JUNJOU FUTURE (USAMI X MISAKI) Actualizado: 24/07/18

CAP 5: La verdad y nada más que la verdad.

Cerca de la estación había una cafetería, ambientada en la América de los años sesenta. Misaki nunca se había fijado en aquel local, puede que lo acabaran de abrir. Las camareras iban vestidas de rosa con un delantal blanco y el pelo cardado. El cocinero de detrás de la barra parecía un John Travolta, japonés, recién sacado de la película Grease. Y como no, la única música que se escuchaba allí era de aquella época.
Misaki y Takahiro se sentaron en una mesa, cerca de una ventana, no querían ser el centro de atención. Una camarera les atendió enseguida, fingiendo un horrible y muy falso acento americano.
Ambos pidieron un café, sin nata, sin canela y sin nada que le ofrecía aquella peculiar camarera. Querían un café, nada más. Una vez se fue la camarera, algo molesta por la actitud de los hermanos, Takahiro encontró la oportunidad de hablar con su hermano.
Misaki no podía mirarle a la cara, no por el hecho de su homosexualidad, o su relación con el mejor amigo de su hermano, sino por habérselo ocultado tanto tiempo, no confiar en él. Algo que había hecho toda su vida.
-Misaki, si te soy sincero me siento algo traicionado.- Comenzó su hermano.
Él le miró ¿a qué se refería Takahiro?
-No me refiero a tu orientación sexual, ya sabes lo que opino de eso, me da totalmente igual, que cada uno haga lo que quiera con su vida, pero…- Takahiro iba a continuar cuando su hermano le interrumpió.
-Es por que te lo he ocultado.
-Exacto.-Confirmó su hermano.-¿Por qué no me lo contaste?
Misaki cogió una servilleta de papel y comentó a romperla en trocitos pequeños, estaba muy nervioso.
-Pues por que… no surgió de repente.
“No le voy a decir que la primera semana que vivía con él nos acostamos, no, ni de broma” Pensó Misaki.
-Entonces, ¿Estás enamorado?- Preguntó su hermano, ahora con un poco de curiosidad.
Misaki dejó de destrozar la servilleta de papel por un momento y miró a su hermano, notaba como la sangre le subía a la cabeza y se ruborizaba.
-Eso parece un sí.-Valoró Takahiro la reacción de su hermano.- Supongo que cinco años juntos dan para mucho.
Misaki dejó lo que quedaba de la servilleta sobre la mesa cuando la camarera les llevó sus cafés.
-Entonces cuando te querías marchar de su casa…
-Discutimos, llevábamos una mala racha y me pareció que esa era la única solución.-completó Misaki.
Y por un momento Takahiro sintió total empatía por su hermano. Sabía a que se refería, cualquier convivencia, por mucho que ames a la persona con la que vives, es difícil.
-Escucha Misaki,- Comenzó su hermano muy serio.-ninguna relación es un camino de rosas. Tiene momentos buenos y momentos malos. Te lo puedo asegurar, yo que llevo casado ya casi tres años sigo discutiendo por tonterías con Manami. Por eso, si decides quedarte al lado de Usami, tendrás que lidiar con sus días buenos y con sus días malos, al igual que el aguantará los tuyos.-Misaki miró impresionado a su hermano.- Y no puedes irte así por que sí después de una discusión, tienes que madurar Misaki.
Su hermano tenía razón, con su huída de casa de Usagi-san, se había hecho daño a sí mismo y a su novio. Ahora Usagi-san pensaría que él podría irse en cualquier momento, cosa que no iba a pasar.
-¿Qué tal tu brazo? –Preguntó Takahiro cambiando de tema.
-¡oh! Bien, mañana ya estará como siempre, hasta entonces nada de cargar con peso si hacer fuerza, nada.
Tras un larga conversación con su hermano, Misaki regresó más tranquilo a casa en el ajetreado metro de Tokio, en el que era imposible casi respirar. Aunque seguía pensando en lo que le había dicho su hermano en cuanto a lo que significaba vivir con alguien, una relación seria. Su hermano y Manami tenían un hijo, les unía un lazo muy fuerte. A él y a Usagi-san también les unía un gran lazo, pero en Japón no estaban legalizados los matrimonios homosexuales (a no ser que ambos cónyuges fueran extranjeros y se hubieran casado en otro país) ni tampoco las adopciones a familias homosexuales. Un momento, ¿Estaba pensando en tener hijos con Usagi? No, imposible ¿o sí?
Al llegar a casa Usagi-san estaba hablando por teléfono, con expresión serio, o más bien parecía estar muy, muy cabreado. Caminaba de un lado para otro sin decir una palabra, solo escuchando. Misaki dejó su maletín en el sofá y se quitó la chaqueta. La misteriosa llamada no parecía acabar así que fue a la cocina y cogió un refresco.
-Usagi-san ¿quieres…
-¡No! ¡Escúchame tú a mí! No voy ha hacer nada de lo que me estás diciendo.
Misaki se alegró al saber que lo que estaba diciendo, no se lo decía a él.
-¡He dicho que no y punto!- dicho esto, colgó el teléfono y lo lanzó al sofá.
Misaki salió de la cocina.
-¿Estás bien?
Usagi-san lo miró sorprendido, ni siquiera se había dado cuenta de que había llegado.
-Sí, tan solo era una llamada molesta. – se acercó a Misaki y le besó en los labios.
-Eso mismo parecía, ¿quieres té?
Usagi sonrió, Misaki era el único que aportaba un poco de luz a su vida y después de aquella problemática llamada, lo único que quería era pasar una tarde en pareja.
Misaki se dirigió a la cocina, llenó la tetera de agua y echó el té.
-¿Sabes? Han abierto una cafetería estilo años 60 al lado de la editorial, he ido a tomar un café allí con mi hermano.
Usagi-san entró en la cocina.
-¿Has visto a Takahiro?
-Sí, hemos hablado del tema. –Usagi-san se temía lo peor- Y le ha parecido bien, siempre y cuando no vuelva a pasar lo de hace dos semanas, dice que no es bueno para ninguno de los dos.
Usagi salió de la cocina y encendió el televisor, cuando volvió a la cocina Misaki miraba fijamente como empezaba a hervir el agua.
-¿Misaki…-comenzó Usagi-san.
-¿Sabes? A Takahiro y a Manami les une un lazo muy fuerte.- le interrumpió Misaki.- Están casados, tienen un hijo, es una relación muy sólida, me dan envidia.
Usagi-san se acercó a él y le abrazó por detrás con suma ternura.
-Jamás voy a dejarte escapar, nuestra relación también es sólida.
Misaki se dio la vuelta para mirar a Usagi-san a los ojos, esos ojos tan profundos y brillantes que le absorbían por completo y le llevaban al paraíso. Usagi-san se acercó más a Misaki, pegando su cuerpo con el de él y fundiendo sus labios en un tierno y romántico beso. Misaki posó sus manos en los hombros de Usagi, quien le agarró por la cintura y lo sentó en el banco de la cocina. El tierno beso, se transformó en pura pasión. Los labios de Usagi-san se movieron hacia el cuello de Misaki y fuero bajando, cada vez más.
Ya no les importaba lo que pensara la gente, que el agua del té estuviera desbordando fuera de la tetera o incluso lo que emitían por la televisión un avance informativo.

“Ya se comienzan a notar las consecuencias de la radiación en nuestro país, algunos casos de cáncer en las zonas más acercadas a Fukushima y mal formaciones en fetos no nacidos, pero lo que más ha llamado la atención a los expertos son dos casos de embarazos masculinos, aquí en Tokyo”.