Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. Kari Tatsumi
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    Hola Dan: No te preocupes que el sabado te enteras que fue lo que encontro Narcissa jejejejeje..... Y gracias por el titulo que me dejaste, tratare de darle una chequeada.... Ahhhh, me olvido, solo es un poco de cherry pero te invito a que leas el otro fic que estoy subiendo en esta secccion, se llama Harry Potter y el Fabricante de Pociones, uno de los mas bellos que he leido, y mas largo tambien, ya subo el primer capituo del quinto libro jujuujujujuju y eso que falta los anexos y los oneshots derivados de ese fic, toda una odisea!!!!

    Hola Narcissa: Si este estuvo bueno, el otro se pone mucho mejor!!!!!!!! La espera bien que va a valer la pena!!!!!

    Hola Kanade: Bueno, es que quise aclararlo porque hay personas que piensan que yo lo escribo y nada mas lejos de la verdad, como te dije anteriormente dudo muchisimo que pueda escribir una preciosidad como Green Eyes, el dia que haga mis pininos espero que sea medianamente aceptable, con lo exigente que soy como lectora, que dificil lo veo!!!!!!.... Oh si, un gran shock para todos, pero creo que mas para Draco porque le da mas posibilidades de que Harry acepte sus sentimientos (nosotras sabemos que es correspondidos pero ellos aun no jejejejejeje) y te recomiendo que insonorices tu habitacion, ya veras porque te lo digo ajajajajaja.

     
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  2. Kanade-chan
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    OK, con eso me dejas con ganas de leer ya, ¡Pero ya!
    =) Si soy exigente... Y te entiendo... ¡Es un problema eso de ser tan perfeccionista!
    Sabes, tengo la fe de que puedes hacer algo así si te lo propones. Solo hay que tenerse confianza.
    Bueeeno, nos vemos!
     
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  3. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veinticinco

    Actitudes




    La mañana del sábado, Harry despertó asustado con el sonido del despertador. Sin pensarlo, tanteó el buró hasta encontrar el celular y pasó los dedos por las teclas hasta reconocer aquella que reprogramaba el aparato para volver a sonar en diez minutos, todo sin tomarse la molestia de abrir los ojos. ¡Parecía que no había dormido nada! En realidad, había tenido menos horas de sueño de lo usual, ya que había tardado demasiado en dormirse la noche anterior. Se había quedado repasando los acontecimientos en su mente una y otra vez, sonriendo hacia el techo oscuro de su habitación.

    Después de todo, ¡había descubierto que Draco no era homofóbico! Además, su reacción ante la escena que habían presenciado en la cocina fue la mejor posible. Lo aceptó, fue bastante comprensivo e incluso parecía curioso en cuanto al cariño que Sirius le demostraba a Remus todo el tiempo. ¿Eso era un punto a su favor, entonces?

    ¿Pero cuál era su intención, al final? ¿Tenía esperanzas en conquistar a Draco Malfoy? Claro que no. Draco era heterosexual, ¿no? “Bueno, ¿quién te asegura eso?” señaló una vocecita conocida en medio de sus pensamientos conflictivos. “¿Su historial de novias? Caray, Harry, ¡tú también tuviste novias y ahora estás enamorado de un chico! Siendo así, ¿por qué sería imposible que sucediera lo mismo con Draco?”

    Sí, ¿por qué sería algo imposible? “Él nunca se enamoraría de alguien, ¡es demasiado narcisista!” acusó otra voz conocida. “No tengas esperanzas, Harry. ¡Te lastimarás!” Pero… ¿estaría Harry de verdad enamorado? Draco Malfoy era un chico interesante, guapo, encantador… En fin, muy atractivo, sí, y Harry estaba en una fase vulnerable de su vida. Había “perdido” la compañía constante de sus dos mejores amigos y experimentaba algo nuevo con la relación de Sirius y Remus. Tal vez sólo se estaba dejando llevar por la curiosidad, y no era una buena idea intentar descubrirlo. Podría arruinar incluso lo que ya había alcanzado en términos de progreso en su amistad si tentaba una aproximación diferente con el rubio. Draco podría retraerse y alejarse de él si supiera que Harry nutría algún tipo de otro sentimiento por él. ¡La amistad era mucho más segura! Harry debería ser feliz con eso. Oh, sí, debería, pues haberse tornado amigo de Draco Malfoy ya era un paso mucho más grande de lo que alguna vez pensó sería posible.

    Estaba siendo difícil colocar sus pensamientos en orden, pero aún así, Harry podría sonreír al recordar la manera vanidosa de Draco de checarse en el espejo; del interés que mostró por sus fotografías; la elegancia del rubio hasta para comer con las manos; su tacto al sostener una conversación agradable con Sirius, incluso cuando el asunto era tan delicado…

    Fue delicioso apreciar por la esquina de los ojos la emoción de Draco al asistir a Remus y Sirius tocando. Y, por lo visto, el rubio sufría de su mismo mal: no podía tocar sin partitura y se trababa cuando había público. Pero Harry no podía culparlo por el asombro con que Draco había escuchado Ámsterdam. Él nunca había escuchado aquella canción, pero pasó a entender la pasión de Draco por esa banda después de escucharla.

    Aquél chico que paseaba en un BMW arrogantemente frente a Hogwarts, haciendo temblar el suelo con los golpes potentes de sonido parecía cada vez más distante del Draco que conocía ahora. ¿Dónde estaba aquél chico que siempre lo importunaba a la primera oportunidad? Aquél chico que siempre lo tiraba de mojigato y conseguía hacerlo salirse de sus casillas después de un simple partido de voleibol por insultar cobardemente a la Sra. Weasley…

    Harry sonrió de nuevo, recordando el incidente. Pues sí, Draco había cambiado mucho desde entonces. ¡Entre él y Ron, el rubio estaba mostrándose mucho más maduro que el pelirrojo! Todavía tenía su actitud prepotente y miraba a todos por encima, pero por lo menos ahora Harry sabía que existía un tipo increíble tras aquella máscara de indiferencia y que conquistó el privilegio de conocer ese lado de Draco. Tanto Harry como Natalie tenían ese privilegio.

    Ese pensamiento hizo que la sonrisa de Harry vacilara. ¿Y si hubiera otra persona? ¿Quién era esa persona que Draco protegía tan bien de sus especulaciones? ¡Ni siquiera Natalie tocó ese tema! Y si había alguien que con certeza lo sabía, esa era Natalie. ¿Pero no sería mejor continuar en la ignorancia? ¿Cómo podría Harry soportar escuchar a Draco abriendo su corazón cuando hablase de otra persona? ¿Cómo reaccionaría Harry cuando viese a Draco con otra persona? No podría fingir que había esperanzas en competir contra quien quiera que fuera, ¿cierto? Y siendo una persona inconstante como ya había demostrado ser, era incluso intrigante el hecho de que el rubio nunca había comentado alguno de sus “romances”. ¿Estaría de verdad enamorado de alguien? Bueno, eso era difícil de imaginar, pero Draco ya lo había sorprendido tantas veces que Harry ya no lo creía tan imposible.

    Y si algún día eso aconteciera, si Draco le hablara o incluso le presentara a esa persona, Harry tendría que apoyarlo. Al fin y al cabo, eso era lo que se espera de los amigos, ¿correcto?

    En ese momento el despertador volvió a sonar y Harry se levantó, resignado, preparándose para ir al entrenamiento. Apenas le habló a Sirius –y a Snuffles– en el desayuno, ya que estos también parecían perezosos y somnolientos. A pesar de eso, tan luego despertó llegó al entrenamiento. Aprovechó la oportunidad, mientras calentaba alrededor de la cancha, para examinarse a sí mismo. Las gradas eran ocupadas por un grupo de chicos de tercer año de Administración, entre ellos Oliver Wood. Era extraño para Harry intentar mirar a Lee Jordan o a Seamus Finnigan con otros ojos, porque siempre habían sido sus amigos, desde el colegio, y no pasaban de eso, por eso ni lo intentó. Sin embargo, Oliver era un tipo atractivo, popular, que vivía rodeado de chicas, así que si se sintiera atraído por los chicos, sería natural que fuera hacia el capitán del equipo, ¿cierto? Erm… bueno… Harry ya había admitido que él no era atractivo… atlético… ni simpático… y… bueno, no tenía nada más qué decir. No era ni de lejos lo mismo. Ah, y él nunca se atrevería a quedar con otro chico sólo para saber si era lo que quería.

    Pero en medio de esas reflexiones, el corazón de Harry de repente se disparó cuando vio a Draco llegando, con su andar casual, el bolso sobre los hombros y el ceño ligeramente fruncido…

    - Llega tarde de nuevo, Sr. Malfoy – reprendió Madame Hooch tan pronto Draco se acercó.

    - Ya lo sé – respondió Draco, secamente, sin dejar de refunfuñar camino a los vestidores.

    Harry sonrió. En parte por el típico mal humor mañanero del rubio y en parte por la simple felicidad que verlo y escucharlo le causaba.

    - Sr. Malfoy, aún no he terminado – Madame Hooch insistió severamente, haciendo que Draco se detuviera y se girase hacia ella, contrariado. – ¡Ha llegado tarde a todos los entrenamientos! Nunca hace el calentamiento correctamente, pues tenemos que iniciar las prácticas. Y no toleraré un retraso el día del partido. Tendrá que hacer hasta lo imposible para llegar a tiempo el sábado. Media hora antes, ¿entendió? ¡Ni un minuto menos!

    - Está bien, ¿puedo ir a cambiarme ya para no retrasar más el entrenamiento? – cuestionó Draco, sarcásticamente.

    - Vaya – la entrenadora lo dispensó y continuó gruñendo mientras él se alejaba. – Chico impertinente. Piensa que todo el mundo gira alrededor de él. Ahora tenemos que esperar su buena voluntad para iniciar el entrenamiento, como siempre, ¡humpt!

    Harry nunca había tenido algo contra Madame Hooch. Hasta ese día. El moreno le puso mala cara y le pasó el balón a Seamus antes de dirigirse a los vestidores también.

    - Buenos días – saludó jovialmente, cuando fue agraciado por la visión del rubio quitándose la playera.

    - Lo serán sólo para ti – reclamó Draco, a pesar de usar un tono de voz menos ácido que antes. - ¿Qué culpa tengo yo de que Hooch esté de SPM[1], dime?

    - Relájate – sonrió Harry. – Sólo está nerviosa por el partido. ¿Para mí también habrá comentarios malhumorados si te hago compañía?

    - No dudes eso – respondió Draco, ofreciéndole una sonrisa caprichosa, desabotonándose los pantalones para ponerse los pantalones cortos del uniforme.

    Harry se acomodó los lentes, tragó en seco y desvió la mirada, caminando hasta su propio bolso en uno de los bancos para darle mayor privacidad a su amigo.

    - Antes de que lo olvide, tengo que devolverte tu playera – dijo sacando lentamente la pieza de ropa de su bolso, extendiéndosela al otro.

    - Ah, sí, gracias – Draco la aceptó, antes de por fin terminar de calzarse los tenis. – Olvidé la tuya, amigo.

    - No hay problema, después me la devuelves. ¿Vamos?

    - Sí, vamos a enfrentar a la entrenadora con SPM ya que no tenemos opción – bufó Draco, volviendo a parecer malhumorado. – Por lo menos el sábado que viene será el último que ella podrá arrancarme de la cama en la madrugada.

    Harry rodó los ojos, divertido, mientras dejaban los vestidores.

    - Sí, y no tendremos que aguantar tu malhumor mañanero en las “madrugadas” de sábado – se burló, a pesar de no agradarle ni un poco la perspectiva de que en breve no habrían más entrenamientos con Draco…

    - ¿Ah, sí? – se indignó el rubio. – Sólo por ese comentario, haré lo posible por ser particularmente insoportable hoy, sólo para que nunca te olvides de que tienes el privilegio de entrenar con Draco Malfoy.

    Harry apenas sonrió, ya que Madame Hooch no esperó ni un segundo más para dar órdenes. Esta vez, no hubo tiempo de hacer bromas o competencias, claro, ya que ella parecía más enérgica que de costumbre, haciéndolos dar lo mejor en el entrenamiento y nunca dándose por satisfecha. Obviamente Draco no pudo ser “particularmente insoportable”, pero no perdió ninguna oportunidad de hacerle gestos de disgusto a la espalda de la entrenadora.

    La mañana, que había comenzado fresca a causa de la lluvia de la noche pasada, fue calentándose con el fuerte sol, hasta que el entrenamiento por fin acabó y los dos chicos se tiraron exhaustos en el suelo de la cancha. Seamus y Lee se quedaron un tiempo hablando con Madame Hooch acerca de los uniformes mientras ellos se estiraban, lo que de cierta forma acabó dándoles un poco de privacidad, ignorando el hecho de que había dos grupitos de animados alumnos en las gradas. Harry y Draco hicieron solamente algunos ejercicios rápidos de relajación y huyeron hacia las regaderas.

    Hablaron de cosas sin importancia todo el tiempo, ya que Seamus y Lee se les unieron en los vestidores, esperando para usar las regaderas. Harry evitó cualquier contacto visual con el rubio mientras existía la posibilidad de estar semidesnudo. Acordaron encontrarse en el parque, bajo el flamboyant para su paseo en bicicleta a las tres de la tarde, cuando el sol estuviera menos fuerte, y Draco había insistido en elegir el destino esta vez.

    Se despidieron en el estacionamiento y Harry volvió a casa, resignado a pasar las tres horas siguientes consumiéndose en expectativa por el momento de verlo de nuevo.

    ---------------

    Remus estaba sentado en el sofá más grande de la sala leyendo una revista científica, con la cabeza de Sirius en su regazo. Sirius estaba viendo televisión a un volumen razonablemente alto, pero Remus lo ignoraba. Desde niño, siempre había conseguido desconectarse de todo a su alrededor y sumergirse en la lectura. Bueno, de casi todo, en realidad, pues sus dedos de vez en cuando acariciaban los sedosos cabellos de su novio.

    Mientras tanto Sirius tenía ya un tiempo estando inquieto, moviéndose, chasqueando la lengua y Remus estaba seguro de que no era a causa de lo que estaba viendo.

    - ¿Cuál es el problema, Padfoot? – preguntó, sin quitar la mirada de su revista.

    - Nada – gruñó Sirius, también sin quitar la mirada del televisor.

    Fue Remus quien cedió, cerrando la revista y apagando el aparato con el control remoto.

    - ¿Tendré que adivinarlo, entonces? – y sin esperar una respuesta, Remus continuó: - Bueno… ¿Tres intentos? Bien, primero: estás aburrido.

    Sirius bufó, girándose y acomodando mejor la cabeza en el regazo de su novio, de modo que pudiese mirarlo de frente, irritado.

    - ¿Acerté a la primera? – Remus se hizo el sorprendido. - ¿Lo ves? ¡Aún soy bueno en eso!

    - Graciosito – desdeñó el otro. - ¿Y qué pretendes hacer al respecto?

    - Hum – Remus fingió pensarlo. - ¿Tres intentos?

    Sirius asintió, una sonrisa boba brotando en sus labios. Remus sonrió también antes de agachar la cabeza y unir sus labios en un beso suave y silencioso.

    - ¿Entonces? – preguntó tan pronto se alejó lo suficiente para enfocar sus ojos, divertido.

    - Tío, tengo que admitirlo, aún eres bueno adivinando – respondió roncamente.

    - Sí, lo sé – Remus fue jalado por la nuca por Sirius para otro beso, pero escucharon el sonido de pasos y se alejaron para ver a Harry surgiendo del corredor, con ropas cómodas, de las que usaba para ejercitarse.

    - Hola, chicos – sonrió, avanzando para apoyarse en el respaldo del sofá con Snuffles a sus pies, moviendo la cola. – Voy a salir.

    Sirius se sentó en el sofá, arqueando una ceja.

    - ¿Adónde vas? – preguntó, seco.

    - A andar en bicicleta.

    - ¿Con quién?

    - Con Draco.

    - ¿Adónde van ustedes?

    - No sé.

    - ¿Cómo que no sabes?

    Harry se encogió de hombros.

    - Aún no decidimos adónde vamos. Ahora, ¿puedo irme? ¿Ya terminó el interrogatorio?

    Sirius abrió la boca, seguro de que Remus lo interrumpiría en cualquier momento con un “¡Sí!”, pero eso no sucedió. Sin embargo, Sirius descubrió que no tenía qué decir, por eso volvió a cerrar la boca. Bufó.

    - Está bien, sólo no te tardes.

    - De acuerdo – Harry se giró en dirección a la cocina, pero fue detenido por la voz de Remus.

    - Ah, Harry, nosotros vamos a salir a la siete, vamos a una confraternización del cuerpo docente de Hogwarts…

    - ¿Para qué decirlo tan difícil? – desdeñó Sirius, irritado con la mención de la fiesta. – Es una fiestecita idiota para obligar a los profesores a ser más sociables, joder… qué ridículo…

    - Bueno, es eso entonces – continuó Remus, sin alterarse. – Vamos a una fiestecita idiota de los profesores idiotas de Hogwarts y sus invitados idiotas, por eso no vamos a cenar aquí – ignoró completamente el gruñido que Sirius soltó. - ¿Quieres que te deje algo preparado para que cenes, Harry?

    - Humm – Harry se rascó la cabeza. – No, no es necesario. Comeré algo en la calle. Entonces no me espere, ¿sí?

    - Está bien – Remus asintió, ofreciéndole una sonrisa gentil. – Diviértete.

    - Gracias – asintió en despedida y se giró de nuevo, casi tropezando con Snuffles.

    El perro ladró ansioso, mirando sus manos buscando la correa.

    - Oh, Nuf, lo siento mucho, pero no irás esta vez – Harry acarició tras las orejas del perro, quien aulló y se sentó, desanimado. – Voy a andar en bicicleta, no te puedo llevar, ¿sí?

    Snuffles miró al chico salir, pareciendo desamparado, con las orejas caídas.

    - Oh, ven aquí, mi bebé – llamó Sirius, palmeando sus piernas, a lo que el perro atendió prontamente, apoyando las patas delanteras en su regazo. – No tomes en cuenta a ese chico bobo, no. Él es feo. Tú eres tan guapo y encantador.

    Snuffles aulló lastimero, a pesar de que su cola denunciaba la farsa. Todo para ganar más atención.

    - Moony, de verdad debemos… – comenzó Sirius, como quien no quiere nada, pero Sirius lo cortó.

    - Ya está decidido, Padfoot. Yo voy. Si no quieres ir, no es necesario que lo hagas. Pero no pierdas tu tiempo impidiéndomelo.

    - Mierda – lloriqueó Sirius. – Está claro que no voy a dejarte a ti, todo sexy de ropa formal, ser acosado por aquél murciélago viejo de Quejicus.

    Remus rodó los ojos y volvió a tomar su revista, pero Sirius abandonó a Snuffles y le tomó de las manos.

    - Hey, hey, creo que estás huyendo del asunto.

    - Sirius, no quiero discutir a causa de esta fiesta…

    - No, no es de ese asunto del cual hablo.

    Remus frunció el ceño en confusión y ya iba a preguntar cuando fue callado por los labios de Sirius en los suyos, respondiendo a su duda.

    Derrotado, Snuffles dejó la sala.

    ---------------

    Draco estaba de pie recargado en el tronco del flamboyant, mirando en dirección al parque, a las personas de varias edades que se divertían a lo lejos, cerca del lago, o en los bancos bajo la sombra de los árboles. La bicicleta estaba recargada en tronco del árbol también, Draco tenía las manos en los bolsillos. Había llegado más temprano, pero no quería sentarse para no ensuciar su ropa, ya que después saldrían.

    Estaba repasando mentalmente todo por lo que había pasado durante el último mes. Hacía solo cuatro semanas que todo había comenzado por un chat y desde entonces su vida se había puesto patas arriba. No que se quejara, pero era… aterrador, de alguna manera. Estaba tan concentrado en sus pensamientos, que no notó a Harry aproximándose silenciosamente a sus espaldas, desmontando su bicicleta y llegando a su lado como si pisara huevos.

    - ¡BUUU! – el grito en su oído combinado con los dedos de Harry picándole las costillas fue suficiente para que diese un brinco y mirara hacia atrás asustado, molesto y maldiciendo.

    - ¡Mierda, Harry! – maldijo, y esa fue la más decente de las palabras que dijo. - ¿Estás deseoso por una buena tunda, verdad?

    - ¡Uh, qué miedo! – Harry se contorcionó de tanta risa, después se arregló los lentes en el rostro, intentando controlarse. – Oh, discúlpame, Draco, ¡pero no me resistí! ¡Te veías tan concentrado!

    - Me las pagarás, ¿escuchaste bien? – señaló Draco amenazadoramente, aún con los latidos de su corazón acelerados, pero no se sentía verdaderamente enojado con Harry, sin embargo no cedería. – Escribe mis palabras, Harry.

    - Está bien, está bien, prometo comportarme… sí tú te comportas también.

    - Ahora no importa, el daño ya está hecho – Draco continuó con su reclamo, a pesar de ya no poder contener la risa, ahora que estaba recuperado del susto. – Y no te escaparás. ¿Vamos?

    - Sí, vamos – ambos montaron sus bicicletas y Harry lo siguió, saliendo a la calle. - ¿Hacia dónde vamos?

    - Ya lo descubrirás luego, luego.

    Harry bufó, pero lo siguió sin preguntar. Tomaron el rumbo contrario a la casa del moreno y siguieron por varias cuadras en línea recta, uno al lado del otro en silencio. Pasaron por muchas chicas saliendo de las tiendas, frente a sus casas, caminando en las calzadas, y toda vez que una era atractiva, Draco ponía atención de reojo para ver si Harry la miraría, sin saber que el otro hacía exactamente lo mismo. Finalmente, se preocupaban tanto por la reacción del otro que ninguno le prestó atención a una sola chica. Cuando faltaban dos cuadras, Harry bajó la velocidad.

    - Ah, no… no, Draco… no me estás llevando a tu casa, ¿o sí?

    Draco se detuvo y se giró hacia él, irritado.

    - ¿Y si así fuera? ¿Cuál es el problema?

    - Draco, a tus padres no les gustará saberlo, lo sabes…

    - Mis padres no necesitan saberlo, Harry. Están viajando y la mansión también es mía. Siempre he llevado a mis amigos a casa, no veo problema en llevarte a ti. Además, yo ya visité tu casa, ¿cierto? Nada más justo que retribuyas la visita.

    Draco expuso todo eso con un gesto desdeñosamente defensivo y volvió a pedalear. Harry se puso a su lado de nuevo. Alcanzaron las rejas del portón y Draco usó el interfono para identificarse. Desmontaron las bicicletas, entraron y siguieron un camino estrecho de cemento que atravesaba el pasto del portón hasta la entrada a la mansión, pero que se ramificaba hacia el garaje. Draco tomó ese camino y Harry lo siguió.

    Dejaron sus bicicletas en el garaje y entraron a la casa. Harry parecía un tanto aprensivo, pero no dijo nada hasta que entraron, siendo recibidos por Winky. Y… bueno, cuando entraron…

    - ¡Wow! – exclamó el moreno, con la boca abierta y Draco sonrió satisfecho.

    La sala de visitas era inmensa, con un amplio espacio en el medio, muebles caros y sillones de todos tipos, además de ornamentos variados y ciertamente carísimos.

    - Cierra la boca, Harry. Esa es sólo la sala de visitas, vamos – Draco condujo a Harry por la mayoría de los aposentos del primer piso.

    Justo como había imaginado, Harry quedó particularmente encantado con los retrados de su familia en la sala de estar. No había portarretratos regados por toda la casa, ni los tres –Lucius, Narcisa y Draco– juntos enseñando los dientes en una falsa sonrisa de fotografía. Había tres cuadros de un pintor famoso, dispuestos uno en cada pared. En cada uno de ellos, un Malfoy posaba solitario y altivo, con trazos que bordeaban la perfección de verdaderas fotografías.

    - ¡Tío, es increíble! – murmuró Harry, acercándose más al cuadro correspondiente de Draco y analizándolo con las manos cubriéndose la boca. - ¡Es perfecto!

    - Sé que soy perfecto, Harry – Draco se balanceó en sus propios pies. – Ahora, ¿te importaría dejar de babear con mi retrato? Aún tengo algunas cosas que mostrarte.

    Harry tardó más de lo necesario para despegar los ojos de la pintura, pero terminó siguiéndolo hacia el corredor de nuevo. Pasaron de largo las escaleras, pues Draco aún no quería presentarle el segundo piso. Aún.

    Había un crucero de pasillos que apuntaban de Norte a Sur y de Este a Oeste. Draco tomó dirección al Este y atravesaron más habitaciones hasta el final del pasillo, que era extrañamente más pequeño que el de sentido contrario. Al final, había una puerta doble corredera hecha enteramente de vidrio, incluso las manijas. Del lado de afuera, era posible ver una inmensa piscina azul.

    Draco abrió el lugar y le indicó a Harry que entrara.

    - ¡Wow! – exclamó Harry tan pronto tuvo una visión completa de la piscina.

    - ¿Sólo sabes decir eso, Harry? – preguntó, divertido.

    - Bueno, en realidad no – Harry comenzó a recitar un monte de palabrotas para expresar su sorpresa. - … ¡Esta piscina es inmensa! ¿Tiene calefacción?

    - Sí. Pero últimamente ha hecho demasiado calor, así que no se ha prendido. Además, sólo yo uso esta piscina, y como no he traído a nadie, entonces ha estado medio abandonada.

    - Joder, ¿por qué no me avisaste? – se quejó Harry, todavía analizando los alrededores.

    - Porque entonces no sería una sorpresa, ¿cierto? – retrucó Draco, sarcástico.

    - Wow – Harry caminó hasta el borde de la piscina y Draco aprovechó la vista, sin pudor, mientras maquinaba su venganza. - ¿Qué tan profunda es?

    - En aquella punta llega hasta mi cintura y en la otra punta debe tener unos dos metros y medio. ¿Sabes nadar, verdad?

    - Sí. No tengo técnica, nunca tomé clases, pero me muevo bien – se giró hacia Draco, señalándolo. – Por eso ni siquiera pienses en hacer competencias.

    Draco rió.

    - Está bien, está bien. Sería injusto. Yo tuve cinco años de clases de natación.

    - ¿Lo ves?

    Draco se acercó, en la orilla de la piscina. Ya venía planeando su venganza desde el camino hasta la mansión. Había observado bien las ropas de Harry para no hacer una tontería. El moreno llevaba una playera blanca y pantalones verdes oscuros que tenían bolsos cosidos en la parte de enfrente, sólo como adorno, y bolsillos reales atrás y uno más en la pierna derecha, al lado de la rodilla. No había nada en los bolsillos de atrás, pues… bueno, pues sería notable ya que el pantalón no era tan suelto. Por lo tanto, el celular debía estar en el lateral. ¿Pero y si había algo más? ¿Cartera, documentos? No, no parecía haber nada más… Bueno, se arriesgaría.

    - ¿Y aquellos aparatos, qué son? – Harry señaló la pared de piedra del lateral derecho, que era perteneciente a la piscina.

    - Son de la cascada artificial – Harry parpadeó graciosamente admirado. – La voy a encender para ti. Ah, un momento.

    Draco se llevó la mano al bolsillo trasero de su propio pantalón y sacó su celular, frunciendo el ceño.

    - Qué extraño. Creí haber escuchado un bip, pero no tengo mensajes. ¿Habrá sido el tuyo?

    Harry también frunció el ceño y se agachó, sacando el celular de su bolsillo lateral.

    - Yo no escuché nada, déjame ver… - el moreno se enderezó, mirando el aparato. – No. Debiste haberlo imaginado.

    - ¿Puedo ver? – Draco dio un paso acercándose, apuntando el celular del otro, quien se lo entregó de buen agrado.

    Pero, tan pronto lo hizo, Draco tomó firmemente ambos celulares con una mano y abrazó los hombros de Harry con la otra. Con un empujón fuerte de su brazo y su propio cuerpo, Draco hizo que Harry perdiera el equilibrio.

    - Hey, hey, hey – Harry aún intentó agarrarse del rubio, pero era demasiado tarde.

    Draco se alejó y miró al otro caer en la piscina totalmente vestido, salpicando agua por todos lados y en su propia ropa. Entonces dejó salir una carcajada, observando a Harry emerger lentamente y sin lentes, agitando la cabeza para retirar el agua de sus ojos.

    - ¡Maldito-desgraciado-hijo-de-tu-madre! – gritó sin aliento. - ¡Tú… tú…! ¡Mi ropa! ¿Por qué hiciste eso?

    Draco infló el pecho, intentando parecer arrogante, a pesar de su sonrisa.

    - Bueno, te dije que me las pagarías, ¿cierto? Allá en el parque.

    - ¡Hijo de tu madre! – Harry golpeó el agua y Draco se alejó para no mojar su ropa. - ¡Fue sólo un susto, carmaba! Mierda, perdí mis lentes.

    - Mo te preocupes, yo te presto ropa. Y tienes una playera aquí, ¿sabes?

    - ¿Y mis tenis? ¡Están hechos sopa! – Harry aún parecía medio enojado.

    - ¡Te presto un par también! Calzas un número menos que yo, pero tengo algunos que me aprietan… Joder, no te preocupes, yo te ayudo – se alejó y dejó a Harry maldiciendo mientras buscaba sus lentes. – Voy a buscar un bañador para ti. Winky debe haberlos dejado por aquí.

    Puso ambos celulares en una mesita y encontró dos bañadores en el respaldo de un camastro. Los analizó.

    - Mierda. Odio este – observó uno rojo que era más un short que cualquier otra cosa, entonces sonrió imaginando a Harry en él. – Voy a encender la cascada para ti – dijo alto, sin girarse, alcanzando una llave eléctrica camuflajeada en medio de la pared próxima a la puerta, haciendo que un motor silencioso entrase en funcionamiento y el sonido suave el agua cayendo inundó el lugar. – Listo.

    Draco iba a girarse, pero fue sorprendido por algunos salpicones en su brazo antes de que fuera firmemente preso por dos brazos más.

    - ¡Hey! – Draco jaló aire con fuerza por el choque de un cuerpo helado en su espalda mientras Harry lo abrazaba, manteniendo sus brazos atrapados a los lados de su propio cuerpo, sin darle oportunidad de escape.

    - ¿Creíste que me iba a quedar de brazos cruzandos? – dijo Harry, cerca de su oído y comenzó a jalarlo hacia atrás.

    - ¡Harry! Harry, no te atrevas – Draco comenzó a debatirse, intentando soltarse, pero sus esfuerzos no eran suficientes. - ¡Harry, no lo hagas!

    - ¡Ah, sí lo hago! – Harry soltó una risita maligna.

    - ¡Estás perdiendo si lo haces, Harry! ¡Harry! ¡Aaaah!

    Draco apenas tuvo tiempo de jalar aire a sus pulmones cuando sintió el suelo desaparecer bajo sus pies, literalmente, cuando cayó hacia atrás en el agua, con Harry debajo. Tan pronto ambos se sumergieron, Harry lo soltó y los dos salieron a la superficie casi al mismo tiempo. Draco gritaba improperios mientras intentaba hundir a Harry y era hundido también. Siguieron peleando hasta que Draco se rindió, exhausto por tener que luchar bajo el agua con ropa y tenis. Arrastró su cuerpo hacia arriba y se sentó en el borde de la piscina, quitándose los tenis empapados.

    - ¿Te fijaste que no es divertido mojar a otros?

    - Cállata – Draco intentó patear a Harry con un pie y luego con otro, sin conseguirlo debido al peso de los mismos. – Sólo por eso te quedarás con el peor bañador.

    - ¿Qué tan malo puede ser? – Harry se agarró al borde y ganó una sonrisa traviesa del rubio.

    - Ya lo verás – Draco se levantó, sus ropas adheridas a su cuerpo tembloroso mientras caminaba hasta la mesa y traía las piezas de ropa. – Toma. Ve si te sirve.

    Draco le lanzó el rojo y se quedó el bañador negro, ya quitándose la playera.

    - ¿Qué.Es.Esto? – Harry miró el bañador con la boca abierta. – Caramba, Draco, ¿esto entró en ti algún día? Porque ciertamente no más. Y ni en mí.

    Draco se sacó la playera con dificultad, ya que el tejido se habíapegado completamente a su piel y la tiró al suelo.

    - Bueno, yo le dije a Winky que buscara dos bañadores viejos, pero ella exageró, realmente. Ese lo usaba cuando tenía trece años y era casi una bermuda en aquella época.

    - Sí, ¿entonces estamos deacuerdo en que debes buscar otro bañador no tan viejo para mí?

    - Incorrecto – Draco sonrió pícaro y caminó a la mitad de la piscina, en donde ya comenzaba a verse más honda. – Nadie te mandó a tirarme al agua – se encogió de hombros y saltó al agua, dejando su bañador en la orilla.

    El nivel del agua alcanzaba su abdomen en aquella parte de la piscina. Miró la cara enfurruñada de Harry, quien aún analizaba el bañador.

    - Ven acá, Harry. Es más fácil vestirte si tienes apoyo en los pies.

    Gruñendo, Harry fue hasta él. Draco se quitó toda la ropa del cuerpo y se puso su bañador antes de que Harry llegara. Puso la ropa mojada en el borde y apoyó los codos en él, girándose de frente para ver a Harry cambiarse.

    - ¿No te vas a quitar los lentes, Harry?

    - ¿Bromeas? No veo nada sin ellos – Harry se quitó los lentes sólo para librarse de la playera y volvió a mirarlo a los ojos. – Ya estoy acostumbrado a nadar con ellos.

    El moreno se quitó los pantalones y, cuando percibió que era atentamente observado, se giró de espaldas al rubio y se puso el bañador enseguida, sin quitarse sus bóxers azul oscuro.

    - Oh, esto es ridículo – miró hacia abajo. – Ni siquiera cubre todo mi trasero.

    - Exageras, Harry. Te queda a la mitad de los muslos – Harry encontraba todo tres veces más gracioso, después de la visión que tuvo del moreno de espaldas.

    - Cuando esté fuera del agua puede ser, pero ve. ¡El bañador flota! ¡Qué… qué cosa más… wow! – Harry había levantado los ojos por primera vez a la cortina de agua que escurría por la pared. – Joder…

    - Ven – Draco se sumergió, tomando impulso a la pared de la piscina y la atravesó hasta que la cascada lo cubrió.

    Harry lo siguió y ellos aprovecharon la sensación de agua cayendo directamente sobre sus cabezas, sobre sus espaldas como si los masajeara. El moreno olvidó su recelo contra el bañador y se entretuvieron atravesando la piscina de un lado a otro. Draco le dio algunos consejos de técnicas y modalidades de natación y hasta ayudó a Harry a dar brazadas de un extremo a otro de la piscina. Después pasaron a clavados. Harry sabía dar clavados correctamente hacia enfrente, pero tenía miedo de hacerlos hacia atrás, así que Draco lo ayudó a perder el miedo.

    Harry era bueno en los mortales, pero nada que se comparase a las habilidades entrenadas de Draco. Pero cierto moreno sólo en bañador preparándose para saltar siempre le quitaba parte de su concentración al hacer lo mismo. El rubio tenía ganas de lucirse, de probar cuán bueno era en ese deporte, pero no quería que Harry se sintiera menos.

    Después de mucho tiempo jugando, Draco sugirió jugar voleibol, así que extendieron una red propia –que ya tenía hasta dos pequeños pilares para ser colocada– y comenzarone el juego, cambiando de lado en cada set para que ninguno tuviera desventaja por la inclinación de la piscina. El juego corría bien y el sol ya estaba bajo en el horizonte, pero ni siquiera lo notaron. En cierto momento, los dos se acercaron a la red y tocaron el balón casi al mismo tiempo, haciendo que rebotara al lado de Draco con tal fuerza que salió del alcance de ambos.

    - ¡Es mía! – Harry levantó la mano, aproximándose al borde para recuperarlo, pero Draco protestó.

    - ¿Cómo que tuya? ¡Salió!

    - Pero fuiste tú quien la tocó al último – Harry se encogió de hombros, preparándose ya para sacar su cuerpo de la piscina, pero Draco pasó por debajo de la red y le tomó la muñeca.

    - ¡Claro que no! ¡Fuiste tú quien la tocó al último y la sacó!

    - Jaja… hazme reír… ¡hey!

    Harry se impulsó con los pies, levantando el cuerpo, pero antes de que pudiera pasar las rodillas al borde, fue agarrado de la cintura por Draco y jalado de vuelta.

    - Olvídalo, Harry, ese balón es mío, tú la tocaste al último.

    Harry intentó soltarse, pero Draco lo estrelló contra la orilla e inmovilizó sus brazos.

    - Suéltame, Draco. Mira, vamos a hacer lo siguiente, entonces. Me sueltas y los dos competimos justamente para ver quien llega al balón primero. Quien lo coja es el dueño de la ventaja, ¿está bien?

    - Está bien – Draco dudó antes de soltarlo y Harry se giró para mirarlo, aún muy cerca del otro.

    Entonces, de repente, el moreno sonrió malicioso y empujó con el pie a Draco, aprovechando para tomar impulso y poner una rodilla en el borde. No obstante, cuando iba a poner la otra, Draco lo agarró del tobillo y lo hizo regresar al agua.

    - Tú, tramposo, ¿creíste que me ibas a ganar así? – Draco se puso al frente, apoyándose en la borda y la iba a tomar impulso cuando Harry lo tomó del cuello aplicándole una llave y lo jaló hacia atrás. – Hey, hey, hey.

    - No, no. Necesitas más que eso para librarte de mí.

    - ¿Ah, sí? – Daco escurrió la cabeza por debajo del brazo del otro y lo forzó a girarse, intentando barrerlo con un pie, pero Harry lo agarró firmemente cuando se soltaba, trayéndolo junto a él debajo del agua.

    Ambos emergieron jalando aire con fuerza y apretándose nuevamente, uno intentando hundir al otro y o enlazando sus piernas para hacer al otro caer, hasta que Harry empujó a Draco contra la pared de la piscina, presionando su espalda en ella con todo su cuerpo. El mundo paró de girar, el suelo desapareció bajo sus pies, el estómago de Draco dio un pequeño salto y el tiempo se detuvo.

    Harry aseguraba los hombros de Draco y tenía sus propios brazos siendo firmemente agarrados de vuelta. Ambos se miraron muy de cerca, sus narices casi tocándose, los lentes de Harry medio torcidos en su rostro, los cabellos escurriendo, tórax subiendo y bajando fuera de compás, corazones palpitantes. El agarre de las manos disminuían y los latidos se intensificaban mientras se miraban ojo a ojo por milésimas de segundo que parecieron eternas. No había nada más además de Harry. O por lo menos nada que importara más que el contacto de sus cuerpos, la respiración que tocaba su cara, el martilleo casi doloroso de su corazón. Si Harry no lo estuviera apretando contra el borde, el rubio ciertamente ya se hubiera caído.

    Draco podía enfocar una íris verde cada vez, perdiéndose en la intensidad de aquella mirada, en aquella boca entreabierta, buscando por cantidades mayores de aire, los labios oscurecidos por el agua helada. ¡Harry lo estaba torturando! El rubio ya no lograba contenerse. Estaba listo para cerrar los ojos y vencer la distancia cuando escucharon un sonido metálico y Harry dio un salto hacia atrás, abriendo totalmente los ojos.

    Draco cerró los ojos y se dejó resbalar, conforme sus piernas se doblaban, incapaces de sostener su propio peso.

    - Sr. Malfoy, dejaré el pastel sobre la mesa – dijo la voz de Winky y Draco se giró para ver a la mujer bajita depositando una bandeja en la mesa, al lado de los celulares.

    - Gracias, Winky – agradeció Draco, dándose la vuelta, sin mirar a Harry y respirando profunto antes de salir, sintiendo el cuerpo muy pesado. – Ven, Harry. Estoy muriendo de hambre.

    Escuchó la agitación del agua conforme Harry lo seguía. ¡Pudo haberlo besado! O mejor, Harry podría haberlo hecho, por impulso, después de todo el moreno no se había alejado tampoco. Si no lo encontrara tan absurdo, podría jurar que Harry estaba teniendo el mismo pensamiento, sólo que no sabía si había vacilado por duda, shock o miedo. Pero en fin, ¿no sería que Draco quería ver cosas donde no existía nada? ¡Estaban peleando! Oh, y cómo fue bueno haber tenido ese pretexto para tocar la piel incitante de Harry, mojada, escurriendo…

    - ¿Qué desea para cenar, señor? – preguntó Winky, educadamente, con su acento extraño.

    - Hum, ¿qué quieres, Harry? – Draco tomó un pedazo de pastel de chocolate cubierto y se sentó todo estirado en una silla.

    - ¿Para cenar? ¡No, cómo crees! ¡Yo ya me voy! – Harry también se sirvió pastel y se sentó al lado del rubio, apoyando los codos en las rodillas para que el agua que escurría cayera en el suelo.

    - Por supuesto que no. Aún tienes que tomar un largo baño, ver una película conmigo y después cenar. Sólo entonces veré si ya puedo dejarte ir.

    Harry pareció considerar aquellas palabras por algunos segundos, o tal vez estuviera contemplando el pastel.

    - No me gustan los macarrones – dijo, antes de morder de nuevo el pastel.

    Draco arqueó una ceja.

    - ¿Y eso qué significa?

    - Que acepto cualquier otra cosa – Harry se encogió de hombros, lamiendo el relleno del pastel que escurría por sus dedos.

    Draco rodó los ojos.

    - ¿Te gusta el pastel de carne? – Harry asintió. – Winky, Capriche, ¿sí? Como sólo tú sabes hacerlo.

    - Sí, señor – Winky hizo una reverencia exagerada, escondiendo el rubor satisfecho de su rostro. – Con permiso, señores.

    Ella se alejó.

    - ¡Tío, esto es genial! – exclamó Harry, sirviéndose otro pedazo de pastel completamente cubierto de chocolate.

    - Sí, sabía que te iba a gustar – Harry lo miró confuso, por eso Draco completó: - Me habías comentado en el chat, ¿recuerdas?

    - Ahm, sí, recuerdo… caray, hace tanto tiempo de eso… - Harry se quedó pensativo varios segundos, pero regresó su atención al pastel. – Entonces, ¿qué película vamos a ver?

    - No sé, tú eliges.

    - ¿No rentaste alguna? – Draco negó con un “hum-hum”. – Ah, entonces tengo algunas buenas ideas. ¡Quiero reír mucho hoy!

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    Hogwarts era una universidad de costumbres muy tradicionales, preciada por su fama, así que celaba mucho la imagen de respeto y carácter íntegro de sus funcionarios. Las fiestas de los profesores generalmente se daban en la casa de la profesora Minerva McGonagall, que era una hacienda en un barrio noble de la ciudad. Los invitados se limitaban a ser profesores y demás funcionarios de la universidad y sus familias o acompañantes, todos muy bien vestidos. La mayoría del cuerpo docente estaba compuesto por personas serias, generalmente de edad avanzada y eruditos, con vida estable, sus familias muy bien estructuradas y con gusto por las baladas antiguas.

    Los caballeros por lo general se quedaban en la mesa y nunca paraban de comer. La plática iniciaba seria y profesional, pero conforme las botellas de vino se iban vaciando, terminaban en risas y rostros colorados. Nunca pasaba a más. Las damas se quedaban en la sala, compartiendo chismes y moviendo los pies al ritmo calmado de las canciones. Los pocos jóvenes –usualmente hijos o nietos– se quedaban en el segundo piso, donde la música era más animada, así como la plática. Allí sólo era servida soda, a pesar de que una u otra botella de vino siempre desaparecía de la cocina de algún modo. Las parejas se quedaban en los barandales del segundo piso, o en los rincones oscuros de la casa.

    Remus y Sirius estaban vestidos formales –de pantalón, camisa y zapato social-, sentados en una banca cerca de la piscina, observando la quietud del agua y conversando, escondidos de la vista de otros, aún cuando se estaban comportando muy discretos, de momento. Sirius estaba esforzándose en parecer sociable, a pesar de que ninguna de sus sonrisas había alcanzado sus ojos. Ya habían cenado en la mesa, entre la notable profesora Sibil Trelawney y el ex profesor Gilderoy Lockhart. Remus había prestado educada atención a las locuras de la profesora –o por lo menos, fingía muy bien, ya que no paraba de preocuparse por la copa de vino de Sirius, que estaba escurriendo accidentalmente y gotas caían en el vestuario de Lockhart. O peor, por lo que decía la cara de pocos amigos que Sirius le hacía al profesor.

    Pero, alegremente, habían terminado la cena sin problemas y Remus propuso escapar de la mesa lo más rápido posible. Sirius se había comportado muy bien y ahora estaba callado mirando las estrellas mientras Remus observaba la luz azul centellante.

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    Mientras el CD continuaba tocando, platicaron sobre música, sobre timbres de voces, afinacióne y el asunto fue dando vueltas y vueltas, hasta que de alguna manera entraron a asuntos más personales. De repente, Harry se encontró siendo interrogado sobre su vida amorosa sin ni siquiera recordar el rumbo que la plática había tomado hasta entrar en aquel peligroso terreno.

    - ¿Entonces? – insistió Draco y Harry se hizo el desentendido para ganar tiempo.

    - ¿Hum?

    - ¿Cuándo diste tu primer beso?

    Uh, pregunta difícil. Su primer beso no fue la mejor de las experiencias. Harry hubiera preferido olvidar ese capítulo de su vida, pero ahora era obligado a recordarlo. Y con Draco Malfoy, de entre todas las personas. Todavía estaban escuchando a Coldplay, a pesar de que el CD había sido cambiado. Ahora estaban sentados en la cama, uno de espaldas al otro, cabeza con cabeza, apoyándose y siendo el apoyo del otro. Por lo menos no necesitaban mirarse, lo que era una ayuda. La vista de la noche afuera era mucho más fácil de mirar que el rostro inquisidor de Draco en aquel momento en particular.

    - Bueno… - Harry respiró profundo. – Fue a los quince años con…

    - ¿Qué? – Draco lo interrumpió, incrédulo. - ¡Estás bromeando! ¿Tu primer beso fue a los quince años?

    - Sí, ¿y qué? – se indignó Harry.

    - ¿Qué tipo de chico da su primer beso a los quince años?

    - Caray, ¡vas a decirme que cuando naciste la enfermera te encontró atractivo y te plantó un beso en la boca, precoz! – ironizó Harry, arrepintiéndose amargamente por haber respondido y agradeciendo sus posiciones, pues así Draco no vería cuánto se había ruborizado.

    - Por supuesto que no. Pero no besé por primera vez a los quince años.

    - ¿Cuántos años tenías, entonces?

    - Once, pero…

    - ¿Once? – se admiró Harry.

    - Sí, ¡pero no trates de cambiar de tema! ¿Quién fue la loca?

    - Cho Chang.

    - Ah, la noviecita de Diggory… - se burló Draco, desdeñoso.

    - ¡Cállate! – se irritó.

    - Está bien, está bien, ¡nadie dijo nada! ¡Supe sobre tu noviazgo con ella, pero nunca imaginé que había sido la primera! Pero por lo visto no duraron mucho, ¿cierto? Tan pronto como terminaron, comenzó a salir con Corner.

    - Pues sí… No nos llevábamos muy bien…

    Harry decidió ocultar el hecho de que sólo la había besado una vez. Y que fue algo terrible, por no decir traumante. La niña lo había besado llorando a causa de su ex novio, que había muerto el año anterior por un accidente en un festival del colegio.

    - Y entonces, ¿hubo alguien más antes de Weasley? – Draco continuó sin piedad su interrogatorio.

    - No.

    - ¿No? – Draco parecía intrigado.

    - No – reafirmó Harry.

    - ¿Ni Vane?

    - ¡No! – Harry hizo un gesto de disgusto. – Aquella chiquilla se me insinuaba, pero en ese tiempo me gustaba Ginny.

    - Pero podrías haberla besado – Harry se limitó a resoplar como respuesta y Draco continuó. - ¿Por qué no? ¿Tanto así te gustaba Weasley? ¿Todavía… todavía te gusta?

    Harry suspiró. Ah, si supiera…

    - No. Por algún tiempo creí que todavía lo hacía, pero me di cuenta de que no. Ginny es una chica increíble, fuerte, decidida. Merece a alguien quien la quiera por sobre todo. Yo no hice eso. Perdí mi oportunidad. Ahora sólo espero que Colin la haga feliz.

    - O sino Creevey no sabrá ni qué lo golpeó cuando una manada de pelirrojos lo deje inconsciente – se burló Draco. – No entiendo por qué terminaste con ella, Harry. Quiero decir, ella siempre tuvo un enamoramiento idiota por ti, es la menor de los Weasley y tú eres su hijo adoptivo, era casi como si estuvieran destinados el uno al otro, todo tan ridículamente perfecto.

    - Bueno… - Harry respiró profundo otra vez. – Comencé a salir con ella cuando estaba casi por cumplir diecisiete años. Infelizmente coincidió con el periodo en que Sirius hizo la última tentativa por conseguir mi custodia. Fue un periodo muy difícil de mi vida, aquella sería su última oportunidad, yo estaba ansioso, nervioso, angustiado, no tenía cabeza para nada más, no sé ni cómo pude pasar los exámenes del colegio. No creí justo molestar en la vida de Ginny – Harry calló por un momento, pensativo. – Y tal vez creí que nuestra relación era demasiado perfecta, como sugeriste. Ginny todavía intentó regresar conmigo cuando Sirius perdió la audiencia, pero yo no quise. Inventé millones de excusas. En fin, creo que no pasaron de eso: excusas.

    Harry nunca lo había pensado así, ¡pero ahora todo parecía tener sentido! No quería una relación perfecta, que todo apuntara a que dijeran en la calle: ellos tienen futuro, son perfectos el uno para el otro. Quería algo que pudiera desafiarlo, que fuese más intenso e inesperado.

    - Ah, entiendo – consideró Draco. – Si no querías algo perfecto, deberías haber tomado la oportunidad que aquella chica te dio cuando se lanzó a tus brazos en la cancha. ¿Mel, no?

    - ¿Por qué insistes en recordarme aquél incidente, Draco? – Harry golpeó la cama. – Ella no se lanzó a mis brazos, ¡ella me atacó! Olvídala, ¿sí?

    - Está bien, olvidando a Mel, entonces, ¿sólo besaste a Patil, después de Weasley?

    - Sí – aceptó Harry, pero entonces frunció las cejas. – Hey, ¿cómo es que sabes sobre Parvati? – Harry sintió a Draco inquietarse a su espalda. – De hecho, ¿cómo es que sabes tanto sobre mi vida amorosa? ¡Ni siquiera yo recordaba a Romilda Vane!

    - ¡Joder, Harry, la gente habla! Aún más si es sobre ti. Por menos culpa que tengas sobre eso, eres popular, Harry. Desde el colegio y ahora en la universidad.

    Harry no prestó atención a la provocación.

    - Tú también lo eres, Draco. El solo hecho de ser el heredero de la empresa de los Malfoy ya te hace serlo. Y ni por eso yo sé toda tu vida amorosa.

    - Tal vez porque yo soy discreto – Draco se encogió de hombros.

    - O tal vez porque ni tú mismo lo sabes – rebatió Harry. - ¿A cuántas chicas has besado?

    Draco se quedó en silencio un momento, entonces bufó, impaciente.

    - Bah, ¿a quién le importa? No las voy contando, no necesito de eso.

    - No recuerdas ni a la mitad de ellas – acusó Harry. - ¿Por lo menos recuerdas el nombre de la primera? ¿O eras demasiado joven?

    - Pansy.

    Eso hizo que Harry se callara, con el corazón apretado. Aparentemente esa chica parecía haber tenido real importancia en la vida del rubio.

    - A causa de los negocios comunes entre mi padre y los de ella, el Sr. Parkinson siempre la traía a casa – continuó Draco, ante el silencio del moreno. – Mi padre decía que debía buscar gustarle, porque Pansy siempre había sido muy mimada por su padre. Hicimos amistad, hicimos muchas cosas juntos. Conversábamos sobre cosas idiotas, jugábamos… me sentía a gusto con ella y ella conmigo. Comencé a notar un cierto interés de ella por mí, vivía diciendo que era atractivo y no le gustaba que hablase con otras chicas. Bueno, yo también tenía curiosidad y me aproveché de eso para experimenar – Draco soltó una risita por la nariz. – Fue un completo desastre. Ninguno de los dos sabía qué hacer, era deprimente. Entonces comencé a ser más observador. Intentaba aprender cuando veía a las parejas besándose, ¡y nuestra segunda tentativa fue mejor!

    Harry lo acompañó en la risa, pero en su caso era un tanto melancólica. Draco estaba siendo sincero, pero llegaba a ser triste la manera en cómo era frío y burlón al hablar de una persona con quien compartió sus primeras experiencias.

    - ¿Y se quedaron en esa “amistad” todo el tiempo? – Harry intentó sonar casual.

    - Bueno, yo me fui cansando – desdeñó Draco. – Pansy comenzó a creer que éramos novios y que podía meterse en mi vida, cuando en realidad nunca pasamos de ser amigos. Yo no quería más de ella.

    - ¿Pero no has llegado a sentir algo diferente a eso? – Harry dejó que las palabras escaparan de su boca, así que tuvo que terminar. – Quiero deci, ¿te ha gustado alguien de verdad?

    El corazón de Harry se aceleró en su pecho conforme ansiaba y temía por la respuesta, al mismo tiempo. En el cielo nocturno, las estrellas brillaban, amarillas… Draco pareció dudar en responder, lo que sólo hacía que su aprensión creciera. Pero dos golpes en la puerta hicieron que todo se rompiera.

    - ¿Qué querrá Winky esta vez? – Draco se levantó, haciendo que Harry cayese hacia atrás, sin apoyo.

    Harry permaneció acostado y suspiró. Mierda, había perdido la oportunidad más de una vez. Y, a juzgar por el alivio que Draco pareció demostrar por los golpes en la puerta, Harry no podría retomar el asunto fácilmente esa noche.

    - ¿Madre? – Harry escuchó la voz de Draco y saltó para ponerse de pie, derrumbando la carpeta de canciones en el suelo y esparciendo las hojas de papel. Sin tiempo para arreglar el desastre, Harry corrió hasta el baño y se encerró con el corazón casi saltando de su pecho.

    ¡Narcisa Malfoyo estaba en casa! Así que si ella había regresado, probablemente…

    ¡Oh, cielos! Harry sintió su sangre helar mientras se llevaba la mano al bolsillo de la bermuda y sacaba su celular. ¡Nueve y media de la noche! ¡Caramba! ¡Sirius lo mataría! ¿Sería seguro llamarlo ahora? No, mejor no se arriesgaba.

    Harry puso la oreja en la puerta, pero era imposible escuchar algo. Demasiado curioso para su propio bien, abrió lentamente una rendija de la puerta y pudo escuchar la voz de Narcisa.

    -------------

    Tan pronto abrió la puerta, la expresión de Draco mudó al shock.

    - ¿Madre? – chilló cuidando disminuir el espacio abierto de la puerta, de modo que su cuerpo tapase totalmente la visión al interior de la habitación.

    Narcisa Malfoy estaba de pie sonriente frente a la puerta.

    - ¡Buenas noches, hijo! ¿No me invitarás a pas…? – Narcisa se interrumpió al escuchar movimiento desesperado en la habitación de su hijo, pasos apresurados y una puerta azotándose.

    Sus cejas se arquearon y ella lo miró, desconfiada, la expresión desconfiada seguía en el rostro de su hijo, quién aún mantenía la puerta entreabierta. Draco forzó una sonrisa, nervioso.

    - ¡Madre! ¡Qué sorpresa! ¿Padre también ha llegado? – preguntó, intentando no parecer tan perturbado como estaba ante la posibilidad.

    - Sí, hijo mío, ¿cómo estás? – Narcisa se adelantó y le dio un beso en la frente.

    - Bien… pero, madre, ¿qué no iban a volver hasta el fin de semana? – Draco agarró el pomo de la puerta casi dolorosamente.

    - Pues sí, yo también lo creía. Pero tu padre dijo que sucedieron algunos imprevistos por aquí y que necesitaba volver antes de lo esperado. ¿Hubo algún problema en la empresa? Tu padre parecía preocupado. Programó una reunión importante para el lunes…

    Los orificios nasales de Draco se dilataron y él soltó aire entre dientes.

    - No. Todo está perfectamente, hasta donde yo sé.

    - Qué extraño… - se quedó pensativa por un momento, cambiando la pierna de apoyo. - ¿Hay alguien ahí, Draco?

    - ¡No! – Narcisa entrecerró los ojos y él continuó, intentando parecer tranquilo. – En realidad, sí. Y no creo que sea bueno que entres, ¿sabes?

    - Ah, entiendo – Narcisa trató de espiar por encima del hombro de su hijo discretamente, pero Draco era más alto que ella. - ¿Es Pansy?

    Draco pensó un poco.

    - No.

    - Oh, querido, realmente no apruebo lo que haces con la pobre Pansy…

    - Madre, Pansy tiene novio – Draco rodó los ojos, y continuó, ante la expresión confundida de su madre. – Su novio es un chico de Contaduría.

    - ¿Entonces quién es?

    - Un-a amiga – Draco casi lo dejó escapar. – No la conoces.

    - Draco, ¿no estarás trayendo desconocidos a la casa, o sí? Sabes que tu padre…

    - No, madre – Draco interrumpió, revirando los ojos. – Es una amiga, ya te dije. ¿Le vas a… no le vas a contar a mi padre, verdad?

    - Bueno… - suspiró cuando Draco inclinó la cabeza un poquito para un lado, de manera lastímera. – Oh, está bien. Pero me gustaría conocerla, ¿puedo?

    - Ahm, no es una buena hora, madre – Draco entrecerró aún más la puerta. – El cuarto es un desastre… ella es tímida…

    - Oh, está bien… pero… ¿es bonita, Draco? ¿Te gusta?

    Draco tragó en seco.

    - Sí, madre, es muy linda, estoy enamorado, es la chica de mis sueños, ahora, por favor, no lo arruines todo, madre…

    Draco estaba tan asombrado como Narcisa cuando las palabras salieron de su boca. Su intención era parecer sarcástico, pero no fue eso lo que pareció. Había sonado demasiado sincero, hasta para sí mismo.

    - Oh, sí… entiendo… está bien… pero me la presentarás en alguna otra ocasión…

    - Claro, madre. Buenas noches.

    Narcisa sonrió y le dio otro beso en la frente a su hijo.

    - Voy a mantener a tu padre lejos de la habitación por hoy, hijo. Buenas noches.

    Draco la miró alejarse y cerró la puerta con llave, recargando la cabeza contra la madera y suspirando aliviado.

    - ¡Caramba, por poco! – Harry salió del baño, y Draco se giró para mirarlo, aún recargado en la puerta. – Discúlpame, amigo, tiré tu carpeta, ve.

    Harry se sentó en el suelo y comenzó a juntar las hojas. Draco se acercó para ayudarlo, aún en silencio.

    - Necesito irme, Draco. Sirius va a deshollarme cuando llegue y va a colgar mi piel en un barandal… - terminaron de juntar las hojas y las pusieron en la carpeta. - ¡Bueno, por lo menos soy linda! – se burló Harry, aún sentado en el suelo, frente a él.

    Draco le regaló una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos.

    - ¿Qué sucede, Draco? – Harry posó una mano en su rodilla y Draco se pasó la mano entre los cabellos, suspirando.

    - Mi padre no pretendía pasar todo este tiempo fuera – comenzó, disfrazando su tristeza con desprecio. – Quería que todo el mundo creyera eso. Lucius esperaba que alguien le llamara de la empresa pidiendo que volviera urgentemente porque nada funciona sin él, y como eso no sucedió, fingió que había surgido un problema y que su regreso era necesario. Estoy cuidando todo, Harry. No hay ningún problema, la única cosa que no puedo hacer por él es firmar. Del resto me encargo muy bien, pero él no acepta eso – Draco golpeó el suelo y se levantó, andando de un lado a otro.

    - ¿Estás seguro que no se enteró sobre mí? ¿De que he entrado a su empresa? – Harry pareció aprensivo.

    - No. Nadie sabe sobre ti aún, Harry. Sólo Gudgeon y Natalie. Ninguno de ellos le dirá a mi padre. Gudgeon ni siquiera se hace idea de la pelea que estoy comprando con mi padre.

    Harry también se levantó y fue hasta él, colocando una mano en su hombro, para que se detuviera.

    - Algún día te va a reconocer, Draco. Tal vez es el único que no lo hace dentro de la empresa. Me di cuenta del respeto que las personas te tienen, no solo Natalie. Lo que importa es que estás dando lo mejor de ti.

    Draco sonrió, agradecido. Iba a transformar su agradecimiento en palabras, pero lo que salió de su boca fue algo completamente diferente.

    - Quédate aquí, Harry.

    - ¿Cómo? – el moreno frunció la frente en confusión.

    - Pasa la noche aquí en mi casa – Draco decidió expresarse mejor. – Mañana temprano te vas.

    - ¡No puedo! Yo… - Harry desordenó sus propios cabellos. – Sirius va… ¡necesito irme, Draco!

    - Harry, piensa conmigo. Mis padres están de regreso. Es de noche, la seguridad ya debe estar haciendo la ronda, la vigilancia en los portones está redoblada, aún tienes que tomar tu bicicleta del garaje… no tienes cómo salir de mi habitación hoy.

    - Pero… pero… ¿dónde voy a dormir? – Harry abrió mucho los ojos.

    Draco señaló su propia cama, donde cabían, por lo menos, tres personas holgadamente.

    - ¿Acaso crees que no cabemos los dos ahí?

    Harry tragó audiblemente y sacó el celular del bolsillo de su bermuda, comenzando a marcar.

    - Sirius me va a matar, amigo… Mierda, está ocupado.

    - Black debería agradecerte por la oportunidad que le das de quedarse solo con Lupin – argumentó Draco, divertido con la expresión asustada de Harry. – Bueno, por lo que vi ayer, me parece que necesitan de un tiempo solos, ¿no crees? ¿Qué nunca sales de casa para dejarlos más… a gusto?

    - Humm… en realidad no… erm… no.

    Draco rió.

    - ¡Oh, Harry, eres cruel! Deberías darle más oportunidades para que estén solos…

    Harry regresó su atención al celular, marcando de nuevo. Draco podía jurar que se había ruborizado bastante.

    -----------------

    Remus se sentó en el sofá, desabotonándose las mangas y dos botones de la camisa mientras Sirius terminaba su búsqueda por cada habitación de la casa, gruñendo y llamando a Harry. Snuffles estaba dormido en el tapete de la sala. Remus tomó el alcohol que había dejado en el armario de la cocina y un paño húmedo y se recostó en el sofá hasta que Sirius apareció por el corredor, bufando y con un ojo morado con sangre seca a un lado.

    - Calma, Sirius.

    Sirius se molestó en respuesta, tomando el teléfono inalámbrico y marcando el número de memoria, andando de un lado a otro.

    - Ah, ese mocoso… ¡ya verá cuando llegue a casa! Ah, si ese celular está descolgado, o si se le acaba la batería… ocupado, mierda…

    - Espera, cálmate – dijo Remus, tranquilo. – Ven, siéntate, tengo que limpiarte esa herida.

    Sirius continuó maldiciendo, andando de un lado a otro sin escuchar lo que le decía. Entonces el teléfono sonó y Sirius contestó.

    - ¿Qué hora es, Harry? – gruñó Sirius.

    - Humm… ya pasan de las nueve, Padfoot.

    - ¿Y por qué no te encontré escondido en el armario?*

    - Padfoot, estoy en casa de Draco, voy a pasar la noche aquí…

    - ¿QUÉ?

    Snuffles dio un salto, asustado con el chillido, y Remus cerró un ojo con el eco que se formó en su cabeza.

    - Harry, ¿estás bromeando, verdad? ¿Estás en casa de Lucius Malfoy? ¿Vas a dormir con su hijo?

    - ¡No! No, Sirius – acudió Harry, del otro lado de la línea, desesperado por explicarse. – Lucius no estaba aquí cuando llegué y… sólo voy a pasar la noche aquí, por el amor de Dios, ¿por qué el escándalo?

    - ¡Harry, regresa a casa ya! ¿Te han encerrado ahí? ¿Es eso, no puedes salir? ¿Malfoy te ha hecho algo?

    - Sirius, quiero hablar con Moony.

    - ¡Al carajo que quieras hablar con Moony! ¡Explica esa historia, mocoso!

    - ¡Es lo que intento hacer! – gritó Harry.

    - Harry, escucha…

    Remus suspiró y se levantó, tomando el aparato de las manos de su novio.

    - ¡Hola, Harry!

    Sirius se dejó caer en el sillón, enterrando el rostro entre sus manos. Snuffles bostezó sonoramente y volvió a enroscarse en sí mismo, durmiéndose.

    - Oh, Moony – Harry suspiró aliviado. – Moony, por favor, tranquilízalo… Sólo voy a pasar la noche aquí, surgieron algunos imprevistos… Lucius llegó antes de lo esperado y no puedo salir ahora. ¿Se lo puedes explicar?

    - Está bien, Harry, yo le explico. Sólo está nervioso porque no te encontró cuando llegamos, ya sabes cómo es, mamá gallina…

    - Lo sé, fue un despiste mío. Acabé olvidando la hora… ¿ya está más tranquilo? ¿Puedo hablar con él?

    - Sí, un momento – Remus extendió el teléfono a su novio. – Quiere hablar contigo, ¿estás en condiciones de hablar?

    Sirius respiró profundo, acomodándose el cabello tras las orejas y aceptando el teléfono.

    - Hey – dijo, irritado.

    - Padfoot, discúlpame. Olvidé la hora, debí haberte avisado, discúlpame – Sirius apenas gruñó en respuesta. – Está todo bien, ¿lo ves? Nadie me está torturando ni obligándome a quedar y… bueno, después te lo explico todo, ¿sí?

    - ¡Ah, pero me lo explicarás todo! – enfatizó Sirius.

    - Sí, mañana en la mañana estaré de vuelta. Ahora… la casa es toda suya esta noche, eh, ¡pero pórtense bien, pillines!

    Sirius solto una risita por la nariz.

    - Buenas noches, Padfoot.

    - Buenas noches, Harry… ah, ¡y pórtate bien, eh!

    Harry rió y Sirius colgó, suspirando. Remus palmeó el asiento a su lado en el sofá y Sirius fue hasta ahí, dejándose consentir por Remus.

    - Nuestro niño está creciendo, Moony – dramatizó Sirius, arrancándole una carcajada a su novio.

    - Harry dejó de ser un niño hace tiempo, Padfoot – Remus giró la cabeza de Sirius delicadamente para poder limpiar la sangre seca.

    - Claro que no, lo único que cambió fue el tamaño. Es un niño que creció demasiado.

    - Podría decir lo mismo de ti – Remus tomó el alcohol y lo pasó en la herida, haciendo a Sirius chillar.

    - ¡Uh, eso arde, Moony!

    - La próxima vez no recibas los golpes. Sólo dalos.

    Ambos se rieron y Sirius capturó los labios de Remus, en un beso más urgente, jalando a su encuentro, deslizando las manos por la espalda del otro. Remus aún tenía el alcohol firmemente sujeto en una mano. Recargaron sus frentes, ambos de ojos cerrados, aún abrazándose.

    - No puedo dejar que aquél murciélago te insulte de esa forma sin hacer nada, Moony.

    - Bueno, esta vez no te echaré la culpa – Remus pasó los dedos entre los cabellos del otro con la mano libre. – Sólo lamento que no le hayas quebrado su inmensa nariz.

    Sirius sonrió y trazó un camino de besos hasta la oreja de su novio, susurrando roncamente.

    - ¿Moony?

    - ¿Hum? – Remus susurró en medio de los escalofríos que aquello le causaba.

    - Estamos solitos… - Sirius mordió el lóbulo de su oreja y Remus abrió los ojos.

    - Oh, es tarde, necesito irme – Remus intentó alejarse, pero Sirius lo estrechó más entre sus brazos y lo miró a los ojos, haciendo bizcos.

    - ¿Te quedas conmigo, Moony? ¿Te quedas?

    Remus se alarmó cuando sintió su respiración alterada. No, no podía tener una crisis ahora. Cerró los ojos y respiró profundo, evitando mirar el puchero del otro.

    - Por favor – susurró Sirius, besándole los labios suavemente.

    - Sirius, yo…

    Sirius levantó la cara y lo miró profundamente, tomando ambos lados de su rostro para que no desviara la mirada.

    - ¿Te molesta todo aquello que dijo Snape? ¿Es eso?

    - No, no me importa lo que diga.

    - Entonces, ¿es a mí a quien temes, Moony? – Remus negó. – Entonces confía en mí, ¿sí?

    Remus asintió lentamente en acuerdo y Sirius sonrió, acariciando su rostro. Besó sus labios tiernamente e hizo que Remus se recostara en el respaldo del sofá, inclinándose sobre él. Distribuyó besos en su mandíbula, su cuello, mientras que con las manos exploraba lentamente toda la extensión de sus brazos, hombros, hasta encontrar los botones de la camisa de Remus. Este suspiró más profundamente, su nariz siendo invadida por el perfume suave de lavanda de su novio, dejándolo entorpecido por el aroma. Remus cerró los ojos y se entregó a las intensas sensaciones que aquellos besos le causaban. El pequeño frasco de alcohol escurrió entre sus dedos, cayendo sordamente en el sofá.

    Sirius abrió lentamente todos los botones de su camisa mientras besaba cada pedacito de piel descubierta, sin prisa alguna por terminar. Tan pronto acabó, Sirius volvió a besar sus labios, empujándolo suavemente para que descansara de espaldas en el sofá, de modo que pudo remover toda la camisa. Tiró la pieza de ropa en el suelo y exploró su pecho con las manos, tocándolo ligeramente, besando el cuello de nuevo. La respiración contra la piel sensible de Remus, además del rastro de fuego que aquellos dedos dejaban en su pecho y espalda, lo hacían apretar los dedos en la espalda del otro, por encima de su camisa.

    Ese detalle pareció dejar a Sirius incómodo, ya que trató de comenzar a remover su propia camisa, siendo ayudado por Remus. Sirius sonrió y acarició el rostro de su novio, mientras este se concentraba en su tarea y también lanzaba la camisa al suelo, sin cuidado.

    - Te amo, Moony – Sirius susurró junto a sus labios mientras lo abrazaba, haciendo que sus pieles se tocaran directamente, calientes y sensibles.

    - También te amo, Padfoot – susurró Remus de vuelta, de ojos cerrados, por eso no vio la sonrisa emocionada que Sirius le dio antes de tomar su boca en otro beso que casi los dejó trémulos.

    - Ven – Sirius se levantó, tomándolo de las manos y jalándolo también.

    Remus se dejó jalar por el pasillo, sintiéndose nervioso. Pero era sólo ansiedad, ya que había mandado al espacio sus preocupaciones idiotas, ante el cariño que Sirius le demostraba. Sirius apagó la luz al pasar. Debajo de una de las camisas tiradas en el suelo, Snuffles roncaba sobre el tapete de la oscura sala.

    ---------------

    Draco despertó en medio de la noche con algo molestándolo. De inmediato, se dio cuenta de que era el viento que entraba por la ventana, que había sido dejada abierta a pedido de Harry. Draco se frotó los ojos y se sentó en la caman, intentando despertar por completo. La habitación estaba parcamente iluminada por la claridad de la lámpara d ela calle, ya que las estrellas y la luna habían sido completamente cubiertas por nubes espesas. Un relámpago azul cruzó el cielo y el trueno lo siguió, Draco bajó la mirada hacia el chico recostado a su lado, en la otra orilla de la cama, casi cayéndose al suelo de tan aljeado que estaba. Harry aún conservaba la misma posición de cuando se había acostado, de frente a la ventana y de espaldas a él. Parecía temblar un poco por el viento helado, ya que no se había tapado con las sábanas y usaba solamente uno de los shorts de dormir de Draco.

    El rubio vio la pantalla de su celular. Las tres y media de la madrugada. Ambos habían ido a dormir temprano, exhaustos por las actividades del día, en la piscina, y Harry le había pedido dejar la ventana abierta, pues hacía mucho calor. Se habían acostado en lados opuestos de la cama y habían intercambiado algunas palabras antes de por fin rendirse al sueño.

    Draco se obligó a levantarse y se tambaleó hasta la ventana, cerrándola con cuidado para no hacer ruido. Otro relámpago cruzó el cielo, seguido por el sonido estruendoso que ahogó el click del candado. Draco cerró también las persianas inferiores y espió afuera por las superiores, mirando las gotas de lluvia comenzar a caer, reveladas por la luz del faro.

    El rubio volvió a la cama y se recostó, mirando el lugar en donde debería estar la espalda de Harry. Cuando sus ojos se acostumbraron a la mínima luminosidad, Draco pudo finalmente verlo. Ni siquiera se había movido y había dejado de temblar, pero el ambiente todavía estaba un poco frío, así que Draco decidió cubrirlo con las sábanas. Se aproximó y extendió la sábana suavemente sobre el chico, observando al tejido acariciar con suavidad la piel del moreno antes de cubrirlo completamente. Harry no se movió. Su tórax se expandía en un ritmo lento, constante y silencioso. Afuera, la lluvia se tornó más ruidosa.

    Incapaz de contenerse, Draco se deslizó más cerca, entrando bajo las sábanas también y aproximándose, hasta que su cuerpo encajó con la espalda de Harry. ¿Por qué debería contenerse? Estaba claro que no conseguiría sobrevivir a esa amistad cuando quería mucho más que sólo eso. Estaba a tiempo de hacer algo. Bueno, no en ese momento, obviamente. Pero al día siguiente, lo haría. Estaba cansado de torturarse deliberadamente. Si no se arriesgaba, nunca sabría lo que Harry quería o no.

    Draco lo envolvió con uno de sus brazos y apoyó la cabeza lentamente en la almohada, con la nariz enterrada entre los suaves cabellos negros. El corazón de Draco estaba desenfrenado y agradeció a la lluvia por ahogar los audibles latidos.

    Draco aspiró el aroma que se desprendía de los sedosos hilos y reconoció el olor de su shampoo. En seguida, inclinó la cabeza a modo que su nariz casi tocara la piel desnuda del hombro del otro chico. Reconoció el aroma del jabón que Harry había usado. Era increíble cómo los perfumes más suaves parecían pegarse a aquella piel. Sus dedos buscaron la mano de Harry hasta encontrarla y colocó sus dedos sobre los de él, acariciándolo. Sin que se diera cuenta, Draco ya había posado los labios en la piel del hombro del moreno, dándole un beso casi tan suave como el toque de la sábana sobre la piel de ambos.

    Volvió a recargar la cabeza en la almohada y redujo cualquier mínimo espacio que los separara, apretándolo contra sí. Si estuviese despierto, Harry seguramente sentiría los latidos contra su espalda. Harry suspiró en medio de su sueño y Draco hizo lo mismo, con una sonrisa entrometida en sus labios.

    Se durmió, envuelto por la tranquila respiración de Harry y por el sonido de la lluvia.

    ---------------

    Las fosas nasales de Remus fueron invadidas por el fuerte olor del café, pero todavía no quería prestarle atención, porque si lo hacía, despertaría. No quería despertar. Se removió, recostándose sobre su estómago, enterrando el rostro en el espacio vacío entre la almohada y el colchó. Entonces el aroma a café fue substituido por el aroma de lavanda, aquél perfume que estaba impregnado en las sábanas y en toda la ropa de cama.

    La fragancia le traía algún recuerdo. Algo que había dejado su corazón ligero y lo hacía querer sonreír, ¿pero qué era? En fin, no quería recordar ahora. Porque recordar significaba despertar y no quería despertar ahora.

    Por cierto, aquél colchón no era suyo. Era más firme al que él estaba acostumbrado. ¿Pero a quién le importaba? Y las sábanas eran más sedosas y casi heladas en contacto directo con su piel. Pero estaba perfecto de esa manera. Siempre y cuando pudiera seguir durmiendo…

    Suspiró y volvió a sumergirse en un sueño tranquilo, sin notar que era atentamente observado.

    Sirius estaba sentado en la orilla de la cama, usando solamente sus shorts gastados de dormir, los cabellos desordenados pidiendo ser peinados. Llevó la taza de café lentamente hacia su boca, bebiendo un trago y volviendo a bajarla, todo sin dejar de mirar al hombre dormido en su cama, con el rostro hundido entre las almohadas, los cabellos castallos desparramados por el colchón y las sábanas hechas bola, dejando uno de sus pies descubierto, así como los hombros. Sirius temía incluso poner todo su peso en el colchón, todo para no despertarlo.

    Remus tenía el sueño muy ligero, conforme Sirius había aprendido durante el tiempo en que compartieron el dormitorio en el colegio, y acostumbraba ser el primero en despertar. Eso hizo que una sonrisa tornase su atractivo semblante aún más agradable y sus facciones no tenían ningún trazo de arrogancia, por el momento. Remus estaba perezoso esta mañana, ¡qué interesante!

    Convenciéndose de que lo despertaría si continuaba mirándolo, Sirius dejó la habitación y fue a asistir dibujos animados en la sala, con Snuffles. El volumen bajo.

    -----------------

    Harry despertó con una extraña sensación. Había un peso en su brazo, su espalda estaba caliente y… ¿por qué su oreja se enfriaba y se calentaba alternadamente? Demoró algo de tiempo para notar que estaba siendo abrazado. Harry abrió los ojos, totalmente despierto. Su visión desenfocada por la ausencia de los lentes registró la habitación media oscurecida a causa de las persianas casi totalmente cerradas. Ya era de día, pero… aquella no era su habitación.

    El corazón de Harry martilleó en su pecho con fuerza cuando recordón dónde estaba, por qué y lo más importante… con quién. Quien lo estaba abrazando sólo podría ser… no, no podría…

    ¡Pero era! ¡Era Draco! ¿Quién más? Harry se dio cuenta de que la sensación extraña en su oreja era la respiración del rubio. Tenía miedo de mover siquiera un músclo para no despertarlo, lo que incluía el subir y bajar de su caja torácica, así que debía, en primer lugar, normalizar su respiración. Pero eso era casi imposible cuando la mano de Draco tocaba ligeramente su estómago y las piernas del rubio estaban enredadas con las suyas.

    Aquella situación era perfectamente normal, Harry intentaba convencerse a sí mismo. Por lo menos debía serlo para Draco. Harry no estaba acostumbrado a despertar abrazando o siendo abrazado por alguien, pero por lo que podía juzgar del comportamiento del rubio, eso podía ser totalmente normal para él. Al fin y al cabo, estaba en su casa, en su cama y... ¿por qué diablos había aceptado dormir ahí? Oh, sí, por Lucius. No tuvo alternativas al respecto. ¿Pero por qué había acordado en dormir sólo en pantalones cortos? Oh, para eso no había justificación. No intentaba impresionar a cierto rubio, ¿cierto?

    Pero eso no venía al caso en ese momento. Harry debía estar siendo confundido con alguna chica, maravilloso… probablemente Draco tendría un susto cuando despertase con él en sus brazos.

    Los pensamientos del moreno continuaron en esa línea por algún tiempo, sin intentar deshacerse del abrazo. Mucho por el contrario, no se movía para no ser privado de aquél reconfortante calor. La mañana estaba fresca y húmeda, por lo tanto aquél contacto era bienvenido. Debía haber llovido en la noche, lo que justificada la ventana cerrada. ¿Qué hora era? Harry debía despertar a Draco para salir cuanto antes de esa casa. Cuanto más tarde se quedara, más difícil sería. Pero… oh, estaba tan cómodo así… Harry suspiró.

    Draco sopló aire con más fuerza, haciendo que algunos de sus cabellos volaran, y lo apretó más entre sus brazos, conforme encogía una de sus piernas, enterrándola aún más entre las piernas del moreno. Harry se petrificó y aguantó la respiración mientras aguardaba a que Draco volviera a quedarse inmóvil. Pero eso no sucedió.

    El rubio hundió más la cabeza en la almohada y su respiración tocó el cuello de Harry, haciéndolo estremecerse. Draco gruñó algo y levantó la cabeza de la almohada, repetidamente. Harry cerró los ojos instintivamente y casi pudo sentir la mirada de Draco sobre sí por algunos eternos segundos. Se dio cuenta de que no sostendría la farsa por mucho tiempo, ya que sus párpados estaban temblando, así que decidió despertar sereno, desperezándose.

    Draco desenroscó las piernas de las suyas y se apoyó en uno de sus codos, alejándose lo suficiente para que Harry pudiera girarse. Y fue lo que hizo, entrecerrando los ojos, para no dar la impresión de que llevaba algún tiempo despierto. Draco también tenía los ojos entrecerrados y el cabello un poco desordenado.

    - Buenos días – dijo el rubio, con voz ronca, rascándose la cabeza. Bostezó.

    - Buenos días – respondió Harry, en medio de un bostezo también, contagiado.

    Draco sonrió y se frotó los ojos con la mano libre. Entonces se dejó caer en su lado, de espaldas, refunfuñando. Harry nunca imaginó que el rubio fuera capaz de decir “Buenos días” tan pronto despertara. ¿Y el malhumor matutino? La segunda cosa que Harry pensó fue que Draco no parecía ni un poco avergonzado con el hecho de haber despertado abrazándolo. Bueno, tal vez fuera el sueño.

    - Ay, ay – Draco suspiró, acariciando su propio estómago. - ¿Dormiste bien, Harry?

    - Um-hum – gruñó, sopesando la posibilidad de que Draco tuviera un gemelo que acostumbraba ser educado al despertar y que, de alguna forma, había cambiado de lugar con el verdadero Draco durante la noche.

    - ¿Tienes hambre?

    - Erm… - de repente, Harry se dio cuenta de que estaba hambriento. – Sí.

    - No acostumbro desayunar, pero voy a pedirle algo a Winky. ¿Qué hora es? – y sin esperar respuesta, Draco rodó a un lado y gateó hasta el borde de la cama, tomando su celular. – Ah, es temprano aún, ¿dormimos otro poco?

    Harry cogió sus lentes y su celular, que había dejado en el suelo, y vio la hora. Sus ojos se abrieron. Mucho.

    - ¡Caramba! – el moreno se sentó en la cama de inmediato. – ¡Son casi las diez! ¿Cómo fue que dormí todo eso? Owm…

    Harry gimió y volvió a dejarse caer en la cama, cerrando los ojos, inconforme.

    - Ih, no te preocupes, Harry – lo tranquilizó Draco. – Black va a estar de muy buen humor hoy, escribe lo que digo.

    - No apostaría tanto.

    - Además, mi padre sale temprano de casa los domingos. Juega golf con unos viejos aburridos llenos de dinero. Mi madre debe haber salido también. Voy a bajar para traerte algo de comer.

    Harry, aún de ojos cerrados, escuchó los pasos de Draco hasta el baño y el sonido del agua corriendo mientras hacía sus necesidades. Mordió su labio inferior. Harry no estaba acostumbrado a despertar tan tarde. Mucho menos cuando iba a dormir razonablemente temprano, como hizo la noche anterior. Y algo le decía que eso no había sucedido sólo por el cansancio que tenía. Harry sonrió al recordar la sensación de despertar siendo abrazado de aquella manera y sólo pensó en repetir la experiencia algún día… pero no podría ser con cualquiera…

    De repente, Harry dio un salto en la cama y abrió los ojos enormemente al sentir algo helado y húmedo en sus pies.

    - ¡Despierta, Harry! – Draco le sonrió arqueando una ceja merodeadoramente antes de pasar las manos mojadas por sus pies, de nuevo.

    - ¡Ah, detente! – Harry encogió los pies, pero eso hizo que la expresión de Draco fuera aún más determinada.

    - ¿Por qué? – Draco se arrodilló sobre la cama y Harry intentó poner sus pies fuera de su alcance, pero fue demasiado tarde.

    Draco agarró una de sus piernas y comenzó a hacerle cosquillas en un pie. Completamente incapacitado, Harry explotó en risas, contorsionándose, jalando, girando el pie para intentar huír, intentando alejarlo con el otro pie y quedando sin aliento, cada vez más. Cuando Harry sentía las esquinas de sus ojos húmedas y se volvió aún más difícil respirar, Draco por fin lo soltó, mirándolo como un felino mientras se recuperaba, jadeando.

    - Te dije que encontraría tu punto débil, ¿no es cierto? – Draco le dio una sonrisa muy pagado de sí mismo. – Tuve una corazonada y acerté.

    - Eres… eres cruel… Draco… - el moreno susurró, conforme respiraba.

    - Aprendí de ti. Voy a bajar, ¿de acuerdo? Te traeré algo. Voy a trancar la puerta para no correr el riesgo de que alguien entre sin tocar, ¿bien?

    - Está bien.

    Harry lo miró dejar la habitación y se obligó a lavarse el rostro. ¡Qué forma tan inusual de iniciar el día! No que se estuviera quejando…

    -----------------

    Draco pasó a la cocina y le pidió a Winky que le preparara algo a Harry, y aprovechó para preguntar si su madre había preguntado algo. Ya le había dejado bien claro a su nana y al portero que nadie debía saber sobre Harry, y Winky le aseguró que no le había dicho nada a Narcisa. Su madre estaba en casa, en su habitación, por lo que parecía. Entonces bastaba con que fuera cuidadoso.

    Después, fue hasta el garaje y tomó la bicicleta de Harry, pidiéndole al portero que la llevase hasta el portón trasero y que dejara el candado abierto. En seguida volvió a la cocina, tomando el desayuno de Harry y las ropas que el moreno había llevado el día anterior, debidamente lavadas y secas, así como los tenis. Le llevó todo a Harry, quien se vistió y comió tostadas con mermelada y jugo de acerola[2]. Draco tenía ganas de sólo verlo a comer, pero agradeció a Winky haber preparado gran cantidad, pues así pudo compartir la comida con el moreno.

    Tan pronto estaban listos, Draco salió al frente, dando un vistazo por los corredores, y llamó a Harry. Caminaron en silencio y con redoblada atención. Draco iba al frente en cada curva hasta que descendieron por una escalera de servicio y atravesaron un pasillo en sentido opuesto a la puerta de entrada. Cuando iban a salir al jardín, Draco se quedó estático, haciendo que Harry chocara contra él. Narcisa había bajado y estaba examinando las plantas del jardín. Esperaron pacientemente a que ella se alejara y atravesaron el jardín corriendo rumbo al portón trasero.

    Aquél portón era de servicio, más pequeño, blanco. Quedaba al lado opuesto de la entrada principal, saliendo a la calle trasera de la mansión. Los muros cubiertos hacían curvas, formando un pequeño corredor, de modo que el portón quedaba en las sombras, medio escondido de la vista de quien sea pasara por la calle. La bicicleta de Harry estaba recargada en la pared y el candado estaba abierto, todas las alarmas desconectadas.

    Ambos pasaron rápidamente hacia afuera y sólo pudieron descansar cuando Draco cerró el portón, recargándose en el muro al lado de Harry, respirando aliviados. Entonces Harry explotó en risas, divertido –ahora que le peligro ya había pasado. Draco le tapó la boca con una mano, temiendo que alguien pudiera escucharlos, pero Narcisa estaba lejos y él tampoco aguantaba las ganas de querer reír.

    Aquello podría ser idiota, reír sin motivo aparente, pero era imposible resistirse cuando Harry reía con tanto esmero. Parado ahí, fuera de su casa, riendo junto con Harry, Draco recordó el propósito que se había hecho a sí mismo la noche del viernes, de que tomaría providencias, de que no esperaría más por la oportunidad. Pero se dio cuenta de que varias oportunidades ya se le habían pasado y que no había abierto su corazón a Harry. Tal vez no tuviera el coraje suficiente para hacerlo.

    Draco ni siquiera notó que miraba a Harry hasta que éste sorprendió su mirada, aún risueño, enjuagándose las lágrimas del rostro.

    - ¿Qué sucede, Draco? – preguntó el moreno, curioso.

    Draco abrió la boca para responder, pero de repente se encontró sin respuesta. No podía decir que no era nada, así como no podía colocar en palabras lo que sentía. Soltó el aire de sus pulmones, que había retenido inconscientemente. Su corazón latía casi dolorosamente, sus manos comenzaron a sudar por el nerviosismo, hasta parpadear le parecía demasiado lento. Incapaz de contenerse, Draco se colocó frente a Harry y tomó su rostro con ambas manos. Ignorando la expresión sorprendida del otro, cerró los ojos conforme inclinaba la cabeza hacia enfrente y ligeramente hacia la derecha, hasta que sus labios capturaron precisamente el labio interior de Harry, auxiliado por el hecho de que Harry había abierto la boca, espantado.

    El tiempo paró mientras Draco experimentaba millones de sensaciones en un absurdamente corto espacio de tiempo. Alguna cosa caliente corría en sus venas, seres revoloteando en su estómago, estaba listo para perder el control sobre sus propias piernas, ni siquiera recordaba cómo respirar.

    Queriendo aprovechar al máximo la falta de reacción del moreno –quizá por el shock– Draco soltó el labio inferior y partió al superior, respirando en ese intervalo. Casi sin poder sostenerse en pie, Daco dejó que su cuerpo se apoyara en el otro por completo, causando otra onda de felicidad en su cuerpo. Deslizó las manos por los cabellos del otro, queriendo aprovechar cada sensación, la suavidad de aquellos labios, la textura ligeramente áspera de la piel en aquél rostro tan masculino y tan hermoso, el toque suave de los cabellos deslizándose bajo sus dedos.

    Draco respiró brevemente una vez más y lamió aquellos labios, ávido por sentir más, por probar más, por sentir su gusto y volvió a besarlos. Se sintió trémulo cuando percibió la reacción vacilante de Harry, que presionaba sus labios de vuelta. Oh, aquello era lo que faltaba para que Draco perdiera el control completamente. Tomó aquella boca enteramente a su gusto, con sed, como si su vida dependiera de ello.

    Inmediatamente, Harry correspondió el beso, entreabriendo los labios para recibirlo. El toque de sus lenguas hizo que experimentara un pulso eléctrico corriendo en todo su cuerpo. Sintió, extasiado, a Harry llevando las manos hasta su espalda con caricias tan suaves que llegaban a ser na tortura, dejando su piel hormigueando conforme lo tocaba por encima de la playera. Draco inclinó su cabeza un poco más a un lado de modo que pudiera ir más profundo, exigir más de aquella danza. Su cuerpo entero urgía por el otro, con anhelo, adicto a ese contacto, protestando por que habían sido separados en lamañana… Draco extinguió cualquier espacio vacío entre ellos.

    Aquello era… perfecto. Extrañamente perfecto. Diferente a cualquier sensación que hubiera experimentado, no sólo por ser un chico al que estaba besando, era por ser él. Por ser Harry. ¡Era algo que había ansiado por tanto tiempo! Antes de darse cuenta, incluso, de que estaba enamorado. Oh, sí, aquello era estar enamorado. En ese momento, encontraba ese sentimiento casi tangible. Y el paraíso era tener a Harry así, por completo, real, mil veces mejor de lo que había soñado o fantasiado para ese momento.

    Draco se alejó necesitando aire y miró los ojos encantadoramente verdes mientras juntaba sus narices, jadeante, así como Harry. Sonrió y volvió a besarlo, esta vez más calmado, intentando recordar que respirar era algo esencial… para que el beso durara más.

    ----------------

    Harry fue tomado completamente desprevenido por aquella actitud de Draco. Su mente tardó hasta registrar lo que sucedía, retardada por la proporción de las sensaciones que se extendían por su cuerpo. Pero tan pronto recobró sus funciones motoras, Harry correspondió aquél beso medio desesperado.

    Fue… ¡fue tan intenso! Tan real que llegaba a ser difícil de creer y era casi aterrador. Harry había luchado tanto contra sus deseos y ahora podía finalmente vivir aquél momento con todos los colores, sabores, sensaciones, emociones… podía abrazarlo, acariciarlo, saciar su sed…

    ¿Pero qué agua era esa que sólo aumentaba su sed? ¿Qué cura era esa que sólo aumentaba su dependencia? Ea casi dolorosa la manera con que Draco lo apretaba contra elmuro, pero no era suficiente aún.

    Cuando Draco por fin lo dejó respirar, Harry comenzó a comprender la proporción de lo que sentía. Era mayor de lo que había imaginado. Aquella sornisa que le hacía perder el aliento lo dejó desubicado hasa que su boca fue tomada de nuevo y se encontró. Comprendió, por fin.

    Mientras se entregaba a un beso más calmado, delicado, dulce… ¡Todo tan perfecto! Pero… tiempo atrás, habría dado todo por un beso y ahora sabía que no era suficiente. Quería lo inalcanzable, lo imposible. Quería a Draco. Entero. No sólo poder besarlo, poder tocarlo, admirarlo… Quería tocar su alma, tener lo que Sirius tenía con Remus, lo que Ron tenía con Mione… Quería más de lo que podía exigir.

    El pecho de Harry dolió al recordar las palabras de Draco la noche anterior, al respecto de Pansy. “Hicimos amistad, hicimos muchas cosas juntos. Conversábamos sobre cosas idiotas, jugábamos… me sentía a gusto con ella y ella conmigo. Comencé a notar un cierto interés de ella por mí, vivía diciendo que era atractivo y no le gustaba que hablase con otras chicas. Bueno, yo también tenía curiosidad y me aproveché de eso para experimenar”

    Harry no soportaría lo que Pansy soportó por tanto tiempo, estar a disposición, ver a Draco relacionarse con otras personas sin poder hacer algo, ser considerado apenas un amigo, tener y no tener al mismo tiempo… Y lo peor: ver a Draco perder el interés por él y dejarlo.

    Cuando Draco abandonó su boca para besar su cuello, el moreno no soportó más el dolor de su corazón y el nudo que comenzaba a formarse en su garganta.

    Lo alejó determinado y recibió una mirada cuestionadora. Aquella mirada ahora le quemaba, hacía que millones de dudas surgieran en su mente, las voces haciendo eco, diciéndole frases sueltas, Ron, Sirius, la voz fría de Draco mientras decía que Pansy nunca pasó de una amiga… Todo eso cegó al moreno ante las emociones tan evidentes en aquellos ojos grisáceos. El miedo era una de ellas.

    - ¿Harry?

    - Déjame ir, Draco – dijo Harry con la voz más firme y pasó por debajo de uno de los brazos del rubio, que tomó su mano en una última tentativa.

    - Harry, yo no…

    - ¡Suéltame! – Harry sacudió su brazo para que fuese liberado, entonces algo se rompió dentro de él y la única cosa que detenía las lágrimas era la rabia que sentía. Ignorando la expresión asustada que tenía el rubio, continuó: - Si piensas que todo va a ser como antes, estás muy equivocado, ¿entiendes? No voy a ser tu juguete, Draco. No voy a dejar que hagas conmigo lo que hiciste con Pansy.

    El rostro de Draco se contrajo dolorosamente y Harry comenzó a desear que reaccionara, que le gritara de vuelta, que protestara, que dijera que no era eso… o incluso que lo golpeara. Sería una muy buena alternativa si Draco le pegara ahora, mejor aún, que lo dejara inconsciente. Cualquier cosa sería mejor que ese silencio y esa mirada decepcionada.

    Harry desvió la mirada y tomó su bicicleta, montándola y saliendo disparado, sin mirar hacia atrás. Sus ojos ardían e intentó resistirse de parpadear para no derramar las lágrimas, pero no pudo hacerlo debido al viento que golpeaba su rostro conforme pedaleaba más rápido. El cielo estaba gris y nublado, y él se sentía de la misma manera.


    QUOTE
    [1] SPM Se refiere al Síndrome Pre-Menstrual, que en portugués es Tensão Pre-Menstrual [TPM]

    [2] Acerola Miren que yo no sabía qué era, así que según Wikipedia, “Es redondo con un diámetro de entre 1 a 2 cm y 20 g de peso, de piel lisa, de color rojo o amarillo y, pese a su semejanza externa con la cereza del Viejo Mundo, en su interior presenta gajos y tres carozos apretados muy duros. La contextura de la acerola es jugosa y suave, el gusto -sin el añadido de azúcar- es agridulce-ácido, lo que revela su alto contenido de vitamina C”.

    * “¿Y por qué no te encontré escondido en el armario?” Hahaha… ¿no es irónica esa frase?

    En el próximo capítulo…

    - Harry – llamó Sirius, haciendo que Harry desviase la mirada de la televisión, entonces palmeó su regazo, invitándolo. – Recuéstate aquí.

    Harry frunció el ceño. Snuffles pensó que la invitación era para él y se aproximó moviendo la cola.

    - No, tú no, Nuf – Sirius lo empujó hasta que se sentó. – No necesitan pelear a causa de mi regazo, ¿está bien? Pero ahora es el turno de Harry. Anda, Harry, ya viste que hay fila, ¿no? ¡Aprovecha!

    Harry sonrió y se recostó en el sofá, apoyando la cabeza en el regazo de su padrino y cerrando los ojos conforme este comenzó a deslizar los dedos por entre sus cabellos. Harry extendió la mano para acariciar a Snuffles, mientras tanto.

    - ¿Te sientes mejor? – preguntó Sirius, tiempo después.

    - Uh-hum – aceptó Harry sinceramente.

    - Sí, lo sabía. Siempre funciona conmigo. Pero creo que Moony es mejor en esto que yo…

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¿Está bien así? ¿Logré compensar la demora con este gigantesco capítulo? Nunca había hecho un capítulo de este tamaño, aún estoy asustada O.O Quiero agradecer a mi amigo Marcos Tardeli, quien sugirió la canción Yellow – Coldplay y a Gê Malfoy, por haberme ayudado con la traducción.

    A los fans de Snape (sé que no son pocos), ¡sepan que me gusta el personaje! Pero realidad sin homofobia no es realidad, y no puedo concebir a mejores personajes homofóbicos que Lucius y Snape. Y aquella cosa de Sirius, creer que Snape estaba acosando a Remus, creo que pudo notarse que era simple paranoia, ¿no?

    Notas de la Traductora: Aw… ¡Cariños, ahí tienen su beso y sus escenas de cama, haha! ¿Qué les pareció? ¿Valió la pena la espera? Estoy segura de que hay quien se quedó con cara de “What?” ante el repentino cambio de… ¿emociones?... sí, eso… pero…

    Por cierto, no es por ser chismosa, pero un pajarito me dijo que el próximo capítulo se llama “Desencuentro” y está… pffff… para chuparse los dedos… Es más corto que este (¡gracias a los cielos! XD), pero… ¡me gusta! Sale Natalie ;)

     
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  4. Kanade-chan
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    Una simple visita, terminó entre charlas de besos y amores...
    Por cierto amé la brisa fría y esa lluvia de madrugada que hicieron que Draco se le acercara a Harry,
    si ese tonto se hubiera despertado (pienso yo), habrían podido sincronizar sus latidos.
    Y TOMO SU MANO! Mientras dormían! Y sus piernas!!!
    Enserio creo que de ahora en adelante me encantará más el frío que cualquier clima, Ok no! =))
    Cuando salieron, quiero decir, cuando ya iban de vuelta a casa de Sirius casi muero con la presencia de la madre de Draco en el bendito jardín (bendito por el siguiente evento e.e)!
    Ese niño rubio! :') me enorgullece! Al fin lo besó...!
    Pero siempre algo echa a perder los lindos momentos. Esos pensamientos no debieron haber llegado a ese cuatro ojos (de cariño por supuesto o-o) Y Draco! Por qué putas no reaccionaste??!!
    En momentos como ese le diría un poco de cosas que mejor me reservo...
    Bueeeeno dejaré de lado a esos dos, aunque no tengo mucho que decir sobre Sirius y Remus...
    Sigo enamorada de los celos de Padfoot... Pero todavía más de los de Snuffles! Ese perro es lo mejor.
    Remus es tan... No sé sólo sé que me agrada muchísimo, siempre comprensivo y tranquilo!
    Ahora, finalmente llego a decir que este capitulo fue como *Q___* para mí
    Y que espero la actualización!!
    Nos vemos!
     
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  5. Dan2102
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    Por Kami, esta historia es cada vez más exitante jejeje y no hablo de exitación fisica sino de emoción!...

    Es totalmente bien elaborada y eso para mi es algo realmente maravilloso, gracias por eso, por subirla...

    El capitulo fue simplemente algo extraordinario jaja me encanto completamente... Padfoot lo admiro, me encanta jajaja Y esa manera infantil de referirse a Moony es cautivante jeje por otro lado los dos jovenes.... Lo esperaba hace tiempo de Malfoy, esperemos ver que sucede jejeje....

    Dime que habra un lemooon buenisiimo sukes o algo asi sumamente emocionante.... Como me encantaria que Harry tomara el mando jajaa pero igual es lo máximo tal cual esta....

    CONTI PRONTO!


    Es más, de hecho le hare propaganda en mis propios fanfics.... Es una historia que merece ser leida por muchiiisima gente jeje...

    CONTII!
     
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  6. Kari Tatsumi
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    Me alegra muchisimo sus comentarios, estoy segura que Anali los lee tambien y se lo hara saber a Amy ^^

    La conti sera hasta el sabado, cada sabado subo un capitulo de este fic, y les comento que tengo permiso de otro traductor para subir sus fics aqui, yupiiiiiiii, acabo de leer uno muy bueno de este traductor y he quedado muy emocionada, voy a esperar a que acabe uno de los dos fics que ando subiendo para poner fic nuevo XDDDD

    Y les recomiendo mucho que se pasen por Harry Potter y el Fabricante de Pociones, que lo ando publicando por aqui mismo, ya esta por mas de la mitad y cada vez mas interesante!!!!!

    Tambien tengo muchas recomendaciones de autoras y fics que darles, pero lo pondre despues en la seccion de relajo porque no esta permitido poner links de otras paginas aqui.

    Saludines
     
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  7. Kari Tatsumi
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    QUOTE
    Notas del capítulo:

    Aquí les traigo la primera de las escenas censuradas que la autora, Amy Lupin, ha escrito para su maravilloso fic "Green Eyes". ¡Espero la disfruten!

    Besitos, Analí.

    Betas en portugués: Lunnafe y Dany Ceres

    Aviso: ¡Esto no es un fic! Es sólo una escena “Censurada” del capítulo 25 de Green Eyes. Si aún no lo has leído, ¿qué estás esperando? ¡Vuelve aquí cuando estés en el capítulo 25!

    ¿Te quedas conmigo, Moony? (inserte “ojitos de cachorro” aquí)



    Remus se sentó en el sofá, desabotonándose las mangas y dos botones de la camisa mientras Sirius terminaba su búsqueda por cada habitación de la casa, gruñendo y llamando a Harry. Snuffles estaba dormido en el tapete de la sala. Remus tomó el alcohol que había dejado en el armario de la cocina y un paño húmedo y se recostó en el sofá hasta que Sirius apareció por el corredor, bufando y con un ojo morado con sangre seca a un lado.

    - Calma, Sirius.

    Sirius se molestó en respuesta, tomando el teléfono inalámbrico y marcando el número de memoria, andando de un lado a otro.

    - Ah, ese mocoso… ¡ya verá cuando llegue a casa! Ah, si ese celular está descolgado, o si se le acaba la batería… ocupado, mierda…

    - Espera, cálmate – dijo Remus, tranquilo. – Ven, siéntate, tengo que limpiarte esa herida.

    Sirius continuó maldiciendo, andando de un lado a otro sin escuchar lo que le decía. Entonces el teléfono sonó y Sirius contestó.

    - ¿Qué hora es, Harry? – gruñó Sirius.

    - Humm… ya pasan de las nueve, Padfoot.

    - ¿Y por qué no te encontré escondido en el armario?

    - Padfoot, estoy en casa de Draco, voy a pasar la noche aquí…

    - ¿QUÉ?

    Snuffles dio un salto, asustado con el chillido, y Remus cerró un ojo con el eco que se formó en su cabeza.

    - Harry, ¿estás bromeando, verdad? ¿Estás en casa de Lucius Malfoy? ¿Vas a dormir con su hijo?

    - ¡No! No, Sirius – acudió Harry, del otro lado de la línea, desesperado por explicarse. – Lucius no estaba aquí cuando llegué y… sólo voy a pasar la noche aquí, por el amor de Dios, ¿por qué el escándalo?

    - ¡Harry, regresa a casa ya! ¿Te han encerrado ahí? ¿Es eso, no puedes salir? ¿Malfoy te ha hecho algo?

    - Sirius, quiero hablar con Moony.

    - ¡Al carajo que quieras hablar con Moony! ¡Explica esa historia, mocoso!

    - ¡Es lo que intento hacer! – gritó Harry.

    - Harry, escucha…

    Remus suspiró y se levantó, tomando el aparato de las manos de su novio.

    - ¡Hola, Harry!

    Sirius se dejó caer en el sillón, enterrando el rostro entre sus manos. Snuffles bostezó sonoramente y volvió a enroscarse en sí mismo, durmiéndose.

    - Oh, Moony – Harry suspiró aliviado. – Moony, por favor, tranquilízalo… Sólo voy a pasar la noche aquí, surgieron algunos imprevistos… Lucius llegó antes de lo esperado y no puedo salir ahora. ¿Se lo puedes explicar?

    - Está bien, Harry, yo le explico. Sólo está nervioso porque no te encontró cuando llegamos, ya sabes cómo es, mamá gallina…

    - Lo sé, fue un despiste mío. Acabé olvidando la hora… ¿ya está más tranquilo? ¿Puedo hablar con él?

    - Sí, un momento – Remus extendió el teléfono a su novio. – Quiere hablar contigo, ¿estás en condiciones de hablar?

    Sirius respiró profundo, acomodándose el cabello tras las orejas y aceptando el teléfono.

    - Hey – dijo, irritado.

    - Padfoot, discúlpame. Olvidé la hora, debí haberte avisado, discúlpame – Sirius apenas gruñó en respuesta. – Está todo bien, ¿lo ves? Nadie me está torturando ni obligándome a quedar y… bueno, después te lo explico todo, ¿sí?

    - ¡Ah, pero me lo explicarás todo! – enfatizó Sirius.

    - Sí, mañana en la mañana estaré de vuelta. Ahora… la casa es toda suya esta noche, eh, ¡pero pórtense bien, pillines!

    Sirius solto una risita por la nariz.

    - Buenas noches, Padfoot.

    - Buenas noches, Harry… ah, ¡y pórtate bien, eh!

    Harry rió y Sirius colgó, suspirando. Remus palmeó el asiento a su lado en el sofá y Sirius fue hasta ahí, dejándose consentir por Remus.

    - Nuestro niño está creciendo, Moony – dramatizó Sirius, arrancándole una carcajada a su novio.

    - Harry dejó de ser un niño hace tiempo, Padfoot – Remus giró la cabeza de Sirius delicadamente para poder limpiar la sangre seca.

    - Claro que no, lo único que cambió fue el tamaño. Es un niño que creció demasiado.

    - Podría decir lo mismo de ti – Remus tomó el alcohol y lo pasó en la herida, haciendo a Sirius chillar.

    - ¡Uh, eso arde, Moony!

    - La próxima vez no recibas los golpes. Sólo dalos.

    Ambos se rieron y Sirius capturó los labios de Remus, en un beso más urgente, jalando a su encuentro, deslizando las manos por la espalda del otro. Remus aún tenía el alcohol firmemente sujeto en una mano. Recargaron sus frentes, ambos de ojos cerrados, aún abrazándose.

    - No puedo dejar que aquél murciélago te insulte de esa forma sin hacer nada, Moony.

    - Bueno, esta vez no te echaré la culpa – Remus pasó los dedos entre los cabellos del otro con la mano libre. – Sólo lamento que no le hayas quebrado su inmensa nariz.

    Sirius sonrió y trazó un camino de besos hasta la oreja de su novio, susurrando roncamente.

    - ¿Moony?

    - ¿Hum? – Remus susurró en medio de los escalofríos que aquello le causaba.

    - Estamos solitos… - Sirius mordió el lóbulo de su oreja y Remus abrió los ojos.

    - Oh, es tarde, necesito irme – Remus intentó alejarse, pero Sirius lo estrechó más entre sus brazos y lo miró a los ojos, haciendo bizcos.

    - ¿Te quedas conmigo, Moony? ¿Te quedas?

    Remus se alarmó cuando sintió su respiración alterada. No, no podía tener una crisis ahora. Cerró los ojos y respiró profundo, evitando mirar el puchero del otro.

    - Por favor – susurró Sirius, besándole los labios suavemente.

    - Sirius, yo…

    Sirius levantó la cara y lo miró profundamente, tomando ambos lados de su rostro para que no desviara la mirada.

    - ¿Te molesta todo aquello que dijo Snape? ¿Es eso?

    - No, no me importa lo que diga.

    - Entonces, ¿es a mí a quien temes, Moony? – Remus negó. – Entonces confía en mí, ¿sí?

    Remus asintió lentamente en acuerdo y Sirius sonrió, acariciando su rostro. Besó sus labios tiernamente e hizo que Remus se recostara en el respaldo del sofá, inclinándose sobre él. Distribuyó besos en su mandíbula, su cuello, mientras que con las manos exploraba lentamente toda la extensión de sus brazos, hombros, hasta encontrar los botones de la camisa de Remus. Este suspiró más profundamente, su nariz siendo invadida por el perfume suave de lavanda de su novio, dejándolo entorpecido por el aroma. Remus cerró los ojos y se entregó a las intensas sensaciones que aquellos besos le causaban. El pequeño frasco de alcohol escurrió entre sus dedos, cayendo sordamente en el sofá.

    Sirius abrió lentamente todos los botones de su camisa mientras besaba cada pedacito de piel descubierta, sin prisa alguna por terminar. Tan pronto acabó, Sirius volvió a besar sus labios, empujándolo suavemente para que descansara de espaldas en el sofá, de modo que pudo remover toda la camisa. Tiró la pieza de ropa en el suelo y exploró su pecho con las manos, tocándolo ligeramente, besando el cuello de nuevo. La respiración contra la piel sensible de Remus, además del rastro de fuego que aquellos dedos dejaban en su pecho y espalda, lo hacían apretar los dedos en la espalda del otro, por encima de su camisa.

    Ese detalle pareció dejar a Sirius incómodo, ya que trató de comenzar a remover su propia camisa, siendo ayudado por Remus. Sirius sonrió y acarició el rostro de su novio, mientras este se concentraba en su tarea y también lanzaba la camisa al suelo, sin cuidado.

    - Te amo, Moony – Sirius susurró junto a sus labios mientras lo abrazaba, haciendo que sus pieles se tocaran directamente, calientes y sensibles.

    - También te amo, Padfoot – susurró Remus de vuelta, de ojos cerrados, por eso no vio la sonrisa emocionada que Sirius le dio antes de tomar su boca en otro beso que casi los dejó trémulos.

    - Ven – Sirius se levantó, tomándolo de las manos y jalándolo también.

    Remus se dejó jalar por el pasillo, sintiéndose nervioso. Pero era sólo ansiedad, ya que había mandado al espacio sus preocupaciones idiotas, ante el cariño que Sirius le demostraba. Sirius apagó la luz al pasar. Debajo de una de las camisas tiradas en el suelo, Snuffles roncaba sobre el tapete de la oscura sala.

    Recorrieron el pasillo y entraron en el espacio más íntimo de Sirius, su habitación. Remus podía contar con los dedos las veces que había entrado en la recámara de Sirius. A pesar de que a Sirius no le importara, Remus creía que la habitación de una persona era su espacio particular y debía ser respetado. Incluso entre grandes amigos, como ellos siempre habían sido.

    La recámara, definitivamente no era el lugar más ordenado de la casa. Por el contrario. La luz estaba apagada, pero la iluminación que llegaba desde la puerta abierta del baño le permitía tener una muy buena idea del ambiente. La colcha de la cama de matrimonio visiblemente servía de cobertor también y había sido descuidadamente estirada sobre ella, toda hecha bola; las almohadas grandes y esponjosas estaban tiradas de cualquier forma sobre la cama sin ser siquiera alineados; en el suelo, la punta de una pieza gastada de ropa aparecía por debajo de la cama –que Remus sospechaba era el pantalón corto de dormir de Sirius, enrollado y olvidado; sobre el buró podía ser encontrado todo tipo de objetos; en el tapete, un par de zapatos estaba tirado; por lo menos las puertas del armario estaban cerradas, impidiéndole ver el desorden de ropa dentro.

    Tan pronto escuchó el click suave de la puerta cerrándose, Remus se olvidó de su inspección, girándose para mirar la sonrisa maliciosa de Sirius, recargado en la puerta como si la bloqueara. En ese momento agradeció por estar parcialmente a oscuras, pues así Sirius no vería su rostro colorearse ante aquella mirada que recorría su cuerpo. Se sintió completamente desnudo delante de él, incluso cuando faltaban algunas prendas… por tiempo indeterminado.

    Sirius por fin lo miró a los ojos, sonriendo, y gesticuló hacia la recámara.

    - Es esto lo que sucede cuando no hay nadie dándome batalla para que ordene mis cosas.

    - Ciertas cosas no necesitan ser dichas, Padfoot – Remus se encogió de hombros.

    - Y ciertas cosas necesitan ser repetidas a todo momento – Sirius dejó su lugar en la puerta, finalmente, y se aproximó hasta él para envolverlo entre sus brazos y susurrarle contra la oreja: - Te amo. Te amo. Te amo – intercaló besos y palabras susurradas en su oído.

    Remus sintió que los vellos de su nuca se erizaban con las palabras, sus ojos cerrándose automáticamente conforme la respiración de Sirius podía sentirse contra sus labios. Sirius no se movió, y quien comenzó el beso fue Remus.

    El beso inició dulce, lleno de ternura y complicidad de sentimientos, pero entonces Sirius pasó los dedos ligeramente por la espalda desnuda de su novio, desde la base de la columna, subiendo por su espina, haciendo a que Remus agarrara su cuello con más fuerza, como si sus piernas no fueran capaces de sostener su peso. Las manos de Sirius alcanzaron su nuca y él tomó el control del beso, jalando a Remus aún más cerca de sí, profundizando, aumentando el ritmo a medida que la necesidad crecía.

    Remus fue dando algunos pasos vacilantes hacia atrás conforme Sirius gentilmente lo empujaba en dirección a la cama. Cuando ya estaba próximo a chocar contra el borde de colchón, Sirius lo detuvo, deshaciendo el beso para mirarlo de nuevo mientras pisaba sus propios tobillos para quitarse los zapatos.

    Esta vez, en lugar de avergonzarse, Remus aprovechó para observarlo también, imitando el gesto de quitarse los zapatos. La poca iluminación creaba sombras en el pecho y en las facciones de Sirius, casi cubiertas por los cabellos, dándole un aire misterioso al rostro lastimado y a la sonrisa que exhibía, causando un delicioso escalofrío en sus entrañas. Los hombros anchos, los músculos masculinos en la medida perfecta, los vellos cubriendo parte de su pecho y formando un camino hacia abajo del ombligo. Tan igual y al mismo tiempo tan diferente de aquél chico que acostumbraba exhibirse cuando jugaba voleibol en la universidad sin playera. Más maduro, pero aún así el mismo niño ocurrente de siempre.

    No se contuvo y extendió la mano para acariciarlo ligeramente, explorando, pasando la punta de los dedos por sus hombros, cuello, clavícula y pecho, deslizándose hasta el ombligo sin prisa. Notó la sonrisa encantada de Sirius ante su delicadeza casi recelosa. Cuando continuó recorriendo con sus dedos abajo del ombligo, en dirección al borde del pantalón, Sirius no se detuvo más e inició otro beso.

    Las manos del hombre más alto se apuraron a desabrochar el cinturón de Remus, quitándoselo enseguida. No ofreció resistencia así que Sirius continuó, desabotonando y abriendo el cierre de su pantalón, que deslizó libremente hasta amontonarse en los tobillos. Entonces Remus fue forzado a dar un paso más atrás cuando Sirius juntó sus cuerpos, casi haciéndolo perder el equilibrio, y sus piernas chocaron contra el borde de la cama.

    En un solo impulso, la colcha de la cama fue arrancada y dejada a un lado. Sus cuerpos difícilmente se despegaron, incluso cuando cayeron de la cama. Mientras Sirius besaba el cuello de Remus, una de sus manos apoyaba parte de su peso y la otra acariciaba la espalda del profesor, presionando la cadera para encontrar la suya, arrancándole un gemido.

    Era cada vez más evidente que Sirius tenía dificultades en contener la urgencia que comenzaba a querer apoderarse de su cuerpo. Remus podía adivinar el dilema en que se encontraba, no queriendo apresurarlo ni que todo acabara tan rápido. Él mismo quería que ese momento durase para siempre, en contradicción con la desesperación de sus sentidos.

    Sirius volvió a besarle los labios y fue correspondido con igual emoción. Remus escuchó una exclamación ahogada y sólo entonces se dio cuenta de que sus dedos trabajaban rápidamente para librar a su novio del cinturón y abrir sus pantalones –que parecían insoportablemente pequeños para contener todo el visible deseo que Sirius sentía.

    Rápidamente, Sirius se deslizó por su cuerpo hasta quedar de pie a los pies de la cama, librándose del pantalón y de la ropa interior de una vez, después arrancándose las medias, por fin desnudo. Los largos cabellos negros comenzaban a pegarse a su piel y él los puso atrás de sus orejas con cierta impaciencia. Las próximas piezas de ropa que fueron removidas eran las medias de Remus, que sintió su rostro calentarse ante la mirada hambrienta que recibió de arriba abajo, sintiéndose totalmente expuesto. La mirada de Sirius, entonces, se concentró en la única pieza aún sin tocar de Remus, su ropa interior azul marino que no era suficiente para esconder el deseo que Sirius también despertaba en él.

    Sirius se humedeció los labios lentamente y su mirada encontró la de Remus una vez más. Sin quebrar el contacto, comenzó a quitarle la última prenda de ropa. Le sonrió pícaro al notar que Remus evitaba mirarlo de la cintura para abajo.

    El profesor tragó en seco al observar a su novio gatear sobre su cuerpo, alineándose a él para enseguida bajar lentamente, hasta que estuvo totalmente apoyado en Remus, quien jadeó con el contacto de su piel.

    - Eres hermoso, mi Moony – Sirius susurró contra sus labios y volvió a besarlo, tomando su rostro entre ambas manos.

    Por un momento, Remus apenas correspondió, pero entonces sus brazos actuaron por cuenta propia y enlazaron la cintura de Sirius, jalándolo más a su encuentro como si todavía existiera un espacio para ser vencido entre ellos. Dejó que sus propias manos viajasen por la espalda de su novio con suavidad, trazando la línea de su columna con la punta de los dedos.

    La reacción de Sirius fue arquear la espalda, haciendo la cabeza para atrás mientras soltaba un ronco gemido. El profesor aprovechó para tomar aliento, su pecho subiendo y bajando con fuerza mientras los cabellos de Sirius tocaban su cara como una caricia. Los mechones negros y lacios hacían sombras en su cara de modo que Remus sólo podía vislumbrar el brillo intenso de sus ojos y la sonrisa traviesa que le dio cuando comenzó a balancearse sobre él.

    Remus se vio totalmente perdido entre las sensaciones que aquella danza causó en su cuerpo, el contacto directo y caliente entre sus pieles conforme Sirius se frotaba contra él de una manera intensa. Sintió su cuerpo sudar y acompañó casi inconscientemente los movimientos del otro, mordiéndose los labios y jadeando. En aquél momento, creyó que no había nada mejor.

    Eso hasta ser girado de lado por Sirius sin aviso alguno, quedando de frente a él. Una de las manos de Sirius viajó por el perfil de su cuerpo con prisa, acariciando, apretando, ligeramente y con fuerza. La otra mano tocaba su cintura por debajo de su peso, en un gesto posesivo. Remus ya estaba listo a vencer la condenada distancia que se había establecido entre sus cuerpos debido a la posición, cuando jadeó al sentir la mano de Sirius tocarlo más íntimamente.

    Sus pensamientos comenzaron a volverse incoherentes y apenas se dio cuenta de que Sirius había puesto una pierna entre las suyas y alternaba besos, lamidas y mordidas en su mandíbula y garganta. Estaba demasiado encantado con el vaivén de la mano que no dejaba de envolverlo ni por un segundo, ambos cuerpos moviéndose por voluntad propia, uno al encuentro del otro.

    Estaba casi entregándose a las olas de placer que amenazaban con engullirlo cuando otro gemido ronco de Sirius trajo una realidad a su mente ocupada: demasiado preocupado en sentir, Remus había olvidado completamente retribuir. Sintiéndose culpable y egoísta, encontró fuerzas para tomar la mano del otro.

    - Espera – jadeó, cerrando los ojos y tratando de respirar en un intento desesperado de recuperar el control sobre su propio cuerpo y mente.

    Sintió una caricia delicada de Sirius despegando los cabellos de su frente sudada. Abrió los ojos para encontrar su mirada preocupada.

    - ¿Estás bien, Moony?

    Remus sonrió, asintiendo mientras su respiración se calmaba lo suficiente para que pudiera responder la duda de su novio.

    - Sí, yo… sólo no quiero que termine así. Yo… - tragó saliva y cerró los ojos, respirando profundamente antes de volver a abrirlos para dar más convicción a sus palabras. – Te quiero… a ti.

    - Tú… - Remus observé el breve momento en que las cejas de Sirius se curvaron en confusión, para después elevarse sorprendidas cuando entendió. - ¿Qué?

    Remus colocó mechones negros tras las orejas de Sirius cariñosamente antes de repetir, con más firmeza, mirando sus ojos oscurecidos por la poca luz.

    - Te quiero a ti.

    - Pero… no es necesario, Moony – Sirius se inquietó. – No tienes que hacerlo. No te pedí quedarte sólo para eso. Podemos sólo…

    Remus colocó un dedo sobre los labios de Sirius, sonriendo y balanceando la cabeza negativamente.

    - ¿Cuándo aprenderás a escuchar lo que digo, Padfoot? Dije quiero. No estoy sintiéndome presionado, al contrario. Yo sólo… yo… te amo. Confío en que te quiero a ti. ¿Acaso tú no me quieres?

    La respuesta de Sirius fue un beso intenso y urgente. Y antes de que Remus pudiera darse cuenta, había susurrado un “ya vuelvo” y se había levantado.

    Intrigado, Remus se alzó el tronco y se apoyó en los codos para ver lo que hacía. Sirius atravesó rápidamente la habitación hasta su tocador, vaciando su contenido con prisa.

    En los breves instantes en que Sirius estaba de espaldas a él, Remus se permitió observar su cuerpo desnudo más atentamente, los contornos masculinos y bien hechos, los diseños causados por el movimiento de los músculos de su espalda, los cabellos brillantes y las sombras causadas por la iluminación lateral…

    Una cosa que siempre había intrigado a Remus, desde que compartían dormitorio en la escuela, era que Sirius andaba naturalmente tanto vestido como desnudo, cosa que Remus no podía. Incluso aunque nadie lo mirara, no podía sentirse cómodo sin ropa –resultado de la educación conservadora que había recibido de sus padres y que había aprendido lentamente a relevar algunos tópicos, con ayuda de sus desastrosos amigos. En aquél momento, volvió a agradecer la poca iluminación.

    - ¡Aquí! – Sirius se giró y lo asustándolo lo miró, pero pareció no notar el sobresalto de Remus.

    Caminó de regreso a la cama sonriendo seductoramente con un frasco en las manos. Remus no necesitó pensar mucho para deducir lo que era. Y ni tuvo tiempo, pues Sirius estaba de vuelta con él, mirándolo a los ojos, esta vez con seriedad.

    - Puedes echarte para atrás en cualquier momento, ¿de acuerdo? Sólo dímelo.

    - Está bien – la voz de Remus falló por un momento, pero asintió ante la persistencia en la mirada de su novio.

    Sirius lo besó una vez más y gentilmente le separó las piernas, instándolo a que las doblara.

    - Levanta el cuerpo – pidió, Remus obedeció, sintiendo que sus piernas cederían si Sirius demoraba un segundo más en poner dos almohadas en la basa de su columna, de modo que Remus se sentara sobre ellas, levantando estratégicamente su cadera.

    Entonces Sirius se colocó entre sus piernas, sentándose en sus rodillas. Remus observó, con el corazón acelerado, mientras Sirius extendía un poco del contenido del frasco en sus manos y en sí mismo. Una fragancia agradable invadió su nariz. Más un olor que había asociado a su novio y que siempre le traería un rubor al rostro cuando lo sentía, o lo recordaba.

    Cuando Sirius se inclinó sobre él, su pecho también subía y bajaba visiblemente, en anticipación. Se miraron de nuevo a los ojos conforme Sirius apoyaba las piernas de Remus en sus hombros y comenzó a prepararlo con los dedos.

    Los músculos de la cara de Remus se contrajeron en incomodidad ante la invasión, pero no era como si no lo hubiera esperado. Sirius fue cuidadoso y paciente hasta que se relajó y se acostumbró. Entonces Sirius se inclinó aún más sobre él y lo besó, jadeante. Remus apenas tuvo tiempo de notar la ausencia de los dedos de Sirius cuando este se empujó contra él firmemente, deslizándose de una sola vez.

    - ¡Ah! – tomado por sorpresa, Remus no pudo contener un gemido alto de dolor y sus ojos se pusieron húmedos al momento.

    - Discúlpame, lo siento mucho, Moony, perdóname – susurró Sirius, su voz trémula, distribuyendo besos en su rostro. – Listo, la peor parte ya pasó. Todo estará bien, ¿sí? Perdóname…

    Remus se limitó a asentir, temiendo que su voz no saldría, en caso de que intentara decir algo. Y lo que menos necesitaba en ese momento era dejar a Sirius aún más preocupado. Era visible que ya estaba casi en su límite, pero no se permitiría perder el control. Al poco tiempo, Remus se permitió relajarse ante las caricias de Remus y sólo entonces notó que se había agarrado tan firmemente a su cuerpo que ciertamente dejaría marcas en su piel. Aflojó el agarre de sus dedos y carraspeó.

    - Sirius, por favor… continúa…

    Sirius atendió de inmediato su pedido, comenzando a moverse lentamente. El dolor aún no desaparecía por completo, pero su cuerpo comenzaba a acostumbrarse. Miró, maravillado, a Sirius cerrar los ojos y arquear la cabeza hacia atrás, mordiéndose el labio inferior y aumentando el ritmo. Sólo la visión ya era suficiente para hacerlo olvidarse de la incomodidad y concentrarse en los sonidos contenidos que escapaban de la garganta de Sirius mientras se movía.

    De repente, Remus se estremeció, sorprendido por una ola de placer que nunca antes había sentido en su vida. Sirius lo notó y abrió los ojos, mirándolo con la mirada más hambrienta que Remus había visto en sus provocativas facciones. Insistió en tocarlo en el mismo punto, causándole un nuevo estremecimiento conforme Remus no podía contener una exclamación.

    Aquello fue el detonante para que Sirius perdiera el control, entrando en un ritmo alucinante. Y para complementar el placer de Remus, Sirius lo tocaba con una mano aún húmeda de lubricante proveniente del frasco al lado de la cama. No tardó mucho para que Remus agarrara la cabecera de la cama y arqueara la espalda inevitablemente cuando aquel torbellino de sensaciones tomó proporciones absurdas, hasta explotar con un grito ahogado por el sonido de la sangre corriendo en sus oídos, y llevándose también a Sirius, que se dejó caer sobre él, exhausto.

    Algunos segundos después, cuando Remus por fin pareció volver a pensar coherentemente, creyó que necesitaba más aire del que podía jalar a sus pulmones y una alarma estaba lista a ser accionada en su mente. Pero entonces, sintió a Sirius alcanzar una de sus manos y entrelazar sus dedos. Inmediatamente tomó conciencia del peso del otro sobre sí, de su piel sudada, el calor de su cuerpo, la seguridad que aquello le causaba y que Sirius estaba tan jadeante como él. Aquello le trajo el confort suficiente para que Remus se calmara y pudiera, lentamente, normalizar su respiración.

    Sirius se dejó caer a un lado, extendió las sábanas sobre ambos y volvió a recostarse junto a él, manteniendo una mano en su cintura. Sin darle importancia a las punzadas dolorosas que sentía, Remus sintió que el sueño y el cansancio tomaban cuenta de cada pedacito de su cuerpo. Pero mientras la conciencia se le escapaba por entre los dedos, aún tuvo tiempo para sonreír cuando Sirius le plantó un suave beso en la sien.

    Tal vez las dos palabras susurradas que hicieron eco en su mente, fueran un eco de sus recuerdos de aquella noche, o quizá fuera el sueño engañándolo, pero, de cualquier manera, no recordaría esos breves segundos la mañana siguiente. Sólo restaría aquél calor delicioso que las palabras el causaban en el pecho.

    - Te amo.
     
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  8. Dan2102
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    Wuao un lemon genial jejeje gracias... Estuvo genial como siempre aunque me dejas en ascuas hasta la prox. Semana con respecto a harry y Draco jejeje me encanta este fanfic xD


    Saludos y CONTII!
     
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  9. Kanade-chan
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    Wow! Quiénes se pusieron en acción? e.e
    Fue rápido, pensé que Mooy retrasaría más el momento.
    Sirius y su cuerpo le deben de haber dado un buen deleite a Remus...
    Me causa gracia que Harry les dijera que tenían la casa para ellos, que se portaran bien, ¿eso es portarse bien?
    Emm yo creo que si! :33
    Me gusto esta escena (como dice aquí).
    La verdad esperaba por esto! Gracias por subirlo!!!
    Nos leemos pronto!
     
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  10. Dan2102
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    conti contiii contiii
     
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  11. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veintiséis

    Desencuentro




    And the hardest part

    (Y la parte más difícil)

    Was letting go not taking part

    (Fue dejar ir todo sin tomar partido)

    Was the hardest part

    (Fue la parte más difícil)


    El cielo estaba gris y nublado, así como los ojos de Draco al mirar a Harry doblar la esquina en bicicleta. El rubio se quedó mirándolo inmóvil, su cuerpo aún templando por las sensaciones todavía frescas en su piel, su mente trabajando veloz, trayendo de nuevo las palabras del moreno, repitiéndolas y haciendo eco en su mente.

    “Si piensas que todo va a ser como antes, estás muy equivocado, ¿entiendes?” ¡No, no quería que todo fuera como antes! Quería que Harry lo aceptara y que retribuyese sus sentimientos, pero la actitud del moreno decía exactamente lo contrario. ¿Una amistad arruinada? Un amor perdido. Lejos. Y Draco no había hecho nada para impedirle alejarse. Esa era la parte más difícil. No lo había golpeado por abandonarlo, ni lo había apretado entre sus brazos, impidiéndoselo, ni le había gritado con todas sus fuerzas que era un cabeza-rajada idiota por no haber entendido nada.

    “¡Suéltame!” Harry no había comprendido que aquellos simples empujones todavía ardían en su pecho, como si sus manos estuvieran tatuadas con fuego sobre su piel. No había entendido que aquellas palabras lo habían lastimado profundamente, que tenía un nudo en la garganta impidiéndole hablar, justificarse, que sus ojos ardían y que la desesperación consumía su alma conforme la realidad lo golpeaba, cruel.

    “No voy a ser tu juguete, Draco. No voy a dejar que hagas conmigo lo que hiciste con Pansy”. No, no había comprendido nada.

    Era extraño el modo en que su ímpetu y coraje comenzaban a despertar un profundo arrepentimiento. ¿De qué valía haber aprovechado la oportunidad de tenerlo en sus brazos, de probar sus besos, de aquella sensación patética de felicidad con campanas sonando en su interior, cuando después de probar todo eso estaba tan desolado?

    And the strangest thing

    (Y la cosa más extraña)

    was waiting for that bell to ring

    (Fue esperar que aquella campana sonara)

    It was the strangest start

    (Fue el inicio más extraño)



    Draco sintió las primeras gotas en su piel desnuda de sus brazos y miró el cielo, recibiendo agua helada directamente en su rostro, de ojos cerrados. Inspiró lentamente el olor de la lluvia, quizá para reprimir un sollozo que amenazaba con subir por su garganta.

    Era como si su mundo estuviera desmoronándose con aquella fina llovizna. Había temido tanto por eso, por ser rechazado, por perder todo lo que había alcanzado durante el último mes, la cercanía, la confianza, la amistad del moreno… Y ahora todo estaba arruinado por ese beso, cuyo dulce sabor Draco todavía podía sentir. Sólo le restaba ese sabor y el recuerdo que le traía. Un relámpago trazó una línea plateada en el cielo lleno de nubes.

    I could feel it go down

    (Pude sentir todo desmoronándose)

    It is sweet I could taste in my mouth

    (Dulzura que pude sentir en mi boca)

    Silver lining the clouds

    (Forrando de gris las nubes)

    Oh and I

    (Oh y yo)

    I wish that I could work it out

    (Quisiera poder arreglarlo)



    Si no lo hubiera probado, ¿aún tendría a Harry?

    Un trueno siguió al rayo luminoso y Draco abrió los ojos, volviendo a mirar la calle con una expresión amarga. Si no lo hubiese probado, habría enloquecido teniéndolo tan cerca y tan inalcanzable. El cielo derramaba sus lágrimas, pero Draco no lo haría. No tenía nada de qué arrepentirse, la verdad.

    And the hardest part

    (Y la parte más difícil)

    Was letting go not taking part

    (Fue dejar todo sin tomar partido)

    You really broke my heart

    (Realmente rompiste mi corazón)



    Determinado, le dio la espalda a la calle y entró, cerrando el portón tras de sí, sin preocuparse por candarlo. Era obligación del portero, no suya. Tan pronto cruzó el césped del jardín, encontró a Narcisa en la puerta.

    - ¿Draco? ¿Despierto a esta hora? ¿Y bajo la lluvia?

    Draco no le prestó atención y continuó su camino hacia la Mansión.

    - ¿Draco, estás bien, querido? ¿Draco? ¡Draco!

    El rubio subió las escaleras de dos en dos, su rostro contorsionándose conforme la rabia crecía en su pecho. Avistó a Winky abriendo la puerta de su habitación y gruñó:

    - Ahora no, Winky.

    - Sí, señor, sólo voy a tomar la bandeja…

    - ¡AHORA NO! – explotó y la pequeña mujer dio un paso atrás, abriendo mucho los ojos.

    Rehusándose a sentir remordimiento por ello, Draco entró a su habitación y cerró la puerta con fuerza, su pecho subiendo y bajando descontroladamente. El lugar permanecía de la misma manera que cuando lo habían dejado, la cama deshecha, algunas prendas de ropa regadas, los discos todos amontonados al lado de la computadora, la bandeja con restos de tostadas y mermelada, la jarra de jugo vacía y los vasos sobre la mesa. Cada uno de aquellos objetos trayéndole vívidos recuerdos de su memoria, risas, los ojos de Harry…

    And I tried to sing

    (Y traté de cantar)

    But I couldn't think of anything

    (Pero no podía pensar en nada)

    That was the hardest part

    (Esa fue la parte más difícil)



    Draco caminó hasta la ventana cerrada. Nunca más la abriría. Después se giró hacia la cama deshecha. Recordó que en la madrugada ahí lo había abrazado. ¡Había dormido abrazado a Harry! Había besado su hombro, aspirado el perfume de sus cabellos, sentido la textura de su piel, había sido tan bueno… y aquél saber… aquél sabor que nunca dejaría su boca. Estaba grabado en sus sentidos.

    El aroma de Harry estaba incluso impregnado en su ropa de cama, ¿o solo era su mente jugándole bromas? Bueno, no importaba, de verdad. En un arranque de rabia, jaló las sábanas, las hizo bola y las aventó hacia la puerta, acertando en la pared y derribando los vasos en el trayecto del tejido hacia el suelo. Ignoró el sonido del vidrio rompiéndose. Pateó la base de la cama, amortiguando el impacto con sus tenis.

    El rubio, jadeante, rodeó el mueble y entró al baño, pero ahí también estaba la presencia de Harry en cada parte que mirara. El cepillo de dientes que Draco le había dado, nuevo, fue lanzado contra la pared, así como la botella de shampoo.

    Draco jaló la toalla que Harry había usado para secarse y la tiró al suelo. Se quedó mirándola, respirando rápidamente. Se agachó para tomar la tela, oliéndola, pero la volvió a lanzar lejos, como si se hubiera llevado un toque eléctrico, cuando sintió que sus ojos volvían a arder. Se pasó las manos entre sus cabellos y se los jaló casi dolorosamente, recargándose contra el marco de la puerta del baño.

    I could feel it go down

    (Pude sentir todo desmoronándose)

    You left the sweetest taste in my mouth

    (Dejaste el sabor más dulce en mi boca)

    Your silver lining the clouds

    (Forraste de gris las nubes)

    Oh and I

    (Oh y yo)

    Oh and I

    (Oh y yo)

    I wonder what it's all about

    (Me pregunto por qué)



    Draco contrajo el rostro con rabia. Rabia de las sábanas y de todo lo demás en su habitación que le traía un vago recuerdo del moreno. Rabia de las lágrimas que le pedían salir, del nudo en su garganta. Rabia de sí mismo por no haber hecho nada. ¿De qué más se enfurecía? ¿De quién?

    I wonder what it's all about

    (Me pregunto por qué)



    ¿Por qué todo había salido mal? ¿Por qué había arruinado todo? ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Por qué se tuvo que enamorar de Harry? ¿Por qué?

    Everything I know is wrong

    (Todo lo que sé está mal)

    Everything I do just comes undone

    (Todo lo que hago sólo se deshace)

    And everything is torn apart

    (Y todo está despedazado)



    ¿Por qué Harry no había entendido? ¿No había sido lo bastante obvio? ¡Y aquél beso! ¿Por qué le había correspondido sólo para apartarlo después?

    Pero no lloraría, no se lamentaría, ni le imploraría a Harry que lo escuchara. Retomaría su vida. No necesitaba de nadie. Siempre había estado solo, sobreviviría sin Harry. No le importaba cuanto dolía decirlo.

    Oh and it's the hardest part

    (Oh y esa es la parte más difícil)

    That's the hardest part

    (Esa es la parte más difícil)

    Yeah that's the hardest part

    (Sí, esa es la parte más difícil)

    That's the hardest part

    (Es la parte más difícil...)



    Regresó al baño de nuevo, mirándose en el espejo. Se acomodó el cabello, la ropa, lavó su rostro –a pesar de no haber derramado ni una sola lágrima– y salió de su habitación. Cuando volviera, estaría el lugar limpio. Tanto de suciedad como de sensaciones.

    Tan pronto salió, fue abordado por su madre, quien le informó que Lucius estaba con el Sr. Bagman, y que solicitaba su presencia para la comida. ¡Excelente! Nada como una tarde de negocios en pleno domingo para olvidarse de los problemas. Hasta el final del día, estaría probablemente queriendo estrangular a Bagman y a Lucius, pero por lo menos se olvidaría de… de Harry.

    ------------------

    Remus salió del baño de su novio secándose los cabellos con una toalla.

    - Padfoot, ¿dónde está tu peine? – preguntó, alzando la voz sobre el sonido de la televisión.

    - ¿Y yo qué sé? – llegó la respuesta. – Toma la de Harry.

    Remus rodó los ojos, inconforme, y caminó hasta la sala, donde encontró a Sirius recostado en el sofá y a Snuffles viendo atentamente la televisión.

    - ¿Y Harry tiene un peine? – preguntó el profesor.

    Sirius rió.

    - Por increíble que parezca, sí, tiene uno.

    - Hum, ¿y supongo que él no lo pierde porque no lo usa?

    - Bueno, acostumbro perder su peine, porque nunca encuentro el mío – Sirius se sentó, encogiéndose de hombros.

    En ese momento, Snuffles desvió su atención hacia la cocina y segundos después escucharon el sonido de la puerta abriéndose. El perro ladró y salió disparado. Sirius se levantó y los dos hombres se dirigieron a la cocina, donde vieron a Harry de espaldas, cerrando la puerta e ignorando la fiesta que Snuffles le hacía.

    - Ahora no, Nuf – murmuró con la voz ronca y cuando por fin se giró, se quedó en piedra al ver a Sirius y Remus observándolo, intrigados.

    Harry tenía la ropa y el cabello húmedos a causa de la lluvia y los lentes llenos de gotitas, lo que ocultaba un poco sus ojos enrojecidos.

    - Hola – dijo bajando la mirada e intentando pasar entre ellos sin decir algo más, pero fue impedido por Sirius.

    - ¿Adónde piensas que vas?

    Harry suspiró cansadamente, dejando que sus hombros cayeran y respondió, aún sin levantar los ojos.

    - A mi habitación, Sirius.

    - Ah, no… - comenzó Sirius, pero Remus colocó una mano en su hombro, jalándolo levemente, para que dejara pasar al chico.

    - Ahora no, Padfoot – dijo Remus, suavemente, completando con una mirada que decía “punto final”.

    Sin esperar reacción de su padrino, Harry se escabulló hacia el pasillo y entró a su habitación, cerrando la puerta. Sirius miró a Remus con las cejas fruncidas.

    - ¿Qué le sucede?

    - No sé… - respondió el profesor, pensativo.

    - Voy a verlo…

    - ¡N-n-no! – Remus agarró a su novio más firmemente para que no se escapara.

    - ¿Por qué no? ¡Es mi ahijado! ¡Tengo derecho de saber lo que le pasa!

    - Por supuesto, pero el asunto puede ser delicado.

    - ¿Estás insinuando que no se tratar con asuntos delicados? – dijo Sirius, sarcástico, cruzando los brazos delante de su cuerpo.

    Remus bufó.

    - Conozco muy bien tu sutileza, Padfoot. Más tratándose de Malfoy. Quédate aquí mientras voy por el peine de Harry, ¿está bien?

    Sirius simplemente se giró, enfurruñado, caminando a pasos pesados hasta el sofá como un niñito mimado que acababa de escuchar un “estos son asuntos para gente grande”, seguido por Snuffles. Remus no le prestó atención y fue hasta la habitación de Harry, tocando suavemente la puerta. Cuando no recibió respuesta, Remus abrió una rejilla en la puerta despacio y contempló a Harry encogido en la cama, sentado, abrazándose las piernas con el rostro enterrado entre sus rodillas y los lentes sobre la cama.

    Remus volvió a tocar la puerta.

    - Harry, ¿puedo tomar tu peine para el cabello? – preguntó suavemente.

    El chico dejó sorbió con la nariz y murmuró un “um-hum”, sin moverse. Remus entró y fue hasta el baño, donde se peinó rápidamente y volvió a la habitación, sólo para encontrar a Harry todavía encogido, pero ahora con la cabeza recostada contra la pared, los ojos puestos en la ventana y rastros de lágrimas en su rostro. El profesor se acercó a él y se sentó en la cama, mirándolo.

    - ¿Quieres conversar, Harry?

    Esperó pacientemente hasta que Harry sorbiera de nuevo por la nariz y hablase, con la voz controlada.

    - Me besó, Moony.

    La única reacción del hombre ante la afirmación fue levantar ambas cejas antes de preguntar.

    - ¿Y no te gustó?

    Harry se giró hacia él, el ceño fruncido en confusión.

    - ¿Cómo?

    - ¿Cuál fue tu reacción, Harry? – preguntó Remus, tranquilo.

    - Moony, creo que no entendiste. Te dije que…

    - Entendí perfectamente, Harry. Imaginé que eso pasaría en algún momento, pero no creí que volverías llorando después de eso. ¿No te gustó que te besara?

    - Pero... – Harry parpadeó, intentando ordenar sus pensamientos. - ¿Cómo que imaginabas que sucedería?

    - Bueno, era obvio, Harry – Remus se encogió de hombros y continuó, ante la confusión del chico. – Allí estaba, para quien quisiera verlo, la manera en cómo él te mira, cómo parece haber cambiado desde que está contigo, ya los he visto sonriéndose el uno al otro más de una vez, de una forma medio cómplice, la cercanía entre ustedes… Pensé que lo habías notado también, o que por lo menos lo pensaras. Y… bueno, no quise entrometerme. ¿No te habías dado cuenta?

    El chico había perdido el foco de su visión y su mente parecía ser llevada por algunos recuerdos de aquellos momentos que Remus describía, entonces los ojos verdes comenzaron a llenarse de agua de nuevo. Remus prefirió no interrumpirlo.

    Las palabras de Remus habían hecho que Harry recordara pequeños detalles, flashes de su memoria, como las sonrisas que Draco le regalaba en clases; la manera en que lo miraba, con tanta intensidad; sus ojos contemplativos en los vestidores; el casi beso en el aula a causa de una simple pluma en el suelo; las manos del rubio deslizándose suavemente desde sus espinillas hasta la planta de sus pies, provocándole escalofríos; los toques, accidentales o no, cada vez más frecuentes; el momento de vacilación en la piscina; la canción que Draco había tocado para él; la manera en que le había dicho a Narcisa Malfoy que estaba con “la chica de la cual se había enamorado”, sin conseguir sonar sarcástico; la sensación reconfortante de despertar siendo abrazado por el rubio; la desesperación de aquél beso…

    Harry había estado tan preocupado en esconder las evidencias de sus sentimientos, en reprimirlos, que ni siquiera había notado las pistas que Draco le había dejado. No, no las había visto. Y lo había hecho todo mal… ¿Y si le gustaba a Draco? Al fin y al cabo, no fue como si al descubrir la relación de Sirius y Remus le hubiera despertado curiosidad, pues eso ya venía de más tiempo atrás y Draco sólo lo había descubierto hace dos días. Ese hecho sólo había vuelto las cosas más evidentes, y aún así Harry no lo había notado…

    Sintió las lágrimas calientes escurriendo por su rostro y las limpió, volviendo su atención al otro de nuevo.

    - Lo arruiné todo, Moony – se lamentó, su voz poco más que un susurro.

    - ¿Por qué? – preguntó con suavidad Remus, que había esperado con paciencia.

    - Creí… creí que sólo tenía… que sólo tenía curiosidad, ¿entiendes? Pensé que sólo quería experimentar, saber cómo era besar a otro chico… me confundí… pensé que… no sé…

    Harry dejó escapar su respiración con un sollozo y cerró los ojos, haciendo que más lágrimas cayeran, entonces se mordió el labio inferior desviando la mirada, avergonzado por estar llorando.

    - Calma, Harry – Remus percibió la desesperación del chico y extendió una mano para tocar su rodilla, conciliadoramente. – Es normal sentirte confundido. La situación no es tan simple.

    - Si hubieras visto la fría manera en que trataba a Pansy, Moony…

    - ¿Parkinson?

    - Sí – Harry se limpió el rostro con la playera y continuó. – Eran amigos desde niños, ¡ella fue la primera chica que besó y nunca sintió nada realmente por ella! ¡Estuvieron juntos tanto tiempo! Y simplemente él dijo que nunca pasaron de amigos, que Pansy estaba confundiendo las cosas… En ningún momento me dijo que sentía algo diferente a amistad por mí, Moony…

    Los ojos de Harry volvieron a inundarse y su voz tembló.

    - Ciertas cosas no necesitan ser dichas, Harry.

    - Yo quería que lo dijera – dejó Harry escapar.

    - Entonces, ¿todo eso quiere decir que te gustó ese beso?

    Harry dejó que una sonrisa avergonzada se extendiera por su rostro.

    - Creo que sí… - pero su mirada se desenfocó de nuevo y la sonrisa fue muriendo. – No, en realidad creo que no debía haber pasado. Moony, ¡nunca funcionaría! Quiero decir… mira a su familia… Lucius Malfoy nunca lo permitiría… y no es como si fuera posible esconder algo así por mucho tiempo, ya que tú mismo has dicho que es bastante obvio… - Harry respiró profundamente antes de continuar. – De aquí en adelante no será lo mismo… no creo que sea posible que volvamos a ser amigos. Creo que… preferiría que nada de eso hubiera pasado. Aún podríamos ser amigos…

    - ¿Sabes, Harry? – comenzó Remus tan pronto notó que se había desahogado. – Tengo una alumna del tercer año de Administración que siempre coloca algunas frases en el margen de las hojas de sus trabajos de Estadística. De esas frases que nos hacen reflexionar – Harry se removió, para mostrar que estaba poniendo atención. – Después que Sirius se me declaró, pasé algún tiempo sumergido en mis quehaceres, corrigiendo trabajos, y acabé leyendo una de las frases de la chica. Decía: “¿En qué momento la amistad se vuelve amor? ¿En qué momento el amor puede borrarse y que quede sólo amistad?”

    - Pasé una media hora reflexionando sobre eso – continuó el profesor. – Concluí que es mucho más fácil que la amistad se vuelva amor que al revés. Padfoot y yo fuimos grandes amigos, compartimos muchos momentos en común, tanto buenos como malos, nos ayudamos, nos conocemos… desarrollamos un tipo de amor, sí, desde pequeños. Ese sentimiento se transformó, no sólo en él. Yo también sentía algo demasiado fuerte por él, una conexión fuerte y hermosa, sólo que no me había detenido a pensar lo que significaba hasta ese momento. Entonces pensé: ¿y si trato de ignorarlo? ¿Volveríamos a ser los de antes? ¿Solamente amistad?

    - No es algo totalmente imposible, pero sería muy diferente. Estaría siempre aquél “tal vez”, miradas tristes, momentos desconcertantes, asuntos incómodos… no nos sentiríamos a gusto el uno con el otro y terminaríamos alejándonos. ¿Es eso lo que quieres, Harry?

    Harry tragó en seco, bajando la mirada hacia sus propias manos.

    - Yo asumí el riesgo de intentarlo, Harry. No podría vivir con un “tal vez”. ¿Y tú?

    - Tengo miedo, Moony – Harry por fin se manifestó con voz vacilante. - ¿Y si no pasa de un capricho? ¿Si se cansa de mí? Yo nunca había sentido lo que siento por él, nunca había sido tan intenso…

    - Tu inseguridad es perfectamente comprensible, Harry. Date un tiempo para ti y para él. Piensa con calma. Y cuando te sientas mejor, platica con él.

    - No sé si se podrá. De hecho, no sé si va a querer verme de nuevo después de lo de hoy…

    - Bueno, el tiempo responde todas las preguntas, cura todas las heridas. Yo necesité de una semana para decidirme, tal vez tú puedas en menos tiempo – Remus le guiñó un ojo pícaro y Harry sonrió.

    - Gracias, Moony.

    - No tienes nada qué agradecer.

    - Claro que sí, ¿cómo conseguiste convencer a Sirius de no venir hasta aquí a interrogarme o lanzarle amenazas de tortura y muerte a Draco?

    Remus rió y miró hacia la puerta entreabierta.

    - ¿Escuchaste eso, Padfoot? – dijo hacia la puerta y segundos después, Snuffles entró trotando a la habitación, exigiéndole la caricia a que Harry le negó cuando llegó.

    En seguida, la cabeza de Sirius apareció, enmarcada entre cabellos sueltos y desordenados.

    - Erm… Harry, ¿me podrías prestar tu peine para el cabello?

    Remus rió de nuevo y Harry volvió a limpiarse las lágrimas secas y se puso los lentes.

    - Padfoot, ¿hace cuánto tiempo que estás escuchando?

    - ¿Yoooo? – Sirius se hizo el indignado. – Joder, ¿qué te hace pensar que estaba escuchando su conversación?

    - Bueno, pues que tú nunca acostumbras pedirme mi peine – respondió Harry, más aliviado por la actitud de su padrino. – Tú simplemente entras y lo tomas.

    - Ah, bien, entenderé eso como un sí, entonces – Sirius fue hasta el baño y volvió con el objeto, peinándose. – Bueno, ¿sobre qué hablaban?

    Harry le lanzó una mirada de “ayuda-por-favor” a Remus, quien se adelantó.

    - Hablábamos sobre el hecho tan intrigante de que aún no le habías hecho un interrogatorio a Harry o que lanzaras amenazas de tortura y muerte a Malfoy. ¿Qué me dices de eso?

    - Bueno – Sirius se rascó la mandíbula con el peine, encogiéndose de hombros. – Fue solo un beso, ¿no? Y fuiste tú quien lo aceptaste, Harry. Así que creo que no tengo de qué preocuparme. Asunto cerrado – levantó una ceja, desconfiado. – A menos, claro, que quieras contarme los detalles de la noche que pasaste en la Mansión Malfoy. ¿Sólo fue un beso, verdad?

    Harry asintió, un tanto apurado por las sospechas de su padrino, quien se encogió de hombros nuevamente.

    - Entonces no tengo por qué matarlo. Torturarlo, tal vez.

    Sirius se acomodó sus desordenados cabellos hacia atrás, de modo que Harry pudo ver el hematoma al lado de su ojo izquierdo.

    - ¿Qué te pasó en el ojo? – preguntó Harry. - ¿Te lastimaste?

    - Erm… hum… fue… undesencuentrobásicoconelGrasiento – murmuró Sirius, rascándose la cabeza.

    - ¿Qué?

    - Es una larga historia, Harry – respondió Remus. – Ven, te cuento en la cocina mientras me ayudas a hacer macarrones. ¿Tienes hambre?

    - Yo sí – se adelantó Sirius, pero Remus lo ignoró, aguardando la respuesta de Harry.

    - No mucho – fue el turno de Harry para rascarse la cabeza. – Desayuné hace poco tiempo…

    - ¿Despertando tarde, eh, Harry? – provocó Sirius.

    - Bueno, yo tengo hambre – admitió Remus. – Aún no he desayunado y ya es hora del almuerzo.

    Harry miró el cabello húmedo de Remus y no contuvo la pregunta.

    - ¿Dormiste aquí?

    La expresión de Sirius se volvió más chulesca si era posible, levantando y bajando las cejas rápidamente.

    - Erm… sí – murmuró Remus, sin gracia y se levantó, dirigiéndose a la puerta. - ¿Vamos a la cocina? Necesito ir a casa, tengo coas qué hacer.

    - ¿Qué? ¿No vas a pasar la tarde con nosotros? ¿Vas a trabajar en pleno domingo? – Sirius lo siguió. Harry todavía podía escucharlos hablando en el pasillo.

    - Sí, Sirius. Debía haberlo hecho el viernes, pero andabas carente de amor, ¿recuerdas? Y te dije que lo iba a hacer hoy.

    - Bueno, no creí que estuvieras hablando en serio…

    Harry sonrió y se puso de pie, determinado a no pasar el día lamentándose. Fue hasta el baño, se lavó el rostro y se puso los lentes. Se acarició los labios con una mano, cerrando los ojos y permitiéndose recordar las sensaciones que le causó ese beso. Volvió a mirar su reflejo en el espejo y respiró profundo.

    - ¿Vamos, Nuf?

    ------------------

    Después del almuerzo, Remus se fue, dejando la cocina por cuenta de Sirius y Harry. Al terminar de dejar todo en orden, los dos se sentaron en el sofá y miraron los programas aburridos del domingo por la tarde. Snuffles, contagiado por el desánimo de sus dueños, se recostó frente al televisor, de vez en cuando lanzándoles miradas necesitadas a ambos. Harry dejó que sus pensamientos vagaran, tan distraído que ni siquiera notó que su padrino lo observaba atentamente.

    - Harry – llamó Sirius, haciendo que Harry desviase la mirada de la televisión, entonces palmeó su regazo, invitándolo. – Recuéstate aquí.

    Harry frunció el ceño. Snuffles pensó que la invitación era para él y se aproximó moviendo la cola.

    - No, tú no, Nuf – Sirius lo empujó hasta que se sentó. – No necesitan pelear a causa de mi regazo, ¿está bien? Pero ahora es el turno de Harry. Anda, Harry, ya viste que hay fila, ¿no? ¡Aprovecha!

    Harry sonrió y se recostó en el sofá, apoyando la cabeza en el regazo de su padrino y cerrando los ojos conforme este comenzó a deslizar los dedos por entre sus cabellos. Harry extendió la mano para acariciar a Snuffles, mientras tanto.

    - ¿Te sientes mejor? – preguntó Sirius, tiempo después.

    - Uh-hum – aceptó Harry sinceramente.

    - Sí, lo sabía. Siempre funciona conmigo. Pero creo que Moony es mejor en esto que yo…

    Se quedaron en un cómodo silencio por algo más de tiempo.

    - ¿Padfoot?

    - ¿Hum?

    - Tengo algo que no te he dicho.

    - ¿Qué? – preguntó Sirius rápidamente, alarmado.

    - El viernes hice unas pruebas para una vacante en el área de investigaciones de una empresa de tecnología de información y… fue aceptado.

    - ¿Me lo juras? – exclamó Sirius, visiblemente aliviado. - ¡Qué bien, Harry! ¿Tus prácticas en Hogwarts acaban mañana, no? ¿Y entonces comienzas el martes?

    - Pues sí, no sé – murmuró el chico, tristemente.

    - ¿Cómo, aún no te han llamado?

    - Sí, ya lo hicieron. Y debería comenzar el martes, pero… no sé si debo ir.

    - ¿Por qué, Harry? – Sirius continuó acariciando el cabello de su ahijado.

    - Es en la empresa de Lucius Malfoy, Padfoot.

    Hubo un momento de espantada incredulidad, entonces Sirius rió.

    - ¡Caramba, esa fue buena, Harry! Confieso que no esperaba una broma ahora mismo…

    Harry se levantó para mirarlo a los ojos seriamente.

    - No es una broma, Sirius – la sonrisa del hombre murió instantáneamente. – Draco me llamó para participar en la selección, sin compromiso, y acepté. Tenían dos vacantes, yo fui uno de los elegidos.

    - Pero… pero… - titubeó Sirius, parpadeando. – Harry, ¿cómo fue que Lucius permitió algo así? ¿Cómo dejó que Draco te colara en la empresa?

    - Lucius no sabe nada aún. Y Draco me garantizó que fui elegido sin que él interfiriera…

    - Sí, claro – Sirius hizo un gesto de impaciencia. - ¿Y le creíste? ¡Es obvio que te colocó en la empresa para desafiar a su padre!

    Harry bufó y encogió las piernas sobre el sofá, abrazando sus rodillas.

    - Muchas gracias por confiar en mi capacidad tanto como yo – dijo, sarcástico.

    Sirius se pasó una mano por sus cabellos, la expresión arrepentida.

    - No fue eso lo que quise decir, Harry. No estoy dudando de tu capacidad. Estoy dudando de la honestidad de Malfoy. ¿Quién te garantiza que él no movió sus hilos para que fueras aceptado? Tal vez sólo inventó esa historia porque sabía que no aceptarías trabajar de otro modo.

    Harry inspiró profundamente.

    - Nadie lo garantiza, Sirius. Es sólo su palabra. Llegué a desconfiar de eso cuando lo supe, pero él se enojó tanto a causa de mi acusación que… bueno… aún creo en él. Me mostró los informes, notas, dijo que el otro tipo que ganó fue mejor que yo en las pruebas…

    Sirius se rascó el mentón, pensativo.

    - Bueno… es posible… - miró de reojo a Harry antes de girarse en el sofá y colocar una mano en su hombro. – Mira, Harry, ¿tienes idea del tamaño de la pelea que Malfoy está comprando con su padre? Vas a entrar en medio de eso, ¿estás consciente de ello?

    Harry miró a su padrino con firmeza, asintiendo positivamente y creyó haber visto un brillo de entusiasmo ahí. Seguramente aquél punto le agradaba a Sirius Black.

    - Entonces, hijo, ¡levanta la cabeza! ¡Muestra tu valor! Y no dejes que aquél hurón albino pase sobre ti, sino voy a tener que entrar en el baile también, ¿sí?

    - Está bien – Harry sonrió y recibió palmaditas entusiasmadas en su espalda.

    - Ah, Harry, que pena que te rendiste con el rubiales – se lamentó Sirius y Harry lo miró, incrédulo de lo que escuchaba. – Ya me estaba acostumbrando con la idea, ¿sabes? Además, quería ver la cara del Grasiento cuando se enterara de que su ahijado es gay. ¿Y Lucius? ¡Lucius probablemente lo desheredaría si supiera que besó a Harry Potter!

    Sirius soltó una risa maligna.

    - ¿Y quién dice que me rendí? – Harry hizo un gesto de inocencia cuando Sirius lo miró con los ojos muy abiertos.

    - ¿No lo hiciste? – Harry balanceó la cabeza lentamente en negación y Sirius tragó con dificultado. - ¡Harry, yo estaba bromeando!

    - Pero yo no, Padfoot. Voy a luchar por él, ahora que sé que existe la posibilidad de que le guste.

    - Pero… - Sirius rebuscó en su mente algún argumento. - ¿Pero y aquella historia de no querer salir lastimado, Harry? Sí vas tras Draco Malfoy, invariablemente vas a…

    - Padfoot – cortó Harry. – Durante este tiempo en que nos hemos estado relacionando casi diariamente, yo lastimé más a Draco que él a mí. Él ha hecho todo bien, sólo que yo no lo veía. Según Moony, fuiste tú quien se dio cuenta primero de su interés sobre mí. ¿Acaso me has visto quejarme de algo que me haya hecho en las últimas cuatro semanas?

    - Bueno, yo… erm… no – admitió Sirius.

    - ¡Exacto! Pero yo, al contrario, lo lastimé mucho, dudé de su palabra, le dije algunas verdades dolorosas sin darme cuenta… - Harry recordó cuando platicaba con el Príncipe Slytherin sobre cierto chico mimado, sin cuidar sus palabras, sin saber que era el mismo joven de quien hablaba. - ¿Me apoyarías, Sirius?

    Sirius bufó, rascándose la cabeza, se removió en el sofá y frotó una manchita en la manga de su playera.

    - No necesitas que yo apruebe nada, Harry – se encogió de hombros. – Es tu vida, tienes todo el derecho de estar con quien quieras, me guste o no.

    - Pero tu opinión es importante para mí – insistió el chico y Sirius torció la nariz de un lado a otro.

    - Bueno… sí… siéltegustatantoasí – Sirius se encogió de hombros de nuevo, la voz apenas un murmullo.

    Harry sonrió satisfecho. Eso era lo más cercano a una aceptación que podría alcanzar por el momento. Con el tiempo, quién sabe, las cosas mejorarían. Eso sí, si todavía tenía una oportunidad con Draco…

    - ¿Es muy obvio que me gusta mucho? – Harry dejó escapar la pregunta.

    - Oh, sí – Sirius balanceó la cabeza frenéticamente, pareciendo aliviado porque la conversación haya tomado otro rumbo. – Mira bien, Harry, andabas todo cabizbajo por el noviazgo de Ron y Mione, sintiéndote solo. Y entonces de repente aparece Malfoy. En las primeras veces que salías a correr con él, todo bien, tenías una disculpa. ¡Después eso se volvió uno de los momentos más esperados de la semana! Volvías satisfecho, sonriente, ¿piensas que no lo noté? Entonces Moony comenzó a contarme sobre ciertas miradas, toques, sonrisas… comenzaste a dormir más que de costumbre, a perfumarte… en fin, ¿esas no son evidencias de una criatura enamorada?

    - Hum, pensé que no habías notado lo del perfume… - Harry se desordenó los cabellos, avergonzado.

    - Joder, subestimas mi capacidad de observación, Harry – Sirius se hizo el indignado.

    - Está bien, me rindo – Harry levantó las manos. – Intentaré ser más sutil de ahora en adelante.

    El chico golpeó sus muslos con las manos y Snuffles se puso alerta, amenazando con saltar al sofá.

    - Hey, Harry, ¿qué opinas de que demos un paseo en bicicleta? – propuso Sirius. – Yo no soy un adolescente rubio, pero puedo ser una buena compañía. Yo y Nuf, por supuesto, ¿qué dices?

    - Bueno… ya que no tengo otra opción – Harry se encogió de hombros y se tuvo que levantar rápidamente para escapar de Sirius, pero este actuó rápido y tomó las piernas de Harry cuando éste se preparaba para correr, y la caída fue inevitable.

    Al momento siguiente, los dos estaban empeñados en una lucha con derecho a golpes cinematográficos y a efectos sonoros –que incluían los ladridos de Snuffles. El perro se puso a dar vueltas, moviendo la cola, hasta conseguir morder la pierna del pantalón de Harry y jalar, gruñendo. Sólo se calmó cuando arrancó un pedazo del tejió y tuvo que escuchar un sermón del chico –en el que fue fervorosamente defendido por Sirius.

    ----------------

    La mañana del lunes, Harry abrió los ojos tan pronto el despertador sonó. Se sentó en la cama frotándose el rostro con las manos. Todo se le hacía demasiado pesado, principalmente su cabeza. Su mente estaba cansada, parecía no haber tenido descanso durante toda la noche –a pesar de que no recordaba si había soñado algo. Solamente le quedaba la sensación de abandono al recordar la mañana anterior, cuando despertó siendo tan deliciosamente abrazado…

    Por más que se hubiera divertido la tarde anterior, no podía sacarse aquél peso de su consciencia. Sirius no le dejó mucho tiempo para pensar, por ser tan optimista y contagiarle el sentimiento, pero en la noche, en la soledad de su habitación, Harry no tuvo tanto éxito en mantener ciertas cuestiones lejos de su mente. ¿Cómo estaría sintiéndose Draco en ese momento? ¿Lo extrañaría tanto como Harry lo hacía? ¿Se lamentaba, como Harry, de lo que había pasado?

    En menos de una hora estaba llegando a la universidad, caminando hacia el segundo piso, donde Hermione y Ron ya lo esperaban.

    - ¡Buenos días, Harry! – saludó la chica, animada.

    - Días – respondió Harry, forzando una sonrisa en sus labios y sentándose en el asiento detrás de Ron.

    - Y dime, amigo, ¿cómo estuvo tu fin de semana? – el pelirrojo se giró para mirarlo.

    - Hum… - Harry fue salvado de responder cuando el profesor entró al aula y Ron se giró hacia enfrente de nuevo.

    Pero Hermione no era tan fácil de despistar. Harry se limitó a encoger los hombros ante la mirada escrutadora de su amiga y se concentró en sus cosas. La chica parpadeó algunas veces pero también volvió su atención hacia el profesor.

    Cuando la clase terminó, sin embargo, Harry no tuvo escapatoria. Dejaron el aula y descendieron las escaleras hacia el primer piso, donde tendrían su próxima clase. El moreno no había podido concentrarse en la lección anterior y ahora intentaba convencerse a sí mismo de que no estaba buscando a Draco en todos los cabellos rubios que veía, pero se empeñaba con toda determinación posible en alejar el asunto de Hermione. Por algún tiempo creyó haberlo conseguido, hasta que se detuvieron frente al tablón de anuncios y la pareja miró a Harry.

    - ¿Qué? – preguntó Harry.

    - ¿Cómo que qué? – preguntó Hermione.

    - ¿Por qué no vamos hacia el aula?

    - Bueno – comenzó Ron, mirándolo como si no estuviera en pleno uso de sus facultades. - ¿No vas a ver hoy los anuncios, Harry? Los analizas diario, ¿recuerdas?

    - Ah… eso… - Harry se acomodó los lentes y se puso bien el bolso, mirando a todos lados menos a sus amigos. – Ya conseguí empleo.

    - ¿En serio? – se entusiasmó Ron. - ¡Tío, eso es excelente! ¿Pero por qué no nos lo habías dicho?

    - Es que les iba a contar hoy… pero acabé olvidándolo.

    - Harry, ¿estás bien? – Hermione finalmente manifestó su preocupación. - ¿Pasó algo que no sabemos, además de que hayas conseguido empleo? ¿O ese es el motivo de tu inquietud?

    Ron frunció el ceño, mirándolo de arriba abajo, como si hasta ahora lo viese de verdad.

    - Sí, amigo, estás raro. ¿Qué pasó?

    Harry abrió la boca para decir algo, pero en el siguiente instante, no recordaba ni su nombre, mucho menos lo que quería decir. Un resplandor inconfundible de cabello rubio casi blanco llamó su atención y ni siquiera notó que se quedó como bobo, boquiabierto, mirando a Draco Malfoy pasar frente a él, con jeans negro y playera azul oscuro.

    El estómago del moreno se revolvió cuando su dueño se dio cuenta de que el rubio ni siquiera lo había notado, tal vez a propósito. Con certeza, fue a propósito. Harry lo siguió con la mirada. La pose inalterable, el andar elegante, el rostro impasible, movimientos calculados… la mirada helada. Dirigida a todos y a nadie al mismo tiempo. Dos piscinas de hielo que no se habían encontrado con sus ojos por primera y única vez. Y aún así Harry se había estremecido. El moreno se sintió la peor criatura en la faz de la Tierra.

    Ron y Hermione también habían seguido su mirada y mientras la chica fruncía el ceño pensativamente, el pelirrojo adquiría una expresión de profunda felicidad.

    - Hey, Harry, ¿aquél tipo era Malfoy?

    - Está claro que era Malfoy, Ron – respondió Hermione, impaciente, después de reparar en que Harry parecía no haber escuchado la pregunta.

    - ¿Entonces por qué no te saludó? ¿Pelearon? – Ron ni siquiera intentaba disfrazar su alegría ante la posibilidad.

    - Ron – advirtió Hermione.

    - ¿Es por eso que estás así, no, Harry? Yo te avisé, amigo. Te dije que mostraría los colmillos tarde o temprano… ¡ARGH!

    Ron se frotó el brazo en el lugar donde Hermione lo había pellizcado.

    - ¿Qué te pasa, Mione? – preguntó indignado.

    Hermione se limitó a fusilarlo con la mirada y señalar a Harry, quien aún tenía el rostro girado hacia el pasillo por el cual el rubio había desaparecido, con las cejas caídas y el semblante lleno de sufrimiento, los ojos amenazando en quedar más brillantes de lo normal.

    - ¿Harry? ¿Qué sucedió? – volvió a preguntar Hermione, con delicadeza, adelantándose para colocar una mano en el hombro de su amigo.

    El chico bajó la mirada y respiró profundo.

    - Ahora no, Mione. ¿Vamos al salón de clases?

    ----------------

    Draco casi había aventado el celular contra la pared cuando este lo despertó. No lo hizo solo porque el aparato se escurrió de su mano hacia la cama antes de que pudiera hacerlo. Se volvió a dormir sin querer y casi se perdió la primera clase. Suerte que la profesora estaba de buen humor. Por lo menos alguien allí estaba de buenas.

    La primera clase se pasó sin que pudiera poner atención en una palabra de lo que la profesora decía. Tan pronto la campana indicó el final del periodo, Draco se levantó y salió, sin importarle que la profesora continuaba hablando. Estaba inquieto, no soportaba estar sentado en el aula. Nunca había soportado el cigarro, pero si Pansy pasaba frente a él con uno, se lo quitaría de la mano. Entonces se sentiría sofocado y tosería hasta no aguantar más. Qué bueno que Pansy no se apareció cerca de él. En realidad, nadie pasó cerca de él. Su cara debía estar mostrándose genial.

    Draco intentaba no pensar en el motivo de que estaba allí, parado, de frente al tablón de avisos que Harry visitaba todas las mañanas. Ahora Harry no tenía motivos para analizar los avisos, pero debía pasar por el patio para su próxima clase, como el rubio había observado antes. Y cuando ya comenzaba a perderse en sus pensamientos de nuevo, lo vio descender las escaleras con Weasley y Granger, conversando normalmente.

    Una expresión amarga tomó forma en su rostro, curvando las esquinas de sus labios hacia abajo y contrayendo las cejas. ¿Entonces era así? Harry no parecía extrañarlo, ahí en medio de sus amiguitos. Draco había sido un estúpido al pensar que por lo menos estaría callado, cabizbajo, meditabundo, triste… cualquier cosa, menos normal. Mientras Draco se despedazaba por dentro, se consumía, se recriminaba.

    Joder, ya estaba harto de ser tan vulnerable. Ya estaba harto de perder la compostura, el orgullo, el control cuando lo veía. Mostraría que él también sabía ser indiferente y con mucho mayor efecto. Inmediatamente se puso su impenetrable máscara, cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos ya estaban fríos y cortantes, recompuso su pose confiada, levantó el mentón para mirar a los demás por encima y cruzó el patio frente al moreno, teniendo cuidado para estar seguro de que era notado al mismo tiempo en que lo ignoraba completamente.

    Dolió. Dolió como garras clavándose en su pecho, pero tenía que soportarlo, tenía que probarse a sí mismo que aún era capaz de portarse indiferente. Y realmente lo hizo. Quizá le había dolido más a él que a Harry, pero con el tiempo todo se volvería más fácil.

    -----------------

    Natalie estaba terminando una llamada cuando Draco entró, apresurado, el semblante impasible como hacía mucho tiempo ella no lo veía.

    - … igualmente, Sra. Jorkins. Gracias – colgó el teléfono. – Buenas tardes, Sr. M…

    La mujer dio un salgo al escuchar la puerta cerrarse con un estruendo. Perdió la respiración, sorprendida. Definitivamente no había esperado una entrada intempestiva después de esos íntimos momentos que había presenciado el viernes entre el rubio y el objeto de su obsesión. Se asustó de nuevo con el sonido del teléfono. Respiró profundo y descolgó.

    - Pritchard, ¿en qué puedo…?

    - Aspirina, Natalie… - dijo la voz contenida de Draco, antes de enmendarse, a última hora. – Por favor.

    - En un segundo, Sr. Malfoy.

    Natalie colgó y se levantó rápidamente tomando el medicamente del cajón de su escritorio y llenando un vaso con agua a temperatura ambiente, ya que el tiempo no estaba tan cálido ese día. En realidad, el clima estaba imprevisible, así como cierta persona. Con pasos rápidos, la secretaria alcanzó la puerta y tocó suavemente antes de abrirla con lentitud.

    Instintivamente miró hacia el escritorio, pero estaba vacío. Entonces llevó sus ojos hacia el sofá y encontró a Draco sentado, inclinado hacia enfrente, los codos apoyados en sus rodillas, masajeándose las sienes. Natalie cerró la puerta tras de sí y se aproximó con pasos silenciosos.

    - Aquí está, Draco.

    El rubio ni siquiera levantó la mirada, sólo aceptó el vaso y la pastilla, tomándolos de una sola vez y devolviendo el vaso. La secretaria dejó el vaso desechable en el bote de basura al lado del escritorio e intentó aproximarse al rubio, quien se aflojaba la corbata.

    - ¿No quieres recostarte un poco, Draco? – preguntó suavemente, sentándose en el sillón frente al chico sin esperar a ser invitada.

    - No puedo – gruñó Draco, mirándola con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, con un brillo helado en los ojos. – El insoportable Bagman viene a visitar la empresa hoy y quiere que yo esté presente, junto a Lucius. Y aún tengo que darle algunos informes a mi padre sobre el tiempo en que estuvo fuera.

    - El Sr. Malfoy salió a comer y aún no regresa – lo tranquilizó Natalie. – Descansa un poco. Te aviso cuando llegue.

    Draco se frotó el rostro con las manos y se dejó caer hacia atrás, amparado por el respaldo del sofá.

    - Mierda – murmuró, la expresión aún irritada.

    - ¿Qué sucedió, querido?

    Draco soltó una risita desdeñosa por la nariz.

    - Lo que debí haber imaginado que sucedería, Natalie – dijo con amargura. – Regresé a la realidad, a mi vida de mierda. El sueño terminó. Es admirable que haya durado tanto.

    Natalie tragó en seco, sintiendo un peso en su corazón al percibir tanta amargura en la actitud desdeñosa del chico. ¡Justo cuando pensó que todo se resolvería! No necesitó decir nada antes de que Draco volviera a inclinarse hacia enfrente, continuando, con la misma pasión furiosa que había visto cuando se desahogaba anteriormente.

    - Lo besé, Natalie. Y él huyó. No me aceptó. Por segunda vez – Draco tragó ruidosamente. – Fui un idiota, di el brazo a torcer de nuevo, debí haber aprendido a los once años. Me entregué en bandeja de plata y él me rechazó.

    - Calma, Draco. ¿Cómo que te rechazó? Tal vez sólo estaba asustado porque lo besaste, Draco. Después de todo, ambos son chicos…

    - No, Natalie – la cortó el rubio, impaciente. – No tiene nada que ver con eso. Él no es homofóbico, ¡su padrino mantiene una relación con mi profesor de Estadística y él los apoya! ¡Correspondió mi beso! ¡Pero entonces dijo muchas estupideces y se fue, diciendo que nunca sería lo mismo entre nosotros!

    La voz del rubio tembló al final, sus ojos cargando tantos sentimientos que intentaba esconder. Natalie trataba de descifrarlos, a pesar de poder adivinar muchos de ellos. Frunció el ceño ante la mención del padrino de Potter, pero creyó mejor dejar ese asunto para otra ocasión.

    - Pero… ¿cómo sucedió, Draco? ¡No puedo creer que no te haya aceptado! Explícame todo, ¿sí?

    Draco se pasó las manos entre sus cabellos con un poco de fuerza, respirando profundo para recuperar la firmeza de su voz.

    - Platicamos mucho el sábado, prácticamente pasamos el día entero juntos. Lo llevé a la mansión, jugamos en la piscina, vimos una película, escuchamos música… saqué el tema de relaciones amorosas, intentando especular si tenía a alguien en la mira, o si todavía le gustaba su ex novia. Pero me devolvió las preguntas y terminé hablando de Pansy. Fui sincero con él, Natalie. Le dije que ella nunca pasó de una amiga para mí. Todo bien, no hizo ningún comentario al respecto, el asunto murió ahí. Entonces mi padre llegó más temprano de lo esperado…

    - Oh – Natalie abrió mucho los ojos, tapándose la boca con una mano.

    - Lucius no supo de Harry, porque le hice pasar la noche en mi habitación, haciendo que mi madre pensara que estaba con una chica – Draco hizo una pausa, mirando sus uñas y cuando volvió a hablar, su voz era poco más que un susurro. – Dormí a su lado, Natalie. Pude tocarlo mientras dormía. Fui totalmente inconsciente, me descontrolé ante su cercanía. Ayer por la mañana, cuando lo saqué de la mansión por la puerta de atrás, yo… perdí el control sólo por verlo riéndose, Natalie.

    Draco se frotó las manos con más fuerza, deteniéndose un poco para respirar conforme su voz daba señales de querer fallar nuevamente y sus ojos brillaban. Natalie se levantó y se sentó a su lado, posando una mano en su brazo, como apoyo.

    - Me correspondió – continuó Draco. – Me hizo sentir la persona más afortunada del mundo por algunos segundos y entonces me empujó, diciendo que no sería mi juguete, que no sería como Pansy – Draco hizo un vago gesto con las manos trémulas, su rostro desganado. – Salió corriendo, me dejó…

    Draco levantó la mirada intentando recuperar la voz de nuevo, los ojos casi desbordándose. Incluso Natalie sentía un nudo en la garganta ante aquella narración tan cargada de sentimientos.

    - Oh, mi bien – hizo la cosa que juzgó más apropiada: acariciar los cabellos rubios y jalándolo gentilmente a su encuentro.

    Eso bastó para que un sollozo escapara de la garganta del rubio y él cerrara los ojos, dejando que las lágrimas cayeran. Draco se dejó ser acomodado en los brazos de Natalie y la abrazó de vuelta, con fuerza, sollozando y dejando que las lágrimas corrieran, como hacía mucho tiempo no hacía.

    - No puedo llorar, Natalie. No quiero. No por eso – Draco murmuró entre sollozos.

    - Llora, querido – la mujer continuó acariciándole los cabellos. – Te vas a sentir mejor, te lo aseguro.

    - ¿Por qué duele tanto?

    - Calma. Ya pasará.

    - ¿Por qué hizo eso?

    - Oh, cariño, no tengo que responderte por él. Lo ideal sería que le preguntaras…

    - No. No quiero acercarme más a él – lloriqueó Draco.

    Permanecieron así por un tiempo, hasta que el rubio se calmó, sus sollozos finalmente disminuyeron hasta cesar y Draco por fin se alejó, sorbiendo por la nariz y limpiándose los ojos con cuidado para no lastimarlos. No necesitaba tener los ojos hinchados y rojos mientras hablaba con Lucius Malfoy.

    - Querido – Natalie tomó una de las manos de Draco, llamando su atención. – Voy a decirte lo que pienso. Harry se equivocó diciendo todo eso, pero quizá tu no le dejaste en claro tus sentimientos.

    - Natalie, canté para él, dormí abrazado a él, lo besé… ¿no fue lo suficientemente claro? – ironizó el rubio, a pesar de no sonar aún tan expresivo.

    - Bueno, tal vez debiste ser más directo.

    - No, él está muy bien sin mí – Draco se levantó y Natalie hizo lo mismo, negándose en terminar la conversación de esa manera.

    - Le gustas, Draco.

    - ¿Cómo puedes estar tan segura? – Draco sonó más firme y desdeñoso esta vez.

    - Acerté cuando noté que te gustaba, ¿no? Llámalo intuición, corazonada, observación, como quieras. Pero sé que le gustas tanto como a ti él. La forma en que huyó de ti sólo me hace estar más segura de lo que digo.

    - Perfecto, entonces que ésta vez venga tras de mí, porque yo no iré a él.

    Draco se deshizo de ella y caminó apresurado hasta el baño, donde se encerró.

    Natalie suspiró y dejó la sala. Tan pronto tomó su lugar de nuevo, marcó la extensión de David Gudgeon.

    - Hola, ¿Sr. Gudgeon? Buenas tardes. El Sr. Malfoy me pidió verificar si ya había llamado usted a los dos jóvenes seleccionados el viernes, para avisarles que iban a ocupar el puesto. No, no hay problema, no se preocupe. Me gustaría hacerlo yo misma, ¿está bien? ¿Podría darme sus números telefónicos? Perfecto. Muchas gracias.

    Después de anotar los números, Natalie llamó al primero, Ralph Zeller, y le avisó. El chico confirmó que estaría en la empresa la tarde siguiente y ella le agradeció, pasando al siguiente número. De celular.

    - ¿Aló? – dijo una voz masculina al otro lado.

    - ¿Sr. Harry Potter?

    - ¿Sí?

    - Buenas tardes – Natalie espero a que él respondiera y continuó. – Soy Natalie Pritchard, secretaria del Sr. Draco Malfoy, ¿me recuerda?

    Hubo un momento de vacilación antes de que Harry respondiera, pareciendo intrigado.

    - Sí, claro que la recuerdo. ¿Cómo está usted?

    - Muy bien, gracias – Natalie sonrió ante la simpatía del chico. – Estoy llamando para hablarle de su nuevo empleo. Sé que ya sabe usted que ha sido seleccionado, pero me gustaría confirmar su presencia a las catorce horas mañana, ¿sí?

    - Oh… bien… sí, allí estaré. Pero creo haberle pedido que me llamara Harry, ¿cierto?

    Natalie sonrió de nuevo.

    - Como quieras, Harry. Debes buscar al Sr. David Gudgeon en el departamento de investigaciones, los porteros pueden indicarte la dirección.

    - Está bien, gracias.

    - Si necesitas que alguien conocido te acompañe, puedes avisarme, ¿está bien? Draco ya debe haberte pasado el teléfono de la empresa. Mi extensión es la 20. Ah, ¿te estoy interrumpiendo? ¡Discúlpame, debes estar en tus prácticas profesionales!

    - No, no hay problema. Hoy no hay nada qué hacer. No hay tiempo para hacer mis artículos para el sitio, ni razón.

    - ¡Oh, sí, Draco me había hablado al respecto de la publicación de tus mejores artículos en revistas de gran circulación! ¿De casualidad ya habrán salido publicadas? – Natalie se mordió el labio inferior, esperando la respuesta. Sabía que Draco estaría muy interesado en saberlo, aunque no lo supiera.

    - Sí, salieron en la edición de esta semana. Yo no sabía, ni siquiera he tenido la oportunidad de comprar las revistas.

    - ¿Y cuáles son?

    Natalie anotó los nombres de las revistas y extendió un poco más la conversación, informalmente, para cerciorarse de que Harry se sentía a gusto con ella. Entonces se despidió e hizo otra llamada, pidiendo que le llevaran tres ejemplares de cada revista. Respiró profundo al poner el teléfono en su lugar. No dejaría que Draco desistiera así de fácil.

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    En el próximo capítulo…

    Después de terminar su explicación, Snape pasó algunos ejercicios al pizarrón y aprovechó para pasear entre los lugares mientras los alumnos trabajaban.

    - Sr. Malfoy – dijo el profesor, mirando a su ahijado desde arriba con su pose intimidante mientras pasaba por su lugar. – Me gustaría tener unas palabras con usted al final de la clase.

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    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora:
    Esta vez, como pudieron ver, ellos van a tardar un poco más para llegar a algo. ¡Pero cuando suceda, será definitivo!

    La canción es The Hardest Part – Coldplay. ¡Encuentro increíble la combinación de una letra tan melancólica con un ritmo tan animado! ¡Gracias, Gê, por ayudarme en la traducción de nuevo! Y gracias a Marcos Tardeli por la maravillosa frase que sugirió. ¿Lo viste? ¡Pude ponerla en el capítulo! Fê, si citara y agradeciera por toda la ayuda que me das, tendría que hacer un capítulo especialmente para ello, rsrsrs.

    Notas de las Traductoras: Hoy, quien habla es Cindy, aka Hermyone!

    ¡Hola a todos! Pues a petición de una personita que no quiero decir quién es *finge toser y suelta algo parecido a un Analí* estoy aquí escribiéndoles algo así como una carta de recomendación *Analí me mira con cara de ¡no eso no!* ah! Perdón hehe, un comentario de agradecimiento, algo así como cuando un actor super hot gana un oscar y agradece a todos menos a la madre que los parió antes de que la musiquita los interrumpa y… bueno, algo así, para ustedes que se toman la molestia de leer lo que se traduce y pues aquí va *si, eso era una introducción Analì , no me mires así!*

    Bueno, gracias a mi gran sentido de meterme donde no me llaman (alias: metiche) un día me topé con esta traducción, cuando iba como en el capítulo once o doce, no lo recuerdo, pero pues gracias a mi otro persistente sentido de no saber esperar (alias: impaciente testaruda) tuve que ir al fic original para leerlo porque no aguantaba más y de hecho pensé que estaba en inglés pero resultó que no hehe, era portugués, y no me lo creeran pero mi portugués era de dos palabras, pero bueno, por suerte supe arreglármelas y resulté aprendiendo portugués y despues entre a unas clases y… bueno, el hecho es que me puse a leer el fic y me encantó, pero por azares del destino me puse a traducir los capítulos aun no traducidos de manera clandestina (sí, demándenme!) para una amiga y pues un día se los ofrecí (aparte de otras cosas hehe) a la traductora oficial y pues lo aceptó! Hehe ok ok. Ya mucho rollo.

    Bueno pues, la verdad es que ha sido el acto de metiche que mejor he hecho en mucho tiempo, porque me hizo conocer a alguien muy especial y que le he tomado mucho cariño a pesar de que nuestras conversaciones se limitan a una forma virtual y nunca física, y pues si tengo que agradecerle a alguien es a esta chica hermosa y dulce que ya considero como una gran amiga a pesar de la distancia. Gracias chica (Analí para quien ande perdido y no sepa de quién rayos hablo), te quiero muuucho y pues espero que esto sea por siempre y forever. Y un saludo a todos los lectores impacientes porque sin ustedes no tendríamos este trabajo no remunerado hehe. Ciaoo!

     
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  12. PandyU
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    Quiero más!! T___T estoy con la duda, me invadeeee! necesito saber que pasa con ellos, ufff espearé u__u genial su trabajo de traducción, sigan adelante!! :)
     
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  13. Dan2102
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    Como siempre estupendo.... Me encanta esta historia jejeje

    Draco no t rindas y Harry ojala vaya lo tome por el cuello y le de un beeeso q no le quede pero ni aire jajajaja xD

    Ojala haya mucho Harry-Draco :( Me gusta más Harry como seme, o como suke... Da igual xD.... Jeje esperemos a ver

    POr cierto me pase por el fanfic q me recomendaste, la verdad es estupendo pero no me gusto mucho eso de que Harry fuese uke y con otro q no fuese Draco :( asi q mientras se me pasa el colera por ello.... Jajajaja lo leere luego xD... Un abrazo y

    CONTI! :D
     
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  14. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veintisiete

    Aciertos



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    Harry giró la llave haciendo que el motor se apagara, entonces dejó caer su cabeza hasta apoyarla contra el volante con un suspiro. La noche anterior, Ron y Mione habían rentado una película y se habían aparecido en su casa, riendo, platicando, como si nada hubiera cambiado. Como si no hubiese sido dejado de lado, como si Ron se sintiese a gusto con Sirius y Remus abrazándose, intercambiando caricias y palabras susurradas al oído. Como si Harry no estuviera sangrando por dentro.

    Desde la mañana del lunes, sus amigos no habían tocado de nuevo el asunto de Draco Malfoy. No habían vuelto a cuestionarle al respecto e intentaban actuar normalmente. Hermione, quizá, por saberlo todo –aunque nadie se lo hubiera contado. Ron parecía querer convencerlo de que Draco no le hacía falta, que ellos siempre serían un trío y que Malfoy siempre sería un bastardo.

    Y ya que todos fingían, Harry hizo lo mismo. Fingió que veía la película, fingió que sonreía, fingió que todo estaba bien. Pero eso tenía que terminar. Necesitaba hablar con Draco. Necesitaba explicarse, disculparse, redimirse. Lo necesitaba a él.

    Come up to meet you,

    (Voy a tu encuentro)

    Tell you I'm sorry

    (Decirte que lo siento)

    You don't know how lovely you are

    (No sabes cuan adorable eres)

    I had to find you,

    (Tuve que encontrarte)

    Tell you I need you

    (Decirte que te necesito)

    And tell you I set you apart

    (Y decirte que te dejé de lado)



    Con ese propósito en mente, Harry tomó su bolso y salió del auto, accionando la alarma. El tiempo aún continuaba inestable y habían pequeñas gotas de agua en el suelo, debido a la lluvia que había caído de madrugada. La mañana del martes prometía más lluvia.

    Harry encontró a Ron y a Hermione cuando dejó el estacionamiento. Acababan de salir del auto de Fred –quien prefería tener que llevarlos y traerlos todos los días a prestarle el auto a su hermano menor.

    - ¡Hey, Harry! – Fred tocó el claxon y sacó la cabeza, gritando y atrayendo la atención de las personas que llegaban a la universidad.

    - Hola, Fred – Harry le devolvió el saludo más tímidamente y el pelirrojo arrancó quemando llanta.

    Hermione y Ron se acercaron tomados de las manos, el pelirrojo rodando los ojos a causa de las quejas de su novia.

    - Hey, amigo – Ron soltó la mano de su novia para darle un apretón de manos a su amigo.

    - Hola – Harry le regaló una sonrisa que no alcanzó sus ojos y se inclinó para darle un beso en la mejilla que Hermione le ofrecía.

    - ¿Estás bien, Harry? – preguntó ella, gentilmente, y el moreno se limitó a asentir.

    - ¿Vamos? – llamó y los tres entraron, pasando por los pasillos abarrotados y ruidosos hasta llegar a su aula.

    Ron y Hermione se sentaron lado a lado y Harry tomó el lugar atrás de su amiga, después miró hacia el asiento vacío a su lado. Se mordió el labio inferior agarrando su bolso, vacilante. ¿Cómo reaccionaría Draco si Harry guardara un lugar para él?

    Tell me your secrets,

    (Cuéntame tus secretos)

    And ask me your questions

    (Y pregúntame tus dudas)

    Oh let's go back to the start

    (Oh regresemos al inicio)

    Running in circles,

    (Corriendo en círculos)

    Coming up tails

    (Atrás de nosotros mismos)

    Heads on a silence apart

    (Pensando en el silencio que dejamos)



    bueno, sólo había un modo de saberlo. El moreno estiró la mano y depositó el objeto en el lugar a su lado, pero se congeló aún con el brazo estirado, la mirada al frente de la clase, viendo al rubio cruzar el lugar, impasible, sentándose en la esquina opuesta del aula, en uno de los primeros lugares.

    Harry sintió su estómago hundirse completamente mientras lo observaba. Tragó en seco y se enderezó, dejando su bolso deslizarse al suelo, a su lado. Lo observó dedicarles una mirada de reojo a las chicas que soltaban risitas a su lado mientras colocaba sus materiales en la banca. El rubio conservaba los labios ligeramente arqueados en desagrado, el cabello cayéndole casi hasta los ojos. Se recargó en la silla y cruzó los brazos mirando el pizarrón.

    Nobody said it was easy

    (Nadie dijo que sería fácil)

    It's such a shame for us to part

    (Es una pena que nos separáramos)



    ¡Parecía que Draco ni siquiera lo había notado! El sentimiento de abandono que Harry experimentaba en aquel momento casi lo hacía extrañar los comentarios ácidos del rubio, sus insultos, su mal humor... cualquier cosa era mejor que ser ignorado de aquella manera. Hubiera sido mejor si Draco lo golpeara, así tal vez se sintiera menos culpable.

    Harry soltó un suspiro al observarlo soplarse los cabellos y en seguida sacudir levemente la cabeza, haciendo que las mechas rubias bailaran en su frente. Además de eso, el único movimiento que el rubio hacía era balancear la pierna derecha distraídamente, un pliegue formándose en su frente mientras sus ojos se desenfocaban mirando hacia enfrente.

    Mientras tanto, Ron codeaba a Hermione para llamar su atención.

    - ¿No es maravilloso? – dijo el pelirrojo, feliz.

    - ¿Qué? – preguntó Hermione, malhumorada.

    Ron hizo una seña con la cabeza y la chica se giró, mirando a Malfoy sentado en la otra esquina del aula, aparentemente aburrido. Entonces frunció aún más el ceño y se giró en su asiento, observando la mirada sufrida que Harry lanzaba en esa misma dirección, sin siquiera notarla. Hermione volvió a mirar a su novio y se irritó profundamente con la alegría estampada en su cara.

    - ¿Qué es maravilloso, Ron? – se inclinó hacia enfrente, en un susurro rabioso. - ¿La visible decepción de Harry? ¿O el hecho de que parece desconsolado porque Malfoy lo ha ignorado? No veo nada de maravilloso en eso.

    - Mione – fue el turno de Ron de irritarse. – Deja de hacer una tormenta en un vaso de agua. Harry lo superará. Lo importante es que parece que terminó de una vez esa historia de amistad con Malfoy.

    Hermione abrió la boca y volvió a cerrarla, entrecerrando los ojos y mirando dentro de los azules de su novio.

    - ¿Qué? – desafió el chico.

    - ¿De verdad crees todo eso que dices, Ron?

    - Mione, le advertí a Harry que así sería, que Malfoy se cansaría de él, ¡pero no me escuchó! Te apuesto a que ahora está así porque no quiere admitir que yo estaba en lo cierto. Yo hice mi parte como amigo. Si él no me creyó, ¿qué puedo hacer?

    - ¡Eres tan egoísta, Ron! ¡Te preocupas por tus celos estúpidos hacia tu mejor amigo, sin tomar en cuenta sus sentimientos! ¿No ves que Harry está sufriendo por esta separación?

    - ¿Qué? – se indignó Ron. - ¡Mione, deja de ser exagerada! Quien te escuchara podría pensar que Harry fue rechazado por su novia. Es mejor que Harry se haya desilusionado ahora que el golpe fue pequeño y el daño no fue tan grande. Lo superará, es sólo cuestión de tiempo para que se de cuenta de la locura que estaba cometiendo. ¡Imagina! ¿Querer ser amigo de Malfoy? Por favor...

    - ¿Y si no lo supera, Ron? – continuó Hermione, después de certificar que Harry no les estaba prestando atención. - ¿Y si no fuera amistad lo que Harry buscaba en Malfoy?

    La chica asistió la confusión tomar cuenta de las expresiones del pelirrojo.

    - ¿Qué quieres decir con eso, Mione?

    - ¿Tú qué crees? ¿Acaso no se nota? ¿Conoces tan poco a tu mejor amigo?

    Pinchó Hermione sin esperar la reacción del pelirrojo, volviendo su atención hacia su material. Mientras tanto, Ron parpadeó varias veces, intentando encontrar algo de lógica en lo que ella decía, regresando su atención hacia su amigo. Harry tenía el mentón apoyado en una de sus manos, las cejas formando un arco suave así como las esquinas de su boca, ligeramente inclinados hacia abajo. Su mirada dirigida exclusivamente a una persona, de forma melancólica, contemplativa e incluso nostálgica.

    A Ron le tomó algo de tiempo percibir las implicaciones de esa mirada, juntamente con las palabras de su novia y entonces tragó en seco.

    - Mione, estás jugando conmigo... – dijo, al fin. O mejor dicho, casi imploró. Sentía como si un balde de agua extremadamente helada pendiera sobre su cabeza, sostenido apenas por un hilo de esperanza de que todo no pasase de una broma y que más tarde estaría riéndose de sus propias sospechas.

    La chica se limitó a encogerse de hombros y esa fue la peor respuesta que pudo recibir. El delicado hilo fue impetuosamente cortado y el balde cayó sobre su cabeza, esparciendo agua fría por todo su cuerpo. Ron volvió a mirar a su amigo y recordó la discusión –si aquello podía ser llamado discusión– que habían tenido acerca de la sexualidad de Harry. Hermione le había insinuado que el moreno podía ser bisexual y el mencionado no se había siquiera manifestado al respecto. Y suponiendo que el que calla otorga...

    - Mione, ¿qué hicieron con Harry? – preguntó, asombrado.

    La chica rodó los ojos y volvió a prestarle atención a Ron.

    - ¿Qué, Ron?

    - ¡Piensa que está enamorado de Malfoy!

    - ¿Y tú piensas lo contrario?

    Ron hizo un gesto de disgusto.

    - ¡Por supuesto! ¡Harry no es gay! Le gustan las chicas, ¡fue novio de mi hermana! – el pelirrojo elevó la voz sin querer y Hermione hizo “shhhh” para que volviera a bajar el volumen. – Él no habla de forma aguda, ni se le quiebra la muñeca, ni le gustan las cosas femeninas... él, él... ¡es hetero, Mione!

    - Ron... – Hermione recobró la paciencia con esfuerzo. – Él no necesita fingir que es una chica, ni actuar como una para que le guste un chico, ¿no lo has notado? El hecho de que a un hombre le guste otro hombre no hace que deje de ser hombre – “No necesariamente” agregó para sí misma, juzgando que no era prudente hacer ese comentario en voz alta.

    - Pero... pero eso es... eso no es correcto, Mione. Debes estar confundida... No puede ser eso...

    - Si quieres cerrar los ojos a eso, no puedo hacer nada. Pero estoy casi segura de lo que digo.

    - Mione, es absurdo... ¡es asqueroso! – dijo Ron, bajito, con un gesto. - ¡Es Malfoy! ¡Malfoy!

    - ¡Ronald!

    El rubio dio un salto en la silla al escuchar su nombre de la boca de su novia. Aquello no podía significar algo bueno.

    - ¿No has notado cuánto lastimas a Harry cuando hablas de esa forma? – continuó duramente la chica. - ¡Es tu mejor amigo! ¡Creí que eso significaba algo para ti! Pero no. En lugar de calmarlo cuando descubre que su padrino y su mejor amigo están enamorados, ¡tuerces la nariz y haces cara de asco! En lugar de apoyarlo cuando está confundido, ¡sólo le dejas más desconfianza, más confusión! Ni siquiera te interesaste por saber los motivos que llevaron a Harry a buscar la amistad de Malfoy, ¡simplemente lo trataste de poner en su contra! Fue principalmente nuestra culpa que Harry se haya alejado, ¿sabías? ¡No le hemos dado mucha atención! Harry sufrió una desilusión y tal vez ni siquiera sea culpa de Malfoy, pero nosotros no tenemos cómo saberlo, ¡porque ya no se abre más con nosotros! ¿Y ahora, Ronald Weasley? ¿Le vas a dar la espalda a tu amigo cuando más te necesita? ¿Vas a hacer gestos y decir que es asqueroso que dos personas se gusten? ¿O quizá...?

    Ron seguía demasiado atónito con aquellas palabras como para notar que la súbita interrupción de Hermione se debía a que había llegado el profesor. Ni siquiera prestó atención a los gruñidos de Snape ante el hecho de que el Director había retenido a los profesores unos minutos para darles algunos recados de última hora. Estaba demasiado atontado con aquellas palabras haciendo eco en su mente como para notar que el profesor estaba de mal humor y que ya había comenzado la explicación de un tema nuevo. Sólo regreso a la realidad cuando el lápiz que tenía distraídamente en la mano caía con estrépito en la mesa.

    Y como no podía faltar cuando Snape estaba de mal humor, bombardeó a los alumnos con preguntas sobre el tema nuevo. A Harry en especial.

    - ¿Es lo mejor que puede hacer, Sr. Potter? – gruñó. – Un niño de quinto grado lo haría mejor que usted. Me pregunto cómo es que muchos de ustedes llegaron a la universidad.

    Normalmente, Harry se habría irritado, pero en la única cosa en que podía pensar al momento fue que la reacción que Draco tuvo ante ello fue fruncir el ceño y una mirada vacía, que fue desviada con indiferencia mientras Snape volvía a explicar el tema.

    Nada de intercambio de miradas cómplices, nada de sonrisas de apoyo... ni siquiera la antigua burla que esos frecuentes momentos de humillación rendían al rubio, en un pasado no muy distante. Pero Harry no estaba seguro si se alegraba de eso. Draco no había vuelto a ser aquél chico envidioso y nov, pero parecía querer dejarle claro que pondría distancia entre ellos.

    Pero no podría huir para siempre. Al fin y al cabo, todavía quedaba un intervalo entero para que Harry pudiera intentar convencer a Draco de escucharlo. Y en caso de que no consiguiera una aproximación, habría más posibilidades aquella tarde, o en las que seguían, ya que Harry ahora formaba parte de la empresa Malfoy.

    Nobody said it was easy

    (Nadie dijo que sería fácil)

    No one ever said it would be this hard

    (Nadie nunca dijo que sería tan difícil)



    Con ese pensamiento en mente, Harry se obligó a ponerle atención a Snape.

    Después de terminar su explicación, Snape pasó algunos ejercicios al pizarrón y aprovechó para pasear entre los lugares mientras los alumnos trabajaban.

    - Sr. Malfoy – dijo el profesor, mirando a su ahijado desde arriba con pose intimidante mientras pasaba por su lugar. – Me gustaría tener unas palabras con usted al final de la clase.

    Aquellas palabras no habían sido susurradas y el silencio de los alumnos posibilitó a Harry de escucharlas, viendo una de sus oportunidades de abordar al rubio, escurrir entre sus dedos. El moreno vio a Draco torcer los labios en una sonrisa forzada que desapareció tan pronto Snape le dio la espalda.

    Bueno, habrían más chances...

    Snape todavía encontró más brechas para aliviar su mal humor con comentarios desagradables, pero Harry no le prestaba atención. En realidad, estaba absorto en sus pensamientos, sin notar las miradas extrañas que Ron le dio por el resto de la clase.


    Oh take me back to the start

    (Oh llévame al inicio)



    --------------

    Cuando la campana sonó, Draco recogió sus cosas sin prisa mientras los demás alumnos se atropellaban para salir del aula. Deseaba hacer lo mismo. Definitivamente no estaba de humor para una conversación con su padrino. Se colocó el bolso a su espalda y se levantó, sentándose en una de las mesas de la primera fila, esperando.

    Snape, con sus cosas en una esquina del escritorio, fue hasta él.

    - Bájate de la mesa – ordenó.

    Draco rodó los ojos y bajó de la mesa, apoyando su cuerpo en ella y cruzándose de brazos, desafiante. Snape lo ignoró, fijando su letal mirada en las dos chicas que se demoraban, riendo y cuchicheando. Inmediatamente las risitas cesaron y las dos salieron.

    - Veo que has superado tu “asunto” con Potter – dijo el profesor, observando atentamente a su ahijado como si perforase su cráneo con la mirada.

    Draco bufó y se paró derecho, pretendiendo cerrar el asunto, pero Snape se lo impidió extendiendo una mano.

    - ¿Adónde piensas que vas?

    - ¿Quién te crees que eres para meterte en mi vida personal? – devolvió Draco, áspero.

    - No oses hablarme en ese tono, niño. Soy tu profesor y tu padrino.

    - Ser mi profesor no te da el derecho de meterte en mi vida. Y ya no tengo once años para aceptar los sermones de nadie.

    - Pues entonces no actúes como un niñito de once años o te trataré como uno.

    - ¿Terminaste? Entonces quiero aprovechar lo que me resta del intervalo – dijo el rubio, ignorando deliberadamente las palabras del profesor.

    - Escucha ahí, Draco, si no te alejas de esa gente, yo...

    - ¿Tú qué? – lo cortó Draco, desdeñoso. - ¿Qué me hará, profesor? ¿Le contará a mi padre? ¡Pues hazlo! No te lo estoy impidiendo, ¿o sí?

    Los ojos negros del hombre se volvieron dos rendijas y las palabras escaparon por entre sus dientes.

    - ¿Eso quieres decir que pretendes volver al lado de ese mocoso? – Draco solo se alzó de hombros en respuesta, desinteresado, las fosas nasales de Snape se dilataron peligrosamente. – Draco, ¿exactamente qué te interesa tanto de Potter? ¿O debo preguntar cuál es tu real interés en él?

    Draco soltó una risita suelta y levantó la mirada, un brillo provocativo, casi divertido en sus ojos.

    - Así que es eso. ¿Estás seguro de que quieres saberlo?

    - Draco... – gruñó Snape, cerrando los puños en una actitud intimidante, pero su ahijado soportó esa mirada.

    - ¿Quieres saber si soy...? ¿cómo fue que lo llamaste? – Draco fingió pensativo. - ¿Inmoral? – y sin esperar respuesta continuó. – Sí, tal vez encaje en tu concepto de inmoralidad.

    - No sabes lo que dices, niño – Snape dio un paso al frente, claramente esforzándose para mantener la voz baja y controlada cuando parecía estar listo para estrangularlo.

    - ¡Por supuesto que lo sé! Pero tal vez tú no sabes lo que estoy intentando decir. Entonces intentaré ser mas claro: soy bisexual, ¿cuál es el problema? Me enamoré de otro chico, ¿eso responde tu pregunta acerca de mis intenciones? ¿Algo más? Ah, sí, te debes estar preguntando por qué no nos hablamos, ¿cierto? Bueno, ¡porque lo besé! ¿Y quieres saber por qué no estamos juntos ahora? Porque él no me quiere. ¿Alguna otra duda, profesor?

    Snape le había dado la espalda a su ahijado después de las primeras palabras, apoyando ambas manos en el escritorio, incapaz de impedir que su propia sorpresa se mostrara en sus facciones. Al final, Black estaba en lo correcto. Era Draco quien buscaba al ahijado del otro. Y Draco estaba siendo totalmente imprudente al jugar de esa manera con un asunto que podría resultar en tragedia si llegaba a los oídos de Lucius Malfoy.

    Se giró justamente para decir eso, para intentar abrirle los ojos al joven hacia las graves implicaciones de aquello que declaraba tan abiertamente, pero todo lo que vio fue la puerta cerrándose de un portazo, el sonido haciendo eco en el aula vacía.

    ---------------

    Natalie acostumbraba llegar más temprano, generalmente media hora antes que Draco para ordenar sus cosas, regar las plantas, abrir las cortinas. Por eso se sorprendió cuando encontró la puerta de la antesala semiabierta. Frunció las cejas y entró notando que la puerta de la oficina de su jefe estaba abierta. Dejó las llaves y su bolso en su escritorio y espió dentro del lugar.

    El rubio estaba de pie frente a la ventana, los ojos enfocados en la borrosa vista de afuera, observando el agua escurriendo por el cristal, los edificios siendo lavados por la lluvia. Tenía una expresión intensa –a pesar de que aparentemente no le prestaba atención al panorama–, las manos en los bolsillos del pantalón de vestir, la camisa de manga larga con los puños abiertos y doblados y la corbata floja.

    - ¿Draco? – se extrañó Natalie, llamando la atención del chico, que se giró hacia ella con el ceño aún un poco fruncido.

    - Hola, Natalie – la expresión de Draco se suavizó cuando la vio, pero todavía tenía algo de frialdad en su tono, de aquél tipo que volvía sus emociones indescifrables, además de conferirle su acostumbrado aire de tedio.

    - ¿Qué haces aquí tan temprano? – preguntó ella, entrando a la oficina.

    Draco suspiró y señaló su portafolios sobre el escritorio.

    - Sólo vine a dejar mis cosas. Aún no he comido. Seré la niñera del Sr. Bagman de nuevo – cargó de desprecio el nombre, comenzando a arreglarse las mangas de la camisa y abotonarlas. – Llevarlo a comer al restaurante más caro de la ciudad para impresionarlo, mandar barrer el suelo y extender una alfombra roja antes de que pise, sabes cómo es. Y como mi padre está muy ocupado, me pasó esa tarea extremadamente agradable a mí. Humpt – Draco soltó un resoplido desdeñoso por la nariz. – Él está harto de ese idiota y , como no puede ser de otro modo, me lo cargó a mí.

    Arreglada su camisa, Draco se empeñó en también acomodarse la corbata, pero Natalie se adelantó.

    - Déjame ayudarte – el chico retiró sus manos para que ella tuviera el camino libre. - ¿Y la reunión?

    - Estaré de regreso a tiempo, espero. Bagman también va a participar. Puede que sea insoportable, pero está dispuesto a invertir horrores en la empresa y eso ya basta para hacer que los ojos de Lucius brillen. ¿Cómo me veo?

    Natalie se alejó y lo analizó de arriba abajo, con mirada crítica.

    - Elegante.

    - Gracias – tomó las llaves del auto que había dejado en el escritorio y Natalie echó de menos aquella sonrisa convencida y las frases arrogantes que él usaba cuando recibía un elogio. – Anota los recados para mí, Natalie. Probablemente estaré fuera toda la tarde. Por cierto, tal vez necesite tomar otra aspirina. Sí, ya me tomé una, sólo para prevenir, nunca se sabe.

    La secretaria se quedó inmóvil, algo desconcertada con las palabras de su jefe, después de todo, aquél sería el primer día de Harry en la empresa y ella había planeado hacerlos hablar.

    - Draco, espera – llamó, alcanzándolo antes de que saliera. – Te quiero mostrar algo.

    Abrió una de sus gavetas y sacó una pequeña pila de revistas. Draco frunció el ceño, aproximándose al escritorio.

    - ¿Qué es?

    - Son las revistas en las que fueron publicados los artículos de Harry.

    Los músculos maxilares de Draco se contrajeron, pero fue la única alteración visible en sus facciones.

    - ¿Todas éstas?

    - No, en realidad, me tomé la libertad de pedir tres ejemplares de cada una. Mandé una de cada para el Sr. Gudgeon, creí que le interesaría. Y aquí están dos más de cada revista – mientras explicaba, Natalie las dividió en dos pilas de cinco revistas, completamente consciente de que aún así eran un buen número. – Creí que te gustaría guardarlas y, quién sabe, dejar las otras inocentemente sobre el escritorio del Sr. Malfoy.

    Draco giró las llaves entre sus dedos, mirando las revistas. Levantó la mirada hacia ella.

    - Hazlo, Natalie. Y deja las demás en mi escritorio.

    La secretaria dejó que una sonrisa satisfecha se extendiera en su rostro mientras el rubio dejaba el lugar. Suspiró y regresó su atención hacia sus deberes, hasta que el teléfono sonó y la agradable voz de Harry la saludó, diciéndole tímidamente que ya había llegado y que apreciaría su compañía, si es que no molestaba.

    Minutos después, Natalie estaba en la planta baja del edificio. Localizó con facilidad los cabellos revueltos del chico un poco húmedos por la lluvia –bajo la mirada reprobatoria de uno de los porteros.

    - Hola, Harry – le extendió una mano, que el chico recibió calurosamente.

    - Buenas tardes, Natalie. Discúlpame, es que estoy un poco perdido. Prometo que sólo te rento hoy.

    - No te preocupes. Toma, aquí está tu gafete oficial. ¿Vamos?

    Harry dio un vistazo a su alrededor y constató que la mayoría de las personas usaba el artículo a la altura de su pecho, inclusive Natalie. Inmediatamente se llevó las manos a sus cabellos, intentando arreglarlos. – Creo que no me gusta mi cabello.

    Natalie rió.

    - No te incomodes. Marvin es un poco cascarrabias. Y tiene la condenable manía de mirar a todo el mundo de esa forma. Pero es sólo hasta que se acostumbre a ti. O tal vez hasta que tú te acostumbres a esas miradas y comenzar a verlas como lo más normal, como en mi caso, probablemente.

    Harry rió también y Natalie quedó satisfecha. Le dio algunos consejos divertidos acerca de los lugares y las personas mientras lo guiaba hasta la oficina de David Gudgeon.

    - ¡Llegamos! – anunció cuando alcanzaron la puerta del departamento de investigaciones. – Y aun nos quedan diez minutos antes de la hora.

    Harry sonrió nervioso y dudó antes de hablar.

    - Natalie, ¿no se enojó Draco porque dejaste tu trabajo para acompañarme?

    - No te preocupes. Draco no está. Y puedo muy bien regresar las llamadas de las personas que me solicitaron cuando no estaba. No esto creándome problemas, ni te estoy ofreciendo mi compañía por obligación.

    Harry sonrió nervioso una vez más, mirando al interior del lugar a través de la puerta de cristal, claramente dudoso.

    - ¿No vino a trabajar hoy? – acabó preguntando, incapaz de contenerse.

    - Draco salió a comer con un futuro inversionista, estará de regreso, pero creo que estará un poco ocupado el día de hoy, por eso no creo probable que te busque, Harry.

    - Yo tampoco lo creo – el chico murmuró para sí mismo, seguido de un suspiro melancólico. – Bueno, gracias, Natalie. Me valdré por mí mismo de aquí en adelante.

    - Un placer – se apretaron las manos de nuevo. – Si necesitas cualquier cosa, incluso aunque sea un café, sabes dónde encontrarme.

    ------------------

    La mañana del miércoles, Harry y Ron se dirigían al aula de Estadística tan pronto la campana del intervalo sonó. Hermione probablemente se les uniría en último momento, después de intercambiar algunas palabras con el profesor Flitwick. Los dos amigos estaban un tanto callados ese día. Harry inmerso en sus pensamientos y Ron dirigiéndole miradas dudosas a su amigo, amenazando con decir algo, pero desistiendo al final.

    Al llegar al aula, Harry se dejó caer en una silla y apoyó los codos en la mesa. Se quitó los lentes y se frotó los ojos cansado. El entrenamiento de la noche anterior le había agotado demasiado. Harry se había ilusionado pensando que Oliver Wood los dejaría más a gusto, solamente discutiendo sobre el tan esperado encuentro del viernes, contra Durmstrang. Pero el capitán del equipo había hecho exactamente lo opuesto. Emocionado con la cercanía del juego, había hecho que los jugadores diesen lo mejor de sí, principalmente Harry y Lee, además de que aprovechó para presionarlos psicológicamente también, diciéndoles cuán maravilloso sería si ganaran. Resultado: Harry estaba estresado y exhausto.

    Finalmente la realización de que en breve estaría disputando uno de los partidos de voleibol más importantes de su vida lo golpeó. Y con ella venía toda una carga de presión, tanto por parte de los demás estudiantes –quienes le lanzaban miradas esperanzadas, como si fuera la única oportunidad de salvación– como de sí mismo. Podría no pasar por una fase muy buena, pero el voleibol siempre sería una de las cosa que más le gustaba en su vida y no podía dejar de pensar que la angustia que experimentaba desde el domingo podría interferir de alguna manera con su desempeño en el juego.

    Y también estaba el inevitable hecho de que jugaría con Draco. En el mismo equipo, como un equipo. Probablemente esta situación incómoda, estos “asuntos mal resueltos” entre ellos, sería un factor agravante. ¿Cómo podrían tener la concentración y el espíritu de equipo necesarios para el juego? ¡Oh, y habían estado jugando muy bien juntos! Habian alcanzado una sincronía perfecta en las jugadas. Sin eso, probablemente las oportunidades de victoria caerían, mucho. El entrenamiento del jueves no sería suficiente para que formularan otra estrategia que no fuera la de apostar en las jugadas calculadoras de Draco aliadas a la impulsividad y reflejos de Harry.

    Tenían que arreglar su relación. No sólo por el bien del juego, por la sanidad de Harry también.

    Harry fue traído de sus pensamientos cuando escuchó a Ron limpiarse la garganta. - ¿Y cómo estuvo el entrenamiento ayer, tío?

    Harry se acomodó los lentes y entonces notó que Ron estaba sentado a su lado y había guardado el lugar de enfrente para Hermione. Bueno, hacia tiempo que no se sentaban de esa manera.

    - Ah, pues... cansado.

    - Hum – Ron asintió, medio distraído. – El juego se acerca, ¿no?

    - Sí...

    - ¿Crees que tenemos oportunidad de ganar?

    Harry suspiró, recordando todos sus temores.

    - Sí, Ron. Tenemos todo para ganar – “Lo que no es mentira”, pensó, quizá intentando convencerse a sí mismo.

    - Y... ¿y cómo es Malfoy en los entrenamientos? – preguntó el pelirrojo, como quien no quiere la cosa.

    Harry no pudo dejar de encontrar extraño escuchar a Ron decir el apellido de Draco sin ningún comentario desagradable, ni con el tono rencoroso de siempre. Suspiró, antes de responder mirando la superficie de la mesa.

    - Bueno. Es genial, en verdad. Parece que realmente aprendió a jugar, de un tiempo acá – Harry no pudo impedir que una sonrisa surgiera al recordar su propia sorpresa al ver el buen desempeño de Draco en los partidos donde no jugaba con el equipo de Administración. De verdad, aquellos brutos opacaban el talento del rubio. Y pensar que Ron y él habían creído que Malfoy tuvo que pagar para entrar en el equipo del colegio... Aquél pensamiento hizo que su sonrisa muriera.

    - Harry... ¿por qué pelearon? – preguntó el pelirrojo, intentando parecer más despreocupado que curioso.

    El moreno tragó en seco sin querer imaginar la reacción de Ron si le contara. Terminó sacudiendo la cabeza sin mirar a su amigo.

    - No fue nada, Ron... Sólo... sólo olvídalo, ¿sí?

    - No.

    La convicción y firmeza en la voz de Ron hicieron que Harry se girase a mirarlo. El pelirrojo tenía el semblante determinado, de una manera que Harry veía pocas veces. Las pecas parecían más pronunciadas y sus orejas ligeramente rojas, pero no de rabia.

    - No lo olvidaré, Harry. Se te ve en la cara que te incomoda. Harry, somos amigos, ¿cierto?

    Harry se limitó a asentir, con miedo del rumbo que comenzaba a tomar la conversación.

    - ¡Exacto! ¿Por qué no me cuentas lo que pasó? ¿Por qué no ya no hablas conmigo ni con Mione? ¡Ni siquiera nos has dicho dónde trabajas! Sí, porque supongo que conseguiste el empleo, ¿cierto? ¿Tiene que ver con Malfoy también?

    Harry desvió la mirada, sin saber cómo reaccionar. Sabía que estaba siendo injusto al no confiar en su amigo, pero no era como si no tuviera motivos. Justamente, le daba miedo la reacción de Ron. O sea... ¿cómo exactamente podría decirle todo lo que había pasado con Malfoy y todo lo que sentía?

    - Escucha, Harry – continuó Ron, y era extraño escuchar toda aquella comprensión en la voz de su amigo. – Sé que no tengo mucho derecho de hablar contigo de eso, pero... mira... – respiró profundo un momento, toda la inseguridad desapareciendo de su voz. – Quiero que sepas que... que puedes contarme. Cualquier cosa. Sea lo que sea.

    Harry se mordió el labio inferior. “¿Cualquier cosa?” pensó, dudoso. “¿Estás seguro?”

    - Es complicado, Ron...

    - Sí, me imagino – Ron tragó en seco. - ¿Te... te gusta, no?

    Harry se asustó por un momento, pero logró convencerse a sí mismo de que Ron se refería a un tipo más bien inocente de “gustar”.

    - Aprendí a gustar de él, Ron. Sabes, no es tan malo como parece. Él...

    - No, Harry. Pregunté si a ti… si a ti te gusta. De verdad.

    Los ojos del moreno se abrieron a más no poder. Fue tomado totalmente desprevenido pro la pregunta. Ron no necesitaba ser más claro para que entendiera la pregunta. ¡Cielos! ¿Era tan evidente? Bueno, Ron no era la persona más perceptiva del mundo, y si hasta él lo había notado...

    - ¿Cómo? – optó por hacerse el desentendido.

    - Amigo, no me hagas repetirlo, por favor – imploró el otro y Harry no tuvo más elección que suspirar y responder con sinceridad.

    - Sí.

    Quizá Ron ya esperaba esa respuesta, pero tuviese un pequeño hilo de esperanza de que lo negara. El pelirrojo se había puesto verde, si era eso posible, cuando aquél delgado hilo se extinguió. Permanentemente. Ron soltó el aire que inconscientemente había retenido en sus pulmones y respiró profundo. Entonces soltó todo de una vez, eligiendo no mirarlo.

    - Está bien, prefiero creer que no es culpa tuya, que no lo elegiste tú, de entre todas las personas. Entonces podremos culpar al destino por ser tan malditamente bromista. Pero... está bien, no hay nada que pueda hacer, supongo.

    Harry habría encontrado gracia en la situación si no estuviera tan aliviado. Notó que también había aguantado la respiración y soltó todo el aire que tenía.

    - No, no hay nada que se pueda hacer...

    - Bien – continuó el pelirrojo. – De cualquier forma, eso no cambia nada entre nosotros, ¿cierto? Continuamos siendo los mejores amigos, independientemente de tus preferencias. No es malo que seas... eeerm... – gesticuló Ron exageradamente, intentando encontrar alguna palabra adecuada para definirlo.

    - Bisexual – Harry decidió ayudarlo.

    - Sí, sí, eso mismo – Ron tragó audiblemente, por fin juntando el coraje para mirar a su amigo de nuevo. – Bueno, lo que sea. Eso no cambia nada. Quiero decir, continúas siendo el mismo Harry de siempre, sólo que... te gusta otro tío – Ron tragó ruidosamente, contrayendo las cejas de una forma desconsolada.

    - Pues sí, no me siento diferente – confirmó el moreno.

    Era obvio que Ron aún no aceptaba ni entendía completamente, pero estaba esforzándose para comprender, y Harry estaba dispuesto a aceptar cualquier tipo de consuelo. Principalmente si venía de su mejor amigo. Podría hasta abrazarlo, si no supiera que eso probablemente incomodaría a su amigo, dadas las circunstancias.

    - ¿Amigo, por qué él? – Ron aparentemente no pudo retener la pregunta.

    - No sé, Ron. Quizá sea una broma del destino. Pero sucedió. Conocí el otro lado de Draco, conviví más con él y acabé enamorándome.

    Bueno, tal vez la palabra “enamorando” había estado de más para Ron, dada la manera en cómo comenzó a sacar sus cosas de su mochila de forma desesperada. Harry creyó haber imaginado que esta vez Ron había adquirido una coloración verdosa, a pesar del rubor intenso de sus orejas.

    En ese momento, más personas entraron al aula, entre ellos Pansy Parkinson, Justin Finch-Fletchley, Crabbe, Goyle y –tiempo después– Draco Malfoy. Sus miradas se cruzaron por un breve instante cuando cruzaba la puerta, pero antes de que alguna emoción se asomara –aunque solo fuera reconocimiento– el rubio desvió los ojos y se dirigió a la esquina opuesta del lugar.

    - Hum... ¿Harry? – Ron llamó su atención de nuevo. - ¿Te... te rechazó?

    Harry sonrió sin alegría ante la aprensión de su amigo.

    - No, Ron. Fue exactamente lo contrario, por increíble que parezca.

    - ¿Qué? – el rubio parpadeó, confundido. – Pero... ¿cómo así? ¿Rechazaste a Malfoy? ¿Quieres decir que también le gustas?

    - Sí. O por lo menos así era hasta el domingo en la mañana – respondió Harry, volviendo a mirar al rubio, quien examinaba sus uñas, aburrido.

    - Pero... calma, no entiendo, Harry. ¿Qué sucedió?

    - ¡Ufa! ¡Llegué, chicos! – anunció Mione, entrando al mismo tiempo en que la campana anunciaba el final del intervalo. Depositó su material en su lugar y entonces se giró hacia ambos, notando la tensión a su alrededor. - ¿Interrumpo algo?

    - Sí – dijo Ron, al mismo tiempo en que Harry negaba.

    - ¿Sí o no? – preguntó la chica, volviéndose hacia Harry. Ron hizo lo mismo.

    - En realidad no, Mione. Estaba listo a aclararle las cosas a Ron, pero me gustaría que participaras en la conversación también. Los he dejado de lado. Me gustaría poder arreglarlo.

    Hermione sonrió satisfecha a su novio –quien se sonrojó furiosamente, pero también parecía satisfecho consigo mismo. Miró a Harry de nuevo.

    - Nosotros también te dejamos un poco de lado, Harry. Y puedes apostar que te extrañamos, ¿verdad, Ron?

    - Sí, colega...

    Antes de que Harry comenzara su relato, Remus llegó al aula y la clase inició. La buena noticia era que no habría tema nuevo, sólo ejercicios prácticos. Con una última mirada hacia la otra esquina del lugar, Harry se juntó a sus amigos y les contó lo que realmente sucedió en voz baja, incentivado por las conversaciones moderadas de los demás alumnos.

    El moreno sintió que un gran peso había sido alejado de su corazón, dejándolo más ligero. Quizá compartirles un poco de lo que le sucedía lo hiciera sentirse mejor, a pesar de que eso no resolvía los problemas. También estaba consciente de que no podía exagerar en detalles porque Ron aún no había aceptado a Draco del todo. Incluso Hermione parecía algo recelosa en aceptar de un momento a otro que todo aquello que ella ya sabía acerca del rubio era solamente algo superficial y su pose defensiva. Sin embargo, eso lo entenderían con el tiempo y la convivencia. Harry intentaba ser optimista. Por lo mientras, ya era suficiente que ellos aceptaran sus sentimientos hacia Draco.

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    Draco dirigió una mirada asesina al grupito que lo había llamado para resolver los ejercicios en conjunto. No necesitó negarse, pues su mensaje ya había sido comprendido. “Bueno, mejor para ellos”, pensó, aislado en la esquina de la clase. No tenía humor para sociabilizar. Tampoco estaba de humor para la clase de Estadística. Si dependiese de él, no hubiera dejado la cama aquella mañana.

    Echó un vistazo alrededor y vio a todos consultanos sus cuadernos, discutiendo, comparando resultados. Lupin pasaba entre los lugares, sanando posibles dudas. De mala gana, Draco regresó su atención a los ejercicios. Sus ojos acompañaban las palabras, pero su cerebro estaba demasiado ocupado como para asimilar lo que leía. Tenía sueño y sus pensamientos andaban muy lejos.

    Bueno, en realidad no tan lejos. Miró hacia la esquina opuesta del aula, donde el trío de oro platicaba y trabajaba al mismo tiempo. Hacía algo de tiempo que no presenciaba un momento así, y la escena le recordó ciertos sentimientos casi adormecidos. Celos por las amistades de Harry. Celos que sentía desde sus once años, cuando lo conoció. Últimamente, era Draco quien ocupaba ese lugar, el de hacer los ejercicios juntos. Y en aquél momento, solo en una esquina, llegó a pensar que quizá el moreno no lo extañaba tanto. No tanto como él lo hacía. Tal vez Draco estuviera creando falsas esperanzas de que Harry se arrepintiera por haberlo rechazado e insistiera en buscarlo y justificarse. Al fin y al cabo, tenía a sus amigos.

    Pues que le aprovechara, entonces, Draco no estaba dispuesto a humillarse de nuevo. Ni aunque necesitara formular una mantra de “No extraño al Cara-Rajada” y la repitiese todas las noches cincuenta veces antes de dormir.

    Enterró el rostro entre sus manos para contener las ganas de refregarse los ojos. No había dormido bien esos días. O, por lo menos, una noche había dejado de ser suficiente para acabar con el cansancio.

    No había visto a Harry en su trabajo la tarde anterior. Quería creer qu eno habría buscado al moreno, incluso si hubiese tenido la oportunidad. Pero Bagman y la reunión había tomado toda su tarde. ¡Bagman era irritante! Sin embargo, en el fondo, Draco sabía que todo era necesario.

    Pero no lo había ayudado a él en nada. E incluso en la noche, sin nada qué hacer, Draco tuvo que reprimirse de ir a la universidad para ver el entrenamiento del equipo de voleibol de Sistemas de Información. Incapaz de quedarse en casa con su ansiedad, había decidido dar una vuelta en el auto para distraerse –lo que tampoco había funcionado, para nada, ya que se de pronto se encontró estacionado en la universidad, mirando un gol plateado en el estacionamiento del lugar. Juzgándose como la criatura más estúpida de la faz de la Tierra, volvió a casa antes de que el entrenamiento terminara y fuera visto espiando desde afuera con su nada discreto BMW blanco.

    Draco se sorprendió frotándose los ojos. Mierda, odiaba tener sueño. Aquello siempre lo hacía tener cara de bobo. Parpadeó un poco para enfocar la mirada de nuevo en los ejercicios, pero antes de poder concentrarse, notó a alguien parado a su lado.

    - Sr. Malfoy – Draco levantó la mirada hacia la expresión gentil del profesor Lupin. – Si es posible, me gustaría conversar con usted al término de la clase. Le garantizo que no tomará más de cinco minutos.

    Oh, genial. ¿Ahora todos los profesores decidieron seguirlo para sermonearlo? Si bien Lupin no estaba dispuesto a hacer eso –o por lo menos fingía muy bien una pose amigable. Y también estaba el hecho de que se lo había pedido educadamente, en particular, en lugar de darle una orden en voz alta para que todos escucharan, como su padrino lo había hecho. Sin contar con que la curiosidad tomó cuenta de su subconsciente...

    - Está bien – terminó aceptando. Al fin y al cabo, no le costaba nada.

    Lupin le ofreció una sonrisa agradecida y se alejó.

    Draco encontraba difícil concentrarse antes de eso, pero a partir de aquél momento, resolver los ejercicios de Estadística se había convertido en una misión imposible. Y el tiempo se arrastró hasta que finalmente la señal anunciara el final de la clase. Rápidamente la sala se vació. Draco evitó mirar a otro lado, y no llegó a saber si Harry había mirado en su dirección. Tan solo guardó sus cosas y se aproximó al escritorio del profesor, quien hacía algunas anotaciones.

    - Harry me dijo que te interesaría tomar clases de guitarra – comenzó Lupin sin levantar la mirada.

    De entre todas las posibilidades que hubiera pensado, no pudo siquiera recordar las clases de guitarra que Harry tanto insistía en que tomara.

    - Bueno, dije que pensaría en el asunto – respondió Draco neutralmente, y observó, con el ceño fruncido, a Lupin rasgar el pedazo de papel en el cuál estaba escribiendo, extendiéndoselo.

    - Entonces, en caso de que te decidas, entra en contacto conmigo para que acordemos un horario, aunque sea algo informal, solamente para que te de algunos consejos.

    Draco aceptó el papel y lo analizó. Había dos números de teléfono anotados con la caligrafía cuidadosa característica del profesor.

    - El primero es de mi casa; el segundo es el de la casa de Sirius. No tengo celular, pero puedes encontrarme en uno de esos dos lugares, seguro. Harry me dijo que tienes talento – le ofreció una sonrisa simpática y Draco no pudo dejar de imaginar qué diría Black si llamara a su casa buscando a Lupin. No estaba tan loco para intentarlo.

    Se limpió la garganta, guardando el papel en el bolsillo de su camisa.

    - Gracias.

    - ¡No hay de qué! – Lupin tomó su maletín y le extendió una mano al rubio. – Y no dudes en llamar. Es un placer ayudarte en lo que sea posible.

    Mierda. Aquella sonrisa era, mínimo, desconcertante. Lupin deshizo el apretón de manos y gesticuló para que Draco saliera primero, a lo que él hizo.

    Sin duda alguna, era un excelente profesor de Estadística y sus habilidades musicales eran inestimables. Draco se había sentido tentado de aceptar la propuesta de Harry, ¿pero todavía quería tener clases de guitarra? De alguna forma, no tener a Harry a su lado en aquél momento lo desmotivaba. ¿De qué le servía saber que el moreno creía que tenía talento si no podía escucharlo directamente de su boca?

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    Lucius Malfoy entró por la puerta del edificio, mirándolo todo por encima, con superioridad y asco, mientras un hombre robusto de grandes orejas corría en su dirección, charlando imprudentemente.

    - … y la parte eléctrica ya fue revisada, no hay problema alguno. La falla debe ser mecánica, por eso creo que es mejor contratar…

    - Frinz, idiota incompetente – cortó Lucius con voz casi dulce, a pesar de la rudeza de sus palabras, haciendo que el hombre abriera mucho los ojos y se callase con la boca a medio camino de abrirse por completo. - ¿Qué parte de “resuelve el problema” no entendiste?

    Frinz cerró la boca y parpadeó, tratando de pensar si su patrón quería que respondiera la pregunta o si sólo se enojaría más si lo hiciese. El problema en cuestión eran los elevadores, que por algún motivo no estaban bajando hasta el estacionamiento subterráneo. Lucius acostumbraba a salir de su auto e ir directo a su ascensor particular, que lo dejaba en el piso de su oficina sin interrupción alguna ni presencias incómodas de más personas para que compartiera su espacio. Así que, había sido obligado a subir la rampa caminando y entrar por la puerta, como un simple funcionario o visitante, pasando por aquél sector de servicio y, peor, tendría que compartir un ascensor con ellos –a pesar de que Frinz creía que nadie se atrevería a entrar a una cabina ocupada ya por Lucius Malfoy.

    Después de estar algunos segundos bajo la mirada helada de su jefe, el funcionario concluyó que sí, debía responder la pregunta. Pero eso no era garantía de que Lucius no se enojaría de la misma forma.

    - E-estoy intentando explicar el problema, señor…

    - No quiero saber de problemas. Quiero soluciones, Frinz. Así que cállate y desaparece ahora.

    - Sí, señor.

    - Y cuando digo “ahora” quiero decir inmediatamente.

    Frinz desapareció instantáneamente con pasos cortos y apresurados.

    Lucius volvió a caminar, como si nada hubiera pasado. Ignoró las miradas furtivas y la muerte súbita de las voces conforme pasaba. Ya estaba a punto de alcanzar los elevadores cuando creyó haber escuchado algo que llamó su atención. Algo que sonaba como “Potter”. Se detuvo y se giró hacia la recepción, donde uno de los porteros conversaba distraídamente con la intendente, aparentemente sin notar el silencio que reinaba en el lugar, mucho menos el motivo de él. Lucius se aproximó silenciosamente, pretendiendo no ser notado.

    - ¿… no sabías? – preguntó el portero.

    - No. Llegué retrasado hoy. ¿Desde cuándo, Marvin?

    - Comenzó ayer mismo. Pritchard vino a buscarlo aquí mismo y le entregó su gafete oficial personalmente. ¡Te lo juro! – casi gritó, ante la aparente incredulidad de la intendente, y Lucius frunció el ceño prestando aún más atención. – Tienes que verlo, Mirella, la cicatriz, los ojos, los anteojos, los cabellos desordenados… ¡es la copia idéntica de su padre! Sólo no tiene ese aire de arrogancia… ¿Recuerdas a James Potter?

    Lucius estrechó los ojos peligrosamente. El rechinar de sus dientes llegó a ser doloroso.

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    Draco estaba sentado confortablemente en su silla, un poco alejado del escritorio, el tobillo derecho apoyado en la rodilla izquierda, con una revista apoyada en su regazo. Había una pequeña arruga en su frente, indicando concentración. Pero la esquina de sus labios se arqueaba suavemente hacia arriba.

    Por fin, se inclinó hacia enfrente, marcando la extensión de Natalie con el altavoz activado, para no tener que preocuparse en tomar el aparato.

    - Pritchard, ¿en qué puedo ayudarlo? – la voz amigable de Natalie sonó después de un breve toque, llenando la oficina como si ella estuviera ahí personalmente.

    Acomodándose nuevamente en su silla, Draco hojeó la revista.

    - Natalie, estoy esperando una llamada importante del Sr. Smith. No dudes en transferírmelo cuando se comunique, ¿está bien?

    - Sí, señor.

    - ¿Leíste los artículos, Natalie? – preguntó.

    - Sí. Los leí el lunes, antes de mandárselos al Sr. Gudgeon.

    - ¿Y qué opinas?

    - Bueno, no tengo mucho conocimiento de esa área tecnológica, ¡pero los encontré admirables! Es notable el talento de Harry para el periodismo.

    - Sí, pero no es sólo ese talento – respondió Draco, incapaz de contener su orgullo mientras hablaba. – Acertó desde la elección de los temas; al abordarlos; el lenguaje simple, a pesar de la técnica… ¡todo! Sus investigaciones son totalmente aplicables. Yo mismo las encontré muy útiles en la práctica, ¿entiendes? ¡No fue pura suerte que consiguiera publicaciones en cinco revistas!

    - Sí, entiendo – sólo por el tono suave de la voz de Natalie, Draco percibió que ella sonreía y que él probablemente tenía cara de bobo. – Estoy segura de que es muy capaz. Y va a conseguir destacar con facilidad en la emp…

    La voz de Natalie se interrumpió con un estruendo que parecía la puerta siendo azotada. Draco casi se asustó con el ruido, pero lo que realmente lo preocupó fue la exclamación que su secretaria soltó:

    - ¡Sr. Malfoy!

    Pero no hubo tiempo de que algo más fuera dicho antes de que la puerta de su oficina fuera abierta de una sola vez y la figura de un furioso Lucius Malfoy entrara en el lugar, cerrando la puerta con fuerza y sin ningún cuidado tras de sí.

    - ¡Padre! – Draco se puso de pie en un impulso, haciendo la revista caer al suelo, pero no lo notó siquiera. Estaba demasiado preocupado analizando la pose intimidante de Lucius, que se aproximó hasta su escritorio, la mirada cortante, las fosas nasales alargadas y los maxilares fuertemente apretados, causando un diseño rígido en los músculos de su rostro.

    - ¿Cómo te atreves? – gruñó en voz baja y peligrosa.

    Draco se contuvo, intentando no parecer intimidado, apenas sorprendido.

    ---------------

    Natalie observó completamente inmóvil a Lucius Malfoy invadir la oficina de su hijo de la misma intempestiva forma en que había entrado a la recepción. Aún tenía el teléfono suspendido cerca a su oído cuando la exclamación de Draco la trajo a la realidad.

    - ¡Padre! – vino la voz del rubio, distante.

    El primer impulso de la secretaria fue la de colocar el aparato en su lugar, pero antes de que lo hiciera, escuchó la voz de Lucius perfectamente audible, como si él estuviera hablando directamente en la bocina del teléfono. O como si Draco tuviera aún puesto el altavoz.

    - ¿Cómo te atreves?

    Natalie todavía estaba luchando consigo misma entre colocar el teléfono en su lugar o en hacer un completo papel de espía cuando dos toques tímidos en la puerta la hicieron tapar instintivamente la bocina para que el ruido no se escuchara en la oficina de al lado. Al levantar la mirada encontró a Harry tocando –innecesariamente– la puerta de madera, con una carpeta en las manos.

    - ¡Harry! – dijo en un susurro medio asustado, conforme dividía su atención entre lo que escuchaba y lo que pasaba frente a ella.

    - Hola, ¿puedo entrar? – preguntó el chico, aprensivo, al notar que ella estaba al teléfono.

    Natalie no respondió inmediatamente. Acababa de tener una idea. Una idea extremadamente arriesgada. Se mordió el labio inferior y se decidió, asintiendo positivamente. Mantuvo la mano firmemente en la bocina del teléfono y susurró:

    - Entra y cierra la puerta, Harry. ¡Rápido! – dijo con urgencia, a lo que el moreno atendió sin cuestionar, ahora intrigado. – Siéntate – pidió, con seriedad.

    Harry se sentó y la miró expectante, también adquiriendo un aire serio.

    - ¿Me prometes que no dirás nada, ni siquiera te moverás, ni harás ruido alguno? Por favor, no me preguntes ahora – agregó rápidamente y aguardó la reacción del otro.

    - Está bien, lo prometo – Harry respondió con firmeza, y Natalie respiró profundo antes de accionar el altavoz, depositando cuidadosamente el teléfono en su sitio.

    Inmediatamente la voz fría y controlada de Lucius, seguida por el tono desafiante de Draco se escuchó nítidamente. Natalie observó la expresión de Harry cambiar de la confusión al shock, rabia, sorpresa, amargura, aprensión, orgullo, dolor… tantas emociones, ni siquiera una a la vez. Algunas veces él llegó a cerrar el puño y hacer el amago de levantarse, pero bastó una mirada de Natalie para recordarle su promesa.

    A pesar de eso, estaba segura de que nunca se arrepentiría de lo que hizo, incluso si era sancionada, si es que era atrapada por Lucius. Sólo el brillo en la mirada de Harry compensaba cualquier consecuencia.

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    Draco ya esperaba esa confrontación, pero no imaginaba que sucedería tan pronto, al segundo día de trabajo de Harry. La sorpresa había expulsado completamente la reciente conversación con Natalie de sus pensamientos, y ni siquiera recordó desconectar el altavoz. Pero trató de recuperar la compostura lo más rápido posible, ajustando sus expresiones en perfecta impasibilidad. Por lo mientras. Como un buen hijo de Lucius Malfoy que era, debía mostrarle que había aprendido bien la lección.

    - ¿Disculpa?

    - ¿Cómo te atreves, Draco? – insistió Lucius.

    - Perdóneme, Lucius, ¿pero a qué se refiere? – devolvió, vistiendo su provocación con aparente cordialidad.

    - No te hagas el tonto, Draco. ¿Qué has omitido con tanto descaro últimamente?

    - Depende del punto de vista – respondió el rubio, volviendo a sentarse tranquilamente e indicando la silla frente a su escritorio. Que Lucius ignoró, permaneciendo de pie, las facciones congeladas.

    Bien, si quería probar su superioridad mirándolo por encima, que lo hiciera. Draco lo haría incluso sentando.

    - Tengo mis responsabilidades – continuó Draco. – Muchas de ellas delegadas por usted, personalmente. Supongo que tengo que dar lo mejor de mí mismo para cumplirlas, y eso es lo que hago. Sé perfectamente que mi obligación es reportarle los resultados y presentar informes, pero creo que es innecesario informarle de todos los detalles. Así que, bajo ese aspecto, he omitido algunas nimiedades, no solo últimamente.

    - Oh – Lucius se fingió sorprendido. – ¿Entonces quieres decir que tan sólo estabas privándome del pequeño detalle de que Harry Potter fue contratado por mi empresa?

    - Usted me incumbió solucionar el problema de las dos vacantes en el área de investigaciones. Y yo lo hice. Y te presenté la solución: vacantes ocupadas.

    Lucius soltó una risita sin emoción.

    - No te hagas el experto conmigo, Draco. No hay justificación para que hayas traído a Potter a mi empresa por debajo de la mesa.

    - No, no, Lucius. Debes estar equivocado – Draco se inclinó hacia enfrente, como si fuera a contarle un secreto. – Yo no “traje” a Potter a la empresa. Él participó en la selección y llenó los requisitos. Por eso fue contratado.

    Lucius dejó salir un sonido de incredulidad por la nariz.

    - ¿Esperas que me crea eso?

    - Pues si no lo crees, entonces velo por ti mismo – ofreció Draco, volviendo a recostarse tranquilamente en la silla. – Puede pedir las pruebas que él hizo, están con Gudgeon. Puede hablar directamente con él, fue él quien seleccionó a los dos contratados. Puede también preguntarle a las personas envueltas en el proceso de selección, si duda de mi palabra y la de Gudgeon. Y si nada de eso basta para convencerlo, sugiero que lea las revistas que pedí fueran puestas en su escritorio.

    - ¿Qué quieres decir con eso? – desdeñó Lucius, aunque Draco podía adivinar que estaba intrigado.

    El rubio sonrió, enigmático. Y se agachó para levantar la revista que estaba en el suelo.

    - ¿Quiere decir que no leyó ninguna de las revistas? – preguntó mientras la hojeaba.

    - No tengo tiempo para lecturas agradables, Draco – se impacientó, bajando la mirada a la lectura que Draco analizaba.

    - Oh, qué pena – se lamentó el joven. – Es realmente que no tenga tiempo para leer las publicaciones de Potter. Son nada menos que cinco, una en cada revista. Y son bastante extensas, en verdad. Bueno, entonces creo se tendrá que conformar con las evidencias.

    - ¿Conformarme con las evidencias? – Lucius arqueó una ceja. – Yo no tengo que conformarme con nada. Ese chico no permanecerá en mi empresa ni un día más. Puedes avisarle para que recoja sus cosas, o yo mismo lo haré.

    Miró a su hijo, pero este no se amedrentó.

    - ¿Y por qué lo despediría en su segundo día de trabajo?

    - No necesito motivos para justificar mis acciones, Draco. Simplemente no quiero que trabaje en mi empresa y, por lo tanto, será despedido.

    - Haz eso y pediré mi dimisión también – sentenció el rubio mirando directamente a los ojos de su padre.

    Hubo un momento de pesado silencio después de esas palabras, antes de que Lucius riera libremente.

    - ¿Pedirás tu dimisión por Potter? ¿Qué sucedió con toda aquella rivalidad entre ustedes, Draco? ¿Y todas tus quejas? ¿Te cansaste de ser inferior a él y decidiste quedarte a su lado para tener un poco de gloria, es eso? ¿Te lanzó algunas migajas de gloria también? ¿Conseguiste fans? – su voz se volvió aún más fría y seca. – Escucha, niño, si haces esto sólo para afrontarme, te garantizo que desperdicias tu tiempo. Renuncia si quieres. Puedo sustituirte en un abrir y cerrar de ojos. Te aseguro que no volverás a ver el color del dinero, ni de mí ni de tu madre.

    - No lo necesito – Draco se encogió de hombros. – Puedo conseguir otro empleo. La competencia ciertamente recibiría al hijo de Lucius Malfoy con los brazos abiertos. Tengo mucha… información para ofrecerles.

    - No te atreverías – gruñó el hombre entre dientes.

    - Ah, claro que lo haría.

    - Haría de tu vida un infierno, Draco – amenazó Lucius, acercándose aún más al escritorio, todavía mirándolo desde arriba.

    - Y yo sería una incómoda piedra en tu zapato, Lucius – el hombre enterró las uñas en sus manos, pero dejó a su hijo continuar. – Créeme cuando te digo que tienes mucho que perder si dejo la empresa. Yo no quiero salir. Me gusta mi trabajo. Les gusta mi trabajo. Podría llevarme a muchos de los inversionistas a la competencia, ¿sabías? Conseguí algo de influencia en ellos durante estos días. Bagman, por ejemplo. Mientras estuviste demasiado ocupado para él, yo hice que a él le gustara la idea de invertir en mí.

    - Para de competir conmigo. O podrías salir seriamente lastimado, hijo.

    - Usted me enseñó que la vida es una competencia, padre. ¿Recuerda? De hecho, fue usted quien comenzó a mirarme como una amenaza para la autoridad dentro de la empresa. Tal vez lo sea. Aprendí varias lecciones muy útiles a lo largo de los años, conviviendo con usted.

    Lucius estrechó peligrosamente los ojos, analizando la pose confiada de Draco.

    - ¿Cuántas cartas tienes todavía bajo la manga? – preguntó, casi dulcemente.

    - Algunas – Draco sonrió de lado y elevó una ceja, provocativo.

    Lucius pensó por un momento, entonces jaló la silla frente al escritorio y se sentó graciosamente.

    - Entonces vamos a ello. Vamos a jugar tu juego. Tengo curiosidad por conocer tus argumentos para convencerme de dejar a Potter en la empresa. Parece que desperdiciaste gran parte de tu tiempo en preparando esas ideas. Estoy intrigado. ¿Por qué ese chico valdría tanto el esfuerzo?

    - Entró aquí por su propia capacidad, Lucius. Sólo te impido hacer una idiotez. Podría ser útil en la empresa.

    - Sucede que yo no hago idioteces. Ni siquiera me preocupa ser justo, si es lo que te incomoda. Él es apenas un chico como tantos otros, excepto por el hecho de que es el maldito Niño Que Vivió. No lo quiero en mi empresa. Aunque te vayas con él. Al final, el más perjudicado eres tú, que disfrutas tanto tu trabajo aquí. Tal vez pierda algunos inversionistas, pero otros vendrán.

    - No si revelo todo tu teatro ante ellos.

    - ¿Y cómo, exactamente, pretendes hacer eso?

    - Contándoles acerca de tus desvíos de dinero que haces con su dinero, padre – señaló el rubio, sin rodeos.

    - Humpt – Lucius parecía decepcionado de su hijo. - ¿Eso? Bueno, ¿quién no desvía dinero hoy en día, hijo? ¿Aún no te he enseñado esa lección? Por cierto, te aviso de que ellos ya saben que yo altero los números de la contabilidad, incluso apoyan la idea, porque ganan algo más también, ¿cierto?

    - Lo sé – Draco continuó, de mentón erguido. – Pero ellos no tienen idea de la cantidad. No saben que el valor desviado, aplicado correctamente, podría doblar su lucro mensual, mínimo.

    Hubo una pausa en que padre e hijo se miraron, intentando encontrar una señal de debilidad en la expresión del otro. Ninguno de ellos salió victorioso de la lucha. Pero todavía no era el fin.

    - ¿Y cómo puedes afirmar eso con tanta seguridad? – dijo Lucius, por fin.

    - Usted me enseñó que siempre debo tener un triunfo bajo la manga, incluso ante las personas más cercanas, padre. Siguiendo su consejo, me aproveché de un descuido de su eficiente secretaria y saqué algunas copias de un extracto de un banco en el extranjero – Draco creyó haber visto que los ojos de su padre se abrían casi imperceptiblemente en sorpresa, y continuó incentivado por ello. – No fue difícil conseguir algunas copias más. Me bastó con algunas disculpas inventadas a Popkin para que ella me entregara un material bien interesante. Sé, por ejemplo, que se hacen algunas transferencias mensuales de cantidades generosas a cierta cuenta. Ya me imagino lo que sucedería si alguno de esos documentos cayese en manos de algún fiscal, así… ¿accidentalmente?

    - Estás alardeando – aseguró Lucius, recuperando su pose inalterable.

    Draco se encogió de hombros.

    - ¿Quieres arriesgarte?

    - Bueno, sí, estaba alardeando de cierta forma. Tenía algunos documentos del banco, sí, pero eso no sería suficiente para incriminar a Lucius ante los fiscales, ya que con seguridad él no dejaba puntas sueltas en la contabilidad tan fácilmente. Además, Lucius podría probar que la cuenta no le pertenecía. Pero esos documentos ciertamente serían suficientes para enfadar a algunos de los inversionistas.

    - ¿Algo más? – Lucius cambió de asunto, convenientemente, y fue otra señal de triunfo para su hijo.

    - Sí, en realidad el hecho de que despidas a Harry Potter sin un motivo aparente puede, y ciertamente lo hará, volverse algo público. Eso no le haría nada bien a tu imagen, te lo garantizo.

    - ¿Por qué?

    - Nosotros dos sabemos muy bien que el asunto “Tom Riddle y sus seguidores” siempre está resurgiendo. Investigaciones son retomadas, denuncias son hechas…

    Eso fue la gota que colma el vaso para Lucius. Se levantó en un solo impulso, los puños cerrados y el rostro desfigurado en desprecio y rabia.

    - ¿Cómo te atreves? No tienes pruebas de que yo haya sido un seguidor de Riddle. Nadie las tiene.

    - Sí, y nosotros dos sabemos que fuiste uno de sus seguidores – Lucius hizo amago de explotar de nuevo, pero Draco elevó un poco la voz para continuar. – No pretendo denunciarte. Nunca dije eso, ni es mi intención. No quiero a mi propio padre preso – aseguró, a pesar de conservar el desprecio en su voz, como si afirmara que hacía eso sólo por la lealtad de sangre, no por Lucius propiamente. – Además que tampoco perdería mi tiempo intentando reunir pruebas, cuando tú ya trataste de cubrirlas todas – “y de chantajear a personas para que guardasen silencio”, agregó en su pensamiento. – Estoy diciendo que eso sólo traería más sospechas sobre usted. No sería prudente meterse en asuntos casi olvidados, ¿correcto? Al fin y al cabo, ya casi nadie menciona a Riddle últimamente.

    Lucius recuperó su pose, llevándose una mano al cabello, cuidadosamente. Entonces miró a su hijo con el mentón erguido.

    - Está bien. Tú ganas. Potter se queda – Draco se limitó a levantar el mentón también, con dignidad. – Pero yo sólo necesito que me dé un motivo.

    Lucius esperó alguna réplica del joven, alguna respuesta atravesada que no llegó. Intentaba decidirse entre el insulto de haber sido desafiado por su propio hijo, la rabia por haber perdido en la discusión y el orgullo por su propio hijo. Sí, porque Draco nunca dejaría de ser débil y pasional, pero había probado que sabía conquistar lo que deseaba –este pensamiento trajo otra onda de odio, al final. Draco había luchado tan bravamente para conseguir relacionarse con el hijo de James Potter.

    Sin otra palabra, Lucius le dio la espalda a su hijo y dejó la oficina. Tenía algunas cosas que resolver inmediatamente. Tan pronto salió de la sala, mientras tanto, se dio de cara contra el chico de cabellos desordenados, quien se levantó de inmediato. Los dos se miraron por algunos segundos, Lucius con el labio superior torcido casi con asco y Potter con los ojos brillantes, firmes, desafiantes. Era como la mirada del propio James Potter: seguro de sí, valiente, idiota. Qué había cambiado entre ese chico y su hijo, se preguntaba Lucius. Porque eso no podría ser solamente por provocarlo. Había algún motivo tras la actitud de Draco que lo perturbaba, y lo descubriría, tarde o temprano.

    Nuevamente quebró el contacto visual y dejó la sala.

    ----------------

    Harry observó a Lucius salir y se dejó caer en una silla frente a Natalie, bufando.

    - Odio a ese hombre, Natalie – dijo con convicción. - ¡Lo odio! Nunca dudé de que fuera un seguidor de Riddle. ¡El bien pudo asesinar a mis padres! Y siempre sale impune, el desgraciado.

    - No te preocupes, Harry – calmó Natalie, quien ya había desconectado el teléfono tan pronto Lucius había salido de la oficina de Draco. – Draco puedo no estar dispuesto a denunciar a su padre, pero Malfoy tiene muchos enemigos. No va a salir impune siempre. Sólo olvídalo por ahora. Piensa en lo que Draco hizo por ti.

    Harry desvió la mirada y suspiró.

    - Estuvo increíble, Natalie. Me pregunto por qué se preocupó tanto en hacer eso…

    - Él te ama, Harry.

    Harry abrió mucho los ojos. Su corazón dio un salto de sorpresa y excitación. Pero no, no podría ser eso lo que Natalie quería decir. Prefirió quedarse callado y esperar a que terminara.

    - Te ama tanto que le asusta lo que siente, la forma en cómo se comporta contigo. Draco ha estado devastado desde el domingo. Se hace el fuerte, inalterable, pero está hecho pedazos por dentro. Puede ser terco, áspero, a veces mimado… pero es una persona maravillosa, Harry. Creo que ya lo habías notado, ¿cierto? Incluso antes de tener esa discusión.

    Harry tragó ruidosamente y asintió.

    - ¡Entonces dale una oportunidad, Harry! ¿Te gusta también? – aquello parecía más una afirmación que una pregunta, y Harry nuevamente se sintió expuesto.

    - Me… me gusta demasiado, Natalie… - confesó. – No soporto estar lejos de él, pero es él quien me ha evitado desde el lunes.

    - ¡Entonces esta es la oportunidad para que lo resuelvan! – ofreció ella con una sonrisa envalentándolo.

    Harry dudó algunos segundos, pero después se levantó, resuelto, y caminó hasta la puerta. Dio dos toques y la abrió lentamente, desapareciendo por ella.

    Natalie no tuvo tiempo de celebrar, pues pronto el sonido de lo que parecía ser un llanto desconsolado llegó desde el corredor y el sonido de cosas siendo arrojadas, una puerta cerrándose. Inmediatamente se levantó y espió hacia afuera. Heloísa Popkin estaba sentada en el suelo, con las manos cubriéndose el rostro, sollozando y llorando copiosamente. Una pila de papeles se había esparcido a sus pies.

    - Helo, ¿qué sucedió? – Natalie corrió a consolarla.

    - Yo-yo.. é-él… ¡me despidió, Natalie! – sollozó la chica.

    Consternada, Natalie le dijo algunas palabras de consuelo, calmándola y ayudándole a recoger los papeles, la llevó hasta el baño de su sala. En ese momento, sin embargo, el teléfono sonó y ella corrió a atenderlo.

    ------------

    Tan pronto Lucius dejó la oficina, Draco escuchó un sonido característico e instintivamente miró el teléfono. Allí estaba la luz del altavoz encendida y el sonido que indicaba que la línea había caído. ¡Se había olvidado completamente de Natalie! Y aparentemente ella había hecho un perfecto trabajo de espionaje. No que le preocupara. Sería mejor así, pues no estaba en condiciones de explicar todo lo que dijo y escuchó.

    Se permitió relajarse en su silla, cerrando los ojos y dejando que una pequeña sonrisa de alivio se expandiera en sus labios. Pero sólo por un momento. Pensó en cómo había sido difícil enfrentar a su propio padre. Aquél a quien había aprendido a respetar y admirar incondicionalmente desde la infancia. Incluso buscaba imitarlo, intentaba fingir ser fuerte ante él. Pero sabía que no lo era. No tenía la frialdad de Lucius.

    I was just guessing at numbers and figures

    (Estaba adivinando números y figuras)

    Pulling the puzzles apart

    (Dejando los rompecabezas de lado)

    Questions of science,

    (Preguntas de ciencia)

    Science and progress

    (Ciencia y progreso)

    Do not speak as loud as my heart

    (No hablan tan alto como mi corazón)



    Había ganado esa batalla, pero estaba seguro de que Lucius no aceptaría la derrota tan fácilmente. No se tragaría el hecho de que Draco había defendido con uñas y dientes la permanencia de Harry Potter en la empresa. Se pasó las manos por el rostro, cansado, al mismo tiempo en que tocaban la puerta. Debía ser Natalie. Levantó la mirada, pero lo que vio hizo que su corazón se acelerara.

    - ¿Puedo entrar? – preguntó Harry con voz débil.

    Draco intentó impedir el flujo de emociones correr por su cuerpo simplemente al verlo y escuchar su voz. Debía ser influencia de su estrés ante la conversación con su padre, sólo eso…

    - Sí – aceptó, recomponiéndose y tratando de cerrar la revista y esconderla de alguna manera bajo los papeles esparcidos por su escritorio. – Siéntate – ofreció.

    - Gracias – Harry se sentó y hubo un momento desconcertante en que ninguno sabía hacia dónde mirar, o qué hacer con sus manos.

    Harry se limpió la garganta, extendiendo la carpeta que traía en las manos hacia el otro. Sus miradas no permanecieron conectadas más que algunos segundos, ya que uno de los dos siempre la desviaba primero.

    - David me pidió que te trajera estos informes. Los iba a dejar con Natalie, pero… bueno, quería decirte también que David me explicó todo sobre el proyecto, me dijo lo que tengo que hacer y me dio algunos discos de instalación de programas útiles, en caso de que prefiera trabajar desde casa. Me gustaría si hay algún problema en que lo haga.

    Draco se encogió de hombros ligeramente. Estaba un poco desilusionado porque Harry se había centrado en asuntos profesionales. Se vistió de su aire eficiente y serio, mientras tanto, respondiendo:

    - Tú eres quien sabe. En tu contrato especificamos que puedes elegir trabajar aquí o en tu casa, mientras nos entregues resultados periódicamente.

    - Está bien, prefiero estar en casa. Creo que me siento más a gusto que en una oficina llena y ruidosa – Harry sonrió nervioso, pero se volvió a poner serio. – Pero me mantendré en contacto con David por internet y… tiene también mi número de celular, en caso de que sea necesario…

    - Cierto.

    Se volvieron a quedar en silencio, pero no era el silencio al cual se habían acostumbrado a tener últimamente. Este era tenso, lleno de puntos suspensivos y signos de interrogación. Tenían tantas cosas que decirse, pero Draco todavía se rehusaba a tomar la iniciativa y Harry estaba demasiado nervioso, sin saber por dónde comenzar.

    - Draco, yo… yo sé… en realidad, escuché todo lo que le dijiste a tu padre.

    El rubio lo miró con el ceño fruncido. Una sensación helada se esparció por sus entrañas conforme la posibilidad lo golpeaba.

    - ¿Cómo que escuchaste?

    Harry respiró profundo.

    - Bueno… olvidaste que el altavoz estaba encendido. Llegué a la ante sala después de que Lucius entró y… Natalie… bueno, escuchamos todo. Pero, por favor, no te enojes con ella, ella sólo estaba…

    - No estoy enojado con Natalie – Draco lo cortó, a pesar de que su voz salió gentil, entonces finalmente abrió la carpeta que Harry le había entregado y fingió analizarla. – No tengo nada que esconder de lo que le dije a mi padre. Es lo que pienso. Solo hago lo que creo que es mejor para la empresa y si eso significa…

    Draco se interrumpió al sentir algo suave y cálido deslizarse por una de sus manos que estaba apoyada distraídamente sobre el escritorio. Dejó la carpeta nuevamente y contuvo un escalofrío al mirar –y sentir– la mano de Harry suavemente sobre la suya.

    - Draco – levantó la mirada para mirar directamente las dos esmeraldas brillantes tras unos lentes.

    And tell me you love me,

    (Y dime que me amas)

    Come back and haunt me

    (Vuelve y asómbrame)

    Oh and I rush to the start

    (Oh y yo corro hacia el inicio)

    Running in circles,

    (Corriendo en círculos)

    Chasing tails

    (Persiguiéndonos a nosotros mismos)

    Coming back as we are

    (Volviendo a ser lo que éramos)



    Harry se había escurrido hasta la punta de la silla y se había recargado en el escritorio para llegar más cerca. Draco contuvo sus ganas de aproximarse también.

    - Perdóname – el moreno continuó, en un murmullo ronco. – Fui un idiota, no creyendo en lo que intentabas decirme. Estaba confundido. No sabía qué pensar… pero…

    Harry dejó que su mano se deslizara sobre la de Draco, en una caricia suave y entrelazó sus dedos, acariciando tímidamente el dorso de la mano del rubio con el pulgar.

    - Perdóname…

    Nobody said it was easy

    (Nadie dijo que era fácil)

    Oh it's such a shame for us to part

    (Oh es una pena que nos separáramos)



    Draco jadeó ligeramente. Estaba entorpecido por el tono ronco en la voz del otro, por la caricia suave, por las palabras… comenzaba a dudar de sus capacidades mentales en ese momento. No sabía si podría articular alguna palabra, cuando lo que más quería era que ese escritorio desapareciera simplemente con la fuerza de su pensamiento, y que no hubiera nada más entre Harry y él. Sí, extrañaba al Cara Rajada. Necesitaba tocarlo, abrazarlo y besarlo una vez más y aquél maldito escritorio no salía de su camino. Alguna vocecita extraña en su cerebro insistía en susurrar que si se movía el encanto se perdería, Harry desaparecería y que despertaría en su cama, siendo acariciado por las sábanas. ¡Pero aquello era demasiado real!

    Nobody said it was easy

    (Nadie dijo que era fácil)

    No one ever said it would be so hard

    (Nadie dijo que sería tan difícil)



    - ¿Me perdonas? – insistió Harry, ahora un poco aprensivo y la respuesta de Draco fue apretar la mano de Harry cariñosamente, mordiéndose el labio inferior y asintiendo, sin dejar de mirar sus ojos… que ahora sonreían…

    ¡Y aquella sonrisa era maravillosa! Los dientes blancos, los labios rosados, los ojos brillantes… ¡hermoso! Draco ni siquiera quería imaginar su cara de bobo al sonreír de regreso. Tímidamente, pero desde el fondo de su alma.

    Ambos se sobresaltaron con el sonido del teléfono. No, esta vez no era el despertador, gracias a los cielos, pensó Draco aliviado. Ambos rieron y Draco lucho consigo mismo, incapaz de soltar la mano de Harry para atender la llamada. Si intentase alcanzar el aparato con la otra mano, tendría que hacer malabares. Entonces el moreno eligió por él, jalando su mano suavemente.

    - ¿No vas a atender?

    Mierda. Claro que sí.

    - Malfoy – dijo, un poco irritado, causando diversión en el moreno.

    - Discúlpame, Draco, pero es el Sr. Smith. Creí que debía avisarte – se disculpó Natalie, al otro lado de la línea.

    Draco bufó y se pasó una mano entre los cabellos, evitando mirar a Harry.

    - Pídele que espere un minuto en línea, Natalie, ya lo atiendo.

    - ¡De acuerdo! – aceptó su secretaria al mismo tiempo en que Harry se levantaba, entendiendo lo que pasaba.

    - Bueno, me voy – informó. – No quiero estorbar. Platicamos en otro momento… - dijo, encaminándose a la puerta.

    - ¡No, espera! – se adelantó Draco, tapando la bocina del teléfono con la mano. - ¿Podemos platicar por chat? ¿Aún tienes tu sobrenombre como… como Ángel?

    Harry sonrió, asintiendo.

    - No vemos, entonces – acordó, girando el picaporte. – Que estés bien.

    - Hasta pronto – Draco reparó en la suavidad de sus propias palabras y casi se asustó, teniendo que respirar profundo varias veces antes de por fin hablar al teléfono. - ¿Natalie? Puedes pasar la llamada.

    Después de algún tiempo con el ceño fruncido, haciendo anotaciones y murmurando cosas como “Sí”, “Um-hum”, “Cierto”, “Claro”, “Entiendo” y cosas así, finalmente se despidió del Sr. Smith y pensó por un momento, con una sonrisa sin motivo en el rostro. O tal vez con todos los motivos del mundo.

    Rio al recordar la despedida de Harry. ¿”Que estés bien”? ¿Qué tipo de despedida era esa? ¡Qué cosa más… extraña! Y aparentemente era contagioso, pues Draco estaba mínimo, extraño, riendo solo de algo que había sucedido hace casi media hora atrás.

    Recordó súbitamente algo y buscó un papel que había guardado en su bolsillo. Lo miró, millones de ideas, posibilidades, esperanzas renovadas pasando por su cabeza. Finalmente marcó el primer número.

    I'm going back to the start

    (Vuelvo al inicio)



    ----------------

    En el próximo capítulo…


    - ¿Dónde está? – preguntó, rodeando la cancha vacía con los ojos entrecerrados.

    - Ya se fue – dijo Snape, al instante. – Debe haber salido con los demás jugadores a…

    - No, no se ha ido – cortó Lucius sin mirar al profesor. Sus ojos se habían puesto en los vestidores, cuya luz estaba encendida, a pesar de que no había nadie en las gradas ni en la cancha. – Lo habría visto. Además, su BMW está todavía en el estacionamiento, al lado de un Gol plateado que supongo es de Potter.

    Y sin otra palabra, Lucius bajó algunos escalones, caminando directamente hacia los vestidores. Snape, después dudar y tras un breve ataque de pánico, lo siguió.


    QUOTE
    Notas finales:


    Notas de la Autora: ¡Finalmente otro capítulo! Muy poco HD, lo sé, pero era necesario resolver algunos asuntos pendientes, ya que el fic está terminando. Pues sí, sé que es triste, pero el próximo capítulo ya es el penúltimo, de acuerdo a mis cálculos. El fic tendrá 29 capítulos y un epílogo, si todo corre conforme a lo planeado. La canción de este capítulo es The Scientist – Coldplay. Agradezco a todos los que pidieron esta canción (que no fueron pocos) y a Gê por haber hecho la traducción. ¡Super GÊ! ¡Un besote!

    Notas de la Traductora: Me toca a mí, a Analí ^^ *aplausos*

    Bueno, he aquí lo que faltaba del capítulo. Ah, ¡cómo adoro a Lucius! En serio, con todo y su pose perra, el rubiales adora a su hijo, ¿vieron? Disfruté re traduciendo este capítulo, en serio, me encanta. ¡Y el que sigue está dentro de mis favoritos! (Y sí, ese sí está aquí, a salvo XD)

    Por cierto, como dice en las notas de Amy, sí, el próximo será el penúltimo capítulo… oficialmente. No digo más, porque arruino sorpresas.

    ¿No sienten nostalgia? Yo sí, digo, esto se termina… snif…

    Bueno… qué más, qué más… ¡Ah, sí! El siguiente capítulo es ENORME! ¡56 páginas de Word! ¡Y todas y cada una de ellas son deliciosas! Se llama “Escondidos”. Y sale Lucius… y Snape… y el partido contra Durmstrang… y hay chocolate…

    Sí, adivinen…

    El próximo capítulo incluye otra Escena Censurada… esta vez Drarry…

     
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  15. PandyU
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    mas Drarry, exijo más! yo siempre ando exigiendo jaja! estuvo buenísimo como siempre no podré esperar mucho tiempo para leer el final es que ya va el desenlace y aaah! estoy maravillada con este fic! excelente trabajo de traducción como siempre! :) ánimo y espero suban el próximo capítulo muy pronto!
     
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85 replies since 18/3/2012, 01:41   16784 views
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