Un matrimonio diferente (Harco)

Adaptación, Omegaverse, infidelidad, chantaje.

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    Yaoizando
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    capítulo 11
    Draco no salía de su asombro. Harry y Ginebra. Ginebra y Harry. Hacía cinco años habían estado a punto de casarse. Hasta que el padre de Draco había intervenido en la elección.

    Sintió vértigo ante el significado de este hecho. Ginebra y Harry eran amantes. ¿Por qué insistía en que él siguiera siendo su esposo? ¿Por qué había rechazado su propia libertad? ¿Por qué quería casarse con Ginebra? ¿O estaba satisfecho con mantener a la buena doctora como amante? Una amante que no se reprimía en presencia de su esposo...

    Draco se estremeció. No había nada en el juramento hipocrático que impidiera semejante comportamiento. ¡Ahora comprendía por qué Harry no había querido decirle todo lo que le había costado su boda con él!. Harry decía odiarlo. No podía ser de otro modo.

    Y ahora se estaba vengando. Draco hundió su cara en la almohada, con la sensación de ser él más desgraciado y estar más solo que nunca. Del mismo modo que Lucius Malfoy había manipulado la vida de Harry forzándolo a una vida que él no había elegido, cinco años atrás, ahora Harry quería que su hijo sufriera el mismo destino presionándolo para permanecer a su lado.

    Harry se había sentido atraído por su esposo el día que éste le había dicho que estaba enamorado de otro Alfa. Hasta entonces había creído que él aún lo amaba, y lo había estado castigando con su indiferencia para que pagase los pecados de su padre.

    Aun no sabía que Theo había desaparecido de su vida, pero estaba dispuesto a conseguir que así fuera. Tal vez por lo de «ojo por ojo, diente por diente». Él había sido privado de Ginebra, quizás ahora quisiera que Liam también perdiese a su amor.

    Su padre siempre había sido inalcanzable a causa de su chantaje, pero él era un objeto fácil para la venganza. Y Harry era un sádico. Incluso había representado el papel de hombre apasionado con él, cuando ahora quedaba claro que había sido todo planeado para desquitarse.

    En su momento él había pensado que Harry le había querido demostrar que podían tener un matrimonio de verdad, y que quería hacerlo tambalear en su convencimiento de que amaba a Theo.

    Pero ahora veía que el motivo por el que había hecho el amor con él era aún más humillante. Él había caído en las redes de su maestría sexual. Lo había seducido para dejarlo más confuso aún. Draco se sentía degradado por su propia vulnerabilidad.

    El cansancio lo había llevado a un sueño intranquilo pero largo. Se despertó pasada la medianoche, y se dio cuenta de que llevaba durmiendo doce horas. Era evidente que físicamente le había hecho bien, si bien se sentía muy hambriento.

    Se puso la bata y fue a buscar comida. Su mente vagaba por pensamientos oscuros y angustiosos cuando de pronto se encontró a Harry, silencioso, a su paso hacia la suite. Se llevó el susto de su vida.

    - ¿Buscas un teléfono, pequeño?

    En la penumbra, los rasgos de Harry parecían los de una escultura.

    - ¿Un... teléfono?

    - Por la duración de tus llamadas a Nott, pareciera que encuentras en ellas un buen sustituto del sexo – murmuró con insolencia -. Y llevas como cuarenta y ocho horas sin tu ración. De todos modos, si eso es lo que quieres, podría aceptar el desafío y llamarte desde un teléfono interno. Estoy dispuesto a demostrarte que también eso lo hago mejor que él.

    - ¡Eres perverso!

    - Me estás empezando a dar pena, tu pobre Adonis. ¿Cuánto lleváis juntos? ¿Dos meses y medio de manitas, suspiros, y dulces conversaciones?

    - ¡Es cosa mía! – gritó él apretando los dientes de rabia.

    - Pero ya ves, me muero por conocer todos los detalles...

    - Tengo hambre – dijo con debilidad.

    - No creo que estuvieses hambriento de él. Tal vez sí de un romance y de que te prestasen atención. Lo comprendo.

    - Eres tan primitivo. ¡Deberías estar en una jaula! – Draco perdió el control ante la arrogancia de Harry.

    - ¡Por lo menos me intereso de los motivos que te llevaron a sentirte atraído por un tipo de tercera clase como Nott! – le soltó él lleno de rabia.

    - Tengo mal gusto, Harry. ¿No lo sabías? Después de todo una vez fui capaz de elegirte.

    Draco se estaba poniendo cada vez más furioso. Harry no estaba celoso de Theo, sino que se sentía herido en su orgullo de macho. No podía soportar que su esposo prefiriera a otro. Y no era momento para admitir que Theo era tan de tercera como Harry había dicho.

    - Necesitas... – empezó Harry.

    - Bueno, no necesito que me quites la ropa como la última vez.

    Hubo un silencio impenetrable. Harry se quedó mirándolo, y de pronto soltó una risotada. Draco estaba rojo de rabia y desconcertado. Cuando hizo ademán de seguir su camino, él lo retuvo y lo devolvió a la habitación de la que acababa de salir.

    - ¿Has dicho que tenías hambre, no? Pediré que te traigan comida – dijo abruptamente.

    Harry lo sentó en un sofá. Él entrelazó sus manos en un gesto de ansiedad que pretendía sofocar la revolución interna que le producía sentirse bajo la influencia y el poder de Harry. Era imprevisible. Alguna vez eso le había atraído enormemente.

    Era tan distinto a él.

    Pero ahora se daba cuenta del carisma que tenía. Lo había notado cuando se había reído.¿Qué le extrañaba de la situación, entonces? Sí, era extremadamente atractivo, devastadoramente sexy, muy sexy realmente. No podía evitarlo. Él era así, simplemente. Lo había observado en fiestas, en cenas, cómo llamaba la atención de todas las personas. Y era algo que él sabía perfectamente.

    Probablemente su madre y sus hermanas lo adoraban. Así que era natural que él también se viera atraído por ese magnetismo. Y que una sola sonrisa suya lo dejara indefenso. Era natural su reacción hacia él. No había nada más. Sólo que era un Omega, y que era humano.

    - Me alegro de que te sientas mejor. Pero se te ve muy serio.

    Draco respiró hondo, y descubrió en el rostro de Harry las huellas del estallido de humor que había expresado anteriormente.

    - Tenemos que hablar.

    - Es un poco tarde ya, pequeño.

    Allí estaba el engreído de su marido. Nunca lo había tomado en serio. Quizás no tomaba en serio a ninguno de sus amantes. O tal vez fuera porque él era rubio y pequeño, y una vez había estado loco por él.

    Pero hacía cinco años Harry había alzado una pared de hielo entre ellos, y lo había dejado en un mundo irreal que no era ni el de un Omega casado ni el de uno soltero. Y ahora no se le ocurría que sus sentimientos pudieran haber cambiado, y ya no estuviera interesado por él.

    Ni lo mucho que había podido sufrir. Harry había dado por hecho que él no iba a sacrificar un mundo de privilegios para ganar su libertad. Pero ésas eran las barreas que Draco tendría que romper.

    - Harry, tenemos que hablar. Y si es posible, quisiera que no te pusieras furioso, ni que me amenazaras o fueras sarcástico.

    Harry estaba apoyado en un escritorio, y lo miraba con indulgencia, como quien mira a un niño que quiere demostrar su madurez a pesar de la obviedad de sus pocos años.

    - Harry...

    - Tu comida – Harry atravesó la habitación y fue a recibir la bandeja que le traía un sirviente. - Come – le puso la bandeja en el regazo.

    - Sé lo tuyo con Ginebra Wesley.

    - mione.- murmuró Harry casi inaudiblemente con el ceño fruncido -. ¿Qué es lo que sabes?

    - Estabas comprometido con ella.

    - Durante años – admitió él.

    Draco miró la ensalada con apetito.

    - Bueno, entiendo cómo te habrás sentido cuando Lucius te obligó a romper con ella, y perder a la mujer que amabas.

    - El momento no era el mejor...

    - ¿No era el mejor momento?

    - Yo conocía a Ginny de toda la vida. Estábamos prometidos desde la adolescencia. No lo habíamos decidido nosotros. Había sido el deseo de nuestros padres, el acuerdo entre dos líneas de barcos. Ginny quería ser médica. Su padre no lo aprobaba, pero con mi apoyo le hizo ceder. Tanto Ginny como yo sabíamos que tarde o temprano íbamos a decepcionar a nuestros padres, pero mientras tanto jugábamos el papel que nos habían asignado.

    - ¿Jugabais?

    - Si hubiese dicho que no quería casarme con Ginny, su padre la hubiese obligado a casarse con otro y le hubiera impedido que siguiera sus estudios de medicina – explicó Harry -Ginny es una profesional entregada a su vocación, a la que se dedica al cien por cien. No tiene tiempo para otra cosa. No es el tipo de esposa que yo hubiese elegido, ni yo el tipo de hombre que ella hubiese deseado como marido.

    Draco tragó saliva. Había algo que no casaba con la imagen que él había visto en el hospital. Pero tal vez era el producto de una afectividad entre dos personas que se conocían de toda la vida, y que no se veían desde hacía años.

    - ¿No estabas enamorado de ella?

    - Hace tiempo creí que lo estaba. Pero en cuanto ella se sumergió en sus estudios, me di cuenta de que éramos incompatibles.

    - Querías que se dedicara a ti exclusivamente.

    - Me conoces bien.

    - Simplemente era un comentario. ¿Y por qué has dicho que no había sido el mejor momento el de nuestra boda?

    - El padre de Ginny me maldijo por cortar la relación a causa de la dedicación de Ginny a su profesión, y ella empezó a tener serios conflictos con su familia antes de que pudiera independizarse.

    - ¿Y cómo reaccionó tu familia?

    - Con horror y vergüenza ante mi comportamiento. Un compromiso es algo muy serio en Grecia, sobre todo para familias tan tradicionales como la mía. Me acusaron de deshonrar el nombre de los Potter. Es cierto que el compromiso iba a romperse de todos modos, pero el que yo me casara inmediatamente con otra persona agrandó las cosas.

    - Lo siento – dijo Draco pensando en su padre, que había manejado las cosas sin importarle el daño que pudiera hacer.

    - Ahora eso ya es imposible. Ginny se casó con otro doctor el año pasado. Y ambas familias aplacaron su ira. Aunque no estaban dispuestas a concederme el derecho a elegir nuestras parejas, pienso que en el fondo sabían que no éramos el uno para el otro.

    ¿Por qué había malinterpretado una demostración de afecto amistoso entre dos personas? Tal vez porque no le habían enseñado a demostrar sus emociones, sino a mantenerlas inhibidas. Draco se quedó pensativo mientras comía lentamente la ensalada.

    - Te comportas como si fuera invisible para ti. Cuando haces eso me dan ganas de romper cosas y gritar – dijo Harry

    - Es infantil...

    Harry se encogió de hombros.

    - Hay un niño en cada uno de nosotros.

    Draco se quedó asombrado ante su contestación. No le había molestado aceptar su parte infantil. Harry era una caja de sorpresas.

    - ¿Por qué no me dejas marchar?

    - Eres mi esposo.

    - No soy suficientemente bueno para el papel.

    - El certificado aun está por ahí – le recordó secamente Harry.

    - Pero mi padre está muerto... Tal vez lo destruyó.

    - No destruyó nada. Y Lucius era muy listo. Puede que lo desprecie, pero debo reconocerlo. ¿Quién sabe qué habrá podido planear? Ante la posibilidad de que nos separásemos, seguramente alguien en alguna parte esté autorizado para usar ese
    certificado para hacerle daño a mi familia...

    - ¡No seas paranoico! – murmuró Draco. Le empezaba a doler la cabeza.

    - No es un riesgo que quiera asumir. Para él, hasta su muerte, tú estabas contento con ser mi esposo. Y seguramente se aseguró de que lo pagase si se me ocurría divorciarme de ti.

    De todas las razones que había imaginado para que Harry quisiera seguir unido a él, la de que estuviera obligado a estar con él eternamente era la peor. Y tal vez si no fuese porque ya estaba acostumbrado a esa condena, hasta se podría haber planteado que un accidente de Draco podría liberarlo.

    - Te has puesto pálido.

    - Me duele la cabeza.

    Recordaba la furia con que había ido a buscarlo al hotel. Y se daba cuenta de que no tenía nada que ver con sentimientos personales. Simplemente no podía dejar que lo abandonase. Ahora se daba cuenta de la verdadera dimensión de los hechos. Comprendía la rabia y el desasosiego que habría sentido Harry los primeros tiempos de su matrimonio.

    Y lo que habría deseado que él se enamorase de otra persona en vida de su padre, para que lo dejara libre. Por eso lo había acusado de ser estúpidamente fiel, obcecadamente fiel Draco quiso retirar la bandeja. Harry se inclinó para ayudarlo.

    - ¡Puedo sólo! – dijo desencajado, pero él ignoró sus palabras.

    Una vez que se acomodó nuevamente en la cama, se tapó con la sábana y se puso boca abajo, incapaz de mirarlo siquiera. Se sentía sin una pizca de orgullo, sin un ápice de vanidad. En unos minutos, Harry había dado vuelta a todo. ¿Qué derecho tenía a pedirle la libertad?

    Le gustase o no, había sido su capricho por Harry lo que lo había llevado a esa situación. Ni siquiera Lucius lo habría empujado a casarse con un hombre al que no amaba ni deseaba.

    - Estarás más cómodo sin esa bata.

    Draco se puso tenso. Por un momento se había olvidado de que él estaba aún en la habitación.

    - Da igual.

    - Necesitas descansar, dormir una noche de un tirón. - De pronto sintió unas manos que le bajaban la bata, levantaban la sábana, y hacían caer la prenda. Luego volvían a poner la sábana en su sitio.

    Harry suspiró.

    - Ésta es mi habitación. ¿Te importaría si me traslado nuevamente aquí?

    - Ya me voy – dijo Draco disponiéndose a levantarse.

    - Quiero que te quedes.

    - ¡Oh! – contestó débilmente.

    No encontraba ninguna excusa para negarle que durmiera en su propia cama. La amargura y resentimiento, y la decisión de abandonarlo se habían hecho añicos, pero, sin embargo, él seguía en medio del terremoto, buscando desesperadamente una excusa para no compartir la cama con Harry.

    Ahora comprendía la razón del cambio de actitud de Harry. Ese día en París había sabido que su libertad era imposible sin el certificado en sus manos. Y se había enfrentado a los hechos: si no podía lograr ser libre, intentaría hacer su prisión lo más llevadera posible. Si no podía casarse con otro Omega... debía encontrar algo positivo en el que ya tenía.

    De pronto, Draco se sintió sin defensas. Él era el culpable de esa situación. Primero había sido un Alfa que había demostrado estar muy interesado en él, pero luego había tenido una actitud distante y fría en los siguientes encuentros antes de la boda, que a decir verdad habían sido dos.

    Pero no se lo había imaginado. Estaba loco por él, y se había dicho que serían los negocios que lo preocupaban.

    Un ruido lo sacó de sus pensamientos. Entonces vio a Harry desvistiéndose. Draco cerró los ojos, pero escuchaba todos los ruidos, como el del agua de la ducha corriendo. Debía ser un ruido normal en la vida de cualquier omega casado, menos para él.

    Se imaginó el panorama. Toallas húmedas arrojadas a un costado, y todo en desorden. Una vez había estado en la parte de la casa que habitaba Harry, después de haberse ido él por la mañana, y lo había visto con sus propios ojos. Y había tenido la terrible sensación de que no podían vivir más separados dentro de su matrimonio.

    Siempre se había sentido como un extraño en su casa. Jamás había movido un mueble, ni puesto de ninguna manera su firma en algún detalle de la casa.

    Aquel día que vio su baño había sido el comienzo de su alejamiento de Harry. Hoy, en cambio, era el día del quebrantamiento de aquel dispositivo para defenderse. De pronto lo oyó cantar en la ducha.

    Parecía tan contento... Al levantar la vista lo vio al lado de la cama, mirándolo.

    - Vete a dormir – le dijo.

    Draco cerró los ojos. Oyó el suave ruido de la toalla caer de su dorado cuerpo. El colchón se hundió levemente, la sábana se movió y entonces se apagó la luz. No hubo más que silencio. Draco estaba echado, quieto como un cadáver, pero más despierto que nunca sabiendo que iba a dormir con Harry desnudo a un palmo de él.

    Cada movimiento de Harry lo alarmaba y le aumentaba la tensión. Tibio y relajado, Draco se movió lentamente, y el cuerpo a su lado, se tensó. Abrió los ojos grises y se encontró con unos ojos verdes. Su mirada intensa lo dejó turbado.

    Sintió un vuelco en el corazón, un calor en aumento. Se encontraba mareado, sin aliento, y con la sensación de haber perdido toda racionalidad. La punta de un dedo se posó sobre el labio de él.

    - Abre la boca. Quiero probar cómo sabes – le dijo Harry con ansiedad.

    Sugestionado por su mirada, Draco obedeció instintivamente. Con un gemido de satisfacción, Harry llevó entonces sus manos al cuerpo de él, sobre las caderas y la espalda, mientras su boca hambrienta buscaba la de él con intensidad.

    La punta de la lengua de Harry se abrió paso entre los labios abiertos de él, y luego probó el interior de su suave cavidad, algo que a él le hizo estremecer. Con manos insistentes, le bajó los tirantes del camisón, dejando al descubierto lo erguido de sus pezones. Los acarició con suavidad. Acomodó la cadera a la de él, mientras sus muslos temblaban en respuesta al torbellino de sensaciones que
    experimentaba.

    Las manos de Draco, entonces, se adentraron en la cabellera azabache de Harry. Cuando Harry dejó de besarlo, el corazón de él bombeaba rápidamente. Harry jugó con los pezones de Draco, deslizo su lengua por el valle que se extendía entre ellos mientras sus manos jugueteaban con los picos que había formado anteriormente.

    El calor surgió en el interior de Draco como un oleaje violento que respondía a las caricias íntimas de Harry. Draco gimió, gobernado por las exquisitas sensaciones que lo atormentaban.

    Se había transformado en un esclavo de la pasión. Con un gemido suave que anticipaba otro beso apasionado, Harry lo apretó contra él, llevando sus manos a los pequeños rizos en la juntura de sus piernas. Rozo su miembro y luego llevó su mano a su trasero y busco la suavidad que se abría más adentro, y con suave maestría lo invadió para que en cada nuevo movimiento la respuesta de él fuera cada vez más intensa.

    Era una dulce agonía de deleite que lo dejaba sin aliento. Las caderas de él se movían, contoneaban y alzaban como por propia iniciativa, a medida que el deseo iba aumentando hasta un grado casi insoportable. Entonces Harry lo levantó levemente y se internó entre sus muslos para que su cuerpo se encontrara en el punto exacto con el de él. Harry gimió de placer, y se internó en las profundidades de Draco.

    Draco pareció ceder y adaptar su cuerpo a la invasión de él, a pesar de que la sensación, que era aún nueva, lo sorprendió. Harry se movía dentro de él, creando en Draco una necesidad insaciable que ardía en su interior. Involuntariamente los dedos de Draco buscaron la espalda de Harry y la recorrieron.

    Entonces, Harry dio paso al éxtasis en el momento en que lo poseyó tan plenamente que él creyó volverse loco de placer. Y cuando él se liberó de aquella tensión de placer, pareció consumirse durante un tiempo largo, interminable, que lo dejó en una sofocada quietud.

    - Se dice que los que saben esperar alcanzan el cielo... – dijo Harry suavemente, abrazando el cuerpo de Draco contra el calor del suyo -. Pero la paciencia nunca ha sido una de mis virtudes.

    Draco estaba totalmente exhausto, y no podía pensar. Y cuando su mente se disponía a ordenarse después del caos de sensaciones vividas, se durmió. Cuando se despertó nuevamente las cortinas estaban abiertas, el sol brillaba en el cielo, y había una bandeja con el desayuno a un costado de la cama. Buscó a Harry y descubrió que se había ido, lo que lo hizo sentir infinitamente sólo .

    Era el mediodía, pero él no hacía más que pensar en lo que había pasado al amanecer. Su camisón estaba tirado en la alfombra como prueba acusadora de ello. Suspiró de pena ante la evidencia del horror.

    Harry lo había despertado en medio de la noche, para que no supiese lo que estaba haciendo. Se duchó con fricción, pero no pudo borrar las huellas del íntimo contacto de harry.

    ¿Por qué le echaba la culpa? Se preguntaba. ¿Por qué se engañaba pensando que Harry era el único responsable de lo que pasaba cada vez que lo tocaba? La verdad era que cuando Harry lo tocaba él se derretía, perdía el control, algo obvio para Draco, y que seguramente no se le escaparía a Harry. Sin ningún esfuerzo, él le había enseñado a necesitarlo, sin saber bien de qué manera lo necesitaba.

    Cinco años atrás el instintivo deseo de él lo había incomodado en presencia de Harry. No había estado preparado para semejante intensidad. Y cuando Harry había decidido que durmieran separados, había sido un alivio olvidarse de esas sensaciones que lo habían afligido en presencia de él.

    Pero cuando Harry había decidido romper esa pared que los separaba, la pasión había emergido en toda su magnitud.

    Pero ahora se daba cuenta de que no lo había dejado de desear, igual que no había dejado de comprar sus calcetines. Era tan penoso aceptarlo... No le extrañaba que se hubiera reído de él.

    Y los arreglos florales que colocaba en el ala de la casa que ocupaba Harry, tal vez querían recordarle que él existía... Se había aferrado a ello como a la compra de sus calcetines.

    Tampoco se había transformado de sencillo adolescente a uno de los Omegas más elegantes de Londres por casualidad. Probablemente lo había hecho para Harry. Era patético amar a un Alfa tan ciegamente...

    Porque él lo amaba. Había querido derrotar a ese amor con el arma de la relación con Theo y negarle su existencia luchando inconscientemente por conseguir la libertad que su dignidad le pedía.

    Pero nada había cambiado. Harry no lo amaba, ni lo amaría jamás. Sólo se veía unido a él sin remedio. Por otra parte, para Harry el sexo era algo fisiológico casi. Se despertaba junto a un cuerpo y ya se sabía qué iba a pasar, lo único predecible en Harry. Así que no debía creerse que de pronto se había convertido en una tentación para Harry.

    Él era un Alfa muy viril y sólo buscaba la satisfacción de sus instintos. Pero no lo dejaría marchar hasta que ese certificado no apareciera. De pronto sintió deseos de saber más. ¿Era un certificado de matrimonio? ¿Un certificado de nacimiento? ¿Un certificado de propiedad de acciones? Siguió enumerando posibilidades.

    Las dos primeras le parecieron poco posibles. Harry había dicho que estaba protegiendo a su familia. Nunca había hablado de él directamente. ¿Habría cometido algún tipo de delito su familia? ¿Desfalco? ¿Malversación de fondos?

    Se puso un conjunto de short y un polo azul y fue hacia la terraza que dejaba ver a lo lejos el mar y los acantilados. En otras circunstancias hubiera querido sacar la foto de la vista espectacular desde allí, explorar la casa, pero sólo ansiaba encontrar a Harry.

    Él estaba en la terraza, y cuando lo oyó llegar se dio la vuelta. Él dudó ante sus ojos verdes que parecían penetrarlo, y se sintió tan
    desorientado que no sabía si acercarse a él o no. No podía desviar la vista de sus facciones doradas e inmediatamente recordó cómo se había sentido horas antes. Harry le dedicó una sonrisa y fue a su encuentro.

    - ¿Cómo te sientes?

    - Bien...

    - ¿Sólo bien? Se te ve estupendo – él lo miró recorriendo su cuerpo con una mirada posesiva. Se demoró en el cabello rubio, en la delicada perfección de su cara. Lo recorrió de arriba abajo, con descaro -. Estupendo... – agregó tomándole las manos.

    Las palabras de Harry pusieron en alerta a su corazón.

    - Harry...

    - Y mío – él completó la frase con satisfacción.

    Las palabras de Harry parecían frenar lo que estaba a punto de decir.

    - ¿Interrumpo algo? – les sobresaltó la voz de Mione.

    - No, en absoluto – sonrió Harry, soltando las manos de Draco.

    - El personal está preparando el almuerzo – explicó mione, observando cómo Harry acercaba una silla a la mesa y hacía sentar a Draco en ella.

    Draco era consciente de que sus manos temblaban. Harry parecía comportarse con calidez. Pero seguramente era su comportamiento normal con un nuevo amante.

    Porque ése era ahora su papel. Aunque bien distinto de los otros a los que Harry se llevaría a la cama. Pero el encanto se desvanecía enseguida. Harry se aburría de sus amantes fácilmente. Él lo había sabido siempre.

    Les sirvieron el almuerzo. Harry no le quitaba la vista de encima, algo que inquietaba a Draco, y que le hacía levantar la copa de vino más de la cuenta.

    De pronto sonó el teléfono móvil de Harry. Harry atendió la llamaba a unos metros de distancia, donde se encontraba el aparato.

    - ¡Me muero de ganas de que el resto de la familia os vea!

    - ¿Cómo? – Draco desvió la mirada del rostro de Harry, que le dedicaba una sonrisa desde donde hablaba por teléfono.

    - Si parecéis recién casados en su luna de miel. Cuando decidí venir a veros, no me lo imaginé – dijo Mione -. Me voy a nadar ahora. Os veré más tarde.

    Draco bajó la cabeza, y volvió a sorber el vino. Había decidido hablar con Harry seriamente. Pero entonces lo había desafiado un Harry que lo trataba atentamente, y que lo hacía sentir un Omega muy deseable.

    En ese momento, Harry se acercó a él y lo rodeó por detrás, sorprendiéndolo una vez más. Y nuevamente comprobó que su corazón lo traicionaba cuando sintió el calor del cuerpo vigoroso y masculino de Harry.

    - ¿Qué ocurre? – preguntó él.

    - Hay algo que tenemos que discutir...

    - Olvídalo. Si la discusión tiene algo que ver con el divorcio, la separación, el celibato, o Nott, es mejor que te mantengas callado.

    Draco sintió una sensación absolutamente inesperada: en cierto modo se alegró de las palabras de Harry.

    - No se trata de eso.

    - Entonces no es importante.

    Y antes de que él pudiera responderle, Harry posó la boca sobre la de él, dándole al beso un sabor aún más dulce con el aroma del vino.

    - Te deseo nuevamente.

    Y él lo deseaba tanto. De pronto se encontró imaginando escenas eróticas que lo invadían sin poder evitarlo, una experiencia nueva para él. Harry le evocaba sin el menor esfuerzo la pasión vivida la noche anterior. Ni siquiera le tenía que decir palabras bonitas ni cumplidos.

    Unos pocos besos, y él se transformaba en su juguete sexual, en una muñeca capaz de atender todas las demandas. Esa imagen le dio fuerzas para apartarlo de él.

    - Tengo que hablar contigo. Y pienso que es mejor que vayamos adentro.

    - Podemos hablar en la cama – lo miró él con descaro.

    - ¡Si te acabas de levantar de la cama!

    - Pero estoy deseoso de volver allí.

    Y Draco se daba cuenta de que él también lo deseaba. Que sus pezones se habían endurecido, que el calor volvía a su cuerpo. Y que si bajaba la guardia un segundo, él se aprovecharía de su debilidad.

    - Me parece que eres demasiado sexuado.

    - ¿Te estás quejando? – dijo él sonriendo.

    Draco se hundió en el sofá.

    - ¡Dios mío! ¡Tus pies no tocan el suelo! – se rió Harry, sentándose frente a él -. Habla, entonces.

    - He estado pensando...

    - ¡Peligroso! Es una costumbre que debes cambiar, ésa de pensar – interrumpió Harry burlonamente.

    - Acerca de ese certificado...

    - ¿Y qué tenemos que hablar acerca de ese certificado?

    - Debemos encontrarlo. Y he pensado que tal vez puedas darme alguna idea del contenido del certificado.

    - ¡No! – dijo él cambiando totalmente el humor. - Cuanta menos gente lo sepa, más segura está mi familia.

    Por lo que se veía él no formaba parte de su familia.

    - No confías en mí.

    - La confianza no juega ningún papel en este caso.

    - Y la persona en la que menos confiarías es en el hijo de Lucius Malfoy.

    - No he dicho eso.

    - No hace falta. Me has tratado como si fuera un leproso durante mucho tiempo.

    - El pasado es pasado ya.

    - ¿Cómo puedes decir eso si estás dispuesto a que yo conviva con él? Pensé que tal vez si supiera algo podría ayudarte a encontrar ese certificado – dijo él apenado.

    - ¡Ah! Ahora lo entiendo. Lo quieres como pasaporte a tu libertad. Crees que con ese certificado en mi poder te dejaré marchar.

    - ¿No es eso lo que quieres tu también?

    - ¡Lo quería desesperadamente hace cinco años! Y hace una semana pensé que tenía ese certificado. Pero algo ha cambiado en mí desde que descubrí que esa caja no lo contenía. Pensé que era el final de un asunto. No quiero perder el tiempo en una búsqueda infructuosa. ¡Se terminó todo!

    - No – dijo él reprimiendo las lágrimas -. No ha terminado, mientras aún estemos juntos.

    - Eso no era lo que pensabas mientras hacíamos el amor. O cuando te morías de placer en mis brazos.

    - Por favor... – dijo indefenso ante la acusación.

    Harry se acercó a Draco y le rodeó los hombros con las manos.

    - Cuando estás en la cama conmigo eres caliente como el mismo fuego. Te gusta todo lo que te hago. Te gusta todo lo que te doy. Y lo que te hago sentir. Conmigo te abandonas, pierdes el control, te mueres de deseo...

    - ¿Cómo puedes hablarme de ese modo? – Draco se estremeció ante sus palabras.

    - ¡Puedes ser una prostituta en mi cama, y no me importa nada cómo eres en la cocina o en el salón! – dijo con énfasis a la vez que lo miraba profundamente -. Pero quítale de encima esas fantasías adolescentes de amor verdadero con Nott. No ocurrirá jamás mientras yo esté vivo. Eres mi Omega. ¡Hazte a la idea antes de que pierda la paciencia!

    Harry dio un portazo. Él entonces respiró. Draco pensó entonces que tal vez sería mejor decirle la verdad a Harry acerca de Theo. Pero la idea, después de las duras palabras de Harry, no lo convencía.

    «Caliente como el fuego», «abandonado, una prostituta... »

    Tenía razón. Se había rebajado a un nivel absolutamente primitivo, se había dejado quitar sus principios, su decencia, su inhibición. Y entre esos principios figuraba el principal:
    para él no podía haber sexo sin amor.

    Bueno, Harry podía volver a sus chicas guapas. A él le daba igual.

    ¡No era cierto!

    La idea de Harry con otra persona le resultaba intolerable. Con un sollozo ahogado, Draco abandonó la habitación.



     
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    Yaoizando
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    capítulo 12
    - ¿Está trabajando, Harry? – preguntó mione.

    - probablemente – respondió Draco.

    Draco acababa de darse cuenta de la ausencia de Harry. Cinco años de soledad seguramente lo habrían acostumbrado a no echarlo de menos. Pero la relación entre ellos había cambiado tan súbitamente que Draco hubiera deseado volver a los viejos tiempos en que se sentía separado de él.

    - Esta tarde estuvo en la taberna. Lo comentado uno de los pescadores. ¿Está enfadado por algo, no? – preguntó mione con un gesto de disgusto.

    - Sí, hemos tenido una discusión.

    - Aunque tiene un carácter muy fuerte, rara vez pierde el control. Pero da lo mismo, ya que mi familia no sabe muy bien cómo manejar sus cambios de humor. Mi abuela jamas alza la voz. Ninguno de ellos la levanta. No saben qué hacer cuando Harry se pone así. La única vez que lo vi, me resultó fascinante.

    Mione miró atentamente a Draco, para ver su expresión y esperar su respuesta. Pero Draco permaneció en silencio, aunque con el ceño fruncido.

    - Yo debería tener unos once años cuando oí hablar a mis dos tías sobre Harry. Se preguntaban quienes eran sus padres naturales. Yo ni siquiera sabía lo que quería decir eso.

    Draco se quedó pasmado.

    - ¿Sus padres naturales...?

    La cara de mione se puso seria.

    - Por supuesto yo fui lo suficientemente estúpida como para ir a preguntarle a mi madre y ella se puso furiosa. Pasaron años hasta que pude comprender que en mi familia la adopción era un tema tabú.

    - Sí – reconoció a Draco, simulando saber de qué se trató. Pero internamente no salía de su asombro.

    - Nadie habla de ello nunca. Todos los de fuera piensan que Harry es hijo de mi abuela. ¡Si mi abuela tenía entonces cuarenta y ocho años!

    Draco se estaba sintiendo incómodo ante la conversación. Era evidente que la curiosidad de mione no había sido satisfecha en su momento, sino todo lo contrario.

    - El que fuera un secreto seguramente lo hizo más difícil para Harry.

    - El tema de la adopción es mejor aceptado ahora que hace treinta años – dijo Draco respirando hondo -. Pero es un tema muy delicado, no deberíamos hablar de ello, mione. Y, por otra parte, yo no sé nada más que tú.

    - Lo siento, no sé cómo se me ocurrió hablar del tema..

    - Porque soy parte de la familia, supongo. Pero creo que Harry tiene derecho a mantener una cierta confidencialidad acerca de ello. Y puede que me equivoque, pero no creo que le apetezca que le hables del tema.

    - No se me ocurriría.

    Después de despedirse de mione, se quedó pensando en lo que había descubierto ese día. Era algo que le inquietaba. No sabía nada acerca de Harry, y eso le molestó. En la habitación descubrió un enorme piano, y se quedó sentado en la butaca frente a él.

    O sea que Harry era un Potter adoptado. Y Draco no debió molestarse por el hecho de que Harry jamás lo había mencionado.

    Harry tenía tres hermanas, pero seguramente sus padres habrían querido tener un varón. Era evidente que la familia lo hubiera querido ocultar. Era cierto que nadie fuera de la familia lo sabía.

    Él mismo había leído muchas noticias sobre él en los periódicos, y en ninguna de ellas se hacía mención a ello. ¿A qué edad se habría enterado Harry de la verdad? ¿Habrían sido más sinceros con él que con la gente de fuera? En caso de que se lo hayan ocultado, seguramente habría sido un shock.

    Draco interpretó un concierto de Chopin, que era el tipo de música con la que solía acompañar sus pensamientos más profundos.

    Esperaba que mione fuera discreta. Seguramente Harry no querría que se enterase más gente, y por eso no se lo había dicho a él. O tal vez era un tema que no le importaba ya, en su vida de adulto.

    Era evidente que Harry estaba muy unido a su familia. Incluso había sido capaz de casarse con alguien a quien no amaba para protegerlos, dejando sus propios intereses a un lado. Aunque le era difícil apreciar su sacrificio, teniendo en cuenta que a él también lo había sacrificado.

    «Dios mío», pensado. ¿Cómo podía vivir él en un matrimonio en el que no se compartiera nada más que una cama?

    Pero era tarde para esas reflexiones. No tenía elección. Si hubiera tenido elección, ¿realmente hubiera tenido fuerzas para dejar a Harry? ¿Era mejor aceptar estas migajas que quedarse sin pan? Draco, fuera de sí, levantó las manos del teclado.

    - ¡No pares!

    Draco se quedó rígido. Lentamente giró la butaca, y se encontró con Harry en la sombra, al lado de la ventana. Parecía estar tenso. Le brillaban los ojos, llevaba la camisa medio desabrochada y una barba incipiente y oscura.

    - Toca para mí - dijo cortante.

    Draco volvió al teclado, y tocó nerviosamente, expresando en cada nota discordante un cierto desafío.

    De pronto unas manos le apresaron las muñecas. Se hizo el silencio, interrumpido apenas por su respiración entrecortada. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo cuando Harry se inclinó por encima de él.

    - ¿Por qué? – preguntó él, soltándole las muñecas.

    - No soy tu esclavo – murmuró temblando. Pero no era ese el motivo de su agresividad en el piano. Draco tenía grabada la primera vez que había tocado para Harry.

    La música era para él una forma muy personal de expresión. Tanto que no la podía compartir con Harry.

    - Toca – dijo él nuevamente.

    - No tengo partitura.

    - Puedes tocar durante horas sin ella – le recordó él.

    Draco, intimidado y disgustado por la presencia de Harry, comenzó a tocar con desenfreno, un trozo de aquí, otro de allá. Pero no quería tocar, por lo que cometió varios errores, y finalmente abandonó.

    - Eres muy obstinado. Detrás de ese aspecto frágil, se esconde una personalidad fuerte.

    Sin embargo, Draco se sintió muy débil en ese momento. Se levantó lentamente, sin mirar alrededor.

    - Háblame de él – le dijo Harry con calma. Pero le había interrumpido el paso, y no lo dejaba salir.

    - No sé de qué me hablas...

    - De tu amante...

    - No creo que te interese saber nada de él.

    - ¿No? ¿Dónde lo has conocido?

    - En Harrods.

    - ¿En Harrods?

    - Sí, nos conocimos allí y me invitó a tomar un café.

    - ¿Ligaste con él en Harrods?

    - ¡No ligué con él!

    - ¡En Harrods! – repitió él como si no pudiese creerlo - . ¿Y dónde fue a parar el asunto después del café?

    - A ningún sitio. Me lo encontré nuevamente a la semana siguiente.

    - Déjame que adivine, el mismo día, en el mismo sitio, a la misma hora...

    - No me acuerdo.

    - Esperabas verlo otra vez.

    Draco se quedó callado. Fue hacia la ventana y se quedó mirando la oscuridad de la noche iluminada por las estrellas, y el mar allí abajo. Harry no tenía derecho a hacerle esas preguntas. Se puso furioso.

    - O sea que el affaire empezó en Harrods... ¿Y en qué zona de Harrods?

    - ¿Y qué importa dónde?

    Harry se sentó en un sofá y estiró las piernas, simulando que se relajaba.

    - Quiero hacerme una idea de la escena. ¿Fue en una lencería fina o en el salón de comidas?

    - Me niego a contestar a una pregunta asi.

    - Mejor dejarlo libre a la imaginación. Pero, cuéntame, cómo fue ganando territorio...

    - Muy fácil.

    - Yo no estaba allí, ésa es la única razón por la que le fue fácil.

    La arrogancia de Harry lo decidió a no confesarle la verdad sobre su ruptura con Theo. Veía que Theo era la única arma para defenderse.

    Y Draco tampoco le confesaría que en brazos de su marido había sentido algo más que atracción sexual. Por nada del mundo iba a dejarle saber que estaba enamorado de él.

    Recordaba perfectamente aquel día en París en que tanto lo había despreciado pensando que él aún lo amaba. Y no se perdonaría jamás decírselo. El que amase a Harry no quería decir que no supiera lo despiadado que podía llegar a ser. Y el admitir su amor lo haría totalmente vulnerable.

    Tal vez fuera el tipo de Omega que asociara el amor con el dolor, una víctima de su propia condición. Sentía una rabia hacia Harry, pero era consciente de que también disfrutaba de que en ese momento él tenía puesta toda su atención.

    - No lo amas. Si lo amases te hubieras ido a la cama con él en la primera oportunidad que se presentase.

    - ¡Lo creas o no, hay gente que es capaz de contenerse!

    Harry se acomodó en el sofá y con ojos burlones le dijo:

    - No parece que te hayas contenido mucho conmigo. - Draco se sintió peor aún. - No es que me queje – sonrió Harry -. El deseo es algo que está de acuerdo con mis instintos naturales... me parece mejor que enamorarse cruzando miradas entre coles de bruselas. ¿Fue en la planta de comida, verdad? Un verdadero romance.

    - Theo tiene más de romántico en un solo dedo de lo que tú puedes tener en todo tu cuerpo – le gritó Draco enfadado.

    - Sí, te invito a un café. Yo te hubiese llevado a un hotel cercano y te hubiera derramado champaña sobre el cuerpo... Y te aseguro que a ti te hubiera gustado más.

    Draco se puso pálido. De pronto pensó en cuantas personas habrían sido bañadas en champaña por su marido.

    - ¡No me metas en un mismo saco con todos tus amantes! ¡Me voy a la cama!

    Y decidió que no iría a su cama. Por lo que entró en el dormitorio principal, reconoció unas pocas cosas, y salió. Un cuarto de hora más tarde, él estaba acostado en la cama de un dormitorio al final del corredor y con la puerta con cerrojo.

    Si estaban condenados a estar juntos, eso no quería decir que tuviese que dormir con Harry. Y se arrepentía de haber estado en la cama con él. Se había perdido el respeto.

    Un ruido lo alertó. Entonces vio una sombra oscura y silenciosa que entraba por la ventana de la habitación. Estuvo a punto de gritar, hasta que vio los rasgos de Harry que se iluminaban con la luz de la luna.

    - Dime, ¿este juego de camas separadas es parte del plan para hacer más romántica nuestra relación? ¿Se suponía que yo iba a trepar con una rosa entre los dientes y una caja de chocolates?

    - Hay una altura considerable desde la ventana hasta la playa ahí abajo. ¡Te podrías haber matado¡.

    - Y si me cayese, sería un engorro para ti. ¿Tendrías mucho que explicar?

    Harry ni se había inmutado ante las muestras de horror que había dado él al saber cómo se había arriesgado. Y era un riesgo inútil, absurdo para alguien como él. Pero no para Harry. Le gustaba el riesgo.

    - ¡Estás loco! – dijo él nervioso ante lo que podría haber pasado.

    - Dar patadas a la puerta no era un buen sistema con Mione en casa. Y hubiese asustado a los criados. No me hubiese gustado hacerte quedar mal.

    - ¿Y tú no hubieses quedado mal? – preguntó él, impresionado todavía por lo que había hecho.

    - No, porque es la habitación de mi esposo, y estaba con cerrojo. Para los griegos eso es una provocación.

    - ¡Te podrías haber matado! ¿Y hubiera valido la pena?

    Harry se metió en el otro lado de la cama, y le dedicó una sonrisa de satisfacción.

    - Pregúntamelo por la mañana - aclaró Harry, acercándose a él .

    - ¡No! – gritó Draco con pánico -. ¡Si vas a dormir aquí, yo dormiré en otra parte!

    - Tú no dormirás conmigo. Dormirás en el suelo.

    - ¡Por supuesto que no! ¿Qué te crees que soy?

    - ¿Esperas que me disculpe por lo que te he dicho hoy? – dijo Harry apoyándose sobre las almohadas.

    - ¿Qué?

    - Pero lo que tú te has tomado como un insulto, yo lo considero un cumplido. Muéstrame a algún Alfa casado que no quiera un esposo apasionado.

    Draco se estremeció.

    - Me has llamado prostituta.

    - No es cierto. He dicho que me alegraba que te comportases como una de ellas en mi cama. Aunque necesitarías unas pocas lecciones para tener el diploma – murmuró él con provocación -. Y me muero por dártelas. ¿Qué más puedo decir en
    mi defensa?

    Draco se estremeció. Harry lo fascinaba incluso cuando estaba enfadado. Tenía un tremendo carisma.

    - No podemos vivir juntos de este modo.

    - Acabamos de empezar – Harry saltó de la cama, y lo estrechó antes de que él pudiera remediarlo.

    - ¡No! – la furia de la boca de Harry lo silenció. La fuerza de sus brazos lo tomó por sorpresa.

    Draco apretó los puños y le pegó. Pero inmediatamente el deseo también se apoderó de él. Los labios de Harry presionaron la boca de Draco , sumergiéndolo en una oleada de excitación. La sangre galopaba en sus venas, el calor en su cuerpo iba aumentando.

    Sintió el frío de la sábana en la espalda cuando Harry lo apoyó de espaldas en la cama. Lo miró con desesperación, y Harry fue hasta sus pezones, que tomó y acarició con gesto posesivo. La respuesta de él no se hizo esperar, y tampoco la pudo ocultar.

    - Esto no es lo que quiero... – murmuró él suavemente, tratando de vencer el deseo que lo amenazaba.

    - Pero tú me deseas...

    - ¡No!

    - Sí.

    Harry jugó con sus labios. Él descubrió la dulzura del whisky en su boca, y lo aceptó, resignado a que la maestría de Harry lo llevase por caminos de placer inexplorados.

    - Me deseas... tanto como yo. - Draco gimió de placer cuando él se acercó con su boca a sus los pezones, tensando su cuerpo como un instrumento de placer. - Admítelo... – le exigió Harry, hundiendo sus manos detrás de su cadera y empujándolo contra él.

    - ¡Sí, sí! – por fin admitió Draco.

    Había sido un grito de derrota. Él se había rendido al calor de su boca y sus manos seguras, pero en su interior, él sentía que había cedido algo más importante aún, imprescindible para su supervivencia.

    Harrods :es el centro comercial más renombrado de Londres. Esta situado en Brompton Road, en el distrito de Knightsbridge, muy cerca de Hyde Park.

    Affaire : palabra francesa que significa relación amorosa o sexual que no implica compromiso. (aventura)


     
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    Gracias por l actualización, a esperas del siguiente capítulo 😉
     
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    Actualiza por favor. La historia es hermosa
     
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    Yaoizando
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    capítulo 13
    Draco estaba sentado en la playa, a orillas del mar, abrazado a sus piernas flexionadas, escuchando el susurro del viento. El ritmo de las olas tenía un efecto tranquilizante, y el calor que iba dorando poco a poco su piel, lo dejaba en un estado de pereza y calma que casi lo adormilaba. ¿Cuántos días habían pasado? ¿Diez, once?.

    Había perdido la noción. Lo importante era que Harry estaba con él. No estaba por llegar, ni por irse, ni lo iba a dejar solo durante interminables semanas, y ese convencimiento le daba una creciente seguridad.

    Se sentía feliz, tanto que por momentos le daba miedo. Cuando hacía un balance de su vida anterior, no recordaba haberse sentido así nunca. Y le asombraba que un motivo tan práctico como el que había llevado a Harry a poner lo mejor en su matrimonio hubiese producido el cambio, y que lo hubiera hecho feliz.

    Pero él amaba a Harry Potter. Era normal que se sintiera feliz por compartir interminables horas con él, por que él le hiciera el amor una y otra vez, haciéndolo sentir el omega más deseable del mundo. ¿Entonces de qué se quejaba?

    Nada era perfecto. Y él tenía lo que siempre había deseado. Tenía a Harry. Tenía de Harry más de lo que cualquiera de sus amantes había tenido. Se comportaba como
    un marido. Empezaba a hablar de «nosotros», «nuestros», y parecía pensar en términos de una pareja.
    Y eso era un logro en él.

    Aunque tuviese unos lazos familiares estrechos, era evidente que Brett era una persona individualista. Y si bien era aparentemente extrovertido, guardaba en su interior un aspecto muy reservado de su carácter, que contrastaba también con la
    arrogancia que a veces mostraba. En cuanto a las emociones le resultaba más fácil ser sarcástico que cándido.

    Draco jugaba con la arena y se preguntaba si realmente importaba que no lo amase. Porque Harry lo deseaba, lo deseaba siempre, en todo momento. ¿Pero alcanzaría eso? ¿Adónde iría a parar ese sentimiento con el tiempo? ¿Se aburriría Harry? ¿Qué sería de ellos después de un año de relaciones? Ésa era una pregunta que nadie podía contestar.

    Unos pasos interrumpieron los pensamientos de Draco. Dimitri, un empleado de la casa, se acercaba a él, con un paquete que parecía ser el almuerzo preparado como para hacer un picnic. Lo saludó en un inglés pausado y cuidadoso, y después, con gran ceremonia, extendió el mantel sobre la arena. Puso en él dos botellas de vino y dos copas de cristal.

    - Kýrios Potter llegará de un momento a otro – le informó Dimitri.

    - Gracias. Esto tiene muy buen aspecto – respondió él. - Draco espió en la caja sin desenvolver y se le hizo agua la boca.

    - Yo no esperar, ¿kyrie?

    - No hace falta – respondió Draco, tratando de disimular su entusiasmo, cuando el criado dejó el sacacorchos sobre el mantel.

    Era el último día que pasarían en la isla, pensó Draco con tristeza. Al día siguiente volarían a Atenas, y conocería al resto de la familia. Mione se había ido hacía dos días, comprendiendo que tal vez era una molestia para dos enamorados.

    Harry se aproximo a él con una sonrisa ancha. Llevaba un par de vaqueros gastados y transformados en pantalones cortos, y el pecho desnudo. Su aspecto era irresistible, pero la sonrisa era lo que más seducía a Draco.

    Por un momento pareció tener un aire juvenil y vulnerable, pero luego dejó paso a una mirada más profunda, interrumpida por el pestañeo de color rubio , por el que cualquiera se hubiese rendido a sus pies.

    - Te queda bien el blanco – le dijo mirando la ropa de Draco y sentándose en la arena.

    - Iba de blanco el día que nos conocimos – no supo por qué se lo dijo, en realidad se le había escapado.

    - Sí – contestó Harry tenso, y levantó el sacacorchos. No quería hablar del pasado. Era evidente. Pero él, sin querer, ignoró su incomodidad.

    - ¿Te has tomado una gran molestia viniendo hasta aquí para estar conmigo, no?

    - ¿Sí? Dame tu copa.

    Draco alzó los dos copas, y centró su atención en la boca sensual de Harry mientras éste servía el vino. Tenía la sensación de que cuanto más cerca estaban, Harry más se alejaba de él, poniendo una distancia casi invisible, como si no confiara en él.

    ¿Y por qué iba a confiar en él ? Al fin y al cabo, Harry pensaba que él aún suspiraba por Theo. ¿Por qué no le había dicho la verdad aún? ¿Por orgullo? ¿Por ego? ¿O porque la
    existencia de Theo lo había llevado a querer demostrarle que era su verdadero omega? Harry era muy competitivo, posesivo, defendía su territorio.

    Lo había mantenido atrapado como a una mariposa, a quien había impedido el vuelo durante cinco años, pero en el momento en que él había podido escaparse y levantar sólo el vuelo sin previo aviso, había querido establecer un desafío. No había podido soportarlo.

    Y si le contaba la verdad, ¿perdería Harry su interés en él? De pronto Draco se sintió incómodo ante esa realidad. No le parecía muy conveniente jugar con una persona como Harry.

    - Esto es para ti – le dijo Harry extendiéndole una caja ante sus ojos.

    Cuando la abrió le encandiló el brillo de la esmeralda y los diamantes que formaban el hermoso anillo.

    - Es exquisito – atinó a decir él, con cierta timidez, y luego por fin, se atrevió a mirarlo.

    - Es un anillo para la eternidad...

    - Sí, lo sé – dijo él haciendo esfuerzos por no llorar de emoción.

    - ¿Por qué estás tan impresionado? Es un regalo simplemente. Bebe tu vino antes de que se caliente – lo incitó Harry.

    Harry sabía perfectamente por qué él estaba tan asombrado. Harry jamás le había comprado un regalo. Nunca le había dado más que dinero. Incluso en las Navidades y cumpleaños no le había regalado más que dinero. Había ingresado cuantiosas sumas en su cuenta, pero jamás le había dado nada para desenvolver. Y todas las joyas se las había comprado él.

    Muchas veces en las cenas que preparaba, le preguntaban por alguna pieza especialmente bonita, y él decía que Harry se la había
    regalado, pensando en que efectivamente el dinero era de Harry, pero sabiendo que no era del todo cierto lo que decía. Y el recuerdo amargo de otro tiempo en ese momento le dio ganas de llorar.

    - No lo quieres – afirmó Harry con una actitud hostil, que la sorprendió.

    - ¡Por supuesto que sí! – dijo él poniéndoselo junto al anillo de boda rápidamente, en la sospecha de que si no lo hacía en cualquier momento se lo quitaría y lo arrojaría al mar.

    Harry aflojó la tensión del rostro. Él entonces se dio cuenta de que a Harry también le inquietaba la situación, y de que se sentía culpable de esos terribles años de regalos impersonales.

    - Mi padre solía regalarme dinero también. Y nunca esperé otra cosa de él. La única vez que me hizo un regalo...

    - ¿Fui yo? Y yo no fui un regalo propiamente dicho, ¿no? – dijo él con una risa forzada y triste.

    - Iba a decir que lo único que me regaló fue el escritorio de mi madre. Y ya sabes que no vale gran cosa. Es bonito, pero él no sentía nada especial por ese mueble. De hecho estaba en el ático, y lo tuvo que hacer restaurar, pero él dijo... ¿Sabes lo que dijo? – terminó él con entusiasmo.

    - ¡No me interesa en lo más mínimo! – dijo él con impaciencia, y una sombra que expresaba intensas emociones. Harry se acercó a él para que le prestara atención. - Lo que quiero decirte es... - dudó Harry -. ¡Dios! ¡Desearía no haberme pasado
    cinco años siendo un cerdo, y un arrogante, haciéndote pagar lo que Lucius hizo conmigo! ¡Aunque ahora no veo las cosas de ese modo! – Harry daba golpecitos nerviosos en la muñeca de Draco, expresando lo difícil que le resultaba admitir esos sentimientos y simplemente no podía pensar en el escritorio del que le hablaba él.

    - Ahora comprendo tu manera de comportarte en todo ese tiempo...

    - Tú tenías diecisiete años y estabas encaprichado conmigo... - Él bajó la vista y bebió el vino. - Y creo que entonces también tuve la vaga idea de que eras inocente y de que no sabías nada del chantaje de tu padre. Podría haber sido más amable. Tú eras casi un niño. Eras más inocente de lo que es actualmente Mione. Cuando os veo juntos ahora, veo cosas que no quise ver hace cinco años.

    - Eso no importa ahora...

    - Debo haberte hecho mucho daño.

    - Sí. Pero ya lo he superado – Draco forzó una sonrisa inestable. Se sentó de rodillas y alargó la mano hasta la caja de la comida para desenvolverla -. ¿Qué quieres comer?

    - ¿La comida? – explotó Harry. Se acercó a él y, sujetándolo fuertemente y tomándole la cara entre sus manos, le dijo: - Olvídate de la comida – le dijo Harry algo enfadado. Pero también empleaba un tono de disculpa y deseo.

    Y olvidó rápidamente la comida, tan pronto como Harry acercó la boca a la de él. Draco perdía el control en sus brazos. Le deseaba una pasión que lo consumía. No se trataba de una seducción de los sentidos, sino de un asalto repentino, en el que se despojaban de la ropa en un acto desesperado. La excitación se abrió paso, borrando todo, excepto la necesidad que tenía del cuerpo de Harry.

    Draco echó la cabeza hacia atrás cuando él se dispuso a recorrerlo, con gemidos de placer y satisfacción. A partir de ese momento no hubo más que sensaciones, alcanzando juntos el éxtasis. Y finalmente lo dejó en una quietud casi sobrenatural. Harry le dijo algo en griego abrazándose a él.

    -¿Te he hecho daño? – preguntó él entonces.

    Lo había sorprendido una vez más. Draco entonces le recorrió la espalda morena con su mano, en un gesto que también indicaba posesión. Pero era evidente que Harry siempre lo sorprendía, dentro y fuera de la cama.

    - No – dijo él sonriendo.

    - ¡Dios mío! Podría estar aquí todo el día – dijo Harry, y se giró con él encima -. Cada vez que te miro estás más hermoso, agape mou. A los diecisiete parecías un ángel, puro, inmaculado. Ahora eres un adulto, con los labios hinchados de mis besos, tu pelo hecho un lío - murmuró Harry entusiasmado -. Pero todavía me quitas el aliento.

    - ¿Si?

    - ¿Y todavía lo dudas? La última vez que hice el amor en la playa era un adolescente – lo incorporó al mismo tiempo que él se levantó, y con una sonrisa burlona le dijo - Ahora comamos.

    Toda su tensión se había ido. Había dicho todo lo que necesitaba decir. Había mostrado arrepentimiento por todos esos cinco años. La culpa lo había golpeado por fin. Y era ahora cuando comprendía que no sólo él había sido la víctima de Lucius.

    Lucius había podido prever que Harry guardaba rencor a su hijo y se sentiría una terrible amargura por ser obligado a casarse. Y seguramente también había calculado que tendría otras parejas. Pero de lo que no se había preocupado en absoluto era de que él fuese feliz. Sólo le había interesado que tuviera un Alfa poderoso y rico.

    - ¿Por qué estás tan serio?

    - Estaba pensando en Lucius.

    - Dondequiera que esté, se debe estar riendo como una hiena ahora mismo. Aquí estamos, haciendo lo que él quería que hiciéramos, y tarde o temprano seguramente también tendremos un hijo...

    - ¿Un hijo? – Draco no podía creerlo.

    - Sí, una de esas cosas rosadas, que se pasan el día llorando y que requieren bastante práctica en sus cuidados. Hay gente a la que les gustan mucho. Pero tal vez a ti no te gusten.

    - Sí, me gustan. Sólo que no se me había ocurrido pensarlo – realmente no lo había pensado, pero en ese momento la idea le gustó.

    Harry lo rodeó con sus brazos, y lo abrazó.

    - Tal vez el año que viene – le dijo Harry con una sonrisa que premiaba la respuesta afirmativa de él.

    - Sería un problema para ti si rechazara esa idea, ¿no? Teniendo en cuenta que estás obligado a estar conmigo...

    - ¿Es eso lo que piensas?

    - Es la verdad, ¿no es así? – Draco deseó no haber hablado, porque temió que la felicidad de los días pasados se desvaneciera.

    - Nuestro matrimonio será lo que nosotros hagamos de él – se dio la vuelta, y lo colocó entre sus muslos. Entonces lo miró intensamente y le dijo -.Compréndelo. Acéptalo. No mires atrás.

    Entonces lo besó, y le sirvió vino y le ofreció comida. Pero él no tenía hambre realmente. Lo observaba atentamente, y por primera vez fue optimista acerca del futuro juntos. Si Harry podía olvidarse del pasado él haría lo mismo. Y tal vez lo primero que debía hacer era contarle la verdad sobre Theo.

    - ¿Harry ...?

    En el mismo momento en que él se disponía a hablar alguien desde la casa llamó a Harry. Éste se puso de pie en un salto, y con enfado dijo:

    - ¡He dicho que ninguna llamada, ninguna! ¡Ninguna interrupción!

    Entonces el criado se acercó y le respondió:

    - Es urgente.

    - ¡Espero que sea muy urgente! Quédate aquí...espérame – le dijo a él en un aparte.

    Lo vio alejarse por el sendero que iba hacia la casa. Draco se sirvió unas fresas del almuerzo. Miró su anillo desde todos los ángulos, y de pronto se sintió eufórico. Aunque sería un esfuerzo contarle la verdad sobre Theo cuando regresara. Porque el sol le había dado sueño.

    Lo despertó un ruido. Estaba sobresaltado, desorientado. Vio un helicóptero en el cielo, colgando como un pájaro gigante negro. Un momento después estaba atravesando la bahía. Se quitó el pelo de la cara y miró el reloj. Había dormido un par de horas y Harry no había vuelto.

    Recordó entonces la llamada telefónica. Al menos él habría creído que había sido una llamada telefónica urgente. Descubrió los zapatos a un costado y se los puso sonriéndose y se acomodó la ropa arrugada. Cuando llegó a la mansión notó un silencio abrumador.

    Dejó las cosas del picnic a un costado. El personal parecía haberse esfumado. Sintió que algo no marchaba bien, era un presentimiento. Harry estaba en su oficina mirando algo en su escritorio.

    - Te has olvidado de mí. Pero te perdono – dijo él bromeando desde el quicio de la puerta.

    Él levantó la vista y lo miró con ojos de hielo. Draco sintió que lo pulverizaban. Y supo que su sexto sentido no lo había engañado. Harry lo escudriñaba con el gesto grave, reprimiendo una rabia que se le escapaba en la mirada, intimidándolo como Harry lo sabía hacer.

    Draco se puso pálido.

    - ¿Qué ocurre?

    - ¿Cómo lo sabes? – preguntó Harry con ira contenida.

    - ¿Qué es lo que ocurre? – preguntó él con ansia.

    - Ven aquí. Tengo algo que mostrarte.

    Sobre el escritorio había una colección de fotos. Draco se acercó a ellas y se inclinó para verlas bien. Sintió vértigo en el estómago. Hubiera querido morirse. En las fotos estaba él con Theo. No podía creerlo. Miraba una tras otra como para convencerse.

    Theo y él caminando por una calle llena de gente, besándose en un pub, abrazados a la entrada de otro establecimiento, sonriéndose. Se le debilitaron las piernas. «¿Por qué ahora? », hubiese querido gritar. ¿Por qué en ese momento que eran tan felices?

    - ¿De dónde han salido? – dijo él.

    - ¿Sabías que tenías a un fotógrafo detrás de ti?

    - No.

    - ¿Sabes lo que vale en el mercado una foto de mi Omega con otro alfa?

    Draco miraba a la nada, sin poder reaccionar. A pesar de las precauciones que había tomado, lo habían reconocido y le habían tomado fotos. Y él ni siquiera lo había sospechado.

    Harry habló de una suma extraordinaria y se quedó como esperando alguna respuesta de parte de él. Pero Draco no podía pensar ni hablar.

    - Esta foto ha sido ofrecida a la prensa. Si el dueño del periódico no hubiese sido uno de mis amigos más íntimos y su editor no se hubiese dado cuenta, ¡las hubiesen publicado!

    - Las has comprado...

    - ¡Eres mi esposo! ¿Qué iba a hacer? – gritó Harry con furia.

    - ¡Deja de gritarme! – dijo él desesperado -. Lo lamento, no he podido evitarlo. Y además lo de Theo terminó. ¡Terminó cuando volvimos a Londres! Debería habértelo dicho antes.

    - No mientas – lo interrumpió.

    - No miento. Terminó hace tiempo.

    - ¡Serías capaz de decirme cualquier cosa con tal de protegerlo! – dijo Harry dando un golpe sobre las fotos, tensando las facciones en señal de disgusto.

    - No me estás escuchando. No me crees.

    - Da igual. ¡Nunca me han humillado tanto!

    ¿Daba igual entonces su relación con Theo ? La idea de su matrimonio se venía abajo nuevamente. Había sido estúpido ilusionándose. A Harry sólo le importaba su imagen pública, su honor de macho humillado.

    Mientras Harry se había mostrado con todos los amantes que le había apetecido, él no tenía derecho a nada. Debía tener una conducta irreprochable en ese sentido.

    Se sentía mareado. Lamentó haberse sentido culpable y haber sentido necesidad de pedir disculpas a Harry. Su deseo había sido no causar más daño a la relación entre ellos, pero ahora Harry había demostrado que su matrimonio era vacío, al menos por parte de él.

    - ¡Si para ti esto es una humillación, es que has tenido una vida fácil! – dijo él. - Harry se quedó quieto, sin poder creer lo que oía. - Yo he vivido cinco años de humillaciones. Todo el mundo sabe lo que tú valoras tu matrimonio, Harry. De eso te has asegurado muy bien. Pero cuando las cosas ocurren del otro lado se trata de una ofensa inadmisible. Alégrate de tener los contactos y el dinero para impedir su publicación. Yo no contaba con ellos – dijo él en un rapto de dignidad -. Y tuve que soportar las miradas de lástima de tus invitados en las cenas que organizabas...

    Harry se puso blanco.

    - Yo no me consideraba casado.

    Draco miró nuevamente las fotografías, y respondió.

    - Yo tampoco...

    - Eso es diferente – siguió Harry irracionalmente, llevado de la ira.

    - Sí, yo fui más sensible – dijo él con lágrimas asomando a sus ojos, pero
    reprimiéndolas al fin -. Y más cobarde también como para hacer algo. Pero no voy a agachar la cabeza como si fuera un pecador y tampoco voy a decir «lo siento».

    - Theos mou... – dijo Harry en griego con los puños apretados.

    - Porque no lo siento. De hecho me hubiese gustado que tu amigo las publicase para que supieras lo que es durante un par de semanas. ¡Yo he tenido que soportarlo durante cinco años! – le gritó en un arranque de rabia y desesperación -. ¿Te sorprende Harry?

    - Tú, desgraciado ...- lo miró con impasividad, como si todos sus sentimientos hubieran desaparecido de pronto.

    Él continuó.

    - Pero es algo natural en los Alfas, es algo que los Omegas no podemos comprender – dijo él recordando las palabras de Harry, y hubiese querido callarse, pero descubrió que no podía frenar su deseo de hablar -. Sólo hice lo que tú, pero más tarde que la mayoría, como dijiste. Eso sí, no he sido tan retorcido como tú, justificándome, ni haciéndolo para hacer daño a nadie ni humillarlo.

    Harry se dio la vuelta en silencio y se marchó, dejándolo sólo, temblando y dolorido en su interior. Se preguntaba de donde le habrían salido sus palabras. Pero supo que desde dentro de su ser. Tantos años aguantando la amargura y la pena, habían desembocado en esa explosión.

    Harry se había sentido humillado. Algo muy grave para un griego que aún estaba en la época de las cavernas. Su preciado honor, era lo que más le pesaba. Había esperado que le pidiera perdón a sus pies. Con menos no se hubiera conformado.

    Lo que menos esperaba era el desafío de sus palabras. Harry se regía por unas reglas, pero él debía regirse por otras. Draco se tapó la cara con las manos. Se sentía vacío. Había sido un tonto una vez más.

    Harry no lo había dejado abandonarlo, lo había llevado a la cama, había desplegado nuevamente sus encantos sobre él, y él había vuelto a caer. ¡Y en realidad le importaba tan poco a Harry! Era muy doloroso saber que al Alfa al que amaba no le importaba nada.

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    Kýrios: Señor en griego
    Kyrie : es el sustantivo griego de kýrios
    Theos mou : Dios mio



    Edited by Sakura Uchiha - 16/1/2024, 00:45
     
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