Revolución del Amor en la Revolución Industrial (cap 25) (FIC FINALIZADO)

parejas: YxC y GxS, IxY, KxH, MxK, NxM, TxK, HxS, IxA...

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    Bueno, aquí otro capítulo, sé que voy lenta pero voy escribiendo, xd algo es algo ¿no creen? Así de vez en cuando voy haciendo algo jajaja, me disculpo por ello, no soy muy constante en esto últimamente. Aunque lo intento al final no cumplo y acabo haciendo otras cosas, perdón.
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    Capítulo 15
    Las fiestas se habían acabado y todo había vuelto a la normalidad. En la fábrica todos habían ido a trabajar en sus respectivos puestos, los que estudiaban habían ido a las clases del profesor Minamisawa. Justamente ese día habían tenido que hacer otra redacción. Realmente en la fábrica lo que enseñaban solía ser a escribir y leer, y matemáticas. Para trabajar como mano de obra no necesitaban ni eso, así que ya era un paso que al menos les enseñara eso. Y porque tenían tan pocas clases era que solo tenían dos días de clase, el resto del tiempo se lo pasaban en la fábrica textil, creando hilos y piezas de tela para vender. Cuando el profesor cogió la redacción de Hamano sudó frío, esperando algo extraño como siempre, aún no entendía como podía escribir cosas tan extrañas.
    —Hamano, veo está mejorando en su escritura —dijo al ver palabras normales en la hoja— me alegro.
    —Gracias profesor —rió mientras rascaba su nuca con la mano nervioso.
    El profesor lo miró unos momentos y después siguió recogiendo las redacciones de los demás adultos. En eso el moreno miró a su compañero y le sonrió.
    —Hayami, gracias por la ayuda —le dijo feliz— no sabes cuánto te quiero! —dicho eso abrazó de nuevo al menor quien más sonrojado no podía estar.
    El cuerpo del menor temblaba con ese abrazo del mayor, en parte por esas palabras que le había dicho. No sabía si Hamano lo había dicho con algún otro significado, pero esas palabras hacían que su corazón se acelerara más y que sus nervios aumentaran.
    —D-de nada —le dijo casi sin voz por los nervios.
    —Es que eres el mejor, no sé qué haría sin tu ayuda —siguió alabando al menor a su manera consiguiendo que este casi tuviera un infarto por los nervios—. Eres tan lindo.
    —Ha-Hamano… —empezó a decir con su tartamudeo.
    —Hamano, por favor, que le haya dicho que ha mejorado no significa que pueda comportarse tan impulsivamente —le regañó el profesor al moreno.
    Todos en la clase los miraron, mientras Hamano soltaba al pobre chico de moñitos que quería fundirse con el suelo en ese momento, por la vergüenza que sentía. El moreno por su lado solo se quedó allí riendo como tonto haciendo que una gotita cayera por la sien de los demás presentes en el aula.

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    Llegó la hora del receso, después harían una hora de mates y todos se irían a la fábrica a acabar el día allí trabajando al igual que sus padres. Ese era el último año en que se les permitía estudiar así que a partir del año siguiente trabajarían todo el día en la fábrica o en la tienda correspondiente. Por eso, tenían que aprovechar ahora que aún tenían algo de tiempo para jugar. Justo en ese momento un peli-azul RBD se encontraba esperando su comida, sentado en el suelo, pensando en que debía conseguir algo con su corderito.
    —Mocoso, ¿qué me trajiste de comer hoy? —le preguntó pensando en que seguramente comería ensalada como siempre.
    —Sempai, hoy le preparé una tortilla.
    —¿En serio? —preguntó sin creérselo, casi sorprendido por eso— ¿D-de qué? —tenía miedo de saber la respuesta.
    —Es una tortilla* de queso, atún, tomate, cebolla y patata —le explicó el chico feliz, mientras el otro sudaba frio.
    —¿E-esto es comestible? —estaba temiendo por su vida.
    El corderito lo miró y sonrió antes de asentir feliz. Lo había cocinado con todo su amor así que debía de estar muy rico. Aunque él no la había probado le había parecido que con esos ingredientes tendría que ser saludable. Cogió algo de la comida y se la acercó a Kariya para que comiera lo que le había preparado. Este con algo de miedo aún se comió el primer bocado, y lo masticó mientras intentaba saber si eso estaba bueno o no. No estaba tan mal, era más comestible de lo que había imaginado, pero era obvio que al menor se le daba mejor hacer ensaladas.
    —¿T-te gu-gusta? —preguntó esperanzado e impaciente por la respuesta de Kariya.
    —Sí, no está mal mocoso —le dijo algo más tranquilo antes de probar un segundo bocado— no serías una mala esposa.
    —¿E-e-e-e… e-esposa? —dijo entre nervioso y sorprendido el corderito de pelo azul-morado.
    —Eso dije, ¿algún problema?
    —N-no, pero… ¿d-de quien?
    —Mía —dijo como si eso fuera obvio—. Que pregunta más estúpida mocoso, si eres mío, vas a ser mi esposa.
    —¿E-en serio? —preguntó el menor recibiendo un asentimiento por parte del peli-azul— sí quiero, gracias Kariya-sempai —dijo saltándole encima, olvidando que tenia la comida en las manos, para abrazarlo.
    —Mocoso, la comida —le gritó Kariya al ver como esta caía al suelo.
    Kariya suspiró pensando en que ese día pasaría hambre, tendría novio pero también hambre. Supuso que era un precio a pagar para conseguir algo importante. Hikaru se separó cuando Kariya le había gritado y al ver la comida había hecho un pequeño puchero antes de que unas lágrimas empezaran a formarse en sus ojos.
    —Lo siento, Kariya-sempai —se disculpó mirando a Kariya, quien al ver como temblaba su labio tragó saliva.
    —Está bien, mocoso, no importa.
    Ante esta respuesta la sonrisa del menor volvió a su rostro mientras se lanzaba de nuevo sobre Kariya para abrazarlo. Este lo miró unos momentos pero al final correspondió al abrazo. Ese mocoso siempre hacía las cosas de ese modo tan torpe, pero a la vez tierno y no podía evitar que eso le gustara así que se había resignado a tener que convivir con eso.
    —Te amo, Kariya —dijo sin poner el sempai en el final de la frase, feliz cuando no escuchó ningún reclamo.
    —Mocoso…

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    En otro lugar cerca de allí, estaban otro par de chicos, uno como siempre estaba de mal humor. No sabía porque tenía que soportar ese peli-lila ególatra a su lado. Eso le producía más mal humor del que ya tenía. Y más por cómo estaban en esos momentos. Minamisawa estaba demasiado cerca de él, invadiendo su espacio vital.
    —Déjame en paz de una maldita vez —le gritó al chico estando ya más que molesto.
    —Solo quiero darte mimos.
    —¿Quién dice que yo quiero mimos tuyos? —le preguntó ahora ofendido por ello.
    —Nunca te resistes.
    —¿Cómo que no me resisto? —preguntó indignado, todos sus esfuerzos quedaban en nada— pero si te grito, me separo y hasta te pego —le explicó.
    —Pero sé que en verdad lo haces con amor.
    —Tu sueñas o alucinas —le dijo con desprecio.
    —No, es eso, solo te conozco —respondió Minamisawa acercándose más aún al peli-azul.
    —Estás mal de la cabeza —le dijo mientras le daba un codazo en sus partes aprovechando que las tenía cerca.
    —Auch —dijo separándose un poco para tocar sus partes golpeadas—Eso dolió Nori-chan.
    —Más debería de dolerte, enfermo —le dijo antes de irse de allí.
    —Este amor es algo doloroso —susurró antes de seguir al menor.

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    Cierto castaño católico iba en dirección a la iglesia para asistir a la misa y cantar en el coro de monaguillos cuando vio un chico de cabello azul, largo y algo despeinado, que peleaba contra dos chicos en un callejón. Normalmente se habría ido de allí rápidamente, no podía hacer nada y no quería meterse en peleas que no fueran con él, pero al fijarse mejor se dio cuenta de quién era el peli-azul estaba allí peleando. Se sorprendió y se quedó viendo des del inicio del callejón como seguía la pelea. Soltó un gritito al ver como Namikawa recibía un puñetazo y se acercó corriendo a la pelea.
    —Dejad de pelear —pidió haciendo que todos se giraran para mirarlo.
    —¿Qué haces aquí? —preguntó el chico de la cicatriz en el ojo— Vete.
    —Oh, resulta que eres amiguito de este delincuente ¿eh? No pareces de la misma calaña… —dijo uno de ellos con desprecio mientras se le acercaba con una sonrisa macabra— ¿estás seguro que no harás llorar a tu mamá juntándote con él? —al llegar junto al chico lo cogió por una de las muñecas fuertemente.
    —Su-Suéltame —exigió Makoto moviéndose intentando zafarse del agarre del otro.
    —Pero que tierno que es ¿No te parece Rensuke? —le dijo con voz divertida mientras le mostraba al chico la cara de miedo que tenía Makoto en esos momentos.
    —Dejadlo en paz, la pelea la tenéis conmigo —gritó Namikawa cogiendo fuerzas de la nada y dándoles una paliza a los dos chicos.
    —Sí que te gusta este chico, maricón —le dijo uno de estos antes de huir del callejón corriendo.
    Todo había sido muy extraño para el pobre católico. Había pasado de ir a la iglesia a cantar en la misa a verse envuelto en una pelea del chico de la ferretería con dos otros chicos. Estaba algo conmocionado pero la voz de Namikawa le sacó de su estado de shock y le devolvió a la realidad de ese callejón y de las heridas de este.
    —¿Estás bien? —le había preguntado el pelo azul metálico.
    —Y-yo sí, pero tú no —dijo viendo las heridas de este— ven a casa te curaré.
    —No es necesario, estoy…
    No pudo acabar de hablar cuando ya empezó a ser arrastrado por el chico de cabello castaño. No tuvo más opción de seguirle, realmente las heridas le dolían más de lo que decía, pero no iba a quedar como un flojo delante de nadie básicamente, tenía su orgullo. Al llegar a la casa estaba vacía. Namikawa se sorprendió ante eso pero no comentó. Se sentó en la cama del chico y esperó a que le curaran.
    —Estoy bien —acabó de decir la frase cuando llegaron a la casa.
    —N-no lo estás, así que déjame curarte, por favor —le pidió de un modo que el otro no pudo negarse—. Gracias —le agradeció con una sonrisa algo tímida mientras empezaba a curar a su futuro seme—. Esto… s-si algún día… vuelves a estar herido… puedes venir aquí —le ofreció como buen católico que era el castaño.
    Namikawa no sabía que le pasaba con el castaño pero no podía evitar complacerlo a su modo, así que asintió ante ese pedido, aunque no sabía si podría cumplir eso. Tampoco lo había prometido solo había aceptado algo con un movimiento de cabeza. Vio la tierna sonrisa del oji-rojo y supo que probablemente volvería nuevamente sólo para verle.

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    Todo estaba tranquilo en la ciudad, al menos por las calles por las que pasaban Fey y Sarjes. Estaban de patrulla ambos andando tranquilamente por la calle pero en guardia, el chico peli-verde no paraba de hablar animadamente sobre lo tranquila que estaba la ciudad y sobre lo bien que había ido al fiesta en general. Pensaba que sería más complicado vigilar la ciudad pero la gente se había comportado. Solo había habido unos cuantos problemillas y alguna que otra pelea pero nada de lo que no se pudiesen encargar los policías de la ciudad de Bartagi, siempre tan eficiente.
    —Pues todo fue tranquilo, ¿no?
    —Sí, hasta tuvimos tiempo de ir al baile.
    —Cierto, allí pude ver de nuevo a Alpha. ¿Tú qué hiciste?
    —Estuve buscando a una persona hermosa.
    —¿La encontraste?
    —No, supongo que tenía otras cosas a hacer.
    —Oh, lo siento, entonces, ya la verás en otro momento.
    —Seguro que sí —entonces se dio cuenta de que había un chico de cabello lila que miraba serio hacia ellos— ¿Es ese el chico de la otra vez no?
    —¿Dónde? —preguntó el conejito viendo hacia la dirección donde venía el chico que ocupaba sus pensamientos—. Ahora vuelvo.
    Después de decir eso salió casi corriendo hacia el chico peli-lila. Estaba feliz y llevaba una gran sonrisa en el rostro porque había visto al chico otra vez. Estaba deseando verle pero no esperaba que pasara justo en ese momento. Cuando estuvo cerca se paró alegremente y le miró.
    —Hola —le saludó como solo un conejito feliz puede.
    —Hola Fey.
    —¿Qué haces por aquí?
    —He venido a despedirme.
    —¿Cómo? —preguntó ahora un poco sorprendido.
    —Soy comerciante, vine aquí por las fiestas, ahora es hora de que me vaya.
    Fey no esperaba esa respuesta por parte de Alpha, realmente era algo que no esperaba aunque era fácil de entender. Saber que podría ver más a Alpha le puso triste y este lo notó. Le acercó algo que tenía en la mano y el conejito lo miró un poco extrañado. Era un Koala del mismo color que el cabello de Alpha, se sonrojó por el parecido a este mientras lo cogía. No era el mejor momento para recibir un regalo como ese porque aún le tocaba patrullar pero estaba muy feliz.
    —Gracias —dijo acercándose sonrojado a él para darle un beso en la mejilla.
    —Tay fue quien me lo dio.
    —¿Quién?
    —Mi pariente, me dijo que te gustaría.
    El peli-verde se sonrojó más, no sabía cómo ese niño podía saber que le gustaría ese koala pero era cierto, le parecía muy lindo, al igual que el koala mayor. Enseguida supo que nombre tendría ese peluche tan lindo, no era muy difícil de saber.
    —Le llamaré Alpha, así siempre estarás conmigo aunque te vayas.
    —Volveré a verte —le contestó este tranquilamente.
    —Te esperaré.
    Después de eso se despidieron y Fey regresó junto a Sarjes feliz. Sabía que no volvería a ver a Alpha durante un largo tiempo, pero saber que volvería y tener a ese peluche le dieron fuerzas para no deprimirse y seguir siendo el conejito feliz de siempre.

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    Era el momento libre de Manabe, había salido de la taberna donde trabajaba con sus padres para poder vivir, aunque no iban mal de dinero. Aprovechó que había sobrado comida del mediodía y se escaqueó de la cocina con un plato lleno de comida para Minaho quien le estaba esperando fuera para dar una vuelta. Al verlo se enderezó ya que estaba apoyado en la pared y al ver la comida sonrió.
    —Gracias Jinichirou —le agradeció el peli-naranja.
    —¿Po-porque… me lla-llamas por el nombre? —preguntó Manabe mirándolo sonrojado y nervioso.
    —Para agradecerte por la comida, hacía días que no podías traerme nada… Estoy hambriento.
    —Hemos tenido mucha gente por la feria…
    —Lo sé, está bien —cogió el plato de comida y empezó a comer tranquilamente a pesar del hambre que tenía—. Está muy bueno.
    —Lo hizo mi madre —dijo este algo más tranquilo mirando al chico detective.
    —Lo noté.
    —¿Quieres decir que cocino mal?
    —Bueno, más que nada te falta un poco de práctica.
    —Yo no cocino mal, las proporciones matemáticas de la comida que hago que son perfectas —dijo orgulloso de sí mismo.
    —Quizás le faltan sentimientos entonces.
    —¿Se-sentimientos? —Tartamudeó nervioso de nuevo— ¿P-por qué te-tendría que poner senti-timientos en la comida?
    —Dicen que la comida hecha con amor sabe más rica.
    —¡Mi-Mientes! Mientras las proporciones de los ingredientes sean correctas tendrá el sabor adecuado.
    —¿Sabes que te ves muy lindo cuando estas orgulloso y sonrojado a la vez?
    —¡¡¡CÁLLATE!!! —le gritó antes de escuchar una pequeña risa por parte del oji-verde quien se puso a comer nuevamente devorando la comida de su futura suegra con suerte.

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    En un lugar algo lejano de la ciudad, en una de las casas de las afueras donde viven los campesinos, cierto peli-canela había recibido la visita indeseada de Gamma. Él no quería verle, él lo odiaba. No quería saber nada de ese chico engreído que siempre le hacía sonrojar con sus palabras. Pero sus padres estaban emperrados en que ambos debían llevarse bien y que para eso debían verse a menudo. Fueron a dar una vuelta ambos solos, por los jardines de la casa. Einamu intentaba ignorar que el chico de pelos parados estaba cerca de él, no quería sentir como su corazón latía más deprisa solo porque este había venido a molestarlo.
    —¿Tienes prisa Einamu? —le preguntó el chico rompiendo el silencio— por mucho que corras no me iré antes.
    Einamu lo sabía, él sabía que no se iría hasta dentro de unas horas. Para su desgracia sus padres eran amigos y tenían cosas que contarse. Él lamentaba eso, si no se conocieran no estaría prometido con esa cosa que lo seguía. No se dignó ni a girarse, no tenía ningún motivo para ello, no le iba a responder de todos modos.
    —Vamos Einamu, probemos de llevarnos bien, verás que todo irá mejor si nos hacemos amigos.
    —¡YO NO QUIERO SER TU AMIGO! —le gritó.
    —Eso no es nada inteligente de tu parte, Einamu, es mejor que…
    —CÁLLATE —le dijo casi indignado— TU NO ERES NADIE PARA DECIR SI SOY INTELIENTE O NO.
    —En ningún momento he dicho que no lo seas.
    —SI LO DIJISTE.
    —No es cierto, solo dije que será mejor si en vez de odiarnos somos amigos.
    —Y yo dije que no quiero ser amigo de alguien como tú. Te odio.
    —No lo dices de verdad, ¿cierto?
    Gamma se acercó a su gatito y le acarició la mejilla consiguiendo que el sonrojo de este aumentara pero rápidamente apartó la mano del otro con un manotazo. Gamma suspiró, no sabía qué hacer para conseguir que el menor dejara de portarse de un modo tan hostil con él.
    —¿Qué haces idiota? TE ODIO —le gritó antes de salir corriendo de allí para poder calmarse y olvidar la presencia del mayor en su casa.
    En serio el chico era difícil, bastante orgulloso y terco pero le gustaba ese carácter. Le parecía muy tierno como se sonrojaba cuando estaban juntos y como le gritaba, aunque no le gustaba tanto que le dijera que le odiaba. Ya encontraría la manera de conseguir la atención del peli-crema de alguna manera. Tendría que ir a verle más a menudo.

    -------------------------

    La patrulla había acabado y se había separado del conejo verde para irse donde solía normalmente, a la plaza del ayuntamiento. ¿Por qué eso? Porque sabía que Acrous a veces se aparecía por allí para ver a su padre que trabajaba en él. Por este motivo solía ir a menudo a esa plaza para verle. Cada día llevaba una flor para poder ofrecérsela al rey de su corazón si ese día lograba verlo. Llevaba varios intentos fallidos pero ese día tenía la impresión de que lo vería. Y efectivamente sus ojos verdes pudieron encontrar al chico que le había robado el corazón con su sola presencia. Se acercó a él como todo un Don Juan se acercaría a su bella víctima y cuando estuvo delante de él se agachó un poco ofreciendo así su rosa.
    —Hola, bella flor, hoy te traigo una rosa del color del amor.
    —E-es rosa… —dijo el otro sonrojado por esas palabras— Gra-Gracias…
    El rubio le sonrió amablemente como respuesta y soltó la flor a la vez que el otro la cogía con su mano. La olió y noto el agradable olor que desprendía esta. No se acostumbraba a esas acciones por parte del rubio. En su opinión se debía regalar flores a la persona que amaras, pero le gustaban esos detalles por parte del rubio.
    —Sarjes —le llamó, quería preguntar porque le daba esas flores pero no pudo.
    Estaba pensando como decirlo, aunque le daba vergüenza tenía su orgullo así que debía preguntar pero justo en ese momento vio como el castaño de la mecha azul aparecía por una calle junto a un peli-blanco. Caminaban muy tranquilos pero él estaba seguro de que era el ladrón. Dejó a Sarjes y a la flor, allí plantados y salió corriendo hacia ellos.
    —Eh, tú, ladrón —le dijo cuando estaba a punto de atrapar al chico castaño.
    Pero este fue más rápido y se apartó por poco haciendo que el otro perdiera el equilibrio y cayera sobre Ibuki quien no entendía muy bien qué pasaba. Al girarse se dio cuenta de que Hayato había empezado a correr sin previo aviso y soltó al chico de cabellos lilas para ir tras él.
    —Maldición, se me ha vuelto a escapar.

    -------------------------

    Hayato corría como alma lleva el diablo por las callejuelas para huir rápido de allí, realmente no se había dado cuenta de por dónde iban hasta que había escuchado una voz que lo llamaban y se había dado cuenta de que estaban justamente en la plaza del ayuntamiento. Escuchó pasos tras él y miró hacia atrás para ver solamente a Ibuki, se detuvo y miró al peli-blanco.
    —PERO COMO SE TE OCURRE IR POR LA PARTE CENTRICA DE LA CIUDAD, IDIOTA!
    —Lo siento, no pensé en eso…
    —Por tu culpa casi me cogen ¿Es lo que quieres? —le dijo enojado.
    —Ya me disculpé.
    —Pero no eso no arregla nada, ¿qué hubieras hecho si me hubieran pillado?
    —Te habría sacado de allí.
    —¿Ah sí? ¡Ja! ¿Cómo? —le preguntó más enojado que antes.
    —No sé cómo pero lo haría.
    —Esto me da mucha seguridad, tsk —le dijo con los brazos cruzados en su pecho.
    —Hayato... —dijo acercándose a este solo para recibir un golpe en su estómago.
    —NO TE ME ACERQUES HASTA NUEVO AVISO.
    Dicho esto el castaño se fue dejando a un pobre perrito blanco abandonado en una callejuela con un fuerte dolor en el estómago por el golpe que le había dado su amo. Vio por donde se iba Hayato pero en esos momentos necesitaba recuperarse del golpe y el menor debía calmarse. Conociéndole era mejor no seguirle si apreciaba su vida.

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    Había pasado un tiempo des de que había ido a la casa de Furetsu para hacer el intercambio de materiales y pagar por el trabajo. Su padre había dicho que ya era tiempo de ir, y él se había ofrecido voluntario. No era raro que él quisiera ayudar, pero las ganas que ponía para ir a esa casa en concreto sí eran raras. Sus padres no dijeron nada, sólo le dieron permiso, así que se fue para allí decidido a ver su amado peli-naranja. El viaje se le hizo corto y largo a la vez, no sabía expresarlo. Le solía pasar cuando pensaba en el menor. En cuanto llegó dio un rodeo por el lugar esperando encontrar al menor por alguna parte pero no fue así. Entonces se dirigió a la puerta principal y allí fue cuando le encontró de nuevo.
    —Hola —le saludó cuando le abrió la puerta.
    —Ho-hola ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido y algo nervioso el menor.
    —Vine a buscar el hilo y traje más materia prima —explicó este con una sonrisa.
    —Bi-bien, esto… ¿quieres entrar?
    —Con permiso —dijo este entrando a la casa de Furetsu.
    La miró detenidamente era sencilla pero agradable. Sonrió. No podía ser de otra manera si el menor vivía en ella. Este le ofreció algo para beber y unas galletitas, pero por los nervios casi se le caen las cosas y al final Yuuichi decidió ayudarlo. Después se sentaron ambos en la mesa. Furetsu no podía evitar mirar la mesa, le avergonzaba ver al mayor y más estando ambos solos en el comedor de su casa.
    —Gra-gracias —le agradeció por la ayuda que este le había prestado preparando las cosas.
    —No hay de qué —le respondió con una dulce sonrisa que el menor vio de reojo al subir un poco la mirada para verlo— ¿Tuvisteis mucho trabajo?
    —N-no, entre todos… pudimos acabarlo.
    —Me alegro, ¿Cómo va todo por casa?
    —Bi-Bien, vamos haciendo —estaba nervioso pero intentaba controlarse para no hacer el ridículo más de lo que ya había hecho— tenemos dineros de sobra para este invierno.
    —Me alegra escuchar eso, y creo que a mi hermano también le alegraría ¿Dónde está tu familia?
    —En el campo recogiendo aceitunas —respondió— yo me quedé vigilando la casa y preparando las confituras para el invierno.
    —¿Has acabado?
    —A-Aún no, pero me queda po-poco.
    —Deja que te ayude.
    —Pe-pero…
    —No te preocupes no es molestia.
    El menor asintió y le explicó a Yuuichi como se hacían las confituras para empezar a trabajar ambos juntos en la tarea. Hacerlo con el peli-azul era mucho más divertido y rápido que hacerlo solo, debía admitirlo y parecía que este también se divertía. Cuando acabaron con el trabajo el mayor vio que ya era tarde y después de pagarle y hacer el cambio de materias se despidieron.
    —Nos veremos pronto, gracias por este rato.
    —Gra-gracias a t-ti por la a-ayuda.
    —De nada, me lo pasé muy bien. Cuídate —dijo antes de irse con el hilo en su carro hacia casa.

    -------------------------

    Estaba una pareja andando por la calle tranquilamente, un peli-blanco de cabello largo estaba de la mano de su novio mirando los escaparates de las tiendas de la calle comercial. No era algo que le interesase mucho a él pero a su novio sí, y como buen seme lo acompañaba. Había tiendas de todos tipos: de perfumes, de ropa interior, de ropa para hombres, de ropa para mujeres, de joyas… Pero nada les atraía demasiado. Bueno, había una tienda que había llamado la atención a Kitatki pero que al parecer Koori había pasado sin darse cuenta.
    —No hay nada demasiado interesante por aquí —le dijo Koori Itsuki a su novio, este tenía el pelo oscuro menos por la parte del flequillo que era de un gris-azulado y con el pelo largo atado en una cola baja— Vámonos.
    —¿Dónde quieres ir Itsuki?
    —Podríamos ir a tomar algo, ya que las tiendas no tienen nada que me interese.
    —Está bien, aunque vi una tienda con unos muñequitos de esos que te gustan, ¿seguro que no quieres entrar? —le preguntó consciente del gusto de su novio por los muñecos de trapo.
    —¿En serio viste una? ¿Dónde?
    —Al lado de la tienda de ropa interior y de la perfumería.
    —Oh, no me he fijado, pasemos por allí primero.
    Kitatki Tsuneo sonrió al ver la reacción que había tenido su novio ante la idea de ver los muñecos de trapo. En verdad no eran muy lindos a su parecer, pero tenían un toque tierno cuando estaban en brazos de su novio. Los que tenían forma de animal no estaban mal, pero todos eran muy planos, para ser sincero eran unos simples muñequitos para bebés, de esos que se ponen en la cama con ellos para que no se noten solos y lloren. Eran unos muñecos de tela con poco relleno que les daba una forma aplanada pero a la vez eran blanditos y que no tenían pelo para que los niños no se ahogaran o algo así. Entraron a la tienda y Koori se quedó embobado entre la gran cantidad de muñequitos de estos que había en la tienda.
    —Esto es como el paraíso —susurró el moreno yendo por las estanterías sin saber por dónde empezar a mirar.
    Kitatki se quedó mirando al chico con una pequeña sonrisa y lo siguió esperando a que se decidiera y dijera cual le gustaba más. Se dieron la vuelta y vieron de todo, conejos, koalas, ositos, monos... había muchos animales diferentes y obviamente había un montón de muñequitos de niños y niñas. Con trenzas, con el pelo suelo, con cola, con pelo largo, con vestido, con pantalones… había de todos los tipos imaginables. Al final se decidió por un pequeño conejo de color blanco vestido con un traje de cuerpo entero de campesino, con sus tirantes y sus pantalones a cuadrados blancos y azules. Miró a su novio con ese muñeco en la mano y este asintió para ir donde la cajera y pagar el regalo para su novio.
    —Eres el mejor novio del mundo —le agradeció este el regalo junto con un beso— gracias.
    —Está bien, me gusta verte feliz.
    —¡¡¡Te amo!!! —exclamó este más feliz abrazándose a su brazo mientras salían de la tienda para ir a tomar algo.
    —Yo también te amo.

    ----------------------------
    He visto imágenes que parecían unir la última pareja con otros personajes pero por algún motivo a mí me gustan más de este modo, así que quería presentaros las parejas tal y como las imagino yo, xd
    Espero que este capítulo os haya gustado, siento tardar tanto pero la falta de reviews hace que me motive más escribir otros fics que si tienen comentarios, jeje, de todos modos no voy a dejarlo sin acabar, solo que tardaré un poco más.

    Gracias por leer.

    PD: Espero sus comentarios!
     
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    Hola a tod@s,

    Espero que me disculpeis momentaneamente pero entre la universidad (ya la acabo eh? Paciencia que solo me queda un mes), el carnet de conducir (eso dudo que me lo logre sacar algun dia, conducir es lo peor) y mi familia (mi abuelo esta con las pruebas para saber si tiene cancer y mi madre cada dos por tres esta mal de alguna cosa) no he tenido mucho tiempo para inspirarme jeje pero prometo que en cuanto acabe la universidad escribo este ultimo capitulo que me queda para este fic xd

    Perdonad y gracias por la paciencia!! Aunque no se si alguien lo lee en realidad xd
     
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    ¡¡Bueeeno!! Al fin regreso, xd 9 meses más tarde viene el siguiente capítulo de esta historia. Admito que voy muy lenta actualizando pero como nadie comenta me tomo mi tiempo para ello. Ya me he sacado la carrera, y ahora estoy buscando trabajo, mientras no lo encuentro intentaré actualizar todos mis fics por poco que sea… y veré si los acabo de una vez, porqué escribir long-fics cansa mucho y me dedicaré a escribir one-shots cuando tenga ganas de escribir y nada más, jeje y sino… creo que no colgaré los fics hasta que los tenga acabados en mi pc para irlos colgando con más regularidad porque me siento mal tardando tanto en actualizar, pero el tiempo pasa taaan rápido que no me doy ni cuenta, xd

    Ahora sí, el capítulo, xd
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    Capítulo 16
    De nuevo estaba Gamma en casa de su lindo gatito de visita, la ventaja de que sus padres fuesen amigos era que podía ir a menudo a casa de este, aunque a Einamu no le gustara la idea de verle. Ese día era lluvioso, y pensaba que encontraría al menor en su casa, pero no, el chico había salido a dar un paseo. No podía creerlo, todo el mundo sabía que ese día llovería y a él no se le ocurría otra cosa que salir a pasear. Sus padres se habían negado pero este había hecho caso omiso de sus palabras y se había ido. Siempre hacía lo mismo.
    —Este hijo nuestro… Perdónalo Gamma, le gusta salir cuando llueve —se disculpó la madre ante el chico de pelos parados.
    —No se preocupe, señora, ya sé que Einamu tiene un carácter difícil pero eso me gusta de él.
    —Es bueno que seas tan comprensivo con él, te lo agradezco —la mujer parecía realmente preocupada— no pensé que se portaría de este modo contigo, pensé que eráis amigos.
    —Lo somos, es solo que le cuesta ser sincero —respondió Gamma con una de sus sonrisas.
    La llegada del padre de Einamu hizo que la conversación diera un giro más interesante. El padre de Gamma estaba molesto por como el gatito trataba a su hijo, ese no era el trato. Hasta había amenazado con romper el compromiso y enemistar a las familias si Einamu no se comportaba como el prometido que era. El padre de Einamu se había disculpado y aunque Gamma había querido intervenir sabía perfectamente que era mejor no hacerlo. Se fue un poco lejos de los adultos, debía pensar un plan para enamorar al gatito antes de que las cosas se pusieran feas y empezara una guerra entre sus familias.
    Por la ventana vio como el peli-canela llegaba y salió de la habitación silenciosamente intentando que no se dieran cuenta de eso. Aunque estaban discutiendo tan acaloradamente que tampoco se habrían dado cuenta. Gamma conocía el carácter estricto de su padre y estaba seguro de que si el compromiso se rompía iba a hacerle la vida imposible a la familia de Einamu, y que a él lo comprometería con otro de alguna familia rica de la zona. No le faltaban prometidos a decir verdad pero a él ya le gustaba el que tenía y no quería cambiarlo.
    —Hola Einamu —le dijo viendo al gatito mojado que entraba en la casa.
    —¡Otra vez aquí! —respondió este dando un bufido— no hay manera de librarme de ti.
    —No te preocupes por eso. Si sigues así, conseguirás librarte de mí y de cualquiera, porqué mi padre está empezando a enfadarse y os destruirá si no te portas bien conmigo.
    —Eso es cosa tuya ¿verdad? Maldito manipulador —empezó a gritarle Einamu.
    —No es cosa mía, yo no quiero que eso pase. Yo quiero que tú seas mi prometido…
    —¿Y por eso amenazas a mi familia? Eso es chantaje.
    —Einamu, yo no hago esas cosas, yo quiero un amor sincero —le respondió Gamma— no quiero forzarte, pero nuestros padres hicieron un pacto y mi padre cree que tu lo estas incumpliendo.
    —Es obvio que yo no quiero casarme contigo —le respondió este— pero no quiero que nuestros padres se peleen.
    —Podemos empezar como amigos, si no peleamos tanto delante de nuestros padres, el mío se calmará.
    Einamu pensó en todo lo que le había dicho Gamma, no podía creer que este no estuviera implicado en cierto modo. Pero ¿Y si realmente el padre de Gamma estaba proponiendo la guerra al suyo y quería destruirlos? Eso era casi una pesadilla. Estaba obligado a aceptar a Gamma sí o sí. Levantó su rostro con una mirada firme y orgullosa y asintió con la cabeza.
    —Evitaremos pelearnos ante nuestros padres, pero eso no significa que te acepte —respondió consiguiendo una pequeña sonrisa por parte del otro.
    —Vamos —dijo cogiendo al menor llevándolo hacia su habitación— tienes que cambiarte o cogerás un resfriado.

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    En casa de Yukimura había mucha movida, normalmente era una casa muy tranquila donde sólo vivía él siguiendo con ese negocio familiar que sus padres le habían dejado temporalmente. Estos viajaban mucho buscando la inspiración para crear nuevos zapatos, y de mientras dejaban a su hijo a cargo de todo. Este había aprendido el oficio hacía bastante tiempo, des de pequeño que se lo habían enseñado y por eso le podían dejar sólo con el trabajo. A este no le molestaba estar solo, así que no se quejaba para nada por esa ausencia por parte de los adultos del hogar y se defendía bien con los modelos clásicos que pedía normalmente la gente. Pero en esos momentos todo era algo diferente, unos amigos suyos que habían venido de su ciudad natal se habían instalado en su casa temporalmente.
    —Salgamos a dar una vuelta.
    —Está lloviendo…
    —Pero la lluvia no importa, quiero jugar.
    —¿Jugar?
    —A la pelota.
    Hubo un silencio, a todos les gustaba jugar a la pelota y aunque era domingo y no había trabajo estaba lloviendo. No era bueno para salud mojarse y pasar frío. Yukimura no quería salir porqué el día siguiente tenía que trabajar y no podía permitirse el lujo de enfermar en esos momentos, pero entonces Itetsuki se había enfadado.
    —No puede ser, llueve y han bajado las temperaturas.
    —Pero me aburro aquí encerrado, las fiestas ya han pasado y apenas salimos.
    —Lo siento, mañana trabajo así que no puedo permitirme el lujo de ponerme malo, si mis padres no están en casa.
    —Eso es una putada, ni que fueras un esclavo —se quejó el peli-azul claro casi gris.
    Yukimura solo rió un poco nervioso pero no contestó a esa frase. Él no se sentía como tal a decir verdad. Le gustaba el trabajo y podía ver a Miyabino de vez en cuanto, se daba por satisfecho con su vida solo con eso. No pedía mucho a decir verdad. A su lado estaban un peli-blanco que abrazaba a su novio, el cual abrazaba el muñeco que le había regado este. No parecían querer ir a jugar en esos momentos.
    —Creo que Kitatki y Koori tampoco quieren salir, se les ve muy tranquilos.
    —Son unos cursis, todo el día pegados el uno junto al otro, con toda esa paz y tranquilidad a su alrededor. No sé como los aguanto.
    —No somos cursis, solo nos gusta pasar el tiempo, tranquilos.
    —Eres tú el idiota que se pasa la vida gritando e imponiendo lo que quieres.
    —YO NO SOY ASÍ —gritó mirando a la parejita— yo no soy un enojón —dijo enfadado contradiciendo sus palabras.
    —¿Qué está pasando aquí? —preguntó un peli-negro con cara seria y sus mechones largos cayendo a cada lado de su rostro.
    —Tu novio está de mal humor por estar encerrado.
    —Touma, deja de gritar porqué hasta que no pare de llover nadie saldrá de esta casa —le dijo Oujika con voz autoritaria.
    —Pero…
    —Nada de peros.
    —Joder Kaku, siempre te pones de parte de otros.
    —Y tú siempre gritas por tonterías, compórtate como un adulto.
    —No me vayas de persona adulta, ¿eh?
    —Lo soy a diferencia de ti.
    —No entiendo porque soy tu novio.
    —Touma, ven conmigo un momento, a la habitación.
    Ante esas palabras Itetsuki tragó saliva y los demás se tensaron un poco. Al parecer iba a haber una discusión de amantes. No tenían porqué meterse en estas cosas era mejor que se arreglaran entre ellos, así que cada cual siguió con lo suyo ignorando lo que habían visto y oído, o al menos intentando ignorarlo.

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    Esa tarde en la ciudad estaba Tenma que había ido con su padre a comprar algunas cosas que faltaban en casa. Habían escogido un mal día por la lluvia pero era el mejor porque no podían hacer mucho en el campo por culpa del tiempo. Habían acabado las compras y su padre había propuesto pararse a una taberna para descansar y beber algo. Estaban los dos sentados en la mesa, bastante aburridos aunque su padre se entretenía mirando el culo de la tabernera que al parecer no estaba nada mal para el gusto de este. Suspiró aburrido sin saber qué hacer, a él no le interesaba lo mismo que a su padre. Como era obvio, aunque mientras solo mirara con disimulo, Tenma ni siquiera notaba la mirada de su padre hacia esa mujer. Él solo pensaba en otras cosas. Se había traído su balón de futbol que siempre lo acompañaba a todas partes y estaba pensando en salir a jugar. No le importaba mucho la lluvia, en realidad. Al final se deicidió.
    —Voy a la plaza a jugar —le dijo a su padre.
    —Llueve mucho.
    —No me importa.
    —Te vas a poner malo —le dijo este dejando de mirar a la tabernera para centrar su atención en su hijo.
    —Prometo no enfermar.
    —No es algo que puedas decidir.
    Pero este solo cogió el balón con una gran sonrisa y se fue de allí para empezar a jugar en la plaza, debajo de la lluvia. Regateó los blancos, los árboles, y todo lo que se encontraba a su paso. Sin darse cuenta un chico bajito de pelo castaño y con un peinado extraño se le acercó y se quedó mirando alucinado ese dominio del balón. Durante el regate al estar tan pendiente de la pelota acabó por regatear al chico como si fuese parte del mobiliario del parque.
    —Increíble —dijo entonces el pequeño ser de ojos castaños mirándolo como si lo adorara— eres genial.
    —Eh… —respondió Tenma parando de golpe dándose cuenta de que ese mueble había hablado— hola —dijo alegre cuando vio que no era un mueble sino que era un pequeño chico— me llamo Tenma Matsukaze ¿Tú quien eres? —se acercó a él pateando el balón hasta el chico que lo miraba con una sonrisa.
    —Soy Shinsuke Nishizono, puedes llamarme Shinsuke —se presentó el castaño feliz— he estado viendo tus movimientos y son alucinantes —exclamó con los ojos brillantes— ¿Qué son?
    —Yo lo llamo regates —le respondió Tenma feliz de tener a alguien con quien hablar de su amado futbol.
    —Debe ser difícil con esta esfera.
    —Yo lo llamó balón, aunque no deja de ser una bola de cuero atada con una cuerda.
    —He notado que hacía unos botes raros…
    —Es por la cuerda pero como ya estoy acostumbrado sé a dónde irá.
    —Sería más fácil sin la cuerda —dijo este pensando en cómo podría ser— creo que tengo una idea.
    —¿Una idea? —preguntó Tenma sin entender de que hablaba su nuevo amigo.
    —¿Eres de esta ciudad?
    —No, pero venimos los días de mercado.
    —Genial, para el próximo día de mercado quedamos aquí y te la enseñaré.
    —Vale —respondió Tenma alegre como siempre aunque sin entender muy bien que pasaba a su alrededor.
    —Shinsuke —escuchó como una voz llamaba al menor por su nombre.
    Su nuevo amigo se giró al escuchar la voz y después de despedirse de Tenma se fue con ese chico de cabello castaño y un peinado aún más raro con pequeños mechones cabello hechos rastas y el resto del cabello rapado. Dándole un aspecto algo extraño. Dejó de pensar en eso y siguió con sus regates mientras esperaba que su padre pasara a recogerlo para regresar a casa.

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    En la habitación de la casa de Yukimura los aires no estaban mucho más tranquilos de lo que estaba momentos antes la sala. Oujika en esos momentos no estaba de muy buen humor que se dijera, su novio conseguía hacerle enfadar demasiado a menudo y eso no era algo que él quisiera tolerar. No de esta. Itetsuki no tenía tacto y siempre decía las cosas que no debía de la peor manera y esta había sido la peor.
    —Si no sabes porque era mi novio, es mejor dejarlo —fue su respuesta a lo que el chico de cabello azul-claro tirando a gris había dicho anteriormente.
    —¿Cómo? —respondió el otro sorprendido por esa respuesta.
    —Que si no estás contento conmigo es mejor que busques a alguien que te haga más feliz.
    —Yo no dije nada de eso.
    —Claro, por eso por una pequeña pelea te has preguntado porque eres mi novio.
    —No era eso lo que quería decir.
    —Explícamelo entonces.
    Itetsuki sabía que estaba entre la espada y la pared, pero dependiendo de lo que respondiera podía simplemente tener la soga en el cuello apretándole hasta ahogarlo. Tenía que pensar bien pero no podía tardar mucho y en esos momentos no sabía que responder. Tragó saliva de nuevo y dijo lo primero que le pasó por la cabeza.
    —Lo dije porque siempre te pones de parte de otros.
    —Claro, es mi culpa que no me ames —dijo el otro con voz firme aunque se sentía dolido por eso— con más razón deberías buscarte a alguien más. Alguien que te apoye cuando hagas las cosas mal.
    —Kaku, yo no quiero a nadie más.
    —Pero tampoco me quieres a mí.
    —Por supuesto que sí.
    —Mentiroso —le respondió Oujika gritándole.
    —Si no te quisiera no aguantaría todas tus broncas —le gritó de vuelta Itetsuki.
    —O sea, que encima soy una carga para ti ¿no?
    —No dije eso, deja de decir cosas que yo no digo, parece que te guste joderme.
    —Pues no, no me gusta, pero eres tu quien se jode solito.
    Dicho esto Oujika se fue de la habitación y también de la casa, dejando a Itetsuki sin saber que responder o hacer. Su novio siempre era de ese modo, siempre le regañaba por todo. Sabía que era porqué su carácter no era el mejor y Oujika intentaba controlarlo y que era él quien más paciencia debía de tener. Suspiró y se sentó en la cama pensativo. Debía disculparse del modo correcto. Se tumbó en la cama y se puso a pensar en que decirle a su novio o ex-novio, en esos momentos ya no sabía ni que eran. No estaba seguro de si lo habían dejado o no. Golpeó la cama con el puño cerrado y decidió calmarse para no cagarla de nuevo cuando su novio volviese.

    -------------------------

    Fuera de Bartagi nuevamente, podíamos encontrar a un chico de cabello blanco montando a caballo intentando llegar a la ciudad lo antes posible, aunque no podía ir más rápido por la lluvia. Ese día había quedado con Aoyama para recoger al caballo pero justamente estaba lloviendo a mares, no podía llevar al caballo al herrero si no paraba de llover, pero una promesa era una promesa. Ya le quedaba menos para llegar a la casa de los Ichiban, quedaba bastante cerca de la ciudad en comparación a su casa. Estaba pensando en ese moreno que se había encontrado la vez que su caballo se había hecho daño en la pata, le alegraba volver a verlo de nuevo, ya que no le veía des del baile y de eso hacía ya una semana. Al llegar, bajó del caballo y llamó a la puerta, donde vino a recibirlo justamente el chico que quería ver.
    —Buenos días, señor Ichino —le saludó el moreno con una pequeña reverencia— su caballo ya tiene la pata en buen estado, le hemos sacado la herradura y curado la herida.
    —Cuanta formalidad —respondió el chico de cabello blanco— buenos días, Aoyama, aunque no es necesario llamarme señor.
    —Es el protocolo.
    —Conmigo no es necesario.
    —Como quieras.
    Ambos fueron al establo bajo la lluvia, no podían entrar en la casa con el caballo de Ichino, al cual dejaron en uno de los establos y luego revisaron al otro. El peli-blanco quedó muy contento por el estado del caballo. Se notaba que lo habían cuidado bien y hasta le habían puesto una herradura nueva, no debería de ir ni siquiera a la ciudad para cambiarla.
    —Muchas gracias, dime que te debo por las curas y la herradura —le dijo con una sonrisa.
    —Podemos hablar de esto con calma, primero deberías secarte o vas a coger un resfriado.
    Ichino asintió, no le molestaba esa proposición porque así podía pasar más tiempo con ese chico y podría conocer más cosas de este, al menos si tenía suerte. Se secó y se cambió antes de regresar junto al moreno, el cual lo esperaba para poder hablar un poco. Esperaría a ver si paraba la lluvia mientras la ropa se secaba un poco. Charlaron sobre el coste que debía pagar Ichino pero también sobre otras cosas más personales de ambos, pasando de ese modo una linda tarde. Pero se hizo tarde y dejó de llover así que el peli-blanco tuvo que irse junto a los dos caballos, separándose de ese modo del chico peli-negro, aunque prometió regresar otro día para verlo. Seguramente el siguiente día de mercado. Aoyama le dijo que no era necesario pero se alegró cuando Ichino insistió y al final algo sonrojado asintió.

    -------------------------

    Era de noche y como no, podíamos encontrar a cierto chico pirata, cerrando la herrería y saliendo a dar un paseo por los callejones. Era algo divertido, durante esas horas podía encontrar a sus amigos. Las peleas eran algo que se hacía más divertido en la oscuridad de la noche, pero ese día tenía otro plan. No sabía cómo lo había hecho Taiyo pero había reunido a Kinsuke y Makoto para salir a dar un paseo. Al ver como había llovido todo el día tenía le impresión de que se anularía pero paró de llover a tiempo y no se había anulado la cita.
    —No sabía que las princesas salieran de noche —le dijo Namikawa al ver llegar al castaño al lugar de la cita.
    —No soy una princesa —le respondió tiernamente indignado aunque mostrando una mirada fría— y salgo de vez en cuando.
    —Es una dada interesante, pero ten cuidado no sea que te coma un lobo hambriento.
    —No hay lobos en la ciudad —le respondió seriamente Makoto, que seguía algo enfadado aún.
    —No me refería a ese tipo de lobos, pero un chico tan lindo no debería salir solo de noche, puede ser peligroso.
    —N-no soy lindo —le rebatió algo sonrojado y nervioso— ¿Do-donde están Taiyo y Kinsuke? —preguntó para cambiar de tema.
    —Aún no han llegado, pero volviendo al tema, a mí sí me pareces lindo, y quizás podría convertirme en un lobo.
    —¿De… de que hablas? —preguntó Makoto algo asustado por esas palabras del herrero— e-estás muy raro ho-hoy…
    —Tienes razón, parece que hoy estoy más hambriento que los otros días.
    Makoto no estaba entendiendo ni la mitad de la conversación que tenía con el chico de cabello azul plateado. Normalmente se portaba de otro modo más amable y menos terrorífico y eso le estaba asustando. Le gustaba más el otro Namikawa, este por el contrario le daba algo de miedo.
    —Me gusta más el Namikawa de los otros días —fue su respuesta esperando que este volviera a la normalidad.
    —Entonces cierra los ojos durante unos segundos.
    De nuevo no podía entender en que pensaba el chico que estaba delante de él, pero obedeció. Quería que Namikawa fuese el de siempre, ese chico rudo pero amable, que se portaba tan bien con él. Suspiró y cerró los ojos, aunque no estaba muy seguro de lo que hacía en esos momentos. Notó como el otro chico se acercaba a él y después una mano en su cintura, que hizo que diera un respingo pero no abrió los ojos hasta que notó como sus labios eran invadidos por otros con un beso muy suave y dulce.
    —¿Q-que ha-haces? —preguntó después de separarse todo sonrojado.
    —No te preocupes, princesa, solo fue un beso.
    —Oh…
    Makoto no sabía que responder ante eso. El herrero estaba muy raro ese día, y no sabía que debía decir o hacer. Que le dijera que era solo un beso, como si no tuviera importancia, no le gustaba mucho pero al parecer después del beso se había calmado y ya no parecía un violador nocturno. Se sentía triste pero también asustado. Cuando vio que Kinsuke y Taiyo llegaban se alegró enormemente aunque siguió serio mirando hacia el frente.

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    Lejos de allí estaban una pareja, no muy cariñosa, que andaba por la calle, en contra de la voluntad de uno de ellos que no estaba seguro de si era buena idea salir tan tarde. Suspiró nuevamente. No le gustaba salir de noche y dejar la protección del hogar donde podía hacer sus operaciones matemáticas, con la idea de encontrar alguna cosa nueva. Tenía la impresión de que esas ecuaciones estaban mal. Acababa de llegar de una de sus clases con su profesor particular, el cual le enseñaba sobre todo física, química y matemáticas. Ese hombre estaba al día de los nuevos descubrimientos que se hacían y se los enseñaba pero… él no se fiaba de todo eso. En su opinión no estaban bien, tenían fallos. Cuando fuese un científico reconocido podría demostrar que todo eso no era cierto y que estaban equivocados, pero para eso necesitaba tiempo para estudiar, algo que cierto peli-naranja no le dejaba tener.
    —Minaho quiero regresar a casa —le dijo ignorando como el búho lo llevaba de la mano por las calles.
    —Pero yo quiero pasar tiempo contigo, esta tarde no pude porqué estabas en esas clases pero ahora si puedo.
    —Es muy tarde… y tengo cosas que hacer.
    —Solo un ratito.
    —¿Y porque no pasamos el tiempo en mi casa?
    —Porque te pondrás a hacer cosas y me ignorarás como siempre.
    Manabe se sonrojó al no poder negar que esa era su idea realmente. Minaho lo conocía demasiado bien para su gusto. Se conocían des de siempre y por eso este iba tanto por su casa y lo conocía mejor que sus padres. Suspiró de nuevo. Él solo quería regresar a casa, pero Minaho siempre había sido así, pidiendo por su atención todo el tiempo, y eso no lo entendía.
    —¿Por qué siempre buscas mi atención? —le preguntó algo dudoso.
    —Ya deberías conocer la respuesta a esta pregunta.
    —Nunca me lo has dicho.
    —Porque es muy obvio —respondió el peli-naranja parando en seco y acercándose al chico matemático— pensé que lo entenderías sin que te lo dijera.
    —Pues no tengo ni idea —dijo desviando la mirada el peli-lila, que en esos momentos se sentía algo incómodo.
    —Eres muy lento a veces Manabe.
    —No soy lento, soy mucho más listo que tú.
    —Pero aún no sabes por qué siempre quiero pasar tiempo contigo.
    —Eso no tiene nada que ver, es que tú eres raro.
    Minaho solo rió divertido ante eso, le parecía muy lindo ver como Manabe cambiaba de expresión y de reacción cada vez que él le decía algo. Pero también le parecía tierno que no se diera cuenta de sus intenciones, era realmente inocente a pesar de ser tan inteligente y buen estudiante, no entendía sobre otros temas más vitales. Tendría que decírselo directamente si quería que este se diera cuenta de sus sentimientos, aunque se arriesgaba a que le rechazaran.
    —Manabe, te amo.

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    Taiyo había pasado a recoger a Kinsuke a su casa para evitar que algo le pasara durante el trayecto al punto de quedada con sus amigos. En realidad solo les había invitado para que Kinsuke fuera y no pensara mal de él. La sonrisa con la que Kinsuke lo había recibido le habían dado ganas de no ir al lugar donde habían quedado y simplemente llevarlo a algún lugar donde pudiese hacer suyo a esa preciosidad de futuro uke que tenía delante. Aún no se había declarado pero tenía en mente hacerlo en poco tiempo. No podía resistirse más las ganas de hacerlo suyo de todas las maneras posibles.
    —Hola Kinsuke, ¿Listo? —le preguntó Taiyo quien llevaba una de las prendas de ropa que el menor le había regalado una vez.
    —Sí —respondió el rubio mirándolo con esa sonrisa tan característica en él— ¿dónde iremos?
    —Hemos quedado con Makoto y Rensuke, cerca de aquí —le respondió el chico ofreciéndole su brazo para que Kinsuke se cogiera de él y así ir juntos del brazo.
    Kinsuke asintió con la cabeza y se aferró al brazo del peli-naranja que siempre era tan amable con él. Des de que se habían conocido Taiyo se había portado muy bien con él, mostrándole siempre sus sonrisas y con esas palabras tan dulces que le regalaba y que le hacían latir el corazón de ese modo tan acelerado pero cálido a la vez. Se sonrojó al notar el contacto con este y sonrió algo avergonzado.
    —Seguro que nos divertiremos —le dijo para no quedar en silencio y de paso escuchar algo más la voz del mayor.
    —Sí, aunque hace algo de frío, si tienes frío avísame que te calentaré —le respondió notando que Kinsuke tenía las manos algo frías.
    —E-está bien —tartamudeó el rubio por esas palabras que tenían un doble significado.
    Cuando llegaron donde estaban esos dos se dio cuenta que el aire estaba un poco tenso y se preguntó porqué pero al escuchar la voz de Kinsuke dando las buenas noches al par decidió dejar de lado eso y solo seguir con su cita doble. Aunque Kinsuke se separó de él sonrojado y se acercó a Makoto para hablar con él, dejando un poco de lado a Taiyo que aprovechó para mirar ese trasero tan hermoso de Kinsuke.
    —Deja de comértelo con la mirada, sino te cogerá miedo —escuchó la voz de Namikawa a su lado.
    —Yo no hago eso —se defendió.
    —Claro que no…
    —Tú también miras a Makoto y no te digo nada.
    En esos momentos vio como el castaño dirigía una mirada no muy bonita en su dirección, más concretamente a Namikawa, aunque después la apartó rápidamente sonrojándose un poco. Taiyo pensó que eso era raro y probablemente problemático y arrufó las cejas, eso podía amargarle la noche y no iba a permitirlo.

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    Bueno, y hasta aquí por este capítulo, en el siguiente haré uno en el que me ponga al día en todas las parejas porque en realidad creo que se me han perdido por el camino algunas… eso de tardar tanto en escribir conti es una mierda porque se me olvida que puse en el capítulo anterior, xd Pero espero que les guste.

    Hasta pronto!!
     
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    El serafín del pecado es mi joya
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    Perdon, voy muy lenta colgando capítulos pero es que últimamente no tengo mucho tiempo de nada por cosas de estudio... ya sé que dije que había acabado la carrera de la uni pero ahora estoy haciendo dos cursos para tener más salidas laborales,... gomen!!

    Veré si pronto puedo colgar capítlo, jeje

    Hasta pronto, espero, jeje
     
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    ah! no te preocupes! andaba leyendo tu fanfinc y me encanto muchisimo! xD estare atenta cuando actualizes :333
    bye!
     
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    Bueeeno, al fin cuelgo capítulo aunque no sé si estoy muy contento con este porqué creo que no es muy bueno, espero poder ponerme al día pronto y escribir mejor el siguiente capítulo, jeje, también me gustaría que comentaran lo que les haya gustado y lo que no, para poder mejorar.
    ---------------------------------

    Capítulo 17
    Era de noche y Minaho después de esa declaración dejó a su amigo en su casa y se fue en dirección a su barraca, estaba pensando en lo que había sucedido, después de que él le dijera a Manabe le amaba este había hecho como si nada. Se había sonrojado un poco pero después había pasado del comentario y había seguido a lo suyo. Al parecer no le había dado importancia a lo que había dicho. Suspiró pensando en lo que podía significar aquello. Estaba seguro que a Manabe le gustaba él, pero lo había ignorado. Y no sabía por qué. Estaba pensando en eso cuando se encontró un chico sentado en un portal mirando seriamente aunque con los ojos algo aguados. Lo examinó detalladamente y al final se acercó a él lentamente.
    —Soy Minaho Kazuto, ¿y tú?
    —Oujika Kaku, ¿Qué quieres?
    —Pasaba por aquí y te he visto llorando.
    —No estoy llorando.
    —Pero casi.
    —Déjame.
    —¿Te ha pasado algo?
    —No te importa.
    —Es verdad, pero creo que va a volver a llover pronto así que si no tienes donde ir podrías venir a mi barraca.
    —¿Barraca?
    —Es lo único que puedo ofrecerte.
    —¿Eres pobre?
    —Sí.
    Podía ser que para otros fuese vergonzoso o que le hiriera en el orgullo, pero él se sentía orgulloso de ser lo que era. Quizás no lo parecía pero ese hombre, a pesar de ser pobre, le había dado mucho amor y enseñanzas que él valoraba mucho así que no iba a renegar de ser lo que era. El otro chico lo miró un poco sorprendido por lo que le había dicho, esa respuesta tan franca por parte del chico. Le había gustado eso, era algo que le gustaba de Itetsuki pero ahora…
    —No conozco ningún lugar por la ciudad y no tengo ganas de regresar a casa.
    —¿Ha pasado algo en casa?
    —Ese idiota, no quiero volver a verle.
    Se levantó indignado por lo que había pasado en casa y Minaho lo siguió mirándolo fijamente, y empezó a andar hacia las barracas. Durante el camino Oujika y Minaho conversaron un poco mientras llegaban a su casa. Allí estaba una casa destartalada, hecha de madera, donde se escuchaba el viento bastante fuerte, húmeda y no muy segura. Pero que a la vez tenía los muebles necesarios para vivir y un fuego encendido.
    —Podría ser peor.
    —Sí, al menos aquí no hay goteras.
    Minaho le sirvió un vaso de agua, que era lo único que tenía a mano y una manta para que se tapara ya que la humedad podía ser muy molesta y causar dolores. En un principio Oujika lo vio algo extraño pero al rato lo agradeció y se tapó con esta.
    —Si quieres quedarte a dormir, no hay problema.
    —Gracias, eres muy amable.
    —De nada.
    La presencia de ese chico conseguía que Minaho no pensara tanto en lo ocurrido así que a él también le iba bien que ese se quedara. Podía estar preocupado por el problema de otro y no pensar en Manabe, al menos durante un rato.

    ------------------------------

    En otro lugar de la ciudad un chico castaño estaba siendo rodeado por un par de chicos un poco más mayores que él, que parecían tener malas intenciones con él. No sabía cómo había llegado a eso pero él lo único que quería era regresar a su casa después de esa frustrante salida con su amigo y dos chicos más. No había sido una agradable experiencia para él así que se había ido sólo para llegar a su casa, pero de repente esos chicos habían salido de la oscuridad y sus rostros no presenciaban nada bueno. Ahora se arrepentía de no haberse dejado acompañar.

    Flashback
    No se lo estaba pasando demasiado bien en esa salida grupal, y lo único que quería era regresar a su casa. El chico que unos días antes le había parecido algo guapo e intrigante, resultaba que era un simple pervertido que no tenía nada de interesante. Era una gran decepción para él, realmente. Suspiró un poco defraudado por ello y miró a su mejor amigo, el cual parecía muy feliz con ese chico pervertido que solo parecía querer violarlo en cualquier momento. Desde siempre había pensado que Taiyo era un pervertido pero tenía sus detalles con Kinsuke y este era feliz con él, así que no tenía nada que decir al respeto. Por el contrario no hacía mucho que había conocido a Namikawa, y ni siquiera entendía por qué no lo conocía de antes y se suponía que era amigo de Taiyo.
    —Princesa, ¿Estás bien? —escuchó que le preguntaba ese decepcionante chico.
    —S-sí, solo regresar a mi casa.
    —¿Estás cansado? Si quieres te acompaño…
    —Puedo ir solo.
    —Es peligroso ir solo por la noche.
    —No me pasará nada —dijo antes de dirigirse a su amigo—nos vemos mañana, Kinsuke.
    —Ma-Makoto…
    Iba a decir algo pero el chico se fue de allí caminando a paso rápido ante la atenta mirada de un pirata que lo miraba fijamente. Poco después empezó a andar detrás del chico con un paso más lento para no ser notado pero sin perderlo de vista. No iba a dejar que fuese sólo y que le pudiese pasar algo a ese chico solo por un ataque de orgullo por parte de ese.
    Fin Flashback

    —Suerte que te he seguido, princesita —le dijo una voz algo seria y profunda que le hizo dar un respingo por ello.
    De repente de entras las sombras apareció otro chico, esta vez uno de cabello azulado, algo largo y con una cicatriz que parecía un pirata y que se puso entre él y los otros chicos. Parecía dispuesto a protegerlo de los chicos que lo estaban acosando. Se sonrojó, esa faceta de Namikawa sí que le gustaba. En su opinión no le pegaba ser un pervertido pero si un pirata principesco de esos de las novelas que siempre protegían a la princesa de los otros piratas o los corsarios. Se acercó a él y se cogió a su camiseta escondiéndose un poco detrás de él.
    Namikawa se separó un poco del otro chico y empezó una discusión verbal de gamberros que acabó en una pequeña pelea que él ganó pero con algunas heridas por el cuerpo a modo de recuerdo. Después de eso acompañó al chico a su casa y este le hizo entrar para curarlo como ya parecía algo habitual en esta extraña relación.

    ---------------------------------

    En casa de cierto zapatero estaban los ánimos un poco extraños, Oujika se había ido hacía bastantes horas y no regresaba a casa. Después de esa pelea Itetsuki había pensado mucho en lo que había pasado y ya tenía una respuesta adecuada para darle a su, supuestamente novio, aunque en esos momentos tenía pinta de que este no le quería ni ver. No paraba de ir de un lado a otro por la casa sin saber qué hacer.
    —No aguanto más, me voy a buscarlo.
    —Es peligroso salir de noche y está empezando a llover.
    —Con más razón, no quiero pensar lo que puede pasarlo estando solo por allí. Y si alguien lo ha raptado.
    —No creo que sea tan fácil raptarlo —dijo Yukimura pensando en el carácter de su amigo aunque también estaba preocupado.
    —Aunque después de ese comentario es probable que esté más vulnerable —rebatió Koori intentando hacer sentir mal a Itetsuki.
    —No es mi culpa que se haya ido —respondió este en su defensa.
    —Claro que lo es, le dijiste algo muy grave.
    —No es para tanto.
    —¿Cómo qué no? Le has dicho a tu novio que no sabes porque estás con él solo porque se estaba preocupando por ti —le dijo Koori mirando a su novio con los ojos entrecerrados— si Tsuneo me hiciera algo como esto me enfadaría de verdad.
    —Nunca lo diría, tengo muy claro porqué estoy contigo Itsuki —le respondió una pequeña sonrisa— porqué te amo.
    —¡Oooh! —dijo este abrazándose más a él— yo también te amo.
    —Me voy.
    Dicho esto Itetsuki se fue en busca de su novio para darle una respuesta correcta, aunque no tenía intenciones de pedir perdón. No veía la razón para ello a pesar de que el sentimiento de culpa estaba haciendo mella en él después de las palabras del amigo de su novio. En su opinión él no era amigo de ninguno de ellos pero como eran amigos de su novio los aceptaba cerca de él.
    Fuera había empezado a llover y eso era muy molesto para hacer una búsqueda, la lluvia te quitaba visibilidad y dificultaba el desplazamiento. Estaba tan preocupado que sin darse cuenta empezó a correr por las calles de la ciudad pasando por todos los callejones. No lo encontró, cada vez estaba más oscuro y no se veía nada, la lluvia no ayudaba y las luces de las casas se iban apagando poco a poco y él seguía sin encontrarlo. Al tener la ropa mojada, el frío proveniente de la falta de luz del agua fría que caía del cielo empezó a temblar. Movió su cabeza de lado a lado y siguió corriendo por las calles en busca de Oujika, pero no había ni rastro de él. Y al final tuvo que rendirse y regresar a la casa de Yukimura.

    ------------------------------

    Una vez se fueron esos dos Taiyo y Kinsuke se quedaron ambos solos en esa calle de la ciudad, que poco a poco había perdido la poca luz que lo iluminaba. Así que, en cuanto empezó a llover, Taiyo había decidido acompañar a Kinsuke a su casa y el rubio lo había invitado a quedarse en su casa a pasar la noche, ya que le preocupaba que este fuese solo a su casa a esas horas de la noche y con esa lluvia. En un principio Taiyo no sabía que hacer pero después decidió quedarse y aprovechar para pasar más tiempo con su amado rubito. En ese momento estaban los dos en la habitación del menor, se habían tenido que sacar la ropa y ducharse para entrar el calor. La lluvia los había dejado algo destemplados y los padres del rubio les habían preparado una ducha para que pudieran calentarse. Primero se había bañado el rubio y después el peli-naranja, que ahora estaba sin ropa, solamente con una toalla, esperando a que la madre de Kinsuke le diera algo de ropa para vestirse.
    —Muchas gracias, señora, y perdone por las molestias.
    —No es molestia, total eres de la familia.
    Este sonrió y en cuanto se vistió se acercó a Kinsuke feliz de poder pasar la noche en su casa. La única pena era que tendría que dormir en la habitación de los invitados y no podría dormir con ese rubito tan tierno y provocativa que le parecía tan violable. Aunque quizás mejor así porqué de este modo podría controlarse mejor.
    —Ta-Taiyo —le llamó el rubio mirando sus manos tímidamente— gra-gracias por cu-cuidarme tanto.
    —¿Eh? —respondió sorprendido por eso— no es nada, como no voy a cuidar a la persona que amo —le dijo alegre sin pensar en lo que decía.
    —¿Qu-qu-que? —tartamudeó por la sorpresa.
    —Kinsuke —le dijo ahora más seriamente— yo te amo, y me gustaría que nos casáramos, viviésemos juntos y formásemos una familia.
    —¿E-en se-serio? —preguntó muy sonrojado aunque también muy feliz por esas palabras.
    —Sí —Taiyo le cogió de las manos y se acercó un poco más a él con una sonrisa— ¿Qué me dices?
    —Y-yo… —empezó a decir tímidamente— sí qui-quiero…
    El sonrojo de Kinsuke no podía ser mayor porqué ya estaba al máximo nivel pero a pesar de todo decidió mirar a su ahora prometido con los ojos irradiando felicidad. Taiyo se acercó a él y le dio un beso antes de seguir con sus actos, ante un rubio que nervioso y tímido se dejó hacer, consumando así su amor.

    ---------------------------------

    Hayato no sabía qué hacer, su casa tenía goteras y con el viento de esa noche y la lluvia parecía que fuese a caer a pedazos. Sus hermanos estaban llorando por el frío y el hambre. Había pensado en que podrían ir con Minaho pero eso no solucionaría mucho las cosas. Normalmente conseguía algo de comida de Ibuki o de Manabe, pero ese día no había podido ver a Manabe y aún seguía enfadado con Ibuki por su descuido. No le apetecía tener que ir a suplicarle por alojamiento y comida, pero viendo a sus hermanos de ese modo no le quedó de otra.
    —Vamos a casa de Ibuki, al menos para que vosotros os quedéis con él.
    —¿Y tú, hermano?
    —Yo ya me apañaré, ahora vamos antes de que me arrepienta.
    Dicho esto cogió a los pequeños y los sacó de la casa. Empezaron a correr por las calles los tres hasta que llegaron a la taberna de Ibuki donde se suponía que debía de encontrar a aquel perro peli-blanco, al que le debía muchos favores que nunca le devolvería. Después de lanzar una piedra a la ventana de este, consiguiendo que esta golpeara la madera el chico de cabello blanco sacó su cabeza encontrándose a quien ya esperaba.
    —Hola Hayato —le dijo en cuanto le abrió la puerta— ¿no era que no querías verme?
    —Yo no quiero, pero mis hermanos sí —dijo empujando a ese par dentro de la casa— Cuídalos por esta noche.
    —¿Qué hay de ti?
    —Ya veré donde puedo quedarme.
    —Está bien que te preocupes por tus hermanos pero ¿por qué no te quedas tú también? —le preguntó preocupado— así te compenso por lo del otro día.
    —¿Qué es esto? ¿Una trampa para que me atrape la policía?
    —Yo nunca haría eso, yo te amo.
    —Y por eso yo no puedo quedarme a dormir a tu casa.
    Dicho esto se fue corriendo dejando al peli-blanco en la entrada de su taberna, con dos niños que estaban abrazando sus piernas viendo con lágrimas como su hermano se iba de allí corriendo. No podía quedarse con un chico tan extraño que decía que le amaba, y mucho menos pasar la noche con él, a saber qué era lo que tenía previsto hacerle en medio de la noche. Meneó la cabeza, él no iba a dejarse hacer nada por ningún hombre. Él no era gay.
    Por otro lado el peli-blanco no podía entender a Hayato, a veces hacía ver que no le importaban sus sentimientos y otras veces los usaba para huir de estudio. Era complicado ese chico, pero su pasado tampoco había sido fácil así que no podía culparlo y a él le gustaba tal y como era, así que tampoco podía quejarse por ello.
    —Ibuki-chan —le preguntó uno de los pequeños— ¿De verdad amas a nuestro hermano?
    —Sí.
    —Entonces, ¿Por qué no tratas de demostrarle que sin ti no puede vivir?
    —No es tan fácil, Shun, tu hermano tiene un carácter muy complicado.
    —Pero eso es por qué le gustas.
    —No lo creo, él odia a los homosexuales.
    —Nosotros te ayudaremos.
    —Gracias niños, y ahora a la ducha y a la cama.

    ----------------------------------

    En casa de Kirino este estaba algo preocupado, su padre le había dicho que se iría y justamente ese día había cumplido con ello, él pensaba que quedaban más días para ello pero al parecer el viaje se había avanzado. No le gustaba cuando pasaba eso, siempre se sentía desprotegido cuando su padre se iba de viaje a otra ciudad durante unos días. Era consciente de que podía ser peligroso para un noble estar solo, y más ahora que al parecer Shindo lo ignoraba. Se sentía muy desdichado. Se sentó en su cama con las manos en sus rodillas pensando en el por qué lo estaría evitando.
    —Quizás ya no quiere estar a mi lado —se dijo muy triste y con los ojos llorosos.
    —Señorito —escuchó la voz del peli-gris que le hablaba des del otro lado de la puerta— voy a entrar.
    Se enjugó las lágrimas tan rápido como pudo pero de todos modos Shindo se dio cuenta de ello. Era el problema de estar demasiado pendiente de alguien, que se daba cuenta de cualquier cosa por pequeña que fuese si tenía que ver con él. Se le quedó mirando algo sorprendido y con el corazón en el puño por lo que acababa de ver. La imagen era hermosa para él pero también preocupante. No sabía quién era el causante del llanto de Kirino pero quizás era ese amor imposible. Maldijo para sus adentros la persona que hacía sufrir a su amo pensando que sí el pudiese lo haría la persona más feliz del mundo.
    —Shi-Shindo —le dijo tartamudeando con la voz quebrada por el llanto.
    —Su cena está lista.
    —Gra-gracias —respondió empezando a levantarse despacio bajo la atenta mirada de su sirviente.
    —¿Está bien?
    —S-sí, no te preocupes.
    —Es imposible que no me preocupe si lo veo llorar —rebatió rápidamente antes de añadir algo dubitativo— ¿Es por su… amor prohibido…?
    —¿L-lo sabes? —preguntó algo asustado.
    —Un día lo comentó con el señorito Yoichi —intentó defenderse.
    —Bu-bueno, entonces… ¿Qué opinas tú?
    —Que debe de olvidar todo lo que le haga sufrir, no me gusta verle triste.
    —Oh… —dijo sin palabras intentando entender lo que había dicho Shindo.
    ¿No lo entendía él quería verle feliz y por eso era mejor que lo olvidase? Eso significaba que él no lo amaba. Ante esa evidencia se puso a llorar delante de su sirviente que no sabía qué hacer en esos momentos. En sus obligaciones no estaba consolarlo pero no podía dejarlo llorando, él no quería que él llorara. Y no entendía que era eso tan malo que le había dicho para que se pusiera a llorar. Tenía ganas de abrazarlo pero no sabía si era lo más adecuado.
    —¿Pu-puedo abrazarlo? —preguntó un poco dubitativo.
    —¿Para qué?
    —Para consolarlo.
    —S-si qui-quieres qu-que te o-olvide mejor n-no seas ta-tan ama-mable co-conmigo.
    —¿O-Olvidarme? —preguntarme sorprendido— ¿Por qué quieres olvidarme?
    —T-tú lo dijiste…
    —Yo no dije nada de que me olvidaras… —aunque después creyó comprender que era lo que quería decir— e-ese amor imposible… ¿se refiere a mí?
    —¿No lo sabías?
    —Pe-pensé que hablaba de alguien más —dijo Shindo muy sorprendido— pero si me ama a mí, entonces no hace falta que lo olvide, porque yo también le amo.
    Kirino levantó la mirada con sorpresa por ello, él creía que Shindo no lo amaba y que solamente se dedicaba a hacer su trabajo. Desde pequeños habían estado juntos ya que él era su compañero de juegos, era el hijo de una de las sirvientas y pasaba mucho tiempo por la casa así que solían jugar juntos. Más tarde cuando crecieron sus padres lo contrataron como su sirviente personal y habían seguido juntos pero no esperaba que él también lo amara.
    —¿De verdad? —preguntó sin creerlo.
    —Sí, he estado preocupado por si amaba a alguien más y tenía que renunciar a mis sentimientos por usted.
    —N-no es necesario —dijo abrazando a su amigo y sirviente.
    Continuará…

    --------------------------------
    Creo que este capítulo lo dejo aquí… se me está haciendo difícil coger el hilo de la historia y de los personajes, creo que no me están quedando bien, hace tanto que no escribo de ellos que sus personalidades no me salen nítidas y debo esforzarme de más para escribirlo. Pronto colgaré el siguiente capítulo si todo va bien.

    ¡¡¡Hasta pronto!!!
     
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    Holis!! Aquí traigo el capítulo 18 de este fic, uau, pronto llegaremos a los 20 y creo que este fic no tendrá fin aún… tengo la impresión de que será uno de los fics más largos que he escrito nunca, la verdad… Solo espero que os guste y que lo sigáis leyendo aunque yo tarde en colgar capítulo…
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    Capítulo 18
    Empezaba a oscurecer y cierto peli-negro con dos mechones de pelo de colores estaba acercándose a la muralla feliz de llegar a la posada que había allí. Desde que había conocido al peli-blanco que estaba trabajando allí, no podía resistirse a buscarse excusas para pasar por allí, y esa vez no era diferente. Su madre había dicho que necesitaba algo de la ciudad y él se había ofrecido rápidamente para poder pasar por la posada y ver a Haku-san, como él lo llamaba. Al llegar desmontó de su caballo y llamó a la espera de que le abriesen. Salió el chico que deseaba ver, el cual se sorprendió pero sonrió un poco.
    —Buenas noches, Shuu —le saludó con total confianza después de ese tiempo de irse conociendo— ¿Qué haces por aquí?
    —Mi madre me ha mandado a hacer un encargo —respondió intentando aparentar tranquilidad.
    —¿Vas a pasar aquí la noche?
    —Si se puede.
    —En estos momentos tenemos todas las habitaciones ocupadas —respondió el peli-blanco.
    —Oh, entonces me tocará dormir al raso —dijo Shuu algo triste por ello.
    —Siempre puedes dormir en mi habitación, si no te importa —explicó tranquilamente como si hablara del tiempo haciendo que el peli-negro se sonrojara a más no poder.
    —¿T-tú habitación? ¿Contigo?
    —No, yo dormiré en el establo junto a los caballos.
    —Pe-pero, no es necesario, puedo dormir yo con los caballos, es tu habitación —contestó rápidamente Shuu.
    —No podría dormir tranquilo sabiendo que estás allí incómodo y pasando frío.
    —Ha-Haku-san, entonces… —se sonrojó pero no pudo acabar la frase.
    —Decidido —mientras decía eso dejó el caballo en un lugar del establo que aún no estaba ocupado por otros caballos y acompañó a un sonrojado Shuu al comedor para que cenara algo.
    La cena pasó lenta para el pobre peli-negro que no paraba de pensar en lo que le había dicho Haku-san. Agradecía el detalle, pero ahora se sentía mal por ser una molestia. Quizás no debería haber sido tan egoísta y tendría que haber esperado al día siguiente para ir y volver en un solo día., pero él quería pasarse por aquí y ver al peli-blanco. Aunque en seguida le volvió a su mente una idea que había tenido antes. Dormir ambos juntos en su cama. Se sonrojó ante esa idea. No podía creer que le viniese algo así en su mente.
    —Shuu, ¿Estás bien? —le preguntó Hakuryuu viendo lo sonrojado que estaba este— ¿Tienes fiebre?
    —Eh, n-no… estoy bien —respondió algo sorprendido por la pregunta, se suponía que Hakuryuu estaba trabajando en la posada y no mirándole a él.
    —¿Seguro?
    —Sí.
    —¡HAKURYUU! —le llamó una mujer que estaba en la cocina— lleva eso a la mesa 5.
    Después de esta llamada el chico se fue de la mesa de Shuu para llevar el pedido donde le habían indicado. El peli-negro lo siguió con la mirada embobado viendo como trabajaba y lo bien que se veía cuando lo hacía. Negó con la cabeza, sorprendido de sus propios pensamientos. Le gustaba Hakuryuu pero nunca pensó que tanto. Quizás debía hacer algo al respeto pero le daba vergüenza.
    —¿Has terminado Shuu? —le preguntó su amado sacándolo de sus pensamientos y también haciendo que se sonrojara de nuevo.
    —Sí —respondió tímidamente por sus propios pensamientos.
    —Entonces te acompañaré a la habitación.
    Recogió la mesa para dejarla limpia y llevó a Shuu a su habitación. Esta no estaba en la zona de la posada destinada a los clientes, estaba en la zona de la familia. Eso, aunque era lógico, incomodó un poco al pobre peli-negro que más nervioso no podía sentirse en esos momentos. Al llegar entraron y Shuu le dio una mirada rápida interesado por cómo sería. Era simple pero acogedora.
    —Espero que duermas bien —le dijo dándole un beso en su frente haciendo sonrojar más a Shuu.
    —E-esto… Haku-san…
    —Dime.
    —Na-nada.
    No se había atrevido a decirlo. Hakuryuu después de despedirse se fue de nuevo a la posada a acabar de cerrar y ayudar en lo que fuese necesario. Cuando todo estuvo listo se fue al establo a ver a los caballos, pero en vez de regresar a su habitación buscó un lugar en el que dormir. Se tapó con una manta y se tumbó pensando en el peli-negro que tenía en su cama. No se arrepentía de habérsela dejado, aunque era la primera vez que hacía algo así y se le hacía extraño. Sería el amor, se había dado cuenta de que le gustaba y suponía que por eso había accedido a ir al baile y a dejarle su habitación.
    —Haku-san —escuchó una voz muy suave a su lado, abrió los ojos y vio al moreno arrodillado a su lado mirándolo.
    —¿Qué pasa Shuu?
    —N-no puedo dormir…
    —¿Quieres quedarte aquí un rato?
    —S-sí.
    Se tumbó a su lado y cerró los ojos quedándose dormido al momento. Hakuryuu al mirarlo se dio cuenta de eso y sonrió, realmente ese chico era muy adorable. Lo abrazó por la cintura y cerró sus ojos con una sonrisa durmiéndose casi al momento muy feliz.

    ----------------------------------

    Al día siguiente en una casa de campo estaba el siempre tsundere de Einamu, intentando ser menos tsundere de lo normal para evitar problemas en su familia. Y por ello estaba en esos momentos aguantando como Gamma estaba a su lado mirándolo con una sonrisa mientras lo tomaba de la mano feliz delante de sus padres mientras una venita poco a poco se iba hinchando en su sien aunque intentaba evitar ponerse nervioso y gritarle, al menos delante de sus padres. Estos miraban con aprobación el cambio que había hecho Einamu respeto a Gamma y este estaba más feliz que una perdiz.
    —Es bueno ver que os lleváis tan bien —dijo el padre de Gamma contento— si este es el caso supongo que no deberíamos romper el compromiso.
    —Claro que no, Einamu está muy feliz con esta unión —respondió el padre de este mirando a su hijo quien le estaba matando con la mirada, aunque intentaba disimularlo.
    Gamma estaba viendo esa escena, y a pesar de estar feliz se sentía un poco mal por Einamu, se notaba que estaba sufriendo en su intento de llevarse bien con Gamma delante de sus padres. Gamma se acercó a él para decirle algo en un susurro consiguiendo que Einamu se sonrojara por la cercanía y por el aliento por parte del pelos parados que chocaba contra su piel.
    —¿Quieres que nos vayamos los dos solos a dar una vuelta? —le preguntó algo burlón consiguiendo una mirada no muy bonita de parte del otro pero también un sonrojo y un asentimiento, este sonrió y se giró para hablarle a sus padres— si no les importa, a mi prometido y a mí nos gustaría dar una vuelta los dos solos.
    —Claro, adelante —dijeron ambos padres con una sonrisa en sus labios.
    Se soltaron de la mano para alivio de Einamu y se levantaron para salir de esa habitación. Una vez fuera Einamu suspiró y miró a Gamma con ojos de asesino. Este solo le sonrió y se acercó a él para besar su mejilla consiguiendo que el peli-canela se sonrojara aún más de lo que estaba por las palabras anteriores del chico delante de sus padres.
    —Lo has hecho muy bien —le susurró en su oreja haciendo que Einamu temblara un poco por ello.
    —¡NO GRACIAS A TI! —le gritó en cuando estuvieron lejos del lugar— ¡NO ERA NECESARIO QUE ME TOMARAS DE LA MANO TODO EL RATO!
    —Pero tenía que aprovechar —dijo Gamma sinceramente— no cada día tengo la oportunidad de coger de la mano a mi lindo gatito.
    —¡NO ME LLAMES ASÍ! —le gritó nuevamente al chico más sonrojado que antes aunque también algo avergonzado.
    —No sé porqué te enfadas tanto, te lo digo con todo mi amor —fue la respuesta inesperada que le dio Gamma.
    —¿A-Amor? —le preguntó dejando de gritar.
    —¿Por qué te crees que nuestros padres nos unieron?
    —Por conveniencia.
    —También, pero fue porqué yo le dije a mi padre que quería casarme contigo…
    —¿E-es tu culpa?
    —Se podría decir así, pero lo hice por…
    —¡¿POR TU CULPA ESTOY PASANDO POR ESTO?! —le preguntó tiernamente enfadado entre gritos— ¡TE ODIO!
    —Pero yo te amo Einamu —fue la respuesta del chico dejando al gatito canela muy sorprendido.
    —¿M-me amas? —le dijo con la voz algo rota por la sorpresa.
    —Sí, mi gatito, desde hace mucho tiempo.
    —¿Y porqué no lo decías antes, idiota?
    —¿Antes? —preguntó ahora Gamma sin entender que quería decir el otro.
    —¡SI IDIOTA! —le gritó para después mirar hacia otro lado sonrojado— y-yo… también te-te amo…
    —¿En serio, Einamu? —le preguntó sonriente acercándose al peli-canela quien asintió notando como el otro chico lo abrazaba por la cintura.
    —¿Q-que ha-haces? —preguntó nervioso aunque sin moverse ni apartarse.
    —Te abrazo —le respondió acercando su rostro al del otro— Y ahora voy a besarte —le dijo con una sonrisa observando el sonrojo de su prometido quien cerró sus ojos esperando.
    Juntó sus labios lentamente en un suave beso que mostraba sus verdaderos sentimientos. Hacía tiempo que deseaba besar esos tiernos labios de su lindo gatito, pero no lo había hecho por miedo a ser golpeado y ahora resulta que todo habría sido más fácil si se lo hubiera dicho mucho antes. Se habría ahorrado muchos gritos y golpes, o eso creía ya que ahora Einamu estaba muy quieto y sumiso dejándose besar. Hasta había abierto la boca en un suspiro dejando entrar la lengua del peli-enigma en su interior para jugar con la suya. Poco a poco se fue pegando más al menor abrazando su cuello con sus brazos, dejando que el otro chico le besara a su gusto hasta que por la falta de aire tuvieron que separarse.
    —Entonces, ¿Significa que estás de acuerdo con el compromiso y que no me odias?
    —No hagas pre-preguntas to-tontas… —respondió sonrojado mirando hacia otro lado aunque después tragó saliva y cogió las mejillas del otro chico antes de empezar él con un nuevo beso.
    —“Supongo que significa que está de acuerdo con que nos casemos” —pensó Gamma feliz correspondiendo el beso que le daba su prometido.

    ---------------------------------

    Por otro lado estaba un rubio obsesionado con las manzanas de un manzano concreto, el cual había conseguido que su padre le llevara a la casa donde estaba ese manzano. Estaba de camino, muy cerca de esa casa de campo donde vivía el gran y paciente Yuuchi, quien estaba trabajando su campo como campesino pobre que no tenía más remedio que trabajar y sudar para ganar algo de dinero para comer. El rubio al llegar se encontró con la madre de Yuuchi quien no los conocía y los miró desconcertada, aunque después de una explicación llevó al rubio donde estaba su hijo trabajando. Este la siguió feliz hasta que vio al peli-blanco a lo lejos y salió corriendo para lanzarse encima de él, consiguiendo que este cayera al suelo.
    —Auch —se quejó sin saber que pasaba hasta que pudo fijar bien la vista en la persona que se le había lanzado encima y vio quien era— ¿Chet? —preguntó confundido.
    —Mi padre me ha dejado venir a verte.
    —Hola —le saludó el chico con una leve sonrisa sin saber muy bien que responder.
    —¿Y dónde está el manzano? —le preguntó mirando por todos lados.
    Yuuchi no entendía nada de lo que pasaba, todo era muy extraño, él estaba trabajando tranquilamente su tierra para sacar los mejores frutos posibles para la próxima cosecha cuando de repente Chet se le había lanzado encima preguntando por un manzano. De repente recordó que el chico se había obsesionado con la “manzana más bella que había visto nunca” y sonrió ante eso. Le acarició la cabeza al rubio quien se sonrojó un poco levantándose de encima de él y el peli-blanco también se levantó del suelo para sacudirse algo de polvo que tenía en su pantalón.
    —¿Quieres acompañarme a ver los manzanos? —le preguntó a Chet quien asintió feliz cogiéndose de la mano del otro chico quien lo miró un poco sonrojado pero con una sonrisa— ¿Y esto? —le preguntó señalando sus manos entrelazadas.
    —Es para no perderme —le respondió con una sonrisa el otro chico algo sonrojado.
    Yuuchi solo asintió con la cabeza y empezó a andar sin tener en cuenta la mirada de los padres quienes los miraban intrigados. Sobre todo el padre de Chet que ya podía imaginar como continuaría la cosa. Él se negaría pero como siempre acabaría cediendo ante las palabras y los pucheros de su hijo. Alguien aquí era débil ante los pucheros de su hijo.
    Por otro lado, nuestros protagonistas estaban andando por el campo en busca de esos manzanos que le habían robado el corazón al rubio. Al llegar los vio allí, todos los manzanos con esas manzanas tan rojas en las ramas de los árboles. Curiosamente cuando Chet se acercó maravillado con los brazos en el aire como si adorara esos árboles, una manzana de uno de los árboles cayó en sus manos. Este la cogió y la miró con una sonrisa. Era igual de hermosa que la anterior. Se giró ante Yuuchi y se la enseñó.
    —Mira, Yuuchi —le dijo Chet feliz por la manzana— es la hermana de la manzana que compré.
    —¿La hermana?
    —Sí, porqué nacieron del mismo árbol —le dijo feliz de la vida como si estuvieran hablando de algo emocionante.
    —Es probable que sea así —respondió Yuuchi con una sonrisa.
    —Estoy seguro, la manzana es una señal de ello.
    El otro sonrió ante esa gran lógica del rubio y asintió con la cabeza dándole la razón. Si él lo creía así no tenía por qué negarle esa idea cuando quizás sí había sido así. El otro se giró hacia el árbol y se acercó a él para darle un abrazo al tronco mientras le daba las gracias por esas maravillosas manzanas. Yuuchi vio todo eso algo sorprendido pero también enternecido por la escena.
    —Voy a casarme con Yuuchi y viviré en esta casa cerca de ti —añadió sorprendiendo al peli-blanco quien había vuelto a perderse ante la lógica de su amigo rubio.
    En esos momentos llegaron el padre del rubio junto a la madre de Yuuchi quienes los miraban algo raro al ver a Chet abrazando un árbol. Yuuchi aún no sabía si tenía que decir algo o no, realmente el comportamiento de Chet le resultaba algo tierna aunque no dejaba de parecerle un poco rara. La idea de casarse con Chet no le parecía mala pero más bien parecía que este se quisiera casar con él por el manzano más que por su persona.
    —¿Qué hacéis chicos? —preguntó el padre de este mirando a los chicos un poco extrañado.
    —Papa —le dijo Chet dejando de abrazar al manzano para acercarse a él— quiero casarme con Yuuchi.
    —Eso no puede ser —le respondió el padre preocupado por esas palabras aunque ya se lo esperaba.
    —¿Porqué?
    —Porque no estás enamorado de él.
    —Sí lo estoy.
    —No, tú amas al manzano.
    —Es lo mismo —dijo este intentando que su padre le entendiera.
    —No lo es.
    —Sí —respondió haciendo un puchero que dejó a su padre sin argumentos— yo quiero a Yuuchi.
    —Entonces demuéstralo —le dijo su padre mirando al peli-blanco que no decía nada pero estaba a la espera de lo que dijera ese hombre— dale un beso.
    —¿Q-qué? –preguntó el menor sonrojado mirando a Yuuchi quien también tenía un pequeño sonrojo en sus mejillas aunque lo miraba serio esperando a su reacción— ¿U-un beso?
    Su padre asintió viendo el nerviosismo de su hijo, y también el sonrojo en ambos chicos. Quizás sí que el chico peli-blanco le gustaba un poco, pero quería estar seguro de que no era otro capricho de los suyos. Una boda era un tema importante y no se podía tomar a la ligera. Sería una unión para toda la vida y encima con un pobretón como ese. Chet se giró para ver a Yuuchi pensando en ese beso y lo miró. El peli-blanco también le miró fijándose en su linda mirada, los ojos de Chet tenían un color lila que le encantaban desde que lo había conocido.
    —¿E-está bien si te beso? —le preguntó un poco dubitativo por si el otro chico no quería.
    —Sí, está bien.
    Yuuchi no parecía muy en contra de ese beso a pesar de que el rubio más parecía que quisiera al manzano que a él. Le gustaba esa parte tierna del chico a la hora de mostrar sus emociones y sus gustos. Y esa pasión por sus árboles y sus frutas le hacían ver adorable a sus ojos. Chet asintió con una sonrisa aunque le era difícil dar el paso de darle el beso al otro chico. Entonces fue Yuuchi quien tomó el control de la situación y se acercó a su futuro rubio. Este tragó saliva cuando notó como el otro chico le sonreía y acercaba un poco su rostro antes de parar y cerrar sus ojos a la espera. Chet hizo el último paso y cerrando sus ojos se acercó a los labios de Yuuchi besándolo rápidamente. Al separarse el peli-blanco sonrió y abrió los ojos para coger al rubio por la nuca y acercarlo de nuevo a su rostro. Lo besó en los labios esta vez de manera más larga y pasional, le lamió el labio inferior y en cuanto este suspiró metió su lengua en la boca de Chet para empezar a jugar con la suya. Cuando el aire empezó a faltarles se separó de este y vio las mejillas del rubio fuertemente sonrojadas.
    —¿Te ha gustado?
    —S-sí —le respondió el chico de ojos lilas con una sonrisa antes de abrazar a Yuuchi con alegría.
    La madre de Yuuchi los miró antes de mirar al otro hombre y se encogió de hombros pensando que al final si habría esa boda. Su hijo había escogido a un extraño rubio como pareja pero si eso le hacía feliz que iba a decir como madre. El chico era lindo y rico, aunque estaba loco, al parecer le gustaba su hijo. No había nada más que decir al respeto. El padre de Chet miró esos besos con alegría. Quizás al fin su hijo había encontrado a alguien que lo aceptara con su locura incluida. Sería muy adorable pero le preocupada que esa locura le impidiera encontrar a alguien que lo aceptara y amara.
    —Entonces, celebraremos la boda en cuanto queráis.
    —Gracias papi —le agradeció Chet lanzándose a sus brazos.

    --------------------------------

    Lejos de allí, en una casa algo más pobre que la anterior estaba llegando un carro conducido por el Tsurugi mayor quien llevaba las riendas de los caballos. A su lado estaba su hermano, el cual normalmente no iba a ninguna de las diligencias en las casas de campo, pero que al saber que era la casa donde vivía cierto castaño había dicho que iría mientras subía al carro. Yuuichi había sonreído ante eso. Era muy obvio que a su hermano le había gustado ese chico y que sólo venía para verle y no por el trabajo. Al llegar aparcó a los caballos donde siempre y fue a picar a la puerta a la espera de que alguien le abriera. Tal y como esperaba llegó un chico de cabellos naranja y un ojo exótico a la vista quien sonrió algo tímido al verlo.
    —Ho-hola Yuuichi —le saludó bajando un poco la mirada.
    —Buenos días, Furetsu —le saludó acariciando sus cabellos— ¿Cómo va todo?
    —Bi-bien.
    —¿Y los demás?
    —Tenma se ha ido con papa a trabajar las tierras —dijo volviendo a subir la mirada— y mi madre está en la cocina.
    —¿Y tú qué haces?
    —Estaba terminando de hilar…
    —¿Te queda mucho?
    —N-no.
    —¿Puede ver como lo haces?
    —Esto… si quieres…
    Ambos entraron en la casa dejando a Kyosuke fuera, aunque este ya no estaba, al escuchar la respuesta de Furetsu se había ido a dar una vuelta a ver si encontraba al castaño de ojos azules que le tenía sus pensamientos robados.
    —¿Sabes? —le preguntó el peli-azul al chico que estaba empezando a hilar nervioso por su presencia— la semana que viene hay una fiesta en la ciudad.
    —¿A sí?
    —Vamos a hacer algo nuevo este año.
    —¿Y que ha-haréis?
    —Vamos a decorar las calles.
    —¿Cómo? —preguntó el menor mirándolo unos segundos antes de volver a su tarea de hilar.
    —Con bolsas, algo de resina de árboles, y otros materiales.
    —Parece divertido.
    —Creo que lo será, pero lo sería más si tú nos ayudaras…
    —¿Y-yo? —preguntó Furetsu tartamudeando un poco.
    —Sí, así podríamos pasar más tiempo los dos juntos y conocernos más.
    —Pe-pero yo no vivo… esto… en la ci-ciudad.
    —No creo que eso importe mucho, yo te invito a venir y a quien no le guste que no mire.
    —¿Y-y n-no tendrás pro-problemas por e-eso...?
    —No te preocupes, si te dejan podría venir a buscarte para llevarte a la ciudad y luego te volvería a traer.
    —Bu-bueno… preguntaré.
    —Gracias, Furetsu –le agradeció acercándose a él para darle un beso en su mejilla— eres tan tierno.
    Ante eso Furetsu se atragantó con su saliva y se hizo un pequeño corte mientras hilaba. Se apartó rápidamente de la lana para no mancharla y se llevó el dedo a su boca, mirando a Yuuichi con sus ojos sorprendidos y sus mejillas rojas. Imagen que se le hizo muy tierna aunque se sintió algo culpable por el corte que se había hecho el menor.
    —Lo siento, Furetsu, ahora mismo voy el desinfectante —le dijo levantándose de la silla donde estaba para ir a preguntar a la señora por el jabón y las vendas y así poder curar a su niño.

    ---------------------------------

    Algo lejos de allí, en una casa muy grande que había fuera de la ciudad y donde no había campos sino jardines estaba un peli-negro trabajando en la organización de la limpieza de la mansión, supervisando la cocina y que el jardín estuviese en perfecto estado. El señor Ichiban le había encargado que cuidara de la casa que tenían en el campo para las vacaciones y él cumplía las ordenes, supervisando, organizando y ayudando en lo que fuese necesario. No le desagradaba su trabajo. Se había ganado la confianza de los señores y tenía una buena posición, ganaba un buen salario que le permitía comprarse lo que quisiera y le proporcionaba un lugar donde vivir, ya que no tenía familia. Era feliz viviendo allí trabajando de mayordomo en la casa del señor Ichiban. Todo era felicidad hasta que llegó un chico de cabello blanco, el cual traía a su caballo herido de una pata. Una piedra se había metido en la herradura de este y cojeaba. Tuvo que mandar llamar al herrero y todo se solucionó, pero durante el tiempo en el que el caballo estuvo en ese establo entabló amistad con ese chico. ¿Cuál era el problema? Que ahora no podía quitárselo de la cabeza y lo echaba de menos. Suspiró pensando que no lo volvería a ver. El chico le había parecido muy amable, tranquilo, paciente, preocupado, algo cariñoso, sincero y, para que mentir, muy guapo. Cuando lo veía siempre notaba como su corazón latía más fuerte y rápido y sentía como se ponía nervioso y más torpe.se sonrojó al pensar eso.
    —Buenos días, Aoyama-san —le saludó una de las sirvientas del hogar— ¿Otra vez pensando en el señor Ichino? —le preguntó divertida viendo su sonrojo.
    —N-no… yo… —empezó a decir aunque no tenía ninguna excusa ya que sí estaba pensando en él.
    —Seguro que volverá a venir —le dijo la muchacha algo enternecida viendo el sonrojo y los nervios del chico— se le veía muy encariñado con usted, hasta bailaron juntos un baile, ¿no es cierto? —Aoyama asintió levemente— ¿lo ve? Estoy segura de que vendrá a pedir su mano en cuanto tenga todo listo para ello.
    —N-no digas to-tonterías —fue la respuesta de Aoyama pensando en que sería imposible que alguien quisiera casarse con un sirviente pobre y sin familia ni nada que aportar.
    Después de decir eso y ante la risa de la chica que lo veía irse, se fue al establo a ver cómo estaban los caballos de su señor y de paso calmar su pobre corazón que estaba latiendo muy rápido. Él sabía que era imposible que pasara lo que esa chica había dicho pero se había sentido feliz al pensar que eso pudiese pasar. En cuanto logró calmarse un poco dio una vuelta por allí y regresó a su trabajo más calmado para seguir con sus tareas. O eso habría hecho si no fuese porque llamaron a la puerta de la mansión. Se fue a ver quién era y se encontró con un chico de cabellos blancos que con solo una sonrisa consiguió que su corazón volviese a ir más rápido.
    —Hola Aoyama.
    —Ho-hola señor Ichino —le saludó con una pequeña reverencia— ¿Qué hace usted por aquí?
    —Vine a verte ¿Tienes algo de tiempo para dar una vuelta conmigo?
    —Bueno… tengo cosas que hacer aún.
    —¿Vine en mal momento? —dijo algo triste haciendo que Aoyama se sintiera algo mal.
    —N-no, sólo espere un momento aquí —le respondió recibiendo un asentimiento junto con una sonrisa por parte de Ichino.
    Aoyama salió corriendo hacia dentro de la casa para hablar con una de las sirvientas y explicarle que se ausentaría unos minutos. Le dijo que se encargara ella de supervisar de mientras y esta asintió. Entonces salió de nuevo de la casa y miró al peli-blanco que se había apoyado en la pared para esperarlo. Viéndolo de perfil, apoyado a la pared con la mirada en frente se veía muy guapo. Se sonrojó y cuando el chico se giró, al notar su presencia, y le sonrió no pudo hacer otra cosa que bajar la mirada avergonzado.
    —¿Estás listo?
    Aoyama solo pudo asentir con la cabeza ya que estaba muy nervioso y no sabía si podría decir algo en esos momentos. Ichino lo acompaño a su caballo y le ayudó a subir antes de subir él mismo quedando detrás del chico muy pegado a él. Cabalgaron un rato hasta alejarse un poco de la mansión y así poder tener algo de intimidad. Allí bajó del caballo y ayudó a Aoyama a bajar. Ichino lo miró unos momentos pensando en que era el ser más bello que había visto nunca. Él tampoco había sido capaz de dejar de pensar en el chico peli-negro y lo quería presentar a su hogar pero aún no era el momento. Primero quería saber si Aoyama le correspondía y si quería casarse con él.
    —Aoyama —le llamó pensando en cómo iniciar la conversación— nunca pensé que este día llegaría tan pronto… siempre pensé que el amor era una cosa de adultos, pero desde que te conocí las cosas han cambiado —le dijo cogiéndole las manos con las suyas— desde entonces, que sólo puedo pensar en ti.
    —I-Ichino… —susurró sorprendido el peli-negro mirándolo sonrojado.
    —Se me hace una eternidad estar sin ti, por eso… si tú me correspondes… me gustaría que aceptaras casarte conmigo… —acabó de decir aunque añadió— sé que puede parecer precipitado pero me he enamorado de ti y me gustaría poder compartir mi vida contigo.
    Aoyama no sabía qué hacer o decir. Era lo que esa sirvienta le había dicho que pasaría. ¿Podía ser que fuese magia y esa chica fuera vidente? Pero eso no era lo que le preocupaba en esos momentos. Ichino se le acababa de declarar. Eso de por si era extraño aunque no se sentía nada mal. Su corazón le decía que debía aceptar, pero su mente era consciente de qué eso no le correspondía a él decidirlo. No tenía familia pero tenía amos.
    —Y-yo sí qui-quiero, pero…
    —¿Pero? —preguntó Ichino abrazando al otro chico.
    —Tendrás que pe-pedirle m-mi mano al señor Ichiban.
    Ichino lo pensó, era lógico, al fin y al cabo quería llevarse a su mayordomo lejos de esa mansión para tener una vida, los dos juntos en su casa. Asintió con la cabeza antes de besar su frente y separarse de él. Hasta que no tuviera su mano no lo podría besar en los labios. Si no se la diesen le habría quitado parte de la inocencia, aunque él haría todo lo posible por conseguirla.

    ---------------------------------

    Y volviendo a la casa pobre donde vivían Tenma y Furetsu, esta vez fuera de la casa, nos encontramos con un castaño trabajando recogiendo la fruta de los árboles, sudando la gota gorda por el esfuerzo mientras su padre trabajaba con la arada moviendo la tierra de los campos para plantar las nuevas cosechas. Tenma paró unos segundos para descansar y cuando se giró para ver los árboles que ya había recogido se encontró con un chico de cabellos azules que se acercaba a él. Se sonrojó un poco, sorprendido por lo que veía pero sonrió cuando este se paró cerca de él.
    —Buenos días Kyosuke —le respondió muy feliz de verlo con una gran sonrisa en su rostro.
    —Buenos días Tenma, aunque por el sol creo que ya es buenas tardes.
    —Oh —dijo riendo algo nervioso—Pu-puede ser… esto… ¿Y qué haces por aquí?
    —Vine a buscar el hilo con mi hermano.
    —Entonces deberías ir a la casa, lo tiene Furetsu.
    —Lo sé, pero vine a verte ya que estaba aquí —dijo el RBD como si pasara por casualidad.
    —Gra-gracias —respondió el otro más sonrojado sin saber muy bien que decir.
    —¿Qué estás haciendo en estos momentos? —le preguntó viéndolo con un palo en la mano y una cesta en otra.
    —Regojo las frutas de los árboles —le dijo con una sonrisa empezando a mover el bastón de manera que las frutas cayeran en la cesta.
    —Se te da bien —le respondió el peli-azul mirando como el chico lo hacía sin dudas.
    —Es para-practica.
    Llevaba haciendo eso desde hacía muchos años, y cuando era pequeño le era más difícil porqué el palo era más grande y pesado, con lo cual también más difícil de manejar. Kyosuke lo acompañó durante todo el trayecto que le quedaba cogiendo las frutas maduras de los árboles y dejando las otras para que maduraran, las recogería más adelante. El peli-azul nunca había visto como alguien recogía las frutas y tampoco lo había intentado nunca. Decidió probar.
    —¿Me dejas intentarlo? —le preguntó interesado por lo que hacía el castaño.
    —Claro —le dijo con una sonrisa dándole el bastón y la cesta apartándose para dejarle espacio señalando la fruta madura que debía recoger.
    Kyosuke movió un poco el bastón para acostumbrarse o al menos un poco, hasta que se decidió a ir por esa fruta que miraba fijamente. Todo iba bien, estaba haciendo lo mismo que el menor hasta que en un momento determinado del giro de muñeca se le cayó la fruta en la cabeza ocasionando una sonrisa en el castaño que al ver como Tsurugi miraba la fruta como si quisiera matarla se puso serio.
    —¿E-estás bien? —le preguntó sabiendo por experiencia que el golpe no era muy fuerte.
    —Estoy bien.
    Tenma sonrió feliz por ello y recogió la fruta del suelo para dejarla en la cesta, aunque al ver que tenía un golpe suspiró. Sería más difícil venderla si no estaba del todo bonita. Al ver ese suspiro Kyosuke sintió algo extraño en su pecho. Así que miró al chico y decidió comprarla. La cogió y se la comió a cambio de una pequeña moneda que le dio al castaño.
    —Es por haberla echado a perder —le respondió ante la mirada sorprendida de Tenma quien ante ese detalle sonrió y asintió con la cabeza feliz.
    Pensó un poco y sonrojado se acercó al peli-azul y le dio un pequeño beso en la mejilla de este consiguiendo que Tsurugi mirara hacia otro lado con una sonrisa y un pequeño rubor. Alguien estaba teniendo sentimientos fuertes por cierto castañito de ojos azules, aunque por el momento no quisiera admitirlo.
    Continuará…

    ---------------------------------
    Y hasta aquí este capítulo… Espero que os haya gustado, sinceramente estaba perdida con este fic, y dudo que cuadren muchas cosas, ya que hace años que lo empecé y creo que nunca lo voy a acabar pero espero que sí, sinceramente, y ahora más o menos me he puesto al idea y he encontrado inspiración para todas las parejas… después de tanto tiempo no recordaba que tenía que pasar con ellas… Si algo no tiene lógica disculpadme y avisadme, jeje muchas gracias.

    Hasta pronto!!
     
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    Bueeeno! Al fin escribo un poco de este fic, nuevamente, jeje, hoy me desperté temprano y por algún motivo me dieron ganas de escribir así que motivada como estaba, al levantarme me puse a ello, antes de perder la inspiración. Espero que os guste este nuevo capítulo.
    -----------------------

    Capítulo 19
    A primera hora de la mañana, cierto moreno estaba yendo a buscar a un castaño para ir juntos al trabajo. El chico de moñitos esperaba impaciente en la puerta de su casa, como siempre el otro chico llegaba algo tarde y no entrarían al trabajo a la hora. Por mucho que le dijera de quedar antes, siempre acababa llegando tarde. Estaba algo nervioso, volverían a recibir bronca por no llegar a la hora. En ese momento vio como una silueta andaba tan tranquila por la calle en su dirección, haciendo que sonriera. A pesar de llegar tarde Hamano seguía andando tan tranquilo por la vida. Al verlo el mayor movió su mano por encima de la cabeza para saludarlo.
    —Va-vamos tarde… —le dijo el pobre castaño bastante nervioso.
    —No pasa nada, ya verás que todo irá bien.
    —N-nos castigaran…
    —Exagerado —fue lo único que le dijo Hamano con una sonrisa viendo como su futuro uke empezaba a caminar— ¿Sabes? Al final hoy pesqué un pez enorme, por eso llegué tarde —Hayami asintió a lo que le decía el moreno— pensé que me rompería la caña de lo grande que era pero al final conseguí dominarlo y lo pesqué, me hubiera gustado que estuvieses conmigo para verlo.
    —Se-seguro que e-estuviste bi-bien —le respondió Hayami mirándolo un poco con una pequeña sonrisa imaginando lo masculino que se vería el moreno luchando contra un pez enorme.
    —Gracias Tsuru-chan —le dijo mientras se acercaba a él para abrazarlo consiguiendo que se sonrojara.
    —Ha-Hamano… llegamos ta-tarde…
    —Tienes razón —respondió el otro soltándolo para seguir caminando hacia la fábrica donde tocaba trabajar.

    ----------------------------

    Por otro lado un castaño RBD estaba en una habitación que no era la suya, y donde pasaba más tiempo en que en cualquier otro lugar. Para que mentir había pasado la noche allí con su futuro leoncito, o quizás no tan futuro, ya que estaba pensando en confesarse esa misma mañana. Estaba harto de mantener las distancias con Taiga cuando en realidad lo que quería era tenerlo solo para él durante el resto de su vida. Bien, la diferencia de estatus estaba allí, pero a él que más le daba. Desde que Kariya había empezado a salir con Hikaru le había estado dando vueltas al tema y no podía esperar más así que zarandeó al chico que dormía a su lado acurrucado contra su brazo.
    —Taiga, despierta —le dijo mientras este empezaba a abrir lentamente sus ojos— tengo que decirte algo importante.
    —¿Sousuke? —preguntó este algo desconcertado.
    —Te amo —fue la respuesta del mayor que llegó junto con un beso en sus labios que despertaron de golpe al chico peli-morado, el cual abrió sus ojos como platos— y me gustaría que fueras mi novio —añadió al separarse del beso.
    Taiga se sonrojó como nunca por la vergüenza y básicamente se escondió debajo de la sábana intentando procesar la información que había escuchado. Sousuke le amaba y le acababa de besar… seguro que aún estaba soñando. No podía ser cierto, el castaño nunca le diría algo como eso, estaba completamente seguro de que sólo lo veía como un amigo, máximo como un hermano pequeño, a pesar de tener la misma edad. Lo pensó detenidamente y estaba seguro de que era un sueño, por eso cuando dejara de tapar su rostro con la sábana, Sousuke ya no estaría en su habitación. Poco a poco y con miedo fue bajando la sábana hasta que sus ojos se asomaron y pudo ver como el castaño aún seguía allí. Se tapó de nuevo rápidamente y se estremeció al ver que era real lo que acababa de pasar.
    —¿Se puede saber qué te pasa? —le dijo un Sousuke con poca paciencia por el comportamiento del leoncito— ¿Tanto te ha molestado lo que he dicho?
    Sousuke estaba empezando a enfadarse, eso hizo que Taiga tragara saliva y dejara de ocultarse debajo de las sábanas con un gran sonrojo en sus mejillas. Lo miró unos segundos antes de bajar la mirada y negar con la cabeza. Obviamente no le había molestado lo que había dicho el castaño, pero estaba tan sorprendido que no sabía que decir o que hacer. Apretó las sábanas con su mano buscando algo de fuerza en su interior y al final habló.
    —N-no… E-estoy fe-feliz —respondió al final sin dejar de mirar la cama como si fuese lo más interesante del mundo.
    —Entonces, ¿aceptas ser mi novio? —le preguntó este esperando una respuesta afirmativa que llegó por parte de Taiga con un asentimiento de cabeza.
    El castaño se acercó para besar su novio y sellar el pacto que acababan de cerrar. Levantó su mentón con una de sus manos y lentamente fue acercándose a él, haciendo que sus respiraciones se mezclaran y que el sonrojo en ambas mejillas creciera. Justo cuando quedaban pocos milímetros para conseguir su objetivo alguien golpeó la puerta de mala manera.
    —Taiga, levántate de una maldita vez —se escuchó la voz de Kariya al otro lado de la puerta— padre está de malhumor hoy.
    Dicho esto se fue de allí dejando al par algo desconcertados, aunque a los pocos segundos una aura negra empezó a rodear a cierto castaño que pensaba devolverle la jugada a ese peli-azul en cuanto pudiera. El peli-morado le tocó el brazo y se le acercó para besar su mejilla con un gran sonrojo aunque también con una sonrisa en sus labios que hizo que el castaño se calmara enseguida y sonriera un poco. Le dio un pequeño beso en sus labios y se deslizó ágilmente por la ventana para irse a la fábrica, donde ya llegaba tarde.

    ---------------------------

    Unas horas después mientras las personas de la fábrica trabajaban a un ritmo frenético para salirle rentables al jefe y que este les pagara su sueldo, se escuchó el sonido de la alarma. Eso extrañó a todos los integrantes de la fábrica, ya que nunca había sucedido algo como eso anteriormente. Tal y como les ordenaron los superiores fueron saliendo de la fábrica de manera ordenada hasta que todos, o casi todos, consiguieron salir fuera. A medida que salían fuera iban reuniéndose con los otros integrantes, asegurándose de que todos estaban bien y que nadie había quedado dentro.
    —¿Dónde está Minamisawa? —preguntó la voz de Hayami mirando hacia todos lados.
    —Es cierto, no está aquí —corroboró Hamano preocupándose un poco por su amigo, pensando en que quizás estuviera dentro de la fábrica aún.
    —Qui-quizás a-aún está de-dentro… —sugirió el siempre negativo de Hayami.
    —Pero que dices, idiota —le gritó Kurama— él no es tan idiota para quedarse dentro de una fábrica en llamas.
    —Ti-tienes ra-razón —le respondió el castaño bajando la mirada— Lo siento.
    Sin decir nada Kurama se separó del grupo para dar una vuelta, según él necesitaba estar sólo y pensar, pero en realidad no paraba de buscar al peli-lila entre las personas que estaban allí fuera. Dio una vuelta fijándose bien en todo el mundo, pero no vio ninguna cabellera lila por ningún lado. Chasqueó algo molesto por ello. Empezaba a preocuparse, aunque no quisiera admitirlo. Tenía un carácter irritante siempre tan engreído y acosador, diciéndole cosas que le hacían enfadar o avergonzar, pero tampoco deseaba perderlo de vista de ese modo. En cuanto se cercioró de que no estaba entre la multitud, fue a la fuente que había en la plaza de la colonia y se tiró dentro de esa. Empapó completamente su ropa y corrió directamente hacia la entrada de la fábrica entrando en ella ante la mirada asustada de los presentes.
    —Que alguien lo coja, ese chico se ha vuelto loco.
    —Va a morir quemado.
    —¿Querrá suicidarse?
    —Está loco.
    —¿Cómo se le ocurre meterse entre esas llamas?
    Eran algunas de las cosas que se escuchaban decir entre los presentes que habían observado esa escena. A Kurama en esos momentos poco le importaban los comentarios de los demás, lo único que le importaba era encontrar a cierto peli-lila idiota que se había quedado atrapado entre las llamas. Fue donde se suponía que debía de encontrarse en esos momentos, pero allí no estaba, así que empezó a buscarlo por otros lugares de la fábrica.
    —¿Se puede saber donde coño se ha metido ese imbécil? —refunfuñaba mientras lo buscaba por todos lados como loco.
    Todo estaba lleno de humo, pero no había llamas por esa zona. Se tapó el rostro con una parte de su ropa mojada y siguió andando en busca de ese acosador que llevaba años persiguiéndolo. Al abrir una puerta le vino una ráfaga de fuego a la cara que esquivó por puros reflejos. Cuando esas llamaradas hubieron desaparecido se acercó un poco y miró en su interior, vio que podía pasar si tenía cuidado y empezó a andar esperando que Minamisawa no estuviera allí.
    —¿Hay alguien ahí? —preguntó la voz de Minamisawa cerca del lugar donde se encontraba Kurama en esos momentos.
    La mente de Kurama se quedó en blanco al saber que realmente el peli-lila había quedado atrapado allí y siguió el sonido de la voz de este lo más rápido que pudo hasta que llegó a su lado. Minamisawa estaba tirado en el suelo con una madera pesada encima de su pie, el cual de seguro estaría roto. Minamisawa empezó a toser por el humo y Kurama cogió otra parte de su prenda y se la puso encima de la boca y la nariz de Minamisawa.
    —¿Se puede saber qué haces aquí tumbado, imbécil? —le gritó yendo hacia la madera para intentar moverla.
    —¿Kurama? ¿Qué haces tú aquí? —le preguntó sorprendido aunque por el esfuerzo de hablar se puso a toser.
    —Eso te pregunto yo a ti, y ahora cállate y ayúdame a sacarte de aquí.
    Por mucho esfuerzo que pusieran no podían mover la madera, así que era mejor buscar otra alternativa. Encontró un palo de metal y decidió probar suerte usando el método de la palanca. Con esfuerzo consiguió levantarla un poco y Minamisawa apartó el pie rápidamente con un gruñido por el dolor. Una vez la madera fue quitada de en medio solo quedaba salir de allí. Pero a diferencia de Kurama que tenía la ropa húmeda por el agua y podía jugársela con el fuego Minamisawa no podía y con el pie de ese modo tampoco podrían correr. Tenían que buscar otra solución.
    —E-es mejor que me de-dejes aquí y t-te salves —le dijo Minamisawa a Kurama pensando que no quería que por su culpa le pasara algo al peli-azul.
    —Ni lo sueñes —fue la respuesta que consiguió— heriría mi orgullo abandonarte para salvarme yo.
    —Eres tan tierno, Nori-chan —susurró feliz el peli-lila, eso quería decir que Kurama sentía algo por él.

    -----------------------------------

    Fuera de la fábrica estaba cierto corderito viendo la escena asustado y con lágrimas en sus ojos, los nervios y el miedo lo habían dejado en shock. Él estaba tan feliz haciendo su trabajo diario a la fábrica, tarareando para si mismo una canción, cuando de repente sonó una alarma y todo el mundo se puso nervioso a su alrededor. Los sacaron fuera de la fábrica y poco a poco estaba viendo como la fábrica iba cambiando, salía humo de allí y se veían reflejos de color rojizos por las llamas.
    —Mocoso, ¿Estás bien? —escuchó que le decía Kariya preocupado.
    Kariya había ido corriendo hacia allí en cuanto había escuchado la alarma de la fábrica. No iba a admitirlo pero le había dado un vuelco al corazón al pensar en que algo le podría haber ocurrido a su corderito. Hikaru en cuanto lo vio a su lado se lanzó a sus brazos y se puso a llorar refugiándose en su pecho, mientras Kariya no sabía qué hacer exactamente. Realmente quería abrazarlo pero con tanta gente allí… al final solo le dio unos golpecitos en la cabeza.
    —Ya mocoso, ya pasó… —le dijo como si nada mirando hacia otro lugar algo sonrojado por la escena, sentía como su orgullo se iba cada vez más lejos.
    —Mi fábrica… No… No puede ser… —se escuchaba la voz de un hombre que se lamentaba mientras veía la fábrica quemándose lentamente.
    El edifico estaba construido principalmente de cemento, aunque las vigas y las puertas eran de madera y las máquinas estaban hechas de metal. Al cemento y al metal no les pasaría gran cosa pero a la madera y al hilo con el que trabajaban sí, de seguro todo habría sido quemado. El propietario de la colonia que era la persona que se lamentaba ardía de furia al pensar en todo el dinero que perdería por culpa de ese incendio.
    —¿Quién ha sido el culpable? —gritó empezando a mirar a todo el mundo, hasta que la vista le fue a parar a un chico que lloraba en brazos de su hijo— tú, de seguro has sido tú, ¿verdad? Confiesa, es por eso que estás llorando, ¿No es así?
    —Hikaru, nunca haría algo así —le gritó Kariya a su padre como respuesta poniéndose entre los dos.
    Ese día su padre estaba de malhumor desde la mañana y no iba a dejar que la pagará con su novio. Miró desafiante a su padre el cual ni corto ni perezoso se acercó a ellos y le dio una bofetada en la mejilla de su hijo mayor. ¿Cómo se atrevía a desafiarle para defender a ese pobretón que sin él estaría pidiendo comida en las barracas de la ciudad? No iba a permitir que tal cosa pasara sin que él hiciera algo, y lo único que se le había ocurrido era golpear a su hijo.
    —¿Por qué lo defiendes? ¿Tan importante es para ti? ¿Más que la fábrica? —le preguntó enfadado mirándolo como si quisiera matarlo.
    —Sí, lo es, así que no pienso permitir que le hagas nada.
    El señor Kariya se sorprendió, su hijo no era una persona que tuviera apego por nadie, más bien era una persona que solo se dedicaba a molestar y que no quería saber nada de los demás, pero en esos momentos lo desafiaba por un mocoso que lloraba aferrándose fuertemente a la ropa de este. Quizás había algo entre ellos dos… pero eso tampoco era una buena noticia su idea era casar a sus hijos con unas chicas ricas que aportaran dinero a la familia y no con unos chicos pobres de la colonia.
    —¿Te has vuelto loco? ¿Crees que voy a aceptar que salgas con un pobretón como él? —le gritó cogiendo a su hijo de la mano tirando de él para llevárselo.
    —Suéltame —respondió con gritos, también, Kariya intentando zafarse del mayor aunque este era más fuerte.
    —Masaki —susurró el pequeño corderito aturdido por la escena, sin saber que decir o hacer después de tantas emociones vividas ese día.
    En esos momentos llegó el tío de Hikaru y después de darle unos golpecitos en la cabeza hizo que este lo siguiera a la casa, para poder tener una charla apropiada con él sobre la vida. Al parecer aún le quedaba mucho por aprender, y después de esa escena le había quedado claro que tenía que hacer algo por su sobrino.

    --------------------------------

    Por otro lado fuera de la fábrica pero algo alejados, se podían encontrar dos chicos que estaban llenos de suciedad y alguna que otra quemada en la piel. Se habían quedado encerrados en una sala de la fábrica al empezar el incendio y habían tenido que buscar una salida alternativa y algo peligrosa, con todo el fuego que había por todas partes. Gracias a que Gillis conocía bien la fábrica habían podido encontrar el camino y salir de allí con solo algunas quemadas leves y algunos arañazos en la piel.
    —¿Estás bien? –le preguntó Gillis a Saru quien lo miraba fijamente.
    —Sí.
    —Me alegro.
    Saru no sabía cómo reaccionar ante lo que había pasado. Después de todo lo que le había dicho al otro chico este había ido a buscarlo cuando se había escuchado la sirena. Se suponía que todo el mundo tenía que ir a la salida de forma ordenada, pero Gillis había vuelto atrás para buscarlo. Por culpa de ello se había quedado encerrado con él en esa habitación. Para salir de allí Gillis había estado cuidando de él todo el rato, y ahora se preocupaba por si estaba bien o no. No podía entender por qué lo hacía.
    —¿Por qué has venido a buscarme?
    —Porque eres nuevo y pensé que no sabrías salir solo de la fábrica.
    —Pero no he sido amable contigo, que digamos…
    —Lo he notado —respondió Gillis mirando a Saru quien se sonrojó un poco por la vergüenza— pero no por eso iba a dejarte morir.
    —No te entiendo.
    —Ya te lo dije, me pareces interesante, aunque ahora puedo añadir que también me pareces lindo.
    —Eres muy raro —dijo simplemente Saru mientras Gillis se encogía de hombros.
    —Puede ser, pero gracias a ello estamos vivos los dos.
    Saru volvió a mirar a su compañero como si estuviera loco. Tenía razón, gracias a ello estaban ambos vivos, pero también era cierto que gracias a ello, el peli-crema estaba herido. No entendía la felicidad de Gillis por ello, pero al ver sus ojos azules mirándolo con esa intensidad sintió algo en su cuerpo que no había sentido antes. Apartó la mirada algo avergonzado aunque sin saber muy bien por qué.
    —Gracias –le dijo al oji-azul que aún lo miraba.
    —Mírame —le respondió simplemente cogiéndole por el mentón para mirarlo— me gusta el brillo liloso que tienen tus ojos.
    —¿Cómo? —fue lo que le respondió gritando el peli-blanco— yo dándote las gracias para que me vengas con estas, eres despreciable.
    Después de ese grito decidió alejarse de allí pisando fuertemente el suelo por el enfado, aunque debía admitir, al menos en su interior, que le había gustado lo que le había dicho el otro. Después de caminar un poco llegó donde estaban los demás chicos con los que compartía clase. Uno de ellos, un peli-lila del cual no recordaba el nombre, estaba sentado en una silla con el pie derecho algo extraño. Tenía una forma muy diferente a como debería de ser un pie y tenía el rostro deformado por el dolor aunque se podía notar una sonrisa en su rostro. No entendía que había pasado, pero a su lado estaba ese chico peli-azul que siempre parecía estar de malhumor mirándolo un poco preocupado. Quizás era por eso que estaba tan feliz el otro.
    —Es una suerte que al final estemos todos bien —dijo Hamano abrazando a Hayami al ver que ese par también llegaban.
    —S-sí, parece que Mi-Minamisawa y Ku-Kurama e-estan bien y Sa-Saru y Gillis también…
    Saru los miró recordando que Minamisawa era el nombre del peli-lila y se preguntó a si mismo que entenderían ese par por estar bien, sobre todo, viendo ese pie deforme del peli-lila, aunque sus quemaduras y arañazos también estaban allí. Se fijó en que faltaban dos de los chicos pero no le dio mucha importancia. Tenía otras cosas en su mente en esos momentos.
    Continuará…

    ---------------------------
    Hasta aquí este capítulo que espero que os haya gustado tanto como a mi escribirlo, xd porqué en verdad me apetecía escribir estas escenas, jejeje el siguiente capítulo irá sobre las parejas de la ciudad, así que será más largo porqué es donde hay más gente…

    Hasta pronto, espero!
     
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    Holis!! De nuevo me desperté temprano con ganas de escribir, pero como tengo un trabajo que hacer he decidido levantarme ya y escribir fuera horas de trabajo, jejeje
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    Capítulo 20
    Ese día un peli-rosa estaba muy feliz. Los que no lo conocían podrían pensar que se había vuelto loco, pero las personas que vivían en esa casa sabían por qué. Ese día regresaba su padre. Con ayuda de Shindo se vistió con unas de sus mejores ropas para poder recibirlo como se merecía. Desayunó y se pasó todo el tiempo esperando impaciente hasta que le dijeron que su padre acababa de entrar. Corrió hacia la puerta y se lanzó literalmente a sus brazos, ahora se sentía más seguro. Como siempre su padre le acarició la cabeza con afecto y esperó que estese separara.
    —Hijo, tenemos que hablar.
    —¿De qué padre?
    —De tu futuro.
    Dicho esto empezó a andar seguido del peli-rosado y también de Shindo, que al escuchar esas palabras se quedó un poco sorprendido pero también notó un salto en su corazón. Para él esas palabras habían significado que el señor Kirino había encontrado a alguien con quien emparejar a su hijo, y eso era lo último que él deseaba. Con miedo a saber qué era lo que pasaría allí dentro se quedó quieto fuera de la habitación. Iba a cerrar la puerta para darles intimidad cuando el señor Kirino, negó con la cabeza.
    —Entre, Shindo —le dijo con toda la formalidad del mundo. Eso le extrañó pero obedeció.
    Entró en la sala y cerró la puerta detrás de sí. Se acercó un poco a sus dos señores y esperó para escuchar la conversación, aunque se podía notar que estaba muy nervioso. No paraba de pasar el peso de una pierna a otra a la espera de las palabras de ese amable señor. Aunque normalmente estaba muy tranquilo ese día no quería escuchar lo que este iba a decir. Tenía miedo de escuchar algo que no quisiera y más aún de tener que ver como su peli-rosa se iba con otro. Mientras tanto, Kirino sólo miraba a su padre a la espera, con una mirada de determinación que decía que no iba a hacer nada que no quisiera pero que primero escucharía.
    —Ranmaru, hijo, ya sabes que hoy en día las cosas están algo turbias por aquí.
    —Sí.
    —Por eso he pensado en que será mejor que no estés solo cuando yo no esté. Eres hijo único y eso hace que hayan muchas miradas puestas en ti, por eso había pensado en hacer que compartas este peso con alguien de confianza.
    —¿A qué te refieres padre?
    —Me gustaría adoptar a Shindo como mi segundo hijo y pasarle una parte de mis bienes.
    Ante esa propuesta ambos se quedaron desconcertados. Ninguno de los dos se esperaba eso. Shindo rápidamente unió cabos, eso significaba que él era la persona de confianza de la que hablaba su señor, y aunque eso le halagaba no podía aceptar esa oferta. Dejar que lo adoptara el señor Kirino querría decir que él sería el hermano del peli-rosa, y él lo último que deseaba en esos momentos era eso. Él quería ser otra cosa, aunque estaba seguro que no podría ser por culpa del estatus. Se amaban pero eso el padre aún no lo sabía y seguro que por mucha confianza que le tuviera no aprobaría esa relación. Difícil decisión.
    —E-espera, padre —dijo Kirino de repente algo alarmado— N-no puedes hacer esto… Y-yo no quiero tener hermanos, y menos a Shindo.
    —No te entiendo, desde siempre que habéis estado muy unidos y jugabais juntos como verdaderos hermanos, pensé que te haría feliz la propuesta.
    —Pues no es así, me gusta ser hijo único.
    —Entiendes que eso te hace más vulnerable a los que quieren usurparte mi fortuna, ¿verdad?
    —Me da igual, no quiero.
    —No voy a hacerte cambiar de parecer, pero si Shindo acepta lo adoptaré igualmente.
    —Pe-pero…
    —Lo hago por tu bien.
    Dicho esto le dio unas palmaditas en la cabeza a ambos chicos y se fue de la sala, dejándolos a los dos pensativos. Esa conversación había sido diferente a la que se esperaban pero al final acababa llevando al mismo puerto. Si Shindo aceptaba volverse el hermano de Kirino este tarde o temprano acabaría casándose con alguien más, algo que ninguno de los quería. Tendrían que hablar sobre el tema y sobre cómo explicárselo al padre de Kirino.

    ------------------------------

    Por otro lado un chico de cabello liloso acababa de llegar a la ciudad, no venía por ninguna feria ni nada, aunque si era cierto que pronto empezaría una. Al menos se veía como si estuvieran preparando algo por las calles. Había gente que reunía maderas, otros que reunían papel… Y sinceramente no le veía la lógica a eso. Se encogió de hombros tan inexpresivo como siempre y empezó a andar hacia la casa que le interesaba para dar la mala noticia. No le gustaba la idea de tener que llevar ese mensaje pero se lo habían ordenado y él siempre acataba con las órdenes.
    —¿Alpha? —escuchó una voz muy alegre detrás de él.
    Al girarse vio un pequeño conejito verde que se acercaba a él corriendo, seguido de Sarjes, que al ser su pareja de trabajo debía ir siempre con él. El rubio se quedó algo alejado para que ellos conservaran su intimidad pero sin perderlos de vista. Se le hacía divertido ver a su compañero de trabajo siempre tan alegre y despistado ponerse nervioso por la presencia del otro chico.
    —Hola Fey —fue la respuesta inexpresiva que recibió el conejito— ¿Estás en plena ronda?
    —Sí, con Sarjes, ¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? —preguntó curioso.
    —Voy a dar un mensaje a una persona —respondió mirando al chico rubio que estaba detrás de ellos a cierta distancia.
    —No pareces muy animado.
    —No es una buena noticia.
    —Oh…
    —Pero no te preocupes.
    Fey no sabía que responder ante eso que le decía su nuevo amigo, le sabía mal que tuviese que ir a dar malas noticias a otra persona, pero no era su culpa. Alpha le había dicho que no se preocupara así que él iba a cumplir con lo que le decían, así que se animó en seguida y le sonrió al koala. Este al ver esa sonrisa por alguna razón que él desconocía se sintió algo mejor a pesar de la carga que le habían encomendado. Ese conejito tenía algo que le hacía sentirse más animado y ver la vida de otro modo.
    —¿Hacia dónde vas?
    —Hacia la zapatería Yukimura.
    —¡Genial! —exclamó el conejito— nos viene de paso a dónde vamos.
    —Okey, come on then?
    —Sí, pero se lo tengo que decir a Sarjes.
    Salió corriendo todo contento hacia donde estaba su amigo y compañero de trabajo. Le explicó como estaba la situación y le preguntó si podían ir juntos. A lo que este solo respondió que no se distrajera de más. Ambos fueron hacia Alpha y los tres empezaron a andar por las calles hacia el lugar donde el peli-lila tenía que ir a dar la mala noticia. De camino vieron como alguien robaba en una tienda y tuvieron que ir a cumplir con su deber dejando que Alpha hiciera el resto de camino él solo.
    —Hola Alpha —le recibió Yukimura quien estaba en la tienda trabajando en esos momentos— ¿Qué te trae por aquí?
    —Sinceramente, una mala noticia.
    —¿Qué ha pasado? —preguntó el peli-azul levantando la mirada de esos zapatos que estaba confeccionando.
    —Tus padres han tenido un accidente y el médico dice que probablemente no van a sobrevivir.
    —¿Có-cómo? —preguntó sorprendido.
    —Los ha embestido un caballo desbocado y han recibido unos fuertes golpes de sus patas.
    —No puede ser… —susurró algo lloroso por la noticia que le acababan de dar.
    —Deberías ir a verlos.
    —Sí, me iré hoy mismo.
    —¿Puedes dejar la tienda sola tantos días?
    —Tienes razón necesito a alguien que se encargue de vigilarla mientras no estoy.
    —Yo sé de alguien —dijo Oujika

    ----------------------------

    En una de las casas adineradas que había la ciudad, una tan adinerada o más que la de los Kirino, estaba un rubio intentando hablar con un peli-naranja. Llevaban tiempo sin verse, desde esa fiesta en la que intentó irse e Ichiban se puso celoso y montó una escenita final. Él se sentía feliz por ello, pero el peli-naranja no había querido verlo en todo ese tiempo. Al final, gracias a la intervención de sus madres, había conseguido tener un encuentro con él.
    —¿Qué te pasa, Ichiban? —le preguntó en verdad divertido por esa cara agria que traía el otro chico— pareces estreñido.
    —No es el mejor momento para hacer broma.
    —Quizás no, pero si ambos nos ponemos de amargados no conseguiremos nada.
    —Ve al grano.
    —Te pusiste celoso de ese desconocido ¿verdad? —le preguntó acercándose sinuosamente hacia él— no te gustó verme con otro, ¿cierto? Pero si es así sólo debes hacer una cosa.
    —¿Se puede saber de qué hablas? —preguntó Ichiban algo nervioso aunque intentaba aparentar molestia.
    —Hacerme tuyo.
    —¿Pero qué? —gritó ahora sonrojado por esas palabras— sólo lo dices para tener hijos.
    —Eso no es cierto, no me refería a eso, aunque si es lo que quieres por mi encantado.
    —Ya, claro, así que ahora no te referías a eso.
    —Me refería a que nos casáramos y demostraras a todos que ya tengo a alguien.
    —Estamos prometidos, Yoichi.
    —Y qué, parece que a ti no te importa mucho eso.
    Ante eso Ichiban no pudo hacer nada más que fruncir el ceño incrédulo por esas palabras. No podía ser que justamente el rubio le estuviese diciendo eso a él, cuando era Yoichi el que había estado ligando con otro descaradamente durante la fiesta. Y más aún, lo había hecho delante de todo el mundo, sin preocuparse y sin que le importara como quedaba él. Como un cornudo delante de toda la alta sociedad que había sido invitada ese día. Lo había humillado en público. Y ahora le decía que era él a quien no le importaba su relación. Era cierto que al principio estaba un poco reticente ante esta, pero había sido cien por cien fiel al rubio a pesar de todo.
    —No soy yo quien se va con otros a ligar —le respondió finalmente— yo te he sido fiel desde que nuestros padres nos dijeron que estamos prometidos, no como otros que juguetean con el primero que pasa.
    —Vamos, sabes perfectamente que te amo a ti y que solo lo hice para ponerte celoso.
    —Y esto me molesta aún más.
    —Pero funciona —comentó con una sonrisa burlona el rubio acercándose al mayor para besarlo en los labios— acéptalo ya, cásate conmigo y dame hijos.
    Ichiban se puso nervioso ante la cercanía y ante las palabras del rubio, pero sabía que este tenía razón. A pesar de negarlo se ponía celoso y acababa montando escenas cuando el rubio estaba junto a otro hombre. Ambos se querían y quizás ya era hora de dejarse de tonterías y pasar al ataque. Cogió al menor por la cintura y lo atrajo a él mientras lo besaba bruscamente, fruto de la pasión y de las ganas que tenía de ello. El rubio no se esperaba tal reacción, pero solo sonrió ante eso y se dejó besar correspondiendo con la misma pasión que el mayor.

    -----------------------------

    Estaba en su barraca sentado en una de las sillas, no le apetecía salir después de lo que había pasado con Manabe, verle era algo doloroso. Normalmente no se rendiría ante algo así y buscaría maneras de ponerlo nervioso para evidenciar su amor, pero ese día se había despertado el cielo nubloso y estaba con los ánimos un poco bajos. Le había dado pereza salir de la barraca, a pesar de que en ella tampoco sabía qué hacer y se aburría enormemente. Sin Manabe era todo aburrido.
    —¿Puedo entrar? —escuchó una voz en la puerta, una cosa de la barraca era que podía escuchar a los visitantes antes de que entraran.
    —Adelante —fue su respuesta sonriendo un poco, al menos no estaría solo.
    —No sabía si te encontraría en tu casa… pero he venido igualmente, quiero decirte algo.
    —¿A mí? —se sorprendió el chico detective.
    —Un amigo mío se irá por unos días a ver a sus padres y lo acompañaremos. Necesita que alguien vigile su casa mientras no está… No hace falta abrir la tienda, pero sí que alguien esté allí, sino podrían revenderla.
    —Hmmm… —pensó este viendo por donde parecían ir los tiros.
    —Le he dicho que tú le podrías ir a vigilar la casa, por supuesto puedes vivir en ella durante esos días.
    —¿Por qué me haces tal propuesta?
    —Porque confío en ti y me ayudaste la otra vez. Aún no he solucionado las cosas con mi novio, pero gracias a ti regresé a casa y me enteré de que él había estado buscándome bajo la lluvia hasta caer enfermo…
    —En verdad te quiere.
    —Lo sé, solo fue una discusión, hablaré con él pronto y espero que lo podamos arreglar —hizo una pequeña pausa en la que se hizo el silencio— pero volviendo al tema, ¿nos harías este favor?
    —Sabes que soy pobre, podría aprovechar para robar o para quedarme con la casa.
    —No creo que seas de este tipo de chico.
    —Entonces, no tengo motivos para negarme a ello.
    —Gracias.
    Después de esa conversación, ambos salieron de la casa, Yukimura estaba ya listo para irse de viaje junto a sus amigos que le darían ayuda moral y física. No era fácil esa situación, quedaría solo en el mundo y solo tenía 14 años y estaba a punto de quedarse sin padres. Por eso los cuatro amigos habían decidido que le ayudarían en lo que necesitase. Minaho vio esa zapatería y supo enseguida quien era la persona que se iba de viaje. Yukimura les había regalado un par de zapatos que no le habían salido del todo bien a él y a Hayato. Le habían estado muy agradecidos a pesar de todo.
    Hablaron un poco, Minaho se sentía en deuda con Yukimura y a pesar de que él no había pensado en robar nada ahora menos. No era su estilo putear a quienes le habían ayudado. Pensó en que podría traer a los hermanos pequeños de Hayato, pero este sí se aprovecharía de la situación. Se despidieron y Minaho se quedó solo en esa gran casa, o al menos así la veía él, ahora que sabía que iba a vivir en ella por unos días.
    —¿Quién era ese? —le preguntó una voz muy conocida a su espalda.
    Cierto chico de cabello lila, estaba estudiando, pero por algún motivo no podía concentrarse. Eso era porqué estaba pensando en que ese día Minaho no había ido a verle. No era que lo echase de menos, pero se le hacía raro no tener al peli-naranja allí, y había salido a dar una vuelta para no pensar en eso. Justamente en ese momento se había encontrado con que el chico que ocupaba sus pensamientos estaba muy amistoso con un afeminado chico de cabello azul oscuro, o negro, por las calles de la ciudad. Los había seguido y había escuchado la conversación.
    —Manabe-kun —dijo este girándose con una sonrisa— un amigo.
    —¿Que te da alojamiento gratis?
    —Le voy a cuidar de la casa durante unos días, solo eso.
    —Mentiroso.
    —Pero Manabe, ¿por qué te importa tanto si tú y yo solo somos amigos?
    —Po-por qué… y-yo…
    —Me quieres ¿verdad?
    —Yo no te quiero, bastardo —respondió huyendo de allí con un gran sonrojo en su rostro, ante la mirada de Minaho quien sonrió divertido por esa reacción.

    ---------------------------

    Después de esa noche cierto castaño había estado muy confundido respeto a lo que sentía por el chico pirata. Le gustaba cuando lo trataba amablemente y lo protegía, aunque había notado que era orgulloso y gruñón, y a pesar de sus quejas no le disgustaba del todo que lo llamara princesa, pero su faceta pervertida no estaba seguro de poder aceptarla. Kinsuke le había contado que él había avanzado con Taiyo, hasta el final. Y él no había parado de darle vueltas al respeto. Hasta le había hecho unas preguntas, que habían sonrojado a ambos, pero que Kinsuke había respondido. Ahora viendo al peli-azul no sabía que pensar respeto a esas palabras.
    —Te veo muy pensativo, princesa —le comentó su acompañante.
    —¿Eh? —respondió sonrojándose por sus pensamientos.
    —¿Y ese sonrojo, princesa? ¿En qué o en quién pensabas? —la voz de Namikawa sonaba seria, algo un poco extraño en ese chico que normalmente hablaba en tono de burla.
    —Y-yo… e-en nada…
    —Mentiroso, estabas pensando en algo —lo acorraló contra la pared y acerco su rostro al suyo— no me gusta que pienses en otras cosas cuando estás conmigo.
    —E-estás equivocado… —respondió este un poco asustado— pensaba e-en ti… —Namikawa sonrió al escuchar esas palabras pero no se alejó.
    —¿Y en que pensabas, princesa?
    —Na-nada… —se sonrojó aún más, le daba vergüenza decirle lo que pasaba por su mente y tampoco quería decírselo— así que apártate.
    —No, hasta que me digas que piensas sobre mí.
    —Y-yo… DÉJAME! —le gritó finalmente empujándolo y saliendo corriendo para ir a su casa a esconderse debajo de la sábana.
    Ese chico siempre conseguía que su corazón se acelerara y latiera como si tuviese que morir de un ataque cardíaco. Pero a pesar de todo no estaba seguro de si amaba a Namikawa, ya que pensar en tener sexo con él, no era algo que le atrajera en esos momentos. Kinsuke le había dicho que era placentero, aunque algo doloroso, y eso se le había quedado en la mente, él no quería sentir dolor. Y aún recordaba como andaba el rubio al día siguiente.
    Por otro lado el chico pirata lo siguió con la mirada sonriendo como todo un RBD podría hacerlo. Su princesa sí que era adorable con esa personalidad tan tímida y huidiza, tendría que cazarla para que no pudiese huir nunca más. Pero si se sonrojaba pensando en él, aún tenía una esperanza, por pequeña que fuese de poder conquistarlo. Sería divertida la caza de la princesa.

    ------------------------

    De nuevo había tenido que robar para comer. No quería ver la cara de ese peli-blanco que siempre le iba detrás pero lo peor del caso era que cuando no lo veía durante largo tiempo se ponía de malhumor. En estos momentos agradecía que los dos policías pesados que siempre lo perseguían, hiciesen su trabajo. Burlarse de ellos era entretenido y en esos momentos lo necesitaba. Tenía a Fey y a Sarjes pisándole los talones, lo podía saber por sus gritos diciéndole que parara y por sus ruidosos pasos. Sus trajes de policía eran un poco incómodos para correr y eso le daba una clara ventaja. Puso el pie en la pared de una casa y se dio impulso hacia una verja. De un par de saltos más perdió de vista a ese par. Se quedó quieto en uno de los tejados, y se escondió escuchando como ellos lo buscaban por la zona. Sonrió. Esa adrenalina del momento era necesaria para él. Vio lo que había logrado robar. No era mucho pero sería suficiente para que sus hermanos comieran algo ese día.
    Cuando los dos perseguidores se alejaron de allí maldiciendo por haberlo perdido de vista, se levantó de su escondite y fue en dirección a su barracón. Por suerte aún no sabían dónde vivía, aunque a este ritmo seguramente pronto lo encontrarían y tendría que proteger a sus hermanos. De camino a casa se encontró con el peli-naranja amigo de su amigo, este le saludó y él lo miró como si fuese a matarlo.
    —Si me matas no te diré lo que vengo a decirte.
    —Como si me importase —fue la respuesta que Hayato le dio al otro chico.
    —Creo que sí te interesa.
    —Pues va, di.
    —Durante un par de semanas podremos vivir en una casa de la ciudad. Es bueno, porque viene el tiempo de lluvias.
    —¿Cómo?
    —Ayudar a otros tiene sus recompensas…
    —¿Tienes casa?
    —Sí, aunque solo por unas dos semanas, que es lo que tardará en regresar la persona que me la ha dejado.
    —No me lo creo.
    —Eso es tu problema, pero te diré la dirección por si quieres venir.
    Dicho esto el chico de cabello naranja se fue dejando al chico de mechas mirándolo incrédulo. No podía ser, la gente no dejaba sus casas a desconocidos y menos a personas pobres que vivían en las barracas y que sabían que podrían aprovechar para robarles cualquier cosa. Cogió el camino a su casa, recordando la dirección que le había dado Minaho, tendría que ir a asegurarse de que eso fuese verdad. Entonces, pensó en ir a ver a Manabe, de seguro que él lo sabría si eso era verdad. Quizás podría aprovechar la oportunidad para dejar la barraca por un tiempo, aunque tendrían que ir vigilando que ningún otro pobre no se quedara con sus barracas y los dejara en la calle.

    ------------------------

    Un peli-lila había salido a dar una vuelta. Normalmente solía ir con su escolta pero esta vez había decidido salir solo, básicamente se había escapado. Estaba más que arto de tener siempre a alguien encima de él. Era el hijo del alcalde no del rey, y estaba un poco cansado de tanta tontería. No iba a pasarle nada. Él tampoco era tan debilucho como para que pudiese pasarle algo solo por ir a dar una vuelta. Para variar vio pasar a ese rubio que tanto le atraía la atención, persiguiendo al chico castaño de siempre. Parecía que jugasen. Eso hizo que se pusiera algo celoso, aunque él sabía que no había motivo para ello. Al rato vio como Sarjes regresaba sin éxito, al lado del peli-verde con quien hacía las guardias. Sus miradas se cruzaron y el rubio le sonrió consiguiendo que se sonrojara un poco.
    —¿Qué hace por aquí usted solo? —le preguntó en cuanto se acercó— es peligroso.
    —No lo es, no me ha pasado nada.
    —Como usted diga, ¿me permitiría que lo acompañase en su paseo? —le preguntó haciendo una pequeña reverencia.
    —Cl-claro —respondió el otro chico mirándolo fijamente.
    —Entonces, ¿me haría el favor de acompañarme a esa tienda? —señaló la tienda de flores que había al otro lado de la plaza y Acrous asintió.
    Al llegar a esa tienda Sarjes empezó a mirar las flores, estaba pensando cuál de las que había sería la mejor para darle ese día a su amado Acrous. No podía creer la suerte que había tenido de encontrarlo ese día a él solo. Le preocupaba que algo le pudiera pasar, pero ahora él lo protegería con su vida si era necesario. Quizás eso era una muestra su lealtad o de la devoción que sentía por el peli-lila, pero también era el amor. Sabía que se había enamorado del hijo del alcalde desde que lo había conocido y no podía remediar ese hecho, sólo podía mostrarle sus sentimientos a través de las flores. Él era un simple policía no tenía estatus para casarse con el chico más rico de la ciudad, pero velaría por su seguridad hasta el día de su muerte.
    Después de un buen rato mirando las flores Sarjes cogió una de estas y sonrió mientras se giraba para darle dicha flor a su acompañante. Acrous la miró y ladeó un poco la cabeza pensando para que le daría un girasol. No podía negar que no era lindo, le gustaban flores, sobre todo desde que Sarjes había empezado a regalárselas y a explicarle el significado de estas.
    —¿Qué significa esta, Sarjes? —le preguntó curioso aunque intentando disimularlo.
    —Que eres mi sol y solo tengo ojos para ti —ante esas palabras Acrous se sonrojó y miró hacia la flor para no tener que aguantar la hermosa mirada de Sarjes, no sabía que responderle así que fue el rubio quien habló de nuevo— te protegeré para siempre, así que sólo tienes que llamarme y vendré en tu ayuda.
    —Gra-gracias —fue la respuesta que este le dio sintiéndose algo tímido de repente.
    —Bueno, sigamos dando la vuelta.
    Le pagó la flor a la chica que estaba allí esperando y siguieron andado un poco más por las calles de la ciudad, hablando y pasando tiempo juntos. Tenían pocos momentos así de tranquilos, pero era suficiente para que ellos notaran que su amor crecía un poco más cada día. Ambos sabían que sería difícil llegar a un acuerdo matrimonial por la diferencia de estatus pero eso no quería decir que no pudiesen amarse para siempre.

    ------------------------

    Kinsuke después de la cita con Taiyo había decidido ir a visitar a su mejor amigo. Su novio le había contado que había hablado con Namikawa y a grandes rasgos Makoto tenía una especie de obsesión por huir, al menos según le había dicho el peli-naranja. Así que se había quedado algo preocupado y había decidido ir a visitarlo. Se podía notar que andaba algo raro, algo que empezaba a ser habitual desde que había empezado a ser el novio de Taiyo, pero se le veía feliz. O al menos eso pensaba Makoto mientras lo veía sentado en su cama con una sonrisa que decía “soy el más feliz del mundo porque mi novio me hace el amor todos los días”. Nunca se habría imaginado que Kinsuke, con lo inocente que se veía, fuese tan pervertido.
    —Entonces, ¿por qué huyes? —preguntó inocentemente Kinsuke yendo al punto clave.
    —Esto… yo no huyo.
    —Taiyo me ha dicho que sí.
    —No es cierto, es solo que Namikawa me pone nervioso.
    —¿Y eso no es algo bueno?
    —No lo es —respondió algo tajante el pobre castaño algo sonrojado.
    —Pero tú le gustas y él te gusta ¿no?
    —Él no me gusta… —negó sin mucha convicción— es solo un pervertido.
    —Pero… solo lo es contigo, por lo que me ha dicho Taiyo —fue lo que dijo Kinsuke ladeando un poco la cabeza y mirándolo con una sonrisa sincera— ¿no te hace feliz saber que es por ti?
    —Yo… —Makoto a este punto no sabía que responder, Kinsuke lo acababa de desarmar con sus palabras y sus gestos.
    —Taiyo también es muy pervertido, pero solo conmigo y eso me hace feliz.
    La cara de Makoto en esos momentos decía un claro “No es necesario que lo digas que se nota” pero no lo dijo. Era su amigo y no tenía por qué decir esas cosas que los avergonzaría a ambos. Suspiró y pensó en otra cosa que era bastante importante y en la cual Kinsuke no había reparado aún. Era tan inocente que seguramente no habría ni pensado en el tema.
    —¿Has tomado algo para evitar el embarazo? —le preguntó dejando al rubio completamente helado en su cama.
    —N-no…
    —Pues ya lleváis varios días de noviazgo y no precisamente siendo inocentes que digamos.
    —¿Q-que hago? —preguntó ahora Kinsuke entrando en estado de pánico— ¿y sí… y sí me embarazo…? ¿Y sí me deja…?
    —A ver, Taiyo no va a dejarte por eso, te ama mucho —respondió Makoto abrazando a su amigo quien estaba empezando a llorar al imaginarse que podía pasar si quedaba embarazado— intenta tomar las hierbas de ahora en adelante, aunque si ya has concebido al bebé no te harán nada y necesitarás otras para abortar.
    —Pero… yo… no quiero… abortar… —respondió él mirando a su amigo— quiero tener al hi-hijo de Ta-Taiyo…
    —Aun no sabes si estás embarazado, en todo caso toma estas hiervas por si acaso.
    Kinsuke las cogió y después de llorar un rato se fue a su casa. Makoto se sentía un poco mal. Era cierto que él solo quería cambiar de conversación pero tampoco quería hacer llorar a su amigo. Eso le había dejado un mal sabor de boca y a la vez se había quedado preocupado por él y por sus palabras al respeto.

    -----------------------

    En una plaza de la ciudad un chico de tamaño bastante más pequeño del normal estaba andando sin rumbo fijo. Se había hecho de noche y no había nadie por las calles, solo estaban él y su novio, quien lo miraba como siempre. Shinsuke estaba siguiendo el rastro de un espíritu que vivía por la zona desde hacía un tiempo. Estaba seguro de que había empezado a merodear por aquí después del accidente de la otra vez. Había muerto una chica y poco a poco su espíritu iba cobrando más fuerza e intensidad por los sentimientos que había en la plaza y por el vínculo que había con su muerte.
    Cuando por fin encontró el punto exacto que buscaba empezó con el ritual de las almas, para poder purificarla. Aunque para ello tendría que hablar con el espíritu, dejarse poseer y así poder mandarla al cielo. Tetsukado solo miraba el proceso como otras tantas veces lo había hecho. Después de cada ritual su novio quedaba bastante débil y vulnerable, por eso lo acompañaba. Al acabar con el espíritu lo llevaría hasta la iglesia que había allí cerca y donde ambos vivían y lo llevaría a su habitación. La iglesia al ser un lugar sagrado estaba libre de espíritus, con lo cual allí el pequeño Shinsuke estaría a salvo de cualquiera que quisiera poseerlo mientras estuviese débil.
    —Ya estoy —le dijo el pequeño, agotado por la purificación— ¿Nos vamos?
    —Claro —Tetsukado fue donde estaba su querido novio y lo cogió en brazos, que fuese tan pequeño y liviano era bueno en momentos así, y en otros— ¿Cómo te encuentras?
    —Ha sido más fácil que otras veces, aún estaba débil —le respondió con una sonrisa dejando que lo llevará— gracias por cuidarme.
    —No hay de qué —le devolvió la sonrisa y le dio un tierno beso en los labios.
    Ese era su trabajo, aunque se sentía un poco inútil por no poder ayudarlo más, él no tenía ningún poder. El único que tenía poder en esos momentos era Shinsuke, ya que era un poder ancestral de su familia, y solo sus ascendentes o descendientes podrían poseerlo. Por eso era tan importante que cuidara de su novio y que en un futuro tuvieran hijos, sino se perdería este poder al no haber descendiente alguno para albergarlo en su interior. Conocía todo eso y lo aceptaba. Él amaba al pequeño chico de cabello castaño y estaría siempre a su lado. No lo veía con malos ojos tener un hijo con este y ya sabían que su novio era doncel. Sólo que aún eran algo jóvenes en su opinión. Tarde o temprano estaba seguro de que tendrían unos hermosos niños médium que podrían ayudar a su padre con las purificaciones. Y él se encargaría de cuidarlos a todos para evitar que algo malo les pasara.

    Continuará...

    ------------------------
    Y hasta aquí este capítulo, que lenta que soy escribiendo, ¿eh? Joer… tardo siglos en colgar un capítulo, lo siento, sé que la espera se hace larga pero con los cursos y el trabajo me cuesta encontrar tiempo y aparte he tenido problemas técnicos que me lo han puesto más difícil… Perdonad, pero acabaré este fic sí o sí, lo prometo!

    Gracias por esperar y hasta pronto
     
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    Hola a todos, aquí vengo con una actualización del fic, aunque pueda parecer mentira es verdad, xd al fin, jajajaja siento mucho tardar tanto pero con el curro y todo me es difícil escribir, y ahora los caps los hago más largos y necesitan más elaboración para que salgan bien.
    Yo aviso que esto está llegando ya a su final, así que espero que les esté gustando.
    -------------------

    Capítulo 21
    En una casa adinerada de la ciudad estaban en una reunión los tres interesados. El señor Kirino, Ranmaru y Shindo, que tenían aún una conversación pendiente. El mayor de los tres, había hablado con Shindo sobre su decisión de adoptar y le había dicho que tenía dos días para pensarlo. Y ese día había llegado y tenían que saber la decisión de Shindo, el cual estaba un poco nervioso por lo que iba a decir. No era fácil mentalizarse para pedir la mano del hijo del señor cuando uno es un sirviente. Necesitaba coger fuerzas, ya que podía ser que lo despidieran y echaran a la calle por osar decir tal cosa.
    —¿Y bien? ¿Cuál es tu respuesta? —le preguntó ese hombre al chico que tenía delante de él.
    —Yo…
    —Por tu cara puedo adivinar que me tienes una sorpresa y no sabes si me gustará.
    —Sí, tiene razón —fue lo que respondió Shindo armándose de valor para poder decirlo— yo no puedo aceptar ser el hermano de Ranmaru-sama, porque yo lo amo.
    —¿Lo amas? —preguntó el padre viendo como su hijo se ponía más rojo que un tomate.
    —Sí, y lo que yo quiero es casarme con él.
    —Pero como se te ocurre decir tal cosa, dije que te adoptaría no que fuese a darte su mano —se escandalizó el hombre viejo que había delante de ellos.
    —Pa-padre, yo también lo amo y también quiero casarme con él —fue lo que dijo Ranmaru en defensa de Shindo aunque un poco avergonzado— estos dos días hemos hablado… esto… del tema…
    —Es verdad, señor, lo hemos hablado mucho y sabíamos que era arriesgado pedir tal cosa pero era algo que necesitábamos hacer. Nos amamos desde hace mucho, aunque hace poco que nos hemos declarado, y por eso no podemos aceptar su oferta.
    —Padre, me gustaría que nos apoyaras y ayudaras a que podamos casarnos y vivir felices. Shindo me protegerá en caso de que alguien quiera hacerme daño para conseguir nuestro dinero, y es mejor él que cual otro… ¿verdad? —le dijo Kirino a su padre mirándolo seriamente para que este entendiera que estaban determinados a llevar eso hasta el final.
    —Ranmaru —le llamó su padre para que lo escuchara— si es algo que ambos habéis decidido y tú lo amas y quieres casarte con él, entonces adelante, lo que me preocupaba era que tú no estuvieses de acuerdo.
    —Lo estoy.
    —Bien, haré vuestro compromiso oficial y veremos cuando haremos la boda. En el fondo me alegro de haber podido resolver el asunto tan rápido —fueron las últimas palabras del señor mayor antes de cerrar el tema, dejando a la parejita feliz de la vida.

    ---------------------------

    En otro lado de la ciudad había un grupo que se había reunido para intentar decorar las calles por las festividades que se avecinaban. Esta vez no eran tan pomposas como las anteriores pero no por ello eran menos importantes. Estas fiestas consistían en un concurso para ver quien decoraba la calle de manera más bonita. Luego habría unos premios para los ganadores. Así que había algo de motivación en ello, pero en el caso de una pareja concretamente no era esa su motivación, lo que ellos querían era pasar el rato juntos y conocerse un poco más. Ciertamente el peli-azul lo había invitado como una excusa para poder verle sin tener negocios de por medio.
    —¿Qué tal te lo estás pasando, Furetsu? —le preguntó al pequeño peli-naranja que estaba a su lado concentrado en unir dos cartones.
    —Mu-muy bien —le respondió este con una sonrisa— es la primera vez que lo hago, gra-gracias por i-invitarme —volvió a tartamudear el chico al darle las gracias.
    El pobre peli-naranja lleva un buen rato estando sonrojado ya que para algunos trabajos habían tenido que esta muy juntos los dos y eso le daba vergüenza. Aún no sabía muy bien por qué pero le gustaba el peli-azul, era tan amable y tan lindo con él, que no podía evitar pensar que era muy agradable y que quería pasar más tiempo con él. Aunque estar con él siempre le ponía nervioso y no podía evitar sonrojarse o tartamudear.
    —Me alegro —le respondió Yuuichi mirándolo con una gran sonrisa que hizo enrojecer más al menor— tenía ganas de pasar un día contigo.
    Furetsu al escuchar esas palabras se sonrojó aún más sin saber que responder y temblando un poco por los nervios. No se acostumbraba a estas cosas aunque le hacían bastante feliz. Yuuichi veía esas reacciones tan tiernas y le hacía pensar que quizás tendría una oportunidad con ese angelical chico. Quizás debía probarlo y que mejor que esta oportunidad.
    —Furetsu —llamó al menor esperando que este lo mirara, sus ojos se encontraron y el menor se sonrojó bajando la mirada rápidamente— me gustaría saber qué opinas de mí, tú me gustas, y si yo te gusto me gustaría que aceptarás ser mi novio.
    —Y-yo… —el pobre no sabía que responder, sí, el mayor le gustaba, pero le parecía muy irreal que se le declarara— t-tú… me gustas… ta-también…
    —Entonces, ¿quisieras ser mi novio?
    —N-no sé… e-es muy pronto…
    —Pero nos queremos, y con el tiempo podemos conocernos más.
    —S-sí —fue su respuesta viendo como el otro se le acercaba un poco.
    —¿Que me respondes, al final? —le volvió a preguntar viendo ese sonrojo.
    —E-está bi-bien —fue lo que respondió al final el menor antes de recibir un beso en la mejilla que hizo que su rostro quedara tan rojo que parecía un tomate maduro.
    —Gracias —le dijo el mayor con una gran sonrisa antes de seguir trabajando— ¿Qué te parece si ahora ponemos esto aquí y seguimos decorando la otra parte? —preguntó señalando hacia el otro lado de la calle.
    —Bi-bien.
    —Ya hemos vuelto —dijo la voz de Tenma des de la otra punta de la calle, donde estaban los dos chicos decorando.
    —Ho-Hola, Tenma —respondió el peli-naranja mirando a su amigo un poco sonrojado.
    —¿Pasa algo Furetsu? —le preguntó acercándose a él— ¿Tienes fiebre? —le tocó la frente con su mano y lo pensó un poco, pero al final negó— no lo parece.
    —Ya déjalo Tenma, seguro que no es nada —le dijo un peli-azul que llegaba justo detrás del castaño.
    —¿Estás seguro? —preguntó el castaño con un mohín de preocupación.
    —Sí, él está bien, por cierto, vamos a acabar con nuestra parte de la decoración que ya hemos comprado lo que nos faltaba.
    —Está bien, Kyosuke —dijo feliz cogiéndolo de la mano mientras ambos se sonrojaban un poco por la acción del castaño— Me lo estoy pasando muy bien, gracias por invitarme.
    —No es nada —fue la única respuesta antes de que ambos se pusieran a trabajar para acabar con su parte de la decoración.

    ---------------------------

    Ichino fue otra vez a la casa de campo de Ichiban donde podría encontrar a su amado Aoyama. Ya se habían declarado y estaban enamorados pero faltaba hacer un último paso para que esto fuera bien, pedir su mano a Ichiban, el señor de la casa donde Aoyama trabajaba. Seguramente le pediría algo a cambio, ya que al casarse con el moreno, se lo llevaría a vivir a su casa y tendría que dejar su trabajo en la casa de los Ichiban para hacer de señor de la casa de los Ichino, junto con él. Estaba un poco nervioso pensando en que le podrían pedir a cambio de la mano del moreno, pero él pagaría el precio que fuese necesario con tal de tener a ese hermoso chico junto a él para siempre.
    —Hola Nanasuke-san —le dijo Aoyama al verle en la puerta de la casa, se fijó en que no había nadie cerca y se le acercó para darle un pequeño beso en los labios, separándose muy sonrojado— Bi-bienvenido.
    —Hola, ¿Qué tal va el trabajo? —le preguntó este con una sonrisa por ese beso y ese sonrojo.
    —Bi-bien, ho-hoy esta Ichiban-sama en casa…
    —¿E-enserio? —preguntó Ichino ahora algo más nervioso, tragó saliva y se armó de valor— entonces sería un buen momento para pedirle tu mano.
    —S-sí… —respondió Aoyama mirando hacia el suelo algo nervioso y sonrojado— t-te llevaré junto a él.
    Ichino siguió a Aoyama pensando en que decirle al hombre que era el amo de este. Debía mostrarse seguro de ello y mostrar que era todo un hombre delante del moreno, no podía quedar como un perdedor. Así que estaba preparándose mentalmente para hacer las cosas bien y decir las cosas correctamente. Al llegar a una gran puerta Aoyama llamó y la abrió dejando ver una gran sala donde estaban un chico de cabello naranja y otro rubio. Tragó saliva y caminó hacia delante con toda la valentía que en esos momentos no sentía.
    —¿Aoyama que quieres? —le preguntó Ichiban apartando al rubio que estaba sentado en sus piernas de un modo algo erótico.
    —Ha-ha venido Ichino-san a hablar co-con usted.
    —Te veo nervioso —le dijo Yoichi muy divertido por ese sonrojo que mostraba el moreno.
    —N-no es verdad.
    —Claro, lo que tú digas, pero tartamudeas —se rió un poco Yoichi del otro chico.
    —Yoichi, por favor —le llamó Ichiban para que se calmara— ¿De qué quiere hablar conmigo señor Ichino?
    —Yo quisiera pedirle la mano de Aoyama —fue lo que dijo mostrando que era un hombre, a pesar de que por dentro estaba teniendo un ataque de nervios.
    —¿De Aoyama? Es mi mejor sirviente.
    —Le daré lo que me pida, a cambio de su mano.
    —Su precio es alto, ¿ya podrá pagarlo?
    —Haré lo que esté en mi mano para que así sea, Aoyama es muy importante para mí.
    —Ooooh —soltó un rubio enternecido por lo que dijo el peli-blanco y por el sonrojo del moreno por esas palabras— a ver cuándo me dices tú estas cosas, capitán.
    —Eso no viene al caso, Yoichi —le dijo mirándolo serio y con el ceño algo fruncido— entonces, vamos a cerrar el trato.
    Ichiban puso sobre la mesa lo que él pedía a cambio de la mano de Aoyama, y este quedó sorprendido porque el precio era realmente alto. Ichino se quedó pensativo viendo como lo haría para conseguir pagar ese precio porque lo conseguiría aunque ahora mismo era un poco difícil. Se notaba que Ichiban era un hombre de negocios, sabía muy bien cómo obtener grandes beneficios de todo. El peli-blanco aceptó y firmó el trato, no iba a retractarse de sus palabras y conseguiría la mano de Aoyama costase lo que costase.
    —Volveré por ti cuando tenga lo que me ha pedido tu señor.
    —Estaré esperando por ti.
    Cuando Ichino se fue, el moreno suspiró, sabía que ese precio era demasiado para el pobre campesino. Mientras caminaba por un pasadizo de la mansión se encontró al rubio que lo esperaba. Volvió a suspirar pero el rubio no se dio por vencido y lo siguió. No eran amigos pero Yoichi entendía los sentimientos que debía tener el moreno en esos momentos. Todos sus pensamientos debían ser dudas y de seguro se sentiría triste, no podía simplemente dejarlo sólo, y sería divertido meterse por en medio.
    —Ichiban se ha pasado un poco con el precio —le dijo Yoichi a Aoyama.
    —Ichino no es rico, nunca va a poder pagarlo y no nos vamos a casar —respondió el moreno antes de que empezaran a caer lágrimas de sus ojos— ha sido muy cruel al poner un precio tan alto.
    —¿Y porque no huyes y te vas con Ichino?
    —Porque él me ha dicho que quería hacerlo legalmente.
    —Es un buen chico, espero que consiga reunir lo que Ichiban ha pedido.
    Después de eso decidió irse dejando al moreno en su habitación llorando a mares, quizás hablar con el pelo-naranja sería una buena opción, podría conseguir que rebajase un poco el precio del moreno, al fin y al cabo no era el único sirviente que había en esa casa, y mayordomos se podían encontrar en otros sitios.

    --------------------------

    Cierto conejito estaba ya fuera de la ronda, había acabado con su trabajo y se dirigía hacia su casa sonriendo satisfecho por el día de trabajo. Realmente le gustaba su trabajo y siempre volvía feliz a su casa al pensar que lo había hecho lo mejor que había podido. Y porque negarlo, se lo pasaba bien con su compañero de patrulla. Hablan de varias cosas y al fin y al cabo ambos amaban a un peli-lila, eso ya les unía en cierta manera.
    —Hi, Fey —le saludó una voz que hizo que el conejito se sonrojara.
    —Ho-hola Alpha —le respondió mirando hacia el chico de cabello lila que le gustaba.
    —¿Vas para casa?
    —Sí, ¿y tú?
    —Yo al hostal, mañana me iré de nuevo a mi ciudad.
    —Oh —dijo triste Fey bajando la mirada— ¿volverás?
    —Sí, porque aquí tengo a alguien muy especial para mí.
    —¿A si? —preguntó con algo de curiosidad y miedo.
    —Hace poco que nos conocemos, pero es alguien muy importante.
    —Me alegro de que tenga a alguien así —le dijo sonriendo aunque un poco triste.
    —¿Tienes tiempo, Fey?
    —Bu-bueno, s-sí…
    —¿Te gustaría que diésemos una vuelta?
    —¡¡¡FEEEY!!! —se escuchó un grito que consiguió que el pobre conejito diera un salto— por fin te encuentro, ¿Dónde te habías metido? Llevo horas esperando en tu casa…
    —¿E-Einamu? —preguntó viendo de reojo como Alpha levantaba una ceja preguntándose quien era ese peli-canela.
    —Esto, e-es un amigo, se llama Einamu.
    —¿Y este quién es? —le preguntó el chico mirando al koala, dándose cuenta de su presencia— No me digas que es tu novio y me he metido en mitad de una cita…
    —E-esto… —Fey no sabía que responder pero Alpha sí, al parecer.
    —Pues sí, eso es.
    —¿En serio? —se acercó al peli-lila mirándolo desafiante— como le hagas algo, te las verás conmigo.
    —Entendido, lo tendré en cuenta.
    —E-Einamu —le llamó Fey casi sin voz y con un gran sonrojo mirándolo con los ojos algo aguados, cosa que hizo que el corazón de Einamu diera un vuelco y se sonrojara.
    —No diré nada más, pero espero que te cuide bien, me voy para tu casa y me esperaré a que acabes la cita con este, pero no me hagas esperar mucho.
    Después de decir eso se fue dejando a la pareja mirando hacia sitios distintos. Alpha miraba al conejito y este miraba al suelo con un gran sonrojo sin saber muy bien que decir. Era todo muy raro y lo único que había entendido era que Einamu se había peleado con Gamma de nuevo y había ido a su casa a refugiarse.
    —Fey, en verdad me gustas, y me gustaría que fuésemos novios, por eso mañana me iré a hablar con mi padre para que me deje montar un negocio aquí y poder vivir contigo, sí tú estás de acuerdo con eso.
    —Y-yo, l-lo estoy —respondió con una sonrisa abrazando al koala quien le devolvió el abrazo.

    ------------------------

    Estaban cuatro chicos en otra calle, juntando cartones y cajas de madera para montar unos efectos que fuesen dignos de ver, querían que su calle ganara el primer premio del concurso de calles adornadas, aunque también estaban aprovechando para otras cosas. Como por ejemplo cierto peli-naranja que en esos momentos estaba acosando a su rubio en una esquina, dejando de lado la decoración que estaban preparando momentos antes.
    —Ta-Taiyo… —le llamó el rubio un poco jadeante por las caricias del otro chico— n-no es el momento.
    —Vamos, solo un poco… es que eres tan lindo que no lo puedo evitar.
    —Pe-pero…
    Se estaba dejando llevar por esas manos tan expertas después de tantas veces, cuando a su mente llegaron las palabras de su amigo sobre el embarazo. Algo no estaba bien, esos últimos días no se había estado sintiendo del todo bien, y eso le preocupaba un poco. Esos pensamientos hicieron que empujara a Taiyo con todas sus fuerzas sorprendiéndolo.
    —¿Kinsuke? —dijo con la voz un poco sorprendida.
    —Y-yo lo siento —le respondió con ojos algo llorosos volviendo al trabajo dejando a un pobre Taiyo sin saber que decir.
    En esos momentos pensó que quizás Makoto sabría algo de ese extraño comportamiento así que fue a donde estaban el chico pirata y el chico lector, para ver si le podían ayudar, pero los encontró a medio beso. Y decidió no molestar. Podía ser muy él, pero no dejaba de ser considerado con sus amigos, él entendía que no era un buen momento para molestar, y si lo hacía seguramente Namikawa lo mataría más adelante, y él tampoco quería morir. Aunque si Kinsuke había dejado de amarlo, quizás se lo replantearía.
    —Namikawa… —susurró el Makoto cuando sus labios se separaron en busca de aire.
    —Yo te amo, princesa —le dijo simplemente— y sé que me correspondes, así que me gustaría que fueses mi novio y futuro esposo.
    —¿E-esposo? N-no es ir un poco rápidos…
    —No, no lo creo. Solo debes aceptar.
    —Bueno, yo también te amo, pe-pero tengo una condición…
    —¿Una condición?
    —Sí, no quiero que-que te me-metas en más pe-peleas…
    —No sé si puedo prometer tal cosa.
    —E-entonces…
    —Pero lo intentaré, ¿de acuerdo? —dijo desviando la mirada pero cediendo a la petición de su uke.
    Taiyo desde detrás de la pared lo había escuchado todo, aunque solo había visto una pequeña parte. Ya le valía para poder burlarse de su amigo por haber cedido a lo que le pedía el chico católico, tan rápidamente. Tan RBD que decía ser siempre, y luego tan sumiso que era cuando veía que podía perder a su princesa. Sería cosa del amor, pero no dejaba de ser divertida ña idea de burlarse de él por ello.

    -----------------------

    Sarjes al acabar con su ronda de patrulla, al igual que Fey también se dirigía a su casa. Al llegar a esta se encontró una sorpresa que realmente no esperaba. Un chico de cabello azul estaba sentado en la puerta de su casa, acurrucado en su ropa, aunque no hacía mucho frío por las noches la temperatura era un poco más baja que durante el día. Se acercó a él y se sentó a su lado.
    —¿Qué haces aquí Ishigashi? —le preguntó mirando hacia el frente.
    —Ozrock no me quiere y he venido aquí.
    —¿Por qué dices que no te quiere?
    —Porque estoy embarazado.
    —No veo la relación.
    —Desde que le dije que estoy esperando a su hijo siempre está ocupado y no tiene tiempo para mí.
    —¿Quieres pasar? —le preguntó Sarjes al chico mientras le abría la puerta de casa— puedes quedarte aquí unos días, si quieres.
    —Quiero, así le doy tiempo a Ozrock para que venga a buscarme.
    Dicho esto entraron a la casa y allí se estableció el silencio entre ambos, Ishigashi consideraba que él ya había dicho todo lo que debía decir y al ser así ya no había necesidad de hablar. Sarjes preparó algo de comida para la cena, y le sirvió también un poco a su invitado. Mirándolo pensó que las relaciones de pareja eran más complicadas de lo que parecían, pero también que no le importaría arriesgarse si era con cierto peli-lila que le parecía tan tierno. No sabía cuándo tendría tiempo de declararse formalmente, ni tampoco si debía, siendo el otro chico el hijo del alcalde de la ciudad, y él un simple policía. La vida era tan cruel a veces. De todos modos Acrous siempre reaccionaba bien a lo que él le daba y eso le hacía feliz.

    ---------------------

    En una colonia no muy lejana de allí, se habían reunido todos los chicos grandes, y Hikaru, que a pesar de ser más joven era una parte implicada en el tema. Aunque la mayoría no sabía que pintaban allí. Y menos los que aún se estaban recuperando de alguna quemada que otra del incendio de la fábrica. Kariya era quien había hecho llamar a los demás, y como el mayor de los hijos del jefe tenía su poder, por eso habían acudido todos a su llamada.
    —Mi padre me ha dicho que si quiero casarme con Hikaru, tengo que volver a poner la fábrica a flote.
    —Ma-Masaki… —tartamudeó el pobre corderito rojo por las palabras del otro peli-azul.
    —Necesitaré ayuda, y saber en quien puedo contar.
    —Puedes contar con nosotros —dijo Hamano tomando la mano de Hayami y levantándola.
    El pobre castaño se sonrojó por el acto del mayor pero asintió con la cabeza. Le gustaba que Hamano fuese tan bueno y ayudara a los demás, aunque normalmente siempre la liaba y traía más desgracias y problemas que ayuda, lo hacía sin malicia. Él ayudaría a Hamano para que esta vez le fuese bien en su cometido, fue lo que pensó esbozando una pequeña sonrisa antes de ser abrazado por Hamano y que casi le diera un ataque.
    —También conmigo, hermano —le dijo Taiga ante la mirada de Sousuke, que no era muy bonita.
    —Yo no pienso ayudar —dejó en claro.
    —Pe-pero Sosuke, ¿Por qué no?
    —Porque a mí no me va ni me viene eso.
    —¿A no? —le respondió Kariya con una sonrisa— y si mi padre se niega a dejarte casar con Taiga hasta que cumplas con algo, y no te ayudamos y no lo logras, entonces, ¿Qué?
    —¿E-eh? —preguntó el pobre leoncito algo perdido en la conversación.
    —¿Y quien dice que yo vaya a pedir la mano de Taiga?
    —A no, ¿no quieres casarte con él?
    —No he dicho esto —le gritó al otro peli-azul viendo la cara triste que había puesto su novio— vale, vale, ayudaré —aceptó de mala gana consiguiendo que Taiga levantara la cabeza con los ojos esperanzados.
    Sousuke tragó saliva pensando que su novio era la cosa más tierna que podía existir en ese mundo, y también más fácil de leer que un libro con las páginas abiertas. Al ver que Sousuke aceptaba Saru miró un momento a su alrededor antes de aceptar también. Seguía pensando en Sousuke como un buen amigo, aunque sabía que no sería rival para Taiga tampoco lo quería.
    —Si Sousuke acepta, yo también, así tendremos más tiempo para pasarlo juntos.
    Taiga lo miró un poco mal pero fue Gillis quien intervino esta vez. Estaba teniendo mucha paciencia y había conseguido algún avance con el peli-blanco, pero este al parecer seguía prefiriendo a ese castaño y no entendía que le veía. Dio un paso adelante y lo miró fijamente.
    —Yo también acepto, me encargaré de cuidar de Saru ya que aún no está acostumbrado a este sitio.
    —Ya me he familiarizado.
    —Sigues herido —le rebatió mirando sus quemadas y acariciando una rascada que este tenía en el brazo.
    —Cállate —le respondió algo sonrojado por esa acción— peor está Minamisawa, que aún va con el bastón porque no puede apoyar el pie.
    —Eso es cierto, pero él ya tiene a Kurama para que lo cuide.
    —¡¿QUÉ YO QUÉ?! —gritó un Kurama interviniendo en la conversación.
    —Yo no lo cuido, él se cuida solo.
    —Vamos, Nori-chan, no seas tímido, todos saben lo que sientes por mí.
    —Yo no siento nada por ti, imbécil —le respondió dándole una patada en su pierna mala.
    —Auch…. —soltó Minamisawa cerrando los ojos con fuerza por el dolor— esto duele…
    —Yo me voy, aquí no pinto nada —dicho eso Kurama se fue de allí sintiéndose el peor ser humano del mundo por hacer tal cosa.
    Los otros dejaron la discusión al ver la escena, y todos sintieron el dolor y la pena por Minamisawa, aunque algunos no lo demostraron. Sí, los RBD tenían una imagen de fríos por mantener, pero a pesar de eso solo era la apariencia y en el fondo también sentían como todo el mundo.
    —¿Qué le ves, para que le vayas detrás después de todo lo que te pega? —le preguntó Saru, quien al ser nuevo aún no entendía muchas cosas.
    —Que es tan tierno y tímido… en el fondo ahora mismo se está sintiendo culpable por la patada que me ha dado pero le da vergüenza reconocerlo, y vino a salvarme cuando se incendió la fábrica, sino fuese por eso estaría muerto….
    —Lo hemos entendido, cállate ya —le cortó Kariya que ya se sabía el rollo de memoria— ¿Me ayudarás?
    —No estoy en condiciones para ello, tengo que hacer reposo, solo he venido porque nos has llamado.
    Kariya aunque no lo dijo lo entendió y lo dejó irse, sería RBD, pero tenía su corazón y con el pie roto de poco le serviría tenerlo de ayuda, de todos modos si encontraban algo que Minamisawa pudiese hacer se lo llevarían y le pedirían ayuda.

    -----------------------

    Yuchi y Chet habían ido a dar una vuelta por la ciudad, a Chet le gustaba ver cómo la gente se esforzaba en decorar las calles y también como lo hacían. Yuchi había accedido a acompañarlo solamente porqué este se lo había pedido. Era fácil, al final siempre hacía lo que Chet quería, porque le encantaba verle feliz y con una gran sonrisa en los labios. Pero también había accedido a ir con él porque. Después de una noche de pasión Chet había lloriqueado, durante todo el día siguiente pidiendo que lo acompañara si o si, donde él quería. Y él como buen futuro esposo no podía negarse a una petición como esa.
    —Yuuuuchi —llamó a su novio mirando hacia una tienda de frutas exóticas— mira esa fruta, pone que se llama coco, nunca la había visto, ¿a que sabrá?
    —Pues la verdad, no la he probado nunca.
    —Quiero probarla.
    —Bien, entonces vayamos a la tienda a comprar un coco.
    En otro sitio no muy lejano, estaba un pequeño chico bajito hasta más o menos la cintura de las demás personas. Que iba junto con su novio, andando por la calle. O más bien caminando rápido, porque Shinsuke había acelerado el paso al notar algo extraño. Al llegar a un cruce, cayó de culo contra el suelo algo sorprendido. Al abrir los ojos vio una chica de su misma estatura, también en el suelo, de pelo verde y ojos oscuros.
    —Lo siento —se disculparon ambos a la vez.
    —Estás bien Konoha —le preguntó un chico muy alto que llevaba un pañuelo en la cabeza y tenía el pelo claro y largo.
    —S-sí, estoy bien.
    —Tú eres exorcista, también, ¿verdad? —le preguntó Shinsuke.
    —Sí, igual que tú —fue la respuesta de la chica, la cual se fue acercando lentamente a su novio.
    —Por la altura, eres del mismo grupo de exorcistas de elite.
    —He venido siguiendo unas ondas…
    —Yo igual, vienen de esa tienda.
    La chica de cabello verde asintió con la cabeza y ambos se quedaron mirándola intentando comprender esa sensación. Era muy extraño notar algo como eso en la energía ajena a los seres vivos, pero no era ningún error, ambos habían llegado hasta allí buscando la misma respuesta. No estaban equivocados aunque no fuese algo habitual.
    —Es amor…
    —Sí, de un ser inanimado hacia uno animado.
    —“Por favor, dadme alma para estar junto a él” —fue la petición que les llegó a los dos exorcistas-médiums.
    Se miraron a los ojos, y al buscar la fuente de ese mensaje comprendieron que venía de un coco que en esos momentos estaba en brazos de un rubio de pelo largo. Ellos se concentraron y solo con eso pudieron notar como ese “amor” se metía dentro del cuerpo del rubio, haciendo que ese coco volviera a ser un coco normal. Ambos se miraron el uno al otro sin entender muy bien que había pasado. Un coco que tenía alma había traslado su alma a una mórula de un futuro bebé que se estaba formando en el cuerpo de un rubio allí presente.
    —¿Ese coco se había enamorado del chico rubio? —preguntó Konoha sin saber muy bien como decirlo sin que sonara raro.
    —Sí, eso me ha parecido a mí también.
    —E-es romántico, p-pero raro
    —No entiendo nada de lo que decís —dijo Kousaka mirando a su novia que parecía hablar en otro idioma.
    Tetsukado se encogió de hombros y esperó a que su novio acabara de con lo que hacía. Tenía varias cosas que preguntarlo al chico, ya que no había entendido nada de la conversación desde que esa chica había aparecido y tenía muchas dudas al respeto.

    -------------------------

    Minaho se había instalado en la casa de Yukimura, para pasar unos días, había investigado las habitaciones, la nevera y todo en general, como buen detective debía ver hasta los detalles más pequeños. Sabía que Hayato tarde o temprano aparecería y que Manabe e Ibuki iban a estar algo molestos por esos cambios, pero esperaba poder sacar algo bueno de todo eso.
    Lo que no se esperaba era otra visita aparte de esa, la visita de un peli-gris de ojos negros, que parecía bastante rico y que no tenía mucha educación con la gente que no era de su estatus. Al entrar lo miró mal. Si, estaba ya un poco harto de que hubiese siempre gente nueva en casa de su amado zapatero. Era un amor prohibido y probablemente unilateral pero eso no significaba que pudiese tener siempre a chicos en su casa como si fuese lo más normal del mundo. ¿Qué era un playboy? No podía permitir eso.
    —¿Quién eres tú? —le preguntó bastante malhumorado— vistes harapos y estás muy sucios.
    —Gracias por estos halagos. Me llamo Minaho y vivo aquí temporalmente.
    —¿Y Yukimura?
    —Se ha tenido que ir, regresará en unas dos semanas, me ha pedido que le guarde la tienda de mientras.
    —¿Por qué debería creerte?
    —Por qué es la verdad.
    —¿Y de que lo conoces?
    —A él, de nada, yo conozco a Oujika, uno de sus amigos.
    —Sé quién es… por desgracia… —dijo haciendo un lindo puchero.
    —¿Entonces, te gusta Yukimura?
    —Eh, eh, n-no… esto…
    —Cuando regrese le diré que has venido, ¿Cómo te llamas?
    —Miyabino —respondió automáticamente, aunque luego al darse cuenta se dio la vuelta algo avergonzado— si no está Yukimura no tiene caso que me quede.
    Y desapareció de la tienda dejando a un búho algo divertido por la escena. Cerró la puerta y se sentó en la silla, era mucho más cómoda que la suya, no tenía ni punto de comparación, al menos esta tenia las 4 patas iguales y eso ya era mucho. Ahora sí, no tardaron mucho en llegar las personas que estaba esperando.
    —Minaho, ¿estás allí? —escuchó la voz de Hayato el cual aún estaba algo escéptico.
    —Hola, os esperaba —dijo saludando también a los niños.
    —Hola, tío Minaho.
    —¿Venís a quedaros para pasar la noche?
    —Sí, al menos a mis hermanos sí, los voy a dejar aquí, yo voy a regresar a la casa, para evitar que otros pobres nos la quiten.
    —¿En serio? Parece que va a llover.
    —Da igual.
    Y otro que sin decir más se fue de la casa dejando la puerta abierta. Minaho suspiró, su amigo era muy terco. Al menos les preparó algo de comida, intentando que quedara algo comestible para los niños, y los metió en una de las camas, donde durmieron cómodamente los dos con una gran sonrisa. Lo que se iba a perder Hayato por ser tan terco. Poco después se aseguró de que todo estuviera bien cerrado y se fue a dormir también, él a la habitación de al lado de los niños por si pasaba alguna cosa.

    ---------------------

    En una mansión rural algo lejana estaba el siempre lindo de Shuu, tumbado en el suelo mirando las estrellas, pensando en ese tabernero tan guapo y amable que había conocido hacía poco. Después de conocerlo había pensado en cómo sería si él trabajase en la taberna con Hakuryuu, podía dejarle la mansión a su hermana, la cual se casaría con algún chico rico de la zona y podrían formar una linda familia. Él había pedido a sus padres que rompieran su compromiso con el vecino, y a cambio le habían ofrecido la mano de su hermana. Con eso todos habían sido felices, ya que al vecino, llamado Kai, le gustaban las chicas y siempre había preferido a Shin, y era correspondido. Kai era un chico sencillo y amable, a pesar de ser de los ricos de la zona no se lo tenía muy creído y adoraba a su hermana. Eso le hacía feliz. Cuando supo que su prometido era él rechazó la oferta de inmediato y pidió a sus padres si en vez de eso podían prometer a Shin con Kai. En un principio los padres no estuvieron muy de acuerdo pero al ver que Shin estaba feliz con eso y que el acuerdo tenía mejor futuro así no discutieron y aceptaron.
    —Hermano, ¿en qué piensas? —le preguntó la dulce Shin, sentándose a su lado.
    —En tu relación con Kai, me alegro que os vaya bien, os quiero mucho a ambos.
    —Gracias, sin ti no habría podido ser.
    —Yo creo que sí, Kai hubiese propuesto este mismo trato.
    —¿Y tú que harás?
    —Creo que saldré de viaje. Quiero ir a visitar a una persona.
    —¿Alguien querido para ti?
    —Sí, alguien con quien quisiera estar por siempre.
    —Espero que tengas mucha suerte y que seáis muy felices.
    —Gracias.
    Era un pequeño adiós, ya que seguramente Shuu se iría pronto y no tendrían la oportunidad delante de sus padres. A pesar de todo en esos momentos Shuu era un hijo que sobraba en esa mansión, con lo cual tenía que irse de todos modos, y era mejor si decidía irse por su cuenta propia.
    —Te casas mañana, ¿ya deberías de estar aquí?
    —No, pero presentía que algo así iba a pasar, y no quería que te fueses sin poder despedirme.
    —Me iré mañana después de que deis vuestros votos, no me despediré de nadie, solo dejaré una carta, espero que tú puedas hacerlo por mí.
    —Claro hermano, mucha suerte.
    Shin se acercó a su hermano mayor y le dio un beso en su mejilla como despedida y también como un deseo de buena suerte y una muestra de afecto. Lo quería mucho y saber que no se verían en mucho tiempo le dolía, pero era así la cosa. Ahora la dueña de la casa sería ella y un hermano mayor solo complicaría las cosas. Ya estaba todo decidido, ahora solo quedaba esperar que fuese todo bien para ambos.
    Continuará…

    --------------
    Hasta pronto espero, gracias por seguirlo hasta aquí, y espero que les esté gustando el desenlace.
     
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    Capítulo 22
    Había llegado el día en que volvería a verse con esa chica de cabello verde y corto, se le había hecho raro que fuese tan bajita, de más o menos su misma estatura, él creía que ya no habrían más personas con ese problema de tamaño a parte de él, pero al parecer sí. Todo esto tenía un significado oculto que aún no habían explicado a nadie, pero que ahora se desvelaría, Tetsukado no había parado de hacerle preguntas desde ese día y ya sabía que tendría que explicárselo.
    —Hola Konoha —la saludó tuteándola a pesar de ser solo el segundo día que se veían.
    —Ho-hola Shinsuke —fue su respuesta tímida.
    Los cuatro entraron en un bar, más concretamente en el de Ibuki, para tomar algo. Así podrían hablar más tranquilamente que en medio de la calle donde había mucho ruido. A esta hora aún no había borrachos así que estaba tranquilo. Pidiendo las bebidas que un chico peli-blanco les sirvió y empezaron con la conversación aunque no sabían como empezarla.
    —Contadme ya que es lo que pasa.
    —Está bien —le respondió Shinsuke a su novio con un suspiro— al parecer Konoha también es del linaje antiguo de la familia de médiums, y tiene poderes como yo, a parte de que ha heredado esta estatura.
    —¿Qué tiene que ver la estatura?
    —El linaje fuerte de médiums se caracteriza por ser de una estatura muy pequeña.
    —No lo entiendo.
    —Des de tiempos inmemoriales ha sido así. Por eso se solían casar a personas que fuesen de tamaño pequeño, entre ellas para que dieran hijos de esa estatura, pero eso no afecta en el resultado. Las estadísticas lo has demostrado, ese depende del feto pero no de los padres.
    —Pero el feto es un ser no nato… —Tetsukado estaba un poco liado.
    —Shin, espera un momento que no he acabado —suspiró y siguió hablando— depende de la energía espiritual que pueda absorber, durante el embarazo, cuanto más poder espiritual menos estatura tendrá.
    —¿Eso significa que el poder espiritual impide el desarrollo total?
    —Sí, se puede decir que es un precio a pagar, te hace poderoso como médium pero débil en cuerpo, por eso siempre me debilito tanto después de hacer los exorcismos, porqué mi cuerpo no puede soportar el esfuerzo.
    —Entonces, es más una maldición que una bendición —dijo Kusaka quien habló por primera vez en ese día— aunque después depende de cómo lo vea cada persona.
    —Ciertamente, antes era un honor, pero ahora mismo, yo creo que prefiero que mis hijos sean normales o unos médiums normales, no necesito que sean extraordinarios —explicó Shinsuke quien no quería que sus hijos tuviesen que depender siempre de alguien al debilitarse— luego se volvió a centrar en Konoha— ¿entonces, a que linaje perteneces?
    —Pertenezco a-al de Ko-Konoha, me pu-pusieron el mi-mismo nombre porque so-soy la última.
    —No sabía que en el linaje de Konoha también pasara eso.
    —Pa-pasa en to-todos creo…
    —Ya veo, yo nunca me he relacionado con gente de otros linajes, hasta ahora.
    —¿T-Tú de cu-cual e-eres? —le preguntó la tímida Konoha a su compañero.
    —Del linaje Suna —fue su respuesta— aunque ya debes saber que después de ese accidente nadie quedó vivo, yo fui el único, en ese momento ya no estaba viviendo allí, estaba en un viaje.
    —¿D-de aprendiza-zaje?
    —No, estaba en la búsqueda de alguien con quien compartir mis genes, en principio tenía que ir a otra aldea de médiums para conocer a otro linaje, pero a mitad camino nos emboscaron y me quedé solo. Poco después conocí a Shin, y decidí quedarme con él.
    —¿Y t-tú linaje?
    —Ya había caído para ese entonces, al parecer la gente que había pedido conocerme para el matrimonio, lo que quería era derrocar el linaje y eso fue solo una estrategia para que bajásemos la guardia.
    —Por suerte, él pudo salvarse y desde entonces hemos estado juntos.
    —Me-Me alegro.
    —¿Y vosotros?
    —Yo… fui secuestrada por unos bandidos, Kusaka era el jefe de ellos, pero al final él me salvó y sigue a mi lado.
    —Me enamoré de ella y decidí que la seguiría donde fuese hasta que ella me correspondiese.
    —Y-ya veo, no sé si decir que es romántico o aterrador —respondió Shinsuke mirándolos con una gotita en la sien.
    —Me-me cuida mu-mucho en los mo-momentos i-importantes —explicó sonrojada saliendo en defensa del chico más alto.
    Con esto la conversación siguió un poco más, aunque fue de cosas transcendentales que a nosotros ya no nos interesa, con lo cual nos iremos a otro sitio de esta misma ciudad. Lo único que añadiré es que de aquí nacieron unas buenas amistades de esas de para toda la vida.

    -----------------------------

    Algunos de la fábrica habían ido a la ciudad para ver si podían resolver su problema. Tenían que ayudar a reconstruir la fábrica para ayudar a sus amigos a poder casarse y pasar el resto de su vida juntos. Entre ellos había ido el pequeño Taki Yoshihiko, hermano de Sousuke, que estaban viendo si podía ayudar en algo, pero más que nada había insistido porqué le apetecía salir y no había nada que él pudiese hacer en la fábrica desde que esta se había quemado. Al llegar a la ciudad había perdido a los demás de vista, casi al instante. Cada uno iba por su cuenta y nadie se preocupaba por él. Al principio se sintió desconcertado pero luego decidió que él también iría por su cuenta.
    —¿Qué haces por aquí con esta cara de perdido? —le preguntó un niño más o menos de su edad, o eso pensaba él, con una sonrisa algo tierna.
    —He venido con unos amigos pero nos hemos separado.
    —¿Entonces estás perdido de verdad? —preguntó curioso.
    —Eso creo —le respondió el otro chico también sonriendo un poco— ¿y tú?
    —Yo estoy viviendo por aquí cerca, durante unos días.
    —Yo vivo en la fábrica, pero se ha quemado y como no podemos trabajar, hemos venido a ver si podemos ayudar en algo viniendo a la ciudad.
    —Mi hermano trabaja como ladrón, no tenemos nada y vivimos de eso y de lo que nos dan.
    Ante eso el castaño extranjero se quedó callado, sin saber que responder. El otro chico parecía orgulloso de su hermano, aunque si era quien traía la comida a casa era normal, en cierto modo. La ingenuidad de ese chico se le hizo muy tierna a Yoshihiko. No se suponía que él tendría que ir contando esas cosas pero a él realmente no le importaba mucho, tampoco tenía nada de valor que podrían robarle y no iba a preocuparse por cosas de más.
    —Me llamo Yoshihiko Taki, puedes llamarme por mi nombre —se presentó finalmente.
    —Encantado, yo soy Yuuta Matatagi, bienvenido.
    —Gracias, Yuuta —aunque decidió seguir conversando— ¿así que tienes un hermano mayor? Yo también, pero el mío solo va a su ritmo y pasa de mí.
    —El mío a veces tiene un poco de mal carácter, pero en el fondo es muy bueno y se preocupa mucho por nosotros.
    —¿Vosotros?
    —Sí, tengo otro hermano pequeño, es muy tierno y pequeño.
    —Tú también eres muy tierno —respondió Yoshihiko como todo un Don Juan.
    —Gracias —fue la respuesta del otro chico con una sonrisa en los labios— me caes bien, un día de estos pásate a jugar con nosotros.
    —Lo intentaré, pero salir de la fábrica no es tan fácil.
    —YOSHIHIKO, donde coño te habías metido, mocoso del demonio. La bronca que me he llevado cuando hemos visto que no estaba, vuelve aquí y deja de ligar con otros mocosos.
    —Sousuke… aaau, aau —dijo notando como su hermano le tiraba del pelo llevándolo obligadamente lejos del otro chico— nos volveremos a ver, Yuuta.
    —Adiós, Hiko —fue la respuesta del otro chico, quien se despedía de él sonriendo y moviendo la mano enérgicamente como si nada raro pasara.

    -------------------------

    Ahora iban por la calle ambos chicos, aunque uno de ellos solo pensaba en llevar a cierto chico católico en un sitio más privado donde poder hacer cosas más íntimas. El chico católico se resistía un poco a ello. Al parecer era bastante tímido en ese aspecto y le costaba un poco ponerse por la faena. Aunque no era poco habitual que la gente lo hiciera en callejones él no quería, así que estaba pensando en cómo llevarlo a su casa.
    —Makoto, me gustaría invitarte a mi casa —le dijo intentando saber como empezar— vente.
    —E-está bien, he estado pensando… y… yo… —ahora era Makoto quien no sabía cómo decir lo que quería decir— sabes… Kinsuke está embarazado, aunque aún no se lo ha…
    —¿QUÉ? —preguntó gritando Namikawa por el susto.
    —¿Ta-tan grave e-es?
    —¿Qué si es grave, Taiyo ya sabe eso?
    —N-no, pe-pero… yo no lo ve-veo tan grave… y-yo también quiero te-tener u-un hijo…
    —¿Con Taiyo?
    —No, idiota, contigo —le respondió ahora algo molesto por esa estúpida pregunta— ¿cómo voy a querer tener un hijo de Taiyo si eres tú mi novio?
    —No sé, has dicho también…
    —Pero me refería a tener un hijo —el católico trató de calmarse, no era su estilo enfadarse aunque esas palabras del mayor le habían hecho daño, así que al calmarse empezó a sentir sus ojos aguados.
    —Bu-bueno, tampoco es necesario que llores —fue lo que dijo Namikawa al ver a Makoto con lágrimas en los ojos— si quieres un hijo yo te lo daré, podemos hacerlo en mi casa.
    —¿Sí? —preguntó casi ilusionado de que hubiese accedido a darle un bebe.
    —Vamos, entonces.
    Dicho esto se pusieron en marcha los dos hacia casa del pirata para una sesión de puro sexo, en el que engendrarían a su primer hijo. El cual sería la pareja del hijo de Taiyo y Kinsuke, haciendo felices a los padres uke, pero no tanto a los padres seme, sobre todo Namikawa, que pensaría que era lo que había hecho mal para merecer a Taiyo como familia.

    ------------------------

    De patrulla por la ciudad estaban como siempre, un peli-verde junto con un rubio. Ninguno de los dos estaba verdaderamente feliz a decir verdad. Fey hacia dos semanas que estaba esperando por Alpha, aunque ya sabía él que el viaje duraba ciertos días y luego tendría que hacer varias cosas antes de regresar. El conejito estaba un poco impaciente por ver a su querido Koala, aunque al menos tenía el regalo que este le había dado y que siempre le hacía sonreír cuando lo miraba.
    Po otro lado el pobre Sarjes, no sabía qué hacer en esos momentos, tenía a un Ishigashi embarazado en su casa, y hacía días que no había podido ver a su amado Acrous. Tampoco tenía muy claro si podría salvar la distancia que había entre los dos, aunque estaba seguro de que él no podría amar a nadie más. Y mientras pensaba en eso vio al peli-lila yendo solo por la calle. Se extrañó mucho por ello, y salió corriendo hacia él, dando la coincidencia de que otra persona había pensado lo misma, pero esa con malas intenciones. Al ver ese detalle, Sarjes se lanzó hacia el posible agresor, consiguiendo pararlo, pero también que le hirieran en el proceso. Al parecer ese chico llevaba una espada corta entre su ropa, y estaba preparado para atacar a Acrous.
    —Sa-Sarjes —gritó el peli-lila viendo a este en el suelo y sangre a su alrededor.
    —N-no se a-acerque, por favor, e-es peligroso.
    —Pe-pero e-estás he-herido.
    —Eso da igual… lo importante es usted.
    En ese momento llegó el conejito de Fey quien se puso al lado de su compañero y delante de Acrous, separándolo de ese agresor que aún seguía con la idea de matar al hijo del alcalde. Pero Fey haciendo uso de sus conocimientos de espada, consiguió que ese desgraciado quedase fuera de juego.
    —Hay que llamar a un médico.
    —En mi casa tenemos a uno muy bueno, le haré llamar en este momento.
    Acrous salió corriendo yendo a buscar a alguien que pudiese ir a buscar a su médico y Fey intentó ver la gravedad de la herida para poder hacer los primeros auxilios y ayudarlo a aguantar hasta que llegara el doctor que le haría la cura de verdad. Después de hacer eso Acrous regresó al lado de Sarjes con los ojos algo llorosos.
    —Es mi culpa por no ser cuidadoso, se ha jugado la vida por mi… —decía el pobre chico mirando a su amor secreto tirado en el suelo— no te mueras, Sarjes, yo te amo.
    En esos momentos le importaba poco que Fey estuviese allí, que estuviesen en medio de la ciudad o el estatus que tenían los dos, solo le importaba que Sarjes se recuperara y pudiese regresar a su lado para regalarle esas flores que tanto le gustaba recibir.

    -----------------------------

    Después de esa conversación Shindo y Kirino ya estaban prometidos oficialmente. En dos semanas había habido muchos cambios. Ya no era Shindo quien servía a Kirino, ahora estaba al mismo nivel que el peli-rosa aunque algunas costumbres estaban muy arraigadas y aún no podían evitar seguirlas. Como por ejemplo el hecho de que Shindo solía arreglarle la ropa a Kirino cuando la llevaba mal puesta, o aún iba a despertarlo por la mañana antes de que lo hiciera la chica que ahora se encargaba de ello. Sí, porque a pesar de que ya estaban prometidos aún no se habían casado, con lo cual aún dormían en habitaciones separadas. Aunque eso no significaba que no tuviesen oportunidades para consumar su amor cuando encontraban el momento preciso.
    —Al final la boda se ha fijado para el próximo mes, ya que este mes se casaran Ichiban y Yoichi.
    —Estaba decidido hacía tiempo, ¿verdad? —le preguntó Shindo a su novio, estando ambos en la cama desnudos, y con Kirino acurrucado en su pecho.
    —Sí, aunque Ichiban se negaba, parece que ya lo arreglaron todo.
    —Debe ser eso.
    —Sí, aunque creo que también fue que Yoichi ha quedado embarazado de Ichiban y este tampoco ha podido negarse más.
    —Él es muy responsable, no dejaría nunca a Yoichi solo con un bebé, dejándolo mal ante todos los nobles.
    —Lo sé, pero eso nos atrasa nuestra boda.
    —No hay prisa, Ranmaru, yo por ti esperaría todo el tiempo del mundo, y ahora que ya eres mío, el tiempo me es indiferente, porque solo me importas tú.
    —Ooh, eres tan romántico.
    —Son solo mis sentimientos por ti, que fluyen.
    —Te amo, Takuto —fue lo respondió el peli-rosa sintiéndose más enamorado de su prometido que nunca.
    —Yo también a ti.
    Kirino se tocó su barriga pensando en si él también habría quedado embarazado, aunque la respuesta era que no, hasta dentro de seis años no tendría su primer hijo, aunque luego los tendría bastante seguidos.

    --------------------

    Esa misma tarde Ibuki estaba paseando con una chica por las calles mirando tiendas cerca de la casa donde estaba Minaho viviendo, sabiendo que por allí tendría más posibilidades de que Hayato los encontrara. Era el último intento de saber si Hayato realmente sentía algo por él o si como decía lo odiaba y le tenía asco.

    Flashback
    En casa del tabernero peli-blanco unas horas más tarde de la visita de los dos médiums, estaba la familia reunida para hablar sobre algo importante. Los padres de familia pensaban que ya había llegado la hora de encontrar a alguien para que su hijo empezara su familia y sentara cabeza. Aunque ellos ya sabían de la situación amorosa de su hijo no le veían futuro.
    —Pero, yo amo a Hayato.
    —Lo sabemos, hijo, pero dinos, ¿has avanzado con él? —le dijo su padre mirándolo serio.
    —No, la verdad es que no, creo que ahora mismo me odia.
    —Entonces, creo que no hay más remedio que buscar a alguien más —añadió la madre— lo hemos pensado mucho, Munemasa, no es una decisión precipitada.
    —Lo sé, pero yo no podré amar a nadie que no sea él.
    —Dale tiempo al tiempo, quizás tu futura pareja llegue a gustarte ni que sea un poco.
    —Lo dudo —fue la respuesta de su hijo, el cual estaba pensando en alguna cosa que pudiese solucionar el problema— ya lo tengo, hagamos una cosa, primero finjamos que tengo una prometida, para ver cómo reacciona Hayato, puede ser con la chica que me queráis prometer, a ella le diremos que solo es un acercamiento para ver si nos podemos gustar, y a Hayato que es mi prometida, si él reacciona de alguna forma que muestre que me ama, me disculparé con la chica y seguiré persiguiendo a Hayato, pero sino me rendiré y me casaré con ella.
    —Como quieras, hijo, de todas maneras lo más probable es que acabes con la chica, a nosotros realmente nos da igual con quien te cases, no tenemos un gran estatus por mantener pero nos preocupa que te cierres a un solo amor unilateral.
    —No os preocupéis, será el último intento, si no funciona me daré por vencido —decir esas palabras le resulto más doloroso que los golpes que Hayato solía darle, pero entendía a sus padres y tampoco quería tenerlos preocupados para siempre.
    —Está bien, hijo, quedamos así —respondió su padre quien acabó con eso la conversación para volver al trabajo.
    Fin Flashback

    Y realmente había sido así, Hayato los había encontrado y los estaba siguiendo con el ceño fruncido. No se imaginaba que ese perro que siempre le iba detrás podría quedar con una chica. A pesar de estar molesto se percató de que lo estaba haciendo adrede ya que pasaba por los sitios que él normalmente frecuentaba, y se veía a la chica algo incomoda.
    —“Ibuki es tonto” —pensó divertido aunque sin poder evitar notar su pecho algo extraño por la escena que estaba presenciando— “No hace falta que la coja de la mano” —siguió pensando mientras los seguía algo molesto.
    Cuando ya no lo pudo soportar más se fue dejando allí a esa pareja que se notaba que no lo eran, pero solo de pensar que podrían serlo ya le molestaba. Tendría que arreglar las cosas con ese tonto perro que se estaba desatando de su correa.

    ------------------------

    En casa de Ichiban se había ido la paz que solía haber ya que Yoichi había ido de visita y como siempre estaba jugando a molestar a su prometido y padre de sus hijos. En estos momentos el rubio estaba sentado con las piernas abiertas encima de Ichiban mirándolo fijamente desde esa posición. Ichiban por su parte tenía una mano en una de sus piernas, que estaban rodeando sus caderas, y la otra en la cintura del rubio.
    —¿Cree realmente que conseguirá reunir lo que pidió y podrá casarse con Aoyama?
    —La idea es que no, no quiero perder a mi mejor sirviente.
    —Pero tendrá que hacerlo si lo consigue.
    —Lo sé, siempre cumplo mi palabra.
    —A pesar de ser tan cruel…
    —No es crueldad, es negocio.
    —Uoooo! Ese es el padre de mis hijos, siempre tan estratega y responsable.
    —De todos modos si lo consigue tampoco perderemos tanto, porqué con ese dinero podremos conseguir a alguien mejor y aumentaremos nuestras riquezas.
    —Me da algo de pena Aoyama… está enamorado del otro chico y está pasándolo mal.
    —Aunque hace el trabajo tan bien como siempre, realmente es admirable —la mano que Ichiban tenía en la cintura se acercó a su estómago y lo acarició— ¿Cómo va tu embarazo? —le preguntó cambiando de tema ya que empezaba a sentirse un poco culpable por lo que estaba haciendo.
    —Muy bien, aunque llevo poco tiempo de embarazo, solo lo sé, porqué mi cuerpo me lo ha avisado.
    —Son increíbles los cuerpos de los donceles, ¿Cómo lo has sabido?
    —Todos lo sabemos cuándo llega el momento, nos da algunas pistas. Ya verás que en pocos días tendré todos los síntomas y en 9 meses un bebé.
    —Aún no sé si estoy mentalizado para ser padre.
    —Ya verás que sí, y podremos hacer otro —le contestó feliz el rubio, ante la idea.
    —¿O-otro? —en esos momentos los ojos de Ichiban se pusieron en blanco y se desmayó.
    —¡¿Ki-Kita?! —preguntó antes de sonreír y darle un beso en la mejilla— eres tan tierno.

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    En cierta carnicería, estaban un rubio de pelo largo con ojos rojizos, y un peli-naranja de ojos azules, hablando un poco después de que Kinsuke hiciera la compra de la carne para la cena. Taiyo notaba que su Kinsuke estaba más lindo y más nervioso que nunca pero no le había dado mucha importancia. Al ver que se había quedado solo se acercó a su rubio y lo besó en esos labios que hacía rato que le estaban llamando a gritos para hacer tal cosa.
    —Ta-Taiyo —dijo Kinsuke sonrojado por ese beso que le había dado el mayor y bajando la mirada— y-yo que-quería disculparme…. El o-otro día te a-aparte muy bruscamente y… y yo…
    —No te preocupes, Kinsuke, mientras no me odies todo está bien.
    —Y-yo no po-podría o-odiarte Ta-Taiyo… pe-pero…
    —¿Pero? —preguntó Taiyo un poco asustado por ese pero.
    —Y-yo te-tengo que decirte algo —el pobre rubio estaba que le daba un ataque así que bajo la mirada intentando no ver al chico que tenía delante de él ya que tenía miedo de su reacción.
    —Dime, que la intriga ya me está matando.
    —Y-yo e-estoy… y-yo… em… estoy embarazado… d-de ti…
    La respuesta de Taiyo fue unos momentos de silencio en los que acababa de procesar la información. Unos momentos en los que Kinsuke pensó que si eso era la eternidad o la calma antes de la tormenta y de que le dijera que ya no quería verlo nunca más. Sus ojos estaban empezando a humedecerse cuando de repente notó como lo abrazaban fuertemente.
    —Eso es genial, Kinsuke, nuestro amor se ha consumado y ha dado fruto a un bebé.
    —N-no e-estás mo-molesto… —medio dijo medio preguntó el pobre rubio.
    —Claro que no, ¿porqué debería? —le respondió feliz como una perdiz— si se parece a ti, tendré a dos Kinsukes por el precio de uno.
    —Pero y-yo seguiré siendo tu fa-favorito, ¿cierto? —preguntó Kinsuke haciendo un puchero, algo asustado por esas palabras.
    —Eso siempre. Te amo —Taiyo lo volvió a besar en los labios esta vez haciéndolo más profundo que antes.
    —Ta-también te amo, Taiyo.
    Cuando los padres de ambos se enteraron de tal cosa decidieron que la boda tendría que ser lo antes posible para evitar problemas de chismorreos, y ya empezaron a preparar los detalles y quedar de acuerdo con el pacto entre familias.

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    Mientras tanto en otra casa de la ciudad estaba un chico peli-lila que había ido a visitar a su amigo búho. Estaba un poco nervioso por lo que Minaho no entendía que era lo que le pasaba al peli-lila, aunque un leve sonrojo que iba apareciendo de vez en cuando en las mejillas del otro cuando se miraban, le estaba dando una pista. Al parecer los celos habían conseguido que el chico matemático dejara de lado las matemáticas para prestarle algo de atención.
    —¿Hola Manabe, que te trae por aquí? —le preguntó aunque ya lo sabía.
    —Na-nada, solo pa-pasaba por aquí…
    —¿Por eso te ves tan nervioso? —le preguntó acercándose un poco para mirarlo más de cerca, sonriendo cuando ese sonrojo se hizo más intenso.
    —N-no estoy nervioso…
    —Vamos, Manabe, se te nota mucho que lo estás, así que, ¿Qué tal si me dices porque has venido? Ahora estamos solos. Los niños han salido a jugar.
    —¿Qué eres la madre de esos niños, o qué? —le preguntó un poco molesto ya que parecía preocuparse más por los hermanos de Hayato que de él.
    —Bueno, durante unos días, están a mi cargo.
    —ESO SOLO DEBERÍAS HACERLO CON NUESTROS HIJOS —le gritó sonrojado callando al escuchar lo que había dio.
    —¿Qué hijos? ¿Quieres que tengamos un hijo?
    —N-no, no quería decir eso…
    —Pero lo has dicho, por mí no hay ningún problema, si quieres podemos hacer todos los que quieras —se acercó sonriendo pícaramente mientras con sus manos lo tomaba por la cintura— aunque creo que primero deberíamos decirnos nuestros sentimientos.
    —¿Q-que se-sentimientos?
    —Los nuestros, ya sabes que yo te amo, ¿y tú? ¿Me amas?
    —Y-yo… —Manabe bajó la cabeza sin saber muy bien como seguir y con un gran sonrojo— s-sí…
    —Me gusta esta respuesta —le respondió el búho dándole un corto beso en los labios para ver la reacción del otro quien estaba quieto sin saber como reaccionar.
    —AAAH —gritó, empujando al otro, cuando Minaho le lamió el labio— ¿Qué-que haces?
    —Intento que abras la boca, para profundizar el beso —le respondió divertido por esas reacciones tan tiernas por parte del otro chico.
    —Y-yo me-me vo-voy…
    —Te amo, Manabe.
    —CALLATE —se escuchó que decía antes de dar un portazo a la puerta e irse.

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    Fey fue a casa de su amigo, al acabar la patrulla. Hoy había sido un día muy aburrido ya que había estado solo durante todo el tiempo después de que mandaran a Sarjes a la casa de Acrous, donde el doctor de este se encargaría de Sarjes. Él se había prometido que iría a avisar al chico que vivía en esos momentos con su amigo. Llamó a la puerta y un peli-azul se abrió la puerta.
    —¿Eres Ishigashi, verdad? —preguntó recibiendo un asentimiento por parte del otro chico— yo soy Fey, un amigo de Sarjes, he venido para avisarte de que este no vendrá a casa, probablemente en unos días.
    —Ah…
    —Lo han apuñalado y está con un doctor para que lo cuide.
    —¿Apuñalado?
    —Sí, son riesgos del oficio, pero estará bien, en unos días podrá hacer vida normal.
    —Gracias —respondió antes de preguntar— ¿Dónde está?
    —En casa del hijo del alcalde.
    —Gracias.
    —Bueno, me voy, que estoy muy cansado, adiós.
    —Adiós.
    La puerta de la casa se cerró de nuevo y Fey decidió irse a su casa. Ishigashi se quedó solo en la casa pensando en que hacer. Sarjes estaba en casa de la persona que amaba ni que fuese por una apuñalada, debía estar feliz dentro de lo que cabía. Se preguntó si podría preparar algo de comida para él, y en eso volvieron a llamar a la puerta. Fue a abrirla y allí se encontró a su novio.
    —Ozkrom, ¿Qué haces aquí?
    —Eso debería preguntar yo, ya que un día de repente desapareces y te vienes aquí, volvamos a casa.
    —No quiero volver.
    —¿Por qué?
    —Porque tú no me entiendes.
    ¿Entender el qué?
    —Todo.
    —¿Cómo voy a entenderte si nunca me dices nada? ¿Se puede saber que te pasa? Se me acaba la paciencia.
    —Estoy embarazado y no te has dado cuenta.
    —¿Embarazado? ¿Des de cuándo?
    —Hace ya dos meses.
    —¿Por qué no me lo habías dicho?
    —Quería que te dieras cuenta por ti mismo, pero fue inútil.
    —¿Cómo se supone que me dé cuenta de eso si haces vida normal y no tienes barriga?
    —Te di pistas…
    —¿Cómo cuáles?
    —Compré ropa de bebe, y empecé a cambiar las cosas de sitio para vaciar una habitación para el bebé.
    —Yo pensé que no te gustaba como estaba organizada la casa y querías remodelarla…
    —Eres tonto.
    —Pues lo siento, pero no fuiste muy claro.
    —Te odio.
    —Yo te amo, así que volvamos.
    La gente que pasaba por allí se quedaba sorprendida, porqué se suponía que estaban discutiendo, al menos las palabras de las frases mostraban eso, pero el tono de voz en ambos era como si estuviesen hablando del día que hacía en esos momentos. Un tono monótono que no mostraba ver ningún sentimiento pero que con las palabras quedaba claro. Era la pelea menos agresiva físicamente que se había presenciado en toda la ciudad.
    —No volveré.
    —Entonces, yo también me quedaré aquí, hasta que quieras volver —entró en la casa dejando a los espectadores con ganas de saber cómo iba a acabar esa extraña pelea.

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    Más tarde, entrada ya la noche, Yukimura llegó a su casa donde estaba Minaho con dos niños pequeños. Primero se sorprendió pero luego solo entró y saludó. Los niños se levantaron y fueron a darle las gracias a ese señor tan amable por dejarles pasar el tiempo de lluvias en su casa. Yukimura solo sonrió y les acarició la cabeza mirando a Minaho.
    —Lo siento por esto, son dos niños de los barracones que viven conmigo, no podía dejarlos solos.
    —Entiendo, pero no me lo habías comentado.
    —No tuve oportunidad.
    —Oujika no los vio cuando fue a tu casa.
    —No, porqué estaban en casa de un amigo mío, estamos muy unidos y muchas veces vivimos juntos, solo que otras nos separamos.
    —¿Y tu amigo?
    —Debe estar por allí. ¿Qué tal?
    —No muy bien.
    —¿Quieres hablar?
    —No, la verdad es que no.
    En ese momento llamaron a la puerta y Yukimura fue a abrir, siendo arrollado por un peli-gris que al ver que por fin era él quien abría la puerta se le había lanzado encima. Y aunque nervioso y sonrojado hizo un acto de valor y besó al peli-azul que en esos momentos estaba debajo de él, dejándolo sin palabras y con un leve sonrojo en sus mejillas.
    —Señor Miyabino —dijo cuando este dejó de besarlo.
    —Yukimura, ¿cuánto tiempo pensabas estar fuera? Mientras no estabas lo he arreglado todo para que vengas a vivir a mi casa, serás mi zapatero personal y… y… ¿si-si qui-quieres mi novio?
    —¿Su zapatero y su novio?
    Yukimura quien acababa de llegar a su casa después de un poco más de dos semanas fuera estaba muy confundido en esos momentos, aunque su cuerpo no lo traicionó y con sus manos abrazó la cintura del peli-gris, el cual sonrió por ello. Asintió con su cabeza feliz y con una sonrisa. Era un niño consentido de toda la vida, y ya había conseguido que sus padres le dieran permiso para conquistar a ese zapatero que le tenía el corazón robado.
    —Sí, ya está decidido, a-aunque qui-quisiera sa-saber que opinas… —fueron las palabras que Miyabino dijo intentando averiguar si el zapatero también lo amaba a él o solo era un cliente más para él.
    —Si está decidido supongo que no tengo nada que decir, aunque tampoco me molesta ya que yo también te amo.
    —Lo sabía, nadie puede resistirse a mis encantos, cuando me lo propongo —se abalanzó de nuevo hacia el chico peli-azul para besarlo, en un beso que ahora fue correspondido y profundizado por Yukimura, consiguiendo un pequeño jadeo por parte del noble.
    Quizás la vida le había traído una desgracia pero también le había recompensado con una alegría. Podría vivir con ese peli-gris que le robaba los suspiros y le hacía latir el corazón más rápido que cualquier otra cosa. Como se dice no hay mal que por bien no venga. Y en ese caso, era un bien para él pero también para Minaho ya que Yukimura decidió que le daría su casa y le enseñaría el oficio para que pudiese reintegrarse en la sociedad.

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    En otro punto de la ciudad también en plena noche estaba un chico saltando por los tejados y por las calles, yendo a casa de cierto peli-blanco que estaba haciendo las cosas de una manera que no tocaba. No podía quedar con una chica e ir a restregárselo en su cara como si no le fuese a importar. Porqué realmente le importaba, sabía que no debía pero le importaba. No le gustaban los homosexuales, aunque no fuesen mal vistos, sobre todo si el uke era doncel, eso se aceptaba, y él sabía que era doncel, pero eso no era excusa para amar al peli-blanco pero se había enterado de que si él no cogía ese tren, esa chica realmente se quedaría con su perro y eso le molestaba más de lo que había esperado.
    —Está bien —le dijo al entrar por la ventana de la habitación de Ibuki— tú ganas.
    —¿El que gano? —preguntó Ibuki con una pequeña sonrisa levantándose de la cama.
    El peli-blanco había estado esperando por esto durante unas largas horas pensando en si realmente el castaño iría a verlo o no. Estaba empezando a preguntarse si realmente vendría, ya que el tiempo pasaba y no había rastros de él, pero al notar que alguien entraba en la habitación se había relajado sabiendo quien era de ante mano.
    —Lo sabes de sobras, no voy a dejar que te cases con esa mujer.
    —¿Entonces, vas a casarte tu conmigo?
    —Nadie conoce su futuro.
    —Eso no es una respuesta, el trato es que si tú no quieres casarte conmigo me casaré con esa chica, mis padres me han dicho que solo nos queda esta oportunidad para llegar a un final feliz.
    —En ese caso, supongo que no me queda otra opción.
    —¿Eso significa que me amas?
    —Tampoco te creas tanto, solo he dicho que me casaré contigo para que no lo hagas con esa mujer.
    —Gracias, Hayato —le dijo abrazándolo fuertemente— aunque si me dijeses que me amas, sería mejor, sino tendré que decir que no quieres casarte conmigo…
    —Eso es chantaje, cabrón.
    —Solo dilo.
    —TE AMO —le gritó algo enfadado— ¿estás contento, ahora?
    —Sí, mis padres creo que ya están rompiendo el compromiso con la chica después de tu grito.
    —IMBECIL —le volvió a gritar mientras le golpeaba con todo lo que tenía.
    Continuará…

    Capítulo 23
    En estas dos semanas la fábrica había avanzado mucho en su reconstrucción, y todo gracias a los chicos, que se habían puesto manos a la obra, y sobre todo gracias a Sousuke que estaba haciendo un gran trabajo a pesar de ser un campesino con pocos estudios que ahora trabajaba en una colonia. El padre de Kariya y Taiga estaba muy pendiente de lo que decían y hacían los chicos. No quería dejarlo todo en sus manos si la cosa iba a ir mal y perder dinero, pero gracias a eso había notado dos cosas que realmente sus hijos amaban a sus respectivos novios y que quizás Sousuke no sería un mal fichaje para la familia. Ese castaño se estaba empezando a ganar su respeto. A su edad tenía muy buenas ideas y parecía amar a Taiga, así que estaba decidido a darle la mano de este al acabar con la reparación de la fábrica.
    —Sousuke, ven, quiero hablar contigo a solas —le llamó el jefe de la fábrica, haciendo que Taiga lo mirara con ojos preocupados, aunque al ver la sonrisa de su padre se calmó.
    —Está bien —dijo el castaño levantándose para ir con ese hombre a otra sala.
    —He visto que tú y mi hijo tienen un algo especial —empezó a decir en cuanto llegó a la sala de al lado— así que quería proponerte algo.
    —Dígame.
    —En cuanto la fábrica esté de nuevo en marcha me gustaría que te casarás con Taiga.
    —¿En serio? ¿Así de fácil?
    —Sí, creo que serás un buen esposo para él.
    —¿Qué quiere a cambio?
    —¿Qué te ocupes de la fábrica junto a Masaki, sois amigos no?
    —No exactamente, pero si eso es todo…
    —Quiero que entre ambos hagáis de está la mejor colonia industrial de todas.
    —Está bien.
    —Perfecto, entonces hablaré con Taiga sobre vuestro compromiso.
    Sousuke regresó con los demás, aún pensativo, algo le decía que eso era demasiado bueno. Dejando de lado que tendría que aguantar más a Kariya, y que serían algo así como socios, tendría a Taiga para él y no había tenido ni que pedir la mano de este. Seguro que allí había gato encerrado. Y se imaginó cual era el gato, lo quería usar para que la fábrica creciera, pero gracias a eso él obtenía a su leoncito fácilmente. Tenía una posición y ese viejo probablemente moriría pronto y dejaría de usarlo.
    —Creo que podré soportarlo unos años por mi leoncito.

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    Después de esa aburrida reunión, por fin se habían podido ir todos a sus casas, aunque más bien algunos estaban pensando en otra cosa. Hamano ya tenía ganas de ir a pescar, últimamente no le habían dejado ir pero esa noche estaba libre y podría ir a ver si pescaba algo, y estaba pensando en eso, cuando se le vino a la cabeza la idea de pescar un Hayami sireno. Sonrió como bobo ante eso y decidió que sería una buena idea preguntar al castaño si le gustaría ir.
    —Hayami —llamó al chico que estaba a su lado en esos momentos, leyendo un libro.
    —Dime.
    —¿Te gustaría ir a pescar conmigo esta noche?
    —Hace tiempo que no vamos.
    —S-sí, po-por mi bi-bien…
    —Me alegro, eres tan tierno —le dijo Hamano abrazándolo y consiguiendo que se sonrojara más.
    —T-Tú ta-tambien lo e-eres —le respondió el pobre chico de moñitos con las gafas enteladas por el calor que emanaba su cuerpo en esos momentos.
    —Entonces, te quedas a comer a casa y así luego ya vamos juntos hacia allí.
    —E-está bien.
    El moreno dejó de abrazar al pequeño chico que estaba a su lado, y siguió con lo suyo viendo un libro de pesca que había allí sobre una persona que explicaba sus aventuras en medio del mar. Hayami estaba leyendo una novela sobre aventuras, era un momento, relajado, aunque era raro ver a Hamano leer, si había peces por en medio, a veces podía pasar.
    —Hayami, ¿no echas de menos la rutina de ir a la fábrica? Ahora tenemos los días muy vacios.
    —Bu-bueno, e-es porque llevamos mu-muchos años a-así… e-es normal…
    —Supongo, aunque se me hace raro, ahora tengo menos tiempo para pescar —acabó diciendo cuando por fin parecía que hablaba en serio salía con alguna cosa como esta— tenemos que encontrar la manera de ir a pescar más a menudo.
    —E-es cierto, po-podemos i-intentarlo.
    A Hayami no le gustaba mucho eso de ir a pescar porque tenía que levantarse pronto o ir a dormir tarde, pero ver a Hamano tan animado y tan guapo con la caña de pescar en la mano era suficiente motivación para que el chico de lentes hiciera un pequeño esfuerzo para ir.

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    Gillis estaba acompañando a Saru hacia su casa, así podía pasar más tiempo con él, y últimamente Saru ya no se quejaba. Dejaba que lo acompañase y estaba un poco más receptivo hacia el otro chico. El caballero lo había notado y eso le hacía feliz, poco a poco se había ido acercando al corazón de Saru, y quizás sería hora de volver a declararse, pero esta vez de una manera más formal. Se paró en un momento dado sorprendiendo a Saru quien también se paró y se dio la vuelta para mirarlo.
    —Saru —le dijo cogiéndole de las manos— me gustas, y cada día veo que me gustas más, haciendo que mi corazón no deje de latir cuando estoy a tu lado. Poco a poco este gustar se ha hecho más profundo y sincero, llegando a un punto, en el que puedo decir que te amo más que a nada y que a nadie.
    —¿Qué? ¿Qué estás diciendo de repente? —le dijo el chico peli-blanco algo sorprendido y sonrojado por esas palabras— ¿Te has golpeado la cabeza?
    —No, pero tu golpeaste mi corazón desde que llegaste a esta colonia, ¿Te gustaría ser mi novio? Prometo hacerte feliz para siempre.
    Llegados a este punto Saru estaba que no entendía nada de nada de lo que estaba diciendo el otro chico. Tardó unos momentos en decir algo, ya que estaba intentando poner esas palabras en orden, el resumen era que lo amaba y quería ser su novio. Bien, eso era lo importante, lo otro solo era paja. Se lo pensó. El chico era guapo, y después de todo lo que él le había criticado y pegado, le había ido a buscar arriesgando su vida para salvarlo de las llamas. Debía admitir que al menos se lo había currado.
    —Está bien, podemos intentarlo… —respondió al fin— pero te prohíbo que me hagas nada raro, por el momento.
    —No haré nada que tú no quieras, estoy a tu servicio.
    Ese chico realmente era raro, pero en cierto modo no podía decir que eso no fuese parte de lo que le estaba empezando a gustar. Suponía que con el tiempo lo llegaría a amar, por eso le estaba dando esa oportunidad y había dicho que sí. Todo era bastante rápido para él, no hacía tanto que había llegado, al poco había ido de fiesta a la ciudad, después había estado a punto de morir quemado en la fábrica y ahora su salvador se le estaba declarando. Pero a pesar de todo no se sentía para nada infeliz en esos momentos, y pensaba que era una suerte haber ido a vivir en este lugar.

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    Estaban los dos más afectados por el incendio de la fábrica, en un momento íntimo. Hikaru estaba en la cama de Kariya atado de las manos y desnudo, delante de Kariya el cual estaba haciendo todo tipo de cosas con su cuerpo y… en esos momentos abrió los ojos, y se dio cuenta de que solo estaba recordando lo que había pasado hacía pocos minutos antes. Se removió un poco y notó como una fuerte mano lo tenía abrazado por la cintura no dejándole mucho espacio para moverse.
    —¿Qué pasa mocoso? —le preguntó la voz de su novio haciendo que se quedara quieto.
    —Na-nada, y-yo e-estaba pe-pensando en lo mu-mucho que me quieres —fue su tierna respuesta consiguiendo un pequeño sonrojo por parte del otro chico.
    —¿Y?
    —¿Crees que al final tu padre nos deje casarnos…? —preguntó tímidamente apoyándose más en el pecho de Kariya.
    —Sí. Nos va a dejar, porque vamos a reconstruir la fábrica y no tendrá más remedio.
    —S-sí —exclamó feliz el corderito por las palabras de Kariya.
    En esos momentos una voz desde fuera del pasillo llamó a Kariya Masaki para que fuese a hablar con su padre. Hikaru se quedó solito en esa cama, esperando a ver su novio regresaba, se quedó jugando un poco con la sábana pensando en cómo sería casarse con Kariya. Podrían vivir juntos y dormir juntos siempre, y hacer más de estas cosas vergonzosas. Se sonrojó ante ese pensamiento y se escondió debajo de la sábana pensando en que eso era vergonzoso aunque le gustara.
    —¿TE LO PUEDES CREER EL VIEJO ESE? —gritó al llegar a su habitación.
    —¿Q-que pa-pasa Ma-Masaki?
    —Que me ha dicho que me puedo casar contigo si acepto tener a Sousuke como socio.
    —E-eso e-es bueno… ¿no?
    —¿Cómo va a ser bueno eso, mocoso? Tendré que aguantarlo para siempre.
    —Pe-pero nos po-podemos ca-casar…
    —Eso es el lado bueno, pero no el único.
    —Yo e-estoy feliz de sa-saber e-eso —le dijo Kariya con una pequeña sonrisa.
    Ante eso Kariya quedó desarmado y se le pasó el enfado pensando que al menos el corderito estaba feliz por el desenlace. Y se volvió a desnudar para ir de nuevo a la cama junto al menor, para demostrarle nuevamente lo feliz que podría hacerle en un futuro.

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    Cierto chico que aún llevaba bastón por tener la pierna rota, estaba en su casa tirado en su cama algo aburrido. Los chicos estaban en su momento “ayudar a la parejita a ser felices” y a él lo único que le interesaba era ver a su peli-azul. Pero no iba a ir a verle. Él era quien estaba convaleciente, y tenía que ser quien le fuese detrás al otro chico. Pues no. Llevaban días sin verse. Al estar la fábrica cerrada y tener la pierna rota casi no salía de casa, y las clases las podía recibir en casa que para algo su padre era el profesor. Suspiró aburrido dejando el libro que leía a un lado. Estaba aburrido y encima empezaba a sentirse triste, echaba de menos los golpes de Kurama. No porque fuese masoquista sino porque eso significaba que el menor se avergonzaba, él ya sabía que su uke era tsundere así que ya estaba preparado para estas cosas. Pero no poder verle le estaba matando.
    —Es lindo que sea tsundere pero estaría bien que aceptara sus sentimientos y aceptara ser mi novio, por fin.
    —¿Y quieres conseguirlo ignorándome?
    —Nori-chan —dijo levantándose de golpe y mirándolo sorprendido.
    —Tu madre me ha dejado pasar —fue su explicación ante la pregunta muda de Minamisawa— Em… hace días que no nos vemos.
    —Sí, es verdad.
    —¿Cómo está tu pierna? —preguntó mirando hacia abajo pero sin hacer contacto visual.
    —¿Estás preocupado? —respondió feliz antes de nada— está mejor, me duele menos pero no me quitaran la placa por el momento.
    —No lo estoy, ¿Por qué debería estarlo?
    —No sé, has venido solo para preguntarme como estoy ya que hace días que no nos vemos, he imaginado que estabas preocupado.
    —Pues te equivocas, he venido porqué me aburría y pasaba por aquí.
    —Oh —fue la triste respuesta de Minamisawa, aunque realmente estaba muy feliz en esos momentos.
    La conversación había quedado algo muerta en este punto, Minamisawa estaba disfrutando de ese momento tan tierno que estaba presenciando del peli-azul el cual había hecho un esfuerzo para ir a verle, a pesar de todo. Y ahora estaba buscando una excusa para que no pareciera que iba porque estaba preocupado. Era tan orgulloso pero tan lindo a la vez que no podía evitar estar feliz. Por otro lado el pobre Kurama estaba que no sabía qué hacer con su vida en esos momentos, la intriga por saber cómo estaba el peli-lila lo mataba pero ahora que estaba allí sentía herido su orgullo de chico tsundere y enojón. Según él no debía de amar a nadie ni preocuparse por nadie, pero estaba allí preocupándose por ese peli-lila tan engreído que se pasaba el día acosándolo, aunque en estos días no le había acosado ni un solo momento, y lo echaba de menos, aunque eso no iba a admitirlo.
    —Kurama, yo te quiero, tú lo sabes, y deberías saber que si vienes a mi habitación eso puede llevar a muchos lados.
    —PERO QUE DICES PERVERTIDO —le gritó este mirándolo mal.
    —¿Pervertido? —preguntó divertido por la manera en que Kurama había entendido sus palabras, aunque lo había hecho adrede— yo me refería a que podría pensar que yo también te gusto, ya que has venido a visitarme.
    —¿Y? —respondió Kurama calmándose un poco.
    —Está bien si lo pienso.
    —Piensa lo que quieras.
    —¿Eso significa que te gusto?
    —Yo no he dicho esto —se defendió sonrojado a más no poder mientras miraba hacia otro lado pero sin negarlo del todo— aunque podría ser que me gustases un poco.
    —Nori-chaaaan, con esto ya estoy más que feliz por hoy. Creo que me he curado un poco de golpe solo con esto.
    —Eres idiota.

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    En casa de los Taki, estaban los dos hermanos compartiendo un poco de espacio, algo extraño ya que Sousuke no solía estar mucho en ella. Eso se hacía un poco incómodo para ambos, aunque tampoco duró mucho eso. Ya que el mayor de los dos escuchó un pequeño suspiró del menor, que no podía dejar de pensar en cierto chico de más o menos su edad, que vivía en la ciudad.
    —Yuuta —dijo estando un poco ausente antes de escuchar una risita de su hermano.
    —Oh, veo que te has enamorado.
    —¿Yo? No, no es verdad.
    —¿Cómo qué no?
    —Que no lo es.
    —Entonces porque suspiras diciendo “Yuuta”
    —Y-yo —respondió un poco sonrojado el menor— no, no es nada…
    —Claro, ¿qué es ese crío con el que estabas el otro día en la ciudad? Pero si aún es un mocoso.
    —No lo es.
    —¿A no? Pero si seguro que es más pequeño que tú.
    —¿Y tú qué sabes?
    —Lo huelo, huelo a los mocosos de lejos —le respondió riendo mientras se iba hacia la puerta— Me voy, sigue soñando en niños de mientras.

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    Al final había llegado el momento tan esperado para Hamano, el momento de salir a pescar junto a su amado Hayami. Aún no se le había declarado como tal pero siempre le estaba abrazando y diciéndole lo mucho que lo quería y que no podría vivir sin él. Hayami siempre reaccionaba bien a esas cosas pero no sabía si avanzar y decirle que quería ser su novio. Quizás ya era un buen momento, realmente llevaban mucho tiempo siendo amigos y nunca se habían dicho nada por el estilo, pero se tenían un sentimiento especial el uno por el otro. Quizás era el mismo y si se declaraba tendría un final feliz.
    —Hoy me declaro —dijo decidido saliendo de su casa para ir donde ya lo estaba esperando Hayami.
    —¿Ya estás? —preguntó el castañito que se había empezado a preocupar, ya que el moreno le había dicho que lo esperara fuera que él ya salía, pero pasaban los minutos y no aparecía.
    —Lo siento Hayami es que no encontraba la chaqueta —le respondió este sonriendo como un Hamano puede hacerlo y consiguiendo un sonrojo por parte de Hayami— entonces, ¿vamos?
    —S-sí —respondió tartamudeando siguiéndolo ya que el chico había empezado a andar cogiéndolo de la mano.
    Hayami no se quejó por ello, le gustaba el contacto con el mayor, siempre tan cálido. Podía no ser el chico más listo del mundo, ni el más tranquilo y quizás solía liarla muchas veces y consiguiendo broncas o hacerse daño por ir alocado por la vida, pero su entusiasmo, positivismo y esa ternura que le hacía sentir le gustaban mucho a Hayami. Hacía tiempo que se había dado cuenta de que amaba a Hamano, y de que no le molestaba cuando este le abrazaba o tomaba de la mano aunque eso lo sonrojaba y le ponía el corazón a mil.
    —E-esto, Ha-Hamano, y-yo…
    —Cuando llegues al río quiero hablar contigo, Hayami, tengo algo importante que decirte —le cortó el moreno, que no había llegado a escuchar las palabras de Hayami por lo flojas que las había pronunciado.
    —E-entendido.
    Estuvieron callados hasta que llegaron al río, allí prepararon las cosas para pescar y tiraron la caña al río. Una vez hecho esto solo tenían que esperar a que picara algún pez y de mientras tenían mucho tiempo para hablar los dos. Ese era el tiempo que quería aprovechar Hamano para por fin avanzar un poco en esa relación si es que era posible tal cosa, aunque él esperaba que sí. Que Hayami le diría que sí.
    —Hayami, sé que he tardado mucho en decirte esto, pero tengo que decirlo ya o explotaré.
    —Di-dime.
    Hamano se acercó a él, le cogió las manos con las suyas, y le miró directamente a los ojos viendo como este se sonrojaba y apartaba la mirada tímidamente. Era tan tierno el más bajo cuando reaccionaba ese modo. Hamano no pudo evitar pensar que este era el ser más lindo del mundo.
    —Hayami, yo te amo.
    —¿Eh? —preguntó Hayami, quien no se esperaba eso, aunque quizás era bastante obvio, no había pensado en que Hamano también le amase— ¿M-me a-amas?
    —Sí, te amo, más que la pesca y todo —fue su respuesta haciendo sonreír a Hayami quien entendió a lo que se refería el moreno.
    —Y-yo también te-te-te-te a-a-amo —le respondió tartamudeando mucho ya que le estaba costando mucho decir esas palabras.
    —Entonces, ¿Te gustaría ser mi novio?
    —S-sí —dijo asintiendo con la cabeza consiguiendo un abrazo de oso por parte del moreno.
    Hayami respiró un poco intentando calmarse en el proceso pero estaba muy nervioso. Hamano se le había declarado y él había aceptado ser su novio. Eso significaba que ahora era el novio oficialmente de Hamano, y llevaba tanto tiempo soñando con ese momento que ahora le costaba creerlo.
    —Mi sirenito —le dijo antes de separarse un poco y besar al pobre chico que en ese momento parecía un chihuahua muerto de frío, de tanto que temblaba— te amo —le volvió a decir aunque este ya no lo escuchó ya que se había desmayado entre sus brazos por los nervios.
    Continuará…

    Capítulo 24
    En una casa de campo algo lejana de allí, estaba un chico rubio de cabello largo mirando a un chico de cabello blanco y ojos exóticos, que en esos momentos estaba probándose la ropa para la boda. Llevaría un pantalón marrón, una camisa blanca, un chaleco de piel marrón, barretina roja, zapatillas blancas con betas hasta debajo de la rodilla, y una faja de color roja. Según Chet se le veía muy hermoso, Yuuchi se veía un poco extraño vistiendo con eso, pero si Chet decía que le quedaba bien no tenía nada en contra de ella.
    —Perfecto, perfecto —decía Chet dando algunas vueltas a su alrededor— estás perfecto, te queda muy bien.
    —Gracias, a ti también te quedaba muy bien el vestido de novia.
    —¿A que sí? Lo he escogido por eso —le respondió el rubio sin más— la boda la haremos debajo del manzano de tu casa, ya estamos preparando todo para que se pueda hacer allí, así nos dará su bendición.
    —¿Pero no será un poco pequeño si lo hacemos allí?
    —No te preocupes, invitaremos a poca gente, lo importante es el manzano.
    —E-está bien, donde tú digas —dijo pensando en lo rara que era la mente de su futuro esposo, eso le parecía muy lindo.
    —¿Tú tienes alguien que quieras invitar?
    —Tengo una pequeña lista, no muchos por eso.
    —Mejor, porqué yo también tengo una y tendremos que ver que quepan todos.
    —Pero por eso decía que quizás debajo del manzano… será difícil —explicó Yuuchi al rubio.
    —Pero nos conocimos gracias a ese manzano y para mí es un ser importante.
    Yuuchi sonrió ante esas palabras tan tiernas del rubio y se acercó a él para besarlo antes de quitarse la ropa para ponerse la de siempre. Un estilo menos formal y con ropa menos cara. Para un día importante de acuerdo pero para un día normal no se sentía cómodo con esa ropa, y menos porqué la iba a pagar el padre de Chet, quien dijo que se haría cargo de todos los gastos.
    —¿Ahora qué quieres hacer Chet? —le preguntó su padre que los estaba esperando fuera.
    —Quiero ir a ver el manzano para ver como lo están decorando, tiene que quedar tan bonito como Yuuchi —así el padre de Chet dio la orden al chófer para que los llevara a la casa del peli-blanco— y quiero comer un plátano bien dulce.
    —Últimamente tienes más antojos de los normales.
    —Será el embarazo.
    —¿Qué embarazo? —dijeron tanto el padre como Yuuchi.
    —El mío, estoy esperando un hijo de Yuuchi.
    —¿Cuándo? ¿Cómo? —preguntó su padre que no se esperaba tal cosa.
    —En su habitación hace ya bastantes semanas.
    —Chet… esto… no digas más —le suplicó el pobre Yuuchi mirando hacia otro lado haciéndose el despistado.

    -------------------------

    En una mansión no muy lejana de la ciudad, estaba un Aoyama muy nervioso dando vueltas por el pasillo, sin saber muy bien que hacer en esos momentos. Tenía algo de trabajo por hacer aún, pero Ichino había llegado no hacía mucho rato y estaba hablando con Ichiban sobre algo, y no sabía sobre qué. Al parecer no tenía ni voz ni voto en todo eso a pesar de que en verdad, le concernía a él, al igual que a los demás. Internamente estaba llorando, pensando que quizás Ichino se había rendido y había venido a decir que renunciaba a ese trato.
    —Nanasuke —murmuró detrás de la puerta donde los dos chicos hablaban.
    —Aoyama, ¿Cómo va? —preguntó un Yoichi consciente de la situación— te veo nervioso.
    —Ichino e Ichiban están hablando… no sé sobre que… ¿y si Ichino quiere cancelar el contrato por abusivo?
    —No lo veo como el tipo de persona que haría algo así, estoy más convencido de que ha venido a decir que ya lo ha logrado.
    —¿U-usted cree?
    —Sí, ten más fe, yo creo que por ti lo habrá conseguido.
    Aoyama sonrió ante estas palabras aunque las dudas seguían allí en ese momento, hasta que la puerta se abrió y salió un Ichiban un poco molesto, el cual llamó a Aoyama para que entrase a la sala. Miró a Yoichi y lo dejó pasar sabiendo que este no aceptaría un no por respuesta. Por la mirada de su prometido ya podía ver que había pasado así que sonrió divertido por ello.
    —Hola Shunsuke —le saludó Ichino con una sonrisa.
    —Aoyama, el señor Ichino ya ha pagado por ti, así que eres libre de irte cuando quieras, aunque quisiera pedirte un favor.
    —Dígame, señor.
    —Podrías quedarte esta última semana, hasta que pase la boda y yo tenga tiempo de encontrar a alguien que te sustituya.
    Aoyama miró a su novio, quien le miraba con una sonrisa y asintió con la cabeza. Ese asentimiento más que decirle que aceptara le estaba diciendo que hiciese lo que él creyese mejor. Que él aceptaría su decisión. El moreno lo pensó un poco, quería irse con Ichino, pero la boda le hacía mucho ilusión y no podía dejarlos sin nadie que la montara. Sólo sería una semana y luego podría irse junto con Ichino para vivir felices por el resto de sus días.
    —Está bien, acepto. Me quedaré hasta la boda, los ayudaré hasta que la tengan lista y cuando venga un sustituto me iré con Ichino.
    —Entonces, yo empezaré a buscar pero de momento sigues a mi servicio hasta pasada la boda.
    —Shunsuke, vendré a buscarte pasada la boda para ir a nuestra casa.
    —Sí —Aoyama le hizo una pequeña reverencia— gracias por aceptar mi decisión.
    —No te preocupes, yo quiero que seas feliz y si tú tomas una decisión yo la respetaré.
    —Nanasuke, eres el mejor —se lanzó a abrazarlo y luego se sonrojó al ver como lo miraba su aún amo— volveré al trabajo.
    —Puedes acompañarlo hasta la puerta, luego sigue con tu trabajo.
    —Gracias, señor.
    Así ambos chicos felices se fueron hasta la puerta y se despidieron por última vez con un hasta la semana que viene. Antes de que cada uno regresara a sus cosas. Aoyama con el trabajo e Ichino con su viaje de regreso para prepararlo todo para la llegada de Aoyama.

    --------------------------

    En otra masia estaba una familia preparando las cosas para tenerlo todo ordenado para la nueva cosecha, cuando escucharon que llamaban a la puerta. Furetsu fue a abrir la puerta encontrándose con su novio y con su hermano pequeño. Sonrió un poco sonrojado y los dejó pasar.
    —¿Quién es Furetsu? —le preguntó su madre desde la cocina.
    —Los hermanos Tsurugi.
    Después de decir eso apareció un Tenma que llegó corriendo hacia la puerta para lanzarse encima del menor de los hermanos. Kyosuke lo recibió entre sus brazos sin decir nada, y esperó que se separara un poco. Yuuichi lo miraba un poco divertido mirando a su novio quien se sonrojó más pensando en que él no podría hacer tal cosa.
    —Ho-hola Yuuichi, bienvenido —fue lo que dijo mirándolo antes de recibir un pequeño beso en la mejilla por parte de este.
    Furetsu sonrió por el beso y entraron a dentro donde los padres miraron curiosos a esos dos peli-azules que normalmente venían para traer lana para tejer pero que ese día venían con las manos vacías. Y más por cómo se portaban sus hijos, que no tenían en cuenta el respeto hacia la familia que les daba algo de trabajo y por lo tanto el sustento para la familia.
    —Cuantas veces tengo que deciros que se les tiene que hablar con más respeto.
    —No se preocupe señora, hoy no venimos para eso.
    —Ah… —dijo ella sin saber que decir— siéntense por favor.
    —Gracias.
    Se sentaron los cuatro en las sillas que había alrededor de la mesa y Yuuichi cogió la mano de Furetsu consiguiendo que este se sonrojara un poco más. Los padres miraron ese gesto y ahogaron un “ah” de sorpresa al entender que pasaba, aunque al parecer Furetsu en esos momentos no lo tenía contemplado y aún no sabía que pasaba o que planeaba su novio. Sonrieron esperando a que el mayor de los chicos diera el paso.
    —Señores, hoy he venido aquí para pedirles la mano de Furetsu, como mi futuro esposo.
    —Uooo —fue el grito general dentro de la casa, mientras que Furetsu solo se sonrojaba mirándolo sorprendido.
    Tenma miró a Kyosuke con unos ojos que en cierto modo decían “yo también quiero” algo que consiguió hacer que el peli-azul sonriera RBDmente ante eso. Eso demostraba que tenía a cierto castaño loquito por él, y que esperaba una declaración de su parte.
    —¿Eres el novio de nuestro hijo? — le preguntó a al chico peli-azul.
    —Sí, des de hace dos semanas.
    —Es muy poco para pedir su mano.
    —Ya, pero nos queremos y eso es lo importante.
    —Supongo que sí, ¿Tú qué opinas Furetsu? ¿Estás de acuerdo?
    —S-sí, yo lo a-amo… papis…
    —Está bien, si tú también quieres ya estás en la edad para ello.
    —¿Y para cuando la boda?
    —De momento solo quería saber si podía pedirla para que no lo comprometan con alguien más de mientras, quiero independizarme primero para luego poder ir a vivir juntos los dos.
    —Que maduro, está bien, no lo comprometeremos con nadie.
    —Muchas gracias, se lo agradezco.

    ---------------------------

    Un moreno iba andando por el camino que llevaba hacia la ciudad, se había ido de casa hacía dos semanas y había aprovechado para conocer mejor la zona, aunque su interés principal era llegar a cierta posada donde podría ver al peli-blanco que le robaba los suspiros. No sabía como acabaría la cosa pero estaba dispuesto a intentarlo. Si no salía bien, se iría lejos de allí, tampoco le quedaba nada en este lugar. Vio la posada al final de ese camino y sintió como todos los nervios y miedos le llegaban de golpe.
    —Ánimos Shuu, se valiente —se dijo a si mismo para darse valor.
    Después de autodecirse esas palabras fue de camino hacia la posada y antes de llegar ya pudo ver a Hakuryuu quien estaba limpiando la entrado, y se dirigía a los establos donde habían dormido juntos esa vez. Se sonrojó por ello. Se había portado de una manera muy extraña esa noche, aunque solo habían dormido no era su estilo irse a dormir en las sábanas de otro y menos desear en su interior que pasara algo. En un momento dado Hakuryuu levantó la mirada y vio allí a Shuu, quien se acercaba un poco vacilante.
    —Hola Shuu, ¿Qué te trae por aquí? No es día de mercado —le preguntó mirándolo seriamente.
    —Y-yo… —todo su valor había desaparecido al ver al chico de cabello blanco— e-estoy de vi-viaje.
    —¿De viaje? ¿Tú solo? —le preguntó ahora más bien preocupado por ello, siendo como era el moreno podía pasarle cualquier cosa.
    —S-sí… —bajó la mirada por esa pregunta que le había hecho el otro chico.
    —Es peligroso, Shuu, ¿Por qué de repente?
    —Po-porque… y-yo… ¡YO LE AMO HAKU-SAN! —fue la respuesta que Shuu gritó dejando al otro desconcertado.
    —¿Eh? —fue todo lo que pudo decir intentando pensar que tenía que ver que Shuu lo amase con irse de viaje, aunque al final decidió que eso era lo menos importante y se acercó al moreno con una sonrisa, lo cogió por la cintura con sus manos y lo abrazó— yo también te amo Shuu.
    —¿En serio? —preguntó medio lloroso medio esperanzado.
    —Sí, Shuu, ¿Cómo no iba a quererte?
    —No lo sé, Haku-san… yo… —dicho eso se puso a llorar, en gran parte por el alivio que le producían esas palabras.
    —Shuu, entremos a la posada —le dijo Hakuryuu, en cuanto este se calmó un poco.
    Al entrar lo dejó un momento en una mesa y se acercó a la barra donde le preparó una infusión para ayudarlo a calmarse. Luego se lo llevó a la mesa y se sentó en la silla de al lado mirando el rostro lloroso del chico que aún no acababa de calmarse del todo. Le acarició la mejilla y este le miró con una pequeña sonrisa.
    —Gra-gracias, Haku-san —le agradeció el pobre moreno que en estos momentos no sabía que debía sentir.
    —Shuu, cuéntame porque te has ido de viaje, y que tiene que ver eso con que me ames.
    —Y-yo… mis pa-padres… —bebió un poco de la infusión para darse valor y calma y así poder contarle a Haku-san lo que había pasado— mis padres me habían concertado un compromiso con mi mejor amigo, yo estaba dudoso… No había nada entre él y yo, pero muchos conocidos se han casado con gente a la que de verdad no aman y… Pero cuando te conocí a ti… ya no pude aceptar… y-yo me e-enamoré de ti, la pri-primera ve-vez que nos vi-vimos —volvió a beber un poco, mientras Hakuryuu sonreía orgulloso por ese comentario del moreno— les pedí a mis padres si podían casar a Shin con Kei, en vez de a mí, sabiendo que a Shin le gustaba él, y al final resultó que a Kei también le gustaba Shin. Ellos se casaron hace unas dos semanas, y yo después de la boda me fui de casa para no molestar, ahora ese hogar es suyo y no mío, por eso salí de viaje… y y… si tu no me amabas me habría ido muy lejos de aquí…
    —No hace falta que te vayas, Shuu, si quieres puedes quedarte a vivir aquí conmigo.
    —¿En serio?
    —Sí, yo me ocuparé de todo y te enseñaré el oficio para que puedas trabajar aquí.
    —Muchas gracias, Haku-san —Shuu le regaló una amplia sonrisa mientras se secaba unas últimas lágrimas.
    —Cuando te hayas acostumbrado nos casaremos así ya no podrá decir nada, nadie.
    —S-sí —respondió ahora sonrojado pero feliz— ¿Haku-san? —preguntó al ver como este se levantaba de su silla y se acercaba a él, cerró los ojos al ver que este se acercaba para besarlo y correspondió feliz.
    —Te amo, Shuu, así que quédate a mi lado.
    —Sí —respondió feliz y determinado— yo también te amo.

    ----------------------------

    En una casa donde estaban medio celebrando el compromiso de uno de los hijos, estaba el otro hijo llevando al hermano menor del otro comprometido, por los campos. Sí, cierto castaño quería tener a cierto peli-azul para él solo, y el otro no se negaba.
    —¿Has visto que romántico ha sido Yuuichi? —le preguntó Tenma al otro chico.
    —Yo podría hacerlo mejor, si fuese por ti —le respondió el otro intentando marcar un gol en portería ante el castaño.
    —¿Por mi? —preguntó el inocente castaño sonrojado.
    —Sí, Tenma, por ti —fue lo que respondió este acortando las distancias— yo te amo, Tenma, por eso, quisiera saber si a ti te gustaría ser mi novio y que pidiera tu mano a tus padres un poco más adelante.
    —¡¡Sí, sí, sí quiero, Kyosuke!! —le gritó el castaño lanzándose encima de él para abrazarlo feliz— yo también te amo.
    Kyosuke solo sonrió a lo RBD mientras correspondía a ese abrazo de su futuro esposo, ahora solo le quedaba hacer como su hermano, aunque él prefería más esperar un poco, de todos modos había notado que los padres de Tenma no tenían prisa por comprometerlos. Y al tener a uno ya comprometido, algo en su inteligente mente, le decía que tenía algo de tiempo para poder hacerlo mucho mejor que su hermano e impresionar más al castaño.
    —Esto… ¿Y ahora…? —preguntó el castañito el cual nunca había tenido novio ni le había preocupado el tema.
    —Esto —dicho eso el peli-azul se acercó a Tenma un poco más consiguiendo que un sonrojo apareciera en las mejillas de este.
    Tsurugi sonrió ante ese sonrojo, y siguió acercándose más hasta que se acabó el espacio que había entre ellos y besó a Tenma, primero en un beso sueva sin mucho más que un roce de labios, para luego pedir entrada en su boca y profundizar ese beso, consiguiendo un suave jadeo del castaño. Cuando se separaron del beso, se miraron un momento a los ojos, antes de que el castaño sonriera y volviese a abrazar a Tsurugi. Quien sonreía feliz y satisfecho, ya que había empezado el noviazgo con ese castaño que no había podido sacar de su mente des del día que atrapó a un ladrón en el mercado y Tenma lo regañó.

    ---------------------------

    Después de la gran boda a la cual habían asistido todos los amigos de la pareja, estaban Gamma y Einamu en su “luna de miel” que básicamente consistía en unos días a solos para que pudiesen engendrar un hijo. Según la tradición, era importante que se tuvieran hijos lo antes posible, pero ellos se lo tomaban con calma. No porque no hubiesen llegado a hacerlo, sino porque no les preocupaba que Einamu quedara embarazado o no, tan rápido, los hijos venían cuando venían, o eso pensaba Gamma.
    —Buenos días, gatito —le dijo a su esposo el cual ya estaba levantado a esas horas de la mañana, pero no obtuvo respuesta alguna— ¿Qué te pasa?
    —Aún no he quedado embarazado…
    —¿Eso te preocupa?
    —No quiero que luego me vengan a decir que si soy un mal doncel porqué no puedo engendrar hijos tuyos.
    —Nadie va a decir tal cosa.
    —¿Seguro que no es culpa tuya? ¿No serás estéril, no? —le preguntó acusándolo con el dedo.
    —No lo creo, Einamu —le respondió este con una sonrisa algo prepotente que decía “¿Cómo puedes pensar que un semental como yo sea estéril?”
    —Entonces, ¿Qué está mal?
    —Einamu no te presiones, eso quizás afecte a que no quedes embarazado.
    —¿Estás bien con que no pueda tener hijos? —le preguntó medio enfadado.
    —No es eso, pero creo que no hace falta tener prisa.
    —Si no tenemos hijos van a dudar de nuestro matrimonio.
    —¿Te preocupa que nos quieran separar?
    —¡COMO VA A PREOCUPARME ESO IDIOTA! —le respondió sonrojado entre gritos— lo que no quiero es que me digan que no sirvo como doncel, eso heriría mi orgullo.
    —Eres tan tierno, Einamu —le respondió este abrazándolo consiguiendo que este se calmara un poco— ¿Quieres que intentemos hacer un bebé?
    —CÁLLATE —gritó sin separarse del abrazó— y aún me duele de ayer— añadió aunque no se resistió.
    Continuará…

    Edited by Tem-chan - 4/2/2019, 13:52
     
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    En un mundo perfecto con mucho yaoi y gente buena :) <3

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    Y aquí llega el capítulo final, parecía que no iba a lograrlo pero sí!!! AL fin ha llegado, espero que os guste y dejéis algún comentario al leerlo
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    Capítulo 25
    Han pasado 10 años des del capítulo anterior, han pasado varias cosas desde entonces, entre ellas que todos se han casado ya con sus respectivas parejas y la mayoría ya tienen hijos o están esperando el primero. Aquí veremos cómo han evolucionado las cosas entre las parejas y cómo les va antes de acabar con la historia.

    ----------------------------

    En casa de Gamma y Einamu están de celebración nuevamente, esta vez están celebrando el recién nacimiento de los gemelos. Son los primeros hijos de la pareja y todo el mundo ya se había dado por vencido, pensando que no tendrían descendencia, cuando de repente Einamu había quedado embarazado. Nadie se lo creía, ni el mismo Einamu, a su edad ya casi tendría que ser abuelo pero en vez de eso estaba por ser padre. Todos pensaron que ya sería el único hijo de la familia y todos se estaban preparando para cuidarlo casi como a un rey, cuando al nacer resultó que eran dos. Se habían hecho esperar pero había dos herederos de la misma edad. Eso podía crear conflictos en la familia.
    —¿Cómo está Einamu, y el bebé? —preguntaba Gamma que no había asistido al parto y acababa de llegar del trabajo tras saber la noticia.
    —Los tres están bien, solo necesitan reposo, pero no ha habido complicaciones.
    Gamma sonrió por esa respuesta de la ama de llaves que era quien le estaba informando, y lo acompañó para que viera a los bebes. Los niños no eran idénticos del todo, pero se parecían mucho y no sabría reconocerlos a simple vista. No se había sorprendido cuando le habían dicho que eran tres, porqué Einamu estaba muy gordo y ya se imaginaba que serían gemelos, o el niño sería muy grande.
    —Son muy guapos, ¿verdad? —dijo la ama de llaves a su lado.
    —Sí, lo son.
    —¿Quiere ver a Einamu, aunque ahora necesita descansar?
    —Iré a verle un momento.
    Fue a la habitación donde estaba Einamu en esos momentos tumbado en la cama con los ojos cerrados, aunque al escucharlo entrar los abrió y lo miró. Gamma le sonrió a su manera particular y le cogió de la mano notando como este le apretaba un poco.
    —Al final hemos tenido dos niños bien guapos —le dijo para intentar calmar a su esposo.
    —Cuando ya nadie se lo esperaba —le recriminó este que aún estaba un poco molesto por haber tardado tanto— nuestros vecinos ya casi tienes nietos.
    —Pero han nacido sanos y fuertes, según el doctor.
    Einamu se quedó callado, a pesar de estarse quejando por haber tardado tanto estaba feliz de haber tenido a los dos bebés y demasiado débil para seguir quejándose. Gamma notó eso y se estiró para darle un beso antes de irse para que este pudiese descansar. Einamu en cuanto se quedó solo sonrió feliz, dejando de ocultar que en realidad era un padre orgulloso en esos momentos.

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    En casa de cierto pirata estaba un chico con peinado en forma de tiburón, color castaño como su padre doncel, de unos 9 añitos, que estaba pidiendo a gritos algo. ¿A quién? A su hermano pequeño también castaño, de cabello con corte recto que le llegaba hasta debajo de la mandíbula y que era más fuerte que su hermano mayor.
    —Suéltame de una vez que he quedado con Yuuno —le decía al niño de 5 años quien no quería soltarlo.
    —Quiero ver a Grey —le respondió el menor mirándolo con determinación.
    —Ni lo sueñes, no voy a dejar que veas a ese pervertido.
    —Quiero ver a Grey —repitió este con los ojos llorosos.
    —¿Qué os pasa niños? —preguntó Makoto entrando en escena en esos momentos, viendo como sus dos hijos estaban peleando.
    —Quiero ver a Grey, y Kou-chan no quiere.
    —¿Por qué? Llévalo a casa de Grey y luego puedes ir con Yuuno, o que Yuuno te acompañe a dejar a Saki con Grey.
    —Pero es que Grey es un pervertido que solo quiere tocar a mi hermano.
    —¿Pero cómo va a ser eso sí solo tiene 6 años? —dijo Makoto con un suspiro por las salidas que tenía su hijo mayor.
    —Tú no has visto como lo mira.
    —Anda, vete con Yuuno, ya llevaré yo a Saki a casa de Grey.
    —Pero…
    —No has escuchado a Makoto, vete ya de una vez, mocoso —le prácticamente ordenó Namikawa a su hijo mayor quien después de eso se fue de allí chistando.
    —Bueno, Rensuke, voy a llevar a Saki con Grey, cuídate de la tienda de mientras.
    —Ten cuidado por el camino.
    Así era el día a día en casa de los Namikawa des de que habían nacido los niños, pero se podía decir que estaban felices. Y con estas visitas aprovechaba para ir a hacer la compra y para pasar a ver a Kinsuke, quien ahora en ese momento estaría cuidando de su hijo pequeño de 1 año. Ambas parejas se habían casado hacía ya tiempo, antes de que nacieran los bebés. Estaba mal visto que la gente tuviese hijos sin estar casados, así que habían tenido que hacer unas bodas exprés para que la gente no hablara tan mal de ellos. Al fin y al cabo en los barrios todo el mundo se enteraba de todo y las críticas eran la orden del día. Pero eran dos parejas felices que se querían y con descendencia y trabajo, eran de la parte adinerada de la ciudad y no podían quejarse.

    ------------------------

    En una masía rural estaban viviendo Yuuichi y Furetsu con su hijo, de 5 años, llamado Ryoma, cuando los padres de Furetsu, que en realidad solo eran los padres adoptivos, se pusieron enfermos, Furetsu insistió en ir a vivir con ellos, y se quedaron a vivir allí, los 3 junto a los abuelos, aunque ahora mismo ya solo quedaba la abuela. El padre había muerto hacía poco tiempo. La cosa estaba bien situada, ya que Yuuichi había decidido hacerse a cargo de la granja de su familia. Una granja donde tenía unos trabajadores que cuidaban de los animales y él solo se encargaba de vigilar y hacer la parte administrativa.
    —Papa —escuchó Yuuichi que lo llamaba un pequeño peli-azul de coleta alta y ojos exóticos.
    —Dime Ryoma.
    Yuuichi cogió al pequeño en brazos y lo sentó en su regazo mientras le miraba con una sonrisa orgullosa de padre, que piensa “pero que hijo uke más tierno he tenido”. Y sí, tenía razón, era muy lindo y tendría que ir con cuidado porqué de más mayor tendría mucho éxito con los otros chicos. Este una vez sentado en el regazo de su padre también sonrió. Se sentía un poco solo siendo que no tenía hermanos y vivía en una casa de campo, al menos su primo si tenía con quien jugar.
    —Quiero ver a Grey —le dijo mirándolo fijamente con ojitos de corderito degollado que hicieron que Yuuichi tragara saliva.
    —A-ahora tengo trabajo, cariño —le respondió a su hijo sintiéndose el peor padre del mundo.
    —¿Y papa Furetsu? —preguntó con algo de esperanza.
    —Irá a la granja a ver cómo está todo.
    —Voy con papa Furetsu.
    —Pregúntale si puedes ir.
    A Ryoma le gustaban los animales de la granja, y eso hacía feliz a Yuuichi, ya que gracias a ello Ryoma no se aburría tanto. Lo pensó un poco, y sonrió pícaramente, quizás sería un buen momento para darle un hermanito a Ryoma, si Furetsu estaba de acuerdo, no veía porque no tener a un segundo hijo, realmente era normal tener muchos en esa época y ellos solo tenían uno. Ante esa proposición Furetsu no tuvo mucho que objetar aunque tardaron dos años más en tener al siguiente bebé.

    ---------------------------

    En la ciudad de Bartagi, nuevamente, Minaho seguía viviendo de ser zapatero, junto con Manabe y con Takami, un pequeño de 6 años, de cabello lila corto y ojos negros. Este se estaba entreteniendo jugando con un cochecito por el suelo del taller mientras Minaho reparaba unos zapatos de un cliente. Manabe era una madre dedicada aunque él lo negara y siempre estaba encima del pobre Takami, que a sus 6 años de edad no se quejaba mucho.
    —Takami, vamos a comprar —le llamó Manabe para que lo acompañara.
    —Jni-chan —le respondió Minaho al escucharlo— deja a Takami aquí, está muy tranquilo ahora.
    —Pero tiene que tocarle el aire, no puede estar todo el día encerrado.
    —Pero ya hace mucho frío, aquí estará más calentito. ¿Takami tú que prefieres?
    —Casa.
    —¿Lo ves, Jini-chan?
    —Es tu culpa por ponerte de su parte —le echó en cara Manabe mirando a su hijo— luego lo habrás protegido tanto que un día se pondrá enfermo y se morirá.
    —Creo que exageras un poco, solo déjalo jugar tranquilamente por un día.
    —Compraré castañas y boniatos, que ya llega la castañada.
    —Acuérdate de ir a la panadería y comprar panellets, que ya es época.
    —De acuerdo, Kazuto, pues me voy ya.
    Así el papa uke se fue de la zapatería para ir a comprar. ¿Qué había pasado con su taberna? Que sus padres, viendo que Minaho había conseguido una zapatería y que se ganaba la vida lo suficiente para poder mantener la familia, decidieron que venderían la taberna. Su hijo no servía para la cocina ni para el trato con el cliente, así que era mejor que él se dedicara a ser un erudito. Hasta el momento Manabe había escrito un par de libros con diferentes teorías sobre las matemáticas que aún no habían sido descubiertas, y era un matemático famoso, con lo cual no les faltaba de nada en su casa. Ganaba más Manabe que Minaho, pero este último no quería dejar el oficio porque sabía que le debía mucho a la persona que lo había ayudado a conseguirlo y sería muy desagradecido si lo dejara.

    ---------------------------

    En una colonia cercana de allí, estaba una pareja ya casada, y con el padre uke embarazado esperando el primer hijo. Según los mayores estaban algo viejos para ser padres primerizos, pero Hamano y Hayami ni siquiera iban por el primero, con lo cual tampoco podían decir mucho. Más o menos Kurama tenía que salir de cuentas en unos cinco meses aproximadamente, y estaba ya de un humor de perros que no dejaba que Minamisawa tuviera siquiera un momento de descanso.
    —Atsushi, quiero ir a dar una vuelta.
    —Pero hace frío, te vas a helar.
    —Con el embarazo tengo calor, y me dijo la doctora que andar era bueno.
    —Como quieras —le dijo su esposo peli-lila divertido— aunque no lo entiendo, por qué no tienes tanto tiempo de embarazo para ello…
    —Cá-cállate —le gritó un Kurama nervioso y acalorado haciendo sonreír a Minamisawa quien cogió su chaqueta, y algo para tapar al menor cuando tuviera frio, y empezó a seguirlo.
    —¿Y a dónde vamos? —le preguntó cogiendo su mano escuchando como el menor chistaba aunque no la soltaba.
    —Donde sea —respondió restándole importancia.
    —Como quieras Nori-chan —le respondió este dándole un pequeño beso en la mejilla de su esposo, viendo como este miraba hacia otro lado.
    —Idiota… —susurró esta vez consiguiendo que Minamisawa sonriera más.
    El peli-lila no podía entender que tan rápido el embarazo había afectado a las hormonas del más bajo, pero solo tenía 4 meses y ya se ponía de esa manera, no sé quería imaginar cómo sería en unos meses más, aunque seguramente a él le resultaría el chico más tierno del mundo. Quizás era el amor, y como le había dicho Hamano, este era ciego, pero no le importaba, estar junto al peli-azul y sus gritos o golpes, tampoco estaba tan mal y a él le hacía feliz.

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    Sobre la taberna que los padres de Manabe habían vendido había que decir que habían ido a parar a manos de las personas que hacía tiempo habían ayudado a Minaho a llegar hasta donde estaba ahora. Itetsuki y Oujika, juntamente con Kitatki y Koori, la habían comprado y ahora las dos familias eran socias en un mismo negocio, que a decir verdad les iba muy bien. La habían remodelado para que pudiesen vivir ambas familias, con algunas zonas comunas y otras privadas. Y había ya dos niños en esa casa, Ryan de 7 años, hijo de Itetsuki y Oujika, de cabello gris algo parecido a su padre seme, y los ojos negros; y Ran de 1 añito, hijo de Kitatki y Koori, que ya mostraba tener el cabello bicolor, entre blanco y negro.
    —Ran llora, quiere comida —fue a avisar Ryan al primer adulto que encontró por la casa.
    —Ahora lo preparo —le respondió Kitatki quien estaba en la cocina de la casa en esos momentos.
    Gracias a que eran dos familias, siempre había un adulto vigilando a los niños, aunque de cuidar a Ran se encargaba principalmente Ryan, quien no se separaba a penas de su lado. Aún era pequeño para que ayudara en la taberna, había demasiado alcohol y hombres borrachos para un niño, así que solía quedarse en casa y siempre estaba al lado del menor. Ran casi le reconocía más a él como madre que a sus propios padres. Cuando Kitatki tuvo preparada la mezcla para el bebé, que no dejaba de ser fruta chafada con algo de leche para que fuese menos densa, llevó el plato junto al menor que ya casi empezaba a tener su primer diente listo y le dolía.
    —Yo, yo —dijo Ryan pidiendo para darle de comer a Ran.
    El mayor sonrió y le dio el platito con la cuchara viendo como Ryan le daba de comer a su “hermano” aunque nada más lejos de la realidad, porqué en realidad Ran sería su futuro uke en cuanto crecieran. Algo que de momento no sabían, ni siquiera Ryan.

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    En casa de Taiyo y Kinsuke en la ciudad estaba Kinsuke cuidando de su hijo mientras el otro padre estaba trabajando. Estaba continuando con la tradición familiar, de llevar la carnicería y tenían la tienda de ropa alquilada a otra persona, que era quien trabajaba y llevaba el negocio aunque el propietario era Kinsuke y de vez en cuando se pasaba por allí para ver como iba y cosía algún que otro vestido. En esos momentos el cuidado del bebé le ocupaba gran parte de su tiempo, así que algunas veces era Yuuno quien se pasaba por la tienda. Aunque ese día este había quedado con el hijo de sus mejores amigos, Makoto y Namikawa, y había salido a dar una vuelta. Los dos niños tenían 9 años y solían dar una vuelta por el vecindario donde todos los conocían así que no había peligro de que les pasara algo mientras no se alejaran fuera del vecindario.
    Yuuno era un chico de cabello naranja y largo hasta la cintura, con los ojos rojizos, era muy bueno y tranquilo, algo tímido pero muy amable con la gente. Kinsuke sabía que todo el vecindario lo quería y que no dejarían que le pasara nada por eso estaba tan tranquilo cuando salía con Kousuke, el cual no era tan querido pero se había ganado el corazón de las personas por lo sincero que se veía cuando se preocupaba por Yuuno o por su hermano.
    —Hola Makoto —lo saludó con Yuuri en sus brazos, el cual tenía solo 1 añito y solía estar muy calmado mientras Kinsuke lo cargara.
    —¿Qué tal? ¿Cómo estáis? —le preguntó este viendo al pequeño que sonreía.
    —Bien, un poco cansado, con todo pero bien, ¿y tú?
    —Vengo de dejar a Saki en casa de Grey, Kousuke sigue negándose diciendo que Grey piensa en cosas impuras por Saki, pero solo tienen 6 y 5 años…
    —Es demasiado protector con su hermanito.
    —Parece ser que lo quiere solo para él. ¿Y qué tal está Taiyo? —le preguntó Makoto a su amigo.
    —Bien, ahora mismo trabajando, y yo debería de ir a ver cómo va la tienda de ropa.
    —Si quieres te acompaño así cargo a Yuuri un ratito.
    —Gracias, ¿Y qué tal Namikawa?
    —También está bien, a veces se discute un poco con Kousuke, pero bien.
    —Tienen un carácter parecido.
    —Es verdad, y como vivimos en el mismo sitio donde trabaja él, en el piso de arriba de la herrería pues se pasan el día juntos discutiendo.
    —A Taiyo se le cae la baba con sus hijos, dice que se parecen a mí.
    —Tiene algo de razón, a parte vosotros vivís donde la tienda de ropa, así que él tiene que ir a la carnicería y ya no se ven tanto.
    —A veces lo echo un poco de menos.
    Con esta conversación llegaron al sitio donde Kinsuke aún trabajaba, digo aún, porque Makoto al casarse cedió la tienda de cerámica a Alpha, quien junto con Fey se instalaron allí, así que él ya no tenía su tienda de la familia. Aunque realmente a Makoto más que la cerámica le interesaban los libros, así que él hubiera preferido montar una tienda de libros, pero eso no se estilaba y no creía que tuviese mucho éxito.

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    En una casa rural, estaba una familia reunida cerca de un manzano, estaban haciendo un picnic de invierno, junto al manzano gracias al cual había empezado todo. Ese manzano en esos momentos estaba un poco frío, no tenía manzanas, al ser invierno, y las hojas se le habían caído. A pesar de todo, Chet había insistido en ir a hacerle un homenaje. Asuna, la hija de 9 años de la familia estaba allí temblando de frío pero acatando la decisión de su amado padre. Según Yuuchi y los demás familiares, tenía una extraña obsesión por Chet y eso los tenía un poco preocupados. Aunque el rubio no se daba cuenta de nada y lo veía todo normal en su manera de ver, nada raro siendo que él no tenía un pensamiento muy normal. Yuuchi no podía negar que no tenía tiempo de aburrirse con esta familia.
    —Entonces empecemos con la ceremonia —dijo levantándose para mirar el árbol— oh, manzano sagrado de esta casa, te venimos a retar homenaje para que esta primavera y verano nos des unas manzanas tan preciosas como las de los años anteriores.
    —Oh, manzano sagrado… —empezaron a repetir los dos peli-blancos que vivían junto a Chet, sabiendo lo que tocaba.
    —Por ello te ofrecemos esta comida junto a ti y este cálido homenaje —siguió diciendo mientras lo abrazaba, siendo observado por los otros dos que se pusieron en posición de rezar mientras repetían lo mismo que había dicho Chet.
    —Muchas gracias por todos estos años de manzanas hermosas y deliciosas —con eso concluyó.
    Los tres dejaron de rezarle al árbol y empezaron a desmontar el picnic para ir a casa y tomar un poco de caldo caliente tapados con una buena mantita que les calentara el cuerpo que en esos momentos lo tenían más que helado de comer fuera y hacer el ritual de veneración para el manzano. Chet seguía obsesionado con el manzano que daba esas manzanas tan hermosas, o al menos el árbol que él creía porque Yuuchi no sabía si realmente era ese, solo le seguía la corriente a su esposo para que estuviese feliz.

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    Una pareja de castaños iban por las calles de la ciudad de camino a casa de su familia, o al menos parte de ella. Ninguno de los dos estaba del todo feliz con ello, pero por motivos diferentes. El castaño del cabello más largo no lo estaba porque su hermano siempre se metía con él, y eso le molestaba, y el de cabello corto porqué sería una comida muy incómoda teniendo a los dos hermanos peleando. Aunque cuando iban a la casa de su hermano no iba mucho mejor. Por algún motivo su esposo siempre acababa peleando con los mayores.
    —Yoshi —llamó el chico de cabello corto a su esposo— ¿puedes intentar llevarte bien con tu hermano por un día, por favor? —le preguntó mirándolo con ojos tiernos sabiendo que ante eso su esposo no podría negarse.
    —E-Esto… —respondió tragando saliva el de la coleta— sí, pero sabes que no es cosa solo mía.
    Ese asintió y llamaron a la puerta de la familia donde salió un peli-morado a recibirlos con dos niños gemelos, de 4 años, pegados a sus piernas. Este les sonrió y como pudo los dejó entrar caminando con los dos niños allí. Ambos sonrieron y saludaron al mayor, contentos de que fuese él quien abriera la puerta. Los pequeños al verlos sonrieron y se abrazaron a Yuuta, quien les saludó acariciando sus cabellos.
    —Hola chicos —fue lo que escucharon los pequeños con una sonrisa.
    —¿Cómo te encuentras? —le preguntó Kishibe a Yuuta tocando su enorme barriga.
    —Bien, no me puedo quejar, solo me cuesta dormir o caminar.
    —Si quieres sentarte allí tenemos la butaca con los cojines preparados para que te pongas cómodo.
    —Gracias —le respondió el pequeño castaño con una sonrisa mientras ahora se dirigía a los niños— Kaoru, Kaito, ¿Me dejáis que me vaya a sentar?
    Ambos chicos asintieron, eran débiles ante su tío político. Lo cogieron de la mano y se fueron junto a él al sofá individual para sentarse en los apoya brazos con los pies en las piernas del menor. Quizás no fuese lo más normal pero así podían abrazarlo sin hacerle daño con su peso. Yuuta estaba embarazado, en dos meses tendría a su primer hijo, y quien sabe si el único, eso solo lo sabía dios.
    —Mocoso, al fin llegaron —dijo Sousuke mirando a su hermano quien tragó saliva nuevamente— que lentos que son, un poco más y se enfría la comida esperándoos.
    —Sousuke, no seas así con Yoshihiko, Yuuta está embarazado no puede correr —los defendió el pequeño leoncito mirando a su esposo.
    —Si ya, siempre con excusas… —chistó el mayor de la casa yendo donde estaba Yuuta con los niños, al cual solo le hizo un movimiento de cabeza para mostrar que sabía que estaba allí pero nada más.
    —Gracias Kishibe, pero he prometido que ignoraré a mi hermano para no molestar a Yuuta, está muy sensible con el embarazo y todo le afecta más de lo normal.
    Por algún motivo Sousuke estaba escuchando esa conversación de su esposo y su hermano y cuando escuchó que Yohihiko le contaba al leoncito que Yuuta en la comida en casa de Hayato acabó llorando por una pelea entre el mecha azul y él, tragó saliva y decidió mantenerse callado desde ese momento. Le gustaba molestar a su hermano, pero hacer llorar a un uke era pecado. A parte si hacia eso, seguro que sus hijos iban a molestarlo durante largo tiempo y lo dejarían sin sexo con su leoncito, el cual los apoyaría como castigo por portarse mal con el esposo de su hermano, y no, él no iba a pasar por el celibato, involuntario.

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    En la ciudad un castaño y un peli-azul iban caminando junto a un pequeño peli-azul de unos 6 años y un castaño de 5 años, para ir a jugar al fútbol. Ese juego que Tenma se había inventado y al cual solía jugar solo hasta que le enseñó a jugar a Kyosuke y a Shinsuke, con quienes iba a jugar ahora mismo. Había quedado con este en la plaza donde antes practicaba solo y donde ambos castaños se habían conocido. Al llegar vieron que no estaban solos. Allí también estaban Kousaka, Konoha, un bebé de 2 años que estaba en un rincón jugando con la arena, junto a una niña de 3, y Tetsukado, el esposo de Kinsuke.
    —Hooola —saludó alegremente Tenma viendo a su amigo y los otros chicos a los cuales ya conocía de otras quedadas— vamos, Grey, Saki, id a jugar con los otros niños.
    El castaño se cogió de la mano del peli-azul quien lo miró de reojo y empezó a andar siguiendo al menor, el cual tiraba de él para que fuesen más rápidos. Saki había insistido en ir a casa de los Tsurugi para ver a su amigo Grey, y lo Makoto lo había dejado con ellos. Como Tenma ya había quedado con Shinsuke y los demás, decidió llevar a los niños para que jugaran juntos, y de paso que Grey estuviese más tranquilo y no se quejase, al menos eso último era lo que pensaba Tsurugi, viendo como su hijo era tan dócil cuando estaba Saki junto a él. Negó con la cabeza mientras suspiraba. No le había salido un hijo RBD como él quería, era solo un semiRBD, similar al chico de la posada que frecuentaba cuando iba a casa de Tenma de pequeño.
    —Kyosuke —lo llamó el pequeño castaño mirando a su esposo quien se veía concentrado en sus pensamiento— empezamos a jugar, va.
    —Sí, sí.
    Shinsuke se situó en la portería y Tetsukado y Konoha en la defensa; por otro lado, Tenma, Kyosuke y Kousaka, jugarían como el equipo contrario y todos atacarían. El juego consistía en que los atacantes harían jugadas y pases y debían marcar un gol. Si los defensas les quitaban la pelota o el portero la paraba era un punto para el equipo defensivo. Quien sumara más puntos ganaba.

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    Después de reconstruir la fábrica entre todos, y pasados unos años para que los sucesores fueran mayores de edad, la colonia había pasado a manos de los hermanastros. Al principio habían intentado llevarse bien, para que la colonia no se fuese a la ruina, pero al ver que la convivencia, no era lo mejor, llegaron a un trato. Masaki y Hikaru se quedarían como dueños de la colonia, aunque la mitad de esta era de Taiga y Sousuke. Para cualquier cambio se tendría que pedir permiso a la pareja, pero para todo lo demás Masaki y el corderito tenían vía libre para hacer lo que quisieran con ella. Sousuke y Taiga se fueron a vivir la ciudad, y su trabajo consistía en conseguir un sitio para las ventas de la colonia, socios, trabajadores cuando era necesario… a cambio recibían un porcentaje de lo que se ganaba en la fábrica y vivían la mar de bien, teniendo dinero suficiente para no preocuparse por él.
    —Masaki —le dijo un corderito a su esposo acercándose a la mesa de la gran casa, donde vivían dentro de la colonia.
    —¿Qué quieres mocoso? —le preguntó este viéndolo acercarse con su hijo de 5 años abrazado a su cuello, algo que le hizo chistar un poco molesto.
    —¿Puedes cuidar de Senai mientras preparo la comida?
    —¿Qué harás hoy?
    —Tú comida favorita.
    —¿Carne, al fin?
    —Sí —le respondió sonrojándose por la sonrisa arrogante que mostro el mayor mientras lo miraba tan fijamente.
    —¿Qué celebramos?
    —N-nada… es solo… que… últimamente has trabajado mucho y quería darte algo para que estuvieras feliz —le acabó diciendo con una sonrisa que dejó a Kariya embobado mirando a ese cordero tan adorable que tenía como esposo.
    Se acercó a él, dejó al niño en la mesa y abrazó al corderito quien se sonrojó un poco por ello sin dejar de sonreírle a su esposo, quien lo tomó por el mentón para acercarse a sus labios y darle un beso. Un beso que él quería profundizar pero que no pudo al notar como después del roce el corderito se separaba rápidamente de él dejándolo con una ceja alzada y algo molesto.
    —SENAI —escuchó el gritito que dio el corderito acercándose a su hijo que había caído de la mesa donde el mayor lo había dejado— e-está muerto… —exclamó haciendo que el mayor tragara saliva mirando hacia la escena donde el niño estaba en el suelo sin moverse.
    —Mocoso levanta —le dijo Kariya a su hijo acercándose a este, viendo que respiraba y que hasta tenía una pequeña sonrisa en sus labios.
    Al parecer todo era parte de su plan para alejar a su padre seme de Hikaru. A alguien le gustaba hacer llorar a su padre uke y molestar a su padre seme, llevaba la sangre RBD sádico en sus venas. Kariya iba a levantarlo para darle una buena bofetada por el susto cuando vio como Hikaru como lo abrazaba aún en lágrimas.
    —Está vivo, Hikaru —le dijo a su corderito quien lo miró confundido.
    —Hola mama —le saludó como si no pasara nada, dejando a los dos mayores sin habla.

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    En una posada no muy lejana de la ciudad, estaba una pareja preparando todo para la comida que tendrían con la hermana de Shuu, su esposo y su hijo. Estos habían llegado ya y estaban ayudando a su manera. Kei y Taichi se habían quedado con Ayame y Reiji, para cuidarlos, mientras Hakuryuu se encargaba de los clientes que aún tenían y Shuu y Shin estaban juntos en la cocina preparando la comida.
    —¿Cómo te va hermano? —le preguntó la peli-negra mirándolo preocupada.
    —Bien, estoy muy feliz aquí.
    —Tardaste mucho en mandar una carta para decir que estabas bien… y cuando al fin la mandas es para decir que estás casado y con dos hijos.
    Sí, hacía 10 años que estos hermanos no se veían por decisión de Shuu algo que había molestado a su hermana. El día de su boda, después de que dijeran ambos que sí y se besaran, tal y como había dicho Shuu se había ido de la casa y no había vuelto a saber nada de él hasta… hace una semana que le había mandado una carta, que le había dado a Kei, cuando este por casualidad había pasado por esa posada y se habían encontrado.
    —Lo siento —respondió el de cabello tricolor riendo nerviosamente, aunque en el fondo se sentía algo culpable.
    —Un lo siento, no me vale, llevo 10 años esperando por saber algo de ti, y-yo pensé que te ha-había pasado a-algo y q-que nunca… me e-enteraría… —le dijo ahora empezando a llorar haciendo que Shuu se sintiera algo peor que antes.
    —Shin… —fue lo único que llegó a decir antes de abrazar a su hermana, quien a pesar de todo no se soltó del abrazo— no era esa mi intención… solo que al final Hakuryuu me dio un sitio donde vivir y no lo tenía claro al principio…
    —¿No lo amas?
    —S-sí, lo amo, pero… me sentía una molestia… no había hecho nada para merecer algo así a cambio…
    —¿Y ahora?
    —Ahora esto es mi casa ya, y soy muy feliz con Hakuryuu y con Ayame y Reiji.
    —Eso es bueno, hermano —le dijo Shin dejando de abrazar a su hermano y limpiando sus lágrimas.
    —¿Y vosotros Shin? ¿Cómo habéis estado? —le preguntó pensando en que no esperaba que su hermana tuviese ya un hijo de 6 años.
    —Muy bien, la granja nos va bien, el huerto también, ganamos suficiente para mantenernos y Taichi es una alegría para nosotros —Shuu sonrió por la respuesta de su hermana viéndolo feliz por ello aunque luego se puso serio.
    —Shin, nunca más voy a desaparecer así, yo lo único que quería era que pudieses hacer tu vida en esa casa sin un hermano mayor que mantener, prometo que a partir de hoy volveremos a estar como antes.
    —Eso espero, o no volveré a hablarte nunca más.
    Shuu tendría que compensar a su hermana por esa desaparición y también tendría que hablar con Kei, quien realmente era un amigo de la infancia, no lo tendría fácil ese día y por eso estaba preparando una gran comida que lo ayudara a hacerse perdonar más fácilmente. Hakuryuu le había ayudado a hacer este paso, ya que él no las tenía todas, le daba un poco de miedo hacerlo por si Shin lo odiaba y no lo perdonaba, pero gracias a las palabras del peli-blanco había cogido valor para tener este momento con su hermana y poder arreglar las cosas con él. Más tarde recompensaría al mayor por su ayuda y sus consejos.

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    En la ciudad, en la parte alta, había una gran comida festiva para celebrar la boda de Yukimura y Miyabino. Iban un poco lentos, les había costado 10 años de noviazgo casarse pero al fin lo habían logrado. Habían invitado a Ichiban y Yoichi, Shindo y Kirino y también estaban por allí Sarjes y Acrous los cuales se habían casado unos años antes. Pero no solamente estaban ellos sino que también estaban los respectivos hijos de cada pareja, Isao de 10 años y Natsumi y Mitsuki de 5 años, por parte de Ichiban y Yoichi; Yuna de 4 y Yuzu de 3, por parte de Shindo y Kirino; y Leck de 7 y Brigan de 2, por parte de Sarjes y Acrous.
    La boda se había acabado ya y ahora estaban en el banquete con una comida que haría babear a cualquiera que la viese. Los mayores estaban comiendo tan tranquilos, pero los menores tenían otros planes para el momento de la comida. No se conocían mucho la mayoría, pero eso poco les importaba, porque la cuestión era hacer algo para no aburrirse mientras los mayores comían. Isao era alguien calmado pero no por eso iba a dejar pasar la oportunidad de molestar a sus hermanos. Al menos a Mitsuki que era muy enojón y fácil de molestar.
    —Mit-chan —lo llamó sabiendo que ese apodo no le gustaba a su hermano— ¿no te comes las verduras? —le preguntó sabiendo que este ya estaba algo molesto por lo de antes— eres un niño aún —se rio de él un poco.
    —Cállate Isao —le gritó como todo un niño de 5 años puedes hacer— yo como carne, verdura es para animales —luego sonrió y añadió— como tú.
    —Más respeto para tu hermano mayor.
    —Respeto tú a mí.
    —Sí, ya un mocoso como tú no merece eso —le respondió tirando un trozo de zanahoria a la cara de su hermano.
    —Idiota —le gritó este otro lanzándole un trozo de lechuga.
    Empezando así una guerra de verduras que empezaron a volar por el aire entre los niños que felices por eso, se libraban de tener que comer tal cosa. Todos menos Leck y Brigan. El primero mirando a los otros niños con cara de “vulgares” y el segundo que comía un poco de puré sentado en el regazo de Sarjes quien lo alimentaba con una sonrisa, orgulloso de que sus hijos no participaran en esas peleas.
    —Isao, Mitsuki —se escuchaba a Ichiban gritar a sus hijos para que se comportaran mientras Yoichi a su lado solo reía mirando la cara de Miyabino, de querer llorar porqué le estaban arruinando su boda— queréis parar de una vez, con la comida no se juega.
    En esos momentos Yuzu, de 3 añitos, decidió que eso parecía divertido y cogió un trozo de salchicha tirándolo al azar, dándole en la cabeza a Acrous quien se levantó de golpe mirando a la niña enfadado. Como se atrevía a tirarle una salchicha a su real cabeza, pensaba viendo la sonrisa de esta al lado de un Shindo quien sonreía nervioso.
    —Yuzu —le llamó un peli-rosa, alias padre uke de la niña quien se levantó para ponerse a su lado y quitarle el plato de comida junto con otro trozo de salchicha que ya tenía en la mano dispuesta a lanzarlo.
    Shindo ayudó a su esposo a evitar que su hija acabara de enojar al hijo del alcalde, quien ya tenía una gotita estilo anime en su frente y un tic, no sabiendo que hacer. Estaba enfadado pero era una niña de 3 años. Sarjes al ver eso, se acercó a su esposo y con una servilleta le limpió un poco el cabello dentro de lo que pudo, haciendo que el peli-lila se sonrojara y calmara de golpe.
    Natsumi por otro lado le dio una colleja a su hermano gemelo, antes de ir a abrazar a Yuzu con una sonrisa, al ver como este se calmaba un poco y la miraba con el ceño fruncido aunque dejando de tirar comida. Ella ganaba siempre, con un golpe suyo su gemelo se calmaba, ese era su poder de hermana y nadie se lo iba a negar.
    Ichiban suspiró más tranquilo al ver que Mitsuki se calmaba y que Isao se quedaba sin alguien con quien pelear, con lo cual se calmó también chistando un poco. Después de eso el peli-naranja se acercó a los recién casados y se disculpó con ellos por el lio que habían creado estos. A la vez que su esposo rubio se acercaba a Yuna, el hijo mayor de la pantera rosa, y lo abrazó para que dejara de llorar después de que le hubieran ensuciado a él y a su traje en esa pelea de comida. Yoichi miraba a ese niño de cabello gris recogido en dos coletas largas y con mala vista a pesar de su corta edad, pensando en de donde había salido con los genes de su mejor amigo y su esposo. Entre llorón, cegato y algo débil, le daba penita pero también despertaba su instinto protector, algo que no le pasaba con casi nadie.
    Cuando todo esto acabó la boda siguió como si nada, sin más problemas, para alegría de todos los adultos que había allí. Al parecer les faltaba un poco de educación a los hijos del rubio quien no imponía mucho como padre y eso podía ser un problema. Ichiban pensó ese día que él tendría que tomar las riendas de la educación de los niños si quería evitar que se volvieran unos gamberros en un futuro.

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    En una masiva rural, ciertos peli-negro vivía feliz junto a su esposo, ambos cuidando de las tierras y los animales de la familia Ichino, donde Aoyama había sido aceptado muy bien des del principio y donde él había empezado a vivir y se había adaptado a medida que aprendía como funcionaba esa casa y sus alrededores. Él antes era mayordomo, cuidar de la casa se le daba bien y sabía hacer todo lo relacionado con su limpieza y orden pero lo del campo y los animales no, así que había tenido que aprender para colaborar con la familia.
    —Nanasuke —le llamó un día la madre de este la cual aún vivía con ellos, haciendo que el menor la mirara con una pequeña sonrisa— ¿Por qué aún no tenéis un hijo?
    —¿Eh? —preguntó este desconcertado.
    —No me digas que eres impotente…
    Ichino negó pensando en ese detalle, de acuerdo que no lo hacían tan a menudo como quizás lo hacían otras parejas pero lo hacían, no vivían en un celibato continúo y realmente no habían tenido ningún hijo, todavía. Quizás era raro, visto desde fuera pero todo tenía una explicación. Aoyama tomaba unas hierbas para no quedar embarazado. Aún no creía que fuese el momento y él respetaba eso.
    —No, es solo que Aoyama aún no quiere…
    —¿No me digas que aún no lo habéis hecho? —ahora la madre estaba más bien sorprendida.
    —No es eso madre —le respondió un poco avergonzado, por ese interrogatorio— Aoyama toma unas hierbas para evitar su embarazo, simplemente.
    —Pero hijo, yo quiero conocer a mi nieto antes de morir.
    —No morirás tan pronto.
    —Nunca puedes decir nunca…
    —Tan filosófica.
    La conversación quedó así porque en ese momento se escuchó un ruido en la sala de al lado y ambos giraron la mirada hacia allí. Pero no vieron nada. Ichino pudo interpretar que había sido su esposo que había escuchado la conversación. Sonrió. A él no le importaba tener un hijo ahora o más tarde, pero no quería presionar al menor. Sería interesante saber que pasaría.
    Ellos quizás no lo sabían pero yo que soy la escritora sí, y puedo avanzar que al año siguiente Aoyama ya estaba embarazado de su primer hijo.

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    En una taberna no muy lejana del ayuntamiento estaba un castaño sirviendo algo de comida en un plato, para que su esposo lo llevara a unas mesas. No le gustaba cocinar pero menos le gustaba perder clientes, porque eso significaba perder dinero y no, eso no se podía permitir. Había sido pobre durante mucho tiempo y no quería seguir de ese modo, así que no iba a permitir que los clientes se fueran o muriesen envenenados por la comida que hacía su perro… digo, su esposo Ibuki Munemasa, el terror de la cocina.
    —Munemasa, ya puedes llevarlos —le gritó desde la cocina, donde de repente se encontró con dos niños que lo miraban.
    Ambos niños, Suoh de 4 años y Naoki de 3, de cabello blanco como su padre seme, lo miraban con ojos felices. Se sintió un poco cohibido por eso sin saber muy bien que hacer o decir. Esos ojos siempre significaban una cosa, iban a pedir algo que estaban seguros de poder conseguir y no estaba de acuerdo con esa filosofía.
    —¿Que hacéis aquí, si estabais jugando con Shun? —les preguntó un poco cauteloso, su instinto maternal, que ya estaba despierto cuando cuidaba de sus hermanos, ahora estaba más desarrollado, por los dos partos que había tenido y sabía que no sería capaz de negarles nada si los veía con esas caritas o si hacían un puchero.
    —Queremos algo.
    —Munemasa, ven inmediatamente —le gritó a su fiel perro quien apareció en la puerta enseguida sonriendo ante la escena— llévatelos de aquí ahora mismo o cerramos el local.
    —Chicos —les llamó con su voz divertida— ¿Qué os parece esperar un poco a que los papas cierren y luego hablamos sobre lo que queráis?
    —Pero…
    —Si no trabajamos no podremos seguir viviendo aquí, ¿os gustaría eso? —les preguntó seriamente viendo como los niños negaban con sus cabezas— entonces, id con el tío Shun arriba y luego hablamos.
    Ambos niños asintieron con una sonrisa de buenos niños y se fueron corriendo hacia la habitación de su tío. Sí, alguien tenía buena mano con los niños, mientras que el otro les tenía algo de miedo. Y sí, el menor de los hermanos aún vivía con ellos y hacía de canguro cuando estos trabajaban.

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    Cierto cerdito estaba junto a su esposo en su casa de la colonia, después de un arduo día de trabajo. Él a diferencia de su amigo aún no estaba embarazado, o al menos no lo sabía porque tenía básicamente una semana y por esas épocas tu cuerpo aún no te da pistas de dicho tema. Así que estaba disfrutando de un atardecer junto al pescador quien estaba preparando sus cosas para salir a pescar en uno de los momentos en que según él se podía pesar mejor. Durante toda la noche. Hayami había preparado un bento para comer fuera y estaba pensando en la noche sin dormir que pasaría antes de su día de descanso. Sí, lo bueno era que al día siguiente podrían descansar. Solamente descansaban un día a la semana y era rotacional, con un 5 días trabajados por uno de fiesta, y desde que había subido Kariya al liderazgo de la colonia, junto con Hikaru, habían hecho la norma de que las parejas tenían la misma rotación para que pudiesen pasar el día de descanso juntos. Todo un detalle que había sido idea del corderito, obviamente. Nadie dudaba de eso.
    —Tsuru-chan, ¿lo tienes todo listo? —le preguntó el chico de cabello negro entrando a la cocina donde el pequeño castaño acababa de poner las últimas cosas dentro de una mochila.
    —S-sí —fue su respuesta nerviosa mirando como el mayor cogía la mochila y se la posaba en el hombro con las cosas para pescar.
    —Entonces, ya podemos ir a pescar un pez enorme.
    Hayami sonrió enternecido por eso mientras lo seguía con un pequeño sonrojo por lo animado que se veía el más alto a su lado. Su mejor amigo Kurama siempre le decía que su esposo era un tonto y un chico feliz que no sabía de la vida, pero justamente esa felicidad y esa positividad eran algo que a Hayami siempre le había gustado de Hamano y dijeran lo que dijeran los demás, este era muy bueno con él y el mejor novio del mundo. Siempre preocupándose por él e intentando que estuviese cómodo en todas las situaciones. Ahora como esposo era igual. Seguía siendo igual de tierno y de amable con él, preocupándose de que él estuviese siempre bien sin presionarlo ni nada. Solo estando junto a él siempre dándole su apoyo y ayudándolo en todo lo que él necesitara.
    —Ma-mañana prepararé e-el pez que pesquemos —le dijo como respuesta al moreno quien sonrió feliz de la vida antes de abrazarlo con cuidado ya que llevaba muchas cosas en sus hombros y no quería hacerle daño.
    —Eres el mejor, Tsuru-chan.
    La pescadería de los Hamano seguía existiendo y aún la llevaban los padres de este, pero pronto pasaría a manos del moreno quien dejaría de trabajar en la fábrica. Ambos se preguntaban hasta qué punto iba a afectar en su relación ese detalle, pero estaban seguros de que sería para mejor, ya que Hamano lo que más amaba era la pesca y la pescadería y Hayami era feliz viendo al moreno feliz. Fuese como fuese superarían los cambios que fuesen necesarios para poder seguir juntos y ambos lo sabían.

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    Esa noche en la ciudad estaba una pareja, un koala junto a un conejo, el cual estaba que casi no podía moverse por el dolor de espalda que sentía. De acuerdo, eso era porqué durante el día en vez de estar en reposo Fey se pasaba el día caminando de un sitio para otro haciendo cosas diversas, como la compra, limpiar, preparar la comida, dar un paseo, seguir limpiando, comer de nuevo… al llegar la noche la espalda le mataba. ¿Y eso por qué? Porqué estaba embarazado de nuevo. Al mes siguiente saldría de cuentas. Ya tenían un nombre pensado para su segundo hijo, solo necesitaban ver si este nombre sería el adecuado para él.
    —Mama ¿tás ben? —le preguntó Areu a su padre uke, haciendo que este sonriera un poco forzado.
    —Sí, solo me duele la espalda, pero no me llames mama, soy tu padre…
    —Mama.
    —No, papa —le respondió para ver si así lo entendía.
    —Papa Alpha.
    —Y papa Fey.
    —Mama Fey —insistió el niño de cabello verde de 3 añitos quien miraba a su padre uke con una sonrisa.
    Este suspiró resignándose a ser su madre para siempre, justo cuando Alpha regresó mirando la escena con una mínima sonrisa. Estaba preparando la cena. No era tan buen cocinero como Fey pero se defendía bastante bien. Había estado todo el día fuera por cosas del trabajo, estaba trabajando en la tienda de cerámica de Makoto, la cual había convertido en una tienda de objetos de importación variados. Y tenía bastante éxito, aunque para ello muchas veces tenía que viajar, y no era un buen momento, teniendo a su esposo en ese estado.
    —Areu, deja descansar a tu padre —le dijo ayudando a Fey en la educación de este para que entendiera que ambos eran sus padres.
    Fey sonrió ante eso y miró a su hijo el cual asintió con la cabeza yendo con su padre seme a la cocina. Si no podía molestar a uno mejor ir con el otro, aunque solo fuese a mirar. Alpha lo sentó en la mesa y empezó a preparar la comida a su lado mientras le hablaba un poco al niño para que este le prestara atención. Areu lo miraba mientras cocinaba y de vez en cuando probaba alguna cosa que este le daba, diciéndole si estaba bueno o no. Era una escena muy linda que Fey observaba des de una silla del comedor, acariciando su enorme barriga.
    —Espero que nazcas fuerte como Areu —le dijo en un susurro sonriendo mirando a su esposo y su hijo con orgullo, para él eran la familia perfecta.

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    En una casa de la colonia, una pareja algo caballeresca estaba disfrutando de la cena familiar con sus dos hijas gemelas, de 8 años y peli-canelas. Gillis había preparado la comida para los 4, y ahora estaban sentados en la mesa comiendo ese delicioso manjar. Saru por su parte estaba mirando a las niñas de reojo. Pronto tendrían edad para empezar a trabajar en la fábrica y eso lo tenía un poco preocupado. No era un trabajo fácil y no quería que sus niñas se hicieran daño o sufrieran ningún problemas por las máquinas o por un incendio como esa vez.
    —A los 10 años, ya se puede trabajar en la fábrica —le comentó a su esposo quien lo miró un poco sorprendido por eso.
    —¿Y? Aún quedan dos años…
    —¿Piensas dejarlo para último momento arriesgándonos a que se quede así, sin más, con las niñas allí trabajando de esto, sufriendo cada día por si se harán daño o no con una de las máquinas? —le preguntó ahora empezando a enfadarse.
    —No, no he dicho eso, sólo digo que aún tenemos dos años para pensar cómo hacerlo para evitar tal cosa —fue lo que respondió Gillis ante la atenta mirada de sus hijas.
    —Papas —les llamó Aynara, viendo como estos no podían evitar girarse hacia ella— no pasa nada…
    —Eso, no peleéis —secundó Aryana a su gemela— estamos bien…
    —… pero no nos gusta veros peleando.
    —No estamos pelando —les respondió Gillis en ton de paz— ¿verdad, Saru?
    —No, aún no —fue lo que contestó Saru a la pregunta de su esposo haciendo que a este se le cayera una gotita estilo anime por la nuca.
    —Os queremos —dijeron ambas empezando a comer de nuevo viendo como sus padres hacían lo mismo dejando de lado esa conversación para seguirla en un momento en que las niñas no estuvieran, de verdad que siempre conseguían poner paz entre ellos.

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    Al acabar ese extraño partido de fútbol rudimentario, con normas que se había inventado Tenma, este junto con Tsurugi habían llevado a Saki a su casa antes de ir ellos a la suya con Grey de la mano. Aún era pequeño y se dejaba llevar de la mano, así que Tenma aprovechaba para ir de la mano de ambos peli-azules felizmente.
    Por otro lado estaban las otras dos parejas con sus respectivos hijos, Shimon de 2 años hijo de Kousaka y Konoha y ;ayura de 3 años hija de Tetsukado y Shinsuke. Mayura iba en brazos de Tetsukado y Shimon de Kousaka. Llevaban muchas horas jugando en el parque con Grey y Saki y habían quedado dormidos en cuanto les habían cogido en brazos. Era un buen momento para ir a casa. Casa que en esos momentos ambas familias compartían. ¿Por qué? Kousaka y Konoha habían llegado después de un viaje, de otra ciudad, y Tetsukado y Shinsuke en realidad solo venían de paso y en un principio estaban instalados en una iglesia, para evitar que al estar débil Shinsuke fuese poseído. Pero ahora no había tal problema, Konoha, sabía proteger la casa de los malos espíritus, al parecer era la especialidad de su casa de médiums, mientras que Shinsuke seguía con sus espiritismos y exorcismos para mantenerse. La unión de ambos era favorable, y claro está sus parejas no iban a oponerse a una mejora en la calidad de vida de los dos más bajos.
    —¿Qué hay para comer? —preguntó Tetsukado, esperando saberlo ya que estaba muerto de hambre después de tanto ejercicio.
    —Estofado —respondió Konoha la encargada de la comida— ha-hay para repetir.
    —Genial, porqué me muero de hambre.
    Al llegar a la casa dejaron a los niños en su cama y se pusieron a comer. Recordando entonces, que Shinsuke tenía un encargo en una de las casas de las afueras y que eso implicaba un pequeño viaje que podía durar dos días si se precisaba. Konoha lo miró unos momentos, ella no podía hacer mucho como médium, como en el fútbol ella era defensa, aquí ella se encargaba de proteger pero no podía luchar contra los espíritus y esas cosas.
    —No-nos que-quedaremos co-con Mayura —le dijo Konoha dándole algo de apoyo a la pareja, que según parecía saldría al día siguiente.
    —Cuando lleguéis tendremos preparado un ritual de purificación.
    —Gracias —les agradeció Shinsuke con una sonrisa mirando a su esposo el cual también le sonrió, realmente contento de haberlos encontrado para que le ayudaran a hacer la vida de su esposo más fácil. Ser médium no era tan sencillo como algunos creían.

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    Una pareja alienígena, que no eran Sarjes ni Acrous, y que en este fic tampoco es alienígena sino que viene de otra ciudad del mismo mundo, estaban Ozrock y Ishigashi, junto a su hijo Malam de 10 años, quien en esos momentos, estaba pensando en un rubio que había visto hace un tiempo en otra ciudad y que quería ir a ver de nuevo. Sí, había sido amor a primera vista pero no podría conquistarlo si lo tenía tan lejos.
    —Quiero ir a vivir a Bartagi —dijo de repente haciendo que sus padres lo miraran un momento confundidos antes de volver a recomponerse.
    —¿Por qué?
    —Me gusta un niño que vive allí —respondió simplemente a la pregunta de su padre seme.
    —¿Amor?
    —Sí, a primera vista.
    Sus padres se miraron unos momentos como sospesando la idea. Su hijo no hablaba mucho, a decir verdad casi nada. Era muy extraño porqué muchas veces cuando decía alguna cosa ni siquiera lograban entender en que idioma lo decía y eso les preocupaba un poco aunque no fuesen muy expresivos a la hora de demostrarlo. Ahora, a pesar de todo eso, Malam había hablado en idioma conocido y por voluntad propia para decir algo sobre ir a una ciudad donde estaba un niño que le había gustado a simple vista. Quizás era un comienzo. Si era así no iban a decir que no.
    —Está bien, veremos qué podemos hacer —respondió Ishigashi mirando a su hijo quien asintió con la cabeza volviendo a centrarse en la comida en silencio.
    De acuerdo que ellos dos no eran las personas más comunicativas que existían pero, aunque fríamente, sabían y podían comunicarse con el resto de las personas que vivían cerca de ellos y hablaban su mismo idioma. En cambio su hijo no, y ya empezaban a pensar que sufría de autismo cuando este demostró que al menos tenía sentimientos, algo que lo diferenciaría de un autista, ya que estos no solían entender este tipo de sentimientos o emociones, según tenían entendido. Quizás solo era introvertido o no tenía nada que decir. Si iban a Bartagi y lo veían relacionarse con ese niño, quizás entenderían un poco mejor a su hijo y eso no sonaba del todo mal.

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    Ya en casa después de una fiesta que había acabado pareciendo interminable, y de una comida un poco ajetreada por culpa de los niños que habían invitado a su boda, Yukimura y Miyabino por fin podían disfrutar de un momento de paz, juntos. En su habitación de la casa donde vivían. Donde el peli-azul estaba dejando su traje en una silla de un rincón, a medida que se iba quitando las diferentes piezas de ropa para hacer lo que todo el mundo hacía en su noche de bodas, dormir… no, no exactamente, pasar un tiempo de calidad con amor desenfrenado junto a su uke, el cual estaba… que se dormía en la cama después de ese feliz pero agotador día.
    —¿Estás cansado? —le preguntó el peli-azul metiéndose en la cama muy cerca de Miyabino abrazándolo por la cintura y acercándolo un poco más a él.
    —Sí —le respondió este sobándose un poco el ojo, que casi se le cerraba solo— después de ver como esos niños me destrozaban el convite mis emociones no han dejado de fluir y ahora me siento agotado —le dijo con una pequeña sonrisa— aunque por fin estamos casados.
    El pobre después de tanto tiempo no se lo creía, habían tardado 10 años, pero no habían encontrado la oportunidad, por culpa de varias cosas que habían pasado haciendo que este momento se fuera atrasando hasta ese momento. Suspiró pensando en esas cosas. Había muerto su padre con lo cual ya eran varios años en los que uno no se podía casar en su memoria, entre otras cosas. Pero al fin había llegado ese momento.
    —Si tan cansado estás, ¿por qué no dejas que te reconforte está noche, Reiichi? —le preguntó un poco seductor, haciendo que las mejillas del más bajo se tiñeran de un rosado fuerte mientras sonreía feliz de que fuese él quien iniciara la cosa.
    —Y-yo… —tartamudeó un poco pensando en que cada día su, ahora, esposo era más atrevido y perfecto— S-sí —le respondió abrazándose a su cuello aceptando el ofrecimiento de su peli-azul, el cual sonrió y empezó a besarlo no pudiendo resistir más las ganas.
    Sabía que lo que había pasado con los niños había afectado un poco a Miyabino y eso le había preocupado pero después solo había podido pensar en ese momento que podrían tener en la noche, para ayudar al menor a olvidar ese momento y que recordara la boda como un día perfecto e inolvidable. No era por darse méritos pero sabía que Miyabino disfrutaba en la cama, con él, cuando hacían este tipo de cosas y ¿que mejor que acabar bien su día que con algo que les gustaba a ambos y que disfrutaban tanto?
    FIN

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    Y hasta aquí este fic, que me ha costado lo mío acabar, yo espero que todo haya quedado bien cerrado en sus puntos y que os haya gustado el final para las diferentes parejas. Sé que a estas alturas no me lee nadie porque me he tardado como 5 años en acabar el fic, pero prometí que lo acabaría y lo acabé.
    Diría que hasta pronto pero lo más probable es que tarde en aparecer por aquí en caso de que vuelva. Tengo todos los fics acabados y poco tiempo para escribir de nuevos, así que muchas gracias por haberme leído hasta aquí y mucha suerte a todos.
     
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57 replies since 7/8/2013, 15:55   2378 views
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