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Un minuto. Dos. Tres. Las manecillas del reloj giraban y el sombrero seguia sin dar su respuesta. Sentado en el taburete, albus notaba como una gota de sudor se deslizaba por su espalda. ¿Por qué tardaba tanto? ¿Era normal? Miró hacia la mesa de Slytherin y le reconfortó la sonrisa de su hermana desde alli. Respiró hondo y cerró los ojos de nuevo, oyendo al sombrero mascullar. No podía tardar mucho más, ¿verdad?
A sus espaldas, los profesores le observaban. Cada nuevo alumno o alumna sufria ese mismo escrutinio durante los momentos que duraba la selección. Eran tantos, y tan distintos, pero todos con un gran potencial. Eran las brujas y magos que en el futuro decidirian los destinos del mundo magico. Quizas hubiera entre ellos un futuro pocionista,sanador famoso o incluso un ministro de magia. Quien podía saberlo. Por encima de sus viejas gafas, Minerva McGonagall miraba al jovencito, casi niño todavía, que esperaba con el sombrero calado hasta la nariz. Tambien ella habia pasado por eso cuando llego al colegio, la misma espera, el mismo escrutinio, la misma incertidumbre. Quizas por eso fue de las pocas que no se sobresaltó cuando la voz del sombrero seleccionador rompió el pesado silencio.
-Griffindor!!
La mesa roja prorrumpió en gritos de alegría mientras su nuevo miembro se apresuraba a sentarse. Teddy Lupin le pasó el brazo alrededor de los hombros y le revolvio el pelo. A su alrededor, sus compañeroa ae presentaban y le felicitaban por estar en la mejor casa de todas. Algo más allá, una chica con su mismo pelo moreno aplaudia sonriente a pesar de estar en una mesa distinta. Si bien ella era prefecta de Slytherin, eso no significaba que no pudiera alegrarse de que su hermano estuviera en la casa que quería. Además, sabía que James cuidaría bien de él......si sabía lo que le convenía. A su lado, Scorpius había apartado la vista. Como no, Albus tenía que ser un Griffindor. Típico de él. Era evidente que no iba a molestarle lo más mínimo este desenlace de los acontecimientos. Nada. Ni un poquito. Ni lo más mínimo. Se negaba a que le molestara algo así. Esto sólo significaba que a partir de ahora, serían rivales por la Copa de las casas.
Los demás alumnos fueron pasando uno tras otro. Por suerte para ellos, el sombrero no se demoró tanto con nadie más. La directora McGonagall se levantó y comenzó el discurso de apertura del curso. La bienvenida se juntó con las ya tradicionales advertencias sobre el bosque prohibido, la Torre de astronomía por las noches, y la sección prohibida de la biblioteca. Nada nuevo, este año prometía ser todo lo normal se podía ser un año en Howarts, y McGonagall lo agradecía. Tras todo lo que había pasado, no habia nada mejor que la perspectiva de que un año normal. En paz. Bueno, este año habían entrado dos miembros más de los Potter- Malfoy, y otro del clan de los Weasly. Quizás el año no sería tan tranquilo como esperaba en un principio.
El banquete comenzó y los nuevos tuvieron la oportunidad de hablar con los alumnos de otros cursos y de su mismo curso y así comenzar a sentirse parte de su casa. Griffindor fue la casa con más alumnos nuevos este año. Su jefe de casa, el profesor Neville Longbottom, miraba a sus nuevos pupilos sonriente, recordando cuando él se había sentado por primera vez en esa mesa. Habían pasado muchos años, más de los que recordaba. En aquel momento, no se había sentido digno de estar en ella. No era lo suficientemente valiente. Se había demostrado a su mismo, que podía serlo por lo que realmente era necesario. Por lo que era importante, la gente a la que quería. Sólo años después, cuando regresó a Howarts después de la guerra y se sentó allí de nuevo, se atrevió a pensar que quizás si que lo era. Un poquito al menos. Se sentía viejo al ver a los hijos de sus amigos,y a su propia Alice en esas mesas. Tan mayores, y a la vez tan pequeños. ¿Cuando había pasado tanto tiempo? Suspiró y se sirvió más puré de patatas. Al día siguiente, las clases empezarían y tendría que enfrentarse no sólo a los de primero si no a los de tercer año, que tenían la habilidad de estar de cuerpo presente y mente ausente en todas sus clases. Sería un dia largo, como todos los dias en Howarts. Era una suerte. Nadie querría que los días en un lugar tan maravilloso como Howarts pasaran demasiado rápido.
Ya era noche cerrada cuando los prefectos llevaron a los miembros de sus casas a sus respectivas salas comunes y de allí a los dormitorios. Sara y su compañero prefecto Ren Hatsumo guiaban la comitiva de Slytherin por las mazmorras. Los más jóvenes de apiñaban los unos contra los otros, ligeramente intimidados por los oscuros pasillos subterráneos. Sara no podía evitar sentirse responsable de ellos. No sólo como prefecta. Como hermana mayor, tenía desarrollado un curioso sentido maternal muy pronunciado para su edad. Su puesto de responsable de la casa no habia hecho mas que acentuarlo para molestia de sus hermanos menores. Se giró para ver a Scorpius. Parecía tan tranquilo, mirando las paredes como si las viera todos los días. Ren le lanzó una mirada,curioso.
- Lo sé, lo sé. Nada de preferencias entre los alumnos. Sólo vigilo que no se pierda ninguno- medio mintió Sara
- Entonces es cierto que han entrado dos hermanos mas tuyos.
- Si
- Sois una familia retorcida y extraña
Si bien esa afirmación le habría sentado mal si viniera de cualquier otra persona, no sucedía así con Ren.Llevaban el suficiente tiempo juntos como para conocerle mucho mejor que cualquier otra persona. Podía parecer alguien serio, cuadriculado y desalmado, pero sólo era lo que el dejaba ver. Criado desde muy niño de un modo muy estricto, le costaba aceptar todo aquello que se alejaba de la norma, y sin duda la familia de su amiga estaba distaba mucho de ser "normal". Sara, completamente impredecible y capaz de adoptarse a todo, era todo lo contrario a Ren, recto y siempre ceñido al plan. Nadie podía entender como se habían hecho amigos. Ellos tampoco. Pero era cierto que a ella le sentaba bien tener un pilar fijo dentro de Slytherin al que aferrarse cuando lo necesitaba y a él tener a alguien que sacudiese de vez en cuando sus esquemas. Se complementaban. Y a estas alturas, ya sabía que sus comentarios no tenían ninguna mala intención. Simplemente, Ren no tenía filtros sobre lo que tal vez podría herir a las personas.
- Yo no diría tanto como retorcida. Pero si que esta bastante fuera de lo común.
- Puedes repetirme cuantos hermanos tienes?
- James, que ya le conoces.Scorpius, que es uno de los novatos de Slytherin y Albus, que ha entrado hoy en Griffindor. Y después Lily, que aún no esta aquí.
-...entre tus hermanos y tus primos...por parte de...madre de tus hermanos, vuestras comidas familiares deben de ser tremendamente confusas.
- ¿No lo son todas?- respondio con una sonrisa
Ren calló y una pequeña sonrisa asomó a sus labios.
-Quizás
Detrás de ambos, Scorpius procuraba contener las arcadas. Era como una novela mala desarrollándose delante de sus ojos, con hermana de coprotagonista romántica. Era suficiente para que se le devolviera el estómago. Apartó la vista antes de empezar a tener arcadas. Se preguntaba si Albus habría llegado ya a su dormitorio. ¿Estaría tan lejos como los de Slytherin? El pensamiento de que Albus estaría a partir de ahora en otra de las casas....eso sí que le molestaba. Aunque no le fustara admitirlo. Pero Albus se lo perdia. Era su culpa por ser un Griffindor cabezahueca. Y a Scorpius no le importaba. No. Se negaba a que le importará. Nunca
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