De regreso al pasado [FudoKaze] -Adaptado-Finalizado

[Akio Fudou x Ichirouta Kazemaru] EPÍLOGO/FINAL (Bye-Bye~ Minna-san TwT)

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    Sera mi primer fic adaptado FudoKaze

    El que sea adaptado quiere decir que esta historia no me pertenece pertenece a otra grancuiosa escritora llamada. Sharon Salas. y obviamente los personajes aqi presentados tampoco :P si lo fueran estarian casados xD

    bien sin más espero que lo disfruten como yo al lerlo y escibirlo C:

    Pareja pricipal: Akio Fudou x Ichrouta Kazemaru

    Secundarias: Hiromido

    Esooo disfrutenlo




    De regreso al pasado.



    Capitulo 1 [Parte 1]

    -Lo siento señor Ichirouta, pero su amigo ha llamado para cancelar la cita. Ha dicho que la habían llamado del colegio de su hija. La niña se ha puesto enferma y ha tenido que irse a casa. Ha intentado localizarla en su trabajo, pero usted ya se había marchado. ¿Le importaría que la cambiara a una mesa para uno?-

    Kazemaru Ichirouta sacudió la cabeza.

    —No, muchas gracias. No voy a quedarme—Respondió amablemente, y salió de restaurante.

    Realmente, no le importaba. Durante los últimos seis años, no había deseado otra cosa que morir, y aquel día no era una excepción.

    Exactamente seis años antes, su marido y su hijo habían muerto delante de sus ojos.

    Sus amigos se preocupaban por él, y en el fondo, él apreciaba su cariño. Pero, simplemente, no le entendían. Por supuesto, todos ellos sabían lo que había ocurrido, pero no conocían los detalles ni la culpabilidad con la que Kazemaru vivía.

    Él estaba en el porche cuando su marido daba marcha atrás con el coche para sacarlo del garaje de su casa. Llevaba al bebe con él.

    Kazemaru había visto que un choche de policía doblaba la esquina a toda velocidad en persecución de otro vehículo. Había gritado para avisar a Fudou de que frenara.

    Pero sus amigos no sabían la razón por la que él se iba de la casa con el niño era que habían tenido una discusión, y que la última vez que habían hablado lo habían hecho llenos de ira. Ellos nunca entenderían que había querido morir con ellos cuando vio cómo los tres coches colisionaban y explotaban en una llamarada. Ver cómo Fudou y el niño morían devorados por el fuego le había destrozado el alma. Y ya solo estaba esperando que su cuerpo siguiera el mismo camino.

    Miró el reloj. Tenía una hora antes de volver a la tienda de moda donde trabajaba, y ya que comer era lo último en que pensaba, empezó a caminar por la calle.

    Hacía años que no había vuelto a aquella parte de Savannah, pero su amigo había insistido en que se reunieran allí, explicándole con entusiasmo cómo había cambiado la zona. Kazemaru tenía que reconocer que el barrio estaba muy bonito. Habían quitado el cemento de las aceras y habían dejado a la vista el mosaico de ladrillos rojos que había debajo. Habían plantado árboles que daban sombra a ambos lados de la calle, y hacían el paseo muy agradable. En algunas de las rejas de las ventanas de los edificios, las buganvillas y la hiedra se enroscaban delicadamente. En general, la zona tenía un aire de otro tiempo.

    Mientras caminaba, Kazemaru miraba, pero sin ver, realmente. Al detenerse en un semáforo para esperar a que se pusiera verde para peatones, oyó la conversación de dos mujeres que estaban a su lado. Estaban hablando sobre las tres niñas que habían desaparecido en

    Savannah durande las ultimas seis semanas; la tercera, el día anterior. No se sabñia nada de lo que podía averles ocurrido, y Kazemaru imaginó el miedo que estarían pasando sus padres. Conocia el sentimiento de perdida y de terror, y se sentía culpable por haber rezado pidiendo que las niñas aparecieran sanas y salvas sin creer que realmente que pudiera ocurrir. La verdad era que había perdido la fe en Dios y en la humanidad.

    Continuó caminando con la mirada ausente. No tenía interés en comprar nada, y hasta después de un rato, al observar el escaparate de una joyería, no se dio cuenta de que se había perdido. Se volvió buscando algo que le resultase familiar, con más curiosidad que preocupación.

    Entonces, una tienda que había en la acera de enfrente le llamó la atención.

    El nombre le resulto intrigante: Camino del ayer.

    Al darse cuenta de que era una tienda de antigüedades, sintió una punzada de dolor en el estomago que casi lo dejó inmóvil.

    Cuando Fudou y él eran novios, las antigüedades habían sido una de sisa ficciones favoritas. A el le encantaban los libros de cocina antiguos y los pequeños tesoros que los verdaderos coleccionistas pasaban por alto. Pero aquello era cuando todavía eran felices, cuando los padres de su novio no sabían que él existía. Se estremeció. ¿Cuántas veces habría revivido los últimos momentos de su vida juntos? Recordar las peleas era como si le clavasen un puñal en el corazón. Y siempre discutía por lo mismo.

    Los padres de Fudou le odiaban, y él no sabía cómo hacérselo comprender. No podía olvidar los llantos del bebe por encima de sus propios gritos, sin saber cómo explicarle el comportamiento de sus padres con él, su ira y su rudeza.

    Kazemaru sabía la infelicidad que le causaba a Fudou todo aquello. Él no entendía sus lágrimas y su incapacidad para llevarse bien con su familia. Kazemaru había vivido con miedo de que se cansara de todo y lo dejara, porque sabía que, si aquello ocurría su mundo se derrumbaría. Y finalmente ocurrió, pero no del modo que él se había imaginado. Había temido que lo dejara, pero nunca que muriera.

    Un coche pasó a toda velocidad a poca distancia de él y lo sacó de su ensimismamiento.

    <<dios… ¿Cuánto tiempo más tengo que sufrir hasta que me liberes de mi tristeza?>>

    Como de costumbre, no obtuvo respuesta. Completamente derrotado, se dio la vuelta y un chico que venía en bicicleta estuvo a punto de atropellarla. En un acto reflejo, se apartó para esquivarlo y se dio cuenta de que estaba en medio de la calzada, de camino hacia la tienda de antigüedades.

    Deseaba encontrar algo que le uniese al hombre que había amado y perdido, así que continuó andando hacia la tienda. Al entrar, se detuvo u respiro hondo. El olor a madera encarada y libros antiguos se mesclaba con el polvo que había en el local. Para un verdadero aficionado a las antigüedades, era como agitar billetes delante de un adicto al juego.

    Entró y dejo que la puerta se cerrase tras ella. Una campanita tintineo en el techo. En aquel momento, fijo la mirada en el anciano que había detrás del mostrador.

    Al principio no lo había visto, pero cuando sonó la campanita, él alzo la cabeza y entonces Kaze lo miró. Era bajito y estaba muy encorvado, y parecía que era tan viejo como los artículos que vendía en su tienda. Tenía un tubo de pegamento en una mano y unas tenazas en la otra.
    Ichi solo veía la esquina de un marco que había en el mostrador, frente a él, y supuso que estaba intentando arreglarlo.

    —Hola, Buenas. Solo quería echar un vistazo.

    El anciano solo asintió y volvió a centrar su atención en lo que estaba haciendo.

    Kazemaru se sintió aliviado al ver que no iba a seguirlo por toda la tienda para intentar venderle algo. A Fudou y a él siempre les había gustado curiosear sin que los molestaran.

    Arrugó ligeramente la nariz al percibir el olor a humedad. A medida que se adentraba en la tienda, el pasillo se hacía más estrecho. Al final tuvo que agarrarse el abrigo largo que llevaba puesto, para evitar que se rozase con los muebles, llenos de polvo.

    A pesar del nerviosismo que había sentido al entrar, rápidamente se dejó llevar por lo que Fudou llamaba su <<modo de búsqueda>>. Si compraba un objeto, era porque le gustaba, y no por el valor que pudiera tener. En todos los años que había pasado con Fudou, su compra favorita había sido un violetero de cristal por el cual había pagado la enorme suma de cincuenta céntimos. En él solo había un ramito de madreselva, pero su delicadeza le recordaba tiempos mejores. Si cerraba los ojos, todavía podía ver la risa en la cara de Fudou al ver su entusiasmo cuando encontró el pequeño jarrón.

    Decidido a continuar adelante, alzó la barbilla y anduvo hacia el mostrador que había al final de la sala. Allí, en mitad de todo el desorden, había una pequeña vitrina de cristal, cerrada, que contenía algunas joyas. El candado estaba oxidado, y sobre el cristal había una gruesa capa de polvo. Sacó un pañuelo de papel y limpió. En el momento en que lo hizo, supo que quería ver más.

    Se volvió y llamo al anciano.

    –Perdone, señor…Me gustaría ver las joyas que hay en esta vitrina ¿Tiene usted la llave?

    Parte 1 fin




    Tratare de tener la segunda parte lo antes posible C: y los capitulos serán los domingos o sabdos en la noche.

    Siguiente parte: lo antes posible.

    Besos mis bellesas *3*


    Matta ne


    Edited by Nathy-Kaze-Neko - 21/12/2013, 10:18
     
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  2. kaze-neka-love
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    Waa..nathy-chan...ya quiero leer la otra parte >_<...esta genial...u.u...que penita lo de fudou y el bebe de ambos TTnTT....

    WII...PRIMERA EN COMENTAR...

    sayonara y conty..nya...nya.
     
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    Me ha gustado pero me da mucha penita quiero seguir leyendo para saber que pasa pero.... pobre kazeeeeee TT-TT
     
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  4. kaze - chan >_<
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    está genial me gusto mucho
    Espero la Conty quiero saber
    Que pasará después
     
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    Aqi esta la parte dos n_n espero que les guste tengo el leve presentimiento de que esta muuucho más largo que la anterior y es que el captulo en si es de 22 paginas ._.

    bien al caso

    Gracias por sus comentarios *O* son hermosos!!

    kaze-neka-love

    Light_Kaze

    kaze - chan >_<


    Son de verdad muy lindas!!

    De regreso al pasado



    Capitulo 1 [Parte 2]


    Oyó el sonido de las patas de la silla arrastrándose por el suelo y el chirrido de un cajón al abrirse. Unos segundos después, el hombre apareció y se dirigió hacia él.

    Kazemaru intentó no mirarlo fijamente, pero había algo tan atrayente en su cara que no podía evitarlo. Era una mescla de vejes y de pena, y una sabiduría que provenía de haber sobrevivido a demasiados amigos y familiares.

    Paso a su lado sin hablar, quitó el candado con facilidad y abrió la vitrina. Por un instante sus miradas se cruzaron y Kazemaru sintió como si alguien le hubiese acariciado la cara. Pero él pestañeo, y aquella sensación se desvaneció.

    —Gracias—Le dije—. Estoy interesado en esos anillos. ¿Le importaría que…?

    Él se fue sin tomarse la molestia de hacer ningún comentario, y Kazemaru se encogió de hombros. Era obvio, viendo el polvoriento contenido de la tienda, que no vendía mucho, y si su comportamiento con él era habitual con todos los clientes, era raro que no le hubiesen robado.

    Revolvió entre las joyas, y se dio cuenta de que la mayoría era bisutería, a excepción de los anillos. Se los fue probando uno por uno, y después de un momento pensó que ya había visto todo lo que había que ver allí. Cuando estaba cerrando la vitrina, vio un trozo de encaje hecho jirones y arrugado en una esquina. Lo tomó y al desplegarlo, vio encantado que un anillo caía en la mano.

    Era de plata labrada formando hojas de hierbas enroscadas y tenía una piedra azul claro. Azul topacio, pensó, y la puso bajo la bombilla que había por toda la lámpara de la habitación. La luz atravesó la piedra y esta relumbró como si fuera un ascua. La contempló sobre la palma de la mano, admirando el trabajo y preguntándose cuánto costaría, cuando vio que tenía una inscripción. Se acercó el anillo a los ojos para leerla y, con esfuerzo, consiguió descifrar lo que decía.

    Una promesa para siempre.

    Se le llenaron los ojos de lágrimas. Aquello era imposible.

    Pensó en el hombre que le habría dado aquel anillo a su amor y lo apretó fuertemente en el puño. Cerró los ojos y vio la cara de Fudou.

    Sin dudarlo, se lo puso.

    Solo porque era su amor para siempre.

    En unos segundos, empezó a notar que el dedo le ardía. Se echó atrás de la impresión y tiró del anillo para sacárselo, pero no pudo. Dio un grito de miedo y de dolor. En cuanto lo hizo, el viejecillo apareció de repente.

    — ¡Oh, dios mío! ¡Señor, por favor, ayúdeme! No puedo sacármelo…

    Él sonrió y el dolor desapareció De nuevo, Kazemaru sintió como si alguien le hubiera dado un beso en la mejilla. Levantó la mano, pero el hombre no hizo más que asentir, como si entendiera. Aunque sus labios no se movieron, a Kazemaru le pareció oír que le decía que todo saldría bien. Antes de que pidiera protestar, notó un fuerte mareo y tuvo que agarrarse a un mueble para no caer al suelo.

    —No me encuentro bien—Murmuro y se dio cuenta de que no había comido prácticamente nada en todo el día.

    El aire de la habitación se removió levemente y a él casi se le cortó la respiración. Después, la presión en la habitación empezó a aumentar. Aunque sabía que estaba en pie, noto como si empezara a dar vueltas en el aire. Las sillas, las mesas y los cuadros polvorientos se movían como si estuvieran en un tiovivo y él girara en sentido contrario a la marcha. Quería cerrar los ojos. De repente, un aire frío lo envolvió y sintió pánico al ver que el anciano desaparecía por completo. Miró sin dar crédito el lugar donde había estado hacia un momento.

    El olor a polvo y naftalina era muy fuerte, pero había otro olor, menos potente, pero definible: era aroma a lavanda y pétalos de rosas secos. Oyó llantos y risas, y un grito agudo que provenía de su garganta. Después sintió que se caía.

    Cuando volvió en sí, estaba en la cocina de su casa, al lado del fregadero. Olía a leche para bebe y oía a un niño llorando en la otra habitación.

    <<oh, Dios…Eso no. Otra vez no>>

    Apretó los dientes y se volvió con la certeza de que Fudou estaría en el umbral de la puerta, como antes, mirándole como si fuera un extraño y no el hombre con el que se había casado y tenido un hijo. Se escucho decir las mismas palabras que antes y quiso gritar. Sabía lo que iba a decir porque lo había estado yendo en su mente cada noche durante los últimos seis años. ¿Era aquel su castigo por continuar vivo cuando todas las personas que amaba estaban muertas? ¿Era su destino revivir sus últimos momentos con Fudou y Kariya para siempre? ¿Nunca terminaría aquella pesadilla?

    — ¿Esta listo el biberón? —Pregunto Fudou.

    Kazemaru se volvió hacia el fogón, donde estaba el biberón calentándose al baño maría. Lo tomó y se echó unas gotitas de leche en la muñeca para comprobar la temperatura. Después se dirigió hacia la habitación donde estaba Kariya, Pero Fudou se interpuso.

    —Yo lo haré—Le dijo él, y tomó la botella de sus manos.

    Kazemaru sintió su rechazo tan claramente como si le hubiera abofeteado en la cara. Se volvió y le echó un vistazo a la cocina. El fregadero estaba lleno de platos sucios y había una pila en el suelo de ropa para lavar. Olía a beicon frito del desayuno y el suelo estaba sucio. Oyó la voz de Fudou arrullando al niño en la otra habitación, y después un gorgorito de satisfacción cuando Kariya termino el biberón. Se le encorvo la espalda. Había fracasado. Todo lo que había intentado hacer le había salido mal.

    Desde la primera cita, Kazemaru supo que aquel era el hombre con el que quería casarse. Su encanto y su primer beso habían conseguido que le temblaran las rodillas. Habían hecho el amor sin tomar ninguna precaución y se había quedado embarazado. En ese momento había descubierto que era un dosel. Tenía que reconocer que él no había vacilado cuando le dijo en qué estado estaba: al contrario, se había entusiasmado y le había pedido que se casaran aquella misma noche. Pero su familia, que había mantenido distancia con Kazemaru desde el principio, no lo había aceptado. Estaban furiosos y seguros de que se había quedado embarazado a propósito para atrapar a su único hijo. Su actitud fría hacia él había derivado en un odio controlado y bien disimulado. Eran muy hábiles, nunca habían hecho ningún comentario malicioso ni la habían difamado cuando Fudou estaba lo suficientemente cerca para oírlo, si no cuando estaba solo. Aquello lo estaba volviendo loco y causando muchos roses con Fudou y él. Akio no lo entendía, y Kazemaru no sabía como explicárselo sin que pareciera un chismorreo malintencionado. Así que se habría tragado la amargura u aquella infección estaba empezando a extenderse en su vida común.

    En la otra habitación, Fudou miró la carita de su hijo, maravillándose con la perfección de sus rasgos y sintiendo que el corazón se le encogía. Nunca había imaginado que existiera un amor como aquel. Había creído que su amor por Kazemaru Ichirouta era perfecto y devorador, y entonces había visto el nacimiento de Kariya. La conexión entre ellos había sido instantánea y él había pensado que su hijo fortalecería su amor. Pero para su asombro, Kazemaru había empezado a apartarse de él. A esconder sus sentimientos de una forma que él no comprendía. Parecía en busca de refugio, y solo estaba relajado cuando estaban en casa.

    Se había alejado por completo de sus padres, nunca estaba cómodo con ellos, y a él le resultaba incomprensible. Pero tenía que entender que sus padres necesitaban formar parte de la vida de Kariya. Después de todo, eran sus abuelos. Él sabía que Kazemaru había crecido sin tener familia, y había pensado que le emocionaría poder compartir la suya. Pero había resultado lo contrario. Fudou quería creer que su renuencia a integrarse con ellos se debía a la necesidad de recobrarse del parto. Pero Kariya ya tenía tres meses y las cosas no mejoraban. Empeoraban. Todos los días se acostaba con un nudo en el estomago y se levantaba igual. Son saber porqué, estaba perdiendo a su esposo y estaba asustado. Y debido al miedo, a menudo se dejaba llevar por la ira.

    Oyó a Kazemaru trajinar con los cacharros en la cocina. No conseguía engañarlo. Hacía todo aquel ruido para tapar sus sollozos. Miró al bebé de nuevo, sintiendo que se le rompería el corazón. Tenía ganas de llorar él también. Había concebido a aquel niño con tanto amor…

    ¿Dónde habría ido a parar?

    Kazemaru dejo los platos a remojo de agua caliente mientras ponía la lavadora. Le dolía la espalda y la cabeza le latía. Pero lo que más le dolía era el corazón. La noche anterior, se había vuelto hacia Fudou, dormido y se había despertado al notar como él se volvía hacia el otro lado para escapar. Sabía que solo era cuestión de tiempo que le pidiese el divorcio. Realmente, no podía echarle la culpa. Él no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo entre él y la familia de su marido. Y Kazemaru no sabía cómo separar el amor que Akio sentía por él y el que sentía por sus padres. Era un conflicto horrible.

    Metió un montón de ropa sucia de Kariya en la lavadora y la puso en marcha. Después se dispuso a lavar los platos. Sin pensarlo, metió la mano en el agua y sintió un dolor agudo.

    — ¡Kyaa! — gritó, y sacó la mano rápidamente. Estaba sangrando.

    — ¡Kazemaru! ¿Qué ha pasado?

    —Nada—Respondía él: tomo una toalla y se envolvió el dedo en el que se había dado el corte. Después salió disparado hacia el baño.

    Fudou alzó la cabeza y vio a Kazemaru cruzar el salón a toda prisa Kariya había terminado el biberón y estaba casi dormido. Preocupado, lo dejó en la cuna y se fue a ver que estaba ocurriendo. Kazemaru estaba dándose alcohol en la herida.

    — ¡Dios mío! — exclamó—. Kaze… ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?

    —Obviamente, me he cortado—Le soltó Ichirouta.

    Él sintió que la ira lo invadía, dejándolo frustrado y herido. Respondió de mala manera.

    —No puedo ganar contra ti ¿Verdad? —Murmuró, quitándole la botella de alcohol de las manos para dárselo él—.No importa lo que diga, todo está mal—Entonces miró el corte desde cerca—. No creo que deban darte puntos, pero deberías ir a urgencias por si acaso.

    —No podemos permitirnos pagar la factura del hospital — Respondió Kaze — Dame unas tiritas. Con eso será suficiente.

    Fudou se quedó inmóvil.

    Kazemaru se puso enfermo. Parecía que acabara de abofetear su marido. Pero si fuera al hospital, Nadja Fudou lo sabría y encontraría la forma de decirle algo acerca del dinero que pondría en su consulta. No podría soportar otra de las diatruvas de esa mujer. Akio no sabía que su madre llevaba semanas echándole en cara a Kazemaru que su hijo tenía que trabajar demasiado y que él debería volver a trabajar también. No importaba que Kazemaru hubiera intentado explicarle incontables veces que ambos habían tomado juntos la decisión de que Kaze se quedara en casa para cuidar de Kariya. Nadja culpaba a Ichirouta de todo lo que no iba bien en la vida de su hijo.

    Kazemaru suspiro.

    —Fudou… Yo…

    Kariya empezó a llorar. Fudou respiró profundamente y cerró los ojos, intentando calmarse. Cuando los abrió, Kaze se estremeció y dio un paso hacia atrás. Aquello fue lo que más le dolió. ¡Dios Santo! ¿Es que acaso pensaba que iba a pegarle?

    Él llanto de Kariya se hizo más intenso.

    De repente, él exploto.

    — ¡Al demonio, Kazemaru Ichirouta! Voy a llevarte a urgencias. Dejaremos al niño en casa de mis padres por el camino. No es necesario que él entre en el hospital. Y después, cuando volvamos a casa, Vamos a hablar. No sé que es lo que va mal entre nosotros, pero estoy harto de que me apartes de tu vida. ¿Me oyes?

    — ¡No! —Grito Kazemaru y lo agarró del brazo—.Por favor, no lleves al niño a casa de tu madre. No necesito ir a urgencias. Estoy bien Mira, ya casi he dejado de sangrar.

    Fudou no le hizo caso y empezó a andar hacia el salón, donde estaba su hijo.

    Kazemaru le siguió pidiendo por favor que se quedara, pero él se negó a escucharle. Vio horrorizado como su marido sacaba un biberón de la nevera, recogía unos pañales y tomaba en brazos al niño. Casi al instante, Kariya dejó de llorar, Pero Kazemaru comenzó a sollozar.

    — ¡No voy a ir! — Grito— y tú no puedes obligarme.

    —Muy bien— Respondió Akio — Quédate. Pero de todas formas voy a llevar a Kariya a casa de mi madre, y cuando vuelva, hablaremos.

    Salió de la casa y puso a Kariya en el asiento trasero del coche, sin hacer caso a Kazemaru, que había salido tras él, rogándole que se quedara.

    En el momento en que dejó al niño en la sillita, se puso a llorar otra vez. Tenía los pañales secos y no le dolía nada. Solo quería que lo acurrucaran en brazos para dormirse, y Fudou la había dejado demasiado pronto.

    —Kari, pequeño—Le dijo suavemente— Todo va a ir bien. La abuela Nadja te va a dormir en cuanto lleguemos a su casa.

    Cerró la puerta trasera y se volvió para entrar al coche, cuando Kazemaru lo agarró del brazo

    — ¡Fudou…por favor! ¡No te vayas! No sabes lo que me estás haciendo.

    Él frunció el ceño.

    — ¿A ti? ¡Maldita sea, Kazemaru! ¿Y tú no sabes lo que me estás haciendo a mí? ¿A nosotros?

    El pánico dejo a Kazemaru completamente inmóvil. Se retiró, observando horrorizado como Fudou se subía al coche y cerraba la puerta.

    Él sabía lo que iba a pasar. Lo había visto cada noche en sus sueños, durante los últimos seis años.

    <<oh, Dios. Despiértame antes de ver el choque. Por favor… No tengo fuerzas para verlo otra vez>>.

    Fudou puso el coche en marcha. Kazemaru se quedo petrificado, escuchando los llantos de su hijo. Fudou empezó a dar marcha atrás para salir a la carretera, y él ya podía oír el sonido de una sirena que se aproximaba. Su marido no se daba cuenta por los gritos del bebé.

    <<oh Dios>>

    El coche de policía apareció unos segundos después. Con las luces girando y la sirena a todo volumen.

    <<y Fudou me está mirando a mí, no hacia detrás >>

    Kazemaru echó a correr, gritando, y se tiró en el capó del coche. Fudou frenó en seco y el turquesa se resbaló hacia abajo.

    Salió del coche con el corazón en la boca. Dios santo… Si Kazemaru hubiera caído bajo las ruedas nunca se lo perdonaría.

    Entonces oyó las sirenas y se giro impresionado, justo a tiempo para ver el deportivo derrapar y dar una vuelta de campana. Un segundo después, el coche policía chocó contra su costado y los dos vehículos explotaron envueltos en llamas.

    Akio Sin pensarlo, cerró la puerta rápidamente para proteger a Kariya de los fragmentos que pudieran salir desprendidos y se tiró encima de Kazemaru.

    Él estaba en shock. ¡El sueño! ¡No había sido igual! Abrumado por la sensación de alivio, empezó a llorar. Gracias a dios. Gracias a dios.

    Quizás aquello significaba que estaba empezando a recuperarse. Incluso si solo era un sueño, había conseguido que tuvieran un final feliz.

    —Kazemaru, Mi Kaze ¿Estás bien?

    Notar el peso de Fudou y el suave sonido de voz en el oído era maravilloso.

    —Si, Fudou, ahora sí.

    Él le ayudo a ponerse de pie y la abrazó muy fuerte, apretándole la cara contra su pecho mientras miraba fijamente los dos coches ardiendo.

    —Si no me hubieras detenido, habríamos…

    —No lo digas — Le rogó Kazemaru, y le puso los dedos en los labios. Entonces se liberó de su abrazo y fue hacia el coche para tomar al niño del asiento. Estaba llorando muy fuerte.

    —Todo va bien, pequeño— Le susurro Kazemaru—Ahora estas con tu papi. No pasa nada…

    Fudou miró como los dos hombres más importantes de su vida entraban en la casa. Después entró en el coche y lo volvió a meter en el garaje. Se oían más sirenas que se aproximaban. Los vecinos debían de haber avisado a la policía. Él no había podido pensar en otra cosa que en su propia familia.

    Con una última mirada de culpabilidad hacia los coches, se metió rápidamente en casa y encontró a Kazemaru en la mecedora, con Kariya en los brazos, cantándole suavemente y acunándolo para que se durmiese.

    Sin decir nada, fue a la cocina, y miró el agua levemente roja por la sangre de Kazemaru. Quitó el tapón y cuando el agua se fue, vio el cuchillo con el que se había cortado su querido esposo. Maldijo en silencio, lo puso en la encimera y volvió a llenar el fregadero de agua limpia para fregar los platos. Todavía oía a Kaze cantando, pero Kariya ya no estaba llorando. Menos mal, porque el que tenía muchas ganas de llorar era él. Había estado muy cerca de matarse con el niño.

    Se apoyó en la lavadora, cerró los ojos y dejó caer la cabeza.

    —Gracias señor—murmuró. Sacó la ropa limpia de la lavadora y la metió en la secadora. Después fregó el suelo.

    Un rato después, cuando había terminado en la cocina, fue al salón para ver que tal iba todo. Kariya estaba dormido en su cochecito y Kazemaru en el sofá. Se le encogió el corazón de dolor. Se dio cuenta de lo que había estado a punto de perder. Entonces tomó al niño y lo llevó a su habitación, lo tapo con su mantita preferida y cerró la puerta. Estaría dormida durante una hora, como mínimo.

    Volvió al salón y observo la cara delgada y pálida de su Kazemaru. Todavía le sangraba la herida y la mancha del vendaje crecía.

    Probablemente necesitaba puntos, pero lo hecho, hecho estaba Tomó una toalla pequeña y le envolvió la mano a Kazemaru, y después la tapó con una manta. Él necesitaba dormir más que los puntos, y Akio necesitaba pensar.


    Parte 2 Fin



    Capitulo 2: Sabado 14/09/2013 C:

    Sin más espero que les haya gustado mucho!


    Matta ne

    Besos *3*

    Edited by Nathy-Kaze-Neko - 10/9/2013, 11:09
     
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    Te odio te odio te odio mucho que mal rato he pasado lo leo pa sufrir y lo peor de todo es quiero seguir leyendo para saber que pasa y tengo una pregunta esta adaptacion de que pareja era? Porque creo que encajan kidoxfudo xd
     
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    ;w; li-chan no me odies ;w;
    y no, no era un KidoFudo era de una pareja hetero xD sus nombres son Mary Faith y Daniel O'rourke
    por eso a lo largo de la historia creo que se me escaparan algunos ella o "a" cuando se refiera a Kazemaru C:
     
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    I can't take this anymore... ♪

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    No te preocupes no me he enterado estaba sufriendo mucho para darme cuenta y reconoce que encajan kido con familia rica y fudo odiado y sin familia pon contiiiii bueno no buen siiiii pon conti alegre plis!!!!!aunque no depende de ti TT-TT
     
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    Li-chan fudo no es de familia rica xD es solo que así se dio en la historia de casualidad. y el capitulo 2 tiene fecha de entrega (?) es este sabado. :D por mi la colocaría mañana pero eso depende de cuanto poueda escribir ahora y llebo una linea (De hecho ahora debo estar haciendo mi tarea ._.)
     
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  10. misha-chan
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    awwww!! como no lo había visto antes...
    Dios mujer... casi me soltaba en llantos... ya veía el cruel recuerdo de Kazemaru repetirse
    aww aun me arde mi garganta, pobre de Kazemaru.. por que lo dejo Fudou... y mas se llevo a Kariya!
    a mi bebe! dejo a un futuro Kirino viudo (?) ok no... XD
    aww me a encantado como lo as escrito... te a quedado hermoso...
    me a parecido muy curiosa la tienda... créeme que me imagine al viejito en mi mente.. ya veía toda la escena..
    te repito me an encantado.. me as dejado muy picada.. con lo que ha pasado...
    awww ahora se pudieron salvar, estoy impaciente por la continuación de tus historia...
    y la espero ansiosa.... aww aun faltan 4 días... jump bueno...
    sin mas bye bye....
    aa... se me olvida!! wiiiii soy feliz! a alguien mas le gusta el Ranmasa... uu... te diré.. que no eres la primera que me lo dice XD aun aun estoy muy feliz... de que te agrade la pareja... ^^ bye bye
     
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  11. kaze-neka-love
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    oo...nathy-chan...esta genial....ya quiero la conty....creo que yo pense lo mismo que ligth-chan...pense que era una adaptacion de fudouxkido n.nU...pero como ahora has dicho que era de una pareja hetero, mis dudas acaron wii(??)...

    esta genial...muero por saber que pasara.

    (me imagine como se veia kariya en el coshesito kyaa!!)
     
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  12. AkioIchi_Fuka
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    o.o me voy por unos dias y hay nuevos fics.
    Al principio casi lloro (;-; lloro), esta hermoso, pobre Kazemaru, perder a las 2 personas que mas amas, lo bueno es de que puedo regresar al pasado y evitar la muerte de su esposo y/o hijo :'3.
    Espero la continuación
     
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  13. ††Mizuki~Neko_chan††
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    waaa TT-TT que triste TT-TT........... y aaaaaaaaaahhhhhhhh TT-TT me encanto... muy lindo :3 ya quiero que sea sabado!!


    saludos!! :DD
     
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    Hoo-Laaa!! bueno la fecha de entrega era mañana pero queria que leyeran el capitulo lo antes posible por que esta bueno *O*
    Saben admito qeu si parecia un KidoFudo pero a lo largo de la historia el personaje no se comporta como fudou uke por muy uke que sea Akio es Akio Fudou señores (?) por eso....al principio tal vez si pero despues es cmo que no fudou no actuaria asi de uke. :3

    bien pasemos a otro tema. Gracias por comentar! vi que a varias las hise llorar ;w; bueno sharon salas nos hiso llorar ya que yo solo estoy cambiando los nombres xD


    gracias a:

    Light_Kaze
    misha-chan
    kaze-neka-love
    AkioIchi_Fuka
    ††Mizuki~Neko_chan††


    Por sus hermosos comentarios las quiero un monton!! <3



    De regreso al pasado



    Capitulo 2


    Kazemaru se despertó sobresaltado y se incorporo. El cochecito de Kariya estaba vacío, a su lado. Le latía el pecho de dolor y era casi medio día. No se paró a pensar por que el cochecito estaba allí o porque tenía la mano envuelta en una toalla. La última cosa que recordaba era haber entrado a una tienda de antigüedades. Como había llegado a casa era un misterio y porque estaba en el sofá y no en su habitación no venía al caso. Se había quedado dormido y era probable que su jefe lo despidiera.

    Pensando en que tenía que llamar inmediatamente a la tienda, se puso en pie de un salto y empezó a buscar frenéticamente el teléfono.

    Pero no estaba en el lugar de siempre. Entonces vio el cochecito y la chaqueta de Fudou en el respaldo de la silla. Notó que flaqueaba de alivio.

    El sueño.

    Continuaba soñando, y como todavía estaba dormida, Fudou y Kariya estaban vivos.

    Miró en la habitación del niño. Kariya no estaba allí, y cuando volvió hacia el salón, oyó la suave risa de Fudou y un gritito agudo de bebé.

    Sonrió. Siguiendo los sonidos, llegó hasta el pequeño patio que había detrás de la cocina. Fudou estaba en la tumbona, bajo la sombra del árbol, con Kariya contra su pecho. Kaze estaba de espaldas, y movía los brazos y las piernas mientras miraba hacia la copa del árbol.

    Kazemaru le pasó los dedos a Fudou entre su pelo cobrizo, deleitándose al sentirlo contra la palma de la mano. Se inclinó y lo besó en la mejilla.

    —No deberías haberme dejado dormir tanto.

    El miró hacia arriba y sonrió.

    — ¿Por qué no? Lo necesitabas, Kaze. Además, ¿qué otra cosa preferiría que estar con mis chicos?

    Kazemaru se sobresaltó. Si pudiera creer lo que le estaba diciendo...

    — ¿De verdad, Fudou? ¿Es cierto? A pesar de... Quiero decir, las cosas no han sido...

    —Ven y siéntate a mi lado.

    Kazemaru dudó. Pero él retiró las piernas para dejarle sitio y él se sentó. Miró a Fudou y después centró su atención en Kariya, y le hizo carantoñas, sin darse cuenta de que su marido lo estaba mirando a él y no al niño.

    Estaba más pálido y delgado, y un poco peor por la falta de sueño, pero continuaba siendo el chico bello que siempre había sido. Tenía el pelo color turquesa con tintes celestes y el rostro pequeño y bien dibujado. Algunas veces, sus ojos eran de color chocolate, y otras veces casi avellana. Pero él siempre podía ver la ternura de su alma asomándole desde dentro. Sin embargo, Fudou estaba intentando comprender de dónde había venido toda aquella incertidumbre. Antes de casarse, nunca había notado que el dudase, y después, no había dejado de hacerlo.

    — ¿Kazemaru?

    El aludido miró hacia arriba y se asustó un poco al ver la expresión de su cara.

    — ¿Qué? —le preguntó, y contuvo la respiración mientras esperaba su respuesta.

    — ¿Qué está ocurriendo entre nosotros?

    El se encogió de hombros.

    —Nada.

    —No es nada —dijo él, suavemente.

    —Tienes razón. Soy yo. Lo siento. No sé por qué me he convertido en alguien tan malo y odioso —le temblaba la barbilla—. No es mi intención.

    —Tú no eres malo ni odioso —respondió él—. Y no es culpa tuya. Hay algo más ¿verdad?

    «Díselo. Dile cuánto te odia Nadja».

    —No sé a qué te refieres —se salvó de tener que seguir con la conversación porque sonó el teléfono—. Yo contesto —dijo, y salió corriendo. Fudou se quedó con el corazón encogido y la cabeza llena de preguntas sin contestar.

    Un instante después, Ichirouta asomó la cabeza por la puerta de la cocina.

    —Es Nadja. Quiere hablar contigo.

    Fudou miró a Kazemaru. Aquella expresión de nervios y de malestar había vuelto a su cara.

    —Dile que la llamaré más tarde ¿de acuerdo?

    Kazemaru asintió y volvió a salón.

    —Nadja, está fuera con Kariya. Dice que te llamará más tarde.

    —Estás mintiendo. Ni siquiera se lo has dicho, ¿verdad?

    A Kaze se le hizo un nudo en el estómago.

    —Por supuesto que no estoy mintiendo. Ha dicho que te llamaría más tarde.

    —No te creo —le soltó Nadja de mala manera. Kazemaru oyó que colgaba. El dejó el auricular en su sitio y se derrumbó en el sofá. Se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las rodillas. Se cubrió la cara con las manos e intentó recobrar la compostura antes de salir otra vez. Pero cuando se puso de pie y se volvió, Fudou estaba en el umbral de la puerta.

    Kazemaru parpadeó, preguntándose hasta qué punto habría oído la conversación.

    —Iba a salir —dijo, y se obligó a sonreír.

    —Kariya ha mojado el pañal —respondió él.

    —Yo lo cambiaré —dijo Kaze. Tomó al niño de los brazos de Fudou y se escapó a la habitación del bebé.

    Fudou entrecerró los ojos pensativamente, mientras la observaba salir. No había oído la conversación, pero había notado pánico en la voz de su chico. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?

    ¿Por qué no se lo explicaba?

    Lo siguió hasta la habitación y le pasó un brazo por los hombros mientras el turquesa le quitaba el pañal a Kariya. Durante un segundo, notó que el dudaba, pero después se apoyó en su pecho. A Fudou se le aceleró el corazón. No recordaba cuándo había sido la última vez que había bajado tanto la guardia con él.

    — ¿Estás bien?

    Su voz grave, y la ternura de su caricia casi la habían hecho desmayarse. Quería contárselo en aquel momento, en la tranquilidad de la habitación de su hijo, pero él le tomó la mano que se había cortado y le dio un beso en la palma.

    — ¿Qué te parece dejar que esta pobre manita descanse un rato? Voy a preparar unos sándwiches para comer, y esta noche pediremos algo. Podemos cenar pronto y ver una película. Hace mucho tiempo que no tenemos una noche para los dos.

    Kazemaru dejó a Kariya en la cuna y se volvió, sin darse cuenta de que el brillo de sus ojos delataría sus emociones.

    —Me encantaría. Tú eliges la comida. Yo elijo la película.

    Él sonrió.

    —Siempre y cuando no me obligues a ver "Tienes un e-mail" de nuevo, trato hecho.

    Kaze hizo un puchero.

    —Pero me gustan Meg Ryan y Tom Hanks.

    —Y a mí también, pero creo que ya he visto esa película suficientes veces para toda la vida.

    — ¿Y qué te parece "Algo para recordar"? —le preguntó el, sabiendo positivamente que sus dos actores favoritos estaban en el reparto de la película.

    Él refunfuñó y la balanceó ligeramente.

    —Tú eliges la comida. Yo elijo la película — negoció él.

    —Comida china.

    —Arma letal.

    Soltaron una carcajada al unísono y salieron de la habitación abrazados. Por el momento, la tensión entre ellos se había desvanecido ante la perspectiva de pasar la velada juntos.

    Menos de una hora después, sonó el timbre de la puerta. Fudou estaba cortando tomate para el almuerzo.

    —Yo abro la puerta —dijo Kaze. Todavía tenía la sonrisa en la cara cuando abrió, pero al ver la expresión de Nadja Fudou, tuvo que hacer todo lo posible por mantenerla.

    —Nadja, qué sorpresa más agradable. Pasa, por favor.

    — ¿Dónde está Fudou?

    —Está en la cocina, haciendo sándwiches para comer. Nos encantaría que comieras con nosotros.

    Nadja la miró fijamente.

    — ¿No te parece suficiente que trabaje tanto en el despacho? ¿Tiene que llegar a casa y hacerse la comida, también?

    A Kazemaru se le encogió el estómago. Alzó la mano vendada para enseñársela mientras le explicaba:

    —Me he cortado esta mañana. Solo me está ayudando a...

    —Siempre es algo que tiene que ver contigo, ¿verdad? —dijo Nadja, y empujó a Kazemaru para echarle a un lado mientras entraba por la puerta.

    Ichirouta se tambaleó y se agarró a la consola del vestíbulo para recuperar el equilibrio. Angustiado, se dio la vuelta y vio a Fudou, en el umbral de la puerta del recibidor. Tenía una expresión entre furiosa e incrédula.

    — ¿Mamá?

    Nadja se dio la vuelta totalmente indignada.

    —Te he llamado hace una hora ¿lo sabías?

    —Sí, Kaze me lo ha dicho. ¿Y no te dijo a ti que yo te llamaría cuando tuviera tiempo?

    Nadja se quedó estupefacta. Miró a Kazemaru y después otra vez a su hijo.

    —Sí, bueno... Creo que lo mencionó, pero no has llamado y yo necesitaba... —respiró profundamente y empezó de nuevo, sin querer admitir que se había equivocado. -Ha venido tu tía Carmen. Ella y Eleazar van a venir a cenar esta noche y quiero que tú vengas también.

    Fudou miró a su madre y después a Kazemaru, que todavía estaba agarrado a la consola como si fuera su tabla de salvación. De repente, empezó a entender las cosas.

    Kazemaru se apoyó con fuerza, esperando que Fudou aceptara y sabiendo que pasaría una velada muy triste aquella noche. Pero él hizo algo sorprendente: rechazó la invitación.

    —Lo siento, mamá —pasó por delante de su madre y abrazó ligeramente a Kazemaru—. Ya tenemos otros planes.

    Los labios de Nadja se tensaron. Si la hubieran abofeteado, no se habría quedado más estupefacta. Miró a su nuero, convencida de que, en el fondo, él era el culpable de la decisión de Fudou.

    —Pero Carmen no conoce a tu hijo y no sabe cuándo volverán a la ciudad...

    Sin prestarle atención al tono lastimero de su madre, abrazó más fuerte a Kazemaru.

    —Kariya no es solo hijo mío, mamá, es «nuestro» hijo, y lo siento, pero no podemos ir. Dile a la tía Carmen que le mandaré unas fotos ¿de acuerdo?

    Kazemaru estaba impresionado. No podía creerse lo que estaba ocurriendo y no se explicaba la causa, pero tenía que esforzarse para no soltar una risita de alivio.

    — ¿Te apetece quedarte a comer con nosotros? —Le preguntó Fudou—. No hay gran cosa, porque yo no cocino tan bien como Kaze, pero él se ha cortado esta mañana y le estoy ayudando. Todavía sigo pensando que habría sido mejor que le hubieran dado puntos, pero Ichi no lo cree. De cualquier modo, solo tenemos sopa de lata y sándwiches, y también estoy cortando tomate para hacer una ensalada.

    Nadja no podía mirarlos a la cara.

    —No. Mejor no. Como tengo invitados esta noche, tengo mil cosas que hacer —dijo. Se alisó la falda del vestido, levantó la barbilla y sonrió forzadamente—. Gracias por la invitación, de todas formas. Quizá en otra ocasión.

    —Dales un beso a Carmen y a Eleazar de nuestra parte —dijo Fudou.

    —Sí... sí. Se lo daré —murmuró Nadja—. Se van a quedar desilusionados.

    Fudou chasqueó la lengua y subió la barbilla.

    —Quizá la próxima vez llamen con antelación para decirle a la gente que van a venir.

    Nadja no se molestó en hacer ningún comentario y salió de la casa.

    En cuanto se hubo marchado, Fudou tomó a Kazemaru por los hombros.

    —Ichi…

    El suspiró y lo miró a los ojos.

    —Cuéntamelo.

    — ¿Qué tengo que contarte?

    —Puedes decirme cuánto tiempo ha estado tratándote así.

    A Kazemaru le tembló la barbilla, pero intentó por todos los medios que no se le saltaran las lágrimas.

    —Desde el día en que se enteró de que yo estaba embarazado y de que íbamos a casamos.

    — ¡No es posible!

    —Oh, sí.

    — ¿Por qué no me lo dijiste?

    De repente, Kaze alzó la barbilla.

    — ¿Decirte qué? ¿Que tu madre piensa que nunca me habrías pedido que nos casáramos si no me hubiera quedado embarazado?

    —Eso habría estado bien para empezar — murmuró él.

    —No podía —respondió. Se soltó de sus manos y se dio la vuelta.

    — ¿Por qué demonios no podías?

    Él contestó, pero en voz tan baja que Fudou no pudo oírla.

    — ¿Qué has dicho?

    Ichi respondió con una ira injustificada.

    —Porque no estaba seguro de que no fuera la verdad.

    Fudou se quedó mudo durante un momento, sin dar crédito a lo que acababa de oír.

    —No puedes estar diciéndolo en serio.

    El no le contestó.

    Fudou tomó aire. Se le llenaron los ojos de lágrimas.

    —Demonios, Kaze... ¿Cómo puedes dudar así de mí?

    A Kazemaru también empezaron a derramársele las lágrimas.

    —Oh, Kaze... no llores —le rogó Fudou—. Por favor, no llores.

    Lo atrajo hacia sí. Le temblaban las manos mientras le acariciaba el pelo.

    —Te prometo que no volverás a sufrir ningún desprecio de mi familia y te pido perdón por haber estado tan ciego y no haber visto lo que te estaban haciendo. Confía en mí. No volverá a ocurrir. Te quiero demasiado, Mi Kaze, y perderte me mataría.

    —No puedes perderme —susurró el—. Y yo también te quiero, Fudou. Para siempre.

    —Muy bien, entonces —le dijo con dulzura, y le dio un beso tan tierno que le quitó el aliento.

    — ¿.Tienes mucha hambre?

    Kazemaru inclinó la cabeza, y lo miró a los ojos con una sonrisa.

    —No de comida.

    — ¡Gracias a Dios! —Murmuró él, y lo levantó en sus brazos—. Y ahora, si Kariya sigue durmiendo durante un ratito más...

    Kazemaru apoyó la mejilla en su hombro mientras era llevado al dormitorio.

    —Ha sido demasiado tiempo... —le dijo con suavidad, mientras se dejaba ser tendido en la cama.

    —Demasiado —respondió Akio, mientras se desabotonaba la camisa.

    El último pensamiento de Kaze fue una pequeña súplica para que aquel sueño no se terminase nunca.

    …………………………………………………………………………………………………………………………………………….

    Eran las tres de la mañana cuando sonó el teléfono. Fudou se incorporó de repente y descolgó antes de estar completamente despierto. No quería que sonara otra vez para que Kariya no se despertara.

    Kazemaru también se sentó en la cama, para escuchar lo que ocurría.

    — ¿Sí? ¡Mamá! ¿Qué ha pasado? ¿Qué? Tranquilízate... Cálmate... No te entiendo.

    Nadja intentó respirar hondo y se puso a llorar.

    —Oh, Fudou... ¡lo hemos perdido todo!

    — ¿Qué dices, mamá?

    —La casa, el coche, la ropa, todas las fotografías...

    Fudou puso los pies en el suelo.

    — ¿Qué estás diciendo?

    —La casa se ha incendiado —se ahogó en un sollozo—. Lo hemos perdido todo.

    — ¿Vosotros estáis bien?

    —Sí, pero...

    — ¿Dónde estáis?

    —En casa de los vecinos, enfrente. Espera un minuto ¿de acuerdo? Tu padre está intentando decirme algo.

    —Sí, claro —respondió él, y se pasó la mano por la cara al empezar a darse cuenta de la enorme pérdida que todo aquello suponía.

    Aquella era la casa en la que había crecido, y ya no quedaban más que recuerdos.

    Kaze se agarró del brazo de Fudou, y le preguntó con la voz temblorosa de ansiedad:

    — ¿Qué ha pasado?

    —La casa de mis padres se ha quemado.

    — ¡Oh, no! ¿Están bien?

    El asintió.

    —Vete a buscarlos. Que se queden con nosotros.

    Fudou suspiró. Que Kazemaru dijera lo que él ya había pensado era un gran alivio. Después de lo que había visto aquel día, había temido que la última cosa que su chico querría sería tener a sus suegros bajo su techo.

    —Gracias —susurró, y se volvió otra vez hacia el teléfono—. ¿Mamá?

    —Aquí estoy —respondió ella—. Tu padre quiere que te diga en qué motel vamos a quedamos.

    —No vais a ir a un motel, mamá. Queremos que vengáis aquí. En cuanto me vista, iré a buscaros.

    Nadja se quedó dubitativa. No estaba segura de querer convivir con su nuero.

    — ¿Estás seguro? —le preguntó finalmente—. Me refiero a que a lo mejor a tu marido no...

    —Se llama Kazemaru, mamá, y fue idea suya, no mía. Te veo en un rato.

    Nadja oyó que colgaba. Conocía a su hijo: cuando se le metía algo en la cabeza, no cambiaba de opinión. Miró a su marido.

    —Kenta, lávate la cara. Fudou viene por nosotros.

    …………………………………………………………………………………………………………………………….

    Kazemaru se apresuró a preparar la habitación de invitados mientras Fudou salía a buscar a sus padres. Tardaría unos veinte minutos en llegar hasta su casa, y otros veinte en volver. Así que tendría el tiempo justo de poner sábanas limpias en la cama y encontrar algo de ropa que dejarles a Nadja y a Kenta. Le temblaban las manos, intentando imaginarse cómo sería perder cuarenta años de posesiones y memoria.

    De repente, se quedó petrificado. Kaze todavía tenía todas sus posesiones terrenales. Eran las personas amadas lo que había perdido.

    En aquel momento, sintió que quería salir de la fantasía que estaba viviendo. Antes de que aquello ocurriera, oyó un grito de Kariya y Kazemaru dejó aparte sus miedos para regresar al sueño, porque se sentía más seguro y era allí donde quería estar.

    Parpadeó y miró hacia arriba. La habitación era la misma todavía, y toda la ropa de invierno de Fudou estaba en el armario, guardada.

    Con un suspiro de alivio, le puso la funda a la almohada y la colocó en su lugar, asegurándose de que la cama quedaba preparada lo más confortablemente posible, y después fue a la habitación de Kariya.

    —Papi ya está aquí, cariño. No llores.

    Había sacado un bizcocho de café de la nevera y había cambiado a Kariya. Estaba sacando un camisón y un pijama limpios para sus suegros cuando oyó el ruido del coche de Fudou. Le echó un último vistazo a la habitación de invitados para asegurarse de que todo estaba perfecto y salió rápidamente hacia la puerta para recibirlos.

    —Nadja... Kenta... Gracias a Dios que los dos estáis bien.

    Tomó a Nadja de la mano y la ayudó a subir los últimos escalones y a entrar en casa. Tenían los ojos rojos, estaban sucios de ceniza y olían a humo.

    —Lo siento muchísimo —dijo Kazemaru suavemente, y le dio a Nadja un abrazo. Después se volvió hacia el padre de Fudou —. Kenta, espero que los dos estéis bien...

    —Tan bien como es posible en estas circunstancias, supongo.

    Kazemaru asintió y miró a Fudou como si buscara su aprobación.

    —Le he puesto a tu padre uno de tus pijamas sobre la cama, y podéis compartir la ropa —después se dirigió a su suegra—. Nadja, a ti te he puesto un camisón al lado del pijama de Kenta. Hay toallas limpias en el baño, champú y un secador. Cuando estéis cómodos, bajad a la cocina. He hecho chocolate caliente y hay bizcocho de café.

    Nadja Fudou casi se desmayó de alivio.

    —Gracias, hijo. Estamos muy agradecidos de que Fudou y tú nos acojáis en vuestra casa e intentaremos no molestar.

    —La familia nunca molesta —contestó Kaze. El sentido de culpabilidad de Nadja le aguijoneó la conciencia. Mientras Kenta y ella cruzaban el vestíbulo en dirección a la habitación de invitados, se detuvo y miró hacia atrás. Fudou estaba abrazando a su chico en las sombras, apretándolo fuerte como si su vida dependiera de ello, y Kazemaru le devolvía el abrazo, con la cabeza enterrada en su pecho.

    Rápidamente, Nadja se dio la vuelta, sin querer admitir que las lágrimas que tenía en los ojos eran por ellos y no por haber perdido su casa.

    —Vamos, Nadja —dijo Kenta—. Tú puedes ducharte primero.

    Ella respiró hondo y levantó la cabeza al entrar en la habitación, cerrando la puerta silenciosamente.

    Fudou le dio a Kaze un beso y entró en la cocina. El ambiente era muy cálido y olía a chocolate y canela. Le echó un vistazo a la mesa, puesta para los cuatro, y le dio otro abrazo.

    —Eres un ángel —le dijo en voz baja.

    —No, Fudou. Solo soy alguien que lucha por tener un lugar en tu vida.

    —Tú eres mi vida, Ichi. Tú y Kariya sois lo más importante para mí.

    El se echó hacia atrás y lo miró con una sonrisa tímida, casi infantil.

    —Lo sé... Al menos, ahora lo sé. Siento haber dudado de ti.

    —Perdonado —murmuró él, y le dio un beso apasionado antes de liberarlo—, ¿Puedo ayudarte en algo?

    —No he encontrado los malvaviscos para el chocolate. ¿Sabes dónde están?

    —No, pero puedo buscarlos.

    —Gracias —respondió Ichi, y se fue nerviosamente hacia el armario—. Solo quería que todo estuviese agradable para ellos.

    El frunció el ceño.

    —No estoy seguro de que se merezcan todo esto, pero yo te lo agradezco mucho.

    —Fudou, por favor. No les digas nada acerca de... bueno, ya sabes. Acaban de sufrir una pérdida traumática. Lo pasado, pasado está.

    —Bien, pero será mejor que no oiga ninguna crítica más de labios de mi madre, o tendrán que buscarse un motel, después de todo.

    El turquesa sonrió.

    —Gracias.

    —No me des las gracias todavía —farfulló él.

    — ¿Y los malvaviscos, por favor?

    —Oh, sí. Por supuesto.

    ………………………………………………………………………………………………………………………………….

    Una media hora después, Kenta y Nadja salieron de la habitación recién duchada y con ropa limpia. Fudou estaba esperando en el salón, mirando a Kaze, que se había quedado dormid en el sofá. Cuando oyó que se abría la puerta, se levantó, lo tapó un poco más y fue a reunirse con ellos.

    — ¿Dónde está Kazemaru? —preguntó su padre. Fudou señaló el sofá.

    —Está dormido. No descansa mucho últimamente, y Kariya ya la había despertado una vez esta noche. Creo que es mejor dejarlo dormir.

    Nadja se puso de puntillas para atisbar la cara pálida y delgada del chico con el que se había casado su hijo. Incluso desde la distancia a la que estaba, notaba las ojeras de fatiga que tenía, y tuvo remordimientos. Recordó lo difícil que era ser madre y lo exhausta que ella misma se había llegado a sentir. Afortunadamente, había contado con la ayuda de su madre y de una hermana mayor que vivía muy cerca. Miró de nuevo a Kazemaru. El no tenía nada de aquello.

    Fudou y Kenta se dirigieron a la cocina, y ella los siguió, consciente de que tenía que agradecerle a su nuero la seguridad y el confort que estaba disfrutando en aquel momento.

    — ¿Qué es todo esto? —preguntó, cuando entraron en la cocina.

    Fudou tomó el cazo del chocolate del fuego donde Kazemaru lo había puesto para mantenerlo caliente y empezó a servirlo en las tazas.

    —Bizcocho de café con canela y chocolate caliente —dijo, mientras los dulces aromas se extendían por el aire—. Mamá, ¿quieres cortarlo?

    De mala gana, Nadja tomó el cuchillo que había en la mesa y lo hundió en el bizcocho. Cortó unas rebanadas.

    —Tiene una pinta estupenda —dijo Kenta. Fudou sonrió ampliamente.

    —Y sabe mejor. Kazemaru es un cocinero excepcional.

    Nadja sirvió los pedazos y se sentó en su silla. El horror de lo que acababa de ocurrirles se había atenuado por el calor y la comodidad del hogar de su hijo. Hasta que había entrado a la cocina, no había podido sacarse el olor a quemado de la nariz. A partir de aquel momento, olía a chocolate y canela. Estaba limpia y a salvo y todo lo que había perdido podría reponerse.

    Entonces miró a Fudou , observando la animación de su rostro mientras hablaba con Kenta de sus planes para el futuro y supo que había una cosa que estaba a punto de perder y que sí era irremplazable. La relación con su hijo.

    — ¿Cómo está el bizcocho, mamá?

    Nadja parpadeó. Hizo un esfuerzo por sonreír y tomó un poco.

    —Muy bueno —respondió, aunque el sentimiento de culpabilidad casi la estaba ahogando—. Me pregunto si es un preparado.

    —No. Es de uno de los libros de recetas antiguos de Kazemaru. Uno de sus pasatiempos favoritos es rondar por las tiendas de antigüedades en busca de libros, aunque no ha podido hacerlo desde hace algún tiempo. Kariya es un pequeño muy exigente.

    Su padre chasqueó la lengua.

    —Entonces se parece a ti, hijo. Me acuerdo muy bien de todas las noches que nos tuviste despiertos a tu madre y a mí. Tu horario estuvo cambiado de noches a días durante, al menos, cuatro meses. Solía hacerle la broma a tu madre de si se podía devolver la mercancía.

    Fudou soltó una carcajada.

    —Sí, eso es una de las características de tener familia. Mejor que estés preparado para abandonar todos los lujos a los que estuvieras acostumbrado.

    —Es estupendo, si has tenido ocasión de decidir si querías ser padre o no.

    A Fudou se le congeló la sonrisa en la cara.

    —Mamá, voy a achacar esa frase al estrés que has tenido que soportar esta noche. Pero es mejor que no vuelva a oírte decirle nada desagradable a Kazemaru, o nada acerca de el... ¿entiendes?

    Nadja se quedó pálida.

    —Yo no...

    —Sí —la cortó Fudou —. Y Kaze no me lo ha dicho. Lo oí yo mismo, ¿te acuerdas? —miró a sus padres y suspiró—. El no se quedó embarazado por sí solo. Los dos tuvimos algo que ver. Y yo no pude ser más feliz al enterarme. Me enamoré de Kazemaru casi desde la primera vez que salimos juntos. Ya había pagado el primer plazo de un anillo de compromiso cuando me dijo que estaba embarazado. No cambió nada, excepto la fecha.

    Nadja estaba asombrada.

    —Pero nunca nos lo dijiste... Yo no sabía que...

    —Mamá. Tenía veintiséis años y hacía mucho tiempo que no te contaba absolutamente todo lo que ocurría en mi vida. El hecho de que te presentara a Kazemaru en nuestra segunda cita debería haberte advertido de que yo iba en serio. ¿A cuántas otros chicos habían llevado a casa antes?

    Nadja frunció el ceño.

    —A ninguno.

    —Pues a las pruebas me remito.

    Ella miró a Kenta y suspiró.

    —Te debo una disculpa. Estaba equivocada.

    —Muy bien, pero yo no soy el que se merece una disculpa, ¿verdad?

    Nadja ahogó un gruñido. La última cosa que quería era enfrentarse a su nuero con aquella culpabilidad. Pero había perdido mucho aquella noche, y no quería perder lo que le quedaba de familia también.

    —Me ocuparé de ello mañana.

    Fudou la miró fríamente.

    —Y espero que lo hagas con más entusiasmo del que acabas de demostrar.

    Nadja tuvo la decencia de ruborizarse.


    Capitulo 2 fin



    OHHHH! (?) okya xD ese fue el capitulo de hoy que era para mañana pero su querida escritora no se aguntaba para publicar el capitulo xDD

    bien al caso.

    Espero que les haya gustado mucho!

    Matta ne~

    Besos *3*



    Proximo capitulo: Sabado 21/09/2013


    Edited by Nathy-Kaze-Neko - 13/9/2013, 13:01
     
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    Me encanta (:
    Si lo se es un comentario horrorosamente cutre pero estoy con el teléfono :s el rpoximo será mejor ;)
    Un beso y estaré esperando el próximo capítulo.
     
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