Este remordimiento (Harry/Dudley)

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  1. VivaEspaña!
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    Gracias por tu comentario. :)
    Repito que el ConnorXHarry será completamente fugaz.


    Harry avisó a Dudley acerca de que dormiría con Connor y el resto de sus primos. Este se contuvo bastante de no soltar una impertinencia, acongojado por la fiereza que su pariente le había mostrado. Asintió con la cabeza, sin mirarle. Por más que se comportarse respetuosamente con él, no quería decir que cayese tan bajo. Harry esbozó una pequeña sonrisa aliviada, suponiendo que la discusión entre ambos no había tomado una forma demasiado amenazante. Ni siquiera se replanteó que Dudley estuviese aterrado.
    Fue al cuarto de sus primos, donde Connor le había pedido amablemente reunirse, en parte para poder hablar todos un poco y conocerse. Harry sabía perfectamente que estos estarían imbuido por los prejuicios de Dudley, y por su forma de tratarlo pensarían que no merecía ningún respeto, así que no albergó esperanzas de poder caerles bien. Por no hacer el feo a su amigo, aceptó radiante. Al entrar, Edward le pidió sentarse en la cama de su hermano; Cyril y él se sentaban en las suyas propias. El mediano, Cyril, comenzó a hablar:
    -¿Sabes cómo nos llamamos? -Asintió lentamente con la cabeza, dedicándoles una leve sonrisa-. Bien. Pues nos vas a tener que iluminar con el tuyo.
    -Me llamo Harry Potter. Soy el único primo materno de Dudley.
    -Pues encantado. Aunque Dudley no nos ha contado precisamente maravillas de ti -dijo Edward, frunciendo sarcástico el ceño.
    -Me atrevo a decir que no has contado sino una sarta de ponzoñosos comentarios, sin ningún fundamento -contestó Harry y no pudo evitar un fino hilo de voz cargado de resentimiento.
    -No te preocupes. Estamos aquí para evaluar esas palabras -aseguró Cyril, sonriente.
    -En fin..., ¿sabéis qué ha pasado con Connor?
    -Ni idea -Cyril lanzó una fugaz mirada la puerta, antes de retomar sus palabras-. Debería estar aquí hace ya tiempo. Tú quizás no, porque él tal vez no te avisara de la hora, es realmente despistado, pero, ¿qué hará él que no viene?
    -Iré yo a buscarlo. Quedaos aquí.
    Se marchó de allí corriendo. Lo primero que se le ocurrió fue acudir a buscarlo en el cuarto de Dudley, pues tenía un mal presentimiento. Por el pasillo, halló a una enojada Petunia, quien rugió:
    -¡¿Qué haces?! ¡¿Ya has limpiado el suelo?! -Se contrajo de miedo: se había olvidado. Negó cabizbajo. Petunia lo zarandeó violentamente, con un rostro deformado por la furia-. ¡Pues hazlo, condenado mocoso!
    Vernón agarró, con ninguna suavidad a su esposa y la enfrentó igual o más rabioso, con la diferencia que en él se alternaban también sentimiento como la vergüenza y un inmenso pudor.
    -¡¿Crees, estúpida mujer, que a mi hermano y a su mujer le va a hacer gracia que tú te dediques a gritar y a tratar con semejantes formas a un niño?! Hoy ya me has dejado en mal lugar cuando permitiste que cocinara; no sabes cómo me dejaste. Durante toda la comida, intenté esquivar la venenosa mirada que mi hermano me dedicaba.
    -¡Pero no ha hecho lo que yo le pido! -se excusó-. ¡Parece mentira que lo defiendas! ¡No voy a cambiar mi forma de ser sólo porque dos dementes, que no saben nada de este crío, vengan como si fuesen sus ángeles de la guardia, nuestros maestros de ética! ¡Tenemos edad y experiencia sufiente para saber qué es esta cosa! -Señaló a Harry, sin ocultar el profundo desagrado que le inspiraba.
    -Si tú haces eso, no vueles a entrar en esta casa, que al fin y al cabo es mía. Mi última palabra.
    Harry se mantuvo sumisamente callado, aunque con una sensación de inutilidad que lo llevaba forjando desde niño, y que aún así se ajustaba como una vara en aquel corazón cubierto de yagas. Cada vez se sentía menos una persona. Casi podía jurar que el resentimiento contra ellos era tal que resultaba irracional.
    -De acuerdo, Vernón -accedió Petunia-. Pero prométeme que cuando ellos se vayan retornaremos a la rutina.
    Vernón asintió y plantó un beso callado y delicado a su esposa. El gesto le revolvió las tripas a Harry. Qué bien se llegaban a amoldar los labios de dos asesinos de su alma.
    -Vete. No te quiero ver más aquí.
    En efecto, abandonó la sala tan rápido como sus piernas le permitían. Por allí encontró a Connor. De sus ojos pendían lágrimas. Se acercó a él y le preguntó, dulcemente (aunque él mismo necesitase consuelo):
    -¿Por qué lloras, Connor? ¿Y por qué has tardado tanto? Siento que está todo relacionado. ¿Me equivoco?
    -Supongo que lloro por no comprenderme; pero no, lloro por ser el primo de ese esperpento con el que convives.
    -¿Por eso lloras? ¿Y qué no comprendes? -Le acarició suavemente el cabello y Connor no rehuyó el toque, disimulando el profundo goce que le proporcionaban sus manos enredadas en su cabello.
    -Será mejor que no te lo diga, querido amigo.
    -Te prometo que, por muy malo que sea, trataré de brindarte consuelo. No me enfadaré, si por eso te preocupas.
    -No me importa eso; pero, ¿cómo te miraré a la cara después? ¿Cómo confiarás en mi palabra? No daré mi brazo a torcer, lo siento. ¿Podemos dejar este tema?
    -De acuerdo... -contestó poco convencido, y bastante dolido. Ya de pos sí lo estaba y sabía que era egoísta sentirse así porque él no quisiese contarle aquello, pero para él eso le resultó una gran barrera que se forjó sobre ellos; el no poder ser para él su confidente, que no abriera sus secretos a él, le dolió. El otro lo notó y sintió ganas de abrazarlo, de besar esos labios para que lo entendiera. Sólo le traería problemas, lo sabía, así que trato de hacerse el tonto con el dolor de su amado.
    -Nos traerá problemas, te lo aseguro. Confía en mí.
    -Sí.
    Y rápidamente, Harry añadió, con un leve deje sarcástico:
    -La razón de por qué no has ido está vinculada a ese secreto. Así que no te preocupes. No debes contármelo. De todas formas estan tus hermanos, por si te sientes más seguro confiándoselo a ellos.
    Soltó aquellas palabras, casi indiferente. Connor se sintió aún peor, pero también un claro desprecio hacia esa actitud.
    -Bueno, vale -dijo, imprimiendo a sus palabras un tono igual de indiferente que el de Harry-. ¿Quieres saber qué pasa? No te lo he dicho, porque no confíe en ti. Simplemente sé que no nos va a ir bien. ¿Pero estás de acuerdo con que te lo diga?
    -Pues...
    -No digas más. Sé que sí.
    Capturó aquellos labios, que, en vez de ser suaves como siempre le habían parecido, eran fríos y rugosos, llenos de pellejos y un poco arrugado. En vez de asquearle, le comenzaron a parecer más reales; el comprender que no era un ídolo, sino una persona normal, le ansiaron profundizar el beso. No tenía un cuerpo perfecto, ni unos labios como él los imaginaba en un ser amado; pero pensar que para él, a pesar de ello, continuaba deseando a Harry de la misma forma, incluso más, lo envolvieron de una dulce y extraña calidez durante el beso. Aunque se separó, porque no sabía si el otro le había correspondido por mera confusión y porque no era el pasillo el lugar más apropiado donde besarse. No quería mirar a Harry a la cara, así que se fue corriendo a la habitación de sus primos, queriendo, una vez se había separado del refugio de aquella boca, haber puesto más resistencia a acompañarles. Ya no podía sino correr, netamente, y apoyarse en el infantil presentimiento de que nadie lo observaba, si él no se enfrentaba a los ojos de esa persona. Pero Harry lo miraba, más desconcertado que nunca.
     
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48 replies since 18/12/2014, 21:20   2400 views
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