Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    Me alegra muchisimo que les haya gustado, estoy segurisima que Zafy tambien estara contenta, ademas les aviso que hay un regalito en el fic "Harry Potter y el Fabricante de Pociones" publicado en esta seccion.

    Sin mas les dejo el capi.

    CAPITULO 8



    Harry abrió los ojos lentamente, sintiéndose mucho más relajado de lo que se había sentido en mucho tiempo, lo primero que registró fue el rostro de Malfoy, apacible, que dormía aún a su lado, poco a poco fue tomando conciencia del resto de su cuerpo, estaba acostado sobre su costado, al igual que su compañero, y sus piernas, de alguna manera inexplicable, se habían enredado, sentía algo de fastidio por los vaqueros ajustándose sobre sus piernas, y reparó en que se habían dormido con las ropas puestas y sin siquiera meterse bajo las sábanas. Sus brazos estaban libres así que, con cuidado de no despertar a Malfoy, jaló las mangas hasta cubrir sus manos y elevó un poco el rostro. Las cortinas seguían cerradas, pero claramente ya era de día.

    Suspiró lentamente y dejó caer nuevamente la cabeza sobre la almohada, pese a la falta de sus anteojos pudo ver claramente el rostro de Malfoy, su cabello rubio estaba desordenado, y un mechón largo caía sobre la mejilla, mientras sus labios exhalaban lentamente. Nunca había visto a Malfoy tan de cerca, pese a todo lo que habían pasado juntos las últimas semanas no se había dedicado a observarlo con tanta atención y tranquilidad. Sus pestañas eran tan claras como su cabello y se necesitaba estar así de cerca para ver lo largas que eran en realidad, su nariz respingada hacía perfecta armonía con la forma de su rostro…

    Las piernas, que aún permanecían enredadas, se movieron un poco, apretándolo, mientras Draco emitía un pequeño gemido y se movía, apartando inconscientemente con la mano el mechón que antes había estado sobre su mejilla. Harry entrecerró un poco más los ojos y se concentró en él, su piel, bien sabía que era pálida, ahora lucía algo más pálida, pese a estar viajando y estando al sol más fuerte que el que normalmente había en Inglaterra, esa palidez era extraña, era de alguna manera enferma… y lamentablemente conocida para él. Recordó entonces que Malfoy no se había estado sintiendo bien unos días atrás, y se preguntó si es que en realidad seguía un poco enfermo y no se lo decía para no hacerlo sentir mal, o, lo más probable, porque no se le daba la gana de compartir ese tipo de cosas con él. Levantó una mano, de manera lenta y precavida, y la llevó hasta la frente de Malfoy, su piel estaba caliente, pero no con temperatura, eso era bueno, que no hiciera fiebres, si es que seguía enfermo. Cabía la posibilidad de que no lo estuviera y él simplemente estuviera exagerando. El contacto pareció terminar de despertar a Malfoy, que abrió los ojos de golpe. Harry tiró su mano hacia atrás, como si de pronto la piel del chico quemara, mientras éste desenredaba las piernas que habían estado apresándolo y retrocedía un poco.

    —Eh…

    —¿Nos quedamos dormidos? —preguntó Draco, algo extrañado, y queriendo creer que esa mano cerca de su rostro sólo había sido con la intención de despertarlo.

    —Aparentemente —respondió Harry, dejándose caer de espaldas sobre la cama.

    —Vaya… ni siquiera nos pusimos los pijamas —Draco se sentó y se estiró un poco, antes de poner los pies en el piso alfombrado y mover el cuello de un lado al otro.

    —No, creo que estaba demasiado cansado.

    —Yo también —aceptó Draco, empezando ya a planear los movimientos del día, mientras Potter permanecía recostado sobre la cama y sin mirarlo.

    —Esto de dormir con la ropa puesta es una tortura —se quejó Draco, un momento después, sacándose la camiseta y mirándola con algo de asco antes de dejarla caer a un lado, sobre la cama. Se desabotonó los pantalones y tiró de las zapatillas, teniendo que saltar un poco sobre cada pie para lograr zafarlas, cuando se giró hacia el baño pudo ver el rostro de Potter, algo sonrojado.

    —¿Quieres usar el baño primero? —preguntó algo confundido, Potter negó con la cabeza rápidamente y apartó la mirada.

    —Puedes ir tú, yo estoy bien —respondió Harry, durante casi todo el tiempo que habían estado juntos en ese viaje, Malfoy, al igual que él, habían casi siempre usado el baño para cambiarse de ropa, era raro que se exhibiera de esa manera delante de él.

    —Genial. Si tienes hambre puedes pedir el desayuno, ¿o prefieres desayunar fuera? De todas maneras nos iremos en un rato más.

    —Ajá —Harry asintió, decidiendo que sentarse y ponerse en movimiento era mejor que quedarse tendido en la cama —, hacia Amberes, que aún está en Bélgica —comentó.

    —Vaya, veo que las clases han funcionado —se burló Draco, no sin algo de cautela, mirando de reojo a Potter, mientras recogía algunas cosas para poder ducharse.

    Harry se movió hacia la ventana y abrió las cortinas, el sol de la mañana entró en la habitación, iluminando todo.

    —Hace mucho calor.

    —Cierto —Draco tomó sus cosas entre los brazos y miró a Potter una vez más —, entonces, ¿qué decides?

    —¿Ah? —preguntó Harry, mirando distraídamente hacia la calle.

    —¿Desayuno en la habitación?

    Harry pareció dudar un poco y luego negó con la cabeza, girando hacia él.

    —Me gustaría poder salir…

    —Genial, no demoro entonces, ve ordenando tus cosas —y dicho eso Draco se metió al baño, sellando la puerta con un hechizo.

    *O*O*O*



    Llegaron a Amberes a medio día, pese a lo que había pasado la noche anterior, y el grado de intimidad que aparentemente habían desarrollado al dormir juntos luego de lo que Potter le había contado, Draco trató de actuar como si nada hubiera ocurrido, y se instalaron en un hotel bastante lujoso, cerca al muelle.

    Harry trató de actuar de manera más amable, no poniendo mala cara cuando Malfoy le indicaba los lugares que visitarían antes de partir al día siguiente, para ese momento él ya tenía en claro que si bien era cierto que llegarían a Paris, Malfoy quería ver un montón de cosas antes, estuvo tentado a preguntarle cómo, con la gran cantidad de oro que tenía y lo aparentemente desenvuelto que parecía en el mundo, no había conocido todos esos sitios antes, pero se abstuvo, no quería que Malfoy comenzara a preguntarle cosas de su vida también.

    Esa tarde anduvieron por la plaza mayor, Draco tenía un par de trípticos para los turistas, donde lo más recomendado eran los bares que habían en el centro, aparentemente el lugar tenía cerca de ciento cincuenta tipos diferentes de esa bebida y era uno de los mayores atractivos de la ciudad. Sabía que Potter no debía beber, y él no tenía por pasatiempo ir a los bares a menos que estuviera con ganas de ligar o de calmarse por algún problema con alguna de las empresas, y como ninguno de ellos era el caso, no lamentó no entrar a los bares.

    —Aquí dice —explicó Draco, señalando hacia una estatua en el centro de la plaza —que esa estatua es en honor a Silvio Brabo(1), a quien se debe el nombre de la ciudad, según cuenta la leyenda un gigante, llamado Druoon Anitigoon, habitaba el río, y le cobraba un peaje a los barcos que querían pasar, si un barco no pagaba entonces el gigante le cortaba la mano al capitán y la arrojaba al río Schelde. También dicen que un día un centurión romano, harto ya de la situación, le cortó la mano al gigante, lanzándola al río, por eso la ciudad recibe el nombre de Antwerpen, que significa mano y lanzar.

    —Vaya —susurró Harry, mirando la estatua del gigante y arrugando un poco los ojos —, supongo que se lo tenía bien empleado por andar cortándole la mano a los capitanes.

    Draco soltó una pequeña carcajada, por el comentario de Potter.

    —No deja de ser del todo cierto —comentó Draco, indicándole a Potter que se alejaran —, pero el gigante sí existía, sólo que no pedía ningún tipo de pago, simplemente atacaba los barcos, un grupo de magos se organizó para poder combatirlo, y créeme, la mano no fue lo único que le cortaron.

    —¿En serio? —preguntó Harry, mirando nuevamente hacia la estatua.

    —En serio —aseguró Draco.

    Para la hora de la cena, escogieron un lugar apartado del centro y de los bares, habían pasado cerca de uno de ellos, luego de recorrer la Catedral, según decía el cartel, era el más antiguo de la ciudad y ofrecía paquetes para turistas, con degustaciones de todos sus tipos de cerveza. Para alivio de Draco, Potter no se mostró siquiera un poco entusiasmado por la idea de beber, así que no le fue difícil pasar de largo.

    —Hay un chico observándote desde hace mucho —susurró Harry, mientras cortaba su carne con algo de rabia, trataba de canalizarla, de apartarla de él, aunque seguía sin entender claramente de dónde provenía, aunque ésta era diferente a la que normalmente sentía.

    —¿Qué? —preguntó Draco, que en ese momento le daba un trago a su vaso de soda.

    —Un hombre, detrás de ti, se ha pasado mucho rato observando. Realmente es incómodo.

    Draco entrecerró los ojos y Harry arqueó un poco las cejas, suspirando se giró para ver a un hombre alto y rubio, bastante fornido, que bebía una cerveza en la barra del restaurante.

    —Ya veo, ¿quieres que nos vayamos?, si es que te incomoda podemos irnos y continuar la cena en otro lado.

    —No… además ya casi termino —Harry se metió un trozo de carne a la boca y lo masticó con fuerza —, pensé que tal vez estarías interesado, como con ese otro chico.

    Draco bufó y levantó la mano para pedir la cuenta.

    —No, gracias, se ve demasiado dominante para mi gusto.

    Harry dejó los cubiertos sobre la mesa, contento con no tener que seguir comiendo, pues no tenía más apetito, y miró hacia el hombre, no le parecía poco atractivo, y luego hacia Draco.

    —¿Qué es lo que quiere decir eso exactamente?

    Draco, ocupado sacando algo de dinero muggle para dejarlo sobre la mesa, se encogió de hombros.

    —Creo que entiendes cual es la diferencia entre dominante y pasivo.

    —Claro que entiendo eso —aclaró Harry, enfadándose por la respuesta de Malfoy.

    —Pues entonces allí lo tienes, no me gustan los dominantes.

    —¿Tú no…? —empezó a preguntar, pero se detuvo cuando notó que el hombre caminaba hacia ellos, Draco, distraído, levantó una mano, esperando la bandeja con la cuenta, y volteó a verlo asombrado, cuando se dio cuenta que se trataba del hombre que los había estado observando, según Potter, mucho rato antes.

    —Lo siento —saludó el hombre, haciendo una pequeña inclinación con la cabeza hacia ellos —mi nombre es Mark, no pude evitar notar que ustedes son turistas, y justamente estaba pensando en ir a reunirme con un grupo de amigos en un bar cerca al centro, se la pasa muy bien allí, y tal vez ustedes quisieran venir también, será entretenido.

    Draco notó que su acento no era inglés, y que pronunciaba las palabras de manera más dura.

    —Gracias, pero ya tenemos planes, Mark —contestó Draco, poniéndose en pie, en el momento en que el mesero traía al fin la cuenta.

    —Oh, pero quizá tú sí quieras venir —preguntó el hombre directamente hacia Harry, que también se estaba poniendo en pie.

    —¿Yo?

    —Sería divertido —explicó el hombre lentamente, Draco suponía que estaba buscando las palabras para hablar, al no ser el inglés su primera lengua.

    Harry parpadeó, confuso, mientras observaba a Draco, no se había dado cuenta de que a quien había estado mirando todo ese tiempo había sido a él.

    —Tenemos planes —dijo rápidamente, mirando hacia Malfoy de manera desesperada y rogando para que se apresuraran en salir de allí.

    —Oh, lo lamento, no pensé que a ti y a tu novio les molestaría…

    —Él no… —empezó Harry, pero Draco lo interrumpió.

    —No nos molesta, en serio, —sonrió Draco tensamente —, pero ya tenemos planes, gracias de todas maneras.

    Y dicho eso tomó a Potter de un brazo y lo jaló un poco, haciéndolo caminar, no fue sino hasta que llegaron a la calle, que lo soltó.

    —Lamento haberte jalado —se justificó Draco, ambos caminando lentamente por la calle iluminada y llena de gente entrando y saliendo de los establecimientos —, es que parecías un venado en medio de la carretera y delante de un automóvil a toda velocidad —agregó, mirando a Potter de reojo y esperando no tener una pelea más.

    —Yo… —Harry negó con la cabeza —, me sorprendió ese chico, eso es todo.

    —No tendría porqué —llegaron al auto y Draco abrió las puertas para ambos con el control remoto —, no será el primer chico que se te acerca tratando de ligar.

    —No, pero… hace tiempo que no… —Harry sintió sus mejillas arder y ni siquiera estaba seguro de qué era lo que quería decir.

    —El chico de la librería, en Ámsterdam, también estaba algo interesado en ti, me lo dijo, bueno no directamente, pero lo dejó caer cuando compré el libro.

    —¿En serio?

    —Claro, se le notaba desde antes, pensé que te había dado su número o algo así.

    —No… bueno, sí, dijo que si quería podía llamarlo, pero pensé que sólo quería convencerme de comprar el libro.

    Draco soltó una carcajada, a la vez que arrancaba el auto, lo que hizo que Potter se sonrojara más.

    —No era un libro tan caro como para eso, y ya te lo dije, no tiene nada de raro, después de todo, feo no eres.

    Harry se giró a mirarlo, sorprendido por esa declaración.

    —¿No pensarás que lo eres, o sí? —preguntó Draco, extrañado, mientras se acercaban ya al hotel.

    —No lo he pensado, simplemente —se defendió Harry, tratando de mostrarse menos abochornado y más enfadado.

    —Bueno, no quiero que te molestes, sólo olvídalo.

    Harry asintió y se cruzó de brazos, dedicándose a mirar el camino por el resto del trayecto hacia el hotel.

    Antes de abandonar Amberes, fueron hacia los muelles, y pasaron la mañana viendo las embarcaciones, e incluso una zona de exposición libre sobre los almacenes, era medio día y el sol estaba en todo lo alto, Draco podía ver a Potter sonrojado y acalorado, pero reacio a abandonar aquellas camisetas de manga larga que le estaban ya cansando, sin embargo, desde la noche anterior, Potter había estado más callado y apático que antes, así que no quiso tensar más las cosas con él y lo dejó pasar.

    Al atardecer llegaron a Eeklo, donde Draco descubrió que había una gran cantidad de bosques y lugares donde seguramente podrían volar, pero no se arriesgaría aún a proponerle a Potter algo así, sobre todo porque la última vez que había intentado que volaran juntos éste había escapado.

    Contrataron en una agencia uno de los tours por los bosques y ambos se levantaron bastante temprano y se unieron a un grupo de turistas e hicieron un recorrido, bastante agotador, por Het Leen, una región rural de zonas boscosas, donde habían canales y arroyos, todo el paisaje era perfecto, pensó Draco, y cuando el guía les preguntó si querían que les tomara una fotografía, no dudó en aceptar.

    —¿Estás seguro que quieres una fotografía conmigo? —preguntó Harry, acalorado y apretando los tirantes de su mochila, posando delante de uno de los arroyos, junto a Malfoy.

    —Claro, ¿por qué no?, ¿tú no quieres?

    Harry se encogió de hombros y el guía les pidió que sonrieran, Harry ya había olvidado cómo hacer eso en realidad, así que hizo una mueca que pretendió ser una sonrisa y se quedó quieto, mientras el guía les comentaba que era un fotografía muy buena y que al volver a la ciudad se las daría impresa, como cortesía del tour.

    Draco, luego de cruzar junto a Potter, uno de los arroyos, descalzo, y sintiendo el agua helada correr bajo sus pies, descubrió que algo que le gustaba mucho era la naturaleza, el olor a bosque, la calma que había allí, la perfecta armonía de los elementos.

    En el centro de la ciudad se detuvieron en una librería, donde Malfoy insistió en que comprara un libro nuevo que leer, Harry que aún no estaba de acuerdo con que él le solventara los gastos, aceptó solamente cuando éste le prometió que aceptaría que lo pagara al llegar a casa.

    Cuando partieron hacia Brugge, donde también pasaron un día entero, Harry tenía ya para leer “Los Miserables”, un libro enorme, que Draco había mirado con cierto recelo, argumentando que si es que sólo le atraían las historias trágicas, Harry no le quiso contestar, pero pensó que sí, que su vida siempre había estado rodeada de tragedias y que no se le hacía extraño que los libros que escogiera tuvieran algo de eso.

    —He estado pensando… —empezó a decir Malfoy, mientras conducían hacia Ostende, su siguiente destino —sobre ese chico, Mark…

    —¿El del restaurante? —preguntó Harry, apartando la mirada de la ventana.

    —Ese mismo. Pensé que tal vez te había enojado que yo me inmiscuyera cuando te propuso salir y…

    —No, para nada, yo no podría salir con él, es decir, ¿qué haría con él?

    Draco arqueó las cejas un poco y su expresión se tornó divertida.

    —Bueno, supongo que debes saber qué cosas exactamente podrías hacer con él —Draco no pudo negar que disfrutó del bochorno de Potter, era interesante poder ver en él algo distinto a la indiferencia o la rabia.

    Harry entrecerró los ojos y miró nuevamente hacia la ventanilla, se sobresaltó cuando sintió la mano de Draco sobre la pierna, llamando su atención.

    —¿Qué haces? —preguntó, pegándose más a la puerta del auto y apartándose de él.

    —Te estaba hablando, no es buena educación darle la espalda a alguien cuando te habla —acusó Draco, retirando su mano y tomando el timón.

    —Pues no me apetece esta conversación, menos que te burles de mí.

    —Yo no me estoy burlando de ti, sólo trataba de ser amable y hacerte sonreír.

    —Eso no es ser amable, es burlarse —reprochó Harry, abrió los ojos sorprendidos cuando el auto dio un giro brusco y se detuvo junto a la carretera, la expresión de Draco se había tornado molesta.

    —¿Sabes qué? No, no me estaba burlando de ti, me cansa ver tu cara de depresión todo el tiempo —increpó Draco, algo agitado y girando completamente hacia él —, lo único que intento es que te sientas mejor, pero no colaboras, ¡demonios! Ni siquiera lo intentas un poco, y es frustrante y cansado.

    —Pues si te cansa tanto…

    —¡Mierda! —interrumpió Draco, golpeando el volante con las manos antes de abrir la puerta y salir, dejando a Potter dentro del auto, con una expresión de asombro.

    Harry se quedó quieto, en el interior del auto, viendo a Draco apartarse un poco, encender un cigarro y fumar lentamente delante de él, con los ojos entrecerrados y el viento de la tarde agitando su cabello, el sentimiento de culpabilidad lo invadió nuevamente, algunas veces pensaba que estaba siendo demasiado cruel con Malfoy, que sólo trataba de hacer que se recuperara, pero generalmente no podía, simplemente no podía con los recuerdos, con la ansiedad… con todo lo que se aprisionaba en su interior y que le parecía imposible dejar salir, no sabía ni siquiera cómo hacerlo, y le daba temor intentarlo, porque sabía que lo más probable era que una vez que empezara, no terminaría jamás.

    Draco lanzó el cigarro al suelo y lo piso con rabia, regocijándose al imaginar el rostro de Potter allí. ¿Qué es lo que estaba haciendo?, ¿desperdiciando los últimos meses de su vida en una estúpida campaña para rehabilitar a alguien que no quería ser rehabilitado, a alguien que probablemente saldría en busca de drogas apenas él muriera y se viera libre de su vigilancia? Tal vez si le hacía jurar, sobre su muerte, que no se drogaría más… pero no podría hacer eso, ni siquiera admitir que se moriría, no delante de él. No sabía qué haría luego, cuando las cosas se pusieran difíciles y no pudiera cuidar más de él, pero confesar la verdad no era lo correcto en ese momento.

    —Malfoy… —llamó con cautela Harry, saliendo del auto y mirando alrededor, en la autopista los automóviles pasaban a gran velocidad, dejando un sonido en el aire, Draco le dio una mirada molesta, y aunque dudó un poco, finalmente se decidió a dar ese par de pasos hacia él, pero el movimiento de Malfoy lo hizo permanecer quieto.

    —Métete al auto, Potter —gruñó Draco, caminando hacia él, y no le dio nada de pena la mirada herida que Potter le dio, se metió en el auto y cerró la puerta, encendió el motor, mientras que Potter se sentaba a su lado, parecía mucho más tímido que antes.

    —Lo lamento…

    —No tienes de qué, soy yo el que lo lamenta —resolvió Draco, incorporándose al tránsito —, después de todo soy yo el que trata de hacer algo que aparentemente es imposible.

    —No digas eso —susurró Harry, preguntándose si es que Malfoy se enojaría si le pedía un cigarro.

    —Claro, otra cosa más que no puedo decir —Draco negó con la cabeza y le subió el volumen a la música, acelerando más aún, quería llegar antes del anochecer a Ostende y sobre todo, alejar las ganas que tenía de mandar de una vez por todas al diablo a Potter.

    Una vez que llegaron a Ostende, recorrieron la ciudad con lentitud, pero lo que más había llamado la atención de Draco era la idea de poder estar cerca al mar, así que, luego de mucho buscar, encontró un lugar que le pareció perfecto.

    Se hospedaron en un complejo de bungalows en la playa, unas hermosas casitas de un piso, con terraza de madera y una habitación con camas dobles, podían escuchar el mar, mientras dejaban las cosas en la habitación y el encargado les explicaba todo sobre el lugar y las cosas que podían hacer por allí.

    Draco inmediatamente se instaló en la terraza, donde unos cómodos sofás para dos personas estaban colocados, y se dedicó a mirar el mar, mientras fumaba lentamente, lamentando no tener un trago a mano, ni siquiera tenía ganas de salir a ningún lado, aunque tal vez sí de ver el ocaso.

    Potter no apareció hasta mucho rato después, con una manta entre las manos y el gran libro de “Los Miserables”, le sorprendió que Potter tuviera el marcador de libros en la mitad, había avanzado bastante con la lectura mientras había permanecido en la habitación.

    —Pronto hará frío —comentó Harry, hablando con cierta prudencia y enseñándole la manta a Draco —, el encargado ha dicho que…

    —Ajá —masculló Draco, interrumpiéndolo y encendiendo otro cigarro. Por un momento se reprochó por lo mucho que estaba fumando últimamente, pero luego decidió que era una estupidez hacerlo.

    —Lo lamento —susurró Harry, sentándose a su lado y dejando el libro sobre el piso, Draco lo miró un instante, antes de volver a mirar hacia el mar.

    No quería ser mezquino, tampoco se trataba de hacerse el orgulloso con él, pero esa tarde se sentía demasiado sobrepasado por todo, quizá para la mañana siguiente se sentiría mejor, pero en ese momento no estaba listo para aceptar disculpas que sabía que no eran sinceras.

    —Ni siquiera sabes exactamente porqué lo sientes.

    —Por… por hacerte enojar —aseguró Harry, extendiendo la manta y tratando de hacerla pasar sobre ambos.

    Draco negó con la cabeza y se trató de apartar, pero en cuanto hizo el intento de levantarse, la mano de Harry se cerró en torno a su muñeca.

    —No te vayas —pidió Harry, no muy seguro de porqué lo hacía, ni siquiera se entendía a sí mismo, por momentos quería que Malfoy se hartara de él y lo dejara solo, pero en otros, como en ese, se sentía demasiado culpable por hacerlo enojar —, ya casi es el atardecer, y si has venido hasta aquí, seguramente querrás verlo, el verano está acabando ya y pronto empezarán las lluvias, será bueno verlo.

    Draco se quedó quieto por un instante, asombrado por el tono que Potter estaba usando, pero finalmente asintió y se sentó nuevamente, se dejó cubrir por la manta y contestó con un gesto afirmativo cuando este tomó el paquete de cigarros y pidió mudamente uno.

    Ambos se quedaron allí, viendo como el sol se ocultaba, sin ser capaces de decirse mucho, simplemente acompañándose, hasta que la noche llegó por completo y el cielo se llenó de estrellas.

    *O*O*O*



    A la mañana siguiente, cuando abrió los ojos, no se sorprendió de no encontrarlo, después de todo, la noche anterior no se habían dicho nada más, Malfoy no lo había disculpado y él no había intentado hacer las paces nuevamente, sabía que no tenía caso, que Malfoy no lo disculparía rápidamente, en el fondo tenía que mostrarse sorprendido de que le hubiera aguantado tantas cosas, no sólo durante el viaje, sino desde antes, desde que ambos habían chocado en la carretera.

    Se sentó y miró alrededor, no habían señales de Malfoy, ni una nota ni nada que le indicara que pronto volvería; por un loco momento temió que lo hubiera dejado allí, harto ya de cargar con él y aguantarle sus desplantes, y entonces el pánico de quedarse solo lo invadió; saltó hacia el piso y abrió el armario, soltó un suspiro de alivio cuando vio aún las prendas de vestir de su compañero colgadas y ordenadas.

    Avanzó hasta la puerta y la abrió, Malfoy tampoco estaba en la terraza; entrecerró los ojos, tratando de divisarlo en la playa, pero la vista, pese a tener los lentes puestos, no le daba para tanto, había varias personas en el mar y en la orilla, pero era imposible que distinguiera si alguno de ellos era Malfoy. Esperando que Malfoy no tardara mucho tiempo en volver, se metió a la habitación de nuevo, jaló sus cosas y se encaminó al baño, dispuesto a darse una larga ducha y a convencerse de que debía tener una mejor actitud, que debía ser amable y por lo menos colaborar un poco con él… pero es que a veces todo era tan difícil.

    *O*O*O*



    Sabía que estaba actuando de mala manera, que se estaba comportando como un chiquillo caprichoso y vengativo, pero, pese a que en un principio había pensado que el enojo se le pasaría luego de dormir, lo cierto era que no había podido dormir casi nada, y durante el tiempo que se mantuvo despierto se dedicó a observar a Potter, tratando de entender, de comprender qué estaba haciendo mal, qué era lo que el chico necesitaba y no podía darle, y finalmente había llegado a la conclusión de que tal vez Potter necesitaba muchas cosas, pero no a él.

    Por un momento pensó en dejarle el suficiente dinero para que pudiera volver a Inglaterra, romper el hechizo y continuar con su viaje, pero su mirada recayó en una de esas camisetas de manga larga, luego su vista volvió a Potter, aún para dormir usaba camisetas de manga larga, e incluso dormido, jalaba de las mangas, escondiendo sus manos. Era como si se tratara de un pobre chico asustado queriendo esconderse del mundo bajo las capas de su ropa ancha, y no le gustaba verlo así, en realidad la idea de ver a Potter en cualquier grado de debilidad era una idea bizarra, Potter no era así, y aunque no había podido hacer, aparentemente, mucho para hacerlo mejorar, al menos le daría una lección antes de dejarlo ir.

    Su varita le alertó de que Potter ya se había metido en el baño, sólo entonces abandonó su lugar en la orilla del mar, donde estaba hablando con uno de los guías que le explicaba sobre los parapentes que volaban en todo lo alto, prometiendo que al día siguiente lo intentaría; y se metió en la habitación, se cambió el bañador mojado por un pantalón de algodón y una camiseta de mangas cortas, se colocó las zapatillas con calma y luego miró alrededor, buscando su objetivo. Tomó las camisetas mangas largas de Harry, todas las que habían, y las desapareció, mandándolas hacia el océano. Lo siguiente que hizo fue estar atento hasta que escuchó el agua de la ducha correr, en cuanto el ruido inició, abrió la puerta con un hechizo, y sin hacer ruido, entró al baño, miró por un instante la silueta de Potter, protegida por la puerta de vidrio pavonado y por un loco momento se molestó de que fuera así de gruesa y pavonada como para no dejar ver el interior. Negó con la cabeza mientras tomaba la camiseta que Potter había usado para dormir y la que había escogido para ese día, y salió hacia la habitación, seguramente el no dormir lo hacía pensar tonterías.

    En cuanto la última camiseta mangas largas desapareció, el ruido de la ducha se detuvo, Draco se acomodó en uno de los lados de la habitación, con la varita sobre las piernas y los brazos cruzados, como un espectador preparándose para ver una buena función.

    Pasaron unos cuantos minutos antes de que escuchara la puerta abrirse, arqueó las cejas, algo sorprendido al ver a Potter, ya con los pantalones puestos, pero con una toalla blanca y larga cubriendo sus hombros, y por ende sus brazos, era increíble que aún así buscara esconderse. Draco empezó a preguntarse si es que Potter no tendría realmente algo malo en los brazos y por eso trataba de ocultarse, aunque sabía que era imposible, lo había visto ya desnudo antes de partir de Inglaterra y en ese entonces no tenía nada más que unos cuantos moretones que revelaban los piquetes anteriores, tal vez no había sido lo suficientemente cuidadoso y Potter había hecho algo más. Esa idea lo aterró y por un instante vaciló en su plan.

    —¡Malfoy! —exclamó Harry, sorprendido por la presencia del chico y sujetando con más fuerza la toalla, cerrándola en el pecho y sintiéndose idiota por haber olvidado su camiseta, aunque estaba casi seguro de haber tomado una cuando entró al baño.

    —Buenos días, ¿qué haces? —preguntó Draco, queriendo parecer casual, mientras lo observaba atentamente.

    —Yo… me olvidé la camiseta —se justificó, mientras avanzaba hacia la habitación y buscaba con la mirada las camisetas, no había ninguna cerca y era raro, estaba casi seguro de haber dejado más de una a mano, ni siquiera el pijama que había usado y que estaba completamente seguro haberse sacado en el baño, estaba, y la mirada de Malfoy le hizo empezar a sospechar.

    —En el armario tienes muchas camisetas —respondió Draco, indicando con una mano el armario abierto, donde efectivamente, muchas camisetas de mangas cortas y diversos colores, se mostraban.

    —Pero yo quiero… —Harry recorrió la habitación con un poco más de pánico, revolviendo algunas cosas y sintiéndose incapaz de soltar la toalla para tener más comodidad —¿Dónde están?

    —¿Dónde están, qué?

    —Sabes perfectamente bien de lo que hablo —se quejó Harry, rendido a que sus camisetas habían desaparecido y colocándose en el extremo opuesto de la habitación, sus deseos de comportarse correctamente con Malfoy se esfumaron tan rápido como se habían esfumado sus camisetas.

    —No, Potter, no lo sé —respondió Draco, poniéndose en pie y dejando la varita en uno de los bolsillos de su pantalón, avanzó lentamente unos cuantos pasos hacia él, y pudo ver como su mirada verde se tornaba a cada instante más enfadada.

    —Hablo de las camisetas.

    —Tienes muchas en el armario.

    —Yo no quiero esas que me has comprado.

    —Las otras también te las compré yo.

    —Vaya, ya era hora de que me lo sacaras en cara, te estabas tardando, ¿sabes? —replicó Harry, subiendo un poco más la voz.

    Draco arqueó una ceja, así que Potter si podía enojarse más aún.

    —No te lo estoy reprochando, fuiste tú el que mencionó que las había comprado yo, sólo te estaba aclarando que las otras también las había comprado yo, y que no te molestaba usarlas.

    —No quiero usar esas camisetas —respondió Harry, haciendo un gesto con la cabeza hacia el armario —, quiero las otras, las que siempre me pongo.

    —¿Por qué?

    —Porque sí.

    —Vaya, una razón muy válida —se burló Draco, quedando finalmente delante de él, Harry entrecerró los ojos y apretó más la mano en torno a la toalla.

    —Es la misma razón que me diste para traerme contigo a este estúpido viaje.

    —No es un estúpido viaje —masculló Draco, apretando los dientes.

    —Sí que lo es, es un capricho tuyo, un capricho sinsentido, simplemente por andar diciendo que pudiste arrastrarme por todos lados como si yo fuera una mascota.

    —¡Cállate, Potter! —gritó Draco, aunque eso no intimidó a Harry en lo más mínimo.

    —No, no me callaré, te estoy diciendo la verdad, no eres más que un niño caprichoso y engreído, harto de su maravillosa vida, escapando de sus padres y creyéndose mucho porque me puedes tener preso con un estúpido hechizo y… —Harry cerró la boca en cuanto el puño de Draco golpeó la pared, junto a su rostro, parpadeó mientras observaba a Draco enrojecer, su mirada era peligrosa, se maldijo por haberlo llevado nuevamente a perder la paciencia.

    —¿Qué es lo que le pasa a tus brazos? —susurró Draco, no podía hablar más fuerte porque la rabia lo hacía respirar agitadamente, y trataba de controlarse, antes de mandarle una maldición a Potter.

    —Nada —respondió Harry, aunque su voz era un poco más temblorosa ahora.

    —Nada —repitió Draco, bajando su mirada hacia la toalla, cerrada firmemente por una de sus manos sobre el pecho.

    —Malfoy… —pidió, pero Draco no lo escuchó y le tomó la mano que apretaba la toalla, tirando de ella para quitársela —. No…

    —¿Qué es lo que tienes en los brazos? —preguntó nuevamente Draco, jalando su mano con más fuerza, y sabiendo que en el forcejeo Potter no le ganaría.

    —Ya… ya te dije que nada —jadeó Harry, luchando inútilmente contra esa mano, hasta que no le fue posible mantener su agarre y su brazo fue estirado, sintió la toalla resbalar por sus hombros y se pegó más a la pared, en un tonto intento de que la toalla no cayera completamente.

    Draco observó como la toalla caía y lo jaló nuevamente, hasta que ésta terminó de resbalar hasta el piso, dejando el torso desnudo de Potter, la medalla plateada seguía allí, brillando un poco por los rayos de sol que se colaban por las cortinas casi transparentes.

    —Déjame —pidió Harry, retorciendo su brazo para apartarse del escrutinio de Malfoy, un sonrojo se había instalado en sus mejillas y su respiración se hacía cada vez más dificultosa, se preguntó si es que estaría entrando en un ataque de pánico.

    —No —Draco jaló su brazo, para poder examinarlo, aunque no encontró nada que examinar, la piel estaba completamente lisa y blanca, sin marcas, golpes ni cicatrices, levantó la mirada hacia Potter una vez más, pero este tenía la cabeza gacha, retorciéndose ya sin energía para librarse de él. Antes de darle tiempo a pensar, soltó ese brazo y jaló el otro, que había permanecido sujetando su propia mano y tratando de apartarla.

    —Por favor… —jadeó Harry, mientras Malfoy extendía su otro brazo, el bochorno era aún mayor, no quería que lo viera, que nadie lo viera, nunca.

    —No tienes nada —corroboró Draco, no sin algo de asombro, dada la fijación de Harry por cubrirse incluso había pensado que los piquetes por las drogas habían dejado feas cicatrices que no sabía cómo curar y que por eso las escondía.

    Harry negó con la cabeza y se retorció un poco, tratando de hacer que lo soltara.

    —Déjame, ya basta —pidió Harry con voz ahogada, Draco sentía su miedo, su pánico, y miró nuevamente hacia el brazo, no había nada, en ninguno de los dos.

    —No mires, sólo… suéltame —continuó Harry, y Draco creyó comprender algo.

    Jaló con un poco más de fuerza el brazo de Harry, sujetándolo por la muñeca y lo elevó hasta la altura de sus ojos.

    —No tienes nada —ratificó —, mira, no hay nada, Potter —la mirada de Harry se alzó un poco, observando el brazo con algo de temor.

    —Basta —pidió nuevamente Harry, cerrando los ojos, no quería verlo, realmente no quería ver sus brazos, o su cuerpo, o que nadie lo viera, menos Malfoy.

    —No —Draco se pegó un poco más a él, lo que hizo que Harry abriera los ojos y temblara un poco, pero no se dejó amilanar por eso y, con la mano libre paso los dedos sobre la piel del antebrazo de Harry, sorprendiéndose por la suavidad de la misma.

    —¿Qué…? Malfoy, no…

    —Shh… ¿ves? No hay nada allí —explicó Draco, usando un tono de voz más dócil y conciliador, acariciando casi con reverencia la piel suave, llegando hasta la parte interna del codo y subiendo hasta los bíceps, mientras sentía como Potter se estremecía por ese toque —, no tienes nada que esconder, porque no hay nada, no han quedado cicatrices ni cortes… nada.

    Harry observó los largos dedos de Draco recorriendo su brazo y contuvo el aliento, mientras sus dedos seguían subiendo, hasta su hombro y rozando la cadena de plata, antes de darse cuenta, su brazo fue soltado y su otro brazo levantado, donde hizo el mismo recorrido, con lentitud y algo muy cercano al cariño.

    —¿Lo ves? No tienes nada que esconder… lo que pasó antes, las marcas de antes ya no están —continuó hablando Draco con la misma voz calmada, sus dedos llegaron hasta el hombro y acariciaron nuevamente la cadena de plata, pero no se detuvo allí, y siguió bajando, muy despacio, pensando en lo caliente que se sentía esa piel y la forma como se estremecía a su paso. Sus dedos bajaron por el mismo sendero que la cadena de plata, hasta llegar a la medalla cuadrada, y luego un poco más abajo, por el centro del pecho, y deteniéndose al inicio del abdomen.

    —A veces —susurró Harry, tratando de respirar y calmarse, tratando de no sentirse perturbado por esa mano sobre su cuerpo de manera tan íntima —, a veces las veo… están allí, todas las marcas que tenía y que… que yo me había provocado.

    Draco apartó la mirada del pecho de Harry y lo miró a los ojos, aún bajo los lentes podía ver su miedo, su temor, su piel temblando con más fuerza… Se pegó un poco más a él, apartando un poco la mano hasta colocarla en uno de los costados, sintiendo la cintura de Harry y su respiración agitándose, aunque alegrándose de que ya no estuviera tan delgado como antes, sentía el calor que el cuerpo de Potter emanaba y de alguna manera era demasiado atrayente.

    —Ya no están, Harry —susurró, fue consciente del cuerpo de Potter agitándose un poco, seguramente tan sorprendido como él por haberlo llamado por su nombre, estaba casi seguro que era la primera vez que lo hacía —las marcas se han ido, todo eso se ha terminado…

    Harry tragó grueso y miró hacia el frente, antes de enfocarse nuevamente en él, tan cerca que era perturbador, que invadía su espacio personal, pero aún así, era incapaz de pedirle que se alejara.

    —Sueño con ellas… sueño que aún las tengo, que estoy lastimado… que me he metido tanta droga que la piel se me caerá y luego, cuando me despierto, no quiero ver mis brazos, ni nada de mí, siento que lo he dañado todo, que no queda nada bueno en mí, que todo lo que soy ahora es feo y desagradable, repugnante y… no puedo —negó con la cabeza, su corazón oprimiéndose contra su pecho de manera más dolorosa aún.

    Draco levantó la mano libre y acarició el cabello aún húmedo de Harry, tratando de reconfortarlo, mientras terminaba de pegarse a él para abrazarlo.

    —No hay nada malo en ti, nada repugnante, no tienes nada que esconder —susurró, y sin saber bien porqué, giró un poco el rostro y dejó un pequeño beso en el cuello, sintió a Harry estremecerse nuevamente y supo que estaba haciendo algo incorrecto, o por lo menos lanzando las señales incorrectas, no quería que Potter pensara que se quería aprovechar de él en ese estado tan vulnerable.

    Harry se sintió raro por la ausencia del cuerpo de Malfoy, en sólo dos pasos todo ese calor que lo reconfortaba se había terminado, y aunque una parte de él se sentía aliviada, otra parte de su cuerpo pedía a gritos que no lo dejase apartarse.

    Draco le dio una mirada más y retrocedió otro par de pasos, aclarándose la garganta para parecer más firme de lo que se sentía en ese momento.

    —Tienes razón —dijo, Harry lo miró asombrado, pero no intentó interrumpirlo —, en lo que respecta a obligarte a ir conmigo por todos lados, no soy quien para hacerlo, había pensado que sería más simple… que las cosas funcionarían, pero es evidente que no, y que estoy haciéndote daño al retenerte.

    —¿Qué quieres decir?

    —Terminaré con el hechizo, te daré dinero para que puedas comprar un boleto de regreso a Inglaterra y…

    —¿Ya no quieres que vaya contigo? —preguntó Harry, por un momento pensó en recoger la toalla del piso y cubrirse nuevamente, pero no quería que Draco pensara que todo era en vano, así que puso mucha fuerza de voluntad en quedarse quieto.

    —Eso es irrelevante, el punto aquí es lo que te estoy obligando a hacer. En verdad quiero que permanezcas bien, que no caigas de nuevo, pero…

    —No me estás obligando —interrumpió Harry, asombrado de sí mismo, unos días antes había esperado esa declaración con ansías, sin embargo en ese momento sólo era capaz de pensar que no quería que Malfoy se alejara de él, que no apartara esa sensación de cuidado y cariño que estaba aprendiendo a relacionar con él.

    —Ambos sabemos que no estás aquí porque quieres.

    —Sí, pero yo… yo pensé que tú habías dicho que no me dejarías hasta que estuviera bien y…

    —Y lo he intentado, pero ya lo dijiste, no soy quien para…

    —Lamento haber dicho eso —le atajó Harry, recobrando poco a poco la fuerza para hablar con decisión —, lamento ser lo que soy, pero lo cierto es que sólo tú ha conseguido que me quede limpio durante tanto tiempo, sólo tú eres capaz de hacer que no quiera ir a drogarme, de perseguirme y tratar de mantenerme a raya, y ya sé que soy mal compañero, y que muchas veces digo cosas que no tienen sentido y que ando enojado… quisiera no andar así, quisiera ser como era antes, cuando no dejaba que las cosas malas oscurecieran por completo mi vida, pero llegó el punto en que todo lo malo cubrió lo bueno y desde entonces no sé… —Harry se retorció las manos y negó con la cabeza, dando una patada en el suelo —¡Mierda! De verdad quisiera saber cómo hacerlo, en serio, quisiera saber cómo hacer para no sentirme así… ¡y lo intento! Dios sabe que lo intento, pero no puedo… y nunca había esperado que te rindieras conmigo… cierto que muchos se han rendido conmigo, que los he lastimado tanto que ya no quieren estar cerca de mí, pero pensé que tú eras de los que no… —su monólogo sin sentido se vio interrumpido por unos brazos jalándolo y apretándolo, presionándolo mientras unas manos acariciaban con cariño su espalda, sintió un escalofrío cuando esos dedos rozaron la cicatriz que había quedado en su espalda, pero aún así se trató de relajar, apoyando la cabeza en el hombro de Malfoy y sujetándolo de los costados de su camiseta.

    —Respira, Potter, respira —susurró Draco, no era experto, pero si antes había sentido que probablemente Potter había estado cerca de un ataque de pánico, esta vez estaba seguro de que era inminente, y no era justo empujarlo a tanto.

    —Malfoy…

    —Cálmate… no lo dije en serio —mintió, no había esperado esa reacción en él.

    —Sé que no es cierto —negó Harry, sin apartarse de él y apretando más fuerte la camiseta de Draco, queriendo aferrarse a él y no soltarlo.

    —Pero he cambiado de opinión, ya sabes que soy así de sorprendente —quiso bromear Draco, sintió a Potter negar con la cabeza.

    —De verdad lo lamento, no quise…

    —De acuerdo —interrumpió Draco, apartándose de él un poco, para mirarlo a los ojos —empecemos el día de nuevo, ¿te parece?

    Harry inclinó un poco el rostro, mirándolo con curiosidad.

    —¿Qué te parece si terminas de vestirte y luego vamos a dar una vuelta por la playa, al fondo está el restaurante del hotel, es muy agradable, y podremos desayunar mientras vemos el mar. ¿Te gustaría?

    —¿Y luego? —preguntó Harry, temiendo aún que Malfoy lo dejara.

    —Y luego iremos al puerto, y ya veremos qué más, creo que este lugar me gusta para quedarme un par de días, solo descansando, antes de partir hacia Paris —continuó Draco, no entendiendo bien dónde había quedado toda su resolución de dejar a Potter, tal vez el verlo de esa manera lo había hecho darse cuenta de que no podía dejarlo solo, después de todo él lo había llevado hasta allí, y de alguna manera le había hecho creer que realmente podía ayudarlo, no era correcto dejarlo a la deriva en un momento así.

    Harry asintió lentamente, y entonces Draco se apartó de él y jaló una camiseta color rojo con la imagen de un león, similar a la de un logo de autos, del armario, y se la pasó.

    Harry miró la camiseta y luego a Draco, y sin pensar más, se la puso, se sintió extraño y casi desnudo, sin poder cubrir sus brazos. Como un auto reflejo, levantó sus brazos y los miró con atención, estaba tan seguro de poder ver allí las marcas, los puntos llenos de sangre y droga, los morados por las inyecciones anteriores…

    Draco lo observó de reojo y tiró de uno de sus brazos, sacándolo de sus pensamientos y haciéndolo apartar la vista de su escudriño.

    —Efectivamente, si hay alguien que puede llevar bien el rojo Gryffindor, eres tú —dijo con tono burlón.

    Harry lo miró sorprendido y luego asintió, mirando hacia su camiseta y alisándola con las manos, tratando de luchar con la sensación de que “algo” le faltaba, después de todo no podría jalar esas mangas cortas.

    —Ahora vamos, que el día parece estar bueno —animó Draco, abriendo la puerta e indicándole a Potter que saliera, ambos se encaminaron con lentitud por el camino de piedras que bordeaba la playa y los demás búngalos y que los llevaba hasta el comedor, mientras el sol, pese a ser temprano y el verano casi estar terminando, brillaba ya en todo lo alto.

    *O*O*O*



    Notas de la autora:

    1 Estatua de Silvio Brabo: El nombre de la ciudad proviene de la leyenda de Silvio Brabo, cuya estatua puede verse en Grote Markt (Plaza Mayor). La leyenda cuenta que un gigante llamado Druoon Antigoon habitaba el río, cobrando un peaje a los barcos que quisieran pasar. Si un barco no pagaba, el gigante cortaba la mano del capitán y la arrojaba al río Schelde (Río Escalda). Un día, un Centurión Romano, cansado ya, cortó la mano del gigante y también la lanzó. De ahí surge el nombre de Amberes (Antwerpen), Ant = Mano, Werpen = Lanzar. http : / / es . wikipedia . org / wiki / Amberes.

    Edited by Kari Tatsumi - 7/10/2013, 22:21
     
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