Ojos Grises - Capitulo 7: Vuelve a mi lado [Harry/Lucius]

En este universo alterno, Harry suspira por unos hermosos ojos grises. Fic de Crazyfantasia.

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  1. Kari Tatsumi
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    Hola nuevamente con todas/os ^^

    Como mencione en un fic que ando publicando, empezare a subir esta hermosa saga que consta de 5 fics que no se publicaran en simultaneo porque seria confuso. Es un hermoso AU sin magia con algunas parejas poco comunes, creación de la grandiosa Crazyfantasia, quien buenamente me permitió subir su saga aquí y poder compartirla con todos Uds. Bueno, sin mas que decir les dejo el primer capitulo, esperando que sea de su total agrado y nuevamente agradecimientos totales a Crazyfantasia por haber creado esta bella historia y permitir compartirla.


    OJOS GRISES




    Capítulo I. Comienza la saga



    El sudor corría por su rostro haciendo que el largo flequillo se le pegara la frente. Trató de secárselo con una sucia mano para evitar que penetrara en sus ojos, pero fue inútil, algunas gotas entraron haciéndolos arder. Tuvo que incorporarse para quitarse los pesados lentes y secarse con el maltrecho trapo que sostenía en su mano derecha. Su ya de por si sucio rostro quedó aún peor, pues acababa de quitar con él el polvo de la puerta que daba acceso al baño de hombres, pero realmente no le importaba, sólo quería parar el ardor que le escocía los ojos.

    -Deberías hacer algo con tu ropa y tu aspecto, Harry –le decía su jefe no menos de dos veces a la semana, pero él se encogía de hombros y seguía haciendo sus deberes sin responderle.

    El hombre entonces se marchaba refunfuñando. Odiaba el aspecto de mendigo que ofrecía el muchacho, pero era buen trabajador y eso era lo que le interesaba. Nunca faltaba, no bebía y tampoco se metía en problemas. Aunque sospechaba que eso se debía a que su inseparable amiga, ‘su hermana’, como Harry la llamaba, siempre estaba ahí para ayudarlo en todo. Los dos tenían 18 años, o al menos eso era lo creían ellos, pero mientras Harry era alto, delgado y con un porte desgarbado, Hermione era menuda, activa y con una expresión de eterno enojo en sus ojos marrones. Los dos habían estado en el mismo orfanato y siempre andaban juntos.

    ¿Qué como habían llegado al orfanato? Era algo muy curioso de explicar. Según el personal, los dos habían entrado tomados de la mano sosteniéndose el uno al otro pues apenas podían caminar. Cuando quisieron separarlos para averiguar como habían llegado ahí, armaron tal escándalo que decidieron dejarlos juntos. Entre las ropas de Hermione encontraron la carta de un desesperado padre que explicaba que no podía atender a la niña ya que su esposa lo había abandonado y él estaba moribundo.

    ‘Se llama Hermione Granger, y díganle que la quiero con toda mi alma pero no puedo hacer otra cosa más que dejarla en manos de ustedes’, terminaba la carta.

    En cambio, en el niño no había nada que explicara el por qué había sido abandonado o cómo se llamaba al menos. Cuando le preguntaron su nombre, dijo en su media lengua ‘Hagui’ y lo registraron como Harry Smith. Aún cuando las reglas del orfanato era que niños y niñas durmieran en diferentes salas, decidieron dejarlos juntos pues cada vez que los separaban, los dos enfermaban de melancolía. Al cumplir los 17 años, el director del orfanato los mandó al lejano Londres y les consiguió un empleo en una empresa que se dedicaba al servicio de limpieza y ya llevaban ahí poco más de un año.

    -Necesitas agua –le dijo Hermione a Harry con brusquedad al tiempo que le arrebataba el trapo–. Y nuevos lentes. No sé como puedes ver con esos.

    -Los lentes pueden esperar, estoy pensando en comprar otra cosa –le contestó el chico dejándose llevar dócilmente hasta un lavabo.

    -¿Qué cosa? –le preguntó mientras lo obligaba a inclinarse y le lavaba la cara con una ternura que desmentía la forma brusca que tenía de hablarle.

    El hecho de que el agua fría corriera por sus mejillas evitó que la chica pudiera sentir el ardor que había subido al sonrojarse Harry violentamente.

    -Flores. Muchas flores… para… él –dijo en un murmullo y esperó el arranque de furia que no tardó en aparecer.

    -¿¡Sigues con esa tontería!? ¡Por Dios, Harry! –dijo ella malhumorada–. ¡Es un imposible! ¡Compréndelo de una maldita vez!

    -Déjame soñar –sollozó patéticamente–. Es lo único que puedo hacer.

    Hermione abrió la boca para seguir discutiendo pero luego la cerró apretando los labios con fuerza. No tenía caso tratar de hacerlo entrar en razón, ya había gastado muchas palabras y no había logrado absolutamente nada. Su amigo se había enamorado perdidamente de ese imbécil desde la primera vez que lo vio. Ella podía ver con claridad lo que él era, ¿pero cómo hacérselo comprender a un corazón enamorado?

    El timbre sonó indicándoles que las clases habían llegado a su fin y que tenían que salir del baño de hombres para dejarles espacio a esos niños ricos que los miraban como si fueran peor que basura.

    -Ten, sécate la cara y vámonos a los salones.

    Hermione le tendió un trapo limpio. Harry lo tomó y se secó deprisa sin molestarse en mirarse al espejo. No tenía caso pues su miopía lo tenía casi ciego sin sus gruesos lentes. Hermione recogió las cosas de los dos y se encaminó a la puerta con Harry trastabillando tras ella. La chica se hizo a un lado cuando dos muchachos entraron hablando y riendo fuerte.

    -¡Quítate de mi camino, estúpido mugroso! –le gritó un muchacho rubio a Harry con el asco vibrando en su voz.

    -¡No lo toques, Draco! –dijo su compañero con el mismo tono de voz–. Seguro tiene lepra.

    -¡Pero me está estorbando! –rugió enfadado y le dio un fuerte empujón a Harry haciéndolo chocar contra un lavabo y el espejo que estaba encima de él–. ¡Puaj! ¡Qué asco! –se restregó la mano con fuerza en su pantalón.

    -¡Vámonos! –dijo su compañero asustado al ver como el espejo se hacía añicos y grandes trozos de cristal se clavaban en la espalda de Harry.

    -¡Oh, Dios! –gritó Hermione y aventó al suelo lo que llevaba en las manos.

    Los dos muchachos salieron corriendo del baño asustados y no hicieron el menor caso a los gritos de Hermione pidiendo ayuda.

    -¡Harry! ¡Harry! ¡Ayúdenme, por favor!

    Se clavó las uñas en el rostro con desesperación al ver que un gran trozo de cristal se le había clavado en el cuello a Harry y una gran cantidad de sangre salía de la herida.

    -Estoy… bien… él… no tuvo… la culpa… yo… yo… lo… estaba estorbando –alcanzó a decir antes de desmayarse.

    -¡¡¡Harry!!! ¡¡¡¡Que alguien me ayude!!!

    Los gritos de la chica llamaron la atención de sus compañeros de trabajo quienes avisaron de la emergencia y muy pronto una ambulancia llegó a la exclusiva escuela privada. El traslado al hospital fue agónico para Hermione que insistió en irse con él. La palidez de Harry se acentuaba a cada momento y los enfermeros no podían parar la hemorragia. Debido a su baja condición económica, el chofer decidió llevarlos a un hospital de beneficencia, no tenía caso parar en los privados pues se negarían a admitirlo. Lo malo es que tomó mucho tiempo llegar al más cercano.

    -Ha perdido mucha sangre y ya casi no tiene pulso –le dijo el enfermero al médico que los recibió.

    Hermione corrió tras ellos por los pasillos hasta que llegaron al área de quirófanos y no hubo poder humano que la hiciera salir.

    * * * * * * * * * *



    -Doctora Potter… Doctora Potter… se le necesita con urgencia en el quirófano dos… Doctora Potter –dijo una voz femenina por el altavoz del hospital.

    Una mujer pelirroja suspiró profundamente y tomó una bata blanca del perchero.

    'Siempre es lo mismo' –pensó con cansancio–. 'Estoy a punto de salir y me llaman. James se va a enojar mucho porque no llegaré a tiempo a comer'

    Salió de su despacho y llamó a un chico para que la acompañara. El joven, que también era pelirrojo, dejó los papeles que estaba revisando y corrió para alcanzarla.

    -Llegará tarde a su cita –le dijo él con voz acongojada.

    -Lo sé, Ron –hizo un gesto de resignación–. Es la tercera vez que dejo plantado a James esta semana. No me extrañaría que tuviera listos los papeles del divorcio cuando llegue a casa esta noche.

    -Eso nunca pasará –le dijo él risueño–. Su esposo la adora –hizo una pausa para después preguntar con curiosidad–. ¿Por qué dice que llegará a su casa hasta la noche? Apenas son las dos.

    -Intuición femenina –le guiñó un ojo con picardía–. No es cierto –rió de buena gana al ver el escepticismo de su ayudante–. Siempre pasa, cuando lo único que quieres es ir a descansar, más te entretienes.

    -En verdad esta semana ha sido muy pesada para usted –concedió el chico–. Debería dejar de trabajar aquí, después de todo… no le pagan lo suficiente.

    -Sabes que no es por el dinero –su rostro se ensombreció al recordar porque estaba ahí.

    -La hice entristecerse, lo lamento –se disculpó de inmediato.

    -No te preocupes –le sonrió de nuevo de buen humor... ya habían llegado al quirófano–. ¿Qué tenemos? –le preguntó a la enfermera en jefe que estaba atendiendo a Harry.

    -Joven de 18 años de edad con múltiples heridas en la espalda y el cuello… ha perdido mucha sangre y su presión cae rápidamente.

    -Ron... –Lily llamó a su ayudante–. Dame su tipo de sangre. Necesitamos hacerle una transfusión –se acercó a Harry y le revisó la herida del cuello–. Necesito que esterilices toda esta área lo mejor que puedas, voy a suturarla –le dijo a la enfermera para después desaparecer por una puerta para cambiarse de ropa.

    Ron clavó una aguja en el brazo de Harry para extraer una muestra de sangre y un grito ahogado llamó su atención. Levantó la vista y vio a una desgreñada chica que lo miraba llorosa desde una esquina.

    -No puedes estar aquí –le dijo Ron amablemente mientras le sonreía.

    -No me iré –Hermione levantó la barbilla testarudamente–. Soy lo único que tiene y él… es lo único que tengo –se le quebró la voz al decir lo último.

    El pelirrojo sacó la aguja y se acercó a Hermione sin dejar de sonreír.

    -Si en verdad lo quieres, debes salir para que la doctora pueda atenderlo correctamente –la tomó de la mano con amabilidad–. Ven, acompáñame a analizar la muestra de sangre.

    -¿Harry se pondrá bien? –preguntó ella llorando abiertamente.

    -La doctora Potter es la mejor cirujana de Inglaterra. No podría estar en mejores manos, te lo aseguro. Tu novio se recuperará.

    -¡No es mi novio! –dijo muy enfadada–. ¡Es mi hermano!

    Ron la miró asombrado y después miró al joven tendido en la camilla. No podían ser más diferentes, sólo el color de sus cabellos desmentía tal parentesco. El de ella era castaño claro y el de él era negro azabache, aunque eso podría deberse a la falta de limpieza, según pudo observar por el estado de su ropa.

    -Si ella es la mejor cirujana del país, ¿qué hace trabajando en este hospital? –preguntó con suspicacia Hermione.

    -Muy buena pregunta –la miró admirado por su observación–. Te lo contaré mientras analizamos la muestra –y la condujo con delicadeza hasta la puerta.

    Hermione volteó a ver a Harry antes de salir del quirófano.

    -Te recuperarás, hermano –dijo en voz baja antes de que Ron cerrara la puerta con firmeza.

    * * * * * * * * * *



    Lily trabajaba sobre el cuello de Harry con sumo cuidado. La herida era muy profunda y había hecho mucho daño a una arteria, por eso había perdido tanta sangre. Había sido un milagro que no la cortara del todo, porque si lo hubiera hecho, ya estaría muerto. Tenía que trabajar muy lentamente y el medicamento que estaban utilizando para evitar que sangrara mientras suturaba, se acababa de manera alarmante y no había más en el hospital.

    -Tiene que darse prisa, doctora –le recordó por tercera vez la enfermera en jefe.

    -Lo sé –le respondió Lily sin mirarla–. Ya casi termino.

    Ron entró al quirófano con la ropa apropiada y se puso junto a Lily.

    -Ya tengo el resultado del análisis –le informó el chico.

    -¿Y?

    -Malas noticias, doctora. No tenemos su tipo de sangre aquí.

    -¡No me digas eso! –lo miró asustada–. ¡Es urgente! Comunícate con el doctor Black, dile que hablas de mi parte y…

    -Ya lo hice, pero tampoco tienen –confesó algo cohibido.

    -¿Qué tipo de sangre es?

    -AB negativo.

    Lily levantó las cejas con incredulidad, pero luego sonrió maliciosamente bajo el cubre bocas.

    -Comunícate con mi esposo y dile que necesito que venga con urgencia al hospital.

    -No me lo va a creer, pero el señor Potter está aquí –dijo Ron también sonriendo–. Llegó hace escasamente 5 minutos.

    -Pues sácale la sangre a él –rió bajito.

    Sabía que a James le daban terror las agujas, pero su tipo de sangre era igual a la del joven que estaba atendiendo y en verdad la necesitaban con urgencia.

    -Si se oyen los gritos hasta acá, ¡no es mi culpa! –dijo Ron riendo mientras salía del quirófano.

    * * * * * * * * * *



    -Sabía que no debía venir… nunca lo hago. ¿Por qué tuve que venir? –se quejaba James amargamente mientras cerraba los ojos con fuerza.

    -No es tan malo, señor Potter –le dijo Ron mientras lo preparaba para extraerle la sangre–. En verdad no entiendo porque le tiene tanto miedo a las agujas y no a esas bestias que tiene en su casa.

    -Perros. Son perros, no bestias –apretó más fuerte los ojos cuando sintió el pinchazo.

    -Igual son unas bestias horrorosas –siguió diciendo para distraerlo.

    Hermione no se había separado de Ron desde que salieron del quirófano y miraba el rostro del hombre con perplejidad. Cuando lo vio entrar al hospital y saludar al ayudante de su esposa, estuvo a punto de irse de espaldas. El parecido entre él y Harry era sorprendente. Automáticamente se había fijado en sus ojos, pero pudo ver que los de él eran de un azul profundo a diferencia de los verde esmeralda de su amigo.

    -Muchas gracias por ayudar a mi hermano, señor Potter –dijo Hermione y el hombre abrió los ojos.

    -No es nada, niña –le sonrió y ella pudo ver que hasta sonreían de la misma forma.

    -Disculpe la pregunta, pero… –titubeó–. ¿Tiene… hijos?

    Ron levantó la vista rápidamente y le dirigió una mirada de advertencia a Hermione que se sonrojó mucho al ver que había metido la pata.

    -No –respondió James con tristeza–. Bueno... sí, pero…

    -No necesita responderme –lo interrumpió ella–. Disculpe mi atrevimiento.

    James volvió a cerrar los ojos y quedó silencioso. Hermione miró a Ron para pedirle perdón con la mirada y él le sonrió para darle a entender que no pasaba nada.

    'Ella no podía saber que ése es un tema delicado para los Potter' –se dijo Ron y terminó de extraer la sangre–. Listo. Ya puede abrir los ojos, señor.

    James los abrió y miró asombrado la enorme cantidad de sangre que le había quitado ese pequeño vampiro pelirrojo.

    -¿¡Acaso quieres matarme!? –le preguntó James indignado–. ¿¡Cuántos litros me sacaste!?

    -No exagere, señor Potter –los dos jóvenes rieron–. Tomé sólo lo indispensable, pero tal vez necesitaré más dentro de… déjeme ver… unas dos horas.

    -¿¡Estás loco!? ¡De mí no obtendrás más que obscenidades si te me vuelves a acercar!

    -Regreso enseguida –le dijo Ron a Hermione aún riendo.

    -¿Cómo se llama tu hermano? –le preguntó James a la despeinada chica cuando estuvieron solos.

    -Harry –le contestó y no dejó de observar el pequeño sobresalto que tuvo el hombre al escuchar el nombre–. Realmente no somos hermanos pero en mi corazón sí lo somos –sonrió ante la expresión de azoro de James–. Somos huérfanos, nos criamos juntos y jamás nos hemos separado. Hasta dormimos en la misma cama.

    -¡Oh! Que triste –la miró con pena.

    -No pasa nada –le dijo sin dejar de sonreír–. En realidad la pasamos muy bien en el orfanato, nos alimentaron correctamente y nos enseñaron a leer y a escribir.

    -¿Te gusta leer? –le preguntó interesado.

    Esa joven le caía bien. Le agradaba la inteligencia y vivacidad que brillaba en sus ojos marrones.

    -¡Oh, sí! Todo el dinero que gano lo gasto en libros. La casa de huéspedes en la que vivimos es muy económica y nos sobra algo después de comprar la comida. Todos los sábados me voy a una librería que vende libros de segunda mano que son muy baratos y ya tengo una gran colección –dijo muy animada.

    -¿Y a… Harry… también le gusta leer? –le costó mucho trabajo decir el nombre del chico.

    -¡No, que va! Es un flojo de primera clase. Le gusta que le lea porque lo arrullo.

    Sonrió al recordar que el chico sólo necesitaba escuchar dos líneas para dormir de un tirón toda la noche.

    -¿En donde trabajan? –le preguntó, pero ya sabía la respuesta pues el uniforme que llevaba era muy conocido.

    -En una empresa de limpieza. El señor Watson nos consiguió el empleo aquí en Londres y desde hace cuatro meses hemos estado trabajando en una preparatoria.

    -¿Y quién es el señor Watson?

    -El director del orfanato de Abeerdeen… está en Escocia –le explicó ella al ver su expresión de incredulidad.

    -Lo sé, pero eso está muy lejos. ¿Que hacen en Londres?

    -El señor Watson dijo que un cambio de aire nos haría bien –rió de buena gana–. Nos quiere mucho a Harry y a mí –declaró sin jactancia.

    -Y tú quieres mucho a tu hermano, ¿verdad?

    -Muchísimo… y... y él también me quiere –agachó la cabeza–. Me moriría si le pasa algo.

    -¿Qué fue lo que ocurrió?

    James la tomó de la mano para reconfortarla y se sobresaltó al notar que estaban ásperas y rojas por el trabajo.

    -¡Todo fue culpa de ese estúpido! –le contestó ella enojada–. Lo empujó contra el espejo y se rompió. Muchos pedazos le cayeron en la espalda, pero uno se le clavó en el cuello y sangró mucho –empezó a llorar–. No sé como puede haber gente tan desagradable como él y lo peor de todo es que Harry… ¡lo disculpó! Dijo que había sido su culpa porque no se había movido para dejarlo pasar. Ya le había dicho muchas veces la clase de persona que era ese cretino, pero aún así sigue enamorado de él.

    -¿Harry está enamorado de… del chico que lo agredió? –preguntó James tratando de que su voz no denotara su sorpresa.

    -Sí y no entiende razones –siguió diciendo Hermione como si declarar que Harry sentía inclinación hacia los de su propio sexo fuera lo más natural del mundo–. Sé que ese desgraciado es hermoso como un ángel, que tiene los ojos grises más increíbles que haya visto, pero también es el ser más vil, ególatra y desagradable que haya pisado este mundo. ¡Lo odio! Por su culpa Harry casi… muere.

    James se movió y la abrazó para consolarla.

    -¿Sabe que me dijo Harry antes de que todo esto pasara? –le preguntó Hermione cuando se tranquilizó un poco.

    -¿Qué? –le acarició el cabello con ternura.

    -Que le iba a comprar a ‘ése’ muchas flores –rió con amargura–. Harry necesita otros lentes con urgencia porque los que tiene ya no le sirven, pero no… él quería comprarle flores a… ese tipo –y volvió a llorar con fuerza.

    James sacó un pañuelo de su pantalón y le secó las lágrimas con delicadeza. Sentía un nudo en la garganta por lo que la chica le había contado y decidió ayudarlos en todo lo que pudiera. Se daba cuenta perfectamente de que su situación económica era muy precaria y que si no trabajan no tendrían para comer, pero era obvio que Harry no podría hacerlo por mucho tiempo si su herida era tan grave como parecía.

    Ron regresó al cubículo y sonrió al ver a la despeinada chica en los brazos de James Potter… parecía un padre consolando a su hija. Hermione escuchó sus pasos y levantó el rostro con rapidez.

    -¿¡Cómo está mi hermano!?

    -¡Muy bien! –le dijo Ron contento–. La doctora ya terminó con la cirugía y ahora le están haciendo la transfusión. En cuánto terminen con sus otras heridas lo pasarán a recuperación –le guiñó un ojo–. Te dije que iba a salir bien.

    -¡Gracias! ¡Gracias, Dios mío! – la chica suspiró aliviada–. ¿A qué hora podré verlo?

    -Hmmm… no sé –la miró dudoso–. Un par de horas, tal vez más.

    -¿Qué te parece si para pasar el tiempo vamos a comer? –le dijo James a Hermione haciendo que la chica lo mirara sorprendida–. Te confieso que me estoy muriendo de hambre y mi esposa no se separará de tu hermano hasta comprobar que está estable.

    -¡Es una excelente idea! –dijo Ron animado–. Usted necesita comer y tomar muchos líquidos para recuperar la sangre que donó.

    -¿Vamos? –le insistió James a Hermione.

    -Pero… pero… –miró acongojada su sucia ropa.

    -Estás vestida correctamente –no la dejó continuar y se levantó sin dejar de abrazarla – Además necesito compañía por si me desmayo porque ‘alguien’... –miró a Ron de forma acusadora–. ... casi me deja sin sangre.

    -Les avisaré de algún cambio –el pelirrojo rió ante las palabras del hombre.

    -Iremos a la cafetería de la esquina –le informó James cuando ya iban saliendo.

    -De acuerdo, le diré a la doctora donde se encuentra.

    Ron los despidió con la mano para luego dirigirse de nuevo al quirófano.

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    Continuará...


    Edited by Kari Tatsumi - 12/3/2014, 19:20
     
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