BAJAS PASIONES Harry/Draco +17

¿El amor pude nacer apartir del deseo? FINALIZADO

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    Capitulo 10
    Responsabilidad de Katagaria


    Harry

    Ron y yo nos dirigimos al gran comedor, me estaba muriendo de hambre. Todavía en mi cabeza sonaba la increíble historia que mi amigo y el director me habían revelado. Esto era mucha información para procesar, pero en estos momentos no podía preguntarle a Ron, se suponía que esto es muy secreto.
    - ¡Ron!, ¡Harry! ¿En donde demonios se han metido? –la voz furiosa de Hermione me saco de mis pensamiento.
    - Eh, bueno nosotros… -balbuce.
    - Nosotros estábamos en la enfermería, es que últimamente me he sentido mal, pero no te preocupes ya me dieron de alta. –La manera en la que Ron mintió me dejo sobrecogido. Se notaba que tenía experiencia en esto.
    - ¿Eso es por lo que has estado raro últimamente? ya me habías asustado.
    - No te preocupes. Bueno a comer.
    Mientras nos sentábamos en la mesa de los leones, vi como Ron se quedaba por unos instantes de piedra. Mire en la dirección de sus ojos y yo también me quede sorprendido, pero dudo mucho que hayan sido las mismas razones que las de Ron.
    George Weasley se estaba besando apasionadamente con Katty Bell enfrente de todo el mundo. En lo particular, no pensé que eso fuera algo malo.
    - No sabia que George tuviera novia –susurro Hermione.
    - Yo tampoco –la voz de Ron se puso áspera.
    - ¿No me digas que tienes complejo de hermano Ron? –pregunto Hermi.
    - Pude ser…

    Draco

    Los ojos de Lucius eran de total incredulidad, y como no. La familia Malfoy era la única del clan Drakos que se encontraba actualmente en el mundo de los magos.
    - ¿Quién? –me pregunto Lucius.
    - No me lo vas a creer, Harry Potter…
    La reacción que mi padre mostro fue totalmente opuesto a lo que supuse. El se estaba riendo…
    - Ya creía que algo así pasaría.
    - ¿Tu lo sabias? –esto era mas de lo yo esperaba.
    - Bueno, tenia sospechas de que los Potter, pero nunca supe si eran Katagaria o Arcadianos. Espero que sea Arcadiano.
    - Por que, ¿Quieres casarlo?
    - No precisamente, hijo.
    No tenia idea de lo que estaba hablando pero preferí no insistirle más.
    - ¿Cómo esta mama? ¿Ya te habla?- preferí cambiar el tema de conversación.
    - Algo así.
    - Es tu culpa por casarte con una humana, debiste haberlo pensado, o por lo menos irte del país en tu periodo de celo. Ahora ella también me odia.
    Si, Narcisa Black no era mi madre como todos pensaban, mi madre biológica había muerto el mismo día en que yo naci. Era por eso que mi padre me odio durante muchos años, cosa que jamás pienso perdonarle. Si no fuera por el amor que Narcisa me profeso yo no se que hubiese pasado.
    - Ella te ama.
    - Si claro, por eso me hiso esto.
    Le mostré parte de mi torso derecho, donde estaba la enorme cicatriz que Narcisa me había echo con un cuchillo de duendes.
    - Cuando encuentres a tu pareja lo entenderás. Estar emparejado con la persona que amas es la mayor de las bendiciones. –Lucius me miro suplicante- hijo…
    - Ni lo intentes, no quieras ahora ser el padre que nunca fuiste, así que no me des sermones.

    Hermione

    Estaba cansada, no tenía ganas hoy de hacer absolutamente nada. Pero como siempre, tenía que asistir a las clases. Mis amigos últimamente no llenaban el ocio que sentía con esta rutina.
    Pero si Harry y Ron habían creído que me trague el cuento de aquella supuesta enfermedad, estaban muy equivocados.
    Al parecer, algo realmente interesante empezaba a rodear sus vidas y claro, no estaba dispuesta a dejarlo de lado. Esto tenia que ser realmente grande para que Ron me hubiese mentido tan convincentemente.
    No pre ni un minuto en seguir los movimientos del pecoso mientras desayunábamos. Se veía furioso, con la capacidad de acecinar a cualquiera con la mirada. Aspectos en los cuales nunca había considerado de tan simpático pelirrojo.
    Por otro lado, Harry se veía más… ¿Alto? Más… ¿Embarnecido? No estaba segura. ¿Cómo habían cambiado tanto en tan poco tiempo?
    No tenia duda de que estos dos podrían ser todos unos rompecorazones.
    Unos instantes después, el director Dumbledore comenzó a dar un discurso relacionado con el futuro torneo de los tres magos. No puse atención, ya me sabía las reglas de antemano. Lo único de lo que estuve consiente fue que la copa que erigiría a los tres campeones se pondría en el gran comedor y que de esta hora hasta el día de mañana los estudiantes mayores de edad tendrían la oportunidad de postularse.
    Cuando el desayuno termino, los tres nos levantamos para dirigirnos a clases pero por alguna razón, Ron se adelanto para ir con uno de sus hermanos mayores.

    George

    Tome la mano de ahora mi novia, Katty, y la conduje hasta la salida del gran comedor.
    Estaba de cierta forma emocionado, sentía como si Katty fuera la persona capaz de deshacer mi miseria, y no conforme con eso me sorprendió lo dispuesto que estaba para dejar mi quebrada alma en las manos de esta mujer.
    Katty me había dicho que me haría feliz, y eso era realmente posible entonces yo haría cualquier cosa que estuviera en mis manos para que ella no sufriera por mi causa.
    - George –escuche la voz de Ron a unos pasos de mi -¿Podemos hablar?
    - Yo me adelanto –dijo entonces Katty y se fue por el pasillo hasta las aulas de clase.
    - Si, dime…-le dije entonces a mi hermanito, sabiendo de antemano en donde giraría nuestra conversación. Ron a veces tendía a ser demasiado sobre protector, no lo culpaba pero si me incomodaba.
    - ¿Katty Bell es tu novia? –pregunto.
    - Si.
    - ¿Sabes lo que estas haciendo? Ella es humana, podrías lastimarla, o peor, ella podría descubrir que…
    - Ron, cálmate, ¿Quieres? No pienso exponernos.
    - ¿Cómo puedes saberlo? ¡Ni se te ocurra emparejarte!
    - ¡Ron! –esto si que me enfureció, mire a varias direcciones esperando no ser escuchado por nadie. Afortunadamente la mayoría de los alumnos ya se habían marchado a sus respectivos salones. –voy a aclararte una cosa –continúe- no seria mi decisión si quedara emparejado o no con ella, eso es cosa de los Destinos , y en dado caso que así fuera es mi problema.
    - George…
    - Si ya lo se Ron. Se que estas preocupado pero déjame manejar esto a mi.
    - ¿Qué opina Fred?
    - No creo que el interfiera mas en mis problemas.
    Mi pequeño hermano al parecer comprendió, después de todo el tenia una situación muy parecida a la mía.
    ¿Quién seria aquel humano por la cual había estado llorando solo estas últimas noches?

    Ron

    No podía creer que le hubiese reclamado a George sobre su relación con Katty. Se me debería caer la cara de vergüenza. Yo, criticando cuando increíblemente también había sostenido una relación con un humano.
    Sirius…
    Ese hombre no me había enviado ni una carta o algo desde lo sucedido aquella noche. ¿Cómo fui capas de involucrarme con un humano? Ellos no eran confiables, nunca lo han sido.
    Afortunadamente la marca de emparejamiento no apareció cuando estuvimos juntos, de lo contrario estaría en serios problemas.
    Me apresure a entrar en el aula de trasformaciones. Harry y Hermione ya estaban en sus lugares.
    De un momento a otro Harry me atacaría con preguntas, así que tenia que tener cuidado con lo que decía. Harry era apenas un neófito en el asunto por lo cual no tenia que cargar desde muy temprano con las responsabilidades de un Katagaia. Solo le diría por ahora lo más importante.
    La tarde llego y justo como esperaba, Harry me ataco.
    - Cuéntame más sobre los Arcadianos y los Katagaria.
    Bien, como ya te había dicho; nosotros venimos de una especie maldita de humanos llamados Apolitas, la historia de ellos te la platicare mas tarde. Nosotros creamos dos bases de sociedades: Arcadianos y Katagaria. Como con la naturaleza, con lo que parecíamos, formamos grupos o patrias basadas en nuestros animales. Lobo vive con lobo, halcón con halcón, dragón con dragón. Utilizamos términos griegos para diferenciarnos entre nosotros. Por eso dragón es un drakos, lobo es lykos, etc.
    –¿Y todo el tiempo los Arcadios permanecen con los Arcadios y los Katagaris con los Katagaris?
    –La mayor parte, sí.
    –Pero me doy cuenta por tu voz, que ninguno vivió feliz por siempre jamás.
    –No. Como ya te había dicho los Destinos estaban furiosos con Lycaon porque se atrevió a frustrarlos. Para castigarlo, le ordenaron asesinar la criatura base. Él se negó. Entonces los dioses nos maldijeron.
    –¿Cómo los maldijeron?
    –En primer lugar, no alcanzamos la madurez sexual hasta mediar los veinte. Porque está demorada, cuando nos golpea, nos golpea fuerte. A muchos de los nuestros los lleva a la locura, y si no encontramos la forma de controlarlo y canalizar nuestros poderes podemos convertirnos en asesinos.
    Después de todo, esto si era demasiada información para mi pobre amigo.
    –Hasta la pubertad, nuestros niños son tanto animales como humanos, dependiendo de la forma básica de sus padres. –continúe.
    –¿Forma básica? ¿Qué es eso?
    –Los Arcadios son humanos, entonces su forma básica es humana. Los Katagaris tienen una forma base del animal con los que ellos están relacionados. Un Ursulan será un oso, un Gerakian será un halcón.
    –Y un Drakos será un dragón.
    Asentí con mi cabeza.
    –Un niño no tiene poder, pero con el principio de la pubertad, todos los poderes aparecen. Tratamos de contener los que los atraviesan y les enseñamos cómo manejar sus poderes. La mayoría de las veces tenemos éxito como Katagarias, pero con los Arcadianos no es así. Ellos alientan a sus chicos a destruir a los Katagaria. Porque hemos jurado detenerlos y a sus asesinos, nos odian y han jurado matarnos y también a nuestras familias. Ellos creen que solo somos animales. Resumiendo, nosotros estamos en guerra con ellos.
    Harry se mantuvo silencioso mientras absorbía la última parte.
    – ¿Es por eso que ustedes están aquí?
    –Algo así, -conteste – Como te había dicho antes, estamos en un santuario. Aquí los Arcadianos y los Kataragis tienes prohibido pelear. Mis padres jamás quisieron involucrarse en la guerra y por ello nos trajeron aquí.
    –Si estamos en guerra, ¿tenemos ejércitos?
    Negué con la cabeza.
    –No realmente. Pero ambos bandos tenemos Centinelas, quienes son mucho más fuertes y rápidos que el resto de nuestra especie. Ellos han sido designados protectores tanto del hombre como de los de su especie.
    -Esto es realmente increíble.
    -Lo se. ¡Ah! Existe otra cosa que debes saber, es sobre el emparejamiento de nuestra especie.
    El rostro de Harry mostraba cierta reticencia al asunto, tal vez por el asunto de Draco.
    -Otra de las maldiciones que tenemos es sobre muestra pareja. Veras, nosotros solo tenemos una pareja y solo con esa pareja podemos tener hijos. Para encontrarla nosotros debemos tener sexo con ella, solo así aparecerá la marca que indica que estamos emparejados.
    -¿Y como sabremos cual es la correcta?
    -No se sabe, hay beses que nunca se encuentra, pero en otras ocasiones sientes un gran impulso, ahí algo que los atrae al borde de llegar a la locura si no se cumple el acto. Pero eso no quiere decir que los sentimientos se involucren. Harry debes tener cuidado con quien te acuestes, podrás tener un momento de pasión con cualquier persona pero si resulta que es tu predestinada y esa persona no te acepta en el lapso de dos semanas, entonces estarás condenado a ser estéril por el resto de tu vida y peor aun, no podrás tener sexo con nadie mas. Por lo menos mientras esa persona viva.
    - No entiendo, ¿Cómo es que pueden emparejarse dos personas que no se aman?
    -No es nuestra decisión, sino de esas brujas.
    -Los Destinos…
    -Si.
    -Tus padres, ¿se amaban cuando se emparejaron?
    -Creo que eso fue cosa de suerte, en cuanto se conocieron quedaron locamente enamorados y resulto que eran predestinados. No siempre pasa, sobre todo cuando un humano se involucra.
    -¿Puedes emparejarte con un humano?
    -Si, pero esas son las peores relaciones. La mayoría de las veces los humanos no soportan tal secreto y tienden a huir o a delatarnos. Muchos de los nuestros murieron en manos de esos muggles.
    -Lo siento.
    -No te disculpes, no es tu culpa.
    -¿Algo mas que deba saber?
    -Si…no te acerques a los aparatos que tengan electricidad, los campos magnéticos hacen que nuestros poderes se desestabilicen, provocando que no podamos controlar nuestros cambios de forma. Pude que te resulte tonto pero la electricidad es nuestro punto más débil. ¿Alguna vez te has preguntado por que en Hogwarts no se permite los aparatos electrónicos?



    Capitulo 11
    Pase lo que pase



    Harry

    Si antes creía que mi mundo era pequeño, ahora sentía que vivía en una isla muy remota en el océano.
    De pasar a ser el indeseado en la casa de mis tíos, me volví un mago famoso gracias a mi cicatriz y la persona quien me la hiso. Después cuando creo que mi vida tiene un rumbo fijo y estoy mas consiente de lo que me rodea descubro que sigo siendo el mismo niño de la alacena que no sabe nada.
    Mientras Ron me daba aquella larga explicación sobre mi nuevo yo, me di cuenta de que estaba solo y perdido. Mis padres no eran lo que yo creía, yo no era lo que creía y posiblemente esto no acababa aquí.
    - Bueno, supongo que con esta explicación, ya estas listo para una noche con los Katagaria. –me dijo Ron muy sonriente.
    - ¿Una noche con los Katagaria?
    - Si, de aquí hasta que cumplamos dieciséis tendremos que ocultarnos de los humanos cada luna llena.
    - ¿Cómo si fuésemos hombres lobo?
    - No hay de otra Harry, es peligroso estar cerca de los humanos en nuestro periodo de de celo.
    - Ya veo, y Draco también estará ¿Cierto?
    - Naturalmente.
    No se porque pero lo mas seguro era que esa famosa noche seria eterna. ¿Podría ver a Draco a la cara después de lo que paso? Y desafortunadamente en mi mente aun sonaban las palabras de Dumbledore “Draco, creo que has encontrado a alguien con quien emparejarte”.
    Si eso de los emparejamientos era así de serio, la verdad no tenía ningunas ganas de estar atado a una persona como Draco por el resto de mi vida, o peor, no poder tener sexo con nadie más.
    Cuando la noche callo, Ron fue a mi habitación para la famosa escapada. Salimos del castillo con mucho cuidado para no ser vistos.
    Mi amigo Ron me condujo hasta el bosque prohibido, donde me lleve una enorme sorpresa.
    Llegamos a una saliente, sabia que solo a unos paso de mi se encontraba una especie de despeñadero en donde en el fondo, un enorme lago se posaba. Eso no fue exactamente lo que me impacto, sino que un enorme oso pardo se alzaba delante de nosotros con las garras y los colmillos expuestos a atacar.
    - ¡Neville, tranquilízate! –grito entonces Ron.
    Yo me quede petrificado, ¿Neville también era un Katagaria?
    Algo muy extraño paso, de un momento estaba ese oso enfrente de nosotros y en otro instante la figura humana de Neville aprecio. Pero este Neville era muy distinto a lo que alguna vez había visto. Este muchacho tenia un cuerpo de locura, con unos abdominales muy bien formados, unos brazos de puro musculo y unas piernas que casi hacen que me de un colapso.
    No ayudaba en nada el hecho de que el muchacho solo traía un pantalón corto puesto, sin camisa y con aquel cabello azabache danzando con el viento. Algo increíble de contemplar.
    - ¿Qué rayos estas haciendo Ronald Weasley? ¿Cómo te atreves a traer a un humano a nuestra reunión?
    La voz de aquel Gryffindor que creía taimado y tímido ahora era fuerte decidido y autoritario. No podía creer que todo este tiempo, todos ellos estuvieran aparentando ser alguien totalmente diferente.
    - Neville, no es lo que crees. –Ron se puso delante de mí para protegerme. Entonces pensé, ¿Neville seria capaz de hacerme daño? ¿Tanto era su afán de proteger el clan?
    - Sabes que esto esta prohibido, Savitar puede matarte a ti he incluso a tu familia.
    - ¡Cállate ya oso terco! –la voz delicada de Draco Malfoy se hiso presente. Este enfrentamiento era precisamente lo que quería evitar, no quería ni verlo. Pero en cuanto mis ojos se posaron en el, ya no pude apartar la mirada.
    Draco estaba recargado sobre un árbol a raíz de la oscuridad, dándole un halo de misterio. Su cuerpo era toda una revelación, una obra de arte. Su piel era tan blanca, tan fina, tan suave. Sus largas piernas eran toda una tentación y no podía creer que una persona tan idílica como el pudiera existir. El viento entonces se precipito ante nosotros, causando que el cabello platinado de Draco se ondeara alrededor de su rostro. Que hermoso ser…
    - Lo que Ron trata de explicarte es que ese zopenco de Harry es uno de los nuestros.
    - ¡Que! –Neville se puso lívido.
    - Que oso tan bruto.
    - Que agallas las tuyas Draco –dijo Ron –hablarle así al Regis de los Ursulan.
    Draco solo hiso una mueca y volteo la mirada.
    - ¿Regis? –pregunte.
    - Veras Harry, como ya te había explicado, cada animal tiene su patria y cada patria de animal tiene algo así como un rey. A esos reyes se les llama Regis. Neville es el Regis Ursulan Katagariano. –me explico Ron.
    - Increíble- esto era más de lo que yo esperaba.
    - Si… mi padre en el Regis de los leones Katagaria y el padre de Draco es el Regis de los Drakos Katagaria.
    - Eso quiere decir que también existen Regis Arcadianos ¿Verdad?
    - Si, esto lo estas entendiendo bastante bien Harry.
    - Ron –llamo Neville –¿podrías explicarme de una vez por todas lo que esta pasando?
    Mi amigo se aparto entonces de mí y se fue con el Ursulan, no me importaba por que de todas formas no podía apartar mi vista de Draco.
    Otra corriente de aire volvió a golpearme, pero esta vez su olor me llego como un martillazo. Mis sentidos comenzaban a atrofiarse y mi vista a nublarse, esto era como la otra ves.
    - ¡Ronald! – grito Draco –aleja a tu amigo de mí. Si se me vuelve a acercar te juro que me lo como entero.
    - Eso no lo dudo, ¿No puedes mantener tus bajas pasiones a raya dragoncito?
    - Estúpido León de pacotilla.
    Draco tomo vuelo y se arrojo por la saliente. Todo lo que estaba sintiendo anteriormente quedo eclipsado por el miedo. ¿Qué era lo que acababa de hacer esa estúpida serpiente?
    Mis pies corrieron hasta la saliente, casi como si fuese instinto pero justo cuando me iba tirar en el rescate del rubio, una figura inmensa apareció ante mí.
    ¡Un Dragón! Un dragón de verdad.
    - ¡Fanfarrón! – grito entonces Neville. -¿Por qué Draco tiene que ser tan impulsivo?
    ¡Draco! Eso no puede ser. ¿Esa hermosa he impresionante criatura era Draco?
    El dragón me miro con sus impresionantes ojos azules por un instante antes de alejarse volando al interior del bosque. Los rayos de la luna hicieron que su cuerpo se viera como…una serpiente plateada.
    Draco era un dragón plateado.
    - ¡Harry! –Ron me tomo por el torso, evitando que me callera por la saliente. – Todavía no sabes volar.
    - ¿Volar? – no entendía a lo que se refería.
    - Me hubiera gustado que Draco te enseñara, pero dado que ninguno se mantendría quieto, prefiero no arriesgarme. No me gustaría ver a mi mejor amigo emparejado con semejante serpiente.
    - Lo mismo digo – Neville me miro con una enorme sonrisa.
    - Muy bien Harry, empecemos con la lección. Para convertirte en tu “animal interior” tienes que imaginarte como tal. Esto será realmente difícil dado el echo de que no sabemos que especie eres.
    - Espera Ron, ¿Quieres decir que hay barias especies de dragones Katagaria?
    - Si, la verdad yo no conozco a muchas, solo a la familia de Draco, ellos son dragones plateados. Se que también hay dragones rojos, verdes y negros. Pero creo que estos últimos están extintos.
    - Entonces debo imaginarme como cada uno de ellos.
    - Si, ¿Por qué no lo intentas?

    Esto era más difícil de lo que parecía. Me imagine como Draco, primero plateado, luego rojo y luego verde. No paso nada.
    - Esto no va a funcionar –suspire -¿Qué poderes extraños tienen los Katagaria? Algo mas sencillo que pueda manejar… saben, nunca he sido muy bueno con la magia.
    - Tampoco yo pero… -comenzó a decir Neville cuando simplemente desapareció.
    Entonces sentí una respiración en mi nuca, unos brazos fuertes que me rodeaban y un tierno beso en mi cuello. Me di la vuelta asustado pero me encontré que no era más que ¡Neville!
    - ¡Que rallos! ¿Cómo pudiste hacer eso? –no se por que pero sentí la urgencia de separarme de el. Esto no era como cuando Draco me abrazo. ¿Pero en que estaba pensando? Trate de sacar a ese rubio de mi mente.
    - Los Katagaria tenemos la magia de voluntad. Si quieres algo, lo tienes. Si deseas estar en un lugar entonces simplemente piensas en ese lugar y te trasladas. Si deseas ser dragón entonces lo serás, todo depende de la fuerza de voluntad que poseas. –explico Neville.
    - ¿Cualquier cosa?
    - Mientras sea material, si. Aunque claro, mientras vivamos en el mundo de los magos tenemos ciertas restricciones que debemos cumplir. Como por ejemplo; no podemos usar nuestra magia frente a otros magos, no podemos involucrarnos en política ni en guerras de magos a menos que solo usemos la magia a trabes de la varita. En lo particular ese instrumento me fastidia, nunca he podido manejarla. Por ultimo, no podemos viajar en el tiempo…
    - ¿Viajar en el tiempo? –casi se me va el aire.
    - Algunos Katagaria y Arcadianos son capaces.
    Esto no podía ser… si realmente podíamos viajar en el tiempo entonces ¿Seria posible salvar a mis padres de Voldemort?
    ¿Por qué nadie me dijo sobre esta posibilidad?
    - No Harry, -comenzó Ron - creo saber lo estas pensando y no, no podemos cambiar el flujo del tiempo.
    - Pero podemos salvar a mis padres Ron, podemos detener a Voldemort, podemos…
    - Cambiar el flujo del tiempo esta penado con la muerte –una voz proveniente de la oscuridad hiso que los pelos se me pusieran de punta.
    - ¡Neck! –dijo Ron, entre sorprendido y fastidiado a la vez.
    - ¿Con que este es el Katagaria? –pregunto la voz.
    - Largo de aquí cazador oscuro, no eres bienvenido en el reino de los magos –ordeno Neville con voz inflexible.
    Trate de estirar el cuello lo mas que pude pero solo vi oscuridad entre los arboles, nada que se pareciese a un humano.
    - Dombledore mando una carta al orgemion con las nuevas buenas, no quería perderme el privilegio de conocer a un nuevo primo.
    Entonces una extraña sombra comenzó a formarse entre nosotros. El escalofrió que estaba sintiendo no se comparaba en nada con lo que sentía cuando se mencionaba a Voltdemord, esto era pánico.
    Aquel hombre salió de entre la oscuridad, todo su ser parecía envuelto en un extraño halo negro. Se acerco a notros con movimientos suaves y calmados, aquellas formas se me hacían familiares pero no lograba recordar. Tenía el cabello más negro que el azabache y su rostro era más pálido que la luz de la luna. No podía ver sus ojos ya que estaban cubiertos por unos lentes de sol. (Lo que realmente se me hiso una tontería ya que era de noche).
    Ese desconcertante hombre tenia una aura mortífera, casi asesina lo que hacia que sintiera una fascinación irracional.
    Por el ángulo de su rostro se me figuro que me miraba y tenía la impresión de que no le caía del todo.
    - Harry Potter, no lo puedo creer –continuo Neck – de todos los alumnos de este instituto tenia que ser precisamente el. ¿Están seguros de que es capas de guardar el secreto?
    - Eso es algo que a ti no te incumbe renegado, lárgate de aquí. –De un momento a otro Neville se había vuelto a convertir en oso parto y le gruño al extraño.
    - Ok, ok, ya me voy. – Neck me dedico una irónica sonrisa antes de desaparecer.
    - ¿Quién era ese? – pregunte, tenia la curiosidad de saber por que lo llamaron cazador oscuro.
    - Un renegado Katagaria. El se convirtió en el perro de Artemisa con tal de saciar su sed de sangre y ahora se dedica a cazar a nuestros primos. –explico Ron.
    - ¿Nuestros primos?
    - Harry, será mejor que acabemos con esta noche. Ve a descansar, nos vemos mañana.
    Sin ninguna otra explicación, Ron y Neville desaparecieron entre los arboles y la oscuridad, dejándome con muchas incógnitas en mi cabeza.
    Regrese con paso cansado hasta la escuela, como yo aun no me trasformaba entonces no era necesario que me quedara en el frio bosque y mas si Draco estaba cerca.
    Mi camino fue interrumpido por una sombra, pero me detuve justo antes de topar con ella. Mire a la persona que interrumpía mi avance para un momento después quedar petrificado.
    ¡Neck!
    El hombre, que era por lo menos unos diez centímetros más alto que yo, se me aproximo para tomarme sutilmente del mentón.
    - Ten cuidado, -dijo – no debes sangrar en ninguna de las pruebas. Los katagaria se trasforman en su forma base cuando están heridos.
    No entendí en absoluto sus palabras. ¿Pruebas? ¿Qué pruebas?
    Intente preguntarle pero en eso se escucharon pasos y Neck me robo un roce entre nuestros labios antes de desaparecer.


    Ron

    Me despedí de Neville en las orillas del rio que conducía a lo más profundo del bosque. Ese lugar era mi favorito de entre todos en Hogwarts. Lo era por podía oler el fruir del agua, podía sentí la tierra entre los dedos de mis pies descalzos (húmeda) y lo mejor de todo, el sonido de los animales sobre la yerba. Ese lugar me relajaba y hacia que dejara de pensar sobre cosas humanas, como en Sirius.
    ¿Cómo pudo haberme pasado semejante cosa? No era que un katagaria tuviera prohibido enamorarse de un humano, pero si era peligroso. Sobre todo cuando estos dos quedaban emparejados. Afortunadamente Sirius era hombre y yo también, por que solo la marca de emparejamiento sale cuando una pareja que puede procrear esta junta. Solo así. Aunque claro, hubiese sido lindo que Sirius fuera mi pareja predestinada. El problema solo hubiese sido si el me aceptaba como era.
    No quería pasar lo mismo que Bill. Mi pobre hermano se enamoro de una humana que al saber sobre su condición lo desprecio y humillo, he incluso organizo una cacería de “demonios”. Esa había sido la principal razón por la que mis padres decidieron vivir en el reino de los magos, por protección. Eso hace ya más de doscientos años.
    Al parecer una situación familiar ocurrió con los Malfoy pero yo no sabia los detalles.
    Un aroma familiar llego hasta mi, ¿Qué era? Me pregunte. Sabía que ya la había olido antes, sándalo… quizá.
    El crujir de unas ramas puso mis sentidos en alerta, podría ser que todavía se encontraba en los alrededores el cazador oscuro.
    - ¿Ron? –pregunto una voz que conocía a la perfección.
    - ¡Sirius!
    El hombre se acerco a mí con paso lento y titubeante. Yo me debatía interiormente, no sabia que hacer. Por un lado quería quedarme, quería escuchar su voz, sentir su presencia, tener su aroma danzando con el viento, pero por otro lado no quería escuchar que lo nuestro había sido un error. Eso me partiría por completo el corazón.
    Di un paso hacia atrás, temeroso, pero Sirius me tomo por el brazo y me empujo hasta su torso para después rodearme con su abrazo.
    - Te extrañe. –dijo.
    Sentí como lagrimas se escapaban de mis ojos ¿Acaso esto era un sueño? Si era así, entonces no quería despertarme.
    Me aferre a el como pude y el soltó una pequeña risita por lo infantil que me estaba comportando.
    - ¿Por qué me haces esto? –pregunte, quería una explicación después de todos estos días sin saber de el.
    - Yo…Ron, ¿estas realmente seguro de lo que implicaría tener una relación con migo? ¿Te imaginas lo que dirán tus padres cuando se enteren? Molly me va a arrancar la cabeza.
    Sus palabras me llegaron como un tónico reconstituyente. ¿Eso quería decir que me amaba y que estaba dispuesto a decírselo a mis padres? ¿Seria posible?
    - Ron, te amo y esta vez no pienso perderte.
    - ¿Pase lo que pase?
    - Pase lo que pase.
    Sirius me recostó sobre la hierba húmeda y examino con sus ojos la forma en la que venia vestido.
    - ¿Travesuras? –pregunto.
    - Algo así –respondí antes de que nos fundiéramos en un apasionado beso.
    Su aroma se impregno en todo mi ser, quería sentir mas, era como si no fuese suficiente el contacto que ahora me daba. Ansiar el roce de sus manos me estaba volviendo loco.
    Sirius deslizo su mano entre mi camisa para acariciar mi torso, después fue quitando poco a poco cada prenda de mi cuerpo mientras yo hacia lo mismo con la suya.
    No podía creer lo que estaba pasando, mi mundo de repente se desconecto y no estaba consiente de lo que esta pasando. Solo sentía el infinito placer que Sirius me estaba proporcionando. Sentí como la punta de mi amado entraba en mí y como después de poco tiempo, comenzaba con las frenéticas embestidas.
    Tome sus labios entre los míos con mas pasión y amor que jamás le había demostrado antes. Quería hacerle ver que lo amaba más que cualquier cosa en mi vida. Sentí su boca caliente sobre mi cuello, deslizándome hasta mi pecho para volver a mi boca. Juntos experimentamos el éxtasis cuando roso la parte mas sensible de mi ser. Después nos tumbamos en la hierba, felices.
    - Mi pequeño Ron, a partir de hoy te digo que te amo y que ya no puedo estar sin ti por que te extraño, eres mío, solo mío, hasta el final.
    - Hasta el final.
    Sus palabras me llenaron de alegría, nunca creí que pudiese experimentar tanta felicidad… hasta que un extraño ardor comenzó a molestar mi mano y al parecer a Sirius también por que ambos nos miramos las manos.
    Me quede petrificado por no se cuantos minutos. Esto no podía ser cierto, pero parecía real. En mi mano y en la de Sirius resaltaba el trabajado tatuaje tribal del clan de los leones.
    Sirius y yo estábamos emparejados.


    Capitulo 12
    Apolitas y cazadores oscuros



    George

    Me sentía extraño, por que increíblemente este día no había sido tan malo como los otros. Era como si esta vez pudiera ver el gris y no solo el negro de mi alma. Katty había hecho que hoy fuera llevadero.
    La verdad no tenia ni idea de lo que mi ahora novia estaba planeando, por que sabia de antemano que yo no le gustaba, mas sin en cambio se ofreció tan fervientemente a hacerme feliz.
    A veces creía que Katty sabia mis sentimientos por Fred pero otras veces parecía tan inocente en sus acciones y comentarios queme hacían dudar.
    Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación en la torre de los Gryffindor. Sentí como las piernas me pesaban, mi propio cuerpo tal vez quería detenerme de lo que me encontraría allá riba, pero no les hice caso por que tarde o temprano me encontraría a Fred.
    Abrí la puerta tratando de comportarme lo más normal que pude. Fred estaba recargado cerca de la ventana, mirando hacia la oscuridad. Su cara era una masca de hierro, impenetrable y era mas que obvio que era por mi causa.
    Me senté al borde de mi cama, sin decir ninguna palabra para después comenzar a quitarme los zapatos.
    Hubo un tiempo, que creía ya muy lejano en el que Fred y yo hablábamos hasta en los codos. Nunca habían existido silencios incómodos como ahora, siempre habíamos sido tan unidos. No existía frase que el no comenzara que yo no pudiera terminar. Pero ahora me preguntaba si eso no se debía a que yo quisiese amoldarme a él y a su vida. Mis decisiones siempre se basaban a lo que Fred quería, a lo que a Fred le gustaba. Nunca hice mi vida realmente a parte.
    - ¿Tienes a caso una idea de lo que estas haciendo? Katty es humana. –me soltó con furia.
    - Ya lo se, -trate de contestarle lo mas calmadamente posible – y no me importa.
    - ¡Pues aunque no te importe! Si tu heces semejante tontería recuerda que no solo te afecta a ti, si no ha toda la familia.
    - Estas exagerando.
    - ¡No es verdad! Además no es justo que hagas de Katty un remplazo de mi.
    Me paralice ante tal suposición. ¿Cómo se atrevía a pensar semejante cosa?
    - ¡Mi mundo no gira a tu alrededor Fred! Si acepte salir con ella es por que me gusta. No tiene nada que ver contigo.
    Bueno, eso no era del todo cierto. La verdadera razón, era en gran parte por que quería olvidarme de Fred. Tenia que agotar todas las posibilidades y salir con Katty era una de ellas.
    - ¿Te vas a acostar con ella?
    - ¡Ese no es tu asunto! Deja de meterte en mis cosas y ocúpate de tus asuntos. Si me acuesto o no con alguien es solo mi problema, ¿Por qué no te vas de una vez por todas con Cedric y a mi me dejas en paz?
    Los ojos de Fred llamearon con ira. De dos zancadas se puso a mi altura y me tomo de las muñecas con demasiada fuerza.
    - Entonces lo haces por celos. – me lo dijo como si fuese una afirmación, no una pregunta.
    - No te creas tan importante, -trate de zafarme de el sin éxito –además, esto te conviene. Si yo estoy fuera del camino podrás conquistar a Cedric y no tendrás que preocuparte de alguien tan molesto como yo.
    - George… -su voz pretendía ser amable.
    Volví a forcejear con el para escapar pero en el intento ambos caímos sobre la cama.
    Mi corazón empezó a latir furiosamente, y sentí como el rostro me ardía. ¡Maldito cuerpo delator! Tal vez mi mente quería repelerlo a toda costa pero mi cuerpo era sensible a su contacto.
    Lo mire directo a la cara, esperando a que saliera huyendo de inmediato pero no lo hiso. Parecía extrañamente sorprendido y su respiración se volvió agitada.
    El dolor en las muñecas comenzó a tornase insoportable y me replegué lo mas que pude sobre el colchón. Era inútil, podía sentir su cuerpo sobre el mío, al igual que su aliento. Mi lengua se trabo, no podía decir nada aunque quisiese. Pero tenia que hacer algo, de lo contrario podía hacer algo de lo que arrepentiría toda mi vida.
    - Suéltame… -mi suplica apenas si fue un susurro.
    Fred parpadeo varias veces, parecía como si no comprendía. Soltó un poco mis muñecas pero no lo suficiente para que pudiese escapar, solo para que no me dolieran.
    Mire nuevamente su rostro, con la suplica en mis ojos. El no pareció inmutarse, pero por su expresión parecía como si deliberara algo en su interior.
    - ¿Esto es lo que quieres? –pregunto, pero su voz era fría, seca.
    - Suéltame –volví a repetir, pero esta vez con mas convicción.
    - ¿Si hago esto entonces tu dejaras a Katty y mantendrás a salvo nuestro secreto?
    Por un momento no entendí lo que estaba diciendo, pero después de analizarlo practicante quede en shock.
    - ¿Pero que estupideces estas diciendo?
    - Dime George, ¿No era algo así lo que siempre imaginaste? ¿No querías tenerme de esta manera?
    - ¡Estas loco! ¿Acaso estas tomado?
    - Puede ser…
    Fred acerco su cara un poco mas a mi, ¡No podía ser verdad! ¿Acaso el iba a besarme?
    Justo cuando sentí que sus labios rosaban los míos el se detuvo y salto de la cama.
    Lo mire, yo estaba confundido por lo que había pasado. Por un momento pensé que realmente el me iba a besar.
    Pero entonces distinguí la escena un poco mejor.
    Fred estaba inclinado sobre el piso, con la mano fuerte mente apretado en la boca, como si se estuviera conteniendo las ganas de…vomitar.

    Harry


    Los pasos que se aproximaban hasta donde yo estaba hicieron que recuperara el conocimiento. Cuando el extraño llamado Neck casi me beso yo me había quedado como de piedra y ahora sentía como si me hubiesen salvado de un pavoroso destino. Aunque creo que había pensado demasiado aprisa por que el hombre que se aproximaba no era mas que Lucius Malfoy.
    - Neck… -comenzó a decir Malfoy. – Prometiste que no te meterías en esto.
    - Ok, ok, ya me voy. – justo cuando me di la vuelta para ver a Neck, el simplemente ya no estaba, como lo que hiso Neville. Se había esfumado.
    - Por tu bien, te recomiendo que no te acerques a ese hombre –me dijo el patriarca de los Malfoy. ¿Acaso había oído bien? ¿Aquel hombre me esta dando un consejo? No, no, no. Aquí de seguro se estaba tramando algo.
    Mire su expresión, tenia la certeza de que me miraría con desprecio y burla, como siempre me había mirado.
    Creo que estaba sufriendo de alucinaciones, si, eso. Por que solo en mis sueños Lucius Malfoy me sonreiría como lo estaba haciendo ahora mismo.
    - Con que resulta que eres un Katagaria – dijo con una sonrisa picara, lo que provoco que un estremecimiento recorriera mi cuerpo.
    No conteste, estaba demasiado sorprendido.
    - No tengas miedo de mi muchacho.
    - Claro… -como si no fuera él el causante de que casi muero cuando estaba en segundo.
    Comencé a caminar en dirección a mi cuarto pero Lucius Malfoy me detuvo cruzando en mi camino su bastón.
    - Tenemos que hablar Potter.
    - No tengo nada que hablar con usted.
    - Creí que tendrías preguntas, preguntas que ni siquiera tu amigo puede contestar sobre nuestra condición.
    “nuestra” esa palabra no me gusto, y mas si involucraba a esa serpiente.
    - Usted, ¿Contestaría todas mis preguntas? –era demasiado bueno para ser verdad.
    - Hasta la ultima.
    - ¿Por qué? ¿Creí que me odiaba? Además, existe aun la posibilidad de que yo sea un Arcadiano.
    - Si, lo se pero aunque lo fueras, tu no eres como esos humanos sin corazón. Tú eres algo más grande. Potter yo no te odio, es solo que algunas veces te pareces tanto a tu padre que… no importa. Mejor pregunta.
    - Bien, - me arriesgue, no perdía nada en preguntarle - Ron menciono que nosotros descendíamos de una estirpe maldita llamada Apolitas, ¿Quiénes son y de donde vienen? También quiero saber que es exactamente un cazador oscuro.
    - Me sorprende que Ronald no te lo haya contado, el saber que es un Apolita y un cazador oscuro puede alguna vez salvarte la vida. Potter… ¿Alguna vez has escuchado de un continente antiguo llamado Atlántida?
    - ¿La Atlántida? ¿Que tiene que ver un continente mítico con nosotros?
    - ¿Mítica? Potter, no has estado estudiando mucho.
    Le puse mala cara, no creía que precisamente él me diera sermones sobre mis estudios.
    - Veamos…
    “Atlántida.
    Legendaria. Mística. Dorada. Misteriosa. Gloriosa y mágica.
    Hay quienes afirman que nunca existió.
    Pero también hay quienes piensan que están a salvo en este moderno mundo de armas y tecnología he incluso de magia con una varita. A salvo de todos los antiguos demonios.
    Hay tontos que se aferran a su lógica y su ciencia, pensando que ellas van a salvarlos. Nunca serán libres o estarán seguros, no mientras se rehúsen a ver lo que hay delante de sus propios ojos.
    Porque todos los antiguos mitos y leyendas tienen origen en la verdad, y a veces la verdad no nos libera. A veces nos esclaviza aún más.
    Pero escúchame, y trata de ser imparcial, y dejame contar un cuento acerca de la historia del más perfecto paraíso que jamás existió. Más allá de los míticos Pilares de Heracles, en el gran Egeo, hubo una tierra una vez orgullosa que abrigó a una raza mucho más avanzada que cualquier otra anterior o posterior.
    Fundada en las antiguas brumas del tiempo por el primordial dios Archon, la Atlántida tomó su nombre de la hija mayor de Archon, Atlantia, cuyo nombre significaba "delicada belleza." Archon conjuró la isla con la ayuda de su tío, el dios del océano Ydor, y su hermana Eda –tierra— para otorgarle la tierra a su esposa Apollymi para que pudieran poblar el continente con sus frutos divinos, que tendrían todo el espacio necesario para crecer y juguetear.
    Apollymi lloró con tanta alegría ante su regalo, que sus lágrimas inundaron la tierra y convirtieron a la Atlántida en una ciudad dentro de otra ciudad. Islas gemelas rodeadas por cinco canales de agua.
    Allí, ella daría a luz a sus hijos inmortales.
    Pero pronto se descubrió que la gran Destructora, Apollymi, era estéril. A pedido de Archon, Ydor habló con Eda y juntos crearon una raza de Atlantes para poblar las islas y traer alegría nuevamente al corazón de Apollymi.
    Funcionó.
    Dorados y hermosos en honor a la reina diosa, los Atlantes eran muy superiores a cualquier otra raza humana. Por sí mismos le dieron placer a Apollymi y lograron que la gran Destructora sonriera.
    Amantes de la paz y justos, como sus antiguos dioses, los Atlantes no conocían la guerra. Ni la pobreza. Usaban sus mentes psíquicas y su magia para vivir armoniosamente dentro del equilibrio de la naturaleza. Le daban la bienvenida a todos los extranjeros que llegaban a sus orillas y compartían con ellos sus dones de curación y prosperidad.
    Pero cuando el tiempo pasó y otros panteones y otras personas comenzaron a desafiarlos, los Atlantes se vieron forzados a luchar por su patria.
    Para proteger a su gente, los dioses Atlantes entraron en un constante conflicto con el advenedizo panteón Griego. Para ellos, los Griegos eran niños que luchaban por la posesión de cosas que jamás entenderían. Los Atlantes intentaron ocuparse de ellos como cualquier padre lo haría con un pequeño furioso. Equitativamente. Pacientemente.
    Pero los Griegos no querían oír su antigua sabiduría. Zeus y Poseidón, entre otros, estaban celosos de las riquezas y la serenidad de los Atlantes.
    Sin embargo, era Apolo quien más codiciaba su isla.
    Apolo, un despiadado y astuto dios, se puso en acción para quitarles a los dioses mayores la Atlántida. A diferencia de su padre y su tío, él sabía que los Griegos nunca podrían derrotar a los Atlantes en una contienda abierta. Sólo desde adentro uno podría conquistar la antigua y avanzada civilización.
    Entonces cuando Zeus proscribió a la raza guerrera de Apolo, los Apolitas, de su Grecia nativa, Apolo congregó a sus hijos y los condujo a través del mar hacia las orillas de la Atlántida.
    Los Atlantes se compadecieron de la raza psíquica Apolita, los cuales parecían dioses, que había sido perseguida por los Griegos. Veían a los Apolitas como primos y los acogieron mientras acataran las leyes Atlantes y no causaran conflictos.
    Públicamente, los Apolitas hicieron lo que les decían. Hicieron sacrificios a los dioses Atlantes sin romper el pacto con su padre, Apolo. Cada año elegían a la más hermosa virgen entre ellos y se la enviaban a Delfos como una ofrenda a Apolo por su generosidad al darles un nuevo hogar donde un día reinarían como dioses.
    En el año 10,500 a.c. la hermosa aristócrata Cleto fue enviada a Delfos. Apolo se enamoró instantáneamente de ella, y le engendró cinco pares de gemelos.
    Fue a través de su amante y sus hijos que anticipó su destino. Al final, ellos lo conducirían al trono de la Atlántida.
    Mandó de regreso a la Atlántida a su amante y sus hijos, donde se casaron dentro de la familia real Atlante. Como los hijos mayores de Apolo se habían casado con los nativos Atlantes y habían mezclado las dos razas, haciendo a sus hijos aún más fuertes, también ellos lo harían. Sólo él mantendría pura la descendencia real para asegurar la fuerza y la lealtad de la corona Atlante para sí mismo.
    Tenía planes para la Atlántida y sus hijos. A través de ellos, Apolo gobernaría el mundo entero y derrotaría a su padre así como su padre había derrotado al anciano dios Cronos antes que él.
    Se decía que el propio Apolo visitaba a la reina de cada generación y engendraba al heredero Atlante en ella.
    Con cada último hijo que nacía, Apolo iba a sus oráculos para saber si ese hijo sería el que destronaría a los dioses Atlantes.
    Cada año le decían que no.
    Hasta el 9548 a.c.
    Como era su costumbre, Apolo visitó a la reina Atlante, cuyo rey había fallecido más de un año atrás. Apareció ante ella como un fantasma y engendró a su hijo mientras ella dormía y soñaba con su esposo muerto.
    Fue también ese año que los dioses Atlantes se enteraron de sus propios destinos. Porque la reina de los dioses Atlantes, Apollymi, quedó embarazada con el hijo de Archon.
    Luego de todos esos siglos de anhelar un hijo propio, finalmente el deseo de la Destructora le había sido concedido. Se dijo que la isla de la Atlántida floreció ese día, y que conoció más prosperidad que nunca antes. La diosa reina celebró gozosamente mientras le contaba la noticia a los demás dioses.
    En cuanto los Destinos escucharon su anuncio, observaron a Apollymi y Archon y proclamaron que el hijo no nacido de Apollymi provocaría la muerte de todos ellos.
    - Una por una, los tres Destinos pronunciaron una sola oración de profecía.
    - "El mundo como lo conocemos, terminará."
    - "Todos nuestros destinos descansarán en sus manos."
    - "Como un dios, cada capricho suyo será el dominio supremo."
    Aterrado por la predicción, Archon le ordenó a su esposa que matara al infante venidero.
    Apollymi se rehusó. Había esperado demasiado tiempo para tener su hijo como para verlo innecesariamente muerto debido a las palabras de las celosas Destinos. Con la ayuda de su hermana, dio a luz a su hijo prematuramente y lo escondió en el mundo mortal. Para Archon, ella parió un bebé de piedra.
    —He tenido suficiente de tus infidelidades y mentiras, Archon. De hoy en adelante has endurecido mi corazón. Un hijo de piedra es todo lo que tendrás de mí.
    Enfurecido, Archon la encerró en Kalosis, un reino inferior entre este mundo y el suyo.
    —Ahí te quedarás hasta que tu hijo esté muerto.
    Y entonces los dioses Atlantes se volvieron contra la hermana de Apollymi hasta forzar una confesión de ella.
    —Él nacerá cuando la luna trague al sol y la Atlántida sea bañada por una oscuridad total. Su majestuosa madre llorará por miedo a su nacimiento.
    Los dioses fueron a la reina Atlante, ya que el nacimiento de su hijo era inminente. Como había sido predicho, la luna eclipsó al sol mientras ella luchaba por dar a luz, y cuando su hijo nació, Archon ordenó que el bebé fuera asesinado.
    La reina lloró y le rogó a Apolo que la auxiliara. Seguramente su amante no permitiría que su hijo fuera asesinado por los dioses más ancianos.
    Pero Apolo la ignoró y ella vio desamparadamente cómo mataban a su hijo recién nacido frente a sus ojos.
    Lo que la reina no sabía era que Apolo ya había sido informado de lo que sucedería y no era su hijo el que ella llevaba, sino otro niño que él había cambiado en su vientre para salvar al propio.
    Con la ayuda de su hermana, Artemisa, Apolo había llevado a su hijo a casa, en Delfos, donde el niño fue criado entre las sacerdotisas de Apolo.
    Como los años pasaron y Apolo no regresó a la reina Atlante para engendrar otro heredero, su odio por él creció. Despreciaba al dios Griego que no podía ser molestado para darle un hijo que reemplazara al que había perdido.
    Veintiún años después de haber presenciado el sacrificio de su único hijo, la reina se enteró de otro hijo engendrado por el dios Griego Apolo.
    Este había nacido de una princesa Griega que había sido otorgada al dios como una ofrenda, con esperanza de inclinar la bendición del dios hacia los Griegos, que estaban en guerra con los Atlantes.
    En cuanto las noticias llegaron a la reina, su amargura interna aumentó hasta que su corriente la abrumó.
    Convocó a sus propias sacerdotisas para preguntarles dónde podría ser encontrado el heredero de su imperio.
    —El heredero de la Atlántida reside en la casa de Ancles.
    La misma casa donde había nacido el nuevo hijo de Apolo.
    La reina gritó indignada ante la proclamación, sabiendo que Apolo había traicionado a su propio hijo. Ellos habían sido olvidados mientras él forjaba una nueva raza para reemplazarlos.
    Llamando a sus guardias personales, la reina los envió a Grecia, para asegurarse de que la amante de Apolo y su hijo fueran asesinados. Jamás permitiría que ninguno de ellos se sentara en su amado trono.
    —Asegúrense de desgarrarlos, para que los Griegos crean que fue hecho por un animal salvaje. No quiero que quede nada que los haga mirar hacia nuestras orillas por esto.
    Pero como con todos los actos de venganza, este también fue revelado.
    Angustiado, Apolo, sin pensarlo, maldijo a su raza una vez elegida.
    "Una plaga a todos aquellos que nazcan Apolitas. Que cosechen todo lo que han sembrado este día. Ninguno de ustedes vivirá más allá de la edad de mi preciosa Ryssa. Todos perecerán dolorosamente el día de su vigesimoséptimo cumpleaños. Como actuaron como animales, se convertirán en ellos. Encontrarán alimento sólo en la sangre de sus iguales. Y nunca jamás podrán caminar por mi reino, donde los veré y seré forzado a recordar qué fue lo que hicieron para traicionarme." (extracto original de la novela 03 cazadors oscuros).


    - ¿Qué quiere decirme entonces con esto? -pregunte, la historia había sido impresionante pero todavía tenia muchas interrogantes.
    - Lo que quiero decirte es que nosotros procedemos de esa especie maldita llamada Apolitas.
    - Eso ya lo se, Ron me lo explico y también me conto la historia del rey de Arcadia y como nacimos nosotros.
    - Que bien, entonces también te habrá dicho que los Apolitas aun rondan en este mundo, incluso en el reino de los magos.
    No, eso no me lo había dicho.
    - Entonces ellos, ¿realmente mueren a los veintisiete?
    - Unos si, otros no. –Lucius miro con tristeza hacia la ventana.
    - Pensé que había dicho que morían a esa edad.
    Espere hasta que el continuara la historia, mientras me senté en el piso y me recargue en la pared. Ya era tarde, y sentía el peso del cansancio sobre mis hombros, ¿Cuánto mas podría seguir despierto?
    - Cuando un Apolita llega e esa fatídica edad tienen una opción para sobrevivir. Ellos se convierten en unas criaturas llamadas Daimons, seres que extraen el alma de los humanos para sobrevivir. Pero esa alma se consume en el cuerpo de los Daimos con rapidez por lo cual, necesitan almas mas fuertes, como la nuestra.
    - ¿Esta tratando de decirme que los Daimos nos cazan?
    ¿Por qué Ron no me había dicho algo tan importante?
    - Si, esa es la razón por la Artemisa creo a los cazadores oscuros. Ellos son guerreros de tiempos pasados, que cada noche salen a cazar a los Daimos para liberar las almas de aquellos humanos que residen sobre esos demonios.
    A pesar de que quería seguir escuchando, no supe cuando fue pero mis ojos se serraron. Lo ultimo que recuerdo fue como unos brazos me sostenían.



     
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