Harry y Ron: Un Caluroso Verano (Original)

Llega el verano; en realidad uno de los más calurosos. La Madriguera se llena de secretos que se esconden tras las puertas y los armarios; los sentimientos y las atracciones están a flor de piel...

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  1. DavidPozas
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    Segunda Parte
    ''Verde Radiante''




    El desayuno se llevó con normalidad al principio. Ron llevaba dos platos de salchichas con puré y durante todo el rato no se atrevió a entablar conversación con nadie porque pudo haberse atragantado. El señor Weasley había abandonado su plato apilado de tostadas en la mesa para adentrarse en un apasionante debate en el salón sobre la funcionalidad del control remoto que le mostró a Harry. Desde su silla, la señora Weasley le lanzaba esporádicas miradas de amenaza a su esposo que no dejaba de golpearse las rodillas con emoción y diciendo algo sobre que los muggles eran muy ingeniosos. El señor Weasley, aunque había sido ascendido de puesto (que ya no tenía nada que ver con los artefactos muggles), seguía sumamente interesado en ellos.

    Todo cambió rato después cuando Hermione siguió a Ginny por las escaleras. La hermana pequeña de Ron no había soportado un segundo más la indiferencia de Harry, y ambas dejaron su plato de gachas de avena a medias. La señora Weasley, desde hace ya semanas se olía lo que había pasado, pero de algún modo no quería inmiscuirse, y aunque fuera increíble, ella seguía comportándose con mucho cariño hacia Harry, como si se tratara de uno más de sus hijos.

    Entretanto, Hermione ya casi no pasaba tiempo con los chicos puesto que prefería apoyar moralmente a Ginny, así que se perdió de las caminatas por el campo; la visita de ayer por la tarde a la casa de Luna Lovegood; y además de ir a la colina a donde iban a practicar quidditch. Pero Ron, sabía perfectamente que las chicas tramaban algo desde que Ginny y Harry terminaron. Ron había escuchado en una ocasión, que Hermione le volvía a decir a Ginny que olvidara de momento a Harry y que lo ignorara, ya que así, podría volverle a despertar ese interés por ella… Desde ese momento, Ron se había viniendo sintiendo barajado por la situación al darse cuenta que, desde ese rompimiento, aunque se tratara de su hermana, su humor había mejorado; ni que decir de su mejoría en los entrenamientos mismos que Harry le había celebrado.

    Una vez terminado el desayuno, la señora Weasley, con un movimiento de varita, hizo que la pila de trastes se apilaran en el fregadero y comenzaran a hacer espuma solos. Dejando atrás el sonido de cacerolas, se dirigió concretamente a Harry y Ron que en ese momento estaban jugando ajedrez mágico en la mesa.

    —Ron, —se sentó en una silla de junto mientras se secaba las manos en el delantal— hoy van a venir unos compañeros del trabajo de tu padre. Están haciendo pruebas para el ministerio sobre la identificación de unos hechizos defensivos. La habitación del segundo tramo que ocupa Harry, la tuya, y la de Fred y George, deberán quedar libres por si ocurre algún accidente. Sólo estarán aquí unos tres días, de aquí al domingo, pero mientras, Harry —lo miró con especial cariño— y tú, deberéis dormir en la buhardilla. Tus hermanos dormirán en el salón y en el sótano. Llegan en un rato. —añadió sin despegar atención del reloj colgado en el salón, donde las agujas de los gemelos seguía apuntando en «Trabajo».

    Los chicos no tuvieron ningún problema en acceder. Durante el resto de la mañana, ambos desocuparon sus respectivas habitaciones.

    El resto del día transcurrió con normalidad. Y cuando el sol comenzó a desaparecer tras los lejanos eriales resecos y los montes verdes, Harry y Ron regresaron de las arboledas con las escobas en los hombros. Ambos iban jadeando todavía, sudaban de pies a cabeza debido a un fuerte entrenamiento de casi tres horas. Harry tenía diversos cortes en los carrillos por los rasguños que los árboles más altos le sacaron cuando atrapó la última quaffle; y Ron había roto sus pantalones por la parte de atrás a la altura de su muslo.

    Cuando llegaron a La Madriguera, Fred y George ya habían llegado. Estaban en la mesa terminando de cenar y conversando con su madre que tenía los ojos hinchados y llenos de lágrimas que le abrían brecha en el rostro.

    —…los he extrañado mucho. Espero que vengáis más seguido… —y al ver que otro de sus hijos entraba junto con Harry por la puerta del jardín, se limpió la cara con prisa y sonrió bonachona —¡Mira nada más el aspecto que tienen! ¡Vengan, vengan! Arrímense una silla, les serviré de cenar.
    Y se marchó a la cocina desde donde condujo dos platos calientes con sopa humeante de cebolla. Ron tomó asiento haciendo destacar su rudeza para sorprender a sus hermanos que en ese momento miraban sus escobas que dejaron junto al paragüero de la entrada. Ron miró alrededor.

    —¿Las chicas no han bajad… ¡AHHG!—los gemelos soltaron unas carcajadas sonoras, y no le respondieron a su hermano menor de inmediato; se tomaron el tiempo necesario en disfrutar el rostro que contrajo cuando la sopa quemó su lengua.

    —¡Cuidado, Ron!, ha estado más de la cuenta en el fuego… —señaló la señora Weasley desde la cocina.

    —Se acaban de marchar apenas los vieron por la ventana. —logró decir Fred con los ojos llorosos.

    —Andan muy raras… —añadió George bajando las cejas y abotonando su chaqueta de piel de dragón.

    —Cuando estaban aquí hace un momento, parecían entusiasmadas… —se extrañó Fred en voz baja, como esperando a que alguno aclarara su curiosidad.

    —Y no fue hasta que Ginny miró a la ventana, que…

    Harry sabía a dónde conducía todo aquello, así que cambió de tema drásticamente y les preguntó como seguían las ventas en su negocio de bromas en el Callejón Diagon. Platicaron durante un rato, y cuando hubieron llenado los estómagos, se despidieron de los gemelos y le dieron las buenas noches a la señora Weasley.

    Después de lavarse los dientes y acarrear sus cosas, Harry y Ron subieron por la escalerilla para finalmente descansar luego de la movilizada tarde. Desde la vieja trampilla, Harry miró el entorno del desván: estaba muy oscuro, había varios trastos en los rincones; jaulas viejas, cajas arrumbadas con fallidos productos Weasley, y un par de baúles en cuya superficies reposaban varias velas. Harry se acercó y agitó su varita: las ceras se encendieron iluminando suavemente el rincón donde se encontraba una pequeña pero acolchada cama asediada de almohadillas y cobijas. No lo pensó dos segundos y se desplomó encima provocando un ruido de muelles. Se quedó ahí unos momentos hasta que dio en cuenta de algo.

    —¿Y tú donde dormirás? —le dirigió a Ron que estaba observándose el corte en el pantalón en un viejo espejo lleno de costras.

    Ron miró tímidamente hacia un costado de la ventana, en donde había un escuálido saco de dormir enrollado y lleno de polvo. Harry se sintió egoísta.

    —Creo que voy a bañarme… —dijo su amigo mientras comenzaba a despojarse el descocido pantalón y olía bajo su axila.

    Ron se colocó en un punto del desván, en el que Harry, acostado, no podía verlo. Pero sabía que el pelirrojo, en ese momento, debía estar completamente desnudo puesto que se escuchaba el ruido de ropas cayendo. De pronto, notó el calor que estaba haciendo. Sintió un leve cosquilleo en la entrepierna y sintió desafortunada su posición, por alguna extraña manera que no quiso indagar…
    Cuando su amigo salió a ducharse, Harry aprovechó en cambiarse. Se quitó el pantalón sucio que aventó en un rincón, y se quedó únicamente con aquellos calzoncillos azul eléctrico y con una holgada playera blanca que llevaba debajo. Dejó sus gafas sobre el baúl y luego se metió bajo las sábanas pensando fugazmente en lo que había sucedido en la mañana.
    Minutos después, Ron volvió, y el pensamiento de Harry aún no había desaparecido de su mente alborotada. Seguía ahí, flotando como una snitch dorada y resplandeciente. Harry entornó los ojos, y a través de la luz de las velas, vio que el pelirrojo llevaba solo una toalla de lunares atada a la cintura. Harry no pudo evitar observar su fibroso cuerpo. Unos delicados pectorales y unos perfectos abdominales formaban su torso rociado de gotas de agua que brillaban con la aterciopelada luz ámbar. Sus bíceps y tríceps eran suavemente abultados; su espalda era ancha y musculada con forma de reloj de arena. Sus piernas eran también fibrosas, y notaba como se contraían con cada paso que daba. Casi no tenía vello, pero el poco que tenía se difuminaba de un tono castaño que enloqueció a Harry… y, de pronto, se dio cuenta que se removía suavemente entre sus sábanas frotando sus piernas entre sí. ¿Qué le estaba pasando? Apretó los ojos para dejar de ver, pero volvía a abrirlos casi involuntariamente, y cada que lo hacía, una corriente se desbocaba desde su entrepierna hasta ocupar cada vena de su cuerpo.

    Cuando Ron se giró, Harry cerró los ojos torpemente. Ron se puso nuevamente el bóxer y una delgada playera de tirantes, y se sentó en la cama para secarse la melena roja con la toalla. Harry sintió unas gotas salpicar en uno de sus pies descubiertos.

    —Puedes… dormir aquí también.

    —¿Qué? —se extrañó Ron.

    —Ese saco de dormir te sacará salpullido. Podemos compartir la cama. —continuó hablando con los ojos cerrados mientras se giraba dándole la espalda.

    —¿En serio?

    —Si… —le respondió éste pretendiendo sonar indiferente, pero a la vez se preguntaba qué rayos estaba haciendo; era como si alguien más estuviera hablando por él— me puedo recorrer un poco, no suelo moverme mucho desde que ya no tengo pesadillas.

    Ron sonrió como un bobo.

    —Si así lo quieres… —dijo sin poder ocultar su entusiasmo. Se puso de pie, cerró la trampilla, le dio un soplido a las velas, y se derrumbó junto a Harry.

    Harry sintió en su espalda la calidez de su cuerpo emanando debido a la reciente ducha caliente. Sentía un increíble magnetismo desde su nuca hasta el final de su espalda. Quería sentir el cuerpo de Ron pegado al suyo. Quería sentirlo, era incontenible. Se sentía imantado a él. Apretó los dientes, y se movió casi imperceptiblemente, quizá un centímetro hacia atrás, esperanzado a que aquello bastara para que quedaran más juntos. Esperó un poco… Ron todavía no roncaba como era costumbre, eso podría significar que seguía tan despierto como él.

    Como Harry no se había atrevido a más, estaba a punto de quedar vencido bajo los efectos del sueño, pero de pronto, sintió que una mano rodeaba su hombro descubierto por las sábanas. Entonces se estremeció y dejó salir un gemidito de sorpresa. Comenzó a sentir la caliente respiración de Ron tan cerca de su nuca. Su aroma tan propio lo envolvía. Entonces, alzó el cuello como por reflejo, para que de ese modo, los labios de Ron lo rozaran, y así fue… de inmediato sintió una corriente helada y se dio cuenta que estaba temblando. Ron acababa de darle un casi silencioso beso en la nuca… Harry se sintió petrificado como bajo la maldición. Nuevamente, Ron respiró en su nuca, que más bien pareció un gemido, y su cálido aliento le abrazó las mejillas. En esos instantes, Harry se sintió en descontrol. No había vuelta atrás.

    Ron lo tomó suavemente por la cintura, por el borde de sus calzoncillos, y lo hizo darse la vuelta. De pronto, un segundo más tarde, se estaban mirando de frente. Los ojos de Harry brillaron de un verde resplandeciente por la luz nocturna que entraba por la ventana. Ron se acercó a su mejor amigo, tanto como nunca lo había hecho. Miró detenidamente en su rostro los varios rasguños del entrenamiento. Se acercó aún más, y desde ahí, olfateó sus labios… Exhalaban. Golpeaban su aroma contra los suyos. Ron no pudo aguantarlo, lo tenía allí, como siempre lo había deseado, desde sus sueños secretos más profundos, después de tantos años… y no lo iba a desaprovechar. Juntó sus labios con los suyos. Ensamblaban perfectamente. Cálidos y suaves se bañaron de la esencia de los dos... Fue un beso extenso, en el que Ron sentía de parte de Harry cierta confusión, cierto temor, pero el pelinegro no lo rechazaba y juraba que sus labios habían comenzado a moverse. Eso lo enloqueció.

    —Ron… —dijo Harry débilmente, con una voz entre ronca y dulce.

    Ron miró primero a sus ojos verdes como esmeraldas, y luego notó como la melena azabache de su amigo descendía tímidamente mirando hacia abajo, como a su vientre. Ron siguió con los ojos lo que Harry le señalaba, y nada más verlo, sonrió pícaro. Bajó la mano desde su cintura hasta su entre pierna, donde la posó encima de un gran bulto especialmente cálido y palpitante que quería sobresalir bajo su bóxer. Harry no podía creer que Ron lo estaba tocando. Sin que ambos dijeran nada, Ron comenzó a mover su mano encima de su ropa, y ésto provocó en Harry una exquisita sensación.

    El mago sintió algo similar a los viajes que hacia al sumergir la cara en el pensadero de Dumbledore; el suelo parecía desvanecerse, que flotaba, que se dejaba ir... luz, colores, texturas… Pero… todo era tan confuso, pero tan... extrañamente excitante, tan prohibido… su mejor amigo… el novio de Hermione...

    Ron comenzó a frotarlo cada vez con más velocidad. Lo masajeaba y le daba cariñosos apretones que Harry agradecía con cada respiración. Entre el ruido de sus bocas, un cálido ambiente los comenzó a confinar al interior de un capullo que parecía girar en espiral y dispararse en todas direcciones.

    Sin dejar de restregarse sobre el cuerpo de Harry, Ron se estiró para coger su varita encima del baúl , y tras agitarla, el bóxer de Harry se deslizó suavemente de sus piernas hasta caer fuera de la cama. Con su cálida mano, Ron rodeó el grueso pene de Harry; debía tener la perfecta longitud de unos diecisiete centímetros y estaba ligeramente húmedo. Esto provocó que Ron lo apretara dócilmente con los dedos, mientras que le friccionaba el pulgar para masajearle el glande.

    —¡Aaaahhh!... —jadeó Harry observando el robusto brazo de Ron: grueso y de trazos delicados. Miró sus pestañas rojizas, su cara tan cerca de la suya, sus labios mojados.

    Ron hizo otro movimiento de varita y la playera de Harry se desgarró dejando expuesto su torso blanco. El pelirrojo se le puso encima haciendo sacudir su melena de fuego y le sostuvo de las muñecas. No se resistió ni un momento y comenzó a lamer sus rosados pezones mientras que su cabello acariciaba la barbilla de Harry que gemía descontrolado. Durante unos momentos, lo único que se escuchó en la buhardilla eran las succiones de los labios de Ron, y Harry se volvía loco.

    —AAAAHHH!... —gimió Harry más fuerte, disfrutando la maravillosa mezcla cálida de la humedad de su boca y su fresco respirar sobre sus pezones. Sentía su cuerpo temblar de pies a cabeza bajo el suyo: volaba. Volaba más rápido que como lo hacía sobre su escoba; se sumergía en una plenitud y una excitación casi quiméricas…

    Pero…

    —¡Qué pasa allí! —Se escuchó una voz desde lo bajo de las escalerillas de la buhardilla.

    Los dos chicos se estremecieron y se removieron con pavor entre las cobijas…

    Una cabeza se asomó desde la trampilla.

    —¡Lumus! —dijo la señora Weasley con su vieja bata de dormir verde, y apuntó el dorado resplandor que salía de la punta de su varita hacia la cama donde Harry dormía plácidamente.

    Molly miró a todos los rincones con el ceño apretado, y tras chasquear la boca, volvió a cerrar silenciosamente la puertecilla y comenzó a descender diciéndose algo en voz baja. Una vez que el ruido de su zapateo desapareció, Ron habló desde lo alto del techo sobándose una rodilla que se había golpeado con una viga. El chico estaba pendiendo boca abajo como si una fuerza invisible lo sostuviera desde uno de sus tobillos. Harry lo miró sonriendo con nervios y también con cierta culpabilidad…

    —Hermione no sabe lo útil que resultan a veces los hechizos del llamado Príncipe Mestizo… —resopló Ron que estaba poniéndose colorado debido a la presión.

    Afortunadamente Harry no había olvidado el encantamiento Levicorpus. Era irónico que Hermione, quien tanto había detestado aquel libro de pociones, los hubiera sacado de un apuro más jugando a su desfavor.



    Tercera parte: ''Plateado Radiante'' en el siguiente link (agreguen una ''w'' al inicio):
    ww.potterfics.com/historias/151791/capitulo-4
     
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2 replies since 17/10/2013, 08:02   989 views
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