LO QUE PERDI… LO QUE CONSEGUI… LO QUE ME PERTENECE Spin-off historia de Sora

¿Qué pasa cuando alguien marcado por la muerte se encuentra con alguien signado por el dolor?... ¿serán capaces de cambiar su destino?...

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  1. Fransela_r
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    Hola en primer lugar aclaro los personajes de JUNJOU ROMANTICA NO ME PERTENECEN son de su creadora Shungiku_Nakamura.

    Una vez aclarado este punto les doy la bienvenida a tercer fic de la serie “Secuestrados” esta vez en el escenario Yakuza, como siempre habrá acción, lemon, mpreg, muerte de personajes, drama y mucho romance, esta vez con Miyagi y Shinobu de protagonistas. A continuación un pequeño glosario de términos que se usaran el transcurso de la historia:

    Kumicho: Jefe máximo
    Bon: título honorario para el hijo del feje del clan
    Bōsōzoku: sub-grupo dentro de un gran grupo yakuza.
    Oyabun o Kumichō: jefe yakuza, máximo dirigente de un grupo yakuza.
    Kobun: subordinados del jefe yakuza
    Saiko-komon: consejero honorario. Controlan zonas de una misma ciudad.
    So-honbucho: jefe del "cuartel general"
    Shingiin: asesor legal
    Kaikei: asesor financiero, contable
    Wakagashira: primer lugarteniente en un grupo yakuza. Jefe de diversas bandas en una región determinada
    Fuku-honbucho: Jefe de diversas bandas en una región determinada menor. A las órdenes del wakagashira.
    Shateigashira: Jefe de un grupo yakuza local.
    Kyodai o aniki: "hermano mayor". Usado para referirse a un miembro yakuza de mayor edad
    Shatei: "hermano menor". Usado para referirse a un miembro yakuza de menor edad
    aniki: hermnao mayor utilizado para el trato entre miembros del clan
    Tanto:es un arma corta de filo similar a un puñal de uno o de doble filo con una longitud de hoja entre 15 y 30 cm (6-12 pulgadas)....

    Bien no me queda más que agradecer por venir a leer, por sus mensajes y por su apoyo, espero verlas por aquí en toda la historia y espero poder contar con sus mensajes. Les saluda de corazón C.




    1. El peso de una promesa




    ¿Cómo mirar atrás y no recordar ?...


    El plato aún estaba humeante cuando se acercó uno de sus hombres. Ni siquiera pudo hundir los cubiertos en la carpa ahumada cuando el mismo hombre le hablo.

    — Kumicho, lamento interrumpirlo pero debemos irnos ahora mismo.
    — ¿Que sucede?
    — Su hermano y su tío han muerto.
    — ¿Que dices? —Pregunto el hombre con sorpresa—, ¿cómo...?
    — El auto de su tío cayó al mar desde el paso elevado de la autopista. Los testigos dicen que estaba totalmente envuelto en llamas mientras caía. A su hermano lo acaban de encontrar ahogado en su bañera... Su cocinero y su mayordomo también están muertos. El cocinero tenía un hacha de cocina clavada en la garganta, y el mayordomo tenía el cuello roto.

    El hombre soltó los cubiertos sobre el plato, sin poder creer lo que le decía uno de sus guardaespaldas.

    — Quizás lo de su tío fuera un accidente, pero es imposible que su hermano se ahogara el mismo día que su cocinero se clavaba un hacha de cocina en la garganta y su mayordomo se rompía el cuello. Me temo que ambos fueron asesinados.

    El hombre se levantó de golpe de la silla, provocando que esta cayera hacia atrás.

    — Señor por favor, esta no es una situación segura. Deberíamos retirarnos inmediatamente y volver a la casa —dijo, mientras se inclinaba suplicante.
    — Si... Si —dijo el hombre, mientras miraba con nerviosismo todo a su alrededor.
    — Fuyutsuki, paga la cuenta y reúnete con nosotros en la casa —dijo el guardaespaldas mientras miraba a otro de sus colegas—. Aoba, trae inmediatamente el auto a la salida trasera del restaurant —dijo, luego de acercar un radio de comunicación a su cara.

    Luego de esto, el guardaespaldas tomo a su protegido por el brazo y se marcharon junto con otros seis guardaespaldas que estaban distribuidos entre una mesa al lado de la de su señor, y la barra del bar. Justamente al levantarse el último de los guardaespaldas en la barra, un barman se acercaba a un cliente elegantemente vestido con un traje negro y corbata roja.

    — Disculpe señor pero, el costo de una copa de vino tinto es mucho menor a lo que me dio. Seguramente se equivocó al sacar el dinero de su cartera.
    — No, no me he equivocado. El resto era para ti —dijo el cliente, mientras apuraba lo que quedaba de vino en la copa.
    — Oh, es usted muy generoso señor —dijo el barman mientras hacia una reverencia de agradecimiento.
    — No, no lo soy —dijo el cliente mientras colocaba la copa sobre el mostrador, de manera muy torpe además, ya que colocada incorrectamente le falto el equilibrio y cayó de lado haciéndose añicos sobre el mostrador de la barra.
    — Descuide señor —dijo el barman, mientras el cliente se ponía de pie y sacaba del saco de su traje unos guantes negros de cuero—, yo lo limpio. Gracias por preferirnos, vuelva pronto.

    Esto último no lo escucho el cliente, quien luego de ponerse los guantes salió por la puerta principal del restaurante, segundos antes de que saliera Fuyutsuki luego de pagar la cuenta de su señor.
    No bien había arrancado el cliente en su carro negro, cuando salió del estacionamiento del restaurante una camioneta con 2 hombres, en la que se subió Fuyutsuki mientras decía:

    (*)— ホーム、急いで

    La camioneta arranco para, al cabo de 20 minutos, detenerse frente a una lujosísima casa. En la entrada de la misma se encontraba el guardaespaldas que le ordeno a Fuyutsuki pagar la cuenta.

    — Te tardaste. ¿Algún problema?
    — Ninguno. ¿Aquí?
    — Sin novedades.
    — ¿Dónde me quieres? —pregunto Fuyutsuki.
    — Ve con Aoba y revisa todos los autos de la casa. Asegúrate que todos tengan armamento y municiones.
    — Si, Yuuki san.

    Mientras Fuyutsuki iba a cumplir las órdenes de Yuuki, el jefe seguridad, este se dio media vuelta y entro de nuevo en la casa. Cualquier otra persona se sentiría honrada de poder estar dentro de una casa en la que cada rincón estaba cubierto del arte del más costoso y fino, en la que cada habitación estaba decorada con las mejores telas, en las que cada metro cuadrado era un agasajo a los sentidos y a la cultura; para Yuuki sin embargo era un dolor de cabeza.
    Desde que era jefe de seguridad supo que asegurar una casa tan grande no sería tarea sencilla. Contra todo pronóstico, solo le tomo siete semanas asegurar toda la casa. Reemplazo las cercas de madera por cercas eléctricas modernas, coloco cámaras de seguridad en cada ángulo de la propiedad, reemplazo al personal de seguridad, entreno personalmente a los nuevos guardaespaldas, actualizo el armamento utilizado. Hoy podía sentirse seguro de que su señor no tenía quejas en la seguridad, había convertido una mansión insegura en una fortaleza donde nadie podía entrar sin que no fuera detectado.
    Todos los sistemas de seguridad desembocaban en un cuarto abovedado que era capaz de resistir el asalto de un tanque, era independiente de la casa en términos eléctricos y de comunicaciones, y desde ella se controlaba toda la seguridad: las cámaras, el sistema de comunicaciones interno usado por los guardaespaldas, el sistema de iluminación de emergencia, la electricidad de las cercas, en fin, todo.

    Se dirigió Yuuki a este cuarto, al cual solo podía accederse mediante una llave especial de la que nunca se separaba Yuuki. Dentro estaba el mayor orgullo de la seguridad de Yuuki: una computadora que estaba encendida las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, todos los días del año. Su trabajo era verificar constantemente el flujo eléctrico, los sistemas de comunicaciones, búsqueda de toxinas en el aire de la mansión; y sobre todo, el monitoreo y decodificación constante de lo que "veían" las cámaras de seguridad.

    Si algo entraba en el campo visual de la cámara, esta computadora descomponía la imagen en sus elementos básicos y si determinaba que era una persona la que estaba en el cuadro, inmediatamente la buscaba en una base de datos gigantesca.

    De esta manera, Yuuki podía proteger a su señor de los extraños en su casa, y al mismo tiempo confiar en que el trabajo seria hecho sin falta, sin el miedo de tener que utilizar un simple ser humano, corruptible, agotable, con tendencia al fallo.
    Una vez dentro se sentó frente a los monitores a observar a cada persona dentro de la casa. Al llegar a la cocina no pudo evitar pensar en Ogata, el jefe de seguridad del hermano de su señor. Gordo como ballena, al verlo cualquiera hubiera pensado que era un luchador de sumo y no un asesino con más de 30 años de experiencia en el arte de matar. A pesar de su figura Ogata era en extremo ágil, al punto de acercarse a una persona y matarlo con uno de sus cuchillos sin que nadie se enterase, especialmente la víctima.

    Aficionado a la buena comida, había terminado reemplazando al cocinero de su señor, ejerciendo así el doble cargo de cocinero y jefe de seguridad. ¿Quién había podido enterrarle a Ogata uno de sus cuchillos en la garganta?.

    Pensaba en esto cuando uno de los monitores emitió un sonido, al levantar el rostro Yuuki, pudo ver como Tomoe estaba frente al cuarto de seguridad, esperando a que le abriera. Se levantó pues y uso la llave especial para abrir el cuarto, solo que al abrirse la puerta automática no era Tomoe quien estaba enfrente esperando, era el silenciador de un arma apuntando a su garganta, que con un débil sonido lo derribo de espaldas.

    Agonizando, Yuuki aún tuvo fuerzas para girar la cabeza hacia el monitor donde aún se veía la imagen de Tomoe frente a la puerta. Desconcertado movió los ojos al siguiente monitor donde se vio a él mismo sentado frente a los monitores del cuarto de seguridad. Luego, con sus últimas fuerzas giro la cabeza hacia el hombre elegantemente vestido de negro, mientras en su rostro se pintaba la muerte y al mismo tiempo la pregunta: ¿cómo es posible?.

    Lo que le dijo el hombre de la corbata roja no pudo ser oído por Yuuki, quien luchaba por respirar luego de que el hombre se arrodillara junto a él, le montara el pie derecho sobre el pecho y le tapara con las manos la boca y la nariz al mismo tiempo.
    Un minuto peleo por sobrevivir Yuuki, quizás en otras circunstancias habría logrado soltarse de tal mortal agarre, pero con un agujero donde solía estar su manzana de Adán, era sencillamente imposible. O moría desangrado, o moría por asfixia.
    Al dejar de moverse su cuerpo, aun mantuvo su agarre medio minuto más el hombre del traje negro. Luego saco de su espalda un tanto y lo desenfundo, coloco el filo sobre lo que quedaba de la garganta de Yuuki y aplicando todo su peso corporal en el mango, le secciono limpiamente la cabeza. Inmediatamente después le quito el pañuelo del saco y limpio la hoja del tanto mientras salía del cuarto de seguridad, no sin antes detenerse un par de segundos a recoger el casquillo vacío que expulso su Ruger calibre .22.
    Con total calma tiro el pañuelo en el suelo mientras se dirigía al salón con el piano. Al llegar a la puerta se detuvo y enfundo el tanto, guardándolo después en mismo lugar de donde lo había sacado originalmente. Abrió la puerta del salón saco un celular de su bolsillo y marco un número. Mientras esperaba el resultado de la llamada atravesó la sala de música en dirección al piano. Al llegar a él, sacó su arma, apunto al teléfono que había tirado en el suelo, y disparo destrozándolo por completo. Luego se santo en el piano y empezó a tocar (*)"Big my Secret" .

    — Yuuki, ¿eres tú? — Pregunto una voz desde la escalera—, ¿desde cuándo tocas el piano?.

    Al llegar esta persona al umbral de la sala de música se detuvo mientras miraba de punta a punta el salón.

    — ¿No deberías preparar el auto para irnos en lugar de tocar el piano?— Pregunto la voz con impaciencia, mientras daba dos pasos dentro del salón de música.

    Estos dos pasos los dio exactamente cuarenta y cuatro segundos luego de que el hombre del traje negro empezara a tocar el piano.

    — Kijimoto sama, no de un paso más —dijo el hombre, dejando de tocar de repente y levantando su cara.

    Mas por la sorpresa que por el miedo se detuvo al momento Kijimoto, quien con voz insegura le pregunto:

    — ¿Quién eres?, ¿dónde está Yuuki?.
    — Yuuki está muerto.
    — ¿¡Muerto!? —dijo entre estupefacción y miedo Kijimoto, mientras daba un paso atrás.
    — No lo volveré a repetir Kijimoto sama: no dé un paso más —dijo el hombre del saco negro, mientras tomaba nuevamente su arma de sobre la tapa del piano.

    El miedo y la visión de un arma pudieron más que Kijimoto quien se quedó como piedra, más por la advertencia que por el disparo que efectuó el hombre hacia el techo sobre Kijimoto, luego de apuntar con cuidado. Un pestañeo nervioso fue lo único que pudo hacer Kijimoto mientras le caía encima restos del techo.

    — ¡Tú lo mataste!.
    — Si, yo lo mate, Kijimoto sama, y también lo matare a usted en unos minutos —dijo el hombre mientras miraba a los ojos a Kijimoto.
    — ¡Tu mataste a mi hermano también! —Dijo Kijimoto, cuya molestia le hizo olvidar la advertencia y avanzo dos pasos al frente—. ¡A su cocinero y a su mayordomo!.
    — Su cocinero era también su jefe de seguridad. Un tipo bastante rápido para su peso debo admitir. Se volteo justo cuando estaba por dispararle a la cabeza y me quito el arma. Quizás si no hubiera llevado consigo esa hacha de cocina me habría matado con mi propia pistola — luego moviendo la cabeza hacia un lado agrego—. El mayordomo fue una baja innecesaria. El pobre diablo regreso de la bodega de licores más rápido de lo que había pensado. Nos encontramos justamente frente a la puerta de la cocina... No me quedo más remedio que romperle el cuello e irme —luego, volviendo a mirar a Kijimoto agrego—. Está de más decir que el blanco era su hermano...

    Una vez más Kijimoto avanzo, solo para poder gritarle:

    —¡Desgraciado!, ¿cómo pudiste?.
    — Fue mucho más fácil de lo que ha sido matarlo a usted Kijimoto sama, se lo aseguro. Yo sabía que su hermano solía tomar una botella de vino luego de bañarse y que su mayordomo se la dejaba en su habitación luego de buscarla en la bodega. En lo que bajo a buscarla me cole en el baño y antes de hundirle la cabeza en el agua caliente hasta que ya no se moviera, con esta misma pistola sobre su frente, lo hice llamar al buzón de voz de ese teléfono prepagado que está hecho pedazos —dijo, apuntando con el arma a los restos del celular en el suelo.
    — ¿Lo hiciste llamar?.
    — Ciertamente.
    — ¿Para qué?.
    — Para rogarle a su tío que lo visitara para almorzar juntos. ¿De qué otra manera hubiera podido matarlo?. Su tío, Kijimoto sama, era un hombre sumamente desconfiado y su casa, esa si era una fortaleza, no hubiera podido entrar sin matar a todos dentro... Era más fácil hacerlo salir y volar su auto con una bazuka mientras iba por la autopista. De cualquier forma, la llamada que hizo su hermano al buzón de voz, la grabe y la reproduje después de marcarle a su tío desde su teléfono celular, el cual tome antes de irme de su casa. Su tío no noto la diferencia y salió, con su escolta usual, pero salió, que era lo que necesitaba.

    Dicho esto, continuo tocando el piano justo donde lo dejo, y volvió a detenerse al minuto y dieciocho segundos de la pieza. Esto motivado a dos razones: primero, que Kijimoto grito llamando a Fuyutsuki; y segundo, que en respuesta a este grito debió el hombre tomar el arma nuevamente de sobre la tapa del piano y dispararle a la rodilla, luego de apuntarle. Hecho esto, se levantó y con calma se acercó a Kijimoto quien se retorcía de dolor en el suelo.

    — Usted por otro lado, resulto ser un blanco más difícil. A donde fuera que iba, con usted siempre había dos camionetas blindadas, una delante de su auto y la otra detrás; dentro de ellas cinco hombres fuertemente armados. Además su auto estaba más blindado aun y con usted siempre estaban Yuuki y Tomoe.

    Levantando su arma y apuntando a la otra rodilla, procedió a halar del gatillo, volándole así la otra rodilla a Kijimoto quien por toda respuesta empezó a berrear de dolor. Para callar sus gritos el hombre le propino una patada en la mandíbula, tan certera que se la disloco.

    — Luego de ver caer el auto de su tío al mar, me fui al restaurante donde tenía pensado almorzar carpa ahumada, y mientras bebía un poco de vino le espere. Tuvo usted mala suerte Kijimoto sama, las malas noticias llegaron al mismo momento en que le servían la carpa.
    — ¿Abas i? —mascullo como pudo Kijimoto.
    — Si, estaba ahi. Sentado en la barra. Vi cuando llego con sus hombres. Tres de ellos se sentaron en la barra también, cerca de mí. Vi su cara cuando Yuuki se acercó y le dijo que habían muerto su hermano y su tío; es más, fui yo, en mi auto negro, quien los paso solo siete minutos luego de que se marchara del restaurant. Llegue aquí trece minutos antes que usted y sus hombres, ese tiempo lo utilice para matar al resto de sus guardaespaldas, inmovilizar y trasladar al cocinero, al mayordomo, al ama de llaves, y a las 2 chicas del servicio, hasta la casita de la piscina, donde, si todo sale según lo planeado, despertaran mañana para ver los últimos rescoldos de su imperio.

    Luego recogió el casquillo y se dirigió nuevamente al piano donde recogió el otro. Sentándose nuevamente en el piano, retomo la pieza donde la había dejado anteriormente.

    — Oe... Oe... —intentaba gritar Kijimoto, sin mayor éxito que el de un lastimero sonido más parecido al de un gemido que al de un grito de auxilio.
    — Es inútil Kijimoto, para cuando Tomoe guardo el auto en el garaje yo ya lo estaba esperando. El y los otros cinco guardaespaldas cayeron como moscas. Mientras Yuuki lo subía a usted a su habitación asegurada, yo entraba a la casa por la cocina para matar a los otros cuatro guardaespaldas que quedaron rezagados junto con Fuyutsuki que pagaba su cuenta.

    Habiendo terminado la pieza, el hombre se levantó de nuevo, y guardando su arma y sacando una Tablet se aproximó nuevamente a Kijimoto. Se arrodillo junto a él dejando la Tablet a la vista. Luego saco el tanto y le dijo:

    — Esto es un monitor cardiaco portátil. Si se fija bien Kijimoto sama, notara que los latidos están muy bajos, cerca de cincuenta latidos por minuto. Hace unos diez minutos cuando llegaste estaban por los setenta latidos por minuto, lo que significa que Fuyutsuki está irremediablemente muriendo. Es lógico, tomando en cuenta que cuando Yuuki lo mando a encontrarse con Tomoe lo intercepte, lo deje inconsciente, lo amarre y amordace, y luego le hice dos pequeños cortes para que se desangrara lentamente. Antes de dejarlo en alguna parte de esta casa, le coloque un monitor cardiaco portátil y lo que ve ahora es como muere uno de sus guardaespaldas... — dijo el hombre mientras miraba a los ojos a Kijimoto.

    — ...mo ... mo —dijo Kijimoto, entrecortadamente.
    — ¿Cómo?, es justo. Yuuki era un gran asesino, no lo dudo. Cuando decidiste robar el territorio que no te pertenecía hiciste bien en ponerlo como tu jefe de seguridad, sin él no habrías durado ni una semana; y si, tenía mucha razón: un guardaespaldas puede ser sobornado, puede quedarse dormido luego de mirar monitores de seguridad seis horas seguidas, puede cometer un error y terminar matando a su señor... Pero, ¿confiar toda la seguridad a una computadora que puede ser intervenida por radio frecuencia?. Si el ego de Yuuki no hubiera interferido en su juicio, se habría dado cuenta que lo que veía por los monitores era la grabación de ayer... Entonces no habría abierto la puerta, yo no le habría disparado en la garganta, no le habría asfixiado hasta morir y ciertamente no le habría decapitado con este tanto —dijo el hombre levantado y desenfundando el tanto a la vista de Kijimoto—. ¿Reconoces este tanto, verdad Kijimoto?.

    Los ojos de terror de Kijimoto fueron más elocuentes que cualquier palabra que haya podido decir, de no haber estado incapacitado para hablar.

    — Ah, sí lo reconoces. Bien. Ahora mírame Kijimoto. No te quedan más que unos pocos segundos de vida. El monitor cardiaco que le coloque a Fuyutsuki está conectado no solo a esa Tablet a tu lado, además está conectado a unos receptores de radio frecuencia. Cuando el corazón de Tomoe deje de latir la frecuencia dejara de ser enviada a los receptores y entonces toda la mansión volara por los aires gracias a los explosivos que deje regados por la mansión.

    Luego de decir esto, el hombre tomo el tanto y rasgo la camisa de Kijimoto mientras decía:

    — Pero no te preocupes Kijimoto, tu no vas a morir así —dijo el hombre mientras ponía la punta del tanto sobre el pecho de Kijimoto—. No, tú no mereces morir así —le dijo mientras sus ojos se volvían más fríos que el acero sobre su piel, y más amarga su voz que el vino pasado—. Tu tuviste poder Kijimoto —dijo mientras le hundía el tanto en el pecho un par de centímetros—, tu tuviste dinero —le escupió mientras hundía el tanto otro par de centímetros—, tu tuviste muchísimo respeto —dijo, mientras Kijimoto sentía su sangre caliente recorrer su torso al introducir el hombre un par de centímetros más el tanto —. ¡Mírame a los ojos Kijimoto!, ¡mira a Miyagi Yö la mano negra del clan Osagawa!, ¡mira al hombre que mató a los tres últimos hombres del imperio Kijimoto!, ¡mira al hombre que hoy hace justicia y se cobra la vida de aquellos que tú asesinaste a sangre fría!.

    Luego, sacando el tanto y levantándolo por encima de su cabeza le grito una última vez:

    — ¡Mírame y muere, maldito! — mientras de un solo golpe le hundía el tanto en el corazón hasta la empuñadura.

    En ese instante sonaron unos pitidos en la Tablet y al mirar el hombre, noto como los latidos habían bajado hasta los treinta latidos por minuto. Limpio el tanto y se levantó entonces el hombre. Lo enfundo y salió por la puerta al final de la sala de música.

    Cuando cruzaba por la reja que marcaba el fin de la propiedad, la mansión entera estallaba, elevando al cielo una inmensa bola de fuego y escombros.


    La silenciosa noche se llevó el fulgor de las llamaradas, la oscuridad cómplice cubrió las huellas. No quedo sino la quietud y las sombras que gritaban en el interior de su alma.

    — Está todo listo Kumicho.

    —Bien Miyagi regresa a casa.



    La fiesta estaba en su pleno auge, las copas de champán iban y venían, la suave música inundaba el enorme salón, los invitados reían y comentaban la lujosa decoración. Miyagi miraba todo impávido desde un rincón. Solo unos minutos le había tomado cambiarse de ropa después de llegar, ahora ocupaba su lugar como jefe máximo de seguridad. Apenas si podía escuchar las voces de aquellos que cada cinco minutos hablaban a través del comunicador que había en su oído.

    — Todo asegurado señor, el perímetro está bajo control.

    Pero nada estaba bajo control, los gritos en su alma no dejaban de ensordecer sus oídos, y no era a causa del indolente y asqueroso ser que acababa de asesinar, no, su alma gritaba por la perdida. Frente a él podía ver como un joven le robaba al amor de su vida.

    Veía como sus largos y rubios cabellos se movían con gracia, la copa de champan bailaba en su hermosa mano. Miraba con nostalgia su perfecta y dulce sonrisa. Y sintiéndose impotente solo podía ver como ese hombre que le robaba lo que era suyo, disfrutaba de aquellas sonrisas que un día fueron para él. Lo que más le dolía era que en la mirada del joven había amor, un amor inocente, real. Sonrió con ironía, lo compadecía, sería otra víctima más de los antojos y la amargura de su caprichoso Bon.

    Minutos más tarde Miyagi rendía cuenta de su trabajo de esa noche.

    — Miyagi ese fue el último del clan Kijimoto, ese hombre no podrá hacer más de sus atrocidades y nuestro territorio no será amenazado de nuevo gracias a ti...—

    — Es mi trabajo Kumicho... De cualquier forma ya preparé las cosas para mi salida de la mansión, estoy muy agradecido con usted por todo y me alegra haber podido servirle como lo hizo mi padre todos estos años...— Miyagi tiro el cigarro que fumaba despreocupadamente.

    — Miyagi yo...— El hombre le interrumpió con un dejo de pesar en su voz.

    — Me temo que no podre cumplir mi promesa de dejarte abandonar la organización.

    Miyagi lo miro perplejo, pero trató de no perder la compostura.

    — Osagawa sama perdón por cuestionarlo, pero, eso no fue lo que acordamos, le he servido por casi veinte años, Usted no tuvo inconvenientes cuando le pedí que me dejara marchar, ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?.

    La voz del que amaba lo saco de su cada vez más creciente ira. — Yo Miyagi… Yo soy el causante de que tus alas sean cortadas.

    — Sora, por favor hijo, déjame hablar con Miyagi.

    El joven se sentó despreocupadamente en un mueble diciéndole a su padre con sarcasmo — ¿Por qué?... Si van a hablar de mi yo debo estar aquí... ¿No crees papi?.

    Miyagi lo miro con ansiedad, sin entender nada.

    — Miyagi, Sora va a casarse eso ya lo sabes… Pero hemos recibido muchas amenazas, así que es por eso que te necesito con mi hijo… Akira muy pronto sucederá a su padre será el líder de un poderoso clan y la unión de nuestros clanes con este matrimonio ha traído miedo y descontento en las otras familias—

    El anciano líder del poderoso Clan Osagawa lo miro con amabilidad, Miyagi había nacido dentro de aquella organización, su padre había sido el principal protector del Clan, el gran Kyosuke Yö era ágil, silencioso, certero, inmisericorde e invencible, solo la muerte había podio doblegar al orgulloso guerrero, y sus hijos habían de seguir sus pasos.

    Miyagi se perdió unos segundos en sus recuerdos, le debía tanto a aquel hombre que siempre lo trato como a un hijo, y tenía que cumplir la promesa que le hiciera a su padre en su lecho de muerte.

    — ¿Miyagi?...— esta vez fue Sora quien trato de llamar su atención.

    Miyagi no cambio su postura, se tragó su decepción y su rabia, asintió sin dejar de mirar a su Amo. — Lo que Usted ordene Kumicho, iré a acomodar mis cosas de nuevo y esperare órdenes.

    — Las órdenes las daré Yo…— replico Sora con molestia al verse ignorado, mas Miyagi no se amilano ante su tono arrogante, dio la vuelta y se marchó, escuchando apenas cuando el viejo Osagawa reprendía a su hijo.

    — Basta Sora… ya tienes lo que querías.

    Miyagi sonrió con ironía, él no era ni de lejos lo que Sora Osagawa quería, solo era un capricho más, que quien sabe dónde lo llevaría.

    De pie en su habitación, miraba la oscuridad de la noche desde el enorme ventanal. En su mano un celular con un número marcado. Una llamada que no deseaba hacer.

    — Lo siento no podré ir a casa.

    Al otro lado de la línea hubo un incómodo silencio.

    —… ¿Tiene algo que ver Sora en esto?.

    Miyagi suspiró. Su hermano lo conocía muy bien. — Nowaki yo… Tengo que hacerlo, se lo debo a nuestro Padre el…

    Nowaki interrumpió las palabras de su hermano.

    — Cuando decidas que has tenido suficiente aquí estaré… Solo trata de regresar vivo… No deseo el dolor de tener que enterrarte al lado de nuestro padre.

    Nowaki colgó la llamada, no había más que decir, al momento sintió unos delicados brazos que lo rodeaban.

    — ¿No va a venir verdad?.

    Beso los suaves labios de su esposo, con tristeza acaricio su pequeño vientre.

    — No… Él no vendrá… Vamos a recoger la cena y luego a la cama, tú y mi princesa deben descansar.

    Hiroki lo siguió aferrado a su mano, sabía que le dolía aunque se hiciera el fuerte. Miyagi era su hermano su única familia y mientras él había decidido alejarse del legado de su padre, parecía que Miyagi seguiría los pasos de este e incluso acabaría igual.

    Miyagi coloco el celular en la cama, sabía que su hermano reaccionaria mal, él era el único que sabía sobre su tormentoso amor, muchas veces le había pedido alejarse de aquella vida, pero nunca pudo ni cuando Nowaki se marchó para poder ser feliz. Las suplicas de su hermano no valieron de nada y ahora que pensaba que finalmente seria libre…

    — ¿Estas molesto?...— unos finos dedos recorrieron su pecho. Estilizados brazos rodeaban su torso, un cálido aliento recorría su espalda. El dueño de aquella pregunta recostó su cabeza de la amplia espalda esperando una respuesta.

    Miyagi suspiró, tomo una de las manos con fuerza y la halo, en unos segundos el precioso cuerpo de su eterno amor flotaba sobre las blancas sabanas de su cama. Los enormes ojos azules lo miraban con deseo, había una suave sonrisa en aquellos tentadores labios, el dorado cabello se esparció por toda la almohada. Una fina bata de seda blanca cubría la estilizada figura. La fina tela no dejaba nada a la imaginación, Miyagi podía apreciar cada una de las sinuosas curvas de aquel cuerpo.

    — ¿Te gusta lo que ves?— pregunto Sora acariciado descaradamente el contorno de su pene, duro y apenas contenido por la pequeña pieza de tela que lo cubría.

    — Pensé que ya no ibas a colarte en mi cuarto como un gato.

    Escupió Miyagi con frialdad mientras lo miraba tratando de contener su deseo. Pero Sora sabía que él lo deseaba, y estaba decidido a hacerlo caer.

    Abrió sus piernas con un suave y sensual movimiento, sus dedos gráciles, apartaron el fino encaje de su ropa interior descubriendo el palpitante miembro que rogaba por ser atendido. — Dime que no quieres esto…— susurro entre jadeos mientras se masturbaba ante la mirada atónita de Miyagi.

    Cristalinas gotas de presemen mancharon los delicados dedos, Sora los llevo a su boca lamiéndolos con avidez. — Ven Miyagi… sabes que quieres probar…—

    No había más que hacer, Miyagi estaba perdido en su amor, en su deseo, en su pasión.

    — ¿Por qué me haces esto?...— susurro en su oído, mientras lentamente lo despojaba de la fina bata. Sora sonrió. — Porque eres mío.

    Ya no pudo decir nada más, los labios de Miyagi acallaron los suyos en un beso castigador, demandante, un beso en donde había dolor y amor.

    Entonces el deseo se hizo cargo, la piel, el ardor que quemaba el interior de sus cuerpos, la lujuria que los llenaba y consumía. No había límites para el placer y sus cuerpos se reclamaban.

    Las manos de Miyagi buscaban impregnarse de aquel hipnotizante aroma que desprendía la sedosa piel, recorrían cada rincón del sudoroso cuerpo de su amante. Sus dedos poseyeron triunfantes el adorado aguajero que tanto amaban profanar. Estimulado por los intensos gemidos que escapaban de los exquisitos labios de Sora, Miyagi lo penetro con saña, su miembro se enterró hasta el final, los gemidos se volvieron gritos, mientras su cadera se movía en un desenfrenado vaivén.

    Ni las uñas que se clavaron en su espalda dejando hilos rojos de sangre, ni los dientes que se enterraron en su hombro acallado los lujuriosos gritos de placer. Nada lo detuvo de poseer aquel cuerpo con inusitada violencia, dejando en el las huellas de su frustración, de su pena. Sora acabo primero gritando su nombre y aferrándose a las sabanas, él, poco después estremeciéndose por completo y esparciendo su semilla en el interior aterciopelado y caliente de su amor.

    Unos minutos después la cama se movía, el frio de la noche recorrió su espalda. Como muchas otras noches su amante se marchaba, pero esta vez quedaba una pregunta en el aire.

    — Sora… ¿Por qué no me dejas marchar?.

    Sora coloco la bata sobre su cuerpo, se dio la vuelta solo para mirar que Miyagi le daba la espalda en aquella enorme cama que guardaba sus más íntimos secretos, las marcas de sus uñas cruzaban la gran espalda. Sonrió.

    — Ya te dije que eres mío Miyagi.

    — ¿Entonces él que es?...— pregunto Miyagi con desdén.


    Sora se detuvo en el umbral de la puerta, ¿Qué era Akira Umehara para él?. — Él… Él es… Es lo que debe ser.

    No dijo más, marchándose silenciosamente.


    “En la oscuridad de la noche un asesino con alma pierde la fe y un Ángel caído pierde el alma”





    * hōmu, kyūide. Literalmente: Casa, a prisa
    * Compuesta por Michael Nyman como parte de la banda sonora de la pelicula "The Piano".

    Edited by Fransela_r - 5/7/2014, 22:34
     
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    Hola sensei!!! cómo ha estado?!, me alegra mucho que haya vuelo n_n con la trescera parte de su saga!!!

    Me fascinó el cap, estubo súper interesante, me alegra mucho que Nowaki sea el hermano menos de Miyagi! n_n, me pregunto que será de Shinu, ya quiero saber cómo aparecerá!!!

    Esperaré muy ansiosa la conti!!!

    Cuídese mucho, Hasta pronto!!!

     
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  3. Fransela_r
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    !Hola! estoy contenta de traerles un nuevo trabajo y muy triste porque veo que no gusta mucho... :-( mucho les sabria agradecer el saber si no les gusta la historia, ya que no he recibido muchos mensajitos (por cierto gracias Melyoan por siempre apoyarme en mis trabajos) sus mensajes son la unica recompenasa para nuestro trabajo, aunque sea algo pequeño sera bienvenido... bueno dejando la lata con lo de escribanmeee algo jejejejeje las dejo con el segundo capitulo besitos y espero lo disfruten.







    2- El cambio del alma



    — Akira, hijo ¿estás seguro de lo que estás haciendo?


    El joven suspiro con pesadez, no era la primera vez que tenía esa discusión con su padre.

    — Padre… ¿Por qué siempre tenemos que discutir por lo mismo?, parece que no terminas de entender que nada de lo que digas me va a hacer cambiar de opinión… Tengo dos meses sin venir a casa y… ¿Así es como me recibes?

    El líder del Clan Umehara no quería darse por vencido.

    — Lo siento hijo pero es que… Sora Osagawa… Akira, ese muchacho…

    — Sera mi futuro esposo padre y no hay más nada que decir.

    Akira salió del gran salón dejando a su padre con la palabra en la boca. Minutos después estaba en su habitación preguntándose el por qué de la aversión de su padre por su prometido. Akira era un joven emprendedor, maduro e inteligente, estaba próximo a suceder a su padre en el liderazgo de su Clan y ninguno de los miembros del grupo Umehara se había opuesto.

    Miró la foto que adornaba su escritorio y sonrió, ellos eran como el cielo y la tierra, Sora era hermoso con su rubia cabellera y sus ojos como el brillante cielo. Él, de facciones varoniles y clásicas con su cabello negro como el ébano y sus ojos marrones. Se complementaban Sora era frágil y delicado como correspondía a su condición de hombre fértil, pero por dentro era fuerte, letal y Akira amaba eso de su prometido. Nada de lo que dijera nadie lo haría cambiar de opinión de hacer a Sora Osagawa su esposo, de hacerlo suyo para siempre.

    Observando las otras fotos se dio cuenta que algo le había faltado ese día al regresar a su casa, sonriendo salió en busca de su madre.

    — Cariño ¿Cuándo regresaste?

    — Hola madre hace unos minutos, disculpa por no venir a saludarte antes.

    Beso a la dulce mujer que lo miraba con ternura y sentándose a su lado le preguntó.

    — ¿Madre y Shinobu?... Pensé que estaría aquí contigo.

    La mujer lo miro con un dejo de tristeza.

    — Unos días después de que te fueras a la ciudad, él dejo de venir cariño, le pregunte a tu padre pero solo me dijo que ha estado haciendo otros trabajos.

    Akira frunció el ceño, pero no exteriorizo sus dudas para no preocupar a su madre, ya tenía suficiente la pobre con su enfermedad y el tener que estar postrada en esa cama.

    — Vendré más tarde a leerte algo madre y conversaremos de muchas cosas… te amo.

    Akira beso el encanecido cabello y se marchó con paso firme, no quería otro enfrentamiento con su padre pero si confirmaba sus sospechas no podría evitarlo.

    — ¿Donde esta Shinobu? —pregunto con enojo al abrir la puerta del despacho de su padre, el jefe de seguridad Onoda Shiro, se quedó perplejo al ver la furia de su joven maestro contra su padre.

    — Onoda seguiremos después, déjanos solos.

    El taciturno hombre hizo una reverencia hacia su jefe y se marchó.

    — Aún no he abandonado mi lugar como líder, así que sigo mereciendo respeto Akira.

    El joven controlando su molestia se sentó frente a su padre.

    — ¿Dónde está Shinobu?... Kumicho.

    Preguntó moderando la voz. El viejo Umehara lo miro por unos segundos, molesto por el desafío que habia en la forma en que su hijo le había llamado, finalmente respondió.

    — En la escuela de artes, aprendiendo modales y etiqueta.

    El sonoro puñetazo que resonó en el escritorio dejo perplejo al anciano, pero lo que más lo sorprendió fue el brillo de rabia que irradiaban los ojos café de su hijo.

    — ¿QUIEN AUTORIZO ESO?— grito Akira fuera de sí.

    En un momento el despacho estaba lleno de hombres asombrados y preocupados.

    — ¡LARGO DE AQUÍ!…— le grito Akira a los guardaespaldas de su padre, la mayoría lo conocían desde que era un niño, todos estaban asombrados y preocupados por el inesperado arranque de furia de su joven amo.

    — (*)Bocchan ¿qué ha sucedido?, no puede gritarle así a su padre.

    Onoda trataba de razonar con el joven, este lo miro con molestia.

    — Pregúntale a él.

    — Salgan todos —pidió el viejo suspirando con cansancio. Pero aunque todos los demás salieron Onoda no se movió de su lugar y ni el padre ni el hijo se inmutaron por eso.

    — ¿Por qué Shinobu está en la escuela de artes?... Si mi tío tiene algo que ver con esto… Si…Si sigue pensando en convertir a Shinobu en la prostituta de su club… Yo.

    — Bocchan, Kyosuke sama solo sugirió que ya que Shinobu está bajo el cuidado de la familia Umehara debe aprender etiqueta y modales. El Kumicho accedió porque sería una buena oportunidad para preparar a Shinobu para un futuro compromiso… Joven amo usted sabe que siendo Shinobu un huérfano y además en su condición de hombre fértil es lo mejor asegurarle un matrimonio con una persona que cuide de él y le dé una buena vida.

    Akira no estaba convencido con la explicación y aunque las razones eran válidas no confiaba en la buena fe de su tío. Shinobu siendo un bebe había sido abandonado en la puerta de la casa principal hacía ya diecisiete años, Akira tenía diez años en aquel tiempo y su madre enferma no le había podido conceder el deseo de un hermano, así que el pequeño bebe de rubios cabellos y ojos grises había sido una bendición para él.

    Desde aquel momento Shinobu se había convertido en algo preciado. Era como su pequeño hermano. Fue dejado al cuidado de la servidumbre. Onoda y su esposa habían asumido la educación del pequeño bebe, el viejo Umehara no había accedido nunca a adoptarlo, pero le dio un lugar en la familia. Shinobu era dulce, educado, inteligente, gentil, y cada año se volvía más y más hermoso, lo que no había pasado desapercibido para su tío Kyosuke Umehara.

    Kyosuke era un hombre sin escrúpulos, ambicioso y malvado. Akira lo detestaba, más aun cuando al ver el florecimiento de la adolescencia de Shinobu el hombre había pedido al chico para ponerlo a trabajar en uno de sus clubs. Aquel día el lio fue descomunal, Akira se opuso, los gritos iban y venían. Kyosuke había tenido que irse de la casa principal por un tiempo y Akira dejo de hablarle a su padre por meses.

    — Shinobu es un huérfano Akira, es una buena propuesta y tu tío cuidara de él —esas palabras fueron el detonante de todo, su padre había dicho eso y Akira estuvo meses sin hablarle, ahora su peor temor volvía y su tío nuevamente bajo el permiso de su padre se acercaba a lograr lo que quería.

    — Si llego a saber que ese hombre le quiere poner las garras encima a Shinobu, mandare al diablo la sucesión , el Clan y toda esta mierda Padre, me llevare a Madre y a Shinobu conmigo y no volveré nunca más a esta casa.

    El sonido del portazo resonó en el despacho, el viejo Umehara suspiro y se recostó en su silla, Onoda lo miro con disculpa en sus ojos.

    — Debí esperarme esa reacción Onoda, sabía que él no perdonaría a su Tío por haber hecho esa propuesta y no iba a creer en sus buenas intenciones, Akira adora a Shinobu como un hermano y lo cuida como tal.

    Onoda le preparo un trago a su jefe y lo puso en sus manos diciéndole.

    — El joven Akira tiene un gran y noble corazón Kumicho, no se preocupe, en lo que vea que no es malo lo que se está haciendo por Shinobu se le pasara la rabia.

    Akira caminaba furioso hacia su habitación cuando escucho la suave y dulce voz de quien había defendido hace unos momentos.

    — ¡Akiiiiii…!

    Pronto, tenía colgado en su pecho a un pequeño rubio que se abrazaba a él con fuerza y felicidad.

    — Hola pequeño. — le dijo abrazándolo con cariño y besando su cabello, Shinobu reía con alegría, aferrado al musculoso pecho de Akira. Lo amaba, lo había amado desde que era un niño, había tenido que callarlo todos esos años, porque Akira solo lo veía como un hermano, porque él estaba prohibido, era un amor imposible.

    Sus preciosos ojos sin poder evitarlo se llenaron de lágrimas, ante el enorme dolor que sentía al amar y no ser correspondido.

    — Hey no llores mi pequeño.

    Le dijo Akira besando sus mejillas llenas de lágrimas.

    — ¿Paso algo?... ¿te hicieron algo malo Shinobu?

    Pregunto Akira poniéndolo en el suelo y arrodillándose frente a él. — No Aki solo te extrañaba — respondió Shinobu limpiando sus lágrimas y mirando maravillado al majestuoso hombre arrodillado frente a él, era tan alto que aun de rodillas igualaba su altura, su cuerpo musculoso y bien formado, su piel blanca y sedosa, sus dulces ojos que lo miraban con amor.

    — Aki …¿Estas más alto?.

    Le pregunto con un precioso puchero, necesitaba alejar los triste pensamientos de su mente, Akira sonrió y se puso de pie alborotando su rubio cabello.

    — No estoy más alto es que tú eres pequeñito.

    Shinobu le dio un sonoro puntapié que lo hizo chistar de dolor. — Pequeño malcriado— grito Akira y sonrió al ver como su pequeño corría ahogado en risa —. No me alcanzas —Gritaba Shinobu mientras corría a toda velocidad, Akira le dio ventaja y riendo corrió tras el alcanzándolo en la entrada de su habitación.

    Más gritos y risas resonaban en la habitación, cuando Akira lo tomo en sus brazos y lo lanzo en la cama dándole un ataque de cosquillas.

    — Ahhhhh Aki… No jajajajajaja… Akiiiii bastaaaaa….

    Las risas no paraban, Shinobu estaba rojo y empapado de sudor por las cosquillas, Akira dejo de torturarlo y riendo se acostó a su lado, Shinobu se arrastró y se metió en sus brazos recostando la cabeza de su pecho.

    — ¿Eres feliz Aki?

    La pregunta sorprendió a Akira, el joven acaricio la rubia cabellera y respondió con nostalgia.

    — Él es perfecto Shinobu, si lo vieras, su cabello brilla como el sol y esos ojos tan azules, es tan dulce y amable.

    — ¿Lo amas mucho verdad Aki? —Pregunto Shinobu, necesitaba escuchar eso, necesitaba aceptar su realidad.

    — Lo amo pequeño… Lo amo mucho, y tú también lo querrás, ya verás se van a llevar muy bien, cuando nos casemos y vengamos a vivir aquí tendrás un nuevo hermano que te va a querer y a cuidar mucho.

    Shinobu se acurruco en el amplio pecho, conteniendo con todas sus fuerzas las lágrimas que gritaban por salir.

    — Así será Aki yo soy feliz si tú lo eres… Así cuando yo tenga un prometido y me marche sabré que quedas en las mejores manos.

    Las palabras del pequeño sacaron a Akira de su felicidad y le recordaron el motivo por el que había estado furioso minutos antes. Separo a Shinobu de su pecho y lo recostó en la cama para apoyarse en su codo y mirarlo con preocupación.

    — ¿Te gusta ir a la escuela de arte pequeño?

    Shinobu le sonrió, le gustaba, era divertido salir de casa. Además en aquel suntuoso lugar aprendía cosas que jamás soñó aprender y así se lo hizo saber.

    — Me encanta Aki, amo las clases de piano y una señorita muy hermosa me dice cómo debo sostener las tazas de té, como prepararlo, como sentarme y como caminar, aprendo tantas cosas, es maravilloso… Papa Onoda dice que eso me ayudara a ser un señorito de sociedad.

    De pronto sus ojitos se ensombrecieron, y Akira se angustio.

    — Que te molesta mi pequeño.

    — Aki… ¿tú crees que alguien me ame alguna vez?... Umehara sama dice que eso me ayudara a conseguir un pretendiente, ¿tú crees que consiga alguien que me ame como tu amas a Sora san?

    Akira le sonrió y lo abrazó con profundo cariño, besando su cabello le respondió.

    — Claro que si pequeño, tú mereces eso y más, ya verás que alguien maravilloso llegara y me vas a dar muchos sobrinos hermosos como tú.

    Shinobu hizo un respingo al sentir la mano de Akira posarse sobre su vientre, esa era una hermosa visión, ese era un hermoso sueño, era un deseo imposible de realizar. Porque Akira no le pertenecía y aunque él deseaba con todo su corazón albergar en su vientre un hijo hecho de su amor eso jamás pasaría.


    …*…*….



    — (*)Aniki el amo Sora te llama.

    Miyagi miro a su subordinado con desdén, aparto el plato del que comía y se puso de pie sin emitir palabra alguna.

    En el salón principal lo esperaba Sora con una radiante cara de satisfacción.

    — Voy de compras así que deja lo que estés haciendo, iras conmigo.

    Los ojos de Miyagi se ensombrecieron, se acercó con paso firme hacia el sonriente joven, una chica del servicio recogía unas tazas de té.

    — Shiyo márchate.

    Ordeno sin mirar a la mujer pues su mirada estaba fija en su joven amo.

    — Si Miyagi sama.

    La chica desapareció en segundos y una vez a solas, Miyagi hablo con una baja pero amenazante voz.

    — Si crees que me quede para ser tu títere estas muy equivocado Sora, si vas de compras llévate a Tano.

    Miyagi se dio la vuelta para marcharse, pero Sora lo detuvo diciéndole con molestia.

    — ¿Se te olvido que ahora soy yo tu amo?

    — Mi Kumicho es Osagawa sama, y se me ordeno protegerte no cumplir tus caprichos Sora, así que si vas a ir al centro comercial llévate a Tano, él y los muchachos pueden perseguirte a través de las tiendas, yo tengo cosas más importantes que hacer.

    Sora sonrió. Antes de que Miyagi cruzara la puerta le dijo con suavidad.

    — No voy al centro comercial Miyagi… Voy al médico, por eso quiero que tu vayas conmigo.

    Miyagi se detuvo en seco, sabía lo que venía, lo sabía, pero no quería escucharlo.

    — Estoy esperando un bebe Miyagi.

    Sora sonrió con malicia al ver como Miyagi apretaba los puños. El día anterior se había enterado, una pequeña prueba casera y allí estaba, la noticia que sospechaba desde hacía días. Con la prueba en su mano temblorosa, pensaba en todo lo que aquello acarrearía, pues no tenía la certeza de quien era el padre del bebe que esperaba, si su prometido o Miyagi, al final se había decidido a ir al médico y Miyagi debía ir con él.

    — ¿De… De cuánto estas?


    A Miyagi le temblaba la voz, y sus ojos habían perdido un poco el brillo siniestro.

    — No lo sé Miyagi por eso debo ir al médico.


    Miyagi perdió la paciencia por la mirada de burla que había en los ojos de Sora. Caminó decidido hacia él y lo tomo por un brazo con verdadera rudeza.

    — Deja de jugar conmigo Sora, dime la verdad.

    — ¡Me lastimas imbécil!.

    Le grito Sora soltando su brazo y empujándolo con molestia, mirándolo con rabia agrego.

    — Ya te dije que no lo sé, me hice un test casero y salió positivo eso es todo lo que se.

    Miyagi se paseaba de un lado a otro. Tratando de serenarse respiró profundamente. Caminó hacia la salida y sin mirar al rubio le dijo con seriedad.

    — Te espero en el auto.

    Sora sobo su brazo mallugado “esto me lo pagas imbécil” pensó mientras agarraba sus cosas y salía del salón.

    — ¿Miyagi san va a salir?

    — Voy a acompañar al amo Sora, regreso en un rato.

    Miyagi no acostumbraba darles explicaciones a sus subordinados, pero estando como estaban las cosas era extraño que no saliera con escolta. Al ver la cara de preocupación de su segundo al mando agrego.

    — No iremos lejos Tano no te preocupes, además Sora sama no quiere a nadie más con él y tú sabes cómo se pone de malcriado, no quiero lidiar con sus pataletas tan temprano.

    Todos conocían el fiero carácter de Sora así que eso basto para que Tano desistiera de preguntar nada más, además Miyagi iría con él. Al igual que su padre Miyagi era una leyenda por su fuerza, destreza y poder, nadie podía con la mano negra del Clan Osagawa, solo Sora lograba doblegarlo, pero eso nadie lo sabía.

    Miyagi apretó el volante con fuerza, estaba furioso, pero también se sentía feliz de alguna forma retorcida y cruel, si ese bebe era suyo, si eso era verdad, nadie jamás lo sabría. Sora en el mejor de los casos se quedaría con él bebe y le haría creer a Akira que era suyo y en el peor de los casos lo abortaría. Ambas opciones lo dejaban a él fuera de la vida de ese niño, pero aun así él se sentía feliz de pensar que una parte de él crecía en el vientre de Sora.

    Volvió a la realidad cuando sintió la puerta del auto abrirse y a Sora entrar y sentarse en el interior del automóvil.

    — Perdiste hasta los modales Miyagi… Podrías haberme abierto la puerta del auto.

    — Esto no es un paseo de placer.

    Espeto con molestia Miyagi mientras se ponía en marcha.

    — ¿A donde vamos?

    Preguntó ya cuando estaban fuera de la mansión.

    — A esta dirección.

    Respondió Sora entregándole un papel. Al ver el ceño fruncido de Miyagi agrego.

    — No puedo ir con el médico de la familia Miyagi, va a preguntar y no nos conviene, solo cuando sepa de quien es él bebe podre ver que hacer.

    A Miyagi le molestaron y le aturdieron esas palabras.

    — ¿Vas a abortarlo?… Si… ¿Si es mío lo abortaras?

    El silencio de Sora le confirmo lo que pensaba, pero luego de unos segundos lo escucho decir casi en un susurro.

    — Yo… No creo en el aborto, mi madre no lo hizo conmigo aun cuando yo era un estorbo en su vida perfecta, prefirió darme a luz y entregarme a mi padre y aunque desapareció me dejo en el mejor lugar donde sabía que lo tendría todo.

    Sora acaricio su vientre mientras distraído miraba por la ventana.

    — Lo menos que puedo hacer por este niño es eso, procurar que sea feliz… Akira será un gran padre.

    Miyagi sonrió con amargura, una vez más él no era nadie para Sora. En silencio continuo el resto del camino, y cuando llego al lugar indicado descendió del auto abriendo la puerta para Sora y ocupando el lugar que le correspondía, el de un sirviente y nada más.



    Miraba distraído por la ventana del consultorio cuando vio a Sora salir de donde lo revisaba un joven médico, escucho vagamente las palabras de despedida y las recomendaciones que le daban. No se atrevió a preguntar y Sora permaneció en silencio hasta que estuvieron en el interior del auto.

    — Nueve semanas… Tengo nueve semanas de embarazo.

    Miyagi escucho en silencio, cuando quiso decir algo Sora lo detuvo.

    — Akira y yo tuvimos relaciones en esa fecha pero… Tú y yo también lo hicimos así que… No sé de quién es él bebe.

    Miyagi detuvo el auto sorprendiendo a Sora, estaban en medio de la autopista. Miyagi lo pensó por unos segundos y luego se dio la vuelta para mirar a su pasajero y decirle.

    — Huyamos Sora, vámonos lejos, vamos a América, quizás podamos contactar a tu madre… O no, simplemente alejemos de todo esto, ven conmigo, tendrás él bebe y seremos una familia, tu sabes lo que yo siento por ti, sabes que puedo hacerte feliz.

    Pero Sora no lo amaba, no como él lo hacía. Sora no estaba dispuesto a dejar su vida llena de lujos, poder y comodidades, para vivir como el esposo de un asalariado, de un don nadie.

    Akira le ofrecía un mundo lleno de lujos y confort, además de un amor incondicional. Miyagi le daba amor pero no podía darle nada más.

    — No seas tonto Miyagi, yo jamás cometería una locura como esa… ¿Buscar a mi madre? ¡Jah!, tu sabes que mi madre era una actriz con un futuro prometedor, una mujer hermosa que se enamoró de mi padre y que le dio un hijo sin quererlo… Ella me abandono Miyagi, ¿crees en serio que deseo saber de ella o ella desea saber de mí?

    Sora lo miro con desdén.

    — Jamás dejare lo que tengo Miyagi y este bebe merece tener lo mejor, tú no puedes darnos eso, así que conduce y deja de decir estupideces.


    …*…*…


    Miyagi se encerró en su habitación por días, salía solo lo necesario y ya casi ni hablaba con nadie. Una semana después un feliz Akira recibía la noticia.

    —¿ Es… Es enserio mi amor?.

    Los ojos azules lo miraban con un brillo de alegría y vergüenza. Que buen actor era Sora y que ciego estaba Akira ante él.

    — Lo siento Akira, yo no quería, fue un accidente.

    Akira entendió los nervios de su prometido y sonriendo lo abrazo levantándolo y dando varias vueltas con él en brazos. Después de reír como loco, lo beso repetidas veces, finalmente lo dejo en el suelo para arrodillarse a su pies y besando su vientre decirle.

    — Sora Osagawa me has hecho el hombre más feliz del mundo, y de rodillas te pido, no, te suplico te cases conmigo lo más pronto posible mi hermoso amor.

    Oculto en las sombras, alguien escuchaba la feliz respuesta, un si dicho entre risas de alegría y besos de amor. El corazón de Miyagi se partía finalmente en mil pedazos y el sombrío hombre se alejó dejando a la feliz pareja celebrando su amor.

    Sentado en su cama, miraba al vacío, no sentía un ápice de vergüenza por las enormes ganas que tenia de llorar, si sus enemigo lo hubiesen visto en ese momento morirían de la risa, el gran Miyagi Yö tan mortal y peligroso se sentía como un niño indefenso, le habían robado todo, su voluntad, su dignidad, sus único sueño. Ahora la completa oscuridad se cernía sobre él y ya no había nada porque vivir o luchar.

    Él, que había pasado la vida debatiéndose entre el bien y el mal, él, que había visto reflejado en sus ojos muchas veces la cara de la muerte, él, que era juez y verdugo de aquellos que osaban desafiarle, había caído rendido a los pies de un Ángel sin alma, de un ser que no guardaba amor para él, solo desprecio y posesión.

    Miro sus manos y las encontró secas y vacías, la espera había terminado y como se esperaba el final era el que tenía que ser, solo le quedaba levantar el rostro con dignidad y seguir, había alguien importante a quien seguir protegiendo, alguien que aunque nunca sabría si era suyo él igual amaba, alguien que cuidaría siempre en silencio como el fantasma que nunca dejaría de ser.

    Aquella mañana volvió a ser el de siempre, sus hombres lo miraron con alegría, su voz volvió a escucharse y Tano respiro tranquilo pues su jefe volvía a ser el de antes. Uno de sus hombres le aviso que el jefe lo buscaba y Miyagi se dirigió tranquilo al lugar.

    — Kumicho, ¿me buscaba?.

    — Si Miyagi, Sora y Akira saldrán de la ciudad, quieren ir a la casa Umehara para que los padres de Akira compartan con Sora y mi hijo conozca el sitio donde vivirá una vez se casen.


    Miyagi no pudo ocultar su mueca de desdén al escuchar lo que el viejo Osagawa le pidió después.

    — Me gustaría que fueras con ellos, sé que tienes cosas que hacer aquí, pero te pido que acompañes a mi hijo, deja a Tano encargado del trabajo y tómalo como unas vacaciones.

    Miyagi miro al viejo con suspicacia, sonrió sin ninguna emoción reflejada en su rostro, lo que hizo parecer la sonrisa siniestra y macabra.

    — Como usted ordene Kumicho.

    Pero el viejo Osagawa lo conocía, cuando lo vio marcharse le dijo con un dejo de disculpa en su voz.

    — Miyagi sé que te molesta que te tenga de niñero, también sé que Sora es un joven de difícil carácter, pero es lo único que tengo, mi único hijo, mi más preciado tesoro y solo confío en ti para cuidar de él. En lo que esté bajo el cuidado de la casa Umehara como esposo de Akira y las aguas se hayan calmado, prometo dejarte marchar, por favor sopórtalo un poco más.

    Miyagi se dio la vuelta para encarar a su jefe, pero las palabras se quedaron atragantadas en su garganta, ¿Cómo decirle a un padre que su hijo era un ser sin sentimientos?, ¿cómo decirle a Osagawa que Sora jamás lo dejaría marchar?, solo la muerte podría librarlo de la invisible prisión donde Sora lo tenía encerrado.

    — No se preocupe por nada Kumicho, cumpliré mis órdenes.

    Y así lo hizo, al día siguiente subía su equipaje en la camioneta negra que sería su transporte, seis hombres más lo acompañaban. Tano se despedía de él.

    — (*) Wakagashira cumpliré con todo tal como me lo ha ordenado, no lo defraudare.

    Miyagi sonrió por primera vez en días con sinceridad, Tano era tan formal que daba risa y así se lo hizo saber.

    — Te he dicho que no me llames así Tano, deja el formalismo y vete a atender los asuntos que te deje, regresare pronto.

    — Si Miyagi sama, cuídese y buen viaje.

    Miyagi iba a decir algo más cuando vio venir a Sora en dirección a ellos, Tano hizo una solemne reverencia.

    — (*) Bocchan feliz viaje.

    Sora lo miro con una dulce y por supuesto falsa sonrisa, Akira estaba a su lado no podía quitarse la máscara frente a él.

    — Gracias Tano, cuiden al viejo en mi ausencia.

    Miyagi hubiese querido abofetear aquella perfecta cara pero en su lugar abrió la puerta del vehículo imitando la reverencia de Tano.

    — Joven Maestro, Akira Sama…

    Sora ni siquiera lo miro subiendo al auto con rapidez, Akira correspondió al saludo y antes de subir le dijo.

    — Yö san gracias por acompañarnos, sé que esto no es parte de su trabajo pero Osagawa sama insistió en que usted fuera con nosotros, está muy nervioso con las amenazas y bueno yo también me siento tranquilo de que alguien como usted nos acompañe.

    Miyagi solo inclino la cabeza, Akira silencioso subió al auto diciéndole a su prometido.

    — Miyagi san es muy serio y responsable me gustaría que considerara venir con nosotros permanentemente, con la trayectoria que tiene nos sería de mucha utilidad a la hora de fusionar los clanes.

    Sora miraba distraído por la ventana sin escuchar las palabras de su prometido. Veía el varonil movimiento de Miyagi, podía escuchar su voz autoritaria y firme impartiendo órdenes. Su negro cabello que se movía con el viento y esos lentes oscuros que ocultaban sus brillantes ojos, esos ojos que le gritaban cuánto lo amaban cada vez que los veía.

    Miyagi se subió en el auto al lado del chofer y así emprendieron el viaje que les cambiaría la vida a todos.

    Seis horas después llegaban a su destino. Sora estaba dormido, últimamente le pasaba mucho, el médico les había dicho que era a causa de su nueva condición, pero como no le habían dicho a nadie del embarazo, solo decían que estaba cansado.

    Miyagi lo miro preocupado, se veía algo pálido. Akira noto su preocupación y se adelantó a la pregunta tacita en el rostro del mayor.

    — No durmió bien anoche y esta mañana tenía el estómago revuelto, deben ser los nervios por venir a mi casa.

    Pero Miyagi sabía la verdadera razón, más no podía decir nada al respecto, solo se resignó a asentir. Bajaban las cosas del carro con ayuda de los sirvientes de la casa, tratando de no despertar a Sora, cuando escucharon una cantarina voz gritar.

    — ¡Akiiiii!.

    Akira sonrió abriendo los brazos, Miyagi miro con curiosidad e interés al pequeño que corría sonriente y feliz hacia el prometido de Sora y este último se despertó con el grito, frunciendo el ceño al ver al pequeño rubio abalanzarse a los brazos de Akira.

    — ¡Hey pequeño escandaloso estas en casa!.

    Saludo Akira besando el cabello de su niño, luego volteo con el aun en sus brazos encontrándose con las miradas de Sora y Miyagi. Puso al pequeño en el suelo y se acercó al carro para ayudar a descender a Sora.

    — Lo siento mi amor te despertamos… Ven, quiero presentarte a Shinobu él es mi hermanito, del que te he hablado.

    Sora no podía quitar su cara de mal humor y de molestia. Shinobu era hermoso, con ese rubio cabello y esos ojos grises que rivalizaban con los suyos, lo había imaginado como un niño sin gracia, no como un adolescente perfecto y delicado. Los celos se lo comieron en segundos, pues no solo era increíble sino que notó la mirada intensa y curiosa que le dirigía Miyagi a la grácil criatura.

    — Sora san, Aki me ha hablado mucho de usted, estoy muy feliz de conocerle, sea bienvenido.

    “Un sirviente dándome la bienvenida, vaya descaro, ya me encargaré de poner a este muchachito en su lugar” Sora tuvo que tragarse sus pensamientos, Akira le había hablado mucho de Shinobu sabía que no podía emprenderla contar el chico delante de su novio, pero ya buscaría la forma de deshacerse de él.

    — Gracias Shinobu kun, Akira también me ha hablado mucho de ti, espero podamos ser amigos.

    El rostro del chico se ilumino con una deslumbrante sonrisa, Miyagi casi se atraganta con la mirada de odio que centelleo en los zafiros de su joven amo.

    — Umehara sama por que no lleva al joven amo a descansar yo bajare el resto del equipaje.

    Akira asintió y en un solo movimiento levanto a su prometido en brazos, causando que este perdiera el mal humor y riera divertido.

    — Nos vemos más tarde pequeño, voy a llevar a este príncipe a dormir.

    Se despidió Akira y Miyagi pudo notar la tristeza en los ojos de Shinobu, el pequeño sonrió tristemente y se quedó mirando como la hermosa pareja se perdía por la entrada de la casa.

    La voz de Miyagi saco a Shinobu de su ensimismamiento.

    — Saquen todo el equipaje y una vez este todo afuera revisen el perímetro, los veré en la cocina en diez minutos.

    Shinobu lo miro con amabilidad y se acercó a él sonriendo cuando escucho su nombre en la voz de sus hombres que se apresuraban a obedecer sus órdenes.

    — ¿Miyagi Yö?... ¿Usted es el gran Miyagi Yö?.

    Pregunto con reverencia y emoción, Miyagi se enterneció con la inocente mirada y se sorprendió por el repentino y cálido sentimiento.

    — ¿Cómo sabe un pequeño como tu sobre alguien como yo?

    Shinobu hizo un puchero de enojo y contesto con altanería.

    — No soy pequeño tengo diecisiete… Además papa Onoda dice que usted es el mejor Wakagashira de todos los clanes del país y el Kumicho dice que usted es letal.

    Miyagi rio con ganas al ver la emoción en el rostro del chico.

    — Vaya estas muy informado pequeño.

    Miyagi borro la risa de su cara y compuso una mirada siniestra que hacia lucir su rostro aterrador.

    — ¿Sabes?, generalmente a las personas que saben mucho sobre mi tengo que matarlos para que no revelen mis secretos.

    Shinobu exudo temor, sus hermosos ojitos se llenaron de cristalinas lágrimas y de sus seductores labios apenas salían palabras.

    — Pe… Pero yo no diré nada…Lo… Lo juro.

    Miyagi entonces dejo escapar la risa que tenía contenida y la carcajada se esparció por todo el lugar, Shinobu al principio se molestó, miraba al hombre reír y su molestia crecía cuando este lo miraba a los ojos y su carita molesta le causaba una nueva oleada de risas.

    Al final la risa fue contagiosa y Shinobu termino riendo con él.

    — Voy a agregar que está loco a la historia que me conto papa Onoda.

    Miyagi alboroto el suave cabello quedando extasiado con el aroma a flores frescas que despedía.

    — Muéstrame donde está la cocina pequeño, debo esperar a mis hombres allí.

    Miyagi se sentía diferente en el momento que vio a la dulce criatura. Era como un rayito de luz en su penetrante oscuridad y una vez habiéndole impartido las órdenes a sus hombres siguió con el pequeño curioso sentado en la cocina, contándole mil anécdotas e historias. Shinobu lo escuchaba extasiado, tanto que había olvidado por completo su tristeza.

    — ¡Ah! conque aquí estás.

    Dijo Akira al entrar a la cocina, beso a Shinobu en la frente y se dirigió a Miyagi.

    — Yö san lamento si este pequeño malcriado lo ha estado molestado.

    — ¡Aki!.

    Protesto Shinobu con enojo y Miyagi sonrió contestándole a Akira.

    — Al contrario Umehara sama ha sido una grandiosa compañía.

    Shinobu le saco la lengua a Akira y exclamo con júbilo.

    — Viste yo soy grandioso y tú eres flaco y feo… ¡AAAAA!.

    Shinobu grito al verse suspendido en el aire y rio hasta quedarse sin aire cuando Akira se lo llevaba sobre su hombro diciéndole a Miyagi.

    — Siéntanse en casa Yö san, cuando papa regrese se lo presentare, mientras puede recorrer la casa como desee, yo tengo que llevarme a este señorito y darle un buen castigo.


    Miyagi sonrió al escuchar como aun resonaban las risas de Shinobu.

    — No Aki cosquillas noooooo… jajajajaja —

    De pronto y cuando se disponía a irse a la habitación que le habían asignado, recordó la mirada de Sora y suspiró apesadumbrado por el pobre pequeño. Imaginaba los celos de Sora, su joven amo era posesivo y caprichoso no aceptaría que nada se interpusiera entre él y Akira y por lo que había visto el pequeño era muy querido por Umehara. Aquella seria la sentencia para el pobre chico.

    Miyagi camino hacia la habitación pensativo y cuando se encerró en ella y se recostó en la cama. Sonrió sorprendiéndose a sí mismo porque por primera vez el rostro que evocaba no era el de Sora, sino el de un pequeño y dulce Ángel que acababa de conocer.


    “ Y el Ángel sin alma encontró un rival
    Y el asesino sin esperanzas hallo una razón para vivir”






    Wakagashira: primer lugarteniente en un grupo yakuza. Jefe de diversas bandas en una región determinada
    BOCCHAN: JOVEN MAESTRO
    aniki: hermnao mayor utilizado para el trato entre miembros del clan
     
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  4. Kajika Sama
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    Querida Fransela Sensei Hola, aquí le escribo para darle ánimos en verdad, quisiera decirle que seguía su fick, pero no lo he leído, pero mi hermana mili-chan me lo ha comentado y esta muy bueno en verdad yo quisiera leerlo pero NO PUEDO, DIOS SABE QUE ESTO QUE SIENTO ES MAS GRANDE Y FUERTE QUE YO, en verdad ahora mas que nunca tengo que terminar lo que me he propuesto, pero se que VA A TENER UN MONTÓN DE MENSAJES COMO SIEMPRE NO SE DESANIME POR FAVOR en verdad yo siempre estaré con Ud., por favor siga con su fick. BUENO YO CREO QUE SI NO TIENE MUCHOS COMENTARIOS ES QUE LAS CHICAS ESTÁN SEGUIDORAS DE FORO ESTÁN EN CLASES SEGÚN SU PAÍSES Y DE OTROS PAÍSES SIGUEN CON LAS FIESTAS.

    Sensei me despido mandando le un fuerte abrazo y beso espero que todo le salga bien y no se desanime, UD. ES SIN DUDA LA MEJOR ESCRITORA DEL FORO. Sensei en cuanto me libere no tenga la menor duda en que leeré cada una de sus ficks que viene escribiendo.

    nos leemos
    :=BIENODOE:
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    Fransela_r mil perdones por no comentar
    le explicaré que en realidad no quería leer el fic y no porque no me haya gustado u otra cosa
    sino porque sabía que estaría tan genial que me darían ganas de leerlo una y mil veces :=DFSDFSD:
    por dios esta historia pega full :=DANCING:
    ese sora es un desgraciado y shinobu es un amor :=uuum:
    por dios espero la conty con ansias
    estoy de acuerdo con kajika-sama usted es la mejor escritora :=uuhuhuhus:
    sus historias son únicas y diferentes
    espero tener tiempo de leer cada vez que actualice
    la universidad quiere llevarse mi tiempo pero no la dejaré
    y aunque sea de madrugada lo leeré
    no olvide que espero la conty
    nos vemos :=PENSDF:
     
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    Hola sensei!!!

    El cap le quedó espectacular!!! n_n... ya apareció Shinobu!! (*o*)/ es tan lindo y Aki lo quiere mucho, l;astima que no se de cuenta de ki que Shinobu siente por él, pero mejór, así será todo de Miyagi, al parecer ya se metió en sus pensamientos! *0*

    Espero Sora no le haga daño, no quiero que lo toque!!

    Espero muy ansiosa la conti!!! por cierto, leeré su fic en la otra página!! (me gusta leerlo más allá porque tiene orden de capítulos! n_n

    Cuídese muchp y hasta pronto!!!
     
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    Waaa No me había dado cuenta que ya estaba publicando la historia de Shinobu x Miyagi!
    Una disculpa Fransela-sensei!!! Últimamente no me había pasado por el área de Fanfics, solo había estado leyendo los que tengo en suscripciones, de milagro me pase por los temas Activos y me di cuenta del fic hasta coraje siento por no haberme dado cuenta antes :=¬¬:
    Me encanta la historia!!! Amo las historias de Yakuzas *O* y ahora mas con mis Terroristas >w< Presiento que voy a odias a Sora ¬¬
    no se preocupe pensando que la historia no esta "pegando" creo es mas el hecho de que es principio de año algunos siguen enfiestados otros haciendo sus deberes atrasados XD y unos como yo buscando trabajo XD En lo personal amo sus historias!!
    Estaré esperando la próxima conti con muchas ansias!!
    :=ideasss: Feliz año nuevo!!!! :=starss: algo atrasado pero bueno >//<
     
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  8. Fransela_r
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    !Hola! paso por aqui a dejarles el capitulo tres como siempre es mi deseo que les guste... espero verlas por aqui y poder leer sus mensajes.

    Besitos y gracias por leer.



    3. UN CAMINO SIN RETORNO (1ra. Parte)



    — Akira cariño, ¿no te parece que un mes es mucho tiempo?

    Apenas llevaban una semana en la casa Umehara y ya Sora estaba deseando salir de allí. La constante presencia de Shinobu, el evidente interés que el chico despertaba en Miyagi, y el palpable rechazo por parte del padre de su prometido, no estaban haciendo su estancia nada placentera.

    — Amor tengo mil cosas que preparar antes de la boda, y además nos casaremos en un mes exactamente, no quiero tenerte lejos mientras preparamos las cosas y menos ahora que estas esperando a nuestro hijo.

    Akira lo miraba con sus ojos llenos de alegría y Sora no supo negarse. Tarde o temprano tendría que vivir en esa casa. Resignado se dispuso a hacer lo que mejor hacía, arreglar las cosas a su favor y Shinobu sería su principal objetivo, estaba cansado de que el chico revoloteara alrededor de su novio y de Miyagi con toda su belleza y exuberancia.

    Pero la semana que para Sora había sido una completa tortura para Miyagi había sido un total descubrimiento. De pronto se encontró siguiendo con su mirada los gráciles movimientos de un pequeño rubio, que sin proponérselo lo había llenado de nuevas e intensas emociones. Conversaban en muchas ocasiones de mil trivialidades, Shinobu lo llenaba con su vivacidad, curiosidad e inocencia. Miyagi se complacía al responder las miles de preguntas que le pequeño le hacía y se sumergía en la delicia de perderse en su brillante sonrisa.
    Muchas veces capturo la oscura mirada con la que Sora veía al pequeño y se encontró pensando en no permitir que su joven amo le hiciera daño. Quizás ese momento estaba más cerca de lo que esperaba.


    Una mañana, Akira había planeado un paseo por los alrededores. Shinobu estaba muy entusiasmado, pero el encanto le duro poco.

    — ¿Shinobu ira con nosotros?

    Pregunto Sora mientras arreglaba su cabello para salir. Su prometido lo miro con una brillante sonrisa.

    — Si amor, el pobre no hace más que trabajar en la casa e ir a sus clases, quería que se distrajera un poco. Además es un bueno momento para que ustedes se conozcan más y compartan.

    Sora compuso una mueca de tristeza que no pasó desapercibida para su novio.

    — Hey… ¿Qué paso mi amor?— Pregunto arrodillándose frente a él y besado sus suaves manos.

    — No…No es nada querido no te preocupes— respondió Sora con un puchero adorable mientras trataba de ocultar su mirada.

    — ¡Ah no!... Te conozco sé que algo pasa, ¿hice algo malo?.

    Sora levanto su mirada y envolvió sus brazos alrededor del cuello de su prometido, con un suave gesto de incitación beso sus labios mientras le decía.

    — Siempre estamos acompañados… Es solo que pensé que iríamos solos tú y yo— su rostro cambio a triste mientras agregaba —. Pero no importa, ya tendremos tiempo de salir a solas más adelante, además es tu hermano y es importante para ti. ¿Sabes qué?, no me hagas caso Akira y vamos que se nos hace tarde.

    Akira lo tomo de las manos cuando intento ponerse de pie. Beso suavemente sus labios susurrándole despacio.

    — Te amo mi amor y tienes razón, iremos solos, ya tendremos tiempo para llevar a Shinobu a un paseo con nosotros… Ahora quita esa carita triste y termina de ponerte hermoso mientras preparo el auto.

    Sora sonrió con triunfo cuando Akira se marchó. Mirándose al espejo no podía encontrar nada fuera de lugar en su perfecta vida, pero no siempre salen las cosas como se planean.

    — Iremos juntos en otra ocasión pequeño, ¿no estas molesto conmigo verdad? —Se disculpaba Akira con su pequeño hermano.

    — No Aki ve tranquilo, es lógico que deseen estar a solas.


    Miyagi escuchaba la conversación desde un rincón en el que no podía ser notado por aquellos a los que espiaba. Sus ojos brillaron con entendimiento, estaba seguro que Sora tenía que ver con el repentino cambio de planes. Miyagi sonrió con un dejo de malicia, su joven amo no se saldría completamente con la suya.

    — Umehara sama el automóvil está listo —Dijo llegando hasta los jóvenes que se sorprendieron con su presencia.

    — ¡Yö san!… Vaya, parece Usted un fantasma.

    Miyagi sonrió complacido por la cara de turbación que tenía Akira, desvió la mirada hacia Shinobu y pudo encontrarse con un atisbo de tristeza, por lo que inmediatamente le dijo a Akira.

    — Umehara sama quisiera pedirle que me deje quedarme. Vera, mi subordinado tiene problemas para arreglar unas cosas y tengo que darle instrucciones no quisiera pasarme todo el paseo hablando por teléfono, mis hombres irán con usted, además de los de su padre así que no creo que requiera mi presencia.

    Akira respondió rápidamente. — Claro… Por supuesto que puede quedarse, la verdad es que me avergüenza ocupar su tiempo en estas cosas, pero ya ve que son ordenes de Osagawa sama y no supe negarme.

    Miyagi solo hizo una leve reverencia y se marchó silencioso.

    — Ese hombre es de pocas palabras y a veces asusta.

    Dijo Akira con un suspiro. Shinobu rio con picardía y en unos segundos ambos reían. El joven después de aplacar su risa abrazo a Shinobu y le dijo besando su cabello.

    — Prometo que te compensare.

    — No tienes nada que compensarme Aki ve tranquilo y disfruta —Le respondió Shinobu con una dulce sonrisa. Al momento alguien aclaro su garganta, ambos voltearon y se encontraron con Sora que los miraba extrañado.

    — Cariño te ves increíble.

    Le dijo Akira a su novio acercándose y besándolo dulcemente. Sora miro a Shinobu con una imperceptible amenaza en sus brillantes zafiros.

    — Disfrute el paseo Sora san

    — Gracias —Respondió escuetamente Sora mientras tomaba a su novio de la mano y se alejaba del chico.

    — ¿Amor no fuiste un poco seco con Shinobu?

    — ¿Dónde está Miyagi? —Pregunto Sora ignorando la interrogante de su prometido.

    Akira abrió la puerta del auto para que Sora entrara y mientras su joven amor se acomodaba en el asiento él le informó.

    — Yö san pidió permiso para quedarse, tiene unos asuntos que arreglar con uno de sus subordinados.

    Sora estaba indignado, a punto de armar un escándalo, cuando Akira se sentó a su lado y tomando su mano le dijo.

    — Déjalo hacer su trabajo mi amor, además vamos bien de guardias… ¿No querías que estuviéramos solos?

    Sora no pudo rebatir ese argumento, y se acomodó en el asiento sonriendo lo mejor que pudo, Miyagi le había arruinado el día.

    Shinobu regaba pensativo unas plantas en el jardín, se sentía triste y desilusionado porque Akira lo hubiese dejado. Trato de alejar las lágrimas pues llorar no solucionaría nada y cada día sentía más cerca el momento de perder a su amor para siempre.

    — Bien, ¿qué hay de bueno para hacer en esta ciudad?.

    Shinobu brinco del susto al escuchar la varonil voz que lo saco de sus sombríos pensamientos, lo que hizo que Miyagi riera sonoramente.

    — Yö sama debe dejar de asustar a las personas —Lo reprendió Shinobu con falsa molestia para luego agregar —. ¿Usted no tenía cosas importantes que hacer?.

    — ¡Ah sí! —Dijo Miyagi sacando su teléfono y marcando rápidamente —. ¿Tano como están las cosas por allá?... ¿Todo bien?, ok te llamo luego.

    Miyagi miro a Shinobu con picardía. Guardo su celular y exclamo.

    — Bien ya que he terminado mi trabajo ¿me mostraras que hay de bueno para hacer en esta ciudad?.

    A Shinobu le encanto e intrigo la actitud relajada de aquel hombre que para él era toda una caja de sorpresas, y que lo fascinaba de muchas formas. Sonriendo decidió dejarse llevar por la sensación de libertad que lo embargaba en ese momento.

    — Iré por mi chaqueta y le avisare a Papa Onoda que saldré con Usted.

    — Deja que yo sea el que le avise a tu padre, tú ve por la chaqueta y nos vemos afuera.

    Miyagi no quería correr riesgos de parecer irrespetuoso, por eso había insistido en ser él quien avisara al padre de Shinobu. Le encontró dando instrucciones a varios hombres en el jardín trasero de la casa.

    — ¿Miyagi sama en que puedo ayudarlo?

    Saludo cortésmente el hombre.

    — Onoda sama quisiera su permiso para salir con Shinobu a la ciudad —La duda se pintó un segundo en el rostro de Onoda, por lo que Miyagi agrego —. Quisiera conocer un poco de la ciudad ya que nos quedaremos aquí un tiempo… Si es un inconveniente yo podría…


    — No… No Miyagi sama será un placer —Interrumpió Onoda con una no muy disimulada emoción la disculpa de Miyagi —. Shinobu conoce muy bien la ciudad él es el mejor para mostrársela, vayan y que disfrute del paseo.

    Miyagi frunció el ceño sin entender la emoción del hombre, pero la suave voz de Shinobu lo saco de sus pensamientos.

    — Estoy listo.

    Miyagi volteo y miro a la más brillante y hermosa criatura que jamás hubiese visto. Shinobu había cambiado su peinado y hasta su ropa, una ligera túnica de fina y blanca tela vestía su cuerpo hasta casi las rodillas, bajo ella un holgado pantalón del mismo material cubría sus piernas, la tela estaba bordada con alegres diseños en un vibrante azul que resaltaba el cabello y los ojos de Shinobu.

    — Bien pues… Vamos.

    Miyagi no pudo disimular la turbación que le ocasiono la hermosa criatura frente a él. Shinobu le sonrió a su padre.

    — Gracias Papa Onoda.

    — Volveremos temprano Onoda sama.

    Se despidió Miyagi, llevando a Shinobu con él.


    Mientras Miyagi y Shinobu salían sin ninguna otra intensión que olvidar un poco sus pesares. Onoda se adentraba al despacho de su jefe con una idea fija en su mente.

    — Kumicho lamento molestarlo pero quería decirle algo.

    El anciano miro a su leal hombre con extrañeza.

    — Si Onoda te escucho.

    — Umehara sama creo que no tendremos que esperar mucho para conseguirle un pretendiente a Shinobu kun, y lo mejor es que su hijo estará complacido con la elección… Esto ha sido lo mejor que nos ha podido pasar, se acabaran los problemas con el joven amo y Shinobu kun tendrá un buen esposo que cuidara de él.

    — ¿Y quién es el causante de tan buena noticia Onoda? — Pregunto suspicaz el viejo Umehara que no se esperaba la sorprendente respuesta.


    — ¿No sales mucho de paseo verdad?

    — Luzco demasiado ansioso —Shinobu respondió la pregunta hecha por Miyagi con una triste expresión y un ligero sonrojo.

    — Luces feliz que es muy diferente —Le calmo Miyagi sonriéndole.

    La primera parada de su paseo la hicieron en un imponente templo, Miyagi mirada todo con interés mientras Shinobu le relataba la historia del
    lugar. Al salir de allí caminaron por el concurrido centro, Miyagi se había detenido mucho rato en una tienda de juguetes donde finalmente se había decidido por un enorme y hermoso peluche.

    — Es para mi sobrina —Había dicho con una expresión soñadora —. Ella está próxima a venir al mundo.

    Shinobu se enterneció al ver la expresión de amor que brillaba en el rostro de Miyagi.

    — Seguro le va a encantar. — Le dijo sonriéndole dulcemente

    El tiempo se les fue volando, entre amenas conversaciones e impactantes paisajes, entre risas de complicidad e interesantes lugares, no se dieron cuenta cuando la tarde llego a su fin.

    Sentados en un pintoresco restaurant conversaban tranquilamente, se habían dicho todo lo que podían decirse, y aun así les quedaba tanto por contar.

    — jajajajaja en serio Miyagi sama usted está lleno de sorpresas.

    Shinobu sostenía un vaso de jugo mientras reía con las anécdotas de Miyagi, historias que abarcaban la vida en la que fue feliz, cuando su padre vivía, cuando su hermano era parte de su vida, cuando no era un asesino.

    — Creo que nos excedimos con el tiempo, pequeño — Miyagi miro como el cielo comenzaba a oscurecerse, Shinobu suspiro con tristeza, aquel día tan increíble debía terminar —. Sí, creo que es hora de regresar.

    En el camino de regreso apenas hablaron, iban inmersos en la delicada atmosfera de tranquilidad que les había dejado el compartir juntos aquel día. Cuando Miyagi descendió del auto y le abrió la puerta a Shinobu para que saliera, sus miradas se encontraron y una sonrisa pintos sus labios.

    — Gracias por el paseo —Miyagi fue el primero en hablar, Shinobu lo miro con un dulce sonrojo —. Gracias a Usted, fue un día maravilloso.

    Sostuvieron sus miradas unos segundos, Shinobu fue el primero en apartar la mirada y con una reverencia se marchó.

    Miyagi caminó hacia su habitación con una suave sonrisa en su rostro, de alguna forma no podía creer lo bien que la había pasado con el pequeño rubio, era refrescante, apacible, delicado, era diferente. Cuando abrió la puerta la oscuridad de su cuarto lo recibió, acostumbrado como estaba a las sombras no se preocupó por encender la luz, caminó resuelto hasta su cama colocando allí el regalo de su sobrina y sonriendo con la vista del enorme peluche.

    Imaginaba a la pequeña bebe, sabía que sería preciosa y también tenía la certeza de que sería muy amada. Una voz susurrante pero cargada de ira lo saco de sus felices pensamientos.

    — ¿Te divertiste con el mocoso ese?

    — ¿Qué haces en mi habitación Sora? —Pregunto Miyagi con desdén.

    La luz de la habitación se encendió, el rostro pálido, demacrado y profundamente molesto de Sora sorprendió a Miyagi.

    — ¿Te sientes bien? —Pregunto Miyagi preocupado acercándose a Sora cuidadosamente. Sorprendentemente no hubo estallido de ira ni gritos, solo un ligero sollozo y el joven metiéndose entre sus brazos.

    Miyagi lo abrazó despacio y camino con el hasta quedar sentados en la cama. Unos minutos más de lágrimas y el llanto se calmó, dándole pasó a las preguntas.

    — ¿Por qué lloras?

    Miyagi espero hasta que Sora estuvo listo para hablar.

    — Yo… Yo tengo miedo, este bebe — dijo acariciando su vientre —. Todo esto me tiene nervioso y asustado y tú en vez de estar conmigo me dejas solo. Me sentí mal en medio del paseo y tuvimos que regresar, ¿y qué es lo primero que consigo?... Te habías ido con ese mocoso quien sabe a dónde, no quisiste acompañarnos pero si te fuiste con él… ¿A qué juegas Miyagi?

    La risa amarga de Miyagi lo estremeció, el hombre se había apartado de su lado y ahora miraba pensativo por la ventana de su habitación, pero lo que más calo en Sora fueron sus realistas palabras.

    — ¿Te das cuenta de lo estúpido que te oyes?. Me estás diciendo que te duele que no esté a tu lado, me reclamas que no te acompañé, ¿Acaso no recuerdas que fuiste tú el que me alejo?, ¿Qué carajos quieres de mi Sora?, te ofrecí mi vida y me desechaste como a un perro, dijiste que Akira podía darles todo lo que necesitaban a ti y al bebe, ¿Qué haces aquí llorando?, ¿Por qué no estás en brazos de futuro esposo?

    Miyagi suspiro con cansancio. — Deja de jugar conmigo Sora, ya estoy cansado de eso.


    — ¿Y por eso fuiste a meterte a los brazos del estúpido mocoso ese?

    Sora caminó hacia él y lo sujeto con molestia, Miyagi deshizo el agarre en su brazo. Lo miro con un dejo de ironía. — ¿Y si así fuera qué?

    La expresión de ira y asombro pinto el rostro de Sora. Miyagi lo estaba desafiando por primera vez. Cerro sus manos en puño, un miedo oscuro e irracional recorrió su cuerpo, miedo a perder, pero, ¿a perder qué?, ¿acaso lo amaba?. Fue tal la tensión que su cuerpo se resintió, un fuerte mareo lo hizo tambalear. Miyagi lo sostuvo al momento en que lo vio perder el equilibrio y con cuidado lo cargo para llevarlo de nuevo a la cama.

    Haciendo uso de todo su autocontrol, manejó la situación con frialdad. Le dio un poco de agua y lo insto a respirar despacio, unos segundos después le escuchó preguntar con los ojos llenos de lágrimas.

    — ¿Ya no me amas?

    — De que me sirve amarte… En tus manos solo soy un juguete que rompes en mil pedazos cada vez que deseas. Estoy cansado de eso Sora. — Miyagi limpiaba con una increíble dulzura las lágrimas que caían por las sonrosadas mejillas, cuando Sora quiso decir algo unos toques en la puerta los alertaron.

    — ¿ Yö sama, puedo hablar con usted?

    Sora se sentó en la cama asustado, su prometido estaba al otro lado de la puerta. Miyagi lo recostó de nuevo con cuidado y hablo con extrema calma — Por supuesto Umehara sama deme unos minutos y lo alcanzaré en el salón.

    — Gracias, lo espero.

    Sora respiro con alivio. Miyagi se puso de pie y espero unos segundos, abrió la puerta y constato que el pasillo estaba vacío.

    — Voy a salir, espera unos segundos y regresa a tu habitación.

    — Miyagi yo… — Sora quiso detenerlo pero Miyagi lo miro con frialdad —. El tiempo de jugar se terminó Sora, tienes un hijo y un hombre que te ama, por favor… Déjame ocupar mi lugar como tu guardaespaldas el tiempo que sea necesario y luego permíteme irme en paz, te he dado todo, ya no tengo más que darte.

    Sora no pudo más que mirarlo marcharse, pero su corazón egoísta no lo dejaría ir tan facialmente. Ya encontraría la manera de retenerlo para siempre a su lado.

    Akira caminaba inquieto por el salón. El paseo había sido malogrado por un malestar de Sora y una vez regresaron y lo dejo recostado se encontraba con la sorpresa de que su hermano no estaba en casa. Pero lo que más lo había dejado atónito era que había salido nada más y nada menos que con Miyagi. Onoda había sido quien le había dado la información, el hombre se veía contento y complacido y su sorpresa había sido mayúscula al escuchar de labios de su propio padre que esperaba que Miyagi y Shinobu se comprometieran.

    — ¿En que puedo servirle Umehara sama? —Y allí estaba el objeto de su molestia, no podía decir que Miyagi fuera un mal hombre o una mala escogencia para su hermano, pero todo era tan repentino y apenas conocía al hombre. Shinobu era su pequeño hermano no dejaría que nadie le hiciera daño.

    — ¡Akira!

    — ¿Perdón? — Dijo Miyagi confundido —. Que quiero que me llame Akira, Miyagi, pues lo que quiero hablar con usted no requiere formalismos, es una conversación de hombre a hombre.

    Miyagi aflojo su corbata y se sentó en la orilla del mueble.

    — Bien Akira sama, lo escucho.

    Akira no se sentó, camino despacio alrededor del salón, buscando las palabras adecuadas.

    — Fui informado de que usted pasó todo el día con mi hermano en la calle, aun cuando me había dicho que tenía trabajo que hacer. Sin dar más vueltas al asunto quisiera que me dijera que intenciones tiene con él.

    Miyagi suspiro con alivio, por un momento había pensado que todo aquello tenía que ver con Sora. Miro a Akira por unos segundos como pensando en que decir, pues en su mente tampoco tenía claro por qué había sentido el impulso de salir con Shinobu y no había tenido tiempo de pensar en eso tampoco por la inoportuna visita de Sora a su habitación. Pero ahora que Akira lo interrogaba acerca de eso, se encontró a si mismo con un montón de interrogantes en su mente, interrogantes que debía responder por el bien de él y del pequeño por el que comenzaba a sentir algo más que aprecio.

    Sin más respondió con la verdad o por lo menos con lo que lo había llevado en un principio a salir con Shinobu.

    — El pequeño se quedó muy triste cuando ustedes se marcharon y en vista de que mi subordinado tenía todo bajo control y que yo no conozco la ciudad decidí pedirle que me diera un tour.

    — ¿Un Tour?, ¿se da cuenta de la hora que es?, pasaron el día entero en la calle.

    Miyagi pudo notar que Akira era un joven de carácter suave y educado pero cuando se metían con lo que amaba podía volverse realmente protector.

    — Shinobu es sin duda alguna un gran conversador y conoce muy bien la ciudad, visitamos muchos lugares y cuando nos dimos cuenta ya caía la tarde. Me disculpo por la hora pero como no quería que se viniera sin comer lo lleve a cenar antes de traerlo a casa. —Las respuestas de Miyagi eran serenas y su mirada jamás abandono la de Akira lo que denotaba su sinceridad.

    Akira se relajó un poco, se sentó frente al hombre diciéndole con tranquilidad. — ¿Sabe que mi padre y Onoda se permitieron pensar en un futuro compromiso entre Usted y mi hermano?.

    Miyagi trago grueso pero su mirada y su semblante no cambiaron —Supongo que mi comportamiento no fue el más apropiado, llevándolos con ello a hacer un juicio equivocado. Me disculparé con el Kumicho Umehara y con Onoda sama.

    — ¿Entonces no tiene ningún interés romántico en mi hermano?

    Miyagi lo miro manteniendo su pose firme, pero por dentro era otra cosa. ¿Sentía algo por Shinobu?, estaba claro que el chico le parecía dulce y encantador, que en esa semana que tenia de conocerlo le había tomado cariño y se habían despertado en él sentimientos que apenas recordaba tener. Era inevitable no sonreír ante su alegría y su vitalidad y era realmente difícil no querer mirar continuamente esos dulces ojos grises o esos rosados y perfectos labios. Miyagi fue golpeado con la compresión y finalmente se dio cuenta de que poco a poco Shinobu se había metido en sus sentidos llenándolo con su esencia y llevándose toda la oscuridad que lo rodeaba.

    — Eso Akira sama — exclamo cuando pudo encontrar su voz —. Es algo que no puedo contestar ahora.

    Akira que había visto el cambio de emociones en el rostro de Miyagi suspiro con cansancio.

    — Bien espero que cuando pueda responder me lo haga saber. Me retiro, mi prometido no se ha sentido bien, creo que mañana lo llevare al médico espero que pueda acompañarnos.

    Miyagi solo hizo una ligera reverencia volviendo a su imperturbable pose, Akira imito el gesto y se retiró dejándolo solo con sus pensamientos.

    Mucho rato después ya en la oscuridad de su habitación Miyagi hizo una llamada.

    — ¡Hola! ¿Él sigue molesto conmigo?—

    — Él te ama ya sabes que le dura poco el enfado, hoy está de guardia en el hospital, estamos solo tu sobrina, Yo y la enfermera que nos cuida como una carcelera —Hiroki sonrió con un pequeño puchero, Miyagi imagino el gesto y eso lo hizo sonreír, comprendía porque su hermano se había enamorado de Hiroki, era delicado, frágil y hermoso, pero también estaba lleno de una increíble energía y tenía una mordaz lengua cuando se lo proponía.

    — Ya veo, aun no te dejan comer dulces ¿no es así? —Miyagi casi estalla en risas al escuchar el gruñido de su cuñado.

    — ¿Cómo te has sentido?, ¿Cómo esta ella?.

    — Ella esta perfecta, en cuanto a mí, bueno, eso es otra historia. Me duele todo, estoy rezando para que los días que faltan pasen rápido, afortunadamente solo faltan unas semanas, esto de ser una ballena con patitas no va conmigo.

    Miyagi rio y Hiroki adoró el sonido, su cuñado reía poco pero cuando lo hacía era una hermosa imagen.

    — ¿Pero no me llamaste solo para preguntar por mis pies hinchados verdad Miyagi?

    Miyagi hizo un giño de disgusto, su cuñado era de los pocos que lo conocía y muy bien, pero eso era bueno, por ese motivo lo había llamado.

    — Hay alguien —Comenzó a decir con calma, Hiroki lo animo —. ¡Aja!... ¿Es guapo?.

    — Es joven, muy joven.

    — ¿Te gusta?

    —… Si.

    Hiroki sonrió, imaginaba la cara de turbación de Miyagi al finalmente admitir que le gustaba la persona que lo había hecho hacer esa llamada.

    — Allí tienes tu respuesta. Espero que vengas cuando la bebe nazca, Nowaki te necesitara con él, el medico que lleva mi embarazo no lo va a dejar atender el parto por lo nervioso que se pone, ya ves que todo lo que se trata de mi lo saca de su ¡Oh yo soy el poderoso Nowaki Yö!.

    Ambos rieron con alegría. Unos segundos de risas después Miyagi se despidió.

    — Nada en este mundo evitara que este allí con ustedes, los amo, son mi única familia. No le digas que llame.

    — No le diré, cuídate y tráelo contigo, quiero conocer a quien será mi cómplice contra ustedes.

    Miyagi colgó el teléfono y lo dejo en la mesa de noche, se acomodó en la cama y recordó todo lo que había pasado en ese día y en toda esa semana. Se regodeo con la sensación de calor que llenaba su corazón al pensar en la hermosa sonrisa de Shinobu y así con esos recuerdos en su mente se durmió.


    A la mañana siguiente los sirvientes acomodaban el desayuno en el gran comedor, mientras en la cocina ya los guardias comían entre ruidosas platicas.

    Miyagi seguía con su mirada la delicada silueta de Shinobu que se movía de un lado a otro sirviendo la comida como cada mañana. El pequeño trabajaba con alegría, nada en su rostro denotaba desagrado, su brillante sonrisa inundaba el lugar. Su mente se puso en blanco cuando Shinobu puso un plato frente a él y le pregunto con su dulce inocencia.

    — ¿Desea un poco de frutas Miyagi san?

    Habían quedado el día anterior en no tratarse con formalismos, pero eso no lo sabían los demás, y todos se quedaron en silencio. Ellos inmersos en su pequeño mundo no lo notaron.

    — Gracias Shinobu así está bien, ¿Tu no vas a comer?


    Shinobu le sonrió. — Mas tarde cuando ya todos hayan comido.

    Miyagi entonces tomo el plato de comida y se lo paso a uno de sus hombres sin apartar la mirada de los ojos grises que lo veían ahora con intriga.

    — Esperare entonces a que termines para comer contigo.

    Shinobu se sonrojo y trato de protestar pero Miyagi le sonrió haciendo que sus palabras nunca llegaran a salir.

    — Te esperare.

    Miyagi se puso de pie y se sirvió una taza de café bebiéndolo despacio, mientras esperaba.

    Largos minutos después sentados en una pequeña mesa aislados de los demás Shinobu le servía el desayuno.

    — ¿Siempre comes de ultimo? —Pregunto Miyagi mientras le servía un vaso de jugo —. Debo ayudar a Kumiko san a servir y más ahora que está toda la guardia en casa. Pero no me molesta comer de ultimo Miyagi san.

    Shinobu había notado la desazón en el rostro de Miyagi, como si aquello le molestara en demasía, pero él estaba acostumbrado, ese era su lugar, era lo que él era. Miyagi pareció leer sus pensamientos, pero no quiso decir nada para no avergonzarlo. Comieron en silencio por unos minutos hasta que Miyagi pregunto.

    — ¿Iras a la academia hoy?

    — Si, hoy son mis clases de piano —Respondió Shinobu entusiasmado, de verdad amaba ir a las clases de piano. Miyagi hizo un respingo de asombro —.¿Piano? , es una increíble coincidencia, a mí me gusta mucho tocar el piano, mi padre me enseño.

    — ¿De verdad Miyagi san?... Me encantaría oírlo tocar.

    Shinobu casi brincaba de la emoción. Miyagi lo tomo de la mano y le dijo suavemente.

    — Te diré que haremos, iré a buscarte cuando salgas, comeremos algo por allí y cuando regresemos te enseñare una hermosa canción.

    Shinobu no podía decir si su corazón estaba latiendo o estaba luchando por salir de su pecho, apenas pudo susurrar pues su voz no quería salir.

    — Es… Es genial.

    — Bien nos vemos más tarde. —Le dijo Miyagi sonriéndole y alborotando su cabello.

    Pero el corazón de Shinobu no era el único agitado y feliz, el de Miyagi también latía con emoción, su corazón también sentía la energía del amor fluir entre ellos.

    Shinobu ya salía camino a la academia cuando se topó con Akira y Sora que también salían con rumbo al médico, por más que Sora había protestado, Akira había sido inflexible en el tema de llevarlo al médico, tampoco ayudo el hecho de que Sora amaneciera más pálido de lo normal y hubiese estado con nauseas desde la madrugada.

    — Hey pequeño ¿vas de salida?

    — Buenos días Aki, si, voy a mis clases… Buenos días Sora sama.

    Shinobu rebosaba alegría y Sora estaba en su límite, con un gesto de desagrado apenas esbozo un — Buenas.

    Akira lo miro con preocupación y se dirigió a Shinobu.

    — Voy a llevarlo al médico se está sintiendo un poco mal —Acaricio la mejilla de su hermano y agrego —. ¿Te parece si cuando regreses de clases hacemos algo juntos?

    Shinobu le sonrió dulcemente y le respondió tomando su mano, mirándolo con una inocente felicidad y un encantador sonrojo.

    — Miyagi san ira por mí a la academia y luego me llevara a comer Aki, pero podemos hacer algo mañana si quieres.

    Akira lo miro con asombro, no pudo contener las palabras que salieron de su boca.

    — ¿Y quien te dio permiso para salir con Yö san?... ¿desde cuándo le llamas Miyagi?

    De pronto la voz de Miyagi respondió sus preguntas airadas.


    — Si me permite aclarar sus dudas Umehara sama, Onoda san me dio su permiso para buscar a Shinobu y llevarlo a comer y en cuanto a mi nombre Shinobu y yo llegamos a un acuerdo ayer de no tratarnos con tanto formalismo.

    Shinobu vio la cara de su hermano cambiar a un profundo carmesí y sus ojos se pintaron con una inconfundible furia.

    — ¿Akira estas molesto?

    El semblante de Akira perdió el color al escuchar el miedo en la voz de Shinobu que pocas veces lo llamada por su nombre completo.

    — No pequeño —Le dijo esbozado con esfuerzo una tenue sonrisa —. Espero que disfruten su paseo y Yö san supongo que continuaremos nuestra conversación de anoche.

    — Así será señor — Expreso Miyagi con suavidad y se dirigió al auto no sin antes sonreírle a Shinobu. Sora se podría decir que había perdido completamente el color de su rostro.


    —Pensé que habías venido a trabajar no a pasear — espeto en un tono cortante Sora una vez habían salido de la casa. Akira lo miro con sorpresa, el chofer se quedó en silencio y Miyagi sin inmutarse respondió.

    — Tengo entendido que los sirvientes tienen horas libres… Ahora si le molesta mi comportamiento o no está conforme con mi trabajo hable con su padre y el me dará la orden de volver.

    — ¿Eso es lo que quieres verdad? —Grito Sora estallando en furia, Akira lo tomo de la mano —. Mi amor por favor cálmate Miyagi no dijo eso.

    Pero Sora estaba más allá de las palabras, el desafío de Miyagi, su coqueteo con Shinobu, las constantes muestras de desprecio del padre de su prometido, las incertidumbres que rodeaban su embarazo, y las constantes dudas que lo asaltaban, todo lo tenía alterado y fuera de sí.

    — ¿Que no ves que eso es lo que quiere? — le grito a Akira sin poder contener más sus emociones, luego la emprendió contra Miyagi —. Pero no te vas a salir con la tuya Miyagi… Yo… Yo soy el que da las órdenes… ¿Me oíste?, yo soy tu jefe, y quieras o no te vas a…

    Los gritos de Sora cesaron y en su lugar fue Akira el que grito desesperado, el joven se había desmayado.

    Los minutos siguientes fueron caóticos, el chofer conducía a toda velocidad, Miyagi trataba de mantener sus emociones bajo control y Akira le hablaba suavemente a su dormido novio rogándole que despertara.


    Largos minutos después y cuando ya comenzaban a desesperarse en la sala de espera de la clínica donde habían llevado a Sora, el médico personal de la familia Umehara salió de la sala de emergencia siendo abordado por Akira que le preguntaba con desesperación.

    — ¿Doctor Harada como están ellos?

    El medico lo miro con cariño, lo conocía de toda la vida, el habida sido quien lo trajera la mundo.

    — Ambos están bien, ahora están descansando.

    Akira suspiro con alivio y Miyagi que escuchaba atentamente también sintió su alma volver al cuerpo.

    — Sora está muy estresado y eso puede ser lo que cause los mareos y las náuseas constantes, ahora bien esos también son síntomas normales del embarazo incluyendo los desmayos, así que solo debes tratar de que se alimente mejor porque está muy delgado, que tome sus vitaminas y de ahora en adelante trata de que se relaje, cásense y llévatelo de viaje eso le hará bien.

    Miyagi se sentó de nuevo pero escuchaba atentamente las palabras del médico.

    —Podrás verlo en unos momentos yo mismo vendré a buscarte.

    Akira se sentó a su lado cuando el galeno se marchó y se recostó de la silla cubriéndose el rostro con las manos.

    — Me iré mañana mismo, no quiero que por mi culpa Sora sama o él bebe estén en peligro.

    — ¿Lo supo desde siempre no?

    — No hay nada de la familia Osagawa que yo no sepa, mi trabajo es protegerlos y para eso debo estar enterado de todo.

    Miyagi hablaba suavemente, estaba cansado de las pataletas de Sora pero también estaba preocupado por él.

    — Sora lo admira y sé que también lo aprecia, además a su lado se siente seguro, por eso lo quiere cerca, es solo que mi prometido no sabe pedir las cosas y como siempre ha estado en su vida creo que por eso se permite esa clase de actitud con usted.

    “Si supiera la verdad” pensó Miyagi tragándose las ganas de gritarle a aquel joven la clase de persona que era en verdad su novio.

    — No deseo que se marche Miyagi, Sora se sentiría triste y sé que mi hermano también, no quiero que dos de los seres que más amo sufran por un mal entendido. Sora ha estado algo alterado desde que llegamos aquí, supongo que es por ocultar lo del embrazo, por el matrimonio y mi padre no ha sido muy cortes con el tampoco. Amo la fortaleza de Sora pero también debí recordar que tiene un lado muy sensible y toda esta situación debe estarlo afectando, debí cuidarlo mejor, todo esto es mi culpa.

    Miyagi iba a decir algo cuando el medico vino en busca de Akira, el joven antes de marcharse le dijo.

    — No se preocupe Miyagi y por favor deje de pensar en marcharse. ¿Por qué no va a buscar a mi hermano y hacen lo que tenían planeado?, yo me quedare aquí con Sora y si lo necesito le llamare.

    Miyagi no pudo más que asentir, se quedó allí un rato pensando que hacer hasta que finalmente se decidió a marcharse, en ese lugar no era necesario, pero sabía que alguien de seguro ya lo esperaba y eso lo hizo sonreír olvidando por un momento su molesta tristeza.


    “El asesino se permitió creer en la esperanza pero el Ángel negro nunca lo dejaría encontrar la redención”

     
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    Hermoso!!! Hermoso!!! Hermoso!!!!
    Lo ame :=DFSDFSD: awwww!!! Los sentimientos de Shinobu y Miyagi están "floreciendo"
    Son tan lindos!!!! Pero esa nube oscura les nublara su felicidad Maldito Sora y sus Dramas ¬¬
    que no puede ser feliz con Akira! peor sera su coraje al ver lo mucho que Akira cela a Shinobu >w<
    Ya quiero conti!!! :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX:
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    Conty conty conty conty
    por dios escribes tan bien que me emocione con solo ver que actualizaste
    espero la conty pronto
    esta historia esta muy linda
    y cada vez detesto un poco más a sora :=PENSDF:
     
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  11. Fransela_r
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    Hola yo por aqui de nuevo con la continuacion, actualizare semanalmente, quisiera poder hacerlo mas seguido como lo hago usualmente, pero esta historia esta tomando mucho de mi, supongo que a todos les ha pasado en algun momento que te cuesta mas escribir y la musa de la inspiración se pierde por largos periodos, pues estoy en ese momento. Espero les guste el capitulo, espero tambien leer sus mensajes. Dentro de la historia hay una parte marcada con asterisco Danny Wright - Whispers In The Dark me gustaria que escucharan esa cancion mientras la leen, es un hermoso solo de piano. Bien no las entretengo mas, besitos y Gracias por leer.





    4. UN CAMINO SIN RETORNO (2DA. PARTE)




    Qué difícil es afrontar la vida sin tener claro lo que quieres hacer en un futuro, y la mejor muestra estaba siendo el presente de nuestros protagonistas. Miyagi no había conocido otro amor que no fuera el dependiente y enfermizo que sentía por Sora, Shinobu había crecido amando a alguien que solo lo veía como un hermano, para Akira el amor verdadero había llegado en los brazos de Sora y este último solo tenía en su corazón un confuso sentimiento de posesión, amor y odio que lo encaminaba a destruir la vida de Miyagi y la de todos aquellos que se atravesaran en su camino.

    Y mientras Miyagi caminaba esa tarde con rumbo a reescribir su historia. Sora despertaba en la clínica encontrándose con los ojos de Akira que le miraban con profunda adoración.

    — ¡Hola!. —Akira le saludo suavemente, besando con dulzura sus labios —. ¿Cómo te sientes?

    — Me duele un poco la cabeza… ¿Qué me paso?.

    Sora casi murmuraba las palabras sintiéndose aun aletargado.

    — Te desmayaste mi amor, pero todo está bien, tú y él bebe están en perfecto estado.

    Sora cerró los ojos recordando entonces la discusión que había tenido con Miyagi, y la sensación de sofoco que lo había asaltado justo antes de que todo se volviera oscuro. Suspiró con cansancio y volvió a abrir los ojos para decirle a Akira con tristeza.

    — Lamento haberte asustado, es solo que. — Akira cortó sus palabras con un suave beso —. Nos casaremos tan pronto como termine de arreglar nuestros papeles, así que más o menos en dos semanas seremos esposos y nos iremos de viaje de luna de miel. Ahora, tienes que relajarte y pensar solo en nuestro bebe, vas a comer mucho, a dormir y dejaras de preocuparte por mi padre, por la boda y por todo lo que te haga molestar.

    Sora lo miro confundido. — ¿Dos semanas? Pero.

    — Nada de peros Sora. Yo te amo, tú me amas, así que solo falta ponerlo por escrito. Yo ya no quiero esperar, deseo irme de viaje contigo antes que se dé la ceremonia de sucesión así cuando regresemos y yo tome el poder del Clan seremos los poderosos Umehara – Osagawa y pondré el mundo a tus pies mi hermoso príncipe.

    Sora olvido su rabia y preocupaciones por un momento, Akira le estaba dando lo que él deseaba. Solo que el vacío volvió a apoderarse de su corazón. ¿Por qué de pronto aquella promesa no parecía tan maravillosa como él había soñado?. Quizás la respuesta estaba en el corazón de un hombre que en ese momento se estaba alejando definitivamente de él.

    Miyagi fumaba tranquilamente su tercer cigarro mientras esperaba en la salida de la academia a que su pequeño rubio saliera. Más, aún sentía en su corazón una profunda tristeza y preocupación por Sora. Sintió un enorme alivio al escuchar al médico decir que todo estaba bien con él y con él bebe, pero también se sintió sobrando al ver la angustia que embargaba a Akira.

    No pudo dejar de pensar que ese no era su lugar, que nunca ocuparía ese lugar en la vida de Sora, que nunca sería un padre para ese niño o un amante esposo para Sora. Se preguntó en qué momento se había permitido hacerse ilusiones y cuando estaba por hundirse de nuevo en su decepción, la dulce voz de Shinobu lo atravesó como una brisa fresa y sanadora, una brisa que lo llevaba a un puerto seguro, hacia un corazón sin manchas, sin oscuridad.

    — ¡Miyagi san!... ¿lleva mucho tiempo esperando?

    Miyagi lo miro más allá de la piel, queriendo sumergirse directamente en su alma y dormirse allí envuelto en su frágil inocencia.

    — Unos minutos nada más, pequeño.

    Shinobu le sonrió enmudeciéndolo por unos segundos, hasta que Miyagi recobrando el dominio de su cuerpo le pregunto suavemente.

    — ¿Listo para nuestro paseo?

    El chico solo asintió, ruborizándose hasta las orejas. Era una adorable visión para Miyagi, una que pensaba disfrutar al máximo aquella tarde.

    Cuando iban en camino al restaurant, Shinobu miraba pensativo por la ventana. En su mente revoloteaba una idea, todo el día había estado dándole forma. Distraído y ansioso había prestado poca atención a sus clases, pero no podía sacarlo de su mente.

    Jamás se había sentido así de ansioso, su corazón bullía en un mar de sentimientos y aunque siempre había amado a Akira, nada de lo que había sentido anteriormente se comparaba con la tormenta que se desataba en su interior cada vez que Miyagi lo miraba, le hablaba o simplemente rozaba su mano con un inocente toque.

    Su sangre bien podría hervir al nivel de la misma lava de un volcán, cuando Miyagi le decía algo con su profunda y varonil voz. El mundo de pronto dejaba de existir cuando sus ojos se encontraban y las mariposas en su estómago amenazaban con apoderarse de su pecho y cortarle la respiración cada vez que el hombre le sonreía.

    La vida había cobrado un nuevo sentido y el aun no llegaba a entender el alcance de aquella certeza que taladraba sus sienes. El amor siempre había tenido un nombre en su diccionario, un nombre que estaba ligado con dolor, con renuncia, un nombre que tenía una marca de imposible grabada a fuego, pero Miyagi había roto todos sus paradigmas convirtiéndolo en una pequeña brizna de paja que volaba perdida en el vendaval que se llamaba Miyagi Yö.

    — Miyagi san… —Las palabras se atoraban en su garganta queriendo salir todas a la vez, pero la timidez le ganaba a la euforia. Miyagi viéndolo incapaz de expresar lo que deseaba tomo su mano acariciándola dulcemente.

    —Lo que sea que desees pequeño, solo dilo.

    “¿Cómo puede decir eso con esa cara tan deslumbrante?” Pensaba Shinobu mientras trataba de hacer que el aire llegara a sus pulmones y dejaba salir las palabras atoradas en su garganta.

    — Yo… yo quisiera… quisiera ir a un lugar… si no le molesta.

    — Bien, dime donde es y para allá iremos.

    Shinobu sonrió y comenzó a darle los detalles del lugar a donde deseaba llevarlo, pero Shinobu no era el único que se sentía perturbado y conmovido. Miyagi dueño de todo el autocontrol que alguien como él debía tener, sentía sudar sus manos y su corazón desbocarse indefenso frente a las sonrisas y suaves ademanes de tan perfecta criatura.

    Un pequeño caserío a las afueras de la ciudad resulto ser el destino elegido por el chico, el pintoresco lugar parecía detenido en el tiempo, con sus casas de estilo tradicional y un pequeño templo en el medio del pueblo.

    Las personas revoloteaban en lo que debía ser su calle principal, pues un festival se llevaba a cabo. Yukatas de todos los diseños con coloridos Obis desfilaban los habitantes. Los faroles de papel colgaban por doquier entre los puestos de dulces, artesanías y comidas esparcidos modestamente por la pequeña calle.

    Los aldeanos entonaban coloridas canciones tradiciones añadiéndole un toque acogedor a la vistosa feria. Shinobu miraba todo con increíble alegría, caminaba entre los kioscos llevando a Miyagi tras él contagiándolo con su euforia.

    Miyagi lo estudiaba en cada paso, veía sus emociones, sus gestos. Así que no le fue difícil notar la fascinación con la que Shinobu miraba las diversas Yukatas que vestían los lugareños, diviso un pequeño puesto y lo tomo de la mano sorprendiéndolo. Shinobu iba a preguntar qué pasaba cuando se detuvieron frente al puesto y Miyagi le hablo al vendedor.

    — ¡Buenas tardes!. Me gustaría comprar esa Yukata y… — Miro a Shinobu unos segundos y luego a una Yukata azul brillante con unos delicados diseños plateados, eligiéndola con una pícara sonrisa.

    Miyagi consiguió que el vendedor les encontrara un lugar donde cambiarse y llevo a Shinobu hasta allí. Cuando ya estaban a solas, Shinobu lo miro interrogante, él respondió a la muda pregunta.

    — No podemos venir a un festival sin Yukata.

    Era una respuesta sincera y salió de sus labios de forma tan sencilla que Shinobu no tuvo nada que objetar, Miyagi se dio la vuelta para que el chico se cambiara mientras él hacía lo mismo, ambos ansiosos y en silencio. La electricidad se sentía en el ambiente, era un salvaje choque de sus fuertes sensaciones, las pieles descubiertas sin que el uno pudiera ver al otro, pero ambos tenían en su mente las imágenes.

    Shinobu podía adivinar los firmes músculos que había admirado secretamente tras los elegantes y sobrios trajes que vestía Miyagi, sintió su pulso acelerarse al pensar en las líneas de aquellos músculos o en la desnuda espalda, imaginándose explorar con sus pequeñas manos cada espacio de aquel cuerpo. Sonrojado y acalorado deslizaba su propia ropa fuera de su cuerpo sin pensar que Miyagi estaba pasando por el mismo trance.

    El olor a rosas y sándalo inundaba los sentidos de Miyagi, imagino cada palmo de la aterciopelada piel. Tomó todo de él, contenerse para no voltear y admirar a su pequeño desnudo y vulnerable. Se conformó con imaginar que era él quien lo desvestía besando cada centímetro de su piel.
    Fue tal el erotismo de su pensamiento que su cuerpo comenzó a responder y una profunda erección lleno su ropa interior, haciéndole temer que deseaba a aquel chico más de lo que había deseado a nada en este mundo, pues no solo era deseo lo que había en su pecho, también había un profundo anhelo de acurrucar a aquella dulce criatura entre sus brazos y bajarle las estrellas con la luna incluida en una caja de cristal, solo para ver su dulce sonrisa que le calmaba y le daba paz.

    — ¿Me puede ayudar?

    El Obi rojo que resaltaba divinamente en la hermosa Yukata de Shinobu circundaba su cintura, el chico no había podido atarlo y mirándolo con dulce inocencia había echo la petición. Miyagi lo ato con una asesina lentitud disfrutando profundamente del ligero toque.

    — Ahora si estamos vestidos acorde a la ocasión —Dijo Miyagi sonriendo. Shinobu se permitió observar la belleza de la tela que lo envolvía murmurando con emoción —. Es hermosa Miyagi san… Gracias.

    Miyagi paseo su dedo por la respingada nariz y rozo los suaves labios hasta llegar al delicado mentón. Estaba mirándolo con intensidad cuando le dijo.

    — Tú eres hermoso.

    Previendo que haría algo indebido, suspiro y salió de la pequeña casa, siendo seguido por Shinobu que estaba sonrojado escondiendo una tímida sonrisa.

    Comieron, rieron con las historias de los lugareños, incluso Shinobu bailo para Miyagi una danza tradicional que había aprendido en la academia y que en ese momento era interpretada por uno de los músicos que ambientaba la feria.
    Miyagi había disfrutado cada sutil movimiento, las pequeñas manos de dedos finos se movían como delicadas aves volando en libertad. El ligero contoneo de las estrechas caderas, el rubio cabello que se movía con la brisa, las sugestivas miradas y las inocentes sonrisas en cada giro en cada reverencia.
    Era una danza hipnotizante, embriagadora y aunque muchos la estaban presenciando, Shinobu solo bailaba para Miyagi y para Miyagi solo existía la deliciosa criatura que danzaba al ritmo de la enigmática música.

    Los aplausos habían durado largos minutos y ellos no habían podido decirse nada entre la algarabía y la emoción. Un poco después, estaban sentados en un viejo tronco en espera del momento cumbre de la celebración, los fuegos artificiales.

    — Nunca había venido a un festival del templo, es… es increíble. —

    — Yo también me he divertido mucho gracias a ti.

    Exclamo Miyagi con una expresión soñadora, de pronto Shinobu le dijo.

    — Yo quería venir aquí contigo Miyagi san. A veces solía escaparme de la escuela y venia para acá, imaginaba, yo… soñaba con que vivía en este lugar, y que en una de sus hermosas casitas mi madre me esperaba con la comida caliente y una dulce sonrisa. Conozco cada rincón de este pequeño pueblo y pasaba horas recostado en la rivera del pequeño rio que lo cruza, soñando con la vida que deseaba tener. No es que en la casa Umehara me haya ido mal, todos fueron buenos conmigo a pesar de ser un huérfano, es solo que siempre desee tener una familia propia, alguien que me amara…
    Adoro este lugar, todo aquí es sencillo y pacifico como en un sueño. Me gustaría vivir en una de esas acogedoras casas y despertar cada mañana con el trinar de los pájaros o con el murmullo de rio.
    Cuando hoy escuche que celebrarían la feria del templo, de verdad, de verdad desee que pudiera venir aquí contigo y ver por primera vez los fuegos artificiales… Nunca pensé que sería tan increíble, que bailaría y comeríamos dulces, que comprarías estas hermosas Yukatas y —Las lágrimas llenaron los hermosos ojos grises, la emoción rebaso el corazón de Shinobu —. Gracias por este día tan hermoso, estará en mi corazón como el mejor recuerdo de mi vida.

    Miyagi no pudo contener el impulso de besar esos suaves labios y tampoco deseaba contenerlo, se dejó llevar por su corazón rogando no arrepentirse luego. El momento llegó, los labios se encontraron calientes, húmedos, tímidos al principio, conociéndose con ligeros roces que poco a poco se convirtieron en sensuales caricias. La mano de Miyagi se enredó en el dorado cabello atrayendo más a Shinobu hacia el abrazador calor que lo quemaba por dentro.

    El cielo se ilumino con hermosas luces de mil colores, docenas de formas danzaron en el oscuro firmamento, y ajenos a todo aquel espectáculo de luces y colores ellos se besaban con deseo, con pasión y con abrumadora suavidad, alargando lo más que podían el mágico momento. Cuando sus lenguas se cansaron de jugar entre ellas y el aire comenzó a hacer falta, se separaron con renuencia, se miraron con un cómplice silencio que solo fue roto por Miyagi al decir.

    — Ahora este será el más hermoso recuerdo que yo pueda guardar en mi corazón para siempre.

    Shinobu sonrió dulcemente, pleno, satisfecho y por primera vez en muchos años, feliz.

    El silencio fue su compañero en el camino de regreso a casa, pero no era porque no tenían nada que decirse. Al contrario, tenían mucho que preguntarse, tanto de que hablar. Solo temían romper la magia del precioso momento que habían compartido.

    Llegaron a su destino, Shinobu odiaba la idea de tener que decir buenas noches y dejar de mirar aunque fuera por poco tiempo los penetrantes ojos de Miyagi. Se sorprendió cuando él lo tomo de la mano y lo dirigió sin decir palabras al interior de un gran salón que estaba a oscuras. Shinobu sonrió cuando las luces se encendieron, el elegante piano que cuidaba como a nada en aquella casa parecía esperarlo para cerrar con broche de oro su perfecta noche.

    — Te prometí tocar para ti ¿recuerdas?... Tu compartiste algo muy tuyo conmigo y yo quiero retribuirte eso dándote algo de mí.

    La voz suave de Miyagi le erizo la piel, asintió coquetamente y se sentó en el banco al lado del guapo hombre que ya le esperaba. Miyagi con su largos dedos comenzó una encantadora tonada (*) y mientras su manos se movían diestras y apasionadas por las relucientes teclas del enorme piano, con los ojos cerrados como si estuviera soñando le relato una pequeña historia.

    “Una vez hace muchas eras cuando el sol y la luna marcaban los ritmos del tiempo, más allá del mar, en donde las verdes praderas se mecían con el vibrante viento.

    Se encontraba un joven soñando en su choza con la vista perdida en las estrellas del firmamento.
    Soñaba con la libertad, soñaba con las batallas, con la honra de sus ancestros, quería correr a la par de las guerras, quería ganar el honor de su pueblo.
    Una mañana su sueño se hizo realidad y a la par de otros jóvenes que como el anhelaban el correr de la sangre, salió de su hogar en pos del
    ansiado enfrentamiento.
    El filo de su espada conoció tristemente la textura de la piel, sus ojos soñadores se apagaron ante la visión de la sangre y su sed de aventura disminuyo tras el correr de los años opacada por la desilusión de la muerte.
    Muchos años después, recostado sobre una fría y lejana tierra poblada de soledades y tormentos, una vez más se encontró el que alguna vez fuera joven, soñando mientras miraba el firmamento.
    Añoraba el verde de las campiñas que rodeaban su hogar, deseaba caminar con sus pies descalzos por su vieja choza, cambiaria cada batalla, cada enfrentamiento por un minuto más de paz en el acogedor rincón de sus recuerdos.
    Cuando lo encontraron al día siguiente sus ojos volvían a brillar con sueños y esperanzas y aunque su corazón se había detenido, su alma descansaba sin duda alguna en aquel lugar donde había deseado volver aunque fuera muerto.



    — Mi padre me conto esa historia la primera vez que toco el piano para mí. —Miyagi tenía la mirada pérdida y llena de tristeza, Shinobu sostuvo su mano haciendo con ese gesto que Miyagi lo mirara y le dijera.

    — El camino de un guerrero se llama la historia. Mucho tiempo después comprendí que él se reflejaba en esas líneas y que el único momento en el que volvió a ser feliz, fue cuando se reunió con mama, allá en la muerte.
    No lo recuerdo como un padre cariñoso o conversador, él era más bien taciturno y ausente, solo mi madre conseguía sacarle sonrisas y largas conversaciones. Nowaki y yo muchas veces los expiábamos solo para oír su voz o verlo sonreír. El día que mama fue asesinada una parte de él se fue con ella, se culpó por su muerte cada minuto que le quedo de vida y de alguna manera se avoco a nosotros, supongo que pensó que debía enseñarnos a ser fuertes, pues el había escogido ese camino de sangre y muerte y en algún momento eso nos alcanzaría a nosotros tal como le paso a mama.
    Esa noche frente al piano toco para mí como nunca, mientras me contaba esa historia, jamás olvidare su rostro y ese día quedo guardado en mi mente. Él era ese joven que soñó con la sangre y la muerte, de pronto tuvo todo lo que anhelaba y eso finalmente se llevó lo que verdaderamente amaba dejándolo muerto por dentro y anhelando morir para volver al lugar donde era feliz… Espero que lo haya logrado.

    Shinobu tenía sus ojos cristalinos por las brillantes lágrimas mientras miraba a Miyagi con profunda tristeza.
    — Miyagi san… me siento tan triste por lo que me has contado. Yo solo compartí contigo un sueño infantil, pero tú me has dado algo tan tuyo, un preciado recuerdo.

    — No pequeño, no te conté esto para que te pusieras triste, solo quería que pensaras en que a veces lo que deseamos y lo que nos merecemos es diferente. Tú deseas una vida simple en esa hermosa campiña. Pero yo sé que mereces mucho, mucho más. Mereces conocer el mundo, que te amen, que cuiden de ti, que te hagan feliz.

    Estaban tan absortos en su mutua adoración que no notaron que los escuchaban. Akira y Sora estaban de regreso, el médico le había dado de alta al joven pues se encontraba en buen estado. Al entrar a la casa Sora había escuchado las notas del piano y siguió la música hasta el salón, de pie en la puerta, paralizado por la dulce tonada, escucho con el corazón en vilo la seductora voz de Miyagi.
    Escucho con envidia y con tristeza cada una de las apasionadas palabras “Nunca compartiste eso conmigo” pensó con amargura pues una visión diferente de Miyagi estaba frente a él una que jamás había visto llena de vulnerabilidad y de dulzura.

    Las tibias manos de su novio le recordaron su presencia y contuvo el deseo de gritar y de llorar que lo embargaba. Akira también escucho toda la conversación, sentimientos encontrados llenaban su mente. Miyagi era un buen hombre y sabía que haría feliz a Shinobu, pero sentía un dolor como de perdida en su interior al pensar el dejar ir a su pequeño, a ese dulce niño que siempre había amado.

    — Akira sama lo esperábamos para cenar.

    La voz de Onoda llamo la atención de todos, Miyagi y Shinobu salieron de su burbuja y se encontraron con Akira y con Sora que escondía su rostro entre los brazos de su prometido.

    — Umehara sama, Sora sama, no pensé que volverían esta noche.

    Dijo Miyagi poniéndose de pie y caminando hacia la pareja.

    — ¿Se siente mejor Sora sama?

    La pregunta la respondió Akira en vista del mutismo de su novio.

    — El medico lo dio de alta Yö san, dice que todo está bien.

    — ¿Le paso algo a Osagawa sama? —Pregunto Onoda con auténtica preocupación, Akira sonrió y abrazó a su novio diciendo con felicidad.

    — Nada malo Onoda, solo que vamos a tener un bebe muy pronto llenando esta casa de alegría.

    Onoda se quedó mudo, Miyagi miro a Akira con sorpresa pues no esperaba que revelaran tan rápido el estado de Sora, pero el más sorprendido fue Shinobu, pues aunque Miyagi estaba poco a poco apoderándose de su corazón, el amor que sentía por Akira aún estaba latente y el que esperara un hijo con Sora era un duro golpe para él. Aun así hizo acopio de sus fuerzas y se acercó a su hermano con una dulce sonrisa.

    — ¡Oh! Aki es… es una hermosa noticia, felicidades… felicidades a los dos.

    Sora aprovecho la oportunidad para lastimar a Miyagi, por el único lado que sabía le dolería. —Gracias Shinobu kun, fue una sorpresa, no lo esperábamos, pero yo sé que Akira será un gran padre, no podría haber uno mejor.

    Logró su cometido, pues los ojos de Miyagi se tiñeron de dolor, un dolor que solo él pudo notar. Onoda saco a todos del momento tenso en el que estaban envueltos.

    — En hora buena joven maestro, Sora sama, siempre es maravillosa la venida de un niño. Su padre estará feliz con la noticia.

    Akira se tensó, aun no era momento de hablar con su padre. El medico se lo había recalcado con unas serias palabras — El embarazo en un hombre fértil, es muy frágil Akira, recuerda que sus cuerpos aunque están preparados para concebir no están igual de condicionados que el de una mujer para tolerar todo el proceso. Los incontrolables procesos hormonales, así como toda la sintomatología propia del embarazo se intensifican. Así que, aunque estas magnificas criaturas que la naturaleza evoluciono tienen la fortaleza de un hombre, cuando están en estado de gestación son incluso más frágiles que una mujer. De ahora en adelante debes cuidar a Sora el doble, procurar que esté tranquilo, sin perturbaciones, ni nada que le ocasione disgustos, que se alimente bien e ingiera sus vitaminas. Si sigues al pie de la letra mis indicaciones tendremos un embarazo saludable y tu hijo o hija nacerá sano y feliz.

    Akira se había tomado aquellas palabras como ordenes, no permitiría que nada dañara a Sora o a su hijo y eso incluía a su padre, pues el comportamiento de este no había sido el más adecuado, ocasionando mucha incomodidad en su prometido. Tenía mucho que resolver esa noche, pues lo que había escuchado de la conversación entre Miyagi y Shinobu también le preocupaba. Así que, decidió que arreglaría todo en ese momento y comenzaría con Miyagi.

    — Shinobu, pequeño, ¿Por qué no llevas a Sora a la habitación?, conversen un rato y hazle compañía mientras yo resuelvo unas cosas que tengo pendiente.

    Sora iba a protestar, lo menos que deseaba era pasar un rato con el molesto mocoso que tanto odiaba, pero de pronto se le ocurrió que aquello no era tan mala idea. Podría matar dos pájaros de un tiro, molestaría a Miyagi y se dedicaría a hacerle a entender a Shinobu cuál era su lugar, así no tendría que lidiar con ese problema cuando volviera de su luna de miel y se convirtiera en el dueño y señor de aquel hogar.

    — Claro Aki, yo… yo acompañare a Sora san.

    Dijo Shinobu sonriendo, pero sin que esa sonrisa llegara a sus ojos, ahora apagados y tristes. Sora miro a su prometido con un dulce puchero. — ¿Vas a tardarte mucho. — pregunto con coquetería, con cariño acaricio su vientre diciéndole con suavidad —. Él bebe y yo vamos a extrañarte.

    Akira le sonrió de la manera más hermosa, aquella sonrisa lastimó dos corazones que compartían un mismo dolor, pero el joven estaba ajeno a todo aquello, así que beso los labios de su amor diciéndole dulcemente.
    — Solo será un rato mi amor, aprovecha para compartir con Shinobu, después de todo el será el tío de nuestro bebe.
    La mueca de desdén que hizo Sora no pasó desapercibida para Miyagi. Así como tampoco el atisbo de dolor que percibió en el rostro de Shinobu. Sora frunció el ceño porque él también lo había notado, los sentimientos de Shinobu habían quedado al descubierto, pero mientras que Miyagi negó el pensamiento, Sora entendió por fin muchas de las cosas que lo habían estado molestando acerca del chico y ahora más que nunca estaba decidido a deshacerse de él.

    Antes de marcharse con Sora, Shinobu se dio la vuelta mirando a Miyagi con dulzura. —Miyagi san… gracias por todo, fue una linda tarde.

    — Gracias a ti Shinobu, espero podamos repetirlo otro día.
    Miyagi miraba a Shinobu con una suave sonrisa, se sintió complacido cuando el chico asintió sonrojándose, y muy contrariado cuando lo vio marcharse con Sora, pues este último llevaba una mirada que presagiaba problemas.
    Miyagi suspiro con molestia y luego volteo su mirada a Akira pues sabía que el joven quería hablar con él. Aun así no dejaba de pensar que no quería a Sora cerca de Shinobu y deseó que su joven amo no hiciera nada en contra del pequeño, ya Sora le había hecho suficiente daño como para que también afectara lo que comenzaba entre él y el pequeño rubio.

    Mientras él estaba inmerso en su preocupación. Akira le hablaba con cierta severidad a Onoda.
    — No quiero que mi padre sepa lo del bebe aun Onoda, así que apelo a tu discreción. Mañana yo mismo hablare con él. — Akira noto que el hombre iba a protestar, así que decidió cortarlo antes de que dijera nada —. Es una orden Onoda, que no se te olvide que yo soy el próximo Kumicho de este Clan, mi padre se ha portado muy groseramente con Sora, no voy a permitir que arme un escándalo por lo de mi hijo y perjudique con eso la salud de Sora… No tengo más que decir y espero que respetes mi decisión, ahora déjame solo necesito hablar con Miyagi san.

    El hombre suspiro derrotado y se retiró.

    — Bien Miyagi san es hora de que responda mi pregunta.

    Miyagi lo miro con seriedad, nada lo amilanaba ni siquiera la soberbia de aquel joven que solo protegía lo que amaba, así que se sentó y lo instó a acompañarlo, y mientras ellos hablaban serenamente, Sora dejaba salir todo su veneno en contra de Shinobu.

    Shinobu estaba allí en silencio viéndolo ponerse una cómoda pijama.

    — ¿Me puedes ayudar?

    Le pregunto Sora con suavidad, Shinobu le sonrió y se dispuso ayudarle. Quizás era momento de olvidar todo, ya era hora de que entendiera que Akira nunca seria para él, ahora esperaba un hijo con su prometido, la brecha crecía más y más. De pronto pensó en Miyagi y en la maravillosa tarde que habían pasado. Tal vez era hora de volverse a enamorar, pero esta vez de la persona correcta.

    — Eres bueno en esto de atender a las personas —Dijo Sora una vez que Shinobu le había ayudado a vestirse— La chica que hace el servicio en mi casa es muy torpe, pero tú eres muy bueno en eso de ser un sirviente.

    Sora sonrió por dentro con la cara de desconcierto que puso Shinobu, luego, fingiendo preocupación susurro con pesar. — Cielos lo siento pequeño, Akira se enojaría mucho conmigo si sabe que te puse a hacer estas cosas… Mi prometido te quiere tanto y te tiene tan sobreprotegido, aunque eso le haya traído tantos problemas.

    Shinobu lo miro con angustia. —¿Problemas?.

    “El muy imbécil mordió el anzuelo” Sora se carcajeaba internamente mientras con su mejor cara de tristeza le dijo. —Oh cielos… cielos no debí decir nada de esto, si Akira se entera.

    — Sora sama por favor dígame que problemas tiene Aki por mi culpa, por favor le prometo que no le diré nada.

    Shinobu estaba muy angustiado. Sora lo tomo de la mano y lo sentó a su lado en la cama diciéndole con fingida preocupación. — Esta bien Shinobu kun, te lo diré porque me preocupo por Akira y también por ti por supuesto, pero promete que no dirás nada.

    Shinobu asintió y espero con impaciencia la confesión de Sora.

    — Veras Shinobu el padre de mi prometido, y varias personas del Clan no ven con buenos ojos que Akira te trate así como te trata, y eso le ha traído muchos problemas y dolores de cabeza, ni te imaginas las veces que he tenido que calmarlo cuando viene a mi todo angustiado y sin saber que hacer… Incluso — Sora coloco una mano un su pecho dramatizando más la situación y haciendo que Shinobu se angustiara aún más —. Shinobu pues… Akira incluso peleo con su tío por tu culpa. Según fue porque Kyosuke sama quería enviarte a la escuela de arte y Akira lo tomo muy mal, así que se peleó con su tío y hasta lo boto de la casa, ¿ no te extraño no haberlo visto por aquí?.

    Shinobu solo atino a asentir, no se había enterado del verdadero motivo porque el que Kyosuke se había ausentado de la casa, ahora lo sabía, era su culpa. Akira decidió seguir metiendo el dedo en la herida.

    — Shinobu kun no quisiera decirte esto porque en el tiempo que te conozco te he tomado cariño, pero, tú tienes responsabilidad en esto, permitiste que Akira te tratara con tanta deferencia y no te diste cuenta que eso lo perjudicaba. Has sido egoísta con él permitiendo que te diera mucho de él sin tomar en cuenta si era lo correcto.

    — Yo… yo no quería hacerle daño a Akira.

    Shinobu estaba al borde de las lágrimas, Sora lo tomo de las manos y le dijo con suavidad. — ¡Oh Shinobu! estoy seguro que esa no era tu intención, pero tienes que entender que por más que tú lo quieras ustedes pertenecen a mundos diferentes. Akira muy pronto será el líder de este Clan y cuando sea mi esposo será aún más poderoso. Siento ser yo el que te diga esto pero tú solo lo perjudicas, tú eres huérfano y los Umehara te acogieron en su casa, te dieron todo, lo menos que puedes hacer es no dañar la vida de Akira… Si de verdad lo quieres tanto, debes ocupar el lugar que te corresponde y hacerlo sin que él pueda hacer nada al respecto, porque tú sabes como es mi prometido de noble él hará lo que sea para seguir poniéndote en ese lugar que no es para ti, aun si eso lo perjudica.

    Shinobu estaba con el corazón en el piso, todos esos años no había hecho más que recibir de Akira. Ahora su más preciado amor enfrentaba problemas por su culpa. Akira le había dado tanto y el solo lo perjudicaba, las lágrimas lo abordaron por el inmenso dolor que sentía.

    — Gracias Sora sama… gracias por decirme todo esto. — le dijo tomándolo de las manos con vehemencia, Sora le sonrió forzadamente diciéndole —. Shinobu recuerda que lo prometiste, Akira no debe saber que te dije todo esto. Estoy seguro que encontraras la manera de ocupar el lugar que te corresponde sin que él se entere que tú sabes todo. Por el bien de él y por el bien de este bebe que viene en camino, Shinobu kun debes hacer lo correcto, Akira no debe tener más problemas que lo hagan perder el liderazgo del Clan, eso lo destrozaría.

    Shinobu miró a Sora y asintió limpiando sus lágrimas. — Le prometo que hare las cosas bien esta vez. No permitiré que Aki sufra por mi culpa, perdóneme Usted también si con mi actitud lo perjudique, no volverá a pasar.

    — No te preocupes Shinobu kun yo no tengo nada que perdonarte, solo deseo el bienestar del hombre que amo, por eso te dije todo esto, no sabes el dolor que me ha causado lastimarte con esta verdad.

    Sora cada vez lo hundía más. — No Sora sama no se sienta mal, por favor. Gracias por su ayuda me iré a mi habitación para pensar que puedo hacer, de nuevo gracias.

    Shinobu salió casi corriendo de la habitación y en su turbación no logro escuchar la siniestra carcajada que Sora dejo salir, satisfecho y feliz por el dolor que había causado. — Te dije que te quitaría del medio mocoso.

    Camino con pesadez hacia la ventana, aun le quedaba alguien a quien destruir solo que este enemigo era más difícil, pues el doble sentimiento que le inspiraba siempre terminaba torciéndole los planes. — Ahora tengo que ver que hacer contigo Miyagi, no creas que me vas a desafiar y te vas a salir con la tuya. Siempre siendo el favorito de mi padre, el jamás estuvo orgulloso de mi como lo estaba de ti… Hablas de tu padre con tanta nostalgia, si cuando murió no te hizo falta un padre, te apoderaste del mío, me quitaste mi lugar. Yo no te amo Miyagi… no te amo, todo lo que hecho ha sido por venganza y te voy a destruir ya veras, vas a desaparecer como lo hizo tu padre, y entonces mi papa volverá a mí.

    Sora se recostó de la cama y cerró los ojos con fuerza, emociones tormentosas se removían en su interior, egoísmo, odio, traición, abandono, amor. Toda aquella vorágine de sentimientos lo habían convertido en un ser sin escrúpulos.
    Si lo mirabas desde afuera, podrías decir que lo tenía todo, dinero, belleza, poder, pero nada de eso lo llenaba, el abandono de su madre, y la percepción que el tenia acerca de la relación de su padre con Miyagi, quizás ese miedo de perder el único amor incondicional que tenía, ese egoísmo de no querer compartir ese amor con nadie y entonces el odio que sentía por Miyagi pues creía que este le robaba el cariño de su padre y a la vez algo que no podía negar y que odiaba reconocer , muy en el fondo él lo amaba, lo había amado siempre y esa verdad era la que lo carcomía por dentro pues destruyéndolo, también se estaba destruyendo él.



    “Las alas del Ángel se cubren de negro, y en su interior albergan el corazón del asesino. El tiempo corre y la sombra de la muerte y del dolor los envuelve. Uno sobrevivirá… la pregunta es ¿Cuál?.”

    (*) Danny Wright - Whispers In The Dark

     
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    Hermoso!!! No puede haber mejor descripción! :=PAMDAXX: :=PAMDAXX:
    Ame el capitulo!!! La cita de Miyagi y Shinobu no pudo ser mejor! :=DFSDFSD: Lastima que tan Hermoso día se Opacara por la Maldad de Sora :=BUABUA: Lastima por Akira que no se da cuenta la clase de persona de la que esta enemorado y sera demasiado tarde cuando lo descubra T-T Maldito por que me Lastima a mi Hermoso Shinobu u_u
    Espero que su Inspiración regrese pronto! Nos leemos la próxima Semana :=amors:
     
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  13. »Ren«
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    :=NEWWWA: *Q* El primer Fic que leo en esta comunidad y me has dejado picado!! Esta buenísimo Adoro la pareja conformada por Miyagi x Shinobu :=yeahyie: Me ah fascinado la forma en la que escribes :=ewriting: ya quiero leer la continuacion y ver las repercusiones que habrá en el comportamiento de Shinobu-chin causa a Sora-san =(
    nos leemos :3 :=deeaaah:
     
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  14. Vico-chan
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    carajo esto apenas esta empezando y yo
    ya siento que odio a Sora es un maldito egoista
    me encanto lo que he leido,la verdad
    es que estaba esperando desde hace mucho esta
    historia y ahora pr fin esta aqui...
     
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  15.     +1   -1
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    por kami-sama estoy tan emocionada que quiero gritar
    sabes estaba tan ansiosa por la conty que ni bien vi que publicaste
    comence a leer, hasta que termine
    hay que hermoso shinobu y miyagi compartiendo algo muy de ellos
    y ese beso que se dieron por dios casi grito :=DFSDFSD:
    la parte más candente fue donde se cambiaban y lo que pensaban
    cada uno admirando el cuerpo del otro :=DFSDFSD:
    sora es un desgraciado, pero no vas a conseguir lo que quieres
    bueno espero la conty con ansias
    y bueno yo te entiendo, esos momentos cuando la inspiración no llega es frustrante
    asi que seré paciente
    nos vemos
    :=PENSDF:
     
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129 replies since 2/1/2013, 01:10   6741 views
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