¿Novio o Novia? Lo que tú quieras que sea (EXTRA) (FIC FINALIZADO)

Kai x Chiaki (omegaverse)

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    Capítulo 16


    Por la mañana después de dormir varias horas, Kai se despertó sintiendo su cuerpo algo extraño. Era el celo. Sabía que le llegaría ese día. Hasta el momento nunca había fallado en puntualidad. Notaba su cuerpo caliente. Cierto, el día anterior no se había tomado el inhibidor. Lo había hecho apropósito. Quería que su celo estuviera bien definido para que Chiaki lo pudiese marcar y no hubiese ningún tipo de error. Después de todo ese día iba a ser especial. No llevaba el cuello puesto y tenía las feromonas del celo a tope. Todo estaba listo. Notó como se humedecía por atrás. Perfecto, le sería más fácil a Chiaki, entrar si estaba mojado. Lo único que debían tener en cuenta era el tema del condón.
    “Chiaki, ven ya, te necesito. No olvides los condones”
    “Voy”
    El castaño fue rápido hacia la casa de su novio. La puerta estaba cerrada con llave. Supuso que estando el chico durmiendo y teniendo el celo, habían decidido que lo mejor era cerrar para evitar problemas. Pidió la llave a su madre y regresó para abrir la puerta. Entró y las feromonas de Kai lo invadieron con más fuerza. Siendo que sus habitaciones estaban bastante cerca se notaban un poco, pero al entrar en la casa, eran algo aterrador. Su cuerpo empezó a calentarse al notar ese olor tan dulce. Notaba como su respiración se entrecortaba y como su celo poco a poco iba llegando. No era como la vez que conoció a Shun, pero el pensar en lo que pasaría en cuanto llegara a la habitación tenía un efecto similar.
    ―¿Kai? ―pronunció el nombre del chico mientras llegaba a la puerta y la abría poco a poco.
    La concentración de feromonas que había en la habitación era mucho mayor que en el resto de la casa. El rostro del castaño se puso completamente rojo por el calentón que tenía en esos momentos. La visión de Kai desnudo en la cama masturbándose lentamente fue algo que lo superó. Se acercó rápidamente a la cama y sustituyo la mano de su novio por la suya. También cambió la velocidad, empezando a mover su mano mucho más rápido que el moreno. Este gimió de puro placer antes de que el castaño lo besara apasionadamente.
    ―Recuerda ponerte el condón ―le dijo cuando Chiaki se separó un momento de él para quitarse su ropa.
    ―Creo que lo recuerdo… tengo la mente en blanco… ―fue todo lo que pudo responder el chico.
    Con toda la concentración del mundo empezó a ponerse un condón, intentando ponerlo bien. Su mente estaba bastante nublada, no podía pensar del todo con claridad, pero cuando pudo asegurar que este estaba bien puesto, no dejó pasar ni un segundo de más. Mientras él hacía eso, Kai se había dado la vuelta dejando su trasero bien expuesto para que Chiaki lo penetrara. Este no tardó en cumplir su deseo. De una fuerte embestida entró y empezó a moverse lo más lento que podía. Tampoco quería hacerle daño.
    ―Muérdeme, Chiaki ―le pidió Kai enseñando bien su cuello.
    Chiaki tragó saliva. Se acercó a ese cuello tan delicioso que tenía delante y sin pensarlo mucho cumplió con esa petición. Su mente no paraba de repetirle que tenía que morderlo y embarazarlo. Con el condón no podría dejarlo embarazarlo, pero al morderlo si podía marcarlo y hacerlo suyo. Kai dio un grito al sentir como esos dientes se clavaban en su piel. Su cuerpo se tensó durante unos momentos para luego relajarse. En cierto modo, dejando de lado el dolor de la mordida, las reacciones del cuerpo habían sido como las de un orgasmo. Kai se preguntó el porqué.
    ―Chiaki…
    Este al escuchar su nombre dejó de morderlo. Había dejado su marca claramente visible. Ahora era suyo. Kai no podría pertenecer a nadie más ni podría tener sexo con alguien más que con él. Era algo para toda la vida. Vio como Kai acercaba su mano a su entrepierna y lo vio un poco curioso. Había parado unos momentos de moverse. No quería hacerle daño de nuevo, y no sabía si Kai estaba bien o no.
    ―¿Estás bien? ―preguntó mientras se contenía para no moverse a pesar de la excitación.
    ―No lo sé… he tenido un orgasmo cuando me has mordido, pero no me he corrido… Ha sido extraño… ―mientras escuchaba la respuesta miró la marca y al ver la sangre dio una lamida a la zona―. Aaaaah… ―gimió Kai al notar la lengua en esa zona sensible.
    ―¿No te duele?
    ―No, no, puedes seguir, voy muy cachondo ahora mismo.
    ―Bien. Si duele dímelo ―a parte de estar excitado estaba preocupado, al fin y al cabo, le acababa de morder lo suficientemente fuerte para que saliera sangre de la marca.
    ―Sí, pero muévete ya.
    Después de esta orden Chiaki empezó a moverse nuevamente, esta vez más rápido que antes y también más profundo. Estaba en su límite de cordura. Kai lo ponía muy caliente y no podía evitar perder el raciocinio. Sus movimientos eran cada más bruscos, y solo escuchaba gemidos por parte del moreno. Este se estaba sintiendo tan bien como él. Entre movimientos tocó un poco el miembro de Kai, y este se corrió casi al momento. Fue abundante. Se notaba que el celo estaba activo, porque había salido mucha más cantidad de la normal.
    ―Chiaki, más ―pidió el moreno lleno de placer.
    El castaño se cambió el condón que ya estaba lleno y volvió a entrar en su interior, esta vez de cara. Quería poder besarlo con total libertad, sin tener que preocuparse por si le rompía el cuello en el proceso. Lo besó durante todo el acto. Los besos eran muy importantes también en una relación. No solo el sexo. Y el castaño lo deseaba todo de su novio. Lo amaba lo suficiente para decidir marcarlo y condicionar sus vidas para siempre. Cuando por fin se corrieron los dos, por segunda vez, se calmaron un poco y aprovecharon el momento para descansar unos minutos.
    ―¿Estás bien, Kai?
    ―Realmente sigo un poco caliente. El celo es algo agotador en este sentido.
    ―Cuando acabemos de tener sexo y quedemos satisfechos se te pasará, o eso he leído. Que una vez marcados, los omegas dejan de tener el celo después de tener sexo con su Alpha.
    ―Eso ayudará bastante, me ahorro pastillas y días de sufrimiento.
    ―¿Sabes? Me debes una ronda como uke. Me dijiste ayer que me harías el amor, pero con el celo… te he atacado.
    ―Es verdad. Perdona, te importa si lo dejamos para mañana cuando estemos más calmados… Te necesito dentro de mí, hoy.
    ―Claro, no te preocupes, pero no lo olvidaré.
    Kai rio un poco al escuchar su comentario, a su compañero le gustaba ser el uke más que el seme. Lo había notado y lo sabía desde hacía mucho. Era algo que le parecía lindo y adorable a sus ojos. No podía negar que lo amaba más que a nada. Lo abrazó para besarlo y poco a poco se puso encima de él. Se sentó en su abdomen mientras lo miraba unos momentos. Realmente era hermoso, con su pelo castaño tan largo y esos ojos verdes tan bonitos. Siempre que le miraba se quedaba perdido en él. No se pudo resistir y volvió a besarlo. Sus labios también eran adictivos y no podía evitar querer besarlo casi todo el tiempo. Mientras lo besaba empezó a notar como el calentón regresaba a su entrepierna. Estar junto a Chiaki era lo mejor del mundo.
    ―Voy a empezar otra ronda ―le dijo, cogiendo el miembro del castaño con su mano para ponerle el condón y luego llevarlo a su entrada― aaah… se siente genial…
    ―Estás muy caliente por dentro…
    Kai empezó a moverse de arriba abajo, con algo de cuidado de no hacerle daño a Chiaki, pero este decidió que ese ritmo era muy lento y lo ayudó a ir más rápido. Quería sentir más de ese interior que envolvía su miembro, y necesitaba más velocidad. Esa posición ya otorgaba bastante profundidad solo hacía falta ir un poco más rápido y eso hizo. Empezó a mover también las caderas al ritmo de los movimientos, para sentir más.
    Unos movimientos más tarde ambos se corrieron por tercera vez. Cada vez que se corrían, se iba calmando más el celo de ambos. El celo era algo que no podían evitar. Kai seguiría teniéndolo toda su vida y Chiaki se vería arrastrado. Tener sexo era lo mejor para calmar un celo. Y el celo solía pedir mucho sexo para calmarse. Era como una rueda durante ese período. Así que después de esa ronda llegaron algunas más hasta que ambos quedaron exhaustos. Descansaron un poco para recuperarse de todo el ejercicio. Realmente estaban agotados, pero el celo había desaparecido. Solo había durado un día gracias a la mordida y al sexo. También se sentían satisfechos después de un mes de abstinencia.
    ―Por hoy, ya no puedo más ―dijo Chiaki mirando a Kai quien estaba tumbado a su lado.
    ―Yo tampoco y mi celo ya ha desaparecido ―respondió este bastante feliz― mañana aparte de cumplir mi promesa podríamos salir a algún lado.
    ―Es invierno y hace frío… ¿Dónde quieres ir?
    ―Hmmm… en realidad no lo había pensado, solo quería dar un paseo después de estar un mes estudiando casi sin descanso.
    Salieron a dar una vuelta corta y regresaron a casa. Kai ya estaba bien del celo, realmente después de todas esas rondas había desaparecido. Tal como habían leído y escuchado, un Omega al tener sexo con su Alpha dejaba de tener el celo casi de inmediato. Eso para Kai era una maravilla, no tendría que quedarse días y días en esa habitación, encerrado por miedo a que alguien lo quisiera violar. Sólo tendría que encerrarse una mañana o un día con Chiaki y hacerlo varias veces para poder calmar el celo y poder seguir con su vida normal.
    En esos momentos se sentía muy feliz de ser el Omega del castaño, por varios motivos. Uno de ellos era que por fin no tendría que preocuparse de que otros Alpha quisieran algo con él, y sólo Chiaki se vería afectado. Otro de ellos, era porqué al fin el castaño había confiado en sus palabras y sus sentimientos y había decidido unirlos de por vida. Y el último porque el celo sería mucho más tranquilo y rápido. También esperaba que ahora Eiden lo dejara en paz, ya no podría ser suyo, ninguna marca podría reemplazar la de Chiaki, y él tampoco se dejaría morder por otro.
    Al día siguiente ya descansados, tanto de los exámenes como del sexo del día anterior, decidieron tener una cita. Se habían encontrado en la casa de Kai y estaban pensando en que hacer. Una cita normal de vez en cuando también estaba bien y después de tantos problemas que habían tenido se lo merecían. Disimuladamente Chiaki miró el cuello de Kai para ver la marca. Ambos habían hablado con sus padres al respeto y estos habían respetado esa decisión. Sabían que lo habían pensado mucho y que no lo habían hecho al azar o por error. Los chicos ya tenían 18 años y tampoco podían decir nada. Si les habían dejado libre albedrío cuando eran más jóvenes ¿cómo iban a decirles algo ahora que ya eran mayores de edad?
    ―¿Entonces que te parece ir al cine? Hay una película de misterio que me gustaría ver y allí estaremos calentitos.
    ―Seguiríamos encerrados… Pero podemos dar una vuelta antes y una después.
    ―Te gusta caminar al aire libre, ¿eh, Kai? Ayer también fuimos a caminar un poco después de que se te calmara el celo.
    ―Sí, siempre me ha gustado eso de salir a pasear, a la playa, montaña o así, pero tranquilamente. Sin preocupaciones ni estrés… para eso ya están los exámenes.
    ―Es verdad. Me parece bien. Mientras te acuerdes de cumplir tu promesa conmigo.
    ―¿Quieres que juguemos durante la cita? Hace mucho que no lo hacemos. Seguro que la película será más interesante de ese modo.
    Chiaki se sorprendió un poco por la idea de Kai, hacía tanto que no jugaban de ese modo… Pero le hacía algo de ilusión, en realidad. Sería su primera vez jugando con objetos sexuales y vestido como chico. Se preguntaba si no se notaría mucho de ese modo… Las faldas podían disimular un poco, pero los pantalones eran algo más ajustados. El tema del miembro tendría que ser como siempre, mantenerlo atado para que no se corriese a mitad juego. El juguete… quizás deberían de usar uno pequeño o algo. Se descartaba el vibrador con colita de perro, serviría para otra ocasión.
    ―Después me harás el amor, ¿cierto? ―preguntó con una sonrisa el castaño―. Sabes que me pongo muy cachondo con estas cosas.
    ―No te preocupes, luego voy a hacerte todo lo que quieras.
    Chiaki aceptó y Kai pensó en que podrían hacer, como jugar mientras miraban una película en el cine. Quizás podrían usar de nuevo el rosario, las bolitas iban dentro y no se notarían en el pantalón… pero no vibraban, dependían del movimiento para dar placer y sentados en el cine no habría mucho. Quizás podrían usar ese vibrador que usaban en la secundaria y preparatoria. Era pequeño, con forma de huevo y masajeaba directamente la próstata. Tenía un mando a distancia que Kai podía usar para cambiar la vibración o apagarlo. Siempre le había gustado y excitado eso a Chiaki, y sus reacciones eran increíbles.
    ―¿Qué te parece volver a usar el vibrador pequeñito que tiene mando a distancia? Te gusta mucho ese.
    ―Lo que quieras por mí estará bien. Es cierto que me gusta ese juguete.
    ―Entonces antes de salir te lo pondré, ¿Te puedes quitar el pantalón?
    El moreno empezó a buscar el juguete, si no recordaba mal lo tenía en un cajón que era casi exclusivo para ese tipo de cosas. Siempre tenía los juguetes bien guardados y cuidados para que durasen y se pudiesen usar con tranquilidad. No quería que ninguno le hiciese daño a Chiaki, eran para dar placer, no lo contrario. Lo encontró y lo desinfectó de nuevo antes de ponerle un poco de lubricante. Se giró y vio que su novio ya tenía el pantalón bajado y se estaba preparando para abrir su trasero y que pudiese colocar bien el juguete. Sonrió por ello. Se acercó con el vibrador ya preparado y lo empezó a introducir en el trasero de Chiaki. Con el dedo lo llevo hasta el fondo, siempre vigilando que no se quedara también el cordón para luego sacarlo. Una vez listo el castaño se giró y lo miró con ojitos de perrito abandonado.
    ―Quieres que te ponga también algo en el miembro para no correrte, ¿verdad?
    ―Por favor, es que sino no aguantaré hasta llegar a casa.
    ―Lo sé. También lo tengo preparado.
    Cogió la pequeña correa que servía para atar el miembro del chico y la apretó un poco sin hacer daño. Luego el miembro se haría un poco más grande y ya le apretaría más. Echo esto, el castaño se puso bien su ropa para poder salir de la casa. Kai aprovechó ese momento para darle al botón de la vibración. Quería comprobar que funcionase. Un saltito por parte de Chiaki, que no se lo esperaba fue una buena respuesta a su pregunta. Sonrió y lo paró.
    ―¿Te diviertes? ―le preguntó su novio cuando la vibración paró.
    ―Estaba probando si funcionaba bien, pero sí. Para que mentir.
    ―Podías avisar, al menos.
    ―Me gustan tus reacciones cuando no te lo esperas. Que quieres que te diga…
    ―Está bien, si te gusta no tengo nada más que decir.
    Kai se acercó a su novio para darle un beso, antes de cogerlo de la mano para sacarlo de la casa. Estaba muriéndose de ganas de salir de la casa, al fin. Entre los estudios y el celo, llevaba mucho tiempo encerrado en su casa, o en la escuela. Cuando al fin estuvieron en la calle, se sintió liberado de todo. Cerró un momento los ojos y sonrió, antes de mirar a Chiaki.
    ―Entonces, vamos hacia el cine.
    ―Que contento estás de salir de casa.
    ―La verdad es que sí. Me encanta salir a pasear, y más si es contigo. A veces me apetece salir, pero pienso que tú no puedes, y solo es más aburrido.
    ―Pregúntamelo, quizás pueda acompañarte.
    ―Está bien.
    Siguieron conversando mientras caminaban hacia el cinema. Kai se veía bastante feliz en esos momentos. No tenía tantas cosas en las que pensar como antes, y estaba más bien relajado. Tenía un momento de tranquilidad con su novio y eso le alegraba más de lo que uno podría imaginar. Durante el trayecto no encendió el vibrador en ningún momento. En esos momentos simplemente quería disfrutar del momento con Chiaki. Al llegar a su destino, compraron las entradas, las palomitas y bebidas y fueron a la sala de espera. Aun quedaban unos minutos para que acabara la película anterior.
    Fue en ese momento cuando Chiaki notó como el vibrador empezaba a moverse en su interior. Su cuerpo sintió un pequeño escalofrío por ello. De vez en cuando notaba como le tocaba en su punto sensible. Evitar que saliera algún pequeño gemido era algo difícil en esos momentos, se sentía bien y saber que alguien podía descubrir el juego le excitaba más. Sabiendo eso Kai aumentó la vibración del pequeño juguete. Chiaki lo miró con esos ojos verdes tan bonitos, y que tanto le gustaban a Kai, algo sorprendidos. No esperaba que su novio empezara el juego en la sala de espera. Allí había luz y todo el mundo podría ver sus reacciones.
    ―K-Kai…
    ―¿Quieres que pare?
    ―H-hay luz…
    ―Es cierto ―respondió el moreno, apagando la vibración.
    ―Tampoco hacia falta apagarlo, con la vibración anterior podía aguantar bien.
    ―Pervertido…
    Dijo eso, pero realmente encendió de nuevo la vibración para que el otro chico pudiese disfrutar de ella. Eso sí, esta vez la puso más flojita. Chiaki tenía razón, tampoco hacía falta pasarse en un sitio público con luz. Realmente en la escuela lo habían hecho a menudo. Quizás Chiaki se sintiera más seguro allí, aunque realmente era más peligroso. En la escuela todo el mundo los conocía y sería algo que se recordaría. En cambio, allí nadie los conocía y no los volverían a ver, probablemente. La mente humana, no siempre pensaba las cosas con lógica. Todo eso no importaba mucho en esos momentos.
    La luz de la sala se puso verde, dando entender que ya podían ir y sentarse en sus sillas. Sin apagar la vibración instó a Chiaki a levantarse y seguirlo. Sabía de sobras que su novio podía con ello. No era la primera vez, aunque hacía bastante tiempo que no usaban ese juguete. Un año como mínimo. En la universidad, no estaban juntos y no tenía sentido. Y habían jugado con otros juguetes que Kai había ido comprando a medida que conseguía ahorrar.
    Al entrar en la sala buscaron sus asientos, la filera y la butaca. Consiguieron encontrarlo después de un poco de búsqueda. Kai le había pedido a su novio que fuese él quien buscase los asientos. Un pequeño reto mientras llevaba la vibración encendida. Formaba parte del juego. Al castaño le costó un poco, pero finalmente lo consiguió. Se sentaron y Kai le dio su bebida. Él se había encargado de las bebidas y las palomitas, tampoco quería que algo se cayese o ponerle más presión al chico.
    Al mirar a la pantalla vieron que habían empezado los anuncios previos a la película. Bien, aún tenían algo de tiempo antes de que empezara. El moreno apagó la vibración. La idea no era que se acostumbrara y ya no sintiera nada en un rato. Y como aún había luz en la sala, no podía aumentar las vibraciones. Pensó que era un buen momento para comentarle a su novio otro reto. Así que giró su rostro para mirarlo y llamó su atención.
    ―Chiaki. Durante la película, a pesar de las vibraciones, quiero que te centres en la película. De vuelta a casa, quiero que me hagas un resumen de esta, con una crítica sobre que te ha gustado más y que no te ha gustado.
    ―¿Es un examen?
    ―No, aunque si no puedes hacerlo, al llegar a casa, habrá un castigo.
    ―¿Un castigo?
    ―Sí. ¿Tienes algo que decir al respeto?
    ―No puedo imaginarme que clase de castigo, pero daré lo mejor de mí. La película me interesa.
    ―Eres tan buen chico. Siempre cumpliendo con mis peticiones, te ves tan adorable… me dan ganas de hacerte el amor.
    ―Cuando lleguemos a casa, me lo has prometido antes.
    ―Sí. Mi reto es aguantar hasta casa sin hacerte nada. Y créeme que es bastante difícil ―escuchó una pequeña risa del castaño, a quien le parecía divertido que eso fuese llamado reto.
    La película era bastante entretenida. Hasta Kai lo notó, a pesar de no ser muy fan de las películas, que esa estaba bastante bien. Tenía buena trama y no estaba nada mal. Chiaki por su lado, intentaba concentrarse, pero le era bastante difícil. Estaba viendo la película lo más concentrado posible, intentando dejar de lado esas vibraciones que subían y bajaban de intensidad. Kai lo conocía muy bien. Conocía a su cuerpo mejor que él mismo. Sabía cuando era el momento para cada cosa y el placer era tal que en algunos momentos había pasado por su cabeza dejar la película y tirarse encima de su novio. Había tenido que recordar las palabras del moreno para mantenerse cuerdo.
    El vibrador en esos momentos estaba a máxima potencia, tocando en el punto justo, dándole la sensación de que se iba a correr en cualquier momento. No podía, obviamente, porqué llevaba puesta la correa que le impedía tal cosa. Lo agradecía des del fondo de su alma, sino fuese por eso tendría sus pantalones manchados de semen. No era la primera vez que notaba ese placer intenso que le llevaba a pensar se correría en cualquier momento. Sabía perfectamente que después de este placer venía el dolor de no poder correrse. Miró a su novio quien parecía concentrado en la película y se mordió el labio. Quería que lo hiciera suyo en ese mismo momento.
    ―Chiaki, la película. Recuerda el reto.
    ―S-sí. Perdona.
    Volvió a mirar la pantalla intentando concentrarse en ella, la película le gustaba. Era la segunda parte de una que había visto anteriormente y que le había gustado. Por eso quería ver esta, aunque realmente se estaba enterando solo de la mitad, si es que llegaba a eso. Esas vibraciones lo tenían completamente desconcentrado. Y justo en ese momento pararon en seco. Al sentir eso Chiaki dio un leve suspiro, entre alivio y decepción. Quería correrse y liberarse de esa presión que sentía en su miembro. No había sido capaz de comer casi ninguna palomita. Tampoco había bebido demasiado. Estaba más concentrado en el juego e intentar mirar la película que en otra cosa.
    Ahora que no había vibraciones de por medio, se acomodó un poco en el asiento y miró la pantalla intentando concentrarse en eso y no en el miembro que pedía atención entre sus piernas. Kai le estaba dando tiempo para que pudiese relajarse un poco y concentrarse en la pantalla. Así que se puso a ello. El tiempo que le dio el chico fue bastante largo, lo suficiente para que se calmara bastante y cogiera el hilo de la película. De hecho, solo encendió el vibrador en la mínima potencia durante un rato y luego no volvió a usar más el vibrador, después de ese momento. A Chiaki le pareció extraño, pero no dijo nada. Aprovechó para concentrarse en la película que tampoco tardó mucho más en acabar.
    Al salir, Chiaki llevaba en sus manos su bebida, mientras Kai llevaba las palomitas y su bebida. Por su parte si se había bebido la suya. Más que nada para bajar el nudo en la garganta que notaba al ver a su novio tan adorable y no poderlo tocar por el momento. El moreno, estaba pensando que quizás ese no era momento de dar una vuelta, sino de ir directo a su casa y follar con Chiaki como si no hubiese un mañana. El paseo podía esperar al día siguiente.
    ―Vamos a casa, Chiaki.
    ―¿No querías dar un paseo? ―preguntó este un poco confundido.
    ―Ahora mismo… solo tengo en mente llevarte a la cama.
    ―Entonces, está bien. Vamos. ¡¡Yo encantado!! ―fue la respuesta entusiasta del castaño, quien le dio la mano a su omega deseando llegar a la casa.
    El camino esta vez fue un poco más silencioso y rápido que la ida. Ambos tenían ganas de llegar a casa y a Kai le daba igual si Chiaki había cumplido con su parte del reto. En todo caso ya le preguntaría más tarde sobre eso. Su mente solo pensaba en una cosa. En lo cachondo que estaba por ver a Chiaki disfrutando de las vibraciones y en como solucionar los problemas que tenían ambos. Acababan de tener sexo el día anterior, y no solo una ronda, tuvieron muchas para parar su celo, pero ya estaban de nuevo con los motores a tope.
    Al llegar a casa, Kai llevó al chico a su habitación rápidamente y lo tumbó en la cama antes de lanzarse sobre él. Empezó a besarlo desesperadamente, parecía que no se hubiesen visto en años. El castaño aceptó gustoso esa desesperación de su novio por besarlo y le respondió de igual forma. Parecía una competencia por ver quien iba más cachondo después del jueguecito.
    ―K-Kai…
    ―Quieres más, ¿eh? Voy.
    Kai puso el vibrador al máximo y volvió a besarlo mientras se restregaba, rozando sus entrepiernas por encima de la ropa. Esta vez no pensaba entretenerse demasiado con juegos extra, con el juego durante la cita ya le parecía suficiente, y hasta demasiado. Suponía que Chiaki no le pediría tampoco, extender el juego previo. Podía notar que estaba más que cachondo él también. Se separó del castaño y empezó a quitarles la ropa a los dos. Era lo mejor que podía hacer en esos momentos. Al estar sin ropa, le quitó también la correa, y vio ese miembro que estaba tan erguido de nuevo. Se lo acercó a su boca y se lo metió de golpe en él. Escuchó un gemido por parte del chico y también como le ponía las manos en la cabeza para acariciar su cabello.
    ―Kai… me corro…
    Iba tan cachondo que realmente no tardó demasiado en correrse. Después de unos pocos movimientos del moreno, por su miembro, este dejó escapar todo el semen que había acumulado durante la cita. La satisfacción que invadió el cuerpo de Chiaki en ese momento fue total. Se sentía en la gloria. Kai se bebió el líquido blanquecino que pudo. Había más cantidad de lo usual.
    ―Chiaki, tenías reservas de semen, ¿eh?
    ―Tanto juego…
    ―Voy a entrar.
    ―Bien.
    Apagó el vibrador que estaba dentro de Chiaki y con cuidado lo sacó de su trasero para poder entrar él. Estaba muy necesitado. Seguramente él también tenía semen de más, llevaba mucho rato cachondo. Había tenido que centrarse un poco en la película para relajarse, ya que su novio era demasiado erótico. Cada movimiento o sonido de su parte era excitante. También había apagado el vibrador para ver si su novio se calmaba y de paso también él. Le había costado mucho no saltarle encima en ese momento. Y ahora que tenía vía libre no iba a desperdiciar el momento.
    ―Estás bien dilatado, así que no voy a esperar.
    No había acabado de decir la frase que ya tenía la punta de su miembro entrando por el trasero de Chiaki. El castaño gimió un poco satisfecho de volver a sentir el miembro de su omega dentro de él. Amaba cuando Kai era el seme. Le gustaba más que ser él el seme, ser el uke se sentía increíblemente bien. No era un Alpha corriente ya que él no tenía la necesidad de dominar a su Omega. Él solo necesitaba sentirse amado por el otro. Y Kai le daba eso aparte de lujuria. Como en esos momentos cuando lo embestía con fuerza llegando a ese punto que le volvía loco y que tenía algo sensible. No pudo evitar gemir por ello y mover sus caderas al son de los movimientos del moreno. Hasta que este se corrió en su interior, y poco después el castaño le siguió.
    ―Uff… me siento como otra persona después de esto. Estaba muy cachondo.
    ―Yo también lo estaba ―le respondió a Chiaki abrazando a su novio quien estaba sobre él.
    ―Me lo puedo imaginar. Hacía tiempo que no jugábamos fuera de casa.
    ―Eso es cierto.
    ―Estoy muy cansado después del calentón y del sexo.
    ―Descansemos, entonces.
    ―Las sábanas… Las hemos vuelto a manchar, seguro…
    ―Tenemos tiempo antes de que lleguen tus padres.
    ―Hagámoslo ahora y ya nos lo quitamos de encima.
    Kai salió del interior de su novio y se levantó para empezar a quitar las sábanas en cuanto se levantase el otro chico. A Chiaki le costó un poco, pero hizo lo que le tocaba. Y de paso se fue al baño a limpiarse un poco. Mientras tanto, Kai cogió las sábanas y después de pasarles una toallita húmeda, las puso para lavar. Y buscó unas nuevas. Las empezó a colocar encima de la cama, esta vez con la ayuda de Chiaki que ya había acabado de limpiarse, tiró un poco de spray para quitar los olores y, después de vestirse un poco, se tumbaron en la cama y se taparon. Hacía frío y en cuanto entraron en calor no tardaron mucho en dormirse.
    Continuará…
     
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    Capítulo 17


    Pasadas las vacaciones de invierno, con su Navidad y su año nuevo, empezó de nuevo el curso. Ambos chicos volvían a ir a la universidad en el tren de la mañana. Habían cambiado sus horarios, pero las clases aún eran por la mañana. Algunos días coincidían en hora de entrada y podían ir juntos sin ningún problema y otros días tenían que quedar expresamente para poder verse. Todo igual que el semestre anterior. La única diferencia era que ya no debían preocuparse por los celos de Kai.
    El moreno estaba llegando a su clase cuando vio un cabello de color rojizo que le hizo salir un tic en el ojo. ¿Por qué estaba él allí? No podía ser que lo estuviese acosando o algo así, ¿no? Se preparó mentalmente para lo que vendría y se acercó a la puerta de su clase, donde estaba el hombre. Este al verlo puso mala cara. Antes de decir algo se acercó a su cuello y miró la zona donde estaba la mordida de Chiaki. Lo había notado al verlo. Algo estaba diferente en el moreno.
    ―Ese hijo de…
    ―Eiden, cállate, yo le di mi permiso y mi padre también accedió. Fue él quien me quitó el collar para ello. Tenemos su bendición.
    ―Pero no es tu predestinado.
    ―Déjate de tonterías. Esto de los predestinados no tiene ninguna lógica ni nada. A parte yo no podría ser feliz contigo.
    ―¿Y eso por qué?
    ―Porque yo soy seme.
    ―Venga ya, menuda excusa más mala.
    ―Es cierto, soy seme. Des del inicio yo he sido el seme de la relación con Chiaki. En realidad, he tenido pocas experiencias como uke. Me gusta dominar a mi pareja y jugar con ella, en el sentido sexual. Chiaki lo acepta y le gusta ser el uke, pero tú no podrías. Así que solo podrías forzarme a ser tu uke y me harías infeliz.
    ―Un omega siendo seme… Eso es imposible.
    ―No lo es. Por eso tú y yo no habríamos podido tener nada serio, nunca. Tienes demasiados prejuicios.
    ―¿Me estás diciendo que para ser tu Alpha tendría que dejarme ukear por ti?
    ―En parte, ya que tampoco quiero hacerle el amor a nadie que no sea Chiaki. Entiéndelo.
    ―Muchas palabras, pero a pesar de que estás marcado sigues soltando feromonas para mí. Por algo será.
    ―Es cierto que sigo notando algo al verte, algo mucho menor que lo que sentía antes. Pero queda un algo… Me gustaría que aceptarás de una vez que no voy a ser tu omega ni tu uke. Puedes buscarte a alguien más. Hay muchos omegas en el mundo.
    ―Tú eres el predestinado para mí. Y ese desalmado te ha marcado importándole poco nuestro destino.
    ―¿No puedes entender que no hay destino entre nosotros?
    ―Eres mío.
    Eiden no pudo resistir más sus impulsos y empujó a Kai contra la pared antes de besarlo. Le mordió el labio para conseguir que abriese la boca y metió su lengua en su interior. El moreno sintió cosas contradictorias. Asco por ser besado por alguien que no era su Alpha, rechazo por lo mismo, pero también calentura en su entrepierna. Su cuerpo había reaccionado al beso de Eiden. De acuerdo que era su predestinado y al parecer tenían una especie de conexión, pero su cuerpo y su mente en esos momentos no estaban de acuerdo el uno con el otro.
    ―Lo ves… tu cuerpo reacciona a mí.
    ―Te odio, desgraciado ―le gritó Kai perdiendo la paciencia como pocas veces había perdido, y le dio un puñetazo en el estómago que dejó a Eiden de rodillas al suelo.
    Kai entró rápidamente al aula y se sentó en su sitio, junto con algunos compañeros que habían llegado hacía rato y otros que habían visto la escena. El moreno estaba muy agitado, y de repente se puso a llorar. A pesar de ser omega no solía llorar por este tipo de cosas. Era fuerte, no se dejaba intimidar. No podía hacer tal cosa… no había podido evitar ese beso. Había mantenido su guardia baja, al pensar que Eiden al verle marcado se rendiría. Había sido un poco iluso y por culpa de eso le había fallado a Chiaki.
    ―Mierda… odio a ese hombre…
    ―Kai ―le llamó uno de sus compañeros― es el chico de la conferencia, ¿no?
    ―Sí. Está obsesionado conmigo… Se supone que somos predestinados y él se lo toma al pie de la letra. No acepta que yo amo a Chiaki y que le pertenezco, al igual que él me pertenece a mí.
    ―¿Es cierto que eres el seme?
    ―Sí, lo es.
    ―¿Quieres que te ayudemos? Podríamos evitar que estés solo junto a él.
    ―No quiero molestaros.
    ―Los amigos estamos para eso, tampoco queremos que ese hombre te haga cosas que no quieras ―siguió comentando el chico mirando a sus compañeros― ¿Verdad?
    ―Si ―respondieron los demás chicos del grupo.
    ―Gracias. La verdad es que no lo había visto hasta hoy. Parece que no le ha sentado bien que Chiaki me marcara.
    ―Lo hemos visto, pero menudo puñetazo le has dado.
    ―Uno merecido, también te digo ―comentó otro chico.
    ―La verdad es que sí, y más le habría dado yo en tu lugar ―comentó otro.
    Kai se sintió aliviado al tener a sus amigos a su lado. Hacía poco que se conocían, eso era cierto, al igual que era cierto que eran mucho mejores que sus compañeros de la escuela. Es cierto que dicen que en la universidad es donde se encuentran los amigos de verdad, pensaba Kai viendo como los chicos estaban pensando estrategias para alejar a ese pelirrojo de su vida.
    Unos meses pasaron, en los que realmente lo consiguieron. Chiaki también estaba en alerta, después de saber que había besado a Kai. No lo dejaba solo hasta que no se encontraban con alguno de los amigos de Kai para que le hiciera de escolta. Desde que le habían explicado lo ocurrido a su novio había perdido algo de libertad de movimientos. Por una parte, lo agradecía y por otra estaba algo harto de todo eso. Él podía defenderse solo y ya no volvería a bajar la guardia después de lo sucedido.
    ―En serio Chiaki, no hace falta que vengas a recogerme a la puerta de la clase.
    ―Claro que sí. No quiero que estés solo por la universidad.
    ―Sólo fue un beso…
    ―¿Solo? ¿A ti te gustaría que a mí me besara otra persona?
    ―No, la verdad.
    ―Entonces… no tienes nada que decir.
    Kai suspiró y ambos se fueron hacia el tren de regreso a casa. El castaño lo había esperado en la puerta de la clase durante más de una hora solo para que no fuese solo. Agradecía el detalle, pero le sabía mal. Chiaki había sacado su faceta de guardaespaldas sobreprotector. El moreno no podía replicar. Entendía perfectamente los sentimientos del castaño y estaba casi seguro de que él haría lo mismo en su lugar.
    Al llegar a casa de Chiaki, vieron algo fuera de lo normal. La puerta estaba abierta, y parecía que la habían forzado. Ambos se miraron un momento, pero antes de decir algo o poder reaccionar, apareció un chico de cabellos rojizos, que venía desde dentro. Atacó con un cuchillo al castaño, quien fue empujado por su novio. Ambos miraron al chico que aún llevaba el cuchillo. Por el susto Chiaki había caído al suelo, no había podido reaccionar al empujón. Kai vio eso y se puso entre los dos Alphas.
    ―Eiden, ¿Qué coño estás haciendo? ―le preguntó gritando intentando ganar tiempo o que algún vecino saliese.
    ―Intento recuperar lo que es mío. Si mato a Chiaki desaparecerá la marca de tu nuca y podrás ser mío.
    ―Tú… Estás completamente loco. No puedes matarlo.
    ―Sí puedo, obviamente que puedo, es mi deber matarlo para recuperarte.
    ―¿Recuperarme? Nunca he sido tuyo y nunca lo seré.
    ―Todo por culpa de este desgraciado. Debo matarlo.
    ―No voy a permitir que lo mates. Eso tenlo por seguro.
    ―¿Porqué lo defiendes? Tú eres mío.
    ―Porque lo amo. Yo le amo más a que a nada, y nunca te amare a ti.
    ―Si lo mato… todo será diferente, él no te nublará más la mente… Lo podrás ver todo claro, y veras que realmente me amas a mí.
    ―Mi mente no está nublada.
    ―No sé como lo ha hecho, pero te ha hipnotizado de alguna forma, y con su muerte todo se resolverá.
    ―Tú estás loco ―respondió Chiaki, quien ya se había levantado― ¿Cómo se supone que vaya a hacer algo así? ¿Crees que estamos en una película o algo por el estilo?
    ―No, sé que esto es real y sé que tu intención es robarme a mí Omega.
    ―No intento robarte nada, él no es un objeto. Hemos estado juntos des de hace años.
    En esos momentos el pelirrojo se abalanzó hacia el chico castaño, que estaba al lado del moreno. Estaba decidido a matarlo para conseguir al moreno, era su predestinado y tenía que ser suyo. No podía dejar que nadie se lo robara. Él creía firmemente en el destino y en el amor entre Alphas y Omegas, siempre lo había buscado y ahora que lo había encontrado no iba a dejar que alguien más se lo llevara. Chiaki era un ladrón que quería robarle al Omega que había buscado durante toda su vida. No iba a permitir tal cosa.
    Kai se puso en medio entre los dos, no iba a permitir que le hicieran daño a su novio. Se puso en posición defensiva, como le habían enseñado en las clases de defensa personal. Si alguien que iba armado te atacaba había maneras de defenderse, hasta de desarmarlo. Y en esos momentos él estaba preparado para eso. Con un movimiento, le quitó el arma a Eiden y aprovechó para darle un golpe que lo dejó en el suelo. Luego cogió el cuchillo y lo apartó del pelirrojo.
    ―Kai, ¿Estás bien? ―le preguntó el castaño viendo como este cogía el cuchillo que le había quitado al otro Alpha.
    ―Sí. Al final las clases de defensa personal han servido para algo ―Kai sonrió y cogió el móvil para llamar.
    Al parecer ningún vecino estaba en casa o no querían meterse, así que Kai llamó a la policía para explicar lo que había pasado. Realmente no sirvió de mucho. Pusieron la denuncia y se llevaron al pelirrojo lejos de allí, aunque no estaba preso ni nada. Lo que había hecho, solo era un intento de asesinato sin testigos. Era su palabra contra la del otro. No podían culparlo ni inculparlo, así que solo lo dejaron en su casa después de archivar la denuncia.
    A pesar de todo eso, Eiden había cambiado de opinión. Kai era demasiado violento para su gusto. Después de su actuación había visto claro que sí que era cierto lo que el moreno le había dicho. Kai era el seme de la relación y era más fuerte que él mismo. No podía creerlo. Era un Omega, pero le había ganado cuando él estaba armado. Con estas ideas en la cabeza se dio por vencido y decidió buscar a otro que fuese más con el estereotipo que todos conocían. Uno más débil, sumiso y uke, que Kai.
    En ese momento Kai sintió una especie de vacío en su pecho, como si un lazo se hubiese roto. Según lo que le había contado Chiaki quería decir que todo había acabado. Eiden había decidido dejar de lado su “amor predestinado”, los había liberado de su persona. Ahora ya habían roto los lazos con ambas parejas destinadas, y solo tenían que preocuparse de ellos mismos. Chiaki lo había marcado, era solo suyo, y no tenían nadie que se opusiera o quisiera poner trabas.
    ―Ya está, Chiaki.
    ―¿El que, amor?
    ―Se ha roto el lazo con Eiden, acabo de notarlo.
    ―¿En serio? ―preguntó algo feliz de saber eso.
    ―Te lo aseguro.
    ―Genial, no quiero volver a verlo… me he asustado mucho por todo.
    Chiaki había llorado en cuanto se habían quedado solos. La tensión, el miedo, todos los sentimientos, que durante el momento no habían salido a flote, habían empezado a fluir al relajarse un poco. No quería volver a pasar por algo como eso. Había tenido miedo de morir o de que le pasara algo a Kai. Había sido un momento terrible. Aunque el sentimiento de culpa por no haber podido hacer nada en esos momentos y dejarle todo el trabajo a Kai, era aún más horrible. Seguía siendo un Alpha bueno para nada. Aún no era digno de Kai. No. Realmente no tenía nada que ver. Se amaban y eso ya le hacía digno de ser su pareja. Eso era lo que Kai le había enseñado. El moreno era capaz de defenderse solo y de defenderlo a él.
    ―¿Sabes una cosa, Kai?
    ―Sé muchas, pero a cuál te refieres.
    ―Te amo, y nunca me arrepentiré de mi decisión. No volveré a dudar más sobre ello. Porque yo puedo hacer unas cosas y tu puedes hacer otras. Nos complementamos. No importa quien haga qué. Si tu eres más seme o yo más uke. Si tu sabes artes marciales y yo no. Cada uno de nosotros somos a nuestra manera y es lo que nos hace especiales.
    ―Chiaki, me acabas de dejar impresionado. ¿Cuándo has madurado tanto?
    ―Quizás las últimas experiencias me han hecho crecer como persona.
    ―Yo también te amo, Chiaki, y tampoco me arrepentiré de ello, nunca. Dalo por echo ―le respondió cogiéndolo por la nuca para acercarlo y darle un buen beso en los labios.
    FIN
     
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    Habían pasado unos años, y nuestros protagonistas trabajaban en sus respectivos trabajos. Chiaki había conseguido su objetivo y se había vuelto un psicólogo ayudaba a los Omega a aceptarse, también ayudaba a los Alpha a entender que los Omegas. Era una tarea ardua y se hacían terapias para ello. Había varios psicólogos con quien Chiaki colaboraba e intentaban educar a las personas para que entendieran que las diferencias entre personas no eran más que cosas positivas y no cosas negativas. Pero era más bien difícil de entender el hecho de que los Omega al generar vida son especiales en vez de inferiores. Y eso le daba mucho trabajo al pobre castaño, a quien le tocaba hacer algunas horas extra, más a menudo de lo que querría.
    Por otro lado Kai trabajaba como ingeniero y aunque tenía sus problemas por culpa de su genero Omega, al tener la marca, y algunos compañeros Beta, le ayudaba bastante a poder trabajar sin demasiadas preocupaciones. Era bastante bueno con su trabajo y tenía una buena relación con los demás. Siempre se le habían dado bien las relaciones sociales y aquí no era una excepción. Ciertamente, había siempre alguno que no estaba de acuerdo con que un Omega trabajase en la misma empresa, pero no sé podía gustar a todo el mundo.
    Habían podido ahorrar algo y vivían felices en un piso de la ciudad, así que se podía decir que estaban bastante felices. Sólo había algo que quizás… les molestaba un poco. Y era el tema de los niños. Los padres querían tener nietos. Estaban deseando ser abuelos. Y cada vez que se veían con alguno de ellos, salía la misma conversación. Ellos siempre respondían que aún no había llegado el momento. Ambos estaban bien como estaban, tenían sus trabajos, tenían su piso y se podían ver por las noches, fines de semana y cuando coincidía que tenían vacaciones o descansos. Se querían y eso para ellos era lo único importante. No veían porque tener la necesidad de complicarse la vida con unos hijos que, les cambiarían por completo el ritmo de vida.
    Ninguno de los dos tenía la necesidad de dar ese paso y no entendían porque los mayores estaban tan pesados con el tema. Los padres de Kai eran un buen ejemplo, lo habían tenido y luego tampoco habían estado mucho por él. No eran unos padres despreocupados que hubiesen pasado de él, pero tampoco habían sido unos padres entregados a la causa. Chiaki pensaba que para hacer lo que habían hecho ellos, era mejor no tener hijos. Total, ninguno de los dos cambiaría sus horarios o su ritmo de vida, por ellos. Lo habían hablado, Kai tampoco tenía el instinto paternal muy elevado. Como Omega, obviamente no estaba en contra de tener un hijo en algún momento, pero no le corría prisa.
    En resumen, si a ellos dos de momento no les interesaba el tema, sus padres deberían dejarlo así. Si Kai en algún momento decidía que quería tener un hijo, Chiaki no diría que no. Sabía que el moreno se comprometería a cuidarlo y él como su compañero lo ayudaría en las cosas que pudiera. Eso sí, debía ser Kai quien decidiera que había llegado el momento de tenerlos y él se sentía preparado. No quería que fuese por presión de sus padres. Le preocupaba un poco el tema.
    ―Pero Chiaki, teniendo la suerte que tienes de que siendo gay tu pareja sea Omega y pueda darte hijos… no sé porque no la deberías aprovechar.
    ―Eso sería si yo quisiera tener hijos.
    ―No quieres…
    ―Si Kai quisiera, yo podría hacer el esfuerzo de tenerlos, solo que no me interesa mucho.
    ―Dan mucha alegría… No entiendo como has podido salir tan amargado, los hijos son maravillosos.
    ―Mama… Entonces, haz tú otro hijo. Son maravillosos, son maravillosos. Claro y por eso tú solo tuviste uno.
    ―Yo quería tener más, pero tuve un problema durante tu embarazo y perdí la oportunidad de tener otro.
    ―¿E-en serio?
    ―Sí, de verdad, estuve triste un tiempo. Aunque ya lo he superado no me gusta recordarlo.
    ―Ya veo, perdona, nunca me lo habíais contado.
    ―No es algo agradable de que hablar.
    ―Es cierto…
    ―Por eso me hacía ilusión tener nietos y poder disfrutar de ellos…
    ―Jolines, mama, si me lo dices así me haces sentir culpable.
    Chio se rio un poco y decidió dejar el tema, tampoco quería hacer sentir mal a su hijo. Lo único que no quería era que se perdiera algo tan bonito como el tener hijos. Aunque si él no quería, no era nadie para obligarle. Sería triste para ella, eso sí. Sabía que Chiaki no accedería a no ser que fuese Kai quien se lo dijera. Su hijo era un mandado y siempre acababa haciendo lo que quería el moreno. Lo tenía aceptado desde que eran pequeños. Kai siempre había llevado los pantalones. No los podía cambiar. Tampoco podía intentar convencer a Kai de que tuviera hijos si él no quería. Que complicado era el camino de una abuela que no tenía nietos, pero los quería.
    ―Hola, Kai ―lo saludó al encontrárselo por las escaleras mientras salía del apartamento que los chicos compartían.
    ―Buenas, Chio, ¿Qué haces por aquí?
    ―He venido a ver a Chiaki, tenía algo de tiempo.
    ―Ya veo… ¿Estás triste por algo?
    ―¿Tanto se me nota? No tienes de que preocuparte, no pasa nada.
    ―¿Estás segura?
    ―Sí. De todos modos es algo que por el momento tampoco se puede solucionar así que es mejor no darle vueltas al tema.
    ―Entiendo, supongo. Si puedo hacer algo por ayudar.
    ―Está bien, hijo, no te preocupes. Por el momento me voy para casa. Adiós, Kai.
    ―Adiós.
    Al llegar a casa el moreno se dio cuenta de algo, su pareja también estaba triste. Eso le hizo preguntarse que había pasado allí. ¿De que habrían estado hablando para ambos estuvieran así? Quizás si hablaba con Chiaki este se lo contaría. ¿Estaría bien preguntar? Cuando el castaño se dio cuenta de su presencia sonrió y lo miró feliz. Bueno, eso era algo, quizás no era tan grave si podía sonreír al verlo. Igualmente sentía la necesidad de preguntar.
    ―Amor, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estáis tristes, Chio y tú?
    ―¿Mi madre?
    ―La acabo de ver, estaba yéndose justo cuando yo llegaba.
    ―Ya veo, se hace la fuerte…
    ―¿Ha pasado algo?
    ―Mi madre me ha contado que ella quería tener más hijos, pero que en el parto tuvo complicaciones y luego ya no pudo tener más hijos… Tiene ganas de tener nietos, porque no pudo tener hijos.
    ―Entonces, eso significa que está triste porqué no queremos tener hijos, ¿no?
    ―Exacto.
    ―¿Y tú?
    ―Yo estoy triste porque me siento culpable de que no pudiese tener más hijos.
    ―Pero no fue tu culpa.
    ―No tiene porque serlo para que me sienta culpable. Y ella está triste.
    ―¿Entonces quieres tener un hijo?
    ―Yo... La verdad es que no soy muy fan de los niños. Si hay que tenerlos porque tú quieras, no sería un problema, ¿Tú quieres tener hijos?
    ―A ver, querer… creo que tener uno o dos no estaría mal, aunque de momento estoy bien con mi trabajo y la vida en general. No digo que no a tenerlos en un futuro, por eso.
    ―Supongo que mi madre podrá esperar un poco para tener a sus nietos. No tiene por qué ser ahora, supongo.
    ―Sí, ya lo tendré en cuenta. Puedes decirle eso a tu madre la próxima vez, que tendremos un hijo cuando llegue el momento.
    ―Está bien. Gracias.
    FIN

    ---------------------------------------
    Y hasta aquí este fic, espero que os haya gustado a quien lo haya leído y que nos veamos en algún otro que escriba en un futuro!

    Has otra!!
     
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17 replies since 19/6/2020, 14:23   153 views
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