Posts written by Mizuki_sama

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    okis... solo espera que atrape a la inspiracion ToT
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    sorry amores
    Pero me estoy muriendo con las obligaciones de la u mi conmigo misma.
    Demorare un poquito, pero pronto actualizo.
    Bienvenida a la nueva lectora, tu revien me hizo feliz, gracias por dejarlo.
    gen_yuki actualizare pronto promesa n_n
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    Estaba pensando, un poco afectada por otro pj enamorado, cuando wow, un nuevo poema nacio, me parecio que calificaba como una visión apartada de prisionero, cuando el juglar llego y lo publico aqui por ello :)



    Prisionera -o la cantante del salón-

    Tocaban las notas en el salón
    Cruzando tranquilas aquel corazón
    Girando, girando
    Los invitados de su amor
    Ella cantaba, cantaba
    Atada a su pasión
    Los campos de azucenas
    La reclamaban para si
    Creando una jaula a su alrededor
    El castillo, las sombras de otro color
    Le decían tranquilos
    “No perteneces aquí”
    Ella cantaba y cantaba
    Solo para aquel
    Que encontrándola un día
    Se la había llevado con él
    Resignada a su suerte
    Se había encerrado allí
    En aquel castillo de sombras
    Era una prisionera más
    El príncipe bajaba y la miraba ya
    Por un segundo cree
    Que quizás la vuelva a amar
    Entonces la ve, junto a él
    Con el príncipe venía
    Un músico, un juglar
    Una nueva joya para su palacio real
    Era hora de ver
    La última adquisición de su majestad
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    el lunes, sorry n.nu
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    Capitulo 11

    Sebastián bajo del caballo en aquel momento, causando que su rubio prometido lo mirara con sorpresa hasta que le extendió las manos para ayudarlo a bajar del suyo, Alois titubeo pero tras un par de segundos acepto su gesto y cedió a bajar del caballo, Sebastian tomo las riendas de ambos caballos.

    -Tomemos un paseo más sencillo –señalo la pradera por la cual se proponía correr y luego el borde de árboles y flores que le hacían juego al otro lado - ¿Le parece?

    Alois asintió con una sonrisa extrañada.

    -Claro- acepto con tono alegre, sinceramente aliviado de no tener que cabalgar más tiempo, odiaba cuando los caballos dejaban de trotar y se iban al galope, lo tensaba.

    -Gracias, bueno, vamos- comenzaron a caminar con el marques llevando a ambos caballos con la mano experta de quién ha sido criado entre ellos, y está acostumbrado a controlarlos, Alois por su parte, caminaba a su par pasando sus pasos sobre el césped con acomodo y sintiendo que se reía, aunque no olvidaba que le había hecho una pregunta a su prometido, incomodo hizo un mohín con los labios al entender que no recibiría respuesta.

    Pero no estaba dispuesto a preocuparse por aquel hombre, sin razón alguna y deseaba esa respuesta, soltó un suspiro y continúo con su paseo.

    -¿Está molesto conmigo?- pregunto con los ojos claros observándole fijamente.

    -En lo absoluto, ¿Qué le hace pensar eso? –fue la respuesta impersonal y sin mirarle, del marques que en aquel momento parecía interesado en las riendas del caballo.

    -No me ha mirado al contestarme- fue su respuesta, casi resignada mientras continuaba caminando- y parece ligeramente incomodo conmigo, como si no supiera que pensar realmente de mi… lo que me hace suponer que está molesto conmigo, aunque no puedo imaginar porque… -termino de hablar para luego verle de nuevo y encogerse de hombros, Michaelis era un hombre extraño, más rico que la mayoría más guapo que la mayoría deseado por mucho y él, Alois Trancy, sentía una extraña animadversión por él, animadversión contra la cual había trabajado activamente para no ser infeliz el resto de su vida, no podía evitar pensar que hasta el día anterior las cosas habían mejorado entre ambos, ¿Qué podía haber ocurrido entre el día anterior y aquella mañana, para que Michaelis actuara así con él?

    -Me siento inquieto, es verdad…- fue la respuesta sorprendida de su prometido mientras lo observaba y le pareció ver un temblor extraño en su rostro, pero fue apenas un reflejo- pero no estoy molesto contigo… Alois… no es contigo- su voz bajo un par de décimas, convirtiéndose en un susurro extraño que por un momento lleno todo el prado.

    Alois le miro sin saber porque sentía que podía echar a llorar allí, sin razón aparente, asustado de sí mismo y antes de ponerse a pensar extendió una mano hasta él, hasta ponerla sobre la mano de Michaelis, la que no estaba ocupada en las riendas, Sebastián le miro sorprendido.

    El doncel siempre evitaba su contacto, evitaba todo de él, recibir tan repentinamente una muestra de afecto, confianza o como se llamara aquello, le sorprendía, sobre todo por lo que acababa de notar, se preguntó si Alois pensaba en sus amantes anteriores o estaba resignado o simplemente pensaba que ….

    -Me alegra saber eso… ero... Como te dije antes… si necesitas hablarlo… estoy aquí –la voz de Alois parecía extrañamente madura, y su mirada era una revés de tormentas extraño, como si luchara consigo mismo- sé que soy joven e ignorante de lo que pueda ocurrir en tu mente, pero si puedo ayudarte… déjame hacerlo… me asusta verle así.

    -Yo… te lo agradezco Alois, querido –soltó las riendas y atrapo aquella delicada mano entre las suyas con rapidez, observando que el muchacho parecía sorprendido –lo que hoy me has dicho es importante te lo aseguro, pero lo que me ocurre es demasiado incluso para mí y temo que lo sea para ti, porque es un temor extraño.

    -¿Temor?- Alois expreso aquello con sorpresa.

    -Sí, temor, temor desde que te vi y ahora mismo no puedo entenderlo… no lo comprendes porque eres joven, pero para un hombre como yo…

    -Es posible que ahora no lo entienda, pero si ese temor por mi… - volvio a hablar el más joven y Sebastian sonrió, de un modo extraño mientras su mente corría al galope de un caballo, conocía aquel sonido extraño y la mente confundida, la mirada cargada de confusión y tortura, tenía razón, ella tenía razón, Alois era joven y aquello era tan extraño, pero él no era ciego y tampoco tonto, había cometido un error, pero la solución estaba cerca, no podría era cierto, apagar la sorpresa que le causaba saber que Alois era consciente de que era él, pero estaba seguro de algo, podía quererle, podía tenerle, quería aquellos ojos observándole solo a él

    Y el camino en realidad era muy simple, lo único que no le había dado.

    -No es por ti, ni por mí… sino por lo que ocurre y no debe ocurrir, por lo que ocurre y tiene que ocurrir

    - ¿Señoría?

    -Alois es tan simple que duele y causa pánico… -tomo un respiro y continuo- Alois es muy simple… te quiero… -sonrio con cierta amargura, para darle el escenario indicado- creo que te querré siempre.

    Edited by Mizuki_sama - 7/9/2016, 21:42
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    Capitulo 10

    Maurice Cole continuaba dando los últimos toques al piano mientras el hombre frente suyo caminaba con paso de fiera de un lado a otro, con cautela dio el último toque y lo miro, el barón alemán que se encontraba frente suyo era peligroso y él lo sabía aunque no podía sospechar cuanto; se levantó como siempre mientras expresaba sus disculpas.

    -Como ya se lo he dicho, no esperaba una visita suya tan pronto barón – comento acercándose mientras echaba con cuidado la cabeza hacia atrás- pero es un placer, se lo aseguro, mi esposo guarda un muy grato recuerdo de usted y de la bala que le disparo al hombro –puso su mano sobre su brazo mientras era fulminado por las frías orbes del alemán, aun así no retrocedió- algo que por supuesto… siempre le agradecí –se sostenían las miradas como dos duelistas -¿qué puedo hacer por usted? –Pregunto y luego continuo –por favor apresure su comunicado… es una fiesta famosa, y les resultara raro que no llegue a tiempo.

    -Anoche le vieron bailar con Michaelis, duchess –la voz del pelinegro fue cruel como el mismo acero y luego le miro – no les resultara difícil sospechar donde está ahora… un golpe no muy grande a su reputación- Maurice mantuvo la sonrisa aun ante el insulto, no temía a aquel hombre como tampoco temía realmente a los otros hombres que antes lo habían amenazado, todos ellos habían descubierto lo peligroso que era atacarle… probablemente el alemán lo descubriría pronto, formulo una sonrisa más delicada y lo miro con curiosidad.

    -Me sorprende profundamente, ¿acaso piensa que ellos no saben que estoy con usted? –Pregunto manteniendo su toque y poniéndose frente a él, se sabía deseable y lo miro –Me subestima… mi señor.

    -Sin lugar a dudas lo hago- contesto el hombre pasando una mano hasta separar el delicado toque del doncel de sí mismo -¿No esperaba realmente mi visita?-pregunto observándole a los ojos con cierta frustración, Maurice sospecho que se arrepentía de tener que tratar con él o de lo que tendría que hacer con él.

    -Realmente no, le aseguro que traicionar a mi patria en la casa de mi esposo no es algo que espere atentamente… se lo aseguro –contesto fríamente –Aunque por supuesto, no es algo que importe demasiado ¿verdad?

    -No vine por ello – fue la estudiada respuesta de la otra parte sosteniendo sus brazos y mirándole, el barón tenía en su historial grandes hazañas, y el doncel terribles conquistas, se conocían y eran rivales, ambos trabajaban para organizaciones diferentes; Maurice comenzó a sentirse titubeante, no había entrado en ese mundo porque le resultara divertido o fuese… cerro los ojos y pregunto.

    -¿Ha venido a asesinarme barón?

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    Sebastián volvió a dar vueltas a su bebida, sintiéndose incómodo y frustrado, miro una vez más a la tía de Alois, madame Alucard había sido una de esas mujeres que él había pensado en tener como amante y había terminado teniendo como amiga, tras un tormentoso idilio claro, se habían conocido bien y tratado en cierta medida con gran confianza aunque se guardaban demasiados secretos entre sí, la observo una vez más, sintiéndose frustrado.

    -No lo entiendo- expreso su frustración con respecto a su prometido en esas tres palabras y la dama sonrió a modo de disculpa mientras servía una nueva taza de té, esta vez té puro y sin lugar a dudas amargo.

    -Mi adorado amigo- sonrió la dama deslizando su cabello hacia atrás y mirándolo con las dos gemas oscuras que eran sus ojos, vivía sola y sin necesidad de volver a buscar el amor, pero eso no quería decir que hubiera olvidado- por supuesto que no lo haces. ¿Qué esperabas tras comportarte de ese modo con alguien como Alois?

    Sonrió, logrando que Sebastián la mirara con curiosidad.

    -Por supuesto querido, no dudo que el conde, mi primo, haya intentado hacer parecer que el compromiso es algo natural, pero mi adorable sobrino no es tonto y tampoco un niño –Una risa cristalina escapo de sus delicados labios observándolo divertida- ha sido educado para nuestra sociedad, como lo fue antes su madre… como lo fui yo… y sin duda, en su juventud no le fue difícil encontrar un único culpable a su situación en ti, tu eres el villano de su cuento… su cuento personal.

    -Sabes bien que… -intento hablar rápidamente sintiéndose ofendido por la acusación, sin embargo ella no le concedió la oportunidad de continuar.

    -Él sabe lo de Clarice, querido- comento repentinamente causando que el marques la observara con la expresión llena de cierto horror.

    -Eso es imposible –contesto furiosos, casi arañando sus palabras, pero su interlocutora continuo hablando con tono sereno y la misma sonrisa deslizante en los labios.

    -La gran corte comenta que la reina desea verte casado y muchos sospechan que la razón de que lady Lyford haya sido declarada dama de la reina ha sido su intervención en que tú te hayas comprometido, su amistad contigo era de dominio casi público y mi curioso sobrino no es tonto.

    Se miraron a los ojos y Sebastián se sacudió en su lugar.

    -¿Por qué no me lo dijiste antes?- pregunto sintiéndose estafado.

    -Oh querido, te juro que creí que lo sabías, pero si no lo sabías, me preguntaba hasta donde iría tu ego…

    Sebastián la miro sorprendido.

    -No me habría importado que se tratara de otro, Sebastián, no me importa que sea él –confeso siendo sin lugar a dudas un poco más cruel de lo que él esperaba- pero un matrimonio es algo más que conseguir alguien que te de un heredero, y ningún Trancy, hombre, mujer o doncel ha estado jamás destinado a ser solo parte de una casa, sabía que… no lo verías sino hasta el final y os habríais destruido mutuamente…

    -Sigo sin entenderte…. –la miro frustrado -¿Qué tiene eso que ver?

    -Lo que digo es que… -ella no parecía darle importancia, pero él sabía que en realidad lo hacía… y eso lo enfurecía, no soportaba aquella costumbre suya de hablar en acertijos en una situación que él comenzaba a hallar intolerable por estar en desventaja- no esperaba que te interesaras tan pronto en él… admito que me encuentro un poco celosa y que quizás haya pensado… -Ella iba a continuar cuando Sebastián entendió el trasfondo y algo en su interior se estremeció de furia, comprendiendo el plan de fondo…

    -Hablare con Trancy –fue su respuesta y ella asintió.

    -Claro, claro…

    -Gracias por todo, querida –beso el dorso de su mano, tras levantarse del sillón y abandonar la taza de té que no había bebido, comprendiendo al fin se sentía engañado, Trancy pr supuesto no era imbécil y su bella amiga seguía siendo una mujer- me asegurare de que Alois no siga inquietando tu casa… -se levantó tras ello.

    - No volverás ¿verdad? –pregunto sin moverme y con cierta resignación, había sido una de las mejores compañías que había tenido; Sebastián se detuvo en la puerta de la sala y la miro.

    -Siempre tendré un grato recuerdo de ti, querida… y de lo feliz que me hiciste -miro hacía el otro lado –Al parecer tu sobrino ya está listo… ¿no te importa que utilicemos tus caballos cierto?

    -Adelante.

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    Alois miro de nueva cuenta al marqués y al hermoso alazán que este cabalgaba comparándolo en silencio con el caballo que el mismo montaba; hasta antes de Michaelis no había sentido gran fascinación por los caballos, pero el marques solía disfrutar de esos paseos y él se había sentido en la obligación de acompañarle, cuando recibían su visita.

    "los caballos son parte de Inglaterra" se dijo en silencio y continúo cabalgando, estaban trotando aun y él podía observar el modo en que el marques lo hacía, como la espalda recta y un gran dominio del animal, miro el suyo, era más manso y tranquilo.

    -¿Cómo son sus caballos, marques? –pregunto repentinamente y lo observo, no sentía curiosidad, pro odiaba el silencio incomodo que ocupaba aquella reunión, normalmente su prometido se ocupaba de llenar sus conversaciones que ahora no lo hiciera lo tenso.

    -¿mis caballos? Tengo una gran tendencia por la raza mora –comento- los caballos árabes son sin duda los mejores, orgullosos y muy difíciles de domar- su voz era tan impersonal que Alois se detuvo y detuvo el paso de su caballo mirándole desde su posición.

    Sebastián continuo con su trote un metro más antes de notarlo, su mente era una rama de ira y frustración, de frustración no contra la hermosa mujer que hasta hace poco consideraba una amiga sincera sino contra el delicado doncel que estaba detrás suyo, detuvo su caballo y se volvió hasta mirarlo, topándose con sus ojos insistentes sobre su persona, como exigiendo una explicación.

    Oh, una explicación ¿Podría hacerlo? Podía decirle la verdad, no podía, sentía que su propia humillación, darse cuenta de su propia hipocresía, de su cinismo. De saber que aquel joven conocía la verdad, la absurda verdad tras todo lo ocurrido…

    En su posición, la situación le era difícil; aunque por razones de orgullo más que cualquier otra cosa.

    Alois volvió a avanzar, a lomos del caballo, hasta llegar con él, le miro, con las manos aferradas a las riendas.

    -¿Ocurre algo malo? –Pregunto y luego suavizando su mirada continuo - ¿Hay algo que pueda hacer por usted?


    Edited by Mizuki_sama - 7/9/2016, 21:41
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    *se da de golpes contra la pared*
    No llores!!
    te prometo que te dare una triada de capitulos pero no llores...
    para pasado mañana .... ¿ok?
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    gen_yuki odiame pero no me olvides ((?)

    Lo siento amores, primero el portatil se me malogro y luego la enferma soy yo *llora*
    así que la continuación demorara un poco, pero la hare promesa.
  9. .
    Hola a todas preciosas criaturas que alegrais mi existencia (?)
    os digo que habrá capitulo nuevo entre mañna y pasado... cuando al fin me devuelvan el internet ToT
    ahora desde el movil no logro nada
    *lloriqueo*
    en fin, que el cap esta escrito en un 70 % os amo ... y si.. proto escribire de Ciel... pero esta historia es de Alois (?)
    os quiero
    *sale corriendo*
  10. .
    Em, creo que no entiendes por donde va la historia... Maurice coqueteo, de manera velada y muy educada con Sebastian y este le siguio el juego, su interes es ... por decirlo de algun modo: natural, ... tomemos en cuenta el contexto de la epoca...
    En cuanto a Claude, su prometido es deseable que no lo quiera, no quiere decir que no vaya interesarse sexualmente por el...

    además,. Seastian busco a Maurice por que le preocupaba el modo en que este habia afectado a su prometido.
  11. .
    Capitulo


    Continuaban bailando, mientras el más joven miraba por encima del hombro de Michaelis, sin verdadero interés, parecía francamente hastiado, aunque sus ojos tenían un brillo extraño, como si pensara seriamente en algo.
    El baile parecía eterno mientras giraban con ineludible gracia entre los demás invitados, Londres debía ser hermoso aquella temporada, pensó Sebastián, sorprendido por el deliberado silencio del joven.
    Entonces la pieza termino, pero Maurice no huyo, como había dicho, sino que permitió que le guiara a la borde de la fiesta, al borde de pista de baile, tenía los ojos tranquilos.
    -gracias- soltó repentinamente, son una sonrisa pero no sonreía, simplemente, lo dijo, como un golpe, como un suspiro, como si fuera verdad.
    -¿Por qué?-pregunto sorprendido mirándole a los ojos, claros como una promesa de amor verdadero y tristes como la decepción más dura.
    -por el baile, debe saberlo, la mayoría no me considera respetable- comento Maurice mirándole con cierta tranquilidad.
    -¿De verdad? Me resulta extraño … es usted un du…
    -lo sé, lo sé- le interrumpió el más joven deteniendo la excusa de Sebastián, era obvio que no deseaba oírle realmente- no importa, gracias signore… y ahora ¿Por qué no me dice que deseaba? Estoy sintiendo curiosidad.
    -se lo he dicho
    -y ambos sabemos que eso no era la verdad ¿no saciara mi curiosidad?
    -no veo porque- sonrió- ¿ganaría algo yo con ello?- pregunto sorprendido en parte por su conversación y deseoso de continuar aquel giro, tan poco desdeñable, tenía una belleza ante sí.
    Maurice le miro, su sonrisa era un delicia de observar, su piel era clara y parecía inocente, y parecer inocente cuando se sabe que no lo es, era una delicia, tenía cierto parecido con Alois, con una sonrisa que parecía un poco más sincera, con sus maneras frágiles y con su aire inerrable, tenía algo que …
    -conozco a su prometido, mi lord… si – dijo entonces el rubio, con voz muy sensata- es un joven encantador, tenga la delicadeza de esperar los primeros tres meses que la decencia exige antes de engañarle- soltó fríamente, alejando su mano, y Sebastián adivino porque Alois había dicho que Maurice parecía…. Infeliz.
    -Lo lamento, no deseaba ofenderle… mi prometido me pregunto sobre usted- contesto con voz conciliadora, enfadado consigo mismo y con el muchacho que había sido seco con él- no importa, de todas formas, gracias por la pieza, la he disfrutado- tomo la mano del joven y deposito un beso simple y sereno dejándole tras aquello cruzando la pista, con unos ojos verdes sobre él… siguiéndole ligeramente ofendidos, ligeramente tristes, ligeramente… curiosos.
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    Ciel, acaricio con delicadeza el collar que le había sido ofrecido por su prometido, era hermoso, la mayoría había observado la belleza del dije de plata, el diamante de corte perfecto, su madre había comentado la historia del collar, y Ciel se había preguntado con cierta ironía, que pensaba su prometido al regalarle una joya con una historia tan sangrienta.
    Se llamaba Oiseau Blue y era un diamante de corte perfecto, encontrado por Robin Larmet a las orillas del atlántico tras una fuerte erupción volcánica, donde por un momento creyó que era un trozo de hielo demasiado azul, él lo obsequio a su bella prometida, cuya nieta un siglo después lo vendió por una exorbitante suma a la duquesa de Richardson en Francia, la cual lo había colocado como parte de la diadema ducal que obsequio a su hija menor, la cual se casó murió asesinada la noche de su boda, presumiblemente por su propio esposo, el cual alego haberla encontrado asesinada, como no se tenían pruebas de ello, solo pudo tomarse nota de que la diadema con la cual se había casado, no estaba allí… había desaparecido.
    Años después dos décadas después se encontró el diamante de Oiseau blue, en manos de Helena Diamond bella hija única de un rico comerciante de diamantes, la cual lo obsequio a su amable prometido , el hombre fue brutalmente asesinado la misma noche y se perdió la pista del diamante, la pareja de Reimond, unos agradables estadounidenses se mostraron como dueños del mismo un par de décadas despues, tras según ellos haber pagado una fortuna a un coleccionista, el diamante azul, permaneció resguardado por la familia durante una década cuando la obsequiaron a su sobrina Bianca, la cual la lucio en de nuevo una hermosa diadema ducal cuando se casó, la muchacha murió asesinada y esta vez sí por su esposo, tras tantos asesinatos brutales, el diamante había permanecido oculto unos años, arrancándose de la diadema junto a las demás gemas y vendido a varios nobles, entre los cuales había contado Claude, el cual había solicitado que fuera convertido en parte del dije del collar que había obsequiado a Ciel , su prometido.
    Ignorando convenientemente que se rumoraba que el diamante había sido en realidad robado de una tribu india razón por la cual el diamante cargaba con una maldición sobre él.
    Ciel que admiraba el color de la joya admitía que se hallaba sorprendido y halagado por la preciosa y rica joya que se le había obsequiado aunque no demasiado satisfecho, había esperado la visita de Claude Faustus con verdadero interés, suponiendo en su situación que ambos debían por lo poco llevarse bien, pero solo había observado que su prometido esperaba que fuera capaz de mostrarse perfecto en público, si ni siquiera había intentado ocultar su evidente romance con lady…
    Cerró el libro de un golpe brusco cerrando los ojos comenzo a contar, uno dos…
    Era ofensivo, ofensivo… por lo menos podría prestarle atención, Ciel no era un experto en cómo debían llevarse dos prometidos, pero estaba seguro que no era como se mostraban ambos, Claude y el, había observado como actuaba el marques Michaelis con Alois Trancy en aquella fiesta de su tia, como sostenía su manos y su mirada, la muda comunicación que parecía existir entre ambos, bueno eso debía deberse a que estaban enamorados, pero algo de esa amabilidad no estaría de más.
    y aún más ¿por qué debía ir a esa fiesta en compañía de su prometido cuando era evidente que… no había verdadero interés, la actitud de Faustus era muda, fría, segura… sin emoción verdadera… le… hacía sentirse ignorado, por mucho que este le mirara… y le atendiera.

    Claude Faustus esperaba que su encantador prometido bajara al salón, donde sus futuros suegros le hacían compañía, el conde y la condesa Phantomhive sonreían de manera agradable mientras le comentaban su última obra benéfica y él se aburría educadamente, por el momento no había bostezado y se elogiaba internamente por ello, si era sincero, la obra benéfica que el cuidaba era por su propio iteres, y encontraba dulcemente aburrida la vanidad de aquellos dos nobles al nombrar su apoyo social tan poco delicadamente, pensó en silencio que incluso su más escandaloso amigo podía tener más delicadeza al nombrar aquello…
    -Ciel querido, al fin –Claude aparto los ojos de la condesa y volvió a ver dónde está miraba, Ciel Phantomhive estaba allí, en la puerta del salón, llevaba un elegante traje azul, de chaqueta larga hasta por debajo de las rodillas, una camisa blanca de holanes y pantalones largos que entallaban sus piernas, lucia terriblemente joven, internamente se escandalizo con su juventud y un deseo interno se elevó, elevando la temperatura de ciertas partes de su cuerpo, inclino la cabeza en gesto educado. Mientras el joven avanzaba en su dirección, al mirar sus ojos noto cuan azules eran… cuan… puros parecían. Y lo deseo, deseo sinceramente poder encontrarse entre sus… tiernos…
    -¿No piensa así marques? –Claude miro a su la condesa que le miraba con una sonrisa, sin duda había opinado algo.
    -sin duda condesa... –contesto suavemente, apartando los de un movimiento su propio deseo, aquello era muy poco conveniente.
  12. .
    Capitulo


    Tenía los ojos claros y suaves atrapados en una mirada caída y casi rendida en algún lugar y francamente no podía quitar los ojos de él, era francamente hermoso, la fama que tenía no era por completo inmerecida, pensó el marques mirando de lejos al joven duque que caminaba entre os invitados, sin su marido y sin perder talle, a la mitad de la fiesta mucho habían comenzado a buscar su compañía olvidando momentáneamente de los escándalos unidos al nombre del joven pero este arecía decidido a evitar la compañía de todos los presentes mientras cruzaba el salón, Sebastián había visto al joven rechazar con gracia cinco invitaciones, siempre Alegando haber visto a alguien en el camino, y pronto estaría a cinco pasos de él.
    Y lo estaba, porque Sebastián había buscado que el joven llegara hasta él en su graciosa huida de resto de los invitados, no era ciego y el día anterior cuando había terminado de habar con s adorable prometido había notado que este seguía tan en la luna como hacia horas, tras unas muy pensadas preguntas Alois había vuelto a hablar de Maurice con gesto ligeramente confuso, como si quisiera explicar algo importante.
    Sebastián se había preocupado por aquello, no le agradaba la idea de que su prometido se viera comprometido en aquellos inerrables rumores con respecto a suicidios y el escandaloso comportamiento del esposo de Maurice, además… de que los anteriores consortes antes de Maurice habían muerto, ver al joven duque era como ver un presagio de muerte.
    -Duchess- inclino la cabeza ante el joven que volvió de inmediato la vista hacia él, oculto una sonrisa de burla tal como había pensado el joven huía- es siempre un placer verle, su belleza enriquece la fiesta- halago suavemente, observando la reacción del muchacho, su halago había sido ligeramente atrevido, pero Maurice sin duda… sorprendido vio como sus labios se forzaban en una sonrisa y los ojos del joven apenas llegaban a verle la cara, ¿De que huía?-quizás no me recuerde, soy el marqués de Michaelis-se presentó lento y seguro aguardando una respuesta.
    -es un placer verle en la fiesta- Marice compuso con repentina rapidez una encantadora sonrisa y extendió las manos hacia él, los delicados dedos enguantados del joven cayeron en a mano de Sebastian que de inmediato adivino la fragilidad en el gesto, nunca había entendido la manía de los donceles y de las mueres de lucir frágiles, aceptaba que eran mucho más débiles que los hombres, ero casi siempre se esforzaban por asemejar la imagen de una criatura hecha de cristal – marques… no tema, lo recuerdo perfectamente, se negó a bailar conmigo en la fiesta de lady Duncan- a sonrisa del joven era deliciosa y sus ojos como dos estrellas, Sebastián adivino la actitud del muchacho demasiado rápido porque a pesar de todo tenía experiencia y porque el mismo había utilizado el truco antes, ofender con suavidad para que la otra arte te abandone raudamente, era un truco barato y poco utilizado, la mayoría de las veces se hacía alguien que sabes que no agradas y que tampoco cuenta con tu agrado pero por alguna razón ha optado por saludarte “¿no tiene curiosidad al menos?” se preguntó con cierta desazón y el ego herido, la mayoría de mujeres y donceles aceptaban su atención como un regalo, el primero en huir de él había sido Alois y ahora aquel jovencito se mostraba provocativamente ofensivo con él.
    -Ya veo- formo una sonrisa con tinte depredador mientras se aprestaba a actuar- siempre puedo disculparme, ¿me concede al oportunidad de compensarle ese anterior rechazo? –antes de que el joven contestara lo tomo del brazo cuya mano había sostenido y lo llevo a la pista de baile en un agarre fuerte, aunque no cruel, pero si imposibilitaba la huida del joven a menos que este hiciera una escena, por un momento temió que este la hiciera, pero se dejó llevar a la pista de baile y permitió que lo llevaran por esta… era un danzante muy hábil, casi perfecto.
    -no me gusta esta pieza- dijo él más joven cortando el hilo de sus pensamientos- pero me imagino que realmente desea hablar conmigo si me trae aquí por la fuerza- vio como los labios formaban una suerte de sonrisa, en sus ojos tenía ese brillo cínico que suelen tener aquellos que han visto y oído demasiado y algo le dijo que debía ser cuidadoso—que desea lord Michaelis, sería bueno que me lo dijera, porque en cuanto la pieza termine… huiré.
    -Se lo diré, lo prometo- contesto disfrutando en silencio de la pieza, a él le gustaba - en la fiesta de los Barnett, tocó una preciosa sonata, la había oído antes en Rusia, por lo que pensé que no sería difícil encontrar la pista, ero..—puso su sonrisa más agradable y lo miro con cierta disculpa, preguntándose que haría el joven con aquella respuesta, la melodía no era muy conocida pero tampoco era difícil de hallar, el ya tenía las pistas.
    Maurice Cole le miro con una ceja azada, sin duda pensando lo mismo que él, pero luego sacudió levemente la cabeza con dulzura.
    - toque varias piezas en la fiesta marques, pero imagino que se refiere a “ofrenda del corazón” es una sonata de fa sol, bonita dulce y de creación rusa, … nunca habría pensado que era difícil de hallar, pero por supuesto debo aceptar que a mí me entregaron las partituras al poco de crearse el mismo compositor- sonrió a modo de disculpa- si usted me dice dónde puedo enviarlas lo hare, o quizás desee venir a recogerlas, ara asegurarse que son las pistas que desea- termino con cierta burla en los labios.
    -creo que lo último sería lo más efectivo.
    -en ese caso… recibimos los jueves- contesto suavemente su rubio compañero de baile, girando alegremente por la pista de baile.


    Notas del autor: se que no lo parece, pero Maurice sera un personaje importante a futuro, por eso es necesaria esta escena... estoy editando el siguiente n_n
  13. .
    Vere que puedo hacer n_nu
  14. .
    De acuerdo Gen_Yuki, el lunes habrá actualización segura. promesa ;) ((sería el domingo, pero no creo poder terminar ;) )
  15. .
    Capítulo 7
    La fiesta era, como poco, común entre ellos, y estaba en los momentos en que los caballeros se reunían en el salón de juegos mientras las damas conversaban no muy lejos de ellos.
    —¡Demonios, volviste a ganarme! —el duque de Wesells se levantó de la mesa de juego y arrojó los naipes por la habitación. Volaron sobre el elegante mobiliario y llegaron hasta el sofá tapizado de damasco.
    Su compañero se reclinó sobre el respaldo de la silla y se río.
    —Te conviertes en un mal perdedor, mi amigo— contesto Phantomhive.
    —Es la tercera noche que me ganas todos los juegos.
    —Ya conoces el refrán, ¿verdad? —Preguntó el Capitán Carrington— desafortunado en el juego, afortunado en el amor— “y viceversa, supongo” dijeron sus ojos mientras miraba al conde sonreír.
    El conde lo miró, cruzó el salón y salió por las ventanas francesas que se abrían hacia el jardín. Permaneció inmóvil mientras el aire fresco y dulce de la noche azotaba su rostro. Unas horas antes, una profusión de luces alumbraba los macizos de flores, el estanque con lirios acuáticos y las veredas que conducían hacia el lago artificial. Pero las velas se habían consumido y sólo unas cuantas linternas chinas que se agitaban al viento, eran testigos, de que el jardín había sido un lugar festivo y alegre.
    Sospechaba, no, sabía que había insinuado Carrington con lo dicho, los rumores, bromas veladas, la burla que a veces se insinuaba no era nada comparado con lo que sabía que se había insinuado…
    “basta”
    Quizás no importara mucho, pero… en realidad le molestaba y sabía que a su amigo también, que existieran esos asquerosos rumores con respecto a ellos.
    Eran horribles…
    Cerró los ojos recordando
    Flash Back
    Se apresuraba por el corredor y entró en el dormitorio del baron Diedrich , quien se quitaba la chaqueta y se volvió hacia él sorprendido.
    —¡Hola, Vincent! —exclamó—. Pensé que te habías acostado.
    El conde cerró la puerta.
    —¿Y tu ayuda de cámara? —preguntó receloso y con voz muy baja, Diedrich respondió un tanto sorprendido.
    —Le dije que se acostara temprano. Ya es viejo. Sirvió a mi padre antes que a mí y me parece desconsiderado tenerlo de pie toda la noche.
    —No me interesan las razones de que esté o no esté aquí tu ayuda de cámara —replicó irritado el conde—. Diedrich, tengo que irme de aquí.
    —¿Qué quieres decir? —preguntó su amigo asombrado.
    —Lo que dije —respondió el conde mientras colocaba la vela sobre la mesa—. De lo contrario, estoy atrapado.
    —¿De qué diablos hablas? —preguntó su amigo.
    El duque se sentó en la orilla de la cama.
    —Cuando entré en mi dormitorio hace un momento, ¿qué crees que había allí?
    —Supongo que el viejo Hardy o cualquier otro ayuda de cámara que te atienda ahora. ¿Qué esperabas encontrar?
    El conde respiró profundo.
    —Hardy no estaba ahí —dijo con lentitud—. La habitación estaba a oscuras, pero a la luz de la vela alcancé a ver quién estaba en mi cama.
    —¡Santo Dios! —exclamó el otro—. ¿Quién estaba en tu cama?
    —Creo, aunque no podría estar del todo seguro, como comprenderás —explicó el conde— que era esa rubia con la que bailé al principio de la velada y después de la cena.
    —Es Rachel... —le informó Diedrich—. No es fea, de hecho es muy hermosa pero su madre, como casamentera, es casi un dragón. Freddy Mellington me contó que la temporada pasada andaba detrás de él y que le costó un trabajo terrible zafarse. Hasta llegó a jurar que se iría de Londres.
    —Bien, parece que ahora yo soy quien ocupa el lugar de Mellington.
    —Es una situación difícil y endiablada —comentó su amigo, aunque parecía algo tenso.
    —Ya te lo dije, me voy —afirmó el conde decidido—. ¡Ahora mismo!
    —¡Santo cielo! ¿Crees que es lo mejor?
    —Tendrías cerebro de pájaro si no puedes darte cuenta de las consecuencias si me quedo —respondió el conde—. Podría apostar a que su madre atisba en el pasillo en espera de que yo entre y permanezca en la habitación. ¡Entonces entrará y armará un drama digno del mejor de los teatros!
    —¡Buen Dios, jamás pensé en eso! —admitió el barón entonces.
    —Pero yo sí —gruñó Vincent—. Y no soy tan tonto para no darme cuenta de que en tales circunstancias, lo único decente que podría hacer era solicitar la mano de la joven.
    —No regreses —sugirió su amigo—. Pasa aquí la noche.
    Y aunque tenía muchas cosas en contra de aquella propuesta, no había podido evitar, al mirarse en sus ojos… aceptar, ¿Qué mal podía hacer? Se había dicho, aunque sabía que el mal podía ser grande, Diedrich no lo deseaba ni pensaba en él de esa manera, pero quería estar cerca de él… por una vez.
    Y se había quedado en su habitación aquella noche.
    Fin del flash back
    Por supuesto, las cosas no habían salido bien, al día siguiente la hermosa joven seguía en su habitación y él había amanecido en la habitación de un amigo cercano.
    La insinuación de lady Durless había sido terrible aquel día, y él, que en realidad no quería mal a Diedrich había aceptado casarse con su hermosa hija.
    “si al menos hubiese dormido contigo esa noche…” se sorprendió a si mismo pensando tonterías y dio media vuelta… solo para escuchar un anuncio…
    -su señoría, el barón Diedrich – Tanaka cerraba la puerta dando pasó a un hombre peligroso… tuvo la extraña seguridad de que algo se gestaba y no saber que lo preocupo.
    El barón avanzo con pasó seguro mientras el conde se apercibía a recibirlo.
    -Diedrich –saludo alegre abrazándolo un poco y luego alejándose, sintiendo los cuchicheos a su alrededor “hablen, no podrán hacerlo nunca en voz alta” su amigo le dirigio una mirada de advertencia, como diciéndole que cuidara las maneras al mismo que correspondia tenso su abrazo- no sabía que vendrías ¿Qué te trae aquí?
    -¿es muy vulgar decir que son los negocios? – contesto a su vez su amigo mirándole al tiempo que se sentaban cerca, Vincent sonrio un poco mientras Diecrich se preguntaba el riesgo de decir que había sido un marques el que lo había traído a esas tierras con una amenaza velada.
    “he escuchado del conde Phantomhive, le sorprendería saber que hay algo más, supongo”
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    Una pequeña insinuación en lo que pienos la proxima escena y la jugada de lady celia. sorry.
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