Posts written by Mizuki_sama

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    eh *muerta de verguenza*
    Se que no me van a creer, pero esta vez en verdad no encuentro el usb, y mi computadora esta lejos Q-Q
    en dos dias viajo de regreso a mi casa, así que quizas pueda actualizar entonces. perdon perdon.

    Bienvenida nueva lectora :) ((bonito nombre))
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    n-n, me alegra que la historia te interese tanto, actualizare en dos días, promesa :)
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    Dream of Love

    Capitulo 6

    El carruaje se mueve de manera tranquila y serena por la carretera, demostrando que el cochero de su señoría el marqués, era bastante bueno, “como todo lo que es suyo” pensó con cierta desazón Alois mientras miraba al marqués, habían ido en un carruaje y no en un coche de caballos, aunque era debido a la situación, suspiro lento y seguro y continuo mirando al marqués, visto que no era de buen ver mirar por las ventanas del carruaje.

    Aun así y quizás precisamente porque no tenía en que distraerse, no pudo evitar pensar que el viaje estaba siendo más largo de lo normal, habían abandonado la fiesta de té de Madame Red , como había averiguado que llamaban a su anfitriona en los círculos de la sociedad, y , tras alagarla lo suficiente se habían retirado, un poco pronto, pero Sebastián había comentado sobre regresar a Alois a su casa temprano, supuso, que era porque su tía y el marques tenían una, al parecer, sincera amistad.
    De lado miro a la ignorada doncella que había ido con ellos, a la sazón para proteger –en parte- la reputación del joven conde y en otra para vigilar que no pasara nada malo. Alois sabía, o más bien sospechaba, que la doncella no terminaba de agradar al marqués, aunque no comprendía, muy bien por qué.
    Para Sebastián, la presencia de la doncella era insoportable, y no precisamente porque fuera una espía de la tía y el padre de Alois sino porque era eso, una sirvienta, Sebastián era consciente, como muchos de los de su clase, que la mayoría de chismes y escándalos de la gran corte tenían su origen en los rumores y secretos que los sirvientes habían escuchado y luego comentado entre si. Los sirvientes hablaban y por la suma indicada podían revelar grandes secretos de sus amos a cualquier interesado. Por tanto el marques procuraba no hablar cosas personales cuando estaban frente a ella, no podía impedirle espiar y escuchar detrás de las puertas –no siempre- pero al menos podía intentar protegerse a sí mismo y a Alois de los chises y rumores populares.
    Debía cuidar, y mucho, lo que le dijera al joven doncel.
    Con un suspiro y debido a que la primera parte del viaje de vuelta había sido de un silencio inoportuno –Alois apenas contestaba lacónicamente a lo que él le decía- Sebastián volvió a intentar conversar con él.
    -¿ha disfrutado de la fiesta de madame? –pregunto con suavidad y mirándole con educado interés. Al tiempo que tomaba una enguantada mano de su jovencísimo prometido y lograba que este elevara sus hermosos ojos azules en su dirección.
    Alois, que haba estado distraído perdido en parte en sus pensamientos y muerto de aburrimiento en otra, asintió lentamente mirando al marqués.
    -si –dijo con voz suave y tras titubear un poco continuo- el hijo del conde Cole es muy talentoso –comento suavemente mientras pensaba en como continuar -¿es verdad que está casado?
    Pregunto al final sorprendiéndose ante los ojos ligeramente aturdidos de Michaelis, en silencio se preguntó que ocurría con el atractivo doncel que había visto.
    --¿Cole? –Pregunto Sebastián -¿Te refieres quien toco el piano verdad? –pregunto siendo contestado por un asentimiento de su rubio prometido - -entonces te refieres a Maurice Cole, -Sebastián pensó en unos instante como hablar del joven –fue presentado el año pasado ante la gran corte y participio en la recepción real –comento lentamente echándole un rápido vistazo a la doncella que parecía tomar nota de lo que él decía, pensó que sin duda ella estaría muy enterada de aquello , la presentación en sociedad de Maurice Cole había sido maravillosa, y el resultado magnificado, pero el proceso … de solo pensar en aquel intento de suicidio que había hecho uno de sus tantos pretendientes y la locura de otro, ambos jóvenes de 28 años brillantes y admirados en sociedad había escandalizado a la gran corte -está casado con el duque de Ruckford – termino a prisa con suavidad.
    Alois asintió pero tras unos segundos lo miro de nueva cuenta confundido.
    -entonces… ¿Por qué no lo llaman duque? Cuando pregunte por el me dijeron que era Maurice Cole –hizo un mohín con los labios en gesto de confusión y Sebastián se vio en apuro para explicarse. No podía decirle lo que suponía que había intentado quien fuera el que le contestase - y luego comento que estaba casado.
    -Quizás no la persona no recordaba con quien se había casado el joven marquese. –sonrió un poco pensó un poco más y titubeo lentamente – a ver, déjame explicártelo, el marques de Ruckford es francés… y por ello puede no ser de conocimiento público que Maurice Cole se casó con un francés y no con un inglés.
    -Pensé que los franceses se casaban solo entre ellos –Alois abrió los ojos- que los nobles mandaban en las bodas de sus hijos… quiero decir –Alois titubeo un poco para hablar de los matrimonios concertados en Francia, dónde según sabia eran los padres del novio quienes elegían a su consorte –fuera mujer o doncel- de su hijo y solían casarlos cuando aún eran jóvenes.
    -Si bueno, el duque de Ruckford no era precisamente … bueno, él era viudo –“que complicado es esto” – y estaba de viaje aquí en Inglaterra, cuando el joven Cole fue presentado en sociedad, Maurice estaba causando verdadera impresión, las grandes familias se interesaron porque era un “incomparable” fue arduamente cortejado y por tanto estaba en … el ojo del huracán “ ante la sociedad cuando Ruckford llego a Londres y lo conoció, se enamoró de él y por esas fechas los Cole viajaron a Francia, Ruckford les ofreció su hospitalidad y al poco tiempo se casaron –termino de explicarlo, en realidad la historia de fondo y los rumores acerca de aquel matrimonio y la rara enfermedad que hasta hace poco había atacado al duque hacían pesadillas en los grandes salones, solo la evidente juventud de Cole limitaba los rumores hacia él –
    -¿se enamoró Maurice del duque de Ruckford? –pregunto tras unos segundos de silencio Alois, causando una nueva impresión de Sebastián.
    ¿Por qué le preguntaba de eso?
    -yo… no lo sé, supongo que lo hizo… el duque es un hombre admirable… y muy rico –contesto tras pensarlo un poco –no tuve la oportunidad de conocer a Cole por entonces….
    -usted también lo llama Cole y no duque de Ruckford…
    -no…. Bueno, a decir verdad… El duque de Ruckford, no tiene una fama gigantesca como Maurice Cole, es un poco difícil pensar en su gran belleza como duque de Ruckford,… sin duda con el tiempo con el tiempo… la gente se acostumbrara…
    -Me gusta más su nombre … Maurice, es hermoso ¿no lo cree?.
    -Sin duda Maurice es muy bello –Alois lo miro con una ceja alzada y una mirada llena de ironía –me refiero al nombre, te lo aseguro Alois –apretó un poco sus dedos en un agarre amable y comentó – solo podría pensar que tu… eres el ser más bello que he visto hasta ahora.
    -es muy amable de su… -Sebastián le miro a profundidad y Alois suspiro internamente antes de hablar de nuevo –de tu parte, ¿Puedo suponer entonces que no podre hablar con él verdad? Me habría agradado hacer un dueto de piano –comento.
    -No lo creo, el duches de Ruckford es muy solicitado –sonrió Sebastián “no podría permitir que mi futuro consorte se relacione con alguien tan ligado a esos escandalos.
    Pensó duramente.
    -comprendo –Alois asintió pensativamente recordando el hermoso rostro de Maurice Cole, y pensando que al final era cierto que no era un debutante, por lo que decía su prometido Maurice había sido un incomparable, y debía ser muy admirado en sociedad… aun así no entendía porque al mirarse en sus ojos, cuando habían sido presentados, había pensado que Maurice Cole era profundamente infeliz – la melodía que toco en la fiesta es hermosa ¿usted la conoce?
    -es una pieza de composición rusa, según recuerdo, si tienes interés en ello, puedo conseguir el nombre y la partituras –ofreció Sebastián mirándole.
    -me gustaría mucho, y sería muy amable de parte de su señoría –sonrió Alois a Sebastián que se felicitó internamente por haber podido limitar aquello con gracia.
    -nada más llamo tu atención en la fiesta -pregunto a Alois.
    -Tuve la oportunidad de conocer al hijo del conde Phanthomhive –sonrió Alois, que inmediatamente recordó a su padre y el nombre Cole cuando aquel hombre le había visitado, … si pensaba bien, entonces Maurice podía ser cercano a aquel hombre – y a la condesa… Lady Midlford me los presento lo mismo que al marques de Faustus –sonrió un poco lentamente recordando al marques y sus profundos ojos dorados – ellos fueron amables conmigo, aunque parecían ocupados. Tras ello… solo pude distraerme con la melodía del piano y … luego vinimos.
    -Siento haberte sacado tan pronto, pero no puedo permitir que te canses, no quisiera que te cansaras.
    -es muy amable de… tu parte –sonrió el rubio.
    -es lo que deseo que pienses de mi –sonrió Sebastian mirándole a los ojos.
    Alois se reflejó en los ojos de Michaelis y noto que su mirada era mucho más… profunda.
    Se sonrojo.
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    Capitulo 5

    Hace un tiempo….

    -¡No podre hacerlo… padre... no puedo hacerlo... no puedo!
    El conde Trancy se acercó a la ventana del dormitorio de su hijo para contemplar el mar. No habló y después de un momento, Alois dijo con nerviosidad:
    —Quiero... complacerte, pero... detesto al marques Michaelis. No puedo explicarlo... pero me atemoriza... hay algo en el modo en que me... mira.
    Y no era sólo cuando lo miraba, sino cuando lo tocaba, que sentía un temor escalofriante, o cuando le invitaba a bailar, cuando se sentía tan atrapado como un animalito en una cruel trampa.
    El parecía buscar siempre su contacto, de modo que su mano tocara la suya, o sus hombros rozaran uno con otro.
    Alois percibía que en la última semana él le rondaba con insistencia. Tal era la actitud de acecho del marqués Michaelis que Alois, por las noches, despertaba sobresaltado porque soñaba que aún lo perseguía.
    Pero ahora, de manera repentina y absurda, su padre le informaba que el marqués Michaelis deseaba casarse con él.
    —Es... atemorizante, y un tanto mayor que yo… —protestó con desesperación, al ver que él no le contestaba— Desde luego, me gustaría casarme... algún día... pero desearía... enamorarme... de un hombre joven.
    — ¡Ya basta Alois! ¡El amor no tiene la menor importancia en nuestro mundo!
    Las palabras acudieron con brusquedad a los labios de Conde Trancy; entonces se volvió hacia él mostrando una expresión tan extraña en sus ojos que Alois reconoció no haber visto nunca.
    —No creas que no he pensado en esto —dijo—. Me he pasado muchas noches en vela tratando de hallar otra salida, pero, con franqueza, hijo mío, no hay nada más que podamos hacer.
    Alois lo miró, con ojos profundos y asustados en su pálida carita...
    — ¿Quieres decirme, padre... que debo... casarme con el marqués Michaelis… sin importar nada mas? –Alois soltó un gemido y miro a su padre con el horror pintado en el rostro- por favor, por favor ni siquiera he sido presentado a la reina ¿Por qué hace esto?
    — Es evidente que busca con desesperación un consorte adecuado— su padre le miraba con evidente furia plasmada en sus ojos y algo le dijo a Alois que Michaelis debía haber hecho algo malo- no tenemos opción, ha alegado ante la reina y la reina ha hablado… deberás casarte con él.
    Se hizo un silencio momentáneo. Entonces continuó:
    —En realidad, Alois, tengo que pedirte que hagas esto. De otra manera, me veré obligado a suicidarme y acabar para siempre con los problemas.
    — ¿Por qué... dices eso, padre?
    —Él ha obtenido algo que me… afecta enormemente—le había mirado con profunda tristeza en los ojos y cierto remordimiento también— me temo que he hecho algunas cosas y Mi9chaelis…. Bueno Michaelis me ha sacado de esos asuntos si un conde se atreviera a retar a un marques Michaelis se vería ofendido en su honor ante la nobleza y eso le obligaría a arruinarme para dejar clara su… superioridad.
    Alois comprendía muy bien lo que esto significaría para su padre.
    La vida de su padre, cuando no se hospedaba con amigos o estaba en los dos exclusivos y elegantes clubs a los que pertenecía en Londres giraba alrededor de sus haciendas y demás propiedades al interior dónde se rumoraban ocurrían cosas extrañas.
    — ¿Has hecho... algo... malo, padre?
    —Tú, y sin duda alguna tu madre, lo considerarían malo —contestó éste con brusquedad—. Baste decirte que corrí un riesgo muy grande…que me hubiera hecho más poderoso de ganar, pero perdí.
    — ¿es muy serio eso padre?
    — ¡Muy serio! —contestó Conde Trancy con gravedad. Alois lanzó un profundo suspiro que parecía provenir de lo recóndito de su corazón.
    Debía haber supuesto, pensó, que si su padre le pedía que se casara con el marqués Michaelis era porque no habría escapatoria posible.
    La idea lo horrorizaba; sintiendo que no podía soportar ese futuro se acurrucó junto a su padre, como un niñito asustado.
    Él le rodeó con sus brazos y así permaneció. Entonces dijo con una voz que parecía ahogarse en su garganta:
    —Soy un padre infame para ti, mi hermoso hijo, pero cuando menos estarás segura, sin importar lo que suceda en el futuro.
    El impulso de Alois fue contestar que nada peor, ni más aterrorizador que convertirse en el consorte del marqués Michaelis.
    Pero sabía que su padre estaba sufriendo y, porque lo amaba, dijo con un valor que estaba muy lejos de sentir:
    —Trataré... padre, de portarme como tú... lo deseas.
    Aun así resultaba algo aterrador, desde que había conocido a Michaelis había sentido miedo hacía él y ser amable con él le resultaba un esfuerzo gigantesco, por lo menos, pensó al final, sería el consorte de un marques… solo esperaba que el titulo fuese suficiente para no enloquecer de terror, porque en verdad, la sublime amabilidad de Michaelis le dejaba claro que había una intención más allá de sus palabras.

    En la fiesta de té

    Alois y Elisabeth habían optado, tras el secuestro de Ciel por parte de su madre y su prometido, por disfrutar de la pieza que el joven hijo del Conde Cole tocaba en la fiesta, él muchacho tocaba con elegancia y perfección un pieza casi imposible de tocar y la buena mayoría de los presentes la escuchaba con atención y admiración, entre los cuales contaban Alois y su amiga, ambos observaban con sorpresa al muchacho admirados de la pieza y de su… innegable atractivo, cuando Alois pudo una vez más observar a su prometido, el marqués de Michaelis hablar con su anfitriona, la dama que según sabia, era la hermana de la condesa Phantomhive le sonreía con cortesía, y algo más, Alois había visto ya antes aquella misma sonrisa en otras mujeres, en los muchos bailes a los que había asistido primero como hijo de su padre y luego como prometido de Michaelis, las mujeres que veían a Sebastián a menudo caían rendidas –también los donceles- y a menudo le sonreían con aquel brillo en los ojos, aquel brillo que escondía una inevitable invitación, aparto los ojos asqueado recordándose, a prisa, que en realidad debería sentirse aliviado, después de todo él tampoco sentía un gran afecto por Michaelis- aunque no negaba su atractivo- el hombre le daba miedo y además no era digno de confianza, no solo por su comportamiento, sino porque en realidad había logrado su mano por medios poco ortodoxos e ilegales.
    Aun así.
    Aun así.
    La rabia de un ego herido a menudo podía más que su propia cordura, no deseaba ese trato, pero el mismo apenas podía soportar tenerle cerca, entonces, ¿Por qué él insistía en obtenerle?

    ¿Qué ganaba haciéndolo?


    Sebastián había logrado tras cierto tiempo el interés de su pelirroja anfitriona, aunque no pudo sostenerlo demasiado tiempo, había una amena invitación a coquetear con ella en sus ojos y sus palabras, y él estaba casi dispuesto a seguir cuando sintió su mirada en su espalda y se volvió por defecto.
    Sebastián quería, en cierto modo, a Alois: era hermoso más allá de su propia perspectiva, era duce y tenia las maneras de una criatura ingenua siendo en realidad alguien que conocía más que bien a su sociedad y sabía que la política escondía más que densa educación, sabía que se llevarían bien, aunque le incomodaba la hipocresía del joven cuando este estaba con él.
    Sabía que en parte era su culpa, no habían conversado ni terminado de discutir como serian las cosas entre ellos, Alois había demostrado ser mucho más consciente de la realidad que algunos de sus contemporáneos aun desconocían y él se había confiado.
    Lo supo en el momento en que sus miradas cruzaron.
    Alois aun era sensible y sin duda aun creía en el amor aunque dijera que no… simplemente Sebastián no lo había entendido hasta aquel momento en que se topo con su mirada ofendida y los ojos ardiendo de odio y rencor mientras se escuchaba aquella imposible melodía.
    Y lo quiso.
    Más de lo que lo había querido cuando lo vio por primera vez.
    Más que cuando obtuvo su mano.
    Por primera vez mas que admiración, deseo o ambición, lo que encontró fue alguien a quién en verdad podía aspirar y no tener que comprar.
    Sonrió.
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    perdón he tenido problemas con el internet... :/
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    Lo siento chicas .. ocurrieron cosas (vacaciones que recien me permiten ingresar a internet xD) lo siento, pero actualizare en unos dias, (lo haría hoy pero no cargo el usb)
    sorry en dos dias maximo.
    besos y ... no me odien
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    Capítulo 2


    Ambos esperaron sin hablar, hasta que oyeron las fuertes pisadas del "tutor" del muchacho que bajaba la escalera de madera.
    Casi sin aliento, temblando de manera visible, el muchacho dijo:
    —Gracias… ¿cómo podré… agradecérselo nunca? ¡Me ha… salvado! — en cualquier otra situación lo habría creído dramático, ahora Tatsuha solo podía adivinar el pánico que el muchacho debía sentir y temió cometer un error que pudiera hacerle daño.
    —Todavía no —contestó entonces Tatsuha hablando en voz baja— si sale de la hostería, él lo estará esperando— miró al joven y comprendió que estaba temblando de frío y de miedo: debía haber sentido mucho frío detrás de las cortinas— acérquese al fuego —le dijo— cuando se haya calentado y se sienta mejor, podremos hacer planes— decidió y caminó hacia una mesita y tomó el vaso de whisky que tenía en la mano cuando Akihito Uzumaki entró en la habitación — lamento que tenga que usar mi vaso —dijo con una débil sonrisa— pero ésta no es una hostería muy lujosa que digamos.
    —No… necesito beber… nada… gracias —contestó el jovencito y Tatsuha comenzó a tener sospechas acerca de la probable juventud del muchacho, decidió no pensar en ello por el momento.
    —El whisky lo hará entrar en calor —explico y añadió con firmeza— beba un poco.
    El muchacho tomó el vaso y se lo llevó a los labios, después de beber un poco se dejó caer de rodillas frente a la chimenea, extendiendo las manos heladas hacia el fuego, Tatsuha miró su cabeza inclinada, y le parecía un animalito asustado.
    —Será mejor que ponga a secar su ropa —dijo— aunque logre escapar de su tutor, en este momento está arriesgándose más a morir de una pulmonía— señalo y en atención a sus palabras el joven se quitó el pañuelo de la cabeza y lo extendió cerca del fuego, después se quitó la chaqueta de montar, estremeciéndose de dolor, Tatsuha comprendió que las heridas de la espalda debían dolerle de manera intolerable tomó la chaqueta de sus manos, la colocó en el respaldo de una silla y acercó ésta a la chimenea.
    —Creo que será mejor que me quite la falda de montar —dijo el menor — es una media falda y me la puse sobre mi ropa de dormir… así que no es…— titubeo — incorrecto.
    El mayor le sonrió.
    — ¿Se preocupa de verdad por los convencionalismos? — preguntó— tengo la impresión de que ya hemos roto todas las reglas.
    —Es cierto —contestó él— y le estoy más agradecido de lo que podría decirle nunca, me doy cuenta de la… situación tan difícil en que lo habría puesto, si Akihito Uzumaki — aunque era obvio el miedo de su voz, al pronunciar aquel nombre un nuevo tinte se hizo notar: odio — me hubiera… encontrado— se había levantado mientras hablaba, se quitó la falda de terciopelo y la colgó en otra silla, entonces volvió a acurrucarse cerca del fuego, su cabello, empapado también por la lluvia, le caía a los lados del rostro y descendía por su cuello hasta sus hombros Tatsuha le llevó una toalla limpia.
    —Ahora, ¿qué tal si empezamos por el principio? — dijo mientras él empezaba a secar su cabello— ¿Cómo se llama usted?
    —Me llamo Suguru, Suguru Fujisaki.
    —Yo soy Tatsuha, Tatsuha Oeusegui… —se detuvo — Tatsuha es mi nombre de pila, perdone mi error al presentarme, fui educado en América, la mayor parte de mi vida y me quedaron algunas de sus costumbres.
    —América—dijo el muchacho—supongo que su familia pertenece al grupo de modernistas que consideran que la educación occidental es mejor — comento suavemente.
    — ¿Lo ha adivinado? — preguntó Tatsuha— ¿O ha oído hablar de mi familia?
    —Nunca había oído hablar de su familia pero mi padre antes de morir solía hablar de… esas personas –murmuro, ligeramente afectado.
    —Hablamos como si estuviéramos sentados en un salón elegante, tomando el té —dijo Tatsuha con una sonrisa, deseando alejar la — ¿Se da cuenta de que ambos estamos en una situación peligrosa?
    — ¡Lo sé! — contestó el más joven — Pero tengo que contarle lo que sucede para que comprenda — movió un poco las manos— mi padre murió hace dos años, cuando yo tenía dieciséis. Me dejó una gran fortuna, que heredaré al cumplir los veintiuno o al casarme.
    —Empiezo a comprender —dijo Tatsuha al ver que no seguía— el caballero que lo persigue quiere casarlo con alguien que él ha elegido.
    —Quiere que me case con él —contestó el muchacho con un gesto de pánico.
    — ¡Quiere casarse con usted! —exclamó ahora el mayor sorprendido— pero, cómo su tutor…
    —No es mi tutor —dijo el doncel con ferocidad—. Mi padre me dejó al cuidado de mi parienta más cercana, una prima hermana suya Susako Uzumaki que se había casado con un hombre mucho más joven que ella.
    De nuevo Fujisaki se detuvo antes de continuar diciendo:
    —Odié a Uzumaki desde el momento en que lo… vi comprendí que era perverso y… cruel.
    — ¿Qué sucedió? —preguntó Tatsuha.
    —La tía Susako murió hace tres meses y en seguida, pude saber lo que Uzumaki quería de mí.
    — ¿Le pidió que se casara con él? —preguntó el mayor.
    —Me dijo que tenía que hacerlo —corrigió Fujisaki— al principio no fue muy insistente y pensé que podría escapar de él, pero hace unos días me dijo que ya había esperado suficiente y que debía casarme con él en el acto ¡Creo que necesita dinero urgentemente
    —¿No había nadie a quien usted pudiera recurrir?
    —No, él no me permitía salir de la casa más que en compañía suya —explicó Fujisaki— es una casa aislada y, debido a la muerte de mi tía, nadie nos visita, entonces dijo…
    El doncel se cubrió el rostro con las manos.
    —No puedo… seguir —murmuró.
    —Si voy a ayudarle —contestó Tatsuha— es mejor que sepa la verdad.
    Suguru lanzó un profundo suspiro.
    —él… él dijo que si yo no aceptaba me violaría —murmuró— lo habría hecho de no ser por mi vieja niñera, que lo impidió fue entonces que decidimos que nunca me dejara a solas con él pero... ayer me dijo que nos íbamos a casar esta noche.
    —¿No hubiera podido apelar al sacerdote que iba a celebrar la boda?
    —Pensé en eso —contestó el muchacho— pero el sacerdote es un hombre que bebe demasiado, a pesar de ser el que controla el santuario, por eso iba a realizarse la ceremonia de noche: para entonces el sacerdote estaría demasiado borracho para preocuparse por mis reacciones – movió las manos en un gesto de angustia – cuando desafié a… mi… tutor —continuó— le dije que jamás… me casaría con él, que la ceremonia sería una farsa, porque jamás diría yo las palabras que me harían… su consorte.
    —Y entonces lo golpeó —termino Tatsuha al ver que el doncel callaba.
    —Me golpeó anoche hasta dejarme inconsciente —dijo— mi niñera me acostó- un sollozo escapo de sus labios y se detuvo a respirar para calmarse — pero esta tarde me llamó y me dijo que si no me casaba con él esta noche, como había arreglado, volvería a golpearme— se cubrió la boca con la mano derecha para esconder un pequeño sollozo—me quedaban todavía fuerzas suficientes para decirle que lo odiaba y que preferiría morir en sus manos a convertirme en su esposo así que me pegó de nuevo, hasta que mi aya intervino— el muchacho cerro los ojos como si recordara— le dijo que ni siquiera él podría convencer a un sacerdote borracho de realizar un matrimonio cuando uno de los novios estaba sin sentido, me dejó entonces… para ir a buscar al sacerdote.
    —Ese hombre está loco —declaró el mayor— ¿No puede usted recurrirá un juez?
    —Si Akihito Uzumaki- una vez más pronuncio el nombre con asco y sin la propiedad debida — puede demostrar que, debido a la muerte de su esposa, es mi tutor natural —contestó Suguru—, entonces tiene derecho a castigar a su pupilo como él juzgue conveniente.
    Tatsuha guardó silencio, porque sabía que eso era cierto.
    —Así que decidió huir.
    —Mi aya me ayudó porque comprendió que no podría soportar más su crueldad así que hizo ensillar mi caballo y lo tuvo preparado en la puerta de la cocina: pensaba que Uzumaki no notaría su ausencia, ya que si me llevaba un auto él lo sabría así que mientras él iba a buscar al sacerdote yo fui directo allí mi niñera ya me estaba esperando con mi traje de montar, me lo puse y luego escape, pero al parecer él noto más que rápido que yo no estaba.
    —¿No tiene familiares más allá de Uzumaki-san? —preguntó Tatsuha.
    —Sólo unos cuantos primos lejanos y no tengo idea de dónde viven— un suspiro escapo de sus labios — mi padre detestaba a casi todos sus familiares, solía decir que sólo lo buscaban para pedirle dinero.
    —Parece extraño que un hombre tan rico, como dice que era su padre, tenga tan pocos amigos o conocidos que pudieran ayudarlo.
    —Debí haberle explicado que mi padre pasó gran parte de su vida en el extranjero, le interesaba mucho la arqueología, así que viajamos mucho por Italia, Sicilia y Grecia así que cuando estábamos en Japón, él no visitaba a nadie.
    —Comprendo —dijo el —. Pero ahora, ¿qué va a ser de usted?
    —Si al menos pudiera apropiarme de mi propio dinero —suspiró Fujisaki— mis albaceas me darían, desde luego, una mensualidad como lo hacían cuando vivía mi tía pero estoy seguro de que me harían volver con Uzumaki, se ha hecho gran amigo suyo— un gesto de desdén acaricio sus frágiles rasgos — y yo prefiero morir antes que volver a su casa.
    —Entonces debemos pensar en algo más —decidió Tatsuha, que no quería hablar de muertes — ¿No hay nadie con quién pudiera usted casarse?
    — ¿Casarme? — la simple palabra pareció causar furia en el joven— detesto a los hombres, los detesto a todos ¡Quisiera no tener que volver a ver a un hombre en mi vida! — lo dijo vehementemente y el mayor se echó a reír.
    —Perdóneme —dijo él con suavidad— no me estoy burlando de usted, es que repitió con exactitud las palabras que yo me estaba diciendo cuando usted entró aquí, con la leve diferencia de que estaba hablando de las mujeres y donceles, como usted habla de los hombres.
    — ¿Odia usted a los donceles? —preguntó él con incredulidad.
    —He concebido una violenta aversión hacia todos ellos.
    — ¿No es usted casado?
    —No, hasta el momento.
    Suguru se quedó silencioso un rato y entonces dijo:
    —Tengo la impresión de que usted piensa que ha caído en una trampa de la que siente que no hay escapatoria ¿No la hay, de veras?
    —¡Ninguna! —contestó Tatsuha con aire sombrío.
    —Entonces estamos en la misma situación —murmuro pensativamente el joven— debe haber algo que podamos hacer — dijo mirando pensativamente el fuego.
    —Lo dudo —murmuró el mayor— Usted es un doncel solo, sin dinero, sin amigos que se hagan responsables de usted, si Uzumaki-san lo encuentra, puede demostrar que legalmente sigue usted bajo su protección.
    —Lo sé— asintió el jovencito —y de usted… ¿cuál es el futuro?
    — ¡Un brillante y espectacular matrimonio social! —contesto agriamente Tatsuha.
    —Debe haber algo que podamos hacer —repitió el muchacho casi suplicante.
    Por unos minutos permanecieron en silencio, hundidos en sus pensamientos y de pronto, Suguru se incorporó en sus rodillas.
    —Escuche —dijo— ¡He pensado en un plan!
    —No creo que sirva de nada— contesto sombrio, pero Suguru le miraba fijamente así que agrego —pero hábleme de él, si eso le complace.
    —Contésteme con sinceridad —dijo el doncel— ¿Me considera… atractivo? — Tatsuha se quedó en silencio por unos segundos, era difícil ver su rostro a la luz parpadeante de la chimenea, tenía una pequeña barbilla, una naricilla aristocrática, recta y pequeña; pero sus ojos estaban hinchados de llorar y sus mejillas tenían salpicaduras de lodo, era difícil decidir el color real de su cabello todavía húmedo y con rastros de lodo.
    Parecía, de hecho, insignificante, de no ser por una voz suave, culta y musical que, pensó él, resultaba un tanto patética.
    —Creo que en este momento la propia Afrodita no me parecería atractiva —dijo— pero si quiere saber la verdad, siempre he admirado a las mujeres morenas, sofisticadas y…
    —…deliberadamente atractivas —completó Suguru— supongo que eso incluye también a los donceles.
    —¿Cómo lo ha sabido? — por un momento Tatsuha.
    —Lo adiviné —contestó— lo que voy a sugerirle puede parecerle absurdo— advirtió — sin embargo, tengo la íntima convicción de que es la única forma en que ambos podemos escapar de la red en que estamos atrapados.
    —Para mí no hay escapatoria posible.
    —Sí, la hay —insistió Suguru con una nueva fuerza en las palabras.
    Se levantó y fue hacia su chaqueta, sacó algunos papeles de un bolsillo y empezó a extenderlos en el suelo.
    —¿Qué es eso? —preguntó Tatsuha con curiosidad.
    —¡Un certificado de matrimonio! —contestó el doncel— Los tomé de la biblioteca, antes de salir, pensando que si los destruía, le llevaría dos o tres días más a Uzumaki reemplazarlos.
    —Bueno, eso le da tres días más de libertad— contesto Tatsuha y propuso — vamos échelos al fuego.
    —No — negó el joven con la cabeza — ¡Podemos usarlos de manera inteligente! Sí: Los usaremos para decir que estamos casados.
    —¿Qué está diciendo? —exclamó él con incredulidad.
    Suguru levantó la licencia especial hacia la luz.
    —Vea— señalo — a pesar de todo los nombres aún no están, Uzumaki planeaba torturarme al hacerme ver como nuestros nombres se escribían en este certificado, pues bien ahora su nombre jamás aparecerá en este papel — sonrió encantadoramente en la oscuridad
    —Tal vez soy muy tonto —dijo Tatsuha— pero no le comprendo.
    — ¡Oh, trate de entender! — suplicó el muchacho con impaciencia— pondremos su nombre en el certificado de matrimonio en el lugar el sacerdote pondremos alguna firma inventada, ¡y diremos que estamos casados! Con estos documentos, y dada la importancia del nombre de mi padre, adjuntándola a la probable importancia de su familia, podré convencer a mis albaceas de que entreguen mi dinero a mi esposo, ósea usted — explicaba — y si todos creen que está casado conmigo, no podrán obligarlo a casarse con ese moreno y seductor doncel que lo tiene en sus garras…
    —Es la sugerencia más ridícula que he oído en… —empezó a decir pero mientras hablaba su cerebro empezó a asimilar la idea.
    Si anunciaba que se había casado y podía presentar un esposo de carne y hueso para demostrarlo, ni Taki ni Anthea podrían ya insistir.
    Suguru lo estaba observando.
    —¿Se da cuenta? — dijo con suavidad— después, cuando ya no haya peligro, podremos deshacernos el uno del otro, podemos decir que nos presentamos en el templo de una aldea y un hombre, que creíamos el sacerdote realizó la ceremonia y nos cobró sus honorarios ¡Fue una pena que descubriéramos después que era, en realidad, un vulgar ladrón!
    —¿Piensa, en serio, que nos creerán? —preguntó Tatsuha.
    —¡Nadie pondrá en tela de juicio la validez de nuestro matrimonio! Usted mostró mucha firmeza de carácter cuando Uzumaki quiso registrar el cuarto…
    — ¡Eso fue diferente! Pero, tratar de engañar a todo el mundo…
    —¿Cree usted que alguien se molestaría en recorrer los pueblos para buscar en sus registros la partida de nuestro matrimonio? Por favor — suplico con un tono suave y asustado y Tatsuha se aguantó de decir que sus familiares eran muy capaces de hacerlo —si no estamos disponibles no pueden casarnos — se detuvo y respiro profundamente antes de terminar —cásese conmigo— Tatsuha se inclinó y levantó los papeles del suelo.
    —¿Podría alterar esto con tanta habilidad que nadie sospechara nada? —preguntó.
    —Le prometo que, una vez que disponga ya de los complementos necesarios, nadie sospechará, ni por un momento, que el documento es falso, luego solo tendremos que agregarlo — hizo unas comillas con los dedos — a los registros de un templo, supongo que si sobornamos lo suficientemente bien a uno de los cuidantes funcionara.
    —Estaríamos corriendo un inmenso riesgo —dijo el Tatsuha con lentitud.
    —¿Qué otra alternativa tenemos? —preguntó el doncel.
    — ¡Caramba, claro que lo haremos! — exclamó el moreno— ¡Las cosas no pueden ser peores de lo que son ya! ¿Está usted seguro de ser capaz?
    —Soy capaz de cualquier cosa con tal de salvarme de Uzumaki y del resto de los hombres— contesto apasionadamente el muchacho — únicamente confiaría en usted.
    —¿Por qué? —preguntó él.
    —Tengo un gran instinto en lo que a las personas se refiere y nunca me equivoco — aseguro— supe en cuanto entré a esta habitación, que usted me ayudaría— cerro los ojos un segundo y luego continuo — no tengo miedo de estar a solas con usted, como lo tendría de estar con cualquiera de los que he conocido desde que llegué a vivir con mi tía— pareció estremecerse—veía la lujuria en sus ojos y cuando se enteraban de que heredaría toda la fortuna de mi padre a la lujuria se sumaba la codicia — hablaba con tanta amargura que Tatsuha exclamó:
    —Comprendo que has sufrido mucho, Suguru… pero no dejes que eso te amargue.
    —Ya estoy amargado —contestó él— jamás podré confiar en un hombre… ni mucho menos amarlo ¡Nunca me casaré!
    —Algún día cambiará de opinión —dijo el mayor— y cuando eso suceda, usaremos su historia del ladrón que dijo ser sacerdote.
    —Usted puede librarse de mí mucho antes de que eso suceda.
    —Ya veremos— sonrio Tatsuha, sintiendo una emoción más cálida en su cuerpo: se sentía salvado— pero, por ahora, seamos sensatos, antes de realizar ese atrevido plan sugerido por usted, tenemos que hacer que salgas sin problemas de aquí.
    — ¡Me había olvidado de eso! —dijo el doncel mirándole asustado.
    —Yo no —contestó Tatsuha con aire sombrío— me parece que en esta posada hay muy pocos cuartos y lo más probable es que su supuesto tutor esté descansando abajo, en el vestíbulo, en cuanto amanezca, sus sirvientes lo registrarán todo y si encuentran su caballo, lo reconocerán.
    —Sí, es cierto… —el terror volvió al rostro del muchacho— por favor… piense en algo… ¡no debe dejar que él se apodere de mí! Le juro que todo lo que le he contado es cierto.
    —¡Encontraremos la manera de salvarte… aunque tenga que matar a ese cerdo! —dijo irguiéndose en la silla y se dirigió hacia la ventana, retiró las cortinas, la abrió con lentitud y se asomó.
    Había esperado una ráfaga de viento y de lluvia, pero mientras hablaban, el tiempo había cambiado, ya no hacía viento y una pálida luna había surgido de entre las nubes, permitiendo ver una delgada capa de nieve en los pequeños edificios, adyacentes a la posada.
    Tatsuha miró hacia abajo.
    La posada era un edificio pequeño y ruinoso: no había una gran distancia entre el primer piso y el suelo y debajo de la ventana por la que se asomaba, estaba el techo de una adición hecha al edificio principal, de la ventana a ese techo había poco más de un metro y de ahí al suelo otro tanto.
    Tatsuha hizo una señal a Suguru para que se acercara.
    —No hable —le susurró— alguien podría oírnos, pero mire y dígame si podría bajar de aquí a ese techo y después al suelo.
    El doncel se asomó y después de mirar un momento se retiró, Tatsuha cerro la ventana.
    —Creo que puedo hacerlo— suspiro y ambos se acercaron a la chimenea, Tatsuha consulto la hora
    —En un lugar como éste, me imagino que se levantan como a las cinco y media así que si usted se marcha a las cinco, no creo que nadie lo vea.
    — ¿Y a dónde debo ir? —preguntó.
    —A la aldea de Nosaka—dijo él— a la hostería La joya del Emperador, donde me esperan, yo me iré de aquí como a las ocho, me iría con usted, pero eso despertaría las sospechas de su tutor, si es que sigue todavía en la posada.
    —Entiendo— asintió lentamente el muchacho — debemos convencerlo de que no había nadie aquí.
    Tatsuha le miro a conciencia e aquel momento, parecía muy frágil y muy pequeño en su averiado pijama de muselina blanca.
    ¿Puede usted ensillar solo su caballo? —preguntó.
    —Lo he hecho a menudo —contestó sonriendo— tenía que hacer solo la mayor parte de mis cosas, cuando fui a vivir con mi tia— su mirada se humedeció — creo que mi presencia le producía celos, más que una antipatía directa, supongo que adivinó que su esposo se interesaba por mí, y como era mucho mayor que él, era muy celosa, Uzumaki se había casado con ella por interés y yo comprendí en seguida que ella lo fastidiaba mucho.
    —Un hogar muy desventurado, por lo que veo.
    —Supongo que debí haberme sentido agradecido —reflexionó el joven— pero después de la vida que había llevado con mi padre, de haberme relacionado con personas cultas e inteligentes, haber sido tratado como un ser humano, no puede imaginar lo terrible que fue el contraste…— había un sollozo ahogado en su voz y Tatsuha se preguntó si debía consolarlo pero entonces, de pronto, irguió los hombros y levantó la barbilla— todo eso ha pasado ya —dijo— creo que ni siquiera el infierno puede durar para siempre… ¡sólo sé que preferiría morir a volver!
    —Usted ha descubierto un camino para poder sobrevivir y tal vez encontrar un futuro más tolerable —contesto Tatsuha con tacto levantó los documentos matrimoniales y dijo—Y ahora, Suguru-chan, si antes del amanecer tiene que bajar por el muro de la casa, ensillar el caballo y dirigirse a toda prisa a la aldea de Nosaka, será mejor que descanse.
    —¿Y usted? —preguntó el doncel mirando hacia la cama.
    —Dormiré en la silla —contestó Tatsuha—. Tengo que mantener el fuego ardiendo, si no quiero que nos congelemos.
    —Siento… que estoy… abusando de usted —dijo con inquietud.
    —Al contrario, llegó usted a mí como el dios de la esperanza, si es que existe, estoy dispuesto a aceptar su plan… y me siento muy agradecido.
    —Yo estoy seguro… completamente seguro… de que ambos escaparemos de los peligros que nos amenazan. ¿Me permite darle las gracias, señor, por creer en mí?
    —Es demasiado pronto para darme las gracias— sonrió el mayor—hora, acuéstese y duerma si puede, yo le despertaré a tiempo, mientras tanto, estaré en guardia, nadie caerá sobre nosotros por sorpresa.
    —Gracias —murmuró el muchacho con suavidad.
    —¿Le duele mucho la espalda? —preguntó Tatsuha.
    —Bastante —admitió él— pero no es nada comparado con la agonía mental que había estado sufriendo.
    —Entonces, duerma —dijo él con voz bondadosa—, y sueñe con un futuro exento de ogros.
    Suguru le sonrió y obedeció, se dirigió a la cama, retiró la ropa y se tendió vestido, cubriéndose después con las mantas.
    Tatsuha se acercó a la mesita de noche y apagó las velas, arrojó algunos troncos más al fuego, acercó una silla para apoyar los pies y se instaló con cierta comodidad en el sillón.
    Sabía que no podía dormir, pero eso no importaba: dedicaría el tiempo a pensar en lo que iban a hacer, a mantenerse vigilante y a estar listo para despertar en su momento a Suguru.

    Al mismo tiempo en que Tatsuha observaba las brillantes llamas de la chimenea, otra persona a muchas millas de donde se encontraba miraba en fuego con insistente ansiedad.
    —Hiro— llamo una voz suave y musical detrás del muchacho que miraba las llamas de fuego — es tarde, vamos, tienes que descansar — la voz, más allá de su belleza era suplicante, su dueño, era un muchacho de brillantes ojos amatistas, atractivo como un beso, le hablaba a otro jovencito, uno de cabellos rojos como el fuego y profundos y oscuros ojos azules — Hiro por favor, te enfermaras y ya sabes lo que han dicho los médicos — agrego afectadamente, el pelirrojo se volvió a verle con lentitud.
    —ve a dormir tú Suichi, yo no tengo ganas — su voz clara y serena, parecía apagada, y su expresión, siempre suave, parecía en aquel momento al borde de la desesperación— iré, si eso te complace, más tarde Suichi, ve tú — le sonrió suavemente y extendió una mano a su dulce amigo— necesito pensar — explico y Suichi tras dudar unos segundos sintió retirándose de su lado.
    Nakano Hiroshi, era joven, era atractivo, era inteligente y era requerido, tenía 19 años y era un doncel, sus padres pertenecían a un antigua linaje que retrocedía hasta los tiempos shogunato de Tokugawa y estaban orgullosos de ello, Hiro amaba a sus padres pero también detestaba sus normas, eran tradicionalistas, y eso lo sabía y aun así, aun así…
    Sus manos se aferraron la una a la otra y sintió que se ahogaba, la carta de hace diez días, seguía ahogándole, había sido clara, pero la acción era imperdonable y horrorosa.
    Cuando Hiro una vez terminada la preparatoria, habia logrado logrado una vacante en la universidad de Tokio, se habia sentido loco de contento, había estado estudiando durante dos años completos y ahora, sus dientes rechinaron de furia y quiso destrozarlo todo, miro el fuego de la chimenea artificial que los Shindou mantenían en su hogar y sus ojos se perdieron en él, quiso morir.
    La carta había sido clara
    El mensaje obvio.
    No podría continuar estudiando
    Debía atenerse a las órdenes paternas
    Sus cabellos cayeron contra su rostro y apretó los dientes para no gritar.
    No era tristeza era frustración
    No era tristeza era odio
    No era tristeza era rabia de saber que no podía desobedecer
    Amaba a sus padres
    Jamás se atrevería a deshonrarlos.
    Su furia era demasiado grande, no podía evitarlo.
    Quizas por ello no noto la ansiosa mirada que le observaba desde una de las puertas.
    Suichi apretó la madera de la puerta y se alejó en dirección a sus habitaciones, sabía que Hiro no soportaba ser espiado, aun así, amaba a Hiro como a un hermano, como al mejor amigo que se ha tenido, lo adoraba y lamentaba profundamente que este no le confiara su sufrimiento, se preguntó que podía hacer.
    Hiro apretó las manos pensando con fuerza, había dado su palabra a Yukio, su dulce y encantadora prima, y sabía que está le ayudaría en su actual problema, , pero si… si los atrapaban, estaría metido en un buen lio.
    Cerro los ojos pensativo
    Nakano Yukio era el prototipo de mujer japonesa, al menos en apariencia, hermosa, de oscuros cabellos y rasgos pequeños, Hiroshi y ella eran primos en segundo grado, aunque hacia tiempo que no se veian, por eso cuando recibió su visita se quedo sorprendido y aun asi la recibió con afecto, habían pasado un buen tiempo juntos, antes de que ella le dijera lo que la ocupaba.
    —Ahora, escúchame, Hiroshi-kun —dijo— estoy desesperada y deseo que me ayudes, como nadie más podría hacerlo
    — Sabes que te ayudare si puedo hacerlo, pero espero que no se trate de ninguna locura
    — Quizás se trate de algo semejante a una locura — sonrio su prima —pero si te dijera que puedo convencer a tus padres de retirar su decisión y permitirte estudiar medicina hasta conseguir tu titulo? — la sonrisa de la mujer era perfecta, del tipo que te hace saber uqe controla la situación.
    — Te diría — titubeo el joven— que por supuesto que te ayudare, pero, ¿por qué estás tan desesperada?
    —Es lo que voy a contarte— Yukio se levantó del sofá y caminó hacia la chimenea, donde empezó a quitar los largos alfileres de su sombrero, Hiroshi la observaba con curiosidad ¿Qué podía querer Yukio de él?.
    Al mismo tiempo recordaba que la habia querido como una hermana, eran primos, y habían jugado juntos cuando niños a pesar de de que ella era tres años mayor que Hiroshi, habían sido muy buenos amigos.
    Eso habia durado hasta que Yukio se caso, con un hombre detestable y sin demasiada importancia, además de extranjero. Realmente no tenía la importancia suficiente para ser yerno de Touya Nakano, esté había protestado, al igual que varios de sus familiares, pero Yukio se había salido con la suya, al casarse con el hombre que había elegido.

    Antony Forest era un hombre vulgar, y nunca llegó a cuajar su carácter con el de su esposa, de hecho deslumbrado por su matrimonio y la considerable fortuna propia de su esposa, insistió en construir los sueños que no había podido cumplir antes por sus limitaciones económicas.
    Se había empeñado en participar en carreras de autos, y, como no era un buen piloto, habia terminado muriendo un año despues de casarse con Yukio en un lamentable accidente de coches.
    Hiroshi, para ser sinceros habia considerado una suerte que se muriera, y tenía la ligera impresión de que Yukio pensaba igual, aun asi y para proteger su reputación Yukio pasó el tiempo de un luto respetable.
    Entonces, una vez pasado ese tiempo habia viajado con su padre y se convirtió en una de las más aclamadas bellezas de Turquia, donde su padre fungía como embajador.
    Habían pasado dos años desde que ella viajara al extranjero, pero había terminado volviendo, hiro se pregunto, si su prima habia sido sincera al decir que era el primero a quien visitaba, habían sido muy apegados, pero no tanto ….
    Yukio le hablaba, se habia levantado del sofá y se habia parado frente a hiroshi en una pose de escultura griega.
    —Mírame, ¿crees que algún hombre desearía casarse conmigo por mi belleza?
    Era una pregunta curiosa y Hiroshi sonrió antes de responder:
    —Creo que sería ciego si no lo hiciera, eres muy hermosa, Yukio, como lo has sido siempre.
    —Sé que lo soy —afirmó ella—, pero por desgracia la única persona a quien deseo escuchárselo decir, nunca lo ha hecho.
    —¿Quién es? —preguntó Hiroshi, dispuesto a darle una oportunidad a su prima, era tan bella y el a pesar de todo la quería, sospechaba que sus padres no tomarían en cuenta a Yukio si esta cumplia su ofrecimiento, consideraban escandaloso que un doncel no planeara casarse jamas, como pensaba hacerlo hiroshi, pero apreciaba su intento.
    Vio qué su prima aspiraba hondo antes de decir:
    —Claude K Winchester.
    —¿Claude k Winchester? —repitió Hiro confundido, nunca había oído de aquel nombre.
    —Supuse que habrías oído hablar de él —señaló— fue embajador americano en Turquia y ahora esta aquí en Japón como apoyo extraoficial, si lo vieras Hiro, no hay hombre más atractivo.
    Hiroshi sonrió amablemente.
    —¿Vas a casarte con él? —preguntó.
    Se hizo una breve pausa antes de que Yukio contestara, con lo que a su primo le pareció dureza en la voz:
    —Sí, voy a casarme con él, pero no será fácil.
    — ¿Por qué? —preguntó el pelirrojo elevando una ceja.
    —Porque, querido el embajador está decidido a permanecer soltero y aun cuando lo divierto, se rehúsa a reconocer que me ama— suspiro — han pasado cuatro años desde que quedo viudo y dos desde que me conocio es detestable que no se olvide de su mujer muerta.
    Hiro miró a su prima con sorpresa.
    —Si así es como siente, ¿por qué deseas casarte con él?
    —Porque es todo lo que deseo —respondió Yukio— y el marido que siempre he soñado tener — hizo una pausa y continuó—Sus casas son magníficas, tiene los últimos modelos en autos, su yate, en el que estuve una vez, es lo mas chic que he llegado a disfrutar.
    Contuvo el aliento antes de proseguir:
    —Es el mejor amante que he tenido, y como lo encuentro irresistible, quiero ser su esposa.
    —¿Y no crees que él te lo pedirá? —preguntó hiro ignoranod la ultima revelación que le habia hecho su prima con respecto a sus relaciones con el extranjero..
    —Tengo que obligarlo a hacerlo —contestó Yukio con voz firme.
    —¿Qué puedes hacer? Imposible que te le declares.
    —Ya lo hice— se encogio de hombros y Hiro la miro escandalizado— pero me respondió que desea permanecer soltero hasta que sea viejo, que ya ha tenido suficiente con su primer matrimonio, y que su hijo no aceptaría una madrastra de buen grado.
    —Entiendo cómo te sientes —repuso su primo— pero hay tantos hombres que desearían casarse contigo por tu belleza, que ¿por qué tienes que elegir al único difícil?
    —Porque es el mejor y después de tener lo peor en mi primer matrimonio, no voy a cometer un error por segunda vez. Deseo lo mejor y es lo que voy a conseguir—hiroshi suspiro y la miro con preocupación.
    —Pero… supón —dijo titubeante— que nunca… te lo propone.
    —Tengo que obligarlo, de una u otra manera —insistió Yukio— lo quiero y deseo ser su esposa, pero te aseguro que hay cientos de otras mujeres que también lo desean- “supongo que donceles también” pensó Hiro pero decidio callar.
    —¿Qué puedes hacer?
    —Es lo que voy a contarte.
    La hermosa morena se inclinó hacia Hiroshi y dijo, en tono de voz muy diferente.
    —Escúchame bien. Allí es donde tienes que ayudarme— hiroshi se mantuvo en silencio dispuesto a escucharla—Ahora mismo él está en casa de un amigo cercano suyo, Tohma Seguchi, y no hay hombre más desagradable que ese tipo, pero ya me encargue de él, aun así y obviamente porque estoy dispuesta a todo por conseguir que me proponga matrimonio antes del festival de Sakura es que ire a ese tete con los seguchi, la familia de la mujer de este, y sus amistades.
    —¿Por qué? —preguntó
    —Dice —respondió su prima— que desea unas vacaciones porque está fastidiado de las interminables diversiones de Turquia, pero creo que hay otra razón para que el este aquí y más aun en la casa de seguchi.
    —¿Cuál puede ser?
    Yukio bajo la voz.
    —Creo, aun cuando el jamás lo admitiría, que su gobierno le ha pedido que vea como van las cosas aqui en japon, y los alrededores de tokio, para ser exactos.
    —aqui en tokio —repitió—. ¿Qué tiene que ver lo que pase aquí con él?
    —¡Muchísimo! Como tu padre debe saber, los americanos están decididos a saber que ocurre en el resto del mundo, y el espionaje internacional no es nada nuevo— Yukio se encogio de hombros—Es sólo una idea mía, sólo porque Claude se muestra tan misterioso en este asunto. Por lo tanto, debemos aprovechar cuanto suceda.
    —¿Y cómo entramos nosotros en eso?
    —Es lo que voy a decirte, consegui que los Seguchi me invitaran a su casa, ya sabes lo encantadora que puedo ser cuanod me lo propongo, pero mis padres insistieron en que no podía ir por ahí sola y sin compañía respetable — apretó los labios— sabes que podrían arreglárselas para impedir que yo vaya allá, asi que les sugerí acompañarme por un tio o tia, ellos se comunican con los sirvientes, asi que sabrían que lo hago.
    Hiro la miró con profundo asombro.
    —¡Una… acompañante! —repitió—. Pero si eres una viuda, no necesitas acompañante.
    —Eso fue lo que pensé —respondió Yukio— Pero mis padres pueden ser muy autoritarios.
    —No comprendo —contestó el más joven y se preguntó en qué forma podría ayudar el en eso.
    —Te muestras muy tonto. No entiendes deseo, Hiroshi querido, que tú seas mi acompañante.
    —¡Yo! —se echo a reir— ¿Cómo podría hacerlo cuando soy más joven que tú y soltero?
    Yukio se movió más cerca de el.
    —Escucha y trata de comprender lo que te pido que hagas. Puedes imaginar lo aburrida que sería cualquier acompañante de nuestros tios, me volverían loca, y por supuesto arruinarían todos mis intentos, la idea de otro extranjero las vovlria locas— hio se mantuvo en silencio, considerando que aquello era una locura—Si me acompaña alguna mujer casada más joven —continuó su prima— sin duda intentará quitarme a Claude, porque solo por el voy yo y hará cuanto le sea posible para seducirlo— hiro sonrio—Lo lamento, querido, pero no tienes idea de cómo se comportan las mujeres cuando desean a un hombre tan excepcional y encantador como él.
    —Sigo sin comprender cómo podría ayudarte.
    —¿Has olvidado con qué talento solíamos actuar en las representaciones navideñas? Tú eras especialmente notable, como decía papá, una y otra vez.
    Hiroshi internamente admitió que era verdad, para divertir a los familiares que solían hospedarse con ellos en Navidad, el y Yukio solían preparar alguna pieza teatral. Habian Empezado con alguna obra navideña y después las hicieron más sofisticadas.
    Hiro en especial había recibido nutridos aplausos.
    Sin embargo, lo había tomado como generosidad del público. Disfrutaba actuar y su tio le había comentado que si alguna vez necesitaba trabajar para vivir, siempre podría encontrar un buen trabajo en el teatro, por supuesto, bromeaba, Hiroshi se había reído mientras pensaba en cómo se escandalizarían sus padres ante la sola idea.
    Comprendió con exactitud lo que Yukio le pedía y negó con la cabeza.
    —No puedo hacer tal locura —contestó— para empezar nadie creerá que soy tan viejo como podría serlo algún tio tuyo.
    —¿Por qué iban a hacerlo? —la interrumpió Yukio antes que pudiera decir nada más—. Si actúas el papel con habilidad y estás vestido en forma apropiada, no habrá razón para dudar que tienes más de treinta años y, por supuesto, que eres un viudo, para así no tener que explicar por qué tu esposo no te acompaña.
    —¿Cómo podría hacerlo? Lo lograba en el escenario tal vez durante media hora, pero no durante varios días o tal vez semanas.
    —¡Puedes hacerlo! ¡Por supuesto que puedes! —insistió ella— y como estaba tan segura de que no te negarías a hacerme feliz el resto de mí vida, traje conmigo la ropa que necesitarás.
    —La ropa que necesitaré —repitió el más joven—. ¿Cómo pudiste hacerlo?
    —Habia pilas de ellas en casa, cuando volvi solo tuve que abrir armarios, pertenecieron a un tío que murió en fecha reciente. Me pidieron que me deshiciera de todas sus cosas y conservara las que quisiera.
    Hizo una pausa y continuó:
    —Iba a enviar toda su ropa a un asilo cuando mi padre me habló de la acompañante y comprendí cómo podría aprovecharla.
    —¿Qué edad tenía tu tío?
    —Más de cuarenta años y su ropa es elegante, pero por supuesto, nada que yo pueda usar.
    —Por favor, Yukio, no puedo hacerlo —rogó él—. Sólo me pondría en vergüenza y te haría quedar mal. Entonces realmente estarías en un lío.
    —No del todo, diría que simplemente era una broma, lo que tenemos que hacer es convencer a los sirvientes de que tengo un acompañante decente y de la familia, además la casa de los seguchi debe guardar millones de tesoros antiguos, ya sabes que proviene de una línea casi tan decente como la nuestra.
    —aun asi, creo que estas cometiendo una imprudencia, porque no esperar a que el venga aquí a tokio? Entonces podras tratarlo.
    — Tratarlo? Habrá miles de mujeres lanzándose a sus brazos!
    — No creo que las cosas estén tan mal.
    —Espera a conocerlo. Es tan apuesto que resulta imposible a todas las mujeres dejarlo en paz. Sólo necesitan verlo para arrojarse a sus brazos.
    —No puedo imaginar algo peor que estar casada con un hombre así —repuso el muchacho— Yukio, sé sensata y enamórate de alguien diferente.
    —Lo intenté. ¡Fue un total y absoluto fracaso! No tienes idea de lo desdichada que fui en mi primer matrimonio.
    —Lo lamento mucho, querida —contestó hiro— pero sin duda comprendes que quizás, el no se lo mas adecuado para ti, tiene un hijo! Te imaginas algo peor que criar al hijo de otra mujer?
    — Siempre puedo enviar al mocoso lejos de su padre — contesto su prima con desagrado, hiro suspiro, Yukio lo miraba, esperando que le dijera que la ayudaría.
    Una vez más su prima se salió con la suya y Hiro comprendió que tendría que hacerlo, además si los descubrían siempre podía culpar a sus padres por quitarle sus estudios, deseaba vengarse de algún modo de su autoritaria actitud..
    —¿No hay… nadie más… que pudiera ir… contigo… excepto yo? —preguntó desesperado, ennun ultimo intento de deternese..
    Yukio negó con la cabeza
    —En nadie más confiaría. ¿Puedes imaginar cuánto disfrutaría cualquier otra mujer al comentar después que pudo engañar al magestuoso Seguchi Tohma? — hiro pensó que también era porque en realidad su prima ahora no podría tener tantas amistades, habia pasado tres años en el extrangeo
    —Sí… acepto —contestó— pero…. todavía… no lo decido, ¿cuándo partiríamos?
    —Dentro de dos días— hiroshi se pregunto si no habría un error.
    —¿Cómo podría hacerlo? ¿Cómo podría estar listo?
    —Puedes hacerlo porque tienes toda la ropa lista. No tienes que hacer ningún equipaje, ya está todo guardado —indicó yukio.
    —Como mi tío eran delgado como tú, estoy segura de que toda su ropa te quedará, estoy segura que son de tu talla.
    —Pareces tener respuesta para todo —señaló con voz ahogada Hiroshi y se pregunto como le explicaría a Suichi que se iria—Está bien, Yukio —convino—. Como de costumbre, te sales con la tuya e iré contigo. Pero si las cosas salen mal, no me culpes.
    —No lo haré y si Claude se niega a casarse conmigo cuando volvamos a Turquia, me culpare a mi misma por ineficiente.
    Lo dijo como si tal cosa fuera imposible.
    Notas finales:
    A que Suguru es un maestro de la intriga :)

    Jajaja

    Espero que os haya gustado la historia.

    Mil besos para ustedes.



    Hasta pronto.



    Pd: dejen algun comentario ;)
  8. .
    Capitulo 4
    Ciel estudio rápidamente a Alois mientras eran presentados, pocas veces habia visto un rostro más atractivo ni tampoco unos ojos más vivos, más expresivos. Todo en aquel joven gritaba inocencia y nobleza, le gustaba, inclino con elegancia la cabeza.
    - eso pense- dijo terminando la reverencia antes de haberla empezado, Alois le devolvió una sonrisa y de inmediato le parecio que se quedaba sin tema de conversación, Alois fue mas rápido.
    - es un día maravilloso… los Barnett han tenido un encantador tacto al hacer esta fiesta- y miro con fingida, suponía, admiración a su alrededor.
    -a mi tia le encantara saber que aprueba su fiesta- constesto con cierta ironia y muy poco tacto, observo con diversión que las mejillas de su nuevo amigo se encendian con adorable encanto, para luego calmarse y mirarle a los ojos, con sorpresa le parecio ver una advertencia velada en aquellas hermosas orbes, de repente el muchacho era la viva expresión de la inocencia de nuevo, el segundo habia pasado tan rápido que de inmediato desecho el suceso… probablemente se habia sentido afectado, pero no amenazador decidio con rapidez mientras el rubio decía con voz modulada.
    -no creo que a su señoria le interese… auqnue usted es muy amable al decir eso… yo no soy muy importante.
    -he oído hablar de los Trancy, puedo decir que son importantes- los ojos de Ciel se abrieron con exagerada sorpresa, era obvio que finjia y que se divertia, alois ladeo la cabeza y contesto con diversión.
    -a mi padre le encantara saber su opinión sobre nuestra familia- de repente quien se sonrojo fue Ciel, era obvio que Alois le habia devuelto al pelota con rapidez… fue sencillo que ambos sonriesen, habia algo que tenían en común, habia una ironia rápida que podían controlar, con sencillez volvieron los ojos a Elisabeth que habia seguido su conversación en silencio, y con rapidez mortal la palabra “cuidado” y “peligro” apareció en las mentes de ambos, le sonrieron a ella con dulzura y de repente la hermosa joven comento en voz alta.
    -Que traje mas maravilloso!- su voz se elevo un tanto y ambos miraron con rapidez a quien ella señalaba, era rubio, y por el corte del traje el hermoso rostro decidieron que un doncel, este ladeaba en silencio la cabeza con delicadeza y bajo la luz del sol se veía hermoso- ¿Quién será? No lo habia visto hasta ahora.
    -un debutante me imagino- contesto suavemente Ciel mirando al joven para luego volverse- hablando de debutantes- miro a Alois- permítame felicitarle por su compromiso con el marques Michaelis Alois, he oído maravillas de ambos, auque no conozco en persona al marques- su voz era cortes y su expresión amable.
    -oh gracias- Alois, como era adecuado, se sonrojo con suavidad y sonrio maravillosamente, permitiendo a sus ojos brillar con emoción, como si no pudiera creer que tanta felicidad fuese verdadera… le aprecio escuchar los vidrios rotos en la habitación de su padre y quizo gritar, sentía que la sonrisa le rompería el rostro bajo la mirada con evidente bochrono y entonces la nueva voz lo rescato.
    -Ciel! Aquí estas- los tres jovencitos se volvieron al mismo tiempo a la voz, una mujer rubia de hermosos ojos azules se acercaba en compañía de un hombre de atractivos rasgos y aun mas penetrantes ojos dorados.
    Alois lo reconocio enseguida, y se sintió sofocado en parte recordando su atrevido comportamiento cuand lo habia conocido, atrapo su sonrisa antes de que se liberara y espero junto a los demás que llegaran con ellos.
    -madre- dijo con voz clara el moreno a su lado, Alois observo la expresión de su nuevo “amigo”, era una expresión amable y cortes, pero siendo tan sensitivo como era, pudo adivinar que no se sentía comodo en lo absoluto- ¿me buscabas?
    -oh si querido- sonrio Rachel Phantomhive, Alois la reconocio de unos cuadros que habia visto hacia tiempo- tu prometido y yo deseábamos hablar contigo… oh estas acompañado, Lizzy querida- saludo la mujer y la elisabeth sonrio adorable- que placer verte y…- la rubia miro a Alois con expresión interrogante, el jovencito casi quizo reírse, no habia noble que no supiera de él… sobre todo ahora, que era prometido de uno de lo solteros mas admirados y deseados de Londre.
    -cierto, permítanme presentarles a Alois Trancy, hijo del conde Trancy- presento cortesmente Ciel- Alois permíteme presentarte a mi madre, la condesa Phantomhive, y a mi prometido- la ultima palabra parecio salir de un modo extraño, como si no estuviera acostumbrado a decirla- el marques Faustus – habia un irremediable titubeo, aunque apenas se notara, Alois tenia una capacidad única para esas cosas, sonrio.
    -es un honor condesa… marques- miro a ambos con unos hermosos ojos azules plenos de inocencia, Rachel estaba dispuesta a creerle, cuando Claude Faustus inclino la cabeza en su dirección y deposito un beso en el dorso de su mano… Alois estuvo seguro de que Faustus habia querido decir algo más que simplemente “un honor”

    Notas del autor: Perdonen la tardanza, pero... los estudios son exigentes... y ademas desaprobe ingles... por poco me matan, pero ahora continuare pronto :) 9
  9. .
    sigan hablando! me mataron de risa... esperen cap largo pa mañana!!!!
  10. .
    -tienes razón, lo mejor es que pueda verlo yo mismo- conteste con una sonrisa tranquila observándole, note en silencio que pagaba por mi más pero no dije nada en aquel momento .. - ¿de verdad?- pregunte ante su última frase - a mí también me alegra haber venido, este lugar promete ser muy hermoso- confesé con la mirada clara y tras seguirle dije- gracias por pagar por mi también, la próxima vez que vayamos a algún lugar lo haré yo- dije con un tono tranquilo y le mire de lado mientras caminábamos... sentí a alguien pasar por nuestro lado y me acerque un poco más a Mizuki para darle paso a aquella persona que caminaba tan a prisa... "un poco más y me empuja" pensé mirando e manera incomoda la figura que nos adelantaba "bruja loca" volví a mirar a Mizuki al tiempo que ingresábamos al lugar del que me habia hablado...
  11. .
    sonreí un poco, observando admirado el lugar, había personas si, pero no esperaba tener el lugar completo para mi y para Mizuki, espere que el avanzara unos pasos delante mio y en silencio observe su espalda, no muy ancha pero si lo suficiente para ser muy varonil y su cabello que se detenía en su nuca, sentí un ligero calor apoderarse de mis mejillas al notar mi actitud y avance hasta quedar a su altura.

    De reojo observe su perfil y luego a las personas mas cercanas, algunas ocupadas en lo suyo y un par observando en nuestra dirección, parpadee y volví a mirar a Mizuki y el camino que seguía.

    -¿cómo es? -pregunte con voz suave pero lo suficientemente alta como para hacerme comprender- el área japonesa... quiero decir, es como los jardines que presentan siempre en las imágenes turísticas o quizás... ¿algo mas complicado?- parpadee un par de veces para darle fuerza a mi comentario, es decir un tono y aire de ingenuidad y curiosidad inherentes a la pregunta, dejando claro que estaba hecha con verdadero interés- puedes imaginar que nunca he visto el lugar en persona y las fotos que vi no eran muy explicitas- termine observandole con atención, como un niño dispuesto a aprender.
  12. .
    Mire por la ventana con curiosidad, no tenía experiencia en escenarios como aquel, volví la cabeza en dirección a Mizuki cuando hablo. Si, habíamos llegado.
    -ya veo- sonreí, abriendo la puerta del copiloto y bajando del auto, volví a mirarle, esperando –bueno, tú dirás- dije, esperando que me guiase y al mismo tiempo disfrutando del aire puro que había allí, me relaje automáticamente- ¿por dónde vamos?
  13. .
    asiento ante sus palabras con una sonrisa en los labios, es bastante amable, veo su rostro y recuerdo como me senti en medio del beso, ingresamos al hotel.

    -veo que puedes comprenderlo en parte como me siento yo- sonrío, cuando habla de la inspiración, entonces habla de mis libros, no puedo evitarlo y mis ojos brillan- me halagas- digo serenamente- aunque debo aceptar que tengo en muy alta estima a mis obras , el restaurant es por aquí -señalo con la mano izquierda mientras comienzo a caminar en esa misma direccion- te aseguro que no te decepcionara, yo adoro su comida - le aseguro y entonces al volverme a mirarle caigo en la cuenta de su expresión ligeramente ¿pensativa? -¿ocurre algo? pareces preocupado -preguntó en un tono ligeramente jovial ligeramente preocupado, mientras ingresamos al restaurat del hotel, observo las doce mesas de su primer nivel, solo cuatro están ocupadas, una de dos o el hotel no tiene demasiados huespedes hoy o han salido a dar un paseo o más claro están comiendo en sus habitaciones - vaya, tenemos para elegir -señalo las mesas- ¿te parece que comamos en este nivel o vamos al piso de arriba, tienen unos ventanales con unas vistas magnificas -propongo con una sonrisa mirandole.


    SPOILER (click to view)
    no te preocupes, yo también demore, ahora mismo me encuentro mejor, gracias por todo, ojala tu tambien te encuentres bien y si no, tambien cuentas conmigo para lo que pueda ayudarte :)
  14. .
    no viste cielois querida, necesitas nuevos lentes... xD (ok no. quizas algo vaya pero no habra nada profundo)

    recordemos la edad de ciel y alois, alois 14 y ciel 13, estan en esa eda en que sienten atraccion por todo, aunque no sea correcto, aun asi no habra nada, alois se sonrojo porque... bueno, por el calor xD

    tercera leída? *caendo en la cuenta*
    oh querida que linda, lo estas releendo *-* me alagas profundamente, te adoro
  15. .
    Te entiendo perfectamente gen_yuki pero toma en cuenta el ambiente en que se está haciendo la historia n-n
    Es en la época victoriana en la estricta corte inglesa, es escandaloso que una señorita de buena familia (y por tanto un doncel) se muestre receptiv@ con otros caballeros que no han sido aceptados por su padre para cortejarle.
    Por otro lado, ya sabemos cómo era el príncipe de gales y toda su corte aceptaban que un hombre podía coquetear y ser infiel o hacerse amante de damas casadas siempre cuando tuvieran cuidado de no crear un escándalo social, mientras que estos mismos caballeros esperaban que aquellas que habían elegido como consortes les fueran fieles
    Obviamente es un comportamiento hipócrita, pero esa es la sociedad en que se desarrolla nuestra historia, y el comportamiento de Druitt fue escandaloso, no porque le coqueteara sino porque Alois es joven, no ha sido presentado como debutante, no está casado pero sí comprometido y la dignidad de su prometido está atada a la suya, si por ejemplo Alois se mostrara receptivo con las atenciones de un hombre, Sebastian vería comprometido su honor y por lo tanto se vería en la situación de : batirse a duelo con ese hombre o romper su compromiso con Alois, por su escandalosa actitud, siendo la ultima opción la preferible para su honor.
    Por cierto yo también amo esas parejas!!! *-* son tan lindas...
    En cuanto a Sebastián… no se ni como excusarlo, pero quizás estaba ligeramente celoso.
    Capítulo 3
    El barón Barnett le sonreía amablemente a su esposa: se sentía loco de amor por ella y sentía su corazón latir con fuerza al verla sonreír, el día anterior el médico familiar los había visitado, y dado la feliz noticia, estaba, como ya había dicho, loco de contento, sin embargo no podía compartir su felicidad con ellos: habría sido de mal gusto y simplemente podía sonreír junto a sus invitados, observando como Angelina saludaba de manera encantadora al marqués de Michaelis.
    -un hombre magnifico –señalo una voz a su lado, el barón se volvió a verla, Lady West, una bella y exótica extranjera que se había casado con lord Harold West, se sintió ligeramente afectado al notar que ella le hablaba de manera un tanto familiar, observo sus rasgos indios con aire crítico, ella lo miraba con una suerte de dignidad que le impedía responderle con desdén.
    -¿Lo creé así? –sonrió un poco, mirándola por encima de la nariz, ella no pareció notarlo: no mostro cambio de imagen.
    -es lo que me han dicho de él –sonrió ella de manera afectada y tomando un poco de limonada –creo que algunas amistades suyas están de duelo por su compromiso- sonrió mirándole a los ojos, y Barnett entendió a que amistades se refería, Michaelis había sostenido no pocos idilios con mujeres casadas- ¿Estará realmente enamorado de ese niño? El joven Trancy es jovencísimo, lo he visto- señalo mirándolo al parecer un tanto afectada.
    -se casarán en un año, cuando él muchacho cumpla los 15 años –contesto a prisa el barón, preocupado de que alguien la oyera hablar tan libre y peligrosamente- considero que hace bien en apartar al joven si lo quiere –murmuro, la hindú le miro con intriga en los ojos y asintió levemente.
    -sin duda –la voz era clara, poseía el tono sedoso de quienes saben que están por encima del resto de los mortales, el ego del barón se sintió herido, ¿Por qué aquella mujer se le había acercado? Noto que recibía las miradas discretas de algunos de sus invitados, la miraban a ella, en sus vestidos indios, sus ojos oscuros y sus manos de dedos largos, pudo ver un brillo de deseo en los ojos de algunos de ellos.
    Al mismo tiempo el mismo había apartado los ojos de su esposa para colocarlos en ella, admirándola, sin darse cuenta, y por tanto siendo ignorante de las atenciones que otro hombre dedicaba, discreto y elegante, a s

    Te entiendo perfectamente gen_yuki pero toma en cuenta el ambiente en que se está haciendo la historia n-n
    Es en la época victoriana en la estricta corte inglesa, es escandaloso que una señorita de buena familia (y por tanto un doncel) se muestre receptiv@ con otros caballeros que no han sido aceptados por su padre para cortejarle.
    Por otro lado, ya sabemos cómo era el príncipe de gales y toda su corte aceptaban que un hombre podía coquetear y ser infiel o hacerse amante de damas casadas siempre cuando tuvieran cuidado de no crear un escándalo social, mientras que estos mismos caballeros esperaban que aquellas que habían elegido como consortes les fueran fieles
    Obviamente es un comportamiento hipócrita, pero esa es la sociedad en que se desarrolla nuestra historia, y el comportamiento de Druitt fue escandaloso, no porque le coqueteara sino porque Alois es joven, no ha sido presentado como debutante, no está casado pero sí comprometido y la dignidad de su prometido está atada a la suya, si por ejemplo Alois se mostrara receptivo con las atenciones de un hombre, Sebastian vería comprometido su honor y por lo tanto se vería en la situación de : batirse a duelo con ese hombre o romper su compromiso con Alois, por su escandalosa actitud, siendo la ultima opción la preferible para su honor.
    Por cierto yo también amo esas parejas!!! *-* son tan lindas...
    En cuanto a Sebastián… no se ni como excusarlo, pero quizás estaba ligeramente celoso.
    Capítulo 3
    El barón Barnett le sonreía amablemente a su esposa: se sentía loco de amor por ella y sentía su corazón latir con fuerza al verla sonreír, el día anterior el médico familiar los había visitado, y dado la feliz noticia, estaba, como ya había dicho, loco de contento, sin embargo no podía compartir su felicidad con ellos: habría sido de mal gusto y simplemente podía sonreír junto a sus invitados, observando como Angelina saludaba de manera encantadora al marqués de Michaelis.
    -un hombre magnifico –señalo una voz a su lado, el barón se volvió a verla, Lady West, una bella y exótica extranjera que se había casado con lord Harold West, se sintió ligeramente afectado al notar que ella le hablaba de manera un tanto familiar, observo sus rasgos indios con aire crítico, ella lo miraba con una suerte de dignidad que le impedía responderle con desdén.
    -¿Lo creé así? –sonrió un poco, mirándola por encima de la nariz, ella no pareció notarlo: no mostro cambio de imagen.
    -es lo que me han dicho de él –sonrió ella de manera afectada y tomando un poco de limonada –creo que algunas amistades suyas están de duelo por su compromiso- sonrió mirándole a los ojos, y Barnett entendió a que amistades se refería, Michaelis había sostenido no pocos idilios con mujeres casadas- ¿Estará realmente enamorado de ese niño? El joven Trancy es jovencísimo, lo he visto- señalo mirándolo al parecer un tanto afectada.
    -se casarán en un año, cuando él muchacho cumpla los 15 años –contesto a prisa el barón, preocupado de que alguien la oyera hablar tan libre y peligrosamente- considero que hace bien en apartar al joven si lo quiere –murmuro, la hindú le miro con intriga en los ojos y asintió levemente.
    -sin duda –la voz era clara, poseía el tono sedoso de quienes saben que están por encima del resto de los mortales, el ego del barón se sintió herido, ¿Por qué aquella mujer se le había acercado? Noto que recibía las miradas discretas de algunos de sus invitados, la miraban a ella, en sus vestidos indios, sus ojos oscuros y sus manos de dedos largos, pudo ver un brillo de deseo en los ojos de algunos de ellos.
    Al mismo tiempo el mismo había apartado los ojos de su esposa para colocarlos en ella, admirándola, sin darse cuenta, y por tanto siendo ignorante de las atenciones que otro hombre dedicaba, discreto y elegante, a su mujer.
    Claude sonrió de manera irónica al ver como aquella extranjera distraía al barón, era un hombre decente, lo conocía bien y sabía que se sentía obligado a atender a su invitada, también sabía que estando enamorado de su esposa y siendo levemente correspondido por su mujer, no pensaba serle infiel ni esperaba que Angelina Durless le fuera infiel a él, miro a Michaelis dedicar su atención a la baronesa y sus labios formaron una delgada línea de disgusto por medio segundo, había escuchado con notable sorpresa acerca del compromiso de Michaelis con Trancy, sorprendido de que un calavera como él se comprometiera con un jovencito que ni siquiera había sido presentado en sociedad, faltarían sin duda un par de años, hasta que el joven pudiera casarse, se preguntó no sin cierto disgusto en qué pensaría Trancy al entregar a una criatura tan bella y sin duda frágil como se adivinaba a Alois Trancy, para dárselo a un hombre como Michaelis, que como él, equilibraba entre la sociedad victoriana de la reina Victoria, viuda y horrorosamente rodeada de velos negros como símbolo de su adolorida viudez, y la escandalosa conducta del príncipe de Gales, sin duda acabaría con toda la ingenuidad de Trancy para convertirlo en algo semejante a él, aparto los ojos en cuanto noto la demanda de su atención por parte de Rachel Phantomhive, esta le sonreía de manera dulce y encantadora, con la copa de limonada bailando en sus dedos y un chispeante brillo en sus brillantes ojos azules.
    -perdone mi lady, me distraje –se disculpó.
    -me sentiría ofendida mi lord –lo miro graciosamente- si pensara que usted prefiere el atractivo indio a la belleza inglesa –señalo.
    -no hay razones para que usted piense así , nada podría superar la belleza de vuestro hijo – no comparaba su compromiso con el hijo de Phantomhive con el compromiso de la araña con el cuervo, Trancy y Michaelis, su compromiso había sido una orden de la reina y se había dado cuando él había cumplido los diecisiete años y Phantomhive tenía apenas 6 años, obviamente eran muy diferentes y podía adivinar que Ciel Phantomhive había heredado la actitud egocéntrica de todos sus ancestros, se llevarían bien –simplemente admiraba sus ropas, son tan… extranjeras –hizo un movimiento con los labios, a despecho de la expresión de su acompañante- ¿no piensa usted así?-pregunto mirándola directamente a los ojos, la mujer sonrió.
    -sin duda, entonces… ¿solo miraba el vestido?- pregunto ella, los ojos brillando de diversión y demostrando que ella no le creía, la detesto.
    -me recordó las bellas estatuas que vi en mi viaje la india- contesto secamente, mirándola por encima de su copa- os aseguro que son magníficas.
    -¿y las mujeres de Francia?
    -el teatro es hermoso, pero prefiero a las damas del bel canto italiano –contesto de manera inteligente y mirándola directamente a los ojos, era escandaloso que una mujer se mostrara tan deliberadamente provocativa, pensó.
    -sin duda- contesto ella, mirándole.
    -puedo preguntarle –dijo con tono sereno e ignorando la incomodidad que le nacía al hablar con ella - ¿dónde está Ciel? Esperaba verle.
    -aún es muy pronto, mi lord, -pareció preocupada- Ciel apenas ha oído hablar de….
    -¿de mí? –pregunto –me parece que va siendo tiempo de relacionarme con él, es un joven del cual escucho a menudo, me parecería una tontería no ir creando al menos una situación de comodidad entre ambos, no deseo caer en la situación de odio natural que se ha hecho tan común entre las parejas recién casadas –le dirigió una mirada muy obvia, la línea cínica de sus labios fue bastante clara, Claude Faustus casi nunca sonreía, ni siquiera en sociedad, la dama asintió.
    --estaba con su prima- contesto lentamente y miro a su alrededor con preocupación – y ahora mismo no tengo conocimiento donde pudieron haber ido- su tono era torturado, y el pensamiento personal de Faustus, era que si como madre dejaba que desear, como acompañante era un desastre, ¿Cuántos años tendría?
    -le acompaño a buscarle- dijo con serenidad y aunque parecía un ofrecimiento, en realidad no dejaba lugar a replicas, la dama asintió.


    Alois se dejaba llevar por Elizabeth Midleeford, la expresión divertida y los ojos brillantes, con la mente en otro lado, miro a su amiga que le llevaba del brazo, cruzando al otro lado de la fiesta con paso elegante y apurado, y apretó los labios, la miro, Elizabeth era hermosa, con aquella piel blanca con el lirio, y aquel aire a princesa encantada, los ojos verdes, como esmeraldas y aquella sonrisa eterna en los labios, y sintió que la odiaba, echo la cabeza hacia atrás y sintió que ella le jalaba con más fuerza, las ganas de alejarla de si fueron más fuerte y apretó los dientes, controlándose, no deseaba hacer una escena.
    -Ciel te gustara mucho –aseguro ella, él le sonrió, asintiendo a sus palabras, su voz, que antes le había agradado le resulto desagradable ahora, ¿cómo podía haberle agradado una voz tan chillona? Respiro un tanto agitado -¿te sientes bien? –se detuvo ella, mirándolo preocupada.
    -si- contesto la voz suave y la mano derecha en el pecho – me he agitado, es todo –termino, mirándola la sonrisa naciéndole entre los labios de fresa, fijando sus zafiros en las esmeraldas de ella- tranquila –le sonrió encantador…
    -iremos más lento- dijo ella, atrapando su mano con la suya- deje a Ciel al lado de las bebidas, cerca de la orquesta –explico con voz leve, caminando de nuevo, Alois asintió, siguiéndola, apretó ligeramente los labios e intento recuperar su expresión, se sentía afectado, había visto como la había mirado Michaelis, y aunque sentía una leve animadversión por este, era consciente de que era su prometido y que una actitud como la que había visto hacia su amiga, era un insulto directo a él, una bofetada concentrada a su orgullo y una forma de demostrar que aquel hombre consideraba que el ya era de su propiedad, demostraba que no le importaba.
    A Michaelis solo le interesaba poseerle, poseer su belleza, y la sabía, había visto el interés en su rostro pero no en su alma, y lo sabía, lo esperaba, pero no dejaba de doler, de ofender el simple hecho de saber que a ese hombre no le importaba ni siquiera engañarlo un poco respecto de sí mismo, lo ofendía, a Michaelis no le interesaban sus pensamientos, no le interesaban sus sentimientos, no le interesaba Alois en lo absoluto, no le interesaba, no le interesaba … en nada.
    -Alois, él es mi primo, Ciel Phantomhive, hijo del conde Phantomhive, Ciel, él es Alois Trancy, hijo del conde Trancy - la voz de Elizabeth lo saco de sus pensamientos, parpadeo, y le miro, unos ojos azules como el cielo, le devolvieron la mirada.
    -Encantado de conocerle Trancy–la voz de Ciel era leve, hermosa, suave –Elizabeth ha hablado de usted –comento mirándole a los ojos, Alois le sonrió encantado, ¡era hermoso!
    -El placer es mío Phantomhive –ladeo la cabeza y se vio reflejado en el profundo azul de sus ojos- yo también he oído de usted, su concierto de violín en la casa Carlton hace tres meses fue comentado, me habría gustado asistir –aseguro, halagándolo, era consciente del ego de los Phantomhive, recordó en silencio las palabras duras, bruscas, ofendidas de su padre al hablar de los Phantomhive, “… Phantomhive? Por Zeus mi buen Cole, no pensaras poder convencerle, solo una cosa lo convencería y me temo que Diedrich está bastante comodo con las mujerzuelas francesas como para venir a colarse entre las piernas de vincent” y se sonrojo, Cel le miro, elevando elegante una ceja divertido, Alois rezo en silencio por no hacerse cercano, había oído pestes de su padre.


    Notas Finales

    bueno, no se que decir xD, excepto que... la idea iba por alli *se sonroja*
416 replies since 17/11/2011
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