Nuestra vida destinada

Harry Potter/Draco Malfoy

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  1. majo-san
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    Nuestra vida destinada



    Resumen: Un destino marcado desde el pasado. Su encuentro nunca debió de haberse cumplido y un rubio llorara la perdida de su amor y hará sufrir a aquellos que debería mantener alegres ¿Pero es que nadie podía entender que ellos dos no podían estar juntos?

    Disclaimers: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son de J. K. Rowling

    Personajes: Draco Malfoy/Harry Potter

    Advertencia: AU / Mpreg /Incesto / Lemon /

    Género: Romance / Humor / Angustia /

    Clasificación: NC-17


    Prologo

    James gemía por su toque. Lo sentía envestirlo y le susurraba al oído cuanto lo amaba. Sabía que había cometido el error mas grande de su vida casándose con Lily Evans, pero él no estaba en su vida cuando ya estaba casado con la pelirroja.
    Cuando lo conoció, fue como si una venda fuese arrancada se sus ojos y la segunda vez que lo vio - y que después de un tiempo supo no fue una coincidencia - se entregaron a una pasión que no se podía explica hasta la fecha.
    Llevaba 3 años casado con Lily y más de un año con su amante.
    Cuando lo conoció le dijo en su primer encuentro que era casado y él, con esa sonrisa que podía calentar el polo, le dijo que también, pero que no le importaría ponerle los cuernos a su esposa por un buen polvo con él. Lógicamente eso enfureció a James en un principio, pero al llegar a su casa, se tiró a su esposa de una manera casi animal, cosa que la pelirroja aprecio gratamente. Ya para la segunda vez que se vieron, el otro prácticamente lo había arrastrado al baño del club donde se encontraban y tuvieron una sesión de sexo espectacular.
    Ahora se encontraban en la cama, luego de una se sus mas que calurosas sesiones de amor. James apoyaba su cabeza en el pecho del otro.
    — ¿En que piensas? —Le preguntó su amante, mientras que acariciaba una de sus piernas y lo obligaba a que la subiera y quedara sobre su pelvis, para darle mejor alcance y así poder acariciarlas mejor.
    —Nada, sólo que Lily parece sospechar algo, pero no lo se, es raro.
    —No te preocupes —le dijo tomando su barbilla —nada malo va a pasar.
    Con esas ultimas palabras se quedaron dormidos, esperando que unas horas de sueños los ayudara a repones las energías que el sexo les quitaba.
    El tiempo pasó y ellos se veían cada vez menos, hasta que un día, sin decir nada ni explicar menos. Se dejaron de ver.
    James no volvió a llamar a su amante. Lily le había comunicado que estaba embarazada y que sabía todo lo que él había estado haciendo. James quedó congelado en su sitio, cuando ella, con toda la delicadeza que una mujer engañada puede tener, le tiró en la cara unas fotos. Fotos que lo mostraban a él con su amante, mientras que entraban en un motel.
    En un principio lo negó todo. Aduciendo a que era un amigo y que fueron allí para tomar un trago. Cosa que la pelirroja rebatió con fotos indiscretas que lo mostraban a él y su amante en un rincón de la plaza en la que se solían juntar, compartiendo un apasionado beso. Para James eso fue demasiado y ya no pudo decir que no. Ella le dijo que estaba embarazada y que lo perdonaría en nombre de su hijo. Se lo comunicaron a todos sus amigos y la voz se empezó a correr. En unos días se supo en todo el mundo mágico que el auror James Potter y su mujer Lily Evans, iban a ser padres.
    El problema para James no termino ahí. James extrañaba enormemente a su amante y por más que tratara de contactarlo, nada en el mundo lo podía lograr. Hasta que un día su mundo se puso de cabeza. En la portada del profeta estaba el anuncio de que su amado iba a ser padre. Por primera vez pudo entender el dolor que había sentido su amante. Por que estaba seguro, que eso que sentía en su corazón, era el dolor de la perdida. El anuncio era inmenso, hablaba de todas las alabanzas que le podían dar a la pareja "Lucius Malfoy y su esposa, la hermosa Narcisa Black, anunciaron que esperan a su primer hijo" Eso fue como un balde de agua fría y por un momento creyó que se desvanecería... y lo hizo.
    Cuando despertó lo hizo en el medico. Lily lo había encontrado y luego de quemar el periódico que su esposo tenía agarrado en su mano. Lo transportó a San Mungo en donde un medimago habló con ella en privado. A James le extrañó el encontrarla tan feliz, pero ella solo le dijo que estaba tranquila de que no tuviera nada, pero luego salió de la sala y no volvió hasta la madrugada.
    El tiempo pasó y los amigos de James se tuvieron que conformar con ir a verlo a casa y ver como día a día se sumergía más en su propio sueño. Nadie entendió por que James entró en coma de un día para el otro. Según Lily, el golpe que se había dado en la cabeza lo había dejado en un coma, del que no tenían idea, cuanto tiempo lo tendría dormido.
    Los meses pasaron y con ello, el embarazo de Lily fue avanzando, pese a que su esposo no podía estar con ella.
    Remus, Sirius y una amiga de Lily, Jane. Pasaban mucho tiempo con ella. Vivieron todo el embarazo de la chica y el estado de coma de James.
    Un día Sirius y Remus se enteraron por Jane de que Lily había dado a luz y fueron a verla de inmediato. La mujer solo les informó que estaba sola con su esposo cuando vinieron los dolores de parto y llamó a Jane, quien en tiempo record estuvo a su lado y la ayudó con el parto y luego la llevo a San Mungo donde la revisaron. A ella y a su bebé. A Harry.
    Era realmente hermoso. Piel clara y cabello oscuro. Era una copia de James. Sirius dijo como broma, que no tenía por donde negarlo. Cosa que molestó a Lily y le pidió que no volviera.
    Sirius se molestó mucho con la chica, pero por Remus, que le pidió no hacer problemas, se alejó de la casa por una temporada. Cosa que no pudo hacer más, ya que la amenaza de Voldemort los hizo acercarse más a la pareja.
    James despertó de su coma. Un día de verano y fue una sorpresa para los demás. Con lágrimas en los ojos vio a su bebé, que lo miraba atentamente. Era tan hermoso. Su bebé. Su hijito.
    Un sentimiento fuerte se formó en su alma cuando el niño agarró su manito y un hilo de magia los unió. El vinculo que une a un mago con su hijo.
    Lily estaba más amable que nunca. Dejaba al bebé a su cuidado, mientras ella se encargaba de la casa y las compras. James le pedía que descansara, pero ella siempre le decía que estaba bien. Harry tenia mas de siete meses, por lo que sus heridas de parto ya habían cicatrizado, en cambio James seguía en cama por su resiente despertar.
    Los meses pasaron y James permanecía junto a Harry todo el tiempo que podía. Dumbledore había predispuesto que se protegieran bajo un Fidelio y fue Petter el que quedó a cargo del secreto. Ya que Lily aun estaba molesta por la insinuación, completamente inocente, que le había hecho Sirius.
    Pero un día James sintió que su mundo se pondría de cabeza. Encontró a Lili hablando con un hombre. Él había salido con Harry a dar un paseo y habían vuelto antes, ya que el niño tenia un poco de frió. Fue ahí donde la encontró.
    —No tengo por que darte mas dinero. Creo haberte pagado lo suficiente por tu trabajo.
    —En eso se equivoca, señora Potter —le dijo con desprecio —yo le di una cifra y usted aun no la cumple.
    —No le daré un galeón más.
    —Bien, entonces aténgase a las consecuencias.
    —No me amenaces Royal.
    —Yo no la amenacé mi señora, solo le digo, que si no quiere que su esposo se entere de que “él” fue quien dio a luz a los bebés y que usted me pagó para que los separa y le diera al otro niño a esa mujer y que al pequeño Harry lo dejara como su hijo, tendrá que pagarme todo lo que le pedí.
    — ¡¿Qué fue lo que dijo?!
    La voz, proveniente del pasillo alertó a la pelirroja del descuido que había cometido. El hombre palideció y desapareció por la chimenea, como el cobarde que era.
    —James yo…
    — ¿Cómo que yo los tuve? ¿Cómo que son dos? ¿Dónde esta mi otro hijo?
    —James, no se de que habla ese hombre.
    — ¡Oh, claro que lo sabes! —Le dijo acercándose peligrosamente a la mujer, luego de dejar a Harry en el sillón — ¡Tú, maldita puta! ¡¿Dónde esta mi otro hijo?!
    — ¡Nunca lo sabrás! —Le gritó armándose de valor —ese será tu calvario por haberte embarazado de ese mortífago.
    — ¡Por lo menos ese mortífago me ama! —Retrocedió ante lo que había dicho —Dios, Luc. No sabe que es el padre de Harry.
    — ¡Y tampoco lo sabrá! —Se acercó al niño y lo tomó en brazos —Harry es mi hijo. Yo lo he cuidado todo este tiempo.
    — ¡Entrégame a mi hijo, puta de mierda! —Se iba a acercar cuando una fuerte explosión los hizo retroceder.
    En la puerta de la casa estaba el ser mas oscuro y maldito que había conocido la historia.
    James se aterró por lo que estaba viendo. Voldemort estaba en su casa y lo más probable es que fuera por ellos. Por Harry. Miró la cara aterrada de Lily y solo una idea pasó por su cabeza.
    — ¡Lily, corre!
    La mujer lo miró y corrió a la habitación del niño con él en brazos. Lo dejó en la cuna y trató de ver que podía hacer para huir de allí, cuando la puerta fue destrozada con un hechizo.
    Tomó al niño en brazos y lo apretó contra su pecho. El instinto de madre que toda mujer lleva dentro, le dijo que tenía que protegerlo con todas sus fuerzas.
    —Entrégame al niño —la voz del mago le congeló la sangre, pero aun así no lo hizo, solo lo abrazo mas —tú te lo buscaste… Avada Kedavra —la mujer recibió el golpe en la espalda y dejo caer el cuerpo del bebé a la cuna que empezó a llorar al instante, al no sentir los brazos de sus supuesta madre — es tu turno… Avada Kedavra —el ataque llegó al bebé y este rebotó contra el Lord.
    Voldemort estaba muerto y Harry James Potter Evans era el niño que vivió. Un pequeño huérfano y que supuestamente perdió a sus padres en ese ataque.

    13 años después.

    Harry miró a su novio y le sonrió. Nadie podía saber que ellos estaban juntos. Todos debían pesar que ellos eran enemigos. Enemigos desde que se conocieron, nada mas alejado de la realidad. Ya que Harry tenía un novio, desde hace dos años, mismo que fue su amigo secreto desde que entró a Hogwarts. El príncipe de la casa de las serpientes. Draco Malfoy.



    Nuestros inicios.

    — ¿Estas seguro de esto dragón? Mira que de lejos se nota que Lucius no me aprecia ni tantito.
    Estaban en una plaza alejada de la casa de los tíos de Harry. Se sentaron en una banqueta y Draco apoyaba la cabeza en las piernas de su novio, que acariciaba sus cabellos con delicadeza, como si pudiera quebrar esos hilos de oro, que ahora se escurrían entre sus dedos.
    Recordaba como se habían conocido. Desde el primer momento que lo vio. Algo en él se prendió y le dijo que aquel bello ángel tenía que ser suyo. Siempre se caracterizo por ser egoísta. No le gustaba compartir nada, ni sus padres, ni sus juguetes, ni sus amigos. Todo eso por que siempre fue criado como lo que era, un hijo único.
    Harry y él se conocieron en la tienda de túnicas de madame Malking y se quedaron como hechizados mirando al otro. El morenito le había contado que era huérfano y que vivía con sus tíos muggle. Mientras que el rubio lo reconoció al instante “Era Harry Potter”
    Desde pequeño su madre siempre le contó las fabulosas historias, que hablan de un niño. Un pequeño niño de un año que fue capas de destruir el mal a manos del más temido de los magos oscuros, un niño que se transformó en su héroe y al que poco a poco comenzó a idolatrar.
    Desde ese día, el día en que sus miradas se cruzaron, no pudieron volver a separarse.
    Harry no conocía nada del mundo mágico y Draco era un joven aristocrático que lo que conocía. Lo sabía de relatos o libros. Poco de lo que había afuera había sido visto por sus propios ojos. Nunca nadie lo dejó solo.
    Narcisa lo protegía hasta del aire.
    Lucius lo protegía de su más grande peligro. Lord Voldemort. Por él estaba de su lado. Por él mataba y dañaba. Por él haría lo que fuera y Lucius sabía que por él, mataría hasta al hijo del que fue su amante y al que hasta el día de hoy, seguía amando en secreto.
    Draco creyó que lo mejor sería que nadie supiera de su infantil amistad. Podrían decir que lo influenciaba y él no quería darle problemas a su ídolo, pero de más esta decir que esas pequeñas disputas en los pasillos del castillo, eran una verdadera diversión para ambos jóvenes.
    Un día las cosas se dieron vuelta. Estaba terminando el segundo año de Hogwarts y Harry se había enfrentado a un recuerdo de Voldemort, que estuvo a un paso de quitarle la vida.
    Fue en ese momento en que Draco se dio cuenta de la verdad. El dolor que sintió cuando lo encontró inconsciente en la enfermería, la angustia que lo embargaba cada vez que trataba de saber de él, pero la maldita comadreja y la sangre sucia, no le daban un tiempo de tranquilidad a SU Harry. Si, por que Harry era suyo. Y así se lo hizo saber.

    Entró a la enfermería, cuándo nadie estaba en el interior y se aproximo a la cama de Harry.
    Lo miró y supo que con un simple movimiento lo podría despertar, pero se quedó mirándolo por unos segundos. Sus ojos serrados le impedían disfrutar de sus hermosas gemas. Su piel pálida a la luz de la luna, le daba un efecto casi místico. Todo en Harry le gustaba y estiró una mano para correr el rebelde cabello que se posaba sobre su rostro y se enredaba con sus pestañas.
    El movimiento repentino alertó a Harry y rápidamente se levanto deteniendo el avance de la mano, mientras la sujetaba por la muñeca. Trató de enfocar, pero se le hacia difícil sin sus lentes.
    —Tranquilo, Harry. Soy yo.
    La voz firme de Draco, emitida en un suave murmullo, lo calmó al instante.
    —Draco. ¿Qué haces aquí?
    —Necesitaba saber si estabas bien.
    Se sentó a su lado y Harry se acomodó mejor en la cabecera de la cama. Había echado de menos a Draco y sabía perfectamente que la razón de su desaparición por tantos días, se debía a la estancia de Ron y Hermione en la enfermería. Sabía que mientras ellos estuvieran, Draco no pisaría el lugar, por lo que solo tendría que esperar.
    —Estoy bien Dra…
    Las palabras murieron en su garganta y sus ojos se abrieron de tal manera, que todo el eje de sus ojos se vio a distancia. Draco, su amigo, su confidente, su defensor… Lo estaba besando. ¡Oh buen Merlín! Que beso tan increíble. Cerró los ojos y se dedicó a disfrutar. Solo tenia doce años y creía que podría morir y ser feliz al haber sentido todo lo que estaba sintiendo en ese momento.
    Draco no sabía si lo que había hecho estuvo bien, pero quería hacerle saber lo mucho que lo quería y lo preocupado que estuvo de él, cuando no pudo encontrar razones de su estado de salud.
    Los labios de Harry le sabían a gloria y quería que su morenito también lo sintiera. Deslizó su lengua por los labios de Harry y cuando tubo la oportunidad la metió dentro de su pequeña boca y con ella empezó a “tantear el terreno”
    Harry ahogó un gemido en la boca de su amigo. Eso era muy diferente a lo que había sentido antes. Diferente, pero definitivamente mejor.
    Sus lenguas jugaban en la boca del otro y la saliva escurría por sus barbillas, perdiéndose en sus pechos.
    Estuvieron así hasta que el poco aire que aun les quedaba, les dejara continuar con su conocimiento.
    Draco separó su boca de la de Harry e hilo de saliva aun conectaba sus bocas. Junto sus frentes y se miraron directamente a los ojos. No dijeron nada solo se contemplaba y no supieron como volvieron a unir sus labio.
    Esta vez Harry también participo del beso y en un impulso involuntario pasó sus brazos alrededor del cuello de Draco.
    Cuando se separaron, Draco ya lo entendía todo.
    —Creo que te amo.
    Harry les sonrió y en vez de hablar lo volvió a besar.

    Ese día empezaron a ser novios y en tercero su relación se hizo más fuerte.
    Draco vigilaba cada uno de los pasos de Harry. Ya que un maniático asesino iba tras sus huesitos y se dijo a si mismo que dejaba de ser un Malfoy, si dejaba que Sirius Black lastimara a su novio.
    Todo pasó de un mal entendido. Una nueva trampa puesta por los mortífagos y ahora contaba con la ayuda de Sirius para proteger a su novio.
    — ¿En que piensas, Draco?
    El rubio miró hacia arriba y pudo ver los hermosos ojos de su amor, brillando por la luz de la luna. Igual al día que se habían confesado.
    —Nada Harry, solo recordaba el día que volví a la vida.
    — ¿He?
    Harry lo miró dudoso y Draco utilizó ese descuido y se levantó de su cómoda postura para besarlo hambrientamente.
    Su relación no había pasado de los besos, pero para ellos era suficiente por el momento. O por lo menos eso pensaba Harry, que había sido criado diferente a Draco. Que por su parte había visto demasiado y deseaba su cuerpo como un hombre.
    —Sobre lo que me preguntaste. No te preocupes. Mí padre no te haría nada y además estaremos en un torneo de Quidditch, rodeado de gente y no podría lastimarte aunque quisiera.
    —Lo que no quita que lo trate luego de que le digas la verdad.
    —No te preocupes por eso pequeño.
    — ¡No me digas pequeño!
    — ¿Por qué? Eres mas pequeño que yo —le dijo parándose delante de él, acto que Harry repitió al instante y que era precisamente lo que estaba buscando Draco, para abrasarlo por la cintura y acercarlo a su cuerpo —Vez, eres más pequeño, pero eso me encanta.
    —Draco.
    Su nombre pronunciado con amor. Un amor tan infinito como el que el mismo le tenía.


    La noticia

    El día del torneo de Quidditch había llegado y en la mansión Malfoy se respiraba un aire tenso.
    Lucius miraba a su hijo con curiosidad.
    Draco había estado evitándolo por casi una semana. Se escapaba a escondidas creyendo que nadie lo notaba, pero él era un mortífago. Entrenado para saber lo que se trataba de ocultar. Sabía que Draco le saldría con una sorpresita. Algo le decía que era algo que no le gustaría para nada.
    Sentados en la mesa de la mansión Malfoy. Los tres integrantes de la familia se afanaban en sus propios asuntos. Hasta que Draco creyó que ya era la hora.
    —Padre, Madre, tengo algo que decirles.
    Su voz no había salido tan firme como pretendía que fuera y eso lo notaron los dueños de casa.
    —Hijo, dinos lo que sea, sabes que te apoyaremos en lo que sea.
    Narcisa era una mujer recta, si algo le molestaba lo sacaba de su camino y se olvidaba de que en algún momento le molestó.
    Lucius, en cambio, no dijo nada. Se quedó a la expectativa, analizando las cosas que su único hijo le tuviera que decir. Sin saber que eso era algo que cambiaria su vida para siempre.
    —Tengo una pareja.
    Lucius y Narcisa se miraron entre ellos. Eso no se lo esperaba ninguno de los dos o por lo menos no tan pronto.
    —Bien Draco. Espero que sea una joven decente y de buena familia.
    —De hecho madre —la miró a los ojos buscando valor. El valor que en estos momentos le empezaba faltar —No una chica, es un chico.
    Los padres del rubio se volvieron a mirar entre ellos y creyeron que lo mejor seria intervenir desde ya.
    —Hijo, sabes que nunca se te a prohibido nada, pero debes saber que también esta en ti el que continúes con el linaje de la familia Malfoy.
    —Y lo se padre, pero existen pociones…
    —Poción que espero no utilices tan pronto.
    —Madre, solo les estoy contando que tengo novio, no que lo deje embarazado.
    —O sea, que ya mantienen relaciones sexuales.
    —No padre —sus mejillas se sonrojaron —Digamos que él aún no esta preparado para eso.
    — ¿Y tú si?
    Draco miró a su padre con firmeza. Su padre sabía que desde pequeño se le inculcaron clases de sexualidad, por lo que obviamente sabía como podía hacer para que él y su pareja tocaran las estrellas en una noche de pasión, pero por respeto no contestó a la pregunta de su progenitor.
    Narcisa, notando la tensión que se había extendida en la mesa, trató de suavizar el tema.
    —Y dinos hijos ¿Quién es el afortunado que se robó tu corazón?
    —Bien, él... —por un momento, Draco dejó de sentirse tan seguro como lo había estado —Él es un chico genial, es muy inteligente y hábil.
    — ¿Alguna razón por la que estés dándole tantas vueltas al asunto?
    —No padre, no es eso, sólo que no se como reaccionarán.
    —No te preocupes Draco, no es como si nos fueras a decir que eres pareja de Harry Potter.
    Narcisa le sonrió y luego su sonrisa se esfumó al ver la palidez en la cara de su hijo.
    Lucius, que había dejado de comer cuando su esposa lanzó esa absurda teoría, se quedó mirando a Draco fijamente. Primero blanco, luego rojo y ahora más blanco.
    — ¡Imposible! —Se puso de pie y golpeo la mesa con las manos.
    — ¡Padre! —Le dijo parándose también
    — ¡Te lo prohíbo, Draco! —Le dijo furioso, sin saber muy bien por que — ¡Te prohíbo que tengas cualquier tipo de relación con el mocoso ese!
    — ¡No puedes impedirme que lo ame!
    — ¡Cállate! —Se acercó a su hijo y lo agarró por los hombros — ¡Escúchame bien Draco, o te alejas de Potter o lo próximo que verás será su cabeza en una bandeja de plata!
    — ¡Lucius!
    — ¡Silencio, Narcissa! —Le gritó al tiempo en que volvía a mirar a Draco a los ojos —espero que me hayas entendido Draco, por que si no, la muerte de tu pareja pesará en tu conciencia.
    Lucius Malfoy abandonó el comedor dejando a un muy cabreado Draco y una impresionada Narcisa en él.
    Atravesó los pasillos esperando no encontrar nadie en su camino. Llegó hasta su despacho y cerró la puerta de un azote.
    No podía creer lo que estaba pasando. La historia se volvía a repetir, pero esta vez sus hijos estaban involucrados en ello.
    Draco Malfoy enamorado y pareja de Harry Potter. Como en su tiempo lo estuvieron James y él.
    Se acercó al bar que estaba en una esquina y se sirvió un baso de Fire Whisky, el cual consumió de un solo trago.
    Sabía que Draco no lo obedecería. Vio el reto en su mirada, decorada entre pestañas que lo desafiaban.
    Draco no dejaría al mocoso ese. Y lo peor es que estaba arriesgando su vida en el proceso. El mocoso estaba en la mira de Voldemort y quitaría a cualquiera de su camino para llegar a él. Incluso a su hijo Draco.
    Escuchó que golpeaban la puerta, pero no dijo nada. Vio que aun así la abría y por allí aparecía la cabeza de Draco. Sabía lo que le diría, pero aun así lo dejó continuar.
    —No lo dejaré, padre —Draco se paró firmemente en su lugar —aunque el maldito del Lord vaya tras él. Yo estaré para protegerlo y no dejaré que tú ni nadie le pongan un solo dedo encima.
    Sin decir más, ni tampoco esperar una respuesta, salió del lugar.
    Lucius volvió a llenar su vaso y miró a través de este.
    —La historia se vuelve a repetir, pero esta vez mi hijo fue más valiente — abrió el cajón del escritorio y sacó una foto mágica. En ella aparecía James y le lanzaba besos con la mano, para luego guiñarle un ojo — Si sólo te hubiese defendido.
    La guardó nuevamente y esta vez con rabia. Ya no podía seguir así. Llorándolo en la oscuridad y sin dejar que nadie lo supiera.
    Draco entró en su habitación azotando la puerta tras él.
    — ¿Cómo se atreve?
    —Cálmate Draco —le dijo Narcisa llamándolo para que se sentara a su lado —Verás que todo se solucionará.
    — ¿Qué haría yo sin ti, madre? —Le dijo al tiempo en que se dejaba abrazar.
    Draco no sabía y no pudo ver, la sonrisa satisfecha en el rostro de su madre.

    Enfermo

    Draco estaba furioso. No podía entender el odio desmedido que su padre le tenía a su novio. ¿Cómo se supone que podría tener una relación normal si su propio padre iba tras la cabeza de su amor?
    Decidió arrancarse nuevamente esa noche. Tenía que cerciorarse de que Harry estuviera bien. Sabía que esos malditos Muggles no podrían con él. Aun así, tenia la sensación de que algo malo le podría pasar a su niño.
    Cerró la puerta de su habitación con un fuerte hechizo, con tal de que nadie pudiera entrar, mientras él no se encontrara. Salió por una ventana y cuando llegó al jardín activo el traslador que tenía colgado del cuello. Una hermosa llave de plata que tenia grabado su inicial y la de su novio.
    Llegó a unas calles cerca de la casa de Harry y tranquilamente se encaminó hacía allá. La cosa era tratar de no llamar la atención. Algo completamente difícil tomando en cuenta la ropa de apariencia cara que llevaba y lo atractivo que era. Algo que le ayudó fue el hecho de que la luz de la luna no le diera directamente.
    A la distancia pudo divisar la ventana del cuarto de su amor, veía que las luces de la casa se estaban apagando una por una y luego la de su habitación se prendía.
    Le hervía la sangre el recordar que esos malditos Muggles lo tratan como un esclavo y su niño no podía hacer nada por ahora. Solo esperara que Sirius lograra su custodia lo antes posible, así dejaría de sufrir por el capricho de unos idiotas que no valoraban el poder impresionante que corría por sus venas.
    Harry estaba en su habitación. Había estado trabajando todo el maldito día, sin poder haber descansado ni un solo minuto. Claro, las cosas habían mejorado un poco en ciertas cosas, como en las raciones de alimentos que le eran suministrados o que él mismo se administrara, ya que, al parecer, sus tíos lo detestaban aún más que antes y trataban de ignorarlo lo mas posible, por lo menos eso es lo que le daban a entender.
    Se arrojó a su cama y trató de no pensar en el molesto hormigueo que sentía por todo el cuerpo. Sentía que cada uno de sus músculos pesaban mas de lo normal y lo atribuyó al trabajo arduo que había tenido ese día. Su mente trató de volar, pero algo lo mantuvo despierto.
    Un sonido en la ventana lo distrajo y se giró rápidamente apuntando con su varita.
    —Amor, no querrás quedarte solo ¿Cierto?
    —Draco, me asustaste.
    Se apresuró a ayudar a su novio a atravesar la ventana y poder entrar. Le hubiera encantado poder lanzar un hechizo a la puerta de su habitación, pero lo tenía prohibido. Notó que Draco estaba nervioso, lo veía pasearse de un lado al otro y no pronunciar ninguna palabra.
    >> ¿Draco?
    El rubio lo miró de frente y se acercó rápidamente para abrazarlo.
    —Se los dije —Harry no entendió muy bien que quiso decir con eso —les dije a mis padres sobre nosotros.
    Harry se aterró por lo que pudieran haberle dicho los mayores. Sabía que Lucius lo detestaba tanto o más que un dolor de muelas y de Narcisa no dudaba que pensara lo mismo. Por lo que se limitó a levantar el rostro de su pareja y besarlo dulcemente, por lo menos trataría de distraerlo un poco.
    Draco dejó que su novio lo mimara un rato. Toda la discusión con Lucius lo había estresado. Pero algo no estaba bien con el beso de su pareja y no era que no lo disfrutara tremendamente. Sólo que sus labios, normalmente suaves, ahora se sentían demasiado resecos y partidos. Alejó a Harry de si mismo y lo miró más detalladamente. Sus ojos brillaban aún más de lo que lo hacían normalmente y sus mejillas estaban sonrojadas, y dudaba que fuera por el beso. Recargó sus frentes y ahí fue donde todas sus alarmas se encendieron.
    — ¡Harry, estás ardiendo en fiebre!
    El morenito lo miró con curiosidad sin entender muy bien lo que decía su novio, pero algo raro notó. Su cuerpo se sentía liviano y la pieza empezó a darle vueltas.
    Draco se demoró dos segundos en darse cuenta de que su pareja estaba apunto de perder el sentido, por lo que alcanzó a sostenerlo y lo depositó en la cama.
    Se apresuró a revisarlo y notó que su cuerpo entero ardía por la fiebre y lo más probable es que ni siquiera lo haya notado.
    Tenía unas ganas tremendas de ir a la habitación de esos malditos muggle, que seguramente había propiciado el que su novio se encontrara en esas condiciones, pero se contuvo. Tenía que ver por su pareja y no podía realizar magia en ese maldito mundo, por lo que solo le quedaba una salida.
    — Harry, amor. — Lo llamaba para que reaccionaba, pero el moreno apenas y habría sus hermosos ojos — volveré enseguida. Iré a casa por alguna poción para bajar tu fiebre.
    Draco se acercó para besar la frente de su pareja, pero antes de que pudiera levantarse fue atraído por los brazos de Harry que lo miraba con dolor.
    — Por favor… no me dejes.
    La voz llena de suplica de su amado lo llenó de dolor, pero debía hacerlo por él. Se alejó tratando de no mirar atrás, por que sabía que si lo hacía no podría separarse de su pareja.
    Llegó a un sitio baldío y rápidamente activó su traslador. Lo tenía conectado con su habitación, por lo que sabía, no tendría problemas para entrar a la mansión sin ser descubierto, pero al llegar percibió que prendían la luz de su cuarto. Se giró rápidamente y con dolor, vio a su padre junto a la puerta de su recamara.
    — Me decepcionas Draco.
    El menor no le dijo nada, sólo se dirigió a su cómoda y sacó de ahí una caja llena de viales con diferentes pociones.
    — Draco, te estoy hablando.
    La voz de Lucius sonó aún más molesta de lo que parecía y con horror vio que se acercaba y le arrebataba la caja de viales, haciéndola desaparecer con el pase de su varita.
    — ¡¿Cómo te atreves?!
    Draco estaba furioso. Ahora no sabia que hacer para ayudar a su novio.
    — Trato de que entres en razón, pero, por lo que puedo apreciar, no eres capas de mantenerte ni en tu propia habitación.
    Narcissa se mantenía la margen de la discusión, sabía que cuando Lucius discutía con Draco no había nada que lo pudiera distraer, por lo que simplemente se ahorra el mal rato.
    — Y te dije que nada me separaría de Harry. — Bajó la cabeza, no quería que su padre lo humillara más en esa noche — Ahora él esta enfermo y yo no soy capas de ayudarlo.
    — Eso se debe a su sangre mestiza. Si fuera un mago de buena cuna nada de eso sucedería.
    — ¡Basta ya! — Narcissa ya había aguantado demasiado, pero no podía tolerar que alguien hiciera sufrir así a su hijo.
    La rubia se acercó a Draco y le extendió un vial.
    — ¿Madre?
    Miró dudoso la poción que ahora descansaba en sus manos y no sabía muy bien el por que del actuar de su madre.
    — Ve con tu pareja hijo. Dale ese vial y lo más probable es que pueda dormir tranquilamente y la fiebre baje.
    — ¡Narcissa! — Lucius miraba a su mujer con ira ¿Cómo se atreve a desafiarme de esa manera?
    — La pareja de tu hijo esta en problemas y yo lo ayudaré — se giró para mirar a Draco a los ojos — no puedo decir que es la mejor pareja que pudiste elegir, pero si es quien tú elegiste, yo te apoyaré.
    Draco no dijo nada más, sólo se dirigió a la ventana de su cuarto y desapareció amparado por la oscuridad de la noche.
    En la habitación, Narcisa miraba la ventana con añoranza.
    — No puedo creer que lo hayas hecho.
    — Y yo que no apoyaras a tú hijo. — Se giró para quedar cara a cara con su esposo — Por mucho que sea Potter el novio de tu hijo, es eso, ¡El novio de tu hijo!
    — ¿Y se supone que me debe importar?
    — Ya veo que no, pero por lo menos deberías pensar por el bien de Draco — caminó a la salida de la habitación — y toma en cuenta que es el futuro salvador del mundo mágico o quien morirá en manos del Lord Oscuro.
    Lucius se quedó en silencio, por que era eso lo que realmente le preocupaba: la salud de su hijo. Ya que Potter era el blanco de las maldiciones de un loco psicópata y su hijo parecía dar todo por el oji verde.
    Sólo esperaba que nada malo le pasara a su heredero.


    Descubriéndonos

    Draco llegó a la casa de su pareja con una rapidez digna de un ser mágico. Aun con la duda del por que su madre haría todo lo que hizo. Él pensaba que su madre lo había consolado el día anterior por que lo veía triste, pero no se imaginó que lo ayudaría con la salud de Harry.
    Entró en la habitación de Harry y lo vio tal como lo había dejado: con su rostro bañado en sudor y tratando de respirar lo mejor posible.
    ¿Cómo era posible que se enfermara con tanta rapidez?
    Llegó a su lado y lo incitó a que se levantara un poco para poner el vial en sus labios.
    —Vamos amor, tomate esto —lo ayudó a que el líquido se deslizara por su garganta y con alivio vio que su respiración se normalizaba.
    Harry estaba con los ojos cerrados y el sudor aún decoraba su frente. Draco sabía que necesitaba hacerlo despertar por lo menos por unos minutos para saber como se sentía.
    Lo movió un poco y con la manga de su camisa limpio su frente. Era increíble lo que le causaba Harry, era como si lo transformara de un maldito bastardo a un hombre completamente enamorado dedicado a velar sus sueños y protegerlo contra todo y todos.
    El oji verde abrió sus ojos lentamente y enfocó su mirada en el rostro de su pareja. Cuánto amaba a Draco y cuánto daría por poder gritar su amor a los cuatro vientos.
    —Draco.
    Acarició su rostro con amor y el rubio cerró los ojos sintiendo la suave caricia. El aroma de Harry inundaba sus fosas nasales y despertaba sensación que debía reprimir por miedo a hacerle daño.
    Harry en cambio, no sabía como controlar lo que no sabía debía controlar, por lo que generalmente se dejaba llevar por lo que su cuerpo le pedía. Y ahora ardía por que Draco lo tocara.
    Se sentó rápidamente y con la misma rapidez y desesperación besó los labios de su amado. Draco sólo lo dejaba besarlo, amaba cuando Harry iniciaba un contacto con él. Y no era que Harry se negara a hacerlo, pero parecía que los besos de Harry eran cada vez más apasionados cuando los iniciaba él.
    Sus besos eran más ardientes que en otras ocasiones y Draco casi no pudo resistirse cuando sintió que Harry se sentaba a horcadas sobre su regazo. Y se comenzó a restregar contra él.
    —Ah… Harry debemos aaah… parar.
    Los gemidos salían de ambas bocas, segundos antes de juntarse una contra la otra y dejar que sus jugos se mezclaran.
    Los cuerpos ardientes de los jóvenes eran aun más salvajes que en otras ocasiones.
    Draco era incapaz de controlarse, sentía que en cualquier momento perdería la razón y caería en las manos de la lujuria. Una lujuria que siempre se limitó a desencadenar, todo por la juventud que ambos cargaban, todo por que sólo tenían 14 años y no debían jugar juegos de adultos.
    ¿Pero quién era capaz de apagar el fuego de las pieles jóvenes?
    ¿Quién podría recriminarse por disfrutar de la cercanía del cuerpo de su pareja?
    Harry estaba ardiendo, pero ya dudaba que fuera por la fiebre. Por que su cuerpo, frágil e indefenso, le pedía a gritos ser acariciado. Lo elevó un poco de las caderas y lo acostó de espalda, sin dejar nunca de besarlo.
    Los gemidos morían en la garganta ajena. No podían arriesgarse a que los malditos muggle que eran parientes de su novio, se enteraran de que estaban a punto de tener sexo en la pieza de éste.
    ¿Iban a tener sexo?
    Draco se estremeció un poco y trató de separarse de su novio, pero el cuerpo de Harry parecía llamarlo como un imán y le era imposible dejar de besarlo. Harry gemía y se retorcía bajo su toque. Las manos de Draco recorrían sus caderas y se refregaban una contra otra. Tratando de crear la mayor cantidad de sensaciones posibles.
    Harry se movía de un lado para el otro y casi con desesperación empezó a arrancar los botones de la camisa que llevaba Draco, sintiendo como el rubio hacía lo mismo con su camisa.
    —Aaah… Draco.
    —Shuuu...
    Trataba de que Harry no elevara tanto la voz, por lo que prefirió que todo pasara rápidamente.
    Comenzó por desvestirlo completamente y que quedara expuesto a su rapaz mirada.
    Harry era perfecto a su mirada. Sus caderas, su vientre, su pecho. Todo en él le encantaba, incluso su estado de desnutrición, del que se ocuparía en recomponer, puesto que sólo faltaban unos días para que empezara un nuevo año de Hogwarts y ahí se encargaría de que subiera todos los kilos que bajó en los días de vacaciones.
    Harry gemía y trataba de juntar su cuerpo al de Draco, algo le decía que debía hacerlo ahora, si no nunca lo podrían hacer.
    Se besaron por largos segundos y Draco se encargó de prepararlo con un cuidado increíble, como si se tratara de una frágil figurita de cristal. Harry se retorcía y trataba de ganar un poco más de contacto.
    Draco estaba que moría, su erección palpitaba de manera dolorosa y los gemidos de Harry no ayudaban en nada.
    —Voy a entrar en ti.
    Harry arqueo su espalda al sentir la voz cargada de deseo que tenía Draco y lo acercó para un beso arrollador. Mientras sentía la cabeza del pene de Draco tratando de entrar en su ano. Fue muy doloroso y sólo los labios de Draco evitaron que un grito despertara a sus tíos.
    Draco se mantuvo quieto dentro de él. No quería lastimarlo, aunque no sabía cuanto tiempo más podría aguantarse el arremeter contra ese pequeño agujero.
    Harry abrió los ojos y vio la intensidad en la mirada de Draco, toda la pasión que esos hermosos ojos demostraban y el amor que reflejaban.
    —Te amo, Draco. —Le dijo atrayéndolo nuevamente —Muévete.
    Y Draco lo hizo. Salió de su cuerpo y lo volteó para que quedara de cara a la cama y con una mano hizo que girara su rostro y lo besó mientras lo volvía a penetrar, esta vez llegando al fondo de una sola estocada.
    Se separaron y Harry enterró su cara en la almohada para que ningún gemido se escapara de sus labios. Draco arremetía contra la virginal entrada de su novio y sólo podía cerrar los ojos para contenerse y no derramarse antes de tiempo.
    Se amaban y esta era la mejor manera de demostrárselo. Sus carisias, susurros de amor dichos entre gemidos o con la voz entrecortada por el éxtasis que sentían.
    Una y otra vez. Con lentitud y tan rápido que era imposible de asimilar. Con delicadeza y fuerza, una danza mezclada con pasión y lujuria.
    Sus cuerpos se tensaron y en un gemido que ahogaron con sus labios unidos, se corrieron al mismo tiempo.
    Harry cayó exhausto en la cama y gimió al sentirse vacío, cuando Draco sacó su miembro flácido de su entrada. Sintió cuando se acostó a su lado y lo atrajo para poder apoyar su cabeza en su pecho. Una sensación única y agradable los envolvió. La sensación de ser uno y unirse para siempre. De pertenecerse el uno al otro, en cuerpo y alma.
    —Quédate conmigo. —la voz de Harry era un susurro y sus ojos se iban cerrando lentamente.
    —Puedes tener problemas con tus tíos.
    —No. —le dijo mirando por última vez y besando sus labios suavemente —Ellos no entran en la habitación, sólo golpean la puerta.
    —Bien, entonces me quedare junto a ti. —Volvió a besarlo y lo instó a acomodarse sobre su pecho —Te amo.
    —Yo también te amo, Draco.
    Sus ojos se cerraron y sus respiraciones se volvieron lentamente más tranquilas. Sus cuerpos se relajaron y cayeron en manos del Dios de los sueños. Sin saber… el pecado que habían cometido.


    El Mundial de Quidditch

    Por fin un nuevo año en Hogwarts y uno menos para terminar sus estudios y poder cumplir la promesa que le hizo a Draco hace un par de años: irse a vivir juntos, lejos de la mirada del mundo mágico y del odio de la gente, la admiración y la zalamería de algunos.
    Harry sabía que sería tremendamente difícil. Sus amigos se irían contra él, Lucius los atormentaría diariamente hasta que pasara mucho tiempo, pero lo más importante, tenía que destruir a Voldemort y seguir con vida para poder vivirla.
    Draco pasaba por los mismos dilemas. No seria fácil decirles a sus amigos que se iría a vivir con el chico de oro de Dumbledore, pero sabía que algo podría hacer para poder salvarse del acoso permanente sobre su pareja. Ahora lo que le preocupaba es lo que pasaría ese día.
    Vía lechuza, Harry le había comunicado que iría al Mundial de Quidditch junto a los Weasley y sabía que su padre tenía entradas para dicho evento y lo llevaría con él.
    Llegaron vía traslador y con elegancia se dirigieron a la tribuna donde se encontrarían con el ministro de magia. Al llegar su corazón se paralizó por unos instantes.
    Miró al ministro y lo vio conversando amenamente con Arthur Weasley, pero ciertamente él y la tropa de hijos que venían acompañándolo no le importaban para nada. Lo que si llamó su atención fue su novio. Merlín, cuánto deseaba ir y arrastrar a Harry a su lado y besarlo desesperadamente. Cosa que adivinó su padre, por que antes de acercarse lo detuvo del codo y lo hizo mirarlo fijamente.
    —No quiero un espectáculo, Draco —su voz era rasposa y denotaba un aire de ira incontrolable —una palabra que le dirijas a Potter y no volverás a Hogwarts.
    Draco miró indignado a su padre, pero no dijo nada. Sabía que era muy capaz de cumplir su amenaza, por lo que prefirió apurar su paso y ni siquiera detenerse a saludar al ministro.
    Lucius se había quedado frío cuando vio a Harry Potter junto al ministro de magia. Miró a Draco por el rabillo del ojo y con dolor reconoció la mirada intensa en sus ojos. La misma mirada que él mismo le dedicaba a James cuando eran amantes. Estaba seguro que Draco sabía que Potter estaría allí, por lo que prefirió amenazarlo antes de que cometiera una locura.
    Harry se encaminó a los lavados y encontró a quien buscaba. Selló la puerta del lugar y corrió a los brazos de su novio que lo esperaba ansioso. Se besaron con desesperación y no pararon hasta que el aire había abandonado sus pulmones.
    —Merlín, te extraño tanto —Draco juntó sus frentes y abrazó a su novio por la cintura para acercarlo más a él.
    —Yo también, pero falta poco para que empiecen las clases —lo miró a los ojos y vio el fulgor en ellos.
    Se besaron ferozmente y se amaron por casi una hora. Poco les importaba que el partido hubiera empezado, lo único que querían era unir sus cuerpos.
    Draco arremetía en su interior mientras Harry se sujetaba de uno de los lavamanos y abría más las piernas para permitir que el miembro de su novio entrara con mayor facilidad en su ano. Amaba sentir como Draco se abría paso entre sus nalgas y como tocaba ese punto que lo hacia delirar.
    Draco salió de su interior lentamente, recuperando la respiración, mientras abrazaba a Harry por la cintura y besaba su nuca. Era genial hacer el amor con su pareja. Indudablemente le encantaba jugar a los adultos con Harry.
    —Debemos regresar.
    Harry se volteo y lo miró fijamente. Acaricio su rostro y lo besó lentamente. Mientras la magia de Draco los rodeaba y volvía sus ropas a su postura original.
    —Nos veremos en unos días.
    Draco salió del baño, con la promesa de Harry aún rondando en su cabeza. Llegó al estrado y la miraba indignada de su padre le indicó que estaba en problemas.
    —Nos vamos —dijo Lucius, mientras se ponía de pie —Ahora.
    Su voz segura e irritada no le dejaba lugar a objeción. Caminaron sin decir una sola palabra y se dirigieron a la zona de aparición, donde Lucius activó el traslado que los dejó en la sala de su mansión.
    Draco se tambaleo un poco, pero no cayó. Lo que lo hizo caer, fue la fuerte bofetada que recibió por parte de Lucius.
    — ¡Te lo advertí, Draco! —le dijo acercándose a él en una sola zancada y agachándose para que pudiera apreciar sus ojos bañados de ira —Te dije que no te quería cerca de él.
    — ¡Me dijiste que no querías un show y te obedecí!
    —Te desapareciste por más de una hora y estoy seguro de que estabas con él.
    Draco se paró indignado, sin notar la presencia de Narcissa en la puerta, y se acercó a su padre, pero aun guardando una prudente distancia.
    —No estaba contigo por que estaba tirándome a mi novio, en un lugar lo suficientemente apartado para no dar ningún show —una nueva bofetada emparejo el rojo de sus mejillas —Aunque me sigas golpeando seguiré viendo a Harry.
    —Mi lord lo matará —le dijo con crueldad, no queriendo saber más de su hijo de 14 años teniendo sexo con el hijo de James Potter.
    —Entonces yo me interpondré en el camino de la maldición —los ojos de Lucius le demostraron el terror de que cumpliera sus palabras —por que prefiero morir que verlo morir a él.
    No dijo nada más, sólo se dirigió a la salida y besó a su madre en la mejilla para luego dirigirse a su habitación.
    Lucius se quedó en la sala, nuevamente impactado por las palabras de su hijo. No podía permitir que su único hijo muriera por amor. No podía permitir que su hijo hiciera lo que el ansió hacer hace tantos años. No podía dejar que Draco muriera por Harry Potter siendo que él mismo quiso hacerlo por su padre. Por James.
    A la mañana siguiente nadie habló durante el desayuno, nadie pronunciaba palabra alguna, sólo comían y se centraban en lo que cada uno consideraba importante.
    Draco tenía un libro en sus manos. Un libro muggle que le había regalado Harry. Era interesante y ya estaba terminado de leerlo. La enigmática mujer que protagonizaba la novela le llenaba de una sensación apasionante. En la portada del libro las letras rojas marcaban el nombre “Los hombres que no aman a las mujeres” de un escritor sueco que llamó la atención de su novio.
    Narcissa leía la ultima entrega de “Witch to the mode” y se fascinaba de los exquisitos modelos de alta costura a los que estaba acostumbrada utilizar. Mirando de soslayo a su marido y percibiendo cada cambio en su rostro, normalmente impávido.
    Lucius de deleitaba con los últimos anuncios de “El Profeta” con las imágenes en movimiento y el asustado rostro del novio indeseado de su hijo. Sabía que le dolería, pero era mejor que lo viera ahora y no que desapareciera luego, cuando él necesite que se encuentre refugiado en casa.
    Draco sintió como el diario caía frente a él y su curiosidad lo llevó a mirar sobre su libro. Mismo libro que cayó al suelo al ver la noticia principal en la primera pagina.
    ¿Mortífagos en el Mundial de Quidditch?
    ¿Harry convocando la marca tenebrosa?
    ¿Harry en peligro y él sin poder estar ahí protegiéndolo?
    Se puso de pie indignado y encaró a su padre que sonreía de lado.
    — ¿Lo sabías, cierto? ¿Sabías que esos maniáticos atacarían a los asistentes al mundial? —Vio que su padre sonreía con aun mas prepotencia — ¡Claro que lo sabías, por eso me sacaste de allí!
    Se fue a su habitación y no salió en todo el día. Estaba demasiado encolerizado como para enfrenarse a su padre ahora.


    Viaje a Hogwarts

    Cuando Harry subió al tren en la estación King Cross nunca imaginó lo que iba a pasar.
    Estaba en el vagón junto a Hermione y Ron y el tren había partido hace cerca de 5 minutos. Aún se veía la estación a la distancia cuando la puerta del compartimiento fue abierta estrepitosamente.
    — ¡¿Qué haces aquí, maldito?!
    Ron se había levantado al momento en que la cabellera rubia apareció tras la puerta.
    —Quítate, Weasley.
    Con sólo un empujón sacó al pelirrojo del frente y caminó hasta ubicarse frente a su pareja que lo miraba con la boca abierta.
    — ¿Q…Que haces… aquí?
    Draco enarcó una ceja y miró a Harry como si estuviera analizando un diamante.
    —Acompáñame.
    Se giró para salir del compartimiento, pero la mano de Ron lo detuvo por la manga.
    — ¿Quien demonios te crees que estas haciendo, pedazo de mierda? —Se paró derecho a su lado, como tratando de intimidarlo —Harry no tiene por que hacerte caso… Mortífago.
    — ¡Ron!
    Harry se paró y trató de alcanzar a su amigo para poder separarlo de su, hasta el momento, secreto novio. Pero no lo logró y Draco empujó a Ron y lo estrelló contra una de las murallas mientras lo sostenía del cuello de la polera.
    —Escúchame bien, comadreja —su voz sonaba tan aterradora que ninguno de los tres se atrevió a reclamar nada —lo que tenga o no que hacer con Harry es mi problema.
    —Estúpido —Ron se removió para soltarse del agarre del rubio, hasta que finalmente lo consiguió.
    —Ron, por favor.
    — ¿Qué pasa, Harry? ¿Qué es lo que tienes que hablar con este…?
    — ¡Ron, basta!
    Los tres se giraron para mirar a Hermione, que lucía un rostro entre dolida y confundida.
    —Pero Mione...
    —Nada —se acercó a Harry y le dijo —Sólo espero que después me expliques por que nos lo ocultaste —Harry la miró con los ojos tan abiertos como pudo. Pasó por el lado de Draco, pero ni siquiera lo miró —Vamos Ron.
    — ¡Pero, Hermione!
    —Nada, Ron. Será mejor que dejemos a Harry hablar con Malfoy aquí.
    Muy a la reticencia de Ron, ambos salieron del vagón dejando solos a los amantes.
    Ni tan sólo se vio solo, Draco atrajo a su pareja y lo abrazó fuertemente.
    —Estaba aterrado por lo que te pudo haber pasado.
    —No te preocupes, Draco —le devolvió el abrazo y se separó un poco para poder besarlo —también me preocupaba el que te hubiesen obligado a participar.
    —No —le dijo atrayéndolo —aunque mi padre me obligara, no lo haría.
    Lo hizo sentarse a su lado y le pasó un brazo por los hombros para que se apoyara en él.
    —Mi padre me sacó del lugar antes del ataque, pero ahora creo que lo hizo apropósito.
    — ¿Para protegerte?
    —Más bien, creo, que para que no fuera a buscarte.
    Se quedaron en silencio por mucho rato y luego conversaron sobre otras cosas un poco más triviales, hasta que sintieron que golpeaban la puerta. Draco besó a Harry por última vez y se paró para abrir la puerta y salir por ella, sin decirle nada a los dos que venían entrando.
    Harry estaba en uno de los asientos, mientras que Hermione y Ron se sentaron frente a él. La chica lo miraba atentamente y desmenuzando los pequeños detalles que tenía Harry.
    Los labios rojos e hinchados. Las mejillas rojas. El cabello aplastado por el lado derecho, lo que le indicaba que estuvo apoyado en algo o alguien durante bastante tiempo.
    Hermione no era tonta. Se enorgullecía de ser una chica atenta a los cambios y los detalles. Por lo que se sintió aliviada de descubrir la razón del cambio de comportamiento de Harry. Draco Malfoy. Podría jurar de que ellos dos llevaban una especie de relación y que esta la llevaban desde por lo menos un año atrás.
    —Bien, Harry —suspiró para mirar al frente y enfrentarse a su mejor amigo — ¿Por qué no nos lo dijiste antes?
    — ¿Decirnos qué? —Preguntó el pelirrojo confundido.
    —Ron, guarda silencio, por favor.
    Harry miró a su amiga y trató de ver si podía eludir el tema, pero por lo visto no lo podría hacer.
    —Desde hace cuatro años que siempre me he llevado bien con Draco.
    — ¡¿Qué?!
    —Ron, por favor, si quieren que les diga todo me tendrán que escuchar desde el principio —vio que su amigo lo miraba con algo parecido a la traición, por lo que prefirió mirar para afuera y no tener su mirada clavada en sus ojos —Yo conocí a Draco la primera vez que vine al mundo mágico y nos hicimos amigos inmediatamente. Hemos tenido peleas, pero las principales han sido por su poca tolerancia a ustedes. El altercado en la selección de casa, el problema cuando llamó a Hermione “sangre sucia”, el problema con Buckbeak, todo eso fue acarreando uno a uno los problemas, pero siempre los superábamos —miró a Ron, pues sabía que Hermione ya sabía lo que iba a decir —Y, desde hace dos años, somos pareja.
    — ¡¿Qué?! —Ron se paró indignado y miró a su amiga que no había dicho nada — ¡¿Lo sabías?!
    —No —lo miró y le sostuvo la mirada —pero puedo ver más allá de mis narices y cuando Malfoy entró, noté la mirada anhelante de Harry y la preocupación en los ojos de Malfoy.
    — ¡¿Preocupación?! —La miró con incredulidad — ¡Ese no se preocupa por nada, es un mal nacido, un maldito, hipócrita, mortífago!
    — ¡Cállate! —Harry mantenía la cabeza gacha y trataba de controlar su rabia apretando sus puños —Si no recuerdas todo lo que dije, es MI novio al que estas insultando.
    —Pero no estoy mintiendo —Ron se había sorprendido de la reacción de Harry, pero no por eso iba a detenerse de decirle todo lo que pensaba.
    —Nada de lo que has dicho es cierto —Harry levantó su mirada y se encontró cara a cara con Ron —Sé que nunca lo entenderás, pero amo a Draco y él me ama a mi.
    —Eso debe ser una broma —dijo al tiempo en que se dejaba caer —Harry, su padre es un mortífago y él también lo será en algún momento… si es que ya no lo es.
    —No lo es y no lo será. — Harry se acercó a Ron y se arrodilló para verlo a los ojos, ya que había bajado la mirada —Sólo te pido que no lo juzgues.
    Ron lo miró por un buen rato, sin entender por qué no le impresionaba el hecho de que Harry fuera gay, pues muy en su interior sabía que su amigo no era muy consiente de las miradas que le mandaban las chicas en el colegio. Pero no podía evitar sentirse raro al imaginarlo junto a Malfoy.
    —Dame tiempo, compañero. —Le dijo mirándolo a los ojos —No es algo que me agrade y no puedo decirte que lo acepto sólo para hacerte sentir cómodo.
    Harry sonrió y lo abrazó fuertemente sintiendo como su amigo le devolvía el abrazo.
    —Es más de lo que esperaba, Ron —se separó y miró a Hermione que le sonreía —Gracias por ser mis amigos.


    El torneo de lo tres magos

    Draco no era un ser inseguro, por lo que simplemente él no estaba celoso. Puramente le irritaba la idea de que en Hogwarts hubiera Veelas de BeauxBatons y los estudiantes de Durmstrang.
    ¿Cómo se les ocurría traer a ése tipo de criaturas al colegio, cuando los chicos estaban en edad de que sus hormonas alborotadas tomaran posesión de sus cuerpos?
    Claro, ahora se sentaban juntos en el gran comedor, esperando que el maldito Cáliz de fuego, arrojara el nombre de los tres campeones de los tres colegios en competencia.
    Personalmente no le molestaba la presencia de los demás, pero no le gustaban las miraditas que ELLOS le mandaban a SU Harry.
    Para él, todo pasaría rápidamente, se realizarían las competencias y podría aprovechar el tiempo para desaparecerse por ahí con su novio y aprovechar el tiempo que perdían entre clases y compromisos personales. Lo bueno es que su pareja les había dicho a los insufribles de sus amigos sobre su relación y así podría alejarse de ellos con mayor facilidad.
    Claro que normalmente sus planes se van por el caño y al parecer esta vez no sería la diferencia, por que sus ojos se conectaron con los de su pareja en el momento en que Dumbledore leyó el maldito cuarto papel que el Cáliz lanzó.
    — ¡Harry Potter!
    Sintió que cada una de las moléculas de su sangre se había congelado y al parecer a su pareja también, por que su rostro se volvió blanco de golpe y lo vio caminar como un inferi al que alguien maniobraba.
    Se puso de pie rápidamente y se dirigió a la salida del gran comedor, donde se encontró con la indeseable presencia de los “amigos” de su pareja.
    — ¡¿Qué demonios fue lo que paso allá adentro?!
    Draco apuntó a la puerta del comedor, que ahora se encontraba serrada.
    — ¿No serás tú, el que lo convenció de que participara?
    Ron lo miró furioso y eso fue lo último que pudo aguantar Draco, antes de estrellar al maldito pelirrojo contra la pared, haciendo caso omiso al grito de Granger para que se separaran.
    —Escúchame, desgraciado —su voz sonó casi tan aterrador como lo era el que Harry hablara en parsel — ¿Me quieres decir, por que demonios incitaría a MI pareja a participar en un torneo que podría matarlo?
    — ¿Quien sabe, quizás te quieras deshacer de él?
    — ¡Deténganse en este instante, señor Malfoy, señor Weasley!
    La profesora McGonagall estaba a unos metros de ellos y se dirigió para separarlos y saber que es lo que provocaba el que Malfoy y Weasley se pelearan, nuevamente.
    — ¿Me podrían explicare, que fue lo que les incitó a pelear en el pasillo?
    —Nada, profesora, sólo que Weasley parece no entender cual es su lugar dentro de las relaciones de los demás.
    Y sin más, se fue por el pasillo, dejando a los presentes con las preguntas en la boca.
    Finalmente había llegado el momento de la primera prueba y tenía que agradecerle al estúpido de Weasley por haberles informado que en la primera prueba tenía que enfrentarse a los dragones.
    — ¿Como se supone que vencerás a esa cosa?
    Harry estaba sentado en la cama de Draco. Gracias a Merlín, su pareja tenía una habitación para el solo, en donde había dormido la mayoría del año, dejando las cortinas de su propia cama cerradas y con hechizos para que nadie pudiera abrirlas y descubrir que no estaba allí. Obviamente Ron sabía que no dormía en la habitación, pero como aun no le hablaba, no habían tenido mayores problemas.
    —El profesor Moddy me dio una idea sobre ello.
    —Ese hombre me da escalofríos.
    —Si, a mi también.
    Por fin había terminado esa tortura, ya que Draco estuvo a punto de saltar de las gradas para ir a proteger a su pareja, importándole muy poco que lo descalificaran o algo por el estilo. Según él, mejor si lo descalifican, así no pondría su vida en peligro innecesariamente.
    Desde las gradas, Lucius Malfoy apretaba los puños al ver que Potter por poco y perdía la vida. Y no es que le importara, sino mas bien que le recordaba demasiado a James y él no hubiese soportado el verlo en una situación así, por lo mismo cuando fueron amantes, siempre le repetía que dejara su trabajo como auror, una profesión que podría quitarle la vida, mucho mas en esos tiempos, en que el Lord, estaba a cada vuelta de la esquina.
    Draco fue rápidamente a su habitación, esperando que Harry apareciera por esos lados y verlo para saber que estaba bien y sin ningún rasguño. Tanta emoción sentía que su corazón salto al escuchar que la puerta se abría.
    — ¡Harry!
    Se congeló en su lugar al ver que no era su pareja quien estaba tras la puesta, sino más bien quien mas detestaba a su novio.
    —Así que ese mestizo tiene autorización para entrar a tu dormitorio, hijo.
    Lucius Malfoy lucía una cara de profundo desapruebo y serró la puerta tras de si, cuando paso a inspeccionar el lugar.
    Como lo imaginó desde el principio. Las cosas de su hijo estaban mezcladas con ropas de una persona más baja y obviamente sin la misma clase. Las cosas de Potter. Justo cuando iba a decirle algo, la puerta de la habitación fue abierta y por ella apareció el quid del asunto. Harry Potter.
    Harry se quedó estático en la entrada de la habitación. Su novio lo miraba como si estuviese apunto de sufrir un ataque cardiaco y a su lado, con su porte alto e intimidante, la única persona que no quería ver a menos de cuatro metros de distancia. Lucius Malfoy. El padre de su novio y por ende, su suegro.
    —Veo, que tiene completa libertad para entrar en esta habitación, señor Potter.
    —Padre, por favor —Draco estaba aterrado por lo que fuera a decir su padre y no es que creyera que le podría hacer algo a Harry, pero uno nunca sabe.
    —Oh Draco, no pretenderás que no salude a su yerno ¿O si?
    Ambos jóvenes se miraban entre ellos, sin saber muy bien que hacer.
    Harry recurrió a lo que más odiaba Draco de su personalidad. La valentía. Se acercó a Lucius y estiró su mano, esperando que el hombre la estrechara, pero contrario a eso el solo camino a su alrededor, analizándolo concienzudamente.
    Lucius quería gritarle, decirle que se alejara de su hijo o sino lo destruiría lentamente, pero algo se lo impedía. Supuso, en su fuero interno, que era el enorme parecido con su antiguo amante, lo que le impedía lanzarle alguna maldición. Por lo que al pararse frente a él extendió su mano y estrecho la de Harry, que aun seguía elevada.
    —Espero que el campeón de Hogwarts, me conceda el honor de cenar en mi mansión, al finalizar la segunda prueba.
    — ¿Cómo? —Ahora si que Harry no sabía que hacer. Por lo que miró a su novio y vio que este estaba tan sorprendido como él —claro, no veo ningún problema.
    — ¿He?
    —Draco, por favor, tus modales —le reprimió a su hijo, que parecía haber visto un fantasma —lo espero entonces, señor Potter.
    Lucius salió de la habitación y cerró la puerta tras él dejando a un par de confundidos adolescentes en el interior de esta.


    Mansión Malfoy

    —Harry, no puedes ir a ese lugar.
    Ron trataba de convencer a su amigo de que no fuera a la cena a la cual lo había invitado el señor Malfoy, pero su amigo poco o nada de caso le hacia.
    Hermione se mantenía en silencio, viendo como su amigo termina de arreglar una pequeña maleta que llevaría a la mansión, pues su padrino, quien sabe por que motivo lo había autorizado a salir de Hogwarts por le fin de semana.
    —Hermione, di algo, por favor.
    —No se que quieres que le diga, Ron —le dijo con voz cansada —Harry es lo suficientemente grande (y poderoso) como para que nada malo le pase en ese lugar. Además Draco va a estar con él.
    —Gran alivio —dijo con tono irónico —lo único que se, es que mi amigo va a ir a una cueva de serpientes.
    —Ron, no seas exagerado —le dijo el oji verde —además con Draco quedamos demasiado preocupados por la actitud de Lucius, así que lo mejor será ir y ver que es lo que esta planeando.
    —Aun no me parece que sea buena idea que vallas solo —le dijo Ron mientras empezaba a dar vueltas por la habitación — ¡Arg ¿Qué demonios le pasó a Sirius para que te autorizara a salir del colegio?!
    —Sabes que desde que Sirius tiene la tutela de Harry, lo consiente en la mayoría de las cosas que le pide ¿No recuerdas que no dijo nada cuando le contó que estaba de novio con Malfoy?
    —Eso fue por que Remus estaba con él —dijo Ron, pero de repente paró de golpe y miró a su amigo fijamente — ¿Le pediste permiso mientras estaba con Remus, cierto?
    —Eh, bueno —Harry trató inútilmente de escapar de la mirada acusadora de su amigo.
    — ¡Aja, lo sabía! —Le dijo apuntándolo —sabías que mientras Remus estuviera presente, Sirius no te negaría nada. Y como Remus apoya la relación que tienes con Malfoy se las ingenio par que Sirius te diera permiso.
    —Ay Ron, hablas como si la relación de Harry y Malfoy fuera lo mas atroz que pudiera pasar en la vida —miró a Ron que enarcaba una ceja — ¡No es así, Ron!
    —Bueno, yo ya me tengo que ir.
    Los dos jóvenes voltearon a ver a su amigo que se encontraba en la puerta de la habitación. Y lo acompañaron a la salida.
    Ron aun iba maldiciendo el momento en que a Remus se le ocurriera ponerse de lado de ese, ese, ese tipo y que Sirius, como su perrito faldero (literalmente) le hiciera caso en todo lo que decía.
    Cuando llegaron a la entrada y vieron que Malfoy esperaba por Harry cerca de uno de los carruajes, la furia y sobreprotección de Ron aumentó, aun más de lo que hubiera imaginado.
    Draco los miró a los tres y se dio cuenta que el pelirrojo era el que más problema había dado, pero eso no le impidió el que se acercara a su pareja y lo besara, aunque debía reconocer de que el hecho de que Weasley pareciera hervir de rabia, le daba un plus al asunto.
    —Draco —lo regañó Harry, sabiendo perfectamente los motivos por los que había sido besado, por muy bueno que haya sido el beso.
    —Es hora de irnos.
    Draco ayudó a su pareja a subir al carruaje y se metió, solo dando un cabeceo a la chica, ya que obviamente el pelirrojo no le respondería y no pensaba gastar sus energías en vano.
    Se dedicaron a mimarse durante todo el camino a la estación en Hogsmeade. Ya en el expreso aprovecharon de analizar bien la situación. No siempre les llegaba una invitación como esa por parte del patriarca de la familia Malfoy.
    —Recuérdame por que estamos camino la mansión.
    —Ay Draco —le dijo suspirando y acariciando los cabellos de su novio, que descansaba su cabeza en su regazo —sabes que de principios tu padre me ha detestado y ahora más que nunca que sabe que somos pareja. Lo mejor es que tratemos de llevar la fiesta en paz.
    —Si tú lo dices.
    —Si, yo lo digo y te lo aseguro —vio que su pareja lo miraba con preocupación —no te preocupes por mi bien. Yo se cuidarme y además estas tú para cuidarme.
    Draco sonrió, sabía perfectamente que su pareja lo decía para que se sintiera seguro, pero aun así estaba el bichito de la duda.
    Llegaron a la estación y allí los esperaba el mismísimo Lucius Malfoy, con su porte alto y señorial.
    Harry se sentía extraño cuando estaba en su presencia, mucho más al saber que su pareja llegaría a ser como ese hombre de adulto. Ciertamente encontraba a Lucius un hombre hermoso y solo esperaba que el carácter de su pareja, no se le parezca tanto como en lo físico.
    —Espero que hayan tenido un buen viaje.
    Lucius miró a los adolescentes de arriba abajo y los analizó meticulosamente, como tratando de buscar las excusas para separarlos, pero parecían desafiarlo al tomarse de la mano en publico.
    — No debiste venir por nosotros padre — le dijo sin soltar a su novio — pudiste mandar a algún elfo con un traslador y listo.
    — Cómo se te ocurre Draco. Yo los invite y es correcto que yo venga por ustedes.
    Los chicos no dijeron nada, solo siguieron al patriarca de la familia Malfoy y se dirigieron a la mansión.
    Cuando llegaron. Harry se quedó completamente impresionado por la imagen que se mostraba ante ellos. Era un lugar completamente impresionante, altivo, desafiante. Un palacio real quedaría por los suelos al contemplar dicho lugar. Podría asegurar que la mansión tenía suficientes habitaciones como para hospedar a todos los alumnos de Hogwarts y que no todos compartieran habitaciones.
    Draco lo miró y sonrió ante la inocente e ilusionada mirada de su pareja. Parecía maravillado, por lo que el vio durante toda su vida.
    Llegaron a la entrada y Narcisa salió para recibirlos. Harry hubiera jurado que lo miró de manera dulce y entusiasmada. Y fue realmente raro cuando la mujer lo encerró en un abrazo.
    —Bienvenido Harry Potter.
    Draco miró a su madre enarcando una ceja.
    ¿Desde cuando Narcisa Malfoy se mostraba tan feliz de recibir a un mestizo en su casa?
    Las cosas no hacían más que preocupar a Draco, pero trató de no poner demasiada atención en lo que estaba pasando y procuró no preocupar a su pareja. Tendría vigilados a sus padres, los conocía demasiado bien y sabía que algo ulterior venía acarreada a esa apariencia tan cordial para con ellos.
    Síntomas raros

    Hermione miraba a su amigo de reojo. Algo raro le estaba pasando, no sabía desde cuando, pero ciertamente era después de haber asistido a la mansión Malfoy hace dos meses. Dormía demasiado, algo que nunca se permitía. Harry acostumbraba a dormir un par de horas mas de lo normal y eso había acarreado que hasta la profesara Sprout lo recriminara, ya que había herrado al cortar unas plantas y logró lo que nunca nadie había logrado. Hacer enojar a Neville Longbottom. El chico le había gritado que había lastimado terriblemente a esas “hermosas” plantas y que por lo mismo este año no daría un fruto muy importante, cosa con lo que coincidió el profesor Snape. Si. Severus Snape había estado de acuerdo con lo que había dicho Longbottom, ya que esa planta era una de las que mas utilizaba en sus pociones.
    Además de eso, el hecho de que Draco lo tratara como si se fuera una preciada joya ya le estaba molestando, no por que estuviera celosa, si no que era por que estaba segura de que lo hacía para molestar a Ron y al final era ella la que terminaba peleando con su pareja por que se enfrentaba al rubio.
    Harry por su lado estaba más nervioso que nunca. Sabía que algo raro estaba pasando con él. El hecho de estar expulsando más magia de la que era necesaria, era un plus para que los profesores estuvieran al pendiente de lo que le pasara.
    Además había tenido que aguantar una pelea bastante fuerte con Draco. El problema había sido la segunda prueba. Tenía que estar en el agua por un tiempo de una hora, cosa que puso a su pareja, prácticamente histérico y le había exigido que abandonara la prueba, pero él le dijo que no lo haría y por lo mismo se pelearon. Todo eso quedó en el pasado cuando Harry superó la prueba y salvó a su amigo y Draco lo mimó durante toda la noche.
    Ahora estaba a unos días de la última prueba y por fin todo esto terminaría. Aunque algo en su interior le decía que tenía que tener mas cuidado del que había estado teniendo desde que el torneo había empezado.
    — ¿En que piensas?
    Harry miró a su pareja y apoyó su cabeza sobre su pecho desnudo. Eran cerca de las tres de la mañana y habían dormido pocas horas por hacer el amor desde que se habían encerado en la habitación del rubio, ayudados por la capa de invisibilidad.
    —Sólo quiero que todo termine.
    Draco acariciaba su espalda y caderas. Se habían hecho adictos el uno por el otro. Pocas noches podían estar sin unir sus cuerpos en una exquisita danza de pasión y lujuria.
    —He visto a Moddy más raro de lo que normalmente es.
    — ¿Cómo?
    —Me estuvo enseñando unos hechizos muy raros y no paró de presionarme hasta que los conseguí.
    —Quizás ese loco quiera que los ocupes para la última prueba.
    —Puede ser, pero aun así… —su boca fue sellada por un beso de su pareja.
    —No te preocupes por eso, Harry.
    El oji verde contempló el rostro libre de imperfecciones de su amante y acarició su mejilla. Algo raro sentía, como si no lo volviera a ver. Alejó ese pensamiento inmediatamente. No dejaría que nada empañara las deliciosas horas que pasaban juntos, hasta que el alba los encontrara abrazados y él se tuviera que ir a su habitación, antes de que sus compañeros de habitación lo descubran.
    Harry entró en su habitación, tratando de no hacer el mas mínimo ruido, pero todo eso quedó en el olvido cuando sintió que toda la habitación daba vueltas a su alrededor. Se sostuvo de una de las cabeceras que estaba a su alcance, siendo la de Ron, lo despertó por el fuerte movimiento.
    — ¿Estas bien, hermano?
    Harry no le respondió, por que sintió unas horribles ganas de vomitar, que lo impulsaron a correr al baño y aforrarse al escusado para poder devolver hasta las lágrimas.
    Ron entró al baño para ayudarlo.
    — ¿Qué demonios te pasó?
    —No lo se. Creo que algo que comí anoche me cayó mal.
    Fue ayudado por su amigo para poder llegar hasta su cama y se recostó en ella, sin correr las frazadas.
    — ¿Puedo preguntarte algo?
    —Si.
    — ¿Donde demonios estabas, que llegaste a estas horas y obviamente no dormiste aquí?
    Harry lo miró con una ceja enarcada. Era increíble lo despistado que era su amigo. Tomando en cuenta que no había dormido en su habitación en todo el año escolar.
    —Bien, me quedé con “él” —obviamente no dijo el nombre de su pareja, no sabía si sus amigos estaban durmiendo o no y prefería que no se enteraran de su relación por el momento.
    — ¿Y que se supone que hacen? —Bien, esa pregunta había sido completamente absurda —mejor no me digas.
    —De hecho no te lo iba a decir.
    Harry miró con diversión como las mejillas de su amigo se coloraban por la vergüenza.
    Nada diferente pasó ese día, por lo menos nada que fuese demasiado notorio, ya que nadie se fijo que Harry comiera el doble de lo que comía normalmente ya que al tener a Ron sentado al lado era normal ver su lado de la mesa llena de comida. Obviamente no podría pasar desapercibido para todo el mundo.
    Draco miraba desde su mesa y no había dejado de lado el que estuviera comiendo, incluso más que Weasley.
    — ¿Qué miras Draco?
    La pregunta vino desde el moreno que estaba sentado a su lado.
    —No miró nada Blaise, además, lo que haga o deje de hacer es completamente asunto mío.
    —Wow, que carácter.
    Se paró y fue a la salida. No es que Blaise le cayera mal, pero era uno de los posibles chicos que estaban de lado de Voldemort y no le apetecía que ese presuntuoso se enterara de su relación con Harry.
    Llegó a su habitación y al entrar se encontró con quien mas quería ver en ese momento.
    — ¿Que haces aquí, amor?
    —Quería verte y no me apetecía salir a Hogsmeade hoy.
    Draco caminó hasta la cama y se acostó junto a su pareja. Definitivamente era muchísimo mejor pasar la tarde con su novio ahí, que en el pueblo, rodeado de ojos curiosos.


    Necesito ayuda para seguir publicando... porfis
     
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  2. LuZFanFics
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    Me Encanta!!!!!!!!!!!!!!! muy bueno
     
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  3. Sabaku no Cachi
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    Me encanta, está buenísimo el fic
    OMG es obvio que Harry está esperando bebé
    yo quiero saber que más pasó en la cena
    con los Malfoy, quiero que Draco descubra el
    comportamiento de ambos padres, las razones
    y bueno ahora con lo del laberinto en las pruebas
    se pondrá mejor. Quiero conty :D
     
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  4. Hachiko_ari
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    me encanta....pero que mal que lo tengas que subir de nuevo poco a poco .......en el anterir lo lei completo y me encanto.....la verdad es que no me gusta "ese" tipo de relacion (no lo dire para no arruinarles el final a las demas lectoras y que al final queden en shock igual que yo :=MUAHAHA: :=MUAHAHA: ) pero tu manera de escribir tiene un no se que que que se yo que me gusta mucho espero que lo termines de subir pronto quiero volver a leerlo :P
     
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  5. sachuko
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    :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: Como lo dejas a si.
    Justo cuando mas interesante se ponia.
     
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    Aprendiendo Yaoi
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    Lamento las molestias, pero por haber perdido mi antigua cuenta no podré terminar de actualizar en esta pagina este fic, cualquier duda un MP para mandárselos.
    un beso
    majo
     
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  7. Aeislynn
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    aaaaa ya veo
    ya me extrañaba que no lo continuaras
    entonces continuarás tu fic en otra página?
    Es que me ha gustado mucho y me he quedado con ganas de más
     
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  8. Ana Gaytan
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    contiiiiiiiiiiiii me encanto el fic, y si es obvio que Harry esta embarazado de Draco, me quedaron ganas de seguir leyendo, me encanta esta pareja
     
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  9. Ana Gaytan
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    contiiiiiiiiiiiiiiiii, hasta ahora por los síntomas es obvio lo que tiene Harry, hasta ahora tenes 9 caps y el prologo, espero la continuación muy pronto
     
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8 replies since 3/9/2011, 15:20   1856 views
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