?

    — ¡Claro que sí! Aquí tengo de todo ¿Y para Alfredito? — Alfred por poco le reclama a Doña Dolo que su nombre es Alfred ¡ALFRED! No Alfredo ni Alfredito.

    — Para él unas quesadillas que si no le va a agarrar la venganza de Moctezuma*** y para qué jugarle al valiente ¡Ah! Si no la molesto ¿No tendrá un poco de alfalfa o col para mi caballo?

    — Claro, en un momento traigo todo.

    Doña Dolores se fue después hasta donde estaba la cocina. Entonces los dos hombres quedaron solos.

    — ¿De dónde te conoce ‘Doña Dolores’? — le preguntó el rubio a Alejandro tratando de que nadie los oyera.

    — Es una nahuala de la época del reinado de mi padre.

    — ¿Una qué?

    — Una ‘bruja’ como dicen ustedes — le respondió Alejandro con una sonrisa. A pesar de lo desesperante que podía ser el rubio, estando en lugares como este, no podía enojarse, se sentía muy a gusto.

    A-a witch?! [ ¡¿U-una bruja?!] — Alfred era un miedoso de primera y eso Alejandro lo sabía.

    — ¡¡SHH!! ¡Cállate! No es como tú crees. Los nahuales ayudaron mucho a su pueblo; algunos eran incluso curanderos y otros ayudaban a gente que lo necesitaba. No son ‘brujos’ en sí, son personas con poderes sobrenaturales que pueden convertirse en animales y hacer encantamientos, no hacen ‘magia negra’. Además… A ella le caíste bien, no te va a hacer maldades como los chaneques ¡De esos si te tienes que cuidar! Aunque no hacen más que esconderte las llaves de la casa o un zapato — Alejandro se relajó sobre la silla admirando el paisaje del lugar. Extrañaba la época en que su pueblo era libre, en que su padre lo cargaba sobre sus hombros por ese camino que antes estaba hecho de tierra —. Ella servía a mi padre, nos ayudó bastante durante la conquista. Ah, en esa época no estaba prohibido decirle a nuestra gente quiénes éramos, todo el mundo nos saludaba y mostraba sus respetos cuando pasábamos por las calles de la gran Tenochtitlán. No éramos dioses obviamente, ni tampoco sacerdotes, éramos protectores y lo mejor de eso es que no fuimos tratados como simples objetos para el manejo de un territorio, fuimos humanos para ellos ¡Pero bueno! ¡Eso ya es pasado!

    — No sabía eso… Debieron ser buenos tiempos.

    — Y lo fueron. Pero basta de cursilerías — justo a tiempo, Doña Dolores llegó con su comida y algo en una cubeta para el caballo de Alejandro.

    — Un pozole para Alejandro y unas quesadillas para Alfredito ¿No necesitan algo más?

    — No, gracias Doña Dolo’ — le sonrió Alejandro de vuelta y la mujer se fue.

    Pronto llegó la noche y como había dicho Doña Dolores, Alejandro, Alfred y el caballo se quedaron en su casa. El lugar parecía un tanto humilde pero grande; la habitación que ocuparían era compartida, amplia y tenía dos camas.

    Cuando Alfred se alistaba para dormir vio que Alejandro en vez de ponerse cómodo se ponía una chamarra gruesa de piel, un sombrero y un par de botas que se encontraban en un guarda ropas polvoriento. Quizá Doña Dolores había puesto eso en la habitación para él.

    — Alex ¿No vas a dormir? Ya casi da la media noche.

    — Voy a salir un rato — dicho esto cerró la puerta detrás de sí y salió al patio de la casa que también era amplio y tenía unas banquitas de madera alrededor de un asador de piedra.

    Desde arriba Alfred espiaba por entre las cortinas e incluso abrió un poco la ventana para poder escuchar.

    — Buenas noches, Itzel.

    — Totahtzin, siéntate.

    — ¿Trajo el pulque****?

    — Si. Pero a lo que nos atañe Totahtzin, tengo que decirte algo. Tuve suerte de que te aparecieras por aquí
    — dijo la señora con cara seria mientras le servía pulque a Alejandro en una taza de barro. Mientras tanto, Alfred seguía tratando de oír, pero le era casi inútil porque no sabía nahualt.

    Dígame— Alejandro tomó un sorbo del pulque, después la señora habló.

    Debes tener mucho cuidado con todo lo que hagas de ahora en adelante. He estado leyendo las estrellas últimamente y no traen buenas noticias. No tengo suficiente información, pero algo muy grande va a pasar y será no sólo perjudicial para los humanos, sino también para gente como nosotros — la señora tomó un trago de pulque y continuó —. Por eso te detuve hoy. Quizá estoy preocupándome de más y sólo se trate de un ‘reacomodo’.

    Muchas gracias por preocuparse Itzel.

    Creo que alguien más está escuchando — tan pronto como la señora le advirtió, Alejandro volteó hacia arriba encontrándose con el movimiento de las cortinas.

    — ¡Alfred, ya te vi! — le dijo Alejandro entre risas. Alfred una vez más asomó la nariz —. Baja ¿Quieres? Tenemos un poco de pulque aquí.

    Alfred estuvo un rato parado en medio de la habitación, debatiendo mentalmente si sería algo bueno bajar pues era de noche y ahí estaba la nahuala. Tenía un poco de miedo, pero aún así se alistó y bajó sin percatarse que afuera había más frío.

    — B-buenas n-noches — apareció Alfred tiritando.

    — Ah, pero si serás menso ¿Cómo te atreves a venir nomás con un suéter? — Alejandro se levantó de su asiento para quitarse la chamarra y dársela a Alfred quien primero la rechazó, sin embargo, al darse cuenta de que el frío de la noche le calaba los huesos la aceptó.

    — ¿Y tú Alex?

    — Yo ‘orita entro en calor con un poquito de esto — le dijo levantando su taza como brindando —. Salud.

    Doña Dolores le sirvió también una taza a Alfred —. Thank you ma’am.

    — ¿Qué dijo este? — preguntó un poco desconcertada la señora.

    — Que gracias, Doña Dolores.

    — Aaaah, ya. — Doña Dolores volvió a sonreír. Después de un rato calentándose al fuego del asador Alejandro sonrió volteando hacia el cielo.

    — ¿Sabe a qué me recuerda esto Doña Dolo’? A la época de cuando cantábamos por las noches usted, mi padre y yo. Aunque, ahorita estoy recordando una canción reciente, suena así:

    www.youtube.com/watch?v=NADQnHIxfoU

    Mostla, queman nehualt nionmiquis
    amo queman ximocuesco.

    Nican, ocsepa nican nionhualas
    cualtzin huitzitzilin nimocuepas.

    Soatzin, queman ticonitas tonatiu
    ica moyolo xionpaqui.

    Ompa, ompa niyetos ihuan
    totahtzin
    cualtzin tlahuilli nimitmacas.




    Woo!! Your voice is amazing, Alex! What’s the meaning of the lyrics? [ ¡Wo! ¡Tu voz es genial, Alex! ¿Cuál es el significado de la letra?]

    — Trata sobre un guerrero, éste le dice a su mujer que cuando él muera no esté triste, que mire hacia el sol sonriendo porque estará enviándole buena luz desde arriba con nuestro padre. También le dice que volverá a la tierra en forma de un colibrí.

    — Tiene sentido la melodía que acompaña a la letra si quiere retratar la esperanza. It’s a beautiful song [ Es una bonita canción] — Alfred estaba un poco sonrojado. Hace mucho tiempo que el rubio no oía a Alejandro cantar y su voz es una de las cosas que más ama de él. Recuerda vívidamente cada una de las serenatas que le cantó y su corazón se alegra.

    La noche avanza con lentitud, dando paso a un hermoso recuerdo que quería grabado en la memoria de las tres personas sentadas frente al fuego… El alma de Alejandro sigue siendo como Alfred la recuerda.


    QUOTE
    Espero que les haya gustado tanto como a mí me gusta escribir esto para ustedes. NOTAS *Arzón: Parte trasera de la silla de montar que parece un pomo. ** Ma’am: Ma Dame. *** La venganza de Moctezuma: Se refiere a los malestares estomacales extremos que puede sufrir un viajero que prueba comida mexicana demasiado condimentada. **** Pulque: Es una bebida alcohólica espesa y blanca que se obtiene de la fermentación del jugo del maguey.
     
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    Que bonito que actualizaras 💜
     
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  11. Graci FernandeZz
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    Hola queridos lectores! :D un gusto leernos de nuevo. Hoy les traigo una conty -quizá un poco corta- pero bueno, al menos voy a actualizar,
    porque cuando entre a estudiar quizá ya no me dé tanto tiempo para escribir como ahora - pero no se preocupen, que daré lo mejor para no dejarlos largos periodos de tiempo sin conty- . DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor. NOTAS: Como lo había dicho antes, este fanfic NO tiene como objetivo ponerse a favor o en contra de cualquier mandato político, ni nación y tampoco burlarse de ello o personas 'mencionadas' indirectamente en este escrito. Muchas gracias por leer :)

    Aunque sea un tarado.





    Al siguiente día, unas cuantas horas más tarde, Alfred y Alejandro se encontraban llegando a la capital. Era extraño no ver automóviles en las calles y avenidas, hasta cierto punto parecía una ciudad desierta a excepción de la gente moviéndose a pie y vendiendo en los puestos callejeros. Mientras más se acercaban a la zona residencial había menos gente afuera.

    Justo en frente de una mansión blanca con la bandera mexicana a ambos lados de la enrome puerta, Alejandro paró su caballo en el pasto del jardín, caminó entonces unos cuantos pasos más hasta la puerta donde un par de uniformados tomaron las riendas del animal y lo llevaron a otro sitio después de que Alfred bajara.

    — ¿Seguro que se encuentra aquí? — le preguntó Alfred al moreno cuando los hombres se fueron.

    — Estoy seguro. Ahorita que no hay combustible se la pasa ‘trabajando’ en su despacho personal — Alejandro tocó dos veces el timbre esperando a que alguien saliera.

    — Señor Alejandro, es un gusto verlo — una muchacha de cabello levantado en un chongo y un vestido de servidumbre abrió la puerta.

    — María, es bueno verte aún por aquí. Si no es mucha molestia ¿Podrías hablarle al copetudo y decirle que estamos esperándolo aquí? — Alejandro se acercó a ella para saludarla con un beso en la mejilla. Alfred se sentía celoso, por supuesto.

    — Claro. Pasen a la sala por favor, en un momento le hablo — la mujer se fue muy gustosa a decirle a su ‘patroncito’ que Alejandro y cierto acompañante se encontraban sentados en la sala esperándolo. Mientras, Alfred se sentó junto al moreno en silencio, creando una atmosfera bastante incómoda para los dos.

    La casa se veía bastante lujosa; del techo colgaba un candelabro que debía ser demasiado costoso para una persona promedio, el suelo estaba acolchonado por una alfombra que extrañamente estaba muy limpia, los muebles combinaban perfectamente con el color de las cortinas y había uno que otro cuadro de arte contemporáneo.

    — ¿Quieren algo de tomar en lo que esperan? — la sirvienta había bajado rápidamente las escaleras con una gran sonrisa característica de ella.

    — ¿Tienes tantito tequila? Hace mucho que no me tomo un caballito — Alejandro se levantó del sofá.

    — Sí, en el bar aún hay dos botellas ¿Y usted señor? — María volteo a ver a Alfred.

    Me? Am… Whisky? [¿Yo? Amm… ¿Whisky?]

    — En un momento se los llevo — Alejandro acompañó a María como si fuera su casa, con tanta confianza. Abrió el bar y sacó las botellas sin permitir a María hacer algo. No era descortesía, es que con el cariño que le había tomado a la muchacha no podía tratarla como una sirvienta, incluso mientras servía el tequila y el whisky le había estado coqueteando a la señorita con picardía en cada gesto ¡Hasta un beso muy cerca de los labios se atrevió a darle!

    Alfred se sentía muy incómodo con lo que veía, estaba molesto, irritado, frustrado. Ver que Alejandro ya no era cariñoso con él, que ya no lo trataba de forma especial y se comportaba como si no le importara su presencia ahí, eso lo ponía muy, muy celoso. Pero debía acordarse, que gracias a su ‘fabulosa’ decisión y su estupidez se encontraba en esa penosa situación. Quizá si no hubiera sido tan idiota como para dejarse manipular por su tío, tendría en este mismo instante a Alejandro en su casa junto a él y desde ahí estarían tratando de sobrepasar esa grave crisis energética colaborando codo a codo, pero sobre todo, estarían uno en compañía del otro amándose más que nunca… Se oye un chasquido.

    — ¡Pssst! Despieeeeertaaaa. Aquí tienes tu whisky — Alfred se despertó de su fantasía de golpe.

    Tha-thank you.

    Alejandro se sentó en el sofá de en frente junto a María hablando algo que parecía sin importancia para Alfred. Justo cuando el ‘jefe’ del moreno apareció, María se levantó rápidamente tomando el caballito vacío de las manos de Alejandro para llevarlo al bar.

    — Señor presidente — Alejandro se levantó y llevó su mano arriba para estrechar la de su jefe y éste a su vez la tomó con gusto.

    — Alejandro, es bueno verte — después de haber saludado al moreno se volteó hacia Alfred quien también se encontraba de pie —. Alfred, que sorpresa que nos visites.

    — Es un placer verlo de nuevo señor — Alfred trató de responder de lo más amable, porque de eso podía depender que lo ayudaran o no.

    — Alfred ¿Podrías esperar aquí? Tengo algo que tratar con el señor presidente si no es mucho problema.

    Sure… [Claro…] — el rubio se quedó ahí estático. Aunque, bueno, era algo tonto preocuparse pues ya sabía que Alejandro no lo dejaría hablar directamente, y estaba bien porque quizá él no podría negociar con tanta facilidad. Se quedó quieto viendo cómo aquellos dos hombres se alejaban hacia un pasillo grande.

    Después de cruzar por varios pasillos estaba el jardín con un césped bien cuidado y en el centro tenía una mesa con sombrilla y sillas de metal decorativas.

    — Siéntate — señaló el señor presidente a la nación, después se sentó él —. Bien ¿De qué querías hablar?

    — Voy a ser claro y conciso. Alfred vino a pedir nuestra ayuda; su tierra en invierno es helada y ahora sin combustibles ni electricidad su población no puede vivir en ese clima, necesitan estar en nuestro territorio por unos cuantos meses. Pensé que debía consultar esto con usted en primer lugar — Aunque sea un tarado agregó en su mente.

    — ¿Por qué no viene a pedirlo el mismo? Por lo que veo nadie viene acompañándolo, sólo tú.

    — Supongo que debió escaparse o algo. En estos momentos se encuentra algo indispuesto.

    — Ya veo, pero aún así… ¿Te pusiste a pensar en cuantas personas quieren entrar justo ahora? Son miles. Estoy mandado a tantos policías y fuerzas armadas como puedo para deportarlos. No tenemos recursos suficientes para mantenerlos aquí si quiera por un mes — ¡Vaya! ¿Por qué justo ahora tenía que aprender a utilizar su cerebro?

    — Ya lo sé. Estaba pensando en sólo construir un campo de refugiados temporal, algo fácil, prefabricado. Deme medio mes para construirlo, será fácil quitarlo después. Sé que no nos sería posible darles alimentos gratuitamente, pero los pobladores locales podrían vendérselos, incluso hacer trueques y bueno, lo único gratuito sería la estancia y la electricidad.

    — ¿Y el control? ¿Cómo harás para que no se queden aquí? — de pronto, parecía que la cara de tonto que tenía era sólo una máscara. Alejandro no debía sorprenderse tanto, quiere decir ¿Cuántos millones se habían robado el mandatario y su esposa frente a su nariz? Lo malo es que no podía hacer nada, después de todo, las representaciones de los países eran sólo una sombra.

    — Podríamos registrarlos.

    — Los sistemas se cayeron ¿Lo olvidas?

    — ¿Y hace dos siglos cómo se tenía el control migratorio? ¡Con tinta y papel, copetitos! Además, nosotros tenemos electricidad suficiente como para hacer una pequeña base de datos con unas cuantas computadoras funcionales. Para no ocupar tanto espacio sólo necesitaríamos fotografía y nombre completo.

    — No me faltes al respeto. Sigo siendo tu jefe a pesar de la catástrofe.

    — ¡Es que me está exasperando, señor! En realidad no es tan difícil como se ve. La población que recibiremos es sólo la más vulnerable, no tendremos a todo Estados Unidos en nuestro territorio. Me sorprende que siendo usted no le saque provecho a la situación — Alejandro de repente se dio cuenta de lo que había dicho y se tapó la boca. Mientras al señor copetitos se le ocurrió una idea muy buena. Un silencio extraño se instauró entre los dos.

    — Tienes razón, Alejandro. Sacaremos un buen provecho de esto.

    — ¿Sacaremos? Me huele a manada.

    — Esto nos beneficia a ambas partes… El costo de construcción, mano de obra, electricidad, hospedaje e impuestos. No es mucho pero en algo ha de ayudar. Que te quede claro, estoy siendo buena persona y por primera vez estoy pensando en mis ciudadanos.

    — ¿De qué habla? ¿Se le botó la canica, verdad? Con una economía colapsada no pueden pagarnos.

    — Lo que sí pueden hacer es perdonar una parte de la deuda externa.

    Después de pensar un rato, Alejandro respondió—. Bien. Pero ni crea que voy a dejar que esos sucios tramposos que siempre tiene al lado se hagan cargo de esto. Contrataremos a contadores y abogados recién graduados con honores ¡Nada de esos viejos arrugados que trabajan para la secretaría de economía! ¿Me entendió? — Alejandro lo miró a los ojos con ese brillo rojo característico de cuando se enoja.

    — Está bien. Eso lo dejo a tu cargo — El presidente extendió su mano y cerraron el trato. Algo tenía intranquilo a Alejandro. Ambos sabían muy bien que el jefe de Alfred no era alguien con quien se pudiera conversar de manera agradable ¿Cómo se lo tomaría? —. Iré a cerrar el trato junto a Alfred. Mientras encárgate de lo tuyo y ve lo más pronto posible con tu equipo de trabajo a Chihuahua.

    El presidente le sonrió y se levantó dando media vuelta hacia la sala de estar. Alejandro estaba tan desconcertado de cómo había sido tan fácil convencer a su jefe. Le siguió.

    Alfred volteó la mirada hacia el señor presidente y Alejandro que se encontraba detrás. Había notado un poco raro a su ex-pareja, pero lo tomó como si no fuera tan importante.

    QUOTE
    Espero que les haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo para ustedes. :3 Nos leemos otra ocasión,Graci-chan cambio y fuera!
     
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  12. Graci FernandeZz
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    Hooooola mis queridas (os) lectoras (es)! :D Al fin puedo actualizar. Espero que les guste tanto como a mí me gustó escribirlo para ustedes ;) DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor. ADVERTENCIA: Contiene LEMMON EXPLICITO y quizá no sea apto para personas sensibles ni para menores de edad (no sé para qué rayos pongo la advertencia si sé que de todos modos lo van a leer... pillinas(es) ewe) Ahora sí, redoblen tambores que aquí viene el fic!

    Inseguridades





    La puesta de sol ya casi acababa dando paso a la noche; las estrellas brillaban allá en el fondo sobre un manto azul que se fusionaba rápidamente sobre el negro y el amarillo. El calor era aún perceptible saliendo desde el suelo como una fina sábana cubriendo todo a su paso y el océano desprendía varios haz de luz que deslumbraban los ojos de los transeúntes que todavía se encontraban aprovechando la poca claridad que quedaba.

    Alejandro se encontraba en la carretera principal hacia el pueblo donde estaba la planta eléctrica. Caminaba encorvado, agotado. Después de todo había hecho el viaje esta vez en una sola pieza y no descansó.

    — Pobre, también has de estar cansado. Ya casi llegamos, nomás nos falta un tramo, Pedro — dijo parándose a contemplar el océano y la ciudad que se alzaba delante de éste. Palmeó el rostro del animal con cariño, entonces siguió caminando, tratando de no pensar en el dolor de sus pies y su cansancio emocional.

    Las calles iban vaciándose de poco a poco hasta que, de un momento a otro no había nadie y sólo unas pocas luces del alumbrado público empezaban a encenderse —era como un estado de austeridad para que todos pudieran ser beneficiarios de la electricidad sin excepción—.

    Los casquillos del caballo se oían a lo largo de la calle causando eco. Ahora que la electricidad estaba estrictamente racionada a ciertas horas del trascurso del día, sólo se podían oír algunos ruidos durante la noche; los grillos tocaban su característico ‘violín’, algunas insectos hacían un leve ruido al arrastrar sus patas, el sonido de la electricidad corriendo por el cable de una lámpara descompuesta.

    — Ya llegamos, Pedrito. Primero te voy a meter al patio y te sirvo agua — Alejandro rodeó la casa, caminó hacia el pequeño jardín trasero, hogar de su caballo. Después le quitó la montura, el freno y con una cuña de madera limpió con delicadeza y paciencia cada una de las pesuñas del animal. Con mucho cansancio se enderezó para ir por el cuenco de agua de Pedro —. Ahora sí, ya estas mejor ¿No? — justo cuando estaba palmeando al caballo que bebía agua, Iván salió por la puerta trasera.

    — Privet, Alejandro [Hola, Alejandro] — Alejandro se volteó a ver a Iván, no pudo evitar que una gran sonrisa se formara en sus labios a pesar de estar terriblemente agotado. Avanzó hacia el ruso a paso lento y pesado entonces, al estar frente a él lo abrazó pasando sus manos por arriba de sus hombros y dejando su peso caer en el pecho del otro.

    — Estoy muy cansado, Iván ¿Me llevas arriba? No tengo ganas de cenar — la voz de Alejandro sonaba muy apagada, quizá había sido mucho el viaje e incluso las emociones sufridas durante éste.

    Iván tomó de las piernas al moreno haciendo que rodeara su cintura cargándolo como si fuera un niño pequeño. Sin decir demasiado —porque sentía que lo agotaría aún más — llevó su mano derecha a acariciar la espalda de su querido Alejandro, pues pensó que lo ayudaría a liberarse de un poco de estrés acumulado. Al llegar a la habitación que compartían lo recostó con cuidado para que no se hiciera daño.

    — Gracias, Iván — Alejandro se inclinó un poco para besar su mejilla y seguido de ello calló dormido de repente. Iván lo observó curioso, él conocía bien al mexicano; Alejandro solía trabajar demasiado, doblaba turno, pasaba a veces días enteros sin dormir, cumplía las exigencias del chaparro y tonto de su jefe… Pero nunca lo había visto tan agotado, siempre estaba tan lleno de vida, tan lleno de energía que parecía nunca acabarse.

    Con mucha ternura apartó un mechó de cabello rizado de su frente, se veía tan ‘angelical’, esa vista nunca la olvidaría, es como si el subconsciente del moreno estuviera completamente en paz. Para no molestarlo se levantó de la cama dirigiéndose escaleras abajo.

    Por mala suerte, el rubio platinado seguía dándole vueltas al asunto ¿Qué tal si se habían reconciliado Alejandro y el capitalista? ¿Qué habría pasado en ese viaje? ¿Había vuelto a herir a su querido moreno? Por supuesto que con este tipo de pensamientos rondando su cabeza no tenía ganas de cenar.

    Con pereza se levantó de un sofá en el que se encontraba sentado a prender una grabadora de baterías para escuchar alguno de los discos apilados en un mueble de madera. Encontró varios CD’s de música clásica, no sabía que Alejandro le gustara ese tipo de música pues casi siempre lo veía escuchando música regional.

    Iván estaba dispuesto a relajarse, escuchó más de dos discos hasta sentirse lo suficientemente somnoliento. Cuando estaba por irse a dormir, vio que Alejandro bajaba por las escaleras tallándose los ojos.

    — Pensé que estabas durmiendo ¿Tienes hambre? Puedo prepararte algo de cenar — Preguntó Iván, quizá Alejandro había bajado porque su estómago después de unas horas más le reclamaba por algo de comer. Lo conocía tanto que también sabía de sus escapadas nocturnas al refrigerador.

    — Gracias, así estoy bien. Sólo quería descansar un poco para ti — el moreno aún sentía sus pies adoloridos y su espalda igual, pero eso no le quitaba las ganas de estar con Iván, pues desde que se había ido a la capital tenía deseos de tocarlo.

    — ¿Para mí?

    — Ajá. Ahora, shhh — Alejandro se acercó al ruso con lentitud y seguridad. Tocó con su índice sus labios para que no hablara más. Después, rosó apenas sus labios con los de Iván, sin embargo se separó y le sonrió pícaro —. Primero, vamos a la cama.

    El mexicano tomó la mano pálida y grande de Iván para guiarlo a la habitación entre la oscuridad. Alejandro sentía su corazón latir con rapidez e Iván sentía unas extrañas mariposas en su estómago, no era un hombre de muchos sentimientos y a pesar de ello, cuando estaba junto al moreno tenía tantas sensaciones que creía que su corazón explotaría.

    Alejandro le parecía a Iván un ser magnífico; tenía una perfecta combinación entre masculinidad y sensibilidad, podría decirse que era un completo caballero, alguien muy solidario, atento, amable, fiero cuando la situación lo requería, sarcástico, en demasía honesto que incluso llegaba a herir —aunque no todos sus habitantes fueran de esa manera —, galante, amoroso, alegre, trabajador. Y su apariencia no dejaba nada que desear, su piel morena, su cabello rizado, su figura agradable, su mirada penetrante lo hacían un hombre muy seductor aún sin querer serlo.

    Llegando a la habitación, Alejandro se encargó de cerrar la puerta detrás de ellos. Condujo a Iván hasta la cama.

    El rubio se le quedó mirando muy fijamente a Alejandro que se acercaba a gatas por la cama hasta terminar encima de él.

    — ¿Qué te pasa? ¿Por qué tan distraído? — el mexicano recargó su cabeza en el pecho de Iván pudiendo escuchar sus latidos fuera de control, aquello le gustaba, pero parecía que su pareja estaba muy entretenido viéndolo y no tocándolo como se esperaba que estuviera. Se enderezó un poco apoyándose en un brazo sobre su codo y descansando su cabeza en su propia mano. Después, con ternura paseó una de sus manos sobre el pecho ancho de Iván. Así mismo, trataba de incitarlo al abrir con lentitud uno por uno los botones de la camisa que el más alto traía puesta.

    Ny-nyet! [¡N-no!] Es sólo que — Iván podía parecer a simple vista un hombre intimidante y fuerte, sin embargo, también podía ser intimidado, aunque solamente por una persona: su querido Alejandro. En la intimidad había tenido infinidad de parejas, todas mujeres, claro está de diferentes edades, complexiones, estaturas y nacionalidades. No era algo de que sorprenderse, toda representación de un país tenía sus encuentros sexuales de vez en cuando como cualquier persona normal que se puede ver caminando en la calle. Con todos los siglos que traía encima, era una de las pocas naciones que nunca se había acostado con alguien de su mismo sexo, si quiera por experimentar. Además, Alejandro era por suerte, la primera nación varón que había llegado a amar.

    Hace poco, cuando se despidieron, Iván con mucha naturalidad pudo besarle apasionadamente. Hoy, estando en esta situación tan íntima y diferente se topaba con una barrera que él mismo se impuso.

    — Déjame adivinar — Alejandro sonrió de lado poniendo un poco más nervioso a Iván que no tenía ni idea de cómo decirle que no tenía experiencia, al menos con hombres. Entonces, juntó su cabeza a la frente del rubio cerrando los ojos, cuando los abrió lo miro directo al rostro —. No has tenido sexo con un hombre.

    — ¿Cómo lo sabes? — con sorpresa le preguntó.

    — Lo intuía.

    — Discul…

    — No — Alejandro puso su índice sobre los labios de Iván — No tienes porqué pedir disculpas — después se acercó a besarlo —. Yo estoy algo oxidado ¿Sabes? Con tanto trabajo no he podido tener sexo en muuuucho tiempo. Hace bastante que quería tocarte. Así que podemos ir despacio.

    Da. Yo también, hace mucho quería tocarte. Aunque no sepa muy bien cómo — Iván por fin reaccionó. De poco a poco se acercó a los labios de Alejandro. Primero, simplemente fue un rose ligero. Después, el tacto se volvió pleno, tal parecía que se acoplaban en movimientos de manera perfecta. Iván succionaba y lamía con discreción el labio inferior de su pareja sólo tocando la punta de sus leguas —. Ya lyublyu tebya. [Te amo]

    — Yo te lo puedo decir en sesenta y cinco idiomas — Alejandro río ante su propio comentario —. Pero te lo voy a decir en ‘castellano’: Te amo con toda mi alma, Iván — le sonrió para después seguir besándolo con la misma intensidad.

    La pareja se encontraba totalmente a oscuras, ni si quiera se les pasó por la mente traer una vela. Lo único que podían ver con claridad el uno del otro eran sus ojos, con eso bastaba en aquella ocasión. Prontamente, entre su unión mediante sus labios y en medio de la oscuridad, comenzaron a acariciarse entre sí; la mano grande de Iván se paseaba por la espalda baja de Alejandro y él, acariciaba el pecho desnudo del rubio platinado, estaba frío como siempre, con una ligera vellosidad también.

    Iván buscó mover todo su cuerpo para rosar su pelvis contra la de Alejandro. Ambos soltaron un jadeo entre besos, sus cuerpos comenzaban a reaccionar a sus toques. Alejandro podía sentir el toque de las telas de sus pantalones, el calor que sus cuerpos iban generando, sus miembros erectos buscando salir, el aliento de Iván sobre su rostro y cuello, el latir incontrolable de su propio corazón.

    Quizá sus caricias y sus movimientos eran lentos, pero lo más importante ahora para ellos era grabar cada parte de piel y sensaciones en sus memorias.

    Alejandro bajó un poco más su mano notando en el proceso que le abdomen de su pareja estaba más marcado de lo que esperaba, casi podía contar sus músculos: 1, 2, 3, 4, 5, 6… Bajando un poco más se encontró con un par de oblicuos firmes cubiertos de piel blanca pálida y vellosidad rubia que se extendía desde el ombligo hasta la orilla de sus pantalones y lo que cubría éstos.

    El ruso tocó, no sólo la espalda de Alejandro, pues en medio de su gradual aumento de temperatura su mente estaba poniéndose turbia. Entonces, con un poco más de atrevimiento tocó sus glúteos llegando a amasarlos entre sus manos grandes que casi llegaban a abarcarlos por completo. Recorrió también sus muslos que de igual forma eran firmes. Podía sacar la conclusión de que la piel entera del moreno era caliente y eso le ponía excitado.

    Mientras, entre varios gemidos reprimidos por los besos, Alejandro desabrochó con torpeza la hebilla del pantalón de Iván y, seguido de ello desabrochó el botón y la cremallera. Sintió ‘sin querer’ el pene del rubio en medio de su proeza por deshacerse del pantalón.

    — Espera, te ayudo — Iván se separó sólo por unos pocos segundos para quitarse lo que le quedaba de ropa. De igual manera, Alejandro se desvistió solo, quería sentir lo antes posible las manos de su amado sobre su piel desnuda.

    Como si fueran a perder la oportunidad de estar juntos, rápidamente acoplaron sus cuerpos de nuevo a sus movimientos; el moreno acariciaba ahora el costado de Iván con mucho cariño al igual que lo hacía con sus muslos. De la misma manera, Iván acariciaba la piel del moreno desde la espalda hasta las piernas.

    — Tus manos están, están poniéndose cálidas — mencionó Alejandro al sentir cómo su amado pasaba a tocar su cuello, pecho y abdomen.

    — Tu piel se está tornando más caliente — le comentó. Casi en seguida, el rubio bajó su mano hasta el miembro erecto de Alejandro. La punta de éste tenía ya un poco de pre semen. El mexicano gimió alto; percibir el toque de la mano de Iván, su calidez, la suavidad, el placentero cosquilleo que recorría su pene, pelvis y columna vertebral, en verdad lo estaba disfrutando como nunca en la vida.

    Iván era algo torpe con los movimientos de su mano, sin embargo hacía lo mejor que podía. Los dedos envolvían el miembro de Alejandro y subían y bajaban a un ritmo acompasado, al mismo tiempo, Alejandro subía y bajaba su pelvis buscando hacer más placentero el contacto.
    Con la mente nublada por las sensaciones, el moreno trató de bajar también una de sus manos para acariciar el pene de Iván, éste reprimió un gemido deteniendo un momento las caricias hacia su pareja. Alejandro era un poco más experimentado y eso Iván lo notaba en el movimiento de su muñeca al tocar su miembro y su mano lo envolvía perfectamente. En ese instante, cuando sintió que la palma de Alejandro rosaba la punta, hizo más fuerte su agarre en él.

    — M-me aprietas — se quejó Alejandro ligeramente.

    — Lo siento — entonces, prosiguió con sus caricias imitándolo. Con un poco de vergüenza pensó, que era como tener clases, pues cada movimiento que hacía Alejandro, él lo copiaba. Sentía que el calor aumentaba considerablemente y que quizá podría desmayarse.

    Alejandro aceleró el movimiento de su mano unos cuantos segundos haciendo gemir alto a Iván, eso lo hizo sonreír victorioso. El rubio se sonrojó tanto que hasta el cuello y sus orejas cambiaron de tonalidad. Como una venganza, él también aceleró sus caricias hacia el moreno apretando también sus dedos alrededor de su miembro, más éste no gimió.

    Un tipo de corrientes eléctricas los recorría a ambos y en un instante comenzaron a concentrarse en su zona pélvica. Los gemidos y respiraciones se volvían más descontrolados, más rápidos. Al sentir esto, el moreno dejó el miembro de Iván abandonado y posó su mano abierta sobre el vientre de su querido ruso, podía percibir que estaba a punto de correrse, sentía la tensión de sus músculos en esa parte e incluso el pene de Iván estaba temblando. Después, como un consuelo, movió su mano sobre la piel del vientre y se acercó a besar los labios pálidos que desde hace poco estaba tentado a probar; el sabor era algo casi indescriptible, era como probar algo envinado en medio del bosque, también podía sentirse el aroma a un té suave.

    El ruso seguía tocando el miembro de Alejandro un poco más lento, quería que todo eso durara un poco más. Sin embargo, él estaba a punto de correrse y con un solo toque más sucedería.

    Alejandro sentía su piel quemar cada vez que Iván pasaba su mano por su cuerpo. Estaba también a punto de correrse y por ello movía su pelvis al compás de la mano del rubio, pero quería que fuera más rápido, deseaba correrse lo más pronto posible mientras lo besaba, mientras sentía su corazón latir con rapidez y sentía su alma fusionarse con la de Iván. Entonces, bajó una mano libre hasta su propio miembro y encima de la mano de Iván dirigió los movimientos a ser más veloces y con la mano que tenía en el vientre del rubio entrelazó sus dedos con la izquierda que el ruso tenía en su cintura.

    En unas cuantas caricias más, Alejandro se corrió dejando que su semen manchara la mano de Iván y la suya. Soltó un profundo gemido al sentir como espasmos recorrían su vientre y su pene temblaba entre los dedos de su pareja. Se acercó de nuevo a besar lentamente al rubio.

    — Ahora te toca a ti — Alejandro soltó al rubio y bajó a gatas hasta que su rostro se encontrara en frente del pene de Iván. Como estaba demasiado cerca podía ver con detalle cómo era, entonces se dio cuenta que no sólo su rostro era atractivo, sino todo su cuerpo en sí. Sonrió para sí mismo con satisfacción antes de tomar el miembro en su mano derecha y darle una lamida a la punta.

    — ¡Espera!

    — No quiero — respondió el moreno entre risas dando otra lamida más, ahora a toda la extensión del falo.

    Iván estaba casi a punto de correrse, tanto así que aguantando esas fuertes sensaciones pequeñas lágrimas salían de sus ojos, casi imperceptibles. Trataba de concentrarse en cualquier cosa que estuviera en la habitación, pero no alcanzaba a ver más que la cómoda. Quería distraerse, sin embargo, la vista que le ofrecía el castaño lo estaba incitando a acariciar esos mechones rizados tan lindos, entonces lo hizo.

    Alejandro sintió las manos de Iván tocar su cabello. Lo más raro es que éste no los jalaba ni agarraba su cabeza para marcar el ritmo de sus lamidas… En ese momento, se le cruzó una sola imagen similar a lo que había visto ya hace tiempo atrás; era el güerito, pero empujaba su cabeza y de sus labios salían palabras sucias, no llenas de amor como las que él solía decirle. El moreno cerró sus ojos con fuerza para no recordar, para olvidar y darle vuelta a la hoja, porque se encontraba con alguien que lo amaba de verdad, que no lo traicionaría, que le estaba entregando su alma entera. Perdóname, Iván, se reprendió mentalmente por recordar en medio de ese acto a Alfred. Una lágrima se resbaló de su rostro sin que Rusia lo notara.

    Iván sentía que si Alejandro lamía una vez más su pene explotaría y como si el moreno le leyera la mente se lo metió hasta la mitad en la boca.

    — ¡Alejandro! — el rubio alejó una de sus manos de la cabellera de su pareja para llevarla hasta su boca y morder el dorso, estaba aguantado demasiado. Alejandro sólo aceleró el movimiento de su cabeza hasta que unas tres estocadas más, Iván se liberara en un orgasmo intenso. En ese momento, la mano del ruso apartó torpemente el rostro de Alejandro de su pene para no mancharlo, en realidad eso le daba mucha vergüenza.

    — No me importaría probarlo ¿Sabes? — Iván volteó ¿Acaso estaba molesto? Alejandro seguía viendo con una sonrisa pícara como el pene de Iván temblaba y lo tocó con la punta de su índice. Después de que terminara de temblar e Iván regularizara su respiración se sentó arriba del torso de éste y le tomó de ambas manos entrelazando sus dedos.

    — Gracias, pero está mejor así. Da? — Alejandro sonrió de lado, seguido de ello le dio un beso en la mejilla.

    — Eres muy lindo ¿Lo sabías?

    — Todo el mundo dice que me veo como un asesino serial — en ese instante a Iván no le importaba lo que los demás pensaran de él, ni que tan solitarios eran sus recuerdos. Estando con Alejandro nada más le importaba, incluso podía reírse de sus penas habituales.

    — Para mí eres un compañero de vida perfecto — dicho esto se tiró de lado soltando a Iván, pero sin dejar de verlo a los ojos que tanto le fascinaban.

    — Has de estar muy cansado. Hay que dormir un poco ¿No crees? — Iván acarició el rostro de Alejandro, después besó su mejilla con ternura.

    — Claro. Buenas noches… Ya lyublyu tebya, Iván — cerró sus ojos. En seguida, se acomodó en el pecho de Iván y él lo abrazó por la cintura.

    — Buenas noches, Alejandro.
     
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  13. Graci FernandeZz
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    Hola! ¿Cómo están? Espero que bien. Me da mucho gusto volver a leernos ¿Saben qué? Las vacaciones se acercan a pasos agigantados ¡Siii! Pido disculpas por no haber podido actualizar pronto. Mi cabeza estaba como una nuez seca y no encontraba inspiración por ninguna parte, ja ja ¡Pero bueno! Aquí estamos por fín teniendo una conty, que al menos yo considero un poco más larga que las otras :D DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. Los OC de los Latinos no son míos, derechos a su respectivo autor. Ahora sí ¡Redoblen tambores!

    Una ciudad en medio del desierto





    En la planta eléctrica, durante su último día de trabajo, Alejandro e Iván delegaban tareas a los jefes de área para que el funcionamiento del complejo fuera óptimo en todo momento. Debido a que tanto el ruso como el mexicano tenían diferentes áreas a su cargo, durante toda la jornada de trabajo, apenas se cruzaron mientras anotaban algunos números en una tabla, sin embargo, cada vez que pasaban uno al lado de otro se dedicaban miradas fugaces.

    El trabajo valía la pena; Alejandro ayudaba a su gente de manera directa como siempre le había gustado hacer. Además, tenía a Iván muy cerca y eso lo tenía muy contento, más que de costumbre. A Iván también le gustaba mucho el tener a su querido moreno tan de cerca todos los días, pero no sólo eso lo tenía contento, el poder aprender y enviar información a su jefe para ayudar a su población también lo mantenía con ánimo extraordinariamente bueno.

    — ¡Pff! ¡Hasta que por fin puedo verte! ¿Creerás que una de las turbinas se dañó? Eso nos costó media hora de electricidad para un pequeño pueblo, pero se solucionó rápido ¿Qué tal te fue? — Alejandro iba caminando junto al rubio de regreso a su hogar para después poder viajar. Revolvía su cabello, tenía mucho calor e Iván parecía no inmutarse ante las altas temperaturas.

    Kol, kol, kol. Sabía de la turbina averiada, eso paralizó nuestras actividades también, Alejandro.

    — ¡Cierto, qué tonto! Ja, ja.

    — Me surgió una duda, Alejandro. Hoy en la mañana me dijiste que vamos a viajar ¿Cómo vamos a ir hacia Chihuahua? El camino es largo, no creo que Pedro pueda llevarnos hasta allá de una sola pieza — Alejandro volteó a verlo enarcando sus cejas como burlándose.

    — No es tan difícil como parece. Esto es lo que haremos: primero empacamos, después le dejamos las llaves al casero, entonces nos llevamos a mi caballo con nuestras maletas y paramos en cada ciudad que encontremos a descansar. Llegando a Chihuahua formamos el equipo de trabajo que quiere el copetitos ¿Te parece?

    — No creo que el caballo esté en condiciones. Fueron dos días de viaje.

    — ¡JA! Si aguantó al gordo de Alfred y a mí juntos entonces, puede aguantar lo que sea. Es un animal confiable, muy fuerte. Además, le daremos un descanso cada tres horas de una hora entera y las noches… Sí, tardaremos tres días en llegar a este paso, pero tampoco quiero matarlo de cansancio.

    — Uh, está bien.


    Más rápido de lo que pensaban, dos semanas ya habían pasado como agua entre sus dedos. El viaje fue muy interesante y entretenido para Iván, había muchas cosas de México que no conocía, porque su amado Alejandro no sólo tenía playas y buenos cócteles, tenía una riqueza cultural que dejaba maravillado a cualquiera, buena comida, gente hospitalaria también. Alejandro viajó casi siempre sobre el caballo y muy pocas veces caminaba un tramo completo de carretera.

    Ahora, ambos se encontraban cargando una que otra pieza para la cerca que demarcaría los límites de la zona de refugiados.

    El sol abrazador caía sobre todos los trabajadores que iban de allá para acá. En el lugar se estaba construyendo, no sólo una cerca, sino también se instalaban suficientes carpas lo bastante resistentes y con las comodidades básicas para vivir una temporada. Parecía desde lejos, verse una gran villa o ciudad de un puro color blanco con piso de arena y tierra, a las orillas de ésta se encontraban por lo menos tres entradas grandes con carpas café a ambos lados que se supone, serían el segundo puesto de registro después de la aduana. Un par de grandes tubos emergían de la tierra y éstos serían para suministrar agua potable. Un poco más alejado de la villa, había un conjunto de paneles solares enormes que emergían a diferentes distancias del suelo, se conectaban a los tubos de agua potable y de ahí a un generador y un almacenador de energía, lo cual no sólo servía para proveer de electricidad a la ciudad, sino también de agua caliente en un tipo de baños públicos ubicados cada unas cuantas carpas.

    Iván estaba impresionado de cómo, un proyecto tan grande, podía estar a punto de concluirse en tan poco tiempo, que además fuera sustentable y que todo necesitara pocos materiales. También, sentía en el fondo de sí, una gran satisfacción al estar ayudando a ello. Si bien el capitalista nunca le cayó bien, esto lo estaba haciendo por Alejandro, por nadie más… o quizá sí. Después de todo, cada cosa que iba aprendiendo, cada detalle lo enviaba a su jefe para poder ser utilizado cuanto antes para ayudar a su población. Estaba completamente agradecido con Alejandro por ello.

    — ¡Piensa rápido, Iván! — Alejandro le aventó en las manos una botella de agua al ruso. Un poco torpe la atrapó.

    спасибо, Alejandro [Spaseeba, Gracias] — Iván vestía un par de pantalones gruesos color café claro, un par de botas negras y una camiseta blanca de algodón. Alejandro vestía lo mismo, pero se había quitado la camiseta y sudaba a gota gorda por el calor que había. Aún siendo casi invierno, esa parte del país siempre había sido calurosa, sólo al llegar la última semana de Diciembre y las primeras de Enero se atrevía — a pesar de que casi nunca pasaba esto — a nevar o caer agua nieve.

    — Sólo mirarte me da más calor — comentó Alejandro. Iván estaba bastante rojo y Alejandro podía casi jurar, que si Iván fuera humano, se habría enfermado ya de algo grave por el calor que no estaba acostumbrado a soportar — Quítate la camisa. A fin de cuentas que aquí no hay viejas que nos reclamen —. Iván rió por el comentario tan despreocupado de su querido mexicano.

    — ¿Estás seguro? Quizá sería incómodo para los demás verme así — Alejandro sonrió de lado ¿En serio estaba pensando que molestaría la vista que diera a los demás? En primer lugar había que mencionar que sólo había hombres en ese lugar, quizá alguno que otro loco trajeado con ese calor, pero hombres al fin de cuentas. En segundo lugar, aunque tuviera un poco de vellosidad ésta era tan rubia que apenas se notaba y su abdomen parecía no tener grasa corporal. En tercer lugar, casi todos los trabajadores eran del típico estereotipo gordito y velludo que en ningún momento se rasuraban si quiera el poco bigote que tenían. A esto había que agregar que todos andaban sin camisa y a nadie le importaba aquello.

    — Te la quitaría yo, pero en privado — le respondió el moreno con una sonrisa pícara.

    — Pueden escucharnos — Iván, antes de que Alejandro se le ocurriera seguir diciendo tales comentarios, se quitó la camisa. Alejandro se moría de ganas de tocarlo con sólo ver su torso descubierto, pero tuvo que contenerse.

    — ¿No estás cansado? Ya pasaron unas cuantas horas bajo el sol — Alejandro destapó su botella de agua y la tomó de un solo trago. Al levantar el brazo, Iván vio una pequeña parte de un tatuaje.

    Nyet [No] — Iván tomó el brazo de Alejandro elevándolo para ver el tatuaje completo. El moreno se dejó ver tranquilamente — ¿Qué es esto? Parece una calavera.

    — Es Tezcatlipoca, el dios de la oscuridad y la muerte. A primera vista parece malo, pero era el gran maestro de los guerreros. Mi padre tenía uno al igual que todos sus hombres dedicados a la guerra. Yo era un niño entonces, así que no pude portarlo sino hasta mi adultez, cuando me independicé de Antonio. El anciano me dijo que éste tatuaje era algo especial, no era de esos que te protegían en el campo de batalla, sino a tus seres queridos mientras librabas la batalla — Iván lo tocó apenas con la punta de los dedos. En realidad, aquel tatuaje parecía sacado de un místico libro de magia ancestral y parecía sentir que una película pasaba en su mente al escuchar el relato —. Aunque, bueno. Tú no has de creer en estas cosas. Muchos de nosotros hemos olvidado nuestros orígenes.

    — Está muy bien hecho — es lo único que atinó a decir Iván. Estaba perdido en aquella imagen. No todos los días se veía algo igual y menos tan antiguo —. La tinta no se ha corrido.

    — ¡A que te gustaría tener uno de estos! — se rió Alejandro. Después de un rato, el moreno bajó el brazo —. Siento interrumpirte, pero hay que trabajar… Además, en la noche tendrás tiempo para observarme mejor — dijo esto último susurrando.

    Iván se dio media vuelta también, en realidad había mucho trabajo que hacer. En una carpa café, donde se encontraban ‘los trajeados’, guardó la camisa y cuando se disponía a salir de ahí sin molestar, un joven desaliñado y con lentes le tocó el hombro.

    — ¿Señor Iván?

    — ¿Sí? — Iván se volteó ¡Y vaya aura de grandeza que desprendía! El chico era de estatura chica y estaba por bajo del peso adecuado para sí. El joven estudiante bajó la cabeza, nervioso.

    — So-soy Enrique Vallejo García*, estudiante del Instituto Tecnológico de Chihuahua. Formo parte del equipo que u-usted y el señor Alejandro formaron especialmente para tratar de contactar con el exterior.

    — Un gusto — Iván parecía frío. Sin embargo, en realidad estaba feliz de saber que muchos jóvenes tenían talento como aquel chico que se encontraba en frente de él.

    — Só-sólo quería informarle que hace falta una computadora portátil para establecer conexión en video. Hemos podido conectar con Centroamérica, Suramérica y parte del continente europeo por medio de mensajes sencillos. Mañana podríamos tener una video conferencia con todos, por eso necesitamos la computadora.

    Iván vio detrás del joven. La carpa estaba repleta de cables, CPUs amontonados, unas cuantas pantallas, tazas de café sobre las mesas que también estaban inundadas en papeles.

    — Está bien, informaré a Alejandro de esto.

    — Gracias, se-señor.

    — Tienes talento, no lo desperdicies — le dijo como cumplido antes de retirarse de ahí. El chico volvió con sus compañeros a teclear unas cuantas cosas.

    Saliendo de la carpa los ojos experimentaban una ligera ceguera por el sol. A lo lejos, Iván divisó a Alejandro cargando seis postes de color blanco hacia la cerca. Se acercó y tomó sin previo aviso la mitad de la carga.

    — Alejandro, uno de los estudiantes me dijo que ya establecieron conexión. Mañana planean tener una video conferencia y necesitarán una computadora portátil. Yo les daría la que tengo, pero…

    Alejandro tiró ahí mismo los postes y se dirigió corriendo hacia la carpa. Si quiera le dio tiempo a Iván de explicarle todo. Antes de ir detrás de Alejandro, Iván llevó todos los postes hacia la cerca.

    El moreno asustó a todos por su entrada apresurada al lugar —. Disculpen ¿Creen que pueda usar la conexión ahora? — dijo entrecortado.

    — Un momento señor — Enrique, el ‘jefe del proyecto´ se acercó a la computadora principal. Tecleó por aquí y por allá hasta obtener en la pantalla central un cuadro de diálogo en negro con el cursor en verde eléctrico —. Disculpe que la apariencia sea rústica, para mañana estará funcionando como cualquier computadora normal.

    — No te preocupes, hacen un buen trabajo. Si me disculpas — Alejandro se acercó hasta el teclado y el muchacho se hizo de lado para que el moreno pudiera empezar a escribir — ¿Sólo debo ingresar las palabras y apretar la tecla de ‘Enter’?

    — Sí, por ahora el chat que abrimos aparecerá para Centroamérica, Suramérica y Europa. Sólo los que estén conectados.
    Alejandro estaba algo nervioso. Hace mucho tiempo que las líneas de teléfono, el internet y cualquier medio de comunicación se habían perdido. Se sentía como si fuera la primera persona en el mundo en utilizar una computadora. Como si fuera el primer hombre en pisar la Luna o algo parecido.


    México: Hola.



    El chico miró curioso lo que había aparecido en la pantalla. Se preguntó mentalmente si acaso habían, él y sus compañeros, trabajado tanto sólo para que enviara ese mensaje tan soso.


    México: Soy Alejandro Carriedo ¿Hay alguien ahí? Bueno, eso era un progreso. Encogió los hombros.


    Alejandro estaba desesperado por una respuesta, cualquier signo de vida ahí afuera. Empezaba a morderse las uñas. Iván apareció atrás y le tomó del hombro haciendo que el moreno le regresara una mirada preocupada… ¿Quizá sus hermanos y primos aún no habían salido del hoyo?


    Colombia: ¡Oh por dios, Alejandro! Soy yo, Catalina.

    Chile: ¡¿Cómo estái, weón?! Escribe aquí Manuel.

    México: ¡Están vivos! Pensé que nunca más podría hablar con ustedes. Es un alivio.



    Alejandro se dejó ser un poco sentimental, así que escribió lo que en verdad estaba pensando. El saber que su familia estaba aún ahí hacía que la tensión en su estómago se liberara casi de golpe.


    Perú: ¡Pe, pensé que ya no la contabas! Francisco, aparécete.

    Ecuador: ¡Eso lo iba a decir yo, loco!

    México: Hola, muchachos. Es un gusto hablar de nuevo con ustedes.

    Argentina: ¡Vosotros haces mucho escándalo por nada! Este pelotudo ni en un millón de años se ha de morir.

    España: ¡Mis niños! ¿Estáis bien? Me han tenido muy preocupado.

    Francia: J’étais très effrayé pour vous mes enfant. Comment allez-vous ?
    [Estaba tan asustado por ustedes mis niños ¿Cómo están?]

    Inglaterra: They are enough strong to take care of themselves, you idiots… [Ellos son lo suficientemente fuertes para cuidarse solos, idiotas…] En el fondo, Arthur sabía que los latinos sabían dar pelea. Sin embargo, hablando de Alfred no podía decir lo mismo. El rubio grandulón podía crear grandes empresas, monopolios, hacerse de tierras y ser la potencia más rica del mundo. Pero si algo salía de los parámetros de lo que podía por sí mismo controlar, le era aterrador y no podía pensar con claridad para solucionar las cosas.

    Perú: Estoy de acuerdo con el cejotas, pe.

    Ecuador: Yo igual.

    México: No me creerán, pero en verdad ya extrañaba hasta sus agarradas de greña.

    Chile: Sigo sin entender tu idioma, weón.


    México: ¡Pero si todos hablamos español, Manu! Bueno… casi todos.

    Argentina: No deberías quejarte, Manu. Lo que vos hablas es todo menos español.

    Venezuela: Parece que me perdí de mucho ¿De qué hablan?

    España: María, mi ángel ¿Todo bien?

    Venezuela: No me digas así, ya no soy una niña.



    Alejandro volteó a ver al chico de al lado — ¿No podemos tener video en tiempo real? — Eso es lo que le había dicho al señor Iván. Sólo necesitamos una computadora portátil. Mañana en la mañana estábamos planeando ponerla en funcionamiento a las 10 am al mismo tiempo que las otras regiones con las que hemos tenido contacto.

    México: Bueno, ya. A lo que venimos ¿Ya todos tienen los implementos necesarios para la video conferencia mañana?

    Inglaterra: Yes, but. Why Alfred is not online? I can´t see his messages.
    [Sí, pero ¿Por qué Alfred no está en línea? No puedo ver sus mensajes]

    Francia: Moi aussi. Où sont Matt et Alfie? [Yo también ¿Dónde están Matt y Alfie?]

    España: Calmaros los dos. Seguro podremos contactar con ellos en poco tiempo.

    Inglaterra: You say that because you have talked to your family and you know they are fine, tomato head. Alfred and Matthew are important too. They are my ‘kids’, Antonio! I cannot leave them.
    [Dices eso porque ya sabes que tu familia está bien, cabeza de tomate. Alfred y Matthew también importan ¡Son mis ‘niños’ Antonio! No puedo dejarlos solos]

    México: Calma señores. No deben preocuparse.

    Francia: Tu n’ais entends pas ! Matthew est mon enfant, Alejandro !
    [¡Tú no entiendes! ¡Matthew es mi ‘hijo’!]

    Chile: ¿Sabí que estái perdiendo el control? Respiren profundo por favor y cálmense que esta wea no se arregla así.

    México: Chile tiene razón. Por favor, no se alarmen.

    Colombia: También concuerdo con Manu.

    Argentina: Odio reconocerlo. Pero yo también creo que debemos pensar en algo que podamos hacer en vez de crear una riña.

    Perú: ¿Quién diría, Pe? Nosotros poniendo el control.


    Ecuador: ¡Ya sé, Loco! Que hecho verga está la situación.

    México: Yo soy quien está más cerca geográficamente de Estados Unidos y Canadá. Me daré a la tarea de saber algo de ellos para la tranquilidad de ustedes. Además, no debe tardar en venir el gringo a verificar junto a su antipático ‘tío’ que el campo para refugiados vaya conforme a lo planeado.

    Inglaterra: Refugee camp? Hey. What’s going on?! I demand an answer, right now!
    [ ¿Campo de refugiados? Hey ¡¿Qué está pasando?! ¡Demando una respuesta, ahora!]

    México: Tranquilo señor Arthur, tranquilícese por favor. No es un campo de refugiados de guerra, es para resguardar a los ciudadanos estadounidenses en mi territorio en lo que pasa el invierno.



    — Tu familia es muy ¿Ruidosa?

    — A veces, Iván. Yo más bien diría, disfuncional — Alejandro volteo hacia la pantalla esperando otro mensaje.


    Inglaterra: You scarred me, kiddie. Use another word, not refugee camp [Me espantaste, niñito. Utiliza otra palabra, no campo de refugiados]

    México: Discúlpeme, no fue mi intensión.


    Pasó más de una hora en hacer acuerdos para la video conferencia que se llevaría a cabo al otro día. El equipo de ingenieros estaba desesperado puesto que cada minuto que pasaba el trabajo era obstaculizado.

    Por la noche, Iván y Alejandro se retiraban a descansar en un pequeño pueblo cerca de la construcción. Ahí una amable anciana les rentaba una habitación y les hacía comida. En el cuarto había sólo lo necesario: dos camas, un escritorio con silla y un baño.

    La luz de la computadora pegaba de lleno en el rostro de Iván quien estaba escribiendo un informe sobre la instalación del campamento y su distribución de energía solar. Mientras tanto, Alejandro estaba sentado en la cama mirando al rubio. Iván se notaba tan concentrado.

    — ¿No te molesta que estemos aquí? — soltó lo que estaba pensando.

    Nyet [No] ¿Por qué?

    — Pensaba que no te gustaría estar en un lugar tan rústico — Alejandro río por lo bajo —. Aquí ni si quiera tenemos un armario.

    — Está bien — respondió en seco sin voltear su vista de la pantalla. El moreno hizo un gesto de disconformidad, nunca le había respondido así.

    — ¿Qué pasa? — se levantó de la cama hasta donde estaba el ruso. Después, pasó sus brazos por arriba de los hombros tensos —. Te sientes tan estresado que ya no sé qué parte es hueso y que parte es músculo — Alejandro comenzó a masajear los hombros de Iván y éste último se desconcentró un poco sintiendo que el peso de sus hombros estaba siendo dejado de lado.

    — Quiero terminar el informe de una vez — Iván siguió tecleando unos minutos más hasta que terminó y presionó una tecla que decía enviar.

    — ¿Terminaste? Llevas horas frente a la computadora — Alejandro acercó su rostro hasta la pantalla — ¡Mira! Ya pasa de media noche.

    Da [Si] Lo sé, Alejandro— cerró la computadora con mucho cuidado y se talló los ojos. Sentía que le picaban. Se levantó de la silla.

    Alejandro pasó sus manos por los hombros de Iván. Le sonrió —. Vamos a acostarnos ¿Quieres?

    Iván lo siguió. Ambos se acostaron en la misma cama mirándose el uno al otro. Los ojos de los dos tenían impreso el cansancio de tanto trabajo y estrés. Incluso unas horas antes habían tenido que lidiar con el gringo y su jefe. La tensión reinaba en aquel lugar, aún en aquellas situaciones, Iván y Alfred no se soportaban. Sin embargo, por el bien de todos convivieron con diplomacia.

    — ¿No te duele? — Iván guió su mano hasta el costado derecho de Alejandro. Estaba ahí un moretón grande gracias a que unos materiales le habían caído encima.

    — No, ya está sanando — Alejandro se acercó con cuidado hasta pegar su torso al de Iván. El pijama que usaba Alejandro siempre consistía sólo en un par de pantalones de algodón. E Iván utilizaba un conjunto completo.

    Iván besó los labios del moreno con suavidad. Le parecían a él tener algún aditivo poderoso que, una vez probado, no puedes dejarlo, casi como las drogas. El beso transcurría, para sorpresa de los dos, con suavidad y lentitud y así pasó un rato hasta que necesitaron aire.

    Alejandro inhaló mucho aire de golpe haciendo que le doliera el costado, su cara lo reflejó siendo esto muy notorio.

    — Disculpa — los ojos de Iván se posaron en el costado de Alejandro, en realidad se veía mal. La mancha pasaba de ser morada a tonos rojos y verdes. Después, lo acarició tratando casi en vano de calmar su dolor.

    — No tienes porqué poner esa cara. No es tu culpa — Alejandro le sonrió de lado. Iván tenía un semblante algo triste. Seguido de ello, acarició el cabello rubio cómicamente con su mano hecha puño e hizo un gesto divertido —. A veeer… Muéstrame una sonrisa. Casi siempre te vez serio.

    Iván sonrió divertido. Alejandro era siempre una persona divertida. Su estado de ánimo cambiaba mucho con sólo estar junto a él. Aprovechando esto, el moreno le dio un pequeño pico en los labios.

    — Así te vez mejor — Iván se puso encima de él. Entonces, estando de esa manera, le dio un beso caluroso, pasional. Entre sus movimientos Alejandro se quejó una vez más del molesto dolor agudo —. Discúlpame. Creo que hoy no voy a poder ‘cumplir mis funciones’ No creas. Esto también me frustra — rió.

    — No me molesta, está bien Alejandro — el moreno se le quedó viendo a los ojos por unos segundos estando demasiado contento. Había una sensación extraña de felicidad explosiva emanando de su pecho.

    — En verdad eres un caballero, eh — Iván sonrió casi hasta terminar riendo. Después, tomó la mano de Alejandro. La elevó hasta su rostro y posó sus labios suavemente sobre el dorso.

    — Quizá — le respondió.

    Iván se recostó y tomó a Alejandro con mucho cuidado de no tocar su costado. Lo recostó sobre su pecho con suavidad, dejando que su cabeza descansara ahí.

    Alejandro se arrulló rápidamente con los latidos y el respirar de Iván. El sonido de su pecho era tan armonioso, tan calmo que de momento se sintió como un bebé. Se sintió protegido entre sus brazos y así cayeron ambos en profundo sueño.

    QUOTE
    Espero que les haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo para ustedes. *El nombre del chico lo elegí al azar, no sabía cual poner :P así que no tiene nada que ver con la realidad ¿ok? ¡Graci-chan cambio y fuera! :)
     
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  14. Graci FernandeZz
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    Hola queridas (os) lectoras (es) ¿Cómo están? ¿Qué tal las vacaciones? Yo la pasé genial, espero que les esté yendo bien en sus escuelas, trabajos, etc. Hoy les traigo la conty ¡Yeeei! Espero que les guste mucho. ADVERTENCIAS: No estoy a favor de ningún país, ideología o forma de gobierno. Y este fic es, como su nombre lo dice, MERA FICCIÓN, se recomienda discreción de quien lo lee. DISCLAIMER: Los personajes que aparecen aquí no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. Los OC’s de los latinos tampoco son míos, derechos a sus respectivos autores.

    Esclavitud




    Alejandro se estaba revolviendo con molestia sobre la cama. Afuera se oía que alguien tocaba.

    El moreno se despertó con cara de pocos amigos. Sin embargo, cuando volteó a ver el rostro apacible de Iván durmiendo, tal sentimiento se desvaneció dejando una agradable calidez.

    Se levanto con movimientos suaves para no despertar al ruso. Perezoso caminó hasta la puerta y la abrió.

    Good morning, Alex! [¡Buenos días, Alex!] — Alejandro tapó rápidamente la boca del estadounidense, volteó hacia atrás y después cerró la puerta lentamente.

    — Shh, lo vas a despertar — Alfred trató de hablar a través de la mano de Alejandro. Después, el moreno lo soltó.

    Sorry [Lo siento] — el rubio se dedicó a analizar la situación. Frente a él había un Alejandro desarreglado ojeroso, con un moretón horrible. En la cama del moreno estaba el comunista, con la camisa desarreglada durmiendo plácidamente. Alejandro no quería que lo despertara y su rostro reflejaba mal humor — ¿Quién te golpeó? — le preguntó Alfred seriamente, la sangre le comenzaba a arder en furia. Tenía que haber sido el ruso sin lugar a dudas o más bien eso es lo que pensaba.

    — ¿De qué estás…?

    Who beat you?! [¡¿Quién te golpeó?!] — Alejandro volteó a ver su costado, aún tenía esos desagradables colores adornándolo. Había pensado que quizá se le quitaría por la mañana — It was him? [¿Fue él?]

    — Espera, para tu carro un momento ¿Quieres? — le miró. Alfred sentía que los ojos de Alejandro le taladraría el cráneo. Lo había puesto de mal humor —. Esto me lo hice yo construyendo TU villa para TU gente.

    — Alex, discul…

    — Ya, por favor, ya. No quiero aguantarte desde tan temprano — dijo frotando sus sienes con las yemas de sus dedos mientras cerraba sus ojos y contaba del uno al diez —. Ah, y controla tus emociones, ya no somos unos mocosos.

    Alfred bajó su mirada ¿Desde cuándo se había vuelto tan dócil? Alejandro logró ponerlo en su lugar unas cuantas veces ya en las últimas décadas… No se había dado cuenta de que poco a poco iba madurando estando junto al moreno. Claro que, cuando eran una pareja, sus ‘regaños’ eran sutiles. Últimamente los roces eran más frecuentes.

    — ¿Qué se te ofrece? — preguntó Alejandro un poco más calmado. Alfred despertó de su ensimismamiento.

    — Yo, venía a agradecerte por la construcción de la villa. Está quedando muy bien. También es lo suficientemente grande para mis ciudadanos.

    — Me alegro. Aún faltan dos semanas para finalizar el proyecto — Alejandro sonrió de lado felinamente —. También le debes gran parte a Iván.

    Alfred no pudo evitar que su ceño se frunciera —. Sabes que me gusta picarte ¿No? Deja de poner esa cara, me haces sentir culpable — Alejandro rió por lo bajo. Volteó a ver sus pies. Recordaba perfectamente como solía bromear con Alfred, como éste también se lo tomaba muy enserio y finalmente terminaba disculpándose —. Bueno, si me permites. Tengo que arreglarme para ir a la villa.

    Wait… [Espera…] —Alejandro volteó a ver al rubio. Alfred parecía sensible en este momento, casi como si hubiera pasado de un momento a otro por una revelación. Le gustaba observar a aquellos ojos azules, profundos cual lago. Le gustaba ver el alma del rubio, o eso era hasta hace poco. Porque, en muy contadas ocasiones, Alfred dejaba ver su alma, y lo hacía inconscientemente; era como el agua, se expandía a todos lados, sin color, pero turbulenta como cuando pasa en los causes de un río atravesándolo todo —. I came here to say something else… [Vine aquí para decirte algo más…] — Alfred sentía que las manos le sudaban terriblemente por lo que estaba a punto de salir de su boca. Hace mucho que quería decirle aquello. Pero simplemente no se atrevía por miedo a ser ‘más’ odiado por el moreno.

    Alejandro se desconectó del mundo, algo que rara la vez pasaba. Alfred tomó la mano del moreno y la acercó hacia sí rosando el dorso contra su mejilla. Después suspiró mientras cerraba sus ojos. En verdad amaba a Alejandro, con toda su alma. Todos estos meses lejos de él habían sido un infierno, había caído al abismo sin poder hacer nada, desesperado, con el corazón hecho trizas, arrepentido, devastado.

    — Lo siento — susurró el rubio —. No sabes, cuanto me arrepiento del daño que te hecho — siguió con la voz por los suelos —. Fui muy estúpido, mimado y cruel al pensar que siempre te quedarías a mi lado a pesar de cómo te estaba tratando… Y lo sigo siendo, cuz’ I love you and I can’t let you go. Please, please, forgive me [porque te amo y no puedo dejarte ir. Por favor, por favor, perdóname]

    Alejandro se encontraba en shock emocional. Alfred sonaba tan sincero. En realidad se veía vulnerable, podía sentirlo desde su pecho, tanto que estaba como adormecido.

    Alfred entre abrió los ojos, rojos de tanto retener sus ganas de llorar. Después, besó el dorso de la mano del moreno, adorándolo, pidiendo disculpas desde el fondo de su corazón. Seguido de ello se abrazó al moreno firmemente, tratando de juntar todas las piezas que aún estuvieran rotas para unirlas, para reparar lo que había hecho. Alejandro se sintió tan reconfortado con aquel abrazo. Nunca había pensado que volvería a sentirse de esa manera entre los brazos de Alfred.

    Alejandro cerró los ojos, se dejó sentir todas aquellas emociones que hasta entonces habían sido reprimidas por él. Entonces, de un momento a otro se dio cuenta que algo tocaba sus labios con suavidad; eran los labios de Alfred, cálidos y húmedos que se movían a un lento compás, con miedo de que el moreno no le correspondiera. Pese a toda reacción negativa que se esperaba, el rubio recibió unos leves movimientos por parte de Alejandro. Alfred sentía que moriría. Dentro de sí las emociones se mezclaban, el amor, la tristeza, el alivio, la culpa, todo al mismo tiempo sin encontrar como salir más que por medio de un fuerte agarre sobre el moreno.

    Alejandro estaba dejándose llevar. Pero, en un momento su mente volvió a la realidad ¿Qué estaba haciendo?

    — No — Alejandro se separó y puso una mano sobre el pecho de Alfred para alejarlo —. Alfred, puedo perdonarte. Pero lo que sí no puedo hacer, es volver contigo.

    Please, Alex… [Por favor, Alex…] — el moreno se apartó completamente del rubio.

    —Alfred, por favor. No puedo, estoy con Iván ahora y no voy a causar un guerra por egoísmo — Alejandro se dio media vuelta. Justo antes de abrir la puerta de su habitación, dijo algo en voz baja —. Debo ser un estúpido por quererte todavía.

    Alfred se quedó en medio del pasillo viendo como Alejandro se adentraba a su habitación. No sabía cómo sentirse; por una parte, estaba aliviado de por fin haber sido perdonado. Por otro, estaba triste porque aún así, no pudo recuperar al moreno y también se sentía alegre porque todavía lo quería. What should I do? [¿Qué debería hacer?] se preguntó. Estaba en verdad confundido.

    Oh, Alfred! What are you doing here? You must be at the camp in ten minutes. Hurry up! [¡Oh, Alfred! ¿Qué estás haciendo aquí? Debes estar en el campamento en diez minutos ¡Apúrate!] — Se regañó a sí mismo golpeando sus mejillas. Se dio media vuelta y salió de ahí con la cabeza en los cielos.

    Mientras tanto, dentro de la habitación. Alejandro estaba recargado de la puerta con sus manos por detrás y su mirada fija en la figura que dormía en su cama. Su corazón latía fuertemente, tan fuerte que sentía que saltaría fuera de su caja torácica. De un momento a otro percibió como sus ojos se ponían acuosos y en su garganta se formaba un nudo.

    — Los machos no lloran — se dijo a sí en voz baja. Con las manos hechas puños se talló los ojos limpiando así sus lágrimas. Se acercó sigilosamente hasta la cama y se sentó en la orilla con cuidado.

    Amaba a la persona que estaba en su cama, como nunca antes había amado a alguien. Pero Alfred también era especial para él por alguna razón. El amor que sentía por el ruso estaba caracterizado por la madurez, la sinceridad. Por otro lado, el cariño que tenía por Alfred era como el de un par de adolescentes inexpertos, de cierta forma con algo de egoísmo.

    Trataba de calmarse respirando profundamente. En realidad todo aquello había hecho que sus emociones se descontrolaran de sobremanera. Ya sin lágrimas, se inclinó sobre Iván para besar su frente. Alejandro notó como el rubio se removía en la cama hasta por fin estirarse y abrir los ojos.

    — Buenos días, Alejandro — le sonrió.

    — Buenos días, Iván. Parece que dormiste muy bien. Pero ya casi es la conferencia, tenemos que ir — Alejandro le sonrió de lado. Iván se sorprendió de la hora que era, debía haber estado en realidad cansado para dormir tanto —. Por cierto, no sabemos las condiciones en la que están los demás. Pero me gustaría enviar los informes por lo menos a mis hermanos, de algo ha de servir ¿No?

    Da, está bien, Alejandro — Alejandro le dio espacio a Iván para que se levanta para poder arreglarse —. Sólo un problema. Todo está en ruso.

    — No te preocupes por eso, quizá tengan traductores — Alejandro acomodó una muda de ropa. Después tomó una toalla grande y se metió a bañar —. Espérame aquí ¿Sí?

    Iván se le quedó viendo, tal parecía que el moreno no tenía muy buenos ánimos el día de hoy, no sabía por qué. Pero tampoco preguntaría, pues sabía que a veces se necesita tiempo consigo mismo. Se limitó a darle su espacio en la ducha.

    Dentro de la ducha, Alejandro despejaba su mente mientras el agua corría por su cuerpo. Volteó a ver con mucho cuidado el costado que tenía el moretón; aún seguía teniendo ese color morado intenso con puntitos rojos, verdes y azules. Parecía que hasta se había puesto peor con el tiempo pues, al tocarlo aparecía un dolor agudo que le hacía doblarse. Incluso se sentía algo débil desde el día anterior, como si se le dificultara respirar y caminar, sólo que aguantaba los malestares. Espero que no sea nada de qué preocuparse… Pensó. Cerró el grifo del agua, secó su cabello y se enrolló en una toalla. Ahora que veía, en el botiquín había uno que otro ungüento con anestésico tópico.

    — Oye, Iván ¿Podrías ayudarme? — Se oyó desde adentro del baño. Iván rápidamente tocó y se asomó por la puerta —. Pasa — respondió Alejandro.

    — ¿Qué querías qué…? — Iván vio que el moretón de Alejandro estaba más grande, más hinchado y por supuesto, que los colores eran más intensos que antes — Oh, por… ¿Qué te paso? ¿Te golpeaste otra vez?

    — No lo sé, sólo se puso así — Alejandro se quejó al doblarse — ¿Podrías ponerme esto aquí? Duele como una patada de mula.
    Iván tomo el anestésico — Voltéate — el rubio vio otro moretón en la parte superior de la espalda igual de horrible que el otro—. Alejandro, ve esto — le dijo preocupado. Revoloteó dentro del botiquín hasta encontrar otro espejo.

    — ¿Qué tengo? — Preguntó el moreno también con un tono alarmado. Iván sostuvo el espejo en un ángulo en el que Alejandro pudiera ver su espalda reflejada en el espejo de en frente. Alejandro en seguida trató de tocarse la espalda, sólo ese leve toque le hizo quejarse.

    — Esto no está bien, Alejandro. Deberíamos ir a la capital para que los científicos valoren tu estado — Iván estaba tan sorprendido como Alejandro. El moreno cambió rápidamente su expresión a una frustrada, alcanzó su camisa que estaba colgada en un gancho y se la puso rápidamente — ¡Espera! Por lo menos deja que te ponga esto.

    — No — dijo a secas dándole la espalda —. Está desocupada la ducha. Entra ya, se nos hace tarde — dijo aún sin voltear.

    Extrañaba ver a su familia. Quería verlos a todos aunque fuera sólo a través de una pantalla, no podía permitirse faltar por ‘una pequeñez’. Se sentó a la orilla de la cama y respiró profundamente para calmar el dolor que sentía ¿Cómo es que hace unos minutos no lo había percibido? En verdad algo malo pasaba, pero no sabía que era y por obvias razones quería soportar todo lo que pudiera sólo para poder ver a sus hermanos.

    — Alejandro, tenemos que ir a la capital. Ni siquiera puedes aguantar la ropa sobre los moretones — Alejandro volteó a verlo un poco enojado.

    — No voy a ir a la capital, estoy bien — Alejandro se irguió queriendo demostrarle a Iván que podía moverse sin sentir malestar.

    — No seas testarudo — Iván se sentó junto a Alejandro y lo miró a los ojos —. Hagamos un trato. Da? Tan pronto termine la videoconferencia tú vas conmigo a la capital sin quejarte. Esperaré hasta que la transmisión termine.

    Alejandro suspiró cansado de la insistencia del rubio —. Está bien. Aunque te estás preocupando por nada.
    Ya estando los dos listos, fueron hacia la villa. Adentro de la carpa café se encontraban los técnicos, Alfred y su antipático jefe.

    —Buenos días señores — saludó Alejandro con una sonrisa que ocultaba su incomodidad con la presencia de Alfred. Iván le seguía por detrás, como matando a todos con su mirada.

    — Buenos días señor Alejandro. Dentro de diez minutos comenzará la videoconferencia — le contestó el jefe de proyecto —. Instalamos una cámara con micrófono incluido que puede mover a su antojo. Su límite en cuanto a la conexión es de cuatro metros, si se mueve más se interrumpirá la imagen.

    — Gracias — Alejandro miró con mucho asombro cómo es que aquellos jóvenes habían armado todo eso. Y tal como le había dicho el muchacho la vez anterior, todo lucía como si nada hubiera pasado, era algo sorprendente en verdad — ¿Podrían darnos privacidad cuando la conexión comience, por favor?

    — Claro, no hay problema — el joven se acercó a la pantalla e inició el programa con el que trabajaba la conexión —. Bien. En esta parte de ventanilla aparecen las entidades conectadas, hora y los recuadros que están arriba de cada nombre tendrán el video. En la parte inferior derecha aparecerá un recuadro igual a los otros pero con su video, de igual manera en tiempo real. Para iniciar la conexión, de click en el recuadro de la parte inferior izquierda que dice “Iniciar transmisión”. Para terminar, pulse el botón que está junto, dice “Terminar conexión” En la barra que hay en la parte inferior de ventana hay tres íconos: el primero que tiene un disquete es para adjuntar y enviar archivos, el segundo ícono de conexión inalámbrica sirve para resolver problemas de calidad de video y conexión, el tercero es una “X” que cierra la ventana. Si tiene algún problema, puede llamarnos, estaremos afuera.

    — Muchas gracias. Tomen un descanso, muchachos. Se lo merecen — Alejandro sonrió contento sentándose en la silla giratoria — ¡Es más! ¡Al rato yo invito las cervezas! Los espero en la entrada principal de la villa. No se me rajen.

    — S-sí señor. Estaremos ahí. Con su permiso — el muchacho salió de la carpa acompañado por todos sus compañeros, dejando sólo ahí a Alfred, a su jefe, a Iván y Alejandro.

    El presidente de Alfred tenía, como siempre, cara de pocos amigos. Pues a él, le molestaba de sobre manera escuchar cómo hablaban los mexicanos, cómo se veían y cómo se comportaban, simplemente no soportaba estar en esa tierra que nada se parecía a la suya.

    Iván, se dio cuenta de que Alejandro sólo le había tomado el pelo y que no tenía ninguna intención de ir a la capital aún así se le amarrara y se le arrastrara a la fuerza ¡Era un terco!

    Alfred sólo estaba esperando la hora en que se realizara la conexión. Aunque no quisiera admitirlo, quería ver cómo estaba el cejotas gruñón de su padre. Y claro, también tenía rondando por su mente las mil y una posibilidades de cómo recuperar a Alejandro.

    Alejandro estaba más que emocionado, tanto que casi ni percibía el dolor en su espalda.

    Cuando el reloj marcó las marcó las diez en punto, Alejandro pulsó el recuadro para iniciar conexión en video con los demás países. Esperó con los nervios de punta. Podía jurar que esos eran los diez segundos más largos de su inmortal vida.

    En la pantalla, fueron apareciendo imágenes de video un poco borrosas y a los otros diez segundos la calidad del video fue mejorando hasta que pudo ver las caras sorprendidas de sus hermanos.

    — ¡Cata, Vene, Manu! — los llamó emocionado al verlos en la pantalla.


    Chile: ¡Ale, weón! ¡Qué gusto verte! Manuel se veía igual que siempre; su cabello tenía aún el brillo que Alejandro recordaba y su complexión no había cambiado.

    Venezuela: ¡Buenos días a todos! María también se veía sana, demasiado bien. Alejandro se sintió relajado al ver que la crisis no había hecho mella en ellos.

    Colombia: Chicos… no puedo creer que los estoy viendo. Dijo con una sonrisa tocando la pantalla. ¿Están todos bien?


    — Sí, Cata. Bien en lo que cabe — le respondió Alejandro.


    Chile: Hace falta algo más fuerte para tirarme abajo. Sonrió satisfecho.

    Venezuela: No te creas, Manu.


    Los recuadros de Argentina, Perú y Ecuador comenzaron a parpadear hasta mostrar la imagen. Alfred e Iván se acercaron a donde estaba Alejandro para ver un poco mejor. El presidente de Alfred estaba tan de mal humor que ni siquiera quiso ver hacia la pantalla y se había puesto en un punto ciego para evitar hablar con los latinos, a él no le importaba nada de aquello.


    Argentina: ¡Hey, cuánto tiempo! Saludó Martín con una sonrisa de medio lado. Después agudizó la vista y notó que Iván y Alfred estaban atrás de Alejandro. ¿Qué haces vosotros en casa de Alejandro?


    — Yo estoy investigando fuentes alternativas de energía, Da. — dijo Iván con su sonrisa de siempre, tratando de ser amable con la familia de su querido moreno. Pero, bueno. Quizá no se le daba muy bien.


    Argentina: Sigues siendo escalofriante, che.


    — Hi, everyone! [¡Hola, todo el mundo!] — saludó Alfred.


    Perú: ¡Un gusto verlos también! Perú seguía teniendo una sonrisa radiante en su rostro y el color de su piel seguía siendo de un saludable color moreno. Estaba “como si nada”.

    Ecuador: ¡Migue loco, qué bueno que estás vivo! ¡Y todos ustedes!


    Después de unos minutos de conexión, Inglaterra, España y Francia aparecieron en pantalla.


    España: Hola a todos. Lamento la demora. Antonio sonreía de oreja a oreja, ver a sus niños era lo único que quería hacer desde hace meses.


    — Creo que ya todos estamos conectados ¿No? — dijo Alejandro ya un poco más calmado de su euforia.


    Inglaterra: Sorry, I am late. [Disculpen el retraso] Arthur no había notado la presencia de Alfred hasta que éste habló.


    Hi, England — Arthur abrió sus ojos desmesuradamente. Su ‘hijo’ se veía bastante bien, no había perdido color, sus ojos no se veían cansados, su peso debería ser el mismo de la última vez que lo vio. Alfred, por dentro, estaba muy alegre por ver a Arthur una vez más, lo extrañaba. Pero eso nunca lo diría en voz alta.


    Inglaterra: Are you fine? [¿Estás bien?] le preguntó directamente.


    Yeah, I’m fine. Thanks [Sí, estoy bien. Gracias]


    Francia: Où est Matt ? [¿Dónde está Matt ?]


    — Matty no pudo estar aquí de un día al otro, ya saben, está a kilómetros de aquí. Logré contactarme con él por medio de radio, está bien. Tiene planes para el invierno y la está pasando mucho mejor que muchos de nosotros — respondió Alfred con su eterna sonrisa de ‘todo está bien’. Matthew supo cómo actuar en el momento, por eso, estaba pasando esa situación sin muchos problemas.

    Francia suspiró aliviado y tomó un poco de agua que tenía en un escritorio a su lado. Tanto Francis como Arthur, ambos se veían un poco cansados y pálidos. Pero no se notaban tan mal como para estar enfermos. Por lo menos, ahora podrían tener un peso menos sobre sus hombros.



    En las costas cerca de Hawái…


    Un buque se deslizaba lentamente sobre las aguas calmas del pacífico. En el costado derecho figuraba una bandera de color rojo, franjas azules a las orillas superior e inferior y en la parte izquierda una estrella roja sobre un círculo blanco.

    Dentro, muchos soldados estaban ocupados con controles del inmenso armatoste y otros operaban en el mecanismo, asegurándose que todo iba en marcha sin ningún error que retrasara los planes.

    Un hombre en especial, se encontraba de pie junto a los controles principales. Junto a él, un joven de tez ligeramente morena, facciones finas por delgadez y ojos rasgados, vestido con uniforme militar, estaba pie observando también las pantallas.

    — Lim, ordena que disparen en cuanto el objetivo esté localizado — dijo el hombre al muchacho junto a él. Este hombre era alto, de complexión gruesa, también ligeramente moreno, de ojos rasgados y llevaba un peinado un tanto peculiar: las partes laterales y la nuca de la cabeza se encontraban rapadas y, en medio, el cabello crecía largo dejándolo peinado con mucha cera hacia atrás.

    — Si, general — respondió el chico tratando de mantenerle la mirada, la postura terriblemente recta e incómoda y el saludo militar con el brazo derecho totalmente rígido. Cuando el general se hubo ido, Lim suspiró profundamente. Su corazón, su estómago y piernas estaban completamente tensos. Estaba tan tenso que apenas podía respirar, hiperventilando. Pero las personas a su alrededor, ‘sus camaradas’ parecía no importarles que luciera como si estuviera a punto de desmayarse.

    ¿Cómo había llegado a tanto? No quería. Lim sentía que, desde la separación de su hermano, había sido nada más que un esclavo atado de manos y pies y a quién le quitaban incluso la libertad de decidir, actuar por sí mismo sin replicar ni una sola palabra.

    Hace un mes exactamente, Lim estaba en su hogar, Pyongyang. Era en realidad una jaula de oro, lleno de lujos, comida suficiente, techo que le proveía de calor y seguridad. Pero, a través de sus ojos podía notarse la prisión en la que su alma reposaba, totalmente a merced del carcelero: su amado líder y camarada, el general, comandante de las fuerzas armadas del país. Lim Woo Jong miraba tristemente por la ventana de su hogar hacia la ciudad. Y más allá de ella, estaba la zona rural, el campo, las calles de tierra, el aire fresco pero lleno de miseria, desigualdad, pobreza.

    Aunque tuviera la comida suficiente y el desayuno servido esa misma mañana sobre su cama, podía sentir el hambre de su gente. Tenía frío calando sus huesos a pesar de tener calefacción. Sentía una profunda tristeza aunque tuviera todo.

    Esa misma mañana, el radio del líder había recibido un mensaje con los informes del mandatario ruso. Tales informes en los que decía cómo iban las investigaciones de diversas fuentes alternas de energía, la situación que se vivía en parte del continente americano y cómo estaban luchando contra la crisis energética.

    ¡¿Por qué?! Gritó Lim para sí mismo mentalmente ¿Por qué tenía que haber llegado ese informe hasta su general? Bien sabido era, que la información es el arma más potente que existe sobre la faz de la tierra.

    — Capitán Lim, hemos localizado el objetivo — anunció uno de los soldados de alto rango que trabajaba los controles. El general sonrió contento al ver que, sobre la pantalla que había en su oficina privada aparecía la diana sobre el punto geográfico exacto.

    El joven se sentía terriblemente culpable. Lim, rogaba a dios en sus adentros, que le perdonara, que el arma tuviera un fallo, que por favor y si era necesario explotara en ese buque con todo ellos a bordo. Se aclaró la garganta y cerró los ojos con fuerza.

    — Disparen.

    Al oír que el misil salía del buque, sintió que se desmayaba. En efecto, sus piernas flaquearon, su respiración se hizo débil, su cabeza dio vueltas hasta que vio todo en negro.


    Norte de México.


    — Ahora, les voy a enseñar cómo estamos haciendo posible generar electricidad con el sol y material barato de reciclaje — Aunque Iván había enviado en el acto los informes a todos los países conectados, Alejandro decidió darles una explicación y una vista panorámica de la villa.

    — Estos paneles solares utilizan células fotovoltaicas que trasforman directamente la radiación solar en electricidad. Éstos sirven para generar energía suficiente para pequeños focos que están instalados en toda la villa. Para cosas que necesitan más electricidad tenemos aquellos paneles que guardan el calor del sol y se conectan a un paso de agua que provee de agua tibia al campamento. A la vez, el vapor que se genera en grandes cantidades es utilizado para hacer girar una turbina que es el generador, de ahí, se conecta a un transformador y líneas de transmisión… Los materiales fueron reciclados de autos, cacharros, tuberías de fábricas.

    Todos habían quedado fascinados con la forma en que Alejandro se las había arreglado sin dinero y sin material para fabricar más cosas.


    Argentina: ¿Che, y los días que no hay sol?

    Chile: Cierto, no hay sol en la zona del sur.



    — El informe que les envié tiene instrucciones de cómo guardar la energía para ser usada cuando no haya sol — intervino Iván.


    Venezuela: No pues. Ale, te ganaste el premio nobel con esto.

    España: Muchas gracias por la información, Alejandro.


    — No hay de qué. Traten de recuperarse lo más pronto posible — Alejandro estaba sonriente.

    Cuando Francis estaba por abrir la boca para felicitar a su ‘sobrino’, notó que algo brillante surcaba el cielo, como un pequeño asteroide. Agudizó la vista tratando de que la imagen se hiciera más clara.


    Francia: Mexique! ¡Voltea atrás! ¡Sal de ahí ahora! Dijo apresuradamente al saber de lo que se trataba. Todos ahí estaban consternados ¿Qué le pasaba a Francis? ¿Por qué estaba tan alarmado? Alejandro volteó rápidamente a ver detrás de sí. Tiró la cámara.

    El misil atravesaba las nubes con rapidez hacia su destino… Y no sólo era uno. Tres misiles más se le unieron a diferentes distancias.

    — Por dios… — dijo paralizado. Cuando cayó en cuenta que eso no era un sueño, se movió rápidamente hacia Alfred e Iván que también veían como atontados lo que pasaba. Los empujó con fuerza para que reaccionaran — ¡No se queden ahí! ¡Muévanse, estúpidos mastodontes!

    Iván y Alfred fueron despertando gradualmente, hasta que vieron a Alejandro en frente ellos golpeándolos fuertemente en el pecho.

    — ¡Maldición, muévanse! — gritó alto con ojos a punto de llorar. Sabía que esos misiles caerían en su territorio, quizá moriría en el acto. Pero no dejaría que las personas a las que más quería salieran lastimados. Miraba con impotencia como los demás salían corriendo y ellos no hacían nada.

    Mientras, los otros países miraban a través de las pantallas estupefactos cómo el misil más cercano estaba cada vez más y más cerca de tocar el suelo. Sólo unos segundos.

    Iván tomó rápidamente la mano de Alejandro y Alfred lo sujetó de la espalda haciendo que respingara del dolor. Los tres salieron corriendo hasta dentro de la villa detrás de la construcción que se supone, sería un baño. No estaban a salvo aún, Alejandro lo sentía en sus venas.

    El moreno se puso de pie con dificultad, al parecer uno de los misiles había impactado ya en la zona sur del país. Los dos rubios lo miraron entre asustados y confundidos ¿Qué estaba haciendo? Se acuclilló en frente de ellos dos, que estaban sentados sobre la tierra. Entonces, cubrió con su cuerpo a ambos tratando de abarcarlos con sus brazos, tapando específicamente sus rostros.

    Un impacto con una luz y calor desbordante llegó hasta ellos. La piel inmediatamente empezó a sudar, se veía roja como cuando se está mucho tiempo en el sol. Sólo el cabello de Alejandro se erizó y tela que cubría su espalda se desintegró. Los rubios seguían bien, sólo con la piel roja.

    Las carpas salieron volando. Las que estaban un poco más enterradas se destruyeron en el acto.

    Alejandro sentía cómo otro misil caía un poco más arriba del primero, sólo esperaba aguantar hasta el cuarto impacto.

    La onda expansiva golpeó aún más fuerte, haciendo que el calor aumentara. La piel del moreno se hinchó y dejó ver varias ámpulas en brazos, espalda y rostro.

    Alfred estaba derramando lágrimas, Alejandro podía sentirlo en su antebrazo. Acarició apenas las cabelleras suaves de ellos dos antes de caer rendido sobre ellos — No voy a dejar que nada les pase — susurró.

    Otro impacto más en otra zona del país se hizo notoria haciendo a la tierra temblar bajo de sus pies. Alejandro se derrumbó sobre ellos, sabía que el último misil había explotado.


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    Espero que les haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo para ustedes, los quiero! Nos leemos próximamente en otra conty ¡Graci-chan cambio y fuera! ;)
     
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  15. Yuko Goenji
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    Desde hace mucho e leído todas tus historias mas no me a dado tiempo de comentarlas hasta ahora, solo puedo decir que me encantan y esta no es la excepción, ¡¡Escribes increíble!!
    Estaré esperando la continuación con muchas ansias.

    PD: Espero que México se encuentre bien (cofcofyquesequedeconUSA(?cofcof)

    PD2: Posee mucha maldad por dejar en suspenso después de un suceso importante jsjsjsjs.
     
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36 replies since 17/7/2017, 21:16   4178 views
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