Ha Nacido Una Estrella [Akihiko x Misaki]

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    Me ha gustado el capítulo.
    Ha sido un capítulo muy tierno con la salida por fin de Akihiko de la clínica.
    Que bueno que Misaki le ha dicho al bastardo de su manager que si no podía ir a la gira y cantar juntos Akihiko suspendiera la gira.
    Que romántico Akihiko al escribir esa canción a Misaki y que Misaki junto Akihiko la terminen y Misaki le esté poniendo la música.
    Esperaré con ansias la conti.
    Gracias por traer la continuación tan rápido.
     
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    Gracias Anne onodera takano por comentar!! Me alegro mucho que te haya gustado!! 🥰🥰

    Aquí dejo el siguiente capítulo!! ♥️


    Capítulo 13: Último concierto

    Al día siguiente, Misaki salió muy temprano de casa para ir al estudio de danza a practicar la coreografía del que sería su último concierto.
    Tal y como le advirtió a Shizuku semanas atrás, el castaño pensaba cumplir su palabra de que, si su manager no permitía que Akihiko viajase con él, entonces no haría la gira internacional.

    Si algo tenía muy claro el ojiverde, era que no iba a dejar a su marido nuevamente solo.
    Y mucho menos para irse tres meses de gira por Europa y EE.UU.
    Ya habían estado mucho tiempo separados, y no quería alejarse del peliplata ni un solo día más.

    ¿Que esa gira era una gran oportunidad para expandir su carrera artística fuera de Japón?

    Por supuesto que sí.

    Pero desde que ocurrió aquel incidente durante la noche lo de los Grammy, las prioridades de Misaki habían cambiado por completo.
    Ya no le interesaba tanto convertirse en un cantante mundialmente famoso.
    Ahora lo que más deseaba, era ver a Akihiko sobrio y estable, para siempre, después de tanto dolor y sufrimiento.

    Pero Shizuku no pensaba lo mismo que Misaki. El castaño le hacía ganar mucho dinero con cada concierto que daba, cada disco que vendía o cada asistencia a los programas de televisión y radio a los que le invitaban.

    Y por esa misma razón, el manager no toleraría que el ojiverde tirase todo aquello por la borda para convertir al peliplata en su prioridad.
    Si tenía que hacer o decir lo que se fuese para lograr que Misaki volviese a estar de nuevo bajo su control, por supuesto que lo haría.

    Y sabiendo que aquella mañana el castaño no estaría en casa, el representante fue a la casa de éste para hacerle una corta, y nada cordial visita, al ojivioleta, quien salía de darse una ducha, y que al ver al moreno, no dudó en ir hasta la puerta con una amable sonrisa.

    —Dios... Ha renacido...— murmuró de forma casi inaudible antes de que el cantante abriese, y le invitase a entrar en la vivienda.

    —Shizuku... ¡Hola!— saludó alegremente— Misaki no está en casa, pero...— el manager le interrumpió antes de que acabase la frase.

    —Lo sé. He hablado con él y le he dicho que le esperaría aquí, ¿te importa?— mintió, pues no había hablado con el castaño desde hacía días.

    —Claro que no. Adelante...— contestó el ojivioleta haciéndose a un lado para que entrase en la casa, yendo ambos directamente al salón— ¿Te apetece beber algo?— preguntó. Para ponerlo a prueba, el moreno le pidió algo con alcohol.

    —Sí, una cerveza, por favor— pidió con una sonrisa cínica. Akihiko se levantó para ir a la cocina y coger una cerveza, y un zumo de naranja, sin afectarle lo más mínimo que Shizuku bebiese alcohol delante de él.

    —Aquí tienes— dijo dándole el botellín de cerveza, y sentándose en el sofá frente a él— Shizuku... Muchas gracias por cuidar a Misaki mientras yo... No estaba— añadió de forma sincera, pues sabía que el manager de su esposo lo había mantenido ocupado. Lo que Akihiko no sabía, era que Misaki había tomado la decisión de dejar la gira.

    —No hay nada que agradecer. Haría lo que fuese por Misaki— contestó Shizuku dando un largo trago a su cerveza, buscando ver si Akihiko se tensaba por no poder tomar alcohol.

    —Cuando fue a verme a la clínica, me contó que teníais programada una gira internacional por Europa y EE.UU.— recordó el peliplata— Es una pasada para alguien tan nuevo en esto. Yo tardé bastantes años antes de salir de Japón— agregó con nostalgia al pensar en aquellos tiempos.

    —Sí, concretamente cinco años— dijo el moreno cortante— Mira, Akihiko... Voy a serte sincero. No estoy aquí por Misaki. He venido para hablar contigo. O bueno, más bien... Para contarte lo que ha sido de la carrera musical de tu esposo durante tu ausencia— confesó. El peliplata le miró expectante— Mientras tú estabas en la clínica desintoxicándote, Misaki y yo tuvimos que hacer milagros para limpiar su imagen por culpa de la que liaste aquella noche durante la gala. Ni siquiera sé aún cómo lo hemos logrado— mintió para hacer sentir mal al ojivioleta— Has estado a punto de joder su carrera musical tú solo con los numeritos que has montado, ¿sabes?— Akihiko bajó la mirada sintiéndose lo peor al haber jugado, de forma inconsciente, con el futuro profesional de su pareja.

    —Pero... Misaki...— titubeó tratando de defenderse a pesar de que no tenía justificación ninguna.

    —¿Qué? ¿Misaki no te ha dicho nada de esto?— preguntó retóricamente— Claro que no. Ni te lo va a decir jamás— aseguró— Por alguna razón que no alcanzo a comprender, te quiere mucho— Akihiko sintió una lágrima correr por su mejilla— Pero piénsalo fríamente— pidió el moreno— El mero hecho de seguir casado contigo ya le hace quedar horriblemente mal. Es una auténtica vergüenza— siguió atacando— Además, entre tú y yo, ¿cuánto tiempo más crees que vas a aguantar sin beber y sin drogarte? ¿Un mes? ¿Dos, como muchísimo? Sólo es cuestión de tiempo que vuelvas a tu verdadera esencia— sentenció con total convicción. El peliplata no respondió, pues el moreno le había dejado sin palabras— Y cuando ese momento llegue, porque tarde o temprano llegará, te quiero lejos. Muy lejos de Misaki— le advirtió con frialdad antes de cambiar su cruel expresión a una sonrisa falsa— Bueno, Akihiko... Ha sido un placer verte de nuevo. Hasta otra— finalizó dándole un último trago a la cerveza, y yéndose de la casa de forma triunfal, dejando al ojivioleta solo para que meditase lo que le había dicho.

    Desmoralizado, y completamente manipulado por las palabras de Shizuku, Akihiko se fue a la habitación y se tumbó en la cama, pensando en que lo mejor sería que liberase a Misaki de la pesada carga que él mismo se sentía que era.
    Aunque no le hubiese gustado nada oírlo, el moreno tenía razón. Había jugado con la carrera de su pareja y, en varias ocasiones, había herido su corazón con sus estúpidos celos infantiles.

    En ese momento, a su mente vino aquella horrible discusión que tuvieron en la que incluso le llegó a insinuar, aunque no lo pensase de verdad, que su fama era gracias a lo bien que le practicaba el sexo oral a los productores jefes, o diciéndole directamente que su música era ridícula, y su existencia, patética y aburrida, diciéndole que si era una estrella, era a causa de que él era su pareja.

    Recordar todo esto, le hizo sentirse un ser miserable, y le hizo darse cuenta de que, por mucho que lo intentase, nunca podría estar a la altura de Misaki, quien se merecía estar con alguien mejor que él. Alguien que le facilitase las cosas, y no que le complicase la vida.

    La idea de salir definitiva y obligatoriamente del camino de Misaki cada vez le parecía más acertada, pues tenía claro que su esposo jamás le abandonaría mientras viviera, y él lo único que quería, era dejar de ser un lastre para el menor y, en cierto modo, forzarle a que rehiciese su vida con otra persona.
    ¿Y que mejor forma de conseguirlo que acabando con su propia existencia?
    De esa manera, Misaki se vería liberado y podría ser verdaderamente feliz.
    Akihiko tenía claro que si el precio para obtener esto era acabar con su vida, lo pagaría con creces.

    En eso pensaba cuando el castaño llegó a casa con su habitual sonrisa, y se tumbó en la cama junto a él, poniendo su cabeza sobre su pecho, y abrazándole por la cintura.

    —Hola— saludó Misaki besando los labios de su marido con ternura, el cual fue incapaz de devolverle la mirada sin sentirse lo peor— Tengo una buena noticia— anunció contento.

    —¿Sí? ¿Cuál?— preguntó Akihiko tratando de disimular la tristeza que sentía.

    —No me voy a ningún sitio. Se va a cancelar la gira internacional, y voy a estar contigo todo el verano— contestó— Podremos irnos de vacaciones tú y yo solos, sin fans, prensa, ni conciertos de por medio. Solo nosotros. ¿A que es genial?— explicó con una sonrisa, sin decirle que el verdadero motivo para cancelar la gira, era el no querer separarse de él. Pero aunque no se lo dijese, Akihiko lo intuyó, y una vez más, volvió a sentirse un obstáculo en la vida de Misaki.

    —¿Qué ha ocurrido?— preguntó aún estando casi seguro de que la decisión de cancelar todo no la había tomado la discográfica.

    —Nada... El disco va muy bien, y quieren aprovechar el éxito que está teniendo para grabar otro. Pero yo prefiero aparcar todo eso durante un tiempo para estar exclusivamente contigo. Nada más— respondió con total naturalidad, siendo ese su mayor deseo en ese momento de su vida, aún a riesgo de que cuando quisiese volver, su gran éxito se hubiese esfumado— Esta noche daré el último concierto antes de retirarme unos meses— dijo— Me despediré por todo lo alto, y después me tendrás solamente para ti— afirmó con alegría, besando la mejilla de su marido dulcemente.

    —Genial...— contestó Akihiko sin alegrarse realmente de la decisión que Misaki había tomado.

    —Vente conmigo...— pidió ilusionado, deseando que aceptase su propuesta— Podríamos cantar juntos, y darle una sorpresa a los fans, que te echan muchísimo de menos— ofreció sabiendo cuánto le añoraban— ¿qué te parece?— preguntó mirándolo a los ojos, buscando esa mirada de color violeta que tanto le gustaba. Akihiko le devolvió la mirada para contemplar aquellos preciosos ojos de color esmeralda que le enamoraron nada más verlos.

    —Claro que sí... ¿Por qué no?— contestó para que estuviese contento, y no sospechase nada acerca de lo que tenía en mente.

    —¡Genial!— exclamó Misaki besando sus labios amorosamente, gesto que Akihiko respondió con una triste sonrisa, mientras acariciaba los suaves cabellos castaños de su esposo, queriendo memorizar su textura— Pues voy a avisar de que vienes para que un coche te recoja esta noche— le prometió.

    —Nos vemos allí— respondió el peliplata. Antes de que Misaki se levantase de la cama, Akihiko le atrajo hacia él y besó dulcemente sus labios, siendo ese el último beso que le daría en su vida. Segundos después, el castaño se levantó para ir a por su teléfono.

    Queriendo grabar en su mente aquella última imagen tan viva y feliz de Misaki, Akihiko se incorporó, sentándose en la cama, y le llamó para mirarle a los ojos una vez más.

    —Misaki...— murmuró. El castaño le observaba con una amplia sonrisa.

    —Dime, amor— contestó cariñosamente, utilizando aquel apelativo tierno con el que se refería a él aveces.

    —Nada... Sólo quería verte otra vez— respondió utilizando exactamente las mismas palabras que usó para despedirse a la mañana siguiente de conocerlo. Pero en realidad, lo único que el peliplata quería, era que fuese ese precioso rostro la última imagen que viese en su mente antes de quitarse la vida.

    —Nos vemos luego. Te quiero— se despidió el castaño dedicándole una bonita sonrisa, y marchándose de la habitación, sin saber que esa había sido la última conversación que tendría con su marido.

    —Adiós, Misaki...— susurró sintiendo una lágrima caer por su mejilla, apenado por saber que no volvería a ver a su tierno esposo.

    Akihiko ya había tomando la decisión de acabar consigo mismo, sin contar con que si él moría, Misaki no sólo no sería feliz, sino que se enterraría en vida.

    A las 20:00 de la tarde, cuando Misaki se hubo marchado con Nowaki y Hiroki, Akihiko se levantó de la cama para ponerle de comer a Ryuu, el cual le miraba moviendo la cola de forma juguetona, sacándole una sonrisa.

    —Ryuu, ven chico— le llamó al poner el plato de comida en el suelo para que se acercase a comer, el cual obedeció al instante, y le dio las gracias con un amistoso lametón de manos.
    Al acariciar a aquel dulce y cariñoso perro por última vez, Akihiko supo que cuando él faltase, el animalito se encargaría de no dejar nunca solo a Misaki.

    Después de esto, y de escribirle una carta de despedida al castaño, el peliplata fue hasta el minibar donde guardaban las bebidas, y tras abrir una botella de vodka, comenzó a beber como hacía meses que no bebía, recordando las palabras de Shizuku al decirle que esa era su verdadera esencia, y dándole a entender que nunca podría escapar de ello.

    Cuando se hubo acabado todo el líquido de la botella, en cuestión de minutos, Akihiko fue tambaleándose hasta el armario del baño en el que se guardaban los antibióticos, y buscó un pequeño bote con los antidepresivos que el médico le recetó un año y medio atrás.
    Antes de conocer a Misaki. Antes de saber que la vida no era tan horrible como él la percibía, desde que la muerte de su madre, siendo apenas un niño de nueve años.
    Al encontrar el botecito, lo cogió y lo miró fijamente durante unos segundos, antes de metérselo en el bolsillo trasero del pantalón, y dirigirse directamente al garaje de la casa.

    Allí, el cantante cogió un taburete y una larga cuerda que se puso en el hombro.
    En el jardín, el peliplata caminó hasta un alto y enorme abeto frente al que había pasado muchos momentos de su vida, y sin pensárselo dos veces, por el valor que su ebriedad le daba, ató una de las extremidades de la soga a la rama del árbol, con la intención de quitarse la vida mediante el ahorcamiento.

    En ese momento, Akihiko se sacó el bote de pastillas del bolsillo, y se tomó varias cápsulas de una sola vez, con la idea de que semejante dosis le diera la suficiente somnolencia como para que su instinto de supervivencia no aflorase a la hora de sentir la asfixia que le causaría la soga en su cuello.

    Mientras tanto, en el auditorio donde se daría el concierto esa noche, Misaki ya estaba vestido y arreglado, preparado para salir al escenario, sin ser consciente de lo que estaba a punto de suceder en el jardín de su casa.

    —Hiroki, averíguame si ha llegado ya el coche que mandé a mi casa para que recogiese a Akihiko, por favor— pidió el castaño emocionado con la idea de cantar con su marido esa noche después de tanto tiempo. El manager del peliplata fue a cumplir con la petición del ojiverde, el cual estaba con Nowaki en el camerino.

    —¿Va a venir Akihiko?— preguntó el ojiazul, contento de que volviese a los escenarios.

    —Sí, dijo que vendría y que cantaría conmigo esta noche como despedida durante unos meses— contestó— Y después de esto, nos iremos de vacaciones indefinidas, y podremos dedicarnos por completo a nuestra relación— afirmó Misaki con evidente entusiasmo, contagiándole la sonrisa a su mejor amigo.

    —Es lo quieres, ¿verdad, Misaki?— preguntó Nowaki queriendo saber si esa decisión era lo que más le apetecía al castaño.

    —Si te soy sincero... Sí, Nowaki. Necesito descansar de todo este ajetreo al menos durante un tiempo, y centrarme únicamente en mi matrimonio— respondió con sinceridad— Hemos pasado por cosas tan graves en tan poco tiempo...— recordó lo sucedido en los Grammy y las muchas otras veces que le había visto muy perjudicado— Que sencillamente lo único que me apetece es estar con Akihiko, recuperar la magia de nuestra relación, y hacer las cosas que haría una pareja normal— añadió manteniendo la sonrisa.

    —Es una gran idea, Misaki— contestó Nowaki— Me alegro de que te des una oportunidad para ser feliz al lado de tu marido— agregó dándole un abrazo al menor.

    —Misaki, tienes que salir al escenario. Los fans te esperan— dijo Shizuku con normalidad, entrando al camerino, e interrumpiendo el momento de los dos amigos.

    Al subir las escaleras para salir a escena, Misaki se topó con Hiroki, y le preguntó si ya había llegado Akihiko. El mayor le contestó que no, y cuando el ojiverde iba a buscar a Tanaka para pedirle que fuese a recoger a su marido, Shizuku le interceptó y le condujo de nuevo al escenario.

    —Misaki, no hay tiempo. Tienes que salir ahora— dijo de forma seria— Yo le diré a Tanaka que vaya a buscar a Akihiko, ¿vale? Pero ahora tienes que salir a cantar— añadió sin darle mayor opción.

    Haciendo caso a su manager, Misaki salió al escenario dispuesto a dar todo de sí mismo para que ese último concierto fuese tan exitoso como todos los anteriores.

    En el jardín de la mansión, Akihiko ya sentía el efecto de los antidepresivos en su cuerpo, notando como el cansancio y el sueño se alejaban de su cuerpo, dejándolo totalmente agotado como para hacer cualquier movimiento brusco.
    Fue entonces, ese preciso momento, cuando el peliplata se subió al borde del taburete y se colocó la soga al cuello, de manera que ésta le presionase la garganta.

    —Misaki... Te quiero...— murmuró a modo de despedida, sintiendo las lágrimas empapar sus mejillas.

    Tras esto, Akihiko se bajó del taburete, y quedando a unos quince centímetros suspendido en el aire, comenzó a sentir cómo la cuerda empezaba a asfixiarle, y cómo el oxígeno se escapaba de sus pulmones al igual que su vida, que dejó su cuerpo inerte a los pocos minutos.

    En el auditorio, Misaki cantaba al piano una de las últimas canciones que había compuesto, cuando su marido estaba en la clínica, y que hubiera sido parte del repertorio de su segundo disco de no ser porque había decidido tomarse un tiempo de descanso, en parte consecuencia de la rotunda negativa de Shizuku a la posibilidad de que Akihiko lo acompañase en su gira.

    I still hear your voice
    When you sleep next to me
    I still feel your touch
    In my dreams.

    Forgive me my weakness
    But I don't know why
    Without you it's hard to survive

    'Cause every time we touch
    I get this feeling,
    And every time we kiss
    I swear I can fly,
    Can't you feel my heart beat fast
    I want this to last
    Need you by my side
    'Cause every time we touch
    I feel the static,
    And every time we kiss
    I reach for the sky,
    Can't you hear my heart beat slow
    I can't let you go
    Want you in my life

    Your arms are my castle
    Your heart is my sky
    They wipe away tears that I've cried
    The good and the bad times
    We've been through them all
    You make me rise when I fall

    'Cause every time we touch
    I get this feeling,
    And every time we kiss
    I swear I can fly,
    Can't you feel my heart beat fast
    I want this to last
    Need you by my side
    'Cause every time we touch
    I feel the static,
    And every time we kiss
    I reach for the sky,
    Can't you hear my heart beat slow
    I can't let you go
    Want you in my life

    Every time we touch
    I get this feeling,
    And every time we kiss
    I swear I can fly,
    Can't you feel my heart beat fast
    I want this to last
    Need you by my side

    'Cause every time we touch
    I feel the static,
    And every time we kiss
    I reach for the sky,
    Can't you hear my heart beat slow
    I can't let you go
    Want you in my life

    Con la última nota del piano, los fans comenzaron a aplaudir enardecidos, vitoreando y alabando al excelente cantante que había logrado cautivar al mundo en general, y a Japón en particular en muy poco tiempo.

    Haciendo una pequeña pausa, Misaki volvió al backstage donde estaban todos, y lo primero que hizo, fue preguntar si Akihiko había llegado ya, sin imaginarse ni por un momento que el peliplata no llegaría nunca más a ningún sitio.

    —Aún no, Misaki. Sigue el concierto tú sólo, en algún momento llegará y se unirá a ti para que cantéis juntos. Vamos, tienes que salir— ordenó Shizuku, importándole únicamente que el espectáculo saliera según lo previsto.

    Una hora y media después, el concierto terminó como empezó, con el castaño cantando todo el tiempo en solitario.
    Agobiado por el hecho de que Akihiko no le cogiese el teléfono, de saber que ningún coche había ido a recogerle, y temiendo que hubiese sufrido una recaída al estar tanto tiempo solo, Misaki le pidió a Hiroki y Nowaki que le llevasen a casa para cerciorarse de que Akihiko estaba bien.

    Casi media hora después, los tres amigos llegaron a la casa del matrimonio Usami.
    Al bajar del coche, y entrar en la mansión, lo primero que hicieron fue ir a la habitación que Misaki y Akihiko compartían, para ver si el peliplata se encontraba ahí. Pero no estaba. Miraron en el baño de esa estancia y en todos los demás baños y habitaciones de la casa, en el salón, en la cocina... Y ni rastro de Akihiko.
    Al no encontrarle en ningún sitio, Misaki empezó a sentir el pánico apoderarse su cuerpo por el miedo a que le hubiese pasado algo.

    Al salir al jardín, Ryuu corrió al encuentro de su amo, tratando de llamar su atención mediante ladridos de advertencia. El perro se mostraba visiblemente alterado, moviéndose de un lado para otro como si quisiese decirle algo.

    —Ryuu... Ryuu, ¿qué pasa?— preguntó Nowaki preocupado por ver así al animal, que al tener la atención de uno de los humanos, le cogió de la manga de la camisa con sus dientes, queriendo llevarlo a donde estaba su otro dueño. Temiéndose lo peor, el ojiazul siguió al perro, que muy rápido le condujo al jardín del porche trasero de la casa, ladrando hacia el abeto donde Nowaki pudo ver divisar el cuerpo inerte de Akihiko colgado de una de las ramas.
    Si poder evitar que se le aguasen los ojos de tristeza, el moreno se dio la vuelta antes de que Misaki y Hiroki saliesen, y viesen la dantesca imagen que él ya había visto.

    —Hiro-san... Por lo que más quieras, no dejes que Misaki salga de casa— ordenó saliendo de nuevo al jardín. Al oír ese mandato, y ver a su novio con los ojos llorosos, Hiroki supo inmediatamente la razón por la que Nowaki le había ordenado eso, y no pudo evitar abrazarse a Misaki, y llorar desconsoladamente por la pérdida de su mejor amigo. El castaño sintió un fuerte dolor en el pecho y una horrible agonía por lo que le había pedido Nowaki a su pareja.

    —Hiroki, ¿¡Por qué lloras!? ¿¡Qué está pasando!?— preguntó histérico, tratando de zafarse de los brazos de su amigo para seguir a Nowaki. Pero Hiroki le agarró más fuerte— ¡Hiroki, por favor! ¡Suéltame!— pidió con una mezcla de rabia y angustia, haciendo acopio de todas sus fuerzas para soltarse del agarre y salir al jardín.

    Cuando logró liberarse, pues el castaño mayor estaba tan triste que no era capaz de volver a atraparlo, Misaki abrió la puerta del porche trasero, encontrándose con la misma horrible imagen que Nowaki había visto unos segundos antes, y que sería la responsable de sus pesadillas durante mucho, mucho tiempo.

    —¡¡¡NOOOOOO!!!— gritó al borde de un ataque de locura, llamando la atención de Nowaki, quien había descolgado el cuerpo de Akihiko del árbol para ponerlo sobre el césped.
     
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    Capítulo 14: Una estrella apagada

    Misaki, seguido de Hiroki, bajó los cuatro escalones de aquel porche de un salto, y corrió velozmente hacia donde estaba Nowaki, el cual estaba de rodillas junto al cadáver de Akihiko al que había tumbado sobre el césped.

    —No, no, no, no...— repitió el castaño como si fuese un mantra, tirándose al suelo para coger entre sus brazos el cuerpo inerte y semirígido de su ya difunto marido, empapando con sus lágrimas el rostro pálido de éste— No, por favor, Akihiko... No me puedes hacer esto...— pidió acariciándole la cara suavemente mientras le apartaba los mechones plateados de la frente, sin dejar de llorar con profunda tristeza y amargura— Despierta... Por favor, despierta...— suplicó abrazándolo contra su pecho al ver que sus ruegos no causaban efecto.

    Hiroki se abrazó con fuerza a un muy afligido Nowaki, escondiendo su cara en el pecho de éste, y llorando por el hecho de saber que nunca más vería con vida a su mejor amigo.
    Y es que a diferencia de Shizuku, Hiroki no sólo veía en Akihiko un cliente, sino un mejor amigo. El hermano que siempre quiso, pero nunca tuvo, y no una simple máquina de hacer dinero, que era como el moreno veía a Misaki.

    —No me dejes solo, mi amor... No puedo vivir sin ti...— siguió rogando Misaki, intensificando cada vez más su llanto, sin apartarse un sólo centímetro de Akihiko— Te amo...— murmuró besando sus fríos labios, esperando en lo más profundo de su ser, que al hacer aquello pasase lo que pasaría en el típico cuento de hadas, y se obrase el milagro de despertar a su príncipe azul con un beso de amor verdadero. Pero eso no ocurriría esta vez, y aunque le doliese admitirlo, Misaki lo sabía.

    Varios minutos después, cuando Nowaki logró calmar ligeramente el llanto de Hiroki, ambos se dieron cuenta de que no podían permanecer ahí toda la vida, con el cadáver de Akihiko entre los brazos de un conmocionado Misaki.
    Así que, con mucho tacto y mucha delicadeza, la pareja se agachó a la altura del ojiverde, poniendo el castaño mayor una de sus manos sobre el hombro del menor, antes de hablarle dulcemente con toda la entereza que pudo reunir en aquella frase.

    —Misaki, cariño... Tenemos que llamar a emergencias— murmuró sumamente apenado, tratando de no volver a llorar otra vez— No puedes estar así para siempre— añadió al ver que el cantante estaba como ido, a causa del shock que le había provocado la muerte de su marido.

    —Misaki... Cielo...— le habló ahora Nowaki, tratando de hacerle reaccionar, también sin conseguirlo— Misaki... Por favor...— pidió el ojiazul desesperado por ver que no respondía.

    Ryuu también intentó poner de su parte, lamiendo levemente la mano del castaño, el cual miró al animal con los ojos anegados de lágrimas, al saber lo mucho que significaba para el peliplata.

    —Misaki... Vamos, te prepararé una tila— le ofreció Nowaki cogiéndole de la mano, y animándole a que se levantase, para que se separase del cuerpo sin vida de Akihiko.

    —No— murmuró soltando la mano de su amigo, y abrazando aún más el cuerpo de su marido contra su pecho— Dejadme solo, por favor...— pidió volviendo a intensificar su llanto, pues cuando pensaba que ya estaba seco por dentro, descubría que no era así.

    —Misaki...— trató de convencerle Hiroki, triste al ver el enorme daño psicológico que se hacía a sí mismo al no dejar de aferrarse al cadáver del peliplata.

    —¡He dicho que me dejéis solo!— gritó con una mezcla de desesperación e impotencia por la situación que estaba viviendo. Al verle así de nervioso, Nowaki intervino.

    —Hiro-san... Vamos dentro. Dejemos que se despida— propuso el moreno triste por presenciar aquella estampa de cómo su mejor amigo debía hacerse a la idea, y dejar ir a quien fue su ídolo, y su primer y único amor.

    —¿Cómo voy a vivir yo ahora sin ti, Akihiko?— le preguntó entre lágrimas, con la voz rota de dolor, como si todavía pudiese escucharle— ¿Te has parado a pensar en el daño que me harías al tomar esta decisión? ¿Cómo has podido hacernos esto?— quiso saber, refiriéndose a ellos como pareja— Yo ya había decidido aparcarlo todo para estar contigo, y me dejas así, sin más. ¿Por qué?— siguió cuestionándole, mientras le abrazaba más contra su cuerpo— No es justo... No es justo...— repetía una y otra vez.

    Nowaki y Hiroki veían la escena desde dentro de la casa, ambos con el corazón destrozado por el inesperado suicidio de Akihiko, y por cómo lo estaba pasando y cómo lo pasaría Misaki, quien adoraba a su marido, y no podría seguir sin él en su vida.

    —Hiro-san...— murmuró Nowaki abrazando a su prometido, y besándole la frente al ver cómo éste comenzaba a llorar de nuevo, sollozando lastimosamente en su pecho— Voy a llamar a emergencias...— dijo de forma dulce antes de soltarlo, y coger su móvil para dar el aviso.

    Quince minutos después, llegó la policía y la ambulancia junto con el forense, para hacer el levantamiento del cadáver del peliplata.
    Dirigidos por Nowaki, estos fueron hacia la parte de atrás del jardín, donde aún se encontraba Misaki llorando, abrazado al cuerpo de Akihiko sin conseguir hacerse a la idea de que nunca más iba a despertar.

    —Misaki...— le llamó Nowaki tiernamente, poniendo su mano en el hombro del menor. Al ver a los paramédicos acercarse con una camilla funeraria, el castaño se aferró aún más fuerte al ojivioleta, como si así pudiese impedir que le separasen de él— Estos señores han venido para...— el moreno hizo una breve pausa por el nudo que sintió en su garganta al tener que decir aquello. El ojiverde no le dejó seguir.

    —Sé a lo que han venido...— murmuró con la voz quebrada— Pero no voy a dejar que se lo lleven— añadió sin dejar de llorar.

    —Misaki, cariño...— insistió el ojiazul agachándose junto a su amigo— Akihiko no va a despertar más. Tienes que dejar que se lo lleven para que pueda descansar en paz— trató de convencerlo con suaves palabras. El castaño negó con la cabeza, sin ser capaz de calmarse.

    —No...— susurró sintiendo como si se ahogase con su propio llanto.

    Tratando de distraerlo, Nowaki le abrazó colocando la cabeza de Misaki contra su pecho, buscando que éste correspondiese el abrazo, y soltase así el cuerpo de Akihiko para que los paramédicos, completamente apenados con la escena ante sus ojos, al igual que la policía y el forense, pudiesen hacer el levantamiento del cadáver.

    Al conseguir Nowaki lo que quería, y dar la señal para que se llevasen el cuerpo, Misaki se tensó y comenzó a chillar desesperado, teniendo que ser fuertemente abrazado por su mejor amigo, quien no soportaba verlo así.

    —¡NO! ¡NO SE LO LLEVEN! ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR!— gritó el castaño entre súplicas al ver cómo lo ponían sobre la camilla funeraria, y cerraban la cremallera para tapar el cuerpo y llevárselo. Al escucharlo, Hiroki salió al jardín, sin poder evitar llorar al ver cómo se llevaban el cuerpo de su amigo, y fue a consolar a Misaki— ¡Hiroki, por favor! ¡Diles que no se lo lleven!— rogó el ojiverde con la vista empañada por las lágrimas, sin ser consciente de lo que pedía debido al shock tan fuerte que le había causado aquel terrible suceso.

    —Se ha ido, Misaki. Se ha ido...— murmuró el manager abrazando al que, después de tanto, se había convertido en un gran amigo para él.

    Al oír estas palabras, el ojiverde se abrazó al mayor con la poca fuerza que pudo reunir, escondiendo su rostro en el hombro de éste.
    Un par de minutos después, cuando Misaki fue consciente de que no volvería a ver nunca más a Akihiko, sintió que hiperventilaba, como si el corazón le fuese mucho más rápido de lo normal, causándole una inaguantable sensación de ahogo que le oprimía el pecho. El pánico a la falta de su marido en su vida, provocó que empezase a sentir temblores, acompañados de náuseas y un fuerte dolor abdominal que desembocó en desmayo cuando perdió las escasas fuerzas que conservaba. Lo último que Misaki pudo ver antes de perder el conocimiento, fue la imagen de Akihiko esa misma tarde antes de irse al concierto, cuando el peliplata, sin que se percatase, se estaba despidiendo de él.

    —¡Misaki! ¡Misaki!— le llamaron Hiroki y Nowaki al unísono al ver que se había desmayado— ¡Un médico, por favor!— pidió el manager, acariciando el rostro del menor, tratando de conseguir que reaccionase— Misaki...— dijo preocupado por el chico. Uno de los chicos de la ambulancia se acercó corriendo ante la petición de socorro.

    —¿Qué ha pasado?— preguntó cogiendo al castaño en brazos, y metiéndolo dentro de la casa para auxiliarle, seguido de cerca por la pareja.

    —Se ha desmayado de repente— contestó Nowaki indicándole al paramédico dónde estaba el salón.

    —Lo más seguro es que se trate de una crisis de ansiedad por el estrés que está viviendo— diagnosticó— Pero hay que cerciorarse de que sea eso, y no algo más grave— añadió colocando a Misaki sobre el sofá para hacerle las pruebas pertinentes.

    Veinte minutos después, cuando el paramédico logró descartar cualquier otra anomalía, y reanimar al castaño, éste despertó confuso y desorientado.

    —¿Dónde...? ¿Dónde estoy...?— preguntó Misaki sintiendo sequedad en su garganta.

    —Estás en casa, pequeño...— contestó Nowaki agachado junto a él, tomándolo de la mano al igual que hacía Hiroki, quien lloraba. Sin poder evitarlo, Misaki comenzó a derramar lágrimas, sin estar seguro de si lo que estaba viviendo era real, o se trataba de una pesadilla.

    —¿Dónde está Akihiko?— preguntó sintiendo un nudo en el pecho al decir su nombre. Hiroki intensificó su llanto al oírle nombrar a su amigo— ¿Dónde está? Quiero verle— pidió lastimosamente.

    —Misaki, cariño...— Nowaki se armó de valor para decírselo, temiendo que el castaño volviera a ponerse histérico— Akihiko no va a volver más. Nos ha dejado para siempre— murmuró con mucho tacto. Efectivamente, aquellas palabras hicieron que el ojiverde comenzase a llorar en silencio,

    En ese momento, un policía entro en el salón para tomar declaración de los hechos.
    Al estar más "entero", Nowaki fue el primero en acompañar al agente.
    Hiroki, en cambio, se quedó con Misaki en todo momento, temiendo dejarle solo por si hacía alguna tontería.

    —Misaki... Ven, cariño... Voy a prepararte una tila. Ya verás cómo te alivia— susurró Hiroki ayudando al menor a levantarse del sofá, el cual en ese momento era como una marioneta, dejándose llevar sin esfuerzos. Unos minutos después, Misaki tenía la tila entre sus manos— ¿Mejor?— preguntó el mayor con una sonrisa triste.

    —Se estaba despidiendo de mí, Hiroki...— susurró Misaki con la mirada perdida, y con los ojos hinchados de tanto llorar— Se estaba despidiendo de mí, y yo sin darme cuenta... ¿Cómo he podido ser tan descuidado?— se preguntó sintiéndose culpable. Hiroki le abrazó suavemente, acariciando su espalda.

    —Tú no tienes la culpa, Misaki... ¿Cómo ibas a imaginarte que Akihiko haría una cosa tan horrible? No eres adivino, cielo. No puedes ver estas cosas— le consoló besando su cabello, sintiendo las lágrimas agolparse en sus ojos otra vez.

    —Yo... No sé cómo voy a poder vivir sin él...— murmuró Misaki volviendo a llorar, llevándose las manos al rostro, y sollozando.

    —No vives, Misaki. Sobrevives, que es distinto— respondió el mayor apenado— Sé que es muy doloroso, pero poco a poco, ese dolor irá menguando, y al final aprenderás a sobrevivir con él— explicó— Llegará un momento en el que, cuando pienses en Akihiko, lo harás con una sonrisa, y recordarás lo muchísimo que te quería, y lo feliz que era cuando estaba contigo— concluyó Hiroki manteniendo el abrazo, y besando su cabeza, queriendo animarlo.

    En ese momento, Haruhiko apareció en la cocina con una mirada extremadamente triste, habiéndose enterado de lo sucedido por una llamada de Nowaki. Al ver a su cuñado, se acercó a él para ver cómo estaba, pues si para él era dura la muerte de su hermano, no quería ni imaginarse cómo lo estaba siendo para el castaño.

    —Misaki... murmuró colocándose junto a él. Lejos de contestar con palabras, el castaño le abrazó con desesperación, llorando en su hombro. Haruhiko correspondió el abrazo comenzando a llorar en silencio.

    Aprovechando que Misaki estaba acompañado, Hiroki fue junto con Nowaki, el cual le había ido a avisar, para prestar su declaración de los hechos a la policía.
    Una hora después, al ver que Misaki no estaba en condiciones de declarar por riesgo a otra crisis de ansiedad, la policía, junto con el forense y la ambulancia se marcharon, llevándose consigo el cuerpo del peliplata.

    Como era de esperar, esa noche Hiroki y Nowaki durmieron en casa de Misaki, ya que no se atrevían a dejarlo solo debido a lo afectado que estaba por la muerte de Akihiko.
    El castaño no fue capaz de pegar ojo en toda la noche, pues la única vez que había logrado quedarse traspuesto por el cansancio y el agotamiento, se había despertado entre gritos de terror a causa de una pesadilla en la que veía morir al ojivioleta, y no podía hacer nada para evitarlo. Algo similar a lo que había pasado realmente, que no había sido capaz de adelantarse a los pensamientos suicidas de su marido.

    Al día siguiente, cuando todo el mundo se hubo enterado del fallecimiento del gran Akihiko Usami, tuvo lugar el entierro.
    A éste acudieron todos los amigos y familiares cercanos, entre los que estaban Hiroki, Nowaki, Haruhiko, Miyagi, Shinobu, Takahiro y su familia, Tanaka, Misaki, Shizuku, quien no podía ser considerado amigo ni familiar, pero que debía estar ahí por compromiso con el castaño y, para sorpresa de todos, Fuyuhiko, el padre del artista al que nadie conocía salvo Haruhiko, Tanaka y Hiroki.

    También acudieron al entierro el equipo que trabajaba con Akihiko en los conciertos, trabajadores de la discográfica, prensa de todo el país y de distintas partes del mundo, una enorme multitud de fans que lloraban la pérdida de su ídolo y famosos varios, que admiraban profundamente al cantante.

    Durante la sepultura, Misaki estuvo en todo momento rodeado de Hiroki, Nowaki, Haruhiko y Takahiro, quienes le abrazaban y le contenían con todo el cariño del mundo.
    Shizuku observaba la escena, sin imaginarse que sus palabras llevarían a Akihiko a tomar la decisión de suicidarse para liberar a Misaki.
    Por una vez, el manager tenía que admitir que el cantante había hecho algo bien, pues ahora que estaba fuera de la vida de su representado, éste podría limpiar su imagen debidamente, retomar la gira y producir tantos discos como días tenía el año, por decirlo de alguna manera.
    ¿Que Shizuku no tenía escrúpulos? No, eso estaba muy claro. Pero como bien dice el refrán, a todo cerdo le llega su San Martín.
    Y él no iba a ser la excepción.

    Cuando llegó el momento de bajar el ataúd para proceder al entierro, Misaki se acercó hasta éste sin dejar de llorar, y colocó una rosa blanca sobre la caja de madera, consciente de que una vez que descendiese, el cuerpo de Akihiko por fin descansaría en paz.

    —Nunca te olvidaré, mi amor— susurró en medio del llanto, mirando el ataúd con los ojos anegados de lágrimas— Nunca volveré a amar— añadió refiriéndose a que él sería el único hombre en su vida. Esto hizo llorar a Hiroki, quien se acercó, seguido de Nowaki, Haruhiko y Takahiro, para abrazar al triste castaño, que no pudo evitar caer de rodillas al sentir que las fuerzas para mantenerse en pie se desvanecían.

    Tres semanas después del entierro, Misaki seguía siendo un alma en pena. Ya nada le importaba. Ni siquiera su música, pues sentía que, en cierto modo, eso había sido lo que había matado a Akihiko.

    Evidentemente, Hiroki y Nowaki no le habían dejado solo en ningún momento, tomando la determinación de mudarse temporalmente a la casa del castaño hasta que éste se repusiese aunque fuese un poco.
    Takahiro y su familia decidieron trasladarse definitivamente a Tokyo para estar cerca de Misaki, y poder apoyarle en su luto.
    Haruhiko, quien se había encariñado mucho con su cuñado, pasaba a verle día sí, día también, y se pasaba todas las tardes acompañándolo junto a Nowaki y Hiroki, tratando de hacerle los días más amenos aunque eso fuese imposible.

    Una de tantas mañanas, Misaki se levantó temprano, al no haber sido capaz de dormir en toda la noche, y se dirigió al piano, sintiendo la imperiosa necesidad de terminar de componer aquella canción que Akihiko le había escrito meses atrás, y que tuvo tiempo de acabar.
    Así que, tras sentarse frente al piano, el ojiverde comenzó a tocar la triste melodía que compuso la tarde anterior a que su marido se suicidase colgándose de aquel abeto que días después del entierro mandó talar.

    Al finalizar la melodía, el castaño puso su atención en el piano, y se fijó en que ligeramente detrás del atril, había un sobre blanco semicerrado.

    Ganándole la curiosidad, Misaki se sentó en el sofá, y terminó de abrir el sobre, sacando de éste una carta escrita del puño y letra de Akihiko, y que presurosamente comenzó a leer, sin poder evitar empezar a llorar solamente con el encabezado.

    Querido Misaki,

    Cuando leas esta carta yo ya habré dejado este mundo. Puede que al principio no entiendas las razones que me han llevado a tomar esta decisión, pero te aseguro que, aunque no lo creas, es lo mejor que podía hacer.
    Esta mañana vino a verme Shizuku, y si lo piensas bien, tenía mucha razón en lo que me decía. Yo para ti era un lastre.
    Tú tienes mucho que dar como artista, y yo no podía seguir permitiendo que cargases con la vergüenza de seguir casado conmigo, ni que pospusieses los grandes proyectos que la discográfica tenía para ti.
    Misaki... Tú tienes que brillar, y hacerle ver al resto del mundo la gran estrella que ya eres.
    Porque lo eres, Misaki. Eres una estrella que ha sabido hacerse hueco en la industria musical por el talento tan enorme que tienes.
    Por favor, nunca más pienses en aquello que te dije de que eras lo que eras por mí, Misaki. Porque ni era cierto, ni pensé jamás algo así.
    Eres lo que eres porque brillas con luz propia.
    Así que no le robes al mundo la oportunidad de escucharte, y de disfrutarte tanto, o más de lo que pude disfrutar yo con tu preciosa música.

    A pesar de mi decisión, nunca olvides que te quiero más que a nada en el mundo, y que el tiempo que estuve contigo, fue el más feliz de toda mi vida, y que allá donde esté, te estaré siempre agradecido de haberme sacado del abismo cuando ya lo daba todo por perdido.
    Conocerte ha sido el regalo más bonito que me ha dado la vida, Misaki.
    Si hay algo por lo que tengo que dar las gracias, es porque el destino te pusiera en mi camino.

    Por favor, recuérdame siempre con alegría, porque yo me voy de este mundo con la imagen de tu sonrisa grabada a fuego en mi memoria.

    Te amo, y siempre te amaré,

    Akihiko.

    Al terminar de leer la carta, Misaki la abrazó contra su pecho, llorando con más intensidad al imaginar la voz de Akihiko detrás de aquellas preciosas palabras que le dedicaba.

    En ese momento, Hiroki se despertó, y se levantó de la cama, yendo hacia el salón, y viendo a Misaki llorar a moco tendido.
    Imaginándose que era por lo mucho que echaba de menos a Akihiko, el mayor fue hasta el sofá, y se sentó junto al ojiverde, colocando su brazo sobre sus hombros para atraerle hacia su cuerpo, y tratar de reconfortarlo.
    Entonces, el manager se percató de que el cantante sollozaba abrazado a un papel.

    —Misaki, ¿qué es esto?— quiso saber al ver la carta que el chico tenía— ¿Me dejas verlo?— preguntó amablemente. Misaki asintió y le dio la hoja, leyéndola Hiroki al momento.

    Cuando acabó, el mayor frunció el ceño con evidente molestia, observado por la mirada llorosa del ojiverde.

    —Misaki, ¿has leído bien lo que pone en esta carta?— preguntó. El menor le miró sin saber a qué se refería exactamente.

    —Claro que lo he hecho. Es preciosa— respondió con tristeza.

    —Sí, si preciosa es. ¿Pero has visto lo que pone?— insistió señalando la parte en que Akihiko decía que Shizuku tenía razón, y que era una molestia. Debido a la conmoción de leer una carta de su marido después de morir, Misaki no reparó antes en lo que decía Hiroki.

    —Fue Shizuku...— dijo el castaño tratando de ordenar, y dar coherencia a aquellas palabras en su mente. Y cuando lo consiguió, sintió la rabia, la tristeza, el odio y la impotencia apoderándose de él— ¡FUE SHIZUKU! ¡ÉL! ¡ÉL FUE EL CAUSANTE DE QUE AKIHIKO SE SUICIDASE!— gritó furioso, levantándose del sofá y empezando a caminar de un lado para otro. Debido a los gritos, Nowaki se despertó asustado, y fue hasta el salón, donde se encontró con la imagen de Misaki tirando al suelo, y destrozando todo lo que tenía a mano, incluidos los discos de oro, de platino y de diamante que le habían concedido gracias al número de ventas que había alcanzado.

    —¡Misaki! ¡Misaki, por favor, cálmate!— le pidió Hiroki al ver lo alterado que estaba.

    —¡NO! ¡NO PUEDO EVITARLO!— gritó iracundo, estampando el premio Grammy contra la pared— ¡MALDITO HIJO DE PUTA! ¡LE ODIO!— chilló golpeando todo a su paso, y tirándose al suelo cuando se quedó sin fuerzas, llorando con verdadera desesperación. Hiroki y Nowaki fueron hasta él y le abrazaron.

    —Misaki, ¿qué pasa?— preguntó Nowaki disgustado al ver así a su amigo— ¿Qué ha ocurrido?— cuestionó preocupado.

    —Él me quitó a Akihiko— contestó Misaki entre sollozos, llorando con muchísimo dolor— Me quitó lo que más quería en este mundo— añadió sintiendo cómo hiperventilaba.

    —¿Pero qué pasa, Hiro-san? ¿De quién está hablando?— siguió preguntando Nowaki sin entender del todo la situación.

    —Misaki ha descubierto la carta que Akihiko le escribió antes de morir— contestó Hiroki haciendo una breve pausa al sentir la rabia recorriendo su cuerpo— Y ha descubierto que Shizuku es el que le orilló a tomar la decisión de suicidarse— explicó con una mezcla de tristeza y enfado.

    Nowaki no podía creer que el manager de su amigo fuese tan rastrero. Pero desgraciadamente, aquello le encajaba, pues a Shizuku nunca le había caído muy bien Akihiko, y siempre trataba de perjudicarle, o de burlarse de él.

    —Me lo ha quitado...— sollozaba Misaki con profunda pena— Me lo ha quitado...— repetía.

    Y así, repitiendo esa frase hasta el cansancio, el castaño se quedó dormido debido al horrible agotamiento que tenía su cuerpo desde la noche en que Akihiko murió.

    A última hora de la tarde, Misaki despertó con una firme decisión que había tomado, y que no pensaba cambiar: dejaría su carrera musical.
    Se retiraría definitivamente, eso era un hecho. Pero antes, haría saber al mundo quién era el responsable de la muerte de Akihiko Usami.

    A la mañana siguiente, acompañado de Hiroki y Nowaki, Misaki fue al estudio de danza en el que probablemente se encontraría Shizuku, dispuesto a decirle todo lo que pensaba de él.
    Ajeno a esto, al verlo, el moreno se acercó con una sonrisa, sin ver venir la bofetada que Misaki le propinó, y que le hizo girar la cara.

    —Misaki, que...— iba a hablar, pero el castaño le interrumpió, y le dedicó una mirada de profundo odio.

    —Eres un hijo de la gran puta— dijo con total soltura. El moreno le miró creyendo saber por dónde iban los tiros— ¿Cómo puedes ser tan cínico como para provocar la muerte de mi marido, y permitirte el lujo de venir al entierro, y hacer como si no tuvieses nada que ver?— preguntó de forma retórica. Shizuku trató de negar las palabras de Misaki al ver que la gente presente en el estudio, se paraba a escuchar lo que el castaño decía.

    —Misaki, no sé de qué me estás hablando. Yo no he tenido nada que ver para que Akihiko se suicidase— contestó con fingido victimismo, haciendo que su representado le mirase aún peor.

    —¿Que no sabes de qué te hablo? Pues no te preocupes que ahora mismo lo vas a saber— respondió Misaki sacando una copia de la carta de Akihiko, y mostrándosela a Shizuku, el cual la leyó empezando a preocuparse, pues con esa carta, Misaki podría fácilmente arruinar su carrera como manager.

    —Misaki... Yo...— murmuró titubeando.

    —Tú viniste a mi casa aprovechando mi ausencia, y le llenaste la cabeza a mi marido con mentiras, como la de que era una molestia para mi carrera— afirmó con rabia—Tú, y solamente tú, eres el culpable de que Akihiko se suicidase— sentenció convencido. La gente comenzó a cuchichear— Eres la persona más despreciable, y más miserable que he conocido en mi vida. Sólo te importaba el dinero que ganabas conmigo, por eso quisiste quitártelo de encima. Porque sabías perfectamente que le elegiría a él mil veces por encima de todo esto— siguió, dejando al otro sin defensas para rebatirle— ¿Sabes, Shizuku? Yo todavía no sé cómo voy a ser capaz de sobrevivir sin Akihiko— dijo— Pero sí sé lo que va a pasar contigo cuando todos sepan que tú causaste la muerte del gran Akihiko Usami— le aseguró— Así que voy a encargarme personalmente de hundir tu reputación como manager haciendo que esta carta salga a la luz, y que llegue a manos de todas las discográficas, para que nadie vuelva a contratarte como representante— le avisó, mostrando total seguridad en sus palabras— Tú me has quitado lo que yo más quiero, y yo voy a hacer que pierdas lo que más te importa— advirtió con una mueca de profundo odio.

    Nowaki y Hiroki sonrieron por la increíble determinación de Misaki al hablar. Shizuku quería llorar, no por arrepentimiento, sino porque sabía que carrera como representante estaba en manos del castaño.

    —Adiós, Shizuku Ishi. Espero no volver a verte nunca más— finalizó Misaki dándose la vuelta, y marchándose del estudio, dejando al moreno completamente shockeado.

    Como era de esperar, Misaki cumplió su amenaza, y apenas unas horas después de que la carta de Akihiko se hiciese pública, Shizuku Ishi comprobó cómo se le iban cerrando todas las puertas, quedando su reputación reducida a cenizas ese mismo día.
     
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    Me ha gustado el capítulo 13.
    Noooo maldito manager había pensado mil modos para que muriera y pagara por lo de Akihiko pero para esta persona sin escrúpulos es mejor que pague pero quedado en la ruina y sin ningún artista que representar.
    He llorado como una magdalena, me he entristecido y me he enfadado mucho con el bastardo del manager
    Pobre Misaki como va a sufrir.
    Ahora a leer el otro.
     
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    Me ha gustado el capítulo 14.
    Si con el otro llore con este el doble.
    Pobre Misaki como está sufriendo.
    Eso es lo mínimo que le podía hacer Misaki a su manager.
    Esperaré con ansias el epílogo.
    Feliz Navidad.
     
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    Me alegra que te haya gustado, y que hayas odiado al manager tanto como lo odio yo, y todas las demás lectoras.

    Quería destacar su actitud egoísta e interesada, y profundizar en lo hijo de puta que es (que no se vio bien en la peli)

    La idea era esa, llorar por la muerte de Akihiko, y llorar por el sufrimiento de Misaki, que es casi lo más triste, dado que es él quien se queda solo en este mundo, sin Akihiko 😭

    Hoy subiré el epílogo!
    Espero que te guste 🙈


    Felices fiestas!!🎄🎁

    Besos 😘😘
     
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    Epílogo

    Habían pasado cinco semanas desde que Misaki cumpliese su amenaza, y lograse hundir la reputación de su antiguo manager.
    Hiroki se ofreció a ser él mismo quien lo representase, pero el castaño rechazó la oferta, pues había decidido abandonar su carrera musical definitivamente, y eso sería lo que haría. Seguía gustándole cantar, por supuesto. Pero Misaki sentía que, sin Akihiko en su vida, ya no merecía la pena dedicarse a ello.
    Lo que sí hizo el castaño, fue terminar de escribir y componer la canción que Akihiko dejó a medias antes de morir.
    Y la cantaría esa misma noche, en un tributo a su marido que se celebraría en el auditorio Suntory Hall, y que sería su despedida de los escenarios.

    Pero eso no era lo único que había ocurrido en ese pequeño lapso de tiempo, pues desde hacía aproximadamente dos semanas, Misaki había empezado a sentirse fatigado, y más cansado de lo normal. Además, despertaba cada mañana con náuseas, y la mayoría de las veces, vomitaba cualquier cosa que hubiese ingerido. Eso cuando comía, porque llevaba días sintiendo verdadero asco al olor de algunas comidas en concreto, y se negaba a comer.
    A todo esto debía sumarle que notaba sus pechos algo más hinchados y sensibles que de costumbre, y que sentía su abdomen levemente endurecido, dándole aveces ligeros calambres.
    Otra cosa que había experimentado Misaki, eran cambios de humor exagerados, pasando de la tristeza al enfado con extrema facilidad.

    Y no sólo el castaño había notado esa clase de cambios, pues Hiroki, Nowaki y el mismo Takahiro, cuando iba a visitar a su hermano, habían sido testigos de las veces en las que Misaki se encerraba en el baño cuando le atacaban las náuseas matutinas, o de las muchas veces en que tenía que salir corriendo para vomitar durante la hora de la comida.

    Aquella mañana, mientras desayunaban, Nowaki y Hiroki volvieron a hablar de los extraños y repentinos síntomas que estaba experimentando Misaki, quien nuevamente había salido corriendo hacia el baño, a causa de las náuseas que había sentido al probar las galletas de canela que siempre solía desayunar.

    —Es algo muy extraño...— comentó Nowaki confundido— Es como si Misaki estuviera...— se calló antes de continuar la frase, pensando en que era una tontería.

    —¿Como si estuviera qué, Nowaki? ¿Qué ibas a decir?— preguntó Hiroki, deseando saber si su novio tenía la misma teoría que él acerca del estado de Misaki.

    —Como si Misaki estuviera... Embarazado de Akihiko— contestó el ojiazul. El castaño comprobó que ambos pensaban igual.

    —Yo también pienso eso— afirmó el manager removiendo su café con la cuchara, mirando fijamente la puerta por la que había desaparecido el ojiverde.

    —¿Y si lo está?— preguntó retóricamente Nowaki, captando toda la atención de Hiroki— Hiro-san, ¿imaginas el milagro que sería que Misaki estuviese esperando un bebé de Akihiko?— amplió la pregunta, haciendo sonreír a su pareja con nostalgia al recordar a quien fue su mejor amigo.

    —La verdad es que sería genial— contestó el mayor pensándolo detenidamente— Con lo mal que lo está pasando el pobrecito, estoy seguro de que tener ese vivo recuerdo de Akihiko le haría muy feliz— añadió pensando en la tristeza de Misaki cada vez que alguien mencionaba, o él mismo se acordaba de su marido.

    —Pues comprobémoslo— dijo Nowaki. Hiroki le miró con cara de poker— Tengo un amigo obstetra que podría recibirlo en su consulta esta misma tarde— aseguró emocionado con la idea de que su amigo le diese un sobrino.

    —Muy bien... ¿Y me puedes explicar con qué excusa vamos a sacar a Misaki de casa esta tarde?— preguntó Hiroki sin entender cómo lo harían sin que fuese traumático para el ojiverde— ¿Qué le vamos a decir? "Misaki, te llevamos al médico porque sospechamos que podrías estar embarazado de Akihiko" ¿Eso le vamos a decir? ¿Y si resulta que no lo está, y lo único que hacemos es crearle falsas ilusiones?— añadió el castaño mayor, preocupado por el estado de ánimo del cantante. Nowaki sonrió, pareciéndole sumamente tierno que su novio se preocupase tanto por Misaki.

    —No es necesario darle tantos datos— contestó el moreno con naturalidad— Simplemente le diremos que nos acompañe al médico porque creemos que pueda estar incubando un virus estomacal. Así de sencillo— explicó, logrando convencer a su prometido.

    Antes de que Misaki volviese, Nowaki le pidió cita para esa tarde a su amigo Tsumori, el cual le hizo un hueco en su agenda para las 16:00.
    Tras esto, algo más aliviado, el castaño volvió al comedor para intentar seguir desayunando, sin conseguirlo al atacarle otra vez las náuseas.

    A las 16:00 de la tarde, habiéndose creído Misaki la excusa que Nowaki y Hiroki le habían puesto para llevarlo al médico, los tres amigos se hallaban ya dentro de la consulta del doctor Tsumori.

    —Muy bien, Misaki... Cuéntame, ¿qué te duele?— preguntó el rubio de forma rutinaria, estando casi seguro al 100%, guiándose por lo que Nowaki le había dicho, de que el castaño estaba embarazado.

    —En realidad no me duele nada. Lo que sí siento, es que estoy más fatigado de lo normal, como si corriese una maratón diaria, ¿sabe?
    Pero lo que más me preocupa, es que, desde hace dos semanas, todas las mañanas me levanto con náuseas, y vomito casi todo lo que como. Además, he notado que últimamente tengo los pechos ligeramente más hinchados, y que si los toco, me duelen— explicó Misaki sin saber a qué se debía todo aquello— ¿Qué cree que pueda ser, doctor?— preguntó preocupado.

    —No lo sé con exactitud, Misaki. Pero enseguida lo averiguaremos— contestó con el diagnóstico casi seguro en mente— Ahora necesito que te tumbes en esa camilla, te bajes ligeramente el pantalón, y te descubras el vientre, por favor— pidió. Extrañado, el joven castaño hizo lo que el médico le dijo. Nowaki y Hiroki observaban la escena con emoción e inquietud, deseosos de saber si Misaki tenía, o no, en su vientre un bebé de Akihiko.

    Cuando Misaki estuvo tumbado en la camilla, Tsumori encendió el ecógrafo, y le echó un frío gel en el abdomen antes de pasarle el transductor por la zona. El ojiverde no pudo evitar sobresaltarse al sentir aquel gel esparcirse por su vientre. Tsumori miraba la pantalla con una sonrisa, algo que no pasó inadvertido para Misaki, que se confundió aún más al ver aquella mueca.

    —¿Qué tengo, doctor?— preguntó nervioso.

    —Es justamente lo que yo pensaba...— aseguró— Enhorabuena, Misaki... Estás embarazado— contestó el rubio alegremente— Te presento a tu futuro bebé— añadió volteando la pantalla para que el castaño pudiese ver la imagen de su, todavía, diminuto hijo.

    Nowaki y Hiroki se abrazaron, ilusionados con la noticia de que el castaño les fuese a dar un sobrino. Misaki, en cambio, se echó a llorar por la mezcla de emociones en su interior. Por una parte, se sentía triste por no poder compartir aquella experiencia con Akihiko. Pero por otra parte, se sentía muy feliz de que el peliplata hubiese dejado en él ese maravilloso regalo, que era como un pequeño milagro.

    —¡Felicidades, Misaki!— exclamó Nowaki abrazando al castaño con toda la delicadeza del mundo, como si temiese que se fuese a romper si lo abrazaba demasiado fuerte.

    —¡Qué maravillosa noticia, Misaki!— afirmó Hiroki besando la mejilla del ojiverde con entusiasmo— ¿Estás contento?— preguntó al verlo llorar, y no saber si era de alegría o de tristeza.

    —Sí, estoy muy feliz— contestó de forma sincera, sin dejar de mirar embobado cómo se movía su chiquitín cada vez que Tsumori deslizaba el transductor por su vientre— ¿De cuántas semanas estoy, doctor?— preguntó para comprobar si sus cálculos eran correctos.

    —Estás de unas... Ocho semanas. Felicidades otra vez, Misaki— respondió amablemente— Ten, límpiate el gel, colócate la ropa y siéntate frente a mi escritorio, voy a buscarte el ácido fólico para que empieces a tomarlo cuanto antes— explicó yendo hacia un pequeño armario en el que había varios medicamentos.
    El castaño sin poder dejar de sonreír, hizo lo que Tsumori le dijo, y se sentó en uno de los sillones que éste le había indicado, sin quitar la mano de su vientre. Nowaki y Hiroki miraban esto enternecidos— Ten, Misaki— dijo dándole el ácido fólico— Debes tomar cuatrocientos microgramos todos los días, desde esta misma noche— indicó— Y ya sabes... Descansa, nada de emociones fuertes, y controla los alimentos que comes, pero come bien. Una buena dieta es fundamental para que el bebé salga adelante— añadió. Misaki asintió, prometiendo seguir todas aquellas recomendaciones, pues lo último que deseaba en su vida, era perder al milagro que llevaba dentro de su cuerpo—
    Te veré dentro de cuatro semanas, para hacer la siguiente ecografía, y controlar cómo avanza el embarazo— dijo apuntándolo en su agenda.

    —No se preocupe, doctor. Misaki cumplirá a rajatabla todos sus consejos— aseguró Nowaki con una sonrisa alegre.

    Al ver que el castaño no contestaba, y sólo se dedicaba a mirar, y acariciar su, todavía plano vientre, Tsumori volvió a hablar.

    —Misaki, no le busques más explicaciones a lo que te está sucediendo. Es un precioso regalo que Akihiko dejó en ti antes de partir, para que siempre tuvieses un recuerdo de él— explicó cariñosamente. Como era de esperar, el doctor Tsumori sabía perfectamente quién era su paciente, y con quién estuvo casado hasta hacía dos meses— Es... Como un milagro. Un milagro fruto del amor tan grande que Akihiko y tú os teníais cuando él vivía— afirmó con ternura. Al ver que Misaki agachaba la mirada, continuó— Y el amor que tú siempre le profesarás— añadió sabiendo que aunque el peliplata hubiese muerto, el ojiverde no dejaría de amarlo jamás. El cantante asintió, y tras esto, los tres amigos abandonaron la consulta del obstetra.

    A las 20:00 de la tarde, cuando Misaki ya se encontraba en el Suntory Hall, preparado para salir a cantar, Takahiro fue a verle hasta su camerino, queriendo confirmar lo que Nowaki y Hiroki le habían dicho unos minutos atrás.
    Al verlo, el castaño se levantó de la silla en la que estaba sentado, y se acercó a su hermano sin que le diese tiempo a abrir la boca para darle la buena noticia.

    —Misaki... ¿Estás...?— preguntó el moreno sin poder ocultar la emoción que sentía. El menor asintió, sonriendo con lágrimas en los ojos, y cogiendo la mano del de gafas para ponerla sobre su vientre. Éste sonrió al acariciar el lugar en el que se encontraba su sobrino— Pero... ¿Cómo es posible?— preguntó, sin poder creerse que en el interior de su pequeño hermanito, se estuviese gestando ese obsequio.

    —Es un milagro, nii-chan...— contestó Misaki sin dejar de llorar de alegría— Un regalo que Akihiko me dejó para que tuviese siempre un recuerdo suyo— añadió poniendo sus manos sobre las de Takahiro, quien estaba de acuerdo con la teoría del cantante.

    —Qué buena noticia, cariño...— respondió verdaderamente feliz, abrazando a Misaki con delicadeza por miedo a que esto dañase al bebé— Felicidades... Te lo mereces— agregó besando la mejilla del menor, quien le devolvió el abrazo lleno de agradecimiento.

    Minutos después, los técnicos de sonido llamaron a Misaki para que saliese a cantar en honor a Akihiko en aquel imponente escenario, que en ese momento le parecía inmenso.
    Cuando estuvo frente al numeroso público, el castaño, iluminado por un gran foco, comenzó a hablar.

    —Hola, soy Misaki Usami...— saludó con tristeza por estar homenajeando al ojivioleta, siendo consciente de que nunca más iba a regresar— Gracias a todos por estar esta noche aquí, en este homenaje en honor a mi marido. Hace meses, Akihiko me compuso una canción, y me gustaría cantársela esta noche, para que, esté donde esté, sienta que no le olvidamos, y que no le vamos a olvidar jamás— murmuró con la voz apagada, pero llevando su mano a su vientre, recordando que su hijo estaba ahí— Gracias— susurró con la voz rota, causando que el público comenzase a aplaudir— De verdad... Gracias...— concluyó antes de empezar a cantar.

    Wish I could
    I could have said goodbye
    I would have said what I wanted to
    Maybe even cried for you

    If I knew it would be the last time
    I would have broke my heart in two
    Tryin' to save a part of you

    Don't want to feel another touch
    Don't want to start another fire
    Don't want to know another kiss
    No other name falling off my lips
    Don't want to give my heart away
    To another stranger

    Mientras cantaba, Misaki comenzó a acordarse de todos los momentos felices que había pasado con Akihiko. Desde sus primeros conciertos juntos, hasta el día de su boda. Aquel que fue el más feliz de toda su existencia.
    Pensar en todo esto, hizo que se le formase un nudo en el corazón, y se le cayesen las lágrimas por la tristeza de saber que no habría más vivencias como aquellas, y que lo único que le quedaba de su marido, además de su recuerdo, era el bebé que tenía en su vientre.

    Or let another day begin
    Won't even let the sunlight in
    No I'll never love again
    I'll never love again
    Oh, oh, oh

    When we first met
    I never thought that I would fall
    I never thought that I'd find myself lyin' in your arms
    Mmmm mmmm
    And I wanna pretend that it's not true oh baby that you're gone

    Akihiko le había hecho pasar los mejores días de su vida, en menos de un año.
    Habían sido pocos meses. Pero jamás los olvidaría, pues en ese escaso periodo de tiempo, Misaki había aprendido lo que era amar incondicionalmente, y ser capaz de dar la vida por la persona amada.
    Y eso era algo que le agradecería eternamente.

    Cause my world keeps turnin' and turnin' and turnin' and I'm not movin' on

    Don't want to feel another touch
    Don't want to start another fire
    Don't want to know another kiss
    No other name falling off my lips
    Don't want to give my heart away
    To another stranger
    Or let another day begin
    Won't even let the sunlight in
    No I'll never love

    I don't wanna know this feeling unless it's you and me
    I don't wanna waste a moment
    Hoooo ouuu
    And I don't wanna give somebody else the better part of me
    I would rather wait for you
    Hoooo ouuu

    Don't want to feel another touch
    Don't want to start another fire
    Don't want to know another kiss
    Baby unless they are your lips

    Don't want to give my heart away
    To another stranger
    Don't let another day begin
    Won't let the sunlight in
    Oh I'll never love again
    Never love again
    Never love again
    Oh I'll never love again

    Al terminar de cantar aquella preciosa canción, que conmovió al público, Misaki miró hacia arriba, como si quisiera darle a Akihiko, donde quiera que estuviese, las gracias por cruzarse en su camino, y por haberle hecho la persona más feliz del Universo.

    Misaki había experimentado tan solo una vez en su vida lo que era amar a alguien con todo su corazón. Y había sido un sentimiento tan único y especial, que se negaba a abrir su corazón nuevamente, queriendo preservar el recuerdo de aquella bonita historia de amor para siempre en su memoria.
    No permitiría que nadie más tuviese la llave de su corazón, pues Akihiko fue y sería, por siempre, el primero y el último.







    Siete meses más tarde...

    En el hospital Saiseikai Central de Tokyo, Misaki Takahashi se encontraba en una de las mejores habitaciones con las que contaba aquel edificio, completamente agotado después de haber dado a luz, y sosteniendo entre sus brazos a su recién nacido bebé de pelo plateado y ojos de color violeta, exactamente igual a como fue su marido, Akihiko Usami, en vida.
    El pequeño angelito dormía con total tranquilidad, apegado al cálido pecho de su "madre", como si creyese que ese era el lugar más seguro del mundo para él.
    Y por supuesto que lo era. Misaki sabía con absoluta certeza, que protegería a su bebé más que a cualquier otra cosa en el mundo, dando su vida por él sin pensarlo dos veces, pues era su hijo, y lo único que le quedaba de Akihiko.

    En aquella habitación de hospital, acompañados de Nowaki, Hiroki, Haruhiko y Takahiro, junto con su familia, Misaki y el pequeño Akihiko descansaban rodeados de cariño por parte de todos los presentes, que miraban al bebé enternecidos.

    —Es precioso, Misaki— dijo Hiroki observando detenidamente al pequeño peliplata— Es tan igual a su padre...— añadió sintiendo una lágrima traicionera rodar por su mejilla, sintiendo una mezcla de felicidad y tristeza.

    —Sí que lo es— comentó Misaki mirando dulcemente a su pequeño— Aki-chan es igual a su papá— afirmó besando con cariño la frente del tierno bebé, el cual comenzó a hacer leves pucheritos que desembocaron en llanto.

    —Sí, y también es igual de llorón— rió Haruhiko observando el gesto lacrimoso de su sobrino.

    —Yo creo que lo que tiene este chiquitín, es hambre— dijo Manami sonriendo maternalmente, recordando que cuando su hijo lloraba así de bebé, era porque tenía hambre. El castaño observaba a su hijo preocupado, hasta que escuchó que ese podía ser el motivo de su llanto, cosa que le hizo sonreír— Es la hora de darle el pecho, Misaki— añadió la mujer amablemente.

    —¿Y cómo lo hago?— preguntó inocentemente, necesitando de la experiencia de su cuñada como madre.

    —Pues a ver... Tienes que abrirte la bata, y acercar a Aki-chan a uno de tus pechos para que él mismo empiece a comer— le explicó Manami. El ojiverde siguió las indicaciones de la chica y, acto seguido, el pequeño Akihiko comenzó a comer, dejando a todos alelados con tal estampa. Misaki podía sentir la famosa conexión "madre"-hijo de la que tanto había leído durante su embarazo, y no pudo evitar sonreír dulcemente al sentir la boquita de su bebé succionando su pezón.

    —Qué imagen tan bonita— dijo Nowaki emocionado— Hiro-san, a ver cuando tú...— agregó llevando una mano al abdomen de su esposo, insinuándole las ganas que tenía de que éste le hiciese padre. Hiroki se sonrojó, sin responderle, aunque con las mismas ganas que él de sentir lo que sentía Misaki en aquellos instantes, en los cuales estaba con su bebé.

    Cuarenta minutos después, tras cambiar al pequeño de pecho, cuando éste se hubo cansado de mamar, se separó del pecho de Misaki, y se quedó profundamente dormido, haciendo que su “madre” besase su carita con dulzura, conmovido por lo tierno que era.

    —Además de llorón, tragón— habló Haruhiko entre risas— Definitivamente, es igualito a su padre— aseguró recordando cómo era Akihiko cuando nació, sintiendo mucha nostalgia de aquel momento, y lástima de que su hermano nunca podría disfrutar de su hijo junto al castaño, el cual sintió la misma pena de no tener a su marido consigo para vivir aquella maravillosa etapa de sus vidas.

    Al caer la noche, cuando todos su hubieron ido, y Misaki se quedó a solas con su hijo, con todo el tiempo del mundo para contemplarlo sin interrupciones, pudo darse cuenta de lo muchísimo que realmente se parecía al amor de su vida, y de lo mucho que echaba de menos a éste, rompiendo a llorar por la mezcla de emociones que sentía en su interior.

    —Ojalá no te hubieses ido, Akihiko— murmuró disgustado— Cuánto me gustaría que estuvieses aquí con nosotros— susurró abrazando al bebé contra su cuerpo, sintiendo que al hacer esto, abrazaba una parte de su difunto marido.

    De alguna manera, al sentir la tristeza de su “madre”, el pequeño comenzó a llorar, angustiado al sentir el estado de ánimo del ojiverde. Notando esto, Misaki dejó de llorar, centrando ahora su preocupación en su hijo al no saber la causa de su llanto.

    —Sshh... No llores, mi amor— besó sus mejillas— No llores, no llores— pidió. Pero el bebé seguía llorando sin parar, por lo que a Misaki sólo se le ocurrió una cosa para tranquilizarlo.

    Come stop your crying, it'll be alright
    Just take my hand, hold it tight
    I will protect you from all around you
    I will be here don't you cry

    For one so small you seem so strong
    My arms will hold you keep you safe and warm
    This bond between us, can't be broken
    I will be here don't you cry

    Cause you'll be in my heart
    Yes you'll be in my heart
    From this day on, now and forever more
    You'll be in my heart
    No matter what they say
    You'll be here in my heart always

    Al cantarle aquella canción, compuesta por Akihiko, el pequeño dejó de llorar, volviendo a quedarse dormido al sentir más calmado al castaño, y haciendo que éste se diese cuenta de que su bebé sólo tenía paz cuando él estaba bien, formándose así una conexión completamente irrompible entre ellos, tal y como la que Misaki y Akihiko tuvieron nada más conocerse.

    Si de algo estaba seguro el ojiverde, era de que gracias a su hijo, de algún modo, Akihiko siempre estaría con ellos.
     
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    Me ha gustado el epílogo.
    Ha sido muy emotivo con el nacimiento del hijo de Misaki y Akihiko y más al ser igual a Akihiko.
    Es una pena que haya terminado, me ha gustado mucho y he disfrutado mucho leyéndolo aunque haya sido muy triste.
    Espero poder leerte pronto con otro capítulo de entre el hielo y el fuego o con otra historia nueva.
     
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    Aayy me alegro que te haya gustado!!! 🥰🥰

    Tenían que haber quedado juntos, pero es que la historia debía terminar así. Al fin y al cabo, empezó siendo un drama 🙈🙈

    Pero de verdad me encanta que te haya gustado 😊♥️

    Pronto retomaré entre el fuego y el hielo, que está demasiado aparcado.. 😂
    Y ahora estoy empezando una historia de Fuyuhiko x Misaki que he publicado en Wattpad, y que si va bien, publicaré aquí 😏

    Besos 😘😘😘
     
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    Espero que te vaya bien y puedas publicarla aquí. Estaré esperando ambas.
     
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  11. Oda_Ritsu
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    Oh por dios, todo lo que me perdí, la verdad estoy destrozada, este fin me hizo llorar, joder, pero sabia que algo había pasado, sabia que iba a pasar algo feo, y tuve razón
    Lo bueno que a Misaki le quedo un recuerdo de su amado idolo
     
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    Me alegro que te haya gustado Oda_Ritsu 🙈🙈

    El final es triste, lo sé... Pero tenía que ser así ☹️☹️

    Por suerte, Misaki siempre tendrá algo que le recuerde a Akihiko ♥️

    Gracias por leer

    Besos 😘😘😘😘😘

    QUOTE (Anne onodera takano @ 29/12/2019, 09:44) 
    Espero que te vaya bien y puedas publicarla aquí. Estaré esperando ambas.

    Sii acabaré publicándola aquí 🥰🥰

    Quiero ver tu opinión😊

    Besos 😘😘
     
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56 replies since 5/10/2019, 14:25   819 views
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