InGo: La fiesta [KirinoxShindou][S: IxA, FxK, HxM][Acabado]

Hacía mucho frío fuera y comenzaba a congelarse, incluso las ideas comenzaban a congelarse, en ese estado dejaba de darle vueltas a esa odiosa chica secuestradora de parejas, más que nada porque las células de su cerebro estaban heladas.
Se frotó los dedos de la mano y se echó el aliento. Al menos en eso Tsunami había acertado de lleno. Con ese frío su prioridad era no morir dentro de un cubito de hielo. Aunque no quería volver dentro.
Suspiró y miró el cielo oscuro en el que brillaba débilmente alguna estrella.
-Eres un idiota –una chaqueta tibia le cubrió el cuerpo helado y Kirino recuperó algo de su color y calor.
No quiso girarse.
-Seguro que te hubiera gustado más que fuera Shindou el que te saliera a buscar pero tendrás que conformarte conmigo.
-No sé que quieres decir, entrenador Kidou –gruñó Kirino arrebujándose en su chaqueta. Olía muy bien.
Kidou se encogió de hombros, ambos estaban sentados en un banco en medio del jardín, frente a ellos una fuente lanzaba su murmullo reconciliador y mágico.
-Dime solo Kidou fuera de los entrenamientos.
Los dos se mantuvieron callados un rato.
-¿Por qué te has salido?
-Fudou se estaba poniendo insoportable –contestó Kidou.
-¿Acaso deja de serlo alguna vez? –preguntó Kirino hinchando los carrillos.
Kidou soltó una carcajada, divertido.
-No, realmente no. Pero uno aprende a quer –Kidou se interrumpió-, digo, apreciarlo así.
-Ya –Kirino lanzó una mirada inquisidora a su entrenador.
-No es tan mal tipo… Solo se hace el duro –Kidou sonrió a Kirino, aquello le ocasionó una impresión tremenda, pocas veces le había visto sonreír.
Los dos miraron la fuente que susurraba su voz acuosa.
-¿No querías bailar con Shindou? Lo he visto bailando con una chiquilla, me ha sorprendido bastante. Pensaba que después de venir vestido como vienes no dejarías que nadie lo tocase.
Kirino intentó mantener la serenidad con su entrenador, no quería una venganza después y que lo hiciera entrenar más duramente que al resto.
-Al parecer son viejos amigos –en su voz había un deje de odio.
-Bueno, no hay nada de malo en bailar con un viejo amigo –rio Kidou.
Kirino le lanzó una fugaz y letal mirada, ¡sí, sí que lo había! Que volvía a dejarlo solo.
-Si tú lo dices.
-¡Claro que él lo dice! –dijo otra voz apareciendo por detrás y haciendo que dieran un bote-. Porque él es otro señorito compromisos y tiene que socorrer a las damiselas en apuros dejando al menda solo.
-Tú te has largado a bailar a lo bruto con Tsunami primero, Fudou –replicó Kidou apartando a Fudou de un empujón mientras Kirino le lanzaba una mirada de odio extremo porque lo de damisela en apuros iba por él.
El joven se sentó al otro lado de Kirino y le pasó las manos por los hombros.
-Ve y mata a la chica, yo te cubriré y Kidou nos pagará un abogado y comprará a los jueces.
-¡Fudou! ¡Lárgate de aquí! –ordenó Kidou sabiendo que no le iba a hacer caso.
-Ohh, ¿A Kidou-kun le molesta mi presencia? –Fudou le sacó la lengua- ¿No ves que tú no puedes darle buen consejo sobre la situación?
-Ya, claro, es mejor decirle que mate a alguien.
-Yo lo haría si una vieja amiga bailara conti… con… -Fudou se sonrojó y cambió radicalmente de tema-. Ran-chan debería decirle a Takuto-sama lo que siente por él o Takuto-sama volará con la chica de lindos ojos naranjas.
Kidou y Kirino fruncieron los labios a la vez y como un solo hombre le pegaron fuertemente en la cabeza y las costillas respectivamente.
-¡Vale, vale! –gruñó Fudou -. Pillo la indirecta… A ver que te sugiere el señor primer estratega del equipo.
-Pues para empezar que no mate a nadie, deshacerse de un cuerpo es muy engorroso.
-¡Para nada! Un hoyo, en este mismo jardín, nadie sospechará.
-¿Y de dónde vas a sacar las palas? ¿Del mismo lugar que tus ideas geniales?
-¡No voy a matar a nadie! ¡Excepto a vosotros si seguís así! –gritó Kirino-.¡ Yo no he pedido ayuda, no necesito ayuda, estoy perfectamente bien solo en mi soledad y con estas horribles sandalias que me destrozan los pies!

Fudou y Kidou se miraron un momento y echaron a reír a la par.
-Escucha, Kirino –dijo Kidou pasándole la mano por la cabeza-. No hay nada malo en admitir que se necesita ayuda –Fudou puso una mueca de burla y Kidou le dio un golpe en la espalda-. ¿Por qué no nos cuentas que te pasa?
-¡No me pasa nada!
-Solo una linda muchacha de ojos grandes y soñadores…
-¡Fudou no ayudas! –Kirino se acarició las sienes-. Sois los dos de lo más estresante.
-Claro que sí. Yo llegó al meollo de la cuestión sin tapujos. El señorito Kirino Ranmaru, ahora deshonrado, ama con locura a Shindou, tanto como para ir haciendo el payaso vestido de mujer. Shindou no le hace ni puñetero caso en toda la noche. Y ahora aparece una misteriosa chica, vieja amiga de Takuto, y se lo va a robar dejándole a él y a sus sandalias solos como la una.
-Técnicamente si está con sus sandalias no estará solo –se encogió de hombros Kidou.
Kirino bajó la mirada sonrojado, había acertado de lleno, salvo en lo de que amaba con locura a Shindou, porque él no amaba a Shindou… Solo le gustaba un poco, y nadie necesitaba estar al corriente de ese hecho, aunque al parecer ya lo sabían todos. Al menos, siempre le quedarían esos incómodos zapatos que odiaba tanto.
Ichino y Aoyama habían sido valientes, ¿por qué él no podía? ¿por qué siempre se le cruzaban de ese modo todas las situaciones?
Kidou y Fudou siguieron discutiendo sobre la cuestión sin que Kirino les prestara atención, su conversación había derivado en cosas absurdas y sin sentido que él uno y el otro se echaban en cara como dos críos pequeños.
-Hacéis buena pareja los dos –suspiró de repente el adolescente poniendo fin a sus réplicas y logrando que ambos se callaran un segundo para reaccionar exageradamente.
-¡No digas tonterías, Kirino!
-¡Antes con un plátano!
El chico de pelo rosa se encogió de hombros.
-¿Prefieres a un plátano antes que a mí? –preguntó irritado y ofendido Kidou frunciendo los labios.
-El plátano me lo puedo comer –aseguró Fudou con el rostro rojo y desviando la mirada.
-A Kidou también –puntualizó Kirino sin mirarles, tenía la vista fija en la fuente.
Ajenos a su vista los dos jóvenes adquirieron un tono intenso y brillante.
-Me vuelvo a la casa –dijo Kidou poniéndose en pie-. Si necesitas cualquier cosa, puedes contar conmigo, Kirino.
El chico fue a quitarse la chaqueta para devolvérsela, pero Kidou le puso la mano en el hombro y negó amablemente.
-Ya me la darás.
En el entrenador se alejó de ellos dejando a Fudou con el cuerpo ardiendo y a Kirino igual de deprimido que al principio, o incluso más.
Los dos chicos se quedaron un buen rato así. Hasta que Fudou redujo distancias y de repente se lo encontró más pegado a su cuerpo de lo que desearía.
-¿Qué te crees que haces? –gritó asustado el adolescente.
-Hueles como Kidou –contestó él mirando la chaqueta con una expresión de tristeza.
Kirino lo observó con cierta lástima.
-Me parece que tú necesitas más ayuda que yo.
-¡Ah, no! –exclamó Fudou-. Yo ya fui al psicólogo de pequeño, al parecer tirarle cáscaras de plátano a la gente a la cara no es algo normal.
Kirino se rio, no sería normal pero seguro era divertido.
-A ti te gusta el entrenador Kidou, ¿no?
Fudou giró la cabeza haciéndose el importante.
-No es algo que vaya a discutir con un crío como tú.
El adolescente se removió en la chaqueta de Kidou y miró al cielo.
-No creo que admita mucha discusión. Es bastante obvio.
-Querrás decir tú caso, eso si es obvio.
-Ya claro, yo soy muy obvio. ¿Y Shindou? ¿Shindou es obvio?
Fudou abrió la boca.
-Shindou es idiota por haberte dejado solo.
-Shindou no es idiota, es demasiado educado.
El joven castaño miró a lo lejos.
-Es un idiota, tú te has vestido así por él y él se va a tocar el piano, espeluznante por cierto, y luego baila con otra chica. Si no podías bailar haberos quedado sentados en algún lugar o haberte cortado los pies.
-¿Por qué te importa tanto? –gruñó Kirino enfadado.
-Porque me recordáis a otro par de idiotas –suspiró Fudou revolviéndose el pelo.

-Cuando uno es adolescente sufre cambios… piensas que eres es un bicho raro si no eres como los demás… Si te gustan los hombres te linchan prácticamente, si eres chico claro. A las chicas no les hacen nada porque les gusten los hombres, es incluso mejor a que les gusten las mujeres. Luego resulta que todos tus amigos resultan ser maricas… Que ironía, y encima se emparejan, genial… Pero tú además de marica eres gilipollas y no te atreves a decir nada a la persona que te gusta que curiosamente nunca ha mostrado interés en maricas ni en mujeres y te quedas para vestir santos. Eso te va a pasar si no reaccionas.
-¿Eso te ha pasado a ti con el entrenador Kidou? –rio Kirino.
-¡No he nombrado a Kidou en ningún momento! ¡Ni a mí tampoco! Solo te pongo un ejemplo.
-Pero es un ejemplo basado en tu experiencia, ¿no?.
Fudou se cruzó de brazos.
-Eres un niñato horrible, ni sé por qué te intento ayudar. Eso es lo que me pasa por ser tan buena persona.
-Una buena persona que le tira plátanos a la gente.
-¡Ya no lo hago! ¿Vale? Púdrete por ahí un rato.
-O sí, que “buena persona”.
Fudou observó a Kirino con sus ojos turquesas.
-Para tener esa pinta de niña eres un ser endemoniado.
Kirino le devolvió la mirada con sus celestes orbes.
-Y tú para parecer un demonio eres tan sensible como una niñita.
-¡Yo no soy sensible! Soy duro como el acero.
Kirino arqueó las cejas en señal de duda. Fudou torció los labios en señal de disgusto.

Mientras tanto Shindou bailaba tranquilamente con Okatsu, cuando salieron a la pista se habían tropezado con Kidou, que miró sorprendido a Shindou con aquella chica y había ido a buscar a su defensa pelirrosa, preocupado de qué hubiera podido pasar y de que decidiera cortarse las venas con una copa rota.
Al no encontrarlo en el interior de la casa se imaginó que habría salido solo, y así Kidou se encontró a Kirino, sintiendo cierta compasión por el chico de cabellos rosados que seguía sin poder pasar más de cinco minutos de aquella velada a solas con su acompañante.

Okatsu sonrió a Shindou con un leve sonrojo en sus mejillas.
-¿Por qué tu amigo Kirino va vestido de chica, Takuto?
Shindou se paró en seco y la chica chocó contra él. Alzó la vista sorprendida para encontrarse con un intento de cara de poker por parte de Shindou.
-Kirino Ran es prima de mi amigo Kirino–susurró poco convincentemente el chico de cabello ceniciento.
-Venga, Takuto. Ninguna chica tiene esos gemelos –rio Okatsu volviendo a acercarse a él para bailar.
-¿Qué gemelos?
-Los de Kirino, Takuto –rio la morena-. Se nota que es futbolista, tiene el cabello rosa y unos bonitos ojos celestes… Kirino Ranmaru, defensa del Raimon, tu mejor amigo del que tanto me hablabas siempre.
Shindou suspiró largamente.
-Realmente pensaba que nadie se daría cuenta y salvo mis padres todos nuestros conocidos lo han reconocido.
-Bueno, no ha sido muy difícil averiguarlo teniendo en cuanto cómo os miráis –explicó Okatsu desviando la mirada para ver si veía al joven donde lo habían dejado-. Espero que no me mate.
-¿Por qué iba a hacer eso Kirino? ¿Y cómo nos miramos? –preguntó el adolescente extrañamente expectante y con el corazón latiéndole muy deprisa.
Okatsu suspiró y no contestó enseguida.
-Kirino es bastante celoso respecto a quien se acerca a ti, Takuto. No me he perdido nunca ningún partido en el que jugaras y recuerdo que hace dos años tuvisteis que detenerlo porque quería pegar a un rival que te había hecho una falta… y luego a una fan que te estaba pidiendo la camiseta.
-Kirino solo se preocupa por mí –aseguró Shindou mientras seguían bailando.
Okatsu ladeó la cabeza, divertida, y con cara de lástima ajena.
-Deberías agradecerle el sacrificio que ha hecho por ti… Si un chico lleva zapatos de fiesta femeninos es porque tiene un motivo muy fuerte para ello.
-Sé que me ha hecho un favor muy grande.
-Y sin embargo, no lo estás demostrando.
-Claro que sí, iremos a París a cambio.
-¿París? ¿La ciudad del amor? –rio Okatsu.
-Bueno, siempre ha querido ir…
-Haréis una pareja muy tierna los dos en París.
El rostro de Shindou se encarnó, no lo había pensado. Kirino había dicho que quería ir solo con él… Así que estarían los dos, porque Kidou y Fudou seguro que se desentendían de ellos. Podían ir los dos agarrados de la mano sin que nadie dijera nada, sobre todo teniendo en cuenta que Kirino parecía niña. Las mejillas del chico se sonrojaron más al darse cuenta de qué estaba pensando. ¿Por qué querría ir él agarrado de la mano con Kirino?
-¿Takuto?
-Perdona… estaba pensado.
-¿En un bonito muchacho de ojos celestes de mejillas sonrojadas diciendo tu nombre en silencio frente a una iluminada Torre Eiffel durante un paseo a la luz de la luna?
Shindou abrió la boca confuso, ¿y qué si era así? Aquella conversación le producía mucha congoja.
-¿Qué sientes exactamente por él, Takuto? –preguntó Okatsu sonriendo de medio lado, no había nada más bonito que sacar del armario a un antiguo amigo demasiado idiota para darse cuenta de nada por sí solo, incluso si ese chico hubiera sido su primer amor y además no correspondido, porque en sus conversaciones solo sabía hablar de su amigo Kirino y de las cosas que hacían juntos, además de fútbol y música. Si después de 6 años no había reaccionado es que era muy lento o muy estúpido en relaciones amorosas, porque en el resto Shindou era todo un genio.

-¿Qué siento por él? –Shindou parecía una bombilla roja que iluminaba con fuerza y viveza su suave rostro.
-Así es.
Shindou bajó la mirada incapaz de sostenerle los ojos a Okatsu.
-Es mi mejor amigo.
-Eso no me contesta la pregunta.
-Pues… lo quiero mucho… obviamente.
-¿Cómo a un mejor amigo?
-Claro… ¿qué otra cosa puede ser?
-No lo sé, tú sabrás… Pero hay cosas que uno quiere hacer con un mejor amigo, y cosas que uno quiere hacer con su pareja… Pensar en pasear agarrado de las manos de alguien en la Ciudad del Amor no corresponde a las cosas de mejor amigo.
Shindou bajó la mirada asustado. ¿Qué estaba pasando? ¿Es que sentía algo más fuerte por Kirino? ¿Podría estar él enamorado? Pero los dos eran chicos… Aunque Hiroto y Midorikawa también lo eran… Shindou tragó saliva.
-No estoy seguro, nunca me lo había planteado… a mí nunca me ha gustado nadie.
-Al contrario, yo creo que lleva tanto tiempo y de forma tan paulatina que no lo has notado –rio Okatsu-. Hay un brillo especial en la mirada de una persona enamorada, y cuando mira a esa persona aún más. Incluso cuando mira a esa persona con otra…
La chica sintió un escalofrío al recordar la mirada de Kirino al pedirle a Shindou que bailara con ella. Pero estaba segura de que se lo acabaría agradeciendo. Si se hubieran quedado a solas antes se hubieran quedado como pasmarotes sin reaccionar, y Shindou hubiera seguido ajeno a sus propios sentimientos. No podía dejar a una pareja así sin hacer nada. Especialmente cuando era fan secreta del pelirrosa.
-¿Y mis ojos brillan cuando lo miro? –preguntó Shindou temerosamente.
-Mucho –sonrió ella-. ¿Tienes algún otro amigo cercano, Shindou?
-Claro –asintió él-. Está Tenma… y Sangoku, y el resto del Raimon.
-Pues imagina que te tuvieras que besar con Tenma o Sangoku –rio Okatsu.
Shindou contrajo sus bellas expresiones faciales en una mueca de asco y abrió la boca para interrogar a Okatsu sobre aquello.
-Ahora imagina que es a Kirino a quien tienes que besar.
Shindou se sonrojó y una leve y estúpida sonrisa apareció en sus labios sin que él fuera consciente de ello hasta que los ojos de Okatsu burlones le retaron a que se fijara en sus reacciones. El chico suspiró, sin duda era una prueba inequívoca… Pero Okatsu no iba a dejarlo ahí
-¿Qué harías si Tenma se mudara de ciudad?
Shindou se encogió de hombros, ¿qué haría? Pues le llamaría de vez en cuando a ver que tal le iba y si podían verse alguna vez pues genial.
-¿Y si se fuera Kirino?
Los labios del adolescente se abrieron en una mueca de susto, no quisiera la providencia de aquello. Si no pudiera ver a Kirino todos los días… ¡que horrible!
-¿Sigues teniendo dudas, Takuto?
-Yo…
Estaba asustado, si realmente estaba enamorado de Kirino… ¿por qué nunca se había dado cuenta? ¿Acaso había dado por supuesto que no era más que amistad? Si no hubiera sido por Okatsu dudaba habérselo planteado… Puede que él soñara con abrazarlo, cogerle de la mano incluso besarle… pero… pero… Su corazón latía con fuerza. No podía creer que fuera amor… porque Kirino, Kirino. ¿Qué pensaría Kirino de él? ¿Acaso lo torturaría como a todas las niñas del jardín de infancia que se acercaban a él?
-No me preocuparía mucho de lo que pueda decir Kirino –sonrió Okatsu adivinando sus pensamientos -. Yo apostaría a que te corresponde…
-No creo que Kirino sea de esa clase de gente –suspiró Shindou.
-Eso es algo de debes averiguar tú, Takuto –la chica se encogió de hombros, les había echado un cable para arrancar su relación, pero no iba a hacerlo todo ella. No obstante, estaba segura de que Kirino bebía los vientos por el capitán, bueno, el anterior capitán, del Raimon.
-Supongo…
-Ahora deberías irte con él a pasar lo que queda de fiesta, si no se quedará triste. Aunque no creo que sea buena idea que le digas ahora nada, seguro que andas muy confuso, te vendrá bien consultarlo con la almohada y a lo mejor con algún otro amigo.
Shindou asintió, sí, su cabeza parecía una olla en ebullición y no estaba muy seguro de nada. Sin embargo, ya había descuidado mucho a su acompañante. Y sus padres no tardarían en decirles que se volvieran, ya era bien entrado el día siguiente.