Posts written by Blues.

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    Oh, es que así me siento :'c fueron un montón de problemitas que se juntaron hasta crear un problema grande, y luego por ese problema grande se vinieron más problemitas. Pero bueno, sí, es tal y como dices y ahora me encuentro mucho mejor. Esta semana pasada se me complicaron algunas cuestiones, pero ya a partir de la semana que viene estaré disponible en completa totalidad, a excepción del día 8 y otro día que aún no me confirman.


    El chico tiene más resistencia de la que creí que podría llegar a tener. Se ha corrido ya tres veces en esta noche y pronto alcanzará la cuarta. Aquellos temblores que se apoderan de su cuerpo lo delatan totalmente. Aprovechando que no tiene un completo control sobre su cuerpo ahora, atreviéndome a pensar que seguramente ya no siente ni sus piernas como parte de sí, comienzo no sólo a sostenerlo para poder penetrarlo, sino que además lo muevo ligeramente hacia los costados; un movimiento suave y poco apreciable, pero que me permite presionar mi dureza contra todos sus músculos.

    Mientras sigo embistiéndolo tan rápido como mis movimientos propios me lo permiten, le escucho hablar. ¿Quién diría además que puede tener gusto por esta clase de palabrería? — ¿Te gusta? — pregunto con sorna, llevando mi mano a su pene que, pese a esas tres eyaculaciones, sigue duro. — ¿Por qué no me dices qué tanto te gusta sentirme tan profundo en tu interior? — Conforme hablo, mi mano se mueve con lentitud, en un vaivén tortuoso comparado con la velocidad que estamos usando por el momento. Una vez gime mi nombre, le doy un apretón a su pene, donde siento cómo la punta comienza una vez más a expulsar el líquido preseminal. Desde donde me encuentro, son apreciables las lágrimas que han brotado de sus ojos. Sonrío de medio lado y cumplo su demanda. Una vez él lo pide, hago mis movimientos más profundos y rápidos, apenas y sacando la mitad de mi pene para volver a embestirlo. También los movimientos de mi mano aumentan.

    Finalmente, tras unas cuantas embestidas más, ni siquiera yo soy capaz de controlarme. Llego a mi liberación con fuerza, como pocas veces he experimentado alguna vez. El placer me nubla por un momento, sintiendo cómo mi propio semen se abre camino por el interior de Killian, por lo cual vuelvo a apretar su pene, sin dejar de moverlo, hasta que soy capaz de recobrar la visión que el placer me nubló. Doy un suspiro al salir de su interior, lentamente, pues aún no quiero dejar de sentir esa calidez. El semen comienza entonces lentamente a escapar de su cuerpo, por lo cual lo tomo con mi dedo índice izquierdo, llevándolo de regreso a su interior. — Date la vuelta otra vez, y no te atrevas a perder una sola gota de tu interior. — Amenazo, con voz suave, justo al lado de su oído antes de separarme para que él cumpla mis demandas. Aún estoy deseoso de conocer todos sus límites.
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    Sé que sus palabras han sido primeramente para halagar a Iwao, quien de haber podido escucharlas estaría saltando de emoción, al menos ésa sería la primera de sus reacciones, pero él no está aquí, y las siguientes palabras que escapan de los labios de Ranmaru, ahora dirigidas a mí, me han hecho olvidarme por completo de todo lo demás. Ahora que me ha pedido que le enseñe lo que Iwao me ha enseñado, quien se ha emocionado soy yo, sabiendo bien que necesito más acceso a su piel. — Lo haré, aunque tal vez sea más cómodo para ambos si te recuestas. — Ofrezco, porque en parte incluso para mí es mucho más sencillo, y me ofrecería una mejor vista. — Aunque tal vez sería mejor después de que hablaras con Kaminari. — Pese a todo, también sé que es más importante que hable con el maestro antes que cualquier otra cuestión... aunque realmente no parece que él vaya a llegar.

    Las calmadas palabras de Ranmaru me hacen volver mi atención al presente, y que realmente importa, al haber respondido mis inquietudes anteriores. Sé que no puedo tomármelo a la ligera, y realmente no lo hago «¿No lo haces?» Cállate, Fuyu, no lo hago. En verdad no he dejado de pensar en Adestho, en los estragos que hace, y que debo de mantenerme con la confianza y valor necesarios para hacerle frente. He tratado también de hacer una conexión más cercana con Fuyu, quien en ocasiones actúa tan despreocupado como él solo, pero en ocasiones me parece tan sabio como Kaminari. Pero, en ocasiones, también me preocupa la manera en que se expresa, la forma en la cual llega a pensar de tanto cuanto nos rodea. De aquellas pesadillas que han acrecentado desde que conocí su existencia, y los oscuros pensamientos que sé no son míos sino de él. ¿Es esto normal en quien posee esencia demoníaca en su interior? — Lo mantendré bajo control — Aunque pareciera que se lo he asegurado a Ranmaru, en realidad lo hice conmigo, queriendo consolarme a mí mismo.

    Cuando Iwao llega con nosotros, me mantengo en silencio para escuchar las palabras que dedica a Iwao, aunque éstas no son para mí, no quiero perder ningún detalle. Por la sola expresión de Iwao, se podría decir que la felicidad es inmensa en su ser. Apenas y ha parpadeado con la emoción de escuchar a Ranmaru halagarle de esa manera. — No lo haré. — Asegura, aunque no puedo sino pensar que no es así, y ha hablado guiándose con esta emoción. La desconfianza, así como la maldad, parecen ser elementos que no caben en la cabeza de Iwao, quien sólo espera lo mejor de los demás. Cuando entonces se refiere a mí, pidiéndome no ofenderme, me limito a hacer un ademán despreocupado con mi mano izquierda, pues la derecha la tengo ocupada con la taza de té que he llevado a mis manos. Mi mano izquierda se mece de lado a lado, con gracia, como restándole importancia a todo. — Da igual, después de tantos insultos ya no te ofendes tan pronto. — Respondo con un tono aburrido, apenas la taza deja mis labios y me permite hablar. No me ofenderé por un comentario de ese tipo, pues incluso yo siento aversión por esa clase de personas, quienes no hacen más que detenerse ante sus temores... yo soy un hombre temeroso, igual que ellos, pero con la diferencia de que no me he cruzado de brazos ni escondido ante éste. De haber sido como todos ellos, no habría podido conocer a Ranmaru, Karakasa,
    Iwao y Kaminari. Y, más posiblemente, ya estaría muerto debido al alma de Fuyu en mi interior.

    Para mi fortuna, mis pensamientos se ven interrumpidos cuando Ranmaru saca de su manga un amuleto blanco, mismo que provocó una mirada de sorpresa en Iwao. Primero cubrió su boca con ambas manos, tal vez evitando decir algo o gritar por la emoción, para después tomar el amuleto como si éste fuese lo más preciado y delicado de todo este basto territorio. — Lo recuerdo. Yo... no sé qué decir, sólo, sólo gracias. — Respondió con su voz un tanto quebrada, pero logró reponerse al momento en que volvió a hablar. — No lo decepcionaré, Ranmaru-san — Tras esto, sonrió y nos quedamos en silencio, esperando por la siguiente información que Ranmaru tuviese para compartir con nosotros, aún con la falta de Kaminari. No puedo sino apretar mis labios, formando una delgada línea, al momento en que nos anuncia que Adestho se ha apoderado de los territorios del Este, y sus suposiciones de que el Sur se encontrará aún peor. No son sólo mis labios lo que aprieto, sino también mis puños al escuchar como en las aldeas se rehúsan a abandonar sus tierras, aún a costa de los pequeños. Comparto una mirada con Iwao en silencio, siguiendo escuchando las palabras de Ranmaru y su sentencia final ante la plática.

    Por supuesto. Estaré pendiente de la condición del maestro para anunciarle su llegada y deseos. — Respondió, con una ligera reverencia aún sentado, y ambos vemos a Ranmaru ponerse en pie. — Buenas noches — Despedimos al unísono, viéndolo salir de la recámara. Una vez nos quedamos en silencio, le dedico una pequeña sonrisa a Iwao. — Tenemos que esforzarnos mucho, Iwao. Hagamos que Ranmaru y Kaminari estén orgullosos de nosotros. — Hablo antes de ponerme en pie, seguido de él. Asiente y, ofreciendo una pequeña reverencia junto a una sonrisa, sale de la sala. Yo también debería ir a descansar, pues además de terminar cansado con la batalla, debo prepararme para el viaje que nos depara una vez abandonemos la aldea. ¿Escuchaste Fuyo? Derrotaremos a Adestho, sea el costo que sea, para poner fin al tormento de todos y, tal vez, liberar a Ranmaru de esa carga que no es capaz de admitir en voz alta.


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    Hey~<3

    Me alegro mucho de saber que ya estás disfrutando de tus vacaciones. Yo también finalmente soy libre, lo he sido desde hace unos cuantos días, pero por cuestiones que se salieron de mi control no he podido estar del todo aquí. Mantengo la esperanza de finalmente no tener nada que me detenga a partir de este domingo.

    ¡Espero que te encuentres muy bien!
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    No hay mejor imagen para describirlo x'D

    Sí, volví y siento mucho la demora pero, ¿cómo podría dejar de amarte? Non, non, mon cheri mademoiselle. Me alegro que mi respuesta te haya gustado y que pienses de esa manera ;u; Pues bueno, soy libre y toda tuya(?)~<3 Espero poder seguir haciéndote los días durante el verano


    No cabía duda, el karma es un gran hijo de la chingada y se estaba cobrando todas las que Joshua le debía. Sí, el desgraciado debía estar regocijándose como nunca en su propio plano metafísico, retorciéndose por la risa y la satisfacción que esto le causaba, y mientras tanto, Joshua sentía el vértigo en su interior acrecentar. Porque claro, si todo tenía la pinta de ir mal, pues iría mal (gracias por esa ley Murphy, gracias). Ver a Draven parpadear con desconcierto le indicó, sin realmente demasiado misterio, que ni siquiera el tan atrevido joven esperaba esa respuesta.

    ¿Sería posible que aquel nivel de auto odio que sentía por su persona acrecentara aún más?

    Volvió a morder su mejilla interna, esta ocasión con un poco más de fuerza, al ver formarse esa sonrisa triunfante en el lozano rostro de Draven. Exactamente la misma sonrisa que cualquier pequeño adopta al haber realizado la máxima travesura posible... hmm, cierto, se había acostado con un niño, por lo cual no debería sorprenderse de este hecho. Rodó los ojos, escuchando las burlas que le eran ahora dedicadas, y sin hacer más que darle una mirada de reproche. Escuchó en completo silencio aquel agradecimiento, y se resistió a hacer mención alguna de las palabras que precedieron a aquélla. Habló una vez más únicamente cuando Draven estuvo por salir del aula. — Disfrútalo mientras puedas, cariño. — Replicó, en voz baja, volviendo a emplear un tono meloso y haciendo énfasis en la palabra 'cariño'. — Espérame en el estacionamiento si es que sales antes. Mi camioneta es una trax rojo cereza. — Modelo 2014 además, pero bueno, éstos son sólo detalles que sobran.

    Draven se marchó, y hasta el momento en que pudo dejar de observar ese intenso par de ojos azules, fue que se permitió relajarse en una mínima expresión. Ser cómplice de un alumno es algo, ser su perra ya es otra cosa y no se supone que deba pasar. Bajo ninguna circunstancia... ¿sería muy costoso pagarle a un conductor de Uber para arrollarlo? — Ah, bueno, pudo haber sido peor. — Se dijo al fin, suspirando, y tomando su maletín para dirigirse a su siguiente clase. No era un vago intento de ser positivo, en verdad pudo haber sido peor; el adolescente pudo haberse rehusado a guardar silencio, y él ahora estaría en gravísimos problemas. Aunque precipitado, y con una gran cantidad de auto odio, seguía siendo la mejor opción. Lo único que debía soportar era otra sesión de sexo (la cual, por cierto, le seguía provocando un estremecimiento al recordar lo maravillosa que fue la noche anterior), y ser la constante burla de un adolescente, al menos hasta que se cansara o por una u otra razón dejaran de verse. Posiblemente, él ya estaría muerto por cirrosis o a causa del tabaco cuando Draven usara esto como una anécdota para contar a sus hijos, o nietos. Con los jóvenes de hoy en día nunca se sabe.

    Para cuando las clases terminaron, Joshua sentía una pequeña sensación de culpa para con sus demás clases, pues los pobres alumnos debieron soportar su humor de perros. A diferencia de la primera clase, llegó a todas las demás dispuesto a calmar su ira con los alumnos, dejándoles tarea suficiente para no salir en toda la semana, y regañándoles por nimiedades absurdas. Pero bueno, alguien necesitaba ser el chivo expiatorio (o algunos, más bien dicho). Al final, la garganta incluso le dolía más que la cabeza... y lo que le esperaba aún.

    Recordar la noche anterior únicamente le causaba más y más entremezcla de emociones. En primera, la ira acrecentaba, también el pánico que de, pese a todo, las cosas no salieran bien, y luego su lado más irresponsable quien le hacía sentirse excitado y ansioso, salía a flote a defenderse, a reclamar que debía disfrutar de la ocasión, total, ¿no había estado rogándole el día anterior que fuese más rápido? ¿No había gemido con intensidad, con toda la intensión de poner en vergüenza a una actriz porno, cada vez que el adolescente golpeaba su próstata? ¿No había sido por esas manos, por esa boca, por todo ese cuerpo que perdió la razón durante todo el acto y sólo se centró en el placer? Había que admitir, el chico cogía de maravilla. Al llegar al estacionamiento, se acercó a su vehículo y se apresuró a subir. Su maletín salió disparado a los asientos traseros, aunque no comprobó si en verdad había dado con éstos o se había caído al resbalarse. — Ilumíname o elimíname, pero has algo Dios mío. — Pidió en voz baja recargando su frente contra el volante, a un Dios al que apenas y había rezado contadas veces en su vida.

    Sólo esperaba todo acabara rápido. Ya había perdido su dignidad, orgullo, amor propio (al menos por el momento), ¿sería mucho pedir que aquel ser supremo se apiadara de su alma y le diera un poco de paz?
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    Nunca, desde mis días como practicante cuando aún cursaba el último semestre en la universidad, he tenido un día tan desastrozo en el laboratorio como lo ha sido hoy. De todo el trabajo que se supone debí haber hecho, no logré concretar ni siquiera el veinte por ciento. Cambié las temperaturas que debían ser usadas en las pruebas, las valoraciones las hice sin indicador, de modo que los datos no se llegaron a obtener sino hasta después de tres muestras, contando éstas como pérdida junto a los reactivos, registré datos pasados como si fueran los actuales... y muchos más destrozos dignos de un estudiante. Incluso los técnicos lograron darse cuenta de mi poca concentración el día de hoy. Definitivamente no tengo lo necesario para hacer mi trabajo. Ha sido debido a esto que mi jefe me ha recomendado salir un poco más temprano, teniendo así toda una tarde libre.

    Como tampoco tengo la cabeza necesaria para hacerle frente a mi jefe, no me ha quedado más que aceptar su amabilidad y agradecerle. Aunque con esto tengo la oportunidad de llegar temprano por Noa, por una vez al menos, el pensar en que volveré a ver a Ian hace que me distraiga. Es una extraña mezcla de emociones: temor, bochorno y alegría. De alguna manera, pensar que sólo podré verlo ahora durante las mañanas y al pasar por Noa en la tarde, me desanima, aunque también me alegra al saber que podré verlo aunque sea en una mínima expresión.

    Al llegar al preescolar y bajar del coche, puedo darme cuenta de que casi no hay vehículos ni madres quienes hayan venido por sus hijos. Incluso el silencio es más del usual lo que, evidentemente, me dice que he llegado tarde. Camino con algo de pesadez al aula donde da clases Ian, ignorando a las pocas madres con sus niños que pasan a mi lado, y al acercarme escucho la voz de Noa con claridad. — Profesor Ian, ¿por qué está triste? Papá ayer estaba triste también. — Una parte de mí quiere detener a Noa, evitando que siga hablando, mientras una mayor me pide quedarme donde estoy y escuchar lo que puedan llegar a decir. — Dijo que cometió un error y que no sabe cómo arreglarlo, pero quiere hacerlo, porque dice que quiere que el profesor Ian sea feliz otra vez. ¿Cómo pueden ser felices las personas otra vez? — Ah Noa, si supieras que no dejo de hacerme la misma pregunta una y otra vez. Lo único que me hace mantenerme oculto donde estoy ahora, es la curiosidad por saber qué puede llegar a responder Ian ante esto.
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    Ay ~ <3 no te merezco, en verdad no te merezco. Eres demasiado buena para mí. Muchas gracias por la enorme comprensión y me alegra leer que la búsqueda fue un éxito, mis más sinceros deseos para que todo te vaya bien ~~.

    Tu respuesta es perfecta y hermosa, no te apures por nada. ¡Suerte en el trabajo por igual~! Yo he tardado nuevamente debido a los estudios, pero, oficialmente, soy al fin libre~~ <3


    Escuchar la pregunta, dicha con anterioridad con su propia voz, ahora en los labios de Draven provocó algo en su interior. No únicamente un impulso en su ira, que ejerciera la labor de un catalizador; hubo también algo más. Ese algo, forma en la cual lo llamó al no tener mejor nombre que ofrecerle, es la sensación que te indica que estás en peligro. Esa curiosa reacción del cuerpo, la cual te manda estímulos de alerta. ¡Oh! Seguramente sus niveles de cortisol se encontraban ahora en aumento sin nada que les pusiera un freno. Sí, posiblemente, ésta debía ser la razón para la repentina sensación de vértigo y náuseas que se apoderaron de él.

    Por primera vez en esta incómoda negociación, Joshua no fue capaz de seguir soportando su mirada y sonrisa, por lo que se fijó en el suelo a su lado. Muy mala idea, porque desviar la vista y bajar la cabeza puede llegar a ser visto como un acto de sumisión. Joshua inmediatamente se arrepintió, pero ya no había nada que se pudiera hacer al respecto. «Me odio». Pensó, con amargura y resignación. Al escuchar a Draven divagar sobre sus deseos, pavoneándose debido a su momentáneo poder sobre Joshua, éste rodó los ojos y dio un bufido. Apenas y le dio tiempo a elevar su vista a Draven al bajar del escritorio, cuando ya lo tenía un paso más cerca. — ¿Y es necesario que seas tan dramático? — Preguntó, tratando de moderar un poco el tono de fastidio deforme por la histeria del momento. En verdad, qué patética es la sensación de sentirse acorralado por alguien bastante menor que tú.

    Ante la descarada mirada que recibía del joven, Joshua enarcó una ceja que, junto a su ceño fruncido, terminó en una extraña mueca que le permitió denotar todo el enojo y ¿por qué no decirlo? Odio por el adolescente. Odio mismo que pronto fue reemplazado por una momentánea sorpresa, la cual pudo disimular al cabo de un segundo, cuando Draven tuvo la osadía de acercarse y ponerle una mano encima. Con este hecho, incluso el joven debía saber que no dejaba demasiado a la imaginación lo que deseaba. El fruncido ceño de Joshua se pronunció aún más, por increíble que llegase a parecer, y no reparó en ocultar el desacuerdo que sentía ante tal propuesta. Mordió su mejilla interna, encontrando las mejores palabras para aceptar, porque no podía hacer nada. Rehusarse sólo supondría mayores problemas. — Bien. — Acordó, tomando la mano de Draven y quitándosela de encima. Aprovechó también para ponerse finalmente en pie. — Quieres repetir la noche, entonces lo haremos, pero nada después de eso. Salgo a las dos, iremos a mi departamento. — Sentenció, sintiéndose pese a todo más ligero en cuanto a sus preocupaciones.

    Con pesadez, soltó el aliento que no supo hasta ese momento que retenía, apresurándose a guardar sus pertenencias en el maletín, y tomando un afiche en blanco donde garabatear una disculpa para entregársela a Draven. — Ofrécele disculpas a tu profesor siguiente por el tiempo que te retuve. — Mencionó, con una evidentemente falsa voz melosa. Pensar en tan excéntrica petición del alumno hizo que su interior se retorciera; tal vez asco, tal vez miedo, incluso tal vez emoción. No lo sabía y no lo quería saber. Lo único que en ese momento verdaderamente le importaba a Joshua era sacarse de encima a ese adolescente de fascinantes ojos azules y el peso del error (del cual aún no se arrepentía del todo) que cometió la noche anterior.
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    La espera por la llegada de Amber no ha sido propiamente mucha, pero encontrarse en un club como éste hace que los deseos de tener compañía aumenten. Mi vista sigue fija en la pista de baile, donde ha estado por los últimos tres minutos, y la copa con la margarita se encuentra ya vacía. La música electro-pop en tan alto volumen provocan más deseos de bailar, resonando la intensidad de la música en cada pequeña parte de mi cuerpo. — Sé paciente, Dominik. — Me recuerdo a mí mismo, pues no sólo se trata de un asunto del trabajo, sino también de Amber; el más maravilloso de los hombres sobre la Tierra. Puedo sonar como una chiquilla obsesionada y enamorada con esto, pero es por él que se ha creado la definición de sensualidad. Al menos nunca lo pondría en duda. Tiene la masculinidad necesaria para atraer la mirada de toda mujer (y persona homosexual, dicho sea de paso), y el encanto para que el resto de quienes no han sido ya atrapados por él, terminen finalmente embelesados ante su aura... Vamos, vamos, tranquilízate ya Dominik, deja de divagar en tus tonterías de colegiala.

    Mis ojos abandonan la pista para posarse en la copa vacía frente a mí, la cual desaparece al poco en manos del barman. Mi vista viaja a él, y en respuesta me sonríe, comenzado a preparar una bebida más. No dejo de observarlo, con una fascinación falsa, mientras sus hábiles manos preparan un cóctel el cual puedo suponer se trata de un «cosmopolitan». Una vez sirve ésta en una elegante copa, y deja caer en su interior una cereza, se vuelve a mí con una sonrisa coqueta y deja el cosmopolitan frente a mí. — Cortesía de la casa. — Me susurra, en una voz que deduzco debe parecerle a él sensual. Aprovechando que aún está a mi alcance, delineo su labio inferior con la punta de mi dedo índice y doy un suave beso a su mejilla. — Gracias. — Le digo en voz baja, viéndolo marchar entonces al otro extremo de la barra. A pesar de tener la bebida frente a mí, no hago más que verla durante un tiempo, hasta que, finalmente, comienzo a reír con suavidad y diversión. — Las ventajas de lucir como yo, supongo. — Bufo, con obvio sarcasmo, burlándome de mí mismo. Detesto cuando me coquetean de esta manera, siendo que más tarde se ven molestos por no ser una mujer como suelen creer siempre.

    Pese a todo, tomo mi teléfono del bolsillo y tomo una captura de tan hermosa bebida, la cual me apresuro a subir a «Instagram». Tras ésta, procedo a tomarme una «selfie» además, la cual no tarda en tomar el mismo destino que la primera. La bebida y el gesto de obsequiarla son lindos, pero no me siento con los ánimos de seguir bebiendo solo. Doy un suspiro, posando mi codo derecho sobre la barra y recargando mi mejilla contra mi mano, mientras delineo los bordes de la copa ahora con mi meñique izquierdo. Cuando finalmente me animo a darle un pequeño sorbo a la bebida, un hombre se acerca con una sonrisa que no es más que una pobre parodia de coquetería. — ¿Qué hace una chica tan linda como tú sola? — Nada más escuchar su pregunta, siento la necesidad de rodar mis ojos y reír. No estoy seguro de qué ha sido lo que me permitió mantenerme tranquilo, al menos lo suficiente para no reírme de él, pero no para evitar la mueca de fastidio que he puesto. — No es de tu incumbencia. — Le susurro entre dientes, subiendo una octava mi voz, no queriendo alarmarlo del todo. Como medida para escapar de su intento de ligue, llevo finalmente el cosmopolitan a mis labios. Doy un largo trago, pero él sigue insistentemente con su mirada sobre mí. Cuando bajo la copa, él se recarga sobre la barra, a modo de quedar incluso más cerca. — Vamos, déjame invitarte una copa.

    Paso mi lengua por mi labio inferior, humedeciéndolo, y pensando en las palabras exactas que debería decir para quitármelo de encima, y justo cuando me siento lo suficientemente confiado para comenzar una diatriba hacia su persona, siento un par de brazos que me rodean desde atrás. Doy un ligero respingo, pero me calmo al ver de reojo ese intenso cabello rubí y escuchar esa meliflua y sensual voz. Amber ha llegado, y lo ha hecho en el momento idóneo. — Hey... — Susurro a modo de saludo casual, siguiéndole el juego al haberme llamado «su novia». Tomo con suavidad sus manos, las cuales se encuentran delante de mí, y el hombre frente a ambos luce algo intimidado; no puedo culparlo, el físico de Amber es imponente, así como su sola presencia. Este joven se disculpa y se apresura a retirarse, cuando lo hace río junto con Amber, divertido ante la pequeña escena que nos montamos. — Está bien, te agradezco que lo hayas hecho. Te debo una, Amber. — Le digo a Amber, guiñándole el ojo. El barman se acerca poco después entregándole una limonada eléctrica a Amber, por lo cual yo termino de un siguiente trago el cosmopolitan. La cereza del fondo me la llevo también a la boca, incluyendo el tallo, con el cual formo un nudo. Triunfante, se lo muestro a Amber, sosteniendo un extremo del tallo al apretarlo con mis labios, y más tarde lo dejo en la copa ya vacía.

    Ambos nos trasladamos hacia la sala VIP que Amber ha pedido, donde comenzamos ha entrar en los detalles del proyecto que la agencia se trae entre manos. Aunque, para mi pequeña sorpresa, la conversación pronto se vuelve a otro rumbo. Siento mis mejillas arder con ligereza al escucharlo halagarme de esa manera, llevando de manera ya mecánica mi mano derecha a mi cabello, retorciendo un mechón de éste en mi índice derecho. — Llevo ya unos años trabajando para ellos. Aún me faltaban dos semestres en la universidad cuando ya tenía a sus agentes buscándome, aunque no firmé mi contrato sino hasta después de haberme graduado. — Recodar aquellos días me hizo esbozar una sonrisa, la cual sólo se intensifica por la bebida que me es entregada. — ¿Intentas que se me suba antes de tiempo? — Pregunto, llevándome la pajita a la boca, precisamente por ésta misma. Beber alcohol con una pajita no siempre es lo mejor, pero por ahora confiaré en mi propia resistencia al alcohol. La sorpresa con la cual he hablado es pronto reemplazada por sorpresa, ya que de un instante a otro, siento a Amber rodearme y acercarme a él. Mis mejillas comienzan a calentarse, pero me obligo a volver a traer la sonrisa a mi rostro. — ¿Y qué hay de ti? Si alguien aquí tiene un don eres tú, seguro y toda disquera disponible se pelea por ti. — Pregunto, tratando de desviar la atención hacia él, mientras me recargo un poco sobre sí. Por el momento, disfrutaré de su presencia tanto como me sea posible.
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    Yamino.

    Hay algo en las preguntas y comentarios de Allen que, de curiosa manera, me confunden pero me gusta escucharlas. Seguramente se debe a su carácter tan inusual. O que mi mente me pide verlo de esta manera al ser el único compañero que comienza a agradarme; no descarto esta pequeña posibilidad. — Sí. — Respondo de manera simple, como si no fuera la gran cosa. Y es que en verdad no me parece la gran cosa. — Es parte de mi quirk, después de todo. — Aunque no tenía realmente una razón para agregar eso último, mi mente no me habría dejado en paz hasta no hacerlo. No habiendo dejado la respuesta como algo tan ambiguo. Luego de dejarle la bomba como referencia de algo a lo cual aferrarse, y habiendo escuchado su pregunta de si iría solo, lo único que hice fue un ligero sonido que podría tomarse como afirmativo, aún si no ha sido una palabra en concreto.

    Una vez regresé con él una sonrisa se formó en mis labios, divertido por la reacción que ha dado. Parecía a punto de soltar un grito debido a la sorpresa pero, para sorpresa mía, ha logrado controlarse. — Sí, ¿por qué no? — Le respondo, aunque pronto me arrepiento, pues tal vez debí haber hecho notoria una nota de culpa o arrepentimiento. Al menos, esto se puede quedar de lado por su pregunta. Su voz ha sido la misma, su rostro también, pero parece haber en el un tinte de diversión. — Tanto como nosotros.
    — Confirmo, sintiéndome un tanto más divertido por este hecho. Si bien ganar o perder es algo que me trae sin cuidado, no negaré que la desesperación ajena me parece un gran y grato entretenimiento.

    No he hecho comentario alguno a su esperanza sobre el correr del tiempo, pero me siento de la misma manera. Estoy deseoso de que esto termine y así poder volver a tirarme sobre mi pupitre a dormir. Aunque sé que él no puede verme, enarco una ceja al momento en que toma mi mano con la suya restante. De nuevo, hace uso de aquel extraño mote, ante el cual me encojo de hombros de manera innecesaria. — Puedes llamarme Puru, me da igual. — Respondo, sintiéndome indiferente ante tal mote que me ha puesto. Para mí viene a dar lo mismo tanto si me llama por mi nombre, como por Puru o algún insulto de cualquier tipo. Un suspiro comienza a formarse desde lo profundo de mi ser, justo cuando sigue con sus palabras y pregunta por un objeto afilado. — Sí. — Respondo, siendo verdad que lo mantengo conmigo. Dentro de una de las botas llevo una navaja suiza que, sin razón, cargo siempre conmigo. Una vez me hago con ésta, la dejo en manos de Allen. — ¿Usarás tu quirk? ¿Puedes usarme a mí como objeto de prueba? — A diferencia de todas mis anteriores palabras dichas, esta ocasión es capaz de entrever la emoción con la cual hablo. Ver su quirk es increíble, pero poder ser parte de él debe de serlo mucho más. No tengo manera de esconder mi emoción en estos momentos.


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    Kenji

    Escuchar sus esperanzas, lejos de hacerme sentir mejor, me han preocupado aún más. Sé bien que teminaremos siendo regañados si nos lastimamos, pero que me lo confirme en voz alta sólo causa que me sienta más abatido por eso. Me arrepiento de haberlo preguntado ahora. — No creo que nadie sea capaz de sufrir tantas heridas como Izuku. — Le comento, como queriendo desviar mi preocupación a otro sitio. Y, por si fuera poco, sus siguientes palabras han vuelto a causarme mayor inquietud. Desconfiar es lo mejor que podemos hacer en estos momentos, pero quisiera que no fuera así porque, entonces, significa que ya hemos perdido sin darlo todo de nosotros.

    Vuelvo a pensar en exactamente la frase usada por Shiro: "la punta del iceberg", lo que me hace sentir ahora también una mayor curiosidad por lo que Yamino es capaz de hacer. Mi mente se desvía entonces a Allen, quien gracias a su quirk cabe la posibilidad de que sirva como un radar, al poder sentir nuestro propio flujo sanguíneo. ¿Y si nos están haciéndonos andar como ratas en un laberinto? Nos tendrían entonces justo en la palma de su mano, ¿no es así? Habríamos estado luchando una batalla sin sentido. Cuando Shiro grita, le agradezco mentalmente y doy un suspiro de alivio. Me reí con el mismo tono susurrante, sin dejar de lado la diversión que esto me ocasionó pese a todo. — Vamos, no lo tomes tan mal. ¿Es que nadie te ha abrazado antes? — Le pregunto, insinuando cualquier indicio de soltería, y con una sonrisa que no desaparece tan pronto de mis labios.

    El silencio reina por un tiempo antes de volver a escucharse la voz de Shiro, esta ocasión más tranquila que la anterior. — Sí, me encuentro igual. Aunque ahora no dejo de pensar que puedes ser también producto de la ilusión. — Tras dejar de hablar, me detengo un momento al reflexionar sobre lo que dicho. ¿Puede una ilusión hacerme pensar que Shiro está a mi lado cuando no es así? Doy nuevamente una larga inhalación al tratar de convencerme que no es posible (aunque lo es), y que me encuentro justo la lado de Shiro. Ninguno de los dos lo conoce bien, yo no lo conozco bien, no podría una ilusión proyectar con tanta naturalidad a una persona que no se conoce. Sí, es así. Convencido entonces de que todo marcha bien, me aventuro a dar un paso al siguiente escalón, sólo para tropezar con algo y caer hacia el frente. Al tener a Shiro sujeto contra mí, me ha sido más fácil darnos la vuelta, a modo de que él caiga sobre mí y le impida el daño. Ya que es mi culpa la caída, tomaré por ahora las consecuencias, pero si volviera a pasar no dejaré que use mi cuerpo como almohada. Cuando mi espalda impacta contra las escaleras, y unas protuberancias que no se supone que deban de estar ahí, muerdo mi labio para suprimir cualquier exclamación de dolor. — Bueno, pudo haber sido peor. — Hablo medio en broma, medio en serio, sin querer moverme en estos momentos. ¿Cómo es que la balanza dejó de estar a nuestro favor tan drásticamente?
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    Pues ya no lo sé, pero sí, si me ocurrió algo. Para hacer las cosas cortas: muchos problemas en casa y con la familia, con tantas cosas en la cabeza y enojada con el mundo fui y me impacté contra otro coche. No fue un accidente ta~an grave, pero sí tuve algunos golpecillos y dos esguinces. Me sentí horrible y sin ánimos de nada unos días porque mi hermana salió un poco más lastimada que yo, y por mi culpa. Luego de ello, ni me dejaron soportar mi trauma y ya me tenían otra vez de un lado al otro en el coche y con la escuela a todo lo que da.

    Muchísimas gracias por preocuparte, en serio Sentí muy lindo con eso. Las buenas nuevas que traigo conmigo es que finalmente soy libre c:


    No puedo sino aumentar la velocidad con la cual embisto su cuerpo con el mío. Puede que no sea más que una percepción alterada debido a la lujuria que siento en el momento, pero el calor que mana de su cuerpo es más intenso que la vez anterior en la isla. Aunque el sonido de sus gemidos siendo ahogados es increíblemente excitante, atrapo sus labios en un beso, de modo que todo gemido queda suprimido por éste. Muevo no sólo mis labios en su contra, sino que fuerzo mi lengua en su interior; tuerzo mi lengua contra la suya, presionándolas juntas y explorando tanto como puedo su boca.

    Me separo únicamente cuando es necesario volver a respirar, recargando mi frente en su delgado pecho. Su cuerpo sigue apretándose contra mí, sus uñas rasgan mi espalda, y no deja de soltar aquellos gemidos; todo es un perfecto complemento para obligarme a correrme por igual. Sigo moviéndome, llegando incluso más profundo en su interior, hasta llegar al límite de lo que puedo soportar. Espero unos segundos, recobrando el aliento, para después salir de su interior. Mi pene está cubierto con gotas de líquido preseminal, y todo mi cuerpo me exige regresar a su interior. — Date la vuelta. — Le ordeno, pidiéndole cambiar de posición y sin despegar mi vista de todo su cuerpo mientras lo hace. Una vez me da la espalda, sujeto con fuerza su cadera, elevándola, y vuelvo a penetrarlo con la fiereza inicialmente usada. Con esta posición, me es más sencillo llegar tan profundamente como quiera en su interior.
  9. .
    Kenji.

    Oh, por favor, por favor, ojalá no te equivoques con eso Shiro y que un minuto sea suficiente tiempo. Y, ¡oh, por favor! Que yo no me haya equivocado por igual y mi quirk falle en el último momento. Esto es justo lo que necesitábamos: entrar en una situación desesperada luego de que el anterior encuentro fuese una presentación igual de desesperada. — Oye, ¿crees que All Might se molestará nosotros si acabamos heridos, pero por nuestros propios quirks? — En mi voz dejé entrever un pequeño atisbo de temor, y es que ahora la idea de hacer el ridículo frente a todos me ha asaltado. ¡Qué patética sería la vista de nosotros siendo regañados por no haber aprendido nada del primer combate!

    Con Shiro sosteniendo mi mano, he entrelazado nuestros dedos con algo de fuerza. Si algo le ocurre a uno (como caerse, que debería de ser lo más probable en nuestra situación), deberá de ocurrirle al otro. Además, esto me permite sobrellevar más la idea que me acaba de asaltar. Una idea para nada agradable. — Oye Shiro, ¿crees que su quirk sólo sea oscuridad? ¿O tal vez ceguera? ¿O quizá una ilusión poco alentadora? — De ser así, entonces tal vez nuestros desesperados planes no sirvan mucho. Aunque rápidamente he negado con la cabeza, disipando estas preguntas. — No, no me hagas caso. — Dije en susurro, dando una patada delante de mí, esto como comprobación de que efectivamente la escalera está frente a nosotros. Mi pie pronto impactó contra ésta, por lo cual sonreí débilmente. — Subamos con cuidado, pero no demoremos demasiado.

    Subí el primer peldaño con cuidado, dándole a Shiro un ligero tirón para que me siguiera. Sentí también la necesidad de pasar mi brazo por su cintura, a modo de poder sostenerlo en caso de que le ocurra algo a cualquiera de los dos. Solté su mano, y comencé a hacer un pequeño recorrido por su brazo para localizar su torso y abrazarlo ligeramente entonces. — No pienses demasiado en esto, es sólo para poder guiarnos mejor. — Bromeé, al no encontrar nada mejor para poder calmar mis propios nervios, motivado por sus anteriores reacciones en temas similares.


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    Respondí de forma cortita, para esperar a Mimecchu y que no se quede tan atrás esto.
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    Exclamé un suave y bajo bufido ante la resignación con la cual, me pareció a mí, habló Ranmaru sobre Kaminari y su enorme gusto por los hombres jóvenes. A estas alturas de conocerlo, que difícilmente ha sido poco pero tampoco mucho, no puedo hacer más que mostrar mi acuerdo. Y poco más que eso, sentirme halagado ante el reconocimiento que le ha hecho a Kaminari. Bien, el halago ha sido para el anciano, pero yo tengo el derecho de sentirme así al haber sido yo quien superó el entrenamiento. «Tan poco modesto como siempre». A ti nadie te habló, Fuyu. No arruines mi felicidad con tu presencia.

    Una siguiente vez tuve que mostrar mi acuerdo con Ranmaru, y así lo hice notar al asentir. — Han comenzado a prepararse para ello. No estoy aún muy seguro de la forma en que funciona, pues es magia blanca, pero han comenzado a levantar barreras al rededor de la aldea. — Según las palabras de Iwao, están tejiendo conexiones de magia pura al rededor de la aldea, como una red, volviendo ésta un santuario impenetrable para todo aquel con un corazón impuro. Tras su explicación, ha hecho notorio que sólo la sellarán una vez me marche, pues no quiere que sufra la descarga de magia sobre mi cuerpo. Aún no sé si en verdad ha sido una broma de su parte, pero por mi propio bien me he hecho creer que fue así. — También han dicho que comenzarán a enseñar a otros el arte de la magia y sanación, pues necesitaremos toda la ayuda posible. — Porque una guerra no se puede ganar sin soldados... sólo desearía que no fuese una guerra a lo que nos enfrentamos.

    Aprovechando que estoy detrás suyo, y que obviamente no es capaz de observar mi rostro, he dejado que una sonrisa florezca en mis labios al escucharlo suspirar. Ha sido uno de los sonidos más hermosos que haya escuchado alguna vez. Con esto en mente, seguí masajeando su cuello y hombros, queriendo escucharlo aún más, así como sentir cómo su cuerpo pierde rigidez y se suelta ante el tacto.

    Iwao es también un buen mentor. — Aseguré, sin soltar sus hombros ni dejar mis movimientos. Un gran mentor, a decir verdad; tiene muchos trucos bajo la manga, aunque desgraciadamente mi condición de usuario de magia negra me impidió llegar a conocerlos todos. Confío en que hará un gran trabajo enseñando a otros a protegerse y proteger a otros. — Si me lo permites, podría mostrarte todo lo que él me ha enseñado a mí. — Hablé a la vez en la cual trabajaba en un nudo especialmente duro de músculos en su costado derecho. Si Kaminari interviniera ahora, entonces tendría más razones para que Ranmaru me permitiera este contacto, por ende, más tiempo con mis manos sobre su suave piel y escuchando sus suspiros.

    He asentido, sin necesidad de hacerlo, al seguir el hilo de sus palabras en silencio. Anteriormente también había llegado a pensar que Fuyukai podría ayudarnos a encontrar a Adestho, aunque no de la misma manera en que lo ha mencionado Ranmaru. Mis manos se han detenido durante un par de segundos, sólo para reanudar su trabajo al cabo de éstos. — Si Fuyu fuese llamado por Adestho, y llegamos a un nivel cercano a él...¿No podría llegar yo a perder el control? — Si Adestho tiene la fuerza para convocarlos tendrá entonces la fuerza para controlarlos por igual. Nada me asegura que Fuyu esté de nuestro lado, pese a que estemos compartiendo cuerpo. Temo no ser capaz de controlarme a mí mismo en una situación así.

    No obstante, éste aún no es momento para pensar en ello. — Entonces dejemos que todo fluya según el mismo destino. — No tiene caso tratar de encontrar razones ni soluciones ahora; lo primero sería ver cómo nos puede afectar, y entonces ése sería el momento en el cual podríamos comenzar a trabajar. — Si está escrito que podremos con ello, entonces nuestro camino nos lo mostrará a su paso. — Oh vaya... creo que comienzo a hablar como Iwao, me ha comenzado a afectar pasar tanto tiempo con él.

    Y, como si las palabras de Ranmaru sobre la tardanza de Kaminari, y mis pensamientos sobre Iwao, fuesen un acto de invocación, Iwao apareció en la sala con una bandeja. Dejó dos tazas de té frente a nosotros, así como galletas de arroz, antes de inclinarse. — Me temo que no puedo despertar al maestro, está profundamente dormido. — y en su voz hay un atisbo de vergüenza. — Comenzó a beber desde temprano, pero no creí que se excedería. Creo que la emoción le obligó a no medir sus copas. — Tras la disculpa, Iwao se inclinó sólo para vernos con curiosidad. Yo aún sigo detrás de Ranmaru, pero he dejado de masajear sus hombros. Me imagino que la escena que montamos ambos, él con su kimono caído de sus hombros y yo con mis manos sobre éstos, debe de ser algo extraño. — Lo lamento mucho. — Se apresuró a disculparse, con un ligero rubor en su rostro.

    Le contaba a Ranmaru sobre tus planes para enseñar a humanos a controlar la magia de sanación. — Dije tras algo de silencio, tratando de normalizar la atmósfera. Iwao rápidamente sonrió y volvió sus ojos esperanzados a Ranmaru. El rubor en sus mejillas aumentó. — No es más que una pequeña ambición... quiero ayudar tanto como sea posible; las cosas no parecen ir bien para todos, salvo Adestho después de todo. — Creo que éste es el momento de cambiar nuestra conversación a lo que verdaderamente importa. También lo es para dejar a Ranmaru hablar sobre lo que logró visualizar en su viaje. Debido a ello me puse en pie y me senté frente a la mesa, a la izquierda de Ranmaru, y la derecha de Iwao.

    Siento un pesar en mi interior al saber lo que nos espera a todos.


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    Hello~ Espero que te encuentres muy bien.

    No sé si ya estés libre de la escuela, yo tristemente aún debo soportar un poco más el mes que viene :'c Si aún debes lidiar con ella también, te deseo la mejor de las suertes y espero que salgas excelente en tus materias
  11. .
    Debí de morder mi lengua para no contestar ante aquella pregunta tan exasperante de su parte. Lo más que logré hacer, todo con tal de que mi propia lengua no se soltara, fue verlo con fastidio e ironía durante algunos segundos. Ciertamente, la idea de enseñarle modales no suena nada desagradable, pero eso no es lo que ninguno de los dos estamos buscando; una muy satisfactoria pero innecesaria pérdida de tiempo. Por esta vez creo que él puede ganar. No diré nada, no haré nada, únicamente lo dejaré pasar. Pero sólo por esta ocasión. Eso mismo me ha hecho contener mis deseos de responder ante la soberbia segunda pregunta: «¿Y cómo fue la tan torpe forma en que te descubrieron». Mi lengua comenzó a doler, así que la solté, aunque terminó siendo una mala idea. Esta ocasión no pude contenerme cuando siguió hablando con tal pedantería. — Creo que has tenido mucha suerte — Comenté, con voz mucho más calmada de la que en verdad siento. — No niego los guardias pueden ser despistados, pero usted no ha de ser demasiado si fue apresado por tal minúsculo descuido. — Normalmente cuando me molesto, es ése el momento en el cual comienzo a hablar con mayor propiedad. Bow me ha dado un fuerte empujón con su enorme cabeza para hacerme callar. Mi atención se volvió entonces a él, aunque sin ánimos de iniciar una pelea con mi mascota.

    Incluso yo sé que es mala idea pelear contra un tigre.

    Antes de volver a encontrar el ánimo para hablar, y haber aplacado por igual mi enojo, di un suspiro buscando encontrarme con la mirada de Alaric, tratando de encontrar sus ojos debajo de su manto. No ha sido más que una pequeña expresión de tregua, seguida a la cual mis ojos se posaron sobre el mapa y el trazo que él marcaba con su dedo. Ha señalado el lugar justo donde se encuentra Ake. Con esto desaparecen todas mis dudas de si podrá orientarnos y trazarnos una ruta; definitivamente puede hacerlo. Dejé que la sombra de una sonrisa se hiciera presente en mis facciones durante unos instantes, misma que desapareció tan pronto comenzó a hablar.

    Mientras él hacía los trazos con sus dedos, yo he mojado la pluma con tinta, a modo de comenzar a marcarlos tras haberlo hecho él. Dibujé un círculo en su primer punto en específico, escribiendo rápidamente dentro de éste «Sirenas». No sé mucho sobre estas criaturas, salvo el hecho de vivir bajo el agua, ser increíblemente hermosas, y poseer una voz tan bella que es capaz de hipnotizar a humanos... deberé tener especial cuidado aquí, pues puede que sea el único quien corra peligro de arruinar la expedición, o de terminar bajo el agua. Un escalofrío involuntario recorrió todo mi cuerpo al pensar en mi fracaso con esta expedición.

    Seguí con la pluma el rastro conforme lo indica Alaric, siguiendo de cerca sus movimientos y formando una fina línea negra por donde él únicamente dejaba una sensación fantasma de reconocimiento. Al señalar el segundo punto clave, como hice con el primero, circulé la zona y me apresuré a escribir esta ocasión «Basilisco», aunque sin saber realmente a qué se refiere. — ¿Qué es un basilisco? — Pregunté distraídamente, haciendo el recordatorio mental de conseguir un libro en blanco para hacer tantas anotaciones como me sean posibles sobre las criaturas mágicas de las cuales Alaric esté dispuesto a hablar, y todas aquellas que logre ser capaz de observar... Si los humanos tuvieran el conocimiento de todo el mundo mágico, ¿habría una posibilidad de que ambos podamos coexistir sin problemas de por medio? Es una ambición grande, y descabellada, pero tal vez no tan imposible.

    Como he mantenido en las otras dos ocasiones, he hecho exactamente el mismo procedimiento de seguir la ruta y encerrar el lugar señalado, aunque en esta ocasión escribí dos palabras dentro de la circunferencia: «Arpías» y «Orbe». Si la memoria no me falla, y en verdad espero que no sea así, las arpías son seres alados; al igual que las sirenas, éstas son criaturas femeninas. — ¿Las arpías son similares a las sirenas? — Mi madre hablaba y hablaba sobre seres alados de increíble belleza, pero no soy capaz de recordar absolutamente nada sobre éstos. Una parte de mí me asegura que debe haber más de una especie alada, y que no debo de confiar demasiado en los pocos conocimientos que tengo, ya que nada de lo que poseo es completamente seguro. Una parte de mí ha querido preguntar la razón por la cual ellas no le tendrían cariño a Alaric. La otra, mucho más racional, me ha impedido hablar al asegurarme que conozco la respuesta. — Nadie se salva de tus travesuras, ¿no?

    Contuve el bufido que quiso escapar de mi garganta, centrándome mejor en sus palabras. — Estoy seguro de que así será. La belleza de la naturaleza siempre es lo mejor de las aventuras — Ésa fue siempre una de las principales razones por las cuales me ha encantado salir del reino y andar libre por los vastos territorios de este continente.

    He dejado escapar una sonrisa a mis labios al escucharlo hablar con Mialee. Es bueno que logre pensar rápido en este tipo de respuestas evasivas.
    Me imagino que él, al igual que yo, debió de usarlas bastante en su propia vida, como forma de evadir sus propios deberes. Comienzo a pensar que aunque las situaciones hayan sido muy distintas, pudimos haber pasado por vidas similares de las cuales ambos buscamos una forma de hacerlas más llevaderas; él con sus travesuras y juegos, yo con mis viajes fuera del reino. Si logramos mantener la discordia por pequeñeces al margen, puede que incluso nos llevemos bien.

    Aún esperando por su respuesta me dediqué a beber el té en silencio, hasta haber terminado por completo con el contenido de la taza. Asentí como reconocimiento de haberle escuchado, pues justo en ese momento despegué mi vista de él para devolver la taza a su lugar sobre la mesa. — Muy bien, iremos a buscar al herrero en unos momentos. Sería bueno conseguirte unas cuantas flechas más, como una medida de precaución. — Nunca se sabe si se podrán recuperar éstas o no tras un combate, por lo cual sería conveniente llevar con nosotros un extra. — La ropa ya había sido prevista como necesaria. Siento no haber podido ofrecerte algo mejor antes, pero también necesitábamos el camuflaje al salir del reino. — Estoy seguro de que encontraremos algo de utilidad aquí, al menos hasta que logremos llegar a Krimson; en ese reino conseguiremos mejores armas y algo que nos sirva de protección para ambos de nuestros acompañantes.

    Tras unos minutos en silencio, Mialee finalmente regresó para limpiar la mesa y llevarse los platos y tazas vacías. Avisó rápidamente que tendría la recámara lista para nuestro regreso antes de desaparecer por la puerta de la cocina. Bow, a mis pies, ha dado un largo bostezo. Me incliné ligeramente para acariciar detrás de sus orejas. — Puedes ir a dormir si quieres, sólo pasearemos por los comercios antes de volver. No es buena idea estar fuera tanto tiempo. — Bow ha dado un segundo bostezo antes de ponerse en pie y subir de regreso a la recámara. Yo imité su gesto al ponerme en pie por igual. — Vayamos entonces. — Dije a Alaric para andar a la salida, y de camino por el pueblo ya de manera mecánica.

    De manera igualmente inconsciente paseé mi mano por mi túnica, sintiendo la bolsa oculta donde guardo el oro al hacerlo. Aunque no desconfío de la gente de Ake, lo hago con quienes vienen de visita a estas tierras; nunca sabes si ellos puedan tratar de aprovecharse de la amabilidad de las personas aquí. He mirado por igual en todas direcciones, tratando de descifrar las miradas curiosas que una buena cantidad de ojos le ofrecen a Alaric. Dejamos éstos atrás únicamente cuando llegamos con el herrero. Él nos saludó con amabilidad y después procedió a mostrarnos su trabajo. — Elije la que creas conveniente, luego iremos por algo más de ropa. — Mientras dejaba espacio para que Alaric vea las espadas, yo comencé a revisar algunas de las armaduras y unas dagas, a modo de distraerme y esperar por la decisión final del elfo.


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    Vaya, a veces pasa x'3 Me sorprende que hayas mencionado que la licenciada no las quiere, porque cuando aún estaba en prepa, la encargada del laboratorio (también licenciada, sólo que en calidad química) nos odiaba.

    Gracias <3 y bueno, debo admitir que he llegado a pensar que soy la mala suerte andante. Siento mucho haber tardado tanto, pero no nos están teniendo piedad los profesores.

    Ay :'c es una pena que no hayas podido ir, y en verdad espero que puedas hacerlo pronto. Viajar es uno de los grandes placeres de la vida, además de que nuestro México es chulísimo y vale la pena conocerlo casi de cabo a rabo. Espero que al menos el examen haya sido un reto, porque sino yo me habría enojado aún más con la licenciada.

    Eso es siempre lo malo. Si un profesor te explica de la chingada, entonces es difícil tomarle cariño a la materia más delante, por muy interesante que sea. A todos nos ha pasado alguna vez, así que al menos podemos resignarnos con un poco de paz. Espero que puedas seguir entendiendo esa materia entonces. ¡Ánimo!

    ¿En verdad? A mí me gustan mucho los shooter, sobre todo la saga Doom y los primeros Duke Nukem <3 <3 <3 ésos eran juegazos, antes de que sacaran la porquería del Forever :'v Aunque eso sí, los RPG son lo mejores y por mucho en mi lista de favoritos, junto con los de aventuras y plataformas. Mega Man, Castlevania, Tales Of, Final Fntasy y TLoZ son de mis franquicias favoritas.

    Wow~! Te deseo mucha, mucha suerte cuando estés llevando esas materias entonces; seguro y te gustan porque es increíble la programación, o al menos a mí me ha encantado. El autocad, sin embargo, lo detesto con toda mi alma, aunque eso viene de lo que dije arriba: el profesor era un tarado, imbécil, cretino, hijo de puta por lo cual la pasaba mal en esa clase. En verdad, espero que puedas disfrutar mucho de esas materias, me haría feliz a mí también saber que ha sido así.

    Por cierto, si el greñudo de Harry pudo derrotar al basilisco, confío en que el idiota de Tyrell podrá también ></ Aunque no corra tanta suerte con el veneno x'3
  12. .
    Llegué a correrme dos veces antes de finalmente salir de la ducha, completamente limpio y sólo un poco saciado. El vacío interior se incrementó, como indudablemente sabía que ocurriría. No obstante, no puedo seguir permitiendo que esto siga así, pues debo de ir por Noa pronto; a pesar de que es aún muy joven, él es demasiado observador y no quiero involucrarlo en esto. No sólo no lo comprendería, haría que se preocupara por algo que no tiene relación con él.

    Di un pesado suspiro al ponerme en pie, tomando las llaves del departamento de la cómoda, y salí con paso moderado. Una vez fuera, los gritos y risas de Noa y Yoshi son capaces de escucharse por todo el pasillo. ¿Habrá siquiera dormido ese par? Siendo tan activos como son los dos, lo dudo mucho. Supongo que tendré que devolverles el favor un día de éstos, pues los padres de Yoshi deberán reponer esa noche de sueño. Al estar frente a la puerta llamé y esperé a que mi vecina abriera. Nada más observarme al otro lado, y sin darme tiempo a saludar, ambos niños hicieron una exclamación indignada; pese a estar juntos media tarde y la noche entera, aún quieren seguir jugando. Fue algo difícil convencerlos, pero finalmente logramos que se despidieran. — Dales las gracias por dejarte dormir y jugar aquí. — Le dije a Noa, una vez lo tuve en mis brazos. Él sacudió ambas manos de un lado al otro al instante. — ¡Muchas gracias! Adiós Yoshi~ — Yoshi ha hecho lo mismo y, despidiéndonos finalmente de la madre, fuimos capaces de regresar a nuestro departamento.

    Una vez de regreso en nuestro hogar, Noa saltó de mis brazos para correr a su recámara, abandonó su mochila y sus juguetes, y corrió de regreso conmigo. Habló y habló durante veinte minutos sobre su noche con Yoshi; sobre la película que vieron, los dulces que comieron y la cena que los obligaron a comer, sus juegos y la mascota de su amigo. Contó todo con una enorme sonrisa, la cual se perdió tras haber aguardado unos minutos en silencio. — ¿Por qué estás triste, papá? — Ante su pregunta parpadeé un par de veces, girándome a verlo de forma rápida. Mi cuello tronó un poco, pero ése fue la menor de mis preocupaciones. — Nunca podré engañarte, ¿verdad? — Noa negó con la cabeza, sin despegarme sus enormes ojos verdes de encima. Suspiré al no encontrar alternativa, y me fijé en el techo buscando las palabras correctas. — Estoy triste porque hice que el profesor Ian se sintiera triste también.

    Noa se quedó un momento con el ceño fruncido y los labios torcidos, la expresión que siempre toma cuando se encuentra pensando en algo. —
    ¿Por qué? ¿Querías que el profesor Ian estuviera triste? — Ahora yo negué con la cabeza, dando un siguiente suspiro, esta ocasión más pesado que el anterior. — No. Yo no quiero que el profesor Ian esté triste, quiero que sea feliz, pero creo que cometí un error y no sé cómo arreglarlo. — Repentinamente, Noa se ha puesto en pie de un salto. Ahora una enorme sonrisa está en sus labios. — ¡Lo vas a arreglar! Siempre arreglas todo, ése es tu trabajo, ¿no? Lo dijo Kurt y lo dijo el señor del bigote también. — Ahora yo sonreí, abrazando a Noa. Ojalá las cosas fueran siempre tan fáciles como resulta ser para los niños.

    El resto del día lo pasamos en casa, dejé a Noa jugar un poco en el ordenador mientras yo me ocupaba de hacer la comida, y más tarde nos sentamos a ver una película en la sala. Al dar las siete y media cenamos y treinta minutos después ambos nos fuimos a dormir. No hice demasiado el día de hoy, pero no recuerdo haberme sentido tan agotado jamás anteriormente. Cerré los ojos nada más acomodar mi cabeza contra la almohada, y tan pronto lo hice caí dormido. Aunque no por ello descansé. La siguiente vez que abrí los ojos era ya de día, faltando cinco minutos para que la alarma sonara. Como no tenía caso volver a dormir, me puse en pie y comencé con la usual rutina para salir de la casa.

    Al final, y como siempre, llegamos al preescolar un poco tarde. Lo único bueno es que aún habían algunas madres por ahí. — Buenos días, perdone el retraso. — Mi voz sonó más baja de lo usual, y ni siquiera me sentí capaz de elevar mi vista para ver a Ian a los ojos. Tras haber dejado a Noa, di media vuelta y me alejé al coche para irme al trabajo. Haber visto a Ian, aunque no de la manera correcta, hizo que nuevamente sintiera una opresión en mi pecho y que mi ritmo cardíaco se saliera de control. Sigo sin saber qué hacer para remediarlo.
  13. .
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    Soy la mala suerte en persona. Si te llega a pasar algo, seguro y es por la pequeña convivencia que tenemos. Me disculpo de ante mano por todo lo que pueda llegar a ocurrir.

    He tenido algunos problemas, la historia es larga, aburrida y embarazosa para mí; si así lo quieres, te lo contaré todo, aunque tal vez no debas confiar ya en mí, yo ya no confío en mí ahora. En verdad perdona.


    Al ver todos sus esfuerzos por suprimir sus gemidos, he movido con mayor intensidad mi mano, masturbándole con fiereza. Mi lengua ya no sólo está en sus pezones, sino por todo su torso: lamiendo, mordiendo y succionando. Sentir sus manos aferrarse a mi cabello, tirándolo con fuerza, sólo me provocaba reclamarlo con mayor fuerza. Sintiéndome cada vez más caliente, di un apretón más fuerte a su pene, causando su segunda eyaculación.

    Toda la diversión que había estado sintiendo al provocar de esta manera a Killian, se perdió al escucharlo venirse con mi nombre en sus labios. En
    ese momento sentí cómo mi propio pene daba un tirón necesitado, ansioso por estar envuelto entre la calidez del cuerpo del mocoso. Me costó toda mi fuerza de voluntad cambiar la pequeña sorpresa de mi rostro por una sonrisa burlesca. Mi mano derecha, llena con su semen, la he llevado a sus glúteos, separándolos con la mano izquierda para dejar que mis dedos se deslicen dentro de su entrada anal. Penetré con dos dedos su interior, comenzando a moverlos en círculos y, simultáneamente, dentro y fuera de su interior.

    Poco después agregué un dedo más, penetrándolo esta ocasión con mayor intensidad y profundidad. Hubiese preferido no prepararlo, de esa forma habría podido sentir su cuerpo contraerse contra mí con mayor fuerza, además de la presión adicional de su tamaño normal, pero si no lo hago el dolor no le permitirá soportar todos los planes que tengo con él. Saqué mis dedos y tomé sus muslos, abriendo y levantando sus piernas, y me alineé con su entrada. Antes de abrirme camino dentro suyo, acerqué mi boca a su cuello, lamiendo detrás de su oreja. — Recuerda seguir manteniendo tu voz baja — Susurré, succionando justo en ese mismo punto. Al mismo momento en que lo hice, lo penetré con fuerza, entrando completamente en su interior. Me tomé unos segundos para apreciar la sensación cálida, después comencé a moverme con suavidad, sacando la mitad de mi pene y volviendo a entrar en él.
  14. .
    Ha sido, por mucho, la hora más increíble así como más aterradora que haya sufrido en toda mi vida.

    Durante todos y cada uno de esos sesenta minutos me sentí cohibido, como un niño de secundaria inexperto en la materia; un virgen puritano quien se escandaliza ante el más mínimo contacto. Ni siquiera por haberlo deseado con todas mis fuerzas, fui capaz de mantener al margen el temblor involuntario de mi cuerpo ante sus caricias, ni tampoco logré mantener bajo el rubor en mi rostro, el cual únicamente crecía y crecía conforme las sutiles atenciones de Amber. Si es así como me tiene con unos cuantos toques sobre la ropa, no quiero imaginarme el lío en que me podría volver en un ambiente mucho más íntimo. Aunque él es también la razón de que esta agonizante sesión sea increíble, por lo cual no puedo hacer más que dejarme andar a su merced. Patéticamente a su merced.

    Al final, él resultó ser tan elocuente como creí que sería, y seguimos una grata y amena conversación hasta el momento de despedirnos. Siento que me falta el aliento cuando lo veo acercarse a mí por última vez en la noche, acariciando mi mejilla y despejando mi rostro de mi cabello. Antes de que él se retirara por completo, me acerqué a él para darle un suave beso en la mejilla, muy cerca de los labios. — Hasta pronto, Amber. Ten cuidado al volver a casa. — No quise dejarme intimidar por sus acciones pero, ¿por qué debo de volver a ponerme rojo tal cual colegiala? Resoplé una vez lo vi marchar en su coche, apresurándome a subir al mío propio. No entablé conversación esta ocasión, dedicándome únicamente a observar por la ventana. Tengo una extraña sensación en la boca del estómago cada que pienso en lo que nos espera el fin de semana. Tristemente observar el resplandeciente paisaje nocturno no me ha ayudado a desvanecerla.

    Únicamente al traspasar el umbral de mi hogar noté al fin cuán cansado me encuentro. Las piernas no dejaban de temblarme, por lo cual me quité los tacones ahí mismo en la entrada y los arrojé a un lado, así como lentamente fui quitándome todo el resto de mi ropa. Primero el saco, el cual salió volando hasta quedar sobre el sofá. Más tarde la camisa blanca que terminó cerca de la barra de la cocina. El pantalón terminó a un lado de la puerta de mi recámara, justo a un lado de la liga elástica con la cual llevé sujeto mi cabello. De reojo vi mi rostro en uno de los espejos que reposan en mi recámara, justo donde inicia la cama. Mi maquillaje sigue siendo decente, aunque un poco desordenado. Debería desmaquillarme, exfoliar mi piel y aplicarme algunas cremas nocturnas, pero no tengo la voluntad para hacerlo. No lo pienso una segunda vez antes de arrastrasme hasta mi cama, colocarme torpemente bajo las sábanas (incluso mi cabeza bajo todas las almohadas) y cerrar los ojos. Ahora más que otras veces quiero dormir para poder terminar de asimilar lo que ha ocurrido el día de hoy, y tal vez con eso finalmente desaparezca ese temblor involuntario que no me ha dejado de recorrer cada vez que pienso en Amber y nuestra cita.

    ¿Será esto a lo que se refieren tanto como la aterradora mezcla entre emoción y nervios?

    ~°~



    Ya lo sé, Olivia, deja de repetírmelo tantas veces. — Resoplé molesto, terminando de observar mi atuendo en el espejo y buscando ignorar a mi representante. Olivia no me ha dejado de recordar, una y otra y otra vez, lo importante que será esta reunión y lo que espera de mí. Una vez más. ¿Es que acaso todos en la agencia me siguen viendo como una «rubia tonta»? — Te prometo que todo saldrá bien, confía en mí. Me aseguraré de que el trabajo sea hecho de una u otra forma. — Aunque le hablé con toda la convicción que pude reunir y le sonreí de forma tranquila, ella aún sigue con esa mueca de desagrado y desconfianza en su rostro.

    ¡Pues bien! ¡Al demonio con Olivia también! Le enseñaré por igual a ella que puedo hacer bien el trabajo y le quitaré a la fuerza esa expresión. Así como le mostraré a Amber que no sólo sé temblar y ponerme rojo, le mostraré a Olivia que sé cómo jugar mis cartas.

    Le mostré a mi reflejo en el espejo los dientes, habiendo hecho una mueca amenazante, sólo por no querer quedarme con los deseos de hacerlo. Si le hiciera mueca alguna a Olivia, ella se enojaría y me pondría aún más presión. Di un par de respiraciones buscando calmarme, que aunque no lo hicieron completamente, al menos han disminuido mis deseos de golpear a alguien. Mientras Olivia sigue hablando, aunque ahora lo hace desde la sala, yo termino por aplicar una muy ligera capa de maquillaje sobre mi rostro; apenas algo de base, corrector y bronceador para perfilar el rostro, un poco de rubor, máscara para pestañas y un brillo labial rojo. Ahora llevo un outfit mucho más casual, a diferencia de la primera vez que nos reunimos; llevo una camiseta blanca sencilla y ajustada, sobre la cual me he colocado sin abotonar una camisa larga de cuadros negros y rojos, la cual llega un poco debajo de mi cadera. También un ajustado short negro a la cintura con seis botones dorados al frente como adorno, y botas cortas sin tacón de color negro.

    Me di un par de miradas frente al espejo, desde distintos ángulos, antes de decidir que estoy listo para salir. No avancé ni siquiera cinco metros cuando fui detenido por Olivia, una vez más. — Más te vale tenerlo en tu mano esta noche, Domi. No lo olvides. — Tras sus palabras colocó sobre mi cabeza un sombrero negro de copa baja, el cual hace juego con el atuendo, con más fuerza de la necesaria y más bajo de lo correcto. Lo acomodé para liberar mis ojos de la penumbra antes de hablar. — Lo haré Olivia, ya lo dije, ¿no? — Ella únicamente rodó los ojos, pero no habló más. Gracias a eso, ambos salimos en silencio de mi departamento y hacia el pie del edificio, donde esperan ya nuestros coches. — Suerte entonces. — Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer tras la puerta de su llamativo porsche.

    Seguí el coche de Olivia con la mirada hasta que se perdió de vista, momento en el cual procedí a abordar por igual mi vehículo. No quiero hacer esperar a Amber. Esta noche mantuve una pequeña conversación con el chófer, quien se mostró interesado en el lugar de destino. Hoy nos reuniremos en un club nocturno de alta reputación. El lugar es bastante exclusivo y privado, por lo cual podremos hablar sin problema alguno en una de sus salas, además las bebidas son buenas y la música también. Llegamos en cuestión de minutos, por lo cual me apresuré a bajar y entrar. No bastó más que una mirada al guardia para que me dejara vía libre, por lo cual al pasar a su lado le lancé un beso y me encaminé, rápidamente, al interior y después la barra.

    Recorrí con la mirada todo el establecimiento, buscando entre las personas el intenso y vibrante tono rojo del cabello de Amber, aunque sin demasiado resultado. Decidiendo que lo mejor sería hacer algo de tiempo antes de nuestra reunión, he pedido al camarero una margarita y me he puesto a revisar mi teléfono, entreteniéndome al leer mensajes en mis redes sociales. Espero que llegue antes de que termine mi bebida y sienta el impulso de pedir una más, porque no quiero embriagarme a menos que esté ya cerrado el trato.
  15. .
    En mi recámara me dejé caer sobre el colchón, rápidamente percibiendo el aroma con el cual quedó impregnado la estancia. El aroma a sexo es más que perceptible. Hay una mezcla de una fragancia amarga, salada, algo parecido al almizcle y un componente más que me ha causado un estremecimiento. Es el aroma de Ian, mismo que no sólo está en el ambiente, sino además en las sábanas y la almohada. Tomé una larga respiración antes de ponerme en pie y comenzar a retirar las cobijas de la cama, enredándolas entre ellas mismas y llevándolas después a la lavadora. Mientras más pronto termine por alejar estos recuerdos mejor. De otra forma no podré despejar mi mente ni asimilar lo que ha ocurrido. Sobre todo lo que quiero ahora a partir de esto.

    Mientras la lavadora hacía su trabajo, abrí las ventanas de la recámara, trapeando el piso con una solución de suave aroma a lavanda, desapareciendo en el proceso la evidencia aromática de nuestro acto. Terminando con el suelo, y teniendo la recámara oliendo a flores de lavanda, limpié los muebles de manera superficial, ahora con un aceite para lustrar y dejando un aroma a madera en el proceso. Antes de haberlo notado,
    pasaban ya de las doce del día. Pronto deberé de ir a buscar a Noa.

    Me metí en le cuarto de baño para tomar una rápida ducha, abriendo el agua fría y recargando mi espalda contra los azulejos. Pese a que tengo el agua corriendo por mi cuerpo, y mi espalda está contra esa superficie fría, mi cuerpo vuelve a sentirse caliente sin ninguna razón. Cerré los ojos, bajando mi mano derecha por mi torso hasta el inicio de mi pene, el cual apreté rodeándolo al estar algo duro. Aunque lo intenté, será difícil olvidar lo que hicimos y las sensaciones que me causó. Eso puedo notarlo ahora con la completa rigidez de mi miembro. — Ian... — Gemí en voz baja y ronca, sin atreverme a separar mis párpados, y dejando que el agua siguiera corriendo. Será muy difícil verlo mañana que deba llevar a Noa a la escuela. Y ni hablar de los días que le seguirán.
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