IN11: Caperucito Rojo [FudouxKidou]

Yuuto tiene que llevarle una cesta a su abuelita que vive en el bosque, pero el camino es peligroso por culpa de los Lobos, o eso dicen.

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  1. Starline
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    Nonrinu_Ayu: es de esperar, ya lleva la caperuza en la misma serie jajaja X3 Me alegro que te guste <3 Ahora pongo el segundo >w<

    suosainaki: todos sabemos que Inazuma es la ciudad con más gente rara XD En serio, párate a pensar si un chaval de 14 años se paseará por la calle con capa roja de superman y unas gafas como Kidou, sería muy LOL (y genial jaja) Kidou es un chico rebelde que lleva vagabundos a casa jejeje Los niños pequeños son así ¿? Bueno, me alegro que la extensión te parezca bien :D Iré manteniendo esa en todos, aunque claro a veces se corta en lo bueno u_u Y como a mí me gusta explicar mucho avanzo despacio XD Me alegro que te guste mi forma de escribir :D

    Dejo el segundo capi x3 No hay muchos diálogos y es casi todo narración, espero que no os aburra, la he intentado hacer lo más amena posible :D


    Capítulo 02: Gafas para ver duendes

    SPOILER (click to view)
    Soplaba un viento fuerte mientras bordeaba la linde del bosque, buscando el camino que le introduciría entre los árboles que despedían fulgores anaranjados al recibir los rayos del sol sobre sus hojas. Miró la cesta que tenía que llevar a su abuela y por un momento estuvo tentado de comerse la tarta y decir que solo había medicinas, plátanos y algunos paquetes más de aspecto sospechoso que su madre le hacía llevar a su progenitora. Gruñó en voz baja y miró entre las raíces de los árboles con sus gafas para ver duendes… Pero no pudo ver ninguno, nunca lo había visto y empezaba a pensar que aquello era un timo de su tío Kageyama…
    Yuuto se paró un momento ante el sendero que se introducía en el bosque como un pez en la boca de un tiburón que va a devorarlo.
    Tragó saliva, los Lobos no le daban miedo, pero su abuela sí. Siempre le pellizcaba fuerte en la mejilla y le salpicaba de saliva, además de que seguía pensando que era una niña y a veces le había hecho vestirse con antiguos trajes que olían a naftalina a los que ni siquiera las ratas y las polillas querían acercarse.
    -Está bien –murmuró el castaño muchacho.
    Se apretó la goma que sujetaba su cabello en una coleta y respiró hondo, se recolocó las gafas y dio el primer paso hacia el bosque. No tenía más que seguir el sendero y todo iría bien, si seguía las indicaciones de los letreros… las marcas de los árboles o los mojones de piedra… Muchas señales que guiaban al incauto viajero hacia un destino a salvo de Lobos, trolls, duendes, brujas… O al menos de despeñarse por un precipicio, porque en su corta vida Yuuto no había visto nunca esos seres, por mucho que quisiera echarles el guante para estudiarlos en su casa y venderlos a las autoridades por una descabellada cantidad de dinero que le permitiría independizarse con sus amigos y hermana y dedicarse a aquello que amaba sobre todas las cosas: hacer el vago y jugar al fútbol.
    El caso es que la suerte no parecía sonreírle, aunque era bueno en el fútbol vivía tan lejos de otros niños que tenía que jugar con el Señor Pingüino, un peluche roído por el tiempo que no le devolvía los pases con el entusiasmo que cabe esperar de un compañero de equipo. Solo de vez en cuando le permitían pasar el fin de semana en casa de su amigo Jirou y entonces… ah, entonces jugaban al fútbol hasta reventar y luego hacían el vago hasta que la madre de Yuuto le hacía volver a casa por medio de su chofer particular. A veces otros niños iban a su casa y también podían jugar, aunque a la gente le daba miedo acercarse demasiado al bosque… Yuuto no entendía por qué, lo que más miedo daba en aquel lugar era su abuela, y no era ninguna bruja, al menos no literalmente.
    -Si al menos fuera una bruja de verdad, podría vender la exclusiva a alguna revista de esas que llevan locos abducidos por los marcianos.
    Y así, perdido en sus pensamientos, el joven Yuuto se dio cuenta de repente que no seguía el camino marcado y que se encontraba en un claro bastante oscuro del bosque, donde apenas piaban los pájaros y los árboles susurraban inquietantemente. Refugiados en la oscuridad de los árboles un par de ojos inyectados en sangre lo observaban atentamente.
    Una gota solitaria cayó sobre la cabeza de Yuuto.
    -¡Mierda! –gritó enfadado mirando con odio el cielo plomizo que en cuestión de segundos se había apoderado del azul brillante y las nubes blancas y tranquilas.
    A la gota le siguió otra y a esta varias más. El niño se mordió los labios en señal de disgusto, no era seguro quedarse en un bosque con una tormenta.
    -Debería buscar un refugio –refunfuñó mientras se ponía la capucha para evitar mojarse en cabello y tapaba la cesta. Si se mojaba la tarta no podría pedirle un trozo a su abuela cuando se la diera… porque no habría tarta que dar, y eso le ponía triste.
    Miró a su alrededor y no vio nada, la oscuridad apenas le permitía vislumbras dos metros más allá de él, sobre todo con las gafas oscuras que se quitó para ver mejor.
    Pero a él si le veían, brillantes y expectantes un par de ojos fríos como el metal en invierno que sonreían malignamente acompañados por la mueca en su boca que le permitía enseñar sus blancos y agudos colmillos. Había encontrado la comida perfecta para aquel día.
    Un sonido de ramas rotas detrás de Yuuto asustó a este que se giró con un nudo en la boca del estómago.
     
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168 replies since 29/8/2012, 15:28   5808 views
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