InGo: La fiesta [KirinoxShindou][S: IxA, FxK, HxM][Acabado]

Ichino dormía tranquilamente en su casa cuando su móvil se encendió en medio de la oscuridad vibrando y resonando la canción de tono de llamada.
Kirino.
El chico medio dormido se llevó el aparato a la oreja sin descolgar. Al darse cuenta y con los ojos todavía medio cerrados aceptó la llamada entrante.
-¿Ah? –pudo decir únicamente mientras deseaba que no se hubieran despertado sus padres.
-¡Shindou es gilipollas! –sollozó la voz de Kirino al otro lado de la línea.
-¿Uh? –dijo él preocupado pero con la boca pastosa y el cerebro medio desconectado.
-¡Él muy idiota me ha dejado de lado durante toda la fiesta y ha preferido bailar con una amiguita que estar conmigo!
Ichino tragó saliva y se pasó las manos por los ojos y la sien, sentándose cómodamente en la cama. Aquello iba a ser largo. Miró rudamente la almohada como si ella tuviera la culpa de algo.
-Eo Irino –artículo todavía sin mucho acierto, se mordió los labios y volvió a pronunciarlo-. Pero Kirino, Shindou es un chico de clase alta, tiene que seguir unos protocolos.
-¡A la mierda los protocolos! ¡Me vuelvo a mi casa!
-No seas así, hombre… Ve, pégale dos guantazos, desahógate y luego baila con él un poco.
-¡No quiero bailar! ¡No quiero pegarle dos guantazos, quiero ahogarlo en el inodoro!
Ichino suspiró mirando de reojo la puerta e intentando ser silencioso.
-No hagas eso, que si no, cuando lo beses sabrá a agua de inodoro.
-¡Pero que dices..!
-Es broma, es broma. Venga, seguro que no lo ha hecho a posta.
-¡Me ha dicho que soy un histérico y que hubiera sido mejor invitar a su amiguita!
Los ojos de Ichino hicieron un recorrido circular en sus órbitas, que el cielo se apiadara de él.
-¿Y no le habrías dicho tú algo antes?
-¡Que va! Yo estaba solo, con Fudou…
-¿Fudou? ¿ Fudou Akio? ¿Uno de los legendarios Inazuma Japan? –Ichino dio un grito de entusiasmo más alto de la cuenta y se agachó como acto reflejo tapándose la boca.
-Sí, ese mismo…
-¡Ah! Cuenta, cuenta. ¿Qué hacía ahí? Pensaba que era pobre como las ratas…
-Iba acompañando a Kidou..
-¿El entrenador? ¿Kidou Yuuto? ¿Con Fudou Akio? –Ichino lanzó un silbido prolongado mientras Kirino al otro lado empezaba a enfadarse-. ¿Acaso son gays?
-¡Esa no es la cuestión! ¡Y para gays Aoyama y tú!
-¡Entonces sí te llegó el mensaje! Ya ves, tío, ya no estoy soltero. A ver cuando le dices a Shindou y nos vamos de cita doble a una sesión golfa.
-¡Tú si que eres golfo! ¡Y qué quieres que le diga si prácticamente me ha condenado a la deshonra! ¡Yo que me he vestido como una mujer por él!
-A la deshonra te has condenado solo al aceptar ir con él. Ahora piensa que si te largas así todo habrá sido en vano. Lucha un poco por lo que crees.
-¡Si no sé en lo que creo!
-Primero tranquilízate un poco. Haya pasado lo que haya pasado seguro que Shindou no quería que te enfadaras… Decías que estabas tú con Fudou, ¿no? ¿Y qué? ¿Le habéis dicho alguna cosa indecente a Shindou?
-¡No! Shindou ha llegado, Fudou se ha ido ¡y entonces ha empezado a decir no sé que cosas sobre lo que podía hacerme Fudou estando a solas conmigo!
Ichino soltó una carcajada.
-No me hace gracia, Ichino.
-A mí sí –rio él intentando no alzar mucho la voz-. ¿No ves que estaba celoso?
Kirino abrió la boca dentro del baño donde se había refugiado, fuera Hiroto esperaba pacientemente, tras haberle sugerido que hablara de la cuestión con alguien cercano… sin darse cuenta de lo tardío de la hora. Algunos comentarios llegaban a sus oídos a pesar de que intentaba no escuchar pensando en sus cosas: las cosas que tenía que hacer en el trabajo cuando volviera, Midorikawa en el trabajo, Midorikawa, Midorikawa y él cuando salían por ahí, Midorikawa en casa, Midorikawa en el cuarto, Midorikawa desnudo…
La mente de Hiroto comenzó a divagar en emociones y situaciones anteriores vividas estrechamente entre ambos y acabó evadido totalmente de la realidad. Así que cuando el verdadero Midorikawa se acercó con una copa de cava dio un respingo y se sonrojó completamente al mirarle a la cara. Luego le echó la bronca por llevarle cava a un chico de 15 años y le hizo ir a buscar un zumo.
Dentro del baño Kirino seguía su conversación con Ichino.
-¿Celoso? ¿Por qué iba a estar Shindou celoso?
-No lo sé, ¿porque estabas tú celoso de la amiguita de Shindou?
-¡Yo no estaba celoso de la chica! ¡Yo estoy enfadado de que Shindou me haya ignorado toda la fiesta!
-Pues díselo, Kirino. No ves que Shindou es un idiota que no se entera si no le dices las cosas. ¿No te había quedado ya claro?
-Pero no queda mucho…
-Pues razón de más para darte prisa. Te cuelgo ya, habla con él y si hace falta morréalo a la luz de la luna o lo que sea que tengan los ricos en el cielo.
Ichino colgó la llamada y se tumbó en la cama, estaba desvelado. Cogió el móvil de nuevo y le mandó un mensaje cariñoso a Aoyama. Casi enseguida Aoyama contestó mandándole a la mierda por despertarlo a las 4 de la mañana.

"-¡No quiero bailar! ¡No quiero pegarle dos guantazos, quiero ahogarlo en el inodoro!"

"-No hagas eso, que si no, cuando lo beses sabrá a agua de inodoro."

"-¡Ah! Cuenta, cuenta. ¿Qué hacía ahí? Pensaba que era pobre como las ratas…"

"-A mí sí –rio él intentando no alzar mucho la voz-. ¿No ves que estaba celoso?"

"-Pues díselo, Kirino. No ves que Shindou es un idiota que no se entera si no le dices las cosas. ¿No te había quedado ya claro?"

"Casi enseguida Aoyama contestó mandándole a la mierda por despertarlo a las 4 de la mañana."

Ichino colgó la llamada y se tumbó en la cama, estaba desvelado. Cogió el móvil de nuevo y le mandó un mensaje cariñoso a Aoyama. Casi enseguida Aoyama contestó mandándole a la mierda por despertarlo a las 4 de la mañana.

Kirino salió del baño y se encontró con Hiroto mirando el techo con una sonrisa estúpida en su bello rostro pálido como la nieve.
-¿Mejor? –preguntó girándose hacia el pelirrosa que solo se encogió de hombros-. Midorikawa ha ido a buscarte un zumo…
-No hace falta, gracias –respondió Kirino alejándose de ahí para ir a buscar a Shindou y afrontar la situación como hombre que era-. Tengo que arreglar un asunto.
Hiroto se encogió de hombros sin entender muy bien la situación, algo había oído pero no quería meterse donde no lo llamaban, al menos no invadiendo su privacidad. Kirino se perdió de su vista al dar la vuelta al pasillo y el pelirrojo suspiró largamente.
Le dolía que Kirino tuviera problemas con Shindou, porque un chico vestido así… Seguro que a Midorikawa tampoco le sentaría mal ese atuendo, aunque él prefería verlo sin nada directamente, total, ¿para qué necesitaban la ropa que solo molestaba?
-Ya tengo el zumo, y de varios tipos, porque para gustos los colores –informó el joven de cabellos pistachos recogidos en una coleta y con los ojos negros mirando fijamente a su compañero mientras le enseñaba cuatro copas rellenas de distintos colores.
Hiroto dio un brinco, nuevamente.
-Kirino se ha ido ya.
-¿Qué se ha ido ya? –exclamó Midorikawa sintiendo que el alma se le caía a los pies-. ¿Cómo lo has dejado irse?
-Ha dicho que iba a arreglar un asunto…
-Más vale tarde que nunca –suspiró Midorikawa bebiéndose él mismo uno de los contenidos de color rojizo.
Hiroto le observó atentamente, las comisuras de los labios del joven se perlaron con pequeñas gotas de zumo. El pelirrojo se acercó al otro que miraba distraído un cuadro que tenía en frente. Llevo sus níveas manos a las tostadas mejillas de Midorikawa y lo volvió hacia sí. Los ojos negros del joven le miraron con sorpresa, curiosidad y ese destello especial que siempre le dedicaban, fuera cual fuera la situación.
Hiroto se acercó a Midorikawa y le pasó sensualmente la lengua por los labios lamiendo los restos del líquido rojizo y luego introduciéndola en la boca del otro.
Midorikawa se sonrojó suavemente y las copas temblaron en sus manos al sentir a Hiroto lamiendo su lengua con pasión.
Las manos cálidas del pelirrojo sostuvieron las del peliverde, evitando de ese modo que las copas cayeran al suelo.
Ambos estaban perdidos en los ojos del otro y no se dieron cuenta de dos alegres voces que se acercaban por el pasillo y que giraron en esa esquina que les permitía tener visión total de los dos jóvenes unidos por la boca como si quisieran succionar a su compañero.
-Y entonces…
Haruna y Kogure se pararon en seco y vieron a la pareja que se besaba apasionadamente sin percatarse de su presencia. Las mejillas de ambos se colorearon vivamente.
-¡Oh! –exclamó Haruna queriendo rebuscar en su bolso en busca del móvil para hacerles una foto.
-¡Pero qué! –articuló únicamente Kogure demasiado afectado como para evitar que Haruna perpetuara el momento con una foto.
Pero ni Hiroto ni Midorikawa les prestaron atención.
Kogure se giró y arrastrando consigo a Haruna volvieron a doblar la esquina para apartarse de su visión y siguió caminado por el pasillo en dirección opuesta, hasta llegar a un tramo desierto de la casa.
-¡Kogure!
El chico se giró a ella con cara de seriedad, lo que no era para nada habitual en él. Haruna retrocedió pensando que le iba a gastar alguna broma, mientras su estómago se hacía cada vez más pequeño.
-¿Qué ocurre Kogure? Podríamos haberles hecho más fotos –se medio quejó la chica para evitar mirar a los grandes y naranjas ojos de su acompañante.
Kogure abrió la boca y por primera vez no fue capaz de decir nada. Miró de reojo hacia su derecha mordiéndose los labios y alzando los hombros.
Haruna le fue a preguntar algo cuando Kogure se abalanzó sobre ella, le dio un beso en los labios tan fugaz como pasional y se marchó corriendo.
Por el camino se chocó con Tsunami, que asustado por el encuentro con Kirino solo le dijo:
-¡Colega, que no eres un tiburón!
Mientras Haruna se había quedado paralizada y el rostro totalmente rojo. Cuando pudo reaccionar se llevó las manos a la cara y gritó de felicidad. Saliendo inmediatamente detrás de Kogure, o por donde creía que este se había ido.

Por el camino se chocó con Tsunami, que asustado por el encuentro con Kirino solo le dijo:
-¡Colega, que no eres un tiburón!

Shindou miró a Kidou con sus grandes ojos de color caldero. Le había empezado a doler la cabeza, habían pasado tantas cosas en tan poco espacio de tiempo… Se sentía tan perdido como un pulpo en un garaje o Tsunami en la tierra.
-¿A ti te gusta alguien, entrenador Kidou? –preguntó tímidamente el adolescente de pelo ceniza esperando que Kidou pudiera darle algún buen consejo.
Kidou ladeó la cabeza.
-Realmente eres un lento –suspiró por fin llevándose las manos a la frente en un auténtico y sentido facepalm.
Shindou abrió la boca sin entender, ¿en qué era lento? ¿Le gustaba alguien o no le gustaba alguien?
-Yo… -intentó excusarse él, pero Kidou levantó una mano y se encogió de hombros cordialmente.
-Cuando una persona no hace más que hablar de otra y todas las cosas que le dicen las acaba redirigiendo para seguir hablando de esa, ¿no crees que es un indicio sospechoso?
-Supongo –aceptó Shindou entrecerrando los ojos pero sin entender nada ni aún así.
-Y yo no soy ninguna excepción, aunque quisiera serlo. Realmente parezco gilipollas hablando todo el rato del idiota de Fudou.
Shindou abrió los ojos mucho.
-¿Qué tiene que ver Fudou con todo esto?
Kidou lo miró perplejo, demasiado perplejo, tan perplejo que ni siquiera merecía le pena tirarse de los pelos, tan perplejo que si se buscara dicha palabra en el diccionario saldría la foto de Kidou, con sus inseparables gafas de marciano.
-Siento lástima de Kirino –murmuró finalmente negando lentamente con la cabeza.
-¿Por Fudou? Le ha estado acosando –la voz de Shindou se endureció- como lo pille…
Kidou soltó una risa divertida.
-¿Qué harías si lo pillaras? Es más grande y más fuerte… y aunque tenga esa cara de pánfilo es tan inteligente como yo, él dice que más, pero nadie se lo creería.
Shindou bajó la cabeza, si era más grande, más fuerte y más inteligente que él seguro que Kirino lo preferiría como pareja antes que él, puestos a pecar de homosexualidad hacerlo con alguien mejor, aunque dudaba que fuera tan asquerosamente rico como él o Kidou.
-¿Crees que Kirino preferiría a Fudou como pareja?
Kidou dio un brinco en su asiento, ¿pero que carajo estaba pasando por la mente de Shindou?
-Que se pruebe –y su voz sonó tan amenazante que Shindou sufrió un escalofrío.
-Debería ir a buscar a Kirino –suspiró recolocándose bien el pelo y mordiéndose el labio un poco confundido por todo aquello.
-Deberías –asintió Kidou con los brazos cruzados-. Además en seguida darán el discurso de despedida y nos tendremos que ir.
-Entonces es mejor que intente disculparme antes.
Shindou se levantó notando el aire frío en su ardiente rostro, era un contraste revitalizador, aunque cada vez notaba más el efecto del sueño, porque no estaba acostumbrado a estar despierto hasta tan altas horas.

Kirino atravesó la pista de baile, encontrándose por su camino con Touko bailando con Endou y Natsumi mirándolos al lado como si quisiera matarlos a los dos. Pero Touko se reía alegremente y Endou intentaba coordinar sus manos con sus pies infructuosamente.
Por el camino Tsunami reapareció en la trayectoria del pelirrosa más joven. Dio un salto y afirmó rotundamente.
-Tronco, parece que sea como un guardacostas en un hermoso día para surfear, todo el rato en el camino tocando las pelotas.
Kirino lo miró con una expresión más benévola que la vez anterior y le dio una palmada en el brazo.
-Tranquilo, colega. Solo pareces un cangrejo que va a una pata coja para cocer guisantes en la casa de la abuela.
Dicho lo cual se alejó dejando a Tsunami con la boca abierta y expresión de desconcierto absoluto.
Fudou se acercó al joven de Okinawa y le dedicó una diabólica sonrisa mientras pasaba a su lado.
-Yo incluso diría que eres como un yoyo que se ha quedado manco y es incapaz de saltar de un aeroplano.
Tsunami lo miró también con cara de miedo y se alejó lentamente mirando a su izquierda. Fudou comenzó a reírse y después siguió a Kirino hacia el jardín, estaba seguro que sería una escena entretenida y no quería perdérsela.
Sigilosamente y sin que el pelirrosa se diera cuenta, el joven castaño le siguió los pasos ocultándose en la oscuridad y entre los árboles como el buen espía que era. Casi tanto como un ninja, o Kageno, al que había conocido con el tiempo y que tenía la tétrica costumbre de aparecer de la nada detrás de uno y decir algo con voz de ultratumba justo en la oreja.