BAJAS PASIONES Harry/Draco +17

¿El amor pude nacer apartir del deseo? FINALIZADO

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  1. 290589-kaname
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    Capitulo 7
    El dolor de enamorarse



    Ron

    Subí las escaleras con paso tortuoso. Esto era extraño, a pesar de que estaba a punto de ver a mi amado me sentía furioso, muy furioso. Y también triste, lo mas seguro era que Sirius me diría que lo nuestro había sido un error y que el acostarse conmigo fue un acto de debilidad. Eso me ponía realmente frustrado, por que ni siquiera me daba la cara.
    Abrí el cuarto donde hace poco menos de un año Sirius me había traído a rastras convertido en un animago para capturar al verdadero delator de la ubicación de los padres de Harry.
    - Ron…-escuche la voz aterciopelada de Sirius.
    - Sirius…
    Antes siquiera de reaccionar, el animago me tono por la cintura y me pego hacia el.
    - Te extrañe – me dijo. En vez de sentirme animado o feliz, me llene de furia.
    - ¿Me extrañaste? –le grite –mentiroso, si de verdad me hubieras extrañado por lo menos habrías contestado alguna de mis cartas y ni siquiera me miraste hace rato. Prácticamente me ignoraste.
    - Ron…
    - No Sirius, quiero saber. ¿Qué soy yo para ti?
    - Ron, perdóname. Intente escribirte pero cada vez que tomaba un papel mi mente se ponía en blanco. Y si no te mire hace rato no fue con la intención de ignorarte. Es que si te veía no sabia si seria capas de detenerme y besarte.
    Sus palabras me llenaron de una felicidad que jamás había experimentado antes.
    Mis manos tomaron su rostro, no podía esperar más. Quería sentir más de él, más…
    Lo bese como jamás antes lo había echo. Era un beso desesperado, impaciente pero lleno de todo el amor que sentía por el.
    El recorrió mi espalda con sus fuertes manos hasta llegar a mis caderas y asirlas a el. Me recargo en la pared de la habitación y se puso de rodillas.
    - Sirius…
    - Tranquilo, esto es por todo lo que te hice pasar.
    Sirius me bajo los pantalones y los aventó a un rincón. Después paso sus pulgares por mi virilidad aún con el bóxer puesto. Eso casi hace que gimiera del placer.
    Lenta y descaradamente, Sirius bajo los boxes con sus dientes. Después recorrió con su boca mi perna hasta mi hinchado miembro que proclamaba atención. Su boca comenzó a lamer desde la base hasta la punta.
    Aferre mis manos en su suave cabellera, pidiéndole que hiciera más. Entonces lo metió en su boca por completo.
    - ¡Ah! – este éxtasis me llego de improviso. No sabía cuanto mas aguantaría.
    Sirius coló una de sus manos entre mis piernas hasta llegar a mi entrada he introducir uno de sus dedos en mi interior.
    - Más…por favor, hazlo ya. –pedí.
    Sus ojos cambiaron a una expresión lujuriosa y llena de deseo. Se paro y se bajo los pantalones. Su miembro ya estaba erguido y listo.
    Me tomo de las caderas y me levanto, apresándome entre el y la pared. Mis piernas se enroscaron inconscientemente a su cintura mientras el pasaba su mano por mi trasero para posicionar su punta en mi entrada.
    De una sola estocada el entro en mi. Que exquisito placer estaba sintiendo. No fue como la primera vez que había dolido, ahora solo era placer.
    Las envestidas dieron comienzo con una suave danza apasionada. Por que no solo entraba y salía de mí como un poseso si no que también al mismo tiempo movía sus caderas en círculos, haciendo que con cada embestida sintiera más. Mi boca se lleno con su nombre. Esto era la gloria.
    Justos llegamos al orgasmo.
    El espero a que mi cuerpo se repusiera de las convulsiones y después me deposito sobre la cama, que por cierto estaba limpia. Me recosté sobre ella con las piernas totalmente abiertas para el. Sirius termino de desvestirse y de desvestirme a mí. Se inclino para volver a comenzar con su juego de seducción.
    De tan solo mirarlo, me puse nuevamente duro y ansioso. Inconscientemente mi mano se dirigió hasta mi entrada y yo mismo me penetre.
    - No puedo esperar mas…mételo y hazlo duro.
    Sirius no se hiso tanto del rogar, se sentó en la cama y me levanto para sentarme directamente en su miembro. Enrosque mis pernas en el y comencé a subir y bajar, proporcionándonos a ambos nuevas oleadas de pacer. Después me coloco en la cama poniéndome en cuatro y embistiéndome duro y salvaje como quería.
    - Más rápido –pedí.
    - Si lo hago voy a partirte. –se rio.
    - Párteme entonces…
    Nunca creí que yo algún día diría eso.
    Sirius empezó a moverse mas rápido y yo contraje mis músculos de mi entrada para sentir mas. Ambos gemimos de puro pacer y llegamos al éxtasis por segunda vez. Sus últimas estocadas fueron lentas pero profundas, muy profundas.
    Cuando salió de mi, lo hiso rápidamente provocándome en aquella parte sensible.
    Mi apetito por el estaba en aumento. ¿Qué tenia ese hombre que hacia desearlo cada vez mas?
    Me pare y empuje a Sirius a la cama. Su rostro parecía sorprendido pero igual de deseoso que yo. Tome su miembro en mi boca para poderlo saborear. El comenzó a retorcerse en la cama, gimiendo. No pude soportarlo mas y me monte en el, empalándome profundamente. Levante mis caderas hasta casi salirme de el, para que en el ultimo momento sentarme otra vez.

    Sirius


    Realmente esta sorprendió por el apetito sexual que Ron estaba demostrando. Pero la verdad no era que me quejara. Nunca había tenido sexo de esta manera. Tan salvaje y desenfrenado. Ansioso, lujurioso y posesivo.
    Ron me había empujado sobre la cama y se sentaba sobre mi miembro con rápidas envestidas de su parte.
    ¡Por Dios! Estaba en el cielo.

    - Sirius… -me llamo entre gemidos -te amo.
    Me petrifique ante su declaración y el lo noto porque se salió de mi y gateo hasta mi rostro.
    - Sirius, ¿Me amas?
    - Ron, yo…
    - ¿Me amas?
    Desvié la mirada, no podía resistir sus ojos suplicantes.
    Esto estaba mal, ¿Cómo pude haberme involucrado con un niño?
    Estaba realmente horrorizado de pensar en que alguien se pudiera enterar. Pero es que no podía evitarlo, cada vez que lo miraba sentía el deseo de monopolizarlo.
    - No me amas ¿verdad? – sus ojos se llenaron de lagrimas.
    - Yo…
    - ¡Lo sabia! Yo solo soy una aventura para ti.
    - No Ron espera…
    - ¿No? Entonces quiero que les digamos a mis padres. Quiero hacer esto oficial.
    - ¡No! Ron, entiende. Esto no estaba realmente en mis planes no se como paso, esto fue un error…
    En cuanto dije eso supe que eso si había sido un error. Ron se levanto de la cama y tomo sus cosas.
    - Ron, eso no es lo que realmente quise decir…
    - No, en realidad fue lo más sincero que me has dicho. Pero no te preocupes, nadie se va a enterar. Asta aquí llego tu error.
    El pelirrojo termino de vestirse y salió del cuarto de un portazo. No me di cuenta de lo que había hecho asta que note como de mis ojos salían lagrimas. Mi corazón estaba llorando al ver que mi mente lo había traicionado separándolo de la persona que quería.

    Fred


    No podía sacar de mi mente las palabras de Lee. Era cierto que había notado que George últimamente estaba más apegado a mí, he incluso un poco más posesivo. Pero jamás lo hubiese atribuido a que el sintiera por mi algo mas que el amor a un hermano.
    Ya no podía tratarle de la misma forma que antes. Me sentía extraño.
    Tenia que comprobarlo, pero ¿Cómo?
    George esta ya recostado en su cama y ojeaba el libro de encantamientos.
    - Hace frio ¿No? –le pregunte.
    - He si, un poco. –George estaba sorprendido, ya tenia un rato que no le hablaba tan informal.
    - ¿Recuerdas que cuando éramos pequeños nos metíamos juntos en la cama para calentarnos?
    - Si, ya ha pasado mucho de eso.
    ¿Acaso se estaba poniendo rojo? Antes de poderle decir otra cosa Lee entro en el cuarto y se sentó en mi cama.
    - Fred, adivina que. Cedric esta afuera, al parecer quiere verte.
    - ¿En serio?
    Salí despavoridamente del cuarto hasta la entrada. En la sala común aun había algunos alumnos pero no los tome en cuenta.
    Cuando llegue al pasillo Cedric estaba ahí. Mi corazón estaba acelerado.
    - Cedric, ¿que pasa?
    El muchacho de ojos grises me tendió un cuaderno.
    - Lo olvidaste en la biblioteca.
    - Ha, gracias…
    - En realidad es mío –dijo una voz detrás de mí.
    George salió del retrato de la dama gorda y le arrebato el cuaderno a Cedric.
    - Gracias por traer mi cuaderno, ya puedes irte. –le espeto George.
    - ¡George! –me estaba poniendo realmente furioso.
    - No importa –dijo Cedric –Tengo que irme ya.
    Cedric se fue entonces. Yo me llene de una ira irracional y tome a George de la muñeca para arrastrarlo hasta el cuarto.
    - Lee, déjanos solos –Le ordene al moreno.
    Una vez que se fue me encare a mi hermano.
    - ¿Qué rayos te pasa? –le pregunte.
    - No se de lo que hablas, yo solo fui por mi cuaderno.
    - Ya estoy arto de esta situación, te lo advierto, aleja tus estúpidos celos de mí.
    - ¿Celos? Yo no estoy celoso.
    - ¡Ho, por favor! ¿Crees que no se que estas enamorado de mi?
    - ¿Qué?
    - Lo se, ¿En que rayos estabas pensando? Somos hermanos. No puedes amarme, eso es repugnante…

    George

    Las palabras de Fred me paralizaron. El había dicho que mis sentimientos eran repugnantes. Y era cierto, no era normal que una persona se enamorara de su hermano.
    - Así que aléjate de mí. Y ni siquiera te atrevas a interferir entre Cedric y yo.
    - Fred, no es exactamente lo que piensas, yo…
    Trate de acercarme a el pero Fred se aparto.
    - No me toques.
    Antes de que pudiera decir cualquier cosa, Fred se fue del cuarto.
    Lleve mis manos a mi rostro tratando de ocultar la agonía que estaba sintiendo.
    ¿Qué tipo de persona era? ¿Cómo era posible que habiendo tantas personas en el mundo, tenia que enamórame precisamente de mi hermano? Eso estaba mal, enfermo.
    ¿Pero como evitarlo?
    Yo sabia que estaba mal desde un principio y era por ello que estaba intentando apartar mi vida poco a poco de el. Incluso tolere a Cedric con tal de que Fred estuviese contento. Jamás me interpondría entre ellos, jamás.
    Pero ahora, Fred me odiaba. Ni siquiera resistía que lo tocara. ¿Qué pasaría de ahora en adelante?

    Harry

    No se por que pero después de ir a ver a Sirius, sentí un extraña nostalgia. Regresar al castillo y a escondidas, me recordaba la época en la que precisamente a esta hora me iba a encontrar con Oliver.
    Recorrí los pasillos del castillo hasta llegar al aula donde siempre nos encontrábamos.
    - Estas aquí –la vos de Oliver me paralizo. ¿Qué rayos estaba haciendo aquí?
    Trate de pasarlo de lado he irme a mi cuarto pero el me tomo de la muñeca y me empujo hasta el aula.
    - Sabia que regresarías –dijo –no puedes olvidarme.
    - El mundo no gira tú alrededor Wood.
    - El tuyo si Harry.
    Oliver me miro arrogantemente y se fue acercando a mí. Cada paso que daba el a mi yo retrocedía.
    - ¿Qué quieres Wood?
    - No es obvio. Quiero que me des lo único que sabes.
    El maldito me tomo de las muñecas y me tumbo en el suelo. Trate desesperadamente de empujarlo, incluso saque mi varita pero el fue mas hábil y con un hechizo hiso que mis manos se inmovilizaran arriba de mi cabeza.
    - Hoy serás mío Harry Potter.
    Sus manos comenzaron a recorrer mi pecho. Esto era repugnante. A pesar de que muchas beses desee que el me volviera a tocar, jamás quise de esta forma. El estaba a punto de violarme.
    - No podrás escapar de mi… mírate, tan suave y frágil. Jamás podrás olvidarme, eres mío, solo mío. Yo fui el primero y siempre lo seré.
    - Que estúpido eres, no ya no eres el único.
    Mis palabras acusaran efecto en el, podía ver su rabia a través de sus ojos. Realmente disfrute el momento.
    - No te creo, -me dijo -tú jamás estarías con alguien sin amor.
    - ¿Y por que crees que no lo amo?
    - Por que tú me amas a mí.
    Oliver arranco mi camisa del pecho, provocándome dolor por la agresión. Su boca empezó a morder mi delicada piel y sus manos bajaron hasta mi entrepierna.
    ¡Esto era una pesadilla!
    - ¡No, por favor! –suplique.
    - Te voy a follar como jamás te lo haran. Y créeme, no podrás olvidarme.
    - ¡No!
    Sentí como su mano se colaba entre mis pantalones y se dirigía hasta mi entrada, penetrándome sin piedad y sacándome el aire.
    - ¡No, Oliver…por favor!
    - ¡Cállate!
    - ¡Desmallus! –una voz retumbo desde la entrada del aula.
    Solo sentí como el cuerpo de Oliver caía a un lado de mí, totalmente inconsciente.
    Voltee para ver a mi salvador pero mis ojos se serraron, introduciéndome en un sueño.
    Cuando volví a abrirlos sentí agua a mí alrededor. Unas manos cálidas limpiaban mi cuerpo con una esponja y el suave aroma a durazno de aquel extraño me reconfortaba.
    Mis ojos se llenaron de lágrimas al recordar como Oliver estuvo a punto de violarme. Aún sentía sus asquerosas manos sobre mi cuerpo. Me sentía sucio.
    - Tranquilo –me dijo aquella voz. –ya estas a salvo.
    - Me siento sucio, estoy sucio. –repetí si parar.
    - No te preocupes, ya estoy en eso.
    Esas manos cálidas me bañaron cuidadosamente. No se por que pero sentí que la suciedad se iba. Era como si el me estuviese purificando. ¿Quién era?
    Trate de abrir mis ojos pero no pude distinguirlo, no traía mis lentes.



    Capitulo 8
    Tratando de olvidar



    Draco


    Aproximadamente como a eso de las once de la noche, decidí escabullirme hacia la cocina por un bocadillo nocturno. Solo tenia que ir a la cocina del colegio y los elfos domésticos me complacerían en todo.
    Cuando doble la esquina casi me muero del susto, el mismísimo Harry Potter estaba caminando por el pasillo como un espectro. ¿Qué rayos estaba haciendo hasta altas horas de la noche?
    No se por que pero decidí seguirlo. Entro a una de las aulas y cerro la puerta delicadamente. Yo quise ir a ver pero en eso Oliver Wood salió de quien sabe donde y por poco descubre que estaba yo en el pasillo.
    El capitán del equipo de Gryffindor entro también al cuarto donde estaba Potter.
    Baya, esto si que no podía ser mas afortunado. Con esto confirmaba mis sospechas sobre la relación que estos dos tenían. Gracias a esto tenia una forma de vengarme por lo que me había hecho.
    Abrí la puerta con cuidado. Al parecer estaban discutiendo. Desafortunadamente no podía escuchar nada.
    Pero después la escena cambio drásticamente. Oliver estaba a punto de forzar a Potter.
    - ¡No, por favor! –suplico Potter. Ahora si podía escucharlo.
    - Te voy a follar como jamás te lo harán. Y créeme, no podrás olvidarme.- dijo Oliver.
    - ¡No! –Grito Potter con desesperación.
    Mi cuerpo se paralizo al instante. Por un momento vi en Potter a mi madre. El aula se había convertido en la recamara de mis padres y recordé cuando encontré la figura de mi pobre madre arrodillada en el piso he histérica.
    Su ropa estaba desgarrada y en algunas partes de su cuerpo sangraba.
    - ¡Madre! –le grite con desesperación y me acerque a ella.
    - ¡Aléjate de mi Lucius! –me confundió con mi padre.
    - Mama, soy yo –trate de hacerla entender.
    Mi madre había tomado en eso un enorme cuchillo de los duendes y entonces…
    Saque aquellos pensamientos como pude de mi mente. La respiración se me estaba yendo y me maldije a mi mismo por seguir a si.
    Saque entonces mi varita y apunte.
    - ¡Desmallus! – el cuerpo de Oliver callo como tabla.
    Me acerque a cuerpo del moreno para cerciorarme de que estuviera bien pero se había desmayado.
    Sin pensarlo dos veces lleve a Potter hasta el baño de prefectos, a veces el apellido Malfoy era útil. Gracias a el los prefectos de mi casa me dejaban entrar a ese baño reservado.
    Ya adentro, coloque a Potter dentro de la tina y comencé a quitarle la ropa.
    Dentro de mi mete llegaron aquellos horribles recuerdos cuando mi madre estaba en el baño y con sus manos ella prácticamente se estaba desgarrando la piel, repitiendo una y otra vez lo sucia que se sentía.
    ¿Potter se sentiría así?
    A veces para personas como yo era muy difícil comprender los sentimientos tan complejos que tenían las personas como Harry. Cuando a mi me dolía algo, simplemente trataba de olvidarlo y seguir como si nada hubiese pasado. Incluso si era necesario fingía. Al contrario de “ellos” que viven siempre con dolor.
    Con cada año que pasa en este colegio sentía que comprendía menos. Pero aun así, este lugar era el único que me refugiaba de la brutalidad de los Malfoy.
    Aun no entiendo el porque mi familia había decidido vivir en el mundo mágico de los magos. A leguas se veía que mi padre odiaba a los magos y ni que decir de los muggles.
    Pero siempre que le preguntaba el se escudaba con la escusa de que aquí estaríamos a salvo.
    A salvo…
    Los Malfoy somos una familia muy antigua y muy poderosa. Nuestra sangre pura nos ha distinguido como la elite de los magos. Pero en realidad existe una razón por la que nos mantenemos así. Es un secreto que actualmente solo lo conoce mi madre y mi padrino, Severus Snape.
    Los quejidos de Potter hicieron que reaccionara. El agua cliente lo había cubierto hasta la altura de su estomago y las suaves fragancias de flores inundaban su cuerpo.
    Mire su esbelta figura, era hermoso. Jamás me había fijado en el de esta forma hasta que me beso. No entendía el extraño hechizo que me había lanzado. ¿Acaso esta es la sensación que siente mi padre cada vez que ve a mi madre?
    Una atracción tan fuerte que raya en la obsesión al grado de hacer daño a la persona que más amas.
    Los ojos de Potter se llenaron de lágrimas y comenzó a temblar en mis brazos.
    Tranquilo –Le dije. –ya estas a salvo.
    - Me siento sucio, estoy sucio. –repitió si parar.
    - No te preocupes, ya estoy en eso.
    Tome una esponja y comencé a bañarlo cuidadosamente. Este extraño sentimiento comenzó en a arder en mi pecho.
    Cuando termine de asearlo, lo vestí y abrigue.
    - Regresa a tu cuarto –le dije.
    - ¡Espera! – me tomo por la manga. –quédate con migo, por favor.
    ¡Maldición! Por que no podía resistirme a su petición.
    Harry se acomodo entre mis brazos y recargo su cabeza en mi pecho. Juntos nos quedamos dormidos en el frio suelo del baño, arropándonos con nuestros propios cuerpos.

    Harry

    Cuando me desperté, sentí como unos fuertes brazos rodeaban mi cuerpo. Recordé entonces lo que había pasado la noche pasada y como aquel extraño me había salvado.
    Busque mis antejos con desesperación, quería verlo, quería agradecerle.
    Mis anteojos estaban en el bolsillo de mi capa, así que los saque y me los puse.
    “Draco” por Dios, era Draco.
    De la impresión hice que el rubio se despertara. No nos dijimos nada. Por lo menos yo no podía por que en esos momentos sentía una terrible vergüenza, que lo único que quería era esconder mi cara en cualquier lugar lejos de Draco.
    - Tienes una expresión muy dulce cuando estas sonrojado.
    Esa frase hiso que sintiera como si mi rostro fuera a estallar. ¿Por tenia que ser precisamente el, quien me había visto así tan lamentablemente?
    Me separe bruscamente de el. Lo mas seguro era que en cualquier momento comenzara a burlarse de mi.
    - Tranquilo, -dijo –no pienso decirle a nadie.
    - Si, claro.
    - Bueno, tengo una condición.
    - Ya sabía yo que eras una serpiente.
    Draco me dirigió una sonrisita divertida. Luego me inspecciono con la mirada.
    - Sal conmigo. –soltó entonces.
    Me quede petrificado en el lugar que estaba parado. ¿Había escuchado bien? ¿Draco me estaba pidiendo salir?
    No, no y no, esto no tenía que haber pasado. Yo ya había decidido aléjame de el. ¡Ho, estúpido beso! ¿Por qué tenia que haber besado precisamente a Draco?
    - ¿Qué dices? – me pregunto con una sonrisa maliciosa.
    - ¡No! –le grite.
    - ¿Prefieres que toda la escuela se entere de lo que paso? –su rostro se veía enojado.
    - Lo prefiero mil veces a salir contigo. –le áspate.
    - ¿Tanto así me odias?
    - No te imaginas cuanto.
    - ¿Entonces por que rayos me besaste? –su expresión se estaba volviendo cada vez mas furiosa, había algo en sus ojos que parecía animal.
    - Por que estaba aburrido y necesitaba una diversión.
    - Que despreciable. –me dijo al fin. Tomo su capa y salió del baño.
    Tal vez por una fracción de segundo sentí pena por el. Tal vez.
    Draco tenia que darse cuenta que cuando uno se enamoraba lo único que conseguía era perder. Era mil veces mejor estar solo y tal vez de vez en cuando encontrar a alguien que te satisfaga en la noche. Pero hasta ahí.
    Nunca más volvería a tener sentimientos amorosos por nadie. Había aprendido de primera mano que el amor era más doloroso que cualquier daño corporal que alguna vez sufrí, y no tenia intención de volverlo a repetir.

    Hermione


    Este día se estaba poniendo muy extraño. Por un lado Ron parecía que se hundía en una depresión, Harry parecía más frio que nunca y tenía esa extraña mirada calculadora y ansiosa. Por otro lado Fred y George no se hablaban. Jamás pensé que esto pasaría, ellos siempre habían sido muy unidos pero ahora Fred lo miraba con reproche mientras que George solo lo aguantaba.
    En el gran comedor se estaba armando todo un alboroto. Los alumnos extranjeros por fin habían llegado para participar en el torneo de los tres magos.
    El director hablo esa mañana sobre lo importante que era que alumnos de las diferentes escuelas se relacionaran para formar lazos de amistad y de futuro trabajo.
    Una cosa que si que me sorprendió fue ver a ni más ni menos que Víktor Krum, uno de los mejores buscadores del mundo en el Quidditch. Mire con emoción hacia donde estaba sentado Ron, ya que como Viktor era su ídolo, pensé que con eso se recompondría un poco pero me equivoque. Sus ojos seguían apagados.
    El director Dumbledore nos aviso que se reorganizarían los dormitorios para que los nuevos estudiantes tuvieran toda la comodidad del castillo.
    - Muy bien, así quedaran los dormitorios, - comenzó el director. – los alumnos de cuarto y quinto año de Gryffindor se mudaran hoy mismo a las mazmorras con Slytherin y los alumnos de primero y segundo de Hufflepuff se mudaran con los de Ravenclaw.
    - ¡Que! –soltó enfurecido Harry.
    - Nada de replicas señor Potter, si hacemos esto es para que de una vez por todas se lleven bien. Claro que no pedimos que se vuelvan amigos pero por lo menos se traten con respeto. –dijo la profesora McGonagall.
    Harry bufo en su asiento y dirigió su mirada hasta la mesa de las serpientes.

    Katy Bell


    Esto no me estaba gustando, desde hace algunos días Fred y George no se hablaban. Es mas, tenía la impresión de que Fred miraba a George con asco.
    Algo había pasado y tenia una leve sospecha de el asunto ya que Lee parecía muy contento y mas apegado a Fred. De seguro que el había clavado su ponzoña en Fred. Y claro, Fred de tonto que no se daba cuenta de la que estaba asiendo.
    Si seguía así, lo mas seguro era que alejaría a George para siempre.
    Pero me pregunto, ¿Qué le dolería mas, perder el amor de pareja que George sentía hacia el o el hermano con el que siempre había convivido?
    Fuera como fuese, yo no podía permitir que esto siguiera así.
    Que importaba si eran hermanos, ¡Al diablo con los prejuicios! Si existía una posibilidad de que Fred sintiera amor por su hermano entonces yo los ayudaría. Pero primero tenia que hacer algo para que Fred se diera cuenta.
    Mi mente comenzó a fraguar un plan. Haría que Fred se retorciera de los celos hasta el punto de confesar sus verdaderos sentimientos.
    - Fred, -lo llame entonces. – hay algo que quiero decirte, es sobre George.
    - No Katty, si el te mando a…
    - George no me mando a nada, - lo interrumpí – no se lo que ustedes se traen pero esto no tiene que ver con ese rollo.
    - ¿Entonces que es?
    - Quiero que me ayudes, quiero que me ayudes a conquistar a George.
    ¡Victoria! Pude ver el shock que mis palabras le provocaron.
    - ¿Te gusta George? –me pregunto lívido.
    - Si, y como tu tienes una relación mas cercana a el yo pensé que…
    - No pierdas tu tiempo Katty, a el…a el le gustan los de su mismo genero.
    - Ho, vamos Fred, nada pierdo con intentarlo.
    - Lo siento Katty no creo que pueda ayudarte en estos momentos. Como vez no estamos en el mejor de los planes.
    Fred salió del gran comedor después de eso. Tal vez no tuve mucha suerte en ese momento pero ya me las ingeniaría para seguir provocándolo.

    George


    Estos días habían sido la peor de las torturas. Sentía horrible cada vez que Fred me miraba con asco, con repulsión. ¿Cómo pude haber sido tan estúpido al haberme expuesto? Por lo menos antes tenia el consuelo de que estuviera con el todo el tiempo como hermano, pero ahora ni eso.
    Mire en dirección a la cama de Fred, donde reposaba profundamente dormido.
    Me acerque sigilosamente para poder contemplarlo.
    Fred… - susurre. – Perdóname, perdóname por lo que siento. No era mi intensión, yo no quería lastimarte. Te prometo que jamás volverá afectarte mis sentimientos, te dejare en paz si eso es lo que quieres, pero por favor no me desprecies…
    Cuando me desperté al día siguiente Fred ya no estaba en su cama. De nuevo se había levantado temprano solo para no verme. Tampoco se encontraba Lee.
    Baje sin muchos ánimos hacia el gran comedor. En el camino me tope con los alumnos extranjeros que se estaban quedando en los dormitorios de Harry y Ron. No le hice mucho caso y me pase derecho.
    Justo cuando iba entrando al gran comedor, me encontré con Katty.
    - George, ¿Puedo hablar contigo? – me pregunto.
    - Seguro.
    Katty me arrastro has un aula vacía.
    - George, he visto lo que ocurre con Fred, ¿Cómo estas?
    - No se de lo que hablas, no ocurre nada.
    - George…yo se.
    Esto no puede ser ¿Acaso era tan obvio? ¿Alguien mas se habría dado cuenta?
    - Katty, no le puedes decir a nadie. Por favor…
    - No te preocupes, no pensaba hacerlo. Pero George, quiero ayudarte.
    - ¿Ayudarme?
    - Si, quiero ayudarte.
    - Gracias, pero no hay nada que puedas hacer. Tengo que superar mis problemas solo.
    - Mi lindo pelirrojo, yo puedo ayudarte a olvidar. Quiero hacerte feliz.
    - Katty…
    - Shsss, te prometo que todo estará bien.
    Poco a poco vi como ella se acercaba a mí y me daba un suave beso en los labios. Ella era cálida y suave. No pude resistirme, necesitaba consuelo, pero sobre todo, necesitaba dejar de amar a mi hermano.
    Katty se separa de mí muy lentamente y me miro divertida a los ojos.
    - Me adelanto al gran comedor, nos vemos ahí. –dijo.
    - ¿Por que nonos vamos juntos?
    - Tú hazme caso. – con esto ultimo mi nueva novia salió del aula y se fue.
    ¿Estaría haciendo bien?¿Podría acaso enamorarme de Katty?

    A partir de este capitulo la historia se vulve una parte del universo de los cazadores oscuros.



    Capitulo 9
    Katagaria



    Fred

    Me desperté más temprano de lo habitual en la mañana. Al parecer mi cuerpo había adquirido una especie de reloj biológico, como advirtiéndome de un posible encuentro matinal con mi hermano.
    Gracias a Dios, el seguía dormido. No podía enfrentarlo, o más bien, no podía.
    Algo en nosotros dos estaba roto, ya no podía verlo igual.
    Incluso si pasaba el tiempo y el ya no estuviera enamorado de mi, no podíamos volver como antes.
    Antes de salir del cuarto mire por última vez a George.
    “No te odio hermano” –pensé, recordando las palabras que me había dicho la noche pasada cuando el creía que estaba dormido.
    Cuando salí de la habitación, Lee ya me esperaba.
    - Que madrugador. –me dijo.
    - No pude dormir bien…
    - Me lo imagino. Anda vámonos que tengo hambre.
    En el gran comedor no había muchos estudiantes, la mayoría era de Slyterin.
    Nos sentamos cerca de la mesa de los profesores, hasta el otro lado del gran comedor. Tenia la esperanza de que la mesa se llenara rápidamente, para que no hubiera asientos vacios cerca de nosotros y así George se tuviera que ir hasta el otro extremo. Realmente no me sentía con la fuerza de enfrentarlo, si lo hiciera posiblemente lo lastimaría.
    Katty Bell entro al gran comedor irradiando felicidad. Mis ojos no podían creerlo, ¿Cómo no había visto lo atractiva que era?
    La morena se acercó hasta nosotros contoneándose como las flores al rozar el viento.
    - ¡Buenos días!- nos saludo con una sonrisa.
    - Hola Katty –la salude y Lee alzó su mano dado que tenia comida en la boca.
    - ¿Se pude saber por que tan contenta? –pregunte.
    - Pues…-Katty miro hacia la puerta y después a nosotros. –Bien dicen que: el que persevera alcanza.
    No entendí lo que quiso decir.
    - Oh, disculpa –dijo de repente y salió disparada hacia la puerta, donde acababa de entrar George.
    Katty se lanzo a sus brazos y lo beso apasionadamente en la boca y George…le correspondió.
    Un poco mas y tiro mi jugo de calabaza. ¡No podía creer lo que estaba viendo!
    ¿Katty y George salían? ¿Pero cuando y como?
    ¿No acaso George esta enamorado de mí?
    Su exhibicionismo comenzó a molestarme.
    George era de lo peor, ¿Cómo se atrevía a utilizar a Katty de esta forma? Ella no tenia que ser la sustituta de nadie, no era justo que Katty recibiera solo las sobras.
    Además, lo mas seguro era que en cualquier momento entráramos en ciclo y George podía lastimarla. ¿En que rayos estaba pensando?
    - Esto si que esta de locos – dijo Lee – y yo que pensé que el tenia otro tipo de gustos –Esto ultimo lo dijo dándome un codazo.

    Harry

    Ya habían pasado algunos días desde que reacomodaron los dormitorios de Gryffindor a las mazmorras de Slytherin. Afortunadamente no me toco con Draco.
    Desde aquella vez en el baño, nos habíamos ignorado totalmente. Daba gracia por eso y por que aquel rubio no había abierto la boca de lo sucedido.
    Tampoco me había encontrado con Oliver, lo que provocaba un algo de tranquilidad y paz a mi mente.
    El dormitorio donde actualmente me encontraba, lo compartía con Dean, Seamus, Zabini y Nott. Era desagradable estar con ellos pero al menos no incomodo como me sentiría con Draco.
    Prácticamente todos los dormitorios eran de cinco o seis alumnos, con acepción de uno en particular, conformado por Draco, Ron y Neville. Este era el único de tres.
    Esa mañana salí del cuarto incluso antes de que los demás despertaran. Estaba ansioso y no podía quedarme encerrado en aquel cuarto esperando el amanecer.
    Últimamente me sentía extraño, era como si de repente todos mis sentidos se hubiesen agudizado. No soportaba los sonidos, sobretodo los fuertes. Los olores los sentía como si estuviesen las cosas pegadas a mi nariz.
    Este asunto me lo estaba reservando totalmente de mis amigos, por que de seguro esto lo atribuirían a como últimamente me dolía la cicatriz.
    Cuando me dirigí a la sala común de las serpientes, Hermione ya esta ahí.
    - Hola Harry –me saludo muy animadamente.
    - Hola… -me senté en uno de los sillones de cuero negro.
    - ¿Te encuentras bien?
    - Eh, si… ¿Por qué?
    - Te vez muy pálido.
    - Solo no dormí bien, eso es todo.
    Hermione solo me miro pero no dijo nada.
    - Harry…hay algo que deseo contarte…
    - ¿Qué pasa?
    - El otro día vi a Ron y a Neville hablando con Draco. La verdad se me hiso muy extraño, así que decidí seguirlos y escuche algo que no me gusto nada.
    Mire a Hermione pensativo, no era propio de ella escuchar las conversaciones ajenas, debió de estar muy preocupada.
    - Veras, hablaron sobre que estaban a punto de entrar en ciclo, que el tiempo se acercaba y que tenían que irse.
    - ¿Irse?
    - Si…estoy preocupada. He tratado de hablar con Ron pero no he conseguido verlo. Pensé que si me levantaba temprano lo vería venir.
    - No te preocupes, iré por el enseguida.
    Volví a dirigirme hacia los dormitorios y me pare justo enfrente del dormitorio de Draco. Tome el pomo de la puerta pero esta serrada con llave.
    Saque mi varita y con un hechizo sencillo conseguí abrirla. Me adentre a la habitación, estaba oscura y totalmente inhabitada…
    Las camas estaban echas, los baúles serrados, todo limpio y pulcro. No estaba Ron, no esta Neville ni tampoco Draco.
    Entonces, ¿Dónde rayos dormían?

    Draco

    Cuando desperté, el sol aun no salía. Esto era una ventaja para mí. Tenia la oportunidad de regresar al castillo y darme una larga ducha. Lo necesitaba después de todas esas horas en el bosque prohibido.
    Justo cuando entre a la sala común me tope con Hermione, afortunadamente no me vio, lo cual aproveche para esconderme.
    - Harry, ¿Dónde esta Ron?
    - No esta.- la vos profunda del león llego del lado de los dormitorios.
    - ¿Qué quieres decir con que no esta?
    - No esta en su cuarto Hermi, ni los otros. Su habitación es una pantalla, ellos ni siquiera duermen ahí.
    “Rayos” –pensé. Nos habían descubierto. ¿Por qué Potter siempre se mente en lo que no le importa?
    - Eso no puede ser Harry…
    - Escúchame, ¿No has notado últimamente que Ron actúa extraño, he incluso Neville?
    - Si pero…
    - ¿Qué más alcanzaste a escuchar Hermi?
    - No estoy segura de la palabra pero dijeron algo sobre un clan o algo así llamado Katagaria.
    “Oh, maldición” esa sangre sucia. Tenia que informar de esto a mi padrino. Este secreto no tenía que salir de estas paredes.

    Harry


    Katagaria…
    Esa palabra, se que la había escuchado antes pero no recordaba en donde.
    Camine por los pasillos sin rumbo fijo. Pensando en lo que estaba pasando. Era muy extraño que Ron nos estuviese ocultando este tipo de cosas. El no era así, la mayoría de veces el hablaba hasta en los codos.
    ¿Tan grabe era que no podía contarnos?
    ¡Rayos! Mi cabeza. Me estaba doliendo como nunca antes.
    Entonces algo capto mi intención. Un olor dulce y estimulante. ¿Qué era ese olor? ¿De donde provenía?
    Como si fuese cosa de instinto mi cuerpo se movió hacia ese olor. Quería encontrarlo, tenia que encontrarlo, tenia que…
    ¿Qué rayos me pasaba?
    Me detuve en seco y descubrí que me encontraba justo enfrente del despacho de Snape. Unas voces conocidas hablaban en el interior.
    - ¿Estas seguro? –pregunto el profesor de pociones.
    - Si, esa sangre sucia lo escucho. –contesto ¡Draco!
    - Más le vale a ese Weasley que no habrá la boca. Ha llegado la hora de que ese mocoso decida de que lado esta; si con esos maguitos, a los que llama amigos o con el clan Katagaria. No podemos arriesgaros a que los Arcadianos los descubran.
    Mi mente se estaba nublando, aquel olor me esta provocando, me estaba haciendo sufrir.
    Ese olor como a durazno era irresistible. ¡Durazno! ¿Acaso ese olor era de Draco?
    No podía más.

    Draco


    La puerta del despacho de Snape se abrió de par en par y en el umbral apareció ¡Harry Potter!
    - ¿Qué demonios cree que esta haciendo aquí señor Potter? – A mi padrino se le subieron los colores al rostro.
    Potter no contesto, parecía ido y por alguna extraña razón el me miraba de una manera muy lasciva.
    - Potter… -fue lo único que alcance a decir antes de que aquel muchacho se me lanzara encima.
    Sentí como era tumbado en el suelo y como el cuerpo de Potter se me ponía encima inmovilizándome. Pensé que me golpearía o algo así pero lo que paso fue muy diferente.
    Potter me miro a los ojos. Esos ojos como esmeralda me estaban hipnotizando, seduciendo y su olor. ¡Por dios, su olor, me estaba volviendo loco!
    ¿Qué era esto? ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Por qué me sentía de esta manera?
    - ¡Desmallus! – el hechizo de Snape hiso que Potter cayera inconsciente sobre mi.
    Mi padrino retiro el cuerpo del león que estaba sobre mi petrificado cuerpo. ¿Qué era lo que había pasado?
    - Draco…- dijo entonces Severus – Ve por el director…
    - Pero…
    - Solo hazlo.
    Salí del despacho del profesor y me fui directo hacia la dirección. Algunos alumnos de las diferentes casas ya estaban bajando para desayunar lo que provoco que mi carrera fuera murmurada por muchos.
    Justo cuando llegue a la gran gárgola me encontré al director Dumbledore.
    - ¡Profesor! –lo llame.
    - Señor Malfoy ¿Qué lo trae por aquí?
    - ¡Señor! Es Potter…
    - ¿Qué pasa con Harry? –la expresión del anciano cambio radicalmente.
    - No lo se, ahora esta con el profesor Snape.
    Unos minutos después, los tres nos encontrábamos en el despacho del profesor de pociones.
    Snape le relato absolutamente todo lo que había ocurrido.
    - Severus, -empezó el director - ¿Tu crees que Potter sea un Katagaria?
    - Es posible… por la forma en que se abalanzo a Draco me atrevo a sugerir que también es un Drakos y que ha entrado en ciclo.
    - ¡Que! –casi me desmayo de la impresión.

    Harry

    Cuando desperté me encontraba en el despacho del profesor de pociones. ¿Qué era lo que había pasado? No recordaba nada, solo ese olor particular y yo sobre Draco…
    Sentí como mi cara se ponía caliente, ¿Cómo pude hacer semejante estupidez?
    - Por fin despierta Potter – la voz del Snape hiso que me sobre saltara, pero mas lívido me puse al ver que el director Dumbledore y Draco se encontraban ahí también.
    - Harry, ¿Cómo te sientes? –pregunto el director.
    - Mmm, no estoy seguro. Tengo calor y ese olor…
    - ¿Olor? –todos parecían intrigados, ¿Cómo era que no podían percatarlo?
    Señale entonces en dirección a Draco.
    - Su olor…
    Draco pareció sonrojarse pero después puso una cara estoica.
    - Ah, ya veo – el director no pudo reprimir una sonrisa. – Joven Draco, creo que ha encontrado a alguien con quien emparejarse. ¿Quién hubiese creído que existiré otro Drakos en la escuela?
    La cara de Draco parecía que fuese a explotar.
    - Que el sea como yo no quiere decir que me quiera emparejar con este. –Draco salió del despacho del profesor hecho una furia.
    - ¿Qué es lo que esta pasando aquí? –pregunte, no me gustaba esta situación en donde todos sabían menos la persona mas involucrada.
    El director me condujo hasta su oficina y me senté donde siempre.
    - Harry, -comenzó Dumbledore - ¿Alguna ves as escuchado la palabra Katagaria?
    - Si, pero no se su significado.
    - Ya veo. Harry, lo que estan por contarte es algo muy serio y muy secreto. Esto no puedes decírselo a nadie, ni siquiera a la señorita Granger.
    - ¿Por qué? – esto no tenia sentido.
    - Harry, nuestro mundo, el de los magos, es más pequeño de lo que crees. Nosotros, los magos que conoces y los lugares que has visitado hasta ahora son solo una parte de las maravillas de todo nuestro vasto mundo.
    Lo que quiero decirte es que, nosotros no somos los únicos magos sobre la tierra, nuestra magia es solo un tipo de muchas.

    Los toquidos de la puerta hicieron que el director cortara la explicación.
    - ¿Me llamo profesor? –la voz de Ron casi hiso que se me parara el corazón. -¿Harry?
    - Ron…
    - Señor Weasley que bueno que ya llego, creo que usted es el más indicado para contarle todo.
    - ¿Qué? No, eso es imposible. Usted sabe que no podemos contarles a los humanos.
    Las palabras de Ron me llegaron como un cañonazo. El se veía tan determinado y maduro. Pero lo que mas me intrigo fue el hecho de que me llamara “humano”.
    - Señor Weasley, no es para tanto. El Omegrion no lo castigara por esto. Además hemos descubierto que Harry parece que es un Drakos.
    Los ojos de mi amigo casi se salen de sus cuencas.
    - ¿Un Drakos? ¿Katagaria o Arcadiano?
    - Eso aun no lo sabemos. ¿Pero importa? Harry fue criado en este mundo, además ha convivido con tu familia en estos años. –sentencio el director con una expresión relajada.
    - Tiene razón.
    - ¿Alguien podría decirme de una vez por todas que esta pasando aquí?- odiaba cuando hablaban como si yo no estuviera aquí.
    - Bien, te lo contare –comenzó Ron, se quedo por un momento pensando como comenzar el relato.
    “Hace mucho tiempo, existían tres tipos de hechiceros; los hechiceros de la magia blanca o túnica blanca, los hechiceros de túnica roja, que son los magos que tu conoces de este mundo y los hechiceros de túnica negra o nigromantes.
    La magia que tu conoces Harry es una de las tres formas de hacer magia, de hecho es la mas inferior de todas.
    La magia por varita, magia por palabras y la magia por voluntad.
    Los antiguos hechiceros eran capases de utilizar solo la magia de las varitas a través de la energía de la naturaleza, cosa que desgastaba su cuerpo, tanto física como mentalmente. Todo esto cabio con un nigromante llamado Lycaon.
    El rey Lycaon de Arcadia no tenía ni idea cuando se casó, que su preciosa y amada reina no era humana. Su esposa guardaba dentro de ella un oscuro secreto. Ella nació de la maldita raza Apolita y estaba destinada a morir en la flor de su juventud, a la edad de veintisiete años.
    No fue hasta su último cumpleaños, cuando Lycaon vio a su amada morir horriblemente de vejez, que se dio cuenta que los dos hijos que ella había engendrado la seguirían a una temprana tumba.
    Golpeado por la pena, él había buscado a sus sacerdotes y colegas nigromantes pero todos le dijeron que no había nada que podría hacer. El destino era el destino.
    Pero Lycaon rechazó hacerle caso a su sabiduría. Él era un hechicero y estaba decidido que nadie llevaría a sus hijos lejos de él. Ni siquiera los mismos Destinos.
    Y entonces empezó a experimentar con su magia para prolongar las vidas de la gente de su esposa. Capturándolos, él mágicamente combinó su esencia con varios animales que eran conocidos por su fuerza: osos, panteras, leopardos, halcones, leones, tigres, chacales, lobos, y hasta dragones.
    Él pasó años perfeccionando su nueva raza, hasta que por fin estuvo seguro que había encontrado la cura para sus hijos. Mezclándolos con un dragón y un lobo, los más fuertes de los animales con los que había experimentado, los impregnó de más fuerza y magia que a cualquiera de los demás. De verdad, dio de su propio poder a sus hijos.
    Al final, él recibió más de lo que había contado. No sólo sus hijos tenían vidas más largas que su esposa, ellos tenían vidas más largas que cualquier especie conocida.
    Con sus capacidades mágicas y su fuerza animal, ellos ahora vivían de diez a doce veces más que cualquier humano.
    Los Destinos miraron hacia abajo y vieron lo que el orgulloso rey había hecho. Enojadas la interferencia en sus dominios, los Destinos decretaron que él debería matar a sus hijos y todos los que eran como ellos.
    Lycaon se negó.
    Entonces los Destinos o mejor conocidas en estos tiempos como las parcas, buscaron su propia forma de castigo para su orgullo. Sus hijos y todos los que fueran como ellos fueron maldecidos nuevamente.
    —Nunca habrá paz entre tus hijos —proclamó Clotho, el Destino que hace girar los hilos de vida—. Ellos pasarán la eternidad odiando y peleando hasta el día que no respiren más.
    Y así fue. Siempre que Lycaon mezclaba un animal con un humano, él, de hecho, hacía dos seres. Uno que era quien portaba el corazón de un animal y otro que portaba un corazón humano.
    Aquellos que caminaban como hombres y tenían corazones humanos fueron después llamados Arcadianos por la gente de Lycaon. Los que tenían corazones de animal fueron llamados Katagaria.
    Los Katagaria nacían como animales y vivían como animales, hasta que alcanzaban la pubertad, cuando los poderes mágicos se liberaban en sus hormonas, y serían capaces de volverse humanos, al menos externamente. Sus corazones de animal gobernarían siempre sus acciones.
    De la misma manera, los Arcadianos nacían como humanos y vivían como humanos hasta que su pubertad traía con ella su magia y su capacidad de cambiar a la forma de animal.
    Dos lados de una misma moneda, las dos especies deberían haber estado en paz. En cambio, las diosas enviaron la Discordia para plantar la desconfianza entre ellos. Los Arcadianos se sintieron superiores a sus primos animales. Después de todo, ellos eran la gente con la racionalidad humana, mientras los Katagaria eran sólo animales que podían tomar la forma humana.
    Los Katagaria aprendieron rápidamente que los Arcadianos no eran honestos sobre sus intenciones y que dirían una cosa, luego harían otra.
    A lo largo del tiempo, los dos grupos se han atacado el uno al otro mientras cada lado tomaba la razón moral como propia. Los animales creían que los Arcadianos eran la verdadera amenaza mientras los Arcadianos creían que los Katagaria debían ser controlados o abatidos.
    Esta es una guerra interminable.
    Y como con todas las guerras, nunca hubo un verdadero vencedor. Sólo hubo víctimas que todavía sufrían por el prejuicio y el odio infundado.
    Algunos Arcadianos tomaron hombres y mujeres humanos, haciendo al mago actual que tú conoces. Pero los Katagaria somos diferentes, nosotros no tomamos a humanos como pareja, ellos no son del todo confiables.
    El clan de los Weasley, Malfoy y Lonbotton somos de los pocos Katagaria que aun sobrevive pura. Si nosotros decidimos desde hace años vivir entre los magos descendientes de Arcadianos fue solo por que el ministerio de magia decidió que Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang serian santuarios de las personas como yo. En estos institutos estamos protegidos de los Arcadianos. “
    No podía creer lo que Ron estaba diciendo, parecía una locura. Mas sin en cambio era a su vez lo mas razonable.
    - Entonces…es posible que yo se uno de ustedes…
    - Los eres Harry, o por lo menos eso es lo que cree Snape por la forma en la que te abalanzaste al joven Draco. –concluyo el director.
    - ¿Por qué, que paso? – Ron parecía preocupado.
    - A Harry le atrajo el olor de Draco. Por lo cual pensamos que es un Katagaria ya que se dejo llevar totalmente por su instinto.
    Ron me miro por unos momentos para después partirse de la risa.
    - Esto si que es bueno, Draco se debe estar muriendo de la vergüenza. Entrar en ciclo para los dragones debe ser muy difícil y mas si no hay muchos como ellos. Espera, espera…quiero saberlo todo. ¿El también reacciono contigo?
    - No lo se…¿Qué es eso de entrar en ciclo?
    - A pues, que estamos en celo.
    - Eso quiere decir que yo…
    - Si, tú también amigo mío. ¿Podrás resistirte a Draco mientras ambos están en este periodo?
    - Cállate Ron. Por cierto ¿Qué animal eres tu?
    - Soy un león. ¿Irónico no?
    - Joven Weasley, será mejor que le proporcione los datos mas importantes de su condición –dijo el director – también hay que informarle a tus padres y a tus hermanos sobre esto. Pero sobre todo, tenemos que informarle a Savitar de la situación.
    - Si señor. –Ron e hiso un gesto para que saliéramos del despacho.
    - ¿Savitar? –pregunte a mi amigo una vez que estuvimos por los pasillo.
    - Esa es otra larga historia. Harry, bienvenido al clan.

    Draco


    Por que Potter tenía que inmiscuirse en toda mi vida. Primero de él mejor duelista de la escuela paso a ser el segundón después del último año con el entrenamiento especial que el profesor Lupin le dio a ese tipo. Después me besa, me provoca y luego me rechaza, y para el colmo resulta que a lo mejor es un Katagaria como yo.
    Esto se estaba poniendo mal. Hace unos momentos ese Potter tuvo la fuerza para someterme, el podría obligarme y yo no podría defenderme. Lo peor seria que yo no me le resistiera. Por que realmente estuve a punto de sucumbir. Su olor era increíble.
    ¡Maldito Lucius! Por que tenia que haberse apareado con un Arcadiano elemental. Si no fuera por eso yo seria un Katagaria completo y no uno que pude aparearse con otro macho. Si no fuera por eso, Potter no le atraería mi olor fértil, y a mi no me atraerían los machos. (Aunque Potter fuese el primero que me atrae).
    Tal vez debería hacerle caso a mi padre he ir a las partes nortes del país para encontrar un hembra de dragón blanco y emparejarme con ella.
    ¡Malditos Destinos que aun siguen jugando con nuestras vidas! Más les vale que me emparejen con una hembra.
    - Draco…
    La voz de mi padre hiso que me sobresaltara.
    - Lucius. Tenemos problemas.
    - ¿Qué pasa? La nota decía que era importante.
    - Hay otro Drakos en es colegio.
     
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