Opción. —Capítulo 9 FINALIZADO—

Tercer año en Hogwarts para los merodeadores, una inesperada jugada por parte de una serpiente atrae la atención y la tensión para cierto Gryffindor de ojos avellanados. -James/Lucius-

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  1. mixhii
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    DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo.

    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas.

    Resumen:
    Tercer año en Hogwarts para los merodeadores, una inesperada jugada por parte de una serpiente atrae la atención y la tensión para cierto Gryffindor de ojos avellanados. Una nueva opción surge para dos personas que no creyeron poder verse de otra manera más que con odio.

    Pareja Principal: James/Lucius

    Nota: Lucius tiene la misma edad que los merodeadores, Severus y Lily.

    PUBLICADA:
    -Esta publicada en diferentes páginas, todas con el mismo nick. Por cualquier mal entendido.
    Notas del capítulo:
    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas

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    Estribos.

    Esa mañana había iniciado como cualquier otra, se había levantado, con mucha pesadez, de su cómoda cama, viendo el típico rojo escarlata que adornaba sus dormitorios.

    Era increíble pensar que apenas iba en su tercer año y ya había "experimentado" por aquí y por allá, aunque su castaño amigo lo sermoneara por ello. Pero esas experimentaciones le habían hecho darse cuenta que en lo personal prefería las varitas, no había tantas complicaciones.

    Cuando salió de la sala común, su paso era parsimonioso, se deslizó por los pasillos junto a sus tres inseparables amigos, su sonrisa se ensanchó pensando en la nueva broma planeada, sería algo pequeño, solo para advertir a las serpientes que no se sintieran tranquilas con su inusual inactividad.

    Tres... dos…uno... ¡Boom!, la bebida que antes estuvo en la mano de Severus Snape se esparció por toda su cara con un estallido, la fulminante mirada de un aristócrata rubio le hizo saber que las cosas no se quedarían así. Sonrió con arrogancia en su dirección, y vio perfectamente la rabia consumir los grises ojos.

    Cuando el pelinegro fue llevado a la enfermería, se regodeo junto a Sirius y Peter bajo la severa mirada de reproche de su licántropo amigo.

    ***

    En la enfermería se encontraban tres personas, un pelinegro, un rubio y una pelirroja.

    — No consigo comprender por qué no te defiendes, un maleficio y tendrás la cabeza de esos odiosos Gryffindor en tu mano — Bufo Lucius.

    — ¡Malfoy! — Grito la pelirroja, indignada. — ¿Qué? — Sus ojos se entrecerraron. — ¡No puedes aconsejarle eso!

    — Claro que puedo, esos imbéciles se lo merecen — Lily lo miro con ambos ojos abiertos.

    — ¡Eso no es correcto!

    — ¿Qué puede saber una pequeña traidora como tú sobre lo que es correcto y lo que es inco...?

    — ¡Lucius! — Interrumpió Severus.

    — ¡Yo no soy ninguna traidora!, mi sangre tal vez no es pura pero eso no me hace una traidora.

    — No me refería a tu sangre pequeña tonta — Escupió con expresión severa — Pero no consigo comprender como puedes relacionarte con quienes lastiman a tu supuesto mejor amigo.

    — Eso... yo no... Pero...

    — Sabes qué, no quiero escucharte, tu sola presencia me asquea — Se acercó a la camilla donde estaba Severus y le dedicó una mueca antes de despedirse con la mano en un gesto vago y dirigirse a la puerta — Nos vemos luego Sev, así que mejórate. El rubio camino fuera de la enfermería, le fastidiaba tanto aquella pelirroja. Por más que tratara de buscarla jamás podría encontrar la razón de que su amigo se fijara en ella, lo única que hacía la muchacha era lastimarle.

    — No le hagas caso — Dijo Severus cuando estuvo seguro que Lucius ya estaba lo suficientemente lejos — Puede que no lo veas, pero es una buena persona, solo hay que encontrarle el modo.


    — Él me odia. — Es complicado. Así conversaron de otros temas, mucho más ligeros y triviales.

    El día paso relativamente rápido, una vez salió de la enfermería se mantuvo alerta de cualquier cosa, aquellos Gryffindors le tenían cierto odio o amor, odio para avergonzarlo de las peores formas y amor para ser siempre el blanco de sus principales ataques.

    — Iré a la biblioteca, ¿No quieres venir? — le pregunto Lucius después de comer, pues tenían dos horas libres, esperándole con una expresión en su rostro que parecía esperar una respuesta afirmativa. Severus negó suavemente con la cabeza mientras se levantaba de su asiento y comenzaba a caminar al lado de su amigo.

    — Quede de ver a Lily cerca de lago negro —

    La expresión de asco que mostró el pálido rostro le molestó hasta el punto de detenerse y mostrar una expresión adusta a su amigo — Podrías no hacer tan evidente el odio que le tienes.

    — No, no puedo — Los ojos grises le vieron de una manera tan profunda que durante un segundo Severus se quedó sin respiración — No puedo no odiarla sabiendo lo mucho que te lastima. Me fastidia ver cómo te mangonea.

    — Ella no me mango...

    — Claro que lo hace — Interrumpió — Eres lo mejor que le pudo pasar.

    Severus le sonrió como muy pocas veces hacía, él no había decidido amar a la pelirroja, simplemente no pudo evitarlo y sabía perfectamente lo que significaba para Lucius, al fin y al cabo desde el principio ellos habían sido como hermanos y, si Severus supiese que alguien le hacía sufrir a él, estaba seguro que reaccionaría de la misma manera.

    — Estaré en la biblioteca, cuidado con el cuarteto de idiotas — Severus estaba justo por seguir avanzando cuando sintió las manos de su amigo en su cuello, le estaba acomodando y ajustando la corbata. Siempre había sido así, tan protector con él.

    — Está bien, te veo luego.

    ***

    Adoraba leer, era por el momento su más concreta obsesión. Podía pasarse horas, días, semanas incluso años completos en una biblioteca. Podía leer de cualquier tema, incluso había leído unos cuantos libros muggles, bastante buenos si le pedían su opinión.

    Ese día habían tenido dos horas completamente libres, dos horas que pasó en su lugar favorito de Hogwarts, en una silla de la biblioteca con un enorme libro de la sección prohibida.

    — ¡Malfoy!, ¡Malfoy! — Escucho gritar, una chica de Slytherin avanzaba en su dirección, cuando notó la preocupación en un destello de sus ojos se levantó.

    — ¿Qué sucede?, ¿Por qué el alboroto? — Es Severus, llegaron a fastidiarlo otra vez, le estaban hechizando.

    No le dio tiempo de terminar de hablar, con un par de segundos llego al lugar de la escena, observo a la pelirroja gritarle a Sirius y a James, su ceño se apretó con fuerza, apenas distinguió el cuerpo de su amigo en el suelo se encamino hacía él. Detuvo sus movimientos y miro al culpable.

    ¡Bombarda! — Salió de sus labios a la par que levantaba la varita, sin dar tiempo a explicaciones. Se encontraba harto de esto, de ver como lastimaban a su amigo. Con un estallido James Potter salió aventado, chocando en el proceso con un árbol. Dirigió su varita en dirección de Sirus — Escúchenme bien, bola de inútiles, dejen a Severus en paz, porque puede que él se los permita, pero no van a correr la misma suerte conmigo.

    Sirius lo vio con enojo y se acercó — ¿Es eso una amenaza?, Malfoy — Escupió.

    — Sí Black, es precisamente una amenaza — Respondió tomándolo por sorpresa — Y una que van a pagar muy caro sino se comportan.

    Con un Levicorpus llevo a su amigo en dirección a la enfermería. A los pocos minutos vio como ingresaban a James también, el muy idiota se retorcía como un gusano, después de todo, la bombarda solo había sido usada como tapadera para el hechizo que le lanzo. No pudo evitar que una sonrisa complacida adornara sus labios al ver al león de aquella, y podrían darle crédito al golpe contra el árbol, jamás le descubrirían.

    Al iniciar sus años en Hogwarts éste no le había importado en lo más mínimo, paso el primer año sin que esto cambiara, con el tiempo su amistad con Severus se estrechó y al verlo ser atormentado por ellos le creó un profundo odio, pero sin saber exactamente la razón, aquel león en particular, junto a Black, le creaban un odio ciego muy profundo.

    El castigo había sido leve para ambos casos, Gryffindor había perdido 70 puntos, 35 de James, 35 de Sirius, y tenían que limpiar baños, Slytherin había perdido 35, por parte de Lucius, y tenía que ayudar a su jefe de casa a organizar las siguientes clases de pociones.

    ***

    — Maldito rubio — Gruñó James — Estoy seguro de que el hechizo que uso es ilegal.

    — Una bombarda no es ilegal James — Respondió Lily, molesta — Lo que sucede es que eres un llorón y un idiota.

    — Pareciera que el rubio estirado te gusta — Se burló Sirius.

    — No la molesten — Defendió Remus.

    — No soy ningún llorón, ese hechizo habrá sido cualquier cosa menos una bombarda, dolía como no tienes una idea — Por instinto se todo el pecho.

    — No vamos a dejar esto así, ¿Verdad? — Lily le dirigió una mirada asesina a Sirius, que la ignoró olímpicamente.

    — Por supuesto que no va a quedarse así — Exclamo James — Malfoy y sus amenazas se las puede meter por el… — Antes de terminar la frase una cachetada le volteo la cara, Lily Evans rara vez perdía los estribos, pero cuando lo hacía, era de temer. Se levantó y camino fuera de la sala común sin decir ninguna palabra.

    Sirius estallo en carcajadas, la mejilla derecha de su amigo estaba roja como un tomate — No es gracioso — Murmuro éste.

    Remus salió en busca de su amiga, no importaba cuanto se los dijera, no iban a escuchar. Estaban decididos a hacerles la vida miserable a las serpientes.

    — Muy bien — Dijo James — La siguiente broma es para Malfoy, ¿Cuáles son sus puntos?

    — No lo sabemos James — Respondió Sirius viendo una libreta gastada — Nunca le hemos jugado una broma a él.

    — Entonces habrá que espiarlo para averiguarlos.

    — Lo puedo hacer yo — Se ofreció Peter.

    — No, lo haré yo — Dijo James — Me va a pagar muy caro lo que hizo — Se sobo la mejilla.

    — Bien, está decidido — Habló Sirius — Lo espiarás durante una semana buscando toda la información que puedas, y una vez recaudada, le daremos donde más le duela.

    — Bien — Dijeron James y Peter.

    ***

    — ¿Qué hechizo usaste? — Pregunto por vigésima quinta vez.

    — Ya te dije que fue una bombarda, Severus — Respondió con cansancio — Además, ¿Qué importa ya?

    — ¿Por qué no quieres decirme?

    — Porque ya te dije que fue una bombarda. Severus bufo molesto, de verdad quería saber.

    — Bien — Corto.

    — No te enojes, recuerda que las paredes tienen oídos — Los ojos de Severus se abrieron comprendiendo — No querrás que te oigan haciendo un berrinche.

    Las mejillas se le tiñeron de rojo y su ceño se frunció. Con una ceja alzada salió de la sala común, camino unos metros hasta que escucho los pasos de su amigo acercándose a él. Ambos sabían perfectamente a donde se dirigían, la puerta se alzó frente a sus ojos, Lucius podía asegurar que lo seducía a entrar.

    Agarro un gran libro color café oscuro y lo acarició, él no se consideraba ningún fetichista o depravado en ningún sentido, aunque aún con su edad de hormonas alborotadas, para él no había nada más erótico que un buen libro, era sencillamente el mayor de los placeres.

    Severus lo observo con una gran sonrisa, podía recordar claramente con cuanto odio y rencor veían los chicos y chicas que estaban tras su amigo a los libros. Ninguno de sus pretendientes podía llamarse su pretendiente sino odiaba los libros que él tanto veneraba.

    Se acomodó en su silla favorita y retomo su lectura, no se había fijado pero por lo menos el 75% de los presentes miraban con un odio voraz el libro que estaba en sus manos.

    Un par de ojos avellana veían con extrañes la escena. Nunca en su vida se había detenido a observar a Malfoy, una gran sonrisa se instaló en su cara. Esto iba a ser muy, muy interesante.

    Porque el interés es el inició para una gran aventura




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    Espero les haya gustado, tenía planeado subirlo para el fin de semana pero me atrase (Totalmente mi culpa).

    Edited by mixhii - 9/6/2014, 17:09
     
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  2. tamy yaoista
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    esta bueno me gusto CONTYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
     
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  3. mixhii
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    tamy_yaoista Me alegra que te gustará, justo ahorita estoy subiendo la continuación.
    Nos leemos.

    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas.
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    Que el juego empiece.

    Se acomodó por octava vez la túnica, llevaba sentado en la biblioteca fingiendo que leía por casi cuatro horas, era fin de semana ¿Qué diablos hacía tanto tiempo allí?, no tenía la menor duda de que él era una persona singular.

    Tenía un bello rostro, un rostro afilado cabía decir, sus ojos grises como la plata, sus estilizadas cejas y sus largas pestañas rubias, un poco más oscuras que su cabello, cabello largo y sedoso atado por una cinta negra, sus perfectos labios color rosa pálido, aunque no tan pálido como su piel. El brillo que se encendía en su mirada mientras deslizaba sus ojos por las gastadas páginas era tan atrayente, ¿Cómo no lo había notado antes?

    Hasta cierto punto era casi morboso, sin duda se deleitaba leyendo, ¿Qué clase de broma le podría hacer con esa información?, nada, o al menos nada ingenioso. Eso lo molestaba mucho, no iban hacer nada mediocre, tenía que ser algo brillante.

    Pasaron un par de horas más, hasta que vio a Severus levantarse y casi llevarse arrastrado a Lucius. Se levantó también y sintió sus piernas dormidas, avanzó de prisa para no perderles de vista aunque con la distancia necesaria para que no lo notaran.

    Contra todo lo que creyó, se dirigían al despacho de su jefe de casa, no se acordaba del castigo que se le había impuesto, y por lo visto fue la única razón para que Lucius saliera de su amada biblioteca.

    Los vio entrar y se decidió por un descanso, miró al cielo y notó que la hora de la cena seguro ya habría acabado, camino en dirección al dormitorio de Gryffindor, en el camino se topó con varias serpientes que lo veían mal, su sonrisa se amplió con arrogancia.

    Justo antes de entrar a su sala común una idea corrió por su mente y se ilumino. Entró a gran velocidad y sin mediar palabra tomo su capa de invisibilidad y retomo su paso en dirección a las mazmorras. Llegó a la entrada y espero a que algún estudiante dijera la contraseña.

    Encontrar la habitación del rubio fue sencillo, simplemente busco la más grande y lujosa, se sorprendió muchísimo al descubrir que era compartida pues habían dos camas, se acerco a la cama más pequeña y descubrió un gran libro de pociones, sus ojos se pusieron en blanco. Era obvio a quien pertenecía ese espacio.

    Miles de ideas pasaron por su cabeza al imaginar que podía hacer contra Severus, más se abstuvo pensando en que la broma era para Lucius y no podía levantar sospechas. Su nariz captó un delicioso aroma y sin poder evitarlo se acostó en la cama más grande.

    Abrazo la almohada y aspiro con fuerza, le encantaba el aroma, tan embriagador. Vio una de las corbatas con los colores de Slytherin y la sujetó, no se percató de que el tiempo se le iba de las manos, llevaba casi dos horas memorizando cada parte del exquisito aroma.

    Reaccionó hasta que escucho los pasos acercarse, apenas le dio tiempo para agarrar su capa y cubrirse.

    Vio una cabellera rubia entrar por el umbral, iba solo. Se deslizo sobre su cama como un gato, y James, que estaba a un lado de la cama, sintió unas enormes ganas de tocar el cuerpo que tenía enfrente. Las perfectas curvas sin dejar de ser masculinas del cuerpo del otro le atraían como un imán.

    Lucius suspiro al estar en su cama, se sentía tan relajante. Severus se había quedado ayudando al profesor de pociones, sonrió para sus adentros, parecía ser que no tendría que cumplir con su castigo.

    — Qué extraño — Murmuró al sentir un olor que no pertenecía a su gama de perfumes, y que no lo había sentido jamás en Severus. James contuvo el aliento alarmado.

    Un paquete capto de inmediato la atención del rubio al levantarse, esa mañana le había sido entregado aunque se había decidido a no abrirlo en público. Lo destapo con lentitud y por curiosidad James se acerco, se sorprendió muchísimo al ver una caja de chocolates Teuscher.

    Los grises ojos le brillaron y una sutil sonrisa ilumino su rostro. Con cierta impaciencia abrió la caja y saco un chocolate café oscuro, lo mordió con deleite. James tuvo que morderse el interior de su mejilla, pero no por el chocolate, sino por la expresión de profundo placer que el rostro del rubio mostró, sintió una gran necesidad de echarse sobre el otro y provocar una expresión similar, pero con besos.

    El chocolate era su segunda gran obsesión, y aunque nunca lo admitiría, el chocolate muggle era su favorito. Se acomodo en su cama con la caja a su lado y degusto los chocolates, el paquete traía aproximadamente veinte diferentes chocolates, y fue cuestión de segundos para que quince desaparecieran.

    Se sintió tentado a acabar con los últimos cinco, pero en serio quería dejarle unos a Severus, después de todo gracias a él no estaba cumpliendo su castigo.

    Cerro con todo el dolor de su corazón el paquete y lo dejo sobre la cama de su amigo, camino hacía su baúl y saco una pijama de seda verde a la medida. Entró al baño donde se acicalo para dormir. Salió con una pequeña toalla en la cintura, y se vistió. Jamás en su vida había recibido una tortura tan grande, el pecho lampiño, la estrecha cintura, los rosados pezones, las piernas esbeltas y ese trasero, ¡Merlín!, ese trasero firme y duro que no pudo apreciar en su totalidad por la molesta toalla. Sintió su auto control desfallecer, y justo cuando se iba a lanzar como un lobo feroz, la puerta se abrió.

    — ¡Lucius! — Grito Severus — ¿En qué momento te fuiste del despacho?

    — O vamos Sev — Murmuró mientras sonreía divertido — No te molestes, yo solo no quería estorbar en tu excelente desempeño como pocionista.

    — Si claro, seguro voy a creerte.

    — Para compensarte te guarde algo — Sonrió señalando en dirección a la cama, donde reposaba el paquete.

    — No me gusta el chocolate — Corto en cuanto vio el contenido del paquete.

    — ¡Bien! — Exclamó Lucius sintiéndose algo irritado por la actitud del moreno — ¡Pero tú te lo pierdes!

    Estaba vestido de la cintura hacía abajo, él siempre había sido penoso al mostrar su cuerpo, odiaba hacerlo, no porque tuviera un mal cuerpo, de hecho se consideraba poseedor de un perfecto cuerpo. Aún así le incomodaba hacerlo, por eso odiaba aún más a los y las idiotas que se colaban en los vestidores para verlo desnudo.

    Aunque siempre hay una excepción a la regla, y en este caso Severus lo era, Merlín sabía que éste ya lo había visto en todo su esplendor. A ninguno le incomodaba, ya que no se atraían en ese sentido, sin importar la situación, Severus siempre miraba a Lucius a los ojos, directamente, igual que Lucius hacía lo mismo con él.

    James en cambio buscaba la manera de mantener sus manos quietas que sin importar qué, buscaban ir en dirección del perfecto trasero de Lucius. Sus ojos en cambio ya lo habían devorado por completo.

    — Oh, por cierto Sev, ¿Compraste alguna loción nueva?

    Severus arqueó una ceja — No, ¿Por qué?

    — Desde que entre he sentido un aroma que no es de ninguno de los dos, como si alguien hubiera entrado en la habitación — James se tensó como una tabla.

    No puede ser — Sus ojos se abrieron y decidió salir de allí.

    Con mucho cuidado de no golpear nada y por ende hacer ruido, salió de las mazmorras.

    Cuando por fin estuvo a salvo en la sala común de Gryffindor suspiro con desgano, aún llevaba puesta la capa de invisibilidad, sentía perfectamente bien la erección monumental que tenía en los pantalones — ¿Por qué?, nunca me había puesto así por nadie — Exhalo, en efecto, jamás nadie le había excitado de tal forma, nadie le había alborotado así las hormonas.

    Puso el agua lo más fría que pudo, y se dio cuenta para su horror que la erección no había bajado ni un poquito. Se le tiñeron las mejillas de rojo al masturbarse pensando en cierto rubio de ojos grises, imaginó esa pálida piel serpenteando bajo él, esas firmes piernas enredadas en su cintura, lo imagino gimiendo de placer mientras lo hacía suyo, lo imagino una y otra vez, fantaseó con ese cuerpo pegado al suyo, y cuando finalmente llego al orgasmo, fueron un par de ojos grises llenos de placer los que completaron el panorama.

    Había sido la paja más intensa que se había hecho en la vida, tuvo que meterse en la tina para relajarse un momento. Todo parecía tan irreal, tan ilógico, tan irracional e inverosímil, ¡Era ridículo! no supo cuánto tiempo estuvo allí, solo supo que algo intenso, y contra toda lógica, fantástico, había sucedido en ese baño.

    Esa noche, luego de acomodarse en la cama, soñó de nuevo con esa piel, con ese cuerpo y con esos ojos. Al amanecer y notar lo húmedo de su pijama, con un pase de varita limpió las sábanas y corrió en dirección al baño, donde se encerró a arreglar su pequeño problema.

    ***

    En las mazmorras de Slytherin, se encontraba ya arreglado y perfumado el causante de las hormonas de James, su túnica se encontraba perfectamente impecable, su cabello atado con un una sencilla cinta negra, sus zapatos bien lustrados, su corbata tenía un magnifico nudo y su bolsón reposaba en su hombro derecho.

    Antes de salir acomodó la corbata de Severus y trato de ayudarle con su cabello, y como todas las mañanas sus manos fueron removidas con un manotazo.

    — Deja de hacer eso, me molesta — Murmuro.

    — Pesado — Lucius salió y avanzo al gran comedor, se sentó con elegancia y empezó a desayunar, Severus le siguió, una pequeña y muy sutil sonrisa se acomodo en su rostro, no sabía a dónde iba a parar toda la comida que su amigo ingería, comía en grandes proporciones pero no aumentaba ni un solo kilo.

    Los Gryffindor bajaron inusualmente tarde y callados, las demás casas se lo contribuían al incidente bombarda como habían decidido ponerle, al ser el hechizo atacante y al haber sido la forma en que se expandió el suceso.

    Lucius ni siquiera les dirigió una mirada, en cambio al terminar de comer, platico muy a gusto con su amigo. No tenía idea alguna de la gran e hinchada vena que palpitaba en la frente de cierto azabache.

    Apretó con fuerza los cubiertos — ¿Por qué le presta atención?, Quejicus no tiene absolutamente nada bueno, yo soy mil veces mejor. Debería estarme viendo a mi.

    — James, ¿Estás bien? — Pregunto Sirius extrañado, la comida de su amigo estaba casi intacta. De hecho lo que le faltaba era porque él se lo había estado quitando — ¡James, responde! — Le grito en tono bajo.

    — ¿Qué? — Respondió saliendo de su trance, sus alarmas se encendieron al darse cuenta de lo que había estado pensando.

    — ¿Sucedió algo?

    — Por supuesto que no, es solo que...— James dirigió su vista a las serpientes, no iba a decirle a su amigo “He estado fantaseando con el cuerpo de Malfoy desde ayer. Ah, por cierto tuve la mejor paja de mi vida al imaginármelo teniendo sexo conmigo y ahora no puedo sacarlo de mi cabeza” — Estoy irritado porque no se me ocurre ninguna broma para el rubio estirado.

    — ¿Nada de nada? — Murmuro sorprendido — Que extraño, parece ser que la tendremos difícil — Sonrió — Esto será muy divertido.

    Lily se levantó y camino fuera del gran comedor, había dejado su comida a medias. Remus de nuevo salió en su búsqueda. Severus se levantó al verla salir, justo cuando estaba por ir tras ella, una mano lo detuvo y lo sentó de nuevo.

    —Ya alguien se levantó para ir por ella — Murmuro Lucius entre dientes — No le des más atención de lo que merece. Con una persona basta.

    — Pero...

    — Pero nada, no has comido ni la mitad de tu plato.

    — Pero...

    — Si no veo ese plato limpió no te levantaras de esta mesa.

    Enfurruñado siguió comiendo, de vez en cuando su mirada se posaba en la puerta, quería verla. La hora del desayuno acabo y en cuanto Lucius le dio el visto bueno a su plato, salieron en dirección a clases.

    La clase de transformaciones entre Gryffindor y Slytherin paso sin inconvenientes, McGonagall les estaba enseñando algo sencillo que pudo hacer en cuestión de un intento, se encontró con una mirada avellanada observándolo con insistencia, arqueó una ceja en su dirección y recibió una mala mirada.

    — No te metas en problemas Lucius — Regaño Severus, jaló a su amigo hasta la otra punta del salón.

    James ardía en cólera, si las miradas matarán, Severus estaría irrefutablemente muerto, ni su alma quedaría de él.

    De manera muy sutil se acerco a las dos serpientes cuando la clase estaba a punto de terminar, mientras su sonrisa se ensanchaba: — ¡Locomotor Mortis! — Grito, y como resultado Severus se vio de nuevo con un amigo muy cercano suyo, el suelo.

    — ¡Potter! — Bramaron McGonagall y Lucius al mismo tiempo, no lo había pensado con detenimiento, fue un impulso que siguió sin pensarlo, y ahora, sin creerlo ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Justo enfrente de la profesora, observo a Sirius que lo miraba sorprendido por el garrafal error.

    — A mi despacho, Sr. Potter — Murmuro con ojos asesinos — ¡Ahora!, y otros treinta y cinco puntos menos para Gryffindor — Sentenció.

    Camino fuera del salón con James tras de ella. Estaba muy cabreada. Se detuvo un instante y regreso un segundo al salón — Diríjanse a su siguiente clase, y cuidado de estar haciendo escándalo.

    Lucius uso el contra hechizo y ayudo a su amigo a ponerse de pie, levanto la vista y un par de ojos verdes miraban con pena a su azabache amigo. Sus ojos crisparon de rabia y al chocarse gris contra verde el aire se denso por completo.

    — ¿Estas bien? — Pregunto.

    — Solo mi orgullo se dañó — Murmuro.

    — Tu orgullo se daña porque así lo permites, yo ya te di una opción.

    Se vieron un momento y salieron de clase, caminaron por los pasillos en silencio.

    — Entonces... ¿Qué dices?

    Severus suspiro y su ceño se frunció — Tienes toda la razón Lucius, esto se acabó. No dejaré que me pisoteen así.

    — Guerra buscaron.

    — Guerra obtendrán.

    Lucius sonrió — Que el juego empiece — esto iba a ser muy, muy interesante

    Ten cuidado si juegas con fuego, porque sin duda terminarás quemado





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    Aquí les traigo la continuación, mi plan es actualizar todos los sábado (Hoy me adelante, aunque creo solo en mi país). Voy a viajar por semana santa (dos semanas) y es posible que me retrase en la actualización de esas dos semanas, luego de ese percate subiré sin falta cada sábado.
    Espero les guste el capítulo y que lo disfruten tanto como yo lo disfrute escribiéndolo.

    Edited by mixhii - 9/5/2014, 20:03
     
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    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
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    Moviendo casillas.

    Se levantó como siempre hacía, de mal humor, su cabello era horrible (a su parecer). Se bañó y cambió en tiempo récord, le gustaba alistarse antes que su mejor amigo. De lo contrario no podría hacerlo ya que su compañero era un vanidoso de primera que tardaba horas en el baño, horas viéndose al espejo, horas peinándose, horas buscando cual túnica ponerse, ¡Y eran todas iguales!

    Vio las cremas y lociones que estaban en el tocador, aunque su amigo refunfuñara por llamarle así, se acercó y noto una crema con tapadera azul, tenía un rico aroma a menta. Leyó brevemente que su uso era en el rostro y sin pensarlo mucho se unto un poco.

    El ardor fue tan grande para haber sido aquella pequeña cantidad la que llego a su piel.

    — ¡Mierda!—Exclamó.

    —La belleza duele—Se mofo Lucius desde el umbral de la puerta del baño.

    —Pero no debería ser tanto.

    —Lo que no duele, no sirve mi querido Sev—Sonrió—Además no seas llorón.

    —Yo no soy ningún llorón, Lucius.

    Éste se limitó a colocar su bolsón sobre su hombro izquierdo y salir de la habitación—No sé qué tanto te tardas Sev, pero por tu culpa siempre llegaremos tarde.

    Sin nada más que decir, salió deprisa de las mazmorras, seguido por un indignado pelinegro.

    Se acomodaron en sus respectivos lugares y se sirvieron el desayuno. Podía sentir la intensidad de muchas miradas, todas se posaban sobre su rubio amigo, había una inusualmente potente, venía de la mesa de Gryffindor, sin poder evitarlo alzo la ceja al ver a quien pertenecía.

    Su vista trepo por la mesa de Gryffindor, observo con deleite el rostro de su primera víctima, nunca en sus tres años de asistencia en Hogwarts había disfrutado tanto un desayuno.

    Una hermosa pelirroja platica a gusto con su castaño amigo, esa mañana había rezado a todos los grandes magos para que sus amigos no hicieran nada en contra de las serpientes. La baja de punto había sido grande en ese poco tiempo, al ritmo que iban, terminarían debiendo puntos.

    — ¿Qué quieres decir con eso James?—Protesto Sirius—Habíamos quedado en que la siguiente broma sería para el pomposo de Malfoy no para Quejicus.

    —Escucha, Malfoy es un estirado. No hay ningún tipo de broma ingeniosa que podamos hacerle.

    — ¿Y qué?

    —Mira, Malfoy es alguien que podría pasar su vida entera en la biblioteca, su rutina consiste en jugar quidditch, leer, comer y dormir. Es alguien monótono y sin ninguna emoción. ¿Qué podemos hacer con eso?

    —Podemos explotar su caldero.

    — ¿Malfoy explotar su caldero?, ¿Lo dices en serio?—Exclamo—Quejicus siempre se sienta con él, aunque la dañáramos en cada aspecto posible, el grasiento la arreglaría.

    —Quejicus también es monótono, y encima es sin gracia, eso no ha evitado que sea nuestro blanco de guerra.

    —Hablaremos de esto después.

    —Bien.

    ***

    Había sido una clase muy irritante, Hufflepuff y Slytherin compartieron pociones, ¿Quién había sido el de la brillante idea? Solo decir que los pobres tejones habían pasado un mal rato en manos de las serpientes. Bastaba con mencionar los 35 puntos que habían perdido.

    Las clases pasaron lentas, una a una. Era un día tedioso y muy pesado, Sirius se encontraba molesto, odiaba admitirlo pero en ocasiones hasta se sentía mal por Severus, obviamente nunca lo admitiría. Cuando Lucius había hecho volar a su amigo sin escoba, pensó en que al fin cambiarían objetivo y el pelinegro tendría un descanso, ¿Ahora James le salía con que mejor no?, ¿En qué estaba pensando?

    —Ya quita esa cara, no es para tanto.

    Ahí estaba de nuevo, no estaba poniendo ninguna cara en especial.

    —Emmmm Bla-Black—Murmuro una chiquilla de primer año, en ese momento no recordaba su nombre, pero la insignia del león en su uniforme le llevo a responder.

    — ¿Qué sucede preciosa?—Sonrió coqueto, ganándose un sonrojo como respuesta, sus amigos pusieron los ojos en blanco. Lily en cambio los rodó y continúo caminando, sino lo hubiera hecho, habría notado que aquella niña era una de las tantas enamoradas de Lucius quienes lo velaban en la biblioteca.

    —El profesor Lodge* te está llamando—Puso mala cara, no había entregado ninguna de las tareas de ese profesor en lo que llevaban del año.

    —Voy en seguida entonces—Se inclinó cerca del sonrojado rostro—Y muchas gracias—Susurro sensual, camino por el pasillo hacia el despacho del profesor.

    Su paso iba sin prisas, de hecho buscaba retrasarlo todo lo que podía. Su mente trabajaba en la mejor excusa para su falta de interés como diría el profesor, soltó un suspiro de resignación cuando doblo por un pasillo bastante transcurrido, la cena acababa de comenzar.

    Avanzo dos pasos más hasta que se escuchó un pequeño crack, sin poder hacer absolutamente nada, sus pies se enredaron con la nada, puso a como pudo su pie en frente y luego atrás sucesivamente tratando de mantener, sin éxito, el equilibrio, sus piernas las sentían como gelatina y prácticamente así estaban a la vista de todos, moviéndose chueco y temblando, lucho otro poco por quedarse firme hasta que finalmente se estampo en el suelo, no bastando con eso un Ravenclaw de cuarto año iba corriendo y en sus manos llevaba un frasco de líquido verde, muy pegajoso y con un fétido olor que le baño la cabeza al caer sobre él.

    Todo el mundo se quedó en silencio por unos breves segundos, hasta que estallaron en sonoras carcajadas, había quienes tuvieron que agarrarse el estómago de tanto reír, otros incluso lloraban de risa y quienes hasta se tuvieron que sostener para no caerse.

    Sus mejillas enrojecieron y con toda la dignidad que pudo reunir corrió con todas sus fuerzas a la sala común de Gryffindor, no vio la gran sonrisa que adorno el rostro de dos serpientes bien camufladas en la muchedumbre.

    Otras tres personas corrían a toda velocidad tras el castaño, cada una con un grado de preocupación diferente.

    ***

    —Jamás en mi vida, Jamás, me había sentido tan humillado.

    —Ay Sirius, lo siento tanto—Murmuro Peter.

    — ¿Pero cómo te tropezaste?—Remus se sentó en la cama junto a él.

    — ¡No lo sé!, ¿Y cómo es qué lo saben?

    —La niña nos dijo que si éramos tus amigos fuéramos contigo. Llegamos a mitad de tu baile árabe—Dijo James.

    — ¡James!—Gritaron todos en la habitación.

    Justo en ese momento una pelirroja entro por el umbral de la puerta— ¿Estás bien Sirius?

    — ¡¿Tú también te enteraste?!—Exclamo indignado.

    —Emmm Sirius, para este momento todo el castillo lo sabe.

    — ¡¿TODO?!

    —Ay Sirius, tú mejor que nadie sabe cómo se esparcen los rumores.

    El aludido agarro con fuerza una almohada y la estrujo.

    ***

    — ¡Viste como se retorció!—Parkinson se reía con fuerza. Como no lo había hecho en mucho tiempo.

    — ¡Parecía un gusano!—Se mofó otra serpiente.

    — ¡Será porque lo es!—Todos estallaron en risas, incluso los más serenos y tranquilos.

    —Bien merecido se lo tenía. ¿Quién fue el genio que le lanzo la Crura Gelata*?

    Cuando cierto rubio sonrió con suficiencia todo el mundo le siguió incrédulo.

    —Ese idiota se lo tenía más que merecido—Dijo un prefecto de quinto año.

    —De hecho no es ni cerca de ser suficiente para todo lo que han hecho esos idiotas.

    —No te preocupes que van a tener lo que se merecen—Dijo Severus.

    Todos se encaminaron al gran comedor con una sonrisa. Ese día, lo iban a recordar todos como aquel en el que finalmente se había hecho justicia.

    ***

    Habían pasado cuatro días desde aquel suceso, la vergüenza de Sirius aumentaba cuando algún idiota se para frente a él y le decía ¿Es así? o ¿Así? mientras sacudían sus piernas con burla. Sin embargo su orgullo era más fuerte, y en vez de bajar el rostro y callarse, lo miraba directo a los ojos y de un movimiento lo dejaba en el suelo.

    Peter se había levantado tarde esa mañana, por alguna razón James ya nunca se encontraba en las mañanas y Remus se levantaba temprano y se iba con Lily. Así que como ya venía siendo costumbre bajó solo al gran comedor.

    Se acomodó junto al licántropo y se sirvió la comida, de nuevo un leve crack se hizo escuchar para quienes estaban más cerca del responsable, y cuando dio el primer bocado soltó un gran alarido, su voz sonó muy aguda, el instinto lo hizo levantarse pero no contó con que sus piernas no estaban en la posición correcta sino enganchadas con la silla y sin poder evitarlo cayó hacia atrás en un golpe seco.

    Por segunda vez esa semana un breve silencio se escuchó antes de la aglomeración de risas. Enredado como estaba en su propio cuerpo se levantó con ayuda y salió disparado del comedor.

    Lily y Remus salieron detrás de él luego de verse con preocupación.

    Ese suceso tenía dos días de haber pasado, estaban los cinco juntos en clase de DCAO, lo único que agradecía Sirius es que su vergüenza fuera compartida.

    — ¡Silencio!—Demando el profesor Lodge—Nuestra clase de hoy será para practicar el hechizo Riddikulus, usaremos los boggarts, ya saben cómo funcionan.

    El profesor a pesar de ser nuevo, era muy estricto y se había ganado fama por ello. Saco una lista y fue llamando uno a uno para que pasarán, algunos lo consiguieron con facilidad y otros se ganaron una mala mirada de su parte.

    — ¡Remus Lupin!—Exclamó. Éste dio un brinco y avanzo hacia el profesor.

    Se colocó frente al armario y vio lentamente la puerta abrirse, una especie de nube negra salió y empezó a tomar forma de hombre-lobo* tenía unos ojos café claro iguales a los suyos y el pánico lo inundo, abrió la boca para mencionar el hechizo, un pequeño crack se volvió a escuchar y antes de que las palabras se materializaran el hombre-lobo salto sobre Remus quien en un acto reflexivo grito sin notar como el lobo se transformaba en un tierno e inocente conejito, Remus se encontraba realmente alterado y sin ver nada más corrió lo más rápido que le dieron las piernas fuera del salón tras varios tropezones.

    — ¡A Lupin le dan miedo los conejos!—Exclamo un Slytherin, haciendo que todos los presentes, a excepción de sus amigos, se rieran estruendosamente.

    ***

    — No puedo creer que los Gry sean tan tontos—Murmuro Lucius con una leve sonrisa—Bueno, mejor para nosotros. Ahora solo nos falta un merodeador, el peor de todos—Ensancho su sonrisa.


    ***

    Esa mañana había sido un sacrilegio para levantarse, después de todo era un lunes nublado y nadie había hecho tareas, de no ser por los responsables no sabían que harían.

    James a diferencia de sus amigos había pasado una semana increíble, todas las noches se había escabullido a la habitación de cierta serpiente rubia, se sentía como un acosador y pervertido (y de hecho lo era), verlo dormir era simplemente un placer del que se había hecho adicto, incluso había deslizado sus dedos por esa suave cabellera.

    Se la pasaba imaginándose cómo se sentirían sus labios al besarles, al morderlos. Tenía que agradecer que de no ser por lo despistados que estaban sus amigos lo habrían notado desde hace mucho. Aún se sorprendía de que no hubieran notado sus salidas cada vez más frecuentes.

    Se sentó junto a Sirius en la clase de transformaciones y obedientemente tomo apuntes durante la clase escrita. Después de todo, su rubia obsesión se había sentado justo atrás de él.

    —Bien, dejen de escribir—Murmuro McGonagall—Las instrucciones ya las dije, lo repetiré una vez más en una pequeña demostración—Todos miraron con atención y luego de un movimiento circular, exclamó— ¡Araniafors!—La pluma que antes se encontraba sobre la mesa se transformó en una araña de tamaño promedio.

    Las exclamaciones de asombro por parte de los Gryffindor no se hicieron esperar, en cambio los Slytherin se las guardaron para ellos. Los que se habían parado para observar, se volvieron a sentar.

    —Ahora, háganlo ustedes.

    En la mesa de James, éste sonrió con suficiencia—Es un hechizo tan fácil, no sé qué los sorprendió—Lucius no pudo evitar levantar la ceja y vio la oportunidad que esperaba— ¡Araniafors!—Exclamo, justamente cuando un suave crack llego a sus oídos.

    La pluma que estaba en su escritorio se transformó en una araña muy grande que salto hacia su cara, un grito de sorpresa quedo atorado en su garganta pues Lucius al ver que Sirius saltó de ayudarlo, patio con fuerza la silla de James haciendo que éste cayera en dirección al suelo.

    — ¡Malfoy!—Grito Sirius— ¡Bombarda!—Pronuncio en dirección al rubio que salió aventado.

    La expresión de Severus se cernió y no dio tiempos muertos— ¡Mucus ad Nauseam!—Y Sirius palideció y se contrajo dolorosamente sobre su estómago.

    Un círculo se formó alrededor de los involucrados. McGonagall se hizo espacio entre todos iracunda.

    — ¡Basta ya!, ¡Todos, siéntense!—Todo el mundo regreso a sus asientos con la mejor expresión de ángel que tuvieran—Y en cuanto a ustedes cuatro, a mi despacho, ¡AHORA!—Los aludidos salieron volando en esa dirección.

    ***

    —En serio que no lo puedo creer—Menciono McGonagall en su oficina, había aplicado un hechizo para el dolor de cabeza de Lucius, quien había chocado contra una mesa, y había retirado de Sirius el hechizo de Severus.

    —Pero... profesora—Intento excusarse James (la víctima, según sus palabras).

    —Pero nada, voy a retirar cincuenta puntos a las dos casas.

    — ¡Eso no es justo!—Exploto Sirius— ¡Ellos iniciaron!

    — ¡Y ustedes le siguieron!

    — ¡Yo no!—Se defendió James.

    —Supongo que tiene razón en eso, joven Potter—Murmuro McGonagall viéndole a los ojos—Serán veinticinco para Gryffindor y cincuenta para Slytherin.

    — ¡¿Qué?!—Exclamo Severus— ¡Eso no es justo!

    —Déjalo Severus—Murmuro Lucius viendo con odio a la profesora—Son sus adorados y siempre beneficiados Gryffindors, es obvio que se van a salir con la suya.

    — ¡Joven Malfoy!, ¿Qué esta insinuando?—Dijo cabreada.

    —Lo que es obvio—Severus lo vio alarmado, nunca nadie le había hablado de esa forma a McGonagall—Usted siempre deja que se salgan con la suya.

    — ¡Eso es una blasfemia!, jamás he hecho algo así, ¡yo soy alguien justa!

    James y Sirius veían con los ojos abiertos al rubio quien sonreía con superioridad.

    — ¿A sí, en serió?—Dijo burlón— ¿Dónde mierda estaba su justicia cuando estos dos idiotas y su grupito de quinta explotaron la comida de Severus, cuando pusieron bombas fétidas en el bolsón de Zabini y Crabbe, cuando tiraron a Severus de la escoba, cuando arruinaron el cabello de Gray, cuando sabotearon las regaderas de los vestidores de Slytherin, cuando convirtieron a Severus en un sapo? ¡Y trataron de pisarlo!, ¿Dónde estaba su gran justicia? ¡¿Dónde estaba?! ¡Y aún hay muchas más cosas que esa sarta de... alimañas han hecho y usted, junto a su dichoso sentido de justicia no han hecho NADA por detenerlo!, ¿me oyó? ¡N-A-D-A!, ni un mísero castigo les ha dado, ya será baja de puntos. ¡Usted junto a su sentido de la justicia se pueden ir a la mierda!

    Lucius estaba rojo de la cólera, por primera vez en toda su vida McGonagall no había tenido nada para responder, estaba en blanco y con la boca ligeramente abierta. James y Sirius se habían quedado totalmente callados, sus ojos estaban totalmente abiertos.

    —Lucius...—Murmuro Severus.

    —Vamos de aquí—Respondió Lucius—Hablaremos con nuestro jefe de casa para saber nuestros castigos—Dijo en dirección de McGonagall quien solo hizo un leve movimiento de cabeza en señal de afirmación y sin más salieron del despacho.

    Vaya—Pensó James una vez salido de su estupor, sus ojos brillaron y una sonrisa se instaló en su rostro—Esa serpiente tiene los colmillos bien puesto.

    El primer movimiento es fundamental para el desenlace del juego



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    ¡Hola!, lamento muchísimo el retraso (aunque no fue tanto, solo tres días, sinceramente creí que serían más), por el retraso decidí hacer el capítulo más largo de lo usual, siento la demora. Planeaba hacerla el lunes y subirla ayer pero se me complicaron los tiempos. Espero les guste este capítulo, y muchas gracias por leer y comentar.
    Aclaraciones:

    -Lodge es un profesor que me invente.

    -Crura Gelata es un hechizo que también invente, significa piernas de gelatina en latín.

    -Sobre el boggart de Remus, sé que su boggart es la luna llena, pero lo modifique.

    ¡Espero que lo hayan disfrutado!
     
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  5. tamy yaoista
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    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO CONTYYYYYYYYYYYYYYY
     
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  6. mixhii
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    Tamy Malfoy Potter Me alegra que te gustará, y lamento la tardanza.

    DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo.

    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas.
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    Sorpresas.

    Esa mañana le había dado vueltas al asunto, había algo en común con todos los acontecimientos pasados. Una serpiente rubia y de ojos grises, un lugar aglomerado, un merodeador, y una situación vergonzosa. Era tan claro como el agua, ¿Cómo no lo había visto antes?

    Pensó de nuevo en él, era una tentación para la humanidad. Soltó un pequeño suspiro y trato de alejarlo de su mente, se estaba volviendo algún tipo de obsesión, simplemente que no podía evitarlo.

    Sonrió para sus adentros al verlo dormir, su respiración iba acompasada, su vista siempre se centraba en sus labios, le encantaban, tan sonrojados y suaves, al menos a la vista. Sus dedos con más confianza de la inicial, enredo los dedos entres las plateadas hebras.

    Deslizo sus dedos por su fino rostro hasta llegar a sus labios, paso la mano lentamente por el cuello y regreso en la misma trayectoria.

    Cerró las cortinas y se acomodó sobre la cama de forma en que no tuviera contacto alguno con el cuerpo del rubio durmiente. Lanzo varios hechizos para mantener cerradas las cortinas y silenciar el área, si Severus se despertaba no iba a ser un problema.

    Dejo su varita donde podría agarrarla a prisa por si cierta persona despertaba, si lo hacía, su plan era aturdirlo, desmayarlo y finalmente obliviatarlo.

    Cerró con fuerza sus ojos, respiro hondo varias veces, y los abrió, sus ojos poseían un brillo diferente. Durante esos breves segundos había hecho un trato con su consciencia, una tregua se podría decir.

    Se subió sobre el rubio de modo en que no se tocarán, una pierna a cada lado de su cadera. Poso ambas manos sobre el pálido rostro y descendió hasta llegar al pecho. Sorprendentemente el rubio ni se inmuto, empezó a desabotonar uno a uno los botones hasta abrir por completo la parte superior del pijama.

    Sus dedos se arrastraron por todo el torso, cada porción de piel expuesta fue acariciada, se entretuvo en los rosados pezones, una ceja se arqueo al notar que el cuerpo que yacía bajo de él no realizaba ningún movimiento.

    No sabía qué media hora antes de su llegada, Lucius había ingerido una poción para dormir sin interrupciones, el terrible dolor de cabeza que tenía antes de acostarse sería el mayor cómplice de James esa noche.

    Adoraba esa piel, tan suave, tan tersa, tan adictiva. Soltó un suspiro de excitación al verlo así, tan desprotegido, tan vulnerable. Con más confianza en sus acciones acerco sus labios al blanquecino cuello, una serie de besos se deslizaron por su garganta hasta llegar a la clavícula, lentamente lo hizo girar y media vez quedo de espaldas le dejo desnudo de la cintura hacía arriba.

    Regreso al cuello por la parte posterior y usando en esta ocasión la lengua dejo un rastro de saliva, mordió dócilmente el hombro y con ambas manos toco la espalda baja, casi al borde del elástico. Beso y lamió cada parte de la espalda, realizó un par de suaves mordidas, procurando no dejar huella alguna.

    Volvió a dejar el cuerpo boca arriba, beso y lamió los rozados pezones, su ceño se frunció al ver que no se endurecieron, se sorprendió más al notar que no estaba duro, movió sus manos en dirección al elástico y junto al bóxer le despojo de sus últimas prendas.

    Se deleitó con la vista, a pesar de la joven edad, se encontraba muy bien dotado, la sonrisa que iluminó su rostro al verlo en su total esplendor se desvaneció al pensar en todos aquellos que ya le habían visto así.

    El pensamiento le disgusto por completo, por su pecho se desplazó una sensación que reconoció como posesividad, como rabia, y como celos. Sus alarmas se encendieron, supo de inmediato que tenía que alejarse de esa serpiente, tenía que poner todas las barreras que pudiera.

    Lo más seguro era de que Lucius Malfoy se casaría con alguna despampanante sangre pura, con quien tendría un heredero y practicaría artes oscuras contra nacidos de muggles y mestizos. En resumen sería una mala persona, un ser cruel y sin sentimientos. Tan solo pensar en que quería algo más que un acostón con el rubio era un sacrilegio.

    Alejo todos los pensamientos de su mente y se dedicó a acariciar, besar, morder y lamer cada parte de piel expuesta. Hacía mucho había dejado de preocuparse por si el rubio despertaba. Se había vuelto mucho más atrevido, sus manos agarraron con glotonería el par de nalgas que poseía el Slytherin. Se deleitó con su suavidad y firmeza, las apretó y sobo con vehemencia, se situó entre sus piernas y observo su flácido miembro, casi burlándose de su incompetencia para despertarlo.

    Lo sujeto y masturbo por unos breves minutos, al ver que no causo ninguna reacción, hizo aquello que nunca había hecho con ninguno de sus múltiples experimentaciones, se lo llevo a la boca. Se sorprendió de que la tarea no fuera tan desagradable como parecía. Luego de notar que no había hecho efecto se enfadó. ¿Qué significaba eso? ¿Se burlaba de su experiencia sexual?, lo más probable es que fuera un frígido.

    No había notado como al hacerle sexo oral había ido levantándole las piernas. Ahí estaba, rosada y fruncida, pensó en que era tal como lo imaginaba, como fantaseaba. Se veía puro, virginal. Sintió un fuerte y agradable tirón en su
    ingle, una patada por parte de su consciencia le recordó que el acuerdo consistía en no penetración y no besos.

    — ¡Mierda! — Exclamó.

    Estaba tan duro que había empezado a doler, se molestó al pensar en que su mayor estimulo había sido visual, nunca se había sentido así, tan sofocado y deseoso. Merlín, que ganas le tenía al rubio estirado.

    Acarició sus brazos hasta llegar a las manos, eran tan suaves como todo su cuerpo. Su consciencia volvió a protestar pero en esta ocasión la mando de paseo sin dudarlo ni un instante. Se situó a un lado del cuerpo y colocando la pálida mano, flácida, en torno a su miembro se masturbo. Aumento la velocidad, había algo muy morboso en lo que hacía. Hecho su cabeza hacía atrás y en un gemido sonoro se corrió.

    Realizo todos los hechizos de limpieza que conocía y los vistió a ambos. Coloco el cuerpo dentro de las sábanas y justo antes de que sus labios se encontraran, se desvió a la mejilla, sin saber exactamente el por qué.

    Con un pase de varita desvaneció todos los hechizos que realizo sobre la cama de Severus. Soltó un suspiro de resignación, y una sonrisa se extendió por su rostro, su rubio dormía como si nada hubiera pasado. Pronto, muy pronto, tendría a su rubio bajo él, ahogando los gemidos en su boca, mientras él se movía en su interior.

    Con eso en mente, se escabullo a la torre de Gryffindor. Esa noche quedaría grabada en su memoria por el resto de su vida.

    ***

    Se sentía incómodo, pegajoso, casi sucio. Cuando se deslizo en la ducha y se enjabono la sensación de su mano derecha era... extraña, muy perturbadora. También había una sensación extraña en sus partes íntimas, ese pensamiento le puso las mejillas coloradas.

    Se vistió a prisa y salió de las mazmorras. Ni siquiera se tomó la molestia de esperar a Severus. Su estómago tenía una rara sensación.

    Se sentó en su lugar habitual y empezó a desayunar. Al rato su moreno amigo se sentó a su lado, cuando sus ojos se chocaron le lanzó una mirada venenosa, se lo merecía por no esperarlo.

    — Escucha Sev, lo siento, yo...

    — No te preocupes, no importa — Corto.

    Lucius hizo un mueca, realmente no estaba de humor.

    El silencio sepulcral reino esa zona de la mesa de Slytherin, era tan extraño ver a ese par molestos. Lucius arqueó la ceja, ni Slytherin, ni Gryffindor poseían ninguna baja de puntos.

    Severus parecía haber notado lo mismo porque sus ojos le vieron. Se sostuvieron la mirada unos breves segundos y ambos sonrieron. La tensión pareció disiparse a raíz de eso y la mañana paso normal.

    Estuvo distraído durante las clases, lo que le ganó varias miradas por parte de los profesores, había llegado tan lejos que estuvo por explotar su caldero de pociones. No sabía que haría si no tuviera a Severus con él, aunque luego le lanzara una sonrisa burlona. De no ser porque compartían la clase le hubiese sacado la lengua.

    — ¿Hiciste el trabajo de Astronomía? — Murmuró Severus — Yo no tuve tiempo, y cuando pude ya se habían llevado todos los libros útiles, ¿Puedes creerlo?

    — Por supuesto, yo tampoco encontré. Me perdí por la sección de historia y cuando recordé el trabajo ya no había nada bueno.

    — Entonces no lo hiciste.

    — Claro que lo hice, que no se te olvide que es costumbre entre sangrepuras nombrar a los hijos en representación de alguna estrella o constelación.

    Lucius le paso su ensayo, estaba realmente bien hecho, Severus modificó el ensayo y lo reestructuro. La maestra nunca sabría que un trabajo estaba basado en el otro.

    ***

    — James...

    — No hice la tarea de Astronomía.

    — ¡No iba a preguntar eso! — Refunfuño.

    — Si no lo hicieron, yo puedo darles un libro para que lo hagan ahorita.

    — No te preocupes — Rechazo James — Decidí simplemente no hacerlo.

    — Como sea, mejor dime. ¿Con quién te estás viendo en las noches?

    — ¿Qué te hace creer que me estoy viendo con alguien?

    — El que sales a hurtadillas en las noches, te la pasas sonriendo a la nada, sonríes como un depravado y pareces estar muy satisfecho.

    — ¿Estas saliendo con alguien? — Pregunto con una sonrisa burlona Remus.

    — Felicidades, ¿Cómo se llama? — Pregunto Peter.

    — No, no estoy saliendo con nadie, además esos no son motivos suficientes.

    — ¡O vamos James!, tú sabes que sí lo son.

    ***

    Camino muy tranquilo por los pasillos, iba en dirección a la biblioteca, como siempre. Lucius pasaba más tiempo allí que en cualquier otro lugar del castillo.

    Sintió un olor extraño, detuvo sus pasos y volteo a ambos lados. Suspiro con desgano y siguió caminando, entre más pronto lo embromaran, más rápido podría irse de allí.

    — Quejicus — Le detuvo una voz.

    — ¿Qué quieres Black?, no tengo tu tiempo, me harías el favor de terminar con esto rápido.

    — ¿De qué hablas? — Bufo Sirius.

    — Que te apures a hacerme la broma.

    — ¿Crees qué es por eso?

    — ¿Por qué otra cosa sería?

    — Tengo algo que decirte.

    — No me interesa, sino me vas a molestar me largo, Lucius me está esperando.

    Esas palabras despertaron algo en Sirius, su ceño se frunció, ¿Qué significaba eso? ¿Acaso el rubio estirado era tan importante para él?, en un arranque de cólera agarro del brazo a Severus quien por un instante se asustó. Lo choco contra una pared y presionó su cuerpo. A pesar de que trato de apartarlo con todas sus fuerzas no tuvo las suficientes y cuando lo vio acercarse a su rostro lo giro.

    Sintió una fría lengua pasearse con descaro por su garganta. Sus ojos se abrieron al límite, un gemido se escapó de su boca y lo vio sonriendo, cerro su puño y con todas sus fuerzas le dio en el rostro, lo derribo en el proceso.

    No tardo dos segundos en empezar a correr, sorprendentemente no iba a las mazmorras, ni a la oficina de ningún profesor, iba a la biblioteca, en busca de su rubio amigo, sólo con él se sentía a salvo.

    Una mano se cerró sobre su muñeca y antes de poder hacer algo lo vio sacar la varita, tras un movimiento todo en su entorno se volvió negro, lo último que sintió eran un par de firmes brazos que lo atraparon al caer.

    ***

    Esa noche, al terminar la clase de Astronomía, se dirigió de nuevo a las mazmorras de Slytherin. No sabía qué es lo que haría sin su capa de invisibilidad, entró en aquella amplía habitación y de inmediato subió a la cama del rubio, sus labios fue lo primero que vio, si lo pensaba bien no habría sido una mala idea que el sombrero seleccionador lo mandara allí.

    Llego con una idea clara, y luego de lanzar los hechizos correspondientes, de un movimiento tiro las sábanas de la cama, pasó su varita por sobre el cuerpo de su rubio y toda la ropa desapareció. Se deleitó con la vista, sus manos llegaron directamente a los rosados pezones, y los acarició, se sorprendió al notar como se ponían erectos.

    El cuerpo se removió inquieto bajo él. No se preocupó por ello, la noche anterior no había despertado, ¿Por qué habría de hacerlo esa noche?

    Beso y mordió dócilmente el cuello, pequeñas marcas rojas empezaron a adornar la pálida piel, presiono su ingle contra la del rubio y lo sintió endurecerse, sonrió con prepotencia, sostuvo el rostro entre sus manos y se acercó a sus labios, realmente quería probarlos, su consciencia protesto pero decidió no escuchar.

    Cuando sus labios estaban a un escaso centímetro de distancia, sus ojos chocaron con un par de ojos grises, éstos le veían con sorpresa.

    La sorpresa es el móvil de cada descubrimiento.




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    ¡Lamento tanto la tardanza!, tuve muchas complicaciones. ¡Muchas gracias Mell! este capítulo va dedicado para ti. ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!

    Edited by mixhii - 25/5/2014, 19:26
     
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  7. mixhii
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    Primero que nada quiero agradecerle a mi querida beta Kiuk (eres increíble), sé que no lees esta pareja, pero igual te dedico este capítulo a ti.

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    Situaciones.

    Se recostó en la cama en cuanto llego a la habitación, necesitaba dormir con urgencias pues el día había sido agotador. Al salir de la biblioteca se había dado cuenta que Severus no estaba, pero después de buscarlo durante dos horas había decidido volver a las mazmorras. Se desvistió y coloco la ropa en una esquina sin preocuparse si quiera en doblarla, algo muy raro en él.

    Cerró los ojos en cuanto su cabeza hizo contacto con la almohada y podría decirse que cayó dormido al instante. En algún momento del sueño, sintió un peso sobre él y, aunque quería seguir durmiendo, fue imposible, ya que las sensaciones que su cuerpo estaba sintiendo le obligaron a abrir finalmente los ojos. Lo último que esperaba era encontrarse con un par de ojos avellanas.

    Abrió ligeramente los labios, intentando que algunas palabras saliesen de ellos, pero la sorpresa no le dejó pensar por unos segundos que el otro supo aprovechar. Estaba tan cerca de él que podía sentir su cálido aliento chocar contra sus propios labios. La sorpresa fue rápidamente reemplazada por la exaltación, de forma precipitada dio un brinco, toda su piel hizo contacto con la ajena, y fue en ese momento que noto, para su horror, que se encontraba totalmente desnudo.

    James lo vio serpentear bajo su cuerpo, cuando lo vio meter la mano bajo la almohada buscando su varita, dejo caer todo el peso de su cuerpo, durante todo el movimiento no dejo de observar los rosados labios y en un impulso se acercó y los capturó en un beso tímido y tentador que rápidamente se volvió brusco y salvaje. Acarició con su lengua el labio inferior y, cuando el rubio entreabrió los labios, aprovechó para explorar aquella boca con su lengua.

    Rápidamente entro en pánico, uso ambas manos para empujar con fuerza, las actividades físicas no eran lo suyo, no lo pudo mover ni un centímetro, pero en cuanto sintió una mano colarse por sus piernas frunció el ceño, se serenó todo lo que pudo y ya con la mente fría lo notó.

    Sintió un fuerte dolor en la lengua, como si quisiera arrancársela, instintivamente trató de levantarse y apartar el dolor, Lucius aprovechó ese movimiento y pateó con todas sus fuerzas en los bajos de James. Sus cuerpos se alejaron y el rubio tiró las almohadas en busca de su varita. Se alarmó al no verla, la desesperación lo inundó cuando recordó que su varita seguía guardada en el bolsillo de su túnica, en la otra esquina de la habitación.

    Salió de la cama y a medio camino sintió nuevamente un cuerpo contra él, no había absolutamente nada al rededor. Forcejeó, intentando zafarse del abrazo del otro pero James pudo más que él y, sin saber exactamente cómo, acabaron los dos en el suelo. James aprisionó sus brazos con sus manos, y se colocó completamente sobre él. Alzó la mirada y se dio cuenta que la túnica aún estaba a casi cinco metros, suspiró con resignación. Se encontraba a total merced del morocho.

    — ¡Suéltame en este instante!

    — No lo haré, sólo escúchame.

    — ¡No tengo nada que escuchar!

    — ¡Prometo que no te haré nada!

    — ¡Si claro, así como no me has hecho nada durante los últimos 15 minutos!, por no decir los últimos días.
    Estaba encima de él, pero durante los siguientes segundos no hubo ningún movimiento y entonces poco a poco se relajó. Sin embargo en cuanto sintió una dureza presionarse contra su trasero, se tensó de tal manera que una tabla le envidiaría.

    Su respiración se agitó y decidió jugar su última carta. Se encontraba totalmente arrinconado.

    —Escucha Potter.

    —Malfoy yo...

    —No, calla y escucha. Sé perfectamente que estás excitado - Hasta puedo sentirlo - Pensó con ironía —Y en la posición en la que estamos, tú tienes las riendas de la situación. Si quieres seguir... hazlo.
    El corazón de James empezó a bombear, su ingle pegó otro tirón que sintió muy agradable.

    — Pero déjame decirte que si lo haces, para mí, esto no será otra cosa más que una violación.
    Lo sintió tensarse sobre él, aquella presión en su trasero fue disminuyendo. Sonrió para sus adentros, había tocado el botón correcto.

    James se fue levantando, el rubio en cambio decidió quedarse quieto, a la espera de que algo sucediera. Cuando sintió que le giraban lo observo directamente a los ojos, fue llevado de regreso a la cama, su ceja se arqueo al verlo acostarse junto a él, sus labios fueron tomados de nuevo, pero esta vez de manera lenta, suave, seductora y gentil. Se acomodó sobre el pecho de James y le hizo suaves caricias, podía sentir los dedos de su acompañante en su espalda baja.

    Sin saber cómo, lentamente se fue relajando, pestañeo un par de veces y finalmente se quedó dormido, la calidez de los firmes brazos que lo atrapaban en la cama fueron su única manta en aquella fría noche de invierno.

    ***

    — ¡Lucius! ¡Despierta!

    — ¡¿Qué?! — Exclamó exaltado, pego un brinco y vio un par de ojos negros que brillaban con curiosidad.

    — Es que no despertabas.

    —Estaba durmiendo muy bien — Sintió un ligero dolor al hablar, le dolían los labios, al pasarse la lengua encima todos los recuerdos de la noche regresaron a su mente. Saltó fuera de la cama y noto que no le dolía en ningún lugar aparte de los labios. Sintió un gran alivio.

    Invoco un tempus y al ver la hora salió disparado al baño, se alisto tan rápido como pudo. Severus actuaba raro, demasiado pensativo, se detuvo un momento y recordó que su amigo no había estado la noche anterior en la habitación. No pudo evitar pensar con sorna que todo el mundo había conspirado en su contra.

    Como era tarde no le dio tiempo de ir a desayunar, entro a clases de DCAO donde al igual que Severus se la pasó divagado. Por primera vez se había preocupado, no por lo acelerado que se ponía su corazón al pensar en la noche pasada, sino porque su amigo había estado a punto de explotar su caldero. A la hora de almorzar no se sintió listo para enfrentar aquellos ojos avellanas, por eso, cuando Severus le pidió que le acompañará a la enfermería no dudo ni un segundo en aceptar.

    Pensó en decirle lo que había sucedido, en pedirle un consejo, en sacarse aquella sensación de su pecho, pero optó por guardárselo para sí, nunca nadie sabría qué había pasado esa noche, esa noche era suya, suya y de James, el único testigo serían los recuerdos.

    Entraron a la enfermería y luego de que revisaran a Severus, Pomfrey le ordeno subirse a la camilla.

    — Los jóvenes de ahora, nunca se preocupan por su salud. Tome esta poción, en cuestión de minutos quedará profundamente dormido, además le proporcionará unos nutrientes que necesita con urgencia.

    — Ammm, podría darme una a mí también — Pidió amablemente recibiendo a cambió una mirada asesina.

    — Usted mejor vaya a comer, no necesita de ninguna poción, además su compañero necesita descansar, le agradeceré que se retire.

    — Amargada — Murmuró en cuanto estuvo fuera de la enfermería.
    Caminó en dirección al gran comedor, decidiendo que él no le tenía miedo a ningún Gryffindor idiota. Entro con paso firme y se sentó en medio de Parkinson y Greengrass, su vista se posó sobre aquel asaltante de camas, sintió la tensión acumularse en sus hombros, pero no desvió la mirada en ningún momento.

    ***

    Caminó despacio por los pasillos, estaba tan metido en sus pensamientos que no noto a un morocho que se apoyaba en la pared justo al final del pasillo. Pasó a la par y sintió como su brazo era agarrado con fuerza. Fue entonces que se percató.

    — Suéltame — bramó, asegurándose que sus ojos mostrasen toda la frialdad posible. Agarró con fuerza su varita, por si necesitaba usarla.

    — No hasta poder hablar contigo.

    — Te estoy escuchando, no hace falta que me andes toqueteando — soltó mientras se soltaba del agarre y formaba un rictus de asco con sus labios —. Así que apúrate y acabemos con esto. ¿Qué es exactamente lo que quieres?, sin rodeos, háblame claro.

    — Bien, si así lo quieres — Soltó un largo suspiro —. Acuéstate conmigo.

    — ¿Cómo? — Lucius parpadeo un par de veces, y sacando su sonrisa más altanera respondió — Escucha Potter, yo jamás me acostaría contigo, preferiría morir antes de acostarme contigo. Eres demasiado poca cosa pa...

    — Corta con tus idioteces — dijo avanzando un paso en dirección al rubio, quien instintivamente retrocedió

    —. Sólo será un acostón, no te estoy pidiendo nada más. No es como si te estuvieras guardando para alguien o fueras virgen.

    — Se nota que no eres más que un sucio traidor a la sangre —Escupió —. Yo no ando acostándome con cualquier idiota que se me cruce, y si quieres una respuesta, acertaste a las dos fundamentales.

    James abrió los ojos al máximo, ¿En serio el rubio era...?, recordó por un breve segundo aquella rosada entrada con la que había estado fantaseando, tan pura. Ser el primero... el primero de Lucius Malfoy, sintió un ligero tirón nuevamente, aunque toda excitación se fue al fregadero cuando las palabras volvieron a sonar en su cabeza guardando para alguien más.

    Apretó el agarre de su brazo — Escucha Malfoy, sin importar qué, te acostarás conmigo, no es una petición, mucho menos un ruego, te estoy avisando que planeo llevarte a la cama, así que prepárate, porque no me daré por vencido.

    Por supuesto que así sería, sería el primero en la vida del arrogante rubio frente a él y... y también sería el único. Sus ojos brillaron y la claridad llego a su mente.

    — Escucha Malfoy — Siseó lento y suave. Letal. Se acercó a su rostro hasta estar a centímetros de distancia —, tú vas a ser para mí. Te guste o no la idea.

    Sin nada más que agregar siguió caminando fuera de la vista del Slytherin, nunca nadie sabría, que la sonrisa más honesta de su vida sería producto de aquel prepotente rubio.

    Se quedó parado durante un breve momento, no estaba asustado del Gryffindor, pero cuando se acercó a su rostro, tuvo el enorme deseo de que le besara, que reclamará sus labios. Sintió la necesidad de estar entre sus brazos. Y eso, lo había dejado fuera de combate.

    ***

    — Entonces vas a confesar o no — dijo Remus.

    — No molesten, además no hay nada que confesar — cortó.

    — Si no hay nada que confesar porque no nos dices dónde estuviste anoche.

    — Porque no eres mi novia para estar dándote explicaciones — Sonrió burlón.

    — O vamos Sirius, cuéntanos — dijo Lily. Peter asintió con la cabeza un par de veces.

    ¿Qué esperan que les diga?, fíjense que pase toda la noche con Quejicus, que prácticamente lo secuestre y lo retuve en una habitación secreta — No lo había notado, pero le estaba sonriendo a la nada, Remus y Lily se observaron por un breve momento.

    — Si no quieres decirnos quien es, bueno, tus motivos tendrás. Pero si te hace tan feliz para poner esa expresión, debe ser alguien grandioso.

    Sirius quedo desconcertado — ¿Qué expresión?, no sé a qué se refieren.

    Él no estaba sonriendo de ninguna forma especial, aun así sus amigos sonreían como el gato que acababa de atrapar a un ratón, y en esta ocasión, el ratón resultaba ser él.

    ***


    Entró a las mazmorras y recordó que nuevamente Severus dormiría fuera, la poción debía estar haciendo un muy buen trabajo, tal vez debería tomarse una también, de esa manera, si su acosador entraba en su cuarto y se aprovechaba de él, no se daría cuenta, al menos hasta levantarse la mañana siguiente.

    Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.



    ------------------------------------------------

    Espero les haya gustado tanto como a mí. Yo estoy feliz, ¡actualice a tiempo!

    Nos leemos.
     
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    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas

    ------------------------------------------------------------

    Interpretaciones.

    Ya habían pasado tres semanas de aquel incidente. No se habían vuelto a encontrar por los pasillos, ni se habían vuelto a dirigir la palabra, por lo que no tuvieron ningún encuentro cara a cara. Lucius sabía a la perfección que durante esas tres semanas, no había estado durmiendo sólo, y no se refería a Severus quien dormía al otro lado del cuarto. La parte hundida de su cama al despertar, lo desarreglado que a veces amanecía, una que otra marca roja por su cuello, un sencillo olor delataban a un intruso en su cuarto, y más allá, en su cama o, lo que le azoraba más que nada, la extraña sensación que sentía cuando sabía que estaba durmiendo acompañado.

    Si Lucius no pudiera manejar correctamente sus emociones, sin duda habría terminado rojo al inconscientemente abrazar todas las mañanas la almohada que el intruso usaba, al aspirar el aroma y embriagarse en él.

    Debo sacármelo de encima —Pensó molesto.

    Desistió en su intento de poner una contraseña en el cuarto, lo había hecho ya dos veces, y la marca morada, de una fuerte mordida, en su pecho, le dejó en claro que el método no funcionada. Había intentado poner un hechizo en su cama para evitar que él se metiera en ella, pero en el caso de que funcionara, Severus lo notaría.

    Odiaba admitirlo, y de hecho aún no lo hacía, pero había empezado a acostumbrarse a la compañía. Cerró su libro y lanzó un largo suspiro. Su libro era demasiado bueno para que se distrajera pensando en cierto morocho, con disgusto lo dejó en su lugar y despertó a su amigo con algo de molestia, aquella costumbre de dormirse en la biblioteca le irritaba incluso viniendo de Severus.

    Caminaban con parsimonia por los pasillos, en un silencio cómodo, acostumbrados a ellos hasta el punto que algunas veces aquellos silencios eran una de las mejores formas de comunicarse entre ellos, sabían entenderse sin la necesidad de expresarse — ¿Quieres contarme qué sucedió?

    — No sé a qué te refieres — Respondió Severus, con aire aburrido.

    — Aquel día no quise preguntarte ya que tenías unas ojeras peores que lo usual, y te veías fatal. Pero hoy es un nuevo día y quiero saber.

    — ¡No sé de qué estás hablando!, mejor deja de decir idioteces.

    — ¿Vas a hacerme un berrinche?

    Severus le vio con ojos asesinos. Una lechuza voló por sobre ellos y dejo caer una carta en las pálidas manos, Lucius arqueó una ceja, le hecho un leve vistazo y luego simplemente la guardo. No iba a leerla aún, se sentía alerta de todo, los Gryffindor eran extraños e incomprensibles para él, y el olor que desprendía la carta le hizo saber quién era el remitente.

    ***

    Abrió el sobre evitando romperlo, Severus siempre le decía que era parte de un síndrome compulsivo, que causaba la reacción de mantener todo en un estricto orden.

    Sus ojos se deslizaron por el blanco papel, engullendo cada palabra, letra por letra. Las primeras que había recibido de él habían sido puramente sexuales, con los días habían ido evolucionando, había pasado de decir lo mucho que le excitaba a citar frases de índole sensual.

    Sonrió internamente, si hubiera estado sólo en la habitación, tal vez incluso habría suspirado. Las cartas que ahora llegaban a sus manos, usualmente eran frases cortas. Sobre el papel con una letra tan estilizada, la cual delataba la cantidad de veces en que la carta se había practicado, se encontraban cinco sencillas líneas.

    Léeme los ojos como
    lees tus libros.
    Quizás allí encuentres
    mi mejor argumento y
    tu libro favorito.*
    JP.



    Cuando se encuentra sólo y rememora las frases, suspira. No porque un chico le está pretendiendo con palabras bonitas o algo parecido, al contrario, suspira porque al leer esas frases, es como si una parte de él regresará a los libros de quienes las escribieron.

    Al terminar de leerla por cuarta vez, coloco un hechizo sobre la carta, por si Severus la encontraba, y la escondió junto a aquellas que según él, valía la pena releer, las otras, en su gran mayoría las primeras, se encontraban en el fondo de la chimenea de la sala común.

    James había encontrado el truco para alejar la mente de Lucius a la hora de leer, era algo muy sencillo, si le escribía citas de libros, al cruzarse con alguna de ellas, su mente se redirigiría hacía él.

    ***

    Las cosas no estaban siendo fáciles para él, sabía muy bien que las palabras serían su mejor afrodisíaco para la rubia serpiente, pero no podía usar eso para llevarlo a la cama. Lucius no era estúpido, y aunque sabía que aquellas frases le disparaban las hormonas, éste no iba caer sólo con eso.

    Meditó con mucha tranquilidad y descubrió que el rubio le interesaba, le interesaba como ninguna otra persona lo había hecho. No iba a darle nombre a aquella necesidad de estar a su lado, a la urgencia de tenerlo sólo para él, ni al anhelo de compartir todo junto a él. Por ahora esos datos le eran innecesarios.

    Alistó una caja repleta de chocolates suizos y bajo su capa de invisibilidad se perdió por los pasillos.

    Le encantaba verlo dormir, a veces se le iban las manos, pero lo más lejos que llegaba era a morder su pecho. Había llegado a una clara conclusión, iba a conquistarlo, por primera vez quería algo serio. Había escuchado en algún lugar que un sangrepura se enamoraba una sólo vez, no sabía si era cierto, pero de serlo, quería ser el primero y único de Lucius, y contra todo lo que quisiese aceptar, quería que fuese mutuo.

    James sabía que estaban jugando al gato y el ratón, Lucius sabía de sus intenciones y no planeaba dejarse cazar.

    Cuando entró a la habitación de su serpiente su vena se hincho, estaba sentado en la cama de Severus muy cerca de él, demasiado para su gusto. Se apoyó en la otra cama siempre poniendo un ojo sobre los dos Slytherin que platicaban muy a gusto.

    Colocó la caja de chocolates bajo la almohada. Aspiro con fuerza el delicioso perfume impregnado en la cama, cada centímetro de ese espacio le hacía sentir en el cielo. Al verlo entrar al baño quiso acompañarlo
    Sólo para asegurar que nada le pase.

    Sonrió satisfecho, definitivamente esa rubia serpiente tenía cierta inclinación exhibicionista, estaba seguro de que él sabía de su presencia, aun así no tuvo problemas en desnudarse y bañarse a centímetros de él, al contrario, sin pudor alguno se enjabono el cuerpo de una forma increíblemente sensual, necesito de todo su auto control para no saltar sobre él.

    Lucius se vistió con gran rapidez, se perfumo, se calzo, y le dirigió un saludo a Severus.

    La sonrisa de James se desvaneció al verlo salir de la habitación, ni lento ni perezoso salió detrás de él.

    Deambuló por los pasillos con un paso acompasado, sin saber exactamente hacia donde se dirigían pero sin importarle demasiado.

    Al entrar en un salón se deslizo junto a él, los hechizos fueron lanzados rápidamente en dirección a la puerta, sellada y silenciada.

    — Necesitaba un lugar seguro para poder hablar — Soltó. Le miraba directamente, a pesar de llevar la capa, no cabía duda que esos grises ojos se encontraban directamente con los avellana.

    La capa calló en un golpe seco — ¿De qué quieres hablar?

    — Escucha Potter, eres muy dulce con tus amorosas cartas, pero lo mejor será que lo dejes, no me interesas.

    — ¿Y quién dijo que eso me importa? — Pregunto. Se acercó muy seguro de sus pasos hasta quedar en frente de él, era unos centímetros más alto —. Basta con que tú me interese a mí.

    — Ésto no es más que un capricho, pero hagamos algo — Ofreció — dime el nombre de alguien, cualquier persona, no importa quien. Y te aseguro que te conseguiré un acoston con esa persona, a cambio me dejarás en paz.

    — ¿Cualquier persona? — Bufó burlón.

    — La que tú quieras — Lo miro por un segundo antes de poner un gesto de determinación — Menos Severus, él está fuera del trato.

    Su ceño se frunció — ¿Qué tiene de especial el idiota de Quejicus? — ¿Qué tiene él de especial?

    — Eso no es asunto tuyo.

    — ¡Por supuesto que lo es! — Explotó — ¡No es más que un asqueroso grasiento!

    Paff. La pálida mano se estrelló contra la cara de James — No te atrevas a insultar a Severus — Siseó molesto.

    La rabia corrió por sus venas, apresó con fuerza la muñeca que lo había golpeado y jaló. Lucius se vio presionado contra el fuerte cuerpo, trato de apartarlo pero James lo tenía prácticamente inmovilizado — Ya que puede ser cualquiera, te quiero a ti — Lamió con suavidad la parte del cuello descubierta.

    — ¡Suéltame!

    — Dijiste que podía ser cualquiera — Una de sus manos apresó ambas muñecas por detrás de la espalda, mientras la otra se paseaba descaradamente por todo el cuerpo del más bajo.

    Lucius volvió a quedarse quieto, dejó que aquella mano se paseara por todo los espacios a los que llegaba a alcanzar, James se detuvo cuando, al soltar la otra muñeca y pasear ambas manos por el cuerpo ajeno, éste seguía sin movimiento — Tienes un extraño fetiche por tratar de forzarme.

    Pasaron unos breves segundos hasta que una ladina sonrisa se formó en su rostro — Pasa que me gusta cuando te pones salvaje — Se acercó nuevamente al blanquecino cuello, que sin duda era uno de sus lugares favoritos de aquel cuerpo, y lentamente deslizo su lengua, dejando un camino de saliva.

    Lucius dirigió sus manos al cuello de su atacante y lo acercó más, dejo que le besará y mordiera el cuello a su gusto, lentamente se dio la vuelta, y mientras sentía las suaves mordidas y aquellos largos dedos tocando lugares prohibidos suspiro.

    — Esto no nos llevará a ningún lado, al menos, a ningún lugar al que yo quiera llegar contigo.

    — No seas aguafiestas.

    — Escucha, no voy a acostarme contigo, y si lo hiciera, sería porque quiero algo serio contigo. Yo no me revolcaría con cualquiera.

    — Eso lo sé, y comparto la opinión — Instantáneamente Lucius se apartó y le lanzo una extraña mirada
    — Lo digo en serio.

    — Ya... ¿Y esperas que te crea? ¿Es enserio?

    — Por supuesto que sí, ¡Es la verdad! De hecho, planeaba pedirte una cita.

    — ¿Una cita? — Soltó burlón.

    — Sí, una cita, este sábado, en la salida de Hogsmeade.

    — ¿Por qué debería aceptar?

    — Por curiosidad — Tentó. Lucius arqueó una ceja — Bien, ¿Qué te parece por una apuesta?

    — ¿Una apuesta?

    — Así es, salimos juntos a Hogsmeade, si consigo que te diviertas, yo gano, sino lo consigo, tú ganas.

    — ¿Cómo sabrás si me divertí?

    — Porque te reirás a carcajada limpia.

    — ¿Crees que podrás hacerme reír?

    — Por supuesto.

    — ¿Y qué ganaré cuando no lo logres?

    — si tu ganas, te dejaré en paz.

    Lucius le vio de pies a cabeza, sonrió para sus adentros, no tenía oportunidad alguna de ganar. No si se trataba de su autocontrol — ¿Y en el remoto caso de que tú ganes?

    James por otro lado no trato de disimular su sonrisa — Si yo gano, tú aceptarás de buena gana salir conmigo, y no me refiero a salir de vez en cuando a comer, ni a unos acostones, sino a ser novios en toda la extensión de la palabra. Con besos, mimos, abrazos, palabras bonitas, sexo, compañía, confianza y amistad.

    Lucius lo pensó por unos minutos, era una excelente oportunidad para sacárselo de encima — Bien, acepto. Con la condición de que al perder, vas a dejarme en paz y no tratarás de acercarte a mi jamás.

    — Bien, es una promesa.

    Lucius le vio a los ojos y en respuesta James le sonrió, había algo que le atraía, que le exigía juntar los labios.

    — Una promesa — Acepto. Sus manos se juntaron en la posición de una inquebrantable, a pesar de no la realizaron, para ambos lo simbolizo.

    ***

    ¿Qué estarás haciendo Sev? — Giro sobre sí mismo viendo al techo. Mordió ligeramente su labio, justo en el lugar donde su serpiente le había mordido, se preguntó si no le abría inyectado su veneno, y si era esa la razón por la que le veía en todos lados.

    Necesitaba verlo. Él sabía que el pelinegro no compartía su anhelo, por eso le rehuía, siempre intentando escapar, alejarlo, poner distancia entre ambos. Pero eso no importaba, iba a conquistarlo.

    — En serio que no sé en qué están pensando — Murmuro Remus — ¿Podrías ponerme al tanto?

    — ¿Al tanto de qué?

    — De lo que sea que tú y James estén haciendo.

    — Remus...

    — No, nada de Remus, quiero saber, ¿Qué está sucediendo?

    — Bien —Se resigno — Yo sé qué sucede por parte de James, pero por mi lado — Suspiro — Creo que estoy enamorado.
    — ¿Qué?

    — Creo que estoy enamorado.

    — Te escuche la primera vez, pero... ¿De quién?

    La sonrisa boba de Sirius y la cara de incredulidad de Remus fue lo único que encontró Peter al entrar a la habitación.

    No existe mejor pregunta que una mirada, ni mejor respuesta que una sonrisa.



    ----------------------------------------------

    Lamento tanto el retraso, pero quise esperar a que mis dos betas lo revisaran. Por cierto, ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!

    Espero que lo disfruten tanto como yo.

    *Sinfonías perdidas - William Osorio Nicólas.

    Edited by mixhii - 12/5/2014, 00:36
     
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    DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo

    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas

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    Aquella noche.

    Odiaba admitirlo, pero ansiaba que ese Gryffindor lo volviera asaltar por algún pasillo, que se interpusiera en su camino y luego...

    Suspiró, le gustaba la torre de Astronomía, no por la misma razón que los demás hormonales alumnos, sino porque de verdad le gustaba observar las constelación, aunque las únicas que conociera por su nombre eran Lucius y Orión, se sonrojó un poco al pensar en éste último.

    Si tan sólo aquella noche no hubiera sucedido, o si al menos hubiera puesto más resistencia. Pero no, sucumbió ante los placeres carnales que aquel animago le había propinado. Sabía que había sido usado, o en otro caso, castigo por una apuesta perdida, o algún reto.

    Lucius le había insistido tanto en el tema, la razón más contundente para no hablar de ello es porque no significaba nada, al menos no para Black.

    Se preguntaba si Lily sabría de ello, de la apuesta o reto, o lo que sea que fuese. No se atrevía a verla, de hecho la había evitado a toda costa, a ella y a él.

    Temía que en cualquier momento le lanzará una broma cruel sobre su inexperiencia, o sobre su ineficiencia, no podría con ello. Odiaba admitirlo pero estaba a merced de Gryffindor, y si él le dijese que saltara en un pie sobre el calamar gigante, lo haría, con tal de guardar su secreto. La humillación sería tal que no se atrevería a volver a ver la cara de Lucius.

    El resto del alumnado no le importaba, pero su amigo… no podría con su mirada. Así fuera de comprensión y mucho menos si se trataba de decepción.

    Caminó por todo el castillo, subió y bajo las suficientes gradas como para ya no querer verlas jamás en su vida. Se topó varias veces con la espeluznante Sra. Norris, pero ya que siempre le daba algo de comer o le acariciaba detrás de la oreja, se había ganado su cariño. Era una gata fea, igual que su dueño, pero, ¿Quién era él para juzgarlo?

    La encontró de nuevo al cruzar por un pasillo, esta vez se detuvo, se puso de cuclillas y sobo la cabeza, la gata de inmediato comenzó a ronronear.

    — No sabía que una serpiente se pudiese llevar bien con un gato — Severus sintió que el alma se le fue en el instante que escucho la voz. Esa voz… que había plagado sus sueños en las últimas noches… la reconocería en lo más recóndito del abismo. — ¿Qué sucede Sev? — Dijo con ironía — ¿el gato te comió la lengua?

    Severus frunció el ceño, y se levantó. Dirigió sus pasos hacía donde creía, estaban las mazmorras.
    — Pero no me ignores. Eso es de tener muy malos modales. Creí que teniendo al oxigenado de la ética como amigo sabrías tan siquiera eso.

    — No te metas con Lucius — Fue lo único que dijo, soltando un gruñido. Avanzó lo más rápido que pudo, pero sin llegar a correr, no le daría el gusto de pensar que le temía.

    — ¿Por qué? —Cuestionó arrugando el ceño. Le molestó no obtener respuesta y en un impulso le sujetó del brazo como había hecho ya tantas veces y lo atrajo un poco hacia sí — ¿Acaso están saliendo? — Siseó, la ira nublando su mente y sus palabras cada segundo más — ¿No quieres que se entere como te abriste para mí?

    En toda su vida había recibido miles de golpes, pero ninguna le dolió tanto como ese recordatorio de lo que había hecho. Regresó la mirada y se encontró unos ojos ónix cargados de dolor. La mirada le aturdió y sorprendió en partes iguales.

    Aún tenía la otra mano agarrada, tiro de ella y una vez más, unió sus labios. El beso se tornó rudo y forzado, ya que Severus trató con todas sus fuerzas alejarlo. Maldijo mil y una veces cuando decidió salir esa noche.

    Golpeó con la pierna cerca de los bajos del animago, y se retorció tratando de soltarse.

    — No me digas que pretendes serle fiel a tu oxigenado. — Se burló. Pensó en el rubio junto al pelinegro, su pelinegro. Recordó todas las veces en que le había defendido, en las miradas furtivas, en el tiempo que llevaban juntos. En el cuarto que compartían, a solas y la rabia incremento. — ¡Quédate quieto! — Exclamó
    frustrado — O le contaré todo a Malfoy — El estatismo de su cuerpo le sorprendió, Severus acababa de entrar en pánico.

    — ¡No le digas nada! — No había querido que su voz sonase tan suplicante. Sólo que así había salido.

    Sirius le vio a los ojos. Sabía que no tenía derecho alguno, pero eso no le evitó sentirse traicionado. Le arrastró de regreso a la sala de los menesteres, cerrando la puerta frente a los ojos negros, y éste no hizo nada por evitarlo. De pronto se vio acostado en un sillón gris, el mismo de aquella vez.

    Él se acomodó sobre Severus, no tenía ganas de sexo, pero sí de marcar su territorio — ¿Por qué? — Murmuro dolido — ¿Qué tiene ese desgraciado que yo no?

    Severus no comprendía a que se refería.

    — ¿Cuántas veces? — Pregunto. — ¡¿Cuántas veces te has acostado con él?!

    El color se expandió por su rostro, la estupefacción se vio reflejada en todo su rostro — ¿Ahhh?

    — ¡Nada de ahhh! ¡Exijo saber!

    — ¿Y cómo porque debería responderte? — Los ojos grises se llenaron de dolor, Severus no era estúpido, y supo que significaba eso.

    Un incómodo silencio se instaló, ninguno de los dos dijo nada, ni intento de moverse.

    — Ninguna vez... — Murmuro.

    Sirius levanto el rostro interrogante — ¿ah?

    — Que ninguna vez... me acosté con Lucius, es sólo un amigo — El ojigris parpadeó contraído, Severus podría jurar que escuchaba el cerebro del Gryffindor trabajando a todo motor.

    — Ninguna... vez... — Murmuro, entendiendo el significado — ¡Ninguna vez! — Exclamo extasiado.
    Sus ojos se encontraron por unos segundos, y Sirius se lanzó sobre él. Le beso el rostro y le mordió los labios.

    — Severus —Murmuró.

    — Yo no... Yo no te he dado... per-permiso — El reclamo fue muriendo en sus labios a medida que los de Sirius descendían por su cuello.

    — Eso... no...importa... — Murmuro entre beso y beso. — ¿Lo recuerdas Severus?, esa noche, en la que fuiste mío…en la que te entregaste a mí sin reservas — Con cada palabra un beso más y una prenda menos.

    El sofá se fue agrandando hasta convertirse en una cama, la misma que habían compartido la primera vez.

    — ¿Lo recuerdas?, cómo mordí tu piel, cómo la bese y marqué con mis dientes, labios y lengua. De esta misma forma, acaricie tu pecho — Y como si de un embrujo se tratase Severus lo recordó, las caricias, los besos, los gemidos, todo.

    Se retorció bajo las caricias del animago, sus ojos se cerraron en un intento de recuperar el control, su auto control, aquel que normalmente podía usar como una prenda pero que, últimamente, se iba al trasto cada vez que aquel chico andaba cerca.

    — Acaricié tus pezones de esta forma — Su lengua se tornó al rededor — Los jale suavemente y los vi endurecerse. Justo como ahora lo hacen. — Severus gimió contra su voluntad, mordió sus labios para evitar que se le escapará algún otro gemido — Mi lengua recorrió tu pecho, lo ensalivo y luego...

    — ¡Para! — Gimió — No lo digas.

    — ¿Qué quieres que no diga? ¿La forma en que gritaste mi nombre? — El bóxer era la única prenda que cubría a ambos, Sirius la deslizo levemente, procurando que Severus no lo notara. Tratando de mantener su mente ocupada.

    Cuando Severus lo notó, ambos estaban desnudos, restregando sus cuerpos. Sentía sus manos viajar por todo su cuerpo. No era normal sentirse así, al menos eso pensaba, se sentía arder, como si estuviera en llamas, las llamas del pecado.

    Sirius se acomodó entre sus piernas y las beso, convocó el lubricante y con una sonrisa traviesa bajo hasta la pelvis — Dime Severus, ¿Aún recuerdas cómo se deslizaron mis dedos en ti? — Hundió el primer dedo en la apretada cavidad, sintiendo su deseo aumentar — ¿Cómo lentamente me fui abriendo espacio en tu interior? — La respiración se le agito a ambos — Es justo como yo lo recuerdo, una ardiente presión que me lleva a la locura —El segundo dedo entro.

    — Si-Sirius — Gimió Severus con necesidad —Por-por favor. Apúrate.

    — Oh Severus — Gimió Sirius sacando sus dedos. — Te amo tanto — Susurro, entro rápido, de una embestida, sin darle tiempo de responder nada.

    Nada coherente salió de sus labios, su espalda se arqueo y gimió con urgencia, las embestidas llegaron rápido, la velocidad y los acertados movimientos llevaron a ambos al éxtasis. La mente se les nubló y lo único que pudieron hacer fue bailar juntos, la danza más antigua de todas. Fundiéndose en uno y explotando en el clímax.

    ***

    — Estúpido Potter, quién se cree que es — Soltó con disgusto — Como si él pudiera hacerme reír.
    Lucius estaba descansando, comió un chocolate, y se calzó. Caminó por la sala común, sin querer aceptar que pese a todo estaba nervioso.

    — Pero qué te sucede rubio — Pregunto Bellatrix Black, observándole con una mirada divertida — Podría pensar que estas asustado.

    — Hazme el favor de morderte la lengua y envenenarte de una buena vez.

    Bellatrix se sentó en un sofá individual, justo enfrente de Lucius y le dedicó una sonrisa burlona.

    — ¿Cómo está tu hermana? — Preguntó, evitando la sonrisa que la morena le dedicaba e intentando cambiar el tema.

    — ¿La pequeña Cissy? — Se rió — Esta en Francia, sabes que se fue luego de que el cuarteto de idiotas le quemaran el cabello hasta dejarla como hombre.

    — Ella no es pequeña, solo es un año menor que yo* — bufó —. No entiendo por qué se fue, se veía linda.

    — Vaya, ¿Cómo debo tomar eso?

    — Ja, ja muy chistosa — Rodó los ojos — Aún estoy muy joven para pensar en una esposa.

    — Eso quiere decir que ella es una posible opción.

    Lucius solo negó divertido. Era demasiado joven para pensar en eso, antes quería estabilizarse, sin depender de la fortuna Malfoy, con sus propias corporaciones y metas.

    — Tú ya estás al borde de salir, ¿Te casarás?

    — ¿Casarme? — Cuestionó, una mueca de asco se posó en su cara — Para mí desgracia es lo más probable. Pero tranquilo, prometo tratar de enviudar joven.

    — Eres imposible Bella.

    Conversaron de muchos temas, la mayoría sobre artes oscuras, había un brillo de locura, que Lucius evito notar, en los ojos marrones.

    — Nos vemos pequeño rubio, descansas — Dijo. Sus pasos se dirigieron a la sección de mujeres.

    — No soy pequeño — bufó, pero la mayor ya se había ido.

    ***

    — Entonces... — Dijo Remus.

    — ¿Entonces qué?

    — ¿Dónde te has ido a meter estas noches?

    — Agh Remus, ¿De nuevo con lo mismo?, ya te dije que en ningún lado. Simplemente he tenido insomnio y como buen amigo que soy, decidí pasear por los pasillos en vez de despertarlos.

    — Aja, seguro — Murmuró — Si no quieres decirnos sólo di "no quiero decirles" y ya está.

    — Bien, no quiero decirles.

    Remus abrió la boca y la volvió a cerrar, estupefacto.

    — ¿Qué?, tu dijiste que les dijera eso — Respondió, agarro su libreta de notas — Mejor dime, ¿Cómo se le dice a una escoba voladora en chino?

    Remus le vio interrogante.

    — ¡Simekaigo memato! — Se rió con mucha fuerza — ¿Lo entendiste?, Simekaigo memato, ¡Si me caigo me mato! — Y siguió riendo.

    Remus se le quedo viendo largo rato — ¿Es en serio?

    Se vieron por unos breves segundos en total silencio — ¡Eres un agua-fiestas! — Soltó, agarro su libreta y salió de la habitación.

    ***

    Cuando Severus despertó, era la media noche. Su cuerpo estaba tibio, tal vez por el calor que el cuerpo a su lado emanaba. Saboreó las palabras que dijo el animago, ¿Sería eso cierto? ¿De verdad lo amaba?, quizá sólo había sido dicho en el calor del momento.

    Se acomodó a su lado sintiendo unos fuertes brazos cernirse a su alrededor. Sus ojos se fueron cerrando y una gran sonrisa adorno su rostro. Quizá fuese mentira, quizá fuese verdad, pero sin importar qué, trataría de disfrutar todo lo posible, y luego, sino funcionaba, al menos tendría el recuerdo.

    Se dice que el recuerdo, es el único paraíso del que no podemos ser expulsados, pero también es el único del que no podemos escapar.



    ------------------------------------------------------------

    ¡Justo a tiempo!, espero que les guste el capítulo. ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!

    Edited by mixhii - 25/5/2014, 18:45
     
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  10. mixhii
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    DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo

    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas

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    La cita.

    Faltaba poco para la salida a Hogsmeade, ya tenía todo arreglado, desde la reservación en las tres escobas, hasta su ropa, recién traída de Francia.

    Había estado practicando sus mejores chistes, ¿Con quién mejor que la persona más severa de Gryffindor?, Lily Evans. Muy orgullosamente la había hecho reír, hasta enrojecerse de la risa. Si supiera de que ella no se reía con él, sino de él.

    Sus amigos levantaban una ceja al verlo revoloteando donde ella, ingenuos, su objetivo no sería tan insípido.

    Durante la semana se comportó como un verdadero ángel, los profesores le veían como si fuera un bicho raro, pero no importaba, no estaba dispuesto a arriesgar esa salida que podía significar su única oportunidad para conquistar a su futuro novio.

    — Simekaigo memato — Rio nuevamente.

    Remus simplemente puso los ojos en blanco, volteo la vista y se enfocó en Sirius, quien reía tontamente a la nada. Sin duda nunca entendería a los sangrepura.

    El castaño salió de la habitación, estaba frustrado y molesto. Sirius le había confesado que estaba enamorado, o en proceso de, aunque no le había dicho de quien. Por otro lado James ni siquiera había confesado si le pasaba algo, mucho menos si le pasaba algo con alguien.

    Tenía sus sospechas sobre si a James le gustaba su amiga Lily, sin embargo había algo raro en el asunto. Aunque no se sorprendería, después de todo, a James siempre le había gustado lo difícil. No sabía cuánto.

    Había considerado usar el mapa para ver con quien se miraba, no es que fuera un metido, o algo similar. Sólo que le preocupaba, ni siquiera les había dicho que se veía con alguien, era un claro signo de que algo no estaba bien. No lo hizo por respeto a su privacidad, aunque no dudaba que si las cosas fueran inversas, Sirius y James, cualquiera de los dos, mandaría la consideración a volar.

    James les había dicho que no estaría con ellos durante la salida a Hogsmeade, a él no le habían dado el permiso para las salidas, Peter se quedaría a acompañarlo y Sirius dijo que no iría y además no se quedaría con ellos.

    La separación había sido tan cruda, no es que no le gustará pasar tiempo con Peter, sólo que éste era más amigo de Sirius y James que de él.

    — Nos vemos —Murmuro a James, quien elegantemente vestido, bien peinado y perfumado se despidió.

    — ¿Con quién creen que se vaya a encontrar? — Pregunto un sonriente Sirius.

    Lily le vio mal y dando media vuelta se internó en el castillo.

    — Tienes la sensibilidad de una roca, Sirius — Murmuro Remus con un resoplo.

    ***

    — ¿Por qué vas tan arreglado? — Pregunto Severus.

    — Por ninguna razón, yo siempre tengo que lucir bien. —Respondió.

    Severus sintió una mezcla de curiosidad y alivio. Cuando inicio el año su padre no le firmo los permisos para las salidas Hogsmeade por lo que no tenía permitido ir, Lucius, quien si tenía los permisos firmados, siempre se quedaba acompañándolo, según él, porque no le gustaba dejarlo solo. Se sorprendió de saber que ese fin de semana si iría, pero sintió un gran alivio ya que no tendría que mentirle para escaparse y así poder ver a Sirius.

    Lucius había comprado casi quince túnicas de un diseñador italiano. Toda la noche anterior se pasó revisando cual combinaba mejor con sus ojos. Termino eligiendo una negra que se amoldaba seductoramente por su cuerpo, resaltaba los lugares indicados sin llegar a ser vulgar.

    Habían quedado de verse en las tres escobas, un lugar sin clase, en opinión de Lucius. Si realmente quería enamorarlo, ¿Por qué no lo había llevado a una librería?, claro que el cerebro de James ni siquiera lo considero.

    Paso por el umbral, la mayoría de los presentes le observaban con lasciva, un joven rubio, alto y bronceado se levantó y le detuvo el paso. Agarro una de las pálidas manos.

    — ¿Un hermoso ser como usted recibe tal ultrajo de venir sin acompañante?, yo me ofrezco a acompañarlo, para que así, tan bella imagen no se desperdicie ante estos deslumbrados ojos.

    Lucius hizo una mueca indiferente, aunque por dentro sonrió desdeñoso, entre abrió los labios para responder — No tendrá ojos para observar si no le suelta en este momento la mano — Dijo una voz a su espalda. Sus ojos se encontraron con los avellana que observaban abrasando de celos

    El rubio le escaneo de pies a cabeza, su mirada era retadora — ¿Usted... — Dijo refiriéndose a Lucius — Vino con él?

    — Algo así — Murmuro Lucius.

    — Claro que sí, ahora, apártese antes de que yo lo aparte.

    Ambos rubios bufaron, el Slytherin le agarro el brazo y le llevo a la mesa reservada. Pidieron de comer y luego se quedaron viendo largo y tendido.

    — Entonces... — Empezó James, al ver como Lucius consultaba la hora.

    — Quiero saber si vas a hacer que pierda mi tie...

    — ¿Cómo se le dice a una escoba voladora en chino? — Lucius arqueó una ceja.

    ***

    Camino rápido por los pasillos, estaba muy nervioso. Hizo honor a su casa, aún con los nervios a flor de piel, se encontraba impasible.

    — ¿Severus? — Dijo una suave voz, ella, ELLA era la persona con la que menos quería encontrarse. Parada a tres metros de distancia, con su roja cabellera suelta, un libro en el brazo y una gran sonrisa, se encontraba Lily Evans,

    — Ho-hola Lily —Sonrió.

    — ¿Qué haces por aquí? — Pregunto — Si continuas subiendo llegarás a clase de adivinación, ¿estás perdido? — El calor de un evidente sonrojo le hizo bajar la mirada, claro que sabía a donde llegaría si continuaba subiendo.

    — ¿En-en serio?, yo esta-ba buscando la clase de transformaciones — Murmuro.

    — ¿Qué hacen aquí ustedes dos? — Murmuro McGonagall quien subía ondeando su túnica verde, tenía mucho trabajo pendiente por lo que se había quedado.

    Los observo a ambos, Severus estaba nervioso, era evidente, unos escalones más arriba y llegarían a la clase de adivinación, que estaba vacía. Dos chicos hormonales en una clase sola, medito. Arqueó una ceja y un ligero rubor se esparció por su rostro.

    — ¡Par de indecorosos! — Bramo — ¡15 puntos menos para Gryffindor y Slytherin! — Ambos la vieron extrañados y sorprendidos — ¡Largo!, váyanse a sus respectivas salas comunes — los dos saltaron en dirección abajo, la mano de la bruja mayor se tornó sobre la de Lily— Acompáñeme señorita Evans — Musito molesta.

    Ninguno de los entendió que había sucedido ese día, hasta muchos años después.

    Corrió lo más rápido que pudo en dirección a la lechucería, tenía que avisarle que no podrían encontrarse. Una mano se tornó sobre su muñeca y como ya venía siendo costumbre fue jalado hacía un salón en desuso.

    — No podía permitir que McGonagall nos arruinara el momento — Sonrió pícaro.

    No necesitaron decirse nada más para saltar uno a la boca del otro. Mientras, en un despacho a unos cuantos pasillos de distancia, Lily recibió una clase sobre conductas sexuales que hizo a su cabello parecer blanco a comparación de su rostro.

    ***

    — ¡Ya cállate!

    — Pero voy a medio chiste

    — Eso que dices no es ni un remedo de chiste, creí que sería siquiera un poco entretenido, pero por lo visto no lo fue — Agarro sus cosas y dejo unos galeones sobre la mesa — Mejor deja de avergonzarte a ti mismo y dejemos esto aquí. Adiós y buen provecho.

    No agrego nada más, salió a grandes zancadas. Le lanzo una mueca al rubio que se levantó al verlo salir y se dirigió al colegio. Cuando sintió que le daban la vuelta no se sorprendió de ver al morocho con la desesperación pintada el rostro.

    — Dije que esperaras.

    — Claro, como yo sigo tanto las ordenes.

    — Escucha...

    — No, escucha tú. Deja esto aquí, ya no lo intentes. Perdiste — Perder, estaba derrotado, James, la persona que más odiaba perder, acababa de hacerlo con una serpiente.

    — ¡No es justo! ¡Ni siquiera me diste una oportunidad!

    — ¡Por supuesto que no! — Bramo — ¿Cuántas veces tendré que decírtelo? ¡TÚ NO ME INTERESAS!

    — Claro, como estás muy feliz en tu relación con ese

    Lucius arqueo una ceja, supuso que hablaba del rubio que le tomo la mano.

    — ¿Y si fuera así, qué? — Dijo burlón.

    — ¡No está bien! ¡Tú me gustas!

    — No siempre se consigue lo que se quiere.

    — ¡Es mucho más que eso! — Tenía las orejas rojas de irá — ¡Yo te amo mucho más de lo que Quejicus podría legar a amarte!

    Se quedó frío, ¿Quejicus? ¿James hablaba de Severus?

    — Yo sé que tienen una buena y estable re-relación, pero él jamás, JAMÁS sería aceptado por tu familia, ade-además es muy poca cosa para ti, y tú siendo tan guapo y sexy... y... y... y él...

    Una fuerte y estilizada risa llego a los oídos de James, Lucius sostenía con ambas manos su estómago, que dolía de tanto reír. Su cara se puso roja por la falta de oxígeno. James lo sostuvo cuando noto como sus piernas se doblaban sin poder sostenerlo.

    — Esto... no... jahjajal... no val-e jaja — James sonrió, el rubio se encontraba entre sus brazos partiéndose de la risa. Era cierto que éste había querido acabar con la cita, pero según el acuerdo que hicieron, hasta que no pusieran un pie en Hogwarts, el trato seguía vigente. Y al ver nuevamente sus brazos, supo que había ganado.


    La ilusión despierta el empeño y sólo la paciencia lo termina



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    Lamento mucho la tardanza, estaba esperando a que mis betas revisaran el capítulo. ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!

    Espero que les guste, sus reviews me hacen el día. Últimamente no me he sentido bien, tengo una gripe horrible.
     
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    Me encanta leer yaoiii
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    te quedo muy bonito, lamento no haber comentado antes, jajaja me gustó la ultima parte fue graciosa, jijiji le hizo reir a Lucius y a mi jajaja
     
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  12. mixhii
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    Kiriekuru-chan~ Muchas gracias, me alegra que te gustará, yo lamento haberme atrasado. Pero aquí está la continuación.

    DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo.

    Si las palabras están en:
    -cursiva- es un pensamiento.
    -normal- es dialogo.
    *** es separación de escenas

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    El tiempo.

    Abrió los ojos lentamente, con pereza, acostumbrándose a la luz. Se sentía bien, relajado, como solía sentirse últimamente cuando despertaba entre aquellos brazo; de no ser por el pequeño dolor que sentía en la zona sur de su cuerpo, se encontraría perfecto. Se giró suavemente, buscando liberarse de las garras que le atrapaban con firmeza de la cintura sin despertar al otro, pero sabía que eso no funcionaría.

    — Suéltame en este instante. Tengo que ir a bañarme — Siseó.

    — Nommh... — Murmuró adormecido su acompañante.

    — No tengo tiempo para tus tonterías, suéltame ya.

    — Peroohm Lucius... mmhm — Subió una pierna sobre el pálido cuerpo impidiendo que se escapara.

    — ¡No seas animal, ya salte de encima!, tengo que ir a bañarme, vamos a llegar tarde a pociones. Este es el último año* y no podemos darnos el lujo de faltar.

    — jum... Pero

    — ¡Pero nada! — Bramó Lucius — Mueve tu trasero fuera de la cama en este instante.

    De mala gana James se levantó, liberando el cautivo cuerpo de su novio. Novio desde hace cuatro años. Sonrió con suficiencia al verlo levantarse y dirigirse a la ducha, completamente desnudo. Se tumbó sobre la cama y aspiró con fuerza el aroma que tenía la almohada, le encantaba llenarse de ese olor, embriagarse hasta la médula; saberse el único en la vida del hombre con ese aroma.

    Colocó su mano en el pomo de la puerta y al tratar de girar la encontró cerrada, con un sencillo alohomora la puerta se abrió, dejándole colarse al interior. El cuerpo de su novio estaba frente a él, mostrando todo su esplendor, oculta solamente por una capa de vapor caliente, sus ojos se hicieron un festín.

    — Que sexy — Ronroneo una vez dentro de la tina.

    — James… — Amenazó.

    — Bañémonos juntos.

    — No

    — Por favor.

    — No

    — Prometo hacerte llegar al orgasmo antes de que termine el desayuno...

    — NO

    — Tomaré eso como un sí — Sin agregar nada más le agarró por la cintura y lo pegó a él, haciendo que sus cuerpos se encontrasen nuevamente antes de atrapar los labios en un beso demandante.

    ***



    — Eres un idiota desconsiderado —Musitó molesto mientras caminaba con pasos supuestamente furiosos
    — Siempre haciendo lo que se te da la gana, nunca escuchas lo que tengo que decir... eres un imbécil... un estúpido... un Gryffindor de pacotilla... un...

    Y así siguió la reprimenda durante el tiempo que tardaron en llegar al salón, Lucius entró primero y se sentó junto a su amigo, tres minutos después entró James y se sentó cinco mesas tras de él junto a Sirius. Después de todo, nadie sabía de lo suyo. El rubio podía pensar con orgullo, que absolutamente nadie, incluyendo a Severus, sabía de su relación. Tal vez lo sabía Dumbledore por las extrañas sonrisas y comentarios que hacía cuando se encontraba solo o en compañía de James, pero nadie más gozaba de conocer aquel secreto.

    Sentía la atenta mirada de su novio sobre su espalda mientras preparaban una estúpida poción, casi podía decir que sentía el deseo del morocho en el aire, con una sonrisa petulante, se acercó lo suficiente a Severus para susurrarle al oído. Sabía del profundo odio que sentía James por su amigo y eso era algo que le divertía en situaciones como aquellas; le susurró algo insulso, sin mera importancia y se alejó despacio, esperando una respuesta de su amigo. El sonrojo de Severus debido a su cercanía bastó para darle por satisfecho. En menos de diez segundos escuchó un caldero explotar bastante cerca de ellos, no tuvo que girarse para saber que provenía de cinco mesas atrás. Sonrió.

    Llegó un periodo libre que compartía Slytherin con Ravenclaw, y Severus se vio arrastrado en dirección a la biblioteca. Los negros ojos veían con atención a su amigo, hacía no más de tres semanas había encontrado una gran cantidad de papeles en blanco. Uso cada hechizo que conocía para aparecer tinta invisible o cualquier cosa que ocultara, mas fue en vano. Sabía que en su amistad existía un secreto, y si contaba su relación con Sirius, serían dos. Se habían estado viendo todos los martes y viernes desde hace cuatro años, habían tenido sus peleas, grandes peleas cabía decir, que terminaban con un grandioso sexo de reconciliación.

    Lucius devoraba los libros de la misma forma que lo hacía con los chocolates, la mayoría de sus libros eran de la sección prohibida, de hecho, ahí se encontraban casi todos los libros favoritos del rubio Slytherin. A veces se preocupaba, su amigo tenía gran afición por las artes oscuras, y un mago oscuro se estaba alzando, buscaba seguidores, y por lo que había oído era sumamente poderoso.

    Había escuchado que este individuo poseía gran poder, gran habilidad y gran conocimiento. Cada vez tenía más y más seguidores, amigos de ambos que se le habían unido, como era el caso de Bellatrix Black, ahora Lestrange, aunque ella era más que nada amiga de Lucius.

    Había visto la marca tenebrosa dos veces y sin poder evitarlo, imagino aquella marca manchando la nívea piel de su amigo, no pudo más que apretar los labios.

    ***



    James se quedó viendo al cielo, la noche cayó sobre ellos más rápido de lo usual, los días se le escapaban de los dedos, faltaba poco para que acabará el año y eso le preocupaba, ¿qué haría al salir de Hogwarts?, se haría auror, eso ya lo sabía, pero su verdadera pregunta era ¿qué sería de su relación? Le amaba, hacía mucho había dejado de negarlo, de hecho se lo decía cada vez que tenía la oportunidad. La primera vez que lo había hecho, Lucius le había dado una gran reprimenda por, según él, estar diciendo cosas de manera tan irresponsables, pero a él no le importaba en lo más mínimo.

    Le encantaba tenerlo entre sus brazos, la espera había valido la pena, demoro casi tres años en llevárselo a la cama, el rubio peleo con uñas y dientes para evitarlo, pero no había nada que el arrobamiento de haber ganado la copa de quidditch, la aprobación de sus TIMOS con puros extraordinarios y un poco de alcohol no resolvieran.

    Recordaba aquella cita con mucho aprecio, aún tenía guardada la libreta donde estaban apuntados todos los chistes. La manera en que le tembló todo cuando el rubio salió del establecimiento mandándolo a freír mandrágoras. Sonrió al recordar la expresión que puso su novio al reaccionar, era digna de ser fotografiada, lástima que, uno: no tenía una cámara; y dos: su novio lo hubiese cruciado antes de siquiera haberla sacado. Pero no importaba, esa expresión, y esa sonrisa, que su novio negaría hasta el último de sus días, serían sólo suyas.

    A lo largo de los años aprendió mucho del Slytherin pero lo más importante fueron las dos normas básicas para estar en paz con el rubio: primero que Lucius siempre tenía la razón; y segundo, que él nunca la tenía. Su rubio casi no sonreía, era alguien que le gustaba tener control sobre todas sus emociones, y se exaltaba cuando sabía que lo estaba perdiendo. Como fue el caso en la primera vez que estuvieron juntos.

    También sabía cuáles eran sus mayores obsesiones, cosas tan sencillas como leer en un absoluto silencio, frente a una chimenea, en una noche de frio, tomando té o chocolate le ponían de un humor que hacían a James sentir en las nubes.

    O los famosos chocolates suizos, Lucius parecía tener una gran debilidad por ellos, le sorprendió un poco que fuesen precisamente chocolates muggles sus favoritos. Siempre que tenía uno enfrente le brillaban los ojos y podía jurar se le hacía agua la boca. Era demasiado bueno como para no aprovecharse de eso.

    También le gustaba insultarlo, aunque eso era un mecanismo de defensa, según la opinión de James. Obviamente tenían sus disgustos, principalmente con respecto a Lily, las peleas eran tan grandes que en la chispa del momento rompían todo cristal cercano. El pelinegro quería creer que Lucius odiaba a su amiga por celos de la cercanía de ambos, pero bien sabía que el verdadero motivo de ese odio era Severus Snape, el mejor amigo de su novio. Una razón más para odiarle, siempre siendo tan vital para el rubio, su rubio. Siempre quitándole su atención, siempre siendo más importante que él.

    Snape o Quejicus, como le gustaba decirle, sólo se llevaba la atención de una persona, precisamente la de quien él quería. Tardo mucho tiempo en que el rubio le sonriera, le costó esfuerzo, sudor, dedicación y una fea herida en la pierna, y sólo había conseguido una pequeña mueca. En cambio con el Slytherin era tan natural, le sonreía una vez al día como mínimo, ¡Al día! En cambio, si él tenía suerte, le sonreiría tal vez una vez al mes.

    — ¿En qué piensas Cornamenta? — Susurró Sirius en su oído, causando que diera un pequeño saltó al estar tan absorto en sus pensamientos.

    — No pensaba en nada Canuto, sólo divagaba en lo que puede ser.

    — ¿Ah?, no seas idiota, en vez de preocuparte por el mañana, mejor piensa en el hoy.

    — ¿Y qué haré luego?

    — Exactamente lo mismo, no pierdas el hoy, pensando en el mañana.

    El mañana, claro que lo asustaba, ya no era un chiquillo con las hormonas alborotas, vale, todavía era un chiquillo con las hormonas alborotadas, pero uno con consciencia, que quería vivir un mañana junto al ser que tanto amaba.

    Lucius siempre le despotricaba cuando él le profesaba su amor, siempre diciendo que el amor es una palabra complicada de usar, y un sentimiento peligroso de sentir. Si supiera que él jamás la tomaba a la ligera, siempre que se la decía, era porque así lo sentía.

    El amor es un sentimiento hermoso y peligroso, no todos se animan a tomar su riesgo, pero quienes lo hacen, descubren que siempre vale la pena. Después de todo, no puedes elegir si van a hacerte daño, pero sí puedes elegir quien te lo hace.

    Sólo esperaba no tener que tomar el riesgo solo, quería que ambos disfrutaran esa extraña sensación, llamada amor. Aquella que los haría elegirse el uno al otro cada día, del resto de sus vidas.

    ***



    — Entonces, todo va bien entre tú y él — Pregunto contenta.

    — Mucho mejor de lo que esperaba, ya ha pasado el tiempo. Pero aun así, no quiero llenarme la cabeza de tonteras o ilusiones.

    — Sev...

    — Hace cuatro años, cuando empezamos a salir, me prometí no pensar en el futuro, disfrutarlo mientras durara. Quien sabe qué sucederá después, y yo quiero salir de esto ileso.

    — Eso es muy cobarde de tu parte Severus — Dijo con dureza — Permites que el único que vaya por la cuerda floja sea Sirius.

    — Sirius podrá olvidarme fácilmente, él ve al mundo como un chiste.

    — Él se toma enserio lo suyo Sev.

    — No digo que no sea así, simplemente, que no quiero toparme un día con que todo el sueño se acabó, no quiero que mi felicidad dependa de él, sería darle mucho poder sobre mí. Poder que aún no estoy dispuesto a darle.

    — No se trata de poder Sev, se trata de ser felices, de entregarlo todo y vivir de lo que juntos crean.

    — Eso suena muy bonito Lily, pero no son más que palabras, palabras que adornas, pero a fin de cuentas son insignificantes. No me sirven de nada.

    — ¡Severus!

    — ¿Para qué arriesgarse en algo que no sabes si podrá ser?

    — Para que ese algo no se quede en lo que podría haber sido.

    — Lily...

    — Nunca descubrirás qué hay donde no alcanzas a ver, si no te acercas para averiguarlo — Severus abrió la boca para responder — ¿sabes?, ya es muy tarde, mejor regresa a tu sala común.

    ***

    La vida es como un libro.
    Algunos capítulos son tristes,
    Otros felices,
    Otros excitantes.

    Pero si nunca cambias la página...
    Nunca sabrás lo que el
    Próximo capítulo depara.
    JP



    Suspiró con desgano, sentía la agitación de su corazón, sentía las dichosas mariposas en el estómago, y la impetuosa necesidad de buscarlo y besarle. De sentir su toque, como una corriente por su cuerpo. Como un sueño que puede ser, pero que sabe, no podrá realizarse.

    No iba a engañarse, aquella relación era total y absolutamente imposible fuera de las paredes de Hogwarts. La graduación se acercaba, y con ella el adiós definitivo. Por eso cortaba todas las ilusiones de James, por eso echaba tierra de por medio, por eso lo alejaba. Por eso lo insultaba, a él y a sus amigos.

    Era estúpido de su parte creer que aquello que tenían podía ser más que eso, un sentimiento sin nombre, palabras que la tinta borraría, huellas en la arena que el agua se llevaría, palabras que nunca se dirían, que se quedarían atoradas por el resto de su vida en su garganta.

    Su vida estaba iniciando, pero sabía que al terminar Hogwarts también terminaría su libertad, tenía ideales que cumplir, debía enorgullecer a su padre, a su apellido, a sus antepasados, incluso por sobre él mismo.

    Mientras eso llegara, disfrutaría lo que tenía en el momento, era egoísta, siempre lo fue, pero estaba dispuesto a quedarse con los pequeños fragmentos, con aquellas esquirlas de esa felicidad y atesorarlos para así poder pisar más fuerte en su camino. Poder voltear la vista y tratar de no arrepentirse de nada.

    No iba vivir de cariño, ni de recuerdos, ni de sentimientos o pensamientos, y mucho menos de amor. Iba vivir de voluntad, con la cual regiría su vida, no tenía espacios para dudas, ni percances.

    — Tengo que alejarte de mi camino, hacerte a un lado. Y apartar todo lo que siento, esconderlo en el más recóndito de los abismos, un veneno letal, o tal vez una amarga medicina, lo cierto es que la necesito para poder al fin acabar con todo lo que nos une.

    Alargó la mano en dirección a su baúl, ahí, escondida en una apertura secreta, se encontraba una bufanda roja con dorado, la acerco a su rostro y aspiró. Abrió los ojos sin notar que los había cerrado y tomo la decisión, disfrutaría todo lo que pudiese de su tiempo con James, y se quedaría con eso, con eso le bastaría.

    Escondió nuevamente la bufanda, y se acercó a su espejo, se vio para asegurarse que todo estuviera en su lugar. Caminó paulatinamente fuera de la habitación, en dirección al séptimo piso.

    Luego de pasar tres veces frente al retrato de Bárnabas el Chiflado la sala de los menesteres se abrió para él, rebelando en su interior a un pelinegro de ojos avellana.

    — Llegas tarde — Murmuró con una sonrisa ladeada.

    Él nunca comenzaba nada en su relación, siempre era James quien corría en su búsqueda, pero aquella vez sería diferente. Camino sin responder y le agarro por la corbata. El pelinegro ahogó una exclamación al sentir el dominante beso.

    James se preguntó por un breve segundo qué estaba sucediendo allí, pero decidió no darle importancia y dejarse llevar. Sus manos fueron directo al trasero de su novio, para el claro disgusto de éste.

    — ¿A qué se debe tan exorbitante pasión? — Pregunto mientras recorría con besos su cuello.

    — Si no te parece puedo ir a desfogarme con alguien más — Las manos en su trasero se apretaron.

    — Eso nunca — Murmuro.

    Cayeron juntos a la cama, Lucius no se podía permitir quedar abajo de James, pero éste no tenía problemas con tener a su novio encima. Sus labios volvieron a unirse y se entregaron a las llamas de la pasión.

    Las ropas fueron desapareciendo una a una. Pronto estuvieron tan desnudos como cuando llegaron al mundo, los besos y las mordidas no se hicieron esperar. Nunca eran suaves cuando lo hacían, al contrario, les gustaba fuerte y certero.

    — Me encantas — Murmuro James mientras mordía sus hombros, Lucius gimió bajito al sentir unos dedos tantear su entrada. Primero uno, luego dos, luego tres, y luego tocaban un punto que le hacía ver las estrellas.

    — De-deja de hablar, pe-pedazo de bes-tia — La otra mano torturaba uno de los rosados botones, mientras se seguía entreteniendo con su cuello.

    Sacó los dedos y se posicionó, alineando su miembro con la rosada entrada. La primera embestida era la única lenta, el pelinegro adoraba sentir como invadía el cuerpo de su novio.

    — Joder — Soltó Lucius — Peda-zo de idiota, me duele mmj

    — Maldita sea — Gimió James — ¿Es que no…planeas ahg, acostumbrarte?

    Lucius dio un fuerte codazo como respuesta. Cuando por fin se acostumbró, el va y ven se hizo más rápido e intenso, las manos en la cintura del rubio se ciñeron, y éste subía y bajaba con violencia sobre el duro miembro.

    — Oh Lucius — Gimió — Me encantas, te adoro... ¡eres sublime! Dios, maldita sea.

    — Ca-cállate — dijo entre gemidos, se mordió los labios, odiaba soltar sonidos tan vergonzosos. James siempre daba en el punto exacto, lo hacía retorcerse y doblegarse, quedando a su total merced. De pronto lo sintió salir y fue girado, quedando cara a cara, sus labios se encontraron y se desato una batalla de lenguas.

    Una de sus manos se dirigió a su necesitado miembro, pero James la intercepto — Te correrás sólo con mis embestidas — Le susurró.

    A James le gustaba hablar mientras lo hacían, terrible habito, pensaba Lucius, quien aruñó el pecho bronceado en respuesta. Le encantaba hacerlo, y eso volvía loco de placer al pelinegro.

    Sin darse cuenta cayeron de la cama, más no les importo y siguieron haciéndolo en el frio suelo, se besaban, se mordían, se aruñaban, se comían sin piedad el uno al otro, pronto la cama desapareció y el piso se alfombró.

    Las embestidas se hicieron mucho más fuertes, ambos tensos como una cuerda de violín, los gemidos y gruñidos era lo único que se escuchaba en la habitación, sin tregua, sin compasión, sin delicadeza. Cada vez aparecían más y más marcas en los cuerpos, y en un último grito ambos se corrieron en un orgasmo que les robo el aliento.

    ***



    — ¿Qué se habrá hecho? — Pensó Severus. La mañana era bastante cálida, el invierno ya había acabado, se sentó en su cama viendo la de su amigo, estaba impecable, el pelinegro podía jurar que ni siquiera había dormido allí.

    Quería contarle lo de Sirius, informarle, pedirle su consejo. Pero... ¿y si le miraba con decepción?, sabía que se opondría, le recriminaría todos los años en que lo hizo sufrir con sus estúpidas bromas. Bromas que aún le hacía, todo para que nadie se enterara, para el claro disgusto de su amiga pelirroja.

    Ella era la única que lo sabía, siempre le sonreía con picardía al verlos juntos o cerca. Siempre era ella quién los juntaba cuando peleaban, quien los sermoneaba, quien los regañaba, quien los aconsejaba.

    Debía disculpase con ella, ella sólo trataba de ayudar y él la había tratado mal la noche anterior. Quizá tenía razón, y era momento de dejarse llevar...

    "No podemos obligar a nadie a ver aquello para lo que aún no está preparado"



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    En mi defensa diré dos cosas, primero: tuve una semana horrible, estuve enferma, sin inspiración, en exámenes y con lluvia; segundo: tenía el capítulo listo desde el martes pero decidí no publicarlo hasta que mis hermosas betas lo revisaran. Ahora si, espero les guste el capítulo. Quería informar que este fic será cortado en tres partes, éste es el fin de la primera parte. ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!
     
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11 replies since 7/4/2014, 19:29   561 views
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