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.No era capaz de entender cómo una "simple equivocación en la maniobra" podía causar tamaño daño en un avión, pero en vez de preguntar más sólo refunfuñé por lo bajo, acercándome la bolsa con herramientas para ponerme manos a la obra. Una vez vi por qué ese motor no funcionaba pude empezar a clasificar las piezas en el suelo, ordenándolas por tamaño por simple manía. Además, tener todas las piezas perfectamente colocadas en el suelo me ayudaba después a seleccionar lo que necesitaba con más rapidez.
—Tienes razón... No es asunto tuyo. —respondí de forma distraída mientras le daba vueltas a una tuerca, aunque luego alcé la cabeza para mirarle, me aparté el flequillo de la cara y me escogí de hombros. —Tampoco sabría decirte. Mi padre dice que nací con una llave inglesa en la mano. Llevo toda la vida entre metal y aceite. Por ejemplo... —torcí el morro, pensativo, mientras repiqueteaba con los dedos sobre el motor y me rascaba una mejilla. —Hice a Fígaro con una base desechada y algunas piezas que había por ahí con... ¿Cuántos años? ¿Once? No, no... Fígaro tiene seis; lo hice con diez años. —asentía, conforme conmigo mismo, y roté el motor para ponerme con el otro lado.
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— Vaya...— respondí simplemente, al escuchar su historia un pensamiento vino a mi mente. Él nació con un talento increíble, es cierto que en cuanto a relacionarse con gente es pésimo, pero al menos, tiene algo más que yo, que a sus quince años de edad no sabe hacer casi nada bien.
Aparté la mirada de lo que hacía ppr un momento para fijarme en los aviones, seguramente de personas de mi promoción, que surcaban el cielo haciendo piruetas de todo tipo.--------
Pasó un tiempo sin yo decir palabra, hasta que eché otro vistazo al reloj y me di cuenta que debía ir al entrenamiento de la tarde, así que me erguí y me giré hacia 3S.— Debo irme a entrenar, nos vemos.— le dije esbozando una minúscula sonrisa, creo que no fue tan malo el rato que pasé aquí, al menos me entretuve un poco, pensé para mis adentros.
Llegando a la pista y montándome en uno de los aviones apreté los arneses que llevaba puestos , me ajusté los guantes y abroché los cinturones. Mis manos agarraron los mandos y encendí los motores, dispuesto a hacer un despegue, lo hice cuidadosamente y tras asegurarme de haber completado ese paso procedí a maniobrar un poco, un leve ascenso; seguido de un tirabuzón y una caída en picado, logrando a duras penas elevarme en el último instante.
— Cadete, proceda a disparar al objetivo.— fui indicado, pues luego de completar la sesión de piruetas del día se te concedía el permiso de practicar el tiroteo.
Con la mirilla del aeroplano apunté a unas maquetas, fabricadas con una aleación similar a la utilizada mundialmente en la milicia, dando justo en el blanco. Personalmente no me sentía muy a gusto con esta habilidad mía, para mí, esto significaba que mi único lugar se encontraba en el campo de batalla.. -
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Apenas asentí a Falco a modo de despedida, volviendo a poner mi atención en el motor que me había dado a la tarea de montar para que funcionase. No sé cuánto tiempo estuve allí, girando tuercas y encajando piezas, pero cuando tuve la base terminada, si bien aún no podía asegurar que funcionara correctamente, salí del depósito mientras me limpiaba la grasa de las manos con mi paño, disfrutando de un soplo de aire fresco y escuchando aviones y disparos, así como algunos vítores de los que estaban en tierra cuando sus compañeros daban en las dianas. Había uno, concretamente, que parecía tener una puntería prodigiosa, si bien su manejo de los controles apestaba.
Cuando aterrizó, de forma bastante brusca, me acerqué un poco por curiosidad, llevándose una sorpresa al ver que ese piloto era el enano. Encargué las cejas para, acto seguido, fruncirlas y me acerqué a grandes zancadas, dándole una colleja cuando se quitó el casco.
—¿En serio? ¿Me estás diciendo que das en el centro del blanco con la misma soltura con la que aplastas un avión contra el suelo? ¿Cómo puede ser posible? —era una forma extraña de felicitarle por su puntería, sobre todo por mi tono de enfado. —¿Acaso no se te ha ocurrido nunca volar atravesando dianas imaginarias? ¡Con un poco de suerte, así dejarías de marear a estas pobres bestias! —añadí, acariciando el metal del avión, y es que vistas sus últimas maniobras estaba claro que forzaba los engranajes, lo que aceleraba su ruptura. —Mira, me voy, que ya he hecho mucho por hoy. Volveré mañana por la mañana. —bufé antes de dirigirme al depósito para recoger mi bolsa de herramientas, aunque tras diez pasos me giré a Falco. —¡No rompas más cosas en mi ausencia!. -
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— C-claro.— respondí incrédulo ante ese radical cambio de actitud, sobándome la cabeza por el golpe que me dio y pensando en lo que había dicho.
En ese momento la cabeza se me iluminó, y con una gran sonrisa en mi rostro me dirigí ya a los dormitorios. El entrenamiento habría terminado, pero yo todavía tenía que apuntar notas sobre lo aprendido; me senté en el pequeño escritorio que tenía en mi minúscula habitación con un cuaderno y una pluma, pegando las notas en un corcho que tenía en la pared. Satisfecho con ello procedí a deshacerme del uniforme y a tirarme en mi cama para dormir de un tirón, mañana supongo que le agradecería por el consejo.-------
La alarma sonó a las 5:45 como cada mañana, debía estar fuera en el campo de entrenamiento a las 6:30, así que me vestí con el uniforme y me fui directo a la cafetería, donde desayuné y volví a mi habitación a recoger el resto de cosas para la práctica.
Cuando nos ordenaron subir a los aviones traté de calmarme y tomé los controles, despegué con cuidado y mi cerebro comenzó a marchar, intentando imaginar mi trayectoria como la de una bala dando en el blanco, aunque suene un poco surrealista.
Llevaba el vuelo en línea recta bastante bien y con buena velocidad, pero ahora comenzarían los giros y piruetas y se me complicaría la cosa. Con cuidado descendí y ascencí haciendo un tirabuzón, me calmé al notar que la primera parte había sido completada, ahora tocaba la caída en picado, que ayer conseguí hacer a duras penas.
Inspiré y solté el aire, relajando las manos y ascendiendo de nuevo lentamente, cuando llegué a la altura que creí conveniente, cambié de dirección y empujé los controles hacia mí, cayendo hacia el suelo a medida que el avión tomaba velocidad.— Uno... dos...— conté, y cuando llegué al tres, empujé los controles hacia fuera de una manera no tan brusca como ayer, tomando altura de nuevo. Lo había conseguido.-------
Corrí hasta el depósito con casco en mano, esperando ver a 3S, que aunque sea un borde, merecía que le diera las gracias. Ahí se encontraba, tal y como dijo, me acerqué un poco y con una sonrisa brillante exclamé.— ¡Gracias!. -
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Mi mañana había empezado a las seis, como era habitual. La noche anterior, una vez me hube lavado bien, había estado hablando un poco con mi padre sobre el trabajo de la base militar mientras cenábamos, comentándole exactamente de qué iba el pedido y qué estimaba que tendría que hacer para arreglar el dichoso avión. El hecho de que mi madre se hubiese cansado un par de años atrás de pedirnos a los dos que no dijésemos palabrotas en la mesa hacía la conversación bastante más fluida para ambos, y tras llenarnos las tripas había podido descansar.
Pero el nuevo día comenzaba y dejaría atrás a todo aquel que no se pusiese en marcha. Tenía un reloj programado para despertarme a las seis con el canto de un ruiseñor; había sido idea de Sussy para ver si así empezaba de buen humor. Huelga decir que no cumplía ese propósito, pero me había acostumbrado ya a escuchar ese maldito gorjeo cada mañana, así que simplemente había pasado a formar parte de mi ritual mañanero.
Llegué a la base militar tras desayunar con calma, terminando de comerme una mañana. Era mi fruta favorita y, por suerte, crecía en cualquier época del año, así que no me privaba de devorar manzanas siempre que pudiera. Me agaché junto al motor que había reconstruido el día anterior y comprobé a la luz del nuevo día que todas las piezas encajasen correctamente antes de acercarme al avión para desmontar las maltrechas hélices. En ello estaba cuando la voz de Falco me sobresaltó, haciendo que por poco no se me cayese el morro entero encima. Resoplé y me giré a mirarle.
—¿Gracias? —le gruñí, mirándole con mi peor cara de enfado. O eso creo. —¿Gracias por qué? ¿No ves que estoy haciendo mi trabajo? O me ayudas con esto o te vas, pero borra esa sonrisa. —en realidad no quería que la borrase, era bastante bonita. —Es... demasiado alegre. Casi parece brillar. —lo dije como si fuese malo, pero en el fondo me gustaba cómo se iluminaban sus ojos. ¿Reconocerlo? Jamás.. -
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Fruncí un poco el ceño al inicio, no tenía por qué comportarse así encima que le agradecía, pero esa irritación se desvaneció al instante al seguir escuchando para dar lugar a una expresión más suavizada.— De acuerdo.— dije sin más, ahora se queda con las ganas de saber por qué le agradezco, ¡ja!— Bueno, ¿en qué puedo ayudarte?— le pregunté situándome a su lado, dejando el casco en una esquina del depósito, llevando mis manos a cadera. Observé que se encontraba desmontando la hélice, pero no quería tocar nada a menos que él me lo indicase, ya que no me aprtecía destrozar más cosas con estas manazas y que 3S me regañase por hacerlo.
— ¡Ashmore, compañero!.— exclamó un compañero de promoción, Jack Tracer, pasando un brazo por mis hombros.— Habráse visto, tú, el niño torpe bueno para nada logrando pilotar en condiciones de la noche a la mañana. ¿Te parece sí salimos un rato para charlar?.— terminó de decir para luego dirigirse a 3S.— Sólo lo tomaré prestado por un rato, en seguida te lo devolveré.— dijo sonriéndole-------
— Tío, lo que hiciste fue alucinante, deberías contarme tu secreto.— me contó sonriente posando sus manos en mis hombros.— Más te vale, porque no dejaré que un mocoso enano como tú me supere.— me amenazó, así que aparté sus manos y me dirigí de nuevo al depósito.
— Y-ya estoy de vuelta, ahora dime, ¿hay algo que pueda hacer...?. -
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No me dio tiempo a darle indicación alguna, pues de pronto, sin comerlo ni beberlo, apareció otro cadete —este de proporciones más normales para un soldado— con la intención de llevarse al enano con él. Gruñí, molesto porque me quitasen dos manos, pero después respiré hondo y me lo tomé como una oportunidad para descansar. Sentado a horcajadas en el morro destrozado del avión, me apoyé en una de las hélices mientras veía a esos dos hablar, y cuando Ashmore volvió, fruncí el ceño y me incliné hacia delante, entre las hélices, como para acercarme más a él.
—Sí, hay algo que puedes hacer: dime qué quería ese soplapollas. —por supuesto, él no tenía por qué contestarme. Después de todo, yo no era nadie para andar exigiendo explicaciones de nada. Sin embargo, si hay algo que sepa bien un cascarrabias es cuándo una sonrisa es falsa y cuándo no. ¡La de sonrisas asesinas que me había tragado en mi corta vida...! Me froté el entrecejo. —Por cierto, me alegra que estés mejorando. Mi corazón no podría soportar tener que encargarme de otro paciente como este. — añadí en un tono mucho más suave, dando golpecitos en el avión que me servía ahora de asiento.. -
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Decidí callarme, él no tenía nada que ver con lo que estaba pasando, así que me subí las mangas del uniforme y le sonreí como respuesta. Al menos ya no era tan gruñón como antes, esto ya era en buen paso para al menos, soportarnos mejor. No tenía la intención de hacerlo amigo mío, a menos que lleguemos a un punto donde podamos llamar a esta extraña relación como tal.
Tras esta interrupción nos pusimos a continuar las reparaciones hasta pasado el mediodía, es decir, la hora del almuerzo. Yo solía comer en cafetería, pero no tenía ganas de ver a Jack por ahí, así que me dirigí al hostal de mi familia, no sin antes preguntarle a 3S.— Oye, ¿te parece si me vienes conmigo por un rato?— le dije, pero seguramente diría que no por lo que lo arrastré conmigo a la fuerza.-------
— ¡Madre, estoy de vuelta!— grité en la entrada para que me oyese. Al poco tiempo oí unos pasos que se dirigían hacia donde estábamos y entonces apareció frente a nosotros mi madre, una mujer de estatura media, pelo corto oscuro y ojos castaños con un delantal puesto.
— Ya te vale, aparecer ahora.— me reprendió.— Anda, no sabía que traías a alguien, venga, pasad.. -
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El tiempo pasaba, el calor aumentaba y yo sentía que, aunque estaba trabajando con dos manos extra, aquello no avanzaba, aunque sí lo hacía, pero con lentitud. Desmontar las hélices fue difícil, ya que la caída había hecho que elementos internos de engarce se doblasen o rompiesen, pero a base de martillazos y palabrotas —sobre todo de esto último, creo yo— pudimos dejar las placas giratorias en el suelo. Parecían un caso perdido, pero tal vez, sustituyendo las piezas necesarias, no hiciese falta tirarlas al desguace.
Y ya cerca del mediodía, mientras mi tripa intentaba mantenerse calladita para no rugir de hambre y yo me limpiaba de grasa y aceite para poder comer, Falco Ashmore me... ¿invitó a ir con él? No, no era una invitación, era un secuestro en toda regla, y bien claro lo dejé entre protestas y gruñidos varios aunque, siendo honestos, tampoco puse queja alguna. La comida era comida, ¿no?
Observé la fachada del hostal antes de entrar, todavía con alguna mancha negruzca en la cara, y luego miré de arriba abajo a la madre de Ashmore, enarcando una ceja para recorrer el cuerpo de mi compañero.
—Qué curioso. No sé por qué, creía que los enanos nacían de enanos, pero ella tiene una estatura normal. —dije como si nada, poniendo después un pie en la recepción. —Buenas, señora. Soy 3S y he sido oficialmente secuestrado por su hijo. —y con la seriedad con la que lo decía, aquello parecía ser totalmente cierto.. -
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— ¡Oh!, siento que mi estúpido hijo te esté causando molestias.— dijo a la vez que tomaba mi hombro con fuerza, haciendo que saltara por la impresión y por la presión, seguramente me va a dejar un moratón ahí.
— Eh, bueno, no se le puede llamar secuestro si se le veía en la cara que estaba muerto de hambre.— me intenté defender para que me dejase de cortar la circulación por todo el brazo.
— En fin, ya está hecho.— suspiró soltándome el brazo.— Pasa 3S, como si estuvierasen tu casa.— sonrió mi madre tomándole del hombro.
Al poco de entrar llegó mi padre ayudado de un perro mecánico, Hugh, y un bastón como guías.— ¿A qué se debe tanto alboroto?— preguntó él parándose frente a 3S.
— Oh, padre, él es 3S, del taller de Shad Simon Sallow— dije apoyando mi mano en su hombro, acompañándolo adentro junto a Hugh, seguido de 3S y mi madre.
— ¿El viejo Shad? ¡Hace un montón de tiempo que no lo veo, desde que cogí esta ceguera para ser precisos!— exclamó para sorpresa mía, no sabía que conociera al dueño del taller.— Y dime joven, ¿ cómo se encuentra él?— le preguntó a continuación mientras yo le ayudaba a sentarse en una silla del comedor mientras mi madre preparaba los platos.-------
Entre conversación y conversación apareció mi hermano, pidiendo ayuda a mi madre para atender a todos los clientes del hostal, quien me saludó de paso con un zape en la cabeza.— ¿Qué, vuelves a casa y no te dignas a saludar a tu hermano mayor, enano?. -
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Ya dentro del hostal fuimos recibidos por un hombre ciego con su perro y su bastón. Quedé tan sorprendido como Falco de que ese hombre conociese a mi padre, pero me recuperé con relativa rapidez. Después de todo, padre siempre había sido un gran mecánico, y su carácter afable le había facilitado ir desarrollando con los años una buena red de relaciones en la que me había ido metiendo poco a poco, aunque ya me había advertido que si no dejaba de ser borde y gruñón tras su muerte iba a estar bastante solo.
—Bueno... —empecé a contestar a mi anfitrión mientras me acomodan a en la silla que la señora me señaló. —Cada día más viejo, calvo y gordo. Susan, una de mis hermanas, está aprendiendo pastelería, y es difícil ver al viejo sin una porción de tarta en la boca. Por lo demás, no le tiembla el pulso, así que todo bien. —con la descripción que acababa de dar, cualquiera diría que padre era mi héroe.
Y... mi primera sonrisa tal día, tal vez de la semana, afloró con la colleja fraternal, aunque se extinguió con rapidez. Comida con espectáculo, pensé, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Qué curioso. Tu hermano también tiene una altura normal. ¿Qué te ha pasado a ti? —le pregunté con toda la calma del mundo, partiendo un trozo de pan para mordisquearlo mientras esperaba la comida.. -
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Mis mejillas se tornaron rosadas por la vergüenza, mientras comenzaba a temblar en mi asiento.— ¡Esto es sólo temporal, ya creceré cuando sea más mayor!— exclamé apretando mis puños y frunciendo el ceño levemente.
— ¿De qué hablas?— me dijo mi hermano desde la cocina, ayudando a mi madre a servir la comida, que consistía en un sencillo guiso de verduras y leche de almendras.— Yo a tu edad era más alto, y nuestros padres también.— terminó de contarnos mientras que se sentaba. Mi entrecejo se arrugó todavía más y me dispuse a comer sin decir ninguna palabra más que pudiera usarse en mi contra.-------
Terminé de comer sin decir palabra alguna, cosa que extrañó a mi familia, que usualmente me escuchaba hablar por los codos sobre los entrenamientos, sobre mis quejas acerca del instructor, etc. Esperé a que todos terminasen de comer, me levanté sin decir nada al resto y me dispuse a lavar los platos.
— Venga ya Falco, no puedes estar enfadado por una tontería como esa.— dijo mi hermano mirando cómo lavaba los platos— Se pone sensible cuando tocamos el tema de su altura, pero nunca hasta este punto.— le dijo esta vez a 3S, mientras yo igoraba todo lo que él decía.. -
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Hubo durante la comida cierto ambiente de tensión, pero, honestamente, yo estaba más que acostumbrado a que a mi alrededor se generasen esas atmósferas poco agradables, así que no le di mayor importancia y simplemente comí a buen ritmo. No se podía decir que mis modales en la mesa fuesen los mejores, aunque tampoco era de extrañar, siendo mecánico hijo de mecánicos. Miré al hermano de Falco cuando me habló y apoyé un codo en la mesa y la barbilla en mi mano, mirando al intento de militar.
—Pues en vez de ponerte sensible, cadete, ¡crece! —le solté con toda la calma del mundo para, acto seguido, acariciar la cabeza del perro mecánico que servía de lazarillo para el padre de mi secuestrador. —Es realmente hermoso. —murmuré, ahora totalmente centrado en la máquina. —¿Tiene sensores-radar o utiliza otro método para ser un guía útil? —le pregunté ahora al ciego con una chispa de interés, aunque él no la fuese a captar por razones obvias.. -
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Miré obviamente molesto a 3S, pero antes de soltar palabra pensé una segunda vez en su mensaje, creando un segundo significado de este en mi cabeza, que dejara de ofuscarme por estupideces y me centre ene lo que de verdad es importante -aunque seguramente fuera inventado y no tuviera esa intención-. Sonreí levemente ante mi pensamiento y tomando aire me dirigí a él.— ¡Señor, sí señor!— exclamé recuperando mis ánimos de antes.
Tras ese momento en el que 3S se fue hacia Hugh y lo acarició, preguntándole a mi padre sobre su sistema.— Sí, de hecho, Shad lo hizo para mí en cuanto perdí mi visión en medio de la batalla— comenzó a explicarle sonriendo afectuosamente al can metálico, que ladraba de gusto.— Él y yo nos conocimos en la base, siendo él un aprendiz y yo un cadete; él consiguió llegar a su objetivo, dirigir su propio taller, sin embargo yo sólo conseguí quedarme ciego e inútil; y ahora el idiota de mi hijo quiere tomar el legado...— comentó con un deje de nostalgia en su voz, siguiendo con las caricias a su perro.— Siento si te he aburrido con mis cuentos, este viejo soldado se aburre en casa y no tiene nada mejor que hacer, pero bueno, saluda a tu padre de mi parte.— terminó de decir, intentando ponerse en pie con ayuda se su bastón y la guía de Hugh, desapareciendo por el pasillo.
Al poco tiempo llegué al comedor de atender a unas personas en el hostal, pero ya era hora de que nos fuéramos de vuelta a la base, así que me asomé a la puerta, avisando a 3S.— Oye, volvamos a la base, supongo que querrás reparar cuanto antes el avión.— dije con mi característica sonrisa, sin esperar respuesta por parte suya, recogiendo las cosas que debía llevarme de vuelta al campamento.. -
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Sonreí brevísimamente al ver qué Falco parecía haberme entendido. Yo de verdad que a veces lo intentaba, intentaba ser algo más amable o ayudar a otros, pero nadie puede cambiar de golpe, así que incluso mis consejos eran borderías.
Aprendí a lo que me contaba el ciego, mirando con nuevos ojos a Hugh. Sí, ahora que lo veía bien... ¿No le había terminado de montar yo el chip auditivo porque padre estaba agotado? Ayudé al hombre a ponerse en pie, frunciendo el ceño.
—¡Bah! Si historia no es aburrida. Y ahora que sé que conoció a mi padre de joven... tendré que venir para sonsacarle historias comprometidas. —dije antes de que se fuese.
Me giré a mirar a Falco y asentí antes de tomar mi bolsa y seguirle hacia la base, aunque a medio camino me detuve para trepar a un árbol y coger dos manzanas, ofreciéndole una.
—Puede que tarde menos de lo estimado en arreglar el avión, aunque dependerá de la rapidez con la que consiga algunas piezas. —le comenté mientras frotaba el fruto contra mi ropa, que no era la más limpia del lugar, antes de darle un mordisco a la manzana..
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