Posts written by LoveJunjouRomantica95

  1. .
    Aayyyy pobre Misaki 😭😭😭😭

    Qué duro todo para él ☹️☹️

    Espero que no le dejen solo ni un momento y que le cuiden mucho!

    Síguelo pronto! 🙏🏻

    Besos 😘😘
  2. .
    Me alegro que te haya gustado Oda_Ritsu 🙈🙈

    El final es triste, lo sé... Pero tenía que ser así ☹️☹️

    Por suerte, Misaki siempre tendrá algo que le recuerde a Akihiko ♥️

    Gracias por leer

    Besos 😘😘😘😘😘

    QUOTE (Anne onodera takano @ 29/12/2019, 09:44) 
    Espero que te vaya bien y puedas publicarla aquí. Estaré esperando ambas.

    Sii acabaré publicándola aquí 🥰🥰

    Quiero ver tu opinión😊

    Besos 😘😘
  3. .
    Aayy me alegro que te haya gustado!!! 🥰🥰

    Tenían que haber quedado juntos, pero es que la historia debía terminar así. Al fin y al cabo, empezó siendo un drama 🙈🙈

    Pero de verdad me encanta que te haya gustado 😊♥️

    Pronto retomaré entre el fuego y el hielo, que está demasiado aparcado.. 😂
    Y ahora estoy empezando una historia de Fuyuhiko x Misaki que he publicado en Wattpad, y que si va bien, publicaré aquí 😏

    Besos 😘😘😘
  4. .
    Epílogo

    Habían pasado cinco semanas desde que Misaki cumpliese su amenaza, y lograse hundir la reputación de su antiguo manager.
    Hiroki se ofreció a ser él mismo quien lo representase, pero el castaño rechazó la oferta, pues había decidido abandonar su carrera musical definitivamente, y eso sería lo que haría. Seguía gustándole cantar, por supuesto. Pero Misaki sentía que, sin Akihiko en su vida, ya no merecía la pena dedicarse a ello.
    Lo que sí hizo el castaño, fue terminar de escribir y componer la canción que Akihiko dejó a medias antes de morir.
    Y la cantaría esa misma noche, en un tributo a su marido que se celebraría en el auditorio Suntory Hall, y que sería su despedida de los escenarios.

    Pero eso no era lo único que había ocurrido en ese pequeño lapso de tiempo, pues desde hacía aproximadamente dos semanas, Misaki había empezado a sentirse fatigado, y más cansado de lo normal. Además, despertaba cada mañana con náuseas, y la mayoría de las veces, vomitaba cualquier cosa que hubiese ingerido. Eso cuando comía, porque llevaba días sintiendo verdadero asco al olor de algunas comidas en concreto, y se negaba a comer.
    A todo esto debía sumarle que notaba sus pechos algo más hinchados y sensibles que de costumbre, y que sentía su abdomen levemente endurecido, dándole aveces ligeros calambres.
    Otra cosa que había experimentado Misaki, eran cambios de humor exagerados, pasando de la tristeza al enfado con extrema facilidad.

    Y no sólo el castaño había notado esa clase de cambios, pues Hiroki, Nowaki y el mismo Takahiro, cuando iba a visitar a su hermano, habían sido testigos de las veces en las que Misaki se encerraba en el baño cuando le atacaban las náuseas matutinas, o de las muchas veces en que tenía que salir corriendo para vomitar durante la hora de la comida.

    Aquella mañana, mientras desayunaban, Nowaki y Hiroki volvieron a hablar de los extraños y repentinos síntomas que estaba experimentando Misaki, quien nuevamente había salido corriendo hacia el baño, a causa de las náuseas que había sentido al probar las galletas de canela que siempre solía desayunar.

    —Es algo muy extraño...— comentó Nowaki confundido— Es como si Misaki estuviera...— se calló antes de continuar la frase, pensando en que era una tontería.

    —¿Como si estuviera qué, Nowaki? ¿Qué ibas a decir?— preguntó Hiroki, deseando saber si su novio tenía la misma teoría que él acerca del estado de Misaki.

    —Como si Misaki estuviera... Embarazado de Akihiko— contestó el ojiazul. El castaño comprobó que ambos pensaban igual.

    —Yo también pienso eso— afirmó el manager removiendo su café con la cuchara, mirando fijamente la puerta por la que había desaparecido el ojiverde.

    —¿Y si lo está?— preguntó retóricamente Nowaki, captando toda la atención de Hiroki— Hiro-san, ¿imaginas el milagro que sería que Misaki estuviese esperando un bebé de Akihiko?— amplió la pregunta, haciendo sonreír a su pareja con nostalgia al recordar a quien fue su mejor amigo.

    —La verdad es que sería genial— contestó el mayor pensándolo detenidamente— Con lo mal que lo está pasando el pobrecito, estoy seguro de que tener ese vivo recuerdo de Akihiko le haría muy feliz— añadió pensando en la tristeza de Misaki cada vez que alguien mencionaba, o él mismo se acordaba de su marido.

    —Pues comprobémoslo— dijo Nowaki. Hiroki le miró con cara de poker— Tengo un amigo obstetra que podría recibirlo en su consulta esta misma tarde— aseguró emocionado con la idea de que su amigo le diese un sobrino.

    —Muy bien... ¿Y me puedes explicar con qué excusa vamos a sacar a Misaki de casa esta tarde?— preguntó Hiroki sin entender cómo lo harían sin que fuese traumático para el ojiverde— ¿Qué le vamos a decir? "Misaki, te llevamos al médico porque sospechamos que podrías estar embarazado de Akihiko" ¿Eso le vamos a decir? ¿Y si resulta que no lo está, y lo único que hacemos es crearle falsas ilusiones?— añadió el castaño mayor, preocupado por el estado de ánimo del cantante. Nowaki sonrió, pareciéndole sumamente tierno que su novio se preocupase tanto por Misaki.

    —No es necesario darle tantos datos— contestó el moreno con naturalidad— Simplemente le diremos que nos acompañe al médico porque creemos que pueda estar incubando un virus estomacal. Así de sencillo— explicó, logrando convencer a su prometido.

    Antes de que Misaki volviese, Nowaki le pidió cita para esa tarde a su amigo Tsumori, el cual le hizo un hueco en su agenda para las 16:00.
    Tras esto, algo más aliviado, el castaño volvió al comedor para intentar seguir desayunando, sin conseguirlo al atacarle otra vez las náuseas.

    A las 16:00 de la tarde, habiéndose creído Misaki la excusa que Nowaki y Hiroki le habían puesto para llevarlo al médico, los tres amigos se hallaban ya dentro de la consulta del doctor Tsumori.

    —Muy bien, Misaki... Cuéntame, ¿qué te duele?— preguntó el rubio de forma rutinaria, estando casi seguro al 100%, guiándose por lo que Nowaki le había dicho, de que el castaño estaba embarazado.

    —En realidad no me duele nada. Lo que sí siento, es que estoy más fatigado de lo normal, como si corriese una maratón diaria, ¿sabe?
    Pero lo que más me preocupa, es que, desde hace dos semanas, todas las mañanas me levanto con náuseas, y vomito casi todo lo que como. Además, he notado que últimamente tengo los pechos ligeramente más hinchados, y que si los toco, me duelen— explicó Misaki sin saber a qué se debía todo aquello— ¿Qué cree que pueda ser, doctor?— preguntó preocupado.

    —No lo sé con exactitud, Misaki. Pero enseguida lo averiguaremos— contestó con el diagnóstico casi seguro en mente— Ahora necesito que te tumbes en esa camilla, te bajes ligeramente el pantalón, y te descubras el vientre, por favor— pidió. Extrañado, el joven castaño hizo lo que el médico le dijo. Nowaki y Hiroki observaban la escena con emoción e inquietud, deseosos de saber si Misaki tenía, o no, en su vientre un bebé de Akihiko.

    Cuando Misaki estuvo tumbado en la camilla, Tsumori encendió el ecógrafo, y le echó un frío gel en el abdomen antes de pasarle el transductor por la zona. El ojiverde no pudo evitar sobresaltarse al sentir aquel gel esparcirse por su vientre. Tsumori miraba la pantalla con una sonrisa, algo que no pasó inadvertido para Misaki, que se confundió aún más al ver aquella mueca.

    —¿Qué tengo, doctor?— preguntó nervioso.

    —Es justamente lo que yo pensaba...— aseguró— Enhorabuena, Misaki... Estás embarazado— contestó el rubio alegremente— Te presento a tu futuro bebé— añadió volteando la pantalla para que el castaño pudiese ver la imagen de su, todavía, diminuto hijo.

    Nowaki y Hiroki se abrazaron, ilusionados con la noticia de que el castaño les fuese a dar un sobrino. Misaki, en cambio, se echó a llorar por la mezcla de emociones en su interior. Por una parte, se sentía triste por no poder compartir aquella experiencia con Akihiko. Pero por otra parte, se sentía muy feliz de que el peliplata hubiese dejado en él ese maravilloso regalo, que era como un pequeño milagro.

    —¡Felicidades, Misaki!— exclamó Nowaki abrazando al castaño con toda la delicadeza del mundo, como si temiese que se fuese a romper si lo abrazaba demasiado fuerte.

    —¡Qué maravillosa noticia, Misaki!— afirmó Hiroki besando la mejilla del ojiverde con entusiasmo— ¿Estás contento?— preguntó al verlo llorar, y no saber si era de alegría o de tristeza.

    —Sí, estoy muy feliz— contestó de forma sincera, sin dejar de mirar embobado cómo se movía su chiquitín cada vez que Tsumori deslizaba el transductor por su vientre— ¿De cuántas semanas estoy, doctor?— preguntó para comprobar si sus cálculos eran correctos.

    —Estás de unas... Ocho semanas. Felicidades otra vez, Misaki— respondió amablemente— Ten, límpiate el gel, colócate la ropa y siéntate frente a mi escritorio, voy a buscarte el ácido fólico para que empieces a tomarlo cuanto antes— explicó yendo hacia un pequeño armario en el que había varios medicamentos.
    El castaño sin poder dejar de sonreír, hizo lo que Tsumori le dijo, y se sentó en uno de los sillones que éste le había indicado, sin quitar la mano de su vientre. Nowaki y Hiroki miraban esto enternecidos— Ten, Misaki— dijo dándole el ácido fólico— Debes tomar cuatrocientos microgramos todos los días, desde esta misma noche— indicó— Y ya sabes... Descansa, nada de emociones fuertes, y controla los alimentos que comes, pero come bien. Una buena dieta es fundamental para que el bebé salga adelante— añadió. Misaki asintió, prometiendo seguir todas aquellas recomendaciones, pues lo último que deseaba en su vida, era perder al milagro que llevaba dentro de su cuerpo—
    Te veré dentro de cuatro semanas, para hacer la siguiente ecografía, y controlar cómo avanza el embarazo— dijo apuntándolo en su agenda.

    —No se preocupe, doctor. Misaki cumplirá a rajatabla todos sus consejos— aseguró Nowaki con una sonrisa alegre.

    Al ver que el castaño no contestaba, y sólo se dedicaba a mirar, y acariciar su, todavía plano vientre, Tsumori volvió a hablar.

    —Misaki, no le busques más explicaciones a lo que te está sucediendo. Es un precioso regalo que Akihiko dejó en ti antes de partir, para que siempre tuvieses un recuerdo de él— explicó cariñosamente. Como era de esperar, el doctor Tsumori sabía perfectamente quién era su paciente, y con quién estuvo casado hasta hacía dos meses— Es... Como un milagro. Un milagro fruto del amor tan grande que Akihiko y tú os teníais cuando él vivía— afirmó con ternura. Al ver que Misaki agachaba la mirada, continuó— Y el amor que tú siempre le profesarás— añadió sabiendo que aunque el peliplata hubiese muerto, el ojiverde no dejaría de amarlo jamás. El cantante asintió, y tras esto, los tres amigos abandonaron la consulta del obstetra.

    A las 20:00 de la tarde, cuando Misaki ya se encontraba en el Suntory Hall, preparado para salir a cantar, Takahiro fue a verle hasta su camerino, queriendo confirmar lo que Nowaki y Hiroki le habían dicho unos minutos atrás.
    Al verlo, el castaño se levantó de la silla en la que estaba sentado, y se acercó a su hermano sin que le diese tiempo a abrir la boca para darle la buena noticia.

    —Misaki... ¿Estás...?— preguntó el moreno sin poder ocultar la emoción que sentía. El menor asintió, sonriendo con lágrimas en los ojos, y cogiendo la mano del de gafas para ponerla sobre su vientre. Éste sonrió al acariciar el lugar en el que se encontraba su sobrino— Pero... ¿Cómo es posible?— preguntó, sin poder creerse que en el interior de su pequeño hermanito, se estuviese gestando ese obsequio.

    —Es un milagro, nii-chan...— contestó Misaki sin dejar de llorar de alegría— Un regalo que Akihiko me dejó para que tuviese siempre un recuerdo suyo— añadió poniendo sus manos sobre las de Takahiro, quien estaba de acuerdo con la teoría del cantante.

    —Qué buena noticia, cariño...— respondió verdaderamente feliz, abrazando a Misaki con delicadeza por miedo a que esto dañase al bebé— Felicidades... Te lo mereces— agregó besando la mejilla del menor, quien le devolvió el abrazo lleno de agradecimiento.

    Minutos después, los técnicos de sonido llamaron a Misaki para que saliese a cantar en honor a Akihiko en aquel imponente escenario, que en ese momento le parecía inmenso.
    Cuando estuvo frente al numeroso público, el castaño, iluminado por un gran foco, comenzó a hablar.

    —Hola, soy Misaki Usami...— saludó con tristeza por estar homenajeando al ojivioleta, siendo consciente de que nunca más iba a regresar— Gracias a todos por estar esta noche aquí, en este homenaje en honor a mi marido. Hace meses, Akihiko me compuso una canción, y me gustaría cantársela esta noche, para que, esté donde esté, sienta que no le olvidamos, y que no le vamos a olvidar jamás— murmuró con la voz apagada, pero llevando su mano a su vientre, recordando que su hijo estaba ahí— Gracias— susurró con la voz rota, causando que el público comenzase a aplaudir— De verdad... Gracias...— concluyó antes de empezar a cantar.

    Wish I could
    I could have said goodbye
    I would have said what I wanted to
    Maybe even cried for you

    If I knew it would be the last time
    I would have broke my heart in two
    Tryin' to save a part of you

    Don't want to feel another touch
    Don't want to start another fire
    Don't want to know another kiss
    No other name falling off my lips
    Don't want to give my heart away
    To another stranger

    Mientras cantaba, Misaki comenzó a acordarse de todos los momentos felices que había pasado con Akihiko. Desde sus primeros conciertos juntos, hasta el día de su boda. Aquel que fue el más feliz de toda su existencia.
    Pensar en todo esto, hizo que se le formase un nudo en el corazón, y se le cayesen las lágrimas por la tristeza de saber que no habría más vivencias como aquellas, y que lo único que le quedaba de su marido, además de su recuerdo, era el bebé que tenía en su vientre.

    Or let another day begin
    Won't even let the sunlight in
    No I'll never love again
    I'll never love again
    Oh, oh, oh

    When we first met
    I never thought that I would fall
    I never thought that I'd find myself lyin' in your arms
    Mmmm mmmm
    And I wanna pretend that it's not true oh baby that you're gone

    Akihiko le había hecho pasar los mejores días de su vida, en menos de un año.
    Habían sido pocos meses. Pero jamás los olvidaría, pues en ese escaso periodo de tiempo, Misaki había aprendido lo que era amar incondicionalmente, y ser capaz de dar la vida por la persona amada.
    Y eso era algo que le agradecería eternamente.

    Cause my world keeps turnin' and turnin' and turnin' and I'm not movin' on

    Don't want to feel another touch
    Don't want to start another fire
    Don't want to know another kiss
    No other name falling off my lips
    Don't want to give my heart away
    To another stranger
    Or let another day begin
    Won't even let the sunlight in
    No I'll never love

    I don't wanna know this feeling unless it's you and me
    I don't wanna waste a moment
    Hoooo ouuu
    And I don't wanna give somebody else the better part of me
    I would rather wait for you
    Hoooo ouuu

    Don't want to feel another touch
    Don't want to start another fire
    Don't want to know another kiss
    Baby unless they are your lips

    Don't want to give my heart away
    To another stranger
    Don't let another day begin
    Won't let the sunlight in
    Oh I'll never love again
    Never love again
    Never love again
    Oh I'll never love again

    Al terminar de cantar aquella preciosa canción, que conmovió al público, Misaki miró hacia arriba, como si quisiera darle a Akihiko, donde quiera que estuviese, las gracias por cruzarse en su camino, y por haberle hecho la persona más feliz del Universo.

    Misaki había experimentado tan solo una vez en su vida lo que era amar a alguien con todo su corazón. Y había sido un sentimiento tan único y especial, que se negaba a abrir su corazón nuevamente, queriendo preservar el recuerdo de aquella bonita historia de amor para siempre en su memoria.
    No permitiría que nadie más tuviese la llave de su corazón, pues Akihiko fue y sería, por siempre, el primero y el último.







    Siete meses más tarde...

    En el hospital Saiseikai Central de Tokyo, Misaki Takahashi se encontraba en una de las mejores habitaciones con las que contaba aquel edificio, completamente agotado después de haber dado a luz, y sosteniendo entre sus brazos a su recién nacido bebé de pelo plateado y ojos de color violeta, exactamente igual a como fue su marido, Akihiko Usami, en vida.
    El pequeño angelito dormía con total tranquilidad, apegado al cálido pecho de su "madre", como si creyese que ese era el lugar más seguro del mundo para él.
    Y por supuesto que lo era. Misaki sabía con absoluta certeza, que protegería a su bebé más que a cualquier otra cosa en el mundo, dando su vida por él sin pensarlo dos veces, pues era su hijo, y lo único que le quedaba de Akihiko.

    En aquella habitación de hospital, acompañados de Nowaki, Hiroki, Haruhiko y Takahiro, junto con su familia, Misaki y el pequeño Akihiko descansaban rodeados de cariño por parte de todos los presentes, que miraban al bebé enternecidos.

    —Es precioso, Misaki— dijo Hiroki observando detenidamente al pequeño peliplata— Es tan igual a su padre...— añadió sintiendo una lágrima traicionera rodar por su mejilla, sintiendo una mezcla de felicidad y tristeza.

    —Sí que lo es— comentó Misaki mirando dulcemente a su pequeño— Aki-chan es igual a su papá— afirmó besando con cariño la frente del tierno bebé, el cual comenzó a hacer leves pucheritos que desembocaron en llanto.

    —Sí, y también es igual de llorón— rió Haruhiko observando el gesto lacrimoso de su sobrino.

    —Yo creo que lo que tiene este chiquitín, es hambre— dijo Manami sonriendo maternalmente, recordando que cuando su hijo lloraba así de bebé, era porque tenía hambre. El castaño observaba a su hijo preocupado, hasta que escuchó que ese podía ser el motivo de su llanto, cosa que le hizo sonreír— Es la hora de darle el pecho, Misaki— añadió la mujer amablemente.

    —¿Y cómo lo hago?— preguntó inocentemente, necesitando de la experiencia de su cuñada como madre.

    —Pues a ver... Tienes que abrirte la bata, y acercar a Aki-chan a uno de tus pechos para que él mismo empiece a comer— le explicó Manami. El ojiverde siguió las indicaciones de la chica y, acto seguido, el pequeño Akihiko comenzó a comer, dejando a todos alelados con tal estampa. Misaki podía sentir la famosa conexión "madre"-hijo de la que tanto había leído durante su embarazo, y no pudo evitar sonreír dulcemente al sentir la boquita de su bebé succionando su pezón.

    —Qué imagen tan bonita— dijo Nowaki emocionado— Hiro-san, a ver cuando tú...— agregó llevando una mano al abdomen de su esposo, insinuándole las ganas que tenía de que éste le hiciese padre. Hiroki se sonrojó, sin responderle, aunque con las mismas ganas que él de sentir lo que sentía Misaki en aquellos instantes, en los cuales estaba con su bebé.

    Cuarenta minutos después, tras cambiar al pequeño de pecho, cuando éste se hubo cansado de mamar, se separó del pecho de Misaki, y se quedó profundamente dormido, haciendo que su “madre” besase su carita con dulzura, conmovido por lo tierno que era.

    —Además de llorón, tragón— habló Haruhiko entre risas— Definitivamente, es igualito a su padre— aseguró recordando cómo era Akihiko cuando nació, sintiendo mucha nostalgia de aquel momento, y lástima de que su hermano nunca podría disfrutar de su hijo junto al castaño, el cual sintió la misma pena de no tener a su marido consigo para vivir aquella maravillosa etapa de sus vidas.

    Al caer la noche, cuando todos su hubieron ido, y Misaki se quedó a solas con su hijo, con todo el tiempo del mundo para contemplarlo sin interrupciones, pudo darse cuenta de lo muchísimo que realmente se parecía al amor de su vida, y de lo mucho que echaba de menos a éste, rompiendo a llorar por la mezcla de emociones que sentía en su interior.

    —Ojalá no te hubieses ido, Akihiko— murmuró disgustado— Cuánto me gustaría que estuvieses aquí con nosotros— susurró abrazando al bebé contra su cuerpo, sintiendo que al hacer esto, abrazaba una parte de su difunto marido.

    De alguna manera, al sentir la tristeza de su “madre”, el pequeño comenzó a llorar, angustiado al sentir el estado de ánimo del ojiverde. Notando esto, Misaki dejó de llorar, centrando ahora su preocupación en su hijo al no saber la causa de su llanto.

    —Sshh... No llores, mi amor— besó sus mejillas— No llores, no llores— pidió. Pero el bebé seguía llorando sin parar, por lo que a Misaki sólo se le ocurrió una cosa para tranquilizarlo.

    Come stop your crying, it'll be alright
    Just take my hand, hold it tight
    I will protect you from all around you
    I will be here don't you cry

    For one so small you seem so strong
    My arms will hold you keep you safe and warm
    This bond between us, can't be broken
    I will be here don't you cry

    Cause you'll be in my heart
    Yes you'll be in my heart
    From this day on, now and forever more
    You'll be in my heart
    No matter what they say
    You'll be here in my heart always

    Al cantarle aquella canción, compuesta por Akihiko, el pequeño dejó de llorar, volviendo a quedarse dormido al sentir más calmado al castaño, y haciendo que éste se diese cuenta de que su bebé sólo tenía paz cuando él estaba bien, formándose así una conexión completamente irrompible entre ellos, tal y como la que Misaki y Akihiko tuvieron nada más conocerse.

    Si de algo estaba seguro el ojiverde, era de que gracias a su hijo, de algún modo, Akihiko siempre estaría con ellos.
  5. .
    Me alegra que te haya gustado, y que hayas odiado al manager tanto como lo odio yo, y todas las demás lectoras.

    Quería destacar su actitud egoísta e interesada, y profundizar en lo hijo de puta que es (que no se vio bien en la peli)

    La idea era esa, llorar por la muerte de Akihiko, y llorar por el sufrimiento de Misaki, que es casi lo más triste, dado que es él quien se queda solo en este mundo, sin Akihiko 😭

    Hoy subiré el epílogo!
    Espero que te guste 🙈


    Felices fiestas!!🎄🎁

    Besos 😘😘
  6. .
    Capítulo 14: Una estrella apagada

    Misaki, seguido de Hiroki, bajó los cuatro escalones de aquel porche de un salto, y corrió velozmente hacia donde estaba Nowaki, el cual estaba de rodillas junto al cadáver de Akihiko al que había tumbado sobre el césped.

    —No, no, no, no...— repitió el castaño como si fuese un mantra, tirándose al suelo para coger entre sus brazos el cuerpo inerte y semirígido de su ya difunto marido, empapando con sus lágrimas el rostro pálido de éste— No, por favor, Akihiko... No me puedes hacer esto...— pidió acariciándole la cara suavemente mientras le apartaba los mechones plateados de la frente, sin dejar de llorar con profunda tristeza y amargura— Despierta... Por favor, despierta...— suplicó abrazándolo contra su pecho al ver que sus ruegos no causaban efecto.

    Hiroki se abrazó con fuerza a un muy afligido Nowaki, escondiendo su cara en el pecho de éste, y llorando por el hecho de saber que nunca más vería con vida a su mejor amigo.
    Y es que a diferencia de Shizuku, Hiroki no sólo veía en Akihiko un cliente, sino un mejor amigo. El hermano que siempre quiso, pero nunca tuvo, y no una simple máquina de hacer dinero, que era como el moreno veía a Misaki.

    —No me dejes solo, mi amor... No puedo vivir sin ti...— siguió rogando Misaki, intensificando cada vez más su llanto, sin apartarse un sólo centímetro de Akihiko— Te amo...— murmuró besando sus fríos labios, esperando en lo más profundo de su ser, que al hacer aquello pasase lo que pasaría en el típico cuento de hadas, y se obrase el milagro de despertar a su príncipe azul con un beso de amor verdadero. Pero eso no ocurriría esta vez, y aunque le doliese admitirlo, Misaki lo sabía.

    Varios minutos después, cuando Nowaki logró calmar ligeramente el llanto de Hiroki, ambos se dieron cuenta de que no podían permanecer ahí toda la vida, con el cadáver de Akihiko entre los brazos de un conmocionado Misaki.
    Así que, con mucho tacto y mucha delicadeza, la pareja se agachó a la altura del ojiverde, poniendo el castaño mayor una de sus manos sobre el hombro del menor, antes de hablarle dulcemente con toda la entereza que pudo reunir en aquella frase.

    —Misaki, cariño... Tenemos que llamar a emergencias— murmuró sumamente apenado, tratando de no volver a llorar otra vez— No puedes estar así para siempre— añadió al ver que el cantante estaba como ido, a causa del shock que le había provocado la muerte de su marido.

    —Misaki... Cielo...— le habló ahora Nowaki, tratando de hacerle reaccionar, también sin conseguirlo— Misaki... Por favor...— pidió el ojiazul desesperado por ver que no respondía.

    Ryuu también intentó poner de su parte, lamiendo levemente la mano del castaño, el cual miró al animal con los ojos anegados de lágrimas, al saber lo mucho que significaba para el peliplata.

    —Misaki... Vamos, te prepararé una tila— le ofreció Nowaki cogiéndole de la mano, y animándole a que se levantase, para que se separase del cuerpo sin vida de Akihiko.

    —No— murmuró soltando la mano de su amigo, y abrazando aún más el cuerpo de su marido contra su pecho— Dejadme solo, por favor...— pidió volviendo a intensificar su llanto, pues cuando pensaba que ya estaba seco por dentro, descubría que no era así.

    —Misaki...— trató de convencerle Hiroki, triste al ver el enorme daño psicológico que se hacía a sí mismo al no dejar de aferrarse al cadáver del peliplata.

    —¡He dicho que me dejéis solo!— gritó con una mezcla de desesperación e impotencia por la situación que estaba viviendo. Al verle así de nervioso, Nowaki intervino.

    —Hiro-san... Vamos dentro. Dejemos que se despida— propuso el moreno triste por presenciar aquella estampa de cómo su mejor amigo debía hacerse a la idea, y dejar ir a quien fue su ídolo, y su primer y único amor.

    —¿Cómo voy a vivir yo ahora sin ti, Akihiko?— le preguntó entre lágrimas, con la voz rota de dolor, como si todavía pudiese escucharle— ¿Te has parado a pensar en el daño que me harías al tomar esta decisión? ¿Cómo has podido hacernos esto?— quiso saber, refiriéndose a ellos como pareja— Yo ya había decidido aparcarlo todo para estar contigo, y me dejas así, sin más. ¿Por qué?— siguió cuestionándole, mientras le abrazaba más contra su cuerpo— No es justo... No es justo...— repetía una y otra vez.

    Nowaki y Hiroki veían la escena desde dentro de la casa, ambos con el corazón destrozado por el inesperado suicidio de Akihiko, y por cómo lo estaba pasando y cómo lo pasaría Misaki, quien adoraba a su marido, y no podría seguir sin él en su vida.

    —Hiro-san...— murmuró Nowaki abrazando a su prometido, y besándole la frente al ver cómo éste comenzaba a llorar de nuevo, sollozando lastimosamente en su pecho— Voy a llamar a emergencias...— dijo de forma dulce antes de soltarlo, y coger su móvil para dar el aviso.

    Quince minutos después, llegó la policía y la ambulancia junto con el forense, para hacer el levantamiento del cadáver del peliplata.
    Dirigidos por Nowaki, estos fueron hacia la parte de atrás del jardín, donde aún se encontraba Misaki llorando, abrazado al cuerpo de Akihiko sin conseguir hacerse a la idea de que nunca más iba a despertar.

    —Misaki...— le llamó Nowaki tiernamente, poniendo su mano en el hombro del menor. Al ver a los paramédicos acercarse con una camilla funeraria, el castaño se aferró aún más fuerte al ojivioleta, como si así pudiese impedir que le separasen de él— Estos señores han venido para...— el moreno hizo una breve pausa por el nudo que sintió en su garganta al tener que decir aquello. El ojiverde no le dejó seguir.

    —Sé a lo que han venido...— murmuró con la voz quebrada— Pero no voy a dejar que se lo lleven— añadió sin dejar de llorar.

    —Misaki, cariño...— insistió el ojiazul agachándose junto a su amigo— Akihiko no va a despertar más. Tienes que dejar que se lo lleven para que pueda descansar en paz— trató de convencerlo con suaves palabras. El castaño negó con la cabeza, sin ser capaz de calmarse.

    —No...— susurró sintiendo como si se ahogase con su propio llanto.

    Tratando de distraerlo, Nowaki le abrazó colocando la cabeza de Misaki contra su pecho, buscando que éste correspondiese el abrazo, y soltase así el cuerpo de Akihiko para que los paramédicos, completamente apenados con la escena ante sus ojos, al igual que la policía y el forense, pudiesen hacer el levantamiento del cadáver.

    Al conseguir Nowaki lo que quería, y dar la señal para que se llevasen el cuerpo, Misaki se tensó y comenzó a chillar desesperado, teniendo que ser fuertemente abrazado por su mejor amigo, quien no soportaba verlo así.

    —¡NO! ¡NO SE LO LLEVEN! ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR!— gritó el castaño entre súplicas al ver cómo lo ponían sobre la camilla funeraria, y cerraban la cremallera para tapar el cuerpo y llevárselo. Al escucharlo, Hiroki salió al jardín, sin poder evitar llorar al ver cómo se llevaban el cuerpo de su amigo, y fue a consolar a Misaki— ¡Hiroki, por favor! ¡Diles que no se lo lleven!— rogó el ojiverde con la vista empañada por las lágrimas, sin ser consciente de lo que pedía debido al shock tan fuerte que le había causado aquel terrible suceso.

    —Se ha ido, Misaki. Se ha ido...— murmuró el manager abrazando al que, después de tanto, se había convertido en un gran amigo para él.

    Al oír estas palabras, el ojiverde se abrazó al mayor con la poca fuerza que pudo reunir, escondiendo su rostro en el hombro de éste.
    Un par de minutos después, cuando Misaki fue consciente de que no volvería a ver nunca más a Akihiko, sintió que hiperventilaba, como si el corazón le fuese mucho más rápido de lo normal, causándole una inaguantable sensación de ahogo que le oprimía el pecho. El pánico a la falta de su marido en su vida, provocó que empezase a sentir temblores, acompañados de náuseas y un fuerte dolor abdominal que desembocó en desmayo cuando perdió las escasas fuerzas que conservaba. Lo último que Misaki pudo ver antes de perder el conocimiento, fue la imagen de Akihiko esa misma tarde antes de irse al concierto, cuando el peliplata, sin que se percatase, se estaba despidiendo de él.

    —¡Misaki! ¡Misaki!— le llamaron Hiroki y Nowaki al unísono al ver que se había desmayado— ¡Un médico, por favor!— pidió el manager, acariciando el rostro del menor, tratando de conseguir que reaccionase— Misaki...— dijo preocupado por el chico. Uno de los chicos de la ambulancia se acercó corriendo ante la petición de socorro.

    —¿Qué ha pasado?— preguntó cogiendo al castaño en brazos, y metiéndolo dentro de la casa para auxiliarle, seguido de cerca por la pareja.

    —Se ha desmayado de repente— contestó Nowaki indicándole al paramédico dónde estaba el salón.

    —Lo más seguro es que se trate de una crisis de ansiedad por el estrés que está viviendo— diagnosticó— Pero hay que cerciorarse de que sea eso, y no algo más grave— añadió colocando a Misaki sobre el sofá para hacerle las pruebas pertinentes.

    Veinte minutos después, cuando el paramédico logró descartar cualquier otra anomalía, y reanimar al castaño, éste despertó confuso y desorientado.

    —¿Dónde...? ¿Dónde estoy...?— preguntó Misaki sintiendo sequedad en su garganta.

    —Estás en casa, pequeño...— contestó Nowaki agachado junto a él, tomándolo de la mano al igual que hacía Hiroki, quien lloraba. Sin poder evitarlo, Misaki comenzó a derramar lágrimas, sin estar seguro de si lo que estaba viviendo era real, o se trataba de una pesadilla.

    —¿Dónde está Akihiko?— preguntó sintiendo un nudo en el pecho al decir su nombre. Hiroki intensificó su llanto al oírle nombrar a su amigo— ¿Dónde está? Quiero verle— pidió lastimosamente.

    —Misaki, cariño...— Nowaki se armó de valor para decírselo, temiendo que el castaño volviera a ponerse histérico— Akihiko no va a volver más. Nos ha dejado para siempre— murmuró con mucho tacto. Efectivamente, aquellas palabras hicieron que el ojiverde comenzase a llorar en silencio,

    En ese momento, un policía entro en el salón para tomar declaración de los hechos.
    Al estar más "entero", Nowaki fue el primero en acompañar al agente.
    Hiroki, en cambio, se quedó con Misaki en todo momento, temiendo dejarle solo por si hacía alguna tontería.

    —Misaki... Ven, cariño... Voy a prepararte una tila. Ya verás cómo te alivia— susurró Hiroki ayudando al menor a levantarse del sofá, el cual en ese momento era como una marioneta, dejándose llevar sin esfuerzos. Unos minutos después, Misaki tenía la tila entre sus manos— ¿Mejor?— preguntó el mayor con una sonrisa triste.

    —Se estaba despidiendo de mí, Hiroki...— susurró Misaki con la mirada perdida, y con los ojos hinchados de tanto llorar— Se estaba despidiendo de mí, y yo sin darme cuenta... ¿Cómo he podido ser tan descuidado?— se preguntó sintiéndose culpable. Hiroki le abrazó suavemente, acariciando su espalda.

    —Tú no tienes la culpa, Misaki... ¿Cómo ibas a imaginarte que Akihiko haría una cosa tan horrible? No eres adivino, cielo. No puedes ver estas cosas— le consoló besando su cabello, sintiendo las lágrimas agolparse en sus ojos otra vez.

    —Yo... No sé cómo voy a poder vivir sin él...— murmuró Misaki volviendo a llorar, llevándose las manos al rostro, y sollozando.

    —No vives, Misaki. Sobrevives, que es distinto— respondió el mayor apenado— Sé que es muy doloroso, pero poco a poco, ese dolor irá menguando, y al final aprenderás a sobrevivir con él— explicó— Llegará un momento en el que, cuando pienses en Akihiko, lo harás con una sonrisa, y recordarás lo muchísimo que te quería, y lo feliz que era cuando estaba contigo— concluyó Hiroki manteniendo el abrazo, y besando su cabeza, queriendo animarlo.

    En ese momento, Haruhiko apareció en la cocina con una mirada extremadamente triste, habiéndose enterado de lo sucedido por una llamada de Nowaki. Al ver a su cuñado, se acercó a él para ver cómo estaba, pues si para él era dura la muerte de su hermano, no quería ni imaginarse cómo lo estaba siendo para el castaño.

    —Misaki... murmuró colocándose junto a él. Lejos de contestar con palabras, el castaño le abrazó con desesperación, llorando en su hombro. Haruhiko correspondió el abrazo comenzando a llorar en silencio.

    Aprovechando que Misaki estaba acompañado, Hiroki fue junto con Nowaki, el cual le había ido a avisar, para prestar su declaración de los hechos a la policía.
    Una hora después, al ver que Misaki no estaba en condiciones de declarar por riesgo a otra crisis de ansiedad, la policía, junto con el forense y la ambulancia se marcharon, llevándose consigo el cuerpo del peliplata.

    Como era de esperar, esa noche Hiroki y Nowaki durmieron en casa de Misaki, ya que no se atrevían a dejarlo solo debido a lo afectado que estaba por la muerte de Akihiko.
    El castaño no fue capaz de pegar ojo en toda la noche, pues la única vez que había logrado quedarse traspuesto por el cansancio y el agotamiento, se había despertado entre gritos de terror a causa de una pesadilla en la que veía morir al ojivioleta, y no podía hacer nada para evitarlo. Algo similar a lo que había pasado realmente, que no había sido capaz de adelantarse a los pensamientos suicidas de su marido.

    Al día siguiente, cuando todo el mundo se hubo enterado del fallecimiento del gran Akihiko Usami, tuvo lugar el entierro.
    A éste acudieron todos los amigos y familiares cercanos, entre los que estaban Hiroki, Nowaki, Haruhiko, Miyagi, Shinobu, Takahiro y su familia, Tanaka, Misaki, Shizuku, quien no podía ser considerado amigo ni familiar, pero que debía estar ahí por compromiso con el castaño y, para sorpresa de todos, Fuyuhiko, el padre del artista al que nadie conocía salvo Haruhiko, Tanaka y Hiroki.

    También acudieron al entierro el equipo que trabajaba con Akihiko en los conciertos, trabajadores de la discográfica, prensa de todo el país y de distintas partes del mundo, una enorme multitud de fans que lloraban la pérdida de su ídolo y famosos varios, que admiraban profundamente al cantante.

    Durante la sepultura, Misaki estuvo en todo momento rodeado de Hiroki, Nowaki, Haruhiko y Takahiro, quienes le abrazaban y le contenían con todo el cariño del mundo.
    Shizuku observaba la escena, sin imaginarse que sus palabras llevarían a Akihiko a tomar la decisión de suicidarse para liberar a Misaki.
    Por una vez, el manager tenía que admitir que el cantante había hecho algo bien, pues ahora que estaba fuera de la vida de su representado, éste podría limpiar su imagen debidamente, retomar la gira y producir tantos discos como días tenía el año, por decirlo de alguna manera.
    ¿Que Shizuku no tenía escrúpulos? No, eso estaba muy claro. Pero como bien dice el refrán, a todo cerdo le llega su San Martín.
    Y él no iba a ser la excepción.

    Cuando llegó el momento de bajar el ataúd para proceder al entierro, Misaki se acercó hasta éste sin dejar de llorar, y colocó una rosa blanca sobre la caja de madera, consciente de que una vez que descendiese, el cuerpo de Akihiko por fin descansaría en paz.

    —Nunca te olvidaré, mi amor— susurró en medio del llanto, mirando el ataúd con los ojos anegados de lágrimas— Nunca volveré a amar— añadió refiriéndose a que él sería el único hombre en su vida. Esto hizo llorar a Hiroki, quien se acercó, seguido de Nowaki, Haruhiko y Takahiro, para abrazar al triste castaño, que no pudo evitar caer de rodillas al sentir que las fuerzas para mantenerse en pie se desvanecían.

    Tres semanas después del entierro, Misaki seguía siendo un alma en pena. Ya nada le importaba. Ni siquiera su música, pues sentía que, en cierto modo, eso había sido lo que había matado a Akihiko.

    Evidentemente, Hiroki y Nowaki no le habían dejado solo en ningún momento, tomando la determinación de mudarse temporalmente a la casa del castaño hasta que éste se repusiese aunque fuese un poco.
    Takahiro y su familia decidieron trasladarse definitivamente a Tokyo para estar cerca de Misaki, y poder apoyarle en su luto.
    Haruhiko, quien se había encariñado mucho con su cuñado, pasaba a verle día sí, día también, y se pasaba todas las tardes acompañándolo junto a Nowaki y Hiroki, tratando de hacerle los días más amenos aunque eso fuese imposible.

    Una de tantas mañanas, Misaki se levantó temprano, al no haber sido capaz de dormir en toda la noche, y se dirigió al piano, sintiendo la imperiosa necesidad de terminar de componer aquella canción que Akihiko le había escrito meses atrás, y que tuvo tiempo de acabar.
    Así que, tras sentarse frente al piano, el ojiverde comenzó a tocar la triste melodía que compuso la tarde anterior a que su marido se suicidase colgándose de aquel abeto que días después del entierro mandó talar.

    Al finalizar la melodía, el castaño puso su atención en el piano, y se fijó en que ligeramente detrás del atril, había un sobre blanco semicerrado.

    Ganándole la curiosidad, Misaki se sentó en el sofá, y terminó de abrir el sobre, sacando de éste una carta escrita del puño y letra de Akihiko, y que presurosamente comenzó a leer, sin poder evitar empezar a llorar solamente con el encabezado.

    Querido Misaki,

    Cuando leas esta carta yo ya habré dejado este mundo. Puede que al principio no entiendas las razones que me han llevado a tomar esta decisión, pero te aseguro que, aunque no lo creas, es lo mejor que podía hacer.
    Esta mañana vino a verme Shizuku, y si lo piensas bien, tenía mucha razón en lo que me decía. Yo para ti era un lastre.
    Tú tienes mucho que dar como artista, y yo no podía seguir permitiendo que cargases con la vergüenza de seguir casado conmigo, ni que pospusieses los grandes proyectos que la discográfica tenía para ti.
    Misaki... Tú tienes que brillar, y hacerle ver al resto del mundo la gran estrella que ya eres.
    Porque lo eres, Misaki. Eres una estrella que ha sabido hacerse hueco en la industria musical por el talento tan enorme que tienes.
    Por favor, nunca más pienses en aquello que te dije de que eras lo que eras por mí, Misaki. Porque ni era cierto, ni pensé jamás algo así.
    Eres lo que eres porque brillas con luz propia.
    Así que no le robes al mundo la oportunidad de escucharte, y de disfrutarte tanto, o más de lo que pude disfrutar yo con tu preciosa música.

    A pesar de mi decisión, nunca olvides que te quiero más que a nada en el mundo, y que el tiempo que estuve contigo, fue el más feliz de toda mi vida, y que allá donde esté, te estaré siempre agradecido de haberme sacado del abismo cuando ya lo daba todo por perdido.
    Conocerte ha sido el regalo más bonito que me ha dado la vida, Misaki.
    Si hay algo por lo que tengo que dar las gracias, es porque el destino te pusiera en mi camino.

    Por favor, recuérdame siempre con alegría, porque yo me voy de este mundo con la imagen de tu sonrisa grabada a fuego en mi memoria.

    Te amo, y siempre te amaré,

    Akihiko.

    Al terminar de leer la carta, Misaki la abrazó contra su pecho, llorando con más intensidad al imaginar la voz de Akihiko detrás de aquellas preciosas palabras que le dedicaba.

    En ese momento, Hiroki se despertó, y se levantó de la cama, yendo hacia el salón, y viendo a Misaki llorar a moco tendido.
    Imaginándose que era por lo mucho que echaba de menos a Akihiko, el mayor fue hasta el sofá, y se sentó junto al ojiverde, colocando su brazo sobre sus hombros para atraerle hacia su cuerpo, y tratar de reconfortarlo.
    Entonces, el manager se percató de que el cantante sollozaba abrazado a un papel.

    —Misaki, ¿qué es esto?— quiso saber al ver la carta que el chico tenía— ¿Me dejas verlo?— preguntó amablemente. Misaki asintió y le dio la hoja, leyéndola Hiroki al momento.

    Cuando acabó, el mayor frunció el ceño con evidente molestia, observado por la mirada llorosa del ojiverde.

    —Misaki, ¿has leído bien lo que pone en esta carta?— preguntó. El menor le miró sin saber a qué se refería exactamente.

    —Claro que lo he hecho. Es preciosa— respondió con tristeza.

    —Sí, si preciosa es. ¿Pero has visto lo que pone?— insistió señalando la parte en que Akihiko decía que Shizuku tenía razón, y que era una molestia. Debido a la conmoción de leer una carta de su marido después de morir, Misaki no reparó antes en lo que decía Hiroki.

    —Fue Shizuku...— dijo el castaño tratando de ordenar, y dar coherencia a aquellas palabras en su mente. Y cuando lo consiguió, sintió la rabia, la tristeza, el odio y la impotencia apoderándose de él— ¡FUE SHIZUKU! ¡ÉL! ¡ÉL FUE EL CAUSANTE DE QUE AKIHIKO SE SUICIDASE!— gritó furioso, levantándose del sofá y empezando a caminar de un lado para otro. Debido a los gritos, Nowaki se despertó asustado, y fue hasta el salón, donde se encontró con la imagen de Misaki tirando al suelo, y destrozando todo lo que tenía a mano, incluidos los discos de oro, de platino y de diamante que le habían concedido gracias al número de ventas que había alcanzado.

    —¡Misaki! ¡Misaki, por favor, cálmate!— le pidió Hiroki al ver lo alterado que estaba.

    —¡NO! ¡NO PUEDO EVITARLO!— gritó iracundo, estampando el premio Grammy contra la pared— ¡MALDITO HIJO DE PUTA! ¡LE ODIO!— chilló golpeando todo a su paso, y tirándose al suelo cuando se quedó sin fuerzas, llorando con verdadera desesperación. Hiroki y Nowaki fueron hasta él y le abrazaron.

    —Misaki, ¿qué pasa?— preguntó Nowaki disgustado al ver así a su amigo— ¿Qué ha ocurrido?— cuestionó preocupado.

    —Él me quitó a Akihiko— contestó Misaki entre sollozos, llorando con muchísimo dolor— Me quitó lo que más quería en este mundo— añadió sintiendo cómo hiperventilaba.

    —¿Pero qué pasa, Hiro-san? ¿De quién está hablando?— siguió preguntando Nowaki sin entender del todo la situación.

    —Misaki ha descubierto la carta que Akihiko le escribió antes de morir— contestó Hiroki haciendo una breve pausa al sentir la rabia recorriendo su cuerpo— Y ha descubierto que Shizuku es el que le orilló a tomar la decisión de suicidarse— explicó con una mezcla de tristeza y enfado.

    Nowaki no podía creer que el manager de su amigo fuese tan rastrero. Pero desgraciadamente, aquello le encajaba, pues a Shizuku nunca le había caído muy bien Akihiko, y siempre trataba de perjudicarle, o de burlarse de él.

    —Me lo ha quitado...— sollozaba Misaki con profunda pena— Me lo ha quitado...— repetía.

    Y así, repitiendo esa frase hasta el cansancio, el castaño se quedó dormido debido al horrible agotamiento que tenía su cuerpo desde la noche en que Akihiko murió.

    A última hora de la tarde, Misaki despertó con una firme decisión que había tomado, y que no pensaba cambiar: dejaría su carrera musical.
    Se retiraría definitivamente, eso era un hecho. Pero antes, haría saber al mundo quién era el responsable de la muerte de Akihiko Usami.

    A la mañana siguiente, acompañado de Hiroki y Nowaki, Misaki fue al estudio de danza en el que probablemente se encontraría Shizuku, dispuesto a decirle todo lo que pensaba de él.
    Ajeno a esto, al verlo, el moreno se acercó con una sonrisa, sin ver venir la bofetada que Misaki le propinó, y que le hizo girar la cara.

    —Misaki, que...— iba a hablar, pero el castaño le interrumpió, y le dedicó una mirada de profundo odio.

    —Eres un hijo de la gran puta— dijo con total soltura. El moreno le miró creyendo saber por dónde iban los tiros— ¿Cómo puedes ser tan cínico como para provocar la muerte de mi marido, y permitirte el lujo de venir al entierro, y hacer como si no tuvieses nada que ver?— preguntó de forma retórica. Shizuku trató de negar las palabras de Misaki al ver que la gente presente en el estudio, se paraba a escuchar lo que el castaño decía.

    —Misaki, no sé de qué me estás hablando. Yo no he tenido nada que ver para que Akihiko se suicidase— contestó con fingido victimismo, haciendo que su representado le mirase aún peor.

    —¿Que no sabes de qué te hablo? Pues no te preocupes que ahora mismo lo vas a saber— respondió Misaki sacando una copia de la carta de Akihiko, y mostrándosela a Shizuku, el cual la leyó empezando a preocuparse, pues con esa carta, Misaki podría fácilmente arruinar su carrera como manager.

    —Misaki... Yo...— murmuró titubeando.

    —Tú viniste a mi casa aprovechando mi ausencia, y le llenaste la cabeza a mi marido con mentiras, como la de que era una molestia para mi carrera— afirmó con rabia—Tú, y solamente tú, eres el culpable de que Akihiko se suicidase— sentenció convencido. La gente comenzó a cuchichear— Eres la persona más despreciable, y más miserable que he conocido en mi vida. Sólo te importaba el dinero que ganabas conmigo, por eso quisiste quitártelo de encima. Porque sabías perfectamente que le elegiría a él mil veces por encima de todo esto— siguió, dejando al otro sin defensas para rebatirle— ¿Sabes, Shizuku? Yo todavía no sé cómo voy a ser capaz de sobrevivir sin Akihiko— dijo— Pero sí sé lo que va a pasar contigo cuando todos sepan que tú causaste la muerte del gran Akihiko Usami— le aseguró— Así que voy a encargarme personalmente de hundir tu reputación como manager haciendo que esta carta salga a la luz, y que llegue a manos de todas las discográficas, para que nadie vuelva a contratarte como representante— le avisó, mostrando total seguridad en sus palabras— Tú me has quitado lo que yo más quiero, y yo voy a hacer que pierdas lo que más te importa— advirtió con una mueca de profundo odio.

    Nowaki y Hiroki sonrieron por la increíble determinación de Misaki al hablar. Shizuku quería llorar, no por arrepentimiento, sino porque sabía que carrera como representante estaba en manos del castaño.

    —Adiós, Shizuku Ishi. Espero no volver a verte nunca más— finalizó Misaki dándose la vuelta, y marchándose del estudio, dejando al moreno completamente shockeado.

    Como era de esperar, Misaki cumplió su amenaza, y apenas unas horas después de que la carta de Akihiko se hiciese pública, Shizuku Ishi comprobó cómo se le iban cerrando todas las puertas, quedando su reputación reducida a cenizas ese mismo día.
  7. .
    Gracias Anne onodera takano por comentar!! Me alegro mucho que te haya gustado!! 🥰🥰

    Aquí dejo el siguiente capítulo!! ♥️


    Capítulo 13: Último concierto

    Al día siguiente, Misaki salió muy temprano de casa para ir al estudio de danza a practicar la coreografía del que sería su último concierto.
    Tal y como le advirtió a Shizuku semanas atrás, el castaño pensaba cumplir su palabra de que, si su manager no permitía que Akihiko viajase con él, entonces no haría la gira internacional.

    Si algo tenía muy claro el ojiverde, era que no iba a dejar a su marido nuevamente solo.
    Y mucho menos para irse tres meses de gira por Europa y EE.UU.
    Ya habían estado mucho tiempo separados, y no quería alejarse del peliplata ni un solo día más.

    ¿Que esa gira era una gran oportunidad para expandir su carrera artística fuera de Japón?

    Por supuesto que sí.

    Pero desde que ocurrió aquel incidente durante la noche lo de los Grammy, las prioridades de Misaki habían cambiado por completo.
    Ya no le interesaba tanto convertirse en un cantante mundialmente famoso.
    Ahora lo que más deseaba, era ver a Akihiko sobrio y estable, para siempre, después de tanto dolor y sufrimiento.

    Pero Shizuku no pensaba lo mismo que Misaki. El castaño le hacía ganar mucho dinero con cada concierto que daba, cada disco que vendía o cada asistencia a los programas de televisión y radio a los que le invitaban.

    Y por esa misma razón, el manager no toleraría que el ojiverde tirase todo aquello por la borda para convertir al peliplata en su prioridad.
    Si tenía que hacer o decir lo que se fuese para lograr que Misaki volviese a estar de nuevo bajo su control, por supuesto que lo haría.

    Y sabiendo que aquella mañana el castaño no estaría en casa, el representante fue a la casa de éste para hacerle una corta, y nada cordial visita, al ojivioleta, quien salía de darse una ducha, y que al ver al moreno, no dudó en ir hasta la puerta con una amable sonrisa.

    —Dios... Ha renacido...— murmuró de forma casi inaudible antes de que el cantante abriese, y le invitase a entrar en la vivienda.

    —Shizuku... ¡Hola!— saludó alegremente— Misaki no está en casa, pero...— el manager le interrumpió antes de que acabase la frase.

    —Lo sé. He hablado con él y le he dicho que le esperaría aquí, ¿te importa?— mintió, pues no había hablado con el castaño desde hacía días.

    —Claro que no. Adelante...— contestó el ojivioleta haciéndose a un lado para que entrase en la casa, yendo ambos directamente al salón— ¿Te apetece beber algo?— preguntó. Para ponerlo a prueba, el moreno le pidió algo con alcohol.

    —Sí, una cerveza, por favor— pidió con una sonrisa cínica. Akihiko se levantó para ir a la cocina y coger una cerveza, y un zumo de naranja, sin afectarle lo más mínimo que Shizuku bebiese alcohol delante de él.

    —Aquí tienes— dijo dándole el botellín de cerveza, y sentándose en el sofá frente a él— Shizuku... Muchas gracias por cuidar a Misaki mientras yo... No estaba— añadió de forma sincera, pues sabía que el manager de su esposo lo había mantenido ocupado. Lo que Akihiko no sabía, era que Misaki había tomado la decisión de dejar la gira.

    —No hay nada que agradecer. Haría lo que fuese por Misaki— contestó Shizuku dando un largo trago a su cerveza, buscando ver si Akihiko se tensaba por no poder tomar alcohol.

    —Cuando fue a verme a la clínica, me contó que teníais programada una gira internacional por Europa y EE.UU.— recordó el peliplata— Es una pasada para alguien tan nuevo en esto. Yo tardé bastantes años antes de salir de Japón— agregó con nostalgia al pensar en aquellos tiempos.

    —Sí, concretamente cinco años— dijo el moreno cortante— Mira, Akihiko... Voy a serte sincero. No estoy aquí por Misaki. He venido para hablar contigo. O bueno, más bien... Para contarte lo que ha sido de la carrera musical de tu esposo durante tu ausencia— confesó. El peliplata le miró expectante— Mientras tú estabas en la clínica desintoxicándote, Misaki y yo tuvimos que hacer milagros para limpiar su imagen por culpa de la que liaste aquella noche durante la gala. Ni siquiera sé aún cómo lo hemos logrado— mintió para hacer sentir mal al ojivioleta— Has estado a punto de joder su carrera musical tú solo con los numeritos que has montado, ¿sabes?— Akihiko bajó la mirada sintiéndose lo peor al haber jugado, de forma inconsciente, con el futuro profesional de su pareja.

    —Pero... Misaki...— titubeó tratando de defenderse a pesar de que no tenía justificación ninguna.

    —¿Qué? ¿Misaki no te ha dicho nada de esto?— preguntó retóricamente— Claro que no. Ni te lo va a decir jamás— aseguró— Por alguna razón que no alcanzo a comprender, te quiere mucho— Akihiko sintió una lágrima correr por su mejilla— Pero piénsalo fríamente— pidió el moreno— El mero hecho de seguir casado contigo ya le hace quedar horriblemente mal. Es una auténtica vergüenza— siguió atacando— Además, entre tú y yo, ¿cuánto tiempo más crees que vas a aguantar sin beber y sin drogarte? ¿Un mes? ¿Dos, como muchísimo? Sólo es cuestión de tiempo que vuelvas a tu verdadera esencia— sentenció con total convicción. El peliplata no respondió, pues el moreno le había dejado sin palabras— Y cuando ese momento llegue, porque tarde o temprano llegará, te quiero lejos. Muy lejos de Misaki— le advirtió con frialdad antes de cambiar su cruel expresión a una sonrisa falsa— Bueno, Akihiko... Ha sido un placer verte de nuevo. Hasta otra— finalizó dándole un último trago a la cerveza, y yéndose de la casa de forma triunfal, dejando al ojivioleta solo para que meditase lo que le había dicho.

    Desmoralizado, y completamente manipulado por las palabras de Shizuku, Akihiko se fue a la habitación y se tumbó en la cama, pensando en que lo mejor sería que liberase a Misaki de la pesada carga que él mismo se sentía que era.
    Aunque no le hubiese gustado nada oírlo, el moreno tenía razón. Había jugado con la carrera de su pareja y, en varias ocasiones, había herido su corazón con sus estúpidos celos infantiles.

    En ese momento, a su mente vino aquella horrible discusión que tuvieron en la que incluso le llegó a insinuar, aunque no lo pensase de verdad, que su fama era gracias a lo bien que le practicaba el sexo oral a los productores jefes, o diciéndole directamente que su música era ridícula, y su existencia, patética y aburrida, diciéndole que si era una estrella, era a causa de que él era su pareja.

    Recordar todo esto, le hizo sentirse un ser miserable, y le hizo darse cuenta de que, por mucho que lo intentase, nunca podría estar a la altura de Misaki, quien se merecía estar con alguien mejor que él. Alguien que le facilitase las cosas, y no que le complicase la vida.

    La idea de salir definitiva y obligatoriamente del camino de Misaki cada vez le parecía más acertada, pues tenía claro que su esposo jamás le abandonaría mientras viviera, y él lo único que quería, era dejar de ser un lastre para el menor y, en cierto modo, forzarle a que rehiciese su vida con otra persona.
    ¿Y que mejor forma de conseguirlo que acabando con su propia existencia?
    De esa manera, Misaki se vería liberado y podría ser verdaderamente feliz.
    Akihiko tenía claro que si el precio para obtener esto era acabar con su vida, lo pagaría con creces.

    En eso pensaba cuando el castaño llegó a casa con su habitual sonrisa, y se tumbó en la cama junto a él, poniendo su cabeza sobre su pecho, y abrazándole por la cintura.

    —Hola— saludó Misaki besando los labios de su marido con ternura, el cual fue incapaz de devolverle la mirada sin sentirse lo peor— Tengo una buena noticia— anunció contento.

    —¿Sí? ¿Cuál?— preguntó Akihiko tratando de disimular la tristeza que sentía.

    —No me voy a ningún sitio. Se va a cancelar la gira internacional, y voy a estar contigo todo el verano— contestó— Podremos irnos de vacaciones tú y yo solos, sin fans, prensa, ni conciertos de por medio. Solo nosotros. ¿A que es genial?— explicó con una sonrisa, sin decirle que el verdadero motivo para cancelar la gira, era el no querer separarse de él. Pero aunque no se lo dijese, Akihiko lo intuyó, y una vez más, volvió a sentirse un obstáculo en la vida de Misaki.

    —¿Qué ha ocurrido?— preguntó aún estando casi seguro de que la decisión de cancelar todo no la había tomado la discográfica.

    —Nada... El disco va muy bien, y quieren aprovechar el éxito que está teniendo para grabar otro. Pero yo prefiero aparcar todo eso durante un tiempo para estar exclusivamente contigo. Nada más— respondió con total naturalidad, siendo ese su mayor deseo en ese momento de su vida, aún a riesgo de que cuando quisiese volver, su gran éxito se hubiese esfumado— Esta noche daré el último concierto antes de retirarme unos meses— dijo— Me despediré por todo lo alto, y después me tendrás solamente para ti— afirmó con alegría, besando la mejilla de su marido dulcemente.

    —Genial...— contestó Akihiko sin alegrarse realmente de la decisión que Misaki había tomado.

    —Vente conmigo...— pidió ilusionado, deseando que aceptase su propuesta— Podríamos cantar juntos, y darle una sorpresa a los fans, que te echan muchísimo de menos— ofreció sabiendo cuánto le añoraban— ¿qué te parece?— preguntó mirándolo a los ojos, buscando esa mirada de color violeta que tanto le gustaba. Akihiko le devolvió la mirada para contemplar aquellos preciosos ojos de color esmeralda que le enamoraron nada más verlos.

    —Claro que sí... ¿Por qué no?— contestó para que estuviese contento, y no sospechase nada acerca de lo que tenía en mente.

    —¡Genial!— exclamó Misaki besando sus labios amorosamente, gesto que Akihiko respondió con una triste sonrisa, mientras acariciaba los suaves cabellos castaños de su esposo, queriendo memorizar su textura— Pues voy a avisar de que vienes para que un coche te recoja esta noche— le prometió.

    —Nos vemos allí— respondió el peliplata. Antes de que Misaki se levantase de la cama, Akihiko le atrajo hacia él y besó dulcemente sus labios, siendo ese el último beso que le daría en su vida. Segundos después, el castaño se levantó para ir a por su teléfono.

    Queriendo grabar en su mente aquella última imagen tan viva y feliz de Misaki, Akihiko se incorporó, sentándose en la cama, y le llamó para mirarle a los ojos una vez más.

    —Misaki...— murmuró. El castaño le observaba con una amplia sonrisa.

    —Dime, amor— contestó cariñosamente, utilizando aquel apelativo tierno con el que se refería a él aveces.

    —Nada... Sólo quería verte otra vez— respondió utilizando exactamente las mismas palabras que usó para despedirse a la mañana siguiente de conocerlo. Pero en realidad, lo único que el peliplata quería, era que fuese ese precioso rostro la última imagen que viese en su mente antes de quitarse la vida.

    —Nos vemos luego. Te quiero— se despidió el castaño dedicándole una bonita sonrisa, y marchándose de la habitación, sin saber que esa había sido la última conversación que tendría con su marido.

    —Adiós, Misaki...— susurró sintiendo una lágrima caer por su mejilla, apenado por saber que no volvería a ver a su tierno esposo.

    Akihiko ya había tomando la decisión de acabar consigo mismo, sin contar con que si él moría, Misaki no sólo no sería feliz, sino que se enterraría en vida.

    A las 20:00 de la tarde, cuando Misaki se hubo marchado con Nowaki y Hiroki, Akihiko se levantó de la cama para ponerle de comer a Ryuu, el cual le miraba moviendo la cola de forma juguetona, sacándole una sonrisa.

    —Ryuu, ven chico— le llamó al poner el plato de comida en el suelo para que se acercase a comer, el cual obedeció al instante, y le dio las gracias con un amistoso lametón de manos.
    Al acariciar a aquel dulce y cariñoso perro por última vez, Akihiko supo que cuando él faltase, el animalito se encargaría de no dejar nunca solo a Misaki.

    Después de esto, y de escribirle una carta de despedida al castaño, el peliplata fue hasta el minibar donde guardaban las bebidas, y tras abrir una botella de vodka, comenzó a beber como hacía meses que no bebía, recordando las palabras de Shizuku al decirle que esa era su verdadera esencia, y dándole a entender que nunca podría escapar de ello.

    Cuando se hubo acabado todo el líquido de la botella, en cuestión de minutos, Akihiko fue tambaleándose hasta el armario del baño en el que se guardaban los antibióticos, y buscó un pequeño bote con los antidepresivos que el médico le recetó un año y medio atrás.
    Antes de conocer a Misaki. Antes de saber que la vida no era tan horrible como él la percibía, desde que la muerte de su madre, siendo apenas un niño de nueve años.
    Al encontrar el botecito, lo cogió y lo miró fijamente durante unos segundos, antes de metérselo en el bolsillo trasero del pantalón, y dirigirse directamente al garaje de la casa.

    Allí, el cantante cogió un taburete y una larga cuerda que se puso en el hombro.
    En el jardín, el peliplata caminó hasta un alto y enorme abeto frente al que había pasado muchos momentos de su vida, y sin pensárselo dos veces, por el valor que su ebriedad le daba, ató una de las extremidades de la soga a la rama del árbol, con la intención de quitarse la vida mediante el ahorcamiento.

    En ese momento, Akihiko se sacó el bote de pastillas del bolsillo, y se tomó varias cápsulas de una sola vez, con la idea de que semejante dosis le diera la suficiente somnolencia como para que su instinto de supervivencia no aflorase a la hora de sentir la asfixia que le causaría la soga en su cuello.

    Mientras tanto, en el auditorio donde se daría el concierto esa noche, Misaki ya estaba vestido y arreglado, preparado para salir al escenario, sin ser consciente de lo que estaba a punto de suceder en el jardín de su casa.

    —Hiroki, averíguame si ha llegado ya el coche que mandé a mi casa para que recogiese a Akihiko, por favor— pidió el castaño emocionado con la idea de cantar con su marido esa noche después de tanto tiempo. El manager del peliplata fue a cumplir con la petición del ojiverde, el cual estaba con Nowaki en el camerino.

    —¿Va a venir Akihiko?— preguntó el ojiazul, contento de que volviese a los escenarios.

    —Sí, dijo que vendría y que cantaría conmigo esta noche como despedida durante unos meses— contestó— Y después de esto, nos iremos de vacaciones indefinidas, y podremos dedicarnos por completo a nuestra relación— afirmó Misaki con evidente entusiasmo, contagiándole la sonrisa a su mejor amigo.

    —Es lo quieres, ¿verdad, Misaki?— preguntó Nowaki queriendo saber si esa decisión era lo que más le apetecía al castaño.

    —Si te soy sincero... Sí, Nowaki. Necesito descansar de todo este ajetreo al menos durante un tiempo, y centrarme únicamente en mi matrimonio— respondió con sinceridad— Hemos pasado por cosas tan graves en tan poco tiempo...— recordó lo sucedido en los Grammy y las muchas otras veces que le había visto muy perjudicado— Que sencillamente lo único que me apetece es estar con Akihiko, recuperar la magia de nuestra relación, y hacer las cosas que haría una pareja normal— añadió manteniendo la sonrisa.

    —Es una gran idea, Misaki— contestó Nowaki— Me alegro de que te des una oportunidad para ser feliz al lado de tu marido— agregó dándole un abrazo al menor.

    —Misaki, tienes que salir al escenario. Los fans te esperan— dijo Shizuku con normalidad, entrando al camerino, e interrumpiendo el momento de los dos amigos.

    Al subir las escaleras para salir a escena, Misaki se topó con Hiroki, y le preguntó si ya había llegado Akihiko. El mayor le contestó que no, y cuando el ojiverde iba a buscar a Tanaka para pedirle que fuese a recoger a su marido, Shizuku le interceptó y le condujo de nuevo al escenario.

    —Misaki, no hay tiempo. Tienes que salir ahora— dijo de forma seria— Yo le diré a Tanaka que vaya a buscar a Akihiko, ¿vale? Pero ahora tienes que salir a cantar— añadió sin darle mayor opción.

    Haciendo caso a su manager, Misaki salió al escenario dispuesto a dar todo de sí mismo para que ese último concierto fuese tan exitoso como todos los anteriores.

    En el jardín de la mansión, Akihiko ya sentía el efecto de los antidepresivos en su cuerpo, notando como el cansancio y el sueño se alejaban de su cuerpo, dejándolo totalmente agotado como para hacer cualquier movimiento brusco.
    Fue entonces, ese preciso momento, cuando el peliplata se subió al borde del taburete y se colocó la soga al cuello, de manera que ésta le presionase la garganta.

    —Misaki... Te quiero...— murmuró a modo de despedida, sintiendo las lágrimas empapar sus mejillas.

    Tras esto, Akihiko se bajó del taburete, y quedando a unos quince centímetros suspendido en el aire, comenzó a sentir cómo la cuerda empezaba a asfixiarle, y cómo el oxígeno se escapaba de sus pulmones al igual que su vida, que dejó su cuerpo inerte a los pocos minutos.

    En el auditorio, Misaki cantaba al piano una de las últimas canciones que había compuesto, cuando su marido estaba en la clínica, y que hubiera sido parte del repertorio de su segundo disco de no ser porque había decidido tomarse un tiempo de descanso, en parte consecuencia de la rotunda negativa de Shizuku a la posibilidad de que Akihiko lo acompañase en su gira.

    I still hear your voice
    When you sleep next to me
    I still feel your touch
    In my dreams.

    Forgive me my weakness
    But I don't know why
    Without you it's hard to survive

    'Cause every time we touch
    I get this feeling,
    And every time we kiss
    I swear I can fly,
    Can't you feel my heart beat fast
    I want this to last
    Need you by my side
    'Cause every time we touch
    I feel the static,
    And every time we kiss
    I reach for the sky,
    Can't you hear my heart beat slow
    I can't let you go
    Want you in my life

    Your arms are my castle
    Your heart is my sky
    They wipe away tears that I've cried
    The good and the bad times
    We've been through them all
    You make me rise when I fall

    'Cause every time we touch
    I get this feeling,
    And every time we kiss
    I swear I can fly,
    Can't you feel my heart beat fast
    I want this to last
    Need you by my side
    'Cause every time we touch
    I feel the static,
    And every time we kiss
    I reach for the sky,
    Can't you hear my heart beat slow
    I can't let you go
    Want you in my life

    Every time we touch
    I get this feeling,
    And every time we kiss
    I swear I can fly,
    Can't you feel my heart beat fast
    I want this to last
    Need you by my side

    'Cause every time we touch
    I feel the static,
    And every time we kiss
    I reach for the sky,
    Can't you hear my heart beat slow
    I can't let you go
    Want you in my life

    Con la última nota del piano, los fans comenzaron a aplaudir enardecidos, vitoreando y alabando al excelente cantante que había logrado cautivar al mundo en general, y a Japón en particular en muy poco tiempo.

    Haciendo una pequeña pausa, Misaki volvió al backstage donde estaban todos, y lo primero que hizo, fue preguntar si Akihiko había llegado ya, sin imaginarse ni por un momento que el peliplata no llegaría nunca más a ningún sitio.

    —Aún no, Misaki. Sigue el concierto tú sólo, en algún momento llegará y se unirá a ti para que cantéis juntos. Vamos, tienes que salir— ordenó Shizuku, importándole únicamente que el espectáculo saliera según lo previsto.

    Una hora y media después, el concierto terminó como empezó, con el castaño cantando todo el tiempo en solitario.
    Agobiado por el hecho de que Akihiko no le cogiese el teléfono, de saber que ningún coche había ido a recogerle, y temiendo que hubiese sufrido una recaída al estar tanto tiempo solo, Misaki le pidió a Hiroki y Nowaki que le llevasen a casa para cerciorarse de que Akihiko estaba bien.

    Casi media hora después, los tres amigos llegaron a la casa del matrimonio Usami.
    Al bajar del coche, y entrar en la mansión, lo primero que hicieron fue ir a la habitación que Misaki y Akihiko compartían, para ver si el peliplata se encontraba ahí. Pero no estaba. Miraron en el baño de esa estancia y en todos los demás baños y habitaciones de la casa, en el salón, en la cocina... Y ni rastro de Akihiko.
    Al no encontrarle en ningún sitio, Misaki empezó a sentir el pánico apoderarse su cuerpo por el miedo a que le hubiese pasado algo.

    Al salir al jardín, Ryuu corrió al encuentro de su amo, tratando de llamar su atención mediante ladridos de advertencia. El perro se mostraba visiblemente alterado, moviéndose de un lado para otro como si quisiese decirle algo.

    —Ryuu... Ryuu, ¿qué pasa?— preguntó Nowaki preocupado por ver así al animal, que al tener la atención de uno de los humanos, le cogió de la manga de la camisa con sus dientes, queriendo llevarlo a donde estaba su otro dueño. Temiéndose lo peor, el ojiazul siguió al perro, que muy rápido le condujo al jardín del porche trasero de la casa, ladrando hacia el abeto donde Nowaki pudo ver divisar el cuerpo inerte de Akihiko colgado de una de las ramas.
    Si poder evitar que se le aguasen los ojos de tristeza, el moreno se dio la vuelta antes de que Misaki y Hiroki saliesen, y viesen la dantesca imagen que él ya había visto.

    —Hiro-san... Por lo que más quieras, no dejes que Misaki salga de casa— ordenó saliendo de nuevo al jardín. Al oír ese mandato, y ver a su novio con los ojos llorosos, Hiroki supo inmediatamente la razón por la que Nowaki le había ordenado eso, y no pudo evitar abrazarse a Misaki, y llorar desconsoladamente por la pérdida de su mejor amigo. El castaño sintió un fuerte dolor en el pecho y una horrible agonía por lo que le había pedido Nowaki a su pareja.

    —Hiroki, ¿¡Por qué lloras!? ¿¡Qué está pasando!?— preguntó histérico, tratando de zafarse de los brazos de su amigo para seguir a Nowaki. Pero Hiroki le agarró más fuerte— ¡Hiroki, por favor! ¡Suéltame!— pidió con una mezcla de rabia y angustia, haciendo acopio de todas sus fuerzas para soltarse del agarre y salir al jardín.

    Cuando logró liberarse, pues el castaño mayor estaba tan triste que no era capaz de volver a atraparlo, Misaki abrió la puerta del porche trasero, encontrándose con la misma horrible imagen que Nowaki había visto unos segundos antes, y que sería la responsable de sus pesadillas durante mucho, mucho tiempo.

    —¡¡¡NOOOOOO!!!— gritó al borde de un ataque de locura, llamando la atención de Nowaki, quien había descolgado el cuerpo de Akihiko del árbol para ponerlo sobre el césped.
  8. .
    Capítulo 12: Nueva vida

    Así pasaron seis meses. Seis meses que, al principio, fueron mucho más duros de lo que Akihiko Usami pensó que serían.
    Durante las primeras cinco semanas, el peliplata tuvo que lidiar con un fuerte síndrome de abstinencia por la enorme adicción al alcohol que sufría. Y no había día o noche en la que no sufriera insomnio, palpitaciones, sudoración, convulsiones, e incluso delirio tembloroso que sólo se calmaba cuando le administraban sus dosis de benzodiacepinas.

    Akihiko también lo pasó bastante mal a la hora de tener que dejar la cocaína, pues se pasaba la mayor parte del tiempo irritable y apático, sufriendo en muchas ocasiones cambios en el apetito y náuseas que frecuentemente le hacían vomitar cualquier cosa que hubiese ingerido.
    Durante un mes, el ojivioleta padeció de trastornos en el ritmo del sueño, pasando de la hipersomnia al insomnio en el mismo día, lo que le tenía visiblemente alterado.

    Pero con lo que más sufría Akihiko, sin duda, era con estar separado de Misaki. Eso era lo que peor llevaba de todo aquel proceso, debido a lo mucho que lo echaba de menos, y a lo mucho que lo necesitaba a su lado esos meses.
    Al castaño le había dicho que estaría en esa clínica todo el tiempo que fuese necesario para recuperarse por completo, pero lo único que sentía el peliplata, era que cada día que pasaba, separado de su dulce esposo, le hacía sumirse en una terrible y profunda depresión.

    Y Misaki no estaba mucho mejor que Akihiko, ya que también lo añoraba muchísimo, y no hacía más que mirar el calendario y contar los días para que su marido volviese a casa.
    La situación por la que pasaba el castaño era totalmente contraria a lo que Shizuku pensó en un primer momento.
    El manager creía que al desaparecer Akihiko, durante un tiempo, Misaki se centraría más en su carrera artística. Pero lo que el moreno no sabía, era que en esos seis meses el ojiverde tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por componer nuevas canciones, y dar la talla en los conciertos o programas a los que le invitaban, pues sin Akihiko, Misaki sentía que su vida no estaba completa.

    A pesar de todo, el castaño recibía casi a diario las visitas de Hiroki y Nowaki, que se pasaban días enteros en la casa sólo para hacerle compañía a Misaki, y que no se sintiese tan solo. Haruhiko también iba a verlo a menudo, y en aquellos meses lograron forjar una bonita amistad, debido a las cosas que le contaba de cuando Akihiko era niño, y a las veces que le decía cuánto quería a su hermano pequeño aunque se peleasen a menudo.
    De igual manera que los demás, Takahiro y su familia también pasaban largas temporadas en Tokyo, quedándose con Misaki para apoyarlo y animarlo a que aguantase esos meses para que Akihiko le viese bien, y no se preocupase en el momento en que ambos se reencontrasen.

    Una tarde en la que se encontraba sólo en su casa, ordenando las estanterías del salón, el castaño encontró un papel doblado en dos partes entre las hojas de un antiguo ejemplar de Romeo y Julieta.
    Pudiéndole la curiosidad, desdobló el folio, y se encontró con una preciosa canción escrita a mano por el peliplata.

    Don't wanna feel another touch
    Don't wanna start another fire
    Don't wanna know another kiss
    No other name falling off my lips
    Don't wanna give my heart away
    To another stranger
    Or let another day begin
    Won't even let the sunlight in
    No, I'll never love again
    I'll never love again

    Aunque estaba inacabada, Misaki no pudo evitar emocionarse al leer aquel estribillo que hablaba de lo que Akihiko sentía por él.
    Contento de haberla encontrado, el castaño volvió a doblar el papel y lo metió en su cartera, con la idea de mostrársela al ojivioleta el día que pudiese ir a visitarlo a la clínica.

    Finalmente, ese día llegó, y más feliz en ese momento que en los seis meses anteriores, Misaki fue a visitar a Akihiko, el cual ya estaba casi curado, y muy contento con la idea de volver a ver a su esposo.

    Cuando el ojiverde, acompañado de uno de los médicos que trataban al cantante, vio a su marido de pie junto a la cristalera de aquella enorme sala, esperándolo con una amplia sonrisa y una mirada enamorada, corrió a su encuentro, y se lanzó a sus brazos, los cuales había extrañado mucho aquellos meses de total separación a los que Akihiko había sido sometido.

    —No sabes cuánto me alegro de verte— murmuró Misaki llorando por la emoción del reencuentro.

    —Yo sí que tenía ganas de verte. No te imaginas cuántas— contestó Akihiko sin dejar de abrazar fuertemente a su esposo, dándose cuenta de que lo quería mucho más de lo que recordaba, que ya era bastante.

    —Te veo genial— dijo el castaño, mirándole con una enorme sonrisa cuando, varios minutos después, rompieron el abrazo, y se sentaron en uno de los sofás de la sala— Estás mejor que nunca— añadió.

    —Lo cierto es, que hacía mucho mucho tiempo que no me sentía así de bien— aseguró el peliplata, dando a entender que la terapia estaba siendo todo un éxito— ¿Y tú cómo estás?— preguntó acariciando el rostro del ojiverde con uno de sus dedos, haciéndole sonreír.

    —Mejor ahora que te veo— respondió Misaki con absoluta sinceridad— Estos meses han sido duros para mí también. Pero gracias a Dios, no he estado solo. Hiroki y Nowaki han estado conmigo en todo momento. Haruhiko también ha sido muy atento, y Takahiro pues... Como un padre para mí, ya sabes— explicó sonriente.

    —Me alegro mucho de que no te hayan dejado solo en mi ausencia— contestó Akihiko agradecido internamente con sus amigos y su hermano— ¿Qué tal Hiroki y Nowaki? ¿Han fijado ya fecha para la boda?— preguntó queriendo enterarse de lo que había pasado a su alrededor aquellos meses de aislamiento.

    —Todavía no. Están esperando a que te recuperes del todo, y a que te den el alta— respondió Misaki recordando aquella conversación que tuvo con la pareja acerca de la fecha para celebrar su enlace matrimonial.

    —¿Y qué tal está Ryuu?— preguntó ahora refiriéndose al perro que Misaki le regaló cuando comenzaron a vivir juntos— Pienso mucho en él. Tiene que estar enorme— añadió con una sonrisa nostálgica.

    —Sí, lo está. Ya tiene casi un año— contestó— Es un amor... Y te echa de menos, Akihiko. Se pasa los días tumbado frente a la puerta, esperando tu regreso. En realidad, los dos esperamos que regreses pronto— confesó con una sonrisa triste por lo dura que era aquella situación.

    —Ya no queda mucho. Sólo un mes más, y volveré a casa— afirmó Akihiko contento— No puedo creer que quede tan poco— agregó pensando en los días que había comenzado a tachar en su calendario.

    —Tú... Vas a querer volver conmigo cuando acabe la terapia, ¿verdad?— preguntó Misaki preocupado porque Akihiko desease lo contrario. Esto desconcertó al mayor.

    —¿Por qué me preguntas eso, Misaki? Claro que quiero volver contigo— respondió el peliplata con total seguridad, cogiendo las manos de su esposo entre las suyas.

    —Bueno... Es que... No sabía si estando sobrio querrías estar conmigo— confesó mirando al suelo con inseguridad— Como bebías tanto cuando estábamos juntos, y ahora ya no bebes, pues... No sabía qué pensar— agregó.

    —No estaba borracho todo el tiempo cuando estaba contigo— aseguró el mayor haciéndole levantar la mirada al poner sus dedos bajo el mentón de su esposo— Misaki... Si estoy aquí, es porque quiero estar contigo, y darte la maravillosa vida que tanto te mereces— añadió sonriendo con sinceridad, sin poder pensar ya en una vida lejos del castaño.

    —Yo sólo quiero que seas feliz, Akihiko. Es lo único que me importa— contestó el castaño mirando intensamente los ojos violeta de su marido.

    —La única manera de que yo sea feliz, es si tú estás a mi lado. Estar contigo hace que me sienta completo— respondió llevando su mano al rostro del ojiverde para besar sus labios dulcemente.

    En ese momento, Misaki recordó la canción que había encontrado aquel día entre las páginas de uno de los libros de la estantería.
    Así que, sacando el papel de su cartera, el castaño lo desdobló, y se lo lo dio a Akihiko.

    —Encontré esto hará un par de semanas— explicó el menor— ¿Me escribes canciones de amor, y luego las escondes?— preguntó con una sonrisa graciosa que le contagió a su marido.

    —No la escondí. La metí en ese libro porque sabía que la encontrarías tratándose de tu novela favorita— contestó haciendo que el castaño sonriese aún más al no haber caído en ese detalle.

    —Es preciosa, pero no está acabada— dijo recordando la letra a la perfección.

    —La escribí durante mi viaje a Fukuoka, antes de los conciertos— confesó— Pensaba en ti, y salió solo— añadió.

    —¿La terminarás para mí?— preguntó Misaki notando cómo una lágrima de felicidad rodaba por su mejilla.

    —Por supuesto que sí— respondió borrando con la yema de su dedo pulgar el rastro de aquella lágrima, y siendo besado nuevamente por el castaño— Oye, Misaki... Yo... Quería pedirte perdón— dijo notando cómo se le aguaban los ojos. El menor le miró sin saber a qué se refería— Siento muchísimo haberme puesto así la noche de los Grammy. Estuvo fatal— confesó Akihiko entre sollozos.

    —No hay nada que perdonar— respondió Misaki acariciando el cabello plateado de su marido con sus dedos— Tú no tienes la culpa de nada. Es una enfermedad que no puedes controlar. Ya está— añadió muy tranquilo, siendo completamente honesto con sus palabras.

    —Ya, pero te hice pasar vergüenza, y no te dejé disfrutar de tu gran noche. Lo siento mucho, de verdad— siguió diciendo sin dejar de llorar.

    —No te preocupes más por eso. Nunca te he culpado, ni te he guardado rencor en absoluto. Así que no te castigues más, por favor— pidió cariñosamente, sin dejar de acariciar sus cabellos— Tranquilo. Eso ya pasó. No llores— insistió abrazándolo contra su cuerpo, de manera que la cabeza del mayor reposaba en el pecho del castaño, que no hacía más que besar su pelo— Te quiero demasiado como para tener eso en cuenta— aseguró verazmente, sin dejar de abrazar a su marido.

    Un par de días después, más contento tras haber visto a Akihiko, y sabiendo que pronto lo tendría de vuelta en casa, Misaki se reunió con Shizuku para hacerle una propuesta que tenía en mente para su gira internacional.

    —Shizuku... Quiero que Akihiko venga conmigo de gira— afirmó Misaki. El moreno le miró como si le hubiese salido una segunda cabeza— Lleva mucho tiempo retirado de los escenarios, y quiero que poco a poco vaya volviendo. Cantará conmigo en los conciertos, en plan dueto hasta que se sienta capaz de cantar nuevamente por sí solo— planificó— Sé que lo hará genial, enserio. Nunca le había visto tan bien. Está tan cambiado que...— Shizuku le interrumpió antes de que terminase la frase.

    —No. Ni lo pienses, Misaki— se negó en rotundo el manager.

    —Está mejor que nunca, Shizuku. Tendrías que haberle visto. Es un Akihiko totalmente nuevo— rebatió Misaki con afán de convencer a su representante.

    —No, no y mil veces no, Misaki. No pienses que te vas a llevar a Akihiko de gira porque la respuesta es no, y no admito discusiones— sentenció con firmeza Shizuku. Misaki le miró con tristeza, y volvió a centrarse en el piano, pues llevaba días intentando componer la música a aquella canción tan bonita que el peliplata le había escrito. Al ver que el castaño no respondió a su negativa, el manager insistió en el "no"— ¿Te ha quedado lo suficientemente claro?— preguntó de brazos cruzados y mirándole seriamente.

    —Sí, me ha quedado muy claro— respondió Misaki haciendo que Shizuku sonriese— Cancela la gira— ordenó Misaki sin despegar la vista y las manos del piano. Estas palabras borraron de un plumazo la sonrisa del moreno.

    —¿Cómo dices?— preguntó creyendo no haberle entendido bien.

    —Lo que has oído— contestó el ojiverde— Si Akihiko no viene conmigo, entonces no haré esa gira. Eso es lo que hay— concluyó mirando al mayor a los ojos con desafío, logrando que éste se fuese chistando y maldiciendo al peliplata por lo bajo.

    Finalmente, el mes pasó, y llegó el día en que a Akihiko le daban el alta de la clínica, pues consideraban que ya estaba curado, y preparado para volver al mundo exterior.
    Como era de esperarse, le prepararon una fiesta sorpresa de bienvenida. Así que, mientras Misaki, Nowaki y Hiroki se quedaban en casa, encargándose de los decorativos, Haruhiko fue a buscar a su hermano a la clínica.

    Al verse, ambos se dieron un fuerte abrazo por lo mucho que se habían echado de menos, y tras meter las maletas en el coche, partieron rumbo a la casa del peliplata, sin hacerse éste la más remota idea de lo que le tenían preparado.

    —¿Cómo estás? ¿Te han tratado bien en esa clínica?— le preguntó Haruhiko mientras conducía.

    —La verdad es que sí. Son unos grandes profesionales— contestó Akihiko con sinceridad al referirse al personal del centro— Me siento completamente nuevo, ¿sabes? Como si hubiera vuelto a nacer— añadió— No recordaba lo que se siente al estar totalmente limpio.

    —Habrá sido duro al principio, ¿no?— imaginó el mayor al pensar en lo que debía ser pasar el síndrome de abstinencia.

    —Sí, sobre todo las primeras semanas— respondió el ojivioleta recordando el sufrimiento de aquellos días— Pero ha merecido la pena pasar por eso, y encontrarme tan bien conmigo mismo ahora— agregó orgulloso— Además, no fue la abstinencia lo que más me hizo sufrir— confesó. El moreno le escuchaba atentamente.

    —¿No? ¿Y qué fue?— quiso saber.

    —Tener a Misaki tan lejos. El hecho de no poder verlo, de no levantarme cada mañana con él— respondió— ¿Sabes qué es lo más duro, Haruhiko?— el mayor le miró fijamente, instándole a continuar— Despertarse cada día abrazado a un hueco vacío— contestó a su propia pregunta con lástima.

    —Pues ya no tienes que preocuparte más por eso. Desde este día, y para siempre, podrás despertar todas las mañanas abrazando a Misaki— sentenció Haruhiko sonriendo, y logrando que Akihiko también sonriese.

    Pocos minutos después, los dos hermanos llegaron a la casa del cantante. Tras aparcar y sacar las maletas del maletero, ambos entraron a la vivienda, encontrándosela en completo silencio. Akihiko se extrañó, ya que esperaba que su esposo saliera corriendo a recibirlo.
    Haruhiko, que ya sabía de qué iba aquello, se quedó callado, observando los movimientos de su hermano.

    —¿Misaki?— le llamó— Qué raro que no esté en casa...— dijo el peliplata yendo hacia el salón. En ese momento, las luces de la estancia se encendieron, y Misaki, Nowaki y Hiroki, junto con Ryuu, que ladró alegre al ver a su dueño, gritaron "¡Sorpresa!" entre carcajadas, haciendo sonreír a Akihiko al ver una gran pancarta en la que ponía "Bienvenido a casa"— ¡Qué fuerte! ¡Estáis todos aquí!— exclamó contento— ¡Cómo me alegro de veros!— añadió verdaderamente contento, abrazando a sus dos amigos y besando pasionalmente a su pareja— ¡Ryuu! ¡Ven aquí, guapo!— llamó al perro, el cual se acercó para lamerle la cara de forma amistosa— ¡Qué grande estás!— agregó acariciándolo con cariño.

    —¡Qué bien se te ve, Akihiko!— dijo Hiroki volviendo a abrazar a su mejor amigo.

    —Es que estoy muy bien, Hiroki. Estoy mejor que nunca, y todo gracias a vosotros, que me animasteis a ir a esa clínica— respondió totalmente agradecido.

    —Es genial. Has vuelto completamente renovado— contestó Nowaki contento por el peliplata, quien sonreía feliz.

    Después de varias horas de charla, de contarles lo que había hecho en la clínica, y de pasar tiempo juntos, Haruhiko, Hiroki y Nowaki se fueron a sus respectivas casas, dejando a la parejita a solas después de siete largos meses sin estar juntos en lo que a sexo se refiere.
    Como era de esperarse, nada más quedarse solos, Misaki y Akihiko comenzaron a besarse intensamente, dando rienda suelta a la pasión que sentían con un simple roce de labios, y demostrándose de mil maneras lo mucho que se habían echado de menos el uno al otro.

    A las 4:00 de la mañana, tras hacer el amor varias veces, los románticos se durmieron, agotados por el esfuerzo físico al que se habían sometido. Ahora que estaba libre de sustancias tóxicas, y que estaba acostumbrado a practicar deporte todos los días, Akihiko notó cómo había mejorado su resistencia a la hora de embestir una y otra vez a Misaki, quien estaba alucinado con la energía y vitalidad de su marido, que no había parado de penetrarle hasta sentirse completamente saciado de él.

    A la mañana siguiente, la pareja se levantó muy tarde, sin ninguna prisa, sintiendo que tenían todo el tiempo del mundo para permanecer en la cama abrazados y haciéndose mimos hasta que les diese un empacho de tanta dulzura.

    —¿Qué te apetece comer hoy?— preguntó Misaki abriendo el enorme frigorífico, y poniéndose de puntillas para alcanzar un yogurt de la balda de arriba.

    Como sólo llevaba su bóxer y la camisa de botones de su marido, podían apreciarse perfectamente el largo de sus piernas y la suavidad de su piel, lo que excitó demasiado a Akihiko, que no dudó a la hora de colocarse detrás del menor, y rodear su cintura con sus brazos para poder atacar su cuello a gusto. Misaki sonrió, y llevó su mano al rostro del ojivioleta, acariciando sus cabellos como buenamente pudo.

    —A ti. Me apetece comerte a ti— contestó Akihiko llevando una de sus manos al miembro de Misaki y apretándolo por encima de la tela del bóxer. Esto hizo que el menor jadeara casi inaudiblemente.

    —¿Y a qué estás esperando?— preguntó mirándolo de reojo, comenzando a mover la cadera para restregar sus glúteos contra la hombría de su marido, y a su misma vez, rozar su propio miembro con la palma de la mano de éste.

    Sin tiempo que perder, Akihiko puso a Misaki contra la isla de la cocina, y bajándole los bóxer de un tirón hasta las rodillas, elevó ligeramente su trasero, y comenzó a acariciar la entrada del ojiverde con uno de sus dedos, buscando que empezase a lubricar.
    Cuando sintió a Misaki lo suficientemente húmedo como para penetrarle sin hacerle daño, el mayor se bajó su bóxer, y agarrando su miembro, lo insertó de una sola estocada en la cavidad del castaño, quien tuvo que morderse los labios para no gritar de placer en ese mismo instante.

    Sin dar tiempo a que se acostumbrara, Akihiko comenzó a mover sus caderas una y otra vez contra las de Misaki, embistiéndolo con rapidez y algo de rudeza por la excitación que sentía, sacándole más de un gemido al ojiverde, que no tenía fuerzas ni para mantener el equilibrio en sus piernas.

    —Aaahh... Aahhh...— gimió de forma placentera, tratando de mover sus caderas sobre las de su marido. Pero el ojivioleta, que quería ser quien llevase el mando de la situación, colocó sus manos sobre las caderas del menor para tener un punto del cual sostenerse, y del que tomar impulso a la hora de subir la intensidad de sus embestidas— Aaahh... Akihiko... Sigue...— suplicó Misaki pidiendo más.

    El peliplata, sin hacerse de rogar, aumentó el ritmo de sus penetraciones, llevando a su esposo a la locura, y logrando que le pidiese más y más.

    —Aaahh... Misaki... Aaahhhh— gimió Akihiko sin dejar de embestirle fuertemente, queriendo saciar en muy poco tiempo, la sequía sexual de los casi ocho meses que había estado sin tocarlo.

    Varios minutos después, cuando ambos sentían el orgasmo aproximarse, Akihiko incrementó aún más, si cabía, la fuerza de sus estocadas, al tiempo que masturbaba el miembro de Misaki para ayudarle a llegar al climax a la vez que él.
    Finalmente, tras unos segundos, ambos lograron correrse, vaciándose el peliplata dentro del castaño, y éste sobre la encimera.

    Cuando consiguieron recuperar su respiración y que su pulso se normalizara, la pareja comió lo que Misaki había preparado, después de ducharse y adecentarse, necesitando coger fuerzas para el resto del día.

    Esa tarde, el castaño decidió ocuparse de seguir componiendo, al piano, la música para aquella preciosa canción aún inacabada.
    De vez en cuando, Misaki miraba por la ventana, y sonreía al ver a Akihiko tirado en el césped, jugando con Ryuu en el jardín.
    Esa era su familia. Su marido, su perro y, por supuesto, su hermano, su cuñada y su sobrino.
    Eso, junto con sus amigos, era lo que más le importaba en la vida. Mucho más que su carrera musical o cualquier otra cosa.

    —¿Qué tal lo llevas?— preguntó Akihiko al entrar en la casa, refiriéndose a la melodía de la canción, que escuchaba perfectamente desde fuera.

    —Creo que bien. La letra es tan bonita que la melodía se compone prácticamente sola— contestó— A ver qué te parece— añadió comenzando a tocar las teclas del piano con suavidad, enamorando aún más a Akihiko con el sonido de éstas.

    —Es preciosa, Misaki— le felicitó el peliplata con sinceridad— Me encanta cómo lo tocas.
    Es muy bonito oírla cantada, y con música que la acompañe— admitió.

    —Gracias, cariño...— dijo el menor mirando a su pareja a los ojos— ¿Me la cantas?— preguntó con una sonrisa ilusionada, queriendo escucharla de forma original, cantada por su compositor, el cual asintió.

    —Claro que sí. Llevo semanas oyéndola en mi cabeza, y ahora con el piano sonará mejor— contestó el peliplata amablemente.

    Tras sentarse junto a Misaki detrás del piano, Akihiko comenzó a tocar de oído la melodía compuesta por su esposo que había estado escuchando esa tarde desde el jardín, y a la vez, empezó a cantar lo que recordaba de la canción.

    Don't wanna feel another touch
    Don't wanna start another fire
    Don't wanna know another kiss
    No other name falling off my lips
    Don't wanna give my heart away
    To another stranger
    Or let another day begin
    Won't even let the sunlight in
    No, I'll never love again
    I'll never love again

    Misaki no pudo evitar llorar de emoción al escuchar aquella canción tocada y cantada por su marido, con ese sentimiento tan puro y tan dulce. Por lo que no se resistió a la hora de besar sus labios con amor, agradeciéndole a la vida que Akihiko volviese a estar con él, por y para siempre.

    Edited by LoveJunjouRomantica95 - 22/12/2019, 18:18
  9. .
    Misaki es súper dulce y le quiere más que a nada en el mundo. Por eso no le culpa ni se enfada, porque sabe que es una enfermedad y que no lo hace aposta 🙈♥️

    Akihiko quiere enmendar sus errores, curarse y darle a Misaki la vida que merece, por eso acepta ir al centro. Será duro pero le servirá para desengancharse de las drogas y el alcohol ☺️

    El manager es un hijo de puta y le cogerás más manía con cada capítulo 😤😤

    Ya tengo escrito el siguiente. Mañana lo subiré 😊

    Besos 😘😘
  10. .
    Capítulo 11: Tocando fondo

    A las 21:00 de la noche, Shizuku, Misaki, Nowaki, Hiroki, Haruhiko, Takahiro y su familia se encontraban ya en sus respectivos asientos, esperando que la gala diese comienzo.
    Como apertura de los premios, estaba programado el tributo a Freddie Mercury que supuestamente Akihiko interpretaría.

    Lo que ninguno de los presentes sabía, era que debido al decaimiento y al estrés que sentía por aquella situación que le estaba sobrepasando, el peliplata ya se había tomado varias copas y había esnifado alguna que otra raya de cocaína para, según él, relajarse y poder dar lo mejor de sí en aquel homenaje, aunque sólo fuera como corista de Masamune Takano.

    El escenario se oscureció durante unos segundos y, acto seguido, un enorme foco se posó sobre el cantante que interpretaría aquella famosa canción. Para sorpresa de casi todos los espectadores de la gala, "The Great Pretender" dio comienzo con Masamune Takano vestido con un traje de chaqueta blanco y camisa negra, muy al estilo "fiebre de sábado noche".

    Oh yes, I'm the great pretender
    Pretending that I'm doing well
    My need is such; I pretend too much
    I'm lonely but no one can tell.

    —¿No iba a cantarla Akihiko?— le preguntó Misaki a Shizuku, quien, sentado a su lado, se encogió de hombros con una disimulada sonrisa por ver al cantante degradado a simple corista de un amateur.
    Al ver cómo su marido se tambaleaba, costándole un poco mantener el equilibrio, el castaño se temió lo peor— Oh, no...— murmuró con preocupación, imaginándose cuánto le habría afectado al ojivioleta ser destituido de aquella actuación que tanta ilusión le hacía. Haruhiko, Hiroki y Nowaki esbozaron una mueca triste al ver la expresión vacía de Akihiko, el cual estaba detrás de un chico moreno con los ojos azules, y gesto serio e imperturbable.

    Oh yes, I'm the great pretender
    A drift in a world of my own
    I play the game; but to my real shame
    You've let me to dream all alone.

    Too real is this feeling of make believe
    Too real when I feel what my heart can't conceal.

    Oh yes I'm the great pretender
    Just laughing and gay like a clown
    I seem to be what I'm not; you see
    I'm wearing my heart like a crown
    Pretending that you're still around.

    Too real is this feeling of make believe
    Too real when I feel what my heart can't conceal

    Yes I'm the great pretender
    Just laughing and gay like a clown
    I seem to be what I'm not you see
    I'm wearing my heart like a crown
    Pretending that you're still around

    Cuando la actuación terminó, uno de los técnicos de sonido indicaron a Akihiko que fuese hacia su lugar entre el público, donde le habían reservado un asiento al lado de su esposo.

    —¿Estás bien, Misaki?— preguntó Shizuku preocupado porque lo ocurrido con el peliplata le afectase lo más mínimo.

    —Sí— contestó Misaki disgustado por la faena que le habían hecho a su marido al quitarle el tributo a su cantante preferido. Al ver al perjudicado ojivioleta de pie frente a él, el castaño le tomó de la mano para hacer que se sentara a su lado— ¿Cómo estás, cariño?— preguntó besando su mano, y apartándole algunos mechones de pelo de la frente.

    —Necesito ir al baño... Me estoy meando— contestó con tono ebrio Akihiko, manteniendo la voz baja.

    —Misaki, dile que se calle de una vez— pidió Shizuku mirando mal al peliplata, temeroso de que montase un numerito de los suyos, como cada vez que estaba colocado, y que esto afectase algo a la gala.

    —Misaki... Quiero ir al baño...— siguió diciendo Akihiko al sentir que su vejiga le explotaría.

    —Shh... Después te acompaño yo— contestó Misaki acariciándole el rostro— Mira, ya va a empezar— susurró con una sonrisa que buscaba distraer al mayor para que se quedase tranquilito.

    Recibida entre aplausos y vítores, la presentadora de los Grammy de ese año hizo su aparición, acompañada de una cantante veterana que debía ser la invitada de honor de esa edición.

    Tras dar un pequeño discurso, y anunciar ganadores de otras clases de premio Grammy, la chica procedió a abrir el enorme sobre que tenía entre sus manos, en el cual se hallaba el ganador de las categorías a las que Misaki había sido nominado.

    —Y el ganador a Mejor Artista Revelación, es...— anunció haciendo una pequeña pausa al ver el nombre en el interior del sobre— Qué maravilla...— dijo la chica con una enorme sonrisa sincera— ¡Misaki Takahashi!— exclamó con orgullo, logrando que todos los presentes se levantasen y aplaudiesen eufóricos, y que el mencionado se llevase las manos al rostro, llorando de la emoción.

    —¡Enhorabuena, Misaki!— dijeron al unísono Hiroki, Nowaki y Haruhiko.

    —Siempre supe que lo conseguirías, hermanito— afirmó Takahiro abrazándolo fuertemente, junto a su esposa e hijo.

    —Vamos, ve a por tu premio— le instó Shizuku con una sonrisa, tras abrazar a su representado.

    Akihiko, quien, como todos los demás, estaba de pie observando la escena, se sentía ido debido al efecto que la fuerte mezcla de alcohol y drogas que había tomado.

    —Acompáñame— pidió Misaki cogiendo del brazo a su marido para que fuese con él al escenario a recoger el Grammy— Hemos ganado, cariño— dijo el castaño muy contento, queriendo compartir esa alegría con el ojivioleta, que apenas podía mantener el equilibrio, puesto que cayó de rodillas al subir las escaleras al escenario, teniendo que agacharse Misaki para ayudarlo a que se levantase del suelo, y pudiesen subir a la tarima.

    —Enhorabuena, Misaki— le felicitó la presentadora dándole al castaño un abrazo, y entregándole el premio.

    —¡Muchas gracias!— exclamó el menor con una enorme sonrisa al recibir la pequeña estatua— Siempre soñé con que llegara este momento, pero nunca imaginé que se haría realidad— confesó llorando de emoción— Gracias a Shizuku Ishi, mi manager. Gracias de verdad por confiar en mí, y por ver lo que casi nadie más supo ver— añadió mirando al ojivioleta, que fue el primero en sacarlo de las sombras— Gracias a Akihiko Usami, mi marido. Gracias por darme el valor y la confianza que siempre necesité para atreverme a cantar en público. Te quiero muchísimo— dijo con total sinceridad— También quería darle las gracias a...—

    — Mira, Misaki... Sales enorme— le interrumpió el peliplata, quien se había mantenido en una esquina del escenario, y se acercó a su esposo, señalando la gran pantalla tras éste, por la cual se reflejaban para que todas las personas de aquella sala pudieran verlo.

    Nowaki, Hiroki y Haruhiko veían la escena con verdadera preocupación, puesto que hacía mucho tiempo que no veían al peliplata de esa manera. Takahiro y su familia contemplaban el momento sin entender por qué el ojivioleta actuaba de ese modo en aquel momento tan importante para el castaño. Shizuku, en cambio, miraba a Akihiko con odio por estropearle la gala a Misaki, sin tener en cuenta que no lo hacía a propósito, sino que era algo que no podía evitar.

    —Sí... Es genial, ¿eh?— Misaki miró la pantalla y rió nervioso, sabiendo que Akihiko no estaba muy bien en ese momento— Quiero darle las gracias a...— el peliplata le volvió a interrumpir cuando quería dar las gracias a Nowaki, Hiroki y su hermano, diciéndole que necesitaba ir al baño— Sí, cariño...— contestó el castaño apurado— Empecé cantando con este gran artista, y cantaré con él toda la vida, ¿verdad?— añadió colocando momentáneamente su cabeza de forma cariñosa sobre el pecho del peliplata, y perdiendo el hilo de su discurso al intentar que su marido, el cual asintió conforme a lo de cantar juntos siempre, se centrase en otra cosa al menos durante unos minutos— También me gustaría darle las gracias a Nowaki y Hiroki, por animarme a cumplir mis sueños, y a mi hermano Takahiro, que si no fuese por él, y por lo mucho que se esforzó a la hora de criarme, no sería la persona que soy ahora. Te quiero, nii-chan— añadió sintiendo cómo se le humedecían los ojos al hablar de su hermano— Es un sueño poder estar aquí, y quiero animar a todo aquel que quiera vivir algo así, para que no tire la toalla y persiga sus sueños, porque al final se cumplen. Muchas gracias— apuró el final del discurso, mientras que Akihiko, quien ya no pudo aguantar más las ganas de ir al baño, comenzó a orinarse en los pantalones, haciendo que el público riese a carcajadas, y que Misaki se pusiese muy nervioso, tratando de tapar a su marido poniéndose delante para que la gente no viera lo que ocurría.

    Sin poder aguantar más, el peliplata se desmayó, y cayó al suelo inconsciente por el efecto de todo lo que había tomado.
    Tanto Misaki, como la presentadora y la cantante invitada sobre el escenario, se acercaron para tratar de auxiliar a Akihiko.
    Hiroki, Nowaki, Haruhiko y Takahiro corrieron hacia el escenario para ayudar a reanimar al peliplata.

    Una vez en su casa, al conseguir que el ojivioleta reaccionase, Haruhiko y Takahiro lo cogieron entre ambos y lo llevaron a la ducha para que el agua le despejase, y pudiese bajar el efecto de las drogas y el alcohol en sangre.
    Misaki, preocupado porque su marido no sobreviviese a esa noche, intentó ir con él. Pero Nowaki, Hiroki, Shizuku y Manami se lo impidieron, llevándoselo al salón.

    —¡Dejadme ir a verlo! ¡Necesito saber que está bien, por favor!— suplicó el castaño al borde de un ataque de ansiedad, con las lágrimas recorriendo sus mejillas, y abrazándose a su mejor amigo con desconsuelo.

    —Tranquilízate, Misaki... Se le pasará— le consoló Hiroki disgustado por ver así al ojiverde, y muy preocupado por el peliplata.

    En el baño, Takahiro y Haruhiko trataron de meter a Akihiko en la ducha aún con el traje puesto, buscando que esto le ayudase a reaccionar debidamente.

    —¿¡Qué coño te pasa!? ¿¡Cómo has sido capaz de joderle una noche tan importante como esta a mi hermano!?— preguntó Takahiro enfadado, pues aunque sabía que su cuñado no lo había hecho aposta, le dolía enormemente que le hubiese fastidiado aquel momento a Misaki.

    —Primero intentemos que reaccione, y después le echamos la bronca— dijo Haruhiko manteniendo la calma— Ayúdame a meterlo en la ducha, y cuidado con la cabeza— pidió preocupado por su hermano pequeño, y maldiciendo interiormente a su padre por ser quien lo orillase a hacer este tipo de cosas desde muy joven.

    Como buenamente pudieron, ambos tumbaron a Akihiko en la ducha y abrieron el grifo del agua fría, que comenzó a caerle por la cara y el cuerpo. Unos segundos después, Misaki consiguió escabullirse e ir al baño donde estaba su marido. Al verlo tumbado, el castaño se metió en la ducha para incorporarlo levemente sobre la pared y que no se ahogase.

    —Intenta incorporarte, Akihiko. Te vas a ahogar si no lo haces— pidió tristemente Misaki, desabrochándole los botones de la camisa, y empapándose también bajo la alcachofa de la ducha. El peliplata balbuceaba cosas sin sentido.

    —¿Cómo está?— preguntó Hiroki entrando al baño.

    —Está mejor. Poco a poco va reaccionando— contestó Misaki algo más tranquilo al ver a Akihiko mantenerse despierto y tratando de hablar con claridad.

    Un rato después, cuando consideraron que el efecto del alcohol y las drogas había disminuido, entre Haruhiko, Takahiro y Hiroki sacaron a Akihiko de la ducha, y lo llevaron a la habitación. Con la ayuda de Misaki, le terminaron de desvestir, le pusieron ropa seca y le tumbaron en la cama para que descansase, y se le fuese pasando.

    En el salón de la casa, todos se reunieron para hablar del problema que Akihiko tenía, el cual no podían seguir obviando por más tiempo, pues tal vez la próxima vez no lo contase.

    —Yo creo que deberíamos ingresarle en una clínica de desintoxicación— propuso Hiroki preocupado por el bienestar de su mejor amigo— Sólo durante un tiempo, para que se desenganche de toda esta mierda— añadió apenado, pero viéndolo necesario. Nowaki asintió, y rodeó con uno de sus brazos los hombros de su pareja a modo de consuelo.

    —Yo también pienso que es la mejor opción— le corroboró Haruhiko— Mi hermano lleva mucho tiempo con este vicio, y llegará el día en que no viva para contarlo— explicó— Yo me niego a que llegue ese momento— concluyó llevándose las manos a la cabeza con desesperación.

    —¿Tú qué opinas, Misaki?— preguntó Takahiro mirando a su hermano, al cual se le caían las lágrimas debido a lo que había pasado y lo que querían hacer— Eres su esposo. Debes opinar sobre esto— agregó queriendo que diese su punto de vista.

    —Yo...— titubeó antes de empezar a hablar— Opino lo mismo que Hiroki y Haruhiko— sentenció— No quiero separarme de él, pero menos quiero que cualquier día le dé una sobredosis que le quite la vida— dijo llorando ante la horrible idea de tener que enterrar a su marido.

    Shizuku sonreía internamente con la idea de sacar a Akihiko del mapa aunque fuese durante un tiempo, ya que aprovecharía para que Misaki se centrase única y exclusivamente en su carrera musical, y le hiciese ganar más dinero del que ya le hacía ganar.

    —Pues está decidido— finalizó Hiroki— Cuando Akihiko se despierte, se lo diremos— agregó— No sé cómo se lo vaya a tomar, pero habrá que hacerle ver que si sigue así, no durará mucho más tiempo— aseguró. Misaki asintió en silencio, siendo abrazado por su hermano y su cuñada.

    Horas después, cuando Akihiko se sintió algo mejor, se levantó de la cama y fue hasta el salón donde estaban todos excepto Shizuku, el cual se había marchado una hora antes.

    —Akihiko...— murmuró Misaki al verlo, levantándose del sofá para ir hasta su marido— ¿Cómo te encuentras?— preguntó posando sus manos sobre el rostro de su pareja, acariciándolo dulcemente.

    —Mejor. Ya me siento mejor— contestó el peliplata con una sonrisa. El castaño le abrazó fuertemente por la angustia que había pasado— Ya está, no te preocupes...— dijo correspondiendo el abrazo del menor.

    —Ven, siéntate. Tenemos algo que decirte— pidió Misaki cogiéndole de la mano, y llevándolo hasta el sofá para sentarse junto a él.

    —¿Qué pasa?— preguntó Akihiko al ver que todos le miraban en silencio.

    —Akihiko...— comenzó a hablar Haruhiko— Tú eres consciente de que tienes un problema con el alcohol y las drogas, ¿verdad que sí?— el ojivioleta asintió avergonzado, pues así era.

    —Bien, pues... Hemos pensado que lo mejor, para superar ese problema, es ingresarte durante algún tiempo en un centro de desintoxicación— explicó Hiroki— Allí te ayudarían a dejarlo todo, y a que tuvieses una vida sana y feliz junto a Misaki— añadió con seguridad. Akihiko no negaba ni asentía, simplemente escuchaba todo lo que decían.

    —Además, hoy en día este tipo de clínicas son como hoteles. Estarías muy bien atendido, y te recuperarías en poco tiempo— le animó Misaki con una sonrisa dulce, sin soltar su mano.

    Akihiko miró fijamente a su esposo, sintiendo que le debía esa vida feliz de la que todos hablaban, pues pensaba que con numeritos como el de esa noche, y discusiones como la de aquella tarde en la que le dijo esas cosas tan horribles, Misaki no tardaría en romper con él, y buscar un hombre que de verdad le apoyase y le aportase cosas buenas a su vida. Y si eso pasaba... Si Misaki le abandonaba... Eso sí que no podría resistirlo.

    —Tenéis razón. Y estoy de acuerdo en que es lo mejor que puedo hacer en este momento— dijo sorprendiendo a todos los presentes con su talante— Así que buscad la mejor clínica que trate este tipo de adicciones, y yo pondré todo de mi parte para salir de este abismo— sentenció con firmeza. Misaki no pudo evitar abrazarle fuertemente, orgulloso de que Akihiko estuviese dispuesto a curarse.

    No tardando mucho, y gracias a la ayuda de internet, encontraron una estupenda clínica privada, que se encontraba a las afueras de la ciudad y que contaba con unas amplias, lujosas y maravillosas instalaciones. Además, era experta en problemas como el que tenía Akihiko, por lo que, eligiendo esa clínica, Haruhiko se encargó de llamar para reservar la mejor habitación que hubiese para su hermano.

    Al día siguiente, a petición del peliplata, que quería acabar de una vez por todas con sus malos hábitos, Misaki, Hiroki, Nowaki y Haruhiko fueron a acompañarlo a la clínica, en la que ya pasaría su primera noche.

    —Aquí vas a estar genial, Akihiko. Ya verás— le animó Hiroki, mientras paseaban por las instalaciones— Cuando quieras darte cuenta, estarás en casa, y tendrás una nueva vida— aseguró con total convencimiento.

    —Mira qué piscina tan fantástica— dijo Nowaki señalándola— He leído que una forma de distraerse y no pensar en el alcohol y las drogas es mediante el deporte, debido a la liberación de endorfinas— recordó— Vamos, que encima vas a salir de aquí con un cuerpo de escándalo. Ya verás Misaki cómo lo vas a agradecer— añadió de forma graciosa para animar el ambiente. El castaño estaba decaído, pues aunque sabía que eso era lo mejor, también tenía claro que iba a echar muchísimo de menos a su marido. Haruhiko notó esto, y queriendo ayudar a la parejita, trató de dejarlos solos para que se despidieran.

    —Chicos, ¿por qué no vamos a tomar algo mientras que Akihiko va a ver su habitación?— propuso mirando a Nowaki y Hiroki— Misaki, acompáñale anda— añadió con una sonrisa pícara que el ojiverde entendió a la perfección.

    Tras esto, los románticos se fueron a ver la habitación 1803, que era la que le habían asignado a Akihiko. Y tal y como pensaban, aquello parecía más un hotel que una clínica de desintoxicación, pues la suite que le habían adjudicado era enormemente grande, decorada en tonos tierra, con vistas a los jardines, y con un gran baño en el que podría relajarse tras la terapia, o después de un buen baño en la piscina.

    —No está nada mal, ¿verdad?— preguntó Akihiko ilusionado porque ese fuese el principio de su nueva vida.

    —No, la verdad es que está fenomenal— contestó Misaki observando el entorno— Presiento que este va a ser un buen cambio en tu vida— añadió sentándose en la cama. Por mucho que quisiera disimularlo, Misaki estaba triste por tener que dejarle, y eso Akihiko lo notó. Así que se arrodilló en el suelo frente a su esposo, y le acarició la cara, apartando un mechón de pelo de sus ojos.

    —Misaki... Yo voy a estar bien. No tienes que ponerte triste, ni preocuparte porque de verdad que voy a estar muy bien— le prometió— Estoy aquí para convertirme en una mejor persona, y poder estar a tu altura. Sé que es la única manera de conseguirlo, y si tengo que internarme aquí meses para corregir mis errores y poder darte la vida feliz que mereces, lo haré sin dudarlo— añadió haciendo que el menor llorase. Debido a la ternura que le daba verlo así, Akihiko se levantó del suelo y se sentó en la cama junto a su esposo, estrechándolo entre sus brazos, y besando su cabello.

    —Lo sé... Pero es que te voy a echar tanto de menos...— contestó Misaki correspondiendo el abrazo— No sé cómo voy a hacer para levantarme cada mañana sin ti— agregó apenado.

    —Yo también te voy a echar mucho de menos. Pero piensa que cuando volvamos a estar juntos, será para siempre, y entonces nada ni nadie nos podrá separar jamás— le consoló sonriente— Conocerte es lo más bonito que me ha pasado en mi vida, y te prometo que voy a dar todo de mí para que, desde este momento, en nuestras vidas sólo tengan lugar las cosas buenas— concluyó besando una de las manos del castaño.

    —Te quiero mucho— dijo Misaki acariciando el rostro de su pareja, el cual sonrió contento de oír eso.

    —Yo también te quiero, Misaki. Más que a mi vida— respondió besando los labios del menor, quien correspondió con toda la pasión que sentía.

    Un par de horas después, cuando se acabó el horario de visitas, y los familiares y amigos de los pacientes debían marcharse, Akihiko salió a la puerta a despedirse de Misaki, Hiroki, Nowaki y Haruhiko.

    Todos le dieron un abrazo y le desearon una muy pronta recuperación.
    Cuando llegó el turno de despedirse de Misaki, Akihiko simplemente se acercó y lo estrechó entre sus brazos, acercando su rostro al oído del menor.

    —Recuerda mi promesa, Misaki— pidió— Daré todo de mí para que nunca más vuelvas a llorar por mi culpa— aseguró— Sólo espérame unos meses— pidió— Misaki sintió las lágrimas cayendo por su rostro, y se abrazó más fuerte a su marido.

    —Yo te voy a esperar todo el tiempo que necesites, Akihiko. Eso no lo olvides nunca— le recordó— Te prometo que aunque pasen mil años, me vas a tener siempre— aseguró antes de ser besado dulcemente por el peliplata.

    Unos minutos después, el matrimonio se separó de su abrazo, y con mucho esfuerzo por no volver a aferrarse a Akihiko, Misaki se metió en el coche junto a sus amigos, y se marchó de aquel lugar, dejando en éste una parte muy importante de su vida, y todo su corazón.
  11. .
    Me alegro que te haya gustado! 🙈🙈

    No te quiero hacer spoiler porque quiero que veas lo que sigue, pero las cosas se pondrán feas. Solo puedo decirte eso por ahora.

    Espero que te guste lo que sigue 🥰

    Besos 😘😘😘
  12. .
    Me alegra que te haya gustado!

    No quiero hacerte spoiler para no fastidiarte la historia, así que deberás seguir leyendo jajjaja🙈🙈

    Besos 🥰🥰😘😘
  13. .
    Capítulo 10: Subidas y bajadas

    Durante el camino a casa de Misaki y Akihiko, en su coche, Shizuku no podía dejar de observar al castaño, el cual se encontraba pensativo, mirando por la ventana sin decir ni una sola palabra, pensando en la razón por la cual su marido no había respondido a ninguna de sus llamadas.
    Al verlo así, el manager, no hizo esperar sus mordaces comentarios contra el peliplata.

    —Misaki, ¿estás así por Akihiko?— preguntó de forma retórica mirando fugazmente a su representado, que no contestó a la pregunta, lo que dio pie a que Shizuku siguiese soltando su veneno— No merece la pena que te disgustes de esa manera— dijo con tono compasivo— Ya le conoces, es como un adolescente inmaduro que sólo busca ser el centro de atención— siguió— De hecho, lo más probable es que haya estado por ahí, borracho como una cuba, y bebiéndose hasta el agua de los floreros— añadió haciendo que el ojiverde se voltease a mirarle con preocupación, sin ser capaz de abrir la boca para rebatirle, pues sabía que su marido era muy dado a emborracharse a cualquier hora del día. Al ver que había conseguido sembrar la duda en la mente de Misaki, Shizuku decidió dar otro enfoque a la conversación— Pero no te preocupes, seguro que ahora está en casa, y tiene una buena explicación para no haberte cogido el teléfono, y no haber asistido a la sesión de fotos— concluyó casi seguro de que Akihiko estaría borracho en su mansión, y que, sin darse cuenta, corroboraría sus palabras, y decepcionaría aún más a Misaki.

    Unos minutos después, el moreno dejó al castaño en casa, y se marchó a su apartamento con una enorme sonrisa de satisfacción por la cara con la que se había quedado su representado, gracias a su intervención.
    Misaki entró a la mansión, escuchando las palabras de Shizuku en su mente, pero con la esperanza de que éste se equivocase, y Akihiko tuviese una buena razón para haberle preocupado de esa forma.

    —Akihiko...— le llamó al ver que el peliplata no salía a recibirle— Akihiko, ¿estás en casa?— insistió mirando en cada una de las estancias de aquella enorme casa, sin dar con el paradero de su marido.

    Esto aumentó aún más su preocupación, y le hizo pensar en que tal vez le hubiese pasado algo.
    Asustado, Misaki se sentó en uno de los sofás del salón, y volvió a llamar al teléfono de Akihiko, obteniendo el mismo resultado que en los otros intentos. Cuando se disponía a llamar a Hiroki para preguntarle por el paradero del peliplata, el ojiverde escuchó la puerta principal abrirse. Acto seguido se levantó del sofá, dirigiéndose a la entrada.
    Allí se encontró con un Akihiko ebrio, que le miraba con una sonrisa mientras, torpemente, trataba de mantenerse erguido. Misaki le devolvió la mirada de forma seria, y no pudo evitar enfadarse al ver que Shizuku tenía razón, y que su marido había estado por ahí bebiendo de buena mañana.

    —Misaki...— dijo el ojivioleta alegremente al ver a su dulce esposo, sin percatarse de que éste no estaba muy receptivo precisamente.

    —¿Has estado bebiendo desde tan temprano?— preguntó de forma tajante el ojiverde.

    —Sólo un poquito— contestó el mayor con una sonrisa cargada de pillería— Ven... Hay algo que tenemos que celebrar— dijo rodeando con torpeza la cintura del menor, y tratando de besar sus labios, deseoso de hacerlo suyo como tantas otras veces.
    Al sentir el fuerte olor a whisky y tequila, Misaki se apartó de Akihiko con desagrado.

    —No hay nada que celebrar. Vete a dormir la mona— contestó el castaño molesto, yéndose a la habitación que compartían para darse un relajante baño, y dejando al peliplata confuso en el salón, sin saber el motivo de su enfado.

    Debido a la angustia que había pasado, y a la rabia que sentía por ser testigo del alcoholismo de Akihiko, Misaki ni siquiera tenía ganas de contarle, y mucho menos de celebrar, que había sido nominado a los premios Grammy.

    Varios minutos después, estando Misaki relajado en la bañera, Akihiko entró al baño, y se puso frente a su esposo, quien nada más escuchar sus pasos, abrió los ojos, y le miró con el ceño fruncido durante unos segundos, para después centrar la vista al frente.

    —Así que te han nominado a tres premios Grammy, ¿eh? Eso es genial— dijo recordando lo que le había dicho Hiroki en el bar, después de la reunión con el productor musical.

    —Gracias. ¿Quién te lo ha dicho?— preguntó aún sin mirarle a la cara, pues no tenía ganas de darle detalles, ni de contarle nada debido a lo decepcionado que estaba.

    —Me lo ha dicho Hiroki— contestó— ¿Sabes? El productor musical con el que me reuní esta mañana quiere hacer un homenaje a Freddie Mercury durante los Grammy, y quieren que sea yo quien le represente. Creo que elegirán "The Great Pretender" que es de las mejores can...— Misaki le interrumpió, molesto porque ni siquiera le diese una explicación por haber faltado a su promesa, aunque supiese la razón por la cual lo había hecho.

    —Qué bien...— dijo acomodándose mejor en la bañera, sin demostrarle emoción alguna a las palabras de su marido.

    —En fin... Me alegro de que te hayan nominado. Sólo intento entenderlo— respondió con su habitual tono ebrio.

    —¿Entender qué? ¿Qué es lo que tienes que entender?— quiso saber Misaki, comenzando a indignarse con las palabras de su marido.

    —Que quieran darte a ti tres premios Grammy con las canciones que escribes— contestó sin saber lo que decía. El castaño le miró con enfado.

    —¿Qué? ¿Qué le pasa a mis canciones?— preguntó visiblemente molesto.

    —Que son ridículas... Igual que tú— respondió con naturalidad aún sin pensar verdaderamente eso.

    —¿Que yo soy ridículo?— le increpó incorporándose levemente en la bañera— ¡Perdona, pero aquí el único ridículo que hay eres tú, que te refugias en el alcohol y en la drogas para escapar de la vida tan deprimente que llevas!— añadió Misaki con rabia— No te quieres nada a ti mismo, y por eso me atacas a mí— agregó dedicándole una mirada gélida. Akihiko dio un sorbo a su copa antes de contestar, enfadando aún más a Misaki— Eso, bebe más. Esa es la única manera de que entiendas las cosas, con alcohol.

    —A ti lo que te pasa es que tampoco te quieres nada— rebatió— Por alguna estúpida razón te acompleja tu físico, y por eso necesitas rodearte de todas esas personas para que te den su aprobación, y te levanten la autoestima— añadió.

    —Estás muy equivocado, Akihiko. Yo no necesito la aprobación de nadie— respondió el ojiverde— Lo único que necesitaría es que mi novio me quisiera. Perdón, que mi marido me quisiera— rectificó al ver el anillo en su dedo.

    —Eso duele, Misaki. Que me llames novio cuando hace tiempo que dejé de ser solamente eso— contestó el peliplata indignado, sin percatarse de lo que Misaki había querido transmitirle con esa frase.

    —Pues si quieres dejar de ser mi novio, trátame de una maldita vez como a tu esposo— le reprendió el castaño con una mezcla de decepción y molestia.

    —¿Qué significa eso?— preguntó sin captar el mensaje del ojiverde.

    —Que empieces a comportarte como un hombre, y dejes de esconderte detrás de una botella. Eso te hace patético— respondió el menor tajantemente.

    —No tienes razón— le rebatió el ojivioleta seguro de sus palabras— No es verdad— añadió convencido.

    —¿Ah no? Pues yo creo que sí, Akihiko— Misaki hizo una pausa antes de seguir— Y además creo que este odio que tienes hacia ti mismo, te viene de tu infancia. De algún trauma que tienes por el hecho de que a tu padre nunca le interesaste lo más mínimo, y lo único que hacía era tratarte como a uno de sus amigotes, empujándote al alcoholismo sin importarle que sólo fueras un niño— sentenció con seriedad, captando toda la atención de su marido— Y creo también que lo que viste en mí desde el principio, fue la figura paternal que tanto anhelaste siendo pequeño— agregó recordando la actitud infantil que aveces adoptaba Akihiko estando con él— ¿Eso es lo que quieres? ¿Que sea como un padre para ti?— preguntó mirándole fijamente. Esto enfadó al peliplata, que no toleraba que nadie se atreviese a hablar de su padre, al cual a pesar de la mala relación que tenían, admiraba demasiado, o eso creía él.

    —No se te ocurra volver a hablar de mi padre. No eres nadie para hacerlo— ordenó el mayor con desdén— Al menos él tiene talento en todo lo que hace. En cambio, tú no estarías donde estás ahora si no fuese porque yo empecé a salir contigo. Yo te he creado. Si no fuera por mí, nadie sabría de tu aburrida existencia, así que no te pases de la raya— le espetó con brusquedad, entristeciendo a Misaki con esas palabras, ya que nunca se había sentido gran cosa. Pero el castaño no le dejaría ver la molestia que le había causado.

    —¿Qué pasa? ¿Te molesta que te digan la verdad o qué? ¿No te gusta oír que tienes un problema con el alcohol y las drogas? ¿Por qué no nos pillamos un buen pedo y me enseñas lo que se siente al estar colocado?— propuso Misaki para defenderse por las palabras de su marido.

    —Yo tendré un problema con el alcohol y las drogas, pero no tan grande como tu habilidad para cerrar contratos bajo las mesas de los despachos— sentenció Akihiko de forma hiriente, ofendiendo enormemente a Misaki con aquella mentira que era lo único que se le había ocurrido para quedar por encima del ojiverde en aquella estúpida discusión.

    —¡Qué te den! ¡Lárgate!— exclamó furioso. El peliplata le miraba con una mueca entre seria y arrepentida por lo que acababa de decir— ¡He dicho que te largues!— gritó el menor poniéndose de pie en la bañera, y señalando la puerta para que se fuera.

    Tras esto, Akihiko se marchó del baño para no empeorar las cosas con Misaki, mientras que éste se quedó llorando por la rabia que le daba el hecho de que el peliplata insinuara que su éxito como cantante se debía a lo bien que se le daba hacerle mamadas a los jefazos de las productoras.

    Esa misma noche, Akihiko se fue con Hiroki a Fukuoka, donde daría un concierto al día siguiente. El peliplata se fue sin arreglar las cosas con el castaño, sintiéndose un verdadero capullo por tratar así a la persona que más quería, y que más le quería.
    No entendía cómo había podido ser tan animal como para decirle una cosa así cuando ni siquiera pensaba eso, ni nada por el estilo.
    Pero lo solucionaría. Lo único que Akihiko tenía claro, era que no bebería esos días, que conseguiría que Misaki le perdonase, y que no volvería a cagarla de esa manera nunca más.

    Y tal y como se propuso, el ojivioleta llegó de Fukuoka un día antes de lo previsto, pues no aguantaba estar en una ciudad lejos de su esposo, y que éste siguiese creyendo que sí pensaba todas las cosas horribles que le había dicho.
    Así que lo primero que hizo Akihiko cuando su vuelo aterrizó, fue comprar un enorme ramo de rosas rojas, y pedirle a Tanaka que lo llevase al estudio de danza en el que estaba Misaki, quien debía aprenderse una coreografía para uno de los videoclips que estrenaría el próximo mes.

    Al llegar a dicho lugar, el peliplata se quedó maravillado, viendo la gracilidad y elegancia con la que el castaño se movía por la estancia.
    Le había dicho todas aquellas mentiras, cuando lo único real, era que lo admiraba más que a nadie en el mundo, y que estaba enormemente orgulloso de que en tan poco tiempo se hubiese convertido en la estrella que ya era.

    Cuándo acabó la canción, y Misaki se percató de la presencia de Akihiko, se dirigió a él de forma insegura, ya que aunque hubiesen pasado unos días, el castaño seguía sintiéndose dolido por lo que éste le había dicho e insinuado durante la discusión.

    —Lo haces genial, Misaki...— dijo de forma sincera, dándole las flores con una sonrisa dulce. El castaño le miró dudoso.

    —¿Qué haces aquí?— preguntó con una mezcla de curiosidad y seriedad.

    —He acabado los conciertos, y he podido volver un poco antes de lo previsto— explicó amablemente. Al ver que la expresión del menor no cambiaba, supo que tenía que disculparse lo antes posible— Te dije muchas cosas que no sentía...— admitió apenado— Me porté muy mal, y herí tus sentimientos— añadió cabizbajo.

    —Me hiciste mucho daño, Akihiko...— murmuró el ojiverde también disgustado.

    —Lo sé... Y no te haces una idea de lo mucho que lo lamento, y de lo mal que me sentí después de decirte todas aquellas cosas— contestó con sinceridad— Perdóname, Misaki— pidió deseando que su esposo le disculpase por su horrible actitud.

    Sin decir una sola palabra, Misaki le abrazó por el cuello, y puso su cabeza en el hombro de Akihiko, el cual le devolvió el abrazo fuertemente, y besó sus cabellos castaños de forma cariñosa.

    —No has bebido...— dijo el menor, deshaciendo el abrazo con una leve sonrisa— Lo noto— agregó ilusionado, haciendo que el mayor sonriese.

    —No, ni una sola gota— aseguró orgulloso. Misaki le dio un suave beso en los labios, a modo de reconciliación. Shizuku, que veía todo desde una esquina de la sala, apretó los puños molesto porque la pareja hubiese arreglado sus diferencias.

    —¡Misaki! ¡Tenemos que seguir el ensayo!— llamó a su representado para separarlo del peliplata.

    —Tengo que volver, Akihiko...— dijo el castaño algo apurado por tener que interrumpir aquel bonito momento entre ellos.

    —¿Puedo quedarme a verlo? Después podríamos ir a comer, y pasar el resto del día juntos— propuso. Misaki asintió sonriendo, y tras darle otro beso, volvió a la pista para seguir practicando la coreografía.

    Unos días después, Akihiko y Hiroki asistieron a una reunión que había convocado el mismo productor que le propuso homenajear a Freddie Mercury durante la gala de los Grammy.

    —Lo siento, Akihiko... Pero hemos decidido que sea Masamune Takano quien cante el tributo a Freddie Mercury en los premios— dijo el hombre con decisión.

    —¿Qué? ¿Pero por qué?— preguntó Hiroki sin entender aquel cambio tan repentino a solo dos días de la gran noche.

    —Simplemente hemos decidido darle la oportunidad a Masamune. Necesitamos cantantes nuevos, y él tiene mucho potencial. Creemos que puede hacer muy bien de Freddie Mercury— contestó el productor sin darles mayor explicación— Pero si quieres, puedes hacer los coros de la canción junto a los otros dos chicos— añadió como resarcimiento por quitarle el rol protagonista.

    —No me parece justo— rebatió Hiroki indignado porque apartasen así a su mejor amigo, pues sabía cuánta ilusión le hacía homenajear a su cantante favorito desde niño.

    —Las cosas son así— respondió el hombre— Es una decisión unánime— agregó levantándose de la silla para salir de su despacho. Akihiko no había hablado en toda la reunión, pues se sentía en un tremendo shock por la inesperada noticia.

    —Akihiko, ¿estás bien?— preguntó su manager y mejor amigo preocupado— Siento mucho que te hayan sustituido. No tienen ni idea, ellos se lo pierden— añadió queriendo animarlo. Pero el peliplata sólo le miró con una sonrisa vacía— ¿Harás los coros?— cuestionó el castaño.

    —Claro, qué remedio...— contestó el cantante— Hiroki... No le digas nada de esto a Misaki, por favor— le pidió a su amigo, el cual asintió entendiendo su postura.

    Después de esto, ambos fueron al escenario donde se haría el homenaje durante la gala, y donde conocieron a Masamune Takano, que era un chico bastante agradable, y fan de Akihiko.
    Con todos en posición, la canción dio comienzo.

    Oh yes, I'm the great pretender
    Pretending that I'm doing well
    My need is such; I pretend too much
    I'm lonely but no one can tell.

    Oh yes, I'm the great pretender
    A drift in a world of my own
    I play the game; but to my real shame
    You've let me to dream all alone.

    Too real is this feeling of make believe
    Too real when I feel what my heart can't conceal.

    Oh yes I'm the great pretender
    Just laughing and gay like a clown
    I seem to be what I'm not; you see
    I'm wearing my heart like a crown
    Pretending that you're still around.

    Too real is this feeling of make believe
    Too real when I feel what my heart can't conceal

    Yes I'm the great pretender
    Just laughing and gay like a clown
    I seem to be what I'm not you see
    I'm wearing my heart like a crown
    Pretending that you're still around

    Al acabar, Masamune se acercó a Akihiko, quien hablaba con Hiroki de la canción, tratando de disimular lo mal que le había sentido que le sustituyeran.

    —Oye, Akihiko... Quería darte las gracias por estar aquí. Me gustaría mucho aprender de ti, y en el futuro ser tan bueno como tú— dijo de forma sincera— Es un gran honor compartir escenario contigo, de verdad— añadió estrechando la mano de su ídolo.

    —El honor es mío. Eres muy bueno, lo vas a hacer genial— contestó el peliplata de forma cordial, sonriéndole al chico que no tenía culpa ninguna de las decisiones que habían tomado los productores.

    —Ojalá sea así— respondió el ojiavellana a modo de despedida, yéndose hacia un chico castaño de ojos verde oliva muy parecido a Misaki.

    Dos días después, llegó la noche de los Grammy. Misaki y Akihiko se encontraban en casa, preparándose para el gran evento, junto a la maquilladora, el estilista, Haruhiko, Hiroki, Nowaki, y Takahiro, Manami y Mahiro, el hijo de ambos, que habían viajado a Tokyo ese fin de semana para estar presentes en aquella noche tan especial para el castaño.

    Ninguno de ellos, salvo Hiroki y Haruhiko, sabía que el peliplata había sido sustituido, y que no sería él quien hiciese aquel homenaje a Freddie Mercury que tanta ilusión le hacía.

    —¡Qué orgulloso estoy de ti, Misaki! Los Grammy... Sabía que llegarías lejos— le dijo Takahiro a su hermano pequeño, al cual quería como a un hijo.

    —Gracias, nii-chan— contestó el castaño abrazando al mayor con lágrimas de emoción en los ojos.

    —Pero no llores... Arruinarás tu maquillaje— le pidió Takahiro secando las lágrimas de los ojos del menor con sus pulgares, temeroso de que éstas estropeasen el suave maquillaje que le habían puesto para darle luz y brillo a su hermoso rostro.

    —Te mereces esto tan bonito que te está pasando, Misaki— aseguró Nowaki tomando de la mano a su querido amigo, siendo secundado por todos los allí presentes.

    Akihiko, quien ya llevaba el traje puesto, observaba la escena con una sonrisa triste. Un gesto que Misaki no pasó desapercibido, por lo que se levantó de su silla, se acercó a su marido, y besó sus labios con cuidado de no mancharle de gloss.

    —Akihiko, ¿estás bien?— preguntó preocupado.

    —Sí, claro— contestó el mayor tratando de no angustiar a su esposo en su gran noche— Mi número es antes, así que tengo que irme ya— explicó— Haruhiko, Hiroki, ¿venís conmigo?— preguntó. El castaño y el moreno asintieron y se levantaron de sus asientos.

    —¿Seguro que estás bien? Hay algo en tu cara que no me convence...— insistió Misaki sin creerse la excusa del peliplata.


    —Serán los nervios. No todos los días se canta por Freddie Mercury— respondió Akihiko con una sonrisa forzada, pasándose la mano por la cara para simular que cambiaba de expresión a una más relajada— ¿Ves? Ya estoy mejor— añadió— Nos vemos en los Grammy— concluyó besando suavemente los labios del ojiverde, para irse a continuación acompañado de su mejor amigo y su hermano.

    Akihiko creyó que con esto había tranquilizado a Misaki, sin saber que el castaño se había quedado inquieto y preocupado, con la sensación de que algo malo iba a pasar en esa noche tan especial.
  14. .
    QUOTE (Oda_Ritsu @ 9/12/2019, 23:10) 
    Que hermoso episodio, Misaki y Akihiko en los premios!!! Y el menso ese del mánager de Misaki queriendo hacer de las suyas, eso no se vale!
    Pero bueno, las cosas no iban a ser color de rosa siempre.

    Esperaré ansiosa de como sera él viaje a casa

    Me alegra que te haya gustado!!! ♥️♥️

    Misaki se merece las nominaciones, ha trabajado mucho para conseguirlo 🥰

    El manager es lo peor. Ya lo irás viendo ☹️

    A partir de aquí, las cosas irán cambiando 😞

    Besos😘😘

    QUOTE (Anne onodera takano @ 10/12/2019, 10:55) 
    Me ha gustado el capítulo.
    Que bonita escena donde Nowaki e Hiroki le dan ánimos a Misaki.
    Maldito Shizuku entrometiéndose siempre entre Misaki y Akihiko.
    Con ganas de leer ya que le dirá Shizuku a Misaki de Akihiko.
    Esperaré con ansias la conti.

    Nowaki y Hiroki son amor 💓

    Shizuku es de lo peor, ya lo irás viendo 😑

    Actualizaré pronto 🙈🙈
  15. .
    Capítulo 9: El apogeo de la fama

    Un mes después de la boda, Akihiko, Nowaki, Hiroki y Shizuku, se encontraban en la Suite Carlton del hotel The Ritz-Carlton ubicado en Tokyo.
    Los cuatro chicos estaban sentados en los sofás de la enorme sala de estar que tenía la habitación, esperando a Misaki para ir al lugar donde se haría la rueda de prensa ese día. Pero el castaño se había encerrado en el baño, presa de un ataque de pánico escénico, debido a que en ese momento era totalmente consciente de que había dejado de ser un chico corriente al que le gustaba cantar y componer sus propias canciones, para, en muy poco tiempo, convertirse en una auténtica celebridad, tan conocido ya en la industria musical como su marido.

    —¿Quieres que vaya a ver qué hace?— le preguntó Nowaki a Akihiko, el cual asintió sin palabras, logrando que el moreno se levantase de su asiento— Hiro-san, ¿me acompañas?— preguntó, ahora dirigiéndose a su prometido, quien tras asentir se puso en pie, para ir a ver a Misaki, dejando a Akihiko y a Shizuku solos en la sala de estar.

    Lo cierto, era que al manager no le había hecho mucha gracia la noticia de la boda entre Misaki y Akihiko, pues sabía que al estar casados, le sería mucho más difícil hacer que el castaño se centrase en su carrera musical, y dejase de lado al peliplata.

    —¿No bebes?— preguntó Shizuku de forma sarcástica, refiriéndose al cantante.

    —¿Perdón?— contestó Akihiko sin entender bien la pregunta del manager de su esposo.

    —Que si no te tomas una copa— repitió con una sonrisa burlona— Para estar más cómodo, digo— añadió metiendo cizaña.

    —¿Y tú no te pones corbata? Se me hace extraño verte sin ella— contestó el peliplata cambiando directamente de tema, sin querer entrar al trapo con las provocaciones que intentaba Shizuku.

    —La llevo en el bolsillo de la chaqueta— respondió captando la intención de Akihiko de no entrar en ningún tipo de disputa con él.

    Mientras tanto, en el enorme cuarto de baño de aquella habitación, Hiroki y Nowaki se encontraban con Misaki, quien se hallaba sentado debajo de la encimera del lavabo, abrazándose las rodillas, encogidas sobre su pecho, y con la cabeza entre los brazos, como si quisiese aislarse del mundo por un momento, y volver al punto de partida.

    —Misaki... ¿Qué haces ahí debajo?— preguntó Nowaki sentándose junto a su amigo. Hiroki imitó la acción de su prometido.

    —No lo sé... Todo es tan extraño...— murmuró sin sacar la cabeza de entre sus brazos— Hace poco era solamente un camarero del Public Stand que soñaba con cantar, y ahora ya no sé ni quién soy. Todo esto ha venido tan rápido...— explicó mostrando su rostro, y mirando a sus dos amigos a los ojos— Cantar con Akihiko como acompañante en sus conciertos es una cosa, pero una carrera en solitario... No sé en qué narices estaba pensando— añadió asustado por lo nuevo que era todo aquello para él. Nowaki y Hiroki se miraron entre ellos y sonrieron.

    —Yo lo único que sé, es que has nacido para esto, y que si has llegado hasta tan lejos en tan poco tiempo, es porque lo vales— contestó el moreno con absoluta sinceridad.

    —Nowaki tiene razón, Misaki— habló Hiroki— Llevo trabajando como manager con Akihiko en este mundo más de diez años, y te aseguro que muy pocas veces he visto genialidades como tú— aseguró hablando desde la experiencia que le había dado su profesión— ¿Qué más da que haya sido todo tan rápido? Tú sólo preocúpate de disfrutarlo, y de dar lo mejor de ti en cada actuación— le aconsejó el castaño mayor, haciéndole sonreír y asentir.

    Tras esto, Misaki, Nowaki y Hiroki salieron del cuarto de baño, y se reunieron con Akihiko y Shizuku. Al ver a su representado, este último se levantó y se dirigió hacia él con una sonrisa.

    —He conseguido que vayas de invitado al programa Ayu ready? mañana por la noche. Kento Miyazaki de presentador— anunció orgulloso. El castaño se llevó las manos a la boca emocionado, pues ese programa era uno de los más vistos en Japón.

    —¿¡Enserio!? ¡Qué genial! ¿¡Cómo lo has hecho!?— preguntó Misaki lleno de curiosidad.

    —He movido algunos hilos— contestó Shizuku alardeando de sus contactos en la industria musical.

    —¡Qué pasada! ¡Muchas gracias!— exclamó el ojiverde abrazando a su manager.

    —¡Enhorabuena, Misaki!— le felicitó Nowaki abrazándolo fuertemente.

    —¡Felicidades, Misaki!— le abrazó Hiroki contento por el chico.

    —¿Podemos hablar un momento?— preguntó Akihiko dirigiéndose a su esposo, quien asintió con una sonrisa cuando éste le cogió de la mano— Acompáñame un momento— pidió dirigiéndole al amplísimo balcón de la suite, por el cual salieron al exterior, donde vieron un enorme cartel con la foto de Misaki a modo de promoción.

    —¡Qué fuerte!— exclamó el castaño impresionado al ver su foto en grande.

    —Esa foto no te hace justicia. Eres muchísimo más guapo en persona— sentenció el peliplata a pesar de que la foto era realmente buena— Enhorabuena, Misaki— dijo abrazando a su esposo por la cintura, y besando su mejilla desde detrás— Estoy muy orgulloso de ti— añadió cariñosamente.

    —Muchas gracias, Akihiko. Me has ayudado muchísimo. No lo hubiera conseguido sin ti— contestó el menor poniendo una mano sobre el rostro de su pareja, y atrayéndolo para besar sus labios. El ojivioleta correspondió el beso.

    —Lo hubieras conseguido igual. Eres muy bueno, y tarde o temprano te hubiese descubierto alguien, y habría hecho de ti la estrella que eres ahora— respondió el peliplata completamente convencido de sus palabras— Tienes mucho que enseñarle al mundo, Misaki— afirmó— Lo digo de verdad. Estás alcanzando tus metas porque tienes muchísimo talento, y confío en que llegarás muy lejos— agregó besando los cabellos castaños de su esposo.

    Esa tarde, acudieron a la rueda de prensa que debía dar Misaki para hablar sobre su disco y responder a las preguntas que le hacían los periodistas, quienes querían saber detalles jugosos para dar exclusivas.

    Al día siguiente, al caer la noche, Misaki, Akihiko y Shizuku se dirigieron al estudio en el que se encontraba el plató de Ayu ready? para la entrevista que Kento Miyazaki le haría a Misaki, y donde, posteriormente, cantaría una canción del disco.
    Tras finalizar la entrevista, y lidiar con los coqueteos del joven presentador, que no gustaron para nada a Akihiko, el programa se interrumpió unos minutos para ir a publicidad, cosa que el castaño aprovechó para ir a que le retocasen en el área de peluquería y maquillaje, debido a la inquietud que sentía por estar en ese famoso programa.

    —Misaki, vas a cantar "Secret Love Song"— le informó Shizuku entrando al camerino— Según las encuestas, es de las preferidas del álbum. Así que la cantarás para que la audiencia suba al verte cantando, ¿de acuerdo?— Misaki asintió conforme, ya que esa canción la había compuesto pensando en su esposo, y le parecía muy tierna.

    Cuando Shizuku se fue para comunicarle a Kento la canción que habían escogido, Akihiko se acercó a su castaño, al cual notó nervioso, para infundirle ánimo.

    —Lo estás haciendo genial— dijo abrazándole— ¿Qué canción vas a cantar?— preguntó de forma cariñosa.

    —Shizuku quiere que cante "Secret Love Song"— respondió Misaki enrollando sus brazos alrededor del cuello de su marido— Te la voy a dedicar— dijo con una sonrisa dulce, provocando que el peliplata besase sus labios, envolviéndolos a ambos en una atmósfera de romanticismo.

    En ese momento, Shizuku apareció, sacando al matrimonio de su burbuja al informar de su presencia aclarándose la garganta. Akihiko le miró con ganas de asesinarlo por ser tan inoportuno.

    —Misaki, se acaba el tiempo de publicidad. Tienes que volver al plató para cantar la canción— anunció, consiguiendo que el ojiverde se separase de su esposo, y le cogiese de la mano para volver a su lugar.

    Minutos después, con Misaki ya colocado en su puesto, Kento le anunció.

    —Señoras y señores, con todos ustedes, Misaki, la estrella del momento— dijo con una encantadora sonrisa antes de salir de la escena para dar comienzo a la actuación.

    When you hold me in the street
    And you kiss me on the dancefloor
    I wish that it could be like that
    Why can't it be like that?
    'Cause I'm yours

    We keep behind closed doors
    Every time I see you, I die a little more
    Stolen moments that we steal as the curtain falls
    It'll never be enough

    It's obvious you're meant for me
    Every piece of you, it just fits perfectly
    Every second, every thought, I'm in so deep
    But I'll never show it on my face
    But we know this
    We got a love that is homeless!

    Why can't you hold me in the street?
    Why can't I kiss you on the dance floor?
    I wish that it could be like that
    Why can't we be like that? Cause I'm yours

    Durante la actuación, Akihiko se sentía incapaz de apartar la mirada de Misaki, quien cantaba con mucho sentimiento, con la vista centrada en su marido, mientras tocaba suavemente las teclas del piano.

    De repente, el peliplata sintió una mano sobre su hombro, algo que le extrañó, puesto que Hiroki y Nowaki no habían acudido esa noche al programa.
    Así que, para satisfacer su curiosidad, Akihiko se dio la vuelta, encontrándose cara a cara con su hermano Haruhiko, a quien no veía desde hacía varios meses.

    —Haruhiko... Cuánto tiempo... ¿Qué tal?— preguntó el peliplata sorprendido.

    —Muy bien, ¿y tú? ¿Cómo estás?— contestó con otra pregunta el moreno, el cual tenía la intención de arreglar las cosas con su hermano pequeño, ya que no tenía ganas de perderse más detalles de la vida de éste por riñas tontas.

    —Bien... He venido para acompañar a mi esposo— respondió mirando hacia Misaki, quien seguía cantando tras el piano, y a quien Haruhiko observó asintiendo con una sonrisa.

    —Sí, vi en internet la noticia de que te habías casado. Felicidades. Es muy guapo, y canta muy bien— dijo de forma sincera.

    —Gracias, Haruhiko...— contestó el ojivioleta amablemente.

    —Akihiko... Me gustaría que arreglásemos las cosas— afirmó el mayor— Yo te quiero mucho. Eres mi hermano pequeño, y hemos pasado por mucho juntos— añadió— Dejemos atrás los malos rollos, y volvamos a ser los hermanos que éramos— propuso.
    El peliplata sonrió de acuerdo, y tras darse un abrazo fraternal, siguieron viendo cantar a Misaki.

    When you're with him, do you call his name
    Like you do when you're with me? Does it feel the same?
    Would you leave if I was ready to settle down?
    Or would you play it safe and stay?

    Boy you know this, we got a love that is homeless

    Why can't you hold me in the street?
    Why can't I kiss you on the dance floor?
    I wish that it could be like that
    Why can't we be like that? Cause I'm yours

    And nobody knows I'm in love with someone's baby
    I don't wanna hide us away
    Tell the world about the love we making
    I'm living for that day, someday

    Why can't I hold you in the street?
    Why can't I kiss you on the dance floor?
    I wish that we could be like that
    Why can't we be like that? Cause I'm yours, I'm yours

    Why can't you hold me in the street?
    Why can't I kiss you on the dance floor?
    I wish that it could be like that
    Why can't it be like that? Cause I'm yours

    Why can't I say that I'm in love?
    I wanna shout it from the rooftops
    I wish that it could be like that
    Why can't we be like that? Cause I'm yours

    Why can't we be like that?
    Wish we could be like that

    Al finalizar la canción, el público que había asistido al programa estalló en aplausos, muy emocionado por haber presenciado la actuación del castaño. Akihiko y Haruhiko también aplaudían, uno enamorado de la preciosa voz de su esposo, y el otro impresionado de lo bien que cantaba su cuñado en directo, pues sólo lo había escuchado en disco, radio o Spotify. Misaki, en cambio, les sonreía a todos agradecido de que les hubiese gustado su interpretación.

    —Ven, que te lo presento— dijo Akihiko uno minutos después, cogiendo del brazo a Haruhiko para llevarlo hasta Misaki, quien tras acabar su intervención en el programa y despedirse de Kento, había vuelto a su camerino. Con ganas de conocerlo en persona, Haruhiko siguió a su hermano. Al llegar a donde estaba el castaño, el peliplata llamó brevemente a la puerta, y entró en la estancia con el moreno— ¡Qué bien lo has hecho, Misaki!— exclamó abrazándolo cariñosamente.

    —¿Sí? Me alegro que te haya gustado. La escribí para ti— respondió el castaño acariciando los cabellos de la nuca de su marido.

    —Es perfecta— dijo dándole un beso en los labios. Al recordar que Haruhiko seguía ahí, Akihiko se separó del menor— Misaki... Quiero presentarte a mi hermano, Haruhiko Usami— dijo señalando al de gafas— Haruhiko, él es Misaki Takahashi, mi esposo, y el amor de mi vida— el castaño sonrió ante tales palabras, y también alegrándose de que los dos Usami hubiesen arreglado sus diferencias.

    —¡Hola, Haruhiko! Es un placer conocerte. Akihiko me ha hablado mucho de ti— dijo Misaki de forma amable, dándole dos besos en la mejilla a su cuñado.

    —El placer es todo mío, Misaki— contestó Haruhiko con simpatía— Tenía muchas ganas de conocer a la persona que hace tan feliz a mi hermano— añadió sabiendo de la felicidad que sentía Akihiko por todos los reportajes y entrevistas que había leído del peliplata desde que estaba saliendo con el ojiverde.

    —Él me hace muy feliz a mí— contestó el castaño mirando a su marido con profundo amor y devoción— Es mi ídolo desde que tengo uso de razón, y estar con él es el sueño de mi vida— agregó. El ojivioleta no pudo evitar besarlo al escucharle decir eso. El moreno sonrió ante aquella muestra de amor entre ellos.

    Después de cambiarse de ropa, Misaki, Akihiko y Haruhiko decidieron ir a cenar juntos, pasando los tres una velada muy agradable debido a las muchas anécdotas de ambos hermanos contaban de cuando eran pequeños. Esto divertía al castaño, que se imaginaba a la perfección cómo debía ser su marido en su infancia.

    Horas después, Haruhiko se marchó a su casa, prometiendo que se pondría en contacto con Akihiko para quedar en más ocasiones, y la pareja romántica se marchó a su casa, pues Misaki tenía una importante sesión de fotos al día siguiente, y Akihiko debía ir a una reunión con Hiroki, quedando el peliplata en ir a donde se haría la sesión fotográfica de su esposo en cuanto terminase en sus quehaceres.

    A las 12:00 del día siguiente, el peliplata y su manager se encontraban en el despacho de un importante productor musical que tenía una propuesta que hacerle al ojivioleta.

    —Bueno, ¿qué te parece la idea?— le preguntó el hombre a Akihiko.

    —A ver si lo he entendido, ¿queréis hacer un tributo a Freddie Mercury durante la gala de los Grammy?— contestó el cantante con otra pregunta.

    —Así es. Y queremos que tú seas quien interprete sus canciones— respondió el productor con una sonrisa— ¿No te gusta la idea?— quiso saber. Akihiko y Hiroki le miraron con los ojos como platos por tal ofrecimiento, pues no cualquiera estaba a la altura de cantar por Freddie Mercury.

    —Claro que sí. Es mi cantante favorito, y rendirle homenaje sería todo un honor— contestó el ojivioleta ilusionado— Cuente conmigo, señor Nakamura— agregó dándole la mano al productor para sellar el compromiso.

    Mientras que en el estudio fotográfico, Misaki llevaba varias horas posando para la sesión de fotos. Aunque estaba algo cansado, los resultados estaban siendo magníficos.

    —Muy bien, Misaki— le felicitó el fotógrafo— Eso es. Me encanta— dijo mientras capturaba las diversas poses del chico, que desprendía profesionalidad por los cuatro costados.

    En ese momento llegó Shizuku, con una noticia que alegraría el día del castaño.
    Aprovechando un descanso de diez minutos, Misaki se levantó del sofá en el que estaba recostado, y se dirigió a su manager para saludarlo.

    —Ay, qué cansado estoy...— dijo Misaki abrazándose al cuello del moreno— Me alegro de verte— añadió sonriente.

    —Yo también— respondió Shizuku— Qué fotos tan buenas hace este chico. Sales muy bien— afirmó observándolas en el ordenador de uno de los editores.

    —Sí, son muy bonitas. Se nota que entiende mucho de fotografía— contestó el ojiverde contento.

    —¡Mira, mira!— exclamó señalando un par de ellas—¡Son perfectas!

    —¿Verdad que sí? No parezco ni yo— le corroboró al ver lo favorecido que salía.

    —Misaki... Te han nominado a tres premios Grammy— soltó dejando al castaño sin palabras por lo inesperado que había sido la noticia— Mejor actuación vocal masculina, mejor interpretación solista y mejor artista revelación— enumeró— Acaban de decirlo— añadió. El menor se llevó las manos al rostro, sin poder evitar llorar de emoción, pues jamás se espero que le nominarían a esa clase de premios— Señoras y señores, el artista nominado a los premios Grammy— anunció logrando el aplauso y la enhorabuena de todos los presentes.
    El castaño se abrazó fuertemente a su manager, a quien, como a su marido, le debía gran parte de su éxito.

    Al recibir aquella excelente noticia, lo primero en lo que pensó Misaki, fue en llamar por teléfono a Akihiko para contárselo y, de paso, preguntarle cuánto le quedaba para llegar al estudio en el que se encontraba.

    Pero tras numerosos intentos, el castaño no fue capaz de localizar a su marido, lo que le preocupó y, en cierto modo, le enfadó, ya que había quedado en estar ahí para acompañarle, y ni siquiera le cogía el teléfono para decirle que no iría.
    Así que, después de un par de horas, y habiendo acabado la sesión, Misaki llamó a un taxi con la intención de marcharse a su casa.

    —¿Te vas ya, Misaki?— preguntó Shizuku al ver al ojiverde con su ropa habitual puesta.

    —Sí, iba a pedir un taxi para que me llevase a casa, Shizuku— contestó el menor sin poder ocultar la decepción en sus palabras, algo que el moreno sabría cómo aprovechar.

    —¿Un taxi? Qué va... Mejor te llevo yo en el coche— respondió queriendo utilizar ese rato para malmeterle contra Akihiko, y hacerle ver que al peliplata sólo le importaba lo suyo.

    —No hace falta. No te molestes, puedo coger un taxi— dijo Misaki apurado porque su manager tuviese que desviarse a posta para llevarle hasta su casa.
    El moreno sonrió.

    —No es molestia, Misaki. Te lo estoy ofreciendo yo— contestó el representante— Anda, sube— pidió al detenerse junto a su Porsche descapotable, aparcado en la acera del edificio. El castaño asintió con una sonrisa de agradecimiento.
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