Posts written by XIVA

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    Bueno, ahora vienen dos leyendas mas, espero que les gusten:

    SEGUNDA LEYENDA: EL MONTE DE LAS ANIMAS



    I



    El grupo de jóvenes hablaba animadamente de los planes que aun iban a realizar mientras tenían a su amigo que vivía Tokio estaba con ellos. Takano Masamune se encontraba de vacaciones de verano en la casa de sus tíos maternos, los Onodera, quedándose en la habitación de su primo Ritsu en su estadía. Los tios de Onodera estaban felices de recibirlo y sabían muy bien que Ritsu era el que mas estaba feliz de su visita. Y no se equivocaban, ellos eran unos primos muy cercanos, se comunicaban constantemente a través de las redes sociales y correo electrónico, y frecuentemente se hablaban por teléfono, Masamune era reacio a reconocer su cercanía, pero era innegable su sonrisa cuando un muy emocionado Ritsu corría a abrazarlo al recibirlo en la estación de trenes de Gifu, la ciudad donde vivían ellos.
    Durante su estadía, los primos salían desde la mañana hasta el atardecer visitando los lugares más conocidos de la ciudad y contándose lo que no se habían contado ya por medios virtuales o telefónico, donde Ritsu buscaba en todo momento estar con su querido primo, pero por lo general Takano prefería pasar el tiempo con sus antiguos amigos de infancia que a pesar del tiempo, aun lo recordaban y salían juntos en grupo, pero Ritsu se negaba a abandonar a su primo y obviaba las indirectas de su primo y de sus amigos para que los dejara solos, era por ende un miembro no deseado por los amigos más grandes del joven de Tokio, ya que se interponía en todos su planes que muchas veces solo querían pasar el tiempo fumando a escondidas y tomar cervezas aunque no tuvieran la edad legal, Ritsu la mayoría de veces fungía como la voz de la conciencia que nadie invoco, aunque sabían que lo hacía más por Takano que por ellos, aunque en esa ocasión se vio arrastrado a una excursión improvisada a una conocida propiedad abandonada, el grupo se veía apurado por el más joven del grupo a salir de allí antes que alguien los viera. Ritsu estuvo nervioso durante la exploración de la casa abandonada y tomando el brazo de Masamune con fuerza le pedía que volvieran a casa:
    -Masamune, ya la noche se acerca, y estamos en el “Monte de las Ánimas”, volvamos a casa que mi madre ya debe estar esperándonos para cenar.
    -¡¿Tan pronto?!- Decía el joven alto con fastidio ante la insistencia de Ritsu, pero para no seguir escuchándolo mas todo el grupo acordó salir de la propiedad tal como quería el joven de ojos verdes, y ya afuera uno de sus amigos se burlaba- ¡Oye tienes que ser buen niño y vuelve con tu primo, no sea y se pierdan de camino a casa!- Y la risa de los otros jóvenes irrito mas a Takano. Ritsu no presto atención a lo que comentaban los amigos de su primo, pero ya estaba aliviado de que hubieran salido de esa casa.
    -Dentro de poco caerá el sol, y los espíritus de los que murieron en esta casa comenzaran su rutina tal como paso desde el día que murieron… ¡Todo el mundo lo sabe! ¡Todos aquí cuentan esa historia!
    La casa a la que se refería Ritsu se llamaba infamemente “El monte de las Animas” una casa antigua que se ubicaba encima de un pequeño monte en una propiedad en los límites de la ciudad que limitaba con un bosque, la mencionada casa perteneció a un terrateniente que vivía en esa casa junto con su esposa, sus 5 hijos aun pequeños y los servidores, un día después de volver de un viaje de negocios, encontró que su esposa estaba teniendo un romance con el mayordomo de la casa y al descubrirlos en flagrancia, mato a los amantes y en ese mismo arranque de locura que le hizo delirar que sus hijos en realidad eran del amante, y los mato también, cuando finalmente vio lo que había hecho, loco de dolor se suicido. No supo entonces que toda esa tragedia fue desencadenada por causa de la esposa del mayordomo, la cual había sido el primer amor del dueño de la casa pero este la abandono por casarse con la señora de la casa, y entonces buscando venganza se caso con el mayordomo del señor, altero su apariencia y recurrió a artes mágicas oscuras para engañar los sentidos del hombre para que creyera en el engaño, sin embargo no pensó que su locura llegara tan lejos, y al ver lo que propicio se suicido frente al cadáver de su amor. Desde entonces muchas personas aseguraban escuchar los gritos de las víctimas, los sonidos de la masacre y los alaridos de dolor. Se dice que todos los fenómenos suceden al anochecer que fue cuando sucedió esa tragedia, de día solo era unas ruinas mas pero de noche era un espectáculo que nadie podía contar, porque aquellos que se habían atrevido a pasar la noche desaparecían, para luego encontrar sus cadaveres irreconocibles. Era una leyenda persistente en la ciudad y Ritsu la creía ciegamente.
    -¡¿Esa casa ruinosa!? ¡Bah! ¿Intentas asustarme en mi último día aquí?
    -No, primo; tú ignoras lo sucede en esta ciudad, porque tu vives en Tokio y allí no prestan mucha atención a las leyendas como aquí. Mientras volvemos a casa te cuento la historia de esa casa.
    Después de que ambos se despidieran de los otros jóvenes que no cesaban de molestarlos caminaban con parsimonia retornando a la casa de los padres de Ritsu mientras él le contaba la tragedia que caía en la historia de esa casa y el porqué se consideraba maldita. Masamune quiso en un futuro hacer una especie de Kimodameshi, o test de valentía con sus amigos, pero la persistente presencia de su pequeño primo le quitaba cualquier emoción a su plan, no comprendía como su pequeño y osado primo era temeroso con esa clase de supersticiones y menos aun como quiso dañar su última noche en Gifu.

    II



    En la sala hubo una reunión de adultos que se decidió a última hora, pero los jovencitos se escondieron en la habitación de Ritsu para refugiarse en su secreto que no sabían bien como comenzó, se puede atribuirle a la hormonas, a la curiosidad sexual, a la cercanía de ambos, pero ellos en la intimidad se dedicaban a explorarse, cuando los besos iban acompañados de caricias curiosas, y cada vez las exploraciones se iban volviendo más audaces, dejando un perturbado Ritsu y a un satisfecho Masamune para dormir a veces incluso abrazados, eso sucedía desde hacía algunos veranos, pero cuando terminaba el idilio proseguían con sus vidas, Ritsu aun seguía tímido, mientras que Masamune era un rompecorazones; esa noche después de empacar la ropa en su morral, y una posterior sesión lánguida de besos distraídos sabían que era su despedida de ese verano. Takano estaba absorto en un vago pensamiento, que parecía más importante que proseguir besando a su primo el cual estaba sonrojado como siempre, pero ansioso como pocas veces. Viendo las ensimismadas ambarinas pupilas de Masamune se dio cuenta que la sesión había terminado y ambos guardaron un profundo silencio.
    -Primo -exclamó al fin Ritsu rompiendo el largo silencio en que se encontraban-; pronto terminara este verano y mañana te vas a Tokio… Pues últimamente has estado un poco distante; te he oído suspirar varias veces, acaso por alguna chica de tu escuela… O tal vez otro chico de tu vecindario.
    Masamune hizo un gesto de fría indiferencia; todo su carácter se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
    -Tal vez por la vistosidad y el vertiginoso estilo de vida de Tokio;- se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos mañana, quisiera que llevases un recuerdo mío... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Kami-Sama por haberte devuelto la salud cuando te enfermaste? Estaba pensando que, no te había podido dar un regalo de cumpleaños, pues bueno… T-te quiero regalar esto- Dijo sacando una cajita roja del bolsillo de sus holgados jeans y cuando lo abrió vio un reloj con una correa de cuero. –Tuve que hacer muchos encargos, atender la tienda del vecino, podar céspedes mis domingos, pero después de todo logre ganar suficiente para comprártelo y que lo luzcas... ¿Lo quieres?
    El sonrojo de Ritsu decía más de lo que hacían sus palabras, pues en la anterior estadia de Takano, había contraído una fiebre y el menor se encargaba de cuidarlo ya que al ya haber contraído esa infección era inmune, se dedicaba a velar sus sueños y se quedaba dormido sosteniendo su mano, en una de esas veladas Takano aun entre sueños, lograba ver a su querido primo aferrado a él y se enterneció con ese jovencito de cabellos caramelo y expresivos ojos verdes que aunque lo negara, estaba hundido en ellos; después de recuperarse, quiso de alguna forma compensarle por esa atención, y no fue difícil, ya que de alguna forma lo convenció con algunos besos que escalaron mas allá de los límites morales y familiares, Ritsu se entregaba en su cama a su primo sin importar que ambos fueran hombres o familia, el estaba verdaderamente enamorado de él, y sin embargo al siguiente día Takano en su inmadurez atribuyo lo sucedido a la calentura de no haber tenido sexo en mucho tiempo y que Ritsu era lo que estaba a mano, desde entonces fue más frio y distante con el joven que no sabía interpretar el cambio que tuvo Masamune con él.
    -No sé qué es lo que creas -contestó el apuesto joven-, y no sé qué te lleva a hacer estos regalos, si estas esperando con esto comprometerme estas equivocado, tu aceptaste hacer lo que venimos haciendo sin compromisos, no te obligue a hacerlo.
    El acento helado con que Takano pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
    -Lo sé primo; pero aunque hoy no es día de ceremonias y presentes como san Valentín o navidad, somos cercanos, familia y sé que nos queremos mucho, solo te pido esto antes de irte. ¿Quieres aceptar el mío?
    Masamune se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la cajita, sin añadir una palabra.
    Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y se volvió a oír la cascada voz de los amigos del papa de Ritsu y su conversación amena llenas de risas.
    Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:
    -Y antes de que concluya este día puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿No lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su primo, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
    -¿Por qué no? -Exclamó éste llevándose la mano a la muñeca derecha como para buscar alguna cosa... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
    -¿Te acuerdas de la esclava de plata que me regalo mi padre el día de mi cumpleaños?
    -Sí.
    -Pues... ¡Se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
    -¡Se ha perdido!, ¿Y dónde? -preguntó Ritsu incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
    -No sé.... Lo tenía esta mañana… Tal vez se habrá perdido en la casa acaso.
    -¡En el “Monte de las Ánimas” -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre la silla corrediza-; en el Monte de las Ánimas!
    Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:
    -De día iría, y lo haría sin ningún problema; y, sin embargo, esta noche.... esta noche. ¿Para qué ocultártelo?, tengo miedo... ¡Los espíritus!, podría recibir una maldición si acaso llego a poner un pie mientras el sol está oculto, y ser merecedor de su furia
    Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Masamune, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras revisaba en su teléfono celular mensajes de texto de sus amigos:
    -¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora a esa casa por semejante tontería! ¡Una noche tan oscura, y aparte que no hay luz eléctrica y con esos pisos podridos que podrían ser una trampa mortal para alguien como tú!
    Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Ritsu no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose al joven apuesto que aun estudiaba con interés la pantalla de su smartphone:
    -Adiós Masamune... Hasta pronto.
    -¡Ritsu! ¡Ritsu! -dijo éste, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido escapándose por la ventana.
    La intención era demorarse un poco antes de ofrecer su compañía, pero sabia que su primo era terriblemente orgulloso y sabia que elegiría ir solo. El joven, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído al sonido de sus pasos apresurados, que se perdía, que se desvaneció por último.

    III



    Había pasado una hora, dos, tres; la media roche estaba a punto de sonar, y Takano se retiró a la habitación. Ritsu no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
    -¡Habrá tenido miedo! -exclamó el joven cerrando su laptop y dirigiéndose a su futon, después de haber orado mentalmente para que no le haya pasado nada a su primo. La verdad es que todo había sido una treta, una broma, durante la excursión en la casa, sus amigos pretendían darle un susto a Ritsu pero él lo evito, entonces sus amigos le reprocharon su cercanía con ese pusilánime muchachito-Tal vez no deberías seguir andando con nosotros, eres muy débil con ese primito tuyo- Takano ante eso, se comprometió a hacerle una broma a su primo, sus amigos no estaban tan seguros pero él les prometió que si Ritsu no se moría de miedo para esa noche, el ya no volvería al grupo y así cerraron el trato.
    Después de haber apagado la luz y revisando antes de cerrar las ventanas la dirección hacia donde fue Ritsu, nadie se había enterado de su salida, así que más le valía a el menor volver antes que sus tíos se dieran cuenta o si no el tendría problemas; finalmente se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
    Las doce sonaron en el reloj del despertador de luces led que había en el escritorio. Masamune oyó entre sueños las vibraciones de las hojas de los arboles circundantes, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
    -Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. A la distancia la puerta de la casa había crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente, o en su susto creyó oír.
    Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador y después la sensación de alguien que iba subiendo los escalones desde el primer piso uno por uno con lentitud. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
    Masamune, inmóvil, tembloroso, adelantó la cabeza fuera de las sabanas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
    Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
    -¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su cabeza sobre la almohada-; ¿Soy yo tan miedoso como los de aquí que se asustan con un tonto cuento de fantasmas?
    Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálido, más inquieto, más aterrado. Ya no era una ilusión: las cortinas habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió la silla corrediza que estaba a los pies de la cama de Ritsu. Masamune logro evitar lanzar un grito, y arrebujándose en la ropa que lo cubría, escondió la cabeza debajo de las sabanas y contuvo el aliento.
    Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna para Takano, sin embargo en la bruma de su sueño inquieto sintió a alguien acostarse en la cama de Ritsu y se convenció de que su primo finalmente había vuelto y que estaba cansado de su aventura, y sin intención de interrogarle siguió fingiendo que estaba dormido. Al fin despuntó la aurora: sobrellevado de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡Es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, primero vio con horror cuando noto que en la cama de Ritsu no había nadie, excepto una silueta ensangrentada en sus sabanas, y fue cuando sus ojos se enfocaron en algo brillante que había a sus pies, luego estos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre las sabanas revueltas al borde del futon frente a él, estaba la esclava de plata que en realidad había perdido accidentalmente en la casa y que luego uso de excusa para proseguir con la broma hacia Ritsu, la misma esclava que había ido buscar su primo, y que venia engarzada con una sangrienta y desgarrada tira de tela que parecía provenir del suéter que llevaba Ritsu cuando salió por la ventana.
    Cuando los señores Onodera abrieron la puerta para avisarle a Takano muy angustiados que Ritsu había aparecido muerto en un terreno baldío cerca a la propiedad de la infame casa llamada “El monte de las Animas”, que en la mañana había aparecido su cadáver irreconocible y confundidos fueron para cerciorarse de que Ritsu aún seguía en la habitación con su primo, lo encontraron solo en la habitación, inmóvil, crispado, pálido como el papel, desencajados los ojos, murmurando ininteligibles palabras con sus blancos labios, lo único que podían entender los horrorizados Onodera fue: -Perdóname solo fue una broma, no quería que esto terminara asi.


    IV



    Dicen que después de acaecido este suceso, hubo una doble tragedia, los Onodera tuvieron que aceptar que su único hijo había muerto y el único que sabía que paso había perdido la razón; se llevo a cabo el funeral de Ritsu donde fueron incluso los amigos de Takano, los cuales después de saber lo que sucedió y habiendo sido informados por su amigo sobre la broma que había hecho a su primo, hicieron un pacto de silencio, pero al parecer mantener un secreto como tal es una gran carga que invadió sus vidas, tiempo después todos se entregaron a los vicios destruyendo vidas prometedoras, incluso uno termino suicidándose. Los Onodera se mudaron de ciudad y siguen tratando de entender que fue lo que sucedió con su hijo. Takano Masamune nunca se recupero, aun 10 años después de lo sucedido, el todavía estaba recluido en un hospital psiquiátrico, ningún tratamiento lo había podido rehabilitar, el día era el momento mas tranquilo cuando solo se dedicaba a detallar en sus recuerdos una joya que se aprendió de memoria y que veía vivida en su mente y que le quitaron hace mucho, esa joya que marco su perdición, encerrado en su saco de fuerza, murmuraba palabras entre dientes, sus familiares aun no comprenden que sucedió ese ultimo día de estadía en Gifu, los Takano y los Onodera después de muchos enfrentamientos se distanciaron permanentemente culpándose de sus respectivas tragedias, Masamune no pudo ir al entierro de Ritsu, pero aun así lloraba por su perdida, porque por su inmadurez cometió un error tan terrible y un crimen involuntario manchaba sus manos, y ahora lo pagaba, porque por las noches, era cuando su tortura comenzaba, desde su celda se oían sus gritos desgarrados evocando los mismos en el “Monte de las Animas”, cuando frente a sus desquiciados ojos veían y escuchaban como un espectro descarnado de Ritsu se acercaba entregándole la esclava mientras el solo podía gritar que en verdad lo quería y pedirle perdón entre sollozos para solo recibir una silenciosa respuesta a la vez que recordaba los momentos felices que tuvo con su primo y que por su culpa el ahora estaba muerto, comprendía ahora que las malas intenciones por muy superficiales que fueran conllevaban terribles consecuencias, y eso era lo que en verdad lo atormentaría por el resto de sus días.


    FIN DE LA SEGUNDA LEYENDA



    Edited by XIVA - 6/12/2013, 15:28
  2. .
    Hola angiell, Misaki Hyuga y Yuro Kusama Kamijou por comentar en este que es mi primer fic aqui en Mundo Yaoi.

    CITAZIONE (Yuro Kusama Kamijou @ 15/11/2013, 23:48) 
    Wow me quede sin palabras pero una duda Akihiko muere verdad y Misaki si era un demonio?

    El final es algo ambiguo con respecto a las intenciones de ese espectral Misaki, pero hay una pequeña pista en la que Akihiko vaciló antes de caer con el espiritu al arroyo, como si algo dentro de el le dijera que algo no andaba bien... Por ahi se encuentran leyendas de ninfas acuaticas que embelesan a jovenes humanos y luego los atrapan para toda la eternidad, una parte de mi diria que este Misaki es una de esas criaturas como lo menciono Tanaka y que Akihiko prefirio ignorar esa advertencia teniendo ese descenlace. Pero por otro lado prefiero pensar que Akihiko vivira feliz eternamente al lado de aquel que ama en el fondo de ese arroyo, en aras del espiritu romantico de la historia y reforzando el apodo que se le da a esta pareja de Junjou Romantica... Tu puedes elegir el final que prefieras, agradezco que hayas expuesto tu duda.

    Gracias por leer, subire la segunda leyenda muy pronto
  3. .
    Esta serie de historias están basadas en el libro de Gustavo Adolfo Bécquer "Rimas y Leyendas" de las cuales extracte las historias que componen las "Leyendas"... Algunas de las historias están ambientadas en épocas antiguas y por ende el vocabulario acorde a esa época; la idea era mantener la esencia sobrenatural y romántico de los relatos adaptados a los personajes de Junjou Romantica y Sekaiichi Hatsukoi, las parejas "Romántica", "Egoísta", "Terrorista", "Nostálgica" y "Erótica".

    PRIMERA LEYENDA: LOS OJOS VERDES



    I



    -Herido va ese zorro blanco… Ahí se ve el rastro de sangre entre los matorrales, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... El joven señor Usami comienza por donde otros acaban... en cuarenta años de cazador no he visto mejor golpe... Pero. ¡Por todos los cielos!, y que cortarle el paso, azuzando los sabuesos, soplando las trompetas porque se dirige a la fuente que recorre el bosque; y si la salva antes de morir ¿Podemos darle por perdido?

    Las cuencas del rio repitieron de eco en eco el sonido de las trompetas, el ladrido de la jauría desencadenada, y las voces de los asistentes resonaron con furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros se dirigió al punto que Tanaka, el cazador mayor de la familia Usami, señalara como mayor propósito para cortarle el paso al animal.
    Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los perros llegó a los altos matorrales, jadeante y cubierto el hocico de espuma, ya el zorro rápido como una flecha, los había saltado de un solo brinco, perdiéndose entre ellos para seguir a una trocha que conducía a la fuente.

    -¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! -gritó Tanaka entonces-; era su destino escaparse ya no lo sigamos mas allá.

    Y la cabalgata se detuvo, y las trompetas cesaron, y los perros dejaron refunfuñando la pista a la voz de los cazadores.
    En aquel momento se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Usami Akihiko, el imponente hijo del señor Fuyuhiko, con un aire irritado encima de su corcel.

    -¿Qué haces? -exclamó dirigiéndose a su cazador mayor, y en tanto, ya se asomaba el asombro en sus hermosas facciones, pero a la vez la cólera en sus violáceos ojos-. ¿Qué haces, imbécil? ¡Ves que el zorro está herido, que es el primero que logro herir exitosamente, y abandonas el rastro y lo dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque! ¿Crees acaso que he venido a perder el tiempo?

    -Señor -murmuró Tanaka entre dientes-, es imposible pasar de este punto.

    -¡Imposible! ¿Y por qué?- Akihiko se llenaba de impaciencia.

    -Porque esa trocha -prosiguió el cazador- conduce a la fuente que alimenta el lago Shoji en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente, paga caro su atrevimiento. Ya el zorro habrá salvado su vida; ¿Cómo salvara esa pieza, Usami-sama, sin atraer sobre usted alguna calamidad horrible? Los cazadores somos servidores, que pagan un tributo sagrado. Pieza que se refugia en esa fuente misteriosa, pieza que se da por perdida-.

    Como era de esperarse, eso era inconcebible para el joven señor Usami, poco creyente en asuntos espirituales:

    -¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el alma en manos de un demonio, que permitir que se me escape ese zorro, el único que ha herido mi arma, la primicia de mis excursiones de cazador-... Luego desvió su penetrante y ansiosa mirada hacia el bosque; -¿Lo ves?... ¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí... las patas le fallan, su carrera se debilita; ¡Tengo que alcanzarlo!... Suelta esa brida o te revuelco en el polvo... Puede que logre evitar que llegue a la fuente… Y si llegase, al infierno ella, el tributo y sus habitantes.- Reanudando el galope, el joven Akihiko emprendió deseoso la persecución mientras murmuraba sonriente aunque sin aliento por la ansiedad: -Si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi medallón en tu serreta de oro.
    Caballo y jinete partieron como un huracán, Tanaka los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como él, permanecían inmóviles y consternados.

    El cazador mayor exclamó al final:

    -Señores, ustedes lo vieron; estuve dispuesto a morir a los pies de su caballo por detenerle. Yo he cumplido con mi deber. Con el demonio no sirve hacerse el valiente. Hasta aquí llego con mi ballesta; de aquí adelante, que pruebe a pasar algún monje a bendecir este lugar.

    II



    -Usted esta pálido; callado y sombrío; ¿Qué le sucede Usami-sama? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llego a la fuente maldita en pos de ese zorro, se diría que una mala bruja lo ha hechizado. Ya no va a los montes precedidos de la jauría de perros, ni el ruido de las trompetas. Se la pasa taciturno como si meditara de cavilaciones que andan persiguiéndolo, todas las mañanas toma la ballesta para hundirse en la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece mi señor vuelve pálido y fatigado al castillo, sin pieza que evidencie algún trabajo de caza. ¿Qué le ocupa tan largas horas lejos de su familia señor?

    Mientras Tanaka hablaba Akihiko, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con su cuchillo de monte, su mirada perdida en recuerdos lo abstraían de las palabras preocupadas del hombre a su lado.
    Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalar sobre la pulimentada madera, el joven exclamó dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:

    -Tanaka, tú que eres viejo; tú que conoces todas las guaridas de la zona, que has vivido en sus faldas persiguiendo bestias, y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez a las laderas, dime: ¿has encontrado por acaso un joven que vive entre sus rocas?

    -¡Un joven! -exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.

    -Sí -dijo el joven Usami-; es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero ya no me es posible; siento que en mi corazón se desborda y se nota en mí. Tanaka, te tengo la confianza, pues eres mi confidente, entonces voy a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura, que al parecer sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede darme razón de ella.-

    El montero, sin desplegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarle junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos. Éste, después de coordinar sus ideas prosiguió así en el lenguaje que solo un joven con alma de escritor haría:

    -Desde el día en que a pesar de tus funestas predicciones llegué a la fuente, y atravesando sus aguas recobré el zorro que tu superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de la soledad. Tú no conoces aquel sitio, la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae resbalándose gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su nacimiento. Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes, y susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado sólo y febril sobre el peñasco, a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmóvil superficie apenas pasa el viento de la tarde. Todo es allí grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en la melancolía. En las plateadas hojas de los arboles, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parecen que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza. Cuando al despuntar la mañana me viste tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡Una locura! El día en que salté sobre ella con mi caballo, creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña... muy extraña...; los ojos de un joven. Tal vez sería un rayo de sol que serpeó fugitivo entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno,... no sé: yo creí ver una mirada que se clavó en la mía; una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio. Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; le he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora...; una tarde lo encontré sentado en mi puesto, y vestido con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre ellas, un joven hermoso sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como del oscuro nogal; sus pestañas brillaban como hilos bronceados, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto... sí; porque los ojos de aquel joven eran los que yo tenía clavados en la mente; unos ojos de un color imposible; unos ojos...

    -¡Verdes! -exclamó Tanaka con un acento de profundo terror e incorporándose de un salto en su asiento.

    Akihiko le miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría:

    -¿Lo conoces?

    -¡Oh no! -dijo el montero.- ¡Líbreme los dioses de conocerlo! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, espectro, demonio o doncel que habita en sus aguas, tiene los ojos de ese color. Yo le suplico, por lo que más ame en la tierra, a no volver a esa fuente. Un día u otro le alcanzará su venganza, y pagara muriendo el delito de haber encenagado sus ondas.

    -¡Por lo que más amo!... -murmuró el joven de cabellos plateados con una triste sonrisa que rompía cualquier corazón.

    -Sí -prosiguió el hombre mayor suplicante pero sabiendo que seria en vano-; por sus padres, por sus tierras, por las lágrimas de la que el cielo destina para su futura esposa, por las de un servidor que lo ha visto nacer.- Mas sin embargo la mirada amatista que despedían esos ojos ya estaban hechizados:

    -¿Sabes tú lo que más amo en este mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el cariño que puedan atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Cómo podré yo dejar de buscarlos!

    Dijo Akihiko estas palabras con tal acento proveniente del corazón, la voz de alguien que se enamoraba por primera vez y con tal apasionamiento digno de un joven caballero de emociones profundas, que la lágrima que temblaba en los párpados de Tanaka se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío:

    -¡Que se cumpla la voluntad de los dioses! Que yo ya no puedo hacer nada.

    III



    -¿Quién eres tú? ¿De dónde vienes? ¿En dónde vives? Yo vengo un día y otro buscándote, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares, ni a los servidores que te acompañan. Rompe una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche, profunda… Yo te amo, y, seré tuyo, tuyo siempre…

    El sol había traspuesto tras la ladera; las sombras bajaban a grandes pasos por su falda; la brisa gemía entre la vegetación que rodeaba la fuente, y la niebla, elevándose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.
    Sobre una de estas rocas, sobre una que parecía próxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba temblando, el audaz hijo de Usami, de rodillas a los pies de su misterioso amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.
    El era hermoso, hermoso y pálido, como una estatua de alabastro. Uno de sus mechones caía sobre un lado de su rostro, como una moldura de bronce contra el marfil, y en el cerco de sus pestañas hechas de ágata brillaban sus pupilas, como dos esmeraldas sujetas en una joya.
    Cuando el joven Usami acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero sólo exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, desilusionado ante el silencio que recibía su declaración.

    -¡No me respondes! -exclamó Akihiko, al ver burlada su esperanza-; ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres un doncel...

    -O un demonio... ¿Y si lo fuese?

    El joven señor vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas violeta se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquel joven, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebató de amor sin ya importarle nada:

    -Si lo fueses... Te amaría... Te amaría, como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más allá de ella.

    -Akihiko -dijo el hermoso entonces con una voz dulcemente musical-: Yo te amo aún más de lo que tú me amas; yo que desciendo hasta un mortal, siendo un espíritu puro. No soy un hombre como los que existen en la tierra- Sus labios se torcieron en una sonrisa determinada- Yo soy alguien digno de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas; sin cuerpo como ellas, fugaz y transparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus ondas. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde vivo; antes le premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones de la gente, como a un amante capaz de comprender mi cariño extraño y misterioso.

    Mientras el hablaba así, el joven señor, absorto en la contemplación de su fantástica hermosura, atraído como por una fuente desconocida, se aproximaba más y más al borde de la roca. El joven de los ojos verdes prosiguió así:

    -¿Ves, ves el límpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales... y yo... yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio, y que no puede ofrecerte nadie... Ven, la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino... las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles, el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven... ven...

    La noche comenzaba a extender sus sombras, la luna rielaba en la superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas... ((Ven... ven))... Estas palabras zumbaban en los oídos de Akihiko como un conjuro. ((Ven...)). Y el joven misterioso le llamaba al borde del abismo donde estaba suspendido con sus cabellos flotantes, sus ojos esmeralda grandes y expectantes, sus labios carnosos y pequeños parecía ofrecerle un beso... un beso...
    Akihiko dio un paso hacia el... Luego otro... Y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve... Y vaciló... Y perdió el equilibrio, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.
    Las aguas saltaron en chispas de luz, y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas. Y el silencio gobernó la fuente en ese instante.

    FIN PRIMERA LEYENDA



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    Cada una de las historias de esta serie tendra como protagonista a una pareja del universo Nakamura, en esta ocasion le toco a la pareja Romantica. Gracias por leerla, y espero que les haya gustado. Espero sus comentarios, criticas o sugerencias. Sin mas me despido hasta la siguiente leyenda, que dejo que ustedes adivinen cual sera la siguiente pareja.

    Edited by XIVA - 16/12/2013, 05:04
138 replies since 4/8/2013
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