Posts written by Blues.

  1. .
    Buen día, quisiera por favor cambiarme al rango 100% Trapito, si es posible.

    De antemano muchas gracias.
  2. .
    Muy buen día, y feliz año nuevo. Siento venir a molestar con esto, pero quisiera pedirles el enorme favor de que me cierren algunos temas. Me disculpo, además, por ser tantos.



    Se los agradezco muchísimo de antemano,y les mando mis más sinceros deseos y suerte para este año que se viene. Kisses~
  3. .
    Es casi como un sueño.

    Ya lo he pensado antes, pero ahora sé que no hay ninguna otra manera de compararlo. Soy consciente de que una parte de adjetivar a Amber y el acto de esta forma no es más que el hecho de tratarse de él; todo va impulsado por la idolatría que le tengo. Por la otra parte, si lo comparo con los imbéciles con los que he intimado antes, incluso en esta espontaneidad resulta Amber mucho más romántico y delicado. Me gusta, pero admito para mí que también hay una punzada de desagrado en mi ser al estar siendo tratado con la delicadeza de una muchacha inexperta; porque no soy lo primero, y menos lo segundo. Y, no obstante, aquí estoy, siguiendo con el acto de gatito asustado, incluso cuando no es mi deseo.

    Oh, Dominik, no eres más que un idiota.

    Cuando Amber separa sus labios de los míos, a fin de soltar aquella pequeña risa, busco preocuparme más por recobrar el aliento y no en este gesto. Tal vez no debería, pero esa risa me trae de regreso a la Tierra. Esto es, a fin de cuentas, por trabajo, además, no es nada más que esta noche. Cuando sus labios se posan sobre mi cuello, sonrío débilmente, aferrándome a sus hombros con fuerza. Ahora que he reventado yo mismo la burbuja, creo que puedo darme el lujo de ser descarado, pero no sin romper la ilusión del gatito tembloroso. Para cuando siento sus dientes clavándose en mi piel, yo encajo mis uñas, largas y perfectamente pintadas de rojo, en sus hombros, a la par que dando un largo jadeo echo hacia atrás mi cabeza, a fin de dejarle mayor disposición.

    Aun cuando he pensado en el descaro, su movimiento hacia mi entrepierna me toma por sorpresa. Y ni hablar de las palabras que me suelta, con esa su voz tan seductora que resulta incluso de naturaleza infernal. No soy capaz de contener mi expresión escandalizada, a la cual Amber me responde con una risa. Debido a esto, nuevamente me resulta una sorpresa cuando me toma en brazos. Me recupero un segundo después, sujetándome al rodear su cuello, donde he aprovechado para lamer y morder el lóbulo de su oreja. No lo he hecho con la intensión de dejar alguna marca sobre su piel, por lo cual apenas y es apreciable un ligero tono rosado en ésta. A lo que he podido observar de Amber, me viene mejor ser sumiso y sólo darme el lujo de hacer pequeñas acciones; deberé ser cuidadoso para acertar en los momentos indicados.

    Ya en su recámara, lo primero que hago es fijarme en el precioso gato que se paseaba por la recámara. Mis ojos abandonan a Amber, ni siquiera noto del todo que ahora me encuentro en la cama. Una pequeña sonrisa, que tal vez sólo pueda ser llamada infantil, se apodera de mis facciones. — Qué lindo gatito. — Comento en susurro, con mi vista fija en el felino, al menos hasta que éste desaparece detrás de la puerta. — Ciertamente pareces una persona de felinos, pero más que un gato, te imaginaba con una pantera. — Lo creo, pero no sé porque lo digo. Mi mente es un lío al que es ya de por sí en el día a día en estos momentos.

    Amber vuelve y comienza a desvestirse, hecho que me confunde. ¿Dónde queda el romanticismo de desvestir a la pareja? Pero él me responde, con una de sus galantes sonrisas, que le parece más sensual el ir al contacto directo. Muerdo mi lengua para no hacer mis reclamos de chiquilla casta, y lo imito, comenzando a desvestirme con toda la tranquilidad que soy capaz de reunir. Toda prenda que va desprendiéndose lentamente de mi cuerpo va a parar, no sin orden, sobre uno de los muebles de Amber. Siempre me ha parecido absurdo dejar caer la ropa sin orden por todo sitio, así que evito hacerlo en las medidas que mi pareja en turno y la desesperación me lo permiten. Una vez sin una indumentaria sobre mí, regreso a la cama, donde me siento de rodillas. Hay una sonrisa que me inunda cuando Amber me observa; he de ser una imagen graciosa, por una parte con el sonrojo que no me ha abandonado, y por la otra con la soberbia que no puedo ocultar cada que alguien se embelesa por mí. Aunque yo también estoy embelesado por él. ¡Por supuesto! Sería imposible no estarlo siendo que su cuerpo está perfectamente trabajado.

    No opongo resistencia cuando me acerca a sí, de modo que quedo sobre él. Tampoco me opongo a entrelazar nuestros dedos. Dejo mi brazo libre sobre el hombro de Amber, a modo de seguir jugando con su cabello. Al poco, dejo aquellas hebras pelirrojas para dejar caer mi brazo por su espalda, apoyando mi palma en ésta. — Me parece perfecto. — Correspondo aquel beso con lentitud, reaccionando de manera tardía y con timidez, sin olvidarme de seguir denotando el papel de sumisión que me he mentalizado a tomar. La sumisión me gusta, siempre y cuando mi acompañante sea dominante de esta manera tan natural; igual que Amber. Justo como Amber.

    Correspondo su beso igual que la vez anterior, con lentitud y actitud sumisa, arqueando mi espalda de vez en cuando a fin de hacer que el contacto de nuestros cuerpos aumentase por algunos segundos.También suelto su mano, ya que me aferro a sus hombros cuando comienza a besar su cuello, y vuelvo a clavar mis uñas, esta ocasión en su piel, cuando comienza a lamer uno de mis pezones. — Ah~ Amber... — Aquél es apenas el primero de los gemidos que no logro callar, todo gracias a sus acciones. Muerdo mis labios en varias ocasiones, en un vano intento por quedarme en silencio, pero lo único que logro es que luzcan más inflamados. — Amber~... — Vuelvo a llamarle cuando toma mi pene, echando mi cabeza hacia atrás. Río un poco al escuchar su susurro, llevando mi mano derecha a su mejilla para mover su rostro y besarle. Ha sido un beso lento y poco profundo. — Me dicen siempre que sé usar bien los labios... ¿quieres probar? — Ofrezco, lamiendo desde su lóbulo izquierdo hasta su clavícula, mientras mi mano derecha se encuentra ahora sobre su erección, enredada en la base y masturbándolo con lentitud.


    SPOILER (click to view)
    Soy incluso más idiota que Dominik, pero me ahorraré mis palabras porque no mereces andar escuchando leyendo lo que tengo por decir.

    ¡Espero que estés muy bien!
  4. .
    Asiento cuando pregunta por este género. Realmente, no estoy seguro del porqué me gusta tanto, tan sólo lo hace de esa manera. Escucho sus palabras y vuelvo a asentir. — ¿Es así? — Una pequeña sonrisa florece en mis labios. — Supongo que yo he de tener una resistencia monstruosa al terror, porque no he visto una sola que me haya asustado. — Lo veo irse a buscar bebidas y palomitas a la cocina, por lo cual yo me acerco a ver los títulos de películas que tiene. Al final, me decanto por la primera de la trilogía Insidious. Ian vuelve, y me giro a él con el estuche del dvd en la mano. — Ésta. — Ya que él se encuentra en el sofá, yo me dedico a colocar el dvd en el reproductor. Una vez inicia, me acerco a tomar asiento a su lado. No muy seguro de si debería o no, aún nervioso como chiquillo adolescente, paso mi brazo por sus hombros y lo acerco un poco a mí.

    SPOILER (click to view)
    En Latinoamérica se le conoce a esas películas como "La noche del demonio". No me conozco el título en España; de las pocas buenas películas de terror actuales, pero tampoco nada que sea aterrador .---. En verdad tengo resistencia monstruosa al terror xD La única película que me incomodó al verla fue "Begotten" :|
  5. .
    Me limito a observarle con curiosidad, alzando una de mis cejas, y me cruzo de brazos en mi sitio mientras le veo huir lejos de mí tan rápido como sus cortas piernas se lo permiten. Tras esto, me quedo un rato más donde mismo, observando ahora a Edward abandonar la taberna para escabullirse en el barco. No queda demasiado a la imaginación qué es lo que hará ahora. Esto, lejos de molestarme, me llena de una sensación de diversión; no debería, pero lo hace. Ya lo he pensado antes, en el hecho de que dejar que Killian le tome cariño a Edward, para después arrebatárselo, debe de ser la mayor expresión de que no puede ir por ahí haciendo lo que desee a sus anchas; no en mi barco, no siendo una posesión mía.

    Me abstengo de dar una carcajada y regreso sobre mis pasos, volviéndome a la taberna. El resto de la noche pasa entre más alcohol, canciones y mujeres; como es usual y agradable siempre. Nos retiramos cuando el alba está casi presente. Juste, quien luce terrible debido a la cantidad de ron que ha bebido, nada más subir al barco ha caído a suelo. Entre dos hombres, lo han llevado a su propia cama, así que yo me he adelantado a tomar el timón para seguir con nuestro rumbo. No me encuentro en completas buenas condiciones, pero al menos mejor que nuestro timonero. — ¡Anden a trabajar, bola de sabandijas! — Mi voz suena algo atropellada por el alcohol, pero de igual manera, no hay nadie (con la clara excepción de Killian y Edward) quien se encuentre mejor. — ¡Nos vamos a Mules! — Todos han dado un alarido emocionado, tosco y atropellado igual, pero emocionado. Nada más elevar anclas, nos ponemos en dirección noreste, directo a, tal vez, nuestra perdición. Debe ser efecto del alcohol, pero esto me es más divertido de lo que debería parecer.


    SPOILER (click to view)
    Si te hago la pregunta de adivinar a qué idiota se le olvidó que la semana pasada fueron los congresos de ingenierías, ¿lo adivinas?

    No sé cómo le hice, pero he salido viva de éstos y de la exposición de proyectos. Tampoco sé cómo le hice para olvidarlo, pero lo hice :| Siempre ando metiendo la pata bien y bonito en todos lados.
  6. .
    Hago un sonido apagado manteniendo los labios abiertos, forzando más la garganta a ello que la voz en sí. — Sí, ella salió con una sonrisa boba... pensé que sería más de burla que satisfacción. — Recargo ambas palmas en la arena detrás de mí, inclinando mi torso hacia atrás. Llevo mi vista al cielo estrellado de esta noche al escuchar su pregunta. También hago ese mismo sonido de nueva cuenta. — Bueno, cuando alcohol y mujeres es lo que te sobra, llegas a aburrirte de manera rápida. — Vuelvo a enderezarme, flexionando hacia atrás la pierna derecha, doblando la rodilla, y dejo reposar mi brazo sobre ésta para compartir aquella mirada de reojo que me está ofreciendo. Yo no sonrío. Las palabras antes dichas a Edward resuenan en mi cabeza de un momento a otro. Él no es aún un pirata, aunque sí parte de la tripulación; y estoy siendo muy condescendiente con él. Vuelvo a ver las estrellas que abundan esta noche y omito un suspiro. Es menester comenzar un entrenamiento para el mocoso, pero también hay algo de mí que no quiere hacerlo; entonces perdería más control sobre él. Mi vista vuelve a él cuando comienza a ponerse la ropa de vuelta y lo sigo con la mirada. Tras sus palabras y su andar al barco, yo también me pongo en pie y lo sigo de cerca. — No, ya has demostrado que eso no es. — Le digo, como una observación a su creciente erección y sin ocultar mi diversión. Aún sin control completo sobre él, seguro y puedo seguir divirtiéndome a su costa. Y, de necesitarse, siempre puedo ocupar otras medidas... no me conocen como el capitán petirrojo por ser un jilguero, y si debo de hacer relucir esta parte de mí con él, que así sea.
  7. .
    Entrelazo nuestros dedos cuando siento su mano apretar la mía. Meramente de reojo he podido notar aquel sonrojo que ha inundado su rostro, y me hace preguntarme si yo también estaré sonrojado. No lo sé y por eso evito mirar mi imagen reflejada en los espejos del fondo y las ventanas del establecimiento. — Yo te he invitado, es lo correcto que yo pague. — Caminamos y prefiero no hacer caso a sus palabras, solamente apretando con más fuerza su mano. Sí, me es extraño, pero no me molesta. Es únicamente que todo esto es completamente nuevo para mí. Llegamos a la casa y me pongo a observarla. Es pequeña, pero acogedora. Está llena de dibujos y manualidades, que me imagino los mismos niños le regalan. Me acerco a unos dibujos para verlos y repaso con cuidado los trazos creados por los pequeños. — Seguro. ¿Qué clase de películas te gustan? Cuando veía otros géneros que no fuesen infantiles, disfrutaba el terror. — Por el bien de Noa, fue que las dejé. Aunque, por supuesto, veré cualquier película que desee Ian.
  8. .
    Con aquella manera taxativa de dar por terminado el tema, tanto Iwao como yo nos mantenemos callados. Lo único que hacemos es darnos una rápida y corta mirada al otro. Hay algo en la voz de Ranmaru, junto a ese tono usado, lo cual nos hace mantenernos al margen. De alguna manera, al menos hablando por mí, no me molesta. Ranmaru tendrá sus razones.

    «Eres muy condescendiente»



    La voz de Fuyu vuelve a hacerse presente, pero tan pronto llega, se marcha y vuelve mi mente a quedar en silencio. Parece que con esto, se ha llevado incluso mis pensamientos con respecto a la aldea. Mi mente no está en blanco, pero ya no me causa ruido. — Entonces las aldeas del sur serán nuestro primer destino... — Susurro, hablando meramente para mí, aunque sé que ambos me habrán escuchado sin ningún problema. Al escucharlo darme las gracias, elevo el rostro a él y sonrío asintiendo. — Todo aquello que me comunique Fuyu o que vea de esta manera, te lo diré. — He tenido a lo largo de estos quince meses conversaciones con Fuyu y sueños extraños. Lo pondré al tanto de todos éstos una vez nos pongamos en marcha.

    En tanto Ranmaru asegura es momento de partir, doy una reverencia corta hacia él. Sale y yo camino a donde Iwao. — Muchas gracias por todo, Iwao. — Él sonríe, corresponde mi pequeña reverencia y marcha al lado de Kaminari. Antes de dirigirme a donde Ranmaru se encuentra con Karakasa al lado, y Kaminari con Iwao, doy una rápida mirada a la recámara donde estamos y suspiro. Nos marchamos y no sé por cuánto tiempo. Es un sentimiento extraño, pues éste es el primer lugar al que me acostumbré a ver como un hogar. — Maestro Kaminari. — Hablo luego de decidirme a iniciar cuanto antes a despedirme, caminando hacia los demás, y ante él hago una profunda reverencia. — Le estaré profundamente agradecido. Haré honor a todas sus enseñanzas en mi camino junto a Ranmaru. — Al alzarme, veo a Ranmaru y después a Iwao. — Eso haré, Ranmaru-san. Por favor, cuídense mucho. Yo estaré orando por ustedes. — Tras eso, ya sólo me queda asentir a mi nuevo maestro. Estoy listo para partir y enfrentar lo que nos depare en el sur.


    SPOILER (click to view)
    Hello~

    Quiero pedir una disculpa por haber hecho la respuesta tan corta. También por andar meticheando en tus mensajes, pero de esa manera noté que tus respuestas son un tanto cortas, por lo cual creí que haciéndolas más cortas, podrías sentirte más cómoda y podremos darle una movilidad mayor al rol >< Espero que no te moleste. Si es así, dímelo y alargo la respuesta.
  9. .
    Doy un largo trago a la botella de vino nada más tenerla entre mis manos. Las palabras de Edward las escucho de fondo; lo que no significa que no sepa qué es lo que me ha dicho acompañado de aquella risa plagada de molestia. — Te recuerdo que no es más que el limpiacubiertas. — Vuelvo a dar un trago a la botella. — Una vez demuestre su valía entre nosotros, y se gane con su mérito el puesto de pirata, — Justo antes de seguir hablando, me vuelvo a verlo. — entonces sí, podrá hacer lo que le plazca y acostarse con quien le plazca. No comas ansias, muchacho. — Y así, con Killian habiendo sido llevado a una habitación por una bella muchacha, yo me encamino a donde Albert, botella en mano, para comenzar a hacer bromas y juguetear con las mujeres.

    No estoy seguro de cuánto tiempo pasó entre las bromas, las bellas mujeres, el ron y vino, y las canciones que hemos comenzado a cantar. Incluso el tabernero nos ha dejado un acordeón, por lo que he estado tocándolo desde el momento en que tocó mis manos. Lo único que me detiene es ver a Killian abandonar la recámara y cantina con expresión sombría. Al parecer, no le ha ido bien al estar con la muchacha. Cantamos un par de canciones más antes de decidirme a salir al no verlo volver. Tal vez le ha ido peor de lo que pensé; quizá simplemente no logró tener una erección.

    Dejo el acordeón en manos de una de las mujeres y salgo también, encontrándome con la ropa de Killian tirada a un costado del mar, sobre la arena, y el niño dentro del agua. No lo pienso, sólo camino en su dirección. — Nunca antes había visto a un tritón en este puerto. — Bromeo, aunque sin gracia alguna, mientras me siento en la arena junto a su ropa. — ¿Así que todo ha ido mal? Hay quienes no nacen para las mujeres. — Mi clara intensión es molestarlo, pero tengo la curiosidad de conocer lo que ha ocurrido con esa muchacha. — Aunque aquella niña no salió tan molesta como para pensar en ello.
  10. .
    Es algo nuevo para mí, es verdad, pero es algo a lo que quiero acostumbrarme... no, tal vez el término que en realidad busco es habituarme a ello. No quiero que me resulte algo tan cotidiano que pierda sentido, sino algo que, por más usual que sea, siga manteniendo su esencia. Quiero que observar esta alegría en Ian me cause siempre esta agradable sensación de calidez, extrañeza y emoción, propia del chiquillo de secundaria que me siento ser justo ahora. — Entonces, tienes de mi parte asegurado que haré lo que sea necesario para que no pierdas el trabajo y dejes de convivir con los pequeños. Ellos sufrirán lo suyo si tú te marchas también. — Lo necesario. Incluso inmiscuirme en problemas al aceptar la sexualidad que estoy apenas descubriendo. A fin de cuentas, es con Ian con quien debo de estar agradecido por este afortunado error cometido, por ayudarme a levantar el peso que ha dejado esta duda sobre mis hombros tanto tiempo, y por hacerme sentir tan feliz como hace tiempo no hago.

    Sigo bebiendo el café a pequeños sorbos. Mi cabeza está llena de sensaciones, mas no de pensamientos. Una muy curiosa experiencia. Bajo la taza, ya completamente vacía, y regreso la caricia que Ian deja en mi mano. Con la izquierda, regreso las gafas a su lugar sobre mis ojos. — Me encantaría ir a tu casa. — Respondo, ignorando aquel sonrojo y su disculpa. Yo deseo estar más tiempo con él. Justo ahora, siento que más que desearlo, lo necesito. — Noa está con Laura, la niñera. Así que podemos ir sin problema. —Más tarde tendría que volverme a casa, pero por un par de horas extra, y habiéndole avisado de antemano, a Laura no debería importarle. Antes de ponerme en pie, he tomado mi billetera, dejando el dinero del café y un poco más a modo de propina. — ¿Vamos entonces? — Pregunto, tendiéndole la mano para ayudarlo a ponerse en pie, y sin que la sonrisa desaparezca de mi rostro.
  11. .
    Kenji.


    Mentiría si dijese que prestaba atención al desempeño del resto de chicos en cuanto a su prueba, porque no lo hago. Sólo estoy aquí, de pie; la vista fija en la pantalla, la mente perdida en pensamientos. Hace apenas unos minutos me forcé a pensar en que no pasaba nada, que estoy bien, que no debo estar enojado, pero es otra mentira. Porque no, no estoy bien. Este encuentro me ha afectado más de lo que me quise obligar a pensar en primera instancia.


    Me tomo una larga inhalación mientras desvío, al fin, la vista de la pantalla mientras Mina y Aoyama se encuentran realizando su prueba. Mis ojos van a parar a la alta figura de Yamino y ahí se quedan, inmóviles, por al menos unos veinte segundos. A él parece ni siquiera interesarle. Muerdo mi lengua y llevo dócilmente la vista de regreso a su sitio, sobre la pantalla. Nunca en la vida he podido sobrellevar bien los rechazos, pues los he tenido desde mi nacimiento, por una u otra razón que siempre escapó a mi entendimiento. En ese entonces, y aun ahora, no comprendo el porqué siempre debía de volver al orfanato cuando, tras una larga espera, parecía que finalmente tendría una familia. Ahora no me han arrebatado a quienes pudieran ser mi próxima familia; me han arrebatado una victoria que parecía ya decidida, y me ha dado la espalda una persona de quien apenas sé su nombre y su quirk. No debería doler, pero lo hace. Tomo otra larga inhalación y doy media vuelta, dispuesto a salir. Ya no quiero estar aquí viendo estos enfrentamientos.


    Al inicio, aquello que sentí fue meramente cólera. Me sentí irritado por esta derrota, pero, lentamente, me fui sintiendo cada vez más y más desesperado. Gradualmente, me fui sintiendo como el niño quien no entendía porque dolía, justo en el centro del pecho y asfixiaba en la boca del estómago tras recibir un golpe, el hecho de que le volviesen la espalda. Como un modo de distracción, me retiro a cambiar el traje nuevamente por el uniforme y me vuelvo al aula.


    Camino sin ganas, pateando de vez en cuando la estructura de la escuela, para consternación de quienes pasan por ahí. Ni siquiera me digno a elevar la vista una vez llego frente al aula o pensar en ir a la enfermería. Mi espalda aún duele, pero mi ira es mayor. — Odio el trabajo en equipo... — Menciono en voz alta, mientras atravieso la puerta. No es lo mismo, pero si algo sale mal, es un rechazo de igual manera tanto a uno mismo como al esfuerzo entregado. Para cuando elevo mi vista, observo tanto a Shiro, quien se encuentra llorando y con una sonrisa plagada de falsedad, como a Allen fijándose en él (y casi puedo asegurar con una preocupación incluso más falsa que aquella sonrisa). Tan pronto los observo, desvío la mirada al suelo y luego camino a mi pupitre. No quiero hacer caso a ninguno de los dos por el momento ni preocuparme de si me han oído o no, pues hasta no ordenar mi mente, seguramente me dejaré llevar por la primera emoción que salte. Los ignoro y sigo la batalla contra el jefe que casi me hace perder la estación donde bajar más temprano. Al menos, no estoy obligado a hablar nada sino hasta el almuerzo.


    posts-divider1




    Yamino.


    El enfrentamiento de los demás pasa con lentitud. Luego de que aquella bella chica dejara la pantalla, ya nada volvió a capturar mi atención. Me quedo de pie, con la vista en un rincón de la sala. Hay un momento en que siento la mirada de alguien sobre mí, pero no por ello me vuelvo. Tras un rato, como esperaba lo hiciera, esa insistente mirada desiste y vuelvo a disfrutar de esta pequeña soledad que me deja el no ser más el centro de atención de una persona. Más pronto de lo que esperaba, todas las pruebas terminan y volvemos a cambiarnos para volver a clase. Fue sólo en este momento que me doy cuenta de que no están aquí ninguno de los otros tres con quienes tuve mi prueba.


    Me encojo de hombros y cambio mi ropa nuevamente por el uniforme.


    Mientras andamos, todo el grupo en conjunto (aunque yo me mantengo atrás observándoles avanzar), escucho una voz a mi lado. Es baja, chillona y masculina, pero no le presto atención al no haber comprendido lo que ha dicho y sigo caminando. — ¡Me ha ignorado! — Grita esta persona, y al poco le precede una risa y otra voz masculina. —Vamos Mineta, seguro que no te ha escuchado. — Pues no, no lo he hecho, pero a él sí, por lo cual tomo los cascos de mi cuello y los llevo a mi cabeza, cubriendo ambas orejas y enciendo la música de vuelta. Cuando menos, llevarlos es una silenciosa advertencia de que todo lo que sea dicho, será ignorado por completo. Quiero ignorar todo por ahora... incluso mi mente me asalta con el pensamiento de que, tal vez, mi padre tuvo razón al pedirme pensar más si quería o no entrar a esta escuela, por ende, tomar este camino como mi futuro. Cuando niño, deseaba ser como mi madre, pero conforme fui creciendo esa idea, aunque persistente, se vio amenazada por otras tantas: ser escritor, cineasta independiente, programador, incluso llegué a considerar la opción de estudiar comercio internacional y administración como mi padre deseaba.


    Lentamente, casi sin desearlo, observo a todos y cada uno de quienes caminan frente a mí. ¿Cuáles serán sus razones para ser un héroe? ¿Cuál es la mía para serlo? Por el momento, no es más que un capricho de la infancia. Tal vez debería pensar más en esto. Padre dijo que podría echarme hacia atrás siempre que lo quisiera, ¿no fue así? De alguna forma, él sigue esperando que decida tomar cargo de la empresa familiar, y más rebuscadamente, que no termine con el mismo destino que mi madre. Una vez entramos al aula, las conversaciones se detienen. Frente a nosotros hay una curiosa escena, y casi puedo asegurar que todos lo piensan de esa forma; no obstante, el ruido regresa tan pronto el tiempo vuelve a correr. Veo a todos hablar, pero no soy capaz de escuchar nada de lo que dicen, tan sólo observar el movimiento de sus labios e intuir lo que podría ser. Con esa misma lentitud, dejo de ver a mis compañeros para fijarme, específicamente, en el trío con el cual debí de realizar la prueba. Hay un sentimiento de pesadumbre que proviene de la escena que dan... ¿Serán sus motivos mismos para ser héroes los que les hacen notar los resultados de la prueba de este modo? ¿Cuáles podrían ser los motivos de personas como ellos?

    Pese a todo, no indago más en estas preguntas que me hago. No es mi problema y no me interesan realmente. Antes de volver a caer en divagaciones recargo mis brazos sobre el pupitre y dejo caer mi cabeza en ellos. Con la mano derecha retiro los cascos nuevamente hacia mi cuello. El sonido de voces charlando, lentamente, comienza a desaparecer y es entonces cuando noto que el aula está casi enteramente vacía. Esto debe de suponer que es la hora del almuerzo. Me pongo en pie, tomo la libreta con mis escritos de la mochila, y salgo entonces sin mediar una palabras con, nuevamente, los tres chicos con quienes debí de realizar la prueba y me encamino a la cafetería. Realmente no tengo hambre, pero lo hago más por seguir una rutina que por otra cosa. Después de todo, ya he perdido mis ánimos para el día... tal vez deba de esperar el fin de las clases y desviarme de mi camino a casa. Y parece que yo no soy el único que necesita el desvío también. ¿Por qué una simple prueba los ha dejado tan lúgubres a aquellos tres?
  12. .
    Permito que una sonrisa, pequeña y débil, se apodere de mi completa expresión al escuchar a Alaric darme la razón. Tal y como menciona, sí, ambas partes son las culpables. Los guardias por ser unos inútiles en cuanto a hacer un buen trabajo se refiere (vamos, como parte del ejército bien me conozco todos y cada uno de los defectos del sistema pero, también, ¿qué puede hacer un príncipe bastardo que no sea entorpecer todo aun más?), porque pocas veces han llegado a hacer un trabajo que verdaderamente sea llamado bueno, y de Alaric, por pensar que se iría de rosas. En algún momento, todo tiene sus consecuencias; es así como funcionan las cosas. — Mi madre solía decir que una fuerza no actúa en soledad. Que se requiere de otra para que el curso siga, se persiga y busque, buscando erradicarse. Y que, por consecuencia, dos fuerzas actuando entre sí eventualmente llevan a una consecuencia. — Desvío un poco mi acción para con el mapa, dibujando en una esquina de éste un círculo y partiéndolo a la mitad con una línea irregular y curva. — Menciono que estas fuerzas lo rigen todo, desde el día y la noche, hasta el bien y el mal; dos extremos de una misma esencia, incluso dijo el amor se ve regido por este principio — Finalmente, a una de estas mitades le otorgo un pequeño círculo hecho con tinta, mientras que al restante lo lleno casi en su totalidad, a excepción de un punto que queda en blanco. Es un símbolo que ella me enseñó hace un tiempo, y del cual, tristemente, no recuerdo ahora su nombre pero sí el significado. Un suspiro corta mis pensamientos un momento, haciéndome perder la vista en la hoja del mapa sin realmente observarlo y vuelvo a sonreír. Una vez pueda abandonar Dryke sin ningún asunto pendiente, iré al pueblo de mi madre, al otro lado del océano, y conoceré todos aquellos lugares y enseñanzas de las cuales ella habló.

    Siento la necesidad de volver a suspirar, y logro contenerme apenas una vez mi pecho se llena de aire, soltándolo con lentitud por la nariz. Siempre que pienso en el pueblo del cual vino mi madre, siento un ligero cosquilleo en la boca del estómago. Así como tengo el deseo de conocerlo, atreviéndome incluso a llamarlo el mayor de mis deseos, por igual siento una repentina sacudida de pánico al pensar en ello. ¿Y si no fuese como lo he soñado todo este tiempo, inspirado en los maravillosos relatos de mi madre? Peor aún, ¿qué haría si no logro encontarlo? No dudo que pueda llegar a ser capaz de encontrar otro propósito para motivar mi vida, pero de igual manera resulta ser un pensamiento desalentador. Tal vez bastante más de lo que en verdad me gusta admitir. La tercera ocasión que un suspiro me invade, no lo detengo, permitiéndome hacerlo y descargar todo el pesar que estoy sintiendo por el momento, en busca de llegar a recobrar mis ánimos anteriores. No es buena idea dejar que pensamientos, que bien pueden ser completamente inciertos, me derrumben ahora; todo esto lo sabré en el momento en que haga ese viaje, una vez haya sanado a la reina haciendo uso del orbe y pueda librarme de las ataduras que me mantienen aún unido a los desdenes de un reino y una familia quienes siempre me despreciaron.

    Sin demorar más, me pongo entonces a seguir haciendo las anotaciones necesarias con la información que me revela Alaric, siendo ahora ésta sobre el basilisco. No me tomo la molestia de agregar ese dato sobre la pluma escarlata que posee el macho, pero sí procuro guardar en mi memoria este hecho. Tan pronto como pueda ponerme a ello, escribiré con mayor calma lo que es esta criatura y aquella distinción de género. Por ahora, me concentro únicamente en la información del tamaño de la serpiente y los efectos de su mirada. — En pocas palabras, — hablo una vez dejo de ver el mapa y mi manuscrito, fijándome en los ojos claros del elfo, — si logramos arrebatarle la vista, aunque sea con el mero reflejo de la luz para fastidiarle, tenemos un punto a favor, ¿no es así? Sólo deberíamos buscar hacer esto y tener cuidado con el veneno. — Más que perfectamente bien sé que esto es fácil de hablar, pero una vez debiendo de vivirlo no será tan sencillo; mas es mejor tener una pequeña idea de lo necesario a efectuar a nada. Habrá que pensar con mayor detalle en lo que puede hacerse y, entonces, decidir esto una vez podamos visualizar el completo entorno. Aprieto mis labios en una delgada línea cuando escucho aquello sobre el dragón. Además de este dato, el tono irónico de Alaric me resulta hilarante y entonces hago lo único que podría hacer, reír. Río con aquella información, de manera suave y queda, y niego con la cabeza a los pocos segundos, una vez soy capaz de calmarme. — Bueno, no suena tan descabellado ahora que sé que tienen a una serpiente que mata, envenena y petrifica.

    La conversación sigue y yo no detengo mis apuntes, haciéndolo ahora sobre las arpías. Dicho como lo dice Alaric parece ser que no, no son los seres de exagerada y etérea belleza que mi madre mencionó como alados. Si bien, éstas no suenan agradables a la vista, el que sean aves con rostro de mujer me provoca curiosidad en demasía. Incluso más que el hecho de una mujer pez. No tengo una razón para la curiosidad por ellas, salvo el hecho de saberlas posibles de volar, tal vez, porque no tengo ninguna otra excusa. Ahora bien, la mayor debilidad de un ave es el hecho de no poder alcanzar el cielo. Si tenemos oportunidad alguna de evitar que ellas usen sus alas, y que no nos despedacen como dice Alaric, entonces debemos de tener la mayor parte de la batalla, cuando menos la física, ganada. A diferencia de con aquel basilisco, quien al dejarlo desprovisto de su vista puede aún seguir atacando, la sola idea de pensar en detener, incluso romper, las alas de un ser quien dependa de éstas, me parece en exceso cruel. Una vez un ave rompe sus alas, ya no es capaz de volar, y sin volar pierde el propósito de su vida. Paso la punta de mi lengua por sobre mi labio inferior, en un gesto que denota lo profundamente interno que me encuentro en mis pensamientos, así como en el hecho de que no estoy llegando a una solución para éstos, sino lo contrario. Finalmente, luego de un tiempo en silencio y con la vista baja, vuelvo a buscar la mirada de Alaric. — ¿No existe una manera de conseguir esto de manera que sea pacífica? — Inmediatamente después de hablar, muerdo mi lengua, molesto por el hecho de dejarme guiar por estos pensamientos. Es verdad, no me gustaría dañar a alguien en el proceso a conseguir lo que deseo, pero tampoco debo dejar de lado mis prioridades. Evitándome aún más vergüenza con esto, sólo fijo mi vista nuevamente en el mapa, dispuesto a ignorar mis propias palabras y fingir demencia en caso de ser necesario. Ni siquiera hablo cuando Alaric menciona que nadie se salva de sus bromas, pero sí dejo que una nueva sonrisa se apodere de mí. Siendo esto así, creo que más temprano que tarde yo también sabré lo que es una broma suya.

    Así, en silencio, me mantengo con respecto a su tranquilizante entendimiento para con el atuendo que le he obligado a portar, así como también por el hecho de que haya enviado a Kyore a dar un paseo. Bow, por el otro lado, únicamente a recostado, y de manera bastante perezosa, su enorme cabeza en mi regazo, pero su mirada no ha dejado de seguir al lobo, al menos hasta que él desaparece por la puerta de la posada. — No te vendría mal ser un poco más activo. — Digo a mi mascota, acariciando detrás de sus orejas, y divirtiéndome (y conteniendo todas las ganas que tengo de hacer alusión a este hecho al no encontrarnos en soledad) con la mirada somnolienta que me lanza. Las comodidades de la realeza afectan a todos, de eso no me queda nada de duda al observar a Bow. Finalmente, él da un bostezo más y yo dejo de observarlo para que vaya a dormir.

    Para cuando salimos y nos encaminamos a la herrería, soy incapaz de saber con certeza lo que significan las miradas que no dejan de viajar en dirección a Alaric. No obstante, creo que me hago una idea de lo que puede ser, y eso sólo me hace recordar aquella molesta conversación que escuché el día anterior entre mi hermana Elaria y nuestra prima Katrina, quienes no paraban de hablar sobre lo lindo que les resultó el elfo, y de su curiosidad por saber si podrían conservarlo. Lo único bueno es que todos aquellos curiosos, han sido por igual discretos, por lo que no hubo problema en que alguno se acercara, queriendo saber más sobre Alaric y, aunque sea en menor medida, aumentando nuestras posibilidades de ser descubiertos. Agradecí por igual en silencio que nadie se adentrara en la herrería después de nosotros.

    Antes de volverme hacia Alaric, quien anuncia que ya ha hecho su elección, tomo un par de dagas de jade, mismas que me han intrigado demasiado. Tanto al menos como para no querer dejarlas aquí y llevarlas conmigo. Una vez me doy media vuelta y coloco estas armas sobre el mostrador, veo la espada que ha elegido el elfo y asiento. — De acuerdo pero, en absoluto, podría ser capaz de aceptar paga alguna por la espada. He dicho ya que yo te la conseguiría. — Detrás del mostrador, el herrero sigue con su sonrisa amable, pero notoriamente interesado por la reciente interacción. — ¿Tendrá algunas flechas también? — Pregunto, a lo que él asiente y nos muestra distintos tipos de flechas por igual. Hay unas en especial que me parecen más llamativas que las otras, y aunque no soy yo quien porta un arco aquí, me acerco a observarlas. La punta tiene algunos grabados, es de un tono blanco increíblemente puro, y aunque el material parece piedra (debido también al color), al tocarla puedo asegurar que se trata de metal. — Toma tantas necesites también. — Digo, pasando mi vista a donde el sastre, y observando con satisfacción que tal parece se encuentra con pocas personas.

    Una vez Alaric hace su elección nuevamente, pago al herrero con seis monedas de platino (mismas que equivalen al valor de cien monedas de oro), y antes de que pueda decir algo con respecto a la cantidad (notoriamente más elevada al costo que nos ha dado), salgo de la herrería tomando a Alaric por la muñeca y una pequeña y traviesa sonrisa que desaparece al segundo siguiente. No me detengo hasta no haber llegado a donde el sastre, lugar donde se encuentra una mujer y una joven, misma que deduzco es su hija, quienes nos saludan con una sonrisa y una pequeña reverencia. Yo no sonrío, pero sí hago una inclinación hacia ellas y espero porque el sastre se desocupe, así como también a que Alaric vea lo que él ha confeccionado ya y mantiene a lo largo de toda su tienda.


    SPOILER (click to view)
    Jajajaja, pero, vamos, instalar juegos en las PCs de la escuela es un clásico y no se puede dejar perder la tradición(?). Yo llegué a jugar Halo en mis clases de programación x'D y Mario Kart en la prepa.

    Ah~ pues bueno, somos dos quienes han estado teniendo problemas con la inspiración, sumado a ello, que soy la chófer de la casa y me traen siempre de un lado al otro, si no es llevando a alguien a algún lugar, es entonces haciendo mandados y así :'c Al final, una buena parte de mis vacaciones se ha ido únicamente en esto y ya regreso el lunes que viene a la universidad. A mí normalmente me gusta dejar un número similar al de las palabras usadas, pero a veces no doy para mucho y mientras dé respuesta a lo escrito, estoy conforme. Perdona si un día llego a dejarte una pequeñez :'c

    Ains, ojalá esa mala suerte se marche y te deje ir. Y no sólo a Monterrey, sino también a otras partes del país. Ah~ justo ahora lo que daría por irme a Puerto Vallarta a pasar el resto de mis días tirada en la arena y disfrutando del sol(?). Ir con amigos de viaje es increíble también, así que espero que ese por tu cuenta sea con un par de ellos, y si vas de madrina, qué mejor, significa alcohol gratis :'v Ay, qué feo tu hermano, pero si no eres una monserga, al contrario, eres un encanto~

    Me alegro de que te haya ido mejor en el último semestre. Y déjame decirte que comprendo a la profesora, si uno es capaz de hartarse de los compañeros, los profesores con más ganas x'D pero bueno, al menos te fue bien, los reprobados, aunque no fuesen todos, pasaron y pues nada, todos felices y contentos. Ya al final, a veces incluso un 70 te sabe a 100, y más cuando son los últimos parciales.

    Ains~ Es que los RPG son amor, son vida. A mí me encantan los TLoF, como he dicho, y por desgracia no he podido jugar aún Brave of the wild, porque todos, TODOS los demás los he pasado x'D tanto así me gustan; incluso aún me conecto la 64 y me pongo con el Ocarina y el Majora's x'D De pokemon, aunque también me gustan mucho, no pasé de la tercera generación x'D lo siento, pero el perla, platino y diamante no me gustaron y de ahí me quitaron un poco las ganas. AC me gusta, pero no he podido jugarlo demasiado y no es tampoco un gusto exagerado, Red dead redemption, tristemente, no lo he podido jugar :'c Resident Evil me he jugado algunos cuantos, no todos, y amo con locura y pasión Silent Hill, pero, vamos, ni siquiera son tan aterradores x'D tengo una resistencia monstruosa al terror x'D. Tienes un buen gusto, porque también amé a Banjo, pero nada como Conker si es que hablamos de RARE x'D esa ardilla es un desmadre.

    Sip, yo también pienso que harán de las suyas en el momento y saldrán victoriosos, moribundos, pero victoriosos. Aunque, ahora que lo mencionas, una muerte sería un giro interesante.
  13. .
    Cuando pronunció su saludo, Alan no había esperado obtener una respuesta (aunque, lógicamente, la habría, al menos por cortesía). Sus ojos claros, de un tono similar a la miel, fueron de regreso entonces a ese joven. Esa ocasión, la mirada fue menos insistente, más sutil, fijándose en los contornos del mentón, la extensión de los labios, y el color de ojos tan inusual que poseía el joven. Por supuesto, una tonalidad rojiza en la pupila es biológicamente posible, mas no por eso algo menos extraordinario de ver; un curioso, e interesante además, efecto de una deficiencia de melanina en el cuerpo. Una vez comprobado tal dato, Alan fijó su vista en su vermut, lo sostuvo en su mano derecha, y giró levemente antes de dar un primer trago. El vermut blanco hizo su recorrido por su paladar y garganta, dejando la ya bien conocida sensación cálida, pero no en exceso, que provoca y manteniendo el gusto de éste aún a pesar de ser ése apenas el primer trago.

    Los segundos pasaron y, en esos momentos, inspiró profundamente ante la tranquilidad del ambiente mismo. Con una parsimonia ya propiamente suya. Disfruta en pasividad de su bebida, de la sutil compañía del joven de inusual mirada a su lado, de la música, de la noche y del clima. Disfruta de la construcción de un buen recuerdo, de la concepción de una grata experiencia. Disfruta pues, de la vida que tiene, y las oportunidades que le presenta, y del rumbo del destino que ha decidido seguir al acudir al evento. Una sonrisilla infantil floreció en sus labios, un segundo después de haber espirado el aire contenido durante sus pensamientos, e incluso se permitió reír con suavidad. Viéndolo de ese modo sí, él era completamente una persona bastante silvestre al emocionarse y mantener tales sensaciones como excelsas.

    El placer de la sencillez sin duda resultaba sublime.

    Volvió a tomar un trago del vino, sin querer apresurarse entre trago y trago, cuando escuchó la voz del mismo joven a quien saludó. Dejó la copa en la barra y se giró unos pocos grados al joven. Aunque muchos podrías considerar aquella pregunta como algo inusual, incluso irritante para quienes son menos abiertos a los demás, para Alan fue no sólo divertido, sino además interesante, que el joven no se viese provisto de alguna barrera mental que le impidiera hacer esa pregunta con naturalidad. Una sonrisa se hizo presente en sus labios antes de responder. — Mi nombre es Alan, Alan Rosales Treviño. Encantado. — Tras aquella pequeña presentación de su parte, y sin presionar al joven a hacerlo también, extiendió su mano derecha, esperando estrecharla con éste; no obstante, su vista se perdió un instante también, siguiendo la atención del joven a donde la pista del baile. La sonrisa en Alan sólo acrecentó. — ¿Quiere bailar? — Sutilmente, cambió la inclinación de su mano, ya no buscando un apretón de manos, sino ofreciéndose como compañía de baile, esperando a que el joven aceptara al posar su mano sobre la suya. Tal vez era algo estrafalario, pero así como las personas parecían divertirse en la pista, ¿qué había de malo en intentarlo?


    SPOILER (click to view)
    ¿Seguimos en pie?
  14. .
    Sus palabras me han reconfortado. Mucho. Demasiado. Justo en estos momentos, tengo tanta acumulación de sentires, que incluso siento mi pecho ahogándose por el peso de éstos, así como también, mi mente volver a bloquearse. Detesto esto, detesto ser un inútil en cuanto a comprender y sobrellevar las emociones, aunque, no es del todo tan malo. Bien sé que en estos momentos, a diferencia de cuando iniciamos la charla, todos esos sentimientos que me asfixian son positivos. Además de este desfallecimiento, siento, aunque sé que biológicamente es imposible, mi corazón caérseme al estómago y volver a su sitio cuando Ian besa mi mano. Por inercia, yo sujeto con una reconfortante presión su mano, como temiendo que se vaya a marchar, aunque ahora confío en que no lo hará.

    Asiento a sus palabras, y debo de tomar una larga inhalación para evitar que mi voz suene deforme, producto de un pequeño nudo en la garganta. — De acuerdo. — Menciono, tratando de no distraerme de sus ojos mientras inhala para comenzar a hablar. Lo escucho en silencio y, a medida que avanza, sujeto con mayor fuerza (sin llegar a lastimar) su mano. — Comprendo. Si quieres mantenerlo oculto del labor, así lo haremos. Que me aceptes es más que suficiente para mí, no podría pedirte nada más. — Aclaro, permitiéndome una pequeña sonrisa y, finalmente, soltarle. Busco escudarme, además de tratar de disolver el nudo, al tomar el café que previamente hemos ordenado. Éste se encuentra ya tibio, pero aún disfrutable. — Además, amas tu trabajo. Se nota en la forma en que hablas de éste, y tu mirada. Esos niños te necesitan. — Tanto como yo lo hago en estos momentos. Pedirle renunciar a su fuente de alegría, sería algo sumamente egoísta. Vuelvo a dar un largo trago al café antes de quitarme las gafas, apretando con suavidad el puente de mi nariz para dejarlo descansar del armazón de éstas mismas. — Justo ahora, me siento tan nervioso como un niño de secundaria en su primera cita. — Le confieso, sin estar del todo seguro de la razón, aunque sin ser una mentira. Me encuentro nervioso, como quien tiene su primera cita en la adolescencia, con aquella persona a la cual no puede dejar de admirar de lejos. Tal vez, sentimentalmente hablando, sea porque no he logrado madurar como es debido. O, quizá, que Ian me pone tan nervioso en una buena manera, que no puedo evitarlo.
  15. .
    Una vez en tierra firme, los hombres, en su mayoría, se dirigen a la taberna. Otros pocos van a los bazares, a buscar sabrá Poseidón qué artilugios. Todos mantienen la misma expresión de relajación y boba felicidad que mantienen al llegar a tierra, salvo por Killian, quien lleva su emoción infantil a flor de pie, y Edward, quien se ve extañamente sereno a como se ha comportado en los últimos días. ¿Celos acaso de que Killian viene buscando a una tía? Puede ser.

    Juste ha esperado por mí bajo el barco, así como también Albert, y los tres nos encaminamos a una de las moradas de este puerto. El resguardo de un viejo navegante quien perdió ambas piernas y un ojo, por lo que su única función ahora es vender información. Sus usuales precios son, además de oro y alcohol, más información que pueda llegar a serle de utilidad. Nos quedamos tratando con él, por al rededor de dos horas, antes de que nos soltara todo cuanto sabe de Mules, así como dos mapas extras que, según hemos observado Juste y yo, son complemento de los que ya poseemos. A este viejo corsario, le ha bastado con saber que nos embarcamos, estúpidamente, en una aventura suicida. Esto le dará demasiado por hablar con otras tripulaciones, posiblemente nos cause problemas y encuentros indeseados en el camino, pero también, nos dará oportunidad de que se conozca que nos hemos aventurado a tales riesgos.

    Tras estas dos horas, nos dirigimos entonces a la taberna donde, como era de esperarse, ya la tripulación entera (¡Qué sorpresa, incluso Killian!) se encuentra ya bebiendo, arrimados a las mujeres, y enfrascándose en pequeñas discusiones esparcidas por todos sitios. Nada más entrar, Juste y Albert se separan de mí, Albert acercándose a formar parte de una de las disputas, mientras Juste, quien acaparó la atención de las mujeres al entrar, se dirige a donde dos jóvenes ríen y bajan la vista la verlo, con las mejillas sonrojadas. Exhalo un largo suspiro y voy a donde la barra, lugar en el cual también se encuentra Edward. — Deme su mejor botella de vino. — Exijo al tabernero, antes de ver a Edward con una media sonrisa. — No he cambiado mi opinión la respecto con quienes tocan aquello que es mío, marinero. — Digo, apreciando un ligero fruncimiento en su entrecejo. Tras esto, tomo la botella que es dejada frente a mí, por el cuello, acariciándolo con algo que bien podría ser delicadeza. Tras unos segundos, la alzo. — Por la pérdida de la virginidad de nuestro limpia cubiertas. — Comento con amargura, sabiendo que Edward también tiene sus ojos puestos donde una joven mujer arrastra a Killian, y finalmente bebiendo. Las cosas se ponen interesantes.
1320 replies since 9/12/2011
.