Posts written by Hallenstrom

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    No sé si todavía haya gente revisando esto (?)

    Pero por si acaso, paso a decir que publiqué el fic en Wattpad y lo estoy continuando por allá. Han pasado varios años, pero este fic es como mi bebé y realmente quiero terminarlo. Si quieren pasarse, les dejo el link: https://www.wattpad.com/story/290447895-&#...victor-van-dort

    Y nada, si alguien lee esto muchas gracias por el apoyo que me han dado todos estos años;u;
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    No sé si aquí haya gente a la que guste Hamilton y estoy dispuesta a averiguarlo. (???)
    Se me ocurrió esto gracias a un rol que estaba teniendo con mi novia. No tengo nada que decir en mi defensa.


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    —¿Acaso nunca te cansas?

    Alexander alzó la mirada apenas escuchó la odiosa voz de Jefferson. Sabía que debía haber cerrado la puerta con seguro, sobre todo tomando en cuenta los encuentros que había tenido últimamente con él con en su oficina, y vaya que se arrepentía de no haberlo hecho.

    —No veo por qué tendría que importarte —replicó Hamilton, enfocando la mirada nuevamente en la montaña de papeles que tenía frente—. ¿Qué haces? —añadió, al ver que el otro se estaba quitando la gabardina.

    —Me dio calor —respondió Jefferson con un encogimiento de hombros antes de dejar su gabardina en la silla que estaba frente a Alexander, quien rodó los ojos.

    —Como quieras. Sólo déjame trabajar.

    Thomas asintió, aunque evidentemente no tenía ninguna intención de obedecer. Se sentó frente a Alex, mirando a su alrededor con evidente aburrimiento. Por un momento el silencio se adueñó de ellos, hasta que a Jefferson se le ocurrió una perversa idea. Una sonrisa traviesa apareció en sus labios, y aprovechó lo abstraído que estaba Hamilton en su trabajo para arrodillarse y meterse debajo del escritorio.

    Alex se había decidido a ignorar por completo la presencia del otro, así que no se dio cuenta de nada hasta que notó las manos del otro desabrochándole el cinturón.

    —Thomas, no —dijo inmediatamente apenas se dio cuenta de sus intenciones. Su mirada se dirigió inmediatamente a la puerta de la oficina, temiendo que alguien entrara en cualquier momento.

    —Thomas, sí —replicó él al instante, completamente reacio a detenerse. Sin importarle los riesgos de la situación, le bajó el pantalón y la ropa interior.

    Alexander notó como las manos le empezaban a sudar a la vez que el pulso se le aceleraba, y un jadeo se escapó de sus labios al sentir las lamidas sobre su miembro.

    —Maldita sea —gruñó apretando los dientes. Sabía que debía obligarlo a parar, pero se sentía tan bien que simplemente su sentido común dejó de funcionar.

    —Cállate —lo regañó Jefferson en un susurro, comenzando a masturbarlo—. Alguien podría oír.

    Y antes de que Alex pudiera decir algo, ya Thomas se había introducido el miembro en su boca, comenzando a felarlo con lentitud y provocando unos sonidos obscenos sin el menor grado de vergüenza. ¿Lo más irónico? Lo hacía demasiado bien, cosa que demostraba que no era ni de lejos la primera vez que lo hacía. Alexander no pudo sentir una pequeña punzada de celos; no quería imaginarse a Thomas haciéndole aquello a alguien más.

    Pero justo después de que un gemido se escapara de sus labios, alguien llamó a la puerta. Ambos se tensaron por un momento, y Jefferson se detuvo. Pero no pasaron ni cinco segundos antes de que mandara todo al carajo y continuara con lo suyo, sin importarle nada. Ni siquiera se detuvo cuando Alex le dio una patada por debajo de la mesa.

    Hamilton no dijo nada. Creyó que si se mantenía en silencio quien sea que estuviera tocando se iría pronto. Pero supo que se había equivocado cuando la puerta se abrió de igual manera.

    —S-senador Burr. —Más que un saludo fue un quejido. Evidentemente Thomas no se detendría, y eso no hizo más hacerlo entrar en pánico.

    —Sé que es tarde, Hamilton, pero... —dijo Burr antes de sentarse en la silla en la que momentos antes se había sentado Jefferson—. ¿Y esto...? —No pudo evitar preguntar con extrañeza al notar la reconocible gabardina del sureño.

    —N-nada, nada —dijo Hamilton, completamente nervioso. Por fortuna Burr no le dio importancia—. ¿Por qué...? Ngh, ¿por qué no mejor hablamos en la mañana?

    Evidentemente, Burr no tardó en notar la extraña conducta del inmigrante.

    —Supongo... te noto raro. Más de lo usual —comentó arqueando una ceja—. Estás sudando y completamente rojo. ¿No estarás enfermo?

    Alex negó, aunque en realidad ni siquiera le estaba prestando demasiada atención a lo que estaba diciendo. Sólo quería que se fuera de ahí lo más pronto posible. Mientras tanto, Jefferson seguía escondido debajo del escritorio, lamiendo y besando su miembro como si nada sucediera a su alrededor.

    —¿Seguro...?

    —C-completamente —le interrumpió Hamilton, desesperado—. Sólo estoy... ah. —Se tapó la boca con una mano, queriendo acallar sus propios gemidos—. Algo cansado.

    —Muy bien... nos vemos.

    Alexander sintió un completo alivio cuando Burr se levantó de la silla y salió de la oficina. Apenas se quedó nuevamente a solas con Thomas, recargó la espalda de la silla, entregándose por completo al placer que su amante le estaba brindando. No pudo evitar bajar las manos y jalonearle el cabello, pidiéndole con ese gesto que fuera más rápido mientras movía las caderas, literalmente follándose su boca.

    Unos pocos momentos más, y ya todo había terminado. Jefferson se apresuró a salir de debajo del escritorio y tomar su gabardina, mientras que Alexander se quedó jadeando tirado en la silla cual saco de papas.

    —Me la vas a pagar por esto —se quejó apenas recuperó el aliento, antes de levantarse y subirse los pantalones.

    Jefferson dejó escapar una risa irónica.

    —Quiero verte intentarlo —respondió de manera burlona, antes de acercarse a él y robarle un corto beso.

    —Oh, lo vas a hacer —le aseguró Hamilton con un leve tono de indignación.

    —Seguro —dijo Thomas con sarcasmo antes de abandonar la oficina, dejando a Hamilton a solas con sus pensamientos—. Buenas noches, senador —se despidió de Burr apenas pasó junto a él en el pasillo.

    Burr se quedó helado por un momento. Se fijó en la gabardina para luego voltear la mirada hacia la puerta cerrada de la oficina. Luego recordó la extraña actitud de Alexander y pronto todo tuvo sentido.

    Cuando decía que quería estar en la habitación donde todo pasaba, no se refería a eso.
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    ¡Me ha encantado! La narración y la redacción fueron perfectas, y amé como plasmaste las personalidades de ambos. Estuvo genial. <3
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    HELLO, GUYS.

    Sorry por pasar tanto tiempo sin dar señas de vida. La universidad, la escasa vida social que me queda(?) y los problemas que han habido últimamente en mi país (Venezuela pls) me han complicado un poco (por no decir bastante) continuar el fanfic. Espero poder hacerlo pronto, pero no prometo nada. De hecho creo que tendré que volver a leerlo todo desde cero, algunas cosas se me olvidaron JAJAJAJA. Ay. Por qué soy así.

    En fin, sólo no quería dejarlos botados, y menos después de todo el apoyo que le han dado a esta cosa oaksojdf. Me iba a sentir mal si lo dejaba así.

    Y bueno. Eso.

    Volveré. (?)
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    Hola, chicos.

    Vengo con malas noticias. No se asusten, no cancelaré el fanfic, pero últimamente estoy muy ocupada y no tengo mucho tiempo para escribir, así que creo que lo mejor será ponerlo en un pequeño hiatus. No sé por cuánto tiempo exactamente, pero ya para mediados de febrero debería poder seguir sin problemas.

    Además está el problema de que ya me quedé sin ideas y bueno, no quiero terminar escribiendo cualquier cosa. Ustedes son muy geniales y merecen una buena historia, no la primera pendejada que se me cruce por la cabeza.

    Y eso.
    Espero entiendan.
    Nos leemos luego. <3
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    Omg, no actualizo desde el año pasado.
    *No me peguen, tenía que hacer la broma.*

    Por MiM, si un pequeño beso provocó esas reacciones siento que con este capítulo cometeré homicidio.
    NO ME VAYAN A DEMANDAR, EH.
    Okay no. ¿?

    Por cierto, Miss Calabaza, ¡amé tus dibujos! En serio, muchas gracias por compartirlos. Ay, primera vez que hacen dibujos de un fanfic mío y no sé cómo sentirme al respecto mzkakskaks mejor me muero alv.

    Omg, me dijeron Emilia-senpai. Soy feliz. ;; (?)

    Ya en serio, por si no era muy evidente ya, el siguiente capítulo contiene limón. MUCHO LIMÓN. Pero sólo eso, es decir, es básicamente de relleno. Esto es para que las personas a las que no les guste (si es que hay alguna¿?) puedan saltárselo sin perderse nada de la trama.
    Además, advierto que yo no suelo escribir lemon con frecuencia, no soy una experta ni mucho menos. Hago lo que puedo because los amo. <drei

    Ahora sí. Let us go~.

    PD: Son las cuatro y media de la madrugada. Recen porque deje de actualizar a estas horas, xfabor.


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    Se besaban con lentitud, como si quiera detener el tiempo justo en ese instante. Porque, de hecho, así era. No conservarían sus cuerpos –enteros– por demasiado tiempo. Eran pocos los minutos restantes y debían aprovecharlos al máximo. Al menos así no considerarían todo como una pérdida de tiempo.

    Jack abrazó a Victor por la cintura, perdiéndose en el calor que brindaban sus manos contra su rostro y en el dulce sabor de su boca. Por inercia, el azabache juntó sus cuerpos aún más mientras acariciaba las pecosas mejillas del contrario con los pulgares. El beso no era profundo ni excesivamente pasional. Sin embargo, no era del todo inocente, principalmente por las intenciones que ocultaba detrás.

    Pasados unos instantes se separaron en busca de aire. Aunque sus pulmones fueran un mero placebo, aún sentían la necesidad de respirar como algo muy real. Fue entonces que se miraron a los ojos, ambos con las mejillas ligeramente sonrosadas.

    —Tú… también llamaste mi atención.

    Sí, eso era lo más romántico Victor que podía ser en esos momentos. Aunque milagrosamente había logrado no tartamudear en el progreso, se sintió un poco estúpido luego de hacer un comentario tan superfluo. Y aún más al oír como de los labios de Jack se escapaba una leve risa.

    —Vaya, y yo preocupándome por nada… —comentó.

    —¿Uh? ¿A qué te refieres?

    —Nada, nada. No importa.

    Y esta vez fue él quien le acarició la mejilla, atrayéndolo nuevamente para darle otro beso. Pero esta vez no se conformó con su boca, sino que rápidamente se dirigió a su mentón y posteriormente al cuello. Un pequeño suspiro se escapó de los labios de Victor, en parte por la sorpresa y en parte por el escalofrío que ese simple gesto le ocasionó.

    —¿Qué haces? —preguntó, a pesar de que sabía la respuesta de antemano.

    —Tranquilo —repuso Jack notando su nerviosismo—. ¿Confías en mí?

    —S-sí…

    —Entonces no te preocupes.

    Sus manos sostenían firmemente al azabache de la cintura, mientras que sus labios exploraban la piel que estaba expuesta. Victor, tal vez por un simple reflejo, abrazó a Jack por el cuello a la vez que cerraba los ojos, perdiéndose en el tacto de sus labios contra su pálida y renovada piel.

    Era curioso. Ahora que sus cuerpos estaban regenerados sus sentidos se habían agudizado considerablemente. No sólo comparándolos con la nula sensibilidad de la muerte, sino con lo que sentían cuando estaban realmente vivos.

    Al llegar a la clavícula, Jack no dudó en deshacerse de la corbata de Victor –la cual por suerte ya estaba desatada– y desabrochar los botones de la camisa. El azabache entendió el mensaje y rápidamente se quitó la chaqueta, para luego volver a abrazarse del cuello del castaño.

    No tardaron en quedar recostados en el suelo, con la espalda de Victor apoyada contra uno de los árboles-portales (concretamente el de Navidad, vaya forma de escandalizar a Jesucristo). Jack abrió la camisa en su totalidad y dejó que sus labios pasearan por todo su pecho, admirando a la vez la forma en la que la velocidad de los latidos del menor se había acelerado considerablemente.

    —Hace frío… —Fue el único comentario que Victor pudo hacer.

    Jack rió levemente, sin separar sus labios de él, provocándole escalofríos.

    —Ya te haré entrar en calor —aseguró, y sin hacerse del rogar volvió a adueñarse de su boca.

    Esta vez no fue pudoroso ni mucho menos delicado. Sin permiso introdujo su lengua en la boca del contrario, encontrándose con la suya para iniciar una danza que no tardaría en convertirse en una frenética batalla. Tomando a Victor totalmente desprevenido bajó una mano y lo apretó ligeramente, no lo suficiente para hacerle daño, evidentemente, pero sí con la fuerza necesaria para arrancarle un jadeo.

    —J-Jack…

    —Sh, tranquilo. Cierra los ojos y disfruta.

    Victor obedeció. Sin lugar a dudas, la voz del mayor lo tranquilizaba.

    Jack sonrió y esta vez se dedicó a desabrochar la correa de los pantalones del azabache, los cuales posteriormente bajó hasta revelar el bulto que comenzaba a asomarse allá abajo. Victor desvió la mirada, totalmente avergonzado.

    —No puedo evitar preguntarme… —comentó Jack como si nada—, ¿esta es tu primera vez?

    —N-no… b-bueno, sí. —Ahora sí, olvídense de él hablando con fluidez. Ya se le bloqueó esa parte del cerebro—. C-con un hombre sí…

    Al castaño le dio un vuelco el corazón. No podía estar más feliz con esa revelación.

    Ávidamente retiró los zapatos y los pantalones del menor. Y ya de paso, también la ropa interior. De modo que el joven quedó, a excepción de la camisa, totalmente desnudo y a su merced. Sin esperar, Jack tomó su miembro con una mano para comenzar a masturbarlo con lentitud, provocando que de la garganta de Victor empezaran a escaparse pequeños gemidos. Gemidos que al llegar a sus oídos lo hacían sentirse cada vez más apretado.

    Nuevamente se dirigió a besar su cuello –y a dejar uno que otro chupetón, tal vez para marcar territorio–, sin detener las caricias que ejercía sobre su virilidad. Victor dirigió una de sus manos a su cabeza para acariciarle el cabello (el cual, por cierto, era endemoniadamente suave), mientras que intentaba reprimir sus gemidos y jadeos mordiéndose el labio inferior.

    Pasados unos momentos, cuando Victor estaba a nada de correrse, Jack lo soltó, provocando que soltara un gruñido de evidente frustración. El castaño rió levemente ante aquella reacción y alzó la mano.

    —Sabes lo que debes hacer, ¿no? —inquirió mientras acercaba tres dedos a sus labios.

    Victor asintió y sin esperar comenzó a lamerlos para luego introducirlos a su boca, humedeciéndolos por completo. Mientras lo hacía no podía evitar mirar a Jack con evidente lascivia, a pesar de que podía sentir sus propias mejillas arder. El castaño se mordió el labio, sintiendo como su propia erección empeoraba cada vez más.

    Cuando los dedos estuvieron totalmente lubricados los guió hasta la entrepierna del azabache, buscando en la oscuridad ese lugar que tanto placer les brindaría más tarde a ambos. Introdujo un primer dedo, haciendo que un débil quejido se escapara de los labios de Victor, quien para ese momento ya había cerrado los ojos.

    Dos dedos, tres dedos. Finalmente se había acostumbrado a la intromisión y el dolor comenzaba a entremezclarse con el placer, pero el saber que lo venía sería más grande que tres dedos no lo tranquilizaba demasiado. No pasó mucho tiempo para que Jack retirara la mano y se dedicara a bajar sus propios pantalones y ropa interior hasta la rodilla, pero antes de hacer nada Victor lo detuvo.

    —N-no. Quiero verte —se quejó.

    No le parecía justo que entre los dos él estuviera casi desnudo en su totalidad y el contrario no.

    Por suerte, Jack no tardó en darle la razón.

    Se levantó y se deshizo de su chaqueta, revelando que su piel tenía pecas hasta en los hombros. Torpemente se quitó los zapatos para finalmente terminar de retirar toda su ropa. Ahora él estaba completamente desnudo en medio del bosque, mientras que Victor aún tenía su camisa puesta. Sin embargo el azabache no tardó en sentir la urgencia de quitársela.

    —¿Preparado? —preguntó Jack mientras se acomodaba entre sus piernas.

    Victor asintió.

    —S-sólo… sé cuidadoso, ¿s-sí?

    —Por supuesto —prometió mientras se inclinaba y dejaba un beso en su mejilla.

    El azabache giró la cabeza y lo besó en los labios nuevamente, y este fue el momento que el rey aprovechó para comenzar a penetrarlo. La espalda de Victor se arqueó y su cuerpo entero se tensó de manera involuntaria, de modo que Jack se dedicó a esparcir besos y caricias por su rostro y torso, tratando de relajarlo.

    Victor a su vez llevó las manos hacia la nunca de Jack, acariciando su cabello con cariño, intentando no tensarse demasiado pues sabía que eso sólo lo empeoraría. Respiró profundo, y cuando el castaño entró hasta lo más hondo en él exhaló un suspiro.

    —E-espera… —jadeó, pidiéndole a Jack que se quedara un rato así; dentro de él y sin moverse.

    —Trata de calmarte —susurró Jack con cariño contra su oído, antes de besarle el lóbulo de la oreja. Victor volvió a inhalar antes de asentir, indicándole que continuara—. Si te duele, me dices.

    Pero Victor negó con la cabeza, indicándole que no debía preocuparse.

    De modo que el castaño comenzó a embestirlo lentamente, no queriendo lastimarlo. Salía y entraba con extremo cuidado, casi como si tuviera miedo de romperlo. Mientras lo hacía, se deleitaba con la forma en la que las estrechas paredes del menor lo rodeaban, enviándole corrientes eléctricas que paseaban por todo su cuerpo, erizándole cada vello.

    Los gemidos y jadeos no se hicieron esperar, aumentando el volumen y la frecuencia cada vez más a medida que continuaban.

    —M-más… m-más rápido.

    Esas palabras fueron como música para los oídos de Jack. Sentía que si seguía manteniendo el ritmo lento y cuidadoso acabaría perdiendo la cabeza. A penas escuchó la petición del azabache no dudó en acelerar la velocidad de sus embestidas, dejando que el placer los envolviera a ambos con más intensidad.

    Los suspiros, gemidos, jadeos y demás sonidos eróticos no tardaron en hacer eco en el solitario y oscuro bosque. Ya estaban en un punto en el que les importaba muy poco –o más bien nada– que alguien los escuchara o que incluso los viera. En realidad, el hecho de estar haciendo el amor al aire libre no hacía más que volver la situación aún más excitante. En todos los sentidos de la palabra.

    A medida que el orgasmo se acercaba, los gemidos –casi gritos– de Victor eran cada vez más incontrolables, cosa que lo avergonzaba sobremanera. Como si le hubiese leído el pensamiento, Jack los acalló besándolo nuevamente. Victor agradeció esto internamente, o al menos lo había hecho antes de que la mente se le nublara por completo gracias al clímax.

    Con un prolongado y ronco gemido se derramó entre ambos. Afortunadamente, Jack no tardó en seguirlo.

    Y digo afortunadamente porque el efecto de la poción no se demoró en esfumarse.

    Cuando Jack volvió a ser un esqueleto y Victor un cadáver en descomposición no pudieron evitar reír con cierta complicidad. Tal vez sus planes no habían salido como esperaban, pero ciertamente no habían desaprovechado esa poción en lo absoluto.

    —Hay que admitir —comentó Jack mientras buscaba su ropa—, que la poción del viejo funciona muy bien.

    Victor no dijo nada, sólo sonrió estúpidamente. En un momento como aquél no se le ocurría hacer otra cosa.

    Edited by Emilia Snow - 7/1/2017, 15:22
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    Cuánto a que se asustaron y creyeron que ya había actualizado. 7u7
    *Emilia trolleando desde tiempos inmemoriales*

    No, ya en serio, vengo a responder los reviews de Amor Yaoi del capítulo anterior. :'u

    Vabs: Muchas gracias, me alegra que te guste. ^^

    Pooy: Yo realmente no creo mucho en esa teoría, si fuera cierta tendrían el mismo nombre, ¿no? xD
    Y... omg, jamás se me habrían ocurrido las parejas que mencionaste. Principalmente porque al ser el mismo actor queda medio extraño. Pero no suena nada mal, la verdad 7u7
    De hecho, recuerdo que hace unos años vi un video en YouTube que era Jack Sparrow x Sweeney Todd. Admito que me gustó. v':
    Sería genial que hubieran más fanfics de estas raras parejas, jaja.

    MueraTachi: Bueno, supongo que así es mejor. Deja más a la imaginación. Aunque por alguna razón no pude evitar pensar en Eddie Redmayne mientras lo describía. ¿?
    Y con lo de Oogie Boogie... prefiero no responder nada, cualquier cosa que diga sería un spoiler. x'D

    Lifty: ¡Vaya! Ya había asumido que todos mis lectores eran chicas, jaja. Pero es genial tener un chico entre nosotras. ¿?
    Creo que contigo ya van dos xD
    Gracias a ti por leer y comentar.~

    Revn L: Todo un loquillo ese Jack. ¿?
    Jaja, igualmente, feliz Navidad y feliz año. Gracias por tu comentario. c:
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    Primero que nada, ¡espero que hayan pasado una linda Navidad! Y les deseo un muy feliz año nuevo. Esperemos que el 2017 no sea tan hijo de fruta como el 2016, jaja.

    No Sounds: Sí, sé que tardé bastante en subir el capítulo anterior. Perdón por eso. Pero intentaré ser un poco más responsable con esto. xD
    Y sí, ese Jack es todo un prro. ¿?


    Unmei: Victor nunca va a admitir nada, es peor que Onodera ese cabrón. ¿?
    Jajaja, yo siempre voy a volver, no creas. 7u7


    Inain: Alv, trato de hacerlo más largo y ya me dicen que fue corto. Dios k ise mal a parte de naser. ¿?
    Jajaja, sé que está corto y lo siento (de hecho el que viene no es muy largo que se diga) pero realmente se me dificulta mucho hacerlos largos.
    ¿Esos primeros tres capítulos de más de 5k palabras? Esa no era yo, un demonio se apoderó de mí. ¿?
    Pero en vista de eso, intentaré actualizar más seguido. No es justo hacerlos esperar para un mísero capítulo de 1-2k palabras. :'v
    Intento hacerlos más largos, pero como que se me desinflan en el proceso. Prefiero hacerlos cortos, pero buenos.
    O creo yo que son buenos. ¿?


    Miss Calabaza: OH SATÁN MÍO.
    Necesito ver eso. Como vi que la hermosa Inain (?) ya te respondió, ojalá puedas compartirlo pronto. Necesito ver más de esta linda pareja. <drei
    PD: ¡Gracias! Qué bueno que te guste.


    Y los de Amor-Yaoi creo que los responderé luego, a estas horas el sueño no me deja ni pensar. x'D

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    La apariencia del portal no era muy diferente a la de los demás. Tenía la forma de un árbol con una puerta en medio, con la diferencia de que no tenía ningún diseño en particular; era una simple puerta redonda. La desemejanza más notoria que tenía en relación a los demás portales era que brillaba con una intensa luz entre azul y púrpura, que iluminaba todo el claro casi como si fuese de día. Aunque uno muy nublado.

    Apenas apareció, Jack se acercó a él mientras que el pobre de Victor se quedó pasmado, aún pensando en el dichoso beso. Evidentemente no se admitiría ni a sí mismo el hecho de que realmente deseaba sentir los labios del rey sobre los suyos. Así como tampoco aceptaba la desilusión que sentía en esos momentos.

    Por cierto, me habría encantado ver la reacción de los músicos en ese momento.

    —Bueno, recuerda lo que dijo Gutknecht —dijo Jack al notar que el azabache se había quedado como un pasmarote detrás de él—, la poción no dura mucho. Dudo que tengamos más de una hora.

    Victor asintió, esperando que su reacción no hubiese sido tan evidente. El Rey Calabaza actuaba con una naturalidad que le decía que no, pero… todos sabemos que a estas alturas a Jack no se le iba a escapar nada que estuviera relacionado con Victor. En cierta forma se encontraba satisfecho al ver como lo había descolocado por completo al no darle un beso en los labios.

    Pero en fin, en esos momentos tenían asuntos muchos más importantes en los que pensar.

    Jack puso una mano sobre el pomo de la puerta, y cuando la abrió una fuerte luz blanca los encandiló por unos segundos. Una vez pasado el resplandor pudieron distinguir claramente del otro lado una iglesia que se encontraba junto a un bosque. Al contrario del mundo de los muertos, allá arriba se notaba que era de día. Por la iluminación debían de estar como a media tarde.

    —¡Yo vivo cerca de ahí! —exclamó Victor emocionado al reconocer el lugar—. Bueno… vivía…

    —No hay rastros de Emily —comentó Jack mientras se acercaba a la entrada, buscando ver mejor.

    —Tal vez el portal aún no se ha abierto donde ella está —comentó Victor encogiéndose de hombros. Llegados a este punto ya estaba casi completamente seguro de que nada podría salir mal—. No debe de tardar.

    Hizo a Jack a un lado para poder pasar.

    O lo habría hecho de haber podido atravesar el portal.

    —¿Eh? —preguntó, sintiendo como su corazón empezaba a latir aceleradamente. Habían llegado tan lejos, ¿qué estaba pasando? Encarecidamente intentó cruzar el portal, pero era inútil. Una barrera invisible le impedía llegar al otro lado—. N-no puedo pasar.

    —¿En serio? —inquirió Jack alzando una ceja. También intentó, y nada.

    Estuvieron así por un par de minutos, tratando de atravesar el portal, pero era simplemente imposible. Victor trató de empujar, golpear y patear, pero sólo logró lastimarse los nudillos y las rodillas. Era totalmente inútil.

    —Parece que una simple poción no es suficiente para engañarlo… —suspiró, decepcionado.

    Pero en ese momento una voz hizo que se confundiera aun más.

    —¡Hey!

    Era Emily, que les hablaba… desde el otro lado del portal. Ella sí había logrado atravesarlo, y estaba ahí justo delante de la iglesia. De no ser por su voz y su característico vestido de novia, Victor habría tardado en reconocerla; se veía bastante diferente ahora que tenía de vuelta su apariencia original. Su cabello era castaño oscuro y su piel blanca, aunque ligeramente bronceada. Siendo un cadáver era atractiva, pero así se veía indudablemente hermosa.

    Por otra parte, Emily se les quedó mirando a ambos detalladamente. El ver a Victor con la apariencia exacta que tenía cuando se conocieron la trasladó al pasado, y por unos breves instantes una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Pero por sobre todo le sorprendió ver a Jack; jamás se habría imaginado que resultaría tan atractivo. Si Victor aún no se daba cuenta de lo que sentía por él, pensó, sería un buen momento hacerlo ahora.

    —No podemos pasar —dijo Jack con un suspiro de fastidio mientras se cruzaba de brazos.

    —¿En serio?... Pero yo pude hacerlo sin problemas…

    Se acercó al portal y alargó la mano. No tardó en encontrarse con la pared invisible, pero en su caso no la podía atravesar no sólo porque se suponía que estaba viva, sino porque además esa era la entrada a una festividad que no era la suya. Pero no entendía por qué ni Jack ni Victor podían pasar.

    —¿Estás seguro de que seguiste bien la receta? —le preguntó Victor a Jack.

    —Cada detalle. No sé qué salió mal.

    Por un momento los tres intercambiaron miradas entre sí, completamente en silencio. No tenía sentido.

    —Bueno... —comenzó Emily—. Supongo que hubo algo que se les pasó. O tal vez algo que a Gutknecht se le olvidó decirles. Después de todo la poción que yo tomé la hizo él mismo, y ya ven, me funcionó perfectamente.

    —Uh, no lo sé, Jack fue quien la hizo —dijo Victor mirando al castaño.

    —Y me aseguré de seguirla a la perfección —replicó Jack casi que con indignación. No le gustaba que dudaran de él.

    —En ese caso no entiendo qué pasó —comentó Emily con una mueca—. Pero el portal se abrió para ustedes, eso quiere decir que en parte funcionó…

    —Supongo que detectó que en cierta forma estamos vivos —dijo Victor—, pero hay algo que delata que no lo estamos, al menos no completamente.

    —Yo creo —comenzó Jack cruzándose de brazos— que nos está tomando por moribundos. Seguramente cree que estamos vivos pero que no tardaremos en morir. En ese caso no tendría sentido dejarnos ir a la superficie, si después de todo terminaremos volviendo poco después.

    Emily iba a decir algo, pero antes de que le diera oportunidad de articular palabra el portal se cerró abruptamente, y tanto el árbol como la puerta que tenía en medio desaparecieron como si nada. Victor y Jack se quedaron unos momentos pasmados donde estaban; no se esperaban eso.

    —¡Perfecto! —exclamó el azabache con la voz cargada de sarcasmo luego de unos instantes—. Tanto para nada. Hm, ya me extrañaba que todo estuviera saliendo tan bien. Es que yo siempre, siempre, tengo que tener mala suerte, ¿no es así?

    —No te lo tomes así, el mundo no gira a tu alrededor —comentó Jack con evidente ironía en su voz.

    Victor suspiró.

    —Lo sé, pero es que… es agotador que las cosas nunca salgan como quiero.

    «Ni que lo digas», pensó Jack.

    —En fin. Será mejor que volvamos.

    Se dio la vuelta, completamente resignado y con la intención de salir del claro, pero Jack lo tomó del brazo.

    —No, mejor esperemos a que pase el efecto.

    —¿Por qué? —preguntó Victor confundido.

    —En la noche es que las calles están más concurridas, ¿no te parece que a los demás les parecerá muy raro ver a dos personas vivas caminando entre ellos? Además, no quiero tener que responder preguntas. Mejor nos quedamos aquí.

    Victor iba a replicar, pero tenía razón. No importa por donde lo miraras, siempre algo tenía probabilidades de salir mal: al contrario de Jack, él estaba perfectamente reconocible, y sería muy extraño que alguien de la nada invirtiera su propio proceso de descomposición. Además, habían amplias probabilidades de que si lo reconocían a él, también reconocerían a Jack. De hecho sólo era necesario ver la forma en la que estaba vestido para hacerlo.

    Y también estaba el hecho de que durante los últimos días se la pasaban juntos de arriba para abajo. Era muy extraño ver a uno sin el otro.

    —Además —añadió el mayor—, nadie nos molestará.

    Victor abrió la boca para preguntar a qué se refería.

    Y lo habría hecho de no haber sido interceptado por un beso.

    Que esta vez fue en los labios.

    Jack había estado intentando contenerse, de verdad que sí. Pero es que ese rostro de cachorro apaleado que estaba poniendo el azabache simplemente pudo con él. Hacía unos momentos se había entretenido bromeando con él, pero ya no quería limitar su relación simplemente a eso. Necesitaba ser claro. Y eso era algo que estaba decidido a hacer.

    Su mano se dirigió a la mejilla de Victor, quien estaba tenso y más que sorprendido. Sin embargo, no se movió. Lo quería, eso era más que obvio, pero no tenía la convicción suficiente como para retornar el beso. Simplemente se dejó hacer.

    —¿Y eso a qué vino? —preguntó cuando Jack se separó de él.

    El Rey Calabaza agradeció internamente los efectos de la poción, pues gracias a ellos podía apreciar lo tierno que se veía Victor sonrojado.

    —A todo —dijo sin más—. Créeme que llevaba meses conteniéndome.

    —¿M-meses?

    —Vamos, Van Dort, ¿de verdad eres tan ciego? Desde el primer momento que te vi, allá en la asamblea, llamaste mi atención. Y estos últimos días no he podido frenar lo que siento por ti.

    Victor estaba en una pieza. Sentía su corazón desbocado latir en cada parte de su cuerpo; lo sentía en el estómago, en la garganta, incluso en las extremidades. Sin dudas eso no era algo que hubiese estado esperando.

    Aunque lo hacía indudablemente feliz.

    Pero no sabía cómo expresarlo.

    De modo que pasaron unos sólidos tres minutos de reloj y aún no había dado una respuesta. Jack comenzaba a sentirse realmente idiota. Era el rey, se suponía que no debía rebajarse a esas ridículas declaraciones amorosas. El hecho de que la poción aún estuviera surtiendo efecto comenzaba a molestarlo, pues no soportaba sus propios latidos, acelerados producto del nerviosismo.

    —Sería bueno que me dieras una respuesta —dijo con sarcasmo, sintiéndose incómodo.

    Y la obtuvo. Victor lo tomó del rostro para regresarle el beso.

    Ya que no era bueno con las palabras, lo mejor sería recurrir a las acciones.

    .
    .
    .



    (✿ ͡° ͜ʖ ͡°)

  9. .
    Ese Jack es todo un loquillo :v
    Jajaja, ay, trataré de que los siguientes capítulos sean más largos :c es que doña Inspiración como que no me quiere visitar. ¿?
    mznkakd gracias por aprobarme(? xD

    Nooo, qué doctor ni que nada, mira que los locos son los más chidos, lo dice Alicia :'v (?)
  10. .
    No Sounds: Jajaja #NoHomo :v
    Me alegra que te haya gustado, la verdad quería quitarme ese clavo de que ellos dos anduvieran peleados desde capítulos atrás, pero no tenía mucha idea de cómo hacerlo. ;;

    mfarias: Ese Jack está dormido, tiene a alguien tan tierno y despistado y no aprovecha. Alv. ¿?
    Aunque eso me hace pensar que estoy respetando (aunque sea un poco) al personaje bc él también es bastante despistado en ese sentido. Idk. :'v Jahjsa me alegra que te esté gustando. uvu

    Inain: La verdad es que estos días lo he tenido un poco complicado, pero estoy haciendo lo posible por continuarlo <3 y aunque no pueda actualizarlo tan seguido, de verdad trataré de que por lo menos los capítulos sean más largos.
    Manzjaks qué bueno que te haya gustado el capítulo. uvu
    PD: Nope, no lo eres 7u7 la verdad no sé cómo no se me ocurrió antes. ¿?

    itziritha: ¡Muchas gracias! Qué bueno que te gustó ^^
    Y perdona que al final el "muy pronto" no fue tan pronto que se diga. ¿?

    chio.murder: Ayayai <3 muchas gracias. Por decidirte a entrar, leer y comentar jajshaja. Bienvenida a esta locura:'v. (?)

    Emanuel: Aaaaay basta. Tampoco es para tanto mzkajskas creo que ya hasta me puse roja y todo (?)
    Jajaja muchas gracias >< amé tu comentario, alv. <3

    Shir285: ¡Hola! Muchas gracias, me haces un gran favor en serio <3
    La verdad tengo mi cuenta de Amor Yaoi un poco abandonada xD
    Aquí dejo las respuestas a los reviews (no sé si las anónimas puedan responderse, realmente nunca he usado Amor Yaoi, pero por si acaso las dejo):

    Lifty: De hecho yo tampoco habría pensado en eso, pero mi especialidad es shippear todo lo que se mueve :v y no sé, como los dos tienen ciertos dilemas existenciales pos digamos que eso me inspiró un poco también. Gracias por tu review:3

    Thenormalhearts: Qué bueno que te haya gustado, yo he sido super fan de Tim Burton desde que tengo uso de razón jajaja era inevitable hacer un fic de alguna de sus películas c':
    Gracias, qué bueno que te esté gustando. nvn

    aya san: Veo que el comentario es algo viejo, pero pos lo sigo subiendo a Mundo Yaoi (?) y lo haré hasta terminarlo. Me alegra que te esté gustando, gracias por comentar. :3

    Revn L: Qué genial que te guste mzkakdf y no sea impaciente. Ya falta poco ggg 7u7

    Pooy: Muy poca gente lo hemos hecho(? pero no hay que negar que una vez que lo piensas, tiene algo de sentido. A no ser que apoyes la teoría de que son la misma persona (por suerte no es mi caso :v jaja). Saludos, gracias por tu comentario.

    MueraTachi: MZJAJSHJAJSMA PERO SEÑORA RESPIRE.
    Aunque sé que al principio puede ser un poco (muy) raro:'v pero en fin. Yo le soy fiel a mis rarezas.
    Jajaja y no lo dudes más y únete al lado oscuro, tenemos galletitas y ships raras. :'D
    En fin, me encanta que te haya encantado (?) muchas gracias por tu review. ;u;

    Lifty: Me fue inevitable no shippearlos :'v siempre los he amado a ambos y sus respectivas películas. Y obvio, el yaoi(? ¡tenía que hacerlo!
    Y sí, lamentablemente había cometido la torpeza de abandonarlo en el capítulo tres, pero ahora sí estoy decidida a terminarlo. Porque sino seguro me matan. ¿?
    Y de hecho no eres la única que ha mencionado lo de Emily y Sally... hm, creo que debería considerarlo xD también me gustan juntas.
    Muchas gracias por tu comentario, me alegra que te guste:'3

    Y ahora sí, continuamos. 7u7r


    .
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    .



    Caía la noche y ya casi era la hora en la que Jack y Victor habían acordado verse con Emily y Gutknecht a través del espejo. Jack iba de acá para allá, atareado con la creación de la pócima, mientras que Victor lo miraba como un pasmarote. Le habría gustado ayudar, quería hacerlo, pero no tenía idea de nada de lo que estaba haciendo el esqueleto, y temía que si intentaba ayudar terminaría retrasándolo todo. Miraba nerviosamente al reloj de la sala cada dos por tres; faltaba menos de media hora.

    Sólo le quedó cruzar los dedos y esperar que funcionara.

    —Creo que esto ya está —dijo Jack justo cuando un olor extraño y dulzón empezó a impregnar el lugar.

    Victor se acercó a la mesa y vio que la poción era espesa y de color azul, de un color similar al de la achicoria, sólo que de un tono bastante más oscuro. El olor que despedía no era agradable. Es decir, no es que fuera un asco, pero no le daba demasiado confianza beberse eso. Sentía que sería como tomar jabón líquido.

    —Nope, no me falta nada —corroboró el esqueleto revisando la lista una vez más—. Ahora sólo queda esperar.

    Victor asintió y tomó el espejo para luego sentarse en un mueble. Dejó el objeto en su regazo mientras clavaba la mirada en el reloj, esperando impacientemente a que dieran las diez. Faltaban cinco minutos para eso cuando la imagen del espejo volvió a distorsionarse para luego mostrar a Emily y a Gutknecht.

    —¡Hola! —Fue la voz de Emily la que hizo que Victor se sobresaltara y mirara el espejo—. ¿Todo listo?

    —Sí, sí, creo —dijo Victor un tanto dubitativo. Luego miró a Jack, y este asintió—. Sí, todo listo.

    Al parecer Emily iba a decir algo, pero Gutknecht le quitó el espejo apenas medio abrió la boca.

    —Buenas noticias. Conseguí una forma de que el efecto de la pócima dure un poco más, aunque no demasiado. Si le añaden un colmillo de gato puede durar más de una hora.

    Victor aún no había terminado de procesar lo que acababa de oír cuando ya Jack se puso a revisar entre los tarros que tenía en la alacena. El azabache lo miró, ¿en serio tendría tal cosa…? Bueno, si el aliento de rana y la verruga de gusano era algo de todos los días, ya ni sabía por qué se sorprendía.

    —¿Sólo uno? —preguntó alzando la voz para que el viejo lo escuchara.

    —Sí. Traté de hacer que durara aun más echándole dos o tres, pero sólo conseguí arruinar la pócima.

    —Perfecto, este es el último que me queda —dijo Jack de forma triunfal mientras introducía el colmillo en la poción. El color que esta tenía se aclaró aun más, consiguiendo un tono todavía más parecido al de la achicoria—. ¿Cuáles son las instrucciones?

    Victor se rindió y le dio el espejo a Jack. Al fin y al cabo los únicos que tenían idea de lo que hacían era él y Gutknecht. Victor sentía que estorbaba si se entrometía, y al parecer Emily sentía lo mismo. De momento lo mejor sería estar atento y esperar.

    —Deben ir al claro en donde se encuentran las puertas —dijo Gutknecht—. Si la poción surte efecto, ahí es en donde debería abrirse el portal. Emily hará lo mismo, pero mis huesos están muy débiles para hacer ese recorrido. Así que no podré acompañarlos.

    En ese momento a Victor le entró algo de pánico. No podía dejar de pensar que sin las instrucciones del viejo todo saldría mal. O en pocas palabras, que su propia inutilidad era capaz de entorpecer a Jack y a Emily.

    —Entendido. ¿Qué hacemos una vez allí? —Y como siempre, Jack era el único que tomaba el control de la situación.

    —Sólo deben tomarse la poción y esperar que el portal se abra. Una vez en la tierra de los vivos sólo tienen que esperar a que el efecto se pase para volver. No hay forma de que salga mal, es un plan a prueba de tontos.

    O sea, a prueba de Victor.

    —Bien, gracias por su ayuda.

    Gutknecht asintió antes de pasarle el espejo a Emily. Jack apenas la vio desvió la mirada y dejó el espejo sobre la mesa para luego ir a buscar un par de vasos donde verter la poción. Victor tomó el espejo y él y Emily se miraron. El azabache se notaba preocupado, pero Emily sólo se encogió de hombros.

    —Vamos, Victor —dijo el esqueleto mientras le daba uno de los vasos. La poción echaba humo, a pesar de no estar caliente—. No perdamos tiempo.

    El azabache asintió mientras tomaba el vaso.

    —Nos vemos en un rato —le dijo a Emily.

    —Ojalá resulte —dijo ella con un suspiro.

    Victor asintió, tratando de no pensar en todas las cosas que podrían salir mal. Nuevamente la señal del espejo se perdió, y él decidió dejarlo sobre la mesa. Después de todo se suponía que se vería con Emily en persona en un rato, no tenía mucho sentido llevarlo consigo.

    Salieron de la casa al bullicio de la ciudad. Evidentemente, el lugar estaba muchísimo más animado cada vez que caía la noche. Los músicos que estaban siempre junto a la entrada de la casa de Jack tocaban su música melancólica y deprimente de siempre, mientras que las personas iban y venían conversando a viva voz sobre la maravilla de las cosas que otros considerarían aterradoras y perturbadoras.

    Cada siete pasos –literalmente, Victor los contó– se encontraban con alguna persona que saludaba a Jack, quien simplemente devolvía el saludo con una sonrisa, pues no tenían tiempo de comenzar una conversación. Mientras que con el Rey tenían una amabilidad que rozaba lo ridículo, a Victor no lo miraban ni dos veces. Y él lo prefería de esa manera.

    Estuvieron caminando un buen rato, siendo constantemente interrumpidos por los admiradores de Jack. Finalmente salieron de la ciudad y llegaron al bosque, y no pasó mucho tiempo para que las puertas de las festividades aparecieran en su campo de visión. Se acercaron y se quedaron de pie justo en medio de ellas.

    —Bueno, creo que ya es la hora —dijo Victor mientras miraba el contenido de su vaso, sintiéndose repentinamente nervioso.

    Era curioso, había pasado los últimos días con una ansiedad enorme, queriendo poder visitar el mundo de los vivos y ver a Emily cuanto antes, pero ahora, que estaba tan cerca, tenía algo de miedo. Hasta ese momento todo había ido muy bien y temía que fuesen a fracasar en el último minuto.

    Además, vería a Jack en su forma humana. Y no sabía cómo sentirse al respecto.

    —Vamos, de seguro que tu amiga ya habrá llegado —dijo Jack.

    En su caso, el esqueleto no se sentía ni nervioso ni ansioso. Sólo quería hacerlo cuanto antes para que Victor estuviera satisfecho. A fin de cuentas, esa era la única razón por la que lo había estado ayudando desde el principio. Quería hacerlo feliz y verlo sonreír, aunque los celos que le provocaba verlo con Emily eran casi agobiantes.

    Victor asintió al escuchar sus palabras. Tomó el vaso con ambas manos, como si quisiera calentárselas. Cosa ridícula, ya que él no estaba vivo como retener el calor y la poción no estaba caliente como para irradiarlo.

    —A la de tres —dijo el esqueleto—. Uno.

    —Dos —dijo Victor.

    —¡Tres! —dijeron al unísono.

    Cada uno se tomó la poción. A pesar de su aspecto, el sabor no era tan desagradable. Era empalagosa y ridículamente dulce, como comerse una torta de chocolate, rellena de chocolate y cubierta con chocolate, pero al menos no daba ganas de vomitar. Bueno, no si te gustaba lo dulce.

    Victor cerró los ojos unos segundos, y al abrirlos se miró las manos casi de manera automática. La tonalidad entre verde y azul y había tomado su piel en los últimos meses se había esfumado, y volvía a ser tan pálida como la recordaba. Tomó una bocanada de aire; se sentía extraño el tener que necesitar del mismo nuevamente, así como también los latidos de su corazón.

    El pequeño hilo negro que Sally había usado para coserle la mejilla cayó al suelo, pues el trozo de piel desprendida había vuelto a pegarse como si nada. Aunque lo más probable era que para cuando se pasara el efecto de la poción tuviera que necesitar de la costura nuevamente.

    Luego de pasar unos instantes cavilando, fue que se le ocurrió voltearse a mirar a Jack. Cuando lo vio el corazón le dio un vuelco, y esta vez sí literalmente.

    Sus huesos habían sido totalmente recubiertos por una piel blanca, que a la fría y pálida luz de la luna daba la impresión de estar hecha de porcelana. Su cráneo había sido recubierto por una mata de cabello castaño rojizo. Su rostro estaba salpicado de pecas, y cuando abrió los ojos Victor pudo comprobar que eran de una tonalidad entre azul y verde. Literalmente y por un segundo, pudo sentir que le faltaba el aliento.

    —¿Qué? ¿Tan feo soy? —preguntó el Rey Calabaza de manera sarcástica al ver que Victor no dejaba de mirarlo.

    —N-no… —El azabache tragó saliva, sintiéndose como un idiota—. Al contrario, te ves… muy bien…

    El simple hecho de oír esas palabras hizo que Jack se sintiera estúpidamente feliz. Por fuera sólo esbozó una pequeña sonrisa, pero por dentro era como una niña que no dejaba de pegar brinquitos de emoción.

    —¿Te parece? Gracias.

    —N-no es nada…

    —Uhm, creo que te sonrojaste —bromeó mientras se acercaba a él para acariciarle una mejilla.

    —¡¿Eh?! —exclamó el azabache, echándose instintivamente para atrás, sintiéndose terriblemente avergonzado.

    —Bromeaba —dijo el ya-no-esqueleto mientras soltaba una pequeña risa—. Aunque creo que ahora sí estás sonrojado —añadió alzando una ceja.

    Victor bufó mientras desviaba la mirada.

    —Ha de ser un efecto óptico o algo. ¿Desde hace cuanto que no mirabas a través de un par de ojos? —preguntó mientras se rascaba la nuca con nerviosismo.

    —Hm, no —negó el castaño mientras atrapaba su rostro entre sus manos—. Sí, estás completamente rojo. Hasta el nacimiento del cabello, las orejas y el cuello. No me engañas.

    Para ese momento sus rostros estaban demasiado cerca. Y esta vez a Victor le asaltó el miedo de que los rápidos latidos de su corazón fuesen audibles para el otro. A pesar de la vergüenza que estaba pasando en esos momentos, no podía dejar de pensar en el curioso hecho de que Jack había cambiado un poco su comportamiento desde que su cuerpo se regenerara. Se veía mucho más confiado.

    O en pocas palabras: era guapo, lo sabía y se aprovechaba de eso.

    —Vale. Luces muy bien y no dejas de hostigarme. Normal que me sonroje —se quejó el azabache frunciendo el ceño—. ¿Eso era lo que querías oír?

    Jack ladeó una sonrisa.

    —De hecho —asintió mientras lo soltaba.

    Por una pequeña fracción de segundo bajó la mirada a los labios del contrario. Ahora que tenía sus propios labios de vuelta, no podía evitar preguntarse qué se sentiría besar nuevamente, pues había olvidado por completo esa sensación. O más concretamente, no podía dejar de preguntarse qué se sentiría besarle.

    Victor notó esa mirada, y no pudo evitar morderse el labio inferior. Al hacerlo fue como si hubiese sacado a Jack de un trance, quien rápidamente desvió la mirada.

    —Esta vez te sonrojaste tú —comentó el azabache para molestarlo. Aunque en realidad se sentía muy nervioso como para comenzar a fastidiarlo.

    —Si te pido un favor —empezó Jack, ignorando olímpicamente el comentario de Victor—, ¿prometerías no reírte?

    Victor alzó una ceja, no entendía a qué venía aquello.

    —¿Por qué me reiría?

    —Es que… es algo tonto —contestó el castaño bajando la mirada al suelo mientras introducía las manos en los bolsillos—. Desde hace años… no, siglos, que no estoy en mi propia piel. O sea lo que sea esto que me recubre los huesos ahora. Y…

    Silencio.

    —¿Y…? —preguntó Victor, instándole a seguir.

    —Seré directo: ¿me dejarías darte un beso?

    La respiración se Victor se detuvo por un par de segundos, y durante ese tiempo se sintió muerto nuevamente, a pesar de que su corazón latía de manera desbocada en su pecho. Trató calmarse a sí mismo; era sólo un beso para recordar el tacto de los labios, no significaba nada.

    ¿Verdad?

    —B-bueno… no veo por qué no.

    Jack lo miró a los ojos, y fue cuando Victor reparó en el oxígeno que empezaba a hacerle falta. Tomó una bocanada de aire, sintiéndose estúpidamente nervioso. El castaño se acercó a él y puso una mano en su mejilla derecha. Se sentía cálida, como si durante esos breves minutos el frío de la muerte se hubiese esfumado por completo, dejando en su lugar una calidez agradable.

    Victor cerró los ojos y frunció los labios, esperando sentir los de Jack sobre los suyos en cualquier momento…

    Pero en lugar de eso, los sintió en su mejilla izquierda.

    —Gracias. No recordaba esa sensación —dijo el esqueleto como si nada antes de bajar la mano y separarse de él—. Oh, mira, parece que el portal se abrió —comentó cuando una luz azul iluminó el claro, pues una puerta luminosa había aparecido en medio.

    Jack se acercó al portal, dejando a Victor plantado con cara de idiota.

    Edited by Emilia Snow - 25/12/2016, 04:00
  11. .
    Credence posó la mirada en el espejo cuando se quitó la camisa. Los ojos se le llenaron de lágrimas al hacerlo gracias a una perfecta mezcla de miedo, desprecio y asco. Su cuerpo estaba repleto de cicatrices, unas más profundas que otras, y todas igual de horribles, sobre todo por lo que significaban. En ellas no veía un defecto físico. No. Veía años y años de sufrimiento. Años de vivir con el constante pánico a cometer el más mínimo error y a ser castigado por ello. O más bien, lo que su madre adoptiva consideraba que era un error.

    Dejó la camisa sobre la cama y se acercó aún más al espejo. Era impresionante como casi cada centímetro de su piel estaba marcado. Tenía cicatrices por toda la espalda, pasando por los hombros y los brazos hasta llegar a las manos. Incluso tenía algunos rasguños y moretones en su abdomen, los cuales contrastaban con su piel pálida. Se mordió el labio inferior con fuerza, reprimiendo las ganas de llorar.

    En ese momento la puerta de la habitación se abrió de golpe. Era Newt, que traía un pequeño huevo de plata en una mano, el cual se estaba rompiendo, y el maletín en la otra.

    —¡Credence, mira esto! —Estaba notablemente emocionado, pues quería mostrarle al chico el nacimiento del Occamy que luchaba por dejar el cascarón. Pero la sonrisa se le borró al ver al muchacho.

    Credence se apresuró en volver a ponerse la camisa. Con rapidez se secó las lágrimas que estaban a punto de escaparse, y se volteó a ver a Newt como si nada pasara.

    —¿Qué cosa? —preguntó a la vez que forzaba una sonrisa.

    Por un momento, Newt no dijo nada. Sólo se le quedó mirando mientras que el Occamy nacía en sus manos. Segundos después reaccionó, abrió el maletín y dejó al pequeño animal ahí dentro, para que fuese cuidado por Dougal mientras tanto. Apenas cerró la maleta la dejó a un lado y se acercó a Credence.

    —Déjame ver —pidió con amabilidad.

    La reacción instantánea del azabache habría sido responderle «¿ver qué?» mientras se hacía el desentendido, pero la forma en la que Newt lo miraba simplemente podía con él. Era casi absurda la manera en la que esa mirada lo desarmaba por completo.

    —Por favor —añadió el británico luego de unos segundos de silencio.

    Credence suspiró mientras asentía con la cabeza. Lentamente y con mucha vergüenza se quitó la camisa, dejando nuevamente sus cicatrices a la vista.

    —Son horribles, lo sé —dijo antes de que Newt pudiera decir nada mientras se sentaba en la cama. El silencio que se había apoderado de ambos lo tenía aturdido.

    —Nunca dije eso —contradijo el castaño mientras se sentaba junto a él—. ¿Fue ella? —preguntó, refiriéndose a la madre adoptiva del muchacho.

    —Todas y cada una —asintió Credence mientras apretaba los puños. Las lágrimas nuevamente comenzaron a agolparse en sus ojos—. No lo entiendo. ¿Qué hice mal?

    Alzó la mirada hacia Newt, totalmente avergonzado. No sólo por el hecho de que le viera las cicatrices, sino que además lo viera llorar. Odiaba que lo vieran llorar. Newt le sostuvo la mirada por un par de segundos, hasta que hizo algo que dejó al azabache confundido: se levantó y comenzó a quitarse la ropa.

    —¿Qué haces? —preguntó el menor, sintiendo claramente como sus mejillas se enrojecían por completo.

    —Ya vi las tuyas —dijo Newt mientras se quitaba el chaleco, para luego quitarse la camisa—. Ahora quiero mostrarte las mías.

    Los ojos de Credence se ampliaron debido a la sorpresa. El torso de Newt estaba, si es posible, aún más lleno de cicatrices que el suyo propio. Tenía arañazos, moretones y raspones, como si literalmente acabara de salir de una pelea cuerpo a cuerpo.

    —¿Qué…? —La impresión ni siquiera lo dejó terminar de formular la pregunta.

    —A ver… esto, me lo hizo Frank cuando lo rescaté en Egipto —dijo Newt señalando una cicatriz particularmente grande que le iba desde el hombro izquierdo hasta la mitad de la espalda—. Esto… si mal no recuerdo, fue un erumpent. —Esta vez señaló una cicatriz que tenía junto a las costillas en el costado derecho—. Esto de acá… —dijo señalando un moretón que tenía en la parte baja de la espalda—. Me lo acabo de hacer, de hecho. Pero fue porque me caí de las escaleras, no importa.

    Credence no pudo evitar soltar una pequeña risa, y se tapó la boca para disimularla.

    —También tengo estos arañazos que me hizo un dragón una vez —dijo señalando su brazo izquierdo—. De hecho, esta marca de aquí —comentó mientras le mostraba el antebrazo, donde tenía una cicatriz con forma de V—, la tengo desde que tengo memoria. Mi madre dice que fue porque me acerqué muy bruscamente a uno de sus hipogrifos y el muy necio me mordió. También tengo otras más en las piernas, pero… creo que no hace falta que te las muestre —dijo, sonrojándose ante la idea.

    Credence sonrió. No sabía que tenía que el magizóologo, pero siempre lograba hacerlo sentir mejor.

    —El punto es —dijo Newt mientras se sentaba nuevamente a su lado—, que esas cicatrices no importan. No deberían frenarte y hacer que te preocupes por el pasado, sino todo lo contrario. Deberían ser… un recordatorio de lo mucho que has progresado.

    Credence asintió lentamente al oír esas palabras. Clavó la mirada en el suelo, sin saber muy bien cómo sentirse al respecto. Era fácil para Newt decir algo así, pensó, al fin y al cabo sus cicatrices sólo lo hacían pensar en lo que más amaba: las criaturas mágicas. Mientras que las de Credence sólo le traían los recuerdos de una infancia y una adolescencia tortuosa.

    Newt se mordió el labio inferior. No sabía que más podría decir para intentar animar al azabache.

    De modo que al final decidió que lo mejor era no decir nada, así que sólo tomó una de las manos de Credence con cautela, como si temiera que dicho gesto fuera capaz de asustar al muchacho. El chico respingó y lo miró, justo cuando Newt le dio un tierno beso en una de las cicatrices que tenía en el dorso de la mano.

    Luego, el castaño acercó los labios a su muñeca para besarle las cicatrices que tenía en dicha zona. Credence no dijo ni hizo nada, sólo se quedó mirándolo completamente obnubilado. Su corazón había empezado a latir con fiereza, así como su respiración se agitó adquiriendo un ritmo irregular.

    De no ser tan tímido como lo era, Newt lo habría mirado a los ojos durante todo el rato, para admirar las expresiones que ponía el chico mientras lo besaba. Pero no, sólo podía mantener los ojos cerrados mientras que sus mejillas se encendían en un pálido tono carmín. Rápidamente ascendió sus labios hasta llegar al hombro del muchacho, quien cada vez estaba más nervioso, pues a pesar de que Newt sólo veía inocencia en ese acto, él no lo hacía. Y su mente no podía evitar divagar salvajemente.

    Fue cuando llegó a su cuello que se detuvo. ¿La razón? Simple.

    Credence ni siquiera tenía alguna cicatriz en el cuello.

    Al darse cuenta de que se estaba dejando llevar, el británico rápidamente tomó su ropa y se levantó, sin dejar de pedir disculpas con una voz temblorosa. Con torpeza se puso la camisa, el chaleco y la gabardina y fue a buscar su maletín, dispuesto a salir de la habitación como una bala. Pero Credence lo detuvo.

    Puso una mano sobre la suya, justo la que sostenía el maletín, pidiéndole con ese gesto lo soltara. Newt volvió a dejar la maleta en el suelo, aún avergonzado, y cuando se volteó a mirar al azabache este lo sorprendió tomando su rostro entre sus manos, para luego besarle en los labios de una manera lenta y suave.

    —La próxima vez —susurró Credence luego de que se separaran—, no hará falta ninguna excusa para que me beses.

    En respuesta Newt sólo rió, sintiendo como sus mejillas enrojecían nuevamente.
  12. .
    Hallo!
    Perdonen por no contestar sus reviews como se debe y que encima el capítulo sea tan corto, ahorita ando con prisa. ;;


    .
    .
    .




    —¿Cuánto más nos falta?

    Ya habían pasado dos días de que hablaran con Gutknecht y Emily. Estaban a media tarde, habían pasado todo ese día y el anterior buscando los ingredientes para la pócima, de modo que Victor no podía evitar quejarse cada dos por tres. Además, llevaba varias bolsas repartidas en las dos manos, por lo que sentía que los brazos se le terminarían desprendiendo en cualquier momento. Y tomando que era un cadáver de varios meses, era bastante posible.

    —Aún nos falta la achicoria, ya te dije —respondió Jack con mucha paciencia. En una mano traía dos bolsas llenas mientras que en la otra tenía la lista. Todos los ingredientes estaban tachados, a excepción de la flor.

    —¡Pero si ya hemos recorrido toda la ciudad! Y más de una vez—gimió Victor fastidiado—. Honestamente… honestamente ya no creo que la encontremos.

    Bajó la mirada. Le desagradaba la idea de no poder ver a Emily en persona, además de todo el tiempo que perdieron buscando los demás ingredientes. Pero al menos aún podían comunicarse por medio del espejo, aunque… no quería quedarse con las ganas de ver a Jack con un cuerpo totalmente regenerado.

    —¿Quieres ver a tu amiga, o no? —Siendo sinceros, Jack parecía más empecinado en la idea que el mismo Victor, quien no dejaba de darle vueltas a la idea de rendirse.

    —Sí, pero…

    —Entonces no te quejes.

    El azabache se mordió un labio. Tenía razón. De hecho, ya de por sí el esqueleto se estaba esforzando mucho para ayudarlo con eso. Tirar la toalla sería una muy fea forma de desagradecerlo.

    —Lo siento.

    Pero al parecer Jack no lo escuchó. Se detuvo de repente en medio de la calle y miró a su alrededor mientras dejaba las bolsas en el suelo. Pero luego Victor entendió que no estaba mirando a ningún sitio al azar: tenía la vista fija en el faro donde vivía Sally.

    —Espera. Quédate aquí y cuida las cosas.

    —¿Huh? No importa, te acompaño —dijo Victor confundido.

    —No, espera aquí —dijo el esqueleto.

    Victor alzó una ceja mientras lo vio alejarse, pero luego lo entendió todo. Al parecer, no habían recorrido la ciudad de cabo a rabo sólo para encontrar la flor, sino que durante todo ese tiempo Jack lo que estaba haciendo era reunir el valor para disculparse con Sally. Así que tomó las bolsas de Jack junto con las suyas y fue a sentarse en unos escalones que estaban a la sombra.



    Jack no podía dejar de flexionar los dedos de las manos. Bueno, para ser más precisos, los huesecillos de las manos. De haber estado vivo seguramente las palmas le estarían sudando terriblemente, y su corazón estaría latiendo a toda velocidad en una mezcla perfecta de temor, culpa y nerviosismo.

    Llegó junto a la puerta del faro, tomó aire y la abrió. Debido al trabajo de sastrería de Sally, la puerta siempre estaba abierta, así que no hacía falta tocar. Subió las escaleras hasta llegar a lo más alto del faro. Como la jornada ya casi terminaba, no habían demasiados clientes en el local, y tanto Sally como sus empleados se notaban bastante aburridos.

    Apenas puso un pie en el lugar, la muñeca de trapo se volteó. Sus miradas se cruzaron e inmediatamente el ambiente se tensó. La chica se levantó de donde estaba (había estado contando las ganancias de ese día) y se le acercó.

    —¿Qué haces aquí?

    Eso fue lo primero que le dijo, y el tono hostil que empleó al hacerlo hizo que Jack casi se arrepintiera de su decisión. Pero no se iba a echar para atrás.

    —Ahm, hola, yo estoy bien, gracias, ¿y tú? —dijo el esqueleto con una sonrisa nerviosa, tratando de aliviar la tensión.
    Sally se cruzó de brazos, para nada contenta.

    —Si sólo viniste para hacerte el chistosito…

    —Lo siento.

    En ese instante Sally se calló. No dijo nada, pero tampoco lo corrió, que era lo que había querido hacer desde que lo vio llegar. Necesitaba oír todo lo que el rey tenía que decir.

    —Perdóname por lo que te hice, fui… soy un idiota. Eras una gran amiga y yo me aproveché de ti injustamente. Estoy muy, muy arrepentido por lo que hice. Lo entiendo si ahora me odias, pero sólo quiero que me perdones.

    Sally esbozó una pequeña sonrisa mientras bajaba la mirada. Una triste, aunque sonrisa al fin y al cabo. Casi podía sentir los ojos llenársele de lágrimas, pero claro, ¿qué lágrimas iba a tener una muñeca de trapo?

    —Eso era todo —dijo mientras alzaba la mirada nuevamente hacia Jack, que la miró confundido—. Sólo quería que te disculparas. No esperaba nada más.

    —¿Entonces…?

    —Sí, te perdono. Aunque eso no signifique que vaya a olvidar lo que hiciste.

    Jack sonrió e inmediatamente la abrazó. Sabía que se liberaría de un enorme peso una vez le pidiera disculpas, pero no sabía que se sentiría tan ligero después de eso. Al fin y al cabo en ningún momento dejó de sentirse culpable por la forma en la que había engañado a Sally.



    Había pasado aproximadamente media hora de que Jack se dirigiera al faro y a Victor le estaban tentando las ganas de seguirlo. No dejaba de mirar a su alrededor, totalmente aburrido. En una de esas le dio por revisar las bolsas, para ver de primera mano todos los ingredientes extraños que necesitaban para la poción.

    La gran mayoría eran muy asquerosos, así que trató de no ponerles las manos encima a ninguno. Estaba revisando una de las bolsas de Jack, cuando un destello le llamó la atención.

    Era una flor azul.

    La sacó con cuidado para no hacerle daño, y no tuvo que pensar demasiado para saber que se trataba de la achi no sé qué. Al final tenía razón: todo había sido una excusa para que Jack tuviera tiempo de reunir la voluntad de hablar con Sally. De modo que desistió a la idea de ir al faro; quería que ellos dos arreglaran sus problemas a solas. Así que sólo se quedó ahí admirando la flor.

    Era extraña, pero a la vez hermosa. Parecía hecha de cristal, pero evidentemente no era tan frágil. Llevaba horas siendo aplastada por los demás ingredientes que estaban en la bolsa y no tenía ni el más mínimo rasguño. Aunque era lógico, pensó. Después de todo tenía propiedades curativas, no tendría demasiado sentido que fuese frágil. El tallo era completamente verde, y la parte de los pétalos tenía un degradado que iba desde el azul marino en las puntas, pasando por el celeste, hasta llegar al blanco en el centro, donde unas pequeñas luces amarillas titilaban.
    Por un momento se preguntó si brillaba en la oscuridad. Probablemente lo hacía.

    —Listo, deberíamos continuar.

    La voz de Jack lo hizo respingar. Como una especie de reflejo se levantó automáticamente, aún sosteniendo la flor. Cualquiera que viera la escena pensaría que Victor se la quería regalar.

    —Ah, veo que la encontraste… —dijo Jack un poco apenado mientras desviaba la mirada—. Perdona que no te lo dije antes, es sólo que…

    Victor negó con la cabeza.

    —No, no importa. Entiendo. Sally me lo contó todo.

    Jack lo miró sorprendido.

    —¿Todo?

    Todo.

    Silencio incómodo.

    —Uh… mejor deberíamos irnos yendo —dijo Jack mientras tomaba sus respectivas bolsas—. La poción toma tiempo, se nos podría hacer tarde.

    Victor asintió y también fue a tomar sus bolsas. Pero antes le tendió la flor a Jack para que la guardara él.

    —Toma. Tengo miedo de hacerle algo.

    Jack sonrió un tanto enternecido por la actitud del azabache –sobre todo tomando en cuando que esa flor era imposible de dañar– y tomó la achicoria. Cuando lo hizo sus dedos se rozaron por unos momentos. Y sus miradas se cruzaron.

    Luego se le ocurrió algo.

    —Estará bien —dijo el esqueleto mientras le devolvía la flor a Victor—. Confío en ti.

    La expresión que se adueñó del rostro de Victor hizo que a Jack le dieran demasiadas ganas de robarle un beso, pero juntó toda su fuerza de voluntad para controlarse. El azabache asintió mientras tomaba la flor, completamente sorprendido.

    Obviamente Jack sabía que la flor era indestructible, pero sentía que Victor necesitaba confiar más en sí mismo, así que decidió darle ese pequeño empujón.

    —B-bueno.

    Y se dirigieron a la casa del rey sumidos en un agradable silencio.
  13. .
    Oww, ¡muchas gracias!

    Saosiaodf ay, qué bueno que te haya gustado tanto ;u; amé tu comentario, rlly. Me animaste el día. <3
  14. .
    itziritha: Qué bueno que te haya gustado, la verdad a mí me encantó la idea de un Jack celoso 7u7 jajaja.

    mfarias: Jaja así es Victor, un tonto con cara de drogadicto :'v pero así se le quiere. Jahjsha gracias.

    No Sounds: Espero que haya sido una buena sorpresa. 7u7
    Sep, está bien pendejo. Pero eso es lo que le gusta a Jack de él, ahq. (???)

    Inain: Ohhh. OHHHHHH. Me las imaginé y me gustó esa pareja, ambas son tan adorables.
    Con respecto a lo de Oogie Boogie, no sé si debería responder a eso. Spoilers. (?)
    Jajaja tenía que hacerlo, tantos reviews tan lindos y yo sin responder adecuadamente :c y yo me lo imaginaba más bien naranja, como el de Papyrus. ( ͡° ͜ʖ ͡°) (????)

    Unmei: Se va a poner intenso, ahr.
    Jajaja, es que ese lindo chico con cara de drogadicto es sólo suyo >:v

    Y en el capítulo de hoy de La Rosa de Victorlupe... (???)


    .
    .
    .



    Luego de una larga espera, el reloj finalmente marcó las diez, y un ave cucú se aseguró de que quedara claro haciendo un gran escándalo que se propagó por toda la casa. Victor tomó el espejo, el cual yacía en su regazo desde hacía horas. Lo miró atentamente, esperando que su reflejo se transformara en el rostro de Emily en cualquier momento.

    —Dudo que sea tan puntual —comentó Jack con un suspiro, un tanto fastidiado del entusiasmo que mostraba Victor. Le gustaba verlo feliz, obviamente, pero no podía negar que le dolía no ser el motivo de esa felicidad—. Capaz y ni siquiera…

    Pero tuvo que callarse cuando la imagen del espejo volvió a distorsionarse. De haber tenido ojos, los hubiera puesto en blanco. La muchacha esa hasta le ganaba en puntualidad.

    Antes de que la imagen fuese nítida nuevamente ya se escuchaba la voz de Emily preguntar: «¿Victor? ¿Estás ahí?»

    —¡Sí, aquí estoy! —exclamó el azabache, y sonrió cuando la imagen de Emily apareció por completo—. ¿Qué ha pasado?

    Jack se acercó. Victor estaba sentado en un sillón con el espejo entre las manos, así que el esqueleto se colocó justo detrás de él. La mirada de Emily se endureció un poco cuando lo vio; su primer encuentro no había sido precisamente amigable.

    —Estoy con Gutknecht —explicó la muerta—, y sí podemos vernos en la tierra de los vivos, pero es un asunto complicado. Y muy delicado.
    Jack se inclinó hacia adelante.

    —¿Qué hay qué hacer?

    Emily miró al esqueleto para luego ver a Victor con una expresión que decía «¿va a venir él también?». Van Dort entendió perfectamente esa mirada, y sólo pudo sonreír con nerviosismo. Ninguno de los dos dijo nada.

    —Es un poco complicado de explicar —dijo Emily—. Mejor que lo explique él.

    La muchacha le tendió el espejo al anciano encorvado que estaba junto a ella. Su esqueleto estaba mucho más deteriorado de lo que Victor recordaba, y daba la impresión de que podría volverse polvo al más mínimo roce.

    —Escuchen —dijo Gutknecht. Sostenía el espejo con una mano mientras que en la otra tenía un libro de aspecto pesado y muy, muy antiguo—. Como deben saber, no es posible salir al mundo de los vivos si no es su efeméride, ¿no?

    —Correcto —asintió Victor.

    —Bueno. —El anciano abrió el libro y lo acomodó sobre una mesa—. Hay una forma de “burlar al sistema”, por decirlo así.

    »Debido al incidente que le ocurrió al joven Van Dort –entiéndase, que fue arrastrado al mundo de los muertos aún estando vivo– se instauró una medida de seguridad, y esa es que cualquier ser puede salir por el portal en cualquier momento del año… si está vivo.

    —Pero nosotros no… —Victor fue interrumpido antes de siquiera completar la frase.

    —Sh, déjame continuar. Por ese mismo motivo, he estado perfeccionando una especie de… ¿elixir, pócima? Llámenlo como quieran, que puede hacer pasar a un cadáver por un ser viviente. Me explico.

    »La pócima es capaz de regenerar el cuerpo, sin importar la etapa de descomposición en la que este esté. Recupera la piel, los órganos y solidifica los huesos. Pero hay una complicación: todo esto, las partes del cuerpo que recupera, es un artificio. No es piel real, ni son órganos reales. Sólo son un placebo capaz de confundir la magia del portal. Y el problema es que no he logrado que dure más que unos veinte minutos, así que deben darse prisa.

    Jack y Victor intercambiaron miradas nerviosas. ¿Cómo se suponía que eso iba a funcionar?

    —¿Esa… la única complicación? —preguntó Victor con algo de ironía en su voz.

    —Sí. En sí la pócima es bastante fácil de hacer, y estoy seguro de que los ingredientes necesarios están también en su mundo. Son estos.

    Acomodó el espejo frente al libro de modo que este fuera perfectamente legible. Victor se quedó mirando con cara de idiota, pensando en que, al contrario de lo que Gutknecht afirmaba, la pócima era ridículamente difícil de hacer. Tenía demasiados ingredientes, todos en exceso raros. El más normal era literalmente “pico de cuervo”. Ni siquiera una pluma, no. El pico. Justamente el pico.

    Mientras que el azabache se había quedado pasmado, Jack se apresuró en buscar algo con que anotar para escribir la larga lista que Gutknecht les mostraba. Contrariamente a Victor, a él sí le pareció que el mejunje era sencillo de hacer. Sólo había un ingrediente que era particularmente difícil de conseguir: la achicoria mágica, una especie muy rara de flor con propiedades curativas.

    —¿Ya lo anotaron? —preguntó el anciano, ya que se estaba cansando se sostener el espejo.

    —Una cosa más —dijo Jack mientras terminaba de escribir la última palabra—. Listo. Ya lo tengo.

    —Excelente —dijo Gutknecht antes de levantar el espejo para ser nuevamente visible ante los otros dos—. ¿Cuánto tiempo necesitarán aproximadamente?

    Jack le echó una última ojeada a la lista antes de responder.

    —Creo que con un par de días es más que suficiente.

    —Perfecto. Nos vemos dentro de dos días a esta misma hora.

    Y puf, la imagen se desvaneció antes de que Victor y Emily pudieran siquiera despedirse. El azabache se volteó a ver al esqueleto, el cual se veía muy despreocupado, como si lo único que tuviera que hacer es recoger margaritas.

    —¿Dos días? —inquirió confundido—. ¿Cómo piensas que vamos a conseguir todo eso en dos días?

    —A ver. —Jack miró el papel donde había anotado los ingredientes—. Pico de cuervo, eso es fácil. Tengo un tazón lleno de esos.

    —¡¿Qué rayos?!

    —Verruga de gusano, fácil también. Seguro que hasta la has comido y ni lo recuerdas —continuó Jack, sin hacerle mucho caso a Victor, quien se encogió de hombros e hizo una mueca; ciertamente la había probado en casa de Sally—. Esencia de rana, cerebro de rata… todo esto se consigue fácilmente. Lo único complicado es la achicoria mágica.

    —¿Achi qué?

    —Vamos, Van Dort, ¿estás prestando atención?

    —Sí, pero…

    —La achicoria mágica es un tipo de flor que, como su nombre lo dice, es mágica. Tiene propiedades curativas. Me imagino que es el elemento activo de la pócima, lo que hace que la piel, los huesos y los órganos se regeneren. No hay demasiadas por Halloween Town —explicó Jack mientras doblaba el papel en un cuadrado perfecto antes de guardarlo en un bolsillo interno de su traje.

    Victor se quedó pensando un momento.

    —¿Por qué… por qué habría una flor curativa aquí abajo? —preguntó, como pensando en voz alta—. Estamos… muertos.

    —No lo sé, yo no hago las reglas.

    —Eres el rey.

    —… Esa clase de reglas. Ahora, mejor vamos a dormir. Tendremos que aprovechar el día de mañana si queremos que esa pócima esté a tiempo.

    Jack pasó junto a Victor, y al hacerlo le tocó la nariz como gesto amistoso. El azabache reaccionó como un gatito a punto de estornudar. Y nuevamente, de haber estado vivo, se habría sonrojado por completo.

    —Oye —dijo, volteándose a ver al esqueleto.

    —¿Hm?

    —Gracias por tu ayuda.

    Jack ladeó una sonrisa.

    —Para mí, es un placer.
  15. .
    Londres, Marzo de 1928.

    Los dedos de Credence estaban tensos alrededor de su varita. No podía dejar de mirarla; no podía creer que era suya. Enteramente suya. Ella lo había escogido a él, y ahora era parte de él. Como una extensión de su brazo. Estaba maravillado, pero a la vez aterrado. No podía deshacerse del recuerdo de su nefasta madre adoptiva, y no podía dejar de imaginarse la reacción de la mujer si lo viera en esos momentos.

    —¿Cómo la sientes?

    La voz de Newt lo sacó de su ensimismamiento. Ambos estaban en la casa de Scamander, y llevaban ya un par de años viviendo juntos. Luego de todo el incidente en Nueva York, Newt había logrado dar con el paradero de Credence después de darse cuenta de que en realidad no había muerto. Saltaba a ojos vista que el chico no podía valerse por sí mismo, además de que necesitaba urgentemente que alguien le enseñara a controlar su magia, así que el magizóologo no dudó en pedirle que lo acompañara a Londres. Y así lo hizo.

    Al principio Credence se encontraba temeroso, y no era para menos. Durante toda su vida fue atormentado por una mujer que repudiaba la sola idea de la magia, y su primer encuentro con alguien de este mundo no fue muy… agradable que se diga. De hecho, su primer pensamiento había sido huir de Newt y mantenerse lo más alejado de él, pero lo reconsideró luego de que el mago le mostrara las criaturas que ocultaba en su maletín. Se enamoró inmediatamente de esos animales, y si ellos confiaban en Newt, ¿por qué no iba a hacerlo él?

    Las primeras semanas transcurrieron con Newt explicándole de todo sobre el mundo mágico. Claro, haciendo más hincapié en las criaturas mágicas. Credence poco a poco fue olvidándose de las cosas horribles que le había dicho Mary Lou, pero aún así el recuerdo de ella lo acechaba como una sombra. Una mucho más grande que él.

    Tardó mucho en dejarse convencer para ir a conseguir su propia varita.

    —¿Cómo? —preguntó, totalmente ido, notando que Newt tenía sus ojos clavados en él.

    —¿Que cómo la sientes?

    Credence tomó la varita con mayor firmeza. Medía unos veintiocho centímetros y era de una madera oscura. El vendedor de la tienda le había dicho de qué estaba hecha exactamente, pero en esos momentos no lo recordaba. Se sentía ligeramente flexible entre sus dedos, se notaba que sería difícil de romper. Lo cual era una ventaja; si su magia volvía a desatarse de manera incontrolable probablemente terminaría rompiéndola si fuera más endeble.

    —Bien —respondió secamente. No sabía cómo se suponía que tenía que sentirse una varita, pero indudablemente sentía una especie de conexión con la suya.

    —Excelente. ¿Qué te parece si practicamos unos cuantos hechizos?

    Al neoyorquino le dio un vuelco el corazón al oír eso. Vale que en cualquier momento tenía que pasar, es decir, no estaría viendo teoría y criaturas mágicas por el resto de su vida. Ya era mayor como para ir a un colegio de magia, así que Newt era la mejor y única opción que tenía como profesor, y confiaba enteramente en él. Pero no podía deshacerse del miedo.

    Le habría gustado confesarle a Newt todos los temores que colisionaban dentro de él, pero no podía. Sentía que las palabras no le saldrían por más que intentara.

    Sin embargo, asintió.

    Más que nada para no borrar la sonrisa en el rostro de Newt.



    Londres – Maleta de Newt, Enero de 1929.

    Riddikulus!

    Luego de horas y horas de práctica, finalmente el boggart con la forma de Mary Lou Barebone se transformó en un pequeño niffler. Y uno muy parecido al que Newt tenía, por cierto. Antes de que el boggart saliera huyendo el castaño lo atrapó y lo metió dentro de una caja. Tal vez podría ser muy adorador de las criaturas mágicas, pero no le agradaba la idea de que el boggart merodeara a sus anchas dentro de su maletín y que le metiera un susto cada vez que entrara.

    —¡Excelente, Credence! —exclamó emocionado, mientras dejaba la caja a un lado. Luego fue a sentarse junto al azabache, quien se había dejado caer sobre el suelo, cansado—. Muy bien hecho.

    Credence esbozó una media sonrisa. Le había costado mucho lograrlo, pues el rostro de su madre adoptiva a punto de golpearlo no le ayudaba en lo absoluto a progresar. Mientras que la mirada de Newt producía en él un efecto totalmente opuesto.

    —Gracias —dijo Credence mirando a Newt.

    Le habría gustado decir mucho más, pero nuevamente ahí estaba ese nudo que le impedía hablar. Él era el primer amigo que tenía, y la primera persona a la que le había tomado afecto aparte de Modesty. Y, siendo honestos, no sabía que sería de él de no ser por su ayuda.

    Probablemente estaría muerto al no poder controlar el obscurus que tenía dentro de sí.

    —Bien. —Newt apartó rápidamente la mirada de los ojos de Credence. Normalmente le costaba mantener el contacto visual con alguien que no fuera un animal, pero en el caso del azabache era diferente. Con él sentía que lo costaba incluso más—. Creo que es hora de intentar con algo más complicado. ¿Recuerdas el encantamiento patronus?

    Credence asintió, creyendo recordarlo.

    —Sí, me hablaste de él. Es el que sirve contra los demenciales, ¿no?

    —Dementores. —Le corrigió el castaño—. Sí, ese mismo es. Es bastante complicado, pero estoy seguro que a ti no te costará.

    Se veía muy entusiasmado. De hecho, enseñarle a Credence se había vuelto su pasatiempo favorito. Bueno, su segundo pasatiempo favorito; sus bestias siempre ocuparían el primer lugar. Pero le encantaba ver el considerable progreso que el azabache había hecho, además de que le gustaba pasar el tiempo con él.

    Fue ese mismo entusiasmo el que hizo que Credence se sintiera un tanto mal.

    —No lo creo.

    Newt lo miró confundido.

    —Claro que sí. He visto las cosas que haces, tienes mucho poder dentro de ti —contradijo, aún sin darse cuenta de lo que el azabache quería decir.
    Credence negó.

    —No. No es eso. No puedo.

    El castaño alzó una ceja. Vale que el patronus era complicado, pero no era para tanto. Seguro que con un par de días de práctica lo dominaba con facilidad. O al menos eso pensaba él.

    —¿Cómo que no?

    Vamos, Scamander, piensa un poco.

    —¿No viste…? ¿No viste cuál era mi boggart? —preguntó Credence alzando la mirada hacia Newt. Este entendió inmediatamente y se sintió todo un idiota—. El patronus se invoca con un recuerdo feliz, ¿no? ¿Qué clase de recuerdo feliz puedo tener si aún después de años esa mujer me sigue atormentando?

    El castaño se quedó helado en el sitio. Era la primera vez que oía a Credence hablar con tanta propiedad, y era justamente para decirle eso. Se sintió completamente mal; había estado tan entusiasmado enseñándole a Credence, quien no hacía más que callar y escuchar, que terminó olvidando lo mucho que había sufrido durante su niñez y adolescencia.

    —Yo… lo siento, no pensé… no recordaba…

    No sabía que decir. Credence bajó la mirada nuevamente, sin poder sostenerla en Newt por más que unos pocos segundos. El silencio se hizo presente, uno incómodo y pesado, que sólo era interrumpido por algún sonido proveniente de una de las criaturas. Newt sólo atinó a sentarse junto a Credence, en completo silencio.

    El azabache clavó su mirada en el suelo, mientras que jugueteaba con la varita entre sus dedos. Los malos recuerdos habían empezado a adueñarse de su mente, y no podía hacer más que mirar al infinito mientras que los ojos se le llenaban de lágrimas. Newt lo notó.

    Titubeando, acercó una mano al rostro de Credence para posarla en su mejilla, haciendo así que elevara la mirada del suelo. Cuando vio las lágrimas que habían empezado a bajar por la piel pálida casi pudo sentir como su propio corazón se partía. Odiaba verlo así.

    —Credence…

    Iba a decir algo. Estaba seguro de que lo iba a hacer. Pero sólo pudo pronunciar su nombre, lo demás que había estado pensando se esfumó por completo. Sólo atinó a llevar la mano que le quedaba libre a la otra mejilla del azabache, y secarle las lágrimas con los pulgares.
    La mente de Newt estaba totalmente en blanco.

    Pero fue peor cuando Credence lo sorprendió con un beso en los labios.

    Al principio el castaño no supo cómo reaccionar, pero no podía negar que en el fondo, y desde bastante tiempo, había estado deseando eso. Sólo se limitó a cerrar los ojos y sentir los labios del azabache sobre los suyos. Cuando Credence se apartó se miraron un par de segundos, en completo silencio, uno más sonrojado que el otro.

    De repente Credence lo entendió. Después de todo, sí tenía recuerdos felices.

    —Supongo… supongo que es todo por hoy —dijo Newt, repentinamente avergonzado. Se apresuró a levantarse y cuando estuvo a punto de subir la escalerilla que conducía al exterior de la maleta, Credence lo detuvo.

    —Espera. Lo del patronus… creo que puedo intentarlo.

    Newt lo miró. ¿A qué venía ese cambio? Pero con la sonrisa que Credence le dedicó, lo entendió todo.
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