🌟🌈 Rainbows & lights 🌈🌟 || Akihiko x Hiroki

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. ~Akemi~
        +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    be kind
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    3,083

    Status
    Anonymous

    ORANGE

    large

    What the hell were we?
    Tell me we weren't just friends
    This doesn't make much sense
    But I'm not hurt, I'm tense
    Cos' I'll be fine without you babe



    Fue lo primero que Akihiko vio cuando entró al club.

    Había muchos bailarines con menos prendas que Hiroki, los había más atrevidos, que permitían que los clientes pusieran sus manos sobre sus suaves pieles, aunque fuera solamente por unos efímeros segundos, sin embargo, seguía siendo Hiroki quién más destacaba; como una joya brillando en medio del escenario.

    Siempre había sido así. Hiroki siempre destacaba en cualquier lugar al que iba, era el centro del mundo para Akihiko que eternamente lo observaba a la distancia.

    Durante un momento Akihito ya no se encontraba en el club, rodeado el calor de innumerables cuerpos que se movían a su lado, cubierto por el olor del tabaco, el sudor y las lágrimas, sino que se encontraba sobre el césped recién cortado, rodeado de las flores silvestres que se daban en el pequeño bosque detrás de su casa.

    —❤—



    No podía decir que recordaba el momento en el que conoció a Hiroki, porque él siempre había estado a su alrededor. Toda su vida habían permanecido juntos, incluso antes de que ninguno de los dos pudiera hablar o caminar y sólo se habían separado cuando Akihiko dejó el país.

    La madre de Hiroki había actuado como su niñera desde que Akihiko tenía memoria, cuando su madre lo había rechazado haciendo sus maletas y no volviendo nunca a la mansión y de esa manera Hiroki se había vuelto como su hermano, más cercano incluso que la persona fría y seca que su padre había llevado una helada mañana de invierno, y que su había presentado como el medio hermano de Akihiko.

    Cuando eran pequeños ambos se escapaban de la mansión, atravesando los jardines cercanos y adentrándose en el bosque, pero siempre sabían que, al regresar, en la cocina los esperaría una humeante taza de chocolate caliente en invierno, cuando sus manos se congelaban por haber levantado ciudades de nieve, o un té helado que les quitara la sed después de una larga tarde de travesuras en el verano.

    Hiroki había pasado tanto tiempo a su lado que a Akihiko le parecía imposible decir el momento exacto en el que se había enamorado de él. Tal vez había sucedido a los cinco años, cuando Akihiko le lanzó una bola de nieve en el cabello, y el sol brilló a través de las ramas marchitas de los árboles haciendo que el cabello de Hiroki brillara con tintes dorados, o tal vez sucedió cuando tenían diez años y Akihiko se había vuelto un niño con un halo de melancolía que sólo podía desaparecer cuando Hiroki le sonreía de esa manera tan pura cuando le mostraba sus escritos o sus libros favoritos.

    Quizá en el pasado habían vivido mil vidas juntos y desde siempre se habían amado, cuando solo eran espíritus en el viento, antes de encarnar en carde y huesos de nuevo. Akihiko no lo sabía, sólo sabía que a sus quince años no podía apartar los ojos de Hiroki, no cuando leía a su lado en completo silencio, con los ojos llenos de brillo y los labios curvados en una sonrisa, tampoco podía dejar de verlo cuando les dejaban terribles cuentas matemáticas y Hiroki fruncía el ceño respingando su diminuta nariz, o cuando se acostaban sobre el pasto lleno de flores y los rayos del sol iluminaban las pestañas de Hiroki, como miel sobre sus ojos. Una tarde Akihiko se había inclinado para probarla.

    —¡¿Qué crees que haces estúpido?!— Hiroki se había sonrojado y alejado, pero Akihiko lo mantenía debajo de él. Incluso había tenido la osadía de reírse en su cara, sosteniendo sus mejillas y subiéndose a su torso, y en algún momento entre los rayos del sol, las risas y los gritos furiosos, todo se quedó en silencio, ni siquiera los pájaros siguieron su trino, no cuando sus labios se unieron, en un momento que duró horas.

    El momento seguía fresco en su mente, al principio todo había sucedido deprisa y desordenado, manos nerviosas que se movían sin ninguna dirección previamente trazada, posteriormente sólo fue dulce y pacífico, las manos de Hiroki ascendieron hasta su nuca, desplazándose por sus hombros y después marcando sus costados, Akihiko aún recordaba lo suave que estaba su cabello ese día y lo delicada que le pareció la curva de su espalda contra el césped.

    En algún momento había abierto los ojos, chocando sus pestañas contra las de Hiroki y había visto la intensidad con lo que lo miraba, con sus ojos cafés dilatados. Los minutos se transformaron en horas y ambos seguían rodando sobre el pasto, a veces se apartaban y entonces Akihiko acariciaba el cabello de Hiroki, sus mejillas, sus orejas e incluso la pequeña curva en su cintura, entonces Hiroki volvía a buscarlo con necesidad y todo comenzaba de nuevo.

    En ningún momento hablaron siquiera, no hacía falta.

    Después de eso todo había sido más y más. Se besaban en las esquinas de la mansión, en los momentos en que la madre de Hiroki se encontraba cocinando, o cuando el hermano y el padre de Akihiko se encerraban en el estudio, hablando de números y cifras que a nadie le importaban. Se besaban y acariciaban contra los estantes de libros, sobre el escritorio de Akihiko, a un lado de pinturas y jarrones caros que abundaban en la casa e incluso en el comedor, cuando pensaban que nadie los veía, pero su lugar favorito siempre sería el pequeño bosque que los guardaba en su follaje y los dejaba descansar en paz.

    —❤—



    —¡Akihiko! —Isaka estaba tomándolo por la manga de su camisa y lo llevaba dentro del club, rodeado a las personas que les impedían el paso —He visto a tu bailarín en el centro del escenario —Puede reconocer la burla en la voz de Isaka, pero en ese momento no le importa, no cuando está tan cerca de Hiroki, cuando por fin puede apreciar su rostro con los ojos vidriosos y rotos.

    Lo ve rodeado de hombres que lo comen con la mirada y que aun así no se atreven a tocar su piel hasta que él se los permite. Akihiko no sabe si es una tortura o un deleite verlo de esa manera.

    —¿Y bien? —Ryu lo miraba con una expresión aburrida, esperando el momento en que pudieran salir de ahí —¿Ya podemos irnos? —Isaka conocía a Akihiko pues ambos habían asistido a la universidad juntos y aún después de Usami la había abandonado habían seguido comunicándose, Ryu estaba seguro de que cualquier conocido de Akihiko no podía estar ahí, después de todo Akihiko venía de una de las mejores familias de Japón, incluso con antepasados aristócratas ¿por qué estaría relacionado con un bailarín como ese?

    Sin embragó cuando Isaka vio el rictus preocupado de Akihiko, cuando notó la tristeza en sus ojos y como se le escapó la respiración, lo sujetó de las mejillas, haciendo que Akihiko apartara la mirada del bailarín.

    —¿De verdad lo conoces? Debes de estar jodiendome Usami Akihiko —No lo estaba. El escritor estaba conmocionado, perdido en sus memorias y en el pequeño ángel que brillaba, pecaminoso sobre las baldosas relucientes que lo reflejaban tal y como era; como un ser roto, y vacío que aun así no perdía su brillo entre todo aquel caos y locura.

    —Es la joya de nuestro local. Una vez que miran a Petite ningún cliente puede sacárselo de la cabeza —Era un hombre en un reluciente traje el que les hablaba, con el cabello perfectamente recortado y un acento forzado que se escabullía a través de unos dientes blancos como perlas, con los ojos calculadores y amigables—¿Puedo ofrecerle una función privada, señor Usami?

    Akihiko ignoró por qué ese hombre sabía quién era, así como a su amigo cuando este le dijo que no era una buena idea. Lo único en lo que podía centrarse era en Hiroki que estaba a punto de desaparecer del escenario, lo sabía por el tono de la música elevándose cada vez más, anunciando la partida de Petite.

    —❤—



    Llegó a su camerino tambaleándose, anestesiado por la euforia que permanecía en sus venas.

    Se sentó en la silla de terciopelo rojo frente a su gran espejo, riendo completamente solo. Y ahí, con la luz blanca sobre él levantó la vista tratando de encontrar su reflejo, pero no estaba. Lo único con lo que se encontró fue con un chico de ojos vidriosos y desorientados con las mejillas teñidas de un rojo furioso, los labios hinchados y brillos por toda la cara.

    Sin saber por qué, lágrimas ardientes comenzaron a deslizarse por su cara, empapándola. Lloró hasta que los brillos escurrieron por sus mejillas como cera derretida, ni siquiera fue consiente de en qué momento su jefe había entrado y cuanto tiempo lo había escuchado sollozar. Sólo pudo sentir su pañuelo de algodón limpiar el desastre que era su rostro y su vida.

    —Te necesito listo en quince minutos. Un cliente muy especial ha pagado para verte, te espera en la habitación ocho —Hiroki asintió y le quitó el pañuelo de entre las manos a ese hombre frío y cálido que lo destruía y lo cuidaba.

    —No quiero que sea ese horrible ministro, la última vez no dejaba de tocarme con sus asquerosas manos —Hiroki sabía que sería imposible aún así para él rechazarlo, ese club no se caracterizaba por ser barato, muchas personas importantes de Japón e incluso de otras partes del mundo iban ahí a dejar sus pequeños pecados y secretos, dejando que se ahogaran entre el neón y la música demasiado alta para ser escuchada más que para aquellos bailarines que se sentaban en sus regazos y se acurrucaban sobre sus pechos, tanteando sus corazones y sus armas escondidas entre las finas telas de sus trajes.

    —Ese ministro no volverá a entrar a este establecimiento, además lo detuvimos antes de que intentara algo más ¿no es así? —Su jefe buscaba entre el guardarropa algunas prendas que pudiera usar, mientras Hiroki pasaba una toalla húmeda sobre su piel, quitando del sudor y el maquillaje —Este es un escritor, acaba de llegar a Japón, estuvo aquí la semana pasada, pero nadie supo quién era — Hiroki sintió como sus manos se helaban y se sostuvo del tocador para no caer al suelo. Él sabía perfectamente bien de quién se trataba. — Ganaras bastante esta noche, y después de todo lo necesitas, no has aceptado funciones privadas desde hace semanas.

    Hiroki apenas sintió las manos de su jefe quitando los diamantes y los delgados shorts, ni siquiera se dio cuenta de en que momento habían arreglado su cabello y aplicado de nuevo el iluminador sobre su rostro. Simplemente cuando se dio media vuelta y se observó al espejo estaba vestido con un diminuto short de encaje negro, unos ligueros se aferraban a sus muslos con la única utilidad de hacerlos deseables y una gargantilla con un diminuto diamante al frente. No quedaba ni un rastro de el rostro demacrado que se había reflejado minutos atrás, pero ahí, Hiroki tampoco encontró su rostro, aquel era el rostro de Petit, siempre fresco e incorruptible, deseable, pero no sincero.

    Caminó por el pasillo que llevaba a los cuartos privados aferrándose al albornoz negro que se arrastra por el suelo, alejándose del ruido que eran los vestidores y el escenario principal y sin quererlo crueles memorias llegaron a su mete.

    —❤—



    —¿Por qué no me lo dijiste? —Hiroki había entrado furioso a la habitación de Akihiko, esa que ahora mismo estaba siendo reorganizada pues las repisas que antes estaban llenas de libros ahora estaban vacías y la ropa que antiguamente se guardaba en el closet ahora estaba distribuida en varias maletas sobre el suelo de madera recién pulido.

    Akihiko se encontraba cerca de su ventana, con una expresión melancólica que últimamente no abandonaba su rostro.

    —Antes de entrar de verías de llamar a la puerta Hiroki —Hiroki no le hizo caso, entró a grandes zancadas a la habitación hasta pararse frente a Akihiko, no se encontraba contento y no estaba de humor para uno de los comentarios tontos de Akihiko, este resopló y encaró a Hiroki. —¿Por qué tendría que decírtelo?

    —Porque me habías prometido que iríamos a la misma universidad, porque ahora resulta que te vas a mudar a otro continente, porque se supone que somos…
    —¿Qué somo Hiroki? —La voz tan fría de Akihiko congelo cualquier expresión de rabia que Hiroki hubiera tenido, sus ojos se llenaron de lagrimas sin embargo fue la mejilla de Akihiko la que se tiño de rojo cuando la palma de Hiroki impacto contra la sensible piel, que miles de veces había besado.
    —En ese caso espero que disfrute su estadía en Londres, señor Usami.

    Hiroki bajó las escaleras tropezando algunas veces pues las lagrimas le nublaban la vista, salió de la mansión y corrió hasta que llegó a su pequeño escondite, donde todo era verde y azul pero donde últimamente no podía hallar paz. Desde hacía varios meses su relación con Akihiko no era ni la sombra de lo que había sido, había días en los que ni siquiera se veían, sus besos le sabían mal sobre los labios, pero él los suplicaba aún así, tal vez todo había comenzado desde que le había dicho que no tenía la intención de seguir… con lo que fuera que estaban haciendo.

    Desde siempre había sido así, dos tontos adolescentes que besaban labios extraños. A veces cuando asistían a alguna fiesta juntos y cada uno tomaba a sus amantes de esa noche se veían a través de la habitación y encontraban sus miradas aun cuando tenían sobre sus labios el sabor de una persona desconocida. Pero al final de la noche siempre eran solo ellos dos y aun así siempre se escondía de los demás, siempre se besaban entre las sombras y se murmuraban palabras de amor que sólo en ocasiones especiales eran descifrables.

    Escuchó las ramas romperse a sus espaldas y el pasto doblarse y estirarse, entonces sintió unos brazos cálidos rodeándolo y el aliento helado sobre su rostro.
    —¿Qué nos hemos hecho Hiroki?

    —❤—



    Aún después de tantos años Hiroki no tenía la respuesta, pero eso no importaba ahora, no cuando Hiroki no estaba ahí para sufrir. Abrió la puerta marcada con el número ocho sin mirar realmente adentro.

    —Supongo que ya le informaron las reglas del establecimiento. No se permiten cámaras ni cualquier objeto que pueda dañar a los bailarines— Hiroki le dio la espalda deshaciendo el moño que ataba su albornoz—No se permite la entrada de más de dos personas, ni el uso de drogas mientras se esté con los bailarines— El albornoz de deslizó sobre su hombro hasta que Hiroki finalmente se desprendió de él y lo colocó sobre una percha — No se permite tocar a los bailarines.

    Las luces claras desaparecieron, dando lugar a unas de que tiñeron de rojo la habitación y la música comenzó cuando Hiroki se dio la vuelta, con los ojos fijos en Akihiko —Espero que disfrute de mis servicios, señor Usami.



    QUOTE
    Hola~
    Esta ha sido una semana agitada para mí, pero en cuanto terminé el capítulo anterior ya estaba deseando comenzar con este así que he aprovechado mis tiempos libres y lo he escrito, creo que no quedó tan mal C:

    Ya sé que las dejé con las ganas de una charla como se la merecen estos dos después de no verse en tantos años, pero prometo que el próximo capítulo todo quedará aclarado, es sólo que me gusta mantenerlas en tensión.

    La canción que utilicé como inspiración para este capítulo se llama Friends y es de Chase Atlantic, no se sorprendan si encuentran a este grupo en algún futuro capítulo porque la verdad es que me encantan.

    Otra cosa es que me gustaría sacar algunos capítulos extras para explicar algunos sucesos, como la "amistad" de Hiroki y Kaoru. No sé como voy a desarrollarlas ni como voy a incluirlas en la historia, no sé si hacerlo al final o entre capítulos, pero ya s me ocurrirá algo.

    Muchas gracias por leer y comentar, ya saben que se los agradezco mucho.
    Nos leemos~
     
    Top
    .
15 replies since 28/1/2018, 07:51   341 views
  Share  
.