Posts written by taiga-kun

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    Capítulo 1: El espectro de chicle





    Rosa.

    Todo a su alrededor era color rosa.

    Era una vista extraña sin lugar a dudas, si un día cualquiera se despertara en su habitación y descubriera que todas sus cosas ahora tenían ese color, además de pegarse con esa asquerosa rebaba al más mínimo contacto, seguramente se habría lanzado por la ventana más cercana. Pero con tan solo acercarse a ella solo podría ver que también estaba pintada de rosa en las mismas condiciones que el resto de la casa; ahí sin duda alguna se volvería loco.

    Justo como el cliente que llegó ese día más temprano a la oficina; mientras preparaba algo de té, Reigen escuchó sus problemas.

    Se trataba de una persona solitaria que tenía un hábito extraño de buscar supuestas reliquias en la basura. Durante su búsqueda de hace una semana se encontró con uno en particular que, para su conveniencia, había llevado a la oficina.

    Se trataba de una extravagante escultura de un rosa radiante, de no haber sido porque el cliente le dijo que era un trofeo, Reigen jamás le habría encontrado una forma precisa. El cliente alegó que se trataba de un trofeo que había sido planeado para entregarse en un campeonato de mascar chicle hace unos años atrás.

    –Cuando investigué más sobre este artilugio, me enteré que el torneo se canceló por ser demasiado asqueroso.

    Reigen asintió en silencio cuando dejó el té en la mesa, no podía estar más de acuerdo con esas razones, luego le brindó una amplia sonrisa al cliente.

    –Pero el escultor de la obra estaba enfadado por eso, su obra nunca vería la luz y terminó por desechar su trabajo. Pienso que él le ha puesto una maldición a este objeto.

    –¿Y qué le hace pensar eso? –preguntó Reigen, el cliente lo miró nervioso llevando con la mano temblorosa el té a la boca y continuó.

    –Es-Es que el se me ha aparecido dos veces.

    Reigen sacó una libreta y una pluma de su pantalón y comenzó a hacer notaciones. El cliente se le quedó mirando un poco consternado.

    –Continue –indicó al cliente, quien parpadeó algunas veces confundido y preguntó.

    –Di-Disculpe.

    Esta vez el cliente se dirigió a la persona que tenía frente a él, en el otro sillón del lado opuesto a la mesa donde dos tazas de té humeante se enfriaban con el pasar del tiempo.

    –¿Por qué ese niño está haciendo todas las preguntas?

    –¡No soy un niño! Ya voy en segundo de secundaria –replicó Reigen apretando con fuerza la pluma, antes de que alguno de ellos continuará, el tercero en la sala los interrumpió.

    –No hay de qué preocuparse.

    Ambos lo miraron, era un hombre de cabello negro tan oscuro como un noche en medio del bosque, de corte recto bastante comun hoy en dia, su mirada seria no era de hostilidad pero tampoco era amistosa, incluso parecia estar muy aburrido. Otro detalle sobre él era lo alto que se veía una vez de pie, casi media 1.80 m. lo cual sorprendí cuando lo mirabas por primera vez. Usaba un traje azul marino tan oscuro que casi parecia negro acompañado de una camisa gris y corbata blanca, era una vestimenta digna de una oficina y comun entre los empleados de una. El hombre sin hacer mucho además miró al muchacho y luego a su cliente, con una gran calma tomó su taza de té y le dio un delicado y prolongado sorbo.

    –Este chico es mi asistente, él se encarga de tomar en cuenta los detalles más relevantes de cada trabajo que hacemos. Así que si no le molesta señor Takeda, él seguirá haciendo algunas preguntas para que podamos resolver su caso.

    –Pe-Pero… yo contrate sus servicios, señor Kageyama.

    La mirada severa que el nombrado le brindó lo hizo tragarse sus palabras.

    –¡Aunque no tengo problemas! –Con gran nerviosismo miró nuevamente al chico–. Por favor, sigue con tus preguntas, este…

    –Soy Arataka Reigen –se presentó el chico con una mirada un poco menos amigable que la última vez, la pluma en su puño aun seguía muy presionada.

    –Muy bien, sigue con tus preguntas Reigen.

    –Me contaba que el artista de esta obra se le había aparecido un par de veces –Finalmente dejó en paz su pluma y nuevamente la dirigió hacia la libreta, preparado para hacer más anotaciones.

    –Así es, decía cosas extrañas sobre vengarse por tirar su obra a la basura.

    –¿Acaso sabe si el autor de la obra murió?

    –No, de hecho lo investigue un poco y resulta que está en una gira en Europa desde mitad del año. Pero de alguna forma me sigue atormentando por medio de su obra.

    Ante la respuesta, Reigen frunció el ceño y anotó ese extraño dato.

    –¿Qué hizo el espectro después de aparecer?

    –Nada, simplemente se esfumó –El hombre palideció, nuevamente comenzó a temblar ligeramente–. Lo que supe al día siguiente fue que mi casa estaba cubierta de chicle, desde el suelo hasta el techo, incluso en los estantes entre los libros estaba todo cubierto de esa repugnante masa.

    El hombre continuó temblando, tragó duramente y abrió la boca, viéndose brevemente incapaz de decir algo.

    –¡Por favor! Ayúdeme.

    Reigen lo miró atentamente, el hombre parecía realmente consternado por lo que sea que haya estado pasando en su hogar. Claramente tenía varias manchas rosas por todos lados, si se trataba de chicle a este punto ya se había resecado y ahora caía por todos lados como una costra muy asquerosa.

    –Muy bien, lo haremos –dijo el muchacho sin pensarlo más, el hombre por primera vez en todo el tiempo que llevaba ahí lo miró con grandes ojos brillantes, lleno de esperanza.

    –¿De verdad lo harán?

    –Uh, bueno… –Esta vez el chico sonó inseguro, miró a su maestro sin saber si realmente tomarían el trabajo. Para su buena suerte, él le devolvió la mirada y asintió–. ¡Claro que lo haremos!

    –Por favor, ¿Podría esperar afuera mientras nos encargamos del espectro? –indicó Shigeo serenamente.

    Y así el cliente se retiró, dejando al par en la oficina mirando el extraño objeto.

    –Que historia tan extraña, un espectro con la apariencia de una persona que no ha muerto, pero por lo poco que sé tampoco se trata de una maldición –dijo el menor contemplando la escultura, la tomo para examinarla un poco mejor–. ¿De verdad es esto un trofeo? Su forma es muy inusual.

    –Arataka, tienes que dejar eso sobre la mesa.

    El menor miró un poco confundido al adulto, al ver qué no le hacía mucho caso continuo.

    –Ese objeto está maldecido, el espectro que está dentro de él parece ser fuerte y está furioso, ¿No puedes sentirlo?

    El menor dejó caer el trofeo sobre la mesa, casi de inmediato se puso a sudar y una sonrisa ladeada y forzada se le dibujó en el rostro.

    –Cla-Claro que lo siento, soy muy fuerte después de todo. Es un espectro muy poderoso –Una risa nerviosa terminó con su perorata, el adulto lo miró seriamente erizándole la piel–. ¿Por qué no lo exorcistas tu, maestro Kageyama? Como soy algo inexperto, mis grandes poderes se podrían salir de control si intento exorcizarlo.

    Antes de que Shigeo pudiera responderle, una estruendosa risa desconocida se escuchó entre ambos.

    –¡Tontos! –Ambos identificaron el origen de aquel sonido, miraron en dirección al trofeo sobre la mesa–. No podrán deshacerse de mí tan fácil, soy el mejor trofeo del mundo ¡Todos van a apreciarme!

    El trofeo se comenzó a deformar como una masa rosa que crecía rápidamente, se alzó sobre ellos de una forma intimidante.

    –¡Soy un trofeo increíble! Incluso fui hecho de chicle real desde la base hasta el exterior.

    –¿Qué? –Arataka miró la mano con la que había tomado el objeto, sintió náuseas–. Eso es asqueroso.

    La masa pareció reaccionar ante lo que dijo, fijó su atención en el rubio y se abalanzó contra él.

    –¡Cállate mocoso, no sabes nada de arte!

    Algo parecido a un látigo de chicle salió de lo que ahora era, un monstruo y fue directo al muchacho quien por puro instinto, le lanzó una patada.

    –¡Toma esto!

    –¡Arataka!

    La voz de su maestro lo advirtió pero fue demasiado tarde, su pierna fue tomada por el monstruo y lo azotó por la oficina como si se tratara de un juguete. Finalmente terminó pegado al techo, donde el chicle ya se había establecido.

    –¡Arataka! ¿Estás bien?

    –Uff –Se quejó el chico, miró a su maestro quien lo contemplaba con una expresión de preocupación, él le sonrió débilmente y alzó su pulgar derecho–. Todo bien, solo estoy un poco mareado.

    –Menos mal.

    Shigeo se puso serio, miró a su alrededor encontrándose con que el monstruo ya había invadido el lugar. Reigen también se percató de ello, sintiendo que las náuseas se apoderaba de él mientras percibía el aroma del chicle masticado invadir poco a poco sus fauces; se llevó una mano al rostro cubriendo su nariz y boca.

    –Maestro, ¿Ya podrías terminar con este espectro? Creo que voy a vomitar.

    –Espera un momento –dijo el azabache, miró al monstruo que se había cernido en su oficina–. Ya dejó de atacar.

    El rubio abrió ampliamente los ojos, percatandose de ese extraño hecho.

    –¿Por qué? ¿Intenta engañarnos?

    –No lo creo –Shigeo examinó el lugar, tocó parte del monstruo analizándolo–. Este no es un espectro común, su energía es diferente. Es intensa pero se dispersa por todos lados, no tiene conciencia.

    –¿Y eso que quiere decir?

    El monstruo pareció reaccionar repentinamente a la voz del chico quien se encogió en su lugar sin poder protegerse, rápidamente un rayo de luz detuvo a la bestia. El rubio miró a su maestro rodeado de la misma luz, muestra de que estaba haciendo uso de sus poderes desde su lugar.

    –Es un espectro que se ha hecho a base de emociones humanas, no posee alma ni espíritu.

    El monstruo nuevamente volvió a quedarse inmovil, Reigen sonrió.

    –Entiendo, el espectro no razona y solo ataca por la emoción en la que fue creado. El autor estaba tan frustrado por que el torneo se canceló que logró maldecir el objeto con su esencia.

    Shigeo miró a su alumno sorprendido, le brindó una ligera sonrisa.

    –No es una maldición como tal, pero estás en lo correcto –Shigeo levantó una mano, miró a su alumno una última vez y dijo–. Intenta sostenerte de algo.

    Una fuerte luz comenzó a rodear al monstruo y en consecuencia, a toda la habitación. Arataka sabía lo que estaba a punto de venir y en cuanto el monstruo explotó por todos lados el agarre sobre él se debilitó; de no haber sido por la advertencia de su maestro seguramente se hubiera caído de bruces en el suelo sucio, pero pudo sostenerse de una barra metálica junto a la ventana.

    –¡Esto es repulsivo! –dijo al sentir la pegajosidad del chicle entre sus dedos–. ¿Por qué todo el lugar quedó pegado con este chicle?

    –La energía del trofeo se transfirió al chicle en él y lo hizo crecer –explicó Shigeo con poca emoción, Reigen mostró la lengua asqueado.

    –Un momento, ¿donde está el trofeo?

    El pánico casi se apodera del chico quien de un solo salto bajó de su posición, Shigeo le mostró el objeto que yacía flotando bajo su control en medio de la habitación.

    –Por suerte pude protegerlo, la explosion lo devolvió a su estado original.

    Sin duda ese trabajo había sido agotador, al poco tiempo el cliente regresó muy feliz y satisfecho de que la maldición se había ido, llevándose consigo el peculiar objeto y dejando una buena propina.

    –A pesar de que pagó mucho por ese trabajo, no creo que sea suficiente por el desastre que provocó –dijo Reigen contando rápidamente el dinero, luego se lo entregó a su maestro para que él mismo lo verificará–. Mira todo esto, mañana tengo escuela y mi uniforme es un desastre.

    –¿No tenías uno extra en casa? –preguntó Shigeo mirando al chico quien negó.

    –Resulta que ese uniforme ya no me queda bien, es del año pasado y siempre se me olvida llevarlo a arreglar.

    Shigeo negó, con un movimiento del dedo comenzó a retirar delicadamente el chicle pegado sobre su alumno, incluso sobre su cabello.

    Por su parte el adolescente estaba sorprendido, miró a su maestro y justo al terminar dijo.

    –No sabía que podías hacer eso.

    –Hay muchas cosas que puedes hacer con tus poderes –dijo el adulto dándose la vuelta, guardando el dinero en un cajón bajo llave. Al darse la media vuelta no esperó encontrar a su alumno a pocos centímetros de su rostro.

    –Enseñame a hacerlo –dijo con entusiasmo, Shigeo retrocedió un poco y recompuso su mirada seria.

    –No puedes ni detectar un espectro de bajo nivel, necesitas conocer lo más básico primero.

    –Creo que este es un truco muy básico –dijo el muchacho intentando ser convincente, supo que no lo logro al ver que su maestro le dirigió su ya conocida mirada de “si tanto lo crees, hazlo tú mismo”.

    Reigen no dijo más, sabía que había perdido esta ronda así que solo se limitó a hacer un puchero en su lugar, Shigeo suspiro cansado en su lugar. Se acercó al chico y desordenó su cabello en una delicada caricia. Arataka lo miró aún con algo de molestia.

    –No te mortifiques, aprenderás –A pesar de eso, el chico siguió con su puchero, Shigeo no se rindió–. Vamos por ramen, ya es algo tarde.

    Arataka lo miró de reojo, su molestia disipándose en el trayecto.

    –B-Bien.

    Shigeo sonrió, su alumno era tan débil como cualquier chico de su edad lo cual lo alegraba y preocupaba por partes iguales.

    Por ese día no se preocupó de nada de eso.

    Cuando vio la felicidad al comer su ramen favorito en el rostro de Arataka, supo que había hecho un buen trabajo.

    Al día siguiente la oficina seguía llena de chicle, Arataka casi vomitó cuando encontró restos de esa pegajosa masa sobre su pluma favorita en la escuela.
  2. .
    Sintió algo chocar contra los huesos de la palma de su mano, algo firme y rocoso que le provocó una fuerte corriente eléctrica recorriendo sus dedos. Adormeciendo por un momento la sensibilidad en su mano pero no le importo.

    Se aferró a la siguiente roca en su camino, provocando el mismo efecto en su mano izquierda. Esta vez pudo resentir el impacto, pero si se detenía un solo segundo sería su fin, así que continuo.

    Notablemente la lluvia no lo estaba ayudando, ni tampoco haberse resbalado como un idiota por simplemente tener sus agujetas sueltas. Pero la suerte estaba de su lado incluso en aquellas veces donde no la deseaba y al desplomarse, una ráfaga voló por encima de su cabeza, así que continuó avanzando.

    –¡Maldita sea!

    Más que un grito, soltó instintivamente un susurro, su cuerpo le gritaba que no se detuviera, que no se atreviera a levantar la voz. La presencia detrás suyo no era nada de lo que había visto jamás en su corta vida.

    Sabía que en este mundo había cosas extrañas, hace más de 70 años un tipo se volvió muy popular por hacer levitar cosas y afirmar que había logrado terminar con innumerables espíritus oscuros. Pero el paso de los años le dio la razón de la duda, una de la cual él, Arataka Reigen se atrevió a aprovecharse.

    Hasta ahora el negocio había salido perfecto, todo comenzó engañando a un par de estudiantes ingenuos, insinuando que el cansancio constante que padecían era parte de una maldición provocada por molestar a los niños de grados inferiores. Cuando se burlaron de él sabía que no eran suficientes las palabras y entró en acción.

    Se compró un libro barato de trucos de magia y aprendió rápidamente a hacer nudos engañosos y crear ilusiones simples con hilos delgados y transparentes. Recordó vagamente cuando ese par de idiotas llegaron corriendo hacia él, jurando pagar cuantiosas cantidades para un chico de 13 años con tal de ayudarlos a deshacerse de aquella maldición.


    “–¡Mi tarea se incendió frente a mis ojos, casi se quema mi casa! –gritó uno de ellos, Arataka sudo un poco pensando que quizás se le pasó la mano con las chispas que compró en otro estúpido kit.

    –Mis pantalones no dejan de romperse, la gente no deja de llamarme “aire polaco”.

    Arataka se contuvo la risa, después de cobrarles les aventó como un kilo de sal y se fue campante hacia su hogar”.



    –Qué días tan simples –susurro recordando, otro impacto de esa extraña fuerza lo sacó de la ensoñación y continuó arrastrándose.

    Lo que sea que fuera que lo estaba atacando, por más lento que lo persiguiera aún poseía una gran fuerza. Arataka volteo brevemente, mirando hacia una extraña silueta blanca, su forma no era humana pero tampoco se despegaba mucho de ella. Vio como lentamente cargaba desde el centro una pequeña esfera negra que crece lentamente, no perdió un momento más y continuó con su escape.

    Miro a un lado mientras se arrastraba en la sucia tierra, un ciempiés resplandeció en medio del lodo, Arataka brincó como medio metro en el aire y nuevamente se salvó de otra rafaga mortal.

    –¡Mierda!

    Esta vez no dudó en salir corriendo de nuevo, como pudo se quitó los zapatos que ahora mismo eran su principal obstáculo, a pesar de estar en medio de un bosque completamente oscuro y lleno de insectos venenosos, nada de eso le pasó por la cabeza.

    La suerte que tanto tenía se empezó a acabar, una rafaga dio sobre un árbol que no había visto junto a él y el impacto lo sacó volando.

    Todo lo que pudo ver fue un cielo sin estrellas, lleno de cargadas nubes y sin un ápice de esperanza.

    Lo que vio después fueron fragmentos de ese mismo día, fue a retirar un paquete que sus padres le enviaron, luego un chico se le acercó cuando volvía a casa y lo reconoció. Se sintió halagado por las flores que le dio pero rechazó su primera propuesta, después le pidió realizar un exorcismo a un supuesto fantasma en el lago. Reigen le vendió una sonrisa de “hombre de negocios” y le dijo que se encargaría sin ningún problema.

    Fue raro sentirse observado, pero miro alrededor y no pudo ver nada en particular.

    Camino hacia el bosque, sabía que la gente era muy supersticiosa y que no existía ese tal espíritu. Pero con tal de cumplir en algo se tomaría una foto fingiendo hacer un ritual y luego devolveria el dinero cuando el chico volviera a contactarse con el.

    Nuevamente fue consciente del cielo nublado sobre él, la gravedad lo arrastró lentamente y cayó estrepitosamente en el fango. Por la pesadez en sus extremidades se dio cuenta que su cuerpo se estaba marchitando, no iba a poder avanzar mucho más que esto.

    Su respiración comenzó a volverse más lenta, más recuerdos vinieron.

    Llegó al lago que se le había indicado, junto algunas piedras y formó un círculo pequeño, colocó un plato lleno con sal y una vela en medio. En ese momento se le ocurrió que sería mejor idea tomar un video y comenzó a grabarse, explicando su ritual y luego encendió la vela. En ese momento una figura salió a la luz, luego comenzó a correr hasta llegar a este punto.

    Sintió que estaba dando sus últimos alientos, su cuerpo ya no le dolía tanto y el sueño llegó en una suave oleada.

    Tan suave como la mano que rozó ese mismo día en el local de correos, cuando le regresó aquel extraño sujeto la pluma que le había prestado. Su corazón se iluminó de la nada y sintió que se comenzaba a derretir de pies a cabeza.

    Apartó rápidamente la mano y no se atrevió a verlo directamente a los ojos. Debía estar tan jodido para sentirse así con el toque inocente de un adulto.

    Pero ahora pudo permitirse inundarse de ese sentimiento que nunca creyó ser capaz de experimentar, uno que soñó en los momentos más solitarios de su joven existencia.

    Imagino esos hermosos ojos oscuros viéndolo fijamente.

    ¿Era extraño pensar en eso mientras se estaba muriendo?

    Quizás alucinar algo tan hermoso como un destello multicolor alrededor suyo era una linda forma de despedirse de este mundo. Que la persona que lo hizo sentir enamorado lo cargara entre sus protectores brazos sí que había sido un complemento maravilloso.

    –¿Estás bien?

    Su voz fue tan gentil, le sonrió débilmente y luego todo se volvió oscuro a su alrededor.

    Un aroma se coló en sus fauces, el despertar de sus sentidos se dio gradualmente hasta que finalmente logró mover su mano, chocó nuevamente contra una suave superficie. Su mano fue envuelta con tanta delicadeza que casi se pone a llorar.

    Luego el dolor lo recorrió, sintiendo cada una de sus heridas punzando con menos salvajismo que antes, pero aun resultando molestas.

    Abrió finalmente los ojos, escuchó cómo su pulso se aceleró gracias a los monitores conectados a él cuando posó su mirada en ese extraño hombre al lado de su cama.

    Miró a su alrededor las paredes blancas, el hombre frente a él portaba oscuras prendas brindandole un aire misterioso y a su vez, hipnotizante. Detrás de él se encontraba una delgada cortina que les brindaba algo de privacidad. Unió rápidamente las piezas en su cabeza aun mareada quizás por una combinación de contusiones y medicación.

    –T-Tu…

    Intentó levantarse, definitivamente no quería verse tan débil y vulnerable frente a este sujeto, pero el mareo fue más fuerte que su voluntad y terminó cediendo a la seguridad de esa fría cama.

    –No deberías hacer eso, estás herido.

    La reprimenda solo o hizo sentir mas tonto, decidio cerrar los ojos y hablar suavemente.

    –¿Qué haces aquí?

    –Esa es una extraña pregunta –indico el hombre, Arataka suspiro.

    –Y tú no me estas respondiendo.

    –¿No deberías preguntar primero quién soy yo?

    El señalamiento lo hizo sentirse avergonzado, no tendría más que decir la verdad.

    –Te recuerdo –levantó la mirada, el hombre lo miraba con la misma expresión plana–. Eres ese hombre, el de la oficina de correos que no tenía una pluma para llenar los datos del envío.

    Si logró sorprenderlo no lo noto, pues su expresión continuó de la misma manera.

    –Es correcto, creo que es momento de que responda. Vi que ese chico se te declaro fuera de la oficina y que lo rechazaste, eso me resultó un poco familiar pero pude notar algo extraño, así que decidí seguirte.

    Arataka tenía muchas preguntas, pero por el momento haría solo una.

    –¿Qué notaste?

    –El muchacho te dejó una maldición, no es por ser pesimista pero creo que si lo hubieras aceptado como tu pareja, ahora estarías muerto.

    La expresión de confusión de Arataka le indico que continuara.

    –No te lo he dicho, es cierto –El hombre desvió por primera vez la mirada y continuó– Yo tengo poderes, puedo ver espíritus y maldiciones desde que nací. No es tan extraordinario como suena.

    El muchacho se sonrojo, esta vez por diferentes razones a la vergüenza.

    –¿Te estás burlando de mí en un momento como este?

    – No.

    Una gran variedad de cosas se levantó alrededor suyo, un brillo que parecía mágico rodeaba cada una de ellas y luego todas cayeron elegantemente. Nuevamente su pulso se aceleró y esta vez alertó al hombre, quien lo tomó de la mano.

    –Está bien, no hay nada que temer.

    –Y-Yo… no te tengo miedo.

    Esta vez Arataka vio como los ojos del hombre se abrían ligeramente, decidió continuar.

    –¿Por qué me ayudaste?

    El hombre titubeó, los ojos de ambos permanecían fijos sobre el otro en una extraña sensación.

    –No lo se –Su sinceridad era palpable, pero Arataka continuó mirándolo–. Creo que… en la oficina de correos sentí…

    Las cortinas se abrieron y el contacto de sus miradas cesó. Atrás se descubrió al enfermero trayendo consigo unos papeles.

    –Arataka Reigen –pronunció su nombre en un tono aletargado–. Puedes irte, no tienes heridas visibles en tu cuerpo. Solo necesito que tu tutor firme.

    Arataka miró confundido al enfermero, luego se vio a sí mismo comprobando que todas sus heridas se habían desvanecido y apenas se dio cuenta, ¿entonces porque sintió dolor hace un momento? Luego se dirigió al hombre quien firmaba desinteresadamente los papeles, el enfermero salió dejándolos de nuevo a solas.

    –La curación con poderes psíquicos deja un rastro en tu cuerpo, no es sanación por completo. Lamento las molestias.

    Sus ojos brillaron, el hombre de cabello y ojos negros lo miro indiferente, luego formuló su siguiente pregunta en automático.

    –¿Puedo acompañarte?



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    Notas del autor

    No es tan romántico, lo escribí pensando en ser una precuela a la relación que tengan estos dos
    Por cierto, es un age swap
  3. .

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    Lo perdido en el camino












    Aiga y Ranjiro se apresuraron en encontrar la puerta de la cabaña, Kazuki estuvo a punto de seguirles el paso pero se detuvo en cuanto notó la ausencia de alguien.

    Volteó para mirar a Hikari quien retrocedía con una expresión en blanco en el rostro, las manos le temblaban como gelatina y parecía que las piernas iban a fallarle en cualquier momento. Por otro lado se escuchaba el llamado que Aiga hacía a la persona dentro de la cabaña, aún sin encontrar la entrada; solo decía una y otra vez quién era para crear alguna especie de confianza con el sujeto al interior independientemente de quién se tratara.

    Todo estaba ocurriendo muy rápido, se notaba que Hikari no podía con la situación así que Kazuki decidió que se quedaría con ella hasta que se sintiera mejor.

    —¿Qué pasa? —preguntó acercándose a la chica, ella lo miró con una expresión incomprensible para el chico, pero aun así esperó pacientemente a que la chica respondiera.

    —Yo… Yo no creo que esto sea una buena idea —dijo pasando de lo que parecía una calma irrevocable a la desesperación en poco tiempo.

    —¡No! Hikari, no pasa nada —Kazuki se acercó a ella con rapidez, tomándola de las manos con suavidad pero la chica no pareció relajarse ni un poco.

    —Esto está mal —Hikari escuchó los murmullos de Aiga a lo lejos así como el silencio que vino después de ello, luego otra voz respondió a ese llamado y eso terminó por alterarla aun más—. ¡Yo no debería estar aquí!

    Hikari giró sobre sus pies y salió corriendo, Kazuki no pudo reaccionar a tiempo para detenerla y en medio de la preocupación y el miedo de que fuera a sucederle algo a la chica, solo atino a gritar su nombre con fuerza.

    —¡Hikari!

    El grito no logró que Hikari retrocediera ni se detuviera un poco, sin embargo sí logró llegar a otras personas que se hicieron presentes en cuestión de segundos.

    —¿Qué pasó? ¿A dónde fue Hikari? —Aiga preguntó tan rápido como llegó, Kazuki batalló un poco en encontrar sus propias palabras.

    —E-Ella entró en pánico, corrió muy rápido, no pude detenerla.

    Su corazón palpitaba apresuradamente, no sabia que hacer si a Hikari le ocurría algo, después de todo él fue quien la alentó a seguir en esa travesía. No esperó mucho a seguir aclarando la situación cuando de un solo salto comenzó a bajar la colina, pero justo antes de llegar a la valla metálica fue detenido.

    —¡Espera!

    Se quedó completamente helado al darse cuenta que aquella voz no pertenecía a Aiga ni a Ranjiro, así que debía ser justamente de la persona a quien fueron a buscar en primer lugar.

    No notó que bajó con lentitud de la valla hasta que sus pies tocaron el suelo; respiró profundamente un par de veces antes de finalmente, darse la vuelta.

    Detrás del alto pastizal estaba Aiga mirándolo con una expresión preocupada pero algo molesta a la vez, a su lado Ranjiro lo observaba con seriedad, como diciéndole "compórtate para este momento". Finalmente, detrás de ambos emergió otra figura.

    Se trataba de un hombre un par de centímetros más alto que Aiga, casi de la misma estatura que Ranjiro, vestía ropas sucias y notoriamente viejas, su cabello azul, casi negruzco por la suciedad se complementaba perfectamente con su rostro demacrado y pálido, por el vello facial de su rostro era evidente que el cuidado personal no era su prioridad en ese momento.

    Vaya que fue una gran sorpresa, si ese de ahí era Valt Aoi entonces Kazuki era el maldito dios del mar. Claramente el chico se puso a la defensiva pues pensó que era un desconocido cualquiera que estaba a punto de atacarlos o algo por el estilo; él no juzgaba a las personas por su apariencia pero dada la situación, no podía pensar en nada más lógico que eso.

    Pareció que Ranjiro y Aiga notaron su reacción así que se apresuraron a corregir al chico.

    —Kazuki, no actúes tan impulsivo —dijo Ranjiro en un tono serio y autoritario, el chico como si se tratara de un perro obedeció al instante.

    —Y-Yo, lo siento tio Ranjiro —balbuceó Kazuki llamando sin querer la atención del supuesto vagabundo—. Es que Hikari nunca ha actuado de está manera, tengo miedo de que pueda lastimarse por hacer algo imprudente.

    —¿Crees que ella sería capaz de hacer algo así? —Está vez fue Aiga quien captó la atención del vagabundo quien repentinamente pareció comenzar a preocuparse.

    —No, bueno no a propósito —aclaró el rubio—. Ella suele ser algo descuidada y ahora está muy abrumada, podría hacer algo imprudente.

    La preocupación y alarma con la que hablaba Kazuki era evidente para todos los presentes, así que decidieron dejar de perder el tiempo ahí y comenzaron a planear qué hacer.

    —No conocemos bien la zona, así que sería estúpido ir separados para buscarla —Aiga claramente tomó la iniciativa, Kazuki prestó atención—. Ranjiro y yo buscaremos por el este, tú ve con él por el sur.

    La expresión que Kazuki hizo al escuchar la propuesta demostró a la perfección su confusión y, de cierta forma, el desacuerdo con el plan pues no se fiaba del todo aún con ese desconocido.

    —Quizás sea mejor que yo vaya con Kazuki —Afortunadamente su tío se dió cuenta de la incomodidad del muchacho, Aiga estuvo a punto de replicar pero no lo logró.

    —Pienso que es mejor que vaya contigo Aiga.

    Por primera vez, el “vagabundo” habló dejando a todos los presentes sorprendidos. Si bien era cierto que ya había dicho algunas cosas antes, solo se había limitado a preguntas simples y cortas sin tomar en ningún momento la iniciativa hasta ahora.

    Kazuki sentía que se estaba perdiendo de algo ya que ambos adultos observaron hacia el hombre de aspecto descuidado por unos breves segundos; Aiga parecía realmente conmovido por alguna razón y una gran sonrisa se plantó sobre su rostro mientras que Ranjiro solo sonrió.

    Observó también el momento justo en que Aiga y Ranjiro se miraron con complicidad antes de llevar a cabo una última jugarreta.

    —¿Ven ese mapache de allá?

    Kazuki y el otro hombre miraron hacia donde Aiga señaló, ninguno sin entender a qué se refería. Pero al momento de devolver la mirada todo quedó claro.

    —Nosotros tampoco lo vimos —grito Aiga del otro lado de la valla, tanto él como Ranjiro ya estaban corriendo en el sentido en que planearon desde el inicio dejando atrás a sus supuestos acompañantes, asombrados por su audacia en un momento crítico.

    —¡Oigan! No pueden dejarnos atrás.

    A pesar de los gritos de Kazuki, ninguno de ellos devolvió la mirada ni regresó como el chico esperaba.

    Kazuki respiró lleno de nerviosismo, no se confiaba del todo de la persona con la que le tocaría explorar el lugar para buscar a Hikari. Aún así sabía que su amiga era aún más importante en estos momentos que su propia inseguridad así que rápidamente se armó de valor y volteó hacia el adulto.

    —Tenemos que irnos —dijo en un tono serio para no parecer tan intimidado cómo se sentía, no esperó respuesta alguna y se apresuró en lograr saltar la valla.

    Al poco tiempo fue seguido por su acompañante quien con un poco de torpeza, logró realizar la misma hazaña que él.

    —Ya soy algo viejo para hacer esto.

    Lo escuchó susurrar Kazuki, a pesar de ello no le respondió y continuó caminando, estableciéndose rápidamente como el líder de la expedición.

    Después de unos cuantos minutos caminando entre la hierba alta y el interminable silencio entre ambos, la incomodidad surgió por si sola siendo algo que Kazuki difícilmente era capaz de tolerar.

    <<demonios>>, pensó lleno de frustración, <<si él es quien creo que es, no debería ser tan malo y darle una oportunidad>>.

    El chico volvió a mirarlo llamando la atención del sujeto quien lo observó en silencio con mucha menos seriedad que la que Kazuki transmitía, quizás se sentía hasta curioso sobre el muchacho.

    Kazuki claramente no se confiaba del todo de este tipo, pero sabía que no podía continuar siendo tan hostil con él así que decidió empezar una corta charla.

    —Cuidado por donde pisa, es fácil resbalarse con este pasto así de húmedo.

    Quizás el tono con el que Kazuki empezó la plática no fue el más suave ni el más simpático, pero a pesar de ello notó como la expresión de su acompañante se suavizaba un poco y le ofreció una ligera sonrisa.

    —Es lo que noté, gracias…

    No terminó su frase, el chico rápidamente se dio cuenta a donde quería llegar y respondió.

    —Kazuki, me llamo Kazuki Kiyama —Se presentó sonando un poco más formal de lo que deseaba y continuó—. Pero supongo que ya sabía quien soy.

    —Si —susurró el de cabello casi negruzco—. No te había visto en tantos años, es increíble lo rápido que pasa el tiempo, o eso me gustaría decir.

    Kazuki lo miró un poco confundido, el adulto se dio cuenta de ello y suspiró para después continuar.

    —A decir verdad, todos estos años han sido terriblemente lentos para mi.

    El mayor se quedó viendo por unos breves segundos a la nada, con una afligida expresión en el rostro pero pareció reaccionar a su deplorable estado y nuevamente miró al chico con un semblante más relajado.

    —Pero eso no importa, cuéntame, ¿cómo han estado tus padres?

    Kazuki intentó no fijarse mucho en las expresiones de su compañero y aunque era algo malo para fingir, se concentró lo mejor que pudo en su cuestionamiento.

    —Uh, yo supongo, digo, han estado bien. Eso creo.

    Era evidente que Kazuki no se sentía del todo bien con el rumbo que había tomado la conversación y esa incomodidad nuevamente los volvió a rodear a ambos, sumergiéndolos nuevamente en el silencio perpetuo.

    Pero para Kazuki, eso no sería impedimento en continuar averiguando quién era este sujeto así que eligió ser directo.

    —Tú eres Valt Aoi, ¿verdad?

    La agresiva pregunta ciertamente descolocó al adulto pues su expresión dejó entrever su sorpresa y confusión. Kazuki por otro lado esperaba casi impacientemente por la respuesta, apretando los puños e involuntariamente respirando con mucha lentitud.

    El adulto lo miró, sonrió levemente y desvió la mirada hacia algún punto en el suelo.

    —¿No se nota? —murmuró como respuesta, Kazuki contuvo una risa nerviosa.

    —A decir verdad, no mucho —Kazuki de inmediato se avergonzó por lo que dijo, así que rápidamente trato de enmendar su error—. Es decir, es que no ha salido mucho en la televisión últimamente y bueno, eso dificulta un poco reconocerlo en persona, además que creo que ahora ha cambiado un poco su estilo, hasta su voz es un poco más ronca…

    —No hace falta que sigas —El mayor lo interrumpio, le sonrió nuevamente y dijo—. Sé perfectamente que no me parezco en nada a lo que alguna vez fui.

    Sin duda alguna el rubio se afligió por la afirmación recibida, debido a ello no dijo nada, no quería arruinar más el ambiente de lo que ya había hecho.

    —Dime —Los pensamientos de Kazuki fueron interrumpidos por el mayor, lo miró esperando a que continuara—. Hikari, ¿Ella acaso…?

    —¡Allá está!

    Kazuki no pensó mucho en guardar silencio cuando vio a la chica caminar cerca de ellos, ella notoriamente se sorprendió mucho al ver a su amigo y sin siquiera percatarse de que estaba acompañada de alguien más, nuevamente le dio la espalda y comenzó a correr en dirección contraria, dirigiéndose colina abajo a gran velocidad.

    —¡Oh no! ¡¡Hikari, alto!! —grito Kazuki con todas sus fuerzas pero sus intentos de advertirla del inminente peligro fueron ignorados por la albina quien no se detuvo en ningún instante.

    La pesadilla para Kazuki se volvió una realidad cuando vio a Hikari resbalarse en el fango y caer estrepitosamente cuesta abajo; se dio cuenta que en uno de sus intentos por aferrarse a alguna rama cercana, la chica terminó perdiendo su guante al quedar atorado entre los arbustos que no pudieron servirle de soporte. Antes de que Kazuki pudiera comenzar a pensar en bajar por ella antes de que resultara herida, la persona que lo acompañaba ya le llevaba varios metros de distancia haciendo la misma tarea.

    Valt corría como si su vida entera dependiera de ello, ignorando el dolor que sentía en el cuerpo por no moverse de aquella manera en años así como las múltiples veces en que resbaló y estuvo a punto de caer del mismo modo; procurando siempre levantarse sin importar que. Escuchó los alaridos de dolor que daba Hikari en cada momento mientras no podía detenerse, sintiendo las ramas, piedras y rocas golpearla por todos lados.

    Decidido, terminó arrojándose sobre el suelo, logrando tomarla del brazo mientras usaba su propio cuerpo como contrapeso. Finalmente el peligro ya había pasado.

    Hikari respiro agitada, sintiéndose aliviada de que todo haya terminado, de igual forma estaba asustada y avergonzada por las idioteces que hacía. Intentó moverse para ponerse de pie o cambiar a una posición más cómoda pero al intentarlo el dolor la recorrió por completo.

    —No te muevas —escucho que alguien murmuró y su pulso se aceleró, no reconoció la voz de Aiga, Ranjiro y mucho menos de Kazuki, así que solo una persona tenía que ser la que estaba ahí con ella.

    Miró con asombro al hombre que la salvó de caer hasta el final de la colina, notando a tan corta distancia la marca que yacía sobre su pómulo izquierdo.

    Mientras ella lo miraba anonadada, Valt rápidamente se posicionó junto a Hikari mirando que tanto daño había recibido. Casi entra en pánico al ver los golpes, rasguños y cortadas que se había llevado en esa caída de tan solo cuatro segundos que para él parecieron una eternidad. Luego, se detuvo en seco cuando miro la mano de la chica.

    La miró tan aturdido que Hikari reaccionó, pensando que algo realmente malo le había ocurrido sin que se hubiera percatado.

    —¿Qué.. Qué le pasó a tus dedos?

    Hikari sintió a su pecho apretarse en dolor, contuvo con fuerza las lágrimas que sintió emerger y respondió con una voz adolorida.

    —Tú… en verdad no lo sabes, no sabes absolutamente nada de mi.

    Valt sintió que en ese preciso instante su corazón caía estrepitosamente en un pozo profundo. La tensión entre ambos era obvia pero afortunadamente Kazuki hizo aparición, arrancando prácticamente a Hikari de los brazos de Valt para acunar en los suyos.

    —Tú, terca idiota —pronuncio en el tono más falso de seriedad, pues su voz se quebraba en un lamento—. ¿Es que no puedes hacerme caso ni una sola vez?

    La mirada de Hikari se suavizó y correspondió el abrazo de Kazuki sin importar que tanto le doliera el cuerpo con tan solo hacer eso.

    —¡Oigan! —escucharon un grito a lo lejos que los sacó de la ensoñación, todos miraron hacia arriba de la colina encontrándose con Aiga y Ranjiro quienes los miraban con gran preocupación—. ¿Están todos bien?

    Valt miró a Kazuki e Hikari, suspiró y respondió.

    —Necesitamos ayuda, llamen a una ambulancia.

    Ranjiro tomó el teléfono mientras que Aiga se acercó rápidamente hacia ellos, su clara habilidad le facilitó la tarea y rápidamente empezó a preguntar que paso. Kazuki quiso abstenerse de responder está vez pero noto que Valt estaba inquieto alrededor de Hikari.

    —¿Podría… llevar a Hikari a la cima mientras esperamos la ambulancia? —pregunto a Valt sin darle alguna opción a nadie cuando se acercó a Aiga y lo apartó de ellos, explicando que había sucedido.

    Mientras tanto Valt miró afligido a Hikari, quien desvió la mirada a otro lado sin atreverse a mirarlo directamente de nuevo.

    Pero se sorprendió cuando sintió a Valt tomarla de los hombros con gran delicadeza para después, alzarla en sus manos como si se tratara de una princesa. Y se sorprendió aún más cuando recordó a Shu hacer lo mismo, levantándola de aquella manera en sus días de infancia cuando fingía quedarse dormida después de jugar con él o antes de terminar la tarea.

    <<de alguna manera… es como estar en casa>>.

    Su pensamiento la paralizó y asustó al mismo tiempo, pero no por eso dejó de sentirse cómoda entre sus brazos, sin darse cuenta terminó recostando su cabeza sobre su pecho.

    Valt por otro lado, sintió una interminable preocupación por Hikari, deseando protegerla del peligro que podría presentarse alrededor, interrogándose una y otra vez sobre lo de su mano y las extrañas marcas en sus brazos.

    La espera por la ambulancia se le hizo interminable, siendo aún peor el momento en que los paramédicos llegaron y se la quitaron de los brazos, subiéndola a ese sitio tan frío y hostil para llevarla a otro lugar igual de desconocido.

    —Iré con ella —dijo Aiga apartándolo a un lado, Valt estuvo a punto de replicar pero el castaño pareció adivinar sus pensamientos—. Debes tranquilizarte un poco, ve con Ranjiro y Kazuki. Nos alcanzaran en el hospital.

    Las puertas de la ambulancia se cerraron e inmediatamente partieron velozmente, dejando atrás a un Valt confundido y preocupado.
  4. .

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    A un paso











    Kazuki sintió las lágrimas de la chica mojar levemente su polera pero no le dio importancia; la acurrucó entre sus brazos dándole el consuelo que sabía, necesitaba por la información que recibió.

    No tenía las intenciones de presionarla y hacerla hablar para aclararlo todo, así que simplemente esperó hasta que se tranquilizara un poco.

    Ambos se dirigieron a un lugar más cómodo para sentarse y hablar sobre el tema. Claramente el semblante de Hikari era todo un caos, los ojos llorosos delataron que había llorado constantemente en las últimas horas.

    La chica respiró profundamente en repetidas ocasiones, hallándose de valor para que su voz no se quebrara tanto para hablar sobre el tema.

    —Ayer encontré en el armario de mi casa algunas cosas viejas —comenzó a relatar bajo la total atención de Kazuki—. Y me encontré con una foto de mi padre… en su matrimonio con Valt.

    Kazuki contuvo la respiración y se mordió ligeramente los labios, pues él ya conocía la situación pero no quería desviar la atención de este momento justo.

    —Él me contó que tuvo un amorío con él, uno muy profundo y bello que parece, mi madre terminó de arruinar al meterse y al meterme a mi en sus vidas.

    Nuevamente el sentimiento de desdicha llegó a ella como un escalofrío, aunque esta vez pudo limitarse a soltar solo unas cuantas lágrimas.

    En todo ese tiempo Kazuki no dijo nada pero le ofreció un pañuelo donde secarse.

    —Soy tan patética, ¿No es así? —continuó la chica mientras envolvía el pañuelo entre sus manos—. Ahora puedo entender porque mi padre no quería que supiera esto, porque guardó por tanto tiempo este secreto y no permitió que nadie más me revelara nada. Creo que sería más feliz sin saberlo.

    —Pero eso no es algo que puedes dar por hecho con certeza —interrumpió Kazuki por primera vez, la expresión de Kazuki se frunció ligeramente.

    —¿De qué hablas? Creo que esto es lo peor que me ha pasado en mucho tiempo —El desconcierto en su voz fue notorio, Kazuki continuó intentando sonar lo más amable posible.

    —Quiero decir, creo que te estás sintiendo de la misma manera en la que se ha sentido tú padre en estos años; él te habló de que hizo cosas malas en el pasado y como lastimó a las personas que más le importaban en ese tiempo. Pero no pienso que sea un hecho pensar que todo lo que ocurrió fue malo o culpa de tú papá.

    —¡¿Cómo puedes decir eso?! Es más que obvio que todo fue culpa de mis padres, ellos le arruinaron la vida a la persona que más admiro.

    —A eso me refiero —Kazuki tomó las manos temblorosas de Hikari y logró que la chica lo mirara a los ojos—. No puedes saber si realmente todo fue culpa de ellos, no si no conoces la versión de Valt.

    Hikari no dijo nada por unos instantes, parecía pensar detenidamente en lo que Kazuki planteaba ante ella. Dubitativa lo miró.

    —¿Y eso cómo me ayudaría?

    Kazuki le ofreció una ligera sonrisa y respondió.

    —Tendremos que averiguarlo.

    Hikari suspiro y miro a Kazuki una vez más, pensando que fuera lo que ocurriese a partir de este momento ya no dependía de ella, pero tampoco iba a permitirse vivir por más tiempo en la ignorancia. Si iba a saber todo entonces lo haría sin quedarse a medio camino.

    Finalmente se puso de pie y miró a Kazuki, no tan decidida como el día anterior pero aún con cierta determinación le dijo.

    —Hay que encontrarlo.

    Ni lentos ni perezosos se encaminaron a darles alcance a los dos adultos. Cómo el bosque era frondoso en su mayoría, los caminos para andar por él se reducían en un principio así que solo sería cuestión de tiempo toparse con ellos. Durante el camino perduró el silencio la mayoría del tiempo, siendo cortado en ciertas ocasiones por las ramas que pisaban o por las indicaciones que Hikari le daba a Kazuki.

    —En la foto aparece la cabaña alrededor de muchos árboles, así que está ubicada fuera del camino despejado.

    —Y según recuerdo, había un arroyo cerca, además que también la cabaña estaba sobre una escalinata —agregó Kazuki.

    —Tienes razón, me había olvidado por completo de eso —dijo la chica un poco sorprendida por su descuido, Kazuki solo se rió ligeramente.

    Al cabo de unos minutos escucharon unas voces delante de ellos. Distinguieron que eran Aiga y Ranjiro así que apresuraron su andar hasta llegar con ellos.

    —Finalmente aparecen —dijo Aiga a los dos muchachos quienes desviaron la mirada.

    —Lo siento, tuve algo que debía arreglar antes de venir —se disculpó la chica casi sonando casual, Aiga suspiro.

    —Como sea, lo más importante es decidir qué camino tomar —dijo Ranjiro dirigiendo la atención frente a ellos donde una bifurcación muy notoria dividía al camino.

    Hikari y Kazuki se posicionaron frente a ellos, ambos intentando recordar la elección que había tomado la última vez que fueron ahí hace tanto tiempo. Ambos se miraron después de un corto tiempo y sonrieron.

    —¡Hacia la maleza! —exclamaron al mismo tiempo, señalando justo el medio del camino donde una gran diversidad de plantas se alzaba alborotadamente frente a ellos.

    Aiga y Ranjiro sonrieron, pues para ambos era algo tan obvio que simplemente no lo tomaron en cuenta. No dijeron más y siguieron a los chicos quienes habían tomado la delantera.

    A paso lento y seguro, cuidando que no resbalaran entre el pasto y la tierra húmeda fue que continuaron con su camino. Hikari y Kazuki cambiaban la ruta que seguían según recordaban pues, la maleza y el pasto alto cambiaba mucho la perspectiva y sin una buena orientación podrían perder el rumbo.

    Pero debido a que afortunadamente recordaron entre los dos el camino seguro, solo fue cuestión de minutos antes de que el grupo chocará con algo.

    El ruido de una valla metálica fue lo que terminó por detenerlos, ya que delante de ellos se alzaba la estructura oxidada y de una manera poco estable.

    —Es mejor que retrocedan un poco —dijo Aiga posicionándose a la delantera de los chicos—. Está cosa podrá caerles encima.

    —Está bien, pero ¿Cómo vamos a cruzar? —pregunto Kazuki, Aiga lo miró y luego a Ranjiro.

    —Yo me encargo —respondió el castaño, cediendole la responsabilidad de los chicos a Ranjiro.

    Lentamente recargó sus manos en la valla; al ver que no se inclinó mucho a pesar del deteriorado estado en el que se encontraba, Aiga decidió comenzar a escalar precavido. En cuestión de segundos ya están del otro lado de la valla.

    —Parece seguro —asintió a los chicos—. Crucen pero con cuidado.

    Hikari y Kazuki dudaron por unos momentos pero finalmente cruzaron la valla, no tan rápida ni hábilmente como Aiga o Ranjiro pero lo lograron.

    Una vez del otro lado, ambos chicos sabían que estaban muy cerca del escondite así que advirtieron a los demás.

    —Esa valla separaba el escondite del bosque, el pasto alto no nos está dejando verlo con claridad —dijo Hikari en un tono serio, Kazuki la secundo.

    —Así que es muy probable que eventualmente terminemos chocando contra el escondite del mismo modo en que chocamos con la valla.

    Todos asintieron, sabían que debían ser silenciosos y a la vez estar atentos a todo lo que los rodeaba. La cuestión es que uno de ellos no se encontraba de humor como para acatar al pie de la letra con esas indicaciones. Al poco tiempo, Hikari golpeó rotundamente con la punta del pie una gran estructura metálica, provocando un fuerte sonar en medio del silencioso bosque.

    —¡Shhh! —susurro Aiga quien rápidamente se acercó donde la chica al igual que todos los demás.

    Escondido detrás de una frondosa capa de la vegetación local, se hallaba una cabaña visiblemente deteriorada por el paso de los años. Su estructura era de madera pero lo que Hikari había golpeado fue una cubeta que derramó el agua que tenía por todos lados.

    —¿Qué fue eso?

    Apenas se escuchó como un murmullo, tan sutil que fácilmente pudo perderse entre el sonido de sus pisadas y de sus respiraciones, pero en realidad la voz que salió de la cabaña se escuchó claramente y le quitó a todos el aliento por un momento.

    —Es este el lugar —susurró Kazuki, Hikari retrocedió ante la impresión.

    —Es él —dijo Aiga casi al mismo tiempo. El ambiente se volvió pesado en pocos segundos.
  5. .

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    Sin sentido









    Hikari no pudo soportarlo más.

    No quería escuchar a su padre ni sus explicaciones, pues ahora todo cobraba sentido. El silencio de su padre, de sus conocidos, el hecho de que nunca encontró información sobre su madre ni sobre alguna relación sólida de su padre por ningún lado. Aunque realmente poco a poco recordaba algunas viejas entradas de internet donde hablaban del incendio, algo que se veía opacado al pasar los años por su propia carrera en el Beyblade, luego la cobertura que por mucho tiempo más le dieron a sus quemaduras y el tratamiento, dejando atrás su pasado.

    Era demasiado para ella, así que salió corriendo del cobertizo sin escuchar nada más. Seguro que su padre la intentó detener o tal vez también guardó silencio como ella, no lo sabía con exactitud pero no se iba a quedar a averiguar.

    Rápidamente fue a su habitación sin saber que hacer, simplemente se aseguró de cerrar la puerta con llave y luego se desplomó tras ella. Lloró en silencio sintiéndose confundida y asustada por quién sabe cuánto tiempo; se dejó perder en la desolación que poco a poco empezó a nacer en su interior.

    Cuando finalmente pudo calmarse un poco, la oscuridad ya había invadido el lugar.

    Aletargada, camino hasta su cama donde se quedó dormida por el resto del día.

    A la mañana siguiente no se sintió mejor, pero sabía que debía seguir con los planes que ya había acordado el día anterior. Solo que está vez una gran pregunta se cernía sobre ella: ¿Vale la pena intentarlo?

    Ya conocía el pasado de su padre y hacerlo la desánimo a buscar a su madre, la imagen de ella estaba tan manchada como la imagen que tenía de todos sus conocidos.

    El teléfono sobre la mesita de noche sonó un par de veces; con gran desgano lo tomó y vio que Kazuki preguntaba por ella. En poco tiempo le respondió que se uniría a ellos a las afueras del bosque.

    —Se está tardando demasiado —exclamó Aiga después de media hora esperando a la chica, la impaciencia era clara en su voz.

    —No tardará mucho tiempo, debió ocuparse con algo de último minuto —dijo Kazuki al castaño, aunque era sincero con su declaración sin caer en excusar a Hikari, entendía perfectamente que la chica ya había tardado bastante tiempo en aparecer.

    —Espero que así sea o tendremos que irnos sin ella —dijo Aiga sonando demasiado serio como para ser una simple amenaza, Kazuki se volteó a mirarlo incrédulo.

    —Eso sería muy cruel, la dejaríamos aquí sola.

    —Lo sé, pero realmente no voy a confiarme a quedarnos sin la luz del día en medio del bosque —dijo el mayor en un tono severo—. Mientras más rápido nos adentramos a buscar a Valt, mejor.

    —Entonces vayan ustedes —respondió Kazuki con molestia, pero siendo contundente y decidido con sus palabras—. Yo me quedaré aquí a esperarla.

    Aiga sintió una ligera carga de molestia atravesar su cuerpo, estuvo dispuesto a reclamar de no ser por la intervención de Ranjiro quien había permanecido en silencio en todo este tiempo.

    —Es mejor dejarlos a solas —dijo con aquella pizca decisiva que Aiga bien conocía, así que no dijo nada.

    Sin más, ambos adultos se adentraron en el bosque dejando a Kazuki atrás, quien pensó que sería mejor esperar a Hikari en un lugar un poco más cómodo así que se sentó bajo la sombra de un árbol frondoso.

    Pasó un considerable tiempo en el que el chico se dedicó a mover la tierra con algunas ramas rotas que encontró por ahí, al mismo tiempo pensaba en lo que había hablado con su tío Ranjiro el día anterior.

    Aún no estaba seguro de cómo se tomaría Hikari la situación una vez que la descubra, pero independientemente de eso lo que más añoraba Kazuki era estar ahí para ella, en los momentos buenos y malos por igual.

    Repentinamente una sombra se cierne encima suyo, tapando los rayos del atardecer en su máximo esplendor. Alzó la mirada encontrándose precisamente con la chica en la que estaba pensando.

    —Hikari —pronunció el chico en un tono suave, esperando alguna reacción de la mencionada pero no dijo palabra alguna—. ¿Pasó algo? ¿Estás bien? Tardaste un poco así que Aiga y mi tío se adelantaron.

    Pero para su sorpresa, la chica continuó guardando un silencio casi sepulcral. Kazuki se intimidó un poco pero no iba a retroceder en averiguar qué estaba sucediendo; después de todo era más que evidente que Hikari había esperado por años para este momento, así que un desinterés tan repentino no era nada normal ni esperado de su parte.

    —¿Tú papá se enojó contigo o algo así?

    Esa pregunta pareció hacer reaccionar finalmente a la chica; miró a Kazuki y no pudo contenerse más. Dejó caer sus lágrimas una tras otra y se echó a abrazar a su compañero desesperadamente.

    Kazuki no entendía qué estaba sucediendo aunque rápidamente supuso el escenario donde Hikari había descubierto algo de lo que su tío le contó.

    Dicha suposición fue confirmada por lo siguiente que Hikari dijo entre sollozos.

    —Mi padre engañó a Valt con mi madre.
  6. .

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    De los amores de mi vida








    Las manos le temblaban provocando la agitación de la foto en ellas; eventualmente terminó soltándola, dejándola caer mientras miraba a su padre con una expresión en blanco.

    Hikari no sabía cómo reaccionar ante ese descubrimiento, o más bien no sabía que decir ante ello. Todo se revolvía con todo, su sorpresa, su ansiedad, el sentimiento de traición que nacía desde su pecho y se atoraba justo en su garganta, la tristeza de no saber algo tan fundamental en la vida de su propio padre y principalmente, el miedo que le recorría de pies a cabeza. Parecía como si sus instintos le advirtieran que no debía quedarse a escuchar a su padre, que no le iba a gustar lo que dijera y que sería uno de esos momentos que te cambian la forma de ver a una persona muy importante en tú vida.

    Pero no pudo moverse, sus manos dejaron de temblar y está vez parecían estar congeladas a sus costados; ni siquiera fue capaz de darse la vuelta y afrontar a su padre frente a frente, se quedó ahí, intentando reunir el valor para mirarlo.

    No supo cuánto tiempo pasó antes de poder obligarse a sí misma a moverse para quedar en una mejor posición, está vez miraba a su padre de frente. No supo qué clase de expresión tenía como para que él la mirara con tanta culpa que nunca antes había visto en su vida; inconscientemente sus labios se fruncieron hacia abajo.

    El sonido de la voz de su padre quebró la tensión entre ellos.

    —No pensé… que ibas a encontrarlo tan pronto.

    Hikari finalmente pudo reaccionar, pero no fue de la mejor manera.

    ¿A que se estaba refiriendo con eso? ¿Encontrarlo tan pronto? ¡Habían pasado al menos más de 20 años antes de encontrar esa foto!

    Pensamientos como ese calentaron su juicio, se molestó tan rápido que no fue capaz de formular algo coherente que decir. Sin embargo, su rostro enrojecido junto con su ceño fruncido fueron demasiado evidentes sobre su molestia, lo cuál Shu no pudo pasar de largo.

    Hasta ese momento, Shu no había entrado por completo al ático ya que en primer lugar sólo se había asomado porque escuchó unos cuantos ruidos. Finalmente entró y se sentó a un par de metros de Hikari, cerca de las fotos que la chica había revisado hace pocos minutos.

    Suspiró profundamente, pues sabía que debía ser muy cauto y delicado al hablar de este tema con su hija; mucho más de lo que nunca había sido. Otro comentario inoportuno terminaría por hacerla estallar en rabia sin darle la oportunidad de explicar lo que sucedió.

    —Hikari —dijo con el tono más suave que pudo formular, sin lograr que la expresión de su hija se relajara ni un poco—. Créeme que esto no será nada fácil de digerir, pero quiero que tengas la fuerza suficiente y te quedes a escucharme hasta el final.

    Finalmente la expresión de Hikari se relajó aunque fuera mínimo el cambio, su ceño fruncido no se desvaneció pero su dura mirada ya no era tan intensa.

    —Esto tampoco es fácil para mí, después de todo es algo que no solo cambió mi vida, sino la de muchas personas que me importan.

    El tono decaído de Shu volvió a darle a Hikari el mal presentimiento de descubrir algo que no quería ni debía, pero también la llenó de esa curiosidad e impulso de conocer la verdad, lo cuál no la dejó marcharse y dejar las cosas como habían estado hasta ese momento de su vida, en un misterioso vacío.

    —Esa fotografía es justo lo que parece —dijo Shu en voz baja, cerró los ojos apretandolos y continuó—. Valt y yo fuimos muy unidos por prácticamente toda nuestra vida, la idea de terminar juntos por el resto de ella fue natural para nosotros. Solo fue cuestión de tiempo que tomaramos esa decisión.

    Hikari continuó escuchando atentamente a su padre, quien comenzó su relato desde la adolescencia que compartió con Valt.

    Le contó sobre el día en que finalmente habló con Valt sobre sus sentimientos en la plenitud de la adolescencia, las emociones intensas que estaban a punto de desbordarse desde lo más profundo de su corazón y que no podía contener por más tiempo.

    En una tarde poco calurosa fue que citó al de cabellos azules a buscar unas cuantas piezas de reemplazo para su lanzador. Mientras esperaba en la plaza cerca del complejo donde recientemente se había instalado, Shu miró hacia el cielo notando el excelente clima que había; sonrió pensando que este sería un gran día.

    Extrañamente no se encontraba nervioso, al contrario; la emoción que lo embargaba era tal que podría llegar a ponerse a saltar de puntitas o a cantar alguna melodiosa canción. Pero como ninguna de esas cosas eran propias de él, solo se quedó ahí de pie, mirando su teléfono para matar el tiempo mientras esperaba la llegada de Valt.

    —¿Me tarde mucho?

    Sintió su pulso acelerarse con esas simples tres palabras, afortunadamente logró mantener la compostura y solo le brindo una suave sonrisa a Valt quien, de alguna manera, se miraba mucho más resplandeciente en ese día.

    Al paso de los años el carisma que tanto caracterizaba a su amigo no había desaparecido como en la mayoría de los casos cuando llega la etapa de la adolescencia, al contrario; está solo había crecido más y más. Por supuesto que ya no dejaba que su ingenuidad e inocencia se notaran tanto cuando estaba en público, pero era uno de los afortunados que aún podían ver esas características de Valt cuando estaban a solas, en el espacio seguro y privado que ambos compartían.

    Ni que decir de su sonrisa, era lo que más amaba del chico. Cuando le sonreía parecía que te podría asegurar que todo saldría bien, sin importar que tan imposible pareciera la situación; pero al mismo tiempo, llenaba a su corazón de una calidez y alegría que sabía que no podría volver a experimentar con nadie más.

    No había manera en que dejara ir a este chico.

    Caminaron juntos por la rivera, un espacio que todavía no había sido invadido por los fans de Valt o los incómodos paparazzis que los seguían a ambos a todos lados. Se sentaron juntos bajo el árbol donde recordaba, Valt entrenaba cuando seguía siendo todo un novato.

    Sonrió ante el recuerdo y también ante su situación actual. Si en esos tiempos le hubieran dicho que terminaría enamorándose de su mejor amigo seguramente no lo creería, o quizás si después de analizarlo un poco; después de todo, Valt siempre había sido su persona favorita en el mundo.

    Pero lo que más importaba en este momento era el ambiente tan romántico que se había formado entre ambos, Shu no lo había planeado de este modo, no era el tipo que se consideraba a sí mismo como alguien cursi por lo que simplemente había planeado declararse cuando sintiera que era el mejor momento de hacerlo, quizás ni siquiera lo haría e iría por todo con un beso.

    Pero este parecía ser el momento perfecto, con el viento soplando delicadamente y el río reflejando el cielo y al sol. Miró a Valt quien se había quedado callado como él justo después de un chiste que salió de la nada; por un momento se llegó a preguntar si Valt tenía la mínima idea de lo que le quería transmitir en ese instante.

    Hasta ese momento, Shu nunca estuvo seguro de que Valt sintiera lo mismo que él; el chico seguía siendo denso en cuanto a los temas románticos, en más de una ocasión Shu había intentado sacar a flote el tema pero Valt siempre parecía incomodarse y terminaban hablando de algo más.

    Suspiró profundamente y miró la mano de Valt reposando en el pasto, justo a unos cuantos centímetros de la suya. Casi escuchó los latidos de su propio corazón cuando empezó a acercarse más y más, su esqueleto vibró cuando finalmente sintió con la yema de sus dedos la calidez de la mano de Valt.

    El chico desvió su mirada de la copa del árbol hacia él, Shu se alivió cuando no vio desaprobación en ella, solo parecía estar un poco confundido.

    —Estás un poco frío.

    Shu instintivamente estuvo a punto de alejarse, sin embargo Valt terminó por envolver su mano fuerte pero con delicadeza.

    Por supuesto que el albino no se había esperado para nada esa situación, se había convertido en una extraña mezcla entre la banalidad y la intimidad. Pero el cambio abrupto del ambiente no lo haría retroceder a este punto.

    Llevó la mano de Valt que se entrelazaba con la suya y le dió un suave beso mientras cerraba los ojos; sintió que se sonrojó un poco pero no le importaba en absoluto, lo único relevante era ver la reacción de Valt.

    No espero nada mejor que lo que vio.

    El chico era un caos total, su rostro se había pintado de escarlata hasta las orejas, casi podía jurar que veía vapor salirle de la cabeza. Sin contar la mirada incrédula que le daba y el temblor de todo su cuerpo; parecía que quería decir algo pero nada salía de su boca, Shu no pudo imaginar a nadie más tierno en este mundo.

    Estuvo seguro que su intensa mirada rojiza tuvo algo que ver para paralizar a Valt por esos breves segundos, pero después de un rato el chico finalmente soltó el agarre de su mano y se cubrió el rostro.

    —¿P-Por qué hiciste eso? —preguntó tartamudeando y en un susurro, Shu sonrió.

    —No lo sé.

    Respondió susurrando, marcando aún más el tono grave que adquirió su voz en estos últimos años. Supo que surtió el efecto que esperaba en Valt cuando saltó en su lugar y hundió aún más su rostro entre sus manos, sonrió y se acercó al oído de Valt quien no podía verlo, nuevamente susurró.

    —¿Te haces alguna idea de por qué lo hice?

    Está vez Valt soltó un pequeño grito, como el maullar de un minino. Shu no necesito ninguna otra confirmación para saber que Valt se sentía exactamente igual que él.

    Decidió juguetear un poco más, le estaba gustando mucho abrumar a Valt de esta manera además de que quería escuchar su respuesta.

    Empezó a besar las zonas de su rostro que el de cabellos azules no podía cubrir con sus manos, como sus sienes y parte de sus mejillas. Valt se revolvió y finalmente descubrió su rostro; miró a Shu e intentó alejarlo, o al menos lo aparentó ya que no usó mucha fuerza en sus intentos.

    —¿Estás bromeando conmigo? —preguntó tímidamente, parecía esperar que Shu respondiera afirmativamente y todo regresara a la normalidad. Pero el albino lo tomó de las muñecas y acercó su rostro, hasta que solo unos cuantos centímetros quedarán entre ellos.

    —¿Te parece que bromearía sobre esto? —El albino lo miró seriamente, justo como Valt bien sabía qué hacía cuando era sincero. Unas cuantas lágrimas escaparon de los ojos del menor.

    —Shu…

    Finalmente cedió y dejó al albino acercarse, cerró los ojos esperando lo inevitable. Shu se sintió bien recibido y sello el inicio de su relación romántica con una oleada de suaves besos.

    No hicieron mucho después de eso, solo se quedaron más tiempo bajo ese árbol, dándose uno que otro beso ocasional mientras se abrazaban cálidamente.

    Shu adoró ese momento en su corazón durante muchos años después, luego sufriría terriblemente ante el recuerdo.

    Los años pasaron, años en los que ambos compartieron su amor con sus seres queridos siendo aceptados por todos ellos, pareciera que solo esperaban a que finalmente dieran el primer paso por sí mismos ya que nadie se sorprendió por la noticia. Al mismo tiempo, ambos decidieron que era mejor restringir su relación del medio público, preferían mantener su privacidad en este tipo de temas, por lo que nunca se pronunciaron al respecto ante los medios.

    Ni siquiera el día de su boda.

    Aquel día fue el más feliz para la pareja, por su lado Shu estaba maravillado ante la propuesta que Valt le hizo de forma inesperada hace unos cuantos meses atrás, durante una de sus muchas visitas que le hacía al chico en el BC Sol. Recordaba que Valt había mencionado algo parecido a “ser su venganza” después de su vergonzosa y abrumadora declaración de noviazgo. Por su lado, Valt parecía feliz y orgulloso de lograr que el increíble Shu Kurenai se quedara a su lado por el resto de su vida.

    La ceremonia fue hermosa, todos sus amigos y familiares estaban invitados y por supuesto, los medios nuevamente fueron completamente descartados de sus planes.

    Así, la vida de los que algunas vez empezaron siendo mejores amigos, continuó como una pareja completamente formal en su fase más joven de la adultez.

    Pero las cosas comenzaron a complicarse a partir de ese punto.

    Las diferencias que nacieron entre Shu y Valt se marcaron notoriamente con el paso de los años, pues el primero se miraba tan ilusionado con la idea de formar una familia mientras que Valt se negaba rotundamente a ello. Siendo está la primera razón que comenzó a distanciarlos.

    Y el juicio de Shu se nubló con el pasar del tiempo. Hizo cosas de las que se arrepintió mucho tiempo, pero no tanto como una tarde que llegó a casa, las luces estaban apagadas y el único sonido que escuchó al entrar fue un sollozo lejano.

    Un mal presentimiento lo invadió y se instaló en su corazón, justo al lado de la culpa constante que sentía desde hace algunos meses atrás.

    Rápidamente se dirigió a su habitación, donde Valt yacía debajo de las sábanas blancas cubierto hasta la cabeza. Parecía tan pequeño debajo de ellas, casi como un frágil niño.

    Shu hizo ruido al entrar, provocando que Valt levantara su mirada, inundada en lágrimas y un sentimiento profundo de reproche, traición y dolor. Una combinación tan terrible e intensa que Shu nunca antes había visto y que no olvidaría jamás.

    Antes de que el albino pudiera preguntar qué sucedía, Valt sacó debajo de las sábanas un folder y lo aventó hacia él, cayendo en el proceso varias fotografías.

    Todas ellas eran de Shu acompañado de una mujer, caminando juntos, abrazándola, besándola.

    Y un frío desolador lo dejó congelado; durante los reclamos de Valt no dijo casi nada, cuando le pidió explicaciones quizá dijo algo que no pudo recordar bien, algo que seguramente hizo que Valt tomara sus cosas y no mirara atrás.

    Dejando a Shu ahí en la soledad, justo como el albino hizo con él durante ese tiempo en que lo engañó.

    El tiempo siguió pasando, Shu no sabía qué rumbo tomar después de aquella soledad que llegó a él así que solo se le ocurrió llenar ese vacío que Valt dejó trayendo a casa a su nueva amante, sin mencionar la compañía de su hija quien era tan pequeña como para siquiera entender lo que estaba pasando.

    Los trámites de divorcio fueron difíciles, pues tanto Shu como Valt debían presentarse a declarar los motivos de su separación al mismo tiempo frente al juez.

    En esas reuniones, Valt nunca le dirigió la palabra, ni una sola mirada.

    Shu nunca se sintió tan roto como en esos momentos.

    La decadencia de su salud mental se reflejaba en lo que podría llamar, su hogar. No es que su pareja actual fuera una mala persona, después de todo se dedicaba a cuidar e intentar sostener los cimientos de la casa para que no se viniera para abajo, teniendo la tarea de encargarse de su hija mientras él se embriagaba en su propia miseria. Pero sabía que el tenerla ahí no se sentía como lo correcto, no creía que encajaba en su vida ni en su corazón; sabía que solo estuvo con ella para satisfacer de alguna manera sus sucios impulsos que no pudo dejar en Valt.

    Una noche ella se ausentó por un corto periodo de tiempo, pues necesitaba hacer unas compras de último minuto. Al estar a pocas cuadras del apartamento donde residían, ella escuchó el barullo y las sirenas de las ambulancias dirigirse rápidamente hacia algún lugar.

    Sabía que algo no estaba bien, debía tratarse de su apartamento.

    Confirmó las sospechas cuando vió una gran columna de humo alzarse justo en el último piso del edificio donde residían. En su hogar.

    Shu no dejó de culparse el resto de su vida por el accidente, pues él fue quien descuidó la instalación eléctrica cuando en medio de su embriaguez, derramó alcohol sobre ella y el incendio comenzó. Pensó que estaba alucinando al principio por los efectos del alcohol en su sistema, incluso si en algún momento llegó a pensar que las llamas y el calor que lo rodeaban eran reales, estaba dispuesto a dejarse morir en ese mismo instante.

    Pero unos llantos lo detuvieron.

    Su hija.

    Reaccionó ante el llamado de auxilio que la pequeña bebé de tan solo seis meses le hacía, pidiendo ayuda, ser rescatada.

    Corrió entre las abrasadoras llamas, sintiendo el insoportable calor rodeándolo, pero eso no iba a detenerlo. Entró a la habitación de la pequeña bebé, la tomó en brazos y la protegió lo mejor que pudo con su propio cuerpo, sabía que era más peligroso intentar escapar a quedarse a ser rescatado así que la cubrió lo mejor que pudo, recibiendo el fuego en el lugar de su hija.

    Dió su mejor esfuerzo para no desmayarse por el humo, no quería aplastarla.

    Cuando los bomberos llegaron, se las dio teniendo la certeza de que ellos la pondrían a salvo y finalmente cedió a la inconsciencia, sintiéndose reconfortado al ver que había logrado cuidar aunque sea de su pequeña bebé.

    Despertó en el hospital, Wakiya y Rantaro entraron después de que el doctor le dijo que estaba fuera de peligro por el momento. Ellos le explicaron lo que sucedió después, cómo fue rescatado por los bomberos casi al mismo tiempo que sacaron a Hikari y también, se encargaron de darle las malas noticias.

    Su cuerpo estaba lleno de quemaduras graves, tenía mucho tejido muerto y dañado que debía ser tratado, sería una recuperación muy difícil que duraría años; eso sin contar lo que sufrió Hikari.

    Shu se sintió tan inútil e impotente cuando le dijeron que ella había perdido tres dedos. A pesar de que le habían dicho que pudo llegar a perder sus extremidades de no haber sido por él, no podía sentirse mejor en absoluto.

    Y cuando finalmente pudo verla después de ese incidente, decidió que no volvería a dejar que sufriera por nada, siempre estaría ahí para ella.

    Incluso si por dentro se quería morir, debía vivir para asegurarse que ella estaría bien.

    No le importó tener que ir a juicios para demostrar que seguía siendo apto para su cuidado después del accidente, no le importó el escándalo mediático que surgió a partir de ese momento pues, hasta ese momento no había declarado tener una hija y las circunstancias solo sirvieron para alimentar a los medios. Tampoco le importó que su anterior pareja se cansara y lo dejara después del incendio.

    —Solo me importabas tú —dijo Shu al terminar su relato, miró a Hikari en todo momento esperando su reacción.

    No hubo palabras después de eso.
  7. .

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    Camino de cenizas







    Cuando Hikari llegó a casa, no se sorprendió por encontrarla vacía ya que su padre le había dicho que volvería al hospital a otro chequeo médico.

    Hikari no era del tipo de persona que le gustara hablar de nostalgia ni de temas tristes, aunque teniendo esas experiencias trágicas desde su tierna infancia era casi inevitable que tocara esos temas sensibles con mucha frecuencia.

    Subió las escaleras al segundo piso de su modesto hogar, miró hacia el ático que se resguardaba por unas escaleras plegables y trago un poco de saliva, estaba nerviosa.

    Si bien era cierto que la emoción de encontrar algo sobre Valt ahí arriba era inmensa, eso no lograba apaciguar del todo los amargos recuerdos que solía arrastrar desde que tenía memoria.

    Con una quietud muda bajo la escalera, pensando y recordando lo que albergaba aquel sitio.

    La imagen del fuego consumiendo todo, plasmada en su mente.

    Ese era su primer recuerdo de toda la vida.

    Y ahora sudaba frío, esperaba no encontrar nada sobre ese incidente allá arriba, era un tema que le atemorizaba conocer. Incluso si las secuelas de ese accidente yacían grabadas permanentemente en su piel.

    Subió peldaño por peldaño, con pasos lentos y tímidos. Su mente inevitablemente divagó al momento en el que esas marcas comenzaron a llamar la atención del público en su época dorada de blader, justo cuando comenzaba a escalar hacia el campeonato nacional.

    “—¡Mira a esa chica! —gritó alguien a lo lejos, Hikari estuvo a punto de voltear pero su timidez se lo impidió, así que solo se limitó a escuchar.

    —¿Qué tiene de raro? —preguntó el acompañante del otro sujeto, Hikari a este punto estaba temblando de nervios pues ya sabía a dónde iba encaminada esa conversación; deseaba con toda su fuerza que Kazuki estuviera aquí pero el chico justo estaba en una batalla eliminatoria.

    —¿Qué no lo ves? —preguntó el chico más que sorprendido a su acompañante, luego susurro pero eso no evitó que Hikari escuchara lo siguiente—. Le faltan dos dedos en la mano derecha.

    Hikari finalmente volteo, quizás su rostro inexpresivo asustó a los chicos y se fueron de ahí de inmediato y aunque no lo reflejaba en absoluto, la chica estaba avergonzada.”

    El mismo escenario se repitió una y otra vez mientras avanzaba, cada día con menos recato que el anterior. Incluso el mismo narrador de los partidos había cruzado esa línea personal y solía presentarla como “mano milagrosa”, aludiendo a que su discapacidad no fue un impedimento para ganar contra sus rivales.

    Y aunque eso debería ponerla feliz, en realidad tenía el efecto contrario. Ella solo quería ser una blader más y solo la conocían por ser buena con una mano defectuosa, incompleta.

    Se avergonzaba tanto de ese defecto que su padre tuvo que mandar a hacer para ella guantes especiales que emulaban bien sus dedos faltantes, el índice y el medio.

    “—No debes avergonzarte por quién eres —Fue lo que su padre le dijo el día que le entregó sus primeros guantes, ella miró a otro lado.

    —No es que me avergüence —mintió en aquel momento—. Solo quiero que la gente me reconozca por ser una gran blader, no porque me falten dedos.

    Hikari supo perfectamente que su padre no le había creído pero no quería afrontar sus miedos en ese momento; él lo entendió y no volvió a tocar el tema.”

    La chica suspiro pesado, las escaleras debajo de sus pies se tambalearon un poco y se aferró al suelo del ático con su mano incompleta. Sintió en todos sus dedos el impacto de su casi caída, a pesar de que sabía que eso era imposible.

    Esas extremidades fantasma siempre habían estado con ella, aprendió a vivir sintiendo cosquillas, ardor, el viento, peso y un sin fin de sensaciones en esos dedos faltantes.

    “—Las extremidades fantasma son casi una regla en personas que han perdido una extremidad —recito Hikari a un Kazuki que la miraba confundido, ambos habían terminado de jugar en el parque cuando Hikari empezó a quejarse de un dolor en los dedos—. Al menos eso fue lo que dijo el doctor.

    La pequeña Hikari le explicaba a su amigo lo que el doctor le había dicho un sin fin de veces a ella y su padre, era algo inevitable.

    —Es como si fueras una super chica —exclamó Kazuki con tanta emoción que descolocó a la niña, un sonrojo le cubrió las mejillas.

    —¿Qué dices? —pregunto más que sorprendida, Kazuki se puso de pie y le sonrió.

    —Solo piénsalo, sientes algo que no está ahí entonces eso significa que tú cerebro está super desarrollado. Quizás en unos años más empieces a leer mentes o hacer levitar las cosas —el chico revolvió algo dentro de su mochila y se volvió con ella—. ¡Dobla está cuchara para empezar!

    Hikari se quedó muda, sabía que Kazuki no había dicho nada con malas intenciones, en cambio su inocencia le hizo saber que era auténtico con sus palabras.

    Comenzó a reírse.

    —¡¿D-De que te ríes?! —preguntó el chico avergonzándose, Hikari negó y le sonrió.

    —Eres genial Kazuki —expresó con total sinceridad.

    Esa fue la primera vez que Hikari no se sintió avergonzada por solo tener tres dedos.”

    Pero eso no impidió que su timidez con el mundo exterior fuera evidente, siguió usando sus guantes todo el tiempo en público, aunque en privado dejó de hacerlo.

    El tema de los dedos que perdió en el incendio de su infancia poco a poco se fue desvaneciendo incluso en sus días de gloria como blader, parecía que ya a nadie le importaba o impresionaba ese hecho y aquello la aliviaba demasiado.

    Por otro lado, parecía que su padre no corría con la misma suerte.

    Una cosa era disimular su discapacidad con un guante con relleno, otra muy diferente eran las marcas que cubrían el cuerpo y rostro de su progenitor.

    Recordaba que desde que era una niña, siempre llevaba algo entre sus cosas para poder cubrirlo.

    —No quería que lo molestaran —susurró perdida en sus pensamientos, arrodillándose frente a una caja y abriéndola.

    Las fotos de su infancia saltaron a la vista.

    En la primera de ellas aparecían ella y su padre en un campo verde, sonrió al recordar ese día. Se la pasaron jugando en el parque hasta que anocheció y miraron las estrellas en el cielo; recordaba perfectamente la brisa nocturna meciendo los árboles con gentileza tirando sobre ellos unas pocas hojas.

    Paso a la siguiente fotografía.

    En está Hikari era un poco más grande, tenía quizás entre siete y ocho años, su padre cubría sus marcas con unas gafas de sol incluso si estaba demasiado nublado aquella vez, ella no tenía aún sus guantes y tenía sus dedos expuestos. Esta vez no sonrió y arrugó un poco el gesto, recordaba también este día.

    “—¡Señor Kurenai! —escuchó que llamaban a su padre, sintió cómo se tensó y aceleraron el paso.

    En poco tiempo un par de personas se pararon agresivamente frente a ellos, se asustó un poco y se aferró a su padre. Una señorita con un micrófono miró a su progenitor con tanta fiereza que parecía que lo golpearía si intentaba retirarse del lugar, el hombre con la enorme cámara en mano ni siquiera volteo a mirarla.

    —¿Puede decirnos algo sobre su última cirugía? ¿Qué hay de los rumores que surgieron recientemente detrás del accidente en su apartamento que lo hirieron a usted y su hija?

    Shu no dijo nada en ese momento, para sorpresa de Hikari parecía que no le importaba en absoluto el aura intimidante de la reportera y su acompañante por lo que decidió rodearlos, sin soltar a su hija en un solo momento.

    La mujer aun así no se dio por vencida y lo siguió.

    —Los rumores cuentan que su antigua amante lo amenazó de muerte y mandó a quemar su casa con su hija dentro, ¿usted piensa que eso es verdad?

    Shu solo la miró con molestia pero siguió sin decir nada, Hikari avanzó junto a su padre lo mejor que pudo pero sintió el toque de aquella mujer.

    —¿Qué nos dices tú? ¿Crees que todo de verdad fue un accidente?

    El corazón de Hikari tembló de miedo en aquel momento, pero no tanto como cuando vio a su padre encarar a la reportera.

    —¡No te dirijas con mi hija! ¡¡Déjala en paz!!

    —En exclusiva, tenemos la agresión de Shu Kurenai al equipo de noticias —comenzó a decir la chica con un falso tono ansioso hacia la cámara.

    Hikari sintió como su padre la levantó en brazos y se la llevó corriendo de ahí.”

    Recordó el gran escándalo que sucedió por ese incidente, y aunque el tiempo favoreció el actuar de su padre frente a la reportera, la verdad es que la mancha que se había creado alrededor de él como una persona conflictiva fue prácticamente imposible de borrar.

    Entre las fotos encontró algunos viejos documentos, se notaba que la última vez que abrieron esa caja solo metieron las cosas ahí sin fijarse mucho en ordenarlas. Entre los documentos estaba la contrademanda que su padre impuso para no perder su custodia.

    "—La ciudad empezó a cuestionar tú capacidad de cuidar a Hikari después del incidente con la reportera.

    La niña sintió su sangre helarse, se escondía detrás de la puerta de su habitación mientras escuchaba la conversación en la sala, eran su padre y Wakiya.

    —Esos son solo rumores —respondió Shu con seriedad.

    —No lo creo —Wakiya le extendió a Shu una carta que Hikari apenas pudo distinguir por el poco espacio que tenía para ver—. Nos citaron a Rantaro y a mí para hablar de tú capacidad como padre.

    Shu se quedó sin palabras mientras miraba impresionado el documento.

    —¡Tienes que contra demandar a la ciudad! —exclamó el rubio con apuración.

    —Pe-Pero ¿Cómo haré eso? —pregunto el albino con apuro—. Yo ya no puedo seguir usando los recursos de los Raging Bulls y no he conseguido nada estable desde el accidente, no puedo pagarle a un abogado.

    Wakiya negó y le sonrió a Shu, con esa mirada decidida que tenía cada vez que se le ocurría una idea que consideraba brillante.

    —Para eso estamos nosotros —dijo con calma—. Tengo un gran abogado que está dispuesto a pelear tú caso.

    —Wakiya, no puedo aceptar eso.

    El rubio bufó y cruzó los brazos, sonrió con suficiencia.

    —No hago esto solo por ti, es por toda tú familia.

    Shu bajo la mirada, sabía que no tenía otra opción más que aceptar y de cierto modo, se sentía feliz de tener amigos a los que aún le seguía importando.

    —Gracias —dijo con toda sinceridad, está vez el rubio sonrió dolorosamente.

    —Por ustedes amigo mío, lo que sea."

    Hikari suspiró aliviada, pues la petición de la ciudad nunca procedió gracias al abogado qué Wakiya les había conseguido.

    Las experiencias de Hikari con los reporteros no había sido muy buena en su infancia, por eso incluso cuando se volvió campeona y todos le hacían cuestionamientos positivos, nunca logró sentirse cómoda en ese mundo que ya la había marcado de por vida.

    —Demasiados recuerdos, es hora de empezar a buscar de verdad —se reprimió a sí misma y comenzó a buscar entre las fotos, sabía que en algún momento de sus viajes con su padre a la cabaña se tomaron unas cuantas fotografías.

    Sabía que desgraciadamente no eran muchas de ellas, a lo mucho se tomaron dos ya que la chica era demasiado inquieta en ese tiempo como para poder captar su imagen a través de una cámara.

    Sonrió pensando en los buenos momentos que se la pasó con su padre, foto tras foto en aquella caja solo era un recordatorio de que a pesar de las adversidades, su padre la amaba y le daría todo lo que ella quisiera.

    Pero su expresión se amargó un poco, ya que sabía que había una sola cosa que él no le daría.

    La verdad.

    La verdad eres ese vacío que estaba al inicio de su historia, era algo que siempre pregunto pero nunca conoció. Sin la verdad siempre vivió inquieta, no conocía la paz de poder cerrar un ciclo y seguir con su vida; estaba atrapada en un sitio donde no podía avanzar y odiaba sentirse de ese modo.

    Odiaba la forma en la que había cambiado.

    Obsesiva, molesta, grosera con las personas que amaba.

    Solo quería terminar con esto ya y seguir con su vida, seguir amando las batallas, a su familia, a sus amigos.

    Cada día en su ignorancia era caer más y más profundo en un agujero negro, nada más que la verdad podría sacarla de ahí. Por eso estaba tan desesperada en conseguirla y superarlo todo.

    Finalmente la encontró.

    Debajo de todas las fotos estaba esa en especial, en la que su padre, Kazuki y ella posaban felizmente frente a una cascada cerca de la cabaña que era la base secreta de su infancia.

    A pesar de las cicatrices en el rostro de Shu, Hikari notó que su padre parecía estar un poco menos triste de lo que estaba hoy en día. Sin duda alguna, con los años él solo se había deprimido cada vez más y más.

    Sintió que un nudo se le formó en la garganta.

    Pero no tuvo tiempo de deprimirse, pues notó que la caja de las fotografías tenía unas marcas oscuras a los lados, tenía forma de dedos.

    Hikari sintió su pulso acelerarse.

    Miró más de cerca esas marcas, las tocó y su piel se tintó del mismo color. Reconoció la textura lo cual solo terminó por intimidarla más.

    Eran cenizas.

    La marca parecía ser muy antigua ya que se había impregnado en la caja, a decir verdad nunca la había notado antes.

    <<casi nunca vi estos recuerdos por mi misma, papá siempre sacaba las fotografías de aquí cuando queríamos verlas>>, pensó con rapidez.

    Miró alrededor, notando que un rastro sutil, casi imperceptible yacía en el suelo. Eran unas cuantas motas de polvo que cubrían rastros un poco grandes de lo que asumió que también eran cenizas. El rastro se encaminaba a otra caja llena de polvo, completamente descuidada y que parecía que estaba por romperse.

    Hikari tuvo el instinto de alejarse, no debía ver el contenido de esa caja. Pero otra parte de ella misma la impulsaba a seguir, a ver qué había ahí.

    No quiso tocarla mucho, la caja era tan vieja que se desbarataría en sus manos, así que con delicadeza tomó una de las pestañas de cartón y la abrió.

    Un papel en blanco estaba ahí.

    Al tocarla se dio cuenta que no era un papel común, era una fotografía y estaba al revés.

    La sacó, sus manos temblaron en el momento donde comenzó a darle la vuelta.

    Era una foto matrimonial.

    Su padre y Valt Aoi posaban felizmente hacia la cámara.

    Un rechinido la sacó parcialmente de su impresión, miró hacía atrás donde su padre pareció palidecer como si hubiera visto un fantasma.
  8. .

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    Este es mi primer aporte para el reto, pensaba hacer más pero quizás este sea el único. Me extendí más de lo que quería
    En fin, hay poquito de estos bebés en español así que debía crear algo de ellos este año, si hay suerte pondré algo de Beyblade Burst en el futuro (risa malvada)


    QUOTE
    Fandom: Pokémon (anime)
    Pareja: Palletshipping (AshxGary)
    Categoría: Angst
    Frase: "Te extraño"
    Extensión: 6323 palabras (según Google docs)

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    Nuestras miradas fueron una sola

    El calor que compartimos fue único

    Pero no sabiamos que tenía una fecha de expiración


    |||||||||||||||||||||||||||||||







    El viento levantaba gentilmente los pétalos en el suelo, meciéndose en el aire en una dulce danza que era igualada únicamente por el aroma que desprendían las rosas que fueron gentilmente cultivadas justo para este momento inigualable.

    Las mejillas de Ash estaban tintadas de rosa casi igualando al cielo vespertino en los atardeceres en Kanto, su mirada brillaba de una forma tan intensa que sabía que no podría volver a tener en el futuro por más que lo intentara.

    Nuevamente recordó como había sucedido todo, empezando en el momento donde descubrió el sentimiento que lo haría feliz y miserable al mismo tiempo.

    ¿Se arrepentía de algo? Probablemente si.

    Se arrepentía de no aceptar sus sentimientos mucho antes.

    Cuando su mirada se cruzó con la de Gary Oak, su amigo y rival de la infancia, después de varios años sin verse, supo que había algo diferente en él.

    No había esa pizca de superioridad que el castaño siempre presumió, tampoco la típica arrogancia que solía cargar consigo a todos lados donde iba. Se saludaron con tanta alegría que Ash supo que simplemente había algo diferente en el ambiente entre ellos dos, había algo especial que lo mantuvo atento a los gestos de Gary y feliz de estar a su lado aunque fuera un simple encuentro casual entre dos amigos.

    Quizás Ash también había cambiado un poco.

    Después de su inesperado encuentro con Gary en el Bosque Verde, ambos regresaron juntos a Pueblo Paleta; un suceso simplemente extraño pues a pesar de llevar tanto tiempo conociéndose, en realidad no permanecieron juntos en un viaje, incluso si era uno tan corto. Sorpresivamente el ambiente entre ellos era muy dinámico, funcionaban tan bien acampando y hablando sobre Pokémon que parecía que no les faltaba nada más en el mundo.

    Un encuentro encantador.

    Dos días de viaje bastaron para que ambos se acostumbraran a la presencia del otro, por lo que al llegar a Pueblo Paleta empezó a ser un hábito que se buscarán mutuamente. En ocasiones Ash iba al laboratorio Oak a buscar a Gary y hablar de mil cosas y ninguna, a veces era Gary quien se tomaba un descanso de sus investigaciones e invitaba a Ash a escaparse a alguna región y simplemente desaparecer por una semana o dos a una aventura más.

    Eran esos viajes los que ponían más nervioso a Ash.

    Sentía su pecho arder y el ritmo de su corazón descontrolarse cada vez que estaba cerca de Gary, en un espacio íntimo y privado donde cualquier cosa podría pasar ya fuera en un campamento al aire libre o en algún hotel hospedandose.

    Y una noche simplemente sus sentimientos salieron a la luz, incluso antes de asimilarlos.

    Gary lo miró con una sonrisa y le regaló una rosa cuando entró a la habitación del hotel; recordaba perfectamente como su Pikachu saltó de su hombro y fue a jugar con el Umbreon de Gary a otra habitación mientras él simplemente procesaba lo que sucedía. Sin pensarlo mucho tomó la rosa y la acercó a su rostro, sonriendo ante el dulce aroma que desprendía y sintiéndose firmemente enamorado.

    Se lanzó hacia su acompañante y lo llenó de besos que fueron bien correspondidos.

    Quizás no fue una confesión dramática como en las películas ni fue tan elaborada como alguna vez imaginó que sería su primer amor, mucho menos se visualizó a sí mismo con Gary de está forma. Pero supo que no habría nadie más para él por el resto de su vida cuando despertó a la mañana siguiente, abrazado piel con piel con Gary con una ligera sábana cubriendolos de los rayos del sol.

    La palabra “novio” no fue pronunciada por ninguno de ellos en mucho tiempo.

    Pero aun así no pararon de salir juntos, coqueteandose recatadamente y en ocasiones con un descaro total con el que muchas parejas solo soñarian llegar a tener. Aunque no se atrevían a darle un nombre formal a su relación, se sentían completamente cómodos como estaban.

    O al menos así lo pensó Ash.

    Con el viento frío golpeándolo en el rostro Ash recordaba detenidamente. Puede que aquellas veces en las que encontraba a Gary mirando al cielo con tanta melancolía, no eran en realidad él “nada” que el castaño le respondía cada vez que preguntaba en qué estaba pensando.

    Tal vez Ash debió ser más accesible con él en aquellas ocasiones donde sus manos rozaban una con la otra cuando caminaban juntos; debió tomar la mano de su amado entre la suya y adorar sentir el calor ajeno que después convertirian en uno solo. Debió acceder a arriesgarse un poco e intentar darse uno que otro beso en público, sin el miedo a ser descubiertos y juzgados; solo pensando en que eran afortunados de tenerse el uno al otro y amarse de aquella manera tan especial mientras ignoraban que el tiempo que compartían juntos se agotaba.

    Cuando finalmente Gary le pidió salir formalmente no estuvo listo, fue algo impredecible y aún tenía miedo de que la gente lo juzgara, que al verlo con un hombre lo odiarán y no pudiera volver a mostrar su rostro en público.

    Sonrió mientras sentía unas cuantas lágrimas caer de sus ojos, fue tan estúpido en esos tiempos por creer eso.

    Recordó la forma tan fría en la que se alejó por meses de Gary, arduos meses en los que sus amigos más cercanos lo hicieron entrar en razón para pensar mejor las cosas.

    “¿Qué importa el resto del mundo? Tú eres feliz Ash”, recordó que le dijo May mientras admiraban el océano en Hoenn.

    “Puede que te de miedo, pero ¿no estarías más seguro de ti mismo si estás con la persona que más amas en el mundo?”, le dijo Misty en un restaurante pequeño donde ambos almorzaban después de una batalla amistosa que compartieron.

    “Las personas que te queremos solo esperamos verte feliz, si él te hace feliz no hay nada a qué tenerle miedo”, fue lo que su madre le dijo cuando le confesó sobre sus sentimientos y su temor.

    No necesito más para armarse de valor y buscarlo; tan solo esperaba que Gary aún lo siguiera esperando.

    Grande fue su sorpresa cuando entró a la mansión Oak y lo encontró trabajando en el desolado laboratorio, parecía estar un poco más delgado y pálido. Cuando sus miradas nuevamente se encontraron Ash sintió culpa por las grandes ojeras que se marcaban bajo sus ojos.

    Pero no vio nada de ira en esos ojos verdes que tanto amaba. Solo encontró el alivio que había perdido en todo este tiempo.

    Se lanzó a sus brazos disculpándose una y mil veces por todo lo que había sucedido, Gary lo arropó y quitó la gorra de su cabeza, besando su frente con cariño mientras le decía que lo entendía, no había de qué disculparse.

    Nuevamente el tiempo pasó entre ellos pero está vez Ash sintió que todo iba mucho más rápido, la felicidad que compartía con Gary cada vez parecía más insuficiente por cada día que pasaba, por cada noche en la que se separaban y tener que esperar hasta el amanecer para volver a encontrarse. De alguna u otra forma sabía que el castaño se sentía igual.

    Por lo que pedir la mano en matrimonio del otro fue algo simplemente natural.

    Fue una noche mágica en la costa de Alola, su segundo hogar donde recién había aterrizado, esperando por darle una sorpresa a su familia aloliana al presentarles a Gary.

    Llegaron sin avisar a nadie, por lo que tuvieron que hospedarse en un hotel para no molestar a altas horas de la noche con su presencia. Ahí todo ocurrió.

    Solo tardó unos segundos en reaccionar antes de dar el sí.

    Su emoción fue tal que no le contaron a nadie la gran noticia; corrieron presurosos de la costa al hotel, arrastrándose el uno contra el otro en una oleada de besos apenas entrar a la lujosa habitación que había alquilado; Ash pensó por un momento que Gary había planeado que todo ocurriera de está forma desde el inicio de su viaje, pero no tenía ningún problema al respecto.

    Una noche llena de pasiones consumadas y promesas por cumplir lleno esa habitación; una noche que al poco tiempo, Ash deseo que durará eternamente.

    Antes de que su vida cambiará nuevamente.

    Al amanecer, Ash quería quedarse un poco más de tiempo, descansar con su persona favorita en el mundo y simplemente pasar este tiempo juntos pero Gary insistió en apresurarse para conocer a su familia.

    La idea de sus papás dándole el visto bueno a su relación y a Gary lo hicieron sentir emocionado, así que no tardó mucho en hacer caso y comenzó a prepararse para ir al encuentro.

    En el camino fue Gary quien conducía el auto, atravesando los paisajes más hermosos de la región y Ash disfrutaba de la vista.

    —¿Qué tanto miras? —preguntó Gary con una sonrisa divertida, sin dejar de mirar al frente.

    Ash se tardó un poco en responder y le sonrió con calidez.

    —La vista en Alola siempre ha sido hermosa, pero contigo aquí siento que es un lugar único en el mundo.

    El castaño sintió su rostro enrojecer pero no dejo de sonreír, miró brevemente a Ash y le guiño un ojo.

    —Vaya, si que estas enamorado de mi —rió un poco antes de continuar—. Pero si alguien resplandece entre nosotros, ese eres tú Ashy.

    El tono coqueto que usaba el castaño seguía teniendo el mismo efecto en Ash como el primer día, su estómago revoloteo y una sonrisa enamorada se plantó en sus labios. Sin pensarlo mucho puso su mano en la pierna de su ahora prometido y se permitió soñar despierto.

    —Cuando nos casemos me gustaría vivir aquí —confesó desde lo más hondo de su corazón, Gary lo miró de reojo.

    —Quizás sea posible, después de todo aquí vive parte de mi familia también. No creo que tengamos ningún problema en instalarnos —dijo el castaño con calma, concentrándose en el camino pero deseando abrazar a Ash y soñar con él—. Además, sería interesante vivir como toda una celebridad teniendo al campeón de la región como mi esposo.

    Ash bufó divertido, al poco tiempo ambos rieron ante la idea que esperaban convertir en una realidad.

    Un pokemon se atravesó en su camino.

    Literalmente.

    El pánico no se hizo esperar, Ash soltó gritos desesperados para que Gary se moviera del camino pero por más que Oak lo intentaba, el auto no reaccionaba lo suficientemente rápido.

    Afortunadamente lograron esquivar al pokémon que ni siquiera habían logrado distinguir bien.

    Lo único que Ash supo después fue que una gran oleada de fuertes golpes los rodeó mientras el auto volcaba en algún lugar. Todo sucedió tan lentamente, las cosas en la guantera salieron volando por todos lados, sus pokeball, las maletas de alguna forma terminaron en la parte de enfrente y rodaban en el pequeño espacio golpeandolos aún más. En ese momento de una manera extrañamente racional agradeció el hecho de que justo está vez dejó a Pikachu al cuidado de su mamá en Kanto.

    Dejaron de rodar, el auto no quedó boca abajo así que sus cuerpos cayeron pesadamente sobre los asientos casi destrozados, la bolsa de aire y los cinturones de seguridad habían logrado su deber pues no salieron proyectados en ningún momento.

    Ash miró a todos lados; intentando salir noto que estaba mal herido, un líquido caliente bajaba por su cabeza y todo le dolía. Aun así siguió tratando pero era inutil, la bolsa de aire no lo dejaba moverse como quería y la poca fuerza que tenía tampoco ayudaba para poder empujar la puerta deformada por el accidente.

    Por primera vez tuvo el instinto de buscar a Gary, su corazón casi se congela cuando lo miro. Sus ojos estaban cerrados, su cabeza caía al frente y estaba notoriamente mucho más herido que él.

    Su cuerpo se volvió rígido de repente, se forzó a sí mismo a llevar sus manos y tocarlo, verificar con todo el miedo de su corazón que él no estuviera…

    Sintió a su corazón latir sobre la palma de su mano a través de su camisa manchada de sangre, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver que aún había tiempo pero quizás no era mucho. Rápidamente recordó a la pokeball que salieron por todos lados y busco una aunque fuera; al hallarla soltó al pokemon que estaba dentro.

    Gracias a Arceus era el Pidgeot de Gary.

    Pidgeot se impactó por la escena frente a él, su maestro y su pareja estaban malheridos en un auto destrozado, se acercó con las intenciones de ayudarlos a salir pero Ash se lo impidió.

    —¡Busca ayuda! ¡Necesitamos que nos saquen con cuidado! —pidio desesperadamente amarrando un trozo de tela ensangrentada a la pata del ave, a Pidgeot no le quedó otra opción más que obedecer y se fue volando lo más rápido posible.

    Ash lo vio irse, empezó a sentirse débil pero no se permitio flaquear ni un poco; se quedó esperando ahí, cuidando a Gary con recelo sin dejar de verificar los latidos de su corazón.

    Por más que lo intentó no pudo soportarlo más, se sentía mareado y muy débil, empezó a sentir mucho sueño.

    Tomó la mano de Gary; lo último que escuchó antes de sumergirse en las penumbras fue el sonido de las ambulancias acercándose.

    Despertó agitado.

    El pitido constante que provenía de algún lugar retumbaba en su cabeza adolorida, pero eso no lo detuvo para levantarse y empezar a quitar los incómodos cables que estaba conectados a su cuerpo, el pitido solo se alargó más pero eso no le importó.

    Él solo quería verlo.

    Doctores y enfermeras entraron a su habitación, lo recostaron forzosamente en la cama y le explicaron su delicada situación, aun así se negó a permanecer ahí recostado y nuevamente intentó ponerse de pie.

    Justo en ese momento entró Kukui a la habitación; Ash al verlo se calmó un poco logrando que los doctores les dieran un tiempo a solas.

    Después de un largo abrazo y de que Kukui le dijera lo aliviado que estaba de verlo sano y salvo fue que Ash finalmente se atrevió a preguntar.

    —¿Sabes algo sobre Gary? ¿Está bien? —pregunto con temor en su voz, Kukui lo miró confundido y luego recordó.

    —El chico que venía contigo, ¿verdad? Él está bien —dijo para el alivio de Ash quien finalmente se dejó caer de lleno en la cama.

    —¿Puedo verlo? —preguntó con una voz débil a lo que Kukui sonrió y negó.

    —Resulta que de los dos, tú fuiste el que sufrió más daños. Debes descansar.

    Ash suspiró cansado, no le gustaba para nada ese plan; pero al ver a su padre tan preocupado por él sabía que no tenía opción más que aceptar los hechos. A su vez, Kukui entendió los sentimientos de Ash y decidió proponer algo.

    —¿Qué tal si él viene aquí para verte?

    La mirada de Ash se iluminó, Kukui sonrió al atinar en su idea.

    Las horas después de eso pasaron lentamente, sus amigos de Alola entraron uno a uno a ver como estaba. Agradeció tanto tenerlos ahí, ellos siempre saben como sacarle una sonrisa ya fueran con sus amables obsequios o con un chiste disparatado. Pero aunque agradecia su presencia, realmente solo esperaba ver a una persona en especial cruzar por el umbral.

    Y cuando distinguió su cabello al abrirse la puerta, su corazón saltó en su lugar.

    Pero casi se detiene en seco cuando cruzaron miradas.

    Algo estaba mal, Ash lo sintió desde el fondo de su corazón.

    La mirada de Gary era nerviosa, distante, casi indiferente. No había preocupación, no había cariño, no sentía esa conexión que compartían desde hace años.

    ¿Estaría enojado con él por lo ocurrido? Seguramente debía ser así para mirarlo de esa forma tan extraña; si no era eso ¿qué otra explicación había?

    —Hola —saludó el azabache con timidez, Gary saltó un poco en su lugar y devolvió el saludo.

    —Ho-Hola —dijo ¿nervioso?, Ash parpadeó varias veces incrédulo. Recordó que la única vez que vió a Gary nervioso fue el día que se le confesó pero nunca pasó eso ni antes o después de empezar su relación.

    —¿Te sientes bien? —preguntó Ash realmente intrigado.

    —S-Si… yo, eso creo —respondió Gary usando el mismo tono, Ash cada vez estaba más confundido pero no cuestiono más.

    —Bueno, es un alivio —dijo intentando ser casual, luego se miró a sí mismo y lo miró con resignación—. No puedo decir lo mismo de mi, esos doctores quieren verme aquí postrado todo el día, ¿puedes creerlo?

    Bromeó ligeramente para calmar el ambiente pero notó que no lo logró cuando Gary no se rió con él ni nada, su expresión no cambió en absoluto.

    —Oye, ¿estás seguro que está todo bien? —preguntó Ash está vez con más seriedad, Gary miró al suelo por varios segundos que parecieron horas y finalmente negó.

    Se sentó al lado de Ash, en la misma silla que todos sus amigos habían usado cuando entraron a verlo pero ahora que tenía a Gary ahí parecía un sitio inhóspito, como si la zona alrededor de él estuviera fuera de su alcance lo cual terminó por ponerlo nervioso.

    —No quise decirle esto a nadie porque me pareció una locura, más bien pensé que era un error —dijo el castaño cerrando los ojos con una sonrisa amarga en el rostro. Ash se tenso instintivamente, de alguna manera sabía que lo que vendría después de eso serían malas noticias—. Pero… yo no tengo la mínima idea de quién eres.

    A partir de ese momento, Ash sintió que el tiempo se detuvo.

    Oía la explicación de Gary, le dijo que recordaba viajar a Alola para conocer a alguien que parecía importante pero tampoco parecía recordarlo; durante el accidente recordó estar solo, igual con los meses pasados, con los años que compartieron juntos. Solo recordaba su investigación, también faltaban unos cuantos eventos que parecían ser importantes pero sí recordaba a otras personas en su vida.

    Ash oía la explicación que el doctor intentó darle después de que Gary fuera analizado.

    Pero no podía entenderlo.

    No tenía sentido alguno para él. Se supone que fue la persona más importante para Gary en todo este tiempo de relación. ¡Iban a casarse!

    Pero ahora no había nada de eso.

    Ni siquiera los recuerdos de infancia de Gary y él estaban ahí.

    Por supuesto que intentó explicarle a Gary, decirle quién era él en su vida pero no supo cómo hacerlo. ¿No sería extraño que de la nada llegará alguien que no conoces y te dijera: Hola, hemos sido pareja por casi siete años? Incluso si intentara hacer esa locura, no había nada que le garantizara que Gary se lo tomara a bien y deseara retomar su relación.

    No cuando Ash miraba como el castaño le coqueteaba ocasionalmente a alguna joven enfermera. Su pecho ardía en celos.

    No podía hacer eso.

    Al poco tiempo llegaron los familiares de ambos, claramente el profesor Oak fue directamente con su nieto y su madre con él, ahí le contó lo sucedido.

    —No sé qué hacer mamá —dijo Ash angustiado, las lágrimas surcaban libremente por su rostro—. Él no me conoce, siento que perdí a mi alma gemela para siempre.

    Su madre posó su mano gentilmente en su hombro, lo reconfortó y lo incitó a que no renunciara.

    —Ash, los conozco a ambos desde que nacieron y si algo sé con certeza es que no importa que pase, nada los puede separar —dijo su madre con suavidad—. No puedo garantizar que el te recordará en algún momento, pero si ya lo conquistaste una vez, ¿por qué no intentar hacerlo de nuevo? Justo como eres ahora, demuéstrale que eres el amor de su vida.

    Ash se conmovió y decidió que lo haría, no dejaría ir tan fácilmente a la persona que lo enamoró y con la que aceptó pasar el resto de su vida.

    Cuando el profesor entró a su habitación, él y su madre lo pusieron al tanto de la situación de Gary además de contarle de su plan para reconquistarlo. Samuel se lo tomó a bien y le deseo buena suerte a Ash, confiaba en que podría lograrlo.

    Gary salió del hospital una semana antes que Ash, pasó a su habitación para despedirse y regresar a Kanto.

    “No tiene sentido quedarme en Alola si no recuerdo a quien iba a ver”, recordó que le dijo aquello antes de partir, Ash sonrió sobriamente antes de decirle que lo vería en Kanto cuando saliera de ahí.

    Grande fue su sorpresa cuando regresó a su hogar y no lo encontró.

    Fue directamente con el profesor Oak y preguntó sobre el paradero de su amado.

    —Está en Kalos —dijo Samuel con cierta tristeza—. Quiso tomar unas vacaciones en la ciudad, conocer más gente.

    Ash no necesito escuchar más para saber a qué se refería, las lágrimas amenazaron con salir nuevamente de sus ojos pero no las dejo.

    No perdió el tiempo e hizo sus maletas, cuando menos lo notó ya estaba en un vuelo hacia Kalos.

    Sabía que iba a ser difícil, nunca antes había intentado conquistar a alguien; nunca pensó que tendría que competir con otras personas por alguien que ya le pertenecía, era suyo por derecho. Pero iba a dar lo mejor de sí mismo a como diera lugar, afortunadamente conocía a un par de personas en Kalos que podrían ayudarlo.

    Su primera parada fue en la casa de cierta amiga que había vuelto a casa después de alcanzar la gloria justo como él hizo. Toco la puerta y fue bien recibido.

    —Serena —exclamó saludando a la mencionada, ella lo abrazó apenas verlo.

    —Hace tanto tiempo —dijo la chica con alegría.

    Luego lo invitó a pasar, Serena ya conocía sobre el romance de Ash y por más que le doliera el hecho de que alguien más ocupaba un espacio en su corazón, ella siempre procuraria la felicidad de la persona que más amaba en el mundo incluso si lo seguía haciendo en silencio.

    En ese tiempo en los que estuvieron a solas, Serena le dio los mejores consejos que conocía sobre chicos y el romance.

    —Después de todo estamos en Kalos —comentó la chica con una sonrisa—. No hay lugar más romántico que este y creeme, estos consejos funcionan de maravilla. Incluso le he dado unos cuantos a mis amigas en Hoenn y ya me han invitado a sus bodas.

    Ash rió divertido pero a la vez esperanzado, quiero creer que tenía la ventaja, que podía recuperar a su amado.

    Sin aviso ni nada más de por medio, Korrina llegó a la residencia.

    —¡Lo siento! Se me hizo tarde —exclamo la chica con nerviosismo, extendio ante ellos una caja de chocolates a modo de disculpas.

    —No te preocupes, ya le di a Ash unos cuantos consejos —comentó Serena con picardía, Korrina sonrió y emocionada se acercó a ambos.

    —Es un poco vergonzoso —dijo Ash sonrojado pero sincero.

    —Tranquilo, todo saldrá bien —respondió Korrina sentándose, de su bolso sacó su teléfono y empezó a buscar algo—. Créeme, está chica me dio también algunos tips; hasta el chico más denso del mundo caerá ante esos encantos. En todo caso miren mi cita más reciente, ¡Lo conocí ayer y la pasamos genial en la ciudad!

    La chica extendió el teléfono mostrándoles una foto de su cita más reciente.

    Ash sintió que se le caía el mundo encima.

    No tuvo que explicar nada para que ellas entendieran, la rubia se disculpó pero Ash sabía que no era su intención pues no conocía a Gary, no había manera en la que hubiera evitado tener una cita con él. Serena se preocupo ya que los ánimos de Ash habían bajado considerablemente.

    —Nada de eso importa —dijo Serena con calma, miro decidida a Ash y continuó—. Tú puedes lograrlo.

    Ash asintió, pero no estaba seguro de aquello.

    Ahora que ya sabían sobre el paradero de Gary en Kalos, Ash se apresuró en dar con él, lo encontró tomando café en una cafetería muy popular de Luminalia. No lo pensó mucho cuando se acercó a él y comenzó una plática ocasional.

    —Vaya, que pequeño es el mundo —le respondió Gary con ese tono que Ash tanto amaba, su corazón latió con intensidad dándole el valor de seguir con su plan.

    —¿Has estado antes en Luminalia? —preguntó Ash con inocencia fingida pues sabía de antemano que no era así, por lo que cuando Gary negó sonrió y cuestionó—. ¿Quieres ir a echar un vistazo? Conozco un par de lugares donde abundan pokémon salvajes cerca de aquí.

    Solo eso necesito para llamar por completo la atención del otro.

    Y tal como dijo, Ash llevó a Gary a las afueras de la ciudad, pasaron el día observando a los pokemon. Ash le contaba todo cuanto sabía de ellos y Gary lo escuchaba atentamente, después comieron ahí en el bosque y continuaron hablando de los distintos pokemon en está y otras regiones.

    —¿Cómo es que sabes todo esto? —preguntó Gary divertido, ambos se habían recostado en el pasto y miraban hacia el cielo. Ash se sonrojó un poco y respondió.

    —Viaje por muchas regiones hace tiempo —explicó con nostalgia, miró a Gary y continuó—. Al principio seguía a un buen amigo, mi rival en ese entonces.

    Suspiro un poco, miró nuevamente hacia las nubes y continuó.

    —Creo que quería que me reconociera como un buen entrenador, tiene un "noseque" que me sacaba de quicio, no podía sacarmelo de la cabeza por varios días. Cuando entrenaba, a veces solía pensar en que podría llegar a impresionarlo con mis Pokémon y finalmente voltearia a verme; quizás empezariamos a viajar juntos y terminaríamos siendo los mejores del mundo.

    —Hablas de eso como un sueño muy lejano, ¿Pasó algo malo entre ustedes dos? —preguntó Gary mirando a Ash, este le regresó la mirada y negó.

    —No en realidad, él tomó otro rumbo distinto. No compartimos el mismo sueño así que tomó su camino y yo el mío.

    —¿Lo extrañas?

    Ash guardó silencio un momento, si el Gary de hace un mes le hubiera preguntado eso se habría negado en absoluto, pero este Gary era distinto.

    Así que abrió su corazón.

    —Si, lo extraño. Lo extraño mucho.

    Después de un corto silencio, dejaron de mirarse y nuevamente miraron al cielo. Luego Ash susurró inaudiblemente.

    —Te extraño.

    No dijeron nada hasta que se dieron cuenta que empezaba a anochecer. Se levantaron de aquel lugar y emprendieron la marcha de regreso a la ciudad, Ash casi había olvidado los consejos de Serena para conquistar a Gary hasta que estuvieron a punto de separarse en el camino.

    —O-Oye por cierto —La voz le salió temblorosa, se sonrojo por lo que tuvo que tomar el visor de su gorra y tirar de él hacia abajo, ocultando su rostro. Luego continuó—, por aquí hay un buen restaurante. Deberíamos ir y probar…

    —Lo siento.

    Ash se congeló en su sitio, levantó la mirada encontrándose con un Gary que lo miraba seriamente.

    —Lo noté allá en el bosque cuando hablabas de tú amigo-rival —dijo el castaño con desagrado en la voz—. Yo no te juzgo ni nada de eso, pero créeme, yo no soy de "ese bando". ¿Me entiendes, no?

    El corazón del azabache se aceleraba dolorosamente, golpeaba contra su pecho nerviosamente a la vez que se sentía ofendido. Era un cúmulo de sentimientos que no sabía bien cómo manejar, nunca espero está respuesta.

    —Pero créeme, encontrarás a alguien —dijo el castaño, antes de darse la media vuelta lo miró e hizo uno de sus gestos clásicos con la mano—. Te veo luego Ashy-boy.

    Ash se sobresaltó al escuchar ese apodo, no pudo reaccionar a tiempo para detener a Gary por lo que se quedó ahí solo, en medio de ciudad Luminalia con una nueva esperanza naciente.

    Nunca le había comentado a Gary que ese era el apodo con el que solía llamarlo de niño.

    Quizás si era posible que recuperara sus memorias.

    Las semanas pasaron con lentitud a partir de ese momento para Ash; incluso ahora se sentía algo dolido por el rechazo de su prometido pero eso no lo detendría, era una persona muy terca como para rendirse de este modo.

    Así que continuó pensando en que podría hacer para recuperar los recuerdos de Gary, se le ocurrió invitarlo a algún viaje corto que le hiciera recordar sus momentos juntos cuando apenas empezaban a gustarse, o retarlo a una batalla para que recordara su época de entrenador y así entendería que él era su rival en ese entonces.

    Pero aún tenía en mente el rechazo que Gary le había dado la última vez que se vieron.

    Ahora que lo pensaba, el castaño en realidad nunca le había dicho cómo fue que se enamoró de alguien como él. Es decir, Ash se consideraba una persona simple, no era hábil en muchos ámbitos de la vida que no fueran las batallas y aun en eso continuaba fallando algunas veces. Nunca se había esmerado en hacer muchas cosas que no fuera crecer como entrenador, ni siquiera en el romance y de alguna forma, logró conquistar el corazón del joven Oak sin darse cuenta.

    ¿Algún día podría preguntarle porque lo amo?

    Esperaba que si.

    O en todo caso, esperaba que este Gary también lo amara.

    Ya lo tenía decidido, iría con todo está vez.

    Afortunadamente encontró a Gary en la mansión Oak en está ocasión, así que no fue muy difícil acercarse nuevamente a él.

    —Hola —saludó tímido a través de la ventana del laboratorio, Gary alzó la mirada hacia él y saludó distante—. ¿Qué hay?

    —No mucho —respondió Oak regresando su mirada al ordenador frente a él—. Mi investigación está un poco estancada.

    Ash se acercó silenciosamente, miró por detrás de Gary y ciertamente había avanzado poco desde la última vez que leyó su investigación más reciente, y eso había sido antes de su viaje a Alola.

    —Es cierto, parece que has perdido tú inspiración —dijo Ash con seguridad, Gary lo miró y bufó molesto, rodando los ojos y mirando con fastidio al ordenador.

    —Creo que he perdido incluso hasta el sueño, he estado soñando cosas extrañas —susurró esto último sin poder ser escuchado por Ash, lo miró molesto y preguntó agresivamente—. En todo caso, ¿qué haces aquí? Creí que vivías del otro lado del pueblo.

    Ash rió por lo bajo y negó.

    —No realmente, mi casa está muy cerca.

    Caminó hacia el ventanal y señaló afuera.

    —Además que aquí están casi todos mis pokémon, vengo uno que otro día a ver como se encuentran.

    —Así que tu eres quien llenó el rancho de mi abuelo —dijo Gary con interés, Ash asintió.

    Ambos miraron a los pokémon de Ash jugar y comer, algunos entrenaban y otros incluso se gastaban bromas que los hacían reír de a ratos. Ash volteó a mirar a Oak y le sonrió traviesamente.

    —¿Quieres tener una batalla?

    Gary no tuvo que responder cuando Ash lo tomó de la mano, arrastrándolo fuera con entusiasmo. Lo siguiente que supo fue que ya estaban uno frente al otro, ambos con seis pokémon para el encuentro amistoso.

    —Yo no estoy muy seguro de poder hacer esto —dijo Gary inseguro—. Creo que no he tenido una batalla hace más de diez años.

    —No seas un bebé —gritó Ash con diversión desde el otro lado—. Lo harás bien; tú equipo está balanceado, eres todo un perfeccionista en estas cosas.

    Gary se sonrojó un poco pero Ash no pudo admirarlo, al poco tiempo la batalla comenzó.

    —Te dije que no iba a lograrlo —dijo Gary agotado, sus pokémon estaban debilitados casi por completo, Ash a su lado le ofrecía un poco de agua.

    —Lo hiciste muy bien —exclamó Ash con alegría—. Creo que es la primera vez que derrotas a más de la mitad de mi equipo en mucho tiempo.

    Gary levantó la mirada y lo observó incrédulo.

    —¿En verdad? —Ash asintió y Oak nuevamente se dejó caer en el suelo.

    —Vamos, te invito a almorzar.

    Gary ni siquiera pensó en negarse, después de un corto descanso ambos marcharon a la casa de Ash; su madre no estaba en ese momento dándole así a Ash la oportunidad perfecta para intentar otro acercamiento.

    —¿Sabes cocinar? —preguntó Oak con incredulidad, Ash le sonrió.

    —Puede que no sea un magnífico chef pero puedo alimentarte al menos —dijo regresando el rostro a la pasta que cocinaba, su rostro se manchó de rosa pues estaba muy avergonzado y feliz de tener a Gary nuevamente en su casa. De haberse quedado a mirar al castaño lo habría visto en las mismas condiciones.

    Después de un corto tiempo en el que hablaron de muchas cosas relacionadas a los combates, se sentaron a comer.

    —Un momento —exclamó Ash antes de que comenzaran, su rostro se tiño carmesí antes de levantarse e ir a la sala—. Mi madre trajo algo el otro día, quería que lo pusiera en la sala pero lo olvidé.

    El azabache pensó que era la peor excusa que se le había ocurrido en la vida, aun así salió lo más rápido posible ante la mirada confundida de Gary.

    Y cuando regresó a la cocina, un gran ramo de rosas fue colocado en la mesa.

    Ash estaba tan avergonzado que quería morirse pero no se iba a retractar, incluso si era una súplica demasiado directa y descarada. Las manos le temblaban por lo nervioso que estaba y no quiso mirar a Gary en ningún momento, no pensó que podría soportar ver su expresión sin importar cual fuera.

    Pero inevitablemente tuvo que pasar, posó sus ojos sobre un Gary que parecía anonadado por el ramo; pero en su expresión no había aprobación ni desaprobación al respecto, no por ahora.

    —Bu-Bueno, comamos —dijo Ash con la poca cordura que le quedaba, sentía derretirse por una respuesta concreta de Oak.

    —Espera, ¿qué significa todo esto? —preguntó Gary, está vez parecía que empezaba a molestarse—. ¿Es esto una cita o algo así?

    —N-No —respondió Ash rápidamente—. Solo es un almuerzo, te lo dije hace un rato.

    Pero el azabache siempre fue un pésimo mentiroso, Gary no le creyó y rápidamente comenzó a negar en desaprobación.

    —No, tú planeaste esto —dijo acusatoriamente, se puso de pie y empezó a retroceder—. Y-Yo te dije que no soy de esos.

    Ash se puso de pie también, miró a Gary con seriedad.

    —¿No eres de esos? —preguntó con un dolor en el pecho, le ofendía el claro rechazo que Gary sentía por sus sentimientos—. Yo sé que no es así, deja de pelear contra ti mismo.

    Gary negó, se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos.

    —¡No! Tú me confundes, solo es un error, mi mente me está engañando.

    —No Gary, tú lo empiezas a recordar, ¿verdad? —Ash se acercó más a su amado, tímidamente rozó su mano para después envolverla en la suya—. Me recuerdas, lo nuestro.

    Gary sintió su corazón arder ante el toque de Ash, la cabeza le dolía terriblemente, ni que decir de que su razonamiento fallaba miserablemente.

    No pudo soportarlo más y alejó la mano del azabache.

    —¡Ya basta de esto!

    No lo pensó mucho cuando empujó a Ash contra la mesa, tirando el ramo y arruinando el arreglo, todo se había derramado sobre Ash. Gary no tuvo tiempo para sentirse culpable, estaba demasiado sofocado en sus propios sentimientos.

    —¡E-Eres un raro! —dijo clavando una muy dolorosa estaca en el corazón de Ash—. ¿Sabes? No soy la misma persona que conociste, para los demás si lo soy pero está claro que para ti no. ¡Tú esperas algo que ya está muerto! No me interesas en este ni en ningún otro modo.

    Ash lo miraba desde abajo, parecía que en algún momento se iba a soltar a llorar pero ni siquiera eso fue capaz de ablandar ni un poco el corazón del joven Oak.

    —No vuelvas a buscarme, te daré una paliza si te vuelves a acercar a mi.

    Sin más salió de la casa, azotó la puerta al salir dejando atrás a un Ash quien miraba incrédulo el panorama.

    Alrededor suyo las cosas estaban tiradas, las rosas, la comida, incluso unos cuantos cubiertos se habían estropeado. Pero eso no era lo que más le importaba.

    Se dio cuenta que está vez no había manera de arreglar nada.

    —No importa que él me recuerde, ¿verdad? Nunca va a volver a aceptarme —dijo a la nada, su corazón ya estaba destrozado pero no podía procesarlo aun.

    No estaba sintiendo nada.

    Su pérdida fue tan grande que sus sentimientos empezaron a restringirse, no sentía tristeza, no sintió felicidad, no volvió a avergonzarse, no pudo sonreír incluso si intentaba forzarse por más tiempo que pasará.

    Incluso el frío y el calor se habían ido.

    Fue una última vez a la mansión Oak después de ese incidente, afortunadamente en está ocasión solo el profesor Oak estaba ahí; si lo miró preocupado no lo notó, Ash iba enfocado en tomar unos cuantos pokémon y partir una vez más de casa.

    Cuando escaló el monte Plateado solo pensó en aislarse un poco, quizás poder encontrar lo que perdió con aquel rechazo y quizás volver a intentarlo en el futuro. No entendía bien porque su mundo se había despedazado con algo como un rechazo, muchas veces en el pasado había perdido en otros aspectos pero está vez se había derrumbado por completo.

    Su corazón estaba más gélido que el frío que lo rodeaba, lo único que hacía ahí arriba era cuidar a sus pokémon, eso lo mantenía en pie. Pero a veces solo con mirarlos recordaba lo miserable que era, ni siquiera Pikachu lograba levantarle los ánimos.

    Unas semanas más tarde, al pie del monte Plateado, un castaño lleno de arrepentimiento admiraba el inmenso y gélido panorama. Solo esperaba que la persona que había recordado hace poco tiempo tuviera compasión de él y lo aceptará nuevamente en su vida.

    Cerca de la punta del monte, Ash miraba con un sentimiento extraño en el pecho a Arceus.

    “Necesito que vengas conmigo”.

    Cuando Gary subió, buscó a Ash por todos lados.

    Pero jamás lo encontró.




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    Notas finales:
    Esperaba hacer un final más triste, pero estos dos me hacen ser muy convaleciente.
    Eso último fue un guiño a Pokémon Arceus (no lo he jugado, así que fue un guiño ligero).
    Por supuesto los personajes no tienen sus edades de la serie actual (10 años), son más grandes y aunque no tengo definidas bien sus edades, yo propongo imaginarlos entre 25 y 27 años.
  9. .

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    Un apoyo, un descubrimiento









    Ambos chicos no podían creer lo recién escuchado lo cual era evidente por la expresión de sorpresa y confusión que hicieron. Aiga sabía que tenía que dar explicaciones así que siguió.

    —Hace un par de semanas me llamaron del BC Sol, no soy parte del equipo pero suelen pedirme que asista a dar alguna conferencia o me invitan a formar parte de alguna de sus actividades internas. Pero está vez no fue ninguna de esas cosas, terminaron por preguntarme si sabía algo sobre Valt pues parece que no tenía contacto con él por varias semanas.

    —Un momento —detuvo Hikari a Aiga quien acató la petición, sabía que era mucha información que digerir—. ¿El BC Sol estaba al pendiente de Valt? ¿No se supone que ya no es parte del equipo desde que se retiró?

    Aiga trago saliva, parecía nervioso pero para suerte suya, Ranjiro fue quien respondió.

    —Es un protocolo del BC Sol; desde que dejaron de lado a su antiguo entrenador, Raul antes de redescubrirlo, se comprometieron en hacer un seguimiento de sus antiguos miembros.

    La respuesta no convenció a ninguno de los chicos pero decidieron no contradecir nada por el momento, así que nuevamente miraron a Aiga en señal de que continuara con su relato.

    —En lo que seguía, como Valt no respondía las llamadas de nadie decidí ir a su casa y ver cómo estaban las cosas. Cuando llamé nadie respondió así que entré por la fuerza, me preocupaba que algo le hubiera pasado y nadie se enterara pero no había nadie ahí. Sólo parecía que había empacado algunas cosas y se había ido; no dejó notas ni mensajes, solo se fue.

    —¿No pudo ser que alguien le robara las cosas? —preguntó Kazuki temeroso, Aiga negó.

    —No, como no pude encontrarlo en su casa le pregunté a sus hermanos y me dijeron que Valt les había dicho que saldría por un tiempo, pero no les dijo a donde. Lo más lógico que pensé fue que quería volver a este lugar, a Japón.

    —¿Aquí? —pregunto Hikari—. ¿Por qué volvería a Japón? Y lamento si sueno un poco grosera pero no entiendo porque lo buscas, y aun no se que tiene que ver el bey de mi papá en todo esto.

    Kazuki tomó a Hikari del hombro, la chica lo miró y él le dirigió una mirada seria, como diciendo que sea más paciente y no se desesperara en sus preguntas. Hikari decidió hacer caso pues sabía que no todos los días tendría a alguien dispuesto a hablar sobre Valt con ella, así que ya no dijo nada más.

    —Tranquila, es que esto quizás te desespere mucho —dijo Aiga compasivo—. No nos conocemos mucho pero entiendo tú situación, así que déjame continuar.

    Ranjiro trajo un poco de agua para todos, Aiga la tomó y agradeció el gesto.

    —Quizás lo sepas o quizás no pero de alguna forma lo suponias; pero digamos que tú padre y Valt no terminaron en buenos términos la última vez que se vieron. La situación fue tan grave que Valt decidió dejar el país dejando a todo y todos atrás.

    Kazuki tragó saliva y se tensó, algo que Ranjiro notó al instante pero ninguno dijo nada y continuaron escuchando a Aiga.

    —Hablé con algunas personas cercanas a Valt y parece que había hablado sobre volver a Japón, sentía mucha nostalgia pero estaba indeciso; como llevaba así varios años pero no hacía nada al respecto nadie había sospechado que vino a Japón, incluso yo no lo sé con certeza pero no se me ocurrió nada más que empezar por buscar aquí —Aiga tomó un respiro antes de seguir—. Y sobre el bey de Shu, yo conocía la promesa que se habían hecho en su juventud sobre tener el bey del otro; así que cuando lo encontré en uno de los cajones de Valt no pensé en otra cosa más que tomarlo y llevarlo a algun sitio en el que Valt no tenga otra opción más que ir por el.

    —Entonces decidiste dejarlo en el museo —dijo Kazuki, sorprendido de que no fuera otra persona más que Aiga quien hizo aquello.

    Hikari lucía igual de impresionada, Aiga no tuvo opción más que asentir.

    —Sé que lo que hice pudo transmitir un mensaje diferente para Shu, pero en realidad solo espero a que Valt en algún momento husmee cerca del museo; no se si vaya a intentar recuperarlo o solo se conforme con verlo desde lejos. Solo eso necesito para encontrarlo, poder hablar con él y averiguar qué está pasando.

    La última afirmación de Aiga trajo cierto alivio para Hikari y Kazuki, quienes supieron que entonces recibir el bey de Shu en el museo no era señal de que Valt quería desvincularse de Shu, sino que fue Aiga en un intento desesperado por dar con él.

    —Pero eso no responde mi pregunta —dijo Hikari con timidez, no quería ser tan insistente pero debía saber—. ¿Por qué estás tan involucrado en esto? A nadie más parece importarle lo que está sucediendo aquí.

    Kazuki tenía la misma pregunta, así que aguardo a que Aiga respondiera. Todo el lenguaje corporal del castaño reflejaba lo nervioso que se sentía sobre hablar de más, pero eso no fue suficiente para hacerlo callar en este punto.

    —Es porque me importan ambos, tanto Valt como tú padre —susurró lo suficientemente alto para que todos los presentes lo escucharan, Hikari y Kazuki abrieron los ojos sorprendidos—. Sé que no lo parece, pero esa es la verdad. Sé que me he alejado de Shu al punto en el que tú, su hija, no puede reconocerme; pero créeme que me aleje de Valt casi del mismo modo. Las cosas entre Shu y Valt se tensaron a tal punto que incluso sus amistades en común salimos afectadas, prácticamente tuvimos que elegir “de qué lado estar”, pero yo no pude. Por eso ya no me acerqué a ninguno de ellos en tanto tiempo.

    Hikari estaba confundida con la situación, no podía entender que pudo ser tan grave como para que su padre y Valt terminaran involucrando a sus amigos en sus conflictos personales, pero Kazuki quien sabía sobre la infidelidad podía entenderlo mejor.

    —Pero tengo el presentimiento de que lo que vaya a suceder con esto definitivamente terminará por cambiarles la vida a ambos —Aiga se dirigió directamente a Hikari—. Tengo la sensación de que Valt en verdad está aquí en Japón y quiere hablar con tú padre, pero no termina por hacerlo. Solo quiero darle un empujón para que se anime a hacerlo y creo que con el bey de tú papá podremos lograrlo.

    Hikari no dijo nada, pero asintió robóticamente aun intentando asimilar lo que Aiga le había dicho. Miro a Kazuki quien pareció entenderla y le dijo.

    —Quizás sea lo mejor, así finalmente podremos saber que paso.

    La chica asintió, pensando a su vez que no había otra forma de acercarse a Valt y empezó a ponerse nerviosa pero emocionada de que finalmente estaba a punto de ocurrir lo que tanto había ansiado desde que era una niña.

    —Veo que ya te lo estas tomando a bien —dijo Aiga con una sonrisa a la chica quien asintió.

    —Quiero creer que en verdad esto terminará bien y finalmente podré conocer a Valt, hay tanto que quiero preguntarle y que quisiera saber —dijo la chica con emoción, a lo cual Aiga y Ranjiro se miraron con expresiones ligeramente preocupadas sin que Hikari lo notara.

    —Así es —dijo Kazuki interrumpiendo las diferentes emociones en la habitación—. Pero ¿están seguros que encontraran a Valt solo con el bey de Shu? ¿Qué tal si no termina por acercarse al museo?

    —En ese caso tenemos planeado buscar alrededores de la zona donde vivía en su infancia, es probable que esté recorriendo esos lugares para intentar buscar la forma o el valor para acercarse a Shu —dijo Aiga con decisión, como si para él eso fuera un hecho.

    —¡En ese caso entonces puedo ayudar! —dijo Hikari con felicidad sorprendiendo a los presentes—. Mi padre también suele visitar esos lugares de vez en cuando, cuando tenía como diez años me llevó a conocer esos lugares.

    —¡Es verdad! —exclamó Kazuki secundando a Hikari quien asintió.

    —De hecho creo que hay un sitio en el que bien podría quedarse alguien por varios días sin llamar la atención.

    —¿De verdad hay un lugar así que conocieran en su infancia? —preguntó Ranjiro a la chica quien asintió.

    —Era una especie de guarida secreta que está a las afueras del pueblo entre la parte más silvestre del bosque, recuerdo que el camino es un poco complicado para llegar pero no para unos niños. El lugar es pequeño pero puede quedarse ahí una persona a acampar por unos días, incluso Kazuki y yo llegamos a acampar ahí con mi padre, claro.

    —Pero ¿recuerdas el camino para llegar? Éramos muy jóvenes y todo parece estar muy distanciado de lo que en realidad es a esa edad —dijo Kazuki a Hikari quien trastabilló.

    —Creo que podría buscar algo para referenciarnos —dijo con entusiasmo, sacó su teléfono y busco rápidamente—. Creo que este es el bosque por el que íbamos.

    Le extendió a Aiga y Ranjiro su teléfono con el mapa abierto, señalando una zona verde que parecía muy amplia.

    —Puedo buscar las viejas fotos que nos tomamos ahí para referenciarnos en el camino y no perdernos —dijo la chica con entusiasmo.

    —Vaya, eres tan astuta como Shu, ¿quién lo diría? —pregunto Aiga asombrado por las ideas de Hikari, la chica sonrió un poco confundida pero halagada a la vez.

    —En fin, creo que es mejor irnos a casa —dijo Kazuki mirando a Hikari, la chica asintió y se puso de pie.

    —Encontraré las fotos y podremos dar con Valt mañana mismo. Lo puedo asegurar —dijo la chica con una mirada decidida, ya estaba dando todo por hecho demostrando así la determinación que tenía consigo misma.

    Aiga le sonrió y asintió, Ranjiro solo la observó con aprobación pero también con otro sentimiento que no pudieron identificar.

    —¿Qué tal si Aiga te lleva a tú casa Hikari? Quiero hablar un poco más con Kazuki —sugirió Ranjiro a la chica, aunque parecía más una orden.

    Ni Hikari ni Kazuki querían tener problemas así que no les quedó más opción que acceder, yéndose Hikari con Aiga en el auto de su familia mientras que Ranjiro se quedaba con un Kazuki quien permanecía expectante.

    —¿Por qué estás tan tenso? —preguntó Ranjiro sin vacilar, no iba a hacer una gran introducción al respecto pues a él siempre le había gustado ser directo con todos.

    —¿Tenso? —preguntó Kazuki intentando disimular su nerviosismo, aunque nunca había sido bueno para evadir los cuestionamientos de ninguno de sus padres, tal parecía que correría la misma suerte con su tío.

    —Eres tan malo fingiendo, sin duda es algo que aprendiste de mi hermano —dijo Ranjiro un tanto divertido pero sin perder la seriedad de sus palabras en ningún momento, lo cual solo logró poner más nervioso a Kazuki.

    —Yo solo estoy un poco confundido —se excuso Kazuki pero no logró convencer a Ranjiro.

    —Sé que mientes —le dijo mirándolo fijamente, sin sonrisas ni vacilamientos de por medio—. Una cosa es estar confundido y otra estar tenso. Tú lo sabes, ¿verdad? Puede que mi hermano te lo haya contado, pero ¿qué tanto te contó?

    Kazuki abrió los ojos ampliamente.

    —Todavía hay más, ¿no es así? —Al momento en que dijo eso se arrepintió por completo, había hablado de más.

    —¡Lo sabía! —exclamó Ranjiro con sorpresa—. ¿Qué tanto te contó? ¿Te lo dijo todo?

    —Y-Yo… Eso creo, en realidad no estoy seguro —tartamudeo Kazuki, después de todo si algo lo ponía más nervioso que fingir, era ser descubierto—. Me contó de la infidelidad de Shu.

    Ranjiro se quedó callado un momento, procesando lo que Kazuki le dijo. Luego con una mirada decisiva pregunto.

    —¿Y eso fue todo?

    Kazuki asintió casi robóticamente, Ranjiro se llevó la mano a la frente y masajeó sus sienes con irritación.

    —Pero no lo es todo —dijo Kazuki indagando más, Ranjiro asintió.

    —Aún hay más —dijo con nerviosismo—. No sé si debería decírtelo pero quizás sea lo mejor, debes ser un apoyo para Hikari y no podrás serlo si no procesas la información antes que ella.

    —Puedo serlo —afirmó el chico con decisión—. Por favor, dime que paso. Déjame entender que tan seria es la situación.

    Ranjiro lo miró compasivo, sabía que lo que diría sería algo simplemente increíble y difícil de asimilar. Pero eso lo motivó para que Kazuki fuera el primero en saber la historia completa.

    Dejando que la conversación entre ambos se enfrascara por varias horas.

    Ninguno de ellos imaginó que Hikari encontraría las respuestas por sí misma entre los viejos objetos guardados en su ático.
  10. .

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    Nuestra búsqueda







    Sus piernas se movieron mucho antes que su mente.

    Cuando menos se dio cuenta, Kazuki ya estaba sosteniendo la mano de Hikari mientras corrían a través de los pasillos del estadio; detrás de ellos una horda de fanáticos desenfrenados los seguían muy de cerca, casi como si fueran estrellas de cine o algo parecido.

    “¡Es que somos demasiado populares!”, recordó que alguna vez Hikari le dijo eso hace años atrás. Cuando ambos estaban en la cúspide de su éxito con Hikari ganando el título nacional y él siendo el segundo lugar, los fanáticos los perseguían a cualquier lado al que fueran mientras ellos corrían para tener aunque fuera un simple descanso.

    Con el paso del tiempo las cosas se habían calmado a tal punto en que ambos podían pasearse por las calles sin ser hostigados, un paparazzi ocasional los llegaba a sorprender de vez en cuando pero no era algo del otro mundo.

    Pero parecía que los incidentes de hoy habían avivado de nuevo esa llama del pasado. Kazuki miró a Hikari quien parecía igual de sorprendida y un tanto arrepentida por lo que había hecho.

    —¡Lo siento! No lo pensé muy bien, creí que no iban a reconocerme —dijo Hikari con desesperación a su amigo, el hecho de que no dejaran de perseguirlos hacía difícil entablar una buena conversación.

    —¡Claro que lo harían! La gente aún sigue recordando quienes somos —respondió Kazuki un tanto agitado, no estaban preparados para que algo así sucediera así que la resistencia de ambos estaba decayendo rápidamente.

    Afortunadamente sintieron un jaloneo que los obligó a cambiar de dirección, apenas y pudieron procesar que habían sido arrastrados a una sala vacía. Ambos chicos se miraron confundidos entre sí pero luego volvieron su atención a los que los habían llevado a ese lugar.

    Aiga y Ranjiro los observaban atentamente, como si quisieran encontrar respuestas y no encontraran la forma de hacer las preguntas que querían. Por otro lado Hikari se llevó ambas manos a la boca, sorprendida, feliz y emocionada por tenerlos tan cerca como quería; mientras que Kazuki se congeló en su sitio sin saber muy bien que hacer, no sabía si esconderse de ambos evitando sus miradas o simplemente actuar como si fuera una persona más y aguardar la esperanza de no ser reconocido.

    El silencio en la habitación era palpable, únicamente el barullo que los fanáticos hacían en los pasillos lograba disipar un poco la tensión que nacía entre ellos. De esa forma siguieron por varios minutos hasta que finalmente Aiga dio un par de pasos al frente, acercándose a Hikari con lentitud. Eso claramente alarmó a todos los demás en la habitación pero no dijeron nada, solo se mantuvieron expectantes a lo que pudiera suceder después.

    —Tú… ¿De verdad eres Hikari Kurenai? ¿La hija de Shu? —preguntó Aiga completamente intrigado, Hikari logró concentrarse un poco más y dejó de lado su admiración por el momento, el tono con el que Aiga hablaba era demasiado serio y sorpresivo.

    —Yo… ejem. Si, lo soy —respondió ella un poco nerviosa, después de todo estaba un poco intimidada por la presencia de Aiga. A diferencia de la seguridad que demostró tener en el estadio hace algunos momentos, ahora se encontraba inquieta pero expectante a lo que fuera a decirle.

    Aiga la observaba con detenimiento, se acercó a ella y la miró de pies a cabeza. Hikari notó como la mirada del mayor se iluminaba entre una extraña mezcla de cariño y tristeza.

    —Creo que has crecido bien, te pareces tanto a Shu. ¿Cuántos años tienes?

    —Diecisiete años, pronto cumpliré los dieciocho —respondió la chica un tanto avergonzada, después de todo se estaba presentando frente a uno de sus ídolos.

    —¿En serio? ¿Ha pasado tanto? —preguntó Aiga en voz alta a lo cual la chica lo miró ciertamente confundida.

    —¿Disculpe? ¿Tanto desde que?

    Pero no obtuvo una respuesta, Aiga solo retrocedió un poco y pareció callar algo, detrás suyo Ranjiro palmeó su hombro llamando su atención. El rubio asintió a Aiga y este suspiro pesado, nuevamente volvió a mirar a Hikari y habló.

    —En verdad no es la primera vez que nos vemos. Cuando eras una bebé tú padre quería que te conociera —dijo Aiga en un tono melancólico, Hikari no se sorprendió demasiado ya que había supuesto un escenario como este.

    —Ah, ya veo. Supongo que era algo normal, después de todo ustedes eran amigos —menciono la chica, Kazuki se dio cuenta que su último comentario iba con toda la intención de sacarle más información a Aiga.

    —Así es, lo éramos —respondió Aiga con un deje de tristeza. Ambos chicos se miraron sin entender qué estaba pasando o que iba a suceder después de esto.

    Hace un rato que el revuelo de afuera había dejado de escucharse pero nuevamente volvió el sonido cerca de ellos así que Ranjiro reaccionó.

    —Es mejor hablar de esto en otra parte, aquí no es seguro —mencionó obteniendo la aceptación de todos los presentes.

    Una vez que el sonido se disipó nuevamente fuera de la habitación todos empezaron a salir uno a uno, primero Aiga, detrás de él Hikari y luego Kazuki. En ese momento el rubio sintió que un brazo lo detuvo, volteó y miró a Ranjiro quien lo observaba fijamente.

    —¿Te he visto en otro lado? —preguntó seriamente el mayor, Kazuki se congeló un momento por la impresión, después analizo un poco si estaría bien o mal contarle a su tío quien era en realidad.

    Decidió que en realidad daba igual a estas alturas, si ya se habían dado cuenta de Hikari entonces no tenía sentido que él siguiera con la farsa. Solo que antes de responder Hikari regresó y lo tomó del brazo.

    —Andando, ya están regresando.

    Y así sin decir nada salieron todos del estadio, por supuesto que usando una puerta de servicio y no la entrada principal para no ser molestados nuevamente. Fue ahí cuando Aiga se devolvió hacia los chicos.

    —No creo que estar en un lugar muy público sea adecuado —comentó a lo que los chicos asintieron—. Estoy alojándome en la casa de mis padres, no está muy lejos de aquí así que si quieren podemos ir ahí.

    Tanto a Hikari como a Kazuki se les iluminó la mirada, ambos conocían por los archivos de los bladers que el bosque que rodeaba a la casa de la infancia de Aiga fue el sitio donde entrenó y se fortaleció incluso antes de ser oficialmente un blader. Debido a ello es que ambos habían ido ahí hace algunos años atrás y se entrenaron antes de que empezaran sus carreras como bladers.

    Todos esos recuerdos los invadieron a ambos por igual mientras miraban a través de las ventanillas del auto de Ranjiro el paisaje.

    —Hikari, ¿recuerdas cuando te caiste de ese árbol? —comentó Kazuki, la chica se sonrojó un poco y asintió.

    —No tenía tanta fuerza en los brazos. Por cierto, ¿no fuiste tú quien rodó colina abajo como si fuera una pelotita de goma? —dijo la chica con cierta burla, Kazuki solo miró a otro lado.

    —Creo que me estás confundiendo con alguien más.

    Aiga se rió un poco ante los comentarios de ambos llamando su atención.

    —No sabía que ya habían venido aquí.

    —Así es —dijo Hikari con alegría—. Entrenamos aquí en nuestra infancia, sabíamos que tú lo hacías así que decidimos intentarlo y déjame decir que fue muy, muy duro.

    Aiga sonrió a modo de decir que lo entendía pero en realidad para él era algo normal, pero repentinamente su atención se desvió hacia el chico quien casi no había dicho nada en todo el camino.

    —Por cierto, se que eres amigo de Hikari pero ¿puedo saber tú nombre?

    Kazuki se sorprendió un poco, miró a Hikari quien le sonrió nerviosa; parecía que lo incentivaba a decir la verdad.

    —Claro —dijo el chico ciertamente inquieto, miró a Ranjiro quien parecía ponerle total atención a su conversación mientras conducía. Tomó un largo suspiro y dijo—. Perdón por no mencionarlo antes, la situación estaba muy alocada. Me llamo Kazuki Kiyama.

    Un fuerte frenon los sacudió dentro del auto, Ranjiro volteo a mirarlo completamente sorprendido.

    —¿Kazuki? ¿En verdad eres tú? —preguntó Ranjiro incrédulo, este asintió un tanto avergonzado—. ¿P-Por qué no lo dijiste antes? Has crecido mucho, eras tan pequeño la última vez que te vi.

    —Sí bueno, supongo que han pasado algunos años desde que nos vimos por última vez —dijo Kazuki sin afán de parecer molesto pero no lo logró, en realidad si estaba un poco enojado con su tío por su descuido de años.

    Ranjiro no dijo nada, solo miró con cierto arrepentimiento a su sobrino y continuó manejando, murmurando una disculpa a la vez.

    Después de eso un silencio incómodo se instaló en el lugar, perduró todo el camino hasta llegar al hogar de Aiga.

    Los chicos se bajaron y esperaron a que Aiga y Ranjiro hicieran lo mismo, se estaban tardando un poco, parecían estar discutiendo algo.

    —Oye, ¿estás bien? —preguntó Hikari a su amigo de la infancia, este la miró y asintió—. Bien, sabes que puedes decirme lo que sea.

    Kazuki la miró brevemente, suspiró un poco y dijo.

    —Si, creo que esto me está afectando un poco más de lo que debería. Creo que me estoy dejando llevar.

    —Tranquilo —dijo Hikari sonriendo amablemente—. Tómate las cosas con calma, además que sabes que si necesitas alejarte de esto solo hazlo, no me enojare contigo.

    —No es nada de eso —respondió Kazuki alarmado pero seguro—. Solo es un pequeño drama personal.

    Hikari lo miró un tanto compasiva, conocía a Kazuki y sabía que estaba guardando algo que no quería compartir, pero no iba a obligarlo a decirle de qué se trataba así que simplemente guardó silencio.

    Al poco tiempo de terminar con su pequeña charla, Ranjiro y Aiga salieron finalmente del auto y se dirigieron con ellos.

    —Muy bien chicos, vamos adentro —dijo Aiga guiándolos hacia el interior de la casa que se encontraba algunos metros alejada del granero.

    —¿No seremos inoportunos con tú familia? —preguntó Ranjiro a su amigo quien negó.

    —No están en casa, salieron de vacaciones y me dejaron quedarme aquí unos días.

    Sin más entraron al lugar, el silencio de la casa se volvió un poco más pesado cuando se sentaron en el comedor para continuar con su charla.

    —¿Quieren agua o algo para tomar? —pregunto Aiga intentando ser un poco amable con sus visitas quienes negaron.

    —Así estamos bien, creo que hay otras cosas más importantes de qué hablar —dijo Hikari un poco nerviosa, pero eso no la detendría de conocer que sucedía.

    Aiga suspiro un poco, miró brevemente a Ranjiro y comenzó a hablar.

    —Bien, creo que es mejor comenzar hablando de tú padre —carraspeó un poco antes de continuar—. El y yo no estuvimos en buenos términos la última vez que nos vimos, por eso nos hemos alejado tanto con el paso del tiempo; de hecho ni siquiera estoy planeando en verlo.

    —Lamento si soy imprudente —dijo Hikari ciertamente consternada—. ¿Pero podría explicarme que paso?

    Aiga la miró de la misma forma en que la gente la miraba cada vez que hacía una pregunta sobre su pasado.

    —Lo siento, eso es algo personal entre él y yo.

    La chica ciertamente se sintió decepcionada por la respuesta recibida y su semblante decayó un poco, aun así Aiga continuó con su relato.

    —Pero hay algo que debo contarles, la verdad es que no vine a Japón solamente a un evento de exhibición.

    La habitación se quedó en un corto silencio que pareció perdurar más para los dos adolescentes. Aiga se tomó un tiempo para continuar.

    —Vine para buscar a Valt.
  11. .

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    Todo lo que no sabemos






    Puestos ambulantes, comida por doquier y un gran barullo rodeaba al estadio del pueblo que normalmente solía estar tranquilo. Hikari miraba a todos lados con asombro cual niña en juguetería, ya había pasado tiempo desde la última vez que presenció un escenario así mientras a su lado, Kazuki intentaba seguirle el paso ante el cúmulo de emoción que era la chica.

    —¡Rápido! Los boletos se van a terminar —dijo la chica con mucha alegría mientras continuaba caminando a gran velocidad entre la multitud.

    —Allá voy, te sigo el paso —dijo Kazuki claramente cansado, pero aun así no se detenía ni un poco y seguía a la chica a su ritmo apresurado.

    Hikari se veía bastante entusiasmada por el evento a ojos del rubio, quien a pesar del agotamiento físico que su cuerpo estaba tolerando no podía dejar de pensar en la charla que tuvo el otro día con sus padres, así como tampoco dejaba de pensar en la mejor forma de decirle a la chica esa información tan sensible.

    <<¿No hay una forma en la que pueda decírselo?>>, se preguntó Kazuki ligeramente angustiado, miraba constantemente hacia el cielo y rogaba a cualquier ente poderoso que la búsqueda de ese día fuera como las demás y no encontraran nada útil.

    Aún recordaba la llamada que Hikari le hizo el día anterior, apenas habían pasado un par de horas que aquella bomba de información había caído justo sobre él cuando una llamada entró en su celular.

    —¿Cómo fue todo? —Fue lo primero que escuchó cuando respondió la llamada, se trataba de Hikari—. ¿Te dijeron algo?

    —... —Abrió la boca, dispuesto a responder aunque fuera un “si”, pero nada salió de su boca. Tomó una rápida decisión al darse cuenta que iba a ser incapaz de decírselo en ese mismo instante —. No, nada. Son como estatuas, por más que les hables no te responden, ¿verdad?

    Hubo un breve silencio en la llamada que logró poner nervioso a Kazuki, no estaba seguro si exageraba o no ya que en lo único en que pensaba era que su mentira pasara por la verdad y el hecho de que no solía mentirle con frecuencia a la chica solo empeoraba su ansiedad.

    —¿De verdad? —La forma tan desanimada en que preguntó, calmó un poco a Kazuki quien a su vez se sintió mal por alegrarse de que logró engañar a Hikari.

    —Si, lo siento mucho Hikari. Parece que seguirles preguntando a ellos no nos va a llevar a nada —pasó un trago amargo al terminar, una mueca torcida se formó en su rostro.

    —Entiendo, es una pena —dijo la chica con cierta tristeza que rápidamente fue reemplazada por una inusual emoción—. Bueno eso no importa por el momento, mi papá está igual de todos modos.

    —Vaya, ¿De verdad estás satisfecha con eso? —preguntó Kazuki ciertamente incrédulo ante la actitud tan positiva de Hikari, ella no notó nada de eso y respondió.

    —Creo que por el momento es algo inevitable, pero hay cosas que podemos hacer mientras tanto —El tono de voz tan animado con el que hablaba le dio a entender a Kazuki que la chica ya había planeado algo y no le agradaba mucho que ese fuera el caso.

    —¿Cómo que? —preguntó con cierto nerviosismo que nuevamente pasó desapercibido.

    —¡Como el evento de exhibición de la leyenda viviente, Aiga Akaba!

    Kazuki no supo cómo se sintió exactamente ante tal noticia, por un lado sintió que su estómago cayó hasta el suelo casi de forma literal, tenía un mal presentimiento con el simple hecho de escuchar el nombre de Aiga. Mientras que por otro lado estaba completamente emocionado por conocer a alguien como Aiga, todos en el medio del beyblade conocían quien era y de lo que fue (y quizás seguía siendo) capaz de lograr en las batallas. Podría considerarse a sí mismo como un gran fan de Aiga, entre las leyendas era su favorito y pocas veces se había visto salir en algún evento, mucho más dentro de Japón que irónicamente, era su país natal.

    Después de que no pudo negarse a la solicitud de Hikari para asistir a dicho evento, se puso a investigar un poco por su cuenta y parecía que Aiga fue invitado a participar en una batalla de exhibición contra un gran amigo suyo y alguien que era inevitable que Kazuki no conociera ya que compartían apellido y parentesco, Ranjiro Kiyama.

    De cualquier modo, el simple hecho de que el evento donde se presentaría Aiga ocurriera poco tiempo después que el Spriggan de Shu fuera dejado en el museo por un anónimo encendió muchas alarmas en Kazuki, sospechaba fuertemente de que Aiga estuviera de alguna forma involucrado en esto.

    <<debe ser como Hikari dijo, Valt le pidió a alguien más que entregará a Spriggan en su lugar. Pudo ser Aiga quien lo hizo lo que significa entonces que Valt no está en el país, ¿o lo está?>> pensó Kazuki mientras era arrastrado por Hikari entre tanta gente. Sus preguntas solo terminaban por sacar más dudas, <<¿Sabrá mi padre que el tío Ranjiro estará en este evento? ¿Incluso sabe papá Wakiya de este evento? ¿Por eso me dijo que no los mencionara cuando vea a Valt? Pero, si me encuentro con el tío Ranjiro entonces Aiga sabrá quien soy y por ende Valt, sin darme la oportunidad de seguir el consejo de papá; ¿entonces eso significa que Aiga ni el tío Ranjiro tampoco saben nada de Valt? ¿O debo cuidarme de no ser visto por el tío Ranjiro y ya?>>.

    Su mente estaba siendo un desastre del cual Hikari no se había percatado, estaba demasiado emocionada con dar con el paradero de Valt tomando cualquier pista minúscula como si fuera una verdad absoluta y no solo una suposición. Ella ya le había contado a Kazuki sobre sus sospechas que conectaban a Aiga y Valt lo cual puso mucho más nervioso al chico.

    —Solo piénsalo Kazuki, Aiga tampoco vive en el país como Valt, ambos se han alejado por varios años de su tierra natal y de la farándula en general además de que también se conocieron y fueron grandes amigos en su juventud. Además que si no tengo mal entendido, Aiga y mi padre eran grandes amigos también y jamás lo he conocido, ni siquiera mi papá lo ha mencionado por accidente.

    —Pero eso bien podría ser porque tú papá se alejó de esos pasos del beyblade y todo eso ¿no crees? El conoció a muchas otras leyendas como Drum Koryu, la dupla Asahi y Free de la Hoya, pero tampoco hemos visto a ninguno de ellos en muchos años, a algunos ni siquiera los conocemos.

    Sus propias palabras hicieron reflexionar a Kazuki, ¿que tal si todos ellos se habían enterado de la infidelidad de Shu a Valt así como del apoyo que sus padres le dieron a Shu? Quizás por eso y a pesar del alto mando que tenía Wakiya dentro de la WBBA, no habían vuelto a ver a ninguno de ellos en mucho tiempo.

    Su estómago se retorció en sí mismo, reflejando el nerviosismo que lo atacaba cada vez más y más.

    —No creo que sea igual que con ellos, ¿recuerdas que Free donó su bey al museo hace unos años? Además de que también estuvo en la inauguración del lugar; Aiga ni siquiera lo ha visitado a pesar de que tiene una sala completa para él solo —exclamó Hikari mientras se acercaba felizmente a la caja para pagar por los boletos de ambos, Kazuki suspiro profundamente intentando relajarse. Cuando Hikari regresó y lo vio, le dio un pequeño golpe en el hombro y sonrió—. Vamos, no hay porque estar tan tenso, solo es una leyenda a la cual admiramos y que seguramente nos podrá llevar más cerca de nuestro objetivo.

    Kazuki fingió una sonrisa ladeada y recibió el boleto de manos de Hikari.

    —Supongo que así es.

    Hikari se adelantó un poco más a la entrada para entregar su boleto pero no se dio cuenta que había perdido de vista a Kazuki hasta que se dio la media vuelta al entrar al estadio, confundida miró a todos lados hasta que sintió un tirón en la manga de su blusa. Volteó y lo primero que vio fueron unas enormes gafas de sol, se retiró un poco y pudo distinguir a Kazuki usando esas ridículas gafas que sólo eran superadas por el extraño peinado en forma de hongo que llevaba, ni hablar de su terrible postura encorvada, casi como un jorobado o como alguien que en verdad necesitaba ir al baño.

    —¡Pff! —contuvo su risa lo mejor que pudo, pero fracasó y al poco tiempo estalló en carcajadas frente a la seria expresión del chico—. ¡¿Qué diablos estás haciendo?!

    —Pasó desapercibido —dijo seriamente lo cual hizo estallar aún más a Hikari en risa—. ¿Está funcionando?

    —¡Claro que no! —se rió un poco antes de poder controlarse, tomó algo de aire y sin dejar de sonreír continuo—. Te pareces a tú papá Rantaro en esos viejos vídeos de su infancia.

    Kazuki hizo un puchero y se dio la media vuelta, ambos caminaron hacia las gradas del estadio que aún no se llenaba por completo, afortunadamente pudieron conseguir asientos cercanos al estadio.

    —Ya quítate ese horrible peinado —dijo Hikari mientras tomaba el cabello del chico entre sus manos y lo acomodaba a una apariencia un poco más casual, le sonrió un poco y preguntó—. ¿Por qué quieres pasar desapercibido?

    —¿Recuerdas a quien se enfrentará Aiga?

    Hikari se lo pensó un momento y asintió fervientemente, luego negó con resignación.

    —Lo siento, me distraje mucho pensando en cómo acercarme a Aiga —dijo la chica avergonzada, Kazuki suspiro y respondió.

    —Contra mi tío, Ranjiro.

    —¡Es cierto! Es emocionante.

    —Lo es si disfrutas del desastre —dijo Kazuki, rápidamente se inventó una excusa en su mente y continuó—. Si él me reconoce podría echar a perder nuestros planes, quizás le diga a Aiga que no nos hable o algo por el estilo. Si mis padres nos alejan de la verdad, ¿por qué él no?

    Hikari torció un poco los labios y pensó brevemente.

    —Quizás sea cierto, solo déjate las gafas puestas entonces, creo que con el peinado te delatas más —Kazuki asintió y ambos miraron al estadio cautamente iluminado—. Además, no creo que debas esconderte de tú tío, él es de la clase de familiar que ves una vez cada diez años ¿no es así?

    Kazuki asintió.

    —La última vez que lo vi tenía como unos cinco años.

    —En ese caso no creo que te reconozca —mencionó la chica despreocupándose un poco, Kazuki se sintió igual que ella aunque no todo su nerviosismo se había disipado.

    Pocos minutos más tarde las luces se encendieron iluminando el estadio, los gritos de emoción no tardaron en hacerse presentes cuando el anunciador dio la bienvenida y con palabras emotivas inició el evento.

    Hace mucho tiempo que ni Hikari ni Kazuki asistían a un evento como este, desde que empezaron a ser bladers ellos ya no estaban mucho en las gradas. Esto los remontaba mucho antes que eso, cuando apenas eran unos niños que amaban ver batallas y emocionarse por las estrategias, los trucos bajo la manga y el sorprendente final.

    Miraban batalla tras batalla de cada uno de los participantes, todos talentos nuevos y nacientes como ellos algún día fueron. Hablaban de lo buenos que eran y lo sorprendentes que podrían llegar a ser, de alguna u otra forma hablaban sobre las áreas de entrenamiento que podrían mejorarlos y las que deben descartar por completo. Casi eran como niños en una dulcería, viendo todas las posibilidades detrás de un estante.

    Y cuando menos se lo esperaban el gran final había llegado a ellos, casi se habían olvidado a que fueron ahí en primer lugar hasta que el anuncio se dio.

    —¡Y como todos hemos estado esperando! ¡El gran evento finalmente ha llegado, con ustedes las leyendas vivientes, Aiga Akaba y Ranjiro Kiyama!

    Hikari apretó los puños de la emoción, una enorme sonrisa apareció en su rostro a la vez que vitoreaba con el resto del público. A Kazuki solo le salió una mueca de alegría y preocupación, quería dejarse llevar por el júbilo de ver una batalla emocionante pero de cierta manera, su incertidumbre lo opacaba.

    Así como fueron dichos sus nombres, ambos salieron de lados opuestos del estadio, se sonrieron como los grandes amigos que todos sabían que eran y se posicionaron, listos para una batalla que ansiaban mostrar.

    Kazuki vislumbró brevemente el combate, la agilidad de Achilles era algo que solo habían visto en viejos videos y nunca en persona, en cambio recordó como Ranjiro en un afán de alardear y ser admirado le mostró en su última visita el poder de su Ragnarok. Por supuesto que se enganchó en el juego cuando lo miro en acción, aún más cuando en aquella vez combatió contra su padre Rantaro.

    Sonrió al recordarlo y sintió una opresión en el pecho, ¿Su tío sabía lo de Valt? Era lo más probable pero, ¿Desde cuando? ¿Por eso ya no los había visitado en tantos años?

    Sin darse cuenta que la batalla terminó, Hikari lo sacudió muy emocionada por el resultado. Él apenas se despabiló y susurró inaudiblemente.

    —Me lo perdí todo.

    La emoción en el estadio era perpetua, el ganador Aiga fue bien recibido así como Ranjiro, quien a pesar de no ganar todos sabían que era alguien admirable por su forma de resistir hasta el final. Kazuki aplaudió levemente y notó como de la nada, Hikari se ponía de pie, la vio tomar una gran cantidad de aire y ahí fue cuando sintió su sangre caer.

    <<¡No es verdad!>>, pensó alarmado, pero era demasiado tarde para detenerla cuando escuchó un fuerte grito.

    —¡¡Aiga Akaba!!

    Todos en el estadio callaron, el mencionado desde el estadio volteó hacia la dirección donde escuchó el grito pero la poca iluminación no ayudaba. Poco tiempo después Hikari se vio bañada en una luz intensa que no lastimó su visión en absoluto, a su lado Kazuki intentaba hacerse pequeño en su lugar.

    —¡¿Pero qué es esto?! Alguien ha llamado a la leyenda de repente, ¿Quién es?

    Hikari no hizo mucho caso a las palabras del anunciante y se dirigió directamente con Aiga, Kazuki vió como la chica sacó de su bolsillo un objeto y se lo enseñó con orgullo a Aiga. El chico solo rogaba por no ser reconocido por nadie.

    —¡Te reto a una batalla contra mi Mystic Hierophant! No lo parecemos pero créeme, somos bastante fue…

    —¡No puede ser! ¡Es la campeona más joven de la historia del título nacional, Hikari Kurenai! —gritó el anunciante, el público vitoreó y las expresiones de Aiga y Ranjiro mostraron sorpresa total.

    Por la mente de Kazuki y Hikari solo pasó un pensamiento simple, pero que expresaba bien su estado actual.

    <<oh, mierda>>
  12. .

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    Traidores





    Hikari caminaba lánguidamente entre los pasillos del museo que por el momento permanecía cerrado, por lo que fácilmente se perdió en sus pensamientos debido al silencio que invadía al lugar. A su lado, Kazuki la miraba compasivo sin saber exactamente que decir; se rasco un poco la nuca y decidió cortar el silencio.

    —Oye —Se aseguro de sacar a la chica de sus pensamientos antes de continuar, está lo miro y supo que lo había logrado brevemente—. ¿Quieres ir a almorzar?

    La chica suspiro y negó con la cabeza, apartó la mirada a un espacio vacío de nuevo. Kazuki hizo una mueca ante el rechazo pero no se daría por vencido con tanta facilidad, así que se puso delante de la chica y la tomó de los hombros, obligándola a que sus miradas se encontraran.

    —Escúchame, se que no es un buen momento para ti pero créeme que te sentirás mejor después de que tengas algo delicioso en el estómago, anda que se nos hará tarde para encontrar un buen lugar en Shally’s.

    La chica no pudo replicar, o más bien no tenía los ánimos de hacerlo cuando Kazuki la tomó del brazo y la llevó rumbo a Shally’s, que se trataba de un modesto comedero que se encontraba cruzando la calle. Salieron del museo por una de las múltiples entradas que este tenía; se vieron arribados por un par de reporteros que fueron fáciles de evadir y se encaminaron al sitio entre las calles llanamente vacías por lo temprano que era.

    Al llegar al lugar el aroma del pan fresco y los platillos recién hechos invadieron las fosas nasales de ambos, Hikari se sonrojo fuertemente al notar que su estómago rugió con tanta furia que llamó la atención de los pocos comensales en el sitio, a su lado Kazuki soltó una ligera risa que no pasó desapercibido por la albina quien le pisó el pie modo de reprimenda.

    —Y decías que no querías venir —se burló el rubio un poco más ante la vergüenza de la chica quien no respondió y solo lo empujó hasta una de las mesas vacías que carecían de buena vista hacia el exterior.

    —Solo pide la comida y déjame descansar un poco —pidió la chica con cierta timidez, escabulléndose lo mejor que podía en la mesa. Kazuki sonrió un poco al verla así y pidió los platillos cuando la mesera llegó poco tiempo después.

    Kazuki miro a la chica quien aparentaba estar decaída, su frente estaba bien pegada a la mesa y sus brazos estaban extendidos de igual manera; pero el chico sabía que en realidad Hikari estaba sumergida en sus pensamientos lo cual le causaba mucha curiosidad, sabía que la chica solía ser muy impulsiva así que debía tener cuidado con lo que planeara a futuro, los podría meter en muchos problemas.

    —La comida llegó —comento el chico con calma cuando la mesera coloco los platillos en la mesa, sacando a Hikari de su ensoñación a la vez que se erguía para recibir adecuadamente la comida.

    Ambos se la pasaron comiendo con tranquilidad, no había mucha apuración en realidad ya que Kazuki seguía pensando en cómo hacer que Hikari se abriera con él, más no hubo necesidad de hacerlo cuando la chica de pronto exclamó.

    —¡Creo que ya entendí!

    Justo al momento en que exclamó aquellas palabras, empezó a comer con más rapidez y energía, como si repentinamente se hubiera revitalizado y buscará por todos lados la forma de satisfacer su emoción y alegría. Kazuki solo levantó una ceja sin saber exactamente qué estaba pasando, pero dándose una idea de la situación.

    —Oh, muy bien, ¿Y qué fue lo que averiguaste exactamente?

    La chica no respondió al instante, solo tomó el vaso en la mesa y bebió todo el contenido en largas arcadas en cuestión de unos cuantos segundos. Kazuki se asqueó un poco y solo desvió la mirada con una sonrisa incómoda, esperando la respuesta en silencio, finalmente Hikari golpeó la mesa con el vaso vacío y dijo con un ánimo mucho más activo.

    —El bey de mi papá no es una despedida, es un saludo —dijo con una brillante sonrisa y la mirada iluminada mientras que Kazuki parecía estar aún más confundido.

    —¿Qué?

    —Sé que suena a algo muy loco, pero me quedé pensando un buen rato en esto —explicó a la vez que señalaba su propia cabeza como si se tratara de una maravillosa maquinaria—. Si es verdad que Valt tenía al Spriggan de mi papa, lo más lógico es pensar que él lo llevó al museo en persona, ¿no es así?

    —Bueno sí, supongo —respondió el chico con simpleza, le parecían muy obvias las afirmaciones de Hikari.

    —¡Pues ese es un error! —señaló ella con entusiasmo confundiendo a Kazuki, sin darle tiempo de responder continuo—. Es obvio que las cosas entre mi padre y Valt no terminaron bien, pero piensa. ¿Por que Valt entregaría a Spriggan después de tantos años y en tan buen estado? Claramente cuido de ese bey por mucho tiempo lo cual significa que a pesar de que sea lo que sea que haya sucedido, Valt aun apreciaba a mi padre lo suficiente como para mantener una promesa como esa, ¿entiendes a lo que voy?

    —Uhm… supongo —dijo Kazuki tomando de su jugo con cautela, intentando seguirle el paso a Hikari.

    —Es que después de todo eso, no es lógico que Valt regresará a Spriggan así sin más, así que tengo dos teorías. La primera: Alguien cercano a Valt tomó a Spriggan y lo donó en el museo sin que Valt se diera cuenta, así las noticias que saldrán hoy lo alertaran de su pérdida y no tendrá más opción que venir al museo por él.

    —¡Y así tú padre podrá volver a ver a Valt! —exclamó Kazuki con alegría mientras Hikari asintió fervientemente.

    —Al fin podremos conocerlo, ¿te imaginas lo genial que sería eso?

    —¡Si! —pero Kazuki se detuvo en seco de su celebración, Hikari había dicho que tenía dos teorías así que se preguntaba—. Un momento, ¿cuál es tú segunda teoría?

    La chica se detuvo en su emoción y suspiró pesado, miró hacia la pared y respondió.

    —Bueno, a veces es mejor pensar en la realidad como simplemente eso, una realidad cruda y desoladora. Digamos por un momento que Valt si llevo a Spriggan al museo para terminar con la amistad que compartió con mi padre, pero es que eso también es muy extraño —afirmó mirando seriamente a su amigo—. Las mismas preguntas vuelven a surgir, ¿por qué ahora? ¿Por qué no antes cuando las cosas seguramente estaban muy mal entre ellos?

    —Quizás Valt solo lo encontró entre sus cosas y quiso deshacerse de él —comentó Kazuki una posible respuesta a lo que Hikari inclinó la cabeza y revoloteo un poco los párpados.

    —Es probable, pero eso apoya muy fuertemente este otro pensamiento que seguramente Valt le quiere hacer llegar a mi papá, “Tener esto es doloroso para mi a pesar del valor que le tengo a este bey, así que aprovecharé la primera oportunidad que tenga para devolverlo incluso si debo volver a estar cerca de esos dolorosos recuerdos”.

    La mente de Kazuki hizo click con aquella afirmación que Hikari le puso a sus palabras (incluso si era más apasionada de lo necesario). Dejó de lado su vaso y dijo.

    —Valt está en el país —Dejó de lado su vaso y dijo—. No hay forma en que regresara a Spriggan si no estuviera de paso, él está aquí por otra razón.

    —No solo eso —Hikari sonrió—. Está en la ciudad y muy cerca de nosotros al parecer. No importa cuál teoría decidas tomar, ambas nos llevan a lo mismo. Entregar a Spriggan solo era una tarea que Valt tenía que hacer de paso, pero hay algo que lo obligó a regresar, o al menos es como así lo ve el. Lo que nos lleva a pensar en muchas posibilidades.

    —Quizás vino a visitar a algún familiar.

    —No, la familia Aoi se mudo de Japón hace algunos años, ¿recuerdas que fuimos a su antigua casa a ver si había algo por ahí y estaba a punto de ser vendida?

    —Es cierto —dijo Kazuki descartando la idea—. En ese caso no se me ocurre nada, estoy en blanco.

    —Tú siempre tan poco optimista —comentó Hikari a su amigo—. Todavía tenemos otras rutas para llegar a la respuesta correcta.

    Después de unos minutos más de charla donde Hikari le contó su alocado plan al que no tuvo más remedio que aceptar, Kazuki regresó con la chica al auto logrando evadir con éxito a los periodistas que llegaron a reconocerlos. Un tiempo después los padres de ambos los acompañaron y regresaron todos a sus respectivos hogares en medio de un silencio incómodo.

    El día transcurrió relativamente normal para él, vio como su padre Wakiya estaba mucho más ocupado de lo usual y eso era decir mucho para alguien como él, por otro lado su papá Rantaro estaba pensativo y serio.

    <<está es mi oportunidad>>, pensó Kazuki cuando vio que Wakiya tenía que retirarse al museo con urgencia; ambos lo despidieron y se marchó rápidamente. Kazuki miró a Rantaro y se acercó decidido a sacarle aunque fuera un poco de información.

    —Hola —saludó suavemente mientras se sentaba en el sofá cercano, sacando a Rantaro de sus pensamientos.

    —Fue un día duro, ¿no es así? —preguntó Rantaro con una sonrisa ladeada y Kazuki sonrió.

    —Ni que lo digas, nunca me hubiera imaginado que algo así podría pasar —comentó logrando que Rantaro hiciera una expresión que decía a todas luces un “yo tampoco”, a lo que el chico continuó—. Es que es muy extraño, pensé que el bey de Shu se había perdido o roto pero no sabía que estaba con Valt, ¿por que no me dijeron?

    —Supongo que es porque ni tú padre ni yo somos las personas adecuadas para hablar de eso —dijo Rantaro en un tono serio, Kazuki se dio cuenta que adivino sus verdaderas intenciones pero eso no sería suficiente para hacerlo dar marcha atrás, así que apretó un poco los puños antes de responder.

    —Pero ahora lo sé, sé que soy un entrometido en todo esto pero eso también me afecta. Ustedes dicen que fueron grandes amigos de Valt y Shu pero nunca pude conocer a esa maravillosa persona que me cuentan que fue Valt, ¿por que nunca nos ha visitado? ¿Por qué nosotros no lo visitamos? Hablan de él como si ya no fueran sus amigos pero no se que paso, yo también quisiera conocerlo pero parece que el simple hecho de intentarlo es un error —Kazuki miró a su padre con tal determinación que hizo al adulto vacilar un poco y dijo—. Puede que si me cuentas un poco, aunque sea algo insignificante del asunto, pueda entenderlo y dejar de intentar buscarlo. Tal vez podría hacer que Hikari dejara de buscarlo también.

    —¡No! —interrumpió Rantaro a su hijo rápidamente, Kazuki se sorprendió y asustó un poco por el grito del adulto. Rantaro tomó a su hijo de los hombros y lo miró seriamente—. Pase lo que pase, no permitas que Hikari deje de buscarlo. Si lo hace es muy probable que esté condenada a una existencia llena de falsedad.

    —¿Falsedad? —pregunto Kazuki confundido, no podía captar del todo lo que su padre le decía. Rantaro lo miró fijamente y suspiro con cansancio. Nuevamente regresó a su asiento y se tiró un poco los cabellos hacia atrás.

    —Supongo que alguien tiene que ceder —susurro sin ser capaz de ser escuchado por Kazuki, lo miró y supo que lo que estaba a punto de hacer era incorrecto, pero sí la verdad debía salir a la luz tenía que ser por su propia boca—. Hace un tiempo atrás, cuando Wakiya y yo estábamos tramitando los papeles para tú adopción fue que llegó a nosotros una noticia que no nos sorprendió en absoluto pero que nos dio mucha alegría. Sabrás que Shu y Valt fueron muy buenos amigos desde que se conocieron en la infancia, tú padre y yo notamos cierta química entre ambos desde que los conocimos pero con el paso del tiempo solo fue evidente que eso que existía entre ellos solo crecía más y más.

    —Un momento —interrumpió Kazuki a su padre, se sonrojo un poco antes de continuar—. ¿Me estás diciendo que ellos eran… uhm… amantes?

    El sonrojo de Kazuki solo se acrecentó más pues no podía concebir que el padre de su mejor amiga estaba en una relación con su ídolo de la infancia. Sin embargo luego se sintió un poco feliz de saber que en algún momento el serio y callado Shu fue feliz pero rápidamente la sensación se disipó, pues recordó que eso ya no era así.

    Rantaro noto su estado anímico y asintió.

    —Llegaron a casarse legalmente, todo fue completamente privado y secreto para el público, por eso nadie lo sabe ni hace preguntas incómodas al respecto. Pero esa relación no duró mucho, Shu hizo algo que no debió hacer y Valt lo descubrió… con una amante.

    Kazuki se sintió palidecer, su mente ató los cabos sueltos.

    —No me digas que la madre de Hikari…

    Rantaro lo miró compasivo y estuvo a punto de responder cuando la puerta se abrió de un estruendo. A través de ella entró Wakiya con una expresión aterradora, ambos supieron que los había escuchado.

    —Olvidé mi teléfono —dijo el rubio señalando a la mesa que había entre ambos donde el dispositivo yacía ignorado. Rantaro rápidamente cerró la boca y se quedó quieto, sabiendo que Wakiya estaría molesto con él.

    —Wakiya, teníamos que hablarlo en algún momento —rápidamente empezó a excusarse Rantaro con su esposo, lo miró y este negó.

    —Sabes que no debemos decirlo nosotros —dijo Wakiya con una tranquilidad que rozaba en un terror amenazante, Rantaro frunció el ceño y no dijo nada más, Kazuki supo que la conversación había terminado.

    Rantaro miró una última vez a su hijo y asintió, dándole a entender que no se arrepentía ni un poco de lo que habían hablado y que continuará con las cosas como estaban. Luego se puso de pie y salió de la sala dejando a Wakiya y Kazuki a solas.

    El adulto se acercó a la mesa y tomó el teléfono, Kazuki lo miro en silencio y noto cierta vacilación en su padre antes de que empezara a caminar lentamente a la salida. Wakiya se detuvo y miró de reojo a su hijo, con una sensación agridulce en la boca le dijo.

    —Hikari era una bebé y Shu estaba solo, necesitaba ayuda —Kazuki se impactó y miró incrédulo a Wakiya pero no dijo nada y lo dejó continuar—. Rantaro y yo decidimos ayudarlo, eso nos costó nuestra amistad con Valt. Por eso no lo has conocido, él estará muy enfadado si llegara a recordarnos; así que si lo encuentran, no nos menciones.

    Sin agregar más continuó con su camino y salió, dejando la sala en completo silencio con un Kazuki quien asimilaba poco a poco toda la información recibida. ¿Acaso Wakiya le había dado permiso de seguir en su búsqueda? ¿O simplemente se había resignado en que no se iban a detener? Fuera como fuera, una cosa estaba clara.

    Hikari debía saberlo.
  13. .

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    Final sin principio





    —Esto no puede ser real —exclamó Wakiya con asombro e incluso pudo jurar que su pulso se detuvo por un instante.

    Ante la mirada de todos los presentes, tomó unos guantes de la mesa y se los puso con tanta rapidez que estaban arrugados en sus manos. No le importó mucho más y tomó el layer de aquel bey, la pieza cúspide y fácilmente distinguible entre las demás que habían en la caja.

    —Papá, es Spriggan —dijo Hikari lo que todos podían apreciar perfectamente pero que ninguno de ellos se atrevía a comentar—. Es tú bey papá.

    —Increíble —comentó Kazuki en un suspiro, pues nunca pensó que podría llegar a ver tal pieza tan cerca.

    —¿Cómo es esto posible? ¿Cómo sucedió? —pregunto Hikari quien aun seguía emocionada, miró a los adultos en la habitación notando que a diferencia suya, no se encontraban felices ni emocionados por lo que estaban presenciando. Aún emocionada pero un poco confundida volteo hacia donde su padre, notando que este estaba perdido en sus pensamientos—. Papá, finalmente lo encontraron, ¡Spriggan regreso!

    Pero para sorpresa suya, Shu no respondió y solo bajo la mirada, no espero a nadie más y salió del laboratorio a un paso apresurado. Hikari y Kazuki se miraron por un breve instante sin saber que pasaba y tuvieron como primer instinto seguir a Shu a donde quiera que fuera, pero fueron detenidos por Rantaro en el acto.

    —No, ustedes quédense aquí —indicó en un tono serio con el que pocas veces el rubio se dirigía a ellos, por lo que no tuvieron más opción que obedecer—. Yo iré tras él, no se separen de Wakiya.

    Y tal cual dijo, salió detrás del albino con apuro mientras que Wakiya miraba la situación en silencio; luego dejó al bey en la mesa y tomó una libreta de la mesilla donde empezó a hacer apuntes, mirando cada tanto a Spriggan con detenimiento.

    —¿Qué acaba de pasar? —preguntó Kazuki a Hikari sacándola de sus pensamientos, está lo miró y negó con la cabeza.

    —No tengo idea —respondió preocupada, volvió a mirar a Wakiya y al layer en sus manos antes de continuar—. Recuerdo desde niña que mi padre siempre quiso ver de nuevo a Spriggan pero ahora que está aquí se fue.

    —Es realmente extraño —comentó Kazuki pensativo, miró en la misma dirección que su amiga antes de continuar—. En primer lugar, no entiendo porque tu papá no tenía a Spriggan, quiero decir, era su bey desde que tenía 11 años ¿No es así?

    —Ahora que lo mencionas es verdad, él me había dicho por qué no lo tenía pero no puedo recordarlo, ha pasado mucho tiempo que hablamos del tema —respondió Hikari razonando cada vez más y más la situación. Repentinamente escucharon el sonido de algo caer al suelo y voltearon en dirección a Wakiya quien hasta ese momento había guardado silencio.

    El rubio levantó unas pinzas metálicas del suelo que al parecer, fueron las que originaron el ruido. Después de eso volteó hacia ambos chicos y hecho un rápido vistazo detrás de ellos para comprobar que nadie se estaba acercando.

    —Hikari —se dirigió a la mencionada antes de lanzar un suspiro—. Es cierto que tú padre ansiaba ver a Spriggan, no dudes de eso pero tampoco olvides que en teoría, su bey no estaba perdido, se lo dejo encargado a alguien más.

    La chica abrió ampliamente sus ojos rojos, ahora empezaba a recordar un poco de la conversación de su infancia que tuvo con su padre.

    —Papá —Está vez fue Kazuki quien habló—. ¿Estás diciendo que Shu lo que quería en realidad era ver a Spriggan para poder encontrarse con esa persona también?

    El rubio miró a su hijo y asintió, luego observó a Hikari notando que la chica ya estaba atando cabos en su mente.

    —¿Recuerdas a quien le dio tú padre su bey, Hikari? —cuestiono Wakiya mirando atentamente a la albina quien asintió levemente en respuesta, se mordió ligeramente los labios y respondió.

    —A su mejor amigo de la infancia, Valt Aoi.

    Kazuki guardó silencio ante tal revelación, no podía recordar que Hikari le dijera sobre algo así a pesar de ser tan importante en su apasionada búsqueda por Valt. Miró a su padre quien pareció leer sus dudas y asintió, confirmando lo que la chica había dicho.

    —Era una promesa entre ambos, no importaba que sucediera. Si uno tenía el bey del otro entonces era más que seguro que volverían a reencontrarse —dijo Wakiya guardando a Spriggan nuevamente en la caja, luego la cerró y se quedó mirándola un buen rato—. Pero entregar las cosas de este modo cortó esa posibilidad.

    —Pero mi padre no tiene a Valkyrie en ningún lado —dijo Hikari al mayor y este negó—. Entonces ¿quién lo tiene? ¿Cómo esperaban reencontrarse de una forma tan superficial como está?

    —Hikari, las cosas entre tú papá y Valt no son…

    Pero Wakiya se detuvo antes de continuar y decir algo que el sabia, no le correspondía revelar. Hikari y Kazuki lo miraron, expectantes de que continuara pero al darse cuenta de que no lo haría, la chica nuevamente estalló en frustración.

    —¿Qué pasa? ¿Qué pasó entre ellos? ¿Por eso no puedo conocerlo? Es por eso que no quieres que lo siga buscando ¡¿Verdad?!

    —¡Suficiente!

    Una voz se dejó sonar en la habitación, todos voltearon hacia la puerta donde Shu miraba a su hija con una expresión severa, detrás suyo estaba Rantaro quien los observaba a todos con la misma seriedad.

    —Pero…

    —¡Ya basta Hikar! —detuvo Shu a la chica, dio un par de pasos hasta quedar frente a ella—. He sido demasiado suave y condescendiente sobre el tema contigo, pero ya debes parar Hikari.

    —Papá, no puedes…

    —Si puedo y lo haré —El albino la pasó de largo y se acercó a la mesa con Wakiya, sin voltear a mirar a su hija dijo—. Ve al auto y espera ahí.

    —Papá… —susurró Hikari aun confundida pero también decepcionada y un poco arrepentida por su arrebato, sintió una mano sobre su hombro y vio a Kazuki quien la miraba con compasión.

    —Vamos Hikari.

    La albina no dijo más y caminó al lado del chico rubio, salieron de la habitación dejando atrás a los tres adultos a solas.

    Shu suspiro un tanto irritado a lo que Rantaro se acercó con afán de cambiar el tema de conversación.

    —Bien, aquí estamos. Es hora de la identificación —comentó mirando a su marido quien asintió y le dio espacio a Shu para que se acercara.

    El albino así lo hizo y abrió con lentitud la caja. Miro adentro verificando que estaba completo y a diferencia de Wakiya, él tomó las tres piezas y empezó a observarla detenidamente; detallando a través de las bolsas que las envolvían, las superficies de las piezas una a una y recordando tantos momentos agridulces de años pasados.

    A lo lejos, Wakiya y Rantaro lo observaban en silencio. El primero observó a su esposo y preguntó.

    —¿Cómo lograste que volviera?

    Rantaro le sonrió y le guiño un ojo.

    —Sabes que soy bueno convenciendo a las personas. Solo tuve que recordarle lo mucho que quería volver a ver a Spriggan y si incluso Valt no estaba en este momento, si estaba bien conservado entonces significaba que lo había cuidado bien después de todo. ¿Por qué no venir a comprobar eso?

    Wakiya parpadeo repetidamente, sorprendido de la audacia de su marido para plantear una razón como esa a Shu.

    —Vaya, casi 20 años de casados y aun sigues sorprendiéndome —comentó el menor de los dos con tanta honestidad que su halago fue más bien tomado como un insulto.

    —¡Oye! Yo también puedo tener ideas brillantes cuando quiera, no por nada me decían Audaz.

    —Te decíamos así por tú audacia de meterte en problemas, en serio, eres como un imán para ellos.

    —Pff, como sea —dijo el más alto con un ligero escarlata tintando sus mejillas. Luego se puso serio y miró hacia el albino quien seguía analizando al bey entre sus manos—. Ahora lo más importante es averiguar qué es el verdadero Spriggan.

    —Espero que no lo sea, pero por lo que vi sí lo es. Quizás es el final definitivo de todo esto.

    Ambos se miraron con la misma expresión en el rostro, tristeza, duda y resignación de por medio. Sus últimas esperanzas de ver a su viejo amigo se habían esfumado en esa pequeña caja.

    Shu finalmente terminó de ver a Spriggan y lo guardó sin atreverse a sacarlo de sus envolturas para poder armarlo. Cautamente alejó la caja de él y dio media vuelta, mirando a sus amigos y asintió.

    —Es mi Spriggan —se dirigió directamente a Wakiya y continuó—. Tienes mi permiso de exponerlo en el museo.

    —Shu, ¿estás seguro de eso? —preguntó el de ojos azules con más seriedad de la necesaria a lo que Shu simplemente asintió y se encamino a la salida.

    —Espera —exigió Rantaro al albino, este se detuvo pero no volteo a mirarlo—. Se que no debo meterme en estos asuntos pero somos amigos, no puedo pasar algo tan importante por alto. No te gustara lo que voy a decir pero aun así lo haré, habla con Hikari sobre esto, ella merece conocer respuestas, merece saber la verdad.

    —Rantaro —respondió Shu sin voltear por completo hacia la pareja—. Con todo respeto, es mi hija y yo sabré cómo manejar está situación.

    —¡Eso lo sé perfectamente! —respondió el de mirada marrón con ímpetu—. Solo digo que si de verdad te importa, guardarle estos secretos por más tiempo es injusto. Ella debe saberlo todo.

    Shu no dijo nada ni hizo algún ademan en respuesta, Rantaro chisto dispuesto a continuar argumentando pero sintió un apretón en su brazo. Wakiya lo miró y negó rotundamente, deteniendo a su marido, este apreto los dientes pero sabía que tenía razón.

    Rantaro salió pasando a Shu de largo, no tenia caso seguir en algo que solo terminaría en un conflicto más grande; detrás suyo iba Wakiya quien se detuvo y momento y dejó que su esposo se le adelantara un poco, solo lo suficiente para decirle algo ultimo a Shu.

    —Normalmente no estoy de acuerdo con él pero está vez tiene razón. Shu, sé que es doloroso para ti pero si este es el final que Valt decidió para su relación, deberías decírselo a Hikari. No voy a obligarte a hacerlo, pero sabes que tienes nuestro apoyo.

    Dio un par de pasos y se detuvo abruptamente, volteó hacia Shu quien aun seguía con la mirada baja y susurro.

    —Ambos lo tienen.
  14. .

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    Capítulo 1: Frio gris






    Rara vez algo solía atrapar la atención de Joseph al grado de sentirse un poco entusiasmado y curioso por lo que podría pasar.

    La mayoría de las cosas que le sucedían día a día solían ser demasiado obvias para él y por lo tanto, aburridas para su joven edad. Muchos podrían pensar que se estaba perdiendo de la flor de su juventud al ser alguien tan apático, pero nadie lo podía culpar a decir verdad.

    Quizás nadie lo admitía o simplemente la gente no se daba cuenta, pero cada día parecía estar más apagado que el anterior, las personas caminaban lentamente, con la mirada apagada y sin mirar a nadie en particular, incluso los días parecían ser casi eternos y las noches eran tan cortas que el agotamiento era común para todos.

    Incluso una persona como él, con una energía desbordante de vitalidad desde su infancia y con intereses comunes, fue incapaz de oponerse del todo a esa marea gris que parecía llegar a todos por igual en cierto punto de la adolescencia.

    No podía hablar diferente del día de hoy, había sido tan igual y terriblemente cotidiano como los otros, después de una cena que cada día saboreaba más insípida decidió que era momento de retirarse a su habitación. La mirada preocupada que su abuela le dirigió era el pan de cada día pero últimamente ya no le interesaba mucho.

    Lo último que escuchó al irse a dormir, fue un rayo retumbar en su habitación.

    Inevitablemente llegó el día siguiente, las cosas continuaban igual que el día anterior y eso parecía no asombrar a nadie. Un poco antes de salir escuchó la voz de su abuela llamarlo desde la sala.

    —Joseph, espera un momento —El mencionado acató la orden sin rechistar, a los pocos segundos su abuela llegó con él y lo examinó de pies a cabeza—. No piensas ir así al museo, ¿verdad?

    Joseph levantó una ceja en signo de que no entendía a qué se refería la abuela Erina, ella lo notó de inmediato y continuó explicando.

    —Hoy no irás al instituto, irás al museo de reliquias antiguas.

    Está vez Joseph lo entendió todo y se examinó a si mismo rápidamente, usaba unos pantalones de mezclilla un poco viejos con botas de una baja plataforma, acompañando con una blusa blanca simplona debajo de uno de sus muchos abrigos a cuadros gris.

    —Pero abuela, no voy tan mal vestido además que es solo un museo aburrido y ya, ¡Ouch! —exclamó al sentir una leve reprimenda de su abuela, pues ella le dio un jalón de orejas con muy poca fuerza.

    —No me importa que no sea un vestuario vulgar, pero irás al museo de amigos íntimos de la familia —dijo ella con total seriedad, acomodándose sus lentes—. Deberías usar uno de los trajes de tú abuelo, te quedarán perfectamente.

    —Abuela Erina, pero la impuntualidad es mucho peor que usar una ropa poco formal, además que ellos ya son conocidos de la familia y saben que está es una reunión casual —respondió con calma para no alterar a su abuela, está dudo un momento y antes de que pudiera responderle, Joseph se dio la media vuelta y abrió la puerta—. ¡Aaah! Es tarde, debo irme ya.

    —¡Jo-Joseph!

    —Nos vemos en la cena abuela.

    Se despidió el más alto sin darle oportunidad a su abuela de responder. Está negó en desaprobación y miró a uno de los retratos en la sala, al más grande a decir verdad en donde una joven pareja posaba para el retrato, el vestido de ella y el traje de él dejaba muy en claro que se trataba de una imagen matrimonial. Acarició con cariño la joya incrustada en su collar y susurró con nostalgia

    —Oh querido Jonathan, ojalá estuvieras aquí. Podrías ayudar a nuestro querido nieto Joseph —Apretó con fuerza el collar entre sus manos hasta que un líquido oscuro empezó a brotar de su piel, ella suspiro ante el dolor y continuo—. Quizás nos ayudarias a romper está maldición que corrompe al mundo, pero ahora soy la única que apenas puede recordar. Se que vendrán detrás de mí para terminar el trabajo, pero eso no me aterra tanto como pensar que buscaran a Joseph y lo utilizaran como hicieron contigo y con nuestro hijo.

    Ella se inclinó, bajó la cabeza poniendo las manos que envolvían el collar sobre ella, su sangre oscura se derramaba a cuentagotas sobre su blanquecina cabellera pero eso no le importaba tanto a ella.

    —Últimamente he tenido malos presentimientos —continuo—. Por favor, ayuda a Joseph con la determinación de la estoica alma que le has heredado en caso de que algo malo suceda. Protégelo, querido Jonathan.
  15. .
    Un terrible estruendo se había encargado de despertar a Valt de sus sueños quien casi cae de la cama por el susto. Un tanto confundido, miró alrededor de su habitación para ver qué había pasado pero su respuesta la encontró en el exterior, donde un fuerte e inusual diluvio cubría al BC Sol y sus alrededores, quizás hasta toda la ciudad entera.

    Una rafaga de viento que se coló a su habitación le dio escalofríos; sabía que no era una buena idea ignorarlo por lo que se decidió a levantarse de una vez por todas y ponerse la ropa adecuada para comenzar con su día.

    Cuando finalmente estuvo listo pensó que quizás era buena idea intentar escuchar algo en la habitación de Shu a través de la pared, pero por más tiempo que pegó el oído y se concentró en escuchar algún sonido más no pudo conseguir nada, al parecer Shu ya se había ido de ahí.

    Resignado por este hecho, Valt pensó que era mejor tomarse las cosas con calma por el momento, no es como si hacerlo todo con tanta urgencia le garantizara que sus asuntos saldrían bien.

    <<pero estoy seguro que si fuera mi yo de 12 años en está misma situación, le habría gritado a Shu todos mis sentimientos desde ayer en la noche>>, pensó sonrojándose un tanto avergonzado, pues recordaba la imprudencia y energía que su joven yo transmitía involuntariamente.

    Se detuvo un momento a mirar su reflejo a través de uno de los grandes ventanales de la mansión y miró su semblante que irónicamente, este día se asemejaba al que poseía en aquella edad tan tierna y sonrió.

    <<aunque eso no hubiera estado nada mal a decir verdad>>, volvió a pensar antes de continuar con su marcha.

    Caminó un poco más animado y saludó con su sonrisa clásica a quien se encontrara en los pasillos, extrañando a algunos como Wakiya quien no lo había visto en días o Drum quien parecía no saber qué sucedía exactamente con él ese día, de cualquier modo no se detuvo a hablar mucho con alguno de los dos pues su objetivo era toparse con alguien más.

    Pero llegó un momento donde se distrajo por el aroma tan agradable que salía del comedor, su estómago estaba vacío ya que no había desayunado nada; afortunadamente parecía estar aún a tiempo de ir a picar algo.

    Tomó una bandeja y se dirigió con Ange quien al verlo sonrió y le hizo un comentario que lo descolocó por un momento.

    —Veo que ya estás mejor. Toma, está vez mereces el desayuno de un campeón.

    Y le dio una generosa cantidad de pan además de su desayuno habitual. Valt le agradeció y se sentó en una de las tantas mesas vacías.

    —Pero si yo ya soy un campeón —susurró para sí mismo pensando aun en las palabras de Ange, pero después no le dio más vueltas y comió todo con mucho gusto.

    Sin darse cuenta que a lo lejos estaba siendo observado atentamente; en el rostro de Free se formó una misteriosa sonrisa antes de acercarse a Valt por la espalda.

    Sin decir nada se sentó junto al de cabellos azules llamando su atención; a pesar de la intromisión tan extraña, Valt le sonrió.

    —Free, cuánto tiempo sin verte por aquí. No me digas que otra vez te fuiste a entrenar al bosque tú solo —comentó Valt a su amigo de años, este lo miró intensamente de la forma usual y asintió.

    Valt no quiso continuar con la conversación, a veces el misticismo que rodeaba a Free era un tanto difícil de manejar para él, especialmente cuando su día no era del todo bueno. En cambio prefería que el rubio le brindara alguna clase de consejo cuando atravesaba por una difícil situación, quizás era un buen momento para pedirle que le diera su opinión sobre lo que tenía planeado hacer con Shu.

    —Sabes…

    —¿Qué estás haciendo aquí?

    La pregunta tan repentina de Free descolocó a Valt quien apenas y pudo procesar la pregunta.

    —¿De-De qué estás hablando? —preguntó aun sin entender a qué se refería el rubio quien le dirigió una dura y fría mirada antes de responder.

    —¿No tenias algo muy importante que hacer hoy? ¿Por qué todavía estás evitándolo? Ya lo has hecho por mucho tiempo.

    —Espera, ¿tú cómo sabes que…?

    —Valt, no soy ciego y no es como si te conociera de hace poco tiempo. No voy a entrar en muchos detalles porque sé que si lo hago evitarás lo que es realmente importante en este momento, así que solo diré que no he sido indiferente a lo que está pasando contigo y con Shu. Me di cuenta desde el primer día que él llegó que lo evitarías a toda costa y así fue, tuve que hacer que de alguna u otra forma abrieras los ojos y te dieras cuenta de tus verdaderos sentimientos.

    Valt no comprendía bien a qué se refería Free y de cierta forma se sentía expuesto por el rubio, además de algo inseguro sobre las cosas que sugería que hizo para “hacerlo entrar en razón”; todo aquello lo inquietaba. Pero no pudo preguntarle nada antes de que lo interrumpiera nuevamente, está vez señalando hacia la puerta con seriedad.

    —Ya te lo dije, no voy a hablar sobre eso ni tampoco sobre Shu. Solo estoy aquí para que no te quedes más a perder el tiempo, quiero asegurarme que sea lo que vayas a decirle a Shu lo hagas ahora porque créeme Valt, si esperas una hora más o solo con unos cuantos minutos más que pierdas, te arrepentirás quizás por el resto de tú vida.

    El peso que Free impregnó a sus palabras caló hondo en el espíritu de Valt, quien así como dijo su rubio amigo, se levantó con un apuro casi cómico tirando cosas escandalosamente por todos lados y salió por la puerta hacia una mañana cubierta de un manto grisáceo y húmedo.

    Lo primero que hizo fue examinar rápidamente el lugar, debido al mal clima no se encontró con nadie pero aún así confió en las palabras de Free y continuó con mayor ímpetu con su búsqueda, adentrándose al bosque con pasos rápidos pero a la vez inseguros.

    Las frías y enormes gotas que se acumulaban en las hojas de los árboles caían una tras otra sin piedad sobre sus hombros, así como la tierra mojada se atoraba en las suelas de su calzado. Y aunque la situación era incómoda, no le prestaba tanta atención pues sus sentidos se agudizaron solo para encontrar a esa persona en particular.

    Y aunque pasaron varios minutos que le parecían eternos recorriendo la zona sin encontrarlo, no se estaba dando por vencido en lo más mínimo.

    <<quizás si no está aquí y regreso en estas condiciones al BC Sol me vea como un estúpido. Pero sería más estúpido que Shu si este y yo no lograra encontrarlo, además que quizás está sea mi última oportunidad para hablar con él antes de que se vaya a Japón, antes de que sea demasiado tarde>>, pensó a la par que la determinación se avivaba en su corazón, como una llama bajo esa atroz e implacable lluvia.

    Y de repente se detuvo.

    Perdió el aliento y talló sus ojos para verificar que lo que miraba no era una ilusión, pues a unos cuantos metros delante suyo estaba a quien tanto tiempo llevaba buscando.

    Shu por alguna razón, dejaba que la lluvia lo cubriera mientras admiraba el cielo, Valt tragó seco sin saber muy bien cómo acercarse al albino, hacía tanto tiempo que no se acercaba a él y hacerlo tan repentinamente le parecía casi una locura.

    Dió un par de pasos antes de que la tierra mojada junto al sonar de sus pisadas llamaran la atención de Shu. Sus miradas se encontraron una con la otra después de quien sabe cuanto tiempo; Valt solo pudo recordar hasta ese instante lo mucho que extrañaba mirar sus rojizos ojos.

    Pero inesperadamente, el albino apartó su mirada y le dio la espalda, comenzó a marcharse ante un incrédulo Valt quien antes de pensar en algo, soltó una solicitud tan desesperada que parecía más bien una súplica.

    —¡No, espera!

    Y aunque para Valt fueron inesperadas sus propias palabras, aún más lo fue ver que Shu cumplió su desesperado pedido como si nada. Su rostro se tiñó sutilmente de escarlata al caer en cuenta de todo ello y más aún, en lo que ahora tendría que hacer; más se armó de valor y no retrocedió ni un solo paso, esta era la última oportunidad que tenía y se aferraría a ella sin importar el resultado, esa era su decisión.

    —Yo… quiero hablar contigo —comenzó Valt hablando tan bajo como si susurrara, pero Shu pareció escucharlo perfectamente incluso bajo la lluvia, se dio la vuelta y lo volvió a mirar directamente; extrañamente Valt ya no se sintió tan intimidado como antes.

    —¿De qué quieres hablar?

    La voz de Shu sonaba un poco distorsionada por la lluvia por lo que Valt no pudo identificar su estado de ánimo a partir de ella, de cualquier modo no se dejó atrapar tanto por la incertidumbre y continuó.

    —Quizás es algo que tú ya sabes, pero de lo que no hemos dicho ni una sola palabra.

    La lluvia entre ambos se intensificó de una forma casi insoportable, pero aún así ninguno de ellos hizo el ademán de querer retirarse a algún lugar más tranquilo para continuar con su plática. Sabían que era una locura continuar en aquellas condiciones pero no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hablar después de tanto tiempo.

    —Sé que quizás no tenga mucho sentido comenzar por algún lado en específico, ha pasado tanto que no nos hemos dicho —mencionó Valt sonriendo de una forma un poco extraña para Shu, pero no lo interrumpió—. Pero ahora solo quiero hablar de lo más importante contigo, quiero empezar disculpándome. Lo siento mucho Shu, por todo. He sido un idiota.

    Valt miró con atención a Shu en medio de la lluvia torrencial, no pudo distinguir muy bien su rostro pues la imagen frente a él empezaba a distorsionarse por el mal clima que caía cruelmente sobre ambos y la falta de respuesta del albino comenzó a ponerlo un poco nervioso.

    —Yo solo deje de hablarte por las cosas que creí —alzó un poco más la voz que empezaba a ser ofuscada por la lluvia y continuó—. Por las cosas que vi y pensé que eran verdad pero nunca te pregunté nada de lo que estaba pasando y terminé haciéndome la imagen equivocada sobre ti. Eso debió ser muy injusto, ¿verdad? No… de hecho estoy seguro que lo fue.

    Bruscamente, la lluvia disminuyó y un manto de agua era lo que ahora los cubría, permitiendo que ambos pudieran mirarse con mayor claridad. Valt estaba pálido pues sentía mucho frío pero miraba con los ojos brillosos y esperanzadores hacia Shu, quien para su sorpresa, tenía un semblante serio pero a la vez errante pues temblaba ligeramente y sabía que no era a causa del frío; más bien parecía que en cualquier momento estallaría en cólera contra suyo.

    Pero Valt ya no estaba dispuesto a dar marcha atrás, sabía que está era su última oportunidad pues el responsable de quitarle el resto de oportunidades no sería él, sino el propio Shu en caso de que ya no quisiera escucharlo. Corrió directo hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas, un abrazo que no fue correspondido pero no quiso pensar en eso.

    <<si después de esto no volverá a escucharme, entonces no tendré otra oportunidad para decirle todo lo que siento>>, pensó cuando empezó a perder las esperanzas de salir victorioso de está situación.

    —Yo… Shu, por favor. Escúchame solo un momento por favor y si así lo quieres, nunca volveré a molestarte de nuevo.

    La desesperación del menor se transmitía en ese tembloroso abrazo, aun así el albino no hizo ningún ademán en respuesta y solo se quedó quieto; Valt continuó de todas formas.

    —E-Está bien, pensaré en eso como una señal para que siga, creo.

    Se separó con sus pocas fuerzas de aquel abrazo, junto sus manos con cierta timidez y bajo un poco la mirada antes de continuar.

    —Quizás mis disculpas no serán nunca suficientes por el daño que mi indiferencia te causó, lo sé, no son suficientes para perdonarme a mí mismo pero aun así debo hacerlo, si no lo hago entonces no puedo pedirte que lo hagas por mi. ¿Cómo sería capaz de pedirte algo que yo no puedo hacer? ¿Qué tan cobarde debería ser para pedirte eso? He sido un cobarde por tanto tiempo que ni siquiera pude reconocerme pero ya no quiero serlo más, ya no quiero seguir odiándome más por lo que soy. Shu… yo pienso que por todo lo que ha pasado entre nosotros, las personas que se han involucrado en nuestra extraña relación, por lo que yo mismo he dejado pasar entre tú y yo, no es nada más que solamente el destino quien nos dice: “No vale la pena estar juntos”.

    Después de escuchar aquellas palabras, finalmente Shu miró a Valt directamente, con la sorpresa implantada de lleno en su expresión y aquello hizo sonreír un poco a Valt, pues por un momento pensó que el albino no le estaba prestando atención.

    —Sé que has conocido otras personas, yo también lo he hecho —continuó Valt al ver que Shu no diría nada—. Y a pesar de eso, no quiero seguir asumiendo los sentimientos que has desarrollado por alguien más, pero quiero que sepas cuales son los míos.

    Se detuvo un momento, respiró pausadamente y sintió que nuevamente el suelo se abría ante sus pies; el pulso se le aceleró al ritmo de una locomotora y sus lágrimas no tardaron nada en resbalar de sus ojos, solo que estas lágrimas eran diferentes a las de siempre, no eran de tristeza como se había acostumbrado a hacer, ni tampoco de alegría como deseaba poder expresar. Su corazón se tranquilizó un poco y se recordó a sí mismo que pasará lo que pasará, estaría bien con el resultado final pues, descubrió que sus lágrimas eran el producto de la dicha de saber que no necesitaba más que este momento; lo que en verdad busco todo este tiempo no fue simplemente encontrar a Shu y decirle lo que su corazón no podía ocultar por más tiempo, en realidad también buscaba encontrarse a sí mismo una vez más, romper las cadenas de miedos y angustia que lo ataban sin tregua alguna.

    <<después de lo que pase hoy, mis decisiones ya no estarán llenas de miedo, solo seré yo otra vez sin importar nada más>>, pensó Valt con alivio.

    Luego volteó hacia Shu y con una sonrisa plena y dulce, derramó su corazón con tres palabras.

    —Te amo, Shu.

    Un pequeño y quebrado llanto que nació desde su pecho terminó muriendo en su boca, pero eso ya no tenía importancia alguna para él, ya no había sentido alguno en seguir escondiendo ni una sola emoción que sintiera. Valt ya era dichoso y libre desde el momento en que dijo aquellas palabras, aunque no por eso iba a limitarse en ellas; así que secó rápidamente con el pulgar las lágrimas que había derramado y miró a Shu con todo el afecto que profesaba su corazón.

    —No sé qué pasará después de esto pero ya no me importa, no me importa si ya no piensas en mi siquiera de una forma amistosa y si tienes a alguien más en tú vida, lo que te estoy diciendo aquí y ahora es la verdad que nadie puede negarle a mi corazón. Shu, desde hace tiempo que nos conocemos, no sé exactamente cuándo fue que empecé a dejar de verte como un amigo y desee ser más, desee que me miraras de la misma forma que yo te miro pero nunca estuve seguro de que eso pasaría. Pero ni siquiera esas dudas fueron capaces de detener estos sentimientos que crecen en mi porque aunque no lo creas, así es Shu, siguen creciendo a pesar de todo lo que ha sucedido. Te amo más de la última vez que te vi en Japón, te amo más que ayer y cada minuto sigo amándote más; fue este amor mudo el que hizo crecer otras emociones oscuras que no había experimentado jamás.

    En todo el tiempo en que Valt derramaba su corazón frente a Shu, este no dejaba de mirarlo de una forma severa y extraña a lo cual Valt no fue indiferente. Pero eso no era suficiente para detenerlo aunque sí para intimidarlo.

    —Seguro que te debo resultar desagradable después de esto.

    Valt desvió la mirada avergonzado y con una extraña sensación parecida al arrepentimiento naciendo en su pecho, dió un paso hacia el costado y terminó cortando el contacto visual con Shu. Quizás el deseo de salir corriendo de ahí empezaba a ser más creciente en todo su ser, pero nuevamente reafirmó su valor y se quedó hasta que dijera todo lo que tenía por decir.

    —Perdóname por hacerte pasar por esto, prometo no tardar mucho a partir de ahora —suspiró profundamente antes de continuar—. Solo quería que supieras mis razones de ser, el porqué de mi actuar, no soy un ser espontáneo y cruel como seguramente he estado actuando en estas semanas. Solo fui un chico confundido y asustado por que el mundo se me cayera encima, escape de mi tanto tiempo pero ya no más; ahora he dicho lo que quería que supieras. Una razón tan sencilla como amarte en silencio fue la que terminó llevándonos al borde del desastre.

    Con toda su fuerza de voluntad, el de cabellos azules se recompuso un poco y terminó haciendo una reverencia frente a Shu a la vez que recitó en voz alta.

    —¡Lo siento! —Su corazón tembló como una gelatina a punto de derretirse cuando dijo aquello—. Nunca fue mi intención amarte como lo hago ni distanciarme por las terribles emociones que llegaron después.

    Un largo silencio que ni siquiera la lluvia al caer pudo cortar, se presentó entre ambos. Valt se rehusaba a levantar la mirada y afrontar nuevamente a Shu, pues no le temía a que el albino lo mirara con odio o repudio. A lo que verdaderamente le tenía miedo es que Shu continuará con esa faceta indiferente incluso después de desnudar su corazón como nunca antes lo había hecho; era como si le dijera que ya nada de Valt le importaba en absoluto y eso sería realmente doloroso.

    Para su sorpresa, sintió una mano sobre su hombro que lo obligó a erguirse para después, verse envuelto en un abrazo cortesía de Shu. Su impresión fue tan grande que no pudo corresponder y solo levanto un poco los brazos.

    —¿Q-Qué…? No en-entiendo.

    Pero parecía que sus palabras no fueron escuchadas, pues no hubo una respuesta a ellas. Una vez que Valt razonó que lo que sucedía era un acontecimiento más que real, finalmente pudo corresponder con cierta timidez el abrazo en el que se vió envuelto.

    <<Él sigue… oliendo tan bien, incluso bajo la lluvia>>, fue un pensamiento que involuntariamente se manifestó. Sintió como su corazón lo traicionaba, ya que golpeaba fuertemente contra el pecho de Shu; sabía que el albino podía sentirlo perfectamente y ese pensamiento solo terminó por avergonzarlo.

    —Valt, ¿por qué me dices esto? —preguntó finalmente Shu, a lo que el mencionado salió de su ensoñación repentinamente.

    —¿Por qué? —Aoi se lo pensó brevemente, pero fue solo eso y respondió—. Porque era injusto sentir algo por ti sin decírtelo, era injusto arrastrarte al final de una relación sin explicarte como me sentí todo este tiempo, tenía tantos celos e inseguridades que no sabía cómo procesar y que provocó todo esto llevándonos a este terrible final.

    —¿El final? —preguntó Shu separando a Valt del abrazo, este último no se atrevió a levantar la mirada—. ¿Para ti esto es el final de nuestra relación?

    —Me gustaría pensar que no lo es —soltó con sinceridad y cierta timidez, era normal para el estar nervioso en una situación así.

    <<si no mal recuerdo, creo que este es el primer abrazo que me da>>, pensó avergonzado y un poco confundido, ¿Acaso era una buena señal después de todo?

    Shu se separó del abrazo después de un rato y miró a Valt de una forma que el de cabellos azules no podía entender del todo; parecía estar algo serio y justamente ese era el problema, no había visto a Shu así de relajado.

    —Uuh Shu, ¿estás bien? —preguntó el menor ciertamente alarmado por la actitud de Kurenai, no es que le desagradase por completo pero era algo que no esperaba ver en está conversación.

    —¿Qué si estoy bien? —Está vez habló Kurenai a Valt mientras le brindaba una dulce sonrisa que aceleró el pulso del menor, no entendía si por la sorpresa de verlo así o por el flechazo que sintió en su corazón—. Creo que no puedo estar mejor que ahora.

    Shu está vez llevó su mano a la mejilla de Valt y acarició delicadamente con la yema de sus dedos su piel. Lentamente acercó su rostro al del apellidado Aoi quien se estaba convirtiendo en gelatina humana debido a todos esos gestos, su cuerpo no pudo soportarlo más y terminó por empujar al albino.

    —¡¿Q-Qué?! Es-Espera u-un ¡Espera un segundo! —Apenas y pudo articular la solicitud que su propia voluntad lo obligaba a decir—. ¡¿Qué diablos está pasando?!

    Una vez que se separaron de aquel momento tan íntimo, Valt sintió que su cabeza hervía de la vergüenza y la impresión, definitivamente no esperaba aquella respuesta de Shu que más que aclarar lo que quería, terminó confundiéndolo más . No es como si odiara la idea de tener un contacto así de cercano con Shu o mucho menos, solo que no estaba mentalmente preparado a que algo así ocurriera de verdad, en la vida real; mucho menos si había llegado ahí con la idea de fracasar de manera estrepitosa.

    Valt miraba hacia el suelo mientras su mente seguía engullida en un huracán de aturdimiento cuando repentinamente escuchó una risa familiar pero poco usual, alzó la vista hasta encontrarse con su acompañante quien lo miraba de una forma tan tierna y cariñosa que el Aoi ya no pudo soportar.

    —¿Crees que esto es gracioso? No entiendo que pasa y solo te ries —reclamó en un tono poco serio el menor, eso solo sirvió para que Shu se soltara en más carcajadas.

    El albino rió un poco más, sabía que si continuaba en ese camino probablemente Valt se molestaría con él y eso era lo que menos necesitaba ahora. Por lo que de forma algo forzada tosió para romper ese ciclo de carcajadas y después de algunos segundos, finalmente pudo controlarse y mirar a Valt cuyo rostro era un desastre escarlata; el detalle de sus labios fruncidos hacia abajo y los ojos apretujados ligeramente solo lo hacían más adorable.

    —Lo siento Valt, es que con todo lo que ha pasado últimamente pensé que sería yo el que iría corriendo hacia ti a explicarlo todo.

    Está vez el de ojos marrones pudo dejar de lado su bochorno personal para prestar atención a lo que decía Shu, aunque ciertamente sentía su rostro aún caliente.

    —¿Tú? ¿Explicarme a mi?

    —Si, justo como escuchas —respondió el albino aun con una ligera sonrisa en el rostro—. Ayer pensé algunas cosas y quise tener una última charla contigo.

    La mirada de Valt se iluminó con un tierno brillo, eso solo motivó más a Shu a continuar. Este sería su turno.

    —Valt, también pase por muchas cosas debido a este sentimiento pero principalmente, debido a mi. Verás, desde casi siempre fui una persona insegura que a veces no podía confiar ni en su propio juicio; puedo decir sin duda alguna que tú has sido el primer amigo de verdad que he tenido y has sido la única persona con la que más me he sentido seguro de estar.

    La lluvia que caía sobre ellos empezó a hacer mella en Valt pues, los estornudos que soltó interrumpieron a Shu quien sonrió y propuso a Valt ir a refugiarse debajo de algún árbol.

    —Con una lluvia tan tenue es prácticamente improbable que nos caiga un rayo —explicó Kurenai a Valt ante su expresión de preocupación; por ese leve momento ambos sintieron que estaban sincronizados casi perfectamente.

    El menor se apegó lo más que pudo al tronco del árbol, buscando atrapar un poco del calor que tenía la superficie sobre su espalda y termino relajándose por un breve momento. De alguna forma, el estrés de las últimas semanas disminuyó considerablemente desde que se había confesado a Shu, incluso si aún no tenía una respuesta concreta del mencionado. Se dio cuenta de eso cuando sus párpados empezaron a cerrarse con más frecuencia cada vez, pero dejó que la confusión vivida hace unos instantes lo mantuviera despierto.

    No paso más antes de que Shu retomara la conversación.

    —Valt, lamento precipitarme de esa forma hace un rato —se disculpó sinceramente mientras que el mencionado dio un pequeño salto de la impresión, pero no pudo verlo directamente ya que no se dio cuenta hasta este momento que Shu también se había recargado en el árbol y parecía estar un poco retirado de él.

    —No te disculpes, es decir, no es como si me hubiera molestado eso… —susurró bajo pero de alguna forma supo que Shu lo escucho perfectamente, así que rápidamente continuo—. Pero me asuste un poco, quiero decir, no se que es lo que verdaderamente sientes o qué planeas hacer con lo que te dije. Quizás es desesperante para ti el tener que aclararme las cosas pero quiero estar seguro de que, bueno… estamos bien.

    Un baho poco visible salió de las fauces de Shu que Valt apenas pudo distinguir a su derecha y por fin pudo ubicar al albino, sonrió al tener la seguridad de no estar solo.

    —Hace un tiempo tuve un amigo —habló Shu en un tono sereno—. Fue una persona en la que me apoye cuando parecía no haber nadie más y me hacía sentir bienvenido a cualquier lugar al que fuera. Era un rostro familiar para mi que un día, simplemente y sin avisar, el tiempo se llevó al punto en el que no podía recordar ni su nombre; después de él volví a estar solo por mucho tiempo y llegué a pensar que no podría volver a tener amigos.

    —Shu, no sabía nada de eso; lo siento muchísimo —dijo Valt lamentándose por el susodicho a lo cual, este sonrió.

    —No debes disculparte Valt, después de todo no es culpa de nadie, además que tú volviste a darme esa confianza cuando nos conocimos —El de ojos marrón guardó silencio mientras sentía cierta emoción y curiosidad por las palabras de Shu—. Estaba un poco molesto por tú imprudencia y por la poca madurez con la que actuabas, ya sabes, eres un poco infantil.

    —Si, si, ya entendí —se quejó Valt cruzándose de brazos, molesto por las palabras de Shu mientras este reía un poco.

    —Perdón, no es para ofenderte pero es que eso pensaba de ti aunque claro, eso cambió radicalmente —Llevó una mano a su pecho inconscientemente y siguió—. Me brindaste una amistad sincera que no pude negar y nuevamente me hiciste sentir bienvenido, luego hice más amigos y me di cuenta que al poco tiempo, tú empezaste a ser más querido que los demás, eres más especial de lo que llegue a imaginar que serías y no me desagrado la idea de que tú y yo estuviéramos juntos.

    Valt llevó ambas manos a su rostro completamente avergonzado, no podía creer la facilidad en la que Shu admitía aquellos sentimientos como si fuera de lo más normal mientras que él batalló por un largo tiempo en aceptar todas las emociones que el amor implicaba.

    —Pero me deje llevar por mis inseguridades del pasado, no es algo de lo que uno se deshace tan fácil por más que lo intentes. Te aleje por mi miedo a fracasar nuevamente en una relación con alguien y entonces decidí renunciar a poder tener algo contigo; renuncié a ti incluso antes de intentarlo porque el cariño que te tengo es tanto que no puedo retenerte en una situación confusa y difícil como la que vivías conmigo alrededor, por eso estoy dispuesto a dejarte marchar si lo deseas.

    —Shu…

    —Valt, por más que me lastime a mi mismo con mis dudas e inseguridades y por más que el resto del mundo me diga que no hay necesidad de hacerlo, me cuesta trabajo aceptarlo por más que lo intento día a día. No quiero arrastrarte conmigo por este camino en el que dudo de mi mismo constantemente y con eso, también dudo de los demás, fue algo que note hace poco y se que debo trabajar más en ello incluso si debo dejar a las personas que amo atrás —El albino sonrió ligeramente y miró a Valt con dulzura y un deje de tristeza—. De la única cosa que estoy seguro es que estoy perdidamente enamorado de ti, tanto que estoy dispuesto a separarte de mi vida con tal de que tú seas feliz. No importa si el destino no quiere verme contigo, estoy seguro de que este amor que siento nunca se marchitara.

    —Pero Shu, ¿cómo puedes creer que estar lejos de ti va a hacerme más feliz? —exclamó el Aoi separándose del árbol y buscando al albino, no tardó nada en tomarlo fuertemente de los hombros y mirarlo directamente, con toda la decisión que su alma podría reflejar en sus ojos—. ¡Tú eres importante para mí! Te lo dije, te adoro ¡Te amo! No importa que cosas estúpidas digas o pienses, eso no va a cambiar en mi corazón y solo puedo amarte más; incluso si “me dejas marchar” como tanto dices, yo nunca dejaría de amarte con cada día que pases lejos de mi. Sé que no podría llegar a ser la pareja perfecta, ya cometí muchos errores incluso antes de empezar, pero pienso que si yo te amo a ti y tú me amas a mi entonces no hay ninguna razón para renunciar a nosotros, solo puedo pensar en que nada nos haría más felices que estar juntos.

    Shu abrió ampliamente los ojos, sorprendido por las palabras de Valt y recordó aquella vez que le abrió su corazón por primera vez, cuando se volvieron amigos. La determinación en Valt y sus palabras donde no había rastro de mentira alguna ablandaron tiernamente su corazón, recordó que quizás ese fue el momento en que empezó a amar a Valt sin darse cuenta y sonrió, conteniendo algunas lágrimas lo mejor que podía.

    Por otro lado, Valt miró a su acompañante con una expresión melancólica pero ciertamente esperanzadora mientras miraba al albino quien le ofrecía una sonrisa tan reluciente que impregnó de cariño su corazón. Se acercaron atraídos como los polos opuestos de los imanes y sus miradas se perdieron en la del otro, apreciando lo que parecía ser un nuevo universo nacer en esa conexión.

    Ambos reconectaron en esas miradas, recordándose mutuamente en los viejos tiempos y en los momentos difíciles más recientes-, se enamoraron otra vez en esos segundos y lo sabían perfectamente. Una conexión como la suya era única en su tipo.

    Valt no pudo contenerse más y derribó al albino justo como el día en que se hicieron amigos, solo que está vez ambos no podían dejar de mirarse y sus movimientos estaban sincronizados. Los brazos del de mirada marrón se posicionaron a los costados de Shu, sus piernas se entrelazaron y compartían la misma respiración, sin darse cuenta que estaban ensuciándose en el suelo barroso.

    El menor no perdió más el tiempo y regalo un pequeño y tímido beso que Shu no pudo corresponder por lo rápido que fue. Valt se refugió en su pecho de una forma casi infantil y el albino notó que sus orejas estaban rojas de la vergüenza; luego sintió unos golpes delicados en las costillas y eso lo obligó a retorcerse un poco.

    —Espera, ¿ahora que haces? —preguntó Shu riendo ligeramente, Valt era aún más adorable de lo que recordaba, o quizás así lo veía desde que admitió su amor.

    —No es justo que digas cosas tan cursis y que me hagas a mi decirlas, no va con nosotros y eso es tan… ¡Agh, no se como decirlo! Creo que me hace querer callarte de una vez por todas.

    —¿Y por eso me besaste? —preguntó Shu en tono malicioso a lo que Valt lo miró con incredulidad y siguió golpeándolo en las costillas un rato más. El albino no perdió más el tiempo y alzó los brazos para envolver a Valt en ellos acercándolo más, luego susurró inaudiblemente—. Aun me falta mucho por aprender.

    Después ambos se relajaron, con la lluvia aun golpeándolos ligeramente y el lodo ensuciándolos por todos lados envolviéndolos en una situación donde no podían sentirse con mayor plenitud.

    Sus respiraciones compaginadas aumentaron la unión entre ambos, Valt alzó la mirada hacia Shu quien se separó un poco y preguntó.

    —¿Quieres acompañarme a seguir amándonos a pesar de todo?

    Los ojos de Valt se cristalizaron al escucharlo, no era la declaración que se imagino todo este tiempo pero no podía pensar en una forma más perfecta de describir los esfuerzos que ambos habían hecho para llegar hasta aquí. Aún tenía dudas sin aclarar pero si Shu le hacía aquella pregunta de esa forma tan estoica, entonces sabía que todo estaría bien, ellos estarán bien.

    Asintió felizmente y se abrazó a Shu nuevamente, oliendo su aroma sin culpa ni tristeza en el corazón; por su lado el albino correspondió disfrutando de la compañía y seguridad que Valt le brindaba.

    Ambos se miraron a los pocos segundos, siendo arrastrados por el mar de sus corazón hasta que sus labios se juntaron torpemente, pero encajando a la perfección una y otra vez dejándolos sin aliento ante la dicha de estar con la persona que más amaban en el mundo.

    Sin darse cuenta del todo, las cosas habían empezado a calentarse un poco entre ambos cuando entre besos, las manos de Valt se enredaron en los cabellos de Shu y este juntaba las caderas del contrario con las suyas. Pero la lluvia nuevamente arrecio sobre ambos cortando de golpe el momento.

    Se miraron sorprendidos por el diluvio pero rieron y se separaron al momento, el de mirada marrón ayudó al de mirada carmesí a ponerse de pie y comenzaron una caminata con rumbo al BC Sol, está vez juntos como nunca antes habían hecho.

    —Veo que no podremos estar en paz por un largo rato —comentó Shu a lo que Valt rió un poco avergonzado por el poco recato que habían mostrado.

    —Por cierto, ¿qué hacías aquí bajo la lluvia? —preguntó el menor, curioso por la forma tan extraña en la que encontró a su ahora, pareja.

    —Te estaba buscando —respondió Shu confundiendo a Valt quien lo miró extrañado—. Me encontre con el idiota de Free y me dijo que me estabas esperando en el bosque, ahora pienso que no debí creerle nada.

    —¿En serio él dijo eso? —preguntó Valt incrédulo, más procesó la información que Shu le soltó y preguntó algo más—. Espera, si me estabas buscando en el bosque, ¿Por qué me evitaste cuando te encontré?

    Shu miró hacia el frente con su mirada seria de siempre y respondió con simplicidad.

    —Estaba enojado contigo, me dejaste esperando casi una hora.

    Valt se indignó un poco, él no sabía que Shu estaba afuera después de todo y ahora dudaba un poco sobre la confianza que había depositado en Free, luego se dio cuenta de algo más.

    —¿No te agrada Free? —cuestionó el menor con curiosidad, Shu negó sin pronunciar nada más—. Vaya, veo que me he perdido de algunas cosas… ¡Achu!

    Shu lo examinó brevemente y notó algunas cosas que no había hecho antes, como las marcadas ojeras bajo sus ojos o la piel un poco pálida de Valt.

    —¿Estás enfermo?

    —Si, aunque pensé que ya me había recuperado —respondió Valt acurrucándose sin vergüenza alguna hacia Shu como un polluelo.

    —Creo que no eres el único que se ha perdido de algunas cosas —susurró Shu con una sonrisa

    El BC Sol no estaba muy lejos de ellos, fue cuando Valt asintió y respondió.

    —Así es, ¡pero no hay problema! Tenemos mucho tiempo para hablar sobre eso.

    El albino se detuvo cuando Valt dijo aquello, este lo miró confundido.

    —Respecto a eso… no creo que se vaya a poder.



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    Wakiya miraba con desesperación la ventanilla de su jet privado que aún esperaba en la pista del aeropuerto las indicaciones para despegar. Después de todo lo que había sucedido lo que más quería era marcharse de España y no mirar atrás en un buen rato, aún recordaba como su primer equipo internacional, Sunbat United, había reaccionado a la cancelación de su visita con Shu; le prometieron que cuando volviera a ese lugar lo iban a recibir como nunca antes lo habían recibido, claro que con un tono malicioso de por medio.

    Pero eso no era lo único que lo desesperaba por marcharse, pues apenas llevaban treinta minutos sobre el jet y este ya era un desastre, pues cierto par decidieron acompañarlos de último momento y no dejaban de gritar y molestar como unos maniacos.

    —¿Ya vamos a llegar? ¿Cuánto más falta? ¿Podemos hacer paracaidismo en Japón para aterrizar? ¡Mira, un ave se paró en el motor!

    Ese era Drum, quien sin vergüenza alguna pateaba su asiento desde la parte de atrás y hacía mil preguntas y observaciones absurdas; por otro lado estaba Aiga quien no dejaba de quejarse y hacer sonidos repulsivos a su parecer.

    —¡Guácala! Que asco, ¡Blah! ¿Qué no hay nadie más a quien eso no le de ganas de vomitar?

    El castaño señaló con un rostro de completa desaprobación hacía los asientos frente a ellos donde se hallaban un Shu y Valt mirándose con mucho amor, a la vez que recitaban entre ellos piropos y sobrenombres acaramelados.

    —Estoy muy seguro de que "nubecita" queda más contigo —dijo Valt en un puchero un poco infantil, Shu río un poco con aquello y revolvió sus cabellos con cariño.

    —Está bien, está bien. Pero en ese caso tú debes ser el cielo en el que andaré hasta el final.

    —Shu —dijo el menor conmovido y una vez más se perdieron en la mirada del otro antes de que empezarán a besarse. Aiga volvió a hacer más ruidos de asqueo, aunque eso claramente no los detuvo.

    —¡Oh por dios! En serio, ya deténganlos, me caían mejor cuando no se hablaban y se peleaban —rogó el castaño a un Wakiya que a este punto, sentía que se moría del estrés.

    —¡Es suficiente! —exclamó el rubio llamando la atención de todos, se puso de pie y se sobó un poco el entrecejo—. Iré con el piloto a ver porque aún no despegamos.

    Después de que el rubio se retiró, los presentes guardaron silencio un momento.

    —Tal vez sea cierto y estamos siendo un poco empalagosos —comentó Valt a Shu quien se alzó de hombros y no dijo más, pronto Valt recordó algo y tomó a su novio del brazo—. Oye, olvide preguntarte antes por organizarme para mí regreso inesperado a Japón, pero ¿Terminaste con Cris antes de que nos confesáramos?

    Drum y Aiga pusieron más atención a lo que Valt decía y a la pronta respuesta de Shu, este miró a su pareja un largo rato antes de responder.

    —No sé de qué hablas.

    —¿Eh? —preguntaron los demás presentes al unísono, Drum fue el primero en explicar.

    —Ya sabes, saliste en una cita romántica con ella el otro día, iban en limusina y todo.

    —Así es, además que nadie te reprocharía intentar alejarte de Valt en ese momento, era más lento que un caracol para actuar. A cualquiera sacaría de quicio —agregó Aiga con más seriedad de la necesaria ganándose una mirada indignada del Aoi.

    Shu se lo pensó un rato, recordando el día al que se referían y respondió.

    —Si, fue una cita romántica pero no acepté ser nada más que amigos, además que no lo planeé, ella me abordó y no me dejó escapar.

    Ante la explicación tan plana de Shu fue casi imposible que alguno de ellos refutara algo, así fue hasta que Valt volvió a hablar.

    —¿Es decir que siempre me estuviste esperando? —preguntó el menor con ilusión, casi salían chispas de sus ojos por lo conmovido que lucía.

    —Así es, incluso cuando intentaste causarme celos con Shasa —respondió Shu con su rostro casi inexpresivo de siempre a lo que Valt fue quien se confundió esta vez.

    —¿Causarte celos con Shasa? Nada de eso, ese fue solo un muy feo y muy desagradable malentendido —Se explicó el menor con un sonrojo en el rostro.

    —Estamos a punto de partir —anunció Wakiya al salir de la cabina del piloto, el señalamiento de abrocharse los cinturones se iluminó a lo que todos acataron la orden—. Será un viaje un poco largo así que ya dejen de molestar, yo me voy a dormir.

    Valt miró a su amante con una sonrisa, este le regresó el gesto y ambos terminaron acurrucándose después del despegue.

    —Sé que tal vez no sea necesario, pero quiero aclararlo todo. No pienso dejar los cabos sueltos entre tú y yo —dijo Valt decidido a lo que Shu asintió.

    —Si así es como lo deseas por mi está bien, haré lo mismo Valt y te lo contaré todo; incluso lo de mi viejo amigo que me apoyo en los tiempos más difíciles, el amigo que tuve y que me enseñó lo que es amar.

    Tocó con la punta del dedo la nariz de Valt quien lo miró un poco confundido pero intrigado, luego sonrió y empezaron a relatarse todo lo que les había sucedido desde su separación hasta ese momento. Mientras que Wakiya se quejaba por el escándalo que Drum y Aiga comenzaron a hacer alrededor de la "pésima" comida que ofrecía el jet.

    Un nuevo destino los aguardaba, uno que ellos escribirían y se abrirán paso del triste destino del que lograron salir.
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