··Diabolik Doncell's · Varias Parejas·· (Cap. 35: 18.01.2020) [FINALIZADO]

Una Nueva Aventura Comienza, El Grupo De Los "Karui Chikara" Tienen Que Emprender Un Viaje Para Conseguir Lo Que Les Pide Su Rey... Y Será De Los Más Inocentes De Los Que Hay Que Cuidarse...

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    Aprendiendo Yaoi
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    Ohhhh mi dios noriko-sama a regresado a nosotros con una espectacular conty!!!!!!
    No sabes lo feliz que me hace leerte otra vez cuando vi que era continuación tuya me hiciste gritar y saltar de felicidad, dios si tuviera que decirte lo que me provoca tu escritura estaría haciendo una reunión que tardaría un milenio en terminar como me alegra que hayas vuelto, no sabes la cantidad de sensaciones que siento no se pueden describir con palabras tengo ganas de llorar de felicidad.!!!!!
    Ahora si vamos con comentar el fic!!!!
    Wahhhh yo sabia que entre osamu y otomura iba a haber algo,lo sabia, lo sabia tanto como que adoro el helado de chocolate!!!!
    Dios lo de suzuno no sabes la cantidad de ideas que imagine de como se daría el beso, cuando no estabas, y si llegue a pensar que le daba el beso a nagumo, y desaparecía, pero tu lo hiciste ver tan tan.... Tan mágico, único e inigualable!!!!
    No se si lo sepas, pero te lo diré, por que tienes que saberlo.
    La cantidad de sentimientos y sensaciónes que son capaces de transmitir tus escritos llegan a ser mágicos, tu eres mágica, tus manos ideas y forma de expresar en los escritos son mágicas y enamoran y sacan emociones que ni sabes que están allí, hasta que las sientes por primera vez, cuando leo lo que escribes me haces sentir orgullo, por que a pesar de alguna falla ortográfica que pude llegar a aparecer, y que las hay, no tenga importancia,por que todo lo que transmites no tiene fallos.
    Y ya que te estoy diciendote esto te contare algo, tu eres mi meta tu y tu fic fueron una de las razones por las que me anime a subir mis historias, esta historia en concreto, y la de halloween sangriento de vanfy son las que me hicieron decir tengo que hacerme usuario de este foro y tengo que comentar, y cuando las veo a esas dos historias siento que una nueva determinación me domina y me llena totalmente de nuevo, y me hace sentirme orgullosa y decir wow yo quiero escribir como ella, que mis historias lleguen a demostrar tanto sentimientos como las suyas, sin duda si eres un ejemplo a seguir!!!!
    Comentando nuevamente el fic, pobre suzuno estaban todos preocupados por el y el allí sufriendo una hipotermia de cargarse (le hubieran llevado una mantita okno XD)
    y cuando nagumo reflexiona sobre sus sentimientos y comienza a darse cuenta de lo que siente, y afuro aparece para convencerlo (me mata y enamora la amistad que pueden tener esos tres) la pelea entre ellos dos del final me mato, volviendo a suzuno,me fascinó y me dejo totalmente impactada, cuando desapareció fue mágico, lo vi como que fue algo que tenia que suceder, no se como que si en ese momento( ojo, en ese momento, esperemos que vuelva a aparecer por allí con nuestro dragón) se hubiera salvado lo hubiese visto muy feliz, como que no cuajaba , y no hubiese sido tan realista o hubiera creado esa lluvia de emociones que creo. Estoy sin palabras(si aunque no lo creas y te haya escrito un testamento estoy sin palabras)
    Fue una gran conty como siempre y esperemos traigas otra pronto(yo esperare un milenio de ser necesario)
    Por favor, cuidate sonríe y se feliz, que lo demás no importa ,cuida tu salud y descansa, no te estreces que te estaremos esperando al menos yo si lo haré,animo suerte y apoyo en todo lo que emprendáis por que se que tu puedes, y mucha mucha fuerza para seguir!!!!
    Saludos, besos y abrazos!!!!
    Sayop!!!!
     
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    Yasumire(airt): Oh... Yasumire-san... -con lágrimas en los ojos- omae... Omae wa... ¡¡¡KAWAII TTE!!! Ehem... Yasumire-san, tan linda. Todas tus palabras, te lo juro, hace tanto tiempo que nadie me decía tanas cosas bonitas. En verdad, ¡Te quiero! ♥ La verdad, sé que me he detenido de esta historia, y decir que me voy a esforzar desde ahora más y hacerlo mejor sería una vil mentira. Así que sólo te diré... que lo voy a intentar. Espero que no te decepsiones de mí, en verdad eres alguien tan tierna y buena. Me gustas. :D


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    •:.•.•.:• Diabolik Doncel’s •:.•.•.:•
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    *Cap. 23*
    *•... Todo tiene solución;
    Ya falta poco ...•*




    -¿Ahora es mi error? ¿Quién me pidió ayuda con el crío de Gazelle? ¿Quién me pidió una escama para dársela a él por esta estupidez? ¡¿Quién?!

    Su voz se oía tan cerca, como si estuviera justo en frente de él. Pero no había nadie. Estaba oscuro. Tantas luces de distintos colores lo rodeaban. Sus almas...

    - "Amigos..."

    No importa cuando tratara de hablar, su voz no salía, se atoraba en su garganta y desaparecía. Entonces vio como todas esas almas se disparaban al cielo, menos una. Era una anaranjada intensa.

    - "Haruya..."

    Cuando levantó su mano para alcanzarla, esta se disparó, pero no al cielo, sino hacia su pecho. Sintió entonces como si una ballesta le hubiera insertado una flecha justo en su corazón. Allí a penas pudo ver hacia atrás a esa alma naranja ir con una gran velocidad hacia un sol rojo en el horizonte de un desierto. Y unos segundos después, esta alma impactó en ese sol. Todo se empezó a romper.


    - ...-san...

    El suelo se rompía, y podía oír más y más fuerte la voz de Nagumo. "Por lo que me hiciste hacer... ¡Es tu culpa!". Se sujetó la cabeza con fuerza, y trataba de gritar pero su voz no salía.

    -Afuro-san...

    -"Esa voz... ¿de quién es?..."

    Bajo las grietas, se veía pura oscuridad, y estaba por caer en el suelo quebradizo. Sintió entonces que todo estaba perdido.


    - ¡Afuro-san! -este grito lo hizo abrir los ojos de golpe.

    - ¡HARUYA! - gritó, levantándose con tal fuerza que su frente chocó en la madera de la cama superior. -Ichh...- emitió agarrándose la frente con mucho dolor. Su nariz y ojos le ardieron por el impacto y el dolor.

    - Afuro-san, tranquilo. Ya está despierto. -Afuro levantó la mirada al reconocer al fin esa voz.

    - Gouenji-kun... -dijo mirándolo sorprendido. Se soltó la cabeza y miró la frasada sobre su regazo. -"Fue un sueño" -pensó calmándose.

    - ¿Tuvo alguna pesadilla? -le preguntó Gouenji preocupado. Afuro se sorprendió. Aunque era obvio; no muchos despiestan gritando, normalmente.- Está sudando. Debería salir a tomas aire frenco. -le ofreció tendiéndole su mano.

    Afuro lo miró un momento, se pasó la mano por el costado de su cara, notando que estaba muy sudado. Suspirando un poco aceptó la mano de Goeunji y salió de la cama.

    Luego de salir del dormitorio, una escena de hace algunas noches se repitió de algún modo; Goeunji estaba recostado al barandal, apoyado en sus codos, con los ojos cerrados. Afuro estaba recostado hacia adelante, con la cara sobre sus brazos mirando con tristeza al mar. El viento movía con insistencia ambas cabelleras, tratando de llevarse consigo todo pesar. Imposible.

    - Su pesadilla tenía algo con ver con Nagumo, ¿eh? -dedujo Gouenji. Parecía estar dándole tiempo de calmarse, pero es que le preocupaba verlo así, no pudo resistir. Afuro levantó un poco la mirada hacia él, luego regresó al mar. Emitió un suave sonido para asentir, moviendo ligeramente su cabeza.- Tranquilo. Nagumo lo ama, es su amigo. Él sólo estaba frustrado. Volverá en algún momento. Lo adora demasiado como para simplemente abandonarlo.

    Afuro frunció un poco el ceño.

    - Sólo frustración... ¿hum? -preguntó con lentitud. Se veía débil, como si aquella pesadilla hubiera absorbido su energía vital en un momento. Estaba pálido, aunque el aire le había ayudado, aún estaba algo acabado. Gouenji se movió de su lugar, se acercó a él, halo su hombro y lo abrazó protectramente.

    Afuro se cofundió por esta acción, pero se sentía tan seguro y cálido entre los brazos de Goeunji que no lo evitó. Correspondió esta acción ocultando su cara en el hombro de peli-crema cerrando los ojos. A pesar de ser más alto que él, Afuro se sentía tan debíl que sentir a Gouenji cerca lo hacía sentir bien.

    - Sí. No se precupe por él, Nagumo es muy fuerte, no le pasará nada, y volverá en cualquier momento. -le aseguró suavemente. Afuró apretó con fuerza sus ojos, aferrándose al cuerpo de Goeunji con insistencia.

    - Gracias por darme esta esperanza, Gouenji-kun. Aunque sea falsa, se siente bien que alguien te apoye en un mal momento. -le dijo con la voz algo entrecortada. Gouenji abrió un poco los ojos al oír esto. ¿Tan bajo estaba su estado de ánimo para creer que aquello era una esperanza vacía? Eso lo hizo creer que en serio estaba herido. Las palabras de Nagumo la noche anterior fuero crueles, por más que sea.

    Esa noche varios no pudieron pegar un ojo, muchos estaba impactados con lo sucedido, otros simplemente lo intentaban ignorar, pero sin resultados. Al final, Afuro había sido casi el último en dormirse, pero con una cantidad increíble de lágrimas encerradas, que se negaba a derramar por la rabia pero al final no pudo contener. Lloró varias horas, desdichado por las palabras tan hirientes de su supuesto mejor amigo. Por el agotamiento del llanto, se durmió al rededor de las tres.

    Gouenji entró al dormitorio preocupado ya que eran las once de la mañana y Afuro no se levantaba. Lo vio allí, retorciendose con un rostro de dolor, y cuando intentaba hablar entre sueños, parecía ahogarse, estaba sudado y frío. Así que lo decidió despertar. Le costó, y cuando lo logró se asustó al verlo grita con tanto temor el nombre del dragón.

    Se separó un poco de él, mirándolo a los ojos. Entonces sonrió un poco.

    - Todo va a estar bien, Afuro-san. Aunque lo crea una esperanza vacía, quiero que esté seguro de que no lo vamos a dejar solo. -le aseguró. Al menos tener a sus otros amigos cerca talvez podría hacer que no sufriera tanto por Nagumo.

    - Gouenji-kun... -murmuró mirándolo. Recordó lo que lo había enamorado por primera vez al ver tan de cerca esa mirada; su protección, su caracter cuidadoso, aquel que haría lo que fuera por mantenerlo a salvo. Por eso se enamoró de él, porque lo mantenía a salvo. Le daba esa seguridad que sentía que alguien le había arrebatado. Pero, ¿quién?

    No pudo responderse, cuando algo repentino ocurrió. Ambos sintieron que les agarraban de las cinturas, unas manos pequeñas, y en menos de un momento estaban sobrevolando el navío de los piratas.

    - ¡¿Qué está pasando?! -gritaron ambos asustados por esta repentina acción.

    Entonces Afuro sintió que estas manos lo soltaron desde más alto que el mástil central. Gritó, con un miedo intenso a caer con tal fuerza que atravezaría la madera de la cubierta superior y moriría en el acto. Pero entonces apenas empezó a caer, quedó suavemente en la espalda de alguien.

    Vio unas grandes alas blancas que se ajitaban conforme el viento mantenía el cuerpo en el aire, y vio frente a él una alborotada melena rosa.

    - ¿Eh...? ¿A... Atsuya? -preguntó sosprendido. Había sentido tanto miedo al momento de ser elevado con tal impacto, pero al ver a Atsuya voltear hacia él, sintió la cara realmente caliente. Atsuya le sonrió un poco con ternura, pero sus cejas arqueadas representaban picardía. ¿Qué expresaba realmente?

    - Hey, Afuro-san, Goeunji-kun, ¿quieren hacer una carrera? -se oyó una dulce voz preguntar a un lado. Atsuya y Afuro miraron a ese lado, viendo a Shirou cargando a Gouenji de la misma forma.- Eso quizas les suba el ánimo. ¿Quieren?

    - Ánimo, chicos. Una carrera por el aire, ustedes sólo tienen que sujetarse bien. ¿Qué dicen? -les animó también Atsuya.

    Lo cierto es que ambos gemelos volaban por el barco como cada mañana, pero al ver a Gouenji abrazar tan repentinamente a Afuro, algo en ellos despertó. Y pensaron en lo mismo; volvaron hacia ellos a toda velocidad y los cargaron para apartarlos al verlos mirarse con esa... esa extraña mirada en los ojos.

    - "Una carrera... Bueno idea, hermanito" -pensó Atsuya agradecido por la excusa de Shirou para apartarlos.

    - Ahm... seguro, me parece bien. -aceptó Gouenji.

    - Genial. ¿Usted qué dice, Afuro-san? -preguntó Shirou. Esta era sólo una excusa para tener cada uno más cerca a estas personas, pero las carreras eran uno de sus tantos juegos favoritos.

    - ¿Eh? -emitió Afuro reaccionando al ver que los tres esperaban una respuesta.- A-ah... Esto... Claro, ¿por qué no? -aceptó sonriendo nervioso.

    Ya sabía que lo que sentía al estar tan cerca del ángel pelirrosa no era más que obra de la magia, pero aún se sentía como algo real; su corazón se aceleraba, sus manos temblaban, su cara ardía. En serio estaba enamorado, sin remedio alguno.

    Según los gemelos, la carrera sería de diez vueltas al rededor del barco, y el primero en pasar de la punta frontal del barco y tocar la punta del mástil más alto, ganaría.

    Así, la carrera comenzó.


    ...




    La paz abundaba en el tranquilo y bello lago KiaRui, que con cada minuto de haberse despejado la luna nueva, recuperaba cada vez más su incomparable mágica escencia.

    Un ser estaba sentado en el suelo frente al lago. Se levantó cuando el sol estuvo justo en lo más alto, y empezó a gritar.

    - ¡Gazeeeelle! ¡Sal de ahí, inutil! ¡Ya se fue la luna nueva! -le llamaba con insistencia el dragón pelirrojo.

    Nagumo llegó de madrugada al lugar, y lo llamó con desesperación, incluso golpeba el agua para llamar la atención del guardián, pero nada pasaba. Intentó muchas estupideces, tantas, que sería aburrido plasmarlas todas aquí. Pero mientras el sol empezaba a salir, algo en su mente hizo corto. Pensó que Gazelle tendría suficiente fuerza para si quiera aparecer si la luna nueva no dejaba ni rastro de haber estado. Así que se alejó del agua, se sentó en el suelo frente a la cascada y se quedó allí contemplando como el sol pintaba con mayor intensidad el agua cada hora, como reaccionaba la naturaleza en cada momento, e incluso -muy a pesar de odiar con ganas el agua- ver la cascada descender frente a él y dejar aterrizar su mágica escencia en el lago lo tranquilizó un poco, tanto que ni siquiera tenía el ceño fruncido.

    Pero cuando el sol indicó el medio día, cuando la luna nueva ya estaba más que desaparecida, tomó toda su determinación y lo llamó con furia.

    - Deja de esconderte de mí, idiota. ¡Ya sal! -le gritó más molesto, y este sentimiento no descendía al ver que él no hacía acto de presencia. -Grr... ¡GAZEEEEEEEEELLE!- gritó lo más fuerte posible, ovacionando incluso que algunas aves huyeran por su estruendosa voz.

    De pronto, un remolino se comenzó a formar en el centro del lago. El mismo acto de aquella vez se dio; el agua se levantó en medio de este remolino, dando lentamente forma a un cuerpo. Cuando este se terminó de formar, abrió los ojos a una velocidad normal, y groceramente, levantando su mano con un poco de agua, le arrojó esta al dragón. Este se cubrió del ataque, que aún así fue inevitable. Él gruñó ante esto, y su calor hizo que el agua de evaporara inmediatamente.

    -Ya te oí, pedazo de bestia. Detesto tu voz cuando gritas. -dijo con molestia. Se le vaía agotado, como alguien que no ha dormido bien. -¿Qué es lo que quires, dragón? -le preguntó recuperando su compostura y típico modo inexpresivo y frío de hablar.

    - Tú sabes bien por qué estoy aquí, maldito... -dijo con ira en una voz baja, que indicaba que se estaba controlando para no atacarlo.

    - Hum... ¿Acaso quieres de vuelta a Suzuno Fuusuke? -le preguntó Gazelle haciéndose el desentendido. Nagumo apretó los puños ante esa molesta mirada de superioridad que ponía Gazelle cada vez que lo miraba sabiendo que estaba en una posisión inferior.

    - Sí, Gazelle. Lo quiero de vuelta. -dijo el Dragón firme, tirando lejos todo su orgullo. Lo había dicho antes; ya no le importaba nada, sólo quería a Suzuno.

    - Ah... pero me temo que eso no se va a poder. -dijo simplemente. Nagumo sintió un tic en su ojos derecho; él sabía que el guardian le diría algo como eso, por lo que calló para esperar a que continuara. -Nagumo, ¿no lo recuerdas? Les presté a Suzuno para que tuvieran mi beso bendito, y lo obtuvieron. Aunque, claro, tuviste que pasar por toda una vía de recuerdos para poder darte cuenta y corresponder a sus sentimientos, ¿eh? -preguntó con picardía para molestarlo.- Incluso después de haberlo hecho tener su primer momento romantico contigo. -Nagumo se sorprendió, se sonrojó y miró a un lado con vergüenza. Pero luego cerró con los ojos pensando; claro que él lo había visto, estaba en los recuerdos de Suzuno, y ahora en los de él.

    - Sí, así es. Porque me enamoré de él, Gazelle. Estoy enamorado de Suzuno. Y quiero que me lo devuelvas. -dijo firme, aún sonrojado por lo que decía, pero firme en su decisión.

    Gazelle lo miró un momento sin expresión.

    - Sabes que Suzuno Fuusuke, soy yo mismo, ¿no es así? -le preguntó esperando alguna reacción incómoda.

    - No es cierto. -aquella respuesta hizo que Gazelle se confundiera. Flotó sobre el agua, acercandose a la orilla del lago.

    - ¿Qué quieres decir con eso? -preguntó con una voz más fría de lo usual.

    - Él no es como tú, Gazelle. Suzuno y tú son dos seres completamente diferentes. Suzuno es alguien tierno, cálido, que se preocupa por todos a su alrededor, que entiendo todo y se acupa de no hacer nada para molestar a nadie... Tú no. Tú eres malo, disfrutas del sufrimiento ageno, miras a todos por encima de tu hombro y no te importa lo que pase con nadie. Eres un insensible. Eres... como yo. -decía Nagumo firme, pero en las últimas palabras bajó la mirada.- Somos iguales, y creo que es por eso que lo lastimé tanto, porque soy tan igual a ti, a su creador, que esto lo hirió de algún modo. Ser como tú es lo que me hacía tan mala personas. Pero ¿sabes? -preguntó volviendo a mirar a Gazelle, esta vez con una pequeña sonrisa- Pienso cambiar. Darme cuenta de que soy como tú... hace que me tenga asco. Así que voy a cambiar, por Suzuno, por mí... Por nosotros. Sólo... lo quiero de vuelta. -dijo finalmente.

    En su vida entera conociendo al Dragón, Gazelle jamás lo había oído hablar con tal madurez, tan firme, tan decidido, tan sereno. Ese no era el Nagumo Haruya de siempre. ¿Cómo es que estar poco más de una simple semana con Suzuno Fuusuke hizo cambiar a alguien que lleva tantos años siendo un orgulloso patán?

    - Aproxímate. -ordenó el guardión alvino. Nagumo caminó exactamente cinco pasos. Quedó parado justo en la orilla del lago, él y Gazelle estaban separados por no más que medio metro. -¿Lo quieres?

    - Sí, lo quiero. Haría lo que fuera por él. -aseguró de forma involuntaria. Él mismo se sorprendió por su respuesta, pero en realidad sentía eso.

    Gazelle lo miró inexpresivo durante unos segundos. De pronto, levantó su mano en el aire lentamente, y la acercó al rostro del dragón. El tacto con su piel los molestó a ambos de algún modo. Con esta tan fría mano en el costado de la caliente cara de Nagumo, Gazelle se aproximó a él lentamente, y con la misma velocidad cerró sus ojos.

    Nagumo no reaccionó ante este acto, y se dejó ser. Pero este contacto era extraño; primero, en todo el tiempo de conocer al guardián, jamás lo vio moverse de su lugar de siempre, ni mucho menos acercarse de tal manera con algún visitante que buscara algo de él. Segundo, él nunca, NUNCA, hubiera besado a alguien como si nada. Era virgen, era la pureza máxima, no tenía sentido que hiciera algo como esto.

    Pero ese no era el caso. Los labios de Gazelle eran tan fríos, secos, rígidos... Y ni siquiera eso, es que no transmitían ningún tipo de sentimientos; al parecer no sólo era así por fuera, sino también por dentro. Nagumo apretó los ojos, tratando de aguantas hasta que fuera Gazelle quien rompiera el contacto, para ver qué quería hacer. Pero no pudo.

    Dio un paso hacia atrás, quitando la cara hacia un lado. Miró a Gazelle de reojo, con una seriedad palpable. Gazelle lo miró un momento de la misma forma. Pero luego cerró los ojos y flotó en reversa tan lentamente como se había movido antes. Aún con los ojos cerrados, se situó en el centro del lago, y por primera vez, Nagumo lo vio apoyar sus pies sobre el agua, como si esta fuera firme suelo.

    - No puedo darte a Suzuno. -dijo bajo. En su voz se oía lo que parecía un rastro de decepsión.

    - ¡¿Qué?! ¡¿Me estas jodiendo?! -preguntó Nagumo furioso. Había intentado en todo momento guardar la calma, pero eso fue el colmo.

    - Cállate. ¿Acaso crees que es tan fácil? -le preguntó Gazelle con frialdad abriendo los ojos. Nagumo arqueó una ceja algo confundido. Gazelle se apoyó sobre una pierna con los brazos cruzados.- Suzuno y yo somos la misma persona, dragón. Es mi alma, y no puedo simplemente entregártela. Si la necesité anoche para enfrentar a la luna nueva quiere decir que soy débil sin todo mi espíritu... Y si les di este lapso de tiempo hasta anoche fue porque era indispensable tenerlo de vuelta. -Nagumo estaba sorprendido, casi temblaba.

    - ¿No... hay nada que puedas hacer? -preguntó con la voz temblorosa. Por primera vez en su vida, incluso luego de lo que le pasó la noche anterior, tuvo miedo desde el fondo de su caliente corazón.

    - Crear algo es fácil; se requiere material. Darle vida es difícil; no en todos lados existen almas o espíritus disponibles. Pero darle personalidad, sentimientos, pensamientos libres... Es algo que no muchos logran. -decía Gazelle con los ojos cerrados.

    - ¿De qué estas hablando? -le preguntó Nagumo algo harto, confundido por el tema tan trivial que de pronto sacó el guardián.

    - Sería fácil hacer a Suzuno, y claro que con el hielo sería más fuerte o más frágil, pero no te puedo dar otra vez mi alma. La necesito, y no te la puedo entregar por un simple capricho que estoy seguro de que no durará más de unos meses. -aseguró el alvino serio.

    - ¡Te equivocas! -le gritó. Gazelle abrió los ojos de pronto al oírlo decir esto. Nadie, en milenios de existencia, le había cuestionado sus palabras, ni mucho menos una decisión.- Lo que yo siento no es ningún capricho, Gazelle. Yo de verdad estoy enamorado de Suzuno. -dijo con firmeza, con una mano en su pecho.- Sé que fue muy rápido lo que pasó como para asegurar que lo amo, pero estoy completamente convensido. Lo amo, y haré lo que sea para recuperarlo. -dijo firme en su decisión.

    Gazelle lo miró un momento. El dragón siempre desprendía un aura rojiza y negra, pura ira y odio, pero el aura que lo cubría en ese momento era diferente. Era roja clara, con morado y algo de rosa; era amor, con tristeza y algo de compasión. De verdad estaba arrepentido por algo.

    - No. -continuó firme Gazelle volviendo a cerrar sus ojos.

    - "Mierda, en lo orgullosos para mantener sus palabras sí que se parecen." -pensó con un tic en el ojo recordando lo que le costó convernser a Suzuno.- ¿Entonces qué, Gazelle? ¿Qué tengo que hacer? Dime. ¿Quieres sangre? ¿Escamas? ¡¿Un alma nueva?! ¡Sólo dime! -pedía con ira. Su aura se volvía más oscura, el rojo era más oscuro, y el morado lo cubría casi por completo. Estaba desesperado.

    - No hay nada que puedas hacer. -dijo Gazelle igual que antes.

    - ¡Tiene que haber algo que puede hacer! ¡Si te falta fuerza, te daré todas las escamas y toda la sangre que quieras! -decía con una voz estridente de desesperación, y de un tirón se arrancó la camisa. Con los garra se agarró gran parte de la piel sobre su hombro, zona con más escamas amontonadas. De otro tirón arrancó este grupo de escamas, trayendo consigo incluso piel viva, y por ende, mucha sangre. Sentía dolor, y a la vez era como si no estuviera ahí, no lo sentía del todo, aún con una herida del tamaño de una mano en su hombro izquierdo.

    Gazelle estaba sorprendido ante esta acción, y más al ver a Nagumo levantando entre gruñidos el pequeño grupo de escamas con piel que a la vez manchó de mucha sangre sus manos.

    - ¡Ten de mí lo que quieras y regrésame al amor de mi vida! -gritó con fuerza, a la vez que lanzaba histerico el menjulgue de su mano al agua. El agua se tiñó de rojo oscuro cuando la sangre se discipó en ella, y el lago brilló intenzamente rojo en ese momento.

    Gazelle tenía un rostro de sorpresa, y cerró con fuerza sus ojos al sentir tanto poder de una sola vez. A pesar que el poder era delicioso, tanto de él llenaba su ser demasiado, y lo lastimaba. Flotó una vez más sobre el agua, poniéndose en posisión fetal, y en un momento todo su cuerpo se estendió en el aire. El poder que emanaba del lago era tremendo, el viento correspondía a esta fuerza y los árboles estaba por sucumbir. Nagumo se cubrió un poco la cara con el brazo derecho, pero entre abrió un poco un ojo, y pudo ver un poco lo siguiente; el viento se detuvo de a poco, y el remolino que se había formado con tal fuerza en el centro del lago se detuvo lentamente. Gazelle tenía los ojos en blanco, y con un rostro de dolor, cayó desde el aire con fuerza en el agua, desmayado.

    Silencio.

    El agua quedó en calma, ninguna criatura, ni siquiera el propio viento se atrevía a hacer el menor ruido. La sangre corría a montones entre los dedos del dragón, corriendo a travez de su brazo desde su hombro. Nagumo estaba asustado. Gazelle no habría caído así normalmente, eso no estaba bien. ¿Acaso él...?

    - ¿G... Gazelle? -llamó con temor en su voz, caminando un poco más cerca del agua. Esta no hacía mucho movimiento.- ¡¿Gazelle?! ¡GAZELLE! -gritaba desesperado. Le había hecho algo malo al guardián del lago KiaRui. Tenía miedo.

    - Veo que te importa más él que tú mismo.

    Esa voz. Nagumo sorprendido levantó la vista mirando a todas partes sorprendido, pero no veía a nadie.

    - ¿Gazelle? -preguntó esperando ver de dónde venía la voz.

    - Si no te importa tanto lo que pase contigo, hay algo que puedes hacer para recuperarlo. -dijo aquella voz finalmente. Nagumo asintió a la nada rápidamente. Esta oportunidad lo dejó sin palabras. Sólo esperaba a que funcionara.


    ...




    La carrera de los gemelos, el cabellero y el principe fue realmente divertida. Los ganadores fueron Atsuya y Afuro, que gracias a la costumbre de volar con un dragón, Afuro sabía bien cómo inclinarse para ganar aerodinámica. Justo cuando Atsuya había puesto su mano en la punta del más alto de los mástiles, Shirou la puso sobre la suya; estuvieron muy a la par, y por poco ganan él y Gouenji.

    El príncipe y el ángel pelirrosa dieron un aullido de victoria, elevando los puños al aire con grandeza.

    En este momento, ambos ángeles los bajaban suavemente, y los dejaron con los pies en el piso.

    - Felicidades, Afuro-san, hermano. Fue una muy buena carrera. -les felicitó Shirou. Ambos se miraron y asintieron victorioso.

    Luego de eso, se sentaron los cuatro a hablar amenamente, y Goeunji y Afuro se reían cada vez que los ángeles discutían por alguna tonterían sin sentido o importancia.

    Cuando de pronto, una voz anunciando algo los interrumpió.

    - ¡Tierra a la vista! -gritó Otomura colgado en las redes con un catalejo mirando frente.

    Todos en el barco miraron al peli-azul cuando dijo esto, y fueron hasta los barandales, al frente del barco o a algún lugar alto por el cual mirar y confirmar esta información.

    Y así era; a los lejos, aún a muchísimos metros, se veía una pequeña mancha verde grisácea en medio del mar y el cielo en el horizonte.

    En ese momento los ojos de los tres caballeros brillaneron, especialmente los de Endou.

    - ¡Resgresamos a casa! -gritó Endou con mucha emoción.

    Todos reían y gritaban al compás de él y los otros dos de armaduras, alegres por al fin arribar.

    Todos corrían aufóricos acomodando sus cosas para no dejar ninguna pertenencia en el navío. Pero seres como los de la isla Murciélago Blanco, o del bosque y cosas así, simplemente los miraban a todos ir de aquí para allá, ya que ellos no tenían pertenencia alguna.

    Fudou vio que Kidou estaba hablanco con Tsunami sosteniendo un mapa. Lo miraba con firmeza, y al notar esta mirada, Kidou se sonrojó un poco. Ya lo había decidido, Endou tenía razón; el ser el tan conocido hechicero de mil años no debía impedirle poder disfrutar de algo tan bello como el amor, más encima sabiendo que la persona a la que con tanto fervor había amado estaba frente a él. Claro, en una nueva vida, pero era ella al fin y al cabo.

    Kazemaru, Sakuma y Tachimukai nadaban con euforia alrededor del barco. La felicidad de los otros se les contagiaban, y muy por el contrario de antes, tenían ganas de conocer Hikari No Yami. Conocer personas nuevas, cosas nuevas, ahora les emocionaba de algún modo. ¿Sería bueno o malo para ellos confiar tanto en otros? Posiblemente malo, pero lo ignoraban por disfrutar por primera vez tanta felicidad.

    Por otro lado, Genda estaba decidido a hacer algo para llamar la atención de Sakuma. Estaba recostado en el barandal al lado de Fudou, mirando al agua viendo cada vez que los Sirenoid pasaban con velocidad junto al barco. De algún modo, confundía a Kazemaru y Tachimukai, pero siempre sabía cual de esas sombras era Sakuma. Los tres eran casi iguales, pero él sabía bien cuál era él.

    Desde aquí todo pasó más rápido. Casi cuarenta minutos después, llegaron al puerto a las doce y media del día. Cuando el barco tocó puerto, Tachimukai saltó en la madera recuperando sus piernas al momento de salir del agua, aterrizando ágilmente en el piso. Mientras Kazemaru y Sakuma saltaban y él los ayudaba a subir para que sus piernas volvieron lentamente, la gente del puerto miraba a esas criaturas, y a la vez veían bajar por un grueso tablón a un grupo de gente muy extraña.

    Algunas, muy pocas personas, se quedaron mirando con curiosidad a Kidou y Osamu. Parecían haber sabido algo de estos grandes personajes, y quien sabe, tal vez alguien incluso los haya visto alguna vez. Miraban a Genda y Midorikawa con sus orejas puntiagudas, a Toramaru con su cola y orejas de tigre, y a los hombres pez que llegaron de una forma tan espontánea, que tenían la piel escamada y de brillantes colores azul, amarillo y rojo. Y gracias al cielo se habían vestido decentes, porque hubiera sido peor que los vieran con sus... reveladoras prendas.

    Algunos de ellos parecían más humanos, pero se veían peligroso. A los únicos que no temieron fue a los de armadura, que llevaban el emblema de una tierra cercana plasmado en el centro de estas, la de Hikari no Yami.

    - Bien, ya arribamos en el Puerto Sombras. Ahora debemos ver cómo nos iremos al pueblo. -anunció Tsunami cuando ya todos habían bajado con sus cosas -que no eran muchas-.

    - Podríamos rentar carroajes, así llevaríamos todo con más comodidad. -propuso Afuro.

    Todos lo pensaron y estuvieron de acuerdo. Cerca de allí había un puesto dónde rentar carroajes tirados por un par de caballos cada uno. Fueron necesarios tres carroajes, seis de ellos en cada uno. Y así comenzaron el camino en tierra hasta su hogar.

    Afuro tenía su cara asomada por la ventanilla de su asiento, mirando el paisaje con tranquilidad. Pero había nostalgia en su mirada, y los caballeros, Endou, Gouenji y Hiroto, notaron esto. Los hacía sentir tristes el verlo así, y sabían que era por Nagumo. Prefirieron entonces dejarlo tranquilo, algo de calma aliviaría su dolor, tal vez.

    Mientras tanto los gemelos, que completaban a los seis en el mismo carroaje, tenían sus cabezas fuera de la ventanilla, mirando sorprendidos todo; las ruedas del transporte, los caballos que tiraban, el hecho de sólo necesitar sentarse para ser llevados por una cabina de madera rodante hacia su destino... ¡Los humanos sí que habían evolucionado desde la última vez que los habían visto! Y de eso hacía mucho tiempo.


    ...


    Capítulo 23.

    Terminé rápido... raro. Espero que les guste.


    Noriko O.

    Edited by Noriko Oumi - 3/8/2020, 02:02
     
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    Dios, a esto llamo traer conty con rapidez.
    Buenos días Noriko-chan!!!!
    Me alegra me fascina y me explotifa leerte!!!!!
    El curso que esta tomando esta historia es muy interesante, sin importar como lo expreses y lo sientas esto quedara genial, por que es algo a lo que le pones dedicación y esfuerzo y eso es algo de admirar!!!!
    Así que animo y sin rendirse, que quien quiere, puede!!!!!
    Bien ahora si, a comentar el fic!!!(que me hace ilusión)
    Ahhhh pobre afuro teniendo pesadilla sobre la pelea que tuvo con su mejor amigo.(lo juro, me rompieron el corazón)
    Y goenji tan buena persona consolándolo, jajja (ya sabemos por que le gustaba goenji, era su escudo, su base de seguridad, en el buen sentidoXD) cuando los dos se quedaron mirándose juro que es una de las escenas mas bonita del capítulo (yo estaba en mi mente como que beso,beso,beso,beso....lo juro la escena era para besoXD)pero me agrado la actitud que tuvo goenji con afuro, fue bastante bonita, pero tuvieron que llegar angeles-chan y celos envidiosos a quitarme el momento (okey si lo admito el goenji x afuro es una de mis parejas random favoritas)
    Con una excusa toda pedorra(ok, no fue pedorra, fue bastante ingeniosa la verdad, y juro que al inicio si creí que era por esa intensión de ayudar a elevar los ánimos más que por los celo, pero no)y nagumo pendejo..... Que le hiciste a gazel, estúpido idiota, lo dejaste todo sufriendo al pobre(sabes yo creó desde mi punto de vista personal, que gazel le va a dar su alma a nagumo y se va a auto destruir, haciendo que el lago kiarui quede como un simple lago y eso y nagumo va a tener que encontrar la manera de darle forma a suzuno, okey si se que suena largo pero cuando lei esa parte del capítulo. Me quede pensando en eso, okey si lo admito teorías locas por aquí y por haya)
    Ahhh que bonito nuestros caballeros, príncipe, y resto vuelven a casa (bueno para el resto no es casa, pero se convertirá pronto en casa)
    Para mi esto no va a ser tan sencillos, como que cuando vuelvan a casa no va a ser tan fácil,como darle las cosas al rey y todos felices para siempre(teoría loca:para mi, que cuando lleguen el rey trama algo para capturarlos por x motivo, y todos escapan pero el imbécil de afuro por querer respuestas, se quiere ir a aclarar las cosas con su padre y le da otro ataque loco extraño sanguinolento y osamu se pone histérico, y la madre de dios que hacemos con las cosas y usan las cosas para crear algo para vencer a kageyama)si okey, puedes llamarme teorías locas-chan jajajaja, hago teorías de los fic's que leo jajjaa.
    Me gustaría que pronto aparezca la historia de touko que se viste de chico, la mencionaste unos cap's atrás y la verdad es que me da curiosidad(lo explicaste por el cap donde estaban en ao sora, el reino de los azules, digo el reino de los pitufos digo, el reino donde habían personas azules con cabellos azules, y ropas azules, okey se que todos eso no es tan cierto o como lo describo pero se vale soñar)
    También algo que me hace mucha ilusión es ver como se conocieron afuro y nagumo (si, ya se que nagumo lo contó en un capitulo anterior, pero fue la versión corta resumida microscopica de bolsillo compacta) entonces me hace ilusión. Saber un poco mas a detalle por que para mi que kageyama o un malo quiso capturar a nagumo por algo y he creado mil teorías locas respecto al tema y siento que todo tiene que ver de alguna manera como que kido se allá mudado a ao sora por culpa de kageyama.!!!!!!
    Espero y traigas conty pronto aun que esperare lo que haya que esperar aunque sea un milenio por leer tu maravillosa, fabulosa, glamurosa conty(mira tu conty es tan cool que se hace entrada ella solita)
    Por favor, cuidate sonríe y se feliz, que lo demás no importa ,cuida tu salud y descansa, no te estreces que te estaremos esperando al menos yo si lo haré,animo suerte y apoyo en todo lo que emprendáis por que se que tu puedes, y mucha mucha fuerza para seguir!!!!
    Saludos, besos y abrazos!!!!
    Sayop!!!!

    Edited by Yasumire(airt) - 14/5/2017, 23:32
     
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  4. Yoonmin
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    Me encanta la historia 0w0.!!
    Esta muy genial llena de suspenso y aventuras, espero que continúes quiero saber que más pasa con la historia y con los demás chicos
    Por favor continúa
     
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    Ehm... ¡Hola! Jeh...

    Bueno, yo sé que han pasado... Mierda, dos años, desde la última actualización, y lo cierto es que tampoco había hacho nada en todo este tiempo por actualizar. Al rededor de abril (cumpliéndose los dos años), me acordé, o caí en cuenta, de todo esto, de Diabolik Doncels, y de que no lo había terminado, y fue justamente gracias a la resurrección de IE, con Ares no Tenbin y Orion no Kokuin, que volvieron las ganas de pelear con estos héroes.

    ¿Qué pasó? Me puso a releerlo OTRA VEZ, y no fue para menos que fastidiarme porque, como escritor en evolución, noté todas mis fallas, ortográficas, gramaticales y de trama que tuve durante los 23 pasados capítulos, con cosas sin sentido, a las a les estoy encontrando actualmente propósito.

    Por ello, dejo primero este mensaje, para informarles que sí lo continuaré, no con total constancia porque no dispongo de un dispositivo fijo para escribir, pero si con la mera idea de terminar en sólo unos cuantos capítulos más. Así cerraré al fin este capítulo de mi vida.

    Ahora, un par de cosas que quería decir.

    Primero, aclaraciones sobre algunos personajes y sus cuestiones, como entorno, personalidad, términos de presencia, y otras cosas:

    Gazelle, por ejemplo. Hace unos días, comencé a pensar que habría sido lo máximo que en lugar de un bosque precioso y cálido, con un bello lago vivo, hubiese vivido en una tierra de hielo y nieve; una isla de puro hielo en medio del mar, donde, en contra de toda la lógica de la vida, el lago KyaRui, fue la totalmente líquido, y no congelado. Le habría dado mucho más sentido e identidad.

    Toramaru, por supuesto. Me equivoqué con todo lo que puedo admitir con el pequeño tigre. Su personalidad fue en mi historia la de un llorón patético, que si bien era servicial, era muy tímido. ¡Toramaru fue el más atrevido y hablachento en todo el FFI de IE! Pasé bur'de arrechera cuando leí esa parte donde estaba llorando con la cuestión de los Sirenoid cuando Sakuma y Tachimukai los alcanzaron. Eso fue peor que patético. Por eso me alegro de haberlo hecho más vivaz después de que Kidou lo curase, pero aún queda el recuerdo.

    Los tres Sirenoid. Noté que la personalidad inicial de los tres, si bien era parecida a la de ellos en muchos aspectos, no fue precisa con exactitud. Tachimukai al principio fue un niño inocente, muy en contra de la personalidad carnívora y salvaje, pero reservada de las bestias. Sí estuvo bien que él fuera inocentemente directo con Tsunami, y sí me gustó que Tsunami dudara de tener algo con él por algún temor a tener que llevar una relación seria, ¡Es un pirata, por Signless! No sirven para hacer nada en serio. Miren a Jack Sparow, pro ejemplo. Pero se atrevió, porque supo que estaba hecho justo para él. Sakuma, siempre dudoso y arisco, quiere ser en mejor en todo. En mi historia, era el siguiente en la linea del liderazgo, además de sentir algo por su actual líder. Negado por naturaleza, no aceptaba lo que sentía por Venda, así que eso se los voy a arreglar pronto. Finalmente el lindo Kazemaru. Estaba viendo que de hecho hice que los Sirenoid fueran de contextura delgada y delicada, con fuerza que será que se la sacan del culo, porque de carnita no tienen nada. Comencé a pensar, y noté que entonces lo hice por el cliché estúpido de que los ukes siempre son flacos, o chiquitos, o parecen hembras (excepto por Afuro, que es seme). Entonces eso de los voy a compaensar, con una ilustración próxima.

    Shirou y Atsuya. Estuve, todo este tiempo, completamente mal. Gracias a la nueva temporada de Ares no tenbin, pude darme cuenta de lo que siempre fue; Shirou es el príncipe de la nieve, el galán carismático que se gana el corazón de todos con su simple trato. Pero no, comencé a escribir esto, con la personalidad que leía en las historias de aquí, y si bien era alguien inhibido y tímido cuando tenía la personalidad de Atsuya siguiéndolo, realmente sin él es alguien fuerte y astuto, muy buen actor, o dicho de otro modo, y perfecto mentiroso, mejor que Atsuya, más bien. Por otra parte, hice a Atsuya arisco y gracioso, y realmente él es arisco, y protector de su hermano, y sobre todo peleón con quien sea, pero lo hice más sensible, mientras que todo él es realmente, Aniki, Aniki, Sakka, Aniki to Sakka... Etcétera. Más que todo la cagué con Shirou.

    Los tres caballeros. La verdad, he forzado mucho las pocas demostraciones de determinación y fuerza y superioridad que tienen Endou, Gouenji y Hiroto, y sus personalidades también están muy mal, pero he hablado tanto de eso que valió verga, ya me entendieron. Quiero que se entienda que ellos tres son por algo los tres mejores. Se han esforzado por serio, han entrenado y se han roto huesos y espíritus en el proceso, pero se ganaron el reconocimiento de su rey al hacerlo. Y eso hay que tenerlo en cuenta. Al menor yo, que a veces olvido lo grandiosos que necesito que sean.

    Afuro Terumi. Ayayay... Verga, aquí vamos. Bueno, he hecho MUCHAS personalidad en Afuro, y NINGUAN de ellas es la correcta. Nuevamente en Ares no tenbin, y Ahora e. Orion, fue que noté que él es reservado, enigmático, pero simpático y amable, y muy bueno para tentar a otros a mejorar. Induce miedo a propósito de llegar a algo mejor. En mi historia, su principal característica era que quería hacerlo todo, mientras que realmente él quiere ser parte de algo si se le pide, no de todo. El ojo divino, por el cual conectó con Toramaru para que pasaran por el puente inexistente de White Bat Island, se trata de algo que sí tengo presente, pero que no he hecho realidad.

    Ah, aclaro que estuvo muy mal de mi parte ponerlo con Gouenji al principio, pero finalmente voy arreglando eso.

    A Otomura no supe cómo hacerlo. A Desarm lo hice más serio de lo que realmente es, a Genda... Bueno, ese no estuvo tan mal. A Midorikawa le faltó ser más hablador y sabelotodo, en lugar de ser otro frustrado más.

    Kidou es uno de los que más me cuenta llevar, porque ya que es un estratega, llevarlo implica ser un estratega también, y yo no sirvo para eso. El ha sido tan idiota, que Endou le da Ideas... (Osea, ¿qué pedo?...) si bien en la serie Endou lo inspira, él no es tan bobo para no notar las cosas, más siendo el dichoso mago de mil años, con un chingo de XP para enfrentarse a todo. Es para que él haya predicho incluso lo que iba a pasar al final, o que eran personajes de caricatura reacomodados por una tipa lesbiana desesperada con principio de alteración mental, creyéndose hombre.

    Segundo; necesito arreglar algo urgente.

    En el capitulo 17 puse un pequeñísimo momento Genda x Sakuma, en el cual Sakuma salía del lago y le preguntaba a Genda qué hacía, y él le muestra un dibujo que estaba haciendo de Sakuma. Bien, pues, esa parte la borré. Pueden volver al capítulo 17, en la página 7 del fanfic, creo, y verán que la parte no está, siendo que regresaron junto a Fudou, Kazemaru y Tachimukai con los demás. Eso NUNCA pasó, y pronto, en el capítulo 24 que pronto subiré, verán por qué lo quité con desesperación.

    Y bueno... Muchas cosas más, pero eso es lo más importante.


    Edited by Noriko Oumi - 26/7/2019, 22:40
     
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    Wooooah! Esto sigue por aquí?

    Definitivamente tengo que ponerme al día con esta joyita.

    CONTINUALO preciosa~



    Siglos sin saber de ti, al menos tu tienes actualizaciones de 2017 jejeje
     
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    QUOTE (Katiitha-Kiyama @ 31/7/2019, 22:05) 
    Wooooah! Esto sigue por aquí?

    Definitivamente tengo que ponerme al día con esta joyita.

    CONTINUALO preciosa~



    Siglos sin saber de ti, al menos tu tienes actualizaciones de 2017 jejeje

    ¡Hey, hola! Qué sorpresa, creí que no ibas a volver por aquí. Quiero decir, a mi tema. Pero bueno, justo venía a traer la continuación, el capítulo 24. Entonces, bueno... No prestes atención a los capítulos con mala ortografía, este que voy a subir, es así como va mi... Narración, digámosle narración, si bien no es muy bueno, es lo mejor que puedo hacer.
     
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    :::::::::::::::::::::::::
    Diabolik Doncel’s
    :::::::::::::::::::::::::

    *Cap. 24*
    ... Misión Completada;
    De Regreso a Casa ...



    Durante el camino, sólo se detuvieron a descansar por la noche, y preparando una buena cena ofrecida por la hábil cacería del Elfo Genda Koujirou, invitaron a los conductores de los carruajes a comer con ellos. Hiroto y Midorikawa se dieron el gusto de buscar frutas para ellos y los seis caballos, haciéndoles muchos mimos además. Durmieron con normalidad, y a eso se refiere el que cada uno de los guerreros permaneciera despierto, incluso sin así quererlo, porque su costumbre así los hacía ser.

    Ya al medio día del día siguiente estaban entrando en tierras de Hikari no Yami. Pasaron por el reino de Amathyst Kyoku, saludando a los guardias que custodiaban la entrada del alto muro que lo rodeaba. Pasaron nuevamente, esta vez sin sufrir demasiado, por aquella zona en ruinas del principio, y Afuro, sin haber ni un segundo olvidado su promesa, nuevamente pensó en lo que en un futuro les daría a esas personas. Estaba decidido a ser su luz.

    Los carruajes los dejaron exactamente a las afueras del palacio de su majestad, el rey de Hikari no Yami, Kageyama Reiji, y allí todos se bajaron. La gente que esperaba fuera de las altas rejas que cubrían las varias hectáreas de jardín del palacio, recibieron con honores a los caballeros y amado príncipe, y ellos felices presentaron a sus amigos, que la gente veía con curiosidad y temor.

    Las personas estaban sorprendidas de aquel grupo tan interesante y peculiar, aquellos seres con alas eran los más llamativos, y la piel colorida y escamosa no escapaba a las miradas. Además de todo ello, eran todos ellos realmente atractivos, así que muchas damas estaban sobre ellos como moscas en la luz.

    Mientras que los cuatro de armaduras tenían la obligación de entrar y reportarse con el monarca para entregarle aquellos pedidos causantes de tantos problemas, Afuro ofreció a los demás ir y explorar el pueblo, y le ofreció a los Sirenoids pasearse por el lado Este del pueblo, donde encontrarían un gran y bello lago del que su pueblo estaba muy orgulloso. Así, se separaron por un rato.


    ...




    Dentro del palacio, el inmenso trono de rey estaba curiosamente vacío. Los cuatro entraron mirando a todos lados preguntándose dónde estaría aquel temible hombre.

    - ¡Padreeee! ¡Ya volvimos! -Avisó Afuro al azar, esperando a que su llamado atrajera la atención del hombre.

    - Bienvenidos. -se oyó una voz grave y sombría detrás de ellos. Eso, que sorprendió a los cuatro por igual, hizo a los tres caballeros erguirse firmes, y al pobre príncipe agarrarse el corazón. Mientras el hombre caminaba hacia adelante, pasando al lado de ellos, el príncipe suspiró soltando ese susto, y los otros tres lo miraron a él preguntándose si estaba bien.

    - Por Dios, padre. Deja de hacer eso. -pidió Afuro entre traumado y gruñendo.

    - ¿Trajeron todo? -preguntó él. Ellos reaccionaron.

    - Oh, sí. -afirmó Afuro. Así los cuatro sacaron todo; Las tres rosas dentro de una burbuja mágica que cargaba Hiroto, las tres escamas y la pluma que traía Endou, La sangre de Toramaru, el alma de Midorikawa, la esencia de Kidou, que cargaba Gouenji, y el beso de Gazelle, que traía Afuro, todo en frascos de vidrio encantados. Los tres notaron la expresión de tristeza en el rostro de Afuro, mirando la luz celeste en el frasco en sus manos. Oyeron el chasquido que el hombre hizo con su mano derecha que por lo grande del salón, se escuchó claramente, incluido el eco. Parecía que hasta las moscas se callaban cuando el hombre hacía algo.

    - Buen trabajo, caballeros, hijo mío -los felicitó, mientras una joven sirvienta traía una mesa móvil, donde dejaron todo. Al ver las cosas que pidió frente a él, a su merced, sonrió con esa extraña y sombría mueca que sólo hacía en específicas situaciones-. Tienen mi más sincero agradecimiento por todo, jóvenes, por traerme todo lo que les pedí en tan poco tiempo. Por hoy, merecen descansar. Adelante, vayan a ver a sus familias. -les permitió, con sus largos brazos, y grandes manos extensos hacia cada lado, mostrando su gratitud.

    Los tres caballeros se arrodillaron uno tras otro.

    - A su servicio, su majestad. -dijeron los tres a la vez, y levantándose firmes, salieron del castillo.

    Afuro los miró irse de reojo.

    - Aphrodite -llamó el hombre. El joven rubio lo miró-, ¿hiciste lo que te pedí? -preguntó igual de sepulcral que siempre

    - Valla, padre. ¿Por dónde empezar? -preguntó más para sí mismo, no pudiendo evitar sonreír. El hombre le había pedido prestar mucha atención a todo, y contarle lo que vio y todo lo que conoció en el trayecto.- Todo en el viaje fue tan emocionante y fueron demasiadas cosas para procesar. Primero salimos del pueblo, y estaba algo triste porque en las afueras hay una zona muy pobre que quiero ayudar, pero llegamos al puerto sombras, y no me lo vas a creer, ¡nos atacaron unos piratas, y me usaron a mí de Carnada para atrapar a Endou, Gouenji y Hiroto! Pobre Hiroto, lo habían masacrado a más no poder.

    Así Afuro comenzó a contar todas las cosas que hicieron, al menos lo importante, evitando, claro, los romances y a su amigo el Dragón. Y sonará cruel, pero se le olvidó “Desarm”, como él lo conoció.

    - Entonces, ¿todos ellos llegaron con ustedes? -preguntó el monarca.

    - Sí. Les dije que podían explorar el pueblo por hoy. Quisiera que puedan quedarse a dormir por estos días para que puedan disfrutar del Festival de la Cosecha. Será en sólo dos días, ¿no es así? -le preguntó Afuro.

    - ¿Quedarse aquí? -preguntó el rey Kageyama, curioso.

    - Sí. Hay suficientes habitaciones, ¿o no? -preguntó nuevamente Afuro.

    - Hum... -Emitió el hombre pensativo, para luego sonreír con esa extraña mueca nuevamente.- Sí, me parece buena idea. Por lo que me cuentas, suenan como seres que podrían atraer a la gente del pueblo, y quizás los anime mucho -opinó-. Se quedarán por esta semana.

    - ¡Qué bien! -se alegró Afuro.- Qué suerte que llegamos justo a tiempo.

    - “Sí... mucha suerte.” -pensó el hombre.


    ...




    En el pueblo, a una de las varias casas con un grueso techo de madera y paja, que afuera tenía una bonita carreta de cultivos, Endou llegó corriendo con emoción. Justo cuando iba a llamar, una mujer salió disparada por allí, casi derribando la puerta, y más atrás venía un hombre.

    - ¡MAMORUUU! ¡Mi bebé hermoso! ¡Al fin llegaste! ¡Te extrañamos tantooo! -gritaba la mujer llorando de alegría, estregando su mejilla sobre la de Endou.

    - ¡Ajajajaja! -se reía Endou por el gesto de su amorosa madre.

    - ¡Bienvendo, hijo! -le llamó su padre, también feliz.

    - ¡Mi niño! Tienes que contarnos todo, ¿cómo les fue? -preguntó ella levantándose con ayuda del muchacho.

    - Jaja, mamá. Hay tanto que quiero contarles. Fue que-... -cuando iba a hablar, un gruñido proveniente de su estómago lo calló.- Ahhhajaja... Tengo hambre.

    - Ay, amorcito. Justo estaba haciendo el almuerzo. Entra, báñate y cámbiate, y nos cuentas todo mientras almorzamos. -le ofreció ella.

    - ¡Sí! -aceptó él feliz.


    ...




    Una niña y un hombre iban llegando a una casa bastante cerca de allí, la pequeña niña con el cabello castaño en trenzas, levantó su mirada negra por inercia, encontrando que fuera de su casa estaba parado aquel caballero de armadura de hombros azules pintados hace poco, de cabello rubio pálido en puntas y piel tostada. Este levantó su mirada también negra al mismo tiempo que la niña, y ella al verlo, sonriente y emocionada, corrió hacia él.

    - ¡HERMANITOOO! -gritó en su impulso, llegando con él en un instante, y de un solo impacto en el que tuvo que agacharse, se unieron en un cálido abrazo.- ¡Hermanito, papá y yo te extrañamos mucho! ¡¿Cómo te fue?! ¿¡Qué viste?!

    - Jeje, tranquila, Yuuka. Les contaré todo con calma. -le dijo seguro, sonriéndole.

    Entonces levantó la vista, encontrándose con una mirada negra más; su padre. Se miraron entre sí unos segundos.

    De pronto el hombre sonrió cerrando los ojos, y agachándose a la altura de sus dos hijos, los abrazó con la fuerza y calidez de un padre con sentimientos reprimidos.

    - Bienvenido, hijo mío. -dijo bajo. Gouenji miraba a la nada habiendo escuchado eso, y cerrando también sus ojos, se abrazó también, completando ese amoroso y pequeño momento familiar.


    ...




    Desde el frente se vio llegando con pasos calmados a aquel paciente y amable pelirrojo, que con toda la calma en su cuerpo, hacía lo posible por ocultar sus nervios. Miró al frente del lugar al que llegó, que más que una mansión con un patio ridículamente extenso, era el hogar de muchos niños sin hogar, fundado por uno de los más ricos nobles del pueblo; Kira Seijirou.

    Había varios niños, pequeños y grandes, corriendo en ese inmenso patio. Acercó su mano a las rejas, y la empujó para pasar.

    - “¿Me... habrán extrañado?” -se preguntaba, y no lo negaba, algo angustiado.

    Entre los niños que corrían uno tras otro al azar, uno de cabello color turquesa se detuvo de pronto, mirando con sus ojitos color mostaza a la entrada. Allí lo vio, inconfundible, saludando al portero del lugar...

    - ¡Hiroto! -gritó el niño con una mirada brillante. Todos los demás se detuvieron al escucharlo, y vieron también al renombrado pelirrojo.

    Hiroto, caminando por el sendero hacia la entrada de la mansión, se sorprendió al ver a todos esos niños correr hacia él con emoción.

    - ¡Chico-...! -iba a decir, pero los niños lo taclearon veintidós a uno. Los niños, que brincaban sobre él y abrazaban alguna arte de su cuerpo, hacían que él riera divertido.- ¡Jajajaja! -se reía, y en su mente, su subconsciente lo hacía reaccionar.- “¿De qué me preocupaba? Incluso si padre o Hitomiko no me han extrañado, ellos sí.” -pensaba, y luego se repuso.- ¿Cómo has estado, Masaki? ¿Has entrenado? -le preguntó al de cabello turquesa, alborotándole la melena. Este se quitó su mano de encima.

    - ¡Claro que sí! ¡Todos juntos, como querías! -le dijo alegre, muy decidido.- ¿Quieres que entrenemos juntos, Hiroto? -le preguntó impaciente.

    Mientras hablaban, una pequeña, que no era niña, sino que era una joven de baja estatura, de cabello morado en coletas, miró a un lado, creyendo haber visto un resplandor verde pasar con velocidad a un lado. Curiosa, se acercó al arbusto donde lo vio.

    - Eso quisiera, Masaki, pero vengo llegando de un largo viaje. Quiero descansar un poco. -se excusó, haciendo al niño mirar con molestia a otro lado. Entonces Hiroto puso la mano en su mejilla.- ¿Te parece si te despierto mañana antes de salir el sol, para entrenar juntos? -le preguntó. El niño, algo sonrojado por la mano en su cara y la cercanía, sólo retrocedió avergonzado.

    - A-Ah... ¡S-Sí! ¡Claro! -aceptó para despistar eso.- Yo me levanto con el sol todos los días, después de todo. -afirmó con altivez.

    - Sí... Con el sol del mediodía, será. -comentó uno de los demás, a lo cual él, enojado, le gritó.

    - ¡Cierra a boca! -gritó sonrojado nuevamente.

    Eso hizo reír a todos.

    - ¡UN HADAAA! -se oyó un grito con emoción. Todos miraron hacia esa dirección, donde la chica peli-morada estaba. -¡Aquí hay un hada! -gritaba con emoción, a lo que Hiroto reaccionó.

    - ¡Mentirosa! -le habló uno de los niños que se acercaba curioso.

    - Las hadas no salen de día, y aquí no hay. -le dijo otro como un sabiondo.

    - ¡Miren! ¡Miren! -decía ansiosa, apuntando al arbusto, por el cual se veía una ligera luz verde. Todo ellos se impactaron por la luz, y al acercarse un poco, vieron un muy, muy pequeño cuerpo con alitas. Todos comenzaron a gritar, intentando alcanzarla.

    - ¡Alto! ¡Paren! ¡Van a asustarlo! -expresó Hiroto atravesándose entre ellos y el arbusto. En eso se volteó, mirando preocupado hacia atrás.- ¿Ryuuji? -le intentó llamar.- Está bien. Son buenas personas, sólo algo... muy curiosas. Por favor, sal. -le pidió, acercando su mano a las hojas.

    Pasaron algunos segundos, los niños estaban ansiosos e impacientes por lo que sea que Hiroto estaba haciendo, pero en el momento en que el pequeño cuerpo brillante salió volando alrededor de Hiroto, saltaron de la impresión. Él se giró nuevamente, con el hada volando a su alrededor muy rápido. Y finalmente paró en su mano. Todos miraban sin poder creerlo, ¿Y cómo culparlos? Nunca habían visto algo así.

    - Tan linda~ / ¡Es tan pequeña y tierna! -todos gemían de ternura al verla. Pero de pronto esta voló hacia la nuca de Hiroto escondiéndose allí.

    - Jeh... Es muy tímido -afirmó Hiroto sonriendo. Entonces volteó un poco, mirando sobre su hombro-. Ah, no. No quise decir eso. Lo que pasa es que tu gentenormalmente se oculta de los humanos, yo creí-... - no pudo terminar, al ver al hada salir de su nuca velozmente, hacia el frente. Entonces, de un giro en el aire creció de golpe, pisando el suelo con su tamaño de humano, dejando a Hiroto a su espalda. Todos los niños, anonadados por esto, lo miraban con la boca abierta.

    - Ni se te ocurra comparame con ellos. Yo ya dejé atrás a ese clan -afirmó serio, mirando a Hiroto de reojo-. Además, me asusté porque todos esos niños me cayeron de golpe, pero si derroté a un oso yo sólo, vencerlos a ellos en mi forma de hada es pan comido. -afirmó altivo.

    - ¡¿Qué-?! ¡Oye, espera un sólo minuto! -intervino uno de los niños. Cuando Midorikawa miró hacia abajo curioso con una ceja alzada, se trataba del pequeño Masaki, un paso delante de los demás.- ¡¿Quién te crees para decir que eres mejor que nosotros, tonto?! Hiroto nos entrena. Si nos enfrentaras ahora, ¡ni con tu forma actual podrías con nosotros! -afirmó molesto, con otros varios enojados trás él. Midorikawa lo miró, y luego sonrió burlezco.

    - ¿Aaaah, sí? -cuestionó, inclinándose un poco para ver más de cerca al niño.

    - ¡SÍ! -le gritó enojado.- ¡Pelea con nosotros, niña hada! -le retó el pequeño. Al escuchar el apodo, Midorikawa sintió una vena incharse en su frente por el enojo.

    - Están muertos, enanos. -afirmó sombrío, mirando desde arriba a los pequeños. Sintió entonces la mano de Hiroto en su hombro.

    - Basta, Ryuuji. Ellos no bromean. Ese oso que tú derrotaste, ellos lo podrían derribar igual que tú. -le trató de detener el pelirrojo.

    - ... Sueltame. -oyó en un gruñido, mirando de reojo a Hiroto, con un aura intensa de rabia y venganza.

    En menos de un momento, el mentón de Midorikawa, quien gritaba de dolor, aterrisó de lleno en la tierra y el cesped del jardin.

    - ¡AHHH! ¡PEQUEÑAS BESTIAS! -gritaba, con dos de ellos en cada pierna, cada brazo y seis en su espalda, más una que con una aguja pinchaba su piel en forma de tortura, y cada pinchazo eran un nuevo agudo grito de agonía.

    - ¡Admite que somos mejores, tonto! -le demandó gruñón el pequeño de cabello turquesa, que le agarraba con fuerza del cuello, doblándoselo.

    - ¡NuncaaaaAAAAH! -gritó por aquella aguja clabada en su nalga izquierda. Hiroto, que miraba todo desde un lado, con algunos de ellos cerca de él, tenía una mano en la boca, empático al sufrimiento de su amor, pero quieto por moral.- ¡Hiroto, detenlos! -demandó el peli-verde. Hiroto negó.

    - Perdón, Ryuuji. Te amo, pero tú aceptaste pelear con ellos, y te advertí que no los molestaras. -le dijo él aún apenado.

    - ¡HirotoaAAHHHH! <b> -Gritó nuevamente.- ¡ <b>Ya, ya, ya! ¡Bien, me doy! Ustedes son más fuertes que yo, Hiroto los ha entrenado muy bien -afirmó derrotado, pegando la cara al cesped. Masaki pasó su ceño fruncido, a una sonrisa victoriosa y satisfecha, e hizo una señal a los demás para dejarlo, quitandose todos de encima del chico. Aún en el suelo, Midorikawa sintió a alguien más grande que las pequeñas amenazas agacharse frente a él-. ¿Qué quieres? ¿Que te diga que tenías razón? ¿Que admita de otra forma que soy una mierda tan débil como para ser vencido por un grupo de críos? -preguntó decaído.

    De pronto lo vió acostarse en el suelo frente a él, desde el lado contrario, quedando cara a cara como de cabeza con él. Se miraron durante unos segundos, y mientras Midorikawa vió en él unos ojos buenos y compasivos, Hiroto vió en los de él decepción y rencor.

    - No es bueno subestimar a un rival, Ryuuji -comenzó el pelirrojo-. Está bien que tengas seguridad en ti mismo, pero tampoco debes creer que otros son tan débiles, porque un ribal increíable puede salir de donde menos lo esperas. -le aconsejó. Midorikawa miró a un lado suspirando por la nariz.

    - No volveré a ver a esos monstruos de la misma forma. -comentó él, haciendo reír un poco a Hiroto.

    Entonces, nuevamente conectaron miradas, y Hiroto, sutilmente, acercó su mano a la cabeza de Midorikawa, tocando su cabello, que se camuflaba en el cesped fácilmente. Le quitó un poco de la cara, dejándolo verlo bien. Midorikawa sonreía con ternura, algo sonrojado por los toques de Hiroto. También él acercó una mano a la cara de Hiroto, tocando sus mejillas tan suaves y blancas, y sus labios pálidos, ligeramente rosados.

    Entre ese sutil y romantico, aunque extraño y también vergonzoso momento que tenían los dos, Masaki miraba confundido a ambos, y frunciendo el ceño, se lanzó sobre el pelirrojo.

    - ¡Hirotooo! -gimió molesto el pequeño. Gracias a Dios Hiroto traí su armadura aún, porque de no ser por eso, Masaki le habría aplastado varios lugares sensibles. Hiroto lo miró sorprendido, mientra él con un mojín, le tomaba la cara.- ¡Nosotros ganamos! No tienes que premiarlo a él con mimos, ¡si no a nosotros! -le reprochaba enojado. El pelirrojo estuvo por hablar, cuando el hada se sentó, mirándolos.

    - A parte de que me dejan en ridículo, me lo vas a-... -Iba a decir algo, levantando la mano en reclamo, pero entonces lo notó; Masaki lo miraba entre curioso y frusturado, pero aún sostenía la cara de Hiroto, que lo miraba también confundido. Vio en la cara de Masaki, en sus redondas mejillas, un sonrojo algo más notable que el caracteristico de los críos pequeños, y dejando ver una siniestra sonrisa, bajó la mano y subió el mentón.- Bueno, bueno, bueno... -comenzó lentamente.- ¿Sabes qué, Masaki-kun? Se nota que quieres a Hiroto, y si hubiera sido el premio para el ganador de la pelea, lo hubieran ganado ustedes. Pero a él sí me lo gané yo justamente -afirmó, posesivo-. Pero aún tienes oportunidad, ya que aún no hemos sellado lo nuestro -le decía Midorikawa, haciendo a Hiroto mirarlo extraño-. Si tanto lo quieres, te reto a que beses a Hiroto, en la boca, aquí y ahora mismo. Y será tuyo. -le retó. De los otros niños, algunos se asquearon, así como otros gimieron de ternura, y otro se sorprendieron por el reto como tal. Hiroto se sorprendió, pero cuando miró a Masaki, este tenía una expresión de horror, mezclada con una bomba roja que estalló en su cara, a la vez que temblaba nervioso.

    - ¡IIIHG! -emitió, quitándose de encima de Hiroto, y negando con ambos brazos.- ¡No, no, no, no, no! ¡No lo haré! -negaba avergonzado.

    -No es justo, Chiquitín. Tú me retaste a enfrentarlos a todos, y perdí justamente. Lo justo es que ahora tú cumplas el reto que te digo yo -le desafió Midorikawa con los codos sobre sus rodillas, mirando relajado y burlesco al pequeño, quien seguía negando-. Ahg, por favor, Masaki. Qué lento -comentó, acercándose nuevamente a Hiroto, a quien tomó del mentón desde atrás, haciendo que él lo mirase-. Pero qué mala suerte tienes, niño, porque aquí y ahora -dijo acercandose a Hiroto con cada palabra, mirando siniestro a los niños-, yo reclamo a Kiyama Hiroto como mío, y de nadie más. -afirmó, teminando de acercarse para besar a Hiroto a los labios.

    Todos se sorprendieron; los niños, de los cuales algunos se asqueron y otros se emocionaron, Masaki, que no podía cerrar la boca por la indignacion, y el propio Hiroto, que ahora sí estaba seguro de que Midorikawa era todo un atrevido y valiente. Hiroto, sediendo al momento, correspondió el beso del peli-verde, tomando su cabeza con ambas manos.

    Fuera de querer probar algo, Midorikawa estaba sintiendo mucha felicidad al haber hecho eso, ya que desde el principio, el momento para su primer beso estuvo tan esquivo que a penas sí hablaba con Hiroto en el viaje, y Hiroto sentía casi exactamente lo mismo. La espera valió la pena.


    ...




    En un bello y gran lago, rodeado de espesos árboles, más bien húmedos y selváticos, Genda, Fudou y Tsunami miraban a los tres Sirenoid disfrutar del agua, que por la humedad, estaba tibia. Genda y Fudou tenían en sus manos un cuaderno de páginas duras y amarillentas, con tapas de libro parecidas a la madera, dibujando cosas. Tsunami, por otra parte, tenía la mitad de su cuerpo en el agua, al igual que Tachimukai, ambos sentados uno junto al otro, juntos, sólo charlando y soñando. Entonces los otros dos se acercaron a la orilla, arrastrándose un poco sobre las piedras.

    - ¿Qué hacen ahí? -preguntó Kazemaru curioso. Fudou hizo unas lineas más, y seguidamente volteó la libreta, dejando ver un bello dibujo de dos páginas, del mismo Kazemaru en una pose de paz mientras ondeaba en el agua. Él, sorprendido, sonrió.- Impresionante.<b>

    - <b>Andas más extrovertido que antes, Kazemaru-kun. ¿será que Caballero Torpe-kun te hace feliz?
    -preguntó Fudou con picardía. Kazemaru miró a un lado bufando, aún algo sonriente.

    - Cierra la boca, humano preguntón. -le dijo, hacienso reir a Fudou en burla.

    Sakuma miró entonces a Genda, suponiendo que si Fudou había dibujado a Kazemaru, muy hermoso por cierto, el elfo había de estarlo haciendo a él. Pero notó que, al conectar miradas con él, Genda se avergonzó, y abrazó la libreta en un burdo intento por no ser registrada.

    - Quiero ver. -pidió Sakuma, haciendo creer a Genda, por un momento, que era como un niño. Lo pensó unos segundos, y lentamente bajó la libreta.

    Para su sorpresa, ambos Sirenoid le quitaron la dichosa libreta, viendola a la vez.

    - ¡AAAJAJAJAJA! -rió Kazemaru con euforia, una que en su vida jamás había sentido, soltando su risotada al cielo y mostrando hasta sus más reconditos colmillos de depredador, mientra que, por otra parte, Sakuma lo miraba con una mescla de asco por lo que veía, sorpresa por quién lo hizo, y rabia por las burlas del peli-azul.

    - ¿Qué mierda es esto?... -preguntó Sakuma al azar, con una expresión sombría y un tic en su ojo.

    Ambos miraban lo que hizo Genda. ¡Era horrible! Parecía el boceto de alguna muñeca serpiente con una alas extrañas en los costados hecha por algún niño muy malo para tomar un lapiz.

    - Oigan, oigan -les llamó Fudou la atención-. Aunque reconozco que es muy satisfactorio hacer avergonzar a Genda, es más sensible que una presa en cacería. No sean crueles... No tanto -les pidió tratando, como escasas veces en su vida, de ser buena gente. Ambos miraron entonces a Genda, que estaba todo rojo de verguenza, con la mirada baja al lado contrario de donde estaban ellos-. Nunca en su vida había dibujado. Me ha visto hacerlo muchas veces, pero es la primera vez que lo intenta. Imagino que le dio una especie de ataque de inspiración cuando te vio a ti nadando. -dijo apuntando a Sakuma.

    Ambos, Kazemaru y Sakuma, se miraron sintiendo una especie de incomodidad, que, obviamente, ya entendían que era culpa. Ambos inclinaron la cabeza, doblando una mano delante de sus caras.

    - Me disculpo. -se disculparon ambos en su idioma original. Ya Fudou había registrado que ese era el método de disculpa formal más sutil. Genda sólo los miró de reojo.

    - No tengo los dotes apropiados para demostrarte lo hermoso y efímero que me pareces. Yo me disculpo. -dijo sin moverse de su estado anterior.

    Sakuma lo miraba sorprendido por lo que le dijo. ¿Hermoso? ¿Efimero? ¿Qué quería decir con eso?

    - ¿Qué quieres decir con "efímero"? -le preguntó.

    - Yo quisiera que te quedes cerca de mí por siempre, con todo mi corazón, pero comprendo que tu prioridad es cuidar de tu lider, y comprendo tambien que no planean quedarse aquí, que deben regresar a su hogar tarde o temprano -explicó Genda, triste-. Por eso intentaba dibujarte, aprovechando el tiempo que me queda cerca de ti.

    Y sólo entonces, en ese preciso instante, los dos cayeron en la realidad; Kazemaru, como lider, incluso llevando días desaparecido, y Sakuma, siguiente en la linea de mando, ambos estaban obligados a volver al lago. Antes habrían afirmado, sin una pizca de duda, que regresarían a su hogar en la brevedad, seguros de que no había nada para ellos en el mundo exterior más que presas. Pero ahora...

    - Yo no quiero irme -oyeron una voz quebrada que rompió aquel ambiente de presión. De Tachimukai-. Yo sé que no soy alquien importante en nuestro hogar, y si me voy o me quedo, allí no será diferente. Pero para mí sí, y también para Tsunami-san. No quiero irme, porque estoy feliz aquí, más feliz que allá. Piensen un poco en su felicidad, y si sus responsabilidades importan más. Ya encontrarán a otro líder. -les dijo a sus dos amigos. Ambos, pensativos, tenían la cabeza llena de custiones, más a sí mismos que a algo o alguien más.

    Kazemaru sintió entonces que a su mente llegaba inminentemente Endou. No dudó en por qué pensó primero en el caballero castaño, no era negado, conocía bien sus sentimientos en general, y lo que sentía al estar cerca de ese alocado muchacho, de la calidez que sentía cuando se abrazaban. Estaba convencido de que él lo hacía feliz. ¿Para siempre? No creía que fuera por siempre, pero por ese momento, al menos, estaba seguro de que quería quedarse.

    Por otro lado, la cabeza de Sakuma giraba en torno a demasiadas cosas para su razonamiento. ¿Quería quedarse? ¿Quería irse? ¿Podía volver y ser lider o seguir allí con sus dos amigos? ¿Y Genda?

    En ese momento su mente se detuvo. ¿Genda? ¿Por qué pensaría en el elfo? Se negaba a creer que podía nacer algo entre ellos. ¿Y si ya había pasado? ¿Qué si ya había nacido algo más en su corazón aproximado a amar a un ser que, en su vida, nunca imaginó conocer? Apenas despiertas una mañana habiendo escapado de una celda sin saber cómo diablos pasó, y ya estas seguro entre los brazos del amor de tu vida. Típico.

    Sacudió la cabeza quitándose la imagen de aquel día.

    Entonces miró a Kazemaru, que ya lo estaba mirando triste. Con la mirada decía todo. Si bien no quería irse, tenía una muy buena razón que apuntaba a su corazón.

    - No voy a irme. -decidió Kazemaru con esa expresión triste, pero con un aire de convicción. No dijo "No quiero irme", como si no tuviese opción, dijo "No voy a irme", temeroso pero firme, sabiendo que tenía la opción de escoger lo que quisiera, lo que lo hiciera feliz, aún en contra de la decisión de alguien más.

    Sakuma temió aún más entonces. En lugar de tranquilizarse, se aterró más. Había notado, más que las otras veces, que algo había cambiado, algo no iba como debía. Kazemaru Ichirouta, su lider, su predecesor al mando, su mejor amigo, estaba allí, afirmando sin palabras cómo se doblegaba por las emociones, estaba sediendo a los sentimientos que en un principio ningún Sirenoid muestra a nada más que a los suyos. Se había vuelto débil.

    Pero eso no era la peor, porque lo peor era que, cuando él lo dijo, su deseo subconsciente de querer estabilizarse allí, de corresponder a esos sentiemientos que Genda le ofrecía, de dejar todo aquello que quería alejarlo de una posible felicidad, simplemente se posó en primer plano.

    Fuera de su cabeza, su rostro se arrugaba con presión por nada. Por nada, porque sabía lo que sentía, sabía lo que podía hacer, pero sentía culpa al pensar que estaba traicionando a los suyos. ¿Hacer lo que el corazón manda es traición, Sakuma Jirou?

    -... -abrió la boca, y se trabó, pero se forzó a hablar- ... Puedes seguir practicando tus dibujos conmigo para que dejen de ser tan feos -decía, levantando la mirada y conectándola con la de Genda-, yo no me voy a ningún lado. -dijo firme.

    Tachimukai sonrió abiertamente, arrimándose a Tsunami que, igualmente feliz, lo rodeo con un brazo. Fudou sonrió encongiendose de hombros, a sabiendas de que aceptaría quedase, y Kazemaru sonrió suspirando, mirándolo con alivio, sabiendo que Sakuma sí era un negado en ocaciones. Finalmente Genda, quien por así decirlo, tenía la última palabra, estaba feliz; su rostro reflejaba alivio, emoción, ganas de llorar, pero estaba indudablemente feliz. Su sonrisa se ensanchó, y sin aguardar a nada, jaló a Sakuma hacia sí mismo, atrapándolo entre sus grandes brazos en un fuerte abrazo.

    - ¡Claro que sí! Te voy a dibujar tanto que tu perfecta belleza quedará plasmada en el papel -afirmó, mientras Sakuma resistía a la presión ejersida sobre su delgado pero firme cuerpo. Genda lo soltó un poco, sólo para alcanzar a tomar con sus manos el delgado rostro del moreno, mirándolo de cerca, uniendo frentes-. Te amo, muchísimo. -le dijo, dándole seguidos besos al rededor de la cara.

    - Está bien, ¡está bien! ¡Ya! ¡Ya entendí! -le gritó, tomándolo también por la cara para frenarlo.- Basta. No aquí.

    - Suban a un árbol -habló Fudou. Lo miraron, incluido Kazemaru, extraño-. Allá no los veremos.

    Genda lo pensó, y tomó la idea rápidamente. Se levantó de un salto, sin soltar a Sakuma, quien se oponía a todo eso, y comenzó a escalar el mismo árbol que estaban arrimados.

    - ¡No! ¡NO! ¡Genda, bájame! -demandó, pero el elfo estaba muy feliz para obedecer.- ¡Te odio, Fudooou! -se oyó su último grito, antes de desaparece entre las sombras del follaje.

    Ambos miraban hacia arriba, sin ver, pero sí oyendo los últimos estibos de aquella nueva pareja en su privacidad.

    -Jajaja, qué fácil es joderlo. -rió Fudou aún mirando a dicha dirección.

    Notó entonces que Kazemaru había tomado su libreta de dibujos, ajena a su libreta de anotaciones o su libreta de inveatigaciones. El peliazul revisaba desde el último dibujo hacia atrás, viendo que aquel humano había catalogado muchas de las cosas vistas en el viaje, y a varios de sus, ahora, amigos, como al mismo Sakuma y tachimukai, hermosamente delineados, al dragón, a los caballeros, donde se quedó viendo unos segundos a Endou. Pero sobre todo, muchas de las páginas tenían plamados diferentes dibujos de la misma persona, de aquel mago de cabello y lentes extraños que le hizo el parche a Sakuma. Serio, sonriente, pensativo...

    - No sabe la suerte que tiene, ese bastardo. -oyó a Fudou decir, y lo miró, viendo aún en aquella dirección.

    -¿De qué hablas? -Le preguntó Kazemaru, creyendo que aún hablaba de Sakuma.

    - Ese Genda, no sabe la suerte que tiene... de que sus sentimientos sean correspondidos, y en el primer intento -dijo. Kazemaru bajó la mirada al libro, viendo el dibujo de Kidou sin los lentes, sonriendo de manera gentil-. Qué cosa tan estúpida, que todos en este viaje, casualidad de la vida, se enamoraron, y de paso, todos somos hombres... Somos una panda de maricones y depravados, toditos nosotros. -decía en burla tanto a sí mismo como a los otros diesinueve que iban ahí, y tal vez hasta a los que hayan conocido en el trayecto.

    - ¿Una... panda de qué? -preguntó Kazemaru por esa selección de palabras.


    ...




    Esa tarde, Afuro esperó a que todos los visitantes volvieran al castillo. Allí, con todos reunidos afuera, les informó que se quedarían a dormir allí, en las habitaciones sobrantes del castillo. Después de eso, estaban dieciséis en el gran comedor, invitados todos para celebrar el regreso de los caballeros y el príncipe, y la visita de sus nuevos amigos. Claro, Afuro preguntó por dos de ellos que no llegaron, Osamu y Otomura, y cuando le preguntó a alguno, el último que los vio fue Toramaru, diciendo que los vio ir hacia el pueblo. Nada más. Luego de eso, todos estaban sentados en la larga mesa de roble con bellos tallados artesanales, con una cantidad increíble de alimentos de toda clase, dispersos de manera sistemática en consciencia a los gustos de cada uno; carnes frente a los de la Isla Murciélago Blanco, Vegetales para Hiroto y Midorikawa, y de todo para todos los demás.

    Todos comían animadamente, y cada uno tenía diferentes pensamientos en ese momento; como los que no eran humanos, que miraban impresionados el interior del castillo desde que entraron, o los piratas, que recordaban el tiempo en el cual robaban todo lo que veían. La lucha contra el capitán Oumihara terminó, y se dispersaron. Esos días quedaron atrás. Hiroto y Midorikawa discutían, ya que el hada intentaba afirmarle al caballero ese amor, realmente no tan inocente, que aquel crio de cabello color turquesa sentía hacia él, y mientras Hiroto más negaba, Midorikawa más lo afirmaba, burlezco de la inocencia del pelirrojo. Otra de las cosas que llamó mucho la atención, fue el notable cambio físico en Sakuma, que si no fuese porque no iba en su forma de Sirenoid, se notaría mucho más el brillante color terracota y las escamas afinadas para ser más veloz en el agua, fruto de la evolución sufrida por la unión entre él y Genda. Sólo faltaba Kazemaru.

    Por otra parte Kidou comía con toda su elegancia, con Fudou a su derecha, y Genda y Sakuma y el resto de los de la isla más allá. El de los ojos rojos tenía en su mente el cálculo preciso de lo que podía hacer para cumplir su plan, aproximado a más o menos... Nada.

    - "MALDICIÓÓÓN..." -se gritaba en su mente.- "Piensa, Yuuto. Decidiste que le corresponderías, ¿o no? Puedo esperar a que vuelva a decir esa frase, y de manera ingeniosa, volteo y le digo; Tú también me gustas, no me voy a apartar de ti nunca, Akio. Sí, pero, ¿y si no lo dice? Llevamos varios días en este viaje, incluso no lo había visto en varios meses, y en cuanto me vio no me lo dijo como siempre. Será... -en ese momento Kidou temió lo peor.- ¿Será... Que ya no le gusto? No... No, no. Me ha estado haciendo esas señas extrañas todo el tiempo. ¡¿Pero y si ahora le gusta Genda?! Claro que no, eso es demasiado paranóico, Yuuto. Pero están juntos todo el tiempo, algo podía nacer de la nada. Pero eso requiere tiempo, si en serio te ha esperado tanto, es porque en serio te ama. ¡Exacto! Pudo haberse acabado. Y si así es, ¡¿Entonces para qué diablos llevo tanto rato discutiendo solo?!" -se cuestionó con desesperació.

    -¡Kidou-san! -escuchó un grito, que lo sacó de su cabeza.

    -¡LO INTENTO! -gritó en reacción.- Lo siento, ¿qué decían? -preguntó regresando.

    -Eh... -emitió Afuro mirando hacia la mesa entre riendo y sorprendido, con los demás curiosos en la misma dirección.- Estás... Quemando tu pan. -le dijo sonriendo. Cuando Kidou miró, tenía el pan negro cual carbón, aún algo encendido y aplastado por la presión ejercida por su mano. Escuchó entonces a su lado una risa atorada por unos labios, y ni siquiera miró, sabiendo que era Fudou, el objeto de sus pensamientos, buslándose de su error. Desapareció el pan quemado y ordenó los cubiertos y platos que movió en su reacción, seguidamente levantándose.

    - Lamento el sobresalto y el desorden. Necesito salir a tomar aire. -dijo, y siguió sin esperar respuesta alguna.

    - ¿Estás bien, Kidou-san? -le preguntó Hiroto preocupado.

    - No te molestes, es un cascarrabias. Siempre con esa idiotez de que debe ser suficiente para ser el gran mago de mil años -le dijo Fudou imitando una voz exagerada en la última parte, tomando un bocado de su plato-. Terminará siendo todo un cascarrabias, igual que todos los magos poderosos. -decía mientras masticaba. Endou lo miraba a él entre preocupado y triste, y luego de vuelta al frente.

    - Sí, eso creo... -dijo recordando su discusión con Kidou en el monte HikariHoshi.- "¿Será que nunca le dirá?" -se preguntó, comiendo también.

    Kidou, que estuvo escuchando desde lejos, se sintió algo ofendido de que Fudou pensara eso de él. Se sujetaba la túnica con su mano derecha donde debería estar su corazón, con una expresión triste y desanimada en el rostro que oscurecía sus bellos ojos carmines. Pero luego levantó la mirada decidido, y tomando aire se puso derecho, con las manos bien apretadas y los pies bien puestos sobre el piso.

    -"Ya verás quien es un cascarrabias, Fudou. Sólo espera..." -pensó ahora sí yéndose.


    ...




    Al anochecer, los tres caballeros se despidieron de todos sus amigos para ir a casa, excepto de los tres magos, que seguían sin reportarse. Decidieron seguir haciendose los inocentes, afirmando que han de estar haciendo cosas importantes de magia y eso.

    En las habitaciones que el rey Kageyama designó para los invitados, los doce invitados allí fueron separados en dos de ellas. Los jovenes ajenos a las costumbres humanas, probaron por primera vez en su vida la suavidad de un colchón y una almohada, y la suave calidez de una manta. Los gemelos ángeles negaron que eso fuese más suave que una nube, pero sin embargo, apresiaron la cálida covertura que los guardaba del frío al que estaban tan acostumbrados.

    Kazemaru, Sakuma, Tachimukai, Toramaru, Tsunami y Tobitaka en una de ellas, y Shirou, Atsuya, Midorikawa, Genda, Fudou y Kidou en la otra.

    La hermosa decoración de la habitación y sus encantadores detalles, eran imposibles de ver a primera vista bajo el manto de oscuridad que cubría todo en la silenciosa noche. Y aunque se oía a los murciélagos hacer su sondeo nocturno y a los grillos su orquesta de un sólo instrumento, pues sí, era una noche realmente tranquila. La comodidad de una cama que no habían probado en mucho tiempo, o en su defecto, nunca, hizo a muchos dormirse casi al instante.

    Entonces, en medio de ese oscuro e impredecible manto, se movíó una masa negra de un lado de la habitación hacia algunos metros a otro lado. Quedó parada junto a una de las camas, observando unos segundos con sus brillantes y sombríos ojos carmines al durmiente, que él sabía que no estaba durmiendo.

    - Fudou. -susurró, en un murmullo que ninguno, a excepcion de Genda y su buen oído, habría podido oír, pero estando tan cerca de aquel cuerpo, él sí oyó.

    Sus ojos se abrieron, viendo de reojo aquella sombra que perturbaba su intento de sueño.

    - ¿Qué quieres? -preguntó Fudou en voz baja.

    - Quiero hablar contigo afuera. -Susurró nuevamente Kidou, tornándose al lado contrario para empezar a caminar, sin esperar a que el otro aceptara o negara, porque esperaba a que aceptara sin decir nada.

    Ambos habían saltado por una ventana a varios pisos de altura, por simple flojera de tener que explicarle a los guardias de la entrada porqué querían salir. Aterrisaron flotando sobre el suelo con ayuda de la magia de Kidou, y comenzaron a moverse en una dirección cualquiera. Fudou, cual niño hiperactivo, escaló un árbol, y siguiendo el mismo paso y camino que Kidou, saltaba los árboles con gran habilidad.

    - Habla pues, Kidou-kun. ¿Qué querías decirme? -le preguntó Fudou desde la altura.

    Kidou lo escuchó, pero no se molestó en mirarlo. No es que no se preocupe por él y si se cae le dará igual; es que confía plenamente en la agilidad de Fudou para moverse en las sombras. Estaba convensido de que nada podía hacerlo caer tan fácilmente. Él mismo ha intentado, sin éxito, derribarlo.

    Pero se quedó pensando en silencio. Había pensado en ello toda la tarde, en sus palabras, el tema y cómo llegar a él. Pero ahora que estaba en el momento preciso, su mente estaba en blanco. ¿Qué quería decirle?

    Bueno, tirémoslo a la suerte.

    - Yo... Pues, verás<b> -comenzó a hablar con dificultad. Se veía serio, pero estaba tremendamente nervioso-<b>. He estado pensando en muchas cosas, ¿sabes? No sólo sobre nuestros amigos, porque sé que crees que me refiero a eso. Hablo de nosotros.

    - ¿Nosotros? ¿A qué te refieres? -preguntó Fudou. Kidou tomó y soltó aire profunda y lentamente, decidido ahora sí. Sus mejillas estaban tibias.

    - No creas que he... olvidado aquello, Fudou -dijo, y espero alguna palabra del muchacho, que nunca llegó-. Siento que a esta altura, viendo atrás, donde nuestros amigos todos han estado abriendo sus corazones, y donde me has demostrado de muchas formas cuánto te importo, ya ha sido tiempo desde que debí darte una respuesta.

    - Hablas demasiado. Ve al grano. -habló Fudou. Su voz se oía impaciente.

    Kidou entonces detuvo su andar. Ya no había marcha atrás.

    - La frase. Dila. -demandó.

    - ¿Qué frase? -preguntó Fudou.

    - La frase que me decías cada vez que nos veíamos antes. Durante todo el tiempo que llevamos en este viaje, no lo has dicho, incluso no nos habíamos visto en varios meses antes de que los llevaras conmigo -pronunció refiriéndose a todos los presentes aquel día en su refuegio con Haruna-. Me rehúso a creer... que... -su voz se atoró en su garganta, no por vergüenza, sino más bien por culpa.

    -¿Qué? ¿Te rehúsas a qué, a creer que ya no siento nada por ti? -preguntó Fudou impaciente, ya harto. Kidou hizo un ligero movimiento en su entrecejo.- Pues niégate todo lo que quieras, sigue creyendo que aún siento algo por ti si quieres. De todos modos no importa -decía con un deje de rabia en su voz-. A fin de cuestas nunca te importó -la rabia en su voz pasó a oírse como tristeza.

    Kidou entonces reaccionó, mirando hacia arriba.

    - ¡Te equivocas! ¿Cómo puedes creer que nunca me importó? ¿Acaso no entiendes cuán triste estaba?

    - Sí, todo se trata de ti, ¿no es cierto? -se oyó su voz triste y rabiosa, que fue como una flecha a los oidos del mago.

    - ¡No me malentiendas! Estaba muy triste, porque verte llorar la primera vez a costa de mis propias palabras, a ti que apreciaba como a Haruna, fue un dolor que jamás pude superar, ¡y no te atrevas a creer que era lástima! En serio siento haberte herido entonces. Pero fue peor luego, al ver que seguías persistiendo, e incluso fue mucho peor cuando Haruna me enseño que eres la reencarnación de... la mujer que el mago amó en su vida pasado -pronunció con dolor-. Significó un golpe muy fuerte seguir creyendo que debía continuar siempre concentrado en entrenar mi mágia, ignorando y encerrando lo que sentía por ti -decía Kidou, oyendo su propia voz extinguirse-. Me niego a creer... que esos sentimientos que sentías por mí se fueron... no ahora que, gracias a un idiota enamorado, entendí que importa un grano de maiz el que ame o no a un hombre, no me tiene que importar la reputacion de un personaje historico vivo más que mis propios sentimientos, que mi propia felicidad. ¡Yo-!... -hablaba casi incoherentemente, girándose de golpe. Al momento de voltear, casi chocó de frente con Fudou, que colgaba de cabeza desde una rama con ayuda de sus rodillas. Dejó de hablar en seco, dejando a Fudou ver el inmenso sonrojo, aún visible en la oscuridad, que cubría su rostro.

    - Ya cállate -demandó Fudou serio, con los brazos cruzados-. Hablas demasiado. Resúmelo. -pidió harto.

    Kidou jadeaba ligeramente, salido de sus cabales por expresar tantos sentimientos y pensamientos de una sola vez. Pero miró a Fudou con atención. Se negaba con toda su convicción a creer que se había acabado allí. Sí, podía sentir que el corazón de Fudou, recubierto por una coraza de egocentría y superioridad serias, estaba roto, y no sólo tuvo una fractura; ese corazón ha soportado cientos, y él sabía que eran cientos, de rechazos, de excusas, de eludidas emociones en su propia cara. Fudou no dejó de sentir nada por él; aún de cabeza, aún lo miraba con esos ojos, con un rastro de anhelo que aguardaban en la penumbra a que sus sentimientos fuesen recíprocos. No dejó de sentir aquello, pero tal vez tanto tiempo de haber sido herido, lo hizo querer tomar venganza, y ahora que él iba a admitir lo que sentía, quería hacerlo sufrir como lo hizo sufrir a él en primer lugar. No quedaría impune.

    Ambos eran perceptivos, pero Kidou lo era más, y al comprender ese plan, incluso sintiendo empatía por Fudou, no lo dejaría ser. Pero... su orgullo era una de las cosas que Fudou había mantenido con vida durante todos esos años. Si sólo hacía lo que quería, él se sentiría menos, quedaría en redículo. No podía hacerle eso. ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué podía decir para que todo acabara bien en ese mismo instante?

    - Maldición. ¿Por qué eres tan impredecible? -preguntó Kidou cubriéndose la cara.

    Fudou lo miró un momento así. Qué irónica es la vida; había imaginado tantas veces ver a Kidou mártir ante admitir sus sentimientos por él finalmente, y ser rechazado de la misma forma desinteresada que le hizo él. Esa había de ser su venganza, pero ahora... Él creyó que ver a Kidou así sería más satisfactorio, pero tan sólo se odió a sí mismo por hacerle eso.

    -"Creo que yo soy el mayor idiota enamorado..." -pensó, decepcionado de su propia falta de resistencia a la empatía.- Nunca llegaste al grano. -le dijo, no pudiendo evitar que una sutil fantasía, de tantas que había tenido, surcara su imaginación.

    Kidou entonces lo miró, ya algo más calmado. Suspiró soltando toda aquella desagradable presión, e intentó hablar... Qué sorpresa, las palabras se le trabaron. Movía la mandíbula en un patético e inutil intento por hablar, sin resultados. Se mordió el labio inferior, dando sólo un paso más para acortar las distancias con Fudou, del cual su cabeza había quedado a su misma altura, y alcanzando su cara con la mano derecha, seguida de la izquierda, habló al fin.

    - Mi corazón tembló desde el primer instante, y siguió haciéndolo cada vez que decías la frase. Aún, todo en mí se estremese al pensar en tu voz al pronunciar esas palabras... Me siento la peor escoria por negarme a aceptarlo en un principio... -dijo con un deje de arrepentimiento muy claro, apretando un poco las tiernas mejillas de Fudou. Él podía sentir las rígidas y lisas manos de Kidou temblar ligeramente, y no precisamente del frío que hacía.- No puedo... No quiero caer nuevamente en la negación, y creer que en la vida, eterna o efímera, hay algo más importante que la felicidad. Endou, y sobre todo tú, me hicieron ver eso -le expresó sonriendo un poco. Fudou amaba esa sonrisa-. Por favor... Déjame oír la frase, una vez más.

    Fudou se le quedó mirando unos segundos, procesando todo lo que dijo. Casi no podía entender nada.

    - Sé que no está bien... Sé que no es correcto. Pero... -decía, algo más lento que de costumbre. Kidou lo miró aguardando.- S-Sé que no... no está bien. Sé que no es correcto. Pero... <b>-la última parte no salía, y eso hacía sentir a Fudou el rey de los idiotas en ese mismo momento.

    - <b>Pero... me gustas, Akio.
    -terminó la frase Kidou, sorprendiendo a Fudou al acercarse y cortar la pequeña distancia en ese beso que en tantas fantasías había anhelado.

    El contanto, el simple choque de labios, hizo sentir a Fudou un impacto desde su corazón hacia las puntas de sus pies y manos. Un calor recorrió toda su sangre, que acabó concentrándose en su cara. Finalmente cerró los ojos, aceptando aquello que con tanta convicción deseó durante años. Tomó el rostro de Kidou, profundisando aquel simple choque en un patrón de dulces roces entre sus bocas.

    Kidou sintió una profunda alegría como nunca en su vida en ese preciso instante, al sentir a Fudou corresponder. Estaba consciente de que ahora él decidía, y parece que había aceptado. Cómo cambian las cosas en sólo minutos.

    Aquel acto había hecho sentir tan bien a Fudou, que por un momento olvidó que estaba colgado de cabeza. Sintió aflojarse tanto su cuerpo, que sin notarlo, sus rodillas titubearon, y se resvalaron de su agarre.

    - ¡WAH! -expresó al caer de lleno a la tierra y plantas cortas del suelo.

    - ¡Ay, Dios! -se aterró Kidou, arrodillándose a su lado y pasando su brazo bajo sus hombros, para atraerlo hacia sí.- Fudou, ¿te encuentras bien? -le preguntó preocupado.

    El de mechas blancas, con el ceño arrugado por el golpe, abrió un poco los ojos, contemplando la mirada de preocupación frente a él. Relajó pronto su ceño, y lentamente acercó su mano a la cara de Kidou, que lo miraba igual. Entonces sonrió.

    - Ahora sí, después de cinco años... Estoy bien. -afirmó, y Kidou entendió muy bien lo que quiso decir. Sonrió cerrando los ojos, sintiendo el contacto con las pequeñas, aunque rasposas manos de explorador de Fudou. Una luz blanca y ligera, que en la oscuridad de la noche resaltaba como la luna llena, se encendió en la mano de Kidou que sostenía los hombros del otro, y la dejó justo en su lomo.

    - Voy a curarte el dolor, espera un poco. -le avisó.

    - Preferiría que sacies mis ansias. -le dijo, lo cual Kidou entendió bien.

    - Hum... Entendido. -dijo, repitiendo nuevamente la cancelanción de distancia entre ambos, esta vez sin peligro de accidentes.


    ...




    Justo debajo de esta escena, muy, muy, muy abajo, aquella figura tenebrosa estaba delante de uno de esos típicos calderos de brujas, echando algunos ingredientes nuevos de la mesa al menjulgue que herbía con inmensas burbujas.

    Sonrió al ver su mezcla cambiar al color determinado y, sirviendo un poco en un posillo con un cucharón, se giró en su propio eje, mirando detrás de sí a la indefensa sirvienta amordazada y atada a una base de roble, que se batía y lloraba rogando piedad. La figura siniestra le quitó la mordaza, y tomando su cara con fuerza, la hizo ingerir el líquido de color lila. La mujer tuvo una especie de corta convulción, para luego de pronto desmayarse. Parecía haberle dado un infarto.

    La figura soltó las correas que la apresaban, dejándola caer de lleno al piso de piedra.

    - Arriba. -le ordenó simplemente. Un ligero movimiento se produjo en el tronco de la mujer, que luego pasó a ser un espasmo y un salto recto desde el piso a estar de pie. Sus ojos estaban blancos, sin vida, con una expresión de tristesa.

    Una mueca torcida se formó en el rostro de la figura sinistra, satisfecho por su esfuerzo.

    -Ya no puedo esperar al festival. -comentó impaciente.


    ...



    Me reí mucho, me puse nerviosa, me puse muy feliz, y casi quise gritar de rabia un segundo, releyendo esto cuando lo estaba editando, casi que lo leo todos los días, pero mi propio humor me hace gracia. xDD

    Espero que a todos les agrade el regreso de esto, para al fin terminar. En serio, si nadie más me quiere leer, no importa, porque quiero terminar esto, casi que con desesperación. Pero fuera de eso, lo más agradable para cualquier escritor, es ver lo que opinan los lectores, por lo cual, si lo siguen leyendo, les pido unos minutos para comentar su opinión.

    Ya me podía imaginar la carita de Masaki, estilo Bakugou en plan “Ya va... ¿Qué está pasando aquí?”, cuando Midorikawa y Hiroto estaban dándose Cuddles en el cesped.

    En fin. Espero que les haya gustado. Nos vemos en el capítulo 25. :)
     
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    QUOTE (Noriko Oumi @ 5/8/2019, 15:35) 
    QUOTE (Katiitha-Kiyama @ 31/7/2019, 22:05) 
    Wooooah! Esto sigue por aquí?

    Definitivamente tengo que ponerme al día con esta joyita.

    CONTINUALO preciosa~



    Siglos sin saber de ti, al menos tu tienes actualizaciones de 2017 jejeje

    ¡Hey, hola! Qué sorpresa, creí que no ibas a volver por aquí. Quiero decir, a mi tema. Pero bueno, justo venía a traer la continuación, el capítulo 24. Entonces, bueno... No prestes atención a los capítulos con mala ortografía, este que voy a subir, es así como va mi... Narración, digámosle narración, si bien no es muy bueno, es lo mejor que puedo hacer.

    ¿Porque no? Chica, has mejorado muchisimo.

    Leo este ultimo capitulo y pienso WOW, realmente tu forma de redactar ha crecido mucho, como te mueves con las clasificaciones, como describes las cosas, en serio que ha mejorado muchísimo, me ha hecho mucha ilusión ver que continues y que tengas tanta hambre de terminar un proyecto como este, lo estas haciendo muy bien.

    Me ha gustado.

    Esperare otra notificación de que continues.

    Cuídate y te mando un abrazo pequeña (Aunque seguro ya no eres una pequeña)
     
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    Kattitha-Kiyama: Te agradezco tu apoyo, senpai. Uno nunca deja de aprender y mejorar (para bien o para mal), y voy a hacer todo lo que pueda para terminar. Lo queme alegra es que no me falta la inspiración, ya terminé el capítulo 27, voy a seguir hoy el 28. Y no, ahora mismo tengo 21 años. :v soy tremenda vieja.

    Aquí algo que creo que prometí hace unos días. Es para que vean cómo veo yo a mis héroes.












    Algunos no quedaron tan bien como quisiera, pero voy a traer más cosas. :)



    :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
    Diabolik Doncel’s
    :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

    *Cap 25*
    ... Ternura, Fractura y Travesura:
    Usurpación Sin Historia ...



    ...



    Era temprano por la mañana en el reino de Hikari no Yami, el hogar de nuestros héroes. Bajo los primeros estivos de luz solar, los animales silvestres hacían sus costumbres matutinas. En el pueblo, donde los panaderos ya tenían listos los primeros panes frescos del día, Las personas comenzaban a salir desde sus casas, a sacar la basura o botar el agua empozada, saludando a sus vecinos con el buen humor del festival venidero.

    En una de las casa de ese ameno pueblo, la puerta se abrió, y de allí salió nuestro alegre caballero de banda naranja, algo diferente, sin su armadura a la que estaba tan acostumbrado. Tomó un respiro de aire puro y miró aquel paisaje de su gente ir de un lado a otro con las fuerzas que les brindaba el astro solar. Su sonrisa se extendió.

    - El festival… Todos estaremos juntos en el festival. ¡Qué emoción! -hablaba para sí mismo con euforia. Y, de una sola pisada al suelo, salió corriendo a su destino; el castillo.



    - ¡Firmes! -anunció con voz imponente un hombre de pelo y barba blanca y lentes negros. Todos los presentes, la selección de caballeros de la guardia real de Hikari no Yami, con las manos a los costados de las piernas y estirando el brazo derecho hasta dejar la mano cerca de sus frentes, se tensaron hasta el último músculo, esperando la siguiente orden. El hombre comenzó a caminar a lo largo entre las dos hileras de caballeros que se miraban mutuamente.- Caballeros, cómo saben, tres de ustedes fueron en una misión que muchos calificarían como mortal. Estoy preparado para decir que muchos de los lugares que vieron, yo ya los he visto, y no fue nada fácil para mí en mi juventud escapar de ellos. Su majestad, el rey Kageyama en persona, me informó del éxito en su misión, y el presente que les daré yo, es el siguiente -decía, regresando desde el extremo al que llegó hasta el punto de inicio-; Guardián del Relámpago (雷の守護), Endou Mamoru.

    - ¡Sí! -exclamó Endou bajando ambos brazos firme, confirmando su presencia.

    - Guerrero de las flamas (炎の戦士), Gouenji Shuuya.

    - ¡Sí! -exclamó el peli-crema también.

    - Héroe de las estrellas (星の遊社), Kiyama Hiroto.

    - ¡Sí! -exclamó por igual el pelirrojo.

    - Los tres, exitosos en su misión de traer para su majestad los menesteres solicitados, estarán exentos de sus deberes como caballeros el día de mañana; podrán disfrutar el festival libremente. -decía el hombre serio y firme, sonriéndoles en la última parte.

    - ¡Sí! -dijeron los tres firmes a la vez, en un vano intento por esconder su emoción. A Endou le temblaban las mejillas, Hiroto resistía la presión ejercida en la esquina de sus labios, y Gouenji, siempre acostumbrado a resistir y ser serio, se veía igual.

    - Pueden celebrar. -les permitió el hombre.

    El primero en pegar el grito fue Endou.

    - ¡SÍÍÍ! -exclamó con emoción, saltando con los puños al cielo.

    Hiroto ensanchó su sonrisa, mostrando con emoción sus dientes. Mientras que Gouenji sonrió con tranquilidad. Estaba emocionado, pero no lo demostraba mucho.

    Los tres se unieron, celebrando el obsequio.

    - Vamos a estar con nuestros nuevos amigos! -afirmó Endou con emoción.

    - Y de paso ¡nos dieron nuestros títulos! -pronunció Hiroto con emoción.

    - Sí, héroe de las estrellas. -expresó Gouenji divertido, tranquilo.

    Por el resto de esa mañana, cumplirían con sus deberes de caballero diarios, como lo eran entrenar y prepararse, y con la cantidad de experiencia que ganaron, no sólo le estaban dando una paliza a sus compañeros, sino también enseñándoles trucos nuevos. Entre cortes y movimientos veloces, les contaban con emoción las cosas asombrosas que vieron e hicieron; el enfrentamiento en el lago de los Sirenoid, la batalla contra Oumihara, la pelea con los ángeles que querían ejecutar a Shirou y Atsuya, el laberinto dentro del Monte HikariHoshi y todo dentro del mismo... Sin dudas, mucho qué contar, muy poco qué creer y nada de tiempo para realatarlo todo; antes de darse cuenta, era mediodía, y ese día en especial todos querían irse temprano.

    Con el sol en lo más alto del cielo, el caballero de banda naranja salió de la zona de entrenamiento del palacio, el patio tracero del castillo. Saliendo, luego de despedirse de sus amigos, miró por inercia hacia los árboles, a los cuales miraba a veces por simple belleza que veía en la naturaleza; mucho tiempo escuchando a Hiroto y sus halagos al mundo y su belleza natural. Pero sobre uno de estos, denotó una masa azul que resaltaba de los verdes y amarillos normales del follaje, y sin mucho esfuerzo, supo que era la cabellera de sus Sirenoid favorito.

    Kazemaru miraba hacia el frente, sentado sobre una rama, encorvado y con la cabeza recarga al tronco. Parecía pensativo.

    -¡Kazemaru! -oyó. Cuando miró hacia su costado, Endou caminaba en su dirección, sonriente. Esta sonrisa se le contagió un poco a él.

    Un rato después, Endou ya estaba sentado sobre la rama a su lado, más bien más cerca del peligro de que la cosa se quebrase y él cayese de unos tres o cuatro metros de altura. Entonces miró en su misma dirección, notando que la altura le daba una muy buena vista del pueblo; podía ver a la gente correr de aquí para allá, de allá para acá, llevando y trayendo cosas sin parar. Parecían muy ocupados para notar que los ángeles hacían travesuras a escondidas.

    -¿Qué hace tu gente? Parecen tan... desordenados. -preguntó, mirando extraño a las personas.

    -Bueno, se los contamos ayer, ¿no? Mañana será el festival de la cocecha; donde se celebra las buenas cocechas del año y la preparación para el otoño. Este año hubo muy buenos frutos, ¡será grandioso!

    - Lo sé, lo explicaron ayer, pero... ¿por qué todos van en direcciones diferentes? ¿No preparan todos lo mismo?

    - ¿Qué quieres decir?

    - Quiero decir que, para organizar el evento que planean, ¿no sería más productivo hacer todos lo mismo, en un verdadero orden, y tener todos listo sin chocar unos con otros? -propuso Kazemaru, recordando que, incluso en el lago, era muy fácil para todos nadar y chocar entre todos por lo rápido que iban en distintas direcciones.

    - Buenos... esa es una buena observación -reconoció Endou-. Pero verás; Ya habrás... No sé si ya habrás notado que este es un pueblo pequeño, más que otros. Normalmente todas las personas de aquí se especializan en cosas diferentes, y las que no, buscan rellenar los huecos que faltan ayudando en lo que pueden. No sé si es por ocio, o mal planeado, pero la gente comienza a preparar todo con menos de una semana de anticipación, que realmentes es muy poco tiempo. Pero a pesar de todo el desorden y el apuro, el festival de la cosecha es el mejor, y siempre sale bien. Mi gente no tiene la costumbre de trabajar todos juntos para una sóla cosa, o de hacerlo todo en un mismo orden, y creo que se debe a que todos trabajan en una sóla cosa por separado, al saber que todos los demás tienen el resto cubierto, y confían en que lo harán todo bien -explicó Endou. Kazemaru lo miraba mientras hablaba, y cuando hubo terminado, Endou lo miró también. Se quedaron así unos segundos, pero por alguna razón esa mirada, la cercanía y el hecho de que si se movía mucho caería de lleno al suelo, lo pusieron muy nervioso-. Eh... ¿Qué, por qué me miras así? -le preguntó, sin darse cuenta de sus mejillas coloradas.

    Kazemaru bajó un poco la mirada, y sin ningún cambio en su serio rostro, regresó la vista al frente.

    - Cada quien tiene un cargo, ¿eh? -supuso. Endou regresó al tema de golpe, reponiéndose de ese mini-susto.

    - A-Ah... Sí, exacto -afirmó. Entonces miró a Kazemaru, notando que su sangre, roja como la de él, contrastaba mucho con sus mejillas de escamas azules. Incluso apenas sonrojado, la difetencia en la tonalidad común de su bella cara era muy notable-. ¿Tú... querías decirme algo más? -le preguntó esperanzado del significado de ese sonrojo.

    - Yo, ehm... <b> -nunca vio a Kazemaru titubear. Era extraño. Él normalmente estaba serio o tranquilo.- <b>He escuchado que los humanos tienes un ritual donde se mueven juntos al ritmo del sonido. Creo que lo llaman Danza.

    -¡Ah, claro! Danza, Baile, Vals... tienes varios normbres, y muchos más estilos.

    - Ya veo... ¿En el festival habrá de eso? -preguntó, haciendo a Endou casi caer por la gracia que le causó.

    - ¡Claro que habrá baile! música, comida, bebida, actos artísticos, ¡de todo! -afirmó con emoción por la celebración.- ¿Por qué? -preguntó, haciendo a Kazemaru evitar su mirada.

    - Los Sirenoids tenemos una especie de "Danza" que se efectua sólo para el cortejo. Así que... quisiera saber si la efectuarías conmigo. -le propuso.

    Endou... no cabía en su impacto a escuchar aquello. ¡Kazemaru lo invitó a bailar! Seguro que la danza de los Sirenoids había de ser maravillosa. Y no sólo eso, ¡era una danza de cortejo! Como los animales... ¡Le estaba proponiendo contejarlo!

    - S-¡Sí! ¡Sí! Por Dios, ¡claro que quiero hacerlo! -aceptó Endou eufórico. Kazemaru sonrió ante esa divertida reacción.

    - ¡Qué tierno! No se parece en nada a cuando Seiya-san me pidió ir con él. -opinó Toramaru.

    Ambos, Kazemaru y Endou, se espantaron al oír al tigre hablar justo sobre ellos, y miraron asustados hacia arriba, viendolo echado muy tranquilo sobre unas ramas más arriba que ellos.

    - ¡¿Toramaru?! -gritó Endou.

    - ¡¿Cuánto tiempo llevas ahí?! -preguntó molesto Kazemaru.

    - Lo suficiente para notar que ustedes, los dos por igual, EN SERIO son tímidos para hablarse con la verdad -opinó, haciendo que ambos debajo se sonrojaran, pero ni se atrevieron a mirarse- Hazle la danza pronto, seguro te ayuda. -le dijo el tigre a Kazemaru, sonriendo con picardía y saltando desde la rama hacia el suelo, cayendo perfectamente. caminando cual elegante gato, se fue meneándose para molestar al Sirenoid.

    Kazemaru gruñó un poco, intentando ignorar eso. Endou lo miró un poco, y no dijo nada, entendiendo que se molestó por la picardía de Toramaru. Se distrajo rápidamente, recordando la propocisión del peli-azul. Se le subieron los colores en un santiamen, volteándose automáticamente.

    ...



    Afuro iba corriendo más y más afuera de la parte concurrida del pueblo, hasta llegar a la zona rural y semi-destruida de la primera vez. Miró todo aquello, parándose firme sobre la tierra suelta y con algo de basura regada, sin mucho interés por estar ensuciando sus botas favoritas. Respiró mirando con algo de desdén el lugar, viendo como algunos de ellos habían notado su presencia, pero se mantuvo erguido y con sus delgadas y fuertes manos en la cintura, soltando una de sus ya características sonrisas carismáticas.

    - ¡Atención! ¡Atención todos, por favor! -llamó al aire, atrayendo ahora sí la atención de toda la gente en el lugar, que gracias al cielo no era demasiada. Tal vez treinta o cuarenta personas, cuando mucho. La mayoría de ellos se acercaron-. Buenos días a todos, mi gente. Dejaré las formalidades; hoy vengo a hacerles una propuesta. -dijo sonriente y decidido, mientras la gente delgada y terrosa se miraba extrañada, algunos de ellos con desconfianza.

    ...



    Un hombre mayor estaba con su carreta de frutos y vegetales frescos en medio del pueblo. Parecía esperar algo. En eso iban cerca los civiles Hiroto y Gouenji, que caminaban casualmente, hablando y observando, curiosos de los tradicionales preparativos.

    Fue entonces que oyeron un rechinar, y la carreta de aquel ocupado hombre falló de un lado, dejando casi caer varios de sus frescos y delicados alimentos. Suerte que ambos, Goenji y Hiroto, iban muy cerca y ayudaron al pobre hombre antes de que se cayera todo: en un veloz movimiento, Hiroto atrapó una gran calabaza que iba con seguridad a hacerse pedazos y desperdiciarse, y Gouenji atrapó el lado de la carreta al cual le falló la rueda.

    -¡Valla! -exclamó el hombre con impacto. Recogieron lo que se cayó y le ayudaron a medio-reparar la carreta con una estaca de repuesto.- Muchas gracias, chicos. Muy amables. -agradeció el hombre. Ambos hicieron una reverencia en señal de reciprocidad, y siguieron su camino.

    Pero antes, Gouenji, siempre tenso, miró extraño a un lado. La carreta de ese atareado hombre se veía firme, casi nueva, y que una rueda le fallase así no parecía muy... normal.

    - Eso no fue un accidente, ¿cierto? -supuso Hiroto ante la cara de sospecha de Gouenji.

    - Que alguien pueda hacer fallar una pieza tan bien hecha y a la vista de un gran público sin dejar rastro... Debe ser alguien muy hábil y sigiloso. -supuso Gouenji.

    - O un par de bromistas con mágia. -dijo Hiroto.

    Gouenji lo miró, y él disimulado, apuntó hacia arriba con la mirada. Cuando miró apenas de reojo, pudo ver por un instante un par de melenas coloridas sobre el techo de la casa a su lado. Ambos se miraron un poco decepcionados.

    ...



    Lejos del pueblo, en una pequeña cabaña en medio el bosque, las escaleras bajo una trampilla oculta eran más largas de lo que se podía esperar en ese lugar. Varios metros en su profundidad, se entraba por una nueva puerta doble, que conducía hacia una inmensa, y era literalmente, INMENSA biblioteca subterránea.

    Aquel par de magos, un maestro y su, ahora, aprendiz, entraron a ese lugar con la ayuda de un hechizo conjurado por el mayor, que revelaba la existencia de la esquiva biblioteca más completa de su mundo. Tantos la han buscado sin resultados...

    Osamu, inmerso en un mar de libros de tapas de cuero desgastadas y páginas amarillas y quebradizas corroídas por el polvo, leía cada libro a una velocidad inhumana, sin resultados. Llevaba horas así. Otomura, sin saber ni siquiera lo que el viejo mago buscaba, iba de un lado a otro buscándole todos los libros de historia que encontraba, como se lo había pedido él, esquivando los libros voladores que se acomodaban solos al terminar de leerlos. Lo frustraba no saber lo que estaban buscando, pero Osamu lucía tan frustrado, muchísimo más que él, que no quería molestarlo con las preguntas inútiles de un niño. Le desanimaba también pensar que el hombre lo considerase inútil, pero nada podía hacer.

    Le llevó los últimos siete libros de historia que encontró, y mirando incómodo a un lado, tomó valor para hablarle.

    - Si... si me dijera qué estamos buscando, podría ayudarlo. -le dijo.

    - ¿Sabes latín? -le preguntó sin apartar su veloz mirada de las páginas quebradizas.

    - No... -respondió Otomura inseguro.

    - ¿Hebreo? ¿Chino? ¿Sanscrito?

    - No.

    - ¿Hechizos de lectura rápida?

    - Puedo usar uno de mi libro. -opuso.

    - Me ayudas más trayéndome los libros, Otomura. -afirmó Osamu, nunca apartando la vista de los libros que pasaba cada minuto.

    Otomura quería discutir su inclusión a la búsqueda, pero, internamente, temía oponerse a las órdenes de Osamu. Tal vez fuera su imponente presencia, que lo amenazaba un poco, o respeto a la concentración que llevaba. No lo sabía, pero temía seguir insistiendo. Sólo se alejó en silencio, derrotado.

    Ya iba subiendo nuevamente las escaleras rectas de los aparentemente infinitos estantes de la inmensa biblioteca, ya iba en el cuarto nivel de estantes en toda la extensión, buscando el mismo tema de libros desde que llegaron.

    Otomura iba con subiendo con frustración, mirando sus manos cada que agarraba un escalón, mirando las mangas de la túnica de aprendiz que le dio Osamu antes de llegar. “Qué buen primera prueba...” , pensaba el peli-azul.

    Pero en su ensimismamiento, sin prestar toda su atención en lo que hacía, no notó un escalón algo agrietado. ¿Y cómo verlo? Si la escalera entera lucía en mal estado. Al pisar en este escalón falible, hizo aquel sonido de madera quebrándose, y antes de darse cuenta, se sintió a sí mismo con aquel pie en el aire.

    Hubiese reaccionado a tiempo para hacer un movimiento que lo hiciera flotar antes de llegar al piso de mármol, pero el haberse golpeado en la cara, justo en el tabique, con un escalón en el momento de la falla, lo aturdió.

    Osamu oyó a penas el lejano quebrantar, y un golpe seco de un cuerpo cayendo a una altura de seis metros. Se espantó, sabiendo que se trataba de Otomura.

    - ¡Otomura! -gritó desesperado, dejando la lectura y corriendo en dirección al sonido. Rápidamente llegó al lugar donde vio en el piso el cuerpo de Otomura, que gemía a penas por el dolor. Corrió hacia él con desesperación y preocupación, y arrodillándose a su lado lo revisó. Su cara estaba destrozada. El choque con el escalón le rompió el tabique, dejando salir mucha sangre de su nariz y boca, y le quebró los lentes, dejando entrar trozos de vidrio en sus ojos.- Otomura... -le llamó bajo, muy preocupado. Otomura no reaccionó más que para gemir ligeramente más, como en señal de que aún seguía despierto.- Tranquilo, Otomura. Todo va a estar bien. -le calmó, poniéndole la mano en la cabeza, de modo que lo sintiese cerca.

    Osamu acercó su mano libre a la frente de Otomura, y de un toque con dos dedos, los hizo desmayarse, lo cual no se notó mucho dada la quietud adolorida. Así, pues, se dedicó a comenzar su tratamiento curativo.

    ...



    En el pueblo, la gente aún seguía su inacabable trayecto de un lado a otro por las calles. Cargando y soltando cosas, nadie notaba la presencia de dos niños traviesos ocultos entre las sombras. ¿Quién los culpa? Era tan divertido molestar a gente nerviosa, y TAN fácil hacerlos caer por lo distraídos que iban, hacer que sus cosas se cayeran, o desaparecieran, o simplemente moverlas de lugar para confundirlos. Esa gente era un nuevo juego que ellos estaban dispuesto a disfrutar el mayor tiempo posible.

    En el camino venía un hombre con una cesta llena de tela hasta más arriba de su propia cabeza, dificultándole mucho el campo de visión. Detrás del muro de una casa, Atsuya miró una manzana en su mano, miró malicioso a Shirou, y decidido la hizo rodar en dirección al distraído hombre con la intención de hacerlo resbalar.

    Pero la diversión no duró nada, al ver un pie con firmes botas oscuras detener el fruto rodante. Ambos miraron hacia arriba, viendo a Gouenji y Hiroto mirarlos desde lo alto con desaprobación.

    Desde lo lejos, la gente podía ver a ambos nobles caballeros regañar a aquellos dos seres místicos, similares a un par de niños sin padres para controlar sus malos impulsos.

    - Lo que hacen no es bueno, ¿saben? -comenzó Gouenji serio.- Esta gente ha estado trabajando por muchos días, esforzándose por hacer de este un gran festival, y todo porque quieren sorprenderlos, a ustedes, las criaturas tan fascinantes que llegaron con nosotros. -le decía, tomando las palabras de los pueblerinos mismos.

    - No deben interferir con los preparativos. Incluso si es por malicia, o incluso simple aburrimiento, acechar a las personas de Hikari no Yami es cruel, ya que están haciendo esto con todo su esfuerzo. Tienen que ser más conscientes, y no molestarlos. -expresó también Hiroto.

    Ambos, Shirou y Atsuya, estaban frente a ellos cabizbajos, Shirou avergonzado, y Atsuya molesto.

    - Sólo intenten no molestar a nadie, ¿está bien? Les prometo que el festival les gustará -les decía Hiroto compasivo por su estado abatido-. Apuesto a que nunca han probado las manzanas con caramelo, ¿o sí?

    - Hiroto, tu obsesión por esas manzanas aún me sorprende. -comentó Gouenji, viendo un poco divertido al pelirrojo.

    - Son exquisitas... -expresó Hiroto, casi babeando al recordar el dulce manjar.

    Ante esa pequeña conversación, Atsuya bufó un poco.

    - Como sea. -dijo bajo, partiendo en vuelo de un solo impulso.

    - ¡Atsuya! -trató de llamarle Shirou, pero se había ido.- Ah... Gouenji-kun, lo siento tanto. Juntos somos muy... traviesos, lo admito. Yo como su hermano mayor habría de poder controlarlo, pero hacer bromas es tan divertido, incluso sabiendo que está mal. Yo debería poder evitarlo, pero... Es más fuerte que yo, me dejo guiar por lo precipitado que es Atsuya, es...

    - ¡Shirou! -le habló Gouenji agarrándolo de los hombros. -Está bien. Entiendo -le dijo tranquilo, haciendo a Shirou mirarlo curioso-. Ya hablamos sobre esto, no envidies los malos hábitos de tu hermano, y si eres travieso por ti mismo, está bien. Pero tan sólo traten de no hacerle nada a la gente del pueblo, ¿sí? Al menos hasta mañana. -le pidió sonriendo un poco. Shirou lo miró un momento.

    - Eh... Sí -comenzó Shirou, algo lento-. Hasta mañana, no molestar a la gente. Lo tengo. -afirmó.

    - Bien -le dijo Gouenji, soltándolo- Eres muy bueno. -le reconoció.

    Shirou se le quedó viendo, mientras se giraba para irse. De pronto, de forma improvista, agarró su muñeca.

    - ¡Yo...! -iba a decir. Gouenji miró su mano, y luego a Shirou, sorprendido. Esperó a que dijera algo más, pero el ángel tan sólo movía su pequeña boca en un inútil intento por expresarse.

    - ¿Sí? -preguntó el caballero, intentando impulsarlo a hablar.

    - Yo... -dijo más bajo, pero poco a poco aflojó su agarre, dejando al fin libre la muñeca de Gouenji.- Voy... a ver que Atsuya no esté metiéndose en problemas. -se excusó, dando pasos hacia atrás, y antes de que Gouenji dijese algo, se impulsó de una forma similar al peli-rosado, yéndose velozmente.

    Gouenji lo vio irse, con la boca un poco abierta porque, aún con más de una semana habiéndolo visto hacer maniobras, e incluso volando en esa misma espalda, ¡no creía que estaba presenciando y teniendo cerca un verdadero ángel!... O bueno, medio ángel.

    Entonces Gouenji bajó un poco la mirada, viendo de lado a Hiroto, que lo miraba picarón.

    - Admítelo, amas esas plumas. -comentó el pelirrojo, moviendo graciosamente las cejas para molestarlo.

    - Tch. Cállate. - lo calló Gouenji sonriendo, empujándolo para que siguieran caminando, lo cual sólo hizo reír a Hiroto.

    ...



    Apenas abriendo sus ojos, casi no podía ver, todo estaba borroso. Por una parte era el efecto del desmayo, pero por otra, no veía absolutamente nada sin sus lentes.

    Otomura intentó moverse un poco, pero eso sólo lo hizo sentir un increíble dolor en la espalda.

    - ¡Ay! Ay, ay, ay, ay, aaah... -expresó bajo, pero al arrugar la cara por eso, sintió un nuevo dolor en su cara, específicamente sobre el puente de su nariz.

    - Tranquilo, Otomura, no te precipites. -le recomendó Osamu, sentado en un mueble a su lado. Otomura yacía descansando en un diván en la zona de descanso en la biblioteca.

    - Osam...-sa... -habló bajo, mirando con esfuerzo una mancha blanca y negra, que al acercarse notó un poco más las facciones, y los ojos naranja. Osamu se acercó a su rostro, y sintiendo que le colocaba los lentes, pudo ver con más claridad. Es más, juraría que podía ver un poco más claro que antes, viendo de cerca la amable pero severa expresión de Osamu.

    - Te curé la espalda rota y la cara destruida, te quité el vidrio incrustado en tus ojos y arreglé tus lentes. Sin embargo, el dolor persistirá por un rato. Eso no puedo quitarlo, son episodios que tu cuerpo debe superar solo. Lo siento. -se disculpó, por no hacer todo lo que debía haber hacho.

    - Creo... que fue más de lo que podría haber hecho solo..., o de lo que un médico normal habría sido capaz... -le reconoció bajo.- Gracias -le agradeció, volteando a otro lado- “Pero nada de esto habría pasado si me hubiese dejado ayudarlo antes. Si tan sólo me hubiese dicho qué buscaba, lo habríamos encontrado más rápido.”

    Otomura no se dio cuenta, pero frunció un poco el ceño mientras pensaba, de lo cual Osamu, por supuesto, sí se percató. Supuso que estaba frustrado por no haber podido sentirse realmente útil, sino más bien como un simple busca libros, y eso lo hizo distraerse.

    - No. Otomura... -le llamó, bajo.- quiero decir, lo siento, por no poder hacer más, pero también... porque no te he incluido en lo que estoy haciendo. No te he dado la atención que mereces. Si te nombré mi aprendiz, debería de enseñarte e incluirte en lo que hago de mejor manera, no dejarte por fuera de lo que hago. No estuvo bien lo que hice, y haberte descuidado fue un gran error como tu mentor. Lamento haberte desplazado de esa manera. -le explicaba Osamu decaído, pero firme aún.

    Otomura lo miró por algunos segundos. Miró a un lado pensando en que sí como mentor no debía de dejarlo en la nada, sino incluirlo y adiestrarlo. Pero no quería que Osamu se sintiese mal, menos si entendía su error.

    - Entonces... ¿me va a decir qué ha estado buscando? Podría ayudarle mejor si sé que ha estado haciendo. -le pidió, a lo cual Osamu lo miró, y cerrando los ojos asintió.

    - He estado buscando en todos los libros de historia que me buscaste, y pude confirmar que no existe ni un solo rastro del pueblo de Hikari no Yami. -le dijo. Otomura lo miró serio, confundido.

    - ¿Cómo es eso? -preguntó. Hizo una ligera mueca por el dolor al moverse un poco.

    - Quiere decir que Hikari no Yami no existe. No tiene fundación, antecedentes, Reyes del pasado, ninguna historia o folklore. No existe. -le explicó. En su voz podía verse el temor que no reflejaba en su cara, que sí se reflejaba un poco en la mirada de Otomura.

    - Pero... está ahí, estuvimos ahí. Entonces... -comenzaba a suponer Otomura.

    - Alguien no sólo cambió el nombre de ese pueblo al que llegamos, lo saboteó, engañó a cada persona para creer la mentira, y eliminó hasta la última pista de su treta -supuso Osamu-. Es alguien poderoso y hábil, realmente listo para lograr despistar así a todos. Tiene que ser aquel que me encerró en esa burbuja y borró mi memoria, no tengo duda. -expresó con frustración Osamu.

    La meditación a penas le ayudó a Osamu a recuperar algunos recuerdos borrosos, e imágenes entrecortadas. Pero Otomura bien entendía lo que querían decir sus palabras.

    - ¿El Rey Kageyama? -preguntó, más aparentemente sorprendido de lo que estaba en realidad, sabiendo que si bien aquel hombre sí había usurpado el trono, y sí parecía muy siniestro para ser rey, lo que lo impresionaba era el esfuerzo que puso de su parte en hacer todo aquello.

    ...



    Fin del capítulo 24.

    Guardián del Relámpago: 雷の守護 (Kaminari no Shuugo)

    Guerrero de las flamas: 炎の戦士 (Hounno no Senshi)

    Héroe de las estrellas: 星の遊社 (Hoshi no Yuusha)



    Edited by Noriko Oumi - 3/8/2020, 02:09
     
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    *Cap 26*
    ... ¡El festival de la Cosecha! ...



    ...



    Esa mañana, incluso antes de que saliera el sol, la gente aún terminaba de afinar los últimos detalles para el festival. Las decoraciones como las guirnaldas y banderines en lo alto fueron los primeros en recibir los últimos rayos de luz solar veraniega, para comenzar después de ese día, la época del Otoño. El olor de los dulces y cacerolas enormes que empezaban a servirse en las carretas para la venta impregnaban el aire con el olor de agradables alimentos hechos por mamá. Algunas de estas mujeres cocineras deban más de un golpe con sus utensilios de madera en la mano de algún husmeador entre las ollas, deseosos de probar los manjares primero.

    Las personas se vistieron con sus mejores telas, listos para recibir la visita de sus majestades a su pueblo. Tanto las personas de alto rango, como Seijirou Kira y su hija Hitomiko llevando de paseo a todos los niños del orfanato, hasta las personas menos afortunadas de las afueras del pueblo, todos estaban decididos a causar una buena primera impresión con sus ropajes ese día.

    ¡Pero claro! Hasta las personas de las afueras estaban allí, pues el día de ayer, cuando Afuro fue a verlos, no fue para menos que sorprenderlos, y casi asustarlos.

    -Hoy vengo a hacerles una propuesta -dijo el príncipe, haciendo dudas a todos los presentes-. Esta parte del pueblo, sin ofender, es horrible, y no imagino lo mal que la pasan aquí -comenzó, haciendo dudar aún más a todos-. Así que les propongo algo; Yo, el príncipe Afuro Terumi, siguiente en la línea para ser Rey de Hikari no Yami, quiero que ustedes me ayuden a hacer de esta parte un lugar tanto o más hermoso que el resto de nuestro pueblo -les propuso, pero nadie dijo nada-. Yo sé que esto es muy apresurado, y no tiene ni ética ni lógica, pero ¡hey, tengo un plan! Todo comienza... con ustedes siendo parte del festival de mañana.

    Y así fue. Muchas de las personas en ese bajo trozo de tierra gris no tomó en serio las palabras de Afuro al principio, creyendo que era una de tantas mientras que ha dicho un monarca tras otro, y Afuro insistió, convenciendo a todos ser parte de todo el festival en sus diferentes zonas para ganar su propio dinero, y les aseguró que ese era sólo el principio, ya que con lo que ganaran, comenzarían a valerse por sí mismo. Y para comenzar, les ayudó a todos a comprar lo necesario para poner en prácticas sus manos y poner de su parte para la celebración; Los que cocinasen, cultivasen, fuesen artistas o músicos o pintores, o incluso simplemente buenos para ayudar en algo, todos tuvieron su oportunidad.

    A esa altura, la gente del pueblo bajo se había mezclado con el resto muy fácilmente, a excepción de los quisquillosos que no querían aceptar las órdenes del príncipe por simple arrogancia, por creer que los traicionarían.

    Ya a las diez de la mañana, el gran monarca del reino de Hikari no Yami yacía de pie, firme frente a las grandes puertas que daban al balcón y ver desde la altura a la población, vestido con su mejor capa ceremonial de color vino tinto y un colgante de oro y plata con el emblema del reino, la estrella oscura de cuatro puntas, en el fondo claro, atado con una gruesa cinta de figuras tradicionales. Miraba con seriedad a la nada a través de sus lentes negros.

    En eso el joven príncipe de largas hebras doradas corría en dirección al hombre, parándose preparado y listo a su lado. Iba casi exactamente igual vestido, excepto que su capa era de un tinto más brillante que el de su padre.

    - ¿Listo, Aphrodite? -le preguntó el hombre.

    - Como siempre. -dijo Afuro, siempre seguro de sí mismo.

    Así, salieron por las puertas, dejando entrar el brillante sol directo a sus rostros. Fuera, las personas comenzaron a clamar y vitorear por su rey y príncipe, ansiosos porque hicieran el anuncio del inicio del festival.

    - Buenos días, súbditos míos -comenzó el rey Kageyama, con su penumbral pero poderosa voz-. Este es el comienzo del que será, no sólo un día espléndido y maravilloso como cada exitoso año, sino que será además histórico y especial, porque éste día se recordará como el día en que comenzó nuestra relación con las maravillosas especies que existen en el mundo - decía, mientras que los amigos de su hijo, todos en el públicos, lejos o cerca unos de otros, sonreían al ser mirados y admirados por la gente del pueblo-. Elegantes Sirenoid -comenzó, recibiendo una mirada de los acuáticos-, majestuosos Ángeles, hadas Bonsái, curiosos Híbridos animales, Elfos -seguía, mientras Shirou, Atsuya, Midorikawa, Toramaru y Genda lo miraban- y seres mágicos de toda clase -dijo, mientras Kidou lo miraba dudoso-, incluso, y espero que sea algún día cercano... Dragones. -dijo sonriendo siniestro, mientras Afuro, que miraba a todos abajo, se sorprendía por una fracción de segundo, pero no hizo reacción. Sus amigos también reaccionaros a la palabra por más de una razón- . Todos, sin ninguna restricción, son bienvenidos a compartir su grata presencia y extensa experiencia y conocimientos con nuestro humilde pueblo. Los invito a disfrutar con nuestra gente como si fueran de los nuestros... porque ya lo son.

    Kageyama se hizo a un lado, dejando a su hijo dar su propia apertura. Afuro se paró en frente, justo en el centro del balcón, viendo cómo todos espetaban su presencia.

    - Pueblo nuestro... mis amigos y todas las personas que han estado a mi alrededor desde siempre. Les doy la bienvenida al que, como dice nuestro rey, será un festival inolvidable. Estoy preparado para pasar el día en el pueblo con todos ustedes, y sentir que no tengo que ser un simple príncipe que los mire desde arriba, porque todos somos iguales. Y cuando mi reinado llegue, probaré que todos somos uno, trabajando para que nuestro pequeño poblado crezca cada día más. Las maravillas culinarias y artísticas que se preparan aquí son sólo una pequeña parte de lo que son, familia mía, porque ustedes son capaces de esto y mucho más. ¡Hagamos de este el mejor festival de la cosecha! -dijo con fuerza, siendo oído hasta más allá de donde había gente escuchando.

    Todas las personas vitorearon el nombre de su majestad Aphrodite, pidiendo por su larga vida. Sus amigos también lo animaban, especialmente los animosos naturales como Endou y Tsunami, o los que en serio disfrutaron su hospitalidad como Toramaru y los ángeles.

    Ambos, Shirou y Atsuya, estaban volando por los aires con sus blancas y emplumadas alas, aplaudiendo a las palabras del rubio, más Shirou que Atsuya. En eso, el ángel peli-rosado y el buen príncipe conectaron miradas. Afuro lo miró durante algunos segundos, y sintió que, igual que en la cena de la primera noche, se hipnotizó con la mirada de frío acero del ser celestial, que con dicha frialdad, lo miraba inexpresivo, como si no sintiera ni un grano de sal, ni la más mínima emoción hacia Afuro. Absolutamente nada.

    - ¡Que dé comienzo el festival de la cosecha! -escuchó que anunció su padre, haciéndolo salir de la hipnosis. La gente vitoreó una vez más, y vitoreando comenzaron a ir velozmente y con emoción hacia el pueblo, a celebrar.

    Afuro miró un poco hacia los ángeles nuevamente, viendo a Shirou poniéndole una flor roja en el cabello a Atsuya, quien frustrado se quitó a su infantil hermano de encima pegándole varias veces seguidas con las manos. Se veía más adorable actuando tan a la defensiva. Pero Afuro decidió voltear y correr en dirección a su padre, que ya se había tornado hacia dentro del castillo a comenzar sus deberes de ese día, más para escapar de la hipnótica mirada desinteresada de Atsuya que para hablarle al monarca de lo que le quería decir.

    - ¡Padre! -lo llamó, deteniendo su andar.- Padre, te agradezco mucho que dejases quedar, y que les dieras tan cálida bienvenida a mis amigos. Eso fue muy amable de tu parte, invitar a todas las criaturas del mundo a nuestro pueblo.

    El hombre miró a Afuro, y sonriendo, le palmeó la cabeza, y se giró nuevamente en su camino anterior.

    - Ve a cumplir lo que dijiste, y disfruta del festival con tu gente -Afuro sonrió, y asintiendo, corrió en su misma dirección, adelantándose a la salida del cuarto previo al balcón. Kageyama, sin quitar su sonrisa, vio a Afuro salir rápidamente por las grandes puertas-. “disfrútenlo, porque será el último.”

    ...



    En el pueblo, la emoción del festival había dado inicio oficialmente. A donde mirases, había guirnaldas de colores con el símbolo del reino, cestas decorativas o de venta con toda clase de cultivos, que era el objetivo principal del festival, tales como calabazas enormes, maíz dorado y bien desarrollado, coles, zanahorias, nabos, papas de tamaños descomunales, una variedad increíble de frutas... y mucho más. Había artistas como malabaristas, traga fuegos y bufones que hacían sus actos para niños y adultos, y una zona para que cualquier músico mostrara a todos su talento, donde había varios instrumentos disponibles. Había niños jugando en todas partes, y adultos paseando solos o acompañados. Tanta variedad de alimentos, atracciones y personas. ¡El festival de la cosecha!

    Hiroto guiaba a Shirou, Atsuya y Midorikawa al pueblo, decidido a enseñarles e invitarles los mejores manjares de su hogar. Gouenji, arrastrado por el pelirrojo, iba tras la fila de criaturas, cansado de escuchar a Hiroto dar datos interesantes sobre el pueblo, su naturaleza, su música y artes, y todas las experiencias que disfrutó viviendo allí.

    Entonces, llegaron a un puesto de dulces, y lo primero que divisó Hiroto fue su ya varias veces mencionado y amado dulce; manzanas acarameladas. Midorikawa vio que sus ojos se iluminaron cual niño con dulces, y pues... eso era, básicamente; un niño con dulces.

    Le compró una manzana a cada uno, pero Gouenji no quiso. Los tres mágicos probaros el dulce, y, por supuesto, era una nueva experiencia para los tres; los gemelos no comían nunca, y si bien disfrutaron de la cena en el palacio la primera noche, esta era la primera manzana que degustaban, y Midorikawa, acostumbrado a comerse varias de esas al día, nunca las probó cubiertas de azúcar derretida. Los tres la disfrutaron, no tanto como Hiroto en su delirio, pero sí eran buenas.

    Entonces miró de reojo a Gouenji, que miraba disimuladamente a Shirou comiendo su dulce. Cuando él levantó la mirada, Gouenji la desvió nuevamente. Miró entonces hacia atrás, donde había un puesto de comida picante. Tragó rápidamente al tener una idea y habló.

    - Hey, Shirou-kun -le llamó. Shirou lo miró curioso-. Acompáñame un momento. -le pidió, caminando al puesto siguiente. Shirou lo alcanzó curioso.

    Gouenji, Atsuya y Midorikawa miraron eso extrañados. Hiroto pidió algo, y le dijo alguna cosa a Shirou, algo como “Yo tengo las manos ocupadas”, mordiendo una de las dos manzanas en sus manos. Por lo que Shirou lo recibió. Entonces Hiroto se le acercó un poco, y le dijo algo privado, tapándose de cualquier fisgón con una de sus manzanas. Shirou se sonrojó un poco, y Hiroto asintió. Entonces volvieron. Shirou aún sonrojado se acercó un poco a Gouenji, mientras Hiroto se paraba en el mismo lugar de antes, sonriendo y preparado para disfrutar de la escena. Shirou miró el plato con panes cortados, cubiertos con una... especie de menjurje rojo.

    - Hiroto-kun... compró esto para ti. Dijo que te gusta la comida picante, pero tiene las manos ocupadas. -le explicó, sin mirarlo ni un poco, avergonzado.

    Gouenji lo miró un momento; tenía en frente la imagen de ese hermoso ser celestial, sosteniendo en sus pequeñas y blancas manos un plato con su aperitivo favorito. Bajó un poco la mirada, y luego miró serio a Hiroto.

    - Sabía que eras una bestia rastrera, pero esto sí que es caer bajo, Hiroto. -le dijo, causando una risita ahogada en el pelirrojo. Atsuya miraba a todos ahí, molesto porque tomaban a su hermano mayor como burla.

    Pero entonces Gouenji acercó sus manos a lo que le ofrecía Shirou, poniéndolas bajo las de él. Shirou sintió los rígidos pero cálidos dedos del caballero, y enrojeció más al oírlo.

    - Gracias. -le dijo Gouenji tranquilo, dejando que Shirou, algunos segundos después, quitara sus manos para entregarle el plato, sonriendo tierno.

    - Fue Hiroto-kun. Te conoce bien. A él es que debes agradecerle -le dijo Shirou.

    - No es por eso, él me la debía -le dijo mirando a Hiroto, que le hizo un gesto burlesco arrugando la nariz-. Gracias, por ser tan bueno y honesto, y tan amable, por supuesto. Eres el mejor. -le dijo amablemente, lo cual Shirou, mirándolo sorprendido, sintió como palabras de amor. Muy precipitado al sentir eso, lo sabía, pero igualmente eso fue lo que sintió, y no le molestaba.

    ...



    Todos los chicos se habían ido por diferentes caminos, todos con gustos por atracciones diferentes.

    Kidou y Fudou estaban en la zona de música, donde vieron a un guitarrista dejándolo todo en su acto, recibiendo una buena alabanza. Kidou le aplaudía con ánimo, ya que de hecho le gustó su canción.

    - Oye... ¿por qué no subes y toca algo? -le preguntó Fudou, a lo que Kidou reaccionó de inmediato.

    - ¡Claro que no! -negó, como si hubiese dicho una horrible barbaridad.

    - Vamos. Tocas el piano hermoso, y es música abierta. Puedes intentarlo, con confianza. -le insistía Fudou.

    Un par de niños, castaño y peli-rosado, aquellos de la zona terrosa a los que Gouenji les obsequió unas peras, se acercaron a ver entre el público, curiosos de lo que se hacía ahí.

    - Hum... bueno, sólo si me acompañas con el violín. -le propuso Kidou.

    - Ahg, por favor... -gruñó Fudou sonriendo.

    Así, ambos subieron los dos escalones hacia la tarima. La gente aplaudió la llegada de más músicos, y esperaron a que comenzaran. El pequeño de pelo castaño miraba curioso a Kidou, sentándose delante de la enorme caja negra que no sabía lo que era.

    Así, entonces, Kidou comenzó. Ambos iban a improvisar, al parecer, y luego de un par de notas, Fudou tomó el momento preciso para comenzar. El pequeño miró sorprendido el sonido tan lindo que salía de la enorme caja negra.

    Su música comenzó a subir de tono, haciéndose en aumento más majestuosa y llamativa. Las personas que iban de paso se quedaron. Entonces Kidou abrió un poco los ojos, viendo que Fudou lo miraba de reojo, sonriendo un poco. Él sonrió también, sonrojándose a penas, pero esta reacción, por alguna razón, hizo reflejar a su alrededor unas líneas de luces de color, que hizo a los espectadores sorprenderse, y seguidamente maravillarse. Kidou tocó con mayor inspiración, y las luces se movían al ritmo.

    - Hum... “Maldito presumido” -pensó Fudou, mirando a Kidou tocar con felicidad.

    Al terminar la canción, las luces de colores desaparecieron, y ambos se pararon una junto al otro, e hicieron una ligera reverencia. La gente les aplaudía con entusiasmo, conscientes de la habilidad que poseen los magos.

    Al bajar, Kidou estaba cruzado de brazos.

    - ¿Así... que tu plan era que querías subir a tocar juntos, pero te avergonzaba decirlo, así que hiciste que fuera yo quien lo dijese primero? -concluyó, haciendo que Fudou lo mirase con una ceja alzada.

    - Impresionante... pero en realidad quería que tú me retaras a pasar solo -dijo Fudou presumido, recibiendo un golpe en el brazo por parte de Kidou-. ¡Au! Oye -se sobó riendo un poco-. Bueno... al final, me gustó tocar contigo. -dijo sin mirarlo. Esta vez sintió un beso en su mejilla, y lo miró sonriendo.

    Ellos comenzaron a caminar, pero tras ellos estaban ambos niños. El castaño seguía mirando a Kidou irse, con ojos brillantes de admiración.

    - ¿Qué te pasa? -preguntó el peli-rosado, curioso por la expresión encantada del otro.

    - Yo quiero hacer eso... -susurró apretando los puños con euforia contenida, mirando con gran emoción a su amigo.

    - Eh... claro.

    ...



    Ya era la hora del almuerzo. En el centro del pueblo se extendían largas y grandes mesas, llenas y listas con comida de toda clase para degustar por todos los que quisieran probar. Todos comían amenamente, algunos de los hombres haciendo desastres de hombres, y algunas mujeres regañándolos por su barbaría.

    En una de estas mesas estaban sentados Endou y Kazemaru, con varios de sus amigos cerca.

    - ¡Esto sabe al guisado que hacía mamá! -expresaba Tsunami con un GRAN plato lleno de arroz y guisado de carne y vegetales, recibiendo una respuesta afirmativa de Tobitaka.

    Los tres Sirenoid y Toramaru comían sin ninguna decencia enromes trozos de carne asada, ¿y cómo podría tener decencia? Estaba tan sabrosa que no paraban ni a masticar.

    - No vuelvo a comer carne cruda, ¡VIVA EL CONDIMENTO! -gritó Tachimukai con euforia, con los otros dos acuáticos a cada lado suyo dándole la razón.

    Endou miraba divertido cómo Kazemaru comía su carne felizmente. Comiéndose también su buen plato de comida.

    Esa mañana ambos miraron las atracciones, pasearon por el pueblo, Endou le presentó a Kazemaru a sus padres, que estaban entre asustados y felices por su muchacho explorador y valiente, y a mucha gente más, y le compró muchos postres y cosas para mostrarle lo grandioso de su hogar. Finalmente se sentaron a almorzar con todos poco después del mediodía.

    Pero él no dejaba de cuestionarse si el Sirenoid planeaba hacer pronto la danza que le había mencionado. Debía admitirlo, estaba ansioso, pero no lo quería molestar.

    Fudou estaba al centro de la mesa, parado y pisando parte del plato de comida de uno de los pobladores que lo miraba molesto.

    - ¡GENDA Y YO SALTAMOS POR ESE PRECIPICIO COMO SI SE NOS FUERA LA VIDA EN ELLO! Y por supuesto lo era, ¡pues nos perseguían cinco, CINCO licántropos! Enojados porque me infiltré en su guarida decidido a saber sus costumbres. ¡No me detuve hasta que conseguí cada detalle, HASTA CÓMO CAGAN! -contaba Fudou con euforia, contando su historia como un viejo y loco marinero con historias de sus aventura en altamar.- ¡Esa es sólo UNA de mis grandes aventuras! ¡PUES LA VIDA DE UN EXPLORADOR ES ETERNAMENTE MOVIDA!

    Kidou estaba justo detrás de él, sentado al lado de Genda. Ninguno resistía la gracia, riendo fuertemente por las anécdotas del explorador, al igual que varios presentes que, o disfrutaban los cuentos casi fantásticos e increíbles, o se reían de las maromas que hacía el de cresta para interpretar lo que hacían en sus aventuras.

    - Eres un monstruo, Kidou. -le dijo Genda riendo. Kidou miró la copa en la que bebía Fudou antes de que todo eso comenzara.

    - “Lo siento, eres tan sensible al licor. No pude resistirlo.” -pensó Kidou en su culpabilidad por embriagar al explorador sin su consentimiento, pero valía la pena por verlo hacer algo que no hacia siempre; contar sus aventuras como lo haría un aventurero.

    - ¡Mi historia es un cuento sin fin, y tal vez me convierta en leyenda algún día! Pero por supuesto, incluso sin fin, toda historia tiene un inicio -comenzó a contar, volteando ahora hacia a Kidou, que dejó de reír de pronto-. ¡Mi Había una vez, comenzó al conocer al mago de mil años! Pues al nacer y durante mi niñez nunca tuve nada, pero el conocerlo me hizo darme cuenta de que no tener nada era una gran oportunidad. No tener nada te da espacio para comenzar a tenerlo todo; cuando tienes todo, ya no puedes tener nada más. Comencé a explorar los bosques cuando lindo Kidou Yuuto rechazó mi afecto, ¡Pero claro, NUNCA desistí! -afirmó, pisando con tal fuerza que rompió el plato que llevaba rato pisoteando.- Al volver de mis aventuras, siempre volvía a confesarme, y él siempre volvía a rechazarme. ¡Así fue por años! Su constante rechazo me hizo más resistente a todo, y más atrevido a enfrentar cada peligro que surcase mi imaginación -Kidou notó la mirada de Endou a su lado, y cuando lo miró, ambos sabían que el otro estaba pensando en su conversación dentro del monte HikariHoshi-. ¡HASTA QUE AL FIN! -gritó pisando con fuerza, haciendo que Kidou lo mirase de golpe, y no fue para menos que retroceder un poco, pues Fudou se arrodillo delante de él, ahora aplastando su comida, y le tomó ambas manos-, aceptó mi afecto. Y espero que de la misma forma, quiera pasar el resto de nuestros días a mi lado, él siendo el más poderoso e incomparable hechicero en el mundo, y yo explorando y contando nuestra historia hasta el fin de los tiempos. -le dijo mirándolo con amor, amor más expresivo del que Fudou mostraba normalmente, apretando sus manos.

    Kidou se sonrojó fuertemente, y más al notar que todos se habían callado, mirando la nada disimulada escena de amor y, por supuesto, esperando a que el mago diera una respuesta a esa, al parecer, propuesta de matrimonio.

    Pero no quiso que eso pasara a mayores. Sopló suavemente hacia el rostro de Fudou, que de un segundo a otro se desplomó hacia un lado, totalmente inconsciente, cayendo sobre el plato de Endou. Incluso los Sirenoids, todo el tiempo comiendo su delicia carnosa y jugosa, se quedaron mirando al explorador en la mesa.

    - Jeh, está ebrio. -afirmó Kidou, y con su magia lo quitó de la mesa, llevándoselo.

    - Jujum... eso fue raro. -dijo Afuro, también cerca de ellos.

    El príncipe estaba allí con toda su gente, por supuesto, en la mesa central y con todas las mujeres cocineras queriendo que degustase sus platillos. El joven rubio, de forma inteligente, decidió comer un bocado de cada cosa, para poder probarlo todo sin reventar, y al final felicitó con satisfacción los talentos culinarios de su gente, afirmando que tenían la calidez de una amorosa familia.

    ...



    Unas horas después, en otra zona, cerca de algunos malabaristas, la gente estaba mirando con sorpresa hacia un alto árbol. En eso Sakuma y Genda se acercaron, mirando curiosos. Tobitaka, con Tsunami y Tachimukai cerca, miraba hacia arriba sonriendo seguro.

    De pronto, y asustando incluso a los recién llegados, un enorme tigre cayó desde lo alto del árbol, aterrizando perfectamente con sus patas delanteras, y corría y brincaba por todas partes, tratando de hacer que el joven en su espalda se cayese. Y por supuesto, así fue.

    Tobitaka miró el reloj de arena a su lado, y lo volteó otra vez.

    - Dieciocho segundos. Felicidades -le felicitó, mientras el joven en el piso hacía alguna especie de sonido entre victoria y desmayo, mientras sus amigos se acercaban a ayudarlo-. ¡Pasen por aquí, amigos! Prueben sus destrezas montado al más hermosos y feroz tigre de la legendaria Isla Murciélago Blanco. Sólo tres piezas de oro el intento, y si duran hasta que caiga la arena, ¡se llevan de premio quince piezas de oro! -anunciaba Tobitaka atrayendo a la gente. Siguió hablando de que sólo los valientes podían pasar, y no había espacio para gallinas, cuando un señor junto a Genda, miró un momento su gran porte; se veía muy fuerte y firme.

    - Oye, ¿por qué no lo intentas? Tú pareces muy fuerte. -le preguntó el hombre.

    Genda lo miró un momento, y luego miró al frente, viendo a Tobitaka siendo asediado por el tigre que le montaba su inmensa pata encima jugando, seguidamente miró a su lado, y vio a Sakuma mirar sin interés a todos lados menos lo que se suponía que atrajera su atención. Sin decir nada, caminó hacia el frente. Tomó unas monedas que les dio Afuro a todos sus invitados para comprar en el festival, y se las dio a Tobitaka.

    - ¡Un nuevo retador ha aparecido! -Anunció el pirata peli-morado, atrayendo la atención de todos.

    Genda se acercó a Toramaru para subir.

    - No te contengas. Ven a mí con todo lo que tienes. -le murmuró, el tigre mostró sus colmillos gruñendo en un gesto de sonrisa decidida, y seguidamente asintió, agachando la cabeza para dejarlo subir. Genda se colocó en el lomo del tigre, y este nuevamente se irguió.

    Tobitaka levantó la mano.

    - ¡FUERA! -dijo bajándola de golpe, volteando el reloj de arena desde cero.

    El tigre se activó en menos de un parpadeo; de un solo impulso saltó hacia adelante con fuerza en modo de ataque, y comenzó a saltar en todas direcciones, haciendo a las personas quitarse por su propia seguridad. Salto sobre los troncos de los árboles, chocando con todos en diferentes ángulos, y subió en estos agarrándose con sus zarpas. En todo momento, Genda se agarraba con todas sus fuerza del lomo de Toramaru, con los talones bien enganchados de su pecho, manteniendo la cabeza siempre baja como se lo indicaba su instinto de cacería.

    La gente miraba todo lo que hacían el tigre y el elfo en su lomo, asombrados de la resistencia del castaño. Tsunami estaba sorprendido, mirando con burla que hubo alguien que derrotara el juego su hermano y su novio. Tachimukai vitoreaba por ambos, apoyaba a Toramaru por ser de la isla, pero a Genda por aceptar el desafío. No decidía a quién apoyar, así que apoyaba a ambos. Por su parte Sakuma seguía cada movimiento de Genda en ese estúpido acto, viendo que de hecho se notaba su resistente agarre.

    En un momento Toramaru elevó la parte frontal de su cuerpo, rugiendo con fuerza, inspirando temor a los espectadores. Pero Genda, con el mismo aire salvaje, gritó con la misma intensidad, mostrando cada diente y muela de su boca en el grito, con una expresión bárbara y agresiva.

    Eso hizo a Sakuma sorprenderse, moviendo un poco las aletas donde deberían estar sus orejas. La imagen del luchador salvaje e inmensamente poderoso, ni siquiera derrotado por un tigre del doble de su tamaño, se le quedó grabada en la mente, tan brillante como la inocente mirada de ese mismo elfo al mirarlo con su mejor cada de idiota enamorado.

    Entonces la arena en el reloj terminó de caer.

    - Tiempo. -dijo Tobitaka, aún anonadado al ver al primer ganador, algo tranquilo de saber quién era y que estaba de su lado de todos modos.

    La gente comenzó a aplaudir, todos sorprendidos de la habilidad del elfo, y tal vez pensando también que era bueno tener a todos esos seres tan fuertes de su lado. Toramaru dio unos cuantos pasos más, y se detuvo. Genda bajó de su lomo, riendo divertido.

    - ¡Eso fue lo más divertido que he hecho desde hace mucho! -expresó, mostrando una bella sonrisa feliz. Procedió a acercarse a la cabeza de Toramaru, agarrándolo con ambas manos.- ¡Eres una asombrosa bestia salvaje, me dejaste varios moretones! -afirmó, a lo que el tigre sólo pudo parpadear un par de veces. Genda se alejó, en dirección Tobitaka, y Toramaru sacudió la cabeza, tal vez algo confundido, o simplemente porque el elfo le enredó un poco el pelo blanco de los costados.

    - Maldita sea, eso fue asombroso. -expresó Tsunami, sonriendo tan alegre como siempre.

    Tachimukai estaba parado al lado de Sakuma, y al ver que se dirigía hacia ellos, sonrió y mirando de reojo pícaramente a Sakuma, se alejó.

    Genda se paró frente a Sakuma, que trataba en lo posible de no hacer alguna expresión tonta.

    - ¿Cómo lo hice? -preguntó Genda, con esperanzas de que el Sirenoid le diría algo lindo.

    - Hum... -pensó Sakuma mirando a un lado.- Pues, si dibujaras tan bien como dominas bestias, serías el pintor más increíble de todo el mundo. -le dijo dándose la vuelta, comenzando a caminar.

    Genda sobreentendió sus palabras, y sonrió con un ligero sonrojo, alcanzándolo.

    “Eres el domador de bestias más increíble de todo mundo”.

    ...



    - Ya casi está listo, su majestad. -avisó un joven de cabello rubio en un moño, usando un tierno gorrito de artista. Le dio los toques finales con un pincel de acuarela a su obra en el caballete frente a él. Todos esos eran materiales y cosas que usaba casi por primera vez, pero su talento era innato.

    Entonces le hizo la firma, y se hizo a un lado, permitiéndole a Afuro acercarse a ver.

    -¡*Gasp*! -Afuro se impactó al ver el papel, y el joven, ante la exagerad expresión del príncipe, y sin casi ninguna experiencia con clientes en su vida, creyó que lo había odiado.- Oh... ¡Por el amor de Dios! -expresó Afuro, ensanchando su sonrisa.- ¿En serio soy tan hermoso? -preguntó, poniéndose al lado del hermoso retrato suyo con tinta y acuarelas, imitando la pose del dibujo para hacer la comparación.

    El joven, mirando con algo de gracia su acción, bajó la mirada sonriendo y algo penoso.

    - Si me permite, su majestad... Creo que no he logrado capturar su maravillosa presencia del todo, pues es usted más hermoso y majestuoso que cualquier deidad que haya visto en libros o imágenes. -le dijo con timidez, con lo cual Afuro sonrió dulcemente.

    - Para nada. Ya me han hecho otros retratos para el palacio, pero nunca me habían capturado como sienten que soy, sino exactamente como me veo en el exterior; en tu dibujo me veo... gentil, honesto y servicial, que es justo lo que quiero inspirar, que todos confíen y se apoyen en mí. Por eso amo tu dibujo. Eres un maravilloso artista. -le dijo, tomando y besando su mano derecha, con la misma que hizo el bello retrato.

    Todo eso hizo al pobre joven explotar de rojo, tapándose la cara al recibir ese beso en su mano, la cual al ser soltada, comenzó a templar igual que la otra y el resto de su delgado cuerpo.

    Afuro entonces sacó de su bolsa más de diez piezas de oro y se las acercó, a lo cual el joven se impactó.

    - Ah-... No, no, su majestad. Son sólo dos piezas de oro por el retrato. Eso es demasiado. -le dijo, intentando rechazarlo, pero Afuro se las dio, y le cerró las mano con las suyas misma, hablándole de cerca.

    - Guárdalo, y siempre..., siempre mantente firme, sorprendiendo a todos; sigue siendo un gran artista. -le dijo firme, sonriéndole con seguridad.

    Así, el joven asintió, recibiendo el generoso pago del príncipe, y entregándole su obra de arte.

    - ¡Que tenga un maravilloso día del festival su majestad! ¡Lo quiero! -dijo, y de inmediato se arrepintió, enrojeciendo, viendo a Afuro mirándolo de pronto.- ¡NO! Quiero decir... que lo admiro mucho, es el próximo rey que siempre debió estar al mando. Sí. Porque es tan amable y bueno y simpático y... -dijo, comenzando a insultarse mentalmente por esa idiotez.

    Entonces Afuro se le acercó, mirándolo con ternura.

    - También te quiero. Los quiero a todos en el pueblo, y será siempre así -le dijo, besando su frente. Así, se irguió, y se dio la vuelta-. Ten también un maravilloso día del festival, y has muchos retratos hermosos. -dijo, despidiéndose con la mano, con el joven nervioso aún paralizado por el beso.

    - “Nadie va a creerme... ¡Dos besos, doce piezas de oro y varios halagos de su majestad Aphrodite en persona! ¡NO ES POSIBLEEE!” -pensaba, sin quitar de su cara una expresión tranquila que disimulaba que estaba perdiendo la razón en ese momento.

    Afuro enrolló con delicadeza el bello retrato, y lo puso en su bolsa, bien posado, de modo que no se doblara ni una esquina hasta llegar y colgarlo en su habitación bien enmarcado como era debido. Comenzó a pensar qué clase de madera era mejor, o más resistente, o combinaba mejor con el tono pálido del papel para hacer el marco él mismo.

    Fue entonces que vio a Gouenji, Hiroto, Midorikawa, Shirou y... Atsuya. Al verlo, una vez más quedó ensimismado en la vista del bello ser celestial de pelo rosado y mirada helada, que ahora estaba mirando con curiosidad una taza con fresas que le ofrecía su hermano. Afuro miró en esa dirección un momento, frunciendo un poco el ceño, y cerrando los ojos y suspirando por la nariz lentamente, se decidió a ir hacia allá a hacer algo drástico.

    - Pero son maravillosas, son ácidas y dulces, y muy jugosas. -le decía Shirou, comiéndose una fresa.

    - No quiero, ya comí mucho. -se excusó Atsuya.

    - Mentiroso. Si apenas has comido una manzana acaramelada y un pan. -le dijo Midorikawa desafiante.

    - Sí. Es más de lo que he comido en toda mi vida. -afirmó, con lo cual Midorikawa sólo bufó un poco, riéndose.

    - Débil. La idea del festival era probar todo, ¿o no Hiroto? -dijo burlesco ante la increíblemente escasa capacidad de Atsuya para comer.

    - Hola, chicos -saludó Afuro llegando animado al pequeño grupo. Todos lo saludaron de diferentes maneras-. ¿Disfrutando el festival? -Varios expresaron sus opiniones al mismo tiempo, algunos felices, y otros, como Midorikawa, quejándose altivo sobre el aguafiestas de Atsuya.- Oh, bueno... me alegra que estén felices. Traten de pasar tiempo con toda la gente del pueblo, quiero que todos los conozcan y vean lo maravillosos que son todos ustedes.

    - Eso es simple, sólo si Atsuya no lo arruina.

    - ¡Pero bueno! ¡¿Qué te pasa conmigo, ah?! ¡¿Acaso te gusto?! -le preguntó ya harto. Entonces Midorikawa se arrimó hacia Hiroto.

    - Tú no. -afirmó, pasando su mano tras las espalda del pelirrojo.

    - Podría hacer que ambos se dejasen de amar, ASÍ. -pronunció, chasqueando los dedos con fuerza para enfatizar la última parte.

    Gouenji reaccionó en ese momento, mirando serio -más de lo normal- hacia el ángel, que no midió sus palabras, ni al espectador presente.

    - ¿Qué clase de amenaza vaga y estúpida es esa? -le preguntó el hada, serio, acercándose amenazante.

    - Ven y averígualo. -le respondió Atsuya, acercándose también.

    - ¡Atsuya! -llamó más de una voz a la vez. Shirou miró a Afuro, que había hablado a la vez que él, pero él sólo miraba fijo al peli-rosado.- Quería preguntarte si podemos hablar un momento a solas. -le pidió Afuro. Atsuya lo miró un momento, luego a Shirou, que mirando un poco a un lado, se encogió de hombros, ya que no tenía nada que objetar.

    Así, al ángel sólo le dio igual y comenzó a caminar en dirección a los árboles a su derecha, detrás de los puestos donde estaban, seguido por el príncipe.

    Hasta ese punto, nadie había notado aún la repentina disminución de personas deambulando por el pueblo.

    ...



    El sol se ocultaba ya a las seis y media de la tarde en el pueblo de Hikari no Yami. Endou estaba caminando y mirando por todas partes en busca del Sirenoid peli-azul. No entendía cómo se le había extraviado ya hace casi una hora y media. Iba ya nuevamente cerca del palacio.

    De pronto, inhóspitamente miró hacia el bosque, y vio junto a un árbol a Kazemaru, que le hizo una seña con la mano para que se acercara sin atraer mucho la atención. Endou se acercó rápidamente.

    - ¿Dónde te habías metido? -le preguntó. Kazemaru comenzó a caminar, y él le siguió el paso.- Eh... Estaba muy emocionado por verte hacer la danza que habías dicho, pero... tal vez ¿ya no quieres hacerla? -supuso Endou, algo decepcionado.

    - A eso vamos. -le dijo Kazemaru simplemente, sin voltear ni detenerse en ningún momento.

    - ¡¿En serio?! -preguntó Endou con nueva emoción.- Pero... la música está por allá... No, no. Dejaré que lo hagas como quieras, como es tu tradición.

    Así, sólo siguieron caminando.

    ...



    Ya entre los árboles, un poco lejos de la música del festival, Afuro y Atsuya iban a paso lento. Atsuya esperaba a que Afuro dijera cuando le diera bien la gana lo que sea que le iba a decir. Entonces el príncipe paró de caminar, seguido del ángel, y pensó un poco más mirando a un lado.

    - ¿Sabes? Llevo algunos días pensando sobre algo -comenzó Afuro-. Gouenji-kun... me contó lo del beso.

    - ... ¿En el monte HikariHoshi? -le preguntó Atsuya, sin mirarlo.

    - Sí. Él me lo contó, pero es que quiero escucharlo ti, ¿por qué lo hiciste? -le cuestionó Afuro.

    Atsuya no lo pensó demasiado. Si decía que Gouenji le había contado, supuso que ya no había ningún secreto, y entendía lo que había pasado.

    - Bueno, yo era el único ahí con alguna habilidad que pudiese evita que te estallase el corazón y la cabeza por un ataque de recuerdos reprimidos, ya que puedo dominar el corazón y las emociones humanas. -explicó Atsuya bien resumido.

    - Espera, ¿qué? -lo detuvo Afuro.- ¿Qué ataque? -preguntó, haciendo a Atsuya voltear un poco la cabeza. Ambos se confundieron por un momento.- Ya va, ya va... Gouenji me dijo que tú me besaste cundo me desmayé poco antes de salir a la selva, porque estabas enamorado de mí, y con esa magia de las emociones que tienes, harías que yo me enamorase de ti también. -le contó Afuro lo que le dijo el caballero.

    - Ahm, no -negó Atsuya como si fuera muy obvio-. Maldito, ojalá se muera -insultó a Gouenji-. Escúchame bien, príncipe. Según entendí, te borraron la mente, al igual que Osamu cuando los emboscaron en su hogar. Fuiste maldecido para que cada vez que tus recuerdos intentasen volver, te dieran ataques y dolores de cabeza. Pero al parecer, haberte encontrado tan de pronto con Osamu, detonó ese maleficio de un solo golpe, porque tu corazón estaba siendo pulverizado. Ahí Osamu hizo algo estúpido, que fue noquearte y borrarte la memoria otra vez haciendo que olvidaras que lo conociste ahí. Ahí es donde entro yo, que con mi poder, puse otro hechizo en tu corazón para que esos ataques no te afectasen con tanta fuerza, pero el efecto secundario de mi poder, es que te sientes como enamorado. Y claro, el dueño de esa magia... -decía, apuntándose así mismo con el pulgar, sin remedio.

    Afuro lo miraba con una mezcla de varias reacciones; estaba sorprendido por tantas cosas importantes de las que no estaba enterado, confundido de por qué no los sabía, enojado porque Gouenji le mintió, y tan horriblemente, y también poco decepcionado porque Atsuya no lo quería...

    Atsuya no lo quería.

    Pero nuevamente volvió a lo importante, y al pensar un poco en lo que le contó Atsuya, recordó a Desarm, realmente llamado Osamu. Eso le trajo una borrosa imagen de él abrazándolo, y eso hizo doler un poco su cabeza. Su vista se hizo borrosa, y por un momento creyó ver manchas rojas. Parecían flores.

    - A-Ah... -emitió bajo, agarrándose la cabeza, perdiendo un poco el equilibrio. Atsuya lo miró un poco preocupado. Afuro seguía recordando vagas imágenes sin sentido, muchas de esas con el mismo Osamu.- ¡Ahg...! -emitió, y su pierna falló por un momento, cayendo sobre su rodilla. Intentaba respirar, pero cada vez el dolor se hacía mayor.

    En eso, y sin esperarlo en lo más mínimo, Atsuya se acercó a él, tomando su cara con ambas manos y sorprendiéndolo con un beso. Afuro lo miró sorprendido, pero esa sensación de tranquilidad que los llenó al sentir al ángel, y su magia sentimental, hizo que calmara su gesto y bajase sus manos, cerrando los ojos para disfrutar de ese dulce momento.

    Atsuya se apartó, y Afuro lentamente abrió los ojos, ya sin sentir ningún dolor.

    - Escúchame, príncipe. Mírame. Volví a usar mi magia contigo. Tienes que dejar de intentar recuperar tus recuerdos, porque es eso lo que detona el maleficio, ¿me oíste? -le preguntó Atsuya. Afuro oía su voz a penas, viendo a al ángel pelirrosado brillar como el sol y con rosas de colores pastel a su alrededor.

    - Ajáh... -emitió Afuro sonriendo como idiota.

    - Préstame atención -le dijo, palmeando un poco sus mejillas para que reaccionara.- No intentes pensar en tu recuerdas. Deja atrás tu pasado por ahora. Creo que por eso, Osamu se fue con Otomura, para averiguar cómo recuperar sus recuerdos. Así que, mientras, resiste. -le pidió Atsuya, alejándose un poco del rubio.

    - Sí... no pensar en mis recuerdos. Lo tengo -aceptó igualmente idiota. Atsuya volteó un poco la mirada. Entonces Afuro sacudió un poco la cabeza, poniéndose de pie-. Bueno, eh... Gouenji me mintió, ¿eh? -preguntó más para sí mismo.- Jum... lo voy a matar. -afirmó sonriendo.

    - Hum... Le das una buena patada de mi parte por inventar semejante estupidez. -le pidió, sonriendo al pensar en Gouenji apaleado y castigado.

    - Sí. Eh... oye, y... -balbuceaba el rubio, cosa que nunca hacía.- Y, ¿seguiré estando así, obsesionado por besar tus dulces labios? -preguntó Afuro, y seguidamente se dio a sí mismo una fuerte bofetada.- ¡NO! Quiero decir, ¿Seguiré así, obsesionado con... con, CONTIGO? Sí, contigo -logró preguntar. Atsuya aguantó una risa-. ¡No te burles, esto es tu culpa! -gritó Afuro frustrado y avergonzado.

    - Sí, bueno... Cuando Osamu logre quitar el maleficio de tu ser, mi magia se deshará. -le informó el ángel.

    - ¿Y cómo sabré si así es? -preguntó Afuro.

    - Lo sabrás cuando ya no sientas nada por mí.

    ...



    Estaba anocheciendo ya. En el extenso lago que ya frecuentaban los tres Sirenoid, y a veces sus demás amigos, no se oía más que el sonido de grillos, murciélagos y otras criaturas rondando los arbustos. A pesar de haber oscurecido no hace mucho, el lago lucia terriblemente sombrío, salvo por una ocasional luciérnaga que se reflejaba en la tranquila superficie del agua.

    Kazemaru y Endou llegaron a la orilla. El castaño iba muy callado, conteniendo todas las preguntas que quería hacerle al peli-azul, pero todas sus dudas se esfumaron al ver a Kazemaru quitándose sin un grano de vergüenza la ropa que les dio Afuro para ir bien vestidos al festival.

    - Quítate la ropa y entra al agua. -le ordenó Kazemaru.

    Ahí lo vio, ya sin nada de ropa, saltar al agua. Dentro, la silueta serpenteante dio un par de vueltas que en las calmadas aguas formaba una estela brillante. Entonces Endou lo vio asomar sólo parte de su cabeza, lo que estaba sobre el puente de su nariz. Vio esas ligeras pero amenazantes luces rojas del depredador, que lo miraba estático desde el agua, acechándolo.

    Endou no supo exactamente a qué se debió el vuelco que dio su corazón; si era por el temor que le causaba la bestia que lo asediaba desde el sombría abismo, mirándolo con esos penetrantes ojos que se tornaban rojizos en la oscuridad, o emoción de la belleza que esa misma tétrica imagen inspiraba. Tal vez fuera loco por creer que algo tan peligroso era hermoso, pero bien sabía que todo lo peligroso era hermoso, y difícil o imposible de tocar; relámpagos, rosas..., Sirenoid.

    Así, saliendo un poco de esa hipnosis que le causaba el sentirse por primera vez la presa de una cacería, respiró profundo, comenzando a desvestirse. Comenzó a pensar.

    - “Una danza de cortejo... Tiene sentido que sea en el agua, son Sirenoid" -iba quitándose las botas-. "Tal vez Fudou ya lo sabía, estuvo todo el tiempo estudiándolos. Debía preguntarle algo de esto"-Ya se quitaba la camisa-. "Si es una danza de cortejo, es que quiere atraer mi atención, como los animales. Pero quiere que esté completamente desnudo. Entonces..."-pensó, ya a apunto de quitarse el pantalón.- “¿Quiere... hacerlo ahora?” -se preguntó, enrojeciendo de golpe al creer que había llegado el momento tan pronto. No se lo esperaba.

    Dejando todo a la suerte, sólo olvidó lo que sea que pudiese pasar, pues no tenía ni idea de lo que estaba por hacer. Así que simplemente se quitó el pantalón y miró al lago, donde el peli-azul aún no se movía de su punto de observación. Respiró hondo, tratando de calmarse, se quitó su inseparable banda anaranjada y la dejó con el resto de su ropa, caminando al agua.

    Kazemaru estaba al parecer más lejos de lo que creía, o su vista lo estaba engañando y e peli-azul lo atraía a lo más hondo. Entonces Kazemaru se hundió. Endou supuso que debía hacerlo también, y lo hizo, tomando mucho aire.

    Nadando a lo profundo, vio que Kazemaru se puso frente a él, inexpresivo. Era la primera vez que lo veía en su forma de Sirenoid bajo el agua, pues lo veía más metálico que siempre, con sus escamas azules relucientes a la casi inexistente luz de la luna creciente.

    De pronto Kazemaru hizo el primer movimiento, posando las manos en forma paralela, una arriba y la otra abajo, y comenzó a moverse. Movía su cadera de un lado a otro, giró una, dos y tres veces, y cambió ambas manos de lugar. Hacía señales con las mismas, se inclinó y agitó su mano derecha sobre su cabeza cual cresta, y paró de pronto, al darle ya la vuelta completa al torno de su pareja, poniendo una mano al frente y la otra atrás. Pero notó que a Endou se le acababa el aire, así que le permitió parar un momento. El castaño nadó hacia arriba rápidamente, respiró un poco, tomó mucho aire, y volvió a bajar. Le hizo una señal a Kazemaru para que prosiguiera. El peli-azul retomó la pose previa, haciendo una reverencia, dio una vuelta sobre su eje y comenzó a nadar velozmente alrededor de Endou, que se sorprendió con eso. Cada vuelta los acercaba más, hasta que Kazemaru había rodeado el cuerpo de Endou, enrollando su cola en las piernas del humano, y pasaba sus brazos bajo los de él, abrazándose a su pecho. Quedaron perfectamente encajados.

    Pero a Endou nuevamente se le acababa el aire, a lo cual Kazemaru reaccionó, y soltando su cola lo elevó a una velocidad increíble. Endou salió del agua en una gran salpicada, tomando mucho aire y tosiendo un poco.

    - Lo *cof*... Lo siento. Imagino que nunca te habían interrumpido una danza, ¿cierto? -le preguntó riéndose de su propia debilidad pulmonar.

    - ¿Qué te pareció? -le preguntó Kazemaru, juraría Endou que más tímido de lo que lo había visto alguna vez.

    - Eso... -pensó para responder.- Pues, sin dudas nunca había visto nada igual, fue muy elegante -le expresó. Kazemaru inclinó un poco la cabeza sobre el hombro de Endou, dejando su nariz sobre el tendón de su cuello-. Entonces... ¿para cortejar? -pregunto Endou sonrojado, cayendo en que Kazemaru aún lo abrazaba, e hizo lo mismo.

    - Sólo se emplea cuando... se quiere conquistar a una pareja deseada. -explicó Kazemaru, casi susurrando. Sintió los brazos de Endou a su alrededor. Cómo amaba ese gesto, ese amoroso agarre en su cuerpo.

    Kazemaru movió un poco su cara por el cuello de Endou, pasando sus lizos labios por su piel húmeda. Respirando muy lentamente, abrió un poco la boca, mostrando sus finos colmillos carnívoros. Endou sentía su respiración cerca de sí, y eso sólo lo hizo abrazarlo un poco más, apegándolo aún más a su cuerpo desnudo.

    - ¿Significa... que me quieres? -preguntó Endou muy bajo, casi como si temiese a la respuesta.

    Kazemaru resistía en lo posible la tentación de probar esa anhelada carne, deleitarse con esa dulce sangre caliente. Pero sus deseos carnívoros y eróticos, fácilmente mezclados, se aclararon al sentir al castaño apretar su unión. Alejo su peligrosa mordida de esa tentativa piel, y enredando sus dedos en el cabello mojado de Endou, levantó la cara, mirándolo muy de cerca. Sus labios se atraían el uno al otro como los ingredientes de la poción perfecta, deseosos y listos para fundirse en un ansiado beso.

    Endou notó que los ojos de Kazemaru dejaron de ser rojos un momento, no pudiendo desfrutar de su increíble belleza en tal oscuridad. Se miraban impacientes, ni siquiera ellos mismos sabían qué esperaban para sellarlo.

    - Sí... -susurró Kazemaru, sintiendo ambos el aliento impaciente del contrario.

    Sus labios ya casi se rosaban, sus manos apretaban cada vez más, las piernas y cola se enredaban inconscientemente. Y se decidieron a cerrar esos milímetros.

    El agudo oído de Endou percibió, indudablemente, gritos lejanos. Abrió los ojos asustado, y miró en dirección al pueblo. Atemorizado, vio que en la oscuridad de la noche se divisaba una luz anaranjada directa desde el mismo lugar.

    Se soltó de Kazemaru de golpe, e iba a nadar en dirección a esa emergencia. Pero entonces sintió una mano agarrarle la muñeca. Kazemaru lo miraba asustado, no por el pueblo, sino por ser dejado por Endou en ese instante tan importante.

    - Endou... -lo llamó bajo, sin poder decirle con palabras que se quedase.

    Pero Endou, mirando una vez más en la otra dirección, sintió romperse su corazón.

    - Perdóname, tengo que ir. -dijo con la voz quebrada, soltándose del agarre. Kazemaru miró a Endou alejarse nadando.

    Al llegar a la orilla, Endou se puso casi cayéndose los pantalones. Kazemaru se acercó lo más que puso, saliendo a la orilla a rastras. Endou agarró con apuro el resto de su ropa y comenzó a correr, soltando sin darse cuenta su banda naranja.

    - ¡Endou! -le llamó Kazemaru, que aún fuera del agua, debía esperar a que regresara su cola. Vio a Endou desaparecer entre las sombras de los árboles muy pronto.

    Kazemaru estaba frustrado, moviendo con desespero su cola para que secase más rápido. Cuando hubo recuperado sus piernas, se vistió velozmente como pudo, tomó la banda de Endou y corrió en su dirección.

    - “Endou..." -pensaba Kazemaru con desespero- "tengo un mal presentimiento...”

    Mientras más se acercaba, escuchaba más estridentes los gritos, los ruegos de auxilio. Podía sentir ya el calor por el fuego esparcido en la zona.

    Al llegar, no cabía en su impacto; el pueblo en su totalidad era un caos; había gente en el suelo, y más gente corriendo despavorida. A estos que huían, los perseguían otras personas, pero estas tenían los ojos blancos, y atacaban con expresión triste. Cuando agarraban a alguien, metían su mano en sus bocas, y las personas caían de lleno al suelo. Se asustó al ver eso, y ver a Gouenji dar un buen golpe a uno de ellos, huyendo de más que venían. Varios de sus amigos corrían por ese lugar, y oía la voz de Kidou gritando algo, pero sólo podía buscar con la vista a Endou. Corrió también, esquivando a la gente caída, y el ataque de uno de esos ojos-blancos.

    De pronto, y para casi hacerlo perder todo su aliento, vio a Endou en el piso, con uno de esos ojos-blancos quitándosele de encima e irse a otro lado.

    Intentó pronunciar su nombre, pero sólo salió un ligero aire. Iba a impulsarse hacia a él, con los ojos llorosos al pensar lo peor de esa imagen.

    - ¡Kazemaru! -oyó, pero para nada escuchó. Cuando se impulsó, una mano lo haló de la camisa, y repentinamente, desapareció con todos los demás.

    ...



    Fin del capítulo 26.

    Este capítulo estuvo llenito de vergas arrechas. Me encantó escribir todas esas partes de comedia, como Fudou ebrio y Genda disfrutándolo. Esa mezcla salvaje entre Toramaru y Genda, y sobre todo la escena entre Afuro y Atsuya, y todas las románticas.

    Pero mi amor radica entre Endou y Kazemaru, quienes son mi Shipp, mi OTP, mi CANON.

    Por eso los dibujé.




    Bye.


    Edited by Noriko Oumi - 1/10/2019, 21:17
     
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    Esta increíble conti porf😊

    Edited by lytaly - 29/9/2019, 20:40
     
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    *Cap 27*
    ... La Tristeza Es Normal
    Previa Al Gran Enfrentamiento ...



    ...



    Kazemaru cayó al piso de mármol sobre sus brazos, golpeando sin ninguna importancia sus codos. Miró respirando acelerado a todas partes, viendo, contrastante a la oscuridad y la celeridad del pueblo en su auge de destrucción, una biblioteca ordenada y bien iluminada, en un profundo silencio, y frente a él estaban Otomura y Osamu.

    - ¿ Koogo Geaniikont? ¡Boigniiu! ¡¿KOOGO GEA ENDOU?! -exigía en su idioma original, notándose su desesperación. Volteó, gritándole más a los otros, que estaban igualmente exaltados y preocupados, pero él, por supuesto, no notó eso. Sólo pensaba en Endou.

    - ¡No vamos a volver, Kazemaru! -le dijo Hiroto inmediatamente.

    - No podemos volver. Allá es un desastre, y debemos buscar una manera de resolverlo primero. -le dijo también Kidou.

    - ¡No me importa si todo el mundo se muere! ¡Devuélvanme a donde estaba, tengo que ir por Endou! -exigía ahora hablando como ellos, aún exaltado.

    - ¡NO VOLVEREMOS, Y SE ACABÓ! -le gritó muy enojado Gouenji.

    Kazemaru lo miró un momento, sorprendido por el grito, pero de inmediato frunció el ceño con gran furia.

    - Y ustedes... se dicen ser grandes héroes y protectores de ese pueblo, pero no se quedaron a luchar. Se hacen llamar sus amigos y hermanos, ¡pero no lo protegieron, no se quedaron con él! En cambio huyen como unos cobardes. Y ni siquiera quieren volver, a saber si tal vez esté... -ni siquiera pudo terminar la oración, pues el solo recuerdo de verlo en el suelo, bocabajo y habiendo sido atacado por ese monstruo... No podía pensar nada bueno.- ¡¿Cómo se atreven a llamarse sus amigos?! -les gritó, soltando unas lágrimas.

    En eso sintió un puñetazo de lleno en su mejilla izquierda, justo la que era cubierta de cabello azul aún húmedo. Cayó nuevamente al piso, viendo sorprendido a Hiroto, que después de ese golpe, se le abalanzó encima, agarrando con furia su ropa un poco mojada, y asentándole otro golpe en la otra mejilla.

    - ¡CÁLLATE YA! -le gritó, a punto de golpearlo otra vez.

    Kazemaru no se quedó atrás, pues lo arañó con la intención de sacarle un ojo, pero falló por muy poco. Iban a pelear más, pero Gouenji agarró a Hiroto y Tachimukai a Kazemaru.

    - ¡No me toques, escoria! -le gritó Kazemaru muy enojado, con algo de sangre corriendo se su boca.

    - ¡No hables así de nosotros! ¡Tú no sabes nada! -le gritó Hiroto con el ojo que le arañó a penas entre cerrado.- ¡No tienes derecho a pensar que te preocupas más por Endou que nosotros! ¡Somos sus amigos desde mucho antes que tú aparecieras! ¡Y yo lo amé MUCHÍSIMO antes que TÚ aparecieras! ¡No te atrevas a pensar que nos fuimos sin pensar en él! Pero Endou nos ha enseñado que hay que pensar primero en el bien mayor, y quedándonos no vamos a lograr nada. ¡Y si bien él era muy precipitado, sabía que hay que pensar antes de actuar! ¡No somos idiotas para enfrentar a esas cosas sin saber qué eran! ¡Así que piensa antes de abrir tu gran boca! -le gritaba Hiroto exasperado, llorando de frustración. Incluso Gouenji, que hacía un gran esfuerzo para no dejar que se soltara a pelear contra el Sirenoid, miraba sorprendido que su amigo se exaltara de tal manera.

    Se quedaron mirando unos segundos de la misma forma, enojados y respirando acelerados. Nadie hacía ningún ruido. Pero luego Hiroto se soltó de Gouenji molesto, y limpiándose las lágrimas se fue a otro lado. Midorikawa miraba serio a ambos, pero no pensó que fuera bueno decirle nada a Hiroto ahora mismo, ni siquiera acompañarlo.

    Kazemaru se quedó allí, y miró al piso, viendo la banda naranja que Endou dejó atrás cuando estaban en el lago. Se iba a mover también, pero sintió a Tachimukai abrazarlo, sollozando.

    - No llores por esta idiotez, Tachimukai. -le dijo Kazemaru, recogiendo la banda. Volteó a ver a Tachimukai, que negó un poco.

    - S... Sakuma-san... -dijo bajo, entrecortado.

    Kazemaru entonces pensó un poco, y miró a su alrededor; vio a todos separándose en pequeños grupos, como a Tobitaka siendo consolado por Otomura, llorando en su hombro, o Genda arrodillado con la cara baja, con Fudou a su lado, con su mano en el hombro del elfo. Los demás, Afuro, Shirou, Atsuya -quien se sujetaba adolorido un brazo-, Midorikawa y Kidou, miraban al piso sin saber qué decirle a los más afectados.

    Y fue entonces que cayó en la cuenta de que eran doce sin contar a los otros que vio al llegar.

    Endou... Sakuma, Tsunami y Toramaru. Se quedaron cuatro de ellos, los que Kazemaru había al fin afirmado que eran sus amigos, y ni siquiera notó su ausencia hasta ahora. Por un segundo se sintió la peor escoria, peor de lo que afirmó que era Hiroto antes.

    Miró a Tachimukai. El pobre pequeño lloraba desconsolado a la falta de su amor, Tsunami, y su mejor amigo, Sakuma. El pequeño estaba peor que él. ¿Qué clase de líder piensa primero en sus sentimientos que en los de su pueblo? El haber renunciado al puesto no implica dejar los principios de lado.

    Entonces abrazó a Tachimukai, cerrando los ojos, dejando caer más lágrimas, no sólo por Endou, o por Sakuma, sino por los otros que quedaron atrás, por la gente del pueblo que fue buena con él y se quedó atrás, por Afuro, que al ser líder como él, se debía sentir peor de irse dejando a todo su pueblo atrás. Sintió todo el peso de sus duras palabras contra Hiroto, y abrazó más a Tachimukai, que lloraba fuertemente en su cuello.

    Osamu se acercó a Kidou, que estaba tras una baranda de la inmensa biblioteca, rascándola con necedad, mirando a todos lados con desesperación.

    - ¿Qué tienes? -le preguntó Osamu.

    - Esto es mi culpa, Osamu. Esto fue la mayor estupidez que he cometido en esta vida -afirmó Kidou, con una buena cara de sufrimiento-. Afuro y sus amigos llegaron a mí, me enseñaron su lista de ingredientes, e incluso accedí a darles una buena parte de mi esencia. ¿Cómo pude ser tan idiota para no notar que esa fórmula estaba camuflada? Lo hubiese podido evitar, pero ahora ni siquiera conozco un antídoto para esto.

    - Espera. Alto, Kidou -lo detuvo Osamu-. Primero, no creo que nada de esto sea tu culpa, porque no lo hiciste con la intención de hacer algo malo, y dudo que ellos tampoco. Segundo, ni siquiera me has dicho qué está pasando allí. ¿Por qué están tan lastimados y asustados? -le preguntó.

    - Eh, estábamos en el festival de la cosecha, y todo iba muy bien, pero de pronto comenzaron a aparecer unas personas con los ojos blancos, y tenía una poción en la mano que le iban dando a todos, y hacía que colapsaran. Estoy casi seguro de... no, no, estoy SEGURO de que es una poción de Muerte Mental. -le informó Kidou.

    Osamu se sorprendió. Antes de decir cualquier cosa, pensó. Pues sí, de hecho la poción tenía algunos ingredientes característicos, fáciles de confundir con la poción de vida eterna. Pero no quiso herir a Kidou haciéndolo notar un error tan tonto.

    - Disculpen -interrumpió Afuro. Ambos lo miraron-. Lamento mucho si interrumpo algo importante, pero... -se detuvo un momento, pero tomando valor subió la mirada.- Osamu, necesito que hablemos.

    Osamu iba a asentir, pero cayó en cuenta del impacto que esto sugería; ¡¿No se supone que él no sabía nada de su persona, sobre todo su nombre?!

    - Ah, yo no-...

    - Está bien. Atsuya me dijo la verdad. Aprecio que quisiesen cuidar de mí, pero prefiero que aclaremos esto ahora -le dijo tranquilo. Osamu miró a Kidou, y él sólo se encogió de hombros. Sin nada que decir, asintió-. Dime... ¿Hallaste algo que nos devuelva la memoria? -le preguntó. Osamu se rascó un poco la nuca.

    - Pues... la verdad sí, y no -le dijo-. Kidou me está explicando que lo que pasó en el pueblo fue una poción de Muerte Mental, para controlar a todos. Y los nuestro también fue un hechizo, con magia negra de la más fuerte. Lo que tengo no es más que una teoría, pero para acabar con todos los maleficios de raíz, hay que acabar directamente con la fuente.

    Kidou y Afuro se miraron cuando él dijo eso, sabiendo lo que quería decir.

    - Hay que matarlo. -afirmó Kidou. Osamu asintió.

    - Mi teoría es que cuando él muera, el maleficio en tu corazón y el bloqueo en mi cabeza desaparecerán, y las personas afectadas con la poción serán libres.

    - Pero incluso así, debe tener repercusiones -interrumpió Kidou-. Si mi pienso es correcto, y es una poción de Muerte Mental, habrá que hacer un antídoto para que los afectados regresen a la normalidad, además de curar a los heridos, porque de seguro hay muchos. Pero no tenemos ingredientes para un antídoto, y ni siquiera conozco uno.

    - Podríamos buscar en algún libro de pociones de aquí. -dio la idea Osamu.

    - Faltaría sólo encontrar el lugar en el que hizo la poción, y tomar un poco de base para hacerlo, y con suerte en su guarida tenga los ingredientes necesarios. -terminó Kidou.

    Afuro los miraba a ambos hablar con toda confianza, como sabiendo quién era el culpable. Tenía una idea, pero inconscientemente se negaba a creerlo.

    - Lamento si estoy muy atrás en toda la situación pero... ¿me aclararían de quién estamos hablando? -preguntó con temor, pero a sabiendas de que debía tener las cosas muy claras.

    Kidou y Osamu lo miraron, se miraron entre si y luego se pusieron algo incómodos.

    - Afuro -comenzó Kidou, ya que notaba que Osamu no deseaba hablar de ello con él-. Él les pidió esos ingredientes sin informarles de su fin, ¿o sí? -le cuestionó Kidou. Afuro negó, sin querer mirarlo.- Lo siento, Afuro, pero tú eres inteligente, y sabes que la verdad es más importante que los sentimientos. -le dijo. Afuro asintió otra vez.

    - Padre... -susurró a penas, con la voz quebrada. Tomó aire un momento, sintiendo que se le fue todo en ese murmullo desmentido.

    Kidou miró un poco a Osamu, sabiendo que le afectaba ver a Afuro interesado emocionalmente en alguien que hizo tanto mal, sobre todo a ellos dos.

    - Terumi, si sientes que no puedes... -comenzó Osamu, pero parecía no poder decir nada con firmeza. Pero Afuro lo detuvo con una mano al aire.

    - Si bien me crió y me educó con la gracia que debe tener un rey, y me permitió ser tan bueno y libre como quisiera, sé que el mal debe ser erradicado. Él hizo daño a muchas personas, y eso no debe quedar impune -decía algo triste, pero firme. Entonces subió la mirada-. Como el próximo rey de mi pueblo, debo pensar en lo que es mejor para mi gente, y no en los falsos sentimientos que pueda guardar yo. Así que si debo de cortarle la cabeza a mi p... a ese hombre... que así sea -terminó, con la frente en alto, sufriendo un poco, pero firme al fin. Al dejar de llamarlo “Padre”, estaba dejando atrás el lazo con el rey, o al menos era esa la intención-. Entonces, ¿el plan es ir, matarlo, encontrar la poción y hacer un antídoto? -preguntó.

    --asintió Kidou-, y no -dijo, confundiéndolo un poco.

    - Ah, bueno con su Sí-Y-No. Hablen bien. -comentó Afuro, riendo un poco.

    - Jujum... -rió un poco Kidou.- Ese es el plan, pero en realidad será mucho más complicado que eso. Los afectados por la Muerte Mental pierden todo su razonamiento y aumentan su instinto, obedeciendo solamente a quien hizo la poción -explicó.

    - Lo que significa que tienen fuerza sobrehumana y cero piedad. Supongo que implica que si se ponen en nuestro camino, y por supuesto lo harán, tendremos que enfrentar con la misma falta de piedad a la gente del pueblo... la que se supone que debo cuidar. -resumió Afuro.

    - Todo va a estar bien, Afuro. Cuando todo haya terminado, vamos a curar todas sus heridas. -le prometió Kidou.

    - Bueno, entonces por ahora, no hay mucho que podamos hacer. Ustedes tienen que buscar un antídoto, y los demás sólo pueden descansar -opinó Afuro-. Debemos prepararnos. Lo mejor será acabar con esto rápido, así que pienso que deberíamos salir mañana con el sol. -Kidou y Osamu asintieron, de acuerdo con su idea.

    - Comenzaré a buscar algún libro que nos ayude. -informó Kidou, para ir en dirección a los estantes.

    Cuando Osamu iba a buscar en otro lado, sintió que era jalado de su capa. Cuando miró, Afuro había agarrado la tela, mirando al piso.

    - ... ¿Quién eres? -preguntó. Osamu lo miró un momento.- Quiero decir, Atsuya ya me informó que eres alguien importante, pero aún no sé qué tienes que ver conmigo, o por qué nos afectó la misma persona -Osamu se giró, siendo soltado por Afuro. Iba a estirar sus brazos, para abrazarlo, pero paró, inseguro de que si la misma escena de la otra vez se iba a repetir, nuevamente afectaría a Afuro por culpa de su debilidad emocional-. Está bien. Si algo malo intenta pasarme otra vez, Atsuya puede ayudarme, pero sólo debo intentar evitar los recuerdos. -le explicó Afuro.

    Osamu entonces miró celoso al ángel peli-rosado, que sólo yacía sentado sobre una baranda junto a su hermano, que sostenía y curaba su brazo herido, a sabiendas de su “método” para ayudar. Pero entonces regresó la vista preocupada hacia Afuro, que lo miraba tranquilo, con muchas preguntas reflejadas en su expresión. Suspiró por la nariz, abrazándolo al fin.

    - Eras tan sólo un niño, casi un bebé. Nos atacaron en el jardín un día. Me bloqueó parte de la memoria, pero no olvidé todo -le decía Osamu, apartándose para verlo a la cara-. No recuerdo quién eras, pero tú, Terumi, eres alguien más importante de lo que crees, incluso más que el rey de tu pueblo -le decía, haciendo al rubio sorprenderse a cada palabra-. Yo estaba encargado de ti, yo debía cuidarte y protegerte, como tu padre o hermano mayor, pero... -decía, bajando allí la mirada.- no cumplí... Ese hombre me apartó de ti, y creciste sin saber quién eras realmente... Perdóname, Terumi. -decía bajo, apretando los hombros de Afuro.

    Osamu sintió unas manos delgadas sobre las suyas, y miró a Afuro, que algo inseguro, le sonrió.

    - Vamos a resolver esto, y sabremos cuál es la gran cuestión. Pero antes -dijo, acercándose, y abrazando a Osamu, para impacto de éste-, no te disculpes. Sé que me hubieses criado muy bien, e incluso mejor que él -Osamu lo escuchó, y apretando un poco su expresión, le devolvió el abrazo muy fuerte-. Ay... ch -emitió Afuro.

    - ¡Perdón! Perdón, perdón. -se disculpó Osamu riendo un poco al soltarlo. Afuro rió también.

    - ¡Cuánta fuerza! -expresó sorprendido.

    Ambos rieron entonces.

    ...



    Unas horas después, varios de ellos ya dormían en los sillones de la inmensa biblioteca, a sabiendas de que no había mucho que pudieran hacer más que descansar para la batalla por la mañana, como les había explicado Kidou a todos. Kazemaru, extrañando un poco la suave cama que les ofreció Afuro en el castillo, dormía en uno de los sillones con Tachimukai abrazado, que tenía las mejillas hinchadas de llorar, y se durmió así, llorando, sobre el pecho de su líder. Él miraba de lejos la cabellera roja que bajaba de una larga escalera en el tercer nivel de la inmensa biblioteca. Miró como muchas otras veces a su mano, viendo lo único que le quedó de Endou, su banda naranja, olvidada en el lago.

    Hiroto terminó de bajar la escalera. Con un libro en la mano, se echó al piso, y abrió la tapa y las primeras páginas para leer, recostándose al gran estante. Sólo un par de palabras después, sintió una presencia posarse frente a él, y reconoció las botas hechas con concha de palma y pantalones de césped tejido. Miró hacia arriba, viendo a Midorikawa frente él. Entonces se agachó, mirándolo a su altura.

    - ¿Cómo estás? -le preguntó. Hiroto apretó un poco los labios, pero no pudo decir nada. El hada no dijo nada, sólo se sentó a su lado, y espero unos segundos.- Entonces... ¿tanto así lo amabas? -le preguntó bajo.

    Hiroto pensó un poco, y recordando su discusión con Kazemaru hacía ya mucho rato, bajó más la cara, sabiendo que hablaba de lo que dijo antes sobre Endou. No le gustaba mentir, no quería hacerlo nunca, y menos en ese momento, así que, sin pensarlo mucho, dijo toda la verdad, aunque eso hiriese a Midorikawa.

    - Yo estaba enamorado de él. Fue así por varios años. No es como si él me hubiese dado alguna señal, pero era tan amable y tierno conmigo... que me fue inevitable. Subconscientemente yo sabía que nada iba a darse entre nosotros, pero quería creer que él me iba a querer como yo lo quería algún día. Finalmente te conocí, y creí que al fin había hallado al amor de mi vida -le decía, con lo cual Midorikawa hizo un ligero gesto con las cejas-. Si debo decirlo, aún no he olvidado lo que siento por Endou, pero ya mi amor por él no es romántico o sexual, porque eso es lo que siento por ti, pero lo que siento hacia él es el deseo de cuidarlo y verlo feliz, el mismo que tendría con todos los chicos del orfanato, y sobre todo contigo -le dijo, sin mirarlo ni una vez.

    Midorikawa lo miraba inexpresivo.

    - Qué envidia -comenzó, mirando al frente-. Me tomará mucho tiempo llegar a ser tan importante para ti como lo fue Endou. <b>

    -<b> Lo siento. Entiendo muy bien si no me perdonas, pero quiero que sepas toda la verdad, y que si bien Endou sigue ahí, lo creas o no, tú eres ahora más importante para mí, y agradezco mucho que tú no te hayas quedado atrás... no podría soportarlo.
    -le dijo, esta vez mirándolo.

    Midorikawa regresó la mirada.

    - Te perdono -le dijo, mirándolo triste-, pero no te creo. -le dijo bajo.

    - Es justo -aceptó Hiroto, igualmente triste-. Hare lo posible por hacerte sentir que eres lo más importante para mí... “Si sobrevivimos.”

    ...



    En el pueblo, había personas de ojos blancos y expresión triste caminando de un lado a otro, al parecer sin rumbo.

    Dentro del castillo, sombrío como nunca, rodeado de fuego sin interés alguno por apagar, Kageyama, vestido y rodeado de decoración tan negra como siempre quiso y nunca pudo, yacía sentado en el trono de oro en el que alguna vez fue más admirado que temido como ahora. Chasqueó los dedos de su gran mano, y de las sombras emergieron sus cuatro nuevos favoritos, los cuales se arrodillaron delante de él.

    - Tal vez... -murmuró, y de su mano hizo brotar una niebla negra, que bajando por su pierna, bajó por la escalera, cruzó el piso y se dividió entre los cuatro, envolviéndolos. Al dispersarse, los cuatro favoritos traían ropajes negros como el hombre, despistando un poco de sus anteriores personalidades.- Bien, bien. Me gusta eso. Ahora... -dijo otra vez, y con la misma niebla y el mismo proceso, les dio espadas y armas de fuego, armándolos bien para la visita que esperaba.- Jujujum... -se rió siniestro, casi divertido.- Aquí te espero, Aphrodite~. -canturreó, reflejando en sus lentes las flamas en los candelarios a cada lado suyo.

    ...



    El brillante y fino árco de Artemisa zurcaba el mediocielo mucho después de la medianoche. La Inmensa Biblioteca era el único refugio seguro para Aphrodite y sus amigos. Tobitaka y Tachimukai eran algunos de los pocos que aprobecharon de dormir, puesto que la explicación de Kidou, Afuro y Osamu acerca de su plan para enfrentar a Kageyama al salir el sol, incluía entrenarse y prepararse, pero antes había que descansar. Pero por más que intentaban, dejar de lado la ausencia de sus amigos era difícil. Ellos dos se quedaron cerca por su aprecio mutuo a Tsunami y Toramaru, y aunque Tachimukai sentía la ausencia de su amigo Sakuma, sabía que más la sentía el elfo Genda, que aún a ojos cerrado, no consiliaba el sueño ni un poco. Estaba angustiado.

    Por otra parte Fudou descansaba a sabiendas de que ni pidiéndole de rodillas que descanse, Kidou insistiría en seguir planeando y preparando a todos. Otomura permanecía cerca de ellos con la esperanza de ayudar en algo. Hiroto dormía en el suelo. Le tomó menos trabajo de lo que creyó, pues estaba agotado por escapar del desastre, pelear con Kazemaru, leer un libro de 126 páginas sobre especies de cienpiés y ojear varios más para distraerse, y cayó rendido, pero se echó al piso sin poder quitar a Endou de su cabeza, y se durmió con la angustia. Cerca de él, convertido en hada, Midorikawa se durmió en el cabezal del diván, en el cual dormían Shirou, y Atsuya sobre él, abrazados. Kazemaru estaba cerca. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Endou en el suelo lo hacía abrirlos de golpe. Sus ojos estaban hinchados de ojeras, las aleta de sus oidos caidas de cansancio, y el estres tenía sus escamas resecas.

    Gouenji, por su parte, se sentó a pensar sobre una baranda. Estaba un poco triste por la angustia de sus amigos, y la ausencia de los otros, eso lo molestó al principio, pero a esa altura pensaba más en Afuro. El rubio príncipe se le había acercado antes con la intención de informarle que gracias a la asistencia de Atsuya, comprendió un poco lo que le sucedía por esos repentinos sentimientos tan apasionados por el malicioso ángel, y resultaba ser la superficie de la benda que le puso a la herida en su corazón, que era el maleficio de Kageyama. Sólo era un efecto secundario. Gouenji estaba sorprendido de que lo supiese y seguiese de pie. Pero fue cuando Afuro lo confrontó por lo más importante; le mintió, y lo hizo ilucionarse en vano. El caballero se excusó con la intención de ocultarle esa verdad que a aquella altura le hubiese estrujado el corazón, y repetir el mismo proceso que en el monte Hikaruhoshi para sanarlo no era una opción.

    Gouenji se quedó ahí, cuestionando si su sentido de la moral estaba realmente afinado, pues aún se sentía culpable por mentir, incluso siendo lo correcto. Pensaba además en su hermanita y su padre, creyendo que si su madre, que en paz descanse, viera ese desastre, estaría igual de angustiada que él al pensar en su hijita y su esposo convertidos en sirvientes superhumanos.

    Se preguntaba, como varios ahí... "¿Qué haría Endou?"

    ...



    Luego de planear la llegada por la entrada del pueblo, puesto que sabían que Kageyama los estaba esperando, Kidou, Osamu y Afuro se dedicaron a despertar a todos con la intención de repetir la estrategia y comenzar a prepararse, prepararlos a todos, y entrenar en armas y combate básico a los que no supieran del todo.

    - Nos trasnportaré a todos a la entrada del pueblo al asomarse el primer rayo del sol. Kageyama está esperando por seguro a que vayamos por nuestros amigos -explica a Kidou a todos los demás sentados en al piso. Entonces sonrió de una forma pícara-. No hay que hacernos de desear.

    Osamu y Otomura les ayudaba a todos a colocarse unas armaduras nuevas y relucientes. Algunos que nunca habían usado tal equipamiento estaban un poco incómodos, incluso negándose a usarla, y otros que sí, como Gouenji y Hiroto, ni siquiera requerían de la asistencia de los magos para ponersela.

    - Hice estas armaduras a base de unas muy viejas y oxidadas que estaban aquí, y las alimenté con mi esencia. -les esplicó. Fudou lo miraba serio.

    - Kidou-san... ¿Estarás bien? -le preguntó Hiroto preocupado.

    - Ya habrá tiempo para recuperar fuerzas después de la batalla, pero por ahora aún tengo fuerza suficiente para luchar. Estaré bien. -le dijo Kidou sonriendo tranquilo. Fudou, quitando su vista hacia otro lado, seguía serio.

    - Amigos, escúchenme -los llamó Afuro al lado de Kidou-. Hoy al salir el sol, comenzará una batalla por la libertad de nuestro pueblo. Ya ni siquiera tengo la certidumbre de llamarlo Hikari no Yami, pues tal vez ese no es su nombre, pero vamos a luchar por muchas cosas de allí; por la historia perdida de un gran lugar, por las personas que han vivido todos estos años en una sucia mentira y hoy están en peligro, por nuestros amigos afectados, y por derrotar al mal que se viste con oro y joyas -hablaba Afuro con seriedad, viendo la tención en la cara de sus compañeros. Luego relajó el ceño-. Yo no puedo asegurarles que tendremos la victoria sin haber heridos o algo peor, pero sí tengo la certeza de que mis amigos lucharán dejando todo en el campo de batalla. Denlo todo, y con toda seguridad llegaremos más lejos que nadie. -finalizó, sonriendo. No era como un discurso motivacional que daría Endou, pero sí animó a todos a afirmarse a sí mismos para luchar.

    Kazemaru por un lado miraba aún la banda de Endou en sus manos, sintiéndose incómodo con la armadura más por no creer que era digno de llevarla que por la presión que hacía en sus rodillas. Miró la banda por un momento, y cerrando los ojos se decidió; la acercó a su cabeza y se la puso como se la ponía Endou, recogiéndose el cabello de la cara hacia los lados.

    Hiroto vio eso de reojo, frunciendo ligeramente el ceño al creer que Kazemaru nunca sería como Endou.

    Kidou miró su reloj de bolsillo.

    - Casi es hora -avisó-. ¿Alguna duda? ¿Inquietudes? -Todos estuvieron callados un momento, y entonces Genda levantó la mano.-¿Sí, Genda?

    - Si alguno de nosotros muere, ¿qué tan grande será la estatua que costruyan en su honor? -preguntó curioso. Shirou y Atsuya estuvieron muy de acuerdo con esa pregunta.

    Kidou lo miró un momento, y al igual que Afuro, rió un poco por la ocurrencia.

    - ¿Más alta que los árboles del bosque te parece bien? -le propuso Kidou. Genda asintió con el pulgar en alto, sonriendo.

    Así, todos comenzaron a amontonarse para que Kidou los transportase. Pero cuando él iba a moverse, alguien lo detuvo agarrando su hombro.

    - No te sobreexcedas, cuatro-ojos -le dijo Fudou-. Esto no será fácil, y después de ganar aún habrá cosas qué hacer. Ten más cuidado. -le advirtió, soltando su hombro y adelantándose.

    Pero Kidou lo detuvo tomando su mano. Fudou regresó la mirada, sintiendo la mano del otro en su mejilla. Kidou se le acercó, y lo besó suavemente. Kazemaru miró eso de reojo, un poco celoso. Al separarse, Kidou le sonrió.

    - Para la buena suerte. -se excusó. Fudou lo miró un poco.

    De la misma forma, tomó la cara de Kidou con ambas manos, y le regresó el beso.

    - "Crees que este podría ser el último beso, y no quieres decirme, ¿eh?" -pensaba el de cresta, disfrutando ese pequeño momento, pues era una posibilidad.

    ...



    Fin del capítulo 27.

    Este capítulo fue cortico, pero no hay mucho qué meter previo a la batalla.

     
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    *Cap 28*
    ... Amanecer Y Destrucción;
    La Batalla Por La Libertad ...




    ...




    Kidou Yuuto se enorgullesía de sí mismo por varias razones, una de ellas era su especialidad; la puntualidad. Los primero rayos del sol asomándose sobre las montañas al horizonte comenzaron a tocar las nubes, reflejando en ellas su luz y haciéndolas parecer que brillaban de hermosos pasteles rosas y amarillos. En ese preciso instante, los catorce chicos aparecieron por arte de magia entre el bosque fuera del atormentado pequeño reino.

    - Bien, amigos -llamó Kidou la atención de todos-. Repito nuevamente; Lo más seguro es que Kageyama nos está esperando. Vamos a separarnos para tener más oportunidades. No importa quién, no importa cómo, pero alguien tiene que acercarse lo suficiente y acabar con él. No deben parar. No deben dudar. Ese hombre nos pondrá todo en contra, así que hay que estar muy alerta -les informó-. Y especialmente... -comenzó de forma muy seria-. No permitan que nadie se les acerque demasiado; deben tener aún mucha posión, y no dudarán en usarla con nosotros o matarnos. Mantener la distancia es lo más inteligente.

    Así, él y Afuro se dedicaron a separarlos por parejas o grupos, pero no era recomendable ir solo, indicándoles además las rutas que podrían tomar para acercarse al castillo.

    Por otro lado, Kazemaru se sentía un poco aflijido, y esta vez no era del todo por Endou. Miraba de reojo al caballero pelirrojo, el Héroe de las Estrellas, que asintió firme a ir junto a Gouenji por la ruta indicada. Estaba planeando lo que le quería decir, y con el pensamiento de que no era seguro que alguno de los dos sobreviviera, se decidió a no perder más tiempo y acercarse.

    Hiroto sintió una mano tocarle el hombro, y al voltear, el Sirenoid peliazul miraba al suelo.

    - Me quiero disculpar -comenzó Kazemaru. Hiroto tan sólo lo escuchaba-. Dije cosas muy crueles sobre ti y Gouenji, y no tomé en cuenta que ustedes aman y se preocupan por Endou también. Estaba asustado y molesto, y no pensé lo que dije. De verdad lo lamento.

    Hiroto se le quedó mirando un momento. Gouenji a su lado miraba al peliazul, pensando que se había suavisado al estar con su alegre amigo Endou por tantos días. Entonces Hiroto se giró para quedar frente a frente con el Sirenoid, que lo miró también.

    - Endou-kun siempre decía que hay que perdonar a las personas si muestran sentimientos honestos; no importaba si alguien lo heria o lo traicionaba, él perdonaba y olvidaba cuando veía sentimientos honestos en las personas -le contó Hiroto. De pronto Kazemaru vio que levantó su mano, y al verlo a la cara, él sonrió-. Yo quiero seguir su ejemplo.

    Kazemaru lo vio, y se sintió horrible consigo mismo al ver que Hiroto le hacía justicia a las creencias de Endou mucho más que él. Ese muchacho entendía y conocía a Endou mucho más que él, justo como lo había afirmado antes. Pero dejando de lado su apresión mental, correspondió la amable sonrisa del pelirrojo, y estrechó su mano en un gesto de tregua.


    ...




    El sol de la temprana mañana dejaba ver a penas dos sombras que se movían entre los árboles; a penas, porque eran tan rápidas y difusas que aún sin oscuridad ni follaje sería posible seguirles el paso.

    Genda y Fudou pasaban cada rama con presición, saltando entre una y otra velozmente. Fudou miraba a su derecha, donde, oculto entre las sombras, buscaba una apertura entre los afectados por la Muerte Mental que custodiaban los límites entre el pueblo y el bosque.

    - "Si lo que piensa Kidou-kun es cierto, Kageyama habrá ordenado a estos tontos a vigilar en caso de algún intruso que intente acercarse" -pensaba el explorador, no pudiendo encontrar ni una sola grieta entre los aparentemente lentos aldeanos, que él sabía bien que si daban un paso en falso y se dejaban ver, sería el fin.

    En ese momento, el silencio se hizo enzordesedor, cuando un disparo se oyó de la nada. No pudieron reaccionar a tiempo, y menos Fudou, quien recibió ese disparo en su pierna justo en la bota, donde no tenía armadura, mientras saltaba de una rama a otra.

    Genda reaccionó, al ver al otro caer en medio del salto, y rebotando en la rama siguiente, regresó atrás de un fuerte impulso, atrapando a Fudou en el aire. Al caer al suelo, lo puso con cuidado al pie de un árbol, pero antes de revisarlo, oyó pasos, y en un parpadeo tomó su arco y una flecha, apuntando en esa dirección. La persona se acercaba a pasos lentos y firmes, con botas de tacón que resonaban ruidosamente como la madera golpeando aunque estuviesen sobre suelo. Genda vio acercarse al enemigo, sorprendiéndose al verlo más de cerca fuera de la oscuridad; ¡No podía creerlo! ¡El pirata de cabello rosado!

    No... Ahora que lo miraba mejor, sus ojon eran blancos y tristes, como los del resto, dándole a entender que él era decididamente el rival. Eso lo confirmó al ver la pistola en su mano derecha, soltando un ligero olor a pólvora.

    Vio de reojo a Fudou tocándose la pierna izquierda con dolor, y percibía el olor a sangre fresca.

    - "Fudou... Amo." -pensaba Genda, preocupado, no por el bienestar del de cresta, sino más bien por el propio orgullo del mismo; no podía huir con esa pierna así, y era necio, no le pediría ayuda aunque quisiera.- Tsunami -llamó al pirata-. Somos nosotros, Fudou y Genda. Estuvimos viajando todos juntos con nuestros amigos hasta llegar a este lugar. No eres malvado, ni quieres ceder al contról de ese brujo maligno. Resiste -intentaba decirle Genda, pero el pelirrosa paró, levantando al pistola y apuntando hacia él-. Maldición. -murmuró, escapando velozmente, tras los disparos de Tsunami.

    Entre sus movimientos y saltos, logró apuntar sin esfuerzo hacia el pirata, disparándole una flecha con pesar. Pero para su sorpresa, era ágil, y la esquivó sin darse el lujo de cambiar su expresión triste.

    - ¡¿Cómo-...?! -casi se cuestionó el elfo, pero siguió moviéndose.

    Un disparo le rozó un brazo, chocando con el metal de su armadura y distrayéndolo, y esa pequeña distracción fue suficiente para que el pirata pudiese acertar un disparo en el músculo de su brazo izquierdo, sobre la cota de malla, haciéndolo caer al suelo. Tomó su arco antes de que se acercara Tsunami, pero le comenzó a doler cuando estiró el brazo. Oyó al pirata acercarse, y lo miró de reojo con rabia y frustración, pues por un segundo sintió que retrasaba lo inevitable, y que un mugre humano, bueno o malo, tenía más habilidad que él. Tsunami levantó su arma una vez más, apuntando directamente a la cabeza de Genda.

    - ¡Aléjate, cabeza-hueca! -gritó alguien, al mismo tiempo que una enorme piedra golpeaba a Tsunami en la cabeza, siendo derribado.

    Genda vio a Fudou apoyado en un árbol; sin esperar un segundo, corrió hacia él. Tsunami se levantó, pero sin darle oportunidad, Genda acertó al fin sus tiros, clavando una en su antebrazo derecho y su muslo izquierdo, ambos al árbol más cercano para retenerlo. Así sin preguntar, tomó a Fudou y escapó.

    Tsunami duró unos segundos quieto. Y luego, sin sentir ningún dolor o hacer ninguna expresión más que la tristeza, se movió hacia adelante, deslizando las flechas por su carne, hasta que se safó ambas, quedando clavadas en el árbol cubiertas de sangre pesada y oscura. Tomó la pistola que se le cayó, y miró en dirección a sus víctimas escabullidas.


    ...




    Los nobles caballeros nunca dan marcha atrás. Es una frase muy cierta, pero, en caso hipotético de estar siendo acorralado por algo peligroso sin muchas posibilidades, ¿qué más se hace?

    Gouenji y Hiroto daban cortos pasos en retroceso, sin hacer ningún movimiento brusco, para no causar una reacción en la enorme amenaza que los acorralaba, que con un sólo paso de sus grandes zarpas alcanzaba cuatro que habían dado los caballeros en reversa. Incluso parecía más grande, pensaban ambos, pues recordaban a Toramaru convertido en tigre, con el tamaño de un tigre regular, y ese parecía medir el doble.

    Sus gruñidos y pelaje hergido amenazantes no convinaban en absoluto con la expresión triste de ojos blancos en su cara de animal.

    Gouenji miraba repetidas veces a Hiroto de reojo, pues lo veía tragar saliva, y sabía que le picaba la boca por hablarle al tigre e intentar sacar su lado humano, alguno que no estuviese poseído, pero bien sabía el Guerrero de las Flamas que el híbrido estaba muy lejos de escucharlos. Por ello miraba a Hiroto y rogaba que no dijese nada, pues ello podría disparar la amenaza.

    - T... Toramaru-kun -llamó Hiroto con mucho cuidado. Gouenji cerró los ojos con decepción-. Somos tus amigos... Eres un buen chico, realmente no serías capaz de hacernos daño, ¿cierto? -le preguntó.

    - "Hiroto..." -pensaba Gouenji rogando mentalmente que se callase.

    Y tal como esperaba Gouenji, el tigre se impulsó de un salto hacia ellos con sus zarpas bien abiertas, con la intención de atacar y matar. Ambos reaccionaron y lo esquibaron, saltando en direcciones opuestas. El tigre clavó sus zarpas en el árbol más cercano, despedazándolo.

    Hiroto volteó de inmediato, viendo que Toramaru lo volteó a ver de inmediato, y al mismo tiempo fue hacia él.

    - ¡Te dije que te callaras! -le gritó Gouenji.

    - ¡¿Cuándo me dijiste eso?! -le preguntó Hiroto esquivando al tigre nuevamente.

    - ¡Te lo dije con el pensamiento!

    - ¡¿Qué?! ¡¿Y cómo diablos pretendes que lea tus pensamientos?! -discutían ambos, mientras el pelirrojo esquivaba el peligro ágilmente.

    Pero no fue suficiente, pues una zarpa del tigre rozó su brazo izquierdo, hiriéndolo profundamente.

    Al momento que Hiroto gimió de dolor, Gouenji atacó a Toramaru, hiriéndolo a él con su espada. El tigre gruñó de dolor, y con rabia regresó hacia Gouenji para acabarlo.

    Pero fue una sorpresa al sentir un impacto contra su cuerpo como dos proyectiles del tamaño de una persona cada uno, que lo derribaron lejos por la fuerza ejercida. Aquellos proyectiles cayeron sobre la tierra apoyándose sobre sus manos y rodillas. Ambos, con sus ojos amarillos de ira demoníaca, miraron a Toramaru con ambos caballeros tras ellos, en son de defenderlos.

    - Hiroto-kun, ¿estás bien? -le preguntó Shirou, pues bien entendía que no estaba del todo bien, pero quería más específicamente saber si aún podía continuar.

    - Uhg... Sigo de pie. -refunfuñó Hiroto agarrándose el brazo herido, pues no lo sacarían de combate aunque quisiera, y por supuesto que no quería.

    - Tú cúralo, hermano, yo me encargo -le dijo Atsuya a Shirou, con su furiosa mirada fijamente conectada con la de Toramaru-. Tiene una gran similitud con los Osos. -comentó para sí mismo.

    Y así comenzó, lanzándose de un impulso hacia el tigre, mientras el otro gemelo iba en dirección a Hiroto.

    - Lo siento, no puedo curarte del todo, pero puedo limpiar tu herida y cerrarla un poco. -Le explicó Shirou, con sus manos brillantes de luz blanca cubriendo la herida de Hiroto.

    El pelirrojo movio su brazo; aún le dolía, pero ya no le estorbaba la herida. Miró a Atsuya, que golpeaba, arañaba y atacaba con magia poderosa al tigre, pero aquel tigre, no quedándose atrás, se defendía con sus zarpas, no dejando al ángel acertar sus ataques.

    Shirou miró de reojo a Gouenji a su espalda, viendo que veía sorprendido la mismo escena, con una especie de frustración notable, entendiendo que él quería luchar también, pero bien sabía que era inútil.

    En eso, con el alboroto que ya se había armado, un par de aldeanos de ojos blancos tristes llegaron a la escena, yendo a atacar de inmediato a los caballeros y al ángel.

    - Atsuya y yo nos encargamos de Toramaru-kun, ustedes detengan a las personas. -les dijo Shirou, más como una orden, pues no esperó respuesta alguna.

    Cabe decir que sus ojos amarillos de ira no cambiaron en ningún momento.


    ...




    Después de haber evolucionado como Sirenoid, la agilidad y fuerza de Tachimukai habían aumentado considerablemente, y eso no era todo el poder que demostraba en ese momento, agarrando y arrojando a los aldeanos que les llegaban por montones como un ejército, y los arrojaba y torcía de las extremidades con la intención de evitar ser agredidos por ellos haciéndoles el mínimo de daños.

    Él, Otomura, Osamu y Tobitaka luchaban por mantenerse con vida sin herir demasiado a los aldeanos, puesto que si llegaban a descubrir la cura para la Muerte Mental como estaba previsto, tendrían a un montón de heridos que probablemente no sobrevivirían. Con ello en mente, se defendían usando lo más mínimo de sus fuerzas.

    Tachimukai luchaba pensando en Tsunami, pensando en que él había de estar en las mismas condiciones que esas personas, pensando en que había de estar asustado por dentro, y tal vez atormentado, tal vez atacando a alguien en algún momento contra su propia voluntad. Debía de sentir mayor tristesa que la que reflejaban esos muertos en sus caras de ojos blancos, siendo obligados a herir a seres queridos sin querer. Pensó de pronto si Tsunami podría ser capaz de atacarlos a ellos; intentar matar a Tobitaka, o a Otomura, o incluso a él mismo. No pudo imaginar cómo sería eso, pues sólo podía recordar al Tsunami que él conocía, el Tsunami feliz y apasionado que lo abrazaba a cada momento, y miraba al futuro como algo en la palma de su mano, algo acanzable y simple, nada lejano y difuso como otros lo ven. Aquel futuro juntos que ya habían visualizado.

    - ¿Vivir juntos? -le preguntó aquel día sentados en el agua del lago al este del pueblo.

    - ¡Sí! ¿No te parece bien? -le preguntó Tsunami mirándolo fijo con sus grandes y curiosos ojos negros.

    Tachimukai lo pensó un poco, pues era una pregunta difícil.

    - ¿Lo imaginas? -le preguntó Tsunami otra vez-. Levantarnos cada mañana, y que lo primero que veamos sea nuestros rostros el uno frente al otro.

    - ¿Imaginar? -preguntó el Sirenoid, pues no usaba mucho eso, ni la palabra, ni la acción.

    - -afirmó Tsunami, atrayendo el rostro de Tachimukai hacia él con su mano empapada-. Podría vivir el resto de mi vida al límite, luchando cada batalla como si fuera la última, y sobreviviría con la simple excusa de volver a saludarte y ver esos mares en tus ojos nuevamente. -le dijo un poco sonrojado, con una mirada entre felicidad, y anhelo.

    Tachimukai estaba completamente ruborizado, no sólo por la cercanía, sino porque logró imaginar todo aquello que dijo Tsunami en un segundo; vivir juntos, verse de frente cada mañana, luchar juntos, y sobrevivir siempre con la intención de seguir juntos.

    Tachimukai sonrió, mirando feliz a Tsunami.

    - -afirmó, con la misma mirada de felicidad y anhelo que él-. Ya lo imagino.


    Uno de esos muertos cayó al piso con fuerza, y otro más le cayó encima.

    - "Tsunami-san -pensaba Tachimukai, sujetando de los brazos en la espalda a una mujer muerta-, prometiste que viviríamos juntos, y que sobrevivirías para verme a los ojos una vez más -decía en su mente, terminando de lanzar a esos tres juntos, que siempre al momento regresaban sin mayores daños-, porque recuerda -vio en su mente la mirada feliz de Tsunami-; Yo también quiero sobrevivir para verte a los ojos otra vez. Así que ¡aguanta, por favor!"

    Siguió luchando contra todos los que aparecían, hasta que pudo sentir un peligro inminente acercándose. Sintió que todo se movía lento, en comparación a la zarpa que estaba por alcanzar su espalda, y que apenas vio de reojo.

    No la esquivó; con suerte pudo repelerla con la suya misma, viendo que tenían la misma zarpa.

    Entonces quedó en blanco, al ver aquel cabello gris platinado y el parche creado por el mago de mil años. La mirada triste de ojos blancos era lo único que despistó a Tachimukai de creer que ese era su amigo Sakuma, pues tal y como los otros, si no se defendía, lo mataría.

    - Sa... Sakuma-san... -habló Tachimukai, entre serio y asustado.

    Vio a Sakuma ponerse derecho, con el rostro en su dirección, y una expresión de tristeza y sufrimiento que nunca en su vida le había visto. Por un segundo sintió pena, viendo a su amigo con esa triste mirada, pero eso cambió cuando aquel amigo se impulsó a atacarlo con sus zarpas nuevamente. Tachimukai lo esquivó a penas, pues gracias a la reciente evolución de Sakuma, su experiencia en batalla, y la Muerte Mental, era más fuerte y rápido que él. Sakuma siguió atacando con sus zarpas, y Tachimukai, distraido con las mismas, no pudo reaccionar a una patada inversa del pie derecho descalzo de Sakuma. Estaba sorprendido, pues los tres Sirenoids eran torpes para usar sus recientemente obtenidas piernas. El de cabello platinado mantenía una postura firme, sin aberturas, y con sus zarpas siempre preparadas. Aprendió a pelear como los humanos en muy poco tiempo. Cuando se impulsó hacia él otra vez, Tachimukai detuvo a penas sus zarpas, siendo arrastrado por la fuerza ejercida por Sakuma.

    - ¡Sakuma-san! Resiste al maleficio de ese hombre. ¡Somos amigos, y aunque a veces luchamos para entrenar o discutimos, nunca me harías daño intensionalmente! ¡Ni yo a ti! ¡Lucha contra sus ordenes, Sakuma-san! -le gritaba Tachimukai, siendo arrastrado por la fuerza de Sakuma- ¡Sakuma-san!

    De pronto una fuerte patada en su costado hizo a Sakuma perder el equilibrio y la fuerza ejercida sobre Tachimukai, siendo lanzado muy lejos.

    - Ya deja de insistir, Tachimukai. No va a escuchar. Lo mejor que podemos hacer es avanzar para llegar hasta el castillo, o retenerlos para que lleguen los demás. -le reprendió Tobitaka.

    En eso Sakuma se levantó del suelo, lentamente. Preparó sus zarpas, pero al no poder levantar el brazo derecho, se miró, viendo su codo extrañamente posicionado.

    - ¡AH! ¡Le rompiste el brazo! -le gritó Tachimukai a Tobitaka, molesto, apuntando con su garra temblorosa hacia su amigo.

    - ¡N-No! ¡No es eso! -se defendió Tobitaka- Creo que... le disloqué el hombro. "¿De verdad pateo tan fuerte?" -se preguntó en su mente.

    - Eso no importa. ¿Y si vuelve a la normalidad y su brazo se queda así? Tienes qu-... ¡Ah! -emitió, pues otros aldeanos les saltaron encima.

    Sakuma miraba su brazo retorcido, quieto. Levantó la cara, hirguiendo las aletas de sus oidos y temblando un poco. Miraba con su cara triste, tal vez algo molesta, a Tobitaka, dispuesto a vengar su brazo.

    Así saltó hacia ellos aún más veloz que antes.


    ...




    Ocultos en las sombras, en un callejón entre dos casas, el líder de los Sirenoids y el revelde de las hadas bonsai observaban en silencio a los aldeanos afectados vigilantes, además de unos tres en el suelo que parecían no moverse. Habían llegado hasta el pueblo moviéndose sigilosamente, con sus habilidades de cacería y supervivencia aprendias en su crecimiento, no dejándose ser detectados por nadie. Kazemaru mantenía el oído bien agudo, muy pendiente de nos ser sorprendidos. Sus pupilas estaba afiladas para disminuir la luz de la mañana entrando a sus ojos, y al reducir la vista, aumentaba su capacidad auditiva. En compensación a esto, Midorikawa convertido en hada, miraba desde lo más alto. Con su buena vista, y camuflado en su tamaño menor a un dedo y su luz difusa con la luz del sol, evitaba ser visto mientras vigilaba.

    Así voló hasta el suelo nuevamente. kazemaru escuchó su aleteo, y la pequeña luz verde tomó su forma humana muy discretamente. Le hizo a Kazemaru una seña para ir en dirección a la derecha hacia otro escondite, y él asintió. En eso un ligero sonido, como una pisada sobre tierra, hizo reaccionar a Kazemaru.

    - ¡Cuidado atrás! -avisó.

    Ambos se quitaron de las paredes donde estaban ocultos, pero fue Midorikawa quien casi recibe un corte horizontal de una espada desde atrás. No fue herido al convertirse en hada justo a tiempo, pero quedó una enorme grieta en la pared por el arma.

    El grito de Kazemaru llamó la atención de los aldeanos que no los habían notado, y fueron allá de inmediato. Kazemaru arregló su vista para ver mejor, y no pudo menos que impactarse al ver a Endou con aquella mirada triste de ojos blancos, empuñando la afilada espada. Era extraño no verlo sin su banda naranja, aquella misma que Kazemaru llevaba sujetando su cabello para ver mejor.

    - E... En... -no pudo terminar de hablar, puesto que dos aldeanos le saltaron encima.

    Reaccionó de inmediato al caer, ampujándolos en el aire para arrojarlos hacia atrás. Volvió a levantarse para quitar de su camino a más de allos, pero veía sin poder creerlo aún a Endou empuñando el arma, buscando al hada.

    Midorikawa vio a Kazemaru ser acorralado por la gente, pero Endou sólo lo miraba a él, buscando la manera de alcanzarlo.

    - "De verdad no piensan" -pensó viendo que estaba a la altura de un árbol justo a su lado, al que Endou podía subir y llegar a él.

    Buscó con la vista una abertura entre la gente, y al ver un hueco entre ellos, se lanzó en picada. Se convirtió en su forma humana al llegar al suelo, poniéndo sus manos sobre el mismo. Las raices comenzaron a brotar del suelo, y todas estas atraparon a la gente, evitando su movilidad y agreción. Midorikawa se levantó, y fue hacia Kazemaru.

    - Vamos, rápido. -le indicó, mirando serio y asustado hacia atrás.

    Kazemaru asintió, pero regresó la vista hacia Endou preocupado por él. Al hacerlo, vio como el caballero afectado por la Muerte Mental se liberaba de las raices con su espada, y volvía a atacarlos.


    ...




    A sabiendas de que el malvado mago estaba esperándolos, al menos contando con no ser atrapados por los aldeanos afectados, Kidou corría junto a Afuro directa y abruptamente hacia el castillo, esquivando y repeliendo los ataques. Afuro mantenía una mano sobre la funda de su espada, pues aunque no quisiera hacerle el más mínino rasguño a su gente, tenía miedo;estaba aterrado, y no quería tener que usarla, pero si debía enfrentar algo más, estaría listo. Kidou utilizaba su magia para repeler los ataques de la gente, con Afuro tras él, muy cerca, para protegerse él, y proteger al príncipe.

    Pero estaba sudando y respirando mal por el cansancio; no había dormido nada, usó gran parte de su concentración buscando una cura para la Muerte Mental, y gran parte de su mágia para crear y encantar las armaduras, la misma que le pesaba tanto ahora mismo y que le dificultaba correr. Además de estar usando su mágia para poder moverse adelante sin ser heridos. Los googles le ayudaban a mejorar su vista y su precisión, pero el cansancio ya no lo dejaba ver tan bien.

    Fudou tenía razón; debería de haber reservado algo, puesto que el final no sería el final del todo, porque luego tendrían mucho más qué hacer.


    ...




    Gouenji era necio; él sabía bien que no tenía oportunidad contra la bestia sin herirlo de gravedad, pues tampoco podían dañar o matar a sus amigos. Pero aún así no era capaz de resignarse a quedarse quieto mientras Shirou y Atsuya luchaban contra él. Sólo podía retener a la gente para que no les estorbasen a ellos, pero al ver a Shirou ser lanzado lejor por un zarpaso del tigre, y chocado tan fuerte contra un árbol para hacerlo escupir sangre, no pudo menos que moverse sin pensar, corriendo estúpidamente en dirección a la amenaza más grande.

    - ¡Gouenji-kun, no! -gritó Hiroto al verlo, pero ya se había ido.

    Qué terrible error cometió Gouenji al correr hacia el tigre sin pensarlo. No evaluó la situación como lo hacía normalmente, y fue precisamente por ello que no midió la distancia o la trayectoria correcta para atacar. No fue del todo malo, puesto que ese arrebato hizo que llegase a Toramaru desprevenido, y logró hacerle una profunda herida en un costado, lo que vendría siendo su cadera. El tigre sintió dolor, y le rugió fuertemente a Gouenji en la cara. Eso hizo que recapacitara, y sintió un gran temor al tener en cuenta que el tigre se lo podía comer cuando le diera la gana, pues su ocico era la mitad del cuerpo del caballero.

    Ya fue muy tarde para arrepentirse.

    Shirou regresaba caminando, sujetándose el pecho, pues el golpe le había agitado los pulmones. Fue entonces que vio a Gouenji salir disparado, chocando sobre el suelo como piedritas sobre el agua, y parando a varios metro atrás de él. El ángel miraba serio con los ojos muy abiertos al caballero en el suelo, que se hacía bajo sí mismo un charco de sangre. Algo tembloroso, caminó a pasos cortos hacia Gouenji. Oía al fondo las peleas entre Hiroto y los seis aldeanos que enfrentaba solo, y su hermano enfrentando a Toramaru solo, pero sólo veía a Gouenji con el brazo y parte de su torso hecho pedazos, botando mucha sangre en nada de tiempo. En sus ojos no reflejaba nada de brillo, y los vio moverse a penas, en su dirección.

    - Sh... ro... -dijo Gouenji a penas.

    Al ver que seguía con vida, Shirou se arrodilló de inmediato a su lado, manchando de sangre las cubiertas de la armadura sobre sus rodillas.

    Puso sus manos sobre Gouenji, e hizo un esfuerzo como nunca antes había hecho para efectuar su curación más rápido. Su cuerpo entero brilló de luz blanca, de la cual casi toda se transfirió a Gouenji. Las heridas enormes en su cuerpo se unieron, y se cerraron casi por completo. El caballero temblaba un poco por el intenso dolor, y sus ojos aún no tenían brillo, pero podía ver a Shirou algo difuso, dándose la vuelta y dejándolo ahí.

    - "Shirou..." -pensó a penas, pues ni eso era capaz de hacer en ese momento.

    El dolor en todo su cuerpo era insoportable.

    - Toramaru-kun -le habló Shirou. Sus alas negras se hicieron rápidamente presentes, más rápido y más herizadas de la normal. De la nada unas largas garras ejercieron de sus uñas cortas, y las puntas de sus dedos se tornaron negros. Sus ojos amarillos de ira eran ligeramente más naranjas, y sus pupilas se afilaron tal cual las de los Sirenoids, al igual que unos amenazadores colmillos-, lo siento, pero... -hablaba con una voz doble y rustica, bastante aterradora.- nunca voy a ¡perdonarte POR ESTO! -gritó, tan estridentemente, que tanto el tigre, como Atsuya, todos los aldeanos y Hiroto voltearon a ver. Casi causó que el piso temblara.- ¡TÚ TE VAS CONMIGO AL INFIERNO!

    Atsuya miraba preocupado a Shirou, entendiendo lo que hizo, y porqué estaba así, pero eso suponía un riezgo indescriptible.

    Hiroto no sabía si era su imaginación, pero comenzó a sentir frío.


    ...




    La última vez que pudo ayudar a todos, el uso de su onda ezpansiva fue la solución, y esta vez podría ser lo mismo. Otomura usó aquel mismo movimiento defensivo que los salvó a él y sus amigos al darles la ventaja en la batalla contra Oumihara en el barco de Tsunami.

    - ¡Vis Egredietur! -pronunció en Latín, efectuando el hechizo.

    Aquella vez la onda derribó a todos los que él no consideraba amigos, pero esta vez no sólo derribó a los aldeanos afectados; más bien los golpeó en todo el cuerpo y los mandó lejos del impacto.

    Él y Osamu, que estaban más cerca, se quedaron viendo eso un momento.

    - Te dije que tenías gran potencial. Bien hecho -le repitió Osamu lo que le había dicho cuando aceptó ser su tutor-. Te haz vuelto más fuerte en la emisión.

    Otomura lo escuchó, y sonrió. la práctica sí le servía, y más porque lo que había logrado practicar era casi literalmente nada.

    Así aprobecharon eso y siguieron corriendo en dirección al castillo. Osamu miraba serio hacia el escondite del malvado mago, y su aura se obscurecía cuando pensaba en él. Había recordado su rostro, y sabía exactamente cómo era. Lo tenía completamente enfocado.

    En eso Otomura comenzó a escuchar algo.

    - Osamu-san -lo llamó, pero el mago no se detuvo-. ¡Osamu-san! -lo llamó más fuerte, pero fue entonces que, de los árboles, tres niños saltaron sobre él-. ¡OSAMU-SAN! -gritó Otomura. Hizo una vez más su movimiento de Fuerza Desencadenada, mandando a esos niños incluso más lejos que a la gente de antes. Corrió hacia Osamu, pues estaba tirado en suelo sin moverse-. Osamu-san... Maestro, oiga... -lo llamaba con la voz algo temblorosa, agitando su cuerpo para que se moviese. Pero no se movía. No lo entendía, no veía ninguna herida, no había de haber muerto tan rápido o tan fácilmente.

    - Tch, tch, tch... Pobre chico, preocupado por su mentor -hablaba para sí mismo Kageyama, viendo aquella escena en su bola de cristal de niebla negra. De golpe levantó su penetrante mirada, de la cual hasta un ciego podría sentir el peso de su intensidad, sonriendo con su retorcida mueca divertida-. ¿Quieres saber qué le pasó? -preguntó, chasqueando los dedos de forma sonora y causando eco en su sala.

    Osamu de pronto tuvo un espasmo, lo cual impactó a Otomura. Se preocupó y se asustó al verlo tener una convulción. Cuando se quedó quieto, se asustó más al verlo levantarse como una marioneta, mirando a la nada con unos ojos blancos que expresaban tristeza.

    - Os... Osamu... -trató de decir, pero estaba trabado por el miedo. Además, los tres crios que arrojó lejos ya estaban regresando, justo en la misma dirección que el mago de cabello negro.

    Sólo pudo esquivar los ataques y escapar, pues ahora no sentía que pudiera usar la Fuerza Desencadenada, no contra él.

    Muy lejos de ellos, Tachimukai se enfrentaba a Sakuma, o más bien, lo detenía de atacar a Tobitaka, pues cada vez que él lo detenía, lo atacaba a él y luego regresaba por el pirata. Y algo era seguro para Tachimukai; Sakuma o no Sakuma, el Sirenoid seguía siendo tan necio y persistente como siempre, mucho más que él o su líder. Tobitaka ya tenía varios arañasos en la armadura, que gracias al encantamiento de Kidou, no habían sucumbido aún a la fuerza y fiereza de Sakuma.


    ...




    Endou era incluso más persistente y más necio que Sakuma, y eso lo demostraba sin parar ni un segundo, librándose cada vez más fácilmente de las raices con las que Midorikawa lo aprisionaba. El hada estaba agotado, sudando y respirando con dificultad por usar tanto de su poder en tan poco tiempo. Kazemaru luchaba contra los otros aldeanos que se lograban librar de las raices, y miraba preocupado a ambos de vez en cuando, tanto a Midorikawa como a Endou.

    Aprendió en un par de horas a usar la espada y luchar como los humanos, pero no era tan bueno para acertar sus movimientos, pues el arma y la armadura le pesaban mucho. Era más bien rápido para esquivar ataques, y aprendió a caer de forma de no herirse demasiado.

    Y aún así, deseaba estar luchando en el agua, en su ambiente natural. Tenía todo en contra.

    Vio a Endou escapar de las raices del hada una vez más, pues cada vez que lo aprisionaba las raices eran más y más débiles, hasta que ya no pudo hacer crecer más de ellas, dándole la oportunidad al caballero para levantar su espada contra él. Midorikawa estaba muy agotado, ni siquiera podía abrir los ojos. Cuando sintió que ya tenía a la amenaza sobre él, estando él arrodillado y derrotado, sintió que no le quedaba más que resignarse a aceptar la muerte. Aflojó sus dedos, heridos por apretar con intensidad la tierra para ejercutar su habilidad.

    Hubo silencio durante un momento.

    - ¡Midorikawa, levántate! -le gritó Kazemaru.

    Cuando abrió los ojos de golpe, la espada del caballero estaba por acertar su filo justo sobre él, cuando un segundo filo se le interpuso, y lo repelió estrepitozamente. Hasta chispas del metal volaron, cuando Kazemaru chocó su arma contra la de Endou.

    Cuando este impacto sucedió, el caballero retrocedió. Kazemaru se paró delante de Midorikawa con la intención de defenderlo de Endou, pues al parecer tenía muchos deseos de matarlo justo a él. Midorikawa vio a los demás aldeanos acercarse, siete u ocho, de los varios que aún seguían atrapados, y haciendo más esfuerzo, los atrapó nuevamente.

    Kazemaru se paró delante de Endou, empuñando la espada con fiereza. Pero era extraño, pues el caballero no lo atacaba, sino que más bien buscaba esquivar al sirenoid para llegar a Midorikawa.

    - ¡Endou, reacciona! ¡Quita esa cara tan triste! Vuelve a sonreír tan alegre como siempre, ¡este no eres tú! -le gritaba Kazemaru en un vago intento por hacerlo volver, pero él no escuchaba.

    Nuevamente Kazemaru chocó su arma contra la de él, evitando que pasase hacia el hada, y Endou nuevamente retrocedió. Hacía ligeros movimientos como con la intención de atacar, pero parecía resistirse. Su rostro triste se veía incluso más triste, casi parecía querer llorar. Kazemaru se estresó, nervioso por no saber en qué momento el caballero pudiese evadirlo y atacar al hada.

    Pero se preguntó por qué no intentaba atacarlo a él. Si estaba bajo el control de Kageyama y atacaba a sus amigos, no entendía por qué a él sólo lo evadía.

    De inhóspito recordó la vez cuando Afuro les explicaba lo de las afinidades, y de cómo se posee una conexión muy especial con la persona destinada. Se preguntó entonces si eso tenía algo qué ver. Para probar, intentó acercarse a Endou, pero este al notarlo, retrocedía, y lo intentaba evitar. Kazemaru buscaba acercarse de alguna manera, pero era lo mismo. Endou pareció tener una especie de crisis, y de pronto, confundiendo a Kazemaru por esto, escapó; salió corriendo en dirección contraria. El lider de los Sirenoid se quedó mirando eso un momento, y entonces volteó, viendo que Midorikawa, muy agotado, hacía un gran esfuerzo por mantener atrapados a los otros afectados.

    - Midorikawa, hay que informarle esto a Kidou; Endou no me atacó a mí -le dijo rápidamente. Pero el hada no se movía-. ¿Midorikawa?

    - No puedo moverme. -respondió bajo.

    - Ah... Yo puedo cargarte. -le ofreció Kazemaru. Ver a todos esos afectados a punto de safarse de las raices lo ponía nervioso.

    - No... -negó con dificultad-. Tú ve. Cuando te hayas alejado lo suficiénte del peligro, me convertiré en hada para recuperar algo de energía -le dijo Midorikawa sin mirarlo. Kazemaru lo miró preocupado-. Sólo corre; eso puede ser información valiosa. -le dijo mirándolo esta vez, dejando a Kazemaru ver que estaba pálido.

    Si él se alejaba, Midorikawa podría dejar a los afectados enscapar si querían, pero a él no lo podían alcanzar convertido en hada. Así aceptó, y veloz como el viento comenzó a correr hacia el castillo, repeliendo los ataques de los demás afectados en el camino. Midorikawa deshizo su habilidad, y en el mismo segundo hizo un último esfuerzo por convertirse en hada, escapando hacia un alto árbol que los aldeanos no podrían alcanzar.

    Kazemaru llegó corriendo en dirección al castillo, afinando su vista y reduciendo su audición para buscar al mago de googles. Cuando lo divisó, estaba solo dentro de una burbuja de magia, rodeado de varios afectados. El Sirenoid respiró viendo eso, y con valor y sin pensarlo mucho, corrió hacia allí.

    Kidou resistía la burbuja para protegerse, pues fue rodeado antes de darse cuenta, sin oportunidad para defenderse. Entonces vio llegar a Kazemaru, golpeando y empujando a varios para pasar, gritando desesperadamente su nombre.

    Kidou deshizo y rehizo la burbuja rápidamente, metiendo en ella a Kazemaru.

    - ¿Qué te-...? -iba a preguntarle Kidou.

    - ¡Endou no me atacó! - gritó de pronto Kazemaru, interrumpiéndolo.

    - Ah-... ¿Qué? -le preguntó el mago, pues no entendió eso.

    - Endou es uno de esos muertos andantes, e intentó matar a Midorikawa. Pero cuando yo lo defendí, él no me atacó -le explicó rápidamente. Kidou se sorprendió-. Pensé que tal vez lo que había dicho Afuro acerca de la afinidad y la persona destinada podía tener algo qué ver, pero... -decía Kazemaru, pero se dio cuenta de algo. Kidou se quedó pensando en algo un momento, entonces reaccionó; pero cuando iba a decir algo, kazemaru hizo otra pregunta que lo dejó en blanco-. Oye, ¿dónde está Afuro?

    Kidou lo miró un momento, y luego miró a otro lado.

    - No lo sé. -sentenció abochornado.

    - ¿Cómo que no sabes? ¿No estaba contigo? -le preguntó Kazemaru nervioso.

    - Sí, pero... Cuando llegaron todos estos aldeanos, los enfrentamos y se creó toda una conmosión, y cuando iba a protegernos con la burbuja, no vi a Afuro. Llevo un rato buscándolo, pero no lo veo. Tampoco siento su presencia, así que no creo que haya sido afectado, pero... aún así, no sé dónde está. -decía Kidou muy decepcionado de sí mismo.

    - Kidou... -pronunció Kazemaru debastado.

    Comprendía que él había de estar muy agotado, pues había hecho la mayor parte del esfuerzo para esta misión, pero le preocupaba mucho el príncipe.

    Entonces Kidou sacudió la cabeza.

    - De todas formas, Kazemaru -lo llamó Kidou, dejando eso de lado un momento-; lo que acabas de decirme es muy importante, y creo que debe ser la solución para tener la ventaja, al menos con nuestros amigos, que al parecer son los afectados más fuertes.

    - ¿Ajáh? -pronunció el Sirenoid impaciente.

    - Tú busca a Endou. Suponía que él era tu afín, pero lo que me dices demuestra que era verdad. Ve con él, y detenlo lo más que puedas. Yo le diré a los otros. -le dijo Kidou decidido.

    Kazemaru asintió, y se giró, preparándose y empuñando bien la espada en dirección a la gente, desde donde llegó antes. Kidou hizo una abertura en la burbuja, y el Sirenoid corrió, tacleando a la gente y yendo hacia donde vio por última vez a Endou. El mago no sabía si sería el momento tan fuerte que estaban teniendo, o algo más personal tal vez, pero veía a Kazemaru más agresivo de lo normal.

    Entonces, cerró los ojos. Dejó de escuchar el bullicio a su alrededor, respirando lenta y profundamente.

    - "Voz Mental" -pronunció bajo en latín. Pensó en cada rostro de sus amigos, incluso Afuro y los afectados-. ¡Amigos! -habló. Kazemaru corriendo, Hiroto resistiendo a los afectados, Atsuya quedándose atrás por la fuerza superior de su hermano, Genda y Fudou, Tachimukai, Tobitaka, Otomura y Gouenji. Todos oyeron la voz de Kidou en sus mentes.- Escuchen. Hay una manera de detener a nuestros amigos afectados; la afinidad. Ellos no les harán ningún daño a su persona destinada. -al decir esto, algunos de ellos reaccionaron o se sorprendieron.

    Kazemaru llegó a donde había dejando a Midorikawa, pero ni los afectados estaban cerca.

    - ¡Midorikawa! -lo llamó, pero no respondía.

    - ¡Genda! -habló Kidou fuerte. El elfo levantó las orejas, escondidos él y Fudou de la cacería de Tsunami-. Busca a Sakuma y detenlo. ¡Tobitaka, ve por Toramaru! ¡Tachimukai, tú ve por Tsunami! Ellos son muy fuertes, pero ustedes pueden detenerlos y evitar que lastimen a los demás. ¡Confio en ustedes! -les dijo a todos.

    Genda tomó mucho aire, soportando los disparon que habían perforado su armadura. Olfateó el aire profundamente, y persivió el olor de Sakuma a penas. Gracias al cielo el viento estaba a su favor. Miró a Fudou, y con señas le indicó que debían ir al noreste de su lugar. El explorador le dijo con señas que se quedaría a distraer a Tsunami y que él fuese rápido. Pero Genda negó, diciéndole que Tachimukai estaba cerca, y podían llevar a Tsunami hacia él. Dos por uno. Fudou lo miró, y asintió serio. Así salieron disparados hacia Sakuma, siendo fervientemente perseguidos por el pirata.

    Por otra parte, cuando escucharon la orden de Kidou, Tachimukai y Tobitaka se miraron entre sí, claramente dudosos. Pensar en enfrentarse a las personas que amaban era difícil, y sabían que no debían enfrentarlos, sino más bien frenarlos, pero aún así Tachimukai estaba inseguro, y Tobitaka no convencido.

    Aún enfrentando a Sakuma, Tachimukai era ahora quien tenía muchas heridas de las zarpas de Sakuma, al igual que él de su pequeño amigo, pues Tobitaka ya más bien estaba débil por perder sangre, por tantas heridas del Sirenoid y la gente afectados.

    Entonces se sorprendió al ver saltar de un arbol hacia el cielo y cayendo directo hacia él a Genda. Cuando Genda cayó, aterrizó justo sobre Sakuma, derribándolo y rodando ambos a varios metros más. Cuando Tachimukai vio eso, oyó a alguien hablar.

    - ¡Oye, Tachimukai! ¡Controla a tu novio! -venía Fudou saltando los árboles, aguantando el dolor en la pierna izquierda.

    Cuando Tachimukai miró, Tsunami venía apuntando hacia el explorador su arma de fuego. A pesar de estar herido, Fudou era muy ágil para dejarse disparar otra vez.

    Justo cuando iba a disparar nuevamente, Tsunami fue atrapado entre dos brazos, por un ser mucho más bajo que él. Bajó la cara de donde tenía visualizado a Fudou, y vio frente a él una cabellera castaña muy clara a la altura de su pecho. Cuando miró otra vez, el explorador ya no estaba. Trató de zafarse, pero estaba atrapado entre los brazos del pequeño. Iba a levantar su arma, pero era como si estuviese helado, pues temblara forzándose a sí mismo, pero no podía moverla.

    - Tsunami-san... -habló el pequeño, haciendo al pirata abrir un poco sus ojos tristes-. Yo sé que vas a estar bien, vas a sobrevivir -hablaba el pequeño con voz lloroso. Cuando subió su mirada azul, Tsunami lo vio llorando, apretando con frustración la mandíbula, pero mirándolo con esos ojos azules llenos de lágrimas, que reflejaban esperanza-. Lo prometiste, así que vamos a salir de esto juntos.

    Tsunami tuvo un ligero escalofrío, e hizo más presión para intentar librarse del pequeño. Tachimukai estrechó sus muñecas entre sí para reforzar el agarre sobre el pirata. No importaba si Tsunami con su altura podía levantar al Sirenoid y mover libremente sus pirnas, sin sus brazos no podría usar su arma, dejando de ser una amenaza.

    Cuando Genda aterrizó sobre Sakuma y rodaron sobre el suelo, lo agarró fuertemente entre sus brazos y piernas, no dejando que se moviese para nada. El Sirenoid forcejeaba incansable, haciendo lo posible por escapar. Cuando iba a atacar al elfo para que lo soltase, su zarpa no logró llegar más que a unos centímetros de su cara, pues paró en seco, temblando sin moverse más allá. A pesar de tenerlo de espaldas a él, Genda veía su único ojo, sintiendo su corazón romperse al ver a su amado Sakuma con esa mirada de sufrimiento, moviéndose con desesperación para escapar.

    Tobitaka por su parte llevaba un rato escuchando los rugidos del tigre, por lo cual ya sabía dónde estaba. Llegando a su lugar, vio a una especie de demonio muy herido aún de pie, frente al tigre igualmente herido. Ambos respiraban y temblaban de tanto luchar. Incluso Atsuya tenía varios enormes arañasos que lo estaban haciendo perder demasiada sangre. En comparación entre ese ser demoníaco y el tigre, era como un ave a punto de ser devorada por un gato.

    Cuando Toramaru estaba por atacarlos para terminar con ellos, Tobitaka se interpuso, con los brazos extendidos y los ojos apretados por el temor. El tigre paró de golpe, mirando con sus ojos tristes sorprendido a quien se interpuso. Tobitaka abrió los ojos, y vio a Toramaru quieto, sin intenciones de atacarlo, pero en su lugar intentaba rodearlo para llegar a los gemelos. El pirata se interponía a donde intentaba ir el tigre, siempre regañándolo para que no hiciera esas cosas malas.

    - Basta. No. ¡No! ¡Quieto, Toramaru! -le replicaba Tobitaka al interponerse, apuntándolo con su dedo como un cachorro que hacía algo malo-. ¡No lo hagas! Atsuya y su amigo no son tus enemigos, son tus amigos. No debes dañar a tus amigos. -le explicaba serio.

    - ¿Cuál amigo? Es Shirou. -le dijo el ángel pelirrosado confundido por eso de "Atsuya y su amigo".

    Tobitaka reaccionó. Volteó una fracción de segundo a ver a ese demonio con más cuidado, que intentaba soltarse de Atsuya para seguir luchando contra el tigre, y regresó la vista a Toramaru.

    - ¿Shirou? ¿Pero qué le-...? No, no. Me explicas luego -discutía Tobitaka casi consigo mismo, sacudiéndo la cabeza para concentrarse-. Yo retendré a Toramaru. Aléjense. -les ordenó haciendo un gesto con la mano.

    Atsuya sin decir nada, haló a su hermano para alejarse, pues el ahora demonio seguía forcejeando para soltarse de su hermano menor y caerle a Toramaru con todo.

    Pero nadie contaba con que el tigre, en lugar de evadir a Tobitaka para llegar a ellos, fuera a saltar sobre él, con un salto tan alto, incluso así de herido, que al caer, su sombra en descenso ya estaba sobre los gemelos. Shirou gustoso lo recibió mostrando sus colmillos y garras.

    Cerca de esa escena, Hiroto ya no encontraba formas de defenderse de los aldeanos sin atacarlos, puesto que ahora eran más y él ya estaba agotado. Además de ello, hacía rato había comenzado a pensar en Midorikawa, más que antes, preguntándose si estaba bien. Mientras intentaba regular su respiración, pudo percibir con el rabillo del ojo el reflejo de una espada, una espada que solo los caballeros del reino usaban, y esa arma iba dirigida hacia su cabeza. Pudo reaccionar a tiempo, y quitarse de ese lugar antes de que el arma diese en el blanco. Apenas se repuso, el dueño del arma ya lo estaba amagando, con intenciones de acabarlo rápida e indoloramente. Hiroto pudo usar su espada para repeler la contraria, pero fue cuando pudo ver mejor el rostro de su rival.

    - ¡E-Endou-kun! -exclamó. Ambos forcejeaban repeliendo el arma contraria-. Endou-kun, reacciona. Soy Hiroto; ¡somos amigos! -intentaba hacerlo recordar, mirando con dolor aquellos ojos blancos tristes, resistiendo, pues Endou siempre había tenido más fuerza que él, y la afección de la Muerte Mental parece que lo había hecho monstruosamente fuerte.

    No fue suficiente, pues en un veloz movimiento, Endou alejó su arma, y comenzó a lanzar ataques contra la espada de Hiroto, haciéndolo retroceder. El pelirrojo hacía lo posible por defenderse, pues si era incapaz de atacar a la gente del pueblo, aunque entrenasen a veces de forma peligrosa, no era siquiera mínimamente capaz de agredir a Endou con mala intención. Pero Endou lo tomó por sorprensa, pues en un momento en lugar de atacar con su espada como esperaba Hiroto, lo pateó fuertemente, haciéndolo caer lejos. El pelirrojo se intentó reponer rápido, pero ya el otro caballero venía hacia él con su espada cargada de fuerza, con intención de caer el picada sobre su cabeza. Hiroto no reaccionaría a tiempo.

    Junto cuando el filo de la espada estaba sobre él, otra espada la repelió de abajo hacia arriba, impactando y colicionando estrepitosamente.

    Hiroto vio a Endou retroceder, y al líder de los Sirenoid ponerse delante de él para defenderlo.

    - Kazemaru-kun... -dijo bajo, viendo que el Sirenoid peliazul agarradaba con fuerza temblorosa su espada, lo cual decía que estaba muy asustado, o muy encabronado.

    Endou no se movía, mirando con sus ojos tristes al peliazul.

    - No escaparás esta vez, Endou. -le dijo Kazemaru gruñendo, mirándolo serio y decidido.

    Cuando Kazemaru se impulsó hacia él, Endou de inmediato se giró para huir, y así comenzó a perseguirlo.

    En cuanto a Hiroto, a duras penas pudo entender lo que acababa de pasar, pues el pensamiento sobre Midorikawa seguía allí, clavado en su cabeza como una doloroda y molesta astilla, más intenso tras cada segundo. Su corazón se estaba acelerando, y al preguntarse "si Kazemaru andaba con él, y esta no andaba con él ahora, entonces dónde estaba", lo estaba torturando. Fue cuando notó a la gente que iba hacia él para seguir intentando matarlo, y él, ahora más veloz que antes, los esquivó a todos y comenzó a correr en dirección a algún lado, a donde su consciencia lo guiase.


    ...




    Fin del capítulo 28.

    Realmente disfruté escribir esta larga batalla, que créanlo o no, sólo lleva unos diesisiete a veinte minutos que comenzó. Gracias a un capítulo de Hunter x Hunter, me dí cuenta que tantas cosas pasan tan rápido al mismo tiempo, que si vemos todo, en realidad no dura nada, y algo que parece nada dura muchísimo.

    En fin, espero que les haya gustado.

    Les dejo un bello portero elfo que hice después de haber visto Kimetsu no Yaiba (me obsesioné con todo ello, incluso me hice los zarcillos de Tanjirou, pero no le hago justicia al estilo de dibujo tradicional japonés. u_u, )

    [IMG][/IMG]

    Ah, sé que es inútil decirlo (por lo cual puedes saltarte todo esto, ya que es puro spam), pero quería contarles que volví a ver Inazuma Eleven desde el principio. Me volví a Enamorar de KaIchi como la primera vez. <3w<3 y ahora comprendo mejor a muchos personajes, como por ejemplo el apego de Kidou a Kageyama. Eso me hizo hasta llorar. además de que encontré tanto, TANTO fanservice Yaoi... En fin, mucho qué opinar y todo, pero a lo que quiero llegar es que, cuando llegué al capítulo 124, comenzó a dificultárseme mucho encontrar los capítulos en japonés, ¡pues imagínense, sólo en español castellano! Qué insulto (y eso en una página de Anime, no en Youtube). Me las arreglé para verlos hasta el 125, todo cortado, y mi sufrimiento llegó cuando encontré que todas las versiones de los capítulos 126 y 127 (ni más ni menos que los dos finales y más sentimentales) ¡Estaban borradas! Sólo existían las versiones en español (insisito; qué insulto). No es por ofender a los españoles; es que me molesta que no exista la versión original de algo tan importante. Me frustra. Lo siento.

    En fin, ya me desahogué. Gracias por leer el capítulo. Te quiero, Yaoist Nakana. :D



    Edited by Noriko Oumi - 3/8/2020, 02:19
     
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    *Cap 29*
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    ...




    Hiroto llegó corriendo, ya sin aliento por esquivar sin atacar a los afectados por la Muerte Mental y correr sin detenerse o bajar su velocidad, hasta el castillo del rey Kageyama.

    Todo a su alrededor era puro caos y destrucción, con ruido ensordecedor de luchas y ataques sin sentido, y gente de cara triste sin propósito más que matar. Pero aunque ello le afectase, el pensamiento sobre Midorikawa lo estaba destruyendo por dentro, pues no lo dejaba pensar en nada más con claridad. Era como ese sonido agudo que puede perturbar tu oído de vez en cuando, pero más intenso cada vez.

    Entonces llegó al castillo. En ese momento se congeló, pues no esperaba ni en sus peores pesadillas lo que estaba presenciando;

    Frente a las torres frontales del castillo, flotando justo delantes de las ventanas, habían dos burbujas enormes; una de ellas, en la torre derecha, contenía a su majestad, Afuro Terumi, y la otra, en la torre izquierda, contenía al hada bonsái, Midorikawa Ryuuji. Hiroto los vio a ambos difícilmente dada la altura, pero era entendible que de las dos sensaciones de dolor que suponía dentro de las burbujas, la que llamó más su atención fue la de su amado. Fue cuando notó que en la entrada del castillo, delante de las escaleras, yacía de pie la figura temible e imponente de Kageyama Reiji, ahora el rey de la oscuridad.

    No estaba escuchando realmente, pero pudo notar un poco cuando Kidou llegó a su lado, y los encerró a ambos en una burbuja.

    - ¡Hiroto, esta zona tiene demasiadas personas afectadas, mucho más fuertes! ¡Te cuidado! -le advirtió Kidou.

    Más personas llegaron de inmediato a rodearlos, golpeando con insistencia la burbuja.

    Hiroto miraba paralizado a Kageyama, que incluso tras sus vidrios negros, podía sentir su penetrante y maligna mirada, destruyendo su espíritu sólo con mirarlo.

    En otro lado, Otomura se mantenía atemorizado dentro de una burbuja de magia también, evitando a los varios aldeanos que llegaron junto con los niños que los atacaron, y a Osamu afectado con la Muerte Mental. Estaba totalmente rodeado, y tan asustado que la burbuja podría fallar en cualquier momento.

    - Kidou-san -le habló Hiroto. Kidou lo miró preocupado, pues su tono era más bajo de lo normal.

    Toramaru se movía insistente para quitarse a Tobitaka del cuello, que lo tenía aprisionado. cuando logró lanzarlo lejos, saltó hacia Shirou, que seguía aún neciamente queriendo luchar contra el tigre. Pero Toramaru le arrojó un fuerte zarpazo que lo derribó y lo hirió muy gravemente. Atsuya, que comenzó a detener a los afectados para evitar que hiriesen a sus amigos mientras eso pasaba, se destrajo con esto, siendo herido en un brazo.

    Gouenji, que por la cantidad indescriptible de dolor no lograba mover ni un dedo, veía con sus ojos sin brillo la escena, sufriendo internamente por ver a Shirou ser herido así. Pero nada podía hacer. Cuando de pronto, otra persona con posión en la mano se le acercó, y velozmente metió sus dedos cubiertos de espeso líquido lilaceo a la boca de Gouenji. Le sucedió lo mismo a él; tuvo un espasmo, convulsionó, se quedó quieto un momento, y después se levantó de golpe como un muñeco de trapo, mirando ahora con sus ojos blancos tristes a sus siguientes víctimas.

    - ¿Para qué necesita Kageyama a Ryuuji y Afuro-san? -le preguntó Hiroto, temblando.

    Kazemaru sujetaba con toda su fuerza a Endou. Logró alcanzarlo y abandonó ambas espadas cerca de ellos, abrazándolo con fuerza y un rostro abrumado.

    Kidou lo pensó un poco, bajando la mirada.

    - Creo que cada alma de Midorikawa es como una vida corta, y debe estar absorviendo todas para tener mayor poder. Tal vez lo del alma alegre fue sólo una trampa para traerlo aquí. -le explicó Kidou.

    Genda ahora cargaba a Sakuma en su hombro como un saco, aprentándolo muy bien para que no se escabullese. Fue así porque Fudou había caido, y aún se defendía de cualquier ataque. Genda lo estaba intentando ayudar a defenderse, pero evitándo además que Sakuma atacase al explorador, pues cuando lo vio, quizo saltar hacia él con todo.

    - Y sobre Afuro... La verdad es que no lo sé. -terminó Kidou, mirándo el rostro adolorido de Afuro sin saber la razón de ese dolor.

    Tachimukai agarraba con fuerza la nuca de Tsunami, manteniendo tembloroso sus frentes juntas. Tsunami se movía neciamente para soltarse, pero no ponía nada de fuerza. ¿No quería dañar de ningún modo a Tachimukai, tal vez?

    - Entonces... ¿ya perdimos? -le preguntó Hiroto de pronto, viendo la ropa de plantas de Midorikawa marchitándose, y a él comenzando a desvanecerse.

    Kidou lo miró, muy sorprendido ante la pérdida de la esperanza en el pelirrojo. Iba a negar; iba a decirle una mentira piadosa que evitase que perdiese la esperanza, que siguiese luchando hasta el final, aunque él mismo ya no tenía esperanzas, sin haberse dado cuenta.

    Pero fue entonces, cuando un rugido impresionante hizo temblar todo.

    Todos miraron a todas partes sorprendidos, y vieron llegar en el cielo al gran dragón rojo. Varios de ellos al verlo llegar, tuvieron la impresión de que sus oportunidades crecieron un poco más, y siguieron luchando y resistiendo con más intensidad.

    Apenas llegando, Nagumo usó su aliento de fuego, lanzándole todo su poder candente a Kageyama. El rey, velozmente, se protegió dentro de una burbuja, evitándo ser carbonizado como toda la entrada de su castillo. Los otros dos, Afuro y Midorikawa, ya estaban en burbujas, relativamente a salvo, lo suficientemente arriba para no ser completamente alcanzados.

    Cuando estuvo más cerca, de él saltó Suzuno, sonriendo de euforia, desde varios metros de altura. Al aterrizar, comenzó a congelar el suelo a una velocidad impresionante, y congeló a todas las personas excepto por sus diesiocho amigos, y Kageyama, que seguía dentro de la burbuja.

    El rey, enojado por esta repentina invación a su dominio, miró al dragón con ira.

    - ¡Maldito monstruo infernal! ¡Has sido una sucia prieda en mi zapato desde que apareciste, maldición! -le gritó Kageyama muy enojado.

    Nagumo comprendió entonces que, aunque Afuro creyera que no era así, Kageyama sabía de su existencia desde mucho tiempo atrás. No lo había eliminado, tal vez porque nunca se dejaba ver, pero era posible que simplemente no le haya dado imporancia, o no lo creyera una verdadera amenaza. Ese pensamiento lo hizo enojar, pues se enorgullecía de ser una amenaza, y que alguien creyera que no merecía la pena, lo ofendía profundamente.

    - ¡EL MONSTRUO INFERNAL ERES TÚ, KAGEYAMA! -le gruño Nagumo con su voz bestial, completamente encabronado.

    Sin la gente estorbando, gracias al congelamiento de Suzuno, los jovenes tenían mayor oportunidad de defenderse de sus amigos afectados, o descansar si estaban muy malheridos.

    Cuando Kageyama comenzó a atacar a Nagumó y Suzuno, que nada pacientes le regresaban los ataques igualmente poderosos, Kidou y Hiroto se movieron. Vieron llegar y atacar al dragón y al joven de hielo, sorprendidos tanto por su llegada tan a tiempo, como su fuerza para enfrentar al malvado mago oscuro. Kidou deshizo la burbuja y se movieron entre la gente congelada, en dirección hacia Midorikawa y Afuro. Kageyama se movió de su lugar, por lo cual ambos pudieron moverse. El hombre los vio acercarse, y les lanzó un ataque para detenerlos. Kidou los protegió a él y a Hiroto con un escudo más fuerte que la burbuja, y Kageyama fue distraido nuevamente por una llamarada monumental de Nagumo.

    Por otro lado, de todos los afectados que rodeaban la burbuja de Otomura, Osamu era el único que seguía golpeando su burbuja para entrar y atacarlo. No era que ellos notaran o se pudiesen preocupa de lo que los rodeaba, sólo seguían la única orden que les impusieron.

    Otomura lo miraba con una expresión dificil de describir en su rostro; estaba asustado, pues aunque todos se congelaron, Osamu aún era una amenaza para él. Estaba molesto, porque el poderoso mago Osamu era demasiado inteligente, y que golpease una burbuja de magia con simple fuerza bruta era una verdadera idiotez. Estaba triste, por la simple razon de que su mentor, y quien consideraba un buen amigo, lo estaba intentando agredir. Y estaba aliviado, porque sentía que todo podría terminar pronto, y era lo que más deseaba.

    Miró en todos los ángulos dentro del espacio que le quedó, y tuvo una idea. Respirando y preparándose mentalmente, se posicionó, mirando fijamente al poderoso mago. Entonces, pronunciando un hechizo de "impulso" hacia el suelo, deshizo la burbuja, y salió disparado hacia arriba. Por la fuerza que Osamu ejercía sobre la burbuja deshecha, cayó de lleno a la tierra, rodeado de gente congelada. Aún sobre el aire, Otomura rehizo la burbuja en el mismo lugar, encerrando al mago donde él estaba. Al aterrizar, se puso de pie y se acercó a la burbuja, sin dejar de mirar a su mentor.

    Al levantarse, tal cual nada hubiese cambiado, Osamu seguía golpeando inútilmente la burbuja, ni siquiera con intención de escapar, sino con intención de llegar al peliazul de alguna manera.

    Otomura posó una mano sobre la burbuja, justo delante de donde Osamu golpeaba.

    - "Si lo que dijo Kidou-san es verdad, y los de la afinidad no se pueden herir entre sí..." -se preguntaba Otomura, pero sacudió la cabeza, alejando de su mente ese vago pensamiento. Que Osamu era su destino; qué idiotez. El hecho de que intentase matarlo le ponía en su cara un rotundo "NUNCA".

    Tobitaka había logrado alejar a Toramaru un poco más del resto, manteniéndolo a raya. Pero ya había cometido el peor de los casos.

    El cadaver de Shirou yacía en el suelo como los restos de un ave que deja un gato, pues Toramaru se comió parte de su cuerpo, y se lo hubiese comido todo, si Tobitaka no lo hubiese alejado. Estaba casi completamente despedazado, aún unido por ciertas partes. Ya ni cara se le veía; a duras penas un ojo entrecerrado, en un rostro cubierto de sangre.

    Cuando las personas fueron congeladas, Atsuya no entendió por qué, ni le dio la más mínima importáncia. Al ver la oportunidad, volteó valozmente en dirección a su hermano, preocupado, pues vio a penas cuando fue atrapado por las zarpas de Toramaru, y él se había alejado por culpa de las otras personas. Corrió hacia él, pero alguien lo interrumpió, casi cortándolo con una afilada espada. La esquivó por poco, sucumbiendo tan sólo algo de sus cabellos en el aire.

    Se quitó nervioso, viendo que su atacante era el caballero moreno, que sin esperar nada, ya se impulsaba a atacarlo nuevamente. Atsuya ya no podía volar; sus alas estaban acalambradas, así que sólo esquivaba, respirando acelerado.

    - Uhg... ¡Ya basta, ¿quieres?! -le gritó el ángel, estresado-. Ha sido una larga mañana, ¡y eso que apenas termina de salir el sol! ¡Mi hermano te dio toda su pureza para curarte y tú te pones contra mí! De paso está mal, y tú no me dejas revisarlo -se quejaba Atsuya, aún a sabiendas de que Gouenji no le estaba prestando atención, siempre esquivando los ataques sin atacar-. Si no fuera porque sé que él se enojará conmigo, te arracaría el cora-... -en ese momento paró en seco. En un veloz movimiento se giró e impulsó hacia su despedazado hermano mayor, dejando que Gouenji lo siguiera a propósito-. "Perdóname, hermano... Debo intentar esto" -se disculpó mentalmente con Shirou.

    Gouenji levantó su arma, apuntando directo a la espalda gacha de Atsuya, justo entre sus alas. Pero en ese momento, él se giró de golpe, mostrando ante el caballero afectado el cuerpo maltrecho, ensangrentado y endemoniado de Shirou.

    Gouenji paró. Buscó rodear al demonio despedazado, para llegar a Atsuya, pero él se lo ponía de frente a donde se moviese. Atsuya se lo intentó acercar, a lo cual Gouenji retrocedió. Por el metal de la armadura sobre las piernas del ángel, corría la sangre aún restante en el cuerpo de su hermano.

    Atsuya confirmó aquello que había llegado a su mente en un momento; Gouenji y Shirou sí estaban destinados. La afinidad con él no le permitía herirlo. No importa si ya estaba herido; de su mano no tendría ni un razguño.

    - "Qué ridiculez". -pensó Atsuya al confirmar esto.

    Aunque era impresionante que el afectado reaccionase correctamente, incluso estando el otro físicamente diferente, o incluso relativamente muerto.

    Cerca de ellos, Endou había logrado soltarse de Kazemaru, tomando velozmente su arma y yendo hacia Gouenji y Atsuya, con intenciones hostiles. Pero el Sirenoid lo detenía, con y sin su propia arma.

    Aunque se preguntaba por qué intentaría dañar a Gouenji, si ahora tenían la misma afección y el mismo objetivo, la respuesta era simple; él fue uno de los que le ordenaron matar. Incluso aunque llegara a él, Gouenji no tenía la misma orden hacia el caballero castaño o los otros tres afectados, por lo cual no se defendería, sólo seguiría atacando a los demás sin parar.

    - ¡Endou! -le gritaba Kazemaru al detenerlo. Logró agarrar sus manos, haciéndolo soltar una vez más el arma. Tenía las manos del caballero aprisionadas con las suyas, resistiendo el jaloneo-. ¡Endou, basta! ¡Tienes que controlarte a ti mismo! La maldita posión que te está haciendo hacer esto, ¡no es más que eso, una posión! -le decía sosteniéndolo con fuerza. Seguidamente lo soltó, pero sólo para jalarlo y abrazarlo otra vez-. Tu eres alguien bueno y honesto, ¡y alegre! Y verte así triste, no es como te recuerdo. ¡Quiero al verdadero Endou de vuelta! -le pedía, casi suplicaba, estrujándolo fuertemente.

    Endou no cedía, empeorando su expresión triste tras cada cosa que le decía Kazemaru. El Sirenoid, ya desesperado, se separó de él, agarrándolo de los hombros y mirandolo fija y decididamente. Pensó que esto podría funcionar, pues ya no tenía más ideas; lo besó. Se impulsó hacia Endou en un movimiento limpio, uniéndo sus labios fríos y lisos con los del caballero. Kazemaru mantuvo eso durante un par de segundos, y luego se apartó un poco. Endou duró un momento quieto, pero luego intentó soltarse nuevamente de las manos de Kazemaru en sus hombros.

    - ¿Realmente... no hay nada que pueda hacer? -se preguntó el Sirenoid, desesperanzado y pequeño, comenzando a soltar lágrimas. Miró a Endou con un rostro adolorido, y bajó la cara, con el corazón roto-. ¿En verdad no me recuerdas? ¿No sentiste nada?... Y-Yo... creí que yo era tu afín... Creí que estaba destinado que estaríamos juntos... que yo evolucionaría cuando nos besáramos por primera vez, y-y que me quedaría aquí, contigo, y viviríamos juntos, igual que ese torpe sueño de Tachimukai y Tsunami... que tal vez tampoco se cumpla -decía con dificultad, llorando-. ¿Realmente... te he pedido? O tal vez en realidad nunca te tuve... eso tiene más sentido. -decía ya decaído. Fue entonces, casi un minuto después de llorar, que vio unas gotas caer al suelo, pero no eran sus lágrimas. Cuando levantó el rostro acelerado, vio a Endou soltando lágrimas igual que él, con la misma expresión triste, de antes, como si no pudiese controlar el torrente que escapaba por sus ojos. Kazemaru lo miraba sorprendido-. "Endou..." -pensó.

    Tal vez no toda esperanza estaba perdida, suponía.


    ...




    Tachimukai había hecho un esfuerzo, resistiendo el dolor en sus heridas, para derribar a Tsunami, posándose sobre él, y sujetando sus antebrazos. Sintió temor al ver su mano izquierda llenarse de sangre, proveniente del antebrazo derecho de Tsunami, pero lo mantuvo así. Tsunami intentaba moverse, pero seguía sin aplicar realmente fuerza, pues podía, pero al parecer no era capaz de derribar a Tachimukai.

    Cerca de eso, Genda aprobechó el descanso de la gente afectada congelada, y respirando, atrapó en su regazo a Sakuma, sujetando sus manos para que no pudiese forcejear demasiado, incluso su brazo derecho dislocado. El Sirenoid era muy fuerte, y su energía estaba al parecer intacta, pero Genda resistía, manteniéndo al fin la calma.

    Fudou, que se recostó a un árbol con cuidado, poniendo un rostro algo adolorido por las heridas, abrió los ojos un poco, viendo al elfo de espaldas aguantar al Sirenoid, y más lejos a Tachimukai igual con Tsunami.

    Se sonó un poco el cuello y se estregó los ojos con cansancio, escuchando a lo lejos la pelea que libraban el dragón y algún otro contra el mago malvado en el centro del pueblo. Seguidamente miró al cielo, ya iluminado por la mañana.

    - "¿Estará bien aún?" -se preguntó Fudou, pensando en el último beso que pudo darle a Kidou.


    ...




    En la calcinada entrada del castillo, Kidou y Hiroto entraron al castillo para llegar a las burbujas.

    Ambos se separaron, y Kidou se dirigió a la torre derecha a sabiendas de que Hiroto se dirigía a la izquierda, hacia Midorikawa. Dentro del castillo había más gente afectada. Kidou tenía suficiente con usar su burbuja y repelerlos o esquivarlos, pero Hiroto no podía y no quería herirlos, pero desesperado por llegar pronto a Midorikawa, pasó y saltó entre la gente, teniendo que taclear a uno u otro contra su voluntad.

    Al llegara la cima de la torre, Hiroto vio que la burbuja estaba a varios metros de distancia delante de la ventana. No tenía el tiempo, y ahora ni siquiera la paciencia para pensar en algo, e hizo algo que supuso que había aprendido de Endou; con la ayuda de su espada, salió por la ventana y comenzó a escalar la pared de piedra. Al estar a suficiente altura, tomó mucho aire, e impulsandose con fuerza con sus piernas, saltó hacia la burbuja.

    Kidou llegó hasta la ventana de la torre derecha, viendo a Afuro de espaldas a él dentro de la burbuja. Miró un poco hacia abajo, y pronunciando unas palabras en latín, creó una base invisible para acercarse seguro. Miró al rededor de la burbuja, intentando deshacerla con magia, pero nada pasó. Miró a la de la torre izquierda, viendo que Hiroto saltó a esta de pronto, y quedando encima de la burbuja, no se movió más. El mago vio eso un momento, curioso, pensando. Miró la burbuja que tenía en frente, y seguidamente a Kageyama, luchando contra Nagumo y Suzuno.

    - "Hiroto..." -pensó. Supo rápidamente que la burbuja era una trampa, pero eso, y el hecho de que no podía deshacerla con magia, sólo significaba que había que vencer a la trampa para liberarlos. Era una prueba-. "Kageyama... Quieres destrozar nuestros espíritus y nuestras mentes, no te importa si morimos o no; tú quieres ser reconocido como el más poderoso, y usas estrategias viles para eso" -pensaba Kidou, mirando con desdén al mago malvado-. "Te ganaste el respeto de los que favoreciste durante años, pero olvidaste que ser rey, implica ser el pilar de tu pueblo. Fallaste en serlo desde que robaste la corona."

    Kidou miró la burbuja, y respirando para prepararse mentalmente, sin saber qué le deparaba con ello, puso su mano sobre la burbuja.


    ...




    Fin del capítulo 29.

    En comparación al anterior, este es monumentalmente corto.
     
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158 replies since 29/12/2013, 06:43   10472 views
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