AtsuTerumi: mi hombresote de fuego, te extrañe, y si dije que era harto ¿no me creías? Pues ya vez y este también es así, acostúmbrate, será así hasta el final.
Gracias por tu opinión hacia Fudou, tenía miedo de haberlo hecho muy marica e-e … y si, aquí todo va según mi loca cabeza, al veces hasta yo no me creo lo que escribo. Punto aparte, Fudou es un rencoroso que hasta el final quiere hacerle la vida a cuadritos a Fubuki, serio, lo hace llorar… pero no me lo odies, aunque también hace llorar a Kidou y a fuyyupe y a mas gente, pero el también sufre
Y tu sexy angel va ser bueno, no te asustes, bueno algo bueno, pero creo que el cambia mas gracias a Shirou, cuando se lleguen a encontrar, pero por ahora solo le hare la vida imposible a Fudou (no tanto) pero tiene una amistad con Kidou que fue más que amistad … LALALA, espero tu próximo comentario

—saben… estoy saliendo con alguien —lo susurro bajito, despacito y oculto su vergüenza entre sus manos —y es alguien encantador, si te pudiera contar mamá, ha sido muy lindo conmigo y… yo lo quiero tanto… —sonrió a la nada y siguió contando —seguro papá se pondría a molestarlo, ya sabes… él siempre ha sido sobre protector conmigo —sonrió por segunda vez pero esta vez con melancolía —y tal vez podría conocerlos… papá, mamá —y volvió a llorar, a pesar de haberse estado conteniendo toda la mañana ya no había podido aguantar más sus sentimientos

—Fubuki, ya cálmate.
En el pequeño una furia y una tristeza se habían instalado, una que había estado guardada desde mucho.
— ¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¿Tienes idea de cuánto me dolió?! ¡¿Sabes lo horrible que fue ver que él quería abusar de mí?! ¿¡Lo sabes?!
— ¡basta, Fubuki! —Se levantó yendo a su encuentro y entre su manos sostuvo el rostro del otro, aquello fue suficiente para calmarle —Fubuki… Shirou, ya paso, todo eso ya paso y nunca volverá a ocurrir, te lo juro, Shirou, te lo juro…

Gouenji también lo hacía, se preguntaba si Shirou también, ese niño que tenía una piel tan blanca y cuerpo tan delgado que era maravilloso ver como los omoplatos se le marcaban en la piel y que justo con la columna hacían una fina línea que llegaba hasta los glúteos, aquellos que formaban junto con sus caderas y la cintura unas sensuales curvas en aquel cuerpo albino,

— ¿por-por qué hi-hiciste e-eso? —ya casi sin querer hablar le pregunto.
—eres mío, no dejes que nadie más se te acerque de esa manera —entonces para empeorar las cosas lo volvió a besar, pero esta vez fue un beso chiquito y de paso lo abrazo — ¿entiendes?
—con que me lo pidieras era suficiente… —pero a pesar de las ganas de golpearlo al inicio, ahora se sentía el chico más feliz del mundo.