Crónicas de una vida vacía (two-shot)

Romance. Drama. Angustia. Tragedia. Adv +13. Muerte

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. hana-hime
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Holaa! Espero esta historia les agrade n.n es bastante suave considerando mis otras historias... no llega a yaoi xD me parece que es shonen ai por lo suave que es pero me gustaba la idea :P
    Esta resubida, antes estaba en mi viejo usuario hanahime, ahora la estoy mudando al nuevo xD
    Les dejo un resumen :)
    SPOILER (click to view)
    Tras una vida confinada a una habitación de hospital en la que el blanco se transforma en gris y la vida pierde el color un joven solo puede ver con ilusión el día en que el suplicio de vida que tiene acabe. Cuenta los segundos para que finalmente su cuerpo de el ultimo suspiro y su excistencia se pierda. No conoce lo que es la felicidad... no sabe lo que es el amor, y prácticamente ha perdido la esperanza en ser amado alguna vez... La muerte suena idílica... El fin a su dolor y pesar de una monotonía infinita... ¿Pero puede de un momento a otro querer aferrarse a la vida con garras y dientes? ¿Puede desear esperar solo un poco más con tal de poder verlo...?
    “No importa cuanto ni donde, el amor eventualmente llega al corazón, sin distinguir razas, sexo o edad, simplemente llega… sin preocuparse el momento ni las consecuencias… solo llega esperando que sepamos apreciar su presencia, y disfrutar al máximo las posibilidades. Pocos son quienes se dan cuenta, y aún menos son quienes lo aprovechan, pero el está allí… Solo es cuestión de saber mirar… De abrir los ojos y no ser cegado por nuestras propias barreras… de poder decir: “ah, él es mi persona especial” y sonreírle a la vida la dicha de haber encontrado lo que tantos buscan, sin saber que a tientas solo se caerán, ya que lo esencial es invisible a los ojos”
    Los personajes son de mi propia autoría, y para que puedan guiarse se los nombraré aquí:
    -Alexandre- protagonista
    -Nahuel- hermano mayor (significa tigre en Mapuche)
    -Nehuén- hermano menor (significa fuerte o fortaleza en Mapuche)


    Capítulo 1
    Una pequeña luz de esperanza

    Gris... Todo lo que veo es gris...
    Desde los pasillos hasta las paredes de éste frío hospital donde el cariño y la esperanza se perdieron. Mis suspiros y quejidos se los lleva el viento a un lugar donde se pierden y probablemente nunca sean oídos.
    Mi vida, ésta patética existencia que fue creada por un dios poco condescendiente, perdió su propósito cuando me confinaron a una muerte segura que no sería presenciada por nadie...
    Me gustaría poder decir que algo de bueno hubo en ella, poder decir que a pesar del destino que me impusieron mi pasado lo redime. Pero no es así.
    A quien lea esto debo de disculparme por mi falta de cortesía, pero en mis últimos respiros que me quedan creo que poco importa quien o que me odie. Supongo que me resigné al hecho de encontrar persona alguna que vea mi rostro y se alegre o simplemente tenga el mero afecto que una amistad pueda conllevar.
    Para que entiendan mi situación les resumiré las cosas y les ahorraré los pesares solo diciendo que sufro de una enfermedad. Para ser más claros es una deficiencia renal, por lo que mi vida está ligada a una máquina de diálisis. No recuerdo cuando fue la última vez que logré respirar el puro aire del exterior o cuando vislumbré por mi mismo la magnificencia del cielo despejado... Tampoco logro recordar claramente el sentir de la lluvia en mi piel o el viento contra mi rostro...
    Se que me queda poco tiempo de vida y que tal como llegué a éste lugar, moriré.
    Solo, ya que mi familia sumida en la depresión y la angustia de tanto llorar por mi, se ahorraron el disgusto y pretenden que mi muerte es un hecho pasado y que mi alma se perdió en algún lado. Y mi rostro, y todo lo que queda de mi perderá color y se volverá frío, como todo lo que hay aquí.
    Lo único que puedo oír a estas alturas es el ir y venir de los enfermeros, y la llegada de visitantes al hospital. Que suerte han de tener las demás personas de aquí. Pocos son los "olvidados" como yo, y si bien hay varios que tampoco tienen esperanza de vida, la mayoría tiene alguien que los acompaña o pueden decir su vida ya realizada...
    Yo, por otro lado sigo lozano con tan solo quince años (a los cuales llegué por pura fortuna), mi cabello se ve enmarañado y es de un tono chocolate cremoso. Mi piel es blanca y pálida, ya que no puedo exponerme al sol por mucho tiempo, y últimamente me es algo imposible. Mi demacrada y frágil estructura corporal, la cual es casi esquelética, no supera el metro setenta y algo más, y debo de estar pesando a lo mucho cincuenta y cinco kilogramos.
    Hoy llegó un nuevo paciente a la camilla que está al lado de la mía. Solo lo observo casi aburrido, ya que con el pasar del tiempo esto se ha vuelto costumbre. No puedo evitar preguntarme cuanto durará ésta vez... ¿una semana? ¿Un mes? ¿Un año? El tiempo para mi es relativo... me despierto y me duermo cuando quiero o puedo, y más que nada vivo por el simple hecho de hacerlo. Sin propósito alguno... Vivo para ver más y más personas ir y venir de ésta misma habitación, pero nunca quedándose.
    Es realmente frustrante conocer a alguien nuevo cada vez que alguien deja éste lugar. Ya acepté el estar solo... aunque en un principio era de lo más doloroso. Llegaba a encariñarme con alguien, quien prometía volver y saludarme tras su recuperación, y quizás lo hacían en un principio, pero no tardaban en dejarme en el olvido.
    También me tocó presenciar la muerte de algunos cuyas enfermedades los mantenían como a mí, atados a una camilla de hospital por el resto de sus días... Y solo puedo pensar que mi muerte será como las de ellos... unos documentos, unas firmas y nada más.
    Pero no me malentiendan, no tengo miedo ni nada de eso, pero ya estoy impaciente de que ésta monótona existencia acabe de una vez... Espero que entiendan mi punto, pues verán que no hay color ni felicidad alguna en mí, y probablemente nunca conozca aquello; pero si no pueden entenderme... bien, no les exigiré nada... porque eventualmente ese momento llegará.
    Ya terminaron de acomodar al nuevo paciente. Es un chico, y a pesar de verse consumido, debe tener mi edad. Está inconciente, y según mis suposiciones por las intravenosas que le pusieron con algunos corticoides y antibióticos anabólicos, no logrará despertarse hasta dentro de un día y medio.
    El médico se encuentra fuera, junto con lo que yo supongo será la familia afectada, tratando de consolar a la madre del chico...
    Que extraño... a pesar de los cables y demás puedo ver que su piel aún es de tono crema, y no el pálido enfermizo que poseo yo... es, ¿como decirlo? Es apuesto... Sí, esa sería la palabra.
    El dolor vuelve, como punzadas en el vientre, o mejor dicho a ambos costados de éste, y empieza a incomodarme... conozco los síntomas... lo mejor sería llamar a una enfermera o alguien para que lo atienda pronto.
    Siento la puerta abrirse, y tras ella a una mujer que ya conozco más de lo que alguna vez conocí a otra persona. Es fiable e incluso podría decirse que es lo más cercano a una amiga que pueda conocer... claro, si obviamos la tremenda diferencia de edad, pero no seré exigente, suficiente me es con que pueda hablar con alguien así sea solo cuando me hacen las intervenciones diarias.
    Siento el pinchazo y se que solo quedan segundos antes de que caiga en la inconciencia. Las imágenes comienzan a verse difusas y no logro distinguir más que el gris de las paredes y la pobre iluminación que atraviesa la ventana fundiéndose en uno. Y de éste modo todo pierde color y mi mente viaja a un lugar lejano donde no hay más que oscuridad... una pesada oscuridad que me impide moverme. Siento la impotencia y al poco tiempo ya no hay más movimiento... solo el negro de la nada... Y lo último que pasa por mi mente es aquello que tanto me cuestiono... ¿así será morir?

    Lentamente me despierto del aturdimiento, con la cabeza dándome vueltas, pero ya estoy acostumbrado a ésta extrañes al abrir los ojos, casi semejante a lo que sería levantarse luego de una noche de copas, totalmente confuso y mareado por los calmantes. Sigo respirando calmadamente, como si cada respiro me quitara tiempo de vida… ¿Por qué sigo vivo? ¿Por qué no pude simplemente seguir durmiendo…?
    Al parecer no estoy solo, ya que el joven que ingresaron ¿ayer? Sí, ayer. Me disculpo por no tener certeza del tiempo, ya que no me es necesario en ningún sentido, y con los anabólicos podría dormir dos días y no darme cuenta de esto…
    En fin, el chico sigue allí, y junto a él se encuentra otro muchacho sosteniendo firmemente su mano, quien al parecer no nota que los observo. Es muy parecido al que está internado, por lo que asumo serán familia o algo así.
    El sopor comienza a alejarse y con el paso de los minutos logro recobrar la lucidez, intentando moverme, aunque es doloroso. En un rápido movimiento el joven mira hacia mi posición, alertado por el sonido, aunque luego se relaja. Solo logro hacer un asentimiento con la cabeza como saludo, ya que mi voz probablemente no salga o se escuche muy débil, y no me esforzaré solo por un extraño…
    -Hola, disculpa por la intromisión- al parecer me veré forzado a saludar apropiadamente- mi nombre es Nahuel, y él es mi hermano- sonríe amargamente, y dirijo mi mirada a quien me indica- Nehuén. ¿Y tú como te llamas?- veo por sus ojos la compasión que siente al notar mi enfermizo color, el cual a la mañana se ve incluso peor a causa de la falta de comida. Eso creo que es una de las cosas que más odio… “La compasión”. No necesito que sientan lástima por mí, ya que yo ya asumí mi destino… solo quisiera que el final se apresurara y no me retuviera tanto…
    -Yo soy Alexandre… Que extraños nombres, ¿de dónde son?- Conversar no le hace daño a nadie, supongo; bueno, mi voz sueña quebradiza y sale con esfuerzo, pero estoy aburrido y ya qué más da.
    -Sí, son mapuches, cosa de nuestra madre- ríe, pero es claro que no tiene ganas de bromear- El mío significa tigre, y el de él significa fuerza- puntualiza aquello último con ironía. El sufrimiento a través de sus ojos es perceptible.
    -¿Cómo se encuentra él…?
    -…- Sus ojos comienzan a verse vidriosos, como si intentara contener lágrimas, por más que a leguas se le note que es algo que lleva haciendo por un largo tiempo- Le queda poco… no se cuanto…- logra soltar finalmente. Se acerca más a mi persona, supongo que por consideración al notar que me cuesta hablarle.
    Supongo que mi crueldad es grande, o tal vez viví demasiados suplicios hasta alcanzar la resignación, pero no puedo evitar pensar que de algún modo ese chico tiene suerte. Me quedo callado y aprecio los contornos de ambos hermanos. Guardan un gran parecido, aunque Nahuel se ve mucho más fornido y bronceado. Sus ojos son de un tono miel que puede confundirse con un verde extraño, y sus cabellos varían entre el tono dorado y el castaño. Asumo ha de tener dieciocho o diecisiete años, pero no más de eso. Al igual que su hermano es muy apuesto, y sin duda ha de ser muy dulce o por los menos con su hermano… o tal vez solo sea aprecio, no importa… desvío mi mirada hacia la ventana y trato de vislumbrar parte de la ciudad a través de ella. Cómo me gustaría poder salir de aquí, y volar lejos…
    -¿Y tú cómo te encuentras?- la voz un poco ronca y grave de Nahuel me trae de vuelta a la Tierra.
    -Mmm… por ahora bien, pero no se mañana ni pasado… quién sabe- mi voz suena perdida, y sigo mirando perdido entre los edificios que me tapan el cielo. Malditos edificios- Tu hermano tiene suerte…- Suelto sin pensar, ni medir mis palabras.
    -¡¿Qué?!- suena exaltado, pero conteniendo su voz e ira, por dos razones: no golpear a un enfermo y no despertar a su hermano. No tarda en calmarse y me mira con cinismo, aunque realmente no me molesta en lo más mínimo, después de todo es mi culpa, ya que lo que solté por más que no fue a propósito fue desmedido y egoísta- Dime que clase de maldita suerte es esa porque yo no la conozco.
    -Verás… Es algo que tu no entenderías…- tras largo tiempo de divagar entre los diferentes edificios y sin encontrar nada interesante me concentro en el rostro de Nahuel, que exigía una explicación urgida- Yo quisiera poder tener la suerte de simplemente desaparecer de una vez, pero no… yo no tengo esa suerte.
    Al parecer no está conforme con mi explicación, pero detallarle mi vida a un extraño no es uno de mis pasatiempos favoritos…
    La enfermera irrumpe en el tenso ambiente que se había creado en poco tiempo, dejando la bandeja con mi desayuno y partiendo nuevamente, no sin antes preguntarme si quería algún libro, cosa que siempre aceptaba.
    Nahuel sigue mirándome, con reproche y confusión, pero ya no con ira.
    -No te entiendo, ¿Por qué quisieras estar en su lugar?- trata de ver a través de mis ojos algo que explique mis palabras, y me pregunto que habrá hallado. Señalo con un gesto a su hermano y en un hilo de voz comienzo mi monólogo.
    -Yo llevo años hospitalizado, y luego de mucho tiempo de estar en ésta camilla aprendí que nada es para siempre. Ni siquiera la familia, y los amigos aún menos. Para mi familia es como si hubiese muerto hace algún tiempo, solo pagan al hospital para que me mantengan aquí, porque vivir en casa es imposible y necesito cuidados diarios. Vinieron por un par de años y luego se evaporaron en el aire…
    >Y luego los amigos… te abandonan y te olvidan… ¿Tienes la más remota idea de lo que es conocer constantemente gente nueva que será tu “compañero de habitación” por lo mucho un par de meses? Luego viene lo inevitable… la cura o la muerte… y no importa cual de las dos sean nunca vuelves a ver a aquellas personas. El tiempo pasa y tú sigues, como si la vida fuese una cruel jugarreta… Yo ya se que moriré, pero realmente si todo será así siempre ¡desearía que viniese de una buena vez!
    >Él, tu hermano… él no se preocupará por ello nunca… ya disfrutó parte de su vida, y si ahora muere recordará por siempre lo bueno de éste mundo, a su hermano que le sostenía la mano en el hospital y a sus padres llorando por él, porque lo aman. Yo no podré decir lo mismo… yo moriré y será solo un día más, porque para el resto del mundo es como si yo ya hubiese muerto… Entonces solo puedo preguntarme… ¡¿Por qué dios no se apiada de mí y me deja morir?! ¡¿Por qué tengo que vivir esta monotonía día tras día?! Ya estoy harto de esto… conocer gente... extrañarlos y luego olvidarlos también. Preguntarme estúpidamente si alguna vez podré salir a la calle y reencontrarme con alguien, sabiendo que mi vida siempre estará confinada a esta puta camilla y a esa puta máquina.
    Tomo aire y comienzo a calmar mis nervios… soltar todo aquello me dejó exhausto, aunque lo más probable es que sea sin sentido. La verdad hace mucho que no descargo mis frustraciones con alguien… se siente realmente relajante. No se que pensará el rubio de todo lo que dije, pero poco me importa, por lo que en el abrumador silencio que se formó comienzo a tomar mi desayuno.
    -Wow… eso es…- al parecer estaba simplemente buscando palabras con las que dirigirse a mi- es… triste. Pero… ¿Realmente nunca fuiste feliz…? ¿Nunca experimentaste la felicidad?- se ve… ¿preocupado? Ja, no importa, pronto se irá y no lo volveré a ver, así que si me sirve para descargarme tal vez deba aprovechar el momento… no muchos se prestan de oído por lo que… que más da
    -No realmente… solo fueron momentos fugaces de los cuales ni siquiera me acuerdo. La pude haber pasado bien algunas veces, pero respecto a felicidad… eso es algo que no puedo decir que conozco…
    -¿Nunca te enamoraste? ¿Nunca besaste a nadie?- veo que no escuchó que vivo en éste lugar desde hace años… suelto un suspiro largo y cansado. Tal vez solo esté gastando saliva, pero hace tanto que no hablo… de éste modo. Es carismático, más allá de la agonía que muestran sus ojos, los cuales están enfocados en su hermano, y cada tanto en mí; puedo decir que por lo poco que dice o pregunta es alguien amable.
    -La verdad, no. Nunca dí mi primer beso, ya que siempre estoy en ésta cosa, y la última vez que estuve al aire libre fue…- ¿hace cuánto? Diablos, no lo recuerdo…- no sé…- Soy patético y enfermizo- lo olvidé, pero hace demasiado.
    -Oh…- de vuelta al silencio sepulcral. Las paredes en realidad no son grises sino blancas… pero creo que a estas alturas ya comienzo a confundirlos o a ver el blanco más opaco… o tal vez sea solo el ambiente el que me hace creer que no es blanco…- Por mucho que digas que quieres la muerte no creo que sea así. Es solo que no viviste lo suficiente para apreciar la vida… pero morir no es…
    -Ya se que no viví exactamente a pleno, pero no es como si tuviese la oportunidad de hacerlo. Para mí persona, la muerte es un consuelo y no un castigo- se acerca más a mí y se queda a pocos centímetros de mí, mientras yo sigo tomando mi desayuno muy perdido como para razonar ni discutir. Miro el reloj de la pared, pronto será la hora de mi diálisis matutina y le diré adiós al rubio. Quien sabe si alguna vez lo veré… todo depende de cuanto dure su hermano… o de cuanto dure yo. Es una lástima, ya que por más que no haya dicho nada, no me disgustó conversar con él. Tal vez deba buscar más plática antes de despedirme de él hasta quien sabe cuando- ¿Y tu te enamoraste? ¿Conoces la felicidad?
    -Yo tampoco me enamoré, aunque…- su cara lo dice todo, y tampoco necesito explicaciones para entender que debajo de aquella fachada hay un play-boy que gusta de divertirse, y el da por hecho que entiendo lo que quiere decir, para no decirlo el mismo en voz alta- Y respecto a la felicidad… bueno, no se si la conozco o la conocí… es algo muy abstracto, pero si tuviese que elegir entre vivir o morir, supongo que me aferraría con garras y dientes a la vida. Supongo que no soy lo suficientemente valiente como para encarar la muerte…- la amargura y la tristeza vuelven a aflorar su rostro, mientras gira su cabeza para observar al durmiente. Sonríe de lado y con pesar agrega- se ve tan pacífico allí recostado. Perdón pero no importa qué, realmente no quiero que él muera. No importa cuanto lo digas, yo no puedo coincidir en que morir sea lo mejor -Agarro su mano con debilidad, pero me mira nuevamente, unas gotitas surcan sus mejillas, perturbando ligeramente su muy varonil rostro. A pesar de las lágrimas sus facciones son muy masculinas, por no decir agraciadas, y un poco toscas, pero al fin y al cabo una buena combinación.
    -Dije que para él es lo mejor. Jamás hablé de los demás, porque, aunque para él todo sea más simple para los demás no lo es. Y así se muera hoy o dentro de cincuenta años lo llorarán de igual modo. No importa cuando, pero quienes sufren no es quien muere, sino los que siguen viviendo… Aunque mi caso es diferente, ya que a mi ya me lloraron. Ahora solo quedo yo… y mi vida conlleva la tristeza de por medio, y la soledad…
    Veo un ligero atisbo de sonrisa surcar sus facciones, y presiona mi mano amablemente.
    -Hablamos mucho y terminé llorando- ríe con sarcasmo y pesadez- ¿Qué clase de hombre soy? Que vergüenza.
    -¿Por qué? A un hombre no le deben dar miedo las lágrimas. Si quieres llorar, llora, yo no te juzgaré por ello…- asintió y se sentó en la silla de antes, solo que ahora se encontraba a mi lado y no al de su hermano, como tratando de acompañarme y borrar las palabras que antes había dicho respecto a la soledad.
    No importa qué ni quién, no debo encariñarme con ésta persona. Sé que se irá en, a juzgar por el declive que tuvo el muchacho en la noche solamente, aproximadamente una semana. Tan solo una semana, y en ésta mísera hora que conversé con él siento que cuando se vaya lloraré… y él… él me olvidará, tal como todos los demás…
    Supongo que nací destinado a esto. A morir solo.
    Acaricio sus cabellos, ya que el apoya la cabeza en la camilla, la que no es nada cómoda, pero puedo notar que estuvo en vela toda la noche, y quizás mañana no lo vea, ya que los familiares generalmente se turnan para vigilar a los enfermos. Soy realmente un idiota que no aprende la lección. Maldita sea ¿Por qué siempre me pasa lo mismo? ¿Por qué cada vez que hablo con alguien tengo el deseo de que esa persona esté aquí y se quede por mí? ¿Por qué conservo a pesar de todo la mínima esperanza de que alguien se acuerde de mí? ¿Por qué deseo tanto por una vez que alguien me ame…? ¿Por qué no puede mi sistema fallar y dejarme desaparecer de éste mundo con el recuerdo de alguien en mi regazo?
    Suspiro, y como siempre aquellas preguntas que me repito siempre vuelven a aparecer. El doctor llega y le hago una seña, indicando que el rubio está dormido, pero al parecer deberé despertarlo, ya que es hora de las revisiones.
    Lentamente espabila y vuelve donde su hermano, sin hacer comentario alguno cuando el doctor me despoja de mis ropas para poder continuar con los exámenes fisiológicos y demás. Yo no tengo vergüenza, después de todo es un chico, aunque quizás mi delgadez no sea muy atractiva, poco me interesa, solo trato de olvidar todo. Ésta parte siempre es horrible por lo que cierro los ojos y dejo mi imaginación volar lejos, a mi imaginación… a aquellos lugares donde puedo ser libre, donde puedo caminar, correr y tener una vida normal… donde puedo conocer el mundo con mis propios ojos y no a través de una pantalla… donde estoy bien y puedo conocer gente y seguir una vida típica…
    Pronto el doctor me advierte que ha terminado y yo vuelvo a la cruel realidad.
    -¿Tienen que hacerte eso todos los días?- pregunta alguien y yo me exalto, reenfoco en el interlocutor, y no es nada más y nada menos que Nahuel, quien me mira con una sonrisa. Las ojeras de sus ojos se ven más pronunciadas, y no importa qué, el sigue viéndose bien.
    -Creí que ya te habrías ido para cuando terminara…- dije en un susurro, casi sin fuerzas. Luego de esos exámenes y demás apenas tengo energía suficiente, pero no me gusta desaprovechar el tiempo que tengo con gente que me caiga bien.
    -No puedo dejar a mi hermano solo. Mamá vendrá más tarde para suplirme a mí, aunque pienso volver luego de dormir un poco…- se acerca a mí, ya que ésta vez en serio que la voz no me sale, y con un ademán me indica que mantenga silencio- No es necesario que hables, puedo hacerlo yo… Aunque si quieres que me calle solo dilo.
    -No, está bien, me gusta oírte- sonrío a duras penas. ¡Dios, soy deplorable!
    -Mmm… bien, aunque no se de que… Te contaré sobre mi hermanito… ya que es lo que me tiene aquí. Al parecer tiene deficiencia cardíaca, y necesita un corazón nuevo con urgencia, aunque es poco probable que un donante aparezca. Los médicos dijeron que si no tiene un transplante no pasará de la semana… - al parecer mi diagnóstico no es tan errado, aunque me es fácil darme cuanta por la experiencia- Dicen que lo mejor es inducirlo en un coma, para no forzar a su corazón… de ese modo podría esperar un mes por el corazón, pero si lo hacen… y si consiguen el corazón, cuando despierte cabe la posibilidad de que haya daño cerebral por la falta de irrigación sanguínea. Todo es muy arriesgado… y yo me siento tan impotente… No lo entiendo… El siempre fue sano, pero de un día para el otro surgió esto. Yo no se que hacer, y mis padres no saben que decidir respecto al coma…- apoyó nuevamente su cabeza en mi regazo, como hacía un rato, solo que como me dolía se alejó más del muslo. Por algún motivo verlo de éste modo me destrozaba el corazón, aunque como habrán visto puedo ser cínico, éste chico me llega a la conciencia con sus palabras. Me gustaría poder hacer algo por él… Con las pocas fuerzas que tengo acaricio sus cabellos con suavidad, como si fuese porcelana; es realmente suave- tienes las manos frías- dice de la nada, y cierra los ojos- ¿Puedo dormir así?
    -Sí- la voz se me quiebra y la garganta me duele por el esfuerzo- Solo diré que lo del coma es para ganar tiempo y nada más. Si quieren hacerlo lo mejor sería hacerlo ahora, que tendría más posibilidades de sobrevivir que esperar más tiempo, sino lo hacen ahora, por más que lo sometan al coma su tiempo se reducirá y no pasará de una semana más de la que tiene. No soy médico, pero vi persona tras persona en situaciones muy similares…
    -Vaya, eres muy inteligente…- soltó y me miró a los ojos con una intensidad desconocida para mí- Tienes cara de chica- soltó de la nada, y no supe si reírme o enfadarme. En realidad no era así, pero verme tan pálido y frágil tal vez daba la sensación que el pensaba- Bueno, no, pero eres lindo.
    -¿Quieres herir mi orgullo o que buscas?
    -Hey, es un cumplido, no te enojes. Es solo que… te ves como si te fueses a romper en algún momento…- desvié mi mirada a la ventana que día a día observaba inútilmente, esperando que algún edificio se disolviese y me permitiera ver más allá- ¿Nunca besaste a una chica?
    -¿Ves alguna chica aquí? Es complicado si toda tu vida estás en una camilla… Además, ¿no ibas a dormirte?- aquellas preguntas me empezaban a incomodar, no por el hecho de que mi falta de experiencia fuese evidente, sino la comparación con su claro “exceso de experiencia” en esa área. Soltó una risilla y me miró, como buscando más y más respuestas a preguntas insonoras a través de mis pupilas celestes.
    -Perdón, pero repentinamente surgió mi curiosidad- se paró y estiró su cuerpo- entonces supongo que tampoco lo hiciste- dijo, dando una seña a mi zona baja. Me ruboricé. ¿Qué clase de pregunta era aquella? Si nunca besé a nadie, ¿no es más que obvio que tampoco me acosté con nadie?- Vaya, finalmente veo color en tu rostro- sus cálidos dedos tocaron mis pómulos- Entonces eso es un no, ¿verdad?
    -No seas idiota… ¿no es clara la respuesta?- no es necesario restregarme en la cara lo que nunca podré vivir, me enfada que lo haga, y no solo eso, me da tristeza… pensar que nunca podré besar a una chica, y el sexo está aún más que descartado, es decir ¡apenas y tengo fuerzas suficientes para hablar!
    -Ngg….- ¿ehh? Oh, al parecer Nehuén ya despertó. No tardó ni medio segundo en que la figura frente a mi se apresuró donde el rubio menor para asistirlo- Oh, Nahuel, hola… ¿Qué diablos…?
    -Shh, cállate y descansa- al parecer hay cierto alivio en su voz- Por algún motivo no puedo evitar sentir celos de ese chico. No solo tiene una salida fácil de éste hospital, sino que también tiene quien lo acompañe a éste final...
    Creo que de no ser por el rubio mayor en ningún momento me habría puesto a pensar realmente en el sexo… digo, sí lo hice, muchas veces, pero jamás lo consideré algo vital. Tampoco es que ahora lo haga, pero me gustaría saber como se siente. Tener el simple recuerdo de aquello… aunque no es algo por lo que mataría por vivir…
    Miré el techo y me recosté. Tal vez dormir un poco sería bueno, aunque no tengo deseos ni ganas, creo que lo mejor es dormir un poco. Lamentablemente no importa cuanto lo intente, no puedo evitar prestar oído a la conversación de los hermanos, con un poco de culpabilidad, ya que frecuentemente ignoro las conversaciones privadas… es solo que… no se… no se por qué lo estoy haciendo, pero no importa porque las palabras comienzan a torcerse y a perder sentido. Probablemente sea el anestésico que acaba de poner una enfermera. Y nuevamente todo se ve borroso. Confuso. Negro…

    Mi respiración empieza a volverse agitada, y los latidos más constantes, indicando mi despertar. Comienzo a indagar el lugar, y solo vislumbro un blanco cegador ¿es el fin? Si es así, me gustaría al menos poder decirle adiós a ese rubio que al menos en lo que serían mis últimas horas lo desperdició conversando con éste extraño. ¿Por qué? No lo sé, solo es un deseo pasajero…
    -Alexandre, abre los ojos por favor, ¿cómo te sientes? ¿Tienes nauseas?- preguntaba el doctor, iluminando mis pupilas con una maldita lámpara. Y yo como estúpido pensando que me moría, maldita sea.
    -Estoy bien- susurré con desgano- ¿Qué pasó?- el doctor pareció reconsiderar decir la verdad, y supuse que el anestésico había sido un error de la enfermera, en la dosis o en el paciente, no se, pero para que tratara de evitar darme su respuesta, lo más probable es que eso fuere.
    -Nada, solo te desmayaste
    -Oh- solo dije eso, pero se muy bien que es una mentira, se nota a leguas. Yo mismo puedo notar el sopor y el aturdimiento de estar medio drogado por los anestésicos, y estoy más que seguro que la dosis que insertaron fue más alta de lo normal, pero no vale la pena quejarme ya que incluso puedo tomarlo como un favor. Si tan solo hubiesen puesto un poco más… si tan solo se hubiesen equivocado un poquito, solo un poquito más probablemente ya no estaría aquí, y aunque desease despedirme, creo que la oportunidad de dejar éste lugar me sería más satisfactoria…
    Y tal como lo imaginé, si yo muriese, lo haría solo. Entonces ¿con que sentido me siguen manteniendo aquí?
    Me condujeron a la habitación de antes, junto con Nehuén, aunque su hermano mayor ya se había ido y ahora se encontraba una mujer. Realmente poco me apetecía hablar, solo quería descansar, porque por más que hubiese estado inconsciente mi cuerpo no lo sentía como un descanso.

    Volví a la conciencia un par de horas más tarde… no sabía la hora ni me molesté en fijarme cual era, solo me senté en la camilla, y divisé nuevamente a la mujer, que estaba dormida sentada y con la cabeza apoyada a la pared. Ese chico realmente tenía una familia que se preocupaba por él… hacía mucho que no veía familia tan unida. El padre probablemente había muerto o se había divorciado de su esposa ya que no veía rastro del hombre, pero no obstante aquello, tanto su madre como su hermano tenían en sus ojos una adoración distinguida por Nehuén.
    Llevé mi mano a la mesita al lado izquierdo de la camilla y cogí el libro que me había prestado la enfermera, conociendo mi pasión por la literatura fantástica y realista. Si hay algo que me permita viajar lejos de donde me encuentro y llevarme a esos lugares que sueño conocer son los libros. Los amo. Podría estar días leyéndolos si es que realmente pudiera.
    Solo me sumí en la historia de nombre Ángeles y demonios, una novela realizada por el famoso escritor Dan Brown, uno de mis favoritos debo agregar. Me perdí y mi mente viajó a Italia, junto con los personajes, hasta el punto de sentirme en la basílica de San Pedro, y recorriendo el Vaticano junto con Langdon, el protagonista de la maravillosa obra, o experimentar la muerte de los cardenales una tras otra, asombrándome al vislumbrar los ambigramas impresos en el libro. Y seguía en aquello cuando al llegar a la segunda muerte mi lectura fue irrumpida por la llegada de Nahuel a la habitación, aunque por algún motivo no me molestaba.
    -¿Te gusta leer?- preguntó bajo, acercándose hacia mi, dejando al lado de su madre las provisiones que había comprado
    -Sí, me encanta- dije con una sincera sonrisa.
    -Yo rara vez lo hago… me aburro fácilmente- lo miré con la clara pregunta en mis ojos que le reprochaba cómo se podía aburrir leyendo, siendo éste el mejor modo de perderse en universos paralelos, en las vidas de otras personas… la oportunidad de sentir lo que alguien más… meterse en la piel de alguien más, y en mi caso, de vivir lo que nunca podría por mi mismo. Se volvió a su querido hermano y lo contempló con seriedad- No se ve mejor… Realmente no se que hacer…
    -No hay nada que hacer- espeté fríamente- aunque no lo quieras así, es algo que eventualmente tendrás que aceptar- posó su mirada en mí y lágrimas de frustración volvieron a caer, como si cada vez que recordara que su hermano moriría la tristeza volviera. Y cuando dejaba de llorar y tenía un respiro o se dispersaba, no duraba demasiado porque volvía a mirarlo y volvía a llorar. Yo solo deseé ser capaz de consolarlo, ¿pero cómo? ¿Cómo podría yo decirle algo positivo, cuando realmente veía aquello como un escape? ¿Qué alivio podría proporcionarle…?- Lo único que puedo recomendarte es que aproveches sus últimos días de conciencia, porque el tiempo de lucidez disminuirá pronto.
    -¡Vaya! ¡Qué consuelo!- proclamó con sarcasmo.
    -Perdón, pero no se que decirte… después de todo nuestros puntos de vista son muy diferentes.
    -Lo sé, es solo que no puedo. Simplemente no puedo ni quiero aceptar que en una semana solo habrá dos asientos ocupados en el comedor y ya no tendré con quién pelear todos los días. No puedo. Simplemente no puedo decir que él se irá- me pregunto si así se sintieron mis padres y demás familia. No. Imposible, sino seguirían a mi lado al menos cada tanto… Ellos ya me olvidaron. ¿Por qué cada que hablo con él siento una cálida esperanza de que no todo sea tan malo como yo lo veo…? ¿…Que todo no está terminado…?
    No es justo. No quiero guardar esperanzas… no para que éstas me destrocen el alma cuando desaparezca y vuelva a estar solo por un tiempo.
    Pero por algún motivo… quiero creerle… quiero sentir que alguien me quiere, que realmente no fui olvidado.
    Tal vez deba cambiar de tema, no deseo ver tanta tristeza por su rostro… por algún motivo no lo soporto. El silencio perduró un rato hasta que solté la primera idiotez que cruzó mi cabeza.
    -¿Cómo fue tu primer beso? ¿Fue especial…?- dije sin interés, y al mismo tiempo atento a la respuesta.
    -No estoy muy seguro… Creo que ya lo olvide. Aunque…- miró que su madre siguiera dormida para continuar- mi primera vez, eso si fue divertido- su sonrisa deslumbraba y la vez opacaba.
    -Dije especial, no… eso.
    -Mmm, supongo que es especial cuando lo haces con alguien especial… Pero no… solo fue divertido. No “especial” ni nada así
    -Ohh…- tal vez sea que estar tanto tiempo confinado a estar en una cama me hace ver las cosas de un modo muy diferente, por lo que no puedo más que encontrar decepcionante su respuesta, y a la vez por alguna razón que ignoro, felicidad… Que extraño- Yo creo que nunca lo sabré… Bien… Tampoco es como si me fuese a suicidar por ello, pero no estaría mal saberlo…
    -Suena como que te gustaría que lo hiciera- dijo con esa confidencia que no se de donde sacaba. Mis mejillas probablemente estaban coloradas ¡Y no es para menos!
    -¡No! Solo decía… es que estabas tan callado y no sabía con que romper el silencio- no se si se burló de mi expresión, de mi tono de voz, o de que, pero no me enojó que lo hiciera, ya que incluso yo lo haría- Basta, si no quieres hablar de eso hablemos de otra cosa, pero te advierto que no se nada de temas actuales, ya que no veo televisión seguido ni tengo computadora aquí.
    -Está bien, entiendo- me sonrió sinceramente, aunque su mano recorrió mi mejilla. Cerré los ojos y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo ante la diferencia de temperatura.
    Sus dedos se alejaron de mis facciones, y mi mirar se dirigió a la ventana, esquivando su figura. Pero no había caso, el aparato que medía mi ritmo cardíaco me delató con un claro aumento en la presión. Que vergüenza… Aún menos lo miraré ahora. Mi rostro por el contrario se muestra impasible y sereno, ocultando lo que el electrocardiograma muestra como acusándome. Siento una risilla proveniente de sus labios, y solo presiono mis uñas contra las palmas de mis manos, aunque mi fuerza es poca por lo que no tardo en desistir. Y enfrento nuevamente sus ojos color miel.
    -Te ves tan adorable, por favor, tendrías que verte el rostro- ¡Diablos no te burles!- Por cierto, creo que no te pregunté, ¿Cuántos años tienes?
    - Quince
    -Yo dieciséis, casi diecisiete. Que raro, juraría que tenías catorce… Aunque tus atributos no son los de un niño para nada…
    -¡¿QUÉ?!- mi rostro era fluorescente, y mi voz repicó en un tono muy alto que casi despierta a su madre, por lo que me silenció con señas. Le hice caso, aunque no es como si desease hacerlo.
    -Te ví cuando el doctor de hacía no se qué estudios- aclaró calmado incluso. Maldito pervertido. Y yo lo dejaba así como así… Bahh, que más da. Giro mi rostro, cojo el libro y comienzo a hojear, dando por finalizada la conversación, poco dispuesto a seguir luego de dicha confesión.
    -¡Oh, por favor no te hagas el ofendido si incluso es un cumplido! ¡Tendrías que estar orgulloso de tener…!- tapé su boca con la mano impidiendo que termine la frase, aunque la lame y por instinto lo suelto y la alejo- ¡Cualquier hombre se alegraría de tenerla grande y que incluso se lo reconozcan!
    ¿Por qué la tierra no me traga? Y encima tengo su saliva en mi mano… ¡Ahh! Vuelco mi atención al libro y busco la página nuevamente, finalmente volviendo a la lectura, pero su mano corre el libro y me obliga a observarlo a él, exigiendo alguna respuesta más que mi silencio. Tras tantos años creo que mi inocencia se apoderó de mi, como cuando era más chico sin darme la oportunidad de cambiar la visión del mundo, por más que muchas veces pueda tener mis momentos de “madurez” no es como si pudiese libremente hablar de temas de los cuales no tendré nunca que preocuparme.
    -No te enojes. Me caes bien, no quiero que te enojes por eso. Además somos hombres, no hay nada malo, ¿verdad?- me pregunto que concepto tendrá de mi éste chico. Después de todo su trato conmigo cambia a cada rato, y es tan ciclotímico… aunque tal vez sea la situación en la que se encuentra. Pero creo que mientras menos piense en que su hermano morirá mejor por él, se ahorrará un poco de sufrimiento. Y es entonces cuando me nace en el pecho el deseo incontrolable de protegerlo… por alguna razón. No quiero que llore ni se desviva por algo inevitable como lo es la muerte.
    Su hermano tenía los días contados y como quien dice, el tiempo corre y no espera a nadie…
    -No estoy enojado, solo que podrías guardarte comentarios y opiniones para vos mismo- me sonrió.
    Ambos sentimos el ruido de algo moverse. Su madre había despertado, y para su sorpresa su hijo estaba encimado conversando conmigo, como si hubiese olvidado el resto del mundo, y efectivamente así era. Al girar donde ella su expresión se aseveró nuevamente y la tristeza regresó, como si un hechizo se hubiese roto. Aquel fue el final de la conversación, sin embargo no podía evitar mirarlo cada tanto… sin saber que en el me llamaba tanto la atención. Solo se que las ganas de seguir y seguir hablando con él me consumían y no me permitían hundirme como siempre en la ilusión de las palabras de la novela.
    Su madre se había percatado de mis miradas más que constantes, pero no dijo nada y solo supuse que prefería ignorarme y concentrarse en su hijo.
    En un momento comencé a sentir nauseas y mareos, por lo que llamé a la enfermera, quien me ayudó a ir al baño a vomitar.
    Fuera de ello no sucedió nada peor. Esto se repitió dos veces más, algo un poco extraño, pero ignorable.
    Al llegar lo que sería la noche para quien tiene en cuenta el horario, Nahuel se fue a casa, dejando a la mujer sola junto conmigo y su inconciente hermano. Pero no me nacía decirle palabra y ya sin la irrupción de mi mente que insistía en que mirara al rubio mayor pude meterme en mi lectura una vez más.
    Volví en mi imaginación al Vaticano, presenciando las muertes de los tres cardenales favoritos a elegirse, de los modos más horribles y con los ambigramas grabados en la piel de los mismos. Podía sentir incluso la adrenalina de Langdon al investigar respecto a la siguiente víctima y al tener que salvar a su compañera de trabajo, de quien seguramente se enamoraría o surgiría algún romance. La intriga de saber quien estaba detrás de todo aquello y si aquella secta que se creía había desaparecido en realidad seguía en pie bajo las sombras, me impedían parar de gastar los ojos leyendo.
    Aunque en un momento de todo esto me vi interrumpido por la madre de ambos hermanos.
    -Te gusta mi hijo- no fue una pregunta, fue una afirmación clara, casi como un reproche- Pero no podría permitir algo así. No con ésta situación y aún menos en la tuya- la miré sin comprender y ante la sospecha de lo que insinuaba, incluso fastidiado- Mi hijo ya tiene suficiente con aceptar que su hermano dejará este mundo, no necesita conseguirse un novio moribundo. Sin mencionar que a él no le van los chicos.
    -Disculpe señora mi falta de respeto, pero no se de que se preocupa ni tampoco me interesa. Su hijo puede hacer lo que le plazca y yo no soy quien para detenerlo, y respecto a si me gusta o no es algo mío y de nadie más. Además a mi tampoco me van los chicos por lo que le pediré que se abstenga de palabra alguna. Y respecto a mi condición física tengo muy presente mis limitaciones, no necesito que me las recuerde, por tanto me excusa así puedo continuar leyendo.
    ¡Que mujer más pesada! No solo me hacía abandonar mi preciada historia, sino que para reverenda estupidez ¡Claro que no me gustaba su hijo! O tal vez sí, ¡pero no es su problema! ¡Ah, me encabrona que se meta donde no le llaman!
    El enojo me impidió volver al libro así que simplemente cerré los ojos, incapaz de girar y acostarme de costado por el dolor en los riñones, pero aquello era suficiente. El sopor tardó un poco en llegar y mientras tanto, las palabras de aquella mujer resonaban en mi mente con insistencia... tenía razón en algo. Yo me estaba, no que digo, me estoy muriendo, y no tengo derecho de ver del modo en que lo hago a su hijo, por más encantador que me parezca…
    ¿Es esto lo que dicen querer aferrarse a la vida? Porque si requiriera de una razón para que mi muerte aguardase sería el poder estar tanto como él en ésta habitación de hospital… Soy tan tonto… tan idiota… ¿será porque la vida se me va de las manos que cada maldito segundo parece una eternidad? Porque no siento como si solo un día hubiese pasado desde que lo conocí… ¡Ah! Maldita
    esperanza. Y solo puedo pensar si podré vivir un día más para verlo… solo con eso sería suficiente.

    “No importa cuanto ni donde, el amor eventualmente llega al corazón, sin distinguir razas, sexo o edad, simplemente llega… sin preocuparse el momento ni las consecuencias… solo llega esperando que sepamos apreciar su presencia, y disfrutar al máximo las posibilidades. Pocos son quienes se dan cuenta, y aún menos son quienes lo aprovechan, pero el está allí… Solo es cuestión de saber mirar… De abrir los ojos y no ser cegado por nuestras propias barreras… de poder decir: “ah, él es mi persona especial” y sonreírle a la vida la dicha de haber encontrado lo que tantos buscan, sin saber que a tientas solo se caerán, ya que lo esencial es invisible a los ojos”
     
    Top
    .
  2.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    ω Suke ω

    Group
    100% Suke
    Posts
    463
    Location
    España

    Status
    Anonymous
    awww que bonito y tierno.. espero con impaciencia el proximo y último capítulo teniendo en cuenta que es de dos capítulos... aaa!! siguelo, cuanto antes mejor xD
     
    Top
    .
  3. hana-hime
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    QUOTE (KeiKun @ 4/1/2012, 14:14) 
    awww que bonito y tierno.. espero con impaciencia el proximo y último capítulo teniendo en cuenta que es de dos capítulos... aaa!! siguelo, cuanto antes mejor xD

    Jajajaj muchas gracias! sii :) para mañana lo subo! creo :P
    un saludo y gracias por tomarte la molestia de responder :D eso te juro que me alegra el día!
    :=duouou:
    Besos! :D
     
    Top
    .
  4. hana-hime
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Ohayo! como prometi, la otra parte n.n disfrutenla :)


    Capítulo 2
    Cuando el tiempo está en mi contra solo me queda amarte

    El día llegó, o tal vez fuese la tarde. Lo que fuera. Pero me relajé al notar la ausencia de aquella molestosa mujer. Tan pocas palabras me había dicho, pero me habían disgustado mucho.
    La monotonía a la que estaba acostumbrado siguió por la mayoría del día, ya que el rubio menor seguía inconciente, siendo pocos sus momentos de lucidez.
    El dolor y las nauseas me quitaban el apetito, por lo que solo miraba el plato de comida en frente mío sin deseo alguno. Desearía tirarlo, darme vuelta, taparme con una cómoda y cálida colcha y dormir un buen tiempo; pero ninguna de éstas opciones me era posible ya que necesitaba de esos alimentos, los quisiera o no; el dolor me impediría girar mi cuerpo; y respecto a la colcha, encontrar alguna en un hospital es complicado por no decir casi imposible, ya que son bienes que la familia trae…
    El frío comenzaba a sentirse más, el otoño está por terminar, dando paso a las heladas invernales, y probablemente deberé de recibir la caridad de las enfermeras con respecto a la ropa de abrigo, ya que lo más probable es que tal como el año pasado, mi familia brille por su ausencia.
    Probablemente mi piel se vea aún más blanca que el papel con el frío, en contraste con mis ojos celestes, mi fría mirada incluso combina con todo lo demás aquí.
    -Hola, ¿Estás despierto?- oí una voz grave y profunda. Mi esperanza se infló y volteé mi rostro para ver a quien yo creí era Nahuel. Sorpresa la mía al darme cuenta que en realidad la voz provenía de la camilla que estaba a mi costado. El Nehuén se había despertado finalmente, y al parecer llevaba un tiempo observándome, cosa que no me incomodaba.
    -No, está bien. Estaba mirando… a la nada- reparé en su rostro y sin duda aquellas facciones eran en extremo similares a la de Nahuel, aunque esto solo me hacía dar un mayor deseo de que viniese- Tardaste en despertar…- ¿Qué se supone que le diga? Al parecer no habrá nadie más hoy. Que decepción…
    -Oh, sí. Supongo. No se cuanto pasó… Te lo pregunto porque no parece haber nadie aquí que me quiera decir claramente lo que pasa… ¿Tienes idea de mi situación? Realmente estoy todavía mareado- hice una mueca, entendiendo perfectamente a la sensación de desconcierto por la que atravesaba: cuando un paciente está muy grave los médicos y la familia tratan de callarlo el mayor tiempo posible para que el paciente no entre en depresión ni nada parecido; aún recuerdo lo frustrante de despertar y ver las cosas borrosas, estar adolorido y adormecido a la vez por el conjunto de drogas y levantarme en un lugar completamente desconocido y frío como lo era la sala de un hospital.
    Me debatía internamente entre si decirle de frente todas las cosas o con tacto, después de todo si se perturba sería mi culpa, y no quiero eso. Como dije, las últimas horas, días y noches hay que disfrutarlas, no amargarse, y si mis palabras causan eso será egoísta y cruel. Además Nahuel me odiaría de por hecho, y eso sería realmente atormentado… no podría permitirme algo así.
    -N-no… no estoy seguro- mi voz se oye tan débil que de no ser por el silencio que reina el ala de cuidados intensivos y de observaciones, algo raro, teniendo en cuenta lo agitado que es éste lugar la mayoría del tiempo, y supongo que es porque está anocheciendo; probablemente no se podría escuchar.
    -Oh…- parece decepcionado. Se ve tan parecido a Nahuel que puedo sentir el remordimiento de no contarle la verdad… pero las consecuencias podrían ser peores- ¿Hace cuanto que estás acá…?- Murmura preguntas al azahar. Sin duda no está acostumbrado a la quietud de éste lugar, ni a los largos silencios.
    -Mmm no lo recuerdo… años. Desde… ¿los Ocho? ¿O los siete…? La verdad no se…- aunque mi rostro finge una sonrisa la cual a estas alturas se ve con naturalidad, mi mente sueña con tener la capacidad de moverme lo suficiente y desconectar el cable de la máquina a la que vivo conectado, como si con ello el alivio de un sueño sin fin llegara. Per si alguien no tiene idea a lo que me refiero con “máquina” (no los culpo, ya que no se como describirla exactamente), es una especie de depurificador de la sangre, parecido al trabajo de diálisis, pero de constante utilización, no tan efectiva, pero lo suficiente como para no darme grandes problemas. Y si tuviese que comparar, sería como un respirador artificial para alguien con problemas de los pulmones- Aunque creo que ya me resigné a esto- su rostro se contrae, como si por dentro pensase cómo es posible que fuese así, siendo que él difícilmente aguanta los pocos minutos de conciencia que lleva. Es un sentimiento que también recuerdo y conozco- Aunque no te preocupes, ni te compadezcas. Ya lo acepté.
    -Sigue siendo triste- al parecer es más parecido a su hermano de lo que aparenta. Sus expresiones, gestos y palabras también se parecen.
    -Supongo…- su interior parece seguir debatiéndose, y la curiosidad parece ganar, aunque no entiendo mucho el interés en un desconocido con el que nunca ha hablado antes.
    -¿Y yo… más o menos cuanto…?- no termina de pronunciar lo que quiere, pero ya sé lo que dirá y le quito sus palabras.
    -¿…Cuánto tiempo? Dos días o tres- esa es una de las cosas en las que no puedo ayudar, ya que yo no llevo la cuenta de éstos, ni se cuando despierto ni cuanto duermo-. Es un poco raro que nunca pudiésemos hablar antes, ¿verdad?
    -Sí. Cuando despertaba siempre te veía durmiendo- no me extraña para nada, ya que no hay mucho que hacer aquí, si no duermo, leo, si no leo, miro la ventana-. ¿Te molesta si pregunto respecto a tu enfermedad…? Es solo que me da curiosidad el que te mantengas aquí tanto tiempo.
    -Mis riñones… No entiendo mucho el porque, pero tuve un problema de pequeño con respecto a ellos. Uno dejaba de funcionar parcialmente, aunque solo parte de éste, y de a poco se fue degenerando al punto de volverse completamente inútil. Aunque en ese entonces aún podía mantenerme en casa, claro que con aparatos y consultas diarias al médico, pero mi vida seguía relativamente normal. El problema fue cuando el otro comenzó a fallar…- supongo que a esta altura del partido mi voz ya es monótona al hablar respecto a esto, e incluso podría sonar con gracia, como si fuese una anécdota o algo por el estilo; mi rostro se ve igual de impasible que siempre, pero mis ojos por un extraño motivo se ven vidriosos, sin llegar a las lágrimas-. La urgencia de un transplante de riñones se volvió mayor, subiendo mi número en la lista de espera, pero estas cosas no son tan simples… todo se mueve con dinero, por lo que más de alguno debe haber recibido partes que yo debería haber recibido. Aún sigo esperando ese donante… pero mi esperanza ya es nula, y con el avance de la enfermedad, es poco probable que aún recibiendo un donante, mi cuerpo pueda asimilar el “cuerpo extraño”. Y no me importa realmente. Se que el problema mayor es mi tipo de sangre, -O (o negativa), la cual es muy rara, y los donantes son escasos, no así los que requieren de la donación- su rostro se ve acomplejado, y me pregunto por qué será…- y bueno, ya prácticamente no sirven ninguno de los dos, por lo que me mantengo con “esa cosa”- señalo la máquina- y con diálisis diaria, más chequeos constantes.
    -Yo tengo esa sangre…- susurra para sí mismo. Ya entiendo el porqué de su rostro extrañado- Y yo… ¿Podría ser donante?- ¿QUÉ? ¿Y eso de dónde vino? Creí que era porque su sangre era rara y tenía miedo… o lo que fuere. ¿Ser mi donante?
    -Lamentablemente no…- ¿no entiende su condición? Bueno, es claro que no, pero está en un hospital ¿y quiere ser donante...?- Mira a tu derecha- sigue mis indicaciones y ve postrado allí una especie de “perchero” (en realidad no recuerdo el nombre), del cual cuelga unas bolsas de sangre- Alguien que recibe una donación no puede ser donante, por no solo el riesgo del donante, sino del paciente que recibiría el transplante. Es más complicado que solo ir y preguntarle a alguien su tipo de sangre…
    -Oh… Perdón- ¿Por qué se disculpa? Entiendo muy poco a este chico, aunque su personalidad es muy agradable, pero sus conclusiones parecen ser muy apresuradas y no logro seguir el hilo de sus pensamientos. Me agrada esto de él, ya que no se que es lo que dirá ni tampoco las intenciones de sus gestos. Mi vista se fijó en los apartamentos. A diferencia que de día, de noche se ve mejor, con la mayoría de las luches apagadas y alguna que otra encendida le da cierto aire que me gusta. Por algún motivo la noche me encanta con lo que a ambiente respecta, es decir, siempre me pareció mas agradable una noche estrellada que un atardecer o amanecer, y ese tipo de cosas- Y… ¿Cómo te cae mi hermano?- mi vista volvió completamente al rubio- Sucede que te mencionó bastante seguido mientras charlamos y por el poco tiempo que llevo aquí me extrañó un poco.
    -Ah. Supongo que congeniamos bien. Eso ha de ser- maldita máquina, ¿Por qué me delatas cuando se acelera mi pulso?- Es agradable.
    Siento una punzada en la zona habitual, pero es diferente a lo usual por lo que no se si debería o no preocuparme. Mi rostro no muestra el dolor que siento, ya que siempre me ha parecido deplorable mostrarle a los demás la suerte que me ha tocado en la vida; aunque sospecho que más que eso, lo que en realidad odiaba era que los demás sufriesen por mi culpa, y ver el daño que les hacía a todos el darse cuenta la gravedad de mi condición.
    -Antes que lo olvide, me pidió que te dijera que tiene un libro que te va a encantar, pero dudo que lo haya leído en realidad, ya que el no lee nunca. De seguro va y compra uno nuevo para que lo leas- no se porque, pero su tono suena incluso divertido y no puedo evitar mostrar mis blancos dientes que contrastan perfectamente con éste lugar, aunque las fuerzas no me dan para reírme verdaderamente. Me pregunto si le dolerá el corazón como a mí mis riñones; después de todo solo tiene una semana de vida- Tiene razón después de todo…
    -¿Eh?
    -No, solo pensaba en voz alta…- asentí con la cabeza, sin saber de que conversar, dispuesto a volver a mi mundo de nada al no encontrar tema alguno.
    El silencio comenzó a prolongarse y fue irrumpido por la puerta, abierta casi de golpe. Supuse que sería alguna enfermera, pero para mi sorpresa era Nahuel, entrando a hurtadillas a la habitación, ya que tras pasar el tiempo crítico las visitas vuelven a tener un horario. La extraña sensación que me inundó en ese instante sería complicada de expresar, pero si debiese hacerlo, sería como… una calidez extendiéndose por mi pecho a pesar del frío invernal, una amargura en la boca del estómago, pero a la vez alegre, y dulce… algo así de extraño. Sonrió socarronamente, mostrando su encantadora sonrisa, trayendo consigo una mochila enorme. Lo miré con las cejas arqueadas, preguntándole con los ojos que llevaba consigo.
    -¡Nahuel!- el rubio menor le llamó por su nombre, tapándose la boca al darse cuenta que el tono que había usado había sido muy alto. Por su parte, el rubio mayor se sorprendió de verlo conciente y lúcido.
    Por alguna razón el calor de mi pecho se incrementó al pensar en que solo hubiese venido a verme a mí, creyendo que su hermano solo dormiría.
    -¡Nehuén! Traje algo para pasar el frío, ya que la única vez que estuve aquí casi me muero de la hipotermia- claro, su voz suena jovial y alegre, aunque se que es solo una máscara. Estoy más que seguro que solo es eso… el modo en que llora al recordar la realidad me deja claro que mientras su hermanito sufra menos, mejor. Y la envidia que siento por ese chico no hace más que incrementar al tener ese tipo de pensamientos. Si solo él me mirara… si solo él viniese a verme a mí… si solo él me acompañara aunque sea un poco más…
    -¿Te quedaste a dormir aquí? ¿Por qué? Digo… no es para tanto, ¿verdad?- la sonrisa se desvaneció por un segundo en el que giró el rostro, y aunque su hermano no lo vio, yo sí, era una mueca de agonía pura y cruda. Tan tangible que me dolió incluso a mí, y tan fuerte que quizás aún más que aquellas molestas punzadas en el vientre. La sonrisa volvió a aparecer en menos de un segundo- ¿Nahuel…? ¿No es para tanto…verdad?- su voz ahora sí mostraba preocupación, porque aunque no había visto aquella mueca, supongo que la cercanía y el tiempo le habían enseñado a reconocer las expresiones y gestos de su hermano.
    -N-no…- voz quebrada y ojos más luminosos de lo común. El llanto viene. Lo presiento…
    -¿Qué me pasa?- su voz es más alterada, y el monitor comienza a mostrar anomalías en el ritmo cardíaco. Su respiración también se vuelve arrítmica y lleva su mano al pecho. ¡Diablos, no! ¡Esto es malo! ¡Lo se! ¡Ya lo he visto! ¡No! ¡No en frente de Nahuel!- Ahh… Na-Nahuel… me duele…
    Mi mano se dirige rápidamente al pulsador de llamado de la enfermera, mientras que Nahuel se ve un poco desesperado intentando calmar a su hermano menor. Veo el pánico en sus ojos. La velocidad de las respiraciones aumenta y la cara de dolor que muestra hace evidente su suplicio. Su mano se mantiene presionada en su pecho, como si tratara de calmar el dolor con las manos. Si pudiese levantarme debería de darle un masaje cardíaco, ya que dudo que Nahuel pueda o sepa hacerlo. Estoy seguro que es un paro cardíaco. ¡Mierda! ¡Mierda! La enfermera no viene y yo presiono el botón constantemente. ¡Mierda! ¡Es una urgencia! ¡¿Por qué carajo no se apuran?! ¡Incluso el aparato emite los pitidos de que el corazón está en riesgo! Y encima los muy… son ensordecedores, ¡no hay forma de que no los oigan así estén durmiendo!
    A todo esto permanezco en silencio, aunque mis manos siguen insistiendo. Prefiero no irrumpir, aunque tampoco es como si me pudiese levantar a ayudar, y el rubio mayor se ve sumido en la histeria como para entender palabra alguna. Parece quedarse sin aire, si las malditas enfermeras no se apuran no logrará durar siquiera una semana. Su cuerpo se contrae tratando de hacer más presión en la zona del corazón, pero si sigue así las intravenosas se saldrán de sus venas y eso sería incluso peor. El pánico, el horror y la desesperación, las lágrimas caen a mares por los ojos de Nahuel, mientras que le suplica que por favor resista. No sabe que hacer, aunque tampoco hay mucho que pueda hacer. Lo que requiere es una inyección que lo controle y que lo conduzcan urgente al desfibrilador.
    La puerta se abre.
    Finalmente suspiro de alivio, y tan pronto entran realizan los procedimientos requeridos. Dejando a un confundido rubio parado a duras penas… Se acerca a mi, como si las piernas casi no le respondieran y sin decir palabra alguna se derrumba en mi camilla, claro está sin apoyarse en mí, sino en mis piernas. Lo dejo estar… las palabras sobran… con que él pueda quitar toda su angustia ya estaría bien. Quiero ser útil para lo que sea, aunque desde donde estoy tal vez me sea imposible. Algo en él me hace desear con fuerzas ayudarlo.
    Los minutos pasan y su llanto no cesa… empieza a angustiarme, aunque se que su hermano está bien, pero lo tendrán en observación hasta asegurarse de que está estable antes de que vuelva aquí.
    -Él está bien. No te preocupes, que sigue… vivo- levanta ligeramente su cabeza y puedo ver sus ojos rojos y su labio tembloroso. ¿Por qué siento realmente como si yo me fuese a romper solo por verlo así? Realmente, más que el ataque en sí (algo que vi incontables veces, a causa de ser uno de los tipos de muertes más comunes), lo que me hiere emocionalmente es aquella expresión desgarrada- Nahuel- lo llamo; quiero que se acerque. Deseo limpiar sus lágrimas, pero no puedo… nunca me sentí tan impotente estando impedido por ésta maldita máquina, la maldita camilla y mis podridos riñones.
    Se acerca, agarrando sus cabellos con una mano, como si fuese a arrancarlos, y la otra en un puño perfecto; apretando con tal fuerza que sus venas se notan y el color crema que tenía es sustituida por uno más rojizo.
    -Es mi culpa- su profunda voz suena monótona, como perdida- Yo… Él se dio cuenta de mi mentira y se alteró. ¡¡Maldita sea!! ¡Le causé un paro a mi hermano!- los decibeles aumentan y agarro su mano, acercando su cuerpo, sin fuerza ya que su cuerpo se mueve como si de un muñeco se tratase- Yo… Yo…- sus hombros se mueven como ligeras convulsiones y sus labios tiemblan, como si estuviese conteniendo el llanto. Como si ni las lágrimas bastaran para exteriorizar su sufrimiento.
    -No lo es- mi voz suena por sobre la suya, algo extraño, ya que generalmente es débil, pero por más que duele y me cuesta logra lo que quiero: su atención. Su cuerpo se acerca aún más al mío, y como si mis ojos le dijeran lo que mis palabras no pueden, le observo con toda la intensidad que me es posible. Con los pulgares limpio sus húmedas mejillas, tratando de conferirle algo de calma- No es tu culpa. Es solo que él está demasiado débil… Aunque no quieras aceptarlo, esto es algo que pasará cada vez con más frecuencia- no le voy a mentir respecto a esto. No quiero que esto acabe de éste modo cada vez que suceda.
    Se dejó caer en una silla, no se si más calmado o qué, pero sin la histeria de hacía tan solo segundos. Apoyó su cabeza entre las manos y se quedó pensante. El dolor en mi vientre se acrecentó por el esfuerzo y la tensión, pero éste no era momento para preocuparme por unas punzadas… ahora solo quería ayudarlo. Solo eso.
    Solo podía preguntarme que era lo que tanto cavilaba… mirarlo y esperar.
    No recuerdo cuando fue la última vez que tuve esta sensación de frustración… Esto es malo… Si el se va yo lloraré… Soy un idiota. Realmente lo soy. Si tanto se que no debo, entonces, ¿Por qué dejé tan vulnerables mis defensas? ¿Por qué le permitir entrar a mi vida tan fácilmente y desordenar todo? ¿Por qué dejé que estas emociones me dominaran? Esto está muy mal… Está mal desearlo, ¡Y aún más en éstos momentos!
    -Alexandre…
    -¿Sí?- Me gusta como suena mi nombre pronunciado por sus labios… aunque éste no es el momento ni el lugar para pensar en eso, ¿verdad? Aunque, siendo yo… si no es aquí, ¿dónde?, si no es ahora, ¿cuándo? Después de todo, si tengo o no un mañana depende solo del capricho del destino
    -¿Estás seguro que el está… estable?- sus ojos imploran una respuesta afirmativa.
    -Si- Al menos eso puedo confirmarle. No es muy necesario esperar la respuesta, ya que no había llegado al paro, por suerte. Sus facciones se relajan, pero casi imperceptiblemente y agacha la mirada, sin embargo veo que quiere decir algo más.
    -Y… según vos, ¿Qué tan probable es que obtenga la donación…?- Mierda-, ¿Alexandre?- levantó la vista, y supongo que notó aquel gesto tan mío al oír su pregunta. El modo en que me mira… no puedo mentirle, y tampoco quiero decirle la verdad. No quiero ver que la tristeza lo domine nuevamente. Aunque ahora mismo tampoco es que esté precisamente alegre…
    -Eh- ¿Debería? Mis ojos se cerraron por impulso más que por otra cosa. El dolor ahora era tanto físico como emocional. Llevé mi mano al entrecejo y tras pensar un poco cómo decir las cosas, proseguí- Yo creo… Es… Es poco probable, lo siento- no quiero abrir los ojos, aunque el dolor, cada vez es más intenso y no creo que tampoco pueda recomponer tan fácilmente mis facciones. No quiero que me vea en medio de una crisis, no tiene porque verme pasar por algo de ese estilo. Fingir. Debo fingir una sonrisa y pretender que es solo una revisión más. Tal vez dios me haya escuchado y como burlándose de mi me cumpla mi deseo en este preciso instante- Tu hermano tiene mi tipo de sangre. Y los donantes son escasos… depende de su lugar en la lista de donaciones… aunque… es probable que aunque esté muy arriba (si es que lo está), no consiga el corazón, a menos que haya una donación directa, ya que… lo quiera o no, es el dinero a lo que el mundo obedece.
    -…- No hay respuesta. Dios. Ya no aguanto… no podré durar más tiempo sin que se de cuenta. Debo llamar a la enfermera.
    Mis dedos obedecen la acción y pulsan nuevamente el botón. Nahuel me mira extrañado, aunque se da cuenta que la mano que antes limpiaba sus mejillas se encuentra sobre mi vientre, como protegiéndome del dolor incesante, pero mi rostro no muestra ni un cuarto de lo que en realidad siento. No permitiré que él me vea en ese horrible estado. No él.
    A diferencia de la vez anterior, la enfermera no tarda en acudir. Supongo que Nehuén hizo movilizar a todos los que se encuentran haciendo el servicio de guardia.
    El procedimiento es el habitual, pero al ver mi rostro deformarse completamente en una mueca de agonía ante la tortura de solo tocar por bajo mi estómago, al costado, me inyecta un sedante que empieza a entorpecer mis sentidos. Se porque hizo esto. Yo nunca muestro mi dolor, jamás. Y el que hoy lo haya hecho tan abiertamente es una clara alerta para ella. Claro que el rubio no lo sabe, ni lo hará nunca, pero me mira con pesadez y culpa, y se lo que sus ojos dicen. Siente que lo que me pasa también es su culpa, pero en realidad es solo mi estupidez por dejar pasar esto tanto tiempo.
    Solo llego a ver la luz incandescente del pasillo y el sopor llega. Todo se vuelve borroso, hasta desaparecer completamente… pero es extraño… por primera vez en mucho tiempo no tengo ese último pensamiento tan característico que tenía. Es diferente. Ahora siento ansias, a pesar de todo, no veo el momento de despertar para poder acompañar al menos psicológicamente a Nahuel respecto a esto. Quiero volver y poder hacer algo. Tener un propósito más allá de solo estar recostado en esa estúpida camilla.


    -Hmmnn- ¿Dónde estoy? El lugar no es mi cuarto habitual… Esto es raro. ¿Por qué tengo estos tubos conectados a mi nariz? Rayos, son tan incómodos. No solo eso, también tengo la intravenosa conectada al brazo. Si antes no podía moverme, ahora no solo eso, sino que cada simple movimiento conlleva un dolor casi insoportable ¿Qué paso mientras estaba inconciente?
    -Oh, despertaste- Siento los sonidos amortiguados, como si me hablaran a la distancia. Me cuesta razonar las palabras que pronuncia el doctor. Solo veo sus labios moverse y sonidos salir, pero no tienen significado alguno. El nota que no entiendo nada por mi cara de clara confusión, pero no le presta atención, y tras darle una explicación al aire, ya que solo estamos los dos, y yo no puedo oírlo, no hay quien interprete sus palabras.
    Estoy drogado, eso es más que obvio. Hace demasiado que no me dan dosis tan altas. Ni la vez que se equivocaron me dieron tanto… Algo grave me esta sucediendo para que lo hayan hecho. Y el dolor en todo el cuerpo es más que una señal clara. Maldito destino… supongo que sí. Todo esto era una jugarreta del destino. Parece que se divierte conmigo. Debe darle gracia mi sufrimiento. Mi piel se ve pálida como siempre, pero a la vez no, es incluso peor que lo usual. Es como papel, casi transparente. Mis ojos se ven como dos luces azuladas, enmarcadas por espesas pestañas y grandes y marcadas ojeras violáceas, como si de moretones se trataran. No se cuantos días pasaron desde el paro cardíaco de Nehuén, ni tampoco se si sigue vivo.
    Mi egoísmo me asombra… Jamás creí que desearía que lo estuviera sola y simplemente para que su hermano siga en el hospital... Creo que he de resignarme a aceptar la realidad que aunque nunca la negué, salvo a aquella idiótica mujer, jamás la acepte. Siempre me resigné a todo… a vivir… a morir… a sufrir… a ser olvidado… y ahora me resigno a enamorarme y tener que olvidarlo. Sea hombre o no, creo que poco importa. No viviré lo suficiente como para decirlo, ni tampoco creo tener la oportunidad de volverlo a ver.
    La lucidez llega lentamente, aunque sigo inmóvil en mi lugar. Una enfermera se acerca. Es esa señora con la que solía hablar.
    -Hola, ¿Cómo te sientes?- su sonrisa gentil nunca cambia. Me inspira ese aire a “abuela” o algo así...
    -No se… me duele. Me siento atontado, me drogaron más de lo usual ¿Qué pasa?- su rostro se perturbó y una mueca triste apareció en su lugar. Está dicho. No necesito palabras para saberlo… lo que tanto estuve esperando llegará. Finalmente… y justo cuando menos lo deseé. Supongo que debería reírme de las insulsas bromas de este dios que parece más demonio que dios...
    -La diálisis funciona, pero… ¿el doctor no te dijo?- parece reticente a decirlo ella misma, aunque no es necesario. Ya se lo que sigue. También se que el decirle a un paciente que morirá pronto es una tarea que se delegan constantemente, ya que generalmente no pueden soportar el hacerlo. No los culpo. Si ellos sienten lo que yo sentí aquella vez (ya que no se el día) que vi tan desesperadamente a Nahuel, así sea prácticamente un desconocido, tienen justa razón para no querer presenciar el momento de “quiebre” de una persona.
    -Sí, creo. No entendí nada por la anestesia, droga, o lo que sea que me dieron. Pero ya entendí… queda poco, ¿verdad?- mostré mi máscara para aliviarle el trabajo. Supongo que ya me es fácil fingir, aunque ésta sea la primera vez que realmente tenga que hacerlo. Siempre creí que me sentiría feliz y realizado al llegar el momento… pero no. Tenía que concebir esperanzas, maldita sea- Supongo que ya era hora. Ya me estaba aburriendo de ver todos los días la misma habitación.
    -Oh, sí. Supongo que ya debe ser un poco aburrido, ¿verdad?- vi sus lágrimas, aunque su sonrisa seguía presente. Supongo que no todo el mundo me olvidó…
    -Entonces… ¿Cuánto queda? Creo que me conseguiré unos buenos libros antes de que llegue la fecha- si algo define mis palabras es el cinismo. Ni yo mismo me creo lo falsas que son; pero al parecer se oyen creíbles. Tal vez sea una vida de hablar de éste modo que logran hacer una buena cubierta.
    -Depende… uno o tal vez dos días más… Estuviste inconciente casi una semana.- su voz se apagó. Parece que aunque yo pueda hablar de la muerte como de una película o de la cena de ayer, no implica que ella pueda hablar de esto con la misma soltura y facilidad. Moriré. Realmente lo haré. ¿Finalmente?
    Quiero que no me pongan sedantes… por una vez quiero sentir todo, estando conciente… creo que hablaré con el médico. Al fin y al cabo tengo derecho a hacerlo. Pediré que corten el suministro de anestesias, así mis últimas horas vivo todo lo que no viví… sufro todo lo que las mágicas píldoras y las inyecciones milagrosas me evitaron, y lloro todo lo que me aguanté por tantos años. La monotonía acabará tan pronto… y no logro sentir la alegría que hace no se cuanto, pero no demasiado había sentido.
    -Te voy a llevar a una habitación nueva, con vista al cielo, ¿Te parece?
    -Sí, por favor- si bien no siento la alegría, no es así con mis ansias. Esperé el momento tanto tiempo… La salida… el final… ¿Cómo será?- Marie,- pronuncié su nombre- quiero que ya no me suministren más droga. Solo me mantendré con la máquina y las diálisis. Por favor.
    -Pero no puedo hacer eso. Sería cruel. Inhumano. El dolor sería…
    -Lo se. Por eso mismo- mi rostro supongo que la convenció de hablarle al medico de mi petición.
    Pronto llegamos a mi nueva habitación. La última que tendría. Supongo que es mejor que la anterior… no es muy diferente, pero el no estar en la otra habitación es mejor. Y aunque no sea desde afuera puedo ver el cielo. No es celeste como yo siempre lo imaginaba… es blanco. Está todo cubierto de nubes, y parece que pronto lloverá. Un cielo tétrico, por seguro, pero supongo que ¿combina con la ocasión…?
    Ahora sí, todo es claro. La droga ya ha de haber salido de mi sistema (o en realidad disminuido como para no sentirme medio inconciente y medio despierto).
    Y al final no tuve el valor de preguntarle a Marie si Nehuén sigue hospitalizado… no pude sacarme eso de la cabeza, y sin embargo no logré decirlo. No quiero dormir y tampoco creo poder hacerlo, pero si me cortaran los anestésicos luego no podré hacerlo… Aunque ya no estoy adormecido como antes el dolor no se siente.
    Si pudiese verlo… y morir con él entre mis brazos… Si pudiera saborear sus labios…Si pudiera estar con él… Si el me viera del mismo modo ¿Qué haría? ¿La felicidad volvería? Tal vez no… tal vez desearía retrasar aún más esto para poder seguir viéndolo, probándolo, abrazándolo…
    -Ahh…- un largo suspiro. Ahora estoy solo, y ya nadie me ve. Ahora puedo deshacerme de la máscara.
    La sonrisa sigue allí, pero mis ojos expulsan ese líquido cristalino que tanto contuve. Mi pecho duele. Ahora finalmente puedo llorar. Y es tal como había imaginado… solo… vacío… solo unos papeles que firmar luego de que mi corazón se detenga, y todo habrá acabado.
    Siempre quise esto. Lo espero desde hace años… Entonces, ¿por qué no puedo dejar de llorar? ¿Por qué me duele el corazón de éste modo? ¿Por qué deseo tanto estar aquí un poco más…? Mi familia… ellos… ya no vendrán ¿No se suponía entonces que la familia estaba siempre y para todo? ¿No se supone que es en ellos en quienes hay que apoyarse cuando el mundo te da la espalda? Entonces… ¿Por qué estoy solo yo aquí llorando? ¿Por qué no tengo un hombro sobre el cual descargar mis lágrimas?
    El efecto de la anestesia empieza a desvanecerse finalmente, y ya no solo es el pecho lo que me duele, sino también los riñones. Estos malditos riñones inservibles que me condenaron a una vida en una camilla de hospital, estos mismos riñones. Quiero que duelan. Quiero sentir tanto dolor que sea lo único que me acompañe al final de mi patética existencia, ya que nadie más lo hará. Quiero sufrir físicamente todo lo que mi corazón está sufriendo emocionalmente. Porque no soy nada. Soy un simple humano, igual que los demás, y a la vez diferente, porque estoy fallido. Por que me falta algo y soy como un cascarón vacío…
    Las lágrimas siguen cayendo… si esto sigue así me desmayaré por deshidratación, o tal vez no, ya que tengo el suero conectado a la intravenosa…
    Estoy solo… Desearía que él estuviese aquí… Y nadie más verá que a pesar de que dije que deseaba esto en realidad solo quiero poder vivir… pero no aquí, en el hospital. Quiero vivir afuera, bajo el cielo azul, que ahora es grisáceo, tal como todo lo que hay en la habitación; quiero correr, jugar al football, a basketball, a todos los deportes que pueda; salir a bailar, beber, probar el cigarrillo y dejarlo, ligar con chicas y divertirme como cualquier otro muchacho de mi edad. Pero esa realidad es imposible para mí. Él es imposible para mí. Y es algo que tendría que entender de una buena vez…
    -Toc toc ¿Puedo pasar?- esa voz. La conozco… es… No, debo estar alucinando. Tal vez en realidad sigo drogado y es solo mi cabeza inventando cosas- ¿Hola?- las lágrimas, tengo que hacer que paren. No puedo. No quiero que me vea de éste modo- ¿Alexandre?- Creo que ya es tarde. Su figura se adentra en la habitación. Se ve tan bien. Hay algo diferente en él, no se que es, pero sus ojos brillan, aunque las ojeras siguen allí.
    -Hola ¿Cómo estás?- a pesar de todo le muestro mi sonrisa.
    -Bien- veo las lágrimas cayendo de sus ojos, y me temo lo peor. Entonces fue así después de todo… pasó mientras yo dormía- Estoy bien…- su rostro muerta una sonrisa al igual que yo, pero sus ojos siguen llorando- Mi hermano… él…- Murió- Recibió el transplante. Él también está bien- oh, eran lágrimas de alegría, entonces-. Creí que querías… morir.- ¿eh? Mi rostro muestra una clara sorpresa, enfatizadas por las cejas arqueadas. Sus ojos miel me reprochan- Dijiste que deseabas morir, entonces… ¿por qué llorabas cuando llegué?- Parece ser que me descubrió- ¿Por qué?
    -No era por eso… solo… yo…-¿Qué puedo hacer? ¿Mentirle? Ya no quiero seguir mintiéndole como a todo el mundo- No es eso… es solo que pensaba no en mi muerte, sino en… todo lo que me faltaba. Pensaba en que iba a morir solo, y a nadie le iba a importar que yo desapareciera. Solo eso…
    -¿Solo eso?- su risa irónica me hace sentir vergüenza de mi mismo- No importa lo que pienses, no vas a morir solo…- Sus brazos me rodearon con cuidado, a pesar de que el dolor, que a cada segundo se hacía más fuerte me impedía moverme yo deseaba y necesitaba ese contacto con desesperación- Sentí su respiración en mi oído, y en un suave susurro continuó hablando- Yo no voy a dejar que eso pase… Una vez un chico me dijo que a los hombres no les debe dar miedo las lágrimas, que son algo tan natural como respirar… así que si quieres llorar llora, yo no te juzgaré por ello- no se si es porque aquellas eran mis palabras o porque realmente sentía que el peso de años conteniéndome se me venían encima, pero lloré como nunca antes. Tanto que dejé su hombro completamente mojado, a pesar del dolor que conllevaba aquella posición que me recargaba precisamente sobre aquellos odiosos órganos que me habían matado poco a poco.
    -Gracias…- Aunque las lágrimas caían y mi pecho escocía como si el pesar me venciera, me sentí completo.
    Si tuviese que elegir me gustaría morir con el en mis brazos…

    Gracias al dolor podía mantenerme despierto, y él tampoco podía dormir sabiendo que mi vida corría peligro. Eso me hizo feliz...
    Me pregunto que habrá dicho su madre… tal vez ni siquiera sepa que está aquí. Pero no se lo devolveré… no aún… solo un poco más.
    Cada tanto se preocupaba porque el dolor era tan intenso que no podía ocultarlo. Tan fuerte y punzante que aunque morir era un fácil escape, seguir allí me significaba seguir viendo su rostro y sosteniendo sus manos.
    -¿Puedo pedirte algo?- corté un silencio que nos había acompañado por un largo rato. Solo me sonrió y supe lo que pensó sin que lo dijera: “los tres deseos antes de morir”. Inhalé profundo y mi voz que casi no salía, y lo poco que salía sonaba rasposa y adolorida- Quiero mi primer beso…- el pedido no pareció asombrarle, ni disgustarle. Se acercó con cuidado, pero sus ojos me decían que lejos de molestarle, de no ser por que estaba tan delicado probablemente me hubiese besado con pasión. Su lengua jugueteaba con la mía, en una danza exhaustiva y cansadora. Eran besos cortos ya que perdía el aliento con facilidad. Éste era mi primer beso, y estaba dejando cada pedazo de mí en él. Mis últimos momentos y mis últimos recuerdos serían con él… creo que morir de éste modo no me molesta en lo absoluto.
    Sus dedos recorrían con cariño mi rostro. Debido a mi extrema palidez, el color rojizo de mis mejillas se hizo en extremo notorio. Lentamente nos perdimos en esa danza… segundos… minutos… y cierta incomodidad aumentaba. En un punto tuve que cortar el beso a causa del dolor en conjunto de aquella incomodidad, los riñones y el pecho.
    El me miró con aquella pícara sonrisa. No podía pedirle que se hiciera cargo… no podía pedirle nada más. Suficiente con que besase a un chico, ¿verdad?
    -Creí que no podías… -mi sonrojo se acentuó. Como dije, jamás me puse a pensar seriamente en estos temas, ya que la energía no me sobra.
    -¡Idiota! ¡No soy impotente! Es solo que no puedo moverme… creo que tendríamos que terminar aquí…- Me gustaría poder moverme… poder…
    -¿Qué no te duele…? Es mi culpa después de todo, ¿verdad?- sus dedos recorrían mis labios y veía el deseo en sus ojos. Mi cuerpo se estremeció cuando una de sus manos viajó por mi anatomía hacia mi incomodidad, como si fuese a contraer mi espalda de solo sentir el roce de su cálida piel... Probablemente fuese un sueño o una alucinación. Tal vez ya no causada por drogas, sino por el dolor… y si era así, realmente me gustaba. Le miré interrogante, y sus ojos me mostraban dolor y felicidad; angustia y deseo; ambas batallando. No entendía…
    -Sí, duele, pero… no comprendo nada
    -Yo tampoco. Se que es lo que quiero, lo que deseo.- miró hacia mi bajo vientre con culpabilidad, y sus dedos solo trazaban formas sobre la ropa. También se que no está bien. No con tu estado, pero… ¿y si mañana ya no puedo decirte si quiera un simple “hola”? ¿Y si no puedo verte nunca más…?- Sus ojos se llenaron de lágrimas, bajando la “calentura” del momento. El lloraba, y lo hacía por mí.
    Tenerlo, besarlo, abrazarlo… con eso me sería suficiente. Con él… sería feliz si el me recordara. Si el llorara por mi partida y me dijera “adiós” antes del final”… sí. Sería lindo.
    Al menos dios se compadecía de mí. Me había dado una cosa, no, mejor que una cosa, una persona para hacerme feliz luego de tanto dolor y soledad… Al menos ahora si lloraba o reía no estaba solo. Él estaba allí, y mis sentimientos se ofuscaban en su persona.
    Mi respiración se hizo más acelerada y el corazón repicó conforme las punzadas se hacían más constantes y persistentes. Poco faltaba para que empezara a revolcarme del dolor… pero no sería como yo quería. Llamaría a la enfermera y le pediría una pequeña dosis de anestesia. No quería que Nahuel tuviese que presenciar algo tan horroroso como alguien retorciéndose del dolor.
    Sus labios me besaban, pero no del mismo modo. Sino con ternura. Como si con cada uno me dijera adiós.
    Llamé a la enfermera y no dudó en suministrarme la anestesia.
    Como siempre, el alivio fue lo primero en llegar, luego el adormecimiento y la pesadez. ¡Diablos! ¡No! La dosis… la dosis fue una normal, no menor como yo quería… no. Fue mayor a la normal. La desesperación comienza a apoderarse de mí.
    No. No es justo. Yo no quiero ¡No quiero dormir! Si me duermo ya no lo veré. Si caigo inconciente ahora ya no lo veré nunca más. No quiero. Por favor. No.
    Las lágrimas caen más y más. Me siento tan impotente. Tan inútil. No vale la pena luchar contra este peso que me impide moverme. Y aunque lo sigo viendo, las palabras ya no salen. Es frustrante no poder decirle nada. Quiero gritar. Me siento atado a cuerdas invisibles, amordazado incluso. Y todo empieza a ser difuso… Pronto… tan pronto…
    Su imagen, al menos eso quiero grabar en mi mente. Lo último que vea tiene que ser lo único que me brindó felicidad en éste último tiempo. ¿En éste último tiempo? ¡En estos últimos años!
    Tan claro puedo distinguir su rostro. Es lo único. El resto casi no se ve…
    Cabellos dorados, casi castaños. Nariz recta, aunque un poco respingada. Ojos grandes y joviales, aunque ahora estén enrojecidos y con lágrimas; de color miel o verde, dependiendo de la luz. Largas pestañas que enmarcan aquellos bellos orbes. Su mirada es imponente, a la vez que es gentil, y sus pómulos son bien definidos. Sus labios… son deliciosos… su piel es cremosa, un tanto bronceada. Mis ojos se cierran… Ya no logro distinguir nada, y aunque sigo conciente todo está negro. Pronto perderé la conciencia… y luego mi sistema colapsará sin que me de cuenta.
    Todo es tan oscuro.
    ¿Es éste mi adiós? ¿Así moriré? Bien… si así tiene que ser… que así sea.
    Adiós… hasta siempre... solo te pido algo: por favor, Recuérdame. Y perdón por no poder haberlo dicho con palabras… Perdón por no poder decirte que te quiero… Aunque supongo que mis ojos me delatan debería haberlo dicho… Mi voz es insonora así que aunque solo sea a mí propia conciencia lo gritaré para mí:
    Te amo. No se por que… pero es lo más cercano al amor que mi vacío y débil corazón conoce. Gracias por tu tiempo y tus lágrimas. Y por al menos darme la ilusión de sentirme querido.

    “Incluso en las tinieblas se puede hallar la luz, porque ésta es nuestra propia luz. Porque no depende de nada más que de nosotros mismos. Porque aunque todo se vea malo siempre hay algo bueno. Y cuando somos capaces de distinguir esa luz es cuando podemos seguir. Porque solo los que están en las tinieblas tienen la posibilidad de verla. Esa luz especial y única… Porque si no hay oscuridad no hay luz, y si no hay luz, no haya oscuridad. Porque es el amor el único camino para ver aquella luz… Por que cuando todo está en tinieblas, esta luz será la única guía a la esperanza”

    Las tinieblas me rodean, La pesadez aumenta y me es imposible luchar contra ella. Es inútil que lo haga. Era lo inevitable. Mi destino ya había sido trazado hace tiempo, solo que tuve la suerte de poder ver la luz al final. La coherencia se esfuma y lo último de conciencia desaparece finalmente. Adiós.
     
    Top
    .
  5.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    ω Suke ω

    Group
    100% Suke
    Posts
    463
    Location
    España

    Status
    Anonymous
    vaya... tenia esperanzas de algun milagro..... sin palabras...awww triste y precioso a la vez Y_Y
     
    Top
    .
  6. hana-hime
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    QUOTE (KeiKun @ 6/1/2012, 23:27) 
    vaya... tenia esperanzas de algun milagro..... sin palabras...awww triste y precioso a la vez Y_Y

    eetto... gomen u.u lo hice un dia que estaba hiper mega deprimida y necesitaba desahogarme.... surgio eso e.e
    peroo... de algun modo te gusto...?
    o.o
    graciaas por comentarr n.n
    besoos n.n
     
    Top
    .
  7.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    ω Suke ω

    Group
    100% Suke
    Posts
    463
    Location
    España

    Status
    Anonymous
    Si, si me gusto, pero me dejo mal sabor de boca porque hubo momentos en los que pense que el hermano pequeño seria el que salvara al protagonista... un poco esgoista parece... pero es lo que parecía mas probable...
     
    Top
    .
6 replies since 3/1/2012, 19:08   60 views
  Share  
.