Posts written by Tem-chan

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    Capítulo 1


    —KAAAAI —se escuchó el grito de un chico entrando por la puerta de su habitación.
    El aludido se giró para mirar hacia la puerta dejando lo que estaba haciendo en ese momento. Se encontró con algo que no esperaba. Conocía esa voz perfectamente, era la voz de su mejor amigo, que conocía desde hacía muchos años, a pesar de que en esos momentos sólo tenía 11 años. Es lo que se conocía mejores amigos de infancia. Se habían conocido a los 5 años cuando el otro chico se había mudado en la puerta de al lado. Jugaban juntos en el colegio, en el parque, en casa… En resumen pasaban tanto tiempo juntos que se conocían perfectamente, pero esta vez, Kai estaba confundido al ver esa imagen.
    —¿Chiaki? —preguntó al final algo dubitativo.
    —Sí —respondió este contento de ver la cara de confusión de su amigo— ¿A qué me queda bien?
    Mientras decía eso el chico recién llegado se lanzó encima de su amigo quien acabó en el suelo por culpa de esa acción. Había mirado como el chico no vestía como siempre, llevaba una ropa diferente. Vestía como una chica. Y lo peor, o lo mejor, del caso era que le quedaba genial y parecía una chica de verdad. Chiaki se veía muy familiarizado con la ropa. Kai no sabía que decir o responder, sólo abrazó a su amigo que aún estaba encima de él y le dio una sonrisa cuando este se separó un poco para mirarlo en el rostro.
    —Sí, te queda muy bien —le respondió al final.
    —Gracias, soy la chica más hermosa de todas.
    —Pero eres un chico, ¿no? —le preguntó Kai confundido.
    —Sí, pero mientras lleve el disfraz soy una chica.
    —Realmente me gusta como te queda —Kai le sonrió mientras aprovechaba la posición para acariciar uno de los muslos desnudos.
    Era una sensación rara, a sus 11 años no entendía muy bien que estaba pasando en su cuerpo, pero notaba algo raro. Chiaki se separó de él con una sonrisa y se levantó dejando a Kai un poco decepcionado pero con la vista puesta en su amigo. Notaba que su sangre hervía en su interior así que se levantó también y tiró a Chiaki en la cama quien lo miró sorprendido. Kai se puso encima de su amigo, y se acercó al rostro de este. Le dio un beso en los labios y Chiaki cerró los ojos. Sin quejarse ni resistirse, se dejó besar. Le sorprendía lo que hacía el otro chico pero se sentía bien.
    —Estás muy guapo, me gustas vestido así —le dijo Kai antes de volver a besarlo.
    Le mordió el labio y cuando este dejó escapar un gemidito le metió la lengua en la boca. Chiaki no supo que hacer pero decidió seguir el juego de la otra lengua. De algún modo la mano de Kai volvió a la pierna de Chiaki, la cual acarició un poco notando como al otro chico se le ponía la carne de gallina. Sonrió un poco internamente por esas tiernas reacciones y cuando se quedaron sin aire se separaron. Se miraron unos momentos. Ambos estaban nerviosos era su primera vez haciendo esto y no sabían muy bien que más hacer o como seguir.
    —Chiaki, nos vamos —se escuchó decir des del comedor.
    —Ya voy mama —respondió este separándose un poco de Kai mientras lo miraba— Esto… ¿Kai?
    —Dime.
    —¿Te gusto como chica?
    —Sí, eres muy guapa.
    —Entonces, a partir de hoy voy a vestir como chica para ti.
    Dicho esto Chiaki le dio un último beso, este en la mejilla, y salió de la habitación dejando a su amigo igual de confundido que cuando había entrado por la puerta. Sin entenderlo muy bien sonrió.

    BIBIBIBIP, BIBIBIBIP, BIBIBIBIP
    En esos momentos Kai se despertó por el sonido del despertador. Miró la hora del despertador y vio que ya era hora de levantarse y prepararse para ir a clases. Sonrió recordando ese sueño, que no era nada más que un recuerdo del pasado. El día que fue el inicio de todo. De su relación con Chiaki, aunque no empezaron a ser novios hasta unos años después. Se duchó, se vistió y desayunó antes de coger sus cosas e ir a casa de su vecino. Al llegar fue la madre de Chiaki quien le abrió la puerta dejándolo pasar al instante. Se dirigió hacia su habitación y se lo encontró con su uniforme, ya puesto. Se acercó sigilosamente y le dio una nalgada sobresaltando a su pareja quien se giró para verlo con una sonrisa.
    —Hola, hermosa —le saludó Kai antes de que el chico se le lanzara a los brazos para besarlo en los labios.
    —Buenos días, Kai —fue su respuesta después de ese fogoso beso— bienvenido.
    Chiaki se veía muy feliz esa mañana y eso hizo sonreír a su novio quien lo abrazó poniendo sus manos en su trasero por debajo de la falda que llevaba. A Kai le gustaba ver a su novio tan feliz. Sí, había cumplido con sus palabras de ese día. Chiaki había convencido a sus padres para que le dejaran vestirse de chica al empezar la secundaria. Y sus padres al final, accedieron, e hicieron la petición de Chiaki como si fuese una chica. Casi todos en la escuela creían que era una chica, y es que se cuidaba mucho. Vigilaba mucho el tema de su cuerpo, de la depilación, de sus modales y de todo en general, para ser la chica perfecta. De momento su voz no había cambiado pero era le tema que les preocupaba en esos momentos. Le preocupaba más a Chiaki que a Kai, pero a este no le gustaba ver a su novio preocupado.
    —Buenos días, te veo feliz, ¿Ha pasado algo bueno?
    —Sólo estoy feliz de verte.
    —Yo también estoy contento de verte, cielo —fue la respuesta coqueta que le dio Kai—. ¿Te apetece jugar hoy?
    —Si es contigo, siempre me apetece.
    Chiaki le devolvió esa sonrisa coqueta que su novio le estaba dando y se levantó un poco la falda para demostrarlo. Sólo era tan descarado con su novio, en la escuela se portaba como una delicada chica pero en casa cuando estaba a solas con su novio, se portaba más como él mismo. Era extraño siendo que había empezado a travestirse por Kai que justamente con él fuese más masculino que con el resto del mundo, pero ninguno de los dos le daba importancia al asunto, de todos modos Kai sabía perfectamente que Chiaki era un chico.
    Un rato más tarde ambos fueron hacia la escuela cogidos de la mano, no era ningún secreto que ellos dos eran pareja, todo el mundo lo sabía, y eso era bueno porque así sabían que nadie se declararía a la otra parte. Al llegar fueron a su aula y aprovecharon que aún no había llegado el profesor para besarse un rato. No les importaba que llegase gente al aula o que los viesen pero frente a los profesores mejor portarse bien.
    —¿Estás bien? —le preguntó Kai a su novio quien le sonrió de vuelta y asintió con la cabeza— ¿Estás preparado? Sabes que si me paso solo tienes que hacerme una señal y pararé.
    —Lo sé, no te preocupes, todo está bien. A mí también me gusta jugar a esto, hace las clases más entretenidas.
    —Eres todo un pervertido.
    —De quien será la culpa… —fue lo que respondió riendo suavemente ante la cara de orgullo de Kai.
    —Me alegro de ser yo el culpable, no te mentiré.
    —Yo también me alegro… aah —soltó Chiaki al acabar la frase poniendo sus manos en su boca mirando a su novio quien sonrió altaneramente— que gracioso…
    —Sabía que te gustaría.
    Le dio un último beso en los labios a su novio y se fue a sentar en su silla para pasar las clases. El profesor entró por la puerta y se encontró a los alumnos en su asiento, excepto alguno que estaba acabando de llegar. Arregló sus papeles y empezó la clase. Kai a pesar de estar atento a la clase no podía evitar mirar de reojo a su novio, el cual estaba sentado una silla delante de él, en diagonal a su derecha. Podía verlo perfectamente. En estos momentos estaba tomando apuntes como la buena chica que todo el mundo suponía que era. Miró a su alrededor y vio que los demás alumnos también estaban tomando apuntes, momento perfecto para iniciar el juego.
    Kai puso la mano en el bolsillo de su pantalón y pulsó un botón que conocía muy bien. De inmediato pudo notar como su novio se llevaba una mano en su boca a la vez que daba un saltito en la silla. Sonrió. Le había pillado desprevenido. Eso lo hacía más divertido. Había encendido el vibrador que le había puesto a su novio esa mañana. Y ahora este estaba intentando acabar de tomar los apuntes con ese vibrador dándole placer. Guardó el botón en su bolsillo y escribió el resumen de lo que había dicho el profesor durante ese rato.
    De reojo volvió a mirar a su novio el cual estaba temblando un poco en la silla. Volvió a coger el botón y lo apagó, viendo como el cuerpo de Chiaki se calmaba un poco. Suspiró y poco a poco se fue relajando. Estaba seguro de que en estos momentos el castaño ya se había perdido en sus apuntes. Por sus temblores estaba pensando que quizás se había pasado y estaba por correrse en breves. Algo que no podría hacer porque él se había ocupado de ello. Sería malo que se corriera a mitad de la clase y se ensuciara.
    Lo dejó descansar el resto de la clase, para que pudiese tomar los apuntes y de paso relajarse, que también era bueno para él. Los profesores no les dejaron tiempo de descanso hasta el recreo. Chiaki sufrió varias veces algunas vibraciones que le despistaban de las clases, pero eso le divertía. La primera vez que lo probó, fue porque Kai le dijo que le hacía ilusión jugar con esos juguetitos con él. Pero la verdad es que después de probarlo le había gustado, así que de vez en cuando repetían con el juego. Le gustaba saber que su novio tenía el comando sobre los juguetes y que podría usarlos cuando él quisiera. Por algún motivo no tener el control ni la posibilidad de hacer nada al respeto sobre esas vibraciones le ponía más. Y estaba realmente caliente después de tanto jugueteo por parte de su novio.
    —¿Cómo estás? —le preguntó el chico a su novio cuando se pudo acercar a él.
    Chiaki seguía sentado en su silla de clase, probablemente aún se estaba relajando de las últimas vibraciones que había recibido hacía relativamente poco. Kai llevó su bocadillo y se sentó delante de él, en la silla que antes usaba otro compañero. El castaño miró a su novio con una expresión que hizo que Kai tragara saliva. Tenía ganas de comérselo en ese mismo momento.
    —Estoy bien, muy caliente, pero bien —fue su respuesta con una sonrisa.
    —¿Quieres que te ayude un poco? —le coqueteó Kai a su novio quien se sonrojó un poco pero negó.
    —No hay mucho tiempo ahora, hay que comer, en la hora del almuerzo.
    Kai asintió, le dio un beso en los labios a Chiaki y se puso a comer. Chiaki también cogió su comida y empezó a comer un poco, lentamente. Sin salir del aula. Un poco más tarde se unieron a ellos un par de amigas de Chiaki, para hablar los 4. Se sentaron en las sillas cercanas y se pusieron a hablar, tranquilamente el resto del descanso. También llegó un amigo de Kai quien se unió a la conversación.
    —Me encanta Naoki de la clase 2, es guapísima —comentó una de las amigas de Chiaki.
    —Sí, a mi también me gusta —respondió el amigo de Kai, asintiendo con la cabeza— realmente es muy guapa, por eso es la chica que ha ganado el concurso de belleza de la escuela.
    —Es verdad, yo la voté —Michiru, la chica que había hablado primero parecía emocionada mientras hablaba— es como una princesa, tan bella…
    El tema no parecía muy interesante para Kai, al fin y al cabo, para él la persona más bella del mundo era Chiaki. Comió callado mientras observaba a su novio comer, también, callado. Al parecer tampoco le interesaba mucho el tema. Michiru junto con Noah estaban comentando lo preciosa que era esa tal Naoki. La otra chica, llamada Natsuki estaba simplemente dibujando a su lado. Era más callada y siempre estaba dibujando aunque si le interesaba el tema participaba perfectamente. Parecía que no era el caso.
    Kai después de ver eso, sonrió un poco travieso. Chiaki ya casi había acabado de comer y todos estaban distraídos así que aprovechó para darle de nuevo al botón viendo la pequeña reacción de sorpresa por parte de su novio. Chiaki lo miró unos momentos con un poco de sonrojo en sus mejillas y sus ojos con una mirada muy tierna. De nuevo le venían ganas de cogerlo y hacerlo suyo, pero su novio le había dicho que no había tiempo, y tenía razón. El primer timbre sonó y se cortó un poco la conversación.
    —Kai, podrías participar un poco, tio.
    —Sinceramente, no me interesa el tema… Yo tengo a Chiaki.
    —Suertudo que alardea de tener pareja… Y encima una chica tan linda y tierna como Chiaki —Noah miró a la chica quien le sonrió simplemente con un poco de timidez— no entiendo que ve en ti una chica tan maravillosa como ella —fue lo último que dijo Noah dejando salir su envidia contenida.
    Kai solo sonrió y acercó su mano a su novio, la puso en uno de sus muslos y el castaño se sobresaltó un poco pero le sonrió. Aún notaba esa vibración, motivo por el cual tampoco estaba hablando. Su voz saldría quebrada y le harían preguntas. Pero la gente simplemente pensaba que era una chica tímida y de pocas palabras y eso solía gustar a los chicos. Por eso todos los chicos envidiaban a Kai, pero eso era algo que Chiaki había buscado des del principio. Quería ser la chica perfecta y la novia perfecta para Kai. Y al parecer lo había conseguido así que estaba muy feliz.
    Llegó el profesor y todos se sentaron en sus respectivas sillas. El castaño seguía en su asiento, notando esas vibraciones que su novio aún no había parado. Su cuerpo temblaba de nuevo, y su respiración se estaba empezando a acelerar un poco, cuando de repente notó que esa vibración paraba. Suspiró un poco frustrado por la falta del placer pero al poco rato empezó a relajarse un poco y poder concentrarse con la clase.
    —“Es tan mono” —pensó Kai viendo como Chiaki se estaba relajando y cogía apuntes tranquilamente.
    Al finalizar las clases de la mañana sin preguntar ni nada, fue hacia Chiaki y lo cogió de una de las manos para llevarlo junto a él. El castaño lo miró y solo sonrió pensando en lo desesperado que se veía su novio. En esos momentos volvió a notar la vibración en su trasero. El suspiro que soltó Chiaki fue demasiado adorable para que Kai pudiese resistirse a las ganas de follárselo fuertemente. Se escondieron en la azotea, donde no había nadie y acorraló a Chiaki contra la pared dispuesto a devorarlo vivo en esos momentos. El castaño no se resistió en ningún momento. Por otro lado le parecía muy gracioso ver a Kai tan desesperado y ansioso, a pesar de que era él quien iba más caliente por ese jueguecito.
    —Bufff, tengo unas ganas de comerte…
    —Hazlo, yo también lo estoy deseando —le respondió su novio pasando su mano por su pantalón en la zona del entrepierna— dame bien duro.
    —No me lo digas dos veces.
    Después de esa conversación el moreno volvió a besar a su castaño, el cual estaba deseoso de más. Chiaki intentó quitar los pantalones de su novio para ir más rápidos. Aún notaba como las vibraciones de su trasero seguían, y justo en esos momentos aumentaron de velocidad. Como estaban solos el castaño ya no se quedó callado y gimió ante esa vibración más potente. Estaba que ya no podía ni pensar. Kai le desató la falda que cayó al suelo sin oponer resistencia. Hecho esto, le bajó las bragas y dejó su miembro, el cual estaba bien atado y bien duro. Lo desató y se acercó a su miembro con su boca. Le dio un beso y se lo puso directamente en la boca, empezó a masturbarlo con sus labios, dando lamidas y algunas succiones. Chiaki se corrió en su boca a los pocos minutos. Iba tan caliente que era normal que no tardase mucho en correrse. Kai lo tragó todo y se levantó del suelo donde se había agachado.
    —Delicioso como siempre, amor —le dijo antes de simplemente besarlo en sus labios de una manera desesperada.
    —Me ha encantado, amo tu boca.
    Después de eso le dio la vuelta a Chiaki y apagó el vibrador antes de sacárselo de su trasero bien dilatado. Se acabó de quitar su ropa dejando libre su miembro y lo dirigió a la entrada de su novio. Lo penetró de una embestida y escuchó como Chiaki gemía por el placer de sentirlo en su interior. Se movió un poco para darle a entender que quería que su novio le embistiera de nuevo y eso fue lo que pasó. Kai empezó a embestirlo de manera rápida y un poco dura, como antes lo había pedido Chiaki. Los gemidos del castaño iban en aumento y Kai tampoco se reprimía llegados a este punto. Era tan placentero estar dentro de esa cálida cavidad que no podía evitar ir más rápido y profundo en cada momento.
    —Aaah, Chiaki, eres maravilloso —gemía Kai embistiendo a su novio.
    —Hmmmm… Te amo, Kai.
    —Me corro.
    —Yo casi… Aaaah…
    Kai llevó su mano al miembro abandonado de su novio y empezó a masturbarlo al ritmo de las embestidas haciendo que Chiaki empezara a gemir aún más fuerte. Finalmente los dos se corrieran juntos. El semen de Chiaki se quedó impregnado contra la pared de la azotea mientras que el de Kai quedó dentro del trasero de su novio. Salió de dentro de Chiaki y un poco de su semen empezó a resbalar por las piernas del castaño.
    —Ha sido maravilloso.
    —Tienes razón, Kai, me ha encantado —le respondió el castaño con una sonrisa antes de acercarse de nuevo para besar a su novio.
    Estuvieron un rato besándose y luego decidieron que ya era hora de ir a comer antes de ir a las clases de la tarde. Tenían que limpiarse también, porque no podían ir a clase de ese modo. Chiaki sacó un paquete de pañuelos y empezó a limpiar a su novio, a lo que Kai dejó escapar un suspiro. Cuando el chico acabó, su novio le cogió uno de los pañuelos que aún tenía él en la mano y procedió a limpiarlo. Chiaki gimió un poco mientras Kai le limpiaba pero se dejó hacer. Al acabar el moreno le devolvió los pañuelos y guardó el juguete. Por ese día ya no habría más vibrador. Chiaki se vistió y empezaron a comer ambos juntos mientras hablaban.
    Continuará…

    Edited by Tem-chan - 11/10/2023, 22:37
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    Aquí vengo con el segundo capítulo espero que os guste
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    Capítulo 2


    En cierta mansión flotante, estaban Rubius y Vegetta, solos. Los demás ya se habían ido porqué el chico de ojos lilas los había echado y le había dicho a su compañero que entraran en la casa. El otro chico lo había seguido, estaba algo impaciente por saber que era lo que quería el moreno. Para algo de debía de haber invitado aunque no tenía muy claro para qué. A veces se ponía algo nervioso cuando Vegetta lo llamaba a su mansión. ¿Habría hecho algo malo?
    ―Rubius ―dijo este dejando un poco tenso al nombrado.
    ―Vegetta ―respondió simplemente, haciendo reír a su compañero.
    ―Sí, este soy yo, el Adonis Vegetta por el que suspiras tanto mujeres como hombres ―añadió entre risas un poco nerviosas.
    ―A ver, tampoco te flipes, ¿eh?
    ―Sólo digo la verdad.
    Rubius no respondió a eso, cuando a su amigo le daba el punto de ego, se le subía demasiado. Hasta cierto punto le hacía gracia cuando eso pasaba. Subieron al segundo piso donde estaban las habitaciones, y subió otro piso más por otras escaleras llegando al tejado de la mansión donde vio algo que no esperaba. Una pecera enorme con un tiburón.
    ―¿Y esto? ―preguntó mirando algo sorprendido.
    ―Una pecera de tiburones ―dijo hablando lentamente dando énfasis a sus palabras.
    ―Cómo mola.
    ―¿A qué sí?
    ―Ci.
    Ambos se quedaron mirando la pecera, aunque Vegetta se centraba más en mirar a Rubius que al tiburón. A este le había gustado la pecera y en esos momentos a ojos del moreno se veía como un niño adorable. Sonrió ante el pequeño espectáculo que le ofrecía este. Se podía ver desde fuera pero no habían prestado mucha atención, tenían suficiente trabajo intentando destrozar su jardín. Y ahora para Rubius había sido una sorpresa mayor.
    ―Yo también quiero tener uno.
    ―Cuando tengas una casa si quieres vamos a cazar un tiburón ―le respondió Vegetta, y Rubius estuvo de acuerdo.

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    Alexby había ido a casa de Luzu, al llegar este le había dicho que pasara, realmente estaba preocupado porque el menor parecía a punto de llorar cuando habían hablado por teléfono anteriormente. Se podía imaginar el porqué, en realidad. Sólo se le ocurría una persona, una sopa de veneno: Fargan. No entendía como su amigo se había enamorado ese búho. No podía entender que le veía. Pero Alexby había caído fuertemente por el castaño.
    ―Duele ―le dijo Alexby una vez dentro de casa― duele mucho estar junto a él en el trabajo… tantas horas…
    ―Entiendo eso, es normal, lo que no entiendo es… ¿Cuándo te empezó a gustar Fargan?
    ―No lo sé… quizás desde que empezamos a trabajar juntos.
    ―¿Y seguro que es amor, Alexby? Piensa que es Fargan…
    ―A ti te gusta Auron y no te digo nada al respeto ―respondió este.
    ―A mí no me gusta Auron, solo somos amigos y vecinos.
    ―Claaaro, claaaaaro ―fue la respuesta de Alexby.
    ―Pero no hablábamos de mí, sino de ti.
    ―Necesito pasar un tiempo sin pensar en Fargan.
    ―¿Quieres que miremos alguna película? ―preguntó Luzu intentando distraer al más bajo.
    ―Me parece bien ―aceptó este y así lo hicieron.
    Unas horas más tarde, Alexby seguía en casa de Luzu, el pobre chico necesitaba compañía y el castaño no era capaz de negarse a ello. Tampoco le molestaba mucho tener a su vecino con él. Después de esa larga conversación y de recordar la confesión de este en la montaña cuando estaban haciendo un mural en la roca, habían acabado por ver la película. A los dos les gustaba ver películas y muchas veces coincidían en las que veían, y no solo les pasaba con Star Wars.
    A Luzu no le gustaba ver así al más bajo, pero tampoco podía hacer mucho más que animarle cuando estaba mal. Era una cosa que tenían que solucionar entre Fargan y su amigo. Lo que no entendía muy bien era como le podía gustar ese búho que solo pensaba en explotar casas y hacer el mal. ¿Podía ser que le gustase Fargan porqué el más bajo no solía tener mucho éxito con las chicas? Al pasar tanto tiempo juntos en el trabajo, era la persona a la que más veía y por eso había llegado a enamorarse o al menos a pensar que quizás lo estaba ¿Quizás debería de presentarle alguna chica maja para que se le olvidara el tema de Fargan? Era lo único que se le ocurría que podría hacer para ayudar a su amigo.
    ―Muchas gracias Luzu, por la compañía.
    ―De nada, hombre, estás invitado siempre que quieras.
    ―Eres un buen amigo ―le dijo Alexby con una sonrisa triste.
    ―¿Quieres que salgamos el próximo día que tengas libre?
    ―¿Dónde?
    ―No sé, podríamos ir a dar una vuelta, probar alguno de los nuevos postres que han puesto en la tienda.
    ―Está bien ―aceptó pensando que tampoco tenía nada mejor que hacer y que al menos así se distraería― ¿Pero no te gustaría más pasar ese día con Auron? ―añadió con algo de burla el más bajo haciendo que Luzu se pusiera algo nervioso.
    Luzu rio un poco nervioso sin saber muy bien que decir, siempre que sacaba alguien el tema le pasaba eso, y a Alexby le parecía muy gracioso. Él sabía que a su amigo le gustaba el chico con pinta de malote que vivía en el otro lado de Luzu, aunque este a veces lo negara. Alexby se rio con su risa característica parecida a un delfín. Parecía estar más animado que cuando había llegado a la casa, y eso alegraba al mayor de los dos.
    ―Me voy ya, Luzu ―le dijo al ver que su amigo se había quedado callado en estos momentos.
    ―Nos vemos, Alexbitas.

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    Era de noche y Auron se preguntaba cuando se irían de su casa. Hacía unas horas Lolito y Mangel habían llegado a su casa y se habían acomodado en su sofá. Se hacía tarde y él quería ir a dormir, solía tener un horario bastante regular y por culpa de ese par ese día sería diferente. No habían hablado mucho solo se habían puesto a mirar una película, sentados en el sofá, bastante acaramelados.
    ―Aun no entiendo que hacéis aquí ―dijo Auron de reptente.
    ―Hemos venido porque Vegetta no ha echado ―respondió el de cabello naranja.
    ―Sí, y no teníamos nada que hacer ―añadió el chico fumador.
    ―Y habéis pensado en venir a invadir mi salón, ¿es eso?
    ―Pues sí.
    ―¿Y porque no ir al vuestro?
    ―Quedaba más lejos ―respondió Mangel tranquilamente.
    ―Pues yo me tengo que ir a dormir, mañana tengo cosas que hacer.
    ―Pero mano derecha…
    ―Y tú también deberías irte, que eres el alcalde.
    ―Pero eso no tiene nada que ver.
    ―Yo me voy a dormir.
    Dicho esto echó a los dos chicos de su casa y se fue a dormir. No tenía mucho que hacer al día siguiente, pero tenía ganas de un poco de tranquilidad. Por la mañana se había divertido bastante con Luzu, debía admitirlo, pero en estos momentos no le apetecía seguir con sus amigos. Se metió en la cama y sus últimos pensamientos antes de caer dormido fueron dedicados a vecino.

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    En un bar de Karmaland, Fargan había estado bebiendo acompañado de Willy. El búho había invitado a Alexby pero este no había aceptado así que al ver que Willy estaba solo por el pueblo lo había invitado. Este sí, había aceptado. Willy regresaba de casa de Vegetta, quien lo había echado junto a Lolito y Mangel por jugar con TNT aunque el peliblanco tenía la impresión de que eso era una excusa para quedarse a solas con Rubius.
    ―Me ha echado para estar a solas con Rubius ―dijo sacando sus pensamientos a flote― será que le gusta…
    ―Es posible, siempre pasan tiempo juntos.
    ―Pues sí, la verdad es que ya casi no pasa tiempo con los demás, ni siquiera conmigo.
    Willy era uno de los mejores amigos de Vegetta, antiguamente habían tenido una relación especial, pero al conocer a Rubius más profundamente, su amigo se había distanciado y dedicaba casi todo su siempre al otro chico. Admitía que le molestaba un poco, pero él también había estado más tiempo con Fargan por ese tiempo. Compañero de fechorías.
    ―¿Y tú qué? Desde que has entrado al cuerpo de policía tampoco pasas mucho tiempo conmigo.
    ―Tenemos muchos casos como agentes del orden.
    ―¿Cómo va con Alexby?
    ―No sé, está algo raro, trabajamos juntos y esas cosas, pero luego es algo frío conmigo.
    ―Seguro que le hiciste algo.
    ―Claro que no…
    ―¿No me dijiste una vez que lo rechazaste? ―preguntó Willy quien sabía un poco de la historia.
    ―Pero ya hace mucho de eso.
    Fargan le restó importancia al asunto, aunque su compañero de copas no estaba seguro de que realmente eso fuese tan sencillo. No dijo nada más. Solo siguió bebiendo un poco más. Fargan hizo lo mismo pensando en su compañero de trabajo. Después de todo él le tenía cierto cariño y no había querido hacerle daño. Sólo esperaba que las cosas, poco a poco, empezaran a ser como antes.
    Continuará…
  3. .
    Perfecto, merci!! No sabía que existía, jeje, muchas gracias por el aviso y por el cambio.

    Siento las molestias! :D
  4. .

    Capítulo 1



    Era un día cualquiera en Karmaland, hacía buen tiempo, perfecto para salir de compras por el pueblo. Era un día feliz para él, ya que le encantaban los días en los que en la tienda se podían comprar objetos nuevos y Alexby le había dicho que había un nuevo ítem sobre Star Wars y tenía muchas ganas de ver cuál sería. Al salir de su casa y bajar las escaleras que lo llevaban al pie de la montaña, vio que su vecino también salía de su casa así que lo saludó.
    ―Hola, Auroncito.
    ―Hey, Luzu mi niño, ¿Qué tal? ―le responde poniéndolo un poco nervioso, por lo que Luzu sólo se rio un poco.
    ―Voy al pueblo que Alexbitas me ha dicho que hay nuevos objetos en la tienda.
    ―Yo también voy hacia el pueblo, si quieres vamos juntos.
    ―Me parece bien, entonces vamos.
    Así ambos empezaron a andar de camino al pueblo mientras hablaban sobre diferentes cosas. Ninguno de los dos era muy callado así que la conversación fluía por si sola. Se llevaban muy bien, desde que había llegado Auron a Karmaland habían empezado a tener una relación bastante cercana y agradable. El camino fue muy divertido. Al parecer Auron estaba pensando en ir a vengarse de alguien porque le habían puesto una mina en su casa. Nada raro, porque en Karmaland eso era la orden del día. Según pensaban todos lo más seguro era que hubiesen sido Willy o Fargan, la parejita explosiva.
    ―¿Y ya sabes quién es? Si es una explosión, seguramente habrán sido Willy o Fargan.
    ―Seguramente, pero tampoco descarto a Lolito.
    ―¿No estás bien con Lolito? ―pregunta Luzu quien estaba un poco celoso del otro chico.
    ―Bueno, hemos tenido nuestros momentos buenos y nuestros momentos malos.
    ―Ya veo.
    Siguen hablando y Luzu decide que después de ir a comprar acompañaría a Auron en su venganza, así podría pasar más tiempo con su vecino y amigo. Ni que fuese para ir a poner unas alarmas a los otros vecinos de Karmaland a Luzu le gustaba pasar tiempo con “su Auroncito”, como lo llamaba cariñosamente. Aunque ellos no eran del todo conscientes de ello, había amor. Cuando estaban juntos se podía notar el amor que había a su alrededor y los demás lo sabían.

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    En comisaría estaban Alexby y Fargan, habían tenido una misión bastante interesante y ahora estaban hablando con la comandante, les tocaba hacer el informe antes de poder irse a casa. En eso estaban, ambos en el despacho, Alexby era quien lo redactaba y Fargan ayudaba a caer, más que a hacer el informe. Estaban bastante juntos el uno con el otro, y eso el más bajito lo notaba. Quizás lo notaba demasiado, porqué después de que el búho lo rechazara, él había intentado seguir con la amistad pero esta cercanía no le ayudaba con sus sentimientos.
    ―Ya estamos ―dijo el búho ya a punto para irse de allí― Vamos a tomar algo, Alexby. Hay que celebrarlo.
    ―A ver, que sólo hemos completado una misión.
    ―Pero hay que celebrarlo.
    ―Mejor otro día ―respondió Alexby, lo más tranquilo que pudo, aunque él sólo quería alejarse del búho.
    ―Pero Alexby…
    ―No, no, yo me tengo que ir.
    Y Alexby se fue rápidamente de allí. Necesitaba a alguien en estos momentos y no se le ocurrió nadie mejor que Luzu, su vecino y uno de sus mejores amigos. Así que lo llamó para ver si tenía algo de tiempo. El castaño ya había regresado de comprar y pasar un tiempo con Auron, así que estaba disponible y Alexby le dijo de ir a su casa a visitarlo. Lo necesitaba, le dolía demasiado ese rechazo y aunque intentaba verse fuerte no podía evitar sentirse mal después de un día de trabajo como ese.

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    En casa de Vegetta por motivos inexplicables, que nadie sabía, se habían reunido Rubius, Willy, Mangel y Lolito. Vegetta no lo entendía, él solo había invitado al rubio a pasar un rato, quería enseñarle algunas cosas nuevas, pero con tanta gente no se podía. Se preguntaba porque estaban todos los demás en su casa. Mangel y Lolito habían venido con Rubius. Mangel era muy amigo del rubio, quizás demasiado y desde hacía bastante tiempo en su opinión, así que hasta cierto punto entendía porque este había venido. Que le gustara o no, era otro tema. Lolito, por otra parte, siempre iba siempre detrás del chico castaño, porque según él siempre tenían que estar “al laisimo” el uno del otro. Bien, entendía también pero…
    ―¿Willy que haces aquí? ―preguntó hasta cierto punto de un poco de malhumor.
    ―Pues, pasaba por aquí y he dicho ¿Por qué no paso a ver a mi amigo Vegetta?
    ―¿Y no podías avisar primero para saber si me iba bien o no, cabezón?
    ―No lo he pensado, la verdad.
    ―Si es que mira que eres tontito.
    ―Pero veo que tienes invitados, ¿Que estás pensando en hacer una fiesta y no me habías invitado, Vegetta? ―le pregunta Willy dejando de lado los demás comentarios de este― muy mal, Vegetta, ¿eh?
    ―No es ninguna fiesta.
    ―Entonces, ¿Qué hace tanta gente en tu casa?
    ―Eso quisiera saber yo ―respondió exasperado Vegetta quien en estos momentos estaba ja algo nervioso por todo el espectáculo― Doblas ―llamó este al chico que iba vestido con una sudadera blanca y una cara de oso― ¿Por qué has venido con ellos dos?
    ―Estábamos juntos y les he dicho que vinieran.
    ―¿Con que permiso?
    ―Tú no me dijiste nada de que no podía venir acompañado.
    ―Pero es de sentido común si te invitan.
    ―No, no, tienes que decirlo.
    ―Si es que mira que eres tontito.
    ―¿Por qué? Si has sido tú quien no ha dicho las cosas claras ―se quejó Rubius ante el insulto de su compañero y amigo.
    ―¿Y se puede saber que hacéis? ―preguntó gritando de repente Vegetta viendo como Lolito jugaba con un TNT en el patio de su casa― no pongáis minas.
    ―No es una mina ―respondió Lolito riendo― es un TNT.
    ―Pues peor me lo pones. Fuera todos de mi casa ahora mismo ―acabó gritando y yendo a abrir la puerta de la casa para que los demás salieran― fuera todos.
    ―Pero Vegetta… ―empezó a decir el osito.
    ―Tú te quedas Doblas, tenemos que hablar.
    ―No sé si esto es bueno o malo ―respondió con una risita el rubio viendo como los demás se iban de la casa entre quejas y comentarios.
    Continuará...

    Edited by Tem-chan - 4/7/2020, 17:39
  5. .
    Bueeeno, aquí estoy acabando otro fic, aunque este es un one-shot, si no recuerdo mal el número 58 así que no está mal, he bajado un poco el ritmo pero mientras tenga algo de tiempo supongo que seguiré escribiendo alguna cosa cuando me venga la inspiración.
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    Una Buena Compra


    Tenía una exposición de juguetes sexuales, pero necesitaba una persona que posara para los clientes en la exposición. No era como en las tiendas, era una exposición donde los clientes podían probar como iban esos juguetes con los chicos que se exponían en la sala. Cada uno de los creadores de los juguetes debía traer a su propio chico para que usaran sus juguetes. Pero él no tenía a nadie a quien llevar. Tenía los juguetes pero no al expositor, como lo llamaban los que se dedicaban a ello. Para ser un expositor no necesitabas ser alguien que se dedicara solo a ello, pero era importante que la persona estuviese entrenada para esos juegos, sino podría no vender bien el productor.
    Era consciente de ello pero sabía que no podría encontrar ningún profesional, no conocía a ninguno. Por otro lado sí que había encontrado alguna información bastante útil. Un chico del barrio de 18 años, tenía problemas económicos ya que su familia estaba en banca rota. Él había ganado algunos dineritos en sus trabajos y había ahorrado, y después de hablar con sus padres estos habían decidido que aceptaban venderlo por ese precio. El chico no había dicho que no. Al parecer tenía un carácter muy dócil y sumiso, algo que des del primer momento había encontrado maravilloso para este trabajo. No le traería muchos problemas y no era fácil encontrar a alguien tan obediente como él, que hasta aceptase ser vendido por sus propios padres.
    —Bien, Itsuki, a partir de hoy vivirás conmigo y trabajarás para mí —le dijo al chico de cabello naranja y ojos castaños que lo seguía de cerca como esclavo suyo que era en esos momentos.
    —Va-vale.
    —Para empezar te diré que tu trabajo es muy sencillo, solo tienes que mostrar tu cuerpo desnudo y dejar que la gente juegue con él, son dos días al mes que es cuando se hacen las exposiciones, y no te preocupes, nadie te hará daño, yo estaré presente y te cuidaré.
    Itsuki no decía nada, parecía no saber que decir al respeto, el trabajo a ese chico podía parecerle fácil pero para él no lo era tanto. Sería su primera vez con algo como eso y no sabía cómo lidiar con ello. Aunque ese chico dijera que él lo cuidaría y protegería en realidad no se conocían de nada. A lo mejor le mentía. Él veía que podía ser algo peligroso para su salud si desconocidos tenían que jugar con su cuerpo, pero ahora ese hombre era quien mandaba en su vida. Y por el contrato parecía que eso no cambiaría aunque llegase a la mayoría de edad. Según parecía el contrato era de por vida, y ese hombre había dicho que le pagaría un tanto a sus padres cada mes mientras él trabajara y ganara dinero suficiente.
    —Cuando lleguemos a casa lo haremos, tendremos sexo, así te irás acostumbrando, tu primer trabajo empieza mañana así que necesito que te acostumbres durante el día de hoy.
    Itsuki se sonrojó ante esas palabras, era la primera vez que alguien le decía que tendrían sexo, y más aún porque tenía que entrenarlo. Empezaba a pensar que era un trabajo de prostitución. Empezaba a sentirse un poco asustado pero no podía quejarse o negarse así que solo asintió con la cabeza.
    Al llegar a la casa, tal y como le había dicho Ichiro lo llevó a la cama y le dijo que se desnudara. Con algo de miedo obedeció y se quitó la ropa dejando ver un hermoso cuerpo. Ichiro sonrió complacido por ello, ese cuerpo se vendería muy bien en la exposición. Se le acercó y le acarició el pecho notando como el chico temblaba ante su tacto. Parecía asustado. Era comprensible.
    —No te preocupes, no te haré daño, ya lo verás.
    Con sus palabras consiguió que Itsuki se relajara un poco pero aún no parecía muy convencido. Suspiró ante eso pero siguió a lo suyo tenía poco tiempo para domesticarlo en el tema sexual. No quería que se pusiera a llorar a mitad exposición, no quedaría bien. Mientras le acariciaba el pecho buscando uno de sus pezones, llevó su otra mano a su trasero tocándolo levemente. El menor dio un respingo ante eso pero no se movió y se dejó tocar. Ichiro sonrió ante eso, tenía un buen presentimiento.
    Fue un poco más rápido y metió un objeto en el virgen trasero del menor, el cual hizo un pequeño gemido. El objeto iba lubricado y era del tamaño de un dedo así que no tenía por qué dolerle aunque si le haría sentir una extraña sensación.
    —Itsuki, abre un poco las piernas —le ordenó su amo, viendo como el peli-naranja le obedecía al momento— que buen chico eres, me gusta esto de ti.
    —Gra-gracias —respondió un poco jadeante mirándolo con los ojos entrecerrados— ¿a-amo? —preguntó pensando en si estaba bien eso.
    —Bien, me gusta que me llames así —le sonrió y encendió ese cacharrito que estaba dentro del menor.
    Ese objeto empezó a vibrar en el interior de Itsuki consiguiendo que este empezara a gemir un poco por esas extrañas sensaciones que no sabía muy bien que eran. Nunca le habían tocado allí y no sabía que producía tanto placer. Era algo inesperado para él. Poco a poco fue notando como la presión en sus paredes anales aumentaba y la vibración continuaba dándole placer. No entendía muy bien que pasaba pero no le dolía mucho, o realmente casi nada. Así que no se quejó, solo obedecía a las siguientes órdenes.
    —Arrodíllate y apóyate en tus codos dejando tu trasero bien arriba para mí —así lo hizo.
    Cuando quedó en esa posición abrió sus ojos con su cabeza entre sus brazos y pudo ver como su miembro había quedado bien erecto por el placer en su trasero. No podía esperar tal cosa de su cuerpo, esas reacciones no podían ser suyas. Pero lo eran. Ichiro le estaba dando placer sin siquiera tocarlo.
    —Mañana en la exposición estarás atado al techo, así que estarás todo el día de pie en medio de la sala, tendrás que aguantar. Te pondré una mordaza, aunque sé que no te quejarás lo haré por tu bien, es mejor eso a que te hagas daño por error. Piensa que será tu primera vez. Cuando alguien te pregunte algo te quitaré la mordaza para que puedas responder pero luego te la volveré a poner.
    Mientras decía eso empezó a masajear esas nalgas tan apetitosas que tenía delante de él. Realmente era un trasero tan firme y suave, que podía imaginar la envidia que le debían de tener algunas mujeres al verlo. Hasta él creía que era mejor ese trasero que el de algunas mujeres con las que había tenido sexo anteriormente.
    —Algunos querrán follarte, eso lo pagaran como extra, y les obligaremos a usar condón para evitar que puedan pasarte alguna enfermedad sexual. La mordaza es para que no puedan besarte ya que con la saliva también podrían pasarte enfermedades varias —al ver el miembro del chico sonrió— no podrás correrte en todo el día mientras estés con el público, así que para evitarlo te pondré una correa en tu miembro que dolerá pero evitara que te corras.
    Por esas manos que recorrían su cuerpo el menor estaba pensando en que se iba a correr en cualquier momento, pero ahora que el mayor había dicho tal cosa no estaba seguro de si tenía permiso o no para ello. Decidió que mejor aguantaría un poco hasta que supiese si podía correrse o no. Cuando de repente esas manos expertas dejaron sus nalgas y apagaron el vibrador que tenía en su culo. Se lo quitaron y él dejó escapar un pequeño suspiro de frustración. Se sorprendió por eso, pero viendo su miembro era algo normal y entendible.
    —¿Quieres correrte verdad? —le preguntó Ichiro recibiendo un pequeño asentimiento de parte de Itsuki— entonces espera un poco, me voy a meter dentro de ti y te mostraré lo que es el placer de verdad, después si lo pides bien te daré permiso para correrte.
    Itsuki volvió a asentir con la cabeza, si quería correrse tendría que pedir permiso. Se sonrojó ante ese pensamiento pero no tuvo tiempo de más porque de repente un grueso miembro entró en su interior de una sola embestida hasta el fondo haciendo que este arqueara su espalda por la intromisión. Soltó un fuerte gemido y estuvo a punto de correrse pero gracias a la mano de su amo no lo hizo.
    —¿Te duele, Itsuki? —le preguntó Ichiro consiguiendo una negativa de parte del menor— ¿Te sientes bien? Dilo con palabras.
    —S-sí, amo —le respondió como este le había ordenado.
    —¿Quieres correrte?
    —S-sí, po-por fa-favor, a-amo, de-dejeme co-correrme.
    —Pero que buen chico eres —le respondió este empezando a embestirlo aguantando aún su miembro por la base para evitar que se corriera— gime para mí y dime cómo te sientes.
    —Aaah, aaah, aaamo… se si-siente aaah mu-muy bi-bien…. Aaaah…
    Después de unas embestidas más y de unos cuantos gemidos más Ichiro soltó el miembro del pali-naranja y le dejó que se corriera como le había pedido anteriormente. Cuando le susurró en el oído que ya podía correrse el chico lo hizo casi al instante. Llevaba tanto tiempo deseando que llegase ese momento que no había podido aguantar más. El mayor sonrió y siguió embistiéndolo hasta que se corrió en su interior.
    —Vamos a seguir con más, necesito que para mañana seas todo un profesional recibiendo penes ajenos en tu interior.
    Dicho esto lo siguieron haciendo varias veces más hasta que ambos quedaron exhaustos y agotados. Se entregaron en los brazos de Morfeo juntos en la misma cama, ninguno de los dos tenía fuerzas para ir a otro sitio o para tender un futón en el suelo, y después de todo Ichiro no era tan malo como para forzar su mercancía a un sobreesfuerzo.
    Al día siguiente despertaron con el despertador. Ichiro se despertó primero y vio como el peli-naranja se movía por la cama con una mueca de dolor en el rostro. Bueno, por su primera vez había aguantado como todo un campeón.
    —Itsuki, hora de desayunar que hoy es tu primer día de trabajo.
    Este abrió sus ojos marrones y enfocó el lugar viendo a su amo sentado en la cama a su lado. Se sentó de golpe por ello y notó el dolor en su trasero y sus caderas. Hacerlo tanto era placentero pero doloroso. No sabía si podría acostumbrarse a ello algún día, pero teniendo en cuenta su trabajo suponía que no tendría más remedio.
    —L-lo siento, amo —se disculpó levantándose de la cama y yendo a buscar su ropa.
    —No es necesario que te vistas con eso, por hoy ponte solo el delantal, ya te compraré una ropa más adecuada para este trabajo.
    —Como desee, amo —respondió dejando la ropa a un lado y yendo a la cocina en busca de un delantal.
    Lo encontró y después de examinar que había en por la cocina preparó unas tostadas y algo de fruta. Un desayuno ligero, no quería engordar mucho ni ir con el estómago lleno y que luego le diera por querer vomitar. Ichiro y él comieron juntos, y luego sí que su amo le permitió ir a la ducha y vestirse para estar preparado para la exposición. Una vez llegaron al local entraron a una sala y vio el escenario donde estaría él, ya tenía preparadas unas cadenas que bajaban del techo, y donde Ichiro ato unas correas de cuero cuando lo tuvo todo instalado le hizo una seña a Itsuki para que se acercara.
    —Desnúdate entero —le ordenó al menor quien obedeció—ahora ponte debajo de estas correas con los brazos hacia arriba.
    El chico obedeció e Ichiro le ató las correas a sus brazos dejándolo colgado como él le había dicho. Aunque colgado tampoco era cierto, ya que tocaba de pies al suelo con toda la planta, solo que no podía sentarse ni arrodillarse, sólo quedarse allí de pie. Su amo empezó a coger otras correas y se las puso por el cuerpo, esas pasaban por su pecho dejando sus pezones a la vista, y por su trasero, haciendo algo de fuerza para separar sus nalgas. También por su entrepierna donde había un cierre que era el que evitaría que Itsuki se corriera durante el tiempo de exposición. Aunque antes de atarlo tendría que excitarle.
    —Voy a ponerte el juguetito de ayer para ensanchar tu entrada así cuando alguien quiera follarte no te dolerá tanto, es bueno que te excites, yo estaré mirándote. Pero hoy no te dejaré correrte, al menos hasta dentro de unas horas que sea tiempo de la comida. En ese entonces podrás volver a ir al baño, te ayudaré a correrte y te llevaré a comer —le explicó al menor quien asintió mirando a su amo algo sonrojado— esta expresión es muy linda seguro que atraerás a bastantes hombres si los miras así. Hazlo.
    —S-sí, amo.
    Dicho esto Ichiro empezó a meter ese juguetito de su interior para ayudarlo a ensanchar su interior. Al poco rato, mucho menos que el día anterior Itsuki estaba más dilatado y excitado que nunca. Ichiro pensó que ya era suficiente, cerró la correa de su miembro, escuchando un gritito de dolor de su sumiso y luego le quitó ese vibrador para ponerle otro más grande.
    —Bien, Itsuki, ya estás listo y la exposición empezará en nada, así que ahora solo mira a los hombres con esta expresión tan adorable y violable y recemos para que hayan muchos que quieran follarte.
    —S-sí, a-amo —fue lo que respondió antes de que este le hiciera abrir su boca y le pusiera una bolita en la boca que luego ató detrás de su cabeza.

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    Ichiro estaba muy contento, gracias a Itsuki y lo increíblemente sexy que era había ganado bastante dinero. Así que ese día iban a ir a celebrar dicho detalle. Tal y como había quedado con los padres del chico, les pasó la mensualidad, con el porcentaje de lo ganado, y ahora estaban por la calle caminando hacia llegar al restaurante favorito de Ichiro. No quedaba muy lejos pero el pobre Itsuki iba con ese juguete en su miembro que no le dejaba correrse, uno chiquitito en su trasero que a pesar de todo tocaba su próstata todo el tiempo. Así que le resultaba un poco difícil de caminar con todo eso pero no dijo nada cuando Ichiro le dijo que se lo pusiera debajo de su ropa. Veía como su amo sonreía ante eso viéndolo de reojo y eso le hizo sonreír tímidamente. Si a él le hacía feliz no veía el problema de llevar esos juguetes.
    —¿A-amo? —le preguntó cuándo notó como este le cogía de la mano durante el camino al restaurante.
    Se sonrojó más de lo que estaba por ese juguete y siguió caminando, esta vez al ritmo de su amo, ya que este al llevarlo de la mano le obligaba a ello. Su amo era realmente tierno y amable, a pesar de tener esa obsesión por los juegos de dominación o por el bondage. Él no podía quejarse, en ningún momento le había hecho daño y se sentía bien lo que le hacía. Nunca había tenido demasiado orgullo como para que eso le hiciera sentido humillado y le gustaba hacer feliz a su amo.
    Al llegar al restaurante su amo le ayudó a sentarse en su silla y le dio una de las cartas para que eligiera lo que quisiera comer. Este lo miró un poco dubitativo pero Ichiro le sonrió y asintió con la cabeza. Gran parte del triunfo era gracias al menor y debía recompensarlo. En parte esos juguetes formaban parte de la recompensa. Aunque Itsuki no fuese consciente de eso, estaba desarrollando un pequeño fetiche con los juguetes y cuando no llevaba ninguno se sentía un poco solitario. Su amo si se había dado cuenta de eso, porqué se fijaba en el chico más que nadie en este mundo.
    La comida fue bastante relajada. Ichiro habló con Itsuki de varias cosas, tanto relacionadas con el trabajo como con su vida, e Itsuki escuchaba interesado y atento sus palabras. De vez en cuando se tensaba un poco o se estremecía haciendo sonreír más al mayor quien disfrutaba al verlo de ese modo, aunque debía admitir que estaba empezando a notar su entrepierna algo dura. Estaba seguro que pronto tendría la necesidad de aliviarse, y no iba a hacerlo solo. Sonrió ante la idea que pasó por su cabeza.
    —Itsuki, haz ver que se te cae algo y metete debajo de la mesa, por dentro del mantel, y hazme una mamada.
    —¿A-aquí? —preguntó mirando la gente que estaba en las mesas de la sala, aunque todas algo alejadas y ajenas a lo que hacían ellos dos.
    Cuando vio que Ichiro asentía con la cabeza se tiro su servilleta al suelo y al ir a recogerla se puso a 4 patas en el suelo metiéndose debajo de la mesa estando bien sonrojado y avergonzado por eso. Cuando estuvo completamente dentro de la mesa, se acercó a las piernas de su amo, las cuales se abrieron para dejarle paso. Le abrió el pantalón y sacó ese monstruo que tantas veces había probado en tan poco tiempo. Se acercó a este con su boca y empezó a hacerle una mamada tal y como su amo le había estado enseñando durante esos pocos días que llevaban juntos. No tardó mucho en notar que su amo iba a correrse, y escuchó un susurró de su parte.
    —Bébetelo todo, no ensucies mi traje con mi semen —le ordenó haciendo que el menor en su mente asintiera— piensa en esto como el postre, en casa te daré más de mi leche.
    Itsuki siguió moviendo su boca por el miembro de su amo, consiguiendo que este se corriera completamente en su garganta. A pesar de la presión del seme al salir, no abrió su boca dejando que todo el líquido quedara en su interior. Le habían dicho que no podía ensuciar y eso iba a cumplir. Lo tragó todo lentamente, sin soltar el miembro de su amo, hasta que no se acabó de tragar todo el líquido. Luego pasó su lengua por el miembro de este para limpiarlo de los restos que podían quedar y se separó empezando a ponerle la ropa bien con cuidado. Como su esclavo también era su trabajo arreglarle la ropa. Se limpió también su rostro y salió de allí sonrojado, notando como junto en ese momento una corriente eléctrica proviniendo del anillo de su miembro le hacía temblar y casi dejar ir un gemido. Se agarró unos momentos a la silla jadeando antes de levantarse tambaleando un poco.
    —Siéntate, Itsuki —le dijo su amo, haciendo que este asintiera y se sentara en su silla sonrojado— ¿Qué te ha parecido? —le preguntó sabiendo que eso le pondría más nervioso y no sabría que responder.
    —E-esto… —fue lo que empezó a decir— s-si es u-una orden su-suya si-siempre s-se siente bi-bien.
    —Buena respuesta —le respondió su amo con una sonrisa de orgullo— la descarga eléctrica ha sido regalo de la casa por la buena mamada.
    —Gra-gracias —agradeció el chico por el cumplido, aunque la descarga lo había dejado temblando.
    Cuando acabaron de comer regresaron a la casa y allí Ichiro llevó a su esclavo a la habitación para jugar un poco a cosas de adultos, y de paso dejar que este se liberara de todo el semen que había acumulado durante toda la comida. Ambos necesitaban una buena follada, y era un buen momento. Itsuki como siempre se dejó hacer, mientras que Ichiro lo amarraba a las cuerdas que tenía en el techo para inmovilizarlo y semi-colgarlo de este, y también que le vendara los ojos. En esa posición cogió el juguete que el menor tenía en su trasero y se lo quitó para poder penetrarlo duro sin miramientos. Este estaba suficientemente dilatado y ambos muy impaciente, así que no lo dudo y lo embistió como si no hubiese un mañana escuchando como este gemía ahora fuertemente dejándole escuchar al mayor todo el placer que sentía. Llevó su mano al miembro del menor y esta vez manualmente le dio al botón de la descarga notando como la espalda de este se arqueaba, su trasero se contraía apretándolo más y el menor gemía aún más fuerte, corriéndose rápidamente cuando el mayor se lo permitió, dejando que el anillo se dilatara un poco alrededor del miembro del esclavo.
    —Ahora puedes correrte libremente cuanto quieras —le explicó siguiendo con esas embestidas antes de correrse en su interior dejando escapar un gemido de placer inigualable.
    —M-más —le pidió el chico sonrojado esperando que su amo le diese más de su pene pero este tenía una idea mejor antes de eso.
    Sacó unos cuantos juguetes más de entre los cajones y se acercó al menor. Con una de sus manos apretó fuertemente el pezón de este tirando de él para poder ponerle una pinza que lo dejaría así tirando y dejándolo bien erecto. El menor dio un gritito por el susto pero luego jadeó por el placer. No le dolía mucho, era tolerable. El mayor hizo lo mismo con el otro pezón, y luego saco unos pequeños vibradores que empezó a pasar por los pezones de este dejándolos sensibles al roce. El menor, con solo eso gimió de placer y se corrió de nuevo, haciendo que el mayor sonriera mientras asentía.
    —Muy bien, mi esclavo —le dijo con voz suave en su oído, haciendo que él suspirara por esa sensual voz y se sonrojara un poco más.
    —Gra-gracias —volvió a agradecer pensando en que su trabajo tampoco era tan malo.
    Iba a seguir jugando con el cuerpo del menor cuando se le ocurrió un nuevo juguete. Pensó en que eso podía ser interesante, así que directamente volvió a follarlo para bajar su erección después de correrse y lo dejó descansar en la cama. Este lo miró extrañado por el final tan abrupto de esa sesión de sexo, pero no dijo nada, su amo tendría sus motivos para ello.

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    La vida de ese par seguía igual después de estar un año trabajando juntos en el proyecto. Claramente, la cosa iba que no podría ir mejor. Se habían forrado en ese año, más de lo que Ichiro había pensado en un primer momento, y los padres del chico habían podido montar un restaurante con lo que habían ganado por parte del negocio de vender a su hijo. La madre cocinaba, era buena en eso, y realmente había estudiado cocina y sabía muy buenas técnicas. El padre llevaba la parte económica y era el camarero y barman del restaurante. Y ahora que se ganaban bien la vida, habían decidido que al no necesitar más el dinero de Itsuki, lo volverían a recuperar para darle ellos la vida que merecía antes. Con esa idea, el padre de Itsuki decidió reunirse con Ichiro para hablar sobre el tema.
    —¿Cómo? —dijo el peli-gris mirando al padre del chico—, eso no estaba en el contrato, nunca dije que lo devolvería.
    —Pero gracias a esto, ya tenemos dinero para recuperarlo, le pagaremos lo que usted nos pagó por él y quedaremos en paz.
    —¿También añadirán los porcentajes que le he dado cada mes por las ganancias de las exposiciones? —preguntó sabiendo que no podrían pagarlo.
    —E-eso es mucho —tartamudeó el padre— pensábamos darle la paga inicial.
    —Con solo eso yo tendría perdidas, y necesito a Itsuki para las siguientes exposiciones.
    —Seguro que él quiere regresar.
    —Nunca he escuchado algo así —le respondió Ichiro algo molesto por ese comentario.
    No, el peli-gris no estaba feliz de que le quitaran a su expositor, pero no solo por el tema de los negocios, sino porque se había acostumbrado a estar junto a él y empezaba a sentir que se estaba enamorando. No debía hacerlo, porque sería duro dejar que esos viejos verdes lo follaran si tenía sentimientos por él. Y cada día se le había más difícil no golpearlos, pero era su trabajo, sin eso tampoco tendría dinero para mantener al menor. Y los demás expositores no eran tan buenos ni le hacían ganar tanto como Itsuki.
    —No lo pienso devolver, se quedará a mi lado para siempre.
    Fue lo último que dijo antes de irse de allí, escuchando la voz del padre de su esclavo, decirle que al menos se lo explicara a Itsuki para saber su opinión. Pedirle eso era ponerle en una encrucijada. Él no quería comentarle nada, pero tampoco quería ocultarle las palabras de su padre. Realmente el amor, le hacía débil a uno. Suspiró de camino a casa pensando en qué hacer con esa propuesta. No quería devolver a Itsuki, no quería que este se fuera de su lado, pero tampoco creía que esta vida fuese digna para el peli-naranja. Él quería algo mejor para el menor.
    —Ya llegué —dijo al entrar a la casa viendo como el chico con su traje de sirvienta y esos juguetitos que tenía por su cuerpo lo miraba entre sonrojado y feliz, con una sonrisa en sus labios.
    —Bienvenido a casa, amo Ichiro —le saludó ladeando la cabeza tiernamente al ver que estaba algo serio— ¿Pasó algo?
    —Sí, algo pasó —fue su respuesta sin decir más entrando en la casa.
    El menor lo siguió pensando en cómo podría ayudar a su amo, antes de sentir como este le acariciaba su trasero por debajo de la falda. Se sonrojó más y se acercó un poco a este esperando que eso le reconfortara un poco. Lo miró con los ojos un poco suplicantes pensando en que podría hacer para que el mayor se sintiera mejor y no tuviese esa cara de enfadado que llevaba en esos momentos. ¿Qué podía hacer él? Era un simple esclavo, aunque tuviera esos sentimientos por su amo, que le hacían sentir su corazón acelerarse cuando este estaba cerca o lo tocaba, no era más que un esclavo para Ichiro. Eso le ponía algo triste pero quería ser de ayuda para este, igualmente.
    —¿Pu-puedo hacer a-algo por u-usted? —le preguntó notando como el mayor lo abrazaba, se sorprendió pero correspondió al abrazo sonriendo tímidamente.
    —Quedarte conmigo para siempre ¿De acuerdo?
    —S-sí, y-yo le pe-pertenezco —le respondió haciendo sonreír al más alto, aunque era una sonrisa triste.
    —¿Aunque te dijera que tu padre quiere comprarte de nuevo para separarte de mí?
    —¿M-mi padre? —ahora su voz era de duda, no acababa de entender lo que le decía su amo, pero esperaba descubrirlo pronto.
    Ichiro se separó del menor viendo como este miraba hacia abajo algo sonrojado y con una pequeña sonrisa. Estas reacciones era por lo que se había acabado enamorando del chico. No podía ser que fuese tan tierno y él pudiese resistirse. Al final suspiró y lo llevó al sofá, donde se sentó e hizo que el menor se sentara en su regazo para abrazarlo por la cintura. Este obedeció pero mirando hacia otro lado más sonrojado aún. Se sentía muy cómodo allí pero le avergonzaba un poco.
    —Tu padre quiere recuperarte. Gracias a ti, ahora les va bien y quiere darte lo que no pudo darte como padre antes.
    —E-entonces, ¿me-me venderá? —preguntó casi temeroso de saber la respuesta mirándolo con ojos que decían claramente que no quería.
    —No es mi idea, pero tampoco sé si esta es una buena vida para ti.
    —E-eso… y-yo… e-estoy bi-bien co-con u-usted…
    —¿Y con todos esos viejos que te follan una vez al mes?
    —Y-yo si-si u-usted l-lo ne-necesita n-no me importa…
    —Quizás a ti no te importa, pero a mí sí. Realmente me molesta cuando esos viejos te tocan, quisiera ser yo quien te tocara.
    —Y-yo ta-también qui-quisiera qu-que fuese u-usted —susurró bajito el menor muy avergonzado por sus palabras, eran casi una declaración.
    —Si ambos pensamos igual —respondió sonriendo Ichiro— quizás debería buscar otro trabajo para que no tuvieses que pasar por eso.
    —Pe-pero su-sus juguetes… m-me gu-gustan —se medio quejó el menor haciendo reír al mayor quien más feliz por eso no podía estar.
    —Es un honor para mí que pienses eso, quizás pueda dedicarme a los juguetes sexuales sin necesidad de exponerlos en ti —al ver la cara decepcionada del menor sonrió— no te preocupes, igualmente los usaría en ti, pero en privado, solo tu y yo. ¿Qué te parece la idea?
    —Bi-bien.
    —Sabes, ¿Itsuki? Creo que me he enamorado de ti, así que quiero quitarte de este trabajo para pedirte si quieres casarte conmigo.
    Itsuki no podía creer que su amo le estuviese dedicando esas palabras que él tanto había querido escuchar. Estaba que no sabía que responder por la felicidad y los nervios. Miró a su amo con sorpresa, y unas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas antes de que pudiera decir nada. Solo le quedó abrazarse a su amo asintiendo, mientras intentaba encontrar las palabras, que llegaron unos minutos más tarde.
    —Y-yo ta-también lo amo —fue su respuesta consiguiendo que el mayor le diera un beso tierno, que poco a poco se fue haciendo más profundo.
    —¿Qué te parece hacer el amor conmigo para conmemorar nuestro noviazgo? —le preguntó sabiendo de ante mano la respuesta del menor quien asintió ante sus palabras.

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    De esta manera concedieron que el padre de Itsuki comprara de nuevo al menor con la condición de que los dejara seguir viviendo juntos, ahora como pareja. Se acabaron las exposiciones para el menor, pero no se acabaron las escenas de sexo con su amado Ichiro, ni los juegos con los nuevos juguetes de este. A menudo iban a la casa de sus padres para que estos pudieran ver que su hijo estaba bien, consentirlo e invitarle. Y hasta de vez en cuando ayudaban a la pareja a llevar ese restaurante.
    —Itsuki —le llamó su padre un día que habían ido al restaurante a ayudar a la pareja— ¿Realmente estás saliendo con él y estás feliz? —le preguntó sin acabar de creérselo.
    —S-sí —respondió este sonrojándose un poco por la pregunta— le quiero —fue lo que añadió mirando con ojos de enamorado a su antiguo amo y reciente novio.
    —Si es así, y eres feliz no tengo nada que decir al respeto.
    Y así este amor, que había empezado de una manera tan extraña, había llegado a su final feliz donde ambos se querían u tenían una vida sexual activa y siempre diferente cada día para una aburrirse. Siendo posiblemente una de las parejas más felices y saludables del mundo.
    FIN

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    Y aquí un fic bastante extraño por mi parte, en el cual la dominación del seme ante su uke es el pan de cada día para gusto de ambos.
    Espero que les haya gustado y que comenten.

    Gracias por leer.
  6. .
    Bueno aquí vengo con mi segundo fic de pokémon, tanto ver el blanco y negro me dieron ganas de escribir de unas parejas que he ido viendo durante los capítulos, así que empezaré con un poco de plagio pero es como introducción y nada más. Espero que les guste
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    INICIANDO UN NUEVO AMOR


    De camino a Ciudad Esmalte se encontraba un chico un poco alto y de complexión normal de piel color amarillenta, con el cabello verde con un peinado que le hacía parecer que tuviese un arbusto en la cabeza, orejas verdosas, un color verde que se extiendía hasta la mitad de sus negros ojos en una forma parecida a un corazón. Llevaba unos pantalones de color verde de las que sobresalía una cola muy fina y larga que acaba con dos hojas. Se paró para comer unas frutas al lado de un rio, junto a su amigo que le acompañaba en su viaje, este era un chico de piel oscura, de un color verdoso, en las partes del cabello se le oscurecía aún más, llevaba un peinado corto por la parte de delante aunque en la parte de atrás tenía forma de aleta de tiburón. Sus ojos eran de un rojizo hermoso y de su boca sobresalían unos colmillos un poco más largos de lo usual. Llevaba un collar de un color verde claro chillón y de su traje de una sola pieza (parecido a los trajes de los granjeros pero un poco más tapado) del mismo color verdoso caqui salía una pequeña cola a conjunto con su peinado. Ambos estaban comiendo tranquilamente cuando de repente el chico de cabello de tiburón salió corriendo hacia un lugar, se escondió detrás de unas piedras y se puso a observar.
    ―Axew, ¿Dónde vas? ―le preguntó su compañero mirándolo unos momentos antes de seguirle.
    ―Espera, Pansage, mira.
    Dicho esto ambos se quedaron quietos detrás de las rocas observando como un chico de piel anaranjada con sus ojos negros, sin cabello y bastante delgaducho, con unos pantalones naranjas arrapados a la piel y con una camisa gris piedra algo holgada y abierta de los botones de arriba, se dedicaba manipular un trozo de cartón para que quedara parecida a una de las rocas que estaba cogiendo como modelo. Ambos se quedaron observando hasta que vieron como acababa de hacerla y se acercaban tres más de su tribu con sus respectivas piedras de cartón.
    ―¡Atacad! Quiero ese cartón-piedra ―dijo el más grandullón de los tres.
    ―Es mía.
    Entre los tres le acabaron quitando su piedra de cartón y se fueron de allí, dejando a un Dwebble solitario y sin su piedra que tanto le había costado, intentó seguirles para recuperarla y lo mismo hizo Pansage el cual estaba enojado por ese comportamiento de esos individuos con el pobre chico que tanto se había esforzado por crear su piedra. Pero ambos, por separado, acabaron regresando al lugar con las manos vacías. Entonces Axew se acercó a Dwebble para preguntar qué había pasado pero este tuvo miedo y salió huyendo. Le persiguieron y cuando se sintió atrapado atacó y sin quererlo él una piedra cayó sobre Pansage dejándolo inconsciente por unos momentos. Axew lo curó y al poco se despertó.
    ―Yo… lo siento ―se disculpó el pequeño Dwebble al ver que le había hecho daño, él no quería eso solo quería huir.
    ―No pasa nada, entiendo cómo te sientes ―le respondió este mirándolo con una sonrisa amable y restándole importancia al asunto― ¿Y qué vas a hacer?
    ―Tengo que recuperar mi piedra.
    ―¿No puedes hacerte otra? ―preguntó Axew.
    ―No, no me queda más cartón y quiero esa, había trabajado mucho por conseguirla.
    ―Entonces, podríamos ayudarte ―le dijo Pansage con una pequeña sonrisa que hizo sonrojar un poco a Dwebble.
    ―Tengo que conseguirla yo solo, por algo es mía.
    ―Entonces te ayudaremos a buscarlos y lo demás lo haces tú.
    Dicho esto los tres empezaron a buscar a los malvados Dwebble que le habían robado la preciada piedra de cartón de su nuevo amigo. Pero ese día no los encontraron por ninguna parte así que decidieron comer. Durante la comida Pansage que había recibido un golpe en la cabeza con una piedra y había trabajo muy duro para ayudar a su amigo empezó a tener un poco de fiebre, y a pesar de que Axew le hizo un remedio con unas plantas medicinales Dwebble se pasó toda la noche cuidándolo. Estaba preocupado porque Pansage se sentía mal por su culpa él no había querido que eso pasara, pero entre el miedo y el enfado no se había podido controlar y ahora se sentía mal. Al día siguiente un Pansage completamente recuperado, agradeció los cuidados que le había dado Dwebble.
    ―¿Estás mejor? ―preguntó un Dwebble algo preocupado.
    ―Sí, muchas gracias ―respondió este feliz― ¿me cuidaste? ―le preguntó.
    ―Pero lo hice solo porque fue mi culpa y las plantas medicinales fueron por parte de Axew.
    ―Gracias a ambos entonces ―dijo amablemente recibiendo una sonrisa por parte de Axew y un pequeño sonrojo por parte de Dwebble― y ahora a buscar a los otros Dwebble.
    Así empezaron su búsqueda de los ladrones, los cuales encontraron y derrotaron, para que pudiera recuperar su piedra. Después de esa pequeña aventura decidieron seguir juntos su nuevo viaje.

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    Más tarde de camino a Ciudad Porcelana se encontraron con un chico de rostro anaranjado prácticamente sin nada de pelo, solo con un pequeño mechón rojo que sobresalía de la coronilla de su cabeza hacia arriba, con unos ojos grandes y negros y una sonrisa maliciosa que intimidaba. Vestía con un jersey de cuello alto color crema y con un dibujo rojo en la parte del estomago y unos pantalones de un color anaranjado que le iban muy anchos de piernas y que llevaba atados con un cinturón para evitar que se le cayeran. De complexión no muy ancha pero con gran espíritu de lucha muy hábil y fuerte, típico de un delincuente juvenil, aunque poco entrenado por el momento. En cuanto los vio les plantó cara como si fueran sus rivales y empezó a atacar a todo lo que se movía hasta que se cansó al ver que sus ataques no surgían efecto alguno, aún no había entrenado suficiente, la verdad es que aún estaba preparándose para sus primeros combates pero le frustraba no ser capaz de asestar un golpe, o de acertar y no hacer daño por ser débil.
    ―Eh ¿Por qué nos atacas? ―le preguntó Axew sorprendido.
    ―No queremos hacerte daño, somos amigos ―le dijo Pansage aunque Scraggy no les hacía ni caso.
    Intentó asestar otro golpe a estos atacando también a Dwebble pero falló estrepitosamente ya que este se protegió muy bien contra su ataque. Este sopló molesto, incluso un idiota que vestía con un cartón en la espalda podía protegerse y esquivarlo tranquilamente.
    ―¿Por qué mierdas mis ataques no son buenos? ―se preguntó en voz alta mientras chistaba muy molesto y sintiéndose humillado.
    ―Debes ser menos impetuoso ―le explicó Dwebble― Como esto ―dicho esto le devolvió el golpe consiguiendo que el otro se quedara quieto por unos momentos.
    ―No me vengas con polladas ―le rebatió el otro enojado.
    ―Si quieres podemos hacer una lucha tu y yo ―le ofreció Axew antes de que el otro asintiera y que Pansage se pusiera de árbitro del combate.
    Empezaron con sus golpes, realmente Axew tampoco era muy fuerte así que eran buenos compañeros de pelea. Scraggy usó malicioso, asustando un poco a su rival antes de usar golpe cabeza, después Axew usó arañazo. Sus golpes eran algo débiles y eso les ayudó un poco a hacer los ataques, estaban a un nivel parecido. Con la lucha vieron que eran buenos compañeros para practicar los combates y después de este empate en el combate Scraggy se unió al grupo. Scraggy aún se sentía algo dolido y molesto consigo mismo por ser tan débil, y a pesar de que estaba con el grupo se quedaba aislado. No comía con ellos y por las noches se iba a entrenar en solitario, aunque después de un tiempo de andar junto a ellos por las rutas, y de hacerse un poco más fuerte consiguió unirse al grupo junto con los otros sin aislarse.
    ―Que bien que ya comas con nosotros ―dijo Axew mientras se sentaba a su lado muy feliz por ello.
    Este no respondió a ese comentario del chico aunque ese comentario le pareció algo tierno, solo siguió comiendo sin hacerle más caso al tema. Y con esta nueva incorporación al grupo, los cuatro juntos, siguieron con ese viaje hacia Ciudad Porcelana.

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    Más tarde con Scraggy ya unido en el grupo y de camino a Ciudad Fayenza el grupo había hecho una parada en claro, cosa que aprovecharon Axew y Scraggy para hacer una breve pelea para ir puliendo sus habilidades, ninguno de los dos estaba muy entrenado y eso les ayudaba a practicar sus ataques y de paso se ponían en forma. Ambos acabaron exhaustos por el esfuerzo y decidieron hacer un descanso para beber agua.
    ―Ha sido un buen combate, tus patada salto altas son cada día mejores.
    ―Y tú cada día llevas mejor el furia dragón.
    ―Siii, vamos avanzando juntos, poco a poco.
    Estaban seguros de que eran unos buenos compañeros de lucha y quizás de algo más. Se sonrieron después de beber agua, Axew primero con una sonrisa tierna y Scraggy después con una leve sonrisa RBD, pero el juguetón de Axew mientras Scraggy lo miraba un poco embobado le lanzó agua a la cara y así empezó una lucha de agua entre ellos y una corrediza después, en la que jugaron al pilla-pilla y al escondite. Eran muy buenos amigos.
    ―Ven aquí, ya verás ―le dijo Scraggy mientras lo perseguía y Axew corría feliz delante de él.
    ―A ver si es verdad.
    Un poco más apartados Pansage y Dwebble los observaban un poco como los padres observan a sus hijos en los parques, vigilándolos un poco al menos por parte del Pansage, el cual sonreía algo feliz por ello, parecían pasárselo bien.
    ―Da gusto verlos jugando así, se ve que son tan amigos fuera del campo, como rivales dentro de él, una relación sana ―comentó pensando en ese extraño inicio en el que lo habían conocido.
    Estaban muy felices juntos y se llevaban muy bien, todo iba bien entre ellos aunque solo eran amigos, pero un día llegó una chica de cabello negro con un moño en la parte central, dos lazos blancos a cada lado de la cabeza y unos ojos son muy grandes y de color celeste. Vestía con un traje gótico de color negro y con algunos adornos blancos incluyendo un lazo en el cuello, que se fijó en Scraggy. Se quedó mirando fijamente esa mirada tan tenebrosa y adorable que según ella tenía y se enamoró de él a primera vista y lo quiso conquistar llevando a Scraggy lejos de Axew.
    ―Me gustas, vente conmigo ―le dijo la Gothita caprichosamente como si fuera una orden.
    Aunque Scraggy no estaba muy interesado en irse con la chica, Axew estaba aterrorizado con la idea de perder a su futuro seme por lo que no paraba de mirarlos a ambos asustado. Scraggy estaba un poco confundido no entendiendo que pasaba exactamente, pero notando como su amigo se ponía un poco a la defensiva ante esa niñita psíquica que tenía delante y que le estaba dando un poco de migraña.
    ―No me ignores, quiero que te vengas conmigo ―le dijo de nuevo viendo como este comía sin prestarle atención alguna, pesando que al final comer era la mejor solución.
    ―No quiere, no ves que no le interesas ―salió Axew en defensa de su amigo.
    ―Pero acabará siendo mío ―dijo la Gothita enojada con el Dragón― “Lo será cueste lo que cueste”
    Para conquistarlo una noche invitó a Scraggy a ir con ella a comer manzanas de un árbol que había fuera de la cabaña donde estaban para taparse de la lluvia. Por ese motivo Scraggy la siguió sin más pero Axew que tenía una pesadilla soñando con que Gothita se llevaba a Scraggy lejos de él se despertó y se asustó al no verlos allí por lo que salió en su búsqueda y acabó peleando con ella por conseguir a su amigo. No iba a permitir que nadie le robara a su Scraggy delante de sus narices.
    ―Scraggy se quedará conmigo, nunca será tuyo ¿verdad? ―le preguntó mientras tiraba de su brazo. Scraggy no se resistió.
    ―Que te lo creas tú, Scraggy vendrá conmigo.
    ―No lo hará ―dijo el otro enojado, aunque más bien parecía a punto de llorar de desesperación.
    ―Axew tiene razón estoy bien con ellos ―ante estas palabras los ojos de Axew brillaron de la emoción.
    Al final Gothita, indignada y medio llorando por perder la pelea con Axew por ver quien se quedaba con Scraggy, se fue corriendo dejándolos tranquilos y felices. Consiguiendo así que Axew se quedara aliviado y con una gran sonroisa que hizo que Scraggy notara algo en su pecho al verlo. Algo que se preguntó que sería. Pensándolo bien se había sentido feliz al ver que su amigo se ponía de ese modo por él, y esa sonrisa lo había dejado algo embobado, quizás sentía algo más por Axew de lo que pensaba en un primer momento.

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    Dwebble se despertó al ver que tanto Axew como Scraggy se habían ido, junto con esa Gothita, bueno, no le preocupaba mucho eso, suponía que de todos modos se las apañarían bien, no dejaba de ser una pelea por el amor de Scraggy y en cosas de parejas más valía no meterse. Dio un par de vueltas pensando en ello, no es que se preocupara pero suponía que a Pansage no le gustaría saber que se habían ido, y se sentía un poco culpable por no decírselo. Suspiró.
    ―Pansage… Pansage ―le llamó flojito esperando que no se despertara, así al menos lo habría intentado.
    ―Hmm… ¿Qué pasa? ―le preguntó viendo a Dwebble.
    ―¿Por qué te despertaste? ―susurró unos momentos― Es que Scraggy se fue con Gothita y Axew los siguió, pensé que quizás te interesaría saberlo.
    ―A lo mejor ese triangulo amoroso se arregla ―dijo Pansage aunque ahora se sentía un poco preocupado por ello.
    ―¿Y seguro que no se meterán en problemas? ―le preguntó Dwebble leyendo los pensamientos del otro.
    ―Seguramente sí, deberíamos ir a vigilarlos ―dijo Pansage levantándose de su cama para ir tras ellos.
    Dwebble suspiró y se levantó también para seguir a Pansage, siempre se preocupaba por los demás, aunque no podía quejarse porque esa parte amable era la que le gustaba del mono hierba pero a veces se hacía un poco pesado. Ambos se fueron de la cabaña para ir a buscar a ese par, y pudieron observar parte de la escena des de la lejanía aunque esa vez consiguieron resolver las cosas sin meterse en ningún lio con una sola pelea de amantes.
    ―Al final no dormimos por nada ―se quejó un poco Dwebble, antes de suspirar.
    ―Aún podemos regresar a dormir ―le dijo Pansage cogiéndole de la mano, haciendo sonrojar a Dwebble, para llevarlo a la cabaña nuevamente para poder dormir un poco más, esperando que ese par de tórtolos volvieran juntos y felices para dormir.

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    En otra ocasión Axew fue secuestrado por unos Durant durante una noche, al despertarse a mitad de la noche Scraggy notó que su amigo no estaba y se sorprendió, pero después se puso nervioso, ya se había acostumbrado a la presencia de su amigo y le había empezado a gustar, eso de que desapareciera no le había gustado, así que despertó a todos los demás para empezar con la búsqueda desesperada de su amigo. No sabía por qué había desaparecido o donde podría estar su amigo, pero después de un largo rato buscando, se dieron cuenta de que allí cerca había un nido de Durant. Esos Pokémon hormiga eran propensos a secuestrar a otros Pokémons para luego comérselos. Eso le dio mala espina a Scraggy quien se acercó al nido y después de pensarlo un poco entró en él, para investigar.
    Esos pasillos eran un poco complicados y laberínticos pero no por eso iba a perderse o a abandonar a Axew, no después de haberse dado cuenta de que este era importante para él. Después de dar varias vueltas por ese nido de Durant intentando evitar que estos lo encontraron y lo echaran o lo cogieran también para comérselo, notó que estaba apunto de llegar al centro del nido, donde se encontró un ejercito de chicos de piel grisácea, con pinzas en sus mejillas, antenas en su cabeza y 4 brazos, en vez de dos. Vestían con un simple taparrabos que se abultaba un poco en su trasero por la forma de sus cuerpos, y llevaban una armadura de acero protegiendo su cuerpo y sus piernas, aunque dejaba libre su zona de entre las piernas, sus muslos, sus brazos y su cabeza; y estaban rodeando al Durant alpha, quien tenía a Axew a su lado. Al ver eso abrió los ojos como platos, no muy contento hacia el trato que le daban a su amigo. Este estaba atado con una cuerda y los ojos vendados.
    —Axew —susurró viendo esa escena, enfadándose de golpe al ver eso.
    Usó ataque arena, consiguiendo que todos los Durant quedaran con poca visibilidad y usó un nuevo ataque que había aprendido en ese momento gracias al enfado de ver a SU Axew a manos de esas hormigas. Usó demolición, un ataque de tipo lucha muy efectivo contra las hormigas de acero. Consiguiendo así rescatar al dragón, el cual dio un pequeño gritito por la sorpresa al notar que alguien le cogía por sorpresa por la cintura y se lo llevaba a toda prisa.
    —Axew, no hagas ruido —le dijo la voz de Scraggy haciendo que se sonrojara por ello— ahora te sacaré de aquí.
    Scraggy empezó a correr por los túneles lo más rápido que pudo, intentando no perderse y de paso evitar a los Durant que se encontraba a su paso. No quería que tener que pelear con todos ellos, eran muchos contra uno, y a su pesar tenía que reconocer que no podría contra ellos. Al final lo logró, saliendo de allí corriendo como un loco, alejándose para regresas donde estaban sus otros amigos, aunque a mitad camino, encontró un sitio en el que poder descansar después de ese gran rescate. Bajó al dragón, dejándolo en el suelo y le quitó la venda de los ojos, antes de empezar a sacarle esos hilos que le habían puesto para atarlo.
    —¿Estás bien? —le preguntó antes de notar como Axew lo abrazaba por el cuello feliz y agradecido.
    —Gracias —le dijo intentando aguantar sus lágrimas— pensé que me iban a comer —añadió separándose un poco para mirar al RBD quien después de la sorpresa por el beso había tenido una idea.
    —No lo hubiese permitido, el único que te va a comer soy yo —le respondió con una sonrisa arrogante que consiguió que Axew se sonrojara más aún— pero de otra manera, una más placentera.
    Dicho esto se acercó al rostro de Axew y lo besó en sus labios haciendo que este se tensara pero que acabara suspirando entre el beso, dejando que el luchador profundizara más ese beso que tanto había deseado. Ambos estaban felices de estar juntos y ese beso transmitía lo mucho que habían llegado a quererse después de tantos combates de entrenamiento y tantas aventuras pasadas durante ese viaje que cada día se les hacía más divertido solo por estar el uno con el otro.

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    Por otro lado, Pansage y Dwebble habían salido también a ayudar a buscar a Axew, preocupados de que algo le pudiese pasar al chico dragón, aunque al parecer no le había pasado nada importante en su opinión. Cuando los encontraron estaban muy felices abrazados y besándose. Fue por lo que fuese, la desaparición de Axew esa noche había llevado a un final feliz, y eso era lo que importaba en ese momento, eso pensaron hasta que vieron... un ejército de Durant enfadados que arrasaban con todo lo que había a los alrededores, buscando algo.
    —¿Qué-que es eso? —preguntó Dwebble sin entender lo que veía.
    —Muchos Durant, es mejor correr —le respondió Pansage quien fue hacia sus amigos para avisarlos.
    Tanto Axew como Scraggy sudaron frío y decidieron que ya era hora de irse de allí después de demostrarse cuanto se amaban. Se levantaron del suelo donde se estaban abrazando y besando y salieron corriendo junto a sus compañeros de viaje. Ellos sí sabían el porqué de esa expedición pero no era momento para explicaciones así que simplemente lo dieron todo corriendo lo más rápido que podían para alejarse suficiente para que ya no los siguieran. Y tuvieron suerte, porqué justamente en ese momento aparecieron dos hombres de piel de color marrón, rostro alargado con un poco de morro fino, ojos amenazadores y mucho más grande que los Durant, los cuales eran de un tamaño un poco más reducido que Scraggy o Pansage. Vestían con ropa roja a rayas amarillas, eran bastante anchos de hombros y no estaban delgados precisamente. En sus muñecas llevaban unas pulseras, muy gruesas, con agujeros. La ropa era arrapada y de cuerpo entero des del cuello hasta las rodillas, donde el pantalón acababa un poco antes de llegar a ellas, dejando ver unas piernas del mismo color que su rostro. Eran dos Pokémon oso hormiguero, enemigos íntimos de los Durant, por ser su comida principal. Al parecer tanto Durant junto había despertado su apetito y habían venido para darse una buena comida.
    —Parad —se escuchó la voz del Durant alpha al ver a esos dos gigantes, que se preparaban para comérselos— retirada.
    Dicho esto todos los chicos hormiga, cambiaron su rumbo y fueron directamente hacia su nido, aunque no todos sobrevivieron ya que los dos Heatmor cazaron a varios. Mientras eso pasaba nuestros 4 protagonistas huyeron en dirección contraria a las hormigas para escapar de allí y seguir su rumbo, esta vez abandonando el Monte Tuerca para ir hacia Ciudad Teja y descansar. Este viaje estaba siendo más peligroso de lo esperado, y de vez en cuando era bueno tomarse un descanso.

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    Al llegar a Ciudad Teja fueron al Centro Pokémon para poder descansar y pidieron si tenían libres algunas habitaciones, les dijeron que tenían dos habitaciones y se repartieron. Como no, Pansage y Dwebble les cedieron una habitación a la recién formada parejita y ellos se quedaron con la otra. Una vez en su habitación se quedaran solos y callados, sin saber muy bien que decir. No solían dormir solos en una habitación, normalmente siempre dormían los 4 juntos, pero esa vez habían aprovechado para dejarles algo de intimidad a ese par de tórtolos que se lo merecían.
    —No voy a dormir contigo —le dijo Dwebble sonrojado fijándose que en la habitación solo había una cama, haciendo que Pansage riera nervioso por la manera de decirlo.
    —Entonces, yo dormiré al sofá, no te preocupes —le respondió el chico de cabello verde al chico insecto.
    —Ta-tampoco e-es e-eso… —tartamudeó intentando parecer un poco rudo.
    —¿Entonces? —le preguntó acercándose un poco al chico quien se sonrojó por eso.
    Dwebble se quedó callado sin saber que responder mirando a su futuro seme, si todo iba bien, y aunque él quisiera negarlo tenía ganas de dar el paso y se sentía celoso de cómo les iba al otro par. Pansage pensaba que la manera de ser de Dwebble era muy tierna, tenía un pequeño punto tsundere pero en el fondo era muy amable y tímido con él. A medida que avanzaba lentamente hacia el chico de piel anaranjada esté notaba como su piel se ponía más caliente y sus mejillas más rojas.
    —¿Pa-Pansage? —le preguntó mirándolo seriamente aunque en el fondo estaba muy nervioso.
    —Dime —le dijo con una sonrisa mientras acariciaba su mejilla.
    —¿Qué haces?
    —Yo… debo admitir que estoy un poco celoso de la otra parejita, a mí también me gustaría estar así contigo —le declaro directamente el chico mono hierba— des de que nos conocimos que me has gustado.
    —¿Q-que dices? —le preguntó intentando aparentar que no estaba de acuerdo con sus palabras aunque el tartamudeo lo delató haciendo sonreír al más alto.
    —¿Tú no opinas lo mismo? —le preguntó esperando una respuesta por parte de este.
    —N-no e-es eso…
    —¿Entonces, te gustaría que pasáramos la vida juntos acaramelados como ese par?
    —N-no tanto, son mu-muy cursis…
    Pansage sonrió ante eso y se acercó para besar los labios de Dwebble quien se sonrojó y alzó una ceja pero no se apartó y dejó que lo besara. Poco a poco su ceja se fue relajando al igual que todo su cuerpo, disfrutando de ese tierno beso que su, ahora, novio le estaba dando. Tampoco iba a mentir, se hacía el rudo pero le gustaba el más alto, al igual que ese beso. Y no se iba a negar a algo que realmente le gustaba.
    —E-está bien si me besas y esas cosas, pero no s-seas cursi.
    —Entendido, señor —le dijo el otro divertido aceptando eso como un sí a su declaración.
    FIN

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    Y hasta aquí este fic de Pokémon humanizado como el otro que hice. Como siempre basándome un poco en la saga, para sacar ideas para poder escribir esto. Aunque me he tardado muchos años en acabar este fic que había empezado hace ya tiempo, no encontraba la inspiración para acabarlo hasta que hoy me he puesto a ello y lo he logrado.

    Espero que les haya gustado.
  7. .
    Y aquí llega el capítulo final, parecía que no iba a lograrlo pero sí!!! AL fin ha llegado, espero que os guste y dejéis algún comentario al leerlo
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    Capítulo 25
    Han pasado 10 años des del capítulo anterior, han pasado varias cosas desde entonces, entre ellas que todos se han casado ya con sus respectivas parejas y la mayoría ya tienen hijos o están esperando el primero. Aquí veremos cómo han evolucionado las cosas entre las parejas y cómo les va antes de acabar con la historia.

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    En casa de Gamma y Einamu están de celebración nuevamente, esta vez están celebrando el recién nacimiento de los gemelos. Son los primeros hijos de la pareja y todo el mundo ya se había dado por vencido, pensando que no tendrían descendencia, cuando de repente Einamu había quedado embarazado. Nadie se lo creía, ni el mismo Einamu, a su edad ya casi tendría que ser abuelo pero en vez de eso estaba por ser padre. Todos pensaron que ya sería el único hijo de la familia y todos se estaban preparando para cuidarlo casi como a un rey, cuando al nacer resultó que eran dos. Se habían hecho esperar pero había dos herederos de la misma edad. Eso podía crear conflictos en la familia.
    —¿Cómo está Einamu, y el bebé? —preguntaba Gamma que no había asistido al parto y acababa de llegar del trabajo tras saber la noticia.
    —Los tres están bien, solo necesitan reposo, pero no ha habido complicaciones.
    Gamma sonrió por esa respuesta de la ama de llaves que era quien le estaba informando, y lo acompañó para que viera a los bebes. Los niños no eran idénticos del todo, pero se parecían mucho y no sabría reconocerlos a simple vista. No se había sorprendido cuando le habían dicho que eran tres, porqué Einamu estaba muy gordo y ya se imaginaba que serían gemelos, o el niño sería muy grande.
    —Son muy guapos, ¿verdad? —dijo la ama de llaves a su lado.
    —Sí, lo son.
    —¿Quiere ver a Einamu, aunque ahora necesita descansar?
    —Iré a verle un momento.
    Fue a la habitación donde estaba Einamu en esos momentos tumbado en la cama con los ojos cerrados, aunque al escucharlo entrar los abrió y lo miró. Gamma le sonrió a su manera particular y le cogió de la mano notando como este le apretaba un poco.
    —Al final hemos tenido dos niños bien guapos —le dijo para intentar calmar a su esposo.
    —Cuando ya nadie se lo esperaba —le recriminó este que aún estaba un poco molesto por haber tardado tanto— nuestros vecinos ya casi tienes nietos.
    —Pero han nacido sanos y fuertes, según el doctor.
    Einamu se quedó callado, a pesar de estarse quejando por haber tardado tanto estaba feliz de haber tenido a los dos bebés y demasiado débil para seguir quejándose. Gamma notó eso y se estiró para darle un beso antes de irse para que este pudiese descansar. Einamu en cuanto se quedó solo sonrió feliz, dejando de ocultar que en realidad era un padre orgulloso en esos momentos.

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    En casa de cierto pirata estaba un chico con peinado en forma de tiburón, color castaño como su padre doncel, de unos 9 añitos, que estaba pidiendo a gritos algo. ¿A quién? A su hermano pequeño también castaño, de cabello con corte recto que le llegaba hasta debajo de la mandíbula y que era más fuerte que su hermano mayor.
    —Suéltame de una vez que he quedado con Yuuno —le decía al niño de 5 años quien no quería soltarlo.
    —Quiero ver a Grey —le respondió el menor mirándolo con determinación.
    —Ni lo sueñes, no voy a dejar que veas a ese pervertido.
    —Quiero ver a Grey —repitió este con los ojos llorosos.
    —¿Qué os pasa niños? —preguntó Makoto entrando en escena en esos momentos, viendo como sus dos hijos estaban peleando.
    —Quiero ver a Grey, y Kou-chan no quiere.
    —¿Por qué? Llévalo a casa de Grey y luego puedes ir con Yuuno, o que Yuuno te acompañe a dejar a Saki con Grey.
    —Pero es que Grey es un pervertido que solo quiere tocar a mi hermano.
    —¿Pero cómo va a ser eso sí solo tiene 6 años? —dijo Makoto con un suspiro por las salidas que tenía su hijo mayor.
    —Tú no has visto como lo mira.
    —Anda, vete con Yuuno, ya llevaré yo a Saki a casa de Grey.
    —Pero…
    —No has escuchado a Makoto, vete ya de una vez, mocoso —le prácticamente ordenó Namikawa a su hijo mayor quien después de eso se fue de allí chistando.
    —Bueno, Rensuke, voy a llevar a Saki con Grey, cuídate de la tienda de mientras.
    —Ten cuidado por el camino.
    Así era el día a día en casa de los Namikawa des de que habían nacido los niños, pero se podía decir que estaban felices. Y con estas visitas aprovechaba para ir a hacer la compra y para pasar a ver a Kinsuke, quien ahora en ese momento estaría cuidando de su hijo pequeño de 1 año. Ambas parejas se habían casado hacía ya tiempo, antes de que nacieran los bebés. Estaba mal visto que la gente tuviese hijos sin estar casados, así que habían tenido que hacer unas bodas exprés para que la gente no hablara tan mal de ellos. Al fin y al cabo en los barrios todo el mundo se enteraba de todo y las críticas eran la orden del día. Pero eran dos parejas felices que se querían y con descendencia y trabajo, eran de la parte adinerada de la ciudad y no podían quejarse.

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    En una masía rural estaban viviendo Yuuichi y Furetsu con su hijo, de 5 años, llamado Ryoma, cuando los padres de Furetsu, que en realidad solo eran los padres adoptivos, se pusieron enfermos, Furetsu insistió en ir a vivir con ellos, y se quedaron a vivir allí, los 3 junto a los abuelos, aunque ahora mismo ya solo quedaba la abuela. El padre había muerto hacía poco tiempo. La cosa estaba bien situada, ya que Yuuichi había decidido hacerse a cargo de la granja de su familia. Una granja donde tenía unos trabajadores que cuidaban de los animales y él solo se encargaba de vigilar y hacer la parte administrativa.
    —Papa —escuchó Yuuichi que lo llamaba un pequeño peli-azul de coleta alta y ojos exóticos.
    —Dime Ryoma.
    Yuuichi cogió al pequeño en brazos y lo sentó en su regazo mientras le miraba con una sonrisa orgullosa de padre, que piensa “pero que hijo uke más tierno he tenido”. Y sí, tenía razón, era muy lindo y tendría que ir con cuidado porqué de más mayor tendría mucho éxito con los otros chicos. Este una vez sentado en el regazo de su padre también sonrió. Se sentía un poco solo siendo que no tenía hermanos y vivía en una casa de campo, al menos su primo si tenía con quien jugar.
    —Quiero ver a Grey —le dijo mirándolo fijamente con ojitos de corderito degollado que hicieron que Yuuichi tragara saliva.
    —A-ahora tengo trabajo, cariño —le respondió a su hijo sintiéndose el peor padre del mundo.
    —¿Y papa Furetsu? —preguntó con algo de esperanza.
    —Irá a la granja a ver cómo está todo.
    —Voy con papa Furetsu.
    —Pregúntale si puedes ir.
    A Ryoma le gustaban los animales de la granja, y eso hacía feliz a Yuuichi, ya que gracias a ello Ryoma no se aburría tanto. Lo pensó un poco, y sonrió pícaramente, quizás sería un buen momento para darle un hermanito a Ryoma, si Furetsu estaba de acuerdo, no veía porque no tener a un segundo hijo, realmente era normal tener muchos en esa época y ellos solo tenían uno. Ante esa proposición Furetsu no tuvo mucho que objetar aunque tardaron dos años más en tener al siguiente bebé.

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    En la ciudad de Bartagi, nuevamente, Minaho seguía viviendo de ser zapatero, junto con Manabe y con Takami, un pequeño de 6 años, de cabello lila corto y ojos negros. Este se estaba entreteniendo jugando con un cochecito por el suelo del taller mientras Minaho reparaba unos zapatos de un cliente. Manabe era una madre dedicada aunque él lo negara y siempre estaba encima del pobre Takami, que a sus 6 años de edad no se quejaba mucho.
    —Takami, vamos a comprar —le llamó Manabe para que lo acompañara.
    —Jni-chan —le respondió Minaho al escucharlo— deja a Takami aquí, está muy tranquilo ahora.
    —Pero tiene que tocarle el aire, no puede estar todo el día encerrado.
    —Pero ya hace mucho frío, aquí estará más calentito. ¿Takami tú que prefieres?
    —Casa.
    —¿Lo ves, Jini-chan?
    —Es tu culpa por ponerte de su parte —le echó en cara Manabe mirando a su hijo— luego lo habrás protegido tanto que un día se pondrá enfermo y se morirá.
    —Creo que exageras un poco, solo déjalo jugar tranquilamente por un día.
    —Compraré castañas y boniatos, que ya llega la castañada.
    —Acuérdate de ir a la panadería y comprar panellets, que ya es época.
    —De acuerdo, Kazuto, pues me voy ya.
    Así el papa uke se fue de la zapatería para ir a comprar. ¿Qué había pasado con su taberna? Que sus padres, viendo que Minaho había conseguido una zapatería y que se ganaba la vida lo suficiente para poder mantener la familia, decidieron que venderían la taberna. Su hijo no servía para la cocina ni para el trato con el cliente, así que era mejor que él se dedicara a ser un erudito. Hasta el momento Manabe había escrito un par de libros con diferentes teorías sobre las matemáticas que aún no habían sido descubiertas, y era un matemático famoso, con lo cual no les faltaba de nada en su casa. Ganaba más Manabe que Minaho, pero este último no quería dejar el oficio porque sabía que le debía mucho a la persona que lo había ayudado a conseguirlo y sería muy desagradecido si lo dejara.

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    En una colonia cercana de allí, estaba una pareja ya casada, y con el padre uke embarazado esperando el primer hijo. Según los mayores estaban algo viejos para ser padres primerizos, pero Hamano y Hayami ni siquiera iban por el primero, con lo cual tampoco podían decir mucho. Más o menos Kurama tenía que salir de cuentas en unos cinco meses aproximadamente, y estaba ya de un humor de perros que no dejaba que Minamisawa tuviera siquiera un momento de descanso.
    —Atsushi, quiero ir a dar una vuelta.
    —Pero hace frío, te vas a helar.
    —Con el embarazo tengo calor, y me dijo la doctora que andar era bueno.
    —Como quieras —le dijo su esposo peli-lila divertido— aunque no lo entiendo, por qué no tienes tanto tiempo de embarazo para ello…
    —Cá-cállate —le gritó un Kurama nervioso y acalorado haciendo sonreír a Minamisawa quien cogió su chaqueta, y algo para tapar al menor cuando tuviera frio, y empezó a seguirlo.
    —¿Y a dónde vamos? —le preguntó cogiendo su mano escuchando como el menor chistaba aunque no la soltaba.
    —Donde sea —respondió restándole importancia.
    —Como quieras Nori-chan —le respondió este dándole un pequeño beso en la mejilla de su esposo, viendo como este miraba hacia otro lado.
    —Idiota… —susurró esta vez consiguiendo que Minamisawa sonriera más.
    El peli-lila no podía entender que tan rápido el embarazo había afectado a las hormonas del más bajo, pero solo tenía 4 meses y ya se ponía de esa manera, no sé quería imaginar cómo sería en unos meses más, aunque seguramente a él le resultaría el chico más tierno del mundo. Quizás era el amor, y como le había dicho Hamano, este era ciego, pero no le importaba, estar junto al peli-azul y sus gritos o golpes, tampoco estaba tan mal y a él le hacía feliz.

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    Sobre la taberna que los padres de Manabe habían vendido había que decir que habían ido a parar a manos de las personas que hacía tiempo habían ayudado a Minaho a llegar hasta donde estaba ahora. Itetsuki y Oujika, juntamente con Kitatki y Koori, la habían comprado y ahora las dos familias eran socias en un mismo negocio, que a decir verdad les iba muy bien. La habían remodelado para que pudiesen vivir ambas familias, con algunas zonas comunas y otras privadas. Y había ya dos niños en esa casa, Ryan de 7 años, hijo de Itetsuki y Oujika, de cabello gris algo parecido a su padre seme, y los ojos negros; y Ran de 1 añito, hijo de Kitatki y Koori, que ya mostraba tener el cabello bicolor, entre blanco y negro.
    —Ran llora, quiere comida —fue a avisar Ryan al primer adulto que encontró por la casa.
    —Ahora lo preparo —le respondió Kitatki quien estaba en la cocina de la casa en esos momentos.
    Gracias a que eran dos familias, siempre había un adulto vigilando a los niños, aunque de cuidar a Ran se encargaba principalmente Ryan, quien no se separaba a penas de su lado. Aún era pequeño para que ayudara en la taberna, había demasiado alcohol y hombres borrachos para un niño, así que solía quedarse en casa y siempre estaba al lado del menor. Ran casi le reconocía más a él como madre que a sus propios padres. Cuando Kitatki tuvo preparada la mezcla para el bebé, que no dejaba de ser fruta chafada con algo de leche para que fuese menos densa, llevó el plato junto al menor que ya casi empezaba a tener su primer diente listo y le dolía.
    —Yo, yo —dijo Ryan pidiendo para darle de comer a Ran.
    El mayor sonrió y le dio el platito con la cuchara viendo como Ryan le daba de comer a su “hermano” aunque nada más lejos de la realidad, porqué en realidad Ran sería su futuro uke en cuanto crecieran. Algo que de momento no sabían, ni siquiera Ryan.

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    En casa de Taiyo y Kinsuke en la ciudad estaba Kinsuke cuidando de su hijo mientras el otro padre estaba trabajando. Estaba continuando con la tradición familiar, de llevar la carnicería y tenían la tienda de ropa alquilada a otra persona, que era quien trabajaba y llevaba el negocio aunque el propietario era Kinsuke y de vez en cuando se pasaba por allí para ver como iba y cosía algún que otro vestido. En esos momentos el cuidado del bebé le ocupaba gran parte de su tiempo, así que algunas veces era Yuuno quien se pasaba por la tienda. Aunque ese día este había quedado con el hijo de sus mejores amigos, Makoto y Namikawa, y había salido a dar una vuelta. Los dos niños tenían 9 años y solían dar una vuelta por el vecindario donde todos los conocían así que no había peligro de que les pasara algo mientras no se alejaran fuera del vecindario.
    Yuuno era un chico de cabello naranja y largo hasta la cintura, con los ojos rojizos, era muy bueno y tranquilo, algo tímido pero muy amable con la gente. Kinsuke sabía que todo el vecindario lo quería y que no dejarían que le pasara nada por eso estaba tan tranquilo cuando salía con Kousuke, el cual no era tan querido pero se había ganado el corazón de las personas por lo sincero que se veía cuando se preocupaba por Yuuno o por su hermano.
    —Hola Makoto —lo saludó con Yuuri en sus brazos, el cual tenía solo 1 añito y solía estar muy calmado mientras Kinsuke lo cargara.
    —¿Qué tal? ¿Cómo estáis? —le preguntó este viendo al pequeño que sonreía.
    —Bien, un poco cansado, con todo pero bien, ¿y tú?
    —Vengo de dejar a Saki en casa de Grey, Kousuke sigue negándose diciendo que Grey piensa en cosas impuras por Saki, pero solo tienen 6 y 5 años…
    —Es demasiado protector con su hermanito.
    —Parece ser que lo quiere solo para él. ¿Y qué tal está Taiyo? —le preguntó Makoto a su amigo.
    —Bien, ahora mismo trabajando, y yo debería de ir a ver cómo va la tienda de ropa.
    —Si quieres te acompaño así cargo a Yuuri un ratito.
    —Gracias, ¿Y qué tal Namikawa?
    —También está bien, a veces se discute un poco con Kousuke, pero bien.
    —Tienen un carácter parecido.
    —Es verdad, y como vivimos en el mismo sitio donde trabaja él, en el piso de arriba de la herrería pues se pasan el día juntos discutiendo.
    —A Taiyo se le cae la baba con sus hijos, dice que se parecen a mí.
    —Tiene algo de razón, a parte vosotros vivís donde la tienda de ropa, así que él tiene que ir a la carnicería y ya no se ven tanto.
    —A veces lo echo un poco de menos.
    Con esta conversación llegaron al sitio donde Kinsuke aún trabajaba, digo aún, porque Makoto al casarse cedió la tienda de cerámica a Alpha, quien junto con Fey se instalaron allí, así que él ya no tenía su tienda de la familia. Aunque realmente a Makoto más que la cerámica le interesaban los libros, así que él hubiera preferido montar una tienda de libros, pero eso no se estilaba y no creía que tuviese mucho éxito.

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    En una casa rural, estaba una familia reunida cerca de un manzano, estaban haciendo un picnic de invierno, junto al manzano gracias al cual había empezado todo. Ese manzano en esos momentos estaba un poco frío, no tenía manzanas, al ser invierno, y las hojas se le habían caído. A pesar de todo, Chet había insistido en ir a hacerle un homenaje. Asuna, la hija de 9 años de la familia estaba allí temblando de frío pero acatando la decisión de su amado padre. Según Yuuchi y los demás familiares, tenía una extraña obsesión por Chet y eso los tenía un poco preocupados. Aunque el rubio no se daba cuenta de nada y lo veía todo normal en su manera de ver, nada raro siendo que él no tenía un pensamiento muy normal. Yuuchi no podía negar que no tenía tiempo de aburrirse con esta familia.
    —Entonces empecemos con la ceremonia —dijo levantándose para mirar el árbol— oh, manzano sagrado de esta casa, te venimos a retar homenaje para que esta primavera y verano nos des unas manzanas tan preciosas como las de los años anteriores.
    —Oh, manzano sagrado… —empezaron a repetir los dos peli-blancos que vivían junto a Chet, sabiendo lo que tocaba.
    —Por ello te ofrecemos esta comida junto a ti y este cálido homenaje —siguió diciendo mientras lo abrazaba, siendo observado por los otros dos que se pusieron en posición de rezar mientras repetían lo mismo que había dicho Chet.
    —Muchas gracias por todos estos años de manzanas hermosas y deliciosas —con eso concluyó.
    Los tres dejaron de rezarle al árbol y empezaron a desmontar el picnic para ir a casa y tomar un poco de caldo caliente tapados con una buena mantita que les calentara el cuerpo que en esos momentos lo tenían más que helado de comer fuera y hacer el ritual de veneración para el manzano. Chet seguía obsesionado con el manzano que daba esas manzanas tan hermosas, o al menos el árbol que él creía porque Yuuchi no sabía si realmente era ese, solo le seguía la corriente a su esposo para que estuviese feliz.

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    Una pareja de castaños iban por las calles de la ciudad de camino a casa de su familia, o al menos parte de ella. Ninguno de los dos estaba del todo feliz con ello, pero por motivos diferentes. El castaño del cabello más largo no lo estaba porque su hermano siempre se metía con él, y eso le molestaba, y el de cabello corto porqué sería una comida muy incómoda teniendo a los dos hermanos peleando. Aunque cuando iban a la casa de su hermano no iba mucho mejor. Por algún motivo su esposo siempre acababa peleando con los mayores.
    —Yoshi —llamó el chico de cabello corto a su esposo— ¿puedes intentar llevarte bien con tu hermano por un día, por favor? —le preguntó mirándolo con ojos tiernos sabiendo que ante eso su esposo no podría negarse.
    —E-Esto… —respondió tragando saliva el de la coleta— sí, pero sabes que no es cosa solo mía.
    Ese asintió y llamaron a la puerta de la familia donde salió un peli-morado a recibirlos con dos niños gemelos, de 4 años, pegados a sus piernas. Este les sonrió y como pudo los dejó entrar caminando con los dos niños allí. Ambos sonrieron y saludaron al mayor, contentos de que fuese él quien abriera la puerta. Los pequeños al verlos sonrieron y se abrazaron a Yuuta, quien les saludó acariciando sus cabellos.
    —Hola chicos —fue lo que escucharon los pequeños con una sonrisa.
    —¿Cómo te encuentras? —le preguntó Kishibe a Yuuta tocando su enorme barriga.
    —Bien, no me puedo quejar, solo me cuesta dormir o caminar.
    —Si quieres sentarte allí tenemos la butaca con los cojines preparados para que te pongas cómodo.
    —Gracias —le respondió el pequeño castaño con una sonrisa mientras ahora se dirigía a los niños— Kaoru, Kaito, ¿Me dejáis que me vaya a sentar?
    Ambos chicos asintieron, eran débiles ante su tío político. Lo cogieron de la mano y se fueron junto a él al sofá individual para sentarse en los apoya brazos con los pies en las piernas del menor. Quizás no fuese lo más normal pero así podían abrazarlo sin hacerle daño con su peso. Yuuta estaba embarazado, en dos meses tendría a su primer hijo, y quien sabe si el único, eso solo lo sabía dios.
    —Mocoso, al fin llegaron —dijo Sousuke mirando a su hermano quien tragó saliva nuevamente— que lentos que son, un poco más y se enfría la comida esperándoos.
    —Sousuke, no seas así con Yoshihiko, Yuuta está embarazado no puede correr —los defendió el pequeño leoncito mirando a su esposo.
    —Si ya, siempre con excusas… —chistó el mayor de la casa yendo donde estaba Yuuta con los niños, al cual solo le hizo un movimiento de cabeza para mostrar que sabía que estaba allí pero nada más.
    —Gracias Kishibe, pero he prometido que ignoraré a mi hermano para no molestar a Yuuta, está muy sensible con el embarazo y todo le afecta más de lo normal.
    Por algún motivo Sousuke estaba escuchando esa conversación de su esposo y su hermano y cuando escuchó que Yohihiko le contaba al leoncito que Yuuta en la comida en casa de Hayato acabó llorando por una pelea entre el mecha azul y él, tragó saliva y decidió mantenerse callado desde ese momento. Le gustaba molestar a su hermano, pero hacer llorar a un uke era pecado. A parte si hacia eso, seguro que sus hijos iban a molestarlo durante largo tiempo y lo dejarían sin sexo con su leoncito, el cual los apoyaría como castigo por portarse mal con el esposo de su hermano, y no, él no iba a pasar por el celibato, involuntario.

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    En la ciudad un castaño y un peli-azul iban caminando junto a un pequeño peli-azul de unos 6 años y un castaño de 5 años, para ir a jugar al fútbol. Ese juego que Tenma se había inventado y al cual solía jugar solo hasta que le enseñó a jugar a Kyosuke y a Shinsuke, con quienes iba a jugar ahora mismo. Había quedado con este en la plaza donde antes practicaba solo y donde ambos castaños se habían conocido. Al llegar vieron que no estaban solos. Allí también estaban Kousaka, Konoha, un bebé de 2 años que estaba en un rincón jugando con la arena, junto a una niña de 3, y Tetsukado, el esposo de Kinsuke.
    —Hooola —saludó alegremente Tenma viendo a su amigo y los otros chicos a los cuales ya conocía de otras quedadas— vamos, Grey, Saki, id a jugar con los otros niños.
    El castaño se cogió de la mano del peli-azul quien lo miró de reojo y empezó a andar siguiendo al menor, el cual tiraba de él para que fuesen más rápidos. Saki había insistido en ir a casa de los Tsurugi para ver a su amigo Grey, y lo Makoto lo había dejado con ellos. Como Tenma ya había quedado con Shinsuke y los demás, decidió llevar a los niños para que jugaran juntos, y de paso que Grey estuviese más tranquilo y no se quejase, al menos eso último era lo que pensaba Tsurugi, viendo como su hijo era tan dócil cuando estaba Saki junto a él. Negó con la cabeza mientras suspiraba. No le había salido un hijo RBD como él quería, era solo un semiRBD, similar al chico de la posada que frecuentaba cuando iba a casa de Tenma de pequeño.
    —Kyosuke —lo llamó el pequeño castaño mirando a su esposo quien se veía concentrado en sus pensamiento— empezamos a jugar, va.
    —Sí, sí.
    Shinsuke se situó en la portería y Tetsukado y Konoha en la defensa; por otro lado, Tenma, Kyosuke y Kousaka, jugarían como el equipo contrario y todos atacarían. El juego consistía en que los atacantes harían jugadas y pases y debían marcar un gol. Si los defensas les quitaban la pelota o el portero la paraba era un punto para el equipo defensivo. Quien sumara más puntos ganaba.

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    Después de reconstruir la fábrica entre todos, y pasados unos años para que los sucesores fueran mayores de edad, la colonia había pasado a manos de los hermanastros. Al principio habían intentado llevarse bien, para que la colonia no se fuese a la ruina, pero al ver que la convivencia, no era lo mejor, llegaron a un trato. Masaki y Hikaru se quedarían como dueños de la colonia, aunque la mitad de esta era de Taiga y Sousuke. Para cualquier cambio se tendría que pedir permiso a la pareja, pero para todo lo demás Masaki y el corderito tenían vía libre para hacer lo que quisieran con ella. Sousuke y Taiga se fueron a vivir la ciudad, y su trabajo consistía en conseguir un sitio para las ventas de la colonia, socios, trabajadores cuando era necesario… a cambio recibían un porcentaje de lo que se ganaba en la fábrica y vivían la mar de bien, teniendo dinero suficiente para no preocuparse por él.
    —Masaki —le dijo un corderito a su esposo acercándose a la mesa de la gran casa, donde vivían dentro de la colonia.
    —¿Qué quieres mocoso? —le preguntó este viéndolo acercarse con su hijo de 5 años abrazado a su cuello, algo que le hizo chistar un poco molesto.
    —¿Puedes cuidar de Senai mientras preparo la comida?
    —¿Qué harás hoy?
    —Tú comida favorita.
    —¿Carne, al fin?
    —Sí —le respondió sonrojándose por la sonrisa arrogante que mostro el mayor mientras lo miraba tan fijamente.
    —¿Qué celebramos?
    —N-nada… es solo… que… últimamente has trabajado mucho y quería darte algo para que estuvieras feliz —le acabó diciendo con una sonrisa que dejó a Kariya embobado mirando a ese cordero tan adorable que tenía como esposo.
    Se acercó a él, dejó al niño en la mesa y abrazó al corderito quien se sonrojó un poco por ello sin dejar de sonreírle a su esposo, quien lo tomó por el mentón para acercarse a sus labios y darle un beso. Un beso que él quería profundizar pero que no pudo al notar como después del roce el corderito se separaba rápidamente de él dejándolo con una ceja alzada y algo molesto.
    —SENAI —escuchó el gritito que dio el corderito acercándose a su hijo que había caído de la mesa donde el mayor lo había dejado— e-está muerto… —exclamó haciendo que el mayor tragara saliva mirando hacia la escena donde el niño estaba en el suelo sin moverse.
    —Mocoso levanta —le dijo Kariya a su hijo acercándose a este, viendo que respiraba y que hasta tenía una pequeña sonrisa en sus labios.
    Al parecer todo era parte de su plan para alejar a su padre seme de Hikaru. A alguien le gustaba hacer llorar a su padre uke y molestar a su padre seme, llevaba la sangre RBD sádico en sus venas. Kariya iba a levantarlo para darle una buena bofetada por el susto cuando vio como Hikaru como lo abrazaba aún en lágrimas.
    —Está vivo, Hikaru —le dijo a su corderito quien lo miró confundido.
    —Hola mama —le saludó como si no pasara nada, dejando a los dos mayores sin habla.

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    En una posada no muy lejana de la ciudad, estaba una pareja preparando todo para la comida que tendrían con la hermana de Shuu, su esposo y su hijo. Estos habían llegado ya y estaban ayudando a su manera. Kei y Taichi se habían quedado con Ayame y Reiji, para cuidarlos, mientras Hakuryuu se encargaba de los clientes que aún tenían y Shuu y Shin estaban juntos en la cocina preparando la comida.
    —¿Cómo te va hermano? —le preguntó la peli-negra mirándolo preocupada.
    —Bien, estoy muy feliz aquí.
    —Tardaste mucho en mandar una carta para decir que estabas bien… y cuando al fin la mandas es para decir que estás casado y con dos hijos.
    Sí, hacía 10 años que estos hermanos no se veían por decisión de Shuu algo que había molestado a su hermana. El día de su boda, después de que dijeran ambos que sí y se besaran, tal y como había dicho Shuu se había ido de la casa y no había vuelto a saber nada de él hasta… hace una semana que le había mandado una carta, que le había dado a Kei, cuando este por casualidad había pasado por esa posada y se habían encontrado.
    —Lo siento —respondió el de cabello tricolor riendo nerviosamente, aunque en el fondo se sentía algo culpable.
    —Un lo siento, no me vale, llevo 10 años esperando por saber algo de ti, y-yo pensé que te ha-había pasado a-algo y q-que nunca… me e-enteraría… —le dijo ahora empezando a llorar haciendo que Shuu se sintiera algo peor que antes.
    —Shin… —fue lo único que llegó a decir antes de abrazar a su hermana, quien a pesar de todo no se soltó del abrazo— no era esa mi intención… solo que al final Hakuryuu me dio un sitio donde vivir y no lo tenía claro al principio…
    —¿No lo amas?
    —S-sí, lo amo, pero… me sentía una molestia… no había hecho nada para merecer algo así a cambio…
    —¿Y ahora?
    —Ahora esto es mi casa ya, y soy muy feliz con Hakuryuu y con Ayame y Reiji.
    —Eso es bueno, hermano —le dijo Shin dejando de abrazar a su hermano y limpiando sus lágrimas.
    —¿Y vosotros Shin? ¿Cómo habéis estado? —le preguntó pensando en que no esperaba que su hermana tuviese ya un hijo de 6 años.
    —Muy bien, la granja nos va bien, el huerto también, ganamos suficiente para mantenernos y Taichi es una alegría para nosotros —Shuu sonrió por la respuesta de su hermana viéndolo feliz por ello aunque luego se puso serio.
    —Shin, nunca más voy a desaparecer así, yo lo único que quería era que pudieses hacer tu vida en esa casa sin un hermano mayor que mantener, prometo que a partir de hoy volveremos a estar como antes.
    —Eso espero, o no volveré a hablarte nunca más.
    Shuu tendría que compensar a su hermana por esa desaparición y también tendría que hablar con Kei, quien realmente era un amigo de la infancia, no lo tendría fácil ese día y por eso estaba preparando una gran comida que lo ayudara a hacerse perdonar más fácilmente. Hakuryuu le había ayudado a hacer este paso, ya que él no las tenía todas, le daba un poco de miedo hacerlo por si Shin lo odiaba y no lo perdonaba, pero gracias a las palabras del peli-blanco había cogido valor para tener este momento con su hermana y poder arreglar las cosas con él. Más tarde recompensaría al mayor por su ayuda y sus consejos.

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    En la ciudad, en la parte alta, había una gran comida festiva para celebrar la boda de Yukimura y Miyabino. Iban un poco lentos, les había costado 10 años de noviazgo casarse pero al fin lo habían logrado. Habían invitado a Ichiban y Yoichi, Shindo y Kirino y también estaban por allí Sarjes y Acrous los cuales se habían casado unos años antes. Pero no solamente estaban ellos sino que también estaban los respectivos hijos de cada pareja, Isao de 10 años y Natsumi y Mitsuki de 5 años, por parte de Ichiban y Yoichi; Yuna de 4 y Yuzu de 3, por parte de Shindo y Kirino; y Leck de 7 y Brigan de 2, por parte de Sarjes y Acrous.
    La boda se había acabado ya y ahora estaban en el banquete con una comida que haría babear a cualquiera que la viese. Los mayores estaban comiendo tan tranquilos, pero los menores tenían otros planes para el momento de la comida. No se conocían mucho la mayoría, pero eso poco les importaba, porque la cuestión era hacer algo para no aburrirse mientras los mayores comían. Isao era alguien calmado pero no por eso iba a dejar pasar la oportunidad de molestar a sus hermanos. Al menos a Mitsuki que era muy enojón y fácil de molestar.
    —Mit-chan —lo llamó sabiendo que ese apodo no le gustaba a su hermano— ¿no te comes las verduras? —le preguntó sabiendo que este ya estaba algo molesto por lo de antes— eres un niño aún —se rio de él un poco.
    —Cállate Isao —le gritó como todo un niño de 5 años puedes hacer— yo como carne, verdura es para animales —luego sonrió y añadió— como tú.
    —Más respeto para tu hermano mayor.
    —Respeto tú a mí.
    —Sí, ya un mocoso como tú no merece eso —le respondió tirando un trozo de zanahoria a la cara de su hermano.
    —Idiota —le gritó este otro lanzándole un trozo de lechuga.
    Empezando así una guerra de verduras que empezaron a volar por el aire entre los niños que felices por eso, se libraban de tener que comer tal cosa. Todos menos Leck y Brigan. El primero mirando a los otros niños con cara de “vulgares” y el segundo que comía un poco de puré sentado en el regazo de Sarjes quien lo alimentaba con una sonrisa, orgulloso de que sus hijos no participaran en esas peleas.
    —Isao, Mitsuki —se escuchaba a Ichiban gritar a sus hijos para que se comportaran mientras Yoichi a su lado solo reía mirando la cara de Miyabino, de querer llorar porqué le estaban arruinando su boda— queréis parar de una vez, con la comida no se juega.
    En esos momentos Yuzu, de 3 añitos, decidió que eso parecía divertido y cogió un trozo de salchicha tirándolo al azar, dándole en la cabeza a Acrous quien se levantó de golpe mirando a la niña enfadado. Como se atrevía a tirarle una salchicha a su real cabeza, pensaba viendo la sonrisa de esta al lado de un Shindo quien sonreía nervioso.
    —Yuzu —le llamó un peli-rosa, alias padre uke de la niña quien se levantó para ponerse a su lado y quitarle el plato de comida junto con otro trozo de salchicha que ya tenía en la mano dispuesta a lanzarlo.
    Shindo ayudó a su esposo a evitar que su hija acabara de enojar al hijo del alcalde, quien ya tenía una gotita estilo anime en su frente y un tic, no sabiendo que hacer. Estaba enfadado pero era una niña de 3 años. Sarjes al ver eso, se acercó a su esposo y con una servilleta le limpió un poco el cabello dentro de lo que pudo, haciendo que el peli-lila se sonrojara y calmara de golpe.
    Natsumi por otro lado le dio una colleja a su hermano gemelo, antes de ir a abrazar a Yuzu con una sonrisa, al ver como este se calmaba un poco y la miraba con el ceño fruncido aunque dejando de tirar comida. Ella ganaba siempre, con un golpe suyo su gemelo se calmaba, ese era su poder de hermana y nadie se lo iba a negar.
    Ichiban suspiró más tranquilo al ver que Mitsuki se calmaba y que Isao se quedaba sin alguien con quien pelear, con lo cual se calmó también chistando un poco. Después de eso el peli-naranja se acercó a los recién casados y se disculpó con ellos por el lio que habían creado estos. A la vez que su esposo rubio se acercaba a Yuna, el hijo mayor de la pantera rosa, y lo abrazó para que dejara de llorar después de que le hubieran ensuciado a él y a su traje en esa pelea de comida. Yoichi miraba a ese niño de cabello gris recogido en dos coletas largas y con mala vista a pesar de su corta edad, pensando en de donde había salido con los genes de su mejor amigo y su esposo. Entre llorón, cegato y algo débil, le daba penita pero también despertaba su instinto protector, algo que no le pasaba con casi nadie.
    Cuando todo esto acabó la boda siguió como si nada, sin más problemas, para alegría de todos los adultos que había allí. Al parecer les faltaba un poco de educación a los hijos del rubio quien no imponía mucho como padre y eso podía ser un problema. Ichiban pensó ese día que él tendría que tomar las riendas de la educación de los niños si quería evitar que se volvieran unos gamberros en un futuro.

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    En una masiva rural, ciertos peli-negro vivía feliz junto a su esposo, ambos cuidando de las tierras y los animales de la familia Ichino, donde Aoyama había sido aceptado muy bien des del principio y donde él había empezado a vivir y se había adaptado a medida que aprendía como funcionaba esa casa y sus alrededores. Él antes era mayordomo, cuidar de la casa se le daba bien y sabía hacer todo lo relacionado con su limpieza y orden pero lo del campo y los animales no, así que había tenido que aprender para colaborar con la familia.
    —Nanasuke —le llamó un día la madre de este la cual aún vivía con ellos, haciendo que el menor la mirara con una pequeña sonrisa— ¿Por qué aún no tenéis un hijo?
    —¿Eh? —preguntó este desconcertado.
    —No me digas que eres impotente…
    Ichino negó pensando en ese detalle, de acuerdo que no lo hacían tan a menudo como quizás lo hacían otras parejas pero lo hacían, no vivían en un celibato continúo y realmente no habían tenido ningún hijo, todavía. Quizás era raro, visto desde fuera pero todo tenía una explicación. Aoyama tomaba unas hierbas para no quedar embarazado. Aún no creía que fuese el momento y él respetaba eso.
    —No, es solo que Aoyama aún no quiere…
    —¿No me digas que aún no lo habéis hecho? —ahora la madre estaba más bien sorprendida.
    —No es eso madre —le respondió un poco avergonzado, por ese interrogatorio— Aoyama toma unas hierbas para evitar su embarazo, simplemente.
    —Pero hijo, yo quiero conocer a mi nieto antes de morir.
    —No morirás tan pronto.
    —Nunca puedes decir nunca…
    —Tan filosófica.
    La conversación quedó así porque en ese momento se escuchó un ruido en la sala de al lado y ambos giraron la mirada hacia allí. Pero no vieron nada. Ichino pudo interpretar que había sido su esposo que había escuchado la conversación. Sonrió. A él no le importaba tener un hijo ahora o más tarde, pero no quería presionar al menor. Sería interesante saber que pasaría.
    Ellos quizás no lo sabían pero yo que soy la escritora sí, y puedo avanzar que al año siguiente Aoyama ya estaba embarazado de su primer hijo.

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    En una taberna no muy lejana del ayuntamiento estaba un castaño sirviendo algo de comida en un plato, para que su esposo lo llevara a unas mesas. No le gustaba cocinar pero menos le gustaba perder clientes, porque eso significaba perder dinero y no, eso no se podía permitir. Había sido pobre durante mucho tiempo y no quería seguir de ese modo, así que no iba a permitir que los clientes se fueran o muriesen envenenados por la comida que hacía su perro… digo, su esposo Ibuki Munemasa, el terror de la cocina.
    —Munemasa, ya puedes llevarlos —le gritó desde la cocina, donde de repente se encontró con dos niños que lo miraban.
    Ambos niños, Suoh de 4 años y Naoki de 3, de cabello blanco como su padre seme, lo miraban con ojos felices. Se sintió un poco cohibido por eso sin saber muy bien que hacer o decir. Esos ojos siempre significaban una cosa, iban a pedir algo que estaban seguros de poder conseguir y no estaba de acuerdo con esa filosofía.
    —¿Que hacéis aquí, si estabais jugando con Shun? —les preguntó un poco cauteloso, su instinto maternal, que ya estaba despierto cuando cuidaba de sus hermanos, ahora estaba más desarrollado, por los dos partos que había tenido y sabía que no sería capaz de negarles nada si los veía con esas caritas o si hacían un puchero.
    —Queremos algo.
    —Munemasa, ven inmediatamente —le gritó a su fiel perro quien apareció en la puerta enseguida sonriendo ante la escena— llévatelos de aquí ahora mismo o cerramos el local.
    —Chicos —les llamó con su voz divertida— ¿Qué os parece esperar un poco a que los papas cierren y luego hablamos sobre lo que queráis?
    —Pero…
    —Si no trabajamos no podremos seguir viviendo aquí, ¿os gustaría eso? —les preguntó seriamente viendo como los niños negaban con sus cabezas— entonces, id con el tío Shun arriba y luego hablamos.
    Ambos niños asintieron con una sonrisa de buenos niños y se fueron corriendo hacia la habitación de su tío. Sí, alguien tenía buena mano con los niños, mientras que el otro les tenía algo de miedo. Y sí, el menor de los hermanos aún vivía con ellos y hacía de canguro cuando estos trabajaban.

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    Cierto cerdito estaba junto a su esposo en su casa de la colonia, después de un arduo día de trabajo. Él a diferencia de su amigo aún no estaba embarazado, o al menos no lo sabía porque tenía básicamente una semana y por esas épocas tu cuerpo aún no te da pistas de dicho tema. Así que estaba disfrutando de un atardecer junto al pescador quien estaba preparando sus cosas para salir a pescar en uno de los momentos en que según él se podía pesar mejor. Durante toda la noche. Hayami había preparado un bento para comer fuera y estaba pensando en la noche sin dormir que pasaría antes de su día de descanso. Sí, lo bueno era que al día siguiente podrían descansar. Solamente descansaban un día a la semana y era rotacional, con un 5 días trabajados por uno de fiesta, y desde que había subido Kariya al liderazgo de la colonia, junto con Hikaru, habían hecho la norma de que las parejas tenían la misma rotación para que pudiesen pasar el día de descanso juntos. Todo un detalle que había sido idea del corderito, obviamente. Nadie dudaba de eso.
    —Tsuru-chan, ¿lo tienes todo listo? —le preguntó el chico de cabello negro entrando a la cocina donde el pequeño castaño acababa de poner las últimas cosas dentro de una mochila.
    —S-sí —fue su respuesta nerviosa mirando como el mayor cogía la mochila y se la posaba en el hombro con las cosas para pescar.
    —Entonces, ya podemos ir a pescar un pez enorme.
    Hayami sonrió enternecido por eso mientras lo seguía con un pequeño sonrojo por lo animado que se veía el más alto a su lado. Su mejor amigo Kurama siempre le decía que su esposo era un tonto y un chico feliz que no sabía de la vida, pero justamente esa felicidad y esa positividad eran algo que a Hayami siempre le había gustado de Hamano y dijeran lo que dijeran los demás, este era muy bueno con él y el mejor novio del mundo. Siempre preocupándose por él e intentando que estuviese cómodo en todas las situaciones. Ahora como esposo era igual. Seguía siendo igual de tierno y de amable con él, preocupándose de que él estuviese siempre bien sin presionarlo ni nada. Solo estando junto a él siempre dándole su apoyo y ayudándolo en todo lo que él necesitara.
    —Ma-mañana prepararé e-el pez que pesquemos —le dijo como respuesta al moreno quien sonrió feliz de la vida antes de abrazarlo con cuidado ya que llevaba muchas cosas en sus hombros y no quería hacerle daño.
    —Eres el mejor, Tsuru-chan.
    La pescadería de los Hamano seguía existiendo y aún la llevaban los padres de este, pero pronto pasaría a manos del moreno quien dejaría de trabajar en la fábrica. Ambos se preguntaban hasta qué punto iba a afectar en su relación ese detalle, pero estaban seguros de que sería para mejor, ya que Hamano lo que más amaba era la pesca y la pescadería y Hayami era feliz viendo al moreno feliz. Fuese como fuese superarían los cambios que fuesen necesarios para poder seguir juntos y ambos lo sabían.

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    Esa noche en la ciudad estaba una pareja, un koala junto a un conejo, el cual estaba que casi no podía moverse por el dolor de espalda que sentía. De acuerdo, eso era porqué durante el día en vez de estar en reposo Fey se pasaba el día caminando de un sitio para otro haciendo cosas diversas, como la compra, limpiar, preparar la comida, dar un paseo, seguir limpiando, comer de nuevo… al llegar la noche la espalda le mataba. ¿Y eso por qué? Porqué estaba embarazado de nuevo. Al mes siguiente saldría de cuentas. Ya tenían un nombre pensado para su segundo hijo, solo necesitaban ver si este nombre sería el adecuado para él.
    —Mama ¿tás ben? —le preguntó Areu a su padre uke, haciendo que este sonriera un poco forzado.
    —Sí, solo me duele la espalda, pero no me llames mama, soy tu padre…
    —Mama.
    —No, papa —le respondió para ver si así lo entendía.
    —Papa Alpha.
    —Y papa Fey.
    —Mama Fey —insistió el niño de cabello verde de 3 añitos quien miraba a su padre uke con una sonrisa.
    Este suspiró resignándose a ser su madre para siempre, justo cuando Alpha regresó mirando la escena con una mínima sonrisa. Estaba preparando la cena. No era tan buen cocinero como Fey pero se defendía bastante bien. Había estado todo el día fuera por cosas del trabajo, estaba trabajando en la tienda de cerámica de Makoto, la cual había convertido en una tienda de objetos de importación variados. Y tenía bastante éxito, aunque para ello muchas veces tenía que viajar, y no era un buen momento, teniendo a su esposo en ese estado.
    —Areu, deja descansar a tu padre —le dijo ayudando a Fey en la educación de este para que entendiera que ambos eran sus padres.
    Fey sonrió ante eso y miró a su hijo el cual asintió con la cabeza yendo con su padre seme a la cocina. Si no podía molestar a uno mejor ir con el otro, aunque solo fuese a mirar. Alpha lo sentó en la mesa y empezó a preparar la comida a su lado mientras le hablaba un poco al niño para que este le prestara atención. Areu lo miraba mientras cocinaba y de vez en cuando probaba alguna cosa que este le daba, diciéndole si estaba bueno o no. Era una escena muy linda que Fey observaba des de una silla del comedor, acariciando su enorme barriga.
    —Espero que nazcas fuerte como Areu —le dijo en un susurro sonriendo mirando a su esposo y su hijo con orgullo, para él eran la familia perfecta.

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    En una casa de la colonia, una pareja algo caballeresca estaba disfrutando de la cena familiar con sus dos hijas gemelas, de 8 años y peli-canelas. Gillis había preparado la comida para los 4, y ahora estaban sentados en la mesa comiendo ese delicioso manjar. Saru por su parte estaba mirando a las niñas de reojo. Pronto tendrían edad para empezar a trabajar en la fábrica y eso lo tenía un poco preocupado. No era un trabajo fácil y no quería que sus niñas se hicieran daño o sufrieran ningún problemas por las máquinas o por un incendio como esa vez.
    —A los 10 años, ya se puede trabajar en la fábrica —le comentó a su esposo quien lo miró un poco sorprendido por eso.
    —¿Y? Aún quedan dos años…
    —¿Piensas dejarlo para último momento arriesgándonos a que se quede así, sin más, con las niñas allí trabajando de esto, sufriendo cada día por si se harán daño o no con una de las máquinas? —le preguntó ahora empezando a enfadarse.
    —No, no he dicho eso, sólo digo que aún tenemos dos años para pensar cómo hacerlo para evitar tal cosa —fue lo que respondió Gillis ante la atenta mirada de sus hijas.
    —Papas —les llamó Aynara, viendo como estos no podían evitar girarse hacia ella— no pasa nada…
    —Eso, no peleéis —secundó Aryana a su gemela— estamos bien…
    —… pero no nos gusta veros peleando.
    —No estamos pelando —les respondió Gillis en ton de paz— ¿verdad, Saru?
    —No, aún no —fue lo que contestó Saru a la pregunta de su esposo haciendo que a este se le cayera una gotita estilo anime por la nuca.
    —Os queremos —dijeron ambas empezando a comer de nuevo viendo como sus padres hacían lo mismo dejando de lado esa conversación para seguirla en un momento en que las niñas no estuvieran, de verdad que siempre conseguían poner paz entre ellos.

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    Al acabar ese extraño partido de fútbol rudimentario, con normas que se había inventado Tenma, este junto con Tsurugi habían llevado a Saki a su casa antes de ir ellos a la suya con Grey de la mano. Aún era pequeño y se dejaba llevar de la mano, así que Tenma aprovechaba para ir de la mano de ambos peli-azules felizmente.
    Por otro lado estaban las otras dos parejas con sus respectivos hijos, Shimon de 2 años hijo de Kousaka y Konoha y ;ayura de 3 años hija de Tetsukado y Shinsuke. Mayura iba en brazos de Tetsukado y Shimon de Kousaka. Llevaban muchas horas jugando en el parque con Grey y Saki y habían quedado dormidos en cuanto les habían cogido en brazos. Era un buen momento para ir a casa. Casa que en esos momentos ambas familias compartían. ¿Por qué? Kousaka y Konoha habían llegado después de un viaje, de otra ciudad, y Tetsukado y Shinsuke en realidad solo venían de paso y en un principio estaban instalados en una iglesia, para evitar que al estar débil Shinsuke fuese poseído. Pero ahora no había tal problema, Konoha, sabía proteger la casa de los malos espíritus, al parecer era la especialidad de su casa de médiums, mientras que Shinsuke seguía con sus espiritismos y exorcismos para mantenerse. La unión de ambos era favorable, y claro está sus parejas no iban a oponerse a una mejora en la calidad de vida de los dos más bajos.
    —¿Qué hay para comer? —preguntó Tetsukado, esperando saberlo ya que estaba muerto de hambre después de tanto ejercicio.
    —Estofado —respondió Konoha la encargada de la comida— ha-hay para repetir.
    —Genial, porqué me muero de hambre.
    Al llegar a la casa dejaron a los niños en su cama y se pusieron a comer. Recordando entonces, que Shinsuke tenía un encargo en una de las casas de las afueras y que eso implicaba un pequeño viaje que podía durar dos días si se precisaba. Konoha lo miró unos momentos, ella no podía hacer mucho como médium, como en el fútbol ella era defensa, aquí ella se encargaba de proteger pero no podía luchar contra los espíritus y esas cosas.
    —No-nos que-quedaremos co-con Mayura —le dijo Konoha dándole algo de apoyo a la pareja, que según parecía saldría al día siguiente.
    —Cuando lleguéis tendremos preparado un ritual de purificación.
    —Gracias —les agradeció Shinsuke con una sonrisa mirando a su esposo el cual también le sonrió, realmente contento de haberlos encontrado para que le ayudaran a hacer la vida de su esposo más fácil. Ser médium no era tan sencillo como algunos creían.

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    Una pareja alienígena, que no eran Sarjes ni Acrous, y que en este fic tampoco es alienígena sino que viene de otra ciudad del mismo mundo, estaban Ozrock y Ishigashi, junto a su hijo Malam de 10 años, quien en esos momentos, estaba pensando en un rubio que había visto hace un tiempo en otra ciudad y que quería ir a ver de nuevo. Sí, había sido amor a primera vista pero no podría conquistarlo si lo tenía tan lejos.
    —Quiero ir a vivir a Bartagi —dijo de repente haciendo que sus padres lo miraran un momento confundidos antes de volver a recomponerse.
    —¿Por qué?
    —Me gusta un niño que vive allí —respondió simplemente a la pregunta de su padre seme.
    —¿Amor?
    —Sí, a primera vista.
    Sus padres se miraron unos momentos como sospesando la idea. Su hijo no hablaba mucho, a decir verdad casi nada. Era muy extraño porqué muchas veces cuando decía alguna cosa ni siquiera lograban entender en que idioma lo decía y eso les preocupaba un poco aunque no fuesen muy expresivos a la hora de demostrarlo. Ahora, a pesar de todo eso, Malam había hablado en idioma conocido y por voluntad propia para decir algo sobre ir a una ciudad donde estaba un niño que le había gustado a simple vista. Quizás era un comienzo. Si era así no iban a decir que no.
    —Está bien, veremos qué podemos hacer —respondió Ishigashi mirando a su hijo quien asintió con la cabeza volviendo a centrarse en la comida en silencio.
    De acuerdo que ellos dos no eran las personas más comunicativas que existían pero, aunque fríamente, sabían y podían comunicarse con el resto de las personas que vivían cerca de ellos y hablaban su mismo idioma. En cambio su hijo no, y ya empezaban a pensar que sufría de autismo cuando este demostró que al menos tenía sentimientos, algo que lo diferenciaría de un autista, ya que estos no solían entender este tipo de sentimientos o emociones, según tenían entendido. Quizás solo era introvertido o no tenía nada que decir. Si iban a Bartagi y lo veían relacionarse con ese niño, quizás entenderían un poco mejor a su hijo y eso no sonaba del todo mal.

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    Ya en casa después de una fiesta que había acabado pareciendo interminable, y de una comida un poco ajetreada por culpa de los niños que habían invitado a su boda, Yukimura y Miyabino por fin podían disfrutar de un momento de paz, juntos. En su habitación de la casa donde vivían. Donde el peli-azul estaba dejando su traje en una silla de un rincón, a medida que se iba quitando las diferentes piezas de ropa para hacer lo que todo el mundo hacía en su noche de bodas, dormir… no, no exactamente, pasar un tiempo de calidad con amor desenfrenado junto a su uke, el cual estaba… que se dormía en la cama después de ese feliz pero agotador día.
    —¿Estás cansado? —le preguntó el peli-azul metiéndose en la cama muy cerca de Miyabino abrazándolo por la cintura y acercándolo un poco más a él.
    —Sí —le respondió este sobándose un poco el ojo, que casi se le cerraba solo— después de ver como esos niños me destrozaban el convite mis emociones no han dejado de fluir y ahora me siento agotado —le dijo con una pequeña sonrisa— aunque por fin estamos casados.
    El pobre después de tanto tiempo no se lo creía, habían tardado 10 años, pero no habían encontrado la oportunidad, por culpa de varias cosas que habían pasado haciendo que este momento se fuera atrasando hasta ese momento. Suspiró pensando en esas cosas. Había muerto su padre con lo cual ya eran varios años en los que uno no se podía casar en su memoria, entre otras cosas. Pero al fin había llegado ese momento.
    —Si tan cansado estás, ¿por qué no dejas que te reconforte está noche, Reiichi? —le preguntó un poco seductor, haciendo que las mejillas del más bajo se tiñeran de un rosado fuerte mientras sonreía feliz de que fuese él quien iniciara la cosa.
    —Y-yo… —tartamudeó un poco pensando en que cada día su, ahora, esposo era más atrevido y perfecto— S-sí —le respondió abrazándose a su cuello aceptando el ofrecimiento de su peli-azul, el cual sonrió y empezó a besarlo no pudiendo resistir más las ganas.
    Sabía que lo que había pasado con los niños había afectado un poco a Miyabino y eso le había preocupado pero después solo había podido pensar en ese momento que podrían tener en la noche, para ayudar al menor a olvidar ese momento y que recordara la boda como un día perfecto e inolvidable. No era por darse méritos pero sabía que Miyabino disfrutaba en la cama, con él, cuando hacían este tipo de cosas y ¿que mejor que acabar bien su día que con algo que les gustaba a ambos y que disfrutaban tanto?
    FIN

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    Y hasta aquí este fic, que me ha costado lo mío acabar, yo espero que todo haya quedado bien cerrado en sus puntos y que os haya gustado el final para las diferentes parejas. Sé que a estas alturas no me lee nadie porque me he tardado como 5 años en acabar el fic, pero prometí que lo acabaría y lo acabé.
    Diría que hasta pronto pero lo más probable es que tarde en aparecer por aquí en caso de que vuelva. Tengo todos los fics acabados y poco tiempo para escribir de nuevos, así que muchas gracias por haberme leído hasta aquí y mucha suerte a todos.
  8. .
    Capítulo 22
    Había llegado el día en que volvería a verse con esa chica de cabello verde y corto, se le había hecho raro que fuese tan bajita, de más o menos su misma estatura, él creía que ya no habrían más personas con ese problema de tamaño a parte de él, pero al parecer sí. Todo esto tenía un significado oculto que aún no habían explicado a nadie, pero que ahora se desvelaría, Tetsukado no había parado de hacerle preguntas desde ese día y ya sabía que tendría que explicárselo.
    —Hola Konoha —la saludó tuteándola a pesar de ser solo el segundo día que se veían.
    —Ho-hola Shinsuke —fue su respuesta tímida.
    Los cuatro entraron en un bar, más concretamente en el de Ibuki, para tomar algo. Así podrían hablar más tranquilamente que en medio de la calle donde había mucho ruido. A esta hora aún no había borrachos así que estaba tranquilo. Pidiendo las bebidas que un chico peli-blanco les sirvió y empezaron con la conversación aunque no sabían como empezarla.
    —Contadme ya que es lo que pasa.
    —Está bien —le respondió Shinsuke a su novio con un suspiro— al parecer Konoha también es del linaje antiguo de la familia de médiums, y tiene poderes como yo, a parte de que ha heredado esta estatura.
    —¿Qué tiene que ver la estatura?
    —El linaje fuerte de médiums se caracteriza por ser de una estatura muy pequeña.
    —No lo entiendo.
    —Des de tiempos inmemoriales ha sido así. Por eso se solían casar a personas que fuesen de tamaño pequeño, entre ellas para que dieran hijos de esa estatura, pero eso no afecta en el resultado. Las estadísticas lo has demostrado, ese depende del feto pero no de los padres.
    —Pero el feto es un ser no nato… —Tetsukado estaba un poco liado.
    —Shin, espera un momento que no he acabado —suspiró y siguió hablando— depende de la energía espiritual que pueda absorber, durante el embarazo, cuanto más poder espiritual menos estatura tendrá.
    —¿Eso significa que el poder espiritual impide el desarrollo total?
    —Sí, se puede decir que es un precio a pagar, te hace poderoso como médium pero débil en cuerpo, por eso siempre me debilito tanto después de hacer los exorcismos, porqué mi cuerpo no puede soportar el esfuerzo.
    —Entonces, es más una maldición que una bendición —dijo Kusaka quien habló por primera vez en ese día— aunque después depende de cómo lo vea cada persona.
    —Ciertamente, antes era un honor, pero ahora mismo, yo creo que prefiero que mis hijos sean normales o unos médiums normales, no necesito que sean extraordinarios —explicó Shinsuke quien no quería que sus hijos tuviesen que depender siempre de alguien al debilitarse— luego se volvió a centrar en Konoha— ¿entonces, a que linaje perteneces?
    —Pertenezco a-al de Ko-Konoha, me pu-pusieron el mi-mismo nombre porque so-soy la última.
    —No sabía que en el linaje de Konoha también pasara eso.
    —Pa-pasa en to-todos creo…
    —Ya veo, yo nunca me he relacionado con gente de otros linajes, hasta ahora.
    —¿T-Tú de cu-cual e-eres? —le preguntó la tímida Konoha a su compañero.
    —Del linaje Suna —fue su respuesta— aunque ya debes saber que después de ese accidente nadie quedó vivo, yo fui el único, en ese momento ya no estaba viviendo allí, estaba en un viaje.
    —¿D-de aprendiza-zaje?
    —No, estaba en la búsqueda de alguien con quien compartir mis genes, en principio tenía que ir a otra aldea de médiums para conocer a otro linaje, pero a mitad camino nos emboscaron y me quedé solo. Poco después conocí a Shin, y decidí quedarme con él.
    —¿Y t-tú linaje?
    —Ya había caído para ese entonces, al parecer la gente que había pedido conocerme para el matrimonio, lo que quería era derrocar el linaje y eso fue solo una estrategia para que bajásemos la guardia.
    —Por suerte, él pudo salvarse y desde entonces hemos estado juntos.
    —Me-Me alegro.
    —¿Y vosotros?
    —Yo… fui secuestrada por unos bandidos, Kusaka era el jefe de ellos, pero al final él me salvó y sigue a mi lado.
    —Me enamoré de ella y decidí que la seguiría donde fuese hasta que ella me correspondiese.
    —Y-ya veo, no sé si decir que es romántico o aterrador —respondió Shinsuke mirándolos con una gotita en la sien.
    —Me-me cuida mu-mucho en los mo-momentos i-importantes —explicó sonrojada saliendo en defensa del chico más alto.
    Con esto la conversación siguió un poco más, aunque fue de cosas transcendentales que a nosotros ya no nos interesa, con lo cual nos iremos a otro sitio de esta misma ciudad. Lo único que añadiré es que de aquí nacieron unas buenas amistades de esas de para toda la vida.

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    Algunos de la fábrica habían ido a la ciudad para ver si podían resolver su problema. Tenían que ayudar a reconstruir la fábrica para ayudar a sus amigos a poder casarse y pasar el resto de su vida juntos. Entre ellos había ido el pequeño Taki Yoshihiko, hermano de Sousuke, que estaban viendo si podía ayudar en algo, pero más que nada había insistido porqué le apetecía salir y no había nada que él pudiese hacer en la fábrica desde que esta se había quemado. Al llegar a la ciudad había perdido a los demás de vista, casi al instante. Cada uno iba por su cuenta y nadie se preocupaba por él. Al principio se sintió desconcertado pero luego decidió que él también iría por su cuenta.
    —¿Qué haces por aquí con esta cara de perdido? —le preguntó un niño más o menos de su edad, o eso pensaba él, con una sonrisa algo tierna.
    —He venido con unos amigos pero nos hemos separado.
    —¿Entonces estás perdido de verdad? —preguntó curioso.
    —Eso creo —le respondió el otro chico también sonriendo un poco— ¿y tú?
    —Yo estoy viviendo por aquí cerca, durante unos días.
    —Yo vivo en la fábrica, pero se ha quemado y como no podemos trabajar, hemos venido a ver si podemos ayudar en algo viniendo a la ciudad.
    —Mi hermano trabaja como ladrón, no tenemos nada y vivimos de eso y de lo que nos dan.
    Ante eso el castaño extranjero se quedó callado, sin saber que responder. El otro chico parecía orgulloso de su hermano, aunque si era quien traía la comida a casa era normal, en cierto modo. La ingenuidad de ese chico se le hizo muy tierna a Yoshihiko. No se suponía que él tendría que ir contando esas cosas pero a él realmente no le importaba mucho, tampoco tenía nada de valor que podrían robarle y no iba a preocuparse por cosas de más.
    —Me llamo Yoshihiko Taki, puedes llamarme por mi nombre —se presentó finalmente.
    —Encantado, yo soy Yuuta Matatagi, bienvenido.
    —Gracias, Yuuta —aunque decidió seguir conversando— ¿así que tienes un hermano mayor? Yo también, pero el mío solo va a su ritmo y pasa de mí.
    —El mío a veces tiene un poco de mal carácter, pero en el fondo es muy bueno y se preocupa mucho por nosotros.
    —¿Vosotros?
    —Sí, tengo otro hermano pequeño, es muy tierno y pequeño.
    —Tú también eres muy tierno —respondió Yoshihiko como todo un Don Juan.
    —Gracias —fue la respuesta del otro chico con una sonrisa en los labios— me caes bien, un día de estos pásate a jugar con nosotros.
    —Lo intentaré, pero salir de la fábrica no es tan fácil.
    —YOSHIHIKO, donde coño te habías metido, mocoso del demonio. La bronca que me he llevado cuando hemos visto que no estaba, vuelve aquí y deja de ligar con otros mocosos.
    —Sousuke… aaau, aau —dijo notando como su hermano le tiraba del pelo llevándolo obligadamente lejos del otro chico— nos volveremos a ver, Yuuta.
    —Adiós, Hiko —fue la respuesta del otro chico, quien se despedía de él sonriendo y moviendo la mano enérgicamente como si nada raro pasara.

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    Ahora iban por la calle ambos chicos, aunque uno de ellos solo pensaba en llevar a cierto chico católico en un sitio más privado donde poder hacer cosas más íntimas. El chico católico se resistía un poco a ello. Al parecer era bastante tímido en ese aspecto y le costaba un poco ponerse por la faena. Aunque no era poco habitual que la gente lo hiciera en callejones él no quería, así que estaba pensando en cómo llevarlo a su casa.
    —Makoto, me gustaría invitarte a mi casa —le dijo intentando saber como empezar— vente.
    —E-está bien, he estado pensando… y… yo… —ahora era Makoto quien no sabía cómo decir lo que quería decir— sabes… Kinsuke está embarazado, aunque aún no se lo ha…
    —¿QUÉ? —preguntó gritando Namikawa por el susto.
    —¿Ta-tan grave e-es?
    —¿Qué si es grave, Taiyo ya sabe eso?
    —N-no, pe-pero… yo no lo ve-veo tan grave… y-yo también quiero te-tener u-un hijo…
    —¿Con Taiyo?
    —No, idiota, contigo —le respondió ahora algo molesto por esa estúpida pregunta— ¿cómo voy a querer tener un hijo de Taiyo si eres tú mi novio?
    —No sé, has dicho también…
    —Pero me refería a tener un hijo —el católico trató de calmarse, no era su estilo enfadarse aunque esas palabras del mayor le habían hecho daño, así que al calmarse empezó a sentir sus ojos aguados.
    —Bu-bueno, tampoco es necesario que llores —fue lo que dijo Namikawa al ver a Makoto con lágrimas en los ojos— si quieres un hijo yo te lo daré, podemos hacerlo en mi casa.
    —¿Sí? —preguntó casi ilusionado de que hubiese accedido a darle un bebe.
    —Vamos, entonces.
    Dicho esto se pusieron en marcha los dos hacia casa del pirata para una sesión de puro sexo, en el que engendrarían a su primer hijo. El cual sería la pareja del hijo de Taiyo y Kinsuke, haciendo felices a los padres uke, pero no tanto a los padres seme, sobre todo Namikawa, que pensaría que era lo que había hecho mal para merecer a Taiyo como familia.

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    De patrulla por la ciudad estaban como siempre, un peli-verde junto con un rubio. Ninguno de los dos estaba verdaderamente feliz a decir verdad. Fey hacia dos semanas que estaba esperando por Alpha, aunque ya sabía él que el viaje duraba ciertos días y luego tendría que hacer varias cosas antes de regresar. El conejito estaba un poco impaciente por ver a su querido Koala, aunque al menos tenía el regalo que este le había dado y que siempre le hacía sonreír cuando lo miraba.
    Po otro lado el pobre Sarjes, no sabía qué hacer en esos momentos, tenía a un Ishigashi embarazado en su casa, y hacía días que no había podido ver a su amado Acrous. Tampoco tenía muy claro si podría salvar la distancia que había entre los dos, aunque estaba seguro de que él no podría amar a nadie más. Y mientras pensaba en eso vio al peli-lila yendo solo por la calle. Se extrañó mucho por ello, y salió corriendo hacia él, dando la coincidencia de que otra persona había pensado lo misma, pero esa con malas intenciones. Al ver ese detalle, Sarjes se lanzó hacia el posible agresor, consiguiendo pararlo, pero también que le hirieran en el proceso. Al parecer ese chico llevaba una espada corta entre su ropa, y estaba preparado para atacar a Acrous.
    —Sa-Sarjes —gritó el peli-lila viendo a este en el suelo y sangre a su alrededor.
    —N-no se a-acerque, por favor, e-es peligroso.
    —Pe-pero e-estás he-herido.
    —Eso da igual… lo importante es usted.
    En ese momento llegó el conejito de Fey quien se puso al lado de su compañero y delante de Acrous, separándolo de ese agresor que aún seguía con la idea de matar al hijo del alcalde. Pero Fey haciendo uso de sus conocimientos de espada, consiguió que ese desgraciado quedase fuera de juego.
    —Hay que llamar a un médico.
    —En mi casa tenemos a uno muy bueno, le haré llamar en este momento.
    Acrous salió corriendo yendo a buscar a alguien que pudiese ir a buscar a su médico y Fey intentó ver la gravedad de la herida para poder hacer los primeros auxilios y ayudarlo a aguantar hasta que llegara el doctor que le haría la cura de verdad. Después de hacer eso Acrous regresó al lado de Sarjes con los ojos algo llorosos.
    —Es mi culpa por no ser cuidadoso, se ha jugado la vida por mi… —decía el pobre chico mirando a su amor secreto tirado en el suelo— no te mueras, Sarjes, yo te amo.
    En esos momentos le importaba poco que Fey estuviese allí, que estuviesen en medio de la ciudad o el estatus que tenían los dos, solo le importaba que Sarjes se recuperara y pudiese regresar a su lado para regalarle esas flores que tanto le gustaba recibir.

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    Después de esa conversación Shindo y Kirino ya estaban prometidos oficialmente. En dos semanas había habido muchos cambios. Ya no era Shindo quien servía a Kirino, ahora estaba al mismo nivel que el peli-rosa aunque algunas costumbres estaban muy arraigadas y aún no podían evitar seguirlas. Como por ejemplo el hecho de que Shindo solía arreglarle la ropa a Kirino cuando la llevaba mal puesta, o aún iba a despertarlo por la mañana antes de que lo hiciera la chica que ahora se encargaba de ello. Sí, porque a pesar de que ya estaban prometidos aún no se habían casado, con lo cual aún dormían en habitaciones separadas. Aunque eso no significaba que no tuviesen oportunidades para consumar su amor cuando encontraban el momento preciso.
    —Al final la boda se ha fijado para el próximo mes, ya que este mes se casaran Ichiban y Yoichi.
    —Estaba decidido hacía tiempo, ¿verdad? —le preguntó Shindo a su novio, estando ambos en la cama desnudos, y con Kirino acurrucado en su pecho.
    —Sí, aunque Ichiban se negaba, parece que ya lo arreglaron todo.
    —Debe ser eso.
    —Sí, aunque creo que también fue que Yoichi ha quedado embarazado de Ichiban y este tampoco ha podido negarse más.
    —Él es muy responsable, no dejaría nunca a Yoichi solo con un bebé, dejándolo mal ante todos los nobles.
    —Lo sé, pero eso nos atrasa nuestra boda.
    —No hay prisa, Ranmaru, yo por ti esperaría todo el tiempo del mundo, y ahora que ya eres mío, el tiempo me es indiferente, porque solo me importas tú.
    —Ooh, eres tan romántico.
    —Son solo mis sentimientos por ti, que fluyen.
    —Te amo, Takuto —fue lo respondió el peli-rosa sintiéndose más enamorado de su prometido que nunca.
    —Yo también a ti.
    Kirino se tocó su barriga pensando en si él también habría quedado embarazado, aunque la respuesta era que no, hasta dentro de seis años no tendría su primer hijo, aunque luego los tendría bastante seguidos.

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    Esa misma tarde Ibuki estaba paseando con una chica por las calles mirando tiendas cerca de la casa donde estaba Minaho viviendo, sabiendo que por allí tendría más posibilidades de que Hayato los encontrara. Era el último intento de saber si Hayato realmente sentía algo por él o si como decía lo odiaba y le tenía asco.

    Flashback
    En casa del tabernero peli-blanco unas horas más tarde de la visita de los dos médiums, estaba la familia reunida para hablar sobre algo importante. Los padres de familia pensaban que ya había llegado la hora de encontrar a alguien para que su hijo empezara su familia y sentara cabeza. Aunque ellos ya sabían de la situación amorosa de su hijo no le veían futuro.
    —Pero, yo amo a Hayato.
    —Lo sabemos, hijo, pero dinos, ¿has avanzado con él? —le dijo su padre mirándolo serio.
    —No, la verdad es que no, creo que ahora mismo me odia.
    —Entonces, creo que no hay más remedio que buscar a alguien más —añadió la madre— lo hemos pensado mucho, Munemasa, no es una decisión precipitada.
    —Lo sé, pero yo no podré amar a nadie que no sea él.
    —Dale tiempo al tiempo, quizás tu futura pareja llegue a gustarte ni que sea un poco.
    —Lo dudo —fue la respuesta de su hijo, el cual estaba pensando en alguna cosa que pudiese solucionar el problema— ya lo tengo, hagamos una cosa, primero finjamos que tengo una prometida, para ver cómo reacciona Hayato, puede ser con la chica que me queráis prometer, a ella le diremos que solo es un acercamiento para ver si nos podemos gustar, y a Hayato que es mi prometida, si él reacciona de alguna forma que muestre que me ama, me disculparé con la chica y seguiré persiguiendo a Hayato, pero sino me rendiré y me casaré con ella.
    —Como quieras, hijo, de todas maneras lo más probable es que acabes con la chica, a nosotros realmente nos da igual con quien te cases, no tenemos un gran estatus por mantener pero nos preocupa que te cierres a un solo amor unilateral.
    —No os preocupéis, será el último intento, si no funciona me daré por vencido —decir esas palabras le resulto más doloroso que los golpes que Hayato solía darle, pero entendía a sus padres y tampoco quería tenerlos preocupados para siempre.
    —Está bien, hijo, quedamos así —respondió su padre quien acabó con eso la conversación para volver al trabajo.
    Fin Flashback

    Y realmente había sido así, Hayato los había encontrado y los estaba siguiendo con el ceño fruncido. No se imaginaba que ese perro que siempre le iba detrás podría quedar con una chica. A pesar de estar molesto se percató de que lo estaba haciendo adrede ya que pasaba por los sitios que él normalmente frecuentaba, y se veía a la chica algo incomoda.
    —“Ibuki es tonto” —pensó divertido aunque sin poder evitar notar su pecho algo extraño por la escena que estaba presenciando— “No hace falta que la coja de la mano” —siguió pensando mientras los seguía algo molesto.
    Cuando ya no lo pudo soportar más se fue dejando allí a esa pareja que se notaba que no lo eran, pero solo de pensar que podrían serlo ya le molestaba. Tendría que arreglar las cosas con ese tonto perro que se estaba desatando de su correa.

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    En casa de Ichiban se había ido la paz que solía haber ya que Yoichi había ido de visita y como siempre estaba jugando a molestar a su prometido y padre de sus hijos. En estos momentos el rubio estaba sentado con las piernas abiertas encima de Ichiban mirándolo fijamente desde esa posición. Ichiban por su parte tenía una mano en una de sus piernas, que estaban rodeando sus caderas, y la otra en la cintura del rubio.
    —¿Cree realmente que conseguirá reunir lo que pidió y podrá casarse con Aoyama?
    —La idea es que no, no quiero perder a mi mejor sirviente.
    —Pero tendrá que hacerlo si lo consigue.
    —Lo sé, siempre cumplo mi palabra.
    —A pesar de ser tan cruel…
    —No es crueldad, es negocio.
    —Uoooo! Ese es el padre de mis hijos, siempre tan estratega y responsable.
    —De todos modos si lo consigue tampoco perderemos tanto, porqué con ese dinero podremos conseguir a alguien mejor y aumentaremos nuestras riquezas.
    —Me da algo de pena Aoyama… está enamorado del otro chico y está pasándolo mal.
    —Aunque hace el trabajo tan bien como siempre, realmente es admirable —la mano que Ichiban tenía en la cintura se acercó a su estómago y lo acarició— ¿Cómo va tu embarazo? —le preguntó cambiando de tema ya que empezaba a sentirse un poco culpable por lo que estaba haciendo.
    —Muy bien, aunque llevo poco tiempo de embarazo, solo lo sé, porqué mi cuerpo me lo ha avisado.
    —Son increíbles los cuerpos de los donceles, ¿Cómo lo has sabido?
    —Todos lo sabemos cuándo llega el momento, nos da algunas pistas. Ya verás que en pocos días tendré todos los síntomas y en 9 meses un bebé.
    —Aún no sé si estoy mentalizado para ser padre.
    —Ya verás que sí, y podremos hacer otro —le contestó feliz el rubio, ante la idea.
    —¿O-otro? —en esos momentos los ojos de Ichiban se pusieron en blanco y se desmayó.
    —¡¿Ki-Kita?! —preguntó antes de sonreír y darle un beso en la mejilla— eres tan tierno.

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    En cierta carnicería, estaban un rubio de pelo largo con ojos rojizos, y un peli-naranja de ojos azules, hablando un poco después de que Kinsuke hiciera la compra de la carne para la cena. Taiyo notaba que su Kinsuke estaba más lindo y más nervioso que nunca pero no le había dado mucha importancia. Al ver que se había quedado solo se acercó a su rubio y lo besó en esos labios que hacía rato que le estaban llamando a gritos para hacer tal cosa.
    —Ta-Taiyo —dijo Kinsuke sonrojado por ese beso que le había dado el mayor y bajando la mirada— y-yo que-quería disculparme…. El o-otro día te a-aparte muy bruscamente y… y yo…
    —No te preocupes, Kinsuke, mientras no me odies todo está bien.
    —Y-yo no po-podría o-odiarte Ta-Taiyo… pe-pero…
    —¿Pero? —preguntó Taiyo un poco asustado por ese pero.
    —Y-yo te-tengo que decirte algo —el pobre rubio estaba que le daba un ataque así que bajo la mirada intentando no ver al chico que tenía delante de él ya que tenía miedo de su reacción.
    —Dime, que la intriga ya me está matando.
    —Y-yo e-estoy… y-yo… em… estoy embarazado… d-de ti…
    La respuesta de Taiyo fue unos momentos de silencio en los que acababa de procesar la información. Unos momentos en los que Kinsuke pensó que si eso era la eternidad o la calma antes de la tormenta y de que le dijera que ya no quería verlo nunca más. Sus ojos estaban empezando a humedecerse cuando de repente notó como lo abrazaban fuertemente.
    —Eso es genial, Kinsuke, nuestro amor se ha consumado y ha dado fruto a un bebé.
    —N-no e-estás mo-molesto… —medio dijo medio preguntó el pobre rubio.
    —Claro que no, ¿porqué debería? —le respondió feliz como una perdiz— si se parece a ti, tendré a dos Kinsukes por el precio de uno.
    —Pero y-yo seguiré siendo tu fa-favorito, ¿cierto? —preguntó Kinsuke haciendo un puchero, algo asustado por esas palabras.
    —Eso siempre. Te amo —Taiyo lo volvió a besar en los labios esta vez haciéndolo más profundo que antes.
    —Ta-también te amo, Taiyo.
    Cuando los padres de ambos se enteraron de tal cosa decidieron que la boda tendría que ser lo antes posible para evitar problemas de chismorreos, y ya empezaron a preparar los detalles y quedar de acuerdo con el pacto entre familias.

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    Mientras tanto en otra casa de la ciudad estaba un chico peli-lila que había ido a visitar a su amigo búho. Estaba un poco nervioso por lo que Minaho no entendía que era lo que le pasaba al peli-lila, aunque un leve sonrojo que iba apareciendo de vez en cuando en las mejillas del otro cuando se miraban, le estaba dando una pista. Al parecer los celos habían conseguido que el chico matemático dejara de lado las matemáticas para prestarle algo de atención.
    —¿Hola Manabe, que te trae por aquí? —le preguntó aunque ya lo sabía.
    —Na-nada, solo pa-pasaba por aquí…
    —¿Por eso te ves tan nervioso? —le preguntó acercándose un poco para mirarlo más de cerca, sonriendo cuando ese sonrojo se hizo más intenso.
    —N-no estoy nervioso…
    —Vamos, Manabe, se te nota mucho que lo estás, así que, ¿Qué tal si me dices porque has venido? Ahora estamos solos. Los niños han salido a jugar.
    —¿Qué eres la madre de esos niños, o qué? —le preguntó un poco molesto ya que parecía preocuparse más por los hermanos de Hayato que de él.
    —Bueno, durante unos días, están a mi cargo.
    —ESO SOLO DEBERÍAS HACERLO CON NUESTROS HIJOS —le gritó sonrojado callando al escuchar lo que había dio.
    —¿Qué hijos? ¿Quieres que tengamos un hijo?
    —N-no, no quería decir eso…
    —Pero lo has dicho, por mí no hay ningún problema, si quieres podemos hacer todos los que quieras —se acercó sonriendo pícaramente mientras con sus manos lo tomaba por la cintura— aunque creo que primero deberíamos decirnos nuestros sentimientos.
    —¿Q-que se-sentimientos?
    —Los nuestros, ya sabes que yo te amo, ¿y tú? ¿Me amas?
    —Y-yo… —Manabe bajó la cabeza sin saber muy bien como seguir y con un gran sonrojo— s-sí…
    —Me gusta esta respuesta —le respondió el búho dándole un corto beso en los labios para ver la reacción del otro quien estaba quieto sin saber como reaccionar.
    —AAAH —gritó, empujando al otro, cuando Minaho le lamió el labio— ¿Qué-que haces?
    —Intento que abras la boca, para profundizar el beso —le respondió divertido por esas reacciones tan tiernas por parte del otro chico.
    —Y-yo me-me vo-voy…
    —Te amo, Manabe.
    —CALLATE —se escuchó que decía antes de dar un portazo a la puerta e irse.

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    Fey fue a casa de su amigo, al acabar la patrulla. Hoy había sido un día muy aburrido ya que había estado solo durante todo el tiempo después de que mandaran a Sarjes a la casa de Acrous, donde el doctor de este se encargaría de Sarjes. Él se había prometido que iría a avisar al chico que vivía en esos momentos con su amigo. Llamó a la puerta y un peli-azul se abrió la puerta.
    —¿Eres Ishigashi, verdad? —preguntó recibiendo un asentimiento por parte del otro chico— yo soy Fey, un amigo de Sarjes, he venido para avisarte de que este no vendrá a casa, probablemente en unos días.
    —Ah…
    —Lo han apuñalado y está con un doctor para que lo cuide.
    —¿Apuñalado?
    —Sí, son riesgos del oficio, pero estará bien, en unos días podrá hacer vida normal.
    —Gracias —respondió antes de preguntar— ¿Dónde está?
    —En casa del hijo del alcalde.
    —Gracias.
    —Bueno, me voy, que estoy muy cansado, adiós.
    —Adiós.
    La puerta de la casa se cerró de nuevo y Fey decidió irse a su casa. Ishigashi se quedó solo en la casa pensando en que hacer. Sarjes estaba en casa de la persona que amaba ni que fuese por una apuñalada, debía estar feliz dentro de lo que cabía. Se preguntó si podría preparar algo de comida para él, y en eso volvieron a llamar a la puerta. Fue a abrirla y allí se encontró a su novio.
    —Ozkrom, ¿Qué haces aquí?
    —Eso debería preguntar yo, ya que un día de repente desapareces y te vienes aquí, volvamos a casa.
    —No quiero volver.
    —¿Por qué?
    —Porque tú no me entiendes.
    ¿Entender el qué?
    —Todo.
    —¿Cómo voy a entenderte si nunca me dices nada? ¿Se puede saber que te pasa? Se me acaba la paciencia.
    —Estoy embarazado y no te has dado cuenta.
    —¿Embarazado? ¿Des de cuándo?
    —Hace ya dos meses.
    —¿Por qué no me lo habías dicho?
    —Quería que te dieras cuenta por ti mismo, pero fue inútil.
    —¿Cómo se supone que me dé cuenta de eso si haces vida normal y no tienes barriga?
    —Te di pistas…
    —¿Cómo cuáles?
    —Compré ropa de bebe, y empecé a cambiar las cosas de sitio para vaciar una habitación para el bebé.
    —Yo pensé que no te gustaba como estaba organizada la casa y querías remodelarla…
    —Eres tonto.
    —Pues lo siento, pero no fuiste muy claro.
    —Te odio.
    —Yo te amo, así que volvamos.
    La gente que pasaba por allí se quedaba sorprendida, porqué se suponía que estaban discutiendo, al menos las palabras de las frases mostraban eso, pero el tono de voz en ambos era como si estuviesen hablando del día que hacía en esos momentos. Un tono monótono que no mostraba ver ningún sentimiento pero que con las palabras quedaba claro. Era la pelea menos agresiva físicamente que se había presenciado en toda la ciudad.
    —No volveré.
    —Entonces, yo también me quedaré aquí, hasta que quieras volver —entró en la casa dejando a los espectadores con ganas de saber cómo iba a acabar esa extraña pelea.

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    Más tarde, entrada ya la noche, Yukimura llegó a su casa donde estaba Minaho con dos niños pequeños. Primero se sorprendió pero luego solo entró y saludó. Los niños se levantaron y fueron a darle las gracias a ese señor tan amable por dejarles pasar el tiempo de lluvias en su casa. Yukimura solo sonrió y les acarició la cabeza mirando a Minaho.
    —Lo siento por esto, son dos niños de los barracones que viven conmigo, no podía dejarlos solos.
    —Entiendo, pero no me lo habías comentado.
    —No tuve oportunidad.
    —Oujika no los vio cuando fue a tu casa.
    —No, porqué estaban en casa de un amigo mío, estamos muy unidos y muchas veces vivimos juntos, solo que otras nos separamos.
    —¿Y tu amigo?
    —Debe estar por allí. ¿Qué tal?
    —No muy bien.
    —¿Quieres hablar?
    —No, la verdad es que no.
    En ese momento llamaron a la puerta y Yukimura fue a abrir, siendo arrollado por un peli-gris que al ver que por fin era él quien abría la puerta se le había lanzado encima. Y aunque nervioso y sonrojado hizo un acto de valor y besó al peli-azul que en esos momentos estaba debajo de él, dejándolo sin palabras y con un leve sonrojo en sus mejillas.
    —Señor Miyabino —dijo cuando este dejó de besarlo.
    —Yukimura, ¿cuánto tiempo pensabas estar fuera? Mientras no estabas lo he arreglado todo para que vengas a vivir a mi casa, serás mi zapatero personal y… y… ¿si-si qui-quieres mi novio?
    —¿Su zapatero y su novio?
    Yukimura quien acababa de llegar a su casa después de un poco más de dos semanas fuera estaba muy confundido en esos momentos, aunque su cuerpo no lo traicionó y con sus manos abrazó la cintura del peli-gris, el cual sonrió por ello. Asintió con su cabeza feliz y con una sonrisa. Era un niño consentido de toda la vida, y ya había conseguido que sus padres le dieran permiso para conquistar a ese zapatero que le tenía el corazón robado.
    —Sí, ya está decidido, a-aunque qui-quisiera sa-saber que opinas… —fueron las palabras que Miyabino dijo intentando averiguar si el zapatero también lo amaba a él o solo era un cliente más para él.
    —Si está decidido supongo que no tengo nada que decir, aunque tampoco me molesta ya que yo también te amo.
    —Lo sabía, nadie puede resistirse a mis encantos, cuando me lo propongo —se abalanzó de nuevo hacia el chico peli-azul para besarlo, en un beso que ahora fue correspondido y profundizado por Yukimura, consiguiendo un pequeño jadeo por parte del noble.
    Quizás la vida le había traído una desgracia pero también le había recompensado con una alegría. Podría vivir con ese peli-gris que le robaba los suspiros y le hacía latir el corazón más rápido que cualquier otra cosa. Como se dice no hay mal que por bien no venga. Y en ese caso, era un bien para él pero también para Minaho ya que Yukimura decidió que le daría su casa y le enseñaría el oficio para que pudiese reintegrarse en la sociedad.

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    En otro punto de la ciudad también en plena noche estaba un chico saltando por los tejados y por las calles, yendo a casa de cierto peli-blanco que estaba haciendo las cosas de una manera que no tocaba. No podía quedar con una chica e ir a restregárselo en su cara como si no le fuese a importar. Porqué realmente le importaba, sabía que no debía pero le importaba. No le gustaban los homosexuales, aunque no fuesen mal vistos, sobre todo si el uke era doncel, eso se aceptaba, y él sabía que era doncel, pero eso no era excusa para amar al peli-blanco pero se había enterado de que si él no cogía ese tren, esa chica realmente se quedaría con su perro y eso le molestaba más de lo que había esperado.
    —Está bien —le dijo al entrar por la ventana de la habitación de Ibuki— tú ganas.
    —¿El que gano? —preguntó Ibuki con una pequeña sonrisa levantándose de la cama.
    El peli-blanco había estado esperando por esto durante unas largas horas pensando en si realmente el castaño iría a verlo o no. Estaba empezando a preguntarse si realmente vendría, ya que el tiempo pasaba y no había rastros de él, pero al notar que alguien entraba en la habitación se había relajado sabiendo quien era de ante mano.
    —Lo sabes de sobras, no voy a dejar que te cases con esa mujer.
    —¿Entonces, vas a casarte tu conmigo?
    —Nadie conoce su futuro.
    —Eso no es una respuesta, el trato es que si tú no quieres casarte conmigo me casaré con esa chica, mis padres me han dicho que solo nos queda esta oportunidad para llegar a un final feliz.
    —En ese caso, supongo que no me queda otra opción.
    —¿Eso significa que me amas?
    —Tampoco te creas tanto, solo he dicho que me casaré contigo para que no lo hagas con esa mujer.
    —Gracias, Hayato —le dijo abrazándolo fuertemente— aunque si me dijeses que me amas, sería mejor, sino tendré que decir que no quieres casarte conmigo…
    —Eso es chantaje, cabrón.
    —Solo dilo.
    —TE AMO —le gritó algo enfadado— ¿estás contento, ahora?
    —Sí, mis padres creo que ya están rompiendo el compromiso con la chica después de tu grito.
    —IMBECIL —le volvió a gritar mientras le golpeaba con todo lo que tenía.
    Continuará…

    Capítulo 23
    En estas dos semanas la fábrica había avanzado mucho en su reconstrucción, y todo gracias a los chicos, que se habían puesto manos a la obra, y sobre todo gracias a Sousuke que estaba haciendo un gran trabajo a pesar de ser un campesino con pocos estudios que ahora trabajaba en una colonia. El padre de Kariya y Taiga estaba muy pendiente de lo que decían y hacían los chicos. No quería dejarlo todo en sus manos si la cosa iba a ir mal y perder dinero, pero gracias a eso había notado dos cosas que realmente sus hijos amaban a sus respectivos novios y que quizás Sousuke no sería un mal fichaje para la familia. Ese castaño se estaba empezando a ganar su respeto. A su edad tenía muy buenas ideas y parecía amar a Taiga, así que estaba decidido a darle la mano de este al acabar con la reparación de la fábrica.
    —Sousuke, ven, quiero hablar contigo a solas —le llamó el jefe de la fábrica, haciendo que Taiga lo mirara con ojos preocupados, aunque al ver la sonrisa de su padre se calmó.
    —Está bien —dijo el castaño levantándose para ir con ese hombre a otra sala.
    —He visto que tú y mi hijo tienen un algo especial —empezó a decir en cuanto llegó a la sala de al lado— así que quería proponerte algo.
    —Dígame.
    —En cuanto la fábrica esté de nuevo en marcha me gustaría que te casarás con Taiga.
    —¿En serio? ¿Así de fácil?
    —Sí, creo que serás un buen esposo para él.
    —¿Qué quiere a cambio?
    —¿Qué te ocupes de la fábrica junto a Masaki, sois amigos no?
    —No exactamente, pero si eso es todo…
    —Quiero que entre ambos hagáis de está la mejor colonia industrial de todas.
    —Está bien.
    —Perfecto, entonces hablaré con Taiga sobre vuestro compromiso.
    Sousuke regresó con los demás, aún pensativo, algo le decía que eso era demasiado bueno. Dejando de lado que tendría que aguantar más a Kariya, y que serían algo así como socios, tendría a Taiga para él y no había tenido ni que pedir la mano de este. Seguro que allí había gato encerrado. Y se imaginó cual era el gato, lo quería usar para que la fábrica creciera, pero gracias a eso él obtenía a su leoncito fácilmente. Tenía una posición y ese viejo probablemente moriría pronto y dejaría de usarlo.
    —Creo que podré soportarlo unos años por mi leoncito.

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    Después de esa aburrida reunión, por fin se habían podido ir todos a sus casas, aunque más bien algunos estaban pensando en otra cosa. Hamano ya tenía ganas de ir a pescar, últimamente no le habían dejado ir pero esa noche estaba libre y podría ir a ver si pescaba algo, y estaba pensando en eso, cuando se le vino a la cabeza la idea de pescar un Hayami sireno. Sonrió como bobo ante eso y decidió que sería una buena idea preguntar al castaño si le gustaría ir.
    —Hayami —llamó al chico que estaba a su lado en esos momentos, leyendo un libro.
    —Dime.
    —¿Te gustaría ir a pescar conmigo esta noche?
    —Hace tiempo que no vamos.
    —S-sí, po-por mi bi-bien…
    —Me alegro, eres tan tierno —le dijo Hamano abrazándolo y consiguiendo que se sonrojara más.
    —T-Tú ta-tambien lo e-eres —le respondió el pobre chico de moñitos con las gafas enteladas por el calor que emanaba su cuerpo en esos momentos.
    —Entonces, te quedas a comer a casa y así luego ya vamos juntos hacia allí.
    —E-está bien.
    El moreno dejó de abrazar al pequeño chico que estaba a su lado, y siguió con lo suyo viendo un libro de pesca que había allí sobre una persona que explicaba sus aventuras en medio del mar. Hayami estaba leyendo una novela sobre aventuras, era un momento, relajado, aunque era raro ver a Hamano leer, si había peces por en medio, a veces podía pasar.
    —Hayami, ¿no echas de menos la rutina de ir a la fábrica? Ahora tenemos los días muy vacios.
    —Bu-bueno, e-es porque llevamos mu-muchos años a-así… e-es normal…
    —Supongo, aunque se me hace raro, ahora tengo menos tiempo para pescar —acabó diciendo cuando por fin parecía que hablaba en serio salía con alguna cosa como esta— tenemos que encontrar la manera de ir a pescar más a menudo.
    —E-es cierto, po-podemos i-intentarlo.
    A Hayami no le gustaba mucho eso de ir a pescar porque tenía que levantarse pronto o ir a dormir tarde, pero ver a Hamano tan animado y tan guapo con la caña de pescar en la mano era suficiente motivación para que el chico de lentes hiciera un pequeño esfuerzo para ir.

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    Gillis estaba acompañando a Saru hacia su casa, así podía pasar más tiempo con él, y últimamente Saru ya no se quejaba. Dejaba que lo acompañase y estaba un poco más receptivo hacia el otro chico. El caballero lo había notado y eso le hacía feliz, poco a poco se había ido acercando al corazón de Saru, y quizás sería hora de volver a declararse, pero esta vez de una manera más formal. Se paró en un momento dado sorprendiendo a Saru quien también se paró y se dio la vuelta para mirarlo.
    —Saru —le dijo cogiéndole de las manos— me gustas, y cada día veo que me gustas más, haciendo que mi corazón no deje de latir cuando estoy a tu lado. Poco a poco este gustar se ha hecho más profundo y sincero, llegando a un punto, en el que puedo decir que te amo más que a nada y que a nadie.
    —¿Qué? ¿Qué estás diciendo de repente? —le dijo el chico peli-blanco algo sorprendido y sonrojado por esas palabras— ¿Te has golpeado la cabeza?
    —No, pero tu golpeaste mi corazón desde que llegaste a esta colonia, ¿Te gustaría ser mi novio? Prometo hacerte feliz para siempre.
    Llegados a este punto Saru estaba que no entendía nada de nada de lo que estaba diciendo el otro chico. Tardó unos momentos en decir algo, ya que estaba intentando poner esas palabras en orden, el resumen era que lo amaba y quería ser su novio. Bien, eso era lo importante, lo otro solo era paja. Se lo pensó. El chico era guapo, y después de todo lo que él le había criticado y pegado, le había ido a buscar arriesgando su vida para salvarlo de las llamas. Debía admitir que al menos se lo había currado.
    —Está bien, podemos intentarlo… —respondió al fin— pero te prohíbo que me hagas nada raro, por el momento.
    —No haré nada que tú no quieras, estoy a tu servicio.
    Ese chico realmente era raro, pero en cierto modo no podía decir que eso no fuese parte de lo que le estaba empezando a gustar. Suponía que con el tiempo lo llegaría a amar, por eso le estaba dando esa oportunidad y había dicho que sí. Todo era bastante rápido para él, no hacía tanto que había llegado, al poco había ido de fiesta a la ciudad, después había estado a punto de morir quemado en la fábrica y ahora su salvador se le estaba declarando. Pero a pesar de todo no se sentía para nada infeliz en esos momentos, y pensaba que era una suerte haber ido a vivir en este lugar.

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    Estaban los dos más afectados por el incendio de la fábrica, en un momento íntimo. Hikaru estaba en la cama de Kariya atado de las manos y desnudo, delante de Kariya el cual estaba haciendo todo tipo de cosas con su cuerpo y… en esos momentos abrió los ojos, y se dio cuenta de que solo estaba recordando lo que había pasado hacía pocos minutos antes. Se removió un poco y notó como una fuerte mano lo tenía abrazado por la cintura no dejándole mucho espacio para moverse.
    —¿Qué pasa mocoso? —le preguntó la voz de su novio haciendo que se quedara quieto.
    —Na-nada, y-yo e-estaba pe-pensando en lo mu-mucho que me quieres —fue su tierna respuesta consiguiendo un pequeño sonrojo por parte del otro chico.
    —¿Y?
    —¿Crees que al final tu padre nos deje casarnos…? —preguntó tímidamente apoyándose más en el pecho de Kariya.
    —Sí. Nos va a dejar, porque vamos a reconstruir la fábrica y no tendrá más remedio.
    —S-sí —exclamó feliz el corderito por las palabras de Kariya.
    En esos momentos una voz desde fuera del pasillo llamó a Kariya Masaki para que fuese a hablar con su padre. Hikaru se quedó solito en esa cama, esperando a ver su novio regresaba, se quedó jugando un poco con la sábana pensando en cómo sería casarse con Kariya. Podrían vivir juntos y dormir juntos siempre, y hacer más de estas cosas vergonzosas. Se sonrojó ante ese pensamiento y se escondió debajo de la sábana pensando en que eso era vergonzoso aunque le gustara.
    —¿TE LO PUEDES CREER EL VIEJO ESE? —gritó al llegar a su habitación.
    —¿Q-que pa-pasa Ma-Masaki?
    —Que me ha dicho que me puedo casar contigo si acepto tener a Sousuke como socio.
    —E-eso e-es bueno… ¿no?
    —¿Cómo va a ser bueno eso, mocoso? Tendré que aguantarlo para siempre.
    —Pe-pero nos po-podemos ca-casar…
    —Eso es el lado bueno, pero no el único.
    —Yo e-estoy feliz de sa-saber e-eso —le dijo Kariya con una pequeña sonrisa.
    Ante eso Kariya quedó desarmado y se le pasó el enfado pensando que al menos el corderito estaba feliz por el desenlace. Y se volvió a desnudar para ir de nuevo a la cama junto al menor, para demostrarle nuevamente lo feliz que podría hacerle en un futuro.

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    Cierto chico que aún llevaba bastón por tener la pierna rota, estaba en su casa tirado en su cama algo aburrido. Los chicos estaban en su momento “ayudar a la parejita a ser felices” y a él lo único que le interesaba era ver a su peli-azul. Pero no iba a ir a verle. Él era quien estaba convaleciente, y tenía que ser quien le fuese detrás al otro chico. Pues no. Llevaban días sin verse. Al estar la fábrica cerrada y tener la pierna rota casi no salía de casa, y las clases las podía recibir en casa que para algo su padre era el profesor. Suspiró aburrido dejando el libro que leía a un lado. Estaba aburrido y encima empezaba a sentirse triste, echaba de menos los golpes de Kurama. No porque fuese masoquista sino porque eso significaba que el menor se avergonzaba, él ya sabía que su uke era tsundere así que ya estaba preparado para estas cosas. Pero no poder verle le estaba matando.
    —Es lindo que sea tsundere pero estaría bien que aceptara sus sentimientos y aceptara ser mi novio, por fin.
    —¿Y quieres conseguirlo ignorándome?
    —Nori-chan —dijo levantándose de golpe y mirándolo sorprendido.
    —Tu madre me ha dejado pasar —fue su explicación ante la pregunta muda de Minamisawa— Em… hace días que no nos vemos.
    —Sí, es verdad.
    —¿Cómo está tu pierna? —preguntó mirando hacia abajo pero sin hacer contacto visual.
    —¿Estás preocupado? —respondió feliz antes de nada— está mejor, me duele menos pero no me quitaran la placa por el momento.
    —No lo estoy, ¿Por qué debería estarlo?
    —No sé, has venido solo para preguntarme como estoy ya que hace días que no nos vemos, he imaginado que estabas preocupado.
    —Pues te equivocas, he venido porqué me aburría y pasaba por aquí.
    —Oh —fue la triste respuesta de Minamisawa, aunque realmente estaba muy feliz en esos momentos.
    La conversación había quedado algo muerta en este punto, Minamisawa estaba disfrutando de ese momento tan tierno que estaba presenciando del peli-azul el cual había hecho un esfuerzo para ir a verle, a pesar de todo. Y ahora estaba buscando una excusa para que no pareciera que iba porque estaba preocupado. Era tan orgulloso pero tan lindo a la vez que no podía evitar estar feliz. Por otro lado el pobre Kurama estaba que no sabía qué hacer con su vida en esos momentos, la intriga por saber cómo estaba el peli-lila lo mataba pero ahora que estaba allí sentía herido su orgullo de chico tsundere y enojón. Según él no debía de amar a nadie ni preocuparse por nadie, pero estaba allí preocupándose por ese peli-lila tan engreído que se pasaba el día acosándolo, aunque en estos días no le había acosado ni un solo momento, y lo echaba de menos, aunque eso no iba a admitirlo.
    —Kurama, yo te quiero, tú lo sabes, y deberías saber que si vienes a mi habitación eso puede llevar a muchos lados.
    —PERO QUE DICES PERVERTIDO —le gritó este mirándolo mal.
    —¿Pervertido? —preguntó divertido por la manera en que Kurama había entendido sus palabras, aunque lo había hecho adrede— yo me refería a que podría pensar que yo también te gusto, ya que has venido a visitarme.
    —¿Y? —respondió Kurama calmándose un poco.
    —Está bien si lo pienso.
    —Piensa lo que quieras.
    —¿Eso significa que te gusto?
    —Yo no he dicho esto —se defendió sonrojado a más no poder mientras miraba hacia otro lado pero sin negarlo del todo— aunque podría ser que me gustases un poco.
    —Nori-chaaaan, con esto ya estoy más que feliz por hoy. Creo que me he curado un poco de golpe solo con esto.
    —Eres idiota.

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    En casa de los Taki, estaban los dos hermanos compartiendo un poco de espacio, algo extraño ya que Sousuke no solía estar mucho en ella. Eso se hacía un poco incómodo para ambos, aunque tampoco duró mucho eso. Ya que el mayor de los dos escuchó un pequeño suspiró del menor, que no podía dejar de pensar en cierto chico de más o menos su edad, que vivía en la ciudad.
    —Yuuta —dijo estando un poco ausente antes de escuchar una risita de su hermano.
    —Oh, veo que te has enamorado.
    —¿Yo? No, no es verdad.
    —¿Cómo qué no?
    —Que no lo es.
    —Entonces porque suspiras diciendo “Yuuta”
    —Y-yo —respondió un poco sonrojado el menor— no, no es nada…
    —Claro, ¿qué es ese crío con el que estabas el otro día en la ciudad? Pero si aún es un mocoso.
    —No lo es.
    —¿A no? Pero si seguro que es más pequeño que tú.
    —¿Y tú qué sabes?
    —Lo huelo, huelo a los mocosos de lejos —le respondió riendo mientras se iba hacia la puerta— Me voy, sigue soñando en niños de mientras.

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    Al final había llegado el momento tan esperado para Hamano, el momento de salir a pescar junto a su amado Hayami. Aún no se le había declarado como tal pero siempre le estaba abrazando y diciéndole lo mucho que lo quería y que no podría vivir sin él. Hayami siempre reaccionaba bien a esas cosas pero no sabía si avanzar y decirle que quería ser su novio. Quizás ya era un buen momento, realmente llevaban mucho tiempo siendo amigos y nunca se habían dicho nada por el estilo, pero se tenían un sentimiento especial el uno por el otro. Quizás era el mismo y si se declaraba tendría un final feliz.
    —Hoy me declaro —dijo decidido saliendo de su casa para ir donde ya lo estaba esperando Hayami.
    —¿Ya estás? —preguntó el castañito que se había empezado a preocupar, ya que el moreno le había dicho que lo esperara fuera que él ya salía, pero pasaban los minutos y no aparecía.
    —Lo siento Hayami es que no encontraba la chaqueta —le respondió este sonriendo como un Hamano puede hacerlo y consiguiendo un sonrojo por parte de Hayami— entonces, ¿vamos?
    —S-sí —respondió tartamudeando siguiéndolo ya que el chico había empezado a andar cogiéndolo de la mano.
    Hayami no se quejó por ello, le gustaba el contacto con el mayor, siempre tan cálido. Podía no ser el chico más listo del mundo, ni el más tranquilo y quizás solía liarla muchas veces y consiguiendo broncas o hacerse daño por ir alocado por la vida, pero su entusiasmo, positivismo y esa ternura que le hacía sentir le gustaban mucho a Hayami. Hacía tiempo que se había dado cuenta de que amaba a Hamano, y de que no le molestaba cuando este le abrazaba o tomaba de la mano aunque eso lo sonrojaba y le ponía el corazón a mil.
    —E-esto, Ha-Hamano, y-yo…
    —Cuando llegues al río quiero hablar contigo, Hayami, tengo algo importante que decirte —le cortó el moreno, que no había llegado a escuchar las palabras de Hayami por lo flojas que las había pronunciado.
    —E-entendido.
    Estuvieron callados hasta que llegaron al río, allí prepararon las cosas para pescar y tiraron la caña al río. Una vez hecho esto solo tenían que esperar a que picara algún pez y de mientras tenían mucho tiempo para hablar los dos. Ese era el tiempo que quería aprovechar Hamano para por fin avanzar un poco en esa relación si es que era posible tal cosa, aunque él esperaba que sí. Que Hayami le diría que sí.
    —Hayami, sé que he tardado mucho en decirte esto, pero tengo que decirlo ya o explotaré.
    —Di-dime.
    Hamano se acercó a él, le cogió las manos con las suyas, y le miró directamente a los ojos viendo como este se sonrojaba y apartaba la mirada tímidamente. Era tan tierno el más bajo cuando reaccionaba ese modo. Hamano no pudo evitar pensar que este era el ser más lindo del mundo.
    —Hayami, yo te amo.
    —¿Eh? —preguntó Hayami, quien no se esperaba eso, aunque quizás era bastante obvio, no había pensado en que Hamano también le amase— ¿M-me a-amas?
    —Sí, te amo, más que la pesca y todo —fue su respuesta haciendo sonreír a Hayami quien entendió a lo que se refería el moreno.
    —Y-yo también te-te-te-te a-a-amo —le respondió tartamudeando mucho ya que le estaba costando mucho decir esas palabras.
    —Entonces, ¿Te gustaría ser mi novio?
    —S-sí —dijo asintiendo con la cabeza consiguiendo un abrazo de oso por parte del moreno.
    Hayami respiró un poco intentando calmarse en el proceso pero estaba muy nervioso. Hamano se le había declarado y él había aceptado ser su novio. Eso significaba que ahora era el novio oficialmente de Hamano, y llevaba tanto tiempo soñando con ese momento que ahora le costaba creerlo.
    —Mi sirenito —le dijo antes de separarse un poco y besar al pobre chico que en ese momento parecía un chihuahua muerto de frío, de tanto que temblaba— te amo —le volvió a decir aunque este ya no lo escuchó ya que se había desmayado entre sus brazos por los nervios.
    Continuará…

    Capítulo 24
    En una casa de campo algo lejana de allí, estaba un chico rubio de cabello largo mirando a un chico de cabello blanco y ojos exóticos, que en esos momentos estaba probándose la ropa para la boda. Llevaría un pantalón marrón, una camisa blanca, un chaleco de piel marrón, barretina roja, zapatillas blancas con betas hasta debajo de la rodilla, y una faja de color roja. Según Chet se le veía muy hermoso, Yuuchi se veía un poco extraño vistiendo con eso, pero si Chet decía que le quedaba bien no tenía nada en contra de ella.
    —Perfecto, perfecto —decía Chet dando algunas vueltas a su alrededor— estás perfecto, te queda muy bien.
    —Gracias, a ti también te quedaba muy bien el vestido de novia.
    —¿A que sí? Lo he escogido por eso —le respondió el rubio sin más— la boda la haremos debajo del manzano de tu casa, ya estamos preparando todo para que se pueda hacer allí, así nos dará su bendición.
    —¿Pero no será un poco pequeño si lo hacemos allí?
    —No te preocupes, invitaremos a poca gente, lo importante es el manzano.
    —E-está bien, donde tú digas —dijo pensando en lo rara que era la mente de su futuro esposo, eso le parecía muy lindo.
    —¿Tú tienes alguien que quieras invitar?
    —Tengo una pequeña lista, no muchos por eso.
    —Mejor, porqué yo también tengo una y tendremos que ver que quepan todos.
    —Pero por eso decía que quizás debajo del manzano… será difícil —explicó Yuuchi al rubio.
    —Pero nos conocimos gracias a ese manzano y para mí es un ser importante.
    Yuuchi sonrió ante esas palabras tan tiernas del rubio y se acercó a él para besarlo antes de quitarse la ropa para ponerse la de siempre. Un estilo menos formal y con ropa menos cara. Para un día importante de acuerdo pero para un día normal no se sentía cómodo con esa ropa, y menos porqué la iba a pagar el padre de Chet, quien dijo que se haría cargo de todos los gastos.
    —¿Ahora qué quieres hacer Chet? —le preguntó su padre que los estaba esperando fuera.
    —Quiero ir a ver el manzano para ver como lo están decorando, tiene que quedar tan bonito como Yuuchi —así el padre de Chet dio la orden al chófer para que los llevara a la casa del peli-blanco— y quiero comer un plátano bien dulce.
    —Últimamente tienes más antojos de los normales.
    —Será el embarazo.
    —¿Qué embarazo? —dijeron tanto el padre como Yuuchi.
    —El mío, estoy esperando un hijo de Yuuchi.
    —¿Cuándo? ¿Cómo? —preguntó su padre que no se esperaba tal cosa.
    —En su habitación hace ya bastantes semanas.
    —Chet… esto… no digas más —le suplicó el pobre Yuuchi mirando hacia otro lado haciéndose el despistado.

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    En una mansión no muy lejana de la ciudad, estaba un Aoyama muy nervioso dando vueltas por el pasillo, sin saber muy bien que hacer en esos momentos. Tenía algo de trabajo por hacer aún, pero Ichino había llegado no hacía mucho rato y estaba hablando con Ichiban sobre algo, y no sabía sobre qué. Al parecer no tenía ni voz ni voto en todo eso a pesar de que en verdad, le concernía a él, al igual que a los demás. Internamente estaba llorando, pensando que quizás Ichino se había rendido y había venido a decir que renunciaba a ese trato.
    —Nanasuke —murmuró detrás de la puerta donde los dos chicos hablaban.
    —Aoyama, ¿Cómo va? —preguntó un Yoichi consciente de la situación— te veo nervioso.
    —Ichino e Ichiban están hablando… no sé sobre que… ¿y si Ichino quiere cancelar el contrato por abusivo?
    —No lo veo como el tipo de persona que haría algo así, estoy más convencido de que ha venido a decir que ya lo ha logrado.
    —¿U-usted cree?
    —Sí, ten más fe, yo creo que por ti lo habrá conseguido.
    Aoyama sonrió ante estas palabras aunque las dudas seguían allí en ese momento, hasta que la puerta se abrió y salió un Ichiban un poco molesto, el cual llamó a Aoyama para que entrase a la sala. Miró a Yoichi y lo dejó pasar sabiendo que este no aceptaría un no por respuesta. Por la mirada de su prometido ya podía ver que había pasado así que sonrió divertido por ello.
    —Hola Shunsuke —le saludó Ichino con una sonrisa.
    —Aoyama, el señor Ichino ya ha pagado por ti, así que eres libre de irte cuando quieras, aunque quisiera pedirte un favor.
    —Dígame, señor.
    —Podrías quedarte esta última semana, hasta que pase la boda y yo tenga tiempo de encontrar a alguien que te sustituya.
    Aoyama miró a su novio, quien le miraba con una sonrisa y asintió con la cabeza. Ese asentimiento más que decirle que aceptara le estaba diciendo que hiciese lo que él creyese mejor. Que él aceptaría su decisión. El moreno lo pensó un poco, quería irse con Ichino, pero la boda le hacía mucho ilusión y no podía dejarlos sin nadie que la montara. Sólo sería una semana y luego podría irse junto con Ichino para vivir felices por el resto de sus días.
    —Está bien, acepto. Me quedaré hasta la boda, los ayudaré hasta que la tengan lista y cuando venga un sustituto me iré con Ichino.
    —Entonces, yo empezaré a buscar pero de momento sigues a mi servicio hasta pasada la boda.
    —Shunsuke, vendré a buscarte pasada la boda para ir a nuestra casa.
    —Sí —Aoyama le hizo una pequeña reverencia— gracias por aceptar mi decisión.
    —No te preocupes, yo quiero que seas feliz y si tú tomas una decisión yo la respetaré.
    —Nanasuke, eres el mejor —se lanzó a abrazarlo y luego se sonrojó al ver como lo miraba su aún amo— volveré al trabajo.
    —Puedes acompañarlo hasta la puerta, luego sigue con tu trabajo.
    —Gracias, señor.
    Así ambos chicos felices se fueron hasta la puerta y se despidieron por última vez con un hasta la semana que viene. Antes de que cada uno regresara a sus cosas. Aoyama con el trabajo e Ichino con su viaje de regreso para prepararlo todo para la llegada de Aoyama.

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    En otra masia estaba una familia preparando las cosas para tenerlo todo ordenado para la nueva cosecha, cuando escucharon que llamaban a la puerta. Furetsu fue a abrir la puerta encontrándose con su novio y con su hermano pequeño. Sonrió un poco sonrojado y los dejó pasar.
    —¿Quién es Furetsu? —le preguntó su madre desde la cocina.
    —Los hermanos Tsurugi.
    Después de decir eso apareció un Tenma que llegó corriendo hacia la puerta para lanzarse encima del menor de los hermanos. Kyosuke lo recibió entre sus brazos sin decir nada, y esperó que se separara un poco. Yuuichi lo miraba un poco divertido mirando a su novio quien se sonrojó más pensando en que él no podría hacer tal cosa.
    —Ho-hola Yuuichi, bienvenido —fue lo que dijo mirándolo antes de recibir un pequeño beso en la mejilla por parte de este.
    Furetsu sonrió por el beso y entraron a dentro donde los padres miraron curiosos a esos dos peli-azules que normalmente venían para traer lana para tejer pero que ese día venían con las manos vacías. Y más por cómo se portaban sus hijos, que no tenían en cuenta el respeto hacia la familia que les daba algo de trabajo y por lo tanto el sustento para la familia.
    —Cuantas veces tengo que deciros que se les tiene que hablar con más respeto.
    —No se preocupe señora, hoy no venimos para eso.
    —Ah… —dijo ella sin saber que decir— siéntense por favor.
    —Gracias.
    Se sentaron los cuatro en las sillas que había alrededor de la mesa y Yuuichi cogió la mano de Furetsu consiguiendo que este se sonrojara un poco más. Los padres miraron ese gesto y ahogaron un “ah” de sorpresa al entender que pasaba, aunque al parecer Furetsu en esos momentos no lo tenía contemplado y aún no sabía que pasaba o que planeaba su novio. Sonrieron esperando a que el mayor de los chicos diera el paso.
    —Señores, hoy he venido aquí para pedirles la mano de Furetsu, como mi futuro esposo.
    —Uooo —fue el grito general dentro de la casa, mientras que Furetsu solo se sonrojaba mirándolo sorprendido.
    Tenma miró a Kyosuke con unos ojos que en cierto modo decían “yo también quiero” algo que consiguió hacer que el peli-azul sonriera RBDmente ante eso. Eso demostraba que tenía a cierto castaño loquito por él, y que esperaba una declaración de su parte.
    —¿Eres el novio de nuestro hijo? — le preguntó a al chico peli-azul.
    —Sí, des de hace dos semanas.
    —Es muy poco para pedir su mano.
    —Ya, pero nos queremos y eso es lo importante.
    —Supongo que sí, ¿Tú qué opinas Furetsu? ¿Estás de acuerdo?
    —S-sí, yo lo a-amo… papis…
    —Está bien, si tú también quieres ya estás en la edad para ello.
    —¿Y para cuando la boda?
    —De momento solo quería saber si podía pedirla para que no lo comprometan con alguien más de mientras, quiero independizarme primero para luego poder ir a vivir juntos los dos.
    —Que maduro, está bien, no lo comprometeremos con nadie.
    —Muchas gracias, se lo agradezco.

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    Un moreno iba andando por el camino que llevaba hacia la ciudad, se había ido de casa hacía dos semanas y había aprovechado para conocer mejor la zona, aunque su interés principal era llegar a cierta posada donde podría ver al peli-blanco que le robaba los suspiros. No sabía como acabaría la cosa pero estaba dispuesto a intentarlo. Si no salía bien, se iría lejos de allí, tampoco le quedaba nada en este lugar. Vio la posada al final de ese camino y sintió como todos los nervios y miedos le llegaban de golpe.
    —Ánimos Shuu, se valiente —se dijo a si mismo para darse valor.
    Después de autodecirse esas palabras fue de camino hacia la posada y antes de llegar ya pudo ver a Hakuryuu quien estaba limpiando la entrado, y se dirigía a los establos donde habían dormido juntos esa vez. Se sonrojó por ello. Se había portado de una manera muy extraña esa noche, aunque solo habían dormido no era su estilo irse a dormir en las sábanas de otro y menos desear en su interior que pasara algo. En un momento dado Hakuryuu levantó la mirada y vio allí a Shuu, quien se acercaba un poco vacilante.
    —Hola Shuu, ¿Qué te trae por aquí? No es día de mercado —le preguntó mirándolo seriamente.
    —Y-yo… —todo su valor había desaparecido al ver al chico de cabello blanco— e-estoy de vi-viaje.
    —¿De viaje? ¿Tú solo? —le preguntó ahora más bien preocupado por ello, siendo como era el moreno podía pasarle cualquier cosa.
    —S-sí… —bajó la mirada por esa pregunta que le había hecho el otro chico.
    —Es peligroso, Shuu, ¿Por qué de repente?
    —Po-porque… y-yo… ¡YO LE AMO HAKU-SAN! —fue la respuesta que Shuu gritó dejando al otro desconcertado.
    —¿Eh? —fue todo lo que pudo decir intentando pensar que tenía que ver que Shuu lo amase con irse de viaje, aunque al final decidió que eso era lo menos importante y se acercó al moreno con una sonrisa, lo cogió por la cintura con sus manos y lo abrazó— yo también te amo Shuu.
    —¿En serio? —preguntó medio lloroso medio esperanzado.
    —Sí, Shuu, ¿Cómo no iba a quererte?
    —No lo sé, Haku-san… yo… —dicho eso se puso a llorar, en gran parte por el alivio que le producían esas palabras.
    —Shuu, entremos a la posada —le dijo Hakuryuu, en cuanto este se calmó un poco.
    Al entrar lo dejó un momento en una mesa y se acercó a la barra donde le preparó una infusión para ayudarlo a calmarse. Luego se lo llevó a la mesa y se sentó en la silla de al lado mirando el rostro lloroso del chico que aún no acababa de calmarse del todo. Le acarició la mejilla y este le miró con una pequeña sonrisa.
    —Gra-gracias, Haku-san —le agradeció el pobre moreno que en estos momentos no sabía que debía sentir.
    —Shuu, cuéntame porque te has ido de viaje, y que tiene que ver eso con que me ames.
    —Y-yo… mis pa-padres… —bebió un poco de la infusión para darse valor y calma y así poder contarle a Haku-san lo que había pasado— mis padres me habían concertado un compromiso con mi mejor amigo, yo estaba dudoso… No había nada entre él y yo, pero muchos conocidos se han casado con gente a la que de verdad no aman y… Pero cuando te conocí a ti… ya no pude aceptar… y-yo me e-enamoré de ti, la pri-primera ve-vez que nos vi-vimos —volvió a beber un poco, mientras Hakuryuu sonreía orgulloso por ese comentario del moreno— les pedí a mis padres si podían casar a Shin con Kei, en vez de a mí, sabiendo que a Shin le gustaba él, y al final resultó que a Kei también le gustaba Shin. Ellos se casaron hace unas dos semanas, y yo después de la boda me fui de casa para no molestar, ahora ese hogar es suyo y no mío, por eso salí de viaje… y y… si tu no me amabas me habría ido muy lejos de aquí…
    —No hace falta que te vayas, Shuu, si quieres puedes quedarte a vivir aquí conmigo.
    —¿En serio?
    —Sí, yo me ocuparé de todo y te enseñaré el oficio para que puedas trabajar aquí.
    —Muchas gracias, Haku-san —Shuu le regaló una amplia sonrisa mientras se secaba unas últimas lágrimas.
    —Cuando te hayas acostumbrado nos casaremos así ya no podrá decir nada, nadie.
    —S-sí —respondió ahora sonrojado pero feliz— ¿Haku-san? —preguntó al ver como este se levantaba de su silla y se acercaba a él, cerró los ojos al ver que este se acercaba para besarlo y correspondió feliz.
    —Te amo, Shuu, así que quédate a mi lado.
    —Sí —respondió feliz y determinado— yo también te amo.

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    En una casa donde estaban medio celebrando el compromiso de uno de los hijos, estaba el otro hijo llevando al hermano menor del otro comprometido, por los campos. Sí, cierto castaño quería tener a cierto peli-azul para él solo, y el otro no se negaba.
    —¿Has visto que romántico ha sido Yuuichi? —le preguntó Tenma al otro chico.
    —Yo podría hacerlo mejor, si fuese por ti —le respondió el otro intentando marcar un gol en portería ante el castaño.
    —¿Por mi? —preguntó el inocente castaño sonrojado.
    —Sí, Tenma, por ti —fue lo que respondió este acortando las distancias— yo te amo, Tenma, por eso, quisiera saber si a ti te gustaría ser mi novio y que pidiera tu mano a tus padres un poco más adelante.
    —¡¡Sí, sí, sí quiero, Kyosuke!! —le gritó el castaño lanzándose encima de él para abrazarlo feliz— yo también te amo.
    Kyosuke solo sonrió a lo RBD mientras correspondía a ese abrazo de su futuro esposo, ahora solo le quedaba hacer como su hermano, aunque él prefería más esperar un poco, de todos modos había notado que los padres de Tenma no tenían prisa por comprometerlos. Y al tener a uno ya comprometido, algo en su inteligente mente, le decía que tenía algo de tiempo para poder hacerlo mucho mejor que su hermano e impresionar más al castaño.
    —Esto… ¿Y ahora…? —preguntó el castañito el cual nunca había tenido novio ni le había preocupado el tema.
    —Esto —dicho eso el peli-azul se acercó a Tenma un poco más consiguiendo que un sonrojo apareciera en las mejillas de este.
    Tsurugi sonrió ante ese sonrojo, y siguió acercándose más hasta que se acabó el espacio que había entre ellos y besó a Tenma, primero en un beso sueva sin mucho más que un roce de labios, para luego pedir entrada en su boca y profundizar ese beso, consiguiendo un suave jadeo del castaño. Cuando se separaron del beso, se miraron un momento a los ojos, antes de que el castaño sonriera y volviese a abrazar a Tsurugi. Quien sonreía feliz y satisfecho, ya que había empezado el noviazgo con ese castaño que no había podido sacar de su mente des del día que atrapó a un ladrón en el mercado y Tenma lo regañó.

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    Después de la gran boda a la cual habían asistido todos los amigos de la pareja, estaban Gamma y Einamu en su “luna de miel” que básicamente consistía en unos días a solos para que pudiesen engendrar un hijo. Según la tradición, era importante que se tuvieran hijos lo antes posible, pero ellos se lo tomaban con calma. No porque no hubiesen llegado a hacerlo, sino porque no les preocupaba que Einamu quedara embarazado o no, tan rápido, los hijos venían cuando venían, o eso pensaba Gamma.
    —Buenos días, gatito —le dijo a su esposo el cual ya estaba levantado a esas horas de la mañana, pero no obtuvo respuesta alguna— ¿Qué te pasa?
    —Aún no he quedado embarazado…
    —¿Eso te preocupa?
    —No quiero que luego me vengan a decir que si soy un mal doncel porqué no puedo engendrar hijos tuyos.
    —Nadie va a decir tal cosa.
    —¿Seguro que no es culpa tuya? ¿No serás estéril, no? —le preguntó acusándolo con el dedo.
    —No lo creo, Einamu —le respondió este con una sonrisa algo prepotente que decía “¿Cómo puedes pensar que un semental como yo sea estéril?”
    —Entonces, ¿Qué está mal?
    —Einamu no te presiones, eso quizás afecte a que no quedes embarazado.
    —¿Estás bien con que no pueda tener hijos? —le preguntó medio enfadado.
    —No es eso, pero creo que no hace falta tener prisa.
    —Si no tenemos hijos van a dudar de nuestro matrimonio.
    —¿Te preocupa que nos quieran separar?
    —¡COMO VA A PREOCUPARME ESO IDIOTA! —le respondió sonrojado entre gritos— lo que no quiero es que me digan que no sirvo como doncel, eso heriría mi orgullo.
    —Eres tan tierno, Einamu —le respondió este abrazándolo consiguiendo que este se calmara un poco— ¿Quieres que intentemos hacer un bebé?
    —CÁLLATE —gritó sin separarse del abrazó— y aún me duele de ayer— añadió aunque no se resistió.
    Continuará…

    Edited by Tem-chan - 4/2/2019, 13:52
  9. .
    Hola a todos, aquí vengo con una actualización del fic, aunque pueda parecer mentira es verdad, xd al fin, jajajaja siento mucho tardar tanto pero con el curro y todo me es difícil escribir, y ahora los caps los hago más largos y necesitan más elaboración para que salgan bien.
    Yo aviso que esto está llegando ya a su final, así que espero que les esté gustando.
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    Capítulo 21
    En una casa adinerada de la ciudad estaban en una reunión los tres interesados. El señor Kirino, Ranmaru y Shindo, que tenían aún una conversación pendiente. El mayor de los tres, había hablado con Shindo sobre su decisión de adoptar y le había dicho que tenía dos días para pensarlo. Y ese día había llegado y tenían que saber la decisión de Shindo, el cual estaba un poco nervioso por lo que iba a decir. No era fácil mentalizarse para pedir la mano del hijo del señor cuando uno es un sirviente. Necesitaba coger fuerzas, ya que podía ser que lo despidieran y echaran a la calle por osar decir tal cosa.
    —¿Y bien? ¿Cuál es tu respuesta? —le preguntó ese hombre al chico que tenía delante de él.
    —Yo…
    —Por tu cara puedo adivinar que me tienes una sorpresa y no sabes si me gustará.
    —Sí, tiene razón —fue lo que respondió Shindo armándose de valor para poder decirlo— yo no puedo aceptar ser el hermano de Ranmaru-sama, porque yo lo amo.
    —¿Lo amas? —preguntó el padre viendo como su hijo se ponía más rojo que un tomate.
    —Sí, y lo que yo quiero es casarme con él.
    —Pero como se te ocurre decir tal cosa, dije que te adoptaría no que fuese a darte su mano —se escandalizó el hombre viejo que había delante de ellos.
    —Pa-padre, yo también lo amo y también quiero casarme con él —fue lo que dijo Ranmaru en defensa de Shindo aunque un poco avergonzado— estos dos días hemos hablado… esto… del tema…
    —Es verdad, señor, lo hemos hablado mucho y sabíamos que era arriesgado pedir tal cosa pero era algo que necesitábamos hacer. Nos amamos desde hace mucho, aunque hace poco que nos hemos declarado, y por eso no podemos aceptar su oferta.
    —Padre, me gustaría que nos apoyaras y ayudaras a que podamos casarnos y vivir felices. Shindo me protegerá en caso de que alguien quiera hacerme daño para conseguir nuestro dinero, y es mejor él que cual otro… ¿verdad? —le dijo Kirino a su padre mirándolo seriamente para que este entendiera que estaban determinados a llevar eso hasta el final.
    —Ranmaru —le llamó su padre para que lo escuchara— si es algo que ambos habéis decidido y tú lo amas y quieres casarte con él, entonces adelante, lo que me preocupaba era que tú no estuvieses de acuerdo.
    —Lo estoy.
    —Bien, haré vuestro compromiso oficial y veremos cuando haremos la boda. En el fondo me alegro de haber podido resolver el asunto tan rápido —fueron las últimas palabras del señor mayor antes de cerrar el tema, dejando a la parejita feliz de la vida.

    ---------------------------

    En otro lado de la ciudad había un grupo que se había reunido para intentar decorar las calles por las festividades que se avecinaban. Esta vez no eran tan pomposas como las anteriores pero no por ello eran menos importantes. Estas fiestas consistían en un concurso para ver quien decoraba la calle de manera más bonita. Luego habría unos premios para los ganadores. Así que había algo de motivación en ello, pero en el caso de una pareja concretamente no era esa su motivación, lo que ellos querían era pasar el rato juntos y conocerse un poco más. Ciertamente el peli-azul lo había invitado como una excusa para poder verle sin tener negocios de por medio.
    —¿Qué tal te lo estás pasando, Furetsu? —le preguntó al pequeño peli-naranja que estaba a su lado concentrado en unir dos cartones.
    —Mu-muy bien —le respondió este con una sonrisa— es la primera vez que lo hago, gra-gracias por i-invitarme —volvió a tartamudear el chico al darle las gracias.
    El pobre peli-naranja lleva un buen rato estando sonrojado ya que para algunos trabajos habían tenido que esta muy juntos los dos y eso le daba vergüenza. Aún no sabía muy bien por qué pero le gustaba el peli-azul, era tan amable y tan lindo con él, que no podía evitar pensar que era muy agradable y que quería pasar más tiempo con él. Aunque estar con él siempre le ponía nervioso y no podía evitar sonrojarse o tartamudear.
    —Me alegro —le respondió Yuuichi mirándolo con una gran sonrisa que hizo enrojecer más al menor— tenía ganas de pasar un día contigo.
    Furetsu al escuchar esas palabras se sonrojó aún más sin saber que responder y temblando un poco por los nervios. No se acostumbraba a estas cosas aunque le hacían bastante feliz. Yuuichi veía esas reacciones tan tiernas y le hacía pensar que quizás tendría una oportunidad con ese angelical chico. Quizás debía probarlo y que mejor que esta oportunidad.
    —Furetsu —llamó al menor esperando que este lo mirara, sus ojos se encontraron y el menor se sonrojó bajando la mirada rápidamente— me gustaría saber qué opinas de mí, tú me gustas, y si yo te gusto me gustaría que aceptarás ser mi novio.
    —Y-yo… —el pobre no sabía que responder, sí, el mayor le gustaba, pero le parecía muy irreal que se le declarara— t-tú… me gustas… ta-también…
    —Entonces, ¿quisieras ser mi novio?
    —N-no sé… e-es muy pronto…
    —Pero nos queremos, y con el tiempo podemos conocernos más.
    —S-sí —fue su respuesta viendo como el otro se le acercaba un poco.
    —¿Que me respondes, al final? —le volvió a preguntar viendo ese sonrojo.
    —E-está bi-bien —fue lo que respondió al final el menor antes de recibir un beso en la mejilla que hizo que su rostro quedara tan rojo que parecía un tomate maduro.
    —Gracias —le dijo el mayor con una gran sonrisa antes de seguir trabajando— ¿Qué te parece si ahora ponemos esto aquí y seguimos decorando la otra parte? —preguntó señalando hacia el otro lado de la calle.
    —Bi-bien.
    —Ya hemos vuelto —dijo la voz de Tenma des de la otra punta de la calle, donde estaban los dos chicos decorando.
    —Ho-Hola, Tenma —respondió el peli-naranja mirando a su amigo un poco sonrojado.
    —¿Pasa algo Furetsu? —le preguntó acercándose a él— ¿Tienes fiebre? —le tocó la frente con su mano y lo pensó un poco, pero al final negó— no lo parece.
    —Ya déjalo Tenma, seguro que no es nada —le dijo un peli-azul que llegaba justo detrás del castaño.
    —¿Estás seguro? —preguntó el castaño con un mohín de preocupación.
    —Sí, él está bien, por cierto, vamos a acabar con nuestra parte de la decoración que ya hemos comprado lo que nos faltaba.
    —Está bien, Kyosuke —dijo feliz cogiéndolo de la mano mientras ambos se sonrojaban un poco por la acción del castaño— Me lo estoy pasando muy bien, gracias por invitarme.
    —No es nada —fue la única respuesta antes de que ambos se pusieran a trabajar para acabar con su parte de la decoración.

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    Ichino fue otra vez a la casa de campo de Ichiban donde podría encontrar a su amado Aoyama. Ya se habían declarado y estaban enamorados pero faltaba hacer un último paso para que esto fuera bien, pedir su mano a Ichiban, el señor de la casa donde Aoyama trabajaba. Seguramente le pediría algo a cambio, ya que al casarse con el moreno, se lo llevaría a vivir a su casa y tendría que dejar su trabajo en la casa de los Ichiban para hacer de señor de la casa de los Ichino, junto con él. Estaba un poco nervioso pensando en que le podrían pedir a cambio de la mano del moreno, pero él pagaría el precio que fuese necesario con tal de tener a ese hermoso chico junto a él para siempre.
    —Hola Nanasuke-san —le dijo Aoyama al verle en la puerta de la casa, se fijó en que no había nadie cerca y se le acercó para darle un pequeño beso en los labios, separándose muy sonrojado— Bi-bienvenido.
    —Hola, ¿Qué tal va el trabajo? —le preguntó este con una sonrisa por ese beso y ese sonrojo.
    —Bi-bien, ho-hoy esta Ichiban-sama en casa…
    —¿E-enserio? —preguntó Ichino ahora algo más nervioso, tragó saliva y se armó de valor— entonces sería un buen momento para pedirle tu mano.
    —S-sí… —respondió Aoyama mirando hacia el suelo algo nervioso y sonrojado— t-te llevaré junto a él.
    Ichino siguió a Aoyama pensando en que decirle al hombre que era el amo de este. Debía mostrarse seguro de ello y mostrar que era todo un hombre delante del moreno, no podía quedar como un perdedor. Así que estaba preparándose mentalmente para hacer las cosas bien y decir las cosas correctamente. Al llegar a una gran puerta Aoyama llamó y la abrió dejando ver una gran sala donde estaban un chico de cabello naranja y otro rubio. Tragó saliva y caminó hacia delante con toda la valentía que en esos momentos no sentía.
    —¿Aoyama que quieres? —le preguntó Ichiban apartando al rubio que estaba sentado en sus piernas de un modo algo erótico.
    —Ha-ha venido Ichino-san a hablar co-con usted.
    —Te veo nervioso —le dijo Yoichi muy divertido por ese sonrojo que mostraba el moreno.
    —N-no es verdad.
    —Claro, lo que tú digas, pero tartamudeas —se rió un poco Yoichi del otro chico.
    —Yoichi, por favor —le llamó Ichiban para que se calmara— ¿De qué quiere hablar conmigo señor Ichino?
    —Yo quisiera pedirle la mano de Aoyama —fue lo que dijo mostrando que era un hombre, a pesar de que por dentro estaba teniendo un ataque de nervios.
    —¿De Aoyama? Es mi mejor sirviente.
    —Le daré lo que me pida, a cambio de su mano.
    —Su precio es alto, ¿ya podrá pagarlo?
    —Haré lo que esté en mi mano para que así sea, Aoyama es muy importante para mí.
    —Ooooh —soltó un rubio enternecido por lo que dijo el peli-blanco y por el sonrojo del moreno por esas palabras— a ver cuándo me dices tú estas cosas, capitán.
    —Eso no viene al caso, Yoichi —le dijo mirándolo serio y con el ceño algo fruncido— entonces, vamos a cerrar el trato.
    Ichiban puso sobre la mesa lo que él pedía a cambio de la mano de Aoyama, y este quedó sorprendido porque el precio era realmente alto. Ichino se quedó pensativo viendo como lo haría para conseguir pagar ese precio porque lo conseguiría aunque ahora mismo era un poco difícil. Se notaba que Ichiban era un hombre de negocios, sabía muy bien cómo obtener grandes beneficios de todo. El peli-blanco aceptó y firmó el trato, no iba a retractarse de sus palabras y conseguiría la mano de Aoyama costase lo que costase.
    —Volveré por ti cuando tenga lo que me ha pedido tu señor.
    —Estaré esperando por ti.
    Cuando Ichino se fue, el moreno suspiró, sabía que ese precio era demasiado para el pobre campesino. Mientras caminaba por un pasadizo de la mansión se encontró al rubio que lo esperaba. Volvió a suspirar pero el rubio no se dio por vencido y lo siguió. No eran amigos pero Yoichi entendía los sentimientos que debía tener el moreno en esos momentos. Todos sus pensamientos debían ser dudas y de seguro se sentiría triste, no podía simplemente dejarlo sólo, y sería divertido meterse por en medio.
    —Ichiban se ha pasado un poco con el precio —le dijo Yoichi a Aoyama.
    —Ichino no es rico, nunca va a poder pagarlo y no nos vamos a casar —respondió el moreno antes de que empezaran a caer lágrimas de sus ojos— ha sido muy cruel al poner un precio tan alto.
    —¿Y porque no huyes y te vas con Ichino?
    —Porque él me ha dicho que quería hacerlo legalmente.
    —Es un buen chico, espero que consiga reunir lo que Ichiban ha pedido.
    Después de eso decidió irse dejando al moreno en su habitación llorando a mares, quizás hablar con el pelo-naranja sería una buena opción, podría conseguir que rebajase un poco el precio del moreno, al fin y al cabo no era el único sirviente que había en esa casa, y mayordomos se podían encontrar en otros sitios.

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    Cierto conejito estaba ya fuera de la ronda, había acabado con su trabajo y se dirigía hacia su casa sonriendo satisfecho por el día de trabajo. Realmente le gustaba su trabajo y siempre volvía feliz a su casa al pensar que lo había hecho lo mejor que había podido. Y porque negarlo, se lo pasaba bien con su compañero de patrulla. Hablan de varias cosas y al fin y al cabo ambos amaban a un peli-lila, eso ya les unía en cierta manera.
    —Hi, Fey —le saludó una voz que hizo que el conejito se sonrojara.
    —Ho-hola Alpha —le respondió mirando hacia el chico de cabello lila que le gustaba.
    —¿Vas para casa?
    —Sí, ¿y tú?
    —Yo al hostal, mañana me iré de nuevo a mi ciudad.
    —Oh —dijo triste Fey bajando la mirada— ¿volverás?
    —Sí, porque aquí tengo a alguien muy especial para mí.
    —¿A si? —preguntó con algo de curiosidad y miedo.
    —Hace poco que nos conocemos, pero es alguien muy importante.
    —Me alegro de que tenga a alguien así —le dijo sonriendo aunque un poco triste.
    —¿Tienes tiempo, Fey?
    —Bu-bueno, s-sí…
    —¿Te gustaría que diésemos una vuelta?
    —¡¡¡FEEEY!!! —se escuchó un grito que consiguió que el pobre conejito diera un salto— por fin te encuentro, ¿Dónde te habías metido? Llevo horas esperando en tu casa…
    —¿E-Einamu? —preguntó viendo de reojo como Alpha levantaba una ceja preguntándose quien era ese peli-canela.
    —Esto, e-es un amigo, se llama Einamu.
    —¿Y este quién es? —le preguntó el chico mirando al koala, dándose cuenta de su presencia— No me digas que es tu novio y me he metido en mitad de una cita…
    —E-esto… —Fey no sabía que responder pero Alpha sí, al parecer.
    —Pues sí, eso es.
    —¿En serio? —se acercó al peli-lila mirándolo desafiante— como le hagas algo, te las verás conmigo.
    —Entendido, lo tendré en cuenta.
    —E-Einamu —le llamó Fey casi sin voz y con un gran sonrojo mirándolo con los ojos algo aguados, cosa que hizo que el corazón de Einamu diera un vuelco y se sonrojara.
    —No diré nada más, pero espero que te cuide bien, me voy para tu casa y me esperaré a que acabes la cita con este, pero no me hagas esperar mucho.
    Después de decir eso se fue dejando a la pareja mirando hacia sitios distintos. Alpha miraba al conejito y este miraba al suelo con un gran sonrojo sin saber muy bien que decir. Era todo muy raro y lo único que había entendido era que Einamu se había peleado con Gamma de nuevo y había ido a su casa a refugiarse.
    —Fey, en verdad me gustas, y me gustaría que fuésemos novios, por eso mañana me iré a hablar con mi padre para que me deje montar un negocio aquí y poder vivir contigo, sí tú estás de acuerdo con eso.
    —Y-yo, l-lo estoy —respondió con una sonrisa abrazando al koala quien le devolvió el abrazo.

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    Estaban cuatro chicos en otra calle, juntando cartones y cajas de madera para montar unos efectos que fuesen dignos de ver, querían que su calle ganara el primer premio del concurso de calles adornadas, aunque también estaban aprovechando para otras cosas. Como por ejemplo cierto peli-naranja que en esos momentos estaba acosando a su rubio en una esquina, dejando de lado la decoración que estaban preparando momentos antes.
    —Ta-Taiyo… —le llamó el rubio un poco jadeante por las caricias del otro chico— n-no es el momento.
    —Vamos, solo un poco… es que eres tan lindo que no lo puedo evitar.
    —Pe-pero…
    Se estaba dejando llevar por esas manos tan expertas después de tantas veces, cuando a su mente llegaron las palabras de su amigo sobre el embarazo. Algo no estaba bien, esos últimos días no se había estado sintiendo del todo bien, y eso le preocupaba un poco. Esos pensamientos hicieron que empujara a Taiyo con todas sus fuerzas sorprendiéndolo.
    —¿Kinsuke? —dijo con la voz un poco sorprendida.
    —Y-yo lo siento —le respondió con ojos algo llorosos volviendo al trabajo dejando a un pobre Taiyo sin saber que decir.
    En esos momentos pensó que quizás Makoto sabría algo de ese extraño comportamiento así que fue a donde estaban el chico pirata y el chico lector, para ver si le podían ayudar, pero los encontró a medio beso. Y decidió no molestar. Podía ser muy él, pero no dejaba de ser considerado con sus amigos, él entendía que no era un buen momento para molestar, y si lo hacía seguramente Namikawa lo mataría más adelante, y él tampoco quería morir. Aunque si Kinsuke había dejado de amarlo, quizás se lo replantearía.
    —Namikawa… —susurró el Makoto cuando sus labios se separaron en busca de aire.
    —Yo te amo, princesa —le dijo simplemente— y sé que me correspondes, así que me gustaría que fueses mi novio y futuro esposo.
    —¿E-esposo? N-no es ir un poco rápidos…
    —No, no lo creo. Solo debes aceptar.
    —Bueno, yo también te amo, pe-pero tengo una condición…
    —¿Una condición?
    —Sí, no quiero que-que te me-metas en más pe-peleas…
    —No sé si puedo prometer tal cosa.
    —E-entonces…
    —Pero lo intentaré, ¿de acuerdo? —dijo desviando la mirada pero cediendo a la petición de su uke.
    Taiyo desde detrás de la pared lo había escuchado todo, aunque solo había visto una pequeña parte. Ya le valía para poder burlarse de su amigo por haber cedido a lo que le pedía el chico católico, tan rápidamente. Tan RBD que decía ser siempre, y luego tan sumiso que era cuando veía que podía perder a su princesa. Sería cosa del amor, pero no dejaba de ser divertida ña idea de burlarse de él por ello.

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    Sarjes al acabar con su ronda de patrulla, al igual que Fey también se dirigía a su casa. Al llegar a esta se encontró una sorpresa que realmente no esperaba. Un chico de cabello azul estaba sentado en la puerta de su casa, acurrucado en su ropa, aunque no hacía mucho frío por las noches la temperatura era un poco más baja que durante el día. Se acercó a él y se sentó a su lado.
    —¿Qué haces aquí Ishigashi? —le preguntó mirando hacia el frente.
    —Ozrock no me quiere y he venido aquí.
    —¿Por qué dices que no te quiere?
    —Porque estoy embarazado.
    —No veo la relación.
    —Desde que le dije que estoy esperando a su hijo siempre está ocupado y no tiene tiempo para mí.
    —¿Quieres pasar? —le preguntó Sarjes al chico mientras le abría la puerta de casa— puedes quedarte aquí unos días, si quieres.
    —Quiero, así le doy tiempo a Ozrock para que venga a buscarme.
    Dicho esto entraron a la casa y allí se estableció el silencio entre ambos, Ishigashi consideraba que él ya había dicho todo lo que debía decir y al ser así ya no había necesidad de hablar. Sarjes preparó algo de comida para la cena, y le sirvió también un poco a su invitado. Mirándolo pensó que las relaciones de pareja eran más complicadas de lo que parecían, pero también que no le importaría arriesgarse si era con cierto peli-lila que le parecía tan tierno. No sabía cuándo tendría tiempo de declararse formalmente, ni tampoco si debía, siendo el otro chico el hijo del alcalde de la ciudad, y él un simple policía. La vida era tan cruel a veces. De todos modos Acrous siempre reaccionaba bien a lo que él le daba y eso le hacía feliz.

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    En una colonia no muy lejana de allí, se habían reunido todos los chicos grandes, y Hikaru, que a pesar de ser más joven era una parte implicada en el tema. Aunque la mayoría no sabía que pintaban allí. Y menos los que aún se estaban recuperando de alguna quemada que otra del incendio de la fábrica. Kariya era quien había hecho llamar a los demás, y como el mayor de los hijos del jefe tenía su poder, por eso habían acudido todos a su llamada.
    —Mi padre me ha dicho que si quiero casarme con Hikaru, tengo que volver a poner la fábrica a flote.
    —Ma-Masaki… —tartamudeó el pobre corderito rojo por las palabras del otro peli-azul.
    —Necesitaré ayuda, y saber en quien puedo contar.
    —Puedes contar con nosotros —dijo Hamano tomando la mano de Hayami y levantándola.
    El pobre castaño se sonrojó por el acto del mayor pero asintió con la cabeza. Le gustaba que Hamano fuese tan bueno y ayudara a los demás, aunque normalmente siempre la liaba y traía más desgracias y problemas que ayuda, lo hacía sin malicia. Él ayudaría a Hamano para que esta vez le fuese bien en su cometido, fue lo que pensó esbozando una pequeña sonrisa antes de ser abrazado por Hamano y que casi le diera un ataque.
    —También conmigo, hermano —le dijo Taiga ante la mirada de Sousuke, que no era muy bonita.
    —Yo no pienso ayudar —dejó en claro.
    —Pe-pero Sosuke, ¿Por qué no?
    —Porque a mí no me va ni me viene eso.
    —¿A no? —le respondió Kariya con una sonrisa— y si mi padre se niega a dejarte casar con Taiga hasta que cumplas con algo, y no te ayudamos y no lo logras, entonces, ¿Qué?
    —¿E-eh? —preguntó el pobre leoncito algo perdido en la conversación.
    —¿Y quien dice que yo vaya a pedir la mano de Taiga?
    —A no, ¿no quieres casarte con él?
    —No he dicho esto —le gritó al otro peli-azul viendo la cara triste que había puesto su novio— vale, vale, ayudaré —aceptó de mala gana consiguiendo que Taiga levantara la cabeza con los ojos esperanzados.
    Sousuke tragó saliva pensando que su novio era la cosa más tierna que podía existir en ese mundo, y también más fácil de leer que un libro con las páginas abiertas. Al ver que Sousuke aceptaba Saru miró un momento a su alrededor antes de aceptar también. Seguía pensando en Sousuke como un buen amigo, aunque sabía que no sería rival para Taiga tampoco lo quería.
    —Si Sousuke acepta, yo también, así tendremos más tiempo para pasarlo juntos.
    Taiga lo miró un poco mal pero fue Gillis quien intervino esta vez. Estaba teniendo mucha paciencia y había conseguido algún avance con el peli-blanco, pero este al parecer seguía prefiriendo a ese castaño y no entendía que le veía. Dio un paso adelante y lo miró fijamente.
    —Yo también acepto, me encargaré de cuidar de Saru ya que aún no está acostumbrado a este sitio.
    —Ya me he familiarizado.
    —Sigues herido —le rebatió mirando sus quemadas y acariciando una rascada que este tenía en el brazo.
    —Cállate —le respondió algo sonrojado por esa acción— peor está Minamisawa, que aún va con el bastón porque no puede apoyar el pie.
    —Eso es cierto, pero él ya tiene a Kurama para que lo cuide.
    —¡¿QUÉ YO QUÉ?! —gritó un Kurama interviniendo en la conversación.
    —Yo no lo cuido, él se cuida solo.
    —Vamos, Nori-chan, no seas tímido, todos saben lo que sientes por mí.
    —Yo no siento nada por ti, imbécil —le respondió dándole una patada en su pierna mala.
    —Auch…. —soltó Minamisawa cerrando los ojos con fuerza por el dolor— esto duele…
    —Yo me voy, aquí no pinto nada —dicho eso Kurama se fue de allí sintiéndose el peor ser humano del mundo por hacer tal cosa.
    Los otros dejaron la discusión al ver la escena, y todos sintieron el dolor y la pena por Minamisawa, aunque algunos no lo demostraron. Sí, los RBD tenían una imagen de fríos por mantener, pero a pesar de eso solo era la apariencia y en el fondo también sentían como todo el mundo.
    —¿Qué le ves, para que le vayas detrás después de todo lo que te pega? —le preguntó Saru, quien al ser nuevo aún no entendía muchas cosas.
    —Que es tan tierno y tímido… en el fondo ahora mismo se está sintiendo culpable por la patada que me ha dado pero le da vergüenza reconocerlo, y vino a salvarme cuando se incendió la fábrica, sino fuese por eso estaría muerto….
    —Lo hemos entendido, cállate ya —le cortó Kariya que ya se sabía el rollo de memoria— ¿Me ayudarás?
    —No estoy en condiciones para ello, tengo que hacer reposo, solo he venido porque nos has llamado.
    Kariya aunque no lo dijo lo entendió y lo dejó irse, sería RBD, pero tenía su corazón y con el pie roto de poco le serviría tenerlo de ayuda, de todos modos si encontraban algo que Minamisawa pudiese hacer se lo llevarían y le pedirían ayuda.

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    Yuchi y Chet habían ido a dar una vuelta por la ciudad, a Chet le gustaba ver cómo la gente se esforzaba en decorar las calles y también como lo hacían. Yuchi había accedido a acompañarlo solamente porqué este se lo había pedido. Era fácil, al final siempre hacía lo que Chet quería, porque le encantaba verle feliz y con una gran sonrisa en los labios. Pero también había accedido a ir con él porque. Después de una noche de pasión Chet había lloriqueado, durante todo el día siguiente pidiendo que lo acompañara si o si, donde él quería. Y él como buen futuro esposo no podía negarse a una petición como esa.
    —Yuuuuchi —llamó a su novio mirando hacia una tienda de frutas exóticas— mira esa fruta, pone que se llama coco, nunca la había visto, ¿a que sabrá?
    —Pues la verdad, no la he probado nunca.
    —Quiero probarla.
    —Bien, entonces vayamos a la tienda a comprar un coco.
    En otro sitio no muy lejano, estaba un pequeño chico bajito hasta más o menos la cintura de las demás personas. Que iba junto con su novio, andando por la calle. O más bien caminando rápido, porque Shinsuke había acelerado el paso al notar algo extraño. Al llegar a un cruce, cayó de culo contra el suelo algo sorprendido. Al abrir los ojos vio una chica de su misma estatura, también en el suelo, de pelo verde y ojos oscuros.
    —Lo siento —se disculparon ambos a la vez.
    —Estás bien Konoha —le preguntó un chico muy alto que llevaba un pañuelo en la cabeza y tenía el pelo claro y largo.
    —S-sí, estoy bien.
    —Tú eres exorcista, también, ¿verdad? —le preguntó Shinsuke.
    —Sí, igual que tú —fue la respuesta de la chica, la cual se fue acercando lentamente a su novio.
    —Por la altura, eres del mismo grupo de exorcistas de elite.
    —He venido siguiendo unas ondas…
    —Yo igual, vienen de esa tienda.
    La chica de cabello verde asintió con la cabeza y ambos se quedaron mirándola intentando comprender esa sensación. Era muy extraño notar algo como eso en la energía ajena a los seres vivos, pero no era ningún error, ambos habían llegado hasta allí buscando la misma respuesta. No estaban equivocados aunque no fuese algo habitual.
    —Es amor…
    —Sí, de un ser inanimado hacia uno animado.
    —“Por favor, dadme alma para estar junto a él” —fue la petición que les llegó a los dos exorcistas-médiums.
    Se miraron a los ojos, y al buscar la fuente de ese mensaje comprendieron que venía de un coco que en esos momentos estaba en brazos de un rubio de pelo largo. Ellos se concentraron y solo con eso pudieron notar como ese “amor” se metía dentro del cuerpo del rubio, haciendo que ese coco volviera a ser un coco normal. Ambos se miraron el uno al otro sin entender muy bien que había pasado. Un coco que tenía alma había traslado su alma a una mórula de un futuro bebé que se estaba formando en el cuerpo de un rubio allí presente.
    —¿Ese coco se había enamorado del chico rubio? —preguntó Konoha sin saber muy bien como decirlo sin que sonara raro.
    —Sí, eso me ha parecido a mí también.
    —E-es romántico, p-pero raro
    —No entiendo nada de lo que decís —dijo Kousaka mirando a su novia que parecía hablar en otro idioma.
    Tetsukado se encogió de hombros y esperó a que su novio acabara de con lo que hacía. Tenía varias cosas que preguntarlo al chico, ya que no había entendido nada de la conversación desde que esa chica había aparecido y tenía muchas dudas al respeto.

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    Minaho se había instalado en la casa de Yukimura, para pasar unos días, había investigado las habitaciones, la nevera y todo en general, como buen detective debía ver hasta los detalles más pequeños. Sabía que Hayato tarde o temprano aparecería y que Manabe e Ibuki iban a estar algo molestos por esos cambios, pero esperaba poder sacar algo bueno de todo eso.
    Lo que no se esperaba era otra visita aparte de esa, la visita de un peli-gris de ojos negros, que parecía bastante rico y que no tenía mucha educación con la gente que no era de su estatus. Al entrar lo miró mal. Si, estaba ya un poco harto de que hubiese siempre gente nueva en casa de su amado zapatero. Era un amor prohibido y probablemente unilateral pero eso no significaba que pudiese tener siempre a chicos en su casa como si fuese lo más normal del mundo. ¿Qué era un playboy? No podía permitir eso.
    —¿Quién eres tú? —le preguntó bastante malhumorado— vistes harapos y estás muy sucios.
    —Gracias por estos halagos. Me llamo Minaho y vivo aquí temporalmente.
    —¿Y Yukimura?
    —Se ha tenido que ir, regresará en unas dos semanas, me ha pedido que le guarde la tienda de mientras.
    —¿Por qué debería creerte?
    —Por qué es la verdad.
    —¿Y de que lo conoces?
    —A él, de nada, yo conozco a Oujika, uno de sus amigos.
    —Sé quién es… por desgracia… —dijo haciendo un lindo puchero.
    —¿Entonces, te gusta Yukimura?
    —Eh, eh, n-no… esto…
    —Cuando regrese le diré que has venido, ¿Cómo te llamas?
    —Miyabino —respondió automáticamente, aunque luego al darse cuenta se dio la vuelta algo avergonzado— si no está Yukimura no tiene caso que me quede.
    Y desapareció de la tienda dejando a un búho algo divertido por la escena. Cerró la puerta y se sentó en la silla, era mucho más cómoda que la suya, no tenía ni punto de comparación, al menos esta tenia las 4 patas iguales y eso ya era mucho. Ahora sí, no tardaron mucho en llegar las personas que estaba esperando.
    —Minaho, ¿estás allí? —escuchó la voz de Hayato el cual aún estaba algo escéptico.
    —Hola, os esperaba —dijo saludando también a los niños.
    —Hola, tío Minaho.
    —¿Venís a quedaros para pasar la noche?
    —Sí, al menos a mis hermanos sí, los voy a dejar aquí, yo voy a regresar a la casa, para evitar que otros pobres nos la quiten.
    —¿En serio? Parece que va a llover.
    —Da igual.
    Y otro que sin decir más se fue de la casa dejando la puerta abierta. Minaho suspiró, su amigo era muy terco. Al menos les preparó algo de comida, intentando que quedara algo comestible para los niños, y los metió en una de las camas, donde durmieron cómodamente los dos con una gran sonrisa. Lo que se iba a perder Hayato por ser tan terco. Poco después se aseguró de que todo estuviera bien cerrado y se fue a dormir también, él a la habitación de al lado de los niños por si pasaba alguna cosa.

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    En una mansión rural algo lejana estaba el siempre lindo de Shuu, tumbado en el suelo mirando las estrellas, pensando en ese tabernero tan guapo y amable que había conocido hacía poco. Después de conocerlo había pensado en cómo sería si él trabajase en la taberna con Hakuryuu, podía dejarle la mansión a su hermana, la cual se casaría con algún chico rico de la zona y podrían formar una linda familia. Él había pedido a sus padres que rompieran su compromiso con el vecino, y a cambio le habían ofrecido la mano de su hermana. Con eso todos habían sido felices, ya que al vecino, llamado Kai, le gustaban las chicas y siempre había preferido a Shin, y era correspondido. Kai era un chico sencillo y amable, a pesar de ser de los ricos de la zona no se lo tenía muy creído y adoraba a su hermana. Eso le hacía feliz. Cuando supo que su prometido era él rechazó la oferta de inmediato y pidió a sus padres si en vez de eso podían prometer a Shin con Kai. En un principio los padres no estuvieron muy de acuerdo pero al ver que Shin estaba feliz con eso y que el acuerdo tenía mejor futuro así no discutieron y aceptaron.
    —Hermano, ¿en qué piensas? —le preguntó la dulce Shin, sentándose a su lado.
    —En tu relación con Kai, me alegro que os vaya bien, os quiero mucho a ambos.
    —Gracias, sin ti no habría podido ser.
    —Yo creo que sí, Kai hubiese propuesto este mismo trato.
    —¿Y tú que harás?
    —Creo que saldré de viaje. Quiero ir a visitar a una persona.
    —¿Alguien querido para ti?
    —Sí, alguien con quien quisiera estar por siempre.
    —Espero que tengas mucha suerte y que seáis muy felices.
    —Gracias.
    Era un pequeño adiós, ya que seguramente Shuu se iría pronto y no tendrían la oportunidad delante de sus padres. A pesar de todo en esos momentos Shuu era un hijo que sobraba en esa mansión, con lo cual tenía que irse de todos modos, y era mejor si decidía irse por su cuenta propia.
    —Te casas mañana, ¿ya deberías de estar aquí?
    —No, pero presentía que algo así iba a pasar, y no quería que te fueses sin poder despedirme.
    —Me iré mañana después de que deis vuestros votos, no me despediré de nadie, solo dejaré una carta, espero que tú puedas hacerlo por mí.
    —Claro hermano, mucha suerte.
    Shin se acercó a su hermano mayor y le dio un beso en su mejilla como despedida y también como un deseo de buena suerte y una muestra de afecto. Lo quería mucho y saber que no se verían en mucho tiempo le dolía, pero era así la cosa. Ahora la dueña de la casa sería ella y un hermano mayor solo complicaría las cosas. Ya estaba todo decidido, ahora solo quedaba esperar que fuese todo bien para ambos.
    Continuará…

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    Hasta pronto espero, gracias por seguirlo hasta aquí, y espero que les esté gustando el desenlace.
  10. .
    Holis!! De nuevo me desperté temprano con ganas de escribir, pero como tengo un trabajo que hacer he decidido levantarme ya y escribir fuera horas de trabajo, jejeje
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    Capítulo 20
    Ese día un peli-rosa estaba muy feliz. Los que no lo conocían podrían pensar que se había vuelto loco, pero las personas que vivían en esa casa sabían por qué. Ese día regresaba su padre. Con ayuda de Shindo se vistió con unas de sus mejores ropas para poder recibirlo como se merecía. Desayunó y se pasó todo el tiempo esperando impaciente hasta que le dijeron que su padre acababa de entrar. Corrió hacia la puerta y se lanzó literalmente a sus brazos, ahora se sentía más seguro. Como siempre su padre le acarició la cabeza con afecto y esperó que estese separara.
    —Hijo, tenemos que hablar.
    —¿De qué padre?
    —De tu futuro.
    Dicho esto empezó a andar seguido del peli-rosado y también de Shindo, que al escuchar esas palabras se quedó un poco sorprendido pero también notó un salto en su corazón. Para él esas palabras habían significado que el señor Kirino había encontrado a alguien con quien emparejar a su hijo, y eso era lo último que él deseaba. Con miedo a saber qué era lo que pasaría allí dentro se quedó quieto fuera de la habitación. Iba a cerrar la puerta para darles intimidad cuando el señor Kirino, negó con la cabeza.
    —Entre, Shindo —le dijo con toda la formalidad del mundo. Eso le extrañó pero obedeció.
    Entró en la sala y cerró la puerta detrás de sí. Se acercó un poco a sus dos señores y esperó para escuchar la conversación, aunque se podía notar que estaba muy nervioso. No paraba de pasar el peso de una pierna a otra a la espera de las palabras de ese amable señor. Aunque normalmente estaba muy tranquilo ese día no quería escuchar lo que este iba a decir. Tenía miedo de escuchar algo que no quisiera y más aún de tener que ver como su peli-rosa se iba con otro. Mientras tanto, Kirino sólo miraba a su padre a la espera, con una mirada de determinación que decía que no iba a hacer nada que no quisiera pero que primero escucharía.
    —Ranmaru, hijo, ya sabes que hoy en día las cosas están algo turbias por aquí.
    —Sí.
    —Por eso he pensado en que será mejor que no estés solo cuando yo no esté. Eres hijo único y eso hace que hayan muchas miradas puestas en ti, por eso había pensado en hacer que compartas este peso con alguien de confianza.
    —¿A qué te refieres padre?
    —Me gustaría adoptar a Shindo como mi segundo hijo y pasarle una parte de mis bienes.
    Ante esa propuesta ambos se quedaron desconcertados. Ninguno de los dos se esperaba eso. Shindo rápidamente unió cabos, eso significaba que él era la persona de confianza de la que hablaba su señor, y aunque eso le halagaba no podía aceptar esa oferta. Dejar que lo adoptara el señor Kirino querría decir que él sería el hermano del peli-rosa, y él lo último que deseaba en esos momentos era eso. Él quería ser otra cosa, aunque estaba seguro que no podría ser por culpa del estatus. Se amaban pero eso el padre aún no lo sabía y seguro que por mucha confianza que le tuviera no aprobaría esa relación. Difícil decisión.
    —E-espera, padre —dijo Kirino de repente algo alarmado— N-no puedes hacer esto… Y-yo no quiero tener hermanos, y menos a Shindo.
    —No te entiendo, desde siempre que habéis estado muy unidos y jugabais juntos como verdaderos hermanos, pensé que te haría feliz la propuesta.
    —Pues no es así, me gusta ser hijo único.
    —Entiendes que eso te hace más vulnerable a los que quieren usurparte mi fortuna, ¿verdad?
    —Me da igual, no quiero.
    —No voy a hacerte cambiar de parecer, pero si Shindo acepta lo adoptaré igualmente.
    —Pe-pero…
    —Lo hago por tu bien.
    Dicho esto le dio unas palmaditas en la cabeza a ambos chicos y se fue de la sala, dejándolos a los dos pensativos. Esa conversación había sido diferente a la que se esperaban pero al final acababa llevando al mismo puerto. Si Shindo aceptaba volverse el hermano de Kirino este tarde o temprano acabaría casándose con alguien más, algo que ninguno de los quería. Tendrían que hablar sobre el tema y sobre cómo explicárselo al padre de Kirino.

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    Por otro lado un chico de cabello liloso acababa de llegar a la ciudad, no venía por ninguna feria ni nada, aunque si era cierto que pronto empezaría una. Al menos se veía como si estuvieran preparando algo por las calles. Había gente que reunía maderas, otros que reunían papel… Y sinceramente no le veía la lógica a eso. Se encogió de hombros tan inexpresivo como siempre y empezó a andar hacia la casa que le interesaba para dar la mala noticia. No le gustaba la idea de tener que llevar ese mensaje pero se lo habían ordenado y él siempre acataba con las órdenes.
    —¿Alpha? —escuchó una voz muy alegre detrás de él.
    Al girarse vio un pequeño conejito verde que se acercaba a él corriendo, seguido de Sarjes, que al ser su pareja de trabajo debía ir siempre con él. El rubio se quedó algo alejado para que ellos conservaran su intimidad pero sin perderlos de vista. Se le hacía divertido ver a su compañero de trabajo siempre tan alegre y despistado ponerse nervioso por la presencia del otro chico.
    —Hola Fey —fue la respuesta inexpresiva que recibió el conejito— ¿Estás en plena ronda?
    —Sí, con Sarjes, ¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? —preguntó curioso.
    —Voy a dar un mensaje a una persona —respondió mirando al chico rubio que estaba detrás de ellos a cierta distancia.
    —No pareces muy animado.
    —No es una buena noticia.
    —Oh…
    —Pero no te preocupes.
    Fey no sabía que responder ante eso que le decía su nuevo amigo, le sabía mal que tuviese que ir a dar malas noticias a otra persona, pero no era su culpa. Alpha le había dicho que no se preocupara así que él iba a cumplir con lo que le decían, así que se animó en seguida y le sonrió al koala. Este al ver esa sonrisa por alguna razón que él desconocía se sintió algo mejor a pesar de la carga que le habían encomendado. Ese conejito tenía algo que le hacía sentirse más animado y ver la vida de otro modo.
    —¿Hacia dónde vas?
    —Hacia la zapatería Yukimura.
    —¡Genial! —exclamó el conejito— nos viene de paso a dónde vamos.
    —Okey, come on then?
    —Sí, pero se lo tengo que decir a Sarjes.
    Salió corriendo todo contento hacia donde estaba su amigo y compañero de trabajo. Le explicó como estaba la situación y le preguntó si podían ir juntos. A lo que este solo respondió que no se distrajera de más. Ambos fueron hacia Alpha y los tres empezaron a andar por las calles hacia el lugar donde el peli-lila tenía que ir a dar la mala noticia. De camino vieron como alguien robaba en una tienda y tuvieron que ir a cumplir con su deber dejando que Alpha hiciera el resto de camino él solo.
    —Hola Alpha —le recibió Yukimura quien estaba en la tienda trabajando en esos momentos— ¿Qué te trae por aquí?
    —Sinceramente, una mala noticia.
    —¿Qué ha pasado? —preguntó el peli-azul levantando la mirada de esos zapatos que estaba confeccionando.
    —Tus padres han tenido un accidente y el médico dice que probablemente no van a sobrevivir.
    —¿Có-cómo? —preguntó sorprendido.
    —Los ha embestido un caballo desbocado y han recibido unos fuertes golpes de sus patas.
    —No puede ser… —susurró algo lloroso por la noticia que le acababan de dar.
    —Deberías ir a verlos.
    —Sí, me iré hoy mismo.
    —¿Puedes dejar la tienda sola tantos días?
    —Tienes razón necesito a alguien que se encargue de vigilarla mientras no estoy.
    —Yo sé de alguien —dijo Oujika

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    En una de las casas adineradas que había la ciudad, una tan adinerada o más que la de los Kirino, estaba un rubio intentando hablar con un peli-naranja. Llevaban tiempo sin verse, desde esa fiesta en la que intentó irse e Ichiban se puso celoso y montó una escenita final. Él se sentía feliz por ello, pero el peli-naranja no había querido verlo en todo ese tiempo. Al final, gracias a la intervención de sus madres, había conseguido tener un encuentro con él.
    —¿Qué te pasa, Ichiban? —le preguntó en verdad divertido por esa cara agria que traía el otro chico— pareces estreñido.
    —No es el mejor momento para hacer broma.
    —Quizás no, pero si ambos nos ponemos de amargados no conseguiremos nada.
    —Ve al grano.
    —Te pusiste celoso de ese desconocido ¿verdad? —le preguntó acercándose sinuosamente hacia él— no te gustó verme con otro, ¿cierto? Pero si es así sólo debes hacer una cosa.
    —¿Se puede saber de qué hablas? —preguntó Ichiban algo nervioso aunque intentaba aparentar molestia.
    —Hacerme tuyo.
    —¿Pero qué? —gritó ahora sonrojado por esas palabras— sólo lo dices para tener hijos.
    —Eso no es cierto, no me refería a eso, aunque si es lo que quieres por mi encantado.
    —Ya, claro, así que ahora no te referías a eso.
    —Me refería a que nos casáramos y demostraras a todos que ya tengo a alguien.
    —Estamos prometidos, Yoichi.
    —Y qué, parece que a ti no te importa mucho eso.
    Ante eso Ichiban no pudo hacer nada más que fruncir el ceño incrédulo por esas palabras. No podía ser que justamente el rubio le estuviese diciendo eso a él, cuando era Yoichi el que había estado ligando con otro descaradamente durante la fiesta. Y más aún, lo había hecho delante de todo el mundo, sin preocuparse y sin que le importara como quedaba él. Como un cornudo delante de toda la alta sociedad que había sido invitada ese día. Lo había humillado en público. Y ahora le decía que era él a quien no le importaba su relación. Era cierto que al principio estaba un poco reticente ante esta, pero había sido cien por cien fiel al rubio a pesar de todo.
    —No soy yo quien se va con otros a ligar —le respondió finalmente— yo te he sido fiel desde que nuestros padres nos dijeron que estamos prometidos, no como otros que juguetean con el primero que pasa.
    —Vamos, sabes perfectamente que te amo a ti y que solo lo hice para ponerte celoso.
    —Y esto me molesta aún más.
    —Pero funciona —comentó con una sonrisa burlona el rubio acercándose al mayor para besarlo en los labios— acéptalo ya, cásate conmigo y dame hijos.
    Ichiban se puso nervioso ante la cercanía y ante las palabras del rubio, pero sabía que este tenía razón. A pesar de negarlo se ponía celoso y acababa montando escenas cuando el rubio estaba junto a otro hombre. Ambos se querían y quizás ya era hora de dejarse de tonterías y pasar al ataque. Cogió al menor por la cintura y lo atrajo a él mientras lo besaba bruscamente, fruto de la pasión y de las ganas que tenía de ello. El rubio no se esperaba tal reacción, pero solo sonrió ante eso y se dejó besar correspondiendo con la misma pasión que el mayor.

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    Estaba en su barraca sentado en una de las sillas, no le apetecía salir después de lo que había pasado con Manabe, verle era algo doloroso. Normalmente no se rendiría ante algo así y buscaría maneras de ponerlo nervioso para evidenciar su amor, pero ese día se había despertado el cielo nubloso y estaba con los ánimos un poco bajos. Le había dado pereza salir de la barraca, a pesar de que en ella tampoco sabía qué hacer y se aburría enormemente. Sin Manabe era todo aburrido.
    —¿Puedo entrar? —escuchó una voz en la puerta, una cosa de la barraca era que podía escuchar a los visitantes antes de que entraran.
    —Adelante —fue su respuesta sonriendo un poco, al menos no estaría solo.
    —No sabía si te encontraría en tu casa… pero he venido igualmente, quiero decirte algo.
    —¿A mí? —se sorprendió el chico detective.
    —Un amigo mío se irá por unos días a ver a sus padres y lo acompañaremos. Necesita que alguien vigile su casa mientras no está… No hace falta abrir la tienda, pero sí que alguien esté allí, sino podrían revenderla.
    —Hmmm… —pensó este viendo por donde parecían ir los tiros.
    —Le he dicho que tú le podrías ir a vigilar la casa, por supuesto puedes vivir en ella durante esos días.
    —¿Por qué me haces tal propuesta?
    —Porque confío en ti y me ayudaste la otra vez. Aún no he solucionado las cosas con mi novio, pero gracias a ti regresé a casa y me enteré de que él había estado buscándome bajo la lluvia hasta caer enfermo…
    —En verdad te quiere.
    —Lo sé, solo fue una discusión, hablaré con él pronto y espero que lo podamos arreglar —hizo una pequeña pausa en la que se hizo el silencio— pero volviendo al tema, ¿nos harías este favor?
    —Sabes que soy pobre, podría aprovechar para robar o para quedarme con la casa.
    —No creo que seas de este tipo de chico.
    —Entonces, no tengo motivos para negarme a ello.
    —Gracias.
    Después de esa conversación, ambos salieron de la casa, Yukimura estaba ya listo para irse de viaje junto a sus amigos que le darían ayuda moral y física. No era fácil esa situación, quedaría solo en el mundo y solo tenía 14 años y estaba a punto de quedarse sin padres. Por eso los cuatro amigos habían decidido que le ayudarían en lo que necesitase. Minaho vio esa zapatería y supo enseguida quien era la persona que se iba de viaje. Yukimura les había regalado un par de zapatos que no le habían salido del todo bien a él y a Hayato. Le habían estado muy agradecidos a pesar de todo.
    Hablaron un poco, Minaho se sentía en deuda con Yukimura y a pesar de que él no había pensado en robar nada ahora menos. No era su estilo putear a quienes le habían ayudado. Pensó en que podría traer a los hermanos pequeños de Hayato, pero este sí se aprovecharía de la situación. Se despidieron y Minaho se quedó solo en esa gran casa, o al menos así la veía él, ahora que sabía que iba a vivir en ella por unos días.
    —¿Quién era ese? —le preguntó una voz muy conocida a su espalda.
    Cierto chico de cabello lila, estaba estudiando, pero por algún motivo no podía concentrarse. Eso era porqué estaba pensando en que ese día Minaho no había ido a verle. No era que lo echase de menos, pero se le hacía raro no tener al peli-naranja allí, y había salido a dar una vuelta para no pensar en eso. Justamente en ese momento se había encontrado con que el chico que ocupaba sus pensamientos estaba muy amistoso con un afeminado chico de cabello azul oscuro, o negro, por las calles de la ciudad. Los había seguido y había escuchado la conversación.
    —Manabe-kun —dijo este girándose con una sonrisa— un amigo.
    —¿Que te da alojamiento gratis?
    —Le voy a cuidar de la casa durante unos días, solo eso.
    —Mentiroso.
    —Pero Manabe, ¿por qué te importa tanto si tú y yo solo somos amigos?
    —Po-por qué… y-yo…
    —Me quieres ¿verdad?
    —Yo no te quiero, bastardo —respondió huyendo de allí con un gran sonrojo en su rostro, ante la mirada de Minaho quien sonrió divertido por esa reacción.

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    Después de esa noche cierto castaño había estado muy confundido respeto a lo que sentía por el chico pirata. Le gustaba cuando lo trataba amablemente y lo protegía, aunque había notado que era orgulloso y gruñón, y a pesar de sus quejas no le disgustaba del todo que lo llamara princesa, pero su faceta pervertida no estaba seguro de poder aceptarla. Kinsuke le había contado que él había avanzado con Taiyo, hasta el final. Y él no había parado de darle vueltas al respeto. Hasta le había hecho unas preguntas, que habían sonrojado a ambos, pero que Kinsuke había respondido. Ahora viendo al peli-azul no sabía que pensar respeto a esas palabras.
    —Te veo muy pensativo, princesa —le comentó su acompañante.
    —¿Eh? —respondió sonrojándose por sus pensamientos.
    —¿Y ese sonrojo, princesa? ¿En qué o en quién pensabas? —la voz de Namikawa sonaba seria, algo un poco extraño en ese chico que normalmente hablaba en tono de burla.
    —Y-yo… e-en nada…
    —Mentiroso, estabas pensando en algo —lo acorraló contra la pared y acerco su rostro al suyo— no me gusta que pienses en otras cosas cuando estás conmigo.
    —E-estás equivocado… —respondió este un poco asustado— pensaba e-en ti… —Namikawa sonrió al escuchar esas palabras pero no se alejó.
    —¿Y en que pensabas, princesa?
    —Na-nada… —se sonrojó aún más, le daba vergüenza decirle lo que pasaba por su mente y tampoco quería decírselo— así que apártate.
    —No, hasta que me digas que piensas sobre mí.
    —Y-yo… DÉJAME! —le gritó finalmente empujándolo y saliendo corriendo para ir a su casa a esconderse debajo de la sábana.
    Ese chico siempre conseguía que su corazón se acelerara y latiera como si tuviese que morir de un ataque cardíaco. Pero a pesar de todo no estaba seguro de si amaba a Namikawa, ya que pensar en tener sexo con él, no era algo que le atrajera en esos momentos. Kinsuke le había dicho que era placentero, aunque algo doloroso, y eso se le había quedado en la mente, él no quería sentir dolor. Y aún recordaba como andaba el rubio al día siguiente.
    Por otro lado el chico pirata lo siguió con la mirada sonriendo como todo un RBD podría hacerlo. Su princesa sí que era adorable con esa personalidad tan tímida y huidiza, tendría que cazarla para que no pudiese huir nunca más. Pero si se sonrojaba pensando en él, aún tenía una esperanza, por pequeña que fuese de poder conquistarlo. Sería divertida la caza de la princesa.

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    De nuevo había tenido que robar para comer. No quería ver la cara de ese peli-blanco que siempre le iba detrás pero lo peor del caso era que cuando no lo veía durante largo tiempo se ponía de malhumor. En estos momentos agradecía que los dos policías pesados que siempre lo perseguían, hiciesen su trabajo. Burlarse de ellos era entretenido y en esos momentos lo necesitaba. Tenía a Fey y a Sarjes pisándole los talones, lo podía saber por sus gritos diciéndole que parara y por sus ruidosos pasos. Sus trajes de policía eran un poco incómodos para correr y eso le daba una clara ventaja. Puso el pie en la pared de una casa y se dio impulso hacia una verja. De un par de saltos más perdió de vista a ese par. Se quedó quieto en uno de los tejados, y se escondió escuchando como ellos lo buscaban por la zona. Sonrió. Esa adrenalina del momento era necesaria para él. Vio lo que había logrado robar. No era mucho pero sería suficiente para que sus hermanos comieran algo ese día.
    Cuando los dos perseguidores se alejaron de allí maldiciendo por haberlo perdido de vista, se levantó de su escondite y fue en dirección a su barracón. Por suerte aún no sabían dónde vivía, aunque a este ritmo seguramente pronto lo encontrarían y tendría que proteger a sus hermanos. De camino a casa se encontró con el peli-naranja amigo de su amigo, este le saludó y él lo miró como si fuese a matarlo.
    —Si me matas no te diré lo que vengo a decirte.
    —Como si me importase —fue la respuesta que Hayato le dio al otro chico.
    —Creo que sí te interesa.
    —Pues va, di.
    —Durante un par de semanas podremos vivir en una casa de la ciudad. Es bueno, porque viene el tiempo de lluvias.
    —¿Cómo?
    —Ayudar a otros tiene sus recompensas…
    —¿Tienes casa?
    —Sí, aunque solo por unas dos semanas, que es lo que tardará en regresar la persona que me la ha dejado.
    —No me lo creo.
    —Eso es tu problema, pero te diré la dirección por si quieres venir.
    Dicho esto el chico de cabello naranja se fue dejando al chico de mechas mirándolo incrédulo. No podía ser, la gente no dejaba sus casas a desconocidos y menos a personas pobres que vivían en las barracas y que sabían que podrían aprovechar para robarles cualquier cosa. Cogió el camino a su casa, recordando la dirección que le había dado Minaho, tendría que ir a asegurarse de que eso fuese verdad. Entonces, pensó en ir a ver a Manabe, de seguro que él lo sabría si eso era verdad. Quizás podría aprovechar la oportunidad para dejar la barraca por un tiempo, aunque tendrían que ir vigilando que ningún otro pobre no se quedara con sus barracas y los dejara en la calle.

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    Un peli-lila había salido a dar una vuelta. Normalmente solía ir con su escolta pero esta vez había decidido salir solo, básicamente se había escapado. Estaba más que arto de tener siempre a alguien encima de él. Era el hijo del alcalde no del rey, y estaba un poco cansado de tanta tontería. No iba a pasarle nada. Él tampoco era tan debilucho como para que pudiese pasarle algo solo por ir a dar una vuelta. Para variar vio pasar a ese rubio que tanto le atraía la atención, persiguiendo al chico castaño de siempre. Parecía que jugasen. Eso hizo que se pusiera algo celoso, aunque él sabía que no había motivo para ello. Al rato vio como Sarjes regresaba sin éxito, al lado del peli-verde con quien hacía las guardias. Sus miradas se cruzaron y el rubio le sonrió consiguiendo que se sonrojara un poco.
    —¿Qué hace por aquí usted solo? —le preguntó en cuanto se acercó— es peligroso.
    —No lo es, no me ha pasado nada.
    —Como usted diga, ¿me permitiría que lo acompañase en su paseo? —le preguntó haciendo una pequeña reverencia.
    —Cl-claro —respondió el otro chico mirándolo fijamente.
    —Entonces, ¿me haría el favor de acompañarme a esa tienda? —señaló la tienda de flores que había al otro lado de la plaza y Acrous asintió.
    Al llegar a esa tienda Sarjes empezó a mirar las flores, estaba pensando cuál de las que había sería la mejor para darle ese día a su amado Acrous. No podía creer la suerte que había tenido de encontrarlo ese día a él solo. Le preocupaba que algo le pudiera pasar, pero ahora él lo protegería con su vida si era necesario. Quizás eso era una muestra su lealtad o de la devoción que sentía por el peli-lila, pero también era el amor. Sabía que se había enamorado del hijo del alcalde desde que lo había conocido y no podía remediar ese hecho, sólo podía mostrarle sus sentimientos a través de las flores. Él era un simple policía no tenía estatus para casarse con el chico más rico de la ciudad, pero velaría por su seguridad hasta el día de su muerte.
    Después de un buen rato mirando las flores Sarjes cogió una de estas y sonrió mientras se giraba para darle dicha flor a su acompañante. Acrous la miró y ladeó un poco la cabeza pensando para que le daría un girasol. No podía negar que no era lindo, le gustaban flores, sobre todo desde que Sarjes había empezado a regalárselas y a explicarle el significado de estas.
    —¿Qué significa esta, Sarjes? —le preguntó curioso aunque intentando disimularlo.
    —Que eres mi sol y solo tengo ojos para ti —ante esas palabras Acrous se sonrojó y miró hacia la flor para no tener que aguantar la hermosa mirada de Sarjes, no sabía que responderle así que fue el rubio quien habló de nuevo— te protegeré para siempre, así que sólo tienes que llamarme y vendré en tu ayuda.
    —Gra-gracias —fue la respuesta que este le dio sintiéndose algo tímido de repente.
    —Bueno, sigamos dando la vuelta.
    Le pagó la flor a la chica que estaba allí esperando y siguieron andado un poco más por las calles de la ciudad, hablando y pasando tiempo juntos. Tenían pocos momentos así de tranquilos, pero era suficiente para que ellos notaran que su amor crecía un poco más cada día. Ambos sabían que sería difícil llegar a un acuerdo matrimonial por la diferencia de estatus pero eso no quería decir que no pudiesen amarse para siempre.

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    Kinsuke después de la cita con Taiyo había decidido ir a visitar a su mejor amigo. Su novio le había contado que había hablado con Namikawa y a grandes rasgos Makoto tenía una especie de obsesión por huir, al menos según le había dicho el peli-naranja. Así que se había quedado algo preocupado y había decidido ir a visitarlo. Se podía notar que andaba algo raro, algo que empezaba a ser habitual desde que había empezado a ser el novio de Taiyo, pero se le veía feliz. O al menos eso pensaba Makoto mientras lo veía sentado en su cama con una sonrisa que decía “soy el más feliz del mundo porque mi novio me hace el amor todos los días”. Nunca se habría imaginado que Kinsuke, con lo inocente que se veía, fuese tan pervertido.
    —Entonces, ¿por qué huyes? —preguntó inocentemente Kinsuke yendo al punto clave.
    —Esto… yo no huyo.
    —Taiyo me ha dicho que sí.
    —No es cierto, es solo que Namikawa me pone nervioso.
    —¿Y eso no es algo bueno?
    —No lo es —respondió algo tajante el pobre castaño algo sonrojado.
    —Pero tú le gustas y él te gusta ¿no?
    —Él no me gusta… —negó sin mucha convicción— es solo un pervertido.
    —Pero… solo lo es contigo, por lo que me ha dicho Taiyo —fue lo que dijo Kinsuke ladeando un poco la cabeza y mirándolo con una sonrisa sincera— ¿no te hace feliz saber que es por ti?
    —Yo… —Makoto a este punto no sabía que responder, Kinsuke lo acababa de desarmar con sus palabras y sus gestos.
    —Taiyo también es muy pervertido, pero solo conmigo y eso me hace feliz.
    La cara de Makoto en esos momentos decía un claro “No es necesario que lo digas que se nota” pero no lo dijo. Era su amigo y no tenía por qué decir esas cosas que los avergonzaría a ambos. Suspiró y pensó en otra cosa que era bastante importante y en la cual Kinsuke no había reparado aún. Era tan inocente que seguramente no habría ni pensado en el tema.
    —¿Has tomado algo para evitar el embarazo? —le preguntó dejando al rubio completamente helado en su cama.
    —N-no…
    —Pues ya lleváis varios días de noviazgo y no precisamente siendo inocentes que digamos.
    —¿Q-que hago? —preguntó ahora Kinsuke entrando en estado de pánico— ¿y sí… y sí me embarazo…? ¿Y sí me deja…?
    —A ver, Taiyo no va a dejarte por eso, te ama mucho —respondió Makoto abrazando a su amigo quien estaba empezando a llorar al imaginarse que podía pasar si quedaba embarazado— intenta tomar las hierbas de ahora en adelante, aunque si ya has concebido al bebé no te harán nada y necesitarás otras para abortar.
    —Pero… yo… no quiero… abortar… —respondió él mirando a su amigo— quiero tener al hi-hijo de Ta-Taiyo…
    —Aun no sabes si estás embarazado, en todo caso toma estas hiervas por si acaso.
    Kinsuke las cogió y después de llorar un rato se fue a su casa. Makoto se sentía un poco mal. Era cierto que él solo quería cambiar de conversación pero tampoco quería hacer llorar a su amigo. Eso le había dejado un mal sabor de boca y a la vez se había quedado preocupado por él y por sus palabras al respeto.

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    En una plaza de la ciudad un chico de tamaño bastante más pequeño del normal estaba andando sin rumbo fijo. Se había hecho de noche y no había nadie por las calles, solo estaban él y su novio, quien lo miraba como siempre. Shinsuke estaba siguiendo el rastro de un espíritu que vivía por la zona desde hacía un tiempo. Estaba seguro de que había empezado a merodear por aquí después del accidente de la otra vez. Había muerto una chica y poco a poco su espíritu iba cobrando más fuerza e intensidad por los sentimientos que había en la plaza y por el vínculo que había con su muerte.
    Cuando por fin encontró el punto exacto que buscaba empezó con el ritual de las almas, para poder purificarla. Aunque para ello tendría que hablar con el espíritu, dejarse poseer y así poder mandarla al cielo. Tetsukado solo miraba el proceso como otras tantas veces lo había hecho. Después de cada ritual su novio quedaba bastante débil y vulnerable, por eso lo acompañaba. Al acabar con el espíritu lo llevaría hasta la iglesia que había allí cerca y donde ambos vivían y lo llevaría a su habitación. La iglesia al ser un lugar sagrado estaba libre de espíritus, con lo cual allí el pequeño Shinsuke estaría a salvo de cualquiera que quisiera poseerlo mientras estuviese débil.
    —Ya estoy —le dijo el pequeño, agotado por la purificación— ¿Nos vamos?
    —Claro —Tetsukado fue donde estaba su querido novio y lo cogió en brazos, que fuese tan pequeño y liviano era bueno en momentos así, y en otros— ¿Cómo te encuentras?
    —Ha sido más fácil que otras veces, aún estaba débil —le respondió con una sonrisa dejando que lo llevará— gracias por cuidarme.
    —No hay de qué —le devolvió la sonrisa y le dio un tierno beso en los labios.
    Ese era su trabajo, aunque se sentía un poco inútil por no poder ayudarlo más, él no tenía ningún poder. El único que tenía poder en esos momentos era Shinsuke, ya que era un poder ancestral de su familia, y solo sus ascendentes o descendientes podrían poseerlo. Por eso era tan importante que cuidara de su novio y que en un futuro tuvieran hijos, sino se perdería este poder al no haber descendiente alguno para albergarlo en su interior. Conocía todo eso y lo aceptaba. Él amaba al pequeño chico de cabello castaño y estaría siempre a su lado. No lo veía con malos ojos tener un hijo con este y ya sabían que su novio era doncel. Sólo que aún eran algo jóvenes en su opinión. Tarde o temprano estaba seguro de que tendrían unos hermosos niños médium que podrían ayudar a su padre con las purificaciones. Y él se encargaría de cuidarlos a todos para evitar que algo malo les pasara.

    Continuará...

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    Y hasta aquí este capítulo, que lenta que soy escribiendo, ¿eh? Joer… tardo siglos en colgar un capítulo, lo siento, sé que la espera se hace larga pero con los cursos y el trabajo me cuesta encontrar tiempo y aparte he tenido problemas técnicos que me lo han puesto más difícil… Perdonad, pero acabaré este fic sí o sí, lo prometo!

    Gracias por esperar y hasta pronto
  11. .
    Bueeeno! Al fin escribo un poco de este fic, nuevamente, jeje, hoy me desperté temprano y por algún motivo me dieron ganas de escribir así que motivada como estaba, al levantarme me puse a ello, antes de perder la inspiración. Espero que os guste este nuevo capítulo.
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    Capítulo 19
    A primera hora de la mañana, cierto moreno estaba yendo a buscar a un castaño para ir juntos al trabajo. El chico de moñitos esperaba impaciente en la puerta de su casa, como siempre el otro chico llegaba algo tarde y no entrarían al trabajo a la hora. Por mucho que le dijera de quedar antes, siempre acababa llegando tarde. Estaba algo nervioso, volverían a recibir bronca por no llegar a la hora. En ese momento vio como una silueta andaba tan tranquila por la calle en su dirección, haciendo que sonriera. A pesar de llegar tarde Hamano seguía andando tan tranquilo por la vida. Al verlo el mayor movió su mano por encima de la cabeza para saludarlo.
    —Va-vamos tarde… —le dijo el pobre castaño bastante nervioso.
    —No pasa nada, ya verás que todo irá bien.
    —N-nos castigaran…
    —Exagerado —fue lo único que le dijo Hamano con una sonrisa viendo como su futuro uke empezaba a caminar— ¿Sabes? Al final hoy pesqué un pez enorme, por eso llegué tarde —Hayami asintió a lo que le decía el moreno— pensé que me rompería la caña de lo grande que era pero al final conseguí dominarlo y lo pesqué, me hubiera gustado que estuvieses conmigo para verlo.
    —Se-seguro que e-estuviste bi-bien —le respondió Hayami mirándolo un poco con una pequeña sonrisa imaginando lo masculino que se vería el moreno luchando contra un pez enorme.
    —Gracias Tsuru-chan —le dijo mientras se acercaba a él para abrazarlo consiguiendo que se sonrojara.
    —Ha-Hamano… llegamos ta-tarde…
    —Tienes razón —respondió el otro soltándolo para seguir caminando hacia la fábrica donde tocaba trabajar.

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    Por otro lado un castaño RBD estaba en una habitación que no era la suya, y donde pasaba más tiempo en que en cualquier otro lugar. Para que mentir había pasado la noche allí con su futuro leoncito, o quizás no tan futuro, ya que estaba pensando en confesarse esa misma mañana. Estaba harto de mantener las distancias con Taiga cuando en realidad lo que quería era tenerlo solo para él durante el resto de su vida. Bien, la diferencia de estatus estaba allí, pero a él que más le daba. Desde que Kariya había empezado a salir con Hikaru le había estado dando vueltas al tema y no podía esperar más así que zarandeó al chico que dormía a su lado acurrucado contra su brazo.
    —Taiga, despierta —le dijo mientras este empezaba a abrir lentamente sus ojos— tengo que decirte algo importante.
    —¿Sousuke? —preguntó este algo desconcertado.
    —Te amo —fue la respuesta del mayor que llegó junto con un beso en sus labios que despertaron de golpe al chico peli-morado, el cual abrió sus ojos como platos— y me gustaría que fueras mi novio —añadió al separarse del beso.
    Taiga se sonrojó como nunca por la vergüenza y básicamente se escondió debajo de la sábana intentando procesar la información que había escuchado. Sousuke le amaba y le acababa de besar… seguro que aún estaba soñando. No podía ser cierto, el castaño nunca le diría algo como eso, estaba completamente seguro de que sólo lo veía como un amigo, máximo como un hermano pequeño, a pesar de tener la misma edad. Lo pensó detenidamente y estaba seguro de que era un sueño, por eso cuando dejara de tapar su rostro con la sábana, Sousuke ya no estaría en su habitación. Poco a poco y con miedo fue bajando la sábana hasta que sus ojos se asomaron y pudo ver como el castaño aún seguía allí. Se tapó de nuevo rápidamente y se estremeció al ver que era real lo que acababa de pasar.
    —¿Se puede saber qué te pasa? —le dijo un Sousuke con poca paciencia por el comportamiento del leoncito— ¿Tanto te ha molestado lo que he dicho?
    Sousuke estaba empezando a enfadarse, eso hizo que Taiga tragara saliva y dejara de ocultarse debajo de las sábanas con un gran sonrojo en sus mejillas. Lo miró unos segundos antes de bajar la mirada y negar con la cabeza. Obviamente no le había molestado lo que había dicho el castaño, pero estaba tan sorprendido que no sabía que decir o que hacer. Apretó las sábanas con su mano buscando algo de fuerza en su interior y al final habló.
    —N-no… E-estoy fe-feliz —respondió al final sin dejar de mirar la cama como si fuese lo más interesante del mundo.
    —Entonces, ¿aceptas ser mi novio? —le preguntó este esperando una respuesta afirmativa que llegó por parte de Taiga con un asentimiento de cabeza.
    El castaño se acercó para besar su novio y sellar el pacto que acababan de cerrar. Levantó su mentón con una de sus manos y lentamente fue acercándose a él, haciendo que sus respiraciones se mezclaran y que el sonrojo en ambas mejillas creciera. Justo cuando quedaban pocos milímetros para conseguir su objetivo alguien golpeó la puerta de mala manera.
    —Taiga, levántate de una maldita vez —se escuchó la voz de Kariya al otro lado de la puerta— padre está de malhumor hoy.
    Dicho esto se fue de allí dejando al par algo desconcertados, aunque a los pocos segundos una aura negra empezó a rodear a cierto castaño que pensaba devolverle la jugada a ese peli-azul en cuanto pudiera. El peli-morado le tocó el brazo y se le acercó para besar su mejilla con un gran sonrojo aunque también con una sonrisa en sus labios que hizo que el castaño se calmara enseguida y sonriera un poco. Le dio un pequeño beso en sus labios y se deslizó ágilmente por la ventana para irse a la fábrica, donde ya llegaba tarde.

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    Unas horas después mientras las personas de la fábrica trabajaban a un ritmo frenético para salirle rentables al jefe y que este les pagara su sueldo, se escuchó el sonido de la alarma. Eso extrañó a todos los integrantes de la fábrica, ya que nunca había sucedido algo como eso anteriormente. Tal y como les ordenaron los superiores fueron saliendo de la fábrica de manera ordenada hasta que todos, o casi todos, consiguieron salir fuera. A medida que salían fuera iban reuniéndose con los otros integrantes, asegurándose de que todos estaban bien y que nadie había quedado dentro.
    —¿Dónde está Minamisawa? —preguntó la voz de Hayami mirando hacia todos lados.
    —Es cierto, no está aquí —corroboró Hamano preocupándose un poco por su amigo, pensando en que quizás estuviera dentro de la fábrica aún.
    —Qui-quizás a-aún está de-dentro… —sugirió el siempre negativo de Hayami.
    —Pero que dices, idiota —le gritó Kurama— él no es tan idiota para quedarse dentro de una fábrica en llamas.
    —Ti-tienes ra-razón —le respondió el castaño bajando la mirada— Lo siento.
    Sin decir nada Kurama se separó del grupo para dar una vuelta, según él necesitaba estar sólo y pensar, pero en realidad no paraba de buscar al peli-lila entre las personas que estaban allí fuera. Dio una vuelta fijándose bien en todo el mundo, pero no vio ninguna cabellera lila por ningún lado. Chasqueó algo molesto por ello. Empezaba a preocuparse, aunque no quisiera admitirlo. Tenía un carácter irritante siempre tan engreído y acosador, diciéndole cosas que le hacían enfadar o avergonzar, pero tampoco deseaba perderlo de vista de ese modo. En cuanto se cercioró de que no estaba entre la multitud, fue a la fuente que había en la plaza de la colonia y se tiró dentro de esa. Empapó completamente su ropa y corrió directamente hacia la entrada de la fábrica entrando en ella ante la mirada asustada de los presentes.
    —Que alguien lo coja, ese chico se ha vuelto loco.
    —Va a morir quemado.
    —¿Querrá suicidarse?
    —Está loco.
    —¿Cómo se le ocurre meterse entre esas llamas?
    Eran algunas de las cosas que se escuchaban decir entre los presentes que habían observado esa escena. A Kurama en esos momentos poco le importaban los comentarios de los demás, lo único que le importaba era encontrar a cierto peli-lila idiota que se había quedado atrapado entre las llamas. Fue donde se suponía que debía de encontrarse en esos momentos, pero allí no estaba, así que empezó a buscarlo por otros lugares de la fábrica.
    —¿Se puede saber donde coño se ha metido ese imbécil? —refunfuñaba mientras lo buscaba por todos lados como loco.
    Todo estaba lleno de humo, pero no había llamas por esa zona. Se tapó el rostro con una parte de su ropa mojada y siguió andando en busca de ese acosador que llevaba años persiguiéndolo. Al abrir una puerta le vino una ráfaga de fuego a la cara que esquivó por puros reflejos. Cuando esas llamaradas hubieron desaparecido se acercó un poco y miró en su interior, vio que podía pasar si tenía cuidado y empezó a andar esperando que Minamisawa no estuviera allí.
    —¿Hay alguien ahí? —preguntó la voz de Minamisawa cerca del lugar donde se encontraba Kurama en esos momentos.
    La mente de Kurama se quedó en blanco al saber que realmente el peli-lila había quedado atrapado allí y siguió el sonido de la voz de este lo más rápido que pudo hasta que llegó a su lado. Minamisawa estaba tirado en el suelo con una madera pesada encima de su pie, el cual de seguro estaría roto. Minamisawa empezó a toser por el humo y Kurama cogió otra parte de su prenda y se la puso encima de la boca y la nariz de Minamisawa.
    —¿Se puede saber qué haces aquí tumbado, imbécil? —le gritó yendo hacia la madera para intentar moverla.
    —¿Kurama? ¿Qué haces tú aquí? —le preguntó sorprendido aunque por el esfuerzo de hablar se puso a toser.
    —Eso te pregunto yo a ti, y ahora cállate y ayúdame a sacarte de aquí.
    Por mucho esfuerzo que pusieran no podían mover la madera, así que era mejor buscar otra alternativa. Encontró un palo de metal y decidió probar suerte usando el método de la palanca. Con esfuerzo consiguió levantarla un poco y Minamisawa apartó el pie rápidamente con un gruñido por el dolor. Una vez la madera fue quitada de en medio solo quedaba salir de allí. Pero a diferencia de Kurama que tenía la ropa húmeda por el agua y podía jugársela con el fuego Minamisawa no podía y con el pie de ese modo tampoco podrían correr. Tenían que buscar otra solución.
    —E-es mejor que me de-dejes aquí y t-te salves —le dijo Minamisawa a Kurama pensando que no quería que por su culpa le pasara algo al peli-azul.
    —Ni lo sueñes —fue la respuesta que consiguió— heriría mi orgullo abandonarte para salvarme yo.
    —Eres tan tierno, Nori-chan —susurró feliz el peli-lila, eso quería decir que Kurama sentía algo por él.

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    Fuera de la fábrica estaba cierto corderito viendo la escena asustado y con lágrimas en sus ojos, los nervios y el miedo lo habían dejado en shock. Él estaba tan feliz haciendo su trabajo diario a la fábrica, tarareando para si mismo una canción, cuando de repente sonó una alarma y todo el mundo se puso nervioso a su alrededor. Los sacaron fuera de la fábrica y poco a poco estaba viendo como la fábrica iba cambiando, salía humo de allí y se veían reflejos de color rojizos por las llamas.
    —Mocoso, ¿Estás bien? —escuchó que le decía Kariya preocupado.
    Kariya había ido corriendo hacia allí en cuanto había escuchado la alarma de la fábrica. No iba a admitirlo pero le había dado un vuelco al corazón al pensar en que algo le podría haber ocurrido a su corderito. Hikaru en cuanto lo vio a su lado se lanzó a sus brazos y se puso a llorar refugiándose en su pecho, mientras Kariya no sabía qué hacer exactamente. Realmente quería abrazarlo pero con tanta gente allí… al final solo le dio unos golpecitos en la cabeza.
    —Ya mocoso, ya pasó… —le dijo como si nada mirando hacia otro lugar algo sonrojado por la escena, sentía como su orgullo se iba cada vez más lejos.
    —Mi fábrica… No… No puede ser… —se escuchaba la voz de un hombre que se lamentaba mientras veía la fábrica quemándose lentamente.
    El edifico estaba construido principalmente de cemento, aunque las vigas y las puertas eran de madera y las máquinas estaban hechas de metal. Al cemento y al metal no les pasaría gran cosa pero a la madera y al hilo con el que trabajaban sí, de seguro todo habría sido quemado. El propietario de la colonia que era la persona que se lamentaba ardía de furia al pensar en todo el dinero que perdería por culpa de ese incendio.
    —¿Quién ha sido el culpable? —gritó empezando a mirar a todo el mundo, hasta que la vista le fue a parar a un chico que lloraba en brazos de su hijo— tú, de seguro has sido tú, ¿verdad? Confiesa, es por eso que estás llorando, ¿No es así?
    —Hikaru, nunca haría algo así —le gritó Kariya a su padre como respuesta poniéndose entre los dos.
    Ese día su padre estaba de malhumor desde la mañana y no iba a dejar que la pagará con su novio. Miró desafiante a su padre el cual ni corto ni perezoso se acercó a ellos y le dio una bofetada en la mejilla de su hijo mayor. ¿Cómo se atrevía a desafiarle para defender a ese pobretón que sin él estaría pidiendo comida en las barracas de la ciudad? No iba a permitir que tal cosa pasara sin que él hiciera algo, y lo único que se le había ocurrido era golpear a su hijo.
    —¿Por qué lo defiendes? ¿Tan importante es para ti? ¿Más que la fábrica? —le preguntó enfadado mirándolo como si quisiera matarlo.
    —Sí, lo es, así que no pienso permitir que le hagas nada.
    El señor Kariya se sorprendió, su hijo no era una persona que tuviera apego por nadie, más bien era una persona que solo se dedicaba a molestar y que no quería saber nada de los demás, pero en esos momentos lo desafiaba por un mocoso que lloraba aferrándose fuertemente a la ropa de este. Quizás había algo entre ellos dos… pero eso tampoco era una buena noticia su idea era casar a sus hijos con unas chicas ricas que aportaran dinero a la familia y no con unos chicos pobres de la colonia.
    —¿Te has vuelto loco? ¿Crees que voy a aceptar que salgas con un pobretón como él? —le gritó cogiendo a su hijo de la mano tirando de él para llevárselo.
    —Suéltame —respondió con gritos, también, Kariya intentando zafarse del mayor aunque este era más fuerte.
    —Masaki —susurró el pequeño corderito aturdido por la escena, sin saber que decir o hacer después de tantas emociones vividas ese día.
    En esos momentos llegó el tío de Hikaru y después de darle unos golpecitos en la cabeza hizo que este lo siguiera a la casa, para poder tener una charla apropiada con él sobre la vida. Al parecer aún le quedaba mucho por aprender, y después de esa escena le había quedado claro que tenía que hacer algo por su sobrino.

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    Por otro lado fuera de la fábrica pero algo alejados, se podían encontrar dos chicos que estaban llenos de suciedad y alguna que otra quemada en la piel. Se habían quedado encerrados en una sala de la fábrica al empezar el incendio y habían tenido que buscar una salida alternativa y algo peligrosa, con todo el fuego que había por todas partes. Gracias a que Gillis conocía bien la fábrica habían podido encontrar el camino y salir de allí con solo algunas quemadas leves y algunos arañazos en la piel.
    —¿Estás bien? –le preguntó Gillis a Saru quien lo miraba fijamente.
    —Sí.
    —Me alegro.
    Saru no sabía cómo reaccionar ante lo que había pasado. Después de todo lo que le había dicho al otro chico este había ido a buscarlo cuando se había escuchado la sirena. Se suponía que todo el mundo tenía que ir a la salida de forma ordenada, pero Gillis había vuelto atrás para buscarlo. Por culpa de ello se había quedado encerrado con él en esa habitación. Para salir de allí Gillis había estado cuidando de él todo el rato, y ahora se preocupaba por si estaba bien o no. No podía entender por qué lo hacía.
    —¿Por qué has venido a buscarme?
    —Porque eres nuevo y pensé que no sabrías salir solo de la fábrica.
    —Pero no he sido amable contigo, que digamos…
    —Lo he notado —respondió Gillis mirando a Saru quien se sonrojó un poco por la vergüenza— pero no por eso iba a dejarte morir.
    —No te entiendo.
    —Ya te lo dije, me pareces interesante, aunque ahora puedo añadir que también me pareces lindo.
    —Eres muy raro —dijo simplemente Saru mientras Gillis se encogía de hombros.
    —Puede ser, pero gracias a ello estamos vivos los dos.
    Saru volvió a mirar a su compañero como si estuviera loco. Tenía razón, gracias a ello estaban ambos vivos, pero también era cierto que gracias a ello, el peli-crema estaba herido. No entendía la felicidad de Gillis por ello, pero al ver sus ojos azules mirándolo con esa intensidad sintió algo en su cuerpo que no había sentido antes. Apartó la mirada algo avergonzado aunque sin saber muy bien por qué.
    —Gracias –le dijo al oji-azul que aún lo miraba.
    —Mírame —le respondió simplemente cogiéndole por el mentón para mirarlo— me gusta el brillo liloso que tienen tus ojos.
    —¿Cómo? —fue lo que le respondió gritando el peli-blanco— yo dándote las gracias para que me vengas con estas, eres despreciable.
    Después de ese grito decidió alejarse de allí pisando fuertemente el suelo por el enfado, aunque debía admitir, al menos en su interior, que le había gustado lo que le había dicho el otro. Después de caminar un poco llegó donde estaban los demás chicos con los que compartía clase. Uno de ellos, un peli-lila del cual no recordaba el nombre, estaba sentado en una silla con el pie derecho algo extraño. Tenía una forma muy diferente a como debería de ser un pie y tenía el rostro deformado por el dolor aunque se podía notar una sonrisa en su rostro. No entendía que había pasado, pero a su lado estaba ese chico peli-azul que siempre parecía estar de malhumor mirándolo un poco preocupado. Quizás era por eso que estaba tan feliz el otro.
    —Es una suerte que al final estemos todos bien —dijo Hamano abrazando a Hayami al ver que ese par también llegaban.
    —S-sí, parece que Mi-Minamisawa y Ku-Kurama e-estan bien y Sa-Saru y Gillis también…
    Saru los miró recordando que Minamisawa era el nombre del peli-lila y se preguntó a si mismo que entenderían ese par por estar bien, sobre todo, viendo ese pie deforme del peli-lila, aunque sus quemaduras y arañazos también estaban allí. Se fijó en que faltaban dos de los chicos pero no le dio mucha importancia. Tenía otras cosas en su mente en esos momentos.
    Continuará…

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    Hasta aquí este capítulo que espero que os haya gustado tanto como a mi escribirlo, xd porqué en verdad me apetecía escribir estas escenas, jejeje el siguiente capítulo irá sobre las parejas de la ciudad, así que será más largo porqué es donde hay más gente…

    Hasta pronto, espero!
  12. .
    Holis peque!! Bueno he tardado 5 meses en responder pero es que apenas entro en el foro, la verdad, y he entrado solo para ver una cosa, pero me ha salido tu cap de este fic y he decidido leerlo jeje realmente no recuerdo mucho de lo que pasaba en los capitulos anteriores pero creo que ha sido bastante rapido, a pesar de todo es bueno que hayan tenido una cita y se sientan algo mas unidos y por ende mas felices, ha sido muy tierno de leer :)
  13. .
    Bueno, ahora ya lo lei... La verdad era raro que Anthony tuviera una vida feliz... Por eso no la tiene, viniendo de ti ya me lo esperaba...

    Lo que me alegra del fic es que los caps son cortos y en 7 minutos estan leidos... Porque con el poco tiempo que tengo me va bien eso, xd

    Siguiendo con el capitulo, ambos son tontos de remate... Pero en este mundo hay mucha gente tonta jeje creo que Marco tiene mas culpa, la verdad, porque deberia decirle a Anthony que gusta de el, al menos asi el otro no se sentiria usado, aunque como le gusta eso tampoco podemos decir que Marco lo haga mal... Aunque en realidad a Anthony solo le gusta la idea de tener a alguien junto a el, ni que sea un abusador... Supongo que debe ser cosa de la soledad, eso nunca me ha pasado, el sentirme sola pero el buscar que abusen de mi no... Cosas que pasan xd de por si, se lo busco el, eso le pasa por no esperar a llegar a casa para usar el vibrador, que siendo que vive solo ya podria haberlo hecho en casa y no en la escuela pero detalles...
  14. .
    Leido!! Esta bien, supongo que en el fondo Marco gusta de Anthony, solo no entiendo que hacia este con un consolador en la biblioteca... Pero bueno, consiguio "novio" gracias a eso... A ver si Marco muestra su amor y no solo lujuria y lo conquista xd
  15. .
    Al inicio dice que si, temas, fics i albumes... Puedes leer el inicio del tema si quieres... Pero alli lo pone, y ya que uno mismo no puede borrar sus fics al menos podriais hacerlo mas facil para que los admins los borreis... No me parece justo esto
1251 replies since 25/6/2012
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