Destino encadenado (Akihiko x Misaki) +18 [Actualización 03/01/13 CAP 7 SUBIDO]

Adv: violación, lemon. Te hiere, te humilla, lo odias Tienes miedo, te alejas... pero el destino te lleva nuevamente a él. ¿Cómo puedes superar ese miedo? ¿Cómo puedes volver a entregarte a alguien?

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  1. hana-hime
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    QUOTE (Ø»akihiko_usami_lover«Ø @ 29/11/2012, 23:33) 
    conty!!!!!!!!!!!!!!!!

    pronto, pronto! aun estoy insegura sobre un par de cosas, asi que hasta me aclare no lo voy a subir. prefiero estar segura ^^
    bye bye! gracias por el comentario :3
     
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  2. hanabira
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    Hola! He vuelto con una nueva actualización! :=BIENODOE:
    Espero que les guste! Muchas gracias por los comentarios! Me hace feliz que sigan mi historia :)
    Y como se ha dicho, en éste capítulo aparecerá el príncipe de Misaki xD OK NO! RECUERDEN QUE EL FIC ES CON AKIHIKO COMO PRINCIPAL! Este personaje, si bien estará en la historia y me va a ayudar a revolotear las cosas, e incluso, aunque lo terminen queriendo más que a Usagi (me pasó antes cuando publiqué atado a ti) NO TERMINARÁ CON MISAKI!
    Les diré que me disculpen por los paréntesis en la narración, pero es necesario aclarar las frases en japonés ya que no todos los que leen el fic las conocen. Antes tenía más japonés, pero lo quité porque me cortaba la historia andar aclarando a cada rato u.u
    Esto se los pongo desde ya!
    cuando vean un >> es porque era necesario poner un punto aparte, pero el diálogo es de la última persona que habló
    Por cierto, los pensamientos en su mayoría están aclarados de quienes son, pero si no tienen, considérenlo como del que está hablando, o si no hay diálogo, como del último que estaba pensando xD

    *(Los sufijos kun, chan y san generalmente indican estatus social o edad, al igual que la cercanía en una relación. El kun es más cercano que el san, y ambos se usan para hombres. El san y el chan se usan para mujer. El chan se usa para niños o cariñosamente para chicos. Existen otras variaciones. Si es el nombre a secas indica que la persona es muy cercana. Generalmente las personas se nombran por el apellido a menos que sean cercanas)*.


    Ahora sí, el capítulo! :=MAULS:





    Capítulo 3

    Caballero de la armadura dorada

    ****


    Sumi Keiichi tarareaba una canción sin preocupación alguna, caminando por la calle. Su cabello castaño claro ondeaba con la ligera brisa.
    Era un alto y apuesto chico de veinte años que estaba en su segundo año de universidad, y por como iban las cosas, pasaría sin inconvenientes al tercero, librándose de la mayoría de las materias de sus dos primeros años. Era inteligente y tenía el dinero suficiente para establecerse, pero eso no valía de nada si no hacía algo de su vida.
    Cargaba en sus hombros los libros de la universidad y llevaba sus lentes puestos; estaba feliz, no había otra palabra que lo describiera mejor.
    Sus ojos castaños miraban el paisaje, ya que casi nunca lograba volver caminando a casa; sus padres le habían dado un auto para que se movilizara rápido y volviera a casa a dedicarse al trabajo familiar, ‘la literatura’. Pero cada que podía, les hacía la contra para recordarles que aunque viviera bajo su techo, el seguía siendo independiente. Esos pequeños actos de rebeldía que si bien eran tan insignificantes que dudaba fueran notados, le daban cierta gracia. Eran como una pequeña manía.
    Probablemente fuera solo una mera excusa, ya que el día era demasiado bueno como para desperdiciarlo yendo en un auto. Pocos días eran así en Tokio ya que eran o muy fríos, o muy calurosos; y había que aprovecharlos.
    Al llegar a una plaza vistosa y llamativa, giró para recorrerla.
    No la reconocía… tal vez ir en auto lo cegaba de ver tan lindos lugres como ese.
    Era pacífico; había poca gente dando vueltas gracias al horario- probablemente la mayoría estaría volviendo a casa a almorzar luego de un arduo día de trabajo, ya que en su mayoría los que estaban sentados llevaban una bandeja de comida comprada en tiendas de conveniencia-.
    Las flores eran de estación, estaban bien cuidadas y esparcidas. Los árboles eran altos, en su mayoría asbestos y robles, y en el centro un árbol de cerezo verde, sin sus flores.
    Conforme avanzaba al centro notó que en el costado había un camino que se abría hacia un pequeño anfiteatro, rodeado de cerezos luego de perder las flores. Verdes y hermosos, pero no tan imponente como el gran árbol del centro.
    “Vaya, debería ira pie más seguido…”. Por su paso despistado casi cae sobre un joven que estaba sentado en el borde entre el pasto y el camino. El choque fue directo, inevitable.
    — ¡Ay, Mierda! —exclamó, sosteniendo sus cosas con fuerza— Perdón, casi me caigo, no estaba viendo. — bajó la mirada hacia la criatura que yacía a sus pies y se encontró con Misaki. Éste no lo miraba, casi como si no hubiera sentido el golpe, como si su mente estuviera lejos de allí— Etto… ¿Estás bien?
    El joven de cabellos castaño oscuro y lacio asintió sin levantar la cabeza, pero Sumi se inquietó aún más. Su apariencia frágil y desalineada como si recién se levantara y el suave sollozo que trataba de ocultar, le hizo entender que tal vez le hubiera sucedido algo ¿Pero, qué…?
    Y más allá del ‘qué’, ¿Por qué razón le importaba?
    Podía seguir su camino y dejar a esa criatura extraña, poco llamativa y con aura deprimente allí y solo irse a clases, podría… pero no lo hizo.
    No es que él fuera particularmente solidario con todo el mundo, pero una pizca de compasión despertó en él y evitó que se fuera como todos los otros que pasaban del muchacho. Se agachó a la altura de su rostro, que se escondía entre sus piernas recogidas.
    Si bien era poco llamativo, el misterio que lo rodeaba, esa aura depresiva y autodestructiva, resultaba ciertamente atrayente para su curiosa persona.
    Nee (oye), se que fui un torpe al tropezar contigo, lo siento. ¿Te encuentras bien? —Sabía que no, pero quería conseguir unas palabras de él— ¿Te dejó tu novia o algo? — intentó bromear y tocó su hombro, tratando de aligerar el ambiente tenso entre ambos.
    — ¡No me toques! ¡Aléjate! — Misaki saltó hacia atrás con miedo… había estado pensando y ni cuenta se había dado de aquel joven seguía allí, mucho menos que le hablaba. El ambiente se volvió más tenso, pero su paranoia le había hecho imposible reaccionar de otro modo. “Creí que… que era él…. Que me había encontrado”, pensaba Misaki, alarmado y con la adrenalina recorriéndolo, listo para correr.
    >> Anno (emm)… go-gomen (lo-lo siento) — tartamudeó, cerrando los ojos y friccionándose el entrecejo, confundido, buscando palabras para hablarle “Debo dejar de pensar en ese tipo” — Estoy bien, no tiene de que disculparse; en todo caso soy yo… En fin, gracias por preocuparse— “o lo que sea…”. Se levantó, limpiándose el pasto del trasero. Sus mejillas escocían por las lágrimas secas.
    Sumi lo miraba sin perderlo de vista. “No sabe mentir, sus ojos están rojos, y aún así no podría reírme de eso…”, lo analizaba y le costaba llegar a una conclusión. Notó en sus brazos marcas de uñas tan marcadas por el agarre que supo, el chico estaba lo suficientemente preocupado como para no notar o ignorar el dolor.
    Preguntarle la razón de su depresión, la cual saltaba a la vista con simpleza, era desubicado. Pero precisamente porque él era alguien descarado no supondría un problema.
    —No, está bien. Mi nombre es Sumi Keiichi, un gusto… — “idiota”, se reprendió a sí mismo, “verlo llorar no se supone que es un gusto” — Etto, ¿puedo preguntarte tu nombre? — Misaki lo miró a los ojos con desconfianza, mostrando aquellas esmeraldas, tan verdes e intensas, por primera vez. Lejos de estar apagados por la tristeza, estaban ardientes por el odio. A pesar de estar irritados, atrajeron a Keiichi.
    Hacía tiempo que el género le daba completamente igual a Keiichi, con tal de que fuese alguien atractivo. Y ese chico definitivamente entraba en la categoría.
    —Takahashi Misaki. Yoroshiku onegai shimasu (es un placer conocerte) — susurró Misaki, con voz cansada.
    “No es mi tipo de hombre, pero… es lindo”, reflexionaba internamente, desplegando una sonrisa amplia en su rostro que, Misaki dudaba entre clasificarla de amable o molesta. “Se acerca más a mi tipo de chica que de hombre”
    —Con que Takahashi-san…-kun, etto, es raro decirle –san a alguien más joven —se rió, intentando aligerar el ambiente. Misaki, como ahora sabía, seguía igual de tenso y alerta.
    “Es lindo”, insistía, más parecía estar dándose valor a sí mismo, que como si lo admirara. “¿De qué puedo hablar con él? ¿Invitarlo almorzar sería muy precipitado? Soy un desconocido, claro que lo sería. Bleh… que rayos. Lo invitaré”
    Kun está bien… — Misaki no sabía que decirle. No estaba de humor para una conversación, prefería estar solo un poco más. Aunque al mismo tiempo deseaba desahogarse y hablar de todo. Se contradecía a sí mismo y la duda se reflejaba en su cara.
    —Sé que es extraño que alguien que no conoces te invite a comer, pero, ¿te gustaría? — “Alguna excusa… Decirle que me atrae no sería una buena, ¿cierto?”. Pensaba cómo y de qué conversar, pero Misaki se lo ponía difícil con respuestas cortas sin decir nada que no fuera necesario por cortesía— Sucede que eres muy lindo y no soporto ver a chicos tan lindos llorar. ¿Me dejarías consolarte un poco? Los dulces alegran el humor, así que podríamos saltarnos al postre si prefieres… — “Al diablo, no sé qué otra cosa decir”, se rindió y soltó lo que pensaba, aún sonriendo. Le pareció estúpido, podría haber dicho miles de otras cosas, pero su cerebro no colaboraba.
    Etto… yo… no se… — se sonrojó ante sus palabras. Era la primera vez que un chico lo invitaba a comer, y no era el mejor momento para que lo hiciera; no cuando lo último en que pensaba era la comida. Es más, preferiría morir de hambre. Sí, sería genial… si tan solo su estómago no sonara, retorciéndose por el hambre.
    Saltearse la cena y el desayuno le pasaba factura, más que ya de por sí era delgado y pálido.
    Claro que Keiichi no ignoró el ruido del mismo, casi como un gruñido.
    —Creo que eso fue un sí, ven— sonrió nuevamente, a pesar de la falta de entusiasmo en el chico. “Mierda, aún callado y tímido; aún llorando y desgarrado, él es tan violable…”. Sin darse cuenta, Keiichi había elegido las palabras exactas para describirlo. Era delgado y con rasgos finos; nada comparable con una chica, claro, pero su piel era suave, al igual que su cabello, y su perfume corporal era delicioso. Era un chico, un hombre que se veía como un adolescente de dieciséis a lo mucho, y que era endemoniadamente encantador y tierno.
    Keiichi le había tendido la mano para ayudarlo a levantarse, pero un escalofrío recorrió el cuerpo de Misaki de pensar en tener que hacer contacto con la misma. Fue un segundo de duda en el que su cuerpo tardó en reaccionar, y al instante se recompuso. Ignoró la mano que Keiichi le ofrecía, levantándose por su cuenta.
    —Yo… no sé si sea lo correcto, lo siento. Creo que mejor me voy— hizo una pequeña reverencia y se giró. Necesitaba estar solo… necesitaba apoyarse en alguien… pero quería estar solo… y acompañado.
    Mierda, era un puto embrollo.
    —No, espera un segundo— agarró su brazo con cuidado. No insistiría más si realmente no quería, pero al menos tenía que intentarlo una vez. No quería sobresaltarlo nuevamente, por lo que el agarre fue meramente superficial, pero fue en vano.
    — ¡NO! ¡Suéltame! ¡No me toques! — Misaki gritó aterrorizado, tal como hacía unos instantes. Tenía miedo al contacto físico, temblaba ligeramente y un par de lágrimas cayeron por sus ojos… era irracional. Él mismo lo sabía. Lo sabía, pero no podía hacer nada para evitarlo. Estaba histérico, salido de sí.
    — Oye, lo siento… yo… no importa. Está bien si no quieres… — levantó ambas manos, en señal de paz.
    Comprendía que algo le pasaba, por ello no se había enojado. Incluso podría decirse que le daba culpa insistirle tanto cuando no lo conocía y sobre todo lo presionaba a seguir sus planes. Quería animarlo, limpiar sus lágrimas, pero si le rechazaba, nada estaba en su alcance.
    Podría haberse desanimado ante ese tipo de reacción, pero sentía culpa. Remordimiento y compasión.
    — No, no, no…. No se que…no… está bien. — Misaki intentó remediar de algún modo aquello. No iba a dar explicaciones, pero su costumbre de no causar problemas lo obligaba a ser amable— Almorcemos…. Yo no quise hacer eso… lo siento… — Misaki estaba trémulo. Su cuerpo reaccionaba tan raro.
    Sentía pánico, aunque no había razón para ello.
    Daba vueltas, era borroso… como una versión de la pintura ‘el grito’ de Van Gogh en donde él era el protagonista en un mundo que giraba y se desvanecía, donde pedía ayuda pero no había nadie que lo entendiera.
    No tenía sentido.
    Fue algo momentáneo, algo que nunca había experimentado, pero había logrado controlar luego de calmarse, intentar relajarse y repetirse que no había por qué temer. Le costó, pero logró volver a sus sentidos.
    — ¿Seguro? ¿No prefieres ir a un hospital o algo? Te ves un poco pálido— Keiichi estaba preocupado. Eso no era normal. La vez anterior podría haberse sobresaltado de la sorpresa, pero ésta vez no era así. No lo conocía, pero sentía que debía hacer algo por él, ayudarlo. En parte era que el color se había ido de su rostro, y en parte porque intuía que nada bueno había sucedido: no un golpe, no una ruptura… algo peor, mucho peor.
    Ya no era la parte que se sentía atraída la que hablaba, sino la humana.
    —Sí, estoy bien. Ahora que lo pienso mejor, algo de comida me vendría bien— forzó una sonrisa en su rostro que aún más extrañamente le salió. Iluminó ese andrajoso rostro y aceleró el pulso de Keiichi, quien en un instante olvidó el consolarlo. Sí… estaba endemoniadamente bueno.
    — ¿Dulce o salado? — Comenzó a caminar junto a Misaki. En el cielo aparecieron unas nubes a causa del calor de los días previos, irrumpiendo la pureza celestina del firmamento.
    —Hmm… dulce — murmuró. Keiichi se adelantó un poco, girando hacia la izquierda y cruzó la calle al llegar a la esquina, llegando una linda confitería frente a la plaza. Sin duda el lugar era popular, y la fachada del lugar no había escatimado en gastos… era caro, como todo en ese barrio, pero podía pagarlo y el nombre del lugar le sonaba, 'Red wildcat', alguna recomendación probablemente.
    — Entonces aquí. Está cerca y creo que es buen lugar…
    — Seguro… — El pequeño carecía de confianza, pero solo seguir la corriente era mejor que luchar… y entre morir de hambre en la plaza hasta que se hiciera lo suficientemente tarde como para que su hermano llamara a la policía, o ir a comer con un desconocido que lo invitaba, por más irrazonable que fuera, prefería lo segundo.
    Se sentía perturbado por los ataques recurrentes ante el más mínimo roce y por el sofocante miedo que lo asechaba. No sabía que le pasaba, pero no era bueno. “No estoy loco. No puedo estarlo”, aún a pesar de haber seguido a Keiichi, Misaki no podía poner los pies en la Tierra.
    —Bienvenidos, ¿en qué mesa les gustaría sentarse? — preguntó con una sonrisa una de las meseras, mirando con puro deseo a ambos muchachos, como si tuviera suerte de estar en ese turno para atenderlos.
    Misaki entró primero, y fue cuando Keiichi notó los moretones en sus muñecas y parecían continuar en sus brazos, pero eran tapadas por la camisa que llevaba. Sus ojos se agrandaron, pero no dijo nada a pesar de la sorpresa. Idiota de él al no verlos cuando notó las marcas de uñas.
    Su intuición lo condujo a descubrir parte de la verdad, que a primera vista le había sido poco notorio.
    “¿Qué diablos…? ¿Quién…? ¿Qué…? Lloraba por eso… Son recientes, recién se están formando… ¿Qué diablos le pasó? ¿Lo golpearon? ¿Quién? ¿Por qué? En como si alguien lo hubiera sostenido fuerte con una cuerda o algo… Suena imposible, pero tal vez alguien…” Su mente profundizaba, sacaba conclusiones que su rostro ocultaba.
    “Tal vez…”
    Prefería no pensar mucho ni ahondar en el tema. Así lo supiera no había consejo que darle. Tampoco pensaba que fuera a ayudar que se retrajera aún más ante su presencia. ‘Saber’ del problema no era necesariamente algo bueno, aunque no podía evitar ser curioso.
    “Me evitaba cuando lo toqué”, no podía ignorar cómo había gritado y la expresión de terror cuando había intentado parar su caminar. “¡No! Era más como que temía que algo sucediera”.
    Cada tanto su mirada recorría a Misaki, dejando de ver lo que sus ojos querían, y concentrándose en los detalles que eran más importantes.
    — ¿Dónde te parece mejor? — El chico miraba a cada rato por la ventana, sin interesarse por el interior.
    — ¿Eh? Oh. Donde a ti te guste más — estaba desconcentrado. ”Está alterado.”
    — Al lado del ventanal, por favor — le indicó a la mujer, que los condujo hasta dicha mesa.
    “Parece buscar a alguien entre las personas…”, ambos se sentaron cómodamente al lado de una de las ventanas.
    —En un segundo les dejo la carta — la mesera desapareció por unos instantes, y volvió con los menús. Les entregó los mismos, un poco reticente a dejar la mesa, pero al ser ignorada tan abiertamente por el par, no le quedó más que retirarse.
    Keiichi fingía mirar como las nubes comenzaban a juntarse, observando por el rabillo del ojo al joven.
    Los minutos pasaban, y no había conversación. Había cesado abruptamente tan pronto tomaron asiento, llevándose la seguridad de Keiichi, quien se preguntaba por enésima vez por qué se había metido en algo tan problemático como ayudar a un desconocido.
    — ¿Ya sabes lo que quieres pedir? —preguntó luego de unos minutos.
    — Eh, no estoy seguro — parecía incómodo—, no entiendo mucho el menú. No hablo muy bien el inglés y aún menos el francés, y solo he visto la sección de té en japonés.
    — ¡Vaya! — Apremió Keiichi— Creo que esa fue la frase más larga que te he escuchado decir en todo el día — señaló. Misaki se ruborizó.
    — Lo siento
    —Oh, no. No te preocupes. No es fácil hablar tan fácilmente cuando te invitan de la nada, ¿verdad? — sonrió. Pensando que tal vez así le sería más fácil soltarse.
    —Así que sabías que era incómodo, Sumi-san— susurró, intentando con todo su esfuerzo sonar normal, aunque no se sintiera así — ¡Eso es cruel!
    — ¡Ja! Lo siento, lo siento
    —No digas algo si no es sincero— hizo un puchero. Lentamente- tan lento como había aprendido a controlarse a sí mismo- lograba familiarizarse con la situación.
    — Oh, vamos, discúlpame— Había logrado hacer que Misaki se abriera al menos un poco, sintiendo una ligera autosatisfacción—. Déjame pedir por ti si no puedes elegir.
    — ¿Ya se han decidido por algo para ordenar— La mesera regresó rápidamente
    — Un té de flor de loto con parafait de fresa para él— indicó a Misaki— Y para mí, un submarino con croissants.
    — En un instante— en un intento de ser notada, al dejar de escribir dejó caer la birome al suelo. Se agachó, confidente de sus pechos, mostrando inocentemente la insinuación de sus curvas a Keiichi. — Oh, lo siento, soy tan torpe— Dijo aquello al levantarse, haciendo un gesto adorable golpeando su cabeza ligeramente y guiñándole un ojo.
    Éste notó la indirecta de la joven. La sopesó. Le parecía atractiva, tenía con qué insinuarse, pero por ella no habría perdido sus clases de la universidad como con Misaki.
    Le faltaba el encanto, el misterio que éste tenía.
    “Vaya idiota soy al compararlo”, pensó, sonriéndole a la muchacha. “Claro que son diferentes”
    Ésta se dio por satisfecha y se fue, pensando que tal vez con eso, él le dejaría su número.
    “Él no sería tan fácil de conseguir”, se giró a mirarle, mientras esperaban. Él no le prestaba atención, mirando distraídamente el exterior, como si el pasar de los autos por la calle le hipnotizara. “Y por más gestos monos que haga esa chica, no es más adorable que la sonrisa de Misaki”
    Era tan lindo.
    Mientras más tiempo pasaba, mientras más lo miraba, más lo pensaba.
    “¿Quién podría haber querido herirlo? ¿Qué diablos habrá sucedido?”

    *



    — Takahashi-kun, estuve pensando esto por un tiempo… Es un poco extraño si te trato de kun y tú de san… ¿Te molestaría…?
    — No creo que sea lo suficientemente respetuoso de hacerlo, Sumi-san
    — ¡Vamos! ¡Inténtalo!
    —Creo que… no puedo hacerlo — Se sentía un poco incómodo ante la petición. Lo conocía hacía muy poco como para apodarlo cercanamente.
    — De acuerdo, de acuerdo, no te forzaré si no quieres — sonrió alegre —, pero permíteme llamarte por tu nombre, ¿sí?
    —… Ehh… — nuevamente sentía la incomodidad de ser presionado, aunque no podía evitar sentir atracción por una personalidad tan franca y brillante como la de Keiichi.
    — Ahh…— suspiró—Bien, déjalo. Es muy pronto aún, pero es lindo verte sonrojado.
    Misaki se sonrojó aún más al descubrir el tipo de atención que recibía.

    La conversación amena en ningún momento tocó el tema de su depresión.
    Keiichi lo había evitado tanto como podía.
    Sus sonrisas cada vez eran más sueltas, pero no había alegría detrás de ellas. Eran sonrisas huecas. No falsas, pero sí vacías.
    — ¿Sabes…? ¡Adoro las fresas! — Sonrió— Me encantó el postre que elegiste, era delicioso. ¿Cómo supiste que me gustaría?
    — No lo sé. A la mayoría les gusta la fresa, a menos que sean alérgicos a ellas.
    —Sí, aunque más que el té de loto- que también me gustó, por cierto-, hubiera preferido el submarino. El chocolate también me gusta.
    — Bueno, a diferencia de las frutas, no a todos los hombres les gusta el chocolate porque es muy dulce, por lo que no me quería arriesgar. Además el té de flor de loto de aquí es muy aromático. Eso solamente hace la experiencia agradable.
    — ¡Oh! No creí que lo hubieras pensado tanto— Misaki lo miró serio, analizándolo— De seguro eres todo un playboy y eliges eso cada vez que sales con alguien, ¿verdad?
    Keiichi rió, pues en el fondo, Misaki había acertado.
    —Te ríes porque sabes que no me equivoco— afirmó Misaki.
    —Bueno, bueno. Lo admito. Me gusta salir — levantó la mano, como si estuviera confesando algo— aunque esto- me refiero a ti- — Con un gesto señaló a ambos —, no es… no es del todo como lo usual.
    Pff, claro, soy hombre después de todo— rió Misaki.
    —Sí. Lo sé— algo en la sonrisa de Sumi perturbó un poco a Misaki.
    Keiichi miraba con anhelo a esa criatura que antes había encontrado vagando. Su expresión era más viva que antes, pero seguía teniendo esa fragilidad etérea que le había atraído. No sabía qué diablos tenía Misaki que lo hacía actuar tan distinto, pero estaba encantado.
    Encantado y perplejo.
    Parecía un ángel al que le habían cortado sus alas.
    Porque, por mucho que conversaran, los hombros de Misaki seguían tan tensos como antes. Por mucho que comiera, seguía viéndose pálido y demacrado.
    “¿Qué hijo de su putísima madre pudo hacerle eso? ¿Quién?”

    ****








    Y ESO ES TODO POR HOY, AMIGOS!
    nee? qué tal? like it? hate it? digan! digan! :=duouou:
    Me he esforzado al menos xD :=RINRUM:
    no he avanzado mucho, pero quería que vieran con éste capítulo como era el punto del nuevo personaje, keiichi! y sí, en mi fic no es a akihiko a quien quiere, sino a misaki!!! :D :=WIJIS:
    por cierto, luego aparecerá un personaje que no existe en la historia real... por qué? porque me dieron ganas xD naa, porque crei que era conveniente :3 :=EEEE:

    Próximo capítulo: Conciencia
     
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  3. InuNoe
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    I like it!! Yo tambien pienso que sumixmiskai es ejor que sumix usami... no se porque... será porque es mas cariñoso con misaki y con usami parece muy frio (en el anime) Es mi opinion...Y como siempre digo... Para que lo dejas ahí... Ponte a escribir la continuación YAAAA
     
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  4. hana-hime
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    QUOTE (InuNoe @ 5/12/2012, 20:52) 
    I like it!! Yo tambien pienso que sumixmiskai es ejor que sumix usami... no se porque... será porque es mas cariñoso con misaki y con usami parece muy frio (en el anime) Es mi opinion...Y como siempre digo... Para que lo dejas ahí... Ponte a escribir la continuación YAAAA

    si, verdad? por eso pensé que era mejor cambiar un poco las cosas y hacer que misaki fuera el que le gustara n.n!
    ya estoy por terminar las clases, fuck yeah! pero ahora todo depende de mis señoras ganas que son tan zorras como mi ánimo u.u! espero tenerlo pronto, y muchas gracias por el comentario! me alegra que te haya gustado!
    bye bye!
     
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  5. hanabira
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    Qué triste u.u últimamente me he sentido abandonada con respecto a si les gusta o no la historia.
    Muchas gracias InuNoe por tu comentario :3 Me hace feliz que al menos alguien me deje una opinión!
    Se que sueno muy rogada, pero el no tener ninguna crítica me hace pensar que tal vez mi historia no es lo suficientemente buena, al igual que mi capacidad como escritora... :=BUABUA:

    Bueno... dejo de hablar de cosas deprimentes y llego a lo bueno!
    El capítulo de la semana :=WIJIS:
    Aunque antes de eso, les aclaro:
    Como siempre, lo que hay que aclarr son cosas como: la sopa de miso, para el que no la conoce es, por lo general un desayuno típico japonés.
    Sempai y kohai hacen referencia a los estatus escolares, es decir, si un alumno es mayor que otro. El sempai sería el de curso superior y el kohai el de curso inferior.
    También está el sensei, que es bastante ambiguo, porque se lo utiliza para escritores, profesores y doctores, sin importar el género.
    El sama (que creo que se menciona en el próximo capítulo) hace referencia a un estatus superior y respetuoso. Por lo general se les dice así a los amos, señores o personas que nos contratan o por las que sentimos respeto, deuda o que el status quo lo obliga. No es como el danna, que es más respetuoso, pero es comparable.

    Capítulo 4

    Conciencia



    ****

    Al despertar, Usami-sensei descubrió la ausencia del pequeño.
    Las sábanas estaban frías y el brazo que antes había rodeado su cuerpo caía en el lugar que debería ocupar el cuerpo del chico.
    ¿Qué sucedería a partir de ese punto? No tenía idea, pero no estaba preparado mentalmente para eso aún. ¿Qué haría Misaki? ¿Qué diría Takahiro? ¿Sería enjuiciado por abuso?
    La cabeza le dolía… quería un buen trago.
    Habían sido años desde que había dejado de autodestruirse con la bebida por la insistencia de Takahiro más que otra cosa. No había hecho terapia, tampoco había sido un cambio dramático.
    Un día solo había despertado con odio a sí mismo por dejarse superar por algo tan burdo como el alcohol, y había comenzado a desahogarse en su literatura como refugio.
    La causa de su autodestrucción era precisamente aquél que lo había salvado de ella. Le había jurado no volver a recaer. Se lo juró a sí mismo… y sin embargo las botellas estaban a solo unos cuantos metros.
    Las guardaba como un mero recordatorio de que había sido alguien débil e inmaduro.
    Aún lo era.
    Sus problemas lo superaban una vez más, y la bestia dentro de él, había vuelto a surgir.

    Recogió a Susuki, su preciado oso de peluche marrón, del suelo. La alacena estaba tan cerca… no haría falta más que caminar solo un poco y extender el brazo.
    Podía olvidar todo, estar tan ebrio que no pudiera levantarse.
    Podía dejar atrás esa opresión en el pecho que le causaba el saber que Misaki lo odiaba lo suficiente como para destruirlo. Es más, le sorprendía que no hubiera tomado un cuchillo y lo hubiera matado esa misma noche… él lo habría hecho.
    “¡Tsk! ¡Ya es suficiente!”, se enojó consigo mismo. “Sea una o la otra… lo que suceda…”, Akihiko

    Se lamentó, manteniendo aquel voto de sobriedad, levantándose para buscar comida.
    Su mente revolvió entre las imágenes de la noche anterior y como había brutalizado y sodomizado al hermano menor de su amor unilateral e imposible.
    Era ridículo.
    ¿Qué diablos había hecho?
    “No era necesario que me recordara que Takahiro nunca sería mío, eso es noticia vieja. Tampoco que tiene novia… ni que soy un maldito monstruo… Diablos… Las excusas no son suficientes… Mierda”
    Suspiró audiblemente, caminando hacia la cocina. Era hora del almuerzo, se había quedado dormido y probablemente Aikawa, su editora, llegaría pronto a criticarlo por sus retrasos constantes…
    Aún llevaba la ropa interior, no tenía ganas ni de cambiarse. Con todo el remordimiento pesándole en la conciencia, calentó la sopa de miso que Takahiro le había enviado.
    Era deliciosa.
    No podía hacer nada ante aquella sensación de haber hecho algo erróneo.
    Mierda.
    Sabía que Takahiro no cocinaba; que lo más seguro es que Misaki la hubiera hecho. Que el chico al que le había arrancado a virginidad en un arranque de ira había hecho con todo el amor del mundo esa jodida sopa de miso…
    Tiró el plato al diablo de un solo manotazo.
    Era de su persona especial, pero… no merecía tomarla. No después de lo que había hecho.
    Encendió un cigarrillo con desesperación. Lo que había hecho estaba mal. Su cuerpo se sentía pesado. Su alma, su conciencia y el corazón concordaban con la idea de que no era más que una bestia. No había como refutarlo.
    Se sentía como un monstruo que no merecía nada, ni si quiera el derecho de admitir querer a Takahiro.
    El cigarrillo se acabó pronto. Y buscó otro que llevar a su boca, reemplazando el alcohol que no debía beber.
    Su departamento/casa/mansión/penthouse, era monumental. Enorme, bien adornado, lo amaba tanto como a su deportivo rojo; pero sentado, solo, con nada más que el tabaco llenando sus pulmones, no podía sentirse ni dichoso, ni feliz. Solo pensaba en los gritos y las lágrimas, en las veces que Misaki le había pedido que lo dejara.
    Era el hermano de Takahiro, por dios santo, por buda, por Alá… Carajo…. No podía ser solo indiferente.
    Agarró la computadora. Volcarse al trabajo para no pensar era lo único que evitaba volcarse al alcohol y deshacerse en la culpa… pensar en Takahiro… pensar en su hermano, Misaki….
    —Soy un maldito bastardo...—ahogó el gemido de agonía ante el solo pensarlo— Soy un idiota. ¿Por qué no me detuve? ¿Qué mierda le hice?
    Agarró sus cabellos y tiró de ellos hasta que el dolor fue insoportable. “Un puto monstruo…”.
    Miró al costado, hacia la ventana, unas pequeñas gotas comenzaban a caer. Una leve llovizna, inofensiva. “Fui precipitado. Era la primera vez del mocoso… el maldito me enojó, claro, pero no tendría que…”. Comenzó a amargarse, a recordar… se había sentido tan bien usando su culo, dominándolo y forzándolo, que no había reparado en el daño que le hacía. No se había detenido a pensarlo, y ahora sentía tanta culpa…
    Se había sentido como un dios por unos instantes, en el que solo él tenía el control. Y, ya lo había aceptado, el cuerpo de Misaki lo excitaba. Era un fuerte agente erógeno. Atrayente. Era…. Había sido como un juguete del que disponer.
    “Pero Misaki no es ningún juguete… es una persona. Es el hermano de Takahiro, maldita sea”
    El timbre del celular irrumpió sus pensamientos, y por primera vez agradeció que lo hiciera para salvarlo de la culpa. No era nada más y nada menos que Aikawa… no necesitaba ni mirar la pantalla para saberlo, ni aún menos para saber que estaba a poco tiempo de llegar.
    ¿Moshi moshi? (Sí, ¿Hola?).
    Sensei ¿Está trabajando? ¿Terminó el capítulo de la novela BL? (boys love, novela homoerótica) — pregunto con su voz chillona, alegre y exigente
    —Claro, claro. No te preocupes tanto— su voz era más grave de lo normal, rasposa. Lo notó al pronunciar más de dos palabras.
    — ¿Sensei? ¿Se encuentra bien? Suena raro… De todos modos, no me mienta, sensei. ¡Necesito eso para mañana y más vale que lo tenga listo par entonces, o sino…!
    — ¿Terminaste? Pide un día más en la editorial— el corazón de Aikawa se hundió en ese preciso instante. ¿Cómo lograba ese hombre ponerle los nervios de punta con tanta facilidad?
    — ¡Sens…!- No terminó de pronunciar palabra y Akihiko ya había cortado la llamada. Sin terminar de pronunciar <<mierda, Usami-sensei>> antes de la llamada finalizara.
    A Usagi-san le gustaba darle un mal trago a su editora, lo disfrutaba; le daba mucha gracia cuando lo hacía, y el modo en que se enojaba era terrorífico, como de película de miedo.
    Pero hoy no estaba de humor ni para eso.
    No había tenido intenciones de enfadarla ni nada, solo de distraerse un poco… pero luego se había vuelto molesto. Oír su voz chillona… no. No era a ella a quien quería oír.
    Tenía el capítulo terminado desde el día anterior, gracias al cielo ya que el final no se vería influenciado por ese bloqueo temporal.
    Casi podía oírla gritar.
    Oh, mierda, no era un casi. La oía gritar. Al parecer lo había llamado desde cerca del edificio.
    Aikawa tenía su llave para evitar una masacre, pero en ese momento supo que no tendría tiempo de explicar nada antes de que hubiera al menos un atentado en contra de su vida.

    *



    — ¡Sensei! — vociferó, dando un portazo. La cocina era un desastre con el plato de sopa de miso derramada y los vidrios rotos — ¿Sensei? ¡¿Sensei?! ¡¿Se encuentra bien?! ¡Mierda, los manuscritos! ¡Más vale que esté bien! ¡No puede morirse antes de entregarme el trabajo, Sensei! &##”%!!
    Estaba acostumbrada a ver los desastres de ese hombre, pero sinceramente, era la primera vez que encontraba cosas rotas.
    Akihiko no cocinaba, así que era comida que Takahiro había mandado, lo supuso, por lo que era extraño que estuviera en el piso.
    “¿Y si alguien había robado? ¿Y si alguien lo había matado?”
    Preocupada, se apresuró a entrar en su cuarto. Al abrir la puerta, alguien apareció desde su espalda, cerrando la puerta con fuerza.
    Su corazón saltó. La adrenalina comenzó a correr por sus venas. “¿Y si…?”
    — ¿Qué haces allí? Estaba en el estudio — Aquella voz era inconfundible.
    — ¡Estúpido! ¡Casi me matas del susto! — Se giró y comenzó a golear su pecho
    — Ya, ya. No te ha sucedido nada, ¿o sí?
    — ¡Qué cruel eres, Sensei!
    — ¿Quieres el manuscrito o no? — se impacientó. Prefería entregarlo pronto y volver a hundirse en la miseria un poco más.

    Al entrar en el estudio de Akihiko, Aikawa se dirigió al portátil. Antes de pasar los datos comenzó a leer rápidamente, comprobando que efectivamente hubiera llegado hasta el capítulo que necesitaba.
    Leyendo, notó que luego de acabar lo prometido, había un indicio del nuevo capítulo. El comienzo de éste mantenía el estilo y el ritmo armonioso que Usami-sensei le daba a sus escritos. Eran una marca de agua que no era fácil de imitar, su sello personal.
    Pero a partir de un punto, el estilo se perdía, se fundía con un nuevo estilo, distinto, interesante, pero que era basura en comparación a su ritmo usual. No había nada que mereciera la pena. Eran palabras vacías.
    Las ideas eran insulsas e inútiles. No podía arruinar sus historias con cosas tan patéticas como aquellas, era un crimen.
    ¿Qué diablos había sucedido para que la calma de Usami-sensei se perdiera? Aún más importante, ¿…para que afectara su trabajo?
    La sospecha la invadió, y volvió su mirada a Akihiko, inspeccionándolo mejor, tanto a él como al cuarto en sí.
    Aikawa estaba acostumbrada al prominente aroma a tabaco, pero se sorprendió de encontrar que el cenicero que había vaciado ayer apenas estaba con por los menos veinte cigarrillos más.
    —Vaya boca de camionero— susurró Akihiko antes de encender un nuevo cigarrillo.
    — ¡Sensei, se ve horrible! Hoy tenemos una entrevista a una revista literaria, por favor, ¡Arréglese! ¡Ahora! No podemos retrasarnos. Leeré sus avances en la novela BL entre tanto. ¿La imprimió o aún no? — Aikawa se mordió los labios. Allí había algo raro, su intuición femenina se lo decía, aunque sensei actuara tan normal como siempre.
    — Ya, ya… Está sobre el sofá. Me voy a bañar, o algo— Revolvió su cabello. “Mejor ese lugar que estar aquí”, pensó Akihiko. Así dejaría de pensar en el alcohol, en Misaki o Takahiro. No tendría el tiempo para hacerlo.
    — ¡Vamos, mueva los pies! — Aikawa lo apresuró, corriéndolo del lugar.
    “No quería que entre a su habitación… eso es extraño”, Aikawa seguía dándole vueltas al asunto, pero tan pronto sensei se fue, se sentó a leer el trabajo en completo. Prefería ir aprovechando el tiempo que andar jugando a los detectives, estaba grandecita para eso.

    ****



    —Entonces… ¿Cuántos años tienes? —preguntó con curiosidad Keiichi, sorprendido incluso de no haberlo dicho antes.
    Ya había pedido un segundo postre para Misaki, quien, cuando las nauseas lo abandonaron, había descubierto que tenía aún más hambre.
    — Diecinueve — susurró, llevándose un bocado de lemon pie a la boca. El sabor agridulce le encantaba. Los postres, de por sí le encantaban.
    — ¡Oh, juraría que tenías dieciséis! Aún así, parece que tendré que esperar para invitarte a salir. Pero por ti no me importaría, ¿sabes?— Sonrió. Trataba de hablar aunque sea con una pizca de humor, tratando de sacar al menos una pequeña sonrisa.
    Misaki se atragantó y disimuló un poco ignorando el último comentario. Inevitablemente sus mejillas se tiñeron de rojo.
    — ¿Y usted, Sumi-san? — trató de aparentar indiferencia a aquel comentario, inútilmente.
    — Veintiuno. ¿Y…piensas estudiar en alguna universidad? ¿O entrarás al mercado del trabajo? — comenzó a indagar. Distraerlo con cosas simples, recordarle que el mundo real seguía allí, ese se había convertido en su propósito.
    Ehm sí. Aunque no estoy muy seguro de poder lograrlo me gustaría entrar a la universidad M (Mitsuhashi, famosa universidad de Tokio) — La convicción en su voz respecto a su elección era notable, y Keiichi se sorprendió, aunque no precisamente por ella.
    Misaki, por mucho que deseaba, sentía que su sueño era muy lejano. Francamente hablando, no era precisamente uno de los mejores alumnos. Ni de los promedio. Oh, mierda. Mientras más lo pensaba, más lejano le parecía.
    Pensar nuevamente en la escuela hizo el gusto del lemon pie aún más amargo. Se podía aferrar a esos problemas simples, problemas cotidianos y volver al mundo, pero todo se sentía apartado a su perspectiva.
    Su deseo de entrar seguía allí, pero estaba apagado como nunca antes.
    — ¡Wow! Vaya cosas de la vida. Así que a partir de ahora puedes decirme sempai (superior) — Su alegría era notoria y sincera. No era algo que se esperaba. — Quien diría que tendría a un kohai * tan adorable como Takahshi-kun.
    —Aun no he hecho la admisión, así que no es seguro…— Ignoró el cumplido, mirando al costado. No quería mostrar que esas palabras le afectaban, aunque no podía mentir; en el fondo se sentía alagado.
    No podía negar que le gustaba sentir que a alguien le importaba, que, aunque fuera una mera broma, alguien tenía interés en él.
    “¿Está bien hacer como si nada ha pasado? ¿…Actuar tan naturalmente con un extraño solo para no regresar a casa? No se… aún puedo sentir el dolor en el culo al estar sentado y el sudor seco sobre mi piel; entonces, ¿solo seguir con mi vida es lo correcto?”, Misaki se sentía confundido por la rapidez con la que su mente podía esparcirse y olvidar- aunque sería más correcto decir ‘dejar de lado’-, pero que su cuerpo y la evidencia sobre el mismo no le permitía hacerlo.
    Miró por la ventana, las gotas que antes caían especiadas y pequeñas, cada vez aumentaban su tamaño y potencia. El pavimento comenzaba a mojarse, pero el sol seguía en lo alto del cielo. Llovía. Cada instante más fuerte, azotando el suelo. Pero la luz de ese día era tan brillante que cegaba.
    En el fondo, el reflejo de la luz y el agua creo un bello espejismo… un arco iris que surcaba el cielo y se apreciaba perfectamente desde la ventana en que estaban ambos sentados
    —Entonces, Takahashi-kun, ¿Qué carrera estudiarás? —El submarino se le había acabado, aunque aún tenía medio croissant. Se lo llevó a la boca mientras esperaba su respuesta y mirando atentamente el arco iris que Misaki contemplaba embobado— ¿Takahashi-kun? ¿Sigues ahí?
    — ¿Eh? Oh, sí, perdón. No estoy precisamente en mi mejor momento… Sumi… ¿sempai?
    — Vamos, sin miedo. Dilo, ‘Sumi-sempai’, no es muy difícil— lo animó. “Claro que no es tu mejor momento. Sería un idiota si no lo viera.”, Keiichi tenía claro que lo mejor era alejarlo del mundo de problemas que habitaba en su cabeza— Pregunté qué carrera estudiarías.
    — Ciencias económicas. ¿Y usted, Sumi-sempai, qué estudia? — decidió que cambiar el foco de conversación a Keiichi.
    —Jajaja— rió, sorprendiendo un poco a Misaki, quien volvió la cabeza a Keiichi por un instante, hasta que éste le indicó con la mano que no era nada. Su atención volvió a la ventana y al mundo más allá de ésta— ¡Y las coincidencias siguen! Como dije, paso a tercero de ciencias económicas. ¡Perfecto! Eso significa que te veré en el campus más seguido de lo que pensaba.
    — Sí, bueno, si entro, al menos conoceré a alguien— Misaki mantenía sus muñecas bajo la mesa tanto como podía, pero se había dado cuenta que Keiichi las miraba cada tanto. “Mierda, no quiero… no quiero que nadie sepa. Maldito, ¿por qué tenía que dejarme tantas marcas? Mierda. Mierda. Mierda. Tengo que cambiar el tema así deja de mirarlas. Nadie debe ver…”— El cielo es muy bonito. Me gustan los arco iris — Sonrió Misaki aunque una punzada de dolor le hizo cambiar la expresión por un segundo. Keiichi no lo notó, pero Misaki había comenzado a marearse. El dolor era leve e ignorable, incluso parecía un descanso agradable — ¿No te parece, Sumi-sempai?
    —Claro, lo es. ¿Misaki, no quieres ir a casa…? — Keiichi se alarmó cuando repentinamente el color de sus mejillas, sonrosadas luego de una comida llena de calorías, volvía al pálido amarillento de cuando lo había encontrado.
    Tras unos segundos el color crema volvió a su piel, pero, aunque más calmado, no pudo evitar estar preocupado. ¿Qué diablos había sucedido?
    — ¿A casa? — Misaki se alarmó. ¡No! ¿Cómo? ¿Cómo podía ir y enfrentar a su hermano? No se sentía listo mentalmente para eso— No, está bien, estoy perfecto. No es necesario causarle más inconvenientes a sempai — murmuro con una sonrisa, aunque comenzaba a sudar frío. Su cuerpo se sentía raro y pesado. El dolor persistía, pero el mareo se había ido. Ya no era un descanso. Ahora no solo lo alejaba de la realidad, sino que de un modo nada oportuno — Además, sería un desperdicio dejar el lemon pie a medias, ¡Esta buenísimo!
    Misaki comenzó a poner más entusiasmo a su merienda.
    Pensar en volver a casa, donde Takahiro lo esperaba, lejos de ser un consuelo lo asustaba. ¿Por qué? ¿Por qué le asustaba si tendría los cálidos y confortables brazos de su hermano para protegerlo? ¿A qué temía? ¿A Akihiko?

    En parte temía que por mucho que lo dijera, las cosas no funcionaran. Temía que su hermano se deprimiera por lo que a él le había sucedido y más que nada que la desilusión de que su amigo hubiera sido el culpable lo carcomiera.
    Tenía miedo de no lograr retener el llanto y lanzarse como un perro abandonado a regodearse en el cariño de Takahiro.
    No quería involucrar a nadie en su sufrimiento… Él… Él podía.
    —Como digas. Además tienes un poco de razón, llueve a cántaros. No podría permitir que te mojaras completamente— Keiichi cruzó las manos sobre la mesa, observándolo. “Tiene toda la pinta de que en un momento a otro se romperá en pedazos. Si tengo razón, lo más probable es que colapse… Si está solo sería peligroso. Diablos, ¿en qué momento comencé a preocuparme tanto por él?”, Keiichi notó que sus atenciones habían excedido lo que la cortesía y el cortejo consideraban correctos. Misaki lo había hecho llegar varios pasos más lejos — ¿Quieres un café o algo más? El té no debe ser suficiente, ¿o sí?
    —Muchas gracias, Sumi-sempai… es muy raro que un desconocido me haya invitado a comer, pero no me arrepiento de aceptar. Creo que me alegró un poco el día, le debo eso— Fue sincero. Su sonrisa era auténtica y triste. Misaki sentía vergüenza de haberlo encontrado en un estado tan penoso, pero sabía que Keiichi era una buena persona. — Aunque creo que ya es suficiente de sus atenciones. No quiero ser una carga — esto último fue un suave murmuro.
    ¡Fiuf! — Dio un teatral suspiro de alivio— ¡Que suerte! No sabía que pensabas de mi, pero afortunadamente no te causé tan mala impresión
    Keiichi quitó sus gafas para limpiarlas, y Misaki recordó el rostro de Akihiko a través de sus facciones. Su nariz, su mandíbula, las líneas encajaban bastante. En esa imagen borrosa notó que sus cabellos y ojos diferían, pero, ¡diablos, se parecían mucho!
    El dolor en la cabeza aumentó y la mente se le nubló.
    >> ¿Takahashi-kun? ¡Takahashi-kun! — Keiichi se asustó. Misaki no se veía bien. Nada bien.
    ¿Hmm? — el mareo se iba nuevamente.
    Estaba mal. Sentía que se caería en cualquier instante al suelo y no podría levantarse
    >> C-creo que mejor y vuelvo a casa… Mi hermano debe estar preocupado porque no regreso.
    No tenía opción. Debía volver a casa, a la seguridad de su hogar. Eso o un hospital… en el cual preguntarían por sus golpes, moretones y heridas. ¡Diablos, no!
    —Sí. Es lo mejor, no te ves nada bien— “Mierda, me gustaría estar un poco más con él”, Keiichi iba a tomar la iniciativa una vez más— Aunque creo que deberías ir a un hospital. Pago la cuenta y te acompaño, ¿de acuerdo? — Sin darse cuenta se ligaba más y más a ese chico.
    Misaki buscó a tientas su billetera. Su mente seguía pensando en Akihiko… ¿se parecían realmente o el estaba lo suficientemente obsesionado con él que lo veía en todos lados?
    No encontraba la billetera, dando lugar a la desesperación. Misaki tenía cierta reticencia a dejar que alguien pagara por él. No le gustaba deberle a alguien ni que alguien tuviera que cargar con cuentas por su culpa.
    De no ser por la palidez de su rostro, probablemente se encontraría rojo tomate; ¡Estaba tan avergonzado! Sus ojos se abrieron. ¿Dónde estaban? “¡Carajo, no! ¡Se cayó en casa de ese pervertido! Qué vergüenza”.
    — Jajaja no te preocupes, no pasa nada. Yo te invité, yo cubro los gastos, ¿sí? — Keiichi dejó un par de billetes y se levantó. Misaki lo imitó, dejando menos de a mitad de su postre en el plato.
    Tenía nauseas…
    —Gracias— Quería apurarse para no vomitar allí, y al mismo tiempo si lo hacía, tal vez vomitara antes.
    Notó que, la única razón por la que no había vomitado en casa de Akihiko o en su camino al parque era porque su estómago no tenía qué devolver.
    Pero tan pronto algo tocó su estómago éste lo rechazó.

    Ni bien dieron dos pasos fuera del local, se empaparon de pies a cabeza. La lluvia era intensa, al igual que el calor, el viento helaba y el sol los calentaba.
    “Si, se parecen en algo, pero no son iguales… Me tratan tan diferente… sería imposible. ¡Ah, mi cabeza, joder!”, Misaki no logró evitar evocar junto con la imagen de Akihiko los recuerdos. Esos malditos roces… ¿Y si esa persona tenía malas intenciones? No lo conocía lo suficiente como para decir que no. Era un estúpido, lo aceptaba. Lo era.
    “Se parecen, pero él no es Usami, no debo juzgarlo”, lo decía, pero temblaba. ¿Y si cabía la posibilidad de que, al igual que sus imágenes coincidían, él no tenía buenas intenciones.
    La paranoia volvió, aún a pesar de que Keiichi había evitado el contacto físico hasta lo imposible.
    Pero ya no era su cuerpo el que le hacía una mala jugada. Ahora su mente se empeñaba en hundirlo en el terror.
    “Desde un principio me ha dejado claro que le atraigo. Como broma o no”, y junto con la paranoia, el temblor del cuerpo incrementó. Su mundo se movió por completo. Todo giraba y él se desvanecía. Un borrón irreconocible.
    Sintió sus piernas vencerse por el peso muerto de su cuerpo, al no tener el apoyo de la silla. Su rostro perdió el color pero ésta vez no lo recuperó tan rápidamente como antes. El borroso fondo se tiñó de negro, y el abismo de la oscuridad lo sumió en la inconsciencia.
    Su cuerpo se desplomó de un modo surrealista. Sus ojos estaban perdidos y abiertos antes de caer.
    Su piel estaba crispada y, sus vellos de punta. El miedo, uno extraño, desconocido, era palpable.
    Keiichi logró atajarlo antes de que se diera de bruces contra el piso.
    Sabía que eventualmente lo haría, pero no esperaba que no llegarían ni a conseguir un taxi antes de que se desmayara.
    ¿Qué debía hacer? ¿Llevarlo al hospital? ¿A su casa? ¿Qué?
    Keiichi no sabía cómo reaccionar, pero no podía abandonarlo.
    La lluvia los mojaba. Él cargaba el peso muerto del chico. No tenía auto.
    ¿Ahora qué?

    *









    Okay, eso es todo por hoy n.nu!
    Espero y lo hayan disfrutado! Y ya van habiendo unos pocos avances en la historia! ¿Qué sucederá ahora?
    Próximo capítulo: Un lugar que desconozco

    Por cierto, ¿Qué les ha parecido?
    Como se habrán dado cuenta, el título era por dos razones: por la conciencia culpable de Akihiko, que no sabe como actuar, y por la pérdida de conciencia de Misaki.

    Adoro a mis lectoras! Las quiero mucho, pero en lugar de actualizar en una semana, con lo bajoneada que me he puesto ante la ausencia de críticas (así fuesen malas), esperaré un tiempo a ver que les parece lo que hago.
    ¿Les parece muy injusto?
    Se que suena cruel, pero realmente no siento que subir la historia aquí y gastarme en cambiar el formato (ya que si lo paso de word a ésta página, lo borra al formato) es por nada u.u
    Si les parece mal mi modo de actuar, les pido disculpas, pero lo único que me anima a seguir escribiendo es leer sus comentarios. Y bueno... Si no hay ánimos...
    Ah, siento como si me estuviera excusando.
    En fin... los veré cuando suba el próximo capítulo o responda sus tomatazos (sí, ya voy previniendo las críticas u.u)

    Bye!
    Besos!

    Hanahime ;)
     
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  6. daisy-chan
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    waaaaaa Misaki esta sufriendo por cierto ya habia leido "atado a ti" y bueno esta es una mejor version con mas detalles etc pero espero actualices pronto muy bien sigue asi :=hurrahrr: :=hurrahrr: :=hurrahrr:
     
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  7. hanabira
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    QUOTE (daisy-chan @ 12/12/2012, 06:04) 
    waaaaaa Misaki esta sufriendo por cierto ya habia leido "atado a ti" y bueno esta es una mejor version con mas detalles etc pero espero actualices pronto muy bien sigue asi :=hurrahrr: :=hurrahrr:

    Hola! Gracias por el review!
    Antes que nada quería aclarar una cosa! No es solo una versión con más detalles, y eso pronto lo verás n.n He pensado mucho y no quiero que solo sea una versión de lo que era, sino una historia más completa, por tanto, aunque esencialmente tendrán tramas similares, ya vendrán los cambios :=duouou:
    aunque aún sigo en el proceso de escribirlos :=WORKIN:
    besos!!
    FIGHT OH! :=hurrahrr:
     
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  8. Misaki _Usami
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    Hanabira-sensei por que hacer a Misaki tan desdichado u.u y encima que se desmaye ahora Sumi saba que lo han violado cuando lo lleve al hospital bueno si es que lo lleva sino se lo lleva a su casa TT no confio en y se enamoro de Misaki pero igual nunca me ha agradado, Usagui es un bastardo por lo que hizo waa pero aun asi no puedo catalogarlo como un violador es la primera vez que leo un fic en donde Usagui hace esto x.x pero igual amo como escribe sensei ya quiero la conti quiero saber que va a pasar!!!!! contii :=WIJIS: :=arribarriba: :=arribarriba:
     
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  9. hanabira
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    QUOTE (Misaki _Usami @ 14/12/2012, 14:43) 
    Hanabira-sensei por que hacer a Misaki tan desdichado u.u y encima que se desmaye ahora Sumi saba que lo han violado cuando lo lleve al hospital bueno si es que lo lleva sino se lo lleva a su casa TT no confio en y se enamoro de Misaki pero igual nunca me ha agradado, Usagui es un bastardo por lo que hizo waa pero aun asi no puedo catalogarlo como un violador es la primera vez que leo un fic en donde Usagui hace esto x.x pero igual amo como escribe sensei ya quiero la conti quiero saber que va a pasar!!!!! contii :=WIJIS: :=arribarriba: :=arribarriba:

    Hola! Mil gracias por tu review :3
    "Hana" está bien, o "Hana-sensei" si lo prefieres xD :=duouou: ((DIOS! es genial que te llamen así! ))
    Respecto a Sumi, si bien lo que siente no es amor, es una atracción muy fuerte e intriga. Quiere conocerlo más y está dispuesto a muchas cosas para saciar su curiosidad. Espero poder plasmarlo mejor xD Pero "amor", aún es muy pronto para eso n.n
    Dónde, ya verás XD
    USAGI!!! En mi historia lo odiarás y bastante en principios, pero ya verás que de a poquito te gana :3
    Es un bastardo en muchos sentidos, pero siempre lo adoré así que no puedo hacerlo ser tan tan malo! Me cuesta en ese sentido porque amo ambos personajes y que sufran, sean heridos o los odien, en cierto modo me duele a mi también :')
    Espero que sigas leyendo mi historia y te siga gustando como hasta ahora n.n
    BYE!
    BESOS!
    Y GRACIAS DE NUEVO :D :=EEEE:

    Hanahime ;)

    Minna san! Les qería decir que, a las que les haya gustado mis escritos, mi estilo o tenga curiosidad por mi manera de escribir, he comenzado otra historia: Sangre en los Suburbios
    https://mundoyaoi.forumfree.it/?t=64276102



    Licencia de Creative Commons
    Sangre en los suburbios by Florencia Landriel is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.
    Creado a partir de la obra en http://amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=78333.

    "Tienes el poder de limpiar al mundo de la crueldad, pero debes ser cruel para lograrlo"

    Un asesino suelto

    Un equipo policial en busca del asesino

    ¿La justicia puede tener dos caras ?






    Rick, un policía homosexual jodidamente apuesto y bien entrenado.
    Gracie, una diva con garras de tigre y una personalidad fuerte y agradable.
    Ambos trabajan en equipo para el departamento policial de Nueva York y tienen en sus manos el trabajo del asesino de criminales.

    Cada víctima significa una basura menos en el planeta. Muchas vidas más salvadas.

    Floyd vive en Cobble Hill, Brooklyn, Nueva York. Aparentemente es un hombre normal, pero como el mismo sabe, son aquellos quienes más gentiles actúan quienes más capacidad de herir tienen. Su convicción, metodismo y un pasado espinoso, lo transformaron en alguien frío y distante.

    La sangre corre en sus manos y el infierno lo espera a puertas abiertas.

    En éste juego del ladrón y el policía, ¿será posible vivir?

    ¿Habrá si quiera cabida para algo cercano al amor?

     
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  10. hanabira
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    Hola!:=NEWWWA:
    Vaya que pasa rápido el tiempo, no les parece?:=uuhuhuhus: Ya hace un mes que me atreví a volver a esta historia o.o!:=cumple:


    Quería pedirles disculpas por lo que dije de los comentarios. A la que lo haya tomado mal, lo siento. Creo que me dio un momento de bajón y me sentí mal, pero ahora lo pienso y me siento estúpida por haber exigido que me comentaran.
    Adoro a mis lectoras/es y ya sea que me comenten o no, el punto de escribir la historia no es para ser reconocida. Es un alago cuando alguien lo reconoce, no les voy a mentir, pero cuando comencé con ésto fue por mi misma y mi amor al arte de la palabra. Por eso, lamento haber dicho cosas que no tendría que decir.:=SHOROO:

    Un beso, y espero les guste el capítulo :D

    Aclaraciones del capítulo

    SPOILER (click to view)
    Primero que nada hoy saldrá un nuevo personaje (totalmente inventado ante la necesidad de un cómplice) que originalmente se llamaba Haru, pero debido a que Haruhiko también es parecido tuve que cambiarlo por otro. ¿Y qué mejor que mi propio nombre? xD Me he metido en mi historia owo!! Es como MAGIAAA :=wozardd: algo que no había hecho nunca :3
    El sufijo sama hace referencia a un estatus superior y respetuoso. Por lo general se les dice así a los amos, señores o personas que nos contratan o por las que sentimos respeto, deuda o que el status quo lo obliga. No es como el danna, que es más respetuoso, pero es comparable.
    También, cuando hago referencia a la casa de sumi, esto puede ayudarles a imaginar:
    casa_japonesa
    jpg
    2986932826_3d3b91b63e
    kawasaki04
    9239684-jardines-japoneses-en-powerscourt-mansion--condado-de-wicklow-irlanda
    zen1
    La yukata es una especie de kimono (no es un kimono exactamente) informal y de verano, aunque también pueden haber yukatas formales. Son frescas y cómodas de usar. La principal diferencia entre el kimono y la yukata es la calidad de la tela, los estampados en la misma y el tipo de cinturón, faja u obi a utilizar.
    la yukata es más simple
    yukata-masculino
    mientras que el kimono es más formal, complejo y costoso
    jpg


    Espero eso les ayude un poco n.n
    Ahora sí.


    Capítulo 5:

    Un lugar que desconozco


    *



    “¿Qué hago? ¿A dónde lo llevo? ¿El hospital? ¡No se dónde es su casa! ¡¡¡Mierda!!! ¡¡¡Mierda!!!”
    Tenía miedo y no sabía que hacer. Lo único que podía hacer era llevarlo a casa, el único lugar seguro que conocía.
    Tenía fiebre sí, pero su cuerpo estaba descuidado. Era un quiebre emocional.
    Su cerebro necesitaba un lapso de descanso y el podría ayudarlo con ello.
    Supo por el comportamiento de Misaki que lo que necesitaba era ir a un médico urgentemente, pero también que podía ser muy reticente a la hora de dejarse atender.
    Eso no era nada normal.
    Esos ataques de histeria en los que temblaba y se petrificaba lo asustaban a muerte. Eran cosas que un psiquiatra debía atender.
    Pero él no era quién para hacer la decisión por cuenta del chico.

    Con el chico en su espalda, caminó de regreso a casa, soportando la lluvia incesante. A las tres cuadras consiguió parar un taxi.
    Aún entre dudas, sin más opciones, indicó la dirección a su hogar.
    No pasaron más de veinte minutos antes de que llegaran a la mansión Sumi; una casa tradicional japonesa. Lujosa, bella, como sacada de una revista de decoración.
    Y lo suficientemente grande como para ocultar a Misaki de sus padres.

    ****



    Lentamente, Misaki se despabilaba.
    ¿Qué día era? ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?
    Esa no era su casa, eso sabía, pero nada más. Estaba aturdido, mareado y su cuerpo parecía ser el de alguien más.
    Se levantó, sintiéndose ajeno a sí mismo, y comenzó a recorrer el lugar.
    La casa era enorme, las puertas eran deslizables, la arquitectura era completamente al estilo japonés, aunque fuertemente sostenida, la fachada era igual, pero las plantas y decoraciones combinaban el estilo antiguo con el moderno.
    Salió a un pasillo, el cual tenía una puerta corrediza que daba a un jardín zen pequeño y discreto. Era una especie de jardín que conectaba a una habitación frente a la que él ocupaba.
    El pasillo guiaba a otras partes de la casa. Había muchas habitaciones, y comenzó a caminar a la izquierda, espiando solo aquellos lugares que tenían la puerta abierta.
    Era una mezcla extravagante que alguien había sabido intercalar con árboles bonsái, telas y piezas de arte. La vajilla también entraba como parte de la decoración, con una bandeja con un antiguo juego de té…
    Los futones o las camas europeas podían combinar con los sillones o mesas que se disponían. Si se encontraba un televisor pantalla plana HD o un LCD, incluso un home theater o un equipo musical, no sería extraño.
    Se veía fantástico, aunque era distinto - y mucho-, y se sentía transportado a una vorágine temporal con un choque cultural importante.

    Cerró los ojos y toda la decoración desapareció. Prefería no ver nada. No entender nada. Tal vez solo soñaba, creyó… pero no, una voz femenina se oyó a sus espaldas. No la reconoció, y las palabras sonaron confusas. No consiguió darles sentido.
    Era una voz suave, tanto que lo llevaba a un trance.
    Sí, probablemente era un sueño.
    — Takahashi-san…— la voz se volvió más cercana.
    Sintió un contacto gentil, suave, delicado. Tembló inconscientemente, pero no entró en pánico. Supo que debía abrir los ojos, pero supo que de hacerlo, sería golpeado por la realidad.
    >>Takahashi-san— le llamó nuevamente y no vio otra opción más que mirarla.
    Recordó algo al verla. O mejor dicho a alguien…
    En su cabeza se formó la imagen de un hombre. O mejor dicho un joven. Éste era más alto y musculoso que él mismo. Tenía cabello castaño claro y… no recordaba sus ojos. Tal vez los había evitado.
    — Sumi… Sumi-sempai… ¿Dónde está? — se sintió un poco maleducado, pero al decir aquel nombre muchas cosas comenzaron a encajar nuevamente. Ese nombre había sido la llave a la puerta de varios recuerdos.
    — Tranquilízate, estas bien. — La jovencita le sonrió, dándose cuenta que no tenía la mejor expresión facial— Mi nii-chan (hermano mayor) te trajo aquí enfermo. Dijo que colapsaste en la calle y me pidió que lo ayudara a cuidarte. ¿Cómo te sientes? ¿Te duele la cabeza? Creo que aún tienes un poco de fiebre, así que es mejor que te quedes en cama, no te levantes— hablaba rápidamente, con ese aire protector e ineludible que poseen las mujeres.
    Misaki no pudo contradecirla y volvió a la cama.
    “¿Quién eres? ¿Nii-chan? ¡NII-SAN!”, la idea lo golpeó con violencia pero lo ocultó. ¿Cuánto había pasado desde la última vez en casa?
    Podía retrasar su llegada, pero…. Nunca había pensado en Takahiro. ¿Estaría preocupado? ¿Lo buscaría?
    Ehmm, si… gracias. ¿Qué hora es? — se frotaba la sien, preocupado, confuso. Esos últimos dos días -o tres, aún no sabía-, habían sido agotadores tanto física como mentalmente. Y aunque finalmente lograba cerrar los ojos, no necesariamente se encontraba mejor.
    Sus ojos recorrieron su cuerpo, y tras unos segundos descubrió que no llevaba sus ropas, sino una yukata de finísima calidad. Sus muñecas aún tenían las marcas de los dedos de Akihiko, llamándolo, señalándole que no importaba cuanto quisiera olvidarlo, su cuerpo le había pertenecido.
    “¿Y si… y si él…?”, la idea lo exaltó. Pero la descartó, pues su cuerpo no tenía los síntomas… esos malditos rastros que ya conocía. Y luego un segundo pensamiento lo invadió.
    Misaki tembló. Alguien le había tocado y había visto su horroroso y repugnante cuerpo para poder cambiarlo… “¡No! Se dio cuenta, ¡Mierda! Lo sabe. ¡Sabe que soy un débil incapaz de defenderse! ¡Un maldito defectuoso!”.
    Misaki no lo era. Nadie, excepto él mismo, lo pensaba; y lamentablemente era un terco al respecto.
    La puerta corrediza se deslizó con suavidad, pues Keiichi había logrado oír el ruido proveniente del cuarto, abandonando sus libros y ayudando a Hanabi, su hermana, a cuidar del enfermo.
    Misaki mantuvo la cabeza gacha. No sabía cómo mirarlo y enfrentar el saco que debería de sentir hacia él. Tenía las orejas rojas por la vergüenza y los puños apretados por la frustración.
    Keiichi estaba pálido como el papel desde que había cambiado a Misaki, y aunque hubiera querido decir algo, le era imposible.
    Hana solo había notado los chupones en la piel de su cuello, legándolo a una amante apasionada- aunque por cómo su hermano actuaba con Misaki incluso había pensado que Keiichi era el responsable de los mismos-.
    Las mordidas y los golpes ahora estaban cubiertos por la costosa tela del kimono, y solo eso cubría el pavor del pequeño.
    Keiichi se había indispuesto con la imagen desgarradora de su cuerpo. Odiaba a aquel quien hubiera sido el causante. “¡¿Qué maldito sádico puede hacer algo así?! ¡Maldito enfermo!”
    Misaki tomó coraje y volvió su mirada a Keiichi. Tenía el seño levantado en una ‘v’ inversa y se mordía los labios. Le asustaba el rechazo y el odio, incluso de un desconocido como Keiichi. Casi tanto como tener que repetir aquella historia.
    Al notarlo, éste fingió, puso una falsa sonrisa en su rostro, gentil y cálida, y no tocó el tema en lo absoluto.
    Misaki logró relajarse lentamente. Aunque sabía que lo más probable es que supiera su ‘secreto’, parecía tanto o no importarle en lo absoluto, o él no le había cambiado… o tal vez sentía lástima de él y prefería no decirle nada. Cual fuere, con que no tuviera que dar explicaciones le era suficiente.
    —Está bien, Hana-chan, yo me encargaré a partir de aquí. Gracias por ayudarme— Keiichi dio un beso en la mejilla a su hermanita de alrededor de dieciséis años- por cumplir los diecisiete- y ella se retiró con una sonrisa y un ‘de nada, nii-san’. Tan pronto se fue, se volvió a Misaki, preocupado— ¿Cómo te sientes? ¿Tu cabeza te duele? ¡Casi te das de lleno con el suelo!
    — ¿Creo que sí? Oye, sempai… — El silencio era muy incómodo, solo se oía el ruido de alguna fuente en el exterior y el de las cigarras llenando la habitación. Iba a preguntarlo, pero no se sentía capaz. No quería abrir el tema de discusión. A Misaki le carcomían los nervios por lo cual simplemente intentó acabar con ese mutismo —Esta yukata es muy linda y todo, pero, ¿Dónde están mis ropas?
    —Secándose. Estabas completamente empapado, por lo cual tuve que darte otra cosa o te enfermarías— Los ojos de Misaki se agrandaron y su corazón se hundió en su pecho. La pequeña esperanza de que tal vez él no lo hubiera cambiado, de que tal vez no lo hubiera visto, se desapareció.
    — ¿Usted me cambió? —se sonrojó. Su cuerpo era tan poca cosa que no había motivo para hacerlo, pero no podía evitarlo; el pudor le era inevitable. Pero ésta vez no era solo simple pudor. Sus razones iban mucho más lejos que la simple vergüenza: el repudio por si mismo.
    Emm, sí, yo lo hice. Lo siento, pero te ves muy adorable sonrojado, no puedo evitar decirlo — murmuró, cambiando el tema y logrando un sonrojo aún más intenso— Y como te desmayaste en mis brazos, como toda una damisela en apuros, — comentó, logrando un puchero y una pequeña rabieta— el príncipe por defecto debe de cuidarte; así que asumiendo el papel, debo pedirte que descanses aunque sea un poco. Duerme, ¿sí?
    La mirada del chico denotaba una profunda tristeza que con esmero trataba de ocultar ante gestos infantiles y sonrisas falsas, pero que no pasaba desapercibida. Sin duda no era más que un papel, transparente y fácil de leer, e inocente cual niño, pero con la madurez de un adulto que lucha para sobrevivir. “Creo que es mejor no presionarlo. Me lo dirá cuando se sienta cómodo para hablar. O eso prefiero creer”, Keiichi charló un poco con Misaki. Tan trivial, tan ajeno al mundo de las pesadillas que logró disipar la tensión.
    —Entonces te dejo dormir— le sonrió y se levanto, dándole la espalda al pequeño —Ya es tarde, así que yo también me iré a dormir. Dulces sueños — Estaba por avanzar cuando una mano atrapó su yukata y lo hizo detenerse y voltearse — ¿Si? ¿Pasa algo? — preguntó esperanzado. Tal vez Misaki le estaba dando la oportunidad de oír su historia o tal vez... ¡Genial! ¿Genial? ¿Desde cuándo se dejaba llevar de ese modo?
    Ehh…S-Sumi-sempai — su cara se encontraba totalmente enrojecida, entre la ira y todo el tumulto de emociones que intentaba canalizar y formar en palabras. Pero se perdían en el fondo de su garganta incluso antes de tener la oportunidad de nacer— Muchas gracias. Por todo. La comida, el rescate, el traerme aquí. Pero yo…— “Estoy tan… sucio”, su voz se perdió.
    Sumi se le acerco, y tomó entre sus manos su rostro para sonreírle de un modo deslumbrante. Se levantó nuevamente y le despeinó el cabello acariciando su sien.
    El cuerpo de Misaki tembló. Cerró los ojos, intentando calmar el pánico que lo atormentaba… ¿Por qué con Hanabi no pasaba nada? “1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10” contó mentalmente hasta diez. Reprimiéndose, lentamente abrió los ojos y los enfocó en Sumi. “Él me ha salvado. No es como ese tipo. Debo calmarme. Él no es así”, los temblores cesaron aunque esa sensación amarga lo seguía invadiendo aún luego de que él había dejado de tocarlo.
    — No es nada— salió de la habitación sin preguntar más.

    *



    Keiichi sabía que esa oportunidad de oír su historia tal vez nunca se volviera a presentar, pero no debía saberlo. No aún. No él.
    Él no era más que un desconocido que había encontrado en la calle; no tenía porque saber eso de él, ni aún menos empujarlo a pesar de su voluntad para decirlo. Misaki claramente no estaba listo para decirlo, y forzarlo a revivir lo que había sufrido… no era tan hijo de puta.
    Un odio creció dentro de él. ¿Era egoísta no querer oírlo? Tal vez, pensó, era para no lidiar con el despliegue emocional que arriendaría; para evitar involucrarse aún más con Misaki.
    Probablemente era algo de ello.
    De ser así… ¿Por qué era egoísta? ¿Por no querer ayudar a un desconocido? ¿Por protegerse? ¿O porque en el fondo ya se había ligado a Misaki lo suficiente como para sentirse responsable de él?
    Pero al mismo tiempo ¿Por qué sentía unas inmensas ganas de abrazarlo y evitar que cualquiera lo dañara?
    Si era tan egoísta, ¿Por qué solo quería protegerlo?
    Si tanto odiaba involucrarse con él, ¿Por qué lo seguía tratando y cuidando como a un ser preciado?

    Simple… No quería alejarse de Misaki.
    *



    Misaki miró su espalda, amplia y fuerte, alejarse. Sintió que necesitaba algo con urgencia.
    Quiso hablar. Quiso detenerlo.
    Purgar todo su interior del pecado. Pero Keiichi no se lo había permitido.
    De un modo u otro Keiichi había descubierto que sus propias palabras iban a terminar causándole más dolor que alivio. Internamente le agradeció.
    Desvió la mirada al vaso con agua al lado de la cama en la que estaba. El reflejo de sol pegaba en él y éste refractaba el mismo.
    Una ventana con el marco de madera estaba sobre su cabeza. A diferencia del pasillo, la habitación daba al jardín principal.
    En el exterior el decorado era más tradicional, o convencional sería la definición, aunque en un apartado había un set de té para exteriores hecho de hierro y cristal. Éstos estaban en un pequeño quiosco, un apartado con adornos más europeos que japonés. Era la única discordancia que había fuera, pero se perdía entre el jardín verde y los arreglos florales.
    Esa casa parecía eterna.

    El viento fresco golpeaba su rostro, y el calor abrazador lo contrarrestaba, causando cosquillas y pequeños temblores subiendo por su columna cada tanto. La humedad podía sentirse en el aire, a flor de piel. La lluvia repentina se había detenido, sí, pero si volvía o no era mera cuestión de tiempo.
    Las cigarras eran su única compañía en esa soledad. Su cantar con el roce de sus patitas se oía tan cerca…
    Le gustaba el lugar. Le parecía hermoso a su manera.
    Era alocado, una idea tan bizarra, tan… distinta, que lo embelesaba.
    Estaba más relajado, ahí solo. Su cuerpo estaba frío por la lluvia, y su cabello mojado.
    El sol estaba a poco tiempo de ponerse.
    El tiempo...
    Había pasado solo un día y medio - casi dos- desde la última vez que había visto a su hermano. Habían pasado tantas cosas que éste se había desfigurado. Creía firmemente que llevaba más tiempo fuera de casa, aunque el reloj digital que estaba junto al vaso indicara que se equivocaba.
    “Debo volver a casa antes de que llame a la policía o algo aún más alocado”, pensó, tan inmóvil como una estatua, contemplando como el fulguroso sol comenzaba su rápido descenso por el horizonte.
    “Debo regresar con nii-san”, se acomodó el yukata que comenzaba a deslizarse por su hombro, mientras su mente aún se hacía a la idea de volver.
    “Ya es hora”, junto con la caída completa del sol tras el horizonte, la noche y su resolución regresaron.
    Era el momento correcto para volver
    Respiró profundo. Tomó un poco de agua y con la calma falsa con la que se había revestido, se levantó.

    Corrió la puerta y salió hacia aquel pasillo que antes había recorrido. Aquella vez, Hanabi lo había encontrado. Esa vez, él había girado a la izquierda, aunque ella había llegado de atrás, desde la derecha; por lo que giró hacia ese lado. Caminó y encontró innumerable cantidad de puertas corredizas.
    Conforme avanzaba sintió un murmullo a lo lejos.
    Ese no era su hogar, tampoco tenía una razón de estar allí… ¿qué sucedía si encontraba a alguien que no fuera ni Keiichi ni Hanabi? ¿Cuál era su excusa?
    Sintió nervios. No conocía ese lugar.
    La luz ya no iluminaba la estancia, sin embargo había cantidad de lámparas por el pasillo.
    — ¿Qué harás con él? — al acercarse un poco más, el miedo desapareció. Esa voz femenina le había sido conocida. Era Hanabi.
    — ¿A Qué te refieres? — Y junto a ella estaba Keiichi.
    Iba a irrumpir pero el tono era serio.
    — Papá… él no estará nada contento y lo sabes.
    —Sí, ya se. No le hará ninguna gracia, pero no me importa…
    — ¿Te refieres a que…? — el tono con que preguntó fue peculiar y distinto, algo confidente y a la vez bromista. Una insinuación leve.
    — Cállate— la irrumpió, sin dejarla preguntar y dejando a Misaki con duda de qué quería decir. Ellos claramente se entendían. — Solo no digas nada, ¿está bien?
    —Claro, nii-sama. —Rió— ¿Desea algo más, nii-sama?
    Aish, — él también rió — si que sabes cómo cortar una conversación seria, ¿cierto?
    — No diré nada. Parece un buen chico.
    Keiichi sonrió.
    — Lo es

    La voz sonó más cerca de la puerta, casi al lado de la misma.
    Misaki había escuchado en silencio, esperando el momento de abrir la puerta, pero sin oportunidad de cortarles el rollo, la puerta se abrió y Keiichi lo sorprendió in fraganti.
    Los colores le subieron al rostro por la vergüenza.
    Eh…. Yo… buscaba el baño — Misaki se excusó, sin poder pensar en otra cosa. Se quedó con la frase en su lengua, sin poder expresarse correctamente. “Yo debo de ir a casa” Pensó en las palabras que deseaba decir pero no salían de su boca.
    Sintió que era estúpido al mentir, pero la vergüenza le había obligado a decir lo primero que vino a su cabeza.
    — Ah, claro, es por aquí. Casualmente iba a llevarte un poco más de agua— Sonrió, consciente de la mentira. “¡Es tan mono! No sabe mentir en lo absoluto”, pensaba, guardándose la risa para sí.
    Lo guió a través de la mansión con elegancia y paso ligero.
    Misaki hacía un esfuerzo por seguirle el paso, pero su trasero dolía. Se sentía rasgado internamente, y probablemente tuviera varios hematomas. Caminar era un suplicio, pero si quería olvidar, aguantar, ignorar y dejar de lado esas cosas era primordial.
    >>Llegamos — indicó al conducirlo en sentido contrario a su habitación — Este es mi baño privado. Es más cómodo que el tuyo.
    —Gracias, Sumi-sempai…— estaba por detenerlo antes que se marchara y pedirle que lo llevara a casa, pero Keiichi se volvió y lo miró con la mano extendida.
    — ¿Sí? ¿Necesitas algo?
    — Sempai… debo volver a casa. — El modo en que lo dijo sonaba culpable. Como si estuviera causando molestias a Keiichi por tener que marcharse luego de haberlo involucrado tanto.
    Keiichi no se sorprendió, ni tampoco se preocupó. Tenía un presentimiento. Sabía que las cosas no acabarían allí y ya. Lo vería otra vez.
    —De acuerdo, está bien. Pero antes — se giró y buscó algo en su armario. Cuando volvió, le tendió una toalla—, debes bañarte. Si no quieres preocupar a tu familia, es mejor así, ¿no lo crees?

    Misaki solo asintió con la cabeza, sintiéndose agradecido por su atención.
    Notó que Keiichi había tenido cuidado de evitar el contacto con su piel y sonrió.
    Había aprendido algo. Que en ese corto tiempo, conocer a aquel hombre había sido una salvación en muchos sentidos. Incluso podía decir que era una suerte que se hubiera desmayado en frente de él que con cualquier desconocido.
    Había descubierto que Sumi Keiichi era alguien en quien podía confiar.

    Al ingresar al baño, se sintió raro e incluso incómodo al ducharse en una casa que no era la suya, pero no estaba en posición de juzgar ni exigir.
    >> Bien, tan pronto termines de bañarte, avísame. Te llevaré a tu casa y no acepto un no por respuesta— Keiichi le sonrió y lo dejó en su privacidad.

    Al estar solo nuevamente, y con la oportunidad de bañarse el mismo y por cuenta propia, se relajó.
    Se desnudó y no le quedó otra que enfrentarse a su propio reflejo en el espejo del baño.
    Se veía fatal. Más descansado que antes, pero daba pena.
    No quiso mirar más debajo de su cintura. Ya mucho era ver tantos moretones, no soportaría enfrentarse a más que eso.
    Abrió el agua de la ducha y se destensó al sentir el cálido flujo humedecer su piel.
    Junto con el agua sucia, la suciedad, los restos de su aroma y de todo lo que Akihiko había dejado en él, desaparecieron por la cañería.
    Todo, menos su recuerdo.

    *


    Keiichi entró a su habitación, la cual estaba continua al baño que Misaki usaba.
    Su cabeza revolvía en ideas un tanto confusas.
    No le gustaba estar inseguro, pero temía.
    Ese chico al que apenas conocía volvería a su vida diaria, a su hogar.
    ¿Quién lo estaría esperando?
    ¿Su madre?
    ¿Su padre?
    ¿Su pareja?
    ¿…El bastardo que le había herido?

    Esperaba que fuera solo alguna de las dos primeras. La tercera le daba tristeza. La cuarta, terror.
    Le había costado que Misaki se abriera a él.
    ¿Y si no lo volvía a ver?
    ¿Y si luego de desaparecer de su vida… aunque lo volviera a ver, estuviera aún peor? Temía que aquel hombre que lo hubiera herido volviera a su vida.
    Ya mucho era el no poder tocarlo, ¿y si empeoraba?
    Su inseguridad no era por él mismo, sino por Misaki.
    Le sorprendía hasta que punto podía darle prioridad al chico.
    “Basta”, se dijo a sí mismo. “Basta, esto ya no es normal. Tengo que dejar de ser tan posesivo y tan preocupón. Tengo que confiar en éste presentimiento.”, Se dio confianza. “El volverá. Lo veré. Lo sé”
    Cuando sintió que el agua se detenía, tomó un par de ropas informales que le quedaban chicas, y las separó.
    Verlo desnudo era algo que Misaki no le permitiría, y algo que no lograría soportar otra vez.
    Se horrorizaba de solo recordar el estado del mismo.
    “El estará bien”, se dijo.
    Suspiró.
    Su tiempo con él se había acabado… Por ahora.

    ****










    Eso es todo por hoy, amigos :D Espero que hayan disfrutado este capítulo
    El próximo capítulo será:
    Capítulo 5: Hogar, dulce hogar

    Y ahora Keiichi sabe de lo que le ha sucedido :O!!! :=EEEE: :=EEEE:
    ¿Qué creen que pase? :3
    A partir del próximo capítulo comienzan los cambios en la historia así que me está costando lo mío escribir -.-u :=¬¬:
    Denme ánimos que tal vez me tarde u.u lo que quiero cambiar parece que no será tan sencillo como esperaba ewe

    ACLARACIÓN!
    Para los que creen que Sumi se ha enamorado a primera vista o algo, les aclaro que no es así. Es algo mucho más complejo.
    Comenzando con que no es amor, es intriga y atracción al misterio. Recuerden que la situación en la que se conocen es bastante peculiar, y eso ha dejado una impresión importante en Keiichi, quien quiere por todos los medios descubrir el trasfondo y ayudarlo. No por amor precisamente. LE GUSTA, eso hay que admitirlo, le agrada, eso también, pero ¿amor? Para eso falta.

    Bueeeeno, eso es todo!:=duouou:
    NOS VEREMOS LA SEMANA QUE VIENE :=RINRUM: ... O SI NO TERMINO EL CAPÍTULO, CUANDO LO ACABE :P :=WORKIN:
    BYE BYE
    :=MAULS:





    Hanahime ;)
     
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  11. yuki_85_mix
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    que hermoso!!!! escribes muy lindo, en opinión al fic me invertiste los papeles quiero que misaki se quede con sumi-san, usagi-baka es un idiota se violo a mi pobre chibi-tan solo yo puedo muy interesante el fic sigelo :)
     
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  12. hanabira
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    QUOTE (yuki_85_mix @ 23/12/2012, 03:04) 
    que hermoso!!!! escribes muy lindo, en opinión al fic me invertiste los papeles quiero que misaki se quede con sumi-san, usagi-baka es un idiota se violo a mi pobre chibi-tan solo yo puedo muy interesante el fic sigelo :)

    jaja sí, sí.
    ya me han dicho eso antes de sumi xD era necesario un personaje así en la historia y me decidí por él. te cuento algo, pero es un poco spoiler y solo porque es víspera y estoy de buen humor xDD
    SPOILER (click to view)
    SUMI SI TENDRÁ ALGÚN TIPO DE RELACIÓN CON MISAKI, A DIFERENCIA DE LA HISTORIA ORIGINAL

    a usagi lo amarás eventualmente xD
    bye!
    gracias por tu comentario, y espero te siga gustando la historia

    Hanahime ;)
     
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  13. hanabira
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    Hola! ¿Cómo han estado? :D Feliz navidad a todos mis lectores :3
    Hoy no tengo mucho que decir, espero les guste el nuevo capítulo :D

    éste síblolo ( >) es para llamadas telefónicas, vale decir que es para el otro lado de la línea
    y éste símbolo (>>) para cuando la última persona que habla continúa su diálogo, siendo separado por un punto aparte o alguna aclaración, acción, etc.
    así es como se ve la casa de MIsaki:
    SPOILER (click to view)
    Fotos-Casa-Moderna
    el edificio donde vive usagi es como este:
    SPOILER (click to view)
    11435_1_portside1big

    y este es el parque al que siempre hago referencia:
    SPOILER (click to view)
    ueno-park

    IMG_3284

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    ahora sí, el capítulo. si tienen dudas, pregunten n.n

    Capítulo 6

    Hogar, dulce hogar


    ****



    —Ya llegamos, es aquí— Misaki le indicó a Keiichi en donde estacionarse.
    Keiichi había hecho un recorrido por Tokio hasta llegar al hogar en donde vivía aquel chico.
    Era una casa de familia lo suficientemente grande como para que cuatro personas convivieran cómodamente. El lugar era moderno, pero modesto. No había grandes lujos, pero no era fea ni barata.
    — Bien, entonces, aquí es donde nos decimos adiós — Keiichi no pudo ocultar lo decepcionante que eso sonaba, aún cuando intentó sonreír.
    — Eh… Sumi-sempai…— le llamó antes de bajarse del auto. Cuando la mirada de Keiichi se clavó en él, tragó en seco y volvió a hablar—. Sempai… Gracias.
    Su tono fue honesto. Su voz fue suave y un poco quebrada.
    >>Gracias — Repitió—. De no ser por usted, quién sabe qué me habría pasado. Tal vez y seguía tirado en esa plaza, sin idea de dónde estaba y sin dinero o comida. — Hizo una pausa— Pensándolo bien, le debo mucho más de lo que me había dado cuenta.
    — No es nada, pequeño — Keiichi se sintió alagado. Notaba en sus ojos que era honesto. Quiso tocarle, pero supo que eso no haría ningún bien.
    —Sí. Sí lo es. Es mucho — sonó un poco exaltado— Por favor, déjeme compensarlo de algún modo. Me sentiría avergonzado si no puedo devolverle el favor que me ha hecho hoy.
    —Entonces, ¿puedo tocarte?
    — ¿Eh? — Misaki se exaltó y su cuerpo se puso rígido. —N-n…está bien… — cerró los ojos. “No es nada. El no te hará nada. Confía”, su cuerpo había comenzado a temblar.
    —…— Keiichi supo que había hecho mal y se recriminó mentalmente. Sonrió. Él había aceptado a pesar del miedo que sentía. Llevó su mano al costado de su rostro y luego le despeinó— Ya, ya— le calmó— no te asustes. No te haré nada que no quieras.
    — L-lo siento
    — No hay porqué disculparse. Ya sé. Ten una cita con migo
    — ¿Qué?
    — Te esperaré el sábado en la misma cafetería a las ocho —le mostró una sonrisa inocente.
    — ¿Q-qué? —No sabía cómo reaccionar.
    — No es una obligación ni nada. Si no vienes, lo entenderé. Te estaré esperando, no lo olvides.
    — Yo…
    —No te preocupes. No tienes que decidir hoy, ni ahora. Esperaré por ti. ¿De acuerdo?
    — De acuerdo… — podría haberse negado, pero no lo hizo. Le debía eso al menos, ¿cierto? — Ya me tengo que ir.
    — Nos vemos, Misaki-kun
    Misaki se bajó, sin notar el cambio que había hecho Keiichi al llamarlo por el nombre, demasiado shockeado, tal vez.
    — Nos vemos, Sumi-sempai— hizo una reverencia y se dirigió la puerta de su casa.
    Giró y vió el auto arrancar y perderse en las lejanías de la callejuela.
    Suspiró audiblemente y se apoyó sobre la puerta.
    “Oh, dios… Estoy en casa.”, miró la puerta con cierto pavor. “Es hora de ver a nii-san”
    ¿Qué mentiras le diría?
    ¿Cómo encubriría el pavor que había surgido ante el tacto? ¿Las marcas en su cuello? ¿Los moretones?
    Oh, dios.
    No había ni una vez reflexionado de cómo hablaría con su hermano.
    Tanteó el bolsillo y notó que no había nada allí. “Estos no son mis pantalones, que idiota”, se mordió el labio. No podría escabullirse a su cuarto.
    No tenía llaves. Ni escape.

    Estar allí parado, frente a su casa le hizo olvidar todo lo que había sucedido aquel día, o aquella ‘cita’. Lo único que permanecía presente eran Akihiko y Takahiro.

    ****


    “Es realmente tarde, ¡¿Dónde se habrá metido este chico?! ¡Maldita policía que no piensa hacer nada hasta después de 72 horas! ¡¿Quién sobrevive después de ese tiempo?! Ayer no volvió a dormir… Entendería perfectamente si es que hubiera vuelto al amanecer de la casa de alguna novia, pero no es el caso… ¡Y todavía no llega! Joder, Misaki ¿Dónde te metiste?”
    Takahiro caminaba de un lado a otro de la casa.
    Tomó su celular por centésima vez ese día y marcó al número de celular de su hermanito. Y por centésima vez fue redirigido al correo de voz.
    ¿A quién debía acudir si la supuesta justicia no hacía nada por su pequeño? ¿Qué sería de él si Misaki no volvía? ¡Ahhh! La desesperación lo envolvía.
    Aún no era medianoche, pero el sol se había perdido.
    La noche comenzaba a refrescar y el viento a correr. ¿Qué demonios estaría haciendo?

    Iba de un lado a otro, pensando… Tal vez, si la justicia no hacía nada por su cuenta, el dinero tendría algún cambio…
    No era su estilo, claro, pero por Misaki se arrodillaría para pedirle a Akihiko, su amigo de la infancia, que lo ayudara a contratar a alguien que lo buscara. “Maldito niñato, ¡¿Dónde te metiste?!”
    No sabía qué hacer ni cómo actuar. Estaba en un lío. Un verdadero lío
    Esa pesadilla no acababa… ya le había fallado una vez cuando niños… ¿Tenía que seguir cometiendo esos errores estúpidos siempre? ¿Por qué nunca era capaz de protegerlo? Se sentía al borde de las lágrimas…
    Su novia no estaba allí y lo agradecía. Ya suficientemente malo era llorar solo, pero que ella lo viera… eso sería mucho más penoso.

    Giró, decidido a hacer una llamada a Akihiko, convencido de que si alguien podía ayudarlo y siempre estaría para él, ese sería su mejor amigo.
    Limpió su rostro, quitando de ella las molestas lágrimas que caían por su rostro y marcó el número.
    Un tono. Dos.
    > ¿Hola? — escuchó la voz gruesa de Akihiko del otro lado, pero su propia voz no salía. — ¿Hola?

    En ese preciso instante, alguien llamó a la puerta.
    Colgó ni bien la oyó. Dejó el teléfono a un lado y se apresuró a atender.
    “Misaki, se tú. Por favor, se tú”, rogó, plantándose frente a la puerta.
    No quería abrir. No quería desilusionarse si su hermanito no estaba tras la puerta. Pero a la vez la impaciencia lo carcomía.
    Abrió de golpe y lo encontró allí. Pálido, delgado y pequeño. Esa imagen se clavó en su pecho, como un débil recuerdo.
    Lo abrazó. Lo apretó tanto que no le permitía respirar. No quería soltarlo.
    — Oh, Dios santo. — Susurró con la voz quebrada, con un tono cargado de frustración por no haber podido encontrar antes— Misaki. Misaki — le llamó, sintiendo que se desvanecería de un momento a otro. Sus rodillas flaquearían si no se aferraba a Misaki aún más.

    No podía perder a su hermano. No podía hacerlo sufrir una vez más.
    No de nuevo.

    El alivio que sentía Takahiro era incontenible.
    Una mezcla de emociones se arremolinó en su interior; ira, angustia, desesperación y alivio.
    Se separó de él y lo miró. Su mirada atravesó al chico.
    Era una mirada dura y a la vez cálida.
    Takahiro se tensó en un instante, hizo pasar a Misaki al interior de la casa y cerró la puerta.
    Estaba buscando palabras, pero no las hallaba.
    Se giró hacia él, que miraba hacia el suelo, sin saber qué decir.
    —Lamento…. Lamento haberte…— El chico tartamudeaba un tanto alterado, nervioso.
    No le dejó continuar. Apretó la mandíbula y dejó que la ira lo dominase un instante.
    Le dio una cachetada tan fuerte que dejó el rostro de Misaki rojo.
    El no era violento ni mucho menos. Es solo que… ¡joder! Lo quería demasiado. Estaba tan, tan preocupado.
    Shh, no digas más— Misaki lo miraba desconcertado. El nunca, NUNCA, había levantado la mano contra él— Lo siento… Lamento haberte golpeado— Le abrazó a nueva cuenta.
    Se aferró a él y comenzó a llorar
    >> Lo siento, Misaki. Te quiero. Te quiero tanto— sollozó— Estaba… ¡Estaba tan preocupado por ti! ¡No sabía nada de ti! ¡No podía contactarte!
    Nii-san… perdón. Yo… — Misaki le vió tan destrozado. Tan demacrado. No pudo enojarse con él por el golpe. Por un pequeño instante pensó que, sí, que él merecía aquello por haber ido una molestia.
    Tenía ojeras. No había dormido la noche anterior y se notaba.
    Misaki no podía culparle, ni podía evitar lamentarse por causarle problemas. Amaba a su hermano sobre todas las cosas. Sobre a cualquier persona.
    >> Estoy bien, nii-san. Ya estoy grande. No tienes que preocuparte tanto— intentó calmarle, dándole unos golpecitos a su espalda mientras era abrazado.
    Él también comenzó a llorar. Dejando sus penas fluir, su angustia escapar y sintiéndose reconfortado en aquellos brazos que eran su hogar. ¡Cómo había echado de menos esa sensación!
    Se sentía incapaz de confesarle lo que aquel bastardo le había hecho.
    — Gracias al cielo lo estás. Oh, diablos — Takahiro se separó un poco—. Mira que poco genial se ve tu hermano llorando de éste modo— Takahiro rió, sintiéndose mucho mejor. Ya no había nada más que alivio. Se alegraba de que Misaki estuviera allí. Se limpió las lágrimas y le agitó los cabellos, arrastrándolo al comedor— Por momentos olvido que ya no eres mi pequeño niño — le sonrió.
    —Lo sé. Pero me gusta ser tu niño — le dijo, sentándose en su regazo, dejándose mimar aunque aquello le doliera físicamente.

    Takahiro le miró el rostro. Estaba pálido, pero la zona en que le había golpeado seguía roja. Sintió culpa y le dio un beso en la mejilla. Y le apretujó contra sí mismo.
    — Dime, ¿En dónde has estado? Casi muero de la preocupación, ¿sabes? — Le regañó, con un tono tan cálido que Misaki no lo podía tomar como un regaño.
    Ah, ¡como adoraba a su hermano!
    Sus sonrisas no eran forzadas. Su cuerpo no temblaba. Takahiro era su lugar seguro, su oasis en ese desierto. Y lo quería a morir.
    — En ningún lado en particular… Por allí.
    Takahiro descubrió la mentira al instante, pues Misaki no era nada bueno mintiendo.
    — ¿Y esas fachas? —inquirió curioso, notando que aquellas no eran sus ropas usuales. Eran un poco más grandes incluso.
    Ehh — ¿Cómo explicarle? ¿Qué debía responder?
    Takahiro sintió un aroma distinto al abrazarle y acercar su nariz al cabello de Misaki. Ese no era su perfume, ni el mismo shampoo.
    Casi como si se tratara de un puzle, conectó las piezas al notar las marcas de chupones en el cuello del chico, que no sabía ni dónde mirar ni cómo comenzar a hablar.
    Takahiro rió. “¿En qué momento llegó a esa etapa sin que me diera cuenta?”, se sintió un poco feliz de que ya fuera todo un hombre, un poco deprimido de que ya no fuera su niñito y, un poco enojado de que no le hubiera confiado el secreto él mismo.
    — Oh, con que esas tenemos — murmuró—. ¿Tienes novia, Misaki?
    — ¿Eh?
    —Vamos, que ya no eres un crío. Puedes decírmelo.
    —Yo… eh… — Misaki no tenía idea de cómo había llegado su hermano a esa conclusión, pero pensó mejor y le pareció una buena tapadera. Una muy buena— Sí. Lo siento… Debí decirlo antes.
    — No te preocupes, no te aflijas. Pero espero que vayan con cuidado, ¿no?
    Misaki tomó un color rojo. Esas cosas nunca las había hablado con su hermano, ni tampoco tenía prisa por conversar de aquello. Mucho menos ahora.
    El solo pensar en el ‘sexo’ le llevó a un recuerdo nada agradable. Tembló imperceptiblemente y sintió nauseas.
    —Ya. No hay problema — rió fingidamente y se levantó de golpe — Eh, sabes. Estoy un poco cansado así que… iré a mi cuarto si no te molesta
    — Oh, no. Ve. Descansa. ¿Seguro que no quieres comer algo antes? Debes tener un apetito de los mil demonios, ¿o no?— Takahiro estaba cegado por el alivio al punto de no ver a través del chico. El solo tenerlo allí le era suficiente. Seguía vivo. Seguía a su lado. El aún podía protegerlo.
    — No. En lo absoluto — respondió rápido, sintiendo que las nauseas lo harían vomitar. Si comía algo, definitivamente lo devolvería. — Ya he comido en casa de sempai — respondió automáticamente.
    — ¿Es mayor que tú? ¡Vaya! ¡Así que te gustan más grandecitas!—exclamó riendo— Oh, bueno. Supongo que hay muchas mujeres que gustan del tipo adorable y dependiente ¿verdad? — rió, sonrojando al chico. Misaki había dicho una verdad a medias, y su hermano había creído lo que era más conveniente. No había nada malo en no corregirle, ¿verdad? — ¡Oye, Misaki! — Le llamó una última vez, antes que éste se girase, aparentando enfado por aquel comentario— Si te vas a desaparecer de nuevo, me avisas. No quiero que esto se repita, ¿de acuerdo?
    Su voz, su tono y su expresión cambiaron en un segundo. Estaba tan serio que asustaba. El corazón de Misaki saltó. Parecía su padre cuando se ponía así. Había llegado preparado para ese momento de tensión, pero al no haber sucedido antes, se había relajado.
    Bien, sí, la había jodido. Había que afrontar ciertas cosas.
    —Sí, nii-san. — Agachó la cabeza. No le era necesario aparentar arrepentimiento, porque lo sentía.
    Se arrepentía de haber ido a ese lugar en primer lugar, de haber enfadado a aquel hombre en segundo, y de causarles problemas a todos en tercero.

    Misaki desapareció, dirigiéndose a su habitación.
    No quiso pensar. Solo cerró su mente a la idea de que eso era lo correcto, pues si no lo hacía se retractaría.
    Fue a su habitación corriendo a pesar del dolor y se encerró allí. Cerró la puerta y se dejó caer en el suelo, apoyando su espalda contra la pared. Miró sus muñecas moreteadas, aferrándose con fuerza vertiginosa a la realidad.
    Dolía.
    Sentía los moretones siendo presionados por él mismo contra la pared, y los apretaba aún más. Quería que dolieran; quería recordar que estaba allí, que no merecía permanecer junto a su hermano. Difícilmente había logrado verle la cara…
    Cuando todas esas ideas se fueron y solo quedaba el deseo de pasar página, se tiró en su cama.
    Las nauseas se fueron, pero seguía incómodo.
    Cerró los ojos y se recostó de perfil, sin taparse siquiera.
    Su cuerpo se estremeció de dolor. No encontraba una posición que lo ayudara. Las muñecas, la espalda, la cintura, los pies, el pecho y el abdomen, las caderas, pero su culo por sobre todas las cosas.

    No quería moverse de allí. No deseaba ver a su hermano.
    Lo quería. Amaba su sonrisa, pero él no se sentía nada alegre y soportar la jovialidad en esas condiciones lo agobiaba.
    Necesitaba la calidez de sus abrazos. Le necesitaba allí a su lado, consolándolo, pero no podía decirle que no se encontraba ben.
    Y, había que aceptarlo, las cosas habían salido mejor de lo que había planeado. No había explicado nada. Prácticamente no había hablado por la efusividad de su hermano. Sin embargo, aún quedaba la peor parte de todo. Encerrar todo su dolor iba a costar, pero estaba dispuesto a hacerlo. Por su nii-san lo haría.

    Si tan solo pudiera desaparecer de su mente.

    Pronto tendría que dar el ingreso a la universidad, no tenía tiempo de pensar en ese hombre.
    Si tan solo no tuviera que ver las marcas en su cuerpo…
    No. No debía recordarle.
    Cerró los ojos. Estaba muerto del cansancio, eso no era mentira, pero no lograba conciliar el sueño.
    Mil ideas revoloteaban en su mente.
    Las paredes de su cuarto lo protegían, entonces, ¿de qué temía tanto? Ese hombre no lo tocaría de nuevo. No de nuevo.
    — Joder. Joder. Joder. Joder— susurraba, acostado boca abajo y tapando un grito en la almohada.
    “Maldita sea, no puedo seguir así. No puedo vivir con miedo. Tengo que superar esto. Tengo que seguir con mi vida”, el no lograr dormir lo había puesto histérico.
    Miró el reloj: 1.37 am.
    “Tengo que ser fuerte”, se dijo a sí mismo. “Ha sido sexo, solo eso. No hay nada… nada raro en el sexo”.
    Intentó consolarse. “Ya habrán segundas, terceras y muchas veces más. Que él tenga la primera no significa nada. Nada”, tal vez no lo sintiera, pero de algún modo le aliviaba. El pensar así le hacía sentir que no todo estaba perdido.
    Inhaló profundo.
    El sueño llegó. El cansancio comenzaba a sobrepasarle, y le alegraba. Eso significaba una pausa al dolor.
    Lentamente fue envuelto en una brumosa inconsciencia, hasta que dejó de sentir aquellas punzadas de diversos lugares de su cuerpo.
    La penumbra ocultó todo aquello, sumiéndolo en un sueño profundo.

    ****
    ****



    Era viernes.
    Sus clases de secundaria habían terminado esa semana y, luego de la ceremonia de graduación le podría decir adiós a ese circo oficialmente.
    Las vacaciones de verano comenzarían y solo le quedaría enfocarse de lleno en los exámenes de ingreso a la universidad M.
    Aún no había pasado una semana completa desde el incidente con Akihiko, pero lo había logrado sobrellevar de algún modo.
    Había mentido a su hermano y le había dicho que le habían robado el celular y la billetera junto con sus llaves, y éste se había preocupado, pero con eso había logrado cubrir varios de los moretones de sus piernas y el del abdomen.
    Llevaba muñequeras constantemente, y evitaba cualquier contacto con otros hombres.
    Había descubierto que, salvo por Takahiro, cada vez que algún hombre le tocaba, el pánico y esa sensación de ahogo e irrealidad lo invadían.
    Ya no tomaba el metro por temor a tener esos ataques, y argumentaba que de ese modo, haría ejercicio yendo en bicicleta al colegio.
    Sus amigos lo notaban extraño, pero nadie preguntaba nada y, aunque lo agradecía, debía de esconderse cada vez que quería llorar.
    El color de los moretones se había intensificado a un tono purpúreo. Pero la peor parte era ir al baño. Al principio había sangre, no mucha, pero la suficiente como para darle nauseas.
    Últimamente solo ardía.
    La tarde caía.
    Estaba en el camino de regreso a casa.
    Hacía calor, pero parecía que podía llover de un momento a otro. Maldito verano.
    Se sentía sofocado, y el sudor caía por su rostro y su cabello se pegaba a su piel. No era partidario de hacer ejercicios, pero no tenía otra opción más que volver en bicicleta. Nuevamente, legando eso a su susodicha ‘novia’.
    Ya no lloraba, pero tampoco reía. Se había vuelto una vida monótona de falsedad en la que interpretaba el papel del alegre Misaki con saña. Evitaba tanto como podía a sus conocidos, ahorrándose el cansancio de mentir. Pero sabía que no aguantaría mucho de ese modo.
    Al llegar a casa suspiró, se limpió el sudor de la frente y entró a casa con un nuevo juego de llaves.
    No había vuelto por las propias, ni tenía planeado hacerlo. Ya daba por perdido su celular y su billetera.
    Tadaima (he vuelto) — exclamó, esperando la respuesta de su hermano, pero no la escuchó. “Ah”, suspiró, “Tal vez trabaja horas extras nuevamente o algo…”
    Entró a la cocina y comenzó cocinar para ambos.
    Cuando todo estuvo listo, preparó la mesa y guardó la ración de su hermano para que la calentara cuando llegara.
    Últimamente Takahiro llegaba más tarde de lo usual, aunque no le importaba mucho. Incluso podía decir que agradecía no tener que verlo tanto.
    Se sentó y comió en silencio, mirando el asiento vacío frente a él. “Joder, ¿en qué momento me he convertido en un antisocial? Escapando de la gente, rehuyendo de mis problemas… de mi mismo. Ya no puedo más con esto”.
    Al terminar recogió los trastos y se encerró en su cuarto. Se tiró en su cama y comenzó a leer libros.
    “Necesito desahogarme, pero ya no quedan más lágrimas que llorar. Quiero dejar de sentirme tan impotente, pero no logro olvidar el miedo. ¿Por qué no puedo estar con mis amigos como si nada? ¿O tomar un bus o un tren normalmente?”.
    Frustrado, golpeó la almohada y arrojó el libro. Apretó la mandíbula y con la furia creciente comenzó a golpear las puertas del placar. Los nudillos dolían, pero sentía rabia. Necesitaba de eso.
    No importaba hacer ruido, porque nadie lo escuchaba. Y no supo si eso era bueno o malo.

    Cuando se sintió a gusto, o no tan tenso a menos, se tumbó nuevamente en su cama. Miró por la ventana de su cuarto. La noche comenzaba a refrescar y las estrellas se podían ver, a pesar de que el cielo aún no oscurecía por completo.
    El tiempo pasaba lentamente, como una dolorosa tortura.
    Perdido entre miles de pensamientos e incapaz de volver a los estudios, su mente hizo ‘click’.
    “Diablos. Entre el ir y venir de clases, más la discusión con nii-san, lo había olvidado”, se reprendió a sí mismo. “Joder, cierto. Hay alguien con quien puedo hablar.”
    El recordar que había alguien que, si bien no sabía su historia a detalle completo, se podía hacer una idea de la situación con solo haberlo visto aquel día.
    Muy torpe, como era, había olvidado que Sumi-sempai le había ofrecido una mano, y él tenía que devolver aquel favor.
    “Mierda, ¿Irá? Es él quien lo propuso, pero…”, la indecisión se apoderó de él.
    Finalmente su mente se había relajado. Se volvía a sentir un adolescente con solo pensar en salidas, divertirse, y, por qué no, en un nuevo amigo.
    “Tengo que ir”, se emocionó.
    Por una vez en toda esa semana sintió que quería ver a alguien. No era que le agradara más que sus amigos, pero con él no tendría que fingir. Eso y solo eso lo impulsaba. Bueno, tal vez la deuda también, pero no iba al caso.
    “Sí. Iré”, se alegró. “Iré y me encontraré con sempai una vez más”.

    Un ruido en la planta baja lo alertó. Alguien había abierto la puerta, y probablemente era Takahiro, pero no podía evitar pensar que tal vez ese hombre había cogido sus llaves y…
    “No, basta”, se dijo. “No puedo hacer mi vida alrededor de lo que ese hombre haga o no haga”.
    Sin embargo su hermano no le saludó como era costumbre, y eso lo mantuvo inquieto.
    Cogió la cuchilla de su cartuchera, como única arma de defensa y se apresuró a bajar.
    Fue una sorpresa el escuchar unas risas acalladas y susurros. Eso definitivamente no era normal.
    Shh, ya lo he dicho. No aquí. Misaki está arriba estudiando o durmiendo— reconoció esa voz como la de su hermano y dejó de presionar la cuchillita en su mano, notando que, por torpe, había hecho un fino corte en la misma. Era bastante superficial, afortunadamente.
    — Vamos a tu cuarto. Está lejos y si no hacemos ruido…— esa voz era de mujer definitivamente.
    — Lo dice quien nunca logra mantener el silencio— comentó suspicazmente Takahiro.
    Misaki repentinamente se sintió un idiota. ¿Qué hacía allí con una cuchilla?
    Takahiro era un hombre, claro que podía tardarse y llegar con su novia a casa. Claro. Era algo obvio. Él no era ningún crío tampoco para no imaginar que las razones por las que llegaba tarde eran aquellas, simplemente prefería no pensarlo.
    Su cuerpo temblaba. No había ira. Tampoco confusión. Todo era muy claro, no le molestaba. Era ‘normal’.
    Pero su cuerpo convulsionaba. Sentía miedo una vez más. Ese hombre era Takahiro, esa mujer, su novia. ¿De qué temía?
    “Del sexo”, respondió internamente.
    Efectivamente, su cuerpo, lejos de sentir éxtasis, temblaba del pavor.
    Arrojó la cuchilla y corrió a su cuarto, encerrándose. Miró la herida y la lamió, sintiendo el sabor a óxido en su lengua. Pero sus manos seguían trémulas.
    “¿Por qué no puedo ser ‘normal’? Joder, ¿por qué?”
    Maldijo el no tener teléfono. Eso equivalía a tampoco tener música ni nada mejor en lo que concentrarse para no oír los rudos que pronto vendían de la otra habitación.
    Se metió en la cama y se tapó con la colcha. Cerró los ojos y, hasta no caer dormido, no dejó de cantar en voz baja para apabullar cualquier otro sonido. Pronto, el sonido de lluvia chocando contra su ventana ocultó cualquier otro sonido.

    ****






    okaay, eso es todo amigos!
    quieren que les cuente algo? quieren? :3!
    SPOILER (click to view)
    Haré a Misaki experimentar un poco xDDD

    Nyaa! se me vienen muchas ideas para la historia pero no se como ordenarlas de modo que no cambie demasiado la trama!
    >.<!
    pero me pone de buen humor :D
    nos vemos! esperaré ansiosa sus comentarios :D

    Próximo capítulo: Necesito verte

    Bye Bye!

    Hanahime ;)
     
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  14. hanabira
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    User deleted


    Aish, ando con un humor de porquería -.-u pero bueno, cuando hay que actualizar, hay que actualizar!
    Sepan que los quiero, señores lectores :3
    Por cierto, dejaré el fic abandonado por poco más de un mes, ya que el 12 me voy y volveré el 15 del próximo mes o por ahí.

    Les dejo unas imágenes :)
    SPOILER (click to view)
    tumblr_m6k1vxLGlj1rpzdeao1_500

    éste será Misaki *-* o como me gustaría que fuera en la vida real (como el hermoso Lee TaeMin!) aunque le faltan los ojos :P

    angel-taemin-lee-taemin-16005120-1000-642

    este cosplay de Akhiko me gustó :3
    $(KGrHqF,!n0E9csYvEuyBPqIvGdI5Q~~60_35

    pero si fuese una persona común y corriente lo imagino como YunHo
    U-Know-Yunho11

    o como HanGeng

    Hangeng_SuJu__15112009000237

    y el sempai será como jaejong <3
    TVXQ_JAEJOONG_W_GLASSES_31122009194711

    y hanabi será mi ídola YUI! :3 (me aprecio mucho, como verán!)
    YUI_CANT_BUY_MY_LOVE+%2528normal+edi.%2529

    las imágenes de hoy no las tomen a pecho, solo las puse por diversión propia (?
    Espero que les agrade de todos modos :3

    Capítulo 7

    Cita


    ****



    Keiichi miraba por las ventanas de Red wildcat el exterior. Tenía la leve esperanza de que el chico, que hacía tan poco hubiera conocido y cuidado, volviera a su encuentro.
    Aunque, internamente, no daba crédito a lo que sucedía.
    Era mejor mantener la esperanza viva pero, mientras más lo pensaba ¿Por qué querría Misaki recordar lo que había sucedido aquel día? Cualquier persona haría hasta lo imposible por olvidar todo, incluyéndolo a él.
    Había pedido un café, y la camarera, un tanto enfadada por no haber recibido ninguna llamada a pesar de su coqueteo la última vez, se lo había llevado con actitud reticente.
    Había suspirado al menos cinco veces en aquella espera. Se sentía un tanto estúpido.
    Miró la hora… 8:15, quince minutos de la hora fijada.
    Las luces de Tokio iluminaban la escena nocturna. Su café le supo amargo.
    ¿Por qué seguía allí?
    Él mismo le había dicho que no tenía por qué ir. Él mismo había admitido desde el inicio la posibilidad de que le dejara plantado. Pero se había negado a aceptar aquella posibilidad.
    Y ahora aquella bomba le reventaba en la cara.
    ¿Debería irse?
    — Esperaré un poco más — susurró, mirando hacia lo lejos. “Diablos, estaba tan confiado. Creí que vendría. En serio lo creí”. Buscaba el rostro del joven entre las personas.
    8:20.
    Comenzaba a impacientarse.
    “Joder, lo he visto solo una vez. No tengo por qué estresarme sobre el asunto”, su café seguía intacto y estaba un tanto frío.
    8:25.
    8:30.
    — ¿Me podrías traer la cuenta por favor?
    — Pero su café…
    — Sí. Lo siento… He perdido el apetito
    —Oh, no se preocupe. Ahora le paso la cuenta.
    Keiichi miró con pena la taza y el cup-cake. Apenas y había dado unos sorbos al café, y el último seguía como lo habían traído; sin una mordida.
    Era tarde y debía de estudiar para presentar lo últimos exámenes del año antes de las vacaciones de verano. Ya no tenía nada que seguir haciendo en ese lugar. Misaki no vendría y ya era hora de que lo aceptara.
    Había que afrontar el hecho que no volvería a ver nunca a ese peculiar chico de ojos verdes y cabello castaño.

    *



    Misaki corría desesperado.
    Maldecía su propia impotencia.
    8:25
    “Joder. Joder. Joder”
    Miró a un lado y a otro. Se le hacía familiar, pero no lograba ubicarse.
    Siguió corriendo por el imple hecho de no querer parar a pensar.
    No recordaba dónde estaba aquel local en el que se encontrarían. Aquel día había estado tan sumido en sus propios pensamientos que no había prestado la más mínima atención a dónde se encontraba.
    Estaba oscuro y eso le dificultaba la tarea.
    Ya tenía veinticinco minutos de retraso, y muy probablemente aquel joven ya se habría marchado para cuando llegase, pero debía poner su esfuerzo en ello. De algún modo necesitaba quitarse todo de encima, y la única persona que le podría ofrecer ese consuelo era precisamente aquel hombre.
    Estaba tan enojado consigo mismo que de pura rabia había comenzado a llorar.
    Redujo el paso y se limpió los ojos, caminando un par de cuadras más.
    “Quiero verle”
    Su pecho se estrujó de pensar que no tendría ni siquiera el privilegio de desahogarse.
    “Necesito verle”
    Se sintió egoísta, pero honestamente le necesitaba.
    Al finalmente notar entre sus acuosos ojos el vestigio de una plaza a los lejos su corazón saltó.
    8:30
    “Puedo hacerlo. Debo intentarlo”
    La angustia dio lugar a un sentimiento raro, de alivio y alegría. Estaba preocupado. Las posibilidades de que siguiese allí eran pocas, pero albergaba esperanza.
    Corrió todo lo que sus piernas le permitieron las tres cuadras que le separaban del local.
    Al llegar a la plaza finamente reconoció el paisaje. Definitivamente era la misma plaza.
    En unos segundos encontró el local.
    8:34
    Una figura salió de la puerta roja del local.
    Era un hombre castaño que llevaba una gabardina y estaba marchándose de allí.
    — ¡Sempai! —Gritó, corriendo — ¡Sumi-sempai!
    Keiichi se volvió, mirando por todos lados.
    >> ¡Sempai! — Su voz no le permitía gritar más fuerte, y aunque le avergonzara y las parejas que caminaban a esas horas por el parque le miraran, siguió llamándole.
    Cuando finalmente le alcanzó, le agarró de las ropas ligeramente y tiró de la tela
    >> Sempai, lo siento.

    *



    Keiichi estaba sorprendido. Misaki había llegado repentinamente, gritando su nombre y se había postrado frente a él jadeando por la falta de aire. ‘Sempai, lo siento’, había dicho. ¡Ja!
    — Está bien, está bien. Solo cálmate — iba a dar unas palmadas a la espalda del chico pero le vio retroceder y quitó su mano.
    — Me perdí. No tenía idea de cómo llegar. En serio lo siento — hizo una reverencia —. Si a usted no le molesta podríamos ir a cenar a algún lado. Yo aún le debo mi gratitud, y quisiera… — Keiichi sonrió y le calló apoyando un dedo en los labios de Misaki. Estaba aliviado y feliz de que sus pobres especulaciones fuesen erróneas. Y, para que negarlo, verlo sudoroso, ruborizado, jadeando y arrepentido era un digno espectáculo.
    — Takahashi-kun, — le vio temblar, cerrar los ojos y morderse. Eso le recordó que no debía tocarle y se alejó de él, hasta que el chico se relajó nuevamente — con que estés aquí me es suficiente.
    Keiichi comenzó a caminar. Misaki le vio avanzar un poco y le siguió.
    — ¿A dónde vamos?
    — A cenar.
    — ¿No cenaremos aquí? — el andar de Keiichi era presuroso.
    La ventisca era refrescante. Las hojas de los árboles de la plaza se removían intranquilas y se escuchaba el sonido de las ramas chocar como el único eco de fondo.
    — No. Hay un lugar al que me gustaría llevarte, ven
    Misaki se apresuró, ya habiendo recuperado el aliento y sintiéndose acalorado. Ese viento le supuso un gran alivio.
    “Sabía que no me había equivocado al juzgarle. Él no es de los que dejarían a alguien plantado”, sonrió, dándose por satisfecho con solamente eso.
    Una vez más montaron el auto de Sumi Keiichi perdiéndose entre las calles de Tokio y alejándose de la metrópolis para ir a un bar-café en las afueras.
    Misaki observaba atento el paisaje por el exterior de la ventanilla. Las luces de la ciudad le cegaban de tantas cosas. Era un lugar tan enorme, tan peligroso y a la vez tan hermoso… ¿Cómo no temerle? ¿Cómo no sentirse atraído? ¿Cómo no querer escapar?


    ****



    Akihiko estaba encerrado en su estudio, escribiendo el último capítulo de una novela ligera romántica. Aikawa le había insistido hasta hastiarle, y le había amenazado con un homicidio muy probable.
    Sus ánimos últimamente estaban por el piso
    Hablar con Takahiro se había vuelto sumamente difícil para su conciencia, por lo que evitaba llamarle lo más posible.
    “Tal vez si supiera y me odiara sería más fácil olvidarle”, pensaba a menudo. “Tal vez si lo supiera y me lo recriminara no me sentiría tan culpable al hablar como si nada hubiese sucedido”
    Por las noches se despertaba agitado, intranquilo y con la transpiración cayendo por su frente, luego de soñar que Takahiro se vengaba de él. Su mundo de pesadillas lo atrapaba muy frecuentemente. Y su mal humor se disparaba ni bien despertara. Sabía que era más insoportable de lo usual.
    Aunque otras noches, sus sueños, lejos de ser terroríficos, tomaban un tinte mucho más erótico en el que Misaki era el protagonista. Sin darse cuenta, se había emborrachado con su cuerpo y le había gustado. Era un licor de los buenos. Y la sed le quemaba la garganta, ansiando más.
    Era desconcertante reconocer que el Takahashi mayor tenía su corazón y, muy a su pesar, el menor había captado la atención de su deseo.

    El teléfono sonó y Akihiko reconoció el tono de llamada.
    — Hola, Takahiro — una sonrisa amarga se formó en su rostro. Una expresión que pocas veces mostraba.
    “— Hola, Usagi. ¿Cómo has estado? Últimamente no me llamas muy seguido, así que me tenías preocupado.”
    — He estado un poco ocupado, lo siento. — “Es mentira. No quería hablarte”
    “— Para nada, está bien. Te comprendo. ¡Oye! ¡Adivina qué!”
    — ¿Hm? ¿De qué se trata?
    “—Te he dicho que lo adivinaras — a veces su tono era infantil y muy gracioso —. Pero bueno, no importa. ¡Misaki ya es todo un hombre! ¡No sabes cómo me ha sorprendido!”
    — ¿Eh? — Una alarma se disparó, advirtiéndole del peligro.
    “—Sí. Me ha dicho que tiene una novia. Ahora hace ejercicio a la mañana. ¿Recuerdas que te conté que no volvía? Llegó con marcas en su cuello y me lo contó ahí. Y hoy ha salido, diciendo que volvería tarde. Es obvio que es una cita, ¿no crees?”
    — Ya deja de martirizar a tu hermano, que se enojará si sigues hablado de él a sus espaldas— le reprendió Akihiko, un tanto sorprendido. Vaya excusa se había conseguido el pequeñajo.
    “— Sé que ya no es un niño, pero ¡sigue siendo tan adorable…!”
    —... — “¿Qué diablos es adorable en ese mocoso?”— Tú y tu complejo de hermano.
    “— Bueno, bueno. A veces me dejo llevar y hablo demasiado sobre Misaki, pero no puedo evitarlo.”
    — Lo sé.
    “— Oye, debo irme. Ya que Misaki no vuelve temprano, iré con Kana a cenar.”
    — Bien por ti. Nos vemos, entonces… — se mordió la lengua ante cualquier otro comentario. Kana era una buena mujer, había que aceptarlo… Él era un amigo. Su mejor amigo. Solo eso y nada más que eso. Y si su corazón se estrujara al saber que Takahiro amaba a alguien más, lo soportaría solo por poder permanecer con él.
    “— Adiós, Usagi”
    —Adios — Cortó la llamada y suspiró.
    “Es imposible. Lo amo.”, cogió un cigarrillo, lo prendió y dio una calada profunda al mismo. “Porque lo amo me es difícil enfrentar lo que he hecho”. Exhaló el humo lentamente, apreciando el sabor de sus Lucky Strike. “Pero precisamente por eso debo de enfrentarlo”.


    *



    El restaurante tenía un ambiente relajado. Las luces eran de un tono bajo y cálido. De fondo se podía oír música de ambientación muy tenue.
    Las mesas estaban bastante separadas unas de otras, salvo en el patio de la planta baja, en la que debido a la cantidad, éstas estaban más juntas. La disposición del edificio en sí tenía un sentido artístico moderno diferenciado y armonioso.
    Había más mesas externas que internas, por lo que cogieron una en un balcón en el cual se podía apreciar a lo lejos, muy a lo lejos, la ciudad. Lo que rodeaba ese lugar era la carretera y la flora. A un kilómetro se encontraba la universidad Shohou, el campus y los dormitorios de la misma, por lo que la clientela provenía mayormente de allí.
    Si bien había comida en el menú, la mayoría de las mesas estaba ocupada por parejas o jóvenes universitarios tomando un par de cervezas o sake, conversando animadamente.
    Nadie podía oír la conversación de las otras mesas y eso brindaba anonimato y comodidad.
    Keiichi miraba a Misaki bajo ese tono de luz tan peculiar, como si fuera un juguete nuevo. Su cabello se veía rubio y no tan castaño, y sus ojos verdes parecían color miel. Su piel pálida de un blanco con mejillas rosadas parecía de tono moreno.
    — ¿Qué sucede? — le preguntó Misaki al sentirse incómodo por tanta observación.
    — Nada… Solo que creí que no te volvería a ver — Comentó Keiichi sin malas intenciones, pero inevitablemente, Misaki se sonrojó un poco avergonzado por no haber llegado a tiempo.
    —L-lo siento. No fue mi intención — se disculpó por enésima vez.
    —No era mi intención decirlo de un modo que te incomodara, pero estoy feliz. Quería verte.
    — Oh, yo igual… — confesó, sorprendiendo al mayor.
    — ¿Ah, sí? Vaya, no me lo esperaba— sonrió apenado—. ¿Por alguna razón en especial o me estoy alagando demasiado?
    — Eh, algo así — “Ha de ser mejor ser sincero. Necesito alguien con quien hablar”—. No te he agradecido ni te he explicado bien las razones tras mi comportamiento el otro día. Y creo que es algo que tendría que decir. No. Que necesito decir.
    —Básicamente necesitas hablar, ¿es eso? — La emoción inicial de que él le quisiera ver se esfumó y su expresión se volvió neutra. “Obviamente no era porque yo fuera especial”, Keiichi se bajó de las nubes resintiendo el golpe a su ego.
    —Sí. Lo siento.
    — Por algo somos amigos, ¿cierto? Entonces no pediremos comida, sino un poco de sake.
    Misaki sonrió. “Puedo confiar en éste hombre, ¿cierto?”, se preguntó una vez más, al igual que cuando le había conocido.
    — Gracias por escucharme. Y yo prefiero cerveza ¿Me dejarás invitarte?
    —Claro, pero la próxima vez pago yo.
    —De acuerdo.
    “Sí. Algo me dice que él no me hará daño”, Misaki llegó a la misma conclusión una vez más. Quería creer en ese hombre. No porque fuese especial, pero se encontraba en una situación en la que cualquier aliado que pudiera servirle como pañuelo de lágrimas le era suficiente.
    Keiichi parecía dispuesto a escucharle esta vez. Y él se sentía lo suficientemente listo como para hablar.
    Misaki se sintió egoísta, pues sí, lo estaba usando. Pero, ¿era su culpa? Él se estaba dejando usar, ¿cierto?

    *



    Ya iban por la tercera botella. Las palabras, las risas y el llanto fluían.
    Misaki sentía el cuerpo anestesiado, un tanto pesado y sin el control completo del mismo. Su mente podía procesar información, podía hablar, pero las palabras pasaban por un filtro de irrealidad que en algún punto se volvían inconexas. Sin embargo, si de algo estaba seguro, era que no estaba bien y que no podía dejar de llorar angustiosamente.
    Keiichi estaba más sobrio, pero un poco afectado, casi imperceptiblemente.
    A diferencia de Misaki, no tenía problema alguno de razonar… y eso mismo le hacía tomar el peso de las palabras del chico como correspondía. Deseaba consolarle, abrasarle y transmitirle a través de aquel contacto que no iba a tener que enfrentar todo solo.
    Ahora que sabía la historia, honestamente, estaba frustrado. “¿Qué puedo hacer por él? ¿Cómo puedo ayudarle?”, se preguntaba, dudoso. Tenía un miedo invisible de hacer algo que no correspondiera o de, por ese mismo temor, no hacer nada en lo absoluto.
    Quería matar al bastardo que le había hecho eso; verlo tras las rejas. Pero Misaki no quería eso, y el no haría nada que fuese en contra de sus deseos.
    — ¿Puedo abrazarte? — le preguntó, su rostro transparentaba la amargura, y el de Misaki seguía lleno de lágrimas.
    —… — se hizo una pausa incómoda, que Keiichi había asumido como una negación. —… Sí…— Fue un susurro suave, pero le conformó.
    Keiichi se aferró a ese pequeño cuerpo y le sintió tensarse bajo sí, trémulo y acongojado. Pero no le soltó.
    Sus dedos acariciaron sus cabellos. “Eres tan lindo, Takahashi-kun. Me gustaría sostenerte tanto como pudiera”, se lamentó.
    Se alejó unos centímetros sin dejar de rodearle con un brazo y con la mano derecha comenzó a recorrer su rostro limpiando el camino de lágrimas. Un tacto tan ligero que apenas y era un roce.
    Misaki sintió un cosquilleo en la mejilla y un temblor distintito a los anteriores le recorrió el cuerpo, pero no le rechazó. Pretendía superar su pavor al contacto y, aunque el pánico le invadía, algo le decía que había un pequeño progreso.
    — ¿Te sientes mejor? — preguntó al soltarle.
    — Sí, algo. Me he desahogado. Lo necesitaba — le sonrió. Por primera vez no hubo tristeza ni amargura que opacaran su sonrisa.
    — Estaré cuando me necesites. No importa lo que fuere. Así sea solo alguien con quien hablar — revolvió sus mechas y corrió el flequillo que caía sobre su rostro.
    — Gracias — Misaki había recobrado algo de compostura gracias al contacto. O en todo caso al miedo repentino que le había invadido—. Sumi-sempai, ¿cómo puedes ser tan bueno conmigo? — había pretendido no decirlo, pero su pensamiento se convirtió en habla a modo de pregunta retórica.
    — Bueno, — Keiichi sabía que no había razón para responder, pero lo hizo de todas formas— no es que sea un santo. Tal vez tenga motivos ulteriores.
    — ¿Hm?, que gracioso, sempai— Aún algo borracho, Misaki no había distinguido el tono serio de Keiichi
    — Ah, no deberías bajar tanto la guardia conmigo, Takahashi-kun —suspiró.
    — ¿Dijiste algo? — Misaki bostezó, repentinamente cansado.
    Keiichi consultó el reloj, dándose cuenta que llevaban varias horas hablando. Era tarde. Las 12.20 para ser exactos.
    — No, nada… Vamos a casa. Te daré mi número, así te comunicas conmigo, ¿te parece?
    — Claro.
    Misaki pagó la cuenta, sin darle tiempo a Keiichi de sacar la billetera, y éste se ofreció a llevarle a casa. Aunque al final convinieron volver en taxi debido a que ambos habían bebido.
    Al llegar a casa, el más joven subió directo a su cuarto, sin notar la ausencia de su hermano.
    Se recostó un tanto ansioso. Esa semana había dormido como el demonio, pero ya fuere por el alcohol o por el alivio que le suponía haber hablado con Keiichi, esa noche durmió como un niño pequeño.
    No hubo sueños ni interrupciones. Se sintió en paz.

    ****








    La cita se lleva a cabo en este lugar. Es real aunque está en Tucumán, Argentina. Me gustaba mucho y lo incluí. Fui una vez cuando me quedé con mi familia unos días en San Miguel de Tucumán
    SPOILER (click to view)
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    plaza-de-almas
    bar4
    bar6


    Okay, eso es todo por hoy :3
    Estoy muy atorada con el próximo capítulo pero espero tenerlo a tiempo antes de viajar!
    Nos vemos la próxima!
    DEJEN COMENTARIOS QUE NECESITO MÁS ÁNIMOS QUE NUNCA T.T

    Próximo capítulo: Conflicto interno


    Sayonara!

    Hanahime ;)
     
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  15. tamiko-shaiya
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    conty cont conty mi querer conti esto va de bueno a mejorrrrrr
     
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31 replies since 22/11/2012, 05:17   6147 views
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