IN11: Caperucito Rojo [FudouxKidou]

El día era azul, claro y limpio con claras nubes revoloteando por el cielo con sus algodonosas formas alegres ajenas a los oscuros y amenazantes nubarrones que se acercaban desde las montañas al final del valle.
-¿Llevas todo en la cesta, Yuuto? –preguntó una mujer cuarentona de enorme belleza y grandes ojos bordeados de pestañas oscuras.
-Sí, madre–respondió el muchacho apretando los labios en señal de impaciencia. Ya no era un niño… ¡tenía 13 años! Podía cuidarse solito, a él y a la cesta que tenía que llevarle a su abuela.
-Está bien, cielo. No olvides de darle un beso a la abuelita de mi parte.
El muchacho miró por la ventana de su gran casa de campo y contempló los pastos que llegaban hasta el frondoso bosque en el que las hojas jugaban a cambiar sus verdes brillantes por tonalidades otoñales y caducas, sus grandes ojos de un rojo sangre parecían aburridos.
-Si la abuela está tan inválida que tenemos que llevarle las cosas, ¿no sería mejor llevarla a una residencia? ¿Y su criada? ¿No puede ir ella a comprarle las medicinas?
La mujer sonrió.
-Que cosas tienes, cielo. Date prisa o se enfriará la Tarta de Grosellas que le hemos preparado a la abuelita.
-Que nuestra cocinera ha hecho…además se come fría -murmuró el chico por lo bajo-. ¿Me van a llevar en coche al menos?
-No, el coche lo necesito yo para acercarme a la ciudad a esa reunión urgente.
Yuuto se cruzó de brazos… Siempre buscaban excusas para hacerlo ir a ver a su abuela… ¿para que tenían criados si tenía que hacer él el trabajo?
-Ten cuidado con los Lobos, Yuuto –advirtió su madre haciendo que el chico abriera los ojos y los pusiera en blanco mientras abría la boca en singular gesto.
-¿Si tanto te preocupan los Lobos por qué mandas a tu único hijo solo con una cesta que huele a… algo rico por medio del bosque? Mejor que se coman al mayordomo que a mí.
La mujer soltó una carcajada y removió los castaños cabellos de su único vástago que estaban recogidos en multitud de rastras y sujetados por una goma formando una coleta.
-Si se comen al mayordomo tendríamos que pagarle el seguro a su familia. Además no salen durante el día, los Lobos quiero decir… los mayordomos salen cuando se les pide.
El adolescente hinchó los carrillos y se colocó la capa con caperuza roja que le había regalado su abuela meses atrás, diciendo que estaría muy guapa con ella… ¡Guapa! Luego se preguntaba su madre porque no iba a ver más a menudo a su delirante abuela. Además, ¿una caperuza? Eso estaba super pasado de moda. Estaban en pleno siglo XXI. Suspiró, cuando iba a ver a su abuela se la ponía para no hacerle un feo… pero aquella prenda le gustaba poco.
-¿Crees que necesitaré paraguas? –preguntó el chico a su madre mientras lanzaba una mirada de reojo al cielo que por el momento parecía inocente como un corderillo.
-¿Paraguas? ¡Que cosas tienes! Si hace un día estupendo…
-Ya… en El Tiempo dijeron que daban tormentas para esta tarde… y ya sabes como son las tormentas otoñales en esta zona, madre.
-Bueno, bueno, si llueve puedes ponerte la preciosa caperuza de tu capa, ¿no? –sonrió la mujer acercándose a su hijo que tenía la mano en el pomo de la puerta.
-Sí, preciosa –gruñó el chico abriendo la puerta y dejando que su madre se despidiera de él con un beso en la frente.
-Recuerda que puedes comerte uno de los plátanos si te entra hambre, pero la tarta ni la toques.
Yuuto se giró y movió la cabeza desganado, no le gustaban los plátanos… prefería una dulce Tarta de Grosellas. Miró la cesta, parecía mentira que cupieran tantas cosas, aunque no tanto como que su madre conservara aquella antigualla. Suspiró mientras cerraba la puerta y salía al frío aire otoñal, arrebujándose en la odiosa capa. No le gustaba nada aquel paseo, pero si hacía lo que decía su madre y se portaba bien le dejarían pasar la Navidad con su hermana y su padre.
La mujer salió a la puerta y le gritó con un deje de preocupación:
-¡No hables con desconocidos, Yuuto! ¡No queremos que traigas a ningún otro vagabundo a cenar como la última vez!
Él asintió y se colocó unas gafas mezcla de las de buceo o aviador de color azul con una línea blanca y cristales oscuros sobre los ojos, las cuales le daban un aire de lunático chiflado al combinarse con la capa roja que ondulaba tras él.