•{αtrαpαme, si puedes}•

Private with: † Miss Skull †

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  1. Volkov.
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    -Hermann, me preguntaba si querías... si querías… que me quedase a dormir con-contigo esta noche – mi futura esposa tenía la cara roja de vergüenza, mientras miraba en dirección hacia el suelo y entrelazaba sus manos con nerviosismo – Como quieras – en realidad me daba exactamente igual. Yo estaba muy cansado y después de una dura jornada de trabajo, lo único que me apetecía era irme a dormir pronto. Ambos entramos en el dormitorio cuando, de repente, mi hermana salió del cuarto de baño; llevaba sólo puesto la ropa interior, de modo que cuando nos vio se sobresaltó tanto que dio un grito y volvió corriendo al baño… donde se escondió y de donde minutos después salió vestida con un albornoz mío para cubrir su pudor – ¿Qué haces aquí, Inga? – fruncí el ceño, confundido; mi melliza y yo siempre habíamos dormido juntos, pero desde que crecimos nuestro padre nos prohibió volver a hacerlo, además yo tenía que viajar constantemente cuando estaba de servicio de modo que nos fuimos distanciando, poco a poco. Minna a mi lado abría la boca, sorprendida; ella sentía envidia de Inga por ser hermosa y creía que esa era la razón fundamental por la que yo nunca podría amarla, y en cierta forma así era pues en mi vida no había más espacio para otra mujer que mi querida hermana y para la venganza – Esto… yo… pensé que hoy podríamos dormir juntos, hace tanto tiempo que no lo hacemos – me estaba mintiendo, lo supe por dos razones evidentes; ella nunca dormía en lencería y la silueta de la cama no pertenecía a mi melliza. Mi futura esposa estaba roja, pero esta vez de envidia; casi podía escuchar como sus dientes chirriaban, mientras apretaba los puños con tanta fuerza que pensé que se estaría clavando las uñas – ¿Pensabas dormir con tu hermano en ropa interior? – Inga se echó a reír a carcajadas, ambos compartíamos esa risa cínica – No, mujer, yo siempre duermo desnuda. Por cierto, hermanito, esta noche se queda a dormir el señor Schneider en casa. Buenas noches, que descanses – y dicho esto, pasó por nuestro lado y se detuvo a mi altura para darme un beso en la mejilla y salir fuera del dormitorio.

    -“¿¡Qué!?” – pensé, agitado y enfurecido al mismo tiempo; antes muerto que se quedara ese tal Schneider a dormir en mi casa y mucho menos con mi hermana. Hice ademán de salir de la habitación, pero entonces Minna me detuvo por el brazo – ¡Hermann! – gritó Minna a pleno pulmón, un poco más y me deja sordo – Es mentira, Minna, por el amor de Dios. Se trata de mi hermana – mi futura esposa me miró con rabia e impotencia; tenía las aletas de la nariz dilatadas y los labios fruncidos con tanta fuerza que apenas se distinguían – Lo sé, y eso es precisamente lo que me preocupa – después, se dirigió al cuarto de baño y dio un portazo. Yo di un largo suspiro y no tuve más remedio que ir detrás de ella como siempre, cuanto antes solucionara este problema, antes podría librarme de ella. El tiempo era crucial y estaba dispuesto a hacer lo que fuera, antes que mi nuevo ayudante campara a sus anchas por mi casa y haciendo a saber que con mi melliza. La sola idea me carcomía por dentro, como el veneno – Minna, abre la puerta – toqué tres veces a la puerta, mientras ella lloraba desconsoladamente – ¡No quiero! ¡Márchate con tu hermana! ¡Y déjame en paz! – gritó, dolida – Por favor, abre la puerta – pedí, apoyando una mano sobre esta. No hubo respuesta y al cabo de unos minutos Minna salió fuera; tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar, la nariz congestionada y los labios entreabiertos. No pude evitar sentirme nuevamente culpable, así que la atraje hacia a mí y la abracé – ¿Me amas? – ¿y qué se supone que debía contestar? Yo no la amaba y ella lo sabía, ¿por qué me hacia esa pregunta? – Si es así, quédate conmigo esta noche, Hermann, no vayas detrás de tu hermana.

    Dicho esto, ella me deshizo de la gorra de oficial y desabrochó mi cinturón de cuero marrón donde guardaba la pistola, desabrochó los botones de la guerrera y repitió el mismo procedimiento con la camisa blanca; ahora estaba desnudo de cintura para arriba. Después acortó las distancias entre nosotros y me dio un beso en los labios, mientras apoyaba sus manos contra mi pecho. Pero cuando sintió que no le correspondía a aquel beso, se apartó para mirarme a los ojos – No me amas, y nunca lo harás – estaba dispuesta a marcharse por la puerta; pero yo tenía una obligación para con mi país tanto en la batalla como para darle hijos al Tercer Reich. Y quizás por ese motivo la cogí de la muñeca y la empujé contra la cama – “Cuanto antes acabemos con todo esto, mejor” – pensé para mis adentros. El sexo fue intenso entre nosotros; cargado de rabia y rencor por su parte, e indiferencia y obligación por la mía. Hubo besos vacios, mordiscos de pasión y arañazos cargados de resentimiento. Por supuesto, no nos conformamos con la cama y acabamos en la mesa del escritorio entre informes y papeleo y rodando por el suelo. Al final del todo; acabé con la espalda destrozada de arañazos y una pila de papeles por ordenar que con suerte terminaría para año nuevo. En otras palabras; el sexo había estado bien, pero no lo compensaba.

    Recogí mi ropa para después tirarla al cesto de la ropa sucia y tomé del armario una muda limpia, antes de dirigirme al cuarto de baño desnudo. Me di una ducha lo más rápido que pude y me vestí con un pantalón de pijama verde y una camiseta blanca. Por supuesto el parche permaneció conmigo en todo momento, no me lo quitaba por nada ni nadie en el mundo. Tenía el pelo húmedo y despeinado, y algunos mechones rebeldes caían por mi frente, pero por más que los tirara hacia atrás volvían al mismo sitio otra vez. Y sólo cuando me aseguré que mi futura esposa estaba dormida, salí del dormitorio para dirigirme al cuarto de mi hermana a escondidas. Una vez dentro cerré la puerta y me metí bajo las sábanas; ella sabía quién era yo, así que volteó hacia mi lado y se enredó en torno a mi cintura con piernas y brazos, mientras reposaba su cabeza en mi pecho. Me alivié de verla dormir a solas y no con ese tal Schneider. De modo que yo también la abracé rodeándola entre mis brazos y reposé la cabeza sobre su pelo – ¿Hmmm… señor Schneider?

    SPOILER (click to view)
    a) va a buscarte y tienes problemas xD pero acabas convenciéndolo no sé como y acaban los dos borrachos.
    b) día siguiente, desayunan, se van al campo de tiro, luego al campamento militar, hacen un descanso para comer... y puedes intentar emepzar con tu verdadera misión.
     
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43 replies since 26/6/2014, 14:27   4446 views
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