Posts written by RavenYoru

  1. .
    Género: Romance


    Personajes: Santiago, Gabriel



    Advertencias: Lemon, incesto.


    Autor: Yoru_SxY




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    – ¡Santiago!, ¿Estás listo?, ¡Nos vamos a casa de tu tío!

    La voz de una mujer se hizo escuchar en la casa. No pasó mucho antes de que un muchacho de aproximadamente unos dieciséis años de edad bajara las escaleras con una mochila colgada al hombro. Tenía el cabello rubio, haciendo juego con sus ojos color miel. Era alto, esbelto; había heredado todos los genes de su padre.

    –Llevo más de media hora listo. Tú eres la que va retrasada. –El chico miró a la mujer de arriba abajo con las dos manos en los bolsillos y la espalda recostada en la pared. Siempre que iban de visita a lo de su tío, su madre siempre preparaba un pastel y algunos bocadillos.

    Desde la muerte de su abuela, ella y su hermano de treinta años de edad, se habían vuelto muy unidos. Ellos se mudaron a las afueras de la ciudad cuando la madre de Santiago consiguió un trabajo estable. Gabriel ya tenía un buen trabajo, por lo que tuvo que quedarse en su ciudad natal.

    –Bueno…–La mujer de cabello negro y ojos marrones guardó el pastel y los bocadillos, para luego tomar su abrigo junto con las llaves de la camioneta. – ¡Nos vamos!

    El joven la siguió, arrastrando los pies. Le gustaba ir a visitar a su tío Gabo, pero odiaba levantarse temprano.
    Se subieron en la camioneta, comenzando el viaje que aproximadamente les llevaba una hora y media. Santiago se puso la capucha, ajustó el cinturón de seguridad, acomodándose en su asiento dispuesto a dormir.
    Finalmente, luego de un largo viaje llegaron a su ciudad natal. La madre del rubio le despertó luego de estacionar la camioneta. El menor se bajó, tomando la canasta con provisiones para luego seguir a su madre, quien corrió hasta el ascensor con una enorme sonrisa dibujada en el rostro. Se había cumplido un mes desde la última vez que habían ido de visita. El trabajo le había impedido ir a verlo como había estado haciendo cada fin de semana.

    – ¡Gabriel! – La mujer logró ver a su hermano parado frente al ascensor. Llevaba puesto un traje oscuro, los lentes y su maleta. Seguramente acababa de llegar del trabajo.

    –Leticia, llegaste justo a tiempo. –El hombre abrazó cariñosamente a su hermana.

    Santiago salió del ascensor unos instantes después, cargando la canasta junto con su mochila. Le sonrió de lado a su tío, desviando la mirada rápidamente. Aquel hombre siempre había conseguido intimidarle. Nunca se explicó el porqué, pero cada vez que se quedaban solos, una incomoda tensión se generaba en el ambiente, ambos quedaban en silencio y al final, uno de los dos terminaba por irse.
    Luego de aquella calurosa bienvenida, entraron en el apartamento de Gabriel. El rubio dejó la canasta encima de la mesa de la cocina, se quitó el abrigo para luego desplomarse en el sofá.
    Los hermanos continuaron conversando hasta que la noche se les vino encima, La cena dio lugar a las miles de anécdotas que juntos compartían cada vez que se reunían. Desde las travesuras que de niños solían hacer, hasta los celos de Gabriel cuando Leticia tuvo su primer novio. Nunca les faltaba tema de conversación.
    Santiago se levantó luego de compartir un rato con ellos. Le aburría estar demasiado tiempo junto a esos dos, casi nunca entraba en sus “conversaciones de adultos”.
    Sacó su móvil para enviarle un mensaje a uno de sus amigos. Esa noche habría fiesta en la disco que solía frecuentar antes de mudarse, le pareció mejor idea salir de fiesta antes de quedarse a escuchar las aburridas charlas de su madre y su tío. Subió a la habitación para cambiarse cuando su mejor amigo le respondió. Lo esperarían en la puerta de la disco en una hora.

    –Voy a salir. Los chicos me invitaron a una fiesta.

    Su madre lo miró con una ceja levantada. Gabriel solo desvió la vista, apoyando el mentón en su mano derecha.

    –Bien. No llegues tarde y ni se te ocurra beber.

    El menor asintió, despidiéndose de ambos antes de salir.
    5:15 a.m.
    El timbre sonó repetidas veces sobresaltando al morocho, quien dormía plácidamente en su cómoda cama de dos plazas. Se sentó de golpe, mirando su reloj. ¿Quién se atrevía a llamar a esas horas? Su sobrino tenía las llaves de la casa, podía entrar cuando quisiera sin necesidad de llamar. Imaginó que podía ser algún idiota que solo tenía ganas de molestar, así que se acostó nuevamente intentando conciliar el sueño. El timbre volvió a sonar una y otra vez, obligándolo a salir de la cama. Abrió la puerta dispuesto a lanzar una sarta de insultos cuando un grupo de unos cinco jovencitos arremetieron contra él, hablando todos al mismo tiempo. Su sobrino se encontraba en medio de la ronda, siendo sostenido por dos de ellos; tenía la ropa desarreglada, el cabello revuelto y un olor a alcohol terrible. Se frotó las sienes. En ese momento solo rogaba que su hermana no se hubiera despertado.

    –Lo siento…–Uno de los muchachos pasó al frente para tratar de explicarle lo que estaba sucediendo – Santi…bueno, él se tomó unas copas demás y comenzó a decir cosas sin sentido, así que decidimos traerlo. Él nos dio esta dirección. Dijo que era de un pariente.

    – ¿Qué clase de cosas…?–El morocho cargó a su sobrino como si de una alfombra vieja se tratase; dos de las chicas lo observaron de arriba abajo, comiéndoselo con la mirada. Lo cierto era que para ser un hombre de treinta años se veía bastante bien: La musculosa negra se ajustaba perfectamente a su cuerpo marcándole cada músculo, dejando también sus fuertes brazos y parte de su pecho al descubierto. Su cabello caía revuelto sobre su rostro, portador de unos hermosos ojos pardos, iguales a los de su hermana.

    –Cosas como que estaba enamorado de su tío…–El muchacho hizo una pausa, rascándose la cabeza. – ni siquiera sabía que tenía un tío. Casi nunca nos dice nada sobre su familia. ¿Tú lo conoces?

    –Yo soy su tío.

    Todos hicieron silencio durante unos momentos. El chico se mordió el labio, había hablado demasiado. Si Santiago se enteraba seguramente querría matarlo, pero… ¡No había sido su culpa! Para empezar, fue él quien bajo los efectos de unas cuantas cervezas comenzó a gritar delante de todo el mundo que su tío estaba buenísimo. No mintió… pero esa clase de cosas no se dicen como si fuera algo normal.

    –Bueno…nosotros ya nos vamos… lamentamos molestar a estas horas. Cuide bien de él. ¿Sí? Hasta mañana…

    Sin darle chance siquiera a despedirse, los jóvenes salieron como disparados hacia el ascensor, chocándose los unos con los otros. Gabriel cerró la puerta, girando la llave dentro de la cerradura. Llevó al chico hasta su habitación, dejándolo caer sobre la cama.

    –Tío Gabo… –El rubio se incorporó, abrazando a su tío por la espalda.

    –Habla bajo…Si tu madre se entera de que tomaste se te va a armar un escándalo de película.

    –Me…me gustas, me gustas mucho…

    Gabriel chasqueó la lengua. ¿Cómo se le ocurría decir algo así en un momento como ese?

    –Escucha, mocoso… no puedes andar diciendo una cosa como esa a todo el que se te cruza, menos a mí. Soy tu tío, joder. Quítate esa idea de la cabeza.

    –Pero me gustas, ¡no estoy mintiendo! –el rubio se abalanzó sobre el mayor, tratando de besarlo; el morocho ladeó el rostro esquivándolo. Lo apoyó contra la pared, comenzando a quitarle la camisa para ponerle el pijama. Aquel chiquillo insolente lo traía confundido desde hacía tiempo, pero se vio obligado a luchar contra sus sentimientos debido al lazo sanguíneo que los unía.

    –Cállate… – terminó de quitarle la camisa, dejándola caer a un lado de donde estaban. –Anda, vamos a ponerte algo cómodo para dormir.

    El de ojos ámbar rodeó el cuello del mayor con sus brazos, acercándole el rostro. Gabriel no atinó a detenerlo antes de que sus labios se juntaran; el beso duró unos instantes hasta que el morocho se alejó bruscamente cuando la situación comenzaba a írsele de las manos.

    –Estoy duro, tío Gabo… –el rubio llevó una de sus manos hasta su miembro comenzando a tocarse por encima del jean. El morocho se mordió el labio, su sentido común estaba comenzando a fallarle. Cada provocación de su sobrino lo volvía loco, pero debía controlarse si no quería meterse en un problema serio.

    –Detente… – cerró sus ojos, pasándose la yema de los dedos por el puente de la nariz –Esto no… no puede estar pasando. Soy tu tío, soy mayor que tú y estás borracho…

    –Maldición, sé que tú quieres hacerlo. – El menor se acercó al oído del de ojos pardos. –Fóllame…

    Aquellas palabras fueron más que suficientes para enloquecerle.
    Gabriel tomó al rubio de los hombros, colocándolo de cara contra la pared. Le desprendió rápidamente el jean, bajándolo hasta la altura de sus muslos mientras dejaba un recorrido de besos en su nuca. El menor disfrutaba de las atenciones de tu tío, refregando el trasero contra la hombría de este para provocarle aún más. El mayor resopló en la nuca del de ojos ámbar, causándole un escalofrío que le recorrió la espalda. Deslizó sus manos hasta la hombría de su sobrino, comenzando a masturbarlo lentamente entretanto iba deshaciéndose de su propia ropa. Se bajó los pantalones, dejándolos caer hasta el suelo mientras continuaba con aquel masaje que hacía que el menor jadeara, pidiéndole más.

    –Eres un chiquillo goloso, ¿eh?– susurró en su oído sosteniendo las caderas del menor. Apoyó la punta de su miembro en la estrecha entrada de este, Santiago se quejó, pegando un salto hacia adelante. Gabriel lo acorraló con su cuerpo, haciendo presión; jadeó pesadamente al notar como aquella estrecha cavidad iba succionándolo de a poco; El rubio se quejó nuevamente, mordiéndose el labio inferior, aquella intromisión había sido demasiado violenta para él, su tío estaba demasiado caliente como para permitirle acostumbrarse.

    Pronto la habitación se colmó de gemidos; Santiago apoyó las manos contra la pared mientras Gabriel lo embestía con rudeza. Le era difícil no gemir cuando sentía la hombría del morocho golpear aquella parte de su cuerpo que lo hacía enloquecer. Las estocadas continuaron una y otra vez. El morocho arremetía contra el menor, dejándose llevar por la pasión y las ganas que desde hacía tiempo lo traían bastante confundido. El rubio contrajo los músculos, anunciando con un gemido ronco que el orgasmo estaba cerca. El mayor continuó con las embestidas, masturbándole con rudeza hasta que, finalmente la semilla de su sobrino empapó sus manos, manchando también el suelo. Gabriel continuó moviéndose un poco más, llegando también al éxtasis. Sacó lentamente su miembro del interior del rubio, dejando que su esperma se escapara, escurriéndose por los muslos del muchacho. Suspiró pesadamente, cubriéndose la cara con las dos manos. ¿Qué rayos había hecho?
    La noche desapareció dejándole paso a un cálido amanecer. Los débiles rayos del sol se filtraban traviesos a través de las cortinas que cubrían el ventanal de la habitación del morocho, quien descansaba plácidamente junto a su sobrino. Abrió sus ojos con pesadez, mirando al rubio. Aún era temprano, así que le permitió dormir un rato más. Le acarició el cabello, observando detenidamente sus delicadas facciones; aún no podía creer lo mucho que había crecido. Besó su mejilla para luego levantarse, con cuidado de no despertarlo. Las cosas se habían dado de esa manera, ya no habría vuelta atrás. Lo había hecho con su sobrino de dieciséis años, y sería algo que ambos se llevarían a la tumba. Se metió al baño, dispuesto a ducharse. Giró el grifo, dejando que el agua fría se llevara todo vestigio de lo sucedido la noche anterior. Tendría que armarse de valor para mirar a su hermana a la cara y además dejar las cosas en claro con su sobrino.
    Terminó de ducharse y volvió a su habitación para buscar algo de ropa. El rubio se había apoderado por completo de la cama; con ambas manos y piernas abiertas descansaba tranquilamente con aquella expresión relajada que solía tener de niño. Se colocó una musculosa y un deportivo luego de secarse el cabello. Se vistió rápidamente sin hacer demasiado ruido para luego salir del apartamento a hacer su rutina diaria de ejercicios. Le iría bien despejar la cabeza.


    11: 30 a.m


    El morocho volvió a su apartamento luego de pasarse prácticamente toda la mañana dando vueltas. Entró, sonriendo al ver a su hermana en la cocina preparando el desayuno. Besó su mejilla en señal de saludo, sentándose en la mesa mientras se secaba el sudor con una toalla pequeña. Leticia terminó de preparar el desayuno: unas tostadas con mermelada de durazno y jugo de naranja. Se sentó frente a Gabriel luego de dejar la bandeja sobre la mesa, cuando Santiago apareció. Llevaba una musculosa que su tío le había prestado, unos deportivos que se sostenían apenas sobre sus caderas, dejando entre ver el elástico del bóxer. Su cabello revuelto caía en puntas sobre su rostro, cubriéndole ligeramente las mejillas sonrojadas.

    –Buenos días… –susurró rascándose la nuca.

    –Al fin, dormilón… ¿Cómo te fue anoche? No te escuche llegar.

    –Bien… –el rubio miró a su tío de reojo, acercándose a la bandeja que contenía las tostadas. No se atrevía a mirarlo a la cara.

    –Me alegro. –La mujer se levantó de la mesa luego de terminarse su desayuno. –Iré a comprar algunas cosas para el almuerzo. Aún no sé de que vives, Gabriel. Tu refrigerador está vacío. – Rió mientras revolvía los bolsillos de su abrigo para asegurarse de que su billetera estuviera allí. –Bueno, me voy. ¡Pórtense bien, chicos!–Sin más, salió de la casa dejando a los dos en un incómodo silencio.

    –Oye…–La voz gruesa del mayor irrumpió el silencio, haciendo sobresaltar al rubio. –Lo de ayer…

    –Tranquilo, no le diré…–Santiago desvió la mirada concentrándola en su desayuno. Estaba nervioso.

    –No es eso… –El mayor se pasó la mano por la cara, pensándose bien lo que iba a decir a continuación. – No quiero que las cosas cambien entre nosotros. Lo que pasó anoche fue algo que… se nos salió de control, a ambos. Vas a seguir viniendo a visitarme. No quiero que el ambiente este tenso entre nosotros.

    – ¿Pretendes que lo olvide? – Santiago se levantó. Aquello le parecía algo absurdo, era imposible olvidar algo como eso, había un sentimiento de por medio. Pero también era consciente del escándalo que se armaría si su madre llegara a saberlo. Respiró profundo, desviando la vista antes de continuar hablando. –Bien, olvidémoslo.

    El menor salió de la cocina antes de que el morocho pudiera objetar algo más. Estaba confundido. Su tío había sido demasiado duro con él. A pesar de que sabía que aquello no era lo correcto, se negaba a olvidar todo y seguir actuando como si nada hubiese pasado. Se metió en la habitación para ordenar sus cosas ya que esa misma tarde regresaba a su casa. Gabriel decidió no continuar con el tema, sabía que había sido un poco injusto, pero lo mejor era que las cosas se quedaran así. Su hermana regresó una hora más tarde cargando unas cuantas bolsas, siempre solía surtirle el refrigerador antes de irse.
    La tarde transcurrió tranquila, los tres compartieron el almuerzo y pasaron el rato hasta que finalmente llegó la hora de irse.

    – ¿Cuándo vuelven? –El morocho se encontraba parado junto a su hermana.

    –Cuando mi trabajo me dé chance –Besó la mejilla de su hermano con ternura, para luego subirse a su camioneta. –Te llamo cuando lleguemos. Cuídate mucho, Gabo.

    Santiago se había metido primero, por lo que solo se limitó a mirar a su tío a través de la ventana. Sería difícil seguir viniendo de visita después de lo de la noche anterior. Se maldijo por dentro. ¿Por qué había tenido que abrir la boca? No podía culpar a su tío por algo que él mismo había causado.
    La camioneta arrancó, el rubio observó al morocho por el espejo retrovisor, hasta que desapareció en la lejanía.

    –“Es mejor así…” –se dijo a sí mismo, cerrando sus ojos.





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    ¡Hola! Les traigo algo nuevo, con nuevos personajes, e incluso lemon XD no suelo hacer este tipo de fics, pero esta vez haré una excepción.

    Vamos a ver que tal les parece. Si les gusta subo continuación.

    Espero sus comentarios.


    Saludos~
  2. .
    -¿Qué…?

    -No pude besarla, ni siquiera pude decirle que me gustaba…-Su rostro aún estaba oculto en su cuello.

    -Tranquilízate, ¿Por qué no pudiste?

    El rubio tragó saliva, dispuesto a descargar todo el valor que había juntado para soltarlo con las siguientes palabras.

    -Porque no quiero besar a nadie más. Porque tú…me gustas mucho, y aunque no me correspondas necesitaba que lo supieras. Cuando fui a declararme recordé el beso de ayer y…no pude hacerlo. Lo siento.

    El de ojos grises sonrió satisfecho. Así que…al final si se había declarado ese día. No a la persona que esperaba, pero lo había hecho.

    -¿Por qué lo sientes? Tonto… -Se separó de él, obligándolo a mirarle. Acercó su rostro al del chico, depositándole un suave beso. Yoru cerró sus ojos dejándose hacer, había echado de menos aquel contacto.

    El morocho lo llevó hasta el sofá, donde ambos se recostaron. Un nuevo beso nació de sus labios, comenzando suave, sutil como una caricia.

    Yoru buscó la lengua de su amigo con la suya, Sora jadeó, acariciando las mejillas del rubio con el dorso de la mano, había aprendido realmente rápido a besar. Comenzó a desprender la camisa del de ojos ámbar con suavidad mientras sus labios continuaban con aquel ritual interminable; Las manos del rubio recorrían ansiosas la espalda del morocho, que apenas se cubría bajo la delgada tela de la musculosa que llevaba puesta.

    -Yoru… -El morocho pronunció el nombre de su amigo en un susurro ronco. Terminó de quitarle la camisa y comenzó a acariciar su abdomen entretanto iba dejando besos por todo su cuello. Quería ser dueño de todo, de su primer beso, así como también de su primera vez. Continuó bajando, dejando un recorrido de besos por su pecho y abdomen, el rubio observaba extasiado cada movimiento de su compañero con las mejillas rojas. Sora continuó bajando hasta llegar a su entrepierna, aquella zona ya despierta que necesitaba a rabiar un poco de atención.

    Sora bajó sus pantalones comenzando a masajearlo con suavidad por encima de la ropa interior, mientras le arrebataba a nueva cuenta los labios al rubio, ahogando sus gemidos. Yoru se retorcía bajo el cuerpo de su amigo, sintiendo las correntadas de placer que nacían en su vientre y se extendían por todo su cuerpo. Necesitaba más, quería que Sora lo tocara.

    -Sora… -Tomó su rostro con las dos manos – Enséñame a hacer el amor…

    El aludido sonrió, apoyando la frente en el pecho del chico. ¿Que le enseñara? Se saltearía el teórico y le daría con gusto la clase práctica.

    -Bien…comencemos… -su voz se tornó ronca y susurrante. Se quitó la musculosa, dejándola caer a un lado del sofá junto con la camisa de Yoru. Deslizó sus manos debajo de los boxers de su amigo, comenzando a estimularlo de forma directa.

    Yoru dejó escapar un gemido. El morocho continuó con su trabajo, masturbándolo lentamente mientras se iba deshaciendo del resto de su ropa. Sabía que debía prepararlo antes de comenzar, de lo contrario iba a hacerle daño. Llevó un dedo hasta su boca para humedecerlo mientras se acomodaba entre las piernas del chico. El rubio contrajo los músculos al sentir aquel dedo intruso jugar en su entrada, todo aquello era nuevo para él.

    -Relájate… -Sora continuó moviendo su dedo, hasta que la entrada del joven se dilató lo suficiente para ingresar el segundo.

    El de ojos ámbar ahogó un gemido, removiéndose sobre el sofá. Su interior se acostumbró rápidamente a los dos intrusos, Sora continuó moviéndolos hasta que Yoru lo detuvo.

    -Házmelo…

    El morocho acató las órdenes de su amante. Colocó la punta de su miembro en la dilatada entrada del chico, presionando con suavidad. Su interior succionaba con fuerza, arrancándole roncos gemidos; Sora comenzó a mover sus caderas mientras continuaba estimulando al rubio con su mano libre, Yoru rodeó su cintura con sus piernas obligándole a ir más profundo.

    Ambos perdieron la cordura. Entre besos y caricias sus cuerpos se fundieron formando uno solo. La sala se había colmado de gemidos roncos y jadeos, aquel sofá fue el único testigo de su encuentro.

    -¡Me…me vengo…! –El rubio anunció el inminente orgasmo que comenzaba a sacudirle.

    El morocho aumentó el ritmo de sus embestidas hasta que ambos terminaron al unísono, gimiendo el nombre del otro.

    Sora besó los labios de su amigo con gentileza, dedicándole una sonrisa cómplice. El rubio correspondió, apartando los mechones oscuros de su frente húmeda por el sudor. Estaban exhaustos, de nuevo habían perdido la noción del tiempo. El de ojos grises se recostó junto al rubio, besando su mejilla con ternura. No pasó mucho antes de que ambos cayeran dormidos.



    ¿Cómo es que habían llegado a eso?

    Tal vez el sentimiento que ambos tenían dormido en su interior y despertó con ese beso. El beso que comenzó siendo destinado a alguien más, pero acabó siendo arrebatado por su verdadero dueño.


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    Bueno, hasta aquí este fic. No lo subi en seguida porque tuve que salir volando de casa xD de echo aún faltaban cosas por editar. Agradezco enormemente los comentarios, cada vez que los leo me entusiasmo para seguir. Pronto estaré subiendo algo nuevo, cuando mi imaginación coopere conmigo xD

    ¡Saludos!
  3. .
    Género: Romance, humor


    Personajes: Sora, Yoru



    Advertencias: Lemon


    Autor: Yoru_SxY


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    Capítulo 1

    -Necesito hablar contigo, ¡Es urgente! –La voz del muchacho se escuchaba un tanto nerviosa.

    -Tranquilo, Yoru, ¿No puedes decírmelo por teléfono?

    -Te dije que no, es un tema delicado. ¿Puedo ir a tu casa hoy?

    -Claro. Estoy libre hoy. Nos vemos.

    Llamada terminada.

    El morocho dejó caer el móvil sobre la cama para continuar vistiéndose. Acababa de salir de la ducha cuando el aparato comenzó a sonar insistente sobre su mesita de luz. Sabía que era su mejor amigo, ya que tenía un tono especial para él.
    Aún con la toalla en la cabeza salió de su habitación. Luego de prepararse un sándwich encendió la televisión. Seguramente Yoru no tardaría en llegar.
    Exactamente diez minutos luego de aquello, escucho a alguien golpear la puerta.

    Yoru estaba esperándolo en la entrada, pero esta vez su expresión había cambiado. En lugar de una amplia sonrisa tenía el ceño fruncido y las mejillas ligeramente coloradas. Sora alzó una ceja. ¿Qué rayos le habría pasado?

    -Buenos días…-besó su mejilla.

    -Buenos para ti…-chasqueó la lengua

    Sora rió, revolviendo los dorados cabellos de su amigo.

    -¿Vas a contarme?

    El rubio guardó silencio. A pesar de tener veintitrés años era un muchacho muy tímido, Sora era la única persona que sabía absolutamente todo de él, por eso le había pedido ayuda.

    -Me gusta una chica. – Soltó, desviando la vista.

    Sora abrió sus ojos de par en par, sonriendo.

    -¿Hablas en serio? Vaya, esto si que es una sorpresa. ¿Quién es la afortunada?

    -¡Eso no importa! La cosa es que…necesito tu ayuda…

    Bien, las cosas iban en serio esta vez.
    -Entremos.

    El chico obedeció, cerrando la puerta luego de ingresar en su casa. Se sentó en el sofá, esperando que el otro comenzara con las preguntas embarazosas. Aquel tema realmente lo tenía preocupado, ya que, esta vez estaba dispuesto a declararse.

    -Bien… -El morocho le trajo un vaso de zumo de naranja y un sándwich, aprovechó también para prepararse otro él, aún no había almorzado. – Cuéntamelo todo.

    Yoru tomó un sorbo de jugo luego de morder su sándwich, bajo la mirada atenta de su amigo, quien esperaba ansioso. Respiró profundo, intentando calmar sus nervios hasta que, finalmente se decidió a hablar.

    -Verás… ¿Recuerdas la chica que me prestó los apuntes la semana pasada? -el otro asintió- Bueno, ella es…
    -Es una chica muy bonita – Sora continuaba comiendo mientras sus ojos grises escudriñaban los dorados de su amigo, aún no comprendía en qué podía serle útil.

    -Lo es. –Yoru hizo una breve pausa para acabarse el último pedazo de sándwich que ayudó a bajar con un sorbo de jugo – Necesito que me des un par de consejos. Quiero hacérselo saber, pero nunca me confesé a nadie, además…

    -¿Además…?

    -No se besar.

    Las últimas palabras hicieron que el morocho se atorara. Yoru se cubrió la cara con una mano, tratando de ocultar el sonrojo que había llegado hasta sus orejas.

    -¿Cómo puedo ayudarte…? –preguntó con la voz ronca, luego de toser un buen rato.

    -Bueno… enséñame a hacerlo. Tú has besado a muchas chicas.

    Bien, aquello si que lo había tomado por sorpresa. ¿Cómo pretendía Yoru que le enseñara a besar? Es cierto, él ya había tenido varias novias y podría decirse que era un experto en besos, sin embargo aquello no era como las materias de la universidad, no existía un teórico, solo…la parte práctica. Se acomodó en su lugar intentando guardar la calma. Yoru estaba a punto de entrar en pánico, si su amigo se negaba a ayudarle estaba perdido, realmente quería declararle sus sentimientos a esa chica de una forma diferente a las demás, con un beso.
    -Bueno… -Infló las mejillas intentando darle una explicación coherente – Solo tienes que…mover los labios y dejarte llevar.

    La cara de Yoru le había dejado claro que no había entendido…

    -¿Cómo esperas que aprenda con esa explicación tan patética…?

    Sora chasqueó la lengua con el ceño fruncido.

    -¡No se como explicarte! Tendría que hacerlo para que entendieras…

    Ambos jóvenes guardaron silencio. El ambiente se tornó tan tenso que hasta podía tocarse. Yoru se acabó el jugo en un santiamén, Sora solo jugaba con los dedos mientras miraba algún punto fijo en la pared. No era que le molestara besar a un chico, el rubio era su mejor amigo, haría todo por él, incluso…¿besarlo?
    El de ojos ámbar se aclaró la garganta, pensándoselo dos veces antes de abrir la boca.

    -Entonces…¿Qué hacemos…?

    El morocho lo miró incrédulo. ¿De verdad quería que él le diera su primer beso? Se acercó un poco, mirándolo con el ceño aún fruncido pero esta vez las mejillas teñidas de carmín. Tragó saliva, preparándose para darle algunas indicaciones antes de comenzar con el famoso practico.

    -Es…escucha… tú solo sígueme, ¿De acuerdo? Cierra tus ojos y… déjate…déjate llevar. Si, eso… -Suspiró, tomando el rostro de su amigo entre sus manos y finalmente le besó.

    Un beso casto, inocente.

    Yoru cerró sus ojos, siguiendo las instrucciones del morocho. Las manos le temblaban, su corazón palpitaba tan rápido como cuando veía a aquella chica que tanto le gustaba.

    Los labios de Sora comenzaron a moverse encima de los suyos de forma lenta y pausada, como si quisiera darle tiempo al otro para memorizarse los movimientos. Se rosaban apenas en dulces caricias que iban haciéndose un poco más profundas. El rubio entre abrió la boca, dándole paso al morocho para que este metiera su lengua. Yoru se sobresaltó, a lo que Sora se detuvo de inmediato.

    -¿Qué sucede…? – Lo observó preocupado, mordiéndose el labio inferior. - ¿Hice algo mal…?

    -¡No! –El rubio se apresuró a responder- Ibas genial… solo…estoy un tanto nervioso…¿Qué debo hacer con la lengua? – Se sentía estúpido

    haciendo semejantes preguntas a su edad, pero debía aprender de una buena vez, y de alguna manera sentía que su amigo era el más indicado para enseñarle. Además…de pronto comenzaba a sentirse bastante agradable.
    Sora se acercó de nuevo a su rostro, sonriéndole. Tomó su mentón con delicadeza, mirándole a los ojos.

    -Deja que se acaricie con la mía…-Sin dar lugar a más charla, volvió a besarle. Esta vez se apoderó de sus labios de forma posesiva, un beso apasionado.

    Su lengua se metió intrusa dentro de la boca de Yoru, quien trataba de seguirle el ritmo dejándose llevar. Pronto sus lenguas comenzaron un travieso juego de caricias, roces que les provocaban un escalofrío agradable. Rompieron el beso cuando pasaron unos minutos de aquel encuentro. Habían perdido la noción del tiempo, aquello había sido más que una practica.
    Sora sonrió, Yoru desvió la mirada avergonzado.

    -Yo…¿Lo hice bien…?-Su voz sonaba insegura

    -No estuvo mal para ser la primera vez. Lo hiciste de maravilla. Aprendes rápido.

    El silencio volvió a reinar en la habitación.

    Exactamente…¿Qué había sido eso…?

    -Mañana después de clases pienso encontrarme con ella…le diré mis sentimientos y…la besaré.

    -Bien. – El morocho se alejó de su amigo, apoyando la espalda en el respaldo del sofá. – Te deseo suerte, luego me cuentas como te ha ido, a ver si mis clases te sirvieron. – Ladeó el rostro para sonreírle, temiendo que el otro notara la falsedad de aquel gesto. No le agradaba que esa chica fuera la dueña de sus sentimientos. Nunca le había agradado la idea de compartir a su mejor amigo con nadie, por eso estaba contento de que él no tuviera novia. Pero aquel sentimiento era egoísta, por eso jamás se lo había hecho saber. Él quería lo mejor para Yoru, quería que fuera feliz.

    -Gracias por todo…-el rubio se acercó a su amigo, recostando la cabeza en su hombro- Tendré que darte una buena recompensa por esto. –Rió.

    -Solo ve con esa chica y cómele la boca… -Se mordió el labio para luego reír. Esconder aquel sentimiento que había nacido dentro de él estaba costándole cada vez más. El besarlo no había ayudado en nada.

    El rubio sonrió, golpeando su brazo con suavidad luego de separarse. Notó que su amigo no tenía el entusiasmo de antes. Él también se sentía extraño por lo que acababa de pasar, era entendible. No cualquiera se atreve a besar a su mejor amigo. Titubeó antes de preguntar. Temía incomodarle.

    -Oye, Sora…

    -¿Quieres algo de comer? Muero de hambre… me pusiste tan histérico que ni siquiera almorcé. –El morocho se levantó rápidamente del sofá y se metió en la cocina, dejando al otro con la palabra en la boca. Estaba claro que iba a evadir el tema a toda costa. ¿Qué iba a decirle? Ni él mismo sabía que estaba pasando por su cabeza.

    La tarde se les pasó volando entre charlas y risas, Yoru se despidió de su amigo con un beso en la mejilla y un caluroso abrazo cuando las calles apenas se iluminaban por los faroles. Siempre se les iba el tiempo cuando estaban juntos.
    El de ojos grises recogió los platos, los dejó sobre el lavabo y se metió en su habitación. Quería dormir, olvidar todo y descansar.
    Un nuevo día se asomaba por la ventana del rubio, quien se levantó con ánimos. Ese sería su día especial. Se duchó rápidamente, se puso una camisa negra, un jean azul, se desordenó el cabello y salió de su casa luego de colgarse la mochila al hombro. Le sorprendió no encontrarse con su amigo de camino a la universidad, como vivían cerca todos los días se cruzaban y llegaban juntos. Lo vio sentado en el rincón de siempre cuando entró a clases. Se encontraba mirando por la ventana tan distraído que ni siquiera había notado su presencia.

    -¡Sora! – Se sentó junto a él – Baja a tierra, ¿Estás dormido?

    -Campeón – El morocho se apresuró a saludarlo – Buenos días. Estás radiante hoy. ¿Listo para confesarte?
    Yoru golpeó su brazo, mirando para todas partes nervioso.

    -¡Calla!

    Ambos rieron.

    La clase comenzó luego de unos minutos, cuando el profesor llegó. Ninguno de los dos habló del tema en toda la jornada.
    Finalmente, la hora tan esperada llegó. El timbre anunció el final de la clase, todos salieron del salón.

    -Anda, ve por ella… -Sora le animó, Yoru estaba a punto de colapsar debido a los nervios.

    Asintió, caminando hasta la chica. Hablaron durante un rato y salieron juntos de la clase. Sora le saludó antes de irse, susurrando un “estaré esperando” que solo su amigo pudo escuchar.

    Allí estaba. Con la chica de sus sueños frente a él, esperando ansiosa aquello tan importante que Yoru quería decirle.
    Llevaba enamorada de él desde el año pasado, pero no había tenido el valor de decírselo. Se aceleró de solo pensar que él correspondería sus sentimientos.

    -Verás…-comenzó el rubio, titubeando. –Yo… quería decirte que… -Al instante vinieron los recuerdos del beso que había compartido con su amigo, aquel beso inocente pero profundo, lleno de sentimientos. Echaba de menos sus labios, no quería besar a nadie más. Su cabeza comenzó a darle vueltas.

    -¿Yoru…? – La muchacha le animó a seguir.

    -Lo siento…tengo que irme…

    Sin más, salió corriendo hacia la salida, dejando a la jovencita confundida.

    No había podido ni siquiera confesarle sus sentimientos.
    Sus piernas le flaquearon justo cuando llegó a la puerta de la casa de Sora. Golpeó repetidas veces hasta que el morocho se asomó. Se aferró a su cintura escondiendo el rostro en su pecho. Sora correspondió el abrazo confundido, cerrando la puerta.

    -¿Qué pasó? –Espero unos instantes hasta que el otro recuperara el aliento.

    -No pude hacerlo…


    Edited by Yoru_SxY - 28/7/2012, 18:22
  4. .
    Peque! Pensé que sería triste pero al final terminó feliz. El mensaje transmitido es lindo. Me gustó ^^ es obvio que como todo "principiante" para decirlo así habrá muchas cosas que mejorar, pero tienes imaginacion y sabes expresar los sentimientos. Me gustó, ojalá sigas escribiendo ^^
  5. .
    Tristísimo. Quieres matarme de un ataque de depresión. Pero está precioso. te felicito, peque. Me gustó muchísimo.
  6. .
    QUOTE (Sora_SxY @ 13/7/2012, 02:43) 
    QUOTE (Yoru_SxY @ 13/7/2012, 02:24) 
    Holas -w- a que todo el mundo sube fotos suyas, y por lo que ví cierto rubio ya me estuvo promocionando ¬¬ acá dejo algunas de las últimas fotos que me saqué -w- Es agradable conocer las caras de las personas con las que seguramente crucé palabra alguna vez...

    Bueno, me fui...

    Saludos!



    Novio hermoso y apuesto y sexy y askdjaslkdjaskldjas y que está más fuerte que sopapo de gorila. Te amo~

    Bueeeeeeeno... gracias rubio, siempre sabes como hacer que se me levante el ego... Te amo más ~ y por cierto, vos también estás buenísimo

    -////////-
  7. .
    Holas -w- a que todo el mundo sube fotos suyas, y por lo que ví cierto rubio ya me estuvo promocionando ¬¬ acá dejo algunas de las últimas fotos que me saqué -w- Es agradable conocer las caras de las personas con las que seguramente crucé palabra alguna vez...

    Bueno, me fui...

    Saludos!


    SPOILER (click to view)
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  8. .
    Género: Romance


    Personajes: Sora, Yoru



    Advertencias: Lemon


    Autor: Yoru_SxY



    *******************************************************************

    Recuerdos...



    Sus manos recorrían ansiosas su propio cuerpo, su boca entre abierta dejaba escapar suaves jadeos, mientras su mente dibujaba la imagen de aquel a quien deseaba tanto. Bajó una de sus manos hasta su pantalón, rosándose apenas la entrepierna que iba despertándose de a poco con cada caricia sutil que iba regalándose a si mismo. El sabía que no era lo mismo sentir su propia mano que sentir la mano de él, pero necesitaba calmar sus ganas o iba a volverse loco.

    Apoyó su espalda contra la pared, entrecerrando sus ojos mientras continuaba estimulándose; deseaba más que nunca que aquella persona estuviera con él en ese momento, lo echaba de menos, extrañaba sentir su olor, sus besos, sus caricias. Deseaba tocarlo y sentir sus gemidos cuando sus cuerpos se rosaban, pero aún faltaban varios días para que volvieran a verse.

    Sus manos comenzaron a moverse más rápidamente, su cuerpo se retorcía de placer mientras que sus labios repetían una y otra vez su nombre. A su mente regresaban los recuerdos de las incontables veces que juntos habían alcanzado el cielo y también habían tocado el infierno en sus encuentros.

    Las correntadas de placer ya comenzaban a subir por su vientre, erizándole la piel. Sentía deseos de gemir alto, pero temía que alguien lo escuchara. Continuó moviendo su mano, hasta que finalmente, el tan ansiado orgasmo sacudió su cuerpo, llevándolo al éxtasis. Sus manos se empaparon completamente con su semilla, su corazón latía con fuerza y le faltaba el aire. Recostó su cabeza contra la pared sonriendo, aún no entendía como Yoru conseguía enloquecerlo hasta ese punto.

    Se recostó en la cama después de limpiarse, y con esa misma sonrisa cerró sus ojos dispuesto a descansar. Estaba perdido, él lo sabía. Pero aún así se sentía feliz. Por fin había encontrado a esa persona tan especial que lo hacía vibrar con tan solo un simple recuerdo.



    ********************************************************************

    Hmm, después de un tiempo de no subir nada, traigo un drabble, extremadamente corto. Fue algo que se me ocurrio en el momento, está dedicado a mi ángel, Sora_SxY te amo, ojalá que los días pasen rápido ♥ Bueno, me despido. Desde ya gracias a todo el que lea, espero sus comentarios.

    Saludos.
  9. .
    Vaya, ¡Genial! Este tema si que me interesa. Siempre tuve problemas con los guiones y demás, la verdad es que trate de muchas formas pero nunca conseguí hacerlos largos. Se que es un error pero ahora que se como hacerlos ya no volveré a cometerlo. Y con respecto a lo otro, también es muy útil, siempre se aprenden cosas nuevas.

    Gracias!

    Saludos~
  10. .
    Género: Romance


    Personajes: Sora, Yoru



    Advertencias: Lemon muy lemonoso~ XD



    Autor: Yoru_SxY


    *******************************************************************

    Viernes en la noche.

    La madrugada se apoderaba lentamente de la enorme ciudad, que aún permanecía viva gracias al bullicio de los jóvenes que se reunían en las calles para celebrar el inicio del fin de semana.

    Aquel joven de mirada intensa y sonrisa seductora, se encontraba apoyado en la barra bebiendo cerveza mientras disfrutaba de las últimas pitadas de su cigarrillo. Llevaba puesto un jean azul oscuro, una camisa negra y el cabello revuelto, como siempre. Miró su reloj tras terminarse su cigarrillo para luego girarse en dirección a la pista. Notó entonces que una chica que al parecer se encontraba sola lo observaba provocativamente mientras sonreía. Se revolvió sus rubios cabellos al tiempo que devolvía el gesto, la chica comenzó a avanzar hacia él hasta que finalmente la tuvo en frente. Era alta, pelirroja, de ojos verdes y buen físico. No estaba mal para pasar el rato. Se acercó a ella posando delicadamente una mano en su hombro para susurrarle algo que logró teñir de un rojo intenso las mejillas de la muchacha.

    Esta sonrió, logrando dibujar una sonrisa de satisfacción en el rostro del chico de ojos ámbar.

    Momentos después, ambos estaban saliendo de la disco en dirección a la casa del joven.

    La noche pasó rápidamente, los bullicios continuaron hasta que la luz del sol se asomó a través del horizonte, obligando a las almas nocturnas a regresar a sus hogares.

    Cierto rubio abría sus orbes encandilado por la luz que se colaba traviesa por su ventana. Se frotó los ojos, para luego buscar el reloj que se encontraba en su mesita de noche, cuando una voz femenina habló suavemente en su oído, logrando sobresaltarle.

    -Buenos días- Dijo melosa la chica de larga melena rojiza que se encontraba desnuda a su lado.

    -¿Qué hora es?- Respondió él aturdido, ignorando el saludo. –Dios…mi cabeza…

    La muchacha sonrió juguetona, para luego abrazar el pecho desnudo del chico que no parecía saber bien que era lo que estaba pasando. De todas maneras ya estaba acostumbrado, tener una chica distinta cada fin de semana era lo suyo.

    -Anoche estuviste genial…- dijo ella, besándole el cuello.

    El muchacho sonrió satisfecho intentando desesperadamente recordar el nombre de aquella joven, lo más seguro es que ni siquiera se lo había preguntado, sería bastante lioso tener que acordarse del nombre de cada chica con la que se acostaba.

    -Perdona, linda…espero no ofenderte pero…¿Cuál es tu nombre?

    La enorme arruga que se dibujo en su frente fue una clara señal de que la pregunta no le había caído nada bien. El rubio entrecerró sus ojos sintiendo como la puntada en su cabeza se extendía hasta su nuca nublándole la vista, esta vez había bebido demasiado.

    -¿Puedo ducharme?- nuevamente la voz de la joven se hizo escuchar, retumbando en la cabeza del muchacho como una alarma.

    -Claro…el baño está por allá…-Señaló al frente una puerta blanca semi abierta, que dejaba entre ver algunos azulejos celestes.

    Después de envolverse en la sábana, la muchacha se dirigió rápidamente hacia el lugar que le había sido indicado.

    La puerta se cerró. Durante un buen rato se escuchó únicamente el sonido de la ducha.

    La pelirroja salió un rato más tarde envuelta en una toalla pequeña, su cabello empapado caía en cascada sobre sus hombros, resaltado su pálida piel.

    -¿Aún te duele la cabeza?- preguntó mientras se secaba el cabello con una toalla pequeña. – Por cierto, mi nombre es Annete, pero puedes llamarme Ann. Anoche te dije mi nombre cuando estábamos entrando a tu departamento…muy bonito por cierto, ¿Vives aquí tu solo?

    -Si…-respondió el joven, que se encontraba sentado en la cama con una sábana enroscada en su cintura. – Me alegra que te guste, lo decoré yo mismo. Y…lo siento, no suelo recordar nombres… -se mordió el labio al decir esto último, pero continuó hablando al notar que la chica continuaba vistiéndose con total tranquilidad. – No eres de esta ciudad, ¿Cierto?

    -No – Respondió con una sonrisa, mientras se colocaba sus zapatos de taco alto al terminar de vestirse- Sabes…aunque ni siquiera recuerdes mi nombre, me encantaría que volviéramos a vernos… serás un cabrón…pero eres excelente en la cama…

    Después de darle un suave beso en los labios, tomó su cartera, se revolvió el cabello y caminó hasta la puerta.

    -Hoy mismo vuelvo a mi ciudad, pero me llevaré un recuerdo bastante grato…mi número está debajo de tu almohada, llámame…- Sin más, salió del apartamento cerrando la puerta tras de sí, dejando al joven con los ojos bien abiertos.

    -¿Me llamó cabrón? –Se preguntó así mismo metiendo su mano debajo de la almohada para sacar el papelito que contenía el número de la chica y su nombre- No soy un cabrón…- masculló para después enrollar el papelito y lanzarlo lejos.

    Otro ligue para su colección, eso es lo que había sido.

    Se levantó unos segundos más tarde dirigiéndose hasta el baño. Una vez allí, abrió el grifo dejando que el agua tibia corriera por su espalda, empapando también sus dorados cabellos. Su vida era bastante fácil, tenía dinero, una buena posición laboral, y conseguía las mujeres que quería cuando quería. Pero extrañamente, Todo aquello estaba comenzando a aburrirlo. Esa noche buscaría algo diferente, una nueva experiencia que lo marcara para siempre, algo que lo sacara de aquella jodida rutina.

    Cerró el grifo después de darse su rápida ducha matutina. Caminó a paso lento hasta llegar nuevamente a su cama, donde se dejó caer rendido. El dolor de cabeza comenzaba a disminuir, su estómago exigía alimentos pero el repentino mareo le impidió moverse durante unos instantes. Se incorporó con lentitud una vez recuperó el equilibrio y caminó a paso lento hasta la cocina. Un zumo de naranja y unas tostadas fueron su único desayuno, no solía comer mucho por las mañanas. Continuó arrastrando los pies nuevamente hasta su habitación. Revolvió su ropero sacando un pantalón deportivo y una musculosa blanca. Luego de vestirse con total lentitud, se revolvió el cabello frotando de paso sus sienes. Necesitaba desesperadamente un cigarrillo.

    Seguramente encontraría alguno en su mesa de noche o en los bolsillos de su chaqueta, siempre solía dejarlos tirados por ahí. Sonrió satisfecho cuando, al revolver el cajón, encontró unos cuantos junto a una caja de cerillos. Encendió uno rápidamente, y aspiró aquel humo nocivo, llenando sus pulmones. Él sabía que debía dejarlo, pero, como siempre decía: “Ya lo dejaré, cuando alguien que realmente valga la pena me lo pida”. Aunque comenzaba a pensar que aquello jamás sucedería.

    El timbre sonó varias veces repentinamente, el rubio masculló un “Esta abierto” sin siquiera moverse de su sitio. Una muchacha de cabello negro, recogido en una coleta y un uniforme entró, cerrando la puerta tras de si.

    -¡Yoru! –Chilló ella, dejando su cartera sobre la silla que se hallaba llena de ropa. – hombre, ¿Vives en un chiquero? Me ausento solo dos días y este apartamento se convierte en una cueva de ratas… ¿No tienes vergüenza?

    -Cariño… -El aludido miró a la escandalosa con una sonrisa de lado, sosteniendo el cigarrillo en su boca. – No estoy de humor, a menos que quieras que abuse de ti, deja de joderme y haz tu trabajo, ¿Si? Por cierto… ¿ya mencione lo sexy que te vez con ese uniforme? Te comería…
    La joven se tapó la cara con una mano mientras negaba con la cabeza, siempre era lo mismo con él, tenía un repertorio de guarradas para decirle cada vez que atravesaba esa puerta.

    -¿Es que intentas acostarte con todo lo que camina? No tienes remedio, Yoru… -Sin mirarle se acercó a la montaña de ropa, comenzando a doblarla. - ¿Ya desayunaste? Te traje un café y algún bocad- Su mirada se clavó en el suelo, y se espantó al notar un condón usado tirado justo a los pies de la cama. -¡¡No pienso recoger eso!!

    Yoru no pudo evitar reír. Tenía que admitir que cada vez que Kim llegaba, le alegraba las mañanas.

    -Tranquila, linda, no quedarás embarazada. Creo que ya no queda ninguno vivo… - Se incorporó del sofá donde se había desplomado minutos antes de la llegada de su asistente para recoger su “porquería” como solía llamarlo ella. Caminó hasta el baño para tirarlo, escuchando de fondo la sarta de insultos provenientes de la exaltada muchacha que doblaba la ropa como alma que lleva el diablo. Rió nuevamente, regresando a la habitación. – Ya desayune…pero ya que te tomaste la molestia de traerme bocadillos… -Rodeó la cintura de la joven con ambas manos, posando al mismo tiempo su barbilla en el hombro de esta. La joven reaccionó al instante, estampando los cinco dedos en la mejilla izquierda del rubio.

    -No intentes pasarte de listo, Casanova.

    La sonrisa de Yoru se ensanchó, le encantaba aquella personalidad difícil de su empleada. Aquello era lo que hacía que hubiera tanta confianza entre ellos, Kim había sido la única mujer de su entorno con la que no se había acostado nunca.

    Tomó la bolsita con su desayuno, guiñándole un ojo a la molesta jovencita. Mientras tomaba su café, se deleitaba molestando a la pobre chica que se dedicaba a ordenar el caos descomunal que había en el apartamento del muchacho.

    Así, el día pasó rápidamente. Kim se despidió de Yoru con un beso en la mejilla, no sin antes estamparle otros cinco dedos cuando este intentó tocarle el trasero. Si no lo apreciara tanto, ella seguramente habría renunciado.

    ~ ~ ~

    Ocho de la noche.
    El sol comenzaba a ocultarse sobre el horizonte, las luces de las marquesinas comenzaban a encenderse nuevamente, iluminando aquella ruiosa ciudad. Hoy sería una noche especial.

    Yoru se metió al baño para darse una ducha rápida antes de vestirse. Un jean gastado color roca y una camisa negra sería el atuendo de esa noche, su cabello revuelto como siempre y para terminar, la chaqueta oscura que lo acompañaba cada fin de semana.

    Aún quedaba un buen rato antes de salir, así que buscó en su refrigerador el pastel de jamón que Kim le había dejado hecho antes de irse. Aquella chica era realmente como su hermana mayor, siempre estaba cuidando de él y aconsejándole. Y aunque pocas veces prestaba atención a sus palabras, la quería muchísimo.

    Terminó de comer y luego de revolver sus bolsillos salió de su apartamento. Tenía todo lo necesario para sobrevivir: Su móvil, dinero, condones y por supuesto, cigarrillos.

    Las calles estaban plagadas de gente que circulaba de un lado a otro como si fueran hormigas, la música comenzaba a escucharse a lo lejos, llamando la atención de todos los jóvenes que esperaban ansiosos para entrar en la disco.

    Como siempre, luego de entrar, caminó a paso lento hasta la barra con las manos en los bolsillos y un cigarrillo en su boca. Sus ojos dorados inspeccionaron cuidadosamente el lugar que ya se encontraba lleno de gente. Pero nada llamó su atención. Hasta que lo vio…
    Su cabello oscuro caía rebajado a su rostro blanco y delicado, portador de aquellos hermosos ojos grises que brillaban a pesar de la poca iluminación del lugar. Llevaba puesto un Jean azul algo ajustado, acompañado de una playera negra. Giraba entre sus manos el vaso de whisky mientras miraba al frente con una expresión distraída.

    Yoru se acercó con sigilo a la barra, pidió una cerveza mientras observaba con detenimiento al moreno que había captado poderosamente su atención. Fue entonces cuando este giró su cabeza, clavando su mirada gris en los ojos del rubio que por primera vez se había puesto nervioso. Intentó calmarse, aspirando lentamente el humo de su cigarrillo luego de tomar un sorbo de cerveza. El chico no le quitaba la vista de encima ni un instante, parecía disfrutar del espectáculo viendo al rubio tan tenso. Las cosas no parecían ir tan mal hasta que el moreno se levantó de su lugar y caminó a paso lento en dirección al rubio. Él, como todo profesional, mantuvo la calma todo lo que pudo hasta que el muchacho llegó hasta donde estaba.

    -Hola, ¿aburrido? Noté que me observabas así que pensé que tal vez nos conocíamos de algún lado.

    -Puede que nos hallamos visto… – dijo en un tono burlón, sonriendo de medio lado.

    -No lo creo, ¿Sabes? No suelo olvidarme de los rostros… - El moreno le dedicó una lasciva mirada que consiguió pararle hasta el último pelo.

    -Vaya…no eres ningún tonto. – murmuró entre dientes, devolviéndole aquella intensa mirada. – Nunca te había visto por aquí, ¿vienes seguido?

    El morocho negó con la cabeza mientras disfrutaba de su último sorbo de whisky.

    -Es la primera vez, los otros lugares están plagados de gente que ya conozco, quería cambiar un poco de ambiente, ya sabes, no es divertido estar con las mismas chicas todo el tiempo.

    El rubio asintió con una sonrisa de lado. Aquel muchacho, además de ser jodidamente sexy era bastante simpático. Tenía que pensar cuidadosamente lo que diría si es que quería llevarlo a su apartamento. Aún cabía la posibilidad de que ni siquiera fuera gay y solo estuviera jugando con él, pero que más daba, solo sería una noche.

    -Y dime, ¿Qué es exactamente lo que viniste a buscar aquí? – Su mirada recorrió cada rincón del cuerpo de su acompañante; estaba ansioso, necesitaba tocarlo, sentirlo, era una sensación extraña que jamás había sentido con una chica. Aquel cosquilleo en su estómago que el joven provocaba le encantaba, hacía tiempo no se sentía así, era exactamente eso lo que estaba buscando.

    -Solo busco divertirme, y supongo que tu también, ¿cierto? Así que… ¿Por qué no nos dejamos de rodeos y nos largamos de aquí?
    Aquellas palabras consiguieron dejarle con la boca abierta. Era la primera vez que alguien usaba sus propias tácticas para llevárselo a la cama.

    -No dejas de sorprenderme… -hizo una pausa esperando que el otro dijera su nombre.

    -Soy Sora, mucho gusto. ¿Tu eres Yoru, cierto? He oído hablar de ti, me atrevería a decir que te has acostado con todas las chicas que
    vienen a esta disco. – Comentó entre risas.

    Vaya, ahora resultaba que hasta sabía su nombre.

    -Bueno…me alegro que sepas quien soy, me ahorro las presentaciones, el gusto es mío, Sora. Y con respecto a lo otro…Si sabes quien soy deberías saber que a mi nadie ha conseguido ligarme. Soy yo quien da el primer paso…

    El muchacho sonrió, dedicándole otra mirada sugestiva al rubio.

    -Entonces… ¿No me llevarás a tu casa?

    Después de unos momentos de silencio, el rubio tomó al moreno de la mano y salió rápidamente de allí en dirección a su apartamento.

    Las luces estaban apagadas, las llaves entraron con dificultad en la cerradura pero finalmente la puerta se abrió.

    Los dos jóvenes ingresaron; Sora inspeccionó cada rincón del lugar con la mirada, hasta que Yoru le interrumpió, invitándole a pasar.

    -Ponte cómodo- dijo con una sonrisa, cerrando la puerta tras de sí. -¿Quieres algo de tomar?

    -Lo que tú quieras… -Respondió Sora, acomodándose en el sofá.

    Yoru asintió, dirigiéndose a la cocina. Regresó a los pocos minutos con dos latas de cerveza en la mano, le ofreció una a su acompañante y abrió la suya, sentándose en el sofá.

    El morocho tomó su lata, observándole mientras este revolvía el bolsillo de su chaqueta con impaciencia.

    -¿Qué buscas? – Preguntó curioso.

    -Cigarrillos.

    Sora alzó una ceja. Odiaba a la gente viciosa.

    -Eso te matará, deberías dejarlo. –Comento, recostando su espalda en el sofá, al tiempo que bebía otro sorbo de su bebida.
    Yoru sonrió de lado cuando finalmente encontró lo que tanto buscaba. Se puso el cigarrillo entre sus labios y lo encendió, deleitándose con el humo que nuevamente comenzaba a intoxicar sus pulmones.

    -Dicen que de algo hay que morirse, ¿No? –Sonrió sarcástico, dedicándole una seductora mirada al morocho que trataba de evitar a toda costa el humo que comenzaba a llenar el ambiente.

    -Odio a la gente que fuma… -Escupió este, dejando la lata de cerveza vacía sobre la mesita de café.

    El rubio sonrió de lado, soltando el humo en la cara del muchacho que se notaba claramente molesto.

    -Ya, lo siento. –Estiró su brazo hasta el cenicero, dejando el cigarrillo allí luego de apagarlo.

    Sora desvió la mirada, cruzándose de brazos.

    El silencio se hizo presente durante unos momentos. Yoru giró la cabeza para observar a su acompañante que aún permanecía en la misma posición. Se sentía extraño, él no era el tipo de persona que le gustaba perder el tiempo, si fuera una chica seguramente ya estarían en la cama.

    Se sorprendió cuando Sora lo miró, como esperando obtener una respuesta. Sabía que tenía que hacer algo o su reputación de seductor profesional se iría a la basura.

    Se acercó lentamente al morocho, como si fuera un león a punto de cazar a su presa. Estiró su mano tomando la nuca del muchacho y finalmente se atrevió a besarle.

    Ambos se dejaron caer sobre el sofá; el rubio devoraba con ansias los labios del morocho mientras este luchaba por quitarle la chaqueta. Yoru sonrió dentro del beso, separándose unos instantes para ayudarlo a deshacerse de la molesta prenda. Sora le devolvió el gesto, acercándose nuevamente a su boca para continuar con aquel beso que nada tenía de inocente.

    Aquello parecía un ritual; ambos parecían querer memorizarse cada rincón del cuerpo del otro con cada caricia; Yoru se detuvo unos instantes para observar el cuerpo del azabache con un brillo notable en sus ojos.

    -Oye… ¿Se te perdió algo? – Preguntó el morocho con una sonrisa.

    -No, lo siento… -respondió el aludido, desviando la mirada. – Creo que deberías… -Hizo un gesto con su mano, que al parecer no le agradó nada al morocho.

    -¿Hablas en serio? – El chico se levantó del sofá, colocándose detrás del sorprendido rubio. – No seas descortés, Yoru, yo soy tu invitado… - Dijo entre dientes mientras se desabrochaba lentamente los botones del jean.

    Yoru soltó una carcajada. No podía creer que un chiquillo que seguramente era menor que él se atreviera a insinuársele de esa manera tan descarada. Se levantó del sofá, parándose frente al morocho que lo observaba con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

    -Estás pasándote de listo, chiquillo… - Estiro su mano tomando su nuca para arrebatarle un nuevo beso que consiguió borrar aquella burlona sonrisa del rostro del de cabello negro.

    Las caricias continuaron, pronto sus ropas se hallaron en el suelo, entre los chicos comenzó una batalla campal por tener el control. Las manos de Sora se enredaron en los dorados cabellos de su amante mientras que su boca recorría el pecho desnudo de este. Yoru entrecerró sus ojos al sentir la boca del menor juguetear en uno de sus pezones, por más que se negara estaba cediendo ante las provocaciones del chico. Se mordió el labio inferior frunciendo el entrecejo en un intento desesperado por contener sus gemidos. El morocho continuó bajando por su pecho, dejando un recorrido de besos hasta su abdomen y de allí hasta su entrepierna, donde se detuvo para comenzar a lamerla con cuidado.

    El de ojos ámbar decidió que era hora de hacer algo al respecto. No podía permitir que aquel niñato hiciera todo mientras él solo miraba cruzado de brazos. Lo tomó con fuerza del cabello empujándolo hacia atrás, acomodándose luego encima de él. El confundido muchacho observó la repentina reacción del otro esperando una respuesta. El rubio se agarró el trasero con las dos manos al tiempo que se relamía los labios con su típica expresión de macho superado.

    -¿No querías empezar tu primero? Deja de mirarme con esa cara de idiota y… fóllame…

    El muchacho no comprendía del todo la situación, pero sin perder el tiempo se acomodó debajo del cuerpo de otro y le tomó de las caderas para así comenzar a penetrarle. Apoyó la punta de su miembro en su entrada, moviendo sus caderas con cuidado para no hacerle daño, el rubio era estrecho pero no fue difícil penetrarlo, estaba bastante dilatado.

    Yoru comenzaba a impacientarse, Sora se movía despacio y con demasiado cuidado para su gusto, se sentía como una chica teniendo su primera vez. Se aferró al cuello del de ojos grises y en un brusco movimiento terminó por hundirse dentro de él. Sora soltó un gemido clavando sus uñas en la espalda de su amante.

    -Vamos…No soy una jodida virgen… - Masculló, mordiéndole el hombro al morocho.

    Sora rió deslizando sus manos hasta las caderas de su demandante compañero. Si quería que las cosas fueran rudas, así sería. Se acomodó en el sofá para comenzar a embestirle con rudeza, Yoru alzó la cabeza hacia atrás, mientras masajeaba su hombría al ritmo de los movimientos de su amante.

    Las estocadas continuaron, El de ojos grises comenzaba a sentir las correntadas de placer recorrer enteramente su cuerpo, estaba a punto de alcanzar el orgasmo.

    Yoru…me corro…- Jadeó.

    El rubio sonrió de medio lado levantándose de inmediato, dejando al excitado muchacho a punto de alcanzar el clímax. Tomó su chaqueta revolviendo sus bolsillos para sacar un cigarrillo, el cual encendió luego de ponerlo en su boca.

    -Date la vuelta, me toca. –Dijo dejando escapar el humo entre sus comisuras.

    Sabía bien que a pesar de que el otro odiaba que fumara en su presencia, no se negaría. Estaba demasiado caliente para ponerse con pretensiones.

    -Jodido…- Masculló el morocho luego de ponerse en cuatro sobre el sofá. Yoru se colocó detrás de él, tomando con firmeza sus caderas para penetrarle con rudeza. El de ojos grises se aferró a los cojines dejando escapar un sonoro gemido, el rubio no había sido tan gentil. Continuó moviéndose dentro del cuerpo del menor, arrancándole sensuales gemidos acompañados de algún que otro insulto.

    Así, ambos continuaron disfrutando del encuentro, la pasión se apodero de sus sentidos llevándolos al éxtasis.

    Yoru cayó rendido sobre la espalda del menor, quién se quejó luego de recuperar el aliento.

    -Quítate… -dijo entre dientes, acomodándose junto a él.

    El mayor rodeó la cintura del morocho, la tenue luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, iluminando débilmente la habitación. Ambos jóvenes permanecieron unos minutos en silencio, disfrutando de los besos y caricias que iban regalándose luego de aquel fogoso encuentro.
    -Bonita cueva… -Comentó el de cabellos oscuros, intentando romper el silencio. – Debes ganar buena pasta para mantener todo esto.
    El mayor se encogió de hombros dedicándole una sincera sonrisa.

    -No me quejo. La verdad es que vivo bastante bien. ¿Y que hay de ti? Todo fue tan rápido que no tuvimos tiempo de conocernos- comentó con un deje de ironía.

    -Tampoco tengo porqué quejarme, vivo en un apartamento bastante amplio que mis padres muy amablemente compraron para mí. Aún estoy en la universidad. Oye… ¿Le averiguas la vida a todos tus ligues?
    Yoru hizo una breve pausa antes de responder. La verdad era que jamás se había interesado por nadie.

    -Tú preguntaste primero. –Optó por darle una respuesta que no dejara lugar a más preguntas embarazosas.

    -Es cierto. –Dijo para luego mirar su reloj – Creo que ya es hora de que regrese a mi casa. Fue un placer acostarme contigo – Termino por decir antes de levantarse, dejando al de ojos ámbar un tanto confundido.

    Comenzó a vestirse cuando sintió la mano de Yoru sostener su muñeca.

    -Me…preguntaba si tal vez…querrías pasar la noche aquí. Digo…para mí no es molestia. –Carraspeó.
    Sora le respondió con una sonrisa.

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    La mañana los sorprendió enredados entre las sábanas, Sora se despertó de un salto al escuchar el reloj despertador sonando insistentemente sobre la mesita de noche. Se levantó con rapidez después de ver la hora, llegaría tarde a la universidad si no se apresuraba. Comenzó a vestirse cuando escuchó la voz de Yoru llamarle la atención.


    -¿Por qué tanta prisa? – Preguntó frotándose los ojos.

    -Llego tarde… -Respondió este, trastabillándose luego de ponerse los zapatos.

    -Ah… Cierra la puerta antes de irte… - Volvió a recostarse, tapándose hasta la cabeza con las sábanas. Sora terminó de aprontarse en silencio y caminó hacia la puerta. Siendo nuevamente llamado por el rubio.

    -Oye, Sora… ¿Vas a volver? – Preguntó mirando hacia otro lado.

    -¿Quieres que vuelva?

    Yoru hizo una pausa.

    -No lo sé, Tal vez… deje de fumar si vienes a visitarme más seguido.

    El morocho sonrió satisfecho luego de aquella respuesta. Susurró un “Volveré” para luego salir del apartamento, cerrando la puerta tras de si.

    FIN :B

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    ¡Hola! Bueno...después de tanto tiempo sin subir nada, les traigo un oneshot que me costó bastante terminar... XD En realidad gracias a mi novio lo terminé, guarango, si no fuera por vos seguramente todavía estaría mancado, por eso te lo dedico <3

    A los demás, disfrútenlo.

    ¡Espero sus comentarios!

  11. .
    Shisa-kun... No hay otra palabra para describirlo, está Excelente.

    La forma en la que reflejas cada sentimiento y la fluidez de las palabras me resultaron geniales, realmente sabes como llegarle a la gente, eso es lo que realmente hace un buen escritor. De verdad te felicito, me encantó, y espero continúes subiendo más de tus estupendos trabajos.

    Saludos!
  12. .
    Genial! yo no tengo ni la más remota idea de cómo hacer firmas en PS y nunca le entiendo a los tuto, me manejo mucho mejor en Photoscape y este tutorial me viene al pelo! solo tengo una preguntita: ¿Cómo es que hacen para poner las imágenes sin que se vea el color de fondo? por ejemplo, la que utilizaste de Sebastian, solo aparece él, no el fondo. ¿Le quitaste el fondo en otro programa? Esa es mi duda...de nuevo mil gracias por el tuto, espero respuesta.

    ¡Saludos!
  13. .
    ¡Holas!

    Me encantó, amé la forma en la que Sasuke se las cobró... Estuvo genial xD

    Espero seguir leyendo cosas tuyas n__n

    ¡Saludos!
  14. .
    ¡Hola!

    Debo decir que me encantó, la película está genial, y adaptaste el fic perfectamente!

    Felicitaciones.

    Espero con ansias la continuación, por cierto ¿De dónde sos? Noté que utilizaste muchas veces el "Vos" y el "che" xD puede que, si no vivimos en el mismo país, seamos vecinos.

    Bueno, me despido .O.

    Continualo!

    Saludos~
  15. .
    Nii nii~~ me encantó. No dejo de sorprenderme por las cosas maravillosas que hacés. De verdad te admiro muchisimo n_n

    Felicidades (L)
81 replies since 27/7/2011
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