Posts written by Tem-chan

  1. .
    Quisiera borrar estos fics mios:

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    Muchas gracias!!
  2. .
    Holis!! Aquí traigo el capítulo 18 de este fic, uau, pronto llegaremos a los 20 y creo que este fic no tendrá fin aún… tengo la impresión de que será uno de los fics más largos que he escrito nunca, la verdad… Solo espero que os guste y que lo sigáis leyendo aunque yo tarde en colgar capítulo…
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    Capítulo 18
    Empezaba a oscurecer y cierto peli-negro con dos mechones de pelo de colores estaba acercándose a la muralla feliz de llegar a la posada que había allí. Desde que había conocido al peli-blanco que estaba trabajando allí, no podía resistirse a buscarse excusas para pasar por allí, y esa vez no era diferente. Su madre había dicho que necesitaba algo de la ciudad y él se había ofrecido rápidamente para poder pasar por la posada y ver a Haku-san, como él lo llamaba. Al llegar desmontó de su caballo y llamó a la espera de que le abriesen. Salió el chico que deseaba ver, el cual se sorprendió pero sonrió un poco.
    —Buenas noches, Shuu —le saludó con total confianza después de ese tiempo de irse conociendo— ¿Qué haces por aquí?
    —Mi madre me ha mandado a hacer un encargo —respondió intentando aparentar tranquilidad.
    —¿Vas a pasar aquí la noche?
    —Si se puede.
    —En estos momentos tenemos todas las habitaciones ocupadas —respondió el peli-blanco.
    —Oh, entonces me tocará dormir al raso —dijo Shuu algo triste por ello.
    —Siempre puedes dormir en mi habitación, si no te importa —explicó tranquilamente como si hablara del tiempo haciendo que el peli-negro se sonrojara a más no poder.
    —¿T-tú habitación? ¿Contigo?
    —No, yo dormiré en el establo junto a los caballos.
    —Pe-pero, no es necesario, puedo dormir yo con los caballos, es tu habitación —contestó rápidamente Shuu.
    —No podría dormir tranquilo sabiendo que estás allí incómodo y pasando frío.
    —Ha-Haku-san, entonces… —se sonrojó pero no pudo acabar la frase.
    —Decidido —mientras decía eso dejó el caballo en un lugar del establo que aún no estaba ocupado por otros caballos y acompañó a un sonrojado Shuu al comedor para que cenara algo.
    La cena pasó lenta para el pobre peli-negro que no paraba de pensar en lo que le había dicho Haku-san. Agradecía el detalle, pero ahora se sentía mal por ser una molestia. Quizás no debería haber sido tan egoísta y tendría que haber esperado al día siguiente para ir y volver en un solo día., pero él quería pasarse por aquí y ver al peli-blanco. Aunque en seguida le volvió a su mente una idea que había tenido antes. Dormir ambos juntos en su cama. Se sonrojó ante esa idea. No podía creer que le viniese algo así en su mente.
    —Shuu, ¿Estás bien? —le preguntó Hakuryuu viendo lo sonrojado que estaba este— ¿Tienes fiebre?
    —Eh, n-no… estoy bien —respondió algo sorprendido por la pregunta, se suponía que Hakuryuu estaba trabajando en la posada y no mirándole a él.
    —¿Seguro?
    —Sí.
    —¡HAKURYUU! —le llamó una mujer que estaba en la cocina— lleva eso a la mesa 5.
    Después de esta llamada el chico se fue de la mesa de Shuu para llevar el pedido donde le habían indicado. El peli-negro lo siguió con la mirada embobado viendo como trabajaba y lo bien que se veía cuando lo hacía. Negó con la cabeza, sorprendido de sus propios pensamientos. Le gustaba Hakuryuu pero nunca pensó que tanto. Quizás debía hacer algo al respeto pero le daba vergüenza.
    —¿Has terminado Shuu? —le preguntó su amado sacándolo de sus pensamientos y también haciendo que se sonrojara de nuevo.
    —Sí —respondió tímidamente por sus propios pensamientos.
    —Entonces te acompañaré a la habitación.
    Recogió la mesa para dejarla limpia y llevó a Shuu a su habitación. Esta no estaba en la zona de la posada destinada a los clientes, estaba en la zona de la familia. Eso, aunque era lógico, incomodó un poco al pobre peli-negro que más nervioso no podía sentirse en esos momentos. Al llegar entraron y Shuu le dio una mirada rápida interesado por cómo sería. Era simple pero acogedora.
    —Espero que duermas bien —le dijo dándole un beso en su frente haciendo sonrojar más a Shuu.
    —E-esto… Haku-san…
    —Dime.
    —Na-nada.
    No se había atrevido a decirlo. Hakuryuu después de despedirse se fue de nuevo a la posada a acabar de cerrar y ayudar en lo que fuese necesario. Cuando todo estuvo listo se fue al establo a ver a los caballos, pero en vez de regresar a su habitación buscó un lugar en el que dormir. Se tapó con una manta y se tumbó pensando en el peli-negro que tenía en su cama. No se arrepentía de habérsela dejado, aunque era la primera vez que hacía algo así y se le hacía extraño. Sería el amor, se había dado cuenta de que le gustaba y suponía que por eso había accedido a ir al baile y a dejarle su habitación.
    —Haku-san —escuchó una voz muy suave a su lado, abrió los ojos y vio al moreno arrodillado a su lado mirándolo.
    —¿Qué pasa Shuu?
    —N-no puedo dormir…
    —¿Quieres quedarte aquí un rato?
    —S-sí.
    Se tumbó a su lado y cerró los ojos quedándose dormido al momento. Hakuryuu al mirarlo se dio cuenta de eso y sonrió, realmente ese chico era muy adorable. Lo abrazó por la cintura y cerró sus ojos con una sonrisa durmiéndose casi al momento muy feliz.

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    Al día siguiente en una casa de campo estaba el siempre tsundere de Einamu, intentando ser menos tsundere de lo normal para evitar problemas en su familia. Y por ello estaba en esos momentos aguantando como Gamma estaba a su lado mirándolo con una sonrisa mientras lo tomaba de la mano feliz delante de sus padres mientras una venita poco a poco se iba hinchando en su sien aunque intentaba evitar ponerse nervioso y gritarle, al menos delante de sus padres. Estos miraban con aprobación el cambio que había hecho Einamu respeto a Gamma y este estaba más feliz que una perdiz.
    —Es bueno ver que os lleváis tan bien —dijo el padre de Gamma contento— si este es el caso supongo que no deberíamos romper el compromiso.
    —Claro que no, Einamu está muy feliz con esta unión —respondió el padre de este mirando a su hijo quien le estaba matando con la mirada, aunque intentaba disimularlo.
    Gamma estaba viendo esa escena, y a pesar de estar feliz se sentía un poco mal por Einamu, se notaba que estaba sufriendo en su intento de llevarse bien con Gamma delante de sus padres. Gamma se acercó a él para decirle algo en un susurro consiguiendo que Einamu se sonrojara por la cercanía y por el aliento por parte del pelos parados que chocaba contra su piel.
    —¿Quieres que nos vayamos los dos solos a dar una vuelta? —le preguntó algo burlón consiguiendo una mirada no muy bonita de parte del otro pero también un sonrojo y un asentimiento, este sonrió y se giró para hablarle a sus padres— si no les importa, a mi prometido y a mí nos gustaría dar una vuelta los dos solos.
    —Claro, adelante —dijeron ambos padres con una sonrisa en sus labios.
    Se soltaron de la mano para alivio de Einamu y se levantaron para salir de esa habitación. Una vez fuera Einamu suspiró y miró a Gamma con ojos de asesino. Este solo le sonrió y se acercó a él para besar su mejilla consiguiendo que el peli-canela se sonrojara aún más de lo que estaba por las palabras anteriores del chico delante de sus padres.
    —Lo has hecho muy bien —le susurró en su oreja haciendo que Einamu temblara un poco por ello.
    —¡NO GRACIAS A TI! —le gritó en cuando estuvieron lejos del lugar— ¡NO ERA NECESARIO QUE ME TOMARAS DE LA MANO TODO EL RATO!
    —Pero tenía que aprovechar —dijo Gamma sinceramente— no cada día tengo la oportunidad de coger de la mano a mi lindo gatito.
    —¡NO ME LLAMES ASÍ! —le gritó nuevamente al chico más sonrojado que antes aunque también algo avergonzado.
    —No sé porqué te enfadas tanto, te lo digo con todo mi amor —fue la respuesta inesperada que le dio Gamma.
    —¿A-Amor? —le preguntó dejando de gritar.
    —¿Por qué te crees que nuestros padres nos unieron?
    —Por conveniencia.
    —También, pero fue porqué yo le dije a mi padre que quería casarme contigo…
    —¿E-es tu culpa?
    —Se podría decir así, pero lo hice por…
    —¡¿POR TU CULPA ESTOY PASANDO POR ESTO?! —le preguntó tiernamente enfadado entre gritos— ¡TE ODIO!
    —Pero yo te amo Einamu —fue la respuesta del chico dejando al gatito canela muy sorprendido.
    —¿M-me amas? —le dijo con la voz algo rota por la sorpresa.
    —Sí, mi gatito, desde hace mucho tiempo.
    —¿Y porqué no lo decías antes, idiota?
    —¿Antes? —preguntó ahora Gamma sin entender que quería decir el otro.
    —¡SI IDIOTA! —le gritó para después mirar hacia otro lado sonrojado— y-yo… también te-te amo…
    —¿En serio, Einamu? —le preguntó sonriente acercándose al peli-canela quien asintió notando como el otro chico lo abrazaba por la cintura.
    —¿Q-que ha-haces? —preguntó nervioso aunque sin moverse ni apartarse.
    —Te abrazo —le respondió acercando su rostro al del otro— Y ahora voy a besarte —le dijo con una sonrisa observando el sonrojo de su prometido quien cerró sus ojos esperando.
    Juntó sus labios lentamente en un suave beso que mostraba sus verdaderos sentimientos. Hacía tiempo que deseaba besar esos tiernos labios de su lindo gatito, pero no lo había hecho por miedo a ser golpeado y ahora resulta que todo habría sido más fácil si se lo hubiera dicho mucho antes. Se habría ahorrado muchos gritos y golpes, o eso creía ya que ahora Einamu estaba muy quieto y sumiso dejándose besar. Hasta había abierto la boca en un suspiro dejando entrar la lengua del peli-enigma en su interior para jugar con la suya. Poco a poco se fue pegando más al menor abrazando su cuello con sus brazos, dejando que el otro chico le besara a su gusto hasta que por la falta de aire tuvieron que separarse.
    —Entonces, ¿Significa que estás de acuerdo con el compromiso y que no me odias?
    —No hagas pre-preguntas to-tontas… —respondió sonrojado mirando hacia otro lado aunque después tragó saliva y cogió las mejillas del otro chico antes de empezar él con un nuevo beso.
    —“Supongo que significa que está de acuerdo con que nos casemos” —pensó Gamma feliz correspondiendo el beso que le daba su prometido.

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    Por otro lado estaba un rubio obsesionado con las manzanas de un manzano concreto, el cual había conseguido que su padre le llevara a la casa donde estaba ese manzano. Estaba de camino, muy cerca de esa casa de campo donde vivía el gran y paciente Yuuchi, quien estaba trabajando su campo como campesino pobre que no tenía más remedio que trabajar y sudar para ganar algo de dinero para comer. El rubio al llegar se encontró con la madre de Yuuchi quien no los conocía y los miró desconcertada, aunque después de una explicación llevó al rubio donde estaba su hijo trabajando. Este la siguió feliz hasta que vio al peli-blanco a lo lejos y salió corriendo para lanzarse encima de él, consiguiendo que este cayera al suelo.
    —Auch —se quejó sin saber que pasaba hasta que pudo fijar bien la vista en la persona que se le había lanzado encima y vio quien era— ¿Chet? —preguntó confundido.
    —Mi padre me ha dejado venir a verte.
    —Hola —le saludó el chico con una leve sonrisa sin saber muy bien que responder.
    —¿Y dónde está el manzano? —le preguntó mirando por todos lados.
    Yuuchi no entendía nada de lo que pasaba, todo era muy extraño, él estaba trabajando tranquilamente su tierra para sacar los mejores frutos posibles para la próxima cosecha cuando de repente Chet se le había lanzado encima preguntando por un manzano. De repente recordó que el chico se había obsesionado con la “manzana más bella que había visto nunca” y sonrió ante eso. Le acarició la cabeza al rubio quien se sonrojó un poco levantándose de encima de él y el peli-blanco también se levantó del suelo para sacudirse algo de polvo que tenía en su pantalón.
    —¿Quieres acompañarme a ver los manzanos? —le preguntó a Chet quien asintió feliz cogiéndose de la mano del otro chico quien lo miró un poco sonrojado pero con una sonrisa— ¿Y esto? —le preguntó señalando sus manos entrelazadas.
    —Es para no perderme —le respondió con una sonrisa el otro chico algo sonrojado.
    Yuuchi solo asintió con la cabeza y empezó a andar sin tener en cuenta la mirada de los padres quienes los miraban intrigados. Sobre todo el padre de Chet que ya podía imaginar como continuaría la cosa. Él se negaría pero como siempre acabaría cediendo ante las palabras y los pucheros de su hijo. Alguien aquí era débil ante los pucheros de su hijo.
    Por otro lado, nuestros protagonistas estaban andando por el campo en busca de esos manzanos que le habían robado el corazón al rubio. Al llegar los vio allí, todos los manzanos con esas manzanas tan rojas en las ramas de los árboles. Curiosamente cuando Chet se acercó maravillado con los brazos en el aire como si adorara esos árboles, una manzana de uno de los árboles cayó en sus manos. Este la cogió y la miró con una sonrisa. Era igual de hermosa que la anterior. Se giró ante Yuuchi y se la enseñó.
    —Mira, Yuuchi —le dijo Chet feliz por la manzana— es la hermana de la manzana que compré.
    —¿La hermana?
    —Sí, porqué nacieron del mismo árbol —le dijo feliz de la vida como si estuvieran hablando de algo emocionante.
    —Es probable que sea así —respondió Yuuchi con una sonrisa.
    —Estoy seguro, la manzana es una señal de ello.
    El otro sonrió ante esa gran lógica del rubio y asintió con la cabeza dándole la razón. Si él lo creía así no tenía por qué negarle esa idea cuando quizás sí había sido así. El otro se giró hacia el árbol y se acercó a él para darle un abrazo al tronco mientras le daba las gracias por esas maravillosas manzanas. Yuuchi vio todo eso algo sorprendido pero también enternecido por la escena.
    —Voy a casarme con Yuuchi y viviré en esta casa cerca de ti —añadió sorprendiendo al peli-blanco quien había vuelto a perderse ante la lógica de su amigo rubio.
    En esos momentos llegaron el padre del rubio junto a la madre de Yuuchi quienes los miraban algo raro al ver a Chet abrazando un árbol. Yuuchi aún no sabía si tenía que decir algo o no, realmente el comportamiento de Chet le resultaba algo tierna aunque no dejaba de parecerle un poco rara. La idea de casarse con Chet no le parecía mala pero más bien parecía que este se quisiera casar con él por el manzano más que por su persona.
    —¿Qué hacéis chicos? —preguntó el padre de este mirando a los chicos un poco extrañado.
    —Papa —le dijo Chet dejando de abrazar al manzano para acercarse a él— quiero casarme con Yuuchi.
    —Eso no puede ser —le respondió el padre preocupado por esas palabras aunque ya se lo esperaba.
    —¿Porqué?
    —Porque no estás enamorado de él.
    —Sí lo estoy.
    —No, tú amas al manzano.
    —Es lo mismo —dijo este intentando que su padre le entendiera.
    —No lo es.
    —Sí —respondió haciendo un puchero que dejó a su padre sin argumentos— yo quiero a Yuuchi.
    —Entonces demuéstralo —le dijo su padre mirando al peli-blanco que no decía nada pero estaba a la espera de lo que dijera ese hombre— dale un beso.
    —¿Q-qué? –preguntó el menor sonrojado mirando a Yuuchi quien también tenía un pequeño sonrojo en sus mejillas aunque lo miraba serio esperando a su reacción— ¿U-un beso?
    Su padre asintió viendo el nerviosismo de su hijo, y también el sonrojo en ambos chicos. Quizás sí que el chico peli-blanco le gustaba un poco, pero quería estar seguro de que no era otro capricho de los suyos. Una boda era un tema importante y no se podía tomar a la ligera. Sería una unión para toda la vida y encima con un pobretón como ese. Chet se giró para ver a Yuuchi pensando en ese beso y lo miró. El peli-blanco también le miró fijándose en su linda mirada, los ojos de Chet tenían un color lila que le encantaban desde que lo había conocido.
    —¿E-está bien si te beso? —le preguntó un poco dubitativo por si el otro chico no quería.
    —Sí, está bien.
    Yuuchi no parecía muy en contra de ese beso a pesar de que el rubio más parecía que quisiera al manzano que a él. Le gustaba esa parte tierna del chico a la hora de mostrar sus emociones y sus gustos. Y esa pasión por sus árboles y sus frutas le hacían ver adorable a sus ojos. Chet asintió con una sonrisa aunque le era difícil dar el paso de darle el beso al otro chico. Entonces fue Yuuchi quien tomó el control de la situación y se acercó a su futuro rubio. Este tragó saliva cuando notó como el otro chico le sonreía y acercaba un poco su rostro antes de parar y cerrar sus ojos a la espera. Chet hizo el último paso y cerrando sus ojos se acercó a los labios de Yuuchi besándolo rápidamente. Al separarse el peli-blanco sonrió y abrió los ojos para coger al rubio por la nuca y acercarlo de nuevo a su rostro. Lo besó en los labios esta vez de manera más larga y pasional, le lamió el labio inferior y en cuanto este suspiró metió su lengua en la boca de Chet para empezar a jugar con la suya. Cuando el aire empezó a faltarles se separó de este y vio las mejillas del rubio fuertemente sonrojadas.
    —¿Te ha gustado?
    —S-sí —le respondió el chico de ojos lilas con una sonrisa antes de abrazar a Yuuchi con alegría.
    La madre de Yuuchi los miró antes de mirar al otro hombre y se encogió de hombros pensando que al final si habría esa boda. Su hijo había escogido a un extraño rubio como pareja pero si eso le hacía feliz que iba a decir como madre. El chico era lindo y rico, aunque estaba loco, al parecer le gustaba su hijo. No había nada más que decir al respeto. El padre de Chet miró esos besos con alegría. Quizás al fin su hijo había encontrado a alguien que lo aceptara con su locura incluida. Sería muy adorable pero le preocupada que esa locura le impidiera encontrar a alguien que lo aceptara y amara.
    —Entonces, celebraremos la boda en cuanto queráis.
    —Gracias papi —le agradeció Chet lanzándose a sus brazos.

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    Lejos de allí, en una casa algo más pobre que la anterior estaba llegando un carro conducido por el Tsurugi mayor quien llevaba las riendas de los caballos. A su lado estaba su hermano, el cual normalmente no iba a ninguna de las diligencias en las casas de campo, pero que al saber que era la casa donde vivía cierto castaño había dicho que iría mientras subía al carro. Yuuichi había sonreído ante eso. Era muy obvio que a su hermano le había gustado ese chico y que sólo venía para verle y no por el trabajo. Al llegar aparcó a los caballos donde siempre y fue a picar a la puerta a la espera de que alguien le abriera. Tal y como esperaba llegó un chico de cabellos naranja y un ojo exótico a la vista quien sonrió algo tímido al verlo.
    —Ho-hola Yuuichi —le saludó bajando un poco la mirada.
    —Buenos días, Furetsu —le saludó acariciando sus cabellos— ¿Cómo va todo?
    —Bi-bien.
    —¿Y los demás?
    —Tenma se ha ido con papa a trabajar las tierras —dijo volviendo a subir la mirada— y mi madre está en la cocina.
    —¿Y tú qué haces?
    —Estaba terminando de hilar…
    —¿Te queda mucho?
    —N-no.
    —¿Puede ver como lo haces?
    —Esto… si quieres…
    Ambos entraron en la casa dejando a Kyosuke fuera, aunque este ya no estaba, al escuchar la respuesta de Furetsu se había ido a dar una vuelta a ver si encontraba al castaño de ojos azules que le tenía sus pensamientos robados.
    —¿Sabes? —le preguntó el peli-azul al chico que estaba empezando a hilar nervioso por su presencia— la semana que viene hay una fiesta en la ciudad.
    —¿A sí?
    —Vamos a hacer algo nuevo este año.
    —¿Y que ha-haréis?
    —Vamos a decorar las calles.
    —¿Cómo? —preguntó el menor mirándolo unos segundos antes de volver a su tarea de hilar.
    —Con bolsas, algo de resina de árboles, y otros materiales.
    —Parece divertido.
    —Creo que lo será, pero lo sería más si tú nos ayudaras…
    —¿Y-yo? —preguntó Furetsu tartamudeando un poco.
    —Sí, así podríamos pasar más tiempo los dos juntos y conocernos más.
    —Pe-pero yo no vivo… esto… en la ci-ciudad.
    —No creo que eso importe mucho, yo te invito a venir y a quien no le guste que no mire.
    —¿Y-y n-no tendrás pro-problemas por e-eso...?
    —No te preocupes, si te dejan podría venir a buscarte para llevarte a la ciudad y luego te volvería a traer.
    —Bu-bueno… preguntaré.
    —Gracias, Furetsu –le agradeció acercándose a él para darle un beso en su mejilla— eres tan tierno.
    Ante eso Furetsu se atragantó con su saliva y se hizo un pequeño corte mientras hilaba. Se apartó rápidamente de la lana para no mancharla y se llevó el dedo a su boca, mirando a Yuuichi con sus ojos sorprendidos y sus mejillas rojas. Imagen que se le hizo muy tierna aunque se sintió algo culpable por el corte que se había hecho el menor.
    —Lo siento, Furetsu, ahora mismo voy el desinfectante —le dijo levantándose de la silla donde estaba para ir a preguntar a la señora por el jabón y las vendas y así poder curar a su niño.

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    Algo lejos de allí, en una casa muy grande que había fuera de la ciudad y donde no había campos sino jardines estaba un peli-negro trabajando en la organización de la limpieza de la mansión, supervisando la cocina y que el jardín estuviese en perfecto estado. El señor Ichiban le había encargado que cuidara de la casa que tenían en el campo para las vacaciones y él cumplía las ordenes, supervisando, organizando y ayudando en lo que fuese necesario. No le desagradaba su trabajo. Se había ganado la confianza de los señores y tenía una buena posición, ganaba un buen salario que le permitía comprarse lo que quisiera y le proporcionaba un lugar donde vivir, ya que no tenía familia. Era feliz viviendo allí trabajando de mayordomo en la casa del señor Ichiban. Todo era felicidad hasta que llegó un chico de cabello blanco, el cual traía a su caballo herido de una pata. Una piedra se había metido en la herradura de este y cojeaba. Tuvo que mandar llamar al herrero y todo se solucionó, pero durante el tiempo en el que el caballo estuvo en ese establo entabló amistad con ese chico. ¿Cuál era el problema? Que ahora no podía quitárselo de la cabeza y lo echaba de menos. Suspiró pensando que no lo volvería a ver. El chico le había parecido muy amable, tranquilo, paciente, preocupado, algo cariñoso, sincero y, para que mentir, muy guapo. Cuando lo veía siempre notaba como su corazón latía más fuerte y rápido y sentía como se ponía nervioso y más torpe.se sonrojó al pensar eso.
    —Buenos días, Aoyama-san —le saludó una de las sirvientas del hogar— ¿Otra vez pensando en el señor Ichino? —le preguntó divertida viendo su sonrojo.
    —N-no… yo… —empezó a decir aunque no tenía ninguna excusa ya que sí estaba pensando en él.
    —Seguro que volverá a venir —le dijo la muchacha algo enternecida viendo el sonrojo y los nervios del chico— se le veía muy encariñado con usted, hasta bailaron juntos un baile, ¿no es cierto? —Aoyama asintió levemente— ¿lo ve? Estoy segura de que vendrá a pedir su mano en cuanto tenga todo listo para ello.
    —N-no digas to-tonterías —fue la respuesta de Aoyama pensando en que sería imposible que alguien quisiera casarse con un sirviente pobre y sin familia ni nada que aportar.
    Después de decir eso y ante la risa de la chica que lo veía irse, se fue al establo a ver cómo estaban los caballos de su señor y de paso calmar su pobre corazón que estaba latiendo muy rápido. Él sabía que era imposible que pasara lo que esa chica había dicho pero se había sentido feliz al pensar que eso pudiese pasar. En cuanto logró calmarse un poco dio una vuelta por allí y regresó a su trabajo más calmado para seguir con sus tareas. O eso habría hecho si no fuese porque llamaron a la puerta de la mansión. Se fue a ver quién era y se encontró con un chico de cabellos blancos que con solo una sonrisa consiguió que su corazón volviese a ir más rápido.
    —Hola Aoyama.
    —Ho-hola señor Ichino —le saludó con una pequeña reverencia— ¿Qué hace usted por aquí?
    —Vine a verte ¿Tienes algo de tiempo para dar una vuelta conmigo?
    —Bueno… tengo cosas que hacer aún.
    —¿Vine en mal momento? —dijo algo triste haciendo que Aoyama se sintiera algo mal.
    —N-no, sólo espere un momento aquí —le respondió recibiendo un asentimiento junto con una sonrisa por parte de Ichino.
    Aoyama salió corriendo hacia dentro de la casa para hablar con una de las sirvientas y explicarle que se ausentaría unos minutos. Le dijo que se encargara ella de supervisar de mientras y esta asintió. Entonces salió de nuevo de la casa y miró al peli-blanco que se había apoyado en la pared para esperarlo. Viéndolo de perfil, apoyado a la pared con la mirada en frente se veía muy guapo. Se sonrojó y cuando el chico se giró, al notar su presencia, y le sonrió no pudo hacer otra cosa que bajar la mirada avergonzado.
    —¿Estás listo?
    Aoyama solo pudo asentir con la cabeza ya que estaba muy nervioso y no sabía si podría decir algo en esos momentos. Ichino lo acompaño a su caballo y le ayudó a subir antes de subir él mismo quedando detrás del chico muy pegado a él. Cabalgaron un rato hasta alejarse un poco de la mansión y así poder tener algo de intimidad. Allí bajó del caballo y ayudó a Aoyama a bajar. Ichino lo miró unos momentos pensando en que era el ser más bello que había visto nunca. Él tampoco había sido capaz de dejar de pensar en el chico peli-negro y lo quería presentar a su hogar pero aún no era el momento. Primero quería saber si Aoyama le correspondía y si quería casarse con él.
    —Aoyama —le llamó pensando en cómo iniciar la conversación— nunca pensé que este día llegaría tan pronto… siempre pensé que el amor era una cosa de adultos, pero desde que te conocí las cosas han cambiado —le dijo cogiéndole las manos con las suyas— desde entonces, que sólo puedo pensar en ti.
    —I-Ichino… —susurró sorprendido el peli-negro mirándolo sonrojado.
    —Se me hace una eternidad estar sin ti, por eso… si tú me correspondes… me gustaría que aceptaras casarte conmigo… —acabó de decir aunque añadió— sé que puede parecer precipitado pero me he enamorado de ti y me gustaría poder compartir mi vida contigo.
    Aoyama no sabía qué hacer o decir. Era lo que esa sirvienta le había dicho que pasaría. ¿Podía ser que fuese magia y esa chica fuera vidente? Pero eso no era lo que le preocupaba en esos momentos. Ichino se le acababa de declarar. Eso de por si era extraño aunque no se sentía nada mal. Su corazón le decía que debía aceptar, pero su mente era consciente de qué eso no le correspondía a él decidirlo. No tenía familia pero tenía amos.
    —Y-yo sí qui-quiero, pero…
    —¿Pero? —preguntó Ichino abrazando al otro chico.
    —Tendrás que pe-pedirle m-mi mano al señor Ichiban.
    Ichino lo pensó, era lógico, al fin y al cabo quería llevarse a su mayordomo lejos de esa mansión para tener una vida, los dos juntos en su casa. Asintió con la cabeza antes de besar su frente y separarse de él. Hasta que no tuviera su mano no lo podría besar en los labios. Si no se la diesen le habría quitado parte de la inocencia, aunque él haría todo lo posible por conseguirla.

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    Y volviendo a la casa pobre donde vivían Tenma y Furetsu, esta vez fuera de la casa, nos encontramos con un castaño trabajando recogiendo la fruta de los árboles, sudando la gota gorda por el esfuerzo mientras su padre trabajaba con la arada moviendo la tierra de los campos para plantar las nuevas cosechas. Tenma paró unos segundos para descansar y cuando se giró para ver los árboles que ya había recogido se encontró con un chico de cabellos azules que se acercaba a él. Se sonrojó un poco, sorprendido por lo que veía pero sonrió cuando este se paró cerca de él.
    —Buenos días Kyosuke —le respondió muy feliz de verlo con una gran sonrisa en su rostro.
    —Buenos días Tenma, aunque por el sol creo que ya es buenas tardes.
    —Oh —dijo riendo algo nervioso—Pu-puede ser… esto… ¿Y qué haces por aquí?
    —Vine a buscar el hilo con mi hermano.
    —Entonces deberías ir a la casa, lo tiene Furetsu.
    —Lo sé, pero vine a verte ya que estaba aquí —dijo el RBD como si pasara por casualidad.
    —Gra-gracias —respondió el otro más sonrojado sin saber muy bien que decir.
    —¿Qué estás haciendo en estos momentos? —le preguntó viéndolo con un palo en la mano y una cesta en otra.
    —Regojo las frutas de los árboles —le dijo con una sonrisa empezando a mover el bastón de manera que las frutas cayeran en la cesta.
    —Se te da bien —le respondió el peli-azul mirando como el chico lo hacía sin dudas.
    —Es para-practica.
    Llevaba haciendo eso desde hacía muchos años, y cuando era pequeño le era más difícil porqué el palo era más grande y pesado, con lo cual también más difícil de manejar. Kyosuke lo acompañó durante todo el trayecto que le quedaba cogiendo las frutas maduras de los árboles y dejando las otras para que maduraran, las recogería más adelante. El peli-azul nunca había visto como alguien recogía las frutas y tampoco lo había intentado nunca. Decidió probar.
    —¿Me dejas intentarlo? —le preguntó interesado por lo que hacía el castaño.
    —Claro —le dijo con una sonrisa dándole el bastón y la cesta apartándose para dejarle espacio señalando la fruta madura que debía recoger.
    Kyosuke movió un poco el bastón para acostumbrarse o al menos un poco, hasta que se decidió a ir por esa fruta que miraba fijamente. Todo iba bien, estaba haciendo lo mismo que el menor hasta que en un momento determinado del giro de muñeca se le cayó la fruta en la cabeza ocasionando una sonrisa en el castaño que al ver como Tsurugi miraba la fruta como si quisiera matarla se puso serio.
    —¿E-estás bien? —le preguntó sabiendo por experiencia que el golpe no era muy fuerte.
    —Estoy bien.
    Tenma sonrió feliz por ello y recogió la fruta del suelo para dejarla en la cesta, aunque al ver que tenía un golpe suspiró. Sería más difícil venderla si no estaba del todo bonita. Al ver ese suspiro Kyosuke sintió algo extraño en su pecho. Así que miró al chico y decidió comprarla. La cogió y se la comió a cambio de una pequeña moneda que le dio al castaño.
    —Es por haberla echado a perder —le respondió ante la mirada sorprendida de Tenma quien ante ese detalle sonrió y asintió con la cabeza feliz.
    Pensó un poco y sonrojado se acercó al peli-azul y le dio un pequeño beso en la mejilla de este consiguiendo que Tsurugi mirara hacia otro lado con una sonrisa y un pequeño rubor. Alguien estaba teniendo sentimientos fuertes por cierto castañito de ojos azules, aunque por el momento no quisiera admitirlo.
    Continuará…

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    Y hasta aquí este capítulo… Espero que os haya gustado, sinceramente estaba perdida con este fic, y dudo que cuadren muchas cosas, ya que hace años que lo empecé y creo que nunca lo voy a acabar pero espero que sí, sinceramente, y ahora más o menos me he puesto al idea y he encontrado inspiración para todas las parejas… después de tanto tiempo no recordaba que tenía que pasar con ellas… Si algo no tiene lógica disculpadme y avisadme, jeje muchas gracias.

    Hasta pronto!!
  3. .
    Hola Tama-chan, si quieres hablar de tu fic mejor por face que me va mejor...
    Me llamo Temchan Mizuno, buscame y dime que eres tu, es que en el foro entro poco
  4. .
    Ahora sí, esto es el final de este fic, que viene cargadito de sorpresas, o eso espero, jajajaja En principio es una visión del futuro de nuestras parejas para que se vea si al final acabó bien o mal, espero que les guste, xd
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    EXTRA
    En un campo de fútbol junto a la ribera del río, estaban un grupo de personas muy animadas. Algunos de ellos habían quedado otros habían coincidido, pero la cuestión era que se habían reunido y se estaban divirtiendo de lo lindo. Algo normal cuando se está jugando con los amigos sea a lo que sea. Era un domingo y aprovechaban que el día de descanso para quedar y jugar juntos. Entre ellos había una gran cantidad de niños, y es que cada familia venía con sus hijos para distraerlos.
    —¡Setsuna, vuelve aquí inmediatamente! —se escuchaban los gritos de Atsuya quién corría detrás de una niña rubia de 4 años.
    —¡No quiero! —gritó la niña corriendo aún más rápido, por ser tan pequeña era muy rápida, pero no lo suficiente así que Atsuya la alcanzó— ¡Déjame! ¡Déjame! ¡Déjame!... —empezó a repetir entre gritos.
    —Devuelve lo que has cogido.
    —¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero! —seguía gritando.
    —Pero no es tuyo así que tienes que devolverlo.
    Mientras Atsuya peleaba con su hija mayor, por otro lado estaba el pobre Afuro persiguiendo a su hijo mediano de 3 años que corría en dirección opuesta, y estaba yendo hacia la carretera para ver los coches de cerca. Distraído como estaba viendo la escena de su esposo con su hija no se había dado cuenta de que Kotaro estaba yéndose a la carretera y al darse cuenta tuvo que salir corriendo hacia allí.
    —Kotaro —fue su llamada asustada—. Vuelve aquí —pero el niño peli-rosa no le hizo caso, sólo seguía yendo hacia la carretera—. Es peligroso.
    Poco a poco Afuro fue reduciendo distancia hasta que consiguió cogerlo por las axilas y levantarlo para llevarlo de nuevo con los otros niños. Suspiró aliviado mientras caminaba y le volvió a repetir con rostro serio que era peligroso y que no debía acercarse solo a la carretera. Al llegar sentó al niño al lado de la hermana pequeña, Nodoka, la cual era la más tranquila de los tres, o más bien la única que lo era. Esta niña de 2 añitos tenía el pelo rosa como su hermano mayor y ojos de color gris, a diferencia de su hermano mayor que los tenía de color rojo.
    —Otaro –le dijo la pequeña al verle con una sonrisa muy tierna— ¿uamos?
    Kotaro la miró unos momentos, al ver esta le mostraba unas piezas de madera y cogió una para ponerla en el suelo junto a la que había dejado su hermana. Afuro sonrió un poco aliviado de ver que este se entretenía jugando con su hermana a un juego más tranquilo, pero esa paz duró poco. Setsuna llamó a su hermanito y ambos empezaron a corretear por allí tocando todo lo que se podía. Ambos padres suspiraron pensando en que habían hecho para merecer eso, con ese par nunca había un momento de tranquilidad fueran donde fueran.

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    Mientras los padres jugaban, o al menos una gran mayoría de ellos Kame, junto con Sorano que estaba embarazado y no podía jugar, se había ofrecido voluntario para cuidar de los niños así que había decidido montar una especie de guardería con todos los pequeños, menos con los hijos de Afuro y Atsuya que no paraban de correr mientras sus padres los perseguían y regañaban. Solo Nodoka había sido aceptada en ese juego de pelota de los niños. Se habían sentado todos a coro, al menos los bebés de 1 y 2 años, y el juego consistía en pasarse la pelota con las manitas. Estaban todos muy monos así sentados mirando el balón o lo que fuese. Eran 7 niños en total 5 de 1 añito y 2 de dos años, contando a Nodoka. De su edad había un niño llamado Hohei, hijo de Chiita y Kame y hermano menor de Gin, de cabello castaño y ojos castaños. A su lado se encontraban 3 niños de 1 año igualitos, eran Ryukii, Kouchii y Touchii, los trillizos de Otomura y Kenya, que tenían el pelo morado y los ojos azules. Que justamente Ryukii estuviera al lado de Hohei seguramente era cosa del destino que ya empezaba a hacer de las suyas, o quizás solo era Kame que ya estaba usando estrategias para emparejar esos niños. Algo similar pasaba con Ryota y Narumi, que también estaban sentados el uno al lado del otro. Ryota era el hijo de Genda y Sakuma y era un niño de cabello castaño y ojos marrones, mientras que Narumi era el hijo de Tobitaka y Toramaru y tenía el cabello lila y los ojos verdes. Estos eran los siete niños que estaban jugando en la hierba a pasarse una pequeña pelotita de plástico para que no se hicieran daño. Pero como siempre que hay niños de por medio no todo puede ir perfectamente.
    —Aaaah —gritó Setsuna apareciendo en escena cayendo encima de Touchii sin querer.
    Le reacción siguiente no se hizo esperar el pequeño empezó a llorar por el golpe y por el susto mientras Setsuna se levantaba lentamente con unas lagrimitas en sus ojos. Se había hecho una herida en el codo por la caída, y tenía algo de sangre en este. Kame fue de inmediato a ver como estaba el pequeño Touchii pero no tenía nada, solo lloraba por el susto. Afuro llegó en esos momentos para ver que le había pasado a su niña y después de mirar la herida la llevó junto al botiquín que siempre llevaban para casos como estos. Le lavó la herida con agua y después la desinfectó escuchando como la niña empezaba a llorar por el escozor.
    —Va, va, no es para tanto –le dijo este poniéndole la tirita.
    La niña una vez curada se apoyó quedó sentada sobre el regazo de su padre y se acurrucó un poco buscando algo de apoyo por el dolor. Afuro la abrazó y acunó un poco mientras dejaba de llorar. Era muy linda cuando se ponía así de mimosa. Pero en cuanto se recuperó empezó a removerse deshaciendo el abrazo y volvió a correr por allí junto con su hermano. Por otro lado el pequeño Touchii lloraba entre los brazos de Kame que intentaba calmarlo para seguir con el juego. Ryota que era quien tenía la pelota la lanzó hacia Nodoka, un poco más fuerte del normal y le dio justo en la cabeza consiguiendo que esta se sorprendiera pero no lloró. La pelota rebotó y fue a parar en manos de Kouchii que la lanzó fuera del círculo entre risas.
    —Voy a buscarla —les avisó Sorano de que iba por la pelotita para que esperaran.
    En vez de esperar Narumi intentó levantarse perdiendo el equilibrio y cayendo encima de Ryota quien lo empujó. El pequeño peli-lila se cayó al suelo ya que allí estaba el espacio vacío dejado por Touchii y empezó a llorar por el golpe con el suelo. Al llegar Sorano con la pelotita, la dejó en el suelo y cogió a Narumi para consolarlo.
    —Ryota, no debes de empujar a los otros niños —le regaño Sorano mirándolo fijamente, pero este no se dio por enterado.

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    En el mismo pueblo pero algo apartados de allí estaba el circo, nuevamente habían pasado por aquí después de unos años. Después de que Tachimukai diera a luz a una pequeña niñita, castaña de ojos azules, al igual que su hermoso padre uke. Necesito un tiempo de reposo para recuperarse del embarazo y todos cogieron rumbo a otro pueblo para dar sus actuaciones correspondientes. Para ese entonces los hijos de Hiroto y Midorikawa ya habían nacido y tenían unos 4 meses de edad. Todo había salido bien y ambos habían sobrevivido al parto. Tsunami no podía estar más contento en esos momentos jugando con su hijita de 5 años que no paraba de hacer preguntas adorables.
    —¿Las fomigas por que son tan pequeñas? –preguntó mirando al suelo viendo pasar una hilera de hormigas.
    —Se llaman hormigas.
    —¿Homigas?
    —Hor-mi-gas.
    —Ho-mi-gas.
    —Otra vez, horrrrr-mi-gas.
    —Hog-mi-gas.
    —Se aproxima —dijo Tsunami orgulloso de su niña acariciando su cabeza por el esfuerzo.
    —¿Qué hacéis? —preguntó un hermoso Tachimukai que al salir de la caravana se había encontrado con que su hija y su esposo miraban el suelo con atención.
    —Ei, Yuuki —le saludó Tsunami levantándose para darle un beso en los labios.
    —Papi, miramos homigas —respondió tal cual la pequeña olvidando la r.
    —Muy bien, ¿Y qué tal?
    —Son pequeñas y muchas —dijo la pequeña orgullosa de su descubrimiento.
    Yuuki iba a decir algo pero en esos momentos dos niños aparecieron corriendo y jugando entre ellos hasta llegar donde estaba la pequeña Hinata quien se sonrojó un poco cuando la saludaron. Con sus padres podía ser muy habladora pero cuando estaba con otros, incluso con sus mejores amigos, se ponía muy tímida.
    —Hola Hinata —la saludó Hotaru alegremente.
    —¿Sabes qué? —le preguntó el gemelo de este—. Vamos a ir al pueblo, a jugar a fútbol con los papas.
    Hotaru era una chica de cabello verde y ojos verdes, muy espabilada y enérgica, le encanta jugar a fútbol con sus padres y su hermano, y su pasatiempos es molestar a su hermano. Por otro lado Chiaki, su gemelo, tenía el pelo rojo y los ojos verdes. Este es muy tranquilo cuando está solo o lejos de su hermana, pero cuando está con ella no para quieto y no para de molestarla.
    —H-hola —respondió la pequeña cogiéndose de la mano de Tsunami— y-yo miro ho-homigas.
    —¿Quieres venir? —le preguntó Hotaru intentando que su amiga fuese a jugar con ellos.
    —Ah… y-yo… —no sabía cómo decir que no— n-no sé…
    —Venga será divertido —insistió Chiaki esta vez.
    —Pe-pero…
    —Lo sentimos chicos pero nosotros habíamos pensado ir a la piscina —respondió Tachimukai saliendo al rescate de su hija— ya lo tenemos todo listo.
    —Es una pena —dijo Hotaru algo triste.
    —Pero otro día sí que vendrá con vosotros.
    —Bieeen —se animaron ambos.
    —¡HOTARU, CHIAKI! ¡NOS VAMOS! —se escuchó la voz de Hiroto que llamaba a sus hijos.
    —¡Sííííííííííí! –fue la respuesta de ambos antes de salir corriendo sin siquiera decir adiós.
    —Entonces, nos vamos para la piscina.
    —Sí —dijo algo emocionada la pequeña Hinata más calmada.

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    Hacia las 12 del mediodía los padres decidieron que era un buen momento para descansar y dejar de practicar las nuevas técnicas. Entonces les dejaron el balón a los chicos que habían esperado el relevo. Ellos fueron a sentarse a la sombra del árbol donde tenían las cosas y se sentaron en la hierba para hablar un poco entre ellos. Hacía tiempo que no habían hecho una reunión como esa así que todos tenían cosas que decir. Pero la primera pregunta fue obligada.
    —¿Cómo va el embarazo Sorano? —le preguntó Endo viendo la enorme barriga que este traía.
    —Muy bien, ya queda poco.
    —¿Sabéis que será? —preguntó Kido realmente interesado.
    —Un niño, así que hemos decidido que le pondremos Ichiro.
    —Es un nombre muy bonito.
    —¿Y vuestros trámites para adoptar? —le preguntó Sorano a Kido.
    —Van bien, la verdad, creo que para el año que viene ya tendremos a las gemelas en casa.
    —Va rápida la cosa.
    —Sí, la gente normalmente no quiere adoptar gemelos y menos siendo teniendo ya 4 años.
    —Tampoco son tan mayores —dijo Fudo al parecer un poco molesto.
    —Pero Akio, tu dijiste que no querías bebés, pero no dijiste nada de niños pequeños… y ya hemos empezado con los trámites.
    —Tú los has empezado, yo te dije que quería adoptar ya chicos grandes.
    —Pero entonces es más complicado —Intervino Afuro— no se acostumbran tan rápidos como los niños más pequeños.
    —Lo ves Akio, y tampoco te molestaran ya verás.
    Estaba claro que los trámites de adopción se habían empezado porque Kido quería tener una familia. Hijos que cuidar y quienes pasar sus bienes. Y a pesar de que Fudo no quería tener hijos en casa había acabado accediendo a la petición de su esposo. Ninguno de los dos podía dar a luz así que pensó que se salvaría de tener una familia con hijos pero al final había resultado que no, que tendría que compartir a su Yuuto con alguien más y eso no parecía gustarle.
    —Por cierto, Atsuya, ¿Qué se sabe de tu hermano y Goenji?
    —No han podido venir.
    —Hace tiempo que no se les ve el pelo.
    —Yo a Shiro lo vi hace unos meses —respondió Atsuya— pero a ese ex intento de Vegeta no.
    —Es verdad que se estaba dejando crecer el pelo.
    —Sí, será que le queda horrible y por eso no se aparece –se burló Atsuya consiguiendo algunas risas por parte de sus compañeros.
    —Papá —dijo un niño de 5 años llamando la atención de Endo y Kazemaru al escuchar su voz— hay dos niños que quieren jugar con nosotros.
    —Que jueguen —respondió Endo tranquilamente.
    —¿Son esos, Kyo? —le preguntó Kazemaru levantándose para acercarse a ver.
    Vio a dos niños, una niña de cabello verde y un niño de cabello rojo que no paraban quietos en ningún momento mirando el balón. Sonrió con ternura pensando en que Endo era igual de pequeño. Junto con esos niños había un chico de cabello rojo y otro de cabello verde, obviamente los padres. Se acercó a ellos y los saludó.
    —Encantado, soy Kazemaru Ichirouta el padre de Kyo —se presentó formalmente— ha venido a preguntarme si sus hijos pueden jugar, no hay ningún problema cuantos más sean más se divertirán.
    —Muchas gracias —respondió Hiroto— Habíamos venido a jugar con nuestros hijos pero el campo estaba ocupado y no sabíamos que hacer, aunque entonces uno de los niños ha venido a preguntar si querían jugar.
    —¿A sí?
    —Fue Ryo, pero vio el balón y corrió detrás.
    —Ya veo, típico de tu hermano.
    Los niños se fueron a jugar juntos a pelota, en un juego extraño que quería parecerse al fútbol de sus padres y Kazemaru acabó por invitar a los padres de los niños a sentarse junto a ellos. Y justo en ese momento llegó otro pareja que venía de su casa con unos chicos bastante más mayores que los demás. Eran todos mayores de edad pero habían acompañado a su hermano y su esposo para ayudarlos con los carritos y las cosas necesarias para los bebés. Después de eso se despidieron y se fueron cada cual a su cita mientras los mayores se acercaban al grupo.
    —Hola chicos —saludó Raiden alegremente junto a su esposo, cada uno con un carrito con unas bolsas que colgaban de estos.
    —Hola ¿Qué tal estáis?
    —Muy bien —dijeron aparcando los carritos a un lado y sacando a los bebés de estos para tumbarlos en una mantita en la hierba debajo del árbol.
    —¡Qué grandes que están! ¿Cuánto tienen ya? —preguntó Matsuno acercándose a uno de ellos para jugar con una de sus manitas suavemente.
    Handa vio esa escena y pensó que no sería mala idea tener un hijo también, así podría ver a Matsuno de esa forma tan tierna. Su novio tenía un encantador instinto maternal y a él también le gustaban los niños así que ¿Por qué no tener un par de ellos junto a ese peli-naranja tan adorable que tenía por novio? Aún no entendía lo ciego que podía estar ese idiota que había dejado a Matsuno hacía tantos años pero se alegraba de ello. Él sí podía entender y valorar lo hermoso y encantador que era y le hacía feliz poder disfrutar del tiempo que pasaban juntos.
    —Dos meses –respondió Shadow como padre orgulloso.
    —Mira os presento a los padres de dos niños que han venido a jugar, se llaman Hiroto y Midorikawa.
    —Encantados —dijeron ambos sentándose juntos en el espacio que les dejaron.

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    Por otro lado estaban los niños estaban jugando fútbol corriendo de un lado para otro detrás de la pelota usando normas extrañas que sólo ellos conocían. Eran un grupo bastante grande los que tenían 5 años, es decir que en esos primeros encuentros entre los padres hubo algunos que después se llevaron una sorpresa a tan corta edad. Aunque también es cierto que hubo algunos que se llevaron más de una como les pasó a Endo y Kazemaru que tuvieron trillizos, dos niños y una niña. De estos tres hemos conocido ya a dos, Ryo y Kyo, ambos castaños y de ojos marrones, al igual que su gemela Michiru.
    Ryo era un amante del balón y siempre llevaba uno con él, como si fuese su mayor tesoro, muy alegre y juguetón. Por su lado Kyo era más tranquilo, pero también muy amigable y alegre. Y por último Michiru, una chica que siempre está dando órdenes a sus hermanos aunque no siempre tiene éxito.
    —Setsuna —le llamó Michiru yendo hacia ella después de haber jugado un rato a futbol con sus hermanos— ¿Qué haces?
    —Juego con Kotaro.
    —Ahora vas a jugar conmigo.
    —¿A qué? —preguntó esta curiosa.
    —A ver.
    —¿A quién?
    —A Chiaki que está con Ryo.
    —¿Chiaki? —preguntó Setsuna que no se había enterado del nombre del chico ya que ella no había prestado atención al futbol.
    —Sí, el chico nuevo.
    —¿Por qué?
    —Se han hecho amigos.
    —Vale.
    Dicho esto ambas chicas se fueron a jugar a espías, al parecer Michiru tenía curiosidad por saber que era lo que quería ese chico peli-rojo de su hermano gemelo. Le gustaba tenerlo todo controlado y saberlo todo y más si se trataba de sus hermanos. Desde detrás de unos arbustos y árboles pudieron ver que ese par estaban pasándose el balón concentrados en el juego.
    —¿Te gusta el futbol? —preguntó Chiaki muy tranquilo ya que su hermana estaba ocupada con otra cosa.
    —Me encanta, ¿y a ti?
    —A mí también, muchas veces voy a jugar con mis padres.
    —Qué genial, nosotros venimos a veces. ¿Podríamos jugar juntos?
    —No creo… nosotros nos iremos en unos días.
    —¿Dónde?
    —No sé, siempre vamos de un pueblo a otro.
    —¿Por qué?
    —Por el circo.
    —¿Qué tiene que ver el circo?
    —Vivo en él —respondió Chiaki con orgullo de formar parte de algo tan grande como era el circo.
    —Uau, ¿En serio? Como mola —dijo Ryo alucinado por sus palabras— a mí también me gustaría.
    —Es difícil tener amigos.
    —Nosotros podemos ser amigos.
    —Pero yo me iré.
    —Te esperaré y volveremos a jugar juntos.
    —¡Sí! —contestó Chiaki feliz.
    Con eso acabó la conversación y ambas chicas dejaron de espiar. Setsuna no podía estar quieta más rato y Michiru intuía de qué no habría nada más interesante que escuchar. Mientras se iban de allí ambas chicas estuvieron pensando en qué esa conversación había sido muy linda y que valía la pena espiar. Así fue como cogieron el mal hábito de seguir y grabar a sus hermanos para tener constancia de todas las escenas tiernas que vivieran ellos y poder disfrutarlas. Y también empezaron con su amor por el yaoi.

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    Estaban todos sentados felizmente en la hierba hablando mientras los niños continuaban correteando por allí cuando de repente un balón travesó el aire hacia ellos, directamente hacia Endo, aunque fue interceptado por el otro portero del grupo que estaba mirando hacia esa dirección justamente en ese momento.
    —Kojiro ¿Qué pasa? —preguntó el amante de los pingüinos a su esposo.
    Sakuma estaba sentado a su lado con Ryota entre sus brazos, el cual dormía profundamente, cuando Genda se había levantado repentinamente para coger un balón. No había entendido muy bien que había pasado pero al parecer alguien que no eran los niños había lanzado un balón. Todos miraron hacia esa dirección encontrándose con un demonio y un ángel que estaban flotando por el aire junto a un niñito de 5 años castaño y de ojos verdes, con un rostro hermoso que dejó a Hotaru impresionada.
    —Uau ¿Quién es este niño tan mono? —preguntó acercándose a él cuando estos estuvieron en el suelo.
    —Me llamo Aron.
    —Hola Aron, soy Hotaru —le dijo tendiéndole la mano con una sonrisa.
    —Hola.
    Dicho esto le cogió la mano y después de soltársela se fue de allí sin mostrar ningún tipo de interés en la chica nueva que no había visto nunca. Él había venido a jugar a fútbol con sus amigos no a ver a una chica marimacho. Se le acercó un niño un año menor que é, castaño de ojos azules muy lindo que lo saludó con una sonrisa y lo invitó a jugar.
    —Llegas late —dijo mezclando los dos idiomas por error.
    —¿Eh? —preguntó Aron sorprendido por ello—. Vamos a jugar Nick que no sabes hablar.
    Dicho esto se fue hacia el campo seguido de un Nick que hacía pucheros detrás de él por lo frío y malo que era su mejor amigo. Nick era el hijo de Mark y Dylan que habían venido a pasar unos días pero por la insistencia de Nick por quedarse con su amigo habían decidido quedarse una temporada más larga por aquí. Por otro lado Aron era el hijo de Desta y Sein, algo orgulloso así que no iba a reconocer que el problema era que él no sabía que significaba la palabra “late” y decidió desviar el tema.
    En el campo estaban preparando unos nuevos equipos en uno estaban Ryo, Chiaki, Hotaru y Gin, en el otro estaban Kyo, Michiru y Nick, y ahora por la aparición de Aron, también estaba él en el segundo equipo. Gin tenía 5 años al igual que los demás y, era igualito a su hermano pequeño Hohei, castaño de ojos marrones, aunque él tenía el pelo un poco más largo. Era bastante callado pero activo en el fútbol. El único que jugaba a fútbol, en esta ocasión, que fuese más pequeño era Nick, que aún tenía 4 añitos.

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    Lejos de ese parque en un famoso Hospital donde trabajaba el padre de Goenji estaba la pareja que no había podido acudir a esa salida al campo de la ribera. Shiro estaba algo lloroso por los nervios mientras veía a su esposo. El parto era inminente y, aunque sabía que iba a llegar pronto, le ponía nervioso pensar en esos momentos de tensión antes de ver al bebé. Estaba ansioso por ello, hacía un tiempo que lo deseaba pero no esperaba poder tenerlo.
    —Tranquilo Shiro, todo irá bien —le dijo Goenji mirándolo seriamente pero con los ojos calmados.
    —S-sí.
    Dicho esto lo entraron al paritorio para que el bebé naciera. Las contracciones se sucedían cada vez más rápidas y ya había roto aguas. Los médicos decían que era algo inminente, aunque un parto nunca era rápido. Mientras Goenji entraba al paritorio, Shiro decidió quedarse en la sala de espera, no quería desmayarse y preocupar a su esposo. Se sentó en la sala él sólo ya que Goenji no quería que nadie supiera que era él el doncel y su mente divagó.

    Flashback
    Unos meses atrás Shiro había ido a visitar a su hermano, este estaba ocupado con tanto niño y él sólo lo veía algo triste. Él no era doncel, a diferencia de Atsuya, él era estéril. Goenji había dicho que no pasaba nada pero él se sentía inútil por no poder formar una familia con su amado peli-crema. Al regresar a casa su esposo se había preocupado al verlo tan desanimado, hacía mucho tiempo que no le veía tan triste.
    —¿Ha pasado algo, Shiro? —le preguntó intentando saber que era lo que había pasado.
    —No, está todo bien —respondió simplemente sin dirigirle la mirada.
    —Entonces ¿Por qué se te ve tan triste?
    —No lo estoy.
    —Shiro, te conozco suficiente para saber cuando estás triste —le explicó con voz seria escuchando un suspiro de Shiro y un pequeño sollozo.
    —E-es qué… Atsuya ha tenido 3 hijos y yo… no puedo tener ninguno.
    Goenji se quedó sin saber muy bien que decir pero lo abrazó y dejó que su esposo llorara entre sus brazos. Entendía lo que quería decir, él quería tener un hijo al igual que su hermano y muchos de sus amigos pero era estéril. Cuando su padre se lo había dicho se había puesto triste pero hacía tiempo que parecía que ya no pensaba en ello. Suspiró.
    —Quiero tener un hijo contigo…
    —Entonces, tengámoslo —le dijo Goenji repentinamente—, tú quieres tener uno ¿no? Y yo quiero que seas feliz.
    —Pe-pero…
    —Está bien, intercambiemos los roles hasta que me quede embarazado, pero será un secreto, no quiero que tu hermano lo sepa.
    —¿Estás seguro? —le preguntó este parando de sollozar por la sorpresa.
    —Sí, lo estoy. Yo también quiero que tengamos un hijo.
    —Shuuya —dijo Shiro sonriendo muy feliz— te amo.
    —Y yo a ti.
    Fin Flashback

    Y así fue como ambos pusieron de su parte para conseguir que Goenji quedara embarazado y poder tener un hijo. Pero en estos momentos Shiro estaba tan nervioso que necesitaba a alguien a su lado y no sabía a quién acudir. Para que Atsuya no lo supiera no había dicho nada a nadie y ahora estaba solo a la espera de que Goenji saliera de la sala de espera. Cuando estaba sin saber que hacer llegó el padre de su esposo y se sentó a su lado.
    —¿Cómo está? —le preguntó serio como siempre.
    —Ya ha entrado al paritorio y tenía muchas contracciones.
    —Está bien.
    —Espero que vaya bien.
    —Hm.
    Al parecer el padre de Goenji también estaba preocupado por su hijo y su nieto. Sonrió. Se mostraba siempre tan frío con todos pero en el fondo era todo un padre preocupado de qué todo fuese bien. Al cabo de unas horas salieron unas enfermeras con el bebé y se los mostró diciendo que era un niño fuerte y sano y que no había habido ningún problema y el padre también estaba bien. Cuando la enfermera se fue el padre de Goenji se despidió.
    —No le digas que he venido. Adiós.
    —Adiós Goenji-san y gracias.
    Gracias a ese hombre no se había sentido tan solo ni nervioso esperando en la sala de espera. Y ahora que sabía que todo había ido bien se sentía más tranquilo. Sólo esperaba poder ver pronto a su esposo y a Kai, que era el nombre que le querían poner al bebé cuando lo bautizaran.
    FIN

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    Y ahora sí, este es el final del fic, espero que les haya gustado y que no se haya hecho largo a pesar de que ha habido muchos tiempos de espera muy largos hasta llegar a este final.

    Muchas gracias por haber leído hasta aquí :D
  5. .
    Aquí viene el último capítulo de este fic, lo más probable es que cuelgue un extra más adelante pero eso solo pasará si encuentro algo que necesito para escribirlo, espero que sí, xd
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    Capítulo 20
    Unas semanas más tarde Shadow decidió que la cosa no podía seguir así. Desde ese día en qué habían tenido sexo en el campo de la ribera del río que Raiden se mostraba muy frío y distante con él. Le dejaba ir a su casa y jugar con los niños, hasta le seguía preparando la merienda y la cena cuando sus hermanos pequeños lo convencían para quedarse pero este no le miraba a la cara y le habla de una forma que no le gustaba. No se esperaba eso de él. Siempre era tan directo y tan animado que no había esperado esa reacción de su parte.
    —Hijikata —le llamó esperando su respuesta— ¿Tan mal fue? Si no te gustó y te hace sentir incómodo eso dilo pero no te me ignores de este modo.
    Su interlocutor lo miró por primera vez en esos días. Su mirada era más bien sorpresa por sus palabras más que otra cosa. Después desvió la mirada otra vez pensando en lo que tendría que responder. No le disgustó a decir, verdad pero era todo muy complejo. No sabía si eso significaba que le gustaba el chico o que no. Nunca se había parado a pensar en esto, él tenía su trabajo con la escuela, las tareas de la casa y cuidar a sus hermanos, había pensado que el tema del amor no era importante en esos momentos pero con la llegada de Shadow en su vida las cosas parecían haber cambiado.
    —Respóndeme al menos —se quejó el otro chico al no recibir ninguna respuesta.
    —No sé qué responder, no me disgustó, pero no sé si este es el momento de amar a alguien y tener pareja —acabó por decir— yo tengo mis obligaciones en casa y no podría dedicarte el tiempo que necesitas.
    —Eso lo sé, pero no me importa —respondió Shadow algo más tranquilo— no te voy a pedir que abandones a tus hermanos por mí, pero eso no quiere decir que no podamos ser novios.
    —Nunca he tenido pareja antes —añadió Hijikata.
    —Yo tampoco, pero creo que todas las relaciones de pareja son diferentes entre ellas —después de eso hizo una pequeña pausa antes de continuar— ¿Yo te gusto?
    —Creo que sí.
    —Entonces, ¿Podríamos probar de ser pareja y ver si puede funcionar?
    —Está bien.
    Ante esa respuesta Shadow sonrió y se acercó para darle un beso a su, ahora, novio. Les había costado pero al final lo habían conseguido. Raiden respondió al beso y le miró a los ojos al acabarlo. Después de varias semanas sin hacerlo al parecer todo se había arreglado. Hablar era bueno, aunque a veces también lo era dejar algo de tiempo para que la otra persona pensara con calma.

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    En otro lugar, concretamente en casa de los Goenji, un hermosísimo peli-plata estaba instalándose para quedarse a vivir con su novio y su familia. Durante esas semanas habían acondicionado bien la habitación y él había ido trayendo sus cosas poco a poco para poder ir ordenándolas sin dejar cajas de por medio ni desorden. No quería ser una molestia para esa familia que lo había acogido. Ya había puesto el anuncio de se vende a la casa donde vivía hasta ese momento. Era la casa de sus padres pero estos ya no estaban, su hermano se había ido con ese afeminado que no le gustaba para nada. Y a pesar de que se veían en clases y este se había preocupado bastante al verle herido, al final no había dicho nada de regresar a casa y se había quedado con el rubio. Él estaba seguro de que su hermano amaba a Afuro aunque dijese que no y eso le hacía feliz porqué era correspondido pero se sentía solo en casa cuando este no estaba. Había hablado con su hermano y ambos habían decidido que lo mejor era vender el piso. Les traía recuerdos, que aunque no fuesen malos les hacían entristecer.
    —¿Estás bien, Shiro?
    —Sí, es solo que vender la casa después de tantos años es algo triste…
    —Pero es lo mejor si ninguno de los dos vive en ella.
    —Lo sé.
    Goenji lo abrazó para darle un poco de apoyo moral y Shiro se acomodó bien entre sus brazos, le gustaba ese lugar. Era muy cálido y le daba una agradable sensación de seguridad, como si nada malo pudiera pasar estando entre ellos. Le reconfortaba tener a Shuuya con él y esperaba que nunca dejara de estar a su lado. Sin él su vida carecería de sentido.

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    Con el paso de las semanas Tachimukai había ido a mejor, había hecho más reposo que antes y ahora estaba mejor. Poco a poco parecía que el embarazo podría ser superado con éxito, ya sólo quedaban tres meses para que esa bebé naciera. Todos estaban impacientes, aunque había uno que lo estaba más que los demás. Quería que el tiempo pasara, que la niña naciera y saber que ambos estaban bien. Le preocupaba pensar que si seguía así, con esos cambios, en uno de ellos su esposo se muriera junto al bebé, o que perdiera el bebé a estas alturas, que sería peligroso para ambos… No sabía si era posible perder el bebé cuando este tenía 6 meses ya de gestación, pero sabía que había bebés que nacían muertos, y si después de todo este esfuerzo y sufrimiento algo así pasaba sería un golpe muy duro para el pobre Tachimukai.
    —¿En qué piensas, Jousuke? —le preguntó su castañito que estaba tumbado en la cama a su lado.
    —En que tengo ganas de que nazca la bebé.
    —Yo también, seguro que será muy linda.
    —Sí, porqué va a parecerse a ti, al chico más hermoso del mundo —Tachimukai sonrió algo avergonzado mientras se sonrojaba un poco.
    Antes de que respondiera alguien llamó a la puerta de la caravana y Tsunami se levantó para ver quién era. Al llegar y abrir la puerta pudo ver claramente quien eran los visitantes, un chico de cabello verde con coleta y otro de cabello rojo y corto. Sonrió, eran unos compañeros del circo que a decir verdad, él veía cada día, pero Yuuki al no salir de casa no tanto.
    —Hola —saludó el peli-verde, el cual también estaba embarazado y tenía una buena barriga— ¿Qué tal?
    —Bien, descansando ¿y tú?
    —Muy bien, a decir verdad, aunque creo que los bebés están muy enérgicos en estos momentos.
    Pasaron los tres al lado de la cama donde estaba el menor y este se incorporó un poco quedando un poco sentado aunque no mucho. Les sonrió y Midorikawa lo miró muy animado y feliz. Se le veía radiante, él había quedado embarazado unos meses antes así que estaba a punto de dar a luz, aunque su embarazo iba bien, sólo era un año mayor y en vez de uno tenía dos bebés en su interior pero se le veía bien. Debía ser cosa de la biología y la fortaleza de cada cuerpo.
    —¿Cómo te encuentras Tachi? —le preguntó Midorikawa tocando su barriguita con una mano.
    —Mejor, aunque me noto cansado a pesar de no hacer nada en todo el día —le respondió algo deprimido— ¿Y tú?
    —Bien, feliz porqué pronto nacerán los bebes, aunque no paran de dar patadas estos días.
    Estuvieron hablando un poco más hasta que Midorikawa empezó a quejarse de dolores de estómago muy fuertes y dijo algo de qué creía que iba a dar a luz. Cuando rompió aguas la ambulancia ya estaba de camino para llevarlo al paritorio rápidamente. Tsunami y Tachimukai se quedaron en la caravana ya que el menor no podía moverse de la cama, pero ambos se quedaron con la escena grabada en su cabeza, pensando que ellos vivirían eso en unos tres meses.

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    En otro lugar, estaba una pareja que vivía unos momentos más tranquilos, estaban en casa de Handa, nuevamente, ya que sus padres no solían estar mucho por casa. Estaban tomando algo de zumo en la habitación de este mientras miraban una película romántica de esas que suelen dar diabetes de tan cursis que son. Ya no recordaban cuál de los dos había propuesto la película pero ambos se estaban empezando a aburrir de tanta tontería que salía en la televisión. Handa para matar el tiempo había decidido jugar un poco con el pelo del peli-naranja que estaba sentado a su lado, apoyando la cabeza en su hombro. Mientras jugaba con los cabellos de este, le dio algunas caricias en el cuello y en los hombros siguiendo el recorrido del pelo.
    —¿Qu-qué haces? —le preguntó el chico girándose un poco para mirarlo.
    —Te acaricio un poco.
    —Da cosquillas.
    —¿Te molesta?
    —No, me gusta.
    —Me alegro —respondió Handa acercándose al chico para darle un pequeño beso— ¿Te está gustando la película?
    —Es un poco lenta…
    —Si quieres podemos hacer otra cosa.
    —¿Cómo qué?
    —Como esto —fue lo único que dijo antes de besarlo de una manera más profunda y pasional.
    Matsuno respondió al beso y se movió un poco para quedar en una posición más cómoda y accesible para besar a Handa. Este lo abrazó por la cintura acariciando la zona donde sus manos tenían acceso y notó como el peli-naranja se estremecía por el contacto. Eso le parecía muy tierno y le daban ganas de seguir avanzando y explorando nuevas partes de él. Poco a poco fue bajando la mano tanteando el terreno, no sabía si tenía permiso o si el otro chico se enfadaría. Pero este no dijo nada y sólo se dejó hacer. Eso le dio alas a Handa que acabó posando sus manos en esas nalgas que se le hacían tan apetitosas desde hacía tanto tiempo. Eran firmes y redonditas. Las acarició un poco sacándole un gemido a Matsuno que les separó de ese beso. Aprovechó para mirarle a los ojos y dedicarle una sonrisa.
    —¿Está bien? —le preguntó refiriéndose a sus manos.
    —Está bien… si avanzamos…
    —¿Hasta dónde?
    —Hasta el final —respondió desviando un poco la mirada avergonzado por sus propias palabras.
    —¿Estás seguro? —le preguntó el otro para asegurarse de que no estuviera forzándose.
    —S-sí, ya has esperado mucho.
    —Puedo esperar más, si lo necesitas.
    —Qui-quiero hacerlo.
    —Está bien —le respondió con una sonrisa antes de besar su frente— entonces lo haré lo mejor que pueda para ti.
    Dicho esto se levantó y le tendió la mano a Matsuno para que este le siguiera. Lo tumbó en la cama y se recostó sobre él aunque apoyando el peso sobre sus brazos para no aplastarlo. Lo besó de nuevo y poco a poco le fue quitando la ropa. Matsuno no se quedó quieto y aprovechó algunos momentos para ayudar a Handa a desvestirse. La verdad era que después de tanto tiempo quería avanzar más en esa relación para comprobar que realmente la cosa era diferente que con su ex. Ese había sido muy rudo con él, y en ocasiones parecía que sólo le interesaba su propio placer. Quería hacerlo con alguien que realmente lo amara.
    Handa jugó con su cuerpo explorándolo buscando sus puntos erógenos para que lo disfrutara y se fuese excitando poco a poco, estaba siendo muy placentero aunque en algunos momentos sentía cosquillas por la delicadeza con que lo tocaba. Al cabo de unos largos minutos de juegos ambos estaban muy excitados, suficiente para que sus miembros dejaran escapar algo de presemen y notaran las puntas húmedas. Matsuno cogió de los dedos de Handa y los lamió lo más sensual que pudo, quería excitarlo más, para ver hasta qué punto era capaz de controlarse y preocuparse por él a pesar de la excitación. Quizás estaba siendo algo cruel con él pero debía saber hasta qué punto lo amaba.
    —Ah… hmm… —soltaba el peli-naranja por esas atenciones que le habían dado, sus gemidos ahora morían en los dedos de este dándole un pequeño cosquilleo.
    Handa se veía con los ojos algo llorosos por el placer, con la respiración agitada y los dedos de Handa en su boca por donde salían pequeños ruiditos de placer. El pobre castaño tragó saliva ante esa imagen pero ya tenía una leve idea de para qué servía esa acción. No dijo nada aunque sus ojos rebelaban su deseo por el peli-naranja, cosa que le hizo sentir feliz a este. Cuando hubo acabado, Handa le hizo darse la vuelta y abrió sus nalgas con sus manos para llevar su lengua a esa entradita rosada, quería lubricarlo un poco antes de meter uno de sus dedos, así lo hizo y poco después metió uno de los dedos que aún seguía húmedo por la salva pero también por su presemen que uso de lubricante.
    —Aaah… —soltó este al notar el primer dedo, tensando sus músculos, aunque por experiencia sabía que era mejor relajarse y así lo hizo poco a poco.
    Handa fue muy cuidadoso, y lentamente fue jugando con esa parte del peli-naranja para dilatarlo sin hacerle daño, a pesar de que en su interior no podía dejar de pensar en entrar dentro de él lo antes posible. Cuando estuvo bien dilatado, o eso creyó, sacó sus tres dedos de su interior y se preparó para lo que seguí, aunque algo le interrumpió.
    —E-espera —le dijo el chico entre jadeos— so-soy doncel —le dijo de repente, ¿ti-tienes un condón?
    —¿Eh? ¿Justo ahora lo dices? —exclamó Handa dejando lo que estaba haciendo.
    Con dificultad por culpa de la excitación fue hacia el cajón y suspiró de alivió al ver que aún tenía uno que le habían dado hacía tiempo y que aún no había caducado, aunque poco le faltaba. Lo abrió y como pudo se lo puso antes de continuar con lo que hacía. Mientras este buscaba el condón Matsuno se había girado y ahora estaba boca arriba, así que Handa se puso entre sus piernas y subió un poco sus caderas para guiar su miembro. Entró dentro del peli-naranja soltando un suspiro de alivio al estar dentro de él al final. Matsuno solo soltó un pequeño gemido pero no se tensó ni pareció que le había dolido la intromisión. Levantó sus brazos para rodear su cuello y acercarlo hacia él. Entre besos Handa empezó a moverse hasta que ambos se corrieron, primero Matsuno y poco después Handa. Al salir de su interior ató el condón y lo tiró al suelo, ya lo recogería después.
    —¿Cómo estás? —le preguntó a su novio para asegurarse de que había ido.
    —Ha sido la vez que me ha gustado más.
    —Eso es genial, me alegro —respondió Handa feliz y aliviado de haber conseguido pasar por encima de ese ex-novio por el cual Matsuno había sufrido tanto— Te amo.
    —Y yo a ti.

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    En una tienda de CDs se encontraba una pareja amante de la música. Habían ido allí para buscar los nuevos álbumes que habían salido de un par de grupos musicales que pronto darían un concierto y querían ir preparados para poder cantar las canciones o al menos conocer la gran mayoría. Eran de estilos de música algo diferentes pero ambos grupos estaban bien. No iban a tener muchos problemas por escuchar esas canciones varias veces hasta el día del concierto.
    —A mí me gusta más el CD “The Dark Side of the Moon” —dijo Otomura viendo como su novio estaba observando con atención el CD “Animals”.
    —Este también parece bastante bueno por lo que he escuchado.
    —También me gusta, aunque es más instrumental a mi parecer.
    —Es cierto, aunque ya sabes que Pink Floyd tiene un estilo único, un poco extraño.
    —Eso lo hace mejor en mi opinión, estoy impaciente de que llegue el día del concierto de este grupo.
    —Sí, yo también lo estoy deseando —respondió Kenya pensando en algo—¿Qué te parece si antes de ir al concierto vamos a comer algo juntos y luego nos vamos a hacer la cola?
    —Me parece bien, así pasaríamos el día juntos y podríamos comentar cosas antes del concierto.
    —Genial.
    Dicho esto se fueron de la tienda cada cual con los CDs que había escogido comprar y se fueron a tomar algo en una cafetería que estaba cerca de allí. Tomaron algo como la pareja feliz que eran mientras hablaban sobre cosas de la relación y de música. Los tempos, instrumentos, versiones de canciones originales, cantantes y grupos, y otras cosas más de las cuales la autora no tiene ni idea.

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    Por otro lado en el cielo se podía encontrar a un ángel que seguía algo preocupado aunque después de haber hablado con uno de los chicos estaba más calmado. Le habían dicho que podía ser un embarazo. Lo pensó claramente y después de recordar lo que le habían dicho esos abuelos estaba más claro que debía de ser eso. Iba a tener un hijo… aunque eso no sabía si le alegraba o no. Tendría que preguntarle a Desta que le parecía la idea pero no sabía si eso le haría muy feliz a ese demonio. Algo me decía que no iba a ser una idea bien recibida. Suspiró y se armó de valor para ir a verle, no era normal que un ángel fuese al mundo de Demonica pero no tenía más remedio.
    Salió de Celestia y llegó a la Tierra pensando en cómo ir hacia allí y verle. Como siempre fue a la zona del campo de la ribera del río, lo encontró vacío, se sentó allí y se quedó pensando mientras acaricia su barriga que aún estaba plana. Hasta hacía unos momentos estaba muy decidido pero en esos momentos ya no lo estaba tanto. Suspiró y se quedó allí sentado pensativo.
    —Los ángeles también se entristecen, al parecer, debiluchos —dijo una voz algo despectiva des del cielo por encima de su cabeza.
    —De-Desta… —se sorprendió al verle.
    —¿Tanto se sorprende verme?
    —No, yo quería verte.
    —Vaya, ¿así que no puedes vivir sin mí? —le preguntó egocéntricamente— ¿Quieres que te viole de nuevo?
    —Tengo algo que decirte.
    —Pues dime, antes de que empiece —le dijo acercándose a él con otras intenciones.
    —E-estoy embarazado.
    —¡¿CÓMO?!
    —Voy a tener un hijo tuyo.
    —N-no, no puede ser. ¿Cómo puede ser eso?
    —Bueno, tuvimos sexo un par de veces… no es tan extraño.
    —¿Pero los ángeles también podéis concebir?
    —Al igual que los demonios, no te jode.
    —¿Y qué harás ahora?
    —Tenerlo, y tú también… También es tu hijo.
    —¿Mi hijo? Mi hijo… —miró a su ángel sin saber que decir o hacer— Aún faltan 9 meses para ello.
    —No tanto, creo que unos 7 y algo realmente.
    —Bu-bueno… Ya pensaremos en eso más adelante, ahora… Podemos seguir con lo que íbamos ¿no?
    —¿Eh?
    Después de eso, cierto demonio atacó a cierto ángel que no opuso mucha resistencia a pesar de la preocupación que había sentido hasta el momento. En realidad, ahora ya no estaba preocupado porqué Desta había aceptado el bebé y también continuaba junto a él. Si no había dicho nada en contra significaba que estaba a favor y eso le tranquilizaba lo suficiente para dejarse llevar por ese momento junto a su amado demonio.

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    Con todo el tiempo que llevaban conociéndonos y después de todo lo que habían hablado había quedado claro que aún no era el momento para dar ningún avance. Para él no era problema, ya sabía que la edad era algo que podía conllevar la espera, pero no le había importado, cuando había decidido que quería estar con él. Por el momento no podría ni siquiera pensar en un beso, pero suponía que era normal. A los doce años ya era mucho si había dicho que le quería. Realmente no tenía claro si eran sentimientos reales o no, pero no pensaba rendirse, se quedaría a su lado hasta que él creciera más y le iría enamorando hasta que este pudiese decir que le amaba realmente.
    —Hola Tobitaka —le dijo un chico pequeño muy alegre— ¿Qué haces?
    —Nada, sólo pensaba en el futuro.
    —¿El futuro? ¿En serio? ¿Y qué pensabas?
    —Ya lo verás en unos años.
    —Oh, entonces ¿Ahora quieres entrenar? —le preguntó olvidando ese tema con su alegría habitual.
    —Está bien.
    Y así fue como empezaron a entrenar los dos juntos para mejorar sus habilidades. Para su comodidad Toramaru podía ser él mismo, jugar según quisiera sin tener que contenerse, sabía que Tobitaka no iba a dejar de entrenar con él por ello, y que por el contrario eso le motivaba a jugar mejor y practicar más. Le gustaba ese espíritu que tenía el mayor porqué eso le ayudaba a querer superarse a sí mismo. A pesar de que todo el mundo le llamaba genio él creía que aún tenía mucho por mejorar.
    —Toramaru —le llamó Tobitaka estando muy cerca de él consiguiendo que se sonrojara— Estabas distraído y no te has dado cuenta de qué te he robado el balón.
    —Pe-perdón —se disculpó un poco avergonzado.
    —¿Estás bien?
    —Sí, estoy genial.
    —Entonces está bien.
    —Sigamos.
    Se sentía feliz entrenando junto a Tobitaka, le gustaba porqué podía hacer lo que más le gustaba junto a la persona que más le gustaba y que más le había ayudado con sus miedos. Esperaba poder seguir con él durante mucho tiempo. Sonrió y volvió a la práctica con más energía que antes dándole muy pocas oportunidades al mayor, el cual casi no consiguió robar ningún otro balón a su compañero. Aún le quedaba un largo camino como defensa.

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    En una de las pistas de hielo de la zona estaban un par de chicos pasando el día en una cita. Kitami le había dicho a su novio que tenía dos entradas gratuitas para ir a la pista de hielo, y este había dicho que sí enseguida. No iba a desperdiciar la oportunidad de ir a una cita con su amado Kitami. En esos momentos estaban patinando por la pista, o al menos Sorano porqué Kitami no era demasiado bueno en ello. Sería bueno esquiando pero no lo era patinando.
    —¿Qué te pasa Ryuu? —le preguntó su novio algo divertido.
    —Parece que no se te da muy bien.
    —E-es la primera ve-vez que vengo…
    —Se te ve muy lindo aquí temblando luchando para mantenerte de pie.
    Kitami se puso algo rojo por ese “alago” y al desconcentrarse un poco cayó de culo en el suelo. Sorano sonrió por esa escena tan divertida y se acercó a su novio para ayudarlo a levantarse. Lo cogió de la mano y cuando iba a tirar de él, un chico lo empujó por la espalda y se cayó encima de su novio quien lo cogió entre sus brazos sonrojándolo por el abrazo repentino. Se separó un poco y se quedó de rodillas, entre las piernas de su novio mientras él seguía sentado de culo sobre el frío hielo.
    —Gra-gracias –le dijo mientras se levantaba y le tendía la mano nuevamente.
    —No hay de qué.
    Realmente no debía agradecer nada, por qué lo había cogido con gusto. Internamente le daba las gracias al torpe patinador que había tirado a su novio contra él. Este se veía bien y para nada lesionado así que no había ningún problema. Ambos estaban felices y se habían divertido bastante los dos juntos. Las citas cuando salías con la persona amada eran lo mejor y después de tantos años amándose sin saber si eran correspondidos. Pero ahora mismo sabían que se correspondían y esos sentimientos fluían felizmente en el ambiente.

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    Para esta escena nos tenemos que desplazar hasta Estados Unidos donde habían regresado otro par de futbolistas que habían venido de visita y habían aprovechado para jugar con el Raymon durante unos meses. Se lo habían pasado en grande y habían aprendido muchas cosas, sobre el fútbol, sobre la vida, sobre el destino y sobre el amor. Ninguno de los dos le había dicho al otro que se irían hacia Japón pero por el destino ambos se habían encontrado allí. En esos momentos estaban en un estadio de fútbol viendo un partido que hacía tiempo que querían ver.
    —¡Que golazo!
    —Yes, pero la jugada previa al gol ha sido increíble también.
    —Eso es cierto, por eso el delantero ha podido marcar el gol.
    Ambos callaron porqué en ese momento estaba contraatacando el otro equipo en intento desesperado de empatar el partido en la última jugada. Sonó el silbato cuando el balón salió fuera y se acabó el partido. Las personas empezaron a salir del campo para ir a sus casas o a dar un pequeño paseo. En el caso de nuestros protagonistas aún tenían cita para rato.
    —Mark, ¿Te apetece ir a comer algo?
    —Of course, I’m hungry.
    —Entonces vayamos a un burguer a comer algo.
    Dicho y hecho ambos empezaron a andar juntos hasta que llegaron a una hamburguesería que había por allí cerca y comieron algo. Era una cita así que no tenían prisa para regresar a casa. Estar ambos juntos haciendo lo que más les gustaba era algo que les hacía inmensamente felices. Hablaron del partido y de cosas triviales divirtiéndose sólo por estar con la persona que amaban.
    —Un día tendríamos que regresar a Japón para ver a nuestros amigos.
    —Quizás en las próximas vacaciones podríamos ir de nuevo a ver a Erik y Bobby.
    —Podríamos quedarnos un tiempo en su casa y así podríamos salir a jugar con los chicos.
    —Me parece una idea brillante, Dylan.
    Con esta idea en mente nuestros futbolistas americanos sonreían felices ante las expectativas nuevas para las próximas vacaciones que llegarían en un tiempo. Esos pensamientos a largo plazo con un viaje de por medio les hacía mucha ilusión, y más porqué tenían planeado ir juntos y esta vez como pareja.

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    Genda llegaba a casa de su amado Sakuma, el cual había aceptado ser su novio hacía unas semanas, casi un mes para ser más exactos y en esos días sólo se habían sucedido besos, pero nada más. Ninguno de los dos sabía cómo abordar el tema. Genda no quería que Sakuma pensara que sólo quería tener sexo con él, siendo que a este le había costado mucho aceptar que le amaba. Y Sakuma no sabía si realmente quería pero empezaba a incomodarle que no quisiera hacer un paso hacia delante. Sus amigos le habían contado que ya lo habían hecho con sus respectivas parejas, y sabía que Kido lo había hecho con Fudo hacía mucho tiempo. Pero en cambio Genda no quería o no parecía querer. Eso le hería un poco el orgullo.
    —Hola, Kojiro, cariño —le dijo la madre de amante de los pingüinos al llamar el timbre— mi hijo está en su habitación, yo tengo que salir así que no podré invitarte a tomar el té.
    —No se preocupe, podemos tomarlo otro día.
    —Claro, ya estoy deseando que llegue el día —le dijo contenta dándole un beso en la mejilla al chico— me voy, díselo a mi Jirou de mi parte.
    —Claro. Vaya bien.
    —Gracias —le respondió desde la calle.
    Genda cerró la puerta y subió a la habitación del peli-azul grisáceo. Llamó a esta esperando que Sakuma le abriera la puerta pero este se resistía un poco a abrir. Tomó la maneta de la puerta y la abrió lentamente. Dentro estaba Sakuma tumbado en la cama, parecía estar durmiendo con esa pose tan tranquila y serena mientras abrazaba al pingüino de peluche que le había regalado en una de las primeras citas. Sonrió ante la escena y se quedó allí, pensando en si debía despertarlo o no. Se veía tan tierno de ese modo. Se acercó a la cama para verlo más de lejos y le dio un beso en los labios, uno muy suave y corto para no despertarlo. No funcionó. Cuando se separó un poco vio que los ojos de Sakuma se habían abierto de golpe.
    —¿Qué haces aquí?
    —Tu madre me ha abierto la puerta antes de irse.
    —Eso quiere decir que estamos solos en casa, dentro de mi habitación.
    —Sí.
    —Parece un buen momento.
    —¿Para hacer el amor? ¿Quieres dar el paso?
    —Todos mis amigos de mi edad lo han hecho ya —dijo con un leve puchero Sakuma consiguiendo una sonrisa por parte del león.
    —Entonces, cumpliré tu deseo.
    Dicho esto lo volvió a besar mientras se acomodaba sobre la cama donde estaba el amante de los pingüinos tumbado en ella. El chico llevaba poca ropa puesta así que era fácil de quitar. Sólo vestía una camiseta de tirantes y un pantalón corto. Rápidamente las ropas desaparecieron y Genda se puso a jugar con sus pezones para que este se excitara poco a poco, con sus manos le fue acariciando un poco por el cuerpo buscando sus zonas de placer hasta que llegó a esa entrepierna que esta semidespierta. La acarició por encima de la ropa lentamente notando como poco a poco empezaba a endurecerse más. Sonrió y bajó los bóxers para dejar esa zona al descubierto. Bajó un poco su rostro para empezar a lamer el miembro del otro chico, el cual gimió por ello arqueando su espalda. Era la primera vez que sentía algo como eso y se sentía bien.
    —Hmm… Aaah… Kojiro, también quiero —le pidió ya que no quería quedarse sin hacer nada.
    Genda dejó lo que hacía para quitarse la ropa dejando su miembro erecto al descubierto y se colocó de manera que quedara su miembro cerca del rostro del otro chico. Esta vez dejó un poco de lado el miembro de Sakuma y llevó su rostro un poco más atrás para humedecer un poco su entrada y lamió sus dedos. Mientras volvía a jugar con su miembro dentro de su boca con uno de sus dedos empezó a dilatar la entrada de este. Poco a poco se fue dilatando y metió otro de sus dedos y más tarde otro. Con todo ese placer proveniente de su miembro y de su próstata Sakuma no pudo más y gimiendo dejó salir su semilla en la boca de Genda.
    —Pe-perdón —se disculpó esta vez.
    —No te preocupes —le respondió Genda después de tragarse su esencia.
    Mientras seguía dilatando el trasero de Sakuma este siguió lamiéndole en su miembro consiguiendo que también se corriera. Aunque Sakuma se apartó antes de que pasara y en vez de corrérsele en la boca lo hizo en su pecho y rostro. Genda dejó escapar un gruñido cuando se corrió y dejó de mover los tres dedos que tenía dentro de Sakuma mientras se recuperaba de ese orgasmo. Después siguió hasta que estuvo seguro de que no le dolería. Por su lado Sakuma fue acariciado el miembro de Genda y sus testículos consiguiendo que este reaccionara y poco a poco se fuese poniendo duro de nuevo.
    —Voy a meterlo —le avisó cuando ambos estaban listos de nuevo.
    Cambió de posición y después de poner las piernas de Sakuma en sus hombros para subir un poco sus caderas guió su miembro y entró en él de una. Este se tensó un poco por el susto pero poco a poco se fue relajando hasta que estuvo listo para ser embestido. Genda cumplió con su papel y empezó a entrar y salir de su novio rápidamente buscando ese punto de placer en su interior. Cuando lo encontró empezó a darle en dicho lugar con su miembro consiguiendo que Sakuma viera las estrellas por el placer. Al cabo de unas embestidas más ambos se corrieron y agotados como estaban, se tumbaron uno al lado del otro, se taparon para no coger frío y se durmieron.

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    Aquí tenemos a los instigadores de todos los problemas, las personas que iniciaron con esta historia llena de romanticismo, citas y de parejas predestinadas. Si no hubiese sido porqué ellos convencieron a los chicos de que debían ir a ese bar habrían tardado más tiempo en conocerse. Como ese camaleón travieso y coqueto lo tenía todo claro desde que había ido a ese bar por su cuenta y había conocido a su guepardo. Este bar había sido un gran invento, la propietaria podía estar feliz, y realmente lo estaba, ya que ella sabía lo que había pasado durante este tiempo.
    —Lo sabía Chiita, lo sabía —decía Kame súper feliz por lo que había pasado— todos han acabado juntos.
    —Eso es bueno, al principio no las tenía todas, pero poco a poco se veía más claro.
    —Los principios nunca son fáciles.
    —Sólo me sabe mal por Tobitaka, que al parecer tendrá que esperar unos años antes de poder avanzar.
    —Dicen que lo bueno se hace esperar.
    —Pues Toramaru será una joya.
    —Sí, aunque tú ya tienes una.
    —¿Dónde? —le preguntó en broma viendo un pequeño puchero en su novio— Es broma, yo tengo la mejor joya de todas —añadió sonriendo mientras se acercaba a su novio.
    Le abrazó con una de sus manos por la cintura y con la otra lo cogió por el mentón antes de darle un buen beso en sus labios. Ellos también habían tenido algunos problemas, o más bien sólo uno, la madre de Chiita pero al final lo habían superado y habían decidido que no le dirían nunca a esa loca que estaban juntos. Eso de que eran guepardos o camaleones no era normal. Ambos eran humanos.
    —Nosotros también tenemos un final feliz, ¿verdad?
    —Por supuesto, uno de feliz y muy largo.
    —Te amo, Chiita.
    —Y yo a ti.
    ¿FIN?

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    Y hasta aquí este último capítulo. En principio el fic acaba aquí, pero lo más probable es que haga un Extra explicando un poco el futuro de estas parejas y de los hijos que tienen que nacer. Sólo espero encontrar lo que necesito para poder hacer este Extra.

    Muchas gracias por leer hasta aquí, quien lo haya leído.
    ¡¡¡Nos vemos!!!
  6. .
    Bueeeno, al fin cuelgo capítulo aunque no sé si estoy muy contento con este porqué creo que no es muy bueno, espero poder ponerme al día pronto y escribir mejor el siguiente capítulo, jeje, también me gustaría que comentaran lo que les haya gustado y lo que no, para poder mejorar.
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    Capítulo 17
    Era de noche y Minaho después de esa declaración dejó a su amigo en su casa y se fue en dirección a su barraca, estaba pensando en lo que había sucedido, después de que él le dijera a Manabe le amaba este había hecho como si nada. Se había sonrojado un poco pero después había pasado del comentario y había seguido a lo suyo. Al parecer no le había dado importancia a lo que había dicho. Suspiró pensando en lo que podía significar aquello. Estaba seguro que a Manabe le gustaba él, pero lo había ignorado. Y no sabía por qué. Estaba pensando en eso cuando se encontró un chico sentado en un portal mirando seriamente aunque con los ojos algo aguados. Lo examinó detalladamente y al final se acercó a él lentamente.
    —Soy Minaho Kazuto, ¿y tú?
    —Oujika Kaku, ¿Qué quieres?
    —Pasaba por aquí y te he visto llorando.
    —No estoy llorando.
    —Pero casi.
    —Déjame.
    —¿Te ha pasado algo?
    —No te importa.
    —Es verdad, pero creo que va a volver a llover pronto así que si no tienes donde ir podrías venir a mi barraca.
    —¿Barraca?
    —Es lo único que puedo ofrecerte.
    —¿Eres pobre?
    —Sí.
    Podía ser que para otros fuese vergonzoso o que le hiriera en el orgullo, pero él se sentía orgulloso de ser lo que era. Quizás no lo parecía pero ese hombre, a pesar de ser pobre, le había dado mucho amor y enseñanzas que él valoraba mucho así que no iba a renegar de ser lo que era. El otro chico lo miró un poco sorprendido por lo que le había dicho, esa respuesta tan franca por parte del chico. Le había gustado eso, era algo que le gustaba de Itetsuki pero ahora…
    —No conozco ningún lugar por la ciudad y no tengo ganas de regresar a casa.
    —¿Ha pasado algo en casa?
    —Ese idiota, no quiero volver a verle.
    Se levantó indignado por lo que había pasado en casa y Minaho lo siguió mirándolo fijamente, y empezó a andar hacia las barracas. Durante el camino Oujika y Minaho conversaron un poco mientras llegaban a su casa. Allí estaba una casa destartalada, hecha de madera, donde se escuchaba el viento bastante fuerte, húmeda y no muy segura. Pero que a la vez tenía los muebles necesarios para vivir y un fuego encendido.
    —Podría ser peor.
    —Sí, al menos aquí no hay goteras.
    Minaho le sirvió un vaso de agua, que era lo único que tenía a mano y una manta para que se tapara ya que la humedad podía ser muy molesta y causar dolores. En un principio Oujika lo vio algo extraño pero al rato lo agradeció y se tapó con esta.
    —Si quieres quedarte a dormir, no hay problema.
    —Gracias, eres muy amable.
    —De nada.
    La presencia de ese chico conseguía que Minaho no pensara tanto en lo ocurrido así que a él también le iba bien que ese se quedara. Podía estar preocupado por el problema de otro y no pensar en Manabe, al menos durante un rato.

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    En otro lugar de la ciudad un chico castaño estaba siendo rodeado por un par de chicos un poco más mayores que él, que parecían tener malas intenciones con él. No sabía cómo había llegado a eso pero él lo único que quería era regresar a su casa después de esa frustrante salida con su amigo y dos chicos más. No había sido una agradable experiencia para él así que se había ido sólo para llegar a su casa, pero de repente esos chicos habían salido de la oscuridad y sus rostros no presenciaban nada bueno. Ahora se arrepentía de no haberse dejado acompañar.

    Flashback
    No se lo estaba pasando demasiado bien en esa salida grupal, y lo único que quería era regresar a su casa. El chico que unos días antes le había parecido algo guapo e intrigante, resultaba que era un simple pervertido que no tenía nada de interesante. Era una gran decepción para él, realmente. Suspiró un poco defraudado por ello y miró a su mejor amigo, el cual parecía muy feliz con ese chico pervertido que solo parecía querer violarlo en cualquier momento. Desde siempre había pensado que Taiyo era un pervertido pero tenía sus detalles con Kinsuke y este era feliz con él, así que no tenía nada que decir al respeto. Por el contrario no hacía mucho que había conocido a Namikawa, y ni siquiera entendía por qué no lo conocía de antes y se suponía que era amigo de Taiyo.
    —Princesa, ¿Estás bien? —escuchó que le preguntaba ese decepcionante chico.
    —S-sí, solo regresar a mi casa.
    —¿Estás cansado? Si quieres te acompaño…
    —Puedo ir solo.
    —Es peligroso ir solo por la noche.
    —No me pasará nada —dijo antes de dirigirse a su amigo—nos vemos mañana, Kinsuke.
    —Ma-Makoto…
    Iba a decir algo pero el chico se fue de allí caminando a paso rápido ante la atenta mirada de un pirata que lo miraba fijamente. Poco después empezó a andar detrás del chico con un paso más lento para no ser notado pero sin perderlo de vista. No iba a dejar que fuese sólo y que le pudiese pasar algo a ese chico solo por un ataque de orgullo por parte de ese.
    Fin Flashback

    —Suerte que te he seguido, princesita —le dijo una voz algo seria y profunda que le hizo dar un respingo por ello.
    De repente de entras las sombras apareció otro chico, esta vez uno de cabello azulado, algo largo y con una cicatriz que parecía un pirata y que se puso entre él y los otros chicos. Parecía dispuesto a protegerlo de los chicos que lo estaban acosando. Se sonrojó, esa faceta de Namikawa sí que le gustaba. En su opinión no le pegaba ser un pervertido pero si un pirata principesco de esos de las novelas que siempre protegían a la princesa de los otros piratas o los corsarios. Se acercó a él y se cogió a su camiseta escondiéndose un poco detrás de él.
    Namikawa se separó un poco del otro chico y empezó una discusión verbal de gamberros que acabó en una pequeña pelea que él ganó pero con algunas heridas por el cuerpo a modo de recuerdo. Después de eso acompañó al chico a su casa y este le hizo entrar para curarlo como ya parecía algo habitual en esta extraña relación.

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    En casa de cierto zapatero estaban los ánimos un poco extraños, Oujika se había ido hacía bastantes horas y no regresaba a casa. Después de esa pelea Itetsuki había pensado mucho en lo que había pasado y ya tenía una respuesta adecuada para darle a su, supuestamente novio, aunque en esos momentos tenía pinta de que este no le quería ni ver. No paraba de ir de un lado a otro por la casa sin saber qué hacer.
    —No aguanto más, me voy a buscarlo.
    —Es peligroso salir de noche y está empezando a llover.
    —Con más razón, no quiero pensar lo que puede pasarlo estando solo por allí. Y si alguien lo ha raptado.
    —No creo que sea tan fácil raptarlo —dijo Yukimura pensando en el carácter de su amigo aunque también estaba preocupado.
    —Aunque después de ese comentario es probable que esté más vulnerable —rebatió Koori intentando hacer sentir mal a Itetsuki.
    —No es mi culpa que se haya ido —respondió este en su defensa.
    —Claro que lo es, le dijiste algo muy grave.
    —No es para tanto.
    —¿Cómo qué no? Le has dicho a tu novio que no sabes porque estás con él solo porque se estaba preocupando por ti —le dijo Koori mirando a su novio con los ojos entrecerrados— si Tsuneo me hiciera algo como esto me enfadaría de verdad.
    —Nunca lo diría, tengo muy claro porqué estoy contigo Itsuki —le respondió una pequeña sonrisa— porqué te amo.
    —¡Oooh! —dijo este abrazándose más a él— yo también te amo.
    —Me voy.
    Dicho esto Itetsuki se fue en busca de su novio para darle una respuesta correcta, aunque no tenía intenciones de pedir perdón. No veía la razón para ello a pesar de que el sentimiento de culpa estaba haciendo mella en él después de las palabras del amigo de su novio. En su opinión él no era amigo de ninguno de ellos pero como eran amigos de su novio los aceptaba cerca de él.
    Fuera había empezado a llover y eso era muy molesto para hacer una búsqueda, la lluvia te quitaba visibilidad y dificultaba el desplazamiento. Estaba tan preocupado que sin darse cuenta empezó a correr por las calles de la ciudad pasando por todos los callejones. No lo encontró, cada vez estaba más oscuro y no se veía nada, la lluvia no ayudaba y las luces de las casas se iban apagando poco a poco y él seguía sin encontrarlo. Al tener la ropa mojada, el frío proveniente de la falta de luz del agua fría que caía del cielo empezó a temblar. Movió su cabeza de lado a lado y siguió corriendo por las calles en busca de Oujika, pero no había ni rastro de él. Y al final tuvo que rendirse y regresar a la casa de Yukimura.

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    Una vez se fueron esos dos Taiyo y Kinsuke se quedaron ambos solos en esa calle de la ciudad, que poco a poco había perdido la poca luz que lo iluminaba. Así que, en cuanto empezó a llover, Taiyo había decidido acompañar a Kinsuke a su casa y el rubio lo había invitado a quedarse en su casa a pasar la noche, ya que le preocupaba que este fuese solo a su casa a esas horas de la noche y con esa lluvia. En un principio Taiyo no sabía que hacer pero después decidió quedarse y aprovechar para pasar más tiempo con su amado rubito. En ese momento estaban los dos en la habitación del menor, se habían tenido que sacar la ropa y ducharse para entrar el calor. La lluvia los había dejado algo destemplados y los padres del rubio les habían preparado una ducha para que pudieran calentarse. Primero se había bañado el rubio y después el peli-naranja, que ahora estaba sin ropa, solamente con una toalla, esperando a que la madre de Kinsuke le diera algo de ropa para vestirse.
    —Muchas gracias, señora, y perdone por las molestias.
    —No es molestia, total eres de la familia.
    Este sonrió y en cuanto se vistió se acercó a Kinsuke feliz de poder pasar la noche en su casa. La única pena era que tendría que dormir en la habitación de los invitados y no podría dormir con ese rubito tan tierno y provocativa que le parecía tan violable. Aunque quizás mejor así porqué de este modo podría controlarse mejor.
    —Ta-Taiyo —le llamó el rubio mirando sus manos tímidamente— gra-gracias por cu-cuidarme tanto.
    —¿Eh? —respondió sorprendido por eso— no es nada, como no voy a cuidar a la persona que amo —le dijo alegre sin pensar en lo que decía.
    —¿Qu-qu-que? —tartamudeó por la sorpresa.
    —Kinsuke —le dijo ahora más seriamente— yo te amo, y me gustaría que nos casáramos, viviésemos juntos y formásemos una familia.
    —¿E-en se-serio? —preguntó muy sonrojado aunque también muy feliz por esas palabras.
    —Sí —Taiyo le cogió de las manos y se acercó un poco más a él con una sonrisa— ¿Qué me dices?
    —Y-yo… —empezó a decir tímidamente— sí qui-quiero…
    El sonrojo de Kinsuke no podía ser mayor porqué ya estaba al máximo nivel pero a pesar de todo decidió mirar a su ahora prometido con los ojos irradiando felicidad. Taiyo se acercó a él y le dio un beso antes de seguir con sus actos, ante un rubio que nervioso y tímido se dejó hacer, consumando así su amor.

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    Hayato no sabía qué hacer, su casa tenía goteras y con el viento de esa noche y la lluvia parecía que fuese a caer a pedazos. Sus hermanos estaban llorando por el frío y el hambre. Había pensado en que podrían ir con Minaho pero eso no solucionaría mucho las cosas. Normalmente conseguía algo de comida de Ibuki o de Manabe, pero ese día no había podido ver a Manabe y aún seguía enfadado con Ibuki por su descuido. No le apetecía tener que ir a suplicarle por alojamiento y comida, pero viendo a sus hermanos de ese modo no le quedó de otra.
    —Vamos a casa de Ibuki, al menos para que vosotros os quedéis con él.
    —¿Y tú, hermano?
    —Yo ya me apañaré, ahora vamos antes de que me arrepienta.
    Dicho esto cogió a los pequeños y los sacó de la casa. Empezaron a correr por las calles los tres hasta que llegaron a la taberna de Ibuki donde se suponía que debía de encontrar a aquel perro peli-blanco, al que le debía muchos favores que nunca le devolvería. Después de lanzar una piedra a la ventana de este, consiguiendo que esta golpeara la madera el chico de cabello blanco sacó su cabeza encontrándose a quien ya esperaba.
    —Hola Hayato —le dijo en cuanto le abrió la puerta— ¿no era que no querías verme?
    —Yo no quiero, pero mis hermanos sí —dijo empujando a ese par dentro de la casa— Cuídalos por esta noche.
    —¿Qué hay de ti?
    —Ya veré donde puedo quedarme.
    —Está bien que te preocupes por tus hermanos pero ¿por qué no te quedas tú también? —le preguntó preocupado— así te compenso por lo del otro día.
    —¿Qué es esto? ¿Una trampa para que me atrape la policía?
    —Yo nunca haría eso, yo te amo.
    —Y por eso yo no puedo quedarme a dormir a tu casa.
    Dicho esto se fue corriendo dejando al peli-blanco en la entrada de su taberna, con dos niños que estaban abrazando sus piernas viendo con lágrimas como su hermano se iba de allí corriendo. No podía quedarse con un chico tan extraño que decía que le amaba, y mucho menos pasar la noche con él, a saber qué era lo que tenía previsto hacerle en medio de la noche. Meneó la cabeza, él no iba a dejarse hacer nada por ningún hombre. Él no era gay.
    Por otro lado el peli-blanco no podía entender a Hayato, a veces hacía ver que no le importaban sus sentimientos y otras veces los usaba para huir de estudio. Era complicado ese chico, pero su pasado tampoco había sido fácil así que no podía culparlo y a él le gustaba tal y como era, así que tampoco podía quejarse por ello.
    —Ibuki-chan —le preguntó uno de los pequeños— ¿De verdad amas a nuestro hermano?
    —Sí.
    —Entonces, ¿Por qué no tratas de demostrarle que sin ti no puede vivir?
    —No es tan fácil, Shun, tu hermano tiene un carácter muy complicado.
    —Pero eso es por qué le gustas.
    —No lo creo, él odia a los homosexuales.
    —Nosotros te ayudaremos.
    —Gracias niños, y ahora a la ducha y a la cama.

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    En casa de Kirino este estaba algo preocupado, su padre le había dicho que se iría y justamente ese día había cumplido con ello, él pensaba que quedaban más días para ello pero al parecer el viaje se había avanzado. No le gustaba cuando pasaba eso, siempre se sentía desprotegido cuando su padre se iba de viaje a otra ciudad durante unos días. Era consciente de que podía ser peligroso para un noble estar solo, y más ahora que al parecer Shindo lo ignoraba. Se sentía muy desdichado. Se sentó en su cama con las manos en sus rodillas pensando en el por qué lo estaría evitando.
    —Quizás ya no quiere estar a mi lado —se dijo muy triste y con los ojos llorosos.
    —Señorito —escuchó la voz del peli-gris que le hablaba des del otro lado de la puerta— voy a entrar.
    Se enjugó las lágrimas tan rápido como pudo pero de todos modos Shindo se dio cuenta de ello. Era el problema de estar demasiado pendiente de alguien, que se daba cuenta de cualquier cosa por pequeña que fuese si tenía que ver con él. Se le quedó mirando algo sorprendido y con el corazón en el puño por lo que acababa de ver. La imagen era hermosa para él pero también preocupante. No sabía quién era el causante del llanto de Kirino pero quizás era ese amor imposible. Maldijo para sus adentros la persona que hacía sufrir a su amo pensando que sí el pudiese lo haría la persona más feliz del mundo.
    —Shi-Shindo —le dijo tartamudeando con la voz quebrada por el llanto.
    —Su cena está lista.
    —Gra-gracias —respondió empezando a levantarse despacio bajo la atenta mirada de su sirviente.
    —¿Está bien?
    —S-sí, no te preocupes.
    —Es imposible que no me preocupe si lo veo llorar —rebatió rápidamente antes de añadir algo dubitativo— ¿Es por su… amor prohibido…?
    —¿L-lo sabes? —preguntó algo asustado.
    —Un día lo comentó con el señorito Yoichi —intentó defenderse.
    —Bu-bueno, entonces… ¿Qué opinas tú?
    —Que debe de olvidar todo lo que le haga sufrir, no me gusta verle triste.
    —Oh… —dijo sin palabras intentando entender lo que había dicho Shindo.
    ¿No lo entendía él quería verle feliz y por eso era mejor que lo olvidase? Eso significaba que él no lo amaba. Ante esa evidencia se puso a llorar delante de su sirviente que no sabía qué hacer en esos momentos. En sus obligaciones no estaba consolarlo pero no podía dejarlo llorando, él no quería que él llorara. Y no entendía que era eso tan malo que le había dicho para que se pusiera a llorar. Tenía ganas de abrazarlo pero no sabía si era lo más adecuado.
    —¿Pu-puedo abrazarlo? —preguntó un poco dubitativo.
    —¿Para qué?
    —Para consolarlo.
    —S-si qui-quieres qu-que te o-olvide mejor n-no seas ta-tan ama-mable co-conmigo.
    —¿O-Olvidarme? —preguntarme sorprendido— ¿Por qué quieres olvidarme?
    —T-tú lo dijiste…
    —Yo no dije nada de que me olvidaras… —aunque después creyó comprender que era lo que quería decir— e-ese amor imposible… ¿se refiere a mí?
    —¿No lo sabías?
    —Pe-pensé que hablaba de alguien más —dijo Shindo muy sorprendido— pero si me ama a mí, entonces no hace falta que lo olvide, porque yo también le amo.
    Kirino levantó la mirada con sorpresa por ello, él creía que Shindo no lo amaba y que solamente se dedicaba a hacer su trabajo. Desde pequeños habían estado juntos ya que él era su compañero de juegos, era el hijo de una de las sirvientas y pasaba mucho tiempo por la casa así que solían jugar juntos. Más tarde cuando crecieron sus padres lo contrataron como su sirviente personal y habían seguido juntos pero no esperaba que él también lo amara.
    —¿De verdad? —preguntó sin creerlo.
    —Sí, he estado preocupado por si amaba a alguien más y tenía que renunciar a mis sentimientos por usted.
    —N-no es necesario —dijo abrazando a su amigo y sirviente.
    Continuará…

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    Creo que este capítulo lo dejo aquí… se me está haciendo difícil coger el hilo de la historia y de los personajes, creo que no me están quedando bien, hace tanto que no escribo de ellos que sus personalidades no me salen nítidas y debo esforzarme de más para escribirlo. Pronto colgaré el siguiente capítulo si todo va bien.

    ¡¡¡Hasta pronto!!!
  7. .
    Holis!! Aquí he vuelto, xd vengo con el penúltimo capítulo de este fic, acabará en el capítulo 20 sí o sí, aunque suene precipitado ya intentaré que quede bien, xd y luego les escribiré un Extra, como siempre que hago un fic largo jeje
    Espero que disfruten de este cap y que dejen un review, jeje
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    Capítulo 19
    El embarazo avanzaba y a pesar de que había ido bien durante un tiempo, parecía que al crecer el bebé Tachimukai se repercutía por ello. Su cuerpecito sufría por ese embarazo. Eso tenía muy preocupados a todos los del circo. Lo habían criado desde que había nacido. Sus padres habían muerto y había pasado a ser hijo de todos, hasta que Tsunami pidió su mano y se casaron, pasando su custodia a su esposo. Sabían que estar tantos meses en una ciudad sería una gran pérdida de dinero, pero el niño se había hecho querer y nadie quería que le pasara nada malo. Habían ido a una de las visitas regulares y Goenji-san dijo que debían de ir con más cuidado y estar aún más quietos. Básicamente debía evitar levantarse de la cama siempre que pudiese sino podría ser malo para ambos. La pobre Hinata estaba en riesgo de morir antes de nacer. Pero no podían hacer nada, des del inicio Tachimukai había dejado claro que quería tener ese bebé a pesar de que el doctor le había dicho que era mejor que abortase.

    Flashback
    Acababan de volver del médico después de que Goenji-san les dijera como estaba la cosa y las opciones que tenían. Ambos estaban callados pensando en sus cosas. Por un lado estaba Tachimukai pensando en el dolor que sentía pero en esos otros sentimientos que tenía dentro de él. Sí, el dolor era fuerte y él mismo era consciente de qué su cuerpo posiblemente no aguantaría, pero a pesar de todo él notaba un sentimiento cálido dentro de él al pensar en el bebé y en lo que significaba para él. Por otro lado estaba Tsunami pensando en su pequeño esposo, estaba muy preocupado por él. No quería que nada le pasara a su chico, podía parecer un despreocupado pero cuando se trataba de su Yuuki no lo era para nada. El doctor había dicho que tener ese bebe sería peligroso tanto durante el embarazo como en el parto. Había aclarado que podía ir bien si se iba con mucho cuidado y Tachimukai hacía reposo absoluto y comía sano junto con unas pastillas que le había recetado. Pero tenía sus dudas.
    —¿Cómo te encuentras? —le preguntó a su pequeño.
    —Me duele un poco la zona del vientre.
    —¿En serio? Pero ¿es mucho? —preguntó preocupando y exaltado asustando un poco al menor.
    —No, no, e-es solo u-un poco —tartamudeó por esa energía que desprendía su esposo.
    —Estoy preocupado, ¿Seguro que quieres seguir con el embarazo? —le preguntó acercándose a este lentamente.
    —S-sí.
    —Siempre podemos hacer otro en unos años…
    —N-no quiero abortar… yo… quiero te-tenerlo —respondió mostrando mucha seguridad y determinación.
    —Yo también quiero tenerlo, pero para mí eres más importante tú.
    —E-entonces déjame tenerlo.
    —No te obligaré a abortar, si quieres tenerlo eres libre de ello, pero deberás seguir las instrucciones de Goenji-san.
    —Lo sé, nada de moverme más que para ir al baño o a comer, y siempre con movimientos suaves, buena alimentación y no olvidar las pastillas.
    —Van a ser unos meses muy largos para ambos.
    —Pero valdrán la pena —concluyó Tachimukai con una linda y tierna sonrisa.
    Fin Flashback

    Así había sido como habían decidido tener el bebé, y desde entonces estaban haciendo caso de todas las indicaciones del médico yendo a una visita cada quince días para asegurarse de que todo iba bien y no había empeorado con el paso de los días. Estaba bien, por el momento todo estaba estable. Se estaban tomando todo muy a pecho pero no tenían más remedio, la salud y la vida estaban en juego en esos momentos. La única preocupación que sentía Tsunami era que, como más tiempo pasaba peor lo pasaba su esposo y más sufría él por ello.

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    Una noche, en el parque de siempre, estaban los dos chicos que solían ir a entrenar allí sus técnicas cuando tenían algo de tiempo. Últimamente los niños se habían encariñado demasiado con Shadow y eso hacía difícil que pudieran ir a jugar como antes ya que estos pedían mucha atención por parte de ambos. Casi parecían una familia donde ellos eran los padres de los niños. A ninguno de los dos les molestaba que fuese de ese modo, aunque después de esa conversación que habían tenido hacía unas semanas su relación poco a poco había cambiado sin darse cuenta. Ambos eran más conscientes el uno del otro de un modo que antes no sabían si estaría bien o no. Shadow le había confesado su amor, pero Raiden aún no sabía que responder.
    En esos momentos estaban sentados en la hierba, uno al lado del otro, mirando el campo oscuro y vacío. Habían entrenado un poco antes de sentarse pero necesitaba un momento de tranquilidad y habían decidido sentarse a pensar. En un momento concreto Hijikata dejó de mirar el campo para mirar a Kageto que estaba sentado a su lado. Debía admitir que el chico le resultaba muy lindo y agradable y que últimamente estaba notando cosas extrañas estando a su lado. Pero era algo agradable y que le hacía feliz. Cuando Kageto se giró para mirarlo no pudo resistir la tentación de probar esos lindos y finos labios y lo besó, ante la sorpresa del otro.
    —¿Y este beso? —preguntó confundido Kageto al separarse del beso.
    —No pude evitarlo —dijo Raiden riendo un poco nervioso por lo que había hecho, era su primer beso.
    —Estuvo bien —fue la respuesta del otro chico sin molestarse por ese comentario.
    —E-esto… sí, estuvo bien —complementó el futuro seme pensando en lo que acababa de pasar.
    Al escuchar eso Kageto se acercó a ese chico que estaba algo nervioso por sus actos y le devolvió el beso. Se dejó llevar por ese beso y lamió el labio de este para pedir acceso a la boca de este, aunque en vez de eso Raiden se separó sorprendido por ello. En su rostro se podía ver la sorpresa por ese acto y su pregunta corroboró lo que mostraba su rostro.
    —¿Qué haces?
    —Intento profundizar el beso —fue su respuesta.
    —Oh, no sé mucho de estas cosas.
    —No importa.
    Kageto empujó a Hijikata contra el suelo dejándolo de espaldas en la hierba y se sentó encima de él a horcajadas y le dio algunos besos simples para allanar el camino. Lentamente volvió a lamer el labio del otro y con su lengua hizo presión entre los dos labios buscando que el contrario cooperara y abriera la boca. Por el contrario el otro no pareció entenderlo así que no tuvo más remedio que dejar los intentos y explicarlo.
    —Abre la boca.
    Hijikata le hizo caso a su futuro uke y la abrió esperando intrigado por lo que iba a hacer el otro chico. Este no corto ni perezoso se acercó y sacó su lengua para meterla en su boca iniciando así un beso de adultos. Ambos cerraron sus ojos disfrutando del beso y de lo que estaban sintiendo en esos momentos. Por suerte no pasaba mucha gente por ese lugar, estaba cerca de las afueras y por la noche estaba muy deshabitado así que nadie les iba a molestar o romper el momento.
    Con una de sus manos Kageto acarició el pecho de Raiden y poco a poco fue bajando la mano, aunque después la subió. Podía notar como esa parte despertaba en el otro chico. Al estar sentado encima de él era fácil notar esas cosas. Sonrió para sus adentros, eso era bueno, al menos algo había entre ambos ya que él también estaba igual. Quizás no sería buena idea dejarlo aquí estando ambos de esa manera. Esta vez bajó la mano hasta que encontró una parte de ese bulto. Algo tendría que hacer con ello. Dejó de besar al robusto chico que tenía debajo de él y se desplazó hacia abajo para tener mejor acceso a su entrepierna. Con su mano empezó a acariciarla por encima de la ropa escuchando un pequeño gemido por parte del contrario.
    —Sha-Shadow… —suspiró al notar ese roce en su zona sensible.
    —Voy a hacerte sentir bien.
    Raiden no contestó pero dejó caer su cabeza hacia atrás como dando permiso a lo que este iba a hacer. Aunque hubiese querido resistirse su cerebro en esos momentos no podía pensar en nada útil que decir. Así que dejó que el otro chico le desabotonara el pantalón y que le bajara sus ropas hasta dejar su miembro libro de esa presión, notando la brisa de la noche contra él. Ese miembro era más grande de lo que Kageto había imaginado pero no se iba a quejar. Acercó su rostro al miembro de su compañero y lo empezó a masturbar con su boca hasta que lo dejó bien lubricado y erecto. Entonces paró y se preparó a si mismo usando sus propios dedos en su trasero.
    —¿Qué pasa? —preguntó Raiden al ver que este paraba en el mejor momento.
    —Tengo que prepararme para que no me duela.
    Así metió uno de sus dedos y empezó a dilatar, metiendo un segundo dedo poco después. Tardó un poco en meter el tercero pero al final se dio valor para ello y siguió con la tarea que se había autoimpuesto. Cuando creyó que ya estaba listo para lo que seguía volvió a sentarse a horcajadas encima de Raiden y guió el miembro de este a su interior.
    —Perdona por la espera — le dijo mientras poco a poco lo metía en su interior sintiendo algo de dolor en el proceso—. Auch… —dejó escapar cuando ese miembro ya estaba por completo en su interior.
    —¿Estás bien? —le preguntó Hijikata algo preocupado por ese quejido.
    —Sí.
    Después de responder empezó a moverse por ese miembro lentamente notando como entraba y salía con cada uno de los movimientos que daba. Era algo cansado hacer esos movimientos, tenía que levantar su cuerpo con sus piernas en esa posición y luego dejarse caer con cuidado. A pesar de todo se sentía muy bien y muy profundo. Poco a poco empezó a gemir por el placer y cuando notó que su amante estaba por acabar se masturbó a sí mismo para acabar a la vez.
    —Ah, Shadow —gimió Hijikata al acabar dentro de este.
    Cuando ambos acabaron Kageto se dejó caer sobre el pecho del defensa respirando algo agitado por todo el esfuerzo. Para su sorpresa el chico lo abrazó, aunque eso solo le hizo sonreír. Había sido una agradable sorpresa para él. Sí, él amaba a Raiden Hijikata, y podía ser que el otro chico le correspondiese, sólo tendrían que hablarlo para estar seguro de eso.

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    En el patio de al lado del restaurante de fideos de Hibiki estaba una pareja muy acaramelada… realmente no, Toramaru acababa de chutar el balón con todas sus fuerzas para comprobar la técnica de Tobitaka y este después de varios intentos lo consiguió deteniendo el balón con la suya. Quería mostrarle sus avances a su novio para demostrar que ya era digno de él, aunque eso a Toramaru le daba igual. Ni siquiera sabía que todo eso se debía al orgullo de su seme.
    —Uau, realmente has conseguido una técnica muy buena —le dijo sonriendo feliz por ello— el entrenamiento ha dado sus frutos.
    —Sí, y quería mostrártelo.
    —Aunque te falta pulirla un poco, a veces no te sale…
    —Por eso quiero entrenar contigo, quiero que me chutes el balón sin parar para que pueda practicar.
    —Está bien, entonces prepárate para ello.
    Estuvieron entrenando varias horas hasta que ambos quedaron agotados y aprovecharon para hacer un pequeño descanso. Se sentaron uno al lado del otro encima de unas cajas que estaban por allí y recuperaron el aliento. A ambos se les veía felices, jugar con la persona amada podía ser más divertido de lo que uno pensaba antes de probarlo.
    —Utsu —le llamó Tobitaka usando el nuevo apodo que usaba con él cuando estaban solos.
    —Di-dime —tartamudeó sonrojado, ya que aún no estaba acostumbrado a ello.
    —¿Te importa si te beso?
    —¿E-eh?
    —Llevamos unas semanas siendo novios y aún no nos hemos besado, ¿quieres?
    —Yo… —había estado pensando en ello, quizás ir tan lentos era pasarse, para él estaba bien pero quizás para Tobitaka no— si quieres, por mí no hay problema —respondió al fin con la mirada baja.
    —Si no quieres dilo.
    —No es eso… Es que…
    —No quiero forzarte.
    —E-entonces, podríamos esperar un poco más.
    —Sí.
    —Gracias —dijo mirando al suelo sintiéndose un poco mal por hacerle eso a su novio, en teoría solo era un beso pero para él era un gran paso.
    —¿Quieres que sigamos practicando?
    —Sí —respondió un poco más alegre al pensar en jugar a futbol.

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    Habían quedado a otra cita por insistencia de ese chico castaño que siempre iba detrás del amante de los pingüinos, necesitaban tener algunas citas para que Sakuma se diera cuenta de que Genda realmente le gustaba y de que este gustaba de él. Porque al parecer Sakuma dudaba de sus sentimientos, no estaba seguro de que ese pingüino de cabello castaño lo amara. Le resultaba muy extraño, pero ese pingüino Genda siempre estaba en sus sueños y en la vida real. Al final empezaba a pensar que si podría haber algo entre ellos.
    Llamó a la puerta de la casa y le abrió una mujer, nuevamente, era la segunda vez que veía a la madre de Sakuma y le sorprendía ver el parecido que había físicamente aunque no de carácter. Esta era muy alegre y jovial, y se la veía muy feliz de verle. Él le sonrió y esta le dejó pasar al comedor y, después de llamar a Sakuma, le ofreció un té. Este aceptó el ofrecimiento y la madre aprovechó para hablar con él.
    —¿Tenéis una cita? —le preguntó feliz— da gusto ver que mi hijo tiene un novio tan guapo y atento.
    —Muchas gracias, señora —respondió este con una pequeña sonrisa— aunque su hijo aún no me ha aceptado como pareja.
    —¿Cómo qué no? —se sorprendió la mujer— este niño parece tonto… y eso que por las noches siempre dice tu nombre en sueños, aunque añade la palabra pingüino.
    —¿Pingüino?
    —Sí, le he escuchado decir “no, pingüino Genda, no toques…” y cosas por el estilo.
    —¡¡¡MAMA!!! —se escuchó el grito de Sakuma desde la puerta del comedor— ¿Se puede saber que le estás diciendo?
    —Nada, solo comentaba lo mucho que él te gusta —respondió esta tranquilamente— mira que no aceptar ser su novio… con lo guapo y amable que es, es un buen partido.
    —Él no me ha pedido nada.
    —Oh, ánimos entonces Kou-chan.
    —Muchas gracias.
    —¿Vamos? —dijo Sakuma algo molesto por la escena.
    —Sí, muchas gracias por el té Señora Sakuma.
    —Gracias a ti por ser tan bueno con mi Jirou.
    Una vez salieron de la casa Genda siguió al otro chico. Guardó unos minutos de silencio para ver si eso calmaba un poco el ambiente y después de eso escuchó la voz de Sakuma que decía algo en un murmurio. No llegó a escuchar lo que decía pero no preguntó. El amante de los pingüinos estaba algo avergonzado de lo que podría haberle contado su madre a Genda, esta solía tener un don por decir cosas que no debía y habían hablado sobre si eran novios o no. Claro que no lo eran, no había motivo para serlo.
    —Sakuma, me gustaría que fueses mi novio —le dijo este rompiendo el silencio— tu madre me ha aceptado, pero me gustaría que fueses tu quien me aceptara.
    —Yo…
    —Sé que puede parecer algo precipitado y conozco tus sentimientos por Kido, pero me gustaría hacerte olvidar ese amor que solo te crea tristeza.
    Sakuma no sabía que responder a eso, últimamente ya no pensaba en Kido, era obvio que poco a poco lo había ido olvidando y ahora en vez de él estaba Genda en su cabeza. Lo sabía, pero era algo vergonzoso reconocerlo. ¿Qué implicaría ser su novio? Esa era una pregunta que se hacía ya que nunca había tenido pareja.
    —¿Qué diferencia hay entre ser novios y amigos?
    —Un amigo es alguien que está allí cuando lo necesitas, puede apoyarte y aconsejarte, pero un novio es alguien que forma parte de tu vida y que te ayuda a cambiar las cosas malas por algo de buenas, te da amor, felicidad y un futuro junto a él, al menos eso es lo que yo creo —respondió acercándose a él lentamente y cogiéndole de la mano para que le mirara— y también alguien que puede besarte, entre otras cosas.
    Eso sonrojó a Sakuma, pero en sus sueños ese pingüino Genda solía acosar al pingüino Sakuma así que tampoco parecía algo tan descabellado para él. Quizás si soñaba con eso era porqué en realidad lo quería y estaba esperando por ello. No lo sabía pero viendo a Genda tan serio su corazón había empezado a latir rápidamente. Podía ser que después de todo sí tenía interés en él.
    —Entonces, acepto ser tu novio, si prometes cumplir con la parte de cuidarme y hacer que las penas se conviertan en alegrías y me ames.
    —Me parece un buen trato.
    —También la parte de los besos.
    Genda sonrió y se acercó a él para darle un corto beso en sus labios. Hacía tiempo que deseaba ese beso pero en medio de la calle tenía la impresión de que no era el mejor lugar. La gente les miraba de manera algo extraña. De todos modos era feliz, había conseguido que ese amante de los pingüinos aceptara ser su pareja y le había podido besar. Era un buen inicio de cita.

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    En Celestia había un chico de trenza castaña-rojiza que no se sentía muy bien, algunos olores y comidas le daban asco y le venían nauseas. No entendía que le pasaba, no le constaba que los ángeles enfermaran. No le había comentado a nadie lo que le pasaba aunque ese día había quedado con Desta y esperaba recuperarse un poco antes de ir a verle. Antes nunca quedaban se encontraban por casualidad pero después de haber conocido a esos ancianos habían decidido quedar para verse de una manera más regular. Se limpió los dientes intentando calmar esas náuseas y bajó del cielo para ir a reunirse con su amado demonio. Ahora que lo pensaba quizás era una maldición por juntarse tanto con Desta. Si era eso lo soportaría cuanto hiciera falta por qué no iba a dejar de verle. Era su vida y tenía todo el derecho del mundo a ver a quien quisiera.
    —Llegas tarde angelito.
    —No he podido llegar antes.
    —¿Por?
    —Por nada —dijo desviando la mirada— cosas mías.
    —A ver angelito, todo lo tuyo es mío, que lo sepas.
    —No seas egoísta.
    —Espero que no estuvieras viendo a nadie más.
    —Claro que no.
    Desta lo miró con suspicacia, intentando encontrar algo más en sus palabras pero al final se dio por vencido. Sein no iba a soltar prenda. De todos modos este ya había llegado así que no importaba mucho el retraso, se lo cobraría con especies y ya. Sonrió de forma algo malévola y se acercó a su chico, abrazándolo de modo que sus manos pasaran por su trasero y se quedaran allí apretando sus nalgas.
    —Ahora me vas a compensar por la espera.
    —De-Desta —dijo sonrojado antes de ser besado y dejarse hacer por ese demonio que tenía su corazón de ángel robado.

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    Por otro lado tenemos a otra pareja que estaba en casa. Matsuno estaba jugando en una consola con un juego de fútbol. Quería ganar ese partido, así tendría dinero suficiente para poder fichar a nuevos jugadores que en esos momentos aún estaban en negociaciones. Pero su equipo iba perdiendo, debía hacer algo algún cambio de estrategia. Mientras él jugaba entretenidamente con el juego Handa estaba preparando un zumo y unos trozos de tarta para comer juntos en su habitación. Su madre se lo había dejado para que merendara y él había decidido compartirlo con su novio. En cuanto llegó dejo la comida al lado de este y se sentó, en el suelo, detrás de él para poder abrazarlo por la espalda y ver como jugaba.
    Pero en esa posición aparte de la pantalla también tenía muchas otras vistas. Por ejemplo ese tentador cuello que le estaba pidiendo a gritos que lo besara y lo mordiera, lamiera y succionase buscando dejar alguna marquita que mostrase su propiedad. Sin contenerse accedió a una parte de ese deseo y acercó sus labios a su cuello para empezar a besarlo lenta y suavemente a la espera de alguna reacción. Matsuno se tensó un poco y dio un pequeño suspiro cuando notó como le lamían en esa parte de su cuerpo y como succionaban un poco el lóbulo de su oreja.
    —Ha-Handa… —dijo suavemente— E-estoy jugando.
    —Entonces, ¿te molesta?
    —No me deja concentrar.
    —¿Y qué prefieres? ¿Jugar con la consola o conmigo?
    —Eres un pervertido —le gritó separándose de él con lágrimas en los ojos.
    —Matsuno, era una broma, si quieres seguir jugando no te molestaré más.
    —Creo que mejor me voy.
    —E-espera, Matsuno, por favor, te prometo que no me acercaré más a ti si no quieres —este le miró con algo de desconfianza y Handa levantó las manos en son de paz— hasta que tú me digas no te volveré a tocar, ¿sí?
    Matsuno asintió con la cabeza y lentamente se sentó en el suelo frente a la pantalla mirando al suelo, se enjuagó las lágrimas y siguió jugando aunque su mente estaba en otro lado en esos momentos. Su reacción había sido ilógica pero todo tenía una explicación. Tenía malas experiencias con el tema, eso Handa no lo sabía, nadie lo sabía en realidad pero él tenía los recuerdos. Con su ex-pareja este usaba ese método para calentarlo cuando él no quería sexo, así conseguía que el acabara accediendo a sus deseos y no quería que con Handa fuese igual.
    El castaño por su lado se tumbó en la cama pensando en lo que acababa de pasar. Quizás había ido muy rápido y la culpa empezaba a llegar a su mente lentamente. No debería de haberse dejado llevar por sus instintos y tendría que haber pensado más en lo que quería o sentía su novio. Estaba seguro que se estaba portando igual que ese desgraciado y él lo que quería era demostrar que él era diferente. No quería abusar de Matsuno ni controlarlo o hacerlo llorar, quería hacerle feliz pero no sabía cómo.
    —Lo siento —se disculpó des de la cama— no quería hacerte llorar —después miró lo que había en la bandeja de la merienda— mi madre me ha dejado esto para merendar, si te gusta puedes comértelo.
    —Gracias —fue una suave respuesta que escuchó de su novio quien seguía “concentrado” en el juego.
    Continuará…

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    ¡¡Bueeeeno!! Al fin he sido capaz de acabar este capítulo, xd he estado trabajando y solo estoy en el segundo día de vacaciones, jeje siento tardar tanto en escribir continuación, la vida da muchas vueltas pero acabaré mis fics cueste lo que cueste, xd Gracias por leer en caso de que alguien lo haya hecho.

    ¡Hasta pronto!
  8. .
    Perdon, voy muy lenta colgando capítulos pero es que últimamente no tengo mucho tiempo de nada por cosas de estudio... ya sé que dije que había acabado la carrera de la uni pero ahora estoy haciendo dos cursos para tener más salidas laborales,... gomen!!

    Veré si pronto puedo colgar capítlo, jeje

    Hasta pronto, espero, jeje
  9. .
    Esto... i s‘acaba aquí? En serio? Esperava alguna cosa mes d‘un fic d‘aquesta parella i més sent el primer que llegeixo xd

    Però realment Shinsuke és una monada... avui m‘han vingut ganes d‘escriure però com estava al banc de la plaça, esperant a que obrissin la caixa,solament podia llegir des del mòbil i he mirat fics teus i al veure el d‘aquesta parella no he pogut resistir la temptació i me l‘he llegit xd

    Tetsukado ja té un punt així adorable amb Kinsuke sempre ajudant-lo i protegint-lo, així què em sembla perfecte com l‘has fet i Kinsuke diria que també està bé, encara que jo el veig més innocent en temes de l‘amor jeje

    M‘ha agradat bastant la veritat però pel que has dit pensava que seria més divertit i no m‘ha fet riure tant com esperava xd

    Et donc la rao en una cosa, estic una mica desapareguda però el fet de que ningú em llegeixi i que per tant no em donin preses ajuda, ja saps que sóc molt vaga si no tinc algú que em vagi dient Tem això Tem allò altre xd
  10. .
    Hoooolaaaa!! Bueno, tardo lo mío en actualizar pero esta vez, ya puedo decir que el fic acabará en el capítulo 20, aunque luego tendrá de esos extras que siempre pongo yo en los fics… Saber que está a punto de acabarse con suerte me dará fuerzas para escribir más rápido, al fin y al cabo quiero acabar todos mis fics para poder escribir otros pero sin tener que preocuparme por si actualizo o no… Hasta que no acabe de escribir los fics enteros no los colgaré, así que paciencia conmigo, jeje
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    Capítulo 18
    Pasaron las semanas, y finalmente llegó el fin de semana en el que se celebraba la feria de la comida, había gente emocionada por la llegada de ese día, pero había chicos que habían estado muy pensativos durante esos días. Sobre todo un amante de los pingüinos que no estaba muy feliz. Había pasado un mes pero aún seguía algo molesto por esa chica que había besado a Genda en la mejilla. Había sido en la mejilla pero era un beso. Aunque por otro lado le molestaba que eso le molestara. Se suponía que a él no le importaba para nada ese león idiota que lo acosaba. A pesar de todo esto estaba enfadado y había evitado al castaño durante todo un mes. Y allí estaba él, solo en casa sin poder dormir un día de fiesta a las 7 de la mañana. Eso era el colmo. ¿Quien se despierta a las siete un día que puede dormir? Y todo por qué había soñado con un maldito pingüino que tenía una peluca castaña y unas extrañas marcas en el rostro que iban de esos hermosos ojos azul-grisáceos hacia abajo.
    DING DONG. Sonó el timbre de la casa pero lo ignoró. DING DONG. Sopló algo molesto por esa insistencia por parte de ese alguien. DING DONG. Le dio un golpe en la cama hasta que escuchó unos pasos y que alguien abría la puerta, de seguro era alguien de su familia. Suspiró algo aliviado pensando en que quizás ya no tendría que preocuparse más cuando escuchó una voz llamándolo.
    —Jirou, baja —fue lo que escuchó— ha venido un amigo tuyo a recogerte.
    Él no había quedado con nadie ese día. Se levantó con pesadez y con una especie de mal presagio en su mente. Eso se cumplió al ver quien estaba en la puerta. Estuvo a punto de cerrar la puerta pero la idea de que llamase de nuevo al timbre y molestara a su familia era algo aterradora. Con el cejo fruncido lo dejó entrar de mala gana y esperó a que dijera algo.
    —¿Por qué me evitas des de hace un mes? —le preguntó este mirándolo preocupado— ¿He hecho algo que te molestara?
    —Simplemente no entiendo porqué me persigues si ya tienes a alguien más.
    —¿A alguien más? —preguntó ahora confundido.
    —Sí, te viste con una chica que te estaba ayudando a conquistar a alguien.
    —¿Una chica? —pensó un poco en eso hasta que lo recordó— esa chica es solo una amiga que me ayudó a conseguir información para saber donde podría ir a conseguir un regalo para ti.
    —¿Para mí?
    —Sí, yo no soy alguien que juegue a dos bandos, sólo me interesas tu, y quería darte un regalo que había visto por internet pero que no sabía dónde comprarlo.
    Sakuma lo miró como si estuviera hablándole en otro idioma, eso que había visto solo era él hablando con una chica para conseguirle un regalo, aunque esa arpía había aprovechado para darle un beso en la mejilla. Frunció un poco el ceño esperando que le dijera que era ese regalo, así le podría creer. Le aliviaba saber que a quien quería conquistar no era nadie más que él, pero tampoco estaba seguro de porqué se sentía de ese modo. Por su lado este abrió su mochila y sacó un paquete.
    —Donde yo miré no había y ella que es más experta en este tema me ayudó a encontrar la tienda que lo vendía.
    Jirou cogió ese paquete envuelto con papel de regalo y lo miró, era rectangular y pesaba un poco y era bastante grande aunque no muy gordo. Cuando le quitó el papel pudo ver un libro grande que hablaba sobre los pingüinos, exclusivamente, sobre su hábitat y su alimentación, vida y reproducción. Nunca le habían regalado ninguno así que sonrió un poco por ese regalo. Normalmente este tipo de libros solía dejárselos Kido pero ahora ya podría leer y ver pingüinos sin que le dejasen un libro.
    —Gracias.
    —¿Me permitirías invitarte a dar una vuelta por la feria?
    —Está bien.

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    Había pasado un mes y cierto peli-naranja estaba algo triste o decepcionado. Handa no había hecho ningún intento de avanzar. Le había dicho que quería demostrarle que él le quería y no era como su ex-novio, pero no sabía si eso significa que solo tendrían citas sin nada más. En este momento estaba esperando en su casa a que el castaño lo pasara a recoger para ir a la feria de la comida. Sinceramente se sentía un poco frustrado, después de ese beso que le dio Handa y por el cual se disculpó no había hecho nada más. ¿Sería que el castaño había perdido interés en él? Pero entonces… ¿porque lo seguía invitando para quedar?
    —Hola Matsuno —le saludó el chico cuando este salió a la calle des de su portal— ¿Te parece bien si andamos un poco hasta la feria?
    —Para eso me has hecho madrugar un día de fiesta.
    —Es que así podemos pasar más tiempo los dos juntos a solas.
    —¿Para qué quieres estar a solas conmigo?
    —Es que así hay más intimidad para hablar.
    —Pero de todos modos no vas a hacer nada.
    —¿Qué quieres decir con nada?
    —Des de ese beso… —empezó a decir sonrojado— no has intentado acercarte a mí, aunque dijiste que ibas a demostrarme que te gusto… —su frase sonó un poco ansiosa cosa que lo hizo sonrojarse más.
    —Es que pensé que te incomodaría si te besaba a menudo, estaba pensando en dejarte un poco de espacio.
    Mientras decía eso acercó un poco el chico hacia él, para mirar su rostro con una sonrisa en el rostro. Matsuno había decidido hacer el paso de pedir un paso. Era mucho más de lo esperado para el castaño que creía que a este no le importaba lo que hiciera. El chico del gorrito se puso algo nervioso al notar el movimiento y la cercanía del otro pero solo cerró los ojos esperando lo que fuera a venir. Al ver esto, Handa ya no se controló más y simplemente se acercó para juntar sus labios. Fue un beso tierno y suave. Después se separó de él y abrió los ojos para mirarlo.
    —¿Podrías darme una oportunidad como pareja? —preguntó aunque al ver la expresión confundida de Matsuno cambió la pregunta— ¿Quieres ser oficialmente mi novio?
    Eso tomó por sorpresa al peli-naranja que no se esperaba eso después de un mes de solo quedar para hablar y pasar tiempo los dos juntos. No se habían besado ni acercado más, pero se habían conocido mucho. Con su pareja anterior todo había sido muy diferente. Ese se había acercado a él mucho más rápido y no había esperado un mes a que él dijera que quería avanzar. En ese sentido su ex-novio lo había forzado a aceptar la relación y a avanzar, aunque durante ese período se había portado muy bien con él. Quizás si el comienzo era diferente también sería diferente el final.
    —Está bien —aceptó mientras asentía con la cabeza algo feliz por la proposición.
    —Esto es bueno, primero me pides un beso y después aceptas ser mi novio, creo que va a ser un buen día.
    Con estas palabras y estas buenas vibraciones ambos siguieron su camino hacia la feria de la comida. Al ir andando llegarían al mediodía, hora ideal para ir aunque si no se daban prisa estaría todo lleno y sería imposible comer algo.
    —Vamos rápido o nos quedaremos sin comida —dijo Handa cogiéndole de la mano.

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    Dejando el Campo de la Ribera de lado, nos dirigimos a un lugar donde hay mucha más gente, más concretamente a un festival de comida que hay a las afueras de la ciudad. Allí se ha reunido la gente que quiere probar diferente comidas. En esta se hacen pequeños platitos de los diferentes platos de los restaurantes que han decidido participar, de este modo la gente puede probar diferentes sabores y ver que les gusta más. Este festival estaba hecho para que la gente pudiese decidirse entre un restaurante u otro a la hora de comer fuera de casa, sin preocuparse por si la comida de allí les gustará o no.
    —¿Está Toramaru Utsunomiya? —preguntó un chico de pelo lila a una mujer que estaba en el puesto donde se suponía que debía estar el menor.
    —¿Quién eres? —respondió la mujer viendo las pintas de delincuente que tenía el chico que preguntaba por su hijo.
    —Soy un amigo suyo, me llamo Tobitaka Seiya.
    —Mi hijo ha ido a buscar unos ingredientes.
    —¿Le importa si espero aquí? —le preguntó a su futura suegra intentando dar una buena impresión.
    —Bueno… supongo que no.
    —Gracias —dijo sentándose en uno de los bancos que había por allí.
    La mujer trabajaba con dificultad a su parecer, y le pareció que se estaba esforzando por encima de sus capacidades. Se levantó y fue donde esta para ayudarla. La mujer se asustó pero al ver que la estaba ayudando sonrió un poco y asintió con la cabeza. Si era amigo de su hijo no podía ser mal chico, aunque no lo pareciera a primera vista. Le supo mal haberlo juzgado mal.
    —Muchas gracias —le dijo amablemente.
    —No se preocupe, ¿quiere que la ayude en algo más? Parece que es difícil montar la tienda.
    —Te lo agradecería.
    Dicho esto Tobitaka se quedó ayudando a la mujer mientras esperaba que el menor llegara. No se esperaba algo así pero la mujer parecía más confiada y ya no parecía temerle. Estaba tan concentrado en ayudar a la madre de su amigo que no se dio cuenta del tiempo que pasó y de que Toramaru ya había llegado y lo estaba observando sorprendido aunque luego sonrió y lo saludó.
    —Hola Tobitaka ¿Qué haces por aquí? —preguntó feliz.
    —Vine con Hibiki.
    —Me está ayudando a montar la tienda ya que era un trabajo algo duro para mí sola.
    —Muchas gracias por ayudar a mi madre —dijo haciendo una reverencia.
    —No tenía nada mejor que hacer mientras te esperaba.
    —Es verdad, habíamos quedado para dar una vuelta, aunque ahora no hay casi nada montado…
    —Sólo vine a verte.
    La mujer que estaba observando la escena, se extrañó por lo que estaba pasando, pero pudo leer en el ambiente que allí había algo. También se dio cuenta de un pequeño sonrojo que había aparecido en las mejillas de su hijo. Sonrió entendiendo por qué éste tenía esos cambios de humor tan extraños, era el amor.
    —Podéis dar una vuelta si queréis, ya casi está montado, Seiya me ha ayudado mucho —respondió tuteando a su futuro yerno.
    —¿Se-Seiya? —preguntó Toramaru más sonrojado.
    —Ese es su nombre, ¿no? —dijo confundida por si se había equivocado, aunque este asintió— por cierto, puedes llamarme madre si quieres.
    Ambos chicos se sorprendieron un poco ante eso que dijo la mujer pero el peli-lila asintió con la cabeza en cuanto salió del shock. Había sido aceptado por la madre de Toramaru, eso era un punto ahora sólo le faltaba coger valor para declararse. Había entrenado mucho durante ese mes, y aunque no estaba aún a la altura del peli-azul, ahora podía jugar con los demás sin cometer errores tontos. Podía recibir y dar pases sin meter la pata, y hasta había conseguido su propia técnica, así que ahora solo le quedaba echarle valor al asunto.
    —Entonces, con su permiso me lo llevo, madre —le dijo Tobitaka cogiendo al menor de la mano para llevárselo de allí y poder tener unos momentos a solas.
    —¿Qu-que ha sido eso? —preguntó Toramaru aún confundido por la escena.
    —Creo que tu madre me ha aceptado.
    —¿Aceptado?
    —Como parte de tu familia.
    —¿Qué quieres decir?
    —Que te amo y me gustaría que fuésemos pareja y nos casáramos en un futuro.
    Toramaru se puso muy rojo ante esas palabras y se tiró un poco hacia atrás sorprendido. No había pensado en algo como esto y menos aún en casarse. Tobitaka decía las cosas a muy largo plazo. Había pensando en que quizás el peli-lila le gustaba pero estaba confundido. Sentía cosas que no sabía explicar aunque cuando estaba con él se sentía feliz sin saber exactamente el porqué.
    —Gracias —dijo con una sonrisa finalmente, haciendo que Tobitaka esperara algo más como respuesta, aunque no dijo nada más— tu también me gustas —añadió al final.
    —¿Te gustaría ser mi novio? —le preguntó con algo más de esperanza.
    —S-sí, pero sin prisas…
    —No tengo ninguna prisa.
    Tobitaka le miró y después empezó a andar mientras le cogía la mano a su, ahora, novio, para ir a dar una vuelta. Toramaru estaba algo sonrojado por la situación y la declaración, pero no dejaba de pensar en lo que le había dicho antes de eso el peli-lila. Su madre lo había aceptado como si fuese de la familia antes de que fuesen novios. Sería que había hablado con ella sobre eso.
    —¿Le has dicho algo a mi madre?
    —Creo que es más intuitiva de lo que crees.

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    Más o menos al mediodía podemos encontrar a cierto chico peli-crema andando al lado de un peli-gris, con el que discutía sobre un tema que para él era bastante importante y que el otro chico no quería aceptar. Al menos por el momento, ya que una parte de él quería decir que sí. Su mente era todo un caos, era muy tentadora la idea, pero no creía que fuese el momento. Por otro lado el peli-crema creía que ese era el mejor momento para dar ese paso.
    —Te digo que sí, ahora mi padre ya está acostumbrado y te ha aceptado.
    —Pero ya me he recuperado y no quiero abusar.
    —Estás viviendo solo, eres menor y estás gastando los ahorros de tus padres porqué no puedes trabajar aún, sería mejor que vivieras en mi casa.
    —Lo sé, pero…
    —Eres de la familia, ya hace mucho tiempo que somos pareja, todo el mundo lo sabe y mi padre no tiene nada en contra. Mientras estudie medicina no le molesta que esté contigo.
    —Shuuya, me haces muy feliz pero no sé si es buen momento.
    —Claro que sí, hasta mi padre lo comentó el otro día.
    —¿Cómo?
    —Dijo que podías quedarte, que no era seguro que un niño viviese solo.
    —¿En serio?
    —Sí, por eso mismo.
    Goenji odiaba dar tantas explicaciones sobre algo, pero a veces para convencer a Shiro era necesario hacer algo como eso. Suspiró un poco esperando que al fin su novio se diera por vencido y aceptara. Sabía que no era fácil y que Fubuki era un poco reacio a esto que él consideraba actos de caridad. Él quería ser más fuerte y no quería depender de nadie o molestar a la gente con sus problemas, pero era su novio y Shiro debía entender que se preocupaba por él.
    —Supongo que si tu padre lo dijo…
    —Bien —asintió con la cabeza
    —Es que es él quien manda en tu casa y si está de acuerdo supongo que está bien.
    Goenji sonrió mínimamente feliz por esa victoria. Le preocupaba mucho que su novio viviera solo, aunque ya estuviera recuperado de su lesión, seguía sin gustarle la idea. Si vivía con él podría cuidarlo y no se preocuparía tanto como hasta ahora. Para celebrarlo levantó un poco el rostro de su novio con una de sus manos y le dio un pequeño beso. Que les llevó a más consiguiendo que poco a poco los dos chicos se fuesen calentando. Ahora que Shiro ya estaba bien del todo, Goenji quería aprovechar para tener un poco de acción post lesión. Fubuki por su parte abrazó a su novio por el cuello dejando que este lo besara y le quitara la ropa lentamente. Al no ser su primera vez ya sabía lo que vendría y realmente lo estaba deseando tanto como el peli-crema.
    —Hmmm… —fue el ruido que escapó entre los besos cuando notó los dedos de Shuuya en sus pezones donde estaba dando un leve masaje.
    Su espalda se arqueó y sus pezones se pusieron duros por el tacto y la excitación que le provocaba el mayor cuando lo tocaba de ese modo. Poco a poco la ropa fue desapareciendo de sus cuerpos consiguiendo que su piel se rozara contra la otra. Era una sensación increíble y más aún cuando Goenji dejó sus pezones y empezó a masturbar su miembro con una de sus manos. Los gemidos escapaban de sus labios con cada movimiento de su mano y su cuerpo temblaba por el placer. Llevó uno de sus brazos a su rostro y se tapó los ojos para no ver nada, eso intensificaba las sensaciones y de paso le hacía sentir menos vergüenza al ser observado por su pareja.
    —Shuuya… aaah… —gimió el nombre de su novio cuando este se metió su miembro en la boca y empezó a lamerlo de arriba abajo con velocidad— vo-voy… a co-correrme —decía entrecortado por el placer y las convulsiones que sentía en esos momentos previos a la eyaculación.
    Segundos después se corrió en la boca de su novio, el cual se lamió sus labios para limpiarse el semen que se había salido de sus labios al tragarlo. Mientras acababa de tragarse todo ese líquido blanco llevó tres de sus dedos a los labios de Shiro, que en esos momentos lo miraba con los ojos un poco llorosos por la eyaculación. Este entendió el mensaje y los empezó a lubricar para que Goenji pudiera prepararlo. Este no tardó mucho en introducir el primer dedo y empezar a dilatarlo. Poco a poco se dedicó a hacer su trabajo y de paso a saborear los labios de su amado peli-plata. Metió un segundo dedo y más tarde un tercero hasta que Shiro estuvo suficientemente dilatado para penetrarlo.
    —E-entra —le pidió este notando que ya estaba listo.
    —Está bien.
    Dicho esto se separó un poco de su novio y lo cambió de posición para que este quedara de cuatro patas, pero con el pecho apoyado en la cama dejando así una visión perfecta de su hermoso trasero y también una posición de fácil penetración. Poco a poco entró en él escuchando unos pequeños jadeos de Shiro. Se quedó unos momentos así para que se acostumbrara y después empezó a entrar y salir embistiéndolo tan rápido y profundo como podía, hasta que al final ambos se corrieron. Cuando eso pasó se separaron y cambiaron de posición.
    —Me gustaría que me besaras… —paró para respirar un poco y después continuó la frase— mientras lo hacemos.
    —Ahora lo haré bien —le respondió Goenji preparándose para una segunda ronda.

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    Otro de los pensativos era un defensa que, a pesar de su enérgico carácter, se había visto un poco más desanimado que antes. Shadow se había fijado que ese cambio se debía a la conversación que habían mantenido ese día cuando iban hacia su casa. Había estado observando un poco a ese robusto y amable chico, y había llegado a la conclusión de que probablemente no le entusiasmaba mucho la idea de que él lo amase.
    —Hijikata —lo llamó para conseguir su atención— ¿Te molestó la conversación del otro día?
    —¿Cómo?
    —Yo no dije en ningún momento que te amara.
    —L-lo sé —respondió este nervioso antes de sonreír— no he dicho nada.
    —Pero desde esa conversación estás muy pensativo.
    —Puede ser —admitió riendo un poco— pero no porque me disguste la idea de que te enamores de mí, solo pensaba en si podría corresponderte.
    —Ya veo.
    Aunque no quisiera admitírselo se había sentido un poco aliviado al saber que al defensa no le preocupaba tanto eso como el poder corresponderle. Ese pensamiento le llevó a otro más significativo. Si le importaba que este se molestara con él por amarlo… ¿Significaba que lo amaba? Esa pregunta se hizo presente en su mente. Podía ser, al fin y al cabo él sabía que Hijikata le gustaba, pero no pensaba que llegara a amarlo, hasta que Sein le dio la idea. Era la primera persona que le había mostrado una calidez como esa y se sentía más a gusto de lo que pensaba en un principio. Estaba seguro que eso debía influir en sus pensamientos.
    —La verdad es que creo que eres muy lindo y, aunque eres bastante frío, tienes un lado muy tierno cuando te ofreces para jugar con mis hermanos o a ayudar.
    —No me considero tierno.
    —Quizás no sea la palabra adecuada.
    —No lo es —respondió este chutando el balón— pero creo que sí que te amo.
    —¿En serio?
    —Sí, así que mejor enamórate de mí.
    Raiden se quedó callado unos momentos mientras miraba la pelota que Shadow le había lanzado mientras decía esas frases tan reveladoras. Ahora tendría aún más cosas en las que pensar, pero no pensaba que eso fuese algo malo, ya que escuchar esas palabras no le había hecho sentir tan mal como esperaba. Tenía la impresión de que esas palabras le hacían feliz, más que nada por la sonrisa que había aparecido en su rostro y que Kageto notó.
    —No creo que sea difícil enamorarse de ti —respondió antes de devolverle el balón al otro chico, quien le miró unos momentos antes de recibirlo.

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    Cierto guepardo estaba paseando con su novio por la feria, era la hora de comer y casi todo estaba lleno de gente. La comida estaba barata y se podía comer de todo por lo tanto, las personas que tenían libre habían ido con sus familias a pasar el día allí. Ambos animales se habían mezclado entre ellos y habían ido a diferentes puestos, uno de ellos el de Toramaru, donde lo vieron ayudar a su madre más feliz que nunca. Eso hizo que Kame pensara en algo.
    —¿Crees que han avanzado este par? —le preguntó pensando en que podría ser eso tan bueno que le hubiese pasado al menor.
    —¿A quién? —fue todo lo que respondió Chiita.
    —¿Quién va a ser? Tobitaka y Toramaru —dijo Kame algo indignado por la falta de atención de su novio— no ves lo feliz que se ve éste.
    —Yo siempre lo veo feliz…
    —Pero hoy es diferente, se le ve más animado y con más energía.
    —¿Vamos a ver a Tobitaka y se lo preguntamos? —le preguntó el guepardo a su novio.
    —Que soso eres a veces… —dijo este decepcionado— pero me parece buena idea.
    Chiita solía participar más en las conversaciones de este tipo, pero hacía unos días que lo veía un poco cortante y hoy lo estaba más que los otros días. No entendía ese cambio. Después de haberse reconciliado hacía un mes, ambos estaban bien y se sentían cómodos con la relación que había pasado a otro nivel. Ahora se sentían más unidos él uno al otro y podían pensar en un futuro lejano juntos con más confianza que antes. A pesar de eso Suizenji había cambiado un poco y eso en el fondo empezaba a preocupar al chico camaleón.
    —Es que yo he venido a pasar el día contigo, y a ti te preocupa más el amorío de tus amigos.
    —Eso no es verdad —exclamó Kame mirando fijamente a ese guepardo que en esos momentos estaba declarándole la guerra.
    —Siempre que quedamos, solo hablas de ellos y de sus posibles avances… Que si Toramaru, que si Matsuno, que si Sakuma…
    —¿A ti no te preocupan tus amigos o qué?
    —No he dicho eso, es solo que yo tengo más cosas en la cabeza que ellos, por ejemplo tú —le respondió consiguiendo que un pequeño rubor apareciera en las mejillas del camaleón— estoy saliendo contigo así que tú eres más importante y por eso pienso más en ti.
    —Yo también pienso en ti.
    —Demuéstralo y no pienses en tus amigos en lo que queda de cita, piensa solo en mí.
    —Está bien, entonces vamos a comer algo que esté bueno.
    Y así ambos se alejaron de ese lugar y se fueron a comer en otras tiendas de comida que había por allí, hablando de otras cosas y divirtiéndose a su modo ambos juntos. Al final coincidieron en que había sido el mejor día que habían pasado ambos juntos des de hacía un tiempo, solo los dos sin otro tipo de preocupaciones. Decidieron hacer este tipo de salidas más a menudo.

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    Después de comer esos deliciosos platos dos chicos amantes de la nieve se habían ido a dar una vuelta por la ciudad. Tenían ganas de estar a solas y allí había mucha gente pidiendo comida o sirviéndola. Se lo habían pasado muy bien, habían visitado a sus amigos que tenían tienda propia en esta feria y habían comido platos de ambos puestos. Todo muy bueno. Pero después de comer habían decidido que ya era hora de ir regresando lentamente a solas.
    —Ryuu, ¿Puedo ir a tu casa?
    —Cla-claro —tartamudeó este como respuesta.
    —Estaría bien, pasar un poco de tiempo los dos solos, con intimidad.
    —Bi-bien —Kitami se sonrojó un poco por el tono de voz que había usado el otro chico al decir que quería intimidad.
    Sorano sonrió ante esas reacciones de su novio, seguía siendo tan tímido y tierno a su parecer, a pesar de que no sería la primera vez que estarían solos en la habitación. No entendía esos cambios del mayor pero le gustaban. Siempre se había mostrado tímido y poco hablador con la gente, aunque des de siempre habían sido buenos amigos seguía sin ser de muchas palabras. Pero cuando estaban en la cama, aparecía otro Ryuu que a su parecer también era encantador. Ese Kitami era demandante y pedía lo que quería con autoridad, le gustaba tener la situación controlada y eso era algo que nunca había visto antes. La primera vez le había sorprendido el cambio pero ahora buscaba ver ese otro Ryuu.
    —Cuando estás excitado no tartamudeas.
    —¿E-en serio?
    —¿No te habías dado cuenta?
    —Es-esto… Pu-pues no…
    —Y encima no paras de mandar y quieres tenerlo todo controlado.
    —Pe-perdona…
    —A mí esto me gusta, saber que solo yo conozco esta parte de ti.
    —Me-me a-alegro.
    Kitami estaba sonrojado sin saber que decir, él no se había dado cuenta de nada de lo que le había dicho Sorano, aunque realmente en esos momentos no se daba cuenta de la mitad de las cosas. Solo se preocupaba de no hacerle daño a su uke y de complacerse a ambos. Ahora que se lo había dicho su novio se sentía un poco mal por él. Sorano decía que no le molestaba que fuese de este modo cuando estaban en la cama pero no por eso debía de portarse de ese modo. Miró de reojo a Sorano el cual parecía feliz, y decidió ser él mismo si eso le hacía ver tan feliz y adorable como se veía en esos momentos. Evitaría sentirse mal por algo que hacía feliz a su novio, aunque le siguiera preocupando un poco.

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    Después de ese incidente Tachimukai había estado haciendo reposo todos los días, había dejado de participar en las actuaciones del circo y este había decidido que alargarían un poco la estancia para ver si se mejoraba. No sería bueno forzarlo a un viaje si su vida y la del bebé corrían peligro. Durante ese mes, el pequeño castaño se había encontrado mejor y ahora estaba tranquilo junto a Tsunami que lo estaba cuidando como si fuese de porcelana, no le hacía ninguna gracia pensar en que este podría recaer. Le habían recetado unas pastillas de hierro para que no tuviera anemia y debía ir con regularidad al médico. Estaba de 5 meses, pero al estar tan delgado no se le había notado mucho el embarazo hasta hace poco que el bulto de su barriga había empezado a crecer.
    —Estoy gordo —le dijo a su novio mientras se acomodaba en su pecho.
    —No lo estás, en realidad me preocupa que estés tan delgado siendo que estás de cinco meses.
    —¿Quieres decir la bebé está mal?
    —No, espero que no, el doctor ha dicho que está fuerte y que crece bien, aunque será algo pequeñita. Solo le preocupa que aguantes el embarazo.
    —Estoy bien.
    —Por ahora sí y espero que siga así.
    —Te preocupas demasiado.
    —Eso es porque te amo, a ti y a la bebé.
    Mientras decía eso puso su mano en el vientre de su amado para notar como esta se movía muy lentamente dando un pequeño golpecito que le hizo sonreír. Entendía lo que había dicho el médico, y en realidad se sentía culpable. Yuuki era aún pequeño para gestar un hijo, y si había quedado embarazado era por su culpa. No había tenido cuidado en su momento y ahora el menor pagaba las consecuencias aunque no se había enfadado con él. Solo se portaba como siempre igual de cariñoso y tierno que siempre, aunque seguía conservando algo de su timidez. Por suerte había podido convencer a los del circo que se quedaran en esta ciudad hasta que tuviera el bebé. Tachimukai podía morir de lo contrario y nadie deseaba su muerte aunque esa decisión no les iría bien económicamente.
    —Ya has pensado algún nombre para esta.
    —Alguno, pero no sé si te gustara, había pensado con Taki o algo así.
    —A mí me gusta más el nombre de Hinata.
    —Es un buen nombre —le respondió el peli-rosa haciendo que su esposo se emocionara.
    —¿Te gusta?
    —Sí, podríamos ponerle este nombre.
    —Gracias —le dijo el menor acercándose a los labios de Tsunami para besarlo— te amo, Jousuke.
    —Yo también te amo.

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    Y hasta aquí este capítulo que ha tardado en llegar, lo siento mucho, ni siquiera sé porqué voy tan lenta actualizando, jeje

    Hasta el siguiente capítulo!!
  11. .
    ¡¡Bueeeno!! Al fin regreso, xd 9 meses más tarde viene el siguiente capítulo de esta historia. Admito que voy muy lenta actualizando pero como nadie comenta me tomo mi tiempo para ello. Ya me he sacado la carrera, y ahora estoy buscando trabajo, mientras no lo encuentro intentaré actualizar todos mis fics por poco que sea… y veré si los acabo de una vez, porqué escribir long-fics cansa mucho y me dedicaré a escribir one-shots cuando tenga ganas de escribir y nada más, jeje y sino… creo que no colgaré los fics hasta que los tenga acabados en mi pc para irlos colgando con más regularidad porque me siento mal tardando tanto en actualizar, pero el tiempo pasa taaan rápido que no me doy ni cuenta, xd

    Ahora sí, el capítulo, xd
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    Capítulo 16
    De nuevo estaba Gamma en casa de su lindo gatito de visita, la ventaja de que sus padres fuesen amigos era que podía ir a menudo a casa de este, aunque a Einamu no le gustara la idea de verle. Ese día era lluvioso, y pensaba que encontraría al menor en su casa, pero no, el chico había salido a dar un paseo. No podía creerlo, todo el mundo sabía que ese día llovería y a él no se le ocurría otra cosa que salir a pasear. Sus padres se habían negado pero este había hecho caso omiso de sus palabras y se había ido. Siempre hacía lo mismo.
    —Este hijo nuestro… Perdónalo Gamma, le gusta salir cuando llueve —se disculpó la madre ante el chico de pelos parados.
    —No se preocupe, señora, ya sé que Einamu tiene un carácter difícil pero eso me gusta de él.
    —Es bueno que seas tan comprensivo con él, te lo agradezco —la mujer parecía realmente preocupada— no pensé que se portaría de este modo contigo, pensé que eráis amigos.
    —Lo somos, es solo que le cuesta ser sincero —respondió Gamma con una de sus sonrisas.
    La llegada del padre de Einamu hizo que la conversación diera un giro más interesante. El padre de Gamma estaba molesto por como el gatito trataba a su hijo, ese no era el trato. Hasta había amenazado con romper el compromiso y enemistar a las familias si Einamu no se comportaba como el prometido que era. El padre de Einamu se había disculpado y aunque Gamma había querido intervenir sabía perfectamente que era mejor no hacerlo. Se fue un poco lejos de los adultos, debía pensar un plan para enamorar al gatito antes de que las cosas se pusieran feas y empezara una guerra entre sus familias.
    Por la ventana vio como el peli-canela llegaba y salió de la habitación silenciosamente intentando que no se dieran cuenta de eso. Aunque estaban discutiendo tan acaloradamente que tampoco se habrían dado cuenta. Gamma conocía el carácter estricto de su padre y estaba seguro de que si el compromiso se rompía iba a hacerle la vida imposible a la familia de Einamu, y que a él lo comprometería con otro de alguna familia rica de la zona. No le faltaban prometidos a decir verdad pero a él ya le gustaba el que tenía y no quería cambiarlo.
    —Hola Einamu —le dijo viendo al gatito mojado que entraba en la casa.
    —¡Otra vez aquí! —respondió este dando un bufido— no hay manera de librarme de ti.
    —No te preocupes por eso. Si sigues así, conseguirás librarte de mí y de cualquiera, porqué mi padre está empezando a enfadarse y os destruirá si no te portas bien conmigo.
    —Eso es cosa tuya ¿verdad? Maldito manipulador —empezó a gritarle Einamu.
    —No es cosa mía, yo no quiero que eso pase. Yo quiero que tú seas mi prometido…
    —¿Y por eso amenazas a mi familia? Eso es chantaje.
    —Einamu, yo no hago esas cosas, yo quiero un amor sincero —le respondió Gamma— no quiero forzarte, pero nuestros padres hicieron un pacto y mi padre cree que tu lo estas incumpliendo.
    —Es obvio que yo no quiero casarme contigo —le respondió este— pero no quiero que nuestros padres se peleen.
    —Podemos empezar como amigos, si no peleamos tanto delante de nuestros padres, el mío se calmará.
    Einamu pensó en todo lo que le había dicho Gamma, no podía creer que este no estuviera implicado en cierto modo. Pero ¿Y si realmente el padre de Gamma estaba proponiendo la guerra al suyo y quería destruirlos? Eso era casi una pesadilla. Estaba obligado a aceptar a Gamma sí o sí. Levantó su rostro con una mirada firme y orgullosa y asintió con la cabeza.
    —Evitaremos pelearnos ante nuestros padres, pero eso no significa que te acepte —respondió consiguiendo una pequeña sonrisa por parte del otro.
    —Vamos —dijo cogiendo al menor llevándolo hacia su habitación— tienes que cambiarte o cogerás un resfriado.

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    En casa de Yukimura había mucha movida, normalmente era una casa muy tranquila donde sólo vivía él siguiendo con ese negocio familiar que sus padres le habían dejado temporalmente. Estos viajaban mucho buscando la inspiración para crear nuevos zapatos, y de mientras dejaban a su hijo a cargo de todo. Este había aprendido el oficio hacía bastante tiempo, des de pequeño que se lo habían enseñado y por eso le podían dejar sólo con el trabajo. A este no le molestaba estar solo, así que no se quejaba para nada por esa ausencia por parte de los adultos del hogar y se defendía bien con los modelos clásicos que pedía normalmente la gente. Pero en esos momentos todo era algo diferente, unos amigos suyos que habían venido de su ciudad natal se habían instalado en su casa temporalmente.
    —Salgamos a dar una vuelta.
    —Está lloviendo…
    —Pero la lluvia no importa, quiero jugar.
    —¿Jugar?
    —A la pelota.
    Hubo un silencio, a todos les gustaba jugar a la pelota y aunque era domingo y no había trabajo estaba lloviendo. No era bueno para salud mojarse y pasar frío. Yukimura no quería salir porqué el día siguiente tenía que trabajar y no podía permitirse el lujo de enfermar en esos momentos, pero entonces Itetsuki se había enfadado.
    —No puede ser, llueve y han bajado las temperaturas.
    —Pero me aburro aquí encerrado, las fiestas ya han pasado y apenas salimos.
    —Lo siento, mañana trabajo así que no puedo permitirme el lujo de ponerme malo, si mis padres no están en casa.
    —Eso es una putada, ni que fueras un esclavo —se quejó el peli-azul claro casi gris.
    Yukimura solo rió un poco nervioso pero no contestó a esa frase. Él no se sentía como tal a decir verdad. Le gustaba el trabajo y podía ver a Miyabino de vez en cuanto, se daba por satisfecho con su vida solo con eso. No pedía mucho a decir verdad. A su lado estaban un peli-blanco que abrazaba a su novio, el cual abrazaba el muñeco que le había regado este. No parecían querer ir a jugar en esos momentos.
    —Creo que Kitatki y Koori tampoco quieren salir, se les ve muy tranquilos.
    —Son unos cursis, todo el día pegados el uno junto al otro, con toda esa paz y tranquilidad a su alrededor. No sé como los aguanto.
    —No somos cursis, solo nos gusta pasar el tiempo, tranquilos.
    —Eres tú el idiota que se pasa la vida gritando e imponiendo lo que quieres.
    —YO NO SOY ASÍ —gritó mirando a la parejita— yo no soy un enojón —dijo enfadado contradiciendo sus palabras.
    —¿Qué está pasando aquí? —preguntó un peli-negro con cara seria y sus mechones largos cayendo a cada lado de su rostro.
    —Tu novio está de mal humor por estar encerrado.
    —Touma, deja de gritar porqué hasta que no pare de llover nadie saldrá de esta casa —le dijo Oujika con voz autoritaria.
    —Pero…
    —Nada de peros.
    —Joder Kaku, siempre te pones de parte de otros.
    —Y tú siempre gritas por tonterías, compórtate como un adulto.
    —No me vayas de persona adulta, ¿eh?
    —Lo soy a diferencia de ti.
    —No entiendo porque soy tu novio.
    —Touma, ven conmigo un momento, a la habitación.
    Ante esas palabras Itetsuki tragó saliva y los demás se tensaron un poco. Al parecer iba a haber una discusión de amantes. No tenían porqué meterse en estas cosas era mejor que se arreglaran entre ellos, así que cada cual siguió con lo suyo ignorando lo que habían visto y oído, o al menos intentando ignorarlo.

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    Esa tarde en la ciudad estaba Tenma que había ido con su padre a comprar algunas cosas que faltaban en casa. Habían escogido un mal día por la lluvia pero era el mejor porque no podían hacer mucho en el campo por culpa del tiempo. Habían acabado las compras y su padre había propuesto pararse a una taberna para descansar y beber algo. Estaban los dos sentados en la mesa, bastante aburridos aunque su padre se entretenía mirando el culo de la tabernera que al parecer no estaba nada mal para el gusto de este. Suspiró aburrido sin saber qué hacer, a él no le interesaba lo mismo que a su padre. Como era obvio, aunque mientras solo mirara con disimulo, Tenma ni siquiera notaba la mirada de su padre hacia esa mujer. Él solo pensaba en otras cosas. Se había traído su balón de futbol que siempre lo acompañaba a todas partes y estaba pensando en salir a jugar. No le importaba mucho la lluvia, en realidad. Al final se deicidió.
    —Voy a la plaza a jugar —le dijo a su padre.
    —Llueve mucho.
    —No me importa.
    —Te vas a poner malo —le dijo este dejando de mirar a la tabernera para centrar su atención en su hijo.
    —Prometo no enfermar.
    —No es algo que puedas decidir.
    Pero este solo cogió el balón con una gran sonrisa y se fue de allí para empezar a jugar en la plaza, debajo de la lluvia. Regateó los blancos, los árboles, y todo lo que se encontraba a su paso. Sin darse cuenta un chico bajito de pelo castaño y con un peinado extraño se le acercó y se quedó mirando alucinado ese dominio del balón. Durante el regate al estar tan pendiente de la pelota acabó por regatear al chico como si fuese parte del mobiliario del parque.
    —Increíble —dijo entonces el pequeño ser de ojos castaños mirándolo como si lo adorara— eres genial.
    —Eh… —respondió Tenma parando de golpe dándose cuenta de que ese mueble había hablado— hola —dijo alegre cuando vio que no era un mueble sino que era un pequeño chico— me llamo Tenma Matsukaze ¿Tú quien eres? —se acercó a él pateando el balón hasta el chico que lo miraba con una sonrisa.
    —Soy Shinsuke Nishizono, puedes llamarme Shinsuke —se presentó el castaño feliz— he estado viendo tus movimientos y son alucinantes —exclamó con los ojos brillantes— ¿Qué son?
    —Yo lo llamo regates —le respondió Tenma feliz de tener a alguien con quien hablar de su amado futbol.
    —Debe ser difícil con esta esfera.
    —Yo lo llamó balón, aunque no deja de ser una bola de cuero atada con una cuerda.
    —He notado que hacía unos botes raros…
    —Es por la cuerda pero como ya estoy acostumbrado sé a dónde irá.
    —Sería más fácil sin la cuerda —dijo este pensando en cómo podría ser— creo que tengo una idea.
    —¿Una idea? —preguntó Tenma sin entender de que hablaba su nuevo amigo.
    —¿Eres de esta ciudad?
    —No, pero venimos los días de mercado.
    —Genial, para el próximo día de mercado quedamos aquí y te la enseñaré.
    —Vale —respondió Tenma alegre como siempre aunque sin entender muy bien que pasaba a su alrededor.
    —Shinsuke —escuchó como una voz llamaba al menor por su nombre.
    Su nuevo amigo se giró al escuchar la voz y después de despedirse de Tenma se fue con ese chico de cabello castaño y un peinado aún más raro con pequeños mechones cabello hechos rastas y el resto del cabello rapado. Dándole un aspecto algo extraño. Dejó de pensar en eso y siguió con sus regates mientras esperaba que su padre pasara a recogerlo para regresar a casa.

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    En la habitación de la casa de Yukimura los aires no estaban mucho más tranquilos de lo que estaba momentos antes la sala. Oujika en esos momentos no estaba de muy buen humor que se dijera, su novio conseguía hacerle enfadar demasiado a menudo y eso no era algo que él quisiera tolerar. No de esta. Itetsuki no tenía tacto y siempre decía las cosas que no debía de la peor manera y esta había sido la peor.
    —Si no sabes porque era mi novio, es mejor dejarlo —fue su respuesta a lo que el chico de cabello azul-claro tirando a gris había dicho anteriormente.
    —¿Cómo? —respondió el otro sorprendido por esa respuesta.
    —Que si no estás contento conmigo es mejor que busques a alguien que te haga más feliz.
    —Yo no dije nada de eso.
    —Claro, por eso por una pequeña pelea te has preguntado porque eres mi novio.
    —No era eso lo que quería decir.
    —Explícamelo entonces.
    Itetsuki sabía que estaba entre la espada y la pared, pero dependiendo de lo que respondiera podía simplemente tener la soga en el cuello apretándole hasta ahogarlo. Tenía que pensar bien pero no podía tardar mucho y en esos momentos no sabía que responder. Tragó saliva de nuevo y dijo lo primero que le pasó por la cabeza.
    —Lo dije porque siempre te pones de parte de otros.
    —Claro, es mi culpa que no me ames —dijo el otro con voz firme aunque se sentía dolido por eso— con más razón deberías buscarte a alguien más. Alguien que te apoye cuando hagas las cosas mal.
    —Kaku, yo no quiero a nadie más.
    —Pero tampoco me quieres a mí.
    —Por supuesto que sí.
    —Mentiroso —le respondió Oujika gritándole.
    —Si no te quisiera no aguantaría todas tus broncas —le gritó de vuelta Itetsuki.
    —O sea, que encima soy una carga para ti ¿no?
    —No dije eso, deja de decir cosas que yo no digo, parece que te guste joderme.
    —Pues no, no me gusta, pero eres tu quien se jode solito.
    Dicho esto Oujika se fue de la habitación y también de la casa, dejando a Itetsuki sin saber que responder o hacer. Su novio siempre era de ese modo, siempre le regañaba por todo. Sabía que era porqué su carácter no era el mejor y Oujika intentaba controlarlo y que era él quien más paciencia debía de tener. Suspiró y se sentó en la cama pensativo. Debía disculparse del modo correcto. Se tumbó en la cama y se puso a pensar en que decirle a su novio o ex-novio, en esos momentos ya no sabía ni que eran. No estaba seguro de si lo habían dejado o no. Golpeó la cama con el puño cerrado y decidió calmarse para no cagarla de nuevo cuando su novio volviese.

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    Fuera de Bartagi nuevamente, podíamos encontrar a un chico de cabello blanco montando a caballo intentando llegar a la ciudad lo antes posible, aunque no podía ir más rápido por la lluvia. Ese día había quedado con Aoyama para recoger al caballo pero justamente estaba lloviendo a mares, no podía llevar al caballo al herrero si no paraba de llover, pero una promesa era una promesa. Ya le quedaba menos para llegar a la casa de los Ichiban, quedaba bastante cerca de la ciudad en comparación a su casa. Estaba pensando en ese moreno que se había encontrado la vez que su caballo se había hecho daño en la pata, le alegraba volver a verlo de nuevo, ya que no le veía des del baile y de eso hacía ya una semana. Al llegar, bajó del caballo y llamó a la puerta, donde vino a recibirlo justamente el chico que quería ver.
    —Buenos días, señor Ichino —le saludó el moreno con una pequeña reverencia— su caballo ya tiene la pata en buen estado, le hemos sacado la herradura y curado la herida.
    —Cuanta formalidad —respondió el chico de cabello blanco— buenos días, Aoyama, aunque no es necesario llamarme señor.
    —Es el protocolo.
    —Conmigo no es necesario.
    —Como quieras.
    Ambos fueron al establo bajo la lluvia, no podían entrar en la casa con el caballo de Ichino, al cual dejaron en uno de los establos y luego revisaron al otro. El peli-blanco quedó muy contento por el estado del caballo. Se notaba que lo habían cuidado bien y hasta le habían puesto una herradura nueva, no debería de ir ni siquiera a la ciudad para cambiarla.
    —Muchas gracias, dime que te debo por las curas y la herradura —le dijo con una sonrisa.
    —Podemos hablar de esto con calma, primero deberías secarte o vas a coger un resfriado.
    Ichino asintió, no le molestaba esa proposición porque así podía pasar más tiempo con ese chico y podría conocer más cosas de este, al menos si tenía suerte. Se secó y se cambió antes de regresar junto al moreno, el cual lo esperaba para poder hablar un poco. Esperaría a ver si paraba la lluvia mientras la ropa se secaba un poco. Charlaron sobre el coste que debía pagar Ichino pero también sobre otras cosas más personales de ambos, pasando de ese modo una linda tarde. Pero se hizo tarde y dejó de llover así que el peli-blanco tuvo que irse junto a los dos caballos, separándose de ese modo del chico peli-negro, aunque prometió regresar otro día para verlo. Seguramente el siguiente día de mercado. Aoyama le dijo que no era necesario pero se alegró cuando Ichino insistió y al final algo sonrojado asintió.

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    Era de noche y como no, podíamos encontrar a cierto chico pirata, cerrando la herrería y saliendo a dar un paseo por los callejones. Era algo divertido, durante esas horas podía encontrar a sus amigos. Las peleas eran algo que se hacía más divertido en la oscuridad de la noche, pero ese día tenía otro plan. No sabía cómo lo había hecho Taiyo pero había reunido a Kinsuke y Makoto para salir a dar un paseo. Al ver como había llovido todo el día tenía le impresión de que se anularía pero paró de llover a tiempo y no se había anulado la cita.
    —No sabía que las princesas salieran de noche —le dijo Namikawa al ver llegar al castaño al lugar de la cita.
    —No soy una princesa —le respondió tiernamente indignado aunque mostrando una mirada fría— y salgo de vez en cuando.
    —Es una dada interesante, pero ten cuidado no sea que te coma un lobo hambriento.
    —No hay lobos en la ciudad —le respondió seriamente Makoto, que seguía algo enfadado aún.
    —No me refería a ese tipo de lobos, pero un chico tan lindo no debería salir solo de noche, puede ser peligroso.
    —N-no soy lindo —le rebatió algo sonrojado y nervioso— ¿Do-donde están Taiyo y Kinsuke? —preguntó para cambiar de tema.
    —Aún no han llegado, pero volviendo al tema, a mí sí me pareces lindo, y quizás podría convertirme en un lobo.
    —¿De… de que hablas? —preguntó Makoto algo asustado por esas palabras del herrero— e-estás muy raro ho-hoy…
    —Tienes razón, parece que hoy estoy más hambriento que los otros días.
    Makoto no estaba entendiendo ni la mitad de la conversación que tenía con el chico de cabello azul plateado. Normalmente se portaba de otro modo más amable y menos terrorífico y eso le estaba asustando. Le gustaba más el otro Namikawa, este por el contrario le daba algo de miedo.
    —Me gusta más el Namikawa de los otros días —fue su respuesta esperando que este volviera a la normalidad.
    —Entonces cierra los ojos durante unos segundos.
    De nuevo no podía entender en que pensaba el chico que estaba delante de él, pero obedeció. Quería que Namikawa fuese el de siempre, ese chico rudo pero amable, que se portaba tan bien con él. Suspiró y cerró los ojos, aunque no estaba muy seguro de lo que hacía en esos momentos. Notó como el otro chico se acercaba a él y después una mano en su cintura, que hizo que diera un respingo pero no abrió los ojos hasta que notó como sus labios eran invadidos por otros con un beso muy suave y dulce.
    —¿Q-que ha-haces? —preguntó después de separarse todo sonrojado.
    —No te preocupes, princesa, solo fue un beso.
    —Oh…
    Makoto no sabía que responder ante eso. El herrero estaba muy raro ese día, y no sabía que debía decir o hacer. Que le dijera que era solo un beso, como si no tuviera importancia, no le gustaba mucho pero al parecer después del beso se había calmado y ya no parecía un violador nocturno. Se sentía triste pero también asustado. Cuando vio que Kinsuke y Taiyo llegaban se alegró enormemente aunque siguió serio mirando hacia el frente.

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    Lejos de allí estaban una pareja, no muy cariñosa, que andaba por la calle, en contra de la voluntad de uno de ellos que no estaba seguro de si era buena idea salir tan tarde. Suspiró nuevamente. No le gustaba salir de noche y dejar la protección del hogar donde podía hacer sus operaciones matemáticas, con la idea de encontrar alguna cosa nueva. Tenía la impresión de que esas ecuaciones estaban mal. Acababa de llegar de una de sus clases con su profesor particular, el cual le enseñaba sobre todo física, química y matemáticas. Ese hombre estaba al día de los nuevos descubrimientos que se hacían y se los enseñaba pero… él no se fiaba de todo eso. En su opinión no estaban bien, tenían fallos. Cuando fuese un científico reconocido podría demostrar que todo eso no era cierto y que estaban equivocados, pero para eso necesitaba tiempo para estudiar, algo que cierto peli-naranja no le dejaba tener.
    —Minaho quiero regresar a casa —le dijo ignorando como el búho lo llevaba de la mano por las calles.
    —Pero yo quiero pasar tiempo contigo, esta tarde no pude porqué estabas en esas clases pero ahora si puedo.
    —Es muy tarde… y tengo cosas que hacer.
    —Solo un ratito.
    —¿Y porque no pasamos el tiempo en mi casa?
    —Porque te pondrás a hacer cosas y me ignorarás como siempre.
    Manabe se sonrojó al no poder negar que esa era su idea realmente. Minaho lo conocía demasiado bien para su gusto. Se conocían des de siempre y por eso este iba tanto por su casa y lo conocía mejor que sus padres. Suspiró de nuevo. Él solo quería regresar a casa, pero Minaho siempre había sido así, pidiendo por su atención todo el tiempo, y eso no lo entendía.
    —¿Por qué siempre buscas mi atención? —le preguntó algo dudoso.
    —Ya deberías conocer la respuesta a esta pregunta.
    —Nunca me lo has dicho.
    —Porque es muy obvio —respondió el peli-naranja parando en seco y acercándose al chico matemático— pensé que lo entenderías sin que te lo dijera.
    —Pues no tengo ni idea —dijo desviando la mirada el peli-lila, que en esos momentos se sentía algo incómodo.
    —Eres muy lento a veces Manabe.
    —No soy lento, soy mucho más listo que tú.
    —Pero aún no sabes por qué siempre quiero pasar tiempo contigo.
    —Eso no tiene nada que ver, es que tú eres raro.
    Minaho solo rió divertido ante eso, le parecía muy lindo ver como Manabe cambiaba de expresión y de reacción cada vez que él le decía algo. Pero también le parecía tierno que no se diera cuenta de sus intenciones, era realmente inocente a pesar de ser tan inteligente y buen estudiante, no entendía sobre otros temas más vitales. Tendría que decírselo directamente si quería que este se diera cuenta de sus sentimientos, aunque se arriesgaba a que le rechazaran.
    —Manabe, te amo.

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    Taiyo había pasado a recoger a Kinsuke a su casa para evitar que algo le pasara durante el trayecto al punto de quedada con sus amigos. En realidad solo les había invitado para que Kinsuke fuera y no pensara mal de él. La sonrisa con la que Kinsuke lo había recibido le habían dado ganas de no ir al lugar donde habían quedado y simplemente llevarlo a algún lugar donde pudiese hacer suyo a esa preciosidad de futuro uke que tenía delante. Aún no se había declarado pero tenía en mente hacerlo en poco tiempo. No podía resistirse más las ganas de hacerlo suyo de todas las maneras posibles.
    —Hola Kinsuke, ¿Listo? —le preguntó Taiyo quien llevaba una de las prendas de ropa que el menor le había regalado una vez.
    —Sí —respondió el rubio mirándolo con esa sonrisa tan característica en él— ¿dónde iremos?
    —Hemos quedado con Makoto y Rensuke, cerca de aquí —le respondió el chico ofreciéndole su brazo para que Kinsuke se cogiera de él y así ir juntos del brazo.
    Kinsuke asintió con la cabeza y se aferró al brazo del peli-naranja que siempre era tan amable con él. Des de que se habían conocido Taiyo se había portado muy bien con él, mostrándole siempre sus sonrisas y con esas palabras tan dulces que le regalaba y que le hacían latir el corazón de ese modo tan acelerado pero cálido a la vez. Se sonrojó al notar el contacto con este y sonrió algo avergonzado.
    —Seguro que nos divertiremos —le dijo para no quedar en silencio y de paso escuchar algo más la voz del mayor.
    —Sí, aunque hace algo de frío, si tienes frío avísame que te calentaré —le respondió notando que Kinsuke tenía las manos algo frías.
    —E-está bien —tartamudeó el rubio por esas palabras que tenían un doble significado.
    Cuando llegaron donde estaban esos dos se dio cuenta que el aire estaba un poco tenso y se preguntó porqué pero al escuchar la voz de Kinsuke dando las buenas noches al par decidió dejar de lado eso y solo seguir con su cita doble. Aunque Kinsuke se separó de él sonrojado y se acercó a Makoto para hablar con él, dejando un poco de lado a Taiyo que aprovechó para mirar ese trasero tan hermoso de Kinsuke.
    —Deja de comértelo con la mirada, sino te cogerá miedo —escuchó la voz de Namikawa a su lado.
    —Yo no hago eso —se defendió.
    —Claro que no…
    —Tú también miras a Makoto y no te digo nada.
    En esos momentos vio como el castaño dirigía una mirada no muy bonita en su dirección, más concretamente a Namikawa, aunque después la apartó rápidamente sonrojándose un poco. Taiyo pensó que eso era raro y probablemente problemático y arrufó las cejas, eso podía amargarle la noche y no iba a permitirlo.

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    Bueno, y hasta aquí por este capítulo, en el siguiente haré uno en el que me ponga al día en todas las parejas porque en realidad creo que se me han perdido por el camino algunas… eso de tardar tanto en escribir conti es una mierda porque se me olvida que puse en el capítulo anterior, xd Pero espero que les guste.

    Hasta pronto!!
  12. .
    Segona part!!

    Extra 4, xd jo no se si algun dia em llegire el tres aixi que directament anem per al 4 xd

    No mentire, me'l vaig llegir fa temps pero vaig pensar que et respondria quan hagues llegit el 3 pero vaja que ho faig ara que al menys ja haure complert amb aixo jeje

    A veure si no recordo malament tot es una trampa de Simon per a tenir de nou a Pasi, de totes totes... I suposo que es la manera que te de conquistar-lo definitivament, xd

    El final ha estat la polla, Jari i el seu comentari i la escena post sexe de la parelleta ha sigut brutal, jeje Pasi tindra feina acontentant sexualment al seu uke, es tota una fera pervertida jajajaja increible xd

    Aquest fic es el meu preferit dels que has escrit, no et mentire, en el meu parer et queden millor els originales que els de IE, pero aixo no vol dir que no et quedin be els altres

    Deew :)
  13. .
    Hola Mishachan, muchas gracias por tu review y tus animos!
    La verdad es que he cogido escenas del manga que me gustaron y me dieron ideas de escenas de amor y las he juntado dandoles una version mas romantica que en el anime... Supongo que por eso te hizo parecer que era el anime... Realmente no me gusta hacer este tipo de cosas y solo lo habia hecho en un fic de pokemon pero con este anime me apetecia hacerlo porque me da muchas ideas jajaja

    De nuevo muchas gracias por este review y por apoyar a esta hermosa pareja!!
  14. .
    Hola!! Bueno me puse al día y todo, pero he de admitir que ya no recuerdo nada de lo que leí hace tanto que no actualizas que ya no sé de que iba el fic, xd aunque sé que eso le pasa a mucha gente que me lee jeje

    En verdad solo quiero saber si te ha pasado algo porque me preocupa un poco que no escribas durante tanto tiempo... Espero que no sea nada, suerte con lo que sea y vuelve rápido que se te echa de menos.

    Hasta pronto, espero!!
  15. .
    Hola!! Muchas gracias por el review, y me alegro de que te haya gustado jeje

    Es cierto, creo que poca gente lo pone de doncel y mas con Fubuki que es el uke, pero en todos mis fics de ellos es doncel y acaba haciendo de uke minimo dos veces para tener sus tres hijos xd
    Realmente amo a esta pareja, jeje

    Tambien Kitami y Sorano son muy lindos, aunque es una pareja poco conocida intento que la gente acabe cogiendoles cariño, espero conseguirlo un poco de algun modo.

    Muchas gracias y espero verte por algun otro fic mio :)
1251 replies since 25/6/2012
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