Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

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  1. »Hitch 74 no Danna«
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    He aquí la segunda entrega de este nuevo proyecto. Me alegra que el primer capítulo fuera de su agrado aunque fuera cortito, ya que lo hice a modo de introducción. A partir de este punto en adelante cada capítulo tendrá dos partes que ocurrirán en diferentes días -por así decirlo-. Bien ¡A leer, se ha dicho!


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de su creadora Shungiku Nakamura.



    II.-


    Dos tranquilas semanas transcurrieron desde que sus padres lo trajeron a él y su hermanito a Japón. Si bien era cierto que los primeros días no logró hacer un solo amigo, agradecía que al menos no le molestaran como en su anterior escuela. Además la vida le había sonreído cuando conoció ese amigo del que tanto hablaba su padre: Usami Akihiko. Desde que tenía uso de razón su padre no paraba de hablar de él, además que poseía varios de los libros con los que inició su carrera como novelista. Ahora él los tenía y los guardaba en dos lugares muy especiales: uno, una pequeña repisa que él mismo hizo en el taller de carpintería en la escuela anterior; y dos, su corazón.


    Ahora mismo se encontraba en casa, leyéndole a su hermanito uno de sus favoritos antes de dormir. Sus padres tuvieron que quedarse a cubrir horas extra y por ello no dormirían en casa. Terminada la lectura arropó bien al pequeño Mahiro y puso el libro en su lugar. Se puso su pijama consistente en un short color café oscuro y una playera blanca de My Chemical Romance, lavó sus dientes y luego de un bostezo se dispuso a dormir. Apenas acomodó la cabeza en la almohada, el toque de la puerta se dejó oír. Hizo un puchero y una vez que se colocó las pantuflas fue a abrir, llevándose una agradable sorpresa: era su autor favorito, Usami Akihiko.


    –¿Se encuentra tu padre? –inquirió sin emoción

    –Oh, no… él sigue trabajando.

    –¿Tan tarde? –el novelista sonaba preocupado.

    –Etto… tuvo que quedarse a cubrir horas extra.

    –Entiendo ¿Y Manami?

    –Ella también.

    –Hmmm… entonces dile que vine.

    –Etto… ¡hai!


    Aunque le entristecía que el escritor únicamente se quedara cuando estaba su padre en casa, al menos pudo verlo justo antes de dormir y eso lo alegraba mucho. Su corazoncito latía tanto de felicidad que sentía que en cualquier momento se saldría de su sitio. Iba a despedirse de él, pero un sonido en el segundo piso lo puso alerta.


    –¡Onii-chan! ¡Hay una araña en el baño!

    –Etto… yo le daré su recado ¡Buenas noches, sensei!


    Salió corriendo escaleras arriba con un frasco en mano, y luego de entrar vio a su hermanito hecho bolita en la tina, mientras el animalito se paseaba felizmente en el lavabo. Rió un poco por la situación y unos momentos más tarde de atraparla en el frasco, la tiró por la ventana al jardín.


    –¡Onii-chan! ¡Eres mi héroe! ¡Te quiero!

    –Yo también.


    El castaño de ojos verdes abrazaba al pequeñín, sin percatarse de que un par de ojos color violeta observaban la escena con recelo.



    III.-


    El tiempo transcurría lento a su gusto, pues apenas hace una semana fue a la casa Takahashi esperando que su amigo le abriera, pero sólo se encontró con el pequeño culpable de que Takahiro abandonara su sueño de estudiar Economía. A decir verdad no le agradaba ni terminaba de aceptar ese hecho y por eso siempre se portaba distante con él y el otro infante. Aquella noche Misaki le había recibido, pero después de que éste subiera las escaleras el teléfono sonó y él –como buen samaritano– contestó, resultando ser su amigo preguntando por los niños. Iba a comunicárselos, pero se encontró con la escena que desde entonces no lo dejaba en paz en sus pensamientos.


    No entendía cómo podía sentirse molesto por algo tan simple como eso, aunque tenía algunas teorías: una, posiblemente envidiaba que los dos hermanos fueran tan unidos como nunca lo fueron él y Haruhiko; otra posibilidad era que se trataba de los dos chiquillos por los que Takahiro se partía el lomo de sol a sol con tal de cumplirles sus caprichos. Sin embargo ambas teorías eran refutables por dos razones: una ¡ni volviendo a nacer se pondría así de meloso con Haruhiko!; y dos, si lo pensaba bien la del error fue Manami, no ellos. Además se notaba que los dos infantes –sobre todo Misaki– nunca exigían nada.


    "Y volvemos al principio" suspiró luego de acabarse su quinto cigarrillo del día, frente a su computadora "¿Por qué me molesta tanto que esos dos sean tan cercanos?"


    –¡¡¡SENSEI!!!


    Y para terminar de joderle la mañana, el grito histérico de su molesta y loca editora resonaba en todo el edificio.



    Mientras eso pasaba en una zona residencial de Tokio, en un punto cercano del planeta ocurría algo distinto.


    –Takatsuki Shinobu –se presentaba con tono apático un muchacho de unos quince años, de cabello castaño claro, casi rubio, piel clara como leche y ojos grises.

    –Onodera Ritsu –un chico de la misma edad, de corto cabello castaño y ojos verde olivo, hablaba con un tono más sereno.

    –Kisa Shouta –un morenito de ojos ámbar, de piel tan blanca como marfil, le sonreía abiertamente.

    –Kamijou Hiroki –un castaño de ojos color avellana, un poco mayor que ellos, decía con tono serio.

    –Yoshino Chiaki –un chico un poco menor que el resto, de ojos color azul y cabello castaño oscuro, se presentaba con un tono alegre.

    –Takahashi Misaki, mucho gusto.


    Todos ellos se encontraban sentados en las gradas del campo de fútbol, pues fueron reclutados como nuevos integrantes del equipo de soccer. Un rato más tarde llegaba su entrenador para darles indicaciones, y al final de su primer entrenamiento, fueron todos juntos a la cafetería.


    –¡Vaya! No pensé que fueras tan bueno –decía Onodera mientras comía unas bolitas de pulpo– Serías muy útil como centro delantero

    –¿En serio?

    –¡Sí!

    –Lástima que te pusieron como defensa –soltó Kisa

    –Por algo se empieza ¿no crees? –comentó Hiroki– Emm… Takahashi… dicen que vienes de Estados Unidos ¿es cierto?

    –Así es –respondió él- ¿Por qué?

    –¿Cómo es que hablas tan bien el japonés si…?

    –Oh… etto… en la escuela me enseñaron inglés para que pudiera adaptarme en la sociedad, pero en casa mis padres seguían usando el japonés…

    –Etto… ¿me convidas de tus galletas? –preguntó Chiaki tímidamente

    –Claro, toma las que quieras –Misaki le sonrió abiertamente

    –Mmm… están ricas –unos bonitos hoyuelos se dibujaban en la cara del menor del grupo– ¿Dónde las compraste?

    –Oh, no… mi mamá y yo las hicimos

    –¡Yo también quiero!

    –¡Quiero dos!

    –¡Shinobu, no te las lleves todas!


    Y entre gritos y riñas se llevaron todas las galletas.


    "¡Banzai! Al fin estoy haciendo amigos y pude conocer a Usami-sensei… definitivamente amo este país"


    Misaki encogió los hombros esbozando una sonrisa que no pasó desapercibida para un chico de cabello gris y ojos oscuros como noche que le miraba desde el otro extremo del salón.



    CONTINUARÁ...
     
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79 replies since 19/11/2013, 23:27   5480 views
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