Te odio...amor (Harry/Draco) +16. TERMINADO

Todo empezó en la tienda de túnicas de Madame Malkin, se vieron y...se odiaron ¿verdad?. (Algo de Ron x Hermione & Sirius x Remus). OoC. Mpreg opcional.

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  1. Rukkiaa
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    Harry Potter desgraciadamente no me pertenece, sino a su autora J.K. Rowling, y obviamente lo hago sin animo de lucro, solo para saciar mi retorcida mente yaoista ^_^

    Habrá mpreg, muerte de varios personajes y lemon.Género:Romance y drama



    El callejón Diagon



    Aún seguía sin creer lo que le había ocurrido en las ultimas horas, hecho que provocaba, que los últimos once años de su vida se le antojaran difusos y como si hubiera sido una mala película que había visto en la televisión de la casa de los Dursley.

    Sin duda, rememorar su antigua existencia le daban ganas de romper ese aparatejo, tal y como lo había hecho su primo Dudley con su primera caja tonta, dándole una patada cuando habían quitado su programa de televisión favorito de antena. Sonrió de medio lado al recordar a su mimado pariente, puesto que ahora, ya no se sentía tan inútil como le habían hecho creer siempre sus tíos, inferior...no, el no era nada de eso, algo inútil si se sentía, puesto que desconocía todo lo que ese nuevo mundo le ofrecía, pero inferior, en absoluto, desde que Hagrid le había contado que sus padres habían sido dos magos y de los grandes, una fuerte sensación se había instalado en su pecho, algo que si le hubieran obligado a describir, calificaría como orgullo.

    Harry acababa de despertarse, al principio pensaba tristemente que todo había sido un sueño, la aparición cual salvavidas de Hagrid con la tarta medio aplastada, la existencia de Hogwarts, el aluvión de cartas que obligaron a su trastornado tío Vernon a irse a una casucha destartalada en medio del mar...hasta que abrió ligeramente los ojos y vio al gigante del paraguas rosa dormido en un sofá cercano y comprobó que él mismo seguía tapado por el gran abrigo negro de su nuevo amigo.

    Parpadeó un par de veces adaptando sus ojos a la luz que se adentraba en la habitación, y la alegría le invadió, nada había sido un sueño como temió en un primer momento, todo había pasado tal y como lo recordaba. La cabaña olía a salchichas, las mismas que la noche anterior el propio Hagrid había asado frente a sus tíos y el avaricioso de su primo. Era su primer día oficial con once años, y no podía haber deseado un regalo mejor. Sacó la preciada carta de su bolsillo y releyó aquellas palabras Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de magia..., pero dejó la lectura en cuanto escuchó un golpeteo en la ventana, obligándole a levantarse y a abrirla para dejar entrar a una lechuza que traía un periódico en el pico.

    Tras despertar al gigante y pagar a la lechuza con cinco knuts, marcharon hacia lo que Hagrid llamó Gringotts, de donde el propio Harry podría sacar su dinero y comprar lo que necesitaría para el curso en la escuela de magia. Antes de salir por la puerta de la desvencijada casa, sus verdes orbes echaron un último vistazo al suelo donde había intentado dormir esa noche y donde se veían los restos polvorientos del pastel de cumpleaños que él había dibujado con sus dedos.

    Cuando Rubeus Hagrid golpeó los ladrillos de la pared que había en el patio tras el Caldero Chorreante con su paraguas y se adentraron en el callejón Diagon, Harry se olvidó por completo de todos aquellos desconocidos, sumados al extraño profesor Quirrell, que le habían estrechado las manos entusiasmados dentro del bar. Todo lo que veía era nuevo y emocionante para él. Sacó como pudo la carta de la escuela y echó un rápido vistazo a las cosas que tendría que comprar, túnicas, varita, libros....

    Salieron del blanco edificio que conformaba el famoso banco administrado por duendes y se embarcaron entre el gentío. Hagrid le mandó a comprarse el uniforme y entró solo en un local llamado Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones. Estaba tan nervioso que no se dio cuenta de que una bruja regordeta vestida de malva le sonreía y se dirigía hacia él.

    Por fortuna, la bruja, que resultó ser la propia Madame Malkin, no era la primera vez que se topaba con jovencitos cuyas caras reflejaban auténtico pavor por no saber ni por donde empezar, así que amablemente le llevó a un taburete junto a otro muchacho que en ese momento se estaba probando una túnica mientras otra bruja le ponía alfileres hasta dejarla a su medida.

    Harry estaba tan exaltado que seguía a pies juntillas lo que la bruja le decía, y en un abrir y cerrar de ojos ya tenía puesta una larga túnica negra y la señora Malkin le marcaba el largo apropiado.

    -Hola-Harry dio un leve respingo, no se esperaba oír esa voz y recordó al chico rubio que se encontraba a su lado en una situación similar a la suya-¿también Hogwarts?-continuó el desconocido mientras esperaba que el otro respondiera, aunque fuese al saludo.

    -Si-respondió Harry, que después de reponerse del desconcierto inicial, decidió mirarle. El muchacho era de su misma altura aproximadamente, su cabello era rubio, casi blanco, perfectamente peinado hacia detrás, cosa que avergonzó a Harry por su rebelde cabellera negra; su piel era muy pálida dando la sensación de ser de porcelana y sus ojos eran de color gris, como si fueran de plata pura. Cuando su mirada se cruzó con la del chico se ruborizó inevitablemente y tuvo que apartar la vista sin conocer el motivo, afortunadamente, el otro no se percató, ya que desvió su atención hacía la bruja que en ese momento se centraba en una de sus mangas.

    El corazón de Harry comenzó a palpitar con fuerza, sin saber por qué, pero él lo achacó a que estaba nervioso por estar lejos de Hagrid, con gente desconocida para él.

    El joven rubio lo sacó de sus cavilaciones -mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas, luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carreras, no sé por qué los de primer año no pueden tener una propia, creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera...¿tú tienes escoba propia?-el chico subió el tono denotando la curiosidad que sentía.

    -No-dijo Harry, bueno al menos no una de carreras, solo la que tenía su tía Petunia en casa y con la que había tenido que limpiar en más de una ocasión, claro que con esa, no se veía echando ningún tipo de carrera y tampoco la podía llamar suya.

    -¿Juegas al menos al quidditch?-continuó el otro a la expectativa.

    -No-dijo de nuevo Harry, preguntándose que diablos sería el quidditch, pero sintiéndose demasiado estúpido como para preguntarlo en voz alta.

    -Yo si, papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo ¿ya sabes en qué casa vas a estar?

    -No-dijo Harry sintiéndose cada vez más tonto.

    -Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí ¿te imaginas estar en Hufflepuff? yo creo que me iría, ¿no te parece?

    -Mmm- contestó Harry sin saber que decir, no quería demostrar que no entendía lo que el otro le estaba diciendo, si hablaba más de la cuenta el rubio se percataría de que no sabía nada y por alguna razón no quería que ese niño pensara de él que era un completo idiota.

    -¡Oye, mira a ese hombre!-dijo súbitamente el chico sacando a Harry de sus pensamientos. A través de la ventana podían ver a Hagrid que tenía dos grandes helados en la mano y los señalaba feliz.

    -Ese es Hagrid- dijo Harry, contento de saber algo que el otro no sabía-trabaja en Hogwarts.

    -Oh...he oído hablar de él, es una especie de sirviente ¿no?

    Eso molestó a Harry que se apresuró a contestarle-es el guardabosques.

    -Sí, claro, he oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha, trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama.

    -Yo creo que es estupendo -Harry se estaba enfadando con aquel chico de ojos grises y le respondió fríamente.

    -¿Eso crees?-preguntó el rubio en tono burlón-¿por qué está aquí contigo?¿dónde están tus padres?

    -Están muertos-respondió en pocas palabras, no tenía ganas de hablar de ese tema con el otro, ya que no le estaba cayendo demasiado bien.

    -Oh, lo siento...-dijo el rubio-pero eran de nuestra clase ¿no?

    -Eran un mago y una bruja, si es a eso a lo que te refieres.

    -Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros, ¿no te parece? no son como nosotros, no los educaron para conocer nuestras costumbres, algunos nunca habían oído hablar de Hogwarts hasta que recibieron la carta, ya te imaginarás, yo creo que debería quedar todo en las familias de antiguos magos, y a propósito, ¿cuál es tu apellido?

    Pero antes de que Harry pudiera contestar, Madame Malkin le avisó de que ya todo estaba listo y el ojiverde se bajó del taburete.

    -Bien, te veré en Hogwarts, supongo-dijo el muchacho, a lo que Harry solo asintió y tras pagar en el mostrador fue a reunirse con el gigante.

    Compraron los libros en Flourish y Blotts, el caldero de peltre medida 2, una bonita balanza y un telescopio plegable de cobre. Hagrid amigablemente le había comprado una hermosa lechuza blanca en el Emporio de la lechuza de Eeylops, como regalo de cumpleaños, y se apresuraron a lo último que les faltaba y además lo que más ilusión le hacía a Harry, la varita.

    Llegaron a la entrada de una estrecha y no muy agradable tienda, y sobre la puerta se podía leer en doradas letras Ollivander:fabricante de excelentes varitas desde el 382 a.C. El pulso de Harry volvió a acelerarse, todo lo que descubría le excitaba sobremanera. Entraron. El lugar era pequeño y con muchísimas y estrechas cajas amontonadas hasta el techo por todas partes.

    Un anciano apareció ante ellos y se dirigió a Harry, al que reconoció de inmediato, se trataba del propio Ollivander que parecía tener una incontinencia verbal que le obligaba a hablar de las varitas que había vendido a lo largo de su vida-tienes los ojos de tu madre-dijo en tono melancólico-parece que fue ayer cuando le vendí su varita, veintiséis centímetros , elástica, de sauce...una preciosa varita para encantamientos-esto hizo sonreír de medio lado a Harry, pues parecía que la gente recordaba con mucho cariño a sus padres y la sensación de orgullo en su pecho se hizo mayor, pero el anciano continuó-la de tu padre en cambio, era de caoba, veintiocho centímetros y medio, flexible, un poco más poderosa y excelente para transformaciones.

    Por la mente del moreno entonces pasó un rápido pensamiento al que no le encontró sentido alguno, se acordó de pronto del chico rubio de la tienda de túnicas y le asaltó la duda de como sería su varita...¿acaso eso tenía lógica? ¿a qué venía pensar ahora en aquel niño,que dicho sea de paso le había parecido muy desagradable?

    Despejó esas cavilaciones apresuradamente y se centró en la tarea que ahora le ocupaba, su propia varita, la que, tras muchos intentos e innumerables de ellas amontonadas en una silla desechadas, encontró.

    Veintiocho centímetros, acebo y pluma de fénix, bonita y flexible.

    Un mes después Harry Potter se hallaba con su nuevo amigo Ron Weasley, en el tren con destino a Hogwarts, listo para empezar su primer curso más ilusionado que en toda su vida. Durante el trayecto, habían venido un par de personas a interrumpirlos buscando un sapo, un chico de cara redonda llamado Neville, dueño del mencionado anfibio y una chica de abundante pelo castaño llamada Hermione que le ayudaba a localizarlo, sin mucho éxito aparentemente.

    Cuando el chico pelirrojo y Harry ya habían olvidado las interrupciones y estaban hablando entretenidos del quidditch, del que se veía a kilómetros que Ron era fanático, nuevamente se abrió la puerta del compartimento, esperaban volver a ver a Longbottom lloriqueando por Trevor o a la sabelotodo de Granger, pero no, el corazón de Harry dio un vuelco cuando vio aparecer al chico rubio de la tienda de túnicas, seguido por otros dos más corpulentos a los que no les prestó demasiada atención.

    El de ojos plateados miraba a Harry con mucho más interés que el que había demostrado en el callejón Diagon y eso alteró más al de ojos verdes, que seguía sin comprender porqué se ponía de ese modo al ver a ese muchacho, al que se repetía una y otra vez, no soportaba.

    -¿Es verdad?-preguntó el rubio-por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en este compartimento, así que eres tú ¿no?

    -Si-respondió Harry aún más nervioso, ese chico lo sacaba de quicio y ese aire de superioridad que se traía era inaguantable, aunque estaba claro que le iba al pelo.

    -Estos son Crabbe y Goyle, yo soy Malfoy, Draco Malfoy- dijo con un deje de chulería.

    Ron no pudo evitar una leve risita, que provocó que el rubio le mirase con desprecio.

    -Te parece que mi nombre es divertido ¿no? no necesito preguntarte quién eres, mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y tienen más hijos que los que pueden mantener-dirigió su mirada a Harry, que sintió que le invadía la ira, Ron era su amigo, no tenía derecho tratarlo de esa manera, ni él, ni nadie-muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter, no querrás hacerte amigo de los de la clase indebida, yo puedo ayudarte en eso- Draco extendió su mano para estrechar la de Harry, pero éste no la aceptó.

    -Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias-dijo Harry fríamente. Notaba la mirada atónita de Ron sobre él, éste había pensado que era muy poco para un Potter y quizás Harry preferiría relacionarse con otra gente, pero no fue así, afortunadamente.

    Draco Malfoy se ruborizó y un tono rosado apareció en sus mejillas-yo tendría cuidado si fuera tú, Potter- dijo antes de salir de allí seguido de sus guardaespaldas y su túnica ondeando tras el.

    Harry notaba los latidos de su corazón golpearle en el pecho fuertemente, no le había gustado tener que rechazar a ese chico, pero las cosas que decía...cerró los ojos para calmarse. Ron le habló.

    -¿Conocías ya a Malfoy?-Harry le explicó su encuentro con él en la tienda del callejón Diagon- oí hablar sobre su familia-continuó el pelirrojo-son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado después de que Quien-tú-sabes desapareció,dijeron que los habían hechizado, pero mi padre no se lo cree, dice que el padre de Malfoy no necesita una excusa para pasarse al Lado Oscuro.

    Continuará...

    Edited by Rukkiaa - 1/10/2013, 23:43
     
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  2. Dan2102
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    Me gusta mucho ejejeje todo desde el principio :D

    conti pronto! :D
     
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  3. Rukkiaa
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    El sombrero seleccionador



    Habían cogido unos botes para llegar al majestuoso castillo que conformaba Hogwarts y por fin Neville había encontrado su sapo gracias a Hagrid y dejó de sollozar. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde se presentó ante ellos, era la profesora McGonagall, que los guió fuera del vestíbulo. Les puso al corriente de que serían seleccionados para sus casas y lo que estas supondrían para ellos.

    Cuando la bruja los adentró en el Gran Comedor, todos los alumnos estaban atónitos y en fila llegaron hasta el lugar que les indicó.

    McGonagall colocó un taburete frente a los de primer año y sobre el, un sombrero sucio y raído. El sombrero se puso a cantar y cuando terminó, comenzó la selección.

    Hannah Abbott, Hufflepuff...Susan Bones, Hufflepuff...Terry Boot, Ravenclaw...Mandy Brocklehurst, Ravenclaw...Lavender Brown, Gryffindor...Millicent Bulstrode, Slytherin...Justin Finch-Fletchley, Hufflepuff...Seamus Finnigan, Gryffindor...Hermione Granger, que se le notaba nerviosa a rabiar, pero se relajó al saber que estaría en Gryffindor...Neville Longbottom que tropezó con el taburete antes de sentarse y que también fue enviado a Gryffindor...Draco Malfoy...

    Harry prestó mucha atención, elevando su cabeza sobre los demás para no perder detalle, Draco parecía deslizarse con calma hacia el taburete y cuando el sombrero apenas le hubo rozado la cabeza resonó un fuerte grito que anunciaba ¡Slytherin!. Malfoy tras esto fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle con aire de satisfacción.

    Moon...Theodore Nott, Slytherin...Pansy Parkinson, Slytherin...las gemelas Patil, una en Gryffindor y la otra en Ravenclaw...Sally-Anne Perks...Harry Potter...

    Incesantes murmullos al oír su nombre, se sentó en el taburete como buenamente pudo y comenzó su conversación con el sombrero, que finalmente le destinó a Gryffindor. Mareado, se reunió con sus nuevos y entusiasmados compañeros, Percy y los gemelos Weasley parecían los más contentos de todos.

    Lisa Turpin, Ravenclaw...Ron Weasley, al que el sombrero envió a Gryffindor sin titubear y finalmente Blaise Zabini, Slytherin.

    La abundante cena comenzó y mientras comían, Harry no pudo evitar echar una ojeada hacia la mesa de las serpientes. Observó a Draco con cara apática, ya que sentado junto a él había un fantasma espeluznante que tenía las ropas manchadas de sangre, según Nick Casi Decapitado, se trataba del Barón Sanguinario, el fantasma de la casa Slytherin.

    Sus compañeros mantenían animadas conversaciones entre ellos. Harry observó a los profesores y gracias a Percy conoció al desagradable profesor de Pociones, Snape, que sin saber por qué motivo le miraba mal y provocaba un fuerte ardor en la cicatriz de su frente.

    Tras los postres, el director, Albus Dumbledore les informó de las normas de la escuela y después de hacerles cantar la canción del colegio, les mandó a la cama. Conocieron a Peeves, el bromista poltergeist que rondaba por el lugar y cruzaron por primera vez el retrato de la señora gorda que les llevaba a las dependencias Gryffindor, después de que Percy dijera el santo y seña, Caput draconis.

    Esa noche Harry estaba encantado como nunca, sus nuevos amigos, con los que le había tocado compartir dormitorio, Ron y Neville, con el añadido de Seamus Finnigan y un chico llamado Dean Thomas, fanático del fútbol muggle. Pero quizás había comido demasiado durante la cena, porque tuvo un sueño de lo más extraño, en el que aparecía el profesor Quirrell diciéndole que debía ir a Slytherin, salía también Malfoy que se burlaba de él...y finalmente el profesor Snape que se reía estridentemente y después de ver un estallido de luz verde se despertó temblando y empapado en sudor. Malfoy...¿qué tenía que ver el rubio con el profesor de Pociones y el de Defensa Contra las Artes Oscuras?. Harry bufó molesto cuando se estabilizó y volvió a dormirse.

    Harry Potter era un mago muy popular, no había alumno que no hablara sobre él, lo señalara o le mirase al pasar. Y eso al pobre Harry, acostumbrado normalmente a la indiferencia, le resultaba difícil de asimilar, además de sumar que debía adaptarse a la escuela y sus recovecos.

    Las clases eran fascinantes. Astronomía cada miércoles a medianoche con la profesora Sinistra, Herbología tres veces por semana con la regordeta profesora Sprout, Encantamientos con el diminuto profesor Flitwick, Transformaciones con la estricta profesora McGonagall, la aburrida Historia de la magia con su fantasma profesor Binns, Defensa Contra las Artes Oscuras con el rarito de Quirrell...pero Pociones se aventuraba horrible, no por la materia en si, sino por el profesor...

    Viernes, primer día de clase de Pociones, y encima serian dobles y compartidas con Slytherin. ''Malfoy'' pensó Harry con desdén, además Ron había comentado que Snape al ser el jefe de la casa de las serpientes, siempre les favorecía a ellos y el ojiverde se temió lo peor. Al menos tenía el consuelo de haber recibido una carta de Hagrid para verse esa tarde y tomar el té.

    Como Harry había pronosticado, la clase fue una pesadilla. Snape pasó lista y aprovechó para meterse con él.

    -Harry Potter, nuestra nueva...celebridad-dijo el profesor de pelo graso, cosa que provocó que Draco Malfoy y sus amigos se taparan la boca para amortiguar sus risitas. No demasiado bien, pues Harry se dio cuenta de lo que hacían sin mucha dificultad.

    Y la cosa no terminó ahí, pues el maestro parecía querer seguir poniendo en evidencia al moreno de las gafas redondas-¡Potter!-dijo de pronto-¿qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?-el pobre Harry no entendía absolutamente nada y sentía las miradas de los demás alumnos en su nuca, además de los aspavientos de Hermione, que a su lado levantaba la mano como si le fuera la vida en ello.

    -No lo sé, señor-es lo único que pudo pronunciar Harry, porque si decía otra cosa metería mucho la pata y echaría más fuego a la leña de Malfoy. La respuesta parecía poner de mejor humor al profesor.

    -Es evidente que la fama no lo es todo-dijo Snape altanero, y una sonrisa de satisfacción le llegaba de oreja a oreja a Draco- vamos a intentarlo de nuevo Potter...¿dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?-Harry quería desaparecer y pensó en su desagradable tío Vernon, al que hubiese preferido tener delante mil veces antes que al profesor de nariz ganchuda, además evitaba por sobre todas las cosas mirar al rubio y sus amigos, que se desternillaban de risa. Tampoco supo responder lógicamente a esa pregunta, ni a otra que vino después de esa.

    Snape los puso por parejas para que hiciesen una sencilla poción para curar forúnculos, y criticaba a todos salvo a Malfoy, por el que parecía tener cierta simpatía y al que ponía como ejemplo de la perfección frente a la clase.

    -No me sorprendería que sobornase al profesor para aprobar-susurró Ron a Harry molesto mientras aplastaba colmillos de serpiente-ese Malfoy, ojalá esta poción fuera para crear forúnculos, no curarlos...y se la echaríamos en la cara ¿te imaginas?-el pelirrojo sonrió burlonamente imaginándose las consecuencias de ese acto, contagiándole la risa a Harry.

    De repente, todo sucedió tan rápido que ni supieron como. Neville había hecho una de las suyas y acabó en la enfermería lleno de pústulas, y sin querer, provocó que el profesor de la negra túnica culpase a Harry y al finalizar la clase, Gryffindor tenía dos puntos menos, que llevaban por nombre Potter, haciéndole sentir peor aún.

    Afortunadamente, la visita a Hagrid en la tarde le puso de mejor humor, y leer sobre el asalto a Gringotts el día de su cumpleaños le hizo sacar por completo a Snape de su mente.

    Continuará...
     
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  4. Dan2102
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    Excelente! :D me gusta mucho. Espero más jeje conti!
     
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  5. Rukkiaa
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    Hocico de cerdo



    Harry nunca había creído que pudiera existir un chico al que detestara más que a Dudley, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy. Sin embargo, los de primer año de Gryffindor sólo compartían con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con él. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia en la sala común de los leones, que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo que comenzarían el jueves...y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

    -Perfecto-dijo en tono sombrío Harry- justo lo que siempre he deseado, hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy- y lo peor es que deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa.

    -No sabes aún si vas a hacer un papelón-dijo razonablemente Ron-de todos modos, sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.

    La verdad es que el rubio platinado hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch, así era desde que Harry lo había conocido en la tienda de túnicas y otra vez el temor de hacer el ridículo frente a ese chico le invadió. Temor que se acrecentó cuando Ron y Seamus hablaban de sus experiencias con escobas, teniéndose que conformar con Neville que nunca había tocado ninguna, cosa que era lógica por otro lado dado su historial de accidentes. Hermione también estaba bastante nerviosa por el tema de las escobas, ya que lo único que sabía de volar era lo que había leído en los libros.

    El jueves por la mañana, todos estaban desayunando en el Gran Comedor, cuando llegó el correo. Malfoy estaba muy complacido, puesto que su lechuza siempre le traía de su casa paquetes con golosinas de los que fardaba delante de todos. Y sorpresivamente, le tocó también a Neville que recibió un paquetito de parte de su abuela. Cuando lo abrió descubrieron que era una recordadora y se puso muy contento, hasta que el humo del interior de la pequeña esfera pasó de ser blanco a ser de color rojo y no conseguía recordar lo que se le había olvidado. Distraído como estaba no vio a Draco que se acercó tras él y le arrebató la bolita de cristal de las manos. Harry y Ron automáticamente se levantaron de sus asientos, estaban deseando pelearse con Malfoy por cualquier cosa, sobretodo el pelirrojo de las pecas, pero McGonagall les interrumpió y la cosa no pasó a mayores.

    A las tres y media de la tarde, todos los Gryffindor de primer año fueron hacia el parque para ir a su primera clase de vuelo, pero los Slytherin ya estaban allí, además de veinte escobas perfectamente alineadas en el suelo.

    Todo iba fenomenal, hasta que Neville salió despedido por los aires y como consecuencia, lesionado, provocando que la profesora Hooch, les dejara sin vigilancia y llevara a Longbottom a su segunda casa, la enfermería. Draco Malfoy inevitablemente, se estaba riendo a carcajadas.

    -¿Habéis visto la cara de ese gran zoquete?- dijo, provocando las risotadas del resto de los Slytherin a coro.

    -¡Cierra la boca, Malfoy!-dijo Parvati Patil en tono cortante.

    -Oh, ¿estás enamorada de Longbottom?-dijo Pansy Parkinson, una chica de Slytherin que a ojos de Harry, era muy amiga de Draco, aunque no era que le importase...- nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati- continuó la chica con voz guasona.

    Pero Patil no le pudo reclamar, porque el rubio llamó la atención de todos-¡mirad!-dijo y se agachó a recoger la recordadora de Neville que había en la hierba-es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom, casi la aplasta con su gran culo al caer-más risas generales.

    -Dame eso Malfoy- dijo Harry lo más calmado que pudo, pero solo hizo que el otro sonriera de forma maligna.

    -Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque...¿qué os parece...en la copa de un árbol?

    -¡Tráela aquí!-dijo Harry furioso, pero el rubio le ignoró, se subió a su escoba y se estaba alejando.

    No había mentido, sabía volar.

    Desde lo alto le llamó-¡ven a buscarla,Potter!-dijo Malfoy satisfecho al ver la furia en los ojos verdes de su enemigo.

    Harry cogió su escoba a pesar de las insistencias de Hermione de que no lo hiciera, para que no se metiera en líos, pero el moreno la ignoró completamente. Le ardían las orejas, se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. El aire agitaba su pelo y su túnica, silbando tras él y, en un relámpago de feroz alegría, se había dado cuenta de que había descubierto algo que podía hacer sin que se lo enseñaran. Era fácil, era maravilloso. Empujó su escoba un poquito más, para volar más alto, y oyó los gritos de las chicas que lo miraban desde abajo, y una exclamación admirada de Ron.

    Dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire, éste lo miró con asombro patente en el rostro. Harry se dio cuenta de que Draco estaba algo sonrojado, tal vez por lo excitante de la situación, pero que saltaba a la vista debido a lo blanquecina que era su piel, su cabello rubio ondeaba ligeramente con la brisa que los rodeaba y las mejillas de Harry imitaron las del otro, solo por haber contemplado al ojiplata de esa manera-¡déjala-gritó Harry dejando al margen lo que le pasaba a su cara, que ardía extrañamente al igual que sus orejas-o te bajaré de esa escoba!

    -Ah ¿sí?-dijo Malfoy algo turbado pero conservando su tono burlón.

    Harry sabía, de alguna manera, lo que tenía que hacer. Se inclinó hacia delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Malfoy como una jabalina. Draco pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Abajo, algunos aplaudían.

    -¡Atrápala si puedes, Potter!-gritó Malfoy y tiró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra.

    Evidentemente, Harry la atrapó y todo fueron celebraciones, hasta que la voz de la profesora McGonagall echándole un buen rapapolvo les devolvió a la realidad. Y aunque Parvati y Ron intentaron defender al moreno de gafas redondas culpando a Malfoy, la bruja hizo oídos sordos y se llevo al joven Potter del lugar, que antes de desaparecer de allí, vio el aire triunfal de Draco, Crabbe y Goyle, apesadumbrado y temiendo lo peor.

    Por suerte, lo único que ocurrió fue que se convirtió en el buscador más joven de quidditch para el equipo de Gryffindor, para sorpresa y envidia sana de Ron.

    Harry estaba en el Gran Comedor comunicándole a su mejor amigo lo sucedido y que debían mantenerlo en secreto, mientras el pelirrojo devoraba pastel de carne; cuando apareció, como no, Malfoy y los armarios que el llamaba amigos.

    -¿Comiendo la última cena, Potter?¿cuándo coges el tren para volver con los muggles?- dijo el rubio provocando las risas de Crabbe y Goyle a sus espaldas.

    -Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme- dijo Harry seco, prefirió no mirarle demasiado, no sabía que podía ocurrir esta vez, y estaban demasiado cerca unos de otros como para que nadie más se percatase si se ruborizaba.

    -Nos veremos cuando quieras- dijo Malfoy- esta noche, si quieres-el corazón de Harry dio un súbito tumbo ¿esta noche? ¿para qué? bum bum bum-un duelo de magos, sólo varitas, nada de contacto-a Harry no le hizo mucha gracia lo último, no entendió porqué-¿qué pasa? nunca has oído hablar de duelos de magos ¿verdad?-aclaró el rubio ante la inexpresiva mirada de Harry que parecía que estaba mirando a través de él y haciéndolo sentir como un fantasma.

    -Por supuesto que sí-intervino el pelirrojo efusivamente y poniéndose en pie- yo soy su padrino ¿cuál es el tuyo?

    -Crabbe- dijo Draco después de sopesar por unos segundos-a medianoche ¿de acuerdo? en el salón de los trofeos, que nunca se cierra con llave-dio media vuelta y se fue seguido de sus amiguitos.

    Harry vio a Malfoy salir por la puerta y por fin pudo volver a mirar a Ron-¿qué es un duelo de magos?¿y qué quiere decir que seas mi padrino?

    El pelirrojo suspiró paciente y tomó asiento de nuevo-bueno, un padrino es el que se hace cargo si te matan, pero la gente solo muere en los duelos reales, con magos de verdad, lo máximo que podéis hacer Malfoy y tú es mandaros chispas uno al otro, ninguno sabe suficiente magia para hacer verdadero daño, de todos modos, seguro que él esperaba que te negaras.

    En realidad Harry lo hubiera hecho, no quería meterse en algo que desconocía, pero durante unos minutos se quedó mudo y solo miraba a Malfoy ¿por qué? y gracias a su amigo no le quedó otra que aceptar-¿y si levanto mi varita y no sucede nada?-se le ocurrió preguntar.

    -La tiras y le das un puñetazo en la nariz- sugirió animadamente Ron, que solo de pensarlo estalló en risotadas- sería genial ver a Malfoy con la nariz torcida...seguro se echaría a llorar-pero Hermione, que les había estado escuchando decidió entrometerse y persuadió a Harry de que no anduviera por el colegio de noche ya que podía perjudicar a Gryffindor. La ignoraron completamente.

    Esa noche, esperando a que fueran las doce, Harry estaba recostado en su cama, planteándose los pros y los contras de lo que pensaban hacer. Podían atraparlos Filch o la señora Norris y con la suerte que él tenía, seguro que pasaba, un gran contra...pero entonces, el rostro de Malfoy apareció en su mente, burlándose de él y llamándole gallina o algo peor por no haberse presentado, a la mañana siguiente...No. Iba a ir, aunque tuviera que hacer lo que Ron le había dicho, eso era un gran pro, sumado al hecho de que por alguna razón no le disgustaba ver al rubio de nuevo ¿qué demo...?

    -Once y media- oyó decir a Ron en medio del silencio del dormitorio-vamos ya.

    Cuando llegaron a la sala común, una crítica Hermione se les unió para seguir, sin éxito, intentando hacerles cambiar de opinión, pero cuando se había rendido y quiso volver a las dependencias de los leones, la dama gorda se había ido del retrato y no le quedó otras más que ir con Ron y Harry a su estúpida refriega con Malfoy. Para colmo, Neville, que dormía en el pasillo por no recordar que la nueva contraseña era hocico de cerdo, se les unió también. 'Al final somos demasiados' pensó Harry ligeramente molesto, ya algo le picaba sabiendo que no se vería a solas con Draco por estar Ron, pero encima Hermione y Neville...eso ya era mucha gente. Un momento ¿a solas con Malfoy?¿para qué?

    Subieron hasta el tercer piso y entraron al salón de los trofeos de puntillas. Allí no había nadie, solo se oían las respiraciones de los cuatro que temían que Peeves se diera un paseíto nocturno por ahí y llamase a Filch gritando solo por fastidiar o que la señora Norris supiese abrir puertas y los pillase. El tiempo pasaba y seguían sin aparecer ni el rubio ni su amigo, pero empezaron a escuchar una voz, era Filch hablando con la señora Norris, así que no les quedó otra más que huir y se toparon con un enorme perro de tres cabezas , llegando a la conclusión de que el gigantesco chucho guardaba algo.

    Cuando todo había pasado, Hermione manifestó la obviedad, Malfoy nunca pensó en ir al salón de trofeos, todo era una treta para que el conserje los pillase y los castigaran. Y Harry fue consciente de que era verdad, pero prefirió no decir nada, no le sentó nada bien y aunque entendía que el rubio lo odiase por haberlo rechazado el primer día en el tren, no podía evitar sorprenderse de hasta donde llegaba el odio que sentía hacia él.

    A la mañana siguiente, Malfoy no podía creer que tanto Harry como Ron siguieran tan campantes en la escuela, ¡por Merlín! tendrían que haberlos expulsado... Harry sonrió de medio lado al ver la expresión del ojigris cuando los vio aparecer en el Gran Comedor a la hora de desayunar y se le pasó por la cabeza vengarse.

    Continuará...

    Al principio seré muy fiel a los libros, pero conforme Harry y Draco vayan creciendo...eso cambiará XD
     
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  6. Dan2102
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    Gracias, estuvo genial. Espero con ansias la continuación :)
     
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  7. Rukkiaa
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    El espejo de Oesed



    Oh si, dulce venganza.

    Una semana después y en el mismo Gran Comedor a la hora del desayuno, le llegó. Una Nimbus 2000 nuevecita y para el, de parte de McGonagall, pero como no podían abrirla delante de los demás alumnos, Ron y Harry salieron como exhalación y de camino se toparon con Malfoy y compañía.

    Draco, molesto, cogió el paquete que portaba Harry quitándoselo de las manos y se lo devolvió en el acto pronunciando despectivamente-es una escoba...te la vas a cargar Potter, los de primero no pueden tener escoba propia-y añadió una sonrisa placentera, pensando en lo que se le avecinaba al moreno, cuando, obviamente, le delatase.

    Ron no podía perder la ocasión-no es una escoba vieja Malfoy- dijo- es una Nimbus 2000 ¿cuál tenías tú en casa, una cometa 260?-rió-no tiene nada que ver con las Nimbus, estas son más rápidas.

    -¿Qué sabes tú Weasley si no puedes comprar ni la mitad del palo? seguro que tú y tus hermanos tenéis que ir reuniendo la escoba ramita a ramita ¿verdad?-Crabbe y Goyle se rieron.

    Ron iba a replicar, pero el bajito profesor Flitwick apareció entusiasmándose por la escoba que llevaba Harry, cosa que molestó sobradamente a Draco.

    -Realmente es gracias a Malfoy que la tengo profesor- el ojiverde no lo pudo evitar, además no era mentira, de no ser por el rubio y el incidente con la recordadora, no tendría la Nimbus ahora.

    Draco, furioso como estaba y confuso por esas últimas palabras se fue de allí, oyendo sonoras risotadas del pelirrojo.

    Harry aprendió lo que era el quidditch de la mano de Oliver Wood, el capitán del equipo de Gryffindor, que estaba en quinto curso y era bastante corpulento. No le costó demasiado saber lo básico. Pero ahora, tres noches a la semana, las tendría que dedicar al entrenamiento.

    Llegó el día de Halloween y tras varios altercados con Hermione y un trol que entró sospechosamente en la escuela, se les pasó la noche. Pero había sido muy importante para ellos, porque después del percance, Hermione se convirtió en una muy valiosa amiga para Harry y Ron y además habían conseguido cinco puntos para Gryffindor por la hazaña. Y cuando empezó la temporada de quidditch en Noviembre, el primer partido se disputó entre Gryffindor y Slytherin, ganando los leones porque Harry había cogido la snitch con la boca. Añadiendo que, después del partido y gracias a la bocaza de Hagrid, supieron que lo que el perro de tres cabezas guardaba era algo de un tal Nicolás Flamel.

    La Navidad estaba cerca y ya la nieve había hecho acto de presencia. Lo único que rondaba por la cabeza de todos eran las ansiadas vacaciones, sobretodo cuando les tocaba aguantar Pociones con Snape.

    En una de sus clases, Malfoy tuvo que dar la nota como siempre-me da mucha lástima- dijo lo suficientemente alto como para que Harry lo escuchase-toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad aquí, porque no los quieren en sus casas- obviamente mirando profundamente a Harry no fuese que no se diera por aludido. Lo que el moreno había notado, es que después del partido en el que Slytherin fue derrotado, el rubio era aun más desagradable si cabía y buscaba cualquier cosa para arremeter contra su persona.

    Al salir de la clase se encontraron con Hagrid que estaba colocando un gran abeto, que muy amablemente Ron le quiso ayudar a colocar, pero Malfoy pasaba por ahí en ese momento y esta vez el que pagó los platos rotos fue el pelirrojo.

    -Quítate de en medio...¿o estás tratando de ganar algún dinero extra Weasley? seguro que quieres ser guardabosques cuando salgas de la escuela ¿eh? la casucha de Hagrid comparada con la tuya debe parecerte un palacio.

    Ron se le iba a lanzar al cuello, cuando Snape apareció interrumpiendo, y aunque Hagrid salió en defensa de Weasley, el profesor restó cinco puntos a Gryffindor por pelear en el colegio. Algo que entusiasmó a Malfoy y enojó a Ron y a Harry.

    Las vacaciones empezaron y el colegio se vació casi por completo. Ron y Harry pasaban todo el tiempo juntos, riéndose de Malfoy y planeando como podían hacer que le expulsaran de la escuela, también jugaban al ajedrez mágico, al cual, el pelirrojo siempre ganaba. Sorprendentemente el día de Navidad, Harry recibió regalos, cosa que, nunca había tenido y le hicieron ponerse muy feliz. Recibió una flauta de madera de parte de Hagrid, cincuenta peniques de sus adorados tíos, un jersey y un pastel de chocolate de la señora Weasley, ranas de chocolate cortesía de Hermione y una capa de invisibilidad de alguien anónimo, con la que decidió hacer una visita nocturna a la sección prohibida de la biblioteca, a ver si averiguaba sobre Nicolás Flamel. Pero como casi siempre, estuvo a punto de ser descubierto y acabó en una especie de aula polvorienta, donde un majestuoso espejo se alzaba. En lo alto se podía leer Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse (Esto no es tu cara sino de tu corazón el deseo).

    Harry sintió el impulso de acercarse a el y se quitó la capa dejándola caer al suelo. Lo que vio en su reflejo le hizo contener un grito, pues, al principio, creyó que le habían pillado, pero después se dio cuenta de que estaban en el espejo. Había muchas personas, unas diez, pero dos resaltaban más que los otros, eran su madre y su padre que le sonreían y él se veía entre ellos como una familia feliz. Tras un rato observando casi sin parpadear y de algunas lágrimas furtivas que se le escapaban sin poder ni querer evitarlo, llegó a la conclusión de que las otras ocho personas eran Potter también, puesto que tenían algunos rasgos similares a su padre y a el mismo. Pero...un momento, no eran diez como él creía, semi escondido detrás de una mujer Potter había lo que parecía un niño, que Harry no podía distinguir bien, así que se acercó lo más que pudo al espejo. El grupo de personas parecían animar al muchacho que se acercase a donde estaban Lily y James, éste tímido, daba la sensación de dudar, pero finalmente se animó y James se apartó un poco mientras Lily le extendía la mano situándolo a su lado. El chico parecía contento por fin y le daba la mano izquierda a Harry completando lo que parecía una estampa familiar.

    Harry no supo cuanto tiempo estuvo rígido como una estatua contemplando aquella imagen, no creía que fuera el futuro, puesto que sus padres estaban muertos...pero el chico ese, era su presente, ahí, con su familia, con él...y lo peor era que no le desagradaba en absoluto verse con Draco Malfoy y sus padres reflejado allí, dándole la mano como si nada. Sintió miedo, miedo a que alguien entrase y viese lo mismo que él y le delatase, seguro que Malfoy se burlaría o para empeorarlo le criticaría. Él mismo lo hacía, no era posible que esa fuera la imagen que se reflejaba, pero era cierta, se movían, sus padres le sonreían y le susurraban cosas que obviamente él no podía escuchar, los demás Potter parecían bastante alegres detrás de ellos como si estuvieran celebrando una típica reunión de amigos. Era como una película muggle con él de protagonista...y Malfoy.

    A la mañana siguiente Harry no podía ni probar bocado, solo pensaba en lo que había visto.

    Por la noche, decidió llevar a Ron, era su mejor amigo y podía ayudar a averiguar que rayos había pasado, quizás si el pelirrojo veía lo mismo que él, podía aclararle alguna cosa y sin miedo a las burlas, o eso creyó erróneamente, porque en cuanto el pequeño de los Weasley se miró en el susodicho espejo, vio algo completamente distinto.

    Al día siguiente, Harry no podía dejar de pensar en el espejo y esquivaba a Malfoy todo lo que podía, porque en cuanto veía su cabellera rubia aparecer por cualquier parte, la imagen de ellos dos dándose la mano felices venía a su mente y se quedaba allí demasiado tiempo para su gusto y Ron estaba contrariado ya que su amigo se encontraba de peor humor debido a su obsesión.

    De nuevo en la noche Harry se apresuró con la capa invisible a volver al mismo lugar, el corazón le palpitaba tan rápido que podía escucharlo retumbar en sus oídos. Entró, se quitó la capa y volvió a ver a su familia allí, sonrientes, y a Malfoy, sonriente también. Pensaba pernoctar allí frente al espejo, cuando oyó detrás de él una voz muy familiar.

    -Entonces de vuelta otra vez ¿no Harry?-Dumbledore estaba sentado en uno de los pupitres de la habitación.

    El pobre Harry no sabía donde meterse y la capa invisible estaba demasiado lejos, cerca de la puerta. Pero vio que el anciano le sonreía y se relajó.

    -Entonces-dijo el director bajando de la mesa-tú como cientos antes que tú, has descubierto las delicias del espejo de Oesed...pero espero que te habrás dado cuenta de lo que hace ¿no?

    -Bueno...me mostró a mi familia y...-decidió no continuar por su bien.

    -Y a tu amigo Ron lo reflejó como capitán de quidditch- Harry tragó como pudo.

    -¿Có...cómo lo sabe?-tartamudeó.

    -No necesito una capa para ser invisible-dijo y le guiñó un ojo que automáticamente transmitió un pensamiento a Harry 'lo sabe'-y ahora ¿puedes pensar qué es lo que nos muestra el espejo de Oesed a todos nosotros?

    Harry no quería contestar, si decía que el futuro...sabiendo que se reflejaba Malfoy cuando él miraba...negó con la cabeza.

    -Dejame explicarte, el hombre más feliz de la tierra puede utilizar el espejo, se mirará y se verá exactamente como es ¿eso te ayuda?

    Harry titubeó, pero decidió responder esperando que la contestación del director fuese negativa-nos muestra lo que queremos...lo que sea que queremos...-su propia resolución le conmocionó ya qué no lo había escuchado en voz alta nunca.

    -Sí y no-dijo Albus- nos muestra ni más ni menos que el más profundo y desesperado deseo de nuestro corazón, para ti, que nunca conociste a tu familia, los ves rodeándote, sin embargo, este espejo no nos dará conocimiento o verdad, hay hombres que se han consumido delante de el o enloquecido al no saber si es real o posible lo que ven-continuó-el espejo será llevado a una nueva casa mañana y te pido que no lo busques otra vez Harry, no es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo, ahora...¿por qué no te pones de nuevo la capa y te vas a la cama? parece que incluso el señor Malfoy tiene sueño...

    Harry se puso del color del pelo de los Weasley y se levantó como si tirasen de él, de reojo vio al tierno Malfoy del espejo restregándose los ojos con una mano tal y como había dicho el director, con sueño-señor...-se atrevió a decir-¿puedo preguntarle qué es lo que ve usted?

    -Un par de gruesos calcetines de lana- Harry no pudo evitar mirarlo y parecía que hablaba en serio aunque evidentemente no lo era, se trataba de una pregunta muy personal así que no lo tuvo en cuenta-uno nunca tiene suficientes calcetines, y para colmo en Navidad no me regalaron ningunos, solo libros...en fin.

    Harry salió de allí agradecido con el director, ya que en lo referente al tema Malfoy del espejo no volvió a decir nada más, pero no pudo evitar, estando recostado ya en su cama, recordar lo que Dumbledore le había dicho 'nos muestra ni más ni menos que el más profundo y desesperado deseo de nuestro corazón'. Definitivamente algo le estaba pasando con la serpiente rubia, no le era tan indiferente como creía, sino, no habría salido en el espejo...con estos pensamientos rondándole, se quedó dormido.

    Continuará...
     
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  8. Dan2102
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    Wuao! Jejeje excelente... Ya Harry sabe que siente algo por el rubio xD

    Conti pronto! :D
     
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  9. superyaoiig
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    woow esta muy lindo ^w^ me encanta
    espero conty!!
     
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  10. Rukkiaa
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    El Bosque Prohibido



    Las vacaciones de Navidad terminaron y todos los alumnos volvieron a la escuela. Pronto habría otro partido de quidditch, Gryffindor contra Hufflepuff y en cuanto a puntos, los leones iban a alcanzar a las serpientes por primera vez en siete años. Lo malo es que el próximo encuentro sería arbitrado por Snape, así que lo daban por perdido a no ser que atrapasen la snitch antes de que el antipático profesor les perjudicase en demasía.

    Mientras Harry contaba esa desgraciada noticia a Ron y a Hermione en la sala común, llegó Neville con el Maleficio de las Piernas Unidas, dando saltitos por culpa de Malfoy que le había atacado al salir de la biblioteca, por lo que el pelirrojo le instó a que la próxima vez se defendiera.

    Y Harry secundó la moción diciéndole-tú vales por doce Malfoys- aunque cuando lo dijo inevitablemente recordó la imagen del espejo, pero era algo común desde entonces y con facilidad desechó el pensamiento. Sus palabras parecían haber hecho mella en Neville.

    Y como nunca había tiempo para el aburrimiento en el trío de oro, Hermione descubrió gracias a un cromo de Harry quién era Nicolás Flamel y supusieron que lo que guardaba el perro era la famosa piedra filosofal.

    Llegó el día del partido y Harry estaba con los nervios a flor de piel. Ron, Hermione y Neville habían ido a animar a su amigo ojiverde, pero justo cuando los jugadores salieron al campo, Malfoy golpeó al pelirrojo detrás de la cabeza.

    -Oh, perdón, Weasley, no te había visto-dijo falsamente el rubio, aguantando una risotada-me pregunto cuánto tiempo durará Potter en su escoba esta vez ¿alguien quiere apostar?¿qué me dices Weasley?...ah no, tú no tienes ni un mísero knut con el que poder hacerlo-Ron decidió ignorarlo y observaba atento a Snape, así que el ojigris continuó pinchando a ver si saltaba-¿sabéis por qué creo que eligen a la gente para la casa de Gryffindor?, es gente a la que le tienen lástima, por ejemplo está Potter, que no tiene padres, luego los Weasley, que no tienen dinero...y tú Longbottom, que no tienes cerebro.

    Neville se enrojeció y encaró a la serpiente-yo valgo por doce como tú Malfoy- Draco y los suyos comenzaron a reírse efusivamente, como si fuera lo más gracioso que hubiesen oído nunca.

    Pero el príncipe de las serpientes contraatacó- Longbottom, si tu cerebro fuera de oro serías más pobre que Weasley- y sonrió satisfecho.

    Ron estalló y se le echó encima, tirándolo al suelo, mientras Neville se encaró a Crabbe y Goyle él solo.

    El partido finalizó apenas a los cinco minutos de haber comenzado, gracias a que Harry había cogido la snitch, cosa que enfureció a Snape. Y la pelea había terminado con una hemorragia nasal para Ron, un ojo morado para Malfoy y Neville inconsciente en la enfermería, como no. Además Harry hizo un descubrimiento, Snape quería la piedra filosofal.

    Faltaban diez semanas para los exámenes y Hermione estaba de los nervios. Pillaron a Hagrid ocultando un huevo de dragón y éste les invitó a su nacimiento, del que Malfoy, espiando, también fue testigo. Y durante una semana pareció ondear la espada de Damocles sobre el trío ya que esperaban que en cualquier momento, la rastrera serpiente les delatara. En esa semana el dragón, bautizado Norberto, había triplicado su tamaño y los tres intentaban convencer a Hagrid de que se deshiciera de el o se metería en problemas. Sin éxito claro.

    Decidieron escribir a Charlie, el hermano de Ron que estaba en Rumanía, para que se hiciera cargo del pequeño Norberto y después de otra larga semana éste les contestó afirmativamente, pero debían esperar otra semana más para que unos amigos suyos lo buscasen en la torre de Astronomía. Harry lo planeó todo usando la capa invisible para evitar castigos. Pero esa semana no fue buena para Ron, que acabó herido de gravedad en la mano por una mordedura del dragón y en la enfermería.

    Harry y Hermione fueron a verlo y Ron les contó que Malfoy, para colmo, había ido a visitarlo excusando que quería un libro y se estuvo riendo de él. El pelirrojo sabe que Malfoy quiere venganza por haberle golpeado en el partido. Y para añadir más problemas, la carta de su hermano Charlie se la había llevado Draco en el libro que tuvo que prestarle, así que encima, sabría sus planes con Norberto. De mal en peor. El as en la manga de Harry era la capa y eso le tranquilizaba.

    Evidentemente y como esperaban, cuando llegó la noche, Malfoy le había ido con el cuento a la profesora McGonagall que por fortuna no le creyó, restó veinte puntos a Slytherin y dio a Draco un buen tirón de orejas por vagar por el colegio de noche y un castigo. Pero tras ver como los amigos de Charlie se llevaban al dragón enjaulado, se sintieron tan libres Harry y Hermione que olvidaron la capa y Filch los pilló, por lo que McGonagall les restó cincuenta puntos a cada uno, sumados a otros cincuenta del pobre Neville que había ido en busca de Potter para advertirle sobre Malfoy.

    Resultado, ciento cincuenta puntos menos para Gryffindor en una sola noche, y el evidente odio de todos los leones hacia Harry y en menor medida hacia Hermione y Neville, a la mañana siguiente.

    Una semana antes de los exámenes todo seguía igual, tenso. Y Harry, Hermione y Neville recibieron una nota de McGonagall informándoles de que a las once de la noche sería su castigo, y Filch los esperaría en el vestíbulo.

    Cuando llegó la hora, todos fueron a dicho lugar donde ya estaban Filch y...Malfoy. El castigo sería en el Bosque Prohibido y tanto Neville como Draco estaban asustados a más no poder. El conserje se fue y los dejó con Hagrid y su enorme perro jabalinero Fang.

    -No iré a ese bosque-dijo Malfoy y Harry pudo notar miedo en su voz.

    -Lo harás si quieres quedarte en Hogwarts- dijo el gigante-hicisteis algo mal y ahora lo vais a pagar.

    -Pero eso es para los empleados, no para los alumnos, hay toda clase de cosas en el bosque...dicen que hay hombres lobo- Neville sujetó la manga de la túnica de Harry al oír eso-yo pensé que nos harían escribir unas lineas o algo así, si mi padre supiera que hago esto él...

    -Te dirá que es así como se hacen las cosas en Hogwarts...¡escribir unas lineas! ¿y a quién le serviría eso? haréis algo que sea útil o si no os iréis, si crees que tu padre prefiere que te expulsen, entonces vuelve al castillo-espetó Hagrid.

    Malfoy ni se movió, miró enfadado al gigante y después bajó la mirada, tenía miedo. Mucho.

    El castigo consistía en buscar a un unicornio que podría estar herido, por culpa de un despiadado ser que estaba matando esas criaturas. Hagrid los dividió en grupos, él mismo, con Hermione y Neville y al pobre Harry con Malfoy y Fang.

    Se adentraron en el oscuro bosque y Harry no sabía si estaba más nervioso por si se encontraban con el asesino de unicornios, o porqué estaba a solas con Malfoy.

    Mientras caminaban no podía evitar echarle miradas de soslayo y pensar en la versión del rubio que había en el espejo. Ambos eran igual de hermosos, sí, pero Malfoy tenía una personalidad cruel, que no aparentaba el del cristal, tal vez, pensó, eso era lo que profundamente deseaba su propio corazón, que el ojiplata fuera dulce, al menos con él. Se sonrojó, sabía que no era buena idea desde que Hagrid le había juntado en el equipo con Draco, esos pensamientos extraños comenzaban a invadirle, por fortuna, el rubio platinado estaba andando junto a Fang, sosteniendo una lamparilla que temblaba al igual que sus propias manos y ni se inmutó. A veces escuchaban crujidos o sonidos que bien podían haber sido producidos por el viento, y el altivo Malfoy olvidaba todas las rencillas entre ambos y se sujetaba de la ropa que cubría el hombro de Harry como si la vida le fuese en ello, cosa que hacía gracia al ojiverde y además le agradaba, no sabía por qué, seguramente era su parte protectora tan Gryffindor que había en él y a eso se lo atribuyó.

    Anduvieron como una media hora, y solo habían visto algunas manchas plateadas de sangre por las raíces de los árboles, además, el sendero se hacía más peliagudo ya que los troncos eran más gruesos y el ramaje más espeso. Los ojos de Malfoy permanecían abiertos cual lechuza y Harry contemplaba el suelo sin parpadear apenas no se le fuera a escapar algo.

    A través de las ramas de un viejo roble pudieron ver un claro, donde se podía apreciar algo de un color blanco brillante y se acercaron. Era el unicornio y estaba muerto, algo que a Harry le pareció hermoso y triste a la vez. Dio un paso para acercarse al animal cuando oyó el sonido de algo que se deslizaba y lo hizo paralizarse. Un arbusto se agitó y de las sombras surgió una figura encapuchada que se acercó a ellos gateando. Harry seguía inmóvil, parecía que estuviese viendo todo a cámara lenta y su cuerpo no le respondía. Hasta que sintió una mano posarse sobre la suya, fría, temblorosa. Miró de quien se trataba y vio a Malfoy que tiraba de él con lágrimas incipientes en sus ojos. Eso le hizo reaccionar. Draco había arrojado la lamparita al suelo, no había ni rastro de Fang y el rubio con la mano libre estaba lanzando chispas rojas hacía el cielo con su varita, tal y como les había dicho Hagrid que hicieran si tenían problemas. No supo cuánto tiempo pasó, pero oyeron ruidos de pisadas apresuradas y la espeluznante figura, que había estado a escasos centímetros de ellos, desapareció en la espesura.

    Un hombre, mitad humano, mitad caballo, se apareció ante ambos chicos. Malfoy hipaba sin descanso y Harry intentaba reconfortarlo pasando su mano por el hombro del otro a modo de caricia, el rubio se cubría el rostro con la mano derecha como intentando parar las lágrimas y con la izquierda seguía sujetando la del moreno, que tampoco la soltaba.

    El centauro resultó que se llamaba Firenze y los acompañó hacia donde estaba Hagrid, con el que se encontraron a medio camino, ya que iba rumbo a ellos gracias a que vio las chispas rojas de la varita de Malfoy, que ya estaba más calmado. Tras una charla de la criatura híbrida, Harry llegó a la conclusión de que el que mataba unicornios era Voldemort. Y sintió gran pesar cuando Draco dejó de darle la mano y tuvieron que volver a sus respectivas casas.

    Cuando llegaron, Ron estaba dormido en la sala común. Lo despertaron y Harry les contó a el y a Hermione que Snape seguro quería la piedra filosofal para el mismísimo Quien-tú-sabes. Pero Granger estaba tranquila puesto que con Albus Dumbledore en el castillo, no habría peligro alguno.

    Continuara...
     
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  11. Dan2102
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    Excelente como siempre jeje que bonito verles juntos protegiendose xD

    Gracias, espero conti jeje saludos!
     
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  12. Rukkiaa
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    La copa de la casa y las vacaciones de verano



    Llegaron los exámenes y el último fue el de Historia de la Magia, más fácil de lo que Hermione había pensado. Harry descubre que Hagrid cuando recibió el huevo de Norberto, había hablado de como burlar al perro de tres cabezas, Fluffy, y deciden hablar con Dumbledore, dándose cuenta horrorizados de que no está en la escuela, así que esa noche debían bajar a impedir que Snape se hiciera con la piedra filosofal o de lo contrario estarían perdidos.

    Al anochecer se fugaron petrificando en el camino a Neville que había intentado impedírselo. Pasaron bajo la trampilla de Fluffy y se toparon con los diferentes encantamientos de los profesores. El lazo del diablo de la profesora Sprout que Hermione neutralizó sin problemas, las llaves voladoras encantadas por Flitwick, el ajedrez de McGonagall que dejó k.o a Ron, el trol inconsciente de Quirrell y las pociones de Snape, que dejaron a Harry solo. Contra Quirrell, Voldemort y el espejo de Oesed.

    Harry despertó en la enfermería tres días después, con muchos regalos junto a su cama, lo que significaba que al menos unos cuantos de la escuela le apreciaban después de todo. Albus Dumbledore le informó que la piedra había sido destruida, Quirrell muerto y Voldemort en paradero desconocido.

    Pero Harry tuvo que preguntarle al director una cosa que le rondaba en la cabeza, después de su encuentro con Quirrell, por algo que éste le había dicho- Quirrell dijo que Snape me odia, porque odiaba a mi padre ¿es verdad?

    -Bueno, ellos se detestaban el uno al otro-contestó el anciano-como tú y el señor Malfoy ¿me equivoco?-Harry desvió la mirada avergonzado-pero entonces tu padre hizo algo que Snape nunca pudo perdonarle...le salvó la vida, por eso creo que Snape ha intentado protegerte todo este curso, para estar en paz con él.

    Eso dejó pensativo a Harry, se supone que él y Malfoy se detestaban ¿verdad? ...pero el moreno de gafas no lo veía tan claro, al menos por su parte, incluso el anciano director se daba cuenta, sabía que por la del rubio, fijo que sí. De echo, estaba deseando verle, porque con todo lo sucedido y desde lo del Bosque Prohibido, parecía que el Slytherin le evitaba y ya no se dirigía a él ni para insultarle, algo que Harry supuso sería por la vergüenza, ya que lo vio llorar y no querría arriesgarse a que se lo echase en cara públicamente. Seguro era eso.

    Cuando sus amigos le visitaron en la enfermería salió de dudas.

    -Oh, Harry me alegro tanto de que estés bien, me asusté mucho cuando supe lo que pasó...-Hermione estaba muy emocionada y acariciaba el pelo de Harry de manera maternal.

    Ron le informó de que pasado mañana sería la fiesta de fin de curso y que debía recuperarse pronto para ir con ellos-ya están todos los puntos y Slytherin ganó la copa de la casa-añadió con cara de resignación-te perdiste el último partido, ganó Ravenclaw claro, sin estar tú...

    Harry aprovechó para preguntar sin llamar la atención-hablando de Slytherin...¿como os han tratado esas serpientes? ¿Malfoy se ha pasado de la raya?-perfecto, así nadie sospechaba nada.

    -¡Que va! es como si pasara de nosotros-dijo Ron con énfasis-y eso que me esperaba lo peor cuando perdimos contra las águilas...

    Llegó la fiesta de despedida del curso y Albus Dumbledore entregó la copa de la casa, que finalmente fue para Gryffindor gracias a puntos añadidos de última hora por los recientes acontecimientos. Esto hizo que los leones lo celebraran intensamente y Harry se fijo en Malfoy, que estaba atónito y horrorizado. Éste al ver los ojos verdes posados en los suyos, desvió rápido la mirada y cruzando los brazos, le giró la cara como muestra de enfado, pero Harry habría podido jurar que vio rubor en las mejillas del rubio y sonrió para sí.

    Les dieron las notas y como no, la mejor del año había sido Hermione, o sea que sin sorpresas, igual que el desastre en Pociones de Neville. Tocó volver a casa y en la estación King's Cross le esperaban sus desagradables tíos. Ron les invitó a Hermione y a él a pasar el verano en su casa. Harry sonrió, se sentía diferente, miró a su tío Vernon que cargaba el pesado baúl, iracundo y, supo que todo había cambiado, ya no iba a ser nunca más el simplón Harry Potter que vivía en el número cuatro de Privet Drive, en la alacena bajo la escalera. Ahora era Harry Potter, el niño que vivió, alumno de Hogwarts escuela de magia y hechicería.

    ********************************************************************************

    Era el mejor verano que Harry había pasado jamás en la casa de los Dursley, sobretodo por el hecho de que temían que de un momento a otro, el joven aprendiz de mago les lanzase un conjuro y eso le divertía mucho, pero también estaba el problema de que su tío había guardado todas sus pertenencias en la alacena bajo la escalera, impidiéndole hacer los deberes o tocar siquiera su varita, y Hedwig estaba encerrada a cal y canto en su jaula por un gran candado cortesía igualmente de Vernon.

    Aún así, era muy gracioso ver las caras que ponía su primo Dudley cuando el propio Harry susurraba cosas sin sentido cerca de él y éste salia corriendo como alma que lleva el diablo. Lamentablemente, a parte de los deberes sin hacer, algo preocupaba mucho al moreno de gafas redondas, y era el hecho de que sus mejores amigos Ron y Hermione, e incluso Hagrid, no se habían dignado a escribirle una mísera carta desde que se fueran de Hogwarts, nada, y eso que el pelirrojo le había invitado a pasar el verano en su casa. Llegó a pensar que estaban furiosos con él ya que tampoco les había escrito, pero por desgracia su lechuza estaba confinada y le era imposible.

    Otra cosa que inquietaba a Harry eran las ganas que tenía de ver a Draco Malfoy, su enemigo, al menos en términos prácticos. No le cabía en la cabeza como podía ser posible eso, ya que el rubio era de todo, menos simpático con él. Aún así, recordaba al Draco adorable del espejo de Oesed, y la noche en el Bosque Prohibido, cuando habían estado a punto de morir y se habían dado las manos con fuerza. Harry muchas veces se había sorprendido a si mismo contemplando su mano derecha, como si aún sintiera la fría piel del rubio sobre la suya. Cosas que le aturdían y a las que seguía sin encontrar sentido alguno.

    Era 31 de Julio, y Harry cumplía doce años, pero en casa de los Dursley había algo más importante, igual que de costumbre. El tío Vernon estaba entusiasmado porque podía cerrar un contrato con un importante cliente y lo había invitado a cenar a su casa, planeando al dedillo la velada y dejando, como no, a su sobrino el rarito, al margen completamente.

    Pero cuando la planificadísima cena comenzó y Harry entró a su habitación se topó con el pseudomasoquista elfo doméstico Dobby, que le advirtió que no pisara Hogwarts ese curso, porque había una conspiración en su contra. Evidentemente, el ojiverde, prefería volver a la escuela que estar en esa espantosa especie de hogar. Con la mala suerte acostumbrada, el elfo hizo de las suyas en la casa y provocó que el ministerio le mandase a Harry una advertencia por usar magia, que él no hizo y además que sus tíos descubriesen que no le estaba permitido hacer magia fuera de la escuela y como resultado, encerraron a Harry en el pequeño segundo dormitorio de Dudley, poniéndole barrotes en la ventana, sacándolo dos veces al día para ir al baño y dándole de comer a través de una gatera que colocaron en la puerta. Lo único que aliviaba al joven Potter era que sus amigos si le habían escrito, solo que el dichoso elfo, le había usurpado el correo.

    Aun así, sus esperanzas de volver a Hogwarts se habían esfumado.

    Tres días pasó así hasta que sus queridos amigos, Ron, Fred y George le rescataron con su alucinante coche volador y lo llevaron a La Madriguera, el acogedor hogar de la familia Weasley. Los cuatro, llegaron a la conclusión de que lo que le había dicho Dobby a Harry, podía ser una broma pesada de alguien que le odiase mucho, y enseguida pensaron en Draco Malfoy, ya que encajaba perfectamente en el perfil, no solo en lo del odio que le profesaba a él, lo suficientemente fuerte como para hacerle algo así, sino que al ser tan adinerado como aparentaba, seguro que tenía un elfo como ese a su disposición para encargarle que evitase que su enemigo pisara la escuela y de paso fastidiarle con lo de la correspondencia.

    Y el verano mejoró considerablemente para el niño que vivió.

    Recibieron la carta de Hogwarts con el nuevo material de segundo curso, y casi todos los libros eran de un tal Gilderoy Lockhart, un famoso mago y escritor, bastante popular entre las féminas. Y como no, tenían que ir a comprar lo que necesitaban al callejón Diagon. Pero los Weasley se transportaban por chimenea, usando algo llamado polvos flu, que Harry no conocía. Para colmo de males, el ojiverde los usó mal y acabó en una especie de tienda espantosa que no estaba en el callejón al que deseaba ir.

    Harry pensó en salir de ahí, tan pronto como recogió sus gafas rotas del suelo. No tenía ni idea de donde se encontraba, pero no podía estar peor que en ese sitio, que dicho sea de paso, le daba escalofríos, sin embargo, cuando iba hacia la puerta, a través de la luna del escaparate vio el rostro de alguien a quien no esperaba ver en ese lugar. Draco Malfoy. Se echó un rápido vistazo a sí mismo y se vio lleno de hollín, hecho un asco y con las gafas rotas, no podía dejar que le viera de ese modo, así que se escondió en un gran armario que tenía cerca y decidido a espiar hasta que el rubio se fuera.

    La campanilla de la puerta sonó cuando Malfoy entró, pero no venía solo, un hombre mucho más alto le seguía, y por el gran parecido que tenían ambos, Harry dedujo que era el padre del ojigris.

    El señor Malfoy tocó un timbre que había en el mostrador y le dirigió la palabra a su hijo-no toques nada Draco.

    Éste miraba un ojo de cristal y le respondió-creía que me ibas a comprar un regalo.

    -Te dije que te compraría una escoba de carreras- Harry rodó los ojos, parecía que Malfoy no pensara en otra cosa que no fuera una escoba...bueno, y en insultos hacia él.

    -¿Y para qué la quiero si no estoy en el equipo de la casa?-preguntó el rubio menor enfurruñado- Harry Potter tenía el año pasado una Nimbus 2000, y obtuvo un permiso especial de Dumbledore para poder jugar en el equipo de Gryffindor, ni siquiera es muy bueno, sólo porque es famoso...famoso por tener esa ridícula cicatriz en la frente...-añadió mientras echaba una ojeada a un estante con calaveras, y prosiguió-a todos les parece que Potter es muy inteligente sólo porque tiene esa maravillosa cicatriz en la frente y una escoba mágica...

    -Me lo has dicho ya una docena de veces por lo menos-le interrumpió su padre con cara de fastidio y voz cansada. Harry sintió una súbita alegría, eso significaba, que Draco también pensaba en él, más de lo que querría reconocer, seguro, y que se había pasado el verano molestando a su progenitor hablándole de él. Unos deseos de reírse tontamente le asaltaron, pero alzó sus manos para taparse la boca, ya que no era conveniente delatarse, además de que no cesaba de oír en su mente las últimas palabras de Draco 'esa maravillosa cicatriz', vale, seguro era en tono irónico, pero podía haber algo de verdad ¿no?. El Malfoy mayor siguió hablando con su hijo y bajó al moreno de las nubes-y te quiero recordar Draco que sería mucho más...prudente dar la impresión de que tú también lo admiras, porque en la clase todos lo ven como el héroe que hizo desaparecer al Señor Tenebroso...¡ah señor Borgin!-un hombre de cabello grasiento y algo encorvado había aparecido, quitando al Malfoy menor la oportunidad de réplica.

    Las últimas palabras del señor Malfoy habían hecho a Harry pensar en como sería llevarse bien con Draco...¿serían buenos amigos o saltarían chispas a la primera de cambio?.

    El rubio platinado de largos cabellos comenzó una conversación con el señor Borgin a la que Harry no le dio importancia, porque estaba muy ensimismado observando los gráciles movimientos de Draco por la tienda, que miraba las cosas detenidamente y poniendo diferentes muecas según lo que le parecía cada cosa, ya fuera asco o por el contrario ligero interés (ya que en ese lugar nada parecía agradable del todo). El moreno se sorprendió de lo buena persona que parecía Malfoy lejos de esa capa de odio y perversión. De pronto lo vio detenerse y alzar la voz-¿puedo quedarme con esto?-dijo interrumpiendo a su padre y a Borgin. Lo que quería el rubio resultó ser una mano cortada que reposaba sobre un cojín y según el vendedor era la Mano de la Gloria, que servía para alumbrar el camino al que le pusiera una vela entre los dedos, por lo visto era algo importante para los saqueadores y ladrones. Cosa que desembocó en una conversación sobre el futuro de Draco y que su padre se lo augurase negativo por las notas que sacaba su vástago en la escuela, inferiores a las de la hija de muggles, Hermione Granger.

    Draco continuó su tour por la tienda molesto, mientras su padre y Borgin volvían a lo suyo y reparó en el armario donde Harry se escondía. Fue directo a el y cuando estuvo a punto de tirar de la manilla, su padre lo llamó para marcharse, haciendo suspirar al ojiverde, que ya se veía pillado con las manos en la masa y sin una explicación viable. Cuando el propio Borgin se fue a la trastienda Harry salió de allí aun sudando por lo peliagudo de la situación.

    Al final resultó que había acabado por error en el peligroso callejón Knockturn y Hagrid le rescató. Pudo encontrarse con Hermione y los Weasley en Gringotts. Fueron a Flourish y Blotts a por los libros y casualmente se habían topado con el tal Gilderoy Lockhart firmando libros y haciendo enloquecer a las mujeres, éste incluso había usado al propio Harry para sacarse una foto con el objetivo de salir en la portada de El Profeta.

    Cuando Harry había decidido salir de allí porque le resultaba insoportable, el moreno volvió a encontrarse con el rubio, esta vez cara a cara y con Ginny Weasley de testigo.

    Continuará...
     
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  13. Dan2102
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    Genial como siempre, muchas gracias!

    Espero conti y el desenlace :D jejeje gracias!
     
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  14. Rukkiaa
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    El club de fans de Harry Potter



    -¿A que te gusta, eh, Potter?-dijo una voz que Harry no tuvo ninguna dificultad en reconocer, se puso tenso y lo vio, Draco Malfoy, casi tan próximo como cuando se le había acercado estando él en el armario de Borgin y Burkes. El rubio continuó hablando con tono despectivo-el famoso Harry Potter, ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.

    -¡Déjale en paz, él no lo ha buscado!-replicó Ginny Weasley, fulminando al rubio que le sacaba media cabeza, con la mirada.

    -¡Vaya, Potter, tienes novia!-exclamó el ojigris mientras Ginny se ponía roja como un tomate y bajaba la mirada hacia el caldero nuevo que sostenía en las manos.

    -¡No!-exclamó Harry más rápido de lo que hubiese preferido hacerlo, ya que no solo lo había gritado, sino que provocó que la pelirroja alzara de nuevo la vista y le mirase con un deje de tristeza , y que el propio Malfoy se sobresaltara por el inesperado alarido que había salido de sus labios. Harry quería estar en una chimenea y volver a usar esos polvos flu para desaparecerse de allí. Ron y Hermione se le unieron después de conseguir pasar entre el gentío y participaron en la conversación.

    -¡Ah, eres tú!-dijo el pelirrojo, mirando a Malfoy como se mira un chicle que se le pega a uno en la suela del zapato-¿a que te sorprende ver aquí a Harry eh?

    -No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda Weasley, creí que en la entrada habían puesto un letrero que prohibía entrar a las comadrejas, pero se ve que lo quitaron y ya puede entrar cualquiera, apuesto que tus padres se quedarán sin comer un mes para pagarte esos libros-dijo dirigiendo la mirada a todos los libros de Gilderoy, por cierto nada económicos, que Ron llevaba en las manos.

    El pequeño de los chicos Weasley se puso tan rojo como se había puesto su hermana, echó los libros en el caldero de la benjamina y se fue a por el rubio, pero Harry y Hermione le sujetaron de la chaqueta, impidiéndoselo.

    Antes de que la cosa empeorase apareció Arthur e intervino, pero Lucius Malfoy también llegó y los que acabaron a golpes fueron ambos adultos entre dimes y diretes. El pelirrojo terminó con un labio partido y el rubio con una Enciclopedia de setas no comestibles que le había dado en el ojo. Disputa tras la que se fueron los de ojos grises.

    Ultimaron las compras y volvieron a casa.

    El verano concluyó por fin y tocaba volver a Hogwarts. Arthur y Molly Weasley habían llevado a la familia a la estación King's Cross a bordo de su mágicamente manipulado Ford Anglia, y tras cruzar todos la columna hacia el anden nueve y tres cuartos, Ron y Harry se habían topado con la desagradable conclusión de que ellos no la podían traspasar y no les quedó otra más que, coger el coche del patriarca de los Weasley y sobrevolar el expreso de la escuela. Acabando por desgracia en el peligroso sauce boxeador de sus alrededores y con el inminente peligro de ser expulsados. De haber sido por Snape, así habría sido, pero por fortuna, les dejaron continuar con la condición de que no se repitiera algo de tal magnitud, y con un desagradable castigo para cada uno. Además de que a Ron se le partió la varita casi enteramente. Aún así, los leones y muchos en la escuela habían vivido aquello como una increíble hazaña que celebraron en la sala común.

    Al día siguiente de la ajetreada primera noche del segundo curso en Hogwarts, Hermione y Hedwig resulta que estaban molestos con Harry por lo ocurrido con el coche, además de con Ron. Y para añadir más leña al fuego, el pelirrojo recibió un vociferador de su madre echándole una bronca de órdago que escuchó todo el mundo en el Gran Comedor, cosa que hizo por otro lado que la pelicastaña se apiadara del pobre Weasley y volviera a dirigirles la palabra.

    Empezaron las clases y la primera que tenían era Herbología doble con Hufflepuff en el Invernadero tres y donde trataron las mandrágoras. Harry de camino al invernadero había tenido un desagradable encuentro con el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Gilderoy Lockhart, que no paraba de hablarle sobre la fama y lo mucho que le costaría al joven Potter llegar a ser como él.

    Después les tocó Transformaciones con McGonagall, y debían convertir escarabajos en botones, tarea imposible para Ron con su desastrosa varita rota, que a pesar de haberla pegado con celo, seguía causando estragos. Hasta que llegó la hora de comer, después de la que tendrían que ir a clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, cosa que fastidiaba a Ron y a Harry, no así a Hermione, que parecía sentir cierta atracción hacia el profesor Lockhart.

    Salieron al patio a tomar el aire, antes de la horrible clase que sentían les esperaba. Hermione se enfrascó en un libro de Gilderoy, Viajes con los vampiros y, mientras el ojiverde y el ojiazul hablaban sobre quidditch, un niño de primero, llamado Colin Creevey, increíblemente fanático del propio Harry, empezó a darles la lata y, a pedirle fotos sin cesar al moreno de las gafas redondas que no sabía donde meterse, encima, el más joven se lo había pensado mejor y quería una foto de ambos.

    -Tal vez tu amigo querría sacárnosla para que pudiera salir yo a tu lado ¿y me la podrías firmar luego?-dijo el muchacho pequeño de cabello castaño.

    -¿Firmar fotos?¿te dedicas a firmar fotos, Potter?- en todo el patio resonó la voz potente de Draco Malfoy y Harry sintió como si una rama del sauce boxeador le hubiese golpeado en pleno estómago, parecía que el rubio y sus amigos siempre sabían cuando aparecerse, en los momentos más vergonzosos de su existencia-¡todo el mundo a la cola!-continuó gritando el ojigris-¡Harry Potter firma fotos!

    -No es verdad-dijo Harry bastante molesto, ya que lo que menos le gustaba era llamar la atención y todos los de alrededor ya los estaban observando-¡callate Malfoy!-odiaba mucho enfadarse con la serpiente, pero es que siempre le sacaba de sus casillas.

    -Lo que pasa es que le tienes envidia-dijo el pequeño Colin con su vocecita.

    -¿Envidia?-dijo el rubio con cara de 'niño nadie te ha dado vela en este entierro'-¿de qué?¿de tener la cara rajada?-Crabbe y Goyle eran los únicos que le reían la gracia, pero Harry sabía que algo de cierto había en eso, puesto que la forma en la que hablaba Draco con su padre en Borgin y Burkes sobre el moreno, parecía indicar que odiaba la fama de Potter, quizás porque la quería para si mismo, no sabría decirlo.

    -Echate al retrete y tira de la cadena Malfoy- dijo Ron enfadado a más no poder, solo el echo de saber que existía en el mismo planeta que él, ya lo enfurecía.

    -Weasley, ten cuidado-dijo Draco- no te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio-acto seguido se puso a imitar la voz de Molly cuando había chillado a su hijo a través del vociferador, provocando que los Slytherin de alrededor se empezaran a reír a carcajadas. Cuando terminó las burlas volvió a hablarles directamente-a Weasley le gustaría que le firmaras una foto Potter, pronto valdrá más que su casa entera.

    Ron se levantó y sacó su varita, pero Hermione le avisó de que se aproximaba un profesor, Lockhart, que estaba muy interesado en la firma de fotos que había escuchado nombrar. Y sugirió que sería el propio Harry con sus aires de grandeza el que la había organizado, lo que provocó más risas de Malfoy y sus amigos que se perdieron de allí.

    Toda esa situación, había avergonzado tanto a Harry que la cara le ardía, y aún en clase, el rojo intenso de su rostro no se desvanecía.

    -Se podría freír un huevo en tu cara-le dijo Ron sentándose a su lado en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras-más te vale que Creevey y Ginny no se conozcan, porque fundarían un club de fans de Harry Potter.

    Eso le avergonzó más y se hundió entre sus brazos, ocultando la cara contra la mesa. Y como era de esperar, la clase fue horrible. Primero el egocéntrico profesor les había pasado un cuestionario con nada más y nada menos que cincuenta y cuatro preguntas sobre sí mismo y después formó un caos cuando liberó un grupo de duendecillos de Cornualles, que obviamente, él mismo no supo detener.

    Por lo cual no era de extrañar que los días siguientes, Harry tratase por todos los medios de esquivar a Gilderoy quiero y no puedo Lockhart e incluso al pequeño aspirante a periodista Colin, que solía aparecerse en todas partes llegando a hacer pensar al ojiverde que era capaz de reproducirse como los hongos.

    Cuando llegó el fin de semana, el sábado concretamente, Harry fue despertado por Oliver Wood demasiado temprano para su gusto y todo para entrenar al quidditch, ya que había pedido el campo. Y de camino al vestuario encima tuvo que soportar a Colin y eso que ya estaba de bastante mal humor.

    Tras lo que pareció una interminable charla en los vestuarios de parte de su capitán, salieron al terreno de juego, pero los del equipo de Slytherin se presentaron de pronto ya que tenían una hoja firmada por el profesor Snape para entrenar a su nuevo buscador, que no era otro que Draco Malfoy.

    -¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy?-preguntó Fred Weasley con desagrado.

    -Es curioso que menciones al padre de Malfoy- dijo Marcus Flint, el capitán del equipo de las serpientes, sonriendo ampliamente- déjame que te enseñe el generoso regalo que ha hecho al equipo de Slytherin- y los siete presentaron sus escobas, todas nuevas y en las que se podía leer claramente y en placas de oro Nimbus 2001.

    Durante un rato nadie dijo nada. Malfoy sonreía tanto que parecía tener los ojos cerrados. Ron y Hermione que habían ido a ver el entrenamiento decidieron bajar de las gradas y llegaron hasta ellos.

    -¿Qué ocurre?-preguntó Ron dirigiéndose a Harry-¿por qué no jugáis?¿y que hace ése aquí?-desviando la vista a Draco vestido con la túnica verde del equipo de Slytherin.

    -Soy el nuevo buscador de Slytherin, Weasley- dijo el rubio, sabiendo que el pelirrojo también soñaba con jugar al quidditch y orgulloso de sí mismo por jorobarle- estamos mirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo-Ron solo abrió la boca anonadado- son buenas ¿eh?-seguía Malfoy pavoneándose-pero quizás el equipo de Gryffindor pueda conseguir oro y comprar también escobas nuevas, las que tenéis ahora seguro que os las compra algún museo.

    -Al menos en el equipo de Gryffindor nadie ha tenido que comprar su acceso-dijo Hermione, oportuna como siempre- todos entraron porque valían.

    Malfoy se puso serio y con cara de asco y mirando a Granger añadió-nadie ha pedido tu opinión, asquerosa sangre sucia.

    Harry no sabía lo que eso significaba, pero debió ser grave porque tanto los gemelos como una de las buscadoras de Gryffindor querían saltar al cuello del rubio, y Ron no se diga. El pelirrojo sacó su varita y realizó algún hechizo que salió mal, porque un rayo de luz verde le dio en el estómago y cayó sobre el césped. Lo que siguió fue un Ron vomitando repugnantes babosas sin parar, un equipo de Slytherin muertos de la risa, Malfoy a cuatro patas golpeando el suelo con el puño riéndose a carcajadas también, Colin acercándose para sacar fotos y un desesperado Harry y una preocupada Hermione, sacando al ojiazul de allí a rastras para llevarlo ante Hagrid.

    Después de hablar con el gigante, y de saber por fin lo que sangre sucia significaba, Harry tenía un profundo desasosiego. No le gustaba la forma en la que Malfoy se comportaba. Ansiaba que fuera amable, porque en el fondo de su corazón pensaba que podría ser bueno realmente, veía a Draco como una especie de tortuga, muy bonita eso sí, que simplemente escondía el cuerpo bajo el caparazón para protegerse del resto del mundo, pero que si lo sacaban de ahí, era frágil y delicado.

    En más de una ocasión, se sintió tentado de ir a hablar con él, a solas por supuesto, para decirle cara a cara lo que pensaba de su comportamiento y de su absurda manía de meterse con todos para llamar la atención, aunque la suya la tenía completamente a pesar de que quisiera negarselo a sí mismo. Quería decirle que le parecía hermoso y que era alguien con quien seguro tenía muchas cosas en común, porque a fin de cuentas a Harry también le gustaba mucho el quidditch, por poner un ejemplo y a Malfoy no le disgustaba en absoluto, además de que el propio ojiverde fue un firme candidato para ser una de las serpientes. Por lo que estaba convencido de que ambos podrían llegar a ser buenos amigos.

    Podía imaginarse sin problemas entrenando con Draco, los dos con sus respectivas Nimbus, al atardecer, antes de cenar en el Gran Comedor o al rubio ayudándole a mejorar en Pociones, para que así Snape no le riñera, sentándose con él en clase cuando el profesor les ordenase ponerse por parejas.

    En pensamientos como esos eran en los que normalmente divagaba Harry inevitablemente, incluso en ese momento, cumpliendo el castigo que McGonagall le había impuesto ayudando a Lockhart a poner la dirección en los sobres para sus admiradoras. Habría deseado mil veces el castigo de Ron, limpiar los trofeos con un trapo y a mano, con la única compañía de Filch. Pero tuvo que aguantarse, hasta que de súbito empezó a oír una desagradable voz que aparentemente sólo el podía escuchar, porque el profesor no sabía de que le hablaba. Tras cuatro horas de interminable castigo, Harry pudo ir a dormir y contarle a Ron lo que había pasado.

    Continuará...
     
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  15. Dan2102
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    Jeje Harry sabe que siente algo por Draco... El tonto de Draco ni pendiente aún xD

    Ya veremos jeje

    conti
     
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155 replies since 6/2/2013, 16:04   6769 views
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