Fresas con chocolate para Cupido [Akihiko X Misaki]. FINAL + EXTRA - 30/04/14

Dos habitantes de la Tierra han sido elegidos: uno, para remplazar al mismísimo Cupido o Eros; el otro, para asesinarle, pero ¿y si terminan enamorados el uno del otro? Especial de San Valentín.

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  1. »Hitch 74 no Danna«
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    Hola, hola. Heme aquí con otra entrega. Sí, sí, sé que debí terminarlo ya desde hace más de una semana, pero ya saben cómo es la escuela (más ahorita que estoy con lo de mi proyecto de titulación y blah, blah, blah). En fin, no quise abandonar este fic como pasó con “De tradiciones y amor está hecho el invierno”. Lamentablemente, por las razones que acabo de mencionar, suspenderé ese fic y lo retomaré hasta las próximas vacaciones de diciembre. En tanto que este no lo dejaré, puesto que ya estoy haciendo los últimos capítulos.

    Bien, este capítulo y tal vez los que vienen sólo constarán de una parte, pero con la misma extensión de dos. Espero de antemano su comprensión, y que disfruten el cap tanto como hago yo al escribirlos.


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de su creadora Shungiku Nakamura.



    IX.- En la guerra y en el amor todo se vale – parte I


    En un lugar cercano a Londres –donde todavía seguía siendo 14 de febrero– podía apreciarse una especie de castillo de cristal rosa construido entre las fuertes ramas de un gigantesco y frondoso árbol de sakura que se erguía entre las nubes y el cielo azul. Dentro, todo mundo se movilizaba siguiendo las órdenes de Violeta, quien tomó el mando en remplazo de Eros y Teresa.


    –Fanny… estado actual de Eros-sama…

    –Respiración y pulso regularizados, aun en estado de inconsciencia –decía la rubia– demo… mis medicinas se agotan y de seguir así ya no podré hacer nada…

    –Explícate.

    –Ya pude regularizar sus signos, pero exactamente cada media hora vuelven a caer.

    –Entiendo… haz lo que puedas, Eros-sama está en tus manos.

    –Hai.

    –Aoitsuki… índices de amor en la Tierra…

    –Flujo constante… bajo, pero constante.

    –Kyöya… ¿Qué hay de Misaki-kun y Teresa-san? ¿Algún indicio?

    –Localicé la Tablet de Misaki –dijo el pelirrojo, frente a la computadora– Por suerte aún no ha sido apagada, reiniciada, infectada o hackeada.

    –¿Dónde?

    –En Japón, en la casa de un humano… Usami Akihiko.

    –¡Yukio, Joel! –al momento aparecieron un peliverde y un pelinaranjo– ¡Vayan por la Tablet y por ese tal Usami! ¡Traigan también todo lo que pueda servir de evidencia o indicio y envíenlo al laboratorio! ¡A él llévenlo a la sala de interrogación!

    –¡Hai!


    Ambos varones desplegaron sus alas, semejantes a las de una libélula, y emprendieron su marcha. Entraron a la residencia sin hacer ruido, encontrándose a cierto escritor sumergido en el mundo de los sueños.


    –¿Por qué la ropa de Misaki está tirada? –preguntó Joel.

    –Mira esto, Joel-kun.


    »Para: Takahashi Misaki

    De: Usami Akihiko«



    Se trataba de una tarjeta que venía dentro de una cajita de fresas con chocolate.


    –Ropa tirada, luces apagadas, fresas con chocolate para Misaki, Usami desnudo… –Yukio parecía tener una teoría–…es obvio que lo hicieron y ahora son amantes.

    –¿En serio? –Joel estaba algo sonrojado.

    –Lo que explicaría por qué la Tablet fue localizada justo aquí –Yukio tomó el objeto de la mesita de noche, pero sintió una punzada.

    –¿Pasa algo?

    –No, nada –dijo el peliverde, atribuyéndolo a su imaginación– Bien, hay que llevarnos a Usami antes de que despierte.

    –Hmm… supongo que a Misaki no le molestará si tomo uno…

    –¡Deja eso, Joel-kun, no es tuyo!


    Pero ya era demasiado tarde, pues el pelinaranjo se había comido una fresa y ahora caía en la inconsciencia.


    –¡Joel-kun! –Yukio intentaba despertarlo– ¡Oi, Joel-kun!


    En tanto, en otro lugar más apartado pero tampoco lejos de la Tierra, dos almas enamoradas luchaban por deshacerse de sus ataduras. Los dos subordinados de Eros estaban encerrados en una enorme jaula que pendía de una cadena en el techo. A Teresa se le clavaron unos cristales rojo sangre en cada muñeca, al igual que Misaki pero en color negro.


    –Vaya, pensé que jamás despertarías, Misaki-kun –espetó cierto pelinegro de ojos escarlata, que les miraba desde abajo.

    –¿Quién eres? ¿Por qué estamos encerrados? ¿Por qué…?

    –Una pregunta a la vez, pequeño, una pregunta a la vez…

    –Anteros-san –susurró Teresa.

    –¿Lo conoces?

    –¡¿Conocerme?! –exclamó Anteros con tono burlesco– ¡Esta cara bonita era mi mano derecha!

    –¿Teresa-sama?

    –Yo… –la mujer agachó la mirada– Misaki-kun, yo…

    –¡Vamos, no te hagas la desentendida! –y luego miró al chico– ¡Por supuesto que ella era mi mano derecha! ¡Ella se infiltró al centro de operaciones de tu jefe Eros! ¡Su misión era seducirlo y traerme su cabeza!

    –¡Basta, por favor! –Teresa no lo soportó y se llevó las manos a la cabeza, soltando algunos sollozos.

    –¡Y hay más! –por lo visto el azabache disfrutaba esto– No sólo era mi mano derecha, sino también mi amante.

    –¡Basta!

    –¿Por qué? –preguntó el menor, con la mirada ensombrecida y unas pocas lágrimas fluyendo por sus mejillas– ¿Por qué quieres la cabeza de una persona tan pura como Eros-sama? ¿Qué te ha hecho él para que quiera verlo muerto?

    –Tú deberías saberlo mejor que nadie… Cupido-kun –lo último fue dicho con rabia– Tú sabes perfectamente las locuras que humanos y dioses cometen por amor… lo único que quiero es acabar con su sufrimiento, que nunca más sufran por amor… y la única forma de lograrlo es acabando con el causante.

    –¡Pero es parte de la vida! –Misaki levantaba la voz– ¡La única forma en la que las personas valoramos a nuestros seres queridos es cuando nuestros sentimientos son puestos a prueba! ¡Por ello el amor a primera vista, los romances furtivos, los amores unilaterales! ¡Incluso los triángulos amorosos! ¡Todos tienen su razón de ser!

    –La misma estúpida premisa de Eros –Anteros destilaba odio en cada palabra– Para ustedes es fácil decirlo porque no tienen que lidiar con todos esos corazones heridos o rotos –Misaki iba a repelar algo más, pero un soldado negro interrumpió, hablando cosas inteligibles sólo para Anteros. Luego éste empezaba a caminar en señal de marcharse– Por cierto, Cupido-kun… ¿Sabías que tu amado Akihiko te vendió a mí a cambio de ser correspondido por Takahiro?

    –¿Qué?

    –Apuesto a que ya no piensas igual que hace unos segundos.


    El pelinegro le dedicó una sonrisa altanera y sin más se marchó, dejando al castaño con el corazón colgando de un hilo. En tanto Akihiko ya había sido llevado con Violeta, gracias a una granada de tele-transportación que Yukio lanzó, llevándose consigo a Joel, Usami, la Tablet y la caja de fresas con chocolate.


    –¿Qué demonios? –fue lo primero que soltó el escritor en cuanto despertó y se vio en un cuarto interrogatorio, ataviado con un uniforme gris propio de un reo, esposado y sentado frente a un escritorio con un micrófono.

    –Usami Akihiko –frente a él estaba una mujer que debía andar por los 21 años, de largo cabello y ojos color morado, vestida al más puro estilo militar, al parecer grado teniente– usted ha sido arrestado por su implicación en el posible secuestro de Takahashi Misaki.

    –¡¿Qué?! –eso sí que lo tomó por sorpresa– ¡¿Cómo que Misaki fue secuestrado?! ¡¿Quién…?! ¡¿Cuándo...?! ¡¿Cómo que arrestado?!

    –¡Aquí las preguntas las hago yo! –soltó la mujer, no demasiado alto, pero con tono contrariado– Bien, como decía, usted ha sido arrestado por la implicación en el posible secuestro de Misaki-kun, y antes de que diga cualquier cosa, tenemos indicios que nos hacen sospechar fuertemente de usted –dicho esto Violeta colocó sobre la mesa la Tablet color blanco y la caja de fresas con chocolate, y grande fue su indignación al ver la reacción de sorpresa que Akihiko los reconoció.

    –Faltan dos –susurró el peliplata para sí mismo, horrorizado por la teoría que se formulaba en su mente.

    –Así es, Usami-san, y por su reacción veo que mis sospechas eran ciertas –y luego estalló: – ¡¿Con qué propósito?! –sujetaba fuertemente la camisa del escritor y tiraba de ella– ¡¿Con qué propósito trató de envenenar a Misaki-kun?!

    –Yo… –Usami agachó la mirada y se quedó en silencio. Este gesto ofendió sumamente a la mujer, quien lo soltó de un empujón.

    –¡Violeta-sama, Violeta-sama! –sin embargo aquello no le duró demasiado, pues Yukio entraba repentinamente con unos documentos en mano– ¡Laboratorio ya tiene los resultados! –Yukio le entregó una pequeña carpeta que la teniente revisó.

    –Justo lo que temía –bufó con pesadez.

    –¿Qué sucede, Violeta-san?

    –Saca a esta escoria de mi vista –masculló entre dientes– llévalo al confinamiento de máxima seguridad.

    –¿Qué hay de Misaki? –inquirió el novelista.

    –¡Dije que usted no está en posición de nada! ¡Yukio, llévatelo de una vez!

    –Por favor no se resista –espetó el peliverde.


    Dicho esto lanzó otra granada y luego de unos segundos fueron a dar al exterior de una celda. Akihiko fue conducido dentro, y casi se le sale el corazón de la impresión, pues no había paredes o piso como tal sino que parecía más un abismo o uno de esos agujeros negros.


    –¿Qué tiene que decir al respecto, Usami-san?

    –¿Ah?

    –Vamos, no se haga el desentendido. Los resultados de laboratorio arrojaron que esas fresas que usted le dio a Misaki están hechas de odio puro, lo cual nos indica que usted tuvo tratos con el único capaz de moldearlo de esta manera: Anteros… ¿me equivoco? –Akihiko negó en silencio– No sé qué le haya ofrecido o qué le haya dicho Anteros, pero sí le digo una cosa, Usami-san... ese odio es veneno para el dios del amor, o semidiós en el caso de Misaki-kun, y está corriendo por sus venas. Si no recibe un antídoto pronto… –Yukio apretó los puños de la impotencia–… morirá.



    CONTINUARÁ…




    Notas finales:

    Un review con una crítica constructiva, sugerencia, comentario o felicitación nunca le vienen mal a nadie. Gracias por leer. Chaito.
     
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