Erróneo, pero correcto cap 4: (10/2/16) (usamixmisaki)

descripcion en el fic...

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  1. kuroshiyaoi
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    Takahashi Misaki un joven editor de apenas 20 años, quien se vio obligado a casarse, termina en el bar de un hotel tras haber discutido con su esposa, donde se encuentra con un extraño peliplata que intenta seducirlo, ¿que hará misaki tras conocerlo?

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    Bienvenidos a mi nuevo fic!!! :=NEWWWA:

    bueno este fic nacio en mi aburrimiento, mientras jugaba a los sims.
    espero que lo disfruten :)

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    CAPÍTULO UNO:



    Takahashi Misaki se sentó a solas en el mostrador del bar de un hotel, en el exterior la noche se hacía cada vez más profunda. Miraba fijamente a la intacta copa de brandy que yacía frente a sus ojos, el líquido se tornaba aguado y descolorido con el paso de los interminables segundos. Mientras que observaba el hielo derretirse con una inusual premura, se preguntaba con qué podría olvidar los amargos tragos que la vida le obligaba a beber sin ofrecerle descanso alguno…



    “Soy un gran idiota…” pensó. El melodioso son de “My way” de Frank Sinatra circulaba lentamente por el salón, intensificando el sentimiento tristeza de Misaki.



    Suspiró dejando a un lado sus castaños flequillos tan suaves como la seda, sus espesas pestañas encerraron por un instante sus intensos ojos verde esmeralda, sus finos labios se habían curvado hacia abajo, “Si tan solo pudiera dejar de ahogar mis sentidos en una copa…”, miró con desgano su reloj, aun siendo de madrugada no planeaba irse…



    “Como si sentarme aquí solucionara mis problemas…”




    La voz del cantante ceso, ahogando el sonido de la orquesta la ensordecedora ovación del público, Misaki se unió a los aplausos, no porque fuese su canción favorita, sino que había cumplido su misión, se sentía tres veces peor de cuando había llegado.



    La voz de una mujer anunció una banda de jazz desconocida para él, decidió no prestarle atención a la música, no estaba en ese lugar para escucharla, solo había llegado a ese bar no tener que ver a esa odiada mujer que tenía como esposa…





    *Flashback*





    -¡Dejate de tonterías!



    Misaki miró a su alrededor, buscaba con desesperación la puerta, su expresión demostraba una creciente furia, la ruidosa voz de su esposa gritándole como a un crio por enésima vez en el día, el llanto desesperado de su hijo, o como quería creer, las crueles palabras que escupía sin control la boca de ésta, si todo esto seguía su auto control seria lanzado por la borda, explotando en ira.



    -¡Hirako por favor callate!- Gritó después de varios sofocantes minutos sin pronunciar algo.



    No resistía más, si se quedaba un segundo ahí lo único que lograría hacer es abofetearla, apretó sus puños con fuerza, intentando por todos los medios por no alzarlos…



    Tal vez Misaki podría odiar a Hirako con todo su ser, pero aun así la idea de golpearla sería imperdonable, él no era ni sería jamás esa clase de hombre.



    Avanzó con desesperación a la puerta, sacó del closet una chaqueta de cuero, negra como las tinieblas, caminaba hacia su salida esforzándose por hacer caso omiso a ella y su cruel sermón, tomó con firmeza el pomo, llevando por primera vez en el día su mirada a la cara de su esposa, pronunciando con fuerza:



    -¡Perdoname por ser un inútil!



    Salió de la estrecha casa, golpeando la puerta con tal violencia que esta resonó por todo el vecindario al cerrarse…




    *Fin Flashback*




    Llevó la copa a sus elegantes labios, bebiendo todo el contenido de un solo trago como si estuviese degustando un dulce vermú rojo reposado en alguna de las provincias italianas, en lugar de ese insípido brandy aguado por el tiempo…



    Una molesta lágrima rodó por su pálido rostro sin su consentimiento, cayendo delicadamente en su mano, la llevó rápidamente a su cara secando sus amenazantes ojos llorosos. se había prohibido llorar; sobre todo en público, forzándose a tener un semblante sereno, incluso en las situaciones en las que cualquiera se desmoronaría al instante.



    Pero ya era imposible permanecer tranquilo, había aguantado demasiada presión, tanta que cuando se dio cuenta de aquello se veía ahogado en una desesperación por estrellar sus puños en la cara de su esposa, envuelto en lágrimas cargadas de ira…



    Miró con desgano su copa vacía, meditando si debía pedir otro trago, o tal vez regresar a casa, sin decidirse por ninguno.



    -Dos Manhattan, por favor…- Una seductora voz masculina resonó, sorprendiendo a Misaki, trayéndolo de golpe a la cruda realidad. -Uno
    para mí y otro para él…- agregó con el mismo tono...



    Misaki levantó la cabeza, viendo inmediatamente al hombre. Quien parecía estar apenas a inicios de sus treinta, sentado en el taburete contiguo. Tenía un sedoso cabello gris, similar a la plata, y unas finas facciones que le daban un ligero aspecto misterioso, traía un elegante traje Armani, destacando entre todos los presentes…



    Miraba a fijamente a Misaki con cautivadores y vívidos ojos amatista. Haciendo que su corazón latiera desenfrenadamente, incapaz de apartar su mirada lejos de la del señor.



    Tenía que rechazar la bebida que el cantinero le entregaba, pero se sentía hechizado por el extraño, haciendo que su cuerpo se negase a cooperar…



    El hombre con suma elegancia llevo su copa a sus finos labios, bebiendo lentamente de ella, intentando seducir al menor con cada gesto que realizaba…



    Pasaron varios minutos, el caballero dejó la copa vacía en el mostrador, se levantó de su asiento con gracia, llevando sus hermosos labios al oído de Misaki…



    -Sígueme…- Musitó con sensualidad, deslizando sus dedos por la camisa de Takahashi.



    “¿Eh?”, Misaki sintió arder su pecho al ser tocado por el extraño, entrando ligeramente en pánico, ¿Qué debía hacer?, ¿Negarse?, ¿Seguirlo?, no lo sabía, en un instante su mente se quedó completamente en blanco como si su instinto le dijera que en ese momento era absurdo usar la cabeza, sintió como su cuerpo seguía el agraciado paso del peli plata, guiándole hacia el lujoso ascensor.



    Los labios del éste se posaron en los de Misaki apenas la puertas se cerraron, aislándolos del resto de la gente, donde solo una pequeña cámara de seguridad podía observarlos, pero a él no pareció importarle demasiado. Estiró sus brazos pegando el torso del chico a su esbelto cuerpo, recorriendo con sus manos la delgada espalda de éste.



    -¡…!



    Misaki intentó separarse, pero permanecía en shock por la repentina acción del mayor, “¿Pero qué mierda…?”, sentía como su cuerpo ardía en los lugares que él tocaba, obligando a su cuerpo a ceder a las forzadas caricias de un extraños que había conocido minutos atrás, pese a las órdenes de su cerebro de permanecer firme.



    Sus manos demandaban enredarse en el cabello de su atacante, aferrarse a él con fuerza, como si quisiera hacer que el beso fuese eterno…



    El ascensor se sacudió levemente, un sonido le siguió, abriéndose las puertas con un murmullo inaudible, habían llegado a su destino, frenando todas las intenciones de Misaki.



    El hombre dejó libre al chico, saliendo de la cabina en silencio, avanzando hacia el final del pasillo, abriéndose camino en una puerta enumerada como “108”...

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    Bueno eso es todo por ahora, espero que les haya gustado
    y no duden en comentar
    nos leemos~ :=WORKIN:

    Edited by kuroshiyaoi - 10/2/2016, 22:39
     
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    waaaa!!! Por que lo dejas ahí!?

    Hola! jeje que cosas, hiciste que me emocionara :)
    Misaki casado y con un hijo? woow! eso es algo que yo, almenos, no había leído

    uuuh que sexi Akihiko!

    Quiero conti! me dejas muy emocionada!

    ok


    bye,bye
     
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    :o Me he enamorado de tu fic!!!

    conty no lo dejes ahi >u<

    se esta poniendo interesante, la esposa de Misaki parece ser una bruja XD


    :=AKAKAKAKAK: :=AKAKAKAKAK: :=AKAKAKAKAK:
     
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  4. kuroshiyaoi
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    Hellou! ¿como estan?
    he renacido de las sombras y mis j-rockers me han soltado okno
    el capitulo lo terminé hace mucho, pero no estaba segura, sin embargo me arriesgaré
    mi anímo afecta un poco, pero me saqué un peso de encima al reducirse mis problemas visuales yay!
    fui un poco floja e irresponsable por no actualizar. PERDON!!!!!
    bueno, mi historia está aca!

    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~



    CAPÍTULO DOS:

    La puerta se cerró silenciosamente, dejándolos a solas en la estrecha habitación de hotel, totalmente aislados del mundo exterior y sus crueles reproches morales. Examinó con detenimiento el lugar, las luces se encontraban tenuemente iluminadas, las paredes tapizadas de un apasionado rojo, dando la sensación de que todo hubiese sido preparado para traer a un amante desconocido a la perdición del placer carnal. Un aroma a rosas emanaba de algún lado, inundando el cuarto con su atrayente olor… Si Misaki no supiera que este se trataba de un hotel de cuatro estrellas, seguramente diría que se encontraba en uno de esos famosos “hoteles del amor” a los que solía ir antes de contraer matrimonio.


    Él observaba con timidez al extraño de cabellos plateados, que se acercaba lentamente, deslizando su corbata por sus largos y finos dedos, como si estuviera sujetando unas cadenas con la cual inmovilizar a la presa que asechaba con la cautivante pasión que nacía de sus ojos. Retrocedió, encontrándose con la tan inoportuna puerta cerrada con pestillo. Era intimidado por el hombre y su varonil silueta, o al menos
    eso sentía. Él le sonreía con un aire misterioso, haciéndole ver incluso más atractivo para la vista que antes. Sus respiraciones se fundían a medida que se acerba, estrechando sus cuerpos con delicadeza. Misaki cerró sus ojos a modo de reflejo, ¿Volvería a besarlo cierto? Sintió como sus labios se rozaban con tentadora intensidad. Sentía miedo de perderse en el calor que lentamente invadía su cuerpo…


    -No temas, éxtasis es todo lo que sentirás…- Le susurró, logrando, de alguna forma, que su voz bailara en sus tímpanos, estremeciéndolo.


    Su boca se abrió para gemir, permitiéndole que la devorase con pasión, arrasando con la poca cordura que lo mantenía a salvo. No poseía control alguno sobre su cuerpo. Era como si estuviera bajo el control de algún poderoso afrodisiaco o quizás una fuerza superior que le incitaba a entregarse a las caricias que el hombre le propinaba. Aun sin considerarse homosexual ni bisexual, no era la primera vez que era besado por alguien de su mismo sexo. En sus cortos días de universidad, durante esas alocadas fiestas de adolescentes inmaduros que ocurrían casi a diario, el exceso de alcohol realmente hacía de las suyas, terminando liado con la primera persona que lograse seducirlo, incluso así fue con su esposa, llegando a amarla y odiarla en una sola noche.


    Sin embargo esta vez se sentía maravillosamente mágica…


    Avanzaron torpemente a la gran cama, de brillantes y satinadas sábanas grises, que estaban perfectamente diseñadas para atraer a las excitadas parejas a la agónica decadencia del amor de una noche. Los resortes chillaron por el peso, sin que lo notaran, se encontraban sumergidos en el abismo sin retorno del frenesí de besos lascivos. Se separaron unos instantes, jadeando, observando sus rostros sedientos de placer, suplicando deseo con sus agitadas respiraciones…


    -Eres tan lindo…- murmuró con su grave voz


    Misaki quería gritarle que no dijera tonterías, pero no era capaz de articular palabra alguna, tampoco de alejar su mirada de sus ojos, sus muy apasionados ojos violetas, casi como las amatistas. Encontrándose hipnotizado por ellos y su vívida belleza. Sus manos le paralizaban, impidiendo su escape. Y sus labios le devoraban como si se tratase de un fruto prohibido.


    -…Tanto que mi corazón suspira por ti…- Agregó después de un rato.


    Desabotonó su camisa, lenta y provocativamente, besando cada centímetro de la piel del menor, quemándolo con el calor de sus labios, estremeciéndole por las sensaciones que enviaba a cada uno de sus nervios. A Misaki no le disgustaba, sin embargo todavía existía una parte de él que no quería seguir sintiéndolas. Jadeó buscando calmarse.


    -¡Ahhh!


    Tapó su boca con ambas manos, ¿Era su voz?, el color de su rostro se hizo más intenso, ¿Realmente estaba disfrutando el toque de un extraño?


    -¿Por qué te contienes? Vamos…Deja salir tu voz…


    Le sonrió, retirando sus manos del camino, besándolas, entrelazándolas con las suyas. Volvió a dirigirle la mirada, acercando su boca a la del chico, besándole con ardiente furia. Deslizando su juguetona lengua por su boca, haciéndole sentir a Misaki la necesidad de unirse a su sucio juego…


    -…No me obligues a ser rudo…a menos que te guste ser castigado…


    Esas palabras le dieron a entender al joven que ese hombre sería su perdición esta noche, y que nada cambiaría ese hecho. Él era su inocente víctima y terminaría siendo lo que se solía conocer como “el pasivo” de ese extraño, incluso no tendría más opción que disfrutar o sufrir. Eso era algo difícil de aceptar, sobre todo con su orgullo. Sus manos tocaron la excitada entrepierna del chico, trazando sin prisa la forma de su caliente y húmeda erección, haciendo presión, cosquilleando hábilmente el lugar, otorgándole placenteras sensaciones. Gimió nuevamente, su toque era tan…


    -¡Ahhh! No…


    Se adentró en sus pantalones, en su ropa interior, tomando por fin su miembro, deslizando sus finos dedos a lo largo de este, matándole con ese delicioso placer que le entregaba con cada caricia. Las caderas del chico se elevaron, moviéndose al mismo ritmo que la mano…


    -Heh, a tu cuerpo le agrado.


    “Creo que no solo a mi cuerpo le gustas…” Recorrió la mente de Misaki.


    Las palabras que el misterioso seductor le susurraba lo cautivaban poco a poco, olvidándose del peligro, la culpa de la traición y la obligada fidelidad a la que estaba sometido día tras día. La que le hacía desear ser domado por otra cosa, algo de algún tinte más erótico. Sacando a la luz su verdadera naturaleza. El pervertido secreto que dormía en su interior, uno que nunca estuvo dispuesto a aceptar… El hombre le tenía completamente a su merced, reaccionando exactamente como él quería que Misaki lo hiciese. No iba a decirlo, pero él deseaba gritar pidiendo más de esa dulce tortura. Su cuello se curvó hacia atrás. No lo admitiría, no obstante, las manos del extraño se sentían bien, como si supieran con exactitud donde tocar para encender la pasión del chico. Mordió su labio, cerró sus ojos, era penoso mirar. Sin embargo no podía más, se estaba rindiendo a las caricias del hombre.


    -¿No te gusta?


    La voz del mayor sonó un tanto desanimada, pero también parecía estar aceptando infantilmente un reto que el chico le había propuesto sin siquiera notarlo. Llevó su boca al pecho de Misaki, jugando con sus pezones. Lamiéndolos, chupándolos, mordiéndolos y tirando de ellos. Él ya casi no podía contener su voz, era tan difícil mantener la calma con tales acciones… Frotaba el miembro del menor con su cadera, sacándole suaves gemidos. A su vez dirigía una de sus manos al trasero de Misaki, rozando suavemente la entrada de este.


    -Estás tan húmedo aquí…


    Deslizó un dedo por la estrecha entrada que ardía como si se tratase de una hoguera, moviéndolo en círculos, buscando el punto especial, donde toda la pasión explotaría súbitamente.


    -Nghh…no…deten… ¡Ahhh!…


    -¿Qué pasa?


    -Se siente…extraño…


    El hombre sonrió, prosiguiendo con su labor, añadiendo dos dedos más, introduciéndolos con habilidad.


    -¡Ahhh~!


    Se estremeció con violencia, gimiendo con fuerza. A esta altura, contenerse era imposible, las exquisitas sensaciones le hacían desear sacudirse al compás de los dedos que lo invadían. Sin embargo estaba asustado de hacerlo, no deseaba anunciarle al extraño que quería más, le aterraba saber que sucedería si pedía más…


    -Tu voz es tan sexy…No la contengas más…


    Apretó fuertemente la mano del hombre que aún seguía entrelazada a la suya, volviendo doloroso el agarre. Los dedos que lo embestían salieron e ingresaron nuevamente, una corriente recorrió su espina y nervios con euforia. Levantó sus caderas, dejando salir su semilla por su abdomen y piernas. Jadeó con fuerza, ocultando su mirada en algún punto de la habitación, rehuyendo de la exótica mirada amatista que lo había enloquecido minutos atrás...Llegó al clímax solo con un par de dedos, que vergonzoso.


    -Parece que estás listo…


    El Mayor desabotonó su camisa, exponiendo su atlético torso, haciéndole ver incluso más sensual que antes, su respiración era rápida e irregular, sudor se deslizaba lentamente por su cuello. Sonrió, acercándose a Misaki, besándole suavemente, a la vez retirando con ansias su ropa. Misaki quedó petrificado instantáneamente al verlo, ¿Realmente llegaría hasta el final? Intentó cerrar su boca, impidiendo el avance de la lengua que buscaba atraparlo en el abismo de placer de los besos. No obstante, resistirse era en vano. Sus piernas fueron firmemente sostenidas en el aire. Algo rozó el botón de su entrada, algo más grande y tenso que un dedo. Se estremeció, ahogando un gemido en el momento en el que el hombre hizo ingreso de su hombría en los adentros de Misaki


    -D…duele…


    Su cuerpo se paralizó por la intrusión, no obstante, no dolía tanto como le habían dicho. Esto era soportable y placentero; invadiéndole el deseo de pedir más, sorprendiéndolo y asustándolo. Intentando por todos los medios distraerse del movimiento que lo llevaba al borde de la agonía de un placer que nunca antes había sentido, sin embargo, a pesar de su arduo esfuerzo, era arrastrado una y otra vez al miembro que lo embestía sin cesar, rozando repetidamente el mismo punto, aumentando las olas de éxtasis, haciéndole temblar de pasión.


    -Eres tan estrecho…


    Misaki dejó escapar un suspiro, era obvio, era la primera vez que llegaba tan lejos con un hombre, levantó sus temblorosas manos color porcelana, intentando entre agudos gemidos y pesados jadeos empujar lejos al hombre que lo sometía y luego salir corriendo. No lo resistía más, no importaba si se sentía bien, no podía seguir siendo torturado de esta manera, era vergonzosa y hería su orgullo. Las acercó lentamente al cuerpo de su atacante, tocando el pectoral izquierdo de este, sintiendo como el desenfrenado latir de su corazón se traspasaba a su palma, a su corazón. Como su agitado pecho se movía para respirar, como el calor lo derretía poco a poco, como una extraña paz lo envolvía...


    -um...ah...


    La retiró rápidamente, sin entender la razón del esquivo sentimiento que se paseaba por su cabeza sin revelar su nombre; escondiéndolas en el mar desordenado de sábanas tibias por sus cuerpos, temblando por la conmoción. Entonces una rara emoción recorrió todo su cuerpo, incitándole a seguir tocando el agitado pecho que se estremecía con discreción frente a sus ojos ensombrecidos, a besar aquellos labios rosas que clamaban a gritos por la angustia de uno...


    -No seas tímido, puedes tocar lo que quieras...


    Sonrió disimuladamente, intentando confortarlo. Le estaba encantando que el chico que había recogido horas atrás fuera así de lindo, inocente, tierno y provocativo al mismo tiempo. Se preguntaba cuántos años podría tener, dada su juvenil apariencia, que le hacía parecer que estaba cursando la secundaria, o que con suerte estaba en la escuela media, siéndole imposible pensar el joven como mayor de dieciocho años. No obstante lo que él no sabía era qué Misaki había cumplido la mayoría de edad, o sea los veinte hace ya siete meses atrás, que llevaba ya seis meses casado con la persona que más odiaba y tenía con ella un pequeño hijo de apenas año y medio, producto de la locura de la adolescencia. Que a pesar de su juventud la vida le estaba pareciendo un estorbo y que deseaba huir de todas las responsabilidades que le habían caído de repente del cielo, sin embargo no lo hacía porque no quería seguir causándole problemas a su familia.


    Embistió con fuerza, acariciando insistentemente el duro miembro del muchacho, obligándolo a dejar salir los eróticos sonidos que se acumulaban en sus enrojecidos labios. Lo besó nuevamente, degustando una vez más el adictivo almíbar que componía su saliva. Sintió como los adentros del chico se estremecían por el inminente orgasmo, aumentando la velocidad de sus movimientos. Jadeó silenciosamente, el también estaba llegando al clímax.


    -para..voy a...ah~!


    Misaki no alcanzó a terminar la frase, una corriente recorrió con euforia su espina, haciéndolo estremecerse con violencia, explotando de pasión nuevamente. Su semilla se escurría por sus piernas y abdomen, haciéndole sentir vergüenza. Una cálida marea invadió el lugar donde el hombre tenía su erección, quemándolo con el calor de su semilla, segundos después, deslizó su flácido miembro fuera del cuerpo de Misaki, respirando lentamente, dejándose caer cansadamente al lado del chico, bañando su oído con el calor de su aliento...


    -Eres increíble...


    Sus cuerpos habían caído rendidos al cansancio, sobre las almohadas. Misaki, cerró sus ojos, dejándose llevar por la suavidad de las sábanas, la calmada respiración del extraño y las delicadas caricias en su pecho que el hacía. Que parecían relajar su desnudo cuerpo. Tal vez era porque su cuerpo aún se encontraba sensible por el orgasmo, pero suaves corrientes recorrían su cuerpo, acelerando su corazón.


    ...prácticamente nada importaba por el momento, el hombre podía hacer lo que quisiese con él, no estaba en condiciones de negarse...
    Aunque su cuerpo pesase tanto como el plomo, Misaki hizo su mejor esfuerzo por acomodar su cabeza cerca del pecho del extraño. Quería escuchar esos suaves latidos que había sentido instantes atrás. No sabía porqué, pero sintió que todo su miedo se había disipado y sido reemplazado por absoluta tranquilidad, solo con tocar ese jadeante pecho y sentir el agitado corazón de éste. Sabía que no pasaría mucho antes de que el habitual sentimiento de culpa y el miedo lo invadiese, no obstante ahora, quería sentir esa tranquilidad nuevamente y estaba seguro de que con el oír los latidos del hombre lo lograría...


    -parecías asustado hace unos instantes, pero ahora luces tan tierno...me encanta eso...


    Desordenó el cabello de Misaki suavemente, acariciando a la vez sus mejillas. Le cubrió con las sábanas, posó un beso en su oído y le susurró tiernamente:


    -descansa pequeño...


    Misaki no alcanzó a oír lo último, su conciencia había sido reclamada por Morfeo, dejándole completamente dormido, viajando por el gentil mundo de los sueños...


    Y así pasaron las horas, llegando lentamente la mañana del sábado...


    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

    hasta acá, gracias por leer, el cap 3 está casi a la mitad, ahí se revela la historia principal
    nuevamente les pido perdón por no actualizar, está vez fue mi culpa, todo lo que me rodea me absorbe, pero ahora estoy bien y no seguiré flojeando y mededicaré a escribir
    ahora a terminar mi trabajo de la moral socratica!!!!

    Besitos y abrazos a todos!!!

    PD: Un amigo me pidio que le escribiera una historia hard con un amigo con cara de suke de protagonista, que trama me recomiendan
    en unos días les pongo una foto

    hasta la proxima!!!
     
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  5. »Hitch 74 no Danna«
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    Nueva lectora! Tu fic realmente me ha impresionado: la trama suena clásica, pero el que Misaki esté casado por una obligación tan grande como la de un hijo no deseado (al menos así lo entendí) le da más intensidad. Tu narración es muy buena, ni muy escueta ni demasiado elaborada o compleja.

    Muchas felicitaciones por este trabajo. Estaré al pendiente. Chaito.
     
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  6. kuroshiyaoi
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    Hola, he wuelto de las sombras...
    como siempre, me disculpo por tardar
    bueno este capitulo tiene serso y sensualidad, estoy empezando el siguiente, y lo mismo con "estoy bien"
    para dar una idea de esta parte: Misaki está envuelto en un conflicto, no solo moral, sino que tambien psicologico, he querido plasmarlo como "una crisis de la madurez y adolescencia" tomando en cuenta la edad de misaki, el no quiere ser un adulto aun, pero se ve forzado a tomar decisiones como uno y es lo que más le duele, en este capitulo (y quizas el siguiente) misaki se verá atrapado en eso toma de desiciones, y tambien perder su miedo a herir a las personas con sus acciones...

    .......................................................................
    ~Capítulo tres~
    Misaki abrió lentamente sus ojos color esmeralda, desde hace un buen rato le molestaba la luz matutina que se colaba por la ventana, por lo que no le quedaba otra más que despertar. Se sentó en la cama bostezando, estirando sus músculos. Con la idea de que lo que había vivido ayer no era más que una ilusión nacida a raíz de su consumo de alcohol.

    Era un tanto extraña esa mañana, pues se sentía fresco y renovado, y sin saber por qué, el odio que tenía en su corazón se había esfumado de repente, llegando a preguntarse cuándo había sido la última vez que pudo dormir tan bien.

    No lo recordaba con claridad, desde que Hirako y su hijo Hayato se mudaron a su departamento todo se tornó en un caos, el bajo sueldo que ganaba en la editorial no era lo suficiente como para sustentar dignamente a los tres, en especial a Hirako que no solo le exigía que le ayudara a pagar la universidad, sino que también le gustaba despilfarrar en cualquier cosa menos en algo de utilidad para la casa o por lo menos para su hijo. Gracias a eso se veía constantemente obligado a buscar trabajos de medio tiempo para añadir presupuesto. A eso se le podía sumar el interminable desorden y los constantes gritos de desaprobación de su esposa, además de su pequeño hijo.

    Para él todo eso le había caído de golpe sobre sus hombros, siéndole tan sorpresivo que no lograba entender cómo no estaba loco por culpa del estrés.

    -Mi ropa…

    Palpó distraídamente el cobertor, buscando alguna prenda de ropa que ponerse, ¡vaya!, el alcohol sí que lograba hacer de las suyas, en la noche Misaki debió haber sentido demasiado calor como para sacarse la ropa y dormir desnudo. No obstante sus recuerdos no le indicaban haber bebido lo suficiente como para embriagarse, era extraño. Sabía que era un peso ligero, pero era lo suficientemente tolerante al alcohol como para emborracharse con tan poco. ¿Acaso realmente había soñado todo eso?

    -¿Estás despierto?

    La atrayente voz masculina proveniente del baño lo trajo a la realidad rápidamente, ¿Había alguien más en el cuarto?, efectivamente. El hombre apareció frente a sus ojos, ajustando su corbata a su perfecto cuello, sus húmedos cabellos estaban peinados meticulosamente, dejando que el flequillo le hiciera ver enigmático, igual que anoche. Este miraba a Misaki con ojos devoradores, deseando envolverlo con la pasión de sus ojos.

    -¿Cómo estás pequeño?

    Súbitamente los recuerdos de su supuesto sueño volvieron a su mente, tiñendo su pálido rostro de un profundo carmín por la vergüenza y los nervios. Su corazón se aceleró de solo recordar cómo había gritado de placer hace unas cuantas horas atrás, su cuerpo empezó a temblar, su respiración era casi nula, dándole la sensación de estar muriéndose. Sin embargo, una parte de él deseaba aferrarse al pecho del hombre…

    -¿Te encuentras bien?- Preguntó el hombre, desesperándose por no tener respuesta.

    Misaki estaba estático viendo como el hombre se le acercaba cada vez más, extendiendo sus brazos, haciendo ademán de abrazarlo, sonriendo preocupada y cariñosamente, envolviéndose en una extraña y placentera sensación que nacía de los ojos violetas desprovistos de brillo, y con ello sentimientos, aun así, Misaki podía entender sus intenciones con claridad. Intentó sonreír, no deseaba que el hombre se interesara en sus problemas secretos.

    -Si…

    El hombre rozó sus labios suavemente, empujándole delicadamente hacia atrás, ambos cerraron los ojos, fundiendo sus respiraciones a medida que se profundizaba el ardiente beso que, nuevamente corrompía la cordura de Misaki y desataba la furia del extraño. Se abrazaron el uno al otro, saboreándose con placer, haciendo entender al chico que se sentía completamente atraído por el hombre que le había recogido la noche anterior, y que no podía negarlo. Aunque no lo aceptaría nunca, menos cuando ya cargaba con el peso de haber engañado gustosamente a su esposa con alguien que no sólo no conocía, sino que también era de su mismo sexo, él no quería otra carga sobre sus hombros, no más problemas que enfrentar como el adulto que NO era. Sus pechos jadeantes chocaban y sus lenguas se enredaban al igual que en la noche. El hombre acarició la cintura de Misaki, trazando el contorno de su cuerpo con sus frías pero expertas manos, llenándole otra vez de la angustiante excitación que lograba transmitir con sus besos.

    -Quisiera quedarme y disfrutar un poco más de tu dulzura, pero lamentablemente debo irme, tengo trabajo acumulado.

    Esbozó una triste sonrisa, acariciando el sedoso cabello castaño de Misaki, enamorándose cada vez más del rostro sonrojado que le mostraba, de sus ojos esmeraldas, cuyas brillantes pupilas eran una puerta a lo más profundo de su alma, a la inocencia que residía en su interior y que emanaba con cada suspiro y palabra. Preguntándose en ese momento su lograría hacer que el chico lo desease como él lo deseaba, si podrían confiarse sus problemas mutuamente, si realmente podrían llegar a ser felices juntos…

    -Si lo deseas, te esperaré aquí, el próximo viernes a la misma hora…- agregó antes de cruzar el umbral de la puerta, dejando a Misaki solo en la desordenada habitación. Pensando en una excusa para no preocupar a Hirako…

    *…*

    Ingresó a hurtadillas a su casa, como si fuera un ladrón o un adolescente que volvía furtivo de una fiesta la que asistió sin permiso de sus padres. No obstante sólo volvía del trabajo, miró su reloj, era cerca de las tres de la madrugada de un muy cansador jueves convertido en viernes. Lanzó su saco y su corbata sobre el sofá, estaba tan cansado que las ojeras se marcaban bajo sus bellos ojos color verde esmeralda. Suspiró llevando su cabello hacia atrás, aplastando bruscamente su cara en el proceso; desabotonó su camisa mientras avanzaba por el angosto pasillo. El final del ciclo lo estaba matando lenta y dolorosamente, como de costumbre el autor se había retrasado, haciendo que el manuscrito no estuviera a tiempo para la entrega a la imprenta. Por lo que estuvo todo el día negociando con esta para que le dieran hasta el viernes a las ocho de la noche en punto.

    Se detuvo en la habitación de su hijo Hayato, observando como dormía tan plácidamente, sin preocupaciones ni secretos, tan puro como lo es un bebé. Anhelaba tener una vida similar, sin embargo, en este preciso instante se conformaba con dormir al menos cinco horas seguidas sin saber de nada. Continuó avanzando hasta llegar a su cuarto, donde su esposa y a la vez peor enemigo dormía. Se acercó a la cama, dejándose caer sobre el colchón, abrazando la almohada, cerrando sus ojos e intentando dormir.

    -¿Trabajo?- La voz de Hirako se hizo oír, de una manera extrañamente gentil, como si no quisiera alterarlo.

    -Si…

    Un delgado brazo lo rodeó, y un sabe beso fue plantado en su mejilla. Luego ella volvió a dormirse. Misaki en cambio fue recorrido por una extraña sensación, como su unas frías manos acariciaran su cuerpo, haciéndole estremecer. Apretó sus ojos, intentando olvidar la imagen del misterioso hombre de cabello plateado apoderándose de cada centímetro de su cuerpo, haciéndole sentir un placer que nunca antes había probado en ninguna mujer, y que casi seis siete días después no podía olvidad, siendo enloquecido por los bochornosos recuerdos de aquella noche, los que fluían súbita y vívidamente, haciendo que las caricias de su esposa se redujeran a nada, sólo un simple roce de un ser humano cuyos sentimientos no podía ni deseaba corresponder.

    Las preguntas y los detallados recuerdos se amontonaban en su cabeza, impidiéndole conciliar el sueño. Cosas como “¿Qué sucedería si Hirako se enteraba?”, se paseaban libremente, confundiéndolo, desconcertándolo, haciéndole enojar de sobremanera. No es como fuera la primera vez que se citaba con alguien a escondidas de su pareja sólo para tener sexo, en su corta adolescencia, solía hacerlo a menudo. No obstante, desde que se casó se prometió ser responsable y consecuente para no volver a cometer el mismo error de la última vez. Mas no le molestaba del todo el hecho de haber engañado a su esposa con un hombre, sino que lo hacía sentir extraño. En cambio, le enfurecía el saber que había llegado a disfrutar el hacerlo, llegando a un punto de loca excitación que quería más y más. Que la sensación de peligro, que ella se enterara de lo sucedido, todavía hacía latir su corazón desenfrenadamente, que ahora esperaba con ansias que llegara la hora de la reunión y abalanzarse sobre el extraño para seguir degustando el placer de su cuerpo embravecido por la lujuriosa y apasionada naturaleza del sexo a escondidas.

    Se volteó, retirando la mano de Hirako de su cuerpo, tapando sus ojos con su brazo derecho. No entendía lo que le sucedía, era la primera vez que reaccionaba de esta manera después de hacerlo con alguien. Para él siempre había sido algo vacío que solo servía para satisfacer a su tenso cuerpo, que no obligaba a involucrar sentimientos de por medio, solo excitación, calentura y cosas de ese índole. Pero ahora no parecía haber sido lo mismo, se sintió más especial. Como si sus cuerpos estuviesen destinados a unirse en algo más que placer carnal. Era como si sintiese algo por el hombre...


    -Misaki ¿pasó algo?


    "Nada, solo que no se me ocurre que hacer para olvidarme del hombre con quien me acosté"


    Negó al instante, suavemente y en silencio. Tenía miedo de hablar. Sentía que si abría la boca y articulaba palabra alguna, su maldita honestidad podría decir algo sospechoso, o peor, algo que hiriese el frágil corazón que escondía su esposa tras la actitud de arpía que usaba para mantenerlo a su lado. No la quería, sin embargo no deseaba hacerla sufrir, la odiaba, pero deseaba lo mejor para ella...


    Se acurrucó en su lado de la cama, mirando la nada que se había formado por la densa oscuridad, respirando lentamente, intentando vaciar su saturada mente, sumiéndose sin prisa en su tan deseado descanso, mientras que la mañana del día viernes se acercaba...


    *...*


    Misaki salió con desgano de la editorial, caminando sin rumbo bajo la noche iluminada por las luces de neón de los anuncios, soltando levemente la sofocante corbata negra que adornaba su pálido y fino cuello. Suspiró, encogiéndose de hombros, resignándose a mantener alejados sus deseos de desmayarse por el hecho de estar en la vía pública. El infernal ciclo por fin había terminado, significándole tres benditas noches seguidas de sueño reparador y todo el alcohol que quisiese sin miedo a que la resaca afectase su en su trabajo. Pero Hirako y su hijo estaban esperándolo en casa, es decir, no podía llegar más tarde de lo que era, menos pasado de copas, no quería otra pelea, no cuando su racha era de cinco días sin escuchar una palabra de desapruebo por parte de su esposa, no arruinaría su récord.


    Sin embargo algo seguía molestándole profundamente, hasta el punto de enloquecerlo. Todavía deseaba ir al hotel donde seguramente el hombre que conoció y con quien se acostó le esperaba para compartir otra noche de pasión y sexo homosexual desenfrenado. Aun cuando había decidido que no era correcto volver. Su cuerpo se estremeció súbitamente, las imágenes de ese encuentro aún permanecían frescas, casi vívidas en su mente, acelerando su corazón. No podía negarlo, le había gustado hacerlo con un hombre. Por un momento, estuvo feliz de las caricias y besos del extraño. Había gritado por el éxtasis que le brindó a su cuerpo. Pero a la vez quería alejar esos recuerdos para siempre de su memoria.


    Suspiró profundamente.


    Los pocos minutos que tardó en caminar hasta Shibuya le parecieron una eternidad, dobló en la esquina, cegado por la llamativa iluminación del centro de Shibuya. Los hoteles y casas de baño coreanas y chinas, las mismas que ocultaban prostíbulos y bases yakuza llamaban la atención de Misaki. Pero ninguno como el hotel Wiltshire, que parecía llamarlo, atraerlo, incitándole a seguir pecando. Se detuvo frente a este, debatiéndose por seguir su camino a la estación o ingresar y volver a los brazos del misterioso hombre que lo había recogido la semana pasada. Tragó saliva, apretando sus puños, en casa estaría a salvo de todo deseo ilícito. Sin embargo la tentación parecía ser más fuerte.


    Agitó su cabeza, era un adulto, no debía dejarse llevar por algo tan tonto como eso, no era correcto entrar a un hotel por sólo sexo, por unas cuantas horas de placer, por lo menos ahora ya no lo era. No habían sentimientos que lo unía con ese hombre, no eran amantes, no se conocían, nombre, edad, ocupación, nada de eso sabía, ¿acaso no existía la posibilidad de que fuera un yakuza o algo? Además no era precisamente un homosexual como para desear tanto hacerlo con un hombre.


    Bajó las escaleras de la estación, afortunadamente aún no perdía el último tren del día, corrió hacia este antes de que las puertas se cerrasen, ingresando al vagón vacío justo antes de que el anunció de seguridad se terminara. Se dejó caer sobre un asiento, la máquina poco a poco ganaba velocidad, resonando sus ruedas en los rieles de metal, haciendo infernal el sonido que golpeaba su adolorida cabeza. Cerró los ojos, deseando un vaso de fría cerveza en ese instante. Su casa quedaba a dos estaciones, más o menos media hora, por lo que podría dormir un poco.


    El traqueteo del tren poco a poco se hizo más y más suave, haciendo que Misaki llegara a su destino antes de darse cuenta. Bajó del vagón apenas escuchó el nombre de su estación. Avanzó rápidamente por el andén, con miedo de que al oír el tren de regreso sus deseos de volver a esa parte de Shibuya, al hotel lo invadieran con mucha más fuerza que antes. Salió de la estación y caminó sin intentar calmarse a su departamento, cerró la puerta y suspiró.


    Estaba a salvo...


    Mas eso no parecía relajarlo en lo más mínimo. Cerró sus ojos, buscando ordenar sus ideas, sin embargo su mente trajo a él la imagen del extraño, en especial sus labios torcidos en una misteriosa pero satisfactoria sonrisa, de sus besos y como su cuerpo se había estremecido ante su toque. Tembló de sólo recordarlo, esa vez se había sentido tan bien. Sintió que la vida que le fue arrebatada poco antes de entrar a la universidad volviera a él. El hombre había sido tan gentil que se tornó incluso más atractivo que cuando lo estaban haciendo, en los brazos del desconocido, Misaki se sentía inocente, puro, muy distinto a como era realmente.


    Algo jaló de sus pantalones suavemente, seguido de balbuceos que intentaban decir "papi" correctamente lo trajeron de regreso al mundo real, descubriendo en este a la razón de su matrimonio, su hijo. Misaki sonrió, sosteniendo al pequeño Hayato en sus brazos, buscando arrullarlo, ¿qué hacía despierto un niño a mitad de la noche?, avanzó lentamente hasta su cuna, tarareando dulces canciones de cuna para adormecerlo, dejándolo en ella apenas sus pequeños y redondos ojitos se cerraron. Lo miró por un momento, sin mostrar expresión. Nada, absolutamente en nada el bebé se parecía a él. A diferencia de Hirako, que parecía que ambos estaban pintados con el mismo pincel, exceptuando por los ojos, de los cuales el infante tenía profundamente negros, Misaki más de una vez dudó de su paternidad, hoy no era la excepción. Eso era lo que más le enfurecía de estar casado con ella, que no le diera seguridad de aquello; sin embargo había cavado su tumba al haberla llevado a la cama esa noche...


    Dio media vuelta y se dirigió a la sala de estar, donde su esposa dormía plácidamente con la televisión encendida, a todo volumen, le quitó suavemente el control y apagó la tele.


    -yo estaba viendo eso...- protestó ella.


    Misaki sólo se limitó a mover la cabeza en un gesto de desaprobación, al parecer ella no tenía remedio.


    -ve a la cama, sería molesto si te resfrías y Haya chan se contagia.


    -perdón...


    Guardó silencio, ¿cuántas veces había oído eso de ella?


    Inspeccionó vagamente el lugar, la ropa, los juguetes tirados por todas partes. Acordándose de las historias de su superior Aikawa san, respecto a uno de sus escritores más problemáticos. Se dispuso (casi obligado) a levantar las cosas, dejándolas sobre el sofá, después de cenar las ordenaría.


    -Hirako... ¿no se supone que Haya chan duerme a más tardar a las diez?


    Ella no contestó, sólo bajó la mirada y se dirigió a su habitación, sintiéndose regañada.

    -Respóndeme por favor.


    -fuimos a casa de mis padres, acabamos de llegar.


    Misaki río con ironía, ¿acaso intentaba hacerlo tonto? Sabía que su rostro lo hacía parecer ingenuo, sin embargo habiendo estado juntos por estos meses, era lo suficiente como para conocerlo.


    -¿me estás diciendo que debo creerte que fuiste a Kioto después de la universidad y regresaste en unas horas? -chasqueó su lengua - deberías aprender a mentir mejor.


    -¿acaso debería avisarte por cada paso que doy? Vamos Misaki, no soy una niña.


    Misaki hizo una mueca. Seguramente ella había salido con esa chica que Hirako llamaba megu, una niña adinerada del mejor distrito de Tokio, que hasta donde él sabía, ella era el peor ejemplo de lo que podría conocerse de una mamá. A él le molestaba cuando pasaban demasiado tiempo juntas, porque la actitud de su esposa se tornaba más conflictiva que de costumbre, además Hirako tenía mejores amigas con quien compartir.


    -solo no quiero que le pase algo a Haya chan. Tú eres libre de hacer lo que gustes.


    Misaki suspiró, siempre pasaba lo mismo los viernes, al no tener clases en la tarde, ella podía hacer lo que quisiese como si fuera una adolescente rebelde, bueno, hasta hace unos meses lo era. Sin embargo Misaki tenía la esperanza de que Hirako hubiera cambiado un poco como lo había hecho él. No obstante de alguna forma u otra la realidad parecía pisotearlo.


    -no te preocupas por mí, pero lo haces por alguien que ni estás seguro si posee tu ADN...- murmuró, esperando que Misaki no escuchara.


    Misaki suspiró, ella lo decía, otra razón más para sospechar de su paternidad.


    -controla tu lengua, sabes muy bien que no dudaré en irme si Hayato no es mi hijo, por ahora es lo que más me detiene.


    Ella cruzó sus brazos e hizo una mueca de tristeza, las palabras de su querido Misaki le habían dolido mucho. Frunció el ceño y, sin importar ni esperar a descubrir si lo que salía de su boca era cierto o no, dejó caer sobre él la bomba con todas sus fuerzas.


    -¿entonces no me quieres?


    -llamaron de tu casa, tu mamá dijo que te esperaba con ansias mañana.


    Evadió la pregunta respondiendo algo completamente fuera de contexto. Preocupándose por no saber qué contestar. Teniendo muy grabado en su mente que ella sufriría si le daba un -no lo sé- de respuesta. De momento lo mejor sería mentirle y verla sonreír, no obstante, ya estaba harto de hacerlo, no le estaba gustando que un par de mentiras siempre mantuvieran la poca estabilidad que quedaba en esa casa. Aunque, al parecer una parte de él estaba dispuesto a quererla, tal vez no de manera romántica como lo hacía ella, pero lo suficiente como para llegar a entenderla. Cosa que el tiempo debía decir, aunque este parecía estar mudo. Observó en silencio como ella en lugar de decir algo, se retiró a su habitación.


    Abrió la puerta de la nevera en busca de algo para cenar, sin encontrar nada, ni siquiera comida para recalentar -¿cuándo había sido la última vez que fueron de compras?- recorrió su cabeza. La cerró y miró en la despensa, sacando de ahí un poco de pan, pero no pareció apetecerle, lo guardó nuevamente antes de encogerse de hombros. Se dirigió a su cuarto, esta no era la primera vez que dormiría sin cenar, por lo general el sueño era lo suficientemente fuerte como para ignorar el hambre. Esperaba que esta vez fuera igual. Giró el pomo de la puerta, siendo detenido por el pestillo puesto desde el otro lado, intentó otra vez, golpeó suavemente, no quería despertar a su hijo que dormía en la habitación contigua, probó otra vez sin oír respuesta.


    -Hirako dejame entrar.-dijo con la paciencia al límite.


    -Respóndeme primero.


    ¿Era una broma, cómo podía hacerle esto de nuevo? ¿Tan desesperada estaba por ser querida?



    -vamos no he dormido bien en dos días.


    No hasta que me contestes ¿me amas o no?


    Misaki calló súbitamente, aún sin saber la razón del repentino cambio de actitud de su persona, dejó de insistir. El molesto comportamiento infantil de su esposa no le sorprendía en lo más mínimo. Pero nunca dejaría de irritarlo. No era la primera vez que sucedía, y estaba seguro de que no sería la última. Cada vez que eso pasaba, él mascullaba algo parecido a un -te quiero- con un ligero tinte amargo y algo forzado. Pero ahora no deseaba hacerlo. Estaba aburrido de dejarse llevar por las tonterías de una chiquilla consentida. Alejó sus manos de la puerta, y la observó sin hacer nada, con sólo una idea que ocupaba su mente: ir a donde lo esperaban con ansias. Siendo a la vez su única buena opción y su ocurrencia menos conveniente, haciendo difícil la decisión final. No obstante, el sofá era muy incómodo como para dormir en el sin que su espalda y cintura sufrieran las consecuencias.


    Por lo menos con el hombre lo esperaba una cama tibia y unos brazos fuertes. Y a lo mejor algo de amor sincero…


    -bien, si te importa dormiré afuera.


    Estaba siendo igualmente tonto e infantil que ella. Sin embargo no le quedaba otra. Lo que más deseaba en ese momento era descansar y en casa con Hirako y Hayato despertando a las seis no lo lograría.


    Revisó la secadora, el único lugar aparte de su dormitorio donde podía encontrar algo de ropa limpia. Sacó de ahí una tenida más informal, sólo un jean negro y una camisa gris, acentuando su juvenil imagen. De cualquier manera no tenía pensado ir a beber al bar como la otra vez. Se cambió con prisa, dejando lo sucio en el cesto de la ropa sucia.


    Suspiró, estaba a punto de cavar su propia tumba, no obstante lo deseaba. Avanzó hasta la puerta del corredor, desapareciendo tras esta rápidamente.


    *...*


    No sabía cómo lo había hecho, pero antes de poder reaccionar se encontraba abordando el ascensor del Wiltshire, golpeando obsesivamente sus dedos en sus caderas, buscando calmar los nervios que poco a poco lo invadían. Tomó aire, las puertas metálicas se abrieron frente a él, indicándole el camino a su perdición. Avanzó hasta el final del pasillo tenuemente iluminado, deteniéndose en la puerta marcada como 108, tras esta estaba lo que tanto parecía esperar. Miró su mano izquierda, el anillo de bodas brillaba en su dedo anular como si ese objeto inanimado quisiera decirle algo sumamente importante, pero no pudo entender que. Solo entendía que no podía dejar que el hombre le viera con eso, significarían muchas preguntas incómodas y otro mal rato, lo sacó rápidamente, preparándose para lo que seguía. Giró con temor el pomo de la puerta, ingresando lentamente, encontrándose al instante con la ardiente mirada del hombre de cabellos plateados. Quien yacía sentado en un sitial dorado frente a la ventana, con las piernas cruzadas, sosteniendo un vaso de wisky puro en una mano, y en la otra un cigarrillo black velvet, reservados para la elite mundial, teniendo así un aire majestuoso. Forzó su cara de póker, mientras avanzaba al extraño, empujando delicadamente la puerta hasta cerrarla.


    -¿cómo estás pequeño?- murmuró el hombre, llevando el vaso a sus finos labios.


    Apagó el cigarrillo, presionándolo contra el lujoso cenicero de marfil. Posó su bebida en la pequeña mesa de café que estaba junto a él, una enigmática sonrisa adornaba su atractivo rostro, algo en su semblante indicaba satisfacción, pero Misaki no podía descubrir que era. Se levantó, abalanzándose sobre el chico, acorralándole contra la pared, robándole ardientes besos marcados por la desesperación con la que ambos parecían devorar la boca del otro. Se deslizaron hasta llegar al piso de madera, retirando frenéticamente sus ropas, embriagados en una pasión que sin importar de donde naciese, embargaba cada pensamiento racional, cada problema y miedo, reemplazándolos por la misma emoción que sentían los adolescentes cuando hacían algo indebido a escondidas del mundo y sus estúpidas reglas.


    -Parece que me extrañaste -rió suavemente el hombre, derritiendo el oído de Misaki con su cálida respiración.


    Misaki gimió en respuesta, la grave voz del hombre llenaba sus oídos, dándole la sensación de ser consumido por unas abrasadoras llamas que le susurraban gentil y pervertidamente palabras que buscaban llevarlo al borde de la locura. Quitó el último botón de la camisa del extraño, encontrándose con su esculpido torso, envidiando, al igual que la vez pasada, los duros músculos del cuerpo del extraño. Se detuvo súbitamente. Pensando en cuan incorrecto era lo que estaba haciendo, no obstante no le importó en lo más mínimo, esta noche era para él y su placer...


    -¿qué pasa? Luces un poco enojado...


    Deslizó su lengua por el cuello de Misaki, degustando su suave piel, amándolo como nunca nadie lo amaría, movió su mano hasta la entrepierna de este estimulándolo con delicadeza. El chico se estremeció, aferrándose a la cintura del extraño, jadeando pesadamente, bañando la oreja del hombre con su aliento, satisfaciéndole los rápidos resultados de sus movimientos. Él tembló ligeramente, deseando que el muchacho dijese su nombre junto con las dulces palabras -te amo-, siendo su sueño más imposible, puesto que ambos eran extraños, rebuscó en su cabeza en busca de una manera de acercarlos sentimentalmente.


    -espera...- jadeó Misaki. "No está bien"- pensó.


    -¿qué sucede?


    Con dificultad Misaki besó la mejilla del hombre intentando seducirlo. Sin saber lo que hacía e ignorando completamente las voces que gritaban en su interior por un poco de autocontrol, se dejó llevar por el calor que encendía no sólo su parte baja, sino que todo su cuerpo, se acercó a su oído, gimiendo por las suaves caricias que aún recorrían su torso desnudo, como si supiera que eso le agradaría al señor que no dejaba de sonreír. Depositó un suave beso en el lóbulo de este susurrando a modo de invitación...


    -la ducha...quiero una ducha primero...juntos...


    El hombre amplió su sonrisa ocultando la sorpresa, no esperaba que el chico fuera tan atrevido en la segunda cita, invitándolo a hacerlo bajo la tibia lluvia de una ducha, en una estrecha cabina de cristal bañada en vapor del agua caliente, donde los sonidos reverberaban más que en ninguna parte. El sólo hecho de imaginarlo así lo excitó de sobremanera, aumentando el ritmo de sus frías manos sobre el cuerpo semidesnudo de su desconocido amante, haciéndole gemir agudamente. Le robó unos cuantos besos, tenía una mejor idea, algo que sin duda sería incluso más sensual que la propuesta de Misaki.


    -¿no crees que un baño de espuma sería más relajante...?


    Misaki pareció no entender, sin embargo se dejó llevar por los fuertes brazos que sostenían su cadera en un ritmo infernalmente atrayente, cerró los ojos, sintiendo como era levantado del duro piso, se sujetó de la espalda del mayor y entrecruzó sus piernas en la parte baja del abdomen de este. El placer de ser tratado de tan gentilmente lo embriagaba más que cualquier trago de alcohol que hubiese consumido en su vida, deseando un poco, tan sólo un poco ser amado por el desconocido. Un beso acarició sus labios entreabiertos, sintió como la puerta del baño se abría frente a él. Fue posado delicadamente en la encimera junto al lavamanos, sin darle tiempo a recorrer su vista por el lugar, acortando cada vez más la distancia entre sus cuerpos. Las manos del mayor se deslizaron a lo largo del desnudo torso de quien ya consideraba su amante, estremeciendo cada centímetro de su suave piel con su gélido toque el sonido parecido a un click, junto con el fluir del agua llenó el lugar, Misaki besó al hombre con lujuria animal, arrebatándole el control remoto del jacuzzi, y a la vez deslizando la camisa de este por sus brazos hasta quitársela de su cuerpo.


    -estás ansioso...me gusta...


    -Ah...tan cerca...estás…


    El cuello de Misaki se torció hacia atrás por la deliciosa sensación, apoyando su cabeza en el lujoso espejo decorado con mosaicos hechos con piedras preciosas, vibrando de placer al sentir al extraño con quien lo hacía acariciar su necesitado cuerpo. “más…”. El hombre besó lascivamente su blanco cuello de porcelana, dejando en él pequeñas marcas rojizas, jadeando silenciosamente por el calor que rápidamente crecía por dentro. Su miembro ya se encontraba dolorosamente duro e intuía que el chico lo estaba también.


    -puedes llamarme Usagi si lo deseas...


    Sintió como su voz temblaba ligeramente producto de los nervios, la alegría lo invadió apenas pronunció la última palabra. Después de meditarlo seriamente por una semana, lo había decidido, esta vez no dejaría ir a la persona que le gustaba. Y hoy después de casi una hora por fin se había atrevido a dar el paso, ahora solo faltaba decirle lo que sentía y así ser pareja como tanto anheló desde que lo vio por primera vez.


    El corazón de Misaki se aceleró incluso más de lo que estaba, un calor recorrió su interior, haciéndole sentir un extraño sentimiento de felicidad, sus mejillas se enrojecieron por la vergüenza y una sonrisa se torció en sus hinchados labios. Su nombre, el extraño le había dicho su nombre, llenándole de una dicha que hacía que nada más importase. Buscó su boca, rozándola suavemente, jadeó mientras intentaba besarlo.


    -desnúdate, el agua está lista.


    Usagi enseguida aflojó su cinturón, suspirando, su cadera era angosta, pero resaltaba demasiado, sobretodo en su bien proporcionada parte trasera. Miró de reojo el bulto de sus pantalones, era extremadamente notorio, grande, sexy…un dulce gemido se escapó de su boca al momento en el que una devoradora sonrisa se torció, mierda… ¿Cuándo se había convertido en esa clase de pervertido?


    Vio casi estático como el hombre se quitaba sus últimas prendas, revelando su dura virilidad, la que se erguía prominentemente sobre su cadera, ignorando completamente la mirada de Usagi, la que parecía devorarlo con una estremecedora pasión.


    -¿deberíamos ir a la bañera?-dijo con humor -¿o tenemos la primera ronda aquí?


    Haló los pantalones de Misaki y los tiró junto con su ropa interior, exponiendo su miembro y los notorios huesos de su cadera. Rió levemente mientras sostenía sus piernas y las acariciaba con sus frías manos. Estremeciéndolo, sacándole dulces melodías de su excitada boca. Finalmente, sin esperar respuesta, lo sostuvo en el aire y lo cargó hasta el jacuzzi, sin dejar de robarle besos tan ardientes como su cuerpo.


    -Tan lindo...


    -no mientas...-alegó Misaki, escondiendo su sonrojado rostro en el cuello de Usagi.


    Sonrió, cuidando de que él no le viera, podía negarlo, pero le gustaba la forma en que lo alagaba, era sutil y gracias a su rostro lograba avergonzarlo sin esfuerzo. Se estremeció cuando fue sumergido en la burbujeante agua, un aroma a lirios y otras flores proveniente del jacuzzi lo invadió, sintiéndose a gusto. Examinó un poco el lugar, aun siendo un baño, habían finos jarrones con flores de distintos tipos, y no sólo eso, sino que también varias esculturas que parecían ser de mármol y otras de jade, un león de bronce dejaba caer agua tibia sobre la bañera, el piso era y las paredes eran de cerámica, que contrastaban perfectamente con sus colores con el resto de las cosas, dándole tanta elegancia como el cuarto principal. Continuó mirando lo que le rodeaba encontrándose sin notarlo con el rosto del hombre, luciendo su mirada devoradora, extremadamente concentrado acariciando cada parte de su cuerpo.


    -¿Te gusta el lugar?- murmuró, sonriendo ligeramente, posando a la vez un beso en la mejilla -Espero que algún día vayas a mi casa, es más bonita...-agregó.


    Eso sobresaltó a Misaki, el también esperaba lo mismo. Aunque decirlo no venía al caso, algo más importante y vergonzoso se erguía frente suyo. Los nervios invadieron al darse cuenta de la posición en que estaba ¿en qué momento había quedado sentado sobre las piernas del extraño? Lo miró a los ojos, intentando parecer tranquilo, no podía acobardarse nuevamente, no a la altura del asunto. Además llevaba una semana deseando y debatiendo con sí mismo el hecho de poder volver a hacer esto con el hombre, que al parecer le estaba robando lentamente el corazón. El violeta desprovisto de brillo lo absorbió, olvidándose de todo lo que lo preocupaba, incluso del temor a ser descubierto por su esposa.


    -¿sí?- Usagi pudo leer claramente intenciones de querer decir algo en la expresión de Misaki, por lo que se adelantó a sus palabras.


    -Misaki... -susurró a su oído, despeinado distraídamente las hebras plateadas que caían en su rostro, ocultando sus canicas color amatista que poseía por ojos.


    Usagi no entendió a qué se refería con "Misaki" lo miró fijamente exigiendo respuesta con sus ojos, deslizó sus dedos por los hombros del chico, logrando estremecerlo, lo besó con rudeza, esperando que el nombre que decía no fuera el de algún otro amante, no quería que su corazón su rompiera nuevamente por culpa de un amor no correspondido. Odiaba que esa personalidad suya, que no le bastaba con ser retorcidamente pervertida, ególatra y posesiva, se enamorara tan rápida y ciegamente hasta llegar al punto de sufrir por alguien y mantenerse así hasta que el fatídico día en que entendía que había sido un simple juguete usado para sacarle celos a otro chiquillo llegaba. Los celos lo invadían lenta y dolorosamente, sacándolo de sus casillas, buscando con más fuerza hacer que el joven nunca se olvidara de él, que esta vez fuera definitivo su enamoramiento...


    -Misaki...- dijo nuevamente. -me llamo Misaki...


    Usagi suspiró suavemente en alivio, pero su inquietud no desapareció completamente. Nadie le aseguraba que el chico era soltero, aunque, como no se conocían le otorgaría el beneficio de la duda, confiando en él. Sonrió, humedeciéndole el cabello con su mano, mientras que la otra acariciaba la entrada de este, introduciendo lentamente un dedo por ella...


    -Misaki, levanta un poco tus caderas...


    -ah...Usagi san...


    Obedeció, unas olas de placer lo envolvían y arrastraban peligrosamente, obligándolo a aferrarse en la espalda de Usagi para no desmoronarse. El agua aumentaba las sensaciones y, extrañamente el aroma a lirios lo había excitado más. Mordió su labio buscando contener la voz. Su cuerpo se movía solo, y no podía quitarle los ojos a la mirada de Usagi, como si lo hubiese encantado con un truco de magia.


    -ya te lo dije la vez pasada, no te contengas, tu voz es muy bella.


    Tocó con sus dedos ese punto donde sabía que Misaki no contendría se más. Temblando de alegría al escuchar como el muchacho gemía su nombre. Logrando en poco tiempo su cometido, haciendo que un agudo gemido saliera de la boca de este, e inconscientemente deslizara sus manos a su entrepierna acariciándola, buscando darse algo más de placer para acabar rápidamente con la tortura de la excitación que embargaba hasta el último pensamiento racional, reemplazándolos por una obscena necesidad de ser uno con Usagi...


    -¿te gusta aquí?


    Sin notarlo, Misaki asintió, encorvó su espalda hacia atrás y abrió su boca en una lasciva expresión de deseo. El autocontrol se había perdido hace ya dos horas, exactamente cuándo se habían mirado a los ojos, hechizándose el uno al otro con el color de sus miradas. Sintió una fría corriente recorrer su cuerpo, haciendo que su miembro dejara salir su esencia, ensuciando el agua. Sus mejillas ardieron de vergüenza, pero al hombre pareció no importarle, en cambio eso le decía que ya era hora de unir sus cuerpos en la ardiente pasión que sería incluso más poderosa y lasciva que la primera vez producto de esperarse una semana entera.


    -¿puedo entrar ya? No aguanto el deseo de poseerte...-suspiró.


    Dicho esto, con su jadeante voz ronca mordió suavemente el pecho de Misaki, haciéndole gemir. Sostuvo su cadera, guiándola a su ardiente virilidad suplicante de la atención de su amante, ingresando lentamente en el cuerpo del chico. Gimiendo ronca y silenciosamente, realizando una serie de gentiles embestidas para acostumbrarlo al movimiento, y así no asustarlo como la vez pasada.


    -¿Se siente bien así?- preguntó.


    Misaki sólo respondió con una serie de necesitados gemidos en respuesta, su corazón latía con fuerza, resonando en sus oídos. Su espalda se encorvó hacia atrás, obligándose a sostenerse con incluso más fuerza del hombre para no caer en la bañera. Su hombría que fue abatida momentos antes pareció volver a la acción, endureciéndose rápidamente gracias al toque de la experta mano de Usagi. Gritó, sin lograr descifrar si era por el dolor, el placer o el miedo, siguió dejándose guiar por el ritmo que imponía el mayor con sus veloces vaivenes.


    -ah!


    El hombre parecía extremadamente desesperado por devorar a Misaki, besando cada centímetro de su cuerpo que podía alcanzar, y también tocando lo que su boca no tocaba, llevando a ambos al borde del tan esperado éxtasis.


    -Misaki...Quiero decirte algo importante...


    Sintió como Misaki se estremecía, sin saber si era por su voz, porque seguía embistiéndolo o por la forma tan misteriosa de intentar decir algo como lo que seguía a continuación. Tuvo unas necesidades urgentes de tragarse todas las palabras que iba a decir, sin embargo ya lo había propuesto, no había vuelta atrás. Tenía miedo de hacerlo, no quería ser rechazado de nuevo, la última vez se había descubierto incluso más débil de lo que esperaba ser. Reunió sus fuerzas para ser valiente y superar otra decepción amorosa como las anteriores a esta. Sabía que su destino estaba maldito por eso sufría tanto. Pero quería de alguna forma romper ese círculo...arriesgándose antes de seguir sintiendo dolor.


    -Me gustas...- dijo después de unos segundos en silencio, esperando lo peor - ...creo que me enamoré de ti la otra vez...


    Misaki lo miró atónito, ignorando completamente el placer que le era brindado. En este punto ya no sabía qué hacer, sentía como súbitamente todos sus problemas se agolpaban en su cabeza, sumándose la repentina confesión de Usagi, haciéndole sentir culpa de lo que estaba realizando a escondidas de su esposa y de las consecuencias que estaba acarreando. Tragó saliva, era obvio que esperaba que dijese algo, no obstante estaba completamente en blanco, las palabras se le fueron de inmediato al saber que era amado por un desconocido. Necesitaba calmarse, cosa que era difícil por lo que estaban realizando, aun así no era absolutamente imposible, sabía que si escuchaba aunque fuera por unos instantes, estaría lo suficientemente tranquilo como para pensar con claridad. No obstante eso se podía interpretar como una respuesta positiva al amor del extraño.


    -¿cómo puedes estar tan seguro si sólo nos hemos visto dos veces...?- no sabía que responder, así que pensó si escuchaba una razón lógica, tal vez podía rechazarlo sin herirlo.


    Usagi sonrió, comprendía perfectamente que Misaki se pusiera tenso ante algo tan repentino, pero después de su última decepción había decidido no volver a ocultar sus sentimientos hasta el final. Embistió con fuerza, sacando dulces gemidos de la boca del chico, lo besó intentando distraerlo unos momentos, por lo menos hasta que ambos llegaran al orgasmo, así podría explicarle con más calma, y si aun así lo rechazaba le pediría por lo menos que se quedara a su lado hasta el amanecer.


    -n...no tan fuerte...creo que voy a...ah!


    Las caderas de Misaki se movieron por si solas, siguiendo el ritmo del hombre, si Sus cuerpos chocaron una vez más, fundiéndose en la agonía del placer, ambos dejaron salir su esencia, uno dentro del chico y este otra vez en el agua. Jadearon pesadamente mientras se miraban fijamente.


    Usagi suspiró. En este momento debía explicarle a su preciado muchacho...


    -Misaki, yo realmente me enamoré de ti...yo...al principio, cuando te vi por primera vez, me pareciste lindo, y me gustaste físicamente, así que pensé que después de hacerlo contigo, el calor que sentí al verte desaparecería. Pero...-tragó saliva, sin dejar de mirar al chico -...a la mañana siguiente, en el momento en que me sonreíste ocultando algo, me di cuenta de que sentía mucha curiosidad por saber quién eras y que era lo que pasaba por tu cabeza, y no sólo eso, también pensé que tal vez podríamos llegar a ser felices si estábamos juntos, así que te cité nuevamente, sólo para asegurarme de que lo que sentía desaparecería después de volver a hacerlo, no obstante durante esa semana no pude dejar de pensar en ti, tu rostro, tu inocencia, en las cosas que quizá me ocultabas, como tu nombre y tu edad, tanto que me atrasé en uno de mis trabajos más importantes de la temporada, causando muchas molestias. Y cuando nos volvimos a encontrar hace algunas horas, mi corazón empezó a latir tan rápido sólo con verte que yo realmente me di cuenta de que lo que sentía no era lujuria sino que amor, un amor tan fuerte que nunca antes había sentido por nadie...- buscó los labios de Misaki con delicadeza.


    Eso pareció cautivar a Misaki, incluso más que el placer que le otorgaba con el sexo. La forma en que expresaba sus sentimientos con palabras, era similar a la del gran escritor Usami Akihiko aunque con colores más vivos y tiernos, transmitía la misma extraña mezcla de dolor y felicidad de manera desesperante. La respuesta a tan extravagante declaración de amor pareció alzarse frente a él, logrando decir sin pensar:


    -no sé qué decir...no estoy muy seguro...- sintió como una ráfaga de felicidad se expandía por su cuerpo - pero creo que tal vez siento algo similar por ti Usagi san...


    Vio como una tierna sonrisa se dibujaba en el rostro del hombre, haciéndole sonreír también, aunque en el fondo estaba forzándose a creer que lo que dijo era nada más que una mentira para no herirlo y que se iría en la mañana para no volver jamás, sin importar cuanto doliera el estar lejos, lo mejor era no enamorarse. Fue sostenido en el aire y cargado hasta la ducha, sin que lo notara, unos gentiles brazos empezaron a limpiarlo y él hizo lo mismo, revolviendo los sedosos hilos plateados que caían de la cabeza del hombre de vez en cuando.


    No importaba cuantos planes hiciera Misaki para no enamorarse, ignoraba completamente que alguna parte de su ser amaba profundamente a Usagi, por lo que aunque se alejara volvería, sólo para sentirse seguro y feliz...


    Sus bocas se encontraron en varios besos apasionados en medio de la cálida lluvia de la estrecha ducha de cristal, no dejaron de sonreírse como si se tratasen de una pareja que compartía su primera noche juntos, incluso los acompañaban los típicos nervios y las mariposas revoloteando en los estómagos, con las mejillas encendidas del chico y la mirada provocativa del mayor. Sus dedos se enredaron en innumerables ocasiones cosquilleando sus yemas.


    -te amo Misaki...


    Aun así Misaki se negaba a aceptar que le gustaba Usagi...


    Apenas salieron de la ducha se secaron y cubrieron sus tibios cuerpos con batas de baño. Misaki se tambaleaba buscando su ropa con la mirada, sus ojos se cerraban solos y casi cae en la fría cerámica en varias oportunidades, Usagi lo sostuvo antes de que desfalleciera y golpeara su cabeza en el suelo. Este sonrió mientras lo cargaba como a un niño pequeño en su pecho, musitando dulces palabras mientras el chico se dormía en sus brazos.


    -Buenas noches Misaki...Espero que sueñes con ángeles...

    ................................................................................................................................................................

    por ahora eso es todo, espero que les haya gustado.
     
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  7. Michelle Inalaf
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    Me encantooooooooooooooooooo!
    Espero la continuación! :=duouou: :=duouou: :=duouou: :=TENISSISN:
     
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    Me encanta tu fanfic, esta muy bueno. Continualo por favor. Esperare con ansias la conti.
     
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    DannySnapePotter
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    en cerio me encanta tu fanfic
    contyyy siiiiiiiiiiiii
    eso espero en verdad es muy bueno
     
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  10. Michelle Inalaf
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    :=NEWWWA:
    Espero en serio la continuación! Me encanta!!!
    :=hurrahrr: :=hurrahrr: :=hurrahrr:
     
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  11. kim~.
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    ...me encantó! Dios es hermoso! La forma en la que describes y expresas todo. ¡Felicidades por tu esfuerzo y tú trabajo!
    Espero que lo continues o sino moriré de la intriga(? siguelo por favor D:
    esperare con sudor, lagrimas y sangre la continuacion(?

    Saludos.
     
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  12. kuroshiyaoi
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    Hola a todos, he vuelto, después de mucho tiempo.
    Realmente, pido perdón, no tuve en cuenta cúanto tiempo pasó antes de que tuviera listo este capitulo.
    Ahora mismo me encuentro en las últimas semanas de mis vacaciones, por lo que aprovecharé para escribir mucho antes de entrar a primer año en la universidad.
    sin más la continuación.

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    Capítulo 4

    Misaki despertó desnudo en la cama de una suite del hotel Wiltshire, al igual que la vez pasada y la anterior a esa. Sólo que esta vez no estaba solo, un hombre igual de desnudo lo abrazaba con fuerza, posándolo sobre su pecho, haciendo que lograra escuchar esos gratos latidos de un corazón enamorado. Pero aun así no podía sacarse de la cabeza la culpa que sentía, esta vez no sólo engañaba a Hirako, sino que también al hombre al decirle que tal vez sentía algo por él, cuando en realidad no era capaz de pensar con claridad desde la primera vez que se vieron. Se alejó lentamente de Usagi, cuidando de no despertarlo. Era poco más de las siete, los rayos del sol apenas atravesaban las claras cortinas y se podía oír el suave traqueteo vehicular de fin de semana. Su ropa se encontraba desparramada entre la silla donde habían comenzado a amarse y el costado de la cama, donde terminó su erótico encuentro sin que sus cuerpos se separaran. Suspiró sentándose al borde de la cama.

    -No debería seguir haciendo esto...-Murmuró.

    Esta era la octava vez que se reunían para tener sexo, y Usagi le había planteado nuevamente sus apasionados sentimientos, y no sólo eso, también le había pedido ser amantes y no más amigos de sexo casual, significándole que lo más probable los encuentros serían mucho más seguidos que ahora, y además debía prometerle fidelidad absoluta. Se sentía un tanto asustado por aquello, pero aceptó la oferta sin pensarlo. Unos brazos lo rodearon, seguido de una cálida respiración en su cuello que lo hizo estremecerse, suspiró relajando sus hombros, sintiendo unos suaves besos en su piel, volteó su rostro levemente, encontrándose con el par de amatistas más provocativas y bellas que pudo haber visto antes en el rostro de alguien, especialmente en un hombre. Sintió perderse en el abismo sin brillo que miraba, un abismo tan apasionado que pronto inhibiría todos sus sentidos. Temiendo volver a cometer el mismo error que la noche pasada y dejar salir una pizca de sus sentimientos se apartó suavemente de Usagi, deslizándose hacia la orilla de la cama hasta que los dedos de sus pies pudieron tocar el frío piso.

    -¿Te arrepientes de hacerlo conmigo o sólo tienes miedo?

    Usagi lo tiró hacia atrás, cayendo ambos sobre las sábanas, su pecho se movía bajo la cabeza de su adorado Misaki, besó su cabello, abrazándolo con tal posesión que parecía sentir celos hasta del aire que se atrevía a tocar a quien amaba. Se volteó hacia un lado, sin animarse a soltarlo, enredando sus piernas en las de él, impidiendo cualquier intento de huida.

    -Misaki, no te arrepientas de esto, no quiero ser el único feliz de lo que hacemos. Te lo ruego.

    -No es eso, no me arrepiento hacerlo contigo, es sólo que...lo siento...

    ¿Cómo le decía que no era el único, que había alguien más con quien debía compartir cama? No quería romper su corazón después de saber lo que sentía por él, no era justo hacerlo sufrir con eso. Al igual que con Hirako existían variadas razones para no irse lejos, con ella de todas las razones que tenía para no dejarla, junto con la existencia de Hayato, el miedo de verla sufriendo por algo que no debería haberle pasado lideraba la lista, después de todo era culpa de cuan inconsecuente podía llegar a ser. Con Usagi era que sin darse cuenta, sólo le habían bastado unos cuantos encuentros para sentir un gusto especial por el sabor a peligro que desprendía su ser, además sentía que no era correcto rechazarlo y hacerse la víctima después de buscarle con deseo en tantas ocasiones, aun sabiendo que lo que hacía era incorrecto.

    -¿por qué te disculpas?

    Suspiró, ¿si se atrevía a mentirle en este preciso instante, cuánto tiempo lograría transcurrir antes de que todo se hiciera incluso más amargo? Tenía miedo de ser descubierto, mucho más de decidirse por uno y dejar sufriendo al otro como lo hacen los adultos.

    Sólo quería pensar que todavía era un niño...

    -Pues...

    Se volteó con dificultad, escondiendo sus rojas mejillas en el pecho de Usagi, besando suavemente su clavícula, envolviendo sus brazos en su amplia espalda, suplicando silenciosamente por un poco de compasión de su parte. Sus labios temblaban y su corazón se asemejaba a nada menos que un tren. Su pierna fue acariciada por la fría mano del hombre, estremeciéndolo, suaves besos eran depositados en su desordenado cabello. Suspiró, realmente tenía miedo de alejarse de esta persona, incluso más que de Hirako...

    -Por ser tan cobarde.

    Realmente lo era, no mentía en eso, al verdadero Misaki, el que aún pensaba como el niño que era, le aterraba todo lo que sucedía en este momento, mas el lado que mostraba a la sociedad hacía las cosas que un adulto normalmente debía hacer, como por ejemplo mentirle a todo el mundo.

    -No te preocupes, yo te cuidaré pase lo que pase...

    Cerró los ojos, la voz de Usagi sonaba más cálida que nunca en sus oídos, haciéndolo sentirse más tranquilo, besó nuevamente su pecho, dejando una sutil marca roja cerca de su cuello; que marcaba al mayor como su posesión exclusiva. Bajó suavemente en su pecho, ahora marcando cerca de su corazón, en su hombro, finalizando en su mejilla, bañado con la suave risa que asaltaba sus sentidos. Deslizó su cálida mano por el pecho del hombre, deseando encender su abrasadora pasión y amarle un poco más antes de intentar marcharse para siempre otra vez, sin entender sus propios sentimientos que lo hacían volver. Una marca visible, lo más probable por varios días, cerca de su oreja derecha fue la que culminó con su intento. "Nadie más tenía el derecho a tocarlo, era sólo suyo..." Era algo bastante hipócrita si lo llegaba a pensar detenidamente... No obstante, asuntos como estos ya no importaban, menos en compañía de Usagi... Por esa razón él sabía que debía irse.

    -Sabes, me haces cosquillas pequeño pervertido

    Sonrió, retirando las cálidas manos que lo tocaban, mirando apasionadamente a Misaki, deseando devorarlo y fundir su cuerpo al calor del deseo una vez más antes de separarse por otra semana infernal. Haló a Misaki hasta dejarlo encima de su pecho, besándolo suavemente, embargando cada sentido racional, acariciando suavemente sus glúteos y su espalda, estremeciéndolo, despertando poco a poco el deseo de ambos. Se volteó hasta quedar encima, controlando cada reacción del chico a su gusto. Sus caderas se tocaron, haciendo que una corriente de placer los recorriera, suspiraron, haciendo más profundo el contacto de sus bocas y lenguas. Usagi frotó la entrada de Misaki suavemente, observó su reacción antes de continuar, tenía un poco de miedo, ayer se habían sobrepasado producto del alcohol.

    -¿Estás seguro?- dijo deteniéndose unos momentos para jugar con los duros pezones de Misaki, sacando placenteros jadeos de su garganta, reemplazando los de dolor de hace un momento -Anoche lo hicimos muchas veces, tengo miedo de hacerte daño.

    Misaki suspiró, ¿Por qué era considerado en algo como esto?

    -No te preocupes, estaré bien...sólo hazme entender lo que siento...

    Usagi lo besó, aún no creía que las inocentes y rebuscadas palabras de un niño fueran suficientemente poderosas como para que su corazón latiera de esa forma tan desesperada. Tenía poco más de treinta años, no obstante, su madurez se desvanecía ante la ternura que emanaba su amado Misaki, siéndole molesto y peligroso. Porque sabía que si llegaba a depender sentimentalmente de alguien así, la despedida sería incluso más dolorosa que de costumbre. Deslizó sus fríos dedos por la erección del chico, bañando sus oídos con un dulce gemido, bajó un poco más...

    -Estás húmedo...

    Sus dedos ingresaron lentamente, tensando el tembloroso cuerpo de su amante.

    -no di...

    Sus palabras fueron interrumpidas por el sonido del teléfono de Misaki. Hizo una mueca, reconociendo el tono predeterminado al instante. Era Hirako, lo más probable desesperada por saber del paradero de su esposo para luego humillarlo como de costumbre. Fingió no oírlo, acercándose al rostro de Usagi para robarle un fogoso beso. Que no tardó en ser correspondido, lo empujó, tragándose la vergüenza, hasta lograr sentarse en sus piernas, sintió su caliente virilidad rozar la suya, gimiendo sonoramente. Se separó por fin, de la boca del mayor, sin dejar de mirarle a los ojos, una hebra de saliva los conectaba, dando a la vez, fe del erotismo del beso. Movió su cadera una y otra vez, frotando incesantemente ambos miembros jadeando al mismo tiempo que Usagi. Intentando ahogar el sonido del celular con el del sexo. Se aferró a la espalda del mayor, clavando suavemente sus uñas en la piel, deslizándolas por el lugar, arañándolo sin causarle mucho dolor, susurrando dulcemente:

    -¿Te gusta?

    Una risa ahogada fue dada en respuesta, confirmando positivamente, sin embargo el teléfono seguía insistiendo, sacándolo de sus casillas. Buscó los labios de Usagi nuevamente, intentando calmarse, centrarse sólo en hacer el amor con él por última vez, antes de que esta farsa que mantenía en secreto se saliera de control y se descubriera el engaño hacia ambas partes. Cada encuentro era más peligroso que el anterior y esta era la prueba.

    -Mucho, pero deberías contestar, pueden ser tus padres ¿No querrás preocuparlos?

    Besó la frente de Misaki, frenando de golpe su lujuria, reemplazándola por una sombría expresión de dolor. Sin notarlo había tocado justo en un punto doloroso en la vida del chico. Logró verlo llorar antes de que este se lograra esconder en su pecho, sollozando silenciosamente. Recordando la razón de su rebeldía...

    -Imposible... Ellos murieron hace doce años...

    -Lo siento, no fue...

    Lo abrazó con dulzura, intentando consolarlo, no importaba si no hacían el amor, sólo quería que su pequeño fuera feliz. Levantó su rostro, forzándole a mirarse a los ojos, secó suavemente cada lágrima y posó delicadamente sus labios en los de Misaki. Quien estrechaba más y más su pecho contra el de Usagi, abriendo su boca para profundizar el beso y así transportar su mente a otro lado...

    -No es tu culpa...-Susurró

    Usagi se dejó caer junto con Misaki en las desordenadas sábanas de hotel, alborotando su cabello, con la mirada perdida producto de la culpa de decir algo tan irresponsable sin saber. Era de lo peor.

    -No quería hacerte daño...

    Misaki lo besó suavemente, secando sus lágrimas, buscando tranquilizarlo, entendiendo que hace mucho tiempo había dejado de buscar placer sexual en el cuerpo hombre, ahora mismo, lo único que necesitaba eran sentimientos y el cálido placer de ser amado de verdad, nada más. Tomó su mano y se incorporó en el lecho. Le sonrió vaga y fugazmente antes de ir en busca de su móvil, suplicándole a Dios para que le brindara la fuerza que le faltaba para sobrellevar todo esto. Miró la hora antes de apagarlo, apenas las ocho, suspiró, el día apenas iniciaba y ya se sentía mal.

    ...por esa razón debía irse de inmediato...

    -Era mi hermano...- Dijo adelantándose a la pregunta de Usagi -supongo que debo ir a casa...

    Su voz vaciló un poco, estando al borde de quebrarse. Intentó no mirar al hombre que lentamente caminaba hacia él, ya que, sentía miedo de que su "Sinceridad ante presión" lo hiciera revelar todo. Sintió los brazos de Usagi rodearlo, sus frías manos recorrer su pecho, la temperatura de su cuerpo al acercarse, la pulsante erección que, se apretaba contra su cadera, estremeciéndolo. Se volteó y se aferró a su cuello con ternura, mirándolo dulcemente, de una forma que sabía que al mayor le gustaría que un muchacho lo sedujera.

    -Te llevaré a casa

    Le sonrió, intentando controlar sus deseos de salir huyendo y reemplazarlos por fuerzas para seguir actuando y no desmoronarse producto de la presión. Asintió levemente, escondiendo su mirada en el pecho de Usagi.

    -Gracias...

    *...*
    Golpeó su cabeza contra unos libros, había pasado una semana desde la última vez que se encontró con Usagi, y sólo quedaban contadas horas para que tuviera que regresar al hotel donde todo había comenzado. Por la fecha se encontraban a principio de ciclo, incluso así, se encontraba completamente agotado. Había pasado la noche completa en el hospital, escuchando el llanto de dolor de su hijo, producto de la herida abierta en su pequeña planta del pie, sosteniendo un mantel ensangrentado con sus temblorosos dedos, queriendo llorar también, completamente impotente. A su lado Hirako se aferraba a su espalda, conteniendo las lágrimas para verse fuerte; como la niña malcriada que era, susurrando dulces palabras para calmar a Hayato. Era la segunda vez en lo que iba del año en la que Misaki se veía en esta situación, por lo que todavía no sabía cómo sobrellevarla, los nervios lo hacían temblar y ponían su mente en blanco, recordándole que aún era un mocoso inconsecuente a pesar de su edad.

    Sacudió su cabeza, intentando darse ánimos, dentro de unas horas podría ir al hotel, disfrutar del placer que el hombre le entregaba, amarlo y sentirse amado de esa manera por decimotercera vez en su vida, olvidar sus problemas y disfrutar el sabor del whisky de primera clase que Usagi le convidaba con cada beso. Sentir su calor, su aroma y oír las dulces palabras que ponían cada vez más en duda su sexualidad y lo hacían desear huir junto a él sin importar si el mundo estaba en contra.

    -Aikawa san, ¿tiene un momento?- Dijo mientras revisaba el calendario que se encontraba junto a su escritorio.

    Se había enamorado y ni él ni nadie podría remediarlo, eso era algo que entendía a la perfección, por esta razón se sentía incómodo al buscar excusas para verlo cada viernes sin que Hirako se enterara de su aventura. “Voy a beber con mis colegas”, “Me quedaré en casa de un amigo”, o incluso fingir que estaba enojado con ella eran las tácticas que más usaba para ir al hotel, no obstante, hoy era el cumpleaños de Hirako significándole que cualquier excusa que inventara no le serviría, dándose cuenta de que se atrapó a sí mismo entre la espada y la pared, viendo como única opción cuerda decir la verdad y dejarla de una vez.

    -El manuscrito de Akikawa Yayoi no ha llegado y la fecha límite extendida era hoy.

    La mujer suspiró echando hacia atrás su cobriza cabellera que caía sobre sus hombros, sus ojos azules eran opacados por grandes ojeras. Ella era la editora con más trabajo, dado que debía supervisar al mismo autor bajo dos nombres diferentes, el aclamado escritor Usami Akihiko, ganador de diversos premios en sus aproximadamente doce años de carrera y su “alter ego” redactor de novelas de corte homosexual Akikawa Yayoi por otro lado. Sus manuscritos, aun siendo los mejores de toda la editorial Marukawa, eran los más difíciles de conseguir dada su retorcida personalidad. Aikawa era una de las mujeres más bellas del piso editorial, por lo que Misaki se sentía mal cada vez que la veía en ese estado.

    -Lo sé, acaba de terminarlo, tuve que traerlo a la editorial porque no quería trabajar.

    Intentó sonreír, mientras luchaba por no cerrar sus ojos, llevaba un café en su mano derecha, mientras que en la otra una pila de papeles suponiéndose como el manuscrito. Misaki suspiró, afortunadamente había terminado su trabajo…

    -Misaki kun, ¿Tú no tienes autor a cargo?

    Misaki negó con la cabeza, durante los seis meses que llevaba trabajando sólo se había encargado de los horarios y las negociaciones con autores, editorial misma e imprentas. Un trabajo fácil comparado con el resto del grupo, pero igual de agotador, en especial si el autor se retrasaba, cosa que pasaba todo el tiempo.

    -Si quieres te presto a Usami sensei por un tiempo para que aprendas sobre edición.

    -pero...

    -¡Bien, está decidido! La próxima semana hablaré con él.

    Quiso negar la oferta, después de todo estaba al tanto de lo complicado que era trabajar con él. Además tenía miedo de que todos hablaran a sus espaldas por tener un autor reconocido siendo todavía un novato. Pero Aikawa se escurrió en el ascensor rápidamente con la excusa de ir a la imprenta antes que lo lograra. Cubrió sus ojos con la palma de su mano, sentía que un gran problema se avecinaba.

    *...*

    En silencio se dignó a abrir la puerta, sostenía un ramo de rosas amarillas en su mano derecha y los bombones favoritos de Hirako permanecían escondidos en su bolso. No vio por ningún lugar a Hayato, por lo que dedujo que su esposa lo hizo dormir temprano como debía. Avanzó unos pasos, repasando en su mente el plan para poder ir al hotel, permitiéndose el lujo de ser gentil con Hirako sólo porque ella cumplía veintidós este preciso día. Ingresó a la sala, encontrándose con ella sentada viendo la televisión, se acercó a ella y besó su mejilla, cuidando de no transmitir sentimiento alguno. Sólo la frialdad suficiente como para hacerle entender que para él no existía nada que los unía y así no gastar más tiempo del necesario.

    -Feliz cumpleaños- susurró con una falsa sonrisa dibujada en sus labios.

    Deslizó las rosas sobre sus piernas confirmándole el fin de la inexistente relación que ambos intentaron imponerse a la fuerza y le entregó los chocolates como consuelo de aquello. Hirako rió suavemente, entendiendo la indirecta aun en contra de su voluntad, negándose a aceptarlo, conteniendo las lágrimas sólo en caso de que Misaki hubiera elegido aquellas rosas sin saber. –“Tranquila, las rosas significan muchas cosas”- se dijo.

    Misaki sacudió su cabello y se dirigió al cuarto de baño, el primer paso estaba listo. Ahora debía darse una ducha e ir al hotel para olvidarse del dolor que implicaba el hacer lo correcto. Se quitó la chaqueta y la lanzó. Se sentía mal por haber hecho eso en un día que suponía felicidad, mas la vida de los adultos era así. Dolorosa…

    -Misaki…-Lo detuvo antes de que él lograse tocar el pomo de la puerta, hundió su rostro en su espalda, abrazándolo con capricho, rehusándose a perderlo. –Espera. Yo…

    Misaki suspiró, no quería hacer aquello más difícil, pero Hirako le obligaba a ser cruel, se volteó y la abrazó, dejándola llorar en su pecho. Sintió que lloraría también, por lo que mordió su tembloroso labio inferior.

    -Lo siento.- Murmuró –Ambos sabíamos que lo nuestro no tenía futuro.

    Hirako secó sus lágrimas y arregló su cabello, afortunadamente no llevaba maquillaje. Lo miró con una pequeña sonrisa, sintiéndose destruida por la aplastante sinceridad de su querido esposo. Se acercó a sus labios y le robó un suave beso en la mejilla, haciendo que se sonrojara.

    -Entonces.- Dijo titubeante.- Hazme el amor, quiero sentirte por última vez…

    Misaki apretó sus puños, debatiéndose en su mente si acceder o no…
     
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  13. Gareca Bet
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    Haaa lo dejaste ahi....no quiero que mi usagi sufra :=BUABUA: ....solo espero que subas la conty lo antes posible me muero de la intriga
     
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  14. Gabriela ™
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    :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf:
    Pero como es que lo dejas así :=SHOROO:

    Esta muy buena la historia :=BIENODOE: :=arribarriba:
    Espero tu continuación :=AKAKAKAKAK: y bonito dia :=AKAKAKAKAK:


    Enviado por ForumFree Mobile

     
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  15. Gabriela ™
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    Por favor la continuación!
     
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14 replies since 8/2/2014, 04:38   626 views
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