Posts written by Juukai!

  1. .
    Ok, primero que todo, quiero dar un pequeño content warning de connotaciones sexuales para lo que voy a poner en el spoiler de acá más abajo, aunque es una broma, dw

    SPOILER (click to view)

    cisseus_horny_flowers
    me alegro de que esto sea la inspiración para el fic, la verdad. se siente especial ♡



    Ya te había dicho que iba a poner mi reseña del fic de forma pública, y soy una mujer de mi palabra. Además, vamos, ¿14k palabras para un fic smut? Es una hazaña, al menos en mis ojos. Y ya que fallé en comentar en In The Name of Rebellion (2021) la vez pasada (de lo cual me arrepiento, lo siento mucho </3 ¿meperdonas?), entonces decidí hacerlo para este fic. Y todo porque tenía el gif perfecto para abrir post. Maravillas del internet, la verdad

    Ehem, ya con esto dicho, quería proseguir diciendo de nuevo y por la chorrocienta vez que amo amo amo tu escritura y tus piezas con todo lo que tengo, y tu prosa nunca me llega a aburrir en ningún momento. Tiene cierto aire tan único, y'know, siento que siempre tiene algo nuevo que ofrecer cada vez y he notado que es bastante versátil, en consecuencia. En este caso, pienso que es más directa en su gran parte, y lo cierto es que me encanta este detalle. Se adapta a las vibras de la idea del escrito. Y puede que esté pensándolo mucho pero soy extremadamente simp. Igualmente, pienso que el hecho de que el smut sea más vago y más adornado a contraste de todo lo demás es una elección bastante buena, da a resaltar a la gente gay (affectionate)

    Aparte de esto, aunque sea decepcionante, no tengo mucho más que decir que no sepas ya, así que voy a decir que viva los novios <3333 me encantó la caracterización en esta instancia, también. Atlas se ve un poquito patético (pero obvio, le patearon el culo en la guerra) lo cual es un gracioso para mí, mientras que Cisseus es un completo ícono de la adaptabilidad, la verdad. Ese hombre es todo el momento, demasiado enojado para morir <33 en todo caso, quería agradecerte por el nuevo material de poor little meow meow Atlas, voy a darle una pizquita de timidez en algún momento

    A todo esto añádele la estructura, la forma en la que la guerra se siente larguísima a propósito (ya me dolían los ojos un poco cuando llegué al smut, pero o sea, en el mejor sentido de la frase), el ritmo balanceado en el que la trama se mueve y toda la ejecución que fue hecha de forma espectacular. Toda la espera lo valió en todo sentido, y es que nunca me cansaría de esperarte en ningún momento (gay)

    ¿En general? Muy buen oneshot, excelente lectura, me terminé dos loops de 58 minutos de Clair De Lune leyendo todo con cada detalle, hubo un poquito de clown shit, Cisseus siendo torturado fue una escena un poco graciosa pero también estaba bien horny, y mi único intento de reclamo es que el smut pudo haber sido un poquitín más largo. Tan sólo un pelín más largo. Un scrimblo bimblo más largo. Creo que esto más bien conlleva mis gustos personales, así que tómalo con escepticismo. Final rating 10/10 no tengo el suficiente procesador mental para leer tantas palabras otra vez por un rato pero si lo tuviera lo haría. Amo a mis gays y eso te incluye

    Conclusión: and they were enemies (oh my god they were enemies...)
  2. .

    hello-chat-kokomi-genshin-impact
    ah, sí, yo y mi tendencia de desaparecer del foro para luego volver como si nada



    HOLA BESTIE ahsnhsndh creo que voy a cumplir mi promesa de terminar esto antes de medianoche (zona horaria juu). Soportó vientos despiadados e infernales desiertos, pero al final, llegó a mis manos, a las tuyas y probablemente a las de Cisseus sólo si así lo deseas y en formato de ficha. ¿Lo intenté? Obviamente. ¿Salió bien? Determínalo tú. Anyways aquí está el rubiecito, buen provecho <3

    ¡Ah, antes de que se me olvide!

    CW para semidesnudez artística y sangre, al igual que violencia, supongo? Y advertencia por cringe, pero pues, así son todas mis fichas <3

    Sin más preámbulo, toma un Aquiles de marca Walmart.


    SPOILER (click to view)



    Había una vez, en un lugar muy lejano, donde las nubes son palpables y el viento es fuerte, una ciudad erguida en una montaña, cerca de sus más grandes picos. Y por consecuente, esa ciudad rodeaba un gran castillo, de coloridos vitrales y altas torres, y de hermosos jardines laberínticos, donde allí crecían flores que podían resistir la altitud y las condiciones especiales de su hogar. Tal vez por esto era que, en momentos efímeros del día e instancias escondidas en la noche, ahí se podía encontrar la silueta alta de un chico, cuyos pasos hacían poco ruido, algo que aprendió durante todos los años de caminar por estos mismos jardines, y el mismo pasto, y de reconocer las mismas estatuas. Tal era como el príncipe de este lugar lejano solía pasar algo de su tiempo de tanto en tanto, saltando entre eventos y reuniones, al igual que varias otras responsabilidades y situaciones misceláneas. Y aunque él era más bien un chico que apreciaba cosas pequeñas de la vida, como sentimientos y la vegetación del jardín y el invernadero, no era para sorpresa que tuviera tanto que hacer y tantas personas que conocer. Era el deber de un príncipe, e incluso más allá de lo usual para un príncipe como él. Puesto que ha tenido más impacto e influencia en lo que viene siendo la gestión de un reino que el propio rey, incluso a una tierna edad. No ha sido mucha la elección que se le dio, pero tarde o temprano tendría que reinar, incluso si no era bajo el título adecuado.



    b216628f8d4174d05921913b6f7f92f3

    Representación de un área del jardín real. El príncipe ha sido encontrado aquí por sirvientes un número de veces.



    Aunque no se arrepentía de las cartas que le habían tocado, a veces se preguntaba qué pasaría si todo fuera diferente mientras daba paso tras paso por el verdor a través de los años, a medida que todas estas responsabilidades se le presentaban. No se limitaba sólo a pensar en lo que hubiera pasado si hubiera nacido como alguien del común, con sangre roja y capacidades normales, pero quizás algo más de libertad de hacer lo que quisiera y admirar los pétalos más seguido y sin caminar con sigilo, pero también pensaba en la fe que debía sentir, y por quién debía sentirla. A medida que pasaba el tiempo, cada vez más cuestionaba las acciones del dios que miraba todo desde arriba, juzgando a todo lo que tenía por debajo de sí, y todas aquellas figuras quietas, petrificadas. Y cada vez parecía que descubría más y más cosas que ese dios había hecho, todas las mentiras, cada crimen y demás asuntos. Descubrió lo que en realidad significaba ser un noble, y lo que significaba ser de la familia real, y lo que en realidad representaba el color de su sangre. Y para él, alguien que ya de por sí tenía un anhelo por una vida diferente, no pudo evitar hundirse más en los brazos de lo que sólo se podía imaginar, lo que vivía sólo en sus pensamientos.



    Se había quitado el antifaz de la devoción y había visto a ese dios por quien era, pero aún seguía encadenado a su destino, y ahora tenía una carga aún más grande en su espalda. No importaba lo que hiciera, todo sería igual. Su vida, como la de todos sus ancestros, no tendría consecuencia alguna. Ninguna importancia, ningún cambio notable. Daba igual si vivía o moría. Y como no todo lo que brilla es oro, incluso esos dones que tenía no servían de nada contra el peso aplastante del destino. Sin embargo, era algo que tenía que sostener. No tenía más salida o escapatoria, y era su maldición propiciada por lo divino. Increíblemente pesada y compleja, pero insignificante en la gran escala de los cielos. Tal vez su alias de corte le quedaba después de todo, pensaba él. Atlas, condenado a cargar el mundo entre sus hombros.



    013a24190b6aca508645d7b846193a2fd7b6f069
    Pintura del príncipe Atlas de Ematosia a sus 21 años, la artista pertenece a la casa Sieglinde.



    Y a pesar de saber todo esto, y de saber que viviría y moriría como el títere de un dios para su pueblo, aún así deseaba libertad. Libertad de cambiar el mundo, quizás. Libertad de amar a quien quisiera en vez de una esposa prometida. Libertad de probar un dulce como ninguno, el sabor de poder tomar una decisión y saber que importaría. Libertad de caminar por este mismo hermoso jardín que tanto amaba, sin sigilo y sin cadenas a sus pies. Y más que cualquier cosa, más que cada tipo de libertad en la que pensaba y anhelaba, quería un sentido para cada respiración que ha dado. Cualquier cosa que no le hiciera sentir que el latido de su corazón era inútil, que cada palabra que salía de su boca era un desperdicio y que todo el tiempo que ha vivido es sólo una pequeña mota de polvo. Una razón para vivir. Tan sólo una.



    Aún así, casi se sentía vivo al ponerse en puntillas y estirar el brazo lo más que podía, tratando de sostener la luna con una mano. Cerca y lejos, y fuera de su alcance por siempre. Y esta noche, era tan roja como una de las muchas flores del jardín, y como un rubí, carmín como una capa que ha visto en pequeños intervalos de tanto en tanto. Una luna de sangre. Nunca había visto una antes. Y al tratar de tocarla, en las puntas de sus dedos, pudo verlo. No sólo era una capa roja, ondeada por el viento y tocada por la tierra, era toda una armadura. Y de esa armadura se deslizaba un líquido rojizo, y había una lanza en igual condición, bañada en sangre. E igualmente, una cabellera de color rubio. No podía ser él; El color era diferente, más oscuro. Y el rostro estaba cubierto.



    1b1c4b3679c060f962a102daf6682e21

    Boceto del hombre en su visión a base de la descripción que dio de este. Artista de la casa Sieglinde.



    Cayó al suelo, con un gran estruendo. Y tuvo que esconderse de los guardias. Y por poco no lo logra. Pero eso no era lo que importaba, pues su corazón latía más rápido que en cualquier momento lo sintió, y esa imagen estaba estampada en el ojo de su mente. Y se preguntaba quién era esa persona. Y por qué lo había visto. Y por qué. Por qué ese sentimiento, en ese mismo momento. Lo conocía muy bien, era el sabor agridulce de sus deseos. Y lo que imaginaba que la libertad se sentía. Pero había algo… Más salvaje. Algo más grande y más peligroso que sus anhelos. Y también sabía dulce. No sabía ponerle el dedo a la palabra exacta, así que empleó una rudimentaria unas horas después de pensar en ello. Era pecado. Herejía. Blasfemia. Ira. Homicidio. Deicidio. Lujuria, llegó a la conclusión de ello, después de pensar en lo que sentía un poco mejor. Y, finalmente, uno de los que más llamó su atención, traición. Quizá por esto era que tuvo miedo, también. Ha sido criado para vivir en la luz y rechazar la oscuridad, temerla. Pero si sabía tan bien, y si se sentía como todo aquello que alguna vez ha querido, y sentía que era más de lo que podía ver, ¿Por qué resistirse?



    Y así, se sintió caer. Pero era diferente a una caída dolorosa, era una caída donde aún no veía el suelo, se sentía más como volar, de forma irónica. Era como volar hacia el sol. Veía algo distinto cada noche al dormir, pero siempre lo notaba a él. Ese hombre entraba a su reino a caballo. Lo vio bajo la luz de la catedral. Y lo vio en su misma gloria, montando su corcel, pareciendo que fuera a matar a algo o a alguien. Nada fue tan detallado como lo que vio en la luna, pero no podía evitar sentir intriga, curiosidad, atracción. Necesidad de más, avaricia. Muchas veces, pensaba sólo en quién podría ser ese hombre, si de verdad existía. Debía existir. No podía estar tan fijado en una mera ilusión de su mente. O tal vez, estaba enloqueciendo. En ese caso, no estaba mal perder la cabeza, sería más feliz. Y estaba pensando en que de verdad era lo último, pues buscó mucho a alguien que siquiera se pareciera en su reino. Todos los nobles, todos los plebeyos. Nadie era él.



    683a9141b6deb47349f7342e279210d3

    Era como volar demasiado cerca al sol. Calor cegante, pero igual que los brazos de un amante.



    Después de una noche de fallida investigación con nulos resultados, escuchó sonido por primera vez, en una de sus visiones. Era otra vez la catedral, pero no estaba dentro de esta. Estaba amaneciendo, se sentía con fiebre, estaba apoyado en alguien. Y escuchó su propia voz. Dijo un nombre.



    Era el nombre del sujeto, lo supo inmediatamente.



    Buscó nuevamente en todo su pueblo por alguien con ese nombre que se pareciera a él, por días, semanas enteras. No hubo fruto alguno. Y se sentía desesperanzado, como un idiota, y aún más por el hecho de que creyó que había siquiera una posibilidad real de su libertad. Y la vida será de todo pero seria, porque cuando estaba a punto de rendirse, llegaron noticias a su reino. Noticias de un conflicto en uno de los reinos cercanos, un archiduque y su hijo muertos en batalla, al igual que el príncipe heredero al trono. Parecía ser una rebelión liderada por un noble menor acompañado de un ejército de 50, un hombre en armadura carmín… Y de cabello rubio oscuro. Una capa roja. Decapitó a los archiduques y al príncipe. La corte le teme, y no tuvo piedad o misericordia alguna.



    Supo que era él. No cabía duda alguna. Debía de ser él. Este hombre realmente existía.



    4a8016fa46429fa27e8ba8e630628195

    Y pudo sentir el hielo de la muerte con cada palabra, pero veía rojo.



    Sus ojos se abrieron como platos frente al emisario, pero pudo contener la sonrisa y las lágrimas. Aún podía disimularlo, podía atribuírselo al miedo a una invasión, a llegar a un conflicto, a que este hombre se tomara todo el reino vecino. Podía fingir frente al mundo, fue entrenado para esto, pero lloró al cerrar la puerta de sus aposentos. No había llorado desde que su madre murió cuando tenía seis años. No era nada fijo, no se conocían, no sabía si se encontrarían, pero… Existía. Vivía en el mismo mundo que él, bajo el mismo cielo, respiraba, estaba ahí. No era sólo él, no era otro castigo divino de perderse a sí mismo, no había sucumbido a la presión. Era a quien veía un poco más por meses ya. Las visiones eran menos ahora, pero no importaba. De verdad era él, casi podía oler el metal y sentir la punta de la lanza en su cuello. Podía sentir el fuego. Y sentía la siguiente cosa más cercana a la libertad. No era lujuria esta vez.



    Definitivamente, era amor. O indicios de ello. Era felicidad, era conocimiento, era confirmación y era pecado. Y se sintió como un ser humano, y no como una marioneta glorificada.



    8de072b6e8da2a66328322f71bb24030

    Era como la fruta prohibida de la que tanto hablaban. Dulce y efímera, no tan separada de la mortalidad humana.



    Desde ahí, puso a sus mejores espías e informantes a averiguar cosas de él. Aprendió muchas cosas, a veces vio otras él mismo, pero sus sentimientos sólo se sentían más fuertes con cada detalle. Y muchas veces pensó en botar todo, en escapar en un barco, en correr a él. Sabía lo suficiente, tal vez podría explicar, tal vez podrían hacer planes juntos, tal vez podría ganarse su respeto. O tal vez le quitaría la cabeza, o lo ahorcaría a muerte. También estaría bien así. Pero tuvo paciencia, y esperó, y observó.



    Y el destino parecía a su favor. La reina negoció la mano de la princesa para él con su padre, él aceptó, finalmente agradecido de que algo remotamente bueno saliera de su existencia. Sabía muy bien que Cisseus protegía a la princesa con su vida, y seguramente vendría con ella con el objetivo de matarlo a él y al rey y luego escapar con ella. Era la verdad plausible, y no se esperaría menos. ¿Él? Caminó por toda la habitación de su mejor amiga, la duquesa Cassandra Sieglinde, quien había sido el primer testigo de todo lo que sucedía con él y su infatuación vía visiones, al igual que su primera y más importante consejera y confidente. Y cuando mencionó a la princesa de Ithumia, sólo pudo reírse un poco para luego seguir escuchándole. Parecía emocionada por este acontecimiento también, aunque en su propia manera.



    Podía casi sentir hierro contra en el pulso de su cuello, y sentía que había nacido sólo para esto. Todas sus acciones llevaban a esto. Controlado por cadenas o no, llegó al momento más importante de toda su vida.



    644629b771ec15a9a59c0936b78efad1

    Había libertad en el carmesí.



    No podía esperar a que sus alas se derritieran.


  3. .
    Bueno, no tengo mucho que decir más allá de que, en un sentido literal, me estaba picando la piel de las ganas de escribir una pieza doméstica de dos de mis personajes de Jojo's, y que todos los créditos de mi trance gay a la preciosa de › petrov. por mandarme el screenshot más pequeño del mundo a la madrugada. love u and ur calibri 7 drafts, honey

    QUOTE
    Título: Sunny Morning.
    Pareja: Bruno Bucciarati / Leone Abbacchio. (Jojo's Bizarre Adventure: Vento Aureo)
    Género: Gaycore italiano. That's it.
    Longitud: 1692 Palabras.
    Disclaimer: Los personajes no son míos, son propiedad intelectual de Hirohiko Araki y yo sólo los estoy usando para fines de proyectar mis fantasías románticas no lucrativos.

    Sin más que decir, aquí está el escrito.

    .

    .

    .

    Sunny Morning.



    Por más raras que fueran, había ocasiones en las que despertarse antes del medio día no le molestaba. Tal vez fue el hecho de que había dormido más temprano el día anterior, o quizá era la persona con la que había dormido quien había causado ese efecto en él. En todo caso, lo único que podía hacer ahora era observar el techo, espabilarse un poco con el dorso de su mano y, finalmente, dirigir su mirada hacia su izquierda. Cortinas blancas que dejaban pasar la luz del sol hacia la habitación, varios charcos de ropa en el suelo, cobijas arrugadas y, debajo de cada surco de estas, esos hombros magros que tanto admiraba, junto a esa azabache cabellera suave que ocultaba el rostro de su novio.

    No pudo evitar sonreír al ver que, efectivamente, su querido capo había descansado a su lado toda la noche. Y aunque no podía admirar su rostro pacífico al este estar escondido en su cuello, se quedó quieto por un rato guardando el momento, la sensación de su respiración tranquila y sincronizada con la propia, el latido del corazón contrario a su costado, el tacto de ese brazo cruzado a través de la expansión de su pecho desnudo y el ambiente del exterior, por más disminuido que estuviera por la presencia, la inconsciencia y todo aquello que le indicaba que Bruno Bucciarati estaba completamente relajado, tal vez soñando, tal vez no. Igualmente, era escasa la ocasión en la que despertaba antes que su pareja (por no decir que era él quien lo despertaba la mayoría del tiempo), y por esa misma razón se encargaba de disfrutar el momento. Era sublime en su propio sentido, y en esos intervalos de tiempo, sabía lo que significaba encontrar felicidad en las cosas pequeñas.

    En especial cuando despertar vivos se podía considerar un milagro ya de por sí, sabiendo sus circunstancias. No estaba de más agradecer por tener a Bucciarati justo ahí.

    Después de un largo rato de reflexionar e inconscientemente acariciar los mechones de cabello negro entre sus dedos, decidió que a lo mejor era hora de levantarse. Era un día libre que tenían, pero aún así, sabía que a Bruno le gustaba empezar el día temprano, y supuso que era su deber devolverle el favor de despertarlo, después de tantas veces que lo ha hecho por él. Así, se deslizó fuera del agarre de su amante de la forma más delicada que pudo, depositándolo en la sábana nuevamente una vez logró su cometido, y se sentó en el borde de la cama mientras que la jaqueca del cambio de posición se le pasaba. Su cabello blanquecino caía por sus hombros, y por un momento, notó que tenía más puntas abiertas de lo que debería. Tal vez le pediría a Bruno que se las cortara. En todo caso, una vez se pudo parar, decidió estirarse, extendiendo sus largas extremidades y casi que desperezándose por completo. Por supuesto, seguía desnudo y algo sucio por las actividades de la noche previa, pero se encargaría de eso luego. Por ahora, tomó su ropa interior de la noche anterior, un simple bóxer de un morado bastante oscuro. Mientras se lo colocaba para verse mínimamente decente, notó esa pieza de lencería que su pareja había llevado puesta y que habían botado al piso rápidamente ayer, y realmente, no se resistió a dar una silenciosa mueca perversa ante el recuerdo, aunque parando los pensamientos sucios antes de que influyeran en sus acciones.

    Finalmente, se decidió por abrir las cortinas para que la luz entrara de lleno a la habitación, ganándose un gruñido ronco por parte de la persona que aún seguía en la cama. — Buenos días, Bella Durmiente. — Habló, en parte con dulzura, en parte con sarcasmo y en parte con burla, porque había escuchado a Bruno decirle lo mismo al sacarlo abruptamente de su letargo y, nuevamente, quería devolverle el favor. Escuchó otro quejido a su espalda, y cuando se volteó a ver qué estaba haciendo, vio que se había volteado, ahora estando con la cara hundida en la almohada, su mata de cabello desparramada y enredada. — ¿Dormiste bien? — Ahora, con un poco más de sinceridad.

    — ... Puta madre, Leone, es domingo. — Fue lo único que respondió, voz aún adormecida y amortiguada, tal vez con un tono de irritación.

    — ¿No que te gustaba madrugar? El cielo se ve bastante despejado hoy, a lo mejor ver el sol a la cara te va a quitar lo amargado. — Nuevamente, está copiando las típicas frases del otro, porque después de todo, le gusta ser mezquino. En forma de broma, por supuesto.

    — El burro hablando de orejas. — Finalmente, logró que Bruno le mostrara el rostro, dándole una agradable sonrisa perezosa y una pequeña muestra de sus ojos azules, por más entrecerrados que estuvieran. Un sonrojo se le colgó a las mejillas ante esta visión, y en menos de lo que pudo pensar, oyó la risa del más bajo, esta vez sus ojos observándole en todo su esplendor, radiantes y mil veces más coloridos ante la luz del sol. — Buenos días. —

    Le tomó algo de tiempo responder, habiéndose quedado embobado en la cara del otro. — Hola, — como si fuera un adolescente torpe, apartó la mirada. — Bruno. — Ni siquiera sabía por qué su nombre le salió de forma tan tímida, viendo que llevaban años juntos. Tal vez algunas cosas nunca cambian. — ¿Tienes hambre? ¿O quieres ducharte? — Al fin pasó a las preguntas normales, pudiendo volver a mirarle a los ojos de nuevo, esta vez con una mano puesta en su cadera.

    — Ninguna. Quiero seguir en la cama por un rato. Como te dije, es domingo. — Se giró para poner su vista en el techo, poniendo sus manos detrás de su cabeza en un gesto despreocupado.

    — Pero- —

    — Pero nada. Soy tu jefe y te ordeno que te acuestes a mi lado y me abraces hasta que me canse. Y ni se te ocurra desafiar mi voluntad, Abbacchio. — Se volteó hacia él nuevamente, su tono de voz serio, puesto en la voz de comando que usaba en batalla, pero con una gran sonrisa de oreja a oreja y sus ojos dando una media luna, como cuando se reía de forma sincera. — ¿Por favor? — Inclinó su cabeza hacia un lado, como si de verdad se lo estuviera pidiendo de forma amable.

    — Ugh, bien, niño malcriado. — Fingió su usual fastidio, aunque el hecho de no hacer nada más que mimar a Bucciarati le fuera mucho más que ideal y que se le acelerara el corazón con el solo concepto. Caminó hacia el lecho nuevamente, sus pies descalzos sonando levemente contra el piso de cerámica y, finalmente, subiéndose al colchón. Gateó hacia su pareja y se dejó caer encima suyo, envolviendo su cintura con sus largos brazos, poniendo su rostro en su pecho y mirándole con el rostro rojo. — ¿Satisfecho? —

    — Mucho. Eres hermoso, Leone. — Dijo en un tono suave y cariñoso como el que solía adoptar con él mientras llevaba sus manos callosas a su cabello, peinándolo entre sus dedos y viendo cómo los mechones claros se extendían en el aire hasta caer en su pálida y amplia espalda, resplandeciendo a causa de los rayos solares que entraban por la ventana y les daban de lleno a ambos. — Deberías estar al sol de forma más frecuente, ¿Sabes? — Seguía susurrándole, hablándole de una forma que tan sólo le hacía sonrojarse un poco más. — Pareces una pintura en este momento. — De verdad sabía qué decirle para hacerle sentirse más sensible que de costumbre, y aunque sería extremadamente vergonzoso en otras ocasiones, no negaba nada de esto en frente de Bruno.

    — Pero no hay pinturas con pelo blanco. Y me quemo estando más de 15 minutos al aire libre y lo sabes. — Al principio no le seguía el juego, y esto es algo que Bruno tenía bastante presente, así que no le incomodaba en lo absoluto. Total, podía sentir las manos del otro recorrer su espalda, acariciando suavemente y siguiendo cada línea y vértebra que podía tocar.

    — Siempre se vale soñar, Abba. Quién no daría todo por verte en una pintura de Botticelli. — Suspiró de forma algo exagerada, siguiendo con sus caricias, esta vez tomando el rostro sin maquillaje del otro en sus manos y tocando sus mejillas con ambos de sus pulgares.

    — Mucha gente, Bruno. Mucha gente. —

    — Cállate y déjame consentirte o te cierro la boca con Sticky Fingers. — Frunció el ceño, le pegó una pequeña palmada vertical en la cabeza y, esta vez, dio una amenaza que podía o no llegar a ser cumplida. El azabache ya había utilizado su stand para la intimidad varias veces, y no negaba que su novio no tenía escrúpulos en algunas situaciones. Mejor dejaba de dar comentarios por su cuenta, no tenía ganas de tener una cremallera en los labios en este momento.

    — Ok, amore. — Con este pequeño murmullo, decidió apoyar el lado de la cara en el pecho del otro, cerrando los ojos y fijándose en los latidos del corazón del de cabello corto, sintiéndose increíblemente relajado ante esto. Y sin pensarlo, empezó a presionar sus labios contra el área en el que se encontraba su esternón, oyendo la respiración de Bruno cambiar un poco, y causando que sonriera contra su piel, sintiéndose incluso la más mínima forma de borracho gracias a esto. — Te amo, Bruno. — Le salió, afortunadamente, comprensible el murmullo. Y, nuevamente, esa misma felicidad que había sentido hace unos cuantos minutos se hizo presente con la respuesta.

    — Yo también te amo. — Cuatro palabras, qué curioso. Cierta persona que conocía estaría paranoico con este hecho, pero a él no le importaba. Lo único que importaba era que, otra vez, tenía la constancia de que sus sentimientos eran correspondidos de la misma forma, que su pareja seguía ahí con él, ambos juntos en un momento simple y dulce, y, realmente, le hacía sentir que lo único que necesitaba en este mundo era su compañía.

    No había ningún lugar en el que preferiría estar más que este, o más bien, en cualquiera que tuviera al azabache en él.

    Porque despertar al lado de Bruno es fácilmente lo más cálido que hay, y también cada momento de su vida junto a él.


    SPOILER (click to view)
    Perdón si me quedaron OOC ajsajaja
  4. .
    Well, puedo decir oficialmente que no he subido mi cara acá en años, y recientemente me tomé unas fotos, así que por qué no subirlas lol. Me arregle un poco porque tenía que activar mi cámara para una clase, y estaba probando mi cámara, lo que dio de resultado estas dos fotos xdd

    Tengan cuidado al abrir el spoiler, saqué mi peinado de 2010 y tengo más ojeras que antes, lmao


    SPOILER (click to view)

    HIY8Mip
    Decidí canalizar mi yo de hace varios años y eso terminó en el hecho de que me hice capul lol

    9ZF1Q7r
    Como pueden ver, soy toda una gaymer lol

  5. .
    Qué decir, estoy bastante satisfecha con mi resultado lmao. Pude adivinar más que todo por la calidad de las imágenes, y por eso me mamé en un par de preguntas. Aunque sigo siendo una pro con lo del porno gay, porque no veo boxing casi lol

    SPOILER (click to view)

    IEdjaM0
    el porno de buena calidad me derrota, oof uu

  6. .

    giphy
    *chilla en inglés*



    ¡Hola!

    Okay, la verdad, no me esperaba que te gustara mi ficha ;; en serio, sentí que el corazón me iba a explotar cuando leí lo mucho que te agradó Vante adfghjkl. Estoy feliz de que haya alcanzado tus expectativas, me alivió bastante ver tu mensaje y, bueno, quería agradecerte por aceptar a mi chico uwu Estoy muy feliz de poder tener este rol contigo ♡

    Por supuesto, voy a esperar todo lo que quieras con tu niño, 100% confirmado que vale la pena y hasta más. No te preocupes por nada.

    Y como una nota final, quería comentar algo que se me pasaba por la cabeza mientras escribía mi ficha que, bueno, podría ser tomado en consideración, lmao. Básicamente, la idea va de que, bueno, tu chico tiene, oficialmente privilegios y pase VIP a la personalidad suave de Vantecito; esto es porque ya se conocen desde hace un rato, como puse en mi ficha, y esencialmente el pobre ingenuo de mi niño cree que el husbando (daddy) que aparece en sus sueños cada noche no es real, así que nunca le ha mostrado su faceta espinosa al no sentir la necesidad de hacerlo. Pero, por supuesto, se va a esponjar muchísimo cuando literalmente esté al lado de su crush no real al despertar, y después de pasar la fase de preguntarse si se le fue un tornillo por el caño, su actitud tendría una reacción inversa aka trataría de alejarlo aka se volvería tsundere. Y, nuevamente, sería todo un proceso hacer que se le cayera la máscara otra vez. (aunque si tu chico le recuerda mucho al célebre Shōji la cosa cambia lol)

    Por supuesto, es sólo una sugerencia, puedes decir tu opinión al respecto o dar más ideas, si se te ocurre una que otra por ahí uwu

    ¡Nos vemos luego!
  7. .

    tenor
    finally, pude volver aquí-



    En primer lugar, buenas, espero que estés bien después de todo este tiempo(¿

    Y en segundo lugar, lo siento mucho por toda la tardanza, realmente, lo siento muchísimo. No pensé que me tomaría casi un mes escribir una ficha, dios mío. Me dejé llevar, escribí de más y al final no encontraba fácilmente cómo conectar todo y aaaa. Sinceramente, no creo que valiera la pena hacerte esperar tanto, y te ofrezco mis más profundas disculpas por ser tan lenta.

    Pero, al final, aquí está. El niño que te prometí para la trama de los multiversos. Debo decir que, creo que no aproveché el concepto que tenía para él al máximo ya que me enredé de formas desproporcionales en medio del proceso de escribir, y definitivamente podría haberlo hecho mejor, pero pues, no quería hacerte esperar demasiado y tal. En todo caso, supongo que eso lo vas a dictar tú con el veredicto que tengas sobre mi ficha. Siempre puedes decirme lo que podría hacer mejor, si crees que hay algo que comentar al respecto-

    Finalmente, abre el spoiler, es todo tuyo para diseccionar -wink wonk-


    SPOILER (click to view)


    If this night goes by anyway,
    I'll live with you for another time
    I'll live in my heart.


    .

    .

    .



    Nombre: Vante Kataoka. Si queremos contar su segundo apellido y su nombre japonés, su nombre completo es Vante Hitoshi Kataoka Rosales. De reojo es un trabalenguas, todos los profesores odian llamarlo a lista y él prefiere su nombre recortado.

    Edad: 21 años.
    Su cumpleaños es el 15 de septiembre, siendo del signo Virgo (♍).

    Nacionalidad: Oficialmente, es español. Pero como tal, se podría decir que es una mezcla entre español y japonés. Aunque ninguna parte de la familia le causa emoción.

    Peso y estatura: Mide un metro con setenta y cinco centímetros (1.75) y pesa sesenta kilogramos (60 kg).

    Grupo sanguíneo: A-

    Ocupación: Estudiante de leyes. Decir que odia la carrera es poco, por cierto.

    Orientación sexual y... ¿Posición?: No tiene a nadie a quién admitirlo, pero le gustan demasiado los hombres, y sus ocasionales fantasías le dicen que toma una posición más bien sumisa.

    Historia:
    Primero, hay que aclarar algunas cosas. Lo primero es que nunca ha compartido su vida con nadie, precisamente porque no hay público a quién narrarle esta aburrida historia que hace bostezar hasta al propio protagonista, y segundo, en una gran contradicción que se crea, el mismo Vante ha documentado su vida mediante diarios desde que tiene un mínimo concepto de redacción de textos en su cabeza, aunque rueda sus ojos al leer el derroche de aire que considera ser los sucesos que allí se relatan; es una práctica que ha llevado hasta su vida actual, por supuesto, evolucionando cada vez más su prosa y sentido de la estética hasta el punto de que todas sus entradas son elaboradas, completamente pulcras y dignas de una cuenta de journaling en Instagram. Por supuesto, jamás abrirá alguna, prefiere mantener su pequeña y tonta existencia en bajo perfil de forma deliberada y odia tener focos imaginarios encima suyo.

    Entrando en su vida como tal, su existencia inicia en un hotel de Dublín, Irlanda, donde su señora madre, aún algo cuerda para ese entonces, había presentado malestares matutinos por varias semanas ya, y su señor padre, igual de desapegado que siempre, reservó un vuelo hacia la ciudad natal de su esposa, quien lo había sido desde hace un tedioso mes que habían pasado en una luna de miel bastante... Desapasionada, mayormente por el poco interés del marido hacia su pareja. Dentro de un hospital de la ciudad en cuestión, la atareada Barcelona, se decidió que la enamorada fisioterapeuta Bianca Rosales estaba embarazada, que el padre era ni más ni menos que un distante Keisuke Kataoka y que, bueno, él estaba en proceso.

    El resto es demasiado normal y mundano, a excepción de los... Diminutos percances causados por su madre, quien, hormonal, de una salud mental deteriorada y con el infortunio de tener un témpano de hielo como esposo, intentó llamar la atención de formas poco ortodoxas que atentaban contra la integridad de su forma fetal, siendo parada a tiempo en cada una de las ocasiones. A su vez, la mujer, al contrario de lo que se podría creer, le encantaba la idea de dar a luz al hijo del hombre que amaba con tanta intensidad, pegándose de forma casi desesperada al concepto irrealista que tenía del amor del otro. En cuanto a su padre, se quedó en la misma casa que ella todos esos nueve meses, más casi nunca se involucró con ella. Era como si no existiera, ignorando los gritos que venían de afuera de su habitación y sólo interactuando con ella cuando sentía que era absolutamente necesario. Era una relación que estaba destinada a fallar desde el momento que decidieron casarse, la novia sólo necesitaba un objeto de obsesión y el novio sólo necesitaba un título formal de estado civil para satisfacer a su familia. Eventualmente, él nació a finales del verano de forma poco decorosa en un insípido hospital como cualquier otro, y su relación con sus padres estaba destinada a fallar, también.

    Su madre fue la encargada de elegir su nombre principal y, honestamente, le parece la movida más barata del mundo el hecho de que sólo haya cambiado una letra del nombre Dante sólo para darle un sonido más original. Pero teniendo en cuenta que la pobre mujer fue dejada de lado por su marido apenas él nació, viajando nuevamente a su país natal para manejar la compañía que su familia le había prometido apenas se casara, además de la frágil conciencia lúcida que seguramente empleó nombrándolo, ha decidido no cambiar su nombre. Se ha acostumbrado a este y, bueno, no odia a su madre como tal, a pesar de la forma en la que ha sido tratado por ella. Sabe que no es su culpa en sí, tan sólo es el producto de una serie de eventos que hicieron su mente retorcerse hasta el punto de no retorno, y le tiene sincera lástima.

    En cuanto a su infancia temprana, como ha sido mencionado antes, fue privado de una figura paternal hasta los cinco años gracias a la deliberada ausencia de su padre en esos años, que tan sólo puede asumir se los pasó haciendo crecer su negocio, alimentando sus vicios y, a lo mejor, buscando a otra amante, una que al menos tuviera sus tornillos algo apretados. Y en lo que viene a su figura materna, no tiene forma de saber cómo fue tratado mientras era un bebé, pero apenas pudo tener un poco de memoria, recuerda ver a su madre sentada en el balcón, sin moverse ni un centímetro, mirando a la nada. Cuando trataba de llamar su atención, no respondía, sólo le ignoraba. Así, aprendió a abrir el refrigerador y sacar cualquier cosa que pudiera alcanzar, comiendo lo que fuera después de horas de aguantar hambre. Otra cosa que recuerda es a una señora mayor, aparentemente su vecina, quien entraba con una copia de la llave de su casa y atendía sus necesidades cuando podía, mayormente entrando para llevarlo al kínder, probablemente consciente del estado de su madre. Al menos aprendió a balbucear en español en ese lugar, junto a los otros aprendizajes básicos. Y la señora también le dio algunas lecciones, que resultaron en su capacidad para leer a temprana edad. Si no fuera por ella, seguro habría muerto en algún punto por negligencia, y supone que debe su vida a esa mujer. Nunca tuvo la capacidad de darle las gracias, murió cuando él tenía ocho años. Qué lástima.

    En todo caso, una vez se graduó de transición, de forma misteriosa, llegó un hombre a llevárselo, después de darle una pequeña maleta llena de billetes a la mujer que se había encargado de su supervivencia. El hombre en cuestión le aclaró brevemente que él era su padre mientras empacaba sus cosas dentro de su propia maleta de viaje, dejándolo algo sorprendido, había creído siempre que no tenía un papá como otros niños y que la señora que se encontraba sentada afuera era sólo una muñeca que se parecía a su mamá. No tuvo la oportunidad de despedirse de su madre antes de que fuera tomado de la mano por otra más grande y mucho más fría y, finalmente, llevado al aeropuerto en un taxi, lo cual resultó en su primer (y ciertamente no el último) viaje en avión de su vida. Al contrario de su callado y recientemente encontrado padre, él estuvo boquiabierto todo el tiempo, encantado con el pensamiento de estar en el cielo viendo todo desde arriba. Era mucho más de lo que pudo pedir antes dentro de esa oscura casa en la que no le quedaba más que ver la televisión y ojear los libros que podía alcanzar a su altura. Y, por unas breves horas, creyó que quien estaba sentado a su lado, ignorándolo y durmiendo, podría ser una buena persona, y que sus días ya no volverían a ser aburridos y, tal vez, podría romper esa soledad, una de las pocas cosas que conocía.

    No podría estar más equivocado, honestamente. Poco tiempo después de procesar la expansión de su ahora no tan pequeño mundo, que, según uno de los carteles del lugar en el que aterrizaron, se llamaba Osaka, Japón, lo único que vino era lo contrario a todo lo que había experimentado antes, pero en el peor sentido posible, por cierto. Unos pocos días después de desempacar sus cosas, adaptarse a su nueva habitación, ojear los libros que había en su estantería (lotería internacional, podían estar en español, inglés o en extraños símbolos en vertical que se llamaban... Japonés) y ver que todo era más pequeño que en su antigua casa, fue dirigido a una habitación extra por su padre, que poseía un tablero blanco junto a un escritorio del tamaño preciso para él, haciéndolo sentarse en este y, finalmente, introduciéndole todos los temas que él le había preparado para estudiar ese año. Primero iban a iniciar refinando su español un poco, algo atrasado para su edad, luego le enseñaría a leer hiragana, hablar japonés básico, aprender costumbres y etiqueta del país en el que se encontraban y por último, le daría las bases del inglés y diferentes materias como algo extra, alegando que era necesario para su futuro llegar adelantado a la escuela.

    Por supuesto, todo ese año fue horrible para él, su padre le ignoraba fuera de su horario académico de ocho horas diarias, de domingo a domingo, en las cuales era bastante estricto. Su idea de educación era desafortunadamente tradicional, y cada vez que se equivocaba era pellizcado; Si se rehusaba a hacer las clases, era golpeado con el cinturón. Y si se portaba mal era encerrado con llave en el clóset hasta que se disculpara. Ahí fue cuando supo que su padre nunca fue una buena persona, era una mera herramienta para él y, si no era eso, le consideraba tan sólo una molestia que tenía que cargar sólo por el error que cometió de engendrarlo. El lazo emocional que había desarrollado con su cuidador fue pisoteado por sus acciones ese año, y aunque su método de educación fue efectivo en el sentido de que podría defenderse en primero de primaria en un país completamente diferente al que conocía y tener una ventaja para obtener buenas notas, todo fue a costa de su salud mental, y ahora que lo reflexiona, le sorprende haberlo soportado todo sin haber intentado huir, aunque fuera una sola vez. Lo único bueno que podía ver en esa situación era que esa fue la única época en la que su padre cocinaba para él, y por más que le fastidie admitirlo, no es un mal cocinero. Sabía lo que estaba haciendo, le daba comida balanceada y le gustaba su sazón. Eso no es suficiente para parar su ceño de fruncirse al recibir una llamada de su parte, pero le da una apertura para fantasear sobre un mundo donde hubiera tenido una buena figura paterna.

    Por supuesto, lo único que hizo el día que fue liberado de esa tortuosa rutina, el 31 de diciembre de ese año, fue llorar en su habitación y no salir, definitivamente prefería esa indiferencia que tanto caracterizaba a su progenitor que su mano dura de tutor, viéndose claramente que no tenía intención de tratarlo bien al interactuar con él. No comió nada en todo el día, y, finalmente, sacó un pequeño cuaderno en blanco que había descubierto en uno de los cajones del escritorio que tenía en su cuarto, tomando un color de la caja que poseía y escribiendo todos sus pensamientos y sentimientos en una de las hojas, por supuesto, con letra de niño pequeño, palabras simples y, gracias a que todavía se sentía extremadamente triste y enojado, no podía decidirse en qué idioma escribir, así que su primera entrada de diario terminó saliendo en un curioso popurrí de hiragana, rōmaji, español e inglés.

    Descifrando esto en sus años más recientes, no pudo evitar dar una pequeña risita de lástima ante el hecho de que estaba tan triste y estresado que su letra se volvió completamente incomprensible en un punto, viéndose al lado de los garabatos que hizo la evidencia de que había llorado sobre el papel hasta el punto de romperlo. El punto de esto es que, ese fue su primer contacto oficial con su hobby más antiguo de escribir diarios, cosa que siguió haciendo desde ese día en orden de no perder la cabeza, tener un mecanismo de desahogo efectivo gracias al hecho de no poseer seres queridos a quienes contarle sus problemas y, por supuesto, documentar sus desventuras para la posteridad y dejar una huella de su existencia en algún lugar, para no sentirse inútil e insignificante. Le ha funcionado hasta ahora porque todavía sigue vivo, por supuesto.

    A continuación, hay un pequeño recuento de las pequeñas cosas amargas que le sucedieron en primaria, porque el resto es bastante repetitivo o llanamente irrelevante. Primero que todo, sus compañeros de primaria le miraban algo raro por ser mayor que todos por un año, y gracias a que había sido entrenado hasta cierto punto para responder primero que todos en clase, ser el primero en presentar todo y ser de plano la mascota de la profesora, fue aislado por los demás. Por consiguiente, se acomodó a esconderse en una esquina de la escuela al no estar en el salón de clase, escribía y garabateaba en su diario mientras tanto y sólo miraba de lejos a los demás, o bien, podría sentarse en la biblioteca a leer. Sus días en la escuela eran bastante aburridos, se sentía excluido en actividades grupales y desafortunadamente, nunca logró romper el círculo de esto hasta preparatoria. Y, por supuesto, se quitó el adoctrinamiento de su padre más adelante en secundaria, dándose cuenta de que no necesariamente debía ser siempre el mejor. Pero algunas cosas nunca cambian, supone.

    Luego, estaban sus malas experiencias en casa. Su padre nunca le aportó algo bueno aparte de cosas materiales y las necesidades básicas, estas últimas siendo algo discutibles, con el hecho de que tuvo que aprender a cocinar por su propia cuenta, si no deseaba comer comida para descongelar en el microondas (la odió desde el principio, por cierto), darles mordidas a vegetales como si fueran frutas o estar obligado a empacharse en dulces hasta no poder más y tener un dolor de cabeza horrible. Por supuesto, sólo podía preparar cosas básicas, como arroz, pasta, huevos o vegetales hervidos, pero para él era suficiente. Y entrando en el tema como tal, puede destacar tres malas memorias que tomaron lugar en esa casa. La primera y la segunda tienen un tema bastante similar, involucran animales. Y en resumen, una vez llevó un gato callejero y la otra vez llevó un pez dorado que se había llevado de una tienda de mascotas (ilegalmente, por supuesto, en algún momento tenía que cometer un crimen infantil), esperando poder quedarse con ellos, tan sólo para que apenas su padre volviera del trabajo en el que estaba todo el día hasta entrada la noche y se diera cuenta de la presencia fuera de lugar, le mirara con profunda decepción, suspirando y finalmente echando los animales a la calle otra vez. El gato nunca más volvió a aparecer, y el pez fue desterrado por el retrete. El pobre pez dorado seguro no sobrevivió. Y, obviamente, estas fueron las únicas dos veces que buscó compañía de una mascota. Ya no quería dejar que su padre le hiciera daño a ningún ser vivo, así que simplemente dejó de intentar y se resignó a su soledad, sintiéndose melancólico al respecto en su momento.

    La otra involucra, de nuevo, un destrozo de su confianza y esperanza en su padre, como si fuera algo innovador. Para no alargar esto, lo que pasó fue un proyecto escolar al que le empleó mucho esfuerzo y tiempo, en el que se sacó una nota que consideró suficiente para su progenitor, 95 de 100 puntos. Se lo presentó, con la intención de recibir un halago de él por primera vez en su vida, o por lo menos un vago murmullo de apoyo para quitárselo de encima. Lo que fuera. En cambio, sólo recibió esos ojos tan fríos y muertos que caracterizaban al hombre, junto a la destrucción de la maqueta que se había tardado días en hacer. Ni siquiera volteó a mirarle antes de ir a su habitación esa noche, dejándole llorando en el salón para que limpiara los escombros que yacían en el suelo. Más allá de sentirse horrible por el hecho de que, bueno, su empeño había sido desperdiciado, se sintió humillado. Realmente creyó que podría lograr algo con el iceberg que tenía como cuidador, se sintió tonto y avergonzado de siquiera haberlo intentado. En este caso también decidió rendirse. Jamás volvió a tratar de ser amigable con su padre, y ahora, evita interactuar con él a menos de que necesite hacerlo. Su padre es más un concepto que una persona para él, y supone que es mutuo el sentimiento.

    Una vez que terminó sexto de primaria, su padre le dijo que empacara sus cosas nuevamente, ya que había reservado un vuelo hacia España en el que él iba a estar solo, y que sólo lo llevaría al aeropuerto y entraría con él para dejarlo a cargo de una persona de la agencia de vuelos, además de que un hombre con traje lo recogería al bajarse del avión para llevarlo devuelta a la casa de su madre. Estuvo bastante aliviado de escuchar eso, simplemente queriendo alejarse de su padre por otro par de años, ya teniendo el tiro de su método de mantener el balance de las cosas. La verdad, ese vuelo fue mejor que el anterior, precisamente porque no estaba con la persona que le quitaba todas las ganas de sonreír con sólo su presencia, las azafatas fueron bastante amables con él, pudo ver al piloto y tener una breve conversación con él, sin contar con el solo hecho de estar en el aire le emocionaba, cosa que no había cambiado desde su última vez. Pudo terminar El Principito por tercera vez, esta vez leyéndolo en español, tomándolo como un calentamiento para su nuevo cambio de país. Y, en efecto, escribió una entrada de diario al respecto. Había escrito lo suficiente como para necesitar otro cuaderno, usando uno de la escuela esta vez a las espaldas de su padre.

    Como su padre prometió, fue recogido por un hombre con traje al bajarse del avión a las dos de la tarde, el hombre mostró su identificación a la persona del avión a cargo de él, y se despidió con una sonrisa, agradeciendo por el rato que había tenido en el avión. El viaje en auto fue silencioso, se notaba que su padre le había dado órdenes de no decirle nada innecesario. Cuando fue dejado en frente del departamento de su madre, el hombre le dio una maleta con dinero, un celular y un par de llaves, que sólo pudo suponer eran de los diferentes cerrojos en la puerta del lugar. Era lo que su padre consideró necesario para su supervivencia, y viéndolo en retrospectiva, se ha cuestionado el hecho de si su padre logró ver las posibles formas en las que podría usar ese dinero. Fácilmente pudo haberse echado a perder con alucinógenos en orden de escapar del mundo completamente controlado que le esperaba, pudo haberse suicidado sin dificultad u obstáculos al no tener quién le impidiera hacerlo, así fuera físicamente o emocionalmente por medio de culpa, o en el peor de los casos, pudo haber matado a alguien si su mente se hubiera torcido lo suficiente. Por supuesto, nunca intentó realizar las acciones listadas anteriormente, las razones siendo que quería vivir lo suficiente para ver si su vida sería mejor en un futuro, jamás mataría a alguien por simple sentido común, principios morales básicos y muchas otras cuestiones complicadas y, por supuesto, también estaba a cargo de su madre. Al menos su padre le considera lo suficientemente responsable para tratarlo como otro de sus empleados, eso es algo.

    De nuevo, una síntesis de los eventos y detalles de su preadolescencia y parte de su adolescencia, esta vez con su madre. Para empezar y explicar algunas cosas, su padre no se desconectó por completo de su vida para, según su entendimiento de la situación, monitorear que no estuviera muerto o haciendo algo ilegal, además de no ser demandado por negligencia, aunque en términos éticos estuviera siendo negligente. Esto, por supuesto, se manifestó en llamadas cada semana, tal vez mensajes de texto si el hombre se sentía sin ganas de oír la robótica y cambiante voz de su engendro y, por supuesto, maletas de dinero cada dos meses entregadas por sus hombres de negro de descuento. Lo suficiente para garantizar que no moriría de hambre, y que tendría suficientes ahorros por si acaso, ya que él no era el que tenía que pagar los servicios. Él nunca ha sido una persona despilfarradora y todavía conserva la mayor parte de aquellos ahorros de tres años seguidos, aunque de vez en cuando sacaba un poco para darse caprichos, como libretas que encajaran con su aesthetic del momento, cosas como marcadores de todos los colores del arcoíris y sus mil y un materiales para cada maldito apunte que hacía. También compra cosas sólo porque le parecen buena decoración, pero ese no es el punto. El punto es que, de nuevo, algunas cosas nunca cambian, y este aspecto suyo es una de sus constantes.

    En lo que concierne su relación con su madre en esta época de su vida, fue bastante interesante, si así lo queremos poner. Interesante en el sentido de que, la primera vez que se le acercó después de ocho años de no haberse visto y tratar de explicarle que él era su hijo y que sólo había crecido, la mujer se puso histérica, alegando que su hijo era un bebé que ni siquiera podía caminar y no había ninguna forma de que se volviera tan grande en tan poco tiempo, y por más que intentó hacerla entrar en razón, no logró absolutamente nada y, en cambio, recibió una bofetada, un empujón, un jalón de pelo y que ella se encerrara tras la puerta transparente de aquel balcón en el que siempre estaba. Se sintió sorprendido porque, bueno, no esperaba demasiado de la mujer que le ignoraba y le hubiera dejado morir cuando era un infante, pero tampoco esperó ser maltratado de esa forma a la primera impresión. Después de derramar algunas lágrimas por el shock que le causó lo que había pasado, decidió que no habría caso en tratar de interactuar con ella tampoco y nuevamente estaba solo, en una casa fría que ni de chiste podría ser llamada hogar.

    La cosa es que, aunque siempre trató de ser lo más silencioso que podía en orden de no molestarla y dejarle sus porciones de comida al lado cada día, los golpes se hicieron algo rutinario para él, y aunque la mayoría del tiempo sólo lo arañaba, le gritaba cosas sin sentido sobre que sólo era un impostor y un secuestrador y etcétera y lo empujaba con tan sólo un poco de fuerza, nunca sabía cuándo iba a estar lo suficientemente rabiosa para atentar contra su vida de forma seria. Hubo un par de veces en los que estuvo a punto de ser tirado de un sexto piso, y otro par en los que estaba siendo estrangulado hasta casi desmayarse, sin contar las veces en las que su madre se movía por la casa y le tiraba objetos, escogiendo objetos de vidrio que fácilmente pudieron quitarle un ojo, u objetos pesados que pudieron causarle trauma cerebral si le hubiesen dado en la cabeza. Empezó a vivir en miedo de perder la vida en verdad, pero jamás dijo nada por dos razones. La primera, su padre le mataría si denunciara a su madre a la policía o la mandara a un manicomio y arruinara su gran esquema de control sobre su vida, además de la amenaza sobre mantener silencio que recibió de su parte cuando trató de comentarle que, bueno, estuvo al borde de la muerte por obra de la mujer que debía cuidar. Y la otra es que no tenía la suficiente voluntad para hacerlo, al igual que jamás pudo odiarla de la forma en la que desprecia a su padre, porque sabe que su madre tiene problemas mentales, seguro tenía la realidad y su personalidad demasiado distorsionadas como para encontrar otra forma de actuar, además de aquellas ocasiones en las que se ponía a llorar desconsolada como una niña asustada, abrazándolo, pidiendo perdón por cualquier cosa que hubiera hecho, suplicándole que no la dejara otra vez, que haría cualquier cosa con tal de no ser abandonada de nuevo y balbuceando una y otra vez "te amo" en japonés. Y aunque literalmente lo llamaba Keisuke de forma desesperada y entre fuertes sollozos por culpa de parecerse más a su padre, no podía evitar sentir profunda lástima y un insensato anhelo de que en verdad lo quisiera y no sólo fueran los desvaríos de una mujer demente.

    Y, para qué mentir, él conoce ese sentimiento también, esas incoherencias también las comprendía y veía su subconsciente reflejado en esa maraña de locura. Por eso soportó todo lo que sucedió, curaba todas sus heridas sin llorar ni decir nada, actuaba como siempre lo ha hecho en la escuela, no se movía ni un solo centímetro de los flacos brazos de la demacrada mujer que tenía a su cargo y responde sus llamadas de tanto en tanto actualmente.

    Dando un rápido resumen de su vida escolar entre su situación particularmente movida en casa, sus notas bajaron un poco por varias razones; la primera es que ya no se presionaba a realizar absolutamente todo y a ser el que lo sabe absolutamente todo, en especial porque, en este caso, él era el que cocinaba, compraba, limpiaba y lavaba, además de planchar y hacer cualquier otra tarea doméstica, además de tener la carga académica y sus horas extra de muñeca de trapo, y no quería desmayarse del estrés, así que decidió exigirse hasta cierta intensidad. Por supuesto, siempre estaba entre los primeros diez puestos de un curso de cuarenta estudiantes y su padre no preguntaba por sus notas. En el aspecto social, todos sabemos que la estupidez reina en secundaria, y aunque afortunadamente nunca ha sido víctima de bullying serio, los comentarios, gestos y burlas racistas nunca faltaron, aunque fue alienado nuevamente la gran parte del tiempo. No necesitaba más presión de la que ya tenía, así que realmente agradeció que lo dejaran solo. Por supuesto, en estos tiempos tan precarios no todo era malo, porque mejoró sus habilidades de cocina y descubrió su gusto por limpiar y organizar, y como algo un poco sombrío, también aprendió a... Suturar heridas. Además, se compró una MacBook para facilitar su trabajo escolar (y usar el internet, además). Nada relacionado, pero es su mejor intento de ver las cosas de forma positiva.

    Y ahora, llega la parte de su vida que considera, irónicamente y de forma contradictoria, la mejor y peor de todas. Tres años que jamás olvidará, la flor de su juventud y el periodo de tiempo en el que residió su corazón por un largo rato. Sus años de preparatoria, localizados nuevamente en la ciudad de Osaka, su padre ahora vivía en una casa grande, ni siquiera se molestó en recibirlo en el aeropuerto esta vez y, hasta este punto, parecía que se había rendido en siquiera estar en el mismo espacio que él por más que un corto periodo de tiempo, siempre estando en el trabajo según él, incluso los fines de semana. Sabía que era un montón de mierda y seguramente estaba en algún love hotel con alguna chica de su misma edad que hacía citas compensadas o algo así, y, honestamente, no podía importarle menos. Lo que contaba era que su padre ponía billetes en la mesa y podía comprar todo lo que considerara necesario para su mantenimiento, así que los actos que el hombre cometiera no eran de su incumbencia. Por supuesto, era tratado de la misma forma, tan sólo esperando ver un boletín de notas pulcro y alto al final de cada periodo. Podía hacer eso.

    Gracias a que esta vez no tenía a nadie vigilando lo que hacía y lo que no hacía, decidió elegir una actividad extracurricular a la que dedicarse hasta el día de su graduación, por primera vez en su vida. Y ya que decidió tratar de dejar su timidez de un lado y aprender algo completamente diferente a las cosas en las que ya tenía experiencia, se fue por el club de ballet de su escuela. Era el único hombre en todo el club, y aunque al principio se sintió ansioso al respecto y pensó en quizás desertar para ahorrarse las molestias, una vez empezó a bailar, descubrió que le gustaba demasiado, dándole una dosis de adrenalina gracias a su naturaleza nerviosa, y, más que todo, se convirtió en una actividad que se conectó de forma profunda con su corazón y su mente. Para ponerlo en palabras simples, era como si recobrara algo de la vida de la que había sido robado con cada paso, como si su gris percepción del mundo se derritiera para crear un lienzo colorido, más allá de los límites de la realidad y más etéreo que casi cualquier otra cosa. Un sentimiento que jamás había sentido antes y que sin duda amaba. Se esforzó en mejorar rápidamente, siendo considerado el integrante más dedicado del grupo y la persona que bailaba con más expresión. De hecho, su mejor recuerdo proviene de una competencia en la que su grupo participó, en la cual ganaron el primer puesto y pudo oír los gritos emocionados de sus compañeras al ser entregados el trofeo. Pero, no lo considera como el momento más feliz de su vida por el simple hecho de haber ganado, sino por el hecho de que esa fue la presentación más grande que ha tenido hasta ahora, y todo parecía un sueño, de principio hasta fin. Un sueño tan hermoso y que le entregaba tanta felicidad que desearía repetirlo una y otra vez. Jamás podrá olvidar lo que descubrió en esos tiempos, y agradece a lo que sea que le haya permitido vivir para poder probar ese pedazo de paraíso.

    Y, por supuesto, cómo olvidar a la atracción principal de todo; aquello que terminó de hacer que esos tres años se quedaran grabados con fuego en su cabeza, una de las cosas por las que respiró y vivió cada uno de esos 1095 días y el símbolo de la abominable melancolía que le causa saber que esos bellos días jamás volverán.

    Son sólo dos palabras, un apellido y un nombre.

    Nakamura Shōji. Número 10 de la lista, ubicado en el último asiento al lado de la ventana, rara vez puntual, mandado a callar varias veces por día y centro de casi todas las llamadas de atención. De 18 años y todavía en primero de preparatoria, un poco más alto que el metro ochenta aunque pálido y delgado como un fideo, ojos suaves y de mirada soñadora, labios secos pero de un curioso y leve color carmesí que no se veía falso, en lo absoluto. Uniforme meticulosamente desaliñado, una cantidad un tanto exagerada de piercings en las orejas, poseedor de anillos, brazaletes, collares, accesorios y uñas pintadas, todo lo anterior al mismo tiempo, rostro retocado con maquillaje bastante ligero, lentes de contacto que cambiaban sus colores cada día y, por supuesto, aquel cabello largo hasta rozar sus hombros, a veces recogido en una coleta y a veces no, de un llamativo tono rojo camión de bomberos tan brillante y artificial que podía hacerte identificarlo desde varios kilómetros. Era como si todo su estilo estuviera diseñado para ser reconocido, tal vez cayendo en el típico estereotipo de delincuente juvenil del que a veces oía a las ancianas murmurar. Por supuesto, al principio del año, supuso que alguien como él no querría nada que ver con él, así que mantuvo su distancia, sentándose en el primer asiento de la fila pegada a la ventana, tan sólo para seguir con su vida rutinaria como si nada.

    Mantuvo su ciclo escolar usual por aproximadamente dos semanas según las fechas de sus entradas de diario, hasta que, bueno, sucedió algo inesperado. En una de esas aburridas horas del almuerzo en las que se comía lo poco que solía empacarse y aprovechaba para hacer cosas más interesantes con el tiempo que le quedaba, vio al chico de su clase, tan despreocupado, casual e irónicamente emperifollado acercándose a él, tan sólo para sentarse a su lado contra la reja de la azotea y presentarse a él, mostrándole una resplandeciente sonrisa que le dejó mucho más que perplejo, para luego hacerle conversación hasta que tocaron la campana para entrar a clases. Aunque en el momento pensó que era una cosa de una sola vez, que pudo haber sido un reto que le pusieron de hablarle, o que simplemente quería pedirle un favor académico, no fue así. El día siguiente lo saludó en el salón después de correr para que no le cerraran la puerta en el rostro, intercambió asiento con la persona que estaba a su lado y... Le habló aún más, siempre portando una pequeña sonrisa, el piercing en su lengua dándose a notar cuando se reía. Estuvieron juntos todo ese día nuevamente hasta que se acabó la jornada, el día siguiente también, hasta que ya era parte de su rutina conversar con un chico tan estrambótico y tan jovial, quien le preguntaba cosas algo triviales, al igual que cosas personales en orden de conocerlo mejor, pudo inferir. No podía evitar sentirse sorprendido los primeros días de sus interacciones principalmente porque no había experimentado nada así antes, que alguien se interesara por él en específico. Luego se sintió algo avergonzado, porque nunca había notado lo terriblemente tímido que era al hablar con una persona de verdad. No sabía qué decir más allá de "hola", era difícil seguir una conversación orgánica con él y aprecia demasiado el hecho de que el pobre pelirrojo tuviera la suficiente paciencia con él y la suficiente determinación para no dejarlo botado por ser aburrido.

    Naturalmente, con el paso del tiempo y al momento en el que empezaron a caminar a casa juntos cuando no tenía que ir al club, su relación pasó de ser sólo conocidos a una amistad que, honestamente, le hacía mucho más feliz de lo que debería. Era la primera persona que había mostrado ganas de hablarle en toda su vida, o al menos que tenía registrada en su cabeza, y apenas pudo romper el hielo un poco más y hablar con más confianza, no podía evitar el hecho de que la sonrisa de su compañero se contagiara a su usualmente serio rostro, al igual que tomó un poco de su tono entusiasta y, por supuesto, haciéndole conversación con demasiados temas para contarlos; nunca se le acababan las ocurrencias a ambos, y en su caso, era por el efecto de resignarse a casi una década de sólo leer, investigar y aprender en vez de socializar los temas con otra gente. En todo caso, no puede negar que los momentos más divertidos, las ocasiones más bellas y sus memorias más preciadas fueron todas a manos de su único amigo, inmortalizados en miles de fotos y videos que cuida con su vida.

    Si es honesto, sabe que jamás volverá a ser tan feliz como lo era en ese entonces, y lo acepta con un toque de amargura y sal. Está bien así, todo lo bueno es efímero y ha aprendido a vivir con ello.

    La verdad es que, obviamente, el cuento no acaba aquí. Si alguien le preguntara sobre la persona que más le ha importado en su vida, respondería describiendo al extravagante japonés con la palabra mejor amigo, porque eso fue lo único a lo que alcanzaron a llegar en términos de relación oficial y así era como el mundo exterior los percibía. Pero... Jamás pudo mentirse a sí mismo ni a sus sentimientos al respecto, nunca lo intentó de todas formas, y tampoco le mintió a Shōji, no tuvo la oportunidad de mentirle sobre el tema de todas formas. Él sabía perfectamente que el chico mayor de edad no era feo en lo absoluto, que varias chicas estaban detrás de él y que podía tener una novia a la que no conocía. Pero eso no paró a su corazón de acelerarse más de lo que debía desde cierto día, el mismo día que notó que la gran sonrisa pegada a aquel atractivo rostro era mucho más brillante y cálida que antes, pareciéndole tan hermosa que no pudo evitar perder el aliento y agarrarse el pecho, algo asustado ante el furioso sonrojo que se entrometió en sus blancas mejillas y la repentina sensación rara pero agradable alojada en su tórax que, honestamente, le hizo pensar que se estaba muriendo de una forma muy extraña. Después de preocupar a su pobre acompañante en el caluroso atardecer de un día soleado de verano y dejarlo en su casa con una pequeña disculpa por molestarlo, fue lo más rápido que pudo a la suya y, finalmente, descubrió que no se estaba infartando y asfixiando al mismo tiempo, sino que, bueno, estaba enamorado y su amigo era el causante. No se sorprendió demasiado al respecto porque ya sabía de su flameante homosexualidad de cabaret, pero nunca se imaginó que el amor se sintiera como un reconfortante shock eléctrico.

    En todo caso, desde ese día, sus sentimientos románticos se desarrollaron bastante rápido, llegó a amar al otro con demasiada intensidad, y... Decidió callárselo. Le dolía en el espíritu el solo pensamiento de que seguramente tendría una relación con alguien y él sólo tendría que sonreír y pretender que estaba feliz por él, pero nunca se arriesgaría a que decidiera irse de su vida por culpa de una estúpida confesión, y tampoco quería hacer su relación incómoda si decidía rechazarlo, pero seguir hablándole. Por esa razón escogió reservarse sus emociones bajo llave y candado. Aunque su corazón tuvo misericordia con él por primera vez, porque esa felicidad que siempre experimentó tan sólo se multiplicó ahora que había descubierto su enamoramiento en vez de ponerse horriblemente melancólico porque jamás diría nada al respecto; El simple hecho de poder verlo seis de los siete días de la semana y hablarle por mensajes y llamadas en las restantes 24 horas, oír su ronca y ligeramente arrastrada voz tan llena de vida decirle lo que fuera y poder seguirle la conversación, observar todas sus facciones moverse de forma harmoniosa para formar sus expresivos gestos a cada segundo, captar el perfume desconocido que se ponía cuando estaba a su lado, las risotadas que intercambiaban de tanto en tanto a causa de estupideces, ver el asombro en su rostro después de mirarlo en una de sus prácticas de baile y, por supuesto, tener el privilegio de ser testigo de esa gran, hermosa sonrisa que, podía jurar, era como ver el rostro de una deidad, al sol y a una bella pintura victoriana al mismo tiempo, absolutamente todas esas cosas listadas, eran suficiente para dejarlo en el paraíso y jamás hacerle reclamar por más. Qué más daba no poder besarlo, podría quedarse así por siempre y nunca poner una queja. Jamás se quejó, de hecho.

    Considera que todo fue perfecto en primero de preparatoria, al igual que el primer semestre de segundo, considerando que él y Shōji estaban en la misma clase nuevamente. Aunque, como se ha dicho antes, todo lo bueno es efímero y eso lo aprendió de una muy mala forma.

    Lastimosamente, fue a los inicios de octubre cuando la realidad empezó a golpear a su puerta para recordarle que nada es de color rosa todo el tiempo y que ya había tenido su diversión. En cierto punto del mes, pudo notar que algo estaba.. mal, en ese cielo escolar que había formado en su inocentona mente, más precisamente, había algo que no encajaba con su amigo, considerado secretamente como mucho más que su alma gemela. Esa aura casi angelical se estaba esfumando lentamente, su apariencia tan recargada de elementos se convirtió en algo simple e insípido, su brillante cabello constantemente retocado se veía descuidado, raíces completamente azabaches asomándose lentamente, su ropa ni siquiera estaba acomodada para verse garbosa, aquellos irises tan falsos y coloridos se esfumaron junto al maquillaje para revelar unos cansados, ojerosos y cada vez más distantes ojos marrones, su postura gacha y encorvada y su voz tan apagada y callada que cambió drásticamente sus palabras a oraciones diseñadas específicamente para terminar conversaciones. Aquella metamorfosis fue demasiado inesperada para él, y fue una fuente de ansiedad y preocupación constante por el estado de su compañero, tratando de descubrir qué podría haber causado un cambio tan drástico y fallando en el proceso por la poca cooperación por parte del otro chico asiático. Lo único que podía hacer era estar a su lado, buscarlo en todas partes incluso cuando se escondía de él y no rendirse por nada del mundo.

    Y, ciertamente, jamás fue de mucha ayuda. En especial aquel día en el que, buscando al otro al final del día para caminar hacia sus casas, terminó encontrándolo en un salón de clases completamente desolado, llorando en silencio de forma amarga, lo suficientemente concentrado en sus pensamientos como para no notar su presencia en lo absoluto. Por más estúpido y completamente mal que suene, no pudo reaccionar de ninguna otra forma que congelarse en su lugar, y luego darse la vuelta y marcharse de la escuela solo por primera vez en un montón de tiempo una vez que pudo mover un músculo fuera de su estado de shock.

    No tiene muchas palabras para describir el tremendo asco que sintió y sigue sintiendo consigo mismo por no haber hecho nada en ese pequeño instante, por no haber comentado nada por medio de un mensaje de texto (aunque sabía que sería ignorado, como todos los mensajes que le había mandado desde que estaba siendo ignorado olímpicamente), por ni siquiera haber llamado su atención ni nada. Era un maldito idiota por quedarse parado como un muñeco, todo era su culpa y fue mucho más que claro cuando, al lunes siguiente, Shōji no vino a la escuela, ni el martes, ni el miércoles... Ni ningún día desde ese entonces. Por supuesto, él siempre pasaba por su casa al ir a la escuela todos esos días, tocando la puerta por media hora seguida a diario, sin recibir ninguna respuesta. Tampoco respondía sus llamadas ni sus mensajes. Habló con su representante de clase, llamaron a su casa y nadie respondió tampoco. Su culpa sólo seguía creciendo con el paso del tiempo, no podía evitar sentirse terriblemente ansioso constantemente, todos esos sentimientos se mezclaban para formar la desesperación y pena que le traía que su relación cambiara tan rápidamente, hasta el punto de que ni siquiera podía verlo. Estuvo así por dos meses hasta que sucedió el receso escolar de invierno, diez días en los que no hacía más que desahogarse con entradas repetitivas de diario, enviar mensajes al inerte chat de siempre y, bueno, su rutina doméstica y prácticas de ballet caseras, que eran lo único que podía quitarle su nube de sentimientos negativos de encima.

    Por supuesto, sólo se pone peor desde este punto. El primer día de retorno a clases literalmente corrió por todo el camino hacia la casa de su amigo, sin importarle que estuviera perdiendo el aliento o que le dolieran las piernas. Necesitaba verlo, necesitaba golpear la puerta con desespero una vez más, se quedaría haciéndolo todo el día si era necesario esta vez, sólo... Por lo menos quería una señal de que él seguía ahí. Fue un error de su parte pensar que podría ser diferente esta vez. O, al menos, pensar que sería diferente de forma positiva.

    Al llegar a su destino, empapado en sudor, sin aire y completamente rojo, todo se veía igual de pacífico que siempre, el mismo silencio que caracterizaba el barrio en el que la residencia se ubicaba. Aunque todo se veía igual, estaba terriblemente ansioso. Dio unas zancadas para poder tocar la puerta con su puño lo suficientemente fuerte, considerando que su cuarto estaba en el segundo piso de la casa al fondo. Para su mayor sorpresa, sólo le bastó con ese toque para que alguien le abriera la puerta, creando una gran sonrisa en su rostro y preparándose para gritar el nombre de a quien había extrañado tanto, tan sólo para ser cortado por la lúgubre expresión pintada en el rostro de una mujer que no había visto antes. La preocupación surgió nuevamente, su sonrisa se volvió una mueca confundida y, al preguntarle a la señora quién era, le confundió aún más la respuesta. Era la madre de su compañero, y no la conocía, por alguna razón. Al preguntar por su amor platónico, el ambiente se puso mucho más pesado de lo que debería, la persona en frente suyo apartó su mirada de él, y, con unas pocas palabras, hizo que todo su mundo se cayera al piso con un imaginario estruendo que fue suficiente para dejarlo de piedra. Al parecer, Shōji se había suicidado dos días atrás, y su madre lo había encontrado en su habitación, preguntándose por qué la fuerte música que solía poner por la noche había parado. Y que lo único que había dejado atrás eran dos elementos explícitamente para alguien llamado Vante.

    Por un momento, quién sabe cuánto, sólo pudo escuchar un pitido, tratando de procesar todo lo que le habían dicho, repasándolo cada vez más, porque mientras más lo consideraba, más falso se sentía. No podía ser que Shōji Nakamura, aquel chico que era la personificación de la felicidad misma, pudiera haber caído en picada tan rápido, llegando hasta el punto de tomar su vida. No podía creerlo, era como si todo se hubiese vuelto artificial en menos de un minuto. Y aunque se veía claramente que era como si se hubiera desconectado algo en su cabeza, pudo musitar que él era la persona a quien el difunto le había dejado esas cosas, tomando ciegamente la bolsa transparente que había sido entregado y guardándola en su maleta. Con una voz que por un momento creyó que ni siquiera salía de su boca, dijo cualquier línea para lamentar la pérdida de la mujer, inclinándose y deseándole buena suerte, tan sólo para quedarse observando la puerta con la mirada perdida, sin pensamientos y sintiendo que podría caerse en cualquier momento. Después de unos buenos cinco minutos de quedarse parado ahí, decidió volver a su casa, sus ganas de ir a la escuela completamente destruidas e inexistentes. Todavía pueda recordar la torpeza de su tambaleo que trataba de simular la acción de caminar, su mente lo suficientemente ida para ignorar las luces de tráfico y estar a punto de ser atropellado por un auto. Aunque casi muriendo en el intento, logró volver al lugar del que había partido, procediendo a encerrarse en su habitación, finalmente permitiéndose derramar la primera lágrima, y, por consiguiente, derrumbarse en el suelo, sollozando lo más fuerte que podía. Ni siquiera pudo calcular cuánto tiempo había pasado, sólo pudo notar que su garganta le dolía demasiado cuando paró y que ya estaba oscuro afuera.

    Los siguientes días fueron tortuosos, e incluso decir eso es poco. Tan sólo ver el jarrón con flores en el escritorio de al lado era suficiente para querer hacerle romper en llanto nuevamente, teniendo que tomar todas sus fuerzas para evitar que esto sucediera en medio de la clase. Había un altar de conmemoración para Shōji, al cual trajo flores, y que también se sentía como una flecha al pecho cada vez que pasaba a su lado. Y aún así, ni siquiera tuvo el suficiente tiempo para procesar sus emociones antes de que el mundo siguiera adelante, olvidándose de la alegre persona que alguna vez había sido quien ahora sólo era una muerte más.

    Cuando miró lo que le había dejado, se hundió incluso aún más en su dolor, aunque se trataba de un simple pendrive y una figura hecha en origami, un gato, más precisamente. Al conectar la memoria a su computadora, no pudo evitar llorar una vez más por su contenido: se trataba de todas las fotos que se habían tomado y todos los videos que había grabado, donde las sonrisas eran amplias, el audio de los videos se componía mayormente de sus risas, y ocasionalmente, fotos serias, que tan sólo le recordaban cuánto amaba a su querido amigo. Luego, había varias canciones, todas tenían letras románticas, y mientras más se daba cuenta de la situación, más sentía que su corazón se terminaba de romper. Por último había un PDF, que era una carta que escribió en computadora porque, citando al escritor traducido al español, "mi letra es demasiado chueca para algo tan serio, lo siento, Vante jajajaja (*ノ∀`*)", por lo menos logrando que se riera entre las lágrimas por el simple hecho de que ese era el Shōji del que se había enamorado. En cuanto al contenido de la carta, era, en parte, una explicación de los motivos de su aislamiento, de por qué lo había apartado de forma tan fría y las razones por las que hizo lo que hizo. Por supuesto, prefiere no comentarlas en ningún lado, porque considera que es su vida privada.

    Y la otra parte, bueno, era una confesión de todo lo que le respectaba a él. Resumido de forma muy superficial, lo que sentía tan intensamente era correspondido de la misma forma, tal vez aún más, conociendo que el chico tenía emociones bastante fuertes. Saber esto después de su fallecimiento ciertamente sólo sirvió para echarle más sal a la herida, dándole a entender de una forma incluso aún más profunda que fue un completo idiota, que todavía podría tener a aquella lívida sonrisa a su lado si tan sólo se hubiera esforzado un poco más, si tan sólo hubiera mostrado más atención, si tan sólo hubiera hecho lo que debía hacer, si tan sólo hubiera hecho todo de forma perfecta e impecable, como siempre debía ser. Odió cada segundo que admitió que esas palabras, provenientes de los deshidratados labios de su padre, estaban en lo correcto todo este tiempo, y que sólo un pequeño error de su parte tenía proporciones catastróficas en los demás. Un paso en falso y todo sería un desastre. Gracias a su equivocación, ahora cargaba con la inmensa culpa de la muerte de su primer amor y única persona que alguna vez lo quiso, y el gran arrepentimiento de nunca haber dicho te amo en voz alta, ni siquiera una sola vez; fue demasiado cobarde al embobarse en aquellos atardeceres de verano en vez de agarrar su mano de una vez por todas, demasiado tímido con sus susurros mediocres de palabras de amor, demasiado inocente al pensar que aquel rostro que veía en todos sus sueños era libre de cualquier agonía y, por supuesto, su pecado más grande, ignorar el hecho de que nada es eterno. Si tan sólo hubiera visto su mortalidad y la de Shōji... El último no estaría bajo tierra, pudriéndose de una forma que le revolvía el estómago el sólo concebir el concepto en su mente.

    Había matado a alguien, alguien demasiado especial para él, y muchas otras cosas se habían ido a la tumba con ese chico, calladas por siempre junto a todo su remordimiento. Todo había terminado, y sólo quedaba él con sus voraces pensamientos y sus tristemente cálidos recuerdos de todo lo bueno que había sucedido. Eso era lo único que le quedaba era reproducir las bellas remembranzas en su mente, lamentar cada partícula de oxígeno que respiraba y repetir, siendo prácticamente un muerto andante. No fue sólo hasta su día de graduación, donde yendo devuelta a casa, cansado de todo después de la ceremonia y las fotos, tomó una botella de alcohol que su padre mantenía reservado aunque jamás tomaba en casa, tomó un tren hacia las partes más exteriores de la ciudad y caminó sin rumbo por un rato, tirándose lejos de la carretera en un pastizal desconocido, viendo las estrellas y ni siquiera sintiéndose animado por la belleza del cielo. Al final, terminó tomando hasta perder la consciencia esa noche, teniendo lagunas mentales de lo que había hecho en ese tiempo, aunque tan sólo agradeciendo que despertó en ese mismo parche de pasto y no en cualquier otro lugar que, ciertamente, sería alarmante. Volviendo a su casa con una jaqueca horrible y reflexionando más a fondo lo que había hecho después de consumir una aspirina, vio que había hecho algo bastante estúpido y peligroso; fácilmente pudo haberse encontrado con su muerte, pensándolo bien. Y contrario a lo que se puede creer, en vez de volverse un alcohólico en busca de encontrar la paz que tanto quería al momento, decidió nunca más volver a hacer algo así, ver en retrospectiva su propia mortalidad como debía ser, y, finalmente, decidir que no quería desperdiciar su vida de esa forma. Y aunque no sea lógico, fue su primer paso para volver a su estado normal y aceptar que nada de lo que amaba volvería a él; no Shōji, no sus clases de ballet, tampoco la gloria de competir, mucho menos esa dicha que terminó por irse volando por la ventana.

    Poco a poco, y con paciencia encontrada, terminó por derrotar su luto en algún punto, lo cual le permitió cerrar ese capítulo de su vida de una vez por todas. Nada vuelve cuando ya está al otro lado, y por más que fuera triste, ese es el ciclo de la vida. Y, a pesar de que suene estúpido cuando lo escribe, hizo una promesa a sí mismo de no involucrarse de esa forma con nadie nunca más por una específica razón. Esto es, argumenta él de forma supersticiosa y en una expresión muy fuera de carácter de su parte, porque toda su vida sólo ha causado desgracias a los demás; su madre, su padre, las mascotas que tuvo brevemente, su difunto chico asiático y su familia... Sabe que es una idiotez, pero no quiere arriesgarse a dañar a nadie nunca más, por si acaso tenía una maldición que borraba la felicidad de los demás y la suya de paso. Al fin y al cabo, toda su vida ha estado solo, no sería nada diferente ahora.

    Volviendo del plano abstracto de los sentimientos a la vida real, apenas su padre vio su diploma de preparatoria fue obligado a aplicar a varias universidades estadounidenses por su parte, finalmente siendo aceptado en tres diferentes instituciones y, qué sorpresa, fue presionado por su progenitor a decirle que sí a la que se ubicaba en Nueva York. Bufó al pensar en ello, toda su vida había vivido en ciudades pobladas y ruidosas, quería hacer su vida en un condenado pueblito aunque fuera una vez. En todo caso, casi se le cae la cara y la tolerancia ante tener su voluntad pisoteada cuando fue informado por su canoso viejo que iba a estudiar... Leyes. Leyes. Leyes. Leyes. L e y e s. Sabía que podía ponerse más irritante, pero no hasta este extremo. Ni siquiera era completamente el hecho de que no pudo escoger su carrera, sino que era, precisamente, leyes. La carrera más aburrida que le pudo ocurrir. Maldita sea, no sabe tocar ningún instrumento y hubiera preferido estudiar música. Estaba tan molesto que olvidó mantener su cara de póker, pero aún así, aceptó lo que causaría los años más hartos que va a tener hasta ahora, y ni siquiera quiere pensar en ser un puto abogado en un futuro. Se le frunce el ceño del solo concepto. Igualmente, fue informado de su vuelo, de la fecha de inicio de sus clases, de la cuenta bancaria que le iba a abrir para mandarle dinero para que pagara su matrícula y sus gastos diarios, la casita de muñecas que había comprado para hospedarlo, blah blah blah. Su típica manipulación monetaria de la cual estaba empezando a hartarse.

    Y así, gruñón como un gato recién bañado y refunfuñando en voz baja, tomó su avión hacia el país de las oportunidades para estudiar lo que a su padre se le dio la gana, sintiéndose enojado y algo vacío durante todo el viaje. Bueno, esa iba a ser su vida de ahora en adelante, ¿Opiniones al respecto? su elocuente pensamiento "woohoo, mátenme ya" lo dice todo. A este punto de su vida, ya había llenado varios libros con sus letras, y para mantener la tradición, escribió una entrada de diario que era básicamente él despotricando por dos hojas seguidas. Al menos actuó como un adolescente cliché por un momento, qué buen logro.

    Con esto, llegamos hasta el presente. Nada interesante ha sucedido hasta ahora, logró mudarse con éxito, se le pasó la rabieta y ahora sólo siente decepción, va bien en la universidad, su departamento siempre está impecable gracias a que limpia todos los días, se maneja perfectamente con el dinero, va a tomar café a una cafetería pequeña y estéticamente agradable sólo porque necesita salir a la calle por ratos, toma la suficiente agua diariamente, limpia las casas y dormitorios de otros estudiantes por dinero de vez en cuando y, básicamente, vive su aburrida vida rutinaria de siempre, deseando inconscientemente que algo o alguien le salve de tanta monotonía. Al menos, como algo para evitar que su existencia sea completamente acromática, todavía tiene sus sueños raros y más lúcidos de la cuenta descubiertos desde que llegó a ese aburrido piso en esa ciudad que jamás se calla ni se duerme; le parece curioso, su subconsciente jamás ha sido la cosa más creativa del mundo en ese aspecto y no se esperaba que de repente fabricara escenarios tan... Inmersivos. A veces se sorprende al despertar en su cama por la mañana. Pero no se queja en lo absoluto, lo que ve en sus sueños es mucho más interesante que cualquier otra cosa que tuviera en la realidad, y aprovecha esto para tener una sección de diario de sueños en su cuaderno actual. Qué decir, está en ese nivel de soledad.

    Ese es todo el relato de su vida, básicamente. Lo suficientemente sufrida para hacerte rodar los ojos, y lo suficientemente tediosa para inducirte cansancio. A él también le pasa, no te preocupes.

    Personalidad:
    Este aspecto de él es algo curioso, porque es bastante versátil y al mismo tiempo algo bastante rígido. Versátil en el sentido de que, bueno, tiene varias formas de mostrarse frente a los diferentes tipos de situaciones, algo que ha aprendido con el pasar de los años, como se evidencia en el apartado de arriba. Diferentes caras para cada cosa, variaciones de estas dependiendo de cuestiones específicas y, para la desgracia moral de algunos, una habilidad cosechada con experiencia para mentir y fingir. Y rígido en el sentido de que ni siquiera ha intentado ser un mismo "yo" en más de tres áreas de su vida, por lo que nunca sale de su sistema multifacético, aunque este llegue a cansarle por ratos y a veces rompa sus propias reglas para con los demás. Y, como algo extra a este punto, el cansancio es una parte esencial para crear a la persona que es ahora; sin el letargo acumulado de todos estos años, las cosas serían bastante diferentes para él. No está para nada orgulloso de este problema moderno con las fachadas e ilusiones que creó para ahorrarse un poco más de cansancio, y realmente desearía poder cambiarlo y ser un individuo más auténtico. Incluso aceptaría seguir fingiendo sin cansarse. Pero todo tiene sus limitaciones, las suyas están demasiado definidas, y, honestamente, tiene miedo de lo que pueda pasar si salta al otro lado de estas. Ese es su usual dilema, estúpido y complejo al mismo tiempo, constante y a la vez en segundo plano. A veces hasta pierde el hilo de este y le parece de lo más absurdo. Y sumado a que se cuestiona por ratos si habrá heredado algo de problemas mentales por parte de su madre, no le sorprendería si evolucionara a otra cosa.

    Ahora, aquí se encuentra un breve resumen de las actitudes que toma con más frecuencia en la actualidad, consideradas las capas más importantes de él. Por supuesto, sólo serán descritas de forma superficial, porque la gracia está en llegar a conocerlo más a fondo.

    Primero que todo, tenemos el manto con el que anda por la calle y todo lugar exterior, que es su simple persona silenciosa, neutral, desinteresada. Casi como un gato, no suele hablar mucho, mira a todo el mundo con sus ojos apáticos, camina sin hacer ruido y trata todo el tiempo de evadir cualquier obstáculo, con precisión quirúrgica y un paso ciertamente cuidadoso. Si lo asustas haciendo un escándalo o tomándolo sin la precaución que se debe, va a huir rápido y no podrás alcanzarlo, y si no puede escapar, simplemente esperará a que te aburras y lo dejes ir. Y, bueno, tampoco es la persona más interesante con la cual interactuar incluso si no le alteraste los nervios a la primera impresión. Es natural llegar a la conclusión de que no te quiere ahí y soltarlo a sus anchas nuevamente, que es lo que pasa en la gran mayoría de los casos y, en efecto, lo que él quiere que suceda.

    Esto nos lleva a la capa que se revela cuando no irrumpes su espacio de forma demasiado grave, eres lo suficientemente cabezadura en sacarle más que las frases predeterminadas que te da y te tomas tu tiempo en esta tarea. Desgraciadamente, no obtendrás a un turrón de azúcar como le pasó a cierto hombre muerto, porque eso, en esencia, fue lo que le hizo crear esta barrera. En cambio, te encontrarás con una persona que se ve irritada la mayoría del tiempo, suplemento sin fondo de tratos ácidos, y, por supuesto, tu dosis diaria de sarcasmo y hasta más. Con facilidad lastima los sentimientos de aquellos que son sensibles con este coctel de grosería, y por eso la gente que le sigue hablando toda tiene una coraza a ser insultada constantemente. Por supuesto, no todo sabe a limón aquí, porque tendrás privilegios y premios por haberte molestado siendo amable con la pared, para demostrarte que tiene cualidades rescatables y, subliminamente, para mantenerte a raya. Estos son, por supuesto, lo que mejor sabe hacer; ofrecerte su ayuda. Puede ser desde consejos para escribir un ensayo hasta organizar tu departamento, y la verdadera ventaja es que hace su trabajo bien. Y eso, en efecto, es la relación que mantiene con las 3 personas de la universidad lo suficientemente desocupadas para estar con él. Ugh.

    Y, ya para terminar, tenemos esa parte que pocos conocen (el cadáver lo confirma), que suele usar cuando está solo, y un concepto bastante cercano a su verdadera personalidad. Sencillamente, sólo consiste de un chico joven, tiene una relación cercana con el arte en todas sus expresiones por el simple hecho de que actúa como su refugio y lugar feliz entre todos los percances y altibajos. Bastante hablador y risueño, si las conversaciones que tiene con el aire en su departamento tuvieran que describirlo. Sorprendentemente, esta parte suya es romántica y soñadora, capaz de perderse de forma bastante profunda entre el espacio de sus párpados cerrados y sus globos oculares. Quiere creer que esto hace que sus sueños sean de sentimiento tan genuino y agradable, y no síntomas tempranos de demencia. Pero, también tiene la suerte de ser como un pájaro enjaulado, de silbido bello y anhelos de salir volando y ser libre, pero sin ninguna oportunidad de hacerlo, limitado a cantar tristes baladas hasta su muerte. Es melancólico y sensible por igual, y, por supuesto, estos pensamientos sólo le crean nubes de desanimo. Aún así, siempre encuentra un rayo de esperanza en la belleza de la ficción y la vividez de sus sueños al dormir, la pesadez de la existencia no le parece tan mala de esa forma, y se encarga de ser feliz así.

    Van en ese orden, y, normalmente, tendrás que pasar las dos primeras para llegar a la última. Tal vez seas una excepción, quién sabe.

    Gustos y disgustos:
    Como has podido evidenciar, es bastante fan de escribir, y también le encanta leer. La mayoría de cosas que sabe las ha leído por ahí, y su biblioteca es bastante amplia y está en constante expansión.

    Por otro lado, vamos a incluir sus otros dos hobbies principales en un mismo punto; el ballet y la fotografía. Este último lo descubrió cuando se compró una cámara por espontanea curiosidad en secundaria, y empezó a tomar fotos a cada cosa que le pareciera agradable de mirar. Pasó un tiempo hasta que refinara sus habilidades, y, realmente le gusta mucho el concepto de ser capaz de inmortalizar momentos y belleza pasajera. En la actualidad, también lo podrás ver agachado fotografiando flores y bichos y cosas por el estilo.

    Peculiaridad suya, limpiar y organizar es una de sus actividades favoritas. El proceso le trae bastante tranquilidad y el resultado le produce satisfacción. Razón por la cual su casa está impecable.

    En el ámbito de la comida, le gustan bastante los vegetales. Una vez le cogió mejor el truco a la cocina, su repertorio de recetas se compone mayormente de platos que incluyen estos. Por supuesto, come balanceado, pero tiene una inclinación natural hacia el sabor fresco de las ensaladas.

    Como algo que se reprime desde hace años, los animales en general le parecen bastante simpáticos, por decir poco. De verdad quiere conseguirse una mascota, pero no se siente lo suficientemente seguro para hacerlo, así que se conforma con el gato de una de las chicas de su universidad.

    En el apartado de cosas que no le agradan, aquí está, claramente, ese hombre con líneas canosas en su pelo que tan mal le cae, su padre. No hay mucho que explicar acá que ya no se sepa.

    El desorden y todas las personas que lo causan le alteran los nervios, a diferentes niveles, por supuesto. No al punto de que no lo tolera, pero sí le molesta un tanto.

    La comida empacada para microondas le da sincero asco, por otro lado. Al contrario de lo que se podría creer, no suele ser quisquilloso, pero simplemente nunca se le ha dado bien comer cosas que le saben a plástico con especias.

    Últimamente le ha cogido fastidio a las alarmas que pone en su teléfono, y se le ha hecho hábito estar gruñón a primera hora. Con sueños tan buenos quién no, excusa su malhumor mentalmente.

    Para terminar, y para dejarlo en claro de nuevo, odia su carrera con una pasión que nunca ha sentido antes. Punto.

    Apariencia
    一つ. || Segundo. || Third. || 第四. || Quinto. || Sixth.



    Y, en cuanto a mi otra ficha, voy a ponerme trabajar en esta automáticamente después de mandar este mensaje, porque como he podido ver, no sólo te estoy haciendo esperar a ti, sino a otro usuario también. Y pues, supongo que debería echarle un poco de turbo al asunto para no desperdiciar el tiempo de nadie-
    No sabría decirte cuándo podría venir con la ficha, pero te aseguro, voy a estar dedicadísima a escribirla rápido uu

    Eso era todo lo que siento que debía decir afghjk, sorry, tengo el cerebro algo seco. Si se me ocurre algo en algún, voy a ponerlo por aquí

    Espero que te vaya bien, que no te hayas aburrido esperando por mí y que la ficha te agrade, aunque sea un poquito-

    ¡Hasta luego! uwu

    pd: ni idea de por qué se me centró el texto lol, ni siquiera le puse el comando para hacerlo
  8. .
    QUOTE (Blut. @ 14/4/2020, 22:49) 

    source
    SOS, send h e l p.



    ¿Qué te digo, Juu? Tu idea me ENCANTA. Sí, con mayúscula y negrita, porque está genial uvu

    Estoy muy de acuerdo con la repartición que propones, quedémonos con ella.

    Para Game over, creo que no hace falta dar muchas vueltas antes de ponernos con las fichas. Incluso podemos inventarnos el motivo por el que esa moneda hiciera la magia sobre la marcha, no lo veo problema.

    De momento lo que se me ocurre para ese punto, que aprovecho para dejarlo igual, es ir tirando de que quizá algún amigo del difunto metiese mano en cosas turbias. Tal vez no queriendo aceptar la muerte prematura, tal vez porque no creyó que funcionaría.

    Pero, como dije, podemos ir afinando eso sin prisas.

    En cuanto a los multiversos, como ya adelanté al comienzo del post, me parece una maravilla el guiño a esa peli. De hecho me ha arrancado una buena risa pensar en la idea del pobre muchacho despertando con un husbando al lado. Lo quiero xdd

    Incluso he pensado en incluir en la ficha de mi nene, como será el de esta "otra dimensión", algo así como una apariencia en paralelo: darle una 2D, que sería la que tu muchacho vea cada vez que viaja entre dimensiones, y una 3D que sería con la que se va a quedar eventualmente según lo que decidamos, claro (porque nadie dice que no puedan quedarse en el husbando world(? xdd)

    Yep, yep, ya me río de imaginarlo, esta mezcla de mundos promete muchísimo y va a volarle más la cabeza a tu niño por lo raro y diferente que será todo.

    Dentro de estos días me pondré a trabajar en ambos personajes. Cualquier otra cosita que quieras comentarme o ideas que se te ocurran, ya sabes que yo encantadísimo de leerte<33

    16RK
    good, good



    Hey, it'sa me again-

    Quería pasarme para darte la información de que estoy bastante feliz de que te haya gustado la idea, en especial cuando me vino de forma muy repentina mientras me quedaba viendo el fondo magenta del foro lmao. Estoy segura de que va a ser una experiencia algo diferente, y quería aprovechar que cualquier cosa es posible con el otro mundo que vamos a manejar. Ten la libertad de pensar de la forma más surrealista que quieras, para que mi chico piense "qué me fumé antes de irme a la cama"-

    Oh, y también, estoy de acuerdo con lo que propusiste para la otra trama, tal vez podría dar un poco más de explicación a la situación más que un respawn espontáneo por parte de tu chico xdd

    En todo caso, también voy a ponerme en la tarea de escribir los niños para tenerlos rápido uwu nuevamente, me encanta leerte y es un placer rolear contigo, too

    Cuídate, espero que estés bien-
  9. .

    giphy
    just, yes



    Hey, again uwu

    Gracias por aceptar mi fea presencia en tu tema, en serio, por un momento pensé que mi involución y mi óxido serían un problema, pero me alegra muchísimo que no haya sido así, hehe. Es un honor rolear contigo, seriously.

    En cuanto a mi choose your fighter, al darle una pequeña releída a las ideas que pusiste ahí, he decidido que para el game over, me gustaría hacer un niño lo suficientemente curioso y ligeramente descarado como para, bueno, insertar una moneda en donde no le corresponde lmao. Y en cuanto a la idea de los multiversos, me sentí inclinada hacia el chico que viaja entre diferentes planos, por el simple hecho de que me pareció una idea interesante-

    Oh, y, me gusta la espontaneidad y los conceptos me parecen bastante bien hechos, así que, por ahora, no tengo nada más que agregar. Espero que no sea una molestia para ti uu

    Espero poder leerte pronto uwu

    Bai-

    Edit salvaje

    Oh, oh, mi mente acaba de tener una idea algo rara para una de las tramas. Precisamente, en la de los multiversos. Acabo de recordar la película de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, parte de mi infancia y las veces en las que la emitían en la televisión. Por si no la has visto lo cual dudo un poco, daré una explicación muy breve e inconsistente. Básicamente, se mezcla la realidad con personajes de caricatura. Y, bueno, considerando que en esta trama se puede cualquier cosa, entonces pensé que podría ser una sugerencia algo graciosa poder hacer algo así xdd Tipo, mi chico levantarse de la cama un día y descubrir que hay literalmente un husbando en su cama. Es una cosa que se me vino de forma repentina a la cabeza, but, ya decidirás tú si es de tu agrado uwu Sólo sentí la necesidad imperiosa de listar mi big brain time antes que se me olvide lmao


    Edited by Juukai. - 11/4/2020, 18:33
  10. .

    giphy
    bear with me and my dead ass please



    K so, primero que todo, hola, good to see you, ha pasado mucho tiempo desde que me pasé por aquí haha -insert awkward laugh-

    He estado viendo el área de inscripciones desde que volví a revivir por enésima vez mi cuenta, y, por supuesto, no he podido evitar curiosear y meter mi hocico en diferentes temas que me parecen lindos y que tienen personajes igual de bellos, entre ellos el tuyo uwu (dios mío, soy un asco dando cumplidos, sorry-). Y, bueno, aprovechando que es tarde y vi que escribiste algo aquí, decidí darle una repasada a tu catálogo, y lo que descubrí en la sección de las prompts fue lo que me llevó a escribir esto, precisamente-

    Vine para dejar constancia de que ambas tramas, la de los multiversos y la del game over, realmente me interesaron, y mucho (porque me encantan las tramas locas y me sacó una risita lo de la lápida), así que quise venir a hacer acto de presencia al respecto, ya decidirás tú si soy digna de ser bendecida con una de tus ideas y si es así, también decidirás con cuál trama me quedo (pueden ser ambas ngl)

    Eso era todo lo que necesitaba, espero que estés teniendo un buen rato uwu

    See ya-
  11. .

    giphy
    hi yes let me come back from Purgatory one second-



    Well, shit. Lmao.
    Acabo de volver de la muerte perpetua de la inactividad que se me ha hecho un hábito de mal gusto, para traerte una ficha. Como ya sabes, lol. Y, la verdad, temo un poco que tenga más óxido en mis habilidades para crear personajes del que en verdad debería. No he creado un personaje en forma desde hace casi un año, oops. So, tengo mis inseguridades y tal vez el concepto de mi niña se desperdició en mis decadentes fichas uu

    But, tú dictarás qué tan desacostumbrada estoy, uwu

    Bien, sin más habladuría, te dejo a la niña, espero que sea tu agrado-


    SPOILER (click to view)

    HLtV5H0ee1d759be7a912ebbb812db8884faa7d
    BALTIMORE Official Fansite
    profile made by admin. Our Destiny.[/color]

    Nombre artístico:
    Destiny Stardust.

    Nombre completo:
    Desconocido.

    Fecha de nacimiento:
    22 de Junio, año 20WT. 22 años.

    Nacionalidad:
    Neozelandesa. Prefiere el nombre kiwi.

    Peso y estatura:
    Mide 1.57 (5'2"wink y pesa 54 kilos (118 lbs).

    Posición en la banda:
    Tecladista y compositora. El rayo de sol de la banda, también añade en las entrevistas.

    Orientación sexual:
    Bisexual.

    Datos curiosos sobre ella:
    Se unió poco después de que la banda fuera formada, así que ha tenido tiempo de conocer a sus demás compañeros. En lo personal, se siente bastante unida a ellos, como si fueran sus amigos cercanos, o incluso familia. Por eso desapareció un rato con las noticias de George. Pero se encuentra (aparentemente) estable.

    Es una mujer transexual.

    Su fruta favorita es la carambola, según ella sus ensaladas de frutas siempre la tienen y fácilmente la verás practicando o componiendo con un plato de rebanadas con forma de estrella.

    Así mismo, su comida favorita son las frutas. Aunque en sí, según ella, le gusta casi que cualquier cosa comestible.

    Tiene dos mascotas; Un erizo y una tarántula. El erizo se llama Sprinkles y la tarántula se llama Glitter. Esta última es de la especie salmón rosado de Brasil.

    Ya se ha ganado varios sustos y un par de visitas al hospital por ser distraída al cuidar a su peluda criatura de ocho patas. Aunque aún así quiere mucho a su arañita.

    Es bastante abierta en cuanto a los procedimientos que se ha hecho. Y por eso, se sabe que tiene implantes en el pecho y que toma estrógenos y bloqueadores de testosterona al despertar y antes de dormir. ¿Comentarios de odio? Meh, sus pastillas valen más que tu opinión.

    Es conocida por romper teclados. Literalmente. Incluso cuando no es intencional, el teclado mínimo pierde varias teclas. Hay varios videos de esto, de hecho. Y, según ella se le sale una que otra risita cuando ve memes suyos en su feed de Twitter.

    No se sabe mucho de su vida, principalmente porque no da información. Sólo se sabe que aprendió a tocar el piano desde pequeña, tomó interés en la composición a los 16 y voló desde Nueva Zelanda a Reino Unido para unirse a BALTIMORE. Dice que es la mejor decisión que alguna vez ha hecho.

    Sabe tocar el piano, el ukelele y el kazoo… Sabe tocar cuatro kazoos a la vez. No pregunten cómo.

    Cuando tiene tiempo libre, dice que le gusta estar con sus mascotas, componer por su cuenta, jugar videojuegos y bailar. Dice que no es tan buena en lo último.

    Ha escrito varias canciones del grupo, dando un balance entre canciones animadas y canciones tristes. Aunque las más populares son las tristes, y no sabe por qué. Pero no le molesta en lo absoluto.

    En un programa de radio, hizo una recomendación de cuatro canciones. A continuación, están listadas con links:

    And July - Heize ft. Dean, DJ Friz

    Cosmic Girl - Jamiroquai

    D.A.N.C.E. - Justice

    On Melancholy Hill - Gorillaz

    Por último, algunas fotos de ella tomadas de su cuenta de Instagram:
    OuSIn1E
    yl8uDbw
    r6hfkZ6



    Edited by Juukai. - 28/5/2020, 20:58
  12. .

    ❝ In the place where you used to be I can see the night sky. That half-full moon... Looks just like me right now. ❞
    — D (half moon), Dean.

    .

    .

    .


    Un breve y ronco jadeo pudo producirse adentro de un apartamento que era realmente para una sola persona, tal vez siendo ahogado desde otra perspectiva por una gran ciudad preparándose para su gran despertar rutinal y el gran cúmulo de nubes que podrían cambiar de color y forma conforme avanzara el imaginario y a la vez real tiempo sin el que nada existiría, con la única condición y restricción de mostrar el sol, o al menos gran parte de él de forma directa. Por ahora, el cielo era todavía de un sólido azul marino debajo de la espesura gaseosa de un color un poco más claro, en el cual, a este punto, ya no se podía ver la luna, las estrellas estaban demasiado alejadas y la polución era demasiada como para que alguien pudiera verlas. Y probablemente, lo único admirable podría ser la melancolía que el color y el viento frío podía producir, al igual que la concentración que las tareas diarias, esclavizantes y monótonas proporcionan para estas mismas.

    En una vista realmente mucho más individual y en este caso importante, nos encontramos a un hombre reincorporándose rápidamente del simple colchón que había de llamar cama, con una respiración bastante irregular, sudor corriendo por cada lugar de su cuerpo y un rostro empapado especialmente en el área de las sienes, ahora con un par de líneas liquidas bajando de sus oceánicos ojos por sus mejillas y terminando en su barbilla, evidentemente en un acto de traición lagrimal. Por un momento, procesó la situación para hacerse una idea de cómo calmarse, finalmente llevando su aliento a la normalidad en un par de minutos, para luego pasar bruscamente el dorso de una de sus manos por encima de sus ojos, casi cortando las lágrimas como una afilada espada. Por último, se levantó, caminando un poco lento entre la ligera iluminación hacia su cuarto de baño, no sin encender la blanquecina luz del baño antes con un simple toque a la pared.

    Honestamente, lo que vio en el espejo no le pareció lo más placentero, por más que pensara que era bien parecido; ojos brillantes y asquerosamente rojizos al igual que su nariz y sus mejillas, el agua salada haciendo una extravagante aparición en su blanco rostro, labios secos y partidos y cabello matutino aún más revuelto de lo normal. Sin contar el horrible frío especial que sentía esta vez, al estar completamente transpirado de pies a cabeza, incluso con el conjunto ligero que consideraba pijama. "Estoy vuelto mierda", pensó por un momento de forma negativa. Pero luego recordó que no es la estación indicada para hacer valer el estereotipo de su nacionalidad, así que luego dio una sonrisa muy pequeña a sí mismo y activó nuevamente a su versión normal de Florence Ignatiev. — Apenas inicia el día, Nini, no lloriquees por un bendito sueño. Será un buen día. — Dijo en una voz perceptible como ronca y baja, se alejó de la percepción del espejo y se dispuso a tomar un baño, quitando su ropa mojada y dejando correr la ducha para después entrar en ella.

    Repasemos brevemente el motivo del despertar tan desastroso de nuestro ruso favorito (já, claro). Básicamente, una pesadilla que recopilaba todos los sucesos que no le gustan ni un pelo de toda su vida, intercalándolos todos hasta lograr un imaginario derrumbe emocional, que le tuvo sacudiéndose y rodando en su lecho de una forma en la que podríamos compararlo con un exorcismo. Claramente no le gustan las pesadillas así, tal vez por eso la reacción tan radical de su cuerpo. Y otra cosa es que ya no está tan acostumbrado a tales sueños, aunque hubo una época en la que eran pan de cada día, no había vez en la que no despertara llorando, incluso cuando estaba durmiendo con otro hombre después de una noche bastante agitada y le preguntaban qué sucedía, o peor, algunos le golpeaban por interrumpir su sueño. Odia despertar así, pero él no controla sus sueños. Y no sabe qué puede ser lo que los causa, así que simplemente se aguanta y luego le ruega a subconsciente que le deje dormir en paz.

    De cualquier forma, sus pensamientos sobre esta cuestión fueron lavados por el agua caliente, el jabón de un extraño olor destacable y realista a chocolate que poseía y el shampoo de placentera pero formal esencia, haciéndole contraste al dulce olor que se prolongaría en su piel hasta que hiciera dos cosas diferentes: primero, echarse perfume; y segundo, hacer ejercicio. Se echaba perfume al salir y el ejercicio jamás faltaría en su día a día en cualquier forma, así que era un efímero aspecto sensorial que nadie aparte de él podía apreciar al momento. Puede sonar triste, y se sentía ligeramente así, no había hecho ni un solo amigo como tal desde su llegada a su nuevo país de residencia y como el extrovertido que era, se preguntaba incesantemente el por qué. Pero como hacía su mejor esfuerzo para ser optimista, decía que ya llegarían y que ya tendría tiempo de salir a empaparse un poco de su nueva locación. Sólo tenía que esperar.

    Se secó rápidamente con la primera toalla que halló, se la ató a la cintura porque por alguna razón caminar desnudo en su apartamento a las cuatro de la mañana no le parecía confiable y salió del baño, apagando nuevamente la luz y prendiendo la luz general de gran parte de su departamento en cambio. Obviamente, iba a buscar algo qué ponerse, abriendo su clóset y parándose frente a este con los brazos cruzados. No se sentía con las suficientes ganas de verse realmente guapo y arreglado, pero tampoco le apetecía coger cualquier cosa y salir a tomar sus seis horas diarias de trabajo que podían empezar a cualquier hora que le diera la gana a él. Se decidió por una combinación no tan mala y realmente simple, algo así como un simple hoodie amarillo mostaza, calcetines color púrpura y pantalones deportivos color negro con rayas blancas a los lados, ya decidiría qué zapatos ponerse en la entrada. Dio una breve cepillada a su cabello aún mojado y se dirigió a la cocina, con una muy ligera sonrisa en el rostro, pues la ducha le había brindado la felicidad necesaria para seguir todo su día de forma adecuada. Después de rebuscarse un poco en todas las cosas que tenía en el refrigerador y los cajones, decidió hacer una receta que no practicaba en años; tostadas francesas. Le quedaron sorprendentemente decentes, y para celebrar, puso unas cuantas fresas al lado y sirvió algo de agua en un vaso. Comió su desayuno en silencio y concentrado, pues aún no había encendido su teléfono, tenía la costumbre de olvidarlo a menos de que fuera para ver series. Si no contesta después de varios timbres, no te sorprendas.

    Esperó un momento a que su cabello se secara más, dándole un poco de agua a las elegantes plantas que poseía. Honestamente, la señora dueña de ese local debía quererlo mucho, si era que podía darle plantas sin pagar al menos veinte dólares o más. Las plantas eran... Escasas, casi cosas que los ricos tenían en sus propiedades, tal vez como decoración, tal vez para otros usos. Él nunca había tenido más de una planta a la vez devuelta en Rusia, pero las había tenido y las sabía cuidar gracias a su madre, quien de vez en cuando gastaría parte de su sueldo en ese tipo de cosas; pequeñas y caras, pero satisfactorias al ojo humano.

    Finalmente, su cabello se sentía finalmente seco por encima, y ya había algunos trazos de color en las nubes, además de que llegó a la conclusión de que no tenía sueño y de que no tenía mucho que hacer en casa, además de que hoy no le apeteció su rutina matutina de ejercicio y la dejaría para el mediodía, así que decidió encender su teléfono para ver la hora (5:03 AM), guardarlo en su bolsillo y finalmente ir a su entrada, elegir sus zapatos y devolverse al departamento, tan sólo para abrir una ventana, salir por esta y subirse a su techo, cerrando la ventana con uno de sus pies.

    Se podía ver extraño que fuera una de las pocas personas que preferían encaramarse en el sistema de tuberías del conjunto de departamentos para subir a la ciudad antes que llamar de forma normal al elevador, pero lo hacía por varias razones: primero, lo veía como una oportunidad de ejercitarse. Segundo, le parecía divertido. Tercero, le gustaba probarse a sí mismo. Y cuarto, sabía que no se iba a caer, o al menos tenía la fuerte creencia de aquello. Muy confiado o muy ficticio, ya no importaba, en menos de cinco minutos estuvo arriba, caminando en dirección al local de su trabajo del día. Era lunes, y en su horario de trabajos, tenía que trabajar en la tienda abierta las 24 horas más cercana. Su presencia significaba un par de horas anticipadas de salida para algún trabajador con horarios fijos que quiera irse, tal vez eso le otorga puntos extra de amistad laboral. Un pequeño resumen del recorrido de Florence; calles casi vacías a excepción de unas pocas personas caminando al igual que él, algunos autos en la carretera, un vagabundo mendigando por algunos centavos (nuestro rubio no llevaba dinero al momento y se sintió mal leyendo el sucio cartel que sostenía) y, finalmente, un gato mirándole desde una ventana lejana, al cual saludó en voz baja con un movimiento de mano.

    En menos de lo pensado ya estaba poniendo un pie en la puerta de apertura automática, ya estaba yendo a la sala de empleados y ya estaba recibiendo una bienvenida cálida.

    — Aye, Florence boy, nice to see you. Why so early though? Didn't see you around here at this hour last time. —, dijo mirándole recargado en el escritorio el cajero de turno; un chico moreno, de cabello rizado que si no estaba mal, se llamaba Carl. Ya había ido a esta hora a trabajar en su primer día, era por eso que lo conocía. Además, la sala de empleados quedaba detrás de la caja, así que era inevitable tener una pequeña charla.

    — I just woke up and I couldn't go back to sleep, so I decided to come here. Not like I have anything more interesting to do. — Respondió con una sonrisa mientras se ataba el uniforme del supermercado, también conocido como el delantal que tenía el logo cosido en una esquina. Por otro lado, Carl sólo sonrió devuelta y volvió a concentrarse en la tienda, donde sólo había una anciana en la sección de fríos y los empleados del turno de la madrugada, que eran en total cinco, seis con él ahí, el único con horario flexible pero menor paga. Se dedicó a buscar a los otros, sólo para preguntarles a quién debía relevar. Prontamente, se encontró con alguien cerca de una estantería, escribiendo algo; una mujer asiática, de apariencia filipina, baja en estatura, con cabello azul y una longitud considerable. Eileen. — Hey, Eileen. — Se paró a su lado, sonriéndole nuevamente a la chica, quien se sorprendió un poco al tener que ver hacia arriba para ver a la cara de la voz que le habló. Lo conocía de algo, pero no recordaba de qué.

    — Oh, hi. You're the, uh... replacement dude, right? — Cuestionó, aún poco segura de conocerlo realmente. Pero en cambio, recibió una risita leve por parte del más alto.

    — If that's how you call me then yeah, I'm the replacement dude. — Trató de tomarlo con gracia, aunque le ofendía tan sólo un poco que no supiera su nombre. — Just wanted to ask if you wanna go home, you know, if you feel tired, stressed or stuff like that. — En su voz permanecía un tono amable, tan sólo tratando de obtener la información correcta.

    — Hmmm, well, I do have to go take care of my mother though. — Habló tanto para sí misma como para Florence. — You'd do me a great favor if you finished my work, really. I'd really appreciate it. Can you please do it for me? — Miró a los oscuros ojos del rubio mientras pedía el favor, usando una técnica de persuasión que obviamente no funcionaría en él gracias a su sexualidad, pero conociendo cómo es, no se negaría de todas formas por simple cortesía.

    — Of course I will, just explain what I've got to do and you can leave, no problems. — Respondió, acercándose a la libreta y doblándose ligeramente para verla más claramente.

    — Thanks. Now, all you have to do is write down every item in every shelf there is, excluding the freezers. And then, you have to count how many of them there are. When you're finished you just leave it under the counter. — Después de toda la explicación le entregó la libreta y el bolígrafo con el que tenía que anotar. — Thank you again, goodbye! — Sin más, se fue a recoger sus cosas y probablemente irse después de saludar a Carl.

    Terminó la tarea asignada obedientemente después de cuarenta minutos, entre los cuales, una chica que trabajaba ahí lo saludó (Harriet, chica pelirrosa que siempre se sonrojaba al devolverle la palabra) y otros dos pasaron de largo, probablemente porque no recordaban su nombre, lo vieron ocupado o simplemente no querían hablarle. De cualquier forma, trataría de no pensar mucho en ello y seguir con su trabajo, incluso cuando hubo cambio de turno y él fue el único empleado por unos cuantos minutos, al menos, hasta que llegaran los empleados del turno de la mañana, los cuales eran los otros a los que conocía. No conocía mucho a los del turno de la tarde pues sólo les vio los rostros una vez los rostros (y la verdad es que no va a negarlo, hay un chico que le parece de apariencia atractiva, tal vez debería trabajar en la tarde por unos días al menos para saber su nombre), y los del turno nocturno eran desconocidos todavía. De cualquier forma, saludó a todos los empleados a medida que iban llegando y se leía la lista de los quehaceres al momento. A algo así de las nueve, se le había puesto a reponer y ordenar algunos productos que se habían agotado directamente desde una caja, y la verdad era que, por lo que podía contar, le esperaba al menos una hora organizando elementos.

    Se puso a la tarea, la cual se le hizo, de una forma u otra, amena. ¿La razón? Se trata de una curiosidad suya, y es que le gusta observar a las personas que vienen y van en su rutina diaria. Es de ese tipo que no puede dormirse en el transporte público por más cansado que esté porque cree que va a perderse algo o más bien, a alguien. Las personas tienen un yo-no-sé-qué que le entretiene y le interesa. Incluso aunque no sean personas tan llamativas, se toma al menos unos momentos para observarlas. Y entre sus labores, pudo distinguir unos 48 sonidos de la puerta automática abriéndose y cerrándose, 24 personas yendo y viniendo. 24 personas que bien pudo analizar de reojo, pero que probablemente vaya a olvidar en el plazo de 24 horas. O al menos eso creía, porque una sola persona se quedaría en su cabeza por más tiempo.

    Básicamente, un chico que se quedó a unos pocos metros suyos cuando estaba arreglando algunos paquetes de pasta en una estantería. Por lo poco que podía distinguir a través de capucha del saco que traía puesto, tenía cabello oscuro, y el perfil de su rostro se le hizo, de una forma u otra, atractivo a la vista, cosa que no había pensado con las otras 23 personas. Y otra cosa, era que ya había visto ese preciso momento en un sueño.

    Era como esa sensación de que habías visto ese mismo esquema de colores, en la misma posición y de la misma forma, pero se veía borroso, y no recordarás que lo viste cuando dormías hasta que lo veas cuando sea el debido instante y estés despierto. Ya había visto el rostro de ese chico, en ese mismo ángulo, en ese mismo momento antes, en un sueño que si no estaba mal, había tenido hace meses, devuelta en Rusia. El aliento se le cortó un breve momento y su mano quedó tiesa, sus ojos puestos en la escena mientras por su mente pasaba esa pequeña epifanía, y un corto pensamiento de que tal vez podía ver el futuro. Aunque normalmente recordaba cosas muy pequeñas e insignificantes, esta vez se sentía... más fuerte, y no sabía por qué. Salió del trance y siguió con su tarea, aún observando a aquel chico delgado, tal vez más pequeño que él (no podía confirmarlo, estaba agachado y no quería que le mirara). Vio cómo caminó hacia la registradora, pagaba lo que había tomado y vio algo que le pareció más extraño. La cajera del turno matutino le había entregado libros al chico, y pudo distinguir que fue después de que pagó. Achinó los ojos, estaba confundido. — Did he just get free books? Shall he step on my face, tie me up and tell me I'm his bitch I guess. — Susurró de forma casi inaudible para sí mismo, jamás había visto que le dieran libros a nadie. Y por alguna razón no podía pensarlo de forma normal como lo haría normalmente, porque, pues, era él. Si podía entrar en los sueños de un desconocido podía ser cualquier cosa. — I know homeboy looks good but what the fuck, Katherine? — Susurró otra vez a la par que vio cómo la chica hacía ademanes obscenos a las espaldas del pobre de hoodie boy mientras salía nuevamente hacia la calle con el paquete de fideos en su bolsillo. Se sentía... raro. Se reincorporó una vez la puerta se volvió a cerrar, y después de unos momentos de reflexión, decidió quitarlo de su cabeza por el momento y seguir trabajando.

    Finalmente, las horas mínimas de trabajo requeridas pasaron, y como conclusión decidió irse una vez que estas se terminaron. Se quitó el delantal, lo guardó en el cuarto detrás de la caja y se despidió de todos para luego pasar su propio pie por la puerta y, directamente, hacer la acción que tanto observó en algún momento. Nuevamente caminó hacia su casa; el limosnero ya no estaba ahí, acarició a un pequeño gato callejero que luego huyó hacia debajo de un auto, recibió un silbido desde una motocicleta en la carretera al igual que algunas miradas, y llegó a una cabina de teléfono después de ese típico pasar de su cotidianidad. Pulsó los botones correctos y bajó hacia la recepción, como era de esperarse. Aquel pequeño cuarto tenía una decoración agradable, no iba a mentir. Saludó brevemente a la mujer de la recepción que ya había visto un par de veces, cuyo nombre aún no sabía (o no lo recordaba, alternativa improbable), y que recordaba que le había dado un papel con un número de teléfono. Tal vez era suyo, tal vez era el número de la recepción, quién sabe. Aún lo mantenía en su clóset, y si no conocía a alguien en un periodo de tiempo, tal vez consideraría llamar. No por ahora, tal vez algún día.

    Llamó a su ascensor, se metió a este y, mientras llegaba nuevamente a su apartamento, miró alrededor rápidamente; Las nubes se veían incluso aún más grises que de costumbre, definitivamente iba a llover. Si planeaba ir a algún lugar, mejor se quedaba adentro de su casa, en el confort del lugar que, si bien algo vacío, no se sentía mal. A veces sonríe para sí mismo de forma nostálgica cuando siente calidez ahí adentro, una sensación que le recordaba un poco a las noches que pasaba con su hermano cuando era tan sólo un niño; enseñarle a lavarse los dientes al pequeño Livan, cuentos de hadas antes de dormir, besos de dulces sueños y apagar la lámpara de gato para acostarse uno al lado del otro, ya que dormían en la misma cama. Su peluche era su hermanito pequeño, como el pequeño oso felposo que era. Ah, qué lindos tiempos. Y, de hecho, en este momento estaba sonriendo, casi olvidando que su ascensor ya había parado en su puerta. Cuando se dio cuenta con un pequeño "huh", sacó su llave, la insertó y finalmente entró, cerrando la puerta detrás suyo e introduciéndose nuevamente, en aquel lugar.

    Se quitó sus zapatos primero, guardándolos en orden dentro de su clóset. Luego, se quitó el hoodie, lo dobló nuevamente y lo posicionó uniformemente en el cajón, quedó solamente con el pantalón y sus calcetines. Sólo así decidió hacer algo de comida para sí, ya que tenía cantidad considerada de hambre. Lo único que se le ocurrió fue un tazón de ensalada de lechuga, zanahoria y jitomate con limón, vinagre y pimienta junto a un vaso de agua y un plato de frambuesas. No lo más creativo, pero realmente no quería poner sus habilidades culinarias en práctica más allá de lavar y pelar.

    Terminó parte de la ensalada (había hecho mucha comida, probablemente le duraría unos días) junto a lo demás, lavó lo poco que ensució y finalmente se tumbó devuelta en su colchón, teniendo que esperar una hora antes de comenzar su rutina de ejercicio. Pensó en dormir, pero cuestionó su efecto en su sistema digestivo, así que tomó su abandonado teléfono y decidió buscar alguna serie que le llamara la atención, sólo para pasar el rato. Finalmente terminó viendo los primeros capítulos de cuatro series diferentes, tratando de encontrar alguna que le llamara la atención, no lográndolo sin embargo. Se dio cuenta de que dos horas habían pasado, y por lo tanto, era tiempo de ejercitarse. Y gracias a lo que sea que esté allá arriba, porque esas dos horas se le hicieron... Aburridas, de una forma u otra.

    Reposó gentilmente su dispositivo encima del colchón para luego volver a ignorarlo unas buenas veinticuatro horas, volvió a ponerse de pie y miró a su alrededor, identificando rápidamente el clóset para poder cambiarse a su ropa de ejercicio, la cual varía dependiendo de su humor; meh, hoy se sentía bastante simple, así que simplemente escogería cualquiera de sus pantalonetas, se quitaría los calcetines y listo, set de ropa para gimnasio cacero. Por lo menos no hay nadie que le diga que se vista de forma decente. Miró a su alrededor después de seguir los pasos de su sport outfit para notar que el humo que servía de cortina de privacidad entre cada apartamento se había desvanecido, y que prontamente, empezaron a caer las primeras gotas de agua sobre su ventana. De todas formas, empezó con toda su rutina de ejercicio, de la cual se pudo notar ejercicios de estiramiento, el mejor calentamiento que se podía permitir entre sus cuatro paredes, varias cantidades de sentadillas, abdominales y lagartijas (probablemente no menos de 40 de cada una) y finalmente levantamiento de todas las pesas que posee (piensa que no tiene suficientes). Aproximadamente habrían pasado más de tres horas cuando por fin terminó todo esto, sentado en el piso de su departamento, tratando no ensuciar la alfombra de sudor mientras descansaba un momento. Se sacó el húmedo cabello rubio de la cara y, entre respiraciones rápidas, miró nuevamente alrededor; seguía lloviendo, sus ventanas estaban empapadas por completo, podía distinguir a una persona pegada a una ventana en frente suyo, sin tener muy en claro qué hacía. Era uno de sus vecinos, definitivamente. El primer vecino que alguna vez había visto. Definitivamente tenía que presentarse ante ellos. — Hmm, tal vez debería llevarles algo de comida mañana. Sí, debería. — Comentó para sí mismo después de pararse y terminar directo en la ducha por segunda vez en el día, en un escenario parecido; cuerpo sudoroso, respiración alterada. Sólo que esta vez era algo beneficioso, especialmente, porque una vez secó su cuerpo y salió de la ducha, una repentina ola de somnolencia le golpeó, tanto que tuvo que golpearse levemente en el rostro para no caerse. Era de esperarse, no había dormido mucho antes.

    Y, con el pensamiento de que era mejor dormir y esperar a que esta vez su subconsciente no lo torturara en sus sueños, se puso el último pantalón de pijama que encontró a primera mano en su clóset, reflexionando que debía ir a la lavandería pronto. Buscó una secadora entre el fondo del clóset, la encendió de un botón y la arrimó a su cabello inmediatamente después, mirando hacia afuera mientras pasaba el aire caliente por todas las secciones de su cabello; Primero que todo, su ventana, cegada parcialmente por las escurridizas gotas de lluvia en su superficie. El departamento de en frente, todavía con la pacífica silueta de una persona recostada contra el vidrio, también llamado su vecino, a quien probablemente le esperaba algún plato con pasta como cortesía/ofrenda de paz/alianza diplomática. Luces que empezaban a resplandecer debajo de todo, probablemente daban hacia algún otro lugar que aún no conocía. Y el cielo, tornándose de un extraño color grisoso que indicaba un atardecer lluvioso, a la vez, sin los largos trazos de color variado en las nubes. Tuvo un vago sentimiento de pesar y anhelo por aquellos colores, combinado con el arrullo que era el calor que rotaba por su cabeza, el cual le hizo cabecear un par de veces.

    Cuando sintió que su cabeza estaba lo suficientemente seca, apagó el aparato y lo guardó nuevamente en alguna parte de las profundidades del clóset, apagó las luces con un control remoto que se le otorgó con el departamento y dio un par de perezosos pisotones hacia su colchón, cayendo muerto en estos; Ni siquiera necesitaba cobija, terminaba sin ella todo el tiempo después de todo. Y, sinceramente, no pasó mucho tiempo después de que cerró sus ojos para quedarse dormido, exactamente, a las 5:52 de la tarde, con sus blancas y venosas manos colgando de su cama hacia la temperatura fría del piso.
  13. .
    Tbh el cabello de Stan es re hair goals; Like, mira esos rizos y ese cabello corto, I could never. Yo hago eso y me sale un afro o parezco un estropajo, cualquiera de esas dos o ambas al mismo tiempo. Literalmente, nunca digo nada acá excepto cuando quiero postear algunas fotos, pero realmente, tenía que hacerlo esta vez bc wow. Te ves re bonita, yes queen.

    Zafiro también se ve bonita <3
  14. .
    Tbh, varias cositas: Me convertí en la weona que se conecta cada cuatro años al foro y que encima de eso no postea nada cuando lo hace, pero quería pasarme acá de nuevo bc han pasado siglos desde la última vez que subí fotos y toda la cosa. Y además, al fin puedo tomarme fotos en paz, so. He aquí mi rostro otra vez por primera vez en años ahre.
    SPOILER (click to view)
    hit or miss, i guess they never miss, huh?


    Edited by Juukai. - 10/4/2019, 23:31
  15. .

    "Sorry, for not turning back. I'm sorry for selfish self of mine."

    - Sorry, by The Rose.



    Estaba realmente sorprendido con la sensación que recorría lo que parecía ser su cuerpo allá adentro, pues jamás había tenido una experiencia así en un sueño, por más raro que pareciese; El olor a tierra mezclada con lluvia llegaba a sus fosas nasales sin ver ni sentir la lluvia caer, se encontraba sentado en una banca encima de un islote diminuto que sólo soportaba esa banca, dos árboles que le llegaban a la cadera y un farol a medio encender que formaba un triángulo junto a los palos de árbol. La luz se encontraba así gracias a un atardecer en frente suyo, alzándose en un fuerte color naranja y unas pinceladas de color lila, viéndose reflejado como una copia encima del agua. El viento soplaba fuerte revolviendo su cabello y ropas, a la vez que molestaba un poco a sus claros ojos y le hacía frotarse los párpados con fuerza.

    Apenas terminó, parpadeó un poco y en seguida dio un respingo acompañado de un leve jadeo de sorpresa al ver a su costado supuestamente vacío en la banca. Y la verdad, su reacción no fue la más fuerte de todas; pues, de repente, una figura había tomado asiento a su lado. Era una mujer de apariencia joven y rasgos asiáticos que pudo diferenciar apenas vio sus ojos, cuyo iris era, en contraste, ridículamente claro al igual que su blanquecino cabello, largo y cegante ante los rayos solares. Su paleta de colores en general terminaba en aquella palidez que le hacía parecer un cadáver, aunque este no le dio miedo como debería, pues le miraba con gentileza a los ojos y había una leve sonrisa en sus labios.

    — No tengas miedo, no soy nada de lo que tengas que preocuparte. Además, no volveré a molestar ningún sueño que tengas. — Empezó, usando una dulce voz que hablaba en alguna lengua del oriente asiático, no estaba seguro de cuál. Pero por alguna razón, la estaba entendiendo perfectamente. — Así que posees manos que traen muerte a quien las toca y aún así tienes un corazón bueno, huh. ¿Quién fue el insensato que te creó? — Quiso fruncir el ceño y decirle que su creador era una persona muy inteligente, pero aún así se quedó callado. La mujer dio una pequeña risa llena de aire. — Y pensar que yo era considerada una cosa rara en mi época. Supongo que ahora no lo soy. — Se quedó callada y ambos se dedicaron a observar sus caras unos momentos. Por el lado de Adrian, no había mucho que analizar, pues ya había notado los detalles que le interesaban.

    — En todo caso... — Apartó su mirada y empezó a acomodar un poco su rojo kimono antes de continuar hablando. — ¿Alguna vez has visto a alguien tan alto como un árbol? ¿Tanto que tengas que alzar tu cabeza para siquiera poder ver sus ojos? — Un poco intrigado por ambas preguntas, negó lentamente. Y por alguna razón, otra sonrisa floreció en el pálido rostro contrario. — Oh, vaya. — Sonreía como si hubiese dicho algo mínimamente gracioso, a pesar de que no dijo nada. — Está bien, eres un buen chico. — Llevó su delgada mano hacia sus cabellos para luego revolverlos con un cariño casi maternal que hizo el color subir a sus mejillas y hacer que empezara a sentirse raro. No por nada relacionado con un sentimiento en concreto, sino más bien el saber que jamás estaría en una situación similar por el bien de cualquiera que dignase a tratar de tocarle. Se sentía tan real.

    Su invitada, a la cual no le había dicho ni una sola palabra, volvió a juntar ambas manos encima de su propio regazo, mirándole un poco pensativa. — Este sueño se va a derrumbar pronto, deberías saltar al agua antes de que lo haga. — Puso un poco de cabello detrás de su oreja y se levantó, caminando elegantemente hasta el borde del pequeño islote. Giró su rostro hacia atrás para poder verlo. — Adiós, cuidado con el lobo. — Regresó su mirada hacia el horizonte y dio un paso a la nada, cayendo adentro del agua y perdiéndose dentro de esta sin dejar rastro.

    Desconcertado, se quedó mirando a los dos lugares ahora vacíos. Tenía la boca abierta, y una horrible sensación pesada de déjà vu se instalaba a lo largo de todo su pensamiento. Sentía que esa mujer ya la había conocido desde hace mucho, pero no recordaba dónde, las circunstancias ni por qué. No podía darle más vueltas a eso o terminaría rompiéndose la cabeza demasiado. Por lo tanto, decidió pensar en otra cosa; a lo mejor, era cierto que el sueño en el que estaba caería pronto y que algo raro podría pasar si no despertaba pronto de ahí. Y aunque no quería irse de aquel lugar, tenía la sensación de que era mejor obedecer a lo que la mujer le había dicho.

    Así, se levantó de su asiento lenta y dudosamente, el cual se hundió en el suelo tan solo segundos después. Impresionado por esto, dio pasos rápidos hasta la orilla, asomándose un poco para ver cómo era a medida que el pequeño escenario detrás suyo se derrumbaba; a sus ojos, parecía agua normal, sólo que era tan clara que parecía un espejo, reflejando el cielo con unos toques brillantes, los cuales le daban el toque final de aparente textura líquida. Su análisis no duró mucho gracias a que la tierra sobre la que estaba parado empezó a partirse entre sonidos guturales, sobresaltándolo y haciendo, por error, que se cayera al agua y se perdiera adentro de esta.

    Y, sin embargo, al momento de traspasar la capa de agua se dio cuenta de que había sido vilmente engañado; Sólo la superficie era de textura líquida, y ahora se encontraba cayendo en una especie de vacío que tenía el cielo copiado una y otra vez. A pesar de que sentía una pesada sensación en todo su cuerpo, el furioso viento le hacía daño y no sabía cuándo iba a tocar el suelo (si había alguno cabe recalcar), estaba sorprendentemente calmado. No emitía casi ningún sonido que demostrara terror o algo parecido, sólo el sonido de su respiración dificultosa tratando de pasar y los mínimos jadeos que le producía el hecho de estar tiritando de frío. Tenía demasiado frío, y eso era en lo que estaba pensando.

    Estuvo así por un rato más hasta poder visualizar el suelo entre ese montón de nubes abrumadoras, y pensó un momento en que no quería sentir el impacto a la vez que por fin se le inyectaba un poco de miedo. Por suerte, no sintió el golpe.

    Antes de hacerlo, abrió sus ojos de par en par, encontrándose a sí mismo cara a cara con una gélida superficie que creía que ya era familiar. Un poco conmocionado, analizó el lugar con ansiedad, notando que era de madrugada ya que la matiz de morados del cielo se veían reflejados entre las cortinas y las blancas paredes de la habitación y más importante que todo, que estaba encima de un piso de cerámica. Despegó su mejilla con dificultad (y dolor, además) y se levantó con sus dos brazos, ahora sabiendo por qué sentía el frío calarle los huesos; al parecer, se había caído de la cama mientras dormía, no se había llevado ninguna frazada consigo, y lo peor de todo, se hallaba semidesnudo, sólo con una camiseta blanca encima.

    Quitó el cabello de su frente y se dirigió a su ropa, poniéndose mecánicamente todo de nuevo y, por consiguiente, retomó el calor que había perdido. Ahora, con su humor retomado nuevamente, sonrió por la satisfacción que le brindaba estar calentito y caminó hacia la ventana para abrir las cortinas y observar el paisaje. Oía solo unos cuantos pájaros cantando ya que era muy temprano aún, y aún así, le daban ganas de gritar un saludo para el planeta. Afortunadamente no lo hizo y simplemente se dio la vuelta con una risita y se retiró de la habitación.

    Se habría dirigido a lo que él identificó como una cocina la noche anterior muy rápidamente, pues tenía sueño y no le dio tanto tiempo de analizar todo su hospedaje. En todo caso, estaba ahí ahora porque la típica hambruna mañanera había alertado a su cerebro de su presencia, haciéndole empezar a esculcar entre cajones, vitrinas e incluso el refrigerador, el cual cerró rápidamente en un acto de disgusto. Lo que encontró adentro de lo demás no eran cosas tan interesantes en su mayoría; Café en un jarrón, azúcar adentro de un vaso, arroz en una bolsa, sal en un salero (lo cual le pareció obvio)... Y un cereal que, según leyó, estaba relleno de chocolate y tenía malvaviscos.

    Su rostro se iluminó al ver esto y se puso en puntillas levemente para alcanzar la caja, lográndolo y bajándola hacia el mesón que estaba tras su espalda. Abrió la bolsa con el contenido casi de inmediato y buscó un tazón para servir el cereal, encontrando uno en las gavetas del mesón. Lo sirvió, tomó el tazón y procedió a seguir viendo el lugar en busca de algo interesante que pudiese llevarse. No es que no tenga el valor básico de que robar está mal, sino que ya que no ha encontrado muchas personas (por no decir ninguna) no cree que esas cosas sean de alguien. Así, procedía a guardar cosas que atraían su vista de tiendas, casas e incluso lugares públicos. Tal vez sea cleptomanía, tal vez no. Aparte, él ya no tenía nada, de cierta forma no era malo que se llevara cosas.

    En todo caso, comía cereal como si fueran palomitas, caminando por cada estancia en busca de algo que le gustara o le pareciera necesario. El salón del lugar se veía algo deprimente, pues las cortinas blancas estaban cerradas, así que la luz del sol no pasaba directamente. Las plantas que había estaban completamente marchitas y muertas, probablemente porque nadie las había cuidado en mucho tiempo. Y había un desastre de revistas en el suelo, habían varios muebles tirados y una porcelana rota en mil pedazos. Las plantas y la porcelana le causaron algo de emoción, pero se retiró rápidamente porque ya tenía demasiadas revistas, no había leído todas.

    Así, se fue nuevamente echándose puñados de cereal a la boca, dando con el baño. Este lo cerró rápidamente después de echarle un vistazo, y lo único que le quedaba por ver era la habitación contigua al lugar donde había caído dormido ayer. Cuando abrió la puerta de un uniforme blanco, se quedó unos momentos más parado en el umbral de esta; Las paredes estaban pintadas de un lindo amarillo mostaza, había varios peluches en una repisa y unas cuantas muñecas en otra. El piso era alfombrado, el color que predominaba en los muebles era el blanco y había diferentes elementos color rosa, junto a una casa de muñecas tirada en el suelo. Llegó a la conclusión de que el cuarto era muy bonito, sonriendo ampliamente en deleite. Pero lo que más le gustó fue quien lo recibió apenas entró; Una linda foca bebé color blanco, de grandes ojos azules que brillaban, casi como si le hubiesen estado esperando por mucho tiempo encima de la verde cama del lugar. Se enamoró de esta rápidamente, se comió todo el cereal que le quedaba de una sentada y la abrazó fuertemente unos segundos después, tomándose la libertad de rodar de lado a lado con esta aún pegada a su pecho. Una vez se cansó de esto, decidió reposar ahí un momento, hundiendo sus dedos en el suave pelaje del animal de felpa. Y finalmente, se paró, tan solo para irse del lugar, aún hundiendo a la foca en su pecho.

    Buscó su equipaje en la otra habitación nuevamente, guardando a su nueva compañía con sus otros peluches, haciendo que tomara el lugar del animal que sacó para ser su acompañante ese día, el cual era otro animal marino; Un delfín rosado, que sabía que provenía del Amazonas, y eso sólo le tentó más a llevárselo en su momento. Volvió a cerrar la maleta, ahora listo para volver a emprender su viaje, saltando por la ventana que había roto la noche anterior en esa misma habitación después de lanzar su mochila por esta. Salió nuevamente a la calle, la cual estaba siendo inundada por el sol mañanero, golpeando gentilmente contra su piel. Y con su delfín siendo tomado de la cola por una de sus manos y con la agarradera de su equipaje, empezó a caminar hacia adelante con una leve sonrisa y sus celestes ojos brillando bajo los rayos del sol.

    A continuación, encontrarás un pequeño resumen de lo que hizo en el camino que había recorrido hasta ahora; Primeramente, se detuvo a admirar a una mariposa amarilla ya que esta revoloteó frente a sus ojos. Sacó su libreta un momento e hizo un boceto de esta, sentado en medio de la carretera. El insecto se movió hasta posarse en la punta de su nariz, y apenas observó que había puesto sus patas sobre su piel, se sacudió rápidamente antes de que fuera demasiado tarde. Lastimosamente, la mariposa revoloteó un par de veces hasta caer al asfalto, convulsionando hasta quedarse completamente inmóvil. Él, horrorizado, sólo pudo espectar esto, teniendo miedo de hacerle incluso aún más mal si la sostenía en sus palmas e intentaba ayudarla. Después de la impresión vino la tristeza, las lágrimas salieron sin piedad una sobre otra, haciéndole penar la muerte del efímero ente alado que fue traicionado por la dulzura de la esencia del chico. Así, terminó empapando las mangas que cubrían su rostro avergonzadas, llorando por un tiempo indeterminado en el que su mente se llenó de pensamientos malos, culpándose a sí mismo de brindarle muerte a otra vida. No era la primera vez, hubo otros animales pequeños que eran atraídos por su fachada y sin pensarlo mucho lo tocaban, obviamente encontrando un destino fatal frente a los ojos de Adrian. Pero nunca iba a dejar de echarse a llorar sólo por matar a algo sin querer, jamás se iba a dejar de culpar por no apartarse a tiempo. Y ahora, extrañaba a su creador más que antes, pues él tal vez podría revivir todo lo que había asesinado hasta ahora; Extrañaba oír cuando llegaba después de haberlo dejado por su cuenta algunos días, extrañaba que le contara algunas cosas sobre el mundo hacia el que ahora había escapado, extrañaba poder hablar con él. Se arrepentía un poco de haber salido sin su permiso, pues tal vez él estaba allá adentro, esperando su regreso con angustia y él estaba ahí afuera, de forma irresponsable, sin saber por dónde volver y sin otra opción que seguir adelante. Se sintió realmente triste, se sintió un tonto y un asesino por unos momentos. Pero al final se volvió a convencer a sí mismo que sólo eran cuestiones fisiológicas que él no podía controlar, y que todavía había esperanza de encontrar a su creador en algún lugar al que fuera. Con esto, pudo dejar de llorar de una vez por todas, hacerle una tumba improvisada a la mariposa bajo una linda hoja azul y una florecita naranja, recoger sus cosas y su delfín y seguir caminando hacia cualquier lugar, entre pequeñas pausas para dibujar, jugar por ahí y curiosear un poco.

    Entre esta acción, se metió adentro de unos matorrales al otro lado de la carretera, encontrándose toda clase de animales; Desde pájaros en las ramas de los árboles, bichos en las plantas, una liebre que le miraba cautelosamente a la distancia y un venado que saltó y se fue una vez le vio. Hizo un pequeño dibujo de la liebre en su mano con un bolígrafo que había en su bolsillo y siguió adelante, encontrando que al otro lado había otra carretera, en la cual había un gran auto que reconocía vagamente como un camión, luego recurriría al diccionario de imágenes a ver si estaba en lo correcto. De todas formas, le pareció ligeramente correcto entrar al vehículo y ver qué había, así que con unos cuantos saltitos se acercó a la puerta abierta de este, tan sólo para descubrir que había alguien ahí; Bajo la luz solar, pudo distinguir un rostro descubierto, un rostro que realmente se veía humano. Sin poder evitarlo, un pequeño jadeo asombrado se le salió junto a una amplia sonrisa hacia quien sea que estuviera ahí. ¡Había encontrado a la primera persona en todo este tiempo! Por alguna razón, se sentía muy emocionado, jamás había hablado con alguien más que su creador. No quería arruinarlo, así que iba a intentar lo más que pudiese en no ser molesto. La persona parecía haber estado durmiendo, supuso que no era muy apropiado ser muy ruidoso.

    — Ho-hola, ¿Estabas durmiendo? — Al momento de tartamudear, apretó con fuerza el pobre delfín detrás de su espalda, tratando de controlar los nervios que le entraron. — Espero no haberte molestado en un momento inapropiado. ¿Cómo estás? — Dio un gran suspiro mentalmente después de eso, su voz había sonado extremadamente temblorosa, tratando de mantenerse lo más audiblemente suave posible, llegando a sonar aniñado gracias a la entonación natural de su voz.

    Realmente no quería verse muy mal frente a su primera persona de afuera, no no.


    Edited by Juukai. - 9/6/2019, 01:42
148 replies since 19/9/2016
.