IN11: Caperucito Rojo [FudouxKidou]

Yuuto tiene que llevarle una cesta a su abuelita que vive en el bosque, pero el camino es peligroso por culpa de los Lobos, o eso dicen.

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    Sousainaki: Yuuto es un pequeño mal pensado jeje òwó Es vegetariano porque es demasiado vago para cocinar la carne y le sienta mal cruda XDDDDD Es mejor mantener orejas lejos de los niños pequeños XD siempre les da por tirar de ellas, yo lo hacía con los perros de una tía XD

    Capítulo 05: Pantalones con agujeros

    SPOILER (click to view)
    El Lobo había llegado ya a su refugio, a su guarida, a su hogar… una pequeña cueva que se abría por debajo de un pequeño corte en el terreno que le permitía mantenerse en pie a duras penas. En cuanto creciera un poco más se daría con el techo y ya no sería un sitio cómodo, eso le inquietaba ya que en los últimos meses había crecido bastante, dejando sus prendas robadas bastante cortas.
    Suspiró aliviado al llegar y entró a su antro con la satisfacción de haber robado comida para aquel día y además estar al resguardo de los rayos y los truenos. Y además estaba seguro de haber despistado a aquel insensato que le había seguido los pasos. Estaba convencido que se habría perdido por el bosque, miró al exterior… Igual si conseguía rescatarlo cuando pasara la lluvia le estaba tan agradecido que le daba más comida… si no se había roto antes la cabeza, lo cual no le preocupaba mucho en realidad.
    Se quitó las prendas mojadas y se puso unas secas, los pantalones le llegaban a mitad de la pierna dándole el aspecto de alguien que necesita robar ropa nueva. Además en todas las prendas inferiores había tenido que hacer un agujero para poder sacar el rabo, y en algunas se había excedido dejando a la vista para de su noble retaguardia.
    Gruñó emocionado por la caza de aquel día y se dispuso a abrir la cesta con una golosa mirada en sus ojos de color mar, un mar oscuro y embravecido. Sin embargo, cuando tenía sus largos dedos dispuestos a levantar la tapa alguien llegado del exterior aterrizó dentro la cueva y lo distrajo.
    -¿¡TÚ!? –gritó el lobo al ver a un chico de grandes ojos rojos y el pelo en rastras recogido en una coleta.
    -¡Mi cesta! –gritó él, levantándose del suelo con unos rasguños en la ropa y chorreando agua.
    -¡Sal de aquí me vas a mojar mi guarida!
    El recién llegado soltó una risa sarcástica y preguntó con malicia:
    -¿Guarida? Parece una pocilga.
    Por el suelo había restos de comida y papeles, y algunas prendas de ropa tiradas por ahí.
    -¡Largo o te muerdo! –amenazó el Lobo enseñando los dientes.
    -¿Cuándo hay luna llena te conviertes en lobo de verdad? ¿O se te caen las orejas? –preguntó el chico acercándose al ladrón de cestas haciendo que se incomodara por la repentina invasión de su espacio personal y la total falta de respeto a su amenaza.
    -¡Pues claro que no! Yo siempre soy así. ¡Fuera!
    El Lobo se levantó y encaró al chico que le miraba con cierta indiferencia a sus comentarios, ya que había notado que eso le molestaba más que cualquier cosa que le pudiera decir.
    -No quiero, está lloviendo y me mojaré.
    -Pero si ya estás mojado –gruñó el Lobo cruzándose de brazos y colocándose delante de la cesta, a la que el chico le había lanzado una mirada furtiva.
    -Pues me pienso quedar aquí hasta que pare. Vete tú.
    -¡Pero si es mi cueva! –gritó el Lobo enfadado.
    -¿Ah, sí? Todos estos terrenos son de mi familia, y no recuerdo que nos hayan alquilado esta cueva –sonrió el chico quitándose la capa que le molestaba y dejándola en el suelo mientras veía el rostro furibundo del Lobo ponerse encarnado de ira-. Además, si me pasara algo mi madre te encontraría y te vendería a un laboratorio para que experimentaran contigo.
    -¡Ah! –gritó la criatura histérica-¡Déjame en paz! ¡Fuera! –el Lobo intentó empujar al chico fuera pero este se mantuvo en su sitio hincando bien los pies en la tierra, hasta que desistió y se sentó en un rincón gruñendo amenazadoramente y protegiendo la cesta con sus brazos.
    El chico sonrió victorioso y miró las prendas esparcidas por el suelo, cogió alguna sopesándola ante la atenta mirada del dueño ilegal de aquella cueva y sus fríos y enfadados ojos. Una vez evaluadas varias empezó a quitarse la camiseta haciendo que el pelo del Lobo se erizara,
    -¿¡Qué te crees que estás haciendo!?
    -Cambiarme, si no me resfriaré. Además todo esto es mío, ladrón.
    -Tsk –gruñó-. Yo solo lo tomé prestado sin pedir permiso.
    -Claro –sonrió el chico con malicia-. Y ahora me lo vas a devolver- y se quitó la camiseta dejando ver su torso desnudo, el Lobo bajó la mirada molesto.
    El chico terminó de cambiarse, no sin antes lanzarle un par de puyas más al Lobo el cual le respondía con una lengua muy afilada. Justo en el momento en que iba a responderle a aquel malnacido de crío al pobre híbrido le rugieron con fuerza las tripas, haciendo que sus mejillas adquirieran una tonalidad escarlata que hizo que el muchacho de la coleta le mirara con superioridad.
    -¿Tiene el Lobito hambre? ¿Quién tiene hambre?
    En ese momento sus tripas, hartas de aguantar las ensoñaciones del chico con la tarta de grosellas, decidieron contestar a las del Lobo con mucha más fuerza y agresividad.
    El Lobo levantó las orejas y enmarcó una ceja, sonriendo burlonamente al chico que tomaba el relevo en el sonrojo de la vergüenza.
    -Parece que tú, niñato.
     
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