Posts written by Inain

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    Disculpen el doble post u,u



    Capítulo 12

    Se encontraba desganado y aburrido, tumbado sobre el sillón de su sala, contrariado porque apenas eran las cuatro de la tarde y ya sentía la necesidad de un trago debido a que había hecho cierto hallazgo que lo lleno de una extraña melancolía, por ello a pesar de lo temprano que era, se decidió por ir a importunar al bar de su buen amigo Cees.

    Se cambió sin ponerle verdadera atención a las prendas que escogía, poniéndose una chaqueta de cuero rojo sobre una camiseta blanca, pantalones de mezclilla decolorados y zapatos café oscuro, completando el conjunto con unos guantes negros, después fue al garaje por su motocicleta que reposaba en una esquina del cuarto, cubierta por un manto blanco que evitaba que se empolvara, la destapó, le hizo algunas revisiones rápidas y tomo su casco adornado con llamas azules. Salió con la máquina de la cochera portando una expresión bastante más relajada que la de hace unos momentos, aseguro todo con llave y luego de ponerse el casco, se montó en el motorizado, lo encendió deleitándose al escuchar el rugido del motor y emprendió su marcha.

    Podía volar y convertirse en toda clase de criaturas con las cuales podía recorrer grandes distancias a gran velocidad y sin mucho esfuerzo, pero aquella máquina tenía un encanto muy extraño para él, tal vez a causa de que le recordaba las duras épocas que vivió luego de la Guerra de los Champiñones o porque manejarla era un reto para él, ya que requería bastante habilidad y concentración, también adoraba enfrentarse a los terrenos más adversos y como no quedaban muchas motorizados funcionales de hace más de mil años ni personas que las supieran conducir, tener un objeto así le resultaba muy interesante y útil para transportarse de día cuando no podía usar sus poderes; definitivamente no se arrepentía de haberla comprado a un precio tan elevado de ese elfo gruñón que por nada del mundo quiso hacerle una rebaja.

    Estando tan bien cubierto, los rayos del sol lo molestaron muy poco en su viaje que se extendió por un bosque, hasta un trio de montañas y dirigiéndose a la de la izquierda encontró fácilmente la entrada a la mina abandonada que daba paso al bar del excéntrico esqueleto.
    Ingreso hasta cierta parte del corredor con su moto, luego bajó, la apago, guardo sus llaves en el bolsillo y se quitó el casco.

    Observando el pequeño fragmento de zafiro que era la causa de su desazón, se desplazó por el resto del pasadizo de la veta hasta llegar a la puerta tallada con misteriosas inscripciones, que de casualidad estaba entreabierta, así que se permitió entrar.

    El bar siempre que estaba en funcionamiento se mantenía a media luz, procurando dar un ambiente sensual a los clientes, pero en esos momentos estaba completamente iluminado.

    Todas las sillas estaban sobre la barra o sobre las mesas que yacían arrinconadas a los lados del salón dejando espacio para trapear el suelo, área en el que se encontraban cómodamente tendidos debajo de una hermosa lámpara de araña, Cees y Dlal, lado a lado, sosteniendo vasos de cristal sobre sus frentes.

    Dado que ambos estaban muertos y no podían saborear las libaciones que administraban, habían encontrado otra forma de apreciar la belleza de las bebidas, que era mirar como la luz eléctrica pasaba a través del vidrio y el líquido, lo cual además de resultarles muy relajante, era una forma ingeniosa de examinar la calidad del brebaje, basándose en su transparencia, Marshall sabía eso y viendo lo concentrados que se encontraban el fantasma y el esqueleto, por un momento dudo en intervenir, pero de todas formas se aclaró la garganta exageradamente, haciendo notar su presencia.

    –¿Interrumpo algo?– dijo burlón

    –Para nada mi buen amigo– respondió Cees incorporándose con tranquilidad junto a Dlal que no compartía la calma del esqueleto ya que se
    encontraba avergonzado por haber sido interrumpido en un momento que consideraba íntimo.

    –Que te trae por aquí tan temprano– pregunto el fantasma.

    El vampiro se quedó en silencio por bastante tiempo.

    –Déjanos adivinar…– propuso el esqueleto mientras habilitaba una silla para el visitante, que se encogió de hombros.

    –Perdiste una apuesta– dijo el ente.

    El vampiro negó con la cabeza.

    –Te levantaste del lado izquierdo de la cama– expuso el esqueleto.
    Volvió a negar.

    –Viste una película que te puso triste.

    –Te jugaron una broma pesada.

    Marshall suspiro, aquel par tenía muy mala intuición.

    –¡Ya sé! –Cees movió las manos emocionado– tenías una anguila que querías mucho, pero un día te diste cuenta de que sería más feliz si la
    liberabas, así que decidiste regresarla a su hogar, pero lamentablemente la compraste en una tienda de mascotas que la trajo de una tierra más allá del océano, porque es una anguila de agua dulce, entonces emprendiste una travesía para regresarla a su hogar y cuando al fin encontraron el lugar, se despidieron con lágrimas en los ojos prometiendo que nunca se olvidarían y hoy te llego una postal con una imagen de su creciente familia que decía: “visítanos pronto” al leer eso sentiste deseos de viajar a darle una visita, pero te diste cuenta de que no tienes dinero y quieres que te preste un poco y yo por supuesto lo haré y sin intereses, pues no hay nada más noble que los amigos que se reúnen contra viento y marea– expreso imaginando toda una historia con vivido detalle en su cabeza.

    –¿Qué? ¡No!– menciono Marshall estupefacto, incrédulo de que se le hubiera ocurrido algo tan descabellado en tan sólo un instante.

    –¿Entonces?– pregunto Dlal.

    –Sólo vine por un trago… –aseguro, pero el fantasma y el esqueleto lo miraron muy poco convencidos– ¡está bien! ¿Recuerdan al chico que traje hace un tiempo?– inquirió con melancolía.

    –Si… el chico de piel deliciosa… ¡yummy!– dijo el esqueleto con tono ladino, recibiendo una mirada aprehensiva del vampiro.

    –¿Lo extrañas?– pregunto Dlal con delicadeza.

    –Bueno…

    –¡Lo extrañas!– exclamo el esqueleto sorprendido, tomando de pronto al vampiro por los hombros y zarandeándolo de un lado a otro.

    –¿Y qué sucedió? ¿Pudiste volver a saber de él?– pregunto Dlal a Marshall que procuraba quitarse de encima al efusivo esqueleto.

    –No… pero…

    –¿Pero?

    –Creerán que enloquecí.

    –¡Pero si aquí todos estamos locos!– menciono el esqueleto, sacándose su calaca y haciendo malabares con ella.

    –¿Lo conoces? Porque yo no– le susurro Dlal a Marshall, apenado por el comportamiento de Cees que volvió a ponerse el cráneo en su lugar.

    El vampiro un poco exasperado saco del bolsillo su hallazgo.

    Volando bajo la luna llena vio entre ortigas un extraño brillo azul, no pudiendo ignorarlo, bajo y recogió esa extraña gema.

    –Lo encontré hace una semana… al principio la sensación era mínima y la creía una simple impresión, pero esa sensación no ha hecho más que aumentar y por más extraño que les parezca… este zafiro me hace pensar en Finn.

    –Entonces si lo extrañas– dijo Dlal suavemente.

    –Se fue demasiado pronto…

    –Así que andas sentimental.

    –No lo sé.

    –¿Tú qué dices Cees?– pregunto el fantasma al esqueleto, pero el mencionado se encontraba totalmente quieto.

    –Conozco ese brillo, sólo un objeto lo posee… –arrebato el fragmento de las manos ajenas con premura y comenzó a inspeccionarlo– ¿pero en verdad es…? ¿Cómo pudo quedar sólo esto? ¿Qué sucedió con el resto?

    Hablaba para si mismo, abstraído, ignorando las preguntas que sembraba en los demás presentes.

    Y de un momento a otro devolvió el objeto al vampiro, lanzándolo a sus manos, volteo otra silla y se sentó con un aura cansada.

    –¿Qué fue todo eso?– inquirió Dlal.

    –Ni yo estoy seguro– afirmo Cees.

    –¿Qué tanto sabes?– tercio Marshall intrigado.

    En esos momentos el esqueleto emanaba un aura muy seria, distinta a la caballerosidad que mostraba con la clientela y un contraste total a esa faceta traviesa que revelaba con sus más cercanos y pocos allegados.

    –Puedo decirte que mi parte de la historia es muy corta y que no te ayudará a resolver esas incógnitas respecto al muchacho, sólo te traerá más preguntas, incluso yo tengo muchas dudas en este momento… ni siquiera sé por qué me importa, digo… si no hubiera sido por la cadena de zafiro yo no habría sido desterrado, pero tampoco habría conocido a Dlal ni me hubiera autosuperado… y ahora que el destino ha vuelto a juntarme con lo que queda de ese objeto, simplemente debería ignorar todo y acabar de enterrar ese asunto.

    –¿Qué rayos dices?– hablo Marshall.

    –¿A qué te refieres con “desterrado”?– pregunto Dlal que nunca había deseado presionar a Cees a que le contara toda la historia de su pasado y que veía esta como una gran oportunidad para saber la verdad.

    El esqueleto comenzó a jugar con sus falanges algo trémulo y comenzó a relatar:

    –No pertenezco a esta dimensión, sino a la misma dimensión alterna de donde proviene ese zafiro… que no siempre fue un simple fragmento –suspiro– todo comenzó hace como cincuenta años…

    ***


    Siempre rodeado de un cómodo silencio, de sus quehaceres y pensamientos, de esa forma pasaba el tiempo plácidamente para Cees en el Inframundo, si es que existía como tal aquella medida en ese lugar.
    Primero barría los interminables pasillos y salas del castillo, luego los trapeaba, después limpiaba los cientos de ventanales y las cornisas, se encargaba de cada sala y habitación a excepción de un cuarto al que se le tenía prohibido ingresar y que según sabía, era la razón por la cual el personal del castillo se limitaba a él.

    Disfrutaba mucho ser el único sirviente en el inmenso Castillo de Luz de Muerte, para él era un privilegio, igual a las ocasiones en que haciendo un receso en sus labores, Muerte le permitía relajarse con él observando su jardín de arena.

    Así era dichoso, pero todo cambio en una visita imprevista de parte de señor de la Nocheósfera, Hundson Abadeer que Muerte atendió de buena manera porque tenían en común una amistad con alguien que se llamaba “Mentita”

    Cees estaba tan nervioso por estar ante tan poderosa entidad que sentía que sus nervios le harían una mala pasada mientras les servía el té a su amo e invitado, que hablaba acerca de lo patéticos y divertidos que podían ser los seres llenos de convicción y que por supuesto merecían ser castigados, entre un tono irritado y burlesco, en tanto Muerte le daba la razón a ciertos puntos de vista y añadía experiencias propias a la conversación que devino en una petición. Tan alterado como estaba, Cees no entendió del todo a que se referían y sólo se despabilo cuando Muerte lo llamo por su nombre un poco exasperado por su distracción, haciéndole entrega de una llave y dictándole una orden.

    –Tráeme las cadenas de zafiro.

    Asintió notando que era la llave que pertenecía al cuarto prohibido y se dispuso a cumplir la orden que le fue dada lo más rápido posible, saliendo muy educadamente de la estancia, para después comenzar a correr con mucho entusiasmo, feliz de que se le confiara algo tan importante.

    La habitación estaba escondida en un laberinto de pasillos, lo cual no era un problema para él que conocía el Castillo de Luz a la perfección. Al llegar a la puerta secreta, con los huesos temblorosos, introdujo la llave en la cerradura que desato varios sellos brillantes y marcas arcaicas de gran poder que al desvanecerse le permitieron empujar las pesadas puertas con suma expectación.

    El lugar estaba lleno de extrañas maravillas y enseres, por rumores y leyendas que corrían esos lares pudo reconocer ciertas cosas, como algunos de los 538 objetos que jamás debían ser reunidos.

    No le fue difícil hallar o reconocer la cadena por lo hermosa que era, además que conocía algo al respecto del enser por las leyendas que había escuchado, como la de su origen. Se decía que se formó con las lágrimas de un bondadoso ser, antiguo como el tiempo, que se enamoró de un mortal al que perdió a causa de que no consiguió salvarlo de una poderosa entidad que lo convirtió en un ser sin alma, por ello, según sabía, estas cadenas eran capaces de debilitar cualquier fuerza maligna e incluso contenerla.

    Inmerso en la belleza de las cadenas, no se dio cuenta de que algo o alguien lo empujo.

    –¡Auch!

    –No fue mi intención lastimarte… sólo que no sabía de qué otra forma llamar tu atención...

    –¿Quién eres?– pregunto mirando intrigado una vasija transparente que no había notado antes y que contenía un humo extraño en el que resaltaban un par de luces blancas a modo de ojos.

    –Alguien que necesita tu ayuda, por favor ¡sácame de aquí!

    –No puedo… debe alguna buena razón por la que estés aquí…

    –Sólo escucha mi historia.

    –Prefiero no hacerlo.

    –Por favor…– rogo comenzando a llorar.

    –Lo siento, no hay nada que pueda hacer.

    –Tenía que intentarlo…– expreso gimiendo de dolor.

    Tomó la cadena y se dispuso a salir lo más rápido posible para evitar ceder al llanto que emitía el extraño ente.

    Antes de que abriera la puerta por la que entro, el prisionero hizo una última petición.

    –Espera… al menos… ¿podrías hacerme un favor?

    –¿Cuál?– pregunto dubitativo.

    –En la esquina de la derecha… encontrarás un saco, ¿podrías levantarlo para que lo vea?

    –Bueno… aunque no sé de qué servirá…

    Busco y en medio de aquella sala llena de tesoros, encontró lo impensable, un saco viejo y empolvado que levantó a la altura del estante donde
    estaba la vasija.

    –Listo, ahora me voy.

    –¡Espera! ¿Lo revisarías por favor?

    –Bien…– respondió de mala gana.

    Metió la mano dentro del saco y encontró un pedazo de papel que decía: “entra al saco”

    Leyó la oración en voz alta, sin notar que sostenía el saco en dirección a la puerta justo en el momento que Muerte entro exasperado debido a que su orden no había sido cumplida con prisa, todo sucedió tan rápido que no pudo hacer nada y Muerte quedo atrapado en el saco.

    –¡¿Qué he hecho?!

    Era increíble que un saco gastado hubiera podido atrapar a un ser tan poderoso como Muerte, pero ahí estaba, con el saco entre las manos sintiendo al rehén forcejear con inimaginable furor.

    –Todo salió a la perfección… hahaha– rio el cautivo en la vasija que se valió de sus poderes para ver el futuro y realizar ese plan, poderes que por cierto, no le fueron de mucha ayuda en el pasado.

    –¡Es tu culpa!

    –¿Qué? Tú también tienes responsabilidad en esto.

    Cees comenzó a temblar de miedo, presa de un pavor que nunca sintió en toda su existencia, sumado a una gran vergüenza.

    –Muerte nunca me perdonara y yo que era su sirviente de más confianza… su único sirviente en realidad…

    Quiso liberar a Muerte al instante, pero su interlocutor le dio algo en qué pensar.

    –¿Realmente quieres hacer eso? Imagina lo qué hará con nosotros en cuanto esté libre, digo… si sólo me hizo “esto” porque cree la fórmula de la vida eterna, imagina lo que nos hará por haberlo encerrado en ese saco.

    –¡¿Por qué no pensaste en eso antes de realizar tu plan?!– grito eufórico.

    –¡Porque cualquier cosa es mejor que seguir encerrado en esta vasija! Tú no podrías imaginar lo que se sintió creer que hiciste algo beneficioso para el mundo… pero que en vez de eso fuera considerado antinatural y que se te condenara por ello… al menos quería darle un último escarmiento a uno de los que me juzgo… – expreso con tristeza, sabiendo que ya no tenía nada que perder y que le había ido igual de mal que al soldado que atrapo por primera vez a Muerte.

    A pesar de la confesión, Cees siguió mirando al ente con una gran rabia e impotencia, dejándolo sólo con sus pensamientos, saliendo a paso lento de la habitación.

    –Le fallé… lo siento… ni siquiera tengo el valor para enfrentar mis acciones…– expreso mirando al saco que se removía y desde el cual Muerte soltaba más de un improperio en pos de ser liberado.

    Cobardemente, guardo el saco y fue a entregarle las Cadenas de Zafiro al señor de la Nocheósfera, alegando que su amo, tuvo unos asuntos pendientes que atender y que se disculpaba por haberse ido de improviso, por la prisa que llevaba, Hudson Abadeer creyó el engaño y se fue.

    Mentir así, no hizo más que aumentar su desesperación

    Entonces miro aproximarse en su dirección a un gigantesco esqueleto rojizo, de alas descuidas y poseedor de un cráneo que semejaba al de un ave en el cual se apreciaba una sola cuenca donde yacía un ojo ambarino.

    Guardián de la puerta… ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar en tu puesto?– pregunto intentando disimular su gran desesperación.

    –Es que lo percibí… volvió a suceder –bajo la voz y le dijo en un susurro– no hay muerte.

    –¡Estás loco! ¡Eso es imposible!– expreso Cees con una risa nerviosa.

    –Para nada y siendo tú el único sirviente de este castillo, estoy seguro que sabes algo al respecto.

    –No… n-no s-sé a qué te re-refieres…– expreso asustado.

    –¿No tendrá algo que ver con un saco?

    No pudo resistir más la presión y al escuchar la palabra “saco” comenzó a gritar y llorar como si no hubiera un mañana, cayendo de rodillas frente al guardián de la puerta.

    –¡Está bien! ¡Fui yo! ¡Yo lo encerré en ese saco! Pero no fue mi intención, el tipo de la vasija… espera ¿cómo sabes del saco?

    –He trabajado aquí más de lo que imaginas –dejo escapar un suspiro– le aconseje a Muerte que no guardara ese saco, pero como sólo soy el portero no me hizo caso… en fin, algún día tenía que volver a suceder…

    –Explícate.

    –Es una larga historia, pero dime ¿crees en un mundo sin muerte?

    –Eso es ridículo, no puedes vencer a la muerte.

    –Muy cierto, no se le puede vencer ni escapar de sus irrefrenables designios, pero… ¿y si le pudieras atrapar?

    Cees quedo en silencio.

    –Así es, ese saco es uno de los objetos más poderoso que tiene Muerte en su poder y tal vez la única cosa en todo el multiverso a la que podría decirse que le guarda temor, pues ese saco tiene la capacidad de encerrar a lo que sea o a quien sea con sólo ordenarle: “entra al saco” y ¿sabes que es lo más interesante de todo esto?

    –¿Qué?

    –No es la primera vez que lo atrapan ahí y mientras este en ese saco, nadie podrá morir, incluso aquellos que deseen hacerlo, por eso no es necesaria mi presencia en la puerta del inframundo en estos instantes.

    –¿Por qué me dices todo esto?

    –Vine por curiosidad y como te veías tan turbado pensé que saber eso podría ayudarte a decidir lo que harás y en caso de que elijas no liberarlo… podría tomarme unas vacaciones, mis primeras vacaciones –menciono esto último con una risita risueña, pero luego volvió a ponerse serio– sólo bromeo, sé que eres alguien leal, todo el inframundo lo sabe, harás lo correcto.

    Esas palabras le dieron el valor que necesitaba, decidió enfrentarse a su destino, fue por el saco y liberó a Muerte.

    De nada sirvieron las explicaciones y no hace falta describir la rabia que demostró Muerte al ser liberado del saco, quien no castigo al instante a los involucrados en el asunto.

    Le costó bastante conseguir que su novia Vida accediera, pero con su ayuda, condeno al ser de la vasija a reencarnar en los seres más despreciables que existieran. En cuanto a Cees, Muerte estaba muy decepcionado él, ya que consideraba que había sido su mejor sirviente en siglos y decidió desterrarlo a otra dimensión, sin importarle hacer todo el papeleo que eso significaba, decidiendo no borrarle la memoria con las aguas del Rio del olvido porque no tenía sentido castigarlo si no recordaba nada, entre tanto el esqueleto estuvo prisionero en las mazmorras del castillo, acongojado por todo lo que perdió, consciente de que todo el asunto se mantuvo en secreto y que estaban buscando un reemplazo para su puesto.

    El momento de enfrentar su castigo llego mucho antes de lo que el esqueleto esperaba. Estaba resignado a tal punto de que no necesitaron esposarlo o algo por el estilo para que se acercara al portal que lo conduciría a su exilio, en ese instante sólo estuvieron presentes Muerte y un extraño hombrecillo de aspecto siniestro que con delicados movimientos de sus manos dejo intrincadas marcas en los huesos de Cees antes de empujarlo por el portal mientras Muerte desviaba la mirada.

    Apareció en un lugar totalmente oscuro. Explorando noto que era un sitio bastante grande pero limitado, de piso y paredes terrosas, donde tropezó más de una vez con misteriosas herramientas y maquinarias olvidadas. Grito muchas veces “¿Hay alguien por ahí?” sin recibir respuesta y tanteando el espacio alrededor de él para apoyarse contra algo y descansar, percibió una puerta, intento abrirla, pero al hacerlo, vio cómo se iluminaron unos grabados en el marco que coincidían con las marcas en sus huesos y fue repelido con gran fuerza, provocando que soltará un sonoro grito, sin saber que aquello despertó a alguien del otro lado de la puerta.

    –¡¿Qué fue eso?! ¡T-tengo una pala y s-sé cómo usarla!– exclamo el desconocido.

    –¡No deseo pelear! Me llamo Cees y estoy atrapado, ¿sabes cómo abrir esta puerta?

    –¿Qué? ¿Cómo llegaste ahí? Y… no recordaba que esta mina tuviera una puerta como esa… tal vez debo usar mis lentes más seguido o dormir menos…– manifesto con pesar.

    –No sé si pueda responder todas esas preguntas… ¿pero puedes ayudarme?

    –Puede ser…

    Su interlocutor resulto ser un fantasma, que atravesó la puerta curioso por ver con quién conversaba. El ambiente estaba oscuro, pero su
    ectoplasma fluorescente les permitió discernir lo suficiente.

    –Vaya… eres un esqueleto parlante… nunca había visto uno…

    –Pues yo nunca tuve la oportunidad de conocer a un fantasma antes.

    Se quedaron unos momentos examinándose.

    –Entonces… ¿podrías…?– indago Cees un poco apenado sin entender bien el por qué.

    –¡Lo intentaré!

    Siendo un fantasma, tenía ciertos poderes y los uso para abrir la puerta lo más que pudo, dejando entrar algo de luz del exterior.
    Cees quiso salir, pero había alguna clase de campo de energía que lo impedía aún con la puerta abierta, lo cual se hacía evidente en los tallados de la puerta y sus huesos que se iluminaban por la cercanía, siendo el esqueleto el único que podía ver esto; al menos no había salido volando otra vez.

    En aquel momento entendió que además de ser desterrado su castigo incluía ser prisionero de esa mina.

    –Creo que me quedaré aquí un largo, largo tiempo.

    –Mira el lado bueno… tienes compañía.

    –Cierto ¿cuál es tu nombre?

    –Dlal –le extendió su mano fantasmal– es un gusto conocerte Cees.

    –No, el gusto es mío– respondió intentando estrechar la diestra del fantasma, pero fallando por obvias razones.

    Dlal acepto de buena gana la compañía de Cees ya que a pesar de su aspecto fuerte era bastante tímido por lo cual rara vez salía de aquel lugar a interactuar con otros y definitivamente, necesitaba hablar con alguien. Los meses pasaron y ambos se volvieron muy cercanos. Entre sus largas pláticas el fantasma le comento al esqueleto que debía usar unos lentes muy tontos, pero que no le gustaban y también que en esa mina había una jugosa veta de gemas preciosas, pero que la habían abandonado porque se creía que el lugar estaba maldito, debido a la muerte de demasiados trabajadores, incluido él probablemente, lo cual hizo que Cees meditara muy seriamente respecto al lugar en el que se encontraba encerrado. Tenían una gran fortuna a su disposición, ¡debían aprovecharla! Y después de mucho insistir Cees consiguió que Dlal aceptara ser su socio.
    Decidieron que conseguirían materia prima, para venderla y después invertir el dinero ganado en algún negocio.
    Ellos decidieron encargarse de todo por su cuenta, por temor a que si se corría la noticia de que aquella mina abandonada aún tenía mucho potencial, alguien con más medios a su disposición intentará adueñársela.

    A Cees le tomó mucho tiempo aprender a usar las herramientas de las que contaba el lugar, analizar el terreno y hacer los cálculos adecuados para sacar las gemas sin provocar derrumbes, pero sin importar el cuidado que imprimía en su labor, de todas formas provoco más de un accidente que le valió quedar enterrado bajo kilos de rocas muchas veces, echando a perder meses de trabajo y sin embargo no flaqueaba en su objetivo.

    La llegada de Cees le dio un nuevo sentido a la existencia de Dlal que con su entusiasmo motivaba al esqueleto a no rendirse, a pesar de que este se sentía culpable de no estar cumpliendo adecuadamente con su castigo, ¿pero qué más podía hacer? El multiverso le había dado una oportunidad disfrazada de tragedia, la oportunidad de cambiar su tranquila, pero monótona subsistencia, siendo una de esas ocasiones que no se repiten dos veces y él no podía quedarse de brazos cruzados.

    Les tomó más de tres años reunir una cantidad decente de gemas y otro medio año venderlas sin tener ningún contacto o experiencia empresarial, faena de la que se tuvo que encargar enteramente Dlal quien tuvo que sobreponerse a su timidez. Ya con dinero suficiente en su poder, comenzaron a plantearse en qué ocuparlo; como prácticamente estaban muertos, no lo necesitaban para sustentarse, así que pensaron que podrían brindar alguna clase de servicio, algo con lo cual pudieran interactuar con las personas y pasar un buen momento. Desecharon la idea de un pequeño parque de diversiones o acuático ya que a ninguno de los dos se le daba el trato con los niños. Un café o una pastelería sonaban bien, excepto por el hecho de que ni Dlal o Cees poseían sentido del gusto y no les agradaba del todo la idea de contratar a alguien para que preparara los postres y demás comestibles a pesar de que contratarían a bastante mano de obra para remodelar la mina y convertirla en el establecimiento que requerirían, misma problemática acaecía con el proyecto de un restaurante y sin saber cómo, se les ocurrió inaugurar un bar en el que se servirían bebidas de lo más exóticas y cuyas ganancias se donarían a la caridad.

    ***


    –Y esa es la historia de por qué conozco de dónde viene ese fragmento, de cómo llegué aquí y abrí este bar junto a Dlal, sé que esto último no venía tanto al caso, pero no pude evitar ponerme melancólico– manifiesto haciendo el ademán de enjugar una inexistente lágrima, mientras el fantasma le sonreía con gran candidez, semblantes muy distintos al de Marshall que trago saliva bastante turbado, si bien antes se encontraba fastidiado e inapetente, ahora se encontraba mucho más preocupado de lo que desearía admitir.

    –Gran historia, pero como me lo advertiste… hay tanto que no entiendo… comenzando por eso de que en esa dimensión también existe una Nocheósfera que es regida por alguien que apellida igual que mi madre y yo… pero eso no es lo más preocupante… por lo que entendí, ese tal Hudson Abadeer deseaba las Cadenas de Zafiro para atrapar o castigar a alguien y creo que se trata del mismo sujeto que se llevó a Finn... ¡por eso olía a Nocheósfera!

    –Y como eso fue hace más de medio siglo… tal vez explicaría porque la cadena de zafiro fue destruida y sólo quedaron ese o más fragmentos…– agrego el fantasma.

    A lo que Marshall soltó una especie de gruñido para luego preguntar:

    –Finn debió traer consigo el fragmento y lo perdió por eso lo encontré por un lugar por el que pasamos mientras estuvo aquí pero ¿por qué lo tenía él? ¿Creen que está en peligro?

    Sus amigos lo miraron apesadumbrados.

    –Lamentablemente no podemos saberlo…

    –¡Pero el muchacho es muy fuerte! Seguro estará bien– delibero el enérgico esqueleto.

    –De todas formas no hay mucho que podamos hacer, dado que estamos en dimensiones diferentes…– afirmo Dlal, sin afán de inquietar más al vampiro.

    –Eso me recuerda que aún no me explico cómo fue que Finn llego aquí al igual que el tipo alado… debí preguntar cuando tuve oportunidad…– dijo el vampiro pasando una mano por su rostro y acomodando los cabellos que caían a su frente en un gesto cansado.

    –Quizás, lo mejor es no entrometernos– aconsejo Dlal.

    –Quizás…

    –Mientras tanto, déjame servirte algo de vino, si no recuerdo mal, deseabas un trago– arguyo Cees yendo por una botella, intentando distraer a
    Marshall que se encontraba muy dubitativo, ya que todo lo que se había revelado en esa tarde, sólo consiguió incrementar el interés que tenía por aquel aventurero en una mezcla entre curiosidad, preocupación e impotencia que tal vez podría instarle a llevar todo ese asunto a otro nivel, pero eso, sólo el tiempo lo diría.




    La historia acerca del saco, la saqué de una de mis series favoritas de toda la vida, "El cuentacuentos" del capítulo "El soldado y la muerte" basado en el cuento homónimo de Aleksandr Nikoláyevich Afanásiev, que debo decir fue una de las cosas que inicialmente me inspiraron a escribir este fic, aquí dejo un link para quien no conozca la serie:

    www.youtube.com/watch?v=21bQmKG1mXQ

    El Guardían de la puerta a pesar de ser sólo un personaje de relleno, me agrado mucho -w- me parece una pena que sólo apareciera en el episodio de "Muerte en flor"




    Marshall esta preocupado por Finn 7u7 pero no sé si volverlo a incluir en lo que sigue de historia XP a pesar de que él junto a Cees y Dlal nos dieron a conocer parte de lo que hay detrás de la historia de Lei... claro que sacaron muchas conjeturas apresuradas que tal vez no son correctas :v

    Lo de los 538 es una alusión a mi serie de creepypastas favoritas: "The Holders"

    Lo de que Marshall tuviera una motocicleta... no sé de dónde se me ocurrió XDD pero me pareció genial *n*

    Y si se preguntan si hay algo entre Dlal y Cees... ni yo lo sé XDD

    Muchas gracias por leer n,n


    Edited by Inain - 18/12/2016, 02:29
  2. .
    Awww... bonito -3-
  3. .
    Wow... corto y muy bello... me encanto n.n
  4. .
    Hola!! Primeramente los personajes no me pertenecen sino al genial Estudio Marmota, yo sólo los tomo prestados para escribir locuras sin fines de lucro XP

    Nuevamente estoy aquí con una propuesta extraña, con una idea que estuvo rondando mi cabeza por mucho tiempo y ya que Fin Punch esta por finalizar (lo cual lastima mucho mis feels porque adoro esa webserie, se la recomiendo totalmente a las personas que no la hayan visto todavía 7u7) decidí sacar a la luz este fanfic y de esta parejita (lo sé estoy loca :v). No es un fanfic perfecto, pero les pido por favor que le den una oportunidad, de antemano me disculpo por las escenas raras de lemon y por si los personajes me quedaron Ooc.


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    Odio


    Era una masa gigantesca de odio y desesperación, su capacidad de transformarse y evolucionar se había descontrolado en el que sería su ataque final, un monstruo con el cual planeaba quitarle la vida a la hija ¿adoptiva? de McClane. Prefería comer bebes, pero esta vez haría una excepción, esperando con eso causarle el máximo dolor a su más grande enemigo.

    Había arruinado sus planes, le había quitado la oportunidad de ser amado y de acabar con la raza humana a él, que debía ser idolatrado como ninguna otra persona o cetáceo antes, anhelo que alimentaba su deseo de moldear y destruir a todos los asquerosos seres inferiores que lo rodeaban ¿eso lo convertía en el típico tirano con sed de poder? ¡Para nada! Por supuesto que él era distinto, pero no siempre fue así.

    ***


    El único paisaje que conoció desde que nació fue el de un mar gélido y profundo adornado de grandes masas de hielo donde al asomarse a la superficie, sólo se observaba un cielo opaco, de dónde por temporadas descendían grandes cantidades de nieve que o bien se deshacían en la superficie del mar o se acumulaban en las grandes planicies glaciales y sólo unas contadas veces al año, era posible ver algo de luz entre las espesas nubes. Era un lugar dónde la vida era relativamente tranquila y aunque solía escasear el alimento, se podía ser feliz, pero Murphy quería más. Él siempre fue distintos a otros narvales, veía algo más en la vida que simplemente nadar, comer bacalao y reproducirse, pero no fue sino hasta que su madre murió debido al congelamiento repentino de la superficie donde salió a tomar aire, que puso su vida verdaderamente en perspectiva decidiendo abandonar su manada y los mares árticos.

    Su padre como todo líder, era alguien orgulloso y no hizo nada para impedir su fuga, pues al irse estaba negándose a ser su sucesor y aunque el resto de los integrantes de la manada sí intentó persuadirlo, estaba decidido y los ignoro.

    Viajando conoció la dicha de un cielo totalmente azul, la imponente luz del sol y lo bellos que se ven sus rayos dorados a través del agua, al igual que la melancolía de un atardecer y gigantescos navíos habitados por humanos, a los cuales prefirió evitar.

    Pudo observar distintas clases de animales que ni siquiera imaginaba que existían, como los tiburones que eran seres tan o más peligrosos que las orcas y criaturas que con un halo de delicadeza, disimulaban letales armas, llamados medusas. Fue capaz de apreciar arrecifes gigantescos dónde habitaban una variedad colorida de peces, de las cuales no siempre pudo diferenciar cuales eran comestibles o cuales podían provocarle indigestión y aprovechando la magnífica habilidad que su especie tenía para sumergirse siguió su viaje entre complicadas estructuras de coral, barcos hundidos y misteriosas edificaciones submarinas.

    El viaje fue largo y sólo estuvo plagado de peligros, más de una vez tuvo que luchar por su vida, pero gracias a ello su instinto se afino y sus habilidades mejoraron. Aprendió a no depender de nadie y se acostumbró a la soledad, pero en ocasiones, cuando se cansaba demasiado, conseguía acoplarse a algún grupo de delfines o marsopas a modo de descanso.

    Si bien los cetáceos eran seres muy bien organizados e inteligentes, aún entre ellos podían darse situaciones muy tensas, debido alianzas poco estables, vínculos esporádicos, promiscuidad o actos de pura violencia, por los cuales Murphy procuraba observar con cuidado la aptitud y lenguaje corporal de los grupos a los que decidía acercarse, tomadas las prevenciones necesarias no era difícil llegar a algún acuerdo con el líder de la vaina y era recibido aunque todos lo miraran de forma extraña por su aspecto.

    En una de esas ocasiones se encontró con el desencadenante de su infortunio.

    Al norte de Australia, empezó a sentirse cansado, pero se encontró nadando en la misma dirección que una vaina de delfines relativamente grande y decidió probar suerte, le tomó un tiempo aproximarse y conversar con el líder que aceptó que se agregara al grupo por unas semanas a regañadientes, obligándolo a tomar la última posición de la formación.

    Cómo solía suceder siempre que ingresaba en alguna manada, los machos le vigilaban con recelo, las hembras lo miraban con duda y las crías con asombro, pero casi nadie se comunicaba con él, solía ser así los primeros dos o tres días, pues luego ponía a funcionar su encanto, ganándose la confianza del grupo y tal como lo suponía así fue. Los días pasaban tranquilos y no había mucho que le llamara la atención, excepto por uno de los integrantes más jóvenes del grupo que siempre solía girar levemente la mirada en su dirección, casi no se comunicaba con nadie y no nadaba igual que el resto, llamaba su atención esa aptitud tan solitaria, algo atípico en la naturaleza de su especie.

    Pregunto a los demás a que se debía ese comportamiento tan inusual y sólo supo que un monstruo marino había devorado a sus padres, dejándolo muy afectado.

    No pudo evitar sentir algo de curiosidad por él, sobrevivir a un suceso como ese no era algo que ocurriera siempre, por otro lado, estaba convencido de que había algo especial en sus ojos azules.

    Deseaba acercarse a ese delfín y le pareció que siendo ambos distintos podrían llevarse bien.

    Parte del acuerdo gracias al cual se había integrado momentáneamente era compartir su captura cada día con alguien distinto del grupo, además de contribuir en distintos conjuntos de cacería y gracias a eso no paso mucho tiempo antes de que encontrara una oportunidad para acercarse al delfín de ojos azules.

    Como todos los días a diez individuos se les asigno la tarea de ir en búsqueda de alimento, quedándose el resto a cuidar de las crías y un compañero enfermo.

    Los nueve delfines y el narval no tardaron en encontrar un cardumen de peces, se lanzaron al ataque intentando rodear a la mayor cantidad de presas, nadaron veloces y con precisos golpes tanto de sus poderosas colas como de sus cabezas, aturdieron a una buena cantidad de peces; fue una jornada fructífera.

    Repartiendo el alimento Murphy vio el momento indicado para acercarse a aquel delfín.

    —No nos habíamos presentado formalmente, soy Murphy, ¿y tú?

    —Areu…— pronunció un tanto inseguro.

    —¿Qué edad tienes?

    —Quince...

    Para esa edad su aspecto era demasiado delicado y pequeño.

    —Yo diecisiete.

    El delfín parecía querer alejarse, pero Murphy lo detuvo.

    —Espera, aún no me has dejado decirte que hoy eres el afortunado con quién compartiré mi alimento.

    —No gracias, estoy bien.

    —¿Por qué no lo aceptas? Es un regalo de buena voluntad— silbo alegre.

    —No lo considero justo, otros merecen este alimento más que yo, alguien que no puede ir de cacería.

    —Estoy seguro de que contribuyes de otras formas al grupo y hoy quiero darte mi ración a ti.

    —Lo haces porque tienes que hacerlo.

    —No, tú me interesas y para demostrártelo también te daré de mi ración mañana y pasado mañana y…

    —No tiene caso— mencionó haciendo un gesto de pesar y retirándose, negándose a continuar con esa conversación.

    Al día siguiente contrario a lo que Areu pensaba, el narval también se acercó a él, había cazado lo suficiente para cumplir su cuota con el grupo, para alimentarse él y para convidarle, pero igual se sintió reacio a aceptar. Así pasaron unos cuantos días más, con la característica de que Murphy siempre intentaba acercarse, pero el delfín se alejaba, aunque en secreto le agradara su compañía, además que el forastero le parecía la realización de un secreto anhelo que le demandaba seguir un camino como el del narval, algo que marcara la diferencia. Por otro lado se sentía incómodo, era como si lo estuvieran cortejando y pensar en esa posibilidad hacía que quisiera hundirse en el fondo del mar a causa de la vergüenza, pues la idea no le era del todo indiferente y al día siguiente lo enfrento.

    —Ya es suficiente, es mejor que te alejes, me haces sentir extraño.

    —¿Cómo?

    —Porque desde que llegaste… no he podido dejar de verte…

    —¿No te gusta mí aspecto?

    —No, por el contrario, nunca había visto a alguien tan hermoso cómo tú.

    Tanta fue su impresión que la corriente pudo llevárselo, pero entonces tomó impulso y comenzó a nadar alrededor de Areu dándole suaves golpecitos con los laterales de su hocico, para que entendiera lo feliz que lo había hecho aquella confesión.

    —¿Eso era todo?

    —¿Cómo que todo? ¡Es mucho! ¿No te parece extraño?

    —No y tú también eres muy hermoso.

    Areu sintió su corazón palpitar con fuerza por esas palabras. Pensó que podría alejarlo con esa vergonzosa confesión, pero sólo consiguió que Murphy deseará estar más cerca de él, pues el narval siempre había sido consciente de su belleza, pero el hecho de que alguien que le interesara se lo dijera de una forma tan directa, lo hizo feliz.

    Con el pasar de los días Areu dejo de resistirse a las atenciones de su nuevo amigo y comenzó a mostrarse más extrovertido. Descansaba una de sus aletas en las del narval o aceptaba subir con él a la superficie para jugar a lanzarse cabezas de pescado y dejaba que lo ayudara a nadar más rápido y mientras el narval le contaba acerca de sus viajes, el delfín no pudo evitar hacer otra confesión incómoda, acerca de sus pésimos dotes como nadador y que incluso creía en la posibilidad de que si dejará de nadar por determinado tiempo, olvidaría la manera en la que se hacía. Al narval aquello le pareció muy divertido y le reafirmaba lo especial que era Areu e intento consolarle diciéndole que eso no era un secreto y dado el momento, Murphy le rebelo que contrario a lo que todos creían, el cuerno en su frente no era un arma, herramienta o una característica para demostrar virilidad y conseguir hembras, sino un órgano sensible que le ayudaba a captar todo con mayor precisión y que era la parte favorita de su cuerpo, entonces Areu rozando de lado su cuerpo con el de Murphy acarició con su hocico la extensión del cuerno de Murphy, este último se estremeció y agradeció esas caricias.

    Estar con el narval le brindaba una seguridad que no había sentido desde que murieron sus padres, pero él era un viajero y estaba consciente de que pronto debería partir y no sabía cómo sentirse al respecto. Días después vio al narval platicando con el líder, lo cual le hizo intuir que aquello que lo inquietaba sucedería pronto.

    —¿Cuándo te irás?

    —Estaba por decírtelo…— susurro.

    —¿Cuándo?— repitió preocupado.

    —Mañana a primera hora.

    Areu sintió que le faltaba el aire y con bastante esfuerzo subió a la superficie acompañado de Murphy, dónde se dieron unos momentos de incómodo silencio hasta que volvieron a sumergirse.

    —¿Estás molesto?

    —No, estás en tu derecho de irte.

    —¡Qué decepción! Yo esperaba algo así como: “¡No Murphy! por favor no te vayas, te necesito”

    —¿Bromeas? Nunca diría algo así— expreso burlón.

    —Pero no quieres que me vaya, ¿verdad?

    –¿Y qué si es así? No hay nada que pueda hacer al respecto.

    —Puedes venir conmigo.

    Al delfín se le ilumino la mirada, pero luego la duda arremetió.

    —Soy un pésimo nadador, no sé cazar, sería el blanco de los depredadores y sólo te retrasaría.

    —Mientras estemos juntos no importa.

    Areu sintió una cálida sensación en su interior y fue disminuyendo su marcha.

    —Acepta, sé que también quieres algo más que sólo estar en una manada y sobrevivir.

    No paso ni un minuto antes de que el delfín accediera.

    La decisión fue tomada, el permiso fue dado y se aventuraron juntos a lo desconocido. ¿Cuántos kilómetros nadaban por día? ¿Hacia dónde se
    dirigían? ¿Cuánto tiempo había pasado? Disfrutando la amena compañía del otro, nociones tan básicas como esas se olvidaban por completo.

    Considerando los peligros que les acechaban, procuraban vivir cada día como si fuera el último. Esa clase de experiencias fueron forjando en Areu una personalidad más segura y comunicativa, lo cual hizo muy feliz a Murphy; tanto fue el cambio en el delfín que incluso estaba dispuesto a enfrentarse a enemigos que poseían el doble de su tamaño, usando un don que Murphy, siempre intuyo que poseía.
    Areu era capaz de conquistar el corazón con la mirada. Al recuperar gran parte del amor que sentía hacía la vida y a sí mismo pudo liberar aquel poder interno que permanecía oculto en sus orbes azules, claro que el delfín aún no era del todo consciente de aquello, a diferencia del narval que con cada cosa nueva que descubría de su acompañante, quedaba más embelesado.

    Se entendían y aceptaban en demasía, excepto aquella manía que Murphy tenía por comer bebes, pero nadie es perfecto.

    Poco a poco Murphy fue notando que sentía algo más que una amistad hacía Areu, no le costó aceptarlo, habiendo viajado tanto, la mayoría de sus prejuicios se habían desvanecido y lo único que en verdad le preocupaba era conseguir ser correspondido.

    Se sentía inquieto a su lado, ansiaba comunicarle cuánto antes su sentir, pero no encontraba el momento adecuado, no ayudaba en nada que fuera época de apareamiento y saber que los delfines eran seres muy sexuales, esto último era lo que le hacía más difícil contenerse, pero Areu era distinto, a su edad nunca lo había visto coquetear con nadie de su grupo, permitiéndose sólo con él, ese comportamiento juguetón y cariñoso que lo volvía loco, una razón muy importante para no ceder ante su libido, pero mientras tanto, necesitaba desahogarse y no sabía cómo encontrar un tiempo a solas. Alejarse del delfín de forma impremeditada significaba un grave peligro, tocarse mientras su compañero estaba semiconsciente, en esa forma tan peculiar en la que muchos tipos de cetáceos dormían, desactivando la mitad de sus funciones meníngeas, tampoco era una opción, pues mientras uno descansaba el otro debía hacer guardia y distraerse de esa forma era un riesgo vano.

    Debía admitir que pasar esas temporadas solo era mucho más fácil.

    Siguiendo con la travesía, el narval reconoció ciertos corales y recordó que no lejos de ahí había un buque hundido que no era ocupado por peces o
    visitado por aficionados al buceo. Un lugar adecuado para despistar a Areu y tener unos momentos para si mismo.

    Aún no estaba listo para decirle lo que sentía, pues no quería ser malinterpretado, el delfín no era bobo, seguro intuía su estado y por más estrecha que fuera su relación, al estar en época de apareamiento su confesión de amor podría ser tomada como una simple táctica sexual.

    —¿Hacia dónde vamos?

    —Hay algo que quisiera mostrarte, algo que vi hace un tiempo en otro de mis viajes.

    Era una planicie relativamente profunda, dónde aún alcanzaban los rayos de sol que resaltaban en la delicada arena que se veía perfecta y lisa como un manto inmaculado, en la que yacía semienterrado, desde la obra viva hasta el puente de mando, una estructura que se veía desgastada y carcomida, pero no por eso menos imponente.

    —Sé que siempre has sentido curiosidad por los navíos humanos y esta es una buena forma de que conozcas uno sin estar en peligro.

    El delfín estaba maravillado.

    —¿Qué estamos esperando? ¡Entremos!

    Areu nadó con emoción, empujando a Murphy para ingresar en el buque lo más rápido posible a través de un agujero en el bulbo de proa ocasionado por la corrosión, que los llevo a la cubierta inferior, dónde aún se encontraban bastantes automóviles modelo Seat Fura 1983.

    Estaba algo oscuro y frío, pero aún se podía distinguir lo suficiente. Aquel alguna vez había sido un buque de carga de tipo Roll-On/Lift-Off especializado en transporte de contenedores y vehículos que aún albergaba parte de la mercancía que nunca llego a su destino.

    —Me pregunto qué son todas estas máquinas— chifló observando con detenimiento uno de los tantos Seat Fura color amarillo que se encontraba frente a él.

    —¿Por qué no te pones a investigar?

    —No es mala idea.

    —Yo estaré en el otro compartimiento.

    —Bien…— menciono algo extrañado, mientras Murphy nadaba a otra sección.

    Lo primero que hizo Areu estando solo, fue tocar el capó de uno de los autos amarillos y esconderse; no sabía por qué, pero aquellas máquinas le parecían alguna clase de bestias dormidas

    Casi todos los autos estaban abollados o tenían los vidrios rotos y por las circunstancias se encontraban aglomerados de forma desordenada ocupando el lugar de tal forma que se le dificultaba bastante transitar, por otro lado no tenía ánimos suficientes para seguir examinando lo que le rodeaba. No era divertido sin Murphy.

    ¿Por qué lo había dejado en un momento cómo ese? ¿Por qué se portaba tan distante e introspectivo? Últimamente se había mostrado de una forma peculiar, con cierta clase de actitudes que no lo caracterizaban.

    Lo busco con premura, siguiendo unos ruidos muy confusos y habiendo escogido un muy mal momento para confrontarlo, hablo demasiado pronto.

    —Murphy, debemos…

    Jamás hubiera imaginado lo que vio a continuación.

    Murphy se frotaba plácidamente con unas espesas algas marinas que crecían al ras del suelo; ni siquiera se molestó en detenerse cuando Areu ingreso, pues el hecho de ser observado por él lo excitó más.

    Se quedaron en un silenció incómodo, incómodo para el delfín que no sabía cómo retirarse sin parecer más idiota de lo que ya era al haber vulnerado la privacidad del narval. Debió hacerle caso a esa pequeña parte de su intuición que le dijo que si Murphy se estaba comportando cómo lo estaba haciendo era por una buena razón.

    Lo estaba pensando demasiado, sin caer en cuenta de que el agua estaba enrarecida por las feromonas que había estado liberando Murphy al masturbarse y que se concentraron a causa de que estaban en un lugar cerrado, despertando sensaciones muy interesantes para Areu.

    —Te conviene marcharte. No quiero cometer un error.

    —¿Por qué?— pregunto con cierta curiosidad.

    —Lo menos que quería era decírtelo en circunstancias como estas, pero…

    Se acercó lentamente y comenzó a rozar de lado el hocico de Areu, provocando que este retrocediera un poco.

    —Te quiero cómo no imaginas, al punto de atreverme a decir que podría ser amor y no quiero que pienses que te digo todo esto sólo porque necesito sexo.

    Pero ya era tarde, el delfín ya había comenzado a corresponder sus caricias; lo rodeo insinuante, le hizo pequeños mimos y se alejó un poco, esperando ser atrapado, comenzando un juego de seducción, dónde ambos se perseguían, nadando e incluso bailando hasta casi enredar su cuerpos, soltándose en el momento menos esperado, para volver a alejarse y juntarse cada vez más, frotando sus erectos genitales mientras nadaban en espiral, hasta que Murphy apreso a Areu con cariño y comenzó a penetrarlo con ansias, sintiéndolo inmutarse y acostumbrarse a su intrusión de a poco. No duro mucho pero fue intenso y no les molesto volver hacerlo varias veces más, hasta que quedaron agotados.

    Pasaron unas horas y el delfín volvió en si; había dejado que el deseo se apoderara de él, traspasando los límites de la amistad con el narval. Ya nada sería igual.

    “!Lo hiciste de nuevo Areu!” pensó disgustado consigo mismo.

    En ese instante Murphy se despabilo y se acercó con cariño al que ahora consideraba su amante, pero este se quedó quieto lleno de remordimiento.

    —¿Qué sucede?

    —Me deje llevar y ahora no sé qué sentir…

    —¿Qué estas tratando de decir?

    —No debimos hacerlo.

    —¿No te gusto?

    Areu guardo silencio.

    —¿Es por qué somos machos?

    El delfín negó con la cabeza.

    Dio media vuelta y salió de aquel lugar lo más rápido que pudo. Murphy quiso seguirlo, pero Areu le increpo:

    —¡Necesito pensar!

    Dado que por razones de seguridad no podían separarse, se mantuvieron a una distancia considerable, mientras nadaban sin rumbo fijo.

    El mar estaba sereno, a diferencia del interior de aquellos dos seres en el cual se desataba una tormenta.

    El delfín no paraba de recriminarse, no sabía lo que sentía, ¿cómo poder amar a alguien más si no conseguía amarse por completo a si mismo? Y
    cómo aún le faltaba un gran camino de aceptación, no le parecía sincero aceptar los sentimientos del narval y este por su parte seguía preguntándose si había algo malo con él. ¿Acaso no era suficientemente bueno para Areu? Deseaba tanto su amor.

    De ahí en más, su relación comenzó a deteriorarse, pasaron de ser un equipo formidable a casi tratarse como extraños en un abrir y cerrar de ojos, pero muy en el fondo creían que no todo estaba perdido y se negaban a continuar por caminos separados.

    Murphy de a poco iba llenándose de rabia y frustración que se tornaba en tirria contra aquel que amaba, pues siempre creyó entender a Areu y este se sentía realmente culpable, al fin había encontrado a alguien con quien podía ser él mismo, pero lo había arruinado y ahora no encontraba una solución a lo que sucedía.

    No obstante, lo peor aún estaba por venir.

    Ese día había sido relativamente tranquilo y la atmosfera entre ambos se había sentido menos tensa para variar, pero como hacía un tiempo que ya no eran un equipo perfecto, se descuidaron y por ello se adentraron en una zona de caza de delfines en temporada activa, intentaron escapar, pero fue tarde, unas redes atraparon a Murphy, Areu intento salvarlo tirando de su cuerno, rompiéndolo por accidente y sellando su destino, lo último que escucho de Murphy en esa ocasión fue: “¡arruinaste mi vida!”

    Areu estaba destrozado, después de presenciar como un pez gigante devoro a sus padres, perder a Murphy fue la segunda experiencia más horrible de su vida y nado, nado tanto como jamás en su vida lo había hecho, intentando escapar del dolor, pero no funcionó y no paso mucho tiempo antes de que algunos depredadores lo hirieran y que terminara encallado en un playa. Curiosamente no se estaba asfixiando, pero se encontraba tan mal herido que tampoco podía volver al mar, pero por fortuna fue salvado por biólogos del Centro Internacional de Mamíferos Marinos, paso mucho tiempo recuperándose y su cuerpo mejoro, a diferencia de su espíritu, lo cual se notaba en sus pocos, casi nulos ánimos para nadar lo poco que sabía y en lo poco que comía, por ello fue enviado para el resto de su rehabilitación a un parque acuático muy concurrido. Al principio se sentía muy incómodo al ser observado todo el tiempo por los visitantes de lugar, que estaban cautivados por su mirada, pero con el tiempo se dio cuenta de que le gustaba esa atención, poco después le asignaron de compañero a una orca llamada Archer, que perdió a su familia y había sufrido bastante, pero a pesar de eso se mostraba siempre carismático y jovial, no hace falta decir que su compañía le hizo mucho bien a Areu, volviéndose muy cercanos, al punto de hacer coreografías y trucos juntos, aunque el delfín no fuera bueno nadando. Esos espectáculos hacían feliz a las personas, lo cual de alguna forma también hacía feliz al delfín, ayudándolo a olvidar todo el dolor que cargaba y que recordaba a cada vez que veía el colgante que había hecho con el cuerno roto de Murphy, del que no se separaba un instante. Pronto se convirtieron en estrellas, en especial Areu, a quien el dueño del parque acuático le dio el nuevo nombre de McClane por el protagonista de una de sus películas favoritas: “Duro de matar” lo cual le valió el apodo de “Duro de nadar” en el parque acuático, entonces pensó que esa podía ser su nueva razón de vivir, conquistar con amor y asombro los corazones de las personas y cayo en cuenta que tener un nuevo nombre podría ser el inicio de otra etapa en su vida, pero Archer tenía otros planes y al ver la influencia que el delfín tenía sobre la gente, lo convenció de unirse a sus planes de venganza y dominación mundial.

    Luego de que ambos comprobaran que podían sobrevivir fuera del agua, en medio de una actuación que parecía rutinaria, Archer se rebeló y grito a los cuatro vientos sus intenciones, pero nadie pareció prestarle atención, todas las personas estaban demasiado asombradas de que una orca pudiera hablar y mantenerse erguida.

    Aquello solo fue el principio, Archer y McClane no fueron los únicos que se dieron cuenta de que podían sobrevivir fuera del agua, pasaron unos meses y muchos más cetáceos subieron a la superficie, fue todo un shock para el mundo, algo que cambiaba por completo los estudios biológicos que se habían hecho por décadas, ¿a qué se debía? ¿Un salto evolutivo? ¿Contaminación radioactiva? ¿O es que siempre fueron conscientes, pero esperaron el momento exacto para salir? ¿Y por qué los cetáceos?

    Lo cierto era que los cetáceos venían del universo, antes de nadar en el mar nadaban en las ondas gravitacionales y aunque no supieran todavía sus raíces, habían comenzado a darse cuenta de que tenían muchas más capacidades de las que imaginaban.

    Para muchos fue algo increíble, para otros una abominación, una señal del fin de los tiempos, otros en cambio lo aceptaron fácilmente y para impedir que se tratara a estos nuevos ciudadanos como objetos y que se quisiera hacer experimentos con ellos, se fundó “La sociedad de personas cetáceas” en colaboración con dos de los primeros cetáceos que se atrevieron a salir a la superficie que eran Archer y McClane; con el tiempo las personas y cetáceos aprendieron a vivir juntos y se volvió algo cotidiano viajar en metro con algunos cachalotes, o charlar en una discoteca con alguna ballena.

    Ambos se volvieron personas importantes y empezaron a incursionar en la política y las artes, resaltando en todo cuanto hacían, no sólo por el hecho de ser cetáceos sino porque realmente eran fabulosos, claro que a McClane le gustaba tomar la vida con calma, así que se convirtió en oficinista, pero las cosas no siempre iban bien entre ellos, ya que el delfín comenzó a sentir que su amigo sólo lo estaba usando, lo cual se hacía evidente en que siempre le quitaba a toda fémina en la que se fijaba y a pesar de que ya se había recuperado lo suficiente como para comenzar a coquetear con chicas y salir con Mirna que más tarde lo traicionaría, aún tenía a Murphy presente en sus pensamientos

    Empero, las cosas no permanecieron así por mucho tiempo, pues Archer dejo el mundo terrenal luego de perder una pelea en un bar, pero no pudo descansar en paz, pues aún no había cumplido sus planes, por ello el universo le dio una segunda oportunidad, convirtiéndolo en el Cetáceo guardián de Murphy, quien también había pasado por muchas cosas desde que fue capturado por aquellos pescadores.

    Por fuerza Murphy fue entre los primeros cetáceos que se dio cuenta de que podía respirar fuera del agua y lo supo en el instante en que lo sacaron con las redes de pesca y los pescadores le dijeron que era un delfín deforme, a pesar de lo humillado que se sentía, no mato al par de adefesios que lo insultaron y consiguió fingirse muerto hasta que lo llevaron al puerto, donde se las arregló para escapar, pero estaba en un país que no conocía, en el que hablaban una lengua extraña, y dónde fue considerado un monstruo, pues por aquellos tiempos aún no habían salido otros cetáceos a la superficie, lo peor era que ya no podía volver al mar, su aspecto era demasiado horrible para eso, así que emprendió nuevamente un viaje, donde no le sirvió de nada todo lo que aprendió en el océano y se convirtió en un paria, un fenómeno que por mucho tiempo vago sin rumbo, tiempo en el que se dio cuenta de que el amor y el odio podían ser las dos caras de una misma moneda, convirtiendo el amor que sentía hacía McClane en odio.

    Estaba tan sólo y tan necesitado de cariño, que su ansía de amor y belleza se volvió una obsesión, disponiéndose a hacer cualquier cosa por ello, incluso destruir a la raza humana de ser necesario.

    “¡Dejo que me capturaran a propósito! Lo hizo por lo que sucedió… ¡sólo quería deshacerse de mí! ¡Él debió ser capturado, no yo! ¡¿Por qué tuve que conocerlo?! ¡Haré que pague por haber roto mi cuerno! ¿Por qué no me amas Areu? ¡Ámame!” esos pensamientos nublaban la mente de Murphy siempre, pero no todo era tan malo, descubrió que podía transformarse en un ser humanoide de gran belleza y comenzó a trazar planes y gracias a las noticias pudo estar al tanto de todo lo que Areu hacía, incluso de que había cambiado su nombre a McClane, pero no fue hasta que conoció a su Cetáceo guardián que empezó a planear su venganza en grande.

    Una cosa llevo a la otra y ahora estaban ahí enfrentados, en la casa de Murphy, con la vida de una niña en riesgo; el narval estaba por devorarla pero de un salto McClane consiguió evitar que se la tragara, al ver eso, Archer escapo en un convertible lleno de dinero y con un par de atractivas chicas intuyendo lo que vendría, ya que aquello aumento la rabia de Murphy, impulsando más el odio en su corazón, que lo siguió aumentando de tamaño, convirtiéndolo en un ser más horripilante a casa instante, tanto que destrozó el edificio en el que se encontraban, pero antes de que los escombros pudieran alcanzar a McClane o a la pequeña, Beluga la cetáceo guardián del delfín los saco volando del edificio y cuando pensaron que podrían escapar, una gigantesca garra los atrapo en pleno vuelo, perteneciente al monstruoso ser en el que el odio había convertido a Murphy, quien separo a McClane de su hija y de la Señorita Connor, conservándolas en su mano izquierda, teniendo al delfín en su mano derecha que se iba llenando de espinas con las cuales pensaba destrozar el cuerpo del delfín, al tiempo que acercaba esa extremidad lentamente a su abominable rostro diciendo con una profunda voz de ultratumba:

    —Disfruta tus últimos momentos McClane. Alégrate de que no tendrás que ver como asesino a tu hija y a tu cetáceo guardián.

    Parecía el fin, pero McClane no estaba dispuesto a darse por vencido, no ahora que había vuelto a entender lo que era el amor. Deseaba con ansias que Murphy también lo entendiera y si él había conseguido perdonar a Mirna por su engaño, aún había esperanza.

    —Sé que quieres amor… pero esta no es la forma correcta… ¡No con todo ese odio en tu corazón!

    —¡Tú eres el causante de este odio! ¡Arruinaste todo!

    —¡Lo sé! Y no ha pasado ni un solo día en que no lamente haberte perdido porque… ¡aún te amo!— expreso con la voz quebradiza y mirándolo con sus hermosos y profundos ojos azules, mirada que por más que intento, Murphy no pudo seguir rehuyendo.

    —¿Qué…?

    Anonadado, Murphy soltó a la pequeña y a la Señorita Connor que se encargó de que la niña no cayera con fuerza sobre el suelo.

    —Ahora entiendo que siempre te amé… tal vez no de la forma que deseabas, pero si con todo mi ser y nunca pude decírtelo…

    —Areu…

    —Perdóname.

    Esas palabras calaron en lo más hondo de Murphy, tal vez no necesitaba ser idolatrado por todos, tal vez bastaba con el amor de una persona especial y aunque no pudo tener todo lo que deseaba, tal vez podía comenzar a ser feliz con lo que tenía, con lo que siempre tuvo y sin que se diera cuenta, su monstruoso cuerpo comenzó a convertirse en cenizas, deshaciéndose lentamente hasta dejar sólo un cumulo de polvo que amortiguo la caída de McClane y en el que este comenzó a buscar desesperadamente a Murphy, encontrándolo al fondo de kilos de cenizas, semiconsciente, en su forma primaria de narval.

    —¡Murphy! ¿Estás bien?

    —Lo… hiciste de nuevo... McClane— respondió desmayándose.

    —Lo tomaré como un si— expreso abrazándolo.

    ***


    Abrió los ojos lentamente, un dolor insoportable invadía su cuerpo ante el más mínimo movimiento a pesar de que se encontraba sobre algo suave y mullido ¿dónde estaba? Se incorporó un poco y notó que se encontraba en una habitación sencilla, pero de aura agradable, miro con más detenimiento y noto a alguien recostado en el borde de la cama, era McClane que había estado cuidándolo desde que lo trajeron a su departamento. Verlo así, le trajo buenos recuerdos, le hizo sentir que todo lo que había pasado antes fue sólo una pesadilla, por otro lado, estando McClane tan vulnerable, se le vino a la mente la idea de acabar con él en ese mismo instante, sin embargo la idea no era lo suficientemente imperiosa y se encontraba bastante cansado, por lo cual se limitó a proferirle unas cuantas caricias en la cabeza con una de sus aletas, despabilándolo.

    —¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

    —Dos semanas.

    —Vaya… y… ¿qué sucedió en mi… ausencia?

    —Humanos y cetáceos siguen recuperándose de las trifulcas y enfrentamientos que resultaron luego de tu elección como presidente del mundo. Te están buscando por todos lados, no sólo porque no asumiste tu cargo correctamente, sino también a causa de todo el dinero que se robó Archer de los fondos del estado.

    Murphy no pudo evitar reír por esto último, no como esas otras risas malévolas y de supervillano que solía hacer, sino simple y llanamente con sinceridad, lo cual alegro mucho al delfín

    —Así que sigue prófugo, supongo que quedo a cargo el presidente del parlamento, ¿no es así?

    —Sí y creo que implantará un nuevo impuesto a los cetáceos que no usemos pantalones… pero, dime, ¿todavía quieres ocupar tu puesto como presidente del mundo?

    —No lo sé… tal vez es hora de que vuelva al mar... he perdido demasiado tiempo.

    —Oh…

    —Y… ¿qué sucedió con Mirna?

    —Decidió ir a Nepal y comenzar un viaje de autodescubrimiento personal como la mujer fuerte y decidida que es… estuvo por llevarse consigo a nuestra hija, pero ella quiso quedarse conmigo y como no podía dejar de ir a la escuela acepté tenerla bajo mi tutela, por suerte… o desgracia tengo la ayuda de la señorita Connor para cuidarla… aunque aún dudo si realmente es mi hija… pero me basta con saber que me ama.

    —¿Y tú que harás?

    —Volver a mi trabajo de oficinista.

    —Algunas cosas nunca cambian… pero bueno, debo irme…

    Se levantó de la cama e intento llegar hacía la puerta aunque se encontrara muy fatigado todavía.

    —¿En serio tienes que irte?— pregunto el delfín con cierta tristeza.

    —Es lo mejor.

    —Pero…

    —El hecho de que haya expulsado todo ese odio de mi organismo, no significa que ya no tengo sentimientos negativos hacía a ti o que las cosas volverán a ser como antes.

    —Nunca espere eso, en lo más mínimo… sólo… tenía la esperanza de que por lo menos siguieras siendo parte de mi vida… al menos como mi némesis.

    Conversar esos instantes con tanta naturalidad con el delfín le trajo más recuerdos y sensaciones olvidadas a Murphy que muy pensativo abrió la puerta, haciendo caer a una chiquilla y a una beluga que estuvieron escuchando atentas por detrás del aparejo todo ese tiempo.

    —Papá ¿en serio le llamas a eso confesión de amor? Podrías ponerle más emoción ¿no lo crees?

    —¡¿Qué?! Esto n-no es una confesión de a-amor ¡ve a tu cuarto jovencita!— pronunció McClane nervioso.

    —No pescadito— respondió la niña sacándole la lengua.

    —¡Que no soy un pez! Díselo Murphy.

    —En realidad es un crustáceo— expreso señalándolo con una de sus aletas.

    —¡No!— protesto el delfín.

    —¡Siempre lo supe! Pero… ¿eso quiere decir que soy mitad cangrejo?— menciono la pequeña emocionada.

    —¡Soy un mamífero!

    —Nop ¡eres mi cangrejo-pecesín!

    —¡¿Eh?!

    —Son tan lindos cuando pelean— dijo la señorita Connors con un suspiro.

    —Ustedes son tan extraños— expreso Murphy algo cansado.

    —¿Pero podrías acostumbrarte…?— alego el delfín.

    —Tal vez— dijo fingiendo no prestarle atención al asunto, pero mirando fijamente a McClane

    —Ains…. ¡Ya bésense!— intervino la beluga haciendo énfasis en la oración con un mohín muy gracioso, lo cual sólo alargo esa descabellada discusión.

    Y Murphy decidió quedarse, al menos hasta que dejaran de buscarlo, por otro lado, tenía la ligera sensación de que aún tenía alguna oportunidad con McClane ya fuera para conquistarlo o darle alguna paliza.

    Dimitir al odio definitivamente podía brindarte muchas posibilidades.




    Qué les pareció? Tenía pensado también incluir algo de ArcherxMcClane, al menos como un bonus, pero ya no me llego la inspiración XDD y... se supone que McClane no sabe nadar... pero como me fue posible desarrollar la historia con ese detalle, lo adapte dando a entender que McClane si nadaba pero muy poco y que si dejaba de nadar por mucho tiempo seguro dejaría de saber cómo hacerlo y esto no tendría que desentonar mucho con la historia original, pues podría dar a pensar que cuando volvió a encontrarse con Murphy en el capítulo de "Acuático" y este lo empujo a la piscina diciéndole que sabía su secreto de que no sabe nadar, podría ser porque sabía que McClane seguramente ya olvido cómo nadar :v lo siento si suena forzado... pero sólo ahora pensé en eso XDD también quiero aclarar que como McClane no tenía nombre antes de que lo llamaran así en el parque acuático, decidí llamarlo Areu XD sé que no es el mejor nombre, pero no se me ocurrió otro... aunque me encantaría saber si alguien tuviera sugerencias de nombres n,n también lamento no haber incluido eso de que Murphy odia a los humanos porque encerraron a su familia... pero lo cierto es que recién me enteré de ese dato u,u

    Gracias por leer!!


    Edited by Inain - 4/1/2017, 03:17
  5. .
    Wow!!! Escribes de una forma tan genial!!! Ambas versiones me encantaron, no imaginas cuanto reí XDDD

    No te preocupes, no estas sola... yo también shipeo Foncest... Sansby... y GasterxSansxGrillby :v lo sé... estoy loca... pero encontré un cómic genial de esa OT3... y no pude resistirme XP

    Espero traigas más fics de Undertale!! Bye, cuídate 7u7

    P.D por cierto... no es por sonar stalker... pero cuando traerás la conti del fic crossover de El maravilloso mundo de Jack y El cadáver de la novia? XDD no imaginas cuanto la espero (?) XP
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    Pensar que conozco este foro desde hace seis años... cómo olvidar cuando de casualidad encontré un fanfic Sasunaru, allá por esos años cuando el foro aún estaba en Miarroba XD tengo tantos recuerdos... no tengo palabras para agradecer todas las horas de entretenimiento que me ha traido este foro, espero y dure muchas décadas más!
  7. .
    CITAZIONE (Ana Tetsuya Nanase y hermanos @ 27/5/2016, 23:55) 
    CITAZIONE
    MeroNiakeehl
    100% Uke

    Que se tome su tiempo. Yo la comprendo, estuve más de un año escribiendo con el celular, a veces es una tortura, jaja.
    hace 4 horas
    Inain
    Utente

    Oh... qué pena... pero esperaré 7u7
    hace 3 horas

    Muchas gracias a las dos por su apoyo, la situación está casi arreglada y de recompensa haré un especial de tres capitulos.
    Nuevamente gracias por su comprensión ♥

    Oie zhi... qué bueno!! n,n
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    Oh... qué pena... pero esperaré 7u7
  9. .
    El cap te quedo bastante entretenido, sólo no entendí cual fue la razón por la cual todos buscaban a Bob XDDD o esta basado en algún cap que no vi de la serie? Y... siento a Calamardo un poco Ooc... pero supongo que es porque esta enamorado :v

    Espero la conti, bye!! n,n
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    Está muy bonito, continualo por favor n.n
  11. .
    Escribes genial!! Realmente me encanto, tu prosa y las expresiones que usaste fueron muy divertidas, reí bastante, casi se sintió cómo ver un gameplay (sólo que a ellos si les iba la vida en esto XD) sobre todo el final por la forma en que celebraron su victoria n.n y... yo sé que Vincent quería declararse 7u7

    Ojalá tenga continuación, pero y si no, es un gran one-shot

    Bye te cuidas!
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    Wiii!!! Adoro los caps cortos 7u7 estuvo entretenido, en especial la típica risita de Clarence "Jijiji" XDD
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    Wow!!! Adoro los fics cortos, te quedo genial y con lo que es la primera vez que leo un fanfic de Transformers, aunque hace tiempo encontré un doujinshi 7u7, pero de una pareja que no conocía u,u

    Realmente tuviste cuidado en usar las expresiones adecuadas, dado que no son seres orgánicos XDD, gracias a tus explicaciones entendí bastante bien a pesar de no ser tan adepta a la franquicia y sinceramente me hiciste querer buscar más n,n aunque no sé por donde empezar >,>

    Bye, cuídate!

    P.D Furry!!! alguien dijo Furry??? yo también adoro el furry (?)
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    Wow!! Te quedo fenomenal en especial los diálogos, en un espacio tan corto conseguiste retratar tanto! Realmente se siente como una extensión de la serie (?) adoro tus fics 7u7 sigue así! Bye cuídate!

    P.D. me pareció genial que mencionarás el cap en que se pelearon, ahí hubo shipeo intenso XDD por otro lado se me hace que hubo mención al ClarencexBelson? XDD ahora sí, bye!
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    CITAZIONE (itziritha @ 5/4/2016, 00:34) 
    Wow me gusto nunca había leído a fin x me mow

    Muchas gracias por comentar! Y me alegra saber que este fic sea el primero que leyeras de esta pareja n,n
983 replies since 27/7/2011
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