Ojos Grises - Capitulo 7: Vuelve a mi lado [Harry/Lucius]

En este universo alterno, Harry suspira por unos hermosos ojos grises. Fic de Crazyfantasia.

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  1. Kari Tatsumi
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    Capítulo III
    Un dios rubio



    Harry estaba en la biblioteca y se jalaba el cabello negro con fuerza mientras trataba de entender lo que estaba leyendo.

    -¿Sufriendo como siempre? –le preguntó Hermione con voz burlona mientras se sentaba a su lado.

    -No entiendo ni media palabra. ¡Porque tenías que escoger Psicología! –la miró dolido–. ¡Ya no puedes ayudarme a estudiar!

    -¿Y por qué tenías tú que escoger Economía? –le contestó ella haciendo un gesto de desagrado–. ¡Es espantosa!

    -¿Crees que aún pueda cambiar de carrera? –la miró esperanzado–. Al fin y al cabo sólo llevamos cuatro semestres en la universidad.

    -No seas flojo –rió de buena gana–. Sé que vas a ser un gran economista.

    -¡Sí, claro! –volvió la vista al libro.

    -Te espero en el auditorio –la chica se levantó de la silla–. Voy a apartar lugar.

    -¿Vas a ir? –la miró asombrado–. ¡Pero no es sobre tu carrera!

    -Alguien tiene que explicarte después sobre de lo que trató –le guiñó un ojo y se fue.

    Harry suspiró profundo y guardó con lentitud sus libros en un elegante portafolio.

    'Mejor me voy. De todas maneras no voy a entender nada y la conferencia está a punto de comenzar' –se dijo derrotado.

    Justo cuando salía de la biblioteca un chico se le emparejó.

    -Hola, Harry –lo saludó el muchacho muy sonriente.

    -Hola, Neville –le correspondió también con una sonrisa.

    Ese chico le agradaba muchísimo. Era tímido y no muy sociable, pero tenía un gran y noble corazón y… estaba perdidamente enamorado de él. Neville nunca se lo había dicho, pero Harry se daba cuenta de como sus ojos se iluminaban cuando estaba cerca de él y por eso lo trataba con delicadeza. Sabía lo que era amar a alguien que nunca le correspondería y no quería causarle ningún dolor, aunque tampoco había ninguna esperanza de que llegaran a ser algo más que amigos.

    -¿Vas al auditorio? –le preguntó Neville mirándolo con embeleso.

    -Sí, ¿también vas a ir?

    -No puedo –declaró con pena–. Mi abuela quiere que la acompañe al doctor.

    -Qué lástima –le palmeó la espalda–. ¿Nos vemos mañana?

    -Por supuesto –dijo muy animado por el interés de Harry y se puso un poco colorado–. Hasta mañana.

    Neville le dio un rápido beso en la mejilla y se alejó corriendo. Harry todavía sonreía por ese inusitado beso cuando llegó al auditorio. Un grupo de personas iban caminando hacia él y se quedó parado para dejarlos entrar primero. Reconoció al rector de la universidad y a varios profesores. Uno de ellos lo saludó con una inclinación de cabeza y Harry le sonrió, pero un segundo después se quedó petrificado.

    Su mirada verde se perdió en una profundidad gris y se le olvidó respirar. Eran los mismos maravillosos ojos grises con los que soñaba cada noche, pero sólo hasta que su dueño pasó frente a él, se dio cuenta que no era el chico rubio por el que suspiraba cada noche. ¡Éste era un verdadero dios! Un traje caro envolvía el alto y esbelto cuerpo resaltando su perfección… el cabello rubio caía como una cascada de oro hasta la mitad de la espalda y su rostro tenía la más hermosa belleza madura que hubiera visto jamás. El hombre le sonrió con coquetería, pero él no acertó hacer nada más que jadear y mirarlo embobado mientras se dirigía al podium con los demás. Estaba a punto de entrar al auditorio cuando fue bruscamente tomado del cuello y azotado con fuerza contra la puerta.

    -¿Algún interés especial por el señor Malfoy? –le preguntó un hombre alto y fuerte mientras apretaba peligrosamente su cuello.

    -No… sé… de… que… habla –preguntó apenas respirando.

    -Yo creo que sí sabes –un rostro desagradable se acercó al suyo–. Pero nadie puede acercarse a él… ni siquiera mirarlo como acabas de hacerlo. ¿Me entendiste, mocoso?

    Harry sólo asintió con la cabeza luchando porque las lágrimas no brotaran. Quería llorar con desesperación, pero no era por el daño que le hacían esas manos, si no porque nuevamente lo habían hecho sentirse miserable y poca cosa. Primero Hermione, diciéndole una y otra vez que aquel joven era un imposible, y ahora ese desconocido, que lo destriparía si pudiera, porque se atrevió a mirar a un hombre prohibido. Fue liberado con la misma rapidez con que fue atacado y entró al auditorio con las piernas temblorosas sin atreverse a mirar al podium que ya estaba ocupado por los hombres. Vio como Hermione le hacía señas con la mano y fue rápidamente hasta ella.

    -¿Qué tienes? –le preguntó la chica al verlo tan pálido.

    -Después te cuento –le contestó Harry con la cabeza gacha.

    Hermione ya no insistió, pero lo observó minuciosamente. Cuando sus ojos bajaron hasta su cuello, apretó los labios con ira.

    '¡El que le haya hecho eso, lo va a pagar… y muy caro!' –se dijo furiosa y desvió la mirada hacia el podium buscando al culpable y… pronto lo encontró.

    * * * * * * * * * *



    Lucius Malfoy bajó de la limousine con la elegancia que lo caracterizaba y su guardaespaldas se puso a su lado de inmediato. Fue recibido por el asistente personal del rector con gran lisonjería y lo único que consiguió fue arrancar una mirada despectiva del rubio. Si había algo que desagradaba sobremanera a Lucius era el exceso de servilismo. Ser un prominente miembro del Parlamento y el consejero oficial del gobierno de Inglaterra sobre cuestiones de economía, lo hacían un hombre con grandes influencias y alguien que debía ser tratado con deferencia, pero muchos llevaban al extremo esa cortesía.

    Su vida privada y pública era llevada con suma discreción y no aparecía con frecuencia en eventos públicos. Sólo debido a que el rector era un buen amigo suyo, había accedido a dar una plática sobre la actual economía del país. Estuvo sólo unos minutos en la oficina de su amigo antes de que se dirigieran al auditorio. Todos estaban conscientes de que Lucius era un hombre muy ocupado y que su tiempo valía oro, así que todo estaba preparado para que la conferencia comenzara puntualmente.

    Lucius se rezagó a propósito para estar un momento solo y repasar mentalmente los puntos que iba a tocar en la conferencia y fue cuando lo vio. Era el muchacho más atractivo que sus ojos hubieran contemplado jamás. Tenía unos enormes y bellos ojos verdes que brillaban como piedras preciosas y en ellos vio la admiración a la que estaba acostumbrado.

    Un escalofrío lo recorrió al verlo de cerca. Cabello negro rebelde, una cicatriz en forma de rayo en la frente que en lugar de restarle belleza lo hacía enigmático y misterioso… cuerpo esbelto y deseable. Le sonrió con coquetería esperando una sonrisa como respuesta, pero no la hubo. Se alejó hacia el podium sonriendo aún más… haber dejado esos rojos labios entreabiertos y jadeantes, fue la mejor contestación.

    Lo vio entrar al auditorio un minuto después y esperó con ansiedad que esa mirada verde se cruzara nuevamente con la suya. Quería volver a ahogarse en ellos... comprobar que eran tan hermosos como había pensado, pero el joven no volvió a mirarlo y una frustración nunca antes sentida se apoderó de él. La conferencia llegó a su fin y ni siquiera pudo volver a contemplar ese bello rostro a plenitud, pues el joven no levantó el rostro ni una sola vez. Fue entonces que se preguntó qué era lo que había sucedido. Estaba seguro que lo había atraído y ahora esa inusitada renuencia a mirarlo le resultaba extraña.

    -Démosle un gran aplauso al señor Lucius Malfoy por habernos hecho el honor de venir a esta universidad y brindarnos un poco de su experiencia –dijo el rector hablando por el altavoz.

    Los aplausos no se hicieron esperar y Lucius inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. Entonces, otra persona llamó su atención. Una atractiva chica miraba con ferocidad a su guardaespaldas y se preguntó la razón del odio que veía en esos ojos marrones.



    Harry se mordió los labios todo el tiempo que duró la conferencia y no se enteró de que había tratado. Estuvo tan concentrado en no levantar la vista y controlar sus lágrimas que tampoco se dio cuenta de la forma en que lo miraba Hermione. Cuando todo el mundo aplaudió, él lo hizo de forma breve y se levantó para marcharse. Le extrañó que Hermione no lo esperara y suspirando, se fue tras ella.

    Hermione casi corrió a la entrada del auditorio para esperar al hombre que había lastimado a Harry y se le fue encima en cuanto lo tuvo a la mano. El hombre fue sorprendido y no fue lo suficientemente rápido para detener las afiladas uñas que se le clavaron en el rostro como cuchillos.

    -¡Eres un desgraciado! –gritó Hermione furiosa– ¿¡Quién diablos te crees para atacar a un estudiante!? –y empezó a patearlo.

    Todo el mundo se quedó paralizado ante la escena y Lucius no fue la excepción. Si alguien debía ser atacado, era él y no su guardia personal. Uno de los profesores fue el primero en reaccionar y separó a Hermione del hombre que ya buscaba su arma. Lucius intervino y tomó del brazo al sangrante guardia advirtiéndole con la mirada que no hiciera nada estúpido.

    -¡Señorita Granger! –dijo el rector muy enojado–. ¿¡Qué le sucede!? ¡Esta es una actitud que no estoy dispuesto a tolerar!

    -¿¡Y si va a tolerar que este ‘cerdo’ casi estrangule a un alumno en sus propias narices!?

    -¿De que está hablando, jovencita? –preguntó Lucius impactado y miró a su guardaespaldas con el ceño fruncido.

    -¡Lo que escuchó! ¡Ese tipo atacó a Harry! –lo señaló con un dedo acusador.

    -¿Puede demostrarlo? –preguntó Lucius con voz serena, pero en su pecho una rabia muy intensa empezaba a surgir.

    -¡Claro que puedo demostrarlo!

    Al fin pudo librarse de los brazos que la detenían y dio unos pasos hacia la multitud que los miraba con la boca abierta. De entre la gente jaló a un impactado Harry y lo plantó frente a Lucius.

    -¡Mire su cuello! –lo retó Hermione–. Puedo asegurarle que Harry no quiso estrangularse a si mismo.

    Harry cerró los ojos sumamente avergonzado. Sentía las miradas de todos sobre él y deseó que la tierra se abriera en ese momento y se lo tragara. Una corriente eléctrica lo recorrió cuando unos suaves dedos tocaron su cuello y un cálido aliento junto a su mejilla hizo que la piel se le erizara.

    Lucius recorrió ese cuello casi con reverencia y se le formó un nudo en la garganta al ver los verdugones que ya estaban pasando de rojo oscuro a morado.

    -Mírame, Harry –pidió Lucius con suavidad y el chico lo obedeció.

    Un estremecimiento involuntario recorrió el cuerpo de Lucius cuando volvió a contemplar esas profundidades verdes. Sólo que esta vez, en lugar de admiración, vio temor en ellos y eso aumentó aún más su rabia… una rabia ciega contra el hombre que se había atrevido a hacerle daño.

    -¿Mi guardaespaldas… Goyle… te hizo esto? –su voz seguía siendo suave.

    Harry sólo pudo asentir débilmente con la cabeza y volvió a cerrar los ojos con fuerza. No podía… no debía mirar a ese hombre nunca más.

    Lucius se volvió furioso a Goyle y le asestó un fuerte puñetazo en pleno rostro que lo mandó al suelo. Esa acción provocó una exclamación de sorpresa por parte de todos.

    -Yo… yo… sólo cumplía… órdenes –tartamudeó Goyle desde el suelo con la nariz rota y sangrante.

    Lucius que se puso aún más furioso por las palabras de su guardaespaldas. Se acercó a él y tomándolo del saco lo levantó con facilidad.

    -¿¡Órdenes!? ¿¡Qué órdenes!? ¿¡De quién!? –preguntó exigente.

    -Del señor Remus Lupin –dijo Goyle en voz tan baja que sólo Lucius pudo escucharlo–. Él me ordenó que mantuviera alejados a todos los que estuvieran interesados en usted y yo... me di cuenta de cómo lo miró ese chico, ¡pero le juro que mi intención no era lastimarlo!

    A Lucius se le fue el color del rostro al oír la confesión del hombre y volvió a golpearlo aún con más fuerza. Sacó su teléfono celular y habló brevemente durante unos segundos antes de volver su atención al joven que seguía con los ojos cerrados.

    -Te ruego que aceptes mis disculpas, Harry –se acercó a él y le puso una mano sobre el hombro–. Te juro que este hombre no volverá a acercarse a ti.

    No recibió ninguna respuesta… ni siquiera una mirada verde.

    -Todo esto es… tan… inusual –dijo el rector que por fin había recuperado el habla–. Les pido que vayamos a mi oficina… para… para… arreglar las cosas.

    -Voy a hablarle a papá –dijo Hermione con firmeza y sacó su teléfono celular.

    Harry pareció volver a la vida en ese momento y volteó a ver a Hermione visiblemente alarmado. La chica le sostuvo la mirada unos segundos antes de guardar el teléfono hecha una furia. Varios hombres aparecieron de la nada y hablaron brevemente con Lucius. Dos de ellos levantaron a Goyle que seguía tendido en el suelo y se lo llevaron casi en vilo.

    -¿Nos vamos? –preguntó el rector visiblemente nervioso y se adelantó.

    Harry y Hermione caminaron detrás de Lucius y el rector con las miradas de todos clavadas en sus espaldas.

    -¿Por qué armaste ese escándalo? –le preguntó Harry a Hermione todavía avergonzado–. No era necesario. No me lastimó y…

    -Mira, Harry –le contestó ella tratando de controlar su enojo–. Se acabaron los tiempos en que todo el mundo nos pisoteaba. Para mí fue más que suficiente aquella vez en que casi mueres. De ahora en adelante nadie va a quedarse sin castigo… ¡nadie! Y escúchame bien, ¡te juro que mataré al que se atreva a hacerte daño!

    Harry contuvo el aliento ante su encolerizada declaración y la abrazó para tranquilizarla y también para agradecerle su preocupación por él.

    Lucius escuchó cada palabra de Hermione y el interés por el joven creció. ¿Por qué la chica dijo que ya nadie los pisotearía? ¿Qué significaba eso? Harry estuvo a punto de morir… ¿Cuándo? ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Qué relación había entre ellos? Estas y otras muchas preguntas se alojaron en la mente del rubio y se prometió que las averiguaría. Pero también se prometió otra cosa… Harry iba ser suyo. El haber estado tan cerca de él y oler su delicioso aroma… sentirlo temblar bajo su toque… hizo que lo deseara con gran intensidad. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para sólo poner una mano sobre su hombro cuando lo que más quería era abrazarlo y llenar de besos su bello rostro. Ni siquiera con Remus había sentido tal deseo.

    -Remus –murmuró por lo bajo y sus ojos grises se convirtieron en acero por el enojo–. 'No acaba de entender que lo nuestro ya se acabó. En cuanto salga de aquí iré a verlo para ponerlo en su lugar' –decidió de pronto.

    La junta en el despacho del director fue breve, pero dejó conforme a Hermione. Lucius le aseguró que Goyle iba a ser procesado por atacar a Harry y que les informaría los avances, pero les pedía su discreción sobre el asunto y los dos chicos accedieron.

    * * * * * * * * * *



    Lucius subió a la limousine y le dio una dirección al chofer. Mientras recorrían las calles hacia la casa de Remus, el rubio respiraba profundamente tratando de tranquilizarse. En general era un hombre tranquilo, pero a veces su temperamento salía a flote y cuando eso pasaba, le era imposible controlarse. La puerta del coche se abrió y Lucius se apeó rápidamente. Se encontró frente a una bella residencia y la puerta se abrió antes de que llegara a ella. Un elegante mayordomo se inclinó en señal de bienvenida.

    -No lo esperábamos, señor Malfoy –le dijo el hombre con voz educada.

    -¿Está Remus? –le entregó su abrigo.

    -Se encuentra en el salón de té –le informó retirándose.

    Sus pasos resonaron en el piso de mármol mientras cruzaba frente a una imponente escalera doble y pronto llegó al mencionado salón. Entró sin tocar y un hombre, que estaba sentado en un sofá contemplado el jardín, se levantó sonriente.

    -¡Lucius! ¡Mi amor! ¡Qué agradable sorpresa!

    Nadie podía negar que Remus Lupín era muy atractivo. Poseía unos increíbles ojos dorados y se movía con gracia felina. Su rostro tenía una dulzura que era irresistible, pero que también era engañosa pues escondía un alma despiadada… era un ser ególatra y caprichoso. Su único interés en la vida era obtener lo que deseaba y generalmente lo obtenía. Y lo que él deseaba más que otra cosa, era volver a sentir las manos ardientes del rubio sobre su cuerpo. Habían sido amantes hasta que Lucius decidió terminar con él porque se estaba volviendo muy indiscreto con respecto a su relación y eso era algo que el rubio no estaba dispuesto a tolerar. Tenía una familia establecida, aunque fuera sólo en apariencia, y una imagen pública que debía conservar intacta. Remus le rogó que no lo dejara, pero Lucius fue implacable y no accedió a sus ruegos, pero él se prometió que el rubio volvería a su lado… tarde o temprano, volvería a ser suyo.

    -¿Y a qué debo el honor de tu visita? –preguntó Remus con voz melosa y le pasó los brazos por el cuello.

    -Quiero que me dejes en paz de una vez por todas –le dijo Lucius con voz de hielo.

    -No sé de que me estás hablando –le contestó con indiferencia mientras empezaba a besar su cuello–. Hmmm… sigues oliendo riquísimo.

    -Sabes perfectamente de lo que hablo –se quitó los brazos del cuello con brusquedad–. Sobornaste a Goyle para que amenazara a cualquiera que quisiera acercarse a mí.

    -¿Yo sobornar a tu guardaespaldas? –rió de buena gana–. ¿En serio crees que me rebajaría a hacer eso? Tú me conoces, sabes perfectamente que nunca haría algo así… es tan… vulgar –hizo un puchero de desagrado.

    -Porque te conozco sé que lo hiciste –dio un paso hacia él–. Y te lo advierto sólo una vez más, Remus… déjame en paz.

    -No –fue la simple respuesta y los ojos dorados brillaron peligrosamente–. Tú eres mío, Lucius. Mío y de nadie más.

    Una dulce sonrisa jugueteó en los delgados labios desmintiendo el brillo de sus ojos.

    -Estás demente –lo miró con desagrado.

    -Lo sé –fue a sentarse en el sofá y cruzó una pierna–. Estoy loco… pero por ti.

    -Estás advertido, Remus –se dio la vuelta para salir del salón–. No permitiré que vuelvas a meterte en mi vida –azotó la puerta al salir.

    -Tú también estás advertido, mi querido Lucius –dijo Remus y la dulzura abandonó por completo su rostro–. Jamás te dejaré en paz y mataré a cualquiera que se atreva a tocarte.

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