JUNJOU FUTURE (USAMI X MISAKI) Actualizado: 24/07/18

CAP 16: Un muro de intolerancia.

(8 meses de embarazo)
Misaki se levantó sobresaltado de la cama, no podía ser. Se llevó las manos al vientre pero no hubo respuesta ¿habría sido una alucinación? Habría jurado que había sentido una contracción. Miró a su alrededor, no había nadie en la habitación, respiró hondo.
Usagi-san estaba terminando un manuscrito y seguramente se habría quedado toda la noche escribiendo.
Salió de la habitación y bajó las escaleras, aquella mañana de sábado llovía en Tokio, parecía que no iba a parar en todo el día. Bueno, tampoco tenía nada que hacer. Desde hacía dos semanas le habían dado la baja para poder esperar al nacimiento de los bebés. Él y Usagi-san habían decidido no saber el sexo, para que fuera una sorpresa. Esto cabreó mucho a la madre de Usagi-san, a Takahiro y a Aikawa quienes querían contribuir con una infinita montaña de regalos.
Preparó un café para Usagi-san y leche caliente para él. Según los médicos no podía comer nada crudo, nada que tuviera cafeína o demasiado azúcar. Bostezó y se llevó una mano hacia la boca, debería estar feliz, por fin se acababan las mañanas de náuseas y de dolor de espalda, pero tenía una razón de peso para no hacerlo. En los últimos meses se había originado un sector de personas con desprecio a ese fenómeno. Radicales religiosos que atentaban contra los hombres embarazados. En el último mes habían aparecido dos cadáveres, uno en Okinawa y otro en Tokio, y esto solo en Japón. Misaki volvió a dirigir sus manos hacia su vientre, estaba asustado.
Entonces se oyó el timbre de la puerta que le sacó de sus pensamientos.
Dejó las tazas del desayuno sobre la mesa del salón y fue hacia la puerta. Hacía exactamente un mes Usagi-san había puesto un pestillo más a la puerta por seguridad, aquello parecía más una cárcel que un hogar.
Miró por la mirilla, era la madre de Usagi-san. Quitó los pestillos y la dejó entrar. La mujer iba empapada de pies a cabeza a pesar de llevar un paraguas consigo.
-Hola Misaki, cielo, ¿está mi hijo en casa?- dijo rápidamente. Tenía las mejillas ruborizadas y la respiración agitada.
-Sí, está terminando un manuscrito. ¿Quiere desayunar?- Preguntó él y entonces su suegra se dio cuenta de que el joven iba aún en pijama.
La mujer sonrió y posó una mano sobre el abultado vientre de Misaki.
-No cielo, tranquilo. Tengo que hablar con vosotros así que esperaré a que mi hijo termine con su trabajo, tú desayuna tranquilo.
Misaki cerró la puerta e invitó a la madre de Usagi-san a sentarse en el sofá mientras él se dirigía hacia la mesa del salón para coger su leche.
Entonces se abrió la puerta de la habitación contigua al dormitorio y salió un Usagi-san desaliñado y ojeroso.
-Buenos días, ha venido tu madre.-Dijo Misaki desde el piso de abajo.
Usagi-san giró su escalofriante expresión hacia su madre.
-¿Qué hora es?- fue lo primero que dijo.
-Las diez de la mañana.-Dijo su madre mirando su carísimo reloj dorado.
Usagi-san bajó las escaleras reuniéndose con Misaki en el último escalón donde este le entregó la taza de café. Le miró y le besó en la frente.
-Chicos, tengo una mala noticia. -Dijo la madre de Usagi.
Misaki se sentó en el sofá mientras Usagi-san se quedó de pie.
-Ambos sabéis la manifestación que habrá esta tarde.- Dijo ella.
Ciertamente, la manifestación era una concentración violenta de opositores al matrimonio homosexual, y más aún a los embarazos masculinos.
-Sí, no vamos a salir de casa.-dijo Usagi-san.
Su madre respiró hondo.
-Me temo que es algo más que eso.
Ambos miraron a la mujer sin saber a qué se refería.
-Me han llegado filtraciones de que van a invadir hospitales y centros sociales, para evitar que ningún hombre pueda acceder a asistencia médica.
Misaki se asustó, puso sus manos sobre su vientre y recordó la contracción que creía haber sentido aquella mañana.
-¿Pueden hacer eso?-Preguntó Usagi-san - ¿Qué entidades apoyan a esos extremistas?, porque supongo que tendrán algún contacto ¿no?
Su madre se pasó una mano por su pelo canoso.
-Ya sabes quienes son.
Misaki y Usagi-san se miraron. Ellos aún no se habían casado, tampoco lo habían mencionado, los dos bebés ocupaban todo su tiempo.
-Crees que mi padre…
-Lo sé.
Misaki se levantó del sofá con lágrimas en los ojos.
-¡Es que no nos pueden dejar en paz!-Gritó al borde del llanto.
Usagi-san dejó su taza de café sobre la mesa y corrió a abrazar a Misaki.
-¿Por qué no nos dejan vivir?- Misaki hundió la cabeza en el cuerpo de Usagi-san dejándose abrazar y llorando.
La madre de Usagi-san se levantó.
-Por eso he venido.- comenzó- Misaki tienes que irte de aquí.
Se separó un poco de Usagi-san.
-¿Qué?
-A mi hijo le tienen vigilado y dan por sentado que tu no sales de casa por lo que está pasando en la calle. Pero hay una alternativa.
Usagi-san la miró desconcertado.
-¿A qué te refieres, madre?
-Tengo una central de oficinas en San Francisco, allí no hay ningún sector tan extremista, si Misaki va allí podría estar a salvo.
Misaki se secó las lágrimas con las mangas del pijama.
-Pero no podemos irnos, Usagi-san trabaja para ti aquí.
La mujer respiró hondo.
-He aquí el dilema, no os iréis Misaki, irás tú solo. Estarás a salvo allí, pero Usagi-san será el cebo para que mi ex marido crea que sigues aquí.
-¿Qué? ¡No!- Misaki miró a Usagi-san esperando una respuesta, pero parecía estar de acuerdo con lo que decía ella.- ¿No vas a decir nada?
Usagi-san le miró seriamente.
-Creo que es la mejor idea que podrías haber tenido, madre.
Misaki negó con la cabeza.
-¡eh! El que lleva dos bebés dentro soy yo ¡Yo tengo la última palabra!
Usagi-san le miró seriamente.
-¿Tienes alguna idea mejor?
Misaki notaba como se aceleraba sus respiración y se sentía impotente ante aquella situación, ya habían decidido por el. Las lágrimas de rabia volvieron a aparecer en sus ojos.
La madre de Usagi-san recogió su bolso del sofá.
-Esta noche vendrán a buscarte, tienes que irte lo antes posible.
Usagi-san trató de acercarse a Misaki pero él rechazaba sus brazos mientras no podía parar de llorar. La madre de Usagi-san se fue dejándoles solos.
-No quiero irme.- dijo él.
-Misaki- comenzó Usagi-san rodeando el cuerpo de él con un brazo pero Misaki rechazó su abrazo y se dirigió con la cabeza baja hacia el piso de arriba hasta encerrarse en el dormitorio.
Las horas pasaban de forma tensa en aquel piso del lujoso barrio de Tokio. No hablaban, o a decir verdad, Misaki era el que no hablaba y evadía a Usagi-san, al menos hasta las diez de la noche en cuanto llamó la madre de Usagi-san para avisar de que iban a recoger a Misaki.
Bajó la maleta por las escaleras, no tenía ganar de hablar.
-¿Cuándo vas a hablarme?- Dijo Usagi-san apoyado sobre la pared cerca de la puerta.
-No quiero ir.
Usagi-san sujetó el rostro de Misaki delicadamente y le besó de forma romántica. Misaki se aferró a la cintura de Usagi-san, sintiendo cada roce y cada gesto de aquel último beso.
-Llama cuando llegues, todos los días, estaré allí para el parto.-susurró Usagi-san.
-Sólo un mes más y estaremos juntos para siempre ¿verdad?
Usagi-san sonrió y le volvió a besar.
-Te lo prometo.

Cuando por fin aterrizó el avión, Misaki se sintió aliviado. Habían sido demasiadas horas de vuelo y quería tumbarse y dormir. Los asientos de avión no se parecen nada a una cama, por lo que no pudo dormir nada durante todo el viaje. Y por otra parte se sentía lejos, muy lejos de su hogar. ¿Qué pasaría si no pudiera volver? ¿Tan mal estaba la situación? La verdad es que no quería pensar en ello. Había decidido, que se tomaría aquel tiempo allí como si fueran unas vacaciones. Forzadas, pero vacaciones.
En cuanto recogió su equipaje se dispuso a salir de la terminal para encontrar a quien fuera que le iba a llevar a su nueva casa. San francisco era un lugar desconocido para él, inexplorado. ¿Y si Usagi-san y él vivieran allí juntos? Una pequeña sonrisa se le escapó de entre sus labios, le echaba de menos, pero solo era un mes. Sería fuerte, responsable y haría frente a los problemas, tal y como Usagi-san quería que fuese. Miró a su alrededor, nadie le miraba, parecía que allí no iba a ser “el extraño hombre embarazado” sino uno más.
Una chica rubia con unos enormes ojos verdes sujetaba un cartel en que había escrito “Misagui”, al verla se acercó. Ella le miró y sonrió.
-¡Hola! Me llamo Mika, ¿Eres “Misagui” verdad?
Él sonrió y le estrechó la mano.
-En realidad es Misaki.
Ella miró el cartel con sus enormes ojos, volvió a mirar al chico y sonrió.
-Ups, perdón. Bueno yo te llevaré al hotel y además –Hizo especial énfasis en el “además”- seré tu médico.
Misaki sonrió y asintió.
-Muchas gra...-No pudo terminar la frase, un dolor punzante de su vientre le cortó la respiración. Encorvó su espalda de dolor.
-¿Qué pasa? ¿Una contracción?- Si asustó Mika.
Misaki respiró hondo varias veces. No, ahora, no. No sin Usagi-san.
-Vamos, te llevaré a mi consulta.
Mika, quien a pesar de ser extremadamente delgada, era muy fuerte, cogió su maleta y acompañó a Misaki hasta el taxi. Dijo la dirección en inglés pero el taxista no quería llevar a un embarazado, decía que no quería ningún parto en su taxi. Ella insistió pero la respuesta de aquel hombre calvo y gordo fue la misma una y otra vez.
Podía notar como una gota de sudor bajaba por su frente. Estaba sufriendo el mayor dolor de su vida, así Misaki hizo acopio de valor y utilizando su escaso nivel de inglés se acercó al conductor.
-O nos lleva a donde ella dice, ¡o me quitaré los pantalones y daré a luz aquí mismo!
El taxista asintió ante la sudorosa cara de aquel joven muchacho y pisó el acelerador. Misaki se volvió a recostar y sonrió débilmente a Mika. Ella levantó sus pulgares y le susurró: “Bien Hecho”

Al otro lado del océano, Usagi-san mantenía una reunión un tanto incómoda. En una esquina de la larga mesa de roble de aquella sala de juntas se hallaban él mismo y su madre. En el otro extremo, su padre y su hermano. Éste último carecía no haber dormido desde hace días.
-Acabemos con esto.-dijo su madre.- A ti no te importan los hombres embarazados, lo que quieres es echarme del país.
El padre de Usagi- san hizo media sonrisa.
-ciertamente es toda una monstruosidad ¿no crees hijo?- Se dirigió a su hijo.
Haruhiko no dijo nada, simplemente mantenía su vista fija sobre la mesa. El aspecto de su hermano no pasó desapercibido para Usagi-san.
-¿Haruhiko? ¿Qué pasa?
El miró a su hermano, como si no fuera obvio.
-Nuestro padre te está haciendo chantaje ¿no es así?
Su Padre se puso en pie indignado.
-No digas tonterías.- Miro a su hijo- Haruhiko, nos vamos.- Pero él no se movió de su sitio.- ¡Haruhiko!
-¡Basta ya!- Gritó Usagi-san levantándose de la silla.- ¡Le estás matando! ¿Acaso no te importa tu propia familia?
Haruriko miró a su hermano con un anhelo de esperanza en sus ojos.
-Me importa lo suficiente para no dejar que la vergüenza caiga sobre nosotros.-sentenció su padre.
-Dirás para que la vergüenza no caiga sobre ti.-Dijo la madre de Usagi-san.
Akihiko no sabía ciertamente a lo que se refería su madre. Miró a su hermano.
-¿Haruhiko?
Él respiró hondo, con la mirada gacha.
-Tengo novio y está embarazado.
Usagi-san no podía creer lo que oía.
-¡Mis hijos no serán unos descarriados y padres de monstruosidades!
La madre de Usagi-san miró severamente a su exmarido.
-Tú sí que eres un monstruo.
-¡Tú no te metas!- Le gritó- Haruhiko no es ni siquiera hijo tuyo.
Ella se acercó a Haruhiko.
-Es el hermano de mi hijo, eso le convierte en mi hijo y si tú no quieres ser abuelo, tranquilo, yo lo seré por los dos.
Usagi- san seguía sin poder creer lo que había salido de los labios de su hermano.
-¡Estáis todos locos y criaréis mostruos!
Dicho esto el señor Usami salió de la sala de juntas dando un portazo.
Usagi-san se acercó a su hermano.
-Tranquilo, todo saldrá bien. –Le dijo poniendo una mano sobre su hombro

En San francisco, Misaki estaba tumbado con las piernas abiertas sobre una camilla de partos. Las contracciones habían desparecido hacía ya una media hora. Había sido una falsa alarma, según Mika, producida por el estrés. Mientras le hacían una ecografía, Misaki trataba de tranquilizarse.
-Bueno, las niñas están bien.-Dijo ella.
-¿niñas?- Repitió Misaki.
-¿he vuelto a meter la pata?- Mika no le había preguntado si sabía ya el sexo de los bebés, lo había dado por sentado.
-Mi novio y yo queríamos que fuese una sorpresa.-Dijo él agotado y sin ganas de discutir.
-Perdón entonces, pero míralo por el lado bueno, ya puedes ir a comprarles ropita.
Misaki sonrió débilmente.
-Sin embargo,- Volvió a hablar Mika- Una de las niñas no está en posición para salir.
Misaki se tensó.
-¿Qué quiere decir eso?
-¡Tranquilo!- sonrió ella- si no se ha puedo en el momento del parto, te haremos una cesárea y listo. No hay ningún problema.
Misaki respiró tranquilo. Niñas, Usagi-san y él iban a tener dos niñas.